La Narrativa Como Señuelo Publicitario en La Prensa Venezolana.... Emad Aboaasi

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La narrativa como señuelo

publicitario en la prensa
venezolana a finales del
siglo XIX 1

Emad Aboaasi El Nimer


Universidad de los Andes, Venezuela
[email protected]

Recibido: junio de 2014


Aprobado: enero de 2015

Resumen
A unas décadas de fenecer el siglo XIX, algunos publicistas venezolanos, con
la intención de promocionar su mercancía en periódicos de distintas regio-
nes del país, confeccionaron sus anuncios con cualidades narrativas muy si-
milares a las del cuento. De ese modo ingenioso, idearon un nuevo estilo de
hacer literatura bajo el marketing de un “realismo imaginario”, pero con fi-
nes mercantiles. En el presente artículo, se dará cuenta de ello.

Palabras clave: narrativa, publicidad, Venezuela, prensa, siglo XIX.

1
Durante el desarrollo de esta investigación contamos con el financiamiento del Programa de For-
mación de Personal e Intercambio Científico de la Universidad de Los Andes ULA- Mérida, Vene-
zuela.

EL TALLER DE LA HISTORIA, vol. 7, n.º7, 2015, págs. 367-388 Issn: 1657-3633; e-Issn: 2382-4794.
Programa de Historia, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad de Cartagena de Indias, Colombia
368 Emad Aboaasi El Nimer

Narrative as an advertising lure Venezuelan


press in the late nineteenth century
Abstract: A few decades before the end of the nineteenth century, some
Venezuelans advertisers, with the intention of promoting their products in
the newspapers of the different regions of the country, they have produced
their ads likewise to the story narrative qualities. In this ingenious way, they
developed a new style of literature under the marketing of an “imaginary re-
alism”, but for commercial purposes. In this article, you will find it.

Key words: narrative, press, publicity, Venezuela, 19th century

Preámbulo

Durante el siglo XIX venezolano, la prensa fue el principal vehículo para la divulga-
ción de la publicidad comercial. Sus páginas fueron un espacio textual y gráfico que
muchos comerciantes aprovecharon para promocionar los productos habidos en
sus anaqueles, a fin de motorizar sus negocios. Por ende, algunos vendedores, to-
mando en cuenta que la sociedad elitista decimonónica, básicamente, se movía en
función de tres tipos de consumo: la información del discurrir diario, la literatura y
la mercancía; apelaron a su inventiva individual con símbolos del interés colectivo,
y, como excusa de anzuelo mercantil, diseñaron sus avisos mediante la estrategia
de fusionar imaginarios políticos, electorales, bélicos, limítrofes, sísmicos, sociales,
culturales y literarios. Para el caso que nos compete, solo nos referiremos a estos
últimos.

En el presente artículo, nos proponemos estudiar, en primer lugar, la pre-


sencia de formas discursivas peculiares en algunos avisos comerciales de la prensa
venezolana de finales del siglo XIX que patentizan una narrativa fantástica al servi-
cio de las relaciones mercantiles. Pues, ciertos vendedores, de acuerdo a sus nece-
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sidades particulares de venta, recrearon propagandas según su propia imaginación,


utilizando como telón de fondo, el relato como señuelo. Y en segundo lugar, pre-
tendemos demostrar que los cambios culturales ocurridos en el país, en ese enton-
ces, están presentes simbólicamente en dicha publicidad.

Antes de pasar al análisis, debemos advertir que en estas cuartillas serán tra-
zadas las primeras apreciaciones de una investigación que estamos fraguando. Has-
ta ahora, llevamos compilados 140 anuncios de periódicos que circularon en distin-
tas ciudades del país.2 Como muestra representativa de las argumentaciones inicia-
les, solo examinaremos 14 avisos equivalentes al 10% del material recolectado. Sin
más preámbulos, pasemos al estudio.

Narrativa y señuelo publicitario

Desde la segunda mitad del siglo XIX, la propaganda comercial, en la prensa vene-
zolana, empieza a diseñarse según un mosaico de estrategias retóricas, contentivas
de un persuasivo juego de imaginarios,3 que irán perfeccionándose con el curso del
tiempo.4 La inspiración literaria y la información de actualidad serán los principa-
les elementos del ingenio de ciertos anunciantes.5

2De Mérida: El Centinela de la Sierra; de Caracas: La Campaña, La Caricatura, El Artesano, El


Clamor del Pueblo, La Cubana, Ecos de la Opinión y La Causa Liberal; de Boconó: El Avisador; de
Trujillo: El Bien Social; de San Fernando de Apure: La Antorcha; de Maracaibo: El Intruso; de San
Cristóbal: El Traje; y de Tovar: El Esfuerzo. Todos estos rotativos reposan en la colección de perió-
dicos de la Biblioteca Nacional, Biblioteca “Febres Cordero” de Mérida (Venezuela).
3 Hasta ahora, el anuncio de más antigua data que tenemos recogido, inspirado bajo el ingenio del
hecho histórico como señuelo, es: “El 15 de marzo”, publicado en el periódico capitalino El Foro, el
30 de marzo de 1858. Véase: Emad Aboaasi El Nimer, Ideas y Letras durante la Guerra Federal,
Mérida (Venezuela), Vicerrectorado Administrativo de la Universidad de Los Andes, 2011, capítulo
IV, pp.164-165.
4 Esto se mantiene hasta bien entrado el siglo XX.
5Para ampliar más sobre este tópico, consúltese: Emad Aboaasi El Nimer, “Publicidad y Guerra
Federal (1858-1863)”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia, tomo LXXXVII, n.°348,
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Unos años después, se inicia en el país un viraje cultural. Específicamente, a


partir de 1870, cuando el Presidente de ese momento, el General Antonio Guzmán
Blanco, conocido como el “Ilustre Americano”, impulsa el proyecto modernizador y
civilizador, mediante el cual despliega una serie de cambios, entre los que destaca
el patrocinio de las letras. No en balde, organizó concursos literarios y pictóricos,
financió publicaciones de libros6 y obras de arte, promovió diseños refinados en la
reconstrucción de los espacios públicos, creó toda una idealidad que abogaba por el
orden y el progreso nacional, como modelo de adelanto. Lo que se tradujo en que el
Estado pasó a ser una especie de gran mecenas, sobre todo, de quienes se plegaron
a la medida de los caprichos y exigencias artísticas del “Ilustre Americano”.7 Todo
esto motivó a la creación de nuevas representaciones del entramado social y de las
fisonomías propias de la identidad de la nación, propagando así, nuevos estilos de
vida adosados a un acontecer cultural regido por la literatura.8

Ante este escenario, la publicidad no se hizo ajena al proceso modernizador.


Más bien, fue su punta de lanza. Para estar a tono con los cambios, se nutrió con

Caracas, octubre – diciembre de 2004, pp. 93-101; “La publicidad en la Guerra Federal”, en El
desafío de la historia, año 2, n.°2, revista 8, Caracas, pp.60-62; “Sismos de publicidad en Mérida
(1894)”, en Boletín de la Academia Nacional de la Historia tomo XCIV, n.°373, Caracas, enero –
marzo de 2011, pp.89-100; “Publicidad y elecciones en Venezuela (1897)”, en El desafío de la histo-
ria, año 5, n.°38, Caracas, pp.60-62; Ideas y Letras durante la Guerra Federal, pp.163-193; “Pu-
blicidad y controversia limítrofe anglo-venezolana en la prensa tachirense (1895-1897)”, en Tiempo
y Espacio, [online], n.°59, vol.23, enero-junio 2013, pp.33-56. “La Primera Guerra Mundial como
treta publicitaria en la prensa venezolana (1914-1918)”, en Revista Dos Puntas, año V, n.°8, San
Juan (Argentina), segundo semestre de 2013, pp.109-138; “Publicidad en tiempos de elecciones en
la prensa venezolana (1876-1879)”. En imprenta; “Publicidad lunar en la prensa venezolana
(1969)”. En imprenta.
6 Durante el periodo guzmanista, las publicaciones de tema literario ocuparon el primer lugar con
220 obras editadas. Ver Beatriz González Stephan. “Modernización y disciplinamiento. La forma-
ción del ciudadano del espacio público y privado”, en Beatriz González Stephan (et. al) (comps.),
Esplendores y miserias del siglo XIX. Cultura y sociedad en América Latina, Caracas, Monte Ávila
Editores Latinoamericana/Equinoccio/Ediciones de la Universidad Simón Bolívar, 1994, p.437.
7 Para ampliar más sobre estas ideas, recomendamos la lectura completa del libro: Paullette Silva
Beauregard, Una Vasta morada de enmascarados. Poesía, Cultura y Modernización en Venezuela
a finales del siglo XIX, n.°44, Caracas, Ediciones de la Casa de Bello/Colección Zona Tórrida, 1993.
8 Alexis Márquez Rodríguez, “Literatura”, en Diccionario de Historia de Venezuela, 2da edición, vol.
II (D-L), Caracas, Fundación Polar, 1997, p.977.
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mayor vehemencia del discurso literario. A propósito del desarrollo cultural palpa-
ble en el ambiente nacional, ciertos vendedores incursionaron en el ardid de em-
plear formas narrativas para promocionar sus productos en la prensa periódica,
creando así, un modo de hacer publicidad literaria, o más bien, literatura publici-
taria,9 bajo la estructura del cuento corto. Esta literatura es bien particular. Más
allá del principal efecto de regocijo y esparcimiento anímico, está asociada a la ru-
tina de los negocios. Fue desarrollada, básicamente, por comerciantes, quienes,
para motorizar sus ventas, recurrieron a la imaginación con el objeto de bosquejar
interesantes anuncios para enganchar al lector del periódico, y subliminalmente,
hacerle creer que el producto ofrecido, al igual que la narrativa, era un artículo para
el consumo corporal y alimento espiritual; por cuanto, la satisfacción del hombre
civilizado, era leer y adquirir productos a la moda.

De esta manera, tales comerciantes, para intensificar la oferta y demanda


mostrándose ante los consumidores como ilustrados y promotores del proyecto
civilizador de Guzmán Blanco, integraron al imaginario publicitario modos del dis-
curso literario, para crear, en la psiquis colectiva, simbologías que indujeran a la
venta de un producto. En sus innovadoras maneras de hacer propaganda y narrati-
va a la vez, pero con un fin comercial, desarrollaron discursos fingidos para jugar
con la ilusión del lector, y persuadirlo a ser parte de la experiencia relatada, me-
diante la mercancía.

En los avisos bajo estudio, la estructura narrativa está bien planteada. Se


cuenta una historia, un hecho o un acontecimiento donde el producto, la tienda, el
comerciante y/o el fabricante, se recrean a través de una realidad falseada. La dis-
torsión del lenguaje y la mímesis del discurso literario concurren como columna
vertebral del anuncio. La estrategia descriptiva varía. Aparece en forma de conver-
sación, suceso, noticia, reflexión filosófica, prosa poética, discurso académico, entre
otros. La brevedad es su esencia. Entre los ejes de inspiración temática, hallamos la

9 Aquiles Nazoa, en su libro Caracas física y espiritual, Caracas, Litografía Tecnocolor, 1977, insi-
nuó esta idea de manera breve. Pues, solo se limitó a decir que en los avisos: “[…] nos acercamos a
un aspecto de nuestra literatura menor que aún no figura en ningún tratado. Punto de partida para
el estudio que todavía no tenemos de nuestra literatura publicitaria, […]”. p. 143. (negrillas
nuestras).
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conservación de la salud, lo trágico, lo ideológico, lo idílico, el matrimonio, la mo-


da, el buen vestir, el buen comer, los vicios y la muerte. Todos giran en torno a la
idea de la adquisición de productos cuyo capital simbólico se emparenta con los
íconos del hombre civilizado, según los parámetros de la época.

El aviso con cualidades de cuento fantástico, de más antigua data, con el que
hasta ahora nos hemos topado en la prensa venezolana, es uno que lleva por título:
“Hallazgo”, publicado en 1882. Por lo pronto, tomaremos este año como fecha ten-
tativa, bajo la presunción iuris tantum, para señalar que, desde ese momento, la
publicidad empieza a emplear, in strictu sensu, la narrativa como anzuelo. El anun-
cio inicia con un relato histórico, aludiendo a la antigüedad griega como preámbulo
para la venta de ron por barril. De manera inverosímil describe la realidad como si
fuese una quimera.10 Su intención es cautivar al lector bajo el asombro y el propio
ensueño, creándole la sensación de que el producto etílico a adquirir en la tienda
“La Canoa” de Parra Picón & Cordero, tiene un valor incalculable, porque viene de
la cultura helena, tan famosa por sus grandes hazañas, su filosofía, su mitología y
su debilidad a las bacanales. El anunciante, quien aparece como narrador del aviso,
se inspira en la épica. Alegóricamente conecta al lector con la tematización heroica.
Tomando en cuenta que, en el ambiente nacional caudillista, abundaban protago-
nistas bélicos, busca en la memoria histórica, orígenes culturales milenarios, y los
hace “ficción” en un relato, para vender. Veamos:

HALLAZGO
Era el mes de Julio del año 480 antes de nuestra Era. Trescientos espartanos al
mando del valiente Leónidas, y 7.000 griegos ocupaban el desfiladero de las Ter-
mópilas para interceptar por tierra el paso al ejército Persa que trataba de invadir
su patria.
Frente á frente aquel puñado de valientes y este ejército tan numeroso que sus sae-
tas “iban á cubrir el sol,” Leónidas llamó á uno de los suyos y le dijo: “Dionéces”:
reparte Rom á nuestras tropas para aplacar su sed, é inspirarles brío para el com-
bate”. Dionéces cumplió la órden de su rey y jefe, dando de beber á los soldados:

10 Esta estrategia se perfila bajo un carácter de continuidad en otras formas literarias de hacer pu-
blicidad, como la poética en sus versiones de acróstico, sonetos, versos rimados, fábula, mito, entre
otros.
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pero sucedió que le sobraron tres barriles y para no dejarlos caer en poder de los
persas, los escondió en una disimulada abertura de la roca.
Allí estarían aún esos barriles perdidos para el buen gusto de los consumidores, si
las últimas esploraciones de ingleses paleontólogos no hubiesen llegado hasta des-
cubrir ese tesoro. Estos sábios lo tomaron y, puesta en pública subasta en Londres,
le fué adjudicado al mejor postor y éste no fue otro que un comisionado especial
enviado con tal fin por “La Canoa” el almacén de víveres de Parra Picón & Cordero.
Tenemos, pues, la satisfacción de ofrecer en venta ese histórico licor que cuenta
una vida de 2.362 años flojos, ó mal contados. Parra Picón & Cordero.11

Algunos anuncios, como secuencia gráfica de lo promocionado, agregaron


caricaturas al discurso narrativo, dándole un enfoque nuevo a la propaganda con
palabras e imágenes, creando un doble efecto: literario y visual yuxtapuestos en un
mismo fin mercantil. La tira cómica en grande, que veremos a continuación, en
cuatro dibujos secuenciales, con el acompañamiento de un relato corto, rimado;
muestra un concepto publicitario, con una estructura literaria, muy bien concebida.
No es casual que el título del anuncio sea: “Cuento”. Más bien, confirma nuestra
idea sobre la intencionalidad del comerciante en emplear la narrativa como ingenio
en los negocios cotidianos. El farmacéutico fabricante, Carlos T. Cabrera, de mane-
ra gráfica se representa como un ser casi mítico, con los pies alados aludiendo a
Mercurio, dios del comercio; vestido elegantemente según la usanza de la época y
con su jarabe milagroso en mano. En el mensaje escrito se informa que él, con su
medicamento certificado, salvó a una familia “que rabiaba como perros”. Ante las
recién creadas Academias de las Ciencias en el país (1883), es comprensible que el
mensaje proyecte al mundo científico como verosímil, por ser el único que puede
preservar la salud familiar, en el caso en específico, la medicina. Cabe destacar que
el anuncio bajo análisis, tiene un inicio, desarrollo y final. Y concluye con un resu-
men que, cual estrategia pedagógica, funge de moraleja, al resaltar la pertinencia y

11“Hallazgo”, en El Centinela de la Sierra, año I, mes I, n.°I, Mérida, 8 de julio de 1882, p.4. Se
advierte que respetaremos la ortografía original de las citas, y para darle mayor fluidez a la lectura
de las mismas, evitaremos colocar la locución latina Sic.
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efectividad del producto promocionado, como un excelente sanador de los acha-


ques del cuerpo12:

Mientras se sigue perfilando una nueva mentalidad cultural en el país, algu-


nas propagandas comerciales se tiñen con un tono intelectual. Se convierten en

12 “Cuento”. Caricatura Álbum cómico de Paolo. Año I, n.°4, Caracas, 24 de junio de 1886, p.4. El
texto del anuncio dice: “El bueno y celebrado D. Carmelo padecía del mal del escorbuto; Ramona su
sobrina, a pesar de peinarse la pollina, bajaba de la tumba hacia el abismo, víctima de terrible raqui-
tismo: y Caralumpio, su futuro esposo, estaba escrofuloso. Los tres a sus dolores sucumbían y reme-
dio pedían. Cuando llegó CABRERA y al mirarlos rabiando como perros, les dio el zumo de berros
con yodo en su jarabe preparado, y toda la familia se ha salvado. Resumen de este cuento: Que el
citado jarabe es un portento. Carlos T. Cabrera y Ca. Farmaceutas. La Guaira”.
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textos que abordan elementos de la realidad del venezolano y recrean la necesidad


de consumo, develando que la adquisición del artículo ofrecido es la pócima contra
los males. El anunciante, al involucrarse en temas de la vida cotidiana, diseña el
aviso bajo el discurso narrativo, para conminar al consumidor a la adquisición del
producto de manera culta y sublime. Como la idea es la sugestión mediante la ma-
gia de las palabras, relata una historia con la que el lector se vea identificado en su
plano real. De este modo, la publicidad opera como espacio para la imaginación
literaria, cuyo efecto es adjudicar productos reales, y la clientela pueda paliar sus
carencias afectivas. Los ciudadanos, entonces, tienen la posibilidad de vestirse, be-
ber y comer con productos nacidos de la esencia de la literatura, porque ella, al
igual que la economía, satisface necesidades individuales y familiares.

En el discurrir comercial, imaginación y realidad se siguen uniendo, y a tra-


vés del lenguaje, crean posibilidades de consumo en otros escenarios textuales. Las
notas sobre suicidio por amor, desamor o despecho eran usuales en la prensa en
aquel tiempo. Su relato, a veces, era también literario. Citemos como ejemplo, la
información develada unos años antes en la prensa caraqueña Crónica Eclesiástica
de Venezuela y que el historiador Elías Pino Iturrieta en su texto “Discursos y pare-
ceres sobre la mujer en el siglo XIX venezolano” describe en estos términos: “A me-
diados de 1855, el cadáver de un joven de 21 años es sacado del Loira. […] Junto al
cadáver aparece un rizo de cabellos castaños, […] y una carta de despedida. En la
misiva se achaca a la mujer la causa de la tragedia”.13 Esta estructura discursiva
sobre un individuo que decide quitarse la vida, dejando testimonio en un escrito
donde señala la causa de su infausta decisión, de manera similar es empleada en el
siguiente anuncio con el objeto de ofrecer flux para caballeros, fabricado por Mr.
Besset:

SUICIDA– Un individuo que se reconoció ser andino, pero cuyo nombre se ig-
nora, por no tener familia en esta ciudad, se dio un tiro ayer en la cabeza. Se
encontró junto al cadáver un papel que decía:
Me mato porque no tengo con qué comprar un flux de lo que corta Mr. V. Bes-
set.

13Elías Pino Iturrieta, “Discursos y pareceres sobre la mujer en el siglo XIX venezolano”, en Beatriz
González Stephan (et al) (comps.), Esplendores y miserias del siglo XIX. Cultura y sociedad en
América Latina, pp.281-282.
376 Emad Aboaasi El Nimer

Habrá desgracia mayor?.14

De la analogía entre el anuncio de un fatídico suceso amoroso y el aviso


donde se ficcionaliza un evento con efectos comerciales, notamos la suplantación
simbólica de una realidad real por una realidad imaginada. Se sustituye el ser
amado por un objeto que se anhela. El amor se cosifica. El mundo material se feti-
chiza de tal modo, que la vida se banaliza. El hábito, ahora, sí hace al monje; distin-
gue a los civilizados de los desfasados de lo actual. El snob del momento demanda
ajustarse “[…] a los moldes de la modernidad que exigía el buen vestir, la fina pre-
sencia”.15 No adquirir lo deseado, era motivo para renunciar a la existencia. Si no se
tenía lo que se ambicionaba en una sociedad civilizada, era preferible morir antes
de quedar en la barbarie. Hay, en efecto, un discurso sobre el culto a la moda.

Las propagandas comerciales trazan el mosaico de sensibilidades sociales


hacia una tipología conductual moderna. En otro aviso, se refleja la paranoia por el
consumo. Se simula una tragedia ocurrida en un paisaje local, muy concurrido en-
tonces, como lo es el río Guaire. En un juego acrobático de escenas, se presenta a
un joven bien parecido como presunto suicida quien, estando frente a centenares

14“Suicida”, en El Intruso, año I, mes II, n.°42, Maracaibo, 3 de julio de 1895, p.3. A finales del siglo
XIX, la muerte trágica en Venezuela se hizo tan frecuente que era tema que abundaba en la prensa.
Así se desprende de la siguiente nota: “Leo en algunos periódicos de la República, sueltos mas ó
menos como estos: “Anoche un tiro de revólver, escapado […] dió muerte á N.N. “_____” Ayer fu-
lano de tal hirió gravemente á N.N.” --- Ayer N.N. asesinó á […]”. “Sabemos que por los lados de
[…] perencejo mató á […]” ----“Acaba de morir N.N. de resultas de las heridas que recibió….” en tal
pleito, en tal celada, ó en tal baile ó en tal […] diablura ----“ Días pasados, un joven al sacar su
rewólver lo tiró sobre la cama, y á consecuencia de esta impremeditación el tiro salió y dio muerte al
dueño” ----¡Vaya! siquiera fué al dueño y no á cualquier niño que durmiera en alguna cuna vecina.
Sigamos el obituario. “Se suicidó N.N. disparándose” […] ¡También fue él mismo –“Bañándose
N.N., el sirviente oyó una detonación […]” ¡Otro suicida! […] ¡Dios de Dios! digo yo. Esto ya no es
posible! Paréceme que la sociedad está desnivelada. “Desnivel clamoroso por donde se precipitan
los pueblos á crímenes y desgracias,” como muy bien dice Montalvo. Imagínome un plano inclinado
en dirección al abismo […] ¿Nos salvaremos?”, en El Esfuerzo, serie 1, n.°2, Tovar, 10 de noviembre
de 1894, p.2.
15Beatriz González Stephan, “Un buen ciudadano es aquél que calla, que no se mueve, que no […]”,
en Revista Bigott, n.°29, año 13, Caracas, enero-marzo de 1994, p.37.
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de personas, de manera inesperada, se arroja de un puente. Muchos de los presen-


tes fueron tras su ayuda, pero cuando iban a intervenir en su rescate, salió a flote,
realizó una pirueta y mostró un mensaje propagandístico que llevaba en su vientre,
para dar cuenta sobre la mejor marca de cigarrillos “La Cubana”, que fue su salva-
vidas. Lo absurdo cobra vigencia en el relato. Lo repentino del suceso y el final
asombroso hallan un lugar ficticio en el espacio publicitario real. El núcleo central
es hacer creíble lo inverosímil, gracias al poder del producto:

La escena pasó el domingo en el Puente de Hierro. Multitud de paseantes se di-


rigen al restaurant de Nicanor. Entre ellos hay un joven bien parecido que lla-
ma la atención de todos por lo extravagante de sus movimientos. El joven con-
tinua sus paseos a lo largo del Puente y de cuando en cuando lanza una mirada
a las ondas del Guaire.
-Es un loco o un suicida, dicen muchos.
De repente el joven se detiene, lanza un grito desgarrador y se precipita de ca-
beza al río. Inmediatamente se lanzan en su socorro centenares de personas.
Transcurren algunos minutos de mortal ansiedad, al cabo de los cuales el joven
reaparece, hace una plancha, y la multitud lee sobre su vientre: “el mejor ciga-
rrillo es el de […] “La Cubana”.16

Además, los anuncios juegan con distintos estados anímicos del ser. Expo-
nen sentimientos afectivos, tristes y quejumbrosos, siendo la muerte el último tra-
yecto cuando no se está a la par del mundo material, o porque el comerciante está
desquiciado ofreciendo mercancía a buenos precios que son de locura. Esta vez, se
hizo mediante el eufemismo y el solapamiento del mensaje mercantil. La fibra del
discurso aterrador es tejida en la dimensión onírica. La historia espeluznante es el
anzuelo de palabras para atrapar al lector y conducirlo artificiosamente hacia la
tienda del comerciante. No hay enigmas que resolver ante estos crímenes o lesiones
graves. El punto de referencia es comercial. El móvil del suceso es la turbación de
los sentidos y de la conciencia que produce el sueño. Lo curioso es que en esta es-
trategia narrativa, no se promociona ningún producto, sino el lugar donde se ex-
penden mercancías reales, sin ofuscaciones ni ensueños:

16 S/T., en La Cubana, año I, mes III, n.°8, Caracas, 5 de diciembre de 1891, p.2.
378 Emad Aboaasi El Nimer

Espantoso! Un individuo de nombre Juan María, entró anoche furioso á su


casa y empuñando un revólver le desarrajó un tiro á su esposa, otro á su co-
madre de sacramento, hirió á su hijita en un brazo y con un hierro de aplanchar
le rompió la cabeza á su madre.
Este espantoso crimen lo soñó anoche Abraham, el que vende mejor y más ba-
rato.17

La reconstrucción de sucesos narrativos locales con propósitos comerciales,


se ensancha al ámbito universal. Se toman datos de otras latitudes. El asesino en
serie de la Europa de finales de siglo XIX, conocido como Jack el Destripador, tam-
bién fue objeto de inspiración. El 9 de julio de 1891, se publicó una información en
el periódico capitalino La Campaña, bajo el título: “El célebre destripador de muje-
res”, para informar que se corría el rumor sobre su llegada al país, y que ya en tres
días había “espachurrado” a varias damas, y había tomado la decisión de enviarle
una carta al Presidente de la República sin saberse si para anunciarle su llegada o
con el fin de destriparlo. Por ende, aconsejaba al “bello sexo” estar alerta, por si
fuese cierta la noticia que transitaba en el entorno.18

Obviamente, el suspenso anunciado tuvo un impacto publicitario. La alusión


directa a ese personaje, llama rápido la atención, porque el consumidor que tuviese
necesidad de adquirir bienes y servicios, quería saber más sobre este asesino. El
ardid es sencillo, como la prensa publicaba novelas por entrega, y siempre se espe-
raba la continuación, obviamente, el interesado estaría esperando la próxima in-
formación. Dos días después, se publicó el siguiente anuncio narrativo con acento
grotesco:

Una circunstancia imprevista acaba de salvar la vida á una preciosa niña de es-
ta Capital quien (fue) asaltada á mano armada por el tremendo destripador de
mujeres: debió su salvación al haberse encontrado provista de las elegantes

17 “Espantoso!”, en El Clamor del Pueblo, mes III, n.°27, Caracas, 13 de octubre de 1887, p.2.
18“El célebre destripador de mujeres”, en La Campaña, año I, mes I, n.°55, Caracas, 9 de julio de
1891, p.3.
La narrativa como señuelo publicitario en la prensa venezolana a finales del siglo XIX 379

camisas que se confeccionan con primoroso gusto en el afamado taller del se-
ñor Alejandro Cruz y Ca.
“La Moda” de Mercaderes á San Pablo. Teléfono 206.19

No solo lo grotesco fue materia prima lingüística para la confección del


anuncio, sino que ante el afán de consumo de ciertas personas, la falacia se vende
como verdad alucinada. De manera rápida y habilidosa, se describe el lugar, la cir-
cunstancia, el personaje y la causa. Todo indica que la tienda La Glaciere era la úni-
ca oferente del licor, y habiendo tantos demandantes, cada consumidor se las inge-
niaba por adquirir ese producto, de vida o muerte:

AHOGADO. En una playa de Los Haticos apareció ayer un individuo ahogado.


Estaba tan desfigurado que fué imposible reconocerle: pero por informes se
sabe que fué un pasagero de La Ceiba que habiéndolo dejado el vapor, se pro-
puso hacer á nado la travesía, para llegar á esta ciudad antes de que se acabara
el brandy de La Graciere.20

Aun cuando el objetivo principal de estos anuncios, obviamente, era comer-


cial, el anunciante no siempre siguió el mismo patrón de divulgación discursivo.
Cuando no se iba a los extremos de la muerte por causa de suicidio, homicidio o
inmersión, recurría al estereotipo de la persona, que por despecho, ahogaba sus
penas en el alcohol. Tomando en cuenta que bajo los efectos etílicos se expresan
verdaderas emociones, se apeló a la figura de un beodo como personaje central del
anuncio, quien de manera humorística, casi como un chiste, en una especie de deli-
rio por lo cosmopolita, devela su apego a la bebida y su obsesión por el buen vestir
que solo en una tienda, como en un solo amor, puede hallar la correspondencia su-
blime, fetichizada. En este caso, es un relato irónico y sarcástico, donde el idilio no
es de sujeto a sujeto, sino de sujeto a objeto (ron) y de sujeto hacia el lugar donde
se confecciona el objeto deseado (flux). Y lo más trascendente, es la presencia de
una bifurcación discursiva. El anunciante utiliza al personaje principal de la trama

19 “Tiros sueltos”, en La Campaña, año I, mes III, n.°57, Caracas, 11 de julio de 1891, p.3.
20 “Ahogado”, en El Intruso, año I, mes II, n.°43, Maracaibo, 4 de julio de 1895, p.2.
380 Emad Aboaasi El Nimer

narrativa para que, mediante una de sus expresiones directas en el diálogo, sea él,
quien termine haciéndole la publicidad al producto:

Un aficionado á la bebida se cae desde un segundo piso á la calle. La gente


acude en tropel, y con el afán de prestarle auxilio, todos piden á voces lo que
creen que puede reanimar á aquel desgraciado.
-¡Agua! ¡agua! repiten muchas voces.
La víctima, que parecía no poder moverse, se incorpora al oir estas voces, y ex-
clama:
-Diganme ustedes: ¿de qué piso hay que caerse para que le den á uno ron ó pa-
ra que le regalen un flux de casimir de casa de Abraham?.21

En el mismo tono y modo discursivo de relato breve, los anunciantes apela-


ron a la estructura del diálogo para proyectar a dos individuos disertando sobre un
tema específico del acontecer diario; el concepto principal de la trama era distraer
la atención en la historieta triste, donde una joven muy sensible a la moda, de
nombre Esilda, no aceptó a su amante en casa, porque él se negó a obsequiarle un
bonito sombrero de la Casa Comercial de J. M. Márquez. El anuncio del producto y
de la tienda, están encubiertos en el relato, y al igual que el anterior, la publicidad
es indirecta, se hace mediante la voz del personaje:

Tiene razón
Esilda es una niña harto sensible. No hay pena que no la conmueva honda-
mente.
Esta llorosa
Su amante se le acerca y le pregunta con voz que revela todo lo que se interesa
por la suerte de la afligida niña.
- Que te pasa mi vida, que te pasa?
Y aquí le responde ella:
¡Sal al punto de casa!
Y luego agregó:
¡Negarse a darme un sombrero de los muy bonitos que se están vendiendo tan
baratos en casa de J.M. Marquez.22

21“Crónica, Un aficionado”, en El Clamor del Pueblo, mes I, n.°9, Caracas, 19 de agosto de 1887,
p.2.
La narrativa como señuelo publicitario en la prensa venezolana a finales del siglo XIX 381

Ciertos comerciantes emularon la estructura narrativa con tal ingenio, que


lograron presentar sus avisos mercantiles cual textos literarios bien elaborados.
Como el siguiente. Empieza con el título poético: “Una claridad extraña”. Presenta
un paisaje al que describe con fineza lírica. Los personajes los ubica en un contexto
espacio-temporal, donde aparecen descifrando una especie de acertijo sobre un
asombroso fenómeno que tenía preocupados a todos en el pueblo, pero que nin-
guno lograba explicar. Mientras varios debatían en un diálogo de rumores, de ma-
nera repentina aparece alguien y a la manera típica del venezolano, les explica con
jocosidad enérgica, que se trata de un prodigio civilizador que había llegado a una
tienda comercial de la localidad. Así entonces, es este personaje quien, de manera
directa, expresa el concepto central del relato: anunciar el producto, el precio y lu-
gar de venta; no sin antes, develar también, a nivel de imaginarios, la idea de erra-
dicar la barbarie mediante el consumo de los productos de última punta en el mer-
cado, pues son los que, simbólicamente hablando, permiten ir transformando las
vetustas ciudades venezolanas olorosas a ruralidad, a la par del modo, el ser y el
sentir que en otros avisos, giran en torno a la fina estampa:

UNA CLARIDAD EXTRAÑA. Serían, á ser mucho, las ocho de la noche. La


luna, sin embargo de no estar sino en su primer cuarto creciente, brillaba
como un pedazo de sol. Pero así y todo, notábase hacia La Plazuela una luz
deslumbradora, que no provenía de la que derramaba el poético fanal de la
noche, el más adorable de todos los astros que pueblan la misteriosa inmen-
sidad del espacio.
Hé aquí lo que varias personas de esta ciudad dijeron con motivo del sor-
prendente fenómeno:
Un fatalista. –¡Un incendio!
Un niño. –¡Qué claridad!
Una vieja. –¡Dios nos valga!
Un inglés. –¡Una luz más!
Y un hombre que acababa de venir de La Plazuela y que sabía lo que pasaba,
entre chanzas y veras, dijo lo siguiente:

22 “Tiene razón”, en El Bien Social, año I, mes V, n.°6, Trujillo, 16 de mayo de 1893, p 3.
382 Emad Aboaasi El Nimer

-–Señores, esa extraña y hermosa claridad, no es otra cosa que la luz que
despide una lámpara colgante de las que venden á $ 4 en “La Tentadora”, los
Señores Casas Hermanos.23

En algunas ocasiones, la publicidad con apariencia narrativa se metamorfo-


seó y convirtió su estilo en prosa lírica, tan sutil y hermosamente preservada que
permitía una lectura de esparcimiento, donde la realidad ficticia conllevaba a un
regocijo inadvertido. Luis Felipe Peraza, narró una historia de amor a primera vis-
ta, nacida desde el reflejo de un espejo. Describió que todo ocurrió cuando una mu-
jer pasaba frente a la barbería, miró hacia adentro del local y advirtió el rostro de
un hombre que se arreglaba la barba. El espejo fantástico focalizó una sorpresiva
unión entre ella y el joven. La alegoría se elaboró entre situaciones paradójicas, por
lo que la fantasía se lee como algo que solo podía hacerse real gracias a la presencia
del mágico barbero Peraza, quien arreglaba la barba a los caballeros y los dejaba
prestos para atraer la atención de cualquier señorita, con pretensiones amorosas:

-Ella pasaba en ese momento por la puerta del salón; volvió la cara hácia
adentro, y un gesto de sorpresa se notó en su bello semblante, al contemplar su
hermoso cuerpo de hurí, retratado en uno de aquellos lujosos espejos al lado
de un simpático mancebo!
El rostro de un hombre tan próximo al suyo?
Y por qué se hallaba allí? –Fácil es comprenderlo: él fue á hacerse la barba en
el bien montado taller de Luis Felipe Peraza y ella pasaba por el frente del sa-
lón, viéndose ambos en el mismo espejo, y sorprendiéndose de la inesperada
unión.
Id, pues, allí, enamorados mancebos, á haceros la barba y á recibir tan agrada-
bles sorpresas.
Traposos á Chorro, letra B.24
Ninguno de los avisos hasta ahora compilados y analizados se inspiró en la
prosa vernácula ni en el lenguaje del pueblo llano. Tampoco divulgaron productos
que invitaran al lector a ser menos civilizado, más tosco y bárbaro. Todos centraron
su imaginación en elementos de la sensibilidad diaria. Apelaron al lenguaje refina-

23 “Una claridad extraña”, en El Trujillano, año 12, n.°538, Trujillo, 15 de diciembre de 1887, p.3.
24 “Casos y cosas, Ella”, en El Artesano, año I, mes I, n.°2, Caracas, 18 de mayo de 1893, pp.2-3.
La narrativa como señuelo publicitario en la prensa venezolana a finales del siglo XIX 383

do y se basaron en ambientes citadinos, llenos de colores. Idealizaron una estética


sublime que se hacía tangible en el mundo material. “En los horizontes se […] [per-
seguían] con frecuencia representaciones de la vida interior, metáforas de estados
de alma”.25 Por ende, algunos anuncios fueron elaborados con la urdimbre de la
prosa poética, como el siguiente, que describe cómo la ilusión de una joven se hizo
realidad al entrar a una tienda llamada La Linda. Hay que prestar mucha atención
a la lectura del texto para darse cuenta que, en efecto, se trata de un aviso comercial
solapado que solo mencionó el nombre del establecimiento comercial, como punto
de referencia mágico, donde los sueños se hacían posibles:

SUEÑOS de opio
La soñadora niña habíase imaginado un mundo lleno de ángeles muy bellos,
que formaban un grupo encantador, entrelazadas las alas con cintas magnífi-
cas, cuyos colores son como girones de luz dispersos, entre nubes de blancos
tules, que envolvían á seres pequeñitos, como juguetes de niños, entre los que
se distinguían unos corderitos muy blancos, que representan la mansedumbre,
y al lado de ellos unos cromos delicadísimos, en los que se miran los cuadros
idílicos de un amor feliz que vive de besos, bajo el palio riquísimo de una mu-
selina azul que es como el ala de la esperanza. Todo eso se lo había imaginado
ella y se debatía en una cruel desesperación porque no llegaba á ese mundo;
pero un día ocurriósele entrar á La Linda y vió realizados sus sueños.26

La mirada imaginativa de algunos anunciantes, no se alejó del enfoque sobre


las pasiones humanas que reseñaba la prensa. Las preocupaciones de la sociedad
estaban recreadas en la narrativa publicitaria. El anuncio, con una retórica moder-
nista, fusionó ensueño y realidad como un bien de consumo en la cultura material
de entonces. La manera de proyectarse agradable a los gustos más refinados, era
mediante la adquisición de productos de buena calidad, porque su buena confec-
ción era útil para toda la vida. Así entonces, la noticia de un supuesto suceso trágico
tuvo un final fantástico, nacido del fondo mercantil. Un buen paltó levita, salvó de

25“Alba Lía Barrios, “El primer costumbrismo venezolano: callejero y aristocratizante”, en B. Gonzá-
lez Stephan (et al) (comps.), Esplendores y miserias del siglo XIX. Cultura y sociedad en América
Latina, p.433.
26 “Sueños de opio”, en El Intruso, año I, mes III, n.°69, Maracaibo, 6 de agosto de 1895, p.3.
384 Emad Aboaasi El Nimer

la muerte a un desesperado. Con este argumento, era más que suficiente para inci-
tar a su compra: “Anoche un obstinado se precipitó por el viaducto Unión, pero con
tan buena suerte, que quedó colgando del paltó levita que le había sido hecho en
“La Moda” de Alejandro cruz L. y Ca”.27

Dentro de la dimensión de ciertos anuncios narrativos se acudió a la fábula.


Mediante acciones de animales, con sinuosa lógica, se ordenaron dos discursos pa-
ralelos que se separaron e interconectaron. La progresión de los acontecimientos
del relato fue dando pistas de una evidente e inequívoca publicidad directa, donde
el estado anímico, representado irracionalmente, se justificó con el consumo, deve-
lando que hasta en el mundo animal, el artículo causaba sensación. Así lo revela el
siguiente aviso literario titulado “Aprieta”. Lo protagonizan Margarita, un pez tin-
torera y Rafael, en dos escenarios ágiles y entrecortados: el mar y una pescadería.
El curso de las acciones es lineal. Pese a la redacción enrevesada, el meollo de toda
la escena es que ese pez, celoso por los halagos de Rafael hacia Margarita, quería
fumar cigarrillos La Cubana. Quedando así, la anunciación de este producto, y la
ubicación exacta del lugar donde lo expenden:

Aprieta! –Estaba Margarita sentada junto al mar, cuando una tintorera… Si se-
ñor, una tintorera pescada por Rafael, la cual pueden ustedes ver en “La pesca
de idem, situada entre Madrices y Marrones… la quiso devorar; y todo porque
la sencilla Margarita iba donde Rafael, y éste la obsequiaba con huevos de pája-
ros, riñones, mamones y otras frutas de las muy buenas que allí se venden; y
luego, la muy truhana que el obsequio compartia le exigia un cigarro “La Cuba-
na”.
Pues, vaya si tendría razón la tal tintorera.28

Las fronteras entre lo literario y lo publicitario se relajaron. Los comercian-


tes, para darle un toque más culto a la promoción de su mercadería, redimensiona-
ron el anuncio y lo pusieron en diálogo con el discurso literario. Ante la necesidad

27 “Tiros sueltos”, en La Campaña, año I, mes IV, n.°82, Caracas, 11 de agosto de 1891, p.3.
28 “Aprieta”, en La Cubana, año I, mes IV, n.°22, Caracas, 12 de marzo de 1892, p. 2.
La narrativa como señuelo publicitario en la prensa venezolana a finales del siglo XIX 385

de consumo cultural y material, los anuncios narrativos compitieron en el mercado


para lograr vender el producto ofrecido, con la diferencia de estar a la vanguardia
de los cambios y a la altura del consumidor letrado. Si bien es cierto que el anuncio
iba dirigido a todo el colectivo, también es cierto que, en principio, le hablaba a un
público selecto: el lector culto, capaz de reconocer las alas de Mercurio, como lo
vimos anteriormente, para seducir su imaginación literaria y conminarlo a la ad-
quisición de lo ofrecido. De este modo, la publicidad, concebida como un texto lite-
rario, producía en dicho lector, “[…] la sensación de reconocerse en una historia
[…]”;29 haciéndole realidad lo imaginado, y convirtiendo el producto más asequible
a sus necesidades.

Palabras finales, sin tácticas narrativas para vender …

Los pocos anuncios literarios aquí analizados, son apenas una muestra de los tan-
tos aparecidos en la prensa venezolana en el último tercio del siglo XIX, y nos bos-
quejan el panorama en el cual, dentro del proceso modernizador guzmanista cier-
tos comerciantes elaboraron una publicidad con el eje discursivo de la narrativa
como pretexto, y culminaron haciendo cuentos breves, algunos de los cuales están
construidos con una prosa lírica. Cada anuncio examinado, es materia palpitante
entre el lenguaje y la imaginación, es un relato donde se tejió una realidad, enmar-
cada en múltiples presentaciones. Se contó una historia imaginada, como ingenio
para vender un producto real, pero lubrificante por su presunto origen y poderes
mágico-celestiales.

Evidentemente, con ese modo de fantasear relatos publicitarios, los comer-


ciantes, ingeniosamente, crearon otra forma de hacer ficción literaria. Lo real pu-
blicitario, cuyo norte era la promoción mercantil para vender, trascendió sus pro-

29Beatriz González Stephan, “Modernización y disciplinamiento. La formación del ciudadano del


espacio público y privado”, p.433.
386 Emad Aboaasi El Nimer

pios fines y propuso una especie de micro textos narrativos. La línea de lo verosímil
y la realidad se recreó con la fantasía. En términos de elaboración discursiva, los
avisos evaluados, son trazos de una inventiva asociada a una vida cotidiana comer-
cial. Más que una simple taxonomía de anuncios, es más bien, una colección de pe-
queños cuentos donde se palpa el viraje en la concepción histórico-cultural del país.

Bibliografía:

Fuentes primarias:

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El Bien Social, Trujillo, 1893
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El Intruso, Maracaibo, 1895,
La Campaña, Caracas, 1891
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