LA NUEVA GEOMETRÍA DEL PODER - Fundamento Del Derecho. Pablo Romero
LA NUEVA GEOMETRÍA DEL PODER - Fundamento Del Derecho. Pablo Romero
LA NUEVA GEOMETRÍA DEL PODER - Fundamento Del Derecho. Pablo Romero
A partir de 1999, el gobierno presidido por Hugo Chávez fue conquistando progresivamente
múltiples espacios políticos. En las elecciones regionales de 2004, el sector oficialista obtuvo
un resonante triunfo en 20 de las 22 gobernaciones. En el ámbito legislativo, desde que la
oposición se abstuvo de participar en las elecciones de 2005, por alegar falta de garantías de
un proceso electoral transparente, la Asamblea Nacional quedó totalmente controlada por el
chavismo, influjo que se fue extendiendo hacia el Poder Judicial y otros organismos públicos.
Se introdujo así un elemento que habría de modificar la estructura del sistema político, en la
medida en que la acción de los consejos comunales podría ocasionar ciertas alteraciones en el
funcionamiento de alcaldías y gobernaciones. La orientación, coordinación y evaluación del
desarrollo de dichos consejos quedaba a cargo de la Comisión Nacional Presidencial del
Poder Popular. En otras palabras, los consejos comunales representarían un mecanismo de
relación directa entre el caudillo y el pueblo.
La promoción de los consejos comunales podría interpretarse, a partir de una lectura
superficial de la ley, como el intento de profundizar los mecanismos democráticos, en tanto la
población estaría interviniendo activamente en la toma de decisiones. Se trata sin embargo de
una percepción tan sólo aparente ya que la complejidad de nuestras sociedades y las diversas
ocupaciones de sus miembros dificultan la auténtica participación de los mismos en labores
que tradicionalmente han sido asumidas por especialistas en determinadas áreas. Por otra
parte, los consejos comunales no podrían actuar con autonomía en la toma de decisiones por
su dependencia en diversas materias, especialmente la financiera, de la Comisión Presidencial
del Poder Popular.
Mientras se estaba dando impulso a los cinco motores constituyentes, se hicieron algunos
anuncios en cuanto al problema territorial. De acuerdo con lo expresado por Manuel Briceño
Méndez, a cargo de la presidencia de la subcomisión de Ordenamiento Territorial de la
Asamblea Nacional, el modelo socialista exigía la incorporación de profundos cambios con el
propósito de estructurar un espacio geográfico socialista basado en una nueva
institucionalidad. Es evidente que el proyecto socialista sólo sería viable en el contexto de un
sistema político altamente centralizado, en el que gobernadores y alcaldes perderían
autonomía en sus acciones, o bien podrían desaparecer en el proceso de construcción de la
nueva geometría del poder (Briceño, 2006).
A mediados de 2007 la estrategia gubernamental se definió con mayor precisión con la puesta
en marcha del segundo motor de la revolución dirigido a la reforma de la Constitución. La
propuesta fue formulada por el propio Presidente de la República y aprobada por la Asamblea
Nacional, para luego ser sometida a votación en un referendo popular. Dicho proyecto
comprendía tópicos de diversa índole, referidos especialmente a la ampliación de las
facultades presidenciales y la consiguiente concentración de poder en manos del Ejecutivo
nacional, según podremos apreciar a través del examen de algunos artículos constitucionales
que fueron objeto de consulta popular:
Los alcances de la nueva geometría del poder estaban expuestos de manera más amplia en
el artículo 16 de la reforma, por el cual quedaban prácticamente extinguidos los principios de
la descentralización político-administrativa consagrados en la Constitución de 1999. Dicho
artículo especificaba que las comunas eran las células sociales del territorio y estarían
conformadas por las comunidades, cada una de las cuales constituirá el núcleo territorial
básico e indivisible del Estado Socialista venezolano. A partir de la comunidad y la comuna
habría de construirse el Poder Popular como expresión de la democracia directa. Cuando en
la totalidad del perímetro de una ciudad, unidad política primaria de la organización territorial
nacional, se hubieran establecido las comunas y el autogobierno comunal, el Presidente de la
República, en Consejo de Ministros, podría conferirle la categoría de Ciudad Comunal. En
esta nueva estructura se evidencia que las competencias de los municipios quedarían bastante
restringidas, al tiempo que su jurisdicción adquiría contornos imprecisos.
Según el mismo artículo 16, con previo acuerdo de la mayoría de los integrantes de la
Asamblea Nacional, el primer mandatario podría decretar la creación de regiones marítimas,
territorios federales, municipios federales, distritos insulares, provincias federales, ciudades
federales y distritos funcionales. Las autoridades de estas nuevas entidades políticas serían
nombradas por quien ejerciera la Presidencia de la República. Los distritos funcionales
podrían estar conformados por uno o más municipios o lotes territoriales de éstos, sin
perjuicio del estado al cual pertenezcan, cláusula que amenazaba la autonomía e integridad
de los municipios. A su vez, las provincias federales se constituirán pudiendo agregar
indistintamente estados y municipios, erigiéndose en una especie de entidad supraestadal
sometida al dictado de la máxima autoridad nacional.
Los cambios antes propuestos, orientados a reforzar de manera extraordinaria el poder central,
se fundamentaban en una reorganización del Poder Público, asentada en el artículo 136, que
abarcaba dos dimensiones: territorial y funcional. En la primera, el Poder Público se distribuía
en la siguiente forma: Poder Popular, Poder Municipal, Poder Estadal y Poder Nacional. Con
relación a sus funciones se estructuraba en Legislativo, Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y
Electoral, puntos que no sufrieron modificaciones con relación a lo establecido en el año
1999. Según lo expuesto en dicho artículo, el pueblo es el depositario de la soberanía y la
ejerce directamente a través del Poder Popular. Éste no nace del sufragio ni de elección
alguna, sino de la condición de los grupos humanos organizados como base de la población.
El Poder Popular estaba representado por las comunidades, las comunas y el autogobierno de
las ciudades a través de los consejos comunales, además de otros consejos que aglutinaban
a la población de acuerdo a su adscripción laboral, condición de género, edad y situación de
discapacidad. Como lo manifestamos previamente, esta aparente democratización se convirtió
en un factor que favorecía la concentración, ya que estas pequeñas agrupaciones estaban
directamente controladas desde el poder central. Según rezaba el artículo 138, esa forma de
participación popular era considerada protagónica y conducente a la construcción de la
democracia socialista, enunciado que eliminaba toda referencia a la descentralización como
política nacional orientada a profundizar la democracia, tal como se había precisado en el
texto de la Carta Magna vigente.
Aun cuando subsistían los estados y municipios, la creación de otras entidades políticas que
podrían funcionar paralelamente, unas veces, o superpuestas, en otras circunstancias, pero
siempre dirigidas desde la autoridad central, significaba la reestructuración completa del
sistema basado en la elección directa y popular de alcaldes y gobernadores.
Tal como se señaló anteriormente, el Consejo Federal de Gobierno, creado en 1999, estaba
encargado de la planificación y coordinación de políticas para el desarrollo del proceso de
descentralización y transferencia de competencias del Poder Nacional a los estados y
municipios, estando presidido por el Vicepresidente de la República. En la propuesta de
reforma, aquel organismo fue sustituido por el Consejo Nacional de Gobierno, de carácter no
permanente, cuyo objetivo consistía en evaluar los diversos proyectos comunales, locales,
estadales y provinciales para articularlos con el Plan de Desarrollo Integral de la Nación. De
tales funciones se desprende claramente el carácter centralista del nuevo organigrama
institucional, a lo que se sumaba que la responsabilidad de convocar y presidir dicho consejo
correspondía al primer magistrado de la República.
El artículo 230 extendía el período presidencial de seis a siete años y admitía la reelección, no
ya por una vez como lo estipulaba el Código de 1999, sino de manera indefinida, quedando
así en entredicho el principio de alternabilidad. A las atribuciones presidenciales se agregaba
ahora la ordenación y gestión del territorio y régimen territorial del Distrito Federal, los
estados, los municipios, dependencias federales y demás entidades regionales. Asimismo,
podría crear o suprimir las provincias, territorios y ciudades federales, distritos funcionales,
municipios federales, regiones marítimas, distritos insulares y regiones estratégicas de
defensa. También estaría habilitado para designar y remover las autoridades de las entidades
antes mencionadas. Con relación a la Fuerza Armada, ahora denominada Bolivariana, el
primer mandatario se convertía en la suprema autoridad jerárquica en todos sus cuerpos,
componentes y unidades.
• Consejos Comunales: el marco legal, la experiencia política real, y el debate popular en las
Comunidades.
Conclusiones