Polémica Política (Escuela Lacaniana)

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© Jacques-Alain Miller, 2021.

© de esta edición digital: RBA Libros, S.A., 2021.


Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.
www.rbalibros.com

REF.: GEBO549
ISBN: 9788424999834
Composición digital: Newcomlab, S.L.L.

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distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones
establecidas por la ley. Todos los derechos reservados.
Índice
Portada
Portadilla
Créditos
Prefacio, por Andrés Borderías
Seminario Punto De Capitón
Punto de capitón
Discusión
El oráculo de Lautréamont
El edicto del Comité de Ética
Conferencias En Turín
Elogio de los heréticos
Méritos de la ortodoxia
Otros Textos
1. Las astucias del diablo
2. Llamada de los psicoanalistas contra Marine Le Pen
3. En la izquierda, el narcisismo de la causa perdida
4. Campos magnéticos del debate presidencial
5. La querella del «votoútil»
6. Staccato de L’Actu
7. Carta al señor Gilbert Collard, diputado RBM-FN del Gard El diario éxtimo de Jacques-Alain
Miller
8. El diario éxtimo de Jacques-Alain Miller. Primera y segunda entregas
9. El diario éxtimo. Cuarta entrega
10. El diario éxtimo. Quinta entrega
11. Diez contra uno. François Fillon
12. El diario éxtimo. Sexta entrega
13. El diario éxtimo. Séptima entrega
14. Fillon no es homosexual
15. El diario éxtimo. Novena entrega
16. El diario éxtimo. Décima entrega
17. El diario éxtimo. Undécima entrega
18. El protocolo de los frenéticos del foro
19. Transmisión extraordinaria: J.-A. M. en Radio Lacan
20. El diario éxtimo. Duodécima entrega
21. Foro 18 en la Mutualité contra Le Pen y el partido del odio
22. El diario éxtimo. Decimotercera entrega
23. El diario éxtimo. Decimocuarta entrega
24. El diario éxtimo. Decimoquinta entrega
25. El diario éxtimo. Decimosexta entrega
26. Presentación del especial Macron. «El joven presidente de Francia»
27. Lacan, lector de Saint-Just
28. El baile de los lepenotrotskistas
29. El diario éxtimo. Decimoséptima entrega. Montoire en 2017 y otras fantasías
30. El diario éxtimo. Decimoctava entrega. «Las mejores fresas...»
31. El diario éxtimo. Decimonovena entrega. El triunfo del diablo
32. Por qué combatimos, por Bernard-Henri Lévy y Jacques-Alain Miller
33. Leyendo a Alain Finkielkraut
34. El diario éxtimo. Vigesimoprimera entrega. Paradichos sobre paraísos
35. El diario éxtimo. Vigesimosegunda entrega. Los bobos y los bibis
36. Carta a Antunya, Hermann, Russo y Sánchez
37. Carta a los lacanoamericanos y los otros compañeros
38. Conferencia en Madrid. «Que viene el Coco»
39. Conversación nocturna con Jacques-Alain Miller
40. Carta a Paola Bolgiani. Un viento nuevo sopla en el Campo Freudiano
41. BHL, doctor honoris causa
42. Introducción a NKM
43. Perpetuar la ninfa
44. Erasmo, «un cierto chic»
45. Respuesta a los señores Broué, Présumey y Stora
46. Respuesta a Pascale Fari
47. Jacques Rancière, una política del oasis
48. Žižek y yo
49. Campo Freudiano, año cero
50. Una carta de Éric Marty. La respuesta de J.-A. Miller
51. Crónica del año cero 1
52. Crónica del año cero 2
53. Crónica del año cero 3
54. Crónica del año cero 4
55. Crónica del año cero 5
56. Nada nuevo versus todo es nuevo
57. Lacan deja de ser discreto
58. Zadig y los políticos
59. Cuatro preguntas a JAM, por Raquel Cors Ulloa
Agradecimientos
Notas
PREFACIO

Los textos reunidos en este volumen se sitúan en el período de tiempo que


transcurre entre principios de marzo y finales de junio de 2017.
Fueron cuatro meses vertiginosos que arrancaron con lo que Jacques-Alain
Miller señaló como su «instante de ver»: la posible victoria en las elecciones
presidenciales francesas —que iban a celebrarse el 7 de mayo— del Frente
Nacional, con Marine Le Pen a la cabeza, y cuya candidatura había sido
«desdemonizada» por los medios de comunicación, la clase política y un
sector nada desdeñable de la intelectualidad. Esta posibilidad suponía una
amenaza para las condiciones mismas de existencia del psicoanálisis.
Ese primer instante dio paso a una llamada a la acción y al compromiso,
promovida por J.-A. Miller, que movilizó durante las semanas siguientes a la
Escuela de la Causa Freudiana (ECF) cuyos miembros se multiplicaron en
intervenciones públicas.
La implicación de la ECF en una campaña electoral supuso un hito inédito
en la historia del psicoanálisis, un acto respecto al cual Jacques-Alain Miller
afirmó que había supuesto el pase de la ECF como Escuela sujeto.
¿La movilización incidió de algún modo en los resultados? No es fácil
saberlo en el mundo de los datos estadísticos, pero sin duda sí que lo hizo en
el terreno del debate político, contribuyendo a la redemonización de la
candidatura infame. Y, más allá de su incidencia en el voto y de sus efectos
en la opinión pública o en el debate de las ideas, ese acto señaló el inicio de
una nueva apuesta para el psicoanálisis lacaniano y las escuelas de la AMP,
con la implicación del psicoanálisis en el campo político.
Una vez iniciado, el movimiento no se detuvo allí, más bien al contrario: no
había hecho sino comenzar. Este acto, tal como señaló J.-A. Miller en varios
de los textos que componen este volumen, como el seminario Punto de
capitón, la Conferencia en Madrid y Campo Freudiano año cero, se inspira,
por un lado, en un postulado fundamental del texto freudiano Psicología de
las masas y análisis del yo: «En la vida anímica del individuo, el otro cuenta,
con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como
enemigo, y por eso desde el comienzo mismo la psicología individual es
simultáneamente psicología social en este sentido más lato, pero enteramente
legítimo». Por otro lado, ese acto retomaba la verdad de la propuesta de
Jacques Lacan formulada en el «Acto de fundación» de su Escuela del año
1964, siguiendo así «su más antigua y profunda inspiración» para darle un
alcance nuevo.
Tras el 7 de mayo dio comienzo un tercer momento, con la extensión a
otros países de este movimiento, iniciándose así un debate en el Campo
Freudiano sobre la relación entre el discurso psicoanalítico y el campo de la
política. Este debate constituyó el marco en el que podemos situar la
emergencia de una interpretación, la que introdujo Jacques-Alain Miller al
formular «Campo Freudiano año cero: Todo vuelve a comenzar, sin ser
destruido, para ser llevado a un nivel superior».
Esta propuesta, dirigida a las escuelas que forman parte de la AMP y a la
vez a cada uno de sus miembros, aboca el psicoanálisis en el siglo XXI a una
Aufhebung que permita —inspirándose en las lecciones extraíbles de la
experiencia francesa— la constitución de una base de operaciones que apunte
a la reconquista del Campo Freudiano sobre la IPA y el triunfo sobre los
impasses de la civilización que amenazan la existencia misma del
psicoanálisis.
De ahí el paso siguiente, la constitución de «la movida Zadig» y el
despliegue de un seminario desmultiplicado en diversos países cuyo fin es el
de «inscribir para siempre la enseñanza de Lacan en el discurso universal».
Este volumen que tengo el placer de haber promovido, ha contado con la
colaboración de numerosos colegas de la Asociación Mundial de
Psicoanálisis y con el apoyo de Zadig España y las instancias de la ELP. Es
efecto de la interpretación de Jacques-Alain Miller, se ha construido con las
olas que quiere transmitir a la opinión pública.
ANDRÉS BORDERÍAS
18 de junio de 2020
SEMINARIO PUNTO DE CAPITÓN
CURSO «AÑO CERO»1
Dictado en la ECF, 24 de junio de 2017
PUNTO DE CAPITÓN

El encuentro de esta mañana nació de un deseo, el mío: el de ubicar yo


mismo el punto de capitón del periodo transcurrido desde el 1 de marzo de
este año, durante el cual ocurrió algo bastante crucial y conmovedor como
para que pueda decir que se abre para el Campo Freudiano un año cero. Es
decir, un nuevo comienzo, un cambio, una transfiguración, una Aufhebung
según el término de Hegel. Y lo dije tal y como me vino: «Todo comienza sin
ser destruido para ser llevado a un nivel superior». Esencialmente, ese es el
punto de capitón que buscaba, el significante año cero, que interpreta el
período transcurrido en lo que concierne al Campo Freudiano.
Entonces, ¿es justo llamarlo una interpretación? Me parece que sí. Una
interpretación es, en primer lugar, un significante que percute, que genera
olas, y el texto que titulé «Campo Freudiano año cero» y que fue difundido
por internet generó olas en el Campo Freudiano, olas mayores de lo que
preveía. Y, en un segundo plano, una interpretación tiene un efecto de
significación para esclarecer un enunciado, un texto a desarrollar, y aquí se
trata de eso.
En una primera aproximación, digamos que algo fue tocado, cuestionado,
en el fundamento del discurso analítico, porque la Escuela de la Causa
Freudiana, de manera unánime en sus instancias, hizo algo que, según lo que
conozco, nunca había ocurrido en la historia del psicoanálisis: irrumpir en la
plaza pública, tomar partido en una consulta electoral, llamar a opinar a los
conciudadanos y movilizarse en todo el territorio nacional. Nunca se había
hecho algo así en la historia del psicoanálisis.
Hemos dado un paso que es nuestro, tenemos que dar cuenta de ello y
fundarlo. No podía resultarnos indiferente que nunca se hubiera hecho en la
historia del psicoanálisis porque, desde el comienzo, el Campo Freudiano
juega la partida con la que Lacan se comprometió en el momento de fundar
su Escuela el 21 de junio de 1964, un movimiento de oposición al curso que
en ese momento seguía el organismo establecido por Freud mismo para decir
lo verdadero sobre lo verdadero del psicoanálisis, para vigilar y orientar la
práctica del psicoanálisis y su devenir. La que Lacan fundó en 1964 hace
cincuenta y tres años fue, por tanto, una escuela disidente, rupturista, pero
que pretendía restaurar, restablecer, la verdad freudiana, volver a la fuente
freudiana.
Puedo leer aquí el párrafo, el único que en el «Acto de fundación» expone
las finalidades de esa fundación —el resto del texto está dedicado a poner en
marcha un funcionamiento mínimo—. En la página 247 de los Otros escritos,
segundo párrafo. En el primero da el nombre provisional que encontró para
su Escuela, Escuela Francesa de Psicoanálisis, reservando por prudencia su
nombre definitivo, Escuela Freudiana de París. El segundo es este:
Es mi intención que este título [este párrafo es una sola frase] represente al organismo en el cual debe
cumplirse un trabajo que, en el campo que Freud abrió, restaure el filo cortante de su verdad, que
vuelva a llevar la praxis original que él instituyó con el nombre de psicoanálisis al deber que le
corresponde en nuestro mundo, y que, mediante una crítica asidua, denuncie en él las desviaciones y
las concesiones que amortizan su progreso al degradar su empleo.1

Vemos planteadas en una frase una fundación y una ambición. Podemos decir
que este párrafo, esta fundación, esta ambición, también animó la fundación
de la Escuela de la Causa Freudiana. La ECF tomó a su cargo este pliego de
condiciones y ha jugado la partida de Lacan, la partida que él jugaba con el
psicoanálisis. Entonces, que lo que hemos hecho no se hubiese realizado
nunca nos obliga a dar cuenta ante el psicoanálisis, a asumir este paso en
relación con el psicoanálisis.
Es un hecho que, tras dieciséis años Lacan, decidió disolver el organismo
que había creado en junio de 1964. Lo disolvió porque ya no era apto; señaló
que funcionaba a contracorriente de aquello para lo cual lo había creado. Se
produjo entonces, en los años 1980-1981, la dispersión de los alumnos de
Lacan, su diáspora. Pero lo que distinguió a la Escuela de la Causa Freudiana
entre todos los grupos que se formaron fue, sin duda, que fue adoptada por
Lacan y presidida por él durante el último año de su vida. También, y sobre
todo, porque se fundó con el objetivo de tomar el relevo de la Escuela
Freudiana de París en cuanto a su finalidad fundamental, la decisión de
ponerse en el camino del «Acto de fundación» de Lacan. Esto supuso,
ciertamente, un año cero. Todo tenía que recomenzar, en 1981, para ser
llevado a un nivel superior, pero a partir de un campo en ruinas, porque todo
o casi todo se había demolido.
Retomo mi expresión «para ser llevado a un nivel superior». ¿En qué
sentido? ¿Qué nivel superior? En primer lugar, la Escuela Freudiana de Lacan
había sido de París. Algunos incluso dijeron, no sin razón, que era la Escuela
de la rue de Lille, la Escuela de los que habían pasado por la rue de Lille.
Cuando Lacan se aventuró más lejos, no conoció más que fracasos. En
Bélgica —donde iba a menudo— tenía alumnos y esperaba que ellos crearan
una escuela de su orientación. Pero prefirieron juntarse con colegas de
diferentes orientaciones, algunas de las cuales Lacan consideraba extrañas al
psicoanálisis, y crearon la Escuela Belga de Psicoanálisis. En Italia —donde
le encantaba ir— tuvo analizantes, e intentó estratagemas de todo tipo para
lograr que crearan un grupo o una comunidad. Pero fracasó también. No
hablemos de Suiza, de Ginebra, donde realizó algunas visitas. Lo que allí
echó raíces fue la Sociedad Psicoanalítica de París. España, desde el punto de
vista psicoanalítico, no existía en París. Solo Argentina hizo algo a través de
Oscar Masotta, que se exilió luego en España, donde participó ampliamente
en el origen de lo que existe hoy. En los últimos tiempos de la Escuela
Freudiana de París, algunos argentinos comenzaron a viajar y, en ocasiones, a
visitar a Lacan.
La ECF, la Escuela de la Causa Freudiana, fue, en principio, algo
completamente diferente. De entrada —puedo decirlo así—, pensó el mundo.
El primer Encuentro Internacional, que se volvió «primero» porque hubo una
continuidad —al principio fue «El Encuentro Internacional»—, tuvo lugar en
Caracas en 1980 y contó con la presencia de Lacan, siendo su último
seminario público. Este encuentro es el fundamento de lo que se desarrolló
después y dio lugar a la Asociación Mundial de Psicoanálisis, de la que
Miquel Bassols, aquí presente, es el presidente actual. Ese ha sido el
comienzo de una larga serie de encuentros. Desde el principio, la Escuela de
la Causa Freudiana fue —por así decir— deportada fuera de París y veló por
su responsabilidad en relación con los colegas de otras partes.
Desde la creación de la Escuela Freudiana de París en 1964, han pasado
cincuenta y tres años, y esos años se dividen así: la Escuela Freudiana de
París ha durado dieciséis años; ahora estamos en el año 37 de la Escuela de la
Causa Freudiana. Tenemos ahora más del doble de la edad de la Escuela
Freudiana de París. Esto no lo es todo, pero en términos de duración es algo.
Si hubo en 1964, hubo también en 1967 —lo veremos luego con el trabajo de
Hervé Castanet— la crisis del pase, que, en cierto modo, ya condicionaba la
disolución de la Escuela Freudiana de París.
Entonces, ¿cuál es el paso que hemos dado en 2017? Podemos calificarlo
con un término sartreano que ha pasado al lenguaje corriente:
comprometerse. Es un término sobre el que deberemos volver sin duda el año
próximo. Por el momento, limito lo que tengo que decir a la idea del punto de
capitón.
Hay una dialéctica del compromiso en Sartre que vale la pena reconstituir.
También vale la pena volver a su fuente, que se encuentra en el primer
Heidegger, el de Ser y tiempo. No lo he releído para esta ocasión, pero en
Heidegger el término que se pone en evidencia es resolución. El Dasein se
resuelve al anticipar una acción y todo gira en torno de lo que Heidegger
llama Der Augenblick, «el instante».
Jean Beaufret, maestro de los estudios heideggerianos en Francia y que fue
a buscar a Heidegger cuando este no debía tenerlas todas consigo —era el
momento de la desnazificación, y Dios sabe que tenía razones para no
sentirse completamente limpio—. Beaufret —que era profesor de khâgne2 en
Condorcet, creo— fue a verlo entonces y se convirtió en el heideggeriano
francés que formó una escuela fuerte de traductores y comentadores. Fue
paciente de Lacan, y por él Heidegger visitó a Lacan en su casa de campo de
Guitrancourt.
Jean Beaufret escribió un libro que pasa justamente de Sartre a Heidegger,
que se llama Del existencialismo a Heidegger,3 donde define de manera muy
hermosa Der Augenblick, «el instante»:
El instante es de este modo el presente que súbitamente toma un sentido, es la existencia misma
súbitamente movilizada que se ilumina presentemente en sus posibilidades más profundas,
volviéndose a partir de allí enfrentamiento o resignación, resolución o abandono, liberación o
servidumbre, frente a la alternativa que la pone a la espera de decidir por ella misma eligiendo. Si
miramos el viejo sentido de las palabras [escribía de una manera preciosa], la mejor traducción del
danés öieblikketo del alemán Augenblick sería el francés elección [choix], porque el sentido antiguo
de choisir [elegir] es ver.

Sin duda, aquí tenemos la fuente del instante de ver. En efecto, a partir de la
indicación que encontré en Beaufret, fui a consultar el Bloch et von
Wartburg, que indica que choisir en el sentido de «mirar» está documentado
en el siglo XII, y significa «percibir» hasta finales del siglo XVI. Es una
anotación interesante que está confirmada en el Diccionario histórico de la
lengua francesa, de Robert: «Hoy día, el sentido de «mirar» para la palabra
elegir solo sobrevive en la Suiza romanda». La primera pregunta que le
haremos a nuestro amigo Ansermet cuando venga esta noche es si hay ese
uso de la palabra elegir (choisir).
El Diccionario histórico de la lengua francesa explica que la palabra elegir
(choisir) viene del gótico kausjan, que quiere decir «gustar» (gouter),
«examinar», «probar», y que tiene la misma raíz que gustare en latín. Elegir
es gustar. Tenemos también el sánscrito Yosayata, que sería de la misma raíz
y significa «tener placer en». Ahí reencontramos la referencia a la Suiza
francófona: «[...] el sentido antiguo que se distingue por la vista (ver
distintamente, percibir) se extingue en el siglo XVII, salvo en la Suiza
romanda». El nuevo sentido ha sido, pues, el de «preferir», «tomar
preferiblemente», que eclipsó a su doble: «elegir». Ahora se dice más
comúnmente escoger que elegir, salvo cuando se trata de elecciones. Se nos
indica que el sentido antiguo sobrevive en las expresiones que califican lo
mejor de una mercancía; se dice, por ejemplo, de premier choix, «de primera
calidad». Ahí casan a la vez la elección y el gusto. Para nosotros tiene un
gran interés porque la herejía, de la que hacemos una bandera, encuentra allí
el lugar donde se ancla muy profundamente en la lengua.
Vemos que lo que pertenece al registro de la elección también pertenece al
registro del gusto. No tenía esta referencia de Beaufret y del diccionario
cuando escribí la «Crónica», que quizá leyeron en internet, aquella en la que
evocaba el silencio de la naturaleza que deprime a los físicos del colisionador
de Ginebra. Después de apasionarme por el artículo, me di cuenta de que
estábamos ante un gran clásico: «La naturaleza ama esconderse».4 Frente a
esa alternativa me preguntaba por qué a algunos les gusta salmodiar que a la
naturaleza le gusta esconderse, celebrar ese misterio; y otros, por el contrario,
no saben qué hacer para lograr que responda. Bien, esa opción es en
definitiva una cuestión de gusto, y me di cuenta al hacer esta pequeña
búsqueda de que lo que dije en mi crónica estaba fundado: hay un parentesco
entre elección y gusto. La elección no puede pensarse solo a nivel de las
idealidades. La elección está enraizada en el cuerpo, en el goce del cuerpo; es
decir, según el término que empleamos desde Lacan, está enraizada en el
sinthome.
Si digo todo esto es porque se trata de no convertirnos en los fariseos de
nuestras propias elecciones y pensar que nuestro gusto es bueno y el de los
otros es necesariamente malo. Es una «guerra del gusto», según la feliz
expresión de Philippe Sollers.
Este registro de la elección, que es la nuestra, del compromiso, entra en
contradicción con la noción más familiar que se tiene, me parece, de la
posición analítica, sin duda menos entre nosotros que en otros lugares; a
saber, la noción que define la posición analítica por la neutralidad
benevolente. Esto hizo que un psicoanalista que frecuentó a Lacan, que tenía
consideración por Lacan, aunque se apoyó, sobre todo, en sus elaboraciones
en Jacques Derrida —un psicoanalista que en numerosas ocasiones se
comprometió con coraje en cuestiones humanitarias y políticas en relación
con el psicoanálisis—, cuyo nombre no tengo problemas en mencionar, René
Major, con el que me crucé el año pasado, cuando le dije que queríamos su
firma para la campaña de los psicoanalistas contra Marine Le Pen me
contestó lo siguiente: «¿Les corresponde a los psicoanalistas hacer eso?». Si
alguien como él tenía dudas, me pregunté qué les ocurriría a otros colegas,
incluso a algunos de la Escuela de la Causa Freudiana, que fue unánime a
nivel de sus instancias, aunque no necesariamente entre sus miembros.
Vemos que hemos asumido como si fuera una posición axiomática del
psicoanalista el no tomar partido. El término neutralidad no está en Freud, es
la traducción que James Strachey dio en lengua inglesa de lo que Freud llama
en alemán Die Indifferenz, la «indiferencia», palabra que figura en el texto de
1915 «Observaciones sobre el amor de transferencia», si no me equivoco. La
neutralidad benevolente como sintagma fijo, según las referencias que he
encontrado, lo establece en 1937 Edmund Bergler, autor de un libro que se
llama La neurosis de base —Lacan habla de él al menos una vez en su
seminario—. El uso de neutralidad benevolente es frecuente entre nuestros
colegas americanos, ingleses y de Europa del norte. En Francia su uso ha sido
moderado, pero de todos modos constituye el wallpaper de la posición
analítica, el telón de fondo que ya no se ve, si bien cuando uno se aleja surge
un pequeño malestar.
Consideremos de qué se trata. El texto de Freud está entre los recopilados
por Presses Universitaires de France con el título De la technique
psychanalytique —creo que ya no existe esta recopilación—, al que sin duda
se refiere Lacan cuando habla de los escritos técnicos de Freud en su
Seminario I. Freud, efectivamente, intentó enseñar a los debutantes la
posición analítica en la cura. Hubo una época en que todo el mundo era
debutante, salvo él, podríamos decir; aunque también él lo era en cierta
medida. Entre esos textos tenemos el de 1912, «Consejos a los médicos», que
es importante porque ahí aconseja al analista —es su consejo anotado a—
que mantenga la misma atención, una atención igual, Gleichschwebend. Esta
es la palabra, Schwebend, que me faltaba, que no recordé en un diálogo con
Michel Onfray cuando trataba de explicarle que la atención flotante no quiere
decir que el analista pueda dormirse, y que Lacan restituyó justamente el
término como atención igual. Tenía la palabra Gleich en la cabeza, «igual»,
pero había olvidado Schwebend.
He consultado rápidamente el diccionario, que distingue tres sentidos de
Schweben, de este verbo causante de todos los males. En primer lugar,
«planear». En segundo, «estar en suspenso». En tercer lugar, «flotar». Sin
duda, eligieron «atención flotante» porque era más agradable de decir, porque
parece aludir a algo vago, una levitación, mientras que es exactamente igual a
la «puesta en suspenso», con el fin de evitar lo que Freud consideraba un
peligro, el de concentrar su atención sobre un punto, lo que conduce a
seleccionar en el material. Freud pide que no se concentre la atención con el
fin de no seleccionar, de lo contrario no se encuentra sino lo que ya se sabe.
Es, pues, una demanda hecha al psicoanalista en su ejercicio, la de no hacer
elecciones previas. Freud proscribe la elección con respecto a la cura, a nivel
de la escucha. Este axioma, o este postulado, de la igual atención lo da como
la contrapartida de la exigencia a la que se somete el analizante de decir todo
sin elegir. Entonces ni uno ni otro eligen. Freud recomienda explícitamente
escuchar sin preocuparse por retener, no hacer esfuerzo de memoria,
asegurando que lo que es necesario aparecerá en el momento en que haga
falta.
El consejo b se deduce de esto: no tomar notas durante la sesión sino
después. Es una especie de proscripción de la memoria, de la inscripción, lo
que ya implicaría una elección. Se trata, en el analista, de confiar en el
inconsciente.
Los consejos c y d conciernen a la preocupación científica. Si se quiere
hacer una exposición científica sobre el caso y se quiere comunicarlo, no se
hipnotice con la necesidad de ser perfectamente exacto, no se trata de eso. El
caso exacto se exige en la psiquiatría. La confianza que se dará a sus
desarrollos no reposa en ello.
También pide que no se hagan construcciones conceptuales mientras el
caso está activo, aunque después variará al respecto. En todo caso, separa el
momento en que se es pura escucha del momento en que se es un constructor
activo. Dicho de otra manera, ¡cuidado con el saber! Freud no quiere que en
el discurso analítico el saber sea el significante amo. Para decirlo en términos
lacanianos: que el discurso analítico vire hacia el discurso universitario.
El último consejo de Freud al médico, el e, consejo bastante famoso, es
tomar como modelo al cirujano, «que deja de lado todos sus afectos y aun su
compasión humana, y concentra sus fuerzas espirituales en una meta única:
realizar una operación lo más acorde posible a las reglas del arte».5
Eso hizo temblar al Instituto. Nuestros colegas de la SPP, cuando
reflexionan sobre la neutralidad, se muestran incómodos porque esta actitud
les parece muy fría. Tienen que decir que de todos modos es necesario tener
empatía con la persona, no ser sistemáticamente inhumano, y ponen como
ejemplo que Freud en ocasiones, para desbloquear un análisis, invitaba a un
analizante a almorzar, etc. Eso les interesa mucho, así como los fenómenos
de contratransferencia que empañan el brillo de su neutralidad benevolente.
Captamos entonces que, con toda naturalidad, los analistas extienden la
posición estándar en la cura —más o menos deducida de Freud— al espacio
fuera de la cura. De tal modo que el analista tendría que pasearse en el
espacio social como el indiferente, como el que no elige.
En el fondo, eso existió en la historia. No se sabe bien cómo se sostenía el
escéptico de la Antigüedad. Fue una gran escuela e incluso varias escuelas
que tenían cosas que reprocharse unas a otras. El escepticismo fue una gran
actitud filosófica. Los sujetos practicaban cierta ascesis para alcanzar un
punto de indiferencia. Diría que el término esencial, que se aprende aún en
las clases, es el de ataraxia, un punto de anestesia, donde se estructura todo
lo que se encuentra en términos contradictorios y se aprende a equilibrar un
lado de la contradicción con el otro, de tal modo que se encuentran liberados
de los lazos que los atan a uno u otro lado. Todo, si seguimos a Sexto
Empírico en los Esbozos pirrónicos,6 está animado por un deseo fundamental
de tranquilidad. El escéptico trabaja mucho —es una disciplina— para
alcanzar ese punto en el que se está, en la existencia, tranquilo. Lo que está
muy lejos de lo que nos propone hoy el momento en el que estamos de la
civilización. Si sigo esta pista el año próximo, hablaré de los escépticos, que
retuvieron la atención de Hegel en La fenomenología del espíritu y también
en Los principios de la filosofía del derecho.
Salvo que eso no es así para los analistas, y diré que no es verdadero ya en
la cura misma. El punto en el que se trata de ser el que no elige concierne al
ejercicio de la escucha —Freud es muy preciso—. No tenemos criterio para
abrir los oídos solo cuando el sujeto habla de su sexualidad y cerrarlos
cuando habla de otra cosa. Si no habla nunca de la sexualidad, nos
inquietamos, nos preguntamos qué pasa —siempre está la tesis y la hipótesis
—. Pero el principio de esta indiferencia que Freud plantea se sitúa en un
nivel muy preciso. El analista en la cura no es indiferente, no es un
indiferente.
Ya en los Consejos al médico, o sobre todo en Puntualizaciones sobre el
amor de transferencia, Freud instituye como un valor del psicoanálisis el
hecho de que el analista debe someterse al amor por la verdad. Más tarde
Lacan se burlará de esto, pero queda que el amor por la verdad es una
elección. Digamos simplemente que esta indiferencia no se sostiene un
segundo en la economía del discurso analítico a partir del momento en que
hay el deseo del analista; a partir del momento en que nos referimos a ese
concepto de Lacan que es el deseo del analista. Este se sirve de la
indiferencia como un medio y podemos decir precisamente de qué medio se
trata, del que hace de sí mismo una x cuyo valor deberá encontrar el sujeto,
valor que será el suyo. En ese sentido, Lacan puede decir en su proposición
del pase que el deseo del analista «es su enunciación, la que solo podría
operar si él viene allí en posición de x»,7 y esta x es la indiferencia freudiana.
Llamó la atención que Lacan dijera en el Seminario XI que el deseo del
analista no es un deseo puro. Pero esto quiere decir que no es un deseo de
nada; es un deseo, decía Freud, de obtener la verdad. ¿Qué es lo que diríamos
nosotros? Se proponen varias fórmulas: por ejemplo, un deseo de obtener la
reducción de las identificaciones. Lacan lo opone a lo que describen los de la
Sociedad de París en esa época, que invocan, por el contrario, el deseo de
identificar en el paciente algunos rasgos de su analista. Podemos también
decir, con Lacan, que el deseo del analista se ejerce en el sentido de obtener
el atravesamiento del fantasma. Si se trata del fantasma fundamental, el deseo
se ejerce entonces en el sentido de obtener la construcción de este fantasma
fundamental: obtener la deflación del deseo, obtener la reducción de los
objetos del deseo al objeto a.
Podemos decir, pensando en el término ilusión que figura en el título El
porvenir de una ilusión —de lo que hablaremos con Catherine Lazarus-Matet
—, que se trata de obtener la reducción de las ilusiones que Freud define allí
como «creencias». No creo que esté muy bien traducido en la edición de
Presses Universitaires de France que tengo aquí y que es mi viejo texto. Creo
que está mejor traducido por Lefebvre en Éditions du Seuil. Bien, Freud
llama ilusión a una creencia «cuando, en su motivación, se esfuerza sobre
todo el cumplimiento de un deseo».8 Así, define la creencia como ilusión.
Hay, pues, una elección en lo que se trata de obtener. Es la cuestión en
juego cuando se sitúa al analista en la posición del escéptico. Se le sitúa, sin
saberlo, en la misma posición histórica del escéptico. Se borra, se ignora
completamente la cuestión de saber si el analista ha elegido bien lo que se
trata de obtener cuando dirige la cura desde ese punto de vista. No se puede
decir que el analista sea neutral ni que sea benevolente, en el sentido en que
Bergler usa ese término, ese término que el señor Macron difunde en la
sociedad. En la página 599 de los Escritos, en «La dirección de la cura»,
Lacan advierte sobre el ejercicio de la bondad: la bondad «no podría curar el
mal que ella misma engendra [...]. La más aberrante educación no ha tenido
nunca otro motivo que el bien del sujeto».9
El analista no es indiferente, ni es el que no elige, porque tiene una ética.
Lacan desarrolló una ética del psicoanálisis, lo que conlleva que en la
posición misma del analista hay una elección. Señalemos que el término ética
no es el de la moral, y que, en cualquier caso, incluye la política.
Se imagina que el grupo o la masa es de un registro diferente que el del
sujeto; que es el wallpaper, que no es para nosotros, que no tenemos la
competencia —es cierto que sobre algunos datos especiales no tenemos
competencia como analistas—. Pero digo que el grupo o la masa no son de
otro registro que el del sujeto. El título, tal como lo quiso Freud,
Massenpsychologie und Ich Analyse —análisis del Ich, del sujeto—, da
testimonio de ello.
En cualquier caso, Lacan lo entendió así al final de «La dirección de la
cura», texto que se refiere a la cura en todos sus niveles: de la táctica, de la
estrategia y de la política, y entre cuyas referencias hay un texto en inglés
sobre estrategia que no es nada brillante. Pero, en el final de su texto, página
611 —muchos de ustedes conocen sin duda estas frases—, Lacan nos
describe a Freud así:
¿Quién ha protestado como ese hombre de gabinete por el acaparamiento del goce por aquellos que
acumulan sobre los hombros de los demás las cargas de la necesidad?

¿A qué texto de Freud hace alusión? Sin duda, a El malestar en la cultura,


aunque no esté en primer plano.
Después tenemos el segundo párrafo:
¿Quién ha interrogado tan intrépidamente como ese clínico ligado a la cotidianidad del sufrimiento a
la vida sobre su sentido, y no para decir que no lo tiene, manera cómoda de lavarse las manos [esto lo
dice en contra de las teorías del absurdo, Camus y otros], sino que no tiene más que uno, en el cual el
deseo [es la respuesta heideggeriana de Lacan] es llevado por la muerte?

Al releer el texto me impresionó esta expresión: «ese clínico ligado a la


cotidianidad del sufrimiento». Porque, en el fondo, es lo que hemos hecho en
la Escuela de la Causa Freudiana desde 1981. Hay un historiador del
psicoanálisis, un espíritu bastante libre aunque pertenezca a la SPP, que
escribió algo sobre nosotros en esa época. Se trata de Alain de Mijolla, y
escribió que la ECF, y tal vez nos cita, partió de un «retorno a la clínica». Y,
efectivamente, esa fue la consigna al comienzo, porque los miembros de la
EFP habían caído en un psitacismo de Lacan que los alejaba de las
determinaciones fundamentales de la cura. Tuve que subrayarlo porque yo
mismo, ni médico ni psicólogo, quería aprender.
Por un lado, esto se explica por el desastre que fue la producción de la EFP
en esa época. Pero se explica también porque el psicoanálisis antes estaba en
manos de los médicos, incluso en lo que había precedido a la EFP, la SPP, y
los médicos se reputaban de estar de lleno en la clínica. Después empezaron a
llegar los no médicos que eran los psicólogos. Y además padecíamos la
exigencia, que se hizo cada vez más pesada, de la profesionalización, de la
especialización que se marcaba en todas las disciplinas.
El año cero 1980-1981 estuvo marcado por ese «retorno a la clínica» que
ha tenido incidencias quizá desde hace treinta y siete años y que tuvo como
consecuencia que muchas de nuestras publicaciones estén hechas con casos
clínicos: tenemos una lengua común de la clínica; clínica a la que ponemos
muy por delante. Pero se puede señalar que la clínica es mucho más discreta
en Lacan. No las he buscado, pero hay fórmulas de Lacan contra aquellos que
se dan aires en nombre de la clínica. El clínico no es su concepto del
psicoanalista; lo vemos en particular en la querella del pase, en la que a
menudo se le enmienda la plana en nombre de la clínica.
La Escuela de la Causa Freudiana creció, se fortaleció con esta cotidianidad
del sufrimiento y de la cura. La preocupación clínica era dominante, y es
posible que el sentido del año cero 2017 sea de manera dialéctica corregir
eso. De hecho, en marzo de 2017 pusimos en acto la ética del psicoanálisis;
siguiendo a Freud y a Lacan, en la orientación lacaniana, hemos estado en
condiciones de hacer un acto. No obstante, como dije en una conferencia que
di en Turín hace tiempo, hemos estado a la medida del acto en tanto que
Escuela-sujeto. Me permití hablar de Escuela-sujeto en la medida en que
Lacan dio como título Scilicet a la revista de la Escuela Freudiana de París,
con el subtítulo: «Tú puedes saber lo que piensa la Escuela Freudiana de
París», por lo tanto, Lacan hacía de la EFP un sujeto que pensaba.
Entonces, hemos llevado a esta Escuela-sujeto al registro del acto, un acto
que desembocó en acciones. Diré que esa es la más antigua y profunda
inspiración de Lacan antes de que estuviera frenado, furioso y deprimido por
la colección de analistas que tenía a su alrededor, factor que no hay que
olvidar. En los últimos años de su vida, Lacan no podía verlos ni en pintura,
y, contrariamente a lo que se podía imaginar, en tanto que yo podía hablar
con él en la intimidad, lo refrenaba para que no echara a tal o cual como tenía
ganas de hacer. Habrá que interrogarse sobre esto: ¿por qué eran tan
incapaces?, y ¿por qué la gente de la Escuela de la Causa Freudiana es tan
capaz? Hay ahí un factor. En todo caso, la atmósfera que reina en esta
Escuela no tiene nada que ver con la que condujo a Lacan a disolver la
Escuela Freudiana de París.
Llego a la página 309 de los Escritos, que les he enviado tal como figura en
el ejemplar que llevo por el mundo desde hace treinta y siete años. Es una
especie de párrafo que llamo de conminaciones. Leemos:
Mejor, pues, que renuncie [a la práctica analítica] quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad
de su época.

Es algo enorme. Pero entremos allí y tratemos de aprender de Lacan, como lo


llevamos haciendo desde hace al menos treinta y siete años.
Digamos, en primer lugar, que, para Lacan, hay épocas. Eso no va a
desmentirse. Su relación con la historia variará 180 grados. El Informe de
Roma comienza tomando como modelo la historia y sus recortes
braudelianos, y Lacan terminará por decir: «¡No toquen la historia!». Pero, no
obstante, incluso en la construcción de los cuatro discursos hay un elemento
histórico incorporado. Lacan dice, particularmente en esa conferencia de
Lovaina que conocen y que pronto leerán en La Cause du désir, que hoy no
se está ya en el discurso del amo, y que hay otro discurso que se agregó, que
es el del saber. Hoy, el saber está en el candelero. Aquí hay una referencia a
un elemento histórico que se incorpora.
Así pues, hay épocas, y Lacan consideraba que cada una tiene su
subjetividad. ¿Qué es la subjetividad de una época? Podemos llamarlo el
«espíritu del tiempo», lo que en francés presenta un aspecto superficial. De
hecho, es una referencia al concepto hegeliano de Zeitgeist, si bien,
tratándose de épocas, Hegel dice más bien Geist der Zeit, el «espíritu del
tiempo». ¿Qué entendía con esto? Entendía algo que luego fue una verdad de
Perogrullo y que fue puesta de manifiesto históricamente —si mi recuerdo es
bueno, no lo he verificado— por Jacob Burckhardt.10 En sus estudios sobre el
Renacimiento, se esforzó por mostrar que, en una época dada, la mentalidad y
la vida social, intelectual y cultural, sobre todo en un mismo pueblo, expresan
o tienen en común el mismo espíritu, y que la época es un límite que no
puede ser atravesado por nadie; no se puede pasar por encima de su época, es
un límite que constriñe los pensamientos.
Encontré una referencia de un libro que no he leído. Conozco al autor, que
es un gran empirista inglés que tiene importancia en la historia de las ideas y
de la lógica, John Stuart Mill, que escribió en 1831 —me pregunto si bajo la
influencia de Hegel— un libro que se titula The Spirit of the Age, con el que
difundió esta idea.
La idea de la subjetividad de una época expresa la coherencia de una época.
Cuando Foucault habla de las epistemes, cuando Kuhn habla de paradigmas
de una época, estamos en la misma línea: buscar coherencia. Por supuesto
hay saltos, desfases, anticipaciones, pero es la idea de captar la coherencia de
un conjunto, a lo que se agrega la noción de subjetividad, es decir, de una
época en tanto que reflexiona... ¿Y qué diremos?, ¿reflexiona en cuanto que
subjetividad? o ¿reflexiona en la subjetividad? Si decimos que se refleja en
las subjetividades que se extienden e intentan orientarse en una época, todo el
mundo estará de acuerdo: está este conjunto y luego está mi pequeña
subjetividad que trata de orientarse en esta época. ¡Pero no!, es en la
subjetividad, porque el sujeto no es el individuo. El sujeto es el negativo del
individuo. El individuo se designa por propiedades, cualidades y atributos,
pero lo que llamamos el «sujeto» es, en este sentido, un vacío.
Es lo que he dicho entre líneas cuando comenté el libro de Jacques
Rancière,11 para concluir que no lo iba a clasificar en un lugar dado, porque
clasificar a alguien siempre es rebajarlo y tratarlo como un individuo; aunque
él mismo dice que es un individuo, no dispone del concepto lacaniano de
sujeto. Este efecto de rebajamiento de la clasificación lo vemos también
cuando nuestro amigo Jean-Claude Milner considera lo que hemos hecho
durante este período como la expresión o la protesta de la pequeña burguesía
intelectual. Tal vez esté justificado desde un punto de vista sociológico, no lo
creo, pero está un poco alejado respecto de aquello de lo que hablamos aquí.
Podemos decir que existe la subjetividad de una época porque la
subjetividad es transindividual. El sujeto no se confunde con el individuo. Es
el axioma de Lacan en todo el Informe de Roma: la subjetividad es
transindividual. Recuerdo mi admiración la primera vez que leí a Lacan, la
primera vez que leí estas líneas, página 247 de los Escritos, entonces
publicadas en la revista La Psychanalyse:
[...] el dominio [del psicoanálisis] es el del discurso concreto en cuanto campo de la realidad
transindividual del sujeto.

Eso me deslumbró, «realidad transindividual del sujeto». Esta frase


desencajaba bruscamente la idea de lo individual y de lo colectivo, y
mostraba que la subjetividad de una época tiene un sentido porque se trata de
una realidad transindividual.
Me he preguntado qué ejemplo tópico estaba tomando Lacan a este
respecto. Bueno, el ejemplo memorable que todos conocen y recuerdan,
incluso si no es lacaniano, es el de los tres prisioneros. Son tres individuos,
pero están enganchados uno con otro, lo que constituye una subjetividad, una
subjetividad prisionera, como se está prisionero de la propia época.
Ayer, Rose-Marie Bognar me trajo un libro de un erudito hegeliano que
debe de ser muy viejo ahora, pero que fue muy sabio y muy útil para leer a
Hegel, Bernard Bourgeois. Es un libro que se llama Penser l’histoire du
présent avec Hegel.12 Bourgeois comentó siempre a Hegel en su tiempo, hizo
un gran esfuerzo para hablar del terrorismo, de las finanzas, etc., en términos
de Hegel; no he tenido tiempo de leerlo entre ayer y hoy, pero hizo un gran
esfuerzo, como el que hacemos con Lacan o ayudándonos de él.
Es lo que Lacan recuerda en la página 138 de los Escritos:
«Pero a la vez puede también captarse en él que la dialéctica no es
individual...».
Este «no es individual» remite con precisión al carácter transindividual, y
podemos decir que eso no ha sido comprendido aún. El sujeto es
continuamente rebajado al individuo. La idea de decir que una escuela puede
ser un sujeto parece una fantasía, o parece evocar la idea de una compacidad,
de un bloque, mientras que se trata de la dialéctica transindividual en la que
están comprometidos los sujetos.
Es ya la una y cuarto, tomaré la segunda frase del párrafo de las
conminaciones, como lo he llamado:
Pues, ¿cómo podría hacer de su ser el eje de tantas vidas aquel que no supiese nada de la dialéctica
que lo lanza con esas vidas en un movimiento simbólico?

Esta frase ya ha sido comentada, pero lo que subrayaré ahora es que, según
este punto de vista trascendental y dialéctico, cada uno es igual al otro. Lacan
no se ve llevado a disminuir sus méritos, y en una página hay un elogio de la
subjetividad creadora y del pequeño número que la soporta, lo que muestra
que tiene un sentido elitista bastante desarrollado. Pero hay un nivel donde
cada uno es igual al otro, donde el terapeuta, si podemos llamarlo con ese
nombre, es igual a su paciente, como afirma Lacan en otro momento, en la
medida en que uno y otro son prisioneros de la misma época y están
comprometidos en la misma dialéctica.
Señalo el término eje, el eje de tantas vidas, leyéndolo a partir de lo que
sigue, que es una clara referencia a un saber esotérico. En Lacan hay un gusto
por ese saber que se ha olvidado hoy y que marca fuertemente el Informe de
Roma. Frecuentó al gran esotérico francés René Guénon, quien tiene una
bibliografía enorme que Lacan conocía. Lacan tenía un interés por el
simbolismo imaginario que atraviesa las culturas y los siglos. Ilustró la
revista La Psychanalyse con un emblema alquimista, marcando un gusto que
estaba muy presente y dominaba entre los psicoanalistas de la primera y
segunda generación, pero que solo veían eso en lo simbólico, el símbolo.
Lacan dio el paso saussureano, pero permaneció ligado, ¿y por qué no?, a esa
fuente antropológica, artística, enorme de los símbolos imaginarios. En el
saber esotérico hay un eje del mundo que funciona y está ubicado de
diferentes modos, pero que se supone que da al mundo su ordenamiento. Hay
un eco de ese saber esotérico en el término eje, así como en lo que sigue y
que se evoca en la frase siguiente: la espiral, Babel, el mundus y la visión
mística de la serpiente enrollada sobre un bosque eterno. Es una imagen
típica del hermetismo. Leo la frase:
Que conozca bien la espira a la que su época lo arrastra en la obra continuada de Babel, y que sepa su
función de intérprete en la discordia de los lenguajes. Para las tinieblas del mundus alrededor de las
cuales se enrolla la torre inmensa, que deje a la visión mística el cuidado de elevarse sobre un bosque
eterno la serpiente podrida de la vida.

Si leemos rápidamente diremos que quiere decir que sea de su tiempo, de su


época; que conozca el momento de la historia en el que está. Pero también
dice otra cosa, el término espira es la espiral que en el saber esotérico tiene
una relación importante con la serpiente; en todas las culturas hay danzas que
consisten en imitar el movimiento de la serpiente. Están todas las referencias
antiguas y ayer busqué en Google y encontré en un sitio esotérico que se
llama justamente «Las vibraciones de la vida o las espiras de la serpiente»
que podría leerles y verían referencias de lo más divertidas:
La primera espiral conocida en la historia del arte es un talismán paleolítico que proviene de una
sepultura ritual de Siberia que muestra un séxtuplo, dos veces tres y media, una espiral rodeada de
cuatro espirales. En el reverso hay tres serpientes sinuosas. Lo más interesante es ver que el centro de
la espiral está perforado con un agujero que indica la naturaleza del Principio, ese punto original de
otro orden, el vacío lleno de todo lo posible.

Luego tienen en esta web el esquema de la espiral paleolítica.


Vemos que la espira de Lacan no es solo la invitación a ser de su tiempo,
no es el seamos absolutamente modernos de Rimbaud. Lacan dice sean de su
tiempo, y lo dice con un término tomado del saber más antiguo y, si se
quiere, más dudoso.
Ayer pase mucho tiempo en Google para encontrar cuál era la visión
mística donde se ve a la serpiente podrida de la vida elevarse sobre un bosque
eterno. Es la imagen clásica que conocemos por el caduceo, o por el bastón
de Esculapio, el bastón con la serpiente que lo rodea, símbolo de la más alta
antigüedad. Pero no encontré versiones en las que hubiera a la vez «Babel»,
«serpiente» y «bastón». Busqué en Jacob Böehme, en Claude de Saint-
Martin, pero por el momento no las encontré. Están la serpiente y Babel, pero
no está la visión mística, cuando Lacan dice:
... que deje a la visión mística el cuidado de ver elevarse [en el lugar de la torre de Babel] sobre un
bosque eterno la serpiente podrida de la vida.

Esto fue lo que no encontré.


Tenemos la serpiente o la espiral, que es la expansión a partir de un punto
central de una curva que va alejándose, pero que pasa siempre por el mismo
punto. Se tiene a la vez el desarrollo, pero al mismo tiempo la repetición de lo
mismo. Visto en sentido contrario, da la concentración sobre el punto nodal
que podría servir de representación de la cura analítica, y en el Seminario I
hay una presentación que no está lejos de eso.13
Está la referencia a Babel, «la obra continuada de Babel». Debemos
comentar el término obra, que está muy presente en el Informe de Roma. Es
un término hegeliano que expresa el hacer del sujeto, su acción cuando no se
queda en su interioridad, sino que se realiza en el exterior, y el resultado es la
obra. Lacan habla de la obra de Babel, que es una referencia superesotérica.
Jacob Böehme llama Babel a todo lo que es la religión, que él censura. Babel
se ha interpretado frecuentemente como la segunda caída después de la
expulsión del paraíso terrestre. La primera caída es la expulsión de Adán y
Eva del paraíso, y en el saber esotérico la segunda caída es el momento en
que se pierde la lengua adánica, la lengua de todos que decía las cosas
exactamente, la lengua sin malentendidos.
El De vulgari eloquentia de Dante, que está ahí para fundar la lengua
italiana, comienza por la referencia al episodio bíblico. La cuestión es saber
por qué había necesidad de hablar cuando solo estaban Dios y Adán. Dante
resuelve la cuestión: Dios creó una forma determinada de hablar y con ella
hablaron Adán y todos sus descendientes hasta la construcción de la torre de
Babel, nombre que significa «torre de la confusión». Esta forma de hablar la
heredaron los hijos de Heber, que por esto se llaman hebreos. Por eso
considera que el hebreo es la lengua adánica preservada. Los judíos son los
únicos que han conservado esa lengua. «A ellos solamente les quedó, después
de la confusión, para que nuestro Redentor, que de ellos nacería como
hombre, pudiera servirse de la lengua de la gracia y no de la confusión».14
Para Dante, se preservó la lengua adánica en los hebreos para que Cristo, que
nace judío, hable la lengua pura del comienzo, sin malentendidos. A
continuación, describe la caída, pero podemos remitirnos al canto XXVI del
Paraíso en la Divina Comedia, que es el canto que concierne a Babel.
Terminaré sobre este punto. Entre los etruscos, el mundus era la fosa
destinada a las ofrendas a los dioses subterráneos, que Lacan convierte en el
agujero central en torno del cual se enrolla la espira. Es un pozo que tiene un
eje vertical. La palabra eje está ahí, y lo divertido es que está el eje vertical y
dos ejes que se cruzan y definen las ciudades romanas: el eje norte-sur, que se
llama Decumanus, y el eje este-oeste, que se llama Cardo. Lacan tomó el
nombre «cardo» para su jurado de admisión.
La referencia a la serpiente de la vida es un gran clásico. No es
directamente la serpiente de Eva, sino la serpiente que representa la vida
porque cambia la piel. He dado la referencia de Hegel, que, cuando habla de
cambio de época, habla de la serpiente que deja su piel. Representando
exactamente lo que Lacan llama en esta página «la circularidad sin fin del
proceso dialéctico». Vemos que Lacan se sirve del stock de símbolos
ancestrales, remodelándolos. Luego se volverá mucho más positivista, dirá,
por ejemplo, que «una tradición siempre es estúpida»; pero, mientras tanto, él
va a buscar en la tradición. Dirá también que lo que produce sentido es
religioso, pero, mientras tanto, busca en las creencias más antiguas.
Voy a señalar que en estas páginas donde evoca el final de análisis, dice:
... la cuestión de la terminación del análisis es la del momento en que la satisfacción del sujeto
encuentra cómo realizarse en la satisfacción de cada uno, es decir, de todos aquellos con los que se
asocia en la realización de una obra humana.

Es una tesis muy hegeliana, la unión de lo universal y lo particular —puse en


el margen una exclamación: ¡Sade!, en tanto que Sade desmiente
evidentemente esta idea de la satisfacción de uno que confluye en la
satisfacción de todos—. En Kant con Sade, por el contrario, lo que se pone en
primer plano es la no reciprocidad, que impedirá esta visión idílica.
Cuando Lacan evoca la ascesis subjetiva del analista, otro término
esotérico, la evoca como una ascesis que no será nunca interrumpida:
Una larga ascesis subjetiva, y que nunca sea interrumpida, pues el final del análisis didáctico mismo
no es separable de la entrada del sujeto en su práctica.

Tenemos ya aquí el esbozo de lo que será más tarde el pase; y la idea de que
el final del análisis confluye necesariamente con una puesta en acto de lo que
se adquirió en el análisis.
En cierto modo, el paso de 2017 es algo análogo para nosotros. Hemos
dedicado treinta y siete años a machacar La ética del psicoanálisis, y hubo un
momento de urgencia cuando se vieron amenazadas, en la dialéctica de la
época, cosas que para nosotros eran wallpaper: la libertad de hablar, de
reunirse. Sentimos que quizás ahora podrían ser restringidas, como ya ocurre
en algunos países del mundo, incluso en Europa. Bueno, después de una
incubación de treinta y siete años o quizá de cincuenta y tres, hemos puesto
en acto algo de ese saber y podría ser, de alguna manera, el pase de la
Escuela-sujeto.
Voilà!
DISCUSIÓN

En Lacan no se trata de una historia inmóvil, no es simplemente un todo


recomienza, sino un todo recomienza que se desplaza. No es circular, sino
espiral. Bajo cierto aspecto, vuelve en redondo, y, bajo otro aspecto, hay un
progreso, pero con el hecho de que, para Lacan, la historia obedece al mismo
impulso. Por lo tanto, hay que adaptar a esto el concepto de antihistoricismo.
ANAËLLE LEBOVITS-QUENEHEN: Hay una cuestión que me planteo a propósito de la espiral, del eterno
reinicio. Me pregunto si la idea de que se pasa una página de la historia no sería un poco como la
idea de que damos una vuelta. Esta idea de que se da una vuelta partiría del hecho de que el
traumatismo transindividual tras la Segunda Guerra Mundial sería lo que nos protege de lo real,
como el antihistoricismo de los analistas emigrados a Estados Unidos los protegió del mismo punto
real.
JACQUES-ALAIN MILLER: Hay, en efecto, lo que hemos llamado, creo, el presentismo para calificar un
fenómeno de la época presente, a saber: que no nos interesamos en los orígenes ni tampoco en el
futuro. Llevamos hasta sus últimas consecuencias el carpe diem de Horacio: gozar del momento. Tú
propones relacionar eso a lo que ha sido, durante un tiempo, calificado como el mayor traumatismo
de la historia, a saber: Auschwitz e Hiroshima. Durante todo un tiempo posterior a 1945, los
pensadores, por ejemplo, los de la Escuela de Fráncfort, consideraron que Auschwitz e Hiroshima
eran los dos últimos puntos a los que se había llegado y que había que pensar a partir de allí.
Tomaron esos dos puntos como lo que era obligatorio pensar. Es cierto que eso ha pasado de moda.
A. L.-Q.: Se ha tratado de pensar cómo la pulsión de muerte podría desencadenarse de nuevo. Sobre este
asunto del antihistoricismo, he encontrado, en «La cosa freudiana», un pasaje muy bello donde Lacan
habla precisamente de la razón que empujó a los analistas emigrados a Estados Unidos a abrazar su
historia, como si se hubieron unido de tal manera a la subjetividad de su época que se hubiesen hecho
tragar por ella. Lo que me ha parecido es que quisieron salvar su vida y que el precio a pagar por esa
integración fue la pérdida del psicoanálisis en lo que este tenía de cortante. Tengo una hipótesis para
esta propuesta, a saber: que el hecho de que no hablasen la lengua de su país, con el añadido del
hecho de que en Estados Unidos uno es invitado a no hacer muestra de...
J.-A. M.: Hoy eso ha cambiado mucho.
A. L.-Q.: Digamos en esta época.
J.-A. M.: Hoy en Estados Unidos se favorece la expresión de las comunidades.
A. L.-Q.: Esa no era su lengua materna. Es difícil hacer análisis que no sean una adaptación de los
individuos a la sociedad cuando no hablamos la misma lengua que los analizantes. Habría hecho falta
que esos analistas permaneciesen en su propia lengua. Este es uno de los puntos.
Pero lo que he encontrado tan bello en ese pasaje de Lacan es que ellos salvaron su vida y que, de
cierto modo, murieron como analistas. Es lo que me ha hecho ver que no podemos salvar la vida sin
salvar al mismo tiempo el psicoanálisis. Si no, el precio a pagar es el de morir de otro modo. No
fueron gaseados, pero murieron de otra forma.
J.-A. M.: La muerte en el alma.
A. L.-Q.: Sí. Es lo que he encontrado magnífico en ese pasaje de «La cosa freudiana». Lacan vuelve
sobre el antihistoricismo del Informe de Roma, pero para hacer algo mucho más profundo, para hacer
un análisis que muestra. He encontrado muy bello este análisis, muy justo.
J.-A. M.: Lacan comenzó así. Fue sensible al hecho de que los psicoanalistas que cruzaron el Atlántico
hubiesen dejado tras ellos el espíritu de Mitteleuropa: tomaron lo que la sociedad estadounidense
podía aceptar. Y, al mismo tiempo, eso tuvo un éxito extraordinario. Llegaron así, no había una gran
comunidad analítica para acogerlos, y crearon una buena. En pocos años se impusieron: surgieron
sociedades por todos lados. Fue un gran éxito para la extensión, e incluso retomaron de los ingleses
el control de la Internacional, restablecieron la Internacional a partir de los Estados Unidos de
América.
Cuando estudié esto al inicio, cuando me formaba, estaba fascinado —aún hoy día— por una
revista que se llamaba Psychoanalytic Study of the Child, la revista de Anna Freud, flanqueada de sus
tres hombres: Hartmann, Löwenstein y Kris. Publicaban un grueso volumen una vez al año, y
podemos decir que estos cuatro tomaron el control del psicoanálisis —no a partir de esta revista, si
bien, en fin, tenían la revista en sus manos—. Dieron su dirección al psicoanálisis y tuvieron por ello
algunas luchas ideológicas. Quiero decir que no fue la nimiedad de otras sociedades. Fueron de los
duros.
Pero ¿cómo fue que estos cuatro, instalados en Nueva York —Anna Freud en Londres—, pudieron
lanzarse a la conquista del campo freudiano, o, en todo caso, mantener a distancia a los kleinianos, ya
que, para ellos, estos eran el problema? ¿Cómo hubiesen podido ser sensibles a lo que les decía un
burgués francés como Lacan, habiendo tenido además un pasado maurrasiano? Por lo tanto, ellos se
conocieron, ellos se encontraron. Hartmann, tras dejar Berlín —creo que era Berlín— pasa por París,
donde fue miembro de la Sociedad de París. Fue nombrado miembro el mismo año que Lacan, si la
memoria no me engaña. Se encontraron entonces allí. Lacan se había analizado con Löwenstein, a
quien trató de acceder en el último momento de la escisión de 1953. Parece que Löwenstein hizo
algunos esfuerzos en su favor, aunque no pudiera hacer gran cosa.
CATHERINE MEUT: De entrada, me pregunto si los psicoanalistas no sufren una cierta forma de
enfermedad. Usted evoca el antihistoricismo de los psicoanalistas que han emigrado a Estados
Unidos, pero no podemos decir que ese haya sido el caso para el resto de los intelectuales emigrados
allí, que no eran psicoanalistas, como Hannah Arendt, por ejemplo. Lo mismo respecto de los que se
refugiaron en Israel y se vieron obligados a abandonar su lengua de origen para aprender
forzosamente el hebreo. Pienso en los creadores, los artistas.
Y, después, no entiendo de ningún modo la cuestión sobre la pulsión de muerte, que sería
actualmente más violenta: se desencadena particularmente en nuestra época. Tengo el vivo
sentimiento de que el desencadenamiento de la pulsión de muerte se produce siempre. No es algo que
de golpe devenga histórico, incluso si hay horrores cada tanto: la guerra de Kosovo, los hutus y los
tutsis, etc. ¿Qué puede precisar al respecto?
A. L.-Q.: Sobre la cuestión de Hannah Arendt, no sé, tendría que reflexionar. Me parece que la pulsión de
muerte no está solo vinculada al tiempo, sino que es además un lugar. Eso ocurre en un lugar. El
emigrante que va a Estados Unidos y el emigrante que va a Israel, eso no ocurre en la misma época.
No es desde mi punto de vista comparable. Retomo la pulsión de muerte en un lugar dado que es
Francia, incluso si es cierto que la pulsión de muerte se desencadena de manera permanente. Creo
que el hecho de que la Segunda Guerra Mundial haya transcurrido en Europa ha cambiado lo
ocurrido y ha permitido que la paz sea duradera durante un cierto tiempo, un tiempo en el que ciertas
palabras no se han podido decir sin consecuencias. Hay así una serie de cosas que nos protegieron
como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, hoy día ya no estamos protegidos.
Como sostuvo Jacques-Alain Miller en France Culture, ha ocurrido algo: por un lado, que el Frente
Nacional se ha presentado, y, por otro, que ha podido llegar a la segunda vuelta sin suscitar más que
indiferencia de un cierto número de franceses. Me parece que es el signo de que lo ocurrido durante
la Segunda Guerra Mundial no nos concierne del mismo modo. Diría incluso —es una cuestión a
verificar— que, si hubo el eslogan «todos somos judíos alemanes», lo que vendría hoy en su lugar
sería «todos somos judíos avergonzados».
J.-A. M.: Entonces, ¿qué papel desempeña esto en el punto de capitón que tratamos de ubicar? ¿Dónde
encaja en su reflexión sobre el antihistoricismo y la Segunda Guerra Mundial? Existe este punto de
capitón que se trata de ubicar en lo que hemos hecho, sin medir del todo, por supuesto, todas sus
consecuencias.
A. L.-Q.: He encontrado el punto de capitón en «La cosa freudiana». La conclusión que se me impone es
que, como psicoanalista, no se trata de ser lo que más se es, sino de ser en el acto —que es en cierto
modo lo contrario de «ser lo que más se es»— como podremos hacer algo. No se trata de ser
ciudadano y psicoanalista, sino que no se puede ser ciudadano sino siendo psicoanalista. Eso es lo
que me ha conmovido en este pasaje de Lacan.
J.-A. M.: Psicoanalista, ciudadano..., tenemos que encontrar algo más. Primero, ya no existe la ciudad,
por lo que ya hay algo anticuado en la palabra ciudadano. Podemos decir «la ciudad y los
ciudadanos» para hablar como todo el mundo, pero me parece que este no es un término que haya
sido repensado en el discurso analítico.
Defendemos que no salimos de nuestro campo cuando hacemos lo que hacemos. Tratamos de
considerar que somos arrastrados al mismo movimiento dialéctico que los demás, que somos, en la
espiral de la época, prisioneros con los demás, pero que nos adentramos un poco de manera diferente
de los otros, es decir, como psicoanalistas. No es algo así como: «En mi profesión, soy psicoanalista
y, fuera de mi profesión, soy ciudadano». No creo que esto pueda ser cierto para el concepto
completo del psicoanalista. Tenemos que ir tan lejos, y tendremos que trabajar en eso, a saber: que
ser psicoanalista no es solo una profesión. Por supuesto, es un trabajo, una profesión, una forma de
ganarse la vida y mantener a la familia, pero no es solo eso.
Me parece que hoy encontramos esta noción mucho más conmovedora que durante los treinta y
siete años que han pasado. Durante esos treinta y siete años, dado nuestro punto de partida, hemos
tenido que dar pruebas. Hoy, casi toda la generación anterior ha desaparecido. Nos han quedado
Eugénie Lemoine, los Lefort..., muy poca gente. Así que tuvimos que dar pruebas como practicantes,
como clínicos, etc., y esto condicionó profundamente la Escuela de la Causa Freudiana y quizás el
Campo Freudiano en su conjunto. Ahora nos estamos mudando a otro lado. Nos acercamos al
psicoanálisis como el más alto de los trabajos, como sugiere Lacan, quizá con un poco de énfasis,
pero podemos ver lo que significa.
Con respecto a la cuestión judía, tomaré cuestiones de hecho, ya que todo este proceso en el que
estamos se ha producido uno por uno y no por la masa. ¿Cuál fue mi Augenblick, mi instante de ver?
Bueno, una colega me dijo, en mi consulta, que su equipaje ya estaba listo. He aquí una colega judía
lista para partir por si acaso. Quedé estupefacto. Hay muchas razones por las que me quedé
estupefacto. En primer lugar, eso no se me había ocurrido ni por un instante. También podría
preguntarme por qué esta idea no se me había ocurrido cuando yo soy judío. En ese momento vi
algo, eso me reordenó y, en cierto modo, me dije que no iba a permitir eso. No iba a permitir que este
miedo se extendiera, ya que sentí que podía hacerlo. Se ha dicho durante mucho tiempo que Marine
Le Pen llegaría a la segunda ronda, pero que no podría ser elegida. Luego, solo hubo un pequeño
giro, que debemos ser capaces de encontrar en los periódicos (Rose-Marie Bognar investigará, ella
que tanto hace por mí), un pequeño giro en el momento en que empezamos a decir: «No es del todo
seguro, ni siquiera es probable, pero ya no es imposible». Entonces —para mí fue al mismo tiempo,
pero tal vez colapsé por unos días— me dije a mí mismo, sin alegría: «¡Habrá que hacerlo!». Luego
vino la cadena. Suspiré ante Carole Dewambrechies, que me dijo ese «será necesario», luego llamé a
Christiane Alberti, y esto pasó enseguida a algunas personas: Eve Miller, Lilia Mahjoub, etc. ¡Una
vez surgido implicó a toda la Escuela! Pero el punto de partida de este proceso estuvo vinculado a
esta emergencia singular.
A. L.-Q.: Hay un punto que se remonta a hace diez años, cuando el psicoanálisis fue atacado por la
enmienda Accoyer. No sé si lo recuerda, pero fue cuando el grupo Dixit se formó con los camaradas.
El artículo que se publicó en lo que fue el antepasado de Le Diable15 era sobre Dieudonné. No sé si
recuerda...
J.-A. M.: Fue en Le Nouvel Âne.
A. L.-Q.: ¡Sí!
J.-A. M.: Estaba ilustrado con tu foto y la de tu hermano.
A. L.-Q.: No recuerdo la foto, pero lo que sí recuerdo es que me preguntaba si había una conexión entre
el hecho de que el psicoanálisis fuese atacado en algún momento y el hecho de que Dieudonné
pudiera decir cosas abyectas sin aparecer en los titulares. La pregunta es si se trata de contingencias
que relacionamos porque estamos preocupados por ambas cuestiones, o si son signos de la época y
de la espiral en la que estamos atrapados.
J.-A. M.: Hay que decir que hubo en la Escuela Freudiana de París, y no en la Escuela de la Causa
Freudiana, un personaje, algunos aquí lo conocen, que se llamaba Anne-Lise Stern, que fue
deportada a Auschwitz y que recordaba los campos de manera sempiterna. En el fondo era aburrido.
Solo Lacan la escuchaba. Esto se encuentra al final del Seminario XI, en el pasaje sobre los «dioses
oscuros». Es una satisfacción que Lacan le dio a Anne-Lise Stern. Siempre estuvo atento a esto,
incluso en su proposición sobre el pase, donde evoca los campos de concentración como un signo de
los tiempos.
En la Escuela de la Causa Freudiana, eso no sucedió, pero hubo, sin embargo, alguien que lo
intentó. ¿Cómo se llamaba? Era un chico de los nuestros y exageraba un poco. Le dijimos: «¡Ya
basta con eso!». Se lo dijimos muy enfáticamente, porque no queríamos escucharlo. Ya no recuerdo
su nombre, era miembro de la Escuela... ¡Pero poco importa! En la Escuela de la Causa yo no he
querido este discurso.
Fue lo mismo cuando estaba en Argentina, en Buenos Aires, el día en que se produjo el ataque
contra el edificio judío, un ataque que causó casi cien muertes. Hubo emoción y un inmediato debate
en la Escuela sobre la necesidad de firmar algo, etc. Y bien, estuve en contra. Estuve en contra
porque no concernía a la Escuela. Eso me retorna ahora. Obviamente, hoy tengo un punto de vista
completamente diferente. Pero en ese momento, y durante treinta y siete años, tuve la sensación de
que eso tenía que suceder en otro lugar y que no estábamos allí a favor.
CATHERINE LAZARUS-MATET: Hubo una ligera diferencia en su actitud en el momento del sexagésimo
aniversario de la liberación de los campos. Escuché a Klarsfeld en la radio y se lo conté a usted
escribiéndole una página. El periodista que entrevistaba a Klarsfeld le dijo: «¿No cree que hablamos
demasiado de eso?». Y Klarsfeld respondió con su silencio. Un silencio en la radio... Fue un
momento absolutamente terrible. Me había comprometido a escribir algo y luego me pidió que lo
imprimiera para distribuirlo durante no sé qué próxima reunión o día. Entonces distribuimos mi
pequeño texto. No sé si lo recuerda. Eso también fue al olvido..., ¡y aparentemente para todos!
Realmente no hay forma de recordar esto. (Risas.)
J.-A. M.: La tesis de la historia espiral de Lacan significa que eso no ha terminado. No ha terminado,
llegó para quedarse. Es como los grandes símbolos. Existe el gran símbolo de la vida, que es la
serpiente; está el gran símbolo del bosque eterno; está el de la torre de Babel y está el gran símbolo
del judaísmo, que está allí en la humanidad.
A. L.-Q.: Lo que Lacan señala en «La cosa freudiana» es que esto es también a lo que Löwenstein y Kris
renuncian. Borran el hecho de que han sido perseguidos. Lacan dice una cosa muy hermosa, a saber:
que «es regresar al principio reaccionario que recubre la dualidad del que sufre y del que cura, con la
oposición del que sabe con el que ignora».16 Como si, al querer sanar de lo que sufrimos,
básicamente obedeciéramos solo a un principio reaccionario. Por lo tanto, también debemos
preservar lo que sufrimos. Me parece indicar muy profundamente lo que estaba diciendo, a saber:
que desde el punto de vista político no nos las arreglaremos más que siendo psicoanalistas.
J.-A. M.: Sí, es un pasaje hermoso, está en la parte superior de la página 403 de los Escritos. Nunca me
había preguntado acerca de este principio reaccionario. Cuando Lacan dice que «el más corruptor de
los conforts es el intelectual», apunta a un libro de Marcel Aymé, el libro que Philippe Hellebois
había encontrado para mí. ¿Recuerda, Philippe Hellebois, que me dijo que este era el libro del que
hablaba Lacan como el más abyecto de la posguerra? ¿No se acuerda? Bueno, todos estamos
olvidando algo... Estos son descuidos electivos.17
Todavía podemos encontrar este libro. Esta es una obra sobre la comodidad intelectual, y Lacan
dice esto: «La peor corrupción es la del mejor». Es latín: Corruptio optimi pessima, pero no recuerdo
muy bien la expresión y no quiero decir una barbaridad. En cierto modo, son los judíos a los que
Lacan llama los mejores. Fue el Lacan exmaurassiano quien tuvo esta deferencia al considerar que
hay algo especial entre los judíos. Esto es lo que Nietzsche también pensó, y también es lo que me
confirmó el que se convirtió en presidente de la IPA, nuestro amigo Widlöcher, quien fue recibido en
Guitrancourt como analizante de Lacan y considerado —lo dije en mis cartas con la opinión ilustrada
— como el joven del futuro, etc. Él fue uno de los que quisieron quedarse con Lacan, pero también
quería la IPA, y no quería elegir. Los grandes traidores no son aquellos que te dejan caer, sino
aquellos que quieren tanto esto como aquello y que te piden un poco de complacencia. Como le
gustaba a Lacan, Widlöcher fue enviado de embajador para convencerlo de que dejara de formar a la
gente. Lacan le había dicho más o menos esto: con gente como usted nunca iré a ningún lado, usted
no ama a su padre, y ahora yo me apoyaré en las personas que aman a su padre, es decir, sobre los
judíos.
Lacan había dado allí una descripción y me llamó la atención cuando Widlöcher me lo contó, ya
que sabía que Lacan se lo había dicho tres meses antes de que yo me presentara al propio Lacan en
enero de 1964. Es como en la película de Hitchcock La sombra de una duda: ella sueña con su tío y
luego la imagen ocurre exactamente. Tuvo un efecto muy curioso en mí, especialmente porque hasta
la edad de veinte años, cuando conocí a Lacan, nunca me había sentido identificado como judío ni
por mis maestros ni por nadie: pasé a través de todo eso, ni antisemitismo ni reconocimiento de un
judaísmo. Apenas conocí a Lacan y a Sylvia sentí que me fotografiaban como el joven judío al que se
quiere. Lacan lo decía así, considerando, obviamente, que la invención del psicoanálisis por Freud se
remontaba a una gran antigüedad.
AGNÈS AFLALO: Como mencionó a la persona que estaba lista para marchar, diré que era yo y...
J.-A. M.: ¡Ah! quiere decirlo ahora...
A. A: Sí, por supuesto, Jacques-Alain, se necesita un tiempo para cada cosa. Pero también tuve la
oportunidad de decirle que fui yo quien se sorprendió por el efecto que tuvo en usted. Al escuchar
una cierta cantidad de cuestiones que evoca, puedo valorar que, por un lado, me impresionase una
cierta indiferencia de la Escuela. Sin duda no mantuve los mejores contactos con algunas personas;
sin embargo, me sorprendió que no hubiera ecos. Por otro lado, la idea de que era posible que el
fascismo llegara al poder en Francia significaba que era para mí el momento en que probablemente
era necesario irme. La cuestión de los destinos estaba obviamente pendiente. Una de las ideas que
surgieron en mí fue que teníamos que encontrar un país donde las instituciones pudieran resistir esta
oleada que veía venir no solo en Europa, sino en casi todas las partes del mundo. El país con
instituciones lo suficientemente fuertes como para resistir es Estados Unidos, que, curiosa y
paradójicamente, me pareció el territorio donde eso sería posible, con la necesidad de detenerse en
este o aquel lugar, porque si Marine Le Pen llega al poder, siento una cierta responsabilidad hacia los
hijos y nietos de quienes vendrían conmigo: no quería que conocieran los regímenes fascistas.
Entonces, por un lado, tenía que pensarlo, y, por otro, tuve la idea de hacer el equipaje. Pero el
hecho de que usted lo tomase en serio y decidiese hacer algo ha sido formidable para mí, así como el
eco masivo por parte de las autoridades de la Escuela. Fue un alivio extraordinario para mí, la
sensación de un deseo que comenzaba a fortalecerse, la sensación de que podríamos estar en un
punto de encuentro respecto de lo que la época nos convocaba a analizar y a comprender. Pensé para
mí misma que, si los conceptos de Lacan no nos ayudan a identificar un cierto número de cosas que
están sucediendo, entonces existe un problema real. Pero ahora, por el contrario, tengo la idea de que
nos estamos uniendo a la era en la que estamos. También es un efecto de bola de nieve. Estamos
hablando, es cierto, de Francia, pero no es solo Francia. Estoy sensibilizada con lo que está
sucediendo en Venezuela y también me conmovió mucho el texto que Estela Solano escribió sobre
Argentina. También me conmueve lo que está sucediendo en España con Podemos.
J.-A. M.: ¿Podemos?
A. A.: ¡Están ahí!
J.-A. M.: ¿Quiénes?
A. A.: Podemos, en España. Están allí, y tengo la idea de que el populismo puede seguir ganando
influencia, y que este puede ser el momento para que participen los psicoanalistas. No detendremos
el discurso de la ciencia o la evolución del capitalismo, pero tal vez podamos lograr, por un lado,
desviar las cosas lo suficiente y, por otro lado, hacer vacilar los semblantes. Por ejemplo, Marine Le
Pen, que se instala con su desdemonización, etc. Era necesario hacer vacilar este semblante y mostrar
lo real. Usted lo ha hecho, y esa es una lección para mí.
J.-A. M.: Entonces hicimos algo.
A. A.: ¡Por supuesto!
J.-A. M.: Está mi amiga Blandine Kriegel, que simpatizaba con el foro y tiene cierta influencia política
—fue la asesora de Jacques Chirac—, presidenta del Alto Consejo para la Integración, que fue
suprimido después. Piensa que le hicimos ganar a Macron dos o tres puntos, y especialmente que
hicimos callar a un cierto número de intelectuales abstencionistas que, según ella, dudaron en
expresarse a partir de nuestra acción. Esto vale lo que vale, pero, en cualquier caso, es un testimonio
de que lo que hicimos no fue en vano.
Cuando empezamos, Marine Le Pen estaba completamente desdemonizada. Evocar el pasado del
Frente Nacional se consideraba absolutamente anticuado. Pero en las últimas dos semanas, esto
volvió. No digo que sea absolutamente gracias a nosotros, pero fuimos, en cualquier caso, el flanco
movilizado de esta dialéctica. De hecho, no somos psicoanalistas aislados; somos, en Francia, una
organización, y también somos un conjunto internacional. Eso genera obligaciones, deberes acordes
al número, siempre que la cantidad se transforme en calidad. La pequeña Escuela de la Causa
Freudiana, en 1980, tenía como primer deber sobrevivir, existir y formar a sus jóvenes miembros con
una generación que faltaba. Incluso yo, que nunca usaba corbata, les dije a Michel Silvestre, que
siempre usaba ropa de sport, y a Éric Laurent, que siempre llevaba ropa deportiva, que ¡ahora tocaba
traje y corbata! De hecho, teníamos algo que sostener, era nuestra misión. Hoy es otra cosa, tenemos
otras dimensiones. Algunos de nosotros somos ahora la generación mayor, y hay generaciones más
jóvenes que vienen y son bastante mejores que en el pasado. En consecuencia, todo debe ser
revisado.
Por ejemplo, Christiane Alberti me comunicó lo que escribió para el debate italiano —no sé si ya
lo ha hecho público—, debate que tiene lugar en todo el país y que se refiere al estado de las escuelas
regionales en Italia, sobre cómo democratizarlas, etc. Ella observa, y me parece muy justo, que hay
una estructura piramidal de la Escuela y que debe ser compensada por una estructura horizontal. Para
dirigir una institución y porque también somos un organismo de formación, necesitamos jurados para
diferenciar entre los que tienen experiencia, los que tienen menos experiencia, etc. Entonces es
jerárquico. Pero no podemos vivir así; al mismo tiempo tiene que haber una cierta igualdad, y Zadig
puede darnos esto. Obviamente, también pasa por un método, no es tan simple, pero me parece que
es mucho más equilibrado.
YASMINE GRASSER: En este contexto, hubo, en el foro, un italiano que dio un testimonio de pase o
posterior al pase y que me dio la idea de que el pase ahora podría cambiar, porque la subjetividad de
la época se une a nosotros. El pase ya no solo estaría reservado al Campo Freudiano, sino que sería
público.
J.-A. M.: Ese ha sido el movimiento. No debe olvidarse que la idea de Lacan no fue la de un pase
reservado para la Escuela. Su idea no fue que el pase permaneciese limitado a las entrañas de la
institución, después de lo cual supimos que este y aquel fueron nominados AE. Además, el pase no
era un asunto de masas y no gozaba de mucho prestigio. Por lo tanto, en un momento dado me
pareció que era necesario dar un paso en esa dirección y admitir el testimonio público. Toqué esto
con cuidado, me pregunté al respecto, pero en un momento me pareció obvio: el pase tenía que
hacerse público. Creo que eso salvó el pase en esta Escuela. Es como aquí: no podemos decir que
aquí estemos entre nosotros, ya no hay más el «entre nosotros», esto camina con los tiempos.
Podemos llorar, pero es bastante inútil. Pero no tenemos que hacer solo cosas útiles, por lo que, si
sirve de algo, pueden llorar. Somos prisioneros de la época, lo que también significa que somos
arrastrados por ella. Así que creo que ahora es necesario que se recojan y publiquen los testimonios
del pase, al menos los primeros.
Como estamos en el pase, tal vez podríamos pasar a lo que Hervé Castanet ha trabajado para
nosotros. ¿Quiere, Hervé Castanet, unirse a la discusión?
HERVÉ CASTANET: Tal vez no sea exactamente una unión, pues me pidió que leyera los textos que se
encuentran en los Otros escritos, los que dan testimonio de la introducción del pase en 1967. Pensé
entonces sobre la forma en la que Lacan trató a sus alumnos, algunos de los cuales, en particular los
notables, no querían oír hablar del pase. No querían escuchar sobre el dispositivo que estaba
configurando.
No había releído estos textos desde hacía muchos años, y lo que me llamó la atención desde el
principio es que Lacan no fue indulgente ni con su Escuela ni con los notables. El pase no fue un
comentario ad hominem. Lacan sacó una consecuencia radical, era parte del acto y no fue
simplemente un dispositivo que agregó a su Escuela. La cuestión del acto fue olvidada según Lacan.
Incluso habla sobre la amnesia del acto en sus propios alumnos. Insiste mucho en la dimensión
política, ya que plantea no solo la cuestión de cómo un acto cambia al sujeto —que es un problema
interno de la cura analítica misma—, sino también la de cómo el acto es un momento electivo para
saber si hay intervención del psicoanalista, que plantea la cuestión de cómo hacer en una escuela para
no olvidar el acto. Me pareció un punto clave.
Tal vez eso se relaciona con el trío de Nueva York al que Lacan se refiere al principio. Este trío no
era necesariamente homogéneo al principio, pero fue el camino de Hartmann el que se abrió paso,
primero sobre el de Kris, que fue un excelente historiador del arte y escribió libros formidables, en
particular una obra llamada La leyenda del artista, que es la reconstrucción artificial de la propia
vida de los artistas. En cuanto a su tesis, se centró en las pequeñas representaciones que se
encuentran en platos y porcelanas: ranas, lagartijas, etc. Lo leí hace mucho tiempo y es apasionante.
Hartmann también tuvo precedencia sobre Löwenstein, quien, sin embargo, es el autor de
Psicoanálisis del antisemitismo, todavía disponible en Presses Universitaires de France. La visión de
Hartmann, que condujo a los otros dos y fue capaz de hacer una alianza, me parece, con Anna Freud,
fue finalmente la de elaborar un manual de psicoanálisis. El antihistoricismo fue realmente la
doctrina: hagamos lo mismo que en las ciencias exactas, ya no nos ocupamos del contexto político,
cultural u otro, hagamos el manual que dará la doctrina. Esto no está en absoluto presente en Freud.
Y Lacan, a propósito de esta idea del manual, tuvo siempre palabras extremadamente duras.
Por ejemplo, en estos textos hay un debate con Daniel Lagache, de quien Lacan había estado
institucionalmente cercano durante diez años, para mostrar cómo la referencia al conocimiento
universitario, a un manual sofisticado, agradable y a la vez transmisible, evita absolutamente el acto.
Tal vez sea reductor en relación con la riqueza del texto, pero todo se ordena y consiste en hablar
sobre el psicoanálisis eliminando sistemáticamente la cuestión del acto.
También me pareció muy interesante el pequeño diálogo que Lacan tuvo con Pierre Kaufmann,
quien en 1967 había sido nombrado profesor en Nanterre, si mi memoria no me falla, y que había
escrito un libro titulado La experiencia emocional del espacio. Este libro tuvo éxito, ya que
generalmente ponemos la experiencia y la emoción del lado de la temporalidad y nunca del lado del
espacio...
J.-A. M.: Escribió también cosas sobre el vértigo.
H. C.: Sí. Lacan, en la página 323 de los Otros escritos, habla de «[...] Kaufmann [...] agitando [...] que
lo mejor de lo que inspiro satisfaga al discurso universitario». Luego agrega que su grafo es
absolutamente adecuado para la enseñanza: «[...] lo prueba el hecho de que el grafo es de buen tono,
incluso de buen uso en muchos campos, enmarcados por la Universidad, de la enseñanza». Pero
después de haber aceptado esta posibilidad, invierte su posición para decir que esto solo es posible si
eliminamos el acto, es decir, el acto analítico mismo. Creo que uno de los desafíos de este texto, de
esta «Alocución sobre la enseñanza», es demostrar que el acto del psicoanalista instruye sobre el acto
mismo en el psicoanálisis.
J.-A. M.: Aquí es donde me decepcionó Jean-Claude Milner, que ha sabido todo esto hace mucho tiempo.
Fue uno de los primeros en estar atento cuando me lancé a Lacan en 1964 con François Regnault y
aquellos que quedaron atrapados de inmediato en Lacan. Él siguió todo eso, Milner, y por eso me
decepcionó un poco que ahogara lo que fue un acto, el mío, el de la Escuela, en la «pequeña
burguesía intelectual» que habría sido amordazada, etc. Se puede esperar eso de un mal sociólogo.
Hay allí un resentimiento contra el acto, que es singular, inesperado.
H. C.: En estos textos, Lacan utiliza esta referencia al acto para interpretar todo lo que está sucediendo,
incluida la resistencia o la ausencia ocasional a su Seminario de lo que él llama los notables, es decir,
los miembros eminentes de la Escuela. Sabemos que su Seminario, en ese momento, 1967-1968,
trataba sobre el acto analítico. También noté que el término que usa para designar a algunos de sus
alumnos es el de suficiencia.
J.-A. M.: Usted se está ahí refiriendo a la sátira...
H. C.: Sí, la de 1957. Podemos leer en ella la terrible definición que Lacan da de los miembros de la IPA,
a saber: que son, en cierto modo, «operadores autosuficientes» y reproducen en forma de
reproducción casi mecánica el saber hacer, es decir, el manual: sabemos presionar los botones
correctos. Incluso si después hay una especie de relativización de este término, está dicho. Bueno,
Lacan utiliza el mismo término suficiencia para designar a algunos de sus alumnos dentro de su
Escuela Freudiana de París, la escuela de la rue de Lille, como decían. Recurre para nombrarlos al
término más severo que había empleado para referirse a los miembros de la IPA.
J.-A. M.: Uno de los textos que más me gusta de esta serie es «Exhorto a la Escuela», página 313 de los
Otros escritos. Es un texto que tiene solo dos páginas y donde Lacan explica a los miembros de la
Escuela Freudiana de París, antes de la votación, qué debe ser una Escuela, cómo hacerlo, etc. Se
dijo que lo que estaba haciendo era «un pesapersonas», y él respondió que estaban completamente
equivocados, incluso que decían lo contrario de lo que él había propuesto. ¿Cómo se accede al grado
más alto en las sociedades? Ocurría como en la medicina, se discutía entre quienes tenían el título. Se
decía: «Este lo hará bien». Luego, esa persona era promovida al grado superior; luego, se le pedía
que hiciese una presentación pública para verificar ese control. Se hacía mediante una discusión del
tipo: «Yo tomo el tuyo, tú tomas el mío», etc. En el nivel universitario superior, todavía ocurre de esa
manera.
Bueno, Lacan introdujo un sistema que rompió por completo con esta forma de hacer las cosas.
Hay que ver lo que fue, por ejemplo, para un Perrier, para personas que conocí alrededor de mis
veinte años. Iban a estar en la cima. No lo estaban en la época de Sacha Nacht, todavía eran jóvenes.
Pero allí, en 1969, iban a estar en la cima, y he aquí que Lacan destruyó su imagen. No negó su
título, pero inventó otro sistema para lograr ese título. Sintieron que iban a encontrarse con muchos
obstáculos. Desde este punto de vista, su carrera se vio afectada. Fue muy curioso, porque Perrier era
muy amable. Quiero decir que no fue alguien que aceptara todo, en absoluto. Simplemente tenía un
defecto: se identificaba con los momentos en los que Lacan buscaba sus palabras. Lacan acababa por
encontrarlas, mientras que Perrier no las encontraba, lo que producía un «lo que es de... lo que es
de..., ¡es que es!», pero no era alguien desagradable.
Lacan, por lo tanto, vio reproducirse lo mismo en su Escuela que antes en la IPA. Esto es lo que
podemos decir. Pero, por otro lado, los que fueron promovidos fueron verdaderamente made in
Lacan. ¿Por qué dijo: «Fundo, tan solo como siempre lo estuve»? Porque una quincena de años antes
ya recibimos documentos del grupo informal que se estaba creando. Del tipo: «Vamos a fundar», es
decir: «Vamos a fundar con Lacan». Pero dejó esto y dijo: «Fundo» y «tan solo como siempre lo
estuve». Lo tomaron como una bofetada. Hoy leemos eso, lo diseccionamos, pero en el contexto de
la época fue una bofetada.
Además, les dijo que iba a fabricar analistas made in Lacan. Ya podían ser made in Lacan, pero
eran del made in Lacan de la primera producción, no de la segunda. Eso es algo que contaba mucho.
Recuerdo que Solange Faladé —Faladé, que tenía un papel importante como tesorera de la Escuela y
me enseñó mucho sobre el medio para conocer este entorno— me comentó que Alice Stern le había
dicho una vez: «¡Si pudiéramos romper el molde de los alumnos de Lacan!». ¡Entonces ya no habrá
más! Fue Anne-Lise Stern, una gran figura en algunos aspectos, quien dijo eso. ¡Querían romper el
molde de los alumnos de Lacan para que fueran los últimos! Y Lacan quería hacer otros con otra
fórmula.
En 1967 yo no estaba demasiado próximo a Lacan. Asistía a su seminario, por supuesto, pero no
intervenía en los asuntos de la Escuela Freudiana de París. No seguía esos asuntos, pero, sin
embargo, pude ver que, pese a que la Proposición era excelente, era atacada desde todas partes. Y
también la atacaron en 1968 y después.
En 1967, se ha insistido mucho en ello, Lacan hizo su Proposición del 7 de octubre —su primera
versión, que publiqué en un número de Analytica que debe de estar en la biblioteca de la Escuela—,
y a la semana siguiente hubo la discusión; tengo su transcripción en alguna parte, una transcripción
que nadie tiene, donde están las mismas personas que hablan delante de los AE. Y los vemos
opinando. Entonces, a la semana siguiente Lacan pronunció el discurso en la Escuela Freudiana de
París. Fue muy comentado durante quince días; fue un discurso muy ideológico.
Lacan dijo que estaba muy contento de haber propuesto su sistema antes de Mayo del 68, pues
consideraba que daba cuenta del espíritu de dicho Mayo del 68. Pero era necesario esperar, porque
no fue hasta 1971 que la votación tuvo lugar. Lacan había decidido que todos los miembros de la
Escuela votaran: fue él quien había elegido el cuerpo electoral. Propuso su sistema ante el cuerpo
electoral de notables, los notables no lo quisieron, y bien, ¡cambió el cuerpo electoral! Sin embargo,
eso no fue tan fácilmente aceptado por todos los miembros de la Escuela, pues también estaban bajo
la influencia de sus jefes, los notables. Por lo tanto, Lacan inventó un sistema referencial inspirado en
Condorcet con excelentes argumentos, tomados del teorema de Arrow, para asegurar la mayoría. Fue
en enero de 1969, no queda tan lejos... Luego continuó causando revuelo, solo para finalmente
desanudarse en el momento de la disolución de la Escuela Freudiana de París. Hubo, por lo tanto,
una primera escisión en 1967; el Cuarto Grupo nació a partir de ahí. Valabrega, Piera Aulagnier y los
demás que no aceptaron el pase. Consideraron que era monstruoso, lo nunca visto. Piera Aulagnier
fue, sin embargo, una mujer distinguida e inteligente. La frecuenté un poco.
Esta tarde podemos hablar sobre El porvenir de una ilusión con Catherine...
C. L.-M.: No podré estar.
J.-A. M.: ¿En serio? Entonces quizá podría establecer el vínculo entre el Adresse, que es una pieza de
antología, y El porvenir de una ilusión, donde vemos a un Freud que se compromete.
C. L.-M.: Sí, tenemos aquí una hermosa demostración del analista comprometido. A eso me refería, me
quitó las palabras de la boca. Resume absolutamente este libro, que es un poco tortuoso y, en cierto
modo, bastante difícil de leer. Clotilde quizá tenga la misma opinión. Me divertí con el año cero
porque pensé que el inicio de su Seminario estaba en línea con el fin de semana de integración para
los recién llegados al movimiento La República en Marcha. Para el espíritu —¿o lo real?— de la
época hay muchos años cero...
J.-A. M.: Una vez que se ganó la elección de Macron, fui completamente indiferente a lo que sucedió
después. Fue el domingo de la primera vuelta que escribí «Campo Freudiano, año cero». Estaba
completamente en otra parte. Ellos viven su vida y, además, los jóvenes con Macron...
C. L.-M.: Precisamente, Macron también logró, de alguna manera, poner a los instalados del lado de los
suficientes y hacer que se fueran. Todavía es bastante sorprendente.
J.-A. M.: El hecho de que Macron se sostuviera en este momento en Paul Ricœur no es una buena cosa
para mí. Ricœur fue realmente un personaje horrible. Su libro, De la interpretación, es una verdadera
vergüenza. Lacan se lanzó contra él, hizo escribir a Michel Tort, que era un normalien y de mi
generación, y que, a pesar de su reputación de conocer a Lacan, no había brillado tanto durante el
seminario de Althusser sobre este tema —fui yo quien brilló—. Pero él había escrito, en Les Temps
Modernes, dos artículos sensacionales que son, en mi recuerdo, una extraordinaria demolición de
Ricœur. Desapareció un poco del medio y traté de recuperar su teléfono para pedirle que me
permitiera volver a publicar la forma en que había envuelto en llamas a Paul Ricœur. ¡Después de
eso, Ricœur se fue de Francia! Fue tan duro —también había un pequeño artículo de Valabrega en
Critique— que Ricœur se fue a Canadá; luego, finalmente, a Estados Unidos, a Chicago, donde
encontró un púlpito gestionado por jesuitas que lo abrigaron y que ahora está ocupado por Jean-Luc
Marion, el heredero de monseñor Lustiger. Yo pensé lo peor de este personaje —cuyo hijo, además,
era miembro de la Escuela Freudiana de París, aunque no tiene nada que ver con su padre—, pensé lo
peor de Paul Ricœur, y de repente me di cuenta de que era un petanista y que en el Stalag había
creado un círculo Pétain. ¡En fin, todo por complacer!
Bueno, el hecho de que Macron tenga esta adulación y esta recomendación es una disonancia
respecto a la cual uno se pregunta adónde lo llevará, como bien dice BHL en su editorial sobre la
abstención, que, en esta situación, él dice, es una disonancia.
LILIA MAHJOUB: Sí, para hacer eco de lo que dijo Catherine, está «Le Séminaire des 308». Y eso es lo
que dice la presidenta de La República en Marcha. Ella se expresó así ante los «308» en el salón de
baile de la Asamblea Nacional: «Tenemos que cambiar la política, tenemos que demostrar que puede
ser efectiva para el bien de todos y cada uno. Debemos mostrar que la política no es una cuestión de
postura, sino de compromiso de servicio a la nación, que está enraizada en lo real».
C. L.-M.: En El porvenir de una ilusión, Freud defiende el psicoanálisis de...
J.-A. M.: ¡Sigue siendo muy valiente!
C. L.-M.: ¡Por supuesto!
J.-A. M.: Valiente para enfrentarse al establishment religioso. ¿Quién está haciendo esto hoy? Michel
Onfray. No he leído sus consideraciones, pero, curiosamente, ellos parecen tomárselas muy bien.
Hasta es muy popular entre los católicos oficiales. Christine Boutin y los demás quieren a Michel
Onfray porque suponen...
A. L.-Q.: ¡Porque destruye a los herejes!
J.-A. M.: ¿Él derriba a los herejes?
A. L.-Q.: Parece. Freud, Nietzsche... ¡Los católicos no los pueden soportar!
J.-A. M.: Los católicos oficiales. Pero todavía hay católicos no oficiales que tienen otros puntos de vista.
No debemos olvidar que, en esta época, los religiosos giran en torno al psicoanálisis para ver qué
pueden hacer con él. Hay alguien en el Vaticano que está muy en contra. Creo que es Francesca
Biaggi quien escribió sobre esto, ¿verdad?
FRANCESCA BIAGGI: En aquel momento estaban en contra. Pero ahora le ponen algo de color...
J.-A. M.: ¡Sí, entonces! No estamos hablando de ahora. Ahora están dentro.
F. B.: Antes eran enemigos del psicoanálisis.
CINZIA CROZALI: Sí, estoy de acuerdo con Francesca. Antes, en la época de Freud, y especialmente con
Edouard Weiss, quien había introducido el psicoanálisis en Italia, el Vaticano envió a Gemelli para
verificar si el psicoanálisis era malo o bueno. El Vaticano aisló y condenó a Weiss. Se fue a América
por otras razones, pero tuvo que dejar Trieste e ir a Roma. Hubo mucha hostilidad contra él por parte
de la Iglesia y el Vaticano, especialmente del rector de la Universidad Católica de Milán, que
escribió contra el psicoanálisis.
J.-A. M.: Luego, por segunda vez, en un segundo momento, el psicoanálisis ocupó su lugar —incluso a
través de las maniobras de inmigrantes censurados por Lacan, pero que, sin embargo, le dieron al
psicoanálisis un lugar ineliminable––; por lo tanto, el objetivo del flanco móvil de la Iglesia fue
infiltrarse en el psicoanálisis y atraerlo hacia ella, teniendo a Lacan como su caballo de Troya. El
resultado fue que doce jesuitas, ni uno menos, ingresaron en la Escuela Freudiana de París. ¡Doce
jesuitas! ¡Ves la masa intelectual del trabajo y la astucia que representa! ¡Qué inversión tan
extraordinaria! Y también con la idea de que Lacan, el autor del Informe de Roma, tenía que
encontrarse con el papa. Louis Beirnaert le había enviado al papa una copia de los Escritos dedicada
por Lacan, a quien hizo ver que podría tener un encuentro con el pontífice. Fue una inversión masiva.
Lacan fue considerado el caballo de Troya para cristianizar el psicoanálisis. El psicoanálisis siguió
siendo una ciencia judía y se necesitaba un Lacan, es decir, alguien que había estado en las mejores
escuelas y en el colegio Stanislas —que, por cierto, todavía existe en la rue Montparnasse y está
dirigido por los hermanos maristas—, alguien, por lo tanto, que en su juventud se había entregado un
poco al maurrasismo —lo que va muy bien en un currículum—, y que desafortunadamente se casó
con una judía rumana —nadie es perfecto—. El que fue designado para dirigir todo esto fue el
principito Michel de Certeau. No estoy inventando nada, lo cuenta un libro: surgió la idea de una
conexión católica en el tronco judaico del psicoanálisis.
Entonces, podemos considerar que el que destruyó todo eso, quien desvió a Lacan del camino
correcto, fue el pequeño lógico judío, que no cree en nada, ateo. Esta es la tesis de la que Roudinesco
se hizo eco. Ella misma fue la portavoz de estos círculos. Me apresuro a decir que, si en algún
momento hablé de Frege, fue porque Lacan me lo pidió. Pensó que me convenía, ya que estaba
estudiando lógica matemática, ¡pero no fui yo quien le dijo que dejara todas esas antiguallas!
En cierto modo, Lacan extrajo las consecuencias de la traición de los demás. Por ejemplo, cuando
les dijo que nunca tendrían el Seminario sobre los Nombres del Padre: se acabó, ¡no voy a leer la
Biblia para ustedes! Este seminario se basaba en una lectura de la Biblia. Vi algunas fichas que
Lacan había hecho y que todavía estaban en su escritorio cuando lo conocí. En 1964, en
Guitrancourt, todavía había archivos sobre los Nombres del Padre. Eran ilegibles, pero se podía ver
que eran una referencia al Génesis, etc. Bueno, ¡Lacan les dijo que no! Y comenzó con el tema de la
Escuela Normal, a saber: ¿el psicoanálisis es una ciencia o no? Estas preguntas epistemológicas
surgieron alrededor de Althusser y Canguilhem. Así que hubo este giro, pero incluso aquellos que
siguieron a Lacan en ese momento sufrieron por no poder ir con la IPA al mismo tiempo. Al final,
terminaron allí. Terminaron allí con el Cuarto Grupo.
A. L.-Q.: Hay una parte de toda esta historia que hay que rehacer, pero lo que se ve simplemente es que
hay un trauma permanente, que es el de tener que elegir todo el tiempo. Si dejamos de elegir, nos
encontramos donde no queríamos ir la primera vez.
J.-A. M.: Esto es, en última instancia, lo que inspira nuestra reunión, porque, cuando Lacan habla de
«elección forzada», es que, si no quieres elegir, lo pierdes todo.
A. L.-Q.: Todavía hay un lado del trauma, porque no hay otra opción. Esta elección debe hacerse.
C. L.-M.: Recuerdo un artículo que asustó a la Iglesia. Lo que los asustó sobre todo fue la dimensión
privada de la cura analítica. No tanto el discurso analítico, sino el hecho de que hay alguien a quien
debemos decir todo, como en la confesión. De ahí la sensación de tener allí, con el psicoanálisis, algo
que sería movilizador e íntimo al mismo tiempo.
J.-A. M.: ¡Tenían razón! Observamos, de hecho, que el tipo de cohesión que tenemos es muy especial.
Los académicos mantienen relaciones del tipo: «Dame tu trabajo, leeré tu trabajo, te doy tu trabajo,
tomo nota de tu trabajo y, en ocasiones, te invito a leer algunos libros si soy generoso o si no necesito
leer hoy», etc. Recurro un poco a la caricatura, pero los académicos son así. En cuanto a los
escritores, de los cuales tengo referencias de Nathalie Georges, siguen siendo artesanos. Se meten
por la mañana en su escritorio —Nathalie me lo describió muy bien— y escriben sus líneas, etc. Con
respecto al tipo de cohesión que representamos, entendemos que se sientan amenazados. Con
nosotros, se trata de líneas cruzadas, personas que son analizadas o controladas, toda una red de
densidad extraordinaria durante décadas, y a veces durante varias generaciones, de madres a hijas,
etc. Lacan tenía toda la razón: crea un vínculo social, un vínculo social basado en prácticas que quizá
son dudosas e inéditas en la historia, o que, tal vez, se asemejan a lo que podría haber ocurrido en las
escuelas griegas de la Antigüedad, aunque no sabemos exactamente cómo funcionaron.
Una cohesión de un tipo especial, por lo tanto. Los jesuitas ciertamente entendieron esto
enseguida, mucho antes que nosotros. Probablemente esperaban que desapareciera. El psicoanálisis
ha resistido sobre todo en países no católicos: Estados Unidos, Inglaterra, etc. Y luego se convirtió en
un hecho de civilización. Mientras tanto, hay todo un sector de la sociedad católica donde los
católicos analizan a los católicos. La idea de Lacan era bastante diferente. Como la comunidad judía
más grande de Francia se encuentra en Estrasburgo, envió al único árabe musulmán que tuvo a mano,
y funcionó muy bien. Es otra concepción. Obviamente, entre los jesuitas, la idea era que los católicos
analizaran a los católicos. Al principio, fueron los judíos quienes analizaron a los judíos, ya que solo
ellos estaban interesados en el psicoanálisis. Pero luego se mezclaron más.
Sí, ¿quiere decir algo más?
C. L.-M.: En la medida en que el oponente que Freud imagina en su libro es el pastor Oskar Pfister, me
parece que el desafío de la época para Freud era la cuestión de la educación: educar a las masas, a las
multitudes, no como lo hacen los religiosos, sino con la idea del psicoanálisis. Sin estar totalmente de
acuerdo con Pfister y su pedagogía analítica, que no comprendí lo suficiente —no me informé
bastante—, se percibe que es un diálogo sobre eso, sobre esta cuestión fundamental, y que este libro
de Freud es, por lo tanto, realmente un texto político. Freud quiere cuestionar la raíz de un cierto
modo de educación. Para él, la comprensión y la razón están del lado del psicoanálisis y en contra de
la ficción y la oscuridad de lo no demostrable.
J.-A. M.: ¡Pero Pfister es un pastor! En ese momento todavía no teníamos a los curas. Hoy están
poderosamente presentes en el psicoanálisis.
C. L.-M.: Freud dejó claro que no quería un sacerdote como psicoanalista.
J.-A. M.: Sí.
C. L.-M.: Dijo que no es esencial que los psicoanalistas fuesen médicos, pero que no deberían ser
sacerdotes. ¿Habría que matizar esto...?
J.-A. M.: Hay que ver lo que significa adoptar esa posición en un momento en que el establishment
religioso era mucho más poderoso que ahora. Fue realmente una postura de lucha, incluso si El
porvenir de una ilusión no es, por supuesto, el «¡Aplasta al infame!». Pero no hablemos del coraje de
Voltaire..., siempre me sorprende. Afortunadamente, fue defendido por la alta aristocracia libertina y
otros. Era una época en que la Iglesia era verdaderamente retrógrada y vengativa, y Voltaire sigue
siendo absolutamente admirable. Sin embargo, se había establecido en una punta del territorio para
poder desaparecer de inmediato. Admiro eso.
Bueno, no hemos perdido nuestro tiempo. Reanudamos a las tres en punto de la tarde.
EL ORÁCULO DE LAUTRÉAMONT

Para comenzar, contamos con un retrato de Lautréamont que debemos al arte


y la generosidad de Paz Corona, que ya nos ha dado a ver a Eva Perón y a
Pasolini. Esto me permite hablar bajo el amparo de Isidore Ducasse, el conde
de Lautréamont. Tal vez debamos quitarle su envoltorio a este retrato... ¡Ah,
pero aún hay más! No sé cómo podremos mostrarlos, cómo vamos a
colgarlos... Bueno, lo haremos así, no hay problema. ¡Vaya!, también hay un
retrato de Joyce. ¡Esta es la serie! No sé si habrá suficientes ganchos para
todos los retratos. Y este, ¿quién es? ¿Shakespeare?1
Bueno, estamos, esta tarde, en «Poesía y política». Ustedes saben que me
encontré repitiendo la famosa frase de Lautréamont, esa frase que, por cierto,
gustaba tanto a los comunistas: «La poesía debe ser hecha por todos, no por
uno».2 Y yo había dicho: «La política debe ser hecha por todos, no por uno».
Como esta cita es un poco rápida, fui a ver el contexto y observé que era más
complejo. Al mismo tiempo, cuanto más lo pensaba, más me decía que esto
era una cuestión absolutamente fundamental, aunque pueda parecer barroca a
primera vista.
La cuestión fundamental de la poesía es, por supuesto, la política, y esto
por una razón muy simple, a saber: que la poesía —no compliquemos— es la
lengua, una relación electiva y fundamental con la lengua, con una de las
lenguas de Babel. La poesía está estrictamente relacionada con una lengua.
Su traducción plantea cuestiones especialmente agudas. He evocado ya Babel
a propósito de una frase de Lacan. Me recordó la importancia del pasaje de
una lengua a otra en el esoterismo y también en Dante, al principio de su De
vulgari eloquentia. La poesía siempre está conectada a una de las lenguas de
Babel y, por lo tanto, también está vinculada —no creo que sea un salto decir
esto— al espíritu de un pueblo, a las personas que hablan esa lengua, al
pueblo que habita esa lengua, si hablamos como el gran Martin.
En la poesía hay una relación con el pueblo, e incluso una relación con el
poder. Basta escribir en el tablero de la línea superior del discurso del amo:
S1-S2. Si S1 es el significante del poder, el significante amo llama entonces a
un segundo significante que le dará el sentido que necesita.
Línea superior del discurso del amo:
S1 ➔ S2
No hay ningún ejemplo en la historia del mundo, en la historia de la
humanidad, en la especie humana, de que el poder haya olvidado servirse de
los que tenían el arte del significante. Así que, históricamente, el poder o el
significante amo ha tenido necesidad de que se le celebre, de dar a luz a este
efecto de significación (S2): «Eres grande, eres fuerte, eres lo que hay que ser
para y por los servidores del significante S2 ».
Esta es la forma del elogio, la forma que, al menos antes de los tiempos
modernos, convirtió a los poetas en los mercenarios del poder. Pensemos en
Atenas y en Roma. La Eneida es un poema político de principio a fin. Se dice
que Virgilio murió al final porque Augusto no hizo lo que tenía que hacer. La
relación con el poder es una constante del ejercicio poético.
No hay duda de que hay una ruptura con los tiempos modernos, cuando el
poeta refuta este ejercicio, mediante el cual está determinado por el discurso
mismo, aunque solo sea, como dice Lacan, para impugnarlo. Tenemos
entonces al poeta maldito, al poeta en desacuerdo, al poeta que se inscribe
como rebelde al discurso del amo, pero que se relaciona estrechamente con
él.
Eso es lo que quería decir como introducción. Después de haber quedado
asombrado o al menos tocado, sorprendido por poesía y política, no solo me
di cuenta de que había ejemplos, sino también de que la relación con el
discurso del amo era consustancial a la poesía. La poesía no es consustancial
al discurso de la universidad, aunque Joyce dijo que había escrito para dar
trescientos años de trabajo a los universitarios —Lacan lo señaló—. El dicho
de Joyce deriva de ello.

LAUTRÉAMONT

Entonces, ¿Lautréamont? Bueno, él no se las da de rebelde. Me sumergí en


las Actas de un coloquio de Cerisy sobre Lautréamont y Rimbaud. Rose-
Marie Bognar, siempre ella, ha tenido la amabilidad de fotocopiarme los
textos en una biblioteca. Diré que es un trabajo muy completo, con mucha
discusión, en el que nadie entiende exactamente cuál es el lugar de
enunciación de Lautréamont. No se sabe si se está de broma, si se está a favor
o en contra, o ambas cosas a la vez. Es un caos, pero tengo la intención de
encontrar el camino un poco más tarde, ya que, leyendo estos artículos solo
una vez y en diagonal, no podemos llegar a ninguna conclusión. Me he fiado
de mi primera y rápida lectura.
Tenemos, en el Lautréamont de las Poesías o en el Lautréamont de los
Cantos, a un poeta que se afirma como maestro. Podría decir que no conozco
otros poetas que se afirmen tanto como él. No obstante, cualquier objeción
por vuestra parte es bienvenida. Es la ventaja de lo que llamamos un
seminario donde asocio sin freno.
En un momento dado, Lautréamont nos dice que es natural, después de
haber leído a Racine y a Corneille, el leer a Descartes o a sus equivalentes.
Para él es muy natural. Por el contrario, nada menos natural tras haber leído a
Victor Hugo que leer a Taine o a Biéchy y su Tratado sobre la inducción.
Con esto quiere decir que, en los tiempos modernos, los poetas no están al
nivel de los científicos, no están al nivel del ejercicio racional. Según
Lautréamont, fue al contrario en el siglo XVII, donde había congruencia entre
el espíritu científico y el espíritu poético; una congruencia que luego se
rompe en los tiempos modernos, a saber: que los románticos eran «grandes
cabezas fofas» —famosa frase de Lautréamont dirigida a todo el mundo,
también a los «grandes dolientes del romanticismo»—. Lautréamont no
quiere oír hablar de eso, les opone Biéchy y su Tratado sobre la inducción,
texto que he encargado y que tardará en llegar.
Este Biéchy hace de todo, entre otras cosas habló de las leyes de la
inducción lógica y también de la inteligencia, obra que ya había visto una vez
en una biblioteca y que he pedido. Es un tratado sintético sobre las facultades
del conocimiento, como se hacía a finales del siglo XIX. Incluye a todos los
grandes psicólogos del siglo XIX, que están allí condensados. Bueno, todo
esto para Lautréamont es el ejercicio de la razón, esta razón que él valoriza
respecto al lloriqueo de los románticos.
Lo he confirmado en un pasaje de Lautréamont de Los cantos de Maldoror.
Es una referencia incluida en uno de los artículos de Cerisy y que demuestra
que realmente estamos tratando con un hiperamo. Se trata de la tercera
estrofa del canto V, donde Lautréamont se opone furiosamente a lo que llama
«el aniquilamiento intermitente de las facultades humanas». La destrucción es
dormir, y dormir es para él una desposesión:
«El aniquilamiento intermitente de las facultades humanas, cualquiera sea
la opinión de vuestro pensamiento, no es un mero conjunto de palabras [...].
No sé qué es la risa, lo confieso, ya que jamás la he experimentado en mí
mismo [...]. Hace ya más de treinta años que no duermo. Desde el indecible
día de mi nacimiento, he consagrado un odio irreconciliable a los tablones
somníferos». No quiere dormir. Esto fue previsto por Lacan, ¿no es así? En
un momento dado, el neurótico obsesivo no quiere cerrar los ojos y cree que
trabajará sin dormir. Es un caso muy grave —lo conozco—.
«Soy yo quien lo ha querido: que no se culpe a nadie [...]. ¿Notáis en mi
frente esa pálida corona? La tenacidad la tejió con sus dedos descarnados. En
tanto que un resto de savia abrasadora corra por mis huesos como un torrente
de metal fundido, no dormiré». Esto es lo que dijo Maldoror. Obviamente,
hay muchas caras de Maldoror, pero esta es la que me parece ser congruente
con las Poesías.
«Sin embargo, me sucede a veces que sueño, pero sin perder ni en un solo
instante el vivo sentimiento de mi personalidad y la libre facultad de
moverme [...]. Enemigo temible de mi alma imprudente, a la hora en que se
enciende un farol en la costa, prohíbo a mis infortunadas costillas que
reposen sobre el rocío de la hierba. Triunfador, rechazo las emboscadas de la
hipócrita adormidera [...]. Tan impenetrable como los gigantes, he vivido
siempre con los ojos abiertos de par en par». ¡Esto es una cosa...!
«Por lo menos está comprobado que durante el día todos pueden oponer
una resistencia efectiva al Gran Objeto Exterior (¿quién no conoce su
nombre?)». Aquí la hipótesis es Dios.
«Pues entonces la voluntad cuida de su propia defensa con notable
tenacidad». Verdaderamente, en su voluntad, se tensa contra el Otro.
«Pero en el instante en que el velo de los vapores nocturnos se esparce
hasta sobre los condenados que están por colgar, ¡oh!, ver su intelecto entre
las sacrílegas manos de un extranjero. Un escalpelo implacable explora la
densa maleza. La conciencia exhala un prolongado estertor de maldición,
pues el velo de su pudor sufre crueles desgarraduras. [Habla del sueño.]
¡Humillación!, nuestra puerta permanece abierta para la curiosidad feroz del
Celestial Bandido». Califica a Dios de Celestial Bandido, ¡es increíble!,
nunca había visto algo así.
«No merecí ese suplicio infame, tú, espía horroroso de mi causalidad. Si
existo, no soy otro. No admito en mí esa equívoca pluralidad. Quiero ser el
único habitante de mi íntimo razonamiento». Si esto no es estar identificado
con el significante amo, no sé lo que es.
«La autonomía... o si no, que me transformen en un hipopótamo. Abísmate
en la tierra, ¡oh, estigma anónimo!, y no reaparezcas ante mi furibunda
indignación. Mi subjetividad y el Creador: demasiadas cosas para un cerebro.
[...] Cuando la noche vuelve oscuro el transcurrir de las horas [...]. El cuerpo
es solo un cadáver que respira. Y os ruego observar que las sábanas no son en
definitiva sino sudarios. Aquí tenéis el pebetero donde arde el incienso de las
religiones». He ahí el origen de las religiones visto por Lautréamont, es
profundo.
«La eternidad que brama como un mar distante, se aproxima a grandes
pasos. La vivienda ha desaparecido: ¡prosternaos, humanos, en la capilla
ardiente! [...] No miréis mis ojos que nunca se cierran [...]. No bien la noche
exhorta a los humanos al reposo, un hombre que conozco camina a grandes
pasos por el campo. Temo que mi decisión sucumba a los embates de la
vejez. ¡Ojalá llegue ese día fatal en que he de dormir! Al despertar, mi navaja
de afeitar, fraguándose paso a través del cuello probará que nada era,
efectivamente, más real».3
Esta es la tercera estrofa del canto V de Los cantos de Maldoror. He leído
las Poesías sobre el fondo de esta tercera estrofa del canto V, es decir, como
la afirmación de un poeta que no está al servicio del significante amo, sino
que es el significante amo. Eso me parece único.
Habría que entrar en los detalles de la promoción de Lautréamont por los
surrealistas, que interpretaron a Isidore Ducasse contra Mallarmé. Mallarmé,
promovido por la generación anterior, por Valéry, por los simbolistas; y
Lautréamont, promovido por los surrealistas. Pero no estoy seguro de que se
trate de este Lautréamont. Está Emilie Champenois, que investiga el tema y
tal vez podría decirnos cuál es el Lautréamont surrealista. ¿No se planteó la
cuestión? Bueno, se va a plantear.
También está Francis Ponge. Concede un lugar a Lautréamont en su My
Creative Method. Hay en la gran recopilación de Ponge un pasaje sobre
Lautréamont. El libro quedó en la rue d’Assas, no lo traje. De todos modos,
no podemos decir todo y leer todo.
Sobre el fondo de la tercera estrofa escucho: «Nada más natural que leer el
Discurso del método después de haber leído Berenice. Nada menos natural
que leer el Tratado sobre la inducción de Biéchy, El problema del mal de
Naville, después de haber leído las Hojas de otoño, las Contemplaciones».4
Una disyunción, por lo tanto, se llevó a cabo en los tiempos modernos. Ese es
el punto de partida.

JAMES JOYCE

Ahora tenemos muchas consideraciones que hacer sobre los poetas de


diferentes lenguas. Tal vez el señor Olivier Litvine, que es nuestro invitado,
gracias por estar aquí, podría decirnos algo acerca de Joyce...
OLIVIER LITVINE: Le agradezco infinitamente, querido Jacques-Alain, por invitarme aquí en París,
donde estoy de vacaciones, ya que soy director de la Alianza Francesa de Pondichéry y, durante mi
tiempo libre, a veces se me ocurre traducir un poco de poesía. Traduje Música de cámara de James
Joyce, y este libro llegó a las manos de JacquesAlain, que tuvo la amabilidad de invitarme. Así que
escribí para esta ocasión un texto que no tiene ninguna pretensión real, pero podría plantearnos
algunas preguntas acerca de la relación entre la poesía y la política en Joyce.
¿Poesía en Joyce? Aunque no fuera más que por la forma tradicional o canónica de Música de
cámara, se trata, de hecho, de poesía: verso, cuartetos, décimas, etc. Sin embargo, creo que la poesía,
en Joyce, reside en la prosa. Es realmente difícil encontrar una prosa tan poética. Pienso, por
ejemplo, en el final de ese relato que se llama «Los muertos», que ustedes conocen, donde hay algo
que es verdaderamente del orden de una pulsación poética y se presta a ser declamado. También creo
que sucede lo mismo en un gran número de pasajes del Retrato del artista adolescente. Todo esto
pertenece a la poesía y a la ruptura de la lengua.
Creo que es mejor tomar a Joyce como un todo y partir de una doble constatación. Primera
constatación: como señala Mark C. Conner, autor de la introducción de este libro5 —que es un
universitario estadounidense y un especialista en la poesía de Joyce, sobre todo de Música de
cámara, y también de algunos poemas dispersos, poemas de juventud, poemas en italiano—, Joyce
es un poeta con un formidable competidor como William Butler Yeats, y es necesario situarse en lo
que era Irlanda en el siglo XIX, principios de XX: una nación que acaba de experimentar la mayor
hemorragia de su historia. Este país tenía ocho millones de personas en 1845, y solo cuatro millones
de habitantes a principios del siglo siguiente. Esto fue lo que se llamó la Gran Hambruna: alrededor
de un millón de muertos y dos millones de emigrantes, una verdadera hemorragia. En ese momento,
Irlanda es un país que cojea, un pequeño país cuya capital, Dublín, es un pueblo. Decía que con un
gigante como William Butler Yeats, que es a la vez el poeta y el maestro, Joyce se da cuenta de que
su genio no reside en hacer poemas tal como se entiende habitualmente por tales. Así que tenemos
esta primera constatación.
La segunda constatación acerca de poesía y política es que muchos revolucionarios irlandeses eran
poetas. Entre los dieciséis insurgentes de 1916, había tres poetas, tres poetas publicados. Por
ejemplo, Patrick Pearce, que a veces escribió en inglés, pero sobre todo en irlandés. Fue el primer
presidente de una república efímera que duró una semana.
J.-A. M.: La defensa de la lengua era en sí misma una gran causa política.
O. L.: ¡Completamente! Pero es precisamente aquí donde Joyce no está de acuerdo. La renovación de la
lengua irlandesa es, efectivamente, fundamental, y por lo tanto la relación de poesía y política.
Estaba además Gerard Manley Hopkins, también un gran poeta. Era, además, académico de la
Universidad de Dublín. Joyce frecuentaba esta universidad y lo tuvo como profesor. Y el tercero es
el conde Joseph Mary Plunkett.
J.-A. M.: ¿Cree usted en la idea de que Joyce quería vengarse del inglés, destruirlo en Finnegans Wake.
O. L.: ¡Destruirlo no! Creo que quería hacerlo explotar desde el interior para reconstruirlo mejor en
lengua joyceana. Eso no es destruir. Lo que explico en mi pequeño texto es que Joyce pasa por todas
las etapas. Demuestra al principio a todo el mundo que tiene un dominio total de la lengua inglesa.
Ustedes saben que en Retrato del artista adolescente un profesor subraya que Stephen habla un
inglés curioso, un inglés raro porque él es irlandés. Joyce quiere apropiarse del inglés, pero a veces
hay calcos reales del irlandés en la lengua inglesa. Por ejemplo, usted debe de haber sufrido, como
todos en el aprendizaje del inglés, con el pasado inmediato: «Acabo de hacer algo»: «I have just done
this». Ningún irlandés, en todo caso del sur, diría eso. Aquí, Joyce va a calcar su sintaxis sobre la
irlandesa y dirá: «I have after doing this».
Hay entonces en él una voluntad de dominio, y después, una toma de conciencia de la alteridad y
de su propia manera de utilizar la lengua inglesa, tomarla y apropiársela, de restablecerla. A
continuación, hay una subversión, ¡pero no una destrucción! Explota, sí, el léxico, y en menor
medida la sintaxis. Realmente explota el léxico por completo. Creo que era su proyecto.
En relación con lo que nos ocupa, hay un poema de Música de cámara que voy a leer primero en
inglés, porque creo que es muy elocuente. Es el poema número 21.6 Mi traducción en francés no es
quizá la que tienen ustedes, pero el inglés es el mismo.

He who hath glory lost, nor hath


Found any soul to fellow his,
Among his foes in scorn and wrath
Holding to ancient nobleness,
That high unconsortable one
His love is his companion.

Traduje así:
Celui que la gloire a déserté
Qui n’a point trouvé d’âme pour le suivre,
Qui n’a que mépris et colère pour ses ennemis
Et ne jure que par l’ancienne noblesse,
Celui-là solitaire considérable
A son amour pour compagnon.

J.-A. M.: Hay un neologismo, según lo que me dijo...


O. L.: ¡Sí, en efecto! Hay un neologismo.
J.-A. M.: Me preguntaba quién es el que «found any soul to fellow his», »... no haya encontrado un alma
que a la suya se aviniese». Fellow es un compañero, un amigo, pero como verbo, no sé. Esta es, al
parecer, una creación de Joyce.
O. L.: No, no creo.
J.-A. M.: ¿Fellow es un verbo que existe?
O. L.: No sé si existe, pero...
J.-A. M.: Pero se comprende.
O. L.: Sí, se comprende muy bien.
J.-A. M.: Usted escribió: le suivre, y yo he traducido como si se tratara de follow.
O. L.: Sí, fellow y follow son muy próximos. Pero con fellow, «un compañero», uno está, por así decirlo,
en igualdad de condiciones. Mientras que follow, «seguir», implica que hay alguien delante, el amo.
J.-A. M.: Hay una especie de amo desolado, un amo al que la gloria ha abandonado, sin nadie para hacer
amistad con él. Si uno traduce to fellow de esa manera, tenemos un amo desolado que jura por la
antigua nobleza, un lado...
O. L.: Aristocrático.
J.-A. M.: Como en La leyenda de los siglos, un noble acabado. «Celui-là, solitaire considérable», traduce
usted. Hay un eco del «notable caminante» que Mallarmé infligía a Rimbaud. El poema termina así:
«Celui-là, solitaire considérable / A son amour pour compagnon». Aquí, ni siquiera sabemos si es la
persona o si se trata de...
O. L.: ¡Es la poesía!
J.-A. M.: ¡Eso es!
O. L.: ¡Sí! El amor, el amor, ¡el amor del gesto poético! Como anécdota, observamos que este poema 21
fue el último en ser escrito para Música de cámara.
J.-A. M.: Se publica en el medio de la colección, pero cronológicamente es el último que fue escrito.
O. L.: Sí. También he de decir que Joyce tenía problemas con sus compañeros, «fellows». Especialmente
con Oliver St. John Gogarty, que era un hombre de letras de la época y que no dejó gran cosa de
imperecedero. Usted sabe que Joyce era extremadamente celoso y que había caído en una trampa. A
los ingleses y a los irlandeses les gustan las pequeñas bromas entre amigos... Bueno, durante su
última estancia en Irlanda —que es anterior a la composición de este poema 21— Joyce creyó que su
amada esposa le había sido infiel con otro poeta irlandés. Digo esto porque se puede observar en
Joyce cierto rechazo de Irlanda. Es un lugar en el que no puede crear, ya que la Iglesia católica
irlandesa es omnipresente, ¡una capa de plomo! No sé si nosotros podemos sentirlo, no tenemos esa
experiencia, tanto mejor. Pero nuestros amigos italianos lo saben bien. ¡La Iglesia irlandesa está en
todas partes! Y también es anticivilizadora. Entonces, enseguida está el exilio de Joyce, el exilio
fuera del país, lejos de sus amigos, con quienes no mantendrá casi ningún contacto, a diferencia de
Beckett, que sí continuó.
El último verso de este poema, «His love is his companion», es la forma de Joyce de decir: «No
formo parte de este círculo o este anticírculo de poetas, de estos poetas que se dicen poetas, creo en
la creación, la creatividad, sin tener en cuenta la afirmación del nacionalismo irlandés. Ya no formo
parte, pero yo soy el creador y, como creador, afirmo en voz alta el amor por la poesía». Por la
poesía y por su esposa. Ella también lo había seguido, casi a escondidas, porque Joyce ni siquiera
había dicho a sus padres que dejaba Irlanda con su pareja. Además, no estaban casados. Vivieron en
unión libre durante varias décadas y se casaron más adelante. ¡¿Se imaginan lo que podría
representar para la época?!
El viático de la última línea es, pues —lo veo muy bien—, la persona y también la poesía. A partir
de ahí hay una declaración de independencia de Joyce: «Ya no soy irlandés y, sin embargo, lo soy, lo
soy más que nunca». Tenemos a la vez fue un «ya no soy» y un «soy más».
J.-A. M.: Lo que me impactó en este poema —que, por otra parte, es distinguido por el autor del prefacio
y que es lo que me impulsó a pedirle que viniese— es que hay una especie de desdichado, como el
título del poema de Nerval, es decir, alguien que es...
O. L.: Un desconsolado solitario.
J.-A. M.: ¡Eso es! «El viudo, el desconsolado»...
O. L.: Y solitario.
J.-A. M.: Sí, ¡no es un viudo! No es viudo, pero en todos los poemas de Música de cámara que ha
traducido está presente la figura de la compañera, de la mujer, que siempre evoca: «¡Ah!, vamos a
estar juntos en el valle; toco tu seno; caminemos juntos», etc. Pero en ningún momento aparece lo
que va a surgir más tarde; es decir, Nora como el intermediario hacia la profundidad de Irlanda.
Tengo anotado un pasaje de una carta, por desgracia sin el año de referencia, donde Joyce escribió a
Nora: «Llévame a las profundidades de tu alma [aquí hay Música de cámara] y me convertiré en
verdad, el poeta de mi raza». Hay allí una báscula que no está en Música de cámara, esta báscula por
la que, a través de la mujer, Joyce se convierte en lo que debe ser, es decir, el poeta de la raza. En
Retrato del artista adolescente dice exactamente: «Salgo [...] a forjar en la fragua de mi espíritu la
conciencia increada de mi raza».7 ¿Espíritu o conciencia? No sé cuál es la palabra en inglés...
O. L.: Consciousness, conciencia.
J.-A. M.: ¿Hay un momento en que la mujer se haya convertido, no voy a decir en lo que fue para Dante,
pero, por ejemplo, la mediadora hacia la verdad de la lengua, la verdad del pueblo.
O. L.: Muy probablemente, y también porque es su única compañía. Nora es su única compañera. De sus
años en Trieste, Joyce no retendrá más que una amistad preciosa, la de Italo Svevo, seudónimo de
Ettore Schmitz, que fue uno de sus alumnos de la escuela Berlitz de Trieste y que es la persona sobre
la cual construir, forjar.
J.-A. M.: Carole, ¿usted se había interesado en las cartas a Nora?
CAROLE DEWAMBRECHIES-LA SAGNA: Sí, mucho. En las páginas que me pidió comentar del Seminario
de Lacan sobre Joyce, hay una frase que me intrigó. Dice que Joyce tenía con su mujer una extraña
relación sexual: «No solamente es preciso que le vaya como un guante, sino también que le ajuste
[serre] como un guante». Esto me chocó, y me sumergí en la correspondencia... imposible de
encontrar. Entonces hice el esfuerzo de dirigirme a Jacques Aubert, en Lyon, y le hice una llamada.
Jacques Aubert la encontró en un minuto —yo buscaba desde hacía dos meses— y me dijo: «Voilà,
me habría gustado transmitirla a Jacques-Alain Miller, pero te la doy, puedes transmitírsela».
Esta frase forma parte de un fragmento suprimido de Exiliados, está publicado en la Pléiade como
un fragmento omitido que no apareció en la edición original. El personaje que representa a Joyce
dice, hablando con el protagonista, que escribe en una habitación, ante un espejo, con su mujer a su
espalda sobre una cama, y ella le lee algunas obras que él le ha dado. Es la condición que a él le
permite escribir.
Y hay algo que no recuerdo ahora sobre que él crea el futuro al mismo tiempo que crea a su mujer.
Dice esto, al mismo tiempo... es algo muy hermoso que está muy próximo a lo que usted dice.
J.-A. M.: ¿Esto es lo que Lacan traduce como «es preciso que le vaya como un guante».
C. D-L.: No, el protagonista le pregunta: «¿Qué es ella para ti?», y él dice: «No lo sé, me hubiera gustado
tenerla en mi guante». A continuación, habla de su escritura, que lleva como su reloj, tan necesario
como su guante. Hay una topología muy interesante en este pasaje de Exiliados que Lacan subraya
en tres palabras.
J.-A. M.: No tenemos a nadie que nos diga la referencia de la visión mística que he mencionado, la del
bosque eterno con la serpiente. Tiene que ser en algún lugar de Jacob Böehme. ¡Pero no voy a
zamparme todo Jacob Böehme por eso.
O. L.: Es muy interesante para tratar el tema «Joyce y la política», que para él es, obviamente, la
cuestión del exilio.

GENNADY GOR

J.-A. M.: Tal vez podríamos cambiar a otra hambruna. Usted habló de la gran hambruna irlandesa, y
ahora tenemos la hambruna del sitio de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial, la terrible
hambruna de Leningrado, con episodios de canibalismo —no hace tanto tiempo—, y de la que nos
habla un poeta llamado Gennady Gor, un poeta ruso. Nathalie Georges nos lo presentará. En su
colección de poemas titulada Blocus, surge una poesía absolutamente singular que no se encuentra en
ninguna antología rusa y que no ha tenido un gran eco en Francia. ¡Se necesitaba a Nathalie Georges
para descubrirlo! Creo que nadie aquí ha leído este libro de poemas, que fue escrito durante la
hambruna de Leningrado. Tengo el último ejemplar, parece que parisino, siempre gracias a Rose-
Marie. No he tenido tiempo de leerlo todo, pero lo que he leído es duro, ¡muy duro! Con un
vocabulario extremadamente simple, concreto, muy concreto.
NATHALIE GEORGES: Sí, pensé que era ir de una hambruna a otra, y de un asedio a otro, ya que
Lautréamont murió justo antes del sitio de París. Tenemos una condición o una situación extrema de
la modernidad. Todavía no he entendido del todo por qué le hablé de este poeta a bocajarro, pero...
J.-A. M.: Al dirigirme a usted, sabía que tendríamos un buen poeta y...
N. G.: Mallarmé o algo por el estilo.
J.-A. M.: Mallarmé no, porque ya se ha dicho y hecho mucho...
N. G.: Bueno, así no es como sucedió y asumo lo extraño de esa elección, ya que hay al mismo tiempo
todo un campo de la poesía que se me escapa en cuanto a su relación...
J.-A. M.: Usted sabe que es la única, además de mí, que conoce unos pocos poemas de Gennady Gor.
Aquí nadie lo ha leído.
N. G.: Pero tal vez ansíen saber más. Quizás algunos aquí presentes tengan relación con la lengua rusa.
No es mi caso, lo que ya es una gran mutilación.
J.-A. M.: ¿Nos leerá algunos...?
N. G.: Sí, en francés. Es una antología muy contemporánea, en una traducción de René Abril, un español
que traduce al francés. Ahora vive en Rusia, escribió poemas en ruso. Así que tenemos cierta mezcla
de lenguas, lo que es un poco limitado en comparación con un poeta, una lengua, que es la condición
de la poesía contemporánea.
J.-A. M.: Por desgracia, no hay ningún colega ruso en París.
N. G.: ¡Pero se interesarán! Al escucharlo a usted, se movilizarán y, con suerte, aprenderemos muchas
cosas. Para darle una idea de estos poemas traducidos en francés, voy a leer el último de la antología,
ya que esta mañana se habló de «pozos».

Un soleil simple galope en se cachant


et le marmot dessine ton mensonge
Il y a une énigme dans l’âme de l’enfant
clapotis de l’omble
erre au mensonge, du moineau et de la faunesse
doigtsenfantins, pareils à des glands
Dessin lourd de péril comme un lambeau de fleuve
Un cri, et les humains ne peuvent pas comprendre
Remarquez l’inutile salut venant de l’Au-delà
où la manche du fleuve n’a plus de bras
où les pattes de lièvre galopent séparément
Où la verge n’est pas un conte mais un délire aux
pieds d’oiseau

J’ai comme une pâte sur les yeux


et toi, et lui aussi, une croûte profonde
Et la nature ne pourra plus croître
Mais l’arbre à trois jambes, trois bras
de jeune fille, en passant
tombé à genoux rit vers le ciel
Le chariot tressaille enlacés à l’élan de la biche
S’enfoncentdans le jour comme une corde dans l’oreille
Artistes et lamproies, coqs et boucs, cris tels de poissons
La nuit en balançoire s’est envolée vers Pékin
Râteaux et louveteaux, chiots et poussins grognent
Et je suis resté seul soudain
Comme un puits.

Esto no es surrealista, aunque sea a la vez una especie de sinsentido que va de


una palabra a otra, probablemente un cifrado que está vinculado a una
resonancia verbal...
Me pregunto por qué eligió usted este poema, pues casi la mitad del libro se compone de
J.-A. M.:
poemas de solo cuatro o cinco líneas. Voy a leer uno. Este es el primero que encontré:

Ne me nourris pas de ceps croqués.


Ne m’embrasse pas de lèvres salées.
Hélène, je t’ai troquée contre laine.
Hélène, de me noyer j’ai la flemme.
Para mí, «Hélène, de me noyer j’ai la flemme», es un choque. Es a la vez muy simple y muy potente.
Leo otro:

Dans l’âme vinaigre et pourriture,


Aux tempes l’angoisse et le gel dur,
Je n’ai ni amour ni patience,
Et un corbeau m’a tendu une branche.
Dans mon âme rien qu’un tremble, un chêne,
Et l’automne a fui loin de nos plaines.
Et nul hibou ne pleure. Et Nina
Dans la tombe avec sa sœur s’ébat.
Et nul hibou ne pleure. Et l’écho
Comme un rêve, un cri, une déchirure,
Comme une plaie, une fosse, comme moi.

Retengo este «como yo». Yo que soy «un desgarro, una llaga, una fosa»... Es realmente una poesía
del desecho, del orden del desecho.
El último poema que he aislado lo había leído antes de leer el posfacio, que muestra que el
canibalismo era real. Aquí está:
J’ai mangé la rieuse Rebecca,
Un corbeau épiait cet affreux repas.
Et le corbeau regardait d’un air las
Un être humain manger lentement un autre être.
Le corbeau regardait et j’aurais dû peut-être
Lui jeter une main de Rebecca.

¡Eso es algo! No sé cómo resulta en ruso, pero incluso en la traducción es


de gran densidad...
N. G.: Sí, me gustaría leerle otro poema, que ciertamente no es de tono más alegre, pero sí más
enigmático. Es un pequeño cuarteto:

Le bourreau m’a baisé tantôt


Et m’a offert thé et brioche.
Et j’ai embrassé le bourreau
Sans toucher même à sa brioche.8

J.-A. M.: Bueno, ¡tratemos de explicar este poema! ¿Cómo hacemos?...


N. G.: Lo que es sorprendente es, obviamente, «el verdugo», citado dos veces en cuatro líneas: el
verdugo lo besó, lo abrazó...
J.-A. M.: Entonces, ¿baiser...?9
N. G.: No se sabe.
J.-A. M.: No, no se sabe.
N. G.: Para brioche tampoco, por cierto...

En primer lugar: «Le bourreau m’a baisé». Y luego: «Et j’ai embrassé10 le bourreau». Así que
J.-A. M.:
baiser no sería embrasser. Quizás este sea el sentido. Aquí nadie sabe ruso, por desgracia. Judith
hizo estudios de ruso, y había ayer alguien llamado Igor, pero se marchó. Podríamos tal vez ir a
preguntarles a través de Skype si conocen a Gennady Gor... Así que hay amor, algo del amor, pero
no está claro en qué forma. Y luego hay una oferta, una oferta de productos, alimentos...
N. G.: Y el rechazo.
J.-A. M.: Y está el rechazo. Se acepta el amor, pero se niegan los bienes que van con él.
N. G.: Se los rechaza en un contexto de hambruna y de indigencia absoluta. La poesía rusa es,
obviamente, un continente. Están, entre otros, todos los poetas que se pusieron al servicio de la
revolución, pero Gennady Gor no pertenece a ellos. Un poeta que se pone al servicio de la revolución
es algo a estudiar.
J.-A. M.: El rasgo es sin duda el «j’ai embrassé le bourreau». No se entiende muy bien. Los verdugos
pedían la absolución a la persona que iban a matar. Es un clásico dar el perdón antes de que les
corten la cabeza. Ana Bolena, antes de ser decapitada, da el perdón al verdugo, que se lo pide. Pero
en este poema tenemos el beso, el té y el pastel, que son muy Alicia en el país de las maravillas, muy
Sombrerero loco. Pero para el «j’ai embrassé le bourreau»..., no lo veo. El «j’ai embrassé le
bourreau» sería en España «abrazo a quien me castiga». Esto es muy ruso por supuesto, no hay rusos
aquí que me digan lo contrario... Bien, continuemos subrayando que no toca el pastel, pero no
sabemos si rechaza el té.
SR. X: ¿«Té y brioche» no sería una expresión como «leche y galletas»? ¿No sería un par de té/brioche?
Y ya que no hay brioche —pues hay hambruna— no toca el brioche.
J.-A. M.: ¿Quiere decir que «té y tarta» es un estándar ruso, como el eggs and bacon inglés.
N. G.: También es una variante de «Pan y vino», título de una gran elegía de Hölderlin, y donde se
encuentra el famoso: «¿Para qué poetas en tiempos de miseria?». Este verso ha esclarecido al mundo
sobre lo que es un poeta. Por último, esto es lo que tenía en mente cuando le hablé de Gennady Gor.
J.-A. M.: Bueno, finalmente, hacemos kilómetros...
A. L.-Q.: He tecleado en Google «embrasser le bourreau» y he encontrado un extracto de Los hermanos
Karamázov.
J.-A. M.: ¡Ah!, voilà!
A. L.-Q.: «Verás, Aliosha, es muy posible que en realidad, cuando yo mismo vea ese momento...». No,
antes: «“¡Tienes razón, Señor, pues se han abierto tus caminos!”, cuando la madre se abrace al
verdugo que ha hecho despedazar a su hijo por los perros y los tres juntos proclamen, bañados los
ojos en lágrimas: “Tienes razón, Señor”. Entonces, naturalmente, se llegará a la apoteosis del
conocimiento y todo se explicará. Pero aquí está, precisamente, el obstáculo, esto es lo que no puedo
aceptar. Y mientras me encuentro en la Tierra, me apresuro a tomar mis medidas. Verás, Aliosha, es
muy posible que, en realidad, cuando yo mismo vea ese momento, sea porque viva hasta entonces o
porque resucite, exclame junto a los demás, al ver a la madre abrazando al asesino de su hijo:
“¡Tienes razón, Señor!”, pero no quiero hacerlo. Mientras me queda tiempo, procuro proteger mi
posición y por eso renuncio por completo a la armonía suprema».11.
J.-A. M.: ¡Bien! Ciertamente es muy ruso.
N. G.: No se deben subestimar las muchas referencias que hay en estos poemas: Gógol, Pushkin, algunos
franceses, ingleses y muchos otros... Gor era alguien que había estudiado. Venía de los confines de
Siberia, donde sus padres fueron encarcelados como revolucionarios y...
J.-A. M.: No hay que olvidar que no estamos solos, porque siempre está Google con nosotros, es decir, la
biblioteca universal, o casi.
N. G.: No había Google durante el asedio de Leningrado, y aquí tenemos eso que Gennady Gor pudo
recordar. Esto también es hermoso.
J.-A. M.: Alguien tendría que estar constantemente con su ordenador en este seminario para obtener
inmediatamente respuestas a las preguntas que puedan surgir.
N. G.: La pregunta en realidad es: ¿por qué poetas? Hay, con Gor, una especie de respuesta temprana
antes de Hölderlin. ¡No, no antes! Tampoco sé si Gor había leído a Hölderlin, no sé nada en absoluto.
J.-A. M.: En el Simposio de Cerisy, no se habla de Hölderlin.
N. G.: No obstante, allí también hay una mina.
J.-A. M.: Además, no sé si sabía alemán.
N. G.: Pero sabía español. No solo lo sabía, lo leía. Tenía, al parecer, una cultura bastante consistente de
la literatura barroca.
J.-A. M.: Aquí, el lugar de la política es sobre todo que Gor se encuentra en una situación de guerra.
N. G.: Pero los significantes amos, ¡no se sabe dónde están! Todo se reencuentra después del sitio de
Leningrado: la burocracia soviética, etc.
J.-A. M.: ¿Lo vemos en los poemas?
N. G.: No, pero es posible, en la nota, conocer el destino de las personas después del sitio.
J.-A. M.: Todo está escrito en 1942 o así...
N. G.: Sí. Sin embargo, ha añadido algunos poemas en 1944.
J.-A. M.: No están en la antología.
N. G.: Se dice en el prefacio. Fue llevado lejos de Leningrado antes del final del sitio.
J.-A. M.: Es, entonces, una poesía de guerra.
N. G.: Sí. Sin embargo, ¿podemos decir que hay un eclipse del significante amo?, es decir, el punto
donde todo el mundo es dejado a su propia constelación significante.
J.-A. M.: Pero no es una poesía de alabanza ni una poesía rebelde ni una poesía de un poeta maldito. Es
un vientre que grita hambruna.
N. G.: De ese vientre surgen poemas, una especie de cifrado de un momento en el que solo uno puede
decir. Se podría decir que allí hay solo uno que escribe poesía para todos.
PASCAL FARI: Entre verdugo y brioche no hay en ruso más que una consonante de diferencia.
J.-A. M.: ¿Cómo sabe eso? ¿Sabe ruso?
P. F.: Sí, un conocimiento antiguo.
J.-A. M.: Bueno, se clarifica de manera progresiva. Pero es obviamente muy difícil hablar de un poeta sin
conocer su lengua. Pero, bueno, se llega poco a poco.
N. G.: Nos vamos acercando poco a poco y coloca la cuestión de la lengua en otro lugar. Se plantea la
cuestión de la traducción, el despegue del primer amor de la lengua: podemos compartir un poco.
J.-A. M.: Esto puede llevar tiempo, porque si entre verdugo y brioche solo hay una letra de diferencia, se
pierde realmente mucho al no saberlo.
N. G.: Sí, pero creo que llega en el momento adecuado, ya que podríamos decir muchas otras cosas en
lugar de fascinarnos solamente con eso.
J.-A. M.: Usted nos somete a un ejercicio extremadamente complejo. Nadie puede leer estos poemas y,
cuando se los lee, están en una lengua que no se conoce. Usted nos lleva a un cierto laberinto...
N. G.: No sé si se trata de un laberinto; más bien, de cierta complejidad. Creo que no podemos tener
ideas simples sobre la poesía. Algo en mí se rebela totalmente en contra de la idea de que podría
haber ideas simples en esta área.
J.-A. M.: Digamos que es mejor que la dificultad se produzca después de que algunos obstáculos, quizá
secundarios, se hayan eliminado. Si uno no tiene el texto, entonces es obviamente muy complicado.
Y si uno no sabe la lengua original, es aún más complicado. Tomando un libro que todo el mundo
tiene, una lengua que todo el mundo sabe, podemos afrontar la complejidad real.
N. G.: La cuestión era la política, el siglo XX, el desastre y la respuesta de los poetas a una situación
política que, digamos, nos mira, y contra la cual se ha ejercido una censura mayor: fue asesinado
todo el mundo y...
J.-A. M.: Pero en la India, donde debe de haber habido grandes hambrunas, ¿no hay poetas como
Gennady Gor.
O. L.: Muy pocos.
J.-A. M.: El terrorismo no ha provocado vocación poética... He leído el posfacio antes que los poemas,
pero no por completo, y parece que Gor no fue poeta antes del sitio ni después.
N. G.: Se sorprendió a sí mismo.
J.-A. M.: Aun así, fue reconocido.
N. G.: Pero muy tarde. Creo que estos poemas fueron encontrados después de su muerte. Lo
comprobaré. Esto es algo que mantuvo con él, que ocultó, que llevó en secreto. Durante años no
concibió que se publicaran. Era una poesía un tanto invisible.
PHILIPPE LA SAGNA: Hay algo muy importante, este límite absoluto de lo humano, el canibalismo, que
tiene como fondo la guerra. La hambruna produce su propio alimento, los cadáveres; alimento que se
rechaza.
J.-A. M.: Se cae en un callejón sin salida, al igual que en la Fenomenología del espíritu de Hegel, cuando
se llega al terror revolucionario. Dice que se cortan cabezas como se bebe un vaso de agua. Ahí se
está en un fuera de sentido total, una especie de año cero. Con Gor, hay una poesía del canibalismo, y
es muy limitado. Por eso no sé si la transición que viene ahora sería mejor hacerla con Quevedo y
Góngora o con Leopardi. Esa es la elección. Miquel Bassols, ¿se puede encontrar alguna relación
entre Gor y Quevedo o Góngora? No, no la hay, eso estaría pillado muy por los pelos.
MIQUEL BASSOLS: Es otro momento histórico, en otra época y en la literatura misma.

GÓNGORA, QUEVEDO, GRACIÁN

J.-A. M.: Con Lautréamont, tenemos algo bastante excepcional en el siglo XIX. Con Gor, es el drama de
la Segunda Guerra Mundial en el siglo XX. Y con Leopardi, estamos a comienzos del siglo XIX.
Podemos ir al siglo XVII. Dejar de lado e.XVIII, que no es, en el fondo, un siglo de grandes poetas, al
menos en Francia. Está Chénier, pero de todos modos... Bueno, vamos a Góngora y Quevedo.
M. B.: Aquí estamos, en efecto, en el siglo XVII, que es el Siglo de Oro español, es decir, el momento
más importante de la literatura española. Pero también es —no hay que olvidarlo— un momento
muy importante en términos de política social en España, ya que es el comienzo del declive del
Imperio español. Toda la querella entre Góngora y Quevedo debe leerse en este contexto.
La corte de Madrid ya empieza a tener cierta idea del declive, y Quevedo forma parte de esta corte,
está rodeado por los poderosos, incluso nació ahí. Góngora nació en Andalucía, en las provincias, y,
por lo tanto, no es alguien que esté cerca del poder. Por el contrario, tiene el poder poético. Fue ya
reconocido por su generación como el poeta que hizo el corte con el Renacimiento y que introdujo el
cultismo, las metáforas, el barroquismo; es decir, el lenguaje más sutil que hay en la poesía española.
Lacan alude a él llamándose «el Góngora»...
J.-A. M.: No, Lacan fue criticado como gongorino. Tampoco estoy seguro de que la gente que le definía
así supiera quién era Góngora. Las críticas a Lacan evocaban sobre todo a Mallarmé, y es Lacan
mismo quien escogió poner delante a Góngora.
M. B.: Góngora es sobre todo la metáfora, la metáfora hasta el límite. Siempre hay que descifrar un texto
de Góngora por las metáforas.
Es un poeta reconocido por su generación. Por el contrario, Quevedo, que es joven, muy joven —
diecinueve años menor que Góngora—, es el joven que trata de matar al maestro. Esta querella es la
que hay entre el maestro Góngora y el muy joven Quevedo. Es muy joven, pero ya está en la corte, es
decir, en relación con el poder político.
Traduje al francés los poemas de Góngora y es usted, señora Georges, quien hizo una revisión
excelente, muy barroca, de mi propia traducción al francés.
J.-A. M.: Hay que agradecer a Nathalie Georges, que retomó toda la traducción de Bassols al francés y la
elevó formidablemente.
M. B.: Los poemas de Góngora son muy difíciles de traducir porque cada palabra es una especie de
condensación metafórica que reenvía a varios sentidos. Por ejemplo, Góngora puede derivar de la
palabra antojo, el deseo, las ganas, a la palabra anteojos. Quevedo no era ciego, pero tenía grandes
problemas de vista, y por lo tanto Góngora le respondió haciendo un juego de palabras con antojo y
anteojos. Con esto, no solo se burla de la ceguera de Quevedo, sino también de su ceguera como
traductor de los griegos.

Anacreonte español, no hay quien os tope


que no diga con mucha cortesía
que ya que vuestros pies son de elegía,
que vuestras suavidades son de arrope.
¿No imitaréis al terenciano Lope,
que al de Belerofonte cada día
sobre zuecos de cómica poesía
se calza espuelas, y le da un galope?
Con cuidado especial vuestros antojos
dicen que quieren traducir al griego,
no habiéndolo mirado vuestros ojos.
Prestádselos un rato a mi ojo ciego
porque a luz saque ciertos versos flojos,
y entenderéis cualquier gregüesco luego.12

Cuando se lee este soneto, vemos que hay un juego metafórico muy difícil
de seguir.
J.-A. M.: Sin embargo, en Francia, no prendió mucho. No podemos decir que Quevedo y Góngora se
lean. Es cierto que es difícil. He intentado muchas veces leer las Soledades. Hay notas y es
apasionante, pero se avanza a paso de tortuga.
M. B.: Hoy en día es muy difícil, incluso para un español, seguir las Soledades. Es el edificio de la
metáfora más difícil en castellano.
J.-A. M.: Al mismo tiempo, es un pequeño libro de poemas. Uno se dice que llegaría al final más
fácilmente que con Finnegans Wake, pero finalmente...
M. B.: Todos los estudiosos han dicho que se trataba de un juego, de un ejercicio de estilo de un poeta, y
solo eso. Pero hay una nueva lectura que muestra que hay una lucha política y social real en la
disputa entre Góngora y Quevedo.
Ahora me gustaría hacer referencia al tercero excluido en esta disputa. De hecho, creo que, para
entender realmente esta disputa, hay que referirse al tercer autor más importante del Barroco español,
a saber, Baltasar Gracián. Es precisamente una referencia de Lacan en el Seminario XVII. Baltasar
Gracián llevará al límite el barroquismo, pero sacando consecuencias éticas. De hecho, aunque en
Góngora y Quevedo se encuentra un lenguaje poético importante, uno se da cuenta, sin embargo, de
que no existe una clara conceptualización de la relación con la lengua. Es en Gracián donde se
encuentra esta elaboración.
J.-A. M.: En su tratado Agudeza y arte de espíritu.
M. B.: Agudeza y arte de ingenio. Y también en Oráculo manual y arte de prudencia.
J.-A. M.: Todo esto se ha traducido y retraducido al francés. Hay un volumen, en Seuil, que incluye todo.
Muy feo como volumen, pero bien traducido.
M. B.: Por último, creo que con Baltasar Gracián realmente tenemos la figura del hereje como tal en la
literatura, en la política y en la religión española.
J.-A. M.: ¿Eso cree?
M. B.: Sí, creo que es una figura herética. Era un jesuita muy formado y fue perseguido por los jesuitas...
J.-A. M.: Lo que siempre me molesta en él, incluso si me gusta, es su lado chapuza. Un jesuita...
M. B.: Que se hace cazar.
J.-A. M.: Tiene un lado en el que no se ajusta a su concepto.
M. B.: Hizo una crítica feroz de la impostura de la Iglesia y no se lo perdonaron, sobre todo después de
El Criticón, que fue traducido al francés como L’Homme de Cour.
J.-A. M.: No, no, no; el título en Francia es El Criticón.
M. B.: Ah, El Criticón... Por lo tanto, está traducido así. Pues bien, sobre todo después de El Criticón,
casi metieron a Gracián en la cárcel...
J.-A. M.: Sí, pero es como Maquiavelo, se les pone por las nubes, etc. Ah, ¡protesta Éric Laurent.
ÉRIC LAURENT: Fumaroli, él mismo un excelente retórico, ha consagrado un estudio a Gracián, a quien
se refiere como el jesuita por excelencia... Gracián fue traducido inmediatamente al francés y subraya
que lo fue como la excelencia misma de lo que debería ser el caballero católico.
J.-A. M.: ¿Fumaroli valida que él es el ejemplo de jesuita del siglo? No recuerdo...
É. L.: Sí, quiso hacerlo. Gracián es lo contrario de Maquiavelo, es un pensamiento político cristiano, flor
sutil. Supo encontrar la lengua para transmitir una política antimaquiavélica.
J.-A. M.: Sí, Fumaroli escribió —en Gallimard, creo— un gran prólogo a la edición del Oráculo manual,
muy bien hecho, pero que no habla del interés de Lacan por Gracián. Y, además, contiene errores. Al
leer este libro cuando salió, me dije a mí mismo que tal vez podía señalar estos errores. Después
pensé que el hombre que señala errores no es bien recibido, incluso si el interés de Fumaroli por
Lacan era secundario. Sí, Gracián fue muy bien recibido en Francia y traducido inmediatamente.
Esto también está en la traducción del siglo XVII por Amelot de la Houssaye.
M. B.: De todos modos, Gracián hace el elogio de la política, de los políticos...
J.-A. M.: Bueno, ¡eso es lo que me molesta! El tipo que hizo un tratado político termina en la cárcel
porque no fue capaz de maniobrar con las potencias de la época. Este es, sin duda, un realismo
hegeliano un poco grosero por mi parte. En última instancia, esto da un Henri Guaino derrotado en
las elecciones y diciendo que el electorado es vomitivo, etc. Es la ley del corazón en el sentido de
Hegel, el alma bella empujada a la ley del corazón: «Sois todos una basura, me voy solo». Es un
poco como Joyce, fiel a la antigua nobleza.
M. B.: Sí, hay este lado en Gracián. Pero también sintió el advenimiento de la ciencia de los siglos XVII y
XVIII.
J.-A. M.: Me gustaría que habláramos de Quevedo y Góngora. Hablamos todo el tiempo de Gracián
desde que Lacan habló de él. Es el español de los filósofos. Schopenhauer habla de él, Nietzsche
habla de él, Jankélévitch habla de él. Lacan llegó bastante tarde a esta lista. Dijo tres palabras que
fueron especialmente justas y, por supuesto, eso nos marcó. Pero ¡añadamos algunos personajes
adicionales!...
M. B.: Retomo. En relación con Góngora y Quevedo es muy importante tener en cuenta que hay una
recuperación de esa querella con la generación del 27, es decir, justo antes de la Guerra Civil
española. Esta es una generación muy importante: García Lorca, Alberti, etc., quizá la más
importante de la poesía española. Volvieron a este debate, haciendo de Góngora el punto
fundamental de su posición. Consideraban a Góngora más revolucionario que Quevedo.
J.-A. M.: Revolucionario en cuanto a la lengua, como se ha dicho de Mallarmé. Toda mi generación
universitaria pasaba el tiempo en la celebración de Mallarmé como el profeta de los tiempos
modernos, como un comunista admirable, etc.
M. B.: Y esta generación del 27 consideraba a Góngora incluso como un revolucionario político en lucha
contra el centralismo del poder español. Góngora venía de Andalucía y era descendiente de judíos.
J.-A. M.: ¿De marranos?
M. B.: Sí.
J.-A. M.: ¡Están por todas partes!
M. B.: Quevedo era un antisemita confeso. Escribió, en 1633, un texto virulento titulado Execración
contra los judíos, y la generación del 27, por tanto, incluye a Góngora como uno que había sido
excluido de la cultura española con los judíos y los árabes.
J.-A. M.: Los poemas de Góngora son extremadamente difíciles, y sería bueno, un día, tomar realmente
un poema para estudiarlo a fondo. Es cierto que hoy en día hay buenos comentarios, cosas recientes
que no he seguido. También Menéndez Pelayo; sin embargo, no sé si hay correspondencia, cartas, en
las obras completas de Góngora.
M. B.: Sí, Menéndez Pelayo, Dámaso Alonso. Fuera de la querella hay, creo, algunos textos de
correspondencia de Góngora, no con Quevedo. Habría que buscar.
J.-A. M.: Nos queda poco tiempo, pero a pesar de todo vamos a pasar a Leopardi. Para Quevedo, voy a
decir que mi novela favorita en español es El Buscón, que es una de las cosas más divertidas que se
han escrito. Hay una serie de juegos de palabras, pero con las notas se sale adelante. Es muy
divertido, incluso en francés. Se tradujo al francés en una colección titulada «Novelas picarescas
españolas», pero obviamente es aún más sabrosa en español. ¡Pasemos a Leopardi!

LEOPARDI

C. C.: Hablaré de Giacomo Leopardi. Está casi olvidado en Francia, así que cuando me pidió que hablara
de él, me alegré. En consonancia con todo lo que se ha dicho, voy a comenzar diciendo que también
Leopardi vivió en una época en la que la pulsión de muerte se desencadenaba con fuerza. Nació
cinco años después de la decapitación de María Antonieta, en medio de toda la agitación que había
en la nobleza europea, ya que él mismo fue el hijo de un conde y una marquesa...
J.-A. M.: Y no va a vivir más que hasta los treinta y cuatro años.
C. C.: Treinta y siete.
J.-A. M.: Y, sin embargo, tiene una obra enorme, lo que muestra que pasó su vida escribiendo.
C. C.: Este gran libro que tengo aquí es solo una pequeña parte de su obra.
J.-A. M.: Es el Zibaldone. Cuando entré en Leopardi, yo estaba totalmente fascinado por este libro que
había comprado en italiano, muy barato e impreso en letra pequeña. Parecía que estaba ahí toda la
sabiduría del mundo, así que me quedé absolutamente fascinado por este Zibaldone durante varios
meses.
C. C.: Muchos otros como usted quedaron fascinados: Nietzsche, Schopenhauer... Este último dijo:
«Nadie ha ahondado tan profundamente en el tema y no lo ha agotado tan completamente como, en
nuestros días, Leopardi».
J.-A. M.: ¿El tema? ¿Qué tema?... El tema de todo.
C. C.: Sí, pero continúo la cita: «Todo está alcanzado y todo penetrado: la burla y la miseria de nuestra
existencia, que es lo que pinta en todas las páginas de sus obras, con tal variedad de formas y giros,
una gran cantidad de imágenes tal, que lejos de provocar aburrimiento, excita cada vez más el interés
y la emoción».
Leopardi vive una época en que Italia está atravesada por la invasión francesa y austríaca, dos
potencias que se reparten el territorio. Luego, a sus diecisiete años, llegan la Restauración, el
Congreso de Viena en 1815 y Maeterlinck, que dice que Italia no es más que una «expresión
geográfica». Esto es interesante para nosotros, dado que Leopardi fue también, en su poesía, un
rebelde. Se rebela contra los poderes constituidos, contra las autoridades, contra la religión. Pero
tiene que recorrer todo un camino para llegar allí. No podemos hablar de Leopardi sin interesarnos
por su biografía, su historia.
De hecho, es importante saber que fue un niño un poco enfermo, de físico deforme y problemas en
los ojos. Como Quevedo y Joyce..., es raro, ¿verdad?... Para escapar de ese dolor y sufrimiento se
refugió en la biblioteca de su padre. Esa biblioteca era inmensa, quizás la más grande de Italia, veinte
mil volúmenes. Si tienen la oportunidad de ir a Recanati, visiten su casa. Pasamos por varias
habitaciones cuyas paredes están cubiertas de libros hasta el techo. Si aman los libros, vayan a
Recanati, en Las Marcas, a ver la casa de Leopardi.
En ella, de niño, estudió con su hermano y su hermana Paulina. o salían nunca, porque no debían
mezclarse demasiado con la gente. Su tutor no era otro que su padre pero Giacomo hizo estudios
sorprendentes. A los quince años, hablaba muchas lenguas, incluso aprendió hebreo en dos semanas
para sorprender a su padre en su aniversario. Este padre organizaba competiciones con disertaciones
ante un público selecto. ¡Así que realmente fueron los estudios!
Además, los Estados Pontificios —el poder temporal y espiritual hasta Napoleón, que le retiró el
poder temporal, y que incluían el castillo de la Chiesa y la región de Las Marcas— habían prohibido
al padre de Giacomo Leopardi, el conde Monaldo Leopardi, ocuparse de sus bienes. ¡Había tenido
tantos gastos y tenía tantas deudas!
Este padre fue un poco iluminado, un poco loco, pero, sin embargo, permitió a sus hijos leer libros
prohibidos, los del Index de la Iglesia. La Iglesia era muy estricta en este punto: los libros se
guardaban bajo llave y, para acceder a ellos, el padre debía solicitar una dispensa para él y sus hijos,
incluida Paulina. No se trataba de libros eróticos, sino de libros de la Ilustración francesa,
Maquiavelo, etc. Incluso más tarde, Edoardo Weiss, que no tenía nada que ver con Leopardi, fue
prohibido por el Vaticano, así como la Revista de psicoanálisis.
Todo esto para señalar que la formación de Leopardi fue inmensa, aunque estuvo acompañada de
un dolor de existir, una infelicidad que hizo de él un poeta amado por los adolescentes italianos...
J.-A. M.: Estaba disminuido físicamente. Forma parte de los grandes espíritus muy disminuidos
físicamente. ¿Quiénes son los grandes espíritus muy disminuidos.
C. C.: Nombré a Quevedo. Leopardi también tuvo problemas en los ojos, era jorobado. Con el tiempo se
levantó contra la naturaleza y contra Dios por haberlo hecho así.
J.-A. M.: Kant tampoco tuvo muy buena salud, tenía el pecho cóncavo, hay descripciones. Pero se las
arregló a pesar de todo para aguantar mucho tiempo.
C. C.: Mientras que Leopardi no. Hay algo enfermizo en esos niños que se convierten en genios. Pero
eso es otra historia.
J.-A. M.: Leopardi recuerda mucho a John Stuart Mill, el hijo de James Mill, que fue un estrecho
colaborador de Bentham. Había decidido educar a su hijo John Stuart de una manera útil, es decir,
según la ideología utilitaria. Le atiborró el cerebro con esto, pero el niño tuvo la buena idea, a los
quince años, de generar una depresión que lo liberó de eso y le permitió dedicarse a sus ocupaciones
de empirista: un importante trabajo sobre el liberalismo. Hubo, de hecho, algo así en Leopardi,
excepto que este estuvo mal de principio a fin.
C. C.: Siempre estuvo mal, pero algo se movió en un momento dado. Después de haberse adherido
inmediatamente al pensamiento reaccionario de su padre, comenzó a cambiar de opinión sobre la
naturaleza. Ya no se trata de la buena madre rousseauniana frente a los hombres corrompidos por la
civilización, se convierte en todo lo contrario: es ella, la naturaleza, la que lleva la falta.
J.-A. M.: Cuando hablamos de ello dijimos que había algo en él de Stendhal. Leopardi tenía la idea de
que el tiempo pasado fue mejor; es decir, la idea de que los valores, la virtud, la honestidad y el
coraje tenían sentido en la Antigüedad, pero todo esto se había perdido con la llegada de los tiempos
modernos. De todas formas, tiene el dolor del moderno: lloramos las antiguas virtudes. Se decía de él
que era el griego de la Italia moderna, etc. Es un poco como Stendhal. La cartuja de Parma sigue
siendo una historia del siglo XVI trasladada a XIX. Son valores muy modernos insertados en un
contexto —hay aduaneros, etc.—. Hay algo en común entre Leopardi y Stendhal.
C. C.: Sí, tiene razón, pero, al mismo tiempo, lo encuentro moderno. Para permanecer en nuestro actual
tema, yo diría que no es una nostalgia de lo antiguo, sino una fuerza, un valor arraigado en la
actualidad y en el compromiso, un compromiso contra el adormecimiento que la Iglesia promete a
los ciudadanos en un mundo monótono, oscuro y dormido. Está también su forma de ver la
modernidad, especialmente los productos de la ciencia y la tecnología: el globo, el telégrafo, la
navegación a vapor... Todo está muy bien, piensa, pero tiene dudas sobre este increíble optimismo
que cree que esa es la felicidad de los hombres...
J.-A. M.: ¡Es el gran clásico de los antimodernos! En lo personal, estoy harto del «todo lo que hemos
perdido». Creo que nos corresponde a nosotros realizar las antiguas virtudes.
C. C.: Pero, precisamente, Leopardi cree que se puede recuperar este impulso, pero en un sentido
republicano y patriótico. Italia estaba bajo el opresor, bajo el invasor extranjero, y era importante
para él trabajar en este sentido, incluso proviniendo de una familia aristocrática italiana.
J.-A. M.: Es, a pesar de todo, la relación con su país, con la gente de su país y su esperanza, la que da su
vitalidad al deseo de retorno a las virtudes antiguas. Me disculpo con aquellos de ustedes que son de
filiación trotskista, pero he de decir que el internacionalismo trotskista —que borra las fronteras y
dice: «Soy hermano de los oprimidos sean de dónde sean y de donde vengan»— parece trastornado.
Pascale Fari, hablo bajo su supervisión, ¿no es así?... Hay algo que no va en este internacionalismo.
Vemos, con Leopardi, la vitalidad que aporta el hecho de anclarse en la lengua de Babel y, por
decirlo de una manera noble, el lado adánico que hay entre los trotskistas. Es como si todos
habláramos la misma lengua, como el retorno a antes de Babel. Pero hubo Babel, y eso no puede
borrarse. Podemos tratar de borrar las fronteras, pero no hablamos la misma lengua y no somos
sensibles a los mismos acentos. Están todos estos poetas que enumeramos, y quien dice poeta, dice
relación con la lengua. ¿Hay poetas trotskistas?... Debe de haber.
C. C.: Hay, finalmente, en Leopardi, una modernidad en su escritura. Siempre hace hincapié en el
pesimismo, el llanto, la naturaleza, el amor perdido, pero también escribió obras de sátira política,
donde inventa, por ejemplo, que los liberales, los rebeldes y los partidarios de la revolución son
ratones, mientras que las fuerzas papistas son ranas, y las austríacas, cangrejos. Se presenta en una
forma muy divertida.
J.-A. M.: Venimos de pasar revista a muchos poetas y es todo un incentivo. Tomaremos todo esto con
textos de apoyo. De tener el material para estudiarlo, me pasaría dos horas con un poema de
Leopardi.
FRANCESCA BIAGI-CHAI: Me gustaría decir que la modernidad en Leopardi también reside en los
conceptos de infinito y de aburrimiento. El aburrimiento fue lo que lo hizo interesarse por lo político
y lo social...
J.-A. M.: El psicoanálisis de los poetas es otra historia.
C. C.: El poema manifiesto del aburrimiento es «La ginestra».
J.-A. M.: Conozco más la prosa de Leopardi que sus poemas.
C. C.: ¿Quieren que lea algunos versos del poema «A Silvia»?
J.-A. M.: ¡Claro! Lea primero en francés y luego en italiano.
C. C.: Es un poema de cuatro páginas, pero voy a leer unos versos. Se dedica a Silvia. Ella ya estaba
muerta cuando Leopardi escribió este poema. Ella estaba enamorada de él, pero nunca se conocieron.
Leopardi nunca tocó a una mujer. Silvia era un poco su Beatriz.

Sylvia, te souvient-il encore


Du temps de cette vie mortelle
Quand la beauté brillait
Dans tes yeux fugitifs et riants
Et que, pensive et gaie, tu gravissais
Le seuil de ta jeunesse.

Silvia, rimembri ancora


quel tempo della tua vita mortale,
quando beltà splendea
negli occhi tuoi ridenti e fuggitivi,
e tu, lieta e pensosa, il limitare
di gioventù salivi?13

Es en este poema donde hay esta inversión de Leopardi acerca de la naturaleza que he mencionado al
principio:

O nature, nature,
Pourquoi ne tiens-tu pas
Ce que tu promettais alors? Pourquoi
Te moques-tu de tes enfants
Esto es algo que se repite mucho en Italia cuando uno está un poco desesperado:

O natura, natura,
perché non rendi poi
quel che prometti allor? perché di tanto
inganni i figli tuoi?14

J.-A. M.: ¿Todavía se dice en Italia?


C. C.: No sé si los escolares todavía aprenden de memoria a Leopardi, pero sí se hacía en las escuelas
primarias de mi época.
J.-A. M.: ¿Y usted lo decía cuando no estaba bien...?
C. C.: ¡Sí! ¡«O natura, natura»!... (Risas.) Pero Leopardi dice que la naturaleza es Dios, y, por lo tanto,
para no ponerlo en apuros, usa la palabra nature. Los italianos también pueden hablar mal de Dios.
Se dice nature, pero, en realidad, Dios es el objetivo.
J.-A. M.: No habrá tiempo para ir a la última secuencia, a pesar de que me prometí el placer de leerles
extractos de un libro de Leopardi, Diez pequeñas piezas filosóficas, que se puede encontrar en la
editorial Le temps qu’il fait. Hay, en esta obra, un texto especial llamado «Elogio de los pájaros»,
donde Leopardi elogia a estos animales por ser las más alegres de las criaturas, haciendo referencia
también a la lengua de los pájaros, que supone que es una lengua primitiva. Es maravilloso: describe
su alegría de vivir, lo que tienen en común con los hombres y la forma en que son mejores que ellos,
y luego su imaginación, que no es la de Dante. Termina maravillosamente: «Igualmente, yo quisiera,
por un momento, ser convertido en pájaro para probar el goce y la alegría de su vida». Es un muy
muy hermoso fragmento de prosa, prosa poética. Todas las partes de este libro son interesantes, pero
esta es la más bella.
C. C.: Este libro que les muestro es una biografía, la última, escrita por Pietro Citati y traducida al
francés por Brigitte Pérol, que es muy interesante.
J.-A. M.: Se trata del especialista de las biografías. Hace muchas en cadena.
C. C.: Sí, es cierto, pero está bien hecha.
J.-A. M.: Preferiríamos un verdadero leopardiano.
C. C.: Es como una novela, para el verano.
J.-A. M.: Bueno, yo no recomiendo este tipo de cosas. Los trabajos de erudición muy precisos, eso es lo
que me relaja.
EL EDICTO DEL COMITÉ DE ÉTICA
Contamos con el siguiente trío: Chantal Delsol, filósofa y esposa de Charles Millon, político
J.-A. M.:
que se unió al Frente Nacional y que, al hacerlo, perdió mucho. Chantal Delsol es una distinguida
filósofa del Instituto, ese Instituto que siempre elige a sus miembros con un gusto particular. Luego
tenemos a Christian Flavigny, que es psiquiatra infantil y psicoanalista en el Departamento de
Psicoanálisis del Hospital de la Salpêtrière —este es una nueva creación—. Y, por último, tenemos a
Elizabeth Montfort, presidenta de la división Familia y Sociedad del Instituto Thomas More.
Bueno, ellos tres se reunieron, a propósito de la reproducción asistida «para todos», para elaborar
un texto sobre el problema ético y la deriva cultural que resulta de ello. Lo que es sorprendente es
que hay que releer varias veces lo que escribieron para finalmente no comprender lo que quiere decir.
De hecho, es muy enrevesado, lo cual refleja que no están muy cómodos con el tema. En cualquier
caso, no hay anatema.
Pongo un ejemplo:
«Tener dos padres o dos madres; o un padre nacido niña y que obtuvo el cambio de género en el
estado civil por el hecho de ser transgénero...». Esto no es francés, Nathalie Georges, ¿estamos de
acuerdo?... Son ellos los que son transgénero desde la perspectiva de la lengua. «[...] o una madre
nacida niño. Esta situación... [es decir, estar en estas situaciones], llama al niño a forjarse... [de
nuevo, no es francés, está escrito en un galimatías extremadamente transgénero] su respuesta íntima
a: “¿Por qué estoy privado de tener padre y madre?”». En resumen, todas estas situaciones extrañas
requieren del niño un esfuerzo de elaboración psíquica de un «¿Por qué no soy como los otros?».
Observen el razonamiento: «Su respuesta le sería impensable [en realidad, quieren decir que sería
imposible] si fuera legalizada, dicho de otra manera, banalizada, por una posición colectiva [es, por
lo tanto, de lo íntimo de lo que se trata], que entonces atraparía su cuestionamiento legítimo». Lo
ven, no debería ser legalizada a fin de que el niño pueda elaborar tranquilamente su pregunta. Para
escribir tal cosa, semejantes tonterías, ¡hay un miembro del Instituto, un jefe de Departamento de
Psiquiatría Infantil y el presidente del Instituto Thomas More!... Un pobre niño afectado de todas
estas «taras». Hay realmente una pregunta legítima: «Pero ¿qué he hecho yo, Dios mío, para no tener
un padre y una madre?». Pues bien, hay que dejar al niño con su pregunta y, sobre todo, no legalizar
su posición. Algo así se publicó en Le Figaro con todas las garantías. De todos modos, me dije que,
para elaborar tales argumentos, deben de ser extremadamente cobardes. Esto es una intuición. Pero
dejo la palabra a François Ansermet, miembro del Comité Nacional de Ética.
FRANÇOIS ANSERMET: Sí, de hecho, eso desorienta a más de uno, en particular a ciertos psicoanalistas
que a menudo están en una pendiente conservadora y se presentan como la policía del Edipo, la
policía del Nombre del Padre, la policía de la diferencia, en una forma bastante simplista.
Al mismo tiempo, para venir aquí, tuve que cruzar el Orgullo Gay y me dije que Jacques-Alain
Miller organiza las cosas realmente bien... De hecho, no ha sido fácil atravesar todo este universo.
Ellos están a favor de la reproducción para todos. Finalmente, hemos pasado del matrimonio para
todos a la reproducción para todos —son muy lógicos—. Es lo que voy a tratar de cernir, para
mostrar cuáles son los contornos y los envites entre clínica y política, entre psicoanálisis y política,
puesto que es a la vez una cuestión analítica y una cuestión política. No es la política aplicada al
psicoanálisis o el psicoanálisis aplicado a la política, es realmente la unión de estos dos campos.
Situemos las cosas que están sucediendo, especialmente aquí en Francia. Existen técnicas para la
reproducción asistida médicamente. Están ahí. Están ahí desde hace tiempo, e hicieron mucho ruido
en los medios de comunicación cuando salieron. Primero fue el tratamiento de la infertilidad, es
decir, la fecundación in vitro y la inyección de espermatozoides; y luego, todo tipo de tecnologías
clínicas disponibles hoy en día. Pero estas técnicas ahora son objeto de nuevas demandas y nuevas
prácticas que, además, están autorizadas en otros países. Entre Ginebra y Barcelona hay vuelos
Easyjet directos, y puedo decir, ya que suelo ir a España para ver a amigos o dar conferencias, que
hay mucha gente que va allí para recibir un óvulo o transportar un termo de esperma —el donante no
podía dejar su trabajo, etc.—. España, Bélgica e Inglaterra permiten cosas, incluso Suiza, que Francia
no permite.
Así pues, existen técnicas que no son nuevas, pero que son objeto de nuevas demandas llamadas
«societales». Este término merecería una reflexión como la que tuvimos sobre el lenguaje. Es como
un sintagma fijo que viene naturalmente. La demanda social actualmente en juego en nuestro país es
la autoconservación de ovocitos, es decir, un uso diferido de ovocitos crioconservados. Tenemos la
posibilidad de la congelación del tiempo en relación con el fenómeno de la reproducción. Uno puede
hacerse un don a sí mismo, un don de tiempo. Esto se llama reproducción asistida. Pues, ¡sí!, yo
siempre digo reproducción asistida, por nosotros. La reproducción asistida puede servir a las parejas
de mujeres o mujeres solas, y a las parejas de hombres u hombres solos.
Primer señalamiento. Hay avances en la ciencia que tradicionalmente conducen a avances en el
saber. Se cubre lo real con fórmulas; es decir, mediante una práctica simbólica que permite el
desarrollo de nuevos conocimientos. No sin un resto, como sabemos, pues desde que este proceso
está en marcha, lleva más lejos lo real que se intenta tratar. Pero, por lo general, la ciencia produce
conocimiento, y este saber —es la posición médica clásica— se aplica en las técnicas: tratamientos
antiinfecciosos y todo tipo de enfoques de este tipo. Por otro lado, hoy en día la ciencia produce
técnicas, y esas técnicas aplicadas producen un no saber. Realmente es una inversión muy
importante. Ya no es la ciencia la que produce el saber, son las técnicas las que producen un no
saber, un agujero en el saber.
J.-A. M.: ¿Cómo nota eso?
F. A.: En que la ciencia ya no es conocimiento y exploración del mundo, sino operación sobre el mundo.
Mediante estas técnicas se opera en el mundo. De ello resulta un mundo fabricado, un mundo
inventado, un nuevo mundo, un mundo diferente que no sabemos lo que es y que nos deja perplejos.
J.-A. M.: ¿Es decir...?
F. A.: Es lo que tratan de formular estas personas que escribieron. Por ejemplo: un hombre se ha
convertido en una mujer, pero antes hizo conservar su esperma para que pueda, ahora que es una
mujer, ser utilizado por otra mujer —tal vez por aquella que es su pareja— y pedir ser reconocido
como padre. O bien, otro ejemplo: una mujer que se hizo hombre y que mantuvo su útero...
J.-A. M.: ¿Convertido legalmente en hombre?
F. A.: Sí. Ella se convirtió en hombre legalmente, por transexualidad...
J.-A. M.: Es decir, convertirse biológicamente en hombre, pero parcialmente.
F. A.: Sí, parcialmente.
J.-A. M.: Pero suficientemente transformado biológicamente para lograr legalizar su estado.
F. A.: ¡Eso es! Pero mantuvo su útero y puede, por lo tanto, pedir quedarse embarazado, como se ve con
frecuencia en la prensa.
J.-A. M.: Si quisiéramos decirlo de manera brutal pero correcta, en lengua clásica, podríamos decir que se
producen monstruos, es decir, personas que nunca habían aparecido hasta ahora en la especie
humana. En el sentido del siglo XVII, serían monstruos.
Cuando se encontraron las fórmulas que permitieron la fabricación de una bomba atómica —cierto
que hizo falta que Einstein escribiera a Roosevelt, etc.—, se comenzó a fabricar sin que surgiera un
problema legal. Con los ejemplos que usted da, la ley es un elemento adicional que viene como
prohibidor o como permisivo.
F. A.: ¡Por supuesto!
J.-A. M.: El derecho acepta registrar como mujer a un hombre que conserva sus espermatozoides.
F. A.: En Francia es lo que se reivindica. Pero en Estados Unidos tienen el famoso caso de la mujer que
se hizo hombre y que se llama Thomas Beatie...1
J.-A. M.: Pero aún no lo es.
F. A.: ¡Sí, está hecho!
J.-A. M.: Se muestra como un...
F. A.: Como un hápax. Mire, al cabo de un tiempo, cuando hablamos de estas cosas tenemos que hacer
esquemas. Es por eso por lo que he cogido papel y bolígrafo.
Sí, un transexual puede ser legalmente reconocido en el sexo que ha elegido. Lo nuevo es, en la
transexualidad, la demanda de reproducción. Está en el programa del Comité de Ética.
J.-A. M.: Es decir: me convertí en mujer, pero conservé mis espermatozoides, y ahora planeo fecundar a
una mujer.
F. A.: Exacto. Y luego voy al registro civil, y digo: «En cuanto mujer, quiero ser reconocida como
padre». Es una disertación para los comités de ética, que tienen treinta minutos para desarrollar y
redactar.
J.-A. M.: Encuentro que la especie humana es formidable. ¡Hay en esta especie una inventiva y una
vitalidad muy agradables! Esta mañana hemos hablado de cosas muy tristes: la Segunda Guerra
Mundial, la hambruna de Leningrado; todo el mundo lloraba... Pero ahora estamos muy lejos de las
prohibiciones de la Iglesia de las que hablábamos a propósito de Leopardi. Esta especie avanza y se
transforma. Es muy entretenido incluso si plantea problemas horribles para los miembros del Comité
de Ética.
F. A.: Aun si hay el matrimonio para todos, incluso la cuestión de la reproducción para todos que se
discutirá en breve, no hay matrimonio entre el lenguaje y el viviente. Ese es el problema: el lenguaje
sigue siendo un parásito que se injerta en la vida. La gente puede jugar muy intensamente con esta
discontinuidad entre el lenguaje y lo viviente.
J.-A. M.: Gozan verdaderamente planteando problemas al discurso jurídico, problemas cada vez más
complicados.
F. A.: Sí, cada vez más complicados y que siempre van por delante. El derecho y la antropología son
áreas que están en constante desfase y retraso respecto a estos temas. Es interesante que se haya
hablado de Joyce, pues Stephen Dedalus habla de poscreación.2 En el debate sobre la relación de
Joyce con Nora, me dije que Joyce realmente se había anticipado a su tiempo. Además, en Ulises
está ese famoso capítulo inagotable sobre las lógicas procreativas y la relación con el lenguaje. Están
en una maternidad todos los estudiantes de medicina un poco borrachos que discuten y dan todas las
formas posibles de relación entre reproducción y lenguaje.
J.-A. M.: ¿En qué parte?
F. A.: En Ulises, el capítulo titulado «Los bueyes del sol». Es un texto muy interesante en comparación
con la discusión previa sobre Joyce. Es realmente ciencia, política, sociedad y lenguaje. Joyce juega
con las palabras, las diferentes sonoridades, las homofonías, los desplazamientos. Es totalmente
extraordinario, y creo que es en este capítulo donde reutiliza el término poscreación.
Hoy estamos, por lo tanto, en la era de la poscreación, y no sabemos cómo orientarnos. De hecho,
alrededor de un niño hay mucha gente: el padre de intención, la madre de intención, la gestante, el
donante de esperma, el ginecólogo y también el biólogo, pues está la perspectiva de hacer gametos
con células madre, en particular con las células de la piel. Todo esto afecta a la lengua. El «Je t’ai
dans la peau»3 se convierte en algo totalmente diferente. Incluso la canción francesa comienza a
moverse. Creo que es lo que podemos decir al respecto, diciéndonos que tenemos un reto.
J.-A. M.: Lo que está en la interfaz es el discurso jurídico. Está entre lo que queda de la naturaleza y...
F. A.: Bueno, yo no diría que solo el discurso jurídico. Hay muchas cosas en esta intersección. Está el
discurso jurídico, pero, sobre todo, el discurso ético, los comités de ética...
J.-A. M.: Sí, hablamos de ello todo un año con Éric Laurent, hace mucho tiempo. En ese momento fue
bastante profético.
F. A.: Además, creo que podríamos considerar otros discursos aparte del de la ética. Hay juristas, pero
también, desde hace algún tiempo, filósofos y psiquiatras, pocos psicoanalistas, y, además, también
artistas.
J.-A. M.: ¿Artistas...?
F. A.: Sí, creo que estos objetos incongruentes producidos por las tecnologías, estos «bioobjetos», como
dicen algunos teóricos antropólogos, son objetos irrepresentables, lo cual interesa a los artistas. Son
cosas que nadie se puede representar lo que son. Hay lo que Lacan llamaba un tope lógico, que se
enuncia como imposible. Es lógico, porque el logos ahí no es suficiente. Incluso el biólogo con quien
trabajé durante un tiempo decía que el momento mismo de la reproducción es inatrapable. Lo hago,
lo visualizo, pero no puedo representarme lo que está ocurriendo delante de mis ojos, me decía. Hoy
en día, muchos artistas ofrecen representaciones de lo irrepresentable, y de manera muy
sorprendente. Hay, por ejemplo, una joven artista llamada Prune Nourry. Hice un comentario de su
obra en un libro que acaba de aparecer en la editorial Actes Sud...
J.-A. M.: Ah, ¿sí? ¿Cómo se titula?
F. A.: Serendipity.
J.-A. M.: Usted tomó la palabra pura y simple.
F. A.: Sí. Serendipia es cuando nos encontramos con algo que no es lo que buscamos, y creo que las
tecnologías que operan sobre el mundo producen objetos inusuales que nunca imaginamos y una
reinvención de los lazos sociales de la que tampoco teníamos ni idea. De ahí que el lado contingente
viene al lugar del dominio. Partimos de un dominio tecnológico de saber y poder fabricar seres vivos,
y es entonces cuando surgen estas situaciones inéditas.
J.-A. M.: ¡Cuánto fabulamos con la biología! En física, por el contrario, en Ginebra están desolados con
el colisionador de hadrones, porque no pasa nada. No ha habido ni una sola nueva partícula en los
últimos cinco años, mientras que, de lo que usted habla, ¡salta por todos lados!
F. A.: Es la poscreación; es una creatividad nueva, sorprendente. Es realmente el parásito lenguajero que
se injerta en el viviente con una fuerza que está cerca de la literatura. Hemos hablado esta mañana de
poesía y, de hecho, tenemos aquí, con esta poscreación, una especie de impacto. Pero hay que
reconocer, ya que lo compara con la física, que, para muchos, este punto de tope implica un punto
pánico, como dice Lacan en el Seminario VI, que usted comentó ampliamente en una UFORCA.
También conversamos con Éric Laurent hace algún tiempo, cuando hablamos de puntos de angustia.
J.-A. M.: Al mismo tiempo se tiene la sensación de que a través de esta desnaturalización la especie
humana va hacia su concepto, va hacia su mayor verdad. Su mayor verdad no está en el antiguo
orden heredado de la naturaleza, sino, por el contrario, en la transformación activa de este hecho.
Que se trate de una locura, que tengamos dificultades para seguirlo, que haya abusos, ¡por supuesto!
Pero eso no impide que, desde la perspectiva hegeliana, la cosa alcance cada vez más su concepto.
F. A.: Me parece muy fuerte y muy interesante tomar las cosas por este lado en el debate, el lado de una
poscreación, de una fabricación diferente del viviente. Pero la mayoría de los psicoanalistas tienen
una posición que queda muy atrapada en el determinismo lineal de la causalidad familiar, en
términos de necesidad, etc. No están abiertos a la discontinuidad, a la contingencia, al asombro, a la
serendipia.
J.-A. M.: Están en la inercia. Estas estructuras antiguas son inertes, pero tienen su nobleza, como diría
Joyce. Son el resultado de una historia de seis mil años o más, si uno se refiere al Paleolítico. Hay
grandes religiones que reaccionan y que se construyeron con este propósito, con grandes edificios,
etc. No podemos descartar todo esto de un plumazo, está anclado, es la tesis. La hipótesis es que
podemos joderlo todo muy rápidamente, porque la ciencia galopa y los hombres quieren usarla.
F. A.: Doscientos años han pasado desde el Frankenstein de Mary Shelley de 1816. El doctor
Frankenstein es una especie de Prometeo moderno, y diré que la relectura de este libro...
J.-A. M.: No haga demasiada literatura, ya que está aquí a título de científico. Si se ve que al mismo
tiempo está transido por la literatura, será un poco molesto.
F. A.: Está bien, pero querría decir que hasta ahora nadie ha realizado lo que hizo el doctor Frankenstein,
célebre ginebrino que fue capaz de reconstruir un ser vivo a partir de partes de cadáver y sin pasar
por la mujer o algunos gametos. Un nuevo Adán, en cierto modo. ¿Y qué hace Víctor Frankenstein,
después? Huye. La criatura comienza a moverse con una chispa de vida, y huye. Esto también se
percibe en la relación de los científicos con sus propios productos. Hay una inclinación a ser una
especie de Víctor Frankenstein, y después estar aterrados de lo que nosotros mismos hemos
producido. De ahí el riesgo de conservadurismo que está siempre presente en sus discursos, ya sean
científicos o de miembros de comités de ética.
J.-A. M.: Siempre hablamos de Mary Shelley y su Frankenstein, pero no hablamos mucho acerca de
Villiers de l’Isle-Adam y su La Eva futura.
F. A.: Sí, es cierto, pero Víctor Frankenstein, de todos modos, quería hacer una mujer, ya que su criatura
le dijo, de alguna manera: «Para que sea amable, he de ser amado; y para ser amado me tienes que
dar una criatura femenina». Ahí es donde se desarrolla todo el drama; es decir, en el momento de la
transición a la reproducción sexual.
Veamos ahora el lado tecnológico y científico. Algunos son tecnoprofetas, quieren mejorar las
normas inventando otras nuevas. Otros tienen un punto de vista biocatastrofista, se aferran a las
normas y dicen que, si se toca algo de todo esto, el mundo se inclinará hacia el miedo y el terror.
Creo que hay aquí una cuestión importante para pensar en la relación actual del psicoanálisis con la
política y con la ética, a saber: una cuestión que pone en conexión lo más íntimo y lo más colectivo.
Uno tiene a la vez lo íntimo y lo colectivo. Esto significa que cada uno va a bloquear su posición
íntima en la reacción con que se enfrente a estos enfoques. Jacques-Alain Miller nos habló de esta
especie de alegría que algunos tienen ante lo que se puede fabricar. Fue mi gran sorpresa al principio
de mi presentación. Voy a volver al Comité de Ética, ya que esta es una buena noticia, ¡de verdad!
Reconstituir humanos, ¡bravo! ¡La poscreación joyceana actúa plenamente en nuestra sociedad!
J.-A. M.: Pero ellos están muy enfangados.
F. A.: La posición de algunos es realmente una posición de angustia. Observatorios de la angustia, de la
perplejidad, en lugar de observatorios de lo nuevo...
J.-A. M.: De la creatividad.
F. A.: Sí. Uno tiene la impresión de que un informe presentado por un comité de ética es como una
cerilla en un pajar. Es sorprendente que este tipo de manifestaciones importantes —La manif pour
tous, Sens commun— salieran de estos avances.
J.-A. M.: Para mí, tal como vivo este momento, saben que su argumento es nulo. Un argumento tan
enredado, tan inadmisible, ¡incluso a nivel del sentido común en cuyo nombre dicen hablar! Esto me
hace dudar de que todavía puedan organizar grandes manifestaciones con la esperanza de ganar.
F. A.: Creo que están angustiados, desorientados. Existe esta posición frente a la cual debemos tener otro
discurso, sostener una forma diferente de ver las cosas. Es por esta razón por la que le propuse, en la
carta que le envié, hacer un observatorio del futuro. ¡Literatura, mitos y religiones han inventado
sistemas mucho más desarrollados! ¡Lo que demuestran los antropólogos es que en otras sociedades
hay enfoques muy diferentes y mucho más avanzados que esta posición de angustia!
É. L.: Esto se debe a que no tienen la ciencia.
F. A.: Sí, y se trata de saber cómo situarse frente a un mundo que cambia más rápido que nuestra
capacidad de seguirlo.
J.-A. M.: Este es el principio mismo de la modernidad. Hay un poema de Charles Baudelaire que ya
evoqué que se llama «Le cygne», «El cisne». Baudelaire pensaba en Andrómaca, y evoca el corazón
humano, que cambia más lentamente que la forma de una ciudad. Cito este poema en el que tenemos
la esencia de la relación con la modernidad.
«El cisne»4. A Victor Hugo
I
¡Pienso, Andrómaca, en ti! Ese pequeño río,
espejo pobre y triste en que refulgió antaño
la inmensa majestad de tu dolor de viuda,
este falso Simois que creció con tu llanto,

de pronto ha fecundado mi memoria feraz


cuando iba atravesando el nuevo Carrusel.
Murió el viejo París (la ciudad y sus formas
cambian más pronto, ¡ay!, que un corazón mortal);

veo solo en espíritu las barracas aquellas,


montón de capiteles y fustes esbozados,
hierbas, los grandes bloques verdosos por los charcos,
y, brillando en las losas, el confuso rastrillo.
Allí antes se instalaba una casa de fieras;
allí vi, una mañana, a la hora en que despierta
bajo los cielos fríos y claros el trabajo,
y la basura lanza un sombrío huracán,

a un cisne que se había fugado de su jaula,


y, con sus pies palmeados frotando el pavimento,
rozaba el suelo áspero con su blanco plumaje.
Junto a un arroyo seco, el ave abriendo el pico

bañaba ansiosamente sus alas en el polvo,


y decía, añorando el lago en que nació:
«¿Cuándo lloverás, agua, y atronarás, tormenta?»
Veo a aquel desgraciado, mito extraño y fatal,

a veces hacia el cielo, como el hombre de Ovidio,


hacia el cielo, irónica y cruelmente azul,
sobre el cuello convulso alzando su cabeza,
¡como si dirigiera sus reproches a Dios!

II
¡París cambia! ¡mas nada en mi melancolía
se ha movido! Palacios nuevos, andamios, bloques,
barriadas, todo en mí se vuelve alegoría;
mis queridos recuerdos pesan más que las rocas.

También ante este Louvre una imagen me oprime:


y pienso en mi gran cisne, de gestos alocados,
como los exiliados, ridículo y sublime,
¡roído por un deseo sin tregua! y luego en ti,

Andrómaca, caída de brazos de tu esposo,


ya vil ganado en manos de aquel soberbio Pirro,
extática, inclinada ante una fosa abierta;
viuda de Héctor, ¡qué pena! ¡pero mujer de Héleno!

Y pienso en esa negra, enflaquecida y tísica,


que pisa el barro y busca, con su mirada huraña,
las palmeras ausentes de la soberbia África
detrás de la muralla inmensa de la niebla;

en todo el que ha perdido lo que ya no se encuentra


¡nunca, nunca! ¡en aquellos que se bañan en lágrimas
y maman del dolor cual de una buena loba!
¡en los huérfanos flacos, como flores secándose!
Así en medio del bosque, exilio de mi espíritu,
¡toca un viejo recuerdo con un gran ímpetu el corno!
¡Pienso en los marineros en una isla olvidados,
en presos y vencidos!... ¡y en tantos otros más!

J.-A. M. (Sigue): Ya en esa época, Baudelaire se da cuenta de que no va a morir en el mismo contexto
que aquel en el que nació. Y ahora cambiamos varias veces de contexto durante una vida. Hay en
este poema un desorden que es, para mí, como la firma de la modernidad. Se trata de la destrucción
del barrio que se extendía en pequeños callejones alrededor del arco del Triunfo de hoy día, barrio
donde, por cierto, sucede, creo, la novela La prima Bette de Balzac. Todo ese barrio estaba siendo
destruido en esa época, y Baudelaire sufría. Todavía hoy se experimentan cosas por el estilo.
Por mi parte, me tomo muy en serio lo que usted dice. De hecho, como creo que el movimiento en
el que estamos ha ganado o va a ganar, hay que pensar en la angustia de los demás. Después de todo,
todo esto es obra del hombre; el hombre sigue siendo una criatura divina y, por lo tanto, ¿por qué no
admitir esta creatividad humana como parte del plan divino? Estoy seguro de que ya hay algunos
jesuitas muy avanzados en elaborar esto. ¡Hubieran podido absorber el psicoanálisis!... Empezaron
por colocarle el sambenito, pero aguantó el golpe, y entonces han evolucionado; ahora hay
sacerdotes psicoanalistas, etc. No sé si mañana habrá sacerdotes transgénero, pero sea bienvenido lo
que queda de Dios en la criatura. Ya hemos podido ver en el pasaje que he leído al comienzo que el
niño que tiene dos madres, etc., tiene preguntas legítimas. Esto es ya un primer paso en la buena
dirección.
F. A.: Por eso hay un desafío para el psicoanálisis, es necesario pensar en este futuro que se resiste al
discurso jurídico, antropológico y sociológico. El psicoanálisis ofrece la capacidad de pensar de otro
modo.
J.-A. M.: Pero usted notó que esto no alegraba a los psicoanalistas entrevistados. Son la policía del Edipo,
ha dicho.
F. A.: Por eso digo que nosotros tenemos que hacer una apuesta y asumir la responsabilidad. La policía
del Edipo está presente principalmente en los psicoanalistas clásicos.
J.-A. M.: Pero se los invita.
F. A.: No mucho.
J.-A. M.: ¿Dos, tres?...
F. A.: Sí, dos o tres. De hecho, es propaganda. Este discurso de causalidad familiar no necesita ser
sostenido por un psicoanalista; es un discurso que funciona solo en la sociedad. Invitan a Marie-
Claire y también va muy bien. Al fin y al cabo, es el discurso ambiente, y, por lo tanto, me parece
que hay una apuesta a hacer por parte del psicoanálisis, a saber: la necesidad de pensar ese futuro, de
mantenernos como un observatorio del futuro. Hay el matrimonio para todos, la reproducción para
todos, pero lo que hay que saber es que no hay una solución para todos. Esta es una posición
diferente y debe ser tomada en un comité de ética. Hay que decir que no hay una solución para todos,
pero que existen reparaciones del sujeto, soluciones del sujeto, respuestas del sujeto, invenciones del
sujeto.
E incluso si nos sorprenden como psicoanalistas, debemos poder recibir y hablar de estos inventos.
Para un psicoanalista que tiene mi visión de las cosas, estar en un comité de ética provoca —
sucede periódicamente— momentos de angustia, de parálisis; mientras que cuando estoy con
pacientes trans que hacen kamasutras reproductivos muy sorprendentes con biólogos de otros países,
me doy cuenta de que se desenvuelven muy bien y encuentran su solución.
J.-A. M.: ¿Kamasutras...? (Risas.)
F. A.: Es una metáfora: se pueden probar diferentes combinaciones de reproducción. Cuando recibo a
estos sujetos, veo cómo construyen su solución. Tengo cuidado de seguirlos, atento a su trayecto.
J.-A. M.: ¿Pero van especialmente a verlo a Ginebra?
F. A.: Sí, probablemente porque he escrito y publicado mucho, y estoy muy ligado a los centros de
medicina reproductiva. Estoy inmerso en este mundo y en esa ciudad. Bueno, lo que hago con toda
tranquilidad con estos pacientes es particularmente angustiante en un comité, porque está la
diferencia entre el uno por uno y el para todos. Los comités están en una lógica del para todos, y yo
estoy en una lógica según la cual solo existe una ética de lo particular.
J.-A. M.: En este caso, dependerá de uno solo, a saber, el señor Macron. Tal como se presenta la
situación política francesa desde las últimas elecciones, o el señor Macron levantará el pulgar o lo
bajará. Al parecer, lo levantará.
F. A.: Veremos qué va a hacer. Pero el movimiento societal en torno a esta cuestión —aunque eso quizá
cambie, dadas las características del presidente de la República— está más del lado de la angustia y
la perplejidad que del lado de donde se abre algo nuevo. En un lugar como un comité de ética es más
fácil ver los problemas que las nuevas soluciones e invenciones que emergen en la sociedad.
J.-A. M.: Actualmente, la antigua familia patriarcal es cada vez más patológica.
F. A.: ¡Pero ha desaparecido! Esta familia ideal que se quiere establecer ya no existe. Hay, sin embargo,
invenciones y bricolajes particulares.
J.-A. M.: Están los conservadores.
F. A.: Sí, pero, finalmente... Para hacer solo un pequeño comentario, diría que nos chocamos contra un
tope lógico de lo imposible vinculado a lo irrepresentable del origen. Es imposible imaginar el
origen. «Antes de estar en su vientre, ¿dónde estaba?» —pregunta de una niña que a menudo cito
porque es muy rigurosa—. Y también está Beckett, incluso si no tengo que hablar de literatura. Sin
embargo, hay dos textos fundamentales sobre este tema: Fin de partida, de Beckett, y «Los bueyes
del sol» de Joyce. En Fin de partida el hijo, Hamm, pregunta al padre: «¡Cerdo! ¿Por qué me
engendraste?». Y el padre responde: «No podía saber que saldrías tú».5 (Risas.)
Ahí está todo el problema. Podemos decir que hay familias, padres, madres, paseos por la orilla del
lago de Ginebra para ver el Mont Blanc que destaca sobre el fondo del cielo. Pero todo esto no es
más que un decorado basado en el vértigo del origen como irrepresentable. Es la irrepresentabilidad
del clásico lazo sexualidad/reproducción. Las teorías sexuales infantiles son, por ejemplo, teorías que
contornean el sexo. Dije que cuando lanzamos un informe del Comité de Ética a la sociedad se
prende fuego. Bueno, también se inflama con preguntas acerca de la sexualidad. Prende fuego debido
a que la reproducción asistida muestra el lugar de la sexualidad en la reproducción, pero
cortocircuitando precisamente este lugar. Tal vez por eso las iglesias e incluso los papas más
progresistas se las arreglan mal.
Tercer punto: lo irrepresentable de la muerte en la reproducción. Este es un lazo que es muy muy
importante, y es una tesis que defiendo, a saber: que las demandas societales que sacuden a la
sociedad son el árbol que oculta el bosque. En la época de la secuenciación del genoma humano,
existe el hecho de poder predecir y prescribir un porvenir mediante la reproducción, es decir, sustituir
el patrimonio terrenal o financiero por el patrimonio genético.
J.-A. M.: En otras palabras, podemos modificar la herencia genética.
F. A.: Sí, pero por ahora se pueden hacer cosas muy simples. Van a internet, piden por internet. Bueno,
tu hija te presenta a alguien y piensas: «Tiene orejas raras y los lados de la nariz un poco anchos...».
¿Qué dirían los genetistas sobre eso? Entonces, discretamente, traes un pequeño kit, coges la cuchara
con la que el novio probó el pastel, y luego coges el cepillo de dientes de tu hija, juegas un poco a ser
químico, y obtienes finalmente todos los posibles factores de riesgo. No está mal, ¿verdad? Y pronto
será fácilmente accesible.
J.-A. M.: ¡Quiere decir que será obligatorio!
F. A.: Se trata de una cuestión política. Pero muestra que el sistema de salud se sustenta en el
desconocimiento. La solidaridad y la reciprocidad se sostienen en el hecho de que no sabemos. Pero
si introducimos el saber en el no saber, todo el sistema de salud estalla. Esta es, creo, una dimensión
muy importante que subyace a estas preguntas.
J.-A. M.: ¡Se vuelve cada día más y más apasionante!
F. A.: Por un lado, esto es nuevo, nuevo en la forma; pero, de hecho, no tanto. Nos encontramos con las
mismas preguntas: «¿De dónde vienen los niños?» «¿Qué quiere una mujer?» «¿Qué es un padre?».
Cada psicoanalista en su consulta se pasa el día escuchando cómo las personas piensan estas
cuestiones.
J.-A. M.: Lo que es agradable es que, como dijo Heráclito: «La naturaleza ama ocultarse», y que con la
biología se levantan sus faldas. Por eso me río tanto.
F. A.: Le subimos la falda y hay, en el fondo, como una espiral entre fantasmas y biotecnologías; una
espiral que es bastante asombrosa, bastante compleja, sobre la que podríamos trabajar. Las
biotecnologías pueden convertir los fantasmas en realidad. Por último, los fantasmas pueden
programar biotecnologías, y con algo de éxito. Todavía podemos ir más allá.
J.-A. M.: Me parece oír al mismísimo doctor Frankenstein. (Risas.)
F. A.: Como saben, a menudo decimos Frankenstein para referirnos a la criatura, al monstruo. Es
curioso, porque en realidad Frankenstein es el creador.
J.-A. M.: ¡Entendido! Ahora podemos dar la palabra a Éric Laurent. Gracias François Ansermet.
(Aplausos.)
É. L.: Cuatro puntos, relativamente breves. El primero es observar cuán importante es esta esperada
opinión del Comité Consultivo Nacional de Ética (CCNE). Ahí la angustia no es por las
producciones de la ciencia, sino que es una angustia que pesa sobre el comité mismo, porque sabe lo
comentado que va a ser inmediatamente.
Primero fue la posición del presidente de la República, que data del 12 de marzo, que dice, acerca
de la RA:6 «Creo, personalmente, que debemos extender la RA en nombre de la igualdad género y
del derecho al acceso a la prestación médica. Pero respetaré la opinión del Comité de Ética y
examinaré el estado de la sociedad y los debates que se están generando para actuar con calma». Por
lo tanto, se reserva todo el campo táctico posible.
En este dispositivo, lo fundamental para ahogar al pez y, como se dice en España, «marear la
perdiz» son tanto los sondeos como la opinión del comité. Vemos que acabamos de tener una oleada
de encuestas realizadas por el IFOP7 donde el 60 % de los franceses están a favor de la extensión de
la RA para todas las mujeres y en contra de la GS.8 Vemos que el presidente se apoya en esto.
Dentro de su gobierno coexisten cinco posiciones. Hay un ministro, el que está a cargo de los
presupuestos, que anunció en 2013 que rechazaría el casamiento de hombres entre sí o de mujeres
entre ellas. Luego, entre los cuatro secretarios de Estado que acaban de entrar tenemos una gran
variedad. Hay una secretaria que viene del MoDem,9 que rechazó el matrimonio para todos y era
partidaria de la extensión de un PACS,10 al que da ciertamente una nueva categoría, pero con un
nuevo significante contra el matrimonio homosexual. Y luego hay otro secretario de Estado que era
un participante en La manif pour tous, y también miembro del Sens commun. Así que realmente hay
una gran diversidad incluso dentro del gobierno, con un presidente que hace todas las maniobras
posibles para calcular con la mayor precisión posible.
J.-A. M.: Esto da la posibilidad de que nosotros podamos tener una incidencia.
É. L.: ¡Absolutamente! Jacqueline Gourault quería preservar, como dijo, «el simbolismo del
matrimonio». Jean-Baptiste Lemoyne es miembro de Sens commun, y también Sebastien Lecornu,
quien dijo en 2013: «El matrimonio construye una familia y una familia se construye entre un
hombre y una mujer». Así que son posiciones bastante diversas, lo que significa, efectivamente, que
no hay una posición común para todos.
J.-A. M.: Vamos a tener que intervenir en este debate a partir de nuestros propios medios y en tándem
con La Règle du jeu que lleva nuestras voces un poco más lejos, ya que esta revista es leída por
periodistas y políticos.
F. A.: Pienso que es muy importante participar en ese debate.
J.-A. M.: En esa reflexión.
É. L.: El dictamen del comité es más esperado que el último, de abril de 2010, que trató la cuestión de la
GS. ¡Han pasado siete años, que es mucho en nuestra temporalidad democrática! Durante siete años,
el señor Jean-Claude Ameisen, presidente del CCNE,11 no presionó nada cuando la ley fue
propuesta en 2013. Además, lo que había dicho el presidente Hollande fue que esperaría el dictamen
del Comité de Ética para la publicación de decretos. Esto fue en 2013, y cuatro años más tarde aún
no ha salido. Jean-Claude Ameisen, de hecho, ha dejado la cuestión a su sucesor, el señor Jean-
François Delfraissy, que fue nombrado presidente del comité en enero de 2017 y anunció que, dada
la controversia que tenía entre manos, publicaría el dictamen del Comité Nacional después de las
legislativas para no contaminarlas con esta cuestión.
La señora Ludovine de la Rochère ya está en los starting blocks. Jacques-Alain Miller habló de
esto diciendo que habría manifestaciones. Ella está en los starting blocks porque desde el 17 de mayo
Benjamin Griveux —que era por entonces el portavoz del movimiento En marche y acaba de entrar
en el gobierno como secretario de Estado— se dirigió a la comunidad LGTB12 diciendo: «Vamos a
abrir la RA a todas las mujeres y combatiremos la homofobia en la vida cotidiana mediante test
aleatorios en el trabajo».
J.-A. M.: ¿Quién dijo eso?
É. L.: El señor Benjamin Griveux, exportavoz del movimiento En marche y ahora secretario de Estado.
Ludivine de la Rochère estimó de inmediato la declaración de Benjamin Griveux como prematura.
Le respondió enseguida: «Emmanuel Macron insistió tanto para unir a los franceses..., espero que
esto sea solo un desliz». Ella está lista para empezar.
Así que hay diversidad en este interesante período que se abrirá con posiciones tajantes y
múltiples. Hay, por supuesto, los grandes bloques de opinión, pero se abrirán.
J.-A. M.: Vemos que ha pasado a ser bastante diferente a lo de antes. Se abrieron paso en sus propuestas.
La señora Taubira, si no recuerdo mal —no sigo sus discursos de cerca—, era un poco provocativa,
al estilo: ¡viva lo nuevo! ¡Los otros son anticuados! Pero ahora todo se hará en un ambiente de
benevolencia. Vamos a mostrar benevolencia hacia los que están conmocionados en lo más profundo
de sí mismos y a reconocer que esto atañe a tradiciones respetables, tradiciones que ahora están
siendo incordiadas. Estas personas conmocionadas deben ser acompañadas en su dolor por aquellos
que lo están menos.
É. L.: El presidente Emmanuel Macron dijo el 16 de febrero, durante su campaña: «Uno de los errores
fundamentales de este período de cinco años fue ignorar a una parte del país que tiene buenas
razones para vivir en el resentimiento y las tristes pasiones. Esto es lo que ocurrió con el matrimonio
para todos: se humilló a esta Francia». Debo todas estas referencias a Dominique Laurent, quien hizo
un magnífico trabajo. Ella siguió de cerca la campaña y ha recopilado todo. Es muy útil.
J.-A. M.: Se han reprochado muchas cosas a la señora Taubira. Pero ella tenía un peso en el corazón y ha
sido, pues, intensa. Hoy en día no está en la misma situación. El agujero fue hecho y ahora hay que
curar las heridas.
É. L.: Usted insiste, François Ansermet, en el hecho de que cuando el comité convoca a psicoanalistas,
nos dicen las tonterías de la base antropológica. Bueno, lo que fue muy sorprendente, cuando Lacan
se lanzó a comentar los problemas que en su época había con la RA, dijo: «Nada puede aparecer sino
como un impasse de los problemas planteados en aquel entonces. Problemas del derecho al
nacimiento por una parte, pero también en el impulso del “tu cuerpo es tuyo”, en que se vulgariza
hacia principios del siglo un adagio del liberalismo».13 Entonces, Lacan anunciará una continuación,
pero de momento detengámonos en eso.
Cuando menciona el empuje de «tu cuerpo es tuyo» se refiere a principios del siglo XX. El «tu
cuerpo es tuyo» no es solo un eslogan de 1968. Es, de hecho, el título de una novela escrita por
Victor Margueritte en 1927, un escritor que ya había sido famoso anteriormente con su novela La
Garçonne, en 1922.
J.-A. M.: Y Les demi-vierges.
É. L.: Sí. Esta es la razón por la que Lacan evoca el «tu cuerpo es tuyo» a principios de siglo. ¿Cuál es el
comienzo de siglo hasta 1922? Si nos referimos a la historia de las mujeres, sabemos que este es el
comienzo del feminismo radical, sobre todo en Francia, el feminismo inspirado en el movimiento
estadounidense que comienza a reclamar los derechos al nacimiento, etc.
J.-A. M.: Reivindica el derecho al voto, ¿verdad?
É. L.: No, no... Eso pasa con las sufragistas, y esto se relaciona con cuestiones propiamente femeninas,
como la posibilidad del aborto.
J.-A. M.: Tan pronto como se les dio el derecho al voto lo quisieron todo. Hay que aguantar desde la
primera demanda, de lo contrario... No estoy hablando de este caso, sino en general. Esto demuestra
que, cuando hay un combate, no hay que recular desde la primera escaramuza.
É. L.: Fue Rudolph Giuliani, el exalcalde de Nueva York, quien dijo que había que responder de
inmediato. En esta frase de Lacan vemos perfilarse el discurso de la histérica, es decir, el feminismo
duro como objeción al amo en la nueva coyuntura de principios de siglo. Lacan dice que el «tu
cuerpo es tuyo» «vulgariza un adagio del liberalismo». Tu cuerpo es tuyo es un adagio del
liberalismo, ya que, para la Iglesia, tu cuerpo no era tuyo. No te podías suicidar, etc. Podías hacer
muchas cosas, pero tu cuerpo, ciertamente, no era tuyo. Hizo falta el liberalismo político, este tipo de
discurso del amo, para que se produjera el encuentro entre el discurso de la histeria y el discurso del
amo.
J.-A. M.: ¿De cuándo data el habeas corpus inglés?
É. L.: De 1679. El habeas corpus es tener derecho a un juicio en carne y hueso. No se puede torturar
tranquilamente en las cárceles, es necesario que usted esté presente en el juicio, y bien despierto...
J.-A. M.: Es el comienzo de esta historia.
É. L.: Lacan señala este encuentro —muy preciso en esta coyuntura— del discurso del amo y el discurso
de la histérica. Luego añade: «La cuestión de saber si, por ignorar cómo ese cuerpo es considerado
por el sujeto de la ciencia, se tendrá el derecho de cortarlo en pedazos para el intercambio».14 En
esta situación en la que el amo y la histérica se encuentran, la ciencia, apoyada en el liberalismo,
empezará efectivamente, a cortar el cuerpo para el comercio liberal. ¿Por qué? Porque, dice Lacan:
«El cuerpo de los hablantes está sujeto a dividirse de sus órganos lo bastante para tener que
encontrarles una función. Se precisan a veces eras: para un prepucio que adquiere uso con la
circuncisión, véase el apéndice de esperarlo durante siglos enteros, a partir de la cirugía».15 Esto
requiere técnicas quirúrgicas para hacer algo con este pequeño trozo con el que no sabíamos qué
hacer. Las técnicas de las que nos hablaba François Ansermet van, por supuesto, más allá del
apéndice; recortan el cuerpo y entonces producen una serie de hechos.
J.-A. M.: Podemos evocar lo más reciente en este campo, a saber, el tatuaje. Sin embargo, los tatuajes, la
escarificación, la circuncisión, están desde el principio. Es el hecho de que el ser hablante manipula
su cuerpo. Me refiero a que hay, en la Alta Antigüedad, esta manipulación del ser humano de su
cuerpo. Es parte del genio de la especie, por así decirlo.
É. L.: La historia del medicamento muestra también que cualquier objeto perdido del cuerpo ha servido.
Nada se ha dejado de lado. Es imposible designar un órgano o una excreción que no haya sido
utilizado como un medicamento destinado a ser transportado a otro cuerpo. El trasplante de órganos
puede haber sido al inicio fantasmático, pero ahora es viable y eficaz.
Lejos de los psicoanalistas conservadores que se refugian en una eternidad de sueños en nombre
de una base antropológica inmutable, Lacan aísla problemas que surgen de los discursos que tienen
lugar en diferentes momentos de la ciencia y su brazo técnico. El psicoanálisis debe mostrar el goce
que está en juego en estas operaciones.
Ahora, otros dos puntos más breves. El primero es la extensión de los derechos de la RA —la
cuestión de la reproducción subrogada no corresponde, en mi opinión, al mismo tipo de problema
político—. El riesgo político que supone la extensión de la reproducción asistida es reducir esta
cuestión a una ampliación de los derechos del comunitarismo, es decir, que sea solo un gesto hacia la
comunidad LGTB, que reivindica dicha extensión. Si el desafío para los gobiernos es solo dar
derechos a esta comunidad para que los voten, el riesgo es similar a lo que ocurrió en Estados Unidos
durante la campaña de Hillary Clinton, cuyo eslogan fue «Stronger Together», «Más fuertes juntos»,
es decir, una promesa electoral que hizo a las diferentes comunidades, lo que tuvo como
consecuencia que olvidara una: la de los pequeños blancos abandonados por la industrialización, que
le hicieron pagar este descuido. Un politólogo estadounidense dijo, tras la derrota de Clinton, que
había un límite en la política de las identidades y que debería abordarse este problema desde un
ángulo común.
Bueno, me parece que para luchar contra lo que podría ser el comunitarismo es bastante central
que el niño, como un producto de la extensión de la reproducción asistida, tenga el derecho de saber
quién es el donante y también cuáles son las circunstancias de su nacimiento. Esto permitiría
descompletar el imaginario comunitarista. No solo nació de una ley que fue hecha en una coyuntura
política para satisfacer a un grupo de opinión, sino que debe poder descompletar lo imaginario de
este reconocimiento. Para esta descompletud, es crucial que el niño pueda tener estos derechos.
Ahora, la cuestión de la gestación subrogada plantea otro problema. La señora Agacinski intervino
en este tema con Martine Segalen, etnóloga, y con Ana-Luana Stoicea-Deram, que es presidenta del
Colectivo por el Respeto a la Persona. Publicaron un artículo el 18 de abril en contra de las
posiciones de Macron: sería demasiado vago en su posición respecto a la gestación subrogada. Ellas,
en tanto que mujeres de izquierdas, están en contra de toda subrogación en el mercado. El cuerpo
humano podría ser mercantilizado. De hecho, lo está.
La posición del presidente Macron es esta —cito de su programa—: «Lanzar una iniciativa
internacional para abordar el problema de la gestación subrogada, que está mal pagada y soportada».
Vemos que inmediatamente se internacionaliza. ¿Por qué? Porque vemos cada vez más que se trata
principalmente de mujeres de países industrializados y ricos que van a la India para encontrar madres
portadoras. China es el taller del mundo, y la India, el taller de vientres de la Tierra. Y el presidente
Macron, muy astuto, marca una línea divisoria. Por un lado, la gestación subrogada se puede regular,
etc. Por otro lado, hay que evitar el nuevo turismo reproductivo que, según Agacinski, tiene una
dimensión neocolonial.
J.-A. M.: El término de biopolítica avanzado por Foucault es genial. Estamos de lleno en la biopolítica a
escala mundial.
É. L.: El turismo reproductivo crea sujetos cuya identidad no es reconocida por los Estados. Es por ello
por lo que no puede ser tratado en términos de derechos de los ciudadanos. No son, en general,
ciudadanos del Estado, por eso es en nombre de los derechos humanos como los partidarios de la
gestación subrogada quieren encajarlos en la categoría de ciudadanos como los demás. Con la
reproducción asistida estamos en el nivel de los derechos del ciudadano, mientras que, con la
gestación subrogada, estamos en el de los derechos humanos. Hacer un corte entre ambas y separar,
incluso dentro de la gestación subrogada, qué puede realizarse, regularse, y distinguirla de la
situación colonial es extremadamente astuto. Entonces la ONU se pondrá en marcha, podrá haber un
amplio estudio internacional, podremos movilizar Europa. Estoy seguro de que es lo que hará el
presidente Macron.
Pero, de nuevo, si queremos evitar que se convierta en masivo, si queremos evitar una
identificación masiva, es crucial que el niño pueda tener acceso al derecho y a las circunstancias de
su nacimiento. Esto significa que las leyes pueden, en ocasiones, oponerse al contrato. Ya hay
contratos firmados en Estados Unidos en los que se menciona explícitamente que el niño no sabrá
quién es la madre. Esto se establece explícitamente como condición y de acuerdo con diferentes
agencias de reproducción, etc. Esto crea multinacionales muy poderosas.
J.-A. M.: La GS en el fondo no atañe a todos los avances de la ciencia; es otro asunto, una cuestión
jurídica pura. Realmente se puede distinguir de la RA.
É. L.: La técnica también interviene en la GS cuando se trata de una pareja del mismo sexo. Hay un gran
potencial para la recombinación genética. Para que dos hombres puedan tener un hijo, mezclaremos
el patrimonio genético de ambos. El niño producido será esta mezcla. Hay un dispositivo tecnológico
que François Ansermet conoce mejor que yo.
F. A.: Que una mujer tenga un hijo gestado en el vientre de alguien próximo, como su hermana, por
ejemplo, es algo bastante clásico. Pero cuando se trata de parejas de hombres, la situación es
diferente. Hay situaciones en las que hay dos óvulos que son fecundados por dos espermatozoides
diferentes e implantados al mismo tiempo en una mujer; esto para tener un hijo de dos hombres
diferentes. Estas son nuevas combinaciones que permite la técnica biológica.
HUGO FREDA: En relación con el mercado del nacimiento, también hay un mercado nuevo, a saber, el
mercado de la muerte. Consiste en tratar la muerte como una enfermedad e imaginar un individuo
que pueda vivir un siglo o dos, etc. Se trata entonces de fundar una tecnología apropiada, ya que la
muerte no existe y es una enfermedad que puede ser tratada.
C. M.: También hay mujeres que no quieren soportar el embarazo. Entonces, puede convenirles una
madre de alquiler. Hay, por ejemplo, en Argentina, modelos, top models, que no quieren estar
embarazadas. Disponen de un sitio encargado de llevar sus ovocitos. Este es otro uso de la GS.
J.-A. M.: Philippe La Sagna quiere hablar.
P. L. S.: Voy a acortar lo que quería decir, ya que se solapa con varios puntos que hemos escuchado.
Me he referido a un muy buen artículo de Dominique Laurent en Être mère, donde cita a Céline
Lafontaine, quien dijo —es una idea bastante divertida— que «mejorar la sociedad mediante la
acción colectiva ha dado paso hoy día a una esperanza de perfección ilimitada de la vida individual».
Creo que esto es crucial. No más mañanas que cantan, sino cuerpos que prometen: no se puede
cambiar el mundo, pero puede cambiar su cuerpo. El cuerpo es algo, como decía Lacan, que está
hecho para gozar. Y añadió en 1966: gozar de sí mismo. Esto es nuevo, ya que la idea clásica y algo
anticuada era que tu cuerpo estaba hecho para gozar del cuerpo del otro. Luego nos dimos cuenta
rápidamente de que no había relación sexual y que la idea de gozar de sí mismo está en lo real. Esto
es lo que es completamente nuevo, y, además, gozar de uno mismo con la aprobación de la ley. Hay
leyes establecidas en Europa para saber hasta qué punto se puede ser masoquista. ¿Tenemos derecho
a mutilarnos? ¿Se puede demandar por haberse mutilado con prácticas masoquistas?
Todo esto se desencadena con la anticoncepción. Hay que decir que muchos de los problemas
actuales de la GS y la RA a los que nos enfrentamos en la clínica con relación a las mujeres
provienen de las madres de edad avanzada. Se habla de catástrofe, ya que afecta a la comunidad
LGTB, pero está también la madre corriente que comienza a los treinta y cinco años a decir que le
gustaría tener un hijo, especialmente si es una joven ejecutiva en la industria. Digamos que es una
edad demasiado avanzada para tener hijos, ya que vemos que entonces surgen muchas enfermedades
que no voy a mencionar, y que se enfrentan a la necesidad de pasar por lo menos por la RA y algunas
veces por la GS. Estas son realidades.
Lo interesante es que hay una clínica de estas demandas, en particular una clínica de
acompañamiento para mujeres en proceso de FIV, que parece muy simple, pero es un suplicio. Es
una prueba terrible y desalentadora también para las parejas. Hay un trabajo analítico muy
interesante para hacer ahí. Por ejemplo, alguien vino a verme en proceso de fecundación in vitro —
una joven ejecutiva con más de treinta y cinco años, muy dinámica y muy bonita—. Vino porque se
dio cuenta de que no estaba funcionando. De hecho, cuando soñaba con su futuro bebé, siempre tenía
tres o cuatro años; nunca era un bebé. Fue necesario un largo análisis para que se diera cuenta de que
este bebé de tres o cuatro años no era sino su hermana pequeña. Había vivido muy mal la llegada de
esta última, y ese sueño correspondía al anhelo de que la hermana pequeña no hubiera venido al
mundo. No sé si esto es lo que facilitó su fecundación in vitro, pero, en cualquier caso, quedó
embarazada rápidamente.
Es cierto que en análisis siempre atribuimos todo a la transferencia, pero, en realidad, lo que es aún
más curioso es que, diez años más tarde, vino a verme muy angustiada porque el centro que
conservaba sus ovocitos le preguntó lo que quería hacer con ellos. Estos centros ofrecen destruirlos o
conservarlos, pero dejan la impresión de estar en un sitio raro porque los ovocitos se podrían dar a
otra persona que los necesitara, lo que por lo general se concede, ya que se permite la donación
altruista. La mayoría de los ovocitos se dan a menudo a través de este método. La persona en
cuestión tenía entonces unas pocas sesiones para decidir. Esto es a propósito de la RA.
En cuanto a la GS, vemos que personas como Agacinski, con su sindicato CORP, están totalmente
en contra. Ella dice: «La dualidad de los sexos caracteriza a los seres vivos en general, como el
nacimiento, el crecimiento, el envejecimiento y la muerte. Es el papel de los individuos en la
generación (o reproducción) lo que funda la distinción entre los sexos». Vemos que detrás de todas
estas posiciones en contra aún está presente la idea de que hay relación sexual. Estas son personas
que se aferran a ella.
La otra posición es la de Elisabeth Badinter, que dice: «No veo por qué se le debería decir a una
mujer adulta que decide llevar un hijo para otra persona: «¡Señora, cállese, eso está mal!»». Es cierto
que, caso por caso, es un poco complicado, por lo que siempre se plantea aprovecharse de la India o
de personas que no están en las mismas condiciones económicas. Pero hay muchas GS que se hacen
dentro del mismo lugar. En la comunidad gay y lesbiana hay portadoras voluntarias, y a veces
altruistas.
El problema interesante planteado por Éric Laurent, y que está, además, en el Informe Théry, es la
cuestión de si se debe levantar el anonimato. Porque, si se levanta, los niños, como en Beckett, dirán
al donante: «¡Cerdo! ¿Por qué me engendraste?». Todo el mundo sabe que el padre es el que te ha
jodido, incluso si te enteras de que no es tu verdadero padre. Uno, en todo caso, no tiene
absolutamente nada que ver con eso. Es el padre el que te ha jodido, por lo que habrá que
demandarlo. Los donantes de gametos están muy preocupados por la idea de que quienes son
producto de sus gametos se vuelvan contra ellos. Actualmente se están desarrollando una serie de
instituciones sociales para negociar entre el donante y el niño.
Las madres portadoras también se están dando cuenta de que una parte de las células de los hijos
que han tenido circulan en sus cuerpos durante toda su vida. Cuando se ha estado embarazada, las
células del niño circularán por su cuerpo durante toda su vida. Preguntas: ¿podrían estas células, a
veces, ser cancerígenas? ¿Hay mezclas epigenéticas entre el ADN de la madre y el ADN del niño?
Lo mismo para los niños: ¿la madre sustituta transmite una parte de sus células?
J.-A. M.: Todo esto es atroz, pero es lo que dijo Lacan: «... o peor». Estamos acostumbrados al padre,
conocemos el orden del padre, pero vamos a cambiar eso tal vez a peor. Lo peor no es siempre
seguro, pero no hay seguro. No hay ninguna razón para pensar que esta constante manipulación del
genoma, de los gametos, etc., va a ser para bien. También puede ser para peor. No hay ningún Papá
Noel para velar por la humanidad. Me he puesto de buen humor debido a la creatividad, pero también
porque este es el genio de la especie, especie eventualmente condenada a destruirse a sí misma.
Mientras tanto, nos habremos divertido.
P. L. S.: Todavía estamos en la formidable cosa de Joyce. En «Joyce el Síntoma», Lacan habla del hecho
de que la sociedad no le proporciona otro cuerpo. Este es el drama. Básicamente, el drama
contemporáneo es que la gente quiere otro cuerpo, otro cuerpo que provenga del suyo. Eso es lo que
piden.
J.-A. M.: ¿Que provenga de ellos?
P. L. S.: Es decir, un cuerpo que tenga una verdadera relación biológica o al menos real, y no una simple
relación de nominación.
J.-A. M.: ¿Dónde dice eso Lacan?

P. L. S.: Dijo exactamente que «la sociedad fracasa en dar otro cuerpo al hombre».16 Está el verbo
fracasar, ¡sí!... Existe una demanda cada vez más apremiante, a saber, el derecho a otro cuerpo. No
solamente por injerto, sino por procreación. Y también otro cuerpo en la muerte. Se abre todo un
campo que...
J.-A. M.: Vemos que el alma no es un problema.
P. L. S.: Es cierto.
J.-A. M.: Con un poco de confesión, o de psicoanálisis, o de psicoterapia, etc., las cosas van menos mal
de este lado que del lado de todo lo que se anticipa. Por supuesto, también puede salir muy mal del
lado del alma, pero aun así...
É. L.: Cuando se hablaba del arreglo escópico del alma sobre la forma del cuerpo, eran los buenos
tiempos.
P. L. S.: Hemos pasado del alma al hombre.
J.-A. M.: Me sorprende mucho que aún no haya, por ejemplo, vírgenes con niños transexuales, etc. Si
digo que no hay, quiero decir que debe haber.
P. L. S.: Hay muchos artistas que toman estas biotecnologías como soporte. La Bienal de Venecia
presenta instalaciones de este tipo desde hace mucho tiempo, y, en este momento, la exposición de
Prune Nourry en el Museo Guimet pone en juego híbridos.
J.-A. M.: Tal vez podríamos ahora dar la palabra a Nouria Grundler, que ha hablado mucho sobre todo
esto con François Ansermet.
NOURIA GRUNDLER: En el servicio del doctor Cohen, donde me invitan como psicoanalista, se trata de
dar una opinión sobre los adolescentes que quieren cambiar de sexo. Bueno, debo decir que me
sorprendió bastante la benevolencia de los psiquiatras infantiles y endocrinólogos: toman muy en
serio estas solicitudes. Esto es realmente algo importante que descubrí y requiere que piense en ello
como psicoanalista.
En lo que atañe a escuchar a los hijos de padres homosexuales, he de decir que he seguido durante
más de un año a una niña que me sorprendió mucho. La demanda provino de la madre biológica, que,
por supuesto, yo conocía, pero hice la apuesta de escuchar a la niña. Me hizo colocar un dispositivo
de dibujo con diferentes objetos, yo estaba preparada para darle todo eso, y, sobre todo, a darme una
interpretación de cada cosa que ella hiciera.
Entonces me di cuenta de que esa niña había sido muy cuestionada —lo dice ella misma— desde
el exterior, específicamente por la escuela, la guardería, el aula de danza y los abuelos y familiares.
Es una niña que está continuamente cuestionada, y encontró un juego en el que no lo está en
absoluto. Bueno, creo que ese juego le ha permitido por primera vez exponer algo que era totalmente
nuevo para ella. Hace un momento Jacques-Alain Miller habló de Papá Noel. Pues bien, esa niña, en
su búsqueda —«todo el mundo tiene un padre, menos yo»—, ha sabido encontrar una manera
realmente sorprendente no solo para obtener respuestas de sus amigas, sino también para hacerme
muchas preguntas. «Tengo dos madres», decía.
Entonces, hizo toda una serie de dibujos que desplegó y luego explicó, dando sus interpretaciones.
Lo importante es que podía encontrar sus respuestas frente a la maestra, la cuidadora, sus
compañeras, frente a los juegos. Se había convertido en lo cotidiano para ella. Hay que ver la forma
en que se sorprende del inconsciente de los adultos, al menos del de la maestra, que había hecho un
lapsus al hablar del padre muerto de la niña, cuando se trataba de su abuelo. Lo sorprendente es que
toda la clase fue a saludarla y a decirle: «¡Vaya! ¡No tienes papá! ¡Es muy difícil!». Ella lo tomó
como palabra propia: «Mi padre está muerto». Eso es lo que ella empezó a decir durante todo un
período. Le sirvió un tiempo.
Pasado un año, llega el día en que todos tienen que hacer un regalo en el día del padre, es decir,
para ella, un regalo para su «padre» y un regalo para la llamada «madre biológica». Así es como
ellas, una y otra, se posicionan, no soy yo quien las nombra así. Lo que fue realmente un paso al cabo
de año y medio es que esa niña el día del padre me dijo: «¡He comprendido! Este año mi regalo del
día del padre se lo doy a mi tío». Me sorprendió mucho. De hecho, sin que yo haya tratado de buscar
la función paterna —buscarla en las madres o en lo que sea—, esa niña había encontrado su pequeña
solución. La dejé encontrar poco a poco esa solución.
Lo que marca la diferencia en la forma en que trabajamos nosotros, los psicoanalistas, es que en el
mismo servicio donde trabajo, cuando se trata de realizar presentaciones sobre, por ejemplo, dos
hijos de dos padres o dos madres, me di cuenta de que para la persona con la que hice esta
presentación, un psiquiatra infantil al que aprecio, era esencial encontrar funciones para todos. Si
bien el psicoanálisis ha sido más que desacreditado por personas que no eran psicoanalistas, bueno,
ahora nosotros osamos hablar sin amo. Están, por así decirlo, desorientados con la cuestión del
complejo de Edipo, así que somos más que bienvenidos —esta es sin duda la forma en que somos
recibidos— porque tomamos a los niños a través de este prisma y prestamos verdaderamente
atención a la diferencia entre ocuparse de las madres, ocuparse de los padres y ocuparse de los niños.
No es lo mismo; es muy diferente.
Lo vi porque tuve que luchar un poco para no dejarme atrapar en el discurso de las madres, que
querían asegurarse de la función que cada una tenía para esa niña. Fue necesario, gracias al control
—esto es importante—, tomar como tal la palabra del niño para llevarlo a su propia solución. Es una
solución pequeña, pero es importante para mí. Especialmente porque esa niña había venido por
síntomas bastante simples, a saber: fobias que se apaciguaron muy muy rápido. Pero la forma en que
se utiliza hoy el lenguaje ha requerido que yo fuera muy precisa y tomara las cosas de esta manera.
J.-A. M.: Gracias. Aunque son las siete de la tarde, propongo extender nuestra velada un cuarto de hora
para que la audiencia pueda hablar y hacer preguntas.
SR. Z.: Esta es una pregunta para François Ansermet sobre el Comité de Ética. Recuerdo que el señor
Ameisen intervino hace unos años en las jornadas de la Escuela y dijo algo que me pareció bastante
sorprendente. Me di cuenta de que usted no se inscribe en ello, y me siento aliviado, pero solo a
medias, ya que usted ha dicho que era un poco hereje dentro de este comité. El señor Ameisen dijo:
«No estamos ahí para pensar, sino para proporcionar elementos de reflexión a los responsables de la
toma de decisiones». Su intervención ha sido similar: ha dado muchas cifras, pero en realidad no se
ha visto lo que él pensaba. ¿Sigue siendo esta la orientación del Comité de Ética?
F. A.: Lo primero es que hay hechos técnicos, biológicos. Lo segundo es que esto crea nuevas y
múltiples relaciones sociales. Estas nuevas relaciones tienen consecuencias positivas o negativas,
simples o complicadas. Lo que está en juego es que, cualesquiera que sean las nuevas relaciones, nos
encontramos con lo que llamo los puntos de parada, es decir, cosas que logramos pensar que resisten
cualquier elaboración y que nos encontramos sin poder evitarlo, independientemente de la posición
que se tome, cualquiera que sea el caso clínico. Estos puntos de parada hay que localizarlos, hacerlos
explícitos, para que podamos formarnos una opinión. Si el niño ha de responder a algunas
disyunciones, la sociedad también debe responder a las disyunciones que se crearon.
Estos puntos de parada se sitúan principalmente en torno a la cuestión del padre. Debemos revisar
la cuestión del padre, ya que la RA es la institucionalización de la constitución de un niño sin padre
por vía médica. Este lugar vacío se puede dejar vacío, pero también está la cuestión de la madre
incierta, es decir, la cuestión de la madre ovular.17 No sé cómo llamarlo, ya que no existe. Digamos
que es la que ha dado el óvulo. Hace poco vi a una pareja de mujeres en la que una quería dar el
óvulo y la otra también. Era necesario, pues, cruzar los dos. Como ven, se trata de hacer jugar las
disyunciones. Pero estas disyunciones permanecen, quedan ahí. Tal vez sea esto lo que está en juego.
Hay un método que se ha propuesto para distinguir disyunciones, relaciones, consecuencias y puntos
de parada. Los puntos de parada son como un resto del proceso, tanto a nivel clínico como ético.
Pienso que será necesario, en el debate que tendrá lugar sobre lo íntimo y lo colectivo, tener un
discurso sobre estos puntos de parada. No vamos a taparlos con un discurso psicoanalítico. Deben ser
respetados e interpretados como tales.
J.-A. M.: Estos puntos de parada, ¿qué son?
F. A.: Estos puntos de parada están en el límite entre lo patológico y lo societal. Hoy día se revisa
completamente la separación normal/patológico. Hay lo societal que deviene patológico. Nadie logra
ubicarse allí. ¿Cuál es la diferencia entre el sufrimiento de una pareja que no puede procrear porque
han elegido una sexualidad particular y el sufrimiento de una pareja infértil? Hay una vacilación, una
dimensión societal en la infertilidad patológica.
J.-A. M.: Pero ¿dónde está el punto de parada ahí?
F. A.: El punto de parada es que nadie logra elaborar mucho esto hasta el final. Es una cuestión que
queda abierta.
J.-A. M.: Pero está abierta.
F. A.: Estoy obsesionado con los puntos de parada y tal vez esta discusión que tenemos me permitirá
salir.
J.-A. M.: Usted está obsesionado con los puntos de parada, pero, detrás del punto de parada, hay una
abertura. El problema no está resuelto, sino que está abierto. ¿Cómo va a resolver la cuestión de si el
dolor de tal pareja es mayor o menor que el de otra pareja?
F. A.: Bueno, ¡exactamente!
J.-A. M.: Bentham pensaba que podríamos calcular el sufrimiento, pero estamos un poco de vuelta de
eso.
F. A.: ¡Gracias! Me hace hablar hoy, y, a cambio, si entiendo bien lo que dice, encontraré la ocasión de
salir de mis puntos de parada, de estar con usted en una buena abertura.
J.-A. M.: ¡Exactamente! ¿Hay más preguntas?
L. M.: Esa niña ha encontrado una solución de estructura, a ella le gusta que el padre simbólico sea el
padre biológico, que dice que está muerto, lo que pone distancia respecto al padre real, y después da
forma al padre imaginario: el tío por el que se hace adoptar. Es muy lacaniana, ¿qué piensa usted?
C. C.: Existe un malestar en las mujeres que tienen que elegir entre guardar el ovocito fecundado o
donarlo a otra mujer.
J.-A. M.: ¡Exactamente! Bueno, François Ansermet, ¿se ocupa de esto el Comité de Ética?
F. A.: ¡Buena pregunta! En Suiza solo hay dos opciones para las mujeres. O destruir los ovocitos, o
implantarlos. Es una alternativa que es bastante insoportable.
J.-A. M.: Lo importante sería que el Comité de Ética no se encargara de esto, porque entonces, ¿qué
hacemos?
F. A.: A las mujeres se les dice que hay que destruir los ovocitos porque, de lo contrario, los niños
potenciales se acumularán en los congeladores de maternidad. Se añade que se los puede destruir
porque son restos puramente biológicos de la reproducción. Así que se les dice: «a» o «no a», y es
obvio que esto arroja a las mujeres a un estado de angustia y perplejidad. Pero, por ahora, no se
plantea la cuestión.
P. L. S.: Pasaríamos de leyes definitivas grabadas en mármol a consultas del estilo common law, a lo
anglosajón: la ley es móvil, es el juez quien decide o los comités de expertos, no hay leyes
universales y la benevolencia requiere que examinemos cada caso y le demos una respuesta
individual. Esto es lo que ha dicho Ansermet. Creo que la evolución de los comités de ética es salir
de lo universal e ir hacia lo que llaman una ética clínica, es decir, una ética del caso por caso. Todos
los casos son fuera de norma, toda norma produce casos fuera de la norma; es decir, con las parejas
que nos consultan con un «estamos fuera de la norma», ¿qué hacemos? Los practicantes de consultas
de ética clínica, en Nantes y París, no ven más que casos fuera de la norma; después deciden y
transmiten su opinión, generalmente a los jueces. Esta benevolencia es la orientación ética del
CAIRN, opuesta al universal kantiano.
Y. G.: La niña ha dibujado cuatro peces en el mar, ¿se puede hablar de una desmultiplicación de la

madre18 en los dibujos?


N. G.: Sí, este dibujo de cuatro peces en cuatro mares me interrogó. Conecté lo que esa niña me dijo del
dibujo y el momento en que me habló del enamoramiento de sus madres. No traté de empujar en esa
dirección, porque eso habría supuesto que hablaba con las madres de lo que sucedía con ella. Opté
por no saber demasiado de ese dibujo. Tal vez aún no pueda decir niña o niño, o bien mujer u
hombre. No lo tomé por este lado y no creo haberme equivocado. No me preocupa en absoluto. Las
cuatro madres son peces en cuatro mares que ella dibujó. Ese dibujo fue realmente el comienzo del
trabajo conmigo. La dejé jugar con él sin entrar en una pregunta que hubiera sido la mía.
J.-A. M.: Bueno, creo que hoy ha sido un buen día, animado. Propongo convocar esta reunión una vez al
mes. Hay una lista que se está terminando, de modo que caiga en días en que no haya eventos de la
Escuela en los que todo el mundo está ocupado. Sin embargo, ya les puedo dar nuestra próxima cita:
el 2 de septiembre. Es pronto, antes del final de las vacaciones, pero aparentemente es la mejor fecha
para el mes de septiembre. Enviaré el calendario y el programa a todos los que han venido hoy. Por
las mañanas continuaremos como esta vez, es decir, a partir de lo que yo traeré, y a partir, sobre todo,
de Lacan. Por las tardes, creo que volveremos a hablar de poesía, pero tal vez no siempre. Y para la
secuencia de cinco a siete, habrá un invitado. No todos serán de la talla de François Ansermet, su
entusiasmo, su conocimiento, su posición, pero con mucho gusto espero sus propuestas. No garantizo
que las acepte, pero trataré de componer un programa que sea, si es posible, tan exitoso como el de
hoy. Doy las gracias a todos los que han participaron en la tribuna y a todos los que han venido. He
aprendido que conviene invitar a menos gente a la tribuna... Eso dejará más espacio al intercambio.
Tienen mi dirección de correo electrónico, y si hay propuestas serias, trataré de programarlas o
modificarlas hablando con ustedes. Entonces, nos vemos, con aquellos que puedan venir, el 2 de
septiembre.
CONFERENCIAS EN TURÍN
ELOGIO DE LOS HERÉTICOS1
23 de mayo de 2017
Hay un verso de Mallarmé que puedo citar para comenzar mi elogio de los
heréticos, es el siguiente: «¡Te traigo la criatura de una noche idumea!».2 El
texto lo pensé y escribí esta noche para que sea traducido al italiano por
Michele y Antonio Di Ciaccia, mis queridos amigos.
Anuncié la creación de una revista online que se llama Heretics. Dije que
sería lacaniana y no dogmática al mismo tiempo, que sería una especie de
conversación infinita para orientarse en el mundo, en un mundo que ya no
puede ser pensado como armonioso, como un cosmos, constituido por la
correspondencia perfecta entre microcosmos y macrocosmos, sino como un
mundo embrutecido por la destrucción y el aumento vertiginoso de personas
deportadas, exiliadas, por la marea creciente de desperdicios, un mundo que
es «inmundo», como decía Lacan.
La palabra herético, para un público de entendidos, de personas que saben
sobre eso, de inmediato tuvo un eco. Aún más porque había señalado y
comentado ese pasaje de las primeras páginas del Seminario XXIII, El
sinthome, en el cual Lacan pone a James Joyce a su lado, definiendo a ambos
como heréticos. Creo haber comentado ya este pasaje en mi último curso de
2011, no lo retomaré.
Joyce es herético con respecto a santo Tomás de Aquino. Al
sinthomadaquin, que es el síntoma de la ortodoxia eclesial de la Iglesia
triunfante como potencia teológico-política, Joyce opone su particularidad de
irlandés que desea la independencia, es otro síntoma, el sinthomeroule. Joyce
era también herético en su arte, se destaca de todos los cánones del estilo
neoclásico. El volumen del Ulises fue publicado por primera vez en inglés, en
París, debido al aislamiento de todos los países de lengua inglesa. Cuando
sale el volumen en 1922, publicado por la librería Shakespeare & Company
de Sylvia Beach, rompe con todos los cánones de la estética neoclásica que
prevalecían en Francia por ese entonces, bajo la influencia de Anatole France,
de Gide y de Valéry. Sin embargo, la primera traducción francesa aparecida
en 1924 fue completamente revisada por Joyce y por Valery Larbaud, a quien
colocaría entre los neoclásicos.
Los colegas del Campo Freudiano me comprendieron inmediatamente. Los
artículos sobre el herético comenzaron a multiplicarse. Éric Laurent me
recordó que había publicado un «Lacan herético». Jean-Claude Milner,
exigente compañero de ruta, inmediatamente aceptó participar del
emprendimiento de la revista con un texto original, etc. De cada lugar me
llegan contribuciones, observaciones, palabras de aliento. Este recibimiento
entusiasta, magnífico, que muestra que toqué una cuerda sensible
proponiendo este término herético, me dispensó de darle una definición
abstracta.
La contingencia obró de tal manera que se nos presentó un ejemplo
concreto, al conmemorar hace tres días, el miércoles 24 de mayo, a una mujer
política francesa nombrada a menudo solo con sus iniciales: NKM. Dije que
en la política francesa nadie representaba de mejor manera el espíritu de las
Luces, dado que ella corría todos los riesgos para defender su derecho de
pensar autónomamente, aunque fuese en contra de los miembros de su
familia política, como se dice ahora en Francia. Recientemente, ella no ha
dudado en oponerse al expresidente de la República, Nicolas Sarkozy, de
quien había sido portavoz durante la desafortunada campaña de 2012,
mientras que en 2016 Sarkozy orientaba su propia campaña en una dirección
contraria a sus auspicios, una dirección que acercaba a Sarkozy y a Marine Le
Pen respecto a ciertas posiciones. En esta línea, hacía algunos años que NKM
había escrito, primera y única en su campo, un libro en el cual declaraba su
total hostilidad al Frente Nacional de Marine Le Pen, algo que le costó el
aislamiento por parte de los miembros de su propio partido. Seguramente,
merecería figurar entre los Profiles in courage a la francesa, que es el título
de un libro del joven John Kennedy3 que reúne los retratos de diversos
grandes parlamentarios estadounidenses que se habían levantado contra su
propio partido para defender una verdad importante para ellos. Una bella
galería de políticos heréticos. Sí, he utilizado este término para Nathalie
Kosciusko-Morizet, incluso dije que veía en ella una encarnación casi
perfecta del herético en política. En su honor escribí Herético, con
mayúscula.
En realidad, no existe el Herético con mayúscula, el Herético por
excelencia. Solo existen heréticos, en plural. No hay idea platónica, no hay
esencia del herético. El «concepto» de herético —y pongo el término
concepto entre comillas— se sostiene en la lógica del no todo que define
Lacan. Por lo tanto, la revista se llamará Heretics, con s.
Si ahora desarrollamos el concepto de herético, surge que sí existe el
Herético con mayúscula, en singular, con el artículo definido que indica su
naturaleza esencial. Primer momento: el Herético con mayúscula no existe.
Segundo momento: el Herético existe, pero este es el momento en el que el
herético se convierte en heresiarca, aquel que es jefe de una secta herética. Ha
sido el caso de Arrio, de Manes, de Montano, de Lutero, entre muchos otros
nombres. Con el advenimiento del heresiarca, comienza la dialéctica infernal
que transforma al exherético en un nuevo dogmático, que transforma la
exherejía en un nuevo dogma. El excomulgado se convierte, a su vez, en
inquisidor y excomulgador. Es el retorno a la lógica en la cual «cada uno»
corresponde a una excepción; aquí el discurso del amo retoma el timón en sus
manos.
Nosotros, psicoanalistas alumnos de Lacan, queremos ser heréticos. Dan
testimonio de esto todas las respuestas que recibí después de haber anunciado
la revista Heretics. En efecto, nosotros somos discípulos de un analista que
fue excomulgado por sus pares. El término excomunión, elegido por él para
calificar la prohibición de continuar formando analistas que le fue infligida,
traducía su interpretación del deseo de Freud.
Freud quiso, pensó que en su tiempo era necesario establecer una ortodoxia
en el psicoanálisis en intensión y una ortopraxis en el psicoanálisis en
extensión. En síntesis, ligó el psicoanálisis a una Iglesia internacional
encargada de decir lo verdadero sobre lo verdadero, autorizada a sostener el
ejercicio imposible del poder a partir de la posición de un metalenguaje con
todas las consecuencias previsibles de tal elección: inquisición, intolerancia,
caza de las herejías, exclusión.
Cuando el filo de la hoja cae sobre Lacan y su cabeza, que había sido
puesta en juego en las negociaciones entre facciones, rodó desde el patíbulo
ante todo el pueblo analítico como testigo, Lacan murió. Quiero decir, murió
el Lacan miembro de la IPA, el Lacan amigable, aquel que había estado en
todos los congresos internacionales, el fiel lector del International Journal, el
comentador agudo de sus principales autores. Dado que había sido condenado
como herético, decidió renacer como heresiarca, puso su nombre al lado del
de Freud, comenzó a hablar de sí mismo en tercera persona del singular —
como Julio César— y creó su propia Escuela. Pero quería también subrayar
que el Lacan número dos no dedicaba todos sus esfuerzos a una disidencia, al
contrario, se presentó ante el mundo como el promotor de un retorno a Freud.
Lacan se había comprometido a demostrar, año tras año, hasta qué punto los
analistas miembros de la IPA se apartaron de la dirección dada por Freud al
psicoanálisis; es a ellos a quienes Lacan declara heréticos y se presenta como
el sucesor legítimo de Freud a título de guía del psicoanálisis. En su época,
Lutero había actuado de la misma manera. Pero también había actuado de la
misma manera en el orden político De Gaulle, quien, condenado a muerte por
el gobierno de Vichy, proclamaba que Francia, la idea de Francia, la Francia
libre, no había dejado de estar cerca de él en las horas oscuras en las que el
enemigo ocupaba el país.
Lacan también tenía como objetivo la reconquista del Campo Freudiano
ocupado por las fuerzas de la heresiarca IPA. Ya he expuesto en España, en
la ciudad de Granada, el sentido fuerte que correspondía dar a la reconquista
prometida: el sentido de la «reconquista» en español, evocado por Louis
Aragon en Le Fou d’Elsa publicado en 1963, al cual Lacan hace referencia en
su Seminario XI. Lacan hizo mucho para que su enseñanza no diera lugar a
ninguna ortodoxia. No distribuyó anillos a sus supuestos fieles e hizo bien,
porque todos lo abandonaron en el momento de la disolución de la Escuela
Freudiana de París en 1980. Dejó que los pensamientos de cada uno se
desarrollaran libremente y, en primer lugar, el suyo. Jamás fijó su enseñanza
a una forma definitiva, al decir que continuaba trazando una vía, la propia, y
maravillándose de ser seguido por otros. Me eligió a mí para establecer el
texto de su Seminario, fundamentalmente porque me elegí yo mismo y nunca
me valí de este hecho para pretender decir lo verdadero sobre lo verdadero en
lo que se refiere al pensamiento de Lacan. Yo mismo me lancé en la práctica
de un curso anual que prosiguió más de treinta años y se publicó en
volúmenes solo en español, el español de Buenos Aires, porque allí
numerosos colegas me dieron testimonio de su deseo y su competencia.
Lacan estuvo perfecto desde este punto de vista: el de desear escapar de la
ortodoxia, y yo no estoy tan mal... No obstante, eso no impide que la
dialéctica que hace del antiguo herético el nuevo dogmático genere otros
descendientes.
A Lacan se le reprochó la autoridad que tenía sobre su Escuela. En lo que
respecta a mis acciones, primó en mí la intención de proteger en todos los
lados del Campo Freudiano a las minorías, se trate de grupos o de
individualidades originales por las cuales siento una auténtica ternura. Pero
hay siempre alguien dispuesto a reprocharme alguna cosa. Es obvio que un
conjunto tan vasto como el Campo Freudiano no podría existir sin
instituciones para sostenerlo, y quien dice instituciones dice también listas de
miembros, admisiones, comisiones, estatutos, reglamentos, votaciones, etc.,
de donde todos los días surge, se nutre y se acrecienta un nivel burocrático.
Este fenómeno está atenuado, limitado, encapsulado por la permutación que
Lacan había introducido a nivel de los carteles y que he tomado como regla
de las escuelas. Pero no se puede permutar la transferencia. Paola Bolgiani,
de Turín, es la presidenta de la SLP, pero en Turín la autoridad psicoanalítica
está mantenida por mi querida Rosa Elena Manzetti, y muy justamente,
porque ha querido y ha guiado a sus analizantes hasta hacer de Turín uno de
los cuatro lugares principales de la Escuela en Italia. Sucede lo mismo con
Antonio Di Ciaccia en Roma, Marco Focchi en Milán, la pareja Paola
Francesconi y Maurizio Mazzotti en Boloña. Que nadie cuente conmigo para
oponerme a ellos; esto es solo para recordarles, cuando sea necesario, que la
protección de la minoría es el criterio de la democracia, y tal vez más para el
gobierno a través de la mayoría.
Una palabra más respecto de la dialéctica herejía-ortodoxia de la cual hay
tanto que decir. Anoche llegaron dos mails de Buenos Aires. El primero era
de C. G. T., que algo sabe del tema por haber sido religiosa durante años. El
segundo, de L. M. y se titula «Lacano millerianos pendientes».
Él opone los lacanianos que se consideran y actúan como heréticos a los
que quieren proteger una ortodoxia lacaniana, que según L. M. no existe.
Protegerla sobre todo de mí, ya que yo sería un herético respecto de Lacan. C.
G. T., por su parte, denuncia el triunfo de la religión, que, según ella, estaría
presente de manera manifiesta y por todas partes en Argentina,
específicamente entre los peronistas y también en la EOL, la Escuela de la
Orientación Lacaniana.
Ella dice «capturan y fijan religiosamente la enseñanza de Miller, el que
nos orientó, el que para nosotros armó los planos de la casa, un Miller
incansable. El silencio obediente no deja de ser el triunfo de la religión del
padre». Sin embargo, piensa que hay esperanza, y que tal vez llegó la hora de
la salvación por el sinthome.
Querida C., actualmente no es el silencio lo que reina en el Campo
Freudiano, sino el estruendo. En segundo lugar, de lo que hay que salvarse es
de la idea misma de salvación, en los dos sentidos que tiene la palabra en
francés, entre los cuales uno es «salir corriendo», es decir, huir. Huir de los
significantes de la religión, o sea, que habría que dejar de creer que un día esa
dialéctica dejará de existir. Claro que siempre habrá una dialéctica entre
heréticos y ortodoxia. Así pues, huir de los significantes de la religión es
difícil, sobre todo para usted, C... Veo que sigue intentándolo.
Estos dos textos ahora mismo están en lo de Miquel Bassols en Barcelona,
y ustedes podrán leerlos hoy mismo en el Lacan Cotidiano.
Entonces, la problemática de la herejía se está haciendo cada día más
presente, se extiende en el Campo Freudiano, y, en mi opinión, esto apenas
está empezando. Ya estamos operando con un concepto amplio del hereje, un
concepto refinado que conocía una Aufhebung, que de alguna manera se
sublimó. Por consiguiente, puedo plantear esta difícil pregunta, y para
contestarla espero la colaboración del Campo Freudiano. ¿Qué quiere un
herético? Herético, che vuoi?
Cuando Lacan planteó lo que esperaba de los analistas de la Escuela, los
AE, era obvio que no pensaba establecer una clase cerrada solo para aquellos
que hubieran hecho un análisis, preferentemente en su Escuela, y hubieran
atravesado con éxito la prueba del pase.
Evocaba con cierta nostalgia la agitación intelectual que había encabezado
con fuerza la aparición del discurso científico de principios del gran siglo, el
XVII, donde se cruzaban las personas y las producciones de matemáticas, de
física matemática y de humanismo, de Descartes, Huygens, Leibniz, Pascal,
Gassendi, Carcavy, Fermat, Van Helmont, Robert Boyle, Desargues, Thomas
Hobbes, Nicolas de Peiresc, alrededor del padre Mersenne, que creó en 1635
la Academia Parisiensis, que prefiguró la academia que fundó Colbert en
1666. Hay dos italianos en esa Academia Parisiensis: Torricelli y
Campanella. Lacan decía que «ahí estaba la gente que hacía el pase». Cito de
memoria. Seguro que Lacan soñó con que la Escuela Freudiana de París fuera
una Academia Parisiensis de este tipo.
Pues bien, las generaciones que crecieron en el Campo Freudiano y la que
está llegando ahora me parecen tan brillantes y mucho más cultas e
inteligentes que la que conocí alrededor de Lacan, tanto que me siento capaz,
yo, de hacer de padre Mersenne de una nueva Academia Parisiensis de
herejes, abierta también a los no analistas, como Lacan siempre quiso.
¿Qué quiere un herético? Quiere como Nathalie Kosciusko-Morizet ser sin
igual, desprendido de todo conformismo, y también asociarse a otros sin
igual, porque para pensar tiene que conversar, intercambiar con los otros.
Bueno, es el final de lo que redacté y ahora están todas esas hojas que son
el plano de lo que sigue. No se las voy a leer, no les voy a leer mis apuntes,
les voy a decir por qué puntos quería pasar.
Hay lo que cada uno tiene de parecido a los otros, lo común en la
humanidad, fundamento de los derechos del hombre como animal político,
animal que habla y que no habla solo, salvo cuando está loco. Es lo que
François Villon, el poeta francés, llama los hermanos humanos. Y también
hay lo que cada uno tiene de distinto.
Ahí es donde quería retomar las máximas del sentido común según Kant:
pensar por uno mismo, pensar poniéndose en el lugar de cualquier otro,
pensar siempre de acuerdo con uno mismo. Por supuesto, el tercer principio
es problemático para nosotros. ¿Puede haber una similitud del sujeto consigo
mismo?
Por supuesto que no si el sujeto está dividido. Pero, a la vez, hay una
exigencia lógica de no mantener un discurso contradictorio. Entonces, quería
desarrollar cómo esos puntos de vista pueden ser compatibles. Pero me
topaba entonces con la problemática de lo que Kant llama el juicio del gusto,
donde, por cierto, no hay criterio objetivo de la verdad y, en el fondo, cada
uno postula la aprobación de todos sin estar seguro de ello.
La palabra que usa Kant no es postula justamente, sino presupone, llama,
invoca. Y por eso me gusta mucho la expresión de Philippe Sollers «la guerra
del gusto», porque es eso: no hay paz en el gusto. Cada uno debe elegir su vía
en la estética. En la época de Kant, aún se podía creer que todo el mundo
compartía potencialmente la misma estética, pero hoy sabemos que no es
posible y que los artistas son herejes que eligen una voz particular.
Bueno, paso por alto todo esto, salto una parte sobre la universalidad del
valor común. Respecto de la guerra del gusto, querría evocar la querella de
los antiguos y de los modernos del siglo XVII, justo cuando se hacía escuchar
con fuerza el discurso de la ciencia, y también hubiera evocado las diferentes
guerras del gusto de la Antigüedad en la retórica y en los diferentes estilos.
Por ejemplo, Luciano usaba el estilo neoático, que era diferente del estilo de
Séneca y del de Cicerón.
En el fondo, eso nos hace ver claramente que la elección es el motivo
esencial de la herejía, como dice Lacan. Y que no existe una única vía
universal por donde tomar la verdad, como sí es el caso en matemáticas. Cada
uno debe elegir la vía por donde tomar la verdad. Y esa vía no es universal,
aunque tampoco se define esencialmente por ser infiel ni por la desviación,
sino, estrictamente hablando, por la elección.
Ahí es donde se puede modificar el segundo principio de Kant. Kant dice
«pensar poniéndose en el lugar de cualquier otro», como si el lugar de
cualquier otro estuviera constituido y el sujeto tuviera que amoldarse a ese
lugar para estar conforme con él.
Entonces, voy a modificar el principio de Kant considerando que se trata de
poner a cualquier otro en su lugar de sujeto. Aquí introducía a Simone Weil,
que considera que es un derecho imprescriptible del sujeto poder juzgar
según su luz interior. Yo había desarrollado algo en cuanto a ese concepto de
luz interior. Ella considera que un partido político es, por excelencia, la
máquina que destruye la luz interior porque obliga a seguir la línea del
partido.
También quería aludir a una obra poco conocida de Descartes, que es un
diálogo filosófico sin terminar, escrito en su juventud: La búsqueda de la
verdad mediante la luz natural, y que responde muy bien a la frase de Lacan
de buscar la verdad por una vía que sea propia. Por eso, el espíritu de las
Luces, que echa sus raíces con Descartes y que florece con Kant, se opone a
cualquier tutoría de la humanidad. Y en particular a la que la Iglesia siempre
pretendió ejercer. La Iglesia es la sabiduría y piensa que su vocación es ser la
tutora de la humanidad. Es una noble misión que, no obstante, supone
mantener a la humanidad en la infancia.
Ahí, quería recordar las instrucciones de Bossuet al delfín cuando le
explicaba que la intolerancia civil era legítima. Y, de hecho, decía que el
propio Lutero no había dudado en ser intolerante. Yo quería responder a
Bossuet con Diderot, y luego con D’Alembert, citar a Sollers a propósito de
Voltaire, a propósito del coraje de Voltaire.
Y también a propósito del Voltaire que tuvimos en el siglo XX, un Voltaire
discreto que era Roland Barthes. Pero Roland Barthes siempre se mantenía al
margen, mientras que Voltaire siempre estaba al frente. Por eso, se podía
creer que Barthes era un escéptico.
Ahí quería hablar de las afinidades del analista con la posición del
escéptico. Porque se puede decir que el analista está en la misma posición
que el escéptico en su práctica. Suspende el juicio. Quería evocar las diez
formas de suspender el juicio en los escépticos para ver si ahí encontramos el
modo de suspenderlo propio del analista.
El hecho es que las dificultades comienzan cuando el analista quiere seguir
suspendiendo su juicio en los asuntos políticos, es decir, seguir no eligiendo.
Durante la crisis actual del Campo Freudiano, sobre todo en las relaciones
con Argentina, vimos a alguien considerar la teoría del no elegir como la
culminación de la posición analítica, la cumbre de la posición analítica,
cuando no era más que una teoría del doble juego.
No elegir es no ser hereje. Y los que no eligen son siempre los
conservadores, los ortodoxos, los dogmáticos que no necesitan elegir porque
tienen el poder.
De allí sacaba el principio, mi principio personal: en el discurso analítico
mejor preferir siempre a los que eligen, aun cuando no eligen igual que yo.
Los prefiero a los que no eligen.
No traje todos los libros, que quedaron en el cuarto del hotel. Traje las
fotocopias, quería hablar del análisis del catolicismo por Merleau-Ponty, de
las advertencias sobre el catolicismo de Ernest Renan. Y ni siquiera tuve
tiempo de hacer una lista del resto. También pasaba por los herejes en la obra
de Dante.
Entonces, voy a terminar así, con dos citas. La primera es muy famosa; son
dos versos de Paul Valéry: «Recompensa después de un pensamiento: mirar
por fin la calma de los dioses».4 Bueno, estos son los dos versos escritos en la
tumba de Paul Valéry. Es verdad que cuando estamos en la tumba tenemos
derecho al divino sosiego. Entonces, quería reemplazar el segundo verso por
una palabra, porque yo estoy vivo: «Después de un pensamiento, ¡qué
recompensa, l’azione!».
MÉRITOS DE LA ORTODOXIA1
8 de junio de 2017
He querido completar mi primera conferencia. La última vez hice el elogio de
los heréticos, mostré los méritos de la herejía, argumenté a favor de la
posición herética y esbocé sus afinidades con la posición del analista.
Justo antes había anunciado una revista cuyo nombre será Heretics. Me
sentía autorizado para hacerlo, tenía un precedente: la declaración de Lacan
en su Seminario XXIII, El sinthome, donde se define herético de la buena
manera. Allí, Lacan se refiere a James Joyce, que se consideraba a sí mismo
herético con relación a santo Tomás de Aquino y a la corona británica.
Y entonces, ¿qué sucedió después? En el Campo Freudiano tuvo lugar un
fenómeno de moda. Todo el mundo habla de herejía, cada uno se define
herético, hay como un esnobismo de la herejía. Es una experiencia viva.
No voy a completar mi primera conferencia desarrollando los puntos que
enumeré al final de esta. Voy a comenzar esta segunda conferencia
hablándoles de la ortodoxia y, por qué no, de los méritos de la ortodoxia.
Hablar de los méritos de la ortodoxia será, esta mañana, mi propio modo de
ser herético en un Campo Freudiano cada vez más poblado de heréticos. Así,
repetiré el movimiento de un escritor inglés, humorista, también filósofo,
llamado G. K. Chesterton.
A comienzos del siglo pasado, Chesterton detectó lo mismo en lo que
podría llamarse «la vida cultural de su país», y emprendió la tarea de
combatirlo. Hizo tanto, y tan bien, que se convirtió a la religión católica.
Combatió el triunfo de la herejía en dos libros que aparecieron en 1905 y
1908. El primero se tituló Heretics,2 como la revista que anuncié, y el
segundo, Orthodoxy.3 Señala como un hecho nuevo, impensable en otras
épocas, que se comenzara cada vez más a decir con satisfacción: «Yo soy
herético», cuando hasta entonces esa expresión se veía como una infamia.
Cito algunas frases del prefacio de Heretics: «No solo el término herético
no significa más estar equivocado, en realidad significa ser lúcido y valiente.
No solo el término ortodoxia no significa más tener razón, en realidad
significa estar equivocado».
Dicha elección de la herejía comporta cierto número de consecuencias que
Chesterton enumera. Estas consecuencias siguen vigentes todavía,
corresponden a nuestra actualidad y se encuentran en nosotros, aún más
acentuadas, a comienzos del siglo XXI.
Diría que, en principio, hay una cierta falta de gusto, o incluso de disgusto,
por el todo —como dice Chesterton—; las teorías generales son despreciadas
en todas partes. Henos aquí cada vez más conducidos a discutir sobre detalles
en arte, en política y en literatura. Disgusto por el todo, gusto por el detalle.
Sabemos bien que hoy existe una verdadera industria que colecciona las
opiniones particulares de los individuos sobre cualquier tema, se hacen
encuestas, se hacen cálculos y, llegado el caso, se deciden conductas a partir
de dichos cálculos.
Chesterton afirmaba que la época está dominada por el epigrama perfecto
de Bernard Shaw: «La regla de oro es que no hay más regla de oro». Y si
buscamos el equivalente del principio de Shaw para nuestra época, podríamos
decir que es: Anything goes, el título de una comedia musical de Cole Porter
de los años treinta. Dicha fórmula fue retomada por el epistemólogo Paul
Feyerabend para calificar el movimiento mismo de la ciencia, o sea: «Todo es
bueno si es eficaz». Y, en efecto, Chesterton había advertido que la
consecuencia de elegir la herejía es el dominio de una palabra clave: eficacia.
Él ve en el dominio del criterio de la eficacia la prueba del debilitamiento y
esterilidad que prevalecen en el pueblo inglés, ya que la eficacia califica los
medios, los exalta en lugar de los fines. Cito a Chesterton: «Ninguno de los
hombres fuertes durante las épocas fuertes hubiera comprendido lo que
nosotros entendemos por trabajar eficazmente». Hildebrand, es decir, el papa
Gregorio VII, habría dicho que no trabajaba para la eficacia, sino para la
Iglesia católica. Eso me parece muy acertado. El cálculo coste-beneficio
reemplazó las causas finales, en las que ya no creemos más y que hoy están
desvitalizadas, deslibinizadas.
Entonces, la crítica del dominio de la herejía condujo a Chesterton a un
acto, un acto de conversión: abrazar la fe católica en 1922 y convertirse en su
apologista. No es el camino que voy a seguir. El camino que seguiré
consistirá en explicar lo que Chesterton atrapó a su manera, una manera
satírica. Lo que él captó, por aproximación, es el ascenso del individualismo
moderno. Y también que dicho ascenso está ligado a la promoción de la
categoría de la elección que yace en el corazón de la herejía, en el corazón de
su concepto, tal como indica su etimología.
Repito entonces que haeresis (αἵρεσις), en griego, significa «elección». Y
es de allí que derivó a una elección particular, diferente de la elección
mayoritaria que califica a la secta, especialmente la secta desviada. Hoy la
elección se convirtió en un valor en sí mismo, el valor supremo del individuo
consumidor, e incluso podemos decir, más allá, que se convirtió en el acto
por excelencia del sujeto.
La promoción de la categoría de elección se hizo en detrimento de su
contrario. A ese contrario le daremos el nombre de «herencia». La elección
prevalece sobre la herencia, la domina, tiende a dominarla, nada lo muestra
mejor que la historia de la religión.
Hasta los tiempos modernos, la religión fue una cuestión de herencia. Antes
de los tiempos modernos, la pertenencia a una religión siempre tomó la forma
de la inscripción en una tradición. En este sentido, creer, tener fe, consistía en
suceder a la propia familia, al propio pueblo, mientras que el espíritu de la
modernidad, animado por el espíritu de la ciencia, aniquila las tradiciones.
Lacan, en la conferencia que dictó en Niza en 1974,4 utilizó una fórmula
que no resume todo su pensamiento, pero sí el espíritu de la modernidad:
«Una tradición es siempre una estupidez». Es un grito de liberación, un grito
de emancipación, si consideramos el gran peso que siguen teniendo las
tradiciones en la modernidad y el respeto que inspiran, incluso cuando van en
contra de los usos y las costumbres de los pueblos. Hoy, esta cuestión forma
parte de los problemas que plantea la inserción de la religión musulmana en
Europa.
En el islam, precisamente, la ortodoxia nunca adquirió la importancia que,
por el contrario, tuvo en el cristianismo, como lo demuestra la ausencia o casi
total ausencia de guerras religiosas en la historia musulmana, mientras que
estas fueron determinantes en la historia de Europa. Sin embargo, los textos
del islamismo invocan la innovación de la Bid’ah, que apunta a doctrinas o
prácticas que no tienen precedentes en el Corán ni en la vida del Profeta.
Aclaro que lo que estoy diciendo constituye un saber de segunda mano, pues
lo leí en el excelente Diccionario del Islam político, publicado por Oxford
University Press.
Un hadiz, o sea, una anécdota tradicional ligada al Profeta, estipula que
toda novedad es una innovación, y que toda innovación es una desviación del
halal que conduce al infierno. La innovación requiere la condena por parte de
los eruditos religiosos, de los ulemas, el aislamiento social y el castigo físico,
pero en el islam la pena de muerte quedaba excluida, a diferencia de lo que el
cristianismo imponía a los herejes, ya que en el islam el desviacionista seguía
siendo reconocido como un creyente. Dejo de lado el hecho de que en el
islam puede haber buenas innovaciones, incluso necesarias, como celebrar el
aniversario del nacimiento o de la muerte del Profeta, ya que el sentido que
predomina es el que yo he expuesto.
Si volvemos al cristianismo, nos encontramos con una verdad que vale
también para el judaísmo y el islam, tal vez menos acentuada, y es que la
experiencia religiosa se apoya siempre en la existencia de un linaje creyente.
Es una expresión de la señora Danièle Hervieu-Léger, erudita en materia de
historia de religiones con la que tuve la suerte de conversar una noche en la
ECF.
La experiencia religiosa entraña la referencia a una filiación. Y dicha
filiación es constitutiva de lo que esta erudita llama una comunidad espiritual,
que reúne a los creyentes del pasado, del presente y del futuro. Cuando hay
ruptura de esta continuidad es siempre en referencia a la filiación, ya que la
ruptura puede presentarse como la restitución de una auténtica filiación que
fue desnaturalizada. Y es justamente en nombre de la restitución de una
creencia, de un auténtico cristianismo, que Lutero se sublevó hace cinco
siglos. Y no podemos evitar advertir el mismo movimiento en la insurrección
de Lacan en 1953 —y aún más explícitamente en 1963—, cuando se opone a
la IPA, a la que compara con una Iglesia de la que habría sido excomulgado,
incluso si esta referencia a la Iglesia queda velada por la referencia a Spinoza
y su exclusión de la sinagoga.
La problemática ortodoxia frente a herejía anima hasta hoy la historia del
psicoanálisis. Lo que actualmente se observa en la religión es el ascenso en
potencia de la elección, de la práctica de la elección de conversión, la
elección bajo la modalidad de la conversión. En particular, la elección de
conversión se encuentra en el corazón del protestantismo evangélico, muy
presente en Brasil, por ejemplo, donde todos los días gana posición respecto
del catolicismo. Hay allí una inversión de la que la práctica del bautismo es
un testimonio. Tradicionalmente, el bautismo se celebraba en el momento del
nacimiento como signo de la gracia dada en el contexto de una herencia. En
los evangelistas, el bautismo se celebra después de la elección de conversión
y dicha práctica da origen a una comunidad fundada en la elección y no en la
tradición.
No podemos evitar pensar en el dispositivo que Lacan inventó para la
comunidad que creó. Lacan tuvo la idea de una sociedad analítica que estaría
fundada en una especie de elección de conversión efectuada al término de la
experiencia analítica. Tenía la esperanza de que esa comunidad se
mantuviese, se perpetuase con respecto a la elección. Pero incluso una
comunidad fundada en la elección, en la elección subjetiva, está sometida a lo
que los sociólogos de las religiones conocen con el nombre de «dinámica de
conformidad». Yo acabo de advertir la existencia de dicha «dinámica de
conformidad» entre nosotros con el lanzamiento de la categoría de la herejía,
adoptada de manera inmediata como un nuevo estándar en el Campo
Freudiano, y es lo que me conduce hoy a hacer esta crítica. Digamos que
existe una tensión permanente entre la lógica disruptiva de la elección y la
reconstitución de la conformidad.
Agrego que en Estados Unidos se desarrolló una sociología de las
religiones fundada en una visión económica de la elección religiosa
concebida en términos de eficacia, de acuerdo con el cálculo coste-beneficio.
Se trata de toda una escuela, de varias escuelas incluso, donde el creyente
queda asimilado a un consumidor que arbitra entre los costes del compromiso
religioso y los beneficios que pueden obtenerse de dicho compro miso.
Existe una gran discusión sobre los efectos del mercado abierto
generalizado de la religión, comparado con situaciones de monopolio
religioso. Hay argumentos de un lado y del otro. Por un lado, la competencia
puede ser una espina para la práctica religiosa, para el compromiso religioso,
pero también constatamos que, cuando existe una situación de monopolio,
aumentan las adhesiones religiosas. Y, por otro lado, de vez en cuando los
sociólogos sospechan que la elección religiosa no es completamente
asimilable a un cálculo coste-beneficio, que la pura pérdida puede tener una
función en la elección religiosa y que el sacrificio o el don de uno mismo no
entran en el cálculo de la eficacia.
La generalización de la función de la elección como tal es una innovación
en el campo religioso que traduce el triunfo de la herejía que Chesterton
satirizaba. Entonces, la elección subjetiva siempre se perfila sobre el fondo de
aquello que es común, sobresale de lo común.
¿Qué es lo común? ¿A qué llamamos lo común en la era de la eficacia, o
sea, en nuestra época de desvitalización de las causas finales? Yo diría que, a
eso común, Chesterton le dio vida y una cara, en 1927, de un modo filosófico
que no excluye para nada el componente satírico.
También pienso en Heidegger en Sein und Zeit.5 Diría que la cara de lo
común contemporáneo es el «se». El «se» es una categoría existencial
desarrollada por Heidegger. En su tratado filosófico, que es, sin duda, muy
arduo, el «se» entra en escena como si fuese un nuevo personaje, un
personaje de nuestra época que suplanta al «yo» ( je). El «se» es el «yo» (je)
fundido en la masa. Evidentemente, hay ecos entre este análisis
fenomenológico de Heidegger y la Massenpsychologie de Freud, que trata un
fenómeno contemporáneo que encontró su primera expresión en el célebre
libro de Gustave Le Bon sobre la masa. Se podría hacer una lectura
comparativa entre Sein und Zeit y la Massenpsychologie de Freud. No lo haré
aquí, esto quedaría para otro seminario.
En la masa, el sujeto deja de ser singular y se convierte en equivalente a
cualquier otro. Cito a Heidegger: «En la utilización de los medios públicos de
transporte en común y en el recurso a los órganos de información (el diario)
[y hoy agregaríamos, por supuesto, la radio, la televisión, internet], cada otro
equivale al otro». El «se» es en Heidegger la personificación de la masa,
digamos —en todo caso es mi hipótesis— que es aquello que representa lo
común. En el «se», el dasein está disperso, se perdió, de ahí la necesidad de
reencontrarse, y en la continuación del Sein und Zeit, Heidegger muestra que
el dasein se reencuentra cuando toma una decisión fundamental, o sea,
cuando realiza una elección auténtica. Y, en el fondo, la finalidad de Sein und
Zeit es poner el dasein en posición de hacer una elección auténtica.
Heidegger se refiere también al Man Selbst, que fue traducido en francés
como nous («nosotros»), on («se»). Soy «yo» en tanto que hago cuerpo con el
«se», en tanto que soy los otros, es lo que propone el traductor con el doble
sentido de la expresión francesa je suis, que es a la vez être («ser») y suivre
(«seguir»). Y, como señala Heidegger, es precisamente ese «nosotros/se»
quien dice más fuerte y más seguido: «yo» ( je).
Hoy esto se encarna en los aparatos que cada uno de nosotros lleva, que
implican opciones, ya que, cuanto más numerosos y sofisticados son, más se
prestan a ser personalizados. Desde el instante en que ustedes compran un
iPhone, se les da siempre la elección del color, el tamaño, las diferentes
aplicaciones que pueden cargar. Cuanto más reina la equivalencia, más se
multiplica la elección, y bajo una forma evidentemente mecanizada.
Hoy, el «se» heideggeriano es la cara del «común». Cuando leemos sus
análisis de 1927, vemos que la historia del mundo se desarrolló en ese
sentido, y esto se vuelve cada vez más evidente. Entonces, es un «común»
que en Heidegger parece dado como ya constituido en la experiencia
inmediata de la existencia. A ese «común» contemporáneo voy a oponer el
«común» de la tradición, que era un «común» construido, y que es
precisamente lo que llamamos la ortodoxia.
Aquí tengo que corregir o completar el análisis de Heidegger, que es un
análisis fenomenológico, no histórico. De hecho, el «se», eso que aparece
como el «se» en un análisis fenomenológico de la existencia contemporánea,
es también el resultado de una construcción, ya que los medios públicos de
transporte están determinados por una burocracia que los piensa y los paga.
Los diarios son producidos por redacciones y administraciones, y son el
resultado de la historia de corrientes de pensamiento, son empresas
multinacionales las que producen los aparatos de comunicación y, en general,
todos los productos industriales. De algún modo, es la ortodoxia de hoy.
Pero tomemos el «común» tal como fue constituido en cuanto ortodoxia.
Tomemos el discurso que dio el mayor lugar, la mayor importancia, a la
ortodoxia, o sea, el discurso católico. La ortodoxia es el resultado de una
construcción, la ortodoxia es posterior respecto a la herejía. La herejía solo
pudo ser definida, como tal, retroactivamente, después de la constitución de
la ortodoxia. La ortodoxia está construida como una sinfonía a partir de una
cacofonía, la cacofonía de las opiniones particulares. Y eso es muy evidente
en los primeros tiempos del cristianismo, donde el acontecimiento-Jesucristo
fue captado primero en el contexto judaico como un aerolito; es un real que
quebró un orden simbólico multisecular y que entonces provocó
conversaciones apasionadas para darle un sentido a dicho acontecimiento en
el marco de la problemática judía.
Y de alguna manera todos esos discursos eran heréticos, todos esos
discursos fueron juzgados como heréticos cuando la ortodoxia se despejó. Y
no podía ser de otro modo, en la medida en que el cristianismo nació en el
contexto judío; al contrario del islam, que nació de una página en blanco,
siguiendo por otra parte las influencias judías y cristianas.
Así pues, al inicio fue necesariamente la cacofonía, del mismo modo que se
puede decir que las primeras aproximaciones que se hicieron al
acontecimiento-Freud fueron falsas. Ya que Freud también llegó como un
aerolito en un contexto de pensamiento donde se inscribió como una total
sorpresa, dejando su lugar a Lacan como aquel que dijo que había que
repensar todo a partir de Freud. Mientras que, por supuesto, el primer
movimiento fue intentar capturar el acontecimiento-Freud con las categorías
ya existentes.
Entonces, en primer lugar, el carácter secundario de la ortodoxia. En
segundo lugar, podemos decir que la ortodoxia católica fue animada por un
telos, una finalidad, una causa final que faltó a los discursos que se revelaron
como heréticos. Dicha finalidad consistía en establecer ne varietur un
discurso que fuese universal, que valiese como un canon, como un estándar.
Evidentemente, hay cierto número de historiadores de la religión, ellos
mismos sacerdotes, que se dejaron llevar por la creencia de que la ortodoxia
ya estaba allí antes de haber sido formulada y le atribuyen una realidad
trascendental. También tenemos la situación que describe Ernest Renan en el
Seminario de Saint-Sulpice, del que era alumno, en el que había que creer
que todos los dogmas de la Iglesia católica, todos los sacramentos, ya habían
sido instituidos por Jesucristo. Y hay páginas extremadamente divertidas
donde describe toda la sutileza de sus maestros para justificar esos increíbles
anacronismos, que lo condujeron a abandonar el Seminario y la religión
católica, con profunda tristeza, ya que, habiéndose comprometido en la línea
de la crítica histórica de los textos, él no podía volverse atrás.
De algún modo, la ortodoxia comenzó a deshacerse cuando el saber textual
empezó a ser objeto de una investigación de tipo científico a partir del siglo
XVII.
Voy a referirme ahora a un libro inglés que me gusta mucho y que se llama
The making of orthodoxy, que es una recopilación en homenaje a un
historiador del cristianismo primitivo, Henry Chadwick. En dicho libro
descubrimos que la herejía es la precondición de la ortodoxia y que las
primeras formas de la creencia cristiana tienen en común que la sacralidad
aparece ligada a un lugar particular. Ya sea un edificio o la casa de un
excelente orador creyente, la vida religiosa se desarrolla en torno a ese lugar,
como una experiencia compartida que ofrece una identidad y está basada en
un insight, en una elección de conversión que puede tomar la forma de una
iniciación. Y vemos enseguida que lo que distingue a la ortodoxia es que su
emergencia supone una deslocalización de la sacralidad o, para usar una
palabra que les gustaba a Deleuze y a Guattari, una desterritorialización.
Es necesario que la religión local sea puesta en crisis y se revele como
demasiado débil para dominar dicha crisis, para que entonces pueda emerger
la ortodoxia. En el fondo, la sacralidad local exige la estabilidad del mundo
en el que ella se encuentra. Si el mundo conoce cambios, rupturas,
desórdenes, caos, la sacralidad local no logra mantenerse. Le hace falta un
palmo más.
Se cita a Hannah Arendt en The making of orthodoxy por la pregunta que
ella hace: «¿Cómo puede haber un lazo social lo suficientemente fuerte para
reemplazar al mundo?». La ortodoxia viene a responder a esta pregunta.
La deslocalización está encarnada allí por el personaje de san Pablo, por
sus incesantes viajes de misionero que transmite a una iglesia local la
salvación de los otros, de tal manera que crea un sentimiento de identidad
compartida entre comunidades distantes en el espacio.
La forma literaria dominante en el cristianismo primitivo es la carta, la
misiva, que se llamó «la epístola canónica». Se elevó la carta a la dignidad
del canon, porque es por la vía de la carta y del viaje que el misionero crea el
sentimiento de un mundo común.
Entonces, allí, el insight subjetivo, la elección de conversión, lo que en
griego se llama la noia, el despertar, la iluminación, adquiere menos
importancia que la comunidad y el problema de sus relaciones con la ciudad.
Cuando la ortodoxia toma forma, el rol del misionero es atribuido al
obispo, en particular en la obra de Eusebio de Cesarea, que apunta a la unidad
de la Iglesia, a la construcción de un Uno articulado sobre lo múltiple de las
comunidades, en principio por los contactos personales. «La ortodoxia —cito
el libro— depende de la movilidad de los creyentes y misioneros de la
primera generación, y luego, de la movilidad de los emisarios del centro». En
realidad, entre la ortodoxia y los creyentes locales que serán calificados como
heréticos no solo hay una diferencia con respecto al espacio, sino también en
cuanto a la temporalidad.
En la conversión, la temporalidad se resume en el instante del insight, el
instante de ver, como dice Lacan, que borra la historia, el origen, el proceso;
esto es evidente en la experiencia gnóstica. Mientras que en la ortodoxia
católica es fundamental la relación entre aquel que enseña y aquel que
aprende. Es decir, la ortodoxia está animada por la temporalidad del tiempo
para comprender. Eso es lo que diferencia al cristianismo de la gnosis, la fe
no se reduce a la iluminación, al instante de ver. La fe se desarrolla siguiendo
una temporalidad extensa. La relación del creyente con Dios no reside en una
interioridad atemporal, sino que se continúa a través de mediaciones
históricas. Jesús no da una respuesta definitiva, adquirida de una vez por
todas, sino que el hecho de que su enseñanza tenga lugar a través de
parábolas requiere la interpretación. Y estas interpretaciones pueden ser
criticadas, completadas, reemplazadas. Entonces, la enseñanza parabólica
introduce una temporalidad que está regulada por el tiempo para comprender.
En efecto, en el cristianismo existe el Dios interior, del cual san Agustín
dice que es interior intimo meo, «más yo mismo que yo», frase que Lacan
retoma a propósito del objeto a. Pero existe también un Dios exterior, el de la
encarnación, que liga al creyente con el curso del mundo. Y el Dios de la
encarnación no es un Otro inmóvil, hay algo que se mueve en él, su deseo, si
se quiere. Y el mundo es un momento necesario de la gloria de Dios. Es muy
diferente del islam, donde el Corán procede directamente de la divinidad y
donde, por consiguiente, la interpretación y la historia no tienen un lugar
religioso asignado.
Entonces, la ortodoxia está definida por dogmas que, por cierto, no son
claros —decía Pascal—, pero no por eso son menos válidos, ya que reflejan
las contradicciones y paradojas del hombre.
Así, la ortodoxia da origen a un sentido que, podemos decirlo con Lacan,
aparece en nuestras sociedades como el sentido común, que Lacan indexó
con el nombre de sintomadaquin. Y hasta tal punto era lo que creía Lacan,
que comenzó por hacer del Nombre del Padre el pivote de su clínica. Ahora
bien, ¿qué es el Nombre del Padre?
Es una categoría heredada directamente de la fábrica de la ortodoxia. Le
dio un lugar central en su clínica, hasta el punto de definir la psicosis por la
forclusión del Nombre del Padre, que es una categoría clínica, sin duda, pero
cuya base es íntegramente teológica. Y es por eso por lo que pudo referir la
psicosis a una elección originaria como si se tratase de una herejía clínica.
Solo que, como indicaba Chesterton, la herejía triunfó, y es lo que Lacan
formula en términos clínicos cuando enuncia que todo el mundo está loco, o
sea, que ahora cada vez más gente hace su elección.
Sabemos que el mundo en que vivimos y viviremos estará animado por el
frenesí de la elección, que hoy se extiende hasta la elección del sexo.
Podemos captar ahí la dinámica herética del mundo contemporáneo. ¿Es que
debemos adherirnos a ello? En todo caso, no podemos dejar de preguntarnos
si el reino de la elección no será peor que el reino del padre, peor que el
sentido común de la ortodoxia. Y Lacan se lo preguntaba, es lo que quiere
decir el misterioso título de su seminario: ... ou pire, padre o peor.
No podemos dejar de reconocer en lo que tenemos frente a nuestros ojos la
presencia de la elección forzada, expresión forjada por Lacan que
evidentemente es paradójica. Ella designa la elección que se hace cuando no
queda otra. Pero aun así es una elección que nos recuerda que no hay puro
determinismo, que el sujeto se inscribe por elección en la relación causa-
efecto. Entonces, hay una relación causa-efecto, pero el sujeto aún debe
consentir a ello, y puede rechazar su consentimiento.
¿Qué es el rechazo de la elección forzada? Eso no impide que la elección
siga siendo forzada, pero consiste para el sujeto en ponerse en la posición del
retardador, el katechon del que habla san Pablo, aquel que trata de posponer
el triunfo de Satán. Hoy, toda la Iglesia católica tiende hacia esta posición,
incluso si superó el Syllabus de Pío IX, el Syllabus del Vaticano I, que decía
que la Iglesia católica no debe reconciliarse con la modernidad. La Iglesia
superó esa posición, pero está enteramente tomada por la acción de posponer.
La ortodoxia no es más la elección forzada universal; ella misma es objeto de
una elección, es decir, hay sujetos que eligen la tradición.
Aquí, hay que decir al psicoanálisis y a los psicoanalistas, de te fabula
narratur, ya que la historia de la ortodoxia y de la herejía, del sentido común
y de la elección subjetiva, es también la historia del psicoanálisis. Y en
particular la del Campo Freudiano, que tiende hacia la Escuela Una, que
también tiene sus misioneros, viajeros y emisarios, que tiene sus
publicaciones, y que ahora también tiene su radio y su televisión, que tiene la
misma actividad, que tiende sobre las comunidades analíticas la misma tela
de araña que se tendía sobre las comunidades creyentes durante los primeros
siglos del cristianismo. Simplemente hay que reconocer aquí la acción de la
misma estructura, la estructura del discurso, donde hay que elegir entre el
significante-amo y el objeto a. La elección lacaniana cae del lado del objeto
a, y lo que se traduce como la herejía prevalece sobre la ortodoxia. Es
paradójico que el psicoanálisis esté en sintonía con el mundo contemporáneo,
como yo ya había advertido en el Congreso de la AMP de Comandatuba, y
creo que eso se ha verificado por el rumbo que ha tomado el mundo.
Cuando alguien del Campo Freudiano va a otra comunidad, como yo hoy,
que soy de París y vengo a Turín por segunda vez en poco tiempo, y estoy
también en otra parte, ya que me informaron de que esta charla será filmada,
trabajamos para construir un sentido común de los practicantes lacanianos.
Entonces, nos queda no caer en el «se», estar atentos para permitir, favorecer
la elección cotidianamente. Esa es nuestra política, no dejar que se disuelva el
sentido común de los practicantes, no permitir que dicho sentido común
desemboque en un dogmatismo, y para eso hay que continuar dejándose
interrogar por la práctica analítica.
¡Gracias!
OTROS TEXTOS
1

LAS ASTUCIAS DEL DIABLO1

[Respuesta al artículo aparecido en Le Monde con fecha de 9 de marzo de


2017.]

Jean-Luc Mélenchon, ¿opio de los huérfanos de la Revolución? Se cree Hugo


Chávez: la conquista del poder mediante las urnas, seguida de la formación
de un gobierno partidario de las clases populares. Pero eso solo funciona en
América Latina.
Es regocijante, sin duda, escuchar al candidato de La France insoumise
cuando destroza a los pudientes y a los poderosos, a sus sirvientes, a la gente
bien. Guiñol zurrando al gendarme, impertinencia, sátira, burla..., no desdeño
estos placeres tan franceses. Pero con monólogos chistosos no se hace una
política.
No digo que Mélenchon sea solo un bufón: tiene una verdadera vocación
de educador y le doy el crédito de pensar que nunca fomentará lo peor, como
hace la jefa xenófoba.
Pero quién podría competir entre las masas con ella sino los partidos
populares dignos de este nombre, sean de inspiración socialista,
democratacristiana o gaullista. Nada más ajeno a la esperanza que nuestro
caudillo: hace tiempo renunció a seguir el ejemplo de Die Linke, su primer
modelo. Su Francia Insumisa no es un partido, sino más bien el club de fans
de su one-man-show. Como Macron, en definitiva.

UN DATO INÉDITO

Lo cierto es que, República o Revolución, hay que elegir. La contradicción es


antagónica. La oculta el concepto murciélago de «revolución ciudadana». Es
el cuchillo de Lichtenberg del que habla Freud, aquel cuya hoja se reemplaza
después de haber cambiado el mango.
Hace cinco años, las arengas de Mélenchon hacían vibrar a toda la
izquierda. Convertido en una caricatura de sí mismo, abusa de su bocaza,
como en otro tiempo Georges Marchais, incluso si la suya es brillante y culta,
como dice el joven Glucksmann. El ruido y la furia esconden mal la
radicalidad de su impotencia.
Gérard Miller nos detalla su rutina de elector de izquierda: comienza por
votar su sueño; luego baja de la cima para la segunda vuelta, y se resigna a
despertar. Es la estrategia de monseñor Dupanloup: la tesis seguida de la
hipótesis, que completa a la primera desmintiéndola. ¿Por qué no?
Habitualmente, este voto bifaz no perjudica a nadie. Placer inocente. Pero en
2017 es un placer culpable, puesto que el enemigo de la humanidad está a las
puertas.
Cuando es business as usual, sí, en primera vuelta se elige, y en segunda se
elimina. Solo que esta vez hay un dato inédito: a estas alturas, Marine Le Pen
ya figura en la segunda vuelta. Si François Fillon, que se ha desmoronado, no
está allí, una parte de la derecha llamada republicana se orientará hacia ella
sin pestañear. Además, es posible que la candidata del Frente Nacional (FN)
esté más arriba en las urnas que en las encuestas.

A LA IZQUIERDA, EL OPIO

La «bobo2 entre los fachas» (Renaud Dély) está tan bien confundida con el
paisaje que casi nadie se alarma de su avance. «¡La más hábil de las astucias
del diablo consiste en convencernos de que no existe!» (Baudelaire).
Pero imaginen un poco el aparato del Estado en manos del FN, ante todo la
policía, ya en un 50 % marinista. Con, como si fuera poco, la previsible
catástrofe económica, ¿no ven que el Estado de derecho podría retroceder y
languidecer como en Hungría o en Polonia? ¿Y quién asegura que Francia no
acabaría sometida entonces bajo el yugo de un Estado policial? Todo
sucedería muy rápido.
Mientras tanto, los medios de comunicación hablan de otra cosa. La
izquierda salva al planeta y se da un festín: cannabis para todos, salario
universal, Parlamento de la zona euro, (cuando no es sino diktat a la
alemana), y Asamblea constituyente. El opio, les digo.
No alucinan menos en la derecha cuando vemos reeditar la Operación
Thatcher en la Francia de 2017. En medio del tablero, nos precipitamos al
batiburrillo del joven providencial.
Cuando la clase política construye castillos en el aire, ¿el público se deja
engañar? Es como en el espectáculo: saber que se trata de la apariencia no les
impide experimentar emociones auténticas. Al contrario. Es el resorte de toda
catarsis y la matriz del fantasma: «¡Qué bello sería que...!».
Ha llegado el momento de actuar. Ahora mismo, urgentemente, alerto al
país sobre la amenaza que representaría para todos el ascenso al poder de
Marine Le Pen y de la corriente de ideas de la cual procede, que encarna y a
la vez disimula. Puesto que los políticos se revelan incompetentes en este
punto, corresponde a los diferentes sectores de la sociedad civil ponerse en
movimiento. Es peligroso demorarse, es peligroso perder el tiempo.
El universo conoce lo que está en juego en la elección: la victoria o la
derrota de Marine Le Pen.
2

LLAMADA DE LOS PSICOANALISTAS


CONTRA MARINE LE PEN1
PARÍS, 13 DE MARZO DE 2017

El Frente llamado Nacional reduce la nacionalidad a los ancestros. Hace de


ella una herencia arcaica, no una elección de cada día. Es el avatar actual de
la secular corriente contrarrevolucionaria que nació otrora de la hostilidad
contra las Luces, gloria de Francia. Esta corriente de ideas ya estuvo en el
poder: fue bajo la ocupación nazi, la aventura de la Colaboración. Quien esté
tentado por una segunda experiencia, olvida o ignora la naturaleza abyecta de
la primera.
Las elecciones presidenciales tendrán lugar el 23 de abril y el 7 de mayo.
Las elecciones legislativas serán el 11 y 18 de junio. Desde hace varios
meses, todas las encuestas de opinión sitúan a Marine Le Pen encabezando la
primera vuelta electoral. Nadie puede descartar que ella gane en la segunda.
Cada día escuchamos voces de a quienes esta posibilidad espanta, angustia,
indigna, repugna.
De hecho, la ideología lepenista amenaza las libertades públicas. Exacerba
las tendencias que llevan a la exclusión, al odio, al enfrentamiento. En un
contexto europeo y mundial que ve extenderse la explotación nacionalista de
las insatisfacciones populares, la elección de la señora Le Pen fracturaría
nuestra sociedad, con consecuencias desastrosas.
La posibilidad misma de nuestro ejercicio profesional resulta así
cuestionada. No hay psicoanálisis digno de ese nombre sin el Estado de
derecho, sin libertad de opinión y de prensa, sin la respiración y la dinámica
de una sociedad abierta. Es por eso por lo que salimos de nuestra reserva en
materia política para convocar a nuestros conciudadanos a votar con nosotros
contra los partidarios del odio.
3

EN LA IZQUIERDA,
EL NARCISISMO DE LA CAUSA PERDIDA1

Veo al FN lo suficientemente cerca de una victoria electoral como para que


esté justificado, en mi opinión, pensar en la formación de un «frente unido».
¿Soy alarmista? El hecho es que los candidatos, resignados frente a la
presencia de MLP en la segunda vuelta, disputan entre ellos quién ganará el
derecho a competir con ella. ¿Pero quién sabrá exponer al escarnio público la
verdadera naturaleza de Marine y su jauría?

PARÍS, 16 DE MARZO DE 2017

Apenas había subido ayer a mi blog de Mediapart la reciente «Llamada de los


psicoanalistas contra Marine Le Pen», cuando me mencionaron el texto de
una persona que hasta entonces no conocía, Diane Scott, otro miembro del
club. Emplazado en su propio blog, su texto comenta, o más bien ataca, la
convocatoria de treinta y dos psicoanalistas y mi artículo de opinión
publicado el último domingo en la Matinale del diario Le Monde, con el
título «Las astucias del diablo».
Scott escribe: «La lucha contra el FN es la coartada moral del
sostenimiento de opciones electorales que serían idénticas sin esta supuesta
coacción creada por la extrema derecha». Admito de buen grado que esta
proposición es a menudo correcta. No obstante, ¿hay por eso que recusar el
esbozo de todo frente unido, ciertamente circunstancial y destinado a ser
efímero, contra una amenaza mortal e inmediata? ¿No sería mejor, a un mes
de las elecciones, suspender los resentimientos y reivindicaciones que oponen
entre ellos, digamos, a los antifascistas, o los no fascistas, de hoy? Debo
recordar que en los comienzos de la Francia libre había tantos maurrasianos
como gente de izquierdas (tal vez más de los primeros que de los segundos,
¿no es cierto?). Más tarde, en 1943, Aragon podía lanzar su famoso: «El que
en el Cielo creía / el que no creía en él».
La autora, en un tono conminatorio, me manda de vuelta a mi «sueño de
clase». ¿Debemos concluir que preconiza una reedición en 2017 de la
estrategia clase contra clase, que fue la de la Internacional Comunista de los
años veinte, y que inspiró a Aragon, siempre él, otro de sus célebres versos,
no oliendo él ni la rosa ni la reseda:2 ¿«Fuego contra los osos sabios de la
socialdemocracia»?
Me bastará con recordar que la acentuación de la amenaza fascista llevó al
PCF a una posición completamente diferente en 1934. Fundado ese mismo
año, el Comité de Vigilancia Antifascista de los Intelectuales invitaba a los
«trabajadores unidos» a hacer caso omiso de las divergencias: «Venimos a
declararles a todos los trabajadores, nuestros compañeros, nuestra resolución
de luchar con ellos para salvar de una dictadura fascista lo que el pueblo
conquistó en derechos y libertades públicas». La salida del viraje comunista
fue el Frente Popular en 1936.3

«UN FALSO MIEDO»

Comprendo bien que Diane Scott se burle de mí y de la gente como yo, que
quisiéramos movilizar contra el FN en los próximos comicios electorales. En
su opinión, somos claramente alarmistas y gallinas. No es la única que lo
piensa. Nos vemos obligados a interrogarnos sobre nosotros mismos cuando
leemos las declaraciones de nuestro querido Claude Lanzmann, tesoro
nacional, en Paris Match, el último 5 de marzo: «Es un falso miedo el que
tienen los franceses. Eso no puede producirse en un país institucionalizado
como el nuestro».
Sobre este punto, I beg to differ. Me arriesgo a contradecir a «un vidente en
el siglo».4 Que las encuestas fuesen ahora a acreditar a Marine Le Pen un 40
% en la segunda vuelta, me parece un dato en sí mismo alarmante. Frente a
ella, Fillon perderá buena parte de la izquierda, que se refugiará en la
abstención, y Macron (o Mélenchon, o Hamon, para quienes lo creen posible)
verá una buena parte de la derecha pasar al FN, mientras que mucha gente de
izquierdas negará su voto al heredero de Hollande. No veo por el momento
barrera a Le Pen, o es porosa. Entonces, sí, podría ser que el vientre hubiese
dejado de ser fecundo, que hubiese sido esterilizado por el «país
institucionalizado» (¿qué quiere decir eso exactamente?). Pero ¿y si no
estuviéramos lejos de romper aguas? Francia no se aburre, me parece preñada
de una desgracia.
En resumidas cuentas, envidio la serenidad de Lanzmann cuando pienso en
lo que sería el aparato del Estado en manos del FN. No hablo de su programa,
ni de sus promesas, ni de los engaños que ha multiplicado, ni de los juegos
entre Marion y Florian, frescos nombres pastoriles. Hablo de una sucia
pandilla irrevocablemente xenófoba, antirrepublicana y antidemocrática, lista
para meter la mano en los mandos de los ministerios de Justicia, del Interior y
de la Defensa.

MEJOR, DERROTADA

Tal vez yo tenga demasiada imaginación. O no tanta, sino demasiadas malas


lecturas sobre las consecuencias de la llegada al poder, por vía de las urnas,
de partidos autoritarios. ¿Es por ser judío? Lanzmann está absolutamente
tranquilo. Es posible que solo me equivoque de época. «Todo eso se terminó,
amigo, y no solo lo peor no siempre es seguro, sino que se ha vuelto lisa y
llanamente imposible, como lo mostró el reciente triunfo de Hillary».
«Bueno, de acuerdo —digo—, si usted está muy seguro de que la bestia está
ya domesticada, que se convirtió en un animal casero como el leopardo en La
fiera de mi niña, mientras que cada uno se echa un sueño en su “sueño de
clase”».
Diane Scott, que se presenta como «psicoanalista en formación», lo que sin
duda quiere decir que está en análisis, acaba su diatriba con una profesión de
fe: «En cuanto a mí, prefiero ser derrotada que engañada».
Dicho de otro modo: seré fiel a mis convicciones, aunque sea al precio de
la derrota. La postura es noble.
Noble hasta el punto de que lo que aquí se deja claro no es sino lo que
Lacan llamaba, a propósito del vizconde de Chateaubriand, el «narcisismo
supremo de la causa perdida».
4

CAMPOS MAGNÉTICOS DEL DEBATE


PRESIDENCIAL1
ESCRITO EN CALIENTE DESPUÉS DEL DEBATE DE TF1

ME PONGO A ELLO

Los pensamientos que vengan los dejaré salir para transcribirlos con la menor
censura que me sea posible. Principio de la pseudo «escritura automática» de
André Breton. Hacer en cierto modo Los campos magnéticos del comentario
político. Breton después de Paulhan ayer; Sollers va a pensar que soy un
retrógrado. Hará falta que hable también de él para volver a gustarle. Él
afirma en su reciente Contre-Attaque que lleva treinta o cuarenta años de
adelanto a todo el mundo. Es posible. Pero lo echamos en falta en el combate
actual. Su título está tomado de Bataille, del que siempre habla de forma muy
pertinente.

PSICOLOGÍA DEL ESPECTADOR

He visto el debate desde el minuto 45, en el momento en el que la palabra


pasaba de MLP a Hamon sobre la mayoría de edad penal. Mi opinión se ha
cristalizado en el momento de la discusión sobre la VI y la V Repúblicas. He
desconectado cuando comenzaba el capítulo sobre el planeta y el medio
ambiente. A partir de ahí, me he cansado y he seguido las cosas con menos
atención cada vez, aunque de vez en cuando me atrapaba una réplica, un
enfrentamiento. He vuelto a estar atento durante el final. La publicidad estaba
para recordar, a buen entendedor pocas palabras bastan, que el espectáculo
ofrecido tenía también como objetivo ocuparnos el espacio del cerebro y el
tiempo en beneficio del consumo. ¿Cuál? Un consumo del que somos,
nosotros, los alimentos, los consumidos —los cons sommés2 convocados—
por los «grandes grupos», como dice la vox populi, al menos la del pueblo de
izquierdas. Los GG constituyen «el Otro malvado» de la izquierda actual,
bastante más que MLP. Voy a ponerle, a esta, la letra W, como Walkyria.
¿Cómo se diría «pueblo de izquierdas» en latín? Sería, sin duda (consultar a
un latinista a través de mi amiga Rose-Marie), populus sinister. No muy
alentador. La lengua es reaccionaria —e incluso fascista, decía Barthes—. En
latín, al menos, eso parece verdad, al menos para un hablante francés. ¡Qué
raro resulta!

ADMIRACIÓN

Ante este debate, esta ha sido mi primera impresión positiva, completamente


inesperada para mí. Sí, he admirado a estos cuatro más una. Ni un lapsus
durante tres horas (es lo que me ha parecido al menos). ¿Qué vemos? Que las
maquilladoras de TF1 trabajan bien: todos están guapos, o al menos más
guapos que de costumbre. Señores elegantes, bien peinados, muy pulcros. Ni
rastro de ese sudor del pueblo que se haga notar, al menos en el significado,
desde que Poutou aparece, sobre todo porque no habla de otra cosa, y es el
único en defender esa causa. Pero ¿el proletario quiere verse representado por
otro proletario? Es improbable. Nota bene: omito aquí una digresión sobre
Alain Krivine, Trotski y Lenin, demasiado lateral con relación al tema.

ARRUGAS Y BRIBONES3

Tres de los políticos (y el moderador) llevan un traje azul y corbata lisa


también azul (¿tienen los mismos comunicadores?), mientras que destaca el
rojo del nudo de la corbata de Mélenchon en su chaqueta negra. Él no se mete
su bandera en el bolsillo, sino que se la pone (como recomendaba Mao) en
torno a su cuello. Por su atuendo, W ha sido mejor aconsejada que Hillary:
estilo sobrio, bien vestida, nada despeinada. La Valquiria, una vez aterrizada,
se mezcla con la gente bien sin desentonar. ¿También es tan educada cuando
se va a Viena para los valses en el baile de los neonazis? Y ahí no hay
cámaras. Mi intención tiende a la ironía, aunque he admirado a los cuatro más
una. Se expresan en un francés impecable, nunca se atrancan ni farfullan,
están superiormente preparados, informados, habituados; en resumen:
grandes profesionales. ¿Quién los instruye tan bien? El medio televisivo
(¡ah!, ¡qué expresión!) obliga a ser mesurado, suave, tolerante. Lo saben, lo
son. No creo haber asistido nunca a una discusión tan controlada. TF1 ha
hecho muy bien las cosas. Y la realización es óptima: cuando se evocan
ciertos temas que han saltado a los titulares de la crónica judicial, plano de
Fillon, estoico. ¿Habría rojos en TF1? Respecto a esto subrayo que Fillon no
parece mejor vestido que Hamon, que compra sin embargo sus ternos en
tiendas de ocasión. Solo que, en diez años, el traje de la casa Arnys seguirá
estando impecable, cuando la ropa usada de Hamon estará ya bien arrugada,
si todavía existe. Pero es verdad que tendrá la satisfacción de no ser un
bribón. Aquí recaigo en la ironía. ¡Qué trillado!

FRANCESES Y ESTADOUNIDENSES

Mi admiración por los cuatro más una ha sido, sin embargo, por el momento
pura, franca y total. Me decía al escucharlos: «Aquí está lo que puede la
escuela de la República». Cuando funciona, diría que no tiene igual en el
mundo. He seguido en directo todos los debates de las recientes primarias
republicanas en Estados Unidos, las que han visto el triunfo de Trump. He
admirado la energía de los candidatos, su garra, pero no eran muy refinados,
hay que decirlo. Combates de boxeo, y no los de un Sugar Ray Robinson
antiguamente, ni siquiera de Mohammed Ali, modelo de Hamon: pesado,
sangrante. Sus intenciones eran afirmaciones de raw power —el diccionario
Reverso lo traduce como «potencia bruta»—. ¿Qué puede pensar un
estadounidense que vea el debate de esta noche? Un elector de Trump
confirmará sin ninguna duda la tesis, muy extendida en los States y en todos
los medios, de que los franceses son todos unas nenazas, por no decir unos
maricones. Hay que decir que nuestros amigos estadounidenses se han visto
muy marcados por el desastre de 1940. Para ellos, nosotros somos un pueblo
de losers pretenciosos y afeminados a los que ellos han tenido que rescatar
dos veces en el siglo pasado. No sabían nada de la idea que nosotros nos
hacíamos de la gloria histórica de Francia, Luis XIV, la Revolución,
Napoleón, etc. Es cierto que ya hace tiempo de eso, y sobre todo para los
ciudadanos de un país donde un edificio que tiene diez o veinte años es ya
una antigüedad. La temporalidad no está en absoluto estructurada de la
misma manera en ellos que en nosotros. Resultado: Francia mira siempre
atrás, es muy albatros, «sus alas de gigante le impiden avanzar»,4 mientras
que los estadounidenses de pies ligeros corren como locos, como ratas en el
laberinto. Cuando se manifiestan en Nueva York, lo he visto, no es en la
calzada. Se mantienen tranquilamente en las aceras, detrás de pequeñas
barreras de plástico, y agitan pequeñas pancartas poniendo mucha atención en
no hacer demasiado ruido. Hay en ello una paradoja. El pueblo
estadounidense, tan fuerte, tan intratable, tan seguro de sí mismo y
dominador, es al mismo tiempo de una increíble docilidad. Allí se despide a
multitudes a diestro y siniestro, sin que eso plantee la menor duda. Pero
finalmente eso da a Trump como resultado. ¿Y los franceses? Se ven llevados
al abatimiento. Se deprimen. Su «autoestima» ya no es la que era
antiguamente. Por nada del mundo habrían practicado en el suelo de la más
hermosa de las patrias esa política de tierra quemada que los rusos supieron
llevar a cabo contra el Gran Ejército, que Churchill se prometía infligir «al
boche» o «al huno», como él decía, si ponía el pie en Gran Bretaña. Y bien,
esos franceses de mierda, por así decirlo, son también el pueblo menos dócil
de la Tierra, gruñón, desobediente, inquieto, a menudo contestatario y
rebelde, y, si se insiste, revolucionario. Pero esta noche era el pueblo de la
conversación, celebrado por un David Hume, lo que hemos visto. Fumaroli
ha escrito un bonito artículo sobre el tema (en Trois institutions littéraires,
Gallimard). Existe también una italiana que ha abordado con conocimiento de
causa la conversación en Francia. El debate de esta noche ha dado una
imagen verdaderamente digna de los franceses como pueblo
«conversacional».

CABALLO LOCO

Chirac gobernó asustado, temeroso de una imprevisible tempestad popular


que tuviera éxito. Acordaos siempre, decía —creo, hay que verificarlo—, que
los franceses han cortado el cuello de ese rey que un Patrick Buisson llora
todavía. El 21 de enero de 1793, el gran año. ¡Qué hallazgo, que Witz haber
ido a buscar el obelisco de Luxor para erigirlo en París en el mismo lugar en
el que funcionaba la guillotina! ¡Y haber bautizado la plaza de la Revolución
como plaza de la Concordia! Existía el ingenio en los tiempos del
Directorio.5 Bajo los adoquines, la playa. Bajo el obelisco, la guillotina. Bajo
la Concordia, la guerra civil. Ese viejo pícaro de Chirac, tan querido hoy en
día, se tomaba eso en serio, de ahí su arte de no hacer nada. Pasó su miedo a
la plebe, a Sarkozy, que durante todo su quinquenio frenó las impaciencias de
su primer ministro. Habiendo desmontado por fin a su jinete, a Fillon no lo
para nadie. Con el tono un poco hastiado de dandi a la Balladur, desarrolla
tranquilamente un programa antipopular para poner a Francia a sangre y
fuego. Tiene el arte, lo sabemos, de engañar a la gente: con su falso aspecto
de Droopy, es un colérico. Elegido presidente, se distinguiría por la señalada
imprudencia de todos sus predecesores de la derecha, sin excepción, en la
presidencia de la V República. Vosotros, que queréis la revolución, ¡no votéis
a Mélenchon, votad a Fillon! Me gusta mucho escuchar a alguien
deconstruirlo muriéndose de rabia, por ejemplo a Henri Guaino. Si él hubiera
estado ahí esta noche, este protestón inspirado, con la «ley del corazón», que
Sarko había domesticado anteriormente para aprovechar su elocuencia, habría
sido necesario colgarse de la lámpara. Nada que ver con los melindres que
Mélenchon prodiga enseguida cada vez que lanza una maldad que ha
funcionado bien en el plató. Nada tienen que ver con una insurrección las
«insurrecciones ciudadanas» de la Francia Insumisa. Y encima, ¡qué nombre!
Me hace pensar en el libro de Simone Bertière, Marie-Antoinette l’insoumise.
Y también en el título de la obra de Sartre, La puta respetuosa. Las
rebeliones de nuestros insumisos son, en efecto, respetuosas, se declaran a la
prefectura de policía, y se respetan las reglas. No tengo nada contra esto, pero
¿por qué llamar «insurrección» a estos paseos de salud? —si no es para
desviar un significante de su uso establecido, tanto lingüístico como
histórico, a fin de hacer creer lo que no es, de engañar a su prójimo, dirían los
no engañados del club, y aprovecharse indebidamente de una plusvalía
hurtada a las auténticas revueltas y revoluciones populares—. Intentaré
conseguir el libro de Richard Cobb, The Police and the People, que va, si
recuerdo bien, desde 1789 hasta la Restauración, y ese de ya no sé quién
sobre The mob durante la Revolución francesa.

EL GENIO DE LA VALQUIRIA

Solo queda que, siendo francés, he disfrutado de este debate sobre un plano,
digamos, estético. Placentera diversidad del plató: el tono pausado, incluso un
poco monótono, de Fillon; la vivacidad de Macron; el estilo elocuente de
Hamon y, finalmente, los empujones del padre Méluche, rudo pero
bondadoso a la vez, que ha vivido mucho y a quien no se la juegan, que dice
las cosas como son, aunque eso moleste. ¡Adorable insumiso! ¿Y W? ¡Ah!
¡Cómo querría decir que fue execrable! Pero la verdad me obliga a
reconocerle un talento de alta escuela. Incluso ha sabido comunicarle al
público una significación oximórica que yo expresaría de forma aproximada
hablando de «xenofobia con rostro humano». Muy muy fuerte. Esta noche ha
acabado por convencerme de que hay genialidad en esta mujer. Lo he
percibido desde que ella comenzó con la reinvención de la pequeña empresa
paterna para convertirla en una máquina apta para conquistar el poder, a lo
que Jean-Marie, el pobre, no había aspirado nunca. «Confort del demonio»,
decía muy bien Mélenchon. El padre Le Pen evitaba incluso cualquier triunfo
accidental meditando y lanzando cada cierto tiempo una pequeña bomba
fétida. Los gritos que provocaba le reaseguraban: no sería pasado mañana
cuando reuniría a la mayoría del electorado. W, en cambio, diría casi que lo
merecería. Creo haber reconocido anteriormente su despegue en una pequeña
nota que me había solicitado Le Point. Con mano firme, con una mirada
segura, ella ha llevado a su recua hasta las inmediaciones del poder, mientras
que el Partido Socialista, nuevo heautontimoruménos, se devoraba a sí mismo
con apetito: «¡Yo soy la herida y el cuchillo! [...] ¡y la víctima y el
verdugo!».6 Al mismo tiempo el Partido Comunista se moría de languidez, y
la affectio societatis se disipaba en la UMP. Es necesario saber no despreciar
a los adversarios, e incluso enemigos, para medir y conocer con exactitud la
fuerza a la que se combate. Por lo que diré muy sencillamente que la señora
Marine Le Pen ha demostrado una vez más esta noche que es una gran mujer
política, muy superior a lo que la izquierda y la derecha tienen actualmente
disponible. No es que ella haya dominado a sus interlocutores. Nadie ha
dominado a nadie. Todos han hecho el mismo juego, lo que era muy hermoso
desde cierto punto de vista. Así pues, ¿quién ha ganado? Ella,
indudablemente. Nos ha mostrado al monstruo con rostro humano. Una vieja
amiga mía, Agnès Aflalo, ha escrito esto para Lacan Quotidien
(lacanquotidien.fr): «La pulsión de muerte disfrazada de buena madre». No se
podría decir mejor. Disculpad las faltas del autor.
Quizá continuará.
5

LA QUERELLA DEL «VOTOÚTIL»1

Finalmente, pongan que


no he dicho nada.
JEAN PAULHAN

ESCRITO EL 20 DE MARZO DE 2017

El voto útil se ha vuelto anatema en la izquierda. En Francia Insumisa, en el


Partido Socialista, se vomita de común acuerdo. ¿Por qué? Porque el voto
para Hamon y el voto para Mélenchon son considerados, hoy por hoy, por
una parte no despreciable de su electorado potencial, como votos inútiles.
¿Inútiles para qué? Respuesta: para bloquear el camino al Eliseo a Le Pen.
De ello se deduce que ni Hamon ni Mélenchon podrían admitir que la
apuesta de las elecciones es en definitiva la victoria o la derrota de la jefa del
FN. Que todo el mundo lo sepa, el universo entero, no les importa. Hablarán
de cualquier cosa menos de la muy posible elección de Marine Le Pen,
cuestión que para ellos es lo que se designa en inglés como the elephant in
the room. Mientras el hecho desagradable no sea dicho, mientras no lo hayan
reconocido, continuarán corriendo impunemente encima del abismo que se
abre bajo sus pies.
LA HORA DE LA VERDAD

Tal situación se pone a menudo en escena en los dibujos animados. Ilustra


una moral muy precisa, que los beneficios del desconocimiento son siempre
transitorios, incluso efímeros. Reflexionando bien sobre ello, nos damos
cuenta, en definitiva, de que el resorte de la dialéctica freudiana de la
Anerkennung no es totalmente diferente. Voy a suavizar los colores
resplandecientes del razonamiento de Freud para hacer que sea admitido,
volverlo justamente Anerkannt («recibido», «admitido») por personas que yo
supondría que han leído y meditado poco o nada al maestro de Viena con el
de París (Lacan).
Digamos por aproximación que una idea no reconocida es como no
advenida. Su negación se efectúa según modalidades diversas. La idea
incómoda es negada, o desmentida, incluso directamente forcluida. Hay
Verneinung, o Verleugnung, o aun Verwerfung. Ahora, si se quiere admitir
que ni Hamon ni Mélenchon han demostrado al público, todo lo contrario,
que merecían ser calificados como perversos o psicóticos (¡Menos mal!, se
indigna el coro), debemos concluir que la negación de la evidencia entra en
ellos más bien en el registro de la negación.
Ellos saben perfectamente de qué se trata —lo han admitido en el sentido
de la Behajung («afirmación»), que conlleva un cierto grado de Anerkennung
(«reconocimiento»)—, pero no quieren saberlo para no perder, con la
satisfacción que les da su sueño despierto, a los electores a los cuales
supieron con arte hacerles compartir este sueño. Ciertamente, a menudo es un
esfuerzo no querer saber lo que se sabe cuando ese saber inhibiría la acción.
Pero se exponen a despeñarse.
La hora de la verdad es, desde ya, conocida. Sonará precisamente en el
momento en que lleguen los resultados de la primera vuelta, el 23 de abril
próximo, poco después de las ocho de la tarde. Francia, con excepción de
algunos dandis, de las comunidades contemplativas de monjes y monjas de la
Iglesia católica, y de una masa indeterminada de atontados, estará delante de
sus pantallas o escuchando la radio.
Si, por hipótesis, bajo el efecto de la ineluctable ideología dominante,
reforzada por el apoyo inopinado de malos propagandistas de tres al cuarto de
mi género, Hamon y Mélenchon no están en la segunda vuelta, ¿empujarán a
sus partidarios a perseverar en la negación de votar por el adversario de Le
Pen? En ese caso, podemos confiar en ellos, no les faltan buenas razones. ¿O
bien darán una consigna en el sentido contrario, aunque sea a regañadientes?
Pero ¿van a seguirlos? ¿O bien sus electores, dopados por la negación desde
hace muchos meses, tal vez años, y que se han vuelto adictos a la ilusión
lírica, juzgarán que están embarcados y dejarán el navío navegar por inercia?
Reconozcamos que el espectáculo que nos dan es cada día más apasionante
de seguir. Si la suerte del país —y su desgracia— no estuviera en la balanza,
aplaudiríamos de buen grado la dramaturgia de este extraordinario juego de
incautos y no incautos, verdadero thriller electoral cuyo suspense tiene algo
de ese bello film de terror donde los pájaros hacen de enemigos del género
humano y se reúnen cada vez en mayor número para asesinarlos.

LOS NO INCAUTOS YERRAN

Basta recorrer el hilo de los comentarios destinados en el Club Mediapart a la


llamada de los psicoanalistas por los aficionados2 de ese diario —
controvertido, pero muy útil, según mi opinión, para la democracia— para
ver el descrédito, el olvido, incluso el deterioro, en que ha caído la antigua
noción de Frente republicano no solo en la derecha, donde su rechazo es una
política deseada y asumida desde hace mucho tiempo, sino ahora también en
la izquierda.
Nota bene: un bemol. Recordarán que, con ocasión de las últimas
elecciones regionales, y a la orden de la dirección socialista, un Frente
republicano improvisado logró in extremis abatir en pleno vuelo la cabalgata
triunfal de la Valkiria de dos cabezas. Marine y Marion, en el norte y en el
sur del país. Fue al precio de hacer elegir a dos dirigentes de esta derecha a la
que llaman republicana y que manifiestamente lo es cada vez menos. Pero el
episodio ya parece lejano.
En el club, la noción de «votoútil», como lo escribimos a veces entre
nosotros, es execrada, y en la segunda vuelta no menos que en la primera. No
es solo que en la primera vuelta se prefiere votar según las convicciones más
que votar por cálculo, sino que se desplaza el amor por las propias
convicciones hasta sacrificar en la segunda vuelta toda idea de defensa
republicana.
De este modo, un clubman erudito que firma con el nombre de HervéHervé
me reprende: «¡No pida más a los pobres que salven a los ricos!» (lo remití al
libro Pourquoi les pauvres votent à la droite). Por su lado, una electora que
nunca votó en blanco en su vida se jura hacerlo en mayo próximo si no
encuentra en la segunda vuelta un hombre inocente de haber «alimentado
largamente el problema». Ella justifica cambiar su proceder con estos
términos: «Gato escaldado huye de los contratos de los incautos, que
conducen precisamente a lo peor».
El mismo deseo prevalente de no ser incauto se expresa en la psicoanalista
en formación y con pluma ágil cuya frase cité no hace mucho: «Por mi parte,
prefiero ser vencida que incauta». Así, la fórmula enigmática de Lacan, «los
no incautos yerran», encuentra una ejemplar ilustración.
Se juran dejar a un lado la segunda vuelta: «Entre un Macron y una Le Pen,
prefiero abstenerme. Terminado el voto «contra», yo voto «por» y
únicamente «por», entonces solo en la primera vuelta». Se persuaden de que
el voto supuestamente útil sirve al statu quo: «Si esta petición es una llamada
disfrazada al «voto útil», no cuenten conmigo. Estamos hartos de gente que
quiere culpabilizarnos. El FN es la coartada para que nada cambie».
En ese contexto donde pululan los cambios bruscos de opinión irritados, sin
duda era inevitable que mi posición termine por ser difamada de este modo:
«Nuestra democracia está enferma, JAM, con su voto útil se propone
terminar con ella antes de que la Le Pen se encargue».

UN GOCE INDECIBLE

Sin embargo, he guardado para el final las palabras más provocativas, cuando
no las más provocadoras. Son las de un camarada del club que la mayor parte
del tiempo está a buenas conmigo. Esta es la cuestión. Dice en una frase: «La
elección de Marine Le Pen a la presidencia de la República la noche de la
primera vuelta me procuraría un goce indecible». Es enorme.
El chiste es posible. Sin embargo, ocurre que un chiste es la única vía por la
cual un pensamiento inconsciente imposible de reconocer, en el sentido
freudiano, llega a abrirse camino hacia el verbo, la puesta en palabras. Por lo
tanto, chiste o no, poco importa. Lo que cuenta es que esto haya sido
imaginado y verbalizado. Veo en el enunciado singularmente atrevido de mi
partenaire del club la confesión sensacional de la verdad más escondida en
todo este asunto. En torno a este pensamiento, el más incongruente de todos,
parece gravitar la serie azarosa de los cotilleos inexorables con los que se
aturden, en estos días, en la izquierda y en lo más profundo de la izquierda de
la izquierda.
¡Pero sí, por supuesto! ¡Cómo de pronto todo se ordena! Esas acritudes,
esos lloriqueos, esas negaciones, esas injurias, esas diatribas, esos ucases y
esas proscripciones. Esas maldiciones arrojadas sobre el mundo con un verbo
gnóstico en nombre de «nosotros, los pequeños, los oscuros, los sin poder».
Esos jefes obstinados que permanecerán hasta el final de los finales agarrados
a su inflexible «no quiero saber nada de eso». Y para coronar todo, el
desfallecimiento, el éxtasis, el arrebato del más afable de los hombres de
izquierdas bajo el efecto del fantasma de Marine Le Pen elevado súbitamente
a la dignidad suprema del Estado francés como por milagro de una Asunción
republicana.
¡Quién lo hubiera dicho! ¡Quién lo hubiera creído! ¡El núcleo puro y duro
de la izquierda trabajando a sus espaldas por el deseo innombrable de
abandonarse en los brazos de la monstruosa Valkiria!

PAUSA

De lo sublime a lo ridículo solo hay un paso. Lo mismo ocurre de la


interpretación al delirio de interpretación. ¿No es tiempo para mí de marcar
una pausa, retroceder un poco en relación conmigo mismo y con el resultado
indecente al que he llegado? Voy a dejar la pluma un momento.
Dice Descartes: «Será bueno que me detenga un poco en este lugar para
que, al ampliar mi meditación, imprima más profundamente en mi memoria
este nuevo conocimiento».

ALGUNAS REFERENCIAS

Tomé mi exergo de Jean Paulhan, sin recordar su fuente. A pedido mío,


Nathalie Georges-Lambrichs se dirigió a Claire Paulhan. Esta me recordó que
es la frase con que concluye Las flores de Tarbes (subtítulo: o El terror en las
letras); prepublicación en la NRF de junio a octubre 1936; publicación en un
volumen de Gallimard en 1940. Agradezco mucho a mis dos corresponsales.
The elephant in the room: «el elefante en la habitación»; se dice de una
situación evidente que nadie aborda (del Wikcionario).
Palabras freudianas en alemán: Anerkennung, «reconocimiento»,
«confesión»; Verneinung, «negación» (se encuentra en la neurosis y en todo
el mundo); Verleugnung, «repudio» (propio de la perversión); Verwerfung,
«forclusión» (en la psicosis).
Pourquoi les pauvres votent à droite: libro de Thomas Frank, traducido del
inglés, con un prefacio de Serge Halimi, éditions Agone, 2014.
Los pájaros, film de Hitchcock, 1963, a partir de la novela homónima de la
escritora británica Daphne du Maurier, 1952; se considera un «clásico del
cine de terror» (tomado de Wikipedia).
Mediapart: https://www.mediapart.fr. Se debe estar abonado a esta
publicación para tener acceso a todos los intercambios internos del club y
participar en ellos; algunos textos seleccionados por la redacción figuran, sin
embargo, con los comentarios, en la página de inicio, accesible a todo el
mundo.
Les Non-dupes errent es el título dado por Lacan al libro XXI de su
Seminario; se publicará en coedición con La Martinière/Le Champ freudien;
sin duda circulan en la red ediciones piratas.
«Nosotros, los pequeños...»: verso extraído del drama en seis actos de
Edmond Rostand, L’Aiglon, representado por primera vez el 15 de marzo de
1900 en el teatro Sarah Bernhardt (ahora teatro de la Ville) en París.
La última frase del texto es una parte de la última frase de la segunda
meditación; las seis meditaciones metafísicas se editaron por primera vez en
París en 1641, en latín, con el título Meditaciones sobre la filosofía primera,
con seis series de Objeciones y respuestas.
6

STACCATO DE L’ACTU1

Las estafas de François


Fillon. La risa de Sollers.
¡La destitución del papa!
¿Qué dirá Eugénie? La
manada mediapartiana. La
Schadenfreude. El deseo de
muckraker.2 Tesis del deseo
decidido.

Espérame, chico
Te vas a caer si no
estoy ahí
El placer de uno
Es ver al otro romperse
el cuello.

FÉLIX LECLERC

CURSO DE MIS PENSAMIENTOS. Miércoles, 22 de marzo, 19:13 h, alerta de Le


Monde: «Asunto Fillon: se amplía la investigación a hechos de engaño
agravado y falsificación y uso de documentos falsos». Primera emergencia
mental: «No se le ahorra nada». Después, imagen del Cristo de las ofensas.
Corintios: «El Señor les ha perdonado, hagan ustedes lo mismo». El suplicio
de Matho en Flaubert. Salambó Barca más (censurado) que Penelope Fillon.
María Antonieta, ¿puta respetuosa o insumisa? El pasaje de Burke sobre la
maravillosa reina de Francia. Su retrato majestuoso ¿pintado por quién? La
función del vestido de la princesita en Las meninas según Lacan...
(censurado).
Philippe Sollers me llamaba poco antes: «No dejo de reamarlo», me dice,
muriéndose de risa. Por lo tanto, lee o al menos mira Mediapart y/o Lacan
Quotidien. Larga algunas palabras entrecortadas solo para hacerme
comprender su poca simpatía por Macron. Sí, lo suponía. Hamon a la
izquierda y a la derecha Fillon siguen siendo los favoritos de la Iglesia.
¿Cómo atravesaría ella indemne los siglos y los siglos de los siglos si tuviera
que seleccionar a sus agentes en la clase política en función de la pureza de
sus costumbres? Berlusconi gozó del apoyo del Vaticano de cabo a rabo. Es
natural. Del mismo modo, el sostén de los evangelistas estadounidense a
Trump se ha mostrado indefectible hasta aquí. Normal. Sin embargo, ¿qué
ocurre en Roma en estos días?
¡LA DESTITUCIÓN DEL PAPA! Me entero hoy por Life-Save News que: «Canon
lawyers, theologians, and scholars will be meeting in Paris in two weeks to
discuss a topic that has never been the focus of a Catholic conference before:
How to depose a heretical pope».3 Ya apareció un folleto en francés. El
coloquio será abierto por un profesor de la Universidad de París Sur, M.
Laurent Fonbaustier, autor de un libro de mil doscientas páginas titulado La
déposition du pape hérétique. Entre los oradores anunciados se encuentran
los profesores Nicolas Warembourg y Cyrille Dounot, que se cuentan entre
los cuarenta y cinco universitarios que reclamaron en junio pasado al decano
del Colegio Cardenalicio en Roma la condena de proposiciones que juzgan
erróneas, incluso herejes, en la exhortación apostólica del papa Francisco,
Amoris laetitia. ¡Pero es la historia de Los sótanos del Vaticano lo que
amenaza con volver a empezar! Yo hablaba precisamente del «acto gratuito»
el sábado pasado, en el Instituto del Niño, en relación con la violencia
infantil. El programa completo del coloquio está en la web Portail
Universitaire du droit.
¿QUÉ DIRÁ EUGÉNIE? Philippe, ¿está usted al corriente? ¿Qué pensar? ¿Se
está fomentando un cisma? ¿Hay que hablar de ello o censurar el tema? ¿Hay
una consigna para cerrarlo? Noto que ese Fonbaustier no está referenciado en
Wikipedia y que su libro no está disponible en Amazon. Basta una palabra
suya para que yo pase al modo «silencio y boca cerrada». Antonio —mi
amigo Antonio Di Ciaccia, psicoanalista en Roma—, ¿qué puede usted
confiarnos? Catherine LP, ¿cree usted que su amigo el cardenal querrá
decirnos algo? ¿Y de paso darnos su opinión sobre las últimas revelaciones
de Mediapart? No creo haber visto nada en ninguna parte sobre el proyecto
de destitución del papa, ni en La Croix, ni en los tuits de Madeleine de
Jessey, de Sens commun, ni en los de Eugénie Bastié, de Le Figaro. Tengo
curiosidad por saber cómo tratará la cuestión esta joven periodista siempre
tan espiritual y mordaz. Le Monde y Le Figaro han debido de hablar de ello,
pero se me habrá escapado. ¿Deberemos, después de nuestra campaña anti-Le
Pen, entonar en las calles: «¡Liberen a nuestro papa Francisco!»? Nos dirán
que nos metemos en lo que no nos importa.
LA MANADA MEDIAPARTIANA. Resulta que, para no evitar nada, Mediapart
sacaba ayer un nuevo asunto de pedofilia eclesiástica masiva. Entiendo que
crezca la exasperación de algunos hacia las investigaciones de los
investigadores formados en la escuela de mi amigo Edwy Plenel, que limpian
la sociedad francesa como otros tantos incorruptibles.4 El término no se
refiere aquí tanto a Robespierre como a la serie estadounidense de los años
sesenta que novelaba la lucha del FBI contra la mafia en la década de 1930
—hasta que supimos de la complicidad subterránea que ligaba a Edgar J.
Hoover, y también a la CIA, con dicha organización criminal—. No critico a
los adversarios de Mediapart (entre los cuales tengo a muchas personas
cercanas) —personajes a menudo notorios que están relacionados con
diversos poderes e instituciones y pertenecen a tal o cual camarilla parisina y
que están motivados sobre todo por la amenaza que la manada mediapartiana
hace pesar sobre su reputación y la de sus amigos—. Por principio les doy el
crédito de creer que su hostilidad en relación con el periodismo llamado de
investigación tiene razones más confesables. ¿Cuál es mi argumento?
LA SCHADENFREUDE.5 1) Es seguro que un profesional que vive de la
revelación y de poner en la picota los abusos secretos puede él mismo estar
tentado de abusar de su posición para favorecer, ahorrar e incluso chantajear,
al estilo Topaz,6 a sus enemigos y a sus amigos. 2) Nos encontramos aquí
ante una nueva edición de la famosa paradoja que expresa la célebre locución
tomada de Juvenal: «Quis custodiet ipsos custodes?». Los periodistas de
investigación se autoproclaman los guardianes de la moral pública, pero
¿quién nos asegura la suya? 3) Es inevitable que se sospeche que aquellos
que los estadounidenses llaman muckrakers, «los removedores de basura»,
estén animados por el deseo de arruinar al otro y difundir en el público la
Schadenfreude, la malvada alegría que se experimenta frente al espectáculo
de la desgracia de los demás. 4) En ese sentido, la reseña de Wikipedia señala
muy bien que dicha Schadenfreude se parece al sadismo, pero que se
diferencia de este porque es pasiva. Agrego que se pone en juego en este
asunto un sadismo, en tanto que esta perversión es fácilmente imputada a
aquellos que provocan y explotan la Schadenfreude del público.
EL DESEO DEL muckraker. 5) Es fatal que las críticas vengan a desplazarse del
plano del goce al del deseo: a goce maligno, deseo cruel. 6) Sin embargo, la
imputación de crueldad es en nuestros días incondicionalmente infamante. 7)
Esto se explica, según el eminente filósofo progresista estadounidense
Richard Rorty, partidario de un pragmatismo modificado bajo la influencia de
Derrida, por el hecho de que todo lo que queda, después de la deconstrucción,
como creencias morales fundadas en una bipartición del bien y del mal
considerada absoluta, es la proscripción absoluta de la crueldad. 8)
Cualquiera que sea la validez de este argumento, es un hecho que aquellos
que se enfurecen contra la acción de los muckrakers cuestionan más o menos
siempre su moral y la naturaleza profunda de su deseo.
Ahora viene, en dos palabras, cuál es mi posición sobre este tema y otras
opiniones conexas.

TESIS DEL DESEO DECIDIDO

a) La elección originaria
Las especulaciones tanto sobre la excelencia como sobre la perversidad de un
deseo están fuera de cuestión, hacen sonreír a un lacaniano. No hay deseo
puro. La causa de un deseo siempre, bajo diversas modalidades, es de la
naturaleza de un desecho. Deseo del santo, del que Lacan decía que
«descarida», verbo combinado conformado con los términos caridad y
desecho. También el deseo de Dante por Beatrice Portinari. Ninguna razón
para suponer que el deseo de Edwy Plenel sería cochino, mientras que el de
Alain Finkielkraut, por ejemplo, sería loable, incluso sublime. O lo contrario.
Un hombre poderoso puede ser un caballero, y un periodista, un canalla, o lo
contrario. Las categorías del caballero y del canalla, como las del fool y del
knave, para un lacaniano consecuente son perfectamente posibles en la ética
del psicoanálisis (podría desarrollarlo). Vean cómo Sartre diferencia entre
«ser un hijo de puta» y «ser un buen tipo», y eso en función de una elección
llamada originaria cuya noción no podría ser recusada por un analista. Por
otro lado, antes de Sartre, Freud hablaba de «elección de la neurosis»,
Neurosenwahl.
b) Las razas de hombres
No hay ninguna probabilidad de que encontremos nunca, en un régimen
democrático liberal, el equilibrio que sería necesario entre los hombres de
poder, los hombres de dinero, los hombres de pluma y los hombres de trabajo
(los trabajadores). Son razas, por así decir, cuyos intereses estarán siempre en
tensión. De ello resulta que la profesión, el oficio de gobernar (Regieren)
está, en sentido estricto, afectado por una imposibilidad. La inspiración que
recibe Lacan de la argumentación de Freud al respecto tanto en su prefacio a
la Juventud desamparada de Aichhorn como en su artículo «Análisis
terminable e interminable», de 1925 y 1937, respectivamente, lo condujeron a
estructurar un «discurso del amo», asiento de una contradicción ineliminable
(también podría desarrollarlo).
c) Wunsch versus Wirklichkeit
Está permitido a los ciudadanos de una democracia liberal desear, en el
sentido del Wunsch, derribar a los hombres de poder, despojar a los hombres
de dinero, amordazar a los hombres de pluma y de palabra o emancipar a los
hombres del trabajo, o incluso, por el contrario, reducirlos al servilismo o a la
esclavitud. Realizar verdaderamente, Wirksam, esas diversas aspiraciones u
otras de la misma calaña es harina de otro costal.
d) «Dar un sentido más puro a las palabras de la tribu»
Lo que merece llamarse hoy una revolución, si nos expresamos conforme al
sentido del término y a su historia, es la salida de la matriz determinante, que
rige y restringe la existencia de una democracia liberal.
e) El puro semblante
Frente a aquello de lo que se trata aquí, los proyectos políticos de JeanLouis
Mélenchon, acerca de una «revolución ciudadana» que desembocaría en una
«sexta República», proyectos que reunieron hace tres días, en la plaza de la
Bastilla de París, una multitud de ciento treinta mil personas —como también
las propuestas de diversos teóricos contemporáneos de la emancipación,
algunos de los cuales se apoyan en Lacan, como Antonio Negri, Ernesto
Laclau y Chantal Mouffe, Judith Butler, Jacques Rancière, Alain Badiou,
Étienne Balibar, mi alumno y amigo Jorge Alemán, argentino de Madrid, y
otros— los considero, y lamento tener que decirlo, con un alcance de puro
semblante.
f) Mao y Lacan
La historia está ahí para dar testimonio a quien la lee con el catalejo de
Lacan, pero tal vez también con la lupa de Mao. Y eso, ya se trate de
regímenes surgidos de revoluciones populares, en toda su diversidad, o de
aquellos que nacieron de una «revolución conservadora» en el sentido
weimariano.
g) Esperanza
Tanto en un caso como en el otro, las contradicciones que se desprenden de la
estructura de la democracia liberal desaparecen sin duda, pero para ser
reemplazadas por otras, propias de los regímenes surgidos del «deseo de
revolución». Ninguna emergencia de un «hombre total», incluso de un
«paraíso», como se decía antes, se dibuja en el horizonte de una revolución,
como no sea en el imaginario; ninguna armonía, ninguna satisfacción que
colme el deseo, ninguna «relación sexual» que consentiría finalmente en
escribirse. No verá la luz ninguna sociedad disciplinaria, homogénea e
identitaria, ni tampoco ninguna sociedad de democracia global, social e
inclusiva, o al menos no será duradera.
h) «El deseo de revolución»
Ese deseo carece aún de una definición propiamente clínica que tenga
consenso o autoridad. Una eventual elaboración no podría, en mi opinión,
omitir las contribuciones, entre muchos otros, de Paul-Laurent Assoun,
Daniel Bensaïd, Fethi Benslama, Michel Clouscard, Andrée Ferretti, Pierre
Goldman, Leslie Kaplan (llamó mi atención por una noticia de Mediapart
aparecida el año pasado), Gérard Pommier, Simon Sebag Montefiore
(Llamadme Stalin) y Nadejda Tolokonnikova. No olvido el best-seller ya
antiguo de mis amigos de la Gauche prolétarienne, Christian Jambet y Guy
Lardreau, El ángel, que no tuvo la fortuna de agradar a Lacan, y en primer
lugar el libro del añorado JeanPaul Dollé, camarada de facultad de Judith
Miller, Le désir de révolution: «Hacer la revolución es realizar la felicidad,
hacer que cada uno pueda decir yo». Entre los testimonios políticos es
admirable el de Trotski, Mi vida. Pero es un gran escritor, Dostoyevski, el
que domina siempre desde muy arriba la cuestión con Los demonios (también
traducido Los poseídos). Finalmente, una frase de Lacan ha tenido mucha
importancia para mí, extraída de mi entrevista televisada con él en 1973:
«Sepa solamente que he visto varias veces a la esperanza —lo que llaman: las
mañanas que cantan— llevar a gente que apreciaba tanto como lo aprecio a
usted al suicidio muy simplemente». Esto se lee en los Otros escritos, página
568.
i) «Desesperemos a Billancourt»
Que se estigmatice la perversidad de mis tesis de hoy, que se atribuyan sin
mediación alguna a mi interés de clase de burgués, que se me denuncie como
haciendo el trabajo nocivo de un adormecedor del Wunsch revolucionario, de
uno que no piensa más que en «desesperar a Billancourt», como el estafador
puesto en escena por Sartre en su Althusser, o que se me reproche, a la
inversa, dejar aparecer entre líneas una simpatía infantil por Pamplinas,7 no
importa.
j) «La pureza peligrosa»
Gramsci también tenía un hermano, Carlo. Lo amaba. Le escribió desde su
prisión: «Soy pesimista con la inteligencia, pero optimista con la voluntad».
Frase que pertenece al patrimonio común a todas las izquierdas en toda la
extensión y complejidad de sus contradicciones. Mi viejo maestro Althusser
encontraba, quizá, esta fórmula «pura como el amanecer», como decía de
alguna frase que le gustaba. Pero el ideal de pureza está prohibido al analista
(véase más arriba). Y luego, ¿quién no sabe, por otra parte, a qué extremos
puede llegar, por poco que sea demente, un sujeto que se mostraba demasiado
fascinado por la pureza de las primeras transparencias de la aurora?
k) Represión e ideología
Voluntad no es un término vano. Tiene un sentido en psicoanálisis. Para un
lacaniano es sinónimo de «deseo decidido». Me parece que los alumnos de
Lacan, al menos la mayoría de aquellos reunidos en la Escuela de la Causa
Freudiana, dan ejemplo en estos días, con motivo de la campaña nacional que
comienza por alertar a los psicólogos, y a todo el mundo con ellos, sobre las
consecuencias propiamente desastrosas que tendría el hecho de resignarse
más o menos a que Marine Le Pen y su partido conquisten por las urnas la
presidencia de la República y se apoderen de las palancas de mando de los
aparatos represivos y de los aparatos ideológicos del Estado, según la
terminología de Althusser.
l) Las cobardías morales
Lacan quiso dar también un sentido psicoanalítico a la noción de cobardía
moral.
Continuará.
París, 22 y 24 de marzo de 2017
Post scriptum
JUEVES, 23 DE MARZO A LAS 23:55. Mi corresponsal estadounidense de París,
señor Francis Donovan, me hace saber por mail que el libro del profesor
Fonbaustier ha sido publicado por Mare et Martin.
VIERNES, 24 DE MARZO A LAS 19:56. Mi alumno y amigo A. me envía un texto
con la imagen de la próxima portada de la revista Closer. La parte superior
lleva, con la foto de François Fillon, una frase entre comillas: «En el liceo lo
apodaban Choupette». Decididamente, no le van a ahorrar nada.
ESTE VIERNES A LAS 20:00. Alerta del New York Times: «Major Setback for
Trump in First Big Legislative Clash».
DEL MISMO VIERNES. Escribí este texto para mi blog de Mediapart, donde yo
mismo lo subí el jueves a las dos de la madrugada. La redacción lo ubicó hoy
viernes en la página de inicio. Tras haberlo corregido, lo envié a las 21:00 a
la redacción de La Règle du Jeu y a la de Lacan Quotidien. Tal vez luego
aporte algunas referencias. Las 22:45.
7

CARTA AL SEÑOR GILBERT COLLARD,


DIPUTADO RBM-FN DEL GARD1

París, 27 de marzo de 2017


Señor diputado y estimado señor:
¿Puedo permitirme dirigirme a usted como «estimado señor» aunque no
nos hayamos presentado ni pronto vayamos a deslizar la misma papeleta de
voto en la urna como dos ciudadanos franceses orgullosos de serlo, incluso si
tal vez no es por razones completamente idénticas?

I
Lo que hace que me arriesgue a una familiaridad que se podría juzgar fuera
de lugar por los puristas del saber vivir, y que mucha gente de izquierdas
considerará escandaloso, es que tenemos un amigo en común, quien me ha
hablado varias veces de usted en el curso de los años en los términos más
empáticos, mi colega de Marsella Hervé Castanet.

II
Este hecho, que se sitúa claramente bajo la noción de «azar objetivo»
promovida hace tiempo por Breton bajo la doble dirección de Engels y de
Freud, me animó a interesarme por el tuit malicioso que usted lanzó a la red
el 18 de marzo último, y del que acabo de tener conocimiento hace una hora
por mi yerno, quien lo descubrió en Twitter a la salida de una cena familiar
este domingo por la noche.

III
Estoy seguro de que esta imagen y su leyenda no son de su propia cosecha.
Usted debe de haberse divertido respondiendo a la dura llamada de los
analistas debido a una pluma que no es la mía, sino la de mi colega Christiane
Alberti de Toulouse, por un tuit de muy mal gusto que usted encontró, sin
duda, en las redes sociales. Sé suficientemente que usted es un hombre de
cultura como para renunciar a escribir: «Antes de diagnosticarle una
depresión...» [sic].

IV
Me doy cuenta además de que usted estaba informado de la convocatoria de
los psicoanalistas desde el 18 de marzo, mientras que Emmanuel Macron lo
ignoraba aún ayer al mediodía, como confesó sin pudor en el Salón del Libro
a otra psicoanalista, de Nantes, Fouzia Taouzari, que enseguida lo comunicó
en la «nota de L’Actu» de la asociación analítica a la que pertenece.

V
Sin embargo, usted podría haber dejado pasar esta convocatoria, perjudicial
para su elección personal, procedente de una profesión que muchos de sus
amigos, y sin ninguna duda Marine y Marion, consideran parásita y
charlatana y que vive de la credulidad del público. Véase, por ejemplo, el site
marinista prechi-precha.fr, que me señaló hace algunos días ni más ni menos
que Castanet.

VI
Ahora bien, usted no fingió ignorar nuestra convocatoria, aunque no fuera
más que para burlarse, y le tengo un agradecimiento infinito cuando veo
cómo se lo ignora en la izquierda, al menos en esta izquierda llevada a su
perdición electoral por el bastón infalible de sus malos pastores, los llamados
Hamon y Mélenchon. El primero se enreda los pies en los pastizales,
tropieza, y ve impotente a las ovejas y corderos dispersarse, corriendo
algunos hacia Macron, otros hacia Mélenchon. Este último es tan pintoresco
cuanto su rival «irreverente» es sobrio, tan brillante y revoloteador cuanto el
otro es sólido y mesurado. El paralelo llegaría fácilmente al infinito.

VII
Los dos hacen pareja, un par de opuestos que recuerda la famosa dicotomía
del introvertido y del extrovertido, que recientemente se puso de moda: de
ahora en adelante se habla de coaches de neurodiestros y de neurozurdos. Me
enteré del tema el sábado pasado por un amigo, Deffieux, en el coloquio
parisino de la Federación de las Instituciones de Psicoanálisis Aplicado
(FIPA). Si confío en mi joven ciencia, todo me conduciría a creer que Hamon
es neurozurdo, y Mélenchon, neurodiestro —lo que no quiere decir de ningún
modo que esté políticamente a la derecha, Dios no lo quiera, sino que está
«dotado de un intelecto poderoso y de una determinación de hierro»—.
Sintetizo aquí dos textos balbucientes escritos en un mal francés: «La gente
con cerebro derecho predominante tiende a detestar la supervisión. Desean
ser sus propios jefes. Pueden volverse excelentes líderes, muy respetados. El
pensamiento arborescente de un cerebro con el hemisferio derecho dominante
le permite ver las cosas en su globalidad y salir rápidamente de un problema.
Favorece la toma de decisiones rápida y genera muchas soluciones». Hamon
y Mélenchon, el combate del débil contra el fuerte.

VIII
La derecha llamada republicana, por su parte, no dijo una palabra sobre la
maldita convocatoria de los psicoanalistas. Es verdad que tiene la excusa de
tener otros chats para fustigar. Azota en particular a los feroces felinos que
tienen prisa por darse un festín con la reputación del desdichado François
Fillon tras haberlo perseguido sin piedad. Todos reconocerán en él a un
introvertido típico, dotado de un cerebro de neurozurdo, órgano rutinario,
siervo de sus pequeños hábitos y poco creativo.

IX
¿Cómo explicar si no su consternación cuando Le Canard enchaîné se
dispuso a «describirle» (croquer) a él y a su familia? Entiendo croquer en el
sentido de «dibujar en algunos trazos un bosquejo». ¿Qué puedo hacer si el
mismo término quiere decir también «comer, masticar, devorar»? Y para no
omitir nada: «gastar con exceso, desordenadamente, gastar deshonestamente,
dilapidar». Terminemos con el argot: «tener relaciones íntimas con alguien,
follar». Comprenden entonces por qué los analistas se ven empujados a callar
en su práctica. Es que las connotaciones, los ecos de una palabra son tan
vastos que nunca se sabrá, o al menos durante mucho tiempo, cómo serán
entendidas las palabras que se le dirigen a alguien. El psicoanalista se calla
porque es el hombre o la mujer que sabe que no sabe lo que dice.

X
Este último sentido de croquer, que es indecente, no lo hubiera recordado,
aunque un psicoanalista no puede ser un mojigato sin ponerse en ridículo. El
Wikcionario lo respalda con dos citas de escritores. Jules Laforgue: «Oh, mi
pequeña Elsa, [...] bebé suculento, núbil para comérsela». Y, más próximo,
ese gran escritor católico de Burdeos tan caro a Philippe Sollers, François
Mauriac, en su Du côté de chez Proust: «Montecarlo, paraíso de las viejas
damas, poblado de monstruos que solo pueden saciarse en la mesa: juego y
pasteles. De tanto en tanto mordisquean al ascensorista o al botones».

XI
El nombre de Le Canard echaîné está muy bien escogido. O más bien su
nombre es un falso semblante, un disfraz. Bajo su máscara volátil, de animal
de corral, se esconde un felino desencadenado, un carnívoro hambriento,
quaerens quem devoret, una de esas hienas de abundante testosterona,
carroñero, cuya risa tonta, me enseña Wikipedia, se hace oír a cinco
kilómetros a la redonda.

XII
Lo que voy a decir tal vez pueda chocar a mis amigos Edwy Plenel, de
Mediapart, y a Philippe Sollers, de la Academia invisible de los grandes
escritores que nunca han sido de la Academia Francesa. Montherlant
señalaba, por otro lado, no sin malicia en su discurso de recepción, que la
primera era tanto o más numerosa que la segunda. Voy a quedar mal ante la
mayoría de mis colegas psicoanalistas, una buena parte de los cuales no me
toman por un santo desde que apoyé, acompañado por mi amigo Éric y bajo
la idea de «Delenda est», tomada de Catón el Viejo, la iniciativa de Jacques
Lacan en 1980, que fue aplastar y destruir la Escuela que él había fundado
antes que dejarla en las manos de sus notables, que habrían dilapidado
inexorablemente su herencia, como quedó verificado por sus acciones e
inacciones tras la muerte de su maestro sobrevenida un año más tarde. En
cuanto a la gente de izquierdas, me sitúan de buen grado a la derecha a causa
de mis burlas impías hacia Mélenchon de hace dos semanas. Nos
preguntamos quién atenta contra el pudor. Como dice la conocida expresión
infantil, «el que lo dice lo es». El fenómeno está clasificado en psicopatología
bajo la rúbrica de transitivismo.

XIII
Qué tendré que decir tan grave, que ya anticipo que valdrá como un atentado
al «pudor de gacela»2 —lo que se esconde bajo el aspecto de la gacela— del
melenchoniano medio y otros puros y duros de esta izquierda que quiere
menos pan que sueños, sin olvidar el brioche, por supuesto, como el querido
Jean-Jacques, al que adoro como escritor, pero que nunca me pareció que
fuera un ejemplo a seguir en la vida. Esperaré sobre esto lo que quiera
escribirme uno de mis más queridos y viejos amigos, Alain Grosrichard, que
creo que es, tras la desaparición de Starobinski, al que por otra parte sucedió
en su cátedra de la Universidad de Ginebra, el más eminente de los
especialistas de Rousseau.

XIV
Diré, por lo tanto, lo que pienso, aunque deban ponerme en la picota por
faltar a la obligación de hablar con circunloquios y neologismos para frustrar
la maldad intrínseca de la lengua común, sierva de «la ideología dominante».
Lo «políticamente correcto» nos llegó de América, pero se trata en realidad
del retorno al remitente. Podemos reconocer las consecuencias imprevistas de
la desgraciada ocurrencia de Barthes sobre el supuesto fascismo de la lengua.
El PC, he ahí un patito feo que nunca se convirtió en cisne, pero ¿quién firma
una tontería que este hombre querido habría sido el primero en señalar?, ¿no
es cierto, Philippe? —que le conoció mejor que nadie, como mostró hace dos
años el librito que usted consagró a la amistad de Roland Barthes—. Yo
también estaría muy contento de tener, como François Fillon, amigos ricos y
generosos a millares, lo digo sin falsa vergüenza, y si me provocaran, alegaría
el ejemplo de Voltaire, de Diderot, el de Jean-Jacques mismo, ¿no es cierto,
Alain? En definitiva, es muy simple: el sentido antiguo de la amistad se ha
perdido, por motivos perfectamente racionales. Abran en cualquier página a
Balzac, Stendhal, Schopenhauer, Baudelaire, Marx, Nietzsche, e tutti quanti,
todos los «antimodernos», como los llama Antoine Compagnon —que fue
también mi amigo, pero solo por un tiempo, mientras fuimos de la pequeña
troupe de jóvenes compañeros de Roland Barthes—. La educación
sentimental, esa magistral deconstrucción del «deseo de revolución», también
es una tumba de la amistad en la era moderna. Como Sollers, doy todas las
sociomanías del mundo por la novela de un gran escritor. Veré también qué
hay sobre la amistad en ese libro que trabajé mucho en el liceo: Morales del
gran siglo, de Paul Bénichou, y, por qué no, consultaré la nueva Enciclopedia
filosófica de Le Figaro, que arranca en los kioscos con la letra A. Por otro
lado, su autor, Luc Ferry, forma un poco parte de mi familia en un sentido
amplio, pero sobre todo es el íntimo amigo de mi amigo íntimo Jorge Forbes,
de São Paulo, que lo es también de Alain Grosrichard.

XV
Este JAM es insoportable. Amigos, amigos, no se hable más, el sistemático
esnobismo del name dropping, sépanlo, nos repugna. Y bien, respondo que,
conocido por haberme ganado muchos enemigos estridentes que se aburren
desde hace decenios esperando que caiga, tengo dialécticamente muchos
amigos, discretos como yo, mientras que una mosca no venga a picarme, y no
es la mosca tsé-tsé la que atraigo, sino una mosca posiblemente furiosa. Veré
si la bestia existe o si es un animal imaginario tipo unicornio. En resumen,
muchos problemas de François Fillon se deben al hecho de que no se sabe ya
lo que es un amigo. Jules Renard, a quien nunca se la cuelan, definía la
amistad, si recuerdo bien, como el casamiento de dos seres que no pueden
acostarse juntos. Para poner en el archivo de la «no relación sexual», Lacan
dixit.

XVI
Gilbert Collard, no le pierdo de vista. Le hago llegar este garabato como el
producto de una noche y le rindo homenaje sin ningún «pudor de gacela».
Tanto a la izquierda como a la derecha, la convocatoria de los psicoanalistas
les importa un comino. Consideran a los psicoanalistas unos débiles o
retrasados, cuando no estafadores, al menos mientras no sientan la necesidad
de recurrir a ellos. Es el colmo que sean los partidarios de la extrema derecha
—sé que ese nombre es rechazado por usted, Collard— quienes se han
dignado a darse cuenta, aunque sea para burlarse y denunciar a los
charlatanes, entre ellos especialmente a los judíos, de que los analistas han
dicho algo que tiene alcance y consecuencias.

XVII
Debo terminar. En resumen, en el asunto judicial, me sitúo como abogado,
como usted, del lado del acusado, François Fillon. No tengo ninguna simpatía
por el «tribunal político mediático» que lo acosa desde que Le Canard perfiló
a su familia, como me he expresado aquí. Tras los empleos ficticios, práctica
habitual en el Parlamento, fue el trabajo de su esposa en la Revista de los dos
mundos, donde yo mismo iba a escribir invitado por Valérie Toranian si no
hubiera declinado por falta de tiempo. Desde la noche de los tiempos, todos
los sistemas de poder, la República y la monarquía, han sido pródigos en
sinecuras. No hay revolución que no haya sucumbido al cultivo intensivo del
privilegio. Libertad, Igualdad, Fraternidad, y, en voz baja, privilegio. El
privilegio pertenece a la esencia de todo lazo social como tal. En suma,
François Fillon roba menos de los fondos públicos de lo que paga a todos.
Luego deviene culpable del préstamo sin interés y sin declarar de uno de sus
amigos, un self made man actualmente millonario. Prestarle a un amigo,
tomar prestado de un amigo, sí, yo lo he hecho, en el estricto límite de mis
medios. Marc Ladreit de Lacharrière no hizo otra cosa. Tiene más medios que
yo o que cualquiera, eso es todo. «¿Y entonces?», como dice muy bien FF
con una concisión romana, cuando no es Cicerón quien acusa.

XVIII
Que se me entienda bien. Yo no digo que sea ilegítimo militar por la
redistribución de la riqueza, ya sea ínfima, modesta o considerable. Lo que
digo es que aquí se trata de otra cosa. Y que tendrán que esperar al día en que
las gallinas tengan dientes para ver prosperar un mundo sin ricos y sin
nomenklatura. Dicho esto, yo mismo he comido Le Canard a la sangre3 —de
los otros— como un depredador. Pero, en un plano puramente metafórico, no
está excluido que las gallinas puedan tener dientes un día ni que se congele el
Infierno. Por otro lado, su amiga Marine supo apagar con nubes de gas
carbónico las llamas que su padre vomitaba en intervalos regulares como el
Moloch de Cartago (¿seguro?), sin que incendiase nada en absoluto. Es como
Mélenchon. El amigo del género humano, y especialmente del Trabajador,
cree ser «el sonido y la furia», mientras que no es, como el PS, más que «la
herida y el cuchillo».

XIX
En un cuaderno con citas que tenía en mi juventud, anoté una frase de
Montherlant que decía más o menos que en un tribunal basta con ver la
cabeza de los jueces para saber que el acusado es inocente. Es la sentencia de
un aristócrata (o que se quería tal) anarco de derechas. Podría ser también de
una proletaria anarca de izquierdas. En lo que respecta a la Weltanschauung
que subyace, es la intersección, no vacía, de Céline y de Genet, también la de
Sartre. En el caso preciso de Montherlant, ¿quién habla? Se trata de un
pedófilo frenético, experto en despistar a la poli que patrullaba los grandes
bulevares donde cada día este gran estilista a la antigua, para nada paródico,
iba a follar. No entiendo en este caso la expresión en su sentido lexicalizado
de hace un momento, es decir, «esperar largo tiempo aburriéndose», sino que
quiero decir de manera familiar que no pensaba más que en dar por el culo a
muchachos que aún no tenían pelos en la barbilla. Nunca saciado. Véanse sus
cartas extraordinarias a Roger Peyrefitte, que fueron finalmente publicadas
por Pierre Sipriot, su biógrafo oficial cuando se quitó la máscara. El deseo
digno de ese nombre de perverso que querrían prohibirnos pronunciar no es
cualquier tontería, tal deseo se imagina ser de revolución y solo es sueño-
solución.

XX
Todavía tengo mucho que decirle, señor diputado del Gard. Lo saludo con el
término que Lacan grabó como insignia de un honor auténtico en el dorso del
único crítico profesional que parecía haber leído verdaderamente el volumen
de sus Escritos cuando apareció: avis rara. Sí, señor Collard, que haya sido
usted el primero y, hasta el momento, el único hombre político que haya
acusado recibo del mensaje de los analistas —usted, que es el secretario
general de la así llamada Agrupación Azul Marino, extensión del FN, y el
mentor en la Asamblea de Marion Maréchal-Le Pen— me ha dejado
estupefacto. Ha habido allí para mí un «instante de ver». Esta estupefacción
repercute en esta carta, escrita esta noche desordenadamente, por decirlo de
algún modo, pues su amiga Marine los ha «desdemonizado» a todos con un
juego de manos. No tengo tiempo para releerme. Lo haré reflexivamente esta
semana, y se abrirá mi «tiempo para comprender» el cómo y el porqué.

XXI
Tras haber zaherido al dueto Hamon y Mélenchon, rasguñado a Macron,
defendido al acusado Fillon, tendré que llegar a Marine, y también a Marion,
incluso a Florian. Este ha instalado en el Frente una poderosa cultura gay de
la que tengo ecos y que resulta muy interesante para los clínicos. Será
necesario también que me interese de cerca en su tuit y en el texto preciso
que adorna la foto de Freud. Quisiera finalmente releer la narración de
Castanet respecto a usted y leer algunos textos suyos que me ha enviado esta
noche por mail. Si hay algo como esta «izquierda lacaniana» que promueve
desde Madrid Jorge Alemán, una de las referencias confesadas por Pablo
Iglesias, «caudillo» de Podemos, ¿veremos nacer algún día una «derecha
lacaniana» de la que usted sería la alondra que anuncia la primavera? El
pensamiento conservador, el pensamiento reaccionario, el pensamiento
contrarrevolucionario, los tres tienen viento en popa en Francia y en toda
Europa; ¿no lograron contra todo pronóstico anexionarse a George Orwell vía
Michéa? ¿Por qué no Lacan? Lacan señalaba que él no era progresista,
recordaba el sentido primero del término revolución, y fue maurrasiano en su
juventud, un smoking gun lo testimonia. Eso me preocupa.

XXII
Una ultimísima palabra antes de dejar la pluma o, mejor dicho, de abandonar
mi Mac. Ya anticipo que lo que va a quedar de esta carta es que JAM se
volvió el abogado de Fillon. Es exacto, aunque parcial. No quisiera que la
idea cristalizara y estuviera consagrada cuando retome la palabra.

XXIII
Hice de abogado. Señor Collard, le pregunto: ¿lo hice bien? Me dirijo a
usted, el brillante técnico del Colegio de Abogados. Cuando un acusado está
frente al tribunal de la buena conciencia, me veo conducido a situarme al lado
del acusado de forma natural. La hipocresía de los fiscales me salta a la vista.
Actúan siempre para hacer creer que los delitos imputados al desdichado en
su banquillo son excepcionales, mientras que a menudo son muy comunes.
Pero cuando la estructura de la comparecencia es diferente, mi posición
cambia, correlativamente. Para impactar el debate con un ejemplo y también
hacerlo más complejo, para ponerlo en su justo lugar, me bastará, creo, dar a
leer un mail que he encontrado en mi mensajería, emitido el domingo antes
del almuerzo, a las 13:05, por lo tanto, mucho antes de que conociera el tuit
de Collard y pensara en escribirle.

XXIV
Querida Christine:
Acabo de mirar el replay. Estuvo admirable. Una extraterrestre. O más bien
un ser profundamente humano frente a un granuja que al final apareció,
gracias a usted, como lo que es de verdad: un monstruo divertido y perverso.
En resumen, es la historia de El incesto4 puesta en acto bajo las sunlights, en
directo. Momento increíble.
La abrazo.
Estoy feliz porque usted exista en esta tierra, suyo
JA
Apreciado señor diputado, reciba mi mayor consideración por su función, con
el testimonio de mi vivo interés de conocerlo en un plano personal.

PARA LEER

Mi amiga Rose-Marie me ayudó a encontrar el pasaje de las Confesiones al


que hice alusión. Está en la página 319 del primer volumen de la edición de
bolsillo de Garnier-Flammarion adquirida por Alain Grosrichard. Una joya
literaria llena de enseñanzas políticas y clínicas.
Cómodamente y en mi pequeño estudio
«Rodeado de minucias robadas que nunca miré, me atreví a desear un buen
vino blanco de Arbois (corto por falta de tiempo) y la ocasión hizo que me
agenciase de vez en cuando de algunas botellas para beber cómodamente en
mi pequeño estudio. Desgraciadamente, nunca pude beber sin comer. ¿Cómo
hacer para tener pan? No pude ponerlo en reserva. Hacerlo comprar por los
lacayos significaba descubrirme y casi insultar al amo de la casa. Comprarlo
yo mismo, no me atrevía nunca. Un buen señor con la espada al costado ir a
un panadero a comprar un trozo de pan, ¿era posible hacerlo? Finalmente,
recordé el último recurso de una gran princesa a quien le decían que los
campesinos no tenían pan, y que respondió: “Que coman brioche”. Compré
brioche. ¡Cuántas maneras de llegar allí! Saliendo solo con este propósito,
recorrí algunas veces la ciudad y pasé delante de treinta pastelerías antes de
entrar en una».
8

EL DIARIO ÉXTIMO DE JACQUES-ALAIN


MILLER.
PRIMERA Y SEGUNDA ENTREGAS1
PRIMERA ENTREGA
MARTES, 28 DE MARZO

Al despertar, idea de un diario; discuto sobre ello con Eve y Christine por
teléfono.
Christine
Cena con ella anoche. Llego sin aliento a las 19:59 para nuestra cita de las
20:00. Esta allí como una buena chica. A las 22:15 viene a buscarla un taxi
pedido por su editora con anticipación para llevarla. No bebió una gota de
alcohol. Evidentemente, se cuida y sigue un régimen de atleta. Yo debería
tomar ejemplo para mantener la distancia en lugar de pasar una noche en vela
escribiendo a la Agrupación Azul Marino. «Noche en pie»,2 dicen. «Noche
sentado» es mucho más exigente.
Aristóteles
Me encuentro con João, que espera para verme leyendo a Aristóteles. Fino.
Es ilegible, decía Lacan, a quien vi a menudo el domingo en Guitrancourt
sumergido en las obras del Estagirita. Estudié de pasada a Aristóteles en la
licenciatura; no lo conocía muy bien; lo que sabía de memoria, por el
contrario, era la bella tesis de Aubenque sobre El problema del ser; resultado
de los cursos: obtuve la licenciatura. Nunca la he releído, esta tesis de la tesis,
pero utilicé hace tiempo la tesis complementaria sobre la prudencia para
explicar la función del AE, el analista de la Escuela, en Lacan.
Alexandre
Mi gusto siempre me condujo más bien hacia Platón. El primer diálogo que
leí, a los catorce años, fue Teeteto. Fuerte, complicado, pero cautivador.
Alexandre Adler me contó que conserva el recuerdo de haberme visto un día
sumergido en el libro, en una chaise longue, durante las vacaciones en Suiza;
tiene algunos años menos que yo, estaba impresionado. Se incorpora a la
ENS algunos años después que yo, al mismo tiempo que Bernard (BHL).
Claude Frioux, entonces presidente de París 8, también normalista y
comunista, me decía con admiración no fingida: «Adler sabe todo de los
sóviets». Y luego la URSS desapareció. Desencantado, su saber tragado
como la Atlántida, Alexandre se reconvirtió sin perder una sola medida en el
saber de todo, se reinventó en el Pico della Mirandola de la política de todas
las naciones.
¿Cómo lo hace? Descuella: periodista superiormente informado, relator
inspirado, pensador original, incluso paradójico. Esto no le ha impedido que
lo echen del Figaro por grosero. Como Sollers se hizo echar del Journal du
Dimanche y luego del Obs.
Finky
Nathalie, mi secretaria, me envía la transcripción de la salida de F. contra
Angot que Eve me había señalado ayer. Lo leeré esta noche. ¡Qué rififí!
El Joven Sabiondo
Me miro desde afuera no con la mirada enamorada de Alexandre, sino con la
de la lata de sardinas del Petit-Jean de Lacan. ¿Qué veo? Un teen burgués,
privilegiado y precoz, que se prepara para entrar en la Escuela Normal, cuya
existencia ignoraba hasta ese momento.
No es sorprendente que, seis años después, el mocoso presuntuoso que no
dudaba de nada y pensaba poder orientarse solo en la sabiduría y la ciencia
abordando a Platón como Rouletabille recomendaba, «por el buen lado de la
razón», haya sido invadido por la rabia al contacto de la mirada absorbente
que dirigían Bourdieu-Passeron sobre el trabajo escolar de los Héritiers.
1964.
Bourdieu-Passeron
Passeron era entonces asistente de Sociología en la Sorbona. Yo había hecho
dos o tres de sus cursos. Recuerdo que hablaba de los «objetos nómadas»
destinados a invadir nuestra vida cotidiana. Bien visto. Analizaba en sus
cursos el marketing del Club Méd, entonces en su apogeo, al mismo tiempo
que ese mismo club le pagaba como consejero. La sociología es un saber
ambiguo y siervo (dicho rápidamente).
Por otro lado, lo veía en la intimidad cada vez que iba donde mi compañera
Mireille, siempre entre dos normalistas, y que entonces estaba con el
sociólogo, mucho mayor que ella. Este tuvo la bondad de confiarme que tal
nota burlona del libro le había sido inspirada por algo ridículo que yo había
dicho en casa de Mireille. No le ocultaba que su libro me parecía infecto. Lo
escuchó con la flema del sabio. ¡Qué dichosa constitución!
Judith
A Bourdieu, al que ella conocía un poco, lo admiraba por su primer libro
publicado, Sociología de Argelia. Justo antes de su año de licenciatura y justo
después de la independencia, partió a enseñar filo a Argelia, vibrando por
sumergirse en el pueblo de donde salía ese FLN para el cual trabajaba en
directo en la clandestinidad desde sus diecisiete años.
No la conocía en esa época, sino por su reputación, porque era famosa en el
medio de filo de la Sorbona. Escuchábamos: «Judith Bataille (su apellido
entonces), la hija de Lacan, es una chica valiente, pero corre el riesgo de
comprometer al partido, porque está ligada al FLN. ¡Silencio!». Judith me
contó que, más tarde, un tal Pierre Kahn, entonces presidente de la UEC
(Unión de Estudiantes Comunistas) la había convocado para romper delante
de ella su carné de miembro de la UEC, en efecto «para no comprometer al
partido». Una vez adquirida la independencia de Argelia, Judith pidió que se
le restituyera su carné. Se lo devolvieron con honores. Esta anécdota tiene
mucho sentido.
Collard
Me entero por mi amigo N*, que interviene en el affaire del Arca de Zoé en
Chad, de que se cruzó con Collard, entonces abogado de uno de los acusados.
Anteriormente fue el abogado de Pierrette Le Pen, primera mujer de Jean-
Marie, después de su divorcio (en efecto lo he leído). En esa ocasión conoció
a los hijos de la pareja, entre ellos Marine. Más significativo, pero en
condicional: habría dicho que JMLP le recordaba a su propio padre. Se
llevaba bien con N*, pero se mostró molesto con él después de haberse
adherido a la Agrupación Azul Marino.
Rimbaud
Rose-Marie me señala en el azul del cielo que Rimbaud, en dos ocasiones,
emplea la grafía antigua merencolie para «melancolía» en su trabajo de
juventud, catorce años, un deber que consistía en redactar una carta de Carlos
de Orleans a Luis XI para obtener la liberación de Villon. Sí, en efecto,
leyendo eso a los trece años, yo mismo, un alumno de liceo en Janson-de-
Sailly, me sentí aplastado por el talento escolar del joven genio. También por
las disertaciones latinas del alumno de liceo Baudelaire. Eran muy buenos
alumnos, brillantes.
Rimbaud, nuevamente
Rose-Marie, cuya minuciosidad me deja pasmado (es licenciada en Letras
Modernas), establece una relación esclarecedora entre una línea de «A una
razón», utilizada por Lacan en su Seminario XX, Aún, y una línea de una de
las Cartas del Vidente.
Brest-Quimper
Mail de Renée Padellec, psicoanalista enseñante en la sección clínica de
Brest-Quimper. Se refiere a mi carta abierta a Collard, en tres puntos
numerados:
1) Me gustó mucho la diferencia en «la estructura de la comparecencia» que usted hace entre el
Canard que se cruje a Fillon por motivos fútiles y el posicionamiento claro de Christine Angot frente
a un Filou.3 2) «Sueñosolución» [Rêve-solution] antes que la révolution. Es preciso. 3) Al final su
pregunta es esta: ¿a qué realidad responde el compromiso de Collard con la extrema derecha?

Control
Una joven colega me cuenta muy bien una cura y su intervención, que tuvo
los mejores efectos. Improviso para ella una «teoría de la validación
analítica» también en tres puntos.
1. El analista no valida nada de los dichos del analizante. «La pura
pasividad paciente»: Blanchot citado por Éric en su artículo que va a aparecer
en Lacan Quotidien.
2. El analista valida todo de esos dichos, pues «el que calla otorga».
3. En esos dos puntos, validación y no validación, están implícitos y por
estructura. En el plano de los enunciados explícitos del analista, la validación
de un dicho del analizante siempre es una poderosa interpretación que debe
usarse en el momento oportuno. Aún más cuando se trata del rechazo a
validar.
Análisis
Un analizante piensa de pronto en un pasaje de mi curso, hace años, en Arts
et Métiers. De un análisis del maravilloso cuento de Maupassant, «El cerdo
de Morin», yo deducía la idea siguiente, de la cual hacía un principio del arte
de la polémica: «Destruir al otro fijándolo a su punto de goce». Esgrimista
amateur, se había dicho: «En esgrima, eso es lo que hay que encontrar».
Había reconocido allí una condición de goce propia. En su juventud llegó
hasta el equipo de Francia júnior, pero no pudo ir más allá por causa de sus
síntomas.
Anécdotas
Deberé dejar la pluma para mandarle el texto a Christiane Alberti, que lo
espera para su blog. Muchas más anécdotas que esta mañana no he puesto en
juego. Un día me presenté para divertirme como el Paul Léautaud del
psicoanálisis. En otro tiempo, los almuerzos del domingo en familia en el
campo se desarrollaban de la siguiente manera: Lacan se callaba; nosotros —
Laurence Bataille, Catherine Millot, Judith y yo— nos esforzábamos para
distraerlo charlando, contándole todos los chismes del medio analítico y del
medio literario que podíamos conocer. Y Lacan se partía la caja.
Las contribuciones de Laurence y de Judith a menudo se referían a hechos
o dichos de sus hijos. Catherine había conocido mucho a los Klossowski y a
sus amigos. En ocasiones yo aportaba anécdotas sobre grandes personajes
históricos, que se remontaban hasta la Antigüedad. Macrobio. A Lacan le
gustaban, como se notaba, los chismes reunidos por Heródoto, Aulo Gelio
(menciona las Noches áticas en sus Escritos), Suetonio, Macrobio, Plutarco,
etc. Y en literatura francesa, Montaigne (su Diario), Brantôme, Tallemant des
Réaux, madame de Sévigné —a la que Lacan llamaba algo así como la
realizadora de epístolas sobre la homosexualidad femenina—, Saint-Simon,
el Espicilegio de Montesquieu, la correspondencia de Voltaire, los «pequeños
hechos verdaderos» de Stendhal, y, luego, empieza a multiplicarse tanto que
debo recordar que retraso el envío del blog. Una última palabra: devoré el
Diario de Maurice Garçon durante la ocupación, publicado hace dos años, y
ya leí las cincuenta primeras páginas de la edición, expurgada, del Diario de
Matthieu Galey en Bouquins. Por lo tanto, soy aquí un redactor de gacetillas,
y orgulloso de serlo. Di una vuelta por Wikipedia para recuperar una foto de
Louella Parsons para ilustrar esta primera entrega.
Lilia
In extremis. Me llamó por teléfono para decirme que se cruzó con Frédéric
Mitterrand en el bar del Raphaël, que le habló de la convocatoria y lo invitó
sin más al Fórum del 18 de abril. El encantador y popular ministro le
respondió que se solidarizaba y vendría si estaba libre. Ella le envió por mail
las tres páginas que redacté el domingo para presentar el estado del proyecto.
¡Campeona! ¡Son las ocho y media, una hora y media de retraso!

SEGUNDA ENTREGA
RETOMO LA ACTIVIDAD A LAS 06:30

Ella y él
Encontré un aire a Lauren Bacall en la encantadora joven con quien tuve el
placer de cenar a solas anoche. Ni analista ni analizante, enseña filosofía en
un liceo de la Seine-Saint-Denis que figura entre los mejores centros del
departamento, de lo que ella está no poco orgullosa. Lee irregularmente
Lacan Cotidiano, encontró en el Matinal de Le Monde mi reciente tribuna y
enseguida me envió un mail que llamó mi atención.
Votará a Hamon, mientras que su marido es insumiso melenchoniano. Este
joven ambicioso, especialista en electrónica, que se gana muy bien la vida,
hijo de una vieja familia del centro donde se es comunista y ateo de padres a
hijos, estuvo en «la Marcha». Quería llevar a su hijita de siete años, pero ella
se opuso. Fue conquistado por la diatriba de Gérard Miller, que incluso
encontró más contundente que el discurso de Jean-Luc Mélenchon,
demasiado largo para su gusto.
Ella, ella está fascinada por Alain Finkielkraut, «el único que dice lo que
ocurre en el 93»,4 considerando que un Éric Zemmour, por ejemplo, «va
demasiado lejos, es un racista, un fascista disfrazado que defiende la guerra
civil y la reemigración», etc. Ella es desde este año universitario una fiel
oyente de la emisión semanal de Finky, L’esprit de l’escalier,5 que sigue en
Causeur.fr. Cuando le pregunto si vio la última emisión, donde, parece, ajusta
cuentas a Christine Angot, me responde: «¡Por supuesto!». No vio la emisión
de France 2 con François Fillon, al que no aprecia; aprecia en Angot a la
feminista, la escritora; pero dará su voto al nuevo académico.
«Lauren» se dice socialista, pero no está afiliada; católica, creyente, pero
no va a la iglesia, sino en las grandes ocasiones familiares: nacimientos,
matrimonios, decesos; humanista, pero a condición de que el hombre no
usurpe el lugar de Dios; se disculpa por encontrar mi posición sobre el
«votoútil» errónea y «no franca», pero piensa, no obstante, que conozco
verdaderamente bien la obra de Lacan, que leyó muy poco aún, pero cuando
comprende, dice: «Se encienden las luces del baile». Ella quisiera hacerme
captar, «porque usted es muy escuchado entre los psi», lo que significa
enseñar filo en el 93, y para ello tomará el ejemplo de lo que vivió esa
mañana misma con una de sus clases.
El instante de ver
El lunes por la mañana, Lauren da un curso de una hora en una Terminal S:
treinta y cuatro alumnos, ninguno de los cuales es europeo de origen, y solo
hay seis chicas. Unos diez quieren trabajar, entre ellos una chica de diecisiete
años que obtuvo un 17 en su disertación de filo en la última práctica para el
examen de bachillerato, corregida no por Lauren, sino por una colega. En
cuanto a los otros, dice que son «yihadistas».
La mayoría son chicos robustos, brutales, dos o tres chicas están con ellos,
se quejan todo el tiempo de las injusticias de las que son víctimas, reivindican
sin cesar sus derechos, no reconocen tener ningún deber, no trabajan en clase
cuando vienen, impiden que los otros lo hagan, los intimidan, juegan con
facilidad con cuchillos.
Más de un tercio sostiene abiertamente el Estado Islámico; todos o casi
todos consideran el islam, del que no saben nada o muy poco, como la única
y verdadera religión, llamada a triunfar, en definitiva. Todos, sin excepción
parece, son fans de Dieudonné y de su gesto obsceno de la quenelle,
persuadidos de que el CRIF dirige Francia y los judíos tienen al mundo en
sus manos. Se inquietan por saber si sus profesores no serán por casualidad
de la raza maldita.
En resumen, no es «islamofascismo», dice con su voz un poco ronca, sino
ni más ni menos que «un nazismo militante bajo la bandera del islam en lugar
de la cruz gamada». Incluso si estima a Finkielkraut, «un poco débil como
filósofo, demasiado heideggeriano para mí, sobre todo con todo lo que
sabemos hoy de él», es el único que sabe verdaderamente de qué habla.
Lauren comenzó por estar de acuerdo con Olivier Roy, que le parecía más
optimista, más consensual, más acorde con su propio humanismo, y terminó
por pensar que un Gilles Kepel, demasiado estridente tal vez, está después de
todo más cerca de la verdad.
Aún el año pasado, como buena cristiana, trataba de recuperar a los
«yihadistas» a través de la dulzura, en vistas de su miseria social, su calidad
de víctimas (del capitalismo, del colonialismo, del liberalismo desenfrenado),
considerando también la tristeza del porvenir que les espera. Encontró un
muro, o más bien una suerte de fortificación mental inexpugnable, toda
erizada de púas.
Un día de noviembre pasado, en que una alumna a la que había puesto la
mano en la espalda para destacar la amonestación que le hacía se dirigió
inmediatamente al director para denunciarla y acusarla de violencia con
injurias racistas, marcó el giro de 180 grados de Laurent.
Decidió, sola, no buscar más el porqué del cómo; proscribir todo
autorreproche; desinteresarse de aquellos que, rechazando aprender, molestan
a los que hacen todo por salir adelante. A partir de ahora solo consagrará su
esfuerzo a estos últimos. ¡A la guerra, con la guerra! Después de todo, hay
guerras justas, y Cristo echó a los mercaderes del Templo, no los catequizó.

La mirada y la boca
Me pierdo. Conozco bien por mi análisis mi debilidad por la mujer fuerte,
quiero decir, la mujer delgada, pero decidida, de Juana de Arco a la Thatcher.
Un Mitterrand inspirado dijo un día: «La mirada de Marilyn, la boca de
Calígula» de la inglesa, hija de un almacenero. Tengo frente a mí la mirada
de Bacall y la boca de Bacall, además con la determinación de Bogart cuando
no se dejaba intimidar, aunque desarmado, por Edward G. Robinson y su
banda de gánsteres en un espacio cerrado en Cayo Largo.
Para combatir la fascinación que aumenta en mí, lo noto, objeto a Lauren:
«No veo verdaderamente qué le ve a su Hamon. Hace guiños a los
Hermanitos [los Hermanos Musulmanes] hasta desgarrarse las pupilas, todo
eso para pescar sus votos. Al menos Mélenchon, con el azul blanco rojo de su
Corta Marcha, no come de ese pan y no se lo pone fácil a los yihadistas en
ciernes. Usted me hace descubrir que prefiero la boca de Mélenchon a la
mirada de Hamon».
¡Tocada! Reconoce que había votado por Manuel Valls en las dos vueltas
de las primarias socialistas, y que se une sin entusiasmo al voto Hamon por
fidelidad al PS.
Aprovecho la ventaja que esto me da: «En resumen, me dice que usted, una
filósofa, sacrifica la verdad por un interés de tendero. La verdad: aquella cuya
flecha imprevista le golpeó el corazón un día de noviembre. El negocio,
además, está en quiebra. Una pandilla que fracasa». Etc. Estoy lanzado. Me
para con sequedad. «Usted se pone a hablar del Partido Socialista como habla
Mélenchon. O mi marido. Cuando lo hace, le digo que es un idiota».
La pequeña tiene coraje. ¿Tiene la boca de Calígula? ¿O la de Bigard?
Sigue mañana.
9

EL DIARIO ÉXTIMO. CUARTA ENTREGA1


SÁBADO, 1 DE ABRIL, 03:10

«You have the right to remain silent. If you give up that right, anything you
say can and will be used against you in a court of law». Es la advertencia,
según Miranda, que en Estados Unidos debe darse a toda persona detenida
para ser interrogada. Incluso ha sido inventado el verbo to mirandize para
decir que se informa de sus derechos constitucionales a una persona detenida.
Cada 1 de abril, uno debería recordar su derecho al silencio: «Tienes derecho
a guardar silencio. Si renuncias a ese derecho, todo lo que digas podrá ser y
será usado como una patraña».
El primer día de abril define un campo de enunciación tal que el valor de
verdad de cada enunciado es allí dudoso, suspendido, revocable. Diría: «El
Genio Maligno cartesiano es la ficción encarnada del 1 de abril». Podría
agregar: «El campo de la enunciación política está estructurado como el
campo de enunciación del 1 de abril». O incluso: «Todo político es un genio
maligno». ¡Pues sí! ¡Pienso eso! ¿Y si llamara a esta serie de tesis «la
conjetura de Descartes-Miller»? ¿Es demostrable? ¿Trivial? ¿Falsa?
Me encontré con una idea rica. Se perfilan, son posibles muchos
desarrollos. Le dije a Christiane Alberti, que me publica en su blog, que
tendrá mi copia a las ocho esta mañana, deberé correr. ¡Oh!, ¿y si le dijera
que es una broma del día de los Inocentes? Sí, pero se lo dije ayer, 31 de
marzo.
¿Me creerán si les digo que caí como un tronco ayer justo después de cenar
en casa y que me desperté sobresaltado siete horas más tarde, sin despertador
ni pesadillas y «fresco como una rosa»?
¡El gobio! ¡Ese es el pez del mes de abril!2 ¿Por qué decimos «más fresco
que un gobio»? Porque, según el Wikcionario, el gobio es el pescado que se
conserva más tiempo después de haber sido pescado. Expresión
supuestamente acreditada desde 1640. Le Robert histórico dice del gobio algo
sugerente, que la palabra francesa [gardon] podría ser un derivado de garder,
«mirar», por los ojos rojos de ese pez, o de garder, «vigilar», porque tiene el
hábito de volver a los mismos lugares. ¿Qué les parece?
Sandra, mi sobrina, me hizo leer una novela corta fantástica donde un
narrador fascinado vuelve todos los días a un acuario para tratar de saber lo
que quiere decir un pez. Tiene su instante de ver el pez en cuestión, el tiempo
para comprender lo que quiere decir el pez, y no sé cómo concluye la
historia. ¿Se podría rehacer Los pájaros de Hitchcock con peces, pirañas,
tiburones?
En diversos sitios de la red se afirma que el gobio tiembla. Es pequeño.
«Lindo, vivaz y simpático», es presa de peces carnívoros: lucios, percas y
luciopercas, que enloquecen por él. Rojo para los científicos, que se refieren a
sus aletas rutilantes a las que debe su nombre latino Rutilus rutilus (rutilante
significa «rojo», no brillante como se cree a menudo), es blanco para el
pescador, que lo usa a veces con un poco de desdén como «carnada», con las
bremas, los gardíes y los «sin nombre». Durante el período de reproducción,
los machos se cubren de tubérculos nupciales de forma cónica. Muy
pequeños sobre el cuerpo, son más gruesos y bien visibles.
¡Dios mío, sálvame del gobio!3 Olvido mi promesa a Christiane. Estoy
enamorado del curso de mis pensamientos. Se prosiguen con la lógica que les
es propia, en meandros y arabescos, mientras que yo miro el espectáculo,
unas veces fascinado, otras, comentador, escribiendo en el margen un aparato
crítico susceptible de extenderse sin medida como las notas de una pléyade.
No hay duda de que el llamado fenómeno del pensamiento es divisible y no
unitario. Está la cadena de pensamientos, donde se vehicula el sujeto, sujeto
del significante «que lo representa para otro significante», y, por otra parte, al
lado, la instancia del yo que mira y vigila, calcula, duda, evalúa. Leo así el
párrafo de «El je es Otro» de las Cartas del Vidente, y en particular la frase:
«Asisto a la eclosión de mi pensamiento: lo miro, lo escucho: lanzo la
flecha».
División del sujeto y del yo. Dos planos o registros distintos. Los dos
coinciden en ese punto metafísico, «punto al infinito», llamado cogito sum
por Descartes. Extender la evidencia del cogito a la esfera mental es, por
excelencia, la tontería del psicólogo.
Lisa, mi analizante, hypokhâgneuse, me contaba ayer que su amiguito se
resistía a su orden de entrar en análisis en nombre de su epistemología. Decía
el joven pedante: «El psicoanálisis son interpretaciones. Lo que me interesa a
mí son los hechos. Prefiero responder a un cuestionario». Le dirás a tu
presumido, dije, que sería necesario que el sujeto supiese lo que hace al poner
una cruz en el casillero del cuestionario, lo que piensa y desea. Sin embargo,
un análisis le enseña precisamente lo contrario, aunque fueran tan solo
porque el campo de enunciación donde se inscriben los enunciados de un
sujeto analizante presupone que todos ellos son interpretables. Dicho de otro
modo, el sujeto no sabe ni lo que dice ni lo que quiere decir. Lisa se fue muy
contenta de tener en su mano con qué vencer a su amigo. Espero que, de
rebote, esta operación comando contra las posiciones del amiguito le permita
realizar un nuevo paso en su análisis.
Aquí, me resuelvo a bajar del tren de mis pensamientos. ¡Feliz Lenin, que
atravesó Alemania en su vagón de plomo! Antes de presentar al partido y a
las masas sus decisivas «Tesis de abril» sobre «Las tareas del proletariado en
la presente revolución».

PROGRAMA

Tanto la diatriba de Finkielkraut contra Angot como mi improvisación en


Choisy esperarán. Agnès y Fernando, Alphonse Allais y Adam Smith no me
van a mirar mal por hacerlos esperar.
Voy a comentar las últimas noticias de BFM-TV que seguí en audio
mientras escribía. Enseguida puse el último «Choc de Clásica»; nada que
decir salvo señalar el éxito de Leontyne Price en Aida.
Lástima no poder mirar los DVD mientras escribo. Tal vez sea posible en
Philip K. Dick. Los tres discos esperarán pacientemente: Belleza, de Sollers,
film de sus amigos Galabov y Zhang; La aventura Althusser, de Bruno
Oliviero; y el ultimísimo regalo de France Jaigu ayer por la mañana.
Debería poder poner en Éxtimo 4 la pequeña combinatoria en la que pensé
tras el debate de los cinco candidatos de hace una semana. La situación
cambió entretanto.
Voy a comenzar respondiendo a las provocaciones e incitaciones con que
me abruma la querida Lauren.
Como guinda del pastel, dispongo de fragmentos que hice escribir ayer a
Nathalie del querido Plutarco, tomados de Consejos a los políticos para
gobernar bien, editado por Manucius este año. Esta edición retoma la
traducción de D. Ricard, Lefèvre editor, París, 1844. Faltan fragmentos por
venir, porque Nathalie no pudo terminar este trabajo antes de partir. Así pues,
continuará.
Empiezo por mirar mis mensajes. Descubro este envío de Rose-Marie.

ROSE-MARIE

«Sobre el Diario éxtimo de Jacques-Alain Miller, tercera entrega: “Es un


grano de levadura que fermenta y restituye a cada uno una porción de su
individualidad natural. Sacude, agita, hace que se apruebe o se censure, hace
surgir la verdad”. Diderot, El sobrino de Rameau».
Ya he elogiado la exactitud de Rose-Marie. Ella lleva el escrúpulo hasta
preguntarse si no sería necesario que evite citar el texto de la Iluminación que
Lacan comenta en su Seminario para no alimentar el rumor que hace de mí un
seguidor secreto de Macron. Se lee, en efecto, en «A una razón»: «Un paso
tuyo es el alzamiento de los hombres nuevos y su puesta en marcha».
¿Y entonces?, como diría el señor Fillon. No podemos suponer que Lacan
haya tenido una premonición en lo que concierne a Macron, si no, sería
Nostradamus y no Lacan. Para mí, no he dicho nada aún de Macron que no
excite mi elocuencia.

QUERIDA LAUREN

Solo ayer tuvimos tres Emilie: Emilie, la de la Seine-Saint-Denis, Emilie la


que corrige las pruebas de sonido de su «¿Qué sé?» sobre el arte bruto, que
va a aparecer; y luego Lili, esposa Dubuffet, que Lacan aduló frente a su
marido. Y tuvimos dos Lauren, la del lunes y la del martes. La primera salía
de un incidente horrible con sus yihadistas, estaba rabiosa y triunfante
también, pero tranquila, dulce, chiquilla, porque supo seducir a sus fieras con
la lógica de Aristóteles como el Telémaco de Fénelon con su lira.
Aquí no hay ningún trastorno de personalidad múltiple, ningún trastorno
disociativo de la identidad, sino el testimonio de una exquisita sensibilidad
reactiva que conduce, sin duda, frecuentemente a tal o cual identificación
imaginaria transitoria.
Infiero la existencia de una tercera Lauren, Aufhebung de las dos primeras,
que conoce perfectamente sus acciones y supera dialécticamente su oposición
sublimándola.
Lauren número 3 seguramente recuerda que Lauren número 1 deseaba que
le asegure un anonimato completo, y no habrá olvidado mi respuesta. Le dije:
«Procederé como hacen los analistas que disfrazan su caso introduciendo
elementos contextuales que despistan a los curiosos».
¿Querrá la Lauren sublimada contar ella misma el incidente del lunes por la
mañana que no tuve tiempo de retomar en mi reseña? Lo deseo por el interés
de los lectores del presente Diario.
A la espera, con mis saludos más cordiales.
JAM

LAS TROMPETAS DE aida

Las grandes interjecciones con las que los periodistas de BFM-TV saludan
desde ayer por la tarde el anuncio del nuevo ordenamiento de la secuencia de
los cinco principales candidatos a la presidencia son dignas de la marcha
triunfal de Aida, secuencia establecida en función de los últimos sondeos.
Macron abre la marcha. Viene justo después de lograr el sorpasso de la
Valquiria.
Lejos detrás de este, Fillon es el tercero, tiene casi diez puntos menos.
Mélenchon, a un punto, le muerde los talones.
El cuculat es para Hamon, cuyo score es la mitad del cuarto.
Nota bene: cuculat, argot normalista, antónimo de «cacicazgo».

COMBINATORIA

Tomemos ahora como punto de referencia el debate de los cinco en TF1.


Estamos en el llano, subamos a la montaña.
Por otro lado, la masa de los comentarios periodísticos del acontecimiento
formaba un conjunto ya tan tupido que pensé en una presentación
combinatoria que no he tenido aún el tiempo de exponer a mis lectores. La
perspectiva de un próximo debate a once me decide a retomar la cuestión.
Tras el debate a cinco, quise reagrupar las diversas apreciaciones de los
periodistas con el estilo y el contenido de los intercambios entre los
candidatos dos a dos. Por ejemplo: ¿cómo Hamon habla de y a Mélenchon?
¿Es interesado o indiferente? ¿Y qué le dice? Y recíprocamente. Lo mismo
para el resto de las parejas.
De allí el interés de numerar las relaciones dos a dos de los cinco
candidatos.
Se trata entonces de resolver este problema elemental de combinatoria:
¿cuántas formas hay de elegir k elementos en un conjunto de n elementos
cuando no se permiten las repeticiones y no se tiene en cuenta el orden?
Para un conjunto de cinco elementos, la cuestión es tan simple que
podemos enumerar los pares sin pasar por una fórmula matemática
reagrupando de dos en dos los cinco símbolos a, b, c, d y e. Resultado: se
constatan diez pares.
Si los pares están ordenados, el resultado es doble: veinte. Si admitimos la
reflexividad (por ejemplo: [a, a]), hay cinco más.
Lo que yo llamaría aquí la fórmula generalizada es: factorial n dividido por
el producto de factorial k y de factorial n-k.
No disponiendo de un software adecuado, no puedo ofrecer la escritura
matemática de dichos coeficientes binomiales. Se consultará en Wikipedia en
el artículo «Coefficient binomial».

Apliquemos la fórmula general al caso particular del debate presidencial de 5,


o sea: n = 5 y k = 2.
Se obtiene (5×4×3×2×1) / (3×2×1) × (2×1) = 5×4 / 2 = 20 / 2 = 10

Una vez más, proceder por la aplicación de la fórmula generalizada al caso


particular es pragmáticamente inútil. Pero el procedimiento encontrará todo
su interés tras el debate del martes próximo.
Dispondrán de la fórmula generalizada que permite calcular cómodamente
el número de pares no ordenados y no reflexivos formados a partir de los
once candidatos.
Dejo de lado la representación arborescente mentalmente eficaz y las
etapas del descubrimiento de la fórmula general de la ley binomial.
Volveremos a hablar de todo esto a propósito del próximo debate, y
veremos que el abordaje combinatorio es potente para ordenar enunciados y
enunciaciones en el campo político.
POLÍTICA DE PLUTARCO

(p. 13) Querer cambiar de golpe el carácter y las costumbres de una multitud
es una empresa tan azarosa como difícil; semejante revolución demanda
mucho tiempo y una gran autoridad.
Al comienzo de la comida, el vino, manejado por el bebedor, se pliega, por
así decir, a su carácter; pero a medida que penetra en sus venas y le trasmite
su calor, cambia el carácter del bebedor para hacerle tomar el suyo.
Del mismo modo, un administrador prudente, hasta que adquiere suficiente
reputación y crédito para poder gobernar los espíritus a su conveniencia, se
acomoda a sus costumbres, estudia sus gustos y sus inclinaciones y se dedica
a conocer por qué motivos se pueden determinar.
(pp. 16-19) No es sino tras haber obtenido la confianza del pueblo, y
adquirido crédito hacia sí, que se puede reformar poco a poco y dirigir
suavemente a una conducta mejor.
No es una empresa fácil cambiar las disposiciones de la multitud. Para
lograrlo, tengan cuidado ustedes mismos, como si vivieran de aquí en
adelante en un teatro en el que estuviesen expuestos a las miradas públicas,
de cuidar perfectamente sus costumbres. Si les resulta demasiado difícil
proscribir todos sus vicios, corrijan al menos con perseverancia aquellos que
son más dominantes y les afectarán más a los ojos del público.
Ustedes saben que, cuando Temístocles quiso aplicarse al gobierno de la
república, se retiró de las asambleas de placer y libertinaje; vivió sobriamente
y pasó las noches trabajando e instruyéndose. Decía a sus amigos que los
trofeos de Milcíades no lo dejaban dormir.
Pericles, en las mismas circunstancias, cambió sus modales y su tipo de
vida. Adoptó un andar más grave, una pronunciación más pausada y un aire
más serio. Mantenía escondidas las manos bajo la ropa y no conocía más
camino que el de la tribuna y el Senado.
No es algo fácil manejar los espíritus de una multitud, y pocos hombres son
aptos para hacerle adoptar una opción conveniente. Como si un animal hosco
y rebelde no se atemorizase de lo que ve y escucha, y se dejara conducir.
No hay, por lo tanto, que descuidar incluso las cosas más pequeñas, sino
ordenar tan bien su conducta y sus costumbres que estén al abrigo de todo
reproche y de toda censura. No es solo de lo que un administrador dice y hace
públicamente que se le pide cuentas; también se echa un ojo curioso sobre su
mesa, sus muebles, sobre la manera en que vive con su mujer, sobre sus
ocupaciones serias y sobre sus diversiones.
¿Necesito citarles el ejemplo de Alcibíades, que, con el mayor genio para la
administración y un talento superior para la guerra, se perdió por el desorden
y la disolución de su vida doméstica, y volvió inútiles para su patria, por su
lujo y su intemperancia, todas sus buenas cualidades?
Los atenienses convirtieron en crimen el gusto de Cimón por el vino; y los
romanos, no encontrando otra cosa con que reprender a Escipión, le
reprocharon que le gustaba demasiado dormir.
Los enemigos del gran Pompeyo, al notar que tenía la costumbre de
rascarse la cabeza con un dedo, usaron ese pretexto para desacreditarlo.
Un signo o una verruga en el rostro son más incómodos que una marca, una
cicatriz o una mutilación en cualquier otra parte del cuerpo.
Del mismo modo, las menores faltas parecen mucho más considerables en
la vida de los grandes y de los hombres de Estado. La opinión que se tiene
comúnmente de la grandeza y de la importancia de su dignidad hace creer a la
multitud que ella no debe estar empañada por ningún vicio ni por ninguna
imperfección.
10

EL DIARIO ÉXTIMO. QUINTA ENTREGA1


DOMINGO, 2 DE ABRIL, 10:10

Einfall al despertar: «Que su actitud sea idéntica a la de Jesucristo». Sí,


querido Pablo, pero el que no es cristiano es libre de elegir la unción que le
conviene imitar. Estos días, para mí, es Christina. Imitarla es seguir el
precepto prodigado por Petit Jean en su monólogo de apertura en Los
litigantes de Racine:
En ocasiones le decía: Monsieur Perrin Dandin,
Francamente, usted se levanta todos los días demasiado temprano.
Quien quiera viajar lejos, prepare su montura.
Beba, coma y hagamos un fuego que dure.

La encantadora cena en compañía de Catherine fue copiosa, bebimos un buen


Sancerre tinto, y dormí diez horas como un bebé, coronado por un sueño
donde yo era el analizante de Saulo de Tarso antes de su conversión.
La mejor ilustración para ubicar aquí sería, en mi opinión, el cuadro de
Miguel Ángel La conversión de san Pablo, pintado por encargo del papa
Pablo III para la capilla Paulina del Vaticano.

MARIONETAS

Sin entrar aquí, por falta de tiempo, en la narración y el autoanálisis de este


sueño, diría que está demostrado que el primer agente de mi análisis fue un
horrible Tartufo fariseo —en el sentido odioso que los Evangelios atribuyen a
este último calificativo—.
Mi amiga Hava, cuando lea esta entrega de mi Diario, seguramente querrá
escribir una de esas pequeñas notas de las que posee el secreto sobre los
fariseos en la tradición rabínica, y a las cuales doy un gran valor, pues surgen
de una experiencia auténtica y actual y convienen a mi educación judaica, lo
que necesito mucho, pues, alumno judío de la escuela republicana y laica,
inmigrado de segunda generación, enamorado de la historia de Francia y, más
aún, de la literatura francesa, como, de creerles, lo son también los más
influyentes y talentosos de nuestros escribientes de hoy, un Finkielkraut o un
Zemmour (ninguno de los dos apreciará, me temo, que lo empareje con el
otro en este par), formado en el oficio de profesor de filosofía por los
maestros de la rue d’Ulm en los años sesenta, entre ellos un Louis Althusser
ex «príncipe tala» en la ENS, y protegido desde siempre por sus indefectibles
amistades católicas, de Jean Guitton a Jean Lacroix, razono naturalmente
como cristiano, incluso como católico romano, y solo por una interminable
torsión logro, si lo logro, despegarme de esta determinación para pensar
como lógico, incluso como psicoanalista, lo que no pretendería si un cierto
Jacques Lacan no me hubiera, y a muchos otros, abierto el camino a partir de
una experiencia precoz que le permitió a ese alumno brillante y devoto de los
padres maristas del Colegio Stanislas acceder a «la función fundamental de
maldecir a Dios», como confesó en una ocasión al público de su Seminario,
lo que, por otra parte, no le impidió en absoluto acoger en su Escuela
Freudiana a no menos de doce jesuitas, que, con la dirección del excelente
padre Beirnaert, al que conocí un poco, proseguían un objetivo misionario
preciso que el maestro de los enigmas descifró tempranamente y contrarió
con todas sus fuerzas, lo que le valió el discreto resentimiento de la familia
ignaciana y a mí, su ardiente hostilidad, porque se convenció de que yo fui el
titiritero de Lacan desde mi encuentro con él en 1964, y que fui yo quien lo
desvié de consolidar el Nombre del Padre para lanzarse a la lógica
matemática, complot sin embargo poco verosímil dado lo que éramos
respectivamente él y yo, en esa fecha, y lo que la eternidad haga de nosotros.
Por lo demás, no me resigné de ningún modo a la proscripción sufrida por
parte de la poderosa y secular Compañía.

das zeitungslesen des morgens


Nunca ha sido más verdadero el cliché de la lectura del diario plegaria de la
mañana del filósofo. Salvo que, si es una plegaria, es una plegaria a más de
un dios. Hegel habla del diario, en singular, mientras que en materia de
noticias, somos paganos.

BEETHOVEN EN BATA

Se trata de la reconquista del territorio. Hablo de mi escritorio. ¿Qué es lo que


me ha dado la energía este domingo por la mañana para hacer limpieza en la
mesa donde está el Mac donde escribo? Mi noche de diez horas, sin duda,
combinada con la presión de este Diario éxtimo, pero tal vez ha tenido
también un papel el temor de estar en la senda de Beethoven.
En efecto, supe por la Clásica del mes de marzo, número 190, de la
existencia de un «violinista mestizo virtuoso para el que Beethoven compuso
su famosa Sonata a Kreutzer». No, no era para Rodolphe Kreutzer, sino para
un tal George Bridgetower. Este, por el aroma del síntoma de procrastinación
que afectaba a la producción del maestro, estaba preocupado en hacerle
respetar el deadline fijado el domingo 22 de mayo de 1803.
Quince días más tarde, Beethoven invitó a Bridgetower a acompañarlo en
su paseo cotidiano, que siempre daba hiciera el tiempo que hiciese. «Golpeó
la puerta y se sorprendió al ver al mismo Beethoven abrirle en bata y con los
pies descalzos. Estaba claro que no estaba listo. Lo hizo entrar en el salón y le
pidió a George que esperara mientras se cambiaba. George quedó impactado
con el desorden que reinaba en la habitación: manuscritos y libros apilados
aquí y allá, restos de comida fría sobre una mesa donde se veían dos botellas
de vino a medio vaciar, dos prendas sucias arrojadas en un sofá. Cerca de la
ventana destacaban dos pianos, a uno de los cuales le faltaba una pata. En un
pequeño taburete, en medio de la habitación, había una cafetera que le
recordó a George que Zmeskall le había dicho que a Beethoven le gustaba
preparar su propio café, con sesenta granos de café exactos. Se preguntó
cómo podía el compositor concentrarse y escribir en semejante Cafarnaún».
Esta descripción me tocó. Yo no llego a eso, pero llevo una lucha
encarnizada para proteger mi Lebensraum contra los libros; libros que, por
otra parte, introduzco en mi casa en gran número. Mi mano izquierda ignora
lo que hace mi mano derecha. Esa es la problemática de la inmigración.
¿Los libros son los enemigos del género humano? ¿Podríamos rehacer Los
pájaros de Hitchcock con libros? ¡Pues sí! Incluso ya se hizo. Es el tema de
la novela de Ray Bradbury, Fahrenheit 451, del que Truffaut, el príncipe de
los hitchcockianos, hizo un film de poco éxito. Detrás, mucho más lejos,
están los libros quemados por los nazis.
Mi yerno Nicolás cree en la solución electrónica del problema espacial. Lo
dudo, al menos en lo que me concierne.
¡Milagro! En mi Cafarnaún encuentro un opúsculo comprado hace
veinticinco años, elegante librito de las ediciones «des Cendres» sobre la
simbología del libro en el arte: Jan Bialostocki, Libros de sabiduría y libros
de vanidades.
Hablaré de ello en otra ocasión, pues ya son las 15:30, y MLP se prepara
para tomar la palabra. Catherine Lacaze-Paule se encuentra en la sala; está
previsto que me envíe algún dato de la atmósfera. Seguiremos enseguida con
Mélenchon en Châteauroux, la ciudad natal de ambos, Christine y yo.

LA MARINE ES GIRONDA

Los periodistas de BFM-TV explican que Le Pen está en la parte oeste de su


campaña. El oeste es la región francesa más rebelde al FN. Luego de haber
barrido Bretaña, desciende a Burdeos. Tras las palabras «flechas venenosas»,
me digo que hoy el estilo de Marine será adulador.
«Laurent Ruquier, militante anti-FN». ¡Ah! Hace tiempo que no veo el
replay de una emisión del encantador Laurent a quien Éric Zemmour debe su
primera notoriedad. A decir verdad, un militante del FN no lo hubiera hecho
mejor.
Bella cita de De Gaulle, fechada el 20 de abril de 1943: «Yendo hacia el
mar es cuando el río es fiel a su fuente». Hay mucho que decir.
1. ¡Qué coraje, esta Marine! Los herederos de la Colaboración se ubican
bajo la cruz de Lorena. Mao censuraba la táctica que consistía en ubicarse
bajo la bandera roja para atacar la bandera roja. Marina no ataca la cruz de
Lorena, le roba el símbolo al adversario. El método es practicado
habitualmente por los jesuitas.
2. La frase de CDG expresa por una vez un pensamiento dialéctico, aunque
la dialéctica no fuese su fuerte. Bergson era de su gusto. Y en secreto, sin
duda, Maquiavelo y Mazzarino. Tres nombres excelentes, pero que no entran
en la filiación marxista-hegeliana. Tendrían su lugar en un panteón lacaniano
a construir. Bergson estaría allí a título de su pensamiento sobre la
retroacción. Maquiavelo es el pensador supereminente de los semblantes
sociales. Mazzarino es Lacan en la práctica política, Lenin también (a
argumentar).
Marina dice: «El viento patriota, etc.». Como «flechas venenosas»: estilo
adornado de clichés.
Marina evoca a Burdeos, lo mejor de nuestras tradiciones, y «vivir a la
francesa». Sí, pero el bordelés es un país de festejos único en el mundo.
Recuerdo ese día en que Judith y yo visitamos por la mañana la biblioteca de
Montaigne, por la tarde la habitación de Montesquieu y por la noche
bebimos, comimos y dormimos en Saint-Émilion. Fue uno de los días más
felices que hemos pasado juntos. Región bendecida por los dioses. Pienso en
la entrevista de M. Pascal y de M. de Sacy sobre la lectura de Epicteto y
Montaigne (a desarrollar: Epicteto, Montaigne, Montesquieu).
Marine: «El pensamiento hueco». ¡Bien! Para retener.
Marine: «Gemidos lastimosos de estafadores desenmascarados». ¡Es un
alejandrino! No sé quién le ha redactado ese discurso, pero se divierte. ¡Ah!
¡Amo Francia, fascistas incluidos —cuando tienen letras y humor—! Esta
simpatía que puedo sentir en algún momento no impide que me ponga furioso
según la condición. Strictly business como dicen en las series (Los Soprano)
los sicarios de la mafia.
Marine: «Pánico del sistema y despertar del pueblo». Bien dicho, pero mal
pensado. No hay pánico en los que sostienen el sistema, duermen tranquilos,
convencidos de que la llegada del FN al poder es imposible, una distopía
cuidadosamente preparada por cobardes, a lo mejor, o por bastardos.
Encontraré la entrevista de Claude Lanzmann que leí en Transfuge, creo.
Marine golpea con ganas a Fillon y a Macron. Resumo. Fillon, que tiene la
franja de la alternancia, está casi derrotado. El segmento de Macron es el del
«sistema antisistema». Entonces, Marine recomienda al público no dejar que
Fillon se aproveche de ellos, como si estuviese advirtiendo a las jovencitas.
Se habló de los trajes de Fillon, aún no se ha dicho que se baja las faldas en el
Bois de Boulogne, pero no tardarán.

FILLON-BAJO-CALUMNIAS

Fillon no es de mi gusto, han podido darse cuenta, aunque me gusta mucho su


elocución y su lado «imperturbable». A decir verdad, puede ser que envidie
su elocución y su lado tan British: flemático, plácido, calmo, sereno,
indiferente, desapegado, olímpico, imperturbable, frío, impasible, estoico,
inquebrantable, inflexible, glacial, implacable.
Y también sus trajes. En efecto, tengo un abrigo Arnys comprado hace diez
años, está fresco como el primer día. Brummell tenía razón en pensar que lo
mejor es en definitiva lo más económico (¿dónde lo he leído? ¿En el
Barbey?).
Se dice a menudo que se parece a Droopy. Yo soy como Frédéric
Mitterrand, que ha escrito: lo encuentro poderoso y bello. «Mens sana in
corpore sano» dice alegremente Juvenal.
Este encuentro entre Fillon y F. Mitterrand me hace pensar en un pasaje de
Marsilio Ficino comentado ya no sé dónde por Sloterdijk. No quiero buscarlo
ahora.
La intrusión del nombre de Frédéric Mitterrand en esta historia me lleva a
recordar todas las alusiones de mal gusto que fueron hechas en el curso de la
campaña a las costumbres supuestamente homosexuales de François Fillon.
El mismo Juppé se dejó llevar al decirle: «¡No nos hagamos los maricones!».
Closer ha puesto en su portada: «Lo llamaban Bomboncito». La misma
revista pretendía en febrero tener documentos que lo cuestionaban. Una
periodista del Parisien, Catherine Casté, tuiteó el 2 de febrero: «Closer da
marcha atrás. Según mis informaciones, Closer no publicará las supuestas
fotos comprometedoras de François Fillon». Escribí: «No le van a ahorrar
nada». Christine, mi amiga Christine, usted tan digna, estoy seguro de que no
aprueba este outing forzado.
Continuará.
11

DIEZ CONTRA UNO. FRANÇOIS FILLON1


6 DE ABRIL DE 2017

[Los psicoanalistas Jacques-Alain Miller, Agnès Aflalo, Christiane Alberti,


Catherine Lazarus-Matet, Jean-Daniel Matet y Patachon Valdès analizan la
intervención de los once candidatos presidenciales durante el Gran Debate.]
Agnès: «¿Cómo lo encontró esta noche?». Repetí: «Potente y bello». No
agregué que su belleza me parecía tanto más conmovedora cuanto que un
poco marchita por la crueldad de los ataques contra él y su familia. Y que,
por estar ahora disminuida su potencia política, incluso obstaculizada, ganaba
tanto en elevación espiritual como en profundidad intelectual, testimoniando
una muy rara resistencia moral. Pensaba en el Cristo de las ofensas,2 de Fra
Angélico, y en Henri Guillaumet, dedicatario de Tierra de hombres, de Saint
Ex.
Obligado por una tormenta de nieve a aterrizar su avión en plena cordillera
de los Andes y declarado desaparecido, el aviador de la Aeropostal debió
caminar solo durante siete días y seis noches, «con los pies, las rodillas y las
manos sangrando, con cuarenta grados bajo cero», antes de encontrar a su
amigo escritor y decirle la frase que está en todas las memorias: «Lo que
hice, te lo juro, ningún animal lo hubiera hecho». Su odisea le valió su apodo:
«el Ángel de la Cordillera».
Prueba viviente, a los ojos de un psicoanalista, de que la pulsión de muerte
puede ser vencida por la voluntad de vivir en un hombre que cree en el
Hombre (y también en el Hijo del Hombre, cf. Fillon).

ENSEÑANZA DE LAS SECUENCIAS

«Pura como el alba» la primera frase de François Fillon en el debate: «Las


cifras son crueles». Se le paga para saberlo, a él, a quien las cifras de las
encuestas lo arrojan a los perros, junto con su honor.
Mientras desarrolla su evaluación en cifras, un plano muestra el ojo
dubitativo de M. Asselineau (FF-Ass). Inversamente, se lee la burla en el
rostro de Fillon ante alguna salida económico-social de Poutou, escuchada
con un aire de gravedad por JLM (FF-Poutou). La misma burla de Fillon
teñida de desdén y con un aire de «Tú, nene, no pierdes nada por esperar...»,
escuchando a Macron.
(FF-Macron.) Se ve a Fillon mirando al suelo en actitud de desesperación
ante la demagogia cuando Dupont-Aignan se las da de defensor de «nuestras
empresas que sufren competencia desleal» o declara que ni Fillon ni Macron
piensan cambiar nada de las reglas europeas (FF-Dupont).
Por el contrario, Fillon muestra «simpa» con Hamon apelando a convertir
el euro en una moneda mundial y a que Europa sea una entidad con
soberanía, dentro de la cual Francia protegería su independencia.
Obstaculizar la libre circulación de personas en el espacio europeo sería,
según él, un error (FF-Hamon). Los principios simples que expone no son
muy diferentes de lo que sería la doctrina operativa de una izquierda social-
liberal, de ahí sus sonrisas al líder socialista. Este modo de hablar de Fillon
evidencia que tiene la sensación de ser «the only adult in the room», el único
adulto en la habitación, como dicen los angloamericanos.
Con Poutou, que jugó todo el tiempo al niño terrible, las cosas estaban
destinadas a agravarse. Primera provocación. M. Poutou habla de M. Fillon
en los siguientes términos: «Un buen hombre que nos explica que hay que
actuar con rigor, pero que roba de los fondos públicos». Al mismo tiempo
que hacía un gesto al orador para que se moderara, M. Fillon lo sermoneó
suavemente: «No se acusa así». Una hora más tarde, empieza de nuevo: FF
«usa los fondos públicos». Esta vez excedido, el supuesto experto en empleos
familiares ficticios masculla una grosería un poco de su estilo y apenas
audible: «¡Oh! ¡Oh! ¡Le voy a demandar!» (FF-Poutou).
FF a su vez le da una lección a Nicolas Dupont-Aignan recordándole que,
en su primer encuentro, el apuesto candidato neogaullista era director del
gabinete de Bayrou, político bien conocido por descender del MRP (la
democracia cristiana). Súbitamente, Dupont se sube al caballo: acusa a FF de
«violar al pueblo» (FF-Dupont).
Estamos en el registro de lo indecente en el que se complacen los
detractores de François Fillon, a quien asocian con los «amanerados» y los
«bomboncitos», dando así a entender que hay muchas cosas ocultas de su
vida sexual y que Closer guardaría bajo la manga fotos comprometedoras que
los justicieros arden por revelar al público. Mientras que Jacques Cheminade
le alecciona, François Fillon lo mira y priva a MLP de su clímax con un
golpe seco. En resumen: «La señora Le Pen demuestra su programa
económico para la salida del euro. Esta salida se supone que sería aprobada
por referéndum. Sin embargo, se sabe que la gran mayoría no quiere oír
hablar de esta salida. Entonces, el programa del FN se hundirá por sí mismo»
(FF-MLP).
FF va al ataque. Ya nada le detiene. Desarrolla sus ideas sobre el
terrorismo, especialmente: promover una alianza mundial contra el
totalitarismo; retomar la ley votada por el Frente Popular que permite retirar
la nacionalidad francesa a toda persona que haya tomado las armas contra el
país, o sea, culpable de traición. Finalmente, se lanza a una larga perorata
sobre la noción de «presidente ejemplar», cuando él mismo ha sido cargado
con todos los pecados de Israel. Dice: «Nadie me va a intimidar».
Comprendo que hay dureza en este hombre, mientras que en el escenario está
rodeado de blandos.
En su conclusión, rechaza la idea falaz de que sería urgente cambiar las
instituciones. La cuestión económico-social debe ser prioritaria. Tiene la
intención de formar un gobierno reforzado y paritario cuyos miembros
estarán sometidos a evaluación a los tres años. Critica a Mélenchon, que
habla de instituir en Francia un «referéndum revocatorio», pero sin aceptar
que pueda serle retirado el poder a sus amigos en Venezuela por algún
procedimiento democrático.
Asselineau busca camorra con FF: es escandaloso privatizar la Seguridad
Social. FF señala tranquilamente que el número de empleos administrativos
se ha disparado en las entidades territoriales, y que la cuestión de la deuda se
ha pasado por alto en silencio (FF-Ass).
FF hace comprender que se busca agotar en él lo más sólido de los hombres
de Estado, el único capaz de enderezar el país, agobiándolo con asuntos
grotescos: empleos ficticios a mujeres, trajes de gigoló, amistades
particulares.
Hamon, en su turno, se declara «en desacuerdo total» con Fillon, se hace el
cantante de los funcionarios (FF-Hamon).
Llega el final. Todo el mundo se levanta.
«¡Y todo eso hace unos excelentes franceses!». Firmado, Maurice
Chevalier.
12

EL DIARIO ÉXTIMO.
SEXTA ENTREGA1
JUEVES, 2 DE ABRIL, 09:00

Mi hermano, con quien cené anoche, me tiró de las orejas: «¿Y el Foro del
18? ¿Te ocupas de él? Ni siquiera abriste las inscripciones, y es para dentro
de diez días. Nunca vi nada tan mal organizado. Lo que me impactó de
Mélenchon en la plaza de la Bastilla fueron sus capacidades organizativas.
Mucho mayores que las de la izquierda proletaria».
Tiene razón. Manos a la obra. Sin duda, si no tuviese mis pequeñas
escrituras cotidianas, la preparación del foro estaría más avanzada. Por otro
lado, este miércoles Carole quería venirse desde Burdeos para hablarme al
respecto. Debí declinar a causa de la cena con Gérard.

CATHERINE M.

Miro mis mensajes y encuentro este SMS: «Esta noche reí hasta llorar: la
comparación de Fillon con Saint-Ex fue impagable, y el resto... Fillon bien
plantado... Y Alberti también con Hamon resultó gracioso; pobre Hamon, un
poco perdido».

CHRISTIANE

SMS a las 09:09: «¡Buenos días! Muchos ecos positivos del 10 contra 1. Foro
del 18 de abril: Carole me había pedido que la Escuela se encargara de las
inscripciones. ¿Puedo abrir las inscripciones a pesar de que el programa no
está acabado? La fecha se acerca.
»Estoy disponible todo el día sin problema».

MIREILLE

Correo postal fechado el 2 de abril.


Querido Jacques-Alain, ¡qué sorpresa verme citada en tu Éxtimo número 1! Me suscribí de
inmediato.
Como ambos hemos llegado a la edad en que la memoria flaquea, y sé que te preocupa la
exactitud, permíteme aportar mi grano de arena a esos «me acuerdo»:
Confundes dos ayudantes de sociología: Passeron (ayudante de Aron) y otro cuyo nombre olvidé y
que «secundaba» a Gurvitch y hacía cursos sobre el Club Méditerranée y los objetos nómadas. Por lo
tanto, JCP nunca fue «asalariado» (!!) del Club Méd, sino, en esa época, de la Asociación de
Criadores de Ganado Charolés, ávida de investigación...
Te encontraste una sola vez con JCP en Courcelles, en casa de mis padres. En ese momento, Les
Héritiers [Los Herederos] estaba siendo escrita, y luego de ese encuentro, en el que efectivamente tú
lo impresionaste, JCP, tras la publicación del libro, me encomendó el mensaje que te concierne, la
nota de la página 71, que dice lo siguiente: «En los cursos de ingreso para los colegios de élite, y en
especial los literarios, se lleva al paroxismo la mística del éxito escolar como signo de salvación
personal. Sabemos los dramas que determinan ciertos fracasos y, no menos, ciertos éxitos».
En ninguna parte de esta obra puede notarse la «mirada degradante de Bourdieu-Passeron sobre la
labor escolar de Les Héritiers. 1964».
En cuanto a escribir que el libro es «infecto» (¿cómo lo sostienes? ¿More geometrico? ¿Es solo
una opinión?), supongo que con este «infecto» aludes a la controversia planteada por JCM acerca del
«antisemitismo» que él achaca a Les Héritiers, a cuyo respecto JCM me dijo que «sus palabras
habían ido más allá de lo que pensaba».
También viniste a la Sorbona con algunos otros a «apoyarme» durante una exposición sobre Marx:
como me quejé ante vosotros de la costumbre irritante de JCP, que interrumpía con una frase
brillante y conclusiva las laboriosas exposiciones de sus estudiantes, fuiste eficaz con tu «no toques a
mi chica»: él me dejó concluir.
Last but not least, no entendí muy bien la alusión a la gran diferencia de edad que mencionas.
¿Qué trasfondo tiene?
Tuya,
Tu compa Mireille, que te conoce desde Cahiers libres de la Jeunesse, donde me fascinaste con
tus críticas de los libros de Montherlant.

MONTHERLANT

Mi amor, no me das tu teléfono. ¿Quieres llamarme al 0145485672? La


semana próxima estaré de vacaciones, comamos.
¿Nos conocemos desde los Cahiers libres? Yo tenía entonces quince años.
De este asunto sobre Montherlant me acuerdo muy bien. Me burlaba de un
pasaje en el que, al apoyar la mano en el coño de su vecina en el cine,
declaraba sentirse como un león, lo que parecía, incluso para el chico que yo
era, muy exagerado. Más tarde comprendí lo que cojeaba: en realidad lo que
lo excitaba así era la polla de un muchacho imberbe. Los heteros por lo
general mantienen la cabeza más fría, y a veces también el resto.
Ayudo a organizar un foro anti-Le Pen el 18 de abril en la Mutualité, de
19:00 a 23:00 horas. Más abajo encontrarás las listas de invitados. ¿Ves a
personas a quienes podrías invitar? Con toda la gente que conociste cuando
trabajabas en el Collège international de Philosophie, sería increíble que no
tuvieras a nadie. Evidentemente, tu Derrida hubiera venido, pero aún no es el
día del Juicio Final.

PURLOINED TIRESIAS

El hombre con tetas dice: goce de la mujer = 10; goce del hombre = 1. Pero
no establece la diferencia entre el hombre homo y el hetero. ¿Cuáles serían
las cifras, esas cifras crueles de las que habla François Fillon? ¿Y Lesbos?
¿Goce sáfico = 20? ¿Querrán ellas decirlo?

EMPÉDOCLES Y PARMÉNIDES

Mail de Catherine Millot, 10:42:


Querido Jacques-Alain, su Diario éxtimo es una suerte de carta abierta, y yo respondo como si me
fuera dirigida. Me gusta mucho la frase de veinticinco líneas que rivaliza con Proust y que imita sus
torsiones para abandonar el catolicismo. ¿Acaso hay que atribuir a la misma dificultad la torsión de
Lacan?
El caos de Beethoven me fascina; sobre todo, el piano sin patas. Es muy emotivo; captamos allí su
pasión por su arte. ¿Solo lee la prensa matutina? A mí, que la leo en diagonal, se me había escapado
el rumor sobre las costumbres de Fillon y el sentido del «Bomboncito» que le había lanzado Juppé.
En cambio, mi farmacéutico gay me dice que el bello *** (y no Galey, por supuesto) es nada menos
que el amado de ***. Prefiero los amores de Empédocles y Parménides.
Otra vez, gracias por la cena encantadora.
Besos.
Catherine
1. Me ha convencido: votaré por un «Se» [On].

LISTA DE LOS SOLOS DEL FORO DEL 18

Estado al 5 de abril. La duración de un «solo» será de quince minutos, que se


reducirán a diez si lo impone el número de intervenciones. Animador: Martin
Quenehen (France Culture).

Consentimientos otorgados
1. Philippe Bilger
2. Jean-Christophe Cambadélis
3. Christian Charrière-Bournazel
4. Gilles Finchelstein
5. Serge Hefez
6. Bernard-Henri Lévy
7. Caroline Mécary
8. Gérard Miller
9. Yann Moix
10. Danielle Simonnet
11. Dominique Sopo

Rechazos
1. Alain Finkielkraut (no cree en la eficacia de un frente unido)
2. Anne Hidalgo (según su despacho, se impone un «deber de reserva»)

Tal vez
1. Virginie Calmels (probable mitin pro-Fillon en Burdeos el 18)

Lista de las invitaciones actualmente en curso


1. Arnold Munnich
2. Aurélie Filippetti
3. Beate y Serge Klarsfeld
4. Christine Angot
5. Cynthia Fleury
6. Daniel Mesguich
7. Denis Podalydès
8. Edwy Plenel
9. François-Xavier Hauville
10. Féthi Benslama
11. Jacques Rancière
12. Jean Nouvel
13. Jean-Claude Milner
14. Jean-François Coulomb des Arts
15. Jean-Luc Nancy
16. Laurent Binet
17. Martine Aubry
18. Maurice Szafran
19. Nathalie Kosciusko-Morizet
20. Rodolphe Burger
21. Roland Gori
22. Xavier Onraed

PSICOANÁLISIS Y DEMOCRACIA

Un mail de Philippe La Sagna a las 14:17 me informa de la realización en


Londres, el próximo 3 de noviembre, de una conferencia pública, en el
Imperial College, de la analista estadounidense Jessica Benjamin sobre «The
Inner World and Rebuilding the State We’re In». Ella procura desarrollar un
discurso psicoanalítico que pueda contribuir a la renovación democrática in
challenging times. Intentemos contar con esta Jessica para el Foro del 28 de
abril.
who’s who DEL FORO DEL 18

Me visita Laurent Dupont. Como además él es el redactor responsable de


L’Instant de voir, le pido ayuda para compensar el retraso provocado por mi
culpa en las inscripciones y demás. Le muestro la lista de los solos. Me dice:
«No todos los nombres son conocidos. Habría que hacer un Who’s who».
¿Cuántos caracteres por persona?, le pregunto. «300».
Bien, probemos.
Paso a paso, Laurent y yo hicimos todo a mil por hora. A Gérard Miller le
solicitamos que él mismo redactase la semblanza de su amiga Simonnet.
Philippe Bilger
Este adorable fiscal jubilado dio su consentimiento inmediato a Nadine P.
Esta nos escribe: «¡Catástrofe! Bilger, a quien transmití los documentos que
usted me envió ayer, finalmente declinó la invitación al sumarse a la posición
de su amigo íntimo Finkielkraut».
Jean-Christophe Cambadélis
No había sido invitado. Él fue quien pidió venir como autor de un libro
contra el FN en los años noventa.
Christian Charrière-Bournazel
Expresidente del Colegio de Abogados de París. Defensor del seminario de
Lacan, y de Judith y Jacques-Alain Miller. Abogado de la LICRA. Adalid y
amparo del Estado de derecho. Gran alma católica. Apasionado por
Bernanos.
Gilles Finchelstein
Presidente de la Fundación Jean-Jaurès. Manifestó su interés por el foro. En
2016 publicó Piège d’identité, sobre la izquierda, la derecha y la democracia.
Bernard-Henri Lévy
«Prefiero a Emmanuel Macron porque no conozco mejor manera de alejar a
quienes hunden a Francia» (fragmento de su nota de opinión en Le Point,
hoy).
Caroline Mécary
Abogada emblemática del ámbito LGBT. Mujer comprometida
políticamente, concejal de París.
Gérard Miller
Exestudiante izquierdista no arrepentido. Psicoanalista, profesor en la
universidad, realizador. Votó a Mélenchon en 2012 y persevera en su ser en
2017.
Yann Moix
Autor del enorme y genial Naissance (Grasset), premio Renaudot 2013,
«libro de filosofía burlesca». Antilepenista de primera línea. Cronista
permanente de Laurent Ruquieren (ONPC) , distante sucesor de Éric
Zemmour.
Danielle Simonnet
Portavoz de Francia Insumisa. Concejala de París. Arde en el escenario con
sus «Conferencias agitadas» en su espectáculo Uber, les salauds et mes
ovaires.
Alain Finkielkraut
¿Qué quiere? Como para la mujer, no tendremos la respuesta. Invitado por
Agnès Aflalo, rehusó venir.
Anne Hidalgo
¿»Deber de reserva»? ¿De veras?
Virginie Calmels
Juppé eligió a Virginie para sucederle en Burdeos. Ella prometió venir si no
había mitin pro-Fillon en Burdeos el 18 de abril. Sino el 28 de abril.
Arnold Munnich
El eminente profesor Munnich, que dirige un servicio puntero en el hospital
Necker, ha sido durante cinco años el consejero de salud de Nicolas Sarkozy.
Aurélie Filippetti
Había recomendado a JAM no olvidar jamás las dos pes en su apellido.
Bella mujer y socialista intransigente, de origen obrero. Ya participó en dos
foros del Campo Freudiano.
Beate y Serge Klarsfeld
No hay que presentarlos. Quitarse el sombrero.
Christine Angot
No hay que presentarla. Autora de Un amour imposible, actualmente en
librerías. Amiga de BHL, Moix y JAM.
Cynthia Fleury
Filósofa. Psicoanalista. Autora. Pero, sobre todo, una mujer que piensa la
democracia, el coraje, el amor y el futuro.
Daniel Mesguich
Hace mucho tiempo que se inspira en Lacan e incluso en otros analistas. En
cartelera: puso en escena Le désespoir tout blanc, de Clarisse Nicoïdski.
Denis Podalydès
Miembro de la Comédie Française. Supo interpretar el papel de Nicolas
Sarkozy en el cine. Firmó en apoyo de la convocatoria de los psicoanalistas.
Edwy Plenel
Director de Mediapart. Le escribió a JAM: «Sigo de cerca, con divertido
interés, el debate que hace furor entre los hermanos Miller. Cuando digo
«divertido» lo hago sin ironía alguna, simplemente con la distancia de mi
antibonapartismo y, por lo tanto, mi viejo radical antipresidencialismo».
Fethi Benslama
Participó en el Congreso PIPOL 7 en Bruselas hace dos años, ¡VÍCTIMA!
Autor, en particular, de De la guerre des subjectivités en Islam [Sobre la
guerra de las subjetividades en el Islam], donde se refiere a la lógica de la
elección forzada en Lacan.
Jacques Rancière
El pensador de la democracia contemporánea, exalumno de Althusser y su
primer crítico. Una controversia con JAM en el programa de Finkielkraut por
France Culture, Riposte [Réplica], de junio de 2015.
Jean Nouvel
Arquitecto de la transparencia y de la luz. Reivindica la ausencia de un
«estilo» Nouvel, abordando cada proyecto como nuevo. Premio Pritzker
2008. Entre otras cosas, le debemos el museo del quai Branly.
Jean-Claude Milner
Su última obra, Relire la révolution [Releer la revolución] (Verdier), no es
un best-seller, sino mucho mejor: un libro con el suficiente empaque para
enfrentarse a François Furet y a muchos otros.
Jean-François Coulomb des Arts
Exredactor responsable de LCP-AN. Cofundador de la revista Rive Droite.
Junto a Éric Neuhoff lanzó una petición a favor de que se condone la deuda
fiscal de Françoise Sagan.
Jean-Luc Nancy
Autor, junto a Philippe Lacoue-Labarthe, de un libro, El título de la letra,
una lectura de Lacan, que acribilla a Lacan en su Seminario. Compañero de
ruta de Derrida. Fue entrevistado por Lacan TV.
Laurent Binet
El hombre de moda en la novela francesa. Su ópera prima, HHhH, fue todo
un éxito; el segundo, premio Interallié 2015, trata ¡en modo humorístico! la
cuestión «¿Quién mató a Roland Barthes?» (La septième fonction du langage
[La séptima función del lenguaje], Grasset).
Martine Aubry
Como a pesar de todos sus esfuerzos no logró salvar a la izquierda, se retiró
a su refugio. ¿Saldrá de él para tomar la palabra contra Marine Le Pen en el
Foro del 18 de abril?
Maurice Szafran
Fue expulsado de Marianne, cuyo pilar era él. Desde entonces, triunfa en
BFM TV. Amigo del psicoanálisis. Firmó el Llamado.
Nathalie Kosciusko-Morizet
La ministra escribió un libro contra el FN. Paga cada día las consecuencias
en su partido, cuya mayoría, sin duda, prefiere a MLP.
Roland Gori
Redactó el «Llamado de los Llamados». Psicoanalista y universitario.
Amigo de Christiane Alberti y de JAM.

MACRON ESTA NOCHE

¿En casa de quién caeré para ver el programa de esta noche? Respuesta en el
próximo número.
13

EL DIARIO ÉXTIMO. SÉPTIMA ENTREGA1


VIERNES, 7 DE ABRIL, 09:00

Fui a seguir «la Emisión política» de France 2 a casa de Lauren B., a quien
llamé de improviso. Debido al tiempo que me llevó cerrar la entrega
precedente, me perdí toda la primera parte. La primera imagen que vi
corresponde al debate sobre la uberización.
Más adelante encontrarán mi reseña. Primero leerán el hermoso texto que
recibí ayer de mi amigo el doctor Leguil, psiquiatra y psicoanalista, seguido
de un documento encontrado en internet.

FRANÇOIS LEGUIL: «HUBIERA HECHO FALTA UN GRITO»

Del mismo modo que muchos otros, para evitar quizá instalarme en una
perplejidad creciente, consulto desde hace muchas semanas lo que se pone en
papel acerca de nuestra actualidad. Perplejidad: Ratlosigkeit decían los
alienistas alemanes; literalmente: el hecho de estar sin consejo.
Leer es la mejor manera de ir en contra. No es seguro. Sin embargo, el
método no es completamente infructuoso. Al final de Rase campagne, relato
de la derrota de Alain Juppé por su colaborador más cercano, Gilles Boyer —
relato alerta y a menudo divertido, el autor no deja de tener humor,
instructivo, conmovedor finalmente—, encuentro esto: «Apoyo a François
Fillon... Es un hombre profundamente estimable, calmo, sobrio, responsable,
simpático en el contacto diario. No tengo ningún desacuerdo filosófico con él
sobre la manera de abordar la política».2 En la última página, el depósito
legal indica: febrero de 2017. Conocemos la continuación. La derecha
republicana corre el riesgo de beber hasta el fondo el cáliz que no supo
apartar de sus labios, el de una poción amarga que mezcla en nombre del
porvenir las severidades financieras con una indulgencia imprudente hacia el
conservadurismo religioso.
Y ese hombre joven, «familionario» a pedir de boca, en camino de lograr
su inverosímil apuesta. Se pudo decir que traicionó a su presidente. Se lo trata
de Bruto, ¿el otro sería entonces César? ¿Quién lo puede creer? Qué cuadros
imprevisibles, confusos y embrollados. «¡No se ve nada!», exclamaría el muy
lamentado Daniel Arasse.
«Cruel campaña»... «sic transit»... «la roca Tarpeya»... «todos iguales»...
podríamos sin dificultad aumentar la serie de reiteraciones machaconas que
vienen inmediatamente a entorpecer el espíritu en estos momentos en que las
frases más trilladas parasitan la reflexión. Queda lo que se siente. Algunos se
alegran o bromean. Pocos se desinteresan. Otros se preocupan. Formamos
parte, desde el comienzo, de ese grupo que se vuelve mayoritario. El diario
Le Monde del 5 de abril tituló en primera plana: «Las elecciones
presidenciales francesas inquietan a la Unión Europea».
Tan considerables giros de la situación desde el otoño, fallas
insospechadas, sismos inconcebibles, y, sin embargo, anunciados,
decepcionan a la orogénesis política. Este es el punto; nadie sabe lo que va a
pasar, pero todos pueden pensarlo: lo que era impensable se volvió posible.
Sobre los vientos de esta posibilidad, surgen la omnipresencia de su
eventualidad calculable y el espectáculo de las cifras que obligan a encarar lo
que no se imaginaba. Se perfila el miedo entonces, y, con él, el «miedo al
miedo», caro a los psiquiatras antiguos, retomado tal cual en El ser y la nada,
antes de ser explotado por Lacan a comienzos de los años setenta.
La vida continuaba tal como antes, y, sin embargo, no era lo mismo. A veces, de pie en la terraza y
recorriendo con la mirada la corona de los jardines en flor, percibimos como un soplo de secreta
fatiga y anarquía. Y es precisamente en tales instantes que la belleza de este país nos tocaba hasta el
sufrimiento... Durante esos primeros tiempos, solo oímos muy poco hablar del gran Forestier. Pero
era extraño ver cómo su presencia aumentaba a medida que se agravaba el debilitamiento y se
desvanecía la realidad... del mismo modo que en la montaña una espesa niebla anuncia las tormentas,
una nube de miedo precedía al gran Forestier. Una nube de miedo lo velaba, y estoy persuadido de
que allí es donde hay que ver su fuerza... No podía actuar sino cuando las cosas vacilaban por ellas
mismas.3

El miedo, en efecto. El sentimiento de un peso incalificable sobre las


espaldas, de una sofocación apenas sentida que va del epigastrio a la región
precordial, el miedo, el miedo de tener miedo, es la angustia. La angustia,
consejera perniciosa y pésimo refuerzo si no se logra reducirla a su función.
Pero ¿qué es una función para los sujetos del inconsciente? Un dispositivo
específico en el interior de una estructura, una estructura en el interior de una
función más vasta, responderíamos con aquellos que enseñan biología a los
debutantes. ¿Una estructura en una estructura? Lacan (que citamos de
memoria) es más sencillo: «Una función es lo que se trata de hacer
funcionar».
Hacer funcionar la función de la angustia es impedirle volverse «algo que
se siente», «Etwas Empfundenes»; es volver a darle las coordenadas de su
«esencia» «sein Wesen», (Freud dixit), que es ser una señal, y solo una señal
que el síntoma reemplaza. Para llegar a ello, al comienzo al menos, un medio
vale tanto como otro, y ampliamente. No se localiza en el pensamiento, sino
en el hilo de una acción, de una puesta en movimiento, cuyo trayecto, más
tarde, podrá ser descifrado como se reconstituye la lógica de un acto. Es lo
inverso de esperar, porque la espera en la angustia confirma la amenaza, que
se vuelve la angustia misma.
El domingo último, 2 de abril, miré y escuché más de una hora a Marine Le
Pen en el mitin de Burdeos. No es agradable, pero quejarse de que es trabajo
extra sería pasarse de listo: aprendo cosas. Detrás de ella, dos banderas. La
primera: azul, blanca y roja. La segunda: azul, blanca y roja. Más allá de las
percepciones, no son los mismos colores, estos tienen la misión de significar
que, en un lugar donde sopla el espíritu del Frente Nacional, no se podría
tolerar lo europeo. Francia reducida al hexágono, en suma. No es la mía, y
me hace falta saber por qué la de ese mitin me es tan repulsiva.
¿Es por haber conocido largo tiempo a la primera antes de vivir en la
segunda, de haber sabido lo que era Francia durante largos años antes de
descubrir el hexágono? ¿Es por haber aprendido a no retrasarme inútilmente
en los soles perdidos de la infancia, en la desaparición de los espejismos
deseados, no extrañar el olor de los naranjos o la magia de las caravanas
entrevistas en los márgenes de las dunas? Probablemente, pero eso no basta;
es necesario que me dé cuenta de que en mi fuero íntimo la unión entre el
hexágono y Francia no se operó espontáneamente. Debo darme cuenta de esta
ecuación para explicarme el escalofrío de horror y de asco que me inspira el
esgrimir emblemas tricolores cuando los acompaña la vociferación de un:
«Estamos en nuestra casa, estamos en nuestra casa, estamos en nuestra casa».
Amo a Francia porque nunca me considero en mi casa. Entonces la busco:
en Combourg, en Combray, en algunos pantanos alrededor de Guérande (¡oh,
Calyste; oh, Félicité!),4 en Plassans con su conquista («un tipo bien, este
Zola», escribe Freud a Fliess), en los guijarros de un torrente bajando a toda
prisa los Pirineos con Ramuntcho,5 sobre una alta meseta de Provenza con el
acróbata del Que ma joie demeure,6 recorriendo los caminos del este en
compañía de L’ami Fritz,7 en el país normando con...
¡Quebrémosla! Veo claro que confesar esta lista es chic, afectado y
presumido. Y de hecho lo es, afectado y presumido. Pero ¿qué puedo decir?
Así ocurrió. De niño, Francia me resultaba admirable —la generación que
nos precedía salía de un inmenso conflicto y velaba por la preservación de las
brasas—. Cuando el ocio de leer me narró el hexágono, se me volvió amable,
el más apto para ser amado, como se puede amar: carnal y duraderamente,
convencido por otra parte de que la «longanimidad del pueblo», elogiada por
Michelet, resiste mejor a los tiempos que la exaltación de las masas.
Regreso a Marine Le Pen en Burdeos, que convoca para su diatriba a
Charles de Gaulle, a Paul Nizan y a François-René de Chateaubriand. ¿Y por
qué no? Todo eso es de venta libre. Pero ¿qué es la cultura si no conduce a la
ternura de las cosas? Allí es el odio, constante, rábico. Cómo no pensar en
Valéry algunas horas antes de que la pluma caiga de su mano: «Todas las
oportunidades de error, peor aún, todas las oportunidades del mal gusto, de la
familiaridad vulgar, están con aquel que odia».8
Vulgar, Marine Le Pen no lo es menos de lo que lo era su padre, con sus
imperfectos de subjuntivo, que antes vestían las vilezas racistas y antisemitas
que salían de su boca. La hija mayor, como es justo, no puede tocar esa
pestilencia aberrante que la mantendría apartada del poder que ella quiere.
Sin embargo, la estupidez económica de su programa viene al lugar de los
ultrajes capciosos del Le Pen de los años Mitterrand; está producida para
desempeñar el mismo papel insidioso en lo que se supone que es la
mentalidad del común de las personas. «Si usted viene a nuestro país, no
espere que se asuma su asistencia, que se le atienda, que sus hijos sean
educados gratuitamente, ahora eso se acabó, final del recreo».9 Ciertamente,
no estamos aún a nivel del «no se olviden de los pequeños» del elegante
helenista Robert Brasillach, pero... No vemos que el solo esbozo de la
aplicación de una de las fábulas de su «proteccionismo inteligente»
amenazaría con herir sin obstáculos el orden democrático mismo.
Sí, todo el mundo lo ve. «Los peligros más grandes tienen sus encantos»,
escribe el cardenal de Retz; la táctica no es complicada y dio pruebas, la de
un eterno: cuanto más grande es, más desapercibido pasa.
Domingo, nuevamente, ya no es 1 de abril, sino el último día de marzo.
Una jornada de estudios me ofrece la ocasión de encontrarme con colegas
llegados de todas las asociaciones psicoanalíticas. Constato que solo una
minoría concibe que nos comprometamos públicamente fuera de los
consultorios, donde recibimos a aquellas y a aquellos que el método
freudiano invita a la palabra libre. Ninguno de esos colegas hostiles a la
convocatoria de los psicoanalistas merecería, eso va de suyo, ninguna
sospecha de la más mínima complacencia con las fantasías funestas y
lamentables de la fachosfera. Decir a viva voz, sin embargo, que la fidelidad
a los resortes del psicoanálisis reclama que se denuncie un peligro totalitario
los crispa. Es un poco como si la famosa «neutralidad» —benévola, ¡aun
dichosa!— les sirviera como única brújula en la era del GPS, como si se la
pudiera confundir con un plano para la ciudad, un atlas para el mundo. «¡Ese
médium rige urbi et orbi!».
Sabemos que Lacan llegaba a comparar la organización institucional de sus
adversarios con la Iglesia. Oh, qué falta hace el Mauriac del que Camus se
burla un poco por su lado «san Francisco de Asís»: el Mauriac que condenaba
los silencios del episcopado francés —con excepción de Jules Saliège y otras
raras excepciones—. El Mauriac que deploraba la multitud de lo que no-se-
dice en la pastoral de Emmanuel Suhard, cardenal arzobispo de París:
«Hubiera hecho falta un grito».

EL INSTANTE DE VER A MACRON

Señalé que no estaba inspirado por el señor Macron. El señor Mélenchon,


personalidad pintoresca, fácilmente excitaba mi elocuencia. El señor Hamon,
personalidad un poco anodina, me inspiraba de tanto en tanto el darle una
bofetada. Las historias abracadabrantes que sitian al señor Fillon terminaron
por tocar mi fibra compasiva. En cuanto a Marine Le Pen, era para mí como
para muchos otros un blanco permanente y una fuente inagotable. Pero
¿Emmanuel Macron?
Tres incidentes mediáticos llamaron mi atención:
• En primer lugar, difundieron en los medios que iba a la rue d’Ulm. Se demostró que no, y él mismo
indicó que fracasó dos veces en el examen de ingreso.
• Macron se presentó en los medios como el alumno del profesor Étienne Balibar. Sin embargo, este
asegura que no lo había visto en su vida. Emmanuel Macron afirma como respuesta que fue recibido
múltiples veces en el departamento privado del profesor, el 6 de la rue Gazan.
• Macron fue presentado por los medios como «el asistente de Paul Ricoeur». Se demostró que no había
que entender por esto su «asistente en la cátedra de Filosofía», sino su «asistente de edición» para la
publicación de una compilación de sus últimos trabajos.

Tres controversias al estilo Clochemerle10 que no tuve el gusto de tomar.


Estaba atrapado más intensamente con mi enorme y propia equivocación.
El círculo familiar estaba reunido en torno a la televisión en una amplia
casa alquilada por meses en Portes, en la isla de Ré, cuando el señor Macron
anunció en pleno mes de agosto su salida del gobierno. Encontré vacío su
discurso, «vacío y lleno de suciedad»,11 y las familias de mi hija y mi hijo
hicieron coro. Macron solo encontró gracia a los ojos de mi yerno Nicolas,
nacido en Francia de padres estadounidenses, «an US Democrat». Sus
propios hijos con doble nacionalidad le tomaban el pelo.
Debí rendirme a la evidencia en los meses que siguieron: me había
equivocado. El presumido que no duda en nada vio una falla, un camino, un
espacio, allí donde yo no había visto sino la montaña compacta «del orden
del mundo» oponiendo su masa inerte a los deseos de conquista del joven
Yukong12 social-liberal.
El martes por la noche, hace tres días, con ocasión del debate de los once,
apenas lo percibí. Era del montón. Agnès estaba de acuerdo. «Pero el jueves
por la noche, solo, estaba bien presente, y tenía cuerpo», me dice ella.
¡Y cómo! De hecho, incluso no seguí bien su discurso en la segunda parte
de la emisión, distraído por mi anfitriona, que me decía que la encontraba
«horriblemente aburrida». Sin embargo, observando el espectáculo con el
rabillo del ojo, yo me decía que, estando todo igual del otro lado, el lindo
muchacho de ojos azules iba a ser el presidente de la República.

EL REY DAVID
(DE WIKIPEDIA)

Para el Corán, David —Daoud o Dâwûd— se vio otorgar por Alá «la realeza
y la sabiduría», una «ciencia» y la «palabra decisiva». El Corán explica que
Alá hizo que los pájaros y las montañas le sirvieran. Los comentadores
explican que la belleza de su voz, cuando cantaba salmos, hacía detener a los
pájaros en vuelo para responderle, o incluso que los animales se quedaban tan
encantados por el canto del rey que podían morir de hambre o de sed. El rey
David fue tomado como modelo de la monarquía francesa, como ideal de
justicia, como figura de pureza y de desinterés (con la flor de lis), en el ritual
de lo sacro, con la unción.

AGNÈS AFLALO: AGACHADIZA Y EL TIRADOR TUMBADO

Retailleau vino para enfrentarse con Macron. Y no sin alegría le arroja de


entrada que verlo le hace pensar en las agachadizas que su abuelo le enseñaba
a cazar cuando era niño. Para abatirlas, no solo hay que apuntar bien, también
hay que anticipar su vuelo en zigzag.
La respuesta es inmediata. Macron se endereza, ajusta su tiro y da en el
blanco. Golpea a Retailleau, que se queda quieto: «Fillon es un tirador
tumbado». Habiendo rehusado el traje de nobleza del Estado que Retailleau
quería endosarle, Macron, sin embargo, honró el torneo emprendiendo una
nueva confrontación de la que salió vencedor. Él pelea de pie.
Wikipedia indica que La position du tireur couché13 es una novela
policiaca de Jean-Patrick Manchette protagonizada por un asesino a sueldo
cretino y metódico. Después de una historia de amor arruinada, ese antihéroe
termina a la sombra de un padre humillado y se vuelve aquello de lo que
siempre quiso huir: la copia de un mediocre. Recibe al final una bala en la
cabeza que no lo mata, pero le deja secuelas. Cambia de identidad y se vuelve
servil. En ocasiones sus pesadillas lo conducen a su primera profesión y a la
posición que prefería para tirar: la del asesino tumbado.
Diana y Acteón son inseparables. Agachadiza cazadora y tan implacable
como la diosa. El cazador que lo recuerda ajusta su punto de mira y no deja
escapar la presa.

UN TUIT DE GÉRARD MILLER

Encuestas BVA. ¡Mélenchon a 19 (al mismo nivel que Fillon)! Macron y Le


Pen a 23. Hamon a 8,5. ¿Mélenchon en la segunda vuelta? Está en camino.
14

FILLON NO ES HOMOSEXUAL1

Esto no es una pipa.

MAGRITTE

«Empleos ficticios», dijeron. Para cuestionar su honradez. Fue solo el


comienzo. El primer paso de su vía crucis. Sometieron a su esposa a tortura
moral, después a sus hijos y finalmente a toda su familia. Se burlaron de sus
colaboradores y amigos. Lo han seguido, rastreado, acosado día y noche. No
solo han destrozado su reputación, es su honor el que han arrojado a los
perros.
¿El público? Se indigna y/o se ríe. La mayoría son indiferentes al
sufrimiento del otro porque él es otro y porque pertenece a la clase
dominante. Felices cuando no se alimentan de su desgracia.
Sus amigos políticos más cercanos, algunos de los cuales ya lo han
traicionado y a quienes ha perdonado, esperan fríamente a que se derrumbe.
Listos para echarlo, «con el debido respeto», dijo uno de ellos, no muy
inteligente. Es como si estuviera envuelto en maldiciones: que se borre, que
desaparezca, como si nunca hubiera sido. Sí, hasta llegar al Mê phunai de
Edipo en Colono, ese deseo de «no haber nacido» que el héroe pronuncia
como un grito en la soledad más radical, en la desesperación de la mentira
que era todo en su vida.
Sí, eso es lo que quieren de él, no solo un prestigio empañado, una
candidatura renunciada, una carrera detenida, una ambición arruinada, sino la
confesión de un deseo imposible de anulación retrospectiva. Esto nos lleva a
ese «más allá de la pulsión de muerte» donde solo Lacan logró entrar.
Lo digo, lo anuncio: no se detendrán hasta haberle golpeado en lo más
profundo de su ser. Hemos escuchado las primeras notas aún tímidas de un
bolero cuyo lento crescendo será, esperan, su marcha fúnebre. Un rival le
dice: «¡No juguemos a los maricas!». La revista Closer coloca su foto en
portada con la frase: «En la escuela secundaria fue apodado Choupette». La
semana pasada fue el periódico Libération el que abrió una página entera de
su sección «Ideas» con este titular: «François Fillon: cocotte o «patriarca» de
la República».
¿Quién no ve en qué palabra convergen tales dichos? Esta palabra no se
dice porque todavía hay leyes en este país que castigan la invasión de la
privacidad. No se dice, pero se entiende, es como si fuera proclamado.
¿Por qué sería esta palabra un insulto? ¿Por qué sería una descalificación
para los más altos cargos del Estado, para los logros más sublimes de
inteligencia? Alejandro Magno o el Grand Condé, y Alan Turing son
nombres que acuden ante nuestros ojos. ¿Quién quiere llevarnos de regreso a
las horas oscuras en que el acto considerado antinatural era castigado y
reducido a la ilegalidad?
Contrariamente al rinforzando de la calumnia, todo indica que los modales
del señor Fillon son impecables y puros.
Cristiano, católico romano —se le ha reprochado no ocultarlo, como si
solamente el Catholic Pride debiera ser vergonzante—, marido que parece
uxurioso como lo fue Freud, padre de una gran familia que vive en el campo,
su vida nunca se ha visto contaminada por ningún escándalo sexual. Hoy
goza de la confianza y el apoyo de una juventud exigente surgida de La manif
pour tous. Sens commun lo rodea y lo protege con una fidelidad mameluca.
Eso dice algo del hombre.
Se dirá de lo que digo: «Habla un partidario entusiasta». Nada podría estar
más lejos de la verdad. Solía escribir en Le Point.fr que «la guerra fratricida»
Copé-Fillon divide la UMP y amenaza con devastar a la derecha. Jean-
François Copé se tomó la molestia de llamarme, me invitó a almorzar en las
instalaciones de la rue de Vaugirard, un vínculo amistoso continúa entre
nosotros a pesar de las posiciones políticas en las antípodas.
Habiendo conocido al señor Copé por su iniciativa, deseaba reunirme con
el señor Fillon. La redacción de Le Point lo intentó, en vano. Llamé a la
señora Bachelot, que me prometió hacer todo lo posible para conseguir una
cita con su amigo. El intento no tuvo éxito.
Si, sin embargo, hoy me coloco junto a François Fillon es por una razón
que siempre escapará a sus detractores que compiten por la bajeza: la
solidaridad debida a un «hermano humano» (François Villon) cuando lo
vemos arriesgando, soportando todo, con admirable coraje y tenacidad, en
lugar de renunciar al deseo.
Es un psicoanalista, un alumno de Lacan, quien firma estas líneas.
París, 10 de abril de 2017
15

EL DIARIO ÉXTIMO. NOVENA ENTREGA1


MIÉRCOLES, 12 DE ABRIL, 21:00

Mi artículo titulado «Macron, nuestro Alcibíades» aparece con exclusividad


en el Diario éxtimo difundido por el blog L’Instant de voir y en Lacan
Quotidien.

JACQUES-ALAIN MILLER: «MACRON, NUESTRO ALCIBÍADES»

«¡BHL vota a Macron!», «¡BHL vota a Macron!». La novedad da la vuelta a


Francia desde ayer, recibida aquí con abucheos, allá con ovaciones,
suscitando aquí y allí loas y sarcasmos. Algo permanece enigmático, sin
embargo, en el razonamiento de BHL: la comparación que introduce entre
Macron y Alcibíades. Alcibíades, que se volvió mítico, queda en la memoria
como un personaje altamente equívoco. Me contentaría con citar en ese
sentido el retrato que hace un profesor emérito de la Universidad de París IV-
Sorbona, el señor Jean Sirinelli, en su presentación de las «vidas paralelas»
de Alcibíades y de Coriolano por Plutarco (Collection Bouquins, Robert
Laffont, 2001, vol. I, p. 269).
«Alcibíades tiene todos los atributos: noble, rico, bello, fuerte, inteligente,
valiente, infinitamente seductor; tiene la fortuna de encontrar a Sócrates. Y,
sin embargo, cede a la tentación de seducir al pueblo por un gusto malsano
del poder. Para Plutarco, se torna la figura emblemática de la adulación y de
la demagogia: no es nada por él mismo. Es el camaleón, una suerte de Proteo
que no es más que lo que su interlocutor desea que sea (el adulador y el
amigo)».
Tenemos algo así como un concentrado de los reproches que, en el curso de
la campaña presidencial, se le han podido hacer a Macron, que tuvo la suerte
de encontrar a Paul Ricoeur. Pero no es todo, porque Alcibíades también es
un personaje destacado del diálogo de Platón consagrado a la naturaleza del
amor, El banquete.
El acmé de la obra coincide con la entrada de Alcibíades totalmente ebrio,
acompañado de jóvenes bebidos y de una flautista. Enseguida se lanza a
relatar el comportamiento amoroso de Sócrates con él. Luego se abandona a
una confesión pública delante de los invitados: sí, trató de seducir a Sócrates;
sí, quería hacerlo su presa; pero en el contacto con este hombre, su deseo se
encendió, y no pudo más que ocultarle un saber tanto más precioso cuanto
que estaba rodeado de tinieblas.
No puedo detallar aquí esta escena admirable, única en la filosofía y en la
literatura, que atraviesa todos los límites impuestos al discurso por el
demonio del Pudor. Alcibíades hace todo lo que un Alain Finkielkraut
censuraba en la conducta de Christine Angot hacia François Fillon cuando
decía en su emisión L’esprit d’escalier: «Nada la detiene, nada la retiene, no
conoce ni escrúpulos ni inhibición, ultrajó la decencia común, hizo todo lo
que no se hace».
Lacan consagró no menos de doce lecciones de su Seminario VIII, La
Transferencia, a la lectura de El banquete para esclarecer la naturaleza del
fenómeno del amor en la cura analítica.
Bernard conoce como yo a Sócrates y Alcibíades, Platón y Lacan. Hemos
estudiado en los mismos bancos, con los mismos maestros, con algunos años
de intervalo (él es más joven que yo). ¿Cómo no pensar que, evocando la
figura de Alcibíades a propósito de Macron, sabía dar una nueva juventud al
rumor de la homosexualidad del candidato que tiene sus favores?
Macron no se tomó trágicamente ese rumor, como Fillon, sino que lo
despejó con una broma, y hubiera habido razones para algún sopapo. Sin
embargo, ¿hubiera tenido razón por ese motivo?
¿Qué riesgo político habría corrido el joven providencial al decir que, al
lado de su amor exclusivo, matrimonial, por su esposa, muy celebrado en los
medios, tenía también, más discreta y esporádicamente, algunos queridos?
• Se piense lo que se piense de la «revolución ciudadana» de JeanLuc Mélenchon, este hombre es
también una gran alma, un noble tribuno popular: ¿quién puede creer ni por un instante que utilizaría
la homosexualidad de un candidato como argumento para cargar contra este?
• Benoît Hamon es un auténtico humanista. Nada que temer para Macron por ese lado.
• Marine Le Pen ¿estaría en posición de perseguir a un candidato homosexual, metrosexual, cuando su
brazo derecho es un gay notorio y conocido que favorece la emergencia de una cultura homosexual
en el seno de su partido, como su padre se lo reprocha todos los días?

No, no veo utilización política concebible sino por el lado de François Fillon.
Este no votó en 1982 la despenalización de la homosexualidad. Goza ahora
del sostén perinde ac cadaver del sector más homofóbico de la sociedad
francesa, o sea, el grupo de choque ideológico llamado Sens commun, brazo
armado político de La manif pour tous, acomodando ad maiorem Dei gloriam
la táctica trotskista bien discutible del entrismo.
Enfrentar a Fillon con la cuestión del estatuto cívico de la homosexualidad
hubiera sido un buen combate, Emmanuel Macron.
Hubiera tenido con usted a todos los «progresistas» de izquierdas y de
derechas que sueña con reunir, e incluso a muchos conservadores que no son
reaccionarios. Hubiera hecho entrar a Francia en la era de un coming out de
sentido común, si puedo decir, era que no puede esperar más y permitiría
finalmente al pueblo francés medir la amplitud de lo que el país le debe a sus
lesbianas y gais.
Emmanuel Macron, Brigitte Macron, piensen en ello: no es demasiado
tarde.

COMUNICADO DEL 12 DE ABRIL DE 2017

Lanzada después del Llamado de los psicoanalistas, la presente campaña


SCALP de foros anti-Le Pen no está destinada a cesar sin comentarios
después de las elecciones presidenciales, ni incluso después de las
legislativas. Estamos comprometidos en un esfuerzo a largo plazo que
necesita un vehículo nuevo, es decir, una organización flexible y reticular
radicalmente descentralizada capaz de permanecer y extender las alianzas
inéditas que se crearon a raíz de los foros. Será la réplica republicana a la
emergencia de ese grupo ultramontano, surgido de La manif pour tous, que
recientemente fue tema de la crónica con el nombre de Sens commun. A
nuestra organización en ciernes le doy un nombre provisional: Red Alfa.
¡Los activistas que se revelan todos los días en el gran movimiento de masa
de los foros serán invitados por mí a unirse a esta Red! JacquesAlain Miller.

ESTE JUEVES, DEBATE SOBRE LA SALUD MENTAL

Fernando De Amorim me informa que «los partidos de la señora Arthaud, del


señor Macron y del señor Hamon acaban de confirmarnos la presencia de uno
de sus representantes en la reunión que tendrá lugar el jueves ,13 de abril, a
las 20:00 h en FIAP Jean Monnet, Salle Berlin, 30 rue Cabanis 75014, París».
Agrega: «Evidentemente, usted está invitado. Si desea difundir la
información entre sus colegas, no lo dude. El derecho de entrada es de diez
euros y la inscripción debe hacerse previamente con el secretariado: Laetitia
GALIAN, 0148009796».
Finalmente, Fernando me hace la siguiente precisión: «En relación con su
tiempo para hablar, diez minutos, como los representantes de los candidatos.
Y luego, fuego a voluntad. Tenemos tres horas y media para discutir».
16

EL DIARIO ÉXTIMO. DÉCIMA ENTREGA1


JUEVES, 13 DE ABRIL, 20:00

Mi día estuvo enteramente consagrado a Maria de França, de la RdJ, y al


programa del Foro 18 del martes próximo. No me distraje de este trabajo —
divertimento encantador— más que por el tiempo necesario para ir hasta mi
cardiólogo para el examen periódico que, me dijo mi joven hermano, se
impone a nuestra edad. Resultados: 1) electro excelente, como de costumbre;
2) mi cardiólogo intervendrá en el Foro 18.

La primera foto que ilustra este número2 fue encontrada por la revista Closer:
es NKM joven. En el momento de cerrar, no tuve respuesta firme y definitiva
del secretario de la interesada, a pesar de las numerosas llamadas telefónicas
y de tres cintas de contestador llenas con mis reproches. Le rogué a la señora
Olivia Laurent Joye que no me hiciera perder más tiempo. Dígame sí o
dígame no, pero que sea antes de este sábado al mediodía (12:00). Luego,
Maria y yo ofreceremos el lugar reservado para NKM a una activista del
Llamado de la cultura y de las artes, la joven actriz Anne-Lise Heimburger,
prevista para intervenir en el Foro 28.
Segunda foto, al final del número: Aurélie Filippetti caminando. No hemos
logrado reunirnos hoy con la portavoz de Benoît Hamon, que nos aseguró
hace algunos días su apoyo al proyecto del foro. Nos dijo que estaba en
campaña en su circunscripción de Moselle. Esperamos que esta esperanza de
la izquierda querrá confirmarnos su participación. Aurélie es normalista y
licenciada en Letras Clásicas, uno de nosotros es normalista y licenciado en
Filosofía, con gusto por las letras clásicas, estamos hechos para entendernos.

GOTA A GOTA, MORDEDURAS DE SERPIENTE por Suzanne Hommel

Enciendo la televisión. Marine Le Pen habla, y me vuelven los aullidos de


Adolf Hitler que escuché cuando era niña.
No es la misma voz, pero me evoca el mismo ruido que resonaba en las
palabras de Hitler que escuchaba en las viejas radios de madera, el altavoz
cubierto con una tela marrón.
Voces
La voz de Hitler vociferaba, aullaba. La voz de Marine Le Pen es diferente.
No conoce ninguna modulación, ni ritmo ni música. Es lineal, metálica; no
hay temblor, vacilación. No es una voz objeto a, una voz causa de deseo. No
causa el deseo, lo cubre, prohíbe el pensamiento, llama más bien al goce. Es
un instrumento del superyó que dice: «¡Goza!». Lacan lo formuló en su
Seminario Aun: «Nada obliga a nadie a gozar, salvo el superyó. El superyó es
el imperativo de goce; ¡Goza!». El rostro de Marine, el rostro de Trump, el
rostro de Geert Wilders, la raza pura, el rubio de ojos azules, aquellos con los
que Hitler quería poblar la Tierra, el mundo. Ese rostro está en vías de ganar.
Dioses oscuros
Recuerdo una sesión de análisis en 1997. Igual que algunos otros miembros
de la Escuela de la Causa Freudiana, tomé un sábado por la mañana un tren a
Estrasburgo para participar en una manifestación contra la celebración del
Congreso del Frente Nacional, cuyo presidente era el padre de Marine, Jean-
Marie Le Pen. Al regreso de Estrasburgo, dije en sesión: «En 1945, cuando
Hitler perdió...». En el espeso silencio del analista, escuché un
cuestionamiento, una duda, dije: «No perdió, está a punto de ganar».
¿Qué se volverá la práctica analítica si Marine Le Pen ganara? ¿Y el
tratamiento de los autistas, y todas las demás personas, los artistas, los
poetas? La lengua se empobrecerá como lo estuvo durante el nazismo, como
Victor Klemperer escribió tan bien en su diario de veinticuatro volúmenes y
su libro LTI, Lingua Tertii Imperii [La lengua del Tercer Reich], publicado en
1947. Demostró cómo los nazis modificaron poco a poco la lengua alemana
con vistas a inculcar a los alemanes las ideas nazis. Marine Le Pen y sus
esbirros harán lo mismo, incluso ya lo hacen. Solapadamente, gota a gota, las
mordeduras de la serpiente inyectarían veneno en el tesoro de los
significantes. De hecho, esto ya ocurre.
Ya en sus discursos dice mentiras que presenta como LA VERDAD y que
son un tejido de invenciones destructivas, que matan el deseo. Su objetivo es
impedirnos pensar; quiere lograr que estemos fascinados por los dioses
oscuros, como Lacan dice en Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis.
Nací en Alemania en 1938. Me han reprochado a menudo hablar
demasiado de la época del nazismo. A veces me lo he reprochado también.
Pero esta vez es necesario que diga lo que anuncia la victoria de Marine.
En este momento de la historia, los psicoanalistas tienen el deber ético de
intervenir en cada instante de la vida. En su función de analista, su tarea es
mantener despierto el deseo de aquellos que vienen a hablarle, pero también
de todos los ciudadanos.
¿Y si se perdiera el trabajo porque uno se casa con un judío o una judía,
con un hombre o una mujer de religión islámica? ¡Si un jefe de servicio en un
hospital debiera dejar Francia! ¿Y si algunos ciudadanos tuvieran que llevar
una insignia que indicara su religión?
El miedo estaría en todas partes
Es necesario decir NO.
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EL DIARIO ÉXTIMO. UNDÉCIMA ENTREGA1


EDITORIAL

Día de vacaciones. Voy a perder el tiempo en mis bibliotecas y a ordenarlas.


Me alegro de recibir la última parte de la trilogía consagrada por Jean-Pierre
Deffieux a la homosexualidad masculina. Este me asegura que continuará
dirigiéndome su prosa para el Diario éxtimo.
Apenas anuncié la formación de L’Instant de voir como la «réplica
republicana» al grupo Sens commun, recibo de Agnès una doctrina, llave en
mano, que publico con gusto.
Finalmente, mi amigo Antonio Di Ciaccia, que debe tomar la palabra esta
tarde en un congreso sobre la traducción, me entrega su conferencia, de la
que tengo la exclusividad para el Diario.

INVITAR A NKM

Recibí del señor Alain Gentes un mail donde se inquieta porque yo haya
podido desear la participación de NKM en el Foro 18, dado que ella sostuvo
totalmente la empresa del diputado Fasquelle en lo que concierne al
tratamiento del autismo. Le pedí a Christiane Alberti que respondiera, lo que
hizo en los siguientes términos.
Estimado Alain Gentes:

Tomé conocimiento del mensaje que usted dirigió a J.-A Miller a propósito de la invitación de NKM
al Foro 18. Me dirijo a usted para darle a conocer esta información complementaria.
Escribí personalmente a NKM, en cuanto presidente de la ECF, para trasladarle mi asombro al
verla figurar en la lista de los firmantes del proyecto de resolución Fasquelle.
Se tomó el trabajo de contestarme por medio de una larga carta argumentada en la cual indicaba en
esencia que, en lo concerniente al tratamiento del autismo, no tenía competencia como para decidir
definitivamente la controversia que conoce entre los defensores de un enfoque neurocientífico. Y que
le parecía útil, por el contrario, recoger la ocasión de esta resolución para abrir el debate
parlamentario sobre la cuestión. Y fue en este sentido como aceptó ser firmante para proseguir esos
intercambios. Terminó su carta con una invitación a continuar dichos intercambios. Considero que la
conversación y la discusión deben realizarse ante todos nuestros interlocutores políticos. En este
sentido, ningún sectarismo forma parte de la Escuela de la Causa Freudiana.
Por otro lado, nuestra invitación a NKM es conforme a la convocatoria de los psicoanalistas, que
invita a votar por cualquier candidato «ON», salvo por MLP.
En ese sentido, no veo en nombré de qué habría que excluir de un Foro anti-FN a una NKM que se
distinguió en la derecha por su toma de posición anti-Le Pen y recientemente hizo una declaración
totalmente acorde a nuestra campaña. Invitada el lunes por la mañana a BFMTV y a RMC, Nathalie
Kosciusko-Morizet, a cargo de la «respuesta republicana» en el equipo de campaña de François
Fillon, declaró lo siguiente: «Lucho porque el candidato de mi familia política pueda ganar estas
elecciones, pero pienso que, al lado de este objetivo y quizás antes incluso de este objetivo, hay otro,
que es evitar que el Frente Nacional tome el poder. Evitarlo porque es un riesgo enorme, que hoy es
bastante concreto, es el riesgo de una Francia desfigurada, de muchos peligros para Francia y para
los franceses».
NKM alerta contra «la tentación del Frente Nacional»: «Más que nada y por encima de todo, hay
que evitar el riesgo del Frente Nacional».

«¡EL DIABLO SOSTIENE LOS HILOS QUE NOS MUEVEN!»

«La tierra que, ella, no miente». Este punchline de Pétain lo cita Onfray en el
último número de Le Point, y agrega: «[...] una fórmula que le debemos a
Emmanuel Berl, gran burgués parisino, amigo de los surrealistas,
emparentado con los Bergson y con los Proust, radical-socialista».
Onfray dice la verdad. Pero ¿por qué los tres puntos?
¡Milagro! Encuentro en mi desorden beethoviano el maravilloso Tratado de
la puntuación francesa, de Jacques Drillon. Me gusta sobre todo el capítulo
11, consagrado a los puntos suspensivos. Habrá que citarlo. Léelo, hipócrita
lector, y sabrás mejor lo que dices no diciéndolo.
La definición de Littré de los puntos suspensivos es nula: de ella resulta
que «los puntos suspensivos [indican] que el sentido está suspendido». El
gran lexicógrafo no se mató, se refugió en la tautología.
Furetière es mucho mejor: «Cuando se ponen varios puntos después de una
palabra, es signo de que el sentido es imperfecto, que hay alguna laguna o
algo que agregar». La palabra que cuenta es laguna.
Me viene a la memoria el dístico que François Regnault y yo compusimos
hace tiempo para saludar la llegada de Lacan a la rue d’Ulm invitado por
Althusser:
A cada uno su cada una.
A Lacan su laguna.

Lacan no había desarrollado aún su sorprendente teoría de la no relación


sexual. Hoy habría que decir:
A cada uno su laguna.
Incluso:
A cada uno agujero de alguna.2

¿Y del lado de Lacan? Visto que había encontrado en una su oasis en el


desierto de la no relación, diría:
A Lacan la oportuna.

Sobre la definición de los puntos suspensivos, Grevisse es el más completo,


aunque un poco pesado. Sagan era liviana, hasta el punto de querer aligerar
los tres puntos: ¿saben que ella quería que el editor imprimiera su título con
dos puntos solamente?: «¿Le gusta Brahms...?». Fargue obtuvo esos dos
puntos para la primera edición de sus Poemas. Larbaud lo aprueba por querer
reprimir de ese modo elocuencia y emoción. Gide, por el contrario, reprueba
esas «manías» a golpes de «Chétincoyable, chététonnant»,3 de donde Fargue
hace surgir el acento auvernés. Sigo.
Los puntos suspensivos de la frase de Onfray —y poco importa que sean de
él o del periodista que transcribe sus palabras— invitan al lector a tomar la
medida de la enormidad del hecho: un eslogan de Pétain conectado a un
modelo del Frente Popular.
Curiosamente, queda una palabra sin pronunciar: ese primo de los Bergson
y de los Proust, ¿qué otra cosa podía ser sino judío? Onfray sobrentiende esa
palabra, pero no la enuncia. ¿Por qué?
Sin duda es porque no es temerario. En Francia, hay que cuidarse de tocar
el tema judío, decía más o menos el querido Roland Dumas el año pasado,
cuando la controversia a propósito de la «influencia judía» que la señora
Valls ejercería sobre su marido. Designar a Berl por sus orígenes, y, por lo
tanto, subrayar que el negro de Pétain era judío, por así decirlo, sería dejar
entender que los judíos están en todas partes, y hasta en el gabinete negro de
sus perseguidores. Verdad tal vez, pero que no es ciertamente bueno decirla,
importuna, inoportuna. En definitiva, no es nada banal en esta historia. Berl
era pacifista. Se levantó contra los judíos belicistas, instigadores de la guerra
con Alemania. Maurras lo aprobó. Cuando Pétain se convierte en presidente
del Consejo, el último de la III República, necesitaba que le escribieran los
discursos. Alguien cercano se entromete para reclutar a Berl, hábil plumífero.
Este se muestra a la altura de su reputación: escribe dos discursos que serán
pronunciados en junio de 1940, durante el éxodo, e inventa para esta ocasión
dos catch phrases petanistas: «Odio esas mentiras que os hacen tanto daño» y
la estrofa sobre la tierra que no miente.
Luego Berl deja Vichy por Cannes.
Ninguna posibilidad de que encuentre las Memorias de Berl en mi
desorden. Ni tampoco la carta de Mauriac a Berl en los años sesenta, que
constituyó mi educación en lo que concierne al prejuicio antisemita en el
catolicismo francés.
Comprendo muy bien que Onfray haya preferido los tres puntos antes que
entrar en los pantanos del antisemitismo. Quizá tampoco quería verse llevado
gradualmente a hablar del antisemitismo rabioso de Proudhon, del que se
considera un ferviente discípulo.
18

EL PROTOCOLO DE LOS FRENÉTICOS DEL


FORO1
EL TRASFONDO DE LOS SOLOS

Tras el lanzamiento, el jueves pasado, de nuestro brillante programa, recibido


con «¡Oh!», y «¡Ah!», Maria de França y yo hacemos el balance este sábado
por la mañana.
Mi querida Catherine LM había mantenido conversaciones cordiales tanto
con Gérard Larcher, presidente del Senado, como con Aurélie Filippetti,
diputada de Mosela y portavoz de la campaña Hamon. Ambos se habían
mostrado favorables a nuestro proyecto y dispuestos, llegado el caso, a
participar en él, pero no había habido momento para concretar, y ni el uno ni
la otra resultaban localizables durante el receso pascual. Convengo con
Catherine en que, esta vez, mala pata.
Gérard Miller me lo había hecho saber ayer: Danielle Simonnet le había
informado de que no estaría en la cita del foro, ya que el deber y Francia
Insumisa la requerían en Nancy. Insistí para que mi hermano, que me había
dado a entender que tenía línea directa con Mélenchon, la utilice. Él me lo
confirmó esta mañana: cancelado.
Jack Lang telefoneó amablemente a Maria de França para decirle que por
desgracia debía anular su venida, ya que el presidente de la República le
había encargado una misión de representación justamente el martes por la
noche.
Nouria Gründler, que invitó a Bourriaud y a Boltanski, me hizo saber que
sus contactos no mostraban signos de vida desde hacía una semana.
Honestamente, ¿podríamos utilizar sus nombres por más tiempo? No.
Agnès Varda le explicó a Maria que sí, ella apoya, pero que no, ella no se
expresa por ese medio. Maria constata que Raphaël Glucksmann no responde
a sus llamadas desde hace varios días, como si fuese un flamante padre que se
concentra en el recién nacido y en la joven parturienta. En cuanto a NKM, el
ultimátum que le había dado a su secretaria vencía a mediodía, quedaba una
media hora antes de su expiración.

En síntesis, la situación no es maravillosa. Hemos perdido, en dos días y sin


combatir, un tercio de nuestros efectivos. ¿Qué hacer?
La respuesta a la pregunta leninista está en la HISTORIA DE FRANCIA. ¿Qué
hacer? Seguir el ejemplo de Foch.
Durante su contraataque victorioso sobre el Marne, según la leyenda,
pronunció estas palabras inmortales: «Mi derecha está hundida, mi izquierda
cede, todo en orden; ¡ataco!». Es nuestro caso: a la derecha, Larcher y NKM
nos fallan; a la izquierda, la Francia Insumisa nos clava, y Aurélie nos olvida.
Nuestro único recurso: la furia francesa, muy olvidada hoy.

Comenzaremos por considerar estas defecciones, malentendidos, buenas


intenciones contrariadas, con las que está pavimentado el camino al infierno,
como un blessing in disguise. ¿Un tercio del programa levanta el
campamento? ¿Celebridades se las piran? ¿O más sencillamente se van al
campo para Pascua? Bendiciones camufladas. Aprovechémoslo para hacer
que se eleven los activistas que se revelaron en el movimiento de masas.
¡Rejuvenézcanme todo eso! Las luchas de ayer jamás constituyen un título
para las luchas de mañana. ¡Honor a los jóvenes y a los viejos que son
jóvenes! ¡Abajo los viejos que son viejos y los jóvenes ya viejos! ¡Los
caballos cansados, a la caballeriza! Coman su avena en paz. ¡Los otros detrás
de Murat y su culito bien redondo!
Maria se divierte, y yo también.
Prueba de que no llega a deprimirnos, la Marine de tez blanquecina, la
Pelma tufarra, la Tiita viperina, la Morfina del pueblo. Ya verás, te
dedicamos esto, hombruna, que es de Desnos.
¡Bronca! ¡Bronca! ¡Bronca! ¡Rabia!
Solo tendrás como potaje
Una escoba para barrer,
Un sopapo como sueldo
Y un mono en matrimonio.

ÚLTIMA HORA – breaking news

A las seis de la tarde recibo una llamada telefónica de un tal Jonas Bayard,
que se presenta como un colaborador de NKM. Me dice que ha conversado
con ella sobre el Foro 18. NKM lamenta no estar disponible, obligada a partir
el miércoles hacia Norteamérica a fin de recaudar fondos para el señor Fillon
de parte de franceses en el exterior. Tras haber saqueado Montreal, está en
Nueva York.
«¿Estará disponible para el Foro 28?». Hay que hablarlo con su jefa de
gabinete, la señora Olivia Laurent Joye, me responde el señor Bayard.
Le pido que le haga saber a NKM que la editorial Navarin, dirigida por mi
hija Ève, desea reeditar su libro publicado en 2011, Le Front antinational [El
Frente antinacional], imposible de encontrar en ninguna librería parisina y
cuyo único ejemplar disponible en librerías ha sido localizado por Rose-
Marie Bognar en Bleuet, sito en Banon al norte del Lubéron, entre Ventoux y
la montaña de Lure. Jonas me asegura que lo transmitirá.
Entonces el Señor habló al pez,
Y este vomitó a Jonás en tierra.
19

TRANSMISIÓN EXTRAORDINARIA:
JACQUES-ALAIN MILLER EN RADIO
LACAN1

[Entrevista exclusiva a Jacques-Alain Miller a cargo de Patrick Almeida. Por


Liliana Mauas, Patrick Almeida, Fabián Fanjnwaks, Marco Mauas, Perla
Miglin y Eduardo Scarone.]

PRIMERA PREGUNTA. LOS PSICOANALISTAS EN LA POLÍTICA

La presencia de los psicoanalistas en lo político tiene antecedentes recientes


en la movilización generada por su convocatoria contra la persecución sufrida
por Rafah Nached o Mitra Kadivar en Siria e Irán. Se trataba de
psicoanalistas que se encontraban en peligro en sus respectivos países. Pero
el momento actual es distinto. El paso que da ahora nos invita a
comprometernos en la política cotidiana más general, la de los partidos, la de
las votaciones, la de las elecciones, y nos preguntamos: ¿qué implica este
nuevo paso?

RESPUESTAS DE JACQUES-ALAIN MILLER

En efecto, hay un nuevo paso que concierne a Francia. No considero en


absoluto invitar a los psicoanalistas de la AMP a comprometerse
necesariamente en asuntos políticos de su país; debe considerarse en cada
caso. Sé que hay en este momento un debate muy vivo en lengua española en
relación con el tema de Venezuela, conducido por Miquel Bassols, presidente
de la AMP. Los colegas venezolanos desearían una mayor implicación de la
Asociación Mundial en su país para afrontar las dificultades, que parecen
agudas, en relación con la situación del Estado de derecho, y creo que
reprochan a la AMP no haber estado más presente, más cerca de ellos. Hay
en torno a este tema un muy amplio y riguroso debate del que, con intervalos,
soy informado, y espero ver las conclusiones que se extraigan a finales de
abril. Es bastante significativo que esto se despliegue al mismo tiempo que en
Francia damos un paso.
Es completamente normal, elogiable, que los colegas del extranjero que no
son franceses se pregunten: ¿qué quiere decir? ¿Se limita a Francia? ¿Se trata
de un cambio de orientación por mi parte? Es la razón por la que voy a
responder de la forma más completa posible a sus preguntas.
Es verdad, movilicé al Campo Freudiano en su dimensión internacional en
campañas a favor de psicoanalistas perseguidas en sus respectvos países.
Usted ha recordado sus nombres: Rafah Nached en Siria, que estaba presa;
Mitra Kadivar en Irán, que fue hospitalizada y amenazada con ser ingresada
como psicótica. También Rachid Benslama, en Túnez, pero la cuestión se
resolvió en dos o tres días, por lo que la campaña no continuó. Hay que
recordar que Mitra Kadivar era y es miembro de la ECF y de la AMP,
mientras que Rafah Nached y Rachid Benslama no. Pero consideramos que
teníamos que hacer una campaña por nuestras colegas, independientemente
de su afiliación psicoanalítica.
No creo que se tratara de una movilización política, sino de movilizaciones
para defender a los nuestros, our kind, como dicen en inglés, al pueblo
psicoanalítico. De algún modo hemos dicho que, en cuanto AMP, nada
psicoanalítico nos es ajeno. Señalo y lamento que la reacción de la IPA no
estuviera a la altura de la nuestra. Fue flotante y flou. Supongo que hubiera
sido más firme si mi gran amigo Horacio Etchegoyen hubiera sido aún
presidente de la IPA; habríamos hablado y nos hubiéramos entendido como
sucedió tantas veces. Ignoro todo respecto del actual presidente de la IPA. No
sé si Miquel Bassols mantiene contacto con él. Pero, como no busco
polémica con la IPA, no diré nada más. Diré incluso lo contrario, deseo que
en el futuro, cuando surjan cuestiones de este tipo, haya una concertación
entre la IPA y la AMP. En número solo somos un 10 % con relación a la IPA,
pero creo poder decir que somos una fuerza dinámica y sería de interés mutuo
actuar juntos cuando personas que pertenecen al pueblo analítico están en
peligro. Por nuestra parte, continuaremos en la misma línea, defendiendo a
los psicoanalistas amenazados cualquiera que sea su afiliación.
Por entonces movimos cielo y tierra para lograr la liberación de Rafah y de
Mitra.
El Quai d’Orsay, Ministerio de Exteriores de Francia, fue informado y nos
apoyó y guio de forma constante. Quiero rendir un especial homenaje al
señor François Zimeray, por entonces embajador para los derechos humanos,
que fue un interlocutor precioso y atento. Me lo presentó Bernard-Henri
Lévy, lo que facilitó la toma de contacto. Luego, cuando cambió el gobierno,
encontré una recepción verdaderamente muy favorable por parte del gabinete
de Alain Juppé, en especial de su director, con el cual estuve en contacto
cotidiano. Y debo decir que para intentar liberar a Rafah encontré una ayuda
inestimable en la señora Carla Bruni, la esposa del presidente Sarkozy, que
no solo firmó una petición para su liberación, sino que escribió una carta
personal a la esposa del presidente sirio, Asma, en favor de Rafah. Busqué
también para esta liberación el apoyo de la Compañía de Jesús por intermedio
de Philippe Sollers. Rafah trabajaba en Siria con los jesuitas. También traté
con medios menos católicos, encarando el soborno a sus guardianes por
mediación de un millonario sirio. Al parecer, eso se hace habitualmente allí,
pero no avanzó por un cierto número de razones, aunque el dinero estaba.
Puedo decirle que no hemos retrocedido ante nada, siempre permaneciendo
en la legalidad —hay zonas en Siria donde la legalidad existe más o menos,
donde la costumbre es que, si se da un servicio liberando a alguien, se reciba
una recompensa—.
En el caso de Mitra, intentamos enviar una delegación de la AMP, que
hubiera sido dirigida por Guy Briole, que tenía experiencia como jefe del
Servicio de Psiquiatría del Hospital Militar de Val-de-Grâce. Retrocedimos
por la intervención del ministro de Relaciones Exteriores, que nos dijo que
Francia no podría proteger a esa delegación en caso de ser detenida en Irán.
Yo mismo, personalmente, hice una fuerte presión sobre las autoridades
sanitarias que querían ingresar a Mitra como psicótica. Me puse en contacto
con el psiquiatra que debía evaluarla. Tuve la suerte de que él había oído
hablar de mí y tuvo en cuenta mi palabra, y tuvimos un intercambio de
opiniones sobre el supuesto síntoma de Mitra. Ese intercambio se detuvo,
pero tuvo su peso. Y lo que tuvo peso fue la presencia constante de los
alumnos de Mitra, que permanecieron fieles e hicieron las gestiones
pertinentes en el servicio de salud. Finalmente fue liberada. Fue un gran día
para mí porque sentía una preocupación personal y constante sobre esa
liberación. A partir de cierta fecha pude escribirme con Mitra por internet, y
debo decir que admiré su coraje. Creo que en algún momento se recopilaron
esos intercambios para ser publicados.2 Inspiraron a un cineasta que quiso
hacer una obra de arte; le parecieron bastante románticos.
Con Rachid Benslama fue rápido, pero ya habíamos establecido un canal
de comunicación con el presidente Béji Caïd Essebsi, pasando por personas
muy próximas a él. Se reveló útil porque fue liberada muy rápido.
Creo que podemos decir que, si miramos ese pasado que usted evoca en su
pregunta, tratamos esta cuestión con seriedad y con una cierta eficacia. En ese
momento, por supuesto, tuvimos que hacer gestiones con ministerios,
ministros, con sus gabinetes, con políticos. Era político en ese sentido, pero
no considero que fuera una acción política porque no teníamos que tomar
partido sobre el régimen sirio o iraní, sobre la cuestión de los derechos del
hombre..., todo eso estaba fuera de nuestro campo de acción.
Diré que antes de esto, en Francia tuvo lugar la cuestión de la enmienda
Accoyer, en la que se trataba, por una parte, de una defensa de la profesión
del psicoanalista, porque la enmienda Accoyer al código de salud quería
definir de manera nueva al psicoterapeuta, las condiciones del ejercicio de la
psicoterapia; no del psicoanálisis, sino de la psicoterapia, cuya definición es
muy flou. Y, en segundo lugar, pasaba directamente por el gobierno y los
ministros en juego, en particular por el de Salud. Aquí quisiera rendir
homenaje a Alain Juppé, que, aunque no estaba en el gobierno, ejercía una
suerte de magisterio moral y aceptó recibirme sin nunca habernos conocido.
Esto lo diferencia de cierto político de izquierdas, al que no conocía
personalmente, pero del que mi hermano Gérard Miller había estado cerca e
incluso defendido en prensa en varias ocasiones; rehusó recibirme y me
remitió a un grupo de viejos senadores socialistas, muy simpáticos, pero que
no tenían nada con lo que ayudarme. A Alain Juppé pude acceder por un
colega de Burdeos, Jean Pierre Klotz, a su vez vecino de François-Xavier
Bordeaux, que había sido adversario socialista de Alain Juppé. Su amigo
intercedió para solicitar una cita con Alain Juppé, que me la dio en cuatro
días. Tomé el avión, vi al señor Juppé, le expliqué de qué se trataba, me
escuchó y comprendió, y me abrió el camino a un ministro en ejercicio,
Renaud Dutreil, que se ocupaba de las profesiones liberales y, como Juppé y
yo mismo, es un antiguo normalista, lo que queda como una red de
archicube, como se dice. Renaud Dutreil me recibió. Recuerdo que lo hizo
cálidamente, y durante dos horas hablamos de Ernest Renan, de su política,
de la Escuela Normal, y fue un placer suplementario que el edificio de su
ministerio hubiera servido a Stendhal como modelo para describir el de La
Mole en Rojo y negro. Estuve a mis anchas.
También rindo homenaje a alguien que actuó muy discretamente, pero que
fue muy útil, el abogado François Sureau, que me dio consejos como amigo,
consejos muy útiles, a lo que agrego, también, que es un novelista de gran
mérito. A continuación conocí al ministro de Salud que reemplazó a aquel
que protegía al señor Accoyer; en fin..., protegía... Era aquel que iba codo a
codo con el señor Accoyer en este asunto. Conocí al señor Philippe Douste-
Blazy, que ha ayudado al Campo Freudiano y es quien le dio a la ECF el
reconocimiento de utilidad pública. También conocí al ministro siguiente,
Xavier Bertrand; creo que él mismo me llamó cuando asumió sus funciones
diciéndome que Philippe Douste-Blazy le había dicho que, en asuntos que
conciernan a los psi, la primera persona a ver es Jacques-Alain Miller. Y
luego, la señora Bachelot, a quien llegué acompañado por Carla Bruni. Es
decir, allí comenzó una relación continuada con los servicios, el Ministerio de
Salud, lo que podía contribuir a asegurar una cierta paz a los psicoanalistas de
todas las tendencias en el ejercicio de su profesión.
Es bastante sorprendente que la mayoría de los nombres son de derechas.
De la izquierda, solamente un senador socialista al que acudí se interesó por
la cuestión, pero no tenía demasiado poder. Sintiendo que los hombres
políticos de derechas eran mucho más receptivos, se atuvo a que conociera a
François Hollande, secretario del Partido Socialista. Pasé una hora en
compañía de François Hollande; hice una reseña escrita de ese encuentro,
donde solo mencioné, por discreción, lo que yo mismo dije; no hablé de lo
que él pudo decirme ni lo haré ahora.
También está la cuestión del autismo, que no es nueva. Fue abordada como
un problema porque numerosas asociaciones de padres de autistas querían
que los psicoanalistas no formaran parte del tratamiento del autista, e incluso
había un odio hacia los psicoanalistas activado por oficinas que no ubico
bien. Sobre esta cuestión me mantuve en segundo plano. Fue la ECF la que
estuvo en primer plano, así como respecto del «incidente Fasquelle», que
lleva el nombre de ese diputado de derechas que quiso que el Parlamento
hiciera una declaración según la cual el psicoanálisis no podía ocuparse del
tratamiento del autismo. Fracasó, y fue Christiane Alberti, presidenta de la
ECF, la que llevó adelante la batalla, así como también Lilia Mahjoub, quien
se encontró con el secretario del Partido Socialista, el señor Cambadélis,
junto con Éric Laurent. Gracias a ese contacto, el señor Cambadélis vendrá
mañana, 18 de abril, al Foro anti-Le Pen.
He sido muy exhaustivo, y me sirve a mí mismo para recapitular esta
historia, con sus matices, sus lados azarosos, como la forma en que Carla
Bruni entró en el juego: una vez leí una entrevista en la revista Elle donde
decía todo lo que le debía al psicoanálisis. Llamé a la directora de Elle por
intermedio de mi sobrina, que trabaja en Elle desde hace años junto al
escritorio de la directora, que, por otra parte, es la compañera de Olivier
Guisbert, de Le Point, a quien conozco, y se prestó a hacer de intermediaria
con Carla Bruni, a la que llamé por teléfono. Me encontré a una persona muy
inteligente, espiritual, que comprendía todo rápidamente, y deseosa de ayudar
al psicoanálisis.
En eso hay una buena parte de contingencia, como en la mayoría de los
encuentros que he podido tener. Pero se dibuja un paisaje donde vemos que
todo un sector político acoge bien al psicoanálisis, y los psicoanalistas adoran
hacer de víctimas, de perseguidos, lo que me parece completamente
fantasmático por su parte.
Hay dificultades con los conductistas; hemos perdido la universidad en
provecho de los psicólogos no clínicos... Muy bien, pero tenemos posiciones
muy fuertes. Basta escuchar los gritos de nuestros adversarios para darnos
cuenta de que estamos lejos de ser los vencidos.
Pero hoy es muy diferente. Hoy comenzamos una acción —la iniciamos el
1 de marzo, lo he revisado— que apunta a tener una incidencia directa en
todo el proceso electoral de Francia. El proceso electoral es el que distribuye
el poder.
Si usted me hubiera preguntado hace dos meses: «¿Usted considera
interesante intervenir en el proceso electoral en Francia?». Le hubiera
contestado: «¡Nunca en la vida!, no tenemos nada que hacer ahí». Esto hace
dos meses. No me resultaba evidente el peligro Marine Le Pen, y, en todo
caso, pensaba que no éramos nosotros los que teníamos que responder en
cuanto psicoanalistas. Y bien, hubo mi instante de ver. Elegí como título del
Blog de Campagne, del nuevo, L’instant de voir, porque tuve mi instante de
ver.
En el curso de una sesión de análisis de una colega que deseó hacer un
tramo de análisis, una colega con una gran experiencia y un gran saber, que
es judía, la escuché esa mañana, un lunes, explicarme tranquilamente todas
las medidas que estaba tomando para trasladar el dinero que tenía en el banco
a la filial en Bélgica y su intención de vender su apartamento familiar en
Francia; se veía ya instalada en Bruselas para continuar ejerciendo el
psicoanálisis. Quedé pasmado. Por varias razones. No veía la situación tan
negra.
Por otro lado, yo hubiera tenido el reflejo de pasar a la clandestinidad, si
puedo decirlo. Mi padre fue médico en la clandestinidad, y, en caso de
necesidad, tengo la idea de que hay que desaparecer en medio de la nada,
ponerse en una tienda de campaña, y luego disparar el tiro cuando se dé la
oportunidad. Me impactó mucho porque vi lo que es una identidad, la del
pueblo judío, el judío errante. Y en efecto, hay algo. Si se toca una cierta
fibra en ciertos judíos, encontramos ese personaje eterno, indestructible, de
judío perseguido que solo está aquí de paso, que es como el conejo que
vemos muerto de miedo, que oye un ruido y ya está listo para huir. Es como
si hubiera estado en contacto con esa historia judía en ese instante. Eso me
emocionó y me pregunté si lo podía dejar pasar pensando que era alarmista,
que era una persona emotiva... Podemos decir que, en efecto, es una persona
emotiva; en efecto, es una persona alarmista; pero también había otra cosa. Y
entonces empezó mi tiempo para comprender según la lógica que conocemos.
Al día siguiente recibí a una colega también de gran experiencia y saber,
que no es judía, pero que nació en Argentina y vino a Francia, creo que puedo
decir su nombre, Esthela Solano. Me habló del malestar y la decepción que
sentía con relación a los franceses de una manera que me conmovió.
Colocaba a Francia en un lugar muy elevado desde siempre, la Francia de las
Luces, como usted mismo en su pregunta. Ella se preguntaba qué había
pasado en Francia para que asistiéramos a ese ascenso de Marine Le Pen. Y
después hubo dos pacientes que escuché durante la semana. La semana
siguiente mucha gente en análisis hablaba de Marine Le Pen. Eso fue justo
antes de que cristalizase. Eso en relación con los pacientes.
Mi momento de concluir, de concluir que había que combatir, fue el
miércoles 1 de marzo en una cena programada entre Carole Dewambrechies-
La Sagna y yo, es decir, entre los dos responsables del Foro psi. Organizamos
en el momento del affaire Accoyer una quincena de foros. Ambos estábamos
muy entrenados, y entre los temas de conversación, en un momento le dije:
«Tuve una experiencia la semana pasada que me marcó». Le conté mi
instante de ver, y le dije: «Tengo la impresión de que no va a parar y que será
necesario hacer un foro. Usted puede esquivar eso, porque sé el tiempo que
requiere y que uno da el dedo meñique y después le toman toda la mano». Y
Carole me dijo, después de reflexionar: «Creo que vamos a tener que
hacerlo». Y le dije: «Si lo hacemos, ¿en qué momento?». No sería antes de la
primera vuelta, porque todo el mundo tendrá candidatos diferentes, sino entre
las dos vueltas, cuando todo el mundo tendría que estar de acuerdo en votar
por el adversario de Marine Le Pen. En ese momento miramos el calendario,
y Carole señaló que en el fin de semana central de ese período se realizarían
las jornadas de la NLS, y que su amiga Lilia le había dicho que había muchos
inscritos, setecientos. Entonces pensamos que no podíamos hacerlo el sábado,
en medio de las jornadas, pero podía hacerse el viernes después de la
Asamblea General de la NLS, y así tendríamos fácilmente un público de
setecientas personas sin tener que fatigarnos corriendo detrás...
Entonces convinimos que Carole debería llamar a la Maison de la Chimie
para saber si había una sala libre a partir de la tarde, para no interferir en la
asamblea de la NLS, y que llamaría por teléfono a Lilia para coordinarse y
asegurarse de no perturbar la organización de las jornadas. Al día siguiente,
Carole reservó la sala para el 28 de abril y Lilia dio su acuerdo. Al día
siguiente se lo dije a Christiane Alberti, la presidenta de la ECF, que se
mostró muy receptiva y obtuvo el acuerdo unánime del Consejo de la Escuela
en los dos días siguientes. Al mismo tiempo, Carole, secretaria general de la
UFORCA (Unión para la Formación Clínica Analítica), que engloba las
dieciocho secciones clínicas en Francia y Bélgica francófona, obtuvo el
acuerdo unánime del Consejo de la UFORCA. Representaba mucho, porque
el 1 de marzo era una idea muy frágil, y el 3 de marzo los dos consejos
enteros, responsables de instituciones, se entusiasmaron. Eso repercutió en
mí, y me dije que verdaderamente había que hacerlo.
Ahí fue cuestión de una llamada; puse a Christiane Alberti en contacto con
Jacques Sedat, secretario del Grupo de Contacto, que son todos los grupos
que se movilizaron en el momento del affaire Accoyer, cuya principal
movilización consistió en decir que no querían unirse a la ECF. Debo decir
que no lloramos lágrimas de sangre, tampoco nosotros, y los ayudamos a
encontrarse entre ellos. Lo maravilloso es que es un grupo que, aunque
totalmente informal, tiene a representantes de la IPA junto a pequeños grupos
lacanianos que desde que dejaron la ECF fueron recibidos con los brazos
abiertos. Es un sistema del que Lacan escribió que le concernía. Cualquiera
de sus alumnos que renegaba de él era inmediatamente recibido con los
brazos abiertos en el otro lado, lo que se decía era una partida de ping-pong
de su formación con la ECF; pueden difamarla tanto como quieran; desde que
nos deja, es la persona más maravillosa del mundo.
Polemizo, pero verdaderamente no tengo ningún enojo, es solo diversión.
De todo ello guardo una muy buena relación con Jacques Sedat, que es una
persona muy cultivada y muy agradable en la conversación; y no queremos
aproximarnos a ese Grupo de Contacto si no quieren tener contacto conmigo.
Me dirigí a Christiane Alberti, quien redactó la convocatoria escuchando los
consejos que se le dieron, y luego reunió treinta y dos firmas de
psicoanalistas y alrededor de la mitad de la Escuela de la Causa. La otra
mitad no está. Yo no firmé para que no se piense que controlo esta cuestión.
Así comenzaron las cosas. Tal vez pueda aprovechar para decir algo del
primer texto que escribí, que respondió al de mi hermano, Gérard. Él redactó
un texto que llamaba a votar a Mélenchon. Está en su derecho, pero era lo
contrario de lo que estábamos tratando de construir. Lo que queríamos
construir era una intervención autónoma del psicoanálisis en el campo
político. Por supuesto, como ciudadanos podemos votar por un candidato u
otro, pero no es bajo la bandera de un candidato que queríamos caminar.
Queremos caminar bajo la bandera del psicoanálisis y conservar nuestra
autonomía en el campo político. Es un camino diferente del que, siendo muy
legítimo también, consiste en, a título individual, aliarse a una candidatura.
Entonces intervine para decir que no era mi posición. ¿Lo dije de la mejor
manera? No. Mélenchon mostró luego, lo reconozco gustosamente, una
elevación de espíritu y seriedad que no había notado por entonces; por el
contrario, lo escuché en la repetición de una emisión de Laurent Rouquier,
donde actuaba como un presidente que iba a hacer esto y aquello, en la que
fue aplaudido a lo loco por sus partidarios, pero yo no aprecié ese sueño
diurno. Debo decir que me gustó su discurso en Châteauroux, mi ciudad
natal, donde dio un discurso sobre la sanidad que me pareció notable. Y luego
tenemos un punto en común: a los dos nos gusta Robespierre, cuestión de la
que él habla libremente. Si he podido herir a los amigos de Mélenchon o a mi
hermano con esta respuesta, lo lamento, y considero que hemos pasado
página.
Así pues, es un asunto francés, pero evidentemente es un asunto
psicoanalítico, porque es en cuanto psicoanalistas que entramos en el campo
político. Entonces, es normal que informáramos a nuestros colegas del
extranjero y les pidiéramos su apoyo, que obtuvimos ampliamente.
Aprovecho el canal Radio Lacan para agradecer a los colegas de otras
escuelas y países su interés por nuestra situación aquí.

SEGUNDA PREGUNTA

El mundo gira hacia la derecha, incluso hacia la extrema derecha. Marx


desaparece, Freud es atacado. Lo que asciende es la religión y el mundo será
de las mujeres. Lacan indicaba esto. El país de las Luces, Francia, ¿lo puede
evitar?

RESPUESTA DE JACQUES-ALAIN MILLER

Esta es la única pregunta que me parece de bajo nivel, mal formulada,


superficial, al margen; la única. Usted dice que el mundo gira hacia la
extrema derecha. Hacia la extrema derecha... ¿De qué mundo hablamos? Lo
que usted dice concierne a Europa y, supongo, a Estados Unidos. En Europa
se trata de un paisaje muy contrastado. En los Países Bajos se temía una
victoria del homólogo de Marine Le Pen, y no ocurrió. En Bélgica, el partido
flamenco de extrema derecha marca el paso; no digo que esté resuelto.
Incluso en Hungría, Viktor Orbán no llega a sus objetivos; hay fuerzas de
resistencia que parecen considerables. La idea de que todo eso pasa a la
extrema derecha me parece excesiva; hay que mirar en detalle. Es verdad que
las noticias que nos llegan sobre Polonia son desagradables, pero también allí
hay resistencias.
En relación con el Reino Unido, no podemos decir que el brexit sea un giro
a la derecha. La derecha gobierna actualmente con un partido conservador, y
no sabemos dónde vive ahora el Partido Laborista. En todo caso, su
representante, el señor Corbyn, era hostil a Europa y secretamente favorable
al brexit. No podemos decir que gire a la derecha; gira a cierto tipo de
laborismo. La situación es compleja de entender, no he profundizado en ella,
pero constato que el señor Corbyn no representa la unanimidad de su partido
y que fue derrotado en los sondeos para su próxima elección. En todo caso,
con relación a Europa, rechazo la idea de que gire hacia la extrema derecha.
Esperemos, no nos precipitemos, se trata de un período en el que parecería
ciertamente que hubiera un deslizamiento en ese sentido, pero hay una vuelta
del péndulo. Esperemos una política un poco más duradera antes de hacer un
diagnóstico en ese sentido.
En relación con Estados Unidos, Trump es un fenómeno sui generis. He
seguido toda su campaña, todas las primarias... Como soy impaciente, lo
miraba a la hora en que ocurría en Estados Unidos, a las cuatro de la mañana
en Francia, y me pareció apasionante. Me pareció apasionante leer muchos
artículos sobre Trump y el efecto que les produce a los estadounidenses,
cómo aguanta... No diría que es un testimonio de que Estados Unidos gira
hacia la extrema derecha, en absoluto. Si miramos la política extranjera,
vemos que se le imponen obligaciones. Anunció una política de alianza con
Rusia, y no pudo; tomó a un amigo de Putin como ministro de Asuntos
Exteriores, y a pesar de todo se le impusieron obligaciones que hicieron que
no pudiera acercarse a Rusia así sin más.
En política hay niveles a respetar. Se dice que los programas no se
respetan, se dice que los políticos no respetan sus promesas... ¡Por supuesto!
Las promesas en política se hacen para no cumplirse, porque se interpone lo
que el querido Jean-Paul Sartre llamaba lo «práctico inerte» —¡adoro esta
expresión!—, que obstaculiza que se cumplan las promesas. Si usted le dice a
una chica: «Te prometo que me casaré contigo», también existe el «práctico
inerte»; hay que demostrar que no intervendrá; depende de usted, depende de
ella..., hay factores como los padres, los accidentes de coche..., pero es
limitado. Podemos decir que la promesa tiene un porcentaje de posibilidad de
realizarse más elevado. Pero cuando se trata de la política, el «práctico
inerte» es enorme; entre la promesa y la realización, se tienen que poner de
acuerdo centenares de miles de personas; el factor de incertidumbre es
gigantesco. Entonces, decididamente, las promesas en el plano político no se
hacen para cumplirlas. No existen para eso, sino para mostrar el Wunsch del
político: «Esto es lo que quisiera si pudiera», y si como por azar eso llega a
enlazar con lo real, ¡aleluya! ¿Cuándo se vio esto?
Tome a De Gaulle; lo vi cuando tenía catorce años, vi a alguien que sabía
lo que era la realidad de la política. En lo que respecta a promesas, prometió
que Argelia seguiría siendo francesa, pero, en todo caso, especialmente los
franceses de Argelia, no podemos decir que cumpliese esa promesa. Es tan
válido que todo el mundo dijo que no lo había hecho. Todo el mundo
constató que no lo hizo. Tenía valor de Wunsch: «¡Ah, qué hermoso sería que
Argelia siguiera siendo francesa!». El Wunsch no es la Wirklichkeit, es lo
contrario. De manera general, en política la declaración de intención no es
más que eso, el enunciado de su Wunsch. Usted dice: «¡Qué hermoso sería
que fuera así! ¡Qué hermoso sería que Francia encontrara su soberanía
dejando Europa, dejando el euro, siendo próspera, blanca, y que sus iglesias
volvieran a tener la afluencia de los fieles, y que...». ¡Bueno, está muy bien,
pero hay que ser idiota para confundir el Wunsch y la Wirklichkeit! ¿Marine
Le Pen va a llenar las iglesias? ¿Es la maldad de los musulmanes o la maldad
de los socialistas lo que vació las iglesias?
¿Ve usted lo que quiero decir? Le pregunto porque esta oposición entre
Wunsch y Wirklichkeit me gusta, y la acabo de inventar. Me parece muy
robusta.
Trump, con relación a Japón, empezó a decir que no iban a pagar más para
protegerlo ni para tener bases en ese país; que serían ellos quienes tuvieran
que ocuparse de lograr su propia bomba atómica. Pero entonces el primer
ministro japonés se precipitó a ir a Washington, se dieron la mano, y van a
seguir protegiéndolos.
China dice desde hace cien años que no hay ninguna razón para reconocer a
Taiwán. ¿Qué son esas historias con Kissinger de negociaciones para que
hubiera dos Chinas? Y después, ¿qué ocurrió? Continuó la política de una
sola China. En el nivel más superficial, uno toma el Wunsch y lo dice como si
fuera a realizarse... Pero en absoluto..., tal vez se realizará, pero tendrá que
pasar por muchas mediaciones; no hay que confundir lo que se sueña y lo
duro [dando unos golpes sobre la mesa de madera].
Está Turquía, de acuerdo, Erdogan, en quien francamente no creía mucho.
Había una tradición turca creada genialmente por Atatürk, que hizo el
equivalente de Beijing en Turquía: «¡Muestren sus oropeles!», «¡Vístanse a la
occidental!»; promovió el laicismo, etc. Fue un giro total con respecto al
Imperio otomano. Fue un hombre que marcó la historia. Me encanta ese
momento —tengo libros al respecto—, porque se siente que un hombre puede
obtener eso. Un hombre que suscita transferencia puede obtener eso. Es la
transferencia es la misma lógica, y siempre he admirado que eso se sostenga.
Desde el momento en que un partido islámico llegó al poder, que dijo que iba
a respetar todo, etc., para mí estaba cocinado. Más bien me sorprendió que
eso durara tanto tiempo, porque había posiciones de fuerza muy importantes
adquiridas por los laicos, y tuvieron que esperar años, pero el día en que los
partidos laicos perdieron el poder, yo no esperaba otra cosa. O quizás un
contragolpe de Estado, un golpe de Estado contra el gobierno islámico, de
acuerdo. Pero si no hubiera un golpe de Estado, es lo que hemos visto, lo
vemos con retraso, hay fuerzas de resistencia del Estado laico, pero no hay
nada sorprendente ahí. Y, además, podemos decir finalmente que es
conforme a la historia otomana, la cual nunca se caracterizó por un
liberalismo extremo, un Estado de derecho, etc. El río encuentra su lecho.
Dicho esto, jamás he estado en Turquía. Todas estas informaciones las tengo
por Le Monde, The New York Times y The Washington post. No tengo una
biblioteca; tengo varios libros sobre Atatürk porque fue un momento
apasionante. Pero no soy un experto, lo digo a partir de lo que he
reflexionado sobre la situación. Tampoco podemos decir que es la extrema
derecha es otro tipo de fenómeno el que se produce.
Así, usted ve por qué critiqué la pregunta.
«Marx desaparece». ¡Esa es la mejor! Marx desaparece, no cesa de
desaparecer, pero me parece que resiste bastante bien. Dejaron caer el
marxismo superficial, Marx fue separado de lo que se llamaba el socialismo
real. En efecto, existía el Estado soviético. En Francia, las ediciones del
Partido Comunista están en la rue Racine, cerca del Odéon, que editaba las
obras de Marx, pero no por eso la gente las leía más. Cuando Althusser
empezó a leer un poquito a Marx, no fue posible porque la gente hacía mucho
que no leía a Marx. Marx también había desaparecido. No creo que Marx
desaparezca, es un autor de gran mérito, muy divertido como autor polémico.
Cada vez que escucho al señor Onfray aburriendo con Proudhon, no puedo
dejar de pensar en la astucia de Marx, que respondió al libro de Proudhon
Filosofía de la miseria con Miseria de la filosofía, un libro verdaderamente
divertido. Y no va a decir que Proudhon esté de moda porque M. Onfray lo
promueve. La única existencia práctica política de Proudhon era el Círculo
Proudhon, que era un círculo maurrasiano, en todo caso de extrema derecha.
Proudhon mismo era un antisemita rabioso. El Wunsch del señor Onfray sería
una Francia poblada de pequeños Onfray, que serían pequeños
emprendedores que tuvieran pequeñas universidades, viñas, etc. Sería un
mundo monstruoso, porque un Onfray está bien, pero un millón de Onfray no
podrían entenderse, no habría lo suficiente para proveer esa producción.
Es como la historia de Marcel Aymé. ¿Conoce a Marcel Aymé? Un autor
francés no muy recomendable desde el punto de vista político, pero muy buen
escritor, que escribió una novela que se llama Les sabines, que va sobre una
mujer que comienza a multiplicarse, y los ejemplares comienzan a
multiplicarse. Sería un mundo de Onfray como Les sabines de Marcel Aymé.
«Freud es atacado». ¡Ah, eso es genial! Lleva siendo atacado desde el
primer día en que publicó algo, y justamente se fortificó con todos esos
ataques. Veo que Marco Mauas está entre las personas que hicieron las
preguntas. Recibí esta mañana un mail de Marco Mauas en el que me explica
que está en correspondencia con Noam Chomsky y que le pasó a Noam
Chomsky un artículo de The Guardian que es la revancha de Freud, y que
Freud se sostiene. ¿Qué es esta historia de «Freud es atacado»? Mientras se lo
ataque está vivo. Es lo mismo que con Lacan.
Voy a hablar en el Diario éxtimo de un librito que me gusta mucho. Tal vez
conozca al autor porque es de lengua portuguesa, Eça de Queiroz. A Rose-
Marie, que está aquí, también le gustó. Eça de Queiroz dice que se entristece
porque en un momento sucede que la Revolución francesa empieza a
volverse un acontecimiento histórico que ya no apasiona. Lo dice de forma
muy bella. Ya lo he escrito para mi Diario éxtimo. Dice exactamente: «La
Revolución francesa fue abandonada sin defensa contra la boca devoradora
del tiempo». Y bien, Freud no quedó abandonado sin defensa contra la boca
devoradora del tiempo porque nosotros también estamos ahí. Contamos algo
para que Freud, el pensamiento de Freud, esté siempre vivo; y en tanto vivo
es atacado, y estamos aquí para defenderlo. Lo mismo que con Lacan. Dejen
de lloriquear con que Freud es atacado. Es lo mejor. El presidente Mao
Zedong decía muy acertadamente: «Ser atacado por el enemigo es una buena
y no una cosa mala». Parece algo sencillo, pero vemos lo que es no tener en
cuenta este principio; lo vemos en su pregunta.
Usted me pregunta sobre el ascenso de la religión. De acuerdo, Lacan habló
del triunfo de la religión, no vamos a epilogar. Es el precio a pagar por la
matematización del mundo. La matematización del mundo lo vacía de
sentido, y dialécticamente hay un llamado a la gran reserva de sentido que es
la religión... Para avanzar rápido: no solo es el desencantamiento del mundo,
que sería un fenómeno de la modernidad a partir del siglo XVI. Antes había lo
que Foucault describe en un capítulo de Las palabras y las cosas; en el siglo
XVI no había leyes científicas, se creía en las posibilidades de trasmutación,
de mutaciones, de posibilidades alquimistas que luego se extinguieron. Hay
que ser heideggeriano aquí. Desde que existe la matemática, el sentido sale
del mundo y es reatrapado por la poesía, por la religión. Lo veo así. Es un
fenómeno antropológico, no de historia reciente.
Pero no dejamos de redescubrirlo como la uniformización del mundo. Se
dice: «Estamos americanizados». ¿Qué dice Eça de Queiroz en 1880? Dice
que todos los países del mundo, que todo el mundo quiere tener el estilo
parisino. Entonces nadie se ocupaba de otra cosa más que de saber qué dice
Gambetta esta mañana, etc. Es el afrancesamiento del mundo en 1880. Y
ahora es la americanización del mundo, y mañana será la «sinización» del
mundo. Eso pertenece a la especie humana y se repite indefinidamente
tomando formas diferentes. Siempre parece que el declive es de ahora, pero
no, el declive empezó con Adán y Eva. Se inició con Adán y Eva, ¿por qué lo
digo? El Señor dijo: «Parirás con dolor». Antes, Eva creía que iba a parir con
placer, alegría, bailando..., y enseguida le metieron el dolor. Después existió
la epidural, y eso paró un poco la maldición divina; la ciencia obstaculiza a
Dios.
Apurémonos porque ya es la una menos veinte y tengo que terminar de
escribir mi Éxtimo. Si no tenemos tiempo de terminar hoy, paramos y ya
volverán.
Ahora las mujeres. Hay una palabra muy bonita que escribe el traductor de
Eça de Queiroz, las feminations. En cierto sentido, Lacan dijo que el no todo
prevalece sobre el todo, así como Mao dijo: «El viento del este prevalece
sobre el viento del oeste».
Me gusta Zemmour en este sentido. En el fondo, él comprendió algo; él
echa de menos el sistema patriarcal. Tiene razón, es uno de los orígenes de la
modernidad. Toma las cosas en su base; en ese sentido es radical, querría el
regreso del pater familias. Él puede decir que no, pero aisló que el nudo es la
renuncia al patriarcado. En su libro El suicidio francés expone eso. Es tan
divertido que no quise pasar mucho tiempo con el libro y se lo di a un colega
brasileño, Romildo, cuando vino a París, y le dije: «Lea esto para no tener
que leerlo yo en detalle». Es un libro muy interesante, lo leo siempre con
mucho interés, se pueden decir muchas cosas desde el punto de vista moral,
etc. Todos los jueves leo Le Figaro porque aparece su crítica de libros, y cada
vez hay una idea original y aprendo algo. Y leo también el artículo que está
debajo, de Charles Jaigu, que entrevista a alguien y extrae efectos muy
instructivos. Zemmour tiene razón: hemos salido del patriarcado y eso tiene
una serie de consecuencias.
Pero ¿desde cuándo hemos salido del patriarcado? Ya Balzac explica que la
promoción de las finanzas y la Revolución francesa hicieron que la imagen
paterna se deteriorara. Lo dice en el prefacio de La Rabouilleuse. Zemmour
piensa que eso empieza el día que se abandona no sé qué ley en Francia
durante la V República, pero no es así. Ya Balzac lo dice, e incluso empieza
antes. ¿Y cuándo comienzan las feminations de los hombres? Defiendo la
tesis de que comienza a partir del momento en que hubo armas de fuego.
Antes hacían falta hombres robustos que llevaran las armaduras. A partir del
momento en que se inventaron las armas de fuego, que se inventaron primero
en China; en Europa las tuvieron a partir del siglo XVI. ¡Qué digo siglo XVI!
¡Antes! Las primeras armas de fuego en Europa son del siglo XIII. A finales
de la Edad Media las armaduras eran enormes, todo el cuerpo iba cubierto de
metal. Justo en ese momento comienzan, como los chinos, a saber utilizar las
armas de fuego, y entonces las armaduras ya no sirven para nada.
Ahora ya es la tecnología la que conduce el mundo, no es la derecha o la
izquierda. Es la tecnología, es decir, la ciencia aplicada. Y nosotros estamos
suspendidos de la contingencia de los descubrimientos en ciencia aplicada.
No sabemos lo que va a producirse. Como habrá robots que van a saber hacer
cada vez más cosas, tendremos una crisis en el mercado laboral. Y no
estamos sometidos al decreto del buen Dios y a sus arrebatos, ni al complot
del neoliberalismo, como dice el querido Chomsky, un soñador que piensa
eso. Estamos sometidos a la contingencia de los descubrimientos de la
ciencia aplicada. Para lo mejor y para lo peor.
Judith Miller sufre una enfermedad para la cual no hay medicamentos. Un
día habrá, lo sabemos, una píldora que podrá tomar y que hará que lo que ella
vive como una prueba deje de existir. Eso no va a depender del color pálido
de Marine Le Pen o de las sonrisas del señor Macron, ni tampoco de los
berridos de Mélenchon. Depende de un tipo en su laboratorio que va a
pasarse la vida haciendo discurso científico. Y no sabemos cuándo va a
ocurrir, del mismo modo que Fleming no supo que iba a descubrir la
penicilina. Porque ocurrió cuando dejó su ventana abierta y..., eso es la
contingencia. He evocado algo que no esperaba evocar. Es verdad, Judith
tuvo un gran lugar en el Campo Freudiano, y ella hubiera querido sostenerlo;
la tengo al corriente de lo que puedo tenerla al corriente, pero ya no puede
sostener lo que sostenía para todo el mundo.
Esto llega lejos, la tesis evidente es que la ciencia aplicada conduce el
mundo y que lo conduce sin saber adónde, porque la ciencia aplicada no es
un sujeto supuesto saber, nadie sabe cuándo ocurrirá el encuentro. Conduce el
mundo y no sabemos adónde. La mejor prueba es que hubo armaduras, y tras
las armaduras llegaron las primeras armas de fuego, progresivamente —no
conozco el detalle, no pensé esta mañana que iba a responderle esto—. Las
armaduras se vuelven cada vez más refinadas, armaduras de exhibición,
manieristas. La capital de las armaduras es Milán, donde hacen cosas
elegantes. La armadura, que antes era un valor de uso, se vuelve semblante y
cada vez más feminizada. Es la armadura del dandi. Hoy, adelanto esta tesis,
me dije: «Voy a releer el diálogo de las armaduras de André Breton». Nunca
entendí qué quería decir este diálogo de las armaduras al que Lacan hace
alusión, de una armadura que habla a otra. Podríamos inventar que el diálogo
de las armaduras de André Breton tiene que ver con lo que le cuento.
Usted habla de Francia, país de las Luces. ¡Piedad, piedad! Francia también
es el país de las anti-Luces. Cuando hubo la Revolución francesa,
inmediatamente se hizo escuchar el más magnífico discurso reaccionario anti-
Luces en lengua francesa, el de Joseph de Maistre, que había leído
apasionadamente a Voltaire y a Rousseau, a Diderot y a Montesquieu.
Muestra que todo eso es la ruina de Francia, que todo eso lleva a la
Revolución francesa, y que hay que renunciar a eso. Francia es más fuerte de
lo que usted cree. Usted hace un elogio hablando de la Francia de las Luces.
Francia es la Francia de las Luces y de las anti-Luces. ¿Qué le queda? Le
queda hacer lo que dice Eça de Queiroz, adoptar el estilo parisino y
preguntarse cada mañana lo que ha dicho Gambetta. Por otro lado, en el
Campo Freudiano se preguntan lo que yo digo, lo cual es demasiado. [Ríe.]
Conocen la tesis de Sternhell, el historiador israelí, sobre las anti-Luces.
Hay historias discutibles sobre los franceses, acerca de que Francia está
inmunizada contra el fascismo. Eso no lo sostuvo nunca Racine, y él muestra
que no es tan verdadero. Pero no voy a entrar en esto.
En todo caso, Francia también ha sido el laboratorio de ideas fascistas.
Los franceses sirvieron de punto de llegada para la literatura. Cuando uno
es reconocido en Francia, eso se transmite al mundo. Se vio con Joyce, por
ejemplo. Ulises se imprimió en París en inglés, si no me equivoco, en la
época en que Lacan se cruzó con Joyce a los quince años.
En un momento usted pregunta qué pasa en Francia. Ocurre algo muy
simple que los lacanianos pueden comprender más rápido que los demás: que
hasta hace muy poco la llegada al poder del FN era del registro de lo
imposible, se demostraba imposible, cosa que no cesaba de no escribirse. Y
luego llegó un momento en el que no dijeron que fuera a ser elegida, en
absoluto, pero en el que eso cesó de no escribirse. Si no me equivoco, vimos
que eso podía cesar de no escribirse. Vimos la contingencia posible, es decir,
la gente de derechas, con Macron al frente, que no lo va a votar, y mucha
gente de izquierdas, que tampoco. Fillon, su rival, al que hay gente de
izquierdas que no lo quiere votar. Ayer una expaciente me dijo lo siguiente:
«No comprendo lo que usted hace; si Fillon fuera el opositor de Le Pen,
jamás lo votaría». Muy bien. Con la contingencia y bellos sentimientos como
este, tenemos la convicción de que vamos derechito a eso. Nadie lo habrá
querido, nadie lo habrá visto venir y nadie suponía saberlo; es contingente.
¿Qué es lo que Lacan pone en el registro de la contingencia? El amor. Lo
dice en «Televisión», el amor es del registro del encuentro, ocurre. Usted
llega cinco minutos antes o después y se cruza con la chica que quería, la que
va a ser el deseo de su vida, o de su semana —depende del encuentro—. No
está programado, no hay sujeto supuesto saber, aunque hay gente que piense
que sí. Carole me contaba en la cena en su casa que había un señor y una
dama que se cruzaron una vez y se gustaron, y, por azar, tres días después
fueron invitados a la misma cena. Carole dijo que era casualidad, pero la
dama dijo debérselo al cielo, porque es creyente y pensó que el buen Dios
había velado para que ocurriera. Pero normalmente no está programado.
Con Marine Le Pen es lo mismo, nadie lo sabe antes, no podemos
deducirlo, pero bruscamente vemos que puede haber un cruce de líneas que
hace que sí porque... hará sol, lloverá, la gente se habrá levantado con el pie
derecho o izquierdo, fueron o no a votar, estaban más a la derecha o a la
izquierda, etc. Un revoltijo, y nos encontramos con esa chica en el Eliseo.
Nada seguro, nada demostrado. Pero hubo un instante de ver que el muro de
lo imposible se había derrumbado y que ahora estamos en el dominio de la
contingencia. No sabemos qué va a pasar. Hay cuatro que obtienen más o
menos los mismos números en los sondeos.
Antes estábamos en una situación electoral estructurada. Hemos llegado a
una situación electoral desestructurada, pero la contingencia es una estructura
que pasó a la estructura de la contingencia. Y cuando se está en la estructura
de la contingencia, entonces cualquier cosa puede ocurrir. Estamos ahí, y se
dio un paso enorme; que el muro de lo imposible se ha desplomado y estamos
en el registro de la contingencia tratándose de la elección de la presidencia
francesa. Este es el instante de ver. El instante de ver a mi colega judía
preocupada por la situación es del registro de la historia, pero detrás está la
emergencia del registro de la contingencia en la elección presidencial. Es
decir, de la transferencia loca. No sabemos qué va a pasar, y puede suceder la
última semana. Los últimos tres días puede haber un enamoramiento
fabuloso: «Conozco a esta chica desde siempre y ahora encuentro que
verdaderamente es mi destino». Puede ocurrir con Marine Le Pen; ya hay un
entusiasmo por Mélenchon; hubo un entusiasmo por Macron que bajó un
poco; el señor Fillon parece remontar.
Estamos en el régimen de la contingencia, tal como Lacan nos enseñó a
leerlo. Por lo tanto, hay que luchar hasta el último momento. Y a partir de
ahora y hasta bastante más adelante, ¿qué hacemos si es elegida?, ¿qué
hacemos si no es elegida? En los dos casos hemos visto que hay que
continuar, porque no vemos un hombre político capaz de descifrar la
situación. Han demostrado que no son muy fuertes, por no decir algo peor.
De Gaulle sabía leer la cosa política; un Lenin sabía leer la cosa política. Para
mí, el respeto en política es hacia aquel cuya acción enlaza con lo real.
Terminaré con esto. Cuando yo era izquierdista, tuve una charla con el
doctor Lacan, y no olvido cómo terminó la conversación: «Si usted es
izquierdista, sea Lenin». Eso quiere decir: sea serio, sea capaz de enlazar con
lo real. No como Chomsky, que comentará hasta el fin de sus días con su
tono blando los acontecimientos, teniendo entre sus manos capacidad para
actuar sobre la situación. Ese tipo que tiene una notoriedad mundial, que
tiene un partido, ¿es capaz de reunir a diez personas para actuar? Es un
comentador. No hablo de los filósofos franceses de la emancipación que
pasan el tiempo en universidades estadounidenses y renunciaron desde hace
tiempo a la práctica y a la acción en el campo político.
Me parece que no estaba preparado para esto, pero lo que reunió como
fuerza material la Asociación Mundial de Psicoanálisis tiene su peso en el
psicoanálisis, y hoy nos vemos forzados a constatar que no tenemos más a
Maquiavelo, a Mazzarino; que no tenemos a Bolívar. Para hablar de la
izquierda francesa pensé en hablar del relato de Borges sobre Bolívar, que es
tan bello.3 Tenemos que actuar en Francia, es necesario; quizás en otros
lugares. No espero menos que escuchar la opinión de los colegas sobre eso.
20

EL DIARIO ÉXTIMO. DUODÉCIMA


ENTREGA1

Sábado de Pascua, dormir hasta tarde. Holgazaneo en la cama mientras leo el


diario que sale de Marc Lambron. Está escrito en un francés que te rompe la
cabeza, es totalmente inútil, las últimas noticias de hace veinte años sobre el
microcosmos del microcosmos, tengo que admitir que me encanta eso. Estoy
por el voto útil y por la literatura inútil.
¿Es grave, doctor? ¿Es una contradicción mental fatal? Lo que me
tranquiliza es que hay un famoso guerrillero, ciudadano que conozco, que
desde la adolescencia es un fan de Drieu.
Lo inútil es útil por su propia inutilidad. El lujo, necesidad vital. Etc. Este
es el nivel hypokhâgneux de la cuestión. Vayamos un poco más lejos. La idea
totalitaria es que todo debe servir a la causa. Entonces, que todo es medio en
relación con un fin planteado como absoluto. El fin es la excepción que
confirma que todo el resto no es sino un medio. Esta es la matriz de dominio,
según Lacan, cuyo poder elevaré para pensar los impasses y aporías de la
solución totalitaria aportada al problema del lazo social.
A las 11 h, entrevista telefónica con Maria sobre el Foro 18. Nuestro gran
programa está colapsado. La tercera parte de los efectivos se dispersó. Pero el
centro del dispositivo se mantiene, «The Center holds». Sería muy diferente
si hiciera falta decir que «The Center cannot hold». Un trago de Kipling: «Si
puedes ver destruida la obra de tu vida / Y sin decir palabra ponerte a
reconstruirla...». Y aquí estamos de nuevo, con el espíritu de los siete
enanitos: «Silbando mientras trabajamos».
Hicieron falta tres horas para pensar el programa y repensarlo. Prefiero la
segunda versión a la primera. Sin embargo, en mi opinión, la mayor apuesta
del foro como happening será lograr que nuestros oradores cumplan con los
diez minutos previstos.
Vuelvo a las comodidades de este estado de la pereza superior, de lo que es
generalmente el cuidado del alma. Sábado, domingo y lunes sin nada que
hacer, salvo las devociones al Significante, como cada uno prefiera, es genial.

EÇA DE QUEIROZ

Acomodando la biblioteca abarrotada en nuestra cocina, me encuentro con las


Cartas de París de Eça de Queiroz; me habían gustado tanto que me prometí
leer toda la obra. ¿Quién me dio a conocer este nombre? No fue Natalie
Georges-Lambrichs, aunque el libro fue publicado en la colección que dirigía
su prima Colette en las Éditions de la Difference. Debió de ser mi querido
Jorge Forbes. Se las di a leer a Rose-Marie para hablar de ellas.
Nació en 1845. A partir de 1872 comenzó la carrera consular y nunca
regresó a Portugal salvo de visita o de veraneo. Sus cartas van de 1880 a
1897. Fueron escritas para periódicos portugueses o brasileños.
¿Soy nacionalista sin saberlo? Confieso que me siento halagado o
reconfortado cuando leo: «Pero en poco tiempo no habrá ruina ni monumento
digno de viajes, cada ciudad, cada nación se esfuerza en aniquilar su
originalidad tradicional, tanto en sus formas como en sus edificios, tanto en
las reglas de la policía como en los escaparates de las joyerías, para alcanzar
el estilo parisino». La carta está fechada el 6 de junio 1880.
Un mes antes, el 8 de mayo, murió Flaubert. EDQ le rinde un emotivo
homenaje. Me gusta cómo identifica en pocas líneas la ambición de La
educación sentimental: «Pintar la debilidad de los personajes
contemporáneos suavizados por el romanticismo, y explicar por la
afeminación de las almas todas las inestabilidades de nuestra vida social, la
desorganización del mundo moral, la indiferencia y el egoísmo de la vida, la
decadencia de la clase media, la dificultad para gobernar la democracia...».
El 23 de mayo fue el aniversario de la semana sangrienta de la Comuna de
París. E. de Queiroz recuerda las «represalias demenciales» de los Versalles,
su práctica del «exterminio a la antigua», «la hecatombe de la plebe», «aquel
san Bartolomé conservador», que le recuerda las masacres ordenadas por el
rey de Dahomey en honor del ídolo Gri-Gri, o aquella de los cartaginenses
para apaciguar al «negro y brillante Moloch» (¡«Salambó»!).
El gobierno de Grévy «consiguió que ese día la masa comunista se quedara
en casa para llorar a sus muertos en el silencio de las alcobas». Cuando
alguien se arriesgara a manifestarse de esa manera, «la policía le demostraría
a golpe de garrote que la República es un gobierno fuerte y contundente...».
Me gustaría citar todo. El espíritu cáustico del periodista portugués apunta
sobre todo aquello que se mueve. No se salvan los herederos de los
partidarios de la Comuna. «¿Qué van a hacer en Père-Lachaise, con las
coronas de inmortales en la mano, estos rebeldes, estos exaltados, que, en
principio, aborrecen la religión y sus ceremonias?». La muerte no debería ser
para ellos «otra cosa que una banal transformación de la sustancia».
Puntuación muy lacaniana: ustedes creen no creer, ustedes creen de todos
modos, sin saberlo.
¡Y sobre la policía! «Lo más extraño de todo es la influencia del rojo en la
moral de la policía, como entre nosotros [en Portugal] sobre el temperamento
de los toros». Entendemos que una bandera roja ondeando al viento «pueda
irritar la bilis de una policía bien organizada; pero ¿dónde está el crimen de
una pobre corona de inmortales teñida de rojo? Ya que, como lo explicó muy
claramente Andrieux, el prefecto de policía, ¡lo que ofendió a la República y
a la orden fue la impudicia de ese color escarlata!».
Andrieux, Andrieux, prefecto de policía..., pero el padre oculto de Aragon
se llamaba Andrieux, ¡y era prefecto de policía! ¿Es el mismo? ¡Sí!
Wikipedia consultada responde que Louis Andrieux fue prefecto de policía
desde el 4 de marzo de 1879 hasta el 16 de julio de 1881. Fue el futuro padre
de Louis Aragon.
Está aún esa frase sobre los vencidos de la Comuna: «Ellos han devenido
hoy ciudadanos formidables, no ya armados del fusil revolucionario, sino de
una papeleta de voto legal, y en lugar de armar las barricadas en las calles,
son los diputados socialistas en las elecciones».
Todo esto está en la primera de las Cartas. Les dejo descubrir en las otras
el paralelo establecido entre Guillermo II y Moisés; los escándalos de la
Revista de dos mundos (los dos mundos en cuestión son: primero, Francia;
segundo, el resto del mundo) y los amores culpables de M. Buloz, su director;
la entrada en la lengua del vocablo interview, «horripilante»; la Revolución
francesa «permanece abandonada y sin defensa contra la boca devoradora del
tiempo»; y la carta desopilante sobre Sarah Bernhardt.
Brevemente, en materia de periodismo, le dejo Péguy a otros, yo soy de la
escuela de Eça de Queiroz.

PLEONASMO Y PLEONASMO

La revista Le Figaro anuncia esta mañana en la página 10 la aparición de un


Pequeño tratado singular de pleonasmos insospechados. Lo compraré. Pero
desde ya me opongo.
La idea de una caza de pleonasmos huele a Le Figaro de siempre:
«Desengrasar el mamut» (lo sé, lo dijo un ministro socialista, es como si),
caza al despilfarro, caza al gasto social, que, por definición, siempre es
demasiado —demasiado numeroso, demasiado generoso, demasiado lujoso,
superfluo, en resumen, pleonástico—.
¿Hago un juicio sobre las intenciones de Le Figaro? ¡Desde luego! No
tengo ninguna razón para adjudicar a Le Figaro otras intenciones que las que
conocemos y reivindica: enderezar Francia mediante las bellas y buenas
sangrías del señor Purgon, con lavativas emolientes de apoyo. ¿Qué es una
sangría sino la purga de sangre pleonástica?
Por lo demás, es muy difícil determinar lo que es un pleonasmo y lo que no
lo es, ya que la lengua es naturalmente pleonástica. Hay pleonasmos y
pleonasmos.
No desarrollaré más este tema verdaderamente apasionante, ya que hago
ahora una huelga-sorpresa, y Le Figaro no tiene nada que ver con eso (véase
más abajo).

¡TODA LA GOMA!

Adquirí el número 46 de Grands Dossiers des Sciences Humaines,


publicación trimestral que cubre los meses de marzo, abril y mayo de 2017.
Anuncia en la portada: «Los GRANDES PENSADORES del LENGUAJE». Y bien,
falta al menos uno, y que podría muy bien «no haber nacido».
Un nombre borrado, un nombre promocionado. Doy a conocer a la opinión
ilustrada que el nombre con goma, coordinador del dosier en cuestión en el
que toda mención de Machin Chose está proscrita, se llama:

NICOLAS JOURNET

Lector, retén este nombre. Nicolas JOURNET. Llegará lejos.

LACAN BESA BESSON

Jueves por la mañana, veo en la estantería de una biblioteca de La Règle du


jeu un catálogo de Gallimard. Lo tomo, y me llama la atención el título:
Sarkozy à Sainte-Hélène. «Maria, ¿puedo quedármelo?». «Lo siento, es el
ejemplar que me dedicó Patrick Besson. Puedo conseguirle uno». «Nooo, lo
compraré».
Es una pequeña recopilación de cuentos. Busco el relato del título, caigo
sobre otro: «Nabilla burla a Lacan». Se trata de un diálogo: Nabilla está en
sesión con Lacan. Intercambian una pequeña charla. Lacan le muestra El
origen del mundo. Él le pide que le pague. Nabilla también, ya que ha
escuchado a Lacan que se masturbaba detrás de ella. Lacan le entrega los
quinientos euros solicitados.
¡Pero cuánta nulidad! Son irreconocibles, el uno y la otra. No reconocemos
al hombre en su consulta, hombre misterio, ni tampoco a la otra. Esa tipa
simuladora de nalgas esponjosas, lo opuesto a una lisa sin tetas, alzando su
carita y su sexo para hacérselo enjabonar urbi et orbi. Vale la pena exhibirlos,
a la mujerzuela grandota y al maestro psi, para hacerlos declamar un guion
tan cursi.
Dicho esto, es el peor de los cuentos de la recopilación. Los otros son
mucho mejores. Algunos están muy bien. Besson es desigual, tiene días
flojos (lo leí en Le Point).
El pensamiento de Lacan perfora a Besson, está claro. Después de haber
leído el texto de mi querida Deborah, me arriesgaría a la hipótesis siguiente.
«Nabilla burla a Lacan» debería interpretarse sobre el modelo de Tristán e
Isolda. A saber: la verdadera pareja amorosa estaría fundada sobre la
atracción que experimentaría Lacan por Besson; Nabilla sería la intrusa. El
tema venal estaría allí para significar que, en verdad, la estrella de
telerrealidad no le gusta a Lacan más que Lacan a él. Así, el personaje clave
de la historia sería Besson Patrick, invisible en el enunciado porque está
oculto en el nivel de la enunciación, en el rol de autor. Toda la novela sería,
de hecho, un fantasma masturbatorio de Besson, actividad negada, luego
desplazada sobre el personaje de Lacan.
Muchos trazos propios de la obra imaginativa, abundante y fantasiosa de
Patrick Besson se esclarecen si se considera que se trata de fragmentos
neomasturbatorios de sueños diurnos.

BOURDIN Y MACRON

Es domingo de Pascua. Me despierto a las 8:30 para ver a Macron interviewé


(palabra horrible) por Bourdin. ¿Cuál de los dos es la estrella? Hay dos
estrellas. «Butch Cassidy and the Sundance Kid». Aún no despierto del todo,
pienso en esta película. Es porque los dos, Bourdin y Macron, hacen pareja.
Los dos son bellos. El más viejo, «Paul Newman», es más punzante; el más
joven, «Robert Redford», tiene rasgos más finos, pero más insípidos. French
Pride: la política francesa alinea hombres tan seductores como las estrellas de
Hollywood, lo que los estadounidenses no consiguen más que de vez en
cuando: John Kennedy, Ronald Reagan...
Bourdin busca a Macron en su lado Alcibíades de Plutarco, seductor
siempre de acuerdo con el interlocutor, cualquiera que sea.
Macron responde... ¡Nooooo! ¡Faltó la respuesta adecuada! Habría que
retomar este dicho de san Pablo a los Corintios que me gusta tanto: «Hice de
todo para todos, a fin de salvar a unos pocos». En su lugar, Macron se
presenta como «El hombre del no». Poco creíble.
Escucho lo que sigue con oído cada vez más distraído mientras hojeo el
último libro aparecido sobre Lamennais, de Aimé Richardt, cuando de
repente las cosas se ponen tensas en la pantalla de mi Mac. Es cuestión de
«sentido común» [Sens commun].
Macron no se las arregla bien en este tema de jugar a lo Alcibíades. Dice:
«Es la emanación política de La manif pour tous. Son personas que no están a
gusto en la sociedad contemporánea: quieren reducir los derechos de los otros
y están persuadidos de que los medios mienten, que los jueces no son
imparciales, etc.».
«¿Es el retorno de las ligas?», pregunta Bourdin. Macron responde que,
como había subrayado Alain Juppé, François Fillon claramente había
decidido despertar fuerzas peligrosas para la República. Macron señala:
«François Fillon ataca el corazón de la democracia».
El fin de la entrevista es insignificante. Retengo que el poeta preferido de
Macron es René Char.

SENS COMMUN («SENTIDO COMÚN»)

De 11:00 a 13:00 h: he sido entrevistado por Radio Lacan, representada en París


por Patrick Almeida, un joven analista-analizante de origen brasileño. Las
preguntas, que son diez, fueron preparadas por psicoanalistas de la
Asociación Mundial de Buenos Aires, Salvador de Bahía, París y Tel Aviv.
En dos horas respondí a las dos primeras.2 Hemos acordado con Almeida
continuar el lunes próximo después de la primera ronda.
Me sorprende haber dicho tan poco sobre Sens commun en este Diario,
cuando he estado siguiendo las aventuras de este grupo desde el comienzo y
con creciente admiración. Es verdad que sé muy poco de él, y que la prensa
parece estar en la oscuridad.
¿Qué leí? ¿Qué escuché decir? Que se formó un grupo a partir de los
«Vigilantes» de La manif pour tous (solo Macron dice: «Manifestación»).
Que quería llevar los ideales de dicha MPT al combate político. Que después
de haber recorrido los partidos políticos de derecha y de centro, no optaron
por el partido más próximo a su sensibilidad, a saber, el de Christine Boutin,
sino por la UMP, que se convirtió en Los Republicanos. Que habían seducido
sucesivamente a Jean-François Copé y después a Nicolas Sarkozy, quien
había dado un empujón al aparato del partido.
Que, en las primarias de la derecha y el centro, habían elegido apoyar a
François Fillon, rezagado en los sondeos, y que este debía su victoria a la
movilización de sus nueve mil miembros. Que ellos habían sido de una
lealtad perfecta con la posición de Fillon durante el episodio «Abandonos,
negaciones, traiciones» que soportó el candidato a la presidencia. Que es
incluso a ellos a quienes les debía el haber llenado la plaza del Trocadero. Y
que incluso siempre contó con ellos para recuperar su desventaja y ganar su
lugar en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
Leo esta mañana en el Huffington Post:
Sens commun forma parte de los hombres y mujeres que están orgullosos de su país, que están
arraigados a sus tradiciones, por las que siento un gran respeto. La manera que tienen parte de los
opinadores y las élites políticas de clasificar a los franceses y de desacreditar a algunos es
insoportable, según dijo el ex primer ministro en el programa Forum Radio J difundido este
domingo. Y para responder «por qué no» a la pregunta sobre el nombramiento de ciertos miembros
en su equipo ministerial.

Habiendo rastreado de memoria esta trayectoria impecable, se incrementa aún


más mi asombro. ¿Qué manos seguras han guiado a estos jóvenes empujados
por esta vía a la vez digna y triunfal? Hay tal perfección en la concepción de
los diseños, así como en su ejecución, que presiento que la partida de ajedrez
fue jugada por un gran maestro, un italiano, sin duda. No es injuriar a la
portavoz y musa de Sens commun, Madeleine de Jessey, pensar que una
joven mujer de veintisiete años, incluso «normalista» (promoción L 2009; yo
soy L 1962) y ahora adjunta en Letras Clásicas y doctoranda, no estuvo sola
al concebir, como Zeus a Atenea, esta bella criatura político-religiosa que
lleva el casto nombre de Sens commun. ¿Quién es el mentor de Madeleine de
Jessey? ¿Quién es el Vautrin de este Lucien de Rubempré femenino? ¿Nos lo
dirá, Madeleine? Me permito llamarla por su nombre, puede hacer lo mismo
si acepta responderme, nosotros somos archicubes,3 después de todo.

MADELEINE DE JESSEY

Soy seguidor de Madeleine de Jessey en Twitter. Desgraciadamente, ella


publica muy poco, como Sens commun, o quizá mi Twitter está mal
programado.
Navego por la prensa en la red después de haber interrogado a Google
sobre M. de J. Obtengo incluso alguna información. Rescato la mayor parte
de lo que acabo de cosechar.
Primero su foto, que pongo al inicio de esta entrega del Diario.4 «A ella le
gusta Anouilh et Giraudoux», dice el periódico. ¡Madeleine es girauduciana!
¡Sí! Recuerdo el divertido texto de Sartre sobre Giraudoux y «La elección de
los elegidos», donde evoca lo que se llama el mundo de Aristóteles.
«Situación I» nunca está lejos de mi mesa, encuentro la página sin dificultad.
«¿No fue Aristóteles el primer lógico —y lógico del concepto y mago por
lógico—? (Lacan, que adoraba el Aristóteles lógico y no tenía ninguna
simpatía por la magia, ni por Sartre, por otro lado, se retuerce en su tumba.)
¿No es con él que encontramos este mundo limpio, finito, jerarquizado,
racional hasta la médula? ¿No es con él que se considera el conocimiento
como contemplación y clasificación?». Qué relación con Madeleine de
Jessey, me dirán ustedes. ¡Ah! Presiento que tiene algo que ver con el mundo
de Sens commun. Veremos en breve si me equivoco.
Está también Anouilh. Hay mucho que decir sobre esta elección, pero paso.
Tengo que ir al foro de esta noche, pues, aunque yo no hable, no queda bien
que llegue tarde.
Madeleine escribe teatro entre sus horas de clases, y ha imaginado una
comedia musical, Don y misterio, para las Jornadas Mundiales de la Juventud
en Río.
Le apasionan los vínculos entre la Biblia y la literatura. El registro de la
tesis indica que ingresó su proyecto con el profesor Dominique Millet-
Gérard, con el nombre de Madeleine Bazin de Jessey. Titulado: Esta mujer
era muy bella... Reflexiones y destellos de Betsabé en la literatura y en las
artes. La tesis está en curso en París 4, en el marco de la Escuela Doctoral
Literaturas Francesas [sic] y Comparada (París) desde el 22 de julio de 2014.
Una hermosa joven presentando «una bella tesis» sobre el tema: «Esta
mujer era muy bella...». Hay un efecto vertiginoso de «puesta en abismo»
completamente montado por Madeleine. ¡Qué naturaleza tan rica!
También una currante que se compromete en cuerpo y alma: «Mientras mis
amigos iban a la discoteca, yo me encerraba en mi habitación a trabajar. Para
descubrir la «verdadera vida», estuve seis meses en misión humanitaria en
Jerusalén con las Hijas de la Caridad».
Un amigo militante le encuentra un parecido con Nathalie Kosciusko-
Morizet, el «lado roots de los Vigilantes extra»; «Ella es frágil, menuda, pero
determinada... Se podría haber quedado al abrigo de un think tank de
normalistas, pero vino a participar en las vigilias, textos en mano».
En el pasaje de los «Vigilantes» de La manif pour tous en Sens commun,
encontramos esto: «Después de haber sido uno de los rostros mediáticos de
los Vigilantes, ella se aventura en política. Junto a cuatro activistas, mayores,
más establecidos, lanza este jueves Sens commun, una asociación que quiere
insuflar el espíritu de La manif pour tous en el seno de la derecha
parlamentaria. Cansados de ver que el movimiento se desvanece, los secuaces
decidieron romper con el exhibido «apolitismo» de las manifestaciones para
unirse a la UMP, que, por su parte, mira con avidez la “generación LMPT”».5
«Jean-François Copé nos dijo: «Os abro las puertas, pero no vengáis a
escupir en la UMP»».6 En una columna publicada en Boulevard Voltaire,
Madeleine de Jessey explica: «Nos toca a nosotros demostrar [a los
responsables de la UMP] que la etiqueta más vendible es la nuestra. Si la
UMP es oportunista, ¡seamos su mejor oportunidad! No se trata de dejarse
recuperar, sino de recuperar lo que debería pertenecernos en primer lugar».
¡Sorprendente! ¡Verdaderamente notable! Es un «Esto es mío». Pensamos
en Tartufo o en el Segundo discurso de Jean-Jacques. O más bien en «El gato
con botas» en su versión original: «Buena gente que cosecháis, si no decís
que todo este prado que estáis segando pertenece al marqués de Carabás, os
haré picadillo». Sus amigos de la Normal Superior son melenchonistas, pero
ella continúa comiendo con ellos. Un Vigilante que la encuentra un mediodía
en la ENS se asombra: «Yo esperaba verla rodeada de faldas plegadas y de
pantalones beis, y la encontré conversando con una chica de la Liga
Antifascista». Sin embargo, las cosas fueron más complicadas con sus
amigos homosexuales: «Se sintieron heridos por mi enfoque, no lo
entendieron».
Wikipedia reenvía al Diccionario de las familias francesas antiguas o
notables en Gallica, y específicamente al ítem «Bazin et Bazin de Jessey».
Parece que «la familia Bazin de Jessey es una antigua familia de la alta
burguesía de Dinan. Jules Bazin, nacido en esta ciudad en 1818, pidió
permiso para unir a su apellido el nombre “de Jessey”, por el que ya se lo
conocía. La familia entregó a Dinan y a Saint-Malo un linaje de navieros,
banqueros y eclesiásticos a lo largo del siglo XIX».
¡Ah, pero esto es muy significativo! Si mis recuerdos de khâgne son
correctos, cerca de Dinan está Chesnaie, donde los hermanos Lamennais
trabajaron con la idea de fortalecer la monarquía y reformar la Iglesia. Me
llamó la atención una vez la anécdota de dos hermanos trabajando juntos en
AMDG,7 Félicité-Lamennais era el más joven.
Son las 18:15 h. El foro comienza a las 19:00 h. Me ducho, me visto y me
voy. Haré las correcciones desde la tribuna. Más en el próximo número.
Un especial sobre Lamennais, ¿por qué no?
21

FORO 18 EN LA MUTUALITÉ CONTRA


LE PEN Y EL PARTIDO DEL ODIO1

Los sondeos ponen a Marine Le Pen a la cabeza de las elecciones


presidenciales (por primera vez). Ella es la única candidata cuya presencia se
da como segura en la segunda ronda.
El Frente Nacional, considerándose «desdemonizado», está a las puertas
del poder.
Los psicoanalistas Christiane Alberti, Carole Dewambrechies-La Sagna y
Jacques-Alain Miller, junto con Bernard-Henri Lévy y la revista La Règle du
jeu, tomaron la iniciativa de convocar, a cinco días de la primera vuelta de las
elecciones presidenciales, un foro anti-Le Pen, el 18 de abril en la Mutualité.
Políticos, intelectuales y artistas fueron invitados a tomar la palabra durante
diez minutos cada uno, en solitario, desde las siete de la tarde hasta la una de
la madrugada, non-stop. Se trata de desafiar la desdemonización del FN y
llamar al voto contra Le Pen en todos los casos, en las dos vueltas de las
elecciones presidenciales.
El Foro 18 en la Mutualité, así como el que le sucederá el 28 de abril en la
Maison de la Chimie, forman parte de la Serie de Conversaciones Anti-Le
Pen (SCALP) lanzada por la Escuela de la Causa Freudiana, asociación
psicoanalítica declarada de utilidad pública, siguiendo la convocatoria de los
psicoanalistas del 13 de marzo. Tendrán lugar, en total, diecisiete foros entre
el 29 de marzo (Choisy-le-Roi) y el 3 de mayo (Lyon) en toda Francia.
El combate continuará más allá de las elecciones presidenciales y
parlamentarias. De hecho, decidí poner en marcha la red L’Instant de voir,
cuyo propósito es sostener y desarrollar las alianzas establecidas en los foros.
L’Instant de voir se presenta como la «réplica republicana» al surgimiento del
grupo ultramontano Sens commun.
22

EL DIARIO ÉXTIMO.
DECIMOTERCERA ENTREGA1
JUEVES, 20 DE ABRIL

EDITORIAL

El Foro 18 merece ser contado y comentado, escrutar sus mínimos detalles.


Se hará. En Lacan Quotidien, en La Règle du jeu, en el blog L’Instant de
voir. Aquí sigo devanando mi pequeño carrete de hilo.
Recibí hace tres días de mi amigo François un texto que no podía ser más
oportuno y que publico al final de este número. La contribución que me envió
Catherine Meut lo complementa perfectamente.
Descubrí en el foro una Sylvia Rose desconocida: no solo la joven
voluntaria cuya vocación de médico se decidió muy temprano, sino una
ciudadana, diría, auténtica. Tengo ganas de tenerla a mi lado. «Pero ¿para
hacer qué, abuelo? No tengo tiempo». «¿Tienes tiempo de leer este Diario?».
«Eso, sí». «Entonces, ¡lector!». «¿En qué consiste eso?». «En leer y decirme
lo que te gustó más y lo que menos».

¿UN MUY BUEN ALUMNO?

Un texto de JPK a las 09:52 me señala que la revista Charles número 21 tiene
un artículo sobre Madeleine de Jessey. Una hora más tarde tengo la revista.
Encuentro ahí una entrevista con Copé. Veo todo lo que nos acerca. Estará en
el Foro 28, me dijo que sí apenas lo telefoneé. Veo también todo lo que nos
separa.
Copé pone en el mismo plano al Frente de izquierda y al FN. ¿No se da
cuenta de que esa declaración imbécil elimina todo valor a su discurso anti-
FN? ¿De Gaulle, según él, puso en el mismo plano la Colaboración y el
Partido Comunista? Gaullistas y cocos han cogestionado Francia durante
décadas, para lo mejor y para lo peor, echando a los collabos a las cloacas,
para hablar como FOG. La desaparición del gaullismo, el hundimiento del
comunismo, nos ofrecen un bello «retorno de lo reprimido». Ahora es el
asalto de los muertos vivientes contra la República.
«¿En nombre de qué seríamos más indulgentes con un extremismo que con
otro?», pregunta Copé.
Te diré: «En nombre de que uno es la peste negra indemonizable, y el otro,
un osito de azúcar». Mélenchon es un político burgués puro azúcar que sabe,
como también sabían Guy Mollet y Mitterrand, que se gana a la izquierda con
una línea «más a la izquierda imposible». Y después, se gobierna mal. El
«pueblo de izquierdas» está queriendo ser engañado (gerundio latino).
Reivindica el derecho a soñar. Hace años que el socialismo no es más que el
opio del pueblo. «La hipótesis comunista» del señor Badiou, según la cual los
fracasos del socialismo real no invalidan eso que representa la esperanza
comunista, quiere decir: «Baja un poco la lámpara y pásame mi pipa. Porque
no nos tienen que echar del paraíso que Lenin, Stalin y Mao construyeron
para nosotros». Los cerebritos que conocen la historia de las matemáticas
habrán reconocido aquí la parodia de una frase célebre de Hilbert, 1925 (el
nombre de Cantor reemplaza al de los tres líderes comunistas).
Copé participó en La manif pour tous, no se arrepiente. Está por el
matrimonio homosexual, pero en contra de la adopción. Pero no quiere
reabrir ese debate. Como sea, Copé está en el fango. Un esfuerzo más para
agarrarte a las ramas y serás tragado por arenas movedizas.
Se le pregunta si todavía cree en sus posibilidades de ser presidente de la
República. Responde con el descaro que le conocemos: «Uno de los
profesores de Bonaparte le dijo a Brienne: «Es un muy buen alumno, llegará
lejos si las circunstancias le son favorables». Hacen falta las circunstancias».
Sí, Jean-François, tienes razón, pero también hace falta ser un muy buen
alumno.
Telón.

JESSEY... NADA

Madeleine de Jessey, ella es una muy buena alumna. De la Escuela Normal,


adjunta en Letras Clásicas, oído. Sin embargo, dice JAM, en política es débil,
nula.
Dice ella: «Hay una «ostracización» del término conservador por la
izquierda que lleva a la derecha a querer mostrarse siempre más progresista
que la izquierda misma». Nula. Cero. Primero, ¿de dónde saca usted, señora,
esta «ostracización», que parece dicho en patagón lo que se llama
ostracismo? Si usted «se reivindica conservadora», empiece por respetar la
lengua.
La derecha tiene las mejores razones del mundo para decir que es más
progresista que la izquierda. En la medida en que la derecha represente en el
llamado plano político la lógica del discurso capitalista, es, en efecto, el
partido del futuro y de la revolución permanente, hostil por estructura a lo
adquirido, destinado a la destrucción creativa de Schumpeter. El más puro
espíritu capitalista es el espíritu que siempre niega —niega lo dado, lo
«práctico inerte» que decía el querido Sartre—, es el espíritu revolucionario
por excelencia, que es mefistofélico.
Señora, ¿usted se reivindica conservadora? Bien, pues empiece por
distinguir quién es su adversario y quién no lo es. No es la izquierda. La
izquierda es conservadora.
La izquierda es conservadora mucho más, mucho mejor, mucho más
vigorosamente que usted. Ella defiende los derechos adquiridos en todos
lados, todo el tiempo. Se opone al cierre de las fábricas no rentables. Dice no
a los «despidos laborales». Últimamente ha repintado su conservadurismo
con los colores más frescos de la ecología. Se ha acurrucado detrás del
llamado «principio de precaución», una especie de «ley de los sospechosos»
contra toda innovación. Quisiera que la ciencia aplicada cesara sus infernales
escrituras, que dejara de producir las cosas que desmantelan sin piedad las
condiciones de existencia de los seres humanos, les saquen sus domingos, día
del Señor o día de la petanca, y su trabajo, que pronto ya no tendrán que
ganar con el sudor de su frente y con los sufrimientos que les eran tan
queridos. No, las mujeres no paren más con dolor desde que la impía epidural
las condujo a desafiar la maldición divina.
Es con vestimenta del caballero de Eon que os presentaré a vuestro
adversario, que ahora descubriré, Madam-the-would be Conservative («la que
sería conservadora»). Madeleine, un esfuerzo más para ser digna de la gran
Margaret. Via, resti servita, madama brillante, madama conservatrice!
El enemigo jurado de vuestro reivindicado conservadurismo os lo enseñará
un famoso judío antisemita que hizo un poco de ruido en este mundo.

TODO LO QUE FUE SAGRADO ESTÁ PROFANADO, POR KARL MARX


La burguesía ha desempeñado en la historia un rol eminentemente
revolucionario.
Dondequiera que conquistara el poder, pisoteaba las relaciones feudales,
patriarcales e idílicas. Todos los lazos complejos y variados que unían al
hombre feudal a sus «superiores naturales», los rompió sin piedad para no
dejar subsistir ningún otro lazo entre hombre y hombre, salvo el frío interés,
las duras exigencias del «pago al contado». Ahogó los temblores sagrados del
éxtasis religioso, del entusiasmo caballeresco, del sentimentalismo
pequeñoburgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Hizo de la dignidad
personal un simple valor de cambio; ha sustituido numerosas libertades, tan
caramente conseguidas, por la única e implacable libertad de comercio. En
una palabra, en el lugar de la explotación que enmascaraban las ilusiones
religiosas y políticas, impuso una explotación abierta, desvergonzada, directa,
brutal.
La burguesía despojó de su halo todas las actividades que hasta entonces
habían sido consideradas con santo respeto. Al médico, al jurista, al cura, al
poeta, al sabio, los ha hecho empleados asalariados.
La burguesía desgarró el velo de sentimentalismo que recubría las
relaciones familiares y las redujo a simples relaciones de dinero.
La burguesía reveló cómo la brutal demostración de fuerza en la Edad
Media, tan admirada por la reacción, encontró su complemento natural en la
pereza más inmunda. Fue la primera en mostrar de lo que es capaz la
actividad humana. Creó otras maravillas, como las pirámides de Egipto, los
acueductos romanos, las catedrales góticas; llevó a buen término
expediciones como las invasiones y las cruzadas.
La burguesía no puede existir sin revolucionar constantemente los
instrumentos de producción, lo que quiere decir las relaciones de producción,
o sea, el conjunto de las relaciones sociales. El mantenimiento sin cambio del
antiguo modo de producción era, por el contrario, para todas las clases
industriales anteriores, la condición primera de su existencia. Este cambio
continuo de la producción, la constante sacudida de todo el sistema social,
esta agitación y esta inseguridad perpetua distinguió la época burguesa de
todas las precedentes.
Todas las relaciones sociales, congeladas y cubiertas de herrumbre, con su
cortejo de concepciones e ideas antiguas y venerables, se disuelven; aquellos
que las reemplazan envejecen antes de poderse osificar. Todo lo que tenía
solidez y permanencia se esfuma, todo lo que era sagrado es profanado y los
hombres finalmente se ven obligados a considerar sus condiciones de vida y
sus relaciones recíprocas con ojos desilusionados.
En colaboración con Friedrich Engels (1848)
GALANTERÍA

La veo despistada, querida Madeleine. Su apellido, que pudo tener mucho


que ver con su seguridad de buena alumna, Jessey, es desmentido por mi
rudeza. Usted no sabe mucho de política, ni siquiera de la historia de las
ideas. Se puede superar eso, se lo aseguro, con un poco de humildad y gusto
por estudiar, y estoy seguro de que a usted no le falta ninguna de esas dos
virtudes. Vea a su servidor. Fue izquierdista, y del grupo que ha quedado en
la memoria —Madeleine, pequeña magdalena— como lo más violento y
extremo, lo más extraviado también, lo más know nothing, la Izquierda
Proletaria. Su diario se llamaba La Cause du peuple («La Causa del pueblo»),
título que el señor Patrick Buisson no consideró como algo bajo para piratear
y así decorar su obra maestra. Ese libro, por otro lado, usted lo ha leído, lo
dice en su entrevista en la revista Charles, y lo encuentra, por supuesto,
«brillante, absolutamente fascinante». ¿Por qué «por supuesto»? Se lo diré en
un instante.
Yo me pavoneo ante usted como experto en política, castigo su ignorancia,
la atosigo. Sepa perdonarme si soy brutal. Es que la creo capaz de grandes
cosas, Madeleine de Jessey, y me impaciento al ver una inteligencia tan
hermosa, una sensibilidad tan fina ante las cosas del arte y de la religión —el
tema de su tesis lo confirma—, testimoniar que la casa de la política tiene una
estructura, golpeándose la cabeza contra las paredes, en lugar de conocer el
plano de la casa.
En el corazón del sistema capitalista, dice la nota de Wikipedia sobre
Schumpeter, se encuentra el emprendedor que realiza las innovaciones (de
productos, de procedimientos, de mercados). En el corazón de su
pensamiento conservador hay, digamos, en homenaje a Balzac, el cura de
aldea. De él no se espera que se dedique a las aventuras intermitentes de la
innovación, sino que viva en la tradición, tanto en la bella continuidad de las
tradiciones divinas como en la armonía, reequilibrada en cada época, de las
tradiciones eclesiásticas, y que, este depósito sagrado, lo haga pasar a las
generaciones por los siglos de los siglos.
Voy a tener que interrumpirme. El taxi que pedí para ir a France Culture
viene a buscarme a las 06:50 y son las 06:25. Retomaré este diálogo con
usted, Madeleine, después de la emisión. Digo «diálogo» aunque yo
monologo, porque no dudo que me leerá —sus amigos no le ahorrarán esto
—, y estas declaraciones apasionadas agitarán algo en la estudiante de
doctorado que ha elegido como título: «Esta mujer es muy bella...».
Al respecto, aún una palabra. ¿Tiene el libro que acaba de publicarse en
Honoré Champion, del Centre d’Etudes Supérieures de la Renaissance: Les
femmes et la Bible, de la fin du Moyen-Âge à l’époque moderne? («Las
mujeres y la Biblia, del fin de la Edad Media a la época moderna»). No puede
faltar en su bibliografía. En su honor lo compré ayer por la mañana.
Beso sus manos, Madeleine de Jessey, «con esta galantería de anciano que
jamás ofende a las mujeres», como dice Balzac en El cura de aldea,
precisamente.
23

EL DIARIO ÉXTIMO. DECIMOCUARTA


ENTREGA1
EDITORIAL

10:15. Regresé de la Maison de la Radio hace una hora. No es tan fácil hacer
que en un abrir y cerrar de ojos el gran público capte conceptos lacanianos
refinados y altamente operativos; pero hacerlo mientras te interrumpen, te
maltratan y te amenazan con los tribunales es como hacer malabares con
cabezas de alfiler sobre las brasas mientras te hacen cosquillas en el trasero
(en el France Cul, no decimos el agujero del culo) con una pluma de oca.
Mañana, ya estoy resignado, dirán de mí lo que dice Finky de Christine
Angot: que desprecié toda decencia, recato, conveniencia, buenos modales,
buena educación. Que arruiné el espacio neosagrado del debate democrático.
O peor, que repudié todo aticismo para satisfacer mis pulsiones asianistas.
Ferdinand, querido, cuando puedas prescindir de apenas un minuto de tu
metralleta de judíos —«escritural, señor Miller, aclare que su metralleta de
judíos es solamente escritural», precisa el profesor Goddardt, del «Céline
Recovery Center for Textual Murderers»—, tal vez yo también tenga algunas
tonterías que decir para una masacre.
Querida Madeleine, estaré con usted en cuanto haya puesto por escrito el
núcleo racional o la quintaesencia de la argumentación que intenté presentar
esta mañana.
Último punto: recibo una carta urgente de mi hermano, que coloco en la
rúbrica Amigos. Te responderé, Gérard, lo antes posible.

LA PRESIDENCIAL: 1/ EL PROCESO SIN LEY

Partamos de las modalidades aristotélicas según las redefinió Lacan:


lo necesario: no cesa de escribirse;
lo posible: cesa de escribirse;
lo imposible: no cesa de no escribirse;
lo contingente: cesa de no escribirse.
Sostengo —digamos que conjeturo— que «el discurso común» sobre la
elección se ordenó de entrada en función de la modalidad de lo imposible
antes de caer bajo el dominio de lo contingente.
Expongo las razones de mi conjetura. Desde hace mucho tiempo todas las
opiniones aceptaron, como postulado o enunciado del tipo verum index sui,
que era imposible que Marine Le Pen accediese a la función presidencial. Sin
embargo, a partir de un punto T de nnnn, que un estudio de historia inmediata
permitiría fechar con precisión, pudo constatarse que «el discurso común»
había mutado. No es que la elección de MLP deviniera segura, ni siquiera
probable, sino que simplemente cesaba de estar excluida (en términos de
Lacan, cesaba de no escribirse).
Al salir del régimen de lo imposible, el proceso electoral entró, tal como lo
prevé el esquema lacaniano de las modalidades, en el de lo contingente.
Ahora bien, en el sentido de Lacan, un mundo modal que pasa de la
imposibilidad a la contingencia es estructuralmente lawless, sin ley.
Este calificativo está tomado de las matemáticas de la escuela intuicionista,
escuela incluida en el constructivismo. Reseña en Wikipedia: «El
constructivismo es una posición frente a las matemáticas que considera que
no podemos demostrar efectivamente la existencia de objetos matemáticos
más que proporcionando una construcción de estos, una sucesión de
operaciones mentales que conduce a la evidencia de la existencia de esos
objetos».
Así (se nota que abrevio), distinguiremos dos tipos de secuencias; las
lawlike y las lawless. Las primeras pueden ser descritas exhaustivamente.
Es, por ejemplo, el caso de la sucesión de los enteros naturales, cuya
construcción puede ser objeto de una descripción completa a partir de la
constante 0 (cero), admitida como número natural, y de la función S, llamada
sucesor (que forma parte de los axiomas de Peano), según la cual, para todo
entero natural n, S(n) es un entero natural. A esto agregamos dos axiomas
más, que aseguran que S es inyectiva (es decir, una función biunívoca que
preserva el carácter distinto, discreto, del elemento) y que no hay entero
natural cuyo sucesor sea 0.
En cambio, una secuencia lawless (sin ley, o libre) no está predeterminada.
El ejemplo canónico es la secuencia de los números generados por sucesivas
tiradas de dados. En ningún instante T (tiempo) podemos saber de antemano
los valores futuros de la secuencia.
El carácter contingente, imprevisible y sin ley del proceso electoral en
curso no ha cesado de irse afirmando hasta esta noche, en la que los cuatro
candidatos están muy igualados, se encuentran en un pañuelo —como se dice
—. Y nadie sabe quién llorará en ese pañuelo. Es también por ello por lo que
esta elección es tan tensa y emocionante, a pesar del segundo rasgo que
subrayaré ahora, a saber: el fenómeno que denominaré «la promoción de los
desastrosos» a los puestos de dirección del proceso.
Como tengo que ir a otro sitio a ver el programa de esta noche en France 2,
debo interrumpir esta exposición, cuyo hilo retomaré cuando regrese a casa.
24

EL DIARIO ÉXTIMO. DECIMOQUINTA


ENTREGA1
EDITORIAL: YO VOTO A MACRON

7:15. Despertar en la evidencia: yo voto a Macron. Verum index sui. Es el


rebote de la combinatoria que intenté articular ayer por la mañana en France
Culture, a pesar de la obstrucción de un policía del lenguaje, «the National
Speech Police».
Fillon, Mélenchon, votaré por uno u otro sin vacilación si alguno de ellos
es el adversario de Le Pen en la segunda vuelta. Le encontraré méritos. No
será difícil. Por ejemplo, Fillon es elegante, Mélenchon es elocuente. O
incluso: Fillon tiene el mejor programa para enderezar Francia, dicen muchos
economistas; Mélenchon sabe cómo restablecer el crecimiento, dicen
numerosos economistas. Cierto en ambos casos. Incluso haré campaña por
ellos si se me solicita. Todo por vencer a Le Pen.
¡Atención! En la legalidad. Por supuesto. Ningún atentado, eso no. Jamás.
Sería no democrático. Y, luego, sería contraproducente. Y difícil de realizar,
además, al menos en las circunstancias presentes. Actualmente se busca
eliminar a Le Pen a través de las elecciones. Eso debería funcionar. Es tres
contra uno, o una: Fillon, Macron, Mélenchon versus Le Pen. No se puede
colar a otro candidato. El candidato Poum-Poum. No es presentable, el
camarada Poum-Poum. Es como M. Chatillon.
¿Conocen al señor Chatillon? Yo no. Es un señor del que me dicen que es
corpulento, y se encontró un tuit en el cual destaca la web del señor Alain
Soral, autodidacta iluminado que halló el secreto de la existencia en los
Protocolos de los sabios de Sion. Escuché una veintena de sus clips en la red,
sin aburrirme ni un segundo. Este hombre sabe cautivar. Es de un
antisemitismo suntuoso, diría. Distingue a los judíos comunes, que serían
inofensivos, de la «comunidad organizada» que dominaría Francia. ¿Y yo?
¿Y yo? Ignoro la comunidad que me ignora, y no soy realmente un judío en
la vida diaria: ¿qué soy, señor Soral? ¿Qué soy?
Ocurre que Chatillon hizo saber por ese medio que iría al Foro 18 para
llevar la contraria «a nuestros detractores». ¡Qué bien! pensé. Veía al señor
Chatillon invitado a hablar en la tribuna del foro durante un cuarto de hora,
yo respondiéndole en menos de la mitad y dándole aun cinco minutos de
réplica.
«¡No haga eso! —me dijo una eminencia del CRIF2 que me estaba
haciendo un electrocardiograma—. Ese hombre es basura, un nazi, uno de
verdad».
Admitámoslo. No veía por qué no debatir con un supuesto nazi que
supuestamente quería debatir. Constaté que era el único con esa opinión:
Maria, Carole, Christiane, mi hija Eve, no querían oír hablar de mis ganas de
recibir a Chatillon en la tribuna del foro. Aislado entre las personas mejor
dispuestas hacia mí, ¿qué podía hacer?
El golpe de gracia me fue dado por BHL, que se tomó su tiempo para
explicarme que no se fraterniza con el enemigo, con ese enemigo. A su modo
de ver, yo cedía. Aunque algunos años menor que yo, ha luchado mucho más
tiempo contra el FN; yo soy muy joven en este asunto, un recién nacido.
A decir verdad, contaba con Chatillon, al que creía intrépido: se presentaría
en recepción; para que no hubiera escándalo, se lo dejaría entrar; y él tomaría
la palabra en la sala con una voz que yo imaginaba estentórea. Entonces yo
me levantaría y respondería. ¡Cataplum! «Adiós, vacas, bueyes, cerdos».
Tuve que desilusionarme. No más Chatillon en la entrada que Napoleón o
gatito en mi canastilla.
El análisis me permitió iluminar los percheros de mi imaginario. Mi
experiencia del estadio del espejo fue alterada por la intrusión de un hermano
menor. Por un lado, recibí al intruso como un Miller de pleno derecho con
quien pactar. Es el resorte de mi política favorita, la del «frente unido», que
inspira, por ejemplo, el Foro 18. Correlativamente, el quantum residual de
agresividad especular que no está sublimado en el frente unido encuentra su
expresión en las ganas de duelo. A falta de confrontación con Chatillon,
recurrí al intruso original, mi hermano Gérard, con quien tuve un arrebato
imprevisto durante el foro.
Para darle a este tema su dimensión histórica, lean El duelo, una pasión
francesa, 1789-1914, el libro más bello de mi excompañero de habitación en
la Escuela Normal, Jean-Noël Jeanneney. Solo el tiempo que me apura me
impide entrar en el comentario de esta investigación tan espiritual. La obra
comienza con el famoso «golpe de Jarnac». ¿Cómo no quedarse pensativo
cuando se sabe que Mitterrand, nativo precisamente de Jarnac, no dejó de dar
su vida durante esos «golpes de Jarnac»?3
¿Cómo explicar que estuviera solo en mi opinión sobre la manera de tratar
el problema Chatillon? Debo constatar en primer lugar que mi imaginario no
está en consonancia con eso que comparten mis más próximos. Eligiendo
como héroe al personaje de Robespierre (Nota bene: el segundo nombre de
Gérard es Pierre) —no Robespierre el Sanguinario, pura invención
contrarrevolucionaria, sino Robespierre el Incorruptible—, es seguro que el
muchacho que yo era a los trece años afirmaba ya una elección original,
difícil, a contracorriente de la sensibilidad media de la época (aunque en ese
momento el Partido Comunista sentía ternura por Maximilien, concebido
como un protoLenin).
Hacia esa misma edad, sabemos cuál fue la gran figura histórica sobre la
que BHL construyó sus identificaciones ideales en la adolescencia. Confió su
nombre al final de uno de sus libros. La admisión fue inolvidable para mí,
porque ese nombre yo lo deduje de su enunciación. De hecho, concluí un
artículo que le dediqué en febrero de 2008 en Le Nouvel Âne número 8:
«Bien, es simple: él es nuestro Bossuet». Sin embargo, con qué alegría leí
algunos años después, en una de sus cartas a Houellebecq, que al joven
Bernard le gustaba aislarse en su casa de madera para recitar a Bossuet.
En otras palabras, nuestro frente unido anti-Le Pen va de Bossuet a
Robespierre. Más precisamente, La Règle du jeu, su director y su jefa de
redacción, mi querida amiga Maria de França, son el centroizquierda
socioliberal. Carole, mi hija, es una izquierdista de gobierno consternada por
la nulidad del liderazgo socialista. Christiane Alberti me parece que viene de
una izquierda marxista «revisada», como llamábamos a la izquierda proletaria
dejada en la arena por la caída comunista. Según mi modo de ver, son todos
moderados. Yo me reconozco como un extremista nato.
Entre los althusserianos del pasado, yo era el extremista entre los
moderados. Balibar, al que admiraba, no podía evitar un sentimiento de
desconfianza hacia mí. Yo veía claro que no me consideraba como una
apuesta segura. ¿Cómo quitarle la razón? Luego se demostró. Balibar,
Duroux, Macherey, Rancière, Villégier, ninguno de ellos, según lo que sé,
«hizo» Mayo del 68. Badiou lo hizo, pero como miembro del PSU. Milner lo
hizo como yo, conmigo, respondiendo al llamado que le hice de reunirnos en
Besançon, donde yo era adjunto en Filosofía.
Dejo de lado el penoso caso del grupo prochino, del que Althusser era el
titiritero oculto.
De hecho, cuando me apasioné por Lacan, que Althusser me había pedido
leer y descifrar, arrastré conmigo a Milner y a Regnault, y a Grosrichard. Los
cuatro formamos el Consejo de Dirección de los famosos Cahiers pour
l’analyse; Judith actuaba entre bastidores. Duroux mostró su simpatía. Los
otros no sabían si iba en serio.
Althusser empezó decidiendo consagrar un seminario de un año a Lacan,
que continuaría en la rue d’Ulm a partir de enero de 1964, su seminario en
Saint-Anne. Me di cuenta de que notó que mi libido se había despegado de él
para ir hacia Lacan. Incluso si dimos curso a la forma de «lacano-
althusserianos», el lacano prevaleció irresistiblemente sobre «el alto no sirves
para nada».4 Más tarde, tras un folleto publicado por Maspéro, Althusser
evocó al joven «cachorro del estructuralismo» que se le escabulló entre las
piernas. Al leerlo en una librería, no tuve dificultad para reconocerme en esa
evocación sin gracia.
Así que estos días soy un extremista entre los liberales. Por supuesto, un
extremista analizado, de la vieja escuela, alisado, lijado, pulido, en buena
compañía (la mayor parte del tiempo), un desengañado, lacanizado hasta los
huesos, entendiéndose que Lacan era maurrasiano a los veinte años.
Justamente Lacan me habló un día —está atestiguado— de mi «rebelión de
privilegiado» y de lo que yo podría hacer si tomara ejemplo de su propia
rebelión. Lacan también era un extremista y un contrarian, como se dice en
inglés. Inmediatamente me sentí como pez en el agua con su discurso.
Ser extremista, o más bien maximalista, es compartir con el psicótico el
gusto por la lógica. Se va a donde lleva el significante, sin tener en cuenta los
pies que aplastamos. De algún modo somos un «antihumanista teórico
absoluto», expresión acuñada por Althusser. No nos gusta Albert Camus, por
ejemplo. No dudamos de la existencia de las sublimaciones, pero sabemos
que se anclan invariablemente en un objeto llamado a minúscula, «una
cochinada», traduce Lacan. Los más puros placeres del alma no están
separados de un goce que es del cuerpo, contrariamente a lo que profesaba un
Lamennais, por ejemplo, en su Ensayo sobre la indiferencia en materia de
religión.
Lo releo actualmente en la edición original que compré hace tiempo porque
Lacan habló de él. Edición económica, porque el ensayo fue un best-seller en
su tiempo. Madeleine, no la he olvidado. Pero la actualidad manda. El
Tratado de las verdades primeras del padre Buffier, SJ, aparecido en 1724,
está en el origen del concepto de «sentido común» al que Lamennais debió
dar el brillo que sabemos (o más bien que no sabemos). Es urgente dar a
conocer este libro, esta filiación, esta bella tradición intransigente en la cual
me mantuvo hace mucho la señora Hervieu-Léger, pero, con todo, no es más
urgente que la votación del domingo.
Entonces, vuelvo a Macron, por quien votaré el domingo.
¿Quién lo hubiera dicho? ¿Quién lo hubiera creído? Voy a votar a Macron
después de haberle dicho a France Culture, en los intervalos en que me
dejaba hablar, que era el espíritu del capitalismo encarnado como nunca lo
hubo en Francia. Schumpeter en los ploucs. La destrucción creativa para los
Nulos.
Bello como un ángel, sí. El ángel exterminador.
Continuará.

Muchos de mis amigos se apenaron por la manera descortés en que fui


tratado por France Culture. No pedí nada. De la nada, me llamaron para
decirme que yo era «una Gran Voz» y darme «carta blanca». Pero poco
importa. El malentendido existe. Yo no era el que ellos creían, y viceversa.
Riámonos: es «El baile de la Ópera».
Fue para mí un «instante de ver». De ver cómo Marine Le Pen estaba tan
cerca del poder, a la cabeza de su banda de muertos vivientes escapados de
las alcantarillas adonde los había confinado la Liberación. Porque las
filiaciones políticas existen, Marine Le Pen es una heredera no solo de su
padre, sino también, a través de él, de la Colaboración, de las Waffen SS, de
la OAS. Pero ¿podemos decirlo? Sentí que caía una mordaza sobre mi boca
cuando dije que Chatillon me había sido presentado como un nazi. Me enteré
después de que se había difundido recientemente un documental que iba en
ese sentido. Pero decir nazi en las ondas del servicio público es como si yo
hubiera dicho «pipí caca», eso no se hace.
Dicho de otro modo, la famosa «desdemonización» no es una astucia
brillante de Marine Le Pen para engañar a su mundo, sino que todo el mundo
mediático desdemoniza a brazo partido porque es para ellos la forma
necesaria para «vivir juntos». Nada de groserías. Nada de palabras un poco
fuertes, vulgares, como nulo, débil, incluso marica. Estamos en una
conversación a la francesa, libamos, somos encantadores, usamos
circunloquios, proscribimos los términos malsonantes como en el salón de las
Preciosas ridículas o el de las Mujeres sabias. ¡Todo esto es tan francés!
El FN solo tuvo que dejarse llevar por esta corriente de dulzura. Le Pen,
que no soportaba ese clima blandengue, lanzaba de vez en cuando un pedo
verbal, y entonces los marquesitos y las marquesitas de los medios se
sofocaban, ¡aire!, ¡aire! Se baja al patriarca al sótano, se sube a la hija al
escenario, y ella sabe comportarse. Estaba anoche en su mejor forma. Mucho
arte. Si ella no fuera quien es, yo sería el primero en decir que merece ganar.
Y le hicieron llevar un pequeño objeto querido. Y le mostraron una foto de
joven donde está encantadora como joven abogada. Se la desdemoniza,
ciertamente, pero no es su privilegio: la radio, la tele, desdemonizan a todo
vapor, a todos los niveles, a todos. La desdemonización es de estructura.
¡Vean! Imaginen a Satán mismo de candidato. Pondrían una foto de él
cuando era un niño.
25

EL DIARIO ÉXTIMO. DECIMOSEXTA


ENTREGA1

EDITORIAL

Sábado. Una buena noche reparadora hizo que me retrasara. Llegué justo a
tomar el tren de las 10:25 a Bruselas.
Foro non-stop de 14:00 a 19:30 h en la Maison des Associations
Internationales. Luego, cena con unos pocos en un buen restaurante. No tomé
ni gota de alcohol, porque quiero trabajar esta noche en mi Éxtimo 16 y
acabarlo antes de tomar el tren a París a las 11:13.
Mi hija miró los textos. Los miembros de las campañas tienen prohibido
expresarse públicamente el sábado y el domingo. Los ciudadanos son
invitados a guardar una actitud de reserva, no incitar a votar por un candidato
u otro, pero pueden expresarse.
«Pero sí, el Diario del domingo aparecerá mañana. Haré el Éxtimo del
domingo».

HITLER-ADMIRING PAL VERSUS OPUS DEI

Libération: me parece vergonzosa la portada del número del sábado. Le Pen y


Fillon están colocados en el mismo nivel como los dos candidatos por los que
el lector de Libé no debe votar en ningún caso.
Poner un signo de igualdad o equivalencia entre la heredera de Vichy y
François Fillon es una infamia. Libé hace todo lo posible para que, en caso de
duelo Le Pen-Fillon en la segunda vuelta, el votante de izquierdas se vaya de
pesca. Los periodistas de izquierdas se habrán esforzado durante toda esta
campaña para despejar a Le Pen el camino al poder del Estado.
He expresado mi compasión y solidaridad con el hombre François Fillon y
con su familia, «arrojados a los perros». No soy sospechoso de complacencia
con su política. Anticipando un poco sobre lo que creo poder demostrar con
un análisis puramente textual (no, sin smoking gun en la Mediapart, ningún
documento sacado del fondo de una botella por investigadores eméritos),
diría que considero perfectamente irresponsable por parte de Fillon planear
dar puestos ministeriales a miembros del grupo ultramontano Sens commun,
pues eso sería exponer al gobierno francés a la influencia del Opus Dei.
Pero incluso el Opus Dei no es el diablo, no es Marine Le Pen. El Opus Dei
es una prelatura personal de la Iglesia católica que se caracteriza por su
voluntad de aliar la más extrema modernidad capitalista con una orientación
llamada «intransigente» (que procede del famoso Syllabus del papa Pío IX)
con respecto a las costumbres. Es el matrimonio de la carpa y el conejo, del
agua y el fuego. Nada que resulte abrumador a dialécticos tan agudos como
los del Opus, que he tenido ocasión de encontrar varias veces en Italia.
Para ser totalmente transparente sobre la cuestión de mis contactos con el
Opus Dei, diré que he tenido muchos testimonios del interés que han
demostrado los universitarios del OD por la obra de Lacan, y que no he
tenido dificultades en darles conferencias no remuneradas. Los contactos
fueron a través de mi querida amiga Giuliana Kantza, psiquiatra,
psicoanalista, exalumna de Basaglia, miembro de la Asociación Mundial de
Psicoanálisis que fundé, y desde el comienzo del presente siglo, igualmente
miembro del Opus, donde encontró la paz y el ambiente de trabajo que
buscaba desde hacía mucho tiempo.
Si hubiera la menor equivalencia entre el Opus Dei y el mal absoluto que
encarna a mi modo de ver el FN, nunca me hubiera familiarizado con
universidades del OD como pude hacerlo hace diez o quince años.
Para que todo quede muy claro, y sin compartir los delirios conspiratorios
que pululan en torno al Opus, no deseo que sus miembros tengan acceso al
gobierno de mi país.
Dicho esto, ninguna relación con un Frédéric Chatillon, «Hitler-admiring
university pal and communication adviser» de Marine Le Pen, cuyo FN
desmiente en la redacción de Politico, periódico estadounidense, volumen 3,
número 16, 20-26 de abril de 2017, página 20, que se le vaya a encomendar
el Ministerio del Interior.
Una precisión más: el Opus Dei está actualmente comprometido en una
suerte de guerrilla contra el papa Francisco. Lo lamento. Debido a esto, me
siento mucho más cerca de la Compañía de Jesús, que apoya fielmente a su
ilustre retoño que se convirtió en papa.
ÚLTIMA COMBINATORIA ANTES DEL VOTO

Termino este Éxtimo 16 confortablemente instalado en el Thalys.


Ya hemos visto cómo calcular el número de pares que pueden formarse a
partir de un conjunto de n elementos. Para n = 4, el número de pares es 6.
Cada uno de esos 6 pares es una salida posible de la votación de esta noche.
Mantengo que el par de segunda ronda más probable, y, por cierto, el más
estimulante, es: LE PEN-MACRON.
Esta pareja deshace, al menos por un tiempo, la antigua división
derecha/izquierda, reemplazada por una nueva dicotomía, «globalistas versus
patriotas», para decirlo con Le Pen, o «conservadores versus progresistas», en
palabras macronianas.
Los dos protagonistas tienen, cada uno, una fuerte coherencia interna. Si
nos contentamos con un cuadro de doble entrada, valores morales / valores
mobiliarios, Macron es «progresista» en los dos planos, mientras que Marine
es igualmente «patriota» en los dos.
Se notará con interés que las bases sociales de Marine Le Pen, si pueden
calificarse de «conservadoras», incluso de «ancianas», no son reaccionarias
como las del señor Fillon. Esta no está comprometida por La manif pour tous,
con la cual nunca desfiló, mientras que los miembros de Sens commun
provienen de allí en línea directa. Y una fuerte representación gay rodea a la
jefa.
El par diametralmente opuesto a la pareja hipercool Marine-Macron es el
collage anticuado (FILLON-MÉLENCHON), la derecha contra la izquierda, cada
uno con antidepresivos debido a la división interna.
Fillon es la unión inestable entre lo moderno y lo antimoderno, entre el
capitalismo desencadenado y los sótanos del Syllabus bajo la égida del Opus
Dei.
Mélenchon es el laisser-faire pequeñoburgués en materia de costumbres
más la defensa de logros económicos y sociales, del servicio público
principalmente, todo cubierto y forrado por una utopía despilfarradora
achocolatada. La égida bajo la cual se ubica el nuevo Miam-miam de las
clases medias es la de Hugo Chávez, militar golpista que llegó al poder por
las urnas tras cumplir su condena en prisión. Un rumor insistente afirma que
los herederos de Chávez sostienen con sus fondos a la Francia Insumisa,
como también al Podemos de Pablo Iglesias.
Los cuatro pares restantes asocian un elemento cool, Marine o Macron, a
un elemento «anticuado», Fillon o Mélenchon.
MARINE-FILLON es la realización del Wunsch que expresa la ingenua portada
de Valeurs actuelles esta semana con un Macron dulzón y un Meluche
chillón: «¡Despejemos la izquierda!». Pero entre Marine y Fillon, nuestros
Valeurs actuelles ¿sabrán elegir sin dividirse? Para François d’Orcival, el jefe
«del Instituto», es a Fillon a quien necesitamos para darle a Francia su
libertad (?). La misma historia que con Yves de Kerdrel, en el número 2 del
diario: «un hombre con experiencia».
MARINE-MÉLENCHON es el juego de la fiesta de la rana de los derechos
adquiridos. Los editorialistas glosan a los franceses que quieren ante todo la
seguridad y creen que más vale pájaro en mano que ciento volando.
MACRON-FILLON, ahí el tema homosexual sale finalmente en portada. Unos
tratan de demostrar que FF es «la cocotte de la República», para usar la
expresión ya mencionada desde su debut con Joël Le Theule. Los otros
también quieren outer al bi que suponen oculto en su pareja no convencional.
Finalmente, MACRON-MÉLENCHON. Es el voto de la juventud. Una de mis
fuentes, en hypokhâgne en Henri IV, me dice que los estudiantes están
divididos entre estas dos opciones.

EN EL FORO DE BRUSELAS, REDACTADO LA NOCHE DEL FORO

Nuestra amiga Isabelle Durant, vicepresidenta durante mucho tiempo del


Parlamento Europeo, está allí, fiel a la cita. Habla de la inquietud que le
produce el ascenso de los nacionalismos autoritarios en el continente.
Escuchamos al joven secretario de la comisión «Libertades Civiles, Justicia
y Asuntos Interiores» del Parlamento Europeo, Antoine Cahen, exponer los
criterios llamados de Copenhague (2001), que debe satisfacer todo país para
poder adherirse a la Unión Europea. Se le agregan otras reglas adoptadas en
2005 después de los atentados de Londres, que fueron posteriores a los de
Madrid. También existe la obligación de cumplir con el Convenio Europeo
para la Protección de los Derechos Humanos. Y a pesar de todo este arsenal,
Cahen estima que la situación no es satisfactoria.
Le pido su texto para la publicación en el Diario éxtimo, me lo promete
para la semana próxima. Bromeamos sobre la mala imagen de los burócratas
de Bruselas cuando se les une una joven encantadora con una fresca sonrisa y
un atuendo sin pretensiones. Christine T. trabaja en la Comisión «Justicia»
del Parlamento. Le digo un «piropo»: «Si usted apareciera en la televisión
mientras Marine Le Pen fustiga a los gnomos de Bruselas, ¡sería la elegida!
¡Y Francia se salvaría!». Ella vuelve a reír. Ambos piensan venir a París para
el Foro del 28 de abril. Les prometo invitaciones.
Michel Gheude, periodista en Radio Judaica y escritor, se dedica a una
hermosa meditación sobre el mito de Babel. Una línea me golpea el corazón:
señala que la lengua de Babel estaba hecha de palabras «selladas» que
prohibían toda discusión. La famosa torre tenía el sentido de un desafío
arrojado al cielo, con un proyecto de idolatría, mientras que la lengua está
hecha para hablar de lo que no existe, lo que significa que la libertad está en
la lengua.
Comento. Podemos ver por qué Platón, que era totalitario, excluye al poeta
de su República. Por otra parte, una vez di una conferencia en la que reduje el
discurso universal a la fórmula shakesperiana «Much ado about nothing»,
mucho ruido y pocas nueces. Pero lo que no vi entonces, cuya evidencia es
obvia, es que la falta radical de la referencia, o su falla estructural, permite
fundar el concepto de libertad en el nivel mismo de la lengua. Un
estructuralista piensa la lengua, en primer lugar, en términos de restricciones.
La lectura del opúsculo de Chomsky Syntactic Structures fue ya para mí algo
que me sobrecogió, con el acento puesto en la productividad infinita de la
lengua. Y ahora, tercer tiempo, la libertad de la que Lacan dijo, en respuesta a
la pregunta planteada por un periodista belga (entrevista filmada), que no
sabía lo que era (siempre su tropismo antisartreano), se funda en la lengua.
En el ámbito de la lengua podemos dar un sentido a la libertad. La llamada
«arbitrariedad del signo» expresa y oculta a la vez la función de la libertad. El
hecho de que el significado esté separado del significante, al contrario de lo
que sucede en la lengua bloqueada de Babel, oculta la falla donde se desliza
la libertad.
Esta libertad es también lo que André Breton llama «la imaginación»,
cuyos derechos defiende en el «Manifiesto del surrealismo» contra
materialistas, realistas y lógicos.
Ahora es aún un poco más complicado. Porque el poeta no es un amo. Deja
la iniciativa a las palabras. Lacan evoca en alguna parte «la viva curiosidad»
que Platón sentía en el Crátilo por las «pequeñas bestias» que son las
palabras, que solo hacen lo que quieren. Hecha la verificación, es en
«Radiofonía», página 427 de los Otros escritos.
Lacan agrega que Jakobson demuestra que «el poeta se produce al ser
comido por los versos, que encuentran entre ellos su arreglo sin preocuparse,
es evidente, lo sepa o no el poeta». Aquí veo dibujarse una copertenencia del
inconsciente y de la libertad (en el sentido de la asociación «libre») que me
parece del mayor interés. Hay que reflexionar sobre ello seriamente.
Michel Gheude también me prometió su texto para el Diario éxtimo.

COLOFÓN

¿Deberíamos votar? La incertidumbre es tal que uno puede entender las


vacilaciones de muchos. Es como jugar en el casino. Analicemos esta
cuestión bajo un ángulo científico.
En el último capítulo de su «Que sais-je?», núm. 3 de la célebre colección,
La probabilité, le hasard et la certitude, el profesor Paul Deheuvels trata de
explicar el éxito de los juegos de azar. Ciertamente, «se propone un juego
sustancialmente a favor de la casa de juego, pero donde el jugador conserva
la libertad permanente de su estrategia y de aceptar o no apostar».
Luego, el autor examina diversos problemas que responden al modelo del
desafío entre un porcentaje de probabilidades y la inteligencia del jugador, y
que fueron matemáticamente resueltos. Evoca entonces uno de los más
simples, el de «la parada óptima finita».
Describe los datos de base, sin poder dar la construcción del tiempo de
parada óptima, y lo aplica en un caso particular, el del juego de apuestas
iguales repetidas, donde xi = 1 (ganancia) con probabilidad p, y –1 (pérdida)
con probabilidad q = 1– p.
«Entonces, ¿cuál es el tiempo de parada que maximiza la ganancia
esperada?». El problema fue completamente resuelto en el marco de la teoría
de la parada óptima debida a los trabajos de Chow, Robbins y Siegmund (cf.
Great expectations: the theory of optimal stopping, Houghton-Mifflin, 1971).
De ello se desprende: «[...] conforme con el sentido común, entre todas las
estrategias posibles de juego, la mejor posible es no jugar en absoluto».
¡No jugar en absoluto! Podría ser la resolución de una sabiduría superior, y
solo matemáticamente fundada: no tentar la suerte en el gran Casino de la
Historia.
¿Nostalgia del pasado? ¿No actuar? ¿Tao? ¿Acto gratuito? ¿Gelassenheit?
¿Imposible, visto en lo que estamos embarcados? Sigue en el próximo
número.
26

PRESENTACIÓN DEL ESPECIAL MACRON.


«EL JOVEN PRESIDENTE DE FRANCIA»1

La ciudad cuyo príncipe es un niño fue uno de los mayores éxitos de


Montherlant en teatro. Una historia sombría de amistades particulares de
estilo pedófilo en un colegio de curas que terminó con la expulsión del
adolescente, supuesto corruptor del menor. Auténtico: la historia le había
ocurrido al joven Montherlant. Bellos pasajes de una gran altura moral
homosexual. Montherlant dedicó esta obra a un cura rural. Esperaba, dijo,
haber servido a la «verdad católica». Hoy deberíamos rastrear esto.
Pensaba en ese título cuando buscaba el de este texto. Nuestro príncipe no
será un niño, sino un hombre joven. ¡Finalmente! Estaba harto de que los
estadounidenses alardeasen de la juventud de sus presidentes, mientras que
Francia estaba en el camino del Vaticano: antes de confiar las riendas del
poder a un fulano, esperar a que su pitito esté muerto para el goce. Un solo
grito: «¡Todo el poder no a los sóviets, sino a la impotencia!». Tan pronto
Hollande fue fotografiado sobre su corcel yendo al encuentro de su amada,
perdió, a la vez que su credibilidad, lo esencial del poder del Estado.
Desde el viagra, la impotencia no es lo que era. ¡Afortunadamente! (habla
un hombre de setenta y dos años). Pero instalar en el trono a un potro
estremeciéndose por montar, como parecían serlo un Obama o un Justin
Trudeau, no está hecho para los franceses de hoy.
La vejez beneficia a China de una plusvalía excepcional. Allí el culto a los
ancestros se remonta a la antigüedad. Tiene sus raíces en el taoísmo. Está
presente mediante ritos en todas las familias. Creíamos entonces que los
chinos estaban abonados a la gerontocracia, condenados a ser dirigidos por
frágiles ancianos. Ahora bien, en 2013, los creadores de un sistema barroco
comunista-capitalista, ¿a quién pusieron a la cabeza? A un sólido sexagenario
todavía verde, casado en segundas nupcias con una cantante sexy que es,
además, general del Ejército Popular de Liberación, en el que se enroló a los
dieciocho años. Las mujeres tampoco son ya lo que eran.
Ahí, me crezco. Mientras que Estados Unidos arrastra al presidente más
anciano jamás elegido, cuya chochez es cada día más evidente, el New York
Times, que sigue siendo el mejor diario del mundo, ¿verdad?, algún día se
verá obligado a imprimir: «The Young President of France».
Por supuesto, encontrarán algo más que poner de manifiesto ante sus fieles
aliados franceses su desprecio hacia el hegemon.
27

LACAN, LECTOR DE SAINT-JUST1

Aunque Saint-Just y Sylvia Rose hayan cursado sus estudios en el liceo


Louis-le Grand en la rue Saint-Jacques en París, ningún encuentro entre ellos.
Por lo tanto, ningún mañana, puesto que no hay un hoy. Lástima. Seguro que
Louis Antoine habría apreciado el discurso de Sylvia en el Foro 18. Habría
reconocido en esta estudiante de medicina un alma hermana.
Sylvia se ha perdido a Molière. Ahí también, que lástima. Sylvia fue en el
pasado actriz en la compañía de aficionados de la Escuela alsaciana. ¿Quién
sabe en qué se habría convertido una vez conquistado el corazón del joven
Poquelin? No sé si debo lamentar que se haya perdido también a Baudelaire.
Inspirar al poeta más grande en lengua francesa hubiera estado bien. Pero en
materia de matrimonio, homo o hetero, tengo prejuicios burgueses: estoy a
favor del desarrollo duradero. Sylvia también. Y Charles, no sabemos lo que
hubiese resultado con un anillo en el dedo, teniendo en cuenta su espantoso
complejo maternal. Sylvia no se habría entendido jamás con Caroline
Aupick.
Volvamos a Saint-Just. ¿Habría sido un buen partido para mi nieta? Para
saberlo, interroguemos a Organt, su poema en ocho mil versos que tuvo la
mala suerte de publicar en 1789, año poco propicio para el descubrimiento de
nuevos talentos literarios. La obra refleja un buen temperamento libertino.
L’abbesse eut soin d’avertir les nonnettes
Que de grands saints allaient les visiter,
De se gaudir, et de se tenir prêtes,
Etqu’unmystèreallaittôt éclater;
Après l’on fut dans la tour se gîter.
Il était temps. On enfonce les portes;
Les vieilles soeurs se mettent à prier,
Et des bandits les fougueuses cohortes,
Comme un torrent, inondent le moutier.
Nos jeunes soeurs à genoux les attendent,
Et du plus loin, des bras mignons leur tendent.
En leur voyant l’air terrible et fâché.
Les douxagneauxcroyaientavoir péché.
Comme des loups sur elles ils fondirent.
Et les nonnains pour des anges les prirent.
Suzanne tombe aux serres de Billoi;
Il vous l’étend et d’une main lubrique
Trousse en jurant sa dévote tunique.
Quand elle vit poindre je ne sais quoi,
Suzanne crut que c’était pour le prendre
Et le baiser. Sur le fier instrument
Elle appliquasa bouche saintement:
Cela rendit Monsieur Billoi fort tendre,
Qui désormais s’y prit plus poliment.
Les flots pressés de sa bruyante haleine,
De sespoumonss’exhalaient avec peine;
Il l’étouffait, voulant la caresser;
Il la mordait, en voulant la baiser;
Sa langue affreuse, et tendre avec furie.
De la nonnain cherchait la langue pie,
Et notre soeur, qui pour Dieu le prenait,
À ses efforts saintement se prêtait.
Allant au Diable, et puis brûlant Marie.
Quand la brebis, après ce doux baiser,
Sentit l’oiseau quelque part se glisser,
Aller, venir, et l’ange tutélaire
De son sein blanc les deux roses sucer,
Elle comprit que c’était le mystère;
Elle sentait une divine ardeur
De plus en plus s’échauffer dans son coeur...
Amour riait, assis sur le pinacle.
Maiscefutbien encore autre miracle.
Quand tout à coup son regard s’anima,
Son sein bondit, et son teint s’alluma;
Quand un rayon émané de la grâce,
La pénétra, confondit ses esprits,
Et l’emportatoutdroit au Paradis.
Elle criait : ô puissance efficace!
Chaque félon, braqué sur sa nonnain.
Menaitaussi le mystère grand train:
On les voyait, d’un rein fort et robuste,
Observer tous une cadence juste,
Aller, venir, à la file appointés,
En vrais taureaux, par leur fougue emportés;
Dans leur bouillante et féroce insolence.
Jurant, frappant, au plus vite, au plus fort.
Et déchirant dans leur impatience.

[La abadesa tuvo cuidado de avisar a las monjitas


De que grandes santos iban a visitarlas,
De que se alegrasen y estuviesen preparadas,
Y que pronto un misterio iba a estallar.
Después fue el momento de cobijarse en la torre.
Justo a tiempo. Se fuerzan las puertas;
Las ancianas hermanas se ponen a rezar,
Y de bandidos las fogosas cohortes,
Como un torrente, inundan el monasterio.
Nuestras jóvenes hermanas les esperan de rodillas,
Y desde lo más lejos, les tienden sus lindos brazos.
Viéndoles un aire terrible y enfadado.
Los dulces corderos creían haber pecado.
Se lanzaron sobre ellas como lobos.
Y las monjitas los tomaron por ángeles.
Suzanne cae en las garras de Billoi;
La noquea y con una mano lúbrica
remanga jurando su devota túnica.
Cuando ella vio que asomaba no sé el que,
Suzanne pensó que era para tomarlo.
Y besarlo. Sobre el fiero instrumento
Ella aplicó santamente la boca:
Esto puso al señor Billoi muy tierno,
Quien a partir de ese momento se comportó más educadamente.
El oleaje apresurado de su ruidoso aliento,
De sus pulmones se escapaba con dificultad;
Él la ahogaba, queriendo acariciarla,
La mordía, queriendo besarla;
Su lengua horrible, y tierna con furia.
De la monjita buscaba la lengua pía,
Y nuestra hermana, que por Dios lo tomaba,
A sus esfuerzos santamente se prestaba.
Yendo al Diablo, y después abrasando a María.
Cuando el cordero, después de este dulce beso,
Sintió que el pájaro en algún sitio se colaba,
Ir, venir, y el ángel tutelar
De su blanco seno las dos rosas chupar,
Ella comprendió que era el misterio;
Sentía un ardor divino
Calentándose cada vez más en su corazón...
Amor reía, sentado en el pináculo
Pero fue entonces otro milagro.
Cuando de repente su mirada se animó,
Su seno saltó, y su tez se alumbró;
Cuando un rayo emanado de la gracia,
La penetró, confundió sus espíritus,
Y la trasladó derecho al Paraíso.
Ella gritaba: ¡Oh, potencia eficaz!
Cada felón, apuntando a su monja.
Dirigía también el misterio con buen estilo:
Se los veía, con unos riñones fuertes y robustos,
Llevando todos una cadencia justa,
Ir, venir, colocados en fila,
Como verdaderos toros, llevados por su fogosidad;
En su ruidosa y feroz insolencia.
Jurando, pegando, lo más rápido, lo más fuerte.
Y desgarrando en su impaciencia.]2
Es audaz, pero ¿es original? No. Encontramos la inspiración del Portero de
los Cartujos y de todas esas pequeñas novelas licenciosas que antaño
comprábamos bajo mano y ahora se pavonean en la Pléiade, al lado del
Divino Marqués.
En el pasaje citado, reconozco más especialmente la influencia de Teresa,
filósofa, 1748. Atribución osada a Diderot, más seriamente al marqués de
Argens. Sade alaba esta obra como «la única que haya unido agradablemente
la lujuria y la impiedad». Sin embargo, Casanova, que había recibido de
manos del marqués «todas sus obras», no dice ni pío de Teresa. Véase sobre
este asunto la introducción de la novela en la edición Bouquins de las
«Novelas libertinas del siglo XVIII», especialmente la página 563.
El bisabuelo de Sylvia, un médico, antiguo alumno de los padres maristas
en el Colegio Stanislas en Montparnasse, dio su opinión sobre la cuestión:
«Si la cabeza de Saint-Just hubiese seguido habitada por fantasmas, tal vez
habría hecho de Termidor su triunfo» (Jacques Lacan, «Kant con Sade»,
Escritos 2, p. 747). ¿Distopía reaccionaria de un antiguo maurrasiano? Uno
puede plantearse la cuestión cuando sabemos del odio que la fachosfera
dedica al «ángel del Terror».
Continuará.
28

EL BAILE DE LOS LEPENOTROTSKISTAS1


FARSA

SI USTED QUIERE SABER LO QUE VERDADERAMENTE PASÓ LA NOCHE DE LA PRIMERA


VUELTA EN LA TELEVISIÓN

Jacques-Alain Miller es psicoanalista, miembro de la Escuela de la Causa


Freudiana, exalumno de la Escuela Normal Superior, catedrático de
Filosofía. Fundó en 1992 la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Es yerno
de Jacques Lacan.
François Fillon durante toda la campaña había hecho hincapié en su edad y su
experiencia con el fin de compararse ventajosamente con su rival más joven y
menos reconocido. No insistió. La noche del domingo, como Benoît Hamon,
llama sin mucho ruido a votar contra Marine Le Pen y por Emmanuel
Macron.
Un montón de gente de derechas lo siguió o lo precedió. Jean-Pierre
Raffarin, como iluminado por el sentimiento nacional, se hacía su portavoz.
La gente de izquierdas no tuvo ninguna dificultad en sumarse.
Uno solo fue la excepción. Uno solo se niega a entrar en el Frente
republicano espontáneo que se formaba ante nuestros ojos para hacer de
barrera, según la expresión utilizada, al FN y su jefa. ¿Su nombre? Jean-Luc
Mélenchon.

COCOS cocus2

Algunos de sus partidarios, retomando las articulaciones de su razonamiento


(a saber: es culpa de la derecha y del PS si MLP va a la segunda vuelta;
nosotros no tenemos nada que ver con esa derecha ni ese PS), algunos
melenchonianos declararon haber decidido a título personal votar por
Macron. Es el caso particular de Gérard Miller, y yo me alegro «a título
personal» igualmente. Pero todo hace pensar que los Gérard Miller serán una
minoría. La Francia Insumisa en su mayoría votará en blanco o no votará.
Con la notable excepción, sin embargo, del Partido Comunista, el cual, en
efecto, a través de una declaración fechada el 23 de abril, llama a «bloquear
la vía de la presidencia de la República a Marine Le Pen, a su clan y a la
amenaza que constituye el Frente Nacional para la democracia, la República
y la paz [...]». Palabras que Mélenchon no logró arrancarse el domingo por la
noche, ni durante todo el día siguiente, ni dos días después.
Apostrofemos al Partido. «¿Quousque tandem, ustedes los comunistas,
herederos de una gran historia, cuánto tiempo, tú, Pierre Laurent, hijo de tu
padre, ustedes los cocos, los cornudos [cocus], continuarán sosteniendo a este
hombre y a sus amigos, que engañan, estafan y quieren arrastrarlos con ellos
en su impasse definitivo?».
En una época fui alumno de Althusser. Me adherí, por él, a su demanda,
con algunos camaradas a la Unión de Estudiantes Comunistas. Como todos
los de mi generación, yo lo llamaba «el Partido», ya que no había sino uno
que nos importaba. Yo sufro, sí, yo sufro su fracaso por el estado en que este
se encuentra, y toda Francia lo sufre conmigo, ya que no tendríamos hoy a Le
Pen en la segunda vuelta de las presidenciales si el PCF hubiera resistido el
choque de la «posmodernidad», de la «sociedad posindustrial», o como
quieran llamarlo.
Vuelvo con M. Mélenchon.

EL GRAN BABU

Yo tenía hasta ahora a Mélenchon por un «mal pastor» de la izquierda, de


esos que la conducían hacia el muro. En mi opinión, la noche de la primera
vuelta lo ha «desenmascarado completamente», retomando la expresión
favorita de Pékin Informations en la época de la Revolución Cultural. En
efecto, este hombre perdió repentinamente su máscara de «revolucionario
ciudadano» en el momento en que reconoció públicamente no ver diferencia
política esencial entre Marine y Macron.
Uno dice: «Este hombre es un extremista». Sí, pero a condición de precisar
que su extremismo es teórico, retórico, fantasmático. En la realidad efectiva
de la Francia de 2017, la supuesta lógica revolucionaria del «todo o nada»
tiene como resultado renovar indefinidamente el statu quo económico-social.
De ahí, para compensar, la necesidad de ensoñación, de la alucinación
dirigida. Entonces el señor Mélenchon, nueva Emma Bovary, sueña que él es
Perón, que él es Chávez.
Entre paréntesis, los dos eran antisemitas. Perón convirtió Argentina en
refugio de las SS en fuga. Era en Buenos Aires donde Eichmann malvivía
cuando el Mossad lo secuestra para entregarlo a la justicia del Estado judío.
En cuanto a Chávez, yo vi y escuché, con mis propios ojos, con mis propios
oídos, en YouTube, un discurso donde él colocaba a Israel y a los israelitas al
margen de la humanidad, con un tono digno no de Hitler, demasiado
perspicaz para tratar en público el tema de la exterminación, sino de Charlie
Chaplin imitando a Hitler.
¿El señor Mélenchon es antisemita? La pregunta se ha planteado.
Basándome en la opinión de mi hermano consideré descartado el asunto.
El hecho es que el señor Mélenchon y sus amigos se imaginan que se
encuentran ahora en posición de ser el superyó de toda la izquierda. Miren
cómo ellos desfilan en estos días, inflando sus bíceps. Los imagino cantar
mientras bajan por la calle como la Joven Guardia de antaño: «Nosotros, los
puros y duros. Nosotros, los insumisos, los incorruptibles, los invencibles.
Nosotros, capaces de derrotar a los comunistas y de hacerlos pasar por
nuestras horcas caudinas. Nosotros, los amigos del pueblo; nosotros, el
pueblo mismo».
Estamos en la plaza de la Bastilla, donde hay ciento treinta mil militantes
reunidos en la Marcha por la VI República, pero podríamos muy bien estar en
el salón de las mujeres sabias de Molière: «El talento solo será reconocido en
nosotras y en nuestras amistades».
¿Y los otros? ¿Y nosotros? ¿Nosotros que nos decimos modestamente de
izquierdas sin tener el sello, la marca registrada de la Francia Insumisa? Y
bien, nosotros, nosotros somos los sumisos. Somos los débiles, los incautos,
los descarriados, los indignos, los vendidos, los aburguesados, los burgueses.
¡Abucheo para nosotros!
Aquí parecería que estamos en la inmortal radionovela de Francis Blanche,
Signé Furax, cuando cantan: «Todo el mundo apesta / huele a algo podrido /
solo al Gran Babu / le huele a agua de colonia».3
El Gran Babu en todo este asunto, ¿quién cree usted que es?

LA ECUACION «EM = MLP»

¡Un momento! Nada está decidido. El superyó de la izquierda, su «conciencia


moral» o su conciencia política, ¿eso serían ustedes, los muchachos y
muchachas de la Francia Insumisa? Ustedes no son nada de eso. Ustedes son
incluso lo contrario.
Negándose a repudiar la noche del domingo, sin decir una palabra, a Le
Pen y sus falsos-semblantes, como se repudia en su bautismo a Satán y sus
pompas, ustedes se han convertido todos, todos ustedes, en unos condenados.
No los «condenados de la tierra» del difunto Frantz Fanon, sino en los
condenados de la izquierda. Y ustedes lo serán por los siglos y los siglos de
los siglos. Bue..., quizás yo exagero aquí. Me dejo ganar por el encanto
venenoso de las fetuas, de las célebres excomuniones, de las proscripciones
políticas. ¡Basta!, sí oso decir. Pero la maldición existe, existe en la vida de
las personas, es un psicoanalista quien se lo dice y ateo para colmo.
Por lo último que supe, la Francia Insumisa resultó bastante segura de sí
misma, bastante imprudente, para expandir la ecuación «EM = MLP» (me
apoyo en el testimonio espontáneo de Vanessa Sudreau, de Toulouse, véase
el número 671 de Lacan Cotidiano publicado hace dos días).
¡Es demasiado fuerte! Esta Francia Insumisa se cree con permiso a todo.
No se queda tranquila. Se vuelve incómoda. Tiene rabia. Va a terminar
impulsando la campaña de Marine, poniendo en peligro la victoria de
Macron.
Déjame bajarte un poco los humos, Francia de los insumisos, Rancia de los
unos debajo de mí, Trance de los otros sobre mí. Voy a prepararte una
excelente inyeccioncita antirrábica y tú me dirás los resultados.
Lástima que no hayas sido vacunada con médula de conejo durante tus
estudios. Ya no se enseña la historia de Francia a los francesitos, y eso se
paga con el retorno de los muertos-vivos de la Colaboración, en la derecha
sin duda, lo cual es bien conocido, pero no menos en la izquierda.

LA TRAGEDIA DEL HITLERO-TROTSKISMO

En los buenos tiempos del camarada Stalin, el Partido Comunista había


forjado la expresión hitlero-trotskistas para designar a los militantes del
movimiento trotskista que habían perjudicado a la Resistencia y colaborado
con la ocupación y los nazis franceses.
Pierre Lambert fue el único de los hitlero-trotskistas estigmatizado por el
Partido.
Militante de élite, quien sería más tarde el mentor de Lionel Jospin y de
Jean-Luc Mélenchon, Pierre Lambert fue miembro —cuando su fundación en
1941 o poco después— de la Reunión Nacional Popular, que agrupaba a los
admiradores republicanos de Hitler [sic] bajo el liderazgo de Marcel Déat,
antiguo diputado socialista y, entre paréntesis, antiguo alumno de la Escuela
Normal, llamados en el argot del lugar un archicube, y también catedrático de
Filosofía. Ministro de Pétain, hizo el viaje de Sigmaringen y murió en el
exilio, en Turín, en 1955, después de haber sido condenado a muerte por
contumacia hacia la Liberación.
Cuando comienza el año 1944, nuestro Pierre Lambert, siempre adepto a
Déat,4 es también miembro de una importante formación trotskista, el Partido
Comunista Internacionalista (PCI). Este partido aboga por el «derrotismo
revolucionario» y se dedica a la propaganda en el seno del ejército de la
ocupación: se trata de empujar a los soldados alemanes a la insumisión. En su
órgano central, La Vérité, número 63, se podía leer en mayo de 1944: «La IV
Internacional los llama a fraternizar con sus hermanos alemanes. Todos
unidos derrocarán a los sanguinarios Hitler, Pétain, De Gaulle, y harán que
cese la guerra, sus miserias, sus deportaciones».
El número siguiente condena la consigna de insurrección nacional lanzada
por De Gaulle. Eso no es más que una maniobra, dijo el PCI, dirigida a
impedir que los soldados alemanes se rebelen contra sus oficiales.
El número 67 apareció en el momento del desembarco. Consigna:
«¡Fraternicemos, tendamos las manos a los soldados alemanes!». En primera
página, en grandes caracteres: «¡Ellos son iguales!».
Estos infelices trotskistas —no doy crédito, hasta que esté mejor
informado, a las acusaciones estalinistas según las cuales habrían sido
agentes comprados por los nazis— militaban de buena fe y a contracorriente
del espíritu de los tiempos en favor de la solidaridad universal de los
oprimidos sin detenerse en las fronteras nacionales. Ellos creían posible
empujar a los soldados alemanes —proletarios en su gran mayoría— a la
insumisión frente a sus oficiales. Incomprendidos por sus compatriotas
franceses, pagarían caro durante la liberación la incongruencia de sus
llamadas a la confraternización mientras se desarrollaban los combates de los
resistentes y los aliados con esos «feroces soldados» que menciona el himno
nacional.
Es cierto que La Marsellesa no era muy popular entre los hitlero-
trotskistas, por muy republicanos que ellos hayan sido: allí había demasiado
nacionalismo para su gusto.
EL LEPENOTROTSKISMO, UNA FARSA

Sin duda, ahora comprenderán mejor el espectáculo al que Francia, insumisa


y sumisa confundidas, asistió el domingo en directo en la televisión.
Visiblemente, sin saberlo, los protagonistas de las 20:00 horas repitieron, la
noche del 23 de abril del 2017, la secuencia política que precedió y siguió al
desembarco del 6 de junio de 1944.
Las circunstancias, los nombres y los seres cambiaron, pero la estructura y
los lugares son los mismos.
Ahí donde estaba Lambert, está hoy Mélenchon. Ahí donde estaba el
Partido Comunista Internacional, está la Francia Insumisa. Ahí donde estaban
los nazis, está el FN.
Pudimos ver en nuestras pantallas al pueblo francés —a través de sus
hombres y mujeres políticos, quienes son lo que son, claro, no
necesariamente unas águilas ni unos héroes, pero tampoco unos indignos
nacionales— autoconstituirse en live en el No a los herederos de la
Colaboración, como lo hizo en 1944 contra los colaboracionistas aliados de
los nazis.
Y pudimos constatar igualmente que una fracción del pueblo —el antaño
PCI, hoy FI— quería absolutamente retirarse del «grupo en fusión» (Sartre)
nacional, diciendo algo como: «¡Muy poco para mí! Yo no como de ese pan.
¡Son todos iguales!».
Louis Aliot, vicepresidente del FN, no se equivocó al respecto. Rápido
como el relámpago, el hábil político frentista saluda inmediatamente el gesto
de la Francia Insumisa, quien se niega a unirse a la coalición anti-Le Pen.
Dice: «Esto es significativo, da esperanza que un tribuno de su talento, tan
escuchado, tome esta posición».
En 1944, la traición «objetiva», como dicen los hegelianos-marxistas de los
hitlero-trotskistas, fue una tragedia. A decir verdad, sobre todo para ellos, que
tuvieron que sufrir los rigores de la depuración, seguidos de un largo
descrédito por parte de los partidos de izquierda. De ahí su táctica del
entrismo, es decir, de la infiltración clandestina. Ellos se escondían, con toda
razón, ya que eran detestados, los condenados de la izquierda.
La noche del domingo 23 de abril en la televisión hubo el mismo escenario,
pero en el registro de lo cómico.
Recordemos la frase de Marx al inicio de su maravilloso librito El 18
Brumario de Luis Bonaparte: «Hegel, en alguna parte, hace el comentario de
que todos los grandes acontecimientos y personajes históricos se repiten, por
así decir, dos veces. Él olvidó agregar: la primera vez como tragedia, la
segunda como farsa».
Farsa, en efecto, que Mélenchon, en cuanto orador y mandatario del
pueblo, actúe simultáneamente como los notarios escrupulosos que no
pueden salirse bajo ningún pretexto del «mandato recibido». Hazaña del arte
teatral que merecería un César.
Farsa es también esta hija viril, famosa por el parricidio político, actuando
como las pasionarias no en el magnífico estilo de Dolores Ibárruri, sino
retomando el rol de jefa espiritual de la Nación,5 antiguamente ilustrada por
Eva Perón, delgada y seductora bailarina de los burdeles más calientes del
Río de la Plata.
Farsa también su bellaco, rindiendo homenaje con un tono convencido a los
talentos oratorios y las virtudes cívicas del rival de su concubina.
Y farsa, en fin, farsa enorme, farsa burlesca, Mélenchon «vestido de
cándida integridad y de lino blanco» explicando, con la boca llena de
palabras, que no había que pronunciarse sobre qué elegir en la segunda vuelta
de la elección presidencial. ¿Votar en blanco? ¿Abstenerse? ¿Votar por
Macron? ¿Votar por Le Pen? No, no, no, él no podía decir nada, nada de
nada; él no tenía el mandato para eso. El mandato, la plataforma; la
plataforma, el mandato. No salía de ahí.
He aquí el hombre que no hace mucho se burlaba de los «pudores de
gacela» de sus rivales. ¿Quién es entonces esta gacela de los pudores, esta
gacela de los calores? Esta gacela es él, por supuesto.
¿La gacela está buena para comérsela? Me lo pregunto.
En resumen, mantendremos que una especie nueva de esbirros nació el
domingo por la noche bajo nuestros ojos: los lepenotrotskistas.
Vamos a verlos en acción durante esta campaña. No se trata de una fuerza
desdeñable. Se trata de militantes hiperactivos como las hormigas del mito
que adoran a su jefe y con una lealtad a toda prueba, lo cual sería una honra
solo si ese jefe lo tuviera, el honor.
Un lepenotrotskista se reconoce en que, por mucho que él se esfuerce, no
logra ver diferencia, salvo quizá la diferencia sexual, entre Marine y Macron.
¿Es un invidente? ¿O es, por el contrario, un clarividente? Eso depende.

EL BENÉVOLO UNIVERSAL
Hablemos de Macron. Ya que no solo Mélenchon estuvo en la televisión
«vestido de cándida integridad y de lino blanco», también Macron.
Macron es también un personaje farsesco. Él es el hombre que extiende su
«benevolencia» a todos. Así les agradece a todos sus rivales uno por uno, los
llama por su nombre. Y uno siente que, si él conociera su apodo, sería ese el
que utilizaría.
Un nombre, sin embargo, falta al llamado: el de Marine Le Pen. Él no osó
extender su benevolencia hasta ella. Sin embargo, no tuvo una palabra contra
ella. Su discurso de la noche del domingo fue una corriente de agua tibia o
más bien de agua bendita del patio, una perorata a la vez vacía y con varias
caras, la trampa perfecta. Pero es él, Macron, la alondra. Él anuncia la
primavera, el deshielo: «¡Buen tiempo para Francia!». Y él mismo está
atrapado en la trampa del espejo que nos ofrece.
Evaluemos bien esto. Este personaje desconocido, que es lo único que
tenemos como «muralla»6 (PCF dixit) contra el Frente Nacional, este hombre
aún joven, por el cual vamos a votar y hacer votar, esa máscara a la que nos
dedicaremos durante quince días, ese Macron de los... no dijo una sola
palabra el domingo por la noche en contra de su adversaria de la segunda
vuelta, Marine Le Pen. Si le damos crédito, diremos que él piensa sin duda
vencer a MLP mediante la benevolencia, el amor y el desarme unilateral.
Marine es su prójimo, él la amará como a sí mismo. Y él no parece amarse
poco.

QUERIDO EMMANUEL MACRON

Desde muchos ángulos, usted no me es antipático. Habiendo escrito bastante


durante esta campaña y habiéndome burlado también bastante, constaté hace
algunos días que usted había encendido poco mi verbo. Deduje que debía de
apreciarlo más de lo que yo creía. ¿Es por su belleza física? ¿Es por lo poco
convencional de la pareja que usted forma con su esposa, Brigitte? ¿Es el
rumor insistente que lo presenta a usted como bi? ¿Es esa bisexualidad lo que
me llega de usted, tanto a mí como a muchos otros? Quizá, pero no me
parece.
De lo que no dudo, por el contrario, es de que usted esté respaldado por el
«mundo de las finanzas», ese al cual el señor Hollande juraba meter en
cintura hace cinco años.
¡Riámonos! ¿Quién creyó eso? Yo no, en todo caso.
La cosa de Hollande apesta, lo falso, la mentira. Nada de historias: solo
fueron engañados los que querían serlo. Para ser cornudo hay que quererlo.
Esta no es solo la lección de Freud, es la de Molière, que hace decir a su
héroe: «¡Usted lo quiso! ¡Usted lo quiso!, ¡George Dandin! ¡Usted lo quiso!
Esto le sienta tan bien y aquí está, tal como se debe: usted obtuvo justo lo que
merece...».
Es con eso que gira el mundo, con símbolos, con palabras verbales,
significantes rimbombantes. La Legión de Honor fue creada por Bonaparte y
funciona aún, puesto que Grand-Croix es ahora el señor Ladreit de
Lacharrière por los servicios prestados a..., ¿a quién exactamente? Al menos
ese es su verdadero nombre. Pero ¿qué decir de Giscard, el padre que
removió cielo y tierra para transformarse en Giscard d’Estaing, para
comprarse ese pequeño trozo de significante, ese semblante de nobleza, ese
pequeño sufijo de nada? Como Georges Dandin, por cierto, quien para su
desgracia se convirtió en el cornudo Georges de la Dandinière.
No, no quiero dar a entender indirectamente que la bella Anémone hizo de
D’Estaing un cornudo, como la bella Angélique lo hizo de Dandin. Pero es
cierto que el bello Valéry fue el Cornudo Magnífico de la vida política
francesa: engañado por Chirac, engañado por Mitterrand, re-engañado por
Barre, re-re-engañado como autor de la Constitución europea, engañado
como novelista, y ahí lo dejo. La neurosis de destino existe. Y con eso, una
de las inteligencias más finas de la segunda mitad del siglo XX en Francia.
Estoy contento por él, ya que logró ser recibido bajo la Coupole, pero por
ello debió soportar que Jean-Marie Rouart, su anfitrión, se burlara de él
durante todo su discurso de bienvenida. Rouart, el pícaro Rouart,7 autor de un
excelente Cardinal de Bernis, astuto y no siempre gentleman, considerando
que le pareció bien contar en detalle cómo se había acostado con mi cuñada
Sybille una noche en la cual ella andaba por Rosebud, y él también, de hecho.
Pero sigamos, que eso ya es historia vieja.
«Impuestos al 75 %», dijo Hollande. «Revolución ciudadana», dijo
Mélenchon. Puros atrapabobos, puras «frivolidades», confesaba Bonaparte
convertido en Napoleón. Los franceses quieren desde siempre ser engañados
por sus dirigentes. Ellos les creen, se desencantan, lloriquean y se quejan. De
vez en cuando rompen todo.
Al menos, Emmanuel, a usted no le podremos reprochar decepcionar
después de su elección, ya que usted decepciona antes. Usted no promete
nada, sobre todo no la Luna, ni sudor y lágrimas. Usted anuncia solamente
que las ovejas tienen cinco patas, que las gallinas tienen dientes, que el sol
brilla después de la lluvia, y que el día en que cada uno sea benévolo con su
prójimo, se habrá dado un gran paso hacia la paz perpetua.
¡La benevolencia! Si usted hubiera leído a Jonathan Littell, usted sonreiría,
alumno Macron, ante esto, cito Wikipedia: «[...] el título Las benévolas
remite a la Orestíada de Esquilo, en la cual las Erinias, diosas vengativas que
perseguían a los hombres culpables de parricidio, se transforman finalmente
en Euménides sosegadas». ¿Eso no le dice nada? ¿La Francia sosegada de
Marine-la-parricida? ¿Usted no ve de dónde sale esto? ¿Usted no ha
comprendido que si Marine Le Pen juega a las Euménides es porque todas las
noches es estirada por los pies y torturada por las Erinias que le reprochan
haber sacrificado a su padre adorado debido a sus ambiciones, a su gusto
inmoderado por el poder?
Sabiéndose traidora, ella vive un profundo sentimiento de culpabilidad que
la fragiliza. Hay que ponerla al descubierto sobre este punto, Macron, sobre
esto. Y sobre el hecho de que una hija que ha traicionado a su padre no puede
pretender gobernar un país que se ha distinguido entre los otros durante la
Monarquía por excluir a las mujeres en la sucesión al trono (la ley sálica).
Entonces, una mujer presidenta sí, ¿por qué no? Es la época la que quiere eso.
Pero en absoluto, de ninguna manera, una mujer parricida. Eso no podría sino
traerle mala suerte al bello reino de Francia —al que uno llama República
francesa para hacer creer que allí reina la igualdad real de condiciones
(Tocqueville)—.

EL CANDIDATO DEL DINERO

Volvamos al tema. ¿Es usted o no el candidato que los medios financieros


han escogido, como lo declaraba el domingo por la noche el Partido
Comunista? Todo indica que lo es. El François Bayrou de la primera época
no decía otra cosa antes de unirse a usted.
Yo estoy de acuerdo con él y con el Partido, con la salvedad de que estoy
convencido de que la iniciativa viene de usted y no de no sé qué Trece
(referencia a Balzac) supuesto saber manipulador del mundo, como Pierre
Lambert anteriormente manipulaba su marioneta Jospin y su marioneta
Mélenchon para que adelantaran sus asuntos en el Partido Socialista.
No, la idea de ser presidente, yo lo juraría, viene del pequeño Emmanuel,
que no duda de nada porque su mamá, o su abuela, lo ha amado mucho, y
que, como Lucien de Rubempré, está acostumbrado a atraer todos los
corazones hacia él. Copé Jean-François es lo mismo, salvo que él tiene
mucha más experiencia. Él no ha tenido suerte estos últimos tiempos y,
además, está lejos de ser bello como un ángel. Por cierto, su héroe es el
Zorro, que lleva una máscara, ¿no será para ocultar que no tiene la belleza del
diablo?
Sin embargo, cuando veo a la gente de izquierdas desmayarse con el
pretexto de que el planeta financiero vota por Macron, eso me hace gracia.
¿Quién en Francia ha sido elegido presidente de la V República contra el gran
capital? ¿Quién?
Diría más: aquel que crea que eso es conveniente es todo menos marxista.
No digo presidente porque le echaron una mano, presidente por un golpe de
Estado, pero ¿presidente por las urnas? Eso no se ha visto jamás. Es por esto,
por cierto, por lo que el proyecto «revolución ciudadana» del caballero
Mélenchon no se sostiene un segundo.
Emmanuel Macron, usted está condenado a ser el candidato del dinero.
Usted ha querido ser candidato, usted lo ha sido, usted ha logrado su apuesta,
usted está ahora en la segunda vuelta y el dinero confía en usted. Es un
hecho, le guste o no.
Pero, a decir verdad, usted da más bien la impresión de que eso no le
disgusta. Aunque a usted le gusta remarcar que se codea con altas figuras
morales, personalidades indiscutibles y desinteresadas, tales como Paul
Ricoeur —a quien Jacques Lacan, mi suegro, se lo digo entre paréntesis,
consideraba un verdadero canalla— o incluso Étienne Balibar, mi camarada
de la Escuela Normal, impecable universitario, incansable pluralista de
universales, fiel por siempre a su encuentro adolescente con el saber de
Althusser. Solo que él, y es lamentable, no guarda el más mínimo recuerdo de
usted. ¿Qué quería usted? No todo el mundo es igual frente a la bisexualidad.
Ahora bien, Macron, ¿es usted esclavo del dinero?
El dinero escoge a quien quiere, como el alma sopla adonde quiere. El
dinero escoge en función de sus intereses de dinero. En 1940, el dinero
estuvo contra De Gaulle. En 1958, el dinero estuvo a favor de De Gaulle. En
cuanto a De Gaulle, nunca se redujo a ser solo el instrumento del dinero.
Y luego, el dinero le dio la espalda a De Gaulle cuanto este pensó que,
visto Mayo del 68, sería bueno para el país reformar un poco la empresa en
favor de la «clase trabajadora» introduciendo su soñadora «participación».
Entonces, el delegado de las finanzas volvió lentamente su pulgar hacia el
suelo y gritó: «¡Chao, De Gaulle!».
Yo digo «lentamente», pero en realidad la «retirada»8 fue rapidissimo.
Entonces, la simpatía que el dinero experimenta hacia usted no determinará
lo que usted hará una vez que lo hayamos elegido. Habrá una obligación,
cierto, pero habrá también el juego, un margen. Uno verá muy rápido de qué
lado se inclina usted. Y usted comprobará que una sonrisa de vencedor no lo
puede todo.
Es cierto que, si usted cree verdaderamente sus necedades sobre la
benevolencia —¿fue en la escuela de Paul Ricoeur que usted aprendió esta
bullshit, como se dice en Quebec?—, no durará mucho en el Palacio del
Elíseo. Y no es imposible que incluso no sea elegido. La Marine lo cañoneará
sin tregua durante quince días; si usted no responde sino con besos, como
parece ser su intención, merecerá ser derrotado. Y lo será.
Yo supongo que usted no quiere desesperar al elector frentista y que usted
busca mostrarle el camino de la redención. Le digo que no llegará a nada por
esta vía. Cristo tuvo que expulsar a los mercaderes del templo. Él no les
sirvió té de menta con un dulcecito, quiero decir macaron.9
La fuerza va a la fuerza. Sea fuerte ante el FN. No ceda nada. Sobre todo,
nada de benevolencia. Nada de matices. Ninguna comprensión. No hablo de
los electores del FN, que son nuestros hermanos humanos, sino de la pandilla
dirigente, que es la escoria de la Tierra o, más bien, el enemigo del género
humano. Es a esta a quien le conviene expulsar, pulverizar «como
rompecabezas», como se dice en Les Tontons flingueurs.10 A su jefa hay que
afrontarla y vencerla, no mimarla consolándola por ser fea cuando usted es
bello.
No se sabe de antemano. Ella es Goliat y usted es David. Estire su honda y
encomiéndese al Dios de Israel, si puedo decir. Aun sabiendo que una gran
cantidad de judíos votan por Le Pen.

LA PIEL DE LA OSA

Usted estaba, sin duda, contento su noche del domingo. ¿Cómo


reprochárselo? Usted supo detectar en la montaña de cagadas que aplastaban
a los franceses, hundidos en una depresión nacional de rara y larga
intensidad, una falla en la que nadie había reparado, que usted logró explotar
y en la cual insertó su discurso.
Tras ese discurso, tan monótono, por cierto, tan inconsistente —le ruego
me excuse, es también un profesor quien habla, un peón en el fondo, formado
para calificar los trabajos de los alumnos—, usted supo ofrecer el punto de
apoyo de Arquímedes para mover la política francesa de su lugar y llevarla a
otro lugar, como dice más o menos Descartes. Yo me inclino. No creía que
eso fuera posible. Su hazaña pasará a las memorias.
Sueño con el libro, siempre célebre, de Curzio Malaparte, que practiqué
bastante, Técnica del golpe de Estado. Usted, Emmanuel Macron, cuando
haya ganado la final, será reconocido como un gran maestro de la toma del
poder en un régimen democrático. Pero usted no está ahí todavía. Era un poco
temprano celebrar la noche del domingo en La Rotonde. Al menos, Nicolas
Sarkozy esperó a ser elegido antes de festejar en el Fouquet’s.
Yo temo sobre todo que este sea el signo de que usted se inclina a vender
prematuramente la famosa piel de la osa (digo: osa). Y las hembras de la
especie tienen la reputación de ser más temibles que los machos.
Golpee a Marine Le Pen. Golpee también a su clan. Diga claramente que
está compuesto de admiradores de Hitler. Y no olvide golpear al
lepenotrotskismo, que se expande cada día, mayormente entre la juventud,
como una enfermedad infecciosa.
Mélenchon está obligado, según la maldición del destino que lo condena a
repetir indefinidamente la falta de su amo, el hitleriano Lambert, a estudiar
los modos propios para desarmar a la juventud. Él y los que lo siguen no
saben ya qué inventar para amarrar a los jóvenes y alejarlos de resistir y de
combatir. «Son iguales», decía Lambert a resistentes y aliados cuando se
enfrentaban con las tropas de ocupación. «Son iguales», repite Mélenchon,
señalándolos con el dedo a usted y a Marine Le Pen, mientras que ustedes
van a confrontarse los dos en un combate a muerte (electoral, se entiende).
La amistad de los viejos entristecidos y prófugos de la Colaboración, que
en la izquierda están por todos lados, sirve de caja de resonancia de los
peores propósitos de ese pobre Méluche que quedará para siempre más allá
de la muerte de su mentor, «Él será él mismo por la eternidad», es decir, una
marioneta.
En cualquier caso, querido Emmanuel Macron, independientemente de lo
que usted haga con mis consejos, yo votaré MACRON, porque es lo único
que tenemos en las manos, una papeleta de voto con su nombre. El poder está
en la punta del fusil, es verdad, pero tomar en las manos un fusil hoy sería
incongruente, loco, altamente condenable.
Yo haré campaña para que la juventud vote por Macron.
Yo golpearé a MLP incluso si usted rechaza hacerlo.
Yo golpearé también a JLM. En efecto, erradicar el melenchonismo bajo
todas sus formas es la condición sine qua non del renacimiento de una
izquierda que sea una.
París, 27 de abril de 2017
P. D.: Al final de este texto, hago un uso metafórico del verbo cogner. No se
trata de «romperle la boca» al adversario, como se dice coloquialmente, sino
de oponer un argumento sólido y sin concesiones al argumento de dicho
adversario.
P. D. 2: Las citas de La Vérité, órgano del PCI, están disponibles con otras
cosas interesantes en esta dirección: http://trotskologie.wikia.com/
wiki/Hitléro-trotskisme.
P. D. 3: Extracto de la nota de la Wikipedia sobre Marcel Déat: «La
tonalidad específica del deatismo, hecho de demagogia colaboracionista y de
defensa de una línea de izquierda republicana, se traduce en protestas contra
el despido de alcaldes de izquierdas, contra las campañas contra los
francmasones y maestros, y, al mismo tiempo, la celebración de un Hitler
imaginario, a quien describe como deseoso de borrar las fronteras en
beneficio de los intercambios económicos, edificando una Europa pacífica,
unida y socialista. El RNP es favorable a un régimen fascista y totalitario en
una Europa unificada y socialista. Sin embargo, no renegó del todo de su
herencia republicana, secular y pacifista, que lo diferenciaba radicalmente de
su gran rival, el PPF de Doriot».
P. D.: 4: G. Miller me ha hecho llegar el texto de una columna de prensa
anoche a la 01:23. Ya se ha acordado con la redacción de Lacan Quotidien
que lo publicaremos. El artículo se titula: «Nada de lecciones de
antifascismo, ¡gracias!». Este texto que cuestiona el pasado no muy brillante
a sus ojos de Macron, enarca, banquero, ministro de François Hollande, me
permitió preguntarle a GM si alguna vez había estado interesado en el pasado
de Mélenchon, y si, por ejemplo, cuestionó su biografía en el documental que
recientemente le dedicó. No he tenido una respuesta hasta ahora. Supongo
que no seré el único que me digo que el autor del memorable Pousse-au-jouir
du Maréchal Pétain (Seuil, 1982) debe de haber sido víctima de un error en
algún momento. «Gérard, es hora de que lo reconozcas. Aunque te burles de
mí por mi gusto por las citas latinas, errare humanum est... Tuyo. Tu
hermano JA».
29

EL DIARIO ÉXTIMO. DECIMOSÉPTIMA


ENTREGA. MONTOIRE EN 2017 Y OTRAS
FANTASÍAS1
LA PAUSA DE LA BESTIA

Anoche cena con Lilia y Jean-Marie en uno de sus restaurantes preferidos, el


Lily Wang, un éxito de los hermanos Costes que se promueve como «la cita
de los aficionados de la cocina fusión». Es bueno, es liviano, no es
complicado, no cansa ni las papilas de la lengua ni las pequeñas células grises
del cerebro. Desde la noche del domingo al lunes, es la primera vez que hago
una pausa.
A la salida del duro trabajo, todo en el Lily Wang tiene un efecto
pacificador sobre mí: Lilia siempre amigable y elegante; Jean-Marie, que
conoce el mundo político como la palma de su mano (profundamente) e
inventa sketches para morirse de la risa para distraer a sus comensales; la
camarera eficiente; un toque de lujo adulterado. Llego como la bestia, con
barba de cuatro días, vestido como el as de picas, con una ropa que no me he
quitado desde el lunes, como si durmiera en la trinchera en el campo de
batalla.

LA bullshit DE LAS LECHUZAS

A las 16:00 del jueves aún debatía con mi hija por teléfono acerca de saber si
iba a escribir el o la «bullshit» en mi «Baile de los lepenotrotskistas». Hay
argumentos en los dos sentidos y no hay maestro de la lengua a quien
recurrir. Si Sollers hubiera empleado el término, me hubiera alineado con él,
pero no sé si lo ha hecho. Hubiera podido llamarlo, sacarle una indicación,
pero no me veía molestándolo por tan poco cuando él mantiene un silencio
feroz, no solo respecto a mí, sino en todos los medios, donde brilla por su
ausencia mientras se desencadena la batalla política.
El gran hombre, gran pluma, gran boca, eligió pasar su turno y encerrarse
en su burbuja, mientras que Hugo, en su exilio de Guernesey, se presentaba
todos los días en París. El exilio interior de Philippe que habita en la puerta
de al lado lo aísla y lo aleja más que si estuviera en una isla anglonormanda,
incluso en Santa Helena. ¿Hay algún íntimo Waterloo que motive el silencio
de Sollers? Respetemos el velo arrojado sobre su intimidad, incluso si en ese
silencio con el que Sollers se envuelve no reconozco al autor de Literatura y
política. Boileau esperó la muerte de Molière para clavarle la daga; yo,
menos bribón que Scapino, provoco a mi Philippe para que se manifieste.
Él me lee, por lo tanto: «¡Hola, Sollers! No lo sermoneo. Sé, como usted y
como Lacan y algunos otros que «la moral es la debilidad de la inteligencia»
(Rimbaud, citado por Ph. Sollers, Literatura y política, p. 747). Solo le digo
que su voz le falta a sus amigos, la semana pasada hablaba de eso con
Catherine Millot».
Tampoco escuchamos a Julia. Es una elección deliberada que hacen los
esposos de Saint-Germain-des-Prés, ¿y que abre a qué cosa? No sé. Estoy
muy seguro de que ellos no van a hacer el papel de «lechuza de Minerva, que
solo al anochecer emprende su vuelo» (Hegel, Principios de la filosofía del
derecho). Hacer de lechuza de Minerva, llegado el caso, consistiría en
aparecer cuando el polvo de la batalla haya pasado y explicarnos con brío y
fuerza fanfarronas todo lo que no supimos ver en aquello que vivimos.
Philippe y Julia dejarán ese papel a los Rancière y a los Badiou, tan
elocuentes cuando La calma reina en El Paso, pero que se ponen bajo la
mesa del saloon cuando se trata de Duelo de titanes.2 Son sabios, pero hay
casos en que la sabiduría se distingue mal de la cobardía. A decir verdad, no
hicieron otra cosa en Mayo del 68.
Eludo mis responsabilidades de cocreador de la lengua francesa
proponiendo a Eva escribir: «esta bullshit, como se dice en Quebec». De
todos modos, se capta mejor la cosa, si me atrevo a decirlo, cuando se pone
en femenino.

DESAFÍO A EDWY PLENEL

BFM-TV (resumo): «Marine Le Pen conduce su campaña a ritmo de tambor,


muy ofensiva, tras los pasos de Mélenchon. Retoma su expresión preferida:
«¡Sáquenlos!»». Para completar, ella cita también a Jaurès, que fue el
fundador de L’Humanité. Coquetea con Mélenchon y el PC.
Esta Marine es una verdadera vampira ladrona de cadáveres. En 1914, los
ancestros del FN gritaban: «¡Jaurès al paredón!» y, como sabemos,
terminaron por matarlo de verdad el 31 de julio en el café del Croissant, que
existe todavía. Llega el 28 de abril de 2017, y la heredera de sus verdugos se
recomienda zalamera a Jean Jaurès.
Vemos la trampa mortal para la democracia que constituía la famosa
«desdemonización». Esto quería decir: de ahora en adelante estará fuera de
lugar recordar las raíces, la filiación, la genealogía del FN. Lo tratarán como
a un recién nacido, examinarán su programa, sus ideas, sus palabras, todo sin
prejuicios, «objetivamente». A los periodistas les encantó. Periodistas de
derecha y de extrema derecha, por supuesto, pero también los periodistas de
izquierda y de extrema izquierda.
Incluso Edwy Plenel, tan informado habitualmente, cayó en la trampa:
«Mediapart les detalla el programa del FN y lo destroza», decía
sustancialmente. ¡No, Edwy! Lo que había que decir es esto: «El partido de
los colaboracionistas y de los admiradores de Hitler nos presenta un
programa que no es sino una tapadera para esconder su verdadera naturaleza,
un programa que no es nada más que para lavar sus orígenes».
El miércoles por la noche, cuando el desdichado François Bonnet, en su
ausencia, tuvo que presentar la disección de dicho programa, hubo dos frases
para disculparse por haber hecho alusión en la primera a 1945. Este
arrepentimiento inmediato quería decir precisamente esto: no crean que
utilizamos esta referencia a la Segunda Guerra Mundial para incrementar el
peligro FN y justificar de este modo el voto útil Macron, como hacen
algunos. Allí, en Mediapart, esa noche pude medir hasta dónde se extendía en
la izquierda profunda la influencia de lo que debía llamar esta semana el
«lepenotrotskismo».
Cito de memoria. Anoté las cuatro primeras frases de Bonnet en un
cuaderno, y el replay debe de poder encontrarse fácilmente. Estuve tan
apresado por el episodio que escribí un análisis de ese cuarteto y luego una
cosa llevó a otra, y no volví a él. Pero lanzo un desafío amistoso a Edwy
Plenel: invíteme a mí entonces a Mediapart, vuelva a pasar las cuatro frases
en la pantalla, y demuéstreme que yo me equivoco, que falseo, que interpreto
al revés.
Sería un duelo sin otra arma que nuestras lenguas, una y otra tienen
facilidad de palabra. Me sentiré honrado, estimado Edwy, de que usted acepte
mi proposición a despecho de las obligaciones que se imponen a una
publicación como la suya, la de la actualidad inmediata, la de conseguir cifras
de audiencia, etc. Si usted estima que mi idea está desubicada, no insistiré.

MÉLENCHON EL REVOLTOSO

Regreso a hoy. Creeríamos volver al tiempo de las ligas y de las


manifestaciones sediciosas de los años treinta, cuando se trataba de arrojar a
los diputados al Sena. Marine LP se atiene a demostrar que está en la misma
longitud de onda que la Francia Insumisa. Resultado: por su silencio
«ensordecedor» (Libé dixit), Meluche desconcierta a sus electores; Marine los
pesca con el anzuelo por sus berreos. Es la división del trabajo. Los dos
hacen pareja. Mientras que Meluche enloquece y desorienta a la pescadilla, la
revuelve, como se dice en Châteauroux, mi ciudad natal, Marine se coloca
como aval y recoge a los bicharracos en una red con malla fina, tendida de
una orilla a la otra.
Anuncian en BFM que Marie-France Garaud vota a Le Pen. Esta señora
hace creer desde siempre que es una gaullista pura sangre, si bien jamás
sirvió al general: sirvió a su galán, nombré al archicube3 Pompidou, quien —
amigo de Sagan y de Senghor, empleado de Rothschild, hombre letrado y de
sentido común hasta el punto de no haber entrado jamás en la Resistencia—
ciertamente se habría horrorizado por la elección de su consejera.
08:10: Bourdin recibe a Louis Alliot, el astuto vicepresidente del FN que la
otra noche en TF1 tomó presto la mano tendida de Mélenchon al FN. La
mano moral se entiende. El apretón de manos, el Montoire de Mélenchon,
será para más tarde. Para distenderme, voy a ver una película.

EL APRETÓN DE MANOS DE MONTOIRE EN 2017

El mariscal Mélangeon4 se expresó en todos los medios audiovisuales en los


siguientes términos: «Franceses, me encontré el jueves pasado con la
presidenta de la República. Este encuentro suscitó esperanzas y provocó
inquietudes. En este sentido, les debo algunas explicaciones. Tal entrevista
solo fue posible, cuatro meses después de nuestra derrota electoral, gracias a
la dignidad de los franceses ante la prueba, gracias al inmenso esfuerzo de
regeneración al cual se han prestado (gracias también al heroísmo de nuestros
marinos, a la energía de nuestros jefes coloniales, a la lealtad de nuestras
poblaciones indígenas). Francia se ha recuperado. Este primer encuentro,
entre la presidenta victoriosa y el vencido de la presidencial, marca el primer
restablecimiento de nuestro país.
Acepté libremente la invitación de la Jefa. No recibí de su parte ninguna
«imposición», ninguna presión. Acepté el principio. Las modalidades serán
discutidas ulteriormente.
A todos aquellos que esperan hoy la salvación de Francia, debo decirles
que esa salvación está ante todo en nuestras manos. A todos aquellos a los
que nobles escrúpulos mantendrían alejados de nuestro pensamiento, debo
decirles que el primer deber de todo francés es tener confianza. Tanto a
aquellos que dudan como a aquellos que se obstinan les recordaré que,
endureciéndose en exceso, las actitudes más bellas de reserva y de orgullo
corren el riesgo de perder su fuerza.
Aquella que ha tomado en su mano los destinos Francia tiene el deber de
crear la atmósfera más favorable para la salvaguarda de los intereses del país.
Es por el honor y para mantener la unidad francesa, una unidad de diez siglos
en el marco de una actividad constructiva del nuevo orden europeo, que entro
hoy en el camino de la colaboración.
De este modo, en un futuro cercano, podría ser aligerado el peso de los
sufrimientos de nuestro país, mejorada la oportunidad de los desocupados de
largo tiempo, atenuados los gastos de las cargas sociales. De este modo
podrían ser (flexibilizada la línea de demarcación y) facilitadas la
administración y el abastecimiento del territorio. Esta colaboración debe ser
sincera. Debe excluir todo pensamiento de agresión. Debe conllevar un
esfuerzo paciente y confiado.
(El armisticio, en el fondo, no es la paz). Francia está tomada por
obligaciones numerosas frente al partido vencedor. Al menos permanece
soberana. Esta soberanía le impone defender su suelo, extinguir las
diferencias de opinión, reducir las disidencias de los psicoanalistas de la
Escuela de la Causa Freudiana y de sus amigos.
Esta política es la mía. Los elegidos y los cuadros de Francia Insumisa no
son responsables más que ante mí. La historia solo me juzgará a mí. Hasta
ahora mantuve ante ustedes el lenguaje de un padre. Mantengo hoy el
lenguaje del jefe. Síganme. Tengan confianza en la Francia Insumisa eterna».
Me despierto. El valiente M. Alliot charla aún con M. Bourdin.

VENTAJA FN
Ya no se suele ver mucho a M. Philippot, con su rictus irónico y su parecido
a un cortador de cabezas. Es M. Alliot, más relleno, con el acento del Midi,
quien va delante. Además, es un amigo y un deudor de nuestro amigo Roland
Dumas.
Alliot es un hombre de mundo: no se mosquea, no aprieta las mandíbulas
como M. Philippot o como yo mismo cuando estamos contrariados. Él se
mete a la gente en el bolsillo en dos tiempos y tres movimientos.
Bourdin lo interroga sobre el presidente pro tempore del FN, del que se
habrían descubierto declaraciones nazis y negacionistas. Alliot (en esencia):
Jean-François Jalkh renunció a su misión, hará una demanda contra aquellos
que lo calumnian; por mi parte, jamás lo escuché en público ni en la
intimidad proferir ninguna palabra de este tipo; son mentiras difundidas por
oficinas antifascistas, entre comillas «antifascistas», porque «el fascismo no
existe en Francia». CQFD.
Bourdin lo cosquillea con el tema: el FN trata de pescar en la segunda
vuelta a los electores melenchonistas de la primera. No se trata de eso
asegura, bonachón, M. Alliot. Mélenchon y nosotros somos soberanistas y
defendemos el servicio público. Entonces, los melenchonistas elegidos sobre
esta base en las regiones hacen gustosamente causa común contra nosotros
con los ejecutivos regionales que siguen una línea opuesta a aquella que nos
valió ser elegidos, línea mundialista y que conduce al desmantelamiento del
servicio público. Los electores de Mélenchon, créame, no son locos, no son
esquizofrénicos: comprenden muy bien que nosotros estamos más cerca de
ellos que M. Macron. En la segunda vuelta lo eliminamos. Y bien, FN y
Francia Insumisa, eliminemos juntos las ideas de M. Macron.
Explicado así, con una voz suave, es indiscutible. Es muy fuerte, Louis
Alliot. FN = 1, demócratas = 0.
Además, no carece de elegancia. Saluda la honestidad de Mélenchon en su
recorrido y se felicita, como la otra noche en TF1, porque no haya llamado
como los demás a votar a Macron.
M. Alliot le da una reprimenda a M. Attali por haber tratado de anécdota el
drama de la fábrica Whirlpool. No piensa en las familias, M. Attali, en los
niños que van a la escuela, etc. ¿Qué decir?, sino: FN = 2, demócratas = 0.
M. Macron debería forzar a M. Attali a lavarse la boca con jabón, como se
hacía antes. Attali, sin embargo, comenzó cuando estaba en el politécnico,
redactó algo, creo recordar, sobre las paradojas electorales en la línea de
Condorcet y Kenneth Arrow, que interesó a Lacan, y me pregunto incluso si
tuvo lugar un encuentro. Pero enmarcada por Mitterrand, esta inteligencia
desatada se puso al servicio del Príncipe.
Attali se dio a conocer luego por sus plagios, como Alain Minc, por otra
parte. Ciertamente, hay allí un tipo psicológico: el muchacho brillante, pero
que hace demasiado y termina por birlar aquí y allá ideas y párrafos. Hay
también una sombría historia de tarjeta de crédito desviada de su uso legítimo
que le costó a Attali la dirección de la Berd, que había inventado. Nada de
esto lo perjudicó en la élite de la sociedad parisina, de la cual es una de sus
intersecciones.
Su última torpeza es propia de él. No son cosas para decir, Attali, fuera de
los consejos de administración. Por supuesto, las desdichas de la pobre gente,
al lado de los problemas planetarios que trata todos los días el Grupo
Bilderberg, trescientos obreros que pronto estarán desocupados, no es una
anécdota, como es cierto que, en la historia militar de la Segunda Guerra
Mundial, las cámaras de gas son solo un detalle. Si recuerdo bien, no hay una
página, una sola mención en el admirable libro de Liddell Hart. Y un pequeño
capítulo sobre la Shoah en este, más reciente, más sensible al aire de los
tiempos, de Antony Beevor. Solo que una verdad no es un contenido exacto;
es un acontecimiento mucho más complejo: entra quién la dice, y por qué, y
en respuesta a qué, etc. Cuando factorizamos, si puedo decirlo, esos datos
matizados y resbaladizos, concluimos: Jean-Marie Le Pen es un antisemita y
Jacques Attali, incluso omniinteligente, es un imbécil.
Ya que hablo de Le Pen padre, nos enteramos de que este promete para el 1
de mayo «una sorpresa». Bourdin cosquillea a Louis Alliot con esto: «¡Oh!
Hace esto para atraer a la clientela», dice su casi yerno. Y decir que es esa
gente la que nos da a nosotros incrédulos lecciones sobre la familia, célula
social fundamental, y patatín y patatán, bla, bla remontándonos a Bonald... Y
bien, yo puedo decirles que, si hubiera hablado así de mi suegro —¡que, sin
embargo, sabía atraer a la clientela y cómo!—, «no habría hecho hueso
viejo».

REDEMONIZAR

Apenas M. Alliot dijo adiós, surgió M. Barbier, el brillante editorialista de


L’Express, que comenta sus palabras sobre la dimisión de Jalkh: Marine Le
Pen «no quiere correr el riesgo de la redemonización». ¡Bingo! ¡Esa es la
palabra! ¡Y es un archicube el que la encontró! ¡Macron, escucha bien!
Ahora tú vas a REDEMONIZARME a cuarta velocidad a la Valkiria haciendo el
papel de las Mamie Foodie. Antes de obtener una gran herencia, ¿de qué
vivió su padre sino de la venta de discos y casetes de cantos del ejército
alemán imperial, luego nazi? Alemana, nazi, no del ejército francés real y
luego republicano. La infancia de Marine fue mecida en la cuna por Heidi,
Heido, por el «Horst-Wessel-Lied», por «Das Deutschlandlied». Son
canciones que pagaban la comida a los Le Pen, la de ellos y la del perro. Son
palabras marciales que pagaban su ropa, sus libros, su calzado; que pagaban
las facturas de agua, gas, electricidad. No era: «Gracias, ¡pequeño Jesús!»,
sino: «Danke, und Heil Hitler!».
Esta familia vivió todos los días del nazismo, sobre el nazismo, chupando
la sangre del nazismo, como los parásitos, más precisamente los
ectoparásitos, pero no es momento de agobiarse con parasitología, aunque es
una disciplina apasionante.
Otros se enriquecieron a su costa (suer le burnous). La expresión significa
«hacer trabajar duramente la mano de obra extranjera», y, por extensión,
«explotar, hacer trabajar exageradamente». El albornoz (burnous) es un gran
manto de lana con capucha que se usa en el Magreb; el empleo de la palabra
aquí es metonímico. Y bien, los Le Pen, ellos, vivieron de hacer sudar el
uniforme verde-gris. Comieron nazi, durmieron nazi, hicieron pis nazi,
cagaron nazi. Sí, digo, cagaron nazi, porque soy del país de Rabelais, y
también para..., mmm..., France Culture, estación de radio donde me cerraron
la boca la semana pasada porque yo decía que un M. Chatillon, fiel camarada
de Marine, era, según el rumor, un nazi. Parecía que yo me hubiera tirado un
pedo en casa de la duquesa. France Culture, la vergüenza.
¡Y ahora la heredera alimentada con leche del nazismo desde su más tierna
infancia viene a darnos, con la boca como culo de gallina, lecciones de
francesidad! ¡Qué descaro infernal!
El mal es profundo. Se ha permitido al diablo mismo desdemonizarse.
«Señor Satán, ¡usted tiene la palabra!». La peste atacó en primer lugar a los
más débiles, a los más desprovistos, a los famosos periféricos de Christophe
Guilluy. Ahora es la juventud melenchonizada de los centros urbanos la que
fue alcanzada, la de los liceos, la del preparatorio y la de las facultades.
Mélenchon, el melenchonismo, abre la puerta a la toma de poder por parte de
Marine Le Pen, ya sea por el camino de la abstención o el del voto a Le Pen.
¿Cuánto tiempo los medios ocultaron que Mélenchon fue y continúa siendo
la marioneta de un hitleriano que se repantigaba con los nazis cuando morían
los nuestros? ¿Cuánto tiempo, medios, hablarán de otra cosa? Que Macron
sea demasiado esto o aquello no importa. Marine es lo que es. Y lo que es, es
el mal absoluto. En el Estado de derecho, eso se combate en una campaña
electoral. Cuando ya no hay Estado de derecho, se combate con las armas en
la mano.
Puesto que yo hablaba de canciones, hay una que habría que enseñar a la
clase joven.
¡Escuchen bien, Lambert, en brazos de Déat! ¡Escucha, Mélenchon, en
brazos de Lambert! ¡Escucha las campanas doblar a muerto! Y no preguntes
por quién doblan: doblan por ti. Es así, es el topos que quiere eso.
Estás terminado, pobre Méluche. Estás terminado, Pierre Lambert. ¡No
future para Mister Nazi!
Miliciens, mouchards, tristes apôtres,
Cette complainte est également la vôtre
Tortionnaires, bourreaux et mercenaires
Elle rythme votre heure dernière
Collaborateurs écoutez-la bien
C’est pour vous que chante ce refrain
C’est la complainte des nazis
C’est la complainte des pourris
Qui met au ventre des salauds
La peur d’la corde ou du poteau
Elle accompagne en quelques mots
L’agonie de l’ordre nouveau
À vos potences, hommes de Vichy
C’est la complainte des nazis

[Milicianos, soplones, tristes apóstoles,


esta canción también es la vuestra
Torturadores, verdugos y mercenarios.
Marca el ritmo de vuestra última hora
Colaboradores, escuchadla bien.
Este refrán canta para vosotros.
Es la canción de los nazis
Es la canción de los podridos
Que mete en el vientre de los hijos de puta
El miedo a la cuerda o al paredón
Acompaña con algunas palabras
La agonía del nuevo orden
A sus potencias, hombres de Vichy
Es la canción de los nazis.]
30

EL DIARIO ÉXTIMO.
DECIMOCTAVA ENTREGA. «LAS MEJORES
FRESAS...»1

Anoche, Rose-Marie Bognar y Didier Cremniter me acompañaron a casa tras


un último trago en l’Esplanade —siempre en Les Costes—. Les comunico mi
apuro: ¡tantas cosas para decir este sábado y tan poco tiempo para dormir!
El viaje a Montpellier. Las reuniones con la encantadora estadounidense
Julia Richards, que tiempo atrás me había acompañado en una comida en el
ayuntamiento y a quien Georges Frêche había intentado seducir, ante mis
ojos, a fuerza de citas latinas, antes de tentativas más osadas, días después,
cuando la invitó a visitarlo en privado. Ella tuvo que mentirle y decirle que
era mi amante para poner fin a su cortejo. Julia es analista, miembro de la
Escuela de la Causa Freudiana.
El foro organizado con mano maestra, a pedido mío, por mi colega y amigo
el doctor Marc Lévy, fue un éxito. Duros debates con los melenchonianos del
lugar. Agudos intercambios con el elocuente Christol, presidente del Colegio
de Abogados, indignado por la virulencia de lo que él denominaba mi
requisitoria contra Mélenchon y su mentor hitleriano, antes de declararse, in
fine, «absolutamente de acuerdo» conmigo. Mis arrumacos políticos con el
socialista Michaël Delafosse, hombre joven y apuesto lleno de pujanza y
porvenir. La profesora Anne Brissaud, a quien yo no había tenido
oportunidad de decirle en qué medida comparto su explicación de la
estrategia de influencia de la UDI (Unión de Demócratas e Independientes), a
la cual esta joven rubia pertenece. Las payasadas de cierto energúmeno, en
análisis desde hace décadas «con un lacaniano» y que se considera «miembro
de la familia», cosa que le permitía declararnos a todos que nosotros éramos
inútiles y que por nuestra inutilidad habíamos frustrado las esperanzas que él
había depositado en este foro. El senador y alcalde de Castelnau-le-Lez, señor
Grand, amigo de Juppé, gaullista de antología, hablando como un personaje
grandilocuente, que provocó en mí una violenta transferencia salvaje que me
llevó a pensar qué bonito sería ser de Castelnau y aportar la propia voz de
izquierdas a su alcalde de derechas. Y, para finalizar, el señor Max Levita,
profesor de economía, primer asistente del alcalde, que en 1969 conoció a
Judith y recuerda que ella clamaba en un mitin el «Hay que destruir la
Universidad», que le valió ser expulsada de esta.
Le cuento los entresijos de la historia. Lacan fue a defender la causa de su
hija ante Olivier Guichard, por entonces ministro de Educación Nacional. Y
este le responde mediante un non possumus. La orden provenía del presidente
Pompidou, quien, leyendo en la cama L’Express, había encontrado allí la
entrevista de Judith con Michèle Manceaux. De inmediato había levantado su
teléfono, llamado a Guichard, y le había ordenado echar a esa mujer
enseguida. Así fue como la número uno en el concurso de filosofía de 1965
fue relegada a la enseñanza por correspondencia a pesar del don de gentes
paterno.
Precisaría horas para contar en el Diario éxtimo este foro tan vivo en el que
no me dejaban olvidar ni por un instante que yo era un parisino que había ido
al sur, y, por lo tanto, de entrada y antes de proferir palabra alguna, un
invasor, casi un colonizador, arrogante y brutal, «condescendiente», miembro
de una élite separada de las realidades que ignora y desprecia a la gente real,
etc. A este respecto, Lacan hablaba de «preinterpretación». ¡Tú lo has dicho!
Esto no era todo. El viaje mismo, la espera del avión por la mañana, las tres
horas de tren al regresar, me habían permitido proceder a un
desmenuzamiento completo de la prensa del día. Había comenzado por Le
Figaro magazine: los brillantes retratos cruzados de François Barouin y
Laurent Wauquiez realizados por Charles Jaigu, el esposo de France —que es
miembro de la Escuela de la Causa Freudiana—; la crónica por primera vez
poco inspirada de Éric Zemmour; la despiadada oración fúnebre de Fillon por
parte de Carl Meeus; los análisis marxizantes del politólogo Jérôme Sainte-
Marie; y la maliciosa columna de François d’Orcival, que pierde en Le
Figaro la mención «del Instituto», que jamás deja de adornar su nombre en
Valeurs actuelles.
También estaba Marianne, con su número extraordinario, el mejor que este
semanario haya publicado, el mejor que he leído en muchísimo tiempo en la
prensa francesa. Ya va siendo hora de que Marianne consiga el sorpasso de
Le Nouvel Observateur, en pleno colapso político-moral desde que el trío
BNP [Bergé, Niel, Pigasse] guillotinó a Aude Lancelin por orden de François
Hollande, según ella misma dice. El ejemplo de Judith en 1965, bajo otro
príncipe, muestra que esa hipótesis nada tiene de inverosímil. La bella Aude,
concursada de filosofía como Judith, se vengó de la mejor manera obteniendo
el Premio Renaudot por su descripción, con ácido sulfúrico, de la intimidad
del periódico (lamentablemente, sin chismorreos sexuales). Sus páginas sobre
Jean Daniel, el señor de L’Obs, y sobre Matthieu Croissandeau, su incapaz
secretario de Estado, son piezas de antología. Es obvio que el infortunado
órgano fundado por Kahn y Szafran y retomado por el señor Chaisemartin,
hoy en situación de suspensión de pagos, encontró en Renaud Dély el director
que necesitaba.
Yo tenía ganas de hablar de todo el mundo aquí reunido: Jacques Julliard
en su apogeo, erudito y profeta; Jean-François Kahn, por primera vez
calmado y preciso, que decía lo mismo que el senador Grand en Montpellier:
«Que Marine Le Pen, el 7 de mayo, con el apoyo de la derecha petainizada de
Christophe Guilluy, supere el 40 % (¡gracias, prensa de izquierdas!) y la
señal de alarma tomará la forma de un trueno». Y el desfile de grandes
nombres del «komentariat» francés: Marcel Gauchet, los Pinçon, Hervé Le
Bras, François Ruffin, Gaspard Koenig, Christophe Guilluy, Dominique
Reynié, Guy Konopnicki, Caroline Fourest, y una pequeña novedad, Florence
Weber, directora del Departamento de Ciencias Sociales en la Escuela
Normal Superior.
Y aún no agoto lo que querría decir de ese número, que además contiene un
dosier sobre el duelo en literatura, cine, etc., la crónica gastronómica del
genial Périco Légasse, un análisis del boulangismo, «un populismo a la
francesa». Todo es talentoso, directo y alegre, mientras que L’Obs es
siniestro, mal escrito, y de una calidad constante en la mediocridad y la
maldad.
Falta todo el resto de la prensa nacional, a la que aún se añade The Times,
que desmenucé durante el encantador almuerzo junto a mi viejo y fiel amigo
Augustin Ménard, acompañado por su esposa, Monique, melenchoniana,
aunque agradable, muy agradable.
Y ahora están además las últimas publicaciones que acabamos de comprar
en el Drugstore. ¿Cómo dar cuenta de todo eso? ¿Por dónde comenzar? Estoy
perdido.
En ese momento, Rose-Marie tuvo una de esas réplicas fulminantes que a
veces le llegan de no se sabe dónde: «Haga como dice Françoise Giroud: las
mejores fresas arriba del todo».
«¿Giroud dijo eso?». «Sí». «¿Y qué significa?». «Que en el periodismo se
empieza por lo mejor, ya que la gente lee rápido y poco». «¡Lo haré!». «¿Y
qué es lo mejor que usted tiene?». «La idea que tuve esta mañana, a las diez y
cuarto, bebiendo mi expreso doble en el café d’Orly. Me iluminó. Un
verdadero instante de ver». «¡Oh!, ¿qué es? —Mañana lo verá».
Continuará.

P. D.: Logré encontrar la referencia en Google —tras varias tentativas, ya que


el motor de búsqueda transformaba «plus belles fraises» [«mejores fresas»]
en «plus belles fesses» [«mejores culos»]—. Hela aquí: «Preguntaron a
Françoise Giroud, por entonces redactora responsable de L’Express, cuál era
el secreto del buen periodismo. Respondió: «Ponga las mejores fresas arriba
de todo». Ella tenía razón: para el público y el periodista, el «orden lógico»
no existe. No hay más que un orden de interés».
31

EL DIARIO ÉXTIMO. DECIMONOVENA


ENTREGA. EL TRIUNFO DEL DIABLO1

Me disponía a seguir el consejo que Françoise Giroud daba antaño a los


periodistas en ciernes y a poner en lo más alto de mi cesta, en la primera
plana de este Diario, la más bella fresa que había recolectado en la jornada
del sábado, a saber: una idea mía que había iluminado para mí la lógica que
buscaba de la famosa «desdemonización», cuando Rose-Marie Bognar-
Cremniter me trajo lo que acababa de transcribir sobre lo planteado por Alain
Finkielkraut durante su última emisión dominical en Radio J en relación con
la visita de Emmanuel Macron al Memorial de la Shoah en París.

Estupefacción e incredulidad fueron mis primeros sentimientos. Lo veo y no


lo creo.
Tuve que rendirme a la evidencia, y el sentimiento dominante fue entonces
el abatimiento. Si incluso un Alain Finkielkraut, que ha anunciado que vota a
Macron, profesa tanto odio a lo que a sus ojos este representa que abre el
camino al voto Le Pen en el espíritu de su electorado, entonces Marine Le
Pen va a pasar. Tiene la partida ganada.
La lógica de la desdemonización ha llegado a su término. Es ahora el turno
del adversario electoral del FN de ser demonizado, mientras que la
normalización del FN, considerada como un hecho consumado, se sublima
poco a poco en una especie de santificación laica del partido nacionalista.

No soy amigo personal de Alain Finkielkraut. Es un chico de mi generación


con el que nunca me he cruzado ni en mi juventud ni en mi edad madura. He
seguido muy lejos de su carrera.
El primero y único de sus libros que he leído fue La derrota del
pensamiento, publicado en 1987. Podía compartir algunas de sus ironías, no
me reconocía ni en el tono depresivo, melancólico, de la obra, ni en el
diagnóstico heideggeriano que hacía sobre el malestar contemporáneo en la
civilización, y me sentía en todos los sentidos más próximo a la obra que sin
duda le había inspirado, el best-seller del profesor Allan Bloom, The closing
of the American mind, 1987, amplia crónica carnavalesca de un mundo
universitario recorrido por movimientos sociales delirantes e invadido por
una locura de pureza que traduce una llamada desesperada al Nombre del
Padre. Era la obra de un gran universitario gay del tipo «gran loca», antiguo
alumno de Leo Strauss y profesor encendido e incendiario de Platón y de
Rousseau en los campus de élite estadounidenses.
Habría mucho que decir de este erudito fuera de toda norma. La revista
Commentaire le ha dedicado un número de homenaje que he guardado
cuidadosamente, pero que no encuentro en mi desorden. Inspiró a Saul
Bellow una maravillosa novela en clave de la que es el personaje principal:
Ravelstein.
Más cerca de nosotros, si me hubiesen pedido mi opinión durante el debate
que provocaron las reformas de la señora Najat Vallaud-Belkacem, habría
dicho que compartía la mayoría de las opiniones expresadas por Alain
Finkielkraut. A menudo había admirado la valentía que mostraba cuando
batallaba a contracorriente, a lo largo de estos últimos años, a favor de Israel,
incluso cuando hubiese tenido que hacer referencia a ciertos desacuerdos si
hubiésemos tenido la ocasión de intercambiar impresiones. He sido sensible
al talento que ha sabido desplegar durante un áspero debate televisivo frente a
mi amigo Edwy Plenel, el elocuente abogado de la solidaridad incondicional
con los oprimidos y, en primer lugar, los musulmanes de países
desarrollados.
Finalmente, hace dos años, en junio de 2015, tuve el placer de ser invitado
por él a su célebre emisión Repliques en France Culture, con el fin de
proseguir en las ondas un debate que yo había iniciado por revista interpuesta
con mi antiguo camarada althusseriano Jacques Rancière. Este hizo notar que,
en el punto que se debatía, Finkielkraut y yo estábamos del mismo lado con
relación a él, Rancière.
¿Qué ha dicho entonces Alain Finkielkraut que es tan terrible? No quisiera
por nada del mundo mutilar o deformar unas palabras que, me atrevo a decir,
se bastan por sí mismas.
Encontrarán al final de este número las transcripciones que me fueron
aportadas por mi asistente y amiga Rose-Marie.2 Supongo que se puede tener
acceso al replay de la emisión en la web de la revista Causeur y en la de
Radio J.
En resumen:
1. Primero está el hecho: Emmanuel Macron, candidato a las elecciones
presidenciales, uno de los dos candidatos presentes en la segunda vuelta, va
al Memorial de la Shoah, en el 17 de la rue Geoffroy-L’Asnier, en el barrio
del Marais, el último domingo de abril, donde se celebra la Jornada Nacional
en Recuerdo de la Deportación.
Está la objeción moral: «No se puede hacer del exterminio de los judíos un
argumento de campaña».
2. Está la objeción política: no es ni legítimo ni muy sensato «movilizar al
electorado judío contra Marine Le Pen, ya que no son los jóvenes militantes
del FN los que imposibilitan la enseñanza de la Shoah en las escuelas o los
que van a buscar hechos alternativos en los campos de la muerte».
En fin, asoma una simpatía por el FN. Un «cordón sanitario», dice
Finkielkraut, se estableció «alrededor del FN con el pretexto de protegernos».
Elisabeth Lévy: «Pero es para protegernos también de las preguntas que hace
y de las demandas de sus electores». Alain Finkielkraut: «Exactamente».
Este fajo, un hecho más tres enunciados, explica según Finkielkraut el
detonante de su cólera y el hecho de que «el hijo de deportado en mí [AF]
gritaba.»

En el momento de mecanografiar estas líneas, ya no estoy en el instante de


ver, he entrado en la secuencia de lo que Lacan llama «el tiempo para
comprender», que exige un poco más de serenidad; «el silencio de las
pasiones», habría dicho Jean-Jacques.
Sin embargo, sigo estupefacto por la debilidad mental que testimonian tales
palabras y por la abyección política a la que conducen a Finkielkraut.
Finkielkraut votará a Macron a título personal, pero simultáneamente hace
todo lo posible para que sus lectores, esos que en él confían, interpreten su
deseo más allá de las palabras que le obligan a decir lo «políticamente
correcto» —y voten efectivamente a Le Pen, tentación que trabaja, lo
sabemos, en los medios judíos radicalizados de derechas y que la revista
Causeur de Elisabeth Lévy tiene particularmente como objetivo—.
El enfoque de Mélenchon no es diferente: construir desde cero un casus
belli con Macron, de forma que los electores que adulan al jefe de la Francia
Insumisa terminen por decirse que no tienen otra solución que no sea
depositar en una urna una papeleta de Le Pen, tentación que se ha abierto
camino en múltiples ocasiones.
La conjunción de las tentaciones, la doble tentación ejercida por la Bestia
inmunda, puede hacer que se elija a Marine Le Pen presidenta de la
República. Faltan pocos días para explicar ante el pueblo francés el
formidable cerco en el que su libertad se encuentra aprisionada y amenazada
con ser aplastada.
¡Paso de Mélenchon! La única cuestión que le concierne es saber durante
cuánto tiempo los medios harán de avestruz antes de descubrir la trampa de
su filiación hitlero-trotskista y lo que esto explica sobre sus maniobras
presentes para desarmar a la juventud y entregarla a sus enemigos.
En lo que se refiere a Alain Finkielkraut, habrá que intentar comprender.
Comprender como un espíritu elocuente y sutil, colmado de los más altos
honores por la República, ha podido caer en un discurso en el que la
estupidez compite con lo canallesco.
A partir de esta noche, después de haber leído este texto en la velada anti-
Le Pen que organiza el mundo de la cultura en el Théâtre des Bouffes du
Nord, y en la que he sido invitado a tomar la palabra, aunque no sea un
artista, empezaré a exponer mis primeras hipótesis.
En realidad, nunca habría sospechado que Alain Finkielkraut tuviese el
cerebro de un schlémil.
Este vocablo yidis designa a un pobre de espíritu, un simplón. En los
Cuentos de Hoffmann de Offenbach, el llamado Schlémil se hace robar su
sombra por el diablo. Es esto lo que le ha ocurrido a ese corazón que se creía
suficientemente inteligente como para irse de juerga con Satanás. Pero es
Satanás quien lleva la batuta en el baile de los lepenotrotskistas, pobre Alain,
y eres el chivo expiatorio de una farsa en la que crees ser el director.
No eres más que «la marioneta viviente» de tu fantasma.
32

POR QUÉ COMBATIMOS, POR BERNARD-


HENRI LÉVY Y JACQUES-ALAIN MILLER1

[Publicado hoy, en el site de L’Express.]


En 1942, el gobierno de Estados Unidos encomendó a Frank Capra siete
films de propaganda destinados a ir en contra de los efectos a largo plazo de
la obra maestra hitleriana de Leni Riefenstahl, Triumph des Willens (El
triunfo de la voluntad), 1935. La serie estadounidense se llamaba Why We
Fight (Por qué combatimos).
No hemos esperado una petición del Estado que nunca habría llegado.
Decidimos contar con nuestras propias fuerzas y hacer todo lo posible para
oponernos —para invertir sus efectos— a esta maldita estrategia llamada de
«desdemonización» que fue iniciada por Marine Le Pen y abrazada con
entusiasmo por los medios, y que la condujo a comienzos de este mes de
mayo, según la expresión consagrada, «a las puertas del poder». Nuestro
objetivo: redemonizar al FN (el término es de Christian Barbier en BFM),
que nunca dejó, a nuestro modo de ver y para quienes se preocupan por la
imagen, de ser el diablo.
Nosotros nos apoyamos en la implantación nacional de la Escuela de la
Causa Freudiana, la principal asociación lacaniana del país, reconocida de
utilidad pública, para organizar la SCALP, una Serie de Conversaciones Anti-
Le Pen. Fueron veinte foros a través de toda Francia (uno de ellos en Bruselas
con jóvenes funcionarios del Parlamento Europeo, que no son en absoluto lo
que nos dicen). El último será en París, este viernes, último día de campaña,
en la Maison de la Chimie, desde las cinco de la tarde hasta medianoche non-
stop.
¿Qué decimos nosotros? Es muy simple. Que el FN no es un partido recién
nacido, sino que pertenece a la tradición contrarrevolucionaria. El país le
debe grandes escritores (Joseph de Maistre, Céline), buenos pensadores,
ensayistas y estilistas (Bonald, Taine, Morand, Drieu, Chardonne, etc.),
grandes modistos y actrices (Chanel, Arletty), algunos grandes resistentes
(¡incluso!) —y no desaparecerá (quizá sea necesaria para el caldo francés,
¿quién sabe?)—. Pero jamás jamás debe dejarse que esta gente ponga las
manos sobre los resortes de poder del Estado. Porque entonces pierden la
cabeza y se tornan peligrosos para el país. Son los crímenes abyectos de
Vichy, las exacciones de la Milicia y el resto —hasta los procesos de
depuración, donde los jueces fueron antiguos petainistas juzgando a otros
petainistas menos afortunados—. No queremos volver a ver eso.
Marine Le Pen es la ruina económica asegurada por la salida del euro,
seguida de la instauración de un régimen autoritario para controlar el
desastre, y, finalmente, frente al fracaso patente, la aparición de la locura
homicida de la cual el pasado (Vichy, pero no solo) dio funestos ejemplos.
Marine Le Pen, que ha sacrificado a un padre y adulado a las ambiciones de
su pandilla (entre los que se encuentra en la primera fila su amigo del alma,
Florian Philippot), es una mujer frágil a pesar de su silueta de cochero:
podemos verdaderamente esperar lo peor.
Escuchad a los electores del FN, su desesperación, su dolor, ¿por qué no?
Son nuestros hermanos humanos, como dice François Villon. Los jefes
lepenistas, es otra cosa. Del mismo modo, no se trató igual al alemán común
que a los nazis de Núremberg. A unos, la reconstrucción acelerada, la
expansión económica y un sólido Deutsche mark que tranquilizó al ama de
casa del tipo Kinder, Küche und Kirche («niños, cocina e iglesia»). Pero a los
jefes, la horca, simplemente. ¡Crac, bum, hue!, diría Tarantino.
Con ocasión del foro del viernes próximo, la dirección del FN será
denunciada por lo que es: un puñado de admiradores de Hitler (¿no es así, M.
Chatillon?), de negacionistas, (¿no es así, M. Jalkh?), de ladrones de
cadáveres (Marine Le Pen citando a Jaurès, al que los nacionalistas
asesinaron en 1914), de supervivientes de la OAS, antiguos miembros de las
Waffen-SS que le juraron fidelidad al Fürher, más, para la galería, un clown
perverso como Gilbert Collard y un surtido de diversos misfits. La tía celosa
apartó a su sobrina, demasiado bonita, demasiado educada y católica
practicante.
¡Ah! ¡Comprendemos el interés de esta gentuza porque no hablemos más,
nunca más, de su pasado y de lo que deja presagiar sobre su porvenir! Que
los medios hayan considerado que todo recuerdo de esta filiación era desde
ahora anticuado, es asunto de ellos. Nosotros decimos lo contrario: memoria
y más memoria. A medida que se acerca el momento fatídico, caen las
máscaras. Marine habla del Vel d’hiv2 como se habla en su banda: era un
complot judío, ¿no es cierto? Y ese complot solo tenía como objetivo
comprometer a los franceses inocentes que cruzaban la calle y no tenían nada
que ver...
Sean muchos este viernes 5 de mayo, por invitación de la Escuela de la
Causa Freudiana y La Règle du jeu.
33

LEYENDO A ALAIN FINKIELKRAUT1

¡Bravo! Usted no dijo: «¿Cuál es el gusanillo, dígame, que se manosea sobre


mi lindo traje verde?», usted tomó su pluma. Concluyo que usted tiene
corazón. ¿Ese corazón es inteligente?
Mi diatriba fue extensa, su artículo es conciso. Seguiré su ejemplo.

1
Usted niega toda simpatía por el FN. Sin embargo, lamenta aquí mismo que
sus «cuestiones» sean demonizadas, e incluso «los hechos que evoca». Para
el equipo «Por qué combatimos», el FN no evoca hechos, miente; no hace
preguntas, tiende trampas. No se trata de escucharlo cuando habla, de recoger
sus palabras y extraer el jugo, sino de demonizarlo, de redemonizarlo o de
hacer ver que siempre fue el diablo.
Según Protágoras: «El hombre es la medida de todas las cosas». Si el
hombre-medida es el sujeto de la enunciación de «Por qué combatimos»,
entonces sí, usted es un simpatizante del FN. Un simpatizante desgraciado,
vergonzoso, trastornado, incómodo, enredado, angustiado, porque, en
resumen, usted será un simpatizante finkielkrautiano, pero simpatizante. O,
mejor, diría que usted coquetea con él. Si el hombre-medida es Florian
Philippot, él deplora su falta de entusiasmo por su patrona.

2
Usted tiene una tesis rara sobre los muertos. Según usted, «los muertos no
están a disposición. El deber de memoria consiste en velar por la
indisponibilidad de los muertos».
Primera noticia. Vaya a explicarle a sus amigos de la corriente
contrarrevolucionaria que tienen como significantes amos «la tierra y los
muertos» (Barres). Los muertos siempre estuvieron a disposición de los
vivos, siempre se comerció con su deseo, en general se le supone especular:
«Mueran como nosotros hemos muerto».
Y los vivos, por este hecho, están a disposición de los muertos. Un analista
alcanza esto con la punta de los dedos todos los días. Auguste Comte señaló
el fenómeno con una fuerte palabra muy hugoliana: «Los muertos gobiernan
a los vivos». En resumen, el mundo de los muertos y el de los vivos están
enredados. ¿Separar a los dos? Esto solo está justificado, me parece, en el
momento de elegir la aventura de la vida contra la fascinación de la muerte.
Entonces se dice: «Dejen a los muertos enterrar a los muertos».

3
A usted le parece injusto, injustificable, movilizar al electorado judío contra
el FN utilizando el recuerdo de la Shoah, dado que ese partido nada tiene que
ver, no está implicado en los hechos recientes de antisemitismo, incluso en el
antisemitismo innato de los barrios musulmanes. Le respondo:
Que decididamente, para alguien que encuentra al FN «infrecuentable», a
usted le gusta hacerle de su abogado. ¿Qué encanto tienen entonces para
usted esos bubones de la política francesa?
Que usted redime, haciendo esto, al FN de la sospecha que esconde su
antisemitismo para engañar.
Que usted da a entender, sin decirlo explícitamente, que movilizar a los
judíos en contra de los musulmanes estaría justificado —política de guerra
civil que sus adeptos se muestran reticentes, por lo general, a asumir
claramente, incluso el valiente Zemmour, que es muy decidido—.
Que, defendiendo a la escoria del FN, usted ha adoptado el estilo de la
casa: no decir sino sobrentender, de tal modo que las palabras que enojan
sean siempre deniable; en inglés, el término califica un enunciado o un
mensaje construido de tal modo que el emisor, el sujeto de la enunciación,
pueda siempre negar haberlo dicho, al menos con la significación que le da el
receptor.
Resultado: confusión general; el público se arranca la cabeza para saber:
¿lo dijo?, ¿no lo dijo? ¿Y el responsable del caos semántico que se instala
clamando en este juicio de intenciones? Usted no hace otra cosa.

4
Por frecuentar demasiado a los infrecuentables que practican el arte de la
retórica fascista en un país democrático, pescó una enfermedad vergonzosa
que llamaré con su nombre inglés: Total Compulsive Insidious Innuendo
Disorder (trastorno de la insinuación compulsiva).
Se trata de una perversión de la preterición, figura retórica que tiene sus
cartas de nobleza. El procedimiento consiste en decir algo sin decirlo.
El trastorno surge cuando el enfermo ya no puede expresarse de otro modo
más que mediante la preterición. Se vuelve simultáneamente contagioso,
infectando a su entorno cercano, incluso a sus lectores más lejanos si es
escritor.
Diversos estudios han demostrado que la canallada ordinaria que conlleva
la práctica de la preterición es mejor soportada por el no judío. En
consecuencia, los casos más graves fueron descritos en los pacientes judíos.
En efecto, en su forma total-compulsiva, la preterición, también llamada
paralipsis o pretermisión, va a pervertir nada menos que las leyes de la
palabra, las que en el judaísmo fueron recibidas directamente por Moisés de
El Impronunciable, sobre el monte Sinaí. Transgresión mal soportada por
sujetos de cultura mosaica.
Por mi parte, judío infiel, pero fiel lacaniano, intento respetar siempre en
todos los puntos esas leyes de la palabra. Y sé reconocer a aquel que falta a
su observancia.

5
Te lo digo, Alain Finkielkraut: por frecuentar a los infrecuentables o por las
frecuentaciones de infrecuentables has adquirido sus malas costumbres.
Pasas el tiempo haciendo trampas, mientras que la verdad es que flirteas
desde hace tiempo con lo peor. La Academia Francesa en su astucia te ofrece
ocupar el sitio de un fascista patentado y tú haces su elogio y le sacas la
lengua a aquellos que tienen la mente lo suficientemente estrecha como para
pensar que A fascist is a fascist is a fascist, dicho sea para parodiar a
Gertrude Stein.
¿No ves a lo que sirves? ¿No ves con qué cadenas estás cargado? Estás en
un mal camino, te lo digo, Alain, te equivocas. Vas derechito a la abyección
política: compañero de ruta crítico del FN.
¿Y tú me amonestas? ¿Quién me da lecciones? ¿No te leo lo bastante?
¿Debería tragarme una hora de tu blablablá en tu emisión de Radio J para
tener derecho a comentar tus torpezas y tus rollos?
Me bastan tres líneas tuyas para descifrar tus trucos.

6
Tomemos un ejemplo: el último párrafo del artículo que me consagraste.
Consiste en tres frases.
La primera define a los intelectuales dreyfusianos como militantes «del
escrúpulo», indignados por «las manipulaciones y las mentiras» de los jefes
del ejército.
La segunda es para eliminarme de la tradición intelectual francesa que
procede de este episodio fundador. Allí donde estaba el escrúpulo, doy
prueba de desenvoltura frente a un eminente dreyfusiano llamado Alain
Finkielkraut y practico la injuria en su contra. En consecuencia, el jurado
presidido por Charles Péguy se ve en la obligación de negarme el carné del
partido de los intelectuales, y considera que me inscribo «en una tradición
muy diferente».
La última frase se basa en una palabra que expresa ese arrepentimiento.
Tras la lectura de la sentencia, la condena se ejecuta. La cabeza cae en el
cesto. El reverendo padre Finkielkraut hace el signo de la cruz con el
asentimiento del jefe. Suspira: «Qué pena...».

7
Ahora el comentario. ¿Quieres decirme que mi desenvoltura y mi práctica de
la injuria me unen más bien a la tradición antidreyfusiana? Y bien, dilo. No,
no llegas a decirlo, te ves obligado a insinuármelo. Esto significa
simplemente que eres un caso medianamente grave del Compulsive Insidious
Innuendo Disorder.
Eso se cura bien, sabes. La cura conlleva dialogar con alguien que llama a
las cosas por su nombre, alguien de mi tipo. Eso sienta bien: estoy jubilado
de la universidad, tengo tiempo libre. Contribuir a salvar de ese trastorno
invalidante a una de las buenas mentes de este tiempo, uno de los más
célebres escritores judíos de la época, un hombre cubierto de gloria, hace
vibrar mi fibra terapéutica.
En todo caso, la oferta está sobre la mesa.
8
¿Qué más? ¡Ah, sí! Te equivocas cuando piensas que la polémica injuriosa es
el privilegio de los contrarrevolucionarios, de la Acción Francesa, de los
antidreyfusianos, de los fascistas, mientras que en la izquierda se polemizaría
siempre limpiamente, con el elemento de la delicadeza moral, con tu querido
«escrúpulo» —del latín scrupulus, esa pequeña piedra en el zapato que da ese
aire preocupado, incómodo, angustiado, que tú convertiste en una
especialidad en tus apariciones televisadas, y que prohíbe dar tanto estocadas
de Jarnac como saltar haciendo piruetas al igual que el personaje de
Mascarilla de Molière—.
Dada tu edad, que es cercana a la mía, supongo que has leído las
Situaciones de Sartre. ¿No has conservado el recuerdo de la manera en que él
trataba a Jean Kanapa, su exalumno y familiar, cuando este, dirigente del PC,
lo importunaba vigorosamente por tonterías a propósito del existencialismo?
Después de todo un artículo argumentado por el filósofo vivo más célebre, la
última frase cayó como un hacha: «El único cretino es Kanapa».
El trazo dejó una marca imborrable, verdadero estigma que el alumno
rebelde, el marxista dogmático, el dirigente comunista, debió llevar toda su
vida y hasta en la muerte, porque Libération tituló con ocasión de su
desaparición en 1978: «La muerte del más célebre cretino del mundo».
Kanapa tiene su reseña en el Maitron, el diccionario biográfico del
movimiento obrero francés. Aparentemente era un hombre encantador, hijo
de banquero, entregado en cuerpo y alma al partido, aficionado a las intrigas
políticas de alto nivel. No es divertido pasar a la posteridad marcado a fuego
por el genio literario de un Sartre.
En cuanto a la polémica comunista de los buenos años, lo menos que puede
decirse es que era sin tregua, sin piedad y sin escrúpulos (y los comunistas
también son la izquierda, ¿no?).

9
Tú votas a Péguy. En esto, te encuentras con Plenel, y yo estoy del otro lado.
No hay confianza. Demasiados buenos sentimientos para mí.
Y terminaré rindiéndote las armas. Sí, es verdad, tratándose de la técnica de
la polémica, prefiero La Acción francesa a los Cahiers de la Quinzaine.
Desde el punto de vista literario, doy todo Péguy por tres páginas de Léon
Daudet.
¿Sabes?, Lacan fue de la Acción Francesa en su juventud, y su polémica de
diez años con el psicoanálisis estadounidense lleva la marca. Golpes bajos,
trompadas, rabias, ataques con vitriolo, ataques por debajo del cinturón,
boxeo sin guantes, con los pies, retorcimiento de la nariz, bastonazos en las
orejas; como dice el padre Ubú, todo vale. Yo lo adoro.
Pero también me gusta la crueldad de Mauriac y la maldad de Pascal, no
tan escrupuloso en su polémica con la Compañía de Jesús.
Y la respuesta de Voltaire a Rousseau: «Recibí, señor, su nuevo libro
contra el género humano. Nunca se usó tanto humor para querer volvernos
bestias. Uno tiene ganas de caminar a cuatro patas cuando lee su obra». ¡Qué
mala fe! Y al mismo tiempo, ¡es verdad!
Suyo, estimado Finkielkraut.
JAM
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EL DIARIO ÉXTIMO.
VIGESIMOPRIMERA ENTREGA.
PARADICHOS SOBRE PARAÍSOS1

UN TELEFONAZO A JAM, POR BERNARD-HENRI LÉVY


JUEVES 4 DE MAY, 15:34 H
BHL: ¿Y qué pensó del debate de anoche?
JAM: No lo vi. Seguía absorbido por el Éxtimo 20.
BHL: Pues bien, querido Jacques-Alain, ella escuchó nuestra llamada. Nos evitó tomarnos el trabajo de
redemonizarla. Ella misma hizo el trabajo.

PARADICHOS SOBRE PARAÍSOS

El jueves por la mañana, maravillosamente relajado, me despierto con tres


sílabas sonando en mi cabeza: «¡Paraíso!».
Paraíso flecha Sollers. ¿Dónde está? ¿Ya en el Paraíso? ¿Sería Sollers
«santo súbito» antes de su defunción? Presume de ir siempre por delante de
nosotros, pobres gusanillos...
Gusanillos (vermisseaux)... Verde (vert). Paraíso de los amores infantiles...
A* y su hermana mayor... Esa hermana, siempre mi amiga querida, intelecto
de académica, lo que ella no es, nos preguntamos por qué, se preocupaba
justamente por Philippe y Julia, ¡desaparecidos, raptados! ¡Oh, Stevenson! Es
verdad que Philippe, en la breve llamada telefónica que me hizo al principio
de esta historia, tenía el recelo del papa Francisco hacia el cometa Macron,
del tipo: «¿De dónde sale este?».
Francisco y Philippe, con todas las antenas desplegadas, han percibido el
olor del azufre. Con su carita de amor, este inocente está lleno de malicia.
«Entre Marine y Macron / ¿Quién es le demòn?». ¿Macron? ¿De dónde sale?
Pero si es el espíritu del capitalismo encarnado. El ángel exterminador de la
destrucción creadora, resorte de nuestra civilización desde, desde..., desde
que la tecnología, la ciencia aplicada, dirige el mundo. Por lo tanto, desde que
el deseo de Dios ha cedido ante el deseo de la ciencia.
No es «la izquierda» —pobre izquierda que tiene desde hace mucho los dos
pies en el mismo zueco— la que ha socavado y destruido el orden autoritario,
viril y patriarcal que añoran y lloran miles de llorones y lloronas; es la ciencia
la que se apoya en el brazo del capital, como el vicio en el brazo del crimen
ante los ojos del vizconde de Chateaubriand.
La ciencia es la pulsión de muerte en la civilización. Para curarse, volver al
pasado, a otro tiempo, a andar a cuatro patas, como escribía Voltaire a Jean-
Jacques, para rebobinar la película y reintegrarse en el jardín del Edén, haría
falta que las mujeres aspiraran a parir con dolor y los hombres, a ganarse el
pan con el sudor de su frente. Porque el paraíso ¡es eso!

ELOGIO A LOS BANQUEROS

Mi yerno estadounidense, primero y durante mucho tiempo único macroniano


de la familia, me escuchó hablar la otra noche del libro que no encontraba,
Mecanization takes command, y me ha dado la sorpresa de pedírmelo en
Amazon, por donde me ha llegado esta mañana en una edición mucho más
bella que la mía. Gracias, Nicolás.
Nicolás es banquero. Más exactamente, gestiona capital de riesgo con un
equipo, es decir, que apuesta por las startups. El año pasado ganó un premio
gordo. Viaja, olfatea a los emprendedores, arriesga cuando las apuestas le
parecen positivas. Muchos prejuicios antibanqueros caen cuando se conoce a
Nicolás: es amable, inteligente, sencillo, compasivo, servicial, honesto,
humanitario; tiene el don de hacerse amar y apreciar por todos los que se le
acercan. Y es un chico guapo. Tenemos un mini-Macron en casa.
Hay otro banquero del que puede valerse la familia, el que fue esposo de la
hermana mayor, hermanastra, de mi esposa Judith, esto es, su cuñado en la
época en que vivía Caroline Image Lacan, que fue el bebé del estadio del
espejo. Caroline, banquera, se casó con Bruno Roger, banquero. Desde
entonces, Bruno ha alzado el vuelo. Solo les digo esto: es él quien inventó
LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy) para Bernard Arnault. No me he
cruzado con él desde hace casi cuarenta años. Ha insistido en hacer de sus
dos hijos unos Roger-Lacan. El benjamín, Fabrice, antiguo alumno de la
Ulm, escribe para el teatro con gran éxito. Me gustaría conocerlo.

LA DERROTA DE LOS MELENCHONIANOS


Cuando leemos biografías de capitanes de la industria o de grandes
estafadores de las finanzas, no podemos evitar pensar que, como tipo de
hombre, están más cerca de Lenin que del insumiso melenchoniano, que está
muy lejos de ser un temerario. El melenchoniano medio es a menudo muy
casero y apegado a su rutina. Uno de ellos, de mi familia también, no quería
salir en la primera vuelta de la conducta prescrita por el dístico: «En la
primera vuelta, uno elige; en la segunda, elimina». Lo divertido es que,
llegada la segunda vuelta, no quiere tampoco eliminar. Conservan o repudian
a los dos, Marine y Macron. Pero tengo una pequeña esperanza de que las
defensas de los abstencionistas se derrumben pronto. Es una cuestión de
horas. Esas defensas son bombardeadas desde hace ocho días, las fuerzas
melenchonianas están en la defensiva, se desenganchan aquí y allá. Esta
noche, dentro de un rato, vamos a hacer el agujero, a colarnos por ese hueco,
y de aquí al domingo a limpiar el terreno.

LAS SEDUCCIONES DE LA ABSTENCIÓN

Hay abstencionistas de derechas y de izquierdas. No es simétrico. A la


derecha, el que medita abstenerse es un elector que no llega a votar a Marine
Le Pen, a pesar de sus ganas de mandar al diablo todo, porque teme por su
billetera, su economía, en vista de lo que se le dijo de las desastrosas
consecuencias de la salida del euro. Además, si es católico, se da cuenta de
que no es exactamente la caridad evangélica lo que inspira el programa del
FN. Incluso si los obispos, deseosos de cuidar a los últimos fieles que les
quedan y que a menudo son electores frentistas, tomaron la posición «ni lo
uno ni lo otro» como sabemos, el fiel vacila del mismo modo en votar
xenófobo o racista.
Solamente, ya lo he dicho, ¿Macron, de dónde salió ese?, pregunta el papa
Francisco. Pasó por la banca, y la banca ¡puaj! Es sabido que nunca hubo un
banco en el Vaticano, y si hubiera habido uno, habría sido un modelo para los
bancos del mundo entero. Macron es el materialismo, la sociedad de
consumo, es el gusto por el presente, sin respeto por el pasado, sin horizonte
sobrehumano para el futuro, el apetito por los productos más tontos o los más
nocivos de la innovación tecnológica, sin huella de ninguna relación con la
Trascendencia. En resumen, su error es parecerse a aquellos en que nos
hemos convertido todos bajo la férula del capitalismo, ese verdugo sin
piedad.
¿Cómo convencer al abstencionista de derechas de que vote a Macron?
Diciéndole que con Marine será la ruina económica; luego, para controlar la
situación, un régimen autoritario, y, finalmente, la locura asesina del último
año de Vichy, con la Milicia y el nazismo a la francesa. Es lo que hicimos
Bernard y yo en nuestro «Por qué combatimos».
Macron no es el día del Señor, pero no está loco, y, después de todo, las
religiones florecen como nunca; nunca fueron tan potentes y prósperas como
en Estados Unidos, patria de un liberalismo incomparablemente más salvaje
que el nuestro. ¡Vote a Macron, es bueno para la religión!
Ahora a la izquierda. Allí, hay un gran jefe que no eligió entre Marine y
Macron. Los dos son lo mismo, dice, y toda una parte de la juventud le cree.
Y también algunos espíritus tan distinguidos como M. Todd y M. Onfray.
De hecho, M. Mélenchon no hace más que aplicar la política de su
corriente trotskista. En el momento del desembarco de junio de 1944, De
Gaulle y Eisenhower eran a sus ojos iguales que Pétain y Hitler. Escribían:
«¡Son todos iguales!». Mélenchon imita hoy a sus mentores de tiempo atrás,
y difunde la ecuación infame: EM = MLP. Se trata para él de desarmar y de
desorientar a la juventud, de impedirle por todos los medios unir fuerzas anti-
FN. No le va mal, hay que decirlo, porque dos tercios de sus electores de la
primera vuelta afirman inclinarse a la abstención.
¿Qué decirles? Que podrían encontrar algo mejor que un heredero del
hitlero-trotskismo con el cual ubicar sus esperanzas de un mundo mejor.
Francia Insumisa no es una buena startup. Pero cuando se les dice que hay
que hacer todo lo posible para que Marine y su pandilla atiborrada de
admiradores de Hitler y de negacionistas no accedan al Eliseo, responden:
«¡Es un chantaje!».
Una figura del espíritu acaba de envejecer. Se da vuelta una página. La
postura se rompe. Caminamos a tientas hacia un mundo donde la estructura
ya opera: dispersa y aglomera según combinaciones inéditas. Como dice
Lacan: «El amo de mañana comanda desde hoy». Porque la estructura se
instala silenciosa, sobre pies de paloma, mientras que brilla con todos sus
fuegos la trampa.
Continuará.
35

EL DIARIO ÉXTIMO.
VIGESIMOSEGUNDA ENTREGA. LOS BOBOS
Y LOS BIBIS1

El número 23, que está por salir, dará al lector un texto con algunas
referencias del que aquí se publica, incluyendo noticias sobre Freaks o La
parada de los monstruos; sobre Pierre Gassendi, sobre «Kilroy estuvo aquí»;
extractos de René Descartes, T. S. Eliot, Michel Foucault y Marc Fumaroli,
más relatos de campaña de los foros SCALP, etc.
LOS BOBOS Y LOS BIBIS
SÁBADO, 6 DE MAYO DE 2017, 14:21

Al terminar el foro en la medianoche del viernes, fui a tomar una copa con la
familia al Carrefour Buci y a hacer pis. Siete horas en el estrado sin aflojar un
segundo y sin necesidad de vaciar la vejiga, a los setenta y dos años, no está
al alcance de todo el mundo. Esta puede ser la hazaña que estoy más
orgulloso de haber logrado esta noche ante los ojos del público. La gente
mayor, como yo, con dolores paralizantes —que no es mi caso, toco madera
— me entiende. Pero ¿quién lo habría pensado?
EL PIS INEXISTENTE

Ni siquiera yo. La idea me vino como un flash en el momento mismo de la


micción: «Meo, no había meado». La acción va primero; el pensamiento,
segundo. La cadena causal se constituye de acuerdo con una determinación
unívoca: es porque meo, de hecho, que pienso que no había meado. Pero ¿a
qué remite la expresión «no había meado»? Se refiere a un acontecimiento
que no ha ocurrido, ya que, de hecho, no meé en todo el foro. Así que hay
tres pis: el de Jacques-Alain antes del foro, el de su casa; el de después, en los
baños del café Le Buci; pero no hay el del foro. Este es el pis inexistente,
dicho sea por parodiar un título de Italo Calvino.
LA PARADA DE LOS MONSTRUOS

Sin embargo, el pis inexistente podría haber existido. Su existencia, o sobre


todo su ausencia de existencia, no es la misma que la del círculo cuadrado,
por ejemplo, una imposibilidad lógico-matemática, o simplemente de
definición léxica (lo pensaré). Su existencia que tampoco hay es del tipo
«cordero de cinco patas», imposibilidad segura, pero biológica, no lógica:
siempre se puede hacer que un cordero de cinco patas se presente en la
realidad a título de aberración de la naturaleza, de monstruo, etc., como la
mujer barbuda y todos los demás fenómenos de feria reunidos en la película
de culto Freaks o La parada de los monstruos.

DEL PIS AL cogito CARTESIANO

No perdamos el hilo por el modo en que mi digresión roe sin cesar la


narración. Estábamos en la oposición entre el pis de hecho o de existencia, en
el Buci, y el pis del foro, ser de inexistencia o de nada, ser de lenguaje, de
puro semblante, de pensamiento puro. Estos términos están lejos de ser
equivalentes, pero estamos aquí en el elemento de la filosofía pop, que
prohíbe permanecer demasiado en las sutilezas que son las delicias de los
aficionados. Siempre es posible que de nuestra meditación sobre el pis se
deduzca lo que sigue. Para Descartes, la consecuencia del pensamiento a la
existencia es buena: esto se expresa por el par significante cogito, sum. Sin
embargo, la experiencia del pis nos conduce del pis de existencia al pis de
pensamiento, o sea, un par orientado en sentido inverso.

YO MEO, YO SOY, YO PIENSO

El resorte de esta inversión es trivial. Estaba ya, de hecho, al principio de la


objeción que Pierre Gassendi planteó al cogito cartesiano, que fue publicada
en las Objeciones hechas por personas muy doctas contra las precedentes
Meditaciones, con las respuestas del autor. Descartes le respondió como a
los demás, a pesar de la irritación que le había provocado su compañero,
tratándolo en una carta al padre Mersenne de «pobre hombre que no tiene
sentido común y no sabe en absoluto razonar». ¿Qué dice Gassendi? Dice
que, en suma, todo el gran alboroto de las dos primeras meditaciones con, por
orden de aparición, Dios, el Genio Maligno, la duda hiperbólica, el cogito
salvador venido de san Agustín, todo este «aparato», no sirve más que para
deslumbrar a la galería: «No tenía usted necesidad de tanto aparato para
demostrar que usted es; esto se puede concluir de cualquier acción debido a
que el nudo de la dificultad no es saber si somos, sino lo que somos». Eso es
aproximadamente lo que dice mi apólogo del pis. A saber: una buena meada
tiene ya existencia, implica un «yo estoy, yo existo»; el «yo pienso» sigue al
«yo meo» y no lo precede; este «yo pienso» es un «pienso en esto, que no he
meado», entonces «yo pienso» ¿qué? un objeto de puro pensamiento.

«PASEO LUEGO SOY»

La respuesta de Descartes a Gassendi es, o era en mis tiempos, una verdad de


Perogrullo de la enseñanza de la filosofía. No es demostrativa salvo a
condición de admitir el ideal cartesiano de certeza llamada «metafísica», que
es donde reside toda la cuestión. Sin embargo, en términos de retórica y
literatura, la pieza está maravillosamente escrita. No conozco nada más
agradable que esta prosa polémica exquisitamente tallada. Solo evocaré aquí
lo que concierne a la cuestión de saber si el «yo soy» puede deducirse de
«toda acción», como sostiene Gassendi. «Además, ¿por qué dice que no se
necesita un gran aparato para demostrar mi «existencia»? Ciertamente creo
que tengo muy buenas razones para conjeturar de sus propias palabras que el
aparato que he utilizado no ha sido lo bastante grande, ya que ni siquiera he
podido hacer más para que usted comprendiera bien el asunto; porque cuando
usted dice que podría haber concluido lo mismo [es decir, «yo soy»] de cada
una de mis acciones indiferentemente, me malinterpreta totalmente, porque
ya no hay ni una de la que esté enteramente seguro; considero que con
certeza metafísica, que es de lo único de lo que se trata aquí, excepto el
pensamiento. Por ejemplo, esta consecuencia: «Me paseo luego soy», solo
sería buena en tanto que el conocimiento interior que tengo es un
pensamiento del cual únicamente esta conclusión es cierta, y no del
movimiento de mi cuerpo, que a veces puede ser falso, al igual que en
nuestros sueños, aunque nos parezca que estábamos caminando, de modo que
del hecho de que pienso que paseo puedo inferir la existencia de mi mente,
que tiene este pensamiento, pero no de mi cuerpo, el cual se pasea. Es lo
mismo para todas las demás».

LACAN ESTUVO AQUÍ


Lacan reflexionó ampliamente sobre el cogito, le dio vueltas en todos los
sentidos, o le dio vueltas en todos los sentidos como la princesa al guisante,
hasta concluir que no era lo que la gente —o sea, los filósofos— creía, el
fundamento de la conciencia, sino su reverso, y más bien el resorte de lo que
Freud llamó das Unbewusste. Para Descartes, el pensamiento constituye la
excepción, al ser la única de mis acciones de que puedo estar metafísicamente
seguro, hasta tal punto que me es posible llegar del pensamiento a la
existencia, del «yo pienso» al «yo soy». Lo que no es así para Lacan, pues,
según él, hay que distinguir dos «yo soy»: el «yo soy» de existencia y el «yo
soy» de sentido o pensamiento. De ahí el cogito reescrito: «Yo soy pensando:
«luego soy»». Los he conducido hasta aquí para hacerles constatar que, como
Kilroy, Lacan was here before you. División del sujeto «de la que el
psicoanálisis nos da la experiencia cotidiana. Experimento angustia de
castración al mismo tiempo que la tengo por imposible. Tal es el ejemplo
crudo con el que Freud ilustra este corte, replicado en todos los niveles de la
estructura subjetiva».

LA YEGUA DEL MARISCAL

Una última palabra sobre la hazaña secreta, aunque a cielo abierto (efecto
«carta robada»), que he usado al comienzo: ocasión única para colocar un
enunciado raro de escuchar e incluso de repetir: «Su próstata está perfecta»,
como dice mi proctólogo en mi último examen (y primero). Sumándolo al
visto bueno de mi cardiólogo, es suficiente para tranquilizar a todos aquellos
que me cuidan mucho y me recomiendan todos los días que, sobre todo,
piense en cuidarme durante la mala época por la que pasa el país. ¿Cómo no
reconocer el deseo de muerte de la madre buena? Siempre he preferido la
amonestación del mariscal de Turenne a su yegua: «Estás temblando,
Carcasse, pero temblarías mucho más si supieras adónde te llevo». Turenne
fue abatido por una bala de cañón al comienzo de la batalla, en Salzbach,
frente a los imperiales de Montecuccoli. Enterrado en la basílica real de
Saint-Denis, desplazado durante la Revolución, sus restos fueron trasladados
a los Inválidos en 1800 por orden del primer cónsul Bonaparte, que lo
admiraba. La escuela pública a la que iba de niño se encontraba en la rue de
Turenne, a pocos pasos de la Place des Vosges. Nacido en Châteauroux,
creció en París, en el Gran Siglo.
LAS COSAS POR SU NOMBRE. UN CHAT ES UN CHAT

¡Ascetismo admirable el de formarse para meter un dedo en el culo


masculino! Tiene que haber un dedo humilde que haya renunciado a dirigirse
al cielo como el del San Juan de Leonardo para hundirse en las
profundidades de tus andrajos, un dedo sensible y delicado como el que
Molly se deslizó en su coño (en francés, llamo a un coño con el dulce nombre
de chatte), un dedo cuyo toque delicado no se quede atrás del de Horowitz,
por ejemplo (François Lafon, Musikzen). ¡Honor a los proctólogos! ¡Y saludo
a los hijos de radiólogos! Yo lo soy, y si no hubiera «introyectado» el ojo de
la máquina de mi padre, el doctor Jean Miller, no tendría la facultad que he
tenido en mi vida para penetrar los semblantes y falsos semblantes. «No
nombrar nada, salvo por su nombre. / Llamo al gato, gato, y a Rollet un
bribón». Con tales disposiciones, si no hubiera sido analista, tendría que
haber sido fiscal (Rollet fue un fiscal «corrupto» [véreux], dice la nota). Pero
llamar a las cosas por su nombre es simplemente imposible. La estructura del
lenguaje lo prohíbe. Metáforas y metonimias se oponen a ello, como la
inexistencia de metalenguaje. El rabioso convertido en indulgente demostrará
aquí cómo se ha enmendado por el efecto de una triple A: el análisis, la edad
[âge] y la amistad con la que me honra mi valiente cadete, que también es en
política mi mentor, padrino y tutor: Bernard-Henri Lévy.

EN EL CARREFOUR BUCI

No estaban allí la otra noche, este amigo muy querido, ni Maria, columna
vertebral de La Règle du jeu, y los eché en falta. Pero allí estaban mi hija y
mi hijo, Eve y Luc; y Nicolas, mi yerno; y su hija, mi nieta Sylvia, que vino
una vez más a la tribuna del foro, distinguiéndose con su demostración
impecable. Lucile, hermana menor de Sylvia, no fue al foro, pero se disculpó:
«¡Ahora a dormir!». Como quiere ser actriz, mientras prepara el concurso de
Ulm (¿una Jeanne Balibar en ciernes?) se pliega a la férrea disciplina
impuesta por el liceo Henri IV a sus estudiantes de hypokhâgne.

EN HYPOKHÂGNE EN LOUIS-LE-GRAND

Yo también hice el hypokhâgne, pero en 1962-1963 y en Louis-le-Grand. La


disciplina era de hojalata, y tengo un recuerdo muy agradable del año que
pasé con mis amigos. No formábamos un grupo: cada uno de ellos era amigo
mío, no se frecuentaban entre ellos. La única excepción es el trío que
formaban los «filósofos»: Robert Linhart, el amigo luxemburgués cuyo
nombre no recuerdo en este momento y yo.
Robert era, como yo, aficionado a las bromas; yo intentaba que perdiera su
gusto por Camus; juraba por el kibutz, hablando de establecerse en Israel.
Más tarde fundó, estando todavía en la Escuela, la UJCML, que inspiró a
Godard su Chinoise, y dio a luz después de su disolución a la Izquierda
Proletaria. Fue testigo de mi boda, y yo de la de él. Es el autor de un clásico
del siglo XX, L’établi.2
Raphaël Sorin, sobrino de Elias Canetti, que iba a recibir el Premio Nobel
en 1981, era avispado, dandi y un gran lector de literatura; no daba un palo al
agua y me copiaba, con mi acuerdo. Fue, creo, el descubridor de Houellebecq
y/o uno de sus agentes.
Un luxemburgués grande y enjuto nos asombraba leyéndonos a Kant en
alemán durante el desayuno; nos embarcó a Robert y a mí en un viaje por el
Gran Ducado.
Michel Cazenave, finalmente, aristoburgués de Toulouse, solo fumaba
Craven A, como el General. Inventaría un poco más tarde la Unión de
Jóvenes por el Progreso, gaullista. Gaullista de izquierdas, se hizo reventar la
organización por un gaullista de derechas, alsaciano, y comenzó poco
después una larga y distinguida carrera en la radio antes de convertirse en un
junguiano de primer orden. En preparatorio ya escribía novelas con heroínas
siempre hieráticas. En la prueba de acceso, todavía recuerdo que Foucault le
puso mejor nota en filosofía que a mí —por aquel entonces la filosofía no era
el fuerte de Michel—. Pero escribía bien, en un estilo despeinado. «Me ha
parecido demasiado prudente por escrito», me dijo, oralmente, el autor de la
Historia de la locura. Seguro: la «dissert» que había dado como tema fue el
eslogan nietzscheano «Dios ha muerto», y yo había tratado el tema del modo
riguroso y austero con el que Jules Vuillemin escribió su obra maestra,
L’héritage kantien et la révolution copernicienne.
Año agradable, sí, y no digo nada de los encuentros que favorecían, sobre
todo en los días soleados, los Jardines de Luxemburgo.

BOGNAR Y CREMNITER

Sentado en el café Le Buci, solo estaba, aparte de los Miller-Rose, mi querida


Rose-Marie Bognar. Pero en cierto sentido ella es más que familia: es mi
cabeza investigadora, un lóbulo de mi cerebro, como decía el presidente
Kennedy de Ted Sorensen, el joven mormón que escribía sus discursos, obras
maestras de la retórica republicana, y que fue su asesor especial en la Casa
Blanca. A Rose-Marie pronto se le unió su marido, el doctor Didier
Cremniter. Que es, con mayúsculas, el psiquiatra referente nacional de las
Células de Urgencia Médico-Psicológicas. Hizo mucho cuando Charlie, el
Hypercacher, Bataclan, Niza, etc. Tenerlo en tu mesa garantiza que, si hay
follón, serás tratado por alguien con conocimientos.

PROFILES IN COURAGE

Haber evocado a Ted Sorensen me recuerda la historia que envenenó el


principio de la carrera de John Kennedy: ganó el premio Pulitzer, el más
prestigioso de la prensa de Estados Unidos, con un libro que celebraba a doce
congresistas estadounidenses, republicanos y demócratas por igual, que
habían tenido el valor de oponerse a su partido, poniendo el honor y la verdad
por encima de la afiliación a un partido. Y he aquí que fue acusado de no ser
más que el testaferro de su negro, quien habría sido el verdadero autor. Si no
recuerdo mal, Kennedy tuvo que presentar sus borradores. Es una buena idea
la de los Perfiles de Coraje: ¿por qué no hacerlo aquí en Francia? ¿Quiénes
serían mis doce?
Menciono a NKM por las razones que he dicho en el foro, su libro por
encima de todo, anti-FN, que le ha costado muchas enemistades en su familia
política. Y el celoso cuidado con el que protege su independencia de
pensamiento, que es la esencia de la Ilustración.
Pienso también en Manuel Valls y el episodio Dieudonné, donde el primer
ministro se mantuvo firme a pesar de los gritos de todas las partes invitándolo
a inclinarse ante el artista antisemita.
Esto no impide elegir a Marion en tercer lugar. Condenada al ostracismo en
la asamblea por patanes que se niegan a recibirla, pero impávida under
pressure, firme sin perder la calma ni su sonrisa, da el ejemplo de un coraje
que uno querría al servicio de una causa mejor.
Me viene a la mente Philippe Douste-Blazy, quien tuvo el valor de retirar
de la página web del Ministerio de Salud un estudio sesgado, inane, que
pisoteaba al psicoanálisis, pero firmado por no sé qué instituto que actuaba a
su antojo en su ministerio.
No pienso olvidar a François Fillon, y no tengo una palabra que eliminar
del texto que le dediqué. Lo admiro aún más desde que lo vi a las ocho de la
tarde llamar inmediatamente al voto por un rival odiado, con interés por el
bien del público.
Juppé también merece el cuadro de honor no por sus recientes intentos, que
no han sido muy felices, sino por haber protegido antaño a su padre en
política, de acuerdo con la moral confuciana.
¿Quién ha sufrido más traiciones de su «familia política» que Ségolène
Royal? Resistió al lobo hasta el final de la noche. Ella quiso, la primera,
restituir los tres colores a la izquierda.
François Bayrou no fue muy valiente la noche en que ella lo esperaba para
darle la mano, pero cómo olvidar la lucha de este hombre para abrir un
espacio entre la Montaña de derecha y la Montaña de izquierda, y cuando se
están hundiendo, es otro el que se lleva el bote. Y Bayrou se inclina, y
Bayrou se alía.
Copé, Jean-François, se hizo linchar por sus pares. Se le baja de su
pedestal, es pisoteado, se le prometen las galeras. Se mantuvo, y allí sigue, tal
vez más filosófico. Como Fillon, no se hizo de rogar con su voto.
De un golpe he llegado a nueve. Quedan tres. Han desfilado muchos, que
habían prometido venir a nuestros foros. Raffarin estaba allí, y fue él quien,
la tarde de los resultados de la primera vuelta, habló primero y estuvo más
inspirado mencionando el interés del país. Lo cuento entre los doce.
La señora Aubry tiene corazón, no olvido que ella vino a apoyarnos en
persona cuando estábamos defendiendo la causa de nuestra colega Rafah
Nached, presa en Bagdad. Sin embargo, fue demasiado constante en hacer
defender por otros (los frondistas) las posiciones que eran las suyas como
para colgarle la medalla del coraje. Apostaré por Aurélie Filippetti, que
todavía no ha mostrado del todo de qué es capaz, pero que tiene nervio,
empuje, espíritu de decisión.
Y, por fin, ¿cómo no admitir como duodécimo y último a Jean-Luc
Mélenchon, que continúa su lucha para desorientar a la juventud de este país
con una constancia que fuerza la admiración, cuando sabemos el número de
cadáveres de que están llenos sus armarios y que, a la larga, estos armarios
acabarán por abrirse un día? No quiero decir que haya matado a gente, sino
que arrastra varios escándalos que se remontan muy atrás en el tiempo. El
lepenismo ha infectado a gran parte de la izquierda contestataria. Hará falta
tiempo para que el virus se elimine. Mientras tanto hay, afortunadamente,
Frente republicano.
Hay como para escribir un pequeño libro. Lo haré si me lo piden. Eve, hija
mía, ¿me oyes? Daré preferencia a las ediciones Navarin.

SÁBADO POR LA MAÑANA

Despierto a las once de la mañana por mi reloj interno, empecé el día con un
café largo conversando con Judith, feliz como yo por el giro que tomaban los
acontecimientos, a los que, sin embargo, lamentó no haber podido asistir
debido a la enfermedad que la retenía en casa. Mi idea era pasar el día con
ella y leer alternativamente los dos libros que había hecho que mis hijos me
regalaran por mi cumpleaños. Tuve que guardarlos cuando se presentó un
«instante de ver» inesperado. Enseguida hubo un «tiempo de comprender»
acelerado por la opinión combativa de mi amiga Carole y el compromiso
inmediato de Christiane Alberti, presidenta de la Escuela de la Causa
Freudiana. Esto fue seguido por un Consejo de Administración unánime, él
mismo reunido con el Consejo de Administración de la UFORCA (Unión
para la Formación en Clínica Analítica). El conjunto me precipita hacia el
«momento de concluir» de que había que precipitarse de cabeza en la
campaña electoral sin dejarse inhibir por la supuesta tradición psicoanalítica
de boca cerrada, galimatías y bálsamo de Fierabrás.

EL ACTO DE UNO SOLO

Los dos libros. En primer lugar, Martin Luther, Renegade and Prophet, de
Lyndal Roper en The Bodley Head, Londres. La lectura de la introducción y
de los dos primeros capítulos ya me habían convencido de que era, de hecho,
la obra maestra anunciada por las críticas que había leído, la perla del montón
de libros que suscitó el quinientos aniversario de la Reforma luterana. En
realidad, era el acto, el acto verdadero y solitario de Lutero lo que se
conmemoraba, un acto que había cambiado, durante cinco siglos ya, la
historia de la humanidad —si es que hay una—, pero digamos mejor que
había cambiado el discurso universal. Más fuerte, mucho más fuerte que
Richelieu o Cavour o Bismarck o Lenin. No veo que san Pablo o Freud se le
pueden comparar. ¡Y aun así! El futuro de la cosa freudiana está en nuestras
manos, es decir, no está seguro. Afortunadamente, tiene un dinamismo que le
es propio y es capaz de sobrevivir a los esfuerzos de los psicoanalistas para
ahogarlo. «Es demasiado pronto para saber», como habría dicho Zhou Enlai
del impacto de la Revolución francesa (la anécdota es falsa).

LA ASPIRACIÓN DE LOS PUEBLOS

El segundo libro es tan rebosante como el primero es objetivo. Es de Carlos


M. N. Eire, un cubano que se convirtió en profesor de la Universidad de Yale
y que considera como otras tantas pequeñas Reformas las innumerables
invenciones e innovaciones ideológicas suscitadas por la Reforma
propiamente luterana: Reformations. The Early Modern World, 1450-1650,
tal vez mi período favorito. Me alegré por adelantado al ver la
Contrarreforma, tan decisiva en la formación de la Iglesia católica
contemporánea, tratada como una Reforma de pleno derecho.
Aprecié especialmente el capítulo 3, que muestra el ascenso del disenso
[dissent] durante la Edad Media y la Edad Media tardía: son los albigenses,
es Waldo de Lyon y sus «pobres», que solo reconocían como gran Otro a la
Biblia, no al papa; está también san Francisco de Asís, cuyo voto de pobreza
surgió de la misma sensibilidad, aun cuando esté al servicio del establishment
y no sea un dissenter; está John Wycliffe, en Oxford, cuya enseñanza le ganó
un gran número de seguidores en el Reino Unido (los lolardos), antes de
extenderse por Bohemia, donde alumbra a otro universitario, Jan Hus, de ahí
la revuelta de los husitas. También fue la época del Gran Cisma. A pesar de
que Hus fue quemado vivo el 6 de julio de 1415, el movimiento husita no
desaparece, se fragmenta. Etcétera.
En 1495, Savonarola reina en Florencia y advierte a los prelados que la ira
divina caerá sobre ellos. Será quemado, pero el fuego del cielo ya ha
encontrado su instrumento: Lutero vive, piensa, trabaja. En Roma corre, dice
Eire, un pun, un juego de palabras en latín, un juego de palabras (¡cómo!, ¿no
solo en el foro de los psi? Estos lacanianos están en todas partes de la
historia): ROMA es el acrónimo de Radix Omnium Malorum Avaritia, «La
avaricia es la raíz de todo mal».

VOLVER A TWITTER

Antes de entrar en el capítulo III del Martin Luther, decidí hacer un pequeño
viaje por Twitter. Veo el tuit de Raphaëlle Bacqué, en el que estoy, a título de
follower, como sus cofrades Ariane Chemin y Vanessa Schneider: veo que
presenta el foro de la víspera como una tarde para pasarla entre nosotros. Un
clic, y leo un artículo de Le Monde firmado por Marie-Béatrice Baudet.
¡Adiós al siglo XVI! Aquí estoy de vuelta en el día de hoy.
«Reacciono» a este artículo con un pequeño mensaje que sigue
apareciendo, acabo de asegurarme, entre los comentarios: «Gracias a Le
Monde por haber delegado en la señora Marie-Béatrice Baudet el ser
ingeniosos a costa de los lacanianos amantes de juegos de palabras. Pero
Timeo Danaos et dona ferentes. No abusaré. Mis respetos a la señora Bacqué,
que desafía con “la tarde entre ellos contra el FN”. Señoras y señores
periodistas, ya que ustedes estuvieron, se acabó el entre nosotros. Esta velada
está por todos lados en las pantallas, la red, las redes. Y, de hecho, la
resistencia del melenchonismo se desfondará de hoy a mañana. JAM».
Texto a BHL: «¿Qué hacemos ahora? ¿Qué fechorías de bobos y bibis
vamos a inventar?». Me llama: resulta que la cobertura mediática ha sido
muy buena. Menciono el artículo de Le Monde, veo con los ojos del espíritu
que se encoge de hombros. Tiene la calma de los antiguos combatientes.
Considera que no queda más que esperar.

MARIE-BÉATRICE REPORTERA

No querría que Marie-Béatrice Baudet pudiera pensar que tomamos su


trabajo a la ligera. Le Monde es nuestro diario de referencia, nada ni nadie de
Le Monde es recibido aquí con indiferencia. Se le ha leído, señora, puedo dar
fe.
En la segunda frase de su texto tenemos el balance del acontecimiento. «Al
final —escribe usted—, una buena tarde entre amigos». Entendemos que todo
lo que escriba a continuación será para ilustrar el diagnóstico hecho al
comienzo. Sin embargo, ¿quién está en la tribuna? Esencialmente psi y
políticos. ¿Se conocían entre ellos anteriormente? No. Estaba,
afortunadamente, BHL para hacer de nexo, ya que está como en casa en
ambos mundos.
Señala luego que Jack Lang no está. Sí, Marie-Béatrice, estaba allí, en
medio de la sala, todo el mundo lo vio. Solo que, víctima de una mala caída
la tarde anterior, como se refleja en su cara hinchada, había renunciado a
hablar desde la tribuna, mientras que muestra su apoyo con su presencia.
Habría tenido usted todos los detalles solo con haberse dirigido a Carole, que
la había recibido a su llegada.
Habla después de «cientos de personas [que] vinieron a participar en el
foro». Marie-Béatrice, en una sala hay asientos; estos asientos son unidades
que se cuentan, no es una manifestación callejera en la que las cifras siempre
son objeto de controversia. Carole, psiquiatra, psicoanalista, encargada de los
contactos con la prensa, le hubiera informado de que hay exactamente 450
asientos en la sala, y, con los asientos plegables, se pueden sentar 516
personas. Carole no tendría ninguna dificultad en reconocer que el número de
los presentes era mayor de 450 y menor de 500. Incluso podría haber
precisado que la parte superior de la sala estaba vacía, así que pensamos en
llenarla, pero esta decepción fue compensada por el hecho de que el número
de medios acreditados, televisión y prensa, comprendida la prensa extranjera,
era superior a nuestras expectativas: 37. Antes del final de la tarde, la lista de
estas acreditaciones fue puesta a disposición de la prensa por la redacción de
La Règle du jeu.
Usted hace hincapié en que se solicita un pago a la entrada, que es la mitad
para los jóvenes y los desempleados. Parece que le extraña, que le resulta
exorbitante. Béatrice, veamos, hemos celebrado veinte foros en toda Francia
sin un céntimo de subvención. Las salas, los asientos, las anfitrionas, incluso
los canapés que la prensa ha consumido tan gallardamente que daba gusto
verlo, todo eso no crece en los árboles. Eso se paga. Es perfectamente normal
que la prensa, que cumple una misión esencial de información pública en una
democracia, esté subvencionada, y nosotros no, pero esto nos obliga a pedir
al público una cuota de participación. Veo que todo esto habrá de ser
publicado. Lo haremos con rapidez. Ahora que hemos tenido algún impacto
en la campaña presidencial, es normal que seamos escrutados.
Usted escribe en su estilo florido: «El anfiteatro está lleno de
psicoanalistas, de pacientes y de eruditos». No piensa que el lector se
preguntará, Béatrice, cómo distinguir entre la gente hoy en día a un analista, a
un paciente, a un erudito. ¡Ah!, debo decir que «erudito» es un hallazgo.
Acogemos a los eruditos. Los eruditos nos quieren oír. ¿Estas son las
personas con gafas, bolsillos llenos de libros y grandes gestos entusiastas
estilo Umberto Eco? Dígame, Marie-Béatrice, dígame cómo reconocer y
sobre todo cómo atraer a los eruditos, mientras que, cuando doy clase,
siempre digo «Immanuel Kant, filósofo alemán de finales del siglo XVIII».
Hay algo que la molesta en la evocación por BHL de la idea de «Frente
Republicano». Le parece exagerado, grandilocuente, se ríe. Pero su diario, ¿lo
lee?, habla de Frente republicano, lo que se parece, de hecho, a lo que fue
esbozado la otra noche en el foro: la gente de derechas, de izquierdas y de
centro se reúne frente a la extrema derecha.
«Hubo algunos juegos de palabras, deleite de los lacanianos». ¡El cliché!
Obsoleto. Lacan amaba los juegos de palabras. Nosotros, mucho menos. Se
podría pensar que usted ha escrito su artículo sin salir de la cama, ya que
nadie ha escuchado más de dos o tres juegos de palabras. La «Cauche
Marine» se encontró en la boca del presidente de la Asociación Mundial de
Psicoanálisis, un catalán, mi amigo Miquel Bassols, quien creyó
probablemente hacer honor a nuestra lengua. Quizá no pensó que por eso
sería arrojado al infierno por el diario de referencia.
Usted esperaba, dice, el debate, y no hubo. Pero un foro, Béatrice, no es un
debate, es un esfuerzo de movilización. Ahora bien, no lo sé, estaba cansada,
usted cuenta cualquier cosa. ¿No se habrá caído accidentalmente la noche
anterior, como Jack Lang?
Usted dice que me tomo por un general. Sí, de acuerdo, hay algo de eso.
Pero la idea de que íbamos a hundir las defensas melenchonianas el jueves
por la tarde y que después sería la hora de sacudir las tropas en desbandada es
algo que se hará en el seno de las familias, en las reuniones de amigos y
amigas, en las discusiones de la vida cotidiana. Esta idea la puse negro sobre
blanco dos días antes en un texto a Anna Mouglalis, y yo no estaba entonces
galvanizado por nada, excepto tal vez por su encanto y belleza.
Llego al último párrafo, donde BHL está satisfecho de que el foro sea
tendencia en las redes sociales.
Béatrice, os dejo. Usted también tiene encanto. ¡Y qué hermoso nombre!
Lacan tiene sobre la Beatriz de Dante una enigmática frase: «Una mirada, la
de Beatriz, tres veces nada, un parpadeo y el desecho exquisito que resulta».
Su mirada sobre nosotros, tres veces nada, y después este artículo. ¿Es el
desecho? ¿Es exquisito? Depende.
Como dice el Pseudo La Fontaine: «¡Según sus gustos juzgar a la bestia!».
¡Oh! ¡Macron elegido! Bien elegido. Desterremos toda grandilocuencia.
Bueno, esta es una nueva que es buena.
36

CARTA A ANTUNYA, HERMANN, RUSSO Y


SÁNCHEZ1
A A. Antunya, N. Hermann, P. Russo y Bl. Sánchez, por conducto de
Graciela Brodsky

Estimados colegas:
Me avisa Graciela de que cuatro cartas escritas por vosotros han sido
enviadas al Consejo y directorio de la EOL.
Parece qué esas cartas cuestionan algunas de mis formulaciones recientes
emitidas durante el combate felizmente victorioso contra Marine Le Pen y su
partido, el Frente Nacional. Se trata en particular de lo dicho por mí sobre
Perón e Evita en mi texto sobre el hitlero-trotskismo e el lepenotrotskismo.
Me interesaría conocer sus preguntas, observaciones e objeciones. Así, les
pido dirigirse directamente a mí, [email protected], y enviarme sus cartas.
Como ocurrió con las «cartas a JAM» de Caretti (muy amable), Tazedjián
(amable, más o menos) y Matusevich (fuerte, valioso, un mensch, como se
dice en yiddish), saldrán publicadas tal cual en Lacan Cotidiano, y tendré la
oportunidad de responder en Madrid el próximo dia sábado.
Será un momento de parrhêsia lacaniana, como conviene entre colegas de
la misma Escuela Una, companyeros desde hace anyos de la misma causa.
No temo discusiones fuertes. Debo confesar qué me gustan. Pero no es lo
mismo carearse contre enemigos, y discusiones entre companyeros.
Mao decía qué siempre hay contradicciones, pero las contradicciones «en el
senyo del pueblo» no son las mismas qué las qué se desarrollan entre el
pueblo y sus enemigos.
No hé réleido el texto desde hace cincuenta anyos casi; se llama, si
recuerdo bien «De la correcta manera de resolver las contradicciones dentro
del pueblo». Le gustaba mucho a Althusser.
Estimados companyeros, si me tratan como un enemigo, harían un error.
No soy un enemigo de la izquierda, qué sea extrema. Vengo de la extrema
izquierda como Lacan venía de la extrema derecha (L’Action française). Y
Freud... Compleja posición. Si me tratan como un companyero francés qué
quizás se equivocó sobre una cosa muy de Argentina, el culto a Evita Buena
Madre y la posición de su esposo como ideal del yo, hablemos.
Un cordial saludo,
JAM
Copia a M. Bassols, presidente de la AMP.
Copia a Eve Miller-Rose, directora de Lacan Quotidien.
Deseo la transmision de esa carta al Consejo y al directorio de la EOL y de
la ECF.
Esa carta saldra publicada en Lacan Cotidiano hoy mismo. Espero qué sera
con las cuatro cartas de vosotros.
Graciela, te ruego NO corregir mis errores linguisticos, y transmitir el texto
a los cuatro colegas en seguida. NOW! Go Girl!
37

CARTA A LOS LACANOAMERICANOS


Y LOS OTROS COMPAÑEROS1
PARÍS, 11 DE MAYO DE 2017

Me conmueve el excepcional interés que se manifiesta en el conjunto del


Campo Freudiano de Latinoamérica acerca de la conferencia y el debate
abierto del próximo sábado, en Madrid, sobre la victoria reciente de las
fuerzas democráticas en Francia y las consecuencias de dicho acontecimiento
con respecto a la política del psicoanálisis en el mundo.
La apertura de treinta y siete puntos de conexión, que se extienden desde
Argentina hasta Brasil, pasando por los países vinculados por la NEL,
combinada con la creación improvisada en París de Lacan Cotidiano,
testimonian que, por fin, la Escuela Una ha abandonado el reino de los sueños
para volverse un hecho real.
Es el resultado inopinado del fecundo malentendido generado por la «Nota
sobre Jacques-Alain Miller» escrita por un viejo alumno y amigo mío,
seguramente en un momento de distracción. Dicha nota ha incendiado
Facebook y ha provocado un sensacional desplazamiento de libido que,
después de la bienvenida «Aclaración» del autor, beneficia finalmente a la
conferencia, al debate y al Campo Freudiano.
Me han preguntado si yo quería un sistema abierto de preguntas, potencial
disparador de una crisis interna en el Campo Freudiano, o alguna forma de
filtro mediante un grupo controlado de Facebook.
Mi elección ha sido confiar en nuestra comunidad lacaniana tal como es, no
ideal, no del todo prudente sino viva y real, Wirklich, y que está demostrando
en Francia y Bélgica su valentía y lucidez para superar todos los obstáculos.
Así pues, las preguntas de mis compañeros en la causa analítica no serán
filtradas, tampoco mis declaraciones.
En la misma ciudad en la que el general fascista Millán Astray gritó «Viva
la muerte», estaré orgulloso dentro de dos días de promover una nueva vía
para la política del psicoanálisis del siglo XXI, que se concretizará de
inmediato a través de la fundación de un organismo destinado a «devolver al
psicoanálisis el deber que le corresponde en nuestro mundo» como extensión
de la experiencia luchadora de los psicoanalistas franceses de la Escuela de la
Causa Freudiana con ocasión de la elección del presidente Macron.
Ese organismo ya tiene un nombre y unos estatutos provisionales. Se llama
el Instituto Lacaniano Internacional. Tendrá su publicación online a partir de
la próxima semana. Será una revista internacional de política lacaniana cuyo
nombre, bien meditado, anunciaré el sábado en Madrid.
38

CONFERENCIA EN MADRID. «QUE VIENE EL


COCO»1

[Esta conferencia fue pronunciada el sábado 13 de mayo de 2017 en el


Palacio de la Prensa de Madrid.]

APERTURA DEL COCO (TEXTO ESCRITO Y DIFUNDIDO LA MAÑANA DE LA


CONFERENCIA)

¡Que viene el Coco!


Pero no soy yo un Coco como los demás Cocos. El Coco común nació en el
siglo XVII. Wikipedia:
Aunque el texto de Antón de Montoro deja claro que el personaje era ya bien conocido en el siglo
XV, la nana más antigua sobre el Coco que conozcamos es del siglo XVII, y se encuentra en una obra
dramática, el Auto de los desposorios de la Virgen, de Juan Caxés. Dice así:

Ea, niña de mis ojos,


Duerma y sosiegue, que a la fe venga el Coco
Si no se duerme.
La versión más conocida, cantada con la melodía de la canción de cuna «Rock-a-bye Baby», tiene
su rima en «a»: «Duérmete niño, duérmete ya, que viene el Coco y te comerá».

Wiki enumera varias variantes significativas. En una, «muy popular», el


Coco «se lleva a los niños que duermen poco». Personalmente duermo poco
estos días y noches, pero no tengo miedo del Coco. Agrega Wiki la versión
propia de la poetisa Isabel Escudero, quien se arriesga a interpretar el deseo
del Coco: «¿Sabes tú, niño, qué quiere el Coco? Que tengas miedo (ni mucho
ni poco)». Mi deseo como Coco es bien distinto. Quiero, niño, que no tengas
miedo. Que no tengas miedo de mí, ya que te quiero despertar, que tengas
miedo de los que te quieren dormido, debilitado y sumiso.
¡A despertar! ¡A hablar!
Mira que viene el Coco y te va a llevar con él
¡Aplastar a la Cucaracha y a los otros monstruos antipopulares!
JAM, nota bene: Comienzo de mi conferencia, que ahora, a las 08:15, voy a
escribir sin parar hasta las 15:15. La hora de la conferencia ha sido
desplazada sin consultarme, empezaré a las 16:00, antes se escuchará a
Susana. La encontré ayer en el aeropuerto de Madrid: linda abogada
venezolana, justo llegada de Caracas, describe con la más completa
autenticidad la situación de su país. Hablará después nuestra colega, miembro
de la NEL, Raquel Cors Ulloa, que ha vivido diez años en Caracas antes de
desplazarse a Santiago de Chile. Se dedicará un tiempo a un debate con las
dos oradoras. Presidentes: Miquel Bassols y Rosa López. Hasta luego.
LA CONFERENCIA TUVO LUGAR
A PARTIR DE LAS 16:00 HORAS
EN LOS TÉRMINOS SIGUIENTES

¿Han visto la apertura sobre el Coco? No la voy a retomar dado que todos la
han leído en Lacan Cotidiano.2 Entraré directamente in media res, en el
asunto mismo, en el tema de mi conferencia. Hablemos con franqueza.

PALABRAS... Y NO PALABRAS

Si la totalidad del Campo Freudiano en Latinoamérica se ha conectado para


escuchar esta conferencia y participar en el debate abierto, no es para oírme
hablar de la victoria macronista en la elección presidencial. Es un
acontecimiento por todos conocido, ya es histórico, está frío. Lo que está
caliente, lo que arde, lo que quema, lo incandescente, es otra cosa: ¿es saber
cómo hará Miller para salir del apuro en que lo han metido los quinientos
likes que obtuvo la Nota de Jorge Alemán sobre Jacques-Alain Miller?3
Por supuesto, todo ha sido un gran malentendido, Jorge ha aclarado muy
bien el asunto.
Pero esto no impide que en esta ocasión se haya podido ver algo que hasta
ahora estaba muy escondido: cierto estado de ánimo que había respecto a mí
en varios sectores de la EOL, digamos que cierto resentimiento, en algunos
casos una verdadera hostilidad. Yo diría que había de todo: distanciamiento,
desconfianza y, en ocasiones, una pizca de desvalorización.
La noche de Facebook —para mí era de noche, en Argentina era de día, me
parece—, cuando estaba escribiendo mi Éxtimo 224 con Diana en la primera
página, recibía constantemente mensajes de mi amiga Raquel Cors
diciéndome: «Pero ¿qué pasa en Facebook? Hay un brote de transferencia
negativa», etc. «¡Tus propios analizantes! ¡Tus exanalizantes te critican, te
pisotean! ¡Es un aluvión!».
Debo decir que me resultó muy grato, el lunes, recibir por mail la carta de
Lito Matusevich. Al menos uno se alzaba para defenderme, para defender y
desarrollar mi argumentación. Lo difícil, quizá lo más difícil para mí en la
noche del sábado al domingo, no fueron las palabras de los que escribieron,
sino las no palabras de quienes no escribieron, de quienes no me defendieron.
¿Dónde estaba mi gran amiga fulana de tal?, ¿dónde estaba mi gran amigo
fulano de tal? Finalmente, se levantó Jorge Chamorro, sin contactar
previamente conmigo, tampoco Lito Matusevich lo había hecho
recientemente. Así, Chamorro se levantó, y estoy contento de decirle que
aprecio enormemente su carta, su coraje y su inteligencia —sobre todo por
entender que, en ciertas circunstancias, la prudencia exige actuar sin
prudencia—. El término prudencia tiene dos sentidos distintos: la prudencia
en el sentido de Aristóteles exige actuar sin la prudencia burguesa.
No me voy a extender en este registro. Basta. No tengo ganas de instalarme
en la posición del juez que opina sobre la moralidad de mis colegas, de sus
virtudes o de su falta de virtud. Cada uno hizo lo que pudo. Cada uno hizo lo
que le complacía. Como dice el poeta: Trahit sua quemque voluptas [«Cada
cual sigue su inclinación»]. Son palabras de paz. Algunos hicieron lo que
pudieron para herirme no solo por su transferencia negativa, sino también
para obligarme a desplazar mi atención hacia el culo del mundo, como
ustedes mismos, argentinos, llaman a veces a su propio país.

PROCTOLOGÍA

Me han obligado a desplazar mi atención hacia ustedes, ¡cuando estaba, y


estoy aún inmerso en la formidable batalla política de la Escuela de la Causa
Freudiana para apoyar a las fuerzas democráticas anti-Le Pen! [JAM
manifiesta cólera.] Hay un pequeño libro del cardenal Mazzarino dirigido a
los políticos que empieza diciendo: «Atención, si tiene usted un
temperamento colérico, debe tener cuidado de no expresarlo». ¡Yo quería
empezar mi discurso en un tono más tranquilo y...! Tienen que perdonarme,
es culpa mía, mi grandísima culpa.
Esos colegas que me han herido, que querían atraer mi atención, me
necesitaban como proctólogo del país. Han logrado obtener una sesión de
proctología argentina por parte de un especialista de París.
Montaigne, hacia el final de sus Ensayos —estos constan de tres
volúmenes, a los que no paró de agregar cosas—, cerca del final de esa obra
enorme, escribe este pensamiento, fuerte, potencialmente revolucionario:
«Cada hombre está sentado sobre su culo». Esto supone la decadencia de la
monarquía. La Revolución francesa está ya en esa frase —veo que Rose-
Marie Bognar está de acuerdo—. Añadamos que esta frase es válida para el
género humano, hombres y mujeres. Pero añadamos también que en el culo
masculino hay un pequeño órgano oculto que se llama próstata y que, de vez
en cuando, requiere ser tocado, casi acariciado, por el dedo experto de un
médico a partir de cierta edad. Lo experimenté, por primera y única vez, hace
dos años.
Se puede decir que a través de Facebook la mitad de la EOL me metió el
dedo en el recto, luego olfateó su dedo tras sacarlo y pronunció su
diagnóstico: «Esto no huele a una sublimación correcta».
Otros hicieron todo lo posible para no ser protagonistas del acontecimiento,
para hacerse olvidar, pero en realidad su silencio era un elemento clave de la
situación, como el silencio del perro de los Baskerville en las aventuras de
Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle. Su silencio equivalía al «yo no lo
conozco» de Pedro cuando reniega de Cristo.
¡He aquí que me estoy comparando con Cristo! Hubo una tercera categoría,
poco numerosa, y tanto más preciosa por este mismo hecho, la de quienes ya
no podían aguantar más la morgue populista de la EOL, el franco desprecio
hacia el Estado de derecho, el apoyo al infeliz régimen venezolano de
Maduro, que va derecho contra el muro, el Maduro-muro.
Estoy seguro de que quienes, en la EOL y en la ELP, defienden siempre y
todavía el chavismo por fidelidad a sus ideales izquierdistas de antaño, saben
muy bien que ese chavismo está condenado.
En lo que a mí se refiere, estoy harto del entusiasmo de la izquierda —de la
cual considero que formo parte— por las causas perdidas.5 Defender las
causas perdidas es cuestión de narcisismo, Lacan lo subrayó. Cenando
anoche con algunos colegas, les dije que quería conocer nuevamente períodos
como el del Frente Popular en Francia o el de la Liberación de 1945, en los
que se consiguen realmente resultados efectivos para la clase obrera —en los
que se obtienen, como se dice ahora en términos más complejos, resultados
efectivos a largo plazo, duraderos—. Las conquistas en Francia del Frente
Popular perduran, las de la Liberación también perduran. Debo decir que no
me impresiona el radicalismo de puro semblante de pequeñoburgueses que se
consagran a hacer carreras y a proteger sus privilegios fingiendo ser
revolucionarios.
Bien. Todo eso formó parte de mi instante de ver durante la noche del
sábado al domingo. Eso me permitió ver quién era para ustedes. Y decidí no
ser más esa persona, no seguir siendo ese amo a quien se intenta herir, ni
tampoco ese amigo a quien no defiende ninguno de sus amigos, o casi
ninguno.

JAM 1 Y JAM 2

Fundé la AMP. Fue el resultado de un proceso largo, de numerosos años, que


implicó a muchas personas. La creación de la AMP, como la de las siete
Escuelas, fue —lo digo como me vino al escribirlo hace dos o tres horas— un
triunfo del amor, de la transferencia positiva hacia el psicoanálisis, hacia
Lacan, hacia la comunidad de los analistas y, también, hacia mí. Estas
creaciones nos dieron confianza en nosotros mismos durante años.
¿Dónde estamos veinticinco años más tarde? Me invitaron a la EOL para
una conmemoración. No fui. No me gustan las conmemoraciones, suenan a
falso. La libido se ha ido. Queda la tumba. Me gusta el momento que se
querrá conmemorar veinticinco años después.
¿Dónde estamos? Todo funciona. Les creé un mundo que se llama el
Campo Freudiano, con la AMP, sus escuelas, sus institutos, sus revistas, sus
reglas bien engrasadas, calefacción central, todo el confort. Un automaton
gigantesco, un algoritmo de primera calidad gobierna el Campo Freudiano —
lo que gobierna no es ni el relámpago ni el niño, como en Heráclito—. Ya no
se necesita al fundador. La fundación, el fundador, son cosa del pasado. Y
debo decir que, en este momento, no sé si siento por vosotros el amor y la
estima que sentía antes. La herida de la semana pasada está ahí.
Lo diré de esta manera: Jacques-Alain Miller primera época ha fallecido.
Ha muerto. Podéis hacerle todos los reproches del mundo, él permanecerá
tranquilo en su ataúd. Sé que, en los treinta y siete puntos de conexión a los
que se retransmite esta conferencia, decenas de colegas han preparado con un
placer taimado supuestas preguntas para torturarme en relación con una frase
que dije sobre Evita, en referencia a una observación que hice sobre la
acogida por parte de Perón de decenas de nazis. Sabed que, desde ahora, a
partir de ese instante de ver y de los primeros momentos de mi tiempo para
comprender, estoy inmunizado contra vuestras flechas y vuestros puñales. Ha
nacido JAM segunda época, y él no pagará las deudas de su predecesor. Si
hay deudas, si tengo deudas con vosotros, quizás también vosotros tengáis
algunas deudas conmigo —puede ser. No saldaremos las antiguas deudas—.
El Campo Freudiano clínico existe. Las Escuelas, que son también las
organizaciones profesionales de los analistas lacanianos, existen. Todo está
bien articulado, es sólido. Si hay tensiones internas, vosotros las tratáis,
vosotros las trataréis. No he intervenido en los asuntos de las Escuelas desde
hace no sé cuántos años.
JAM segunda época, en realidad nació el pasado sábado. Con cada
puñalada al JAM número 1, JAM número 2 cobraba nuevas fuerzas. Ahora,
JAM 2 se consagra a hacer existir el psicoanálisis en el campo político.
Nunca Freud ni Lacan hicieron nada similar, ¿verdad? Es un paso que yo
doy, pero lo hago ya con muchos otros. Especialmente con la admirable
Escuela de la Causa Freudiana, cuyo Consejo de Administración, por
unanimidad, votó en los primeros días de marzo su apoyo político y
financiero a la estrategia de los foros anti-Le Pen. Le siguió unánimemente el
Consejo de la UFORCA (Unión para la Formación en Clínica Analítica), que
reúne a las dieciocho secciones clínicas francófonas, impecablemente
gestionadas todas desde hace veinticinco años sin crisis —ni siquiera «crisis»
entre comillas, como la que conoce estos días el NUCEP de Madrid—.
En cada lugar, la casi totalidad de los miembros de la ECF y de los amigos
de la Escuela, los de la Asociación de la Causa Freudiana, han entrado en
lucha. Estoy orgulloso de ello como analista, como lacaniano y, es más, como
francés. Y agregaré lo siguiente: estoy orgulloso de ello como judío.

«TÚ ERES JUDÍO»

Nunca quise hablar como judío, porque nada me autoriza a hacerlo. Soy
totalmente ignorante del judaísmo. Lo único que tengo del judaísmo es lo que
me transmitió mi padre: «Tú eres judío». Y nunca he tenido la ocurrencia de
hablar «como judío», como alguien cuya familia fue exterminada en Polonia
o cosas así. Nunca me ha pasado en toda mi vida.
Pero descubrí hace una semana que, si bien yo nunca hablaba como judío,
si yo no pensaba y no hablaba en cuanto que judío, sí se podía por el
contrario escuchárseme en la AMP como judío. Cuando dije que Perón había
acogido a SS en Argentina (sin duda lo hizo bajo presión del Vaticano, así me
lo han hecho observar), Juan Carlos Tazedjián —quizás está hoy aquí, entre
nosotros—, de Valencia, España, me escribió una carta que fue publicada,
una carta amistosa, diciendo: «Entiendo que, como judío, ese hecho le toca».
Creo que Tazedjián no mide exactamente lo que dijo. Dijo, de manera
implícita, que preocuparse por la excesiva benevolencia de un jefe de Estado
hacia el nazismo es un asunto de judío. Nunca pensé que yo hablaba como
judío, pero si es lo que me atribuye el otro que me escucha, lo asumiré.
En primer lugar, si es así, eso demuestra que, para resistir al fascismo y al
nazismo, los pueblos necesitan a los judíos, quienes están especialmente
concernidos por la existencia y el mantenimiento del Estado de derecho y
democrático.
En segundo lugar, no alcanzaré ningún pacto con los partidarios de un
Estado sin ley, de un Estado dirigido por una camarilla de soldados y
funcionarios débiles, completamente sobrepasados por el poder que detentan.
En tercer lugar, en ciertas circunstancias, en un momento de excepción, se
pueden suspender las garantías judiciales. Siempre he sido, desde mi
juventud, un gran admirador del Comité de Salud Pública, que salvó a
Francia de la invasión extranjera durante la Revolución francesa
introduciendo lo que se llamó el Terror y la Ley de los sospechosos, que
permitía entrar en las casas de la gente y condenarla, proceder mediante actos
fuera de la ley. En un momento de urgencia como aquel, debo decir que no
tengo ninguna dificultad en identificarme con Saint-Just cuando visitaba a las
fuerzas armadas y hacía fusilar a uno o dos generales para darles una lección
a los otros, a los que debían combatir.
Ahora bien, en la Revolución francesa se trataba de una medida
provisional. Robespierre, que fue mi héroe de juventud y que lo sigue siendo,
nunca quiso eternizar ese momento, como lo recuerda Milner en un libro
recientemente publicado. Aquello fue siempre para Maximilien un medio
provisional, nunca concebido ni hecho para eternizarse.
Nada que ver con la odiosa pretensión de Chávez y Maduro de gobernar
permanentemente fuera del Estado de derecho. Esto es insoportable para un
analista. Todos los miembros de la NEL en Venezuela están de acuerdo en
este punto, ¿no es así?
Es insoportable para un francés. No lo duden: puedo ser muy duro a veces,
no soy un esclavo de la ley, pero es insoportable para un francés si recuerda
los principios de las Luces, que han tenido en Francia su mayor esplendor.
Es insoportable para un judío, que sabe que los judíos serán siempre las
primeras víctimas del desprecio del derecho, del desprecio de la igualdad ante
la ley. Conozco a Tazedjián. No es antisemita. En absoluto. Pero cuando me
oye hablar de nazismo no oye a un colega, no oye a su antiguo analista, no
oye a un profesor cuya enseñanza ha seguido desde hace años, oye al judío.
No es un síntoma de Tazedjián y me disculpo por haber tomado su nombre
como ejemplo. Lo he elegido porque tienen ustedes su carta, que fue
publicada. Es un sentimiento que parece ahora omnipresente en el nivel de las
masas. «Los judíos actúan dentro del país. Los judíos pretenden defender la
democracia, pero a fin de cuentas solamente defienden su vida y su dinero.
Su preocupación es que sobreviva Israel, creación del imperialismo y del
colonialismo». Etc. En resumen, todo eso no es antisemitismo. Es solo la
preparación del antisemitismo de mañana. Que cada uno medite sobre su
responsabilidad a este respecto.

EL PSICOANÁLISIS EN EL CAMPO POLÍTICO

Pensar que el psicoanálisis es exclusivamente una experiencia de uno por


uno, una experiencia íntima ajena al caos, al malestar que prevalece ahí fuera,
es un error. Lo demuestro en un momento. Freud escribió un libro titulado
Psicología de las masas y análisis del yo. ¿Qué se puede leer en su breve
introducción? Una frase. Quizá la frase más importante de toda la obra de
Freud. Al menos es la base de mi operación actual, la de JAM 2.
«En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad,
como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde
el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología
social en este sentido más lato, pero enteramente legítimo».6 Es la última
frase del primer párrafo de la introducción.
Se puede aprender alemán con esto, porque por una vez la construcción es
muy similar en alemán, en español y en francés. «Im Seelen leben des
Einzelnen kommt ganz regelmäßig der andere als Vorbild, als Objekt, als
Helfer und als Gegner in Betracht, un die Individualpsychologie ist daher von
Anfang an auch gleichseitig Sozialpsychologie, etc.». Muy simple. Una
flecha.
Sigamos. Tengo un proyecto: hacernos presentes no solamente en la
clínica, en la psicología individual, como dice Freud, sino también en la
psicología individual en cuanto que colectiva, es decir, en el campo político.
No como un partido político, sino como psicoanalistas que pueden aportar
algo a la humanidad en este momento de la o de las civilizaciones. Esta
aportación, Lacan lo dijo y lo repitió, él la esperaba, pero no llegó a
concretarla. No consiguió la apertura que tenemos nosotros ahora. Él no dio
este paso, pero todo su discurso converge en ese punto.

UNA CARTA DE CONFIANZA

Vamos a tratar de purgar el pasado entre nosotros. El amargo instante de ver


de la semana pasada ya se ha convertido en algo bueno. Mientras hablo aquí
con quinientas personas en España, estoy hablando al mismo tiempo a no sé
cuántos colegas de América Latina; traducido, el texto será leído por toda la
AMP. Un resultado muy bueno. Algo bueno ha resultado ya de este momento
de turbación.
No voy a tratar de limpiar el pasado en lo que concierne al tema «Evita y
Perón», prefiero evitar volver sobre ese asunto.
El esposo de Rosa López, que preside esta conferencia con Miquel Bassols,
Gustavo Dessal, que es psicoanalista y también escritor, ha redactado una
carta muy bella y creo que puedo confiar en ella. No lo hago a ciegas. En
efecto, luego recibí otra carta, del profesor Osvaldo Delgado, de la
Universidad de Buenos Aires. Él quería hacerme un reproche más. No le
bastaba con toda una noche de reproches contra mí en Facebook, tenía que
arrojarme su propia piedra, indicándome, de forma muy amistosa, el dolor
que le había ocasionado con mis comentarios sobre Evita y sobre el general
Perón. Le respondí: «Recibí una carta, quería conocer su opinión al
respecto», y le envié la carta de Gustavo Dessal. Osvaldo Delgado me
respondió: «Nunca he leído nada tan bien orientado sobre el tema».
La carta de Gustavo Dessal no solo me complace a mí, sino que satisface
también a Osvaldo Delgado. Creo que puedo proponer, para pacificar los
corazones, que nos remitamos a la carta de Gustavo Dessal.7
UN BÁRBARO EN ASIA

Demos un paso más. Cuando Gustavo vino a buscarme al aeropuerto anoche,


le hablé de un poeta francés. Había previsto referirme aquí a Henri Michaux y
pregunté a Gustavo si lo conocía. Me dijo: «¡Cómo no!», y me citó
exactamente la obra de la que quería hablarles. Henri Michaux —no voy a
desarrollarlo— escribió en su juventud un libro. Había viajado por Asia y
volvió con un libro que se llama Un bárbaro en Asia,8 porque había
experimentado la imposibilidad de poder penetrar realmente el misterio de
Asia. Es lo contrario de Lawrence de Arabia, quien, cuando va a Arabia para
ponerse al frente de la revuelta árabe, se vuelve más árabe que los árabes.
Yo soy un bárbaro en Argentina. He viajado allí veinte, veinticinco o
treinta veces. He conversado infinitamente, durante muchas horas, con
numerosas personas, en innumerables tertulias. Durante años he tenido allí
amigos, amigas, también enemigos. He querido, asimismo, a una o dos
argentinas. Podría pensar que tengo un conocimiento íntimo de Argentina.
Pero la conclusión que extraigo del episodio Facebook-Alemán es que sigo
siendo un bárbaro en Argentina.
Quizá, por otra parte, los argentinos siguen siendo bárbaros para los
franceses, a excepción de los que se han vuelto más franceses que los
franceses, como Esthela y Luis Solano.

EL ESTADO DE DERECHO

Ese no es el meollo de la cuestión. El núcleo del asunto es el Estado de


derecho. Los marxistas —me considero aún un marxista, renovado,
transformado, lacanizado ciertamente, pero el marxismo sigue siendo mi
referencia— hacían una distinción entre las libertades formales y las
libertades reales. En aquel entonces, eso permitía demostrar que uno era más
libre en la Unión Soviética que en Estados Unidos.
Creo que ahora esto es insostenible. Abramos este debate. La noción de
Estado de derecho no es tan clara, es una noción reciente. En Francia, mi
querida amiga Blandine Kriegel, de quien estuve enamorado cuando
teníamos veinte años, filósofa, profesora en la universidad, ha hecho mucho
por introducir esa noción de Estado de derecho. Tenemos que estudiarla.
¿Cuáles son los límites del Estado de derecho? Es una pista. Me parece que
tenemos que debatir acerca de esto, porque la posibilidad misma del
psicoanálisis está vinculada a la libertad de expresión.
Ayer, durante la cena, que debido al retraso del avión reunió a una veintena
de personas a una hora tardía, le pregunté a Susana Prieter si una reunión
social como aquella sería posible en Caracas. Y me respondió negativamente,
porque no se puede salir a la calle después de las siete de la tarde. Susana no
es una trabajadora pobre. Igual que nosotros, es una pequeñoburguesa o
burguesa media, y ella dice, como diríamos nosotros en su lugar, que no se
puede vivir de esa manera.
La presión estadounidense es un factor de la política que hay que tener en
cuenta, pero la solución Chávez-Maduro es la peor; en mi opinión, es la
infinitización de un callejón sin salida. Respeto las otras opiniones. Me he
equivocado muchas veces. No creía que fuera posible un Mayo del 68 y
ocurrió. Cuando vi por primera vez a Emmanuel Macron en la televisión, no
podía creer que pudiera aspirar a la presidencia, y lo consiguió. De modo que
no pretendo ninguna infalibilidad.

UNA RED ARTICULADA

No se trata de crear un partido político. No voy a retomarlo aquí, pero diré


que me he referido a la posición de Simone Weil,9 para quien la invención de
un partido político es algo diabólico, porque la gente renuncia a su libertad de
pensamiento. Ella quería en política gente fiel a su propia luz interior. Es una
noción complicada, no muy clara, que hace referencia a Descartes, pero
también a algo místico y a las Luces.
Para actuar en política, confiar en la autonomía del propio pensamiento es
tan necesario como rebajar el nivel de las identificaciones y conseguir que
cada cual se remita a su propia opinión. Dicho de otra manera: no masificar
las reacciones, no encantarse con la referencia a un jefe. Se trata, por el
contrario, de hacer algo múltiple, articulado y discutido.
He anunciado el proyecto de una revista. Para ser breve, lo más sencillo es
que lea el comunicado que he escrito para que mi hija lo difunda a través de
Lacan Cotidiano. Primero quería redactar dos líneas, y finalmente lo presento
en forma de una «carta sobre la nueva revista».

CARTA SOBRE LA NUEVA REVISTA

Madrid, 13 de mayo de 2017


Con esta carta, anuncio el título de una revista internacional de política
lacaniana que se publicará en breve como suplemento online de Lacan
Quotidien.
Publicará textos en varias lenguas sin traducirlos. Tendrá una amplia red de
corresponsales en Europa y América Latina, desde Australia hasta Siberia,
con representaciones en Estados Unidos y China. Todos los matices de la
referencia lacaniana en el campo político estarán presentes, desde La Règle
du jeu de BHL hasta la izquierda lacaniana de Jorge Alemán y la opción
melenchonista de Gérard Miller. También queremos dialogar con pensadores,
investigadores, economistas, historiadores, sociólogos, confirmados o
jóvenes, tales como, en Francia, Étienne Balibar, Eloi Laurent, David
Spector, etc.
Será una publicación al mismo tiempo con referencia a Lacan y sin
dogmatismo alguno, una suerte de conversación infinita para orientarnos en
el mundo —«el in-mundo» decía a veces Lacan cuando se ponía un poco
nostálgico—. Siempre con la máxima: «El amo de mañana es desde hoy
quien manda» («Le maître de demain, c’est dès aujourd’hui qu’il
commande»). Pero ¿quién es ese amo que gobierna ahora a escondidas?
Pregunta de puro estilo heraclíteo, pero cuya respuesta no puede ser
heraclítea: «El relámpago» o «el combate» o «el niño». En el siglo XXI hace
falta una respuesta en términos de estructura.
«¿Y Freud? ¿No dices nada de Freud?». Freud es la base de todo eso, en la
medida en que dijo que «die Individualpsychologie ist daher von Anfang an
auch gleichzeitig Sozialpsychologie». «Y el nombre de la revista, ¿cuál es?».
Heretic.
Gracias.
39

CONVERSACIÓN NOCTURNA CON


JACQUES-ALAIN MILLER1
EVE MILLER-ROSE Y DANIEL ROY
LA NOCHE DEL 14 AL 15 DE MAYO DE 2017

DANIEL ROY: Querido JAM, seguí su jornada en Madrid casi en tiempo real. Leí entonces que preparaba
su conferencia empezando con la figura del «Coco», invocada por las niñeras y madres españolas
para asustar a los niños. Leí, como todo el mundo, la carta en la que anunciaba la creación de una
revista internacional de política lacaniana online, cuyo nombre se reservaba, y luego, la carta que
anunciaba dicho nombre. Por mi lado, debía verificar tal cita, tal fórmula en castellano, yo que no
soy hispanohablante, encontrando sobre la marcha un traductor de mérito. Tenía verdaderamente la
impresión de estar en la bodega de un barco navegando hacia múltiples destinos gracias a los medios
modernos. ¡Treinta y siete puntos de escucha de su conferencia en el mundo! Y por fin, el título de la
revista vio la luz: Heretic.
Entonces, he aquí la primera pregunta que se me ocurre: ¿qué nueva doxa ha vislumbrado
constituyéndose sin decirse, para que se apresurase, arrastrándonos con usted, a pillar de esta forma a
contrapié a europeos y latinos?
JACQUES-ALAIN MILLER: ¿A contrapié? ¿Piensa usted que todo el mundo va en una dirección, y yo, en
dirección contraria?
D. R.: Nada de eso. Pienso que, frente a los discursos que padecemos demasiado a menudo y que nos
adormecen, Heretic propone un método que nos pilla a contrapié de esas sumisiones y de esos
adormecimientos. Es lo que ha ocurrido y lo que sentimos en Francia cuando usted nos despertó con
la campaña anti-Le Pen. Nos propuso entonces a cada uno ser «hereje de la buena manera», como
dice Lacan en el Seminario XXIII, esa que consiste en ponerse a la hora en una elección.
J.-A. M.: ¡Ah! Sería una lástima que diese marcha atrás en su idea de «contrapié». Hay un pensamiento
de Pascal que me gusta mucho: «Cuando todos van hacia el desbordamiento, nadie parece ir. El que
se detiene señala el ímpetu de los demás, como un punto fijo». A decir verdad, conozco esta frase
porque la excelente revista aroniana Commentaire, a la que estuve suscrito durante mucho tiempo, la
destacó en una de sus rúbricas. Teniendo en cuenta los acontecimientos recientes, yo diría más bien:
«Cuando todos van a ninguna parte, nadie parece perderse. El que va a donde quiere ir llama la
atención sobre la inmovilidad de los otros, como un cohete». Esto pone todavía más de relieve el
hecho de que la orientación a contracorriente que expuse el 10 de marzo ante Carole, responsable
conmigo de la asociación el Forum des Psys, fuese inmediatamente aprobada por ella y después por
Christiane Alberti, y sobre la marcha por decenas de colegas.
D. R.: Carole es Carole Dewambrechies-La Sagna, psiquiatra como yo y psicoanalista en Burdeos. Es la
esposa de Philippe La Sagna, él también psiquiatra y psicoanalista.
J.-A. M.: Carole y yo creamos el Forum des Psys en el momento de la lucha contra la enmienda Accoyer
al Código de Salud Pública, y organizamos todos los foros que tuvieron lugar en París. Al mismo
tiempo, colegas de provincias aprendieron de ello, y se organizaron numerosos foros por todo el
territorio nacional. Esto se remonta al año 2003. Posteriormente, se puede decir que fue como un
ensayo general de lo que ha ocurrido este año 2017.
D. R.: ¿La idea de celebrar un foro se ha propagado de la misma forma?
J.-A. M.: Sí, de la misma forma.
EVE MILLER-ROSE: ¿Qué posición expusiste a Carole el 10 de marzo?
J.-A. M.: Fue una sorpresa para mí. Estábamos citados para cenar en Garance, a dos pasos de la Maison
de la Chimie. Debíamos discutir varios puntos en relación con la UFORCA (Unión para la
Formación en Clínica Analítica), cuyo secretariado general Carole desempeña junto con Jean-Pierre
Deffieux, también bordelés, psiquiatra y psicoanalista. La UFORCA cuenta con dieciocho
establecimientos en Francia, además de Bruselas y Ginebra, que son también Secciones o colegios o
antenas clínicas del Instituto del Campo Freudiano. La UFORCA es la entidad asociativa que, en
Francia, da forma legal al Instituto.
E. M.-R.: Ciertamente hay mucho que decir de la UFORCA, pero sigamos con nuestro tema. ¿En qué te
sorprendió tu propia posición?
J.-A. M.: Comuniqué a Carole una experiencia singular que había tenido dos días antes, el lunes. Una
colega parisina, practicante confirmada, psiquiatra y psicoanalista, expaciente de Lacan, había
querido retomar conmigo una conversación analítica hace unos meses. Y he aquí que me expone de
sopetón que le habían aconsejado trasladar sus ahorros a una filial de su banco en Bélgica, donde su
dinero estaría a resguardo de las requisiciones y expolios de Marine Le Pen, presidenta. Se veía ya
viviendo en Bruselas. Su familia estaba en la misma disposición. ¿Cómo decirlo? Me quedé
estupefacto, atónito.
Formo parte de esos judíos enraizados en Francia a quienes mi sobrina Coralie Miller dedicó hace
uno o dos meses un bello documental poético. Por eso no tengo de forma natural los reflejos de judío
errante. Si la vida para los judíos en Francia se volviese insoportable, mis pensamientos no se
dirigirían hacia el exilio.
¿En qué ciudad podría vivir? Barcelona o Buenos Aires, ciertamente; he vivido en ellas varias
semanas en los años ochenta. Madrid, Milán, São Paulo, Belo Horizonte, donde cuento con muchos
amigos. O también las ciudades del placer que son para mi Roma, Venecia, Río de Janeiro, Salvador
de Bahía. Para la paz fuera del mundo, Ginebra sería la ciudad perfecta, o incluso Montevideo, donde
estuve una vez con Judith para honrar la memoria de Lautréamont y la de Jules Supervielle, de quien
era pariente el señor Supervielle, el excelente y siempre elegante profesor de francés de mi clase de
quatrième en el liceo Charlemagne, quien un día me dio, a mí, uno de sus mejores alumnos y colegial
disciplinado, un par de sonoras bofetadas no sé por qué insolencia de la que habría sido culpable.
Ningún recuerdo del delito, pero la mejilla me escuece todavía. Pegarle una torta a un alumno era
único, inédito, ya que los castigos corporales, incluso anodinos, estaban ya proscritos de la relación
pedagógica. No se me pasó por la imaginación presentar una denuncia. El pobre me presentó poco
después sus excusas.
E. M.-R.: Papá, perdóname, es apasionante, pero das rodeos. Perdemos el hilo.
J.-A. M.: Tienes razón. Termino. Londres o Nueva York, ¡qué desafío! Pero me vería muy bien en el
Greenwich Village o en Chelsea, trabajando con mi querida amiga Josefina Ayerza, argentina de
Nueva York a quien Germán García me recomendó antaño en Buenos Aires: desde entonces ha
mantenido hacia mí una lealtad sin fisuras, y viceversa. Es ella quien albergó durante largos años,
con mi acuerdo, que ella había solicitado explícitamente, a Badiou y a Žižek cuando pasaron por allí.
Y fueron ellos quienes decidieron renunciar a su generosa hospitalidad cuando...
E. M.-R.: Escucha, papá, no saldremos de esta si te sigues saliendo por la tangente una vez más en un
tema verdaderamente secundario...
J.-A. M.: De acuerdo. Bueno, el hecho mismo de que enumere todas las ciudades en las que podría vivir
desmiente mi afirmación de que no haya pensado nunca en el exilio. Algo en mí ha pensado
visiblemente en ello. Pero en el caso en que, como judío, fuera preciso esconderse en Francia... Vivir
en la clandestinidad o la semiclandestinidad... Judith y yo ya conocimos eso, en mayo de 1970,
después de la disolución de la Izquierda Proletaria, considerada por el Ministerio del Interior como
una organización subversiva, cuando tuvimos que largarnos de la rue Buci donde vivíamos, ya que
entonces detenían a los militantes conocidos del grupo disuelto solo por este motivo: «Habéis
formado parte de una organización disuelta», y nos metían en chirona durante algunas semanas,
como para enseñarnos a vivir. André Masson, tío de Judith, nos acogió en su estudio de la rue de
Sévigné, y luego fue el psicoanalista Conrad Stein en su consulta de la avenue Victor-Hugo; su
esposa era amiga de Judith, nos habíamos cruzado en el seminario de Lacan. Tú tenías tres años, y tu
hermano, un mes.
E. M.-R.: ¡No vamos a salir de esta! ¡No te vas a remontar al diluvio universal!
D. R.: Entonces, el exilio no está hecho para usted.
J.-A. M.: No. Pensaría más bien en términos de pasar a la clandestinidad. Mi padre, que se ganaba la vida
como médico asistente de radiología en Châteauroux durante la guerra, empleado con falsos papeles
por un médico «goy» que había comprendido perfectamente con quién estaba —me acuerdo de su
nombre, el doctor Folzer—, mi padre entonces era al mismo tiempo el médico de los maquis de la
región.
Respeto a los «judíos errantes», los comprendo, sé por qué miedo ancestral están habitados, con
qué discurso alimentan las anécdotas que conozco, sé con qué fragmentos de saber histórico y
familiar. Pero yo me siento de aquí, de este país en el que he nacido, precisamente en Châteauroux,
muy cerca, constaté con satisfacción cuando era estudiante de secundaria, del centro de Francia. Y
esto sin olvidar el hecho de que mis padres llegaron a Francia con veinte años procedentes del gueto
de Varsovia. Se naturalizaron franceses al principio de los años treinta, con Daladier como presidente
del Consejo, «el toro con cuernos de caracol» como lo llamaba Chamberlain. Por lo tanto, era en
1933 o 1934.
Es, o fue, el milagro francés: hacer de un hijo de inmigrantes de primera generación un buen
pequeñofrancés identificado de pies a cabeza con la historia y con los grandes escritores de la Nación
por mediación no del Espíritu Santo, sino de la escuela republicana, mediante el estudio de los libros
de texto de Malet-Isaac y Lagarde-et-Michard. Nombres de ascensor, como Roux y Combaluzier,
hecho para llevarte al séptimo cielo de la sublimación política.
D. R.: Los agentes de esta sublimación fueron para usted la historia y la literatura.
J.-A. M.: Me acuerdo muy bien de haber tenido los ojos llenos de lágrimas hacia los doce, trece años,
leyendo la célebre declaración de Stanislas de Clermont-Tonnerre, que tan mal terminó, el pobre:
«Hay que negar todo a los judíos como nación y dar todo a los judíos como individuos». Era ese un
acuerdo que podía suscribir sin problema, tanto más porque nuestros padres se habían cuidado
mucho de no transmitir nada de la tradición judía a sus hijos, excepto su condición de judíos, y esto
aun siendo mi padre nieto de rabino. Fue su elección. La elección del corte, del porvenir y no de la
nostalgia, de la asimilación si se quiere, pero sin renegar de la condición de judío, del nombre
«judío» como puro significante.
Ahora que lo pienso, es tal vez eso lo que me hizo insoportable ser tratado por Badiou de
«renegado» al final de los dos gruesos volúmenes publicados en Inglaterra, que pretendían hacer
creer que él había sido el centro vivo de los famosos Cahiers pour l’analyse, que yo había inventado
en la Escuela Normal con mis camaradas Grosrichard, Milner y Regnault, mientras que él no era más
que un remiendo, un recién llegado marginal. No se acaban aquí los engaños de Badiou, y los contaré
si me apetece.
En resumen, el día que lloré leyendo los debates de la Constituyente sobre la emancipación de los
judíos, elegí y abracé definitivamente la Francia de la Revolución.
D. R.: Es decir, la izquierda.
J.-A. M.: La izquierda, en efecto. Lo que no impide que desde la clase de Cinquième estuviese
enamorado de la magnífica continuidad de la monarquía francesa. Se vendían en aquella época unas
láminas de retratos históricos para escolares, y yo adoraba recortar y pegar las imágenes de los reyes
en mis cuadernos de historia. Así, también he amado la Francia de antes de la Revolución, como
preparación de la Revolución, y la Francia de después de la Revolución.
D. R.: ¿Qué es lo que prepara la Revolución?
J.-A. M.: La parresia2 de François Villon en «La Balada de los ahorcados», el hablar sin tapujos de
Rabelais y Montaigne, que concluye sus Ensayos con la frase: «Incluso en el trono más alto, uno se
sienta sobre sus propias posaderas». La Fontaine permanece fiel a su benefactor a pesar de la
hostilidad de Colbert, con Vauban dirigiéndose a Luis XIV con memoria tras memoria para alertarlo
sobre la miseria popular, los inviernos, las hambrunas, y también el Gran Rey declarando con
magnanimidad a la muerte de Maréchal: «Pierdo a un hombre fuerte que aprecia a mi persona y al
Estado»; finalmente, la gran, la incomparable procesión de Montesquieu, Voltaire, Diderot y
Rousseau, sin olvidar a Beaumarchais.
D. R.: ¿No hay lugar para la derecha en su visión de Francia?
J.-A. M.: En la época en que iba al liceo, la derecha hablaba de la anti-Francia para estigmatizar a los
intelectuales favorables a la independencia de Argelia —entre los cuales estaba un liberal, hombre de
derechas, Raymond Aron, que se oponía al uso de la tortura, como los católicos Pierre-Henri Simon
y Jean-Marie Domenach, como el judío Jérôme Lindon, de las ediciones de Minuit, editor de La
Question de Henri Alleg, que denunciaban la fascistización rampante de numerosos miembros del
ejército, que llamaban incluso a los jóvenes franceses para que se negaran a ir armados a la guerra
neocolonialista, fue el Manifiesto de los 121—. Para mí, las cosas siempre fueron claras, en blanco y
negro, no en gris, como quería Mitterrand, «un Arlequín», me dijo Lacan: Francia somos nosotros y
ellos son la anti-Francia. Judith tenía la misma sensibilidad que yo a este respecto, salvo que ella era
más extrema aún.
Sigo creyendo lo mismo, salvo que ahora sé que la anti-Francia es también Francia.
E. M.-R.: Tienes que explicar esto.
J.-A. M.: Las Luces nacieron tal vez en Inglaterra o en Escocia, pero ardieron con todos sus fuegos aquí;
aquí en París, la chispa encendió el fuego por toda la llanura, aquí, desde París, desde donde
conquistó el mundo —más bien, una parte del mundo, porque en la tierra del islam y en Asia no
podemos decir que haya prosperado—. No lo digo en el aire basándome en Malet-Isaac, compré y leí
en italiano los cinco tomos de la suma admirable de Franco Venturi, Settecento riformatore.
Y bien, voy a llevar la pasión nacional al extremo de decir que estoy orgulloso también de que la
Contrarrevolución haya encontrado en Francia a sus teóricos y a sus escritores más brillantes y más
enérgicos, de Joseph de Maistre, de Saboya, a Charles Maurras, de la Provenza, de Bonald a Taine y
a Georges Sorel, pasando por Céline, Drieu y Lucien Rebatet. Dejo de lado el agua tibia de los
«Húsares» de posguerra, finos estilistas, pero políticos dandis en definitiva bastante cobardes, Roger
Nimier, Jacques Laurent, Antoine Blondin y Michel Déon, que fue el secretario de Maurras y a quien
encantaba su cercanía a Salazar. Más valerosa es la única mujer del grupo, Geneviève Dormann.
Me cuesta más celebrar la pluma de Drumont, pero si debe haber antisemitas, entonces, al menos,
que sean los franceses, los peores y los más brillantes. Sé que escandalizo a mi amigo BHL cuando
hablo así, pero es así. Soy entonces un firme partidario de las tesis de Sternhell: ¿el fascismo? Lo
inventamos nosotros. ¡Siempre a la vanguardia, los franceses!
D. R.: ¿Usted es un nacionalista de izquierdas?
J.-A. M.: No, un jacobino del 93. A mi modo de ver, «¡La patria en peligro!» justifica la mano de hierro
del Comité de Salud Pública. No solo escandalizo a BHL, también está el querido Philippe Sollers,
Girondino de Girondin, que no quiere saber que sus queridos fueron horribles belicistas y que fueron
ellos los que lanzaron con la liviandad más culpable a la Francia republicana a una guerra frontal con
el Antiguo Régimen, contra Europa entera en coalicifón. Guerra que no podían ganar, que solo
podían ganar por un milagro del cielo. Y el milagro ocurrió. No porque el cielo se dejara conmover,
sino el pueblo francés.
Nosotros somos los jacobinos, si puedo decir identificándome un instante con los grandes
ancestros de la Libertad francesa, que asumimos las responsabilidades últimas de la Nación en el
momento de mayor peligro y que salvamos el país tensando todas las energías populares, a costa de
la muerte del rey, sí, de la institución del Tribunal revolucionario, luego del Terror, e incluso de la
Ley de los sospechosos. Sí, sí, sí, sí, como dice Molly Bloom al final de su gran monólogo en Ulises.
D. R.: Milner escribió sobre la Revolución. ¿Qué piensa usted?
J.-A. M.: Leyéndolo, nadie puede ignorar que los jacobinos jamás concibieron el Terror como un sistema
permanente de gobierno. Era un expediente tan necesario como transitorio para afrontar la situación
sin precedentes creada por la criminal liviandad de los simpáticos girondinos. Denme un minuto, que
encuentro el homenaje más bello que se halla escrito nunca sobre Robespierre y el gran Comité de
Salud Pública. El que habla es Maistre, el enemigo implacable de todo lo que fue revolucionario:
«Que se reflexione bien, se verá que una vez establecido el movimiento revolucionario, Francia y
la Monarquía no podían salvarse sino por el jacobinismo [...]. ¿Por qué medio sobrenatural quebrar el
esfuerzo de la Europa conjurada? Solo el genio infernal de Robespierre podía operar ese prodigio. El
gobierno revolucionario endurecía el alma de los franceses, empapándose en sangre; exasperaba el
espíritu de los soldados y duplicaba sus fuerzas con una desesperación feroz y un desprecio por la
vida, que procede de la rabia. El horror del cadalso que empujaba al ciudadano a las fronteras
alimentaba la fuerza exterior a medida que aniquilaba hasta la menor resistencia en el interior. Todas
las vidas, todas las riquezas, todos los poderes estaban en manos del poder revolucionario, y ese
monstruo de poder, embriagado de sangre y de éxito, fenómeno espantoso que nunca se había visto y
que sin duda no se volverá a ver jamás, era a la vez un castigo espantoso para los franceses y el
medio de salvar a Francia».
¡Esto es hablar! Maistre escribió esto en 1797. Estaba persuadido de que todo aquello terminaría
con un restablecimiento de la odiada monarquía. Bien visto, al menos por un tiempo.
E. M.-R.: Lo que entiendo ahora es que has lanzado tu ofensiva anti-Le Pen a ultranza teniendo presente
«La patria en peligro» de 1793.
J.-A. M.: Exacto.
E. M.-R.: ¿No es un poco fantasmático?
J.-A. M.: 100 % fantasmático. Sin embargo, dame el crédito de pensar que yo conocía la diferencia entre
una situación y la otra, como conocía la diferencia entre el momento de la Liberación y el momento
entre las dos vueltas de la elección presidencial de 2017. Lo que no impide que Mélenchon tomara
exactamente la misma posición respecto a Marine y Macron que el Partido Trotskista respecto a De
Gaulle y Pétain, a Eisenhower y Hitler: «Los dos son equivalentes».
¿Dónde estábamos en marzo último? Pesaba sobre Francia y Europa una amenaza mortal: la
elección de Marine Le Pen. No había un solo partido político, un solo medio (salvo La Règle du jeu)
que lo dijera: se consideraba que el partido lepenista era un partido como los demás, para preguntarse
sobre su programa para el futuro, no sobre el futuro que dejaban presagiar su pasado y su filiación
petanista y nazi. La desdemonización triunfante.
Fillon no iba a poner en evidencia las adherencias nazis de la dirección del FN mientras se
consagraba a arrebatarle electores. Si Hamon y Mélenchon hubieran señalado esas adherencias y
amistades, entonces su falta de acuerdo se habría revelado como lo que era: la traición de la misión
que le correspondía a la izquierda en este mundo. Y si Macron lo hubiera hecho, adiós a su sueño
despierto de indulgencia universal.
Entonces, Fillon prometió eliminar los catarros; Macron, besuquearse; Hamon, subvencionar a
todo el mundo; Mélenchon, instalar el paraíso en la Tierra bajo la forma de la VI República. En
cuanto al Partido Comunista, era a la vez demasiado débil y estaba demasiado enredado en sus
chanchullos electorales con Mélenchon como para mirar de frente.
Resultado: la energía estilo «La patria en peligro» la encontramos en los soportes más
improbables, un pequeño grupo iluminado de psicoanalistas lacanianos. Los falsos semblantes
cayeron uno a uno, y la última semana de la campaña los discursos se ajustaron efectivamente a la
problemática antifascista: se habló del Vel d’hiv, de la Shoah, y varios hombres y mujeres políticos
eligieron el foro antilepenista de BHL y de los psi para recomponer fugazmente el Frente republicano
que había faltado durante toda la campaña.
D. R.: Usted celebra vuestra y nuestra lucidez. ¿Dónde está el fantasma?
J.-A. M.: En mí, es mi fantasma. Se han preguntado de dónde venía mi energía durante este período. Y
bien, venía de mi fantasma heroico, que, en tal situación inverosímil en la que remábamos a
contracorriente, se satisfacía.
D. R.: Pero usted no es cautivo de ese fantasma. Usted lo conoce.
J.-A. M.: Así es. Lo tomo y lo dejo. Tomo lo que sirve. Dejo lo que me molesta. Me burlo de cualquiera,
de mí también. Yo tengo ese fantasma, no me posee él.
E. M.-R.: Quizá podríamos retomar el hilo. Estábamos en el momento en que le contabas a Carole tu
experiencia durante una sesión de análisis.
J.-A. M.: Sí, tienes razón, hay que avanzar. En una palabra, aquella sesión fue mi instante de ver. Capté
que la angustia que embargaba a esta analista analizante, sin duda alarmista, pronto iba a surgir por
todas partes en nuestro medio y en la opinión ilustrada —más o menos ilustrada, más bien en la
penumbra, en el crepúsculo—. Al mismo tiempo, las encuestas viraban. Hasta entonces nos decían:
«Está excluido que MLP llegue al poder». Nueva canción: no está excluido. No es seguro, no es lo
más probable, pero tampoco está excluido como antes. Me dije, en los términos de la lógica modal de
Lacan: la elección estaba estructurada por un imposible, sale de ese régimen para entrar en el de la
contingencia. MLP no cesaba de no escribirse, y ahora cesa de no escribirse. Esto quiere decir
exactamente: todo puede ocurrir. Todo dependerá del encuentro aleatorio de factores inmanejables.
Este análisis se demostró cada día más válido. Nos encontramos en cierto momento con cuatro
candidatos muy próximos. All bets out!
E. M.-R.: ¿Entonces? ¿Quisiste tirar los dados para abolir el azar?
J.-A. M.: Pensé que un grupo poco numeroso pero muy decidido que juegue el todo por el todo podría
tener una incidencia en el margen, podría desplazar algunos puntos, y que eso podría ser decisivo.
Me resigné a hacerlo.
E. M.-R.: ¿«Resigné»? ¿Sin entusiasmo?
J.-A. M.: Ninguno. Sabía que me metería en eso por entero. Por lo común, prefiero la vida simple y
tranquila. Antes de dar el salto que el león solo da una vez, dice Freud, siento siempre una suerte de
fatiga, paso por un momento ligeramente depresivo. Suspiro. Es lo que hice frente a Carole. Pero ella
me comprendió. Entonces, decidimos que buscaría una sala para el momento entre las dos vueltas de
las elecciones. Llamé por teléfono a Christiane Alberti, la actual presidenta de la ECF: unanimidad
en favor de una operación anti-Le Pen y apoyo financiero. Señalo que es un Consejo cuyos miembros
son elegidos siguiendo las reglas exigentes de las asociaciones reconocidas de utilidad pública.
Te informé a ti también, y estabas tan decidida como las otras dos personas. Envié una carta a los
dieciocho miembros del Consejo de Administración de la UFORCA, clínicos de clínicos:
nuevamente recibo como respuesta mails que apoyan con entusiasmo la acción prevista. Castanet, de
Marsella, el primero, se lanza a la preparación de un foro de provincia. Hubo más de veinte. Participé
en el de Choisy-le-Roi, Burdeos, Estrasburgo, Montpellier, Bruselas. ¡Qué dicha ver a esos colegas
con quienes no hablaba más que de clínica aplicar su saber a la cuestión política con pertinencia y
sostener su lugar junto a políticos y universitarios!
E. M.-R.: Parece que algunos colegas en Argentina juzgaron que llegabas demasiado lejos, demasiado
rápido también, y siguieron la brisa fría, que en sentido contrario hizo soplar tu amigo Alemán, a
quien tan a menudo hemos publicado. Como resultado, podemos temer que ese shock térmico
engendre catástrofes climáticas en Latinoamérica. ¿El sábado, en Madrid, diste la vuelta a la
situación?
J.-A. M.: La situación se dio la vuelta por sí misma, y varias veces. Hay que saber que la EOL, la Escuela
argentina del Campo Freudiano, cuenta entre sus miembros con numerosos lacanianos populistas,
incondicionales tanto de la pareja Perón como de la pareja Kirchner. Es como si en la ECF
tuviéramos cien Gérard Miller en lugar de uno solo. Lo que les quedó de todo mi blablablá de
aquellos días, lo que los «penetró hasta el fondo del corazón / con un ataque tan imprevisto como
mortal», son dos frases: una donde decía que Marine Le Pen hacía de Evita sin tener ni su encanto ni
su belleza; la otra sobre Perón, recordando que convirtió Argentina en refugio de las SS.
Alemán, que vive y trabaja en Madrid, donde llegó como refugiado durante la dictadura militar,
que nunca renunció a su nacionalidad argentina, que fue consejero cultural de la embajada argentina
en España bajo el gobierno de los Kirchner, está de paso en Buenos Aires. Constata la indignación de
las masas contra la agresión neocolonialista de JAM. Añade entonces una pequeña «Nota sobre
Jacques-Alain Miller», entendida de inmediato como un «permiso para matar», abriendo una caza del
hombre en Facebook. Alemán se disocia rápidamente de esta interpretación de su nota publicando en
Lacan Cotidiano una aclaración. Entonces, los lacano-populistas fueron tomados a contracorriente,
mientras que los lacano-demócratas, llamémoslos así, Lito Matusevich y Jorge Chamorro, salen del
bosque.
E. M.-R.: ¿No hay lacano-centristas?
J.-A. M.: Son la mayoría. Esperaban a ver cómo iban a ir las cosas, y vieron: ad maiorem gloriam de
Lacan, si puedo decirlo sin blasfemar. En mi conferencia, dije esencialmente a los miembros de la
EOL (Escuela de la Orientación Lacaniana en Argentina): «Los comprendí. Estaba enojado con
ustedes, luego me desenojé. Ustedes me mataron, renazco de mis cenizas, y hay muchas cosas
nuevas para hacer juntos, entre ellas esta revista, Heretic, que no los obligará a cambiar de opinión si
ustedes son populistas, porque no habrá ortodoxia. El principio cardinal es que todos somos
heréticos».
Creo que, en el debate abierto, no hubo una sola intervención que proviniera de la EOL. Todo el
mundo allí está comprometido en un febril «tiempo para comprender», que yo voy a abreviar.
D. R.: ¿No teme abrir la caja de Pandora creando una revista internacional de política lacaniana? Cada
uno va a tomar a Lacan por un cabo, por una cita, para usarlo sirviéndose de él. ¿Vamos a tener cien
Žižek?
J.-A. M.: ¡Pero la caja de Pandora está abierta desde hace mucho tiempo! Ahí tiene usted a Žižek, que
žižekiza a Lacan desde que aprendió los rudimentos de la doctrina, hace tiempo, en mi seminario de
DEA. Tiene a Badiou que badiouiza a Lacan, y no es nada bonito. Se trataría más bien de cerrarla, la
Pandorás Box. Ahora que los analistas de la Escuela de la Causa Freudiana se han visto obligados a
«bajar al llano» para ocupar su lugar como tales en el debate político y que han levantado en alto la
bandera del Estado de derecho contra los herederos de la Contrarrevolución, se les ruega a quienes
hacían malabarismos con juguetes tomados de Lacan para divertir a un público pasmado y hacían
giras por los campus con su musiquita que se larguen o cambien de cantinela. ¡Se acabó la risa!
Como decía Lacan.

Continuará.
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CARTA A PAOLA BOLGIANI. UN VIENTO


NUEVO
SOPLA EN EL CAMPO FREUDIANO1
JACQUES-ALAIN MILLER A PAOLA BOLGIANI,
PRESIDENTA DE LA SCUOLA LACANIANA DI PSICOANALISI

PARÍS, 16 DE MAYO DE 2017

Estimada colega:
Un nuevo viento sopla en el Campo Freudiano, aportando audacias
prudentes, impresionantes hechizos, ocasiones que atrapar rápido, porque la
Fortuna es calva.
El viento sopla desde Francia. Argentina siguió bajo un modo propio,
combinando la adulación y la transferencia negativa. España entró en juego
este fin de semana, y navegará en tándem con la ECF y la UFORCA. ¿E
Italia?
Como de costumbre, los italianos están en reserva. Sin embargo, Italia
cuenta. Cuenta sobre todo por la calidad de los trabajos escritos por los
miembros de la SLP.
Este es el motivo por el que quería acudir a Italia a exponer las causas y los
efectos de la posición sin precedentes que he adoptado sobre las
implicaciones del discurso analítico en el campo político.
Le doy las gracias por dar su apoyo institucional a mi deseo.
Así que voy a ir a Turín con ocasión del próximo congreso. Voy a llegar el
viernes. Voy a estar disponible durante todo el día y la noche del sábado para
cualquier actividad que me puedan proponer: asistencia a reuniones,
discursos en el Congreso, en la asamblea de miembros, etc. Volveré a París el
domingo por la mañana.
A la espera de las precisiones que me pueda dar, le transmito toda mi
consideración con la expresión de mis sentimientos cordiales.
P. D.: Le ruego que haga traducir esta carta y se la comunique a todos los
miembros de la SLP.
P. D. 2: He invitado a acompañarme a nuestra colega Raquel Cors Ulloa,
de Santiago de Chile; su misión es informar a nuestros colegas de América
Latina y España sobre los acontecimientos del fin de semana en Turín.
41

BHL, DOCTOR HONORIS CAUSA1

[Este martes, 16 de mayo de 2017, Bernard-Henri Lévy recibió un doctorado


honoris causa por la Universidad de Bar-Ilan (de La Règle du jeu).]
Uno se encoleriza, decía no sé quién que fue citado por Lacan, cuando las
clavijas no encajan en los pequeños orificios. ¿Y cuándo entran? Estamos
contentos, todo marcha. Es el pensamiento que me surge al conocer el honor
que se la ha hecho a Bernard. Está bien. Se lo merecía. Las cosas están en su
lugar. Hay una justicia. Por un momento, se podría pensar. Esto da un
respiro.
Mañana, ¡el Premio Nobel de la Paz para BHL!
En otros tiempos habría añadido: «Y el Nobel de Guerra, de la guerra del
gusto, ¡a Sollers!». No voy a hacerlo. Porque ¿dónde está nuestro Philippe?
¿Se atiene a la línea de los obispos: «No elegimos entre Marine y Macron»?
Es decir, ¿la línea de Mélenchon? ¿El lepeno-petainismo? No lo creo.
¡Sollers ha sido «secuestrado», como en Stevenson! ¡Devolvednos a nuestro
Sollers nacional!
42

INTRODUCCIÓN A NKM1

Nota bene: Al foro republicano del 5 de mayo de 2017, convocado por


Bernard-Henry Lévy y Jacques-Alain Miller.
Ayer por la mañana, 24 de mayo, víspera de la Asunción, una militante de
la campaña de NKM me llamó por teléfono para preguntarme si aceptaría
transcribir mi presentación de la susodicha al último foro, y si quisiera
autorizarlos a usar ese texto en una campaña que se anuncia difícil: veintitrés
candidatos se presentan contra NKM, entre ellos Henri Guaino. No
acostumbro a desdecirme de mis palabras, ni esconderme detrás de mi
meñique. Dije que sí. Veo en NKM una encarnación casi perfecta de la
Herética en política, que no se fía más que de su luz interior en el sentido de
Simone Weil, que manda a freír espárragos a quienes la quieren silenciar,
aunque se trate del presidente de la República, jefe de su «familia política».
Puesto que la apoyo, quiero que gane, y si quiero que gane, tengo que actuar
en consecuencia. ¿Sabrá, querrá utilizar la avis rara que soy? (25 de mayo,
08:15 h.)

Esperé verla aquí, me desesperé por verla aquí. En fin, está con nosotros y su
ausencia se hubiera notado porque ella escribió hace algunos años un libro
fulgurante contra el Frente Nacional y aceptó pagar el precio en su propio
partido.
Cuando pienso en NKM, pienso (es una asociación de ideas, esto les ocurre
a los psicoanalistas, no solo a sus pacientes) en la editorial surrealista que se
llamaba Au Non Pareil («Al No Igual»); NKM es La non pareille («La sin
igual») y ello no es debido a un caprichoso gusto por la diferencia. He aquí
una mujer que cuida la autonomía de su pensamiento político y desde hace
años es el ejemplo de lo que implica osar pensar por uno mismo en el seno de
una familia política.
Ahora bien, la segunda o la tercera máxima del sentido común,2 no del
Sens commun que tanto dio que hablar estos últimos días, sino del sentido
común en el sentido de Immanuel Kant, es precisamente osar pensar por uno
mismo. Es la esencia misma de la filosofía de las Luces y no hay hombre o
mujer política en Francia que represente mejor el espíritu de las Luces que
Nathalie Kosciusko-Morizet.
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PERPETUAR LA NINFA1

La desfachatez asombra. El Partido Demócrata italiano (PD) no dudó en dar


el nombre de Scuola Pier Paolo Pasolini a su nueva Escuela de Formación,
abierta el jueves pasado en Milán. Lo que este partido político se apropia sin
vergüenza es el nombre de un escritor y artista independiente, rebelde, reacio
a todos los reclutamientos, y que al final de su camino —interrumpido
demasiado pronto— no vaciló en colocarse bajo la égida de la herejía.
Este sábado fui testigo, en Turín, de la emoción del medio lacaniano,
cuatrocientas cincuenta personas reunidas para el Congreso de la Scuola
Lacaniana di Psicoanalisi (SLP). Mi propuesta de una petición internacional
redactada por Marco Focchi fue aprobada por aclamación.
No hay en nosotros ninguna hostilidad de principio contra el Partido
Demócrata. Entre Grillo y la derecha, muchos de mis amigos italianos,
Focchi mismo, me dijeron que elegían a Matteo Renzi. Solo que la República
de las Letras aspira a renacer, se agita en el útero y pretende hacerse respetar
en la persona de uno de los suyos, el más bello ejemplar que Europa haya
conocido, en mucho tiempo, del «poeta maldito» o más bien del artista
hereje.2
Con la petición Pasolini, la República de las Letras del siglo XXI manifiesta
su voluntad naciente y, ante todo, su voluntad de nacer. En efecto, estoy
convencido de que tal República existe virtualmente, y que solo hay que
actualizarla. República de dimensión mundial, independiente de los poderes
político-mediáticos y, llegado el caso, capaz de avergonzarlos. El momento
es ideal3 para testar esta hipótesis.
Que yo sepa, ninguna República de las Letras en Francia: una miríada de
principados. Su rivalidad no los lleva a polemizar, cosa que alegraría el
ambiente; se ignoran, se desdeñan. La Armadura principesca no dialoga.
Responde a los medios cuando estos se dignan a interesarse en ella. Pues los
medios reemplazaron la República de las Letras por una Dictadura sobre las
letras.
No obstante, los principados, sépanlo o no, forman parte objetivamente del
mismo sistema («campo cultural» de Bourdieu), y a veces algunos convergen
con otros para la defensa o promoción de ciertas causas. Alianzas
circunstanciales, siempre revisables. Veremos qué hay de eso a propósito de
Pasolini. ¿Quién está libre con respecto a los partidos políticos? ¿Quién no?
¿Quién se alumbra con su «luz interior»? ¿Quién comienza apagándola?
Dicho esto, la escena nacional se presenta muy estrecha cuando la
tecnología de la comunicación nos torna lo lejano cada vez más accesible, y
hasta más cercano —ya que la proximidad de los corazones es otro asunto—.
La cuestión es que está en curso una dinámica que no se detendrá y que
tiende a la mundialización de los intercambios intelectuales.
Trabajo para que Francia sea su crisol, dado que, sin Francia, sin los
escritores, los artistas, los universitarios y los psicoanalistas franceses, la
nueva República no tomará forma. Es un hecho, es así.
Esta ambición es acorde a nuestro genio nacional. Véanse en particular, de
Marc Fumaroli, Quand l’Europe parlait français, editorial De Fallois, 2001,
y su reciente libro en Gallimard, La République des Lettres, 2015.4, 5
Las raíces de la Respublica litteraria se hunden en la Antigüedad
grecorromana; la era de Erasmo no perdió nada de su esplendor; y el prestigio
de los literatos sigue siendo incrementado por los trabajos de los mejores
humanistas en cada época. Olvidamos las pequeñas Repúblicas que a
comienzos del Gran Siglo formaban por doquier en Europa aquellos en
quienes se agitaba un deseo inédito llamado a modificar el mundo: el deseo
científico.
Estas sociedades fueron, en su origen, academias de ciencias: pienso en la
Academia Parisiensis del padre Mersenne, cuya correspondencia no es menos
prodigiosa que la de Nicolas Peiresc; en Robert Boyle, qui genuit la Royal
Society a partir de su Invisible College; y, ante todo, en la italiana Accademia
dei Lincei, la más antigua entre las academias científicas europeas.6
Levantando vuelo, el discurso de la ciencia se aprestaba a centrifugar
(¡perdón!) al desdichado Estado libre de las letras, su uso inédito de la letra
superando lo antiguo. El nuevo discurso conseguirá, en efecto, seducir a un
amo que antaño seducía a los retóricos, poetas y literatos de una «edad de la
elocuencia» que ya reinaba en la Atenas de Pericles. Todo humanista porta
aún ese duelo. Entonces comenzó la ciencia sin conciencia y la ruina del alma
que evocaba Rabelais. Hacía falta eso para que adviniera Freud, descubriera
el inconsciente e inventara el psicoanálisis.
Lo que arruina la República de las Letras de nuestros padres, basada en el
saber textual, es el discurso de la ciencia. Por eso nuestra República deberá
incluir, si no las ciencias, al menos la epistemología, la historia de las
ciencias y el análisis de la estructura de su discurso, con sus impasses
constitutivos (todo discurso tiene sus impasses).
No hay más que ver los escritos donde los científicos confiesan su
sentimiento de la vida, sus tormentos frente a la inmensidad de los poderes
cuyo vector acéfalo a menudo son, para que nos atrape la opacidad que a ello
opone su deseo de sabio, con la angustia que esta opacidad suscita y los
entretenimientos pascalianos que cada uno de ellos multiplica para engañar a
esta angustia. Los matemáticos no son la excepción. Del magnífico naufragio
de Grothendieck, sumergido en los miles de páginas de sus «garabatos», al
gay sçavoir donde Cédric Villani encuentra el sentido de lo que inventa fuera
de sentido, se despliega todo un campo ante nosotros que espera a sus
intérpretes.
Y percibimos en un relámpago por qué solo a partir del discurso analítico
puede surgir la noción de una nueva República de las Letras que incluya el
discurso de la ciencia. Esto se basa en lo que es la instancia de la letra en el
psicoanálisis, que no es ni la letra de los letrados ni la letra de aquellos que
cifran: permite pensarlas juntas.
Comprendemos también por esta misma razón por qué la Historia de la
retórica en la Europa moderna (1450-1950) dirigida por Marc Fumaroli
(PUF, 1999) debía abstenerse de mencionar el escrito de Lacan «La instancia
de la letra, o la razón desde Freud», cuando la importancia histórica de ese
texto estaba comprobada, lanzó al mundo entero el uso de la pareja «metáfora
y metonimia» de Jakobson. Aunque solo fuera bajo el modo rebajado de
fenómeno de moda, de sociedad, tenía su lugar marcado en el último capítulo,
«La rehabilitación de la retórica en el siglo XX», confiado a la cuidadosa
precisión de Antoine Compagnon. Para que el príncipe de los eruditos de
nuestro tiempo y su heredero en el Colegio de Francia se hayan dispensado
en el honor de Lacan de esa exigencia de exhaustividad que constituye el
honor del discurso universitario, hay que suponer motivos muy poderosos.
Los creo de estructura, porque no veo entre nuestros eruditos ninguna
animosidad hacia la persona de los analistas.
Como prueba de ello me basta la confidencia encantadora que
espontáneamente me hizo Marc Fumaroli la única vez que tuve el beneficio
de hablar al Maestro en un encuentro azaroso. Sí, estaba allí, me dijo, en el
Seminario de Lacan, en enero de 1964, cuando usted lo interpeló un poco
vivamente para sorpresa general. ¿El joven Marc, furtivo en casa de Lacan?
¿Quién lo hubiera creído?
Sin embargo, según Di Ciaccia, el joven Angelo, luego cardenal Scola y
patriarca de Venecia, después de Milán, estaba un poco en la misma
situación: visitó a Lacan en la rue de Lille. ¿Quién lo hubiera creído?
Finalmente, hay que arrojar los dados. No voy a terminar con una pirueta.
Quiero mi República de las Letras. ¿Por qué esperar? Las generaciones de
analistas que me rodean, en Europa, en Latinoamérica, son mucho más
brillantes y cultivadas que unos pocos desdichados que sufrían con Lacan,
cada vez más despectivo y colérico.
Me dirán que la ambición es bella, pero ¿es «factible»? Respondo que sí. El
mundo latino, tanto en Europa como en América, espera siempre algo de los
franceses, y en todos los casos algo diferente de nuestros gemidos sobre la
dureza de los tiempos, nuestra nostalgia de no se sabe qué edad de oro y
nuestras peleas. Esperan nuestra resurrección y la de las Luces en el siglo XXI.
Que el llamado mundo latino admita aún nuestro leadership [sic] en la
materia: ¡qué suerte! Y los mejores de entre los universitarios eruditos de
lengua inglesa están necesariamente enraizados en los saberes de la vieja
Europa.
¡La República de las Letras! A esta ninfa la quiero perpetuar. Es necesario
que le haga rápidamente un hijo. Serán conversaciones (¡Fumaroli aun!).
Digo: las Conversations du Jardin du Luxembourg. Se realizarán en avenue
de l’Observatoire, número 1, alrededor de una pesada mesa cuadrada de
madera maciza, en una habitación que hace la función de las rotondas. Para
que todo sea perfecto, en lo ideal, la primera de esas conversaciones
consistirá en algunas horas con usted, querido Marc Fumaroli.
Seguramente vendrá Sollers. Antoine Compagnon, con quien me entendía
muy bien antaño, cerca de Barthes, en Cérisy, estará allí. Blandine Kriegel
me ha asegurado ya esta tarde que el proyecto le encanta. Me dicen que usted
no se pierde ningún Corneille de Brigitte Jaques. Brigitte estará allí con su
marido, Gérard, y su amigo, mío también, François Regnault. Invitaremos a
uno, dos o tres historiadores de las ciencias, investigadores del Colegio,
jóvenes psicoanalistas, y para amalgamarlos tengo a una novelista sonriente
que debuta con su primera obra, también actriz confirmada, mi vecina Aure
Atika. Reescrito será un librito encantador y lleno de cosas, muy francés, que
producirá émulos alrededor del mundo.
Como diría Marlon Brando, ¿es una oferta que usted pueda rechazar,
querido Fumaroli?
Con mis respetos y el testimonio de mi admiración,
JAM
44

ERASMO, «UN CIERTO CHIC»1

Al terminar mi carta sobre la ninfa, recordé que había escrito hace tiempo un
pequeño texto sobre Erasmo por invitación de Le Monde, que puso a la venta
veinte libros de filosofía, entre ellos Elogio de la locura y otros textos. Según
los archivos del periódico, su publicación data del 19 de junio de 2008. No
tenía título; la redacción le puso este: «Erasmo: una revolución cultural sin
violencia». Aquí está, tal cual.
JEAN BIRNBAUM: ¿Cuál es el lugar de Erasmo y de su obra en su itinerario intelectual?
JACQUES-ALAIN MILLER: Pertenece a mi jardín secreto. Constante dilección. Podría decir como el poeta
Wallace Stevens: «Lo que me gusta de Erasmo es un cierto chic». Desde mi clase de cuarto, que me
enseñó su nombre y su gloria, continuó mi curiosidad por ese prodigioso hombre múltiple, erudito
errante que en toda Europa estaba como en su casa, con su pequeño material portátil de lectura y de
escritura. Su principado mediático en la República de las Letras (reinó en la imprenta) duró un cuarto
de siglo. Su obra es el «epítome», el compendio de la cultura de Occidente, el gran reservorio donde
todo confluye y de donde todo procede.
Nacido en 1469, en Róterdam sin duda, de los amores de una criada y de un cura, y fallecido en
1536 en Bâle, Erasmo fue uno de los principales representantes del humanismo del Renacimiento y
de su «República de las Letras». Animada de independencia, su inteligencia no estaba hecha para la
enseñanza rígida que recibió en sus primeros años, especialmente cerca de los dignatarios agustinos
de Steyn, donde a los diecinueve años pronunció sus votos, pero donde descubrió también con
fascinación a los grandes autores paganos.
Este «príncipe de los humanistas» residió largo tiempo en Italia y en Inglaterra, donde trabó
amistad con el autor de Utopía, Tomás Moro (1478-1535); en su casa redactó su célebre Elogio de la
locura. En el centro de sus preocupaciones se encontraba un esfuerzo por revivificar las tradiciones
cristianas en nombre del recurso directo al Evangelio, cuya teoría encontramos en su Manual del
soldado cristiano de 1504 (lo que le valió el reproche de haber «incubado el huevo» de la Reforma),
un vasto proyecto de renovación de la enseñanza, así como una esperanza nunca desmentida en la
concordia universal (que ilustra bien su Lamento de la paz de 1517).
Epistológrafo infatigable (miles de cartas y más de seiscientas correspondencias, entre las cuales
se encuentran los más grandes nombres de su siglo), Erasmo quedará como la «placa giratoria» del
humanismo, aunque debió de ver, sin embargo, en sus últimos años, las luchas de la Reforma hacer
vibrar el vidrio de sus sueños de paz, fundados en la asociación de las bellas letras y del mensaje
cristiano.
¡Cuántas astucias de prestidigitador! Gira a la cuenta de la Europa del Norte la herencia del
Renacimiento italiano, desvalija las bibliotecas de la antigüedad, transfunde la sabiduría de los
paganos en la cristiandad, hace copular la piedad con las letras clásicas, mezcla alegremente lo
sagrado y lo profano, destrona la lógica escolástica para instalar en su lugar la elocuencia, finalmente
enseña a las élites un lifestyle inédito, desde el comportamiento en la mesa hasta todas las formas del
bien decir, pues ese gran maestro del significante, maravilloso retórico, editor, traductor, juglar de las
palabras, es también el príncipe de los semblantes y el árbitro de las elegancias. En resumen, hace
nacer de la filología el Hombre del «humanismo» (el término es del siglo XIX), perfecto hombre del
mundo, letrado pero amateur, tan oportunista como universal.
Esta revolución cultural sin violencia se extendió por Europa como un perfume. Cuando vino su
momento violento, el estrépito de la Reforma, Erasmo no estuvo allí. Es él quien «había incubado el
huevo que Lutero hace eclosionar», según las palabras de la historiadora británica Frances Yates,
pero no era de aquellos que vociferan: «La verdad o la muerte»; prefería la vida, aunque fuera
amputada de la verdad, pues él no ponía nada por encima de la paz (a la que hace hablar en su
Lamento de la paz).
Es aquí donde Erasmo tiene su lugar con Lutero en mi teatro mental, el diálogo íntimo de un
psicoanalista que fue «maoísta» en su juventud: ¿cuál es el buen uso de la verdad? ¿Llevarla hasta
sus últimas consecuencias? ¿O moderarla, amortiguarla, apaciguarla? Para el filólogo, la verdad no
podía ser más que un efecto de significante, un puro semblante. Es sin duda lo que llamamos
sabiduría. ¿Podría ocurrir que el mundo fuera sin real?
J. B.: ¿Cuál es el texto de Erasmo que más le marcó, le nutrió y por qué?
J.-A. M.: ¿Nutrió? ¡Pero cómo! La obra de Erasmo es una inmensa despensa. Más de cuatro mil adagios,
por ejemplo, que son también gemmulae, pequeñas piedras preciosas extraídas de los autores
grecolatinos. El compendio [de adagios], que fue best-seller en mi tiempo, está concebido no para ser
devorado, sino para ser picoteado aquí y allá. Cada sentencia brillante, o proverbio llano, da materia
para un ensayo que cosquillea el espíritu y más liviano que Montaigne, pegoteado a su yo. «Aquí,
todo es sustancia, todo es perla», como dice Lacan de Freud. De este libro de los Adagios, creeríamos
que, como el Aleph de Borges, es el espejo infinito del mundo. Proveyó de lugares comunes a todos
los letrados de los tiempos modernos.
Están los Coloquios, sainetes encantadores donde el concepto se hace carne, pero también manual
de teología familiar. Está la Correspondencia, donde conservó las cartas inflamadas que dirigió de
adolescente a un monje de su edad. ¿Era homo? Todo indica en todo caso que no era neurótico y
nunca fue estorbado por el objeto femenino. Es en boca de una mujer que él ubica su Elogio de la
locura.
Como todo el mundo, entré por allí en Erasmo. Y es por allí que permanece en el público, como
Voltaire con Cándido. Primeramente, lo leí como leía El sobrino de Rameau. Pero Diderot distribuye
la enunciación en dos machos, el loco y el sabio, mientras que Erasmo instala locura y sabiduría en
un torniquete único donde ellas intercambian incesantemente sus lugares hasta anudarse la una a la
otra. El Elogio tiene evidentemente la estructura de la banda de Moebius (banda torcida con un solo
borde), y no podemos orientarla: el revés y el derecho son solo uno. La Locura no tiene contrario.
Hacer tesis universitarias sobre la locura no podía llevar más que a la paradoja. La escolástica se
rompía la cabeza con los sofismas. Erasmo demostró en acto que al «Yo miento» recusado por la
lógica, la elocuencia lo vuelve perfectamente sostenible. Es así como el Elogio de la locura es
portado por el verbo de un triunfal, un inexpugnable «digo tonterías a pleno pulmón».
Esto es lo que del Logos revela la verdad: el lenguaje fue dado al hombre para decir tonterías. Y si
Dios es lenguaje, pues bien, vayamos hasta allí: Dios está loco. Stultitia Dei. El término está en san
Pablo, es retomado en el Elogio, confirmado por Erasmo en sus Anotaciones sobre el Nuevo
Testamento. No hay garante del lenguaje. Y es por esto por lo que es necesario que al final del
Elogio todo se borre.
¿Por qué esta declamación, pequeño ejercicio que tiene un modelo antiguo, causó inmediatamente
sensación y permanece como la más preciosa de las gemas de Erasmo? Es porque es mucho más que
una sátira del mundo: pasa los límites del discurso universal, introduce un modo de decir inédito.
¿Ver allí una anticipación sensacional de la asociación libre es acaso excesivo? Sin embargo, estar en
análisis, ¿qué otra cosa es sino tener licencia para decir tonterías? Se agrega a ello solamente «un
auditor que tiene memoria». ¿Es un azar si Lacan parodia el Stultitia loquetur en su prosopopeya
famosa «Yo, la verdad, hablo»? ¿Y si leemos en su último escrito: «Todo el mundo está loco, es
decir, delirante»?
J. B.: Según usted, ¿dónde encuentra hoy este autor su actualidad más intensa?
J.-A. M.: ¿Usted quiere reírse? Erasmo está en todas partes en nuestra cultura, pero con una muy baja
intensidad. Yo diría también que no está en ninguna parte, pues no tenía idea de lo que iba a ser el
discurso de la ciencia. El hombre del humanismo ha muerto, queda su fantasma, que atormenta a las
academias. De vez en cuando el nombre de Erasmo sirve para ocultar miserias a nuestras élites
europeas: le hacen decir en general nimiedades. No, la actualidad intensa de Erasmo hay que
buscarla entre los suyos, en el pueblo de los eruditos. ¿A título de qué está en la serie de vuestros
filósofos? El Elogio de la locura, ¿es la «filosofía del Cristo»? Más bien fue leído siempre como la
antifilosofía. ¿Era subversivo? ¡Vamos! Ese discurso fue hecho para vacunar: es carnaval, abrimos
las compuertas, después todo vuelve a su orden. Solamente que, como estamos todos mucho más
locos que antes, como es carnaval todos los días, esto ya no produce ni frío ni calor.

[Entrevista realizada por Jean Birnbaum. Artículo aparecido en la edición del


20 de junio de 2008 en Le Monde.]

HOY

Si tuviera que abordar el tema de Erasmo (y nada me impide hacerlo salvo la


falta de tiempo), examinaría cuál de ellos, él o Lutero, es el verdadero hereje
según mi corazón. Doy la respuesta: es él.
Lutero es el hombre de un acto cuyas consecuencias aún están con
nosotros, más activas que nunca, quinientos años después. No se puede decir
lo mismo de Lenin, que Lacan me dio una vez como modelo si quería
perseverar en mi izquierdismo.
Lutero es el hombre de una causa, subraya Zweig en su libro, siempre tan
atractivo, que nos pinta por contraste un Erasmo «prudente» (no en el sentido
de Aristóteles, sino en relación con el sentido común), tímido, siempre
cuidándose de salirse del juego («comprometerse nunca fue un hecho para el
cauteloso Erasmo») y que evita «responder claramente con un sí o un no».
Palidece junto a un Lutero furioso, revolucionario audaz al modo de Danton.
Estoy en desacuerdo con la construcción del vienés. La mía sería
completamente diferente: Lutero es el hereje que se ha convertido en
heresiarca, por lo que es un renegado de la herejía, el soporte de una nueva
ortodoxia, más feroz que la anterior, mientras que Erasmo es el hereje fiel a la
herejía, el hereje inflexible. Como vuelvo a Turín para un seminario de
política lacaniana el próximo 8 de julio, tal vez tenga tiempo para desarrollar
este punto.

VARIA
—Ayer omití el nombre del autor de A Social History of Truth: es Steven Shapin.
—Quiero señalar sobre Erasmo dos memorables artículos de Jean-Claude Margolin, «Erasmus y la
psicología de los pueblos», que menciona su antisemitismo, y «Erasmus y Francia», en Érasme: Une
abeille laborieuse, un témoin engagé, editorial Paradigma, Caen, 1993.
—Alexandre Adler me llamó para decirme que Blandine había decidido apoyar la petición de
Pasolini; Nora Gründler para asegurarme que Georges-Marc Benamou firmará «con ambas manos».
Así que aquí están las antiguas hadas de Mitterrand, Chirac y Sarkozy reunidas ante la feroz
independencia de la Republica de las Letras, nueva edición. Buena chica, ella os recibe con los
brazos abiertos. Bromeo.
—Agradezco a Alexandre por darme el teléfono de Marc Fumaroli. Pero solo está el contestador
automático. ¿Quién puede ayudarme a contactar con el príncipe?
—Pude unirme con varios amigos esta mañana, la mayoría de los cuales habían salido a reunirse y a
animar en sociedades hermanas la Conversations du Jardin du Luxembourg. En Turín la Accademia
torinese, dirigida por Rosa Elena Manzetti. En Roma tendremos, siguiendo el ejemplo de las
Tusculanas, las Romanae Disputationes, que Antonio Di Ciaccia vigilará. Milán será «stendhaliana»:
Cristallizzazione milanese, de Marco Focchi. Esperemos a Bolonia. Barcelona tendrá su Ateneo
catalán, con Miquel Bassols. Madrid medita. Ginebra y Gante consultan. Bruselas ha elegido La
Compagnie d’Érasme, dirigida por Alexandre Stevens. En Viena, será Humanismus an der Wien,
organizado por Gil Caroz y Avi Rybnicki. En Alemania: ¿nada?
—Regreso a Francia: en Marsella, con Hervé Castanet, estos serán Les Rencontres de la Corniche.
Castanet ha estado haciendo esto durante mucho tiempo en la región, más recientemente con Daniel
Mesguich en torno al libro Estuaires, que acaba de publicar con Gallimard.
—América Latina. Le escribí a Jorge Forbes para São Paulo. Él respondió, «confía»: Conversas de
São Paulo. ¿Estará de acuerdo German García para Buenos Aires? Todo comienza con buen pie. Es
un poco joven (¡algún día!), y todavía tenemos que demostrárnoslo a nosotros mismos. Todavía no
hablaremos de la República de las Letras, sino del Canal du 1, avenue de l’Observatoire. Por
supuesto, sería inútil pensar que mañana nuestra República de las Letras será a raza humana, como
en «La Internacional» o en la historia de Borges «El congreso». Todo esto sigue siendo una cuestión
de gustos, y en el gusto, la guerra se desata. Sollers más verdadero que Kant.
—Sobre Sollers precisamente. Después de Marc Fumaroli en la República de las Letras, me gustaría
una conversación con Philippe Sollers sobre la guerra del gusto. Ha aprendido tantas cosas que
necesitaré reunir muchas competencias para hacerle frente, desde Dante hasta Joyce, y antes y
después. Jacques Aubert, ¿querrá estar allí?, lo espero. Como tercero, un hombre de ciencia: ¿Cédric
Villani? ¿Arnold Munnich?
—Di a leer mi divertimento sobre Erasmo. Tengo muchas ganas de entregar mañana una «Política de
la conversación» debido a un erudito francés que vino a mi mente esta tarde. ¿Sigue siendo la
República de las Letras los salones del siglo XVIII? Fumaroli, si lo entiendo correctamente, dice:
«Ciertamente, no». La conversación no es erudición, tiene razón. Pero la erudición sin conversación
a menudo es solo «micrología», lo sabe muy bien. Así que no se cuente conmigo para reprocharle
por dedicarle a Liliane de Rothschild Quand l’Europe parlait français. Para un erudito, frecuentar a
los barones y duquesas es vital. Sobre micrología, véase, de Pascale Hummel, Mœurs érudites. Étude
sur la micrologie littéraire (Allemagne, XVIe-XVIIIe siècles), Droz, Ginebra, 2002. Una vez
mencioné este libro durante una conferencia en la sede de Œdipe sobre los Seminarios de Lacan.
—¿Por qué no seguir dando aquí textos adecuados para educar a los herejes, siempre que esta noble
ambición tenga sentido? «Una biblioteca para herejes». Puesto que he renunciado en Turín a dar una
esencia de la herejía, debo dar, en su lugar, ejemplos, incluso paradigmas.
—«A Library for Heretics». ¿Por qué me vino esta expresión, y en inglés?... Voy. Está detrás The
School for Scandal, de Sheridan, leída durante la escuela secundaria. Y también A School for
Scoundrels («La Academia de los bribones»), película de Robert Hamer que vi en Inglaterra. ¡Esto
promete!
45

RESPUESTA A LOS SEÑORES BROUÉ,


PRÉSUMEY Y STORA1
París, 1 de junio de 2017

Señores:
Ustedes tienen aquí, más abajo, mis intercambios de esta mañana con nuestro
amigo común Edwy Plenel y con Maria de França, jefa de redacción de La
Règle du jeu.
Ustedes me leyeron con disgusto, yo los leí con interés. En efecto, ustedes
tienen un conocimiento muy superior al mío de los arcanos del trotskismo. A
decir verdad, soy un ignorante en la materia. Queriendo estigmatizar la
actitud de Mélenchon la noche de los resultados de la primera vuelta, la
palabra hitlero-trotskismo se me presentó, y quise escribirla para apartarla
como calumnia estalinista bien conocida cuando se me ocurrió que no sabía
nada de esa palabra, de su historia, etc. La conocí en Besançon, en Mayo del
68, por mis amigos trotskistas, los de la LCR y de la VO, porque me era más
difícil tratar con los lambertistas (aunque recuerdo algunas discusiones sobre
la Revolución francesa con el hijo Suratteau).
En resumen, consulto Google, y doy con el sitio:
http://trotskologie.wikia.com/wiki/Hitléro-trotskisme
Ahí, me caigo de la silla leyendo los extractos de la revista La Vérité.
Estoy sorprendido por la homología (¿es el término que conviene, señor
Broué?) entre la posición de Mélenchon rehusando elegir entre Marine y
Macron y la de la revista rechazando tanto a Pétain como a De Gaulle, a
Hitler como a Eisenhower. Veo la línea «es lo mismo» atravesar los tiempos:
partiendo de junio de 1944, desemboca en mayo de 2017. En eso basé mi
artículo.
Pensé que hubieran hecho falta otras fuentes, recortarlas, entrar en la
historia a menudo oscura y controvertida de las corrientes trotskistas, etc.,
pero, finalmente, no escribía una tesis, sino un texto polémico, para entregar
bien caliente como una pizza, si puedo decirlo. Aposté a que las citas de La
Verité eran exactas, y no veo que ustedes las cuestionen. Que un jurado de
tesis compuesto por eminentes especialistas retome mis palabras sobre varias
aserciones aventuradas que conciernen a Déat, Lambert, incluso a Jospin, está
en el orden de las cosas, y me inclino ante su saber, que no pienso cuestionar.
El jurado es soberano.
Ahora, lo que quisiera saber es esto:
1) La homología (si es el término correcto) central de mi texto, ¿qué les
pareció?
2) Considero una infamia, una traición lisa y llana, el llamado a la
confraternización con el alemán con motivo del desembarco aliado y de la
insurrección patriótica frente el enemigo. ¿Qué les parece eso?
3) Mi referencia sin duda no es la de ustedes. Es 1793 y «La patria en
peligro». Se sabía entonces, cuando alguien se llama Saint-Just, reducir a los
traidores a la patria y a sus apologistas. El hecho de que militantes sinceros y
valientes de la causa proletaria, auténticos trotskistas, hayan sido llevados a
adoptar una posición tan aberrante, una posición que ustedes mismos, los tres
miembros de mi jurado, no llegan aún, decenios después, a rechazar
totalmente —no, ustedes no la rechazan, ustedes buscan excusas, y además
me provocan con tonterías—, ese hecho me lleva a pensar que hay algo
podrido en lo que ustedes llaman «el ideal internacionalista» de los
trotskistas. Esta idea es nueva para mí.
Admiré al autor de Mi vida, el creador del Ejército Rojo, el intelectual que
sedujo a André Breton.
Fui amigo de Van Heijenoort, al que conocí como el autor de una antología
magistral de lógica matemática (publicada por Harvard UP, donde yo daba
mis clases), antes de saber por él el papel que tuvo cerca de Trotski, y nos
encantaba, a mi mujer, Judith, y a mí, cuando nos contaba durante las
vacaciones anécdotas sobre el «Viejo» y su entorno.
Agrego que nunca fui «amigo del piolet», por así decirlo, a diferencia de
varios de mis camaradas de la Izquierda Proletaria.
PERO ahora he leído La verdad de 1944. Ahora leí su diatriba, que
descalifica no sus injurias hacia mí —miserables, mediocres, poco inspiradas,
permítanme decirles—, sino su lamentable argumento de sordera.
Ahora he leído las líneas que ustedes citan de Laurent Schwarz, y veo qué
ceguera (no sordera) política estaba oculta por la bella máxima de su
internacionalismo, «Mi patria era la humanidad», donde reconocía el eco de
Erasmo (Ego mundi civis esse cupio, [«Deseo ser un ciudadano del
mundo»]), que transmitía las sentencias de san Agustín y san Pablo (cf. el
artículo de Jean-Claude Margolin, «Erasme et la psychologie des peuples»).
Digo también esto: el principio fundamental en la política trotskista tal
como la entiendo, del internacionalismo total y de la solidaridad inmediata e
incondicional con los oprimidos del mundo entero, es a la vez antidialéctica,
inoperante y nociva. Conduce a toda política de izquierdas al fracaso. Si
debiera haber polémica entre nosotros, situémosla a una altura que valga la
pena.
Estoy dispuesto a argumentar este enunciado contra ustedes. Dejen
entonces en el armario, si me creen, «al yerno de Lacan», «al archicube y a
sus trucos». No es digno del matemático, del historiador, del profesor que
ustedes son. Me convencieron de lo nocivo para la izquierda de toda
complacencia hacia la ideología internacionalista trotskista. Veamos cómo la
defienden.
Al empezar esta carta, pensaba decirles que remitía mi respuesta para el
martes próximo, después de Pentecostés, pero esta respuesta se escribió sola,
y la envío a La Règle du jeu y a Lacan Cotidiano para que aparezca
inmediatamente (luego de pasarla al doc. Word, corrección de erratas y
mejoras estilísticas).
Envío copia a Edwy Plenel.
A la espera de leerlos, les ruego reciban, señores, mi completa
consideración y mi agradecimiento por la atención que le han prestado a uno
de mis textos.

HOY

• HEREJÍA. Mi réplica al trío trotskista: ¿Es esta una conversación política?Redactada con elegancia, se
llevó el tiempo que me habría permitido comentar este pasaje como debería. ¿Dónde está la herejía
aquí? Me contentaré con decir que existe una afinidad entre la posición herética y la posición
femenina, remitiendo al lector a mi conferencia de Turín, que aparecerá tan pronto como tenga
tiempo de volver a leer la parte escrita y la parte improvisada.
• J. AUBERT. La idea de las Conversations du Jardin du Luxembourg debe mucho a mi viejo amigo
Alain Jaubert, que quiere estar y estará. Es un plus, porque está interesado en todo.
• BOLONIA. Paola Francesconi me advierte que Bolonia tendrá su Dibatti degli Incamminati. Ella
especifica: «Gli incamminati significa aquellos que están en camino (de incamminarsi), que están de
trayecto. A continuación, hay algunas líneas reproducidas de Wikipedia para explicar qué es. Las
palabras clave que nos parecen decisivas son «deseantes» y, sobre todo, una academia que propone
«dibujar» lo que está prohibido (en debate). Y, además, el deseo de no ser considerados «simples»
practicantes, como los artistas en esa época». Paola animará el asunto con Maurizio Mazzotti.
Wikipedia:

La Accademia degli Incamminati è una delle prime academia de arte in Italia. Nacque come
Accademia del Naturale, in quanto sua finalità era quella di promuovere negli allievi la riproduzione
del vero, conformemente alle leggi vasariane della verosimiglianza. In seguito venne denominata
Accademia dei Desiderosi. La Accademia fu fondata verso il 1580 a Bolonga dai Carracci (Agostino,
Annibale e Ludovico) venne portata avanti da Annibale, grazie alla sua personalità forte. Lo scopo di
questo instituto privato di artisti era quello di garantire una formazione completa a livello pratico
quanto teorico non solo in arte ma anche in altre attività considerate minori a quei tempi.
Nell’Accademia degli Incamminati gli artisti potevano disegnare dal vivo i modelli nudi, proibiti
dalla Chiesa en pieno spirito della Controriforma. La nascita di questa e altre accademie comunque
sta ad indicare il desiderio degli artisti di essere considerati alla pari di poeti e musicisti e non più
solo come semplici artigiani.

• FUMAROLI. François Regnault tuvo la amabilidad de hacerse cargo de comunicar mi «ninfa» a Marc
Fumaroli.
• BUENOS AIRES. Germán García, que no solo es psicoanalista sino también novelista y ensayista, es
responsable de constituir en Buenos Aires una sociedad hermana que se unirá al Canal du 1. Para
ello, asegurará la colaboración de Silvia Tendlarz.
• MACRON. Desde que cayó la noticia de la elección de Macron, solo me ha preocupado el Campo
Freudiano, el país del psicoanálisis. Pude echar un vistazo a la prensa esta mañana. ¡Sorpresa! El
macronismo ha hecho enormes progresos. Dejé Le Point filloniano, se acabó: ¡Macron! ¡Macron!
¡Macron! El Obs estaba a medias por Hamon, a medias por Macron, dejando abierta la posibilidad
Mélenchon: ahora solo jura por Macron. L’Express se dedica a hacer frente a una epidemia: ¿la
macronita? No, la diabetes. Pero no importa: es Jacques Attali quien marca el tono, y este hombre en
la encrucijada de todos los poderes, amigo de todos los presidentes desde Mitterrand (excepto quizá
de Chirac), alaba la transgresión.
• ONFRAY. Otro individuo que está por todas partes en los medios y que es anti-Macron: Michel Onfray,
quien publica una crónica de las elecciones presidenciales. Siempre su hostilidad hacia las élites
sobre la faz de la Tierra, en Saint-Germain-des-Prés, su amor por el campo, la provincia, su lado
«soy el tribuno de los paletos», y en complot con ello: todo está manipulado, no hay duda. En
resumen, mucho en común con Jean-Jacques. Precisamente, lo odia, porque el ginebrino es un
colectivista y él, el hombre de Caen, es proudhoniano.
• MARION. Mons. Lustiger tenía dos potros entre los normalianos: colocó uno en la Academia Francesa,
Jean-Luc Marion, y Rémi Brague tenía la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Son estudiosos
serios: Marion renovó el enfoque sobre los escritos de Descartes mediante el estudio sistemático del
texto latino (que solíamos descuidar en la Escuela Normal), y Brague es de quien he leído lo mejor
sobre el islam. Marion defiende ingeniosamente la posición de los obispos de Francia ante una
catedral de izquierda que hierve (Christine Pedotti). Sucedió a Ricoeur en la Universidad de Chicago.
La red jesuita había albergado al pensador protestante estrujado por Lacan; el puesto vuelve a la casa
matriz.
• BADINTER. Marion, católico de derecha, habla en L’Obs. Elisabeth Badinter, laica de izquierdas, está
en portada de Le Point. Ella es impecable como siempre: es un don que tiene, que pierde
intermitentemente cuando cede a los encantos de una virago. Poco importa. En lo esencial, es nuestra
Julie de Lespinasse. Un jacobino de 793 como yo no tolera ninguna zona de no derecho en el país y
responde, cuando se le llama islamófobo, que no es un trotskista para sentirse intimidado por los
«atrasos», una palabra reciente de Sollers que me gusta mucho. «Desradicalizar», dicen. ¡Buena
suerte! Sobre eso no tenemos control. En cambio, lo que está a nuestro alcance es radicalizarnos.
¡Atrás los atrasos!
• DESPLECHIN. En el momento del cierre, me llega un correo electrónico de Arnaud Desplechin:
«Estimado Jacques-Alain Miller, informado por François Regnault, me uno a su petición sobre la
extraña estatua que se quiere hacer de Pasolini. El hombre era escandaloso, irreducible, con voz
ardiente todavía. Parece que con este término de «intelectual orgánico», para mí tan opaco, los
demócratas italianos quieren esclavizarlo a su partido. «Ni Papa, ni Emperador», como bien dijo
François R. Sea: por la presente, firmo a tu lado, orgullosamente. Tuyo».
• ÚLTIMA HORA. 11:30. Marc Fumaroli llamó a mi asistente, Rose-Marie Bognar. Ella me escribe un
mensaje de texto: «Él le agradece y le hace saber que está muy honrado por su enfoque hacia él».
Luego sigue la descripción del pesado tratamiento que el académico está experimentando
actualmente por una enfermedad grave. «Por lo tanto, lamenta no poder dedicarse a otra cosa que no
sea su convalecencia por el momento. Este hombre conmovedor me dijo «hasta pronto»». La
exquisita cortesía de este Maestro de estudios literarios me era conocida, y también su enfermedad,
de la que François Regnault me habló ayer por la tarde. Ya que Marc Fumaroli aprueba el proyecto
de una conversación con él sin poder participar por el momento, es muy sencillo: se llevará a cabo a
su alrededor in absentia, anunciando la que tendremos con él cuando acabe su convalecencia con los
mejores resultados, espero. ¿Antoine Compagnon querrá estar con nosotros? Sería un gran placer
para mí encontrarlo en su gloria después de haber frecuentado al joven politécnico desterrado que era
a principios de los setenta. Idealmente, nuestra Conversación Fumaroli se llevaría a cabo a mediados
de septiembre, pero la desplazaré gustosamente en función de la agenda ciertamente cargada del
profesor Compagnon. Ahora queda por encontrar cómo enviarle esta invitación.
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RESPUESTA A PASCALE FARI1

Querida Pascale Fari, usted tiene razón. Yo detesto también esa expresión,
«hitlero-trotskista». La retiro inmediatamente.
¿Cómo es qué tal expresión ha venido a derrapar en los encabezados de
Lacan Quotidien? Los tres especialistas en ciencias trotskistas que se
pusieron de acuerdo conmigo juzgaron adecuado utilizar la diatriba «hitlero-
trotskista». Con ese ímpetu, puse esa palabra horrible como título de la
rúbrica. La retiro gracias a usted. Ahora será: «Controversia sobre el
trotskismo».
¿Será muy extensa? No serán los tres cerberos quienes la alimentarán.
Crearon un sindicato de tres y tardaron cinco semanas en comunicarme su
«ira», palabra de Plenel. Ni siquiera un acuse de recibo desde que les
respondí.
No, pero comunicaron su texto a Fabienne Servan-Schreiber, quien con
gusto lo difundió a todos los niveles gracias a sus contactos, lo mejor de
París, con el título: «Hitlero-trotskista: hechos contra delirios de un sombrío
pasado». ¡Fabienne! A quien conozco, quien me conoce, que es una buena
amiga de Dominique Miller y de Gérard Miller. Yo la consideraba como una
fabiusienne de primer rango, con Henri Weber, su marido. Pero Henri es
también un antiguo de la Liga (LCR) e incluso antiguo alter ego del
arrepentido Daniel Bensaïd, convertido en un gran teórico trotskista. Me
gusta que seamos fieles a nuestros amigos.
Le pido a la estimada Fabienne señalar a sus contactos que mi respuesta al
texto que ella difunde está en línea en La Règle du jeu. Mi mail es del viernes
hacia las 14:00 h. Le he vuelto a dar mi número de móvil por si acaso. Hoy es
martes, 6 de junio, 17:00 h. Nada. Silencio absoluto. Plenel y el trío también
recibieron el mail.
Entonces, este fino equipo me ignora o le importo muy poco. En todo caso,
no quieren o no pueden pelear limpiamente. De esa manera, son «personas
respetables», siempre Plenel dixit.
No quiero quedar fijado en ese asunto fastidioso. No son interlocutores
para mí, no lo quieren ser. Y bien, que se hablen y se feliciten entre ellos,
Asinus asinum, en el seno de esta bella y amistosa transpartisana que se
reveló en esta ocasión.
Mantengo la rúbrica para los que quieran testimoniar sobre su experiencia
del trotskismo, para bien o para mal, o de través.
47

JACQUES RANCIÈRE, UNA POLÍTICA DEL


OASIS1

Jacques Rancière
En quel temps vivons-nous ?
Conversation avec Éric Hazan2
La Fabrique, París, 2017
80 pp., 10 €

PARÍS, 5-7 DE JUNIO 2017

El libro es bien pequeño, perfectamente impreso (Floch en Mayernne), se


compra por 10 euros. Es un Rancière inesperado, al menos para mí,
renovado, que habla. En primer lugar, sin balbucear: es comprensible. Luego,
lo que dice está acuñado en el rincón del sentido común, lo que tendrá un
efecto contundente sobre la izquierda que se proclama radical. Por sufrir de
una falta de revolución permanente, esta se mantuvo con vida bajo la
perfusión del sueño diurno, aunque todas las cartas robadas le pasan delante
de la nariz. Rancière la sacude. Buenas controversias en perspectiva, a menos
que no se les ponga mala cara o incluso no se lo expulse de la comunión de
los santos.
No puedo decir que haya abierto este libro esta mañana cuando desperté, en
este bello día de Pentecostés, sin prejuicios. Lo cerré menos de una hora
después con la alegría de haber encontrado un hermano en herejía. ¿Habrá un
Espíritu Santo de los heréticos? Esto no quiere decir que Rancière esté con
las posiciones de la Escuela de la Causa Freudiana: no lo está. Condenaba por
adelantado el voto por el menos malo (p. 10) y como no ve al mejor,
seguramente se abstuvo de votar. No se le escuchó durante el «debate
ciudadano» de la presidencial. Su libro aparece una vez que Macron fue
elegido.
Por otra parte, creo recordar que Anaëlle me dijo que le solicitó participar
en uno de los foros parisinos, y que le respondió que no iría por una razón
contingente y otra de fondo. La primera: estaría en Estados Unidos dando
conferencias. La segunda: nunca tomaba partido cuando hay que votar. Como
expone en el libro que no cree tampoco que la época se preste a demostrar
que el poder está en la punta del fusil, ¿en qué consiste exactamente su
compromiso político?
La respuesta está en el libro, página 70: «[Mis palabras] son las palabras de
un individuo que trata de explicarse el mundo en que vivimos sin pretender
dar a los individuos o a los grupos determinados métodos de acción a
verificar».
En términos de Gramsci, se dirá que Rancière es, como Pasolini, lo
contrario de un «intelectual orgánico»: es de aquellos que «se dicen
autónomos e independientes del grupo dominante». Gramsci explica esta
posición con el siguiente análisis: «Todo grupo social «esencial» habiendo
emergido en la historia a partir de la estructura económica precedente [...]
encontró, al menos en la historia tal como se desarrolló hasta el presente,
categorías sociales preexistentes, que incluso aparecen como los
representantes de una continuidad histórica que no se ha visto interrumpida,
incluso por los cambios más complicados y más radicales de las formas
sociales y políticas» (Cuadernos de la cárcel, t. 3, ed. crítica del Instituto
Gramsci).
Retomo aquí el comentario de ese pasaje por Attilio Monasta en la
Encyclopédie de l’Agora (agora.qc.ca): «Gramsci da como ejemplo de este
tipo de intelectual, en el que ve «al intelectual tradicional», a los eclesiásticos
y toda una clase de administradores, eruditos, científicos, teóricos, filósofos
laicos, etc. No es por casualidad si aún hoy decimos a veces clercs [clérigos]
en francés a propósito de esos intelectuales».
Rancière, según la tradición, no sería un clérigo; sin embargo, ¿es
verdaderamente necesario meter en una categoría prepensada, readymade, a
un individuo que nos da testimonio de su denodado esfuerzo por pensar
justamente lo que no fue pensado hasta ahora? La satisfacción que se obtiene
colocando en una clase a un creador o a un creativo siempre es cruel. La
clasificación es una degradación del espíritu, santo o no. Es verdad que
Rancière ofrece su flanco hablando de sí mismo como de un individuo. Sin
embargo, el individuo en francés es una unidad considerada en su relación
con un conjunto de unidades equivalentes al que pertenece, ya sea que se
trate de un grupo, de una sociedad, de una especie, etc. Designarse a sí
mismo como un individuo es colocar sobre sí la chapa de la clase. Por eso me
parece mejor respetar la singularidad del aporte de Rancière tomándolo como
un sujeto en el sentido de Lacan, y escuchando lo que dice como alguien que
no se parece a ninguno.
Lo dice, siempre en la página 70: «Le corresponde [a mis oyentes] saber lo
que quieren y el sentido que mis palabras pueden tomar para ellos en
consecuencia».
No es esta una de las frases que a Althusser le gustaba llamar «puras como
el amanecer», el amanecer en que cometió su crimen. Diré más bien que es
una frase profunda como la noche de Racine o como la estrella de Hugo. Se
prestaría a infinitos comentarios.
El primero que se me presenta es el siguiente: un analista podría retomar
esta frase a su cuenta para definir lo que se llama la interpretación. Un
analista que interpreta reconduce, en efecto, al analizante a la cuestión de su
deseo (es el famoso «Che vuoi?»), ese deseo que colorea, sesga, condiciona,
determina, en efecto, el sentido que tomará la interpretación para él.
Segundo comentario: si la concepción que Rancière realiza de su propia
enunciación se confunde con la enunciación analítica, es que odia utilizar
cualquier forma conminatoria. Es asunto del otro saber lo que quiere,
Rancière no se lo dirá. Entonces, Rancière se sitúa decididamente, sin
equívoco, fuera del discurso del amo. Vemos enseguida que se destaca la
diferencia con Badiou.
La posición de este está emparentada con la de Rancière, porque él también
se abstuvo de participar en el debate de la presidencial y también se abstuvo
de votar, pero hizo proselitismo, y con un tono extremadamente imperativo.
Vean el título de su tribuna confiada a Mediapart el 27 de abril último:
«¡Desinteresémonos, de una vez por todas, de las elecciones!». Nada más
ajeno a Rancière que tal conminación, proferida en nombre de un «nosotros»
exhibido delante de no se sabe qué multitud, y que pretende absorber al lector
por sugestión. Este «nosotros» es tanto más brutal cuanto que, como la rosa
de Angelus Silesius, es sin porqué.
Rancière cuestiona justamente la validez de ese «nosotros» tan natural en la
pluma de Badiou. Hace notar en la página 41, que «no hay “nosotros” que
lleve con él la memoria de todo lo que nos ocurrió desde la época de las
grandes esperanzas de los años sesenta, que pueda hacer su balance, inscribir
ese balance en la dinámica de las recientes luchas y obtener reglas de
acción». Página 67, no duda en invalidar el concepto de pueblo del que hace
uso «el populismo de izquierdas» hoy reivindicado por todo un sector de la
izquierda: juzga que ese populismo «retoma a su cargo la figura del pueblo
que el sistema produce como su otro». Comprendemos leyendo este libro que
Rancière no es más amable con otro concepto fundamental del populismo, el
de «sistema».
Tercer comentario, y me detendré aquí. La primera teorización de Saussure
hecha por Lacan parte de la separación del significante y del significado
como «dos órdenes distintos». Entre los dos, en la etapa inicial del algoritmo
que determina la intelección de un discurso, «hay una barrera resistente a la
significación» (Escritos, p. 183). Rancière aprovecha las posibilidades en su
discurso de este momento inicial. Su frase «profunda como la noche»
conlleva, en efecto, la disyunción absoluta entre la materialidad significante
del mensaje del emisor y la significación que le da el receptor y que queda
enteramente a su cargo. Rancière evoca de este modo el testimonio que le
aportan personas que encuentran en sus «palabras» motivos para esperar,
«aunque no tengo la sensación de haberles abierto ninguna perspectiva de un
porvenir particular». Tenemos aquí un Rancière Poncio Pilatos que se lava
las manos de cualquier responsabilidad en relación con las consecuencias de
su discurso. Esta posición le será reprochada por sus amigos, y en mi opinión
es difícil defender a Rancière en este punto. El argumento es poco
convincente cuando es esgrimido por un Brasillach, no lo es más cuando se
trata de un pensador de izquierdas con las manos puras (¿o sin manos? como
el kantismo, según el imbécil de Péguy) que lo afirma.
Aquí incluso el paralelo con Badiou es elocuente. Badiou está en todas
partes, se pone en su lugar en el sentido en que habla por ustedes, los absorbe
en su «nosotros» caído del cielo (ideas, por supuesto, porque se proclama
platónico, pobre Platón). Rancière no está en ninguna parte, habla y se
eclipsa, se ausenta a toda velocidad. Uno se infla, se insufla, se trabaja como
la rana y los invade, el otro es fóbico, se retracta, desaparece. Cuando volví a
ver a Rancière hace dos años tras un paréntesis de medio siglo, sentí que no
estábamos en el mismo espacio tiempo. Este intelectual comprometido
esconde, en efecto, a un estilita en el desierto, subido a su columna.
Nos encontramos para respondernos en lo de Alain Finkielkraut en France
Culture, tras una pequeña controversia por escrito sobre el universalismo del
islam. Él era, en suma, partidario de los «arreglos razonables» al estilo de
Quebec, y yo era partidario de una línea republicana a la francesa. Desde
entonces, debo decir que me he endurecido, y aquí mismo señalé la semana
pasada que, a falta de «desradicalizar» a los sectarios del Estado Islámico, a
nosotros nos quedaba la solución de radicalizarnos. Línea jacobina de
salvación pública que expresé de manera lapidaria utilizando un término
recientemente promovido por un girondino amigo mío, Philippe Sollers:
«¡Atrás los retrasados!». Este eslogan está destinado a hacer gritar a los
retrasados precisamente, así como a sus enablers (palabra inglesa que designa
a aquellos sin los cuales no pueden hacer lo que hacen, la palabra facilitador
no tiene el mismo acento sine qua non). Los arreglos con aquel que quiere tu
muerte son siempre insensatos.3 Si «el suicidio es una libertad», como lo
recordaba recientemente Robert Badinter, «el hecho de inducir a los demás al
suicidio» es un delito penalmente reprensible.
Sin embargo, no se trata del islam en el libro de Rancière. La cuestión no le
fue planteada, aunque su interlocutor fuera un judío notoriamente
antisionista. Éric Hazan en persona, el jefe de La Fabrique, editor de padre a
hijo y trotskista de los trotskistas, siempre al acecho de los pródromos de la
Revolución. Es el autor de varios libros de combate político, especialmente
antiisraelíes. Pero si no ama a Israel, adora París, y dio testimonio de su amor
por la capital en un bello libro editado en Seuil. El catálogo de su editorial se
parece a una verdadera academia de los pensadores radicales del tiempo
presente, pero no veo allí a Laclau ni a Mouffe. ¿Es por la ruptura de Žižek
con ellos? Alemán también falta al llamado: muy escuchado en todo el
mundo hispanófono, no ha penetrado aún en Francia. Es injusto, y lo
recomiendo a la atención de Hazan.
Éric Hazan quiso este libro con Rancière, lo siguió con esmero, y consiguió
que este, desde lo alto de su columna, responda a sus preguntas por escrito
entre agosto de 2016 y febrero de este año. El que lo interroga es el autor de
un famoso libro, publicado en 2005, El odio a la democracia, que instaló la
reputación de Rancière como teórico de la democracia, opuesto al principado
revolucionario reivindicado por Badiou en su provecho. Rancière no está en
el discurso del amo, Badiou sí, y tanto más que el amo (basta leerlo), es él
(según él).
Así como Badiou es megalómano, del mismo modo Rancière es sereno y
racional. Las páginas que consagra en desplegar el tema democrático, 7-24,
son de una claridad, de una concisión y de una lucidez que fuerzan a
admirarlo y dejan atrás a un Rosanvallon, por ejemplo, que nada tan bien
entre dos aguas que una gata perdería allí a sus crías.
Más notable aún es la toma de distancia de Rancière respecto a la calaña
intelectual que anima a través del mundo la reflexión de la esfera de
influencia populo-influencista, si puedo expresarme así. Es un herético el que
habla, y que sin equivocarse se separa de la actual doxa de extrema izquierda,
a la que rechaza y quiere finiquitar. Sobre el papel, tiene las credenciales que
hacen falta para ser escuchado por ese público. Tal vez algún día digan en ese
medio de pensamiento: «Finalmente Rancière vino». Pero tal vez los amos
pensadores de los que se burla lo echarán de un portazo para impedir que sus
tesis se difundan entre sus acólitos. No está escrito.
Rancière parte de una constatación: «No hay ciencia de la acción que se
legitime por una ciencia de sociedad». Muy verdadero. Más verdadero aún si
agregamos que la ciencia de la sociedad nunca fue sino ilusoria y que nunca
hubo «ciencia de la acción», a lo sumo técnicas (como la famosa técnica del
golpe de Estado de Malaparte) implementadas en función de su «opinión
verdadera» por estrategas geniales, de Temístocles a Mao.
Lo que importa es que el vacío dejado por el olvido del marxismo ha sido
llenado por lo que Rancière denomina con pertinencia «el pensamiento
posheideggeriano de la gran catástrofe» (p. 37). Este pensamiento que
desvaría no sabe más que estigmatizar indefinidamente el «nihilismo de un
mundo contemporáneo entregado al «servicio de los bienes»», decadente,
corroído por el hiperindividualismo y el narcisismo. Llama a un «cambio
radical» muy misterioso. Heidegger era más honesto en relación con la
cuestión «¿qué hacer?»; daba su respuesta bajo la forma oracular de su
entrevista a Spiegel el 23 de septiembre de 1966 (recuerdo que ya me hacía
reír): «Nur noch ein Gott kann uns retten», lo que quiere decir: «Me doy por
vencido», o literalmente: «Solo un Dios puede aún salvarnos». Porque se
trata siempre, por supuesto, del Rettung, de la salvación, como se dice:
«Jesus, der einzige Retter der Welt».
Esta doctrina, o más bien esta sensibilidad crepuscular, es según Rancière
el bien común de diversos faros del pensamiento contemporáneo que estarían
desolados de que se los precipite en la misma clase: por orden alfabético,
Badiou, Comité Invisible, Finkielkraut, Houellebecq, Sloterdijk y Žižek (pp.
37-38). Puesto que velo por los intereses mediáticos de Alemán, agrego su
nombre a este cuadro de honor.
Rancière nombra a Lacan al lado de Hannah Arendt y Levinas entre «los
relevos privilegiados» del pensamiento de Heidegger. Si conociera a Alemán
y su izquierda llamada lacaniana (es lacaniana como el paté de alondra —que
de alondra tiene muy poco, pues se hace con un caballo y una alondrita—, es
en realidad un neoheideggerianismo embadurnado), se sentiría seguramente
afianzado en su visión de Lacan. Si conociera mejor a Lacan, no diría eso.
Pero no se puede saber todo.
Llegó la hora de concluir esta larga reseña.
Rancière habla ahora del capitalismo en términos de «mundo» y «medio
ambiente»: «El capitalismo es algo más que un poder, es un mundo, y es el
mundo en cuyo ámbito vivimos. [...] No estamos frente al capitalismo, sino
en su mundo [...] en él es muy difícil concebir hoy la lucha anticapitalista
como el combate frontal de los productores de plusvalía contra sus
acaparadores» (pp. 54-55). Es un medio ambiente «que determina el tipo
normal» de las cosas, de los actos, de las conductas, de las relaciones, un
medio ambiente «en el cual nuestra actividad reproduce normalmente las
condiciones de la dominación» (pp. 64-65). Muy foucaultiano. Foucault lo
percibió al día siguiente del Mayo del 68. Han tenido que pasar cincuenta
años para que ese hecho lo validara una gran conciencia de la izquierda
radical, de la cual nada dice que anuncia la primavera. ¡Oh inercia del
pensamiento, cuántas tonterías se cometen en tu nombre!
La última palabra del libro es oasis: «Un discurso sobre el presente que da
esperanzas a la gente reunida para escuchar a un filósofo es un pequeño oasis.
Una plaza ocupada en una metrópoli, una ZAD (una zona ocupada para
defenderla), son unos oasis [...] espacios de libertad «en medio» del desierto,
con la salvedad de que el «desierto» no es el vacío, sino lo demasiado-lleno
del consenso» (p. 72).
Rancière es tal vez un clérigo, pero es un clérigo herético, lo dije de
entrada. Y uno que quiere, in fine, validar como «esperanza» el afecto que
generan sus palabras. Preconiza una política de los oasis, modesta y poética,
de una suavidad a lo Verlaine, muy alejada del lirismo pomposo del grand
soir, la gran tarde. Está bien. Va por buen camino. ¿Este certificado de
satisfacción de parte mía le será agradable? En todo caso, sus adversarios lo
usarán contra él.
La palabra oasis. Según el Wikcionario, el oasis, en sentido propio, es un
lugar, un espacio, que en el desierto ofrece vegetación. En el sentido
figurado, es un lugar que ofrece un descanso, un desahogo. Es simpático. Se
puede mejorar.
Lacan también concibió un espacio de libertad, pero quería que fuera
perenne. De hecho, ese oasis perdura, y yo hice mucho para ampliarlo. No
está consagrado al descanso, al desahogo, a «la esperanza», ni a la charla al
estilo café filosófico o noche en pie. En él se trabaja. La «gente en asamblea»
en ese lugar ocupó hace poco en la política francesa un lugar muy distinto del
de nuestros esforzados intelectuales abstencionistas.4
Su oasis, Lacan lo llamaba Escuela. De esa palabra decía: «Debe tomarse
en el sentido que en tiempos antiguos quería decir algunos sitios de refugio, e
incluso bases de operación contra lo que ya entonces se podía llamar malestar
en la civilización» (tomado de la «Nota adjunta» al Acta de fundación, junio
de 1964, Otros escritos, Paidós, 2012, página 238 de la edición francesa).
Acuérdate, Rancière, fuiste en sus comienzos miembro de esa Escuela que
Lacan lanzó como se echa una botella al mar: la Escuela Freudiana de París.
Tu nombre figura en el primer anuario de la EFP en calidad de miembro de
un cartel sobre la teoría del discurso, con los nombres de Balibar, Duroux,
Grosrichard, Milner, Regnault —éramos en total, si recuerdo bien, doce
alumnos de la Escuela Normal Superior que pensábamos que valía la pena
apoyar con nuestras firmas el esfuerzo de Lacan—.
Sigo desde ese entonces abriendo el surco de Lacan, después de un bandazo
izquierdista de 1968 a 1971. No niego mis años maoístas, y la bruja de la
revista Causeur acaba de etiquetarme con un «Mao un día, Mao siempre»,
que llevaré como una verdadera legión de honor. Pero soy desde hace tiempo
un «intelectual orgánico» del movimiento lacaniano que se autodefine como
«el Campo Freudiano». Soy incluso una suerte de jefe de Escuela.
No seguiste ese camino, querido Rancière. Fuiste el primero en sacar la
lección de tus años althusserianos (en suma, Althus-sert-à-rien, «Althu sirve
para nada») y eres hoy, como la mayoría de los doce, un clérigo
independiente. Te distingues porque eres seguido y estimado por un amplio
público intelectual. Hay libros tuyos de los cuales confieso no haber
entendido nada. A uno al menos lo pongo muy alto (La parole muette: Essai
sur les contradictions de la littérature [La Palabra muda: Ensayo sobre las
contradicciones de la literatura], Hachette, París, 1998). Tu conversación con
Badiou y Lancelin en Mediapart me afligió, la que acabas de tener con Hazan
me apasionó.
Espero (la esperanza, siempre la esperanza) que un día cercano tengas a
bien responder a mi invitación de venir a discutir conmigo y mis compañeros
del Campo Freudiano durante un seminario de política lacaniana.
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ŽIŽEK Y YO1

Recibo esta mañana este correo electrónico de Thomas Svolos, Omaha,


Nebraska.
Estimado Jacques-Alain:

Creo que esta es la referencia que usted buscaba en LQ 716.


Todo lo mejor,
Tom

Slavoj Žizek sobre Jacques-Alain Miller


«El único absoluto genio pedagógico que conozco». SŽ
https://www.youtube.com/watch?v=9eMbN7pqNMA

P. D.: Esta es una oportunidad para mí de presentar al lector de Lacan


Quotidien a Thomas Svolos. Thomas es un miembro de la NLS y la AMP.
Practica el psicoanálisis en Omaha, Nebraska, ciudad que vio nacer a Fred
Astaire, Marlon Brando, Montgomery Clift y Warren Buffett, tercera fortuna
mundial, que aún vive allí. Acaba de publicar un libro notable del que vamos
a informar, Twenty-First Century Psychoanalisis, en Karnak. JAM
49

CAMPO FREUDIANO, AÑO CERO1


PARÍS, 11 DE JUNIO DE 2017

¿Terminará el psicoanálisis por rendir las armas ante los impasses crecientes
de nuestra civilización, como Lacan lamentaba un día de desánimo o de
cólera cuando los notables de su Escuela, la Escuela Freudiana de París,
rechazaron respaldar su «Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el
psicoanalista de la Escuela»? Es algo que no está escrito.
Las escuelas del Campo Freudiano son desde hace tiempo lo que Lacan
deseaba que fueran: refugios contra el malestar en la civilización. Desde que
las instancias responsables de la Escuela de la Causa Freudiana, conducidas
por su presidenta, Christiane Alberti, y las de la UFORCA, a pedido mío, han
adoptado con entusiasmo mi propuesta de tomar posición pública 1) contra
Marine Le Pen y su partido, 2) y por la democracia y el Estado de derecho, y
que la gran mayoría de los miembros se han lanzado con energía a una
campaña nacional de foros republicanos y anti-Le Pen, se ve mejor cómo la
ECF, flanqueada por sus satélites, UFORCA, ACF y CPCT, podrá
convertirse en lo que, en el momento de crear su Escuela, Lacan llamaba con
una energía que daba testimonio, según mi opinión, del mejor espíritu
guerrero de la nación francesa, «una base de operación» que apuntaba a la
vez a reconquistar el Campo Freudiano sobre la IPA y a triunfar sobre los
impasses de la civilización que amenazan la existencia misma del
psicoanálisis.
La atención dirigida desde el 1 de marzo de este año hacia el combate
político en Francia no me ha hecho olvidar, sin embargo, que hoy, gracias al
esfuerzo continuado de varias generaciones de analistas, no hay una Escuela,
sino siete: la ECF, la EOL, la EBP, la ELP, la SLP, la NLS y, última en
nacer, la NEL.
Una vez que Macron ha sido elegido el 7 de mayo —y reducida enseguida
una revuelta local y subalterna venida de la EOL que desempeñaba, de hecho,
el mismo papel que la algarada de los notables en 1967, es decir, obstaculizar
el movimiento hacia delante—, he pensado que convenía transferir a escala
mundial las lecciones de la experiencia francesa. Con mayor razón he creado
el 14 de mayo pasado «la movida Zadig», ZERO ABJECTION DEMOCRATIC
INTERNATIONAL GROUP.
Este domingo, 11 de junio, al siguiente de la conversación organizada en la
EOL por su Consejo bajo la dirección esclarecida de su presidente, Gustavo
Stiglitz, puedo anunciar que el Campo Freudiano en su conjunto se ha
sumado desde ahora a Zadig.
La red política lacaniana mundial no se confundirá con la AMP ni con sus
Escuelas, constituye más bien una extensión suya al nivel de la opinión. En
calidad de tal, se beneficiará en todas partes del apoyo de nuestras
instituciones y formará parte del Campo Freudiano en el sentido amplio del
término. En cuanto a los procedimientos de Zadig y a las causas que
defenderá a escala nacional y transnacional, está todo por inventar. Nuestra
iniciativa respecto de la crisis venezolana y de la petición Pasolini es un
comienzo. En el marco fijado por mis primeras decisiones, ¡campo libre a las
iniciativas!
Así pues: «Campo Freudiano, año cero». Todo vuelve a comenzar, sin ser
destruido, para ser llevado a un nivel superior. Por un efecto retroactivo,
capto ahora por qué había interrumpido mi curso en el año 2011.
Era la consecuencia de la caída de mi transferencia con el Campo
Freudiano, inducida por el sentimiento de fracaso que me embargaba después
de haber tenido que constatar que el conjunto de los miembros de la ECF se
habían sumado al Proyecto Freda, que se proponía sustituir el modelo de
Escuela promovido por Lacan por el de una asociación de psicoterapeutas
ocupada en ir a la caza de las subvenciones y sometida a los impulsos de una
asociación, la Asociación Aurora, conocida por sumarse con su dinero a las
instrucciones del Ministerio de Sanidad. Este proyecto de liquidación estaba a
punto de llevarse a cabo cuando solo yo me interpuse.
Por lo demás, el Campo Freudiano parecía haber alcanzado en el año 2011
su nec plus ultra. Me veía yo mismo prisionero del mundo que había creado,
este Campo Freudiano regido por los algoritmos que yo le había
proporcionado y funcionando sin mí, tal como yo había deseado. No me
quedaba más que seguir pedaleando en mi curso hasta la muerte. La
maldición del «práctico inerte» (Sartre) me caía encima. La detención de mi
curso sempiterno se me aparece hoy como un esfuerzo desesperado para
escapar a la petrificación y reconectar con lo real de la vida.
Se ha girado la página. JAM 2 retomará el curso de JAM 1 bajo una forma
renovada. Mi idea es enlazar a partir de ahora con mi trabajo el de diversos
colectivos del Campo Freudiano que se propondrán voluntariamente.
Está ya aceptado que esto se realizará en Italia bajo la forma del Seminario
de Política Lacaniana, que codirigiré en Turín con Rosa Elena Manzetti el 8
de julio próximo, después en Roma, Bolonia y Milán, con Di Ciaccia, la
pareja Francesconi y Mazzotti, y Focchi. Será el Seminario Punto de capitón,
que he decidido iniciar a partir del 24 de junio próximo en París, y que será
filmado para que esté online. Será en Buenos Aires el Seminario Clipol
(clínica y política), que propongo a la aprobación de los colegas argentinos y
que se realizará en diciembre para recibir un doctorado universitario honoris
causa por iniciativa de Osvaldo Delgado, a quien doy las gracias. En otros
lugares del Campo Freudiano, todo está abierto.
Haré un balance durante la próxima semana sobre las redes Zadig creadas o
en formación en el mundo, sobre la red llamada Canal del 1, sobre el
programa de los seminarios de París y de Turín. Etc.
Estaba con mi amiga Mireille Cardot —Lacan hizo una mueca sobre su
nombre cuando se la presenté— cuando Lacan leyó en junio de 1964, ante
menos de cien personas reunidas en el salón de Sylvia en el número 3, rue de
Lille, su «Nota adjunta» al Acto de Fundación. Después de haber hablado del
«comité de acogida llamado Cardo», dijo lo siguiente, que sigue siendo en mi
opinión una apuesta mayor: «El éxito de la Escuela se medirá con la
publicación de trabajos que sean admisibles en su lugar».
Se trata de esto con este Seminario desmultiplicado: inscribir para siempre
la enseñanza de Lacan en el discurso universal.
50

UNA CARTA DE ÉRIC MARTY. LA


RESPUESTA DE J.-A. MILLER1
UNA CARTA DE ÉRIC MARTY

Querido Jacques-Alain Miller, en la polémica que usted ha provocado sobre


el hitlero-trotskismo y la imputación de actos de colaboracionismo, no se ha
hecho mención, creo, al hecho de que el personaje acusado, Pierre Lambert,
Boussel de verdadero nombre, era judío y le habría sido sumamente difícil
hacer «entrismo» en uno de los partidos colaboracionistas, como usted
suponía. Sinceramente suyo, Éric Marty.

LA RESPUESTA DE J.-A. MILLER

Querido Éric Marty:


Sé de su atención cuando se trata de los judíos y le estoy agradecido por ello.
Cuando usted ha querido demostrar que Badiou era antisemita, yo no he
estado de acuerdo en absoluto, creo haberlo dicho por escrito, pero he
reconocido sin embargo la seriedad del comentario que usted ha hecho de
uno de los textos más extravagantes del príncipe filósofo. Usted entra ahora
en la disputa del hitlero-trotskismo por esta misma puerta, la puerta judía.
Vale, es su perspectiva. Le respondo: sí, él ha hecho mención del judaísmo de
Boussel, llamado Lambert. Se puede leer, en efecto, en una carta de Serge
Dziomba, publicada por Lacan Cotidiano: «Pierre Lambert, nacido en 1920,
de origen judío [...]».2
En esta carta, Dziomba corregía «un error» (su título) cometido por mí,
como él afirma, «al confiar en un sitio web». Este error consistía en creer que
Boussel-Lambert había sido miembro de la Asamblea Nacional Popular de
Marcel Déat. Dziomba, cuya cultura marxista y trotskista considero
indudable, se ha remontado a la fuente de este error. Ofrezco ahora a la
lectura, o relectura, un pasaje de su carta:
Paso ahora a la fuente del error, aparece con Yvan Craipeau, viejo trotskista, más tarde dirigente del
Partido Socialista Unificado. Atribuye en julio de 1999 las tesis de Henri Molinier sobre la victoria
de Hitler y Stalin y las consecuencias que extrae de ello, a [...] Pierre Lambert, mientras que, como
he señalado, Pierre Lambert se había opuesto a este análisis y a las consecuencias que implicaba, es
decir, entrar en el partido de Déat. Craipeau escribe acerca de Molinier y Lambert: «Puesto que
Hitler y Stalin van a ganar la guerra inevitablemente, hay que entrar en el partido [fascista] de Déat,
es lo que hicieron los camaradas».

Este error, al no ser retomado en su libro Secrets de jeunesse por Edwy


Plenel, no se ha refutado, sino que se ha mantenido por sobrentendidos. Él
escribe a propósito de las relaciones entre Pierre Lambert y Henri Molinier:
«No se sabe si pensaban de forma similar, pero podemos suponerlo». Y
añade: «Podemos incluso pensar que Henri Molinier, un poco más de veinte
años mayor, fue el mentor de Pierre Lambert». No obstante, sobre la actitud
que se deba adoptar después del desastre, en 1940, no solamente Lambert no
pensaba como Molinier, sino que prácticamente eran polos opuestos. No
siendo Molinier mentor de Lambert.
Por último, Le Figaro del 9 de noviembre de 2001 publica una nota de
lectura del libro de Edwy Plenel Secrets de jeunesse que distingue «dos
trotskismos» (el vergonzoso y el luminoso): «El vergonzoso es el trotskismo
de Pierre Lambert, dicho rápidamente, con su manía por el entrismo incluso
hasta en los partidos que colaboraron con Hitler».
En cuanto a su observación general respecto al hecho de que un militante
trotskista, en cuanto judío, no habría hecho entrismo en un partido
colaboracionista, no sé qué pensar. Les corresponde a los historiadores del
trotskismo decirnos si el caso se presentó o no efectivamente. No veo que eso
a priori sea imposible.
En efecto, los escritos de un Laurent Schwartz, que ignoraba y que mi juez
tricéfalo me ha puesto delante de las narices, muestran que el militante
trotskista consideraba un deber suspender cualquier determinación recibida
de la Historia (incluso de la biología, cf. el texto conmovedor de Paz Corona
publicado en esta misma rúbrica3 para identificarse como ciudadano del
mundo, hombre entre los hombres, ayuda y sostén de los oprimidos por todas
partes del mundo, etc.).4 Si la línea del partido, o de la secta, le hubiera
pedido entrar en un partido colaboracionista, no creo que la especificación
«ser judío» hubiese frenado a un trotskista consecuente.
Pero esta es una especulación (la mía) contra otra especulación (la suya).
Dejemos que los hechos decidan.
Cordialmente suyo,
JAM

LA RESPUESTA DE ÉRIC MARTY

Pero no, estimado Jacques-Alain Miller, nunca traté a Alain Badiou de


antisemita, él se vanagloriaba con ese estigma, lo que es mucho más
significativo, puesto que de su parte es igualmente una manía: ya se había
quejado apasionadamente —y, por lo tanto, regocijado— de la misma
incriminación por parte de Jacques Derrida durante el coloquio «Lacan con
los filósofos» (Albin Michel, pp. 435 y sig.), luego de parte de J.-F. Lyotard,
con ocasión de la aparición del Diferendo (Cuadernos del Colegio
Internacional de Filosofía, octubre de 1989, pp. 243 y sig.). El síntoma de
Badiou no es, por lo tanto, ser antisemita, sino entender locamente (mezcla de
angustia y ganas) que el mundo se lo supone; en resumen, su síntoma es ser
un antisemita imaginario. Sobre esta versión, véase mi artículo: «Shoah,
genealogía de un nombre, historia de una negación», Cités, número 57, 2004.
Con toda mi simpatía.

JACQUES-ALAIN MILLER

¡Que divertido! Leeré su artículo.


Suyo.
51

CRÓNICA DEL AÑO CERO 11


PARÍS, 15 DE JUNIO DE 2017

Mi texto del domingo pasado, «Campo Freudiano año cero», fue bien
recibido. Creo que se agujereó «lo práctico inerte». El Campo Freudiano va a
entrar en fusión. Contrariamente al refrán valdense, hay fuego en el lago.
Sin embargo, hace falta recordar que, a nivel del sujeto, no hay «para
todos». Cada uno vivirá el acontecimiento en función de su «temperamento»,
hubiera dicho Hipócrates, palabra más elegante quizá que la expresión más
lacaniana de «constitución subjetiva».
Los psicólogos Chess y Davidson, en sus artículos de referencia,
respectivamente, «Temperament: Theory and Clinical Practice» (1997) y
«Psychosocial Issues Affecting Social Participation» (2005), distinguen, por
ejemplo, sujetos «slow to warm up» («lentos en arrancar»). Otros, por el
contrario, están listos. Otros se inquietan, se retractan, incluso se angustian.
Algunos, émulos del avestruz, se persuaden de que no pasa nada.
Ciertamente, es preferible para la movida que el número de rápidos exceda
al de lentos, pero no sería necesario que el ser de yesca se vuelva el yo ideal
de los habitantes del Campo Freudiano. Colegas enamorados de su soledad,
desconfiados, prudentes, incluso un poco perezosos, tienen su lugar en el
conjunto que formamos. ¿El Campo Freudiano no está hecho acaso de
dispersos descabalados, según la expresión de Lacan? Es buena política
saberlo y tenerlo en cuenta.
Reservas, reticencias, las resistencias son inevitables e incluso bienvenidas.
Immanuel Kant, que no es para nada el tonto que creía Péguy, escribió sobre
la cuestión algunas líneas para recordar en la introducción a la primera
edición de su Crítica de la razón pura:
La ligera paloma, que siente la resistencia del aire que surca al volar libremente, podría imaginarse
que volaría mucho mejor en un espacio vacío. De esta misma forma abandonó Platón el mundo de
los sentidos, por poner tan numerosos obstáculos al entendimiento. Platón se atrevió a ir más allá de
ellos, volando en el espacio vacío de la razón pura por medio de las alas de las ideas.2
Se piense lo que se piense de la política de Kant, y Hegel no pensaba bien de
ella, un kantiano no hubiera caído jamás como Platón en las redes de los
tiranos de Siracusa. No es en vano que un amo imaginario como Alain
Badiou se dice platónico cuando expone una política despreciando a priori
todos los hechos (¡La hipótesis comunista!). Pero dejemos esto.

Paso a la política en acto en el Campo Freudiano.


Esta me asegura que no soy el tirano de ese Campo, porque a partir de
ahora está en vías de estar hecha por todos, o al menos por muchos. Pienso en
Lautréamont: «La poesía debe ser hecha por todos. No por uno».3 Agregar:
como la política.
Este agregado ¿es ducassiano? Sí, si se trata de Ur-política (en el sentido en
que Umberto Eco habla de Ur-fascismo). Juzguen ustedes:
La poesía debe tener por objetivo la verdad práctica. Enuncia las relaciones que existen entre los
primeros principios y las verdades secundarias de la vida. Cada cosa permanece en su lugar. La
misión de la poesía es difícil. No se mezcla con los acontecimientos de la política, con el modo como
se gobierna un pueblo, no alude a los períodos históricos, a los golpes de Estado, a los regicidios, a
las intrigas de corte. No habla de las luchas que el hombre emprende, por excepción, consigo mismo,
con sus pasiones. Descubre las leyes que dan vida a la política teórica, a la paz universal, a las
refutaciones de Maquiavelo, a los cucuruchos de que se componen las obras de Proudhon, a la
psicología de la humanidad. Un poeta debe ser más útil que cualquier otro ciudadano de su tribu.4

No he leído ese texto desde hace lustros. Me impresiona. No me resulta


inmediatamente límpido. No me gustaría estar en desacuerdo con el genial
uruguayo, y no es propio de Saint-Germain-des-Prés. Ya sé: voy a ponerme a
trabajar en el programa del seminario del 24 de junio, «Poesía y política».
¡Pero por supuesto! Todos los libros de Paul Bénichou podrían inscribirse en
esta rúbrica. ¡Y después..., Milton! El Chateaubriand de Fumaroli.
Clemenceau mismo, antes de ronronear con su alsaciana, decía (¡rápido,
wiki!): «Poesía y música son las supremas delicias de las cosas».
Al lado, otra cita del Tigre: «Democracia: el poder de los piojos de
comerse a los leones». Es Nietzsche para los Nulos. Por otra parte, mucho en
Nietzsche es Nietzsche para los Nulos. Hay aquí un desprecio del piojo que
su genealogía no justifica de ningún modo. También en Wikipedia:
Los piojos tenían en el pasado un valor mercantil, pero sobre todo social. Las sesiones para espulgar
o grooming formaban parte de los ritos colectivos, tejiendo lazos entre miembros de una misma tribu.
El piojo era considerado como una secreción natural del cuerpo humano: Aristóteles o Galeno lo
llamaban «gusano de la piel». Luis XI felicita a un miembro de su corte que nota un piojo en su
espalda, «Luis XIV llevaba un hervidero de piojos debajo de la peluca». En el siglo xix, «buscarse
piojos en la cabeza» era una actividad noble, porque los piojos eran considerados como portadores de
suerte y capaces de curar enfermedades. Hacia 1850, el desarrollo de los insecticidas cambia esta
visión: los piojos se asocian entonces a la noción de mugre, y la contaminación se instala hacia fines
del siglo xx en los medios desfavorecidos que no pueden comprar insecticidas. Del mismo modo, los
pueblos que no disponían de esos insecticidas realizaban su propia técnica de erradicación. Cuando
los piojos desarrollan una resistencia a los insecticidas, la noción de mugre y contaminación se
trasmite a todas las clases sociales.

Nada digo del león, cuya imagen es verdaderamente una perogrullada, si me


atrevo a decirlo. Me conformo con citar estas palabras de un político más
sutil que Nietzsche y Clemenceau (ganó la guerra y perdió la paz), es decir, a
La Fontaine. Releamos «El león y el ratón»:
Debemos ser generosos con todos, pues en cualquier momento necesitamos la ayuda de alguien más
humilde que nosotros. De esta verdad, estas fábulas darán fe en un instante. Saliendo de su agujero
harto aturdido, un ratoncillo fue a caer justo en las garras del león. El rey de los animales,
demostrando su poder, le perdonó la vida. Su generosidad no fue en vano, porque ¿quién hubiera
creído que el león pudiera necesitar un día de la gratitud de un sencillo ratoncillo? Sucedió que, en
cierta ocasión en que el león salió de su selva, cayó en unas redes, de las cuales no podía librarse con
sus fuertes rugidos. Lo oyó el ratoncillo, y acudió a su sitio. Trabajó tan bien con sus pequeños
dientes que, una vez roída la malla, el león terminó de desgarrar la trama entera. En ciertos casos
pueden más la paciencia y el tiempo que la ira y la fuerza. Y una buena acción, en algún momento
tiene su recompensa.

Paso a las novedades recibidas anoche y esta mañana. Las enumero, después
las doy a leer.
BRASIL: Saludo con reconocimiento la declaración del directorio de la EBP,
que facilitará la implantación de Zadig en el país continente, y me alienta a
proseguir en la misma línea. Sigue la carta muy precisa de Jesús Santiago,
que muestra la progresión de Zadig. Proyecto de foro anticorrupción el 18 de
agosto en São Paulo.
TURÍN: Está confirmada la realización del Primer Foro Europeo del Campo
freudiano. Tendrá lugar el 18 de noviembre en el aula magna del Campus
Einaudi de la Universidad de Turín. Título: «Deseos decididos para la
democracia en Europa». Rosa Elena Manzetti y yo establecemos el programa.
VIENA: Foro Zadig previsto para el 8 o el 9 de septiembre. Organizadores:
Gil Caroz y Avi Rubnicki. El presidente de la República Alexander Van der
Bellen se comprometió a escribir un mensaje dirigido a los participantes.
Estaré allí, así como la presidenta de la NLS, Lilia Mahjoub.
ESPAÑA: Joaquín Caretti Ríos me hizo llegar la «convocatoria a la
presentación de la red Zadig-España y su grupo madrileño» (texto publicado
en Cotidiano).
ITALIA: He recibido una carta de la colega Laura Freni de Catania, que he
respondido. Espero su autorización para dar a conocer nuestro intercambio.
TEL-AVIV: Nuestra colega Susanna Huler comienza unas Conversaciones en
el espíritu República de las Letras con el nombre de Shakla Vetaria (
, expresión de la Guemará que significa en arameo: «Dar y
tomar»). Véase su carta sobre la conversación realizada anoche.
GINEBRA: Mis amigos François Ansermet, Alain Grosrichard, Charles Méla
y yo hemos creado la Sociedad del Fondo del Lago, que va a realizar una
conversación con el mismo espíritu cuando nos pongamos de acuerdo sobre
un tema y sobre los participantes.
GANTE: Anne Lysy me escribió el 2 de junio: «[...] después de consulta y
brainstorming intenso por mail con Geert Hoornaert, Lieven Jonckheere,
Nathalie Laceur, y test con Alexandre Stevens, propongo: Salon Hjeronimus
B. Referencia al Bosco —no sin vínculo con Erasmo, herético a su manera—.
Hay que evitar toda referencia histórica que sea tomada por los movimientos
o publicaciones muy católicos y/o «flamencos», hay muchas (Mercator,
etc.)».
LILLE: Sophie Simon, de Lille, me hace saber que se había anticipado desde
hace tiempo a la República de las Letras que he propuesto.
PARÍS: Varias iniciativas, que voy a exponer mañana.

Una última palabra sobre la ilustración inicial de este artículo [que aparece en
el Lacan Quotidien, núm. 721]. Se trata de un dibujo de Charles Le Brun que
representa las cuatro complexiones o temperamentos del hombre. Este dibujo
forma parte de un conjunto de dibujos preparatorios a la ejecución de la
famosa Grande Commande de Luis XIV para estatuas destinadas al parque de
Versalles. Excelente artículo de Wikipedia sobre el tema.
Arriba a la izquierda, luego en el sentido de las agujas del reloj:
El Colérico, estatua de Jacques Houzeau. Este temperamento está
representado por el impulso de un hombre que está por saltar hacia delante,
con el brazo levantado. Detrás de él, un león está también por saltar, con las
patas delanteras levantadas, sostenido por un tronco de árbol. © Creative
Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported, 2.5 Generic, 2.0 Generic and
1.0 Generic license.

El Flemático, estatua de Matthieu Lespagnandelle. El temperamento


flemático da pruebas de un carácter frío y lento; está representado por un
hombre viejo con los brazos plegados sobre sí mismo, y con una capa de
abrigo. A sus pies se encuentra una tortuga, animal calmo y lento por
excelencia. El original fue retirado del parque en 2007. Muy erosionado, fue
puesto a resguardo en la galería baja del castillo de Versalles después de su
restauración. Lo reemplaza en el jardín una copia de molde. © Creative
Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported license.
El Melancólico, estatua de Michel de La Perdrix. El melancólico está
representado por un joven con una cinta en la boca para significar que habla
poco y prefiere aislarse. Sostiene una bolsa cerrada, que representa la
avaricia, y un libro abierto, porque prefiere abandonarse a la lectura. La
estatua fue restaurada. © Rémi Jouan, CC-BY-SA, GNU Free Documentation
License, Wikimedia Commons
El Sanguíneo, estatua de Noël Jouvenet. El sanguíneo está figurado por un
joven coronado de uvas que toca la flauta, atributos de Baco. A sus pies, una
cabra come uvas que cuelgan del tronco de un árbol. Se inició una
suscripción de la Sociedad de los Amigos de Versalles para efectuar la
restauración de la copia de esta estatua. © Creative Commons Attribution-
Share Alike 2.5 Generic license.
52

CRÓNICA DEL AÑO CERO 21


PARÍS, 15 DE JUNIO DE 2017

¡La novedad circula: Ornicar? continúa!


El martes, invitado a un almuerzo de docentes del Departamento de
Psicoanálisis de París VIII, les propuse que me ayudaran a resucitar la
augusta revista, nacida en ese departamento en enero de 1975 con el formato
de un delgado fascículo dactilografiado, adornado con un grabado de Hogarth
que ilustraba la nimiedad de la educación.
En esa época, el Campo Freudiano era el departamento y Ornicar? fue su
boletín.
Rápidamente se volvió el órgano de los Jóvenes Turcos de la Escuela
Freudiana de París. Muerto Lacan y habiendo huido los notables, con pocas
excepciones, recayó en ellos el ayudar a construir la nueva Escuela que Lacan
había adoptado después de la disolución de la EFP. Ornicar? vestida con un
nuevo traje, diseñada por el mejor diseñador gráfico de la época, Pierre
Faucheux, fue impresa (en tipos de plomo) por Darantière, impresor de la
Pléiade.
Numerosas revistas, siguiendo su camino y su ejemplo, vieron la luz en un
Campo Freudiano redefinido y ampliado por la creación de la Fundación del
Campo Freudiano y sus encuentros internacionales. Ornicar?, que había sido
la primera y durante mucho tiempo la única revista de su género, se había
convertido en el ancestro de una numerosa descendencia. Se solicitaba a sus
redactores viajar a través del mundo. La revista dejó de ser necesaria. Preferí
interrumpir su aparición. El número 51 salió en enero de 2004.
En enero de 2018 verá la luz el 52. Salvo error, será su año 43. Pues
Ornicar? no se ha encarnado desde hace trece años, pero su espíritu ha
permanecido vivo en el Campo Freudiano.
Continuaré siendo el director, pero para delegar la realización efectiva en
un binario: un Managing Editor que será la nueva directora del departamento,
Sophie Marret-Maleval, y una jefa de redacción, Clotilde Leguil, que ya dio
sus pruebas con la revista Mental y con su tesis. Se apoyarán en un sólido
secretariado general de redacción, compuesto por Deborah Gutermann-
Jacquet y France Jaigu.
El Comité de Redacción comprenderá al conjunto de los docentes, a los
cuales han aceptado unirse —y se lo agradezco particularmente— aquellos
que tuvieron en el pasado importantes responsabilidades editoriales en la
revista, Jacques Adam y Herbert Wachsberger, Dominique Laurent y
Catherine Lazarus-Matet.
Completará esta arquitectura un Consejo de Redacción que está en curso de
formación.
La revista contará con el apoyo de la Escuela de la Causa Freudiana y
especialmente de su biblioteca.
Tendrá dos números por año. Su redacción anunciará próximamente el
tema del número 52.

ARGENTINA: Zadig tiene allí el subtítulo «Red de Incidencia Política». Esta red
cuenta actualmente con dos «nudos», la libertad del deseo y política-
extimidad.
BRASIL: Zadig está constituido a partir de ahora con el nombre Doces &
Bárbaros (Dulces y bárbaros). Primer foro el 18 de agosto en São Paulo.
RUSIA: Se proyecta un foro en Moscú, que podría realizarse antes de fin de
año.
PARÍS: Philippe Bénichou me hace saber la existencia del colectivo Teatro y
Psicoanálisis que trabaja en el espíritu «República de las Letras».
ANUARIO DE LAS REVISTAS: Sería útil una lista de las revistas que se publican
en el Campo Freudiano. Paola Bolgiani, por otra parte, presidenta de la SLP,
aceptó encargarse de esta tarea. Las revistas que deseen figurar en esta lista,
que será publicada, contactarán con Paola.

BHL: En la revista Le Point publicada hoy, Bernard-Henri Lévy, nuestro


partenaire de los foros parisinos, argumenta que el momento Macron cierra el
ciclo abierto por la Revolución francesa. Original, provocativo, obliga a
pensar.
L’INFINI: Acaba de aparecer el número 139 con un titular donde se escribe
«la interpretación de los sueños». Sollers comienza a narrar sus amores con
una Nora, psicoanalista; sin duda es el comienzo de su próxima novela.
Sorprendente entrevista de este sobre «el Reino», que le «parece mucho más
importante que la Nación». Discute las tesis de Milner sobre la Revolución
francesa como antirrobespierista de nacimiento. Según él, «la palabra
literatura está socialmente caduca» y la palabra poesía, «impronunciable».
Josyane Savigneau subraya una frase de su última novela, Beauté: «La
experiencia consiste en ver todo por primera vez». Una paradoja entre
muchas otras, que hace pensar. Un artículo firmado por Nadine Candolle,
«Poética de lo real», entremezcla hilos lacanianos y sollersianos con
pertinencia. Solo lamentamos que se cite allí a C. Soler; la autora ignora que
esta se copia apasionadamente de mi curso. ¿Es el efecto euforizante sobre mí
del año cero? Tengo la impresión de que este número en su conjunto se sale
de lo habitual de las entregas siempre estimulantes de esta revista
monumento.
LAUTRÉAMONT: El sitio de referencia es blog.maldoror.org. Las poesías, de
las que incluso he citado aquí mismo un extracto sobre poesía y política, son
descargables.
53

CRÓNICA DEL AÑO CERO 31


PARÍS, 16 DE JUNIO DE 2017

PARÍS: Me entero esta mañana por Aurélie Pfauwadel, la directora de la


revista de la ECF, La Cause du désir, que los últimos cuarenta números de la
revista se pondrán en línea en la página web Cairn a finales de 2017
principios de 2018 (números del 56 a 96 y siguientes).
Ella me escribe: «El proyecto que ha surgido durante la reunión con el
Directorio de la Escuela y Angèle Terrier es crear una «página web de
documentación psicoanalítica» de la Escuela de la Causa Freudiana que
estaría vinculada al motor de búsqueda de la Biblioteca (Alexandrie) y
permitiría acceder en línea a los artículos de referencia publicados en las
diferentes revistas de la Escuela desde hace treinta y cinco años. Me parece
que convendría formar una comisión dedicada de pleno a llevar a cabo esta
aventura. Esta comisión debería estar compuesta por un comité científico que
incluya a colegas presentes desde hace mucho tiempo en la Escuela y tienen
un excelente conocimiento de los artículos y fondos documentales de la
biblioteca. Y debería también incluir a colegas familiarizados con la
informática, lo que propiciaría este proyecto de digitalización».
Aurélie concluye: «Estoy convencida de que es la mejor inversión que se
puede realizar para la influencia de la Escuela y la difusión del psicoanálisis
en extensión, según nuestra orientación».
PARÍS: El 8 de noviembre de 2009, en el texto que lanzaba el significante
«Universidad Popular Jacques Lacan», anunciaba como inminente la
agrupación de nuestros medios de enseñanza en París y alrededores para
formar una gran área de formación y de enseñanza superior. Ocho años más
tarde, la idea podría convertirse en realidad gracias a Año Cero. Se ha
convocado una reunión para este fin con la presidenta de la ECF, Christiane
Alberti, el 27 de junio. Es el momento de concluir.
JAM: ¡Mi acrónimo personal pasa a ser el de «Jóvenes con [avec] Macron!».
¡Caray!
ORNICAR?: El Comité de Redacción está compuesto por: Jacques Adam,
Rodolphe Adam, Christiane Alberti, Caroline Doucet, Fabian Fajnwaks,
Damien Guyonnet, Philippe Hellebois, Fabienne Hulak, Carolina Koretsky,
Dominique Laurent, Catherine Lazarus-Matet, Aurélie Pfauwadel y Herbert
Wachsberger.
ATTUALITÀ LACANIANA: Paola Bolgiani, presidenta de la SLP, me escribe en
relación con la revista de la Escuela italiana: «Desde la creación de la nueva
comisión editorial, Attualità lacaniana intenta convertirse en una «verdadera
revista» y no solamente en una recopilación de textos ya publicados. El
primer número de la revista con esta nueva línea editorial se ha publicado
para el Congreso de Turín. También estamos cambiando de editor.
Trabajaremos con Rosemberg & Sellier (usted ha conocido en Turín al
propietario, Lorenzo Armando, que también estará allí el 8 de julio). Gracias
por su atención, saludos».
Recuerdo que Paola es la encargada de establecer la lista de todas las
revistas del Campo Freudiano.
54

CRÓNICA DEL AÑO CERO 41


PARÍS, 19 DE JUNIO DE 2017

LA PRENSA: hace días que no leo nada la prensa; el tiempo que yo habría
consagrado a ese placer se fue en la preocupación por el Campo Freudiano.
Abogando por una especie de psicoanalista ciudadano, yo mismo no sirvo de
ejemplo. El domingo pude picotear aquí y allá.
THERESA MAY sufrió un revés en las últimas elecciones. A este respecto,
Fintan O’Toole, cronista de The Irish Times, toma el pelo a los ingleses (los
ingleses estrictamente hablando, no los británicos) en el New York Times del
fin de semana: «Are the English fit to govern themselves?». Estigmatiza el
nacionalismo inglés como «incoherent, inarticulate and immature». Esta
corriente estaba allí desde siempre, dice, pero subterránea, al estar disimulada
por dos poderosos edificios, el Imperio británico y el Reino Unido. Ahora
que el Imperio no existe y que Escocia y el Ulster amenazan con largarse,
«English nationalism has flooded to the surface with great destructive force».
En el Parlamento, el gobierno de Theresa May dependerá de los votos del
Democratic Unionist Party, que es «like a ghost from Britain’s past: tribally
sectarian, animated by flag-waving chauvinism and militantly Protestant
(which, according to its theology, means opposing same-sex marriage and
abortion and favoring the teaching of creationism in schools)».
En Le Figaro magazine, Alexandre Devecchio interpreta el deseo de
MICHEL ONFRAY: «Durante las últimas legislativas, las categorías populares,
huérfanas, se refugiaron en la abstención. Como en el año 494 a. C., durante
la secesión de los plebeyos, cuando los ciudadanos pobres de Roma dejaron
la ciudad y se retiraron a la colina del Aventino. Después de eso, se crearon
los tribunos de la plebe, encargados de defender al pueblo. En la Francia de
los vencedores, no hay político que represente a los humildes, que comparta
las cóleras y que cure las heridas de la Francia silenciosa. Onfray querría ser
el altavoz de esa Francia».
La analogía histórica me parece oportuna. Solo subrayo que Le Figaro
quizá tenía menos simpatía por ese tribunado cuando era ejercido por un
Partido Comunista capaz de constituir contrasociedad. El hedonista de Caen
también creó su contrasociedad en su provincia, pero solo es folclórica.
Dicho esto, el tribunado es un órgano de pleno ejercicio del poder que
impugna. Es la sal de la respuesta que me daba Lacan en «Televisión»:
«Cargar con la miseria, como usted dice, es entrar en el discurso que la
condiciona, aunque no sea más que a título de protesta» (Otros escritos, p.
543).
En la misma revista, ÉRIC ZEMMOUR subraya que el debate público ha sido
sesgado por los medios: «Los temas que interesan a la Francia periférica
fueron cuidadosamente ignorados, ocultados, desdeñados [el ritmo ternario es
bien visto, sin duda, entre los editorialistas]. No se habló de inmigración, de
islam, de laicidad. Sobre todo, no se habló de identidad de Francia. Menos
aún de las oleadas de migrantes que en este momento rompen contra las
costas italianas». Esto es justo, a condición de destacar también que los
medios hicieron la vista gorda sobre la filiación del Frente Nacional, de tal
modo que contribuyeron poderosamente a su desdemonización. El tema
antifascista solo reapareció al final de la campaña.
«El bloque burgués favorable a la mundialización, a la “apertura” y a
Europa que eligió a Macron, recuperó el dominio total del debate ideológico
y político». En suma, Zemmour es, como Onfray, candidato a ser tribuno de
la plebe.
Retoma, in fine, la tesis que ya había presentado la semana pasada: «Una
vez más, el momento Macron nos devuelve al de 1830, cuando el sufragio
universal era rechazado por burgueses que desconfiaban de las “clases
peligrosas”. Enriquézcanse, les aconsejaba Guizot». Sí, Zemmour piensa en
el libro —notable, debo decir— de Pierre Rosanvallon sobre Le moment
Guizot. Macron ya lanzó su «Enriquézcanse». Fue el 7 de enero pasado en
Les Échos, y de inmediato la frase dio que hablar: «Hacen falta jóvenes
franceses que tengan ganas de convertirse en multimillonarios».
¿Macron? Este hombre tiene algo de Luis Felipe. Consideran vacío su
discurso: de hecho, es color término medio. Lógicamente, hay que
preguntarse: ¿para cuándo la masacre de la rue Transnonain? Mutatis
mutandis, podría ser con motivo de la reforma del Código Laboral, pero es un
poco pronto. Hubo que esperar cuatro años después de 1830 para que el
poder estuviera en condiciones de reprimir y acabar de una buena vez con los
movimientos populares. ¿Y quién será el Daumier del «momento Macron»?
Confiando en conversaciones que tuve con Foucault cuando lo acompañaba
a husmear en los archivos del Fonds Charcot en el hospital de la Pitié-
Salpêtrière, puedo decir que él, que tan bien reconstituyó la instauración de
las «disciplinas» bajo Luis Felipe, conservaba también gran admiración por la
amplitud y lucidez del trabajo administrativo consumado por la Monarquía de
Julio, que completaba lo que había iniciado Bonaparte como primer cónsul.
La ambición no mediocre del joven presidente es, sin duda, esa: colocar las
bases políticas, institucionales y administrativas de la Francia del siglo XXI.
Es cierto que «el querido y viejo país» no podría satisfacerse con una
inyección de bótox. Necesita recuperar la salud para adquirir un lugar
honorable en la mundialización. Esta, como el complot para proporcionarle
élites sin arraigo, es la consecuencia del discurso universalizante de la
ciencia. Los nostálgicos del «mundo que perdimos» (Peter Laslett) no tienen
salida, salvo que cifren sus esperanzas en el katechon, cuyo nombre y noción
Carl Schmitt tomó de san Pablo, «el elemento retardador», el freno, que
obstaculiza el advenimiento del Anticristo.
Como buen stendhaliano, comparto los sentimientos que en septiembre de
2016 Emmanuel Macron refería en el seminario Challenges: «Tengo mucha
admiración por el Código Civil que fue elaborado por un equipo de
monárquicos, de revolucionarios moderados y de bonapartistas». Pero
también comparto los sentimientos de Stendhal para con la Monarquía de
Julio (véase Lucien Leuwen).
Elisabeth Lévy me había asesinado [assassiné] o vilipendiado [assaisonné]
al final de su editorial del mes pasado. Tuvo la malicia de desplegar este mes
la alfombra roja de su revista mensual, Causeur, ante los pasos de JEAN-
CLAUDE MILNER, saludado como el detentador de un «pensamiento complejo»;
la cabeza y la mano de este, en una pose a la vez dubitativa y altiva, aparecen
fotografiadas a página completa, mientras que la entrevista propiamente dicha
ocupa cinco. Conclusión del intercambio:
CAUSEUR: Concluyamos esta entrevista mediante una pregunta algo maliciosa. Nos sorprendió verlo en
esos cenáculos antifascistas que llamaban a votar a Macron cuando todo el mundo sabía que él iba a
ganar...
MILNER: Quise reaccionar a lo que noté como una deriva grave de parte de Marine Le Pen acerca de la
relación entre derechos del hombre y derechos del ciudadano. Soy un miembro de la pequeña
burguesía intelectual que habla a miembros de la burguesía intelectual. Me pareció importante
porque esta clase social tuvo un papel político decisivo en la historia política de Francia: en especial,
aportó el anticolonialismo, con Sartre o Fanon. Y me impacta la afonía que afecta progresivamente a
la pequeña burguesía intelectual desde 1981. La elección de Mitterrand la dejó prácticamente afásica,
porque estaba en el poder. Consideré que no había que dejar pasar esta ocasión. Por lo demás, todo lo
que usted dice es cierto: cuando la gente no habla durante mucho tiempo, ¡su primera palabra suena
muy ronca!

G. Lenôtre había sido celebrado en vida como «el papa de la anécdota». El


momento Macron ya tiene su papisa: es la seductora periodista rubia llamada
Anne Fulda, de Le Figaro, quien —como es de público conocimiento—
había consolado a Nicolas Sarkozy durante una de las escapadas de Cécilia.
Su Emmanuel Macron, un jeune homme si parfait (Plon) es lo mejor del
género, al igual que su retrato del presidente, siempre en Le Figaro magazine.
Escojo dos pasajes. El gran rabino de Francia, Haïm Korsia, acerca de
Macron: «Tiene esa juventud, ese ardor, esa confianza que tenía Bonaparte
cuando llegó después del Antiguo Régimen y la Revolución». Macron acerca
de su abuela: «Me amó de manera incondicional. Tuve una suerte inaudita,
eso da una inmensa confianza en uno mismo, una libertad increíble, pero de
igual modo obliga. Siempre llevo eso incrustado en el cuerpo. Esa idea de
que la libertad que yo me concedía por medio de mi acción me obligaba
(carraspea) a actuar bien».
Dejo Le Figaro magazine, que en la actualidad me parece el mejor de los
semanarios. Está hecho con economía, con un equipo de cronistas, pero son
brillantes.
Ahora que está in articulo mortis, Marianne mejora. JACQUES JULLIARD
lanza una merecida reprensión a la izquierda, como hombre de izquierda.
Nada que ver con las diatribas llenas de odio de Onfray, que es un anarquista
de derecha que se cree de izquierda. Julliard escribe: «La derrota de la
izquierdas no es una derrota política, es una derrota intelectual. [...] Hace
medio siglo que dejó de pensar». Él habla de «coma cerebral». Dice que ella
sustituyó la «crítica social», que supo practicar en el siglo XIX, por «un
inmovilismo de ricachón, un moralismo de dama de caridad y una
desenvoltura de burgués bohemio gozador». La invita a correr riesgos, ya que
«pensar es correr riesgos».
AMAZON compra Whole Foods y distribuirá desde ahora libros y comida,
nos dice Le Monde Eco. La conquista del mundo por Jeff Bezos está
destinada a arruinar el comercio de proximidad tal como aún lo conocemos.
Es que ahora vivimos en un espacio que ya no es métrico sino topológico.
¡Ah! ¡Que nos devuelvan el maravilloso Jardin de Andrew Marvell! ¡Y
nuestros Holzwege! Los «Caminos que no llevan a ninguna parte», traduce
François Fédier. Sí, pero, justamente, llevan a alguna parte, esos caminos:
derecho al Heil Hitler! No quiero decir que la modernidad no sea fea, lo que
no impide que haya algo podrido en la antimodernidad. Evidentemente,
siendo judío, y según los Cuadernos negros, ni siquiera tengo In-der-Welt-
sein, por lo que no puedo saber.
Tengo acceso a la prensa alemana por Courrier International. Ahí se lee un
artículo del «journal intellectuel du libéralisme de gauche», la SZ,
Süddeutsche Zeitung. Christian Wernicke quisiera que Macron gobierne a la
alemana «dándole a la Asamblea Nacional un mayor derecho de control sobre
el gobierno. Pero, por otro lado, si se comporta como De Gaulle, el nuevo
será rápidamente un hombre del pasado». En SZ se sabe el sentido de la
historia y se sabe que la felicidad de los franceses exige que se les instile una
dosis de germanismo. Buscaré una entrevista de Peter Sloterdijk que salió en
Le Monde, en donde el brillante filósofo dice lo mismo: franceses, ¡un
esfuerzo más para ser alemanes!
Miembro de la asociación de los Amigos de ROBESPIERRE, recibo su boletín
trimestral. Este trimestre es el número 100. El 24 y 25 de noviembre se
celebrará un coloquio internacional en Arras titulado «Revolución,
Robespierre, República». No podré estar, lo lamento, porque debo dar
preferencia a las jornadas de otra asociación de la cual también soy miembro,
la Escuela de la Causa Freudiana.
La prensa de este lunes por la mañana está invadida por el blablablá sobre
el triunfo macroniano en las legislativas, «empañado» —el adjetivo está por
todos lados—, sin embargo, por la abstención. La newsletter del Crif hace
excepción, se indigna por la focalización de las Naciones Unidas sobre los
pecados de ISRAEL.
Marc Knobel escribe: «No se puede esperar nada de los países más
retrógrados del planeta, las peores dictaduras, los países que se destacan por
maltratar a las minorías, esclavizar a las mujeres, encarcelar a los
homosexuales, amordazar la libertad de expresión, amenazar y algunos de
ellos masacrar a su propio pueblo. Sin embargo, son ellos los que
sistemáticamente van a la carga solo contra Israel y esta desfachatez da
náuseas. Con justeza, Hillel Neuer, el director general de UN Watch, resume
en estos términos la situación: “El asalto desproporcionado de la ONU contra
el Estado hebreo socava la credibilidad institucional de lo que es un órgano
internacional imparcial. La politización y la selectividad arruinan su misión
original y corroen la promesa de la Carta de la ONU concerniente a la
igualdad de tratamiento de todas las naciones, grandes y pequeñas”».
Una asociación de ideas me conduce a consultar The Electronic Intifada.
Ahí se indignan ante las maniobras del lobby del laborismo israelí para
relanzar su campaña anti-CORBYN. El blog describe además el hostigamiento
del que se quejan los estudiantes de la Universidad de Irvine, aquella a la que
Derrida legó una parte de sus archivos, la parte relacionada con los soldados
israelíes.
Palestine Briefing pone el proyector sobre MARWAN BARGHOUTI, la
esperanza del movimiento palestino, preso desde hace años en Israel:
«Barghouti cree que el gobierno israelí está usando las distracciones de
Trump, Siria y el conflicto Fatah-Hamás para comprometerse en una guerra
unilateral contra los prisioneros palestinos. A pesar de los intentos de
disuadirlo, Barghouti, que tiene cincuenta y siete años, cree que él tiene la
responsabilidad de resistir las medidas represivas contra quienes no tienen
protección. Cientos de prisioneros harán huelga de hambre junto con él».
Da placer, por qué no decirlo, leer en la primera página del New York
Times de este lunes el siguiente titular «Con la retirada de EE. UU., la UE EN
MARCHA». El artículo, de alto tono, es de Sylvie Kauffmann, directora
editorial de Le Monde y contributing writer del diario estadounidense. «Una
nueva autoconfianza se está apoderando de los europeos continentales,
alimentada por la fe recuperada en sus electorados». NB: la autora no dice
que las personas retomen la confianza en sí mismas, sino que los europeos
retoman la confianza en sus electorados, lo que parece implicar que estos
europeos son los dirigentes de estas personas. Uno piensa en el dicho famoso
de Brecht: aquí, el partido está contento con el pueblo, inútil cambiarlo.
El Corriere della Sera está en la misma longitud de onda: «Nace la Francia
de los «debuttanti»». En su correspondencia parisina, Stefano Montefiori cita
a NKM: «No hay nada más noble que defender las ideas con libertad».
¡Querida NKM! Afilado análisis histórico de Sergio Romano sobre «EL
SÍNDROME BONAPARTISTA» de los franceses y su inclinación a hacer la
revolución. Cuenta cuatro: 1789, 1830, 1848, 1870; más: el affaire Dreyfus,
la manifestación antiparlamentaria del 6 de febrero de 1934, el putsch de los
generales durante la guerra de Argelia (del 21 de abril de 1961; pero ¿qué hay
del 13 de mayo de 1958?), las barricadas de Mayo del 68. Escribe Romero:
«Casi siempre, en estas circunstancias, el país atraído por la revolución de
repente tiene miedo y recurre a una persona que ponga freno a sus pasiones y
les restituya aquellos placeres burgueses que, no menos importantes que el
espíritu revolucionario, pertenecen a su carácter». La elección de Macron se
explicaría por el temor del vacío creado por la desaparición de algunos
grandes partidos, el terrorismo islamista, la crisis económica, el gran
desorden del mundo y «la incógnita representada por la derecha nacional-
populista». En una Europa siempre más interdependiente, la inversión de los
franceses en la persona de Macron es «también necesariamente la nuestra».
En La Repubblica, Bernardo Valli titula: «El monarca republicano». Pero
se interroga también sobre su cualidad de «presidente filósofo», colaborador
de la revista Esprit. Cita una entrevista de Macron en el New York Times en
2004, donde este explicaba que «para sobrevivir al microcosmos político
parisino se dedicó a leer a MAQUIAVELO».
Aunque se diga «periódico global», El País reserva menos lugar que los
diarios italianos a las elecciones francesas. Editorial muy convencional, que
se termina con una llamada a los «socios de la UE»: «[...] deben cerrar filas
en torno al nuevo aliento europeísta de París».
Libé: Joffrin analiza finamente la elección inicial (¿original?) del
macronismo: «Para los macronistas aparece la tentación de derechizar su
política para neutralizar a sus principales oponentes». Han tomado «una
opción conservadora sobre los tres dosieres importantes, que son el estado de
urgencia, la reforma del código del trabajo y la educación». Resultado
previsible: la parte de la base política macroniana que viene de la izquierda se
separará. IZQUIERDA PRIMEROS CORNUDOS, en suma.
En L’Opinion, Éric Le Boucher pone el listón muy alto: quiere para el
mundo la «PAX MACRONICA». Escribe: «Se le hará una estatua de bronce no
por haber «despejado» rápido, sino, con tan poco daño para una clase política
mediocre como una armada de mercenarios impagados, por haber
restablecido en Europa y en el mundo el orden de la razón de las Luces».
Easier said than done.
El «diario liberal» no dice ni más ni menos. L’Humanité, por el contrario,
ve todo negro: «Triste epílogo». Teniendo en cuenta la abstención, Macron
debuta «bajo auspicios bien tristes». El PCF se presenta en defensa de los
«intereses populares» en concierto con Mélenchon, que promete no ceder sin
lucha «un metro del terreno del derecho social». Ustedes han leído bien: no
promete no ceder un metro de terreno, sino no cederlo sin lucha. Matiz. Por
otro lado, L’Huma reprocha a Mélenchon su «estrategia hegemónica».
Le Monde, bajo la pluma de la única Françoise Fressoz, no da más que una
descripción formal de la Asamblea: los dos partidos de gobierno en ruina
cada uno a su estilo y los dos extremos transferidos a sus grandes bocas
tribunicias, Marine y Mélenchon. ¿Le Figaro lo hace mejor? Sí y de lejos.
Primero, a diferencia de Le Monde, donde los oficiales están mudos, el jefe
de redacción, Alexis Brézet, firma una editorial precisa y tónica. «El
resultado es asombroso». No se juega a la profecía del pasado, estilo:
«Macron había ganado de antemano», sino que se detalla la coyuntura
«increíblemente favorable» al presidente: «[...] una gran parte de los medios
está culturalmente cercano a la mezcla de liberalismo económico y de
progresismo social que él ha profesado durante la campaña; para los medios
económicos, su elección es una bendición; se beneficia de un prejuicio
favorable en la alta administración de la que él mismo ha surgido».
El análisis de la abstención es el mejor que he leído: «la adhesión popular»
falta; en su lugar, «UN CONSENTIMIENTO TÁCITO, expresado bajo el modo
«Démosle su oportunidad»»; la Francia zemmouriana (esta expresión es mía)
«se mantiene al margen del entusiasmo de las «élites»» y «se ha retirado a su
Aventino» (¡ah!, esta referencia es entonces común a la redacción de Le
Figaro). Un último «caveat»: «Porque las «cámaras inencontrables» terminan
mal».
M. Brézet es un pez gordo, y su Figaro no tiene nada que ver con aquel, tan
decrépito, que gobernaba M. Mougeotte. Me falta tiempo para dar espacio a
todo lo que lo merecería en este número del lunes, la crónica de Nicolas
Baverez, el mejor heredero de Raymond Aron, en la tribuna de Gilles-
William Goldnadel, el abogado sionista de choque. ¡Y además uno se entera
de que Pascal nació un 19 de junio!
He dejado para el final La Croix. «Trampantojo», tal es el título del
editorial de Jean-Christophe Ploquin, que se termina con una firme invitación
al presidente a «cuidar permanentemente la concertación [...] con los
representantes de las religiones...». Los tres puntos son de M. Ploquin. Valen
un largo discurso. Es un «¡A BUEN ENTENDEDOR POCAS PALABRAS BASTAN!» que
dirige al jefe de Estado una jerarquía eclesiástica que, por no haber estado en
condiciones de elegir entre Marine y Macron, no afirma menos su intención
de oponerse a los avances sociales que se anuncian.
El informe del Comité de Ética sobre el PMA y el GPA está previsto para
el martes en ocho días. En el programa de las próximas semanas: La manif
pour tous, el Gran Retorno. A las armas, ¡Sens commun!

DAUMIER

En abril de 1834, Honoré Daumier creó una litografía. Se trata de la


vigesimocuarta y última plancha de la Asociación Mensual. Esta litografía es
una de las obras maestras de Daumier, a menudo considerada como una de
las primeras manifestaciones del realismo. Este grabado es una de las obras
mayores de la historia de la estampa del siglo XIX. Daumier demuestra a la
vez la potencia de su estilo y sus convicciones políticas, denunciando la
represión policial. Los ocupantes del (barrio) 12, de la rue Transnonain, cuya
casa estaba situada al lado de una barricada, fueron masacrados sin distinción
a causa de un disparo procedente de uno de los pisos dirigido contra un
oficial: los soldados penetraron en la casa y mataron a doce habitantes e
hirieron a muchos otros (hombres, ancianos, mujeres, niños).
Este grabado es la constatación de la muerte hecha por Daumier en el
interior de una habitación con la cama desecha, donde el hombre al caer de la
cama aplasta a un bebé bajo su peso, mientras que se percibe en primer plano
de manera fragmentaria la cara de un hombre viejo, también muerto.
En su explicación, Charles Philipon da rienda suelta a la indignación
suscitada por «la carnicería de la rue Transnonain», mientras que Daumier se
atiene a la «cosa vista», de manera que la página ilustrada no puede ser
captada (pero Luis Felipe hizo buscar y destruir los ejemplares disponibles en
el mercado): «Esta litografía es horrible de ver, horrible como la acción
espantosa que retrata».
Ante la ausencia de polémica en la litografía de Daumier, simple
constatación de la verdad, la censura no puede hacer nada. La plancha
entonces fue publicada y expuesta en Aubert, pasaje Véro-Dodat, donde tuvo
un gran éxito. El gobierno fue enseguida a incautar las pruebas y la plancha.
«Para nada es una caricatura, no es una prueba de cargo, es una página
sangrienta de nuestra historia moderna», notaba Philipon en el comentario de
la plancha. Baudelaire iba en el mismo sentido algunos años más tarde: «No
es precisamente del registro de la caricatura, es del de la historia, de la
terrible y trivial realidad». De caricaturista, Daumier se elevó al rango de
pintor de historia en blanco y negro, y se adelantó a la corriente realista en la
pintura.
55

CRÓNICA DEL AÑO CERO 51


PARÍS, 20 DE JUNIO DE 2017

LIBÉRATION: Joffrin está en un buen período. Sigue de cerca el establecimiento


del nuevo poder. Pasamos, dice, del reino de la ENA [Escuela Nacional de
Administración] al de la ESSEC [Escuela Superior de Ciencias Económicas y
Comerciales], dominado por «el espíritu gerencial». Ve en el macronismo un
avatar del saint-simonismo.
DESAFÍOS: Pierre Cahuc es el coautor del incendiario Le Négationnisme
économique, que el año pasado dio que hablar por acribillar a los economistas
contestatarios, en ruptura con la doxa cientificista de la corporación. Firma
una robusta opinión titulada: «Por qué la reforma del Código Laboral debe
ser radical». Sí, ¿por qué? Porque «la investigación experimental en
economía» y el ejemplo alemán convergen en predicar a los franceses las
virtudes del mismo remedio de caballo, capaz de derrotar el desempleo
mediante «la creación de nuevos trabajos para los menos cualificados», es
decir, «la explosión del número de empleos precarios». Poco importa, dice
Cahuc, ya que los trabajos de Andrew Clarke y Claudia Senik demuestran
una correlación fuerte entre el descenso de la tasa de desempleo y la
satisfacción de las poblaciones expresada por medio de sondeos. ¿El
remedio? «El descenso del coste de la mano de obra», «la descentralización
de las negociaciones entre sindicatos y patronales en el nivel de las
empresas». La única cuestión es saber si el caballo estará de acuerdo.
NEW YORK TIMES: la elección de Trump decidió a un escritor y a un joven
director teatral, Macmillan e Icke, a montar en Broadway el 1984 de Orwell.
Su adaptación se basa en el apéndice del libro, The Principles of Newspeak,
que explica cómo se controla la realidad controlando el lenguaje. «You can’t
trust the written Word», resume Macmillan. El espectáculo comenzará el
jueves. Por otro lado, una redactora de The Nation de veintinueve años, Sarah
Leonard, explica «Why Young voters love old socialists», gente como
Jeremy Corbyn y Bernie Sanders. Será el primer artículo que guardaré en el
dosier que abro: «Pensar a izquierda».
L’HUMANITÉ titula su primera página «29 diputados de combate para
oponerse a los proyectos Macron». Son los elegidos por el Partido Comunista
y por Francia Insumisa, que tal vez logren entenderse para formar un grupo
en el seno de la Asamblea. Por lo demás, puede leerse en ese número un
bonito artículo, bien escrito, irrefutable, de Lola Ruscio, «Las clases
superiores confiscan la representación nacional». Escribe: «Los diputados no
incluyen a ningún obrero». Es verdad, la segregación de clase llegó al colmo.
Pero... resulta que entre los veintinueve combatientes comunistas y
melenchonianos no hay ni un obrero. Que no los haya en la derecha, es lo
normal. Que no los haya entre los sociatas, no es sorpresa: hace tiempo que
viraron hacia la derecha. Si hay sorpresa, es que no los haya entre los cocos y
los memes. Es lo que debería explicarnos en su próximo artículo, Lola
Ruscio. ¿Por qué la izquierda radical resulta incapaz de asegurar la
promoción proletaria, a diferencia del Partido de la gran época, cuando era
estalinista y luego neoestalinista?
LA REPUBBLICA fue tras Anthony Giddens, el inventor de la Tercera Vía.
Trump es para él «a blessing in disguise» (fórmula mía): «La Brexit e Trump
potrebbero spingere l’Europa, sotto la spinta di Macron e Merkel, a fare le
riforme necessarie ad assumere un maggior ruolo e maggiori responsabilità a
livello globale. [...] L’Europa potrebbe anzi dovrebbe contare di più nel
mondo, fare da contrappeso alla crescente influenza
LE MONDE anuncia en primera página que, sobre las consecuencias de la
«hegemonía» de E. Macron, «debaten algunos intelectuales». Voy, según se
indica, a las páginas 22-24. ¿Por qué será que no tengo ganas de leer nada?
¿Se debe a las personas elegidas? Es más bien la inepta titulación. Tres de
esos títulos son ecos de clichés: «La nueva traición de los intelectuales»
(Julien Benda); «No se nace diputado, se llega a serlo» (Lazare Carnot); «Un
déspota ilustrado» (todo el mundo). Bostezamos ante los otros dos, como cien
veces leídos: «La V República sigue siendo profundamente sexista»;
«Reparlamentarizar nuestra democracia». Y, para finalizar, el piadoso anhelo
de Charles Fiterman: «La izquierda renacerá». Supongo que hay un público
para leer eso. Solo hablo por mí.
A fin de cuentas, conocemos la orden de Beuve-Méry, antaño, a sus
periodistas: «Fastidien». En el suplemento Debates, la cumplen. O tal vez el
problema venga de más lejos: de lo que, en Marianne, Julliard llama
cruelmente el «coma mental» de la izquierda. Dicho sea de paso, no fue Le
Monde quien lo reclutó como cronista, sino Le Figaro.
LE FIGARO da la palabra, a toda página, al cardenal Poupard, que
representará al papa en el séptimo centenario del papado en Aviñón. Es
fantástico. Me encantó su narración histórica y su estilo marcado por un
espíritu de delicadeza que le permite, por ejemplo, encontrar un modo de
decir como este: «Los lazos milenarios tejidos entre el Vaticano y Francia a
través de connivencias e incomprensiones están marcados por una gran
continuidad». ¿Quién sabe hablar así hoy en día?
56

NADA NUEVO VERSUS TODO ES NUEVO1


PARÍS, 22 DE JUNIO DE 2017

NEW YORK TIMES (MIÉRCOLES): Apasionante correspondencia en directo del gran


colisionador de hadrones (LHC). ¡La naturaleza ya no responde! Desde el
descubrimiento del bosón de Higgs, «el silencio de la frontera ha sido
ominoso». Depresión entre los físicos. «La ciencia está llamando a la puerta
del cielo, como la física de Harvard Lisa Randall puso en el título de su
reciente libro sobre la física de partículas. Pero ¿y si nadie contesta? ¿Qué
pasa si no hay nada nuevo que descubrir?». Sigue un informe sobre la caza de
la supersimetría. Ahora se considera que el modelo estándar está obsoleto y
ya se está planeando un futuro colisionador gigante. China lo hace por su
cuenta. «La naturaleza puede ser más sutil de lo que pensamos que es», dice
Joel Butler, del Fermilab.
Por supuesto, para un erudito, nihil novi, Heráclito lo dijo todo: «Physis
kryptesthai philei», «la Naturaleza ama esconderse», o en la versión de
Heidegger-Beaufret: «Nada es más propicio para el estallido que el retiro».
¿Es una cuestión de gusto? Elegimos según que se prefiera vivir en un mundo
donde no sucede nada más que la celebración del misterio o en el ajetreo, el
entretenimiento de los matemas. Opto, como Lacan, por el vaivén.
L’HUMANITÉ: he leído bajo la pluma de Jérôme Sainte-Marie, presidente de
Polling Vox, el comentario más matter of fact del periodo electoral que acaba
de terminar: «Al imponer como una certeza la perspectiva de su presencia en
la segunda ronda, Marine Le Pen ha facilitado la reunificación política de la
burguesía contra ella». Todo está dicho. Contrariamente a lo que sostienen
con increíble desfachatez los intelectuales abstencionistas, entre otros,
Elizabeth Levy de Causeur, la certeza estructurante de la elección
presidencial no ha sido la de la victoria de Macron, sino la de la presencia de
Marine en la segunda ronda. Y luego, la eventualidad de su victoria tuvo
lugar alrededor del 1 de marzo, momento en el que la Escuela de la Causa
Freudiana tuvo la iniciativa de promover una convocatoria anti-Le Pen de los
psicoanalistas, lanzado el 13 de marzo. La incertidumbre versaba sobre la
identidad de su mejor oponente. Poco antes de la primera ronda, parecía que
era Macron.
El impulso que lleva a Macron al poder se debe, en efecto, a una
«reunificación de la burguesía». Esta es solo parcial: la gente de la derecha
dura, tradicional en las cuestiones llamadas sociales, se exceptúan, así como
los de la izquierda blanda que se reconocen en la utopía de Hamon.
Contrariamente a lo que Milner sugiere cuando responde a Causeur, los foros
republicanos que organicé en París con Bernard-Henri Lévy no eran,
ciertamente, el portavoz de la «pequeña burguesía intelectual», ampliamente
adherida a las tesis Mélenchon. Lo que es cierto es que nosotros se la
disputaremos en la medida en que los foros resulten ser el ala en marcha de
un movimiento sui generis en formación.
Estoy de acuerdo con Zemmour: estamos entrando en una Monarquía de
Julio. Macron piensa ponerse al trabajo del aggiornamento de la República
llevado a cabo por De Gaulle en 1958. El objetivo del nuevo plan es poner a
Francia al paso de la globalización. Con este fin, se procederá a una
redistribución de la plusvalía según la fórmula François Ruffin: Macron será
el «Robin Hood al revés». ¿Sabrá, como De Gaulle en su tiempo, aliar a la
vez a su macrodiseño a una parte de las clases trabajadoras? Al menos hará
falta un crecimiento renovado, y rápido. Se plantea la cuestión de la
intensidad de la oposición populista por venir, a derecha e izquierda; las
estratagemas que tratan de evitarla; y si no funcionan, ¿cuál será el nivel de
violencia? Beware Transnonain!
LE POINT: editorial profético de BHL. «No veo cómo evitar escuchar, en el
silencio ensordecedor de los votantes, una de esas disonancias que
acompañan a las fanfarrias victoriosas de las que no se sabe nunca, en el
momento, si es solo una nota falsa, el ruido de las cosas que caen y todavía se
mueven a pesar de que están muertas —o un verdadero cacareo, una crisis de
crujido más esencial, anunciador de una profunda crisis—». No podemos
estar más de acuerdo.
Bella fórmula, endosada a Hobbes y de la que no renegaría, me parece, el
último Rancière: «El pueblo es siempre un artefacto».
LE MONDE DES LIVRES sirve sopa a la Badiou en su jubilación. Pienso en
Flaubert y en la feria de Madame Bovary: «¡Cincuenta y cuatro años de
servicio! ¡Medalla de plata por un valor de veinticinco francos! Es para
usted».
No está en Le Monde, pero en le figaro leeremos la primera entrevista del
presidente desde su elección, y también en Le Soir, Le Temps, The Guardian,
el Corriere, El País, la SZ y Gazeta Wyborcza. La página de Zemmour y de
Jaigu siempre es brillante. Uno hace hablar a la antología de los Grandes
textos de la derecha, de Grégoire Franconie; el otro, a Jean-Vincent
Holeindre de su libro La ruse et la force. El joven universitario, que una vez
vino a entrevistarme con sus compañeros de Burdeos, pretende hacer de
contrapeso a las teorías de la guerra que prevalecieron en los siglos XIX y XX.
Al parecer, se olvidó de Liddell Hart, un seguidor de la «estrategia indirecta»,
y Sun Tzu, hecho popular por Mao y Giap.
Por otra parte, encontramos en el periódico un elogio de Norberg (No, no
era mejor antes) por un Luc Ferry deslumbrado. Patrice Gueniffey responde
a Eugénie Basté sobre los grandes hombres ahora imposibles: «Como dijo
Hegel, los grandes hombres prestan una distraída atención a las flores que
aplastan en su camino. Hemos llegado a ser demasiado sensibles, demasiado
delicados para ponernos a ello».
Folleto sobre libros religiosos en la croix. Me entero del renacimiento de
un «cristianismo interior» en ruptura con el clericalismo, de pura
espiritualidad, reconciliado con el misticismo (Gérard Fomerand, Le
Cristianisme intérieur, une voie nouvelle). Sandro Veronesi explica en su
Selon Saint Marc en qué este Evangelio sigue un guion a lo Tarantino.
Omero Marongiu-Perria se propone Reouvrir les portes de l’Islam
responsabilizando al «paradigma hegemónico» de los teólogos de la Edad
Media que siguen dominando la Weltanshauung musulmana.
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LACAN DEJA DE SER DISCRETO1

[En homenaje a Jacques Lacan con motivo de su centenario, France Culture,


la radiodifusión cultural francesa, transmitió el 2 de abril de 2001 el «Breve
discurso a la ORTF», texto grabado por Lacan para la radio en diciembre de
1966. La siguiente presentación fue elaborada para preceder a la difusión.]
Lo que vamos a escuchar en un momento es la lectura por Lacan de uno sus
escritos. Sabemos que leer a Lacan no es fácil. Escuchar a Lacan leer a Lacan
no es más fácil. Así pues, hay que prepararse, ponerse en la actitud correcta,
que es una actitud de atención, de escucha aguda. No fantasear.
En primer lugar, está la voz de Lacan, una voz trabajada, afectada, que
incluso comienza con voz de falsete.
Está el texto, muy escrito, en una sola pieza, con una argumentación
precisa, con articulaciones destacadas por cadencias.
Digamos que la voz se estira como un arco, el texto se enfila como una
flecha. Y esa voz y ese texto tienen como diana a un oyente muy particular,
raro: alguien que no se distrae, que no se pierde nada.
¿Quién habla? Lo más sencillo es decir que es un revolucionario.
Se trata de alguien que durante quince años cambió el vocabulario del
psicoanálisis, desplazó sus fundamentos y transformó la práctica habitual.
Y habla del psicoanálisis como nunca se ha hablado de él. Rompe los
ídolos, desmantela los ideales con los que se le ha envuelto: el ideal de
madurez, el ideal de la armonía, el ideal de mantener la moderación, el ideal
de la sabiduría.
Lacan, él, habla de «subversión del sujeto». La expresión quiere decir que
desde Freud el sujeto no es dueño de sí mismo, que está desposeído de su
bien más valioso: su identidad, su autoconciencia. Pero, evidentemente, en
1966, la palabra subversión tiene otros ecos también, que resuenan en la
juventud estudiantil.
Puedo decirles cómo veía a Lacan en 1966. Lo veía como un David frente al
Goliat del establishment psicoanalítico, como Hércules limpiando los
establos de Augías. También era Jesús expulsando a los mercaderes del
Templo. Era quien anunciaba una revolución en el psicoanálisis, pero llevada
a cabo en el nombre de Freud, de un «retorno a Freud».

Vamos a escucharlo en un punto de inflexión en su vida: aquel en el que dejó


de ser discreto. Hasta entonces casi nunca se había dirigido al público. Se
había reservado a su práctica clínica, a la formación de los psicoanalistas. En
ese momento, acaba de aparecer la colección de sus Escritos y solicita
insistentemente la atención del público.
El año 1966 es también en el que el estructuralismo emerge en los medios y
se puso de moda. Los nombres de Barthes y Foucault se combinan entonces
con los de Levi-Strauss y Lacan. Es también el de un panfleto
antiestructuralista, La cabale des dévots, que menciona el texto de Lacan.
¿Qué dice Lacan? Dice algunas cosas muy precisas:
– que el hombre nace sumergido en un baño de lenguaje;
– que está traumatizado de inicio por todo lo que se dice de él, alrededor de
él;
– que el inconsciente no es un hecho natural, sino el resultado de ese
trauma propiamente lingüístico;
– que ese traumatismo trastorna lo animal en el hombre;
– que hace de él un sujeto, un ser de deseo y de síntoma;
– un ser que bien puede aspirar a la mesura, pero que está llamado al
exceso y la falta;
– un ser cuyo cuerpo mismo se ve afectado por el lenguaje, ese cuerpo cuya
forma le fascina, pero que se representa fragmentado, recortado, troceado;
– un ser cuyo goce no está nunca en armonía con su cuerpo o con el cuerpo
del otro, ni con el deseo.

Este ser traumatizado no es susceptible de una normalización. Se le puede


hacer conforme, pero solo en detrimento de su verdad, y la verdad vuelve en
forma de síntomas.
Lacan no tiene nada más que burlas para quienes conciben el psicoanálisis
como una empresa de normalización. Para él, es una empresa de revelación y
de realización de la singularidad de cada uno. Es una experiencia de palabra
que hace tabla rasa de los prejuicios, que opera solo si ambas partes están
dispuestas a dejarse sorprender. Por lo que para Lacan ninguna sesión de
análisis tiene duración predeterminada.

Yo creo que todavía podemos sentir hoy la frescura que Lacan da al


psicoanálisis cuando explica, por ejemplo, que «los sueños se traducen como
al modo escolar, gracias a un diccionario que cada uno tiene en la cabeza».
Presten atención a que no dice que este diccionario sea el inconsciente. Y
no dice que este diccionario sea un libro en el que todo está ya allí, ya escrito.
El diccionario de los sueños es la asociación libre, es decir, el discurso, el
blablablá frenético, en apariencia azaroso, poco coherente y no
necesariamente inspirado al que el paciente está invitado a abandonarse.
Entonces se trata para el analista de identificar una red en la que se repiten, se
vuelven a cruzar las frases, las palabras e incluso los sonidos.

Hay frescura, también hay violencia.


Que la palabra esté en el centro del psicoanálisis es ahora admitido como
una evidencia, pero era entonces una evidencia desconocida, porque se veía
en el lenguaje un simple medio de expresión, no se tenía en cuenta su
potencia material. Incluso se puede decir que la exagerada dicción de Lacan
se hace para que resulte sensible la densidad, la materialidad del discurso.
Cuando se quiere poner de manifiesto una evidencia desconocida, no se
puede dejar de tomarla con todo lo que hizo que se desconociera. Es por esto
por lo que Lacan multiplica los sarcasmos sobre la religión, sobre el
evolucionismo, sobre el existencialismo y, especialmente, sobre los
psicoanalistas que no lo siguen. Es un texto de combate. Es, por así decirlo,
«el psicoanálisis con martillo».

Lo que escapa a este juego de masacre es la ciencia, la referencia a la ciencia.


Por un lado, lo que Freud descubrió requiere, según Lacan, revisar todas las
categorías del pensamiento común. Hay el inconsciente, hay en el hombre un
Otro que opera y piensa, sin saberlo, que sostiene un discurso, que dirige su
conducta. Si esto es verdad, entonces tenemos que redefinir lo que es el
pensamiento, qué es la conciencia, qué es el propio hombre. Por lo que
anuncia un levantamiento general de las categorías de pensamiento.
Pero, por otro lado, Lacan no instala el psicoanálisis en una tierra de nadie.
Para él, el psicoanálisis pertenece plenamente a la era de la ciencia: lo que
tienen en común es la falta de prejuicios iniciales, la tabula rasa, la confianza
puesta en un funcionamiento automático, ciego, en la pura y simple
inscripción de las palabras, en los cifrados, las huellas, en resumen, el
registro de los significantes puros en su materialidad.
Así, Lacan tiene el descaro de reclamar para la experiencia analítica una
objetividad que no es indigna de la experiencia científica. Por lo que dirá en
su seminario que el sujeto del psicoanálisis es el sujeto de la ciencia.

Hay un último punto que me gustaría destacar: el realismo de Lacan, un


realismo desoxidante.
Se cree que es abstracto porque tiene su retórica, el refinamiento del estilo,
las múltiples alusiones, las referencias a todas las áreas de la cultura.
No, en absoluto. Lo que dice no es en absoluto abstracto o idealista, ni
oracular. Lo que se ve bien cuando habla de la sexualidad, de las relaciones
sexuales. Lacan barre todos los mitos, las supersticiones, las utopías, que
velan los hechos.
El hecho biológico de que el espermatozoide y el óvulo sean
complementarios, estén hechos uno para el otro, no implica que los hombres
y las mujeres lo sean. No hay armonía preestablecida entre los sexos. El
hecho es que, entre los sexos, la cosa no va. La sexualidad es siempre un
hecho discordante en el animal hablante.
En el fondo, todo el mundo lo sabe, pero hizo falta el psicoanálisis, e hizo
falta Lacan, para ponerlo en claro y para tratar al menos de dar cuenta de ello
de manera racional.
France Culture, Los caminos del conocimiento, «A la escucha de Jacques
Lacan», 2 de abril de 2001, redifusión el 25 de junio de 2017.
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ZADIG Y LOS POLÍTICOS1


PARÍS, 29 DE JUNIO DE 2017

Andrés Borderías, de Madrid, me informa de un debate vigente en Facebook


en el cual se cuestiona la condición de no ser miembro de un partido político
para ser admitido a inscribirse en Zadig.
1) Dicha decisión la tomé yo, en cuanto fundador de Zadig, después de un
largo debate en el foro de Bruselas del 22 de abril.
2) La inspiración vino del texto de Simone Weil que forma parte de los
textos de referencia de Zadig.
3) La opinión que tuvo mayor peso en el debate fue la de nuestra amiga
Isabelle Durant, vicepresidenta del Parlamento Europeo durante la VII
legislatura y portavoz del partido Ecolo, partido francófono belga de los
verdes. Dijo que ella, como mujer política, no iba a inscribirse en Zadig, pero
que le interesaría debatir con los de esta red en tanto personas que están
ubicadas de manera distinta con respecto a la responsabilidad política.

El tema está resuelto. No reabriré el debate. Agrego dos cosas:


1) En una sociedad democrática hay muchos lugares, muchas asociaciones,
con varias reglas de pertenencia, y es un abuso de lenguaje decir que uno es
«excluido» cuando no responde a las condiciones de admisión. Este abuso de
lenguaje es todavía más lamentable cuando lo cometen psicoanalistas que
deberían conocer mejor el peso de las palabras.
2) Cuando leo algunas protestas y el carácter hostil de su expresión me
siento feliz de no compartir con esas personas una red política común.
Además, reconozco algunas firmas que ya se han hecho famosas en el diluvio
que desencadenó en Facebook la «Nota» de Alemán. Bueno, registro que ha
cristalizado en el Campo Freudiano una oposición interna al año cero. Why
not? El Campo Freudiano no es un bloque. Lo deseable es que dicha
oposición no se amplíe.
59

CUATRO PREGUNTAS A JAM,1


POR RAQUEL CORS ULLOA
RAQUEL CORS: Ahora, en este momento, se nos abre un nuevo campo, soplan nuevos vientos, y Miller
nos moviliza, no cede, no cesa, y explora la política lacaniana que nos incumbe. ¿Hacía falta que
viniera Miller a despertar, a perturbar, a interpretar a los analistas? Algo de esto señaló usted
recientemente en Madrid y también en Turín a propósito del sitial fic ticio de Montaigne. Tengo la
sensación —por los efectos de su intervención, que se traducen en las últimas publicaciones de LC—
de que ha sido posible hacer pasar el acto analítico al espacio público, ¿es así?
JACQUES-ALAIN MILLER: Esa es la segunda pregunta. La primera interroga mi papel como una suerte de
más-uno de nuestra comunidad. Responderé a eso. La igualdad de los culos promovida por
Montaigne se completa con la de las bocas, por lo menos en las democracias. Cada uno tiene derecho
de hablar. Cada uno tiene derecho a unirse a otros dentro de una asociación. Cuando se trata de una
Escuela de Lacan, la asociación debe esforzarse en constituirse como un sujeto.
Sin embargo, al nivel de la enunciación, la Escuela sujeto queda como una ficción. «No hay
enunciación colectiva», recordaba Lacan antaño a Félix Guattari, el compañero de escritura de
Deleuze. Es un hecho que el actual año cero empezó por mi Augenblick, mi «instante de ver» la falla
y el fallo de la política francesa, que dejaba abierto a una Marine Le Pen «desdemonizada» el camino
del poder. Pero no hubo ninguna «perturbación» en los colegas de la Escuela de la Causa Freudiana.
Más bien hubo cortocircuito del tiempo para entender y precipitación del momento de concluir: la
unanimidad de las instancias responsables, seguida por el fervor de los miembros en la organización
de foros por toda Francia, hasta un último en la capital de Europa, Bruselas.
El episodio ha sido al revés de lo de 2009, cuando yo solo me opuse a la unanimidad de las
instancias y de los miembros que, sin entenderlo bien, autorizaban la transformación de la ECF en
una suerte de gran CPCT. Ese episodio, debo decirlo, me desanimó. Me hizo pensar que toda
enseñanza era en vano. Al contrario, en marzo pasado la Escuela se manifestó como sujeto en pleno
ejercicio, respondiendo de inmediato y como si esperase mi interpretación. Mi manera de reconocer
el hecho y agradecerlo ha sido retomar mi curso, y además inscribirlo dentro de seminarios
articulados para transferir mi trabajo a otros.
Con respecto a la segunda pregunta, he interpretado, sí, la desdemonización político-mediática del
FN. Eso ha sido percibido en el Campo Freudiano, en el ámbito analítico, en algunos sectores de la
intelligentsia francesa. No crea que ha sido percibido aún por el público en general.
R. C.: Durante una reciente reunión en una habitación circular, alrededor de una mesa de madera maciza,
en el 1 de la avenue de l’Observatoire, junto a algunos psicoanalistas del Campo Freudiano, usted
reconoce el momento oportuno y, agarrándolo por la cabellera, moviliza Zadig en este nosce tempus
que nos viene ¡al pelo! ¿Son estos los primeros pasos del recién nacido JAM 2?
J.-A. M.: Hablamos de Zadig. Su creación resulta de una serie de cuatro etapas que he recogido una
después de otra. Primer tiempo: el pensamiento de que no podíamos volver al business as usual
después de la elección presidencial, que debíamos proseguir con la oposición al fascismo
modernizado de los Le Pen y sus aliados en Europa, junto con la promoción de la democracia y el
Estado de derecho. Entonces, varias veces lo anuncié en los foros: el movimiento de los foros anti-Le
Pen desembocará en la creación de una red política lacaniana en Francia. No pensaba en absoluto en
otros países. Lo demuestran mis respuestas en el debate que hubo después de mi conferencia de
Madrid.
Madrid marca el segundo tiempo. ¿Por qué me desplazo a Madrid? Los eventos de París y el
compromiso inédito de la ECF en la política habían sido muy bien acogidos en el Campo Freudiano,
salvo por una brutal reacción en Argentina, la aparición en Facebook de un diluvio de testimonios
hostiles a mi papel en el Campo Freudiano so pretexto de dos frases mías mencionando al vuelo a los
Perón. Colegas de la EOL levantaban una bandera de transferencia negativa capaz quizá de suscitar
una oposición dentro del campo, agrupando a los que tenían el deseo de resistir al viento nuevo que
soplaba desde París, lo que podía llevar a una escisión, tanto más cuando «los de la transferencia
positiva», si puedo decirlo así, se quedaban inertes. La carta de Matusevich en que argumentaba en
contra de la doxa peronista sin dejarse intimidar por la furia, tampoco por el número, me animó a
afrontar de inmediato la revuelta en la EOL, bien decidido a no ceder en nada, aunque sea al precio
de una escisión. Pero cuando Jorge Alemán se negó rotundamente a encabezar el movimiento que su
«Nota» había provocado, se diluyó en seguida. Hablar de JAM 2 fue para mí una manera de
introducir la lógica del año cero: ¡Volvamos a empezar! No hubo una sola intervención de Argentina
en el debate. Todo eso valía como prueba de la fuerza de la affectio societatis, es decir, de la social-
libido en el campo. Prueba también de que lo que ocurre en el psicoanálisis hoy pasa dentro del
campo. Es el espacio en el cual hay que estar si uno quiere participar de la historia del psicoanálisis.
Madrid tuvo lugar el sábado 13 de mayo. Los tiempos tercero y cuarto son del domingo. Tenía
previsto la creación de la red francesa como realidad efectiva y duradera de la nueva alianza entre
psicoanálisis y política que se había forjado durante los dos últimos meses. Con respecto al Campo
Freudiano, pensaba que había dos posibilidades: o el resto del campo iba a hacer lo mismo, cada país
a su ritmo, por iniciativa propia; o Francia iba a estar considerada una excepción y no un ejemplo.
Me parecía preferible la primera por ser más adecuada al psicoanálisis de la época actual y, además,
necesaria para dar a la pasión política en el campo, tan evidente en la EOL, otra salida que la
adscripción a tal o cual versión del discurso del amo, kirchnerista, melenchonista, chavista, etc.
Tiempo tercero: la invención inopinada, ya contada, de la red catalana, Rel i Llamp. Tiempo cuarto:
la invención de Zadig en el avión, destinada a reducir el tiempo para comprender el Campo
Freudiano con respecto al concepto de red política lacaniana.
En resumen, la transferencia negativa desatada del lacano-peronismo me sirvió de trampolín para
llegar a Zadig. ¡Se lo agradezco a santa Evita!
R. C.: Cuando usted le pidió a Lacan un prefacio para los textos recopilados de la escisión de 1953,
queda claro que hay algo pendiente por «saber»; y me gustaría su lectura actual de lo que allí quedó
escrito: «El débil, sometido al psicoanálisis, siempre se convierte en un canalla. Que se sepa». Lacan
era sin duda menos generoso que Freud con los débiles, y ¿usted?
J.-A. M.: He tenido suerte. Le agradezco al colega italiano que llamé canalla por haberme dado un
perfecto contraejemplo en el momento más idóneo. ¡Qué adecuado era el timing de mi iniciativa
Zadig! La noticia de su compromiso con un importante partido político me llegó dos días antes de
hacer pública la red francesa, «Le réel de la vie», y la brochure de la movida Zadig, el 20 de mayo,
con ocasión de la jornada UFORCA. Precisión: tanto en el caso de ese colega como en el de otros, la
canallería no procede de la debilidad como falta de inteligencia, son todos muy inteligentes, sino
como falta de columna vertebral y deseo de popularidad, forma patológica contemporánea de la
demanda de amor en cuanto que dirigida al Otro político-mediático.
R. C.: Últimamente ha irrumpido un «virtual» espectáculo de controversias que atraviesan al
psicoanálisis. Quién lo diría... el escenario actual: Facebook; y detrás de la pantalla, sus apasionados
personajes: que entre angustiados y entusiastas destilan, a cielo abierto, la cara más violenta y
mortífera de las pasiones —su autodestrucción—. Lacan decía que el analista/analizante tiene que
estar próximo a su maldad, ya que el odioamoramiento es el relieve fundamental de la experiencia
analítica. ¿Qué piensa usted de ese nudo pasional que se ha desanudado recientemente «en» la
comunidad analítica?
J.-A. M.: Supongo que la pregunta se dirige al debate sobre el fin del psicoanálisis. Parecía un tema
inadecuado, dada la vitalidad renovada del campo. Para interpretarlo, hay que contextualizarlo. No
hubo escisión en el momento de Madrid, no hubo cristalización grupal de la transferencia negativa,
pero la transferencia negativa sigue existiendo, y se manifestará de vez en cuando de manera
esporádica a contratiempo del movimiento general. Zadig está ahora refrendado por la unanimidad
de las instancias responsables de las Escuelas, la mayoría de los miembros están al unísono, pero
existen bolsas de malestar y hostilidad. ¿Hacia qué?: 1) hacia mi conducción o hacia la legitimidad
de mi estatuto no administrativo de más uno, tipo ayatolá; 2) hacia la intromisión nueva de
exigencias de orden analítico en el compromiso político de los miembros; 3) hacia la forma
jerarquizada de las Escuelas, manejadas por un establishment defensor de altas exigencias en la
práctica, y 4) hacia el discurso analítico mismo, dado que sería más fácil conformarse a las normas
de la psicología, psicología clínica, psicoterapia. Que no se olvide que hace ocho años la ECF estuvo
a punto de abandonar el discurso analítico y darle la espalda. Ese es el contexto en el cual apareció el
tema del fin. Era a la vez una provocación hacia la mayoría, una satisfacción dada a la minoría
descontenta y la expresión de un deseo de muerte hacia el análisis. Me sirvió de trampolín para abrir
un debate inédito en el campo.
Que no haya unanimidad, que haya malestar en algunos sectores, no es un escándalo. Es normal.
Es fecundo. Hay que tolerar las diversas manifestaciones de ese malestar en la medida que se
mantienen como contradicciones «dentro del pueblo», como decía Mao. Pero no hay que permitir
que se extienda fuera de sus plazas fuertes actuales.
R. C.: ¡Gracias!
AGRADECIMIENTOS Y ADVERTENCIA AL
LECTOR
Hemos podido realizar este volumen gracias al trabajo de muchos colegas de
la AMP. Algunos habían participado anteriormente en la transcripción,
traducción y edición de textos publicados previamente en diversos medios.
Otros lo han hecho en la preparación de este volumen. He tratado de reflejar
en cada texto la participación de cada uno. Agradezco especialmente a Luis
Alba su trabajo y buen criterio en esta tarea, en especial al incluir las
referencias que acompañan estos textos, y a Joaquín Caretti, Xavier Giner,
Laura Canedo y Enric Berenguer, que, junto con Luis Alba, han formado el
equipo de redacción.
Como podrán comprobar al consultar los números originales de Lacan
Quotidien en la web https://www.lacanquotidien.fr/blog/archiveslq/, hay
muchas intervenciones relevantes de otros autores, en su mayor parte colegas
de la ECF, que no han sido trasladadas a este volumen y que aparecen en los
diversos números de la revista digital. Nos hubiera gustado hacerlo, pero
hubiera requerido otro volumen, imposible por sus dimensiones.
Cualquier interesado en seguir con minuciosidad lo que sin duda fue parte
del gran trabajo coral de «pase de la ECF», podrá encontrar en la web de
Lacan Quotidien algo de lo que busca.
ANDRÉS BORDERÍAS,
recopilador
1. Transcripción, traducción, establecimiento, revisión y edición de los textos de las cuatro partes del
seminario por Jacques Peraldi, Silvia Baudini, Luis Alba, Xavier Giner, Laura Canedo, Joaquín Caretti,
Gabriela Alfonso, Enric Berenguer, Elvira Tabernero, Yudmila Lima, Francisco Roca y Andrés
Borderías.
1. Lacan, J., «Acto de fundación», Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2011, p. 247. (Esta nota y
las siguientes son del traductor de cada texto, salvo que se especifique lo contrario.)
2. Segundo de los dos cursos de preparación para el acceso a las Escuelas Normales Superiores,
siendo el primero hypokhâgne. Se encontrará esta expresión varias veces en este volumen.
3. Beaufret, J., De l’existentialisme à Heidegger, Vrin, París, 1986.
4. Colli, G., La naturaleza ama esconderse, Siruela, Madrid, 2008.
5. Freud, S., Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico (1912). Obras Completas, vol.
XII, Amorrortu, Buenos Aires, 1980, p. 114.
6. Sexto Empírico, Esbozos pirrónicos, Gredos, Madrid, 1993.
7. Lacan, J., «Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela», op. cit., p.
270.
8. Freud, S., El porvenir de una ilusión, op. cit., vol. XXI, p. 31.
9. Lacan, J., «La dirección de la cura y los principios de su poder», Escritos 2, Siglo XXI, México,
2008, p. 590.
10. Burckhardt, J., La cultura del Renacimiento en Italia, Akal, Madrid, 2005.
11. Véase, en este volumen, Jacques Rancière, una política del oasis.
12. Bourgeois, B., Penser l’histoire du présent avec Hegel, Vrin, París, 2017.
13. Lacan, J., El Seminario, libro I, Los escritos técnicos de Freud, Paidós, Buenos Aires, 1981, p.
411.
14. Dante Alighieri, De vulgari eloquentia, Cátedra, Madrid 2018, p. 163.
15. Referencia a la revista francesa Le Diable probablement.
16. Lacan, J., «La cosa freudiana», Escritos 1, op. cit., p. 380.
17. Se trata de Uranus, 1948, o bien de Le chemin des écoliers, 1946. (Nota de Nathalie Georges.)
1. Jacques-Alain Miller muestra los retratos de Lautréamont, Joyce, Shakespeare...
2. Lautréamont, conde de, Obras completas, Argonauta, Buenos Aires, 2014, p. 288.
3. Lautréamont, op. cit., pp. 210-213.
4. Lautréamont, op. cit., p. 280.
5. Conner, M. C., The Poetry of James Joyce Reconsidered, University Press of Florida, Gainesville,
2012.
6. Texto traducido por José Antonio Álvarez Amorós en: Joyce, J., Poesía completa, Visor, Madrid,
2007, p. 109: «Aquel que haya la gloria perdido / Y no haya encontrado un alma que a la suya se
aviniese, / Entre sus enemigos con escarnio y con ira / Leal a su antigua nobleza, / Ese altivo ser sin
compañía... / Su amor es su camarada».
7. Joyce, J., Retrato del artista adolescente, Argos Vergara, Barcelona, 1980, p. 260.
8. Jean-Baptiste Para, gran traductor de poesía rusa e italiana, y redactor jefe de la revista Europe,
nos aporta, a través de Nathalie Georges, las siguientes consideraciones sobre este poema: «Les
transcribo el poema, con una transcripción fonética (un poco salvaje), una traducción bastante literal y
un breve comentario sobre el sentido preciso de la palabra kalatchy el de un verbo»:

Поцеловал меня палач


И дал мне чаю и калач.
И я, целуя палача,
Его не тронул калача.

Potséloval ménia palatch


I dal mnié tchaïoui kalatch.
I ia, tsélouya palatcha,
Evo ne tronoul kalatcha.

Le bourreau m’a embrassé [baiser dice la traducción de Circé, pero en el sentido de «besar», «dar un
beso», «morrear»]
Et m’a donné du thé et un kalatch (pequeño pan en forma de candado).
Et moi en embrassant le bourreau
Je n’ai pas touché son kalatch.
En ruso hay una expresión con kalatch que se podría traducir literalmente por «es un kalatch
correoso», que quiere decir «no es un principiante», «está curtido» (no es en absoluto la expresión
empleada aquí, pero lo indico).
En el último verso, el verbo empleado significa «tocar», en el sentido de tocar algo, pero también en
el sentido de «enternecer», «conmover» o en el sentido de «atacar», por ejemplo para decir que las
hojas de un árbol están atacadas por el frío, o que un queso está atacado por el moho. Y en un registro
más literario, el verbo tiene el sentido de «disminuir», «ceder».
9. Baiser: «besar», también, «joder».
10. Embrasser: «abrazar», «besar».
11. Dostoyevski, F., Los hermanos Karamázov, Bruguera, Barcelona, 1983, pp. 300-301.
12. Góngora, L. de, «A don Francisco de Quevedo», Sonetos, Cátedra, Madrid, 2019, p. 954.
13. Leopardi, G., Cantos, Cátedra, Madrid, 2019. Texto traducido por M.ª de la Nieves Muñiz:
«¿Recuerdas todavía / de tu vida mortal, Silvia, el momento / cuando beldad fulgía / en tus ojos rientes
y fugaces, / y alegre y pensativa, / los umbrales de juventud subías?».
14. Ibid.: «Oh, natura, oh, natura, / ¿por qué no cumples luego / lo que ayer prometías?, ¿por qué
tanto / a tus hijos engañas».
1. Cf. Beatie, T., Labor of Love: The Story of One Man’s Extraordinary Pregnancy, Seal Press,
Berkeley, 2009.
2. Joyce, J., Ulises, Lumen, Barcelona, 2010, p. 555.
3. Tema compuesto por Gilbert Bécaud y Jacques Pills para Édith Piaf.
4. Baudelaire, C., Las flores del mal, Hiperión, Madrid, 2016, pp. 201-205; ed. bilingüe. Texto
traducido por Jesús Munárriz.
5. Beckett, S., Fin de partida, Tusquets, Barcelona, 2006, p. 238.
6. RA, por «reproducción asistida», son las siglas que corresponden al término en francés PMA,
procréation médicalement assistée.
7. Institut Français d’Opinion Publique.
8. GS, por «gestación subrogada», correspondiente a las siglas GPA en francés, gestation pour
autrui.
9. Mouvement démocrate.
10. Pacte civil de solidarité.
11. Comité Consultatif National d’Éthique.
12. LGBT en francés.
13. Lacan, J., «Alocución sobre las psicosis del niño», Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p.
389.
14. Ibid.
15. Lacan, J., «El atolondradicho», Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 480.
16. Lacan, J., «Joyce, el Síntoma», Otros escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 594. La traducción
establecida es: «La tentativa sin esperanza que hace la sociedad para que LOM no tenga solamente un
cuerpo...».
17. En castellano corresponde a la madre donante.
18. En francés, mer, «mar», y mère, «madre», son homófonas.
1. Transcripción, traducción, establecimiento y revisión del texto por Sophie Ronsin, Claudia Vilela,
Gabriela Camaly, Daniela Fernández y Graciela Brodsky. Publicada en español en la revista
Lacaniana, núm. 23.
2. Mallarmé, S., «Don del poema», Obra poética I, Hiperión, Madrid, 1981, p. 69. Texto traducido
por R. Silva-Santisteban.
3. Kennedy, J. F., Perfiles de coraje, Plaza & Janés, Buenos Aires, 1964.
4. Valéry, P., El cementerio marino, Alianza, Madrid, 1967, p. 41. Texto traducido por Jorge
Guillén.
1. Transcripción, traducción, establecimiento y revisión del texto por Claudia Vilela, Daniela
Fernández y Graciela Brodsky. Publicada en español en la revista Lacaniana, núm. 23, revisada por
Luis Alba Rodríguez y Andrés Borderías.
2. Chesterton, G. K., Herejes, Acantilado, Barcelona, 2007.
3. Chesterton, G. K., Ortodoxia, Acantilado, Barcelona, 2013.
4. Traducida al castellano por Miquel Bassols. Publicada en la revista Uno por Uno, núm. 46 (1998).
5. Heidegger, M., El ser y el tiempo, FCE, Madrid, 1991.
1. Publicado originalmente en Le Monde, 12 de marzo de 2017, disponible en:
http://www.lemonde.fr/idees/article/2017/03/12/les-ruses-du-diable_50932 26_3232.html, como
respuesta al artículo de opinión de Gérard Miller publicado en el mismo periódico el 9 de marzo de
2017, disponible aquí: http://abonnes.le monde.fr/idees/article/2017/03/08/gerard-miller-est-il-encore-
permis-de-votera-gauche-quand-on-est-de-gauche_5091020_3232.html. Texto traducido por Luis Alba
Rodríguez.
2. Acrónimo de bourgeoisi bohême. (Nota del revisor.)
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 632, 13 de marzo de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Texto original publicado en francés en Lacan Quotidien, núm. 634, el 16 de marzo de 2017,
disponible en: http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/ uploads/2017/03/LQ-634.pdf. Texto
traducido por Luis Alba Rodríguez.
2. Alusión al poema de Louis Aragon «La rosa y la reseda» (1943), que convocaba a la unidad en la
Resistencia, más allá de los desacuerdos políticos y religiosos. El verso que sigue pertenece al poema
«Front rouge», que abre su libro de 1931 Persecuté, Persecuteur, una llamada a la violencia política
que lo llevó a ser encausado. Tomado de un artículo de A. J. Domínguez en la página de Mundo
Obrero. (Nota conjunta de la traductora y el revisor.)
3. Mi cita del Comité de Vigilancia fue tomada del sitio lesmaterialistes.com. (N. del a.)
4. Alusión al título del reciente libro colectivo Claude Lanzmann: un voyant dans le siècle, publicado
en marzo de 2017 por la editorial Gallimard, bajo la dirección de Juliette Simont.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 637, 21 de marzo de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
2. Cons, «tontos»; sommés, «sumados». Los tontunidos. (Nota del revisor.)
3. En el original, Fripes, et fripons. La ironía propiciada por la homofonía se pierde con la
traducción.
4. Verso del poema «El albatros», perteneciente a Las flores del mal, de C. Baudelaire.
5. Directorio. Penúltima forma de gobierno (1795-1799) adoptada por la Primera República francesa.
6. Versos del poema «El heautontimoroumenos» («El verdugo de sí mismo»), de la obra citada de
Baudelaire.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 639, 22 de marzo de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
2. En castellano en el original.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 641, 25 de marzo de 2017. Texto traducido por
Silvia Baudini y revisado por Luis Alba Rodríguez. L’Actu es un periódico que aparece seis días por
semana y está destinado a los adolescentes desde los trece años. Tiene ocho páginas para «diez minutos
de lectura por día». L’Actu es editado por PlayBac, que publica también Le Petit Quotidien, para niños
de seis a diez años, y Mon quotidien, para niños de entre diez y trece años.
2. Muckraker es, en inglés, el nombre con el que se conoce al periodista o grupo semiorganizado de
periodistas o escritores estadounidenses que, a comienzos del siglo xx, se dedicaron a denunciar
públicamente la corrupción política, la explotación laboral y una serie de abusos, inmoralidades y
trapos sucios de personajes e instituciones de la época. En inglés significa «removedor de basura».
3. Los abogados del canon, teólogos y estudiosos se encontrarán en París durante dos semanas para
discutir un tema que nunca ha sido tratado en una conferencia católica anteriormente: cómo deponer a
un papa hereje.
4. Les Incorruptibles, título en francés de la serie The Untouchables (Los intocables), y apodo de
Robespierre.
5. Es una palabra alemana que designa el sentimiento de alegría creado por el sufrimiento o la
infelicidad del otro.
6. Film de Alfred Hitchcock de 1969 sobre la guerra fría.
7. Pamplinas, nombre popular de Buster Keaton.
1. Publicado originalmente en scalpsite.wordpress.com: https://scalpsite.
wordpress.com/2017/03/27/h-castanet-et-j-a-miller-sur-le-tweet-de-gilbertcollard-du-18-mars/. Texto
traducido por Andrés Borderías.
2. Pudeur de gazelle es una expresión rara en la lengua francesa, utilizada por J. L. Mélenchon en un
debate televisivo el 20 de marzo de 2017, que podría traducirse como «pudor virginal». Véase:
http://www.leparisien.fr/elections/presidentielle/ pudeur-de-gazelle-on-est-remonte-aux-origines-de-l-
expression-de-melenchon21-03-2017-6782004.php?
utm_campaign=mail_partage&utm_medium=social.
3. Juego de palabras: Canard au sange es un plato de comida; Le Canard enchâiné, una revista de
sátira política.
4. Angot, C. El incesto, Seix Barral, Barcelona, 2000.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núms. 645-646, 29 de marzo de 2017. Texto
traducido por Luis Alba Rodríguez y revisado por Andrés Borderías.
2. Nuit debout, también «noche en vela». Movimiento contra las políticas laborales del gobierno de
François Hollande.
3. Filou, «timador, granuja». Así se nombraba a Fillon, jugando con la fonética, en la prensa debido a
su imputación por malversación.
4. Distrito 93, Seine-Saint-Denis. Antiguo feudo del PCF. Considerado actualmente como «semillero
islamista», es el más pobre de la Francia metropolitana: 1,6 millones de personas con problemas
sociales endémicos muy graves. (Nota del revisor.)
5. Finky es Alain Finkielkraut. L’esprit de l’escalier expresión que «describe el acto de pensar en
una respuesta ingeniosa cuando es demasiado tarde para darla. Este fenómeno viene usualmente
acompañado de una sensación de pesar y arrepentimiento, una «conciencia intranquila». Fue acuñada
por Denis Diderot en su Paradoxe sur le comédien». (De Wikipedia.) (Nota del revisor.)
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 648, 1 de abril de 2017. Texto traducido por
Andrés Borderías.
2. En francés: poisson d’avril, «los tontos de abril, inocentada», equivalente al día de los Inocentes.
3. En francés, gardez-moi du gardon, juego de palabras.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 650, 4 de abril de 2017. Texto traducido por
Andrés Borderías.
1. Publicado originalmente en La Règle du jeu, el 10 de abril de 2017: https://
laregledujeu.org/2017/04/06/31075/debat-presidentielle-10-contre-1/. Texto traducido por Andrés
Borderías.
2. Cristo derisio. «El escarnio de Cristo» o «La burla de Cristo».
1. Publicado originalmente en scalpsite.wordpress.com, 7 de abril de 2017. Texto traducido por
Andrés borderías.
1. Publicado originalmente en el blog L’instant de voir, el 8 de abril de 2017:
https://scalpsite.wordpress.com/2017/04/08/journal-extime-7-de-jam/. Texto traducido por Luis Alba
Rodríguez.
2. Boyer, G., Rase campagne, J C Lattès, París, 2017, p. 261.
3. Jünger, E., Sur les falaises de marbre, Gallimard, L’Imaginaire, París, 1979, pp. 40-41. [Hay trad.
cast.: Sobre los acantilados de mármol, Tusquets, Barcelona, 2008.]
4. Referencia a Béatrix de Honoré de Balzac. (Nota del revisor.)
5. Novela de Pierre Loti. (Nota del revisor.)
6. Novela de Jean Giono. (Nota del revisor.)
7. Novela de Erckmann-Chatrian. (Nota del revisor.)
8. Donde redacto estas líneas no puedo encontrar la referencia exacta. Por el contrario, estoy seguro
de la exactitud de esta cita, habiéndola anotado en una libreta que no me abandona hace tiempo.
9. Marine Le Pen, el 8 de diciembre de 2016, citada en Leer antes de votar a Marine, Atlande, París,
marzo de 2017, p. 171.
10. Novela satírica de Gabriel Chevallier.
11. Cf. Pascal, B., Pensamientos; 139 (143-207).
12. Referido a una antigua historia china, Yukong Yishan, sobre un viejo que movió las montañas,
que dio título a una serie de doce documentales sobre la Revolución Cultural, Comment Yukong
déplaça les montagnes (1976), de Joris Ivens y Marceline Loridan Ivens.
13. Manchette, J.-P., Caza al asesino, Anagrama, Barcelona, 2015.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 655, 10 de abril de 2017. Texto traducido por
Andrés Borderías.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 657, 13 de abril de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 659, 14 de abril de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
2. Las dos fotos que se comentan en este párrafo y el siguiente pueden verse en
http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2017/04/LQ-659.pdf
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 661, 15 de abril de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
2. Literalmente, trouducune, «agujero y alguna», o «ninguna».
3. Aproximadamente: «¡Sinceíble, sasomboso!».
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 662, 16 de abril de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Emitido en Radio Lacan, núm. 179, el 17 de abril de 2017. Texto transcrito y traducido por Silvia
Baudini, publicado en www.eol.org.ar, revisado por Laura Canedo y Enric Berenguer.
2. J.-A. Miller y otros, Conversaciones clínico-políticas, Gredos, Barcelona, 2013.
3. Borges, J. L., «Guayaquil», El informe de Brodie, Alianza/Emecé, Madrid, 1974, pp. 105-119.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 664, 19 de abril de 2017. Texto traducido por
Alejandro Willington y revisado por Laura Canedo.
2. Véase, supra, cap. 19, «Transmisión extraordinaria: J.-A. Miller en Radio Lacan».
3. Antiguos alumnos de la Escuela Normal Superior.
4. Esta foto puede verse en http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/ uploads/2017/04/LQ-
664.pdf.
5. Siglas de La manif pour tous.
6. Union pour un mouvement populaire.
7. AMDG (Asset Management Data Governance) es una sociedad de gestión certificada por la
Autorité des Marchés Financiers (AMF) y especializada en la gestión de fondos de inversión
inmobiliarios.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 665, 20 de abril de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez y revisado por Laura Canedo.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 666, 21 de abril de 2017. Texto traducido por
Gerardo Arenas y revisado por Laura Canedo.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 666, 21 de abril de 2017. Texto traducido por
Gerardo Arenas y revisado por Laura Canedo.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 668, 22 de abril de 2017. Texto traducido por
Silvia Baudini y revisado por Laura Canedo.
2. Consejo Representativo de las Instituciones Judías.
3. En esgrima, los golpes de Jarnac se dan por sorpresa y son decisivos; erróneamente suelen
considerarse traicioneros.
4. L’halte tu sers à rien. Juego de palabras entre esta frase y el apellido Althusser, muy parecidos
fonéticamente.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 670, 23 de abril de 2017. Texto traducido por
Silvia Baudini y revisado por Laura Canedo.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 671, 25 de abril de 2017. Texto traducido por
Carmen Cuñat y revisado por Laura Canedo.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 671, 25 de abril de 2017. Texto traducido por
Carmen Cuñat y revisado por Joaquín Caretti.
2. Debido a que no se ha podido encontrar una traducción oficial en castellano de los versos de Saint-
Just, nos hemos permitido esta traducción.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 673, 27 de abril de 2017. Texto traducido por
Alba Alfaro y revisado por Joaquín Caretti.
2. Coco, expresión popular para referirse a los comunistas; cocus significa popularmente «cornudos».
3. «Tout le monde y pue / Y sent la charogne / Yaqu’le Grand Babu / Qui sent l’eau de Cologne».
4. Déatien en el original: «adepto a Déat» (Marcel Déat).
5. En español en el original.
6. Rempart.
7. Rouart, le roué Rouart, en el original.
8. Dégagisme, en el original. Degager: también «desaparición».
9. Famoso dulce francés.
10. Les Tontons flingueurs: película franco-germano-italiana, realizada por Georges Lautner en 1963.
En los países hispanohablantes fue estrenada con el título Mi tío tira tiros; o Gángster a la fuerza.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 676, 28 de abril de 2017. Texto traducido por
Joaquín Caretti.
2. Gunfight at the OK Corral, película de John Sturges.
3. Véase la nota 3 en p. 303.
4. Juego de palabras: Mélenchon suena como mélangeons, «mezclemos».
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 678, 30 de abril de 2017. Texto traducido por
Gerardo Arenas y revisado por Joaquín Caretti.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 680, 1 de mayo de 2017. Texto traducido por
Carmen Cuñat y revisado por Joaquín Caretti.
2. Estas transcripciones se encuentran en el núm. 680 de Lacan Quotidien,
http://www.lacanquotidien.fr/blog/wp-content/uploads/2017/05/LQ-680-1.pdf.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 683, 3 de mayo de 2017. Texto traducido por
Joaquín Caretti.
2. La Redada del Velódromo de Invierno, organizada del 16 al 17 de julio de 1942, fue la redada más
importante realizada en Francia contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. A esta redada se
la conoce popularmente en francés como Rafle du vel d’hiv debido al nombre popular abreviado (Vel
d’hiv).
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 683, 3 de mayo de 2017. Texto traducido por
Joaquín Caretti.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 687, 5 de mayo de 2017. Texto traducido por
Joaquín Caretti.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 690, 8 de mayo de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez y revisado por Enric Berenguer.
2. Linhart, Robert, De cadenas y de hombres, Siglo XXI, México, 1979.
1. Publicado originalmente en Lacan Cotidiano, suplemento especial de Lacan Quotidien, núm. 692,
9 de mayo de 2017.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 694, 12 de mayo de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 700, 17 de mayo de 2017. Texto leído por el
autor en la versión francesa. Transcripción del texto por Jonathan Rotstein, Julia Gutiérrez, Mariana
Valenzuela, Gladys Martínez, Andrea Zelaya, Eduardo Scarone y Gabriela Medin (que también se han
ocupado de la coordinación y revisión). La edición en castellano es de Enric Berenguer y Margarita
Álvarez, y la coordinación, de Guy Briole.
2. Cf. Miller, J.-A., «Apertura de la Conferencia de Madrid», Lacan Quotidien, 695, 13 de mayo de
2017. J.-A. Miller comenta allí la expresión: «¡Que viene el Coco!».
3. Cf. Alemán, J., «Nota sobre Jacques-Alain Miller», Lacan Quotidien, 694, 12 de mayo de 2017.
4. Cf. Miller, J.-A., El diario éxtimo. Vigesimosegunda entrega, en este volumen.
5. Cf. Lacan, J., «Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano», Escritos
2, México, Siglo XXI, 2009, p. 786.
6. Freud, S., Psicología de las masas y análisis del yo (1921), Obras Completas, vol. XVIII,
Amorrortu, Buenos Aires, 1984, p. 67.
7. Cf. Dessal, G., «Carta a JAM», Lacan Quotidien, 694, 12 de mayo de 2017.
8. Michaux, H., Un bárbaro en Asia (1933), Tusquets, col. Marginales, Barcelona, 1977.
9. Weil, S., «Nota sobre la supresión general de los partidos políticos», Escritos de Londres y últimas
cartas, Trotta Editorial, Madrid, 2000. Cf. Stevens, A., «22avril : le Forum européen SCALP de
Bruxelles», Lacan Quotidien, 672, 27 de abril de 2017.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 698, 17 de mayo de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer.
2. Michel Foucault desarrolló el concepto de parresia como manera de discurso en el cual uno habla
abierta y sinceramente acerca de sí mismo o de las propias opiniones sin recurrir a la retórica, la
manipulación o la generalización.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 698, 17 de mayo de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez y revisado por Enric Berenguer.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 701, 20 de mayo de 2017.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 706, 25 de mayo de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer.
2. Igual que para mí, es la primera de tres. «1. Pensar por uno mismo. 2. Pensar poniéndose en el
lugar de cualquier otro. 3. Pensar siempre de acuerdo con uno mismo». (Kant, Critique du jugement,
pár. 40, p. 276 de la traducción de Alain Renaut, en Aubier, 1995). [N. del a.]
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 710, 30 de mayo de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer. El título es una alusión al primer verso de «La siesta de un fauno», de Mallarmé:
«Querría perpetuar estas ninfas».
2. Véase en este volumen mi conferencia dictada el sábado en Turín, «Elogio de los herejes». (N. del
a.)
3. Cf., por ejemplo, el adagio de Erasmo, «Nosce tempus».
4. Hay versión castellana de ambos: Cuando Europa hablaba francés, Acantilado, Barcelona, 2015;
La República de las Letras, Acantilado, Barcelona, 2013.
5. Sobre la República de las Letras: del señor Fumaroli, su conferencia de 1992 sobre Nicolas
Peiresc; la obra que dirigió en 2005 en la editorial Alain Baudry sobre Les premiers siècles de la
République des Lettres [Los primeros siglos de la República de las Letras]; la colección que en la
misma editorial él dirige con Antoine Compagnon, consagrada a la correspondencia de Peiresc; su viva
polémica con Jean-Pierre Cavaillé. Cf., asimismo, las obras de Françoise Waquet, Le modèle français et
l’Italie savante. Conscience de soi et perception de l’autre dans la République des Lettres, 1660-1750
[El modelo francés y la Italia erudita. Conciencia de sí y percepción del otro en la República de las
Letras, 1660-1750], Roma, École française de Rome, 1989; y el útil compendio que ella compuso con
Hans Bots, La République des Lettres, Belin-de-Boeck, 1997.
6. Ocasión de citar dos libros ya viejos que adoro: de Anthony Grafton, Defenders of the Text. The
Traditions of Scholarship in an Age of Science, 1450-1800, Harvard UP, 1991, a leer con A Social
History of Truth. Civility and Science in Seventeenth-Century England, University of Chicago Press,
1994.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 711, 1 de junio de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 712, 2 de junio de 2017. Texto traducido por
Enric Berenguer.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 715, 7 de junio de 2017. Texto traducido por
Andrés Borderías.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 716, 9 de junio de 2017. Texto traducido por
Xavier Giner.
2. Hay traducción al castellano: ¿En qué tiempo vivimos? Conversación con Éric Hazan, Casus Belli,
2019.
3. Estas líneas ya estaban escritas cuando leí esta mañana la entrevista de Salman Rushdie publicada
en L’Obs de hoy, 8 de junio. «Estoy en desacuerdo fundamental —dice— con la gente de izquierda que
hace todo por disociar el fundamentalismo del islam» (p. 35). ¿Quién podría decirlo mejor que él? De
hecho, las democracias faltaron a todos sus deberes desde el día en que el imán Jomeini lanzó su fetua
contra Rushdie el 14 de febrero de 1989 (recuerdo la fecha, que es la de mi cumpleaños). Ha habido
que esperar veintiocho años para que la nuca de nuestros demócratas empezara a enderezarse. L’Obs,
que durante mucho tiempo ha sido el templo de los blandengues, parece que ha vuelto con ese número
a tener una columna vertebral. Véase el texto de Gilles Kepel, que le dice lo suyo a Olivier Roy, y el
reportaje de Vincent Monnier sobre los atentados de Londres. ¿Macron juega a Clemenceau? ¡Mejor!
Ojalá tenga el mismo éxito.
4. Rushdie: «Me siento cercano al despertar de la izquierda estadounidense. ¡Digamos! Porque
muchos de sus miembros no votaron el 8 de noviembre». ¿Durante cuánto tiempo todavía los campus
de Estado Unidos van a seguir a los intelectuales franceses abstencionistas que ponen a la izquierda
contra la pared? Apuesto a que un día Badiou, el amo imaginario, tendrá que responder de ello ante su
público del otro lado del Atlántico.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 717, 10 de junio de 2017. Texto traducido por
Xavier Giner.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 718, 11 de junio de 2017. Texto traducido por
Miquel Bassols.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núms. 719 (12 de junio de 2017) y 720 (14 de junio
de 2017). Textos traducidos por Fe Lacruz y Xavier Giner, y revisados por Xavier Giner.
2. Dziomba S., «Une erreur», Lacan Quotidien, núm. 684, 2 de mayo de 2017.
3. Cf. Corona P., «À mes sœurs», Lacan Quotidien, núm. 717, 10 de junio de 2017.
4. Cf. Broué M., Présumey V. y Stora B., «Hitléro-trotskyste », Mediapart.fr, 1 de junio de 2017,
retomado en Lacan Quotidien, núm. 712, 2 de junio de 2017, acerca de Miller J.-A., «El baile de los
lepenotrotskistas», en este volumen.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 721, 15 de junio de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez y revisado por Xavier Giner.
2. Kant, I., Crítica de la razón pura, Alfaguara, Madrid 1993, pp. 46-47.
3. Lautréamont, conde de, Obras completas, Argonauta, Buenos Aires, 2014, p. 288.
4. Ibid., p. 280.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 722, 16 de junio de 2017. Texto traducido por
Xavier Giner.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 723, 17 de junio de 2017. Texto traducido por
Fe Lacruz y revisado por Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 724, 20 de junio de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 725, 21 de junio de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 727, 24 de junio de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 731, 30 de junio de 2017. Texto traducido por
Luis Alba Rodríguez.
1. Publicado originalmente en Lacan Quotidien, núm. 731, 30 de junio de 2017.
1. Publicado originalmente en Bitácora Lacaniana, núm. 6, 26 de junio de 2017. Entrevista hecha
por mail.
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