La Armadura Del Creyente, 4 Parte - El Escudo de La Fe Mar. 28 2020
La Armadura Del Creyente, 4 Parte - El Escudo de La Fe Mar. 28 2020
La Armadura Del Creyente, 4 Parte - El Escudo de La Fe Mar. 28 2020
Para nuestro estudio en esta mañana regresamos a Efesios capítulo 6. Efesios, capítulo 6. Y
estamos estudiando esta sección maravillosa de la armadura del cristiano. Quiero leerle el capítulo
6, versículos 10 al 17. “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de Su
fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del
diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades,
contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las
regiones celestes. Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día
malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la
Verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del Evangelio de la
paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del
maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.”
Ahora, aquí tenemos el gran texto en el libro de Efesios que bosqueja para nosotros la guerra del
cristiano. Y hemos aprendido mucho acerca del andar del cristiano. Comenzando en el capítulo 4,
versículo 1, nos encontramos con el concepto del andar digno. ¿Y qué era lo que involucraba un
andar digno? Bueno, involucraba a andar en unidad, involucraba andar de una manera excepcional,
por así decirlo; debemos ser diferentes que los gentiles. Debe ser un andar amoroso, dice el
capítulo 5, un andar en la luz, un andar sabio, un andar en el Espíritu Santo y finalmente, debe ser
una guerra.
Nuestra manera de vivir en este mundo será conflicto. Estamos en contra del enemigo. Pero como
hemos estado viendo partir de este pasaje, no hay razón por la que debamos temer eso. No hay
razón por la que debamos estar tristes, por así decirlo, volvernos fatalistas, porque la victoria es
nuestra. Y para expresar esto, me gustaría que viera Romanos, capítulo 8, versículo 31 por tan sólo
un momento. Romanos 8:31: “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros? El que no escatimó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no
nos dará con Él todas las cosas?” En otras palabras, ¿quién nos puede derrotar? ¿Acaso Dios,
quien nos dio a Cristo, no nos dará todos los recursos necesarios para ganar la batalla? ¿Quién
acusará a los escogidos de Dios? ¿Dios, el que justifica? En otras palabras, ¿quién va a oponerse a
nosotros? Si Dios es la corte más elevada, y Dios dice que somos justos, ¿quién nos va a acusar?
Versículo 34: “¿quién es el que nos condena? ¿Cristo quien murió, el que resucitó?” En otras
palabras, si Él resucitó para nuestra justificación, ¿nos condenará Él? El punto es que si Dios es la
corte más elevada, si Cristo es el juez más grande y nos han declarado como justos, ¿quién nos
condenará? ¿Quién puede acusarnos de manera posible? La respuesta obviamente es ninguno.
Nadie.
Versículo 35: “¿quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, aflicción, persecución,
hambre, desnudez, peligro o espada?” Como está escrito, por Tu causa somos matados todo el día.
Somos considerados como ovejas para el matadero. No. En todas estas cosas, ¿qué cosas?
Tribulación, persecución, aflicción, hambre, desnudez, peligro, espada, matados todo el tiempo,
considerados como ovejas para ser matadas. En todas estas cosas, somos súper conquistadores
mediante el que nos amó. “Por lo cual estoy persuadido de que ni la muerte, ni la vida, ni los
ángeles, ni los principados, ni las potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, ni lo alto, ni lo profundo,
ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, nuestro
Señor.” Somos híper conquistadores, súper conquistadores. El almirante Nelson, envió palabra a
Inglaterra acerca de su triunfo en Trafalgar. Y esto es lo que dijo: “la victoria no es una palabra lo
suficientemente fuerte para describir la escena. Es más que victoria. Es súper victoria.” Eso es lo
que Pablo quiso decir en 1 Corintios 15:57 cuando dijo: “más gracias sean dadas a Dios quien nos
ha dado la victoria mediante nuestro Señor Jesucristo.
Y en 2 Corintios 2:14, en donde dijo “gracias sean dadas a Dios quien siempre nos hace triunfar en
Cristo.” Y lo que Juan quiso decir en 1 Juan 5:5 cuando dijo: “¿quién es el que vence al mundo sino
el que cree que Jesús es el hijo de Dios? Somos vencedores, estamos triunfando. Somos
victoriosos en Cristo. Entonces, como puede ver, por la definición misma en Romanos 8, 1 de
Corintios 15, 2 Corintios 2, 1 de Juan 5, somos victoriosos. Somos invencibles. Somos súper
conquistadores.
Pero eso está hablando del panorama total, el retrato posicional, la guerra definitiva, la realidad es
que para ganar diariamente la batalla tenemos que venir a Efesios capítulo 6. Porque ahí nos
apropiamos de la armadura de Dios ha hecho disponible. Y al apropiarnos de esta armadura,
podemos ser súper conquistadores día tras día. Podemos ser más que conquistadores. Podemos ir
más allá de tan sólo ganar la batalla. Y podemos llevar el botín. Podemos ir más allá de tan sólo
reclamar la victoria. Podemos heredar todas las posesiones del enemigo derrotado.
En Segunda de Crónicas capítulo 20, Josafat guía a Israel en una gran celebración de victoria. Y
creo que sería apropiado para nuestros pensamientos como una ilustración. Segunda de Crónicas,
20:22: Israel viene a la batalla y de eso se habla en el versículo 22. “Y cuando comenzaron a
entonar cantos de alabanza,” eso es interesante, “Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y
del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá. Y se mataron los unos
a los otros. Porque los hijos de Amón y de Moab y Moab se levantaron contra los del monte de Seir
para matarlos y destruirlos. Y cuando hubieron acabado con los del monte de Seir, cada cual ayudó
a la destrucción de su compañero.”
¿Saben lo que hizo el Señor? Simplemente dejó que todos los enemigos se mataran los unos a los
otros mientras que Israel estaba ahí y alababa a Dios. Ni siquiera dispararon algo. “Y luego que vino
Judá a la torre del desierto, miraron hacia la multitud, y he aquí yacían ellos en tierra muertos, pues
ninguno había escapado. Viniendo entonces Josafat y su pueblo a despojarlos, hallaron entre los
cadáveres muchas riquezas, así vestidos como alhajas preciosas, que tomaron para sí, tantos, que
no los podían llevar; tres días estuvieron recogiendo el botín, porque era mucho. Y al cuarto día se
juntaron en el valle de Beraca; porque allí bendijeron a Jehová, y por esto llamaron el nombre de
aquel paraje el valle de Beraca, hasta hoy. Y todo Judá y los de Jerusalén, y Josafat a la cabeza de
ellos, volvieron para regresar a Jerusalén gozosos, porque Jehová les había dado gozo librándolos
de sus enemigos. Y vinieron a Jerusalén con salterios, arpas y trompetas, a la casa de Jehová. Y el
pavor de Dios cayó sobre todos los reinos de aquella tierra, cuando oyeron que Jehová había
peleado contra los enemigos de Israel.”
Ahora, aquí hay un retrato de súper conquista. Usted que ni siquiera tiene que pelear la batalla para
comenzar. Eso es sorprendente. En segundo lugar, cuando la batalla se acabó, todos en la fuerza
enemiga están muertos. Y después, todo botín es tuyo para que lo puedas disfrutar. Y después,
regresaron a Jerusalén alabando y cantando a Dios. Y en últimas, el versículo 30 dice: “Dios les dio
paz por todas partes.” Súper conquista, un enemigo totalmente aplastado, no quedó ni uno, el botín
fue recolectado de manera total y tomaron tres días para poderlo recoger, regresando con gozo y
nunca habiendo disparado nada. Nunca se involucraron en una lucha. La victoria entera dada por el
Señor.
Ahora, eso es súper conquista. Y así es como es en la vida cristiana. Dios pelea todo, nos da la
victoria y nos deja recolectar todo el botín y entrar en Su presencia con gozo. Ese es un súper
conquistador. Ese es el modo en el que Dios espera que usted viva su vida día tras día, con ese tipo
de vida victoriosa, con ese tipo de enfoque a la vida.
Ahora, para experimentar esa realidad posicional en la vida práctica, usted debe aplicar la armadura
del cristiano diariamente. Y esa es la razón por la que estamos viendo Efesios 6:10 al 17. ¿Cómo es
que un cristiano hecha a mano de esto diariamente? ¿Cómo es que entramos en el gozo y en el
regocijo? ¿Cómo entramos en este tipo de experiencia como en ese entonces, cuando Israel ganó
la gran victoria? ¿Cómo conocemos el mismo gozo, la misma emoción, la misma bendición de que
la batalla sea peleada por el Señor? ¿Cómo podemos estar enriquecidos por el botín ganado?
Bueno, la clave está aquí. Regresemos entonces a Efesios 6 y descubrámoslo. Vemos aquí seis
partes de la armadura para el cristiano. Mientras que las tengamos puestas, conoceremos la victoria
y el botín que viene para los súper conquistadores. En primer lugar, en el versículo 14, “habiendo
ceñido vuestros lomos con la Verdad.” A esto lo llamamos el cinto de la veracidad y le hemos dicho
que esto significa compromiso, significa estar listos, significa preparación. En otras palabras, si
vamos a pelear contra Satanás, si vamos a estar en la guerra, tenemos que reconocer que tenemos
un enemigo muy fuerte, muy poderoso. Tenemos un enemigo real y tenemos que estar listos.
Tenemos que ceñir nuestros lomos, un símbolo de preparación. Lo vemos en muchas de las
ilustraciones de la cultura hebrea en la historia, en donde ceñían sus lomos para moverse durante
un viaje. Y entonces, un soldado tenía que estar listo para la batalla. Ciñendo sus lomos,
preparándose para la batalla.
En segundo lugar, estamos viviendo una vida justa, santa. Lo tercero, y esto es lo que vimos la
semana pasada, debemos tener puestos el calzado de la preparación del Evangelio de la paz.
Nuestros pies deben estar cubiertos con el Evangelio de la paz. Le dije que los romanos tenían
botas o semi botas, una especie de sandalia, que tenían una especie de metal que salía por la
suela, una serie de clavos. Y ellos estaban de pie firme. Y vemos que el calzado que nos hace estar
firmes contra Satanás está realmente hecho del Evangelio de la paz. Esto es las buenas noticias de
que estamos en paz con Dios. Y Él está de nuestro lado. Y podemos estar de pie en Sus recursos.
Lo mismo que le permitió a Pedro tomar una espada y comenzar a pelear contra el ejército romano
entero en el huerto, porque él sabía que Jesús estaba a su lado. Y si él se metía en problemas, con
una palabra Jesús podía derribarlos a todos. Y entonces, como cristianos, estamos firmes con la
confianza de que Dios está de nuestro lado.
Pero para esta mañana, quiero que pasemos a la siguiente parte de la armadura. Y simplemente
vamos a hablar de una, el escudo de la fe. Observe el versículo 16, el escudo de la fe. “Sobre todo,
tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.”
Ahora, sea lo que sea este escudo de la fe, es suficiente, porque apaga todos los dardos de fuego
del maligno. Esa es una afirmación bastante amplia. Es suficiente para la totalidad de la necesidad.
Ahora, hay varios tipos de escudos usados por diferentes partes del ejército en tiempos romanos
dependiendo de lo que usted estaba haciendo, en lo que usted estaba involucrado. Pero sobresalen
dos: el primero es uno redondo, más bien pequeño. Una especie de frisbi o disco grande que estaba
hecho en esa forma y era curvo en las orillas. Se amarraba con dos tiras, normalmente, al
antebrazo, al brazo izquierdo del soldado. Debía ser muy liviano para que pudiera ser cargado
cuando un soldado era un soldado que se movía a pie. Y lo usaban para poder detener los golpes
en el combate mano a mano. En la mano derecha, había una espada y según el versículo 17, de la
espada es una machaira, la cual es una palabra griega que significa daga, una espada corta.
Y ellos se metían en un combate mano a mano, en una mano estaba esta pequeña espada con la
que estaban peleando y en la otra estaban cargando para poder detener los ataques del adversario
con este escudo. Esa no es la palabra que se usa aquí, la palabra usada aquí es thureon y se
refiere a un escudo totalmente diferente. Thureon es un escudo que era de 80 cm de ancho por 1.40
metros de alto. Era un pedazo de madera grande, ancho, grueso. Estaba cubierto por la parte de
afuera con metal y algunas veces inclusive con piel, muy grueso, de tal manera que cuando eran
disparadas las flechas, las flechas con fuego, le pegaban a ese metal y caían o entraban a la piel; y
la piel tenía aceite, estaba tratada de tal manera que apagaba la flecha con fuego. Pero era un
pedazo de madera enorme realmente de 80 cm por 1.40 metros. Y si usted recuerda, en esa época
la gente era mucho más baja de estatura de lo que es en la actualidad. Inclusive en la época de la
historia de Inglaterra y Escocia, y estuvimos ahí hace poco tiempo atrás viendo algunas armaduras,
y si usted ha ido a la torre de Londres, usted ve lo mismo. Usted ve la armadura que ellos usaban y
se pregunta cómo se podían haber metido en esto. Los únicos que podían haber entrado en eso
eran sus hijos de edad de preparatoria o secundaria, eran tan pequeñas. Eran personas muy bajas
de estatura. Y un escudo de 1,40 por 80 le habría dado protección total. Usted, simplemente lo fija
en el suelo y se coloca detrás de él. Para eso era usado. Era diseñado para proveer protección total.
Ahora, cuando peleaba el ejército romano, normalmente ésta era la estrategia de batalla que
seguían si era una batalla importante. Había una fila larga de estos soldados en la parte del frente
de las tropas con estos escudos. Detrás de ellos, estaban todos los soldados con flechas y espadas
y todo lo demás. Y conforme avanzaban, llegaban al enemigo. Colocaban estos escudos lado a
lado, creando una especie de muro de protección enorme y detrás de ese muro, los arqueros
disparaban sus flechas y salían volando, y poco a poco, esa muralla iba avanzando más y más
cerca. Y finalmente, entraban en combate mano a mano, con frecuencia.
Pero eso era lo que pasaba. Y los hombres que estaban en la parte del frente proveían el muro,
realmente, esa era la línea frontal del ejército. Y ellos protegían a esos soldados contra las flechas
que disparaban. Y claro, una vez que llegaba toda esa ola de flechas, esos eran los hombres que
tenían la mayor protección. Ahora, eso también es el caso inclusive con las tropas que estaban
detrás. Había algunos que también llevaban estos escudos para protegerse a sí mismos. Pero usted
se puede imaginar que, si no tenía un escudo como ese, de pronto llegaba una ola, una lluvia de
flechas que venía detrás de la fila del enemigo y no era posible que usted pudiera repelerlas. Pero
usted podía colocarse detrás de su escudo y ser protegido. Y entonces, esta es una profesión doble,
una protección doble.
Ahora, escúcheme: usted notará que comienza en el versículo 16 con las palabras “sobre todo.” No
significa que es lo más importante, ése no es el énfasis. No está hablando del tema de importancia;
ése no es un punto con el que se trata en esta sección de la armadura del cristiano. De hecho, le
dije antes que no hay nada aquí que se diga acerca de qué es más importante. Son todas
esenciales, inclusive hay un solapamiento. Pero él está diciendo encima de todo lo demás, tiene su
cinto, tiene su coraza, tiene su calzado ahora, además de eso, encima de todo eso, y, por cierto,
encima de eso se refiere no sólo al escudo sino, a las últimas tres partes de la armadura. “Sobre
todo,” dice, “tomando el escudo de la fe,” y después en el versículo 17, “y tomad el yelmo de la
salvación y la espada del Espíritu.”
Ahora observe y le voy a mostrar un pensamiento muy importante: “el sobretodo” introduce los tres
elementos que quedan. E inclusive hay una distinción en los verbos para mostrar que hay una
diferencia. Usted tiene en el versículo 14 el verbo “teniendo” como teniendo sus lomos, teniendo sus
pies, teniendo la coraza; y la idea del verbo en el griego es que esto es algo que es permanente.
Esto es lo que usted trae puesto. Esto es algo permanente, una preparación a largo plazo.
Por ejemplo, estaban ahí en la batalla. Y un soldado iba y descansaba, pero no se quitaba su
coraza, no se quitaba su cinto, ni su calzado. Eso simplemente está siempre ahí. Lo tenían puesto
todo el tiempo. Pero cuando la batalla arreciaba, el versículo 16, indica que él tomaba su escudo,
versículo 17, él tomaba su yelmo o su casco y su espada. Entonces, los primeros tres elementos
son para preparación a largo plazo. Los últimos tres son para preparación inmediata. Esto realmente
es lo que usted debe tomar cuando arrecia la batalla.
Ahora, claro, si usted está comprometido, usted trae el cinto puesto y tiene santidad absoluta en su
vida. Y su coraza está puesta y usted tiene con confianza en el poder de Dios, usted está de pie con
sus pies calzados con la preparación del Evangelio de la paz. Esto parecería ser suficiente y
realmente lo es. Nada más que el resto es en cierta manera una protección doble y es útil para
cuando la batalla realmente enardece, cuando se vuelve más intensa.
Ahora, el resto usted lo trae puesto todo el tiempo. Y un creyente no debe tener que volverse a
comprometer. Me acuerdo conforme crecía, y tantas veces asistía a conferencias y decían tantas
veces: “vamos a tener una re dedicación. Queremos que todos re dediquen su vida.” Fui a una
escuela donde solían hacer eso todo el tiempo. Teníamos reuniones mes, tras mes, tras mes.
Alguien venía y les hablaba a los alumnos cristianos y llamaba para un re compromiso y re
dedicación y una re consagración y las mismas personas atravesaban por lo mismo siempre y
siempre haciéndolo.
Bueno, el punto es que simplemente regresaban a los tres puntos básicos. Ellos regresaban al
compromiso, a la justicia y a la confianza en el poder de Dios, lo cual es algo que debieron haber
tenido con ellos todo el tiempo, ¿se da cuenta? Pero cuando las flechas comienzan a volar, en una
fuerza masiva, entonces debe tener el escudo de la fe. Entonces, se coloca el casco de la salvación.
Y entonces, toma la espada del Espíritu. Es algo así como ver a un jugador de béisbol que se sienta
en la banca. Y cuando se va a sentar en la banca no se quita el uniforme. Continúa con el uniforme
puesto. Sigue con las protecciones puestas. Probablemente, también tiene puestas las rodilleras. Él
también trae puestos su calzado especial. Pero cuando llega el momento de batallar, él se pone el
casco y él toma el bate. ¿Por qué? Porque él ha estado preparado, pero ahora toma sus armas de
esta guerra para la batalla.
¿Sabe una cosa? Dios está ocupado en proteger doblemente a Sus hijos. Habría sido suficiente
tener confianza en el poder de Dios con el calzado apropiado. Habría sido suficiente el tener la
coraza de justicia, habría sido suficiente el tener el cinto del compromiso, pero Dios nos da una
protección doble, lo cual es tan maravilloso y es como Él.
Estaba pensando en Juan 10, en donde dice que nuestras vidas están en la mano de Cristo. Somos
Sus ovejas y Él nos ha colocado en las manos del Padre y nadie nos puede sacar de ahí. Entonces,
usted tiene a Dios y a Cristo, ambos aferrándose al creyente, ambos asegurando al creyente,
escondiéndonos juntos. Y entonces, este sentido doble de protección no es raro en la manera de
pensar de Dios.
Y así también el soldado cristiano tiene una protección doble del enemigo. Cuando la batalla se
vuelve más intensa, y las flechas comienzan a volar, él toma el escudo de la fe. Ahora, ¿para qué
es? Versículo 16: “con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.”
Entonces, le digo una cosa: sea lo que sea, va a cumplir con lo que tiene que hacer, ¿verdad? Sea
lo que sea el escudo de la fe es suficiente. Usted inclusive podría decir que es la única parte de la
armadura que usted necesita. Así de amplio es, pero es una protección doble. Todos los dardos de
fuego son apagados.
Ahora, ¿de dónde vienen? Al final del versículo 16 usted ve ‘el maligno’, en algunas versiones, el
griego es el maligno. El maligno, quien es Satanás. El maligno, literalmente ponēros, significa el
malo, el vil, el miserable. Satanás está disparando y utilizando sus demonios para disparar todos
estos dardos de fuego. Y estamos apagándolos con el escudo de la fe.
Ahora, quiero que note ese término “el maligno” o “el malo” nos recuerda que esta batalla no es
contra una filosofía. Es contra un ser personal. Ayer, en el periódico L.A. Times, había un artículo
escrito por John Dart evaluando un nuevo libro escrito por un hombre llamado Jewett quien está
diciendo que todas estas personas que están hablando de la venida de Jesucristo están realmente
representando de manera equivocada la Biblia y representando de manera equivocada la Verdad. Él
ha escrito un libro para atacar todo eso. Y una de las cosas que dice en el libro es que realmente no
hay un diablo real. Eso no es verdad. ¿Por qué? Lo tenemos aquí al maligno en el versículo 11. El
diablo ya ha sido mencionado. No hay duda acerca de esto. Él es la fuente. No estamos hablando
de algo abstracto, impersonal. Cuando los jóvenes salen, como los nuestros anoche, a manifestarse
en contra de un lugar de inmoralidad vil, no están peleando contra una filosofía, están peleando
contra un ser. Cuando usted y yo escribimos cartas para detener los derechos de los homosexuales,
cuando escribimos cartas para detener el aborto, no estamos peleando contra algún tipo de
abstracción filosófica, impersonal. Estamos peleando en contra del diablo y sus demonios, quienes
están involucrados de manera activa en un ataque agresivo en contra de la verdad de Dios y la
persona de Dios y el pueblo de Dios.
Y entonces, eso es lo que Pablo ve aquí. Esto apaga los dardos de fuego del maligno. Ahora,
necesitamos preguntarnos qué son los dardos de fuego. Qué es lo que estamos tratando de
detener. Bueno, en la batalla de esos días, los arqueros sacaban sus flechas y les colocaban un
material, alguna bola de algodón o algo semejante en la punta que era mojada en una cierta
sustancia y se quemaba de manera lenta, pero muy caliente. Y metían eso en esa sustancia y antes
de que dispararan la flecha, la encendían. Y cuando llegaba a su blanco, salpicaba esta sustancia y
prendía con pequeños incendios la ropa del soldado o en donde había caído, y lo quemaba. Quizás,
fuera cual fuere el objetivo que tenían en vista, si estaba hecho de madera. Y entonces, esto es lo
que estaba en la mente de Pablo; y al tener este escudo cubierto de metal o de la piel que extinguía
estos dardos, podría haber protección.
Ahora, ¿qué son los dardos de fuego de Satanás? Bueno, es simple, ¿no es cierto? Son tentaciones
seductoras, engañosas, eso es todo. Él simplemente se está refiriendo a tentación. Satanás dispara
flechas de impureza, flechas de egoísmo, duda, temor, desánimo, lujuria, avaricia, vanidad, todo se
reduce a los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida. Él bombardea
literalmente al creyente con las flechas, los dardos de fuego de la tentación engañosa para motivar
en nosotros respuestas malas, que no agradan a Cristo, que son impías. Y la única defensa que
tenemos en este punto, dice Pablo, es el escudo de la fe. Porque algunas veces simplemente llueve
tentación. Vivimos en un mundo en donde realmente así es. Realmente, todo nuestro alrededor. Y
debemos tener el escudo de la fe.
Ahora, ¿qué quiere decir con el escudo de la fe? Entendemos el retrato romano y tenemos el retrato
del ejército y las fechas que están volando por todos lados. ¿Por qué la fe es un escudo contra la
tentación? ¿Cómo es que la fe apaga las flechas? ¿Cómo es que la fe asegura la victoria?
Bueno, en primer lugar, permítame decir que el término fe se refiere a creer en Dios. Y esa es la
médula, el meollo, de la fe cristiana. Ese es el fondo de todo lo que creemos. Todo a lo que nos
aferramos. Todo aquello en lo que confiamos. El todo del cristianismo es un acto de creer que Dios
es y que Él es galardonador de los que le buscan. Creer que Él escribió la Biblia, creer que Cristo es
Dios, creer que Él murió, creer que Él resucitó, creer que Él va a regresar. Creer que por creer
podemos entrar en Su Reino. Todo. Esa es la razón por la que Habacuc 2:4 dice: “el justo por la fe
vivirá.” Romanos 1:17 dice: “el justo por la fe vivirá.” Gálatas 3:11: “el justo por la fe vivirá.” Hebreos
10, “el justo por la fe vivirá.”
Ahora, cuando Dios dice algo tantas veces, usted entiende el mensaje. El justo por la fe vivirá. La fe
es nuestra vida. Es cuestión de creer en Dios. Ahora, toda persona vive por algo, toda persona tiene
fe en algo. Se mete en su auto, y tiene fe que lo llevará a donde usted quiera ir sin que explote.
Muchas personas se suben a un avión de American Airlines con la confianza que terminarán en Los
Ángeles. Una dama dijo: “tengo que llegar a Los Ángeles, tengo que llegar a Los Ángeles, tengo que
llegar a Los Ángeles.” Un hombre le cedió su asiento. Ella tenía toda la fe del mundo. No sólo
estamos hablando de eso, como el hombre en el anuncio de la revista. Ellos tenían esta máquina
enorme que movía la tierra, esa cosa enorme y el hombre se para ahí con sus brazos cruzados de
este modo y dice: “lo llamó fe porque puede mover montañas.” Bueno, usted puede tener en esa fe
en una máquina. Usted puede tener fe en un avión.
Siempre me acuerdo de leer en el Reader’s Digest acerca de la gente que tomó el agua en la ciudad
de Kansas. Les llegaba por medio de algún tipo de sistema de tubería que salía de un tanque de
reserva enorme. Y lo que fue fascinante de todo esto es que vaciaron el tanque de reserva y
después, construyeron otro sistema. Y encontraron todo tipo de animales muertos en el fondo del
tanque de reserva. Y a todo el mundo le dio disentería retroactiva. Una cosa es vivir por fe, pero
más vale que su fe esté en lo correcto. Oliver Wendell Holmes con el pecho en alto dijo un día - y
todo el mundo pensó que fue una gran afirmación - él dijo: “es fe en algo que hace que la vida valga
la pena ser vivida.” ¿Fe en algo? No es fe en algo.
Un pequeño niño que jugaba en las ligas menores le dijo a su mamá, “creo que vamos a perder el
juego de hoy.” Ella dijo: “no, no hijo. Piensa de manera positiva.” “Muy bien, yo estoy seguro de que
vamos a perder el juego hoy.” La fe tiene que ser algo en lo que vale la pena creer. ¿Qué es fe? La
fe es creer en Dios. Ahora escuche esto: “creer en Dios.” Y todo dardo de fuego que Satanás jamás
disparó fue una mentira, ¿verdad? Y si usted la creyó y yo la creí, le creímos a él y no a Dios.
Cuando el gran misionero John Payton estaba traduciendo las Escrituras para la gente de las islas
del mar del Sur, descubrió que no había una palabra en su vocabulario para creer. No había una
palabra en su vocabulario para confiar o tener fe. Él no tenía idea de cómo podría expresársela a
ellos debido a que no tenían palabra para expresarla. Un día, conforme él estaba traduciendo en su
pequeña choza, una persona del lugar entró corriendo, llegó corriendo rápidamente y entró
corriendo por las escaleras y entró corriendo al estudio de Payton. Y Payton estaba en una silla. Y le
dijo a Payton: “me da tanto gusto descansar mi peso entero en esta silla.” Y John Payton dijo: “tuve
mi palabra; la fe es descansar su peso entero en Dios.” Eso se volvió la palabra que entró en la
traducción de su Nuevo Testamento que llevó a esa civilización entera de personas a Cristo.
Creer es colocar su peso entero en Dios. Es decir, si Dios lo dijo, es verdad y lo voy a creer. Ahora,
¿cómo es que esto opera en la tentación? Permítame mostrárselo. Dios llega al huerto del Edén.
Crea un ambiente perfecto, crea a un hombre y una mujer perfectos. Perfectos en el sentido de que
no tenían pecado, no en el sentido de una perfección que habían alcanzado, sin ser probados. Y ahí
están. Y ahora, aquí viene Satanás disfrazado como una serpiente y ¿qué es lo que él dice?
“¿Conque Dios ha dicho?” Y después, él dice: “¿sabes una cosa?, Dios no quiere que conozcas el
bien y el mal porque serás como Él. Y a Él no le gusta la competencia. No puedes confiar en Dios
porque Él tiene motivos que no te quiere revelar. No siempre puedes creer exactamente lo que Él
cree.” Satanás estaba tentándolos a dudar en Dios y creerle. Eva fue una necia, ella le creyó al
diablo y usted sabe lo que pasó. Toda tentación que jamás llegó a su vida, llegó con la frase
“créeme a mí, no a Dios.”
Bueno, usted llega al Nuevo Testamento, el gran pasaje de la tentación está en Mateo 4. Y Lucas 4,
la tentación de Jesucristo. Cristo ha estado ayudando durante 40 días y 40 noches, fue llevado al
desierto por el Espíritu de Dios conforme Dios lo preparó para su ministerio.
Al final de ese tiempo, Satanás se acerca para tentarlo. ¿Y cómo es que lo tienta? Él lo tienta a no
creer a Dios. Lo mismo. “No le creas a Dios, créeme a mí.” Y este es el enfoque: “toma estas
piedras y conviértelas en pan.” Ahora, no hay nada de malo en hacer esto. Si usted es el Hijo de
Dios, usted puede ser hacer que las piedras se conviertan en pan. No es algo moral. Algunas
personas dicen que el pecado estuvo en comer el pan. No es pecado comer pan. Si es verdad,
entonces todos somos pecadores. La mayoría de ustedes lo comió para desayunar. Ese no es el
punto. No hay pecado alguno en comer pan y no hay pecado en hacer un milagro si usted resulta
ser Dios. Aquí está el enfoque: Satanás le estaba diciendo: “oye, ¿cuál es el problema? Cuarenta
días en el desierto sin nada que comer, cuarenta días aquí afuera en esta devastación olvidada por
Dios, cuarenta días aquí afuera, ¿qué es lo que Dios ha hecho? ¿Te ha abandonado? Porque Dios
dijo que cuidaría de Ti, Dios dijo que Te sustentaría, Dios dijo que proveería para Tu necesidad. Y
Tú eres el Hijo de Dios, ¿qué está pasando? Disfruta de algo de satisfacción, no puedes esperar a
Dios. Él Te ha olvidado.” Como puede ver, fue una tentación para desconfiar de Dios. Una tentación
para no creerle a Dios. Una tentación para tomar las cosas en sus propias manos.
Y después, Satanás le dijo: “mira, ¿acaso Dios no prometió hacerte el Mesías? ¿Acaso Dios no
prometió que toda rodilla se postraría ante Ti? ¿Acaso Dios no prometió que Tú serías el Rey y
todas estas cosas? ¿Acaso Dios no Te prometió adoración, besar al Hijo y todas esas cosas?
¿Dónde está? Mira dónde estás aquí afuera, ven conmigo. Y vamos a ir al templo. Y Te vas a
arrojar y van a decir: “¡Guau!, Éste es el Mesías.” Vas a encontrar a todas las cosas que has estado
buscando.”
“Y, por cierto, ¿acaso Dios no Te dijo que Él Te daría todos los reinos del mundo? No estás muy
bien, no tienes ninguno de ellos. Ven aquí conmigo y yo te lo voy a dar a Ti.” En otras palabras, no
le creas a Dios. Él no guarda Su palabra. Él no te dio todo, Él no te dijo la verdad; créeme a mí;
hazlo a mi manera.
Y así es como toda tentación viene a todo creyente cada vez que la enfrenta. Satanás viene y dice
“Oh, sí, yo sé que la Biblia dice que no debes tener relaciones sexuales con alguien afuera del
matrimonio. Pero es divertido.” Es como la revista Cristianismo Hoy, tuvo un artículo en donde
entrevistaron a gente cristiana. Un hombre que había tenido más de 50 encuentros sexuales y no
estaba casado dijo: “Dios hizo todo bueno y el sexo es parte de eso.” ¿A quién le está creyendo él?
Él no le está creyendo a Dios. Él está creyendo las mentiras de Satanás. Cada vez que usted peca,
usted ha creído la mentira de Satanás. Cada vez que usted peca.
Algunas personas dicen: “bueno, yo sé que la Biblia dice que sólo debe casarme con un cristiano y
él no es cristiano, pero oh, tenemos esta relación tan maravillosa. El Señor va a hacer que esto
funcione. Todos estamos orando por él. ¿Y sabe una cosa?, después de todo, el Señor es un Dios
de gracia.” ¿Y sabe usted lo que ha hecho? Dios dice: “no lo hagas.” Satanás dice: “hazlo, hablo,
hazlo.” ¿A quién le creyó usted? A Satanás. A Satanás. Dios dice: “no leas eso. No leas esta
corrupción enfrente de ti. No leas esa revista sucia. No vayas a ver esa película sucia. No hagas
trampa en tus impuestos. No hagas eso en la oficina que está mal. No deduzcas ese gasto que
realmente no tienes en tus expensas. No hagas eso.”
Satanás dice: “hacerlo, hazlo. Vas a tener un poco más de dinero, vas a tener un poco más de
emoción.” ¿A quién le cree usted cuando peca? Usted le cree al diablo. Es la conclusión, es tan
simple. Cuando usted peca, usted le cree a Satanás. Cuando usted obedece, usted le cree a Dios.
Ésa es la conclusión. Y el escudo es la protección doble. “Yo le creeré a Dios,” dijo Cristo. Vete,
Satanás. Dios me alimentará cuando Él esté listo y Dios me ungirá como Mesías cuando Él esté
listo y Dios me dará los Reinos del mundo cuando Él esté listo, en Sus términos. No te voy a creer a
Ti.”
En Primera de Juan 5:10 dice: “si dudas de Dios, haces de Dios un mentiroso. ¿Es Dios un
mentiroso? Tito 1:2: “Dios, que no puede mentir.” Dios no está mintiendo. Y, sin embargo, cada vez
que usted peca, usted es lo suficientemente torpe como para creerle a Satanás y yo también. Y
hemos sido engañados otra vez. “Oh, yo sé que debo darle esto al Señor. Esto es lo que debo dar al
Señor, pero hombre, quiero comprar esto y quiero hacer esto y quiero ahorrar para lo otro.” Y
entonces, hacemos lo que pensamos que vamos a ganar al hacerlo. Y al hacerlo, estamos haciendo
a Dios en cierta manera a un lado. Lo colocamos en una esquina, todo va a funcionar, todo va a salir
bien, usted sabe. Y lo que hemos hecho es perder la oportunidad de creer en Dios, ¿se da cuenta?
Simplemente nos engañamos a nosotros mismos.
Dios está ahí con Sus manos abiertas y dice: “si tú me pides pan, ¿yo te voy a dar una piedra? No.
Quiero abrir las ventanas del cielo y derramar bendición, tanta que no puedas contenerla.” ¿Quiero
devolvértelo apretado, remecido? “Quiero bendecirte con toda bendición espiritual en los lugares
celestiales. Quiero hacer mucho más abundantemente de lo que puedes creer o pensar. Quiero
darte toda buena dádiva y todo don perfecto que desciende de lo alto, del Padre de las luces en
quien no hay mudanza ni sombra de variación. Quiero descargar toda esta sustancia del cielo sobre
ti mientras que vivas. Sí, quiero. ¿Y me vas a creer y me vas a obedecer para que pueda hacerlo?”
Satanás viene y dice: “hazlo a mi manera y te va a gustar. Va a ser divertido. Te va a satisfacer. Vas
a tener…” Es una mentira. Él es un mentiroso, Juan 8:44, el padre de mentiras. Y él siempre viene
con una intención de mentira.
Cuando usted peca, usted está diciendo: “realmente no creo que Dios sabe lo que es mejor,
Satanás sabe lo que es mejor.” ¿Usted cree en eso? No. Decimos: “oh, mi Dios suplirá todo lo que
os falta conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.” Y todos decimos: “amén, hermano,
predíquelo.” Suplirá todas tus necesidades conforme a Sus riquezas en Cristo Jesús, no hay duda al
respecto. Y después, perdemos el trabajo: “oh, Dios, ¿qué estás haciéndome? Oh…” ¿Lo ve?
Desesperación, “el Señor nos ha dejado,” ¿lo ve? Si sabemos que la Biblia dice “nunca he visto al
pueblo de Dios pidiendo pan,” oh, sí, “busca primeramente el Reino de Dios y su justicia y todas
estas cosas ser añadidas.” Y andamos por la vida buscando todas las cosas que deben ser
añadidas y perdiéndonos el Reino de Dios. Como puede ver, usted no puede andar simplemente
por todos lados diciendo ‘creo en Dios, tengo fe en Dios, el justo por la fe vivirá y después,’ hace lo
que quiere.
Proverbios 8:34 dice: “bienaventurado el hombre que oye Mi palabra y la guarda.” ¿Quiere ser feliz?
Obedezca. Jeremías 15:16, Jeremías estaba viviendo en el medio de una sociedad en donde nadie
escuchaba a Dios, absolutamente nadie. Y, sin embargo, él dijo: “fueron halladas Tus palabras y yo
las comí y Tu palabra me fue por gozo, por alegría en mi corazón.” El Salmo 119 desde el principio
al fin dice cuán maravilloso es obedecer la Palabra de Dios. Apocalipsis 1:3 dice: “bienaventurado
es el hombre que lee esto y lo guarda.” Primera de Juan 1:4: “estas cosas os he escrito para que
vuestro gozo sea cumplido.”
Si usted quiere gozo y bendición abundantes, obedezca la Palabra. Si usted quiere que su corazón
arda como ardió en aquellos que andaban en el camino a Emaús, entonces deje que la Palabra
eche raíces en su vida. Satanás viene y dice: “no creas en Dios, diviértete. No creas en Dios, haz lo
que pienses que es correcto.” Y cada vez que usted peca, usted le cree al diablo. Es bastante torpe,
¿no es cierto? Pero seguimos haciéndolo. ¿Y sabe una cosa?, lo odio tanto que no quiero pecar,
porque ni siquiera quiero darle tanta satisfacción a él, mucho menos perder la bendición de Dios.
Entonces, la única manera de apagar los dardos de fuego de Satanás es creer en Dios. La Biblia
dice: “Abraham creyó en Dios y le fue contado por justicia.” ¿A quién le cree usted? Abraham le
creyó a Dios. ¿A quién le cree usted? ¿Le cree a Dios? Segunda de Corintios 1:24 dice: “por la fe
estáis firmes.” Es correcto, es el escudo que nos hace estar firmes. Fe en Dios. Créale a Dios y
estará firme. Proverbios 30, versículo 5, oh, es una gran afirmación, “toda palabra de Dios es limpia;
Él es escudo a los que en Él esperan, o confían en Él. No añadas a Sus palabras, para que no te
reprenda y seas hallado mentiroso.”
En otras palabras, lo que Dios dijo es verdad. Si usted lo cree y lo obedece, será un escudo. Si
usted lo altera, sufrirá, ¿se da cuenta? Satanás viene y dice: “Oh, bueno, yo sé que Dios dijo eso,
pero permítame añadir esto...” No. No. “Él es escudo a los que en Él esperan.”
Y después, en el Salmo 12, versículo 6, usted tiene una palabra parecida: “las palabras de Jehová
son puras, como plata probada en horno de fuego, purificadas siete veces.” En el Salmo 18,
versículo 30, encontramos esto: en cuanto a Dios, Su camino es perfecto. Probada es la palabra de
Jehová; Él es escudo a los que en Él esperan.” Mientras que usted cree en Dios, su escudo está
levantado. Espero que usted entienda esto, es así de simple. Satanás miente, usted cree su mentira
y usted baja el escudo. Usted lo entiende. Confíe en Dios en todo. Primera de Juan 5:4: “ésta es la
victoria que venció al mundo, nuestra fe.”
¡Oh, es correcto! Ganamos cuando le creemos a Dios, ganamos cuando confiamos en Dios. Y usted
puede enfrentar dudas, y ansiedades, y temores, y preocupaciones, y problemas, y luchas, y
tribulaciones, y aflicción y persecución. Mientras que usted crea en Dios, conforme usted crea en Su
provisión, usted cree en Su Palabra, usted cree en Su poder, usted cree en Su promesa. Eso no
tiene que ser un punto de pérdida. Puede ser un punto de fortaleza, un punto de ganancia.
En 1 Pedro 5:8 y 9, un versículo al que nos hemos referido muchas veces en este estudio, Pedro
dice: “sed sobrios y velad porque vuestro adversario, el diablo, anda como león rugiente buscando a
quién devorar,” ahora escuche esto, “al cual resistid firmes en la fe.” Firmes en la fe. Usted resiste al
diablo al creerle a Dios.
Pero entre más lo conoce usted, más confiará en Él, más le creerá. Génesis 15:1, Dios dijo: “no
temas Abraham, Yo soy tu escudo.” ¿No es eso maravilloso? Yo soy tu escudo. Salmo 46: Dios es
nuestro refugio y nuestra fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Proverbios dice: “torre
fuerte es el nombre de Jehová, a Él correrá el justo y será levantado.” Salmo 84 dice: “Jehová Dios
es un escudo.” Él está de su lado y Él quiere bendecirlo y Él quiere darle victoria sobre Satanás,
pero tiene que creerle y hacerlo a Su manera. Guarde Su Palabra y obedézcala.
Entonces, estamos listos para la batalla, el cinto del compromiso, la coraza de la justicia, el calzado
de la confianza de que Dios está de nuestro lado y después, cuando la batalla comienza, tomamos
el escudo, lo levantamos y apagamos los dardos de fuego de la tentación al confiar en Dios de
manera implícita.
Amados, no hay razón, no hay razón para perder la batalla, en absoluto, porque en últimas, la
guerra es nuestra. Romanos 8, somos más que vencedores; ése es el panorama total, no hay
sentido alguno en perder a lo largo del proceso. Si tenemos puesta la armadura, ganaremos.
Oremos juntos. Conforme oramos, quiero usar una oración, una oración de un puritano antiguo,
quien expresó lo que está en mi corazón. Ore conmigo.
Oh Dios, Te bendigo porque el asunto de la batalla es entre Tú y Satanás y nunca ha sido incierto. Y
al final, terminará en victoria. Te doy gracias porque el calvario rompió la cabeza del dragón y lucho
contra un enemigo derrotado, quien, con toda su sutileza y fortaleza, ya ha sido vencido. Cuando
sienta a la serpiente en mi talón, que recuerde a Aquel cuyo talón fue herido, pero quien cuando fue
herido, rompió la cabeza del diablo. Mi alma con gozo interno exalta al conquistador poderoso.
Cúrame, oh Dios, de cualquier herida recibida en el gran conflicto. Si he recogido inmundicia, si mi
fe ha sufrido daño, si mi esperanza es menos que brillante, si mi amor no es ardiente, si alguna
comodidad terrenal ocupa mi corazón, si mi alma se hunde bajo la presión de la pelea, oh Tú, cuya
toda promesa es bálsamo, cuyo todo toque es vida, acerca a Ti al guerrero cansado.
Refréscame, oh Señor, para que pueda volverme a levantar a luchar en la batalla y nunca cansarme
hasta que mi enemigo sea aplastado. Dame tal comunión contigo que pueda derrotar a Satanás, a
la incredulidad, a la carne, al mundo, con el deleite que viene no de una criatura y aquello que una
criatura no puede manchar. Oh Señor, dame una bebida de la fuente eterna que yace en Tu amor
eterno e inmutable; y entonces, mi mano nunca se debilitará, mis pies nunca tropezarán, mi espada
nunca se oxidará, mi casco nunca se sacudirá, mi coraza nunca caerá. Mi fortaleza siempre
descansará en el poder de Tu fuerza y mi fe me protegerá de toda tentación.
Padre, a esa oración quiere añadirle esto: si hay alguien que está con nosotros en esta mañana que
nunca se ha unido al ejército, ni siquiera conoce al Señor Jesucristo, oh, Dios, que éste sea el día
en el que abren sus corazones a Cristo. Y para aquellos que son cristianos, Señor, que tienen
necesidades tan profundas, que tienen hambre por conocer la victoria, que éste sea el día en el que
se ponen la armadura, para que conozcan esa victoria que Tú les has concedido a todos Tus súper
conquistadores, Tus súper vencedores mediante el Cristo resucitado. En el nombre de Jesús
oramos. Amén.