2 Sobre La Representación Científica

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Para uso interno y exclusivo de la cátedra Fa de las Cas Sociales y Naturales, Instituto de Filosofía, Universidad de Valparaíso

Sobre la representación científica


Extracto tomado del artículo: Frigg, Roman and James Nguyen, "Scientific Representation", The Stanford Encyclopedia
of Philosophy (Spring 2020 Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/ar-
chives/spr2020/entries/scientific-representation/>. Extraído el 02/05/2021

La ciencia nos proporciona representaciones de los átomos, las partículas elementales, los polí-
meros, las poblaciones, los árboles genéticos, las economías, las decisiones racionales, los avio-
nes, los terremotos, los incendios forestales, los sistemas de riego y el clima del mundo. Es a
través de estas representaciones que aprendemos sobre el mundo. En esta entrada se exploran
distintos relatos sobre la representación científica, con especial atención a la forma en que los
modelos científicos representan sus sistemas objetivo. Dado que los filósofos de la ciencia reco-
nocen cada vez más la importancia, si no la primacía, de los modelos científicos como unidades
de representación de la ciencia, es importante subrayar que la forma en que representan desem-
peña un papel fundamental en el modo en que debemos responder a otras cuestiones de la filo-
sofía de la ciencia (por ejemplo, en el debate sobre el realismo científico). Esta entrada comienza
desentrañando "el" problema de la representación científica, y luego evalúa críticamente las op-
ciones actuales disponibles en la literatura.

Problemas relativos a la representación científica

En términos más generales, cualquier representación que sea producto de un esfuerzo científico
es una representación científica. Estas representaciones son un grupo heterogéneo que com-
prende desde lecturas de termómetros y diagramas de flujo hasta descripciones verbales, foto-
grafías, imágenes de rayos X, imágenes digitales, ecuaciones, modelos y teorías. ¿Cómo funcio-
nan estas representaciones?

Lo primero que sorprende al novato en el debate sobre la representación científica es que parece
haber poco acuerdo sobre cuál es el problema. Diferentes autores enmarcan el problema de la
representación científica de diferentes maneras, y eventualmente examinan diferentes cuestiones.
Así pues, un debate sobre la representación científica tiene que comenzar con una aclaración del
propio problema. La revisión de la literatura sobre el tema nos lleva a la conclusión de que no
existe el problema de la representación científica; de hecho, hay al menos cinco problemas dife-
rentes relativos a la representación científica. En esta sección formulamos estos problemas y
articulamos cinco condiciones de adecuación que todo relato de la representación científica tiene
que satisfacer.

El primer problema es: ¿qué convierte a algo en una representación científica de otra cosa? Se
ha convertido en una costumbre formular este problema en términos de condiciones necesarias
y suficientes y preguntar: ¿qué llena el espacio en blanco de "S es una representación científica
de T si ___", donde "S" representa el objeto que se representa y "T" el "sistema objetivo", la
parte o el aspecto del mundo del que trata la representación.

Varios participantes en el debate han subrayado que la representación científica es un concepto


intencional, que depende de factores como las intenciones, los propósitos y los objetivos del
usuario, las normas contextuales de precisión y las audiencias a las que se dirige (véase, por
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ejemplo, Giere 2010; Mäki 2011; Suárez 2004; y van Fraassen 2008). A continuación, analizare-
mos estos aspectos en detalle. Llegados a este punto, hay que subrayar que enmarcar el problema
en términos de bicondicionalidad no excluye que estos factores formen parte del análisis. Podría
preocupar que la formulación anterior presuponga que la representación es una relación intrín-
seca entre S y T, es decir, una relación que sólo depende de propiedades intrínsecas de S y T.
Esto es un error. El espacio en blanco puede llenarse con una relación (n+2)-aria C(S,T,x1,...,xn)
(C por "constituye"), donde n≥0 es un número natural y las xi son factores como las intenciones
y los propósitos.

Una primera condición importante de adecuación en cualquier respuesta a este problema es que
las representaciones científicas nos permitan formar hipótesis sobre sus sistemas objetivo. Una
imagen de rayos X proporciona información sobre los huesos del paciente, y los modelos per-
miten a los investigadores descubrir características de las cosas que representan los modelos.
Toda teoría aceptable de la representación científica tiene que dar cuenta de cómo el razona-
miento realizado sobre las representaciones puede producir afirmaciones sobre sus sistemas ob-
jetivo. Swoyer (1991: 449) se refiere a este tipo de pensamiento basado en la representación
como "razonamiento sustitutivo", por lo que lo llamamos condición de razonamiento sustitu-
tivo. Esta condición distingue a los modelos de las representaciones lexicográficas e indexadas,
que no permiten el razonamiento sustitutivo.

Desgraciadamente, esta condición no restringe suficientemente las respuestas, porque cualquier


explicación de la representación que llene el espacio en blanco de manera que satisfaga la condi-
ción de razonamiento sustitutivo cubrirá casi invariablemente otros tipos de representaciones.
Las fotografías de los radares de velocidad proporcionan a la policía información sobre los con-
ductores que infringen la ley, una maqueta de cartón del palacio nos instruye sobre su disposición
y proporciones, y un mapa meteorológico nos muestra dónde podemos esperar que llueva, y por
lo tanto es probable que entren en una cuenta de representación que explique el razonamiento
sustitutivo. Por lo tanto, las representaciones distintas de las científicas también permiten el ra-
zonamiento sustitutivo, lo que plantea la pregunta: ¿en qué se diferencian las representaciones
científicas de otros tipos de representaciones que permiten el razonamiento sustitutivo? Callen-
der y Cohen (2006: 68-69) señalan que se trata de una versión del problema de demarcación de
Popper, ahora formulado en términos de representación, por lo que nos referimos a él como el
Problema de Demarcación Representacional.

Callender y Cohen expresan su escepticismo sobre la existencia de una solución a este problema
y sugieren que la distinción entre representaciones científicas y no científicas es circunstancial
(2006: 83): las representaciones científicas son representaciones que son utilizadas o desarrolla-
das por alguien que es científico. Otros autores no discuten explícitamente el problema de la
demarcación representacional, pero posturas similares a las de Callender y Cohen están implícitas
en cualquier enfoque que analice la representación científica junto a otros tipos de representa-
ción. Elgin (2010), French (2003), Frigg (2006), Hughes (1997), Suárez (2004) y van Fraassen
(2008), por ejemplo, establecen un paralelismo entre la representación científica y la pictórica,
que no tendría mucho sentido si la representación pictórica y la científica fueran categóricamente
diferentes.

Quienes rechazan la noción de que existe una diferencia esencial entre la representación científica
y la no científica pueden seguir una sugerencia de Contessa (2007) y ampliar el alcance de la
investigación. En lugar de analizar la representación científica, pueden analizar la categoría más
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amplia de la representación epistémica. Esta categoría comprende las representaciones científi-


cas, pero también incluye otras representaciones que permiten el razonamiento sustitutivo. La
tarea se convierte entonces en rellenar el espacio en blanco de "S es una representación episté-
mica de T si y sólo si ___". Llamamos a esto el Problema de la Representación Epistémica (ER-
Problem, para abreviar), y al bicondicional el ER-Scheme. Así que se puede decir que el Pro-
blema de la Representación Epistémica es llenar el espacio en blanco en el Esquema de la Re-
presentación Epistémica.

No todas las representaciones son del mismo tipo, ni siquiera si restringimos nuestra atención a
las representaciones científicas (suponiendo que se encuentren diferencias relevantes con las re-
presentaciones epistémicas no científicas). Una fotografía de rayos X representa una articulación
del tobillo de forma diferente a un modelo biomecánico, un termómetro de mercurio representa
la temperatura del gas de forma diferente a como lo hace la mecánica estadística, y la teoría
química representa un fullereno C60 de forma diferente a una imagen de la molécula obtenida
con un microscopio electrónico.

Incluso cuando se restringe la atención al mismo tipo de representación, existen importantes


diferencias: El modelo de gota líquida de Weizsäcker, por ejemplo, representa el núcleo de un
átomo de una manera que parece ser diferente a la del modelo de cáscara, y un modelo de circuito
eléctrico representa la función cerebral de una manera diferente a la de un modelo de red neu-
ronal.

El modelo de la gota líquida es un modelo de física nuclear que trata al núcleo como una "gota" de fluido
nuclear incompresible. Este fluido estaría compuesto por nucleones (protones y neutrones), que perma-
necen unidos debido a la fuerza nuclear fuerte. Este modelo fue propuesto por vez primera por George
Gamow en 1930.

Modelo de cáscara

En resumen, parece que hay diferentes estilos de representación. Esto plantea la pregunta: ¿qué
estilos hay y cómo pueden caracterizarse? A esto lo llamamos el problema del estilo. No se espera
que se proporcione una lista completa de estilos como respuesta. De hecho, es poco probable
que se pueda elaborar una lista de este tipo, y se inventarán nuevos estilos a medida que la ciencia
avance. Por esta razón, la respuesta al problema del estilo siempre será abierta, y proporcionará
una taxonomía de lo que está disponible actualmente, dejando al mismo tiempo espacio para
adiciones posteriores.

Algunas representaciones son exactas, otras no. El modelo mecánico cuántico es una represen-
tación exacta del átomo (al menos desde nuestro punto de vista), pero el modelo de Thomson
no lo es. ¿En qué nos basamos para hacer estos juicios? Morrison (2008: 70) nos recuerda que
es tarea de la teoría de la representación identificar lo que constituye una representación exacta.
Llamamos a esto el problema de los estándares de exactitud. Proporcionar tales estándares es
una de las cuestiones que debe abordar un relato de la representación.
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Este problema va de la mano de una condición de adecuación: la posibilidad de una mala repre-
sentación. Preguntar qué hace que una representación sea exacta presupone ipso facto que las
representaciones inexactas también son representaciones. Y así es como debe ser. Si S no repre-
senta con exactitud a T, entonces es una representación errónea pero no una no-representación.
Por lo tanto, es una restricción general para una teoría de la representación científica que tiene
que hacer posible la tergiversación (véase Frigg 2002: 16-17; Suárez 2003: 233-235; Contessa
2007; y van Fraassen 2008: 13-15).

Una condición relacionada se refiere a los modelos que tergiversan en el sentido de que carecen
de sistemas objetivo. Los modelos de éter, flogisto, poblaciones de cuatro sexos, etc., se consi-
deran modelos científicos, pero el éter, el flogisto y las poblaciones de cuatro sexos no existen.
Tales modelos carecen de sistemas objetivo (reales), y uno espera que una explicación de la re-
presentación científica nos permita entender cómo funcionan estos modelos. Esto no tiene por
qué implicar la afirmación de que son representaciones en el mismo sentido que los modelos
con objetivos reales, y, como discutimos más adelante, hay relatos que niegan a los modelos sin
objetivos la condición de ser representaciones.

Otra condición para la adecuación de una explicación de la representación científica es que debe
dar cuenta de la direccionalidad de la representación. Como señala Goodman (1976: 5), las re-
presentaciones tienen que ver con sus objetivos, pero (al menos en general) los objetivos no
tienen que ver con sus representaciones: una fotografía representa las grietas del ala de un avión,
pero el ala no representa la fotografía. Por lo tanto, hay una direccionalidad esencial en las re-
presentaciones, y una explicación de la representación científica, o epistémica, tiene que identi-
ficar la raíz de esta direccionalidad. Lo llamamos el requisito de la direccionalidad.

Algunas representaciones, en particular los modelos y las teorías, están matematizadas y sus as-
pectos matemáticos son cruciales para su función cognitiva y de representación. Esto nos obliga
a reconsiderar un viejo rompecabezas filosófico: la aplicabilidad de las matemáticas en las cien-
cias empíricas. El problema se remonta al menos al Timeo de Platón, pero su expresión moderna
se debe a Wigner, quien nos desafió a encontrar una explicación para la enorme utilidad de las
matemáticas en las ciencias (1960: 2). La cuestión de cómo un modelo matematizado representa
su objetivo implica la cuestión de cómo las matemáticas se aplican a un sistema físico (véase
Pincock 2012 para una discusión explícita de la relación entre la representación científica y la
aplicabilidad de las matemáticas). Por esta razón, nuestra quinta y última condición de adecua-
ción es que un relato de la representación tiene que explicar cómo se aplican las matemáticas al
mundo físico. A esto lo llamamos la condición de aplicabilidad de las matemáticas.

Al responder a las preguntas anteriores uno se encuentra invariablemente con otro problema, el
problema de la ontología: ¿qué tipo de objetos son las representaciones? Si las representaciones
son objetos materiales, la respuesta es sencilla: placas fotográficas, trozos de papel cubiertos de
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tinta, bloques elípticos de madera sumergidos en agua, etc. Pero no todas las representaciones
son así. Como dice Hacking (1983: 216), algunas representaciones se tienen en la cabeza y no en
las manos. El modelo newtoniano del sistema solar, el modelo Lotka-Volterra de la interacción
depredador-presa y la teoría general de la relatividad no son cosas que uno pueda poner en su
mesa de laboratorio y mirar. El problema de la ontología es aclarar nuestros compromisos y
proporcionar una lista con las cosas que reconocemos -o no- como entidades que desempeñan
una función de representación y dar cuenta de lo que son en caso de que estas entidades planteen
preguntas (¿qué queremos decir exactamente con algo que uno tiene en la cabeza y no en las
manos?). Contessa (2010), Frigg (2010a,b), Godfrey-Smith (2006), Levy (2015), Thomson-Jones
(2010), Weisberg (2013), entre otros, han llamado la atención sobre este problema de diferentes
maneras.

En resumen, una teoría de la representación científica tiene que responder a las siguientes cues-
tiones

1. Abordar el Problema de la Demarcación Representacional (la cuestión de cómo las


representaciones científicas se diferencian de otros tipos de representaciones).

2. Los que demarcan las representaciones científicas de las no científicas tienen que dar
una respuesta al Problema de la Representación Científica (rellenar el espacio en blanco
de "S es una representación científica de T si ___"). Los que rechazan el problema de la
demarcación representacional pueden abordar el Problema de la Representación Episté-
mica (rellenar el espacio en blanco de ER-Esquema: "S es una representación epistémica
de T si y sólo si ___").

3. Responder al Problema del Estilo (¿qué estilos hay y cómo se pueden caracterizar?).

4. Formular normas de exactitud (¿cómo identificar lo que constituye una representación


exacta?).

5. Abordar el problema de la ontología (¿qué tipo de objetos sirven como representacio-


nes?).

Cualquier respuesta satisfactoria a estas cinco cuestiones tendrá que cumplir las siguientes cinco
condiciones de adecuación:

a. Razonamiento sustitutivo (las representaciones científicas nos permiten generar hipó-


tesis sobre sus sistemas objetivo).
b. Posibilidad de representación errónea (si S no representa exactamente a T, entonces
es una representación errónea pero no una no representación).
c. Modelos sin objetivos (¿qué debemos hacer con las representaciones científicas que
carecen de objetivos?)
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d. Requisito de direccionalidad (las representaciones científicas se refieren a sus objeti-


vos, pero los objetivos no se refieren a sus representaciones).
e. Aplicabilidad de las Matemáticas (cómo se engancha al mundo físico el aparato mate-
mático utilizado en algunas representaciones científicas).

Enumerar los problemas de esta manera no significa que sean cuestiones separadas y no relacio-
nadas. Esta división es analítica, no fáctica. Sirve para estructurar el debate y evaluar las propues-
tas; no implica que la respuesta a una de estas cuestiones pueda disociarse de la postura que
adoptemos respecto a las demás.

Cualquier intento de abordar estas cuestiones se enfrenta a un problema metodológico inme-


diato. En cuanto al problema del estilo, hay diferentes tipos de representaciones: los modelos
científicos, las teorías, los resultados de las mediciones, las imágenes, los gráficos, los diagramas
y las afirmaciones lingüísticas son todas representaciones científicas, e incluso dentro de estos
grupos puede haber una variación considerable. Pero todo análisis tiene que empezar en algún
sitio, y por eso el problema es dónde. Se podría adoptar una posición universalista, sosteniendo
que la diversidad de estilos se disuelve bajo el análisis y que, en el fondo, todas las instancias de
representación científica/epistémica funcionan de la misma manera y están cubiertas por el
mismo relato global. Para un universalista de este tipo, el problema pierde fuerza porque cual-
quier punto de partida conducirá al mismo resultado. Los particularistas niegan que exista tal
teoría. Primero dividirán las representaciones científicas/epistémicas en subclases relevantes y
luego analizarán cada subclase por separado.

Diferentes autores asumen diferentes posturas en este debate, y a continuación discutiremos sus
posiciones. Sin embargo, hay pocos universalistas, si es que hay alguno, y por eso una revisión
como la actual tiene que discutir diferentes casos. Desgraciadamente, las limitaciones de espacio
nos impiden examinar todas las variedades de representación científica/epistémica, y hay que
hacer una selección. Esto lleva invariablemente a descuidar algunos tipos de representaciones, y
lo mejor que podemos hacer al respecto es ser explícitos sobre nuestras elecciones. Decidimos
concentrarnos en los modelos científicos y, por lo tanto, sustituimos nuestra variable S para el
objeto que representa por la variable M para el modelo. Esto está en consonancia tanto con la
literatura más reciente sobre la representación científica, que se ocupa predominantemente de
los modelos científicos, como con la importancia primordial que la filosofía de la ciencia actual
concede a los modelos (véase la entrada de la SEP sobre los modelos en la ciencia para un estu-
dio).

Sin embargo, merece la pena mencionar brevemente algunas de las omisiones que esto conlleva.
Varios tipos de imágenes tienen su lugar en la ciencia, así como los gráficos, los diagramas y los
dibujos. Perini (2010) y Elkins (1999) proporcionan discusiones sobre la representación visual
en la ciencia. Las mediciones también proporcionan representaciones de los procesos en la na-
turaleza, a veces junto con la posterior condensación de los resultados de las mediciones en
forma de gráficos, curvas, tablas y similares (véase la entrada de la SEP sobre la medición en la
ciencia). Además, las teorías representan su objeto. En este punto se plantea de nuevo el pro-
blema de la naturaleza de las teorías (véase la entrada de la SEP sobre la estructura de las teorías
científicas y también Portides (de próxima aparición) para una discusión extensa). Los defensores
de la visión semántica de las teorías las interpretan como familias de modelos, por lo que para
ellos la cuestión de cómo representan las teorías coincide con la cuestión de cómo representan
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los modelos. En cambio, los que consideran las teorías como entidades lingüísticas ven la repre-
sentación teórica como un tipo especial de representación lingüística y se centran en el análisis
de los lenguajes científicos, en particular en la semántica de los llamados términos teóricos (véase
la entrada de la SEP sobre los términos teóricos en la ciencia).

Antes de profundizar en la discusión, es necesario disipar un error común. La idea errónea es


que una representación es una imagen especular, una copia o una imitación de lo que representa.
Desde este punto de vista, la representación es ipso facto una representación realista. Esto es un
error. Las representaciones pueden ser realistas, pero no es necesario que lo sean. Y las repre-
sentaciones no tienen por qué ser copias de lo real (una observación explotada por Lewis Carroll
y Jorge Luis Borges en sus sátiras, Sylvie y Bruno y Sobre la exactitud en la ciencia, respectiva-
mente, acerca de los cartógrafos que producen mapas tan grandes como el propio país sólo para
verlos abandonados). A lo largo de esta reseña encontramos posturas que dan cabida a la repre-
sentación no realista y que, por tanto, atestiguan que la representación es una noción mucho más
amplia que la de espejo.

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