La Proclamación Del Estado Independiente Haití

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La proclamación del Estado Independiente Haití-Español

En noviembre de 1821 el sector prohaitiano en la frontera norte protagonizó


levantamientos en Dajabón y Monte Cristi, respectivamente dirigidos por
Andrés Amarante y Diego Polanco. Desde meses antes, José Justo de Silva
encabezaba labores tendentes a la unión con Haití tras entrevistarse con
Boyer. Resulta ilustrativa la presencia de Polanco, uno de los principales
hateros de la región, firmante del manifiesto de la Junta de Bondillo. Por lo
visto, sectores dirigentes de la zona fronteriza se inclinaron ante la solución
haitiana, en reacción a la permanente crisis económica y posiblemente con
expectativas en efectos beneficiosos del cambio político. Estos movimientos
pusieron de manifiesto la debilidad de la administración colonial, que
contaba con escasas tropas y no podía obtener refuerzos de las posesiones
españolas cercanas. La conclusión de la dominación española en América se
perfilaba con claridad, circunstancia aprovechada por Boyer para autorizar
las sublevaciones, bajo el manto de que constituían movimientos
espontáneos. No cabe duda de que en las postrimerías de 1821 el hastío ante
la autocracia hispánica y la desatención al país estaba propiciando una
situación revolucionaria. Porciones de la población ponderaban que la fusión
con Haití conllevaría mejorías de la condición social. La abolición de la
esclavitud y de regulaciones exclusivistas en beneficio de la minoría de
blancos constituía un punto central en esa percepción. Sobre todo, debió
incidir el objetivo de que se superara el estado ruinoso en que se encontraba
el país mediante la conexión con el país vecino, entonces menos pobre. Es
lógico que tal perspectiva encontrara mayor asidero en las zonas
occidentales, donde se debían ponderar con más fuerzas las posibilidades
que abriría la apertura del mercado haitiano, sobre todo para la venta de
José Núñez de Cáceres ganado. En ese momento de aguda inconformidad
con España, se puede concluir que algunos sectores obviaron los prejuicios
de diferenciación étnico-nacional, haciendo primar intereses económicos o
reivindicaciones político-sociales que no se veían realizables en otro marco
estatal. En la ciudad de Santo Domingo, en cambio, los núcleos dirigentes
criollos estaban opuestos a una solución que implicase la integración a la
República de Haití, ya que asociaban su poder social con la participación en
las instancias gubernamentales. De nuevo se estaba en presencia de la
sempiterna dualidad entre citadinos de los medios superiores y pobladores
del interior. Como se observa en las páginas de sus periódicos, los primeros
esbozaban un proyecto bastante definido de dominio social, que mantenía
las líneas de separación de los grupos étnicos y sociales. Los segundos
estaban más abiertos a la masa del pueblo y dependían en menor medida del
trabajo esclavo.
Esta dualidad de comportamientos se puso de manifiesto en la respuesta del
círculo dirigido por Núñez de Cáceres ante los levantamientos en el noroeste,
consistente en intentar impedir su expansión por medio del derrocamiento
del régimen español. Este sector no quería perder su cuota de poder,
concretada en la Diputación Provincial, rechazaba situarse en un contexto
estatal dirigido por antiguos esclavos y, a pesar de la orientación liberal de
varios de sus integrantes, procuraba mantener lo más inalteradas posibles las
relaciones sociales. Al mismo tiempo, es probable que algunos de sus
integrantes, animados por consideraciones étnicas, intuyeran conceptos
nacionales incipientes.
Aludiendo al conjunto de componentes culturales que componen el pueblo
nación, Núñez de Cáceres señaló que la diferencia idiomática entre Santo
Domingo y Haití levantaba una barrera más alta que los Pirineos. En esas
condiciones, la declaración de independencia constituía el medio de
salvaguarda de su interés particular, en primer lugar, a través de la
prevención de la fusión con Haití. Lo anterior no significa que la generalidad
de los involucrados en la conspiración independentista de Núñez de Cáceres
obedeciese exactamente a esas consideraciones. Como es usual en un
movimiento político, convergían sectores con propuestas que podían llegar a
planos dispares.
Núñez de Cáceres operó con un sentido que le permitió avanzar en sus
propósitos, ganando adhesiones de sectores variados. De todas maneras, el
movimiento no podía traspasar la condición de la conjura. Núñez de Cáceres
concentró sus esfuerzos en la adhesión del mayor número de integrantes de
la administración pública y, sobre todo, de oficiales de la guarnición y las
milicias. Resultó decisivo el apoyo de Manuel Carvajal, lugarteniente de
Sánchez Ramírez, decepcionado por la indiferencia de la burocracia
metropolitana, quien logró captar a oficiales de influencia; también fue clave
la presencia de Pablo Alí, comandante de las milicias de pardos y morenos,
africano proveniente de Saint Domingue, donde había formado parte del
contingente de Jean François que se había puesto al servicio de la monarquía
española.
Núñez de Cáceres apresuró el pronunciamiento fijado para las navidades y,
sorpresivamente, el 1 de diciembre de 1821 proclamó la fundación del
Estado Independiente de Haití Español, sin encontrar resistencia. En la
madrugada de ese día fue arriada la bandera española e izada la de Gran
Colombia, el estado federado creado por Bolívar. En el texto constitucional
adoptado se estableció que el Estado Independiente de Haití Español (Cassa,
Historia social y económica de la República Dominicana, 2003, pág. 313) José
Núñez de Cáceres fue un político dominicano, quien, a principio del siglo XIX,
ocupó la rectoría de la Universidad Santo Tomás de Aquino (actual
Universidad Autónoma de Santo Domingo) por más de una década. Este
personaje que forma parte de la historia dominicana formaba parte de la
clase dominante. A principios de la segunda década del siglo XIX, Núñez de
Cáceres, decidió enfrentar aquellos sectores de poder que daban sustento al
sistema colonial español en la isla. Inspirado en las ideas emancipadoras del
libertador Simón Bolívar sobre la Gran Colombia, proyecto que consistió en la
confederación de los territorios del continente americano bajo un solo
gobierno. La corona española mantenía un estado descuido a la parte este de
la isla, el gobierno en ese entonces era Sebastián Kindelán. Cáceres preparó y
ejecutó un golpe de estado, proclamando el 1ero. del mes de diciembre de
1821 la independencia del Estado independiente de Haití. Su proyecto
independista fracasó por el hecho de no haber contado con las masas, es
decir, por no haber abolido el sistema esclavista. Además de no recibir el
respaldo de Bolívar.
Inmediatamente se designó una Junta de Gobierno, con Núñez de Cáceres
como ejecutivo, en su condición de presidente. Buena parte de los
integrantes de dicha Junta provenían de la Diputación Provincial, de cuyos
integrantes el único que se negó a apoyar el cambio fue José Basora, un
esclavista que ratificó su fidelidad a España. En los documentos emitidos,
como una proclama firmada por Núñez de Cáceres y un Acta Constitucional,
se enunciaron posturas de carácter liberal, posiblemente como medio de
aglutinar sectores y, en particular, neutralizar a los sublevados en la frontera.
Núñez de Cáceres, conductor intelectual del intento independentista,
relacionaba el pensamiento liberal con las conveniencias del sector criollo
dirigente, por lo que se proponía conservar invariados los componentes de
las relaciones sociales que garantizaban la existencia de los grupos
superiores, aunque articulándolos con intenciones de reformas progresivas.

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