Los Pilares Fundamentales Del Mundo Jurídico

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Los Pilares fundamentales del mundo jurídico: El Derecho y la Ley

Dr. Eduardo Barcat

I. Introducción
Las nociones sobre el derecho y la ley son temas de una profundidad considerable; ambas
poseen alcances variados que exceden el ámbito jurídico.
En el presente texto comenzaremos por definir el derecho, sus diversos sentidos, fuentes y
abordajes; para luego enfocarnos en la ley, en tanto manifestación formal más corriente, su
etimología, diversas definiciones, rasgos esenciales y clasificaciones existentes.
Finalmente realizaremos una síntesis integradora de ambos conceptos dentro del universo
jurídico.

II. El derecho y su relación con las conductas sociales


Desde el momento en que el hombre dejó de vivir en estado natural conformando el primer
grupo social comunitario, tuvo que ceder algunas libertades individuales, para pasar a integrar
un cuerpo mancomunado de reglas y conductas en pro del bienestar general de la nueva
sociedad conformada. De ésta forma surge el concepto de derecho como regulador integrador
indisoluble de la sociedad humana.
El derecho entonces se vincula necesariamente con el concepto de sociedad, como natural
proyección de humanidad implícita en su propia condición de sujeto social.

II. 1- Los orígenes del Derecho


Para aproximarnos a la definición del concepto de “derecho”, comenzaremos a presentar
algunos datos desde el punto de vista etimológico, ya que son varias las raíces antiguas que
indican algo acerca de su significado.
En primer lugar, el origen del término provendría del verbo latino “dirigire”, con su participio
pasivo “directum” que en latín significa enderezar u orientar, pero su voz más conocida se
expresa como “ius”.
Cabe mencionar que fueron los romanos en el Corpus Iuris Civilis1 los que comenzaron a
denominar “justum” a lo que consideraban lícito, mientras que su contrario: “injuria”, era lo
ilícito, aquello que ocasionaba un daño a otro. El jurisconsulto Celso, uno de los creadores del
“Corpus” antedicho, definió el término ius diciendo que era “el arte de lo bueno y lo equitativo”.

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Corpus Iuris Civile: es la más importante recopilación de jurisprudencia romana de la historia, creado
por el emperador Justiniano en el siglo VI AC

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Además, al respecto, los romanos supieron distinguir el derecho divino denominado “fas” o
“ius divinum”, de aquel vinculado a la ley del hombre, llamado “ius humanum“.
En rigor, como bien señala Nino (1984), el término “derecho” es polisémico presenta varios
significados a la vez. Sobre tal cualidad, señaló acertadamente Hart (1986) que: “Pocas
preguntas referentes a la sociedad humana han sido formuladas con tanta persistencia y
respondidas por pensadores serios de maneras tan diversas, extrañas y aún paradójicas
como la pregunta “que es el derecho”.

De esta forma, se puede hablar de derecho como:


- Un ordenamiento o sistema de normas que regulan las conductas del hombre en sociedad,
(acepción que usualmente se denomina “derecho objetivo”)
- Una disciplina dogmática, entendiéndose a la misma como una ciencia metodológica de
investigación jurídica, (en alusión a la expresión vinculada a la “ciencia del derecho”).
- Una capacidad o potestad determinada, ilustrada en el decir “tengo derecho a”, (acepción
de la expresión “derecho subjetivo”).

En definitiva, el derecho se vincula necesariamente a la conducta humana, como su objeto


propio de tratamiento, pero siempre toda aquella que se origine en la condición social del
hombre.
Siguiendo la corriente de pensamiento jurídico denominada “iusnaturalismo” por el cual la
creación de la sociedad y el mundo jurídico se generan en la natural condición social del
hombre, el ser humano es un animal social (o “zoon politikon” según el filósofo griego
Aristóteles); y, para la aplicación del derecho se necesita que el hombre actúe en función de
otro hombre. Bajo éste supuesto surge la denominada “alteridad del orden jurídico”,
entendiéndose la expresión en tanto reglas de juego jurídicas que regulan las interrelaciones
entre al menos dos personas.
Es así que, el espectro de interés del derecho, no se ocupa de todas las demás acciones
ajenas a la relación con otras personas, conforme señala el artículo 19 de la Constitución
Nacional “Las acciones privadas del hombre que de ningún modo ofendan al orden y la moral
pública, ni perjudiquen a un tercero, están reservadas a Dios…”
Por otro lado, para que la conducta sea inherente al derecho, necesita que sea posible, que
exista la humana posibilidad de llevarla a cabo. Así, por ejemplo, no puede concebirse como
norma jurídica, aquella que obligue al hombre realizar alguna actividad en el planeta Venus, o
que prohíba la muerte de determinadas personas. Distinto sería el caso de una norma que
prohibiera pisar el césped ya que esta consiste en una acción posible. En decir que, el Derecho
se aplica sobre la conducta humana, necesitando para que ésta sea materia del orden jurídico,

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que la misma sea susceptible de llevarse a cabo y, además, que el sujeto operador se
encuentre en relación con otros individuos.
En función de lo expuesto se puede apreciar que el derecho actúa en la relación diaria y en
distintas facetas de todos los órdenes de la vida, en actitudes cotidianas que impliquen ya sea
adquirir una golosina en un quiosco – en donde se está celebrando un contrato que le interesa
al derecho civil -, pagar un impuesto (propio del derecho impositivo) o cobrar una jubilación
(materia del derecho previsional).
Conforme lo visto hasta el momento podemos definir al derecho como “un orden obligatorio en
las relaciones sociales”. Tras situar su objeto propio, el derecho ordena y coordina las
conductas entre los sujetos, estableciendo pautas en su interrelación. Con mejor detalle de la
dinámica, señala Coing (1961), “fijando la posición relativa de cada uno de los miembros que
lo abarca”, brindando de ésta forma una ubicación funcionalista orientada al bien común, todo
ello en un ámbito de aplicación de naturaleza no espacial o ideal, de representación
cognoscitiva intelectual.
Más concretamente, el derecho conforma un orden obligatorio en las relaciones sociales,
pudiendo de esta forma percibirse que existe en cualquier relación social, entendiendo ésta
última como los vínculos o lazos entre los seres humanos, toda vez que el derecho es una
herramienta exclusiva del hombre, pero el hombre en cuanto persona, entendiendo su sentido
como señala Frankl (1995) “aquello que resuena en función de otro”, es decir, comunicado a
otro.
Bajo un prisma más finalista, es decir, orientado al destino del derecho, desde el punto de vista
objetivo, también se lo puede definir como “un ordenamiento social impuesto para realizar la
justicia”. Si se desglosa esta definición, se puede contemplar que el derecho es:
- Un ordenamiento, en tanto es la acción y el efecto de ordenar. Implica la idea de una
organización y a la vez el resultado de ese sistema. Es en primer término, la
organización del Estado para que el gobierno y la administración pública rijan los
destinos de la comunidad; y en segundo término la organización de la familia, de las
asociaciones, del comercio, del trabajo y de las relaciones de los hombres entre sí.
Esta organización pretende establecer, por encima de los detalles, y como finalidad
genérica, un orden en la vida social pero no de carácter material, mecánico, sin
contenido ético, sino un orden espiritual, subjetivo, que se realiza mediante la
aceptación de las normas por parte de la comunidad. Lo que caracteriza precisamente
al derecho es esa aceptación colectiva de las leyes, sin la cual no podría desarrollarse
la vida social;
- Social, puesto que implica que el derecho existe en la vida de relación. No sólo está
destinado a regir la existencia de los hombres en sociedad, sino también es ésta la

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que lo establece y lo mantiene, pero a su vez, la palabra social tiene aquí un doble
contenido:
- El derecho crea un sistema para regir la vida humana en sociedad y también para regir
la vida de la comunidad misma, ya sea en su conjunto, ya sea en las partes o grupos
que la integran,
- Si se alude al origen de las normas jurídicas se puede advertir que es también la
sociedad quien directa o indirectamente las sanciona;
- Impuesto, vale decir, establecido con carácter obligatorio. El derecho se compone de
normas no solamente imperativas –como todas las normas éticas-, sino también
obligatorias. La imposición de la norma deriva, en primer término, del Estado por medio
de sus diferentes organismos, y en especial mediante el poder judicial, encargado de
aplicar la sanción. Esto no quiere decir que el derecho sea un producto del Estado, ya
que aquél es anterior a éste. Pero la sanción puede provenir también de otros
organismos que tienen poderes derivados: los padres de familia, los patrones, las
asambleas de accionistas, las comisiones directivas, etcétera; El carácter impuesto
del orden fija una cualidad exclusiva de su carácter vigente y es la exigibilidad. Bajo
ésta dimensión se denomina “derecho positivo”
- Para realizar la justicia, esto abarca la finalidad suprema del derecho, la que le asigna
el máximo contenido ideal y ético. En términos generales, el fin de algo es aquello para
lo cual existe, y en este caso, el derecho tiene por objeto establecer un orden justo.
Para que la norma jurídica tenga fundamento se requiere, en efecto, que exista una
adecuación o ajuste entre ella y un principio superior. De lo contrario, será la simple
imposición arbitraria de una voluntad sobre otra, sin recaer en la mera finalidad que es
dar a cada uno lo suyo (es decir, realizar la justicia).

II.2- La aparición del Derecho y sus fuentes


Cabe preguntarse, ¿dónde hay derecho? Y para ello surge la noción de sus fuentes,
entendiendo tales como los lugares comunes donde se encuentra el derecho.
Primeramente, cabe señalar la implicancia del término “fuente”. Esta palabra deriva del romano
“fontis”, que alude a la idea de origen, lo que le da nacimiento. A su vez, cabe mencionar, que
las fuentes pueden ser materiales y formales.
En la ciencia del derecho, se llaman fuentes materiales a todos los factores y circunstancias
que provocan la aparición y determinan el contenido de las normas jurídicas, incluyendo tanto
factores religiosos y morales, políticos y sociales como así también económicos.

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El derecho ya elaborado, es decir, la norma jurídica, se encuentra potencialmente inserto en
esos factores; debido a que es lógico concluir que ciertos elementos sociales han de producir
un determinado ordenamiento jurídico y no otro distinto. Así es como el conjunto de esos
factores o antecedentes determina la elaboración del derecho a través del espíritu o de la
razón de los legisladores, magistrados, jurisconsultos, etc.
Las fuentes materiales son en realidad ajenas al derecho, ya que constituyen su antecedente
lógico y natural. Son las encargadas de prefigurar su contenido y de encerrar en potencia las
soluciones que han de adoptar las normas jurídicas.
En cambio, las fuentes formales, son ya la manifestación exterior de una voluntad dispuesta a
crear el derecho, a dar nacimiento a una nueva norma jurídica. Ésta proviene de un acto
humano, individual o colectivo, que le da origen y la hace surgir a la realidad; pero como la
voluntad del hombre utiliza necesariamente una forma para manifestarse, directamente se
tiene como la voluntad creadora del orden jurídico.
Entre las fuentes formales, se pueden enumerar:
a) Una primera fuente se considera que aparece con la costumbre, o mejor dicho con el
derecho consuetudinario, que consiste en la repetición de ciertos modos de obrar dentro de
una comunidad. Está acompañada del consentimiento o de la convicción de su necesidad por
la reiteración común de todos sus miembros.
b) Al lado de esta fuente consuetudinaria surge otra destinada a resolver los conflictos que se
susciten entre las personas, y que, por obra de los magistrados, afirma su imperio sobre la
sociedad al sancionar normas cuyo conjunto se conoce con el nombre de jurisprudencia,
término que se conforma de la conjunción de los vocablos latinos ius, iuris (derecho) y
prudentia (sabiduría, prudencia, la reina de las virtudes), tratándose del conjunto de sentencias
de los jueces.
c) Asimismo, se hace referencia a la ley, que hoy es la fuente principal del derecho, la que
indudablemente domina a las demás. En ella quedan comprendidos las constituciones, los
tratados internacionales, los códigos, las leyes, los decretos, los edictos, las ordenanzas y, en
general, todas las normas jurídicas escritas emanadas de autoridad competente, destinadas
a regular las relaciones humanas mediante fórmulas genéricas y abstractas.
No obstante, el derecho no se agota con las fuentes expuestas con anterioridad, sino que la
solución de problemas no previstos en las normas legales obliga a acudir a normas superiores,
las cuales se conocen bajo el nombre de principios generales del derecho.
Los principios generales del derecho son reglas generales reconocidas por todos, nacidas del
derecho romano (“los contratos se hacen para cumplirse, no hay que dañar a otro”) o bien, de

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la doctrina de los tratadistas. La doctrina, entonces, corresponde a las opiniones
fundamentadas de los estudiosos del derecho.
Si se profundiza más el tema, se advierte que la elaboración del derecho no se limita a esas
fuentes. También aparecen, en estos casos, los actos jurídicos mediante los cuales las
personas establecen las reglas a las que deberán ajustar su conducta. Cabe señalar que estos
también se conocen con el nombre de contratos, ya que aluden a los convenios celebrados
entre las partes, toda vez que lo pautado rige para los obligados como si fuera la ley misma.
Así, puede decirse que son fuentes del derecho:
- Las decisiones de los jueces, en las causas que tienen que resolver (comúnmente
llamada jurisprudencia)
- Las opiniones fundamentadas de quienes estudian derecho (doctrina)
- Los hábitos reconocidos como valederos en una sociedad determinada
(costumbre)
- Los convenios celebrados entre las partes (contratos) toda vez que lo pautado rige
para los obligados como si fuera la Ley misma, conforme refiere el Código Civil y
por último,
- La ley, como la manifestación ordenadora más importante del Estado, tópico que
se tratará a continuación.

II.3- Derecho Objetivo y Subjetivo


Inicialmente, debemos señalar que no hay oposición entre Derecho Objetivo y Subjetivo, sino
interrelación y correspondencia, es decir, no existe uno sin el otro. El Derecho Subjetivo
encuentra su reconocimiento en el Derecho Objetivo, y este a su vez, cobra sentido cuando
otorga a quienes está dirigido, derechos subjetivos.
De esta forma se llaman derechos subjetivos a las facultades que el ordenamiento jurídico
(Derecho Objetivo) le reconoce a un individuo o a las personas para que exijan de sus
congéneres un comportamiento determinado, o una abstención que se constituye para estos
en un deber jurídico u obligación.
Es decir, que el Derecho Objetivo, es la norma, la ley, de donde emana la pretensión de quien
exige el Derecho Subjetivo. Por ejemplo, una persona reclama que se le pague una deuda
(Derecho Subjetivo) en virtud de un contrato firmado con su deudor, “el contrato es ley entre
las partes” (Derecho Objetivo).

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Existen deberes jurídicos que se corresponden con la misma persona que ejerce el Derecho
Subjetivo, y en este caso se llaman derechos-deberes como, por ejemplo, la patria potestad,
que comprende un derecho subjetivo sobre la persona de sus hijos, como el derecho de
educarlos, pero también poseen el deber jurídico de hacerlo. Según su contenido patrimonial
o económico, los derechos subjetivos, pueden ser patrimoniales (si tienen un objeto
económico, como los derechos reales, personales e intelectuales) o extrapatrimoniales, si no
lo poseen (derechos de la personalidad y derechos de familia).
Sobre la razón de la existencia de los derechos subjetivos, algunos autores (como Savigny)
sostuvieron que era un poder atribuido a la voluntad, aunque la crítica le objetó que la voluntad
no puede ejercer esos derechos sin límites, y; que a veces no intervenía la voluntad en el goce
de los derechos, como cuando le son otorgados a una persona por nacer. Para otros autores
(como von Ihering), la finalidad de la concesión de derechos subjetivos es otorgarle a las
personas una defensa para sus intereses materiales o inmateriales.
Sin embargo, podemos concluir que ambas posturas no son incompatibles, los intereses
personales requieren de una voluntad, y ésta, de aquel interés. Llevada esta concepción al
extremo, valorar exageradamente los derechos subjetivos y los propios intereses, desatienden
la función social por la que surgieron. Es una teoría que niega la existencia de los derechos
subjetivos, que apunta a una sociedad liberal e individualista, y considera esos derechos en
función del conjunto social.
El hombre cumple una función en el conjunto, sin tener el derecho de ser libre, sino que posee
el deber de cumplir su rol para el bien social. Esta concepción negatoria de los derechos
subjetivos puede conducir al totalitarismo.

III. La ley
A modo de definición, la ley, puede ser denominada como una proposición jurídica general y
positiva que emana del supremo poder político del Estado. La Ley es una norma de conducta
general y de cumplimiento obligatorio.
Así, la diferencia entre el derecho y la ley es que el derecho es el género y la ley, la especie
(de modo que ésta última forma parte del derecho). La ley es, por lo tanto, la máxima expresión
del derecho positivo.

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III.1- El sentido de la Ley y sus orígenes
En su raíz etimológica, para Fraga y Fernández (1984), el término castellano “ley” proviene
directamente de la palabra latina “lex”, que deriva a su vez, del verbo griego “legein” que
significa “expresar”, “decir”. Así pues, la ley siempre es expresión de algo.
En el pasado, algunos autores buscaron la raíz semántica de “lex” dentro mismo del latín. Así,
por su parte Cicerón y San Agustín entendían que la palabra procedía de “eligere”, pues el
precepto legal señala entonces qué es lo que debemos elegir entre varios comportamientos
posibles.
Para San Isidoro de Sevilla la procedencia es a partir de “legere”, ya que la ley ordinariamente
está escrita y debe ser leída. En Etimologías, señaló: “La ley ha de ser honesta, justa, posible,
adecuada a la naturaleza y a las costumbres del lugar, conveniente en el tiempo, necesaria,
provechosa y clara, sin oscuridades que ocasionen dudas, y estatuida para utilidad común de
los ciudadanos y no para beneficio particular”. (Fraga y Fernandez, 1984: 79)
En cambio, Santo Tomás de Aquino prefirió hacer derivar “lex” de “ligare” puesto que su efecto
propio es “ligar o vincular la voluntad de los súbditos”.
Distintos juristas y pensadores a lo largo de la historia, han abordado y pensado acerca de la
significación y alcance del término; pero se vuelve fundamental aclarar que la palabra “ley” se
utiliza, desde el punto de vista científico, en dos sentidos.
En un primer sentido se refiere a las leyes naturales, propias del mundo físico, y expresa las
relaciones de causalidad que regulan los fenómenos estudiados por las ciencias de la
naturaleza (en este sentido debe interpretarse la clásica definición de Carlos Luis de Secondat,
Barón de Montesquieu: “Las leyes, en su acepción más amplia, son las relaciones necesarias
que derivan de la naturaleza de las cosas”). Estas leyes son la expresión de las relaciones
necesarias y constantes entre fenómenos naturales.
En efecto, expresan una relación que se cumplirá inexorablemente y en cualquier parte, de
modo que cuando en iguales circunstancias aparezca el primer hecho o fenómeno de la
relación (causa), invariablemente se producirá el segundo (efecto). Expresan algo que ha sido,
es y será siempre igual. No admiten excepciones, no pueden ser violadas como las normas
jurídicas y si llegara a producirse una excepción, la ley natural ya no sería válida por errónea.
(Ejemplo: el ciclo del agua).
En otro sentido, las leyes sociales son aquellas que expresan las relaciones existentes entre
fenómenos o hechos sociales. Pero no se trata de relaciones infalibles como las expresadas
por las leyes naturales sino muy probables de ocurrir o, en otros términos, que tienen lugar en
un elevadísimo número de casos.

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En general, son las reglas imperativas que regulan la actividad del hombre, y así se habla de
las leyes morales, de las leyes del arte o de las leyes del derecho. Sin embargo, las leyes del
derecho se llaman con mayor propiedad normas éticas o reglas técnicas, según su naturaleza
y aplicación.
Así, esta palabra tiene en el vocabulario jurídico un significado más limitado y a la vez más
preciso que en el usual: es una de las fuentes del derecho, y por lo tanto, uno de los modos –
sin duda el más importante– en que se manifiestan las normas que regulan con carácter
obligatorio la convivencia humana.
De esta forma, la Ley está dentro del derecho, es una de sus formas. La expresión “Ley”
sugiere de inmediato la idea de una orden, de una imposición, de un precepto establecido para
orientar y dirigir la actividad de los hombres en la vida social. También sugiere la existencia de
una autoridad competente que la ha sancionado y que se llama el legislador.
De ahí provienen dos sentidos diferentes que el vocablo adquiere en el derecho, los cuales
hacen referencia directa al contenido y al origen de la ley:
Por un lado, un sentido material, que se caracteriza por ser una norma general, abstracta y
permanente, destinada a regular obligatoriamente un número indefinido de conductas o
comportamientos. Así, por ejemplo, son leyes: las constituciones, las leyes emanadas del
poder legislativo, los decretos y reglamentos que dicta el poder ejecutivo.
Por el otro, un sentido formal, que hace referencia al modo de producción de la norma. Desde
este punto de vista sólo son leyes las que surgen del poder legislativo.
Por lo tanto, una correcta definición de ley deberá incluir en el concepto ambos puntos de vista,
material y formal. Por ejemplo, se puede considerar la clásica definición realizada por Santo
Tomás de Aquino en su obra Suma Teológica (I-II,q 90 art.4): “Ordinatio rationis ad bonum
commune, ab eoquicuram communicatis habet, promulgata”; es decir, que implica, “el precepto
racional (ordenamiento de la razón práctica) orientado hacia el bien común, y promulgado por
quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad”. Podemos incluir también la definición dada
por Zorraquín Becú (1978), para quien la ley es una proposición jurídica general y positiva que
emana del supremo poder político del Estado; es decir, que es una norma de conducta general
de cumplimiento obligatorio.
A continuación, analizaremos por fragmentos, la definición mencionada de Santo Tomás de
Aquino:
- Cierta ordenación de la razón práctica: de ésta forma se constituye un precepto,
una orden o prescripción, se impone la necesidad de establecer la regulación de
efectuar ciertos actos o abstenerse de realizar los mismos, producto de una operación
intelectual

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- Dirigida al bien común: se refiere a los fines propios del derecho, como orden, paz y
seguridad.
- Promulgada, en tanto y en cuanto aquel acto específico de la autoridad respectiva
determina la obligatoriedad de la ley, su difusión y conocimiento para todos los sujetos
que la comprenden.
- Por quien tiene a su cargo el cuidado de la comunidad: expresión abarcativa desde
el punto de vista del orden social no sólo de la autoridad política sino también del
legislador, en ejercicio propio de sus atribuciones.

Esta última acepción Tomista es la que perdura en la definición que del término “ley” da Alfonso
el Sabio en “Las Siete Partidas” (verdadera joya del derecho y una de las fuentes de nuestro
Código Civil) al referir: “leyenda en la que yace enseñamiento e castigo escripto, que liga e
apremia la vida del home, que no faga mal, muestra e enseña el bien que el home debe facer
e usar”.
En la Edad Moderna, Carlos Luis de Secondat, Barón de Montesquieu en su “Espíritu de las
Leyes” señaló: “Las leyes, en su acepción más amplia, son las relaciones necesarias que
derivan de la naturaleza de las cosas”. Finalmente, siguiendo a Torre (1997) las leyes pueden
clasificarse de diversos aspectos.
- Según su alcance pueden ser:

• Generales, comprensivas de la gran mayoría de las leyes.

• Particulares: aquellas que regulan aspectos de casos en individual. (por


ejemplo, una ley de expropiación)
- Según su obligatoriedad:

• Forzosas: que a su vez pueden ser

• Imperativas: obligan a un “hacer”

• Prohibitivas: obligan a un “no hacer”

• No forzosas: las que por su parte se dividen en:

• Permisivas: autorizan a realizar algo.

• Complementarias: aquellas que agregan algo a otra ley

• Interpretativas: son leyes que aclaran el sentido de otras.

• Declarativas: Sólo formulan un enunciado para conocimiento general

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III.2 Los rasgos esenciales de la ley
Zorraquin Becú (1978) distingue claramente dos perfiles diversos que el universo del derecho
le asigna al término Ley:
En primer lugar, un sentido material o sustancial, que señala el contenido de la palabra y la
caracteriza como una norma general, abstracta, permanente, destinada a reglar
obligatoriamente un número indefinido de casos particulares. Se incluyen desde este punto de
vista: las Constituciones, las leyes emanadas del poder legislativo, los decretos y reglamentos
del poder ejecutivo, entre otras.
Por otro lado, un sentido formal o estructural, el cual se refiere concretamente al origen de la
ley. Así, específicamente, sólo son tales las disposiciones obligatorias que emanan del órgano
legislativo del Estado (Congreso nacional y provinciales) denominadas leyes propiamente
dichas.
Conforme con lo desarrollado, surgen como constante de la Ley los siguientes rasgos
esenciales:
- Contexto de norma reguladora de conductas
- Calidad general impersonal
- Suscripta para conocimiento y cumplimiento público
- De válida vigencia y susceptible de ser exigida
La ley, como fuente del derecho, presenta las siguientes características propias:
- Generalidad: las leyes están dirigidas a todas las personas que integran el cuerpo
social
- Positividad: que se encuentre vigente y que pueda ser exigible su cumplimiento
- Escrita: su confección por escrito facilita el conocimiento de la misma por la sociedad
- Igualitaria: ello conforme el artículo 16 de la Constitución Nacional, que dice: “todos
los habitantes son iguales ante la Ley”, en alusión a que debe ser cumplida por todos
los ciudadanos de una sociedad, tanto sus destinatarios como sus creadores.
- Irrefragabilidad: vale decir, sólo una ley puede suplantar a otra ley.
- De cumplimiento posible: para que sea susceptible de cumplimiento, debe regular
conductas del ser humano común.
- Con vocación de perpetuidad: Las leyes se hacen para que perduren en el tiempo,
como componente de la denominada “seguridad jurídica”
- Publicidad: permite suponer que los interesados tienen o han podido tener
conocimiento de éstas. En esta forma, ninguna persona puede substraerse al imperio
de la Ley. Existe una premisa jurídica que señala “las leyes se presumen conocidas
por todos”

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También se pueden establecer las partes constitutivas de la ley, que son: condición,
disposición u orden y sanción.

- La condición: no es más que el hecho jurídico que toda norma implica. La condición
es pues, el hecho jurídico que debe cumplirse en la realidad y al que toda norma
jurídica hace referencia para que entre a regir la disposición de la ley.

- La disposición u orden: es aquello que la ley prescribe, hace referencia a los deberes
jurídicos que surgen de la ley; a veces, la imperatividad de las leyes no aparece clara
por su redacción, pero no obstante ello, siempre son imperativas por cuanto su
cumplimiento es obligatorio.

- La sanción: implica la restricción de derechos, que los órganos jurisdiccionales del


Estado le imponen a aquel sujeto que se lo considere infractor a la conducta
establecida por el legislador.

Además, podemos establecer la estructura de las normas jurídicas. Éstas constituyen técnicas
de motivación social, o sea, instrumentos para inducir a los hombres a comportarse de
determinada manera.

Kelsen (1979), distingue dos técnicas diferentes de motivación que le sirven de base para
agrupar a las normas en diferentes clases. Por un lado, la “técnica de motivación directa”, la
cual se caracteriza porque las normas indican directamente la conducta deseable; y, se
pretende motivar a la gente solamente por la autoridad o racionalidad de la propia norma. Son
propias de esta técnica las normas morales, (por ejemplo: “prohibido matar”).

En cambio, la “técnica de motivación indirecta” se caracteriza por la pretensión de motivar a la


gente, no indicándole directamente la conducta deseable, sino estableciendo una sanción para
la conducta indeseable o un premio para la deseable. (Ejemplo: Art. 79 del Código Penal: “Será
reprimido con reclusión o prisión de 8 a 25 años al que matare a otro.”)

Siguiendo a Kelsen (1979), hay dos tipos de normas jurídicas en cuanto a las condiciones de
aplicación: categóricas e hipotéticas, según que la ejecución del acto coercitivo no esté
supeditado a ninguna condición o sí lo esté. Las leyes son generalmente normas hipotéticas,
por ejemplo: “…al que hiciere esto…le va a pasar esto otro…”; en cambio, un ejemplo de
norma categórica sería “Prohibido fumar”.

A su vez, en la estructura de la norma hipotética, existe una construcción semántica que


Kelsen (1979) llama “deber ser”. Este autor sostiene que el “deber ser” es un término primitivo
que no se puede definir, y que expresa que un acto coercitivo está estipulado, establecido,

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prescripto por una norma válida. (Ejemplo: “dado A…debe ser B”, así, “al que matare…le
corresponde reclusión o prisión de 8 a 25 años.”).

IV- A modo de conclusión

En el ámbito jurídico, se vuelve imprescindible diferenciar entre el Derecho y la Ley; ya que el


primero se constituye como el orden obligatorio en las relaciones humanas y sociales; y, la
segunda es una proposición jurídica general y positiva realizada por el Estado, la cual tiene
como destino a los miembros de una sociedad determinada.

La Ley está conformada por conceptos que, si bien dogmáticamente se identifican entre sí,
claramente infieren una emparentada relación que la comprende dentro del derecho; de modo
tal que el mundo del derecho también está integrado por doctrina, jurisprudencia, y
costumbres entre otros componentes, no agotando su cosmovisión en el ámbito exclusivo de
la ley, no obstante resulta ser su elemento preponderante.

BIBLIOGRAFIA:

BODENHEIMER, E. (1979) “Teoría del Derecho”, México Fondo de Cultura Económica.

COING, H. (1961) “Fundamentos de Filosofía del Derecho”, Ariel Barcelona.

FRAGA, R. y FERNANDEZ, M. (1984) “Curso de Filosofía”. Morón. Universidad.

HART, H. (1986) Concepto de Derecho. Buenos Aires. Perrot

KELSEN, H. (1979) “Teoría Pura del Derecho”, Buenos Aires. Eudeba

NINO, C. S. (1984) “Introducción al análisis del derecho” (2da. Ed. 2da. Reimp.) Buenos Aires.
Astrea.

OCHIPINTI, HASSAN, PAOLINELLI – AJMECHET, (1998) “El Hombre y el Derecho”. Buenos


Aires. Perrot.

TORRE, A. (1997) Introducción al Derecho, Buenos Aires, Perrot

ZORRAQUIN BECU, R. (1978) “Introducción al Derecho.” (9na Ed.) Buenos Aires. Perrot

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