Cómo Contar La Vida I - Febrero 2021
Cómo Contar La Vida I - Febrero 2021
Cómo Contar La Vida I - Febrero 2021
Cuaderno de trabajo
Pedro Mairal
2021
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Torturas (por Wislawa Szymborska)
Nada ha cambiado.
El cuerpo es doloroso,
necesita comer, respirar y dormir,
tiene piel fina y, debajo, sangre,
tiene buenas reservas de dientes y de uñas,
huesos quebradizos, articulaciones dúctiles.
Para las torturas todo eso se tiene en cuenta.
Nada ha cambiado.
El cuerpo tiembla como temblaba
antes y después de la fundación de Roma,
en el siglo veinte antes y después de Cristo,
las torturas son como fueron, aunque la tierra es más pequeña ahora
y diríase que todo sucede a la vuelta de la esquina.
Nada ha cambiado.
Salvo el número de habitantes por metro cuadrado,
a las viejas culpas de suman nuevas,
reales, imputadas, momentáneas y nulas,
pero el grito del cuerpo que las avala
era, es y será un grito de inocencia
según estadísticas y escalas seculares.
Nada ha cambiado.
Quizás los modales, las ceremonias y las danzas,
pero el gesto de brazos protegiendo una cabeza
sigue siendo el mismo.
El cuerpo se retuerce, forcejea para liberarse,
cae postrado, dobla las rodillas,
lividece, se hincha, babea y sangra.
Nada ha cambiado.
Salvo el curso de los ríos,
la línea de los bosques, costas, desiertos y glaciares.
Por esos parajes el alma yerra,
desaparece, vuelve, se acerca y se aleja,
ajena a sí misma e inalcanzable,
a veces segura, a veces insegura de su existencia,
mientras el cuerpo es, es y sigue siendo,
y no tiene donde cobijarse.
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360 º - El uso de los sentidos en la escritura
¿Por qué esta insistencia en los sentidos? Porque para convencer al lector
de que está ahí hay que atacarle oportunamente cada sentido con colores,
sonidos, sabores y texturas. Si el lector siente el sol en la piel y el viento
agitándole las mangas de la camisa, usted tiene media batalla ganada. Al
lector se le puede hacer creer el cuento más improbable si, a través de los
sentidos, tiene la certeza de estar en el medio de los hechos. Entonces no
se rehusará a participar. La lógica de los hechos siempre da paso a la
lógica de los sentidos. (Ray Bradbury, Zen en el arte de escribir)
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La imagen que pinta un texto en la mente del lector no debe ser solo
visual. Tiene que tener también sonido, olor, gusto y tacto.
Ese tipo de detalles están bien, pero sólo son visuales. Y la escritura
descriptiva cuando es unidimensional pierde fuerza.
La arena blanca
Los pedacitos de caracoles rosados.
El azul del mar que se confunde con el azul del cielo.
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Son apenas unas pinceladas, unos detalles mínimos, pero que pueden hacer
la diferencia para que el texto cobre relieve.
1. El sentido de la vista
Como los textos están hechos de palabras y no de fotos, hay que lograr que
el lector vea lo que escribimos. Y para eso hay que evitar sobreabundar en
detalles innecesarios, y elegir dos o tres que sean relevantes. Para describir
una cara por ejemplo, mejor evitar esa descripción de identikit ("tenía una
nariz aguileña, mentón pronunciado, cejas pobladas", etc). Uno o dos
rasgos de una cara bastan a veces para darle carácter al personaje. Su nariz,
o su boca, o una mirada en particular, o una manera de moverse. Para
describir un instante a veces alcanza con dar una sola imagen vívida.
La poesía del haiku suele ser muy visual y utilizar imágenes intensas,
aisladas, para generar el efecto de un recuerdo.
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Cruzando la cancha de fútbol
vuelve del trabajo
el oficinista solitario
Un globo
enganchado en las ramas- Atardece
en la plaza junto al zoológico.
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Juan José Saer suele desglosar minuciosamente los sentidos.
Veamos un ejemplo visual:
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2. El sentido del olfato
Otros ejemplos:
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O si no olfativas: el olor de los paraísos, de las
madreselvas y de los ligustros en flor; el de un excusado que había
en el fondo del patio; el de la alfalfa y el de los corrales; el del
fuego de leña primero y un rato más tarde el de la carne asándose
en la parrilla; el de una especie de aserrín comestible que se
llamaba yátar y que el abuelo recibía de tanto en tanto de Damasco e iba
comiendo de a poco, poniendo un montoncito sobre un pedazo de pan y
rociándolo con aceite de oliva; el de alguna substancia química que no
podían precisar y el de la arpillera mojada en la fábrica de hielo del
pueblo; el de los nidos vacíos, mezcla de ramitas secas, plumas
y excremento. (Juan José Saer, La grande)
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3. El sentido del oído
Viejo estanque.
Salta una rana.
Sonido de agua.
En la densa niebla,
¿qué están gritando
entre la colina y el bote?
En la narrativa:
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hasta que salta, da corcovos, gira y se aquieta sobre el
pavimento. Después en el taller se restablece el prolijo ronroneo
intermitente. ¿Qué es?... ¿Qué hace? (Di Benedetto, El
silenciero)
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conservaba la noche entera, el ruido y el olor a aceite también,
como si me hubiesen puesto una nariz nueva, un cerebro nuevo
para siempre. (Celine, Viaje al fin de la noche)
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4. El sentido del gusto
Escena de Ratatouille:
https://youtu.be/5m7SGjJo7c4
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La enfermera, desde el gusto:
Sin preguntar, ni avisar, la enfermera me metió en la boca el
antibiótico. Me pareció que ese sabor amargo era ella misma
metiéndose como un veneno en mi cuerpo.
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ponían a entibiar en la ceniza del brasero; el de la comida
árabe, menta, zapallitos, limón, berenjenas, trigo triturado con
carne cruda y cebolla, y, en verano, mechada de pedacitos de
hielo; el del mate cocido con leche y azúcar del desayuno. (Juan
José Saer, La grande)
Al igual que los otros sentidos, el sentido del tacto puede ser
doloroso o placentero.
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El boleto se estaba descomponiendo en sus manos, volviendo a su
condición primaria de pulpa. Una sustancia húmeda se filtraba
desde los bordes hacia el centro, carcomiéndolo. Las letras
impresas se habían nublado y debilitado. Despegó sus dedos de la
superficie del boleto y lo dejó caer dentro de la cartera. Los
dedos también estaban manchados, y rozar su pulgar contra los
otros le producía una sensación viscosa. ¿La sustancia salía de
sus dedos? ¿O de toda su piel? Desde muy adentro de su cuerpo
de producía este fenómeno nuevo. Su piel había desarrollado
como una película, pero no de una transpiración limpia, sino de
algún otro líquido, un fluido extraño y oscuro. (Anna Kazumi
Stahl, "Exótica", Catástrofes naturales)
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tibia de la laguna y el contacto de las presencias confusas —
animales o vegetales, no se sabía bien— que los rozaban entre el
fondo y la superficie; los pies desnudos que se hundían en el
polvo de la calle, cuando, en las noches calurosas, volvían de
algún baile con los zapatos en la mano; el ardor súbito en las
pantorrillas en el momento en que, cruzando algún campito, se
enredaban en una mata de ortigas; la piel aterciopelada de los
duraznos todavía verdes o la sensación pegajosa que dejaba en
las manos la leche de las higueras. (Juan José Saer, La grande)
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6. El sexto sentido
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inclemente. Uno de mis hermanos menores, deslumbrado por la
simetría del lamento, dijo en la oscuridad: “Parece un faro”.
Una tisana hecha con hierbas viejas tenía el sabor inconfundible
de una procesión de Viernes Santo. Cuando al Che Guevara le
dieron a probar la primera gaseosa que se hizo en Cuba para
sustituir el refresco del Cuba Libre, dijo sin vacilar ante las
cámaras de televisión: “Sabe a cucaracha”. Más tarde, en
privado, fue más explícito: “Sabe a mierda”. ¿Cuántas veces
hemos tomado un café que sabe a ventana, un pan que sabe a
baúl, un arroz que sabe a solapa y una sopa que sabe a máquina
de coser? Un amigo probó en un restaurante unos espléndidos
riñones al jerez, y dijo, suspirando: “¡Sabe a mujer!”. En un
ardiente verano de Roma tomé un helado que no me dejó la
menor duda: sabía a Mozart. (Gabriel García Márquez, Clave,
diccionario de uso del español actual)
A veces hay que cruzar los sentidos para poder describir más
exactamente una percepción.
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está sucediendo a nuestro alrededor y que en general no
captamos. Incluir algún detalle de cómo el mundo repercute en el
cuerpo de un personaje hace que el lector lea desde su propio
cuerpo y se sienta cerca del relato. No hace falta irse de safari al
África para tener experiencias para contar. Lo interesante es lo
que está a nuestro alrededor y que se nos volvió invisible de tanto
verlo.
Fuentes:
García Márquez, Diccionario de uso del español actual
Juan José Saer, La grande
Marcel Proust, En busca del tiempo perdido
Guadalupe Nettel, Pétalos y otros cuentos incómodos
Ray Bradbury, Zen en el arte de escribir
Harvey Chapman, Novel Writing
Kerouac, American Haiku
Basho, Haiku, Diarios de viaje.
Di Benedetto, El silenciero
Ferdinand Celine, Viaje al fin de la noche
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