Los Caminos de La Redota

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 138

Los caminos de la Redota

Enfoque histórico arqueológico y


georreferenciación

Coordinadores:
Ana Frega
José López Mazz

Autores:

Equipo histórico:
Inés Cuadro
Santiago Delgado
Nicolás Duffau
Daniel Fessler

Equipo arqueológico:
José López Mazz
Óscar Marozzi
Alfonso Machado
Christopher Duarte
Espacio Interdisciplinario de la
Universidad de la República
José Enrique Rodó 1843
11200 Montevideo Uruguay
www.ei.udelar.edu.uy
[email protected]

Integraron el Comité de Referato para la edición 2013 de la Colección Interdisciplinarias:


Enrique Lessa, Claudio Martínez y María Inés Moraes, Judith Sutz

Colección Interdisciplinarias 2013. Los caminos de la Redota. Enfoque histórico


arqueológico y georreferenciación. Ana Frega, José López Mazz (coordinadores); Inés Cuadro,
Santiago Delgado, Nicolás Duffau, Daniel Fessler, Óscar Marozzi, Alfonso Machado, Christopher
Duarte

Coordinación editorial: Unidad Académica del Espacio Interdisciplinario


Edición y corrección: Susana Aliano Casales
Diseño: Unidad Académica del Espacio Interdisciplinario
Impresión: Mastergraf SRL
Distribución general: Espacio Interdisciplinario, Unidad de Comunicación de la Universidad de la
República, Fondo de Cultura Universitaria

Primera edición, enero 2015, 500 ejemplares ISSN: 2301-0835


ISBN: 978-9974-0-1160-1 ISBN DIGITAL 978-9974-0-1201-1
Depósito legal:

Las opiniones vertidas corren por cuenta de los autores.


La Colección Interdisciplinarias se rige por la ordenanza de los Derechos de Propiedad Intelectual
de la Universidad de la República.
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Agradecimientos

Deseamos agradecer la colaboración de diferentes actores que


permitieron la realización de este trabajo: Ing. Ariel Pérez Rivella, Ing. Rosario
Casanova e Ing. Hebenor Bermúdez, del Departamento de Geomática, e Ing.
Roberto Pérez Rodino, del Departamento de Geodesia (Facultad de Ingeniería,
Universidad de la República); Ing. Agrim. Jorge Franco, Ing. Agrim. Umberto Curi
Lara e Ing. Agrim. Agustín Pintos (Dirección Nacional de Topografía, Ministerio
de Transporte y Obras Públicas); Intendencias de Soriano y Paysandú; Museo
Histórico Nacional; Servicio Geográfico Militar; Centro de Fotografía de la
Intendencia de Montevideo; Funcionarios del CEIU-CEIL (Ana Acosta y Karina
Thove) y de la Biblioteca de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación; Pinacoteca del Palacio Legislativo; Museo Pedagógico; Comisión
del Patrimonio Cultural de la Nación (Ministerio de Educación y Cultura);
Teatro El Galpón (Estela Texeira, Gabriela Judeikin); Dirección Nacional de
Correos (Gabriela Lazcano); Biblioteca Nacional, Nomenclatura y Numeración
de la Intendencia de Montevideo; Archivo General de Indias; Biblioteca de
la Junta Departamental de Montevideo; Archivo Histórico Municipal; División
de Planificación y Desarrollo Estratégico Educativo de la ANEP; Ariadna Islas;
Ernesto Beretta; Jorge Sierra; Mario Spallanzani; Roberto Olivero; Pablo Rocca;
Álvaro de Giorgi; Roger Mirza; Jorge Picart; Ofelia Piegas; Vladimiro Delgado;
Pablo Baneira; Diego García; Matías López (estudiante de la Licenciatura de
Antropología de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación) y a
todos aquellos informantes locales que colaboraron con nuestro trabajo.
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Índice

Agradecimientos...................................................................................6
Prólogo de la Colección......................................................................11
Introducción.......................................................................................13

Parte I. La reconstrucción histórica

Capítulo 1. La emigración o Redota en la revolución de


independencia.......................................................................... 21
Inés Cuadro

1.1. La emigración de los pobladores de la Banda Oriental en


octubre de 1811........................................................................21
1.1.1. La Revolución del Río de la Plata en la Banda Oriental..22
1.1.2. La «pacificación» portuguesa..........................................24
1.1.3. El gobierno de las Provincias Unidas del Río de la
Plata y el desarrollo de la revolución...............................25
1.1.4. Las asambleas en el campo sitiador................................26
1.1.5. Un plan defensivo: la marcha del ejército y las
familias hacia el norte...................................................... 27
1.1.6. La guerra contra los portugueses y la participación
indígena............................................................................29
1.1.7. ¿Cómo impactaron estos acontecimientos en el
desarrollo de la revolución?.............................................30
1.2. «Un pueblo errante y sin domicilio».........................................32
1.2.1. Sacerdotes revolucionarios............................................. 35
1.3. Esposas, hijas, esclavas.............................................................36
Interdisciplinarias 2013

Capítulo 2. El derrotero de las fuerzas comandadas por el


Jefe de los Orientales............................................................... 39
Daniel Fessler

2.1. Las fuerzas orientales...............................................................39


2.1.1. El «ejército nuevo»..........................................................41
2.2. La emigración de 1811..............................................................43
2.3. Transporte y caminos en la Banda Oriental..............................45
2.3.1. El cruce de ríos y arroyos................................................47

Capítulo 3. Emigración, Éxodo, Redota. La construcción del


relato y sus conmemoraciones................................................. 51
Nicolás Duffau y Santiago Delgado

3.1. Éxodo, Redota, derrota: caminos..............................................52


3.2. Marchas y recreaciones en homenaje al Éxodo o la Redota.....70
3.3. La Redota en el teatro...............................................................73

Parte II. Investigación arqueológica georreferenciación

Capítulo 1. Fundamentación y antecedentes........................... 85


José López Mazz, Alfonso Machado, Óscar Marozzi, Christopher Duarte

1.1. A 200 años del Éxodo, un estudio sobre la reconstitución de


las rutas usadas por los orientales de 1811..............................85

Capítulo 2. Apuntes teóricos y metodológicos......................... 87


José López Mazz, Alfonso Machado, Óscar Marozzi, Christopher Duarte

2.1. Arqueología del movimiento......................................................87

Capítulo 3. Georreferenciación de la ruta del Éxodo.............. 89


José López Mazz, Alfonso Machado, Óscar Marozzi, Christopher Duarte

3.1. Etapa de gabinete.....................................................................89


3.2. Etapa de campo.........................................................................90

Capítulo 4. Resultados de la prospección................................ 93


José López Mazz, Alfonso Machado, Óscar Marozzi, Christopher Duarte

4.1. Propuesta para la reconstrucción de un tramo de la ruta del


Éxodo.........................................................................................93
4.1.1. Cabeceras del arroyo Cololó........................................... 93
4.1.2. Paso Yapeyú, sobre el río Negro......................................96
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

4.1.3. Arroyo Negro.................................................................100


4.1.4. Arroyo San Francisco....................................................102
4.1.5. Río Queguay..................................................................106
4.1.6. Arroyo Quebracho.........................................................107
4.1.7. Río Daymán...................................................................109

Capítulo 5. Cartografía histórica y prospección


arqueológica directa.............................................................. 113
José López Mazz, Alfonso Machado, Óscar Marozzi, Christopher Duarte

5.1. Sistema de caminos Chapicuy Chico-Meseta-Hervidero.........113


5.1.1. Arroyo Chapicuy Chico..................................................113

Capítulo 6. Traza arqueológica de la ruta del Éxodo del


Pueblo Oriental de 1811........................................................ 119
José López Mazz, Alfonso Machado, Óscar Marozzi, Christopher Duarte

Conclusiones....................................................................................121
Índice de figuras y tablas.................................................................129
Anexos..............................................................................................131
Sobre los autores y coordinadores...................................................135
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Prólogo de la Colección

La convocatoria a propuestas de textos para esta colección empieza


diciendo: “El Espacio Interdisciplinario (EI) tiene entre sus objetivos estimular
encuentros para el abordaje de temas complejos con el aporte de diferentes
disciplinas”.
Los encuentros que se busca estimular son imprescindibles tanto
para hacer avanzar el conocimiento y utilizarlo bien como para contribuir a
su democratización; en los tres aspectos, tales encuentros entre disciplinas
son cruciales para evitar que la expansión acelerada del conocimiento, rasgo
mayor de nuestra época, tenga algunos efectos muy perjudiciales.
La especialización creciente es una consecuencia inevitable de dicha
expansión, que se traduce en la multiplicación de disciplinas, muy a menudo
necesaria para estudiar en profundidad ciertos fenómenos distintos o ciertos
aspectos diferentes de un mismo fenómeno. Sin esa especialización creciente,
estructurada en torno a disciplinas sólidamente construidas, se correría el
riesgo de enlentecer el avance del conocimiento, de no profundizar en toda la
medida de lo posible el estudio y la comprensión de ciertos procesos.
Pero la especialización conlleva el riesgo de la fragmentación del
conocimiento, que tiene por lo menos tres consecuencias negativas. Una
atañe al conocimiento mismo: parece difícil llegar a conocer realmente
algo, por ejemplo, el cambio climático, si no conectamos lo que al respecto
nos dicen diferentes disciplinas. Una segunda consecuencia potencialmente
negativa se refiere al uso valioso del conocimiento: parece difícil afrontar, por
ejemplo, la problemática nutricional e infecciosa de los niños que asisten a
las escuelas en barrios carenciados de Montevideo sin conjugar los aportes
de variadas especialidades. Una tercera consecuencia que puede tener la
fragmentación del conocimiento se relaciona con su democratización; esta

11
Interdisciplinarias 2013

cuestión no siempre recibe atención comparable a las dos anteriores, por lo


cual nos detendremos brevemente en ella.
¿Cómo hace un ciudadano “de a pie” para hacerse una idea de lo que
conviene a la comunidad en relación a un problema complejo? Los expertos
pueden y deben asesorar pero, aunque lo hagan en términos comprensibles
para no expertos, sus opiniones se basan en sus especializaciones respectivas,
por lo que no necesariamente incluyen un enfoque de conjunto; además,
ciertas opiniones de expertos suelen contraponerse a las de otros expertos.
En ese contexto, la decisión democrática acerca de problemas complejos se
hace muy difícil. La democratización del conocimiento incluye varias facetas;
una imprescindible es la de colaborar con la ciudadanía para que pueda hacer
un uso informado y autónomo del conocimiento avanzado a la hora de adoptar
decisiones sobre asuntos que a todos atañen. Los encuentros y diálogos entre
disciplinas pueden contribuir a ello.
La democratización del conocimiento constituye un desafío mayor de
nuestra época y una responsabilidad fundamental de una Universidad como
la nuestra, que busca conjugar la excelencia académica con el compromiso
social. Con la Colección Interdisciplinarias, el Espacio Interdisciplinario
de la Universidad de la República procura realizar un nuevo aporte a la
democratización del conocimiento. Bienvenido sea.

Rodrigo Arocena

12
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Introducción

El libro presenta resultados de la investigación interdisciplinaria sobre


el episodio histórico conocido como el Éxodo o la Redota. El trabajo se enfocó
en la localización y georreferenciación de los caminos seguidos por las familias
que acompañaron la retirada del ejército artiguista de Montevideo, en octubre
de 1811, hasta la instalación en la margen occidental del río Uruguay, a
comienzos de 1812; en el análisis del hecho en su contexto histórico y en el
estudio de su incorporación en el relato de la nación y su resignificación a lo
largo de más de un siglo de conmemoraciones.
La idea surgió por iniciativa de la Dirección Nacional de Topografía del
Ministerio de Transporte y Obras Públicas (MTOP), organismo que en el año
2010 se propuso georreferenciar el mapa de la Ruta del Éxodo confeccionado
por el Coronel Alberto Bergalli en la década de 1960. De acuerdo con la
ley 14.040 del 20 de octubre de 1971, por la que se creó la Comisión del
Patrimonio Histórico, Cultural y Artístico de la Nación, “la ruta seguida por
el Precursor de la Nacionalidad Oriental, General José Artigas, en el éxodo
del pueblo oriental hasta el campamento del Ayuí” era patrimonio histórico,
encomendándose al Poder Ejecutivo “disponer lo necesario para proceder a la
delimitación, señalamiento con leyendas alusivas y aperturas de los tramos no
definidos en el terreno, previo informe fundado en asesoramiento competente”
(artículo 6.º). Casi cuarenta años después, sin embargo, no se contaba con
una localización precisa.
La declaración del 2011 como año de “Celebración del Bicentenario
del Proceso de Emancipación Oriental, en el marco de la lucha de los pueblos
americanos por su autodeterminación e independencia, reconociendo la
participación central de la figura de José Artigas en la misma” (ley 18.677 del
13 de agosto de 2010) generó el momento propicio para reemprender la tarea.

13
Interdisciplinarias 2013

Se conformó un grupo de trabajo con otras dependencias del MTOP,


como la Dirección Nacional de Arquitectura y la Dirección Nacional de Vialidad,
con miembros del Departamento de Geodesia y Geomática (Instituto de
Agrimensura) de la Facultad de Ingeniería y con integrantes del Departamento
de Historia del Uruguay de la Facultad de Humanidades y Ciencias de
la Educación (FHCE) de la Universidad de la República (UdelaR). Varias
interrogantes estaban planteadas. Además de examinar las informaciones
y los criterios seguidos por el Cnel. Bergalli para confeccionar el plano, era
necesario procurar otras fuentes (fotografías aéreas y satelitales, planos
topográficos, documentación escrita, testimonios orales, entre otras), aplicar
las nuevas tecnologías de localización geográfica y realizar trabajo de campo.
Un convenio entre el MTOP, la UdelaR y la Comisión del Patrimonio
Cultural de la Nación del Ministerio de Educación y Cultura (MEC) a comienzos
de 2011 brindó los apoyos necesarios para desarrollar la investigación,
incorporando también el enfoque de la arqueología. Por dicho convenio, la
FHCE se comprometió a desarrollar: 1) una investigación histórica sobre
la base de documentación édita e inédita que aportara elementos para la
localización; 2) una investigación arqueológica que avance en la ubicación
y georreferenciamiento en el terreno de la ruta, y trabajo de campo en
algunos sitios especialmente escogidos; y 3) la elaboración de materiales de
divulgación. A la Facultad de Ingeniería y a la Dirección Nacional de Topografía
les correspondió la georreferenciación a través de la generación de un archivo
digital.
La investigación histórica se desarrolló en torno a dos objetivos. Por un
lado, contribuir a la localización del trazado de la ruta con la mayor precisión
posible. Por otro, incorporar en el abordaje del hecho histórico los avances
del conocimiento sobre los procesos de independencia en el Río de la Plata,
y explorar las diversas significaciones y conmemoraciones a lo largo de
doscientos años.
Se partió de un detenido relevamiento del estado de la cuestión, en
el que se destacan los esfuerzos realizados por las historiadoras María Julia
Ardao y Aurora Capillas de Castellanos para la reconstrucción documental
(1949 y 1991) y las aproximaciones cartográficas realizadas por el Ing. José
Luis Buzzetti y el Gabinete Cartográfico del Liceo 8 (ambos en 1950), y la
correspondiente al Cnel. Alberto Bergalli (1960), que se incluyen como anexos.
Asimismo, se relevó y analizó una variada gama de fuentes éditas e
inéditas (correspondencia, memorias, mapas y planos, prensa periódica,
iconografía), a los efectos de ubicar la marcha del ejército y las familias en
el contexto sociohistórico de la Revolución del Río de la Plata, examinar la

14
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

valoración de esa experiencia colectiva en la generación de identidades


políticas y sociales, así como avanzar en el conocimiento de los aspectos
cotidianos de la marcha (transportes, alimentación, vida social, etc.).
Asimismo, el estudio de las conmemoraciones sumó al relevamiento y análisis
de material documental y su ubicación contextual, la realización de entrevistas
en distintos lugares del país, recogiendo experiencias y resignificaciones
locales sobre el episodio.
Cabe señalar, además, que la realización de este trabajo se insertó en
el desarrollo del proyecto de investigación I+D coordinado por Ana Frega,
titulado “Los orientales en armas. La experiencia militar en la construcción
de un nuevo orden social y nuevas identidades colectivas en la campaña
oriental entre 1810 y 1820”, que contó con apoyo de la Comisión Sectorial de
Investigación Científica (CSIC).
La investigación arqueológica procuró aportar a la reconstrucción del
posible itinerario y sumar a las distintas aristas del abordaje multidisciplinario
en torno a la georreferenciación. Debió afrontar la dificultad de que ese hecho
histórico era muy breve en tiempo arqueológico, por la corta ocupación
en cada parada y en el propio trayecto, lo que disminuyó las posibilidades
de recuperación de registros de ese hecho específico. La estrategia de
investigación, entonces, contempló la documentación histórica y exploró,
además, aspectos relevantes de la circulación humana y uso de la geografía a
nivel prehistórico e histórico persistentes de la región, como forma de precisar
las posibles rutas del recorrido.
Como aporte al trazado con la mayor precisión posible, han sido de
apoyo la materialidad y los elementos que conforman el paisaje actual. Se
buscó precisar el valor histórico-arqueológico de elementos y trazas en el
paisaje, la caracterización y jerarquización de puntos geográficos conocidos
(los “pasos”) que han permitido la circulación humana desde el pasado y la
caracterización arqueológica de los puntos conocidos vinculados al episodio
histórico.
Un primer avance del trabajo realizado se dio a conocer el Día del
Patrimonio (8-9 de octubre de 2011), en la revista La Redota. Derrotero por
la libertad y la unión de los pueblos, realizada por Inés Cuadro, Daniel
Fessler, Nicolás Duffau y Santiago Delgado; editada por la Comisión del
Patrimonio Cultural de la Nación, cuya versión en CD-ROM, de tiraje limitado,
fue repartida a centros culturales en los ocho departamentos (Montevideo,
Canelones, San José, Flores, Soriano, Río Negro, Paysandú y Salto) por donde
transitaron tropas y familias en 1811, y se encuentra disponible en el sitio web
de la mencionada Comisión: <http://www.patrimoniouruguay.gub.uy>.

15
Interdisciplinarias 2013

Asimismo, con apoyo de la Comisión del Bicentenario y del MTOP,


los avances de la investigación sirvieron de base para la realización de un
documental de 42 minutos de duración, titulado Los caminos de la Redota,
que se estrenó en la Sala Justino Zavala Muniz en diciembre de 2011 y que se
ha distribuido gratuitamente en centros educativos y asociaciones culturales
de todo el Uruguay. El documental fue realizado por Aceituna Films. Los
investigadores del Departamento de Historia del Uruguay participaron en el
asesoramiento en todas las etapas de elaboración del documental (guión,
producción, posproducción).

Tras las huellas de la Redota: perspectivas interdisciplinarias

La ruta del Éxodo o la Redota quedaría en una construcción abstracta


si no se la aborda como el producto de una experiencia humana acumulada,
amortizada en procesos de larga duración, iniciados probablemente hace
más de 10.000 años. Desde la perspectiva antropológica, el movimiento es
la supresión del espacio, pero, al mismo tiempo, es la construcción de un
paisaje singular. En ese sentido, la actividad humana de desplazamiento a lo
largo de más de 400 km constituye también la construcción de un territorio
a través de una traza que garantiza el tránsito óptimo. La ruta del Éxodo, es
decir, el itinerario histórico a través del paisaje, se reafirma con cada viaje.
Las conductas hacia el territorio varían del cazador temprano a los cacicazgos
históricos, pero las líneas de tránsito se reportan a procesos más dilatados en
el tiempo.
El hecho histórico que nos interesa investigar constituye un espacio de
tránsito y circulación, por el que fluyen seres biológicos, objetos culturales
(y de valor técnico), así como ideas varias. La integración territorial en sus
diferentes escalas es garantizada por los espacios que facilitan las prácticas
sociales. Los caminos hacen parte de estos lugares significativos, que vinculan
nodos, puntos y superficies, tejiendo así un territorio como un espacio
gestionado, defendido y dotado de simbolismo.
El análisis de la naturaleza compleja de este objeto de estudio hace que
se vea beneficiado por una estrategia de tipo interdisciplinario. Se potencian,
así, la sistematización de documentos, el análisis crítico de trabajos anteriores,
la incorporación de nuevas técnicas y saberes, y el diálogo fructífero entre los
abordajes de la agrimensura, la arqueología, la historia y la topografía, para
resolver un problema y avanzar en el conocimiento de hechos y lugares de
gran significación en la memoria histórica y la identidad de los uruguayos y de
la región.

16
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

La complementación de las aproximaciones histórica y arqueológica,


más concretamente, permite ampliar y mejorar la resolución de las evidencias,
así como su rango de interpretación antropológica. Otros aspectos relevantes
de la estrategia interdisciplinaria han sido el desarrollo de mejores condiciones
para la observación controlada, tanto a nivel sincrónico como diacrónico, la
elaboración de hipótesis de trabajo que den cuenta de la complejidad del
objeto de estudio y el diseño de estrategias de verificación más confiables. En
este sentido, por ejemplo, es importante resaltar la contrastación y covarianza
de las diferentes líneas de evidencias.
En momentos en que el territorio nacional procesa dramáticas
transformaciones, sobresale la posibilidad de poder dotar de soporte empírico
a los territorios históricos. Todo lo cual se traduce en una comprensión más
amplia del fenómeno estudiado.

Ana Frega
José López Mazz
Julio de 2013

17
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Parte I. La reconstrucción histórica

19
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Capítulo 1. La emigración o Redota en


la revolución de independencia

Inés Cuadro

1.1. La emigración de los pobladores de la Banda


Oriental en octubre de 1811
Para responder a la pregunta por qué se produjo esa emigración masiva
es necesario ubicar este acontecimiento en el marco de un proceso histórico
más amplio, temporal y espacialmente.
El inicio del siglo XIX encontró a España debilitada por las continuas
guerras que había emprendido como aliada de Francia contra Gran Bretaña. En
particular, la derrota naval de Trafalgar (1805) dejó a España sin posibilidades
de ejercer el monopolio comercial con sus territorios de ultramar. Por su parte,
Gran Bretaña consolidaba su control marítimo y amenazaba a los territorios
americanos españoles, como pudo verse en la ocupación de Buenos Aires
y luego Montevideo, entre 1806 y 1807. A estos factores se debe sumar la
disconformidad existente en casi todos los grupos sociales del orden colonial
por las medidas que, desde la centuria anterior, estaba adoptando la dinastía
borbónica para centralizar y acrecentar el control sobre sus posesiones
americanas.
En este contexto, la ocupación napoleónica a la Península Ibérica y el
cautiverio del monarca Fernando VII en mayo de 1808 profundizaron la crisis
monárquica. Tanto en España como en América se rechazó al “invasor” y
se formaron Juntas de Gobierno que declararon su fidelidad a Fernando VII.
Se iniciaba con ellas el proceso revolucionario en los territorios americanos.
En dos décadas, el mapa político se transformó radicalmente. Las antiguas

21
Interdisciplinarias 2013

Figura 1. Ricardo Zamorano, Francisco Xavier de Elío. Copia del óleo de Vicente López Portaña
(1772-1850). Museo Histórico Nacional, Montevideo.

colonias hispanoamericanas lograron su independencia —con la excepción de


Cuba y Puerto Rico—, dando lugar a la formación de varias repúblicas.

1.1.1. La Revolución del Río de la Plata en la Banda


Oriental
En 1810, la constitución de una Junta Provisional Gubernativa en Buenos
Aires fue presentada por sus contemporáneos como punto de partida de la
Revolución del Río de la Plata. La primera medida de la Junta fue el envío de
circulares a todos los pueblos notificando los cambios ocurridos en la capital
y convocándolos a elegir diputados para un Congreso General. En aquellos
lugares donde las élites locales expresaron una mayor resistencia a reconocer
a las nuevas autoridades se enviaron expediciones militares. Estas se dirigieron
hacia el Alto Perú o Audiencia de Charcas (actual Bolivia) y hacia el Paraguay.
En la banda o ribera oriental del río Uruguay estos sucesos impactaron
de forma diversa. Incidió en ello que ese territorio no conformaba una unidad
jurídico-administrativa, sino que, por el contrario, estaba dividido entre tres

22
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

autoridades: la Gobernación de Montevideo, la Intendencia de Buenos Aires y


la Gobernación de Misiones. En Montevideo, tras un Cabildo Abierto que contó
con una presencia importante de la Armada Real, se decidió no reconocer a
la Junta como autoridad legítima. Esta decisión realineó a las fuerzas políticas
de ambas márgenes del Plata. Las villas y pueblos de la campaña oriental
repartieron sus adhesiones entre una y otra autoridad.
A lo largo de 1810 se fue tejiendo una red de contactos y movilizaciones
que proyectó la revolución en ambas orillas del Río de la Plata, pese a los
intentos de los españoles realistas de Montevideo por interrumpir esa vía
de comunicación regional. En febrero de 1811 comenzaron en Mercedes las
acciones militares del bando patriota. Rápidamente las fuerzas “insurgentes”
avanzaron por el litoral y el este de la Banda Oriental. El 18 de mayo de 1811,
las fuerzas comandadas por José Artigas derrotaron a las tropas realistas al
mando del Capitán de Fragata José Posadas en la Batalla de Las Piedras. Ese
triunfo decisivo permitió poner sitio a la ciudad de Montevideo, a la vez que las

Figura 2. Manuel Dias de Oliveira (1764-1837). Retrato de Juan VI y su esposa Carlota Joaquina,
que se encuentra en el Museo Histórico Nacional en Río de Janeiro. Tomado de Francisca Nogueira
de Azevedo, Carlota Joaquina na Corte do Brasil, Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 2003.

23
Interdisciplinarias 2013

demás poblaciones y las zonas rurales quedaban bajo el control de las tropas
revolucionarias.
En enero de 1811 había llegado a Montevideo el Brigadier Francisco
Xavier de Elío, con el título de Virrey del Río de la Plata. Ante la negativa de
la Junta de Buenos Aires a reconocer su autoridad, fijó la sede de la capital
virreinal en Montevideo. Elío había ocupado antes el cargo de Gobernador,
había promovido en 1808 la destitución del Virrey Santiago de Liniers por
“afrancesado” (partidario de Napoleón) y había participado decididamente en
la creación de una Junta de Gobierno en Montevideo ese año. Presidida por él,
la Junta defendía los derechos del Rey español Fernando VII, preso en Francia,
desconociendo la autoridad del Virrey y la Real Audiencia.
En febrero de 1811 Elío declaró la guerra a la Junta Gubernativa de
Buenos Aires. La flota de marina —Montevideo era la sede del Apostadero
Naval— bloqueó de inmediato el puerto bonaerense y controló la navegación
del río Uruguay. Tras la derrota en Las Piedras, las autoridades montevideanas
aceptaron el auxilio ofrecido por el gobierno de Portugal.

1.1.2. La “pacificación” portuguesa


La corte lusitana, que desde comienzos de 1808 residía en Río de
Janeiro huyendo de la invasión napoleónica, era consciente de que la crisis
que afectaba a la corona española también podía tocarle a ella, por lo cual
debía estar muy atenta a los acontecimientos de España y América. Para
ello potenció todas las vías posibles de comunicación. La amenaza que
representaba para el imperio portugués la sublevación de las colonias
españolas —el temor al “contagio revolucionario”— es clave para comprender
la política llevada adelante por la dinastía de los Braganza durante la primera
década revolucionaria.
La Banda Oriental representaba una frontera amplia entre ambos
imperios ibéricos. El expansionismo portugués, que buscaba extender su
territorio hacia lo que consideraba las fronteras naturales del Brasil, estuvo
presente durante todo el proceso de conquista y ocupación de esta parte de
América. La debilidad de la autoridad española aumentó las posibilidades de
los portugueses para expandirse y controlar más territorio que el acordado en
los tratados de límites.
En julio de 1811, un ejército portugués comandado por Diego de Souza,
capitán general de Río Grande del Sur, cruzó la frontera en apoyo a Elío. En
esta oportunidad, el ingreso de las tropas de Su Majestad Fidelísima al territorio
oriental estaba respaldado por un pedido de ayuda de la máxima autoridad
española en la zona. La intervención lusitana, conforme a lo planificado por

24
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

el Virrey, representó una amenaza a la retaguardia del ejército sitiador y


contribuyó de un modo decisivo a la firma del armisticio entre los gobiernos
de Montevideo y Buenos Aires. No obstante, la presencia portuguesa en la
Banda Oriental se extendió por más tiempo. La negativa del ejército portugués
a retirarse dejó en evidencia, para las autoridades realistas montevideanas
y para las bonaerenses, que la política lusitana respondía más a su antiguo
anhelo expansionista que a un supuesto deseo de apoyar a la monarquía
española.

1.1.3. El gobierno de las Provincias Unidas del Río de


la Plata y el desarrollo de la revolución
El ingreso de las fuerzas lusitanas a la Banda Oriental provocó que el
gobierno revolucionario de Buenos Aires iniciara negociaciones a los efectos
de acordar un Tratado de Pacificación. La ocupación portuguesa representó
la apertura de un nuevo frente de guerra contra un enemigo conocido y
poderoso. El puerto de Buenos Aires se encontraba bloqueado por la armada
española, que trababa las actividades mercantiles. En el Alto Perú (actual
Bolivia), la derrota de las fuerzas patriotas en Huaquí en el mes de junio de
1811 había abierto el camino a las fuerzas realistas del general José Manuel de

Figura 3. Primera página del ejemplar de Gazeta Extraordinaria de Buenos Ayres del 27
de octubre de 1811. Las autoridades revolucionarias recurrieron a la prensa como una forma de
difundir sus ideas y de ir construyendo opinión pública. La Gazeta de Buenos Ayres actuó como el
órgano de prensa oficial del gobierno revolucionario de Buenos Aires y en este número explicó las
razones que habían llevado al gobierno a pactar con las autoridades de Montevideo y transcribió
los artículos que comprendían el Tratado de Pacificación ratificado el 20 de octubre. Extraído de:
Junta de Historia y Numismática Americana, Gazeta de Buenos Aires (1810-1821), tomo 2, Buenos
Aires, Compañía Sud-Americana de Billetes de Banco, 1910, p. 687.

25
Interdisciplinarias 2013

Goyeneche para avanzar hacia el sur. Por estos motivos, la Junta argumentó
que era necesario establecer un armisticio con las autoridades españolas.
Detener las hostilidades en ese frente de batalla era presentado como
necesario en la difícil coyuntura que estaba viviendo la revolución.
Tras un año y medio de guerras las autoridades revolucionarias veían
peligrar sus proyectos políticos. La prioridad, entonces, fue concentrar un
ejército con mayores efectivos en el Alto Perú y liberar al puerto porteño del
bloqueo que estaba llevando adelante la armada española de Montevideo. En
procura de ello, las autoridades revolucionarias firmaron, ese mismo mes de
octubre de 1811, una Convención con la Junta del Paraguay. En este tratado
se estipuló la posibilidad de un vínculo confederal entre ambos gobiernos. Se
procuraba por todos los medios evitar que la contrarrevolución pudiera avanzar
sobre la capital. Mientras que con Paraguay se había reconocido la autonomía
de su Junta y se accedía a terminar con las pesadas cargas tributarias del
período hispánico, en el caso de la Banda Oriental la opción fue otra: dejar
esos territorios bajo dominio español.

1.1.4. Las asambleas en el campo sitiador


Mientras la Junta de Buenos Aires intentaba acordar con las autoridades
montevideanas la manera de conseguir la paz entre ambos gobiernos, el
Comandante en jefe de las fuerzas sitiadoras, Coronel José Rondeau, solicitaba
al gobierno porteño hombres y armas para fortalecer la retaguardia. En los
primeros días de setiembre, una delegación bonaerense llegó al campo
sitiador para informar sobre las conversaciones que había llevado a cabo
con el gobierno montevideano. El día 10, en la Panadería de Vidal (ubicada
en la actual manzana de Lorenzo Fernández, Pedernal, Joaquín Requena y
Yaguarí), convertida en cuartel militar, se celebró una reunión de los “vecinos
orientales” para que se informaran y se pronunciaran sobre las negociaciones
que se estaban llevando a cabo con Elío. En esa oportunidad, “el vecindario
—según recogió en sus memorias Carlos Anaya— se comprometió a sostener
personalmente el sitio, ínterin el ejército salía al encuentro del que mandaba
De Souza, jefe portugués en marcha al campo sitiador” (Ardao, 1953: 313).
Los representantes de la Junta debían informar a las autoridades porteñas esta
propuesta para conocer cómo seguirían las negociaciones.
Un mes después, los “vecinos orientales” de la línea sitiadora fueron
convocados por el Coronel Rondeau para informarles acerca del Tratado
de Pacificación que se estaba acordando con las autoridades realistas de
Montevideo. En la asamblea reunida el 10 de octubre de 1811 en la Quinta
de la Paraguaya (ubicada en las cercanías de la intersección de las calles 8

26
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

de Octubre y Garibaldi) se conoció que el acuerdo suponía el levantamiento


del sitio y la retirada de las tropas revolucionarias. Los “vecinos orientales”
aceptaron con poco agrado suspender el asedio a la ciudad de Montevideo
—solo podía justificarse para lograr una posición más ventajosa para frenar el
avance portugués—, pero decidieron continuar la guerra. Proclamaron a José
Artigas como Jefe de los Orientales y lo siguieron en su retirada hacia San José.

1.1.5. Un plan defensivo: la marcha del ejército y las


familias hacia el norte
El 20 de octubre se firmó el armisticio que disponía el levantamiento del
sitio y el retiro de las fuerzas revolucionarias de la banda oriental del Río de
la Plata. Las tierras de la ribera oriental del río Uruguay, junto a los pueblos
del Arroyo de la China (Concepción del Uruguay), Gualeguay y Gualeguaychú,
ubicados en la zona de Entre Ríos, quedaban bajo la autoridad española. Por
su parte, el Virrey Elío debía solicitar el retiro del ejército portugués, levantar el
bloqueo al puerto de Buenos Aires y garantizar una amnistía a todos aquellos
que hubiesen expresado adhesión a la revolución.
Tres días después, en el campamento artiguista instalado sobre el río
San José se supo que el armisticio había sido ratificado. Los ejércitos “patrios”
debían evacuar la Banda Oriental del Uruguay. Una reunión de los vecinos que
habían ido desde Montevideo con las tropas resolvió acompañar la retirada
militar rumbo a las puntas de Arroyo Grande. Se conoció, en ese momento,
además, que Artigas tendría otro destino militar, en la actual provincia de
Corrientes.
El ejército de José Rondeau se embarcó desde el puerto del Sauce hacia
Buenos Aires y otra parte, al mando del Teniente Coronel Nicolás de Vedia,
desde el Real de San Carlos. Varias familias orientales optaron por seguirlos
y buscar refugio en la antigua capital virreinal. El ya General Nicolás de Vedia
menciona en sus Memorias, publicadas por Andrés Lamas en 1849, que se
fueron con él un total “de 500 hombres, 200 esclavos y más de 300 personas
de todos sexos que huían de los godos, como ellas se explicaban” (Lamas,
1849). Artigas con su ejército se separó de las fuerzas de Rondeau en la región
del arroyo de Monzón y continuó su marcha hacia al norte, en procura de una
mejor posición para enfrentar el avance portugués.
El 15 de noviembre, el Jefe de los Orientales fue designado por el
Triunvirato (las nuevas autoridades revolucionarias) como Teniente Gobernador
del departamento de Yapeyú con sede en Santo Tomé (actual provincia de
Corrientes). Junto al contingente militar, y a medida que este avanzaba, se
fueron sumando a la marcha nuevas familias.

27
Interdisciplinarias 2013

Figura 4. Mapa que demuestra las situaciones de las Estafetas y Postas de la parte septentrional
del Río de la Plata, subalternas de la Administración Principal de Correos de Montevideo, año
1804. Archivo General de Indias, Sevilla, España. Este mapa indica las postas y estafetas ubicadas
en las riberas del río Uruguay, el río Paraná, las costas del Río de la Plata y océano Atlántico
hasta los territorios de Portugal, hacia el final del período colonial. Los caminos que recorrían los
chasques trasladando el correo de una posta a otra, es probable que fuesen los seguidos por los
ejércitos y la población que se trasladaba por tierra.

28
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Artigas en un oficio a la Junta de Buenos Aires, el 13 de noviembre de


1811, se refería a las dificultades que acarreaba tener que brindar seguridad a
esas familias, “que eran en tan gran número que parece imposible designarlo,
basta asegurar a Vuestra Excelencia que nadie ha quedado en los pueblos”
(Comisión Nacional Archivo Artigas, en adelante CNAA, t. VI, p. 20). También
José Rondeau informaba al gobierno de Buenos Aires que “de todos puntos
de la campaña se repliegan familias al ejército sin que basten persuasiones a
contenerlas en sus casas” (CNAA, t. VI, p. 25). Esta emigración expresaba no
solo el temor de la población rural a las represalias “realistas” o al saqueo de
las fuerzas portuguesas; era también una opción política. De ello daba cuenta
Artigas, el 14 de noviembre de 1811, desde el cuartel general en Arroyo Negro
(actual límite departamental entre Río Negro y Paysandú), en un oficio a la
Junta de Buenos Aires: “toda la Banda Oriental me sigue en masa, resueltos a
perder mil vidas antes que gozarlas en la esclavitud” (CNAA, t. VI, p. 23).

1.1.6. La guerra contra los portugueses y la


participación indígena
Ante la permanencia de los portugueses en el litoral oriental del
río Uruguay, Artigas determinó la necesidad de emprender operaciones
militares contra ellos. Se valió para esto del apoyo de “los indios infieles que
—según expresiones de Artigas al Gobernador de Corrientes Elías Galván—
abandona[ron] sus tolderías…[y presentaron] sus bravos esfuerzos para
cooperar a la consolidación de nuestro gran sistema” (CNAA, t. VI, p. 31). La
alianza con los charrúas y minuanes amplió la capacidad bélica del ejército
artiguista. Los antiguos lazos de José Artigas con los “indios bravos” se
reforzaban en la lucha contra un enemigo común.
En diciembre de 1811, Artigas explicó al gobierno de Buenos Aires los
motivos que lo llevaron a no respetar el armisticio y dos meses después le
presentó un plan ofensivo para forzar la retirada del ejército portugués. Este
consistía en controlar ambas costas del río Uruguay, tomar los pueblos de las
antiguas misiones jesuíticas de guaraníes ubicados al este del río Uruguay (en
poder de Portugal desde 1801) e instalarse en la guardia de Santa Tecla, desde
donde se podía forzar a los portugueses a retirarse hacia Río Grande y cortar
sus comunicaciones con las fuerzas que estaban en Maldonado. Para concretar
este plan proponía una operación combinada con paraguayos y correntinos.
Sin embargo, el gobierno de Buenos Aires no consideró oportuno llevar
adelante este plan y las fuerzas artiguistas debieron limitarse a la defensa
ante los ataques hispano-lusitanos.

29
Interdisciplinarias 2013

En estas circunstancias fue preciso instalar a las familias en un lugar


seguro, alejado de la ribera del río, pues de otra manera quedaban muy
expuestas a los ataques portugueses y a las inclemencias del clima. A
mediados de 1812, y luego de varios traslados, las familias se instalaron en el
Ayuí (en la actual provincia de Entre Ríos), en un lugar que, según referencias
de Rondeau, estaría ubicado a unas siete leguas al norte del paso del Salto
Chico. En junio de 1812 arribó José Artigas y estableció allí su Cuartel General,
para pasar luego a la barra del mismo arroyo sobre el río Uruguay. El retorno
se inició hacia el mes de setiembre.
En enero de 1812 las relaciones entre el gobierno de Montevideo y el de
Buenos Aires se cortaron. Las autoridades realistas entendían que se estaba
violando el armisticio en tanto el gobierno bonaerense apoyaba a Artigas en
sus miras “insurrectas”. Prohibió cualquier tipo de comunicación con la ex
capital virreinal y envió un diputado, Agustín Rodríguez, para solicitar apoyo
a los gobiernos de Lima y México. El gobierno de Buenos Aires, por su parte,
comenzó las negociaciones de paz con la corte portuguesa, contando para ello
con la mediación británica (CNAA, t. VII, p. 27 y ss.).
El 26 de mayo de 1812 un segundo armisticio, suscrito entre las
autoridades bonaerenses y portuguesas, forzó el retiro de las fuerzas del
Capitán de Souza de la Banda Oriental. Pocos días después se creó el Ejército
del Norte al mando del General Manuel de Sarratea, integrante del Triunvirato,
a los efectos de reiniciar las acciones militares contra las fuerzas realistas de
Montevideo. El arribo de Sarratea al Ayuí con la orden de dirigir el retorno
de las familias orientales a sus hogares y la inclusión del ejército oriental en
el Ejército de Operaciones a su mando tensó el vínculo entre el Jefe de los
Orientales y el gobierno porteño. Tales medidas representaron un evidente
desconocimiento a la expresión soberana de un “pueblo en armas” que había
reconocido como su jefe a José Artigas.

1.1.7. ¿Cómo impactaron estos acontecimientos en el


desarrollo de la revolución?
La emigración de las familias que ocupaban la banda oriental del río
Uruguay, que siguieron al ejército artiguista para no quedar sometidas al
“yugo” español y a las fuerzas lusitanas “invasoras”, constituyó un hecho de
gran significación en el proceso revolucionario iniciado en 1810.
Para las autoridades revolucionarias de Buenos Aires, la instalación en
tierras entrerrianas del ejército artiguista y la población civil que lo acompañó
representó un antemural ante un posible avance portugués más allá del río
Uruguay. También constituyó en cierta forma una amenaza, porque desde allí

30
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Artigas estimuló una alianza ofensivo-defensiva con el gobierno del Paraguay


y con los pueblos guaraní-misioneros. José Artigas emergió como una figura
política y militar de peso en la revolución, por el respaldo de los pobladores
de la Banda Oriental que lo nombraron su Jefe y por el apoyo ofrecido por los
“indios bravos”.
Por otra parte, la experiencia vivida como “pueblo” durante los once
meses que duró la emigración generó lazos de identidad entre quienes optaron
por acompañar la marcha del ejército, a la vez que los distanció de aquellos
que se quedaron o emigraron a Buenos Aires.
Conviene precisar que nos estamos refiriendo al término ‘pueblo’ como
sinónimo de “cuerpo territorial y moral”, que dentro de la monarquía española
podía emerger como sujeto soberano. “Un pueblo sin cabeza, tal era el Pueblo
Oriental después de la ratificación de los tratados de octubre —escribe Artigas
a Sarratea desde el Ayuí el 10 de agosto de 1812— entonces pudo constituirse
y se constituyó, sino bajo las formas más o menos propias, al menos bajo las
más legales” (Beraza, 1967: 235).

Figura 5. León Pallière (1823-1887). Tropa de carretas en la Pampa. Tomado de Alejo B.


González Garaño, Pallière. Ilustrador de la Argentina. 1856-1866, Buenos Aires, 1943.

Como ha planteado la historiadora uruguaya Ana Frega, en el transcurso


de estos años la voz “oriental” comenzó a teñirse de significado político.
No solo designó un espacio geográfico cuyos límites eran aún imprecisos,
sino también un proyecto que encontraba en la “soberanía particular de los
pueblos” su fundamento. Defender a la “patria” se constituyó en un baluarte
de este pueblo en marcha, pero esta dejó de aludir a su dimensión territorial
—el lugar donde se nace— y se transformó en expresión de un ideal moral y
político: el lugar dónde los hombres viven en libertad.

31
Interdisciplinarias 2013

1.2. “Un pueblo errante y sin domicilio”


La población que decidió emigrar fue numerosa y heterogénea en
cuanto a su composición social. Un documento de especial relevancia para su
estudio es el “Padrón de las familias emigradas de la Banda Oriental…”, que
mandó levantar José Artigas en el Salto Chico oriental en diciembre de 1811.
Las familias empadronadas eran unas 900, que representaban a unas 4.426
personas, aunque en una nota se aclaraba que no se había podido registrar
un “conjunto considerable de familias por estar distantes sus carruajes”. Otros
datos que brinda este documento son: la posesión de esclavos y esclavas que
tenía cada familia, el número de hijos e hijas menores de edad y la cantidad
de carruajes que llevaba cada familia. El análisis de estos datos permite
concluir que 147 familias llevaron esclavos y que la mayor parte de estos se
concentraba en pocas personas (cinco jefes de familia contaban con más de
diez esclavos). Otro indicio que permite analizar la situación económica de
estas familias es el número de carruajes con los que contaron para trasladar
sus bienes. Una tercera parte de los jefes de familia no disponía de carruajes
y solo un 5 % contaba con más de tres. Por ello, si bien podemos constatar
que algunas familias de los sectores altos de la población optaron por seguir
al Jefe de los Orientales, la gran mayoría pertenecía a capas medias y sectores
humildes de la población (Frega, 2007: 146).
Para hacerse una idea de la dimensión de esta emigración hay que
agregar a estas cifras los más de 4.000 hombres que conformaban el ejército
artiguista. Por un lado, estaba la fuerza de observación con unos 1.500
hombres, entre los que deben contarse también los grupos de minuanes y
charrúas que apoyaron la lucha contra los portugueses. Por otro lado, unos
2.000 efectivos se ocupaban del cuidado de las familias, así como del traslado
del ganado y de las caballadas. Según informaciones proporcionadas por el
portugués Antonio Bueno de Fonseca al Gobernador montevideano Vigodet
en enero de 1812, la caballada del ejército artiguista alcanzaba los 40.000
animales. Sin precisar el número, consignaba también que contaba con gran
cantidad de animales de tiro “para los muchos bagajes de las inmensas
familias que acompaña[ban] este ejército” (CNAA, t. VI, p. 205). El historiador
Agustín Beraza sugiere que para las 800 carretas que componían la caravana
se necesitaban más de 8.000 bueyes. Además de caballos y bueyes, debe
sumarse el ganado necesario para el abastecimiento diario.
La marcha hasta llegar al Salto Chico duró más de dos meses y en
tierras entrerrianas permanecieron hasta setiembre de 1812. Las familias que
se iban sumando a la retirada del ejército oriental debieron abandonar todo
aquello que no podían transportar. Si la decisión de emigrar fue motivada

32
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Figura 6. León Pallière (1823-1887). Parada para hacer la noche. Tomado de Alejo B. González
Garaño, Pallière. Ilustrador de la Argentina..., ob. cit.

por el temor que ocasionaban las partidas de españoles y portugueses, o las


gavillas de desertores de los distintos bandos, la decisión de incendiar sus
casas y muebles, así como arrasar con las sementeras y arrear el ganado
puede interpretarse como una estrategia para que nada quedase en manos de
los “invasores” y enemigos.
Por otra parte, la necesidad de abastecer a las tropas y a las familias
exigió, en ocasiones, tomar lo que se iba encontrando en el camino. Muchos
estancieros demandaron a las autoridades montevideanas, portuguesas e
incluso al gobierno de Buenos Aires por las pérdidas materiales y los ataques
a la propiedad privada que la guerra estaba provocando. Ejemplo de ello es
el expediente iniciado en 1812 por el estanciero de Santo Domingo Soriano,
Julián de Gregorio Espinosa, ante el gobierno de Buenos Aires. En su reclamo
señaló que la “retirada del General Don José Artigas a la margen del Uruguay
vino a ser como un grito, que excitó al furor de seguirlo, contando siempre
para la marcha, no con su posibilidad que era ninguna, sino con las que les
adquirían sus violencias”. A continuación, Gregorio Espinosa enumeraba las
pérdidas que había sufrido: “2.600 caballos, 14 carretas, de 700 a 800 bueyes,
todos los útiles de la estancia como 150 hachas, 24 azadas, 18 palas… mesas,
sillas, catres, calderos, tachos, y toda especie de herramientas de carpintería
y albañilería” (CNAA, t. VII, p. 139).
Los reclamos de este estanciero tienen que ser comprendidos dentro
de un contexto de guerra donde la confiscación o el saqueo de los bienes
y recursos del enemigo, y también de los mismos patriotas, se convirtió en
una estrategia militar y de subsistencia. En esta dirección se encuentra el

33
Interdisciplinarias 2013

informe que Manuel Pinto Carneiro envió a Artigas el 22 de diciembre de 1811,


expresando que “el consumo de carne para la tropa [era] tan dificultoso…
porque los portugueses hacía días habían arreado [el ganado] de las haciendas
de estas inmediaciones” (Beraza, 1967: 68).
El abastecimiento se fue convirtiendo en un problema más grave a
medida que pasaba el tiempo y Artigas no recibía los auxilios solicitados. Por
ello, fueron frecuentes los pedidos que formuló al gobierno de Buenos Aires y
también a la Junta del Paraguay, para obtener recursos para la manutención de
sus tropas y de la población civil que lo seguía. “La miseria no se ha separado
de sus filas desde que se movió —expresaba Artigas al gobierno porteño en
diciembre de 1811— todo se ha reunido para atormentarle, y yo destinado
a ser el espectador de sus padecimientos no tengo ya con qué socorrerlos”
(CNAA, t. VI). Los ataques portugueses y españoles que presionaban para que
las fuerzas orientales se retiraran de la Banda Oriental agravaron la situación.
En tales circunstancias, el 10 de diciembre las familias comenzaron el
cruce del río Uruguay para instalarse en la costa del Salto Chico occidental. El
comisionado por el gobierno paraguayo Francisco Laguardia, que visitó este
campamento en marzo de 1812 trayendo los zurrones de yerba y tabaco que
enviaba la Junta de Asunción, destacaba en su informe: “Toda esta costa del
Uruguay está poblada de familias que salieron de Montevideo, una bajo las
carretas, otra bajo los árboles y todas a las inclemencias del tiempo, pero con
tanta conformidad y gusto que causa admiración y da ejemplo” (CNAA, t. VI).
El 30 de diciembre Artigas agradecía al gobierno de Buenos Aires los
primeros auxilios enviados: “200 sacos de galletas y sesenta ollas de fierro”.
La manutención de un número tan elevado de personas se constituyó en un
problema cotidiano, más aún cuando las partidas portuguesas limitaban la
búsqueda de alimento y la armada española interceptaba a las embarcaciones
porteñas que remontando el río Uruguay podían llegar con recursos.
Durante los dos meses y medio que duró la marcha, la carne de res
constituyó el alimento por excelencia. El General Antonio Díaz recuerda en
sus Memorias “que un asado con cuero es lo único que allí se comía y lo que
se come siempre en nuestros ejércitos”. Sin embargo, no siempre la carne se
consumió asada, sino que era frecuente su cocción en una especie de hervido,
acompañado probablemente de fariña o maíz y preparado en olla de hierro.
Debe tenerse en cuenta que la dureza de la carne del ganado cimarrón hacía
que esta fuese más apetitosa con este tipo de cocción y, además, permitía un
mejor aprovechamiento del ganado.
Al instalarse en el Salto Chico occidental y, sobre todo, al llegar al Ayuí,
aumentaron las posibilidades de ampliar la dieta. El Gobernador de Corrientes,

34
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Elías Galván, recomendaba a Artigas que se instalara en esa zona, porque la


“campaña es la más propia para crías de ganados, sin dejar de serlo para
cualquier clase de sementeras que será lo que obre su subsistencia”.

1.2.1. Sacerdotes revolucionarios

Figura 7. Diógenes Héquet (1866-1902). Óleo Vayanse con sus matreros, 1895-1896.
Hemeroteca del Museo Romántico, Montevideo. Expulsión de varios frailes franciscanos de
Montevideo el 21 de mayo de 1811. Muchos de ellos acompañaron la emigración. El Coronel
español Benito Chaín informaba a las autoridades montevideanas desde Paysandú en diciembre
de 1811 que “Artigas se hallaba pasando el Uruguay en el Salto, pero muy despacio a causa del
corto auxilio de botes y canoas, por cuya razón se han ahogado algunas personas, entre ellas un
religioso de San Francisco de los que salieron de esa ciudad en tiempos del Sitio”.

En la sociedad colonial hispanoamericana la religiosidad católica


ocupaba un lugar primordial. Ella vertebraba la vida pública y privada de los
individuos. Por ello, y por su formación ilustrada, los eclesiásticos ocuparon
un lugar destacado en la revolución, predicando a favor de ella, recogiendo
donativos e incluso, como señaló Artigas en el parte de la Batalla de Las
Piedras, actuando “como verdaderos militares”.
Muchos curas párrocos acompañaron a sus feligresías en la emigración
y, luego de instalada en el Ayuí, procuraron mantener vigente el ritual
católico. El capellán del ejército oriental y cura del Pintado (Florida), Presbítero
Santiago Figueredo, en carta al obispo de Buenos Aires en diciembre de 1811
informaba sobre lo necesario que se hacía su magisterio en las circunstancias
que estaba viviendo “un pueblo errante y sin domicilio”: “Todos los días se

35
Interdisciplinarias 2013

presentan nuevos pretendientes al matrimonio, todos los días hay criaturas


para bautizarse, que van remediadas con solo el agua, y en fin a cada paso se
presentan todas las necesidades espirituales que padece un numeroso pueblo”
(CNAA, t. VI, 44). La experiencia de la emigración provocó varias “licencias”
a los fundamentos morales de la época, que alarmaron a las autoridades
civiles y religiosas. Así, por ejemplo, según consta en el libro bautismal de la
capilla de Florida, después del retorno de la población que había emigrado
se bautizaron varios niños “de padre desconocido” o hijos de “individuos del
ejército de Artigas”.

1.3. Esposas, hijas, esclavas...


La revolución en el Río de la Plata generó una serie de cambios y
modificaciones en la vida cotidiana de las personas, alteró la vida familiar
y los vínculos entre hombres y mujeres. La ruptura del “orden” que provoca
un proceso revolucionario, como sostiene la historiadora francesa Dominique
Godineau, repercute en “el papel y la representación que de sí mismo tenía
cada sexo, o deseaba tener, en la sociedad” (Godineau, 2000: 33). Por ello,
muchas mujeres traspasaron los “límites” del hogar y participaron activamente
en la causa revolucionaria. A modo de ejemplo, vale la pena recordar el Bando
emitido el 20 de junio de 1812 por el Jefe de la partida española, destinado
a reprimir las acciones de los insurgentes en la campaña. Censuraba las
“expresiones denigrantes contra las disposiciones del Gobierno y su digno
jefe” que se realizaban en muchas villas y partidos, resaltando que el mayor
número provenía de “algunas mujeres atrevidas que fiadas en lo preferido
de su sexo les parece tienen alguna particular libertad para expresarse de
cualquier modo”.
En el padrón o relevamiento de las familias que Artigas remitió al
gobierno de Buenos Aires el 16 de diciembre de 1811 figuraban 378 mujeres
con sus maridos, 69 viudas jefas de familia, 1.206 hijas mujeres y 133 esclavas.
De un total de 4.429 personas censadas, 1.786 eran mujeres y más de 1.000
eran niños que acompañaban a sus madres (CNAA, t. VI, pp. 98-154). Esta
presencia de niños y mujeres fue contemplada en la representación pictórica
del Éxodo realizada por Guillermo Rodríguez en 1923.
Tras el armisticio, las incursiones militares de portugueses y españoles,
así como también la presencia de bandas de desertores, hicieron de la
campaña oriental un espacio muy poco seguro para las familias. Seguir
al ejército representó para muchas mujeres la única opción posible que les
garantizaba seguridad y contar con el sustento diario. “No ha habido modo de

36
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Figura 8. Guillermo Rodríguez (1889-1959). Detalle de escena del Éxodo del Pueblo Oriental,
alrededor de 1923. Museo Histórico Nacional, Montevideo.

decidirlas a que dejen de seguir a este ejército, ellas llegarán hasta el exceso
de ofrecer sus vidas formando entre los soldados, antes de resolverse a
abandonar a sus padres, hermanos y esposos… Yo no he podido contenerlas y
la mayor parte de ellas ya han repasado el Uruguay. No hay remedio, seguirán
con nosotros” (Frega, 2007). En estos términos, en oficio al gobierno de las
Provincias Unidas, fechado en abril de 1812, se refería Artigas a las mujeres
que lo seguían y enlentecían su marcha.
Es interesante constatar que la valentía de estas mujeres, que lo dejaron
todo, es destacada y valorada por el Jefe de los Orientales en cuanto a los
fieles que eran a sus hombres: esposos, padres o hermanos. ¿Habrían sido
capaces de cometer ese “exceso” de formar filas en el ejército o fue sólo una
amenaza de Artigas al gobierno de Buenos Aires para que les ofreciera un
lugar donde instalarse? En cualquier caso, tal expresión estaría dando cuenta
de que, probablemente, el compromiso de estas mujeres con la revolución
trascendió el plano de lo afectivo-familiar.
La emigración representó también una posibilidad para “salirse” de
los estrechos márgenes de acción que la sociedad colonial permitía a las
mujeres. Así, el cura Santiago Figueredo denunciaba al obispo de Buenos Aires
con fecha 15 de diciembre de 1811 que, por las circunstancias que estaba
viviendo el pueblo oriental, “las hijas no están seguras al abrigo de sus

37
Interdisciplinarias 2013

madres, favoreciendo sus locos proyectos la soledad de los montes por donde
transitamos, sin que pueda contenerlas la vigilancia y el celo de nuestros jefes
para que se desaparezcan casi diariamente niñas decentes o de honrados
padres”.
Otro ejemplo de estas “licencias” que posibilitó la emigración es el caso
de Luisa Medina Curú, quien dejó a su esposo y a sus dos hijos en el Salto
Chico “porque no quería seguir más al ejército”. Terminó en “la Real Cárcel”
de Montevideo, acusada de adulterio por “amancebarse” con el “mozo de
campo” Manuel Gallardo. Su defensor alegó que el marido “substancialmente
la abandonó con sus hijos por seguir la bandera de los rebeldes en el ejército
del tirano Artigas”. Como ha señalado Ana Frega, la revolución atravesaba
todos los ámbitos; el orden familiar e incluso el de la moral no fueron ajenos a
ella.

38
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Capítulo 2. El derrotero de las


fuerzas comandadas por el Jefe de los
Orientales

Daniel Fessler

2.1. Las fuerzas orientales


El 20 de mayo, tras el triunfo de Las Piedras, las fuerzas orientales
habían puesto sitio a Montevideo. A fines de mes, el ejército vencedor
había establecido su campamento en el Cerrito, en un punto que por sus
características facilitaba el dominio del espacio distante a la Plaza. La llegada
del Coronel José Rondeau, establecido en Arroyo Seco el 1.º de junio, completó
la línea sitiadora que se extendió desde Punta Carretas hasta el Miguelete. Ni
bien tomada esta nueva posición se produjeron enfrentamientos con partidas
españolas, según reseña la Gazeta de Buenos Ayres el 27 de junio de 1811.
La asamblea realizada en la Quinta de la Paraguaya el 10 de octubre
de 1811 decidió la continuidad de la lucha, aun después del retiro del ejército
enviado por el gobierno de Buenos Aires. Procurando evitar quedar entre dos
fuegos —las tropas portugueses estaban avanzando sobre Montevideo—, se
dispuso el levantamiento del sitio y la retirada al río San José. Fue en ese punto
donde las fuerzas orientales tomaron conocimiento de que el armisticio había
sido finalmente ratificado y que estos territorios quedaban bajo la jurisdicción
de Montevideo.
Para autores como Agustín Beraza (1967) estos hechos fueron
determinantes para que se produjera un quiebre radical en la estructura y en
la organización de las armas orientales. Ligadas fuertemente a la tradición
miliciana estas aún no habrían sufrido el proceso transformador pretendido
para los regimientos revolucionarios conformados por el Superior Gobierno de

39
Interdisciplinarias 2013

Buenos Aires, que apostaba a la profesionalización para mejorar la capacidad


bélica de sus fuerzas.
El historiador Agustín Beraza defiende la idea de que la ruptura
provocada por el armisticio generó cambios en la estructura de las fuerzas
orientales, obligando a un progresivo abandono de las formas propias de las
milicias de vecinos para adoptar la estructura de un ejército de línea. Hasta
ese momento, el grueso de las fuerzas orientales provenía de la formación de
cuerpos de milicias locales, a excepción del Cuerpo de Blandengues, creado a
fines de 1796 y del cual José Artigas era Capitán.
Las comunicaciones de Artigas durante la retirada hacia el norte, con
la presión que significó el traslado de miles de personas hasta el cruce del río
Uruguay y las exigencias de la guerra, dan cuenta de su preocupación por la
reunión del mayor número posible de armas y de hombres, tratando de evitar
el desarme de los vecinos. Toda la Banda Oriental sigue al General Artigas,
dirá José Elías Carranza, comandante de Paysandú, en comunicación del 31 de
octubre de 1811. Esa fuerza heterogénea y polícroma de la que habló Beraza,
que incluyó a hacendados y peones, a desposeídos del campo y a sectores
fuera de la ley, también lo hizo con los esclavos propiedad de los patriotas y
con los fugados de los españoles que procuraban su libertad y con los indios
misioneros, charrúas y minuanes. Pese a la incorporación no regular de estos
dos últimos grupos, sintetizada en sus campamentos al margen de los del
ejército, desempeñaron una función de primer orden que queda de manifiesto
por la convocatoria a los caciques que Artigas hace a través de Carranza el 2
de noviembre de 1811.
En diciembre de 1811, el gobierno de Buenos Aires ordenó el “arreglo”
de las tropas en una organización militar dotada de regimientos de infantería
y caballería, previendo instrucción regular y fijando las características de los
oficiales. Se regulaba también la dotación de armamento, excluyendo a la
gente sobrante para alivio del erario.
Para ponerlo en práctica con la tropa, el 4 de diciembre de 1811 se
dispuso el envío de “60 ejemplares de los títulos de las reales ordenanzas, etc.
y el manejo del arma mandado observar en todo el ejército por este superior
Gobierno” (CNAA, VI, p. 54).
En su comunicación del 7 de diciembre de 1811 a la Junta del Paraguay
en busca de apoyo, Artigas informaba que contaba con una pocas “tropas
veteranas”, que se ajustaban más a la definición de un ejército regular, y con
“cinco mil vecinos orientales”, que en poco tiempo habían conformado “un
ejército nuevo, cuya sola divisa era la libertad”.

40
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

2.1.1. El “ejército nuevo”


La construcción de este “ejército nuevo” no estuvo exenta de las
tradicionales tensiones entre los cuerpos de milicias y de veteranos que
provenían del ordenamiento colonial.
Las necesidades militares fueron modificando la compleja estructura de
las armas. El núcleo primitivo de veteranos existente en el Río de la Plata,
progresivamente disminuido por las dificultades para reemplazar las bajas
sufridas, procuró ser cubierto con la formación de milicias disciplinadas. El
Reglamento para las Milicias disciplinadas de Infantería y Caballería de 1801,
que reguló a las fuerzas del Río de la Plata, estableció un cuerpo sujeto a
instrucción, disciplina y ordenanzas militares y poseedor de un fuero militar
permanente. Sus prácticas y estatutos lo diferenciaban de las milicias urbanas
que lo detentaban exclusivamente cuando prestaban un servicio que estuvo
restringido a las zonas pobladas.
Como señala Gabriel Di Meglio (2006), los cambios que suponían la
construcción de una organización regular, implicaban, entre otros elementos,
el pasaje a un encuadramiento militar más rígido. Así, el ejército oriental debió
estructurar sus fuerzas a partir de diversas concepciones organizativas y de
reclutamiento que marcaron su funcionamiento. Sin dudas, los problemas
permanentes para recibir las remuneraciones dificultaron la instrumentación
de un ejército regular y conspiraron contra la disciplina y la permanencia de
sus integrantes.
Pese a la existencia de numerosos trabajos dedicados al ejército y las
campañas militares durante la revolución, sigue siendo poco lo que conocemos
sobre la composición de las armas orientales. La historiografía más tradicional,
especialmente la relacionada con la corporación militar, se concentró en la
actividad priorizando cuestiones como el análisis de la estrategia de los
ejércitos, en particular de batallas, o el rol de los mandos. Esto marginó la
participación popular en las fuerzas artiguistas, compuestas principalmente
por vecinos y no por soldados de línea.
Esta corriente, que sostiene la idea de un ejército que nace con la patria,
aparece reforzada por la continuidad de las políticas institucionales de asociar
las luchas revolucionarias con la fundación del Ejército Nacional como parte
de las conmemoraciones de sus 200 años, en el marco del Bicentenario. Así,
la estrategia militar desplazó a los porqués de las adhesiones y los rechazos
entre los distintos sectores sociales de la Banda Oriental. Las vicisitudes de
la vida cotidiana (abastecimiento, reclutamiento, deserción) formaron parte
de una problemática que se fue desdibujando para poner el centro en el
“genio militar de Artigas”, acompañado de un ejército en donde desaparecen

41
Interdisciplinarias 2013

los individuos para ser sustituidos por una idea uniformizante. Se neutraliza
la voluntad de sus componentes, que es sustituida por la del héroe que,
como señala el Capitán Edison Alonso Rodríguez (1954: 15), ha nacido “para
señalarle los puntos cardinales a su pueblo y conducirlo a la conquista de su
destino”.
En sentido contrario, aportes académicos recientes han permitido dotar
de “corporalidad” al ejército oriental, estudiándolo en su heterogeneidad.
Lejos de la figura de una “masa conducida”, como se señala en el proyecto de
la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de
la República, “Guerra, orden social e identidades colectividades en la Banda
Oriental 1816-1824”, se viene procurando conocer más sobre su diversidad
e intentando hacer posible una mejor comprensión de la participación de los
sectores populares en armas.

Noticias del ejército oriental proporcionadas a la Junta de


Paraguay por el Comisionado Francisco Bartolomé Laguardia, 3
de diciembre de 1812

Enviado por la Junta del Paraguay, Laguardia fue recibido con


honores en el Cuartel General de Artigas debido a la importancia que la
alianza con esa provincia podía representar.

“El Ejército se compone de cuatro o cinco mil hombres armados


con fusiles, carabinas, y lanzas reuniendo dos divisiones, y varias
partidas, que se hallan ocupando varios puntos, e inclusive la División
de Pardos” … “Cuatrocientos Indios Charrúas armados con flechas y
bolas, y estoy persuadido que aún en los Pueblos de Indios ha dispuesto
formar sus compañías” … “La tropa es buena, bien disciplinada, y toda
gente aguerrida la mayor parte compuesta por los famosos salteadores,
y gauchaje que corsaron estos campos, pero subordinados al general, y
tan endiosados en él que estoy en que no han de admitir a otro jefe, en
caso que Buenos Aires quiera sustituir a este”.

CNAA, VII, p. 285.

42
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

2.2. La emigración de 1811


Trasladado el ejército oriental a San José en cumplimiento del acuerdo
de pacificación, fue en ese punto que tomaron conocimiento de los contenidos
del armisticio firmado por el gobierno de Buenos Aires y el Virrey Elío. El
acuerdo consagraba el levantamiento del Sitio de Montevideo y la sujeción al
dominio español del territorio al Este del río Uruguay y algunos pueblos de la
actual Provincia de Entre Ríos. Recibido el “gran golpe”, como lo llamó Artigas
en su comunicación a la Junta de Paraguay del 7 de diciembre de 1811, se
resuelve el traslado a “cualquier punto donde puedan ser libres” (CNAA, tomo
VI, p. 80). Designado Artigas como Teniente Gobernador de Yapeyú, el ejército
oriental y las familias que lo acompañan comenzaron su derrotero.

Figura 9. Fragmento de la “Carta Esférica…” de Miguel López y Picor de 1816. La línea más
oscura indica la “derrota del ejército de Buenos Ayres a sitiar Montevideo en 1812”.

Las carretas cumplieron un papel de primer orden en el transporte


de carga y el traslado de pasajeros en el Río de la Plata hasta buena parte
del siglo XIX. El 14 de febrero de 1812, dirigiéndose al gobierno de Buenos
Aires, Artigas destacó la cantidad “enorme de carretas” en el momento del
“trabajoso” cruce del río Uruguay.
El padrón realizado en Salto nos permite conocer que para más de 4.000
personas relevadas existían 845 carruajes, además de los que podían traer a
un “número considerable de familias” que no habían podido registrarse por
la distancia en que se encontraban del Cuartel General. Una nota aclaratoria
indicaba que las carretas no contabilizadas ascenderían a 100 más y que
incluso podrían agregarse otras que iban llegando desde diferentes puntos de
la costa del río Uruguay (CNAA, tomo VI, p. 154).
Aunque este relevamiento refleja el volumen de la emigración en un
punto determinado y no durante la totalidad de la marcha, son datos que nos
acercan a la magnitud de la movilización de la población en su tránsito hacia
la otra ribera del río Uruguay.

43
Interdisciplinarias 2013

Poco estudiada hasta el año 1880, la reivindicación de la figura de Artigas


y de la revolución de 1811 sirvió como impulso para un mejor conocimiento
de la emigración. El análisis del camino recorrido se fue haciendo a través
de las comunicaciones de los bandos en disputa, fundamentalmente por
la correspondencia de Artigas desde los distintos puntos de la marcha. Así,
por ejemplo, Isidoro de María al estudiar las consecuencias del armisticio y
destacar la voluntad del pueblo oriental de no “vivir bajo extraña dominación”,
escribió en 1860 que la marcha terminó situándolos en la margen occidental
del río Uruguay, “campando en el Ayuí“ (De María, 1860: 190). Otro tanto
ocurre con Clemente Fregeiro al rescatar las comunicaciones de Artigas con
la Junta de Paraguay: lo situó en el Daymán con fecha 7 de diciembre de 1811
(Fregeiro, 1886: 42-44).
Esta información permitió ir ubicando los distintos campamentos y las
fechas de pasaje, a efectos de hacer posible el trazado en un mapa de la ruta
seguida.
Las historiadoras María Julia Ardao y Aurora Capillas de Castellanos
marcaron los principales puntos de la Redota. La sistematización de la
correspondencia fue complementada con relatos de viajeros o informes sobre
el uso tradicional de sendas y caminos. De esta forma pudieron completar
algunos tramos para los cuales no había cartas u oficios que indicaran el pasaje
de José Artigas. Los resultados de sus trabajos fueron publicados en 1949 en el
semanario Marcha y en 1950 en la revista El Grillo, editada por el Consejo de
Enseñanza Primaria y Normal, antecedentes de su valioso trabajo Escenario
geográfico del artiguismo, que en 1952 obtuviera el primer premio del
concurso de Homenajes a Artigas dispuesto por la ley número 11.437 de 1950.
En la revista escolar El Grillo apareció un mapa en colores realizado por
el Gabinete de Cartografía del Liceo número 8, que se basó en un estudio del
recorrido hecho por las referidas historiadoras y que contó con la calidad de
las ilustraciones del joven artista Mario Spallanzani. El plano identifica fechas
y lugares en un procedimiento que también se utilizó en mapas como los del
Ing. José L. Buzzetti, publicado el 20 de agosto de 1950 en el diario El Día,
y del Coronel Alberto Bergalli de 1968. Este último agregó a la señalización
de las paradas ya conocidas una tabla en la que detalla los días de marcha
y detención, más un cálculo de las distancias recorridas. La realización del
mapa se basó en los documentos ya publicados a los que Bergalli incorporó la
cartografía existente en el Servicio Geográfico Militar, que el autor menciona
pero no especifica.
Estas aproximaciones permitieron el conocimiento de los principales
puntos por donde transitaron el ejército y la población civil que acompañó

44
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

la retirada. Quedaban algunos vacíos en el conocimiento, derivados del tipo


de fuentes con que se contaba. Las comunicaciones referían a accidentes
geográficos, por ejemplo, sin mayor indicación acerca de la ubicación precisa
del punto donde se efectuaba el pasaje o la parada: los cuarteles generales
en el arroyo del Monzón, en el Perdido, el Cololó o en el arroyo San Francisco.
Los días transcurridos entre una comunicación y otra, a su vez, obligaban a
buscar información complementaria sobre los posibles caminos seguidos entre
un lugar y otro.

El complejo trazado de la ruta


Los problemas para la identificación del trayecto seguido en San
José ilustran sobre algunas de las dificultades para conocer el recorrido
entre los puntos identificados con niveles adecuados de certeza. En
ese departamento la discusión se ha concentrado particularmente en
determinar si el derrotero se efectuó por la ribera izquierda o derecha
del río San José. Basándose fundamentalmente en lo publicado en la
Gazeta de Montevideo y en la Gazeta de Buenos Aires, autores
como Clemente Fregeiro y Setembrino Pereda, luego seguidos por otros
historiadores, sostuvieron la última posición. En sentido contrario, Ardao
y Capillas de Castellanos defendieron la idea del tránsito por la margen
izquierda, apoyándose en una comunicación de Artigas a Ambrosio
Carranza y en el informe del baqueano Cayetano Bermúdez, que detalla
sobre las sendas más frecuentes en el período.

2.3. Transporte y caminos en la Banda Oriental


Las comunicaciones en la Banda Oriental estuvieron marcadas por la
precariedad de los caminos existentes, formados por la actividad ganadera, el
tráfico comercial, el despliegue militar y la ocupación progresiva de espacios
y lugares. Estas actividades fueron determinando trazas que la costumbre
convirtió en recorridos más estables, afianzados poco a poco como caminos
tradicionales. De esta forma se fueron consolidando las rutas que comunicaban
Montevideo con el litoral del río Uruguay y Buenos Aires. En 1797 se estableció
servicio de postas. Dos caminos más se conformaron desde el puerto de
Montevideo: uno hacia el río Negro, por el centro de la campaña, y otro rumbo
a la frontera portuguesa por San Carlos, que fue conocido como Camino de la
Costa.

45
Interdisciplinarias 2013

La experiencia fue haciendo posible el tránsito sorteando las “barreras”


que imponía la geografía. Informes como los de Cayetano Bermúdez, baqueano
que sirvió al ejército oriental, nos permiten identificar algunos de los caminos
y los pasos más frecuentes, y conocer algunos criterios que primaron para
su utilización. La accesibilidad de agua y leña o las dificultades del paso de
arroyos y ríos fueron condiciones decisivas a la hora de optar por un camino.

Figura 10. Emeric Essex Vidal (1791-1861), Litografía acuarelada “Travelling wagon in a
pantano”. Miembro de la estación naval británica apostada en Rio de Janeiro estuvo en el Río de la
Plata varios períodos entre 1816 y 1818. El paso de las carretas por ríos y arroyos representaba
una de las principales dificultades en su recorrido.

Como señala Horacio Arredondo (1958-1959), el trillo generado por el


progresivo aumento del número de carretas —medio de transporte de cargas
y pasajeros— fue determinando la existencia de los llamados caminos reales.
A su vez, las características de los lugares a recorrer incidieron en la forma de
las carretas. Transitando por los lomos de las cuchillas o procurando los pasos
más adecuados para el cruce de arroyos y ríos, las carretas se caracterizaron
en la Banda Oriental por tener dos grandes ruedas altas y anchas. Su grosor
permitía mejorar la estabilidad, especialmente en las zonas más escarpadas,
y reducir los hundimientos en el barro, que ponían a prueba la destreza de
los llamados cuarteadores, encargados del pasaje por terrenos difíciles como
pendientes o lodazales.

46
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Simultáneamente, la altura de la rueda procuraba evitar que pasajeros


y cargas se mojasen al traspasar los cursos de agua. Existieron carretas
descubiertas o techadas con quinchado de paja o con cueros, también usados
para cerrar los lados, a efectos de proteger a sus ocupantes de las inclemencias
del tiempo. La larga duración de los viajes hacía que muchas veces sirvieran
también como habitación. Así lo cuenta el científico francés Auguste de Saint-
Hilaire, quien recorrió parte del territorio oriental en 1820 y 1821. En su diario
de viaje anotó: “Trabajo adentro de una carreta y hago hacer mi cama allí,
pero el pequeño espacio que me deja mi equipaje hace que esta morada sea
bastante incómoda” (de Saint-Hilaire, 2005: 136).
Las carretas estaban tiradas comúnmente por yuntas de bueyes unidos
mediante yugos a una larga viga conocida como pértigo. El recorrido diario
y las paradas estaban pautados por la capacidad física de los animales, las
condiciones del tiempo y las estaciones, además del tipo y cantidad de carga
y los caminos. Habitualmente a mediodía y al ponerse el sol se soltaban los
bueyes para pastar y se faenaban animales para la comida. En la madrugada,
la carreta se ponía nuevamente en movimiento. En el verano, los ritmos
variaban: debido al rigor del sol se reducía el tiempo de marcha durante el día
y se hacía el recorrido en parte de la noche.

2.3.1. El cruce de ríos y arroyos


La rica red hidrográfica que surcaba el territorio de la Banda Oriental
y las dificultades que aparejaban los cruces de los cursos de agua,
especialmente en época de lluvias intensas, exigían el conocimiento de
caminos alternativos. Ejemplo de ello fueron las “Noticias de las rutas que
pueden seguirse por Camino Cómodo con todo Carruaje desde la Ciudad de
Montevideo al paso del Rosario en Santa María”, en Río Grande del Sur, que
ilustraban acerca de los trayectos que debían ser modificados “en tiempo de
crecientes de Ríos” (Capillas de Castellanos y Ardao, 1991: 11). Los cursos
desbordados no solo motivaron desvíos y paradas obligatorias, sino que
forzaron a la implementación de otros mecanismos que hicieran posible el
cruce, recogiendo en muchos casos la experiencia y las formas utilizadas por
las poblaciones indígenas.
Estas dificultades se multiplicaban cuando las carretas tenían que cruzar
arroyos y ríos profundos, imposibles de atravesar por sus propios medios. El
presbítero Dámaso Antonio Larrañaga, en su Diario de viaje a Paysandú
registró en 1815 los pormenores del cruce del río Santa Lucía ante la falta de
“auxilios” para vadearlo y el mal estado del “bote de cueros” existente. Con la
ayuda del antiguo botero de ese paso, Larrañaga se decidió a atravesar el río

47
Interdisciplinarias 2013

Figura 11. Johan Moritz Rugendas (1802-1858), Familia en la carreta. Lámina CXXXI en
Bonifacio del Carril, Monumenta iconographica. Rugendas recorrió extensamente el continente
sudamericano dibujando y anotando sus observaciones. Estuvo en el Río de la Plata en varios
períodos entre 1831 y 1847.

dentro de la propia carreta, colocando cuatro “pipas” o barriles distribuidos de


forma que el vehículo no se hundiera.
El pasaje de otras personas que acompañaban a Larrañaga ilustra
sobre otras formas de cruzar. Algunos lo hicieron sujetos a sus caballos. Otros
confeccionaron “pelotas” con cueros. Este procedimiento, de uso frecuente,
fue anotado por Larrañaga (1965: 59): el cuero “con el pelo para dentro,
formando unos cuatro picos recogidos con huascas y dejando plano el fondo,
las cargaron de los fusiles y recados y demás ropa y por medio de unas cuerdas
las tiraban, o bien por los caballos o bien por ellos mismos a nado, a pesar de
la mucha corriente”.
Si bien son reiteradas las referencias a la destreza de los paisanos
para atravesar ríos a nado o a caballo, los cruces no estuvieron exentos de
problemas. Larrañaga relató, por ejemplo, cómo se le mojó el contenido de la
carreta por la imprudencia de uno de sus acompañantes. Percances de mayor
gravedad ocurrieron durante la migración de las familias que acompañaron la
retirada del ejército oriental. En el cruce del río Uruguay, iniciado en diciembre
de 1811, se produjeron algunos accidentes fatales. La escasez de botes y

48
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Figura 12. Florián Paucke (1719-1780 ca.), dibujo a pluma y acuarela. La anotación dice: “De
qué modo el misionero sobre un cuero pasa el río”. Paucke llegó al Río de la Plata en 1749 y formó
parte del grupo de jesuitas que promovió que la instalación de misiones entre los “indios mocobí”,
a orillas del río Paraná y en las islas en las fronteras de los territorios de Santa Fe y de Corrientes
con el Chaco.

canoas agravó las dificultades que, de por sí, aparejaba el paso de un número
tan grande de niños, adultos y ancianos. Según informó el 25 de diciembre de
1811 el español Coronel de Milicias Benito Chain al Gobernador de Montevideo,
varias personas se ahogaron, “entre ellas un Religioso de San Francisco de los
que salieron de esa Ciudad [Montevideo] en el tiempo de su Sitio” (CNAA, VI,
p. 182).

49
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Capítulo 3. Emigración, Éxodo,


Redota. La construcción del relato y
sus conmemoraciones

Nicolás Duffau y Santiago Delgado

El recuerdo, el olvido o los errores históricos no son neutros, esto se


debe en buena medida a que las formas de recordar colectivamente o inducir
al olvido colectivo están íntimamente relacionadas con el presente y el futuro.
En Uruguay, como en todo el mundo, la conmemoración de determinados
episodios históricos, su significación y sus diversas lecturas, según el
contexto histórico, dan cuenta de la necesidad de usar al pasado para reforzar
sentimientos de identidad. Fechas, hechos históricos, personalidades, no
fueron, ni son, entidades estáticas, sino que evolucionaron con la vida política,
cultural e institucional.
Esta reelaboración no ocurre de forma continua ni es imperceptible,
sino que tiene momentos de inflexión que resignifican (de forma positiva o
negativa) episodios o héroes. Esos cambios, por lo general, apuntan a un
mismo objetivo: englobar la diversidad social y encontrar formas o figuras
que resulten representativas a todos los ciudadanos, que incorporan el valor
de ese complejo simbólico a través de un repertorio de rituales (desfiles,
fechas patrias, discursos) o monumentos (estatuas, publicaciones históricas o
literarias). La valoración del personaje histórico José Gervasio Artigas y el modo
en que fueron (re)interpretados algunos de los hechos más sobresalientes del
período revolucionario también cambiaron a lo largo del siglo XIX y XX.

51
Interdisciplinarias 2013

3.1. Éxodo, Redota, derrota: caminos


La actuación de Artigas en el período revolucionario planteó un problema
para los sectores letrados desde 1811, ya que no podían eludir su importancia
pero tampoco se mostraron dispuestos a incorporarlo sin adjetivaciones
negativas al relato de los acontecimientos. En 1811, durante la Redota, Artigas
era presentado como un rebelde que se rodeaba de indios, gauchos, “gente
perdida”, que causaban robos y destruían lo que encontraban en su camino.
Esta visión era alentada desde Montevideo, a través de la Gazeta de esa
ciudad que publicaba informes o artículos de las autoridades y personas que
permanecieron fieles a la monarquía española, pero también era una postura
extendida entre las autoridades bonaerenses que consideraban a Artigas
como un peligro.
Cada uno de los actores interpretó la migración masiva en relación
a la posición que ocupó en el contexto revolucionario. Los dirigentes
montevideanos recogieron las reclamaciones de los propietarios rurales que
lamentaban el estado de sus campos luego del pasaje de los migrantes. Por
su parte, la Gazeta de Buenos Ayres publicó un artículo firmado por “El
Observador” en el que se elogia a “los soldados y familias del exército del
valiente Artigas” (Gazeta de Buenos Ayres, 10 de enero de 1812). El diario
El Censor de Buenos Aires publicó en separata una “Canción patriótica
en honor del general D. José Artigas y su exército”, que comenzaba: “Bravos
Orientales/Himnos entonad/Que Artigas va al templo /De la libertad” (Pivel
Devoto, 1965: IX).
Estas expresiones de encomio, no compartidas por todas las autoridades
bonaerenses y que, de a poco, se generalizarían, estaban bastante alejadas
de la posición de las autoridades montevideanas, que en marzo de 1812
describían a Artigas como “un facineroso” y a sus seguidores como un
“exército de ladrones, de homicidas, de delincuentes detestables, que han
cometido y cometen los horrores más tremendos en todos los parajes que han
tenido la desgracia de sufrirlos” (Gazeta de Montevideo, 10 de marzo de
1812). Respecto a la migración masiva, el Capitán General de las Provincias
del Río de la Plata, José Gaspar de Vigodet, afirmó que desde el Salto, donde
se encontraban en enero de 1812 los orientales, Artigas dirigía sus “correrías”,
arrastrando a las familias “con engaños, o a la fuerza”, provocando un
abandono total de la campaña (Gazeta de Montevideo, 21 de enero de
1812: 209-210).
Los motivos de pasión personal o colectiva que la lucha había
engendrado nutrieron lo que Juan E. Pivel Devoto llamaría la leyenda negra
(retomando una expresión utilizada por la historiografía, pero también por los

52
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

propagandistas que narraron los atropellos y atrocidades de los conquistadores


españoles), íntimamente vinculada a los sectores económicamente más
poderosos de Buenos Aires, pero también de Montevideo, que consideraron el
período artiguista como una época tumultuaria y anárquica.
Las clases altas porteñas y montevideanas coincidían en la visión caótica
del artiguismo, ya que para ellos las “clases bajas” debían ser conducidas
paternalmente en cualquier proceso político y su deseo de que estos sectores
sociales no protagonizaran la revolución los llevó a ver en Artigas a un caudillo
nefasto que se amparaba en la ignorancia de sus seguidores (J. P. Barrán, 20
de junio de 1986, “Artigas: del culto a la traición”, Brecha, Montevideo, p.
11). El Éxodo fue leído desde esa perspectiva: el caudillo guiando a un pueblo
inculto y, por ende, incapaz de interpretar políticamente los acontecimientos.
En 1826 Juan Antonio Lavalleja escribió al militar argentino Carlos María
de Alvear: “El General que suscribe no puede menos que tomar en agravio
personal un parangón [con Artigas] que le degrada”. En 1852 el mismo Alvear,
testigo de los acontecimientos, en una clara reivindicación clasista caracterizó
a Artigas en sus memorias como “el primero que entre nosotros conoció
el partido que se podía sacar de la bruta imbecilidad de las clases bajas
haciéndolas servir en apoyo de su poder, para esclavizar las clases superiores”
(Barrán y Nahum, 1988: 15).

Fragmento de las Octavas Orientales de Bartolomé Hidalgo

En movibles, y pequeñas chozas


marcha el Pueblo con augusto pie;
ya en un monte se oculta afanoso
ya un gran río en sus ondas lo ve.
La constancia redobla sus votos,
allí fue el recordar, allí fue
la esperanza de librar a Oriente
que sellaron como eterna Ley.

Marcha patriótica, cuya impresión se registra por primera vez en


1816. Hidalgo (1788-1822), protagonista y testigo de las operaciones
militares y de la emigración de 1811, se inspiró en varios de los
acontecimientos ocurridos en el período revolucionario para componer
sus cielitos, poesías y canciones patrióticas.

53
Interdisciplinarias 2013

En 1818 Pedro Feliciano Cavia, otrora secretario de Manuel de Sarratea,


publicó, a pedido del Directorio de Buenos Aires, un panfleto antiartiguista en
el cual compuso un cuadro de la emigración de 1811, que había presenciado
desde Concepción del Uruguay, según el cual Artigas ordenó a sus hombres
que robaran, mataran y violaran, para atormentar a las familias y, por ende,
obligarlas a marchar junto al caudillo.
“Todas esas miserables familias no encontrando otro asilo para ponerse
al abrigo de esas vexaciones, cuyo verdadero origen ignoran, se incorporan a
las divisiones orientales, y dan a D. José Artigas el grado de importancia, que
es consiguiente, cuando un pueblo en masa forma la escolta de un caudillo”
(El Protector Nominal de los Pueblos Libres D. José Artigas, clasificado
por el Amigo del Orden, citado por Pivel Devoto, 1965: X-XI).
Esta versión, con matices, fue la que se difundió en el Río de la Plata
por los cultores de la “leyenda negra”. En 1823, Santiago Vázquez, partícipe
en un tramo de la migración, profundizó la visión vandálica de las tropas
artiguistas que obligaban a la población a marchar, provocando “todo el mal
posible” a los que mostraran algún tipo de reparo o resistencia. Esta visión
de Vázquez expresaría el temor a la multitud y al desorden, pero también, y
siguiendo a Pivel Devoto, sería un argumento anticaudillista, en alusión a las
diferentes facciones que emergieron en aquel momento. A lo largo de ocho
números, lo que duró el análisis de Vázquez sobre el período revolucionario
y los acontecimientos políticos recientes, las menciones directas a Artigas
son esporádicas, en la mayor parte de los casos el autor se refirió al caudillo
de forma figurativa. El análisis también negó el papel del pueblo y adjudicó
los males de la revolución a los caudillos “que dominando por el terror y
abrazando la anarquía, siguieron a su vez los mismos pasos de los jacobinos”
(El Ciudadano, 6 de julio de 1823, p. 1).
En 1825, los jefes del levantamiento oriental acallaron de forma sibilina
el nombre del Artigas. Probablemente su mención hubiera alarmado a los
porteños, temerosos ante el resurgimiento de los ideales autonomistas. “La
consigna de la hora fue, si no desterrar en lo íntimo el recuerdo de una época,
evitar que se encendiera la lucha en torno a un nombre que encarnaba tantos
rebeldes, cuando era necesario el concurso de quienes lo habían combatido, y
abrigaban aún contra él indisimulada adversión” (Pivel Devoto, 23 de junio de
1950, “De la leyenda negra al culto artiguista”, Marcha, p. 2).
La polémica se instaló en la prensa montevideana, en especial tras
los artículos de Santiago Vázquez en las páginas de El Pampero, órgano
de prensa de los libertadores, que no escamoteaba afirmaciones vejatorias
contra Artigas. Probablemente, razones vinculadas al temor de estos sectores

54
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

sociales hacia el “jacobinismo”, que representaba el programa político


artiguista, así como cierto recelo a cualquier intento de reintegración de las
Provincias Unidas, llevaron a los sectores dirigentes a desechar todo lo que
estuviera relacionado con el período revolucionario.
En febrero de 1835, José Benito Monterroso, otrora secretario de Artigas,
envió, desde Marsella, una carta a Lázaro Gadea, en la que interpretó el
Éxodo como parte de la voluntad popular y no como una consecuencia de los
deseos e intenciones de un solo hombre (Salterain y Herrera, 1948: 203). Sin
embargo, esta advertencia, que reivindicaba el carácter del artiguismo como
un fenómeno más complejo que el brío (para hacer el mal y, décadas después,
para hacer el bien) de un solo hombre, no fue atendida y el pueblo que había
participado de la migración seguía siendo considerado como víctima de este
“Atila” de las pampas.
“Envuelto en el recuerdo de una época embrionaria que se asociaba a
los más duros sacrificios del pueblo oriental, rodeado de leyendas, el nombre
de Artigas hacia 1840 suscitaba la opinión favorable, pero con reservas, de
algunos; y la curiosidad científica de quienes se interesaban ya por el estudio
del pasado nacional, sin que ello hubiese llegado a traducirse entonces en un
juicio cabal acerca de su actuación apenas entrevista por los hombres de esta
época” (Pivel Devoto, 1950: 16).
En 1841, el joven Bartolomé Mitre, radicado en Montevideo, consiguió
del General Nicolás de Vedia los apuntes que había de utilizar en la redacción
de su ensayo biográfico sobre Artigas. Mitre recurrió a los tres tipos de
fuentes con los que podía contar: testimonios, publicaciones y documentos
de época. En esta última categoría se destaca una colección de 400 cartas
escritas por Artigas a Rivera. En esta obra, Mitre narra los hechos iniciales de
la revolución hasta el Éxodo, epopeya donde este “nuevo Moisés”, libera a su
pueblo. En 1846, Mitre modificó su opinión sobre el caudillo y en la Nueva
Era, publicación antirriverista y, sobre todo, anticaudillista, de vida efímera,
escribió un ensayo sobre la “montonera”, en el que consideró a Artigas
como un “hombre primitivo” de “instintos feroces”, dotado de “la hipocresía
solapada del gaucho malo y el orgullo exagerado de sus facultades bajo las
apariencias más humildes, prendas que constituyen en estos países el caudillo
por excelencia”.
Esas cualidades “hacían de Artigas el ídolo de la multitud ignorante,
cuyos vagos deseos de independencia venían a concretarse en su persona,
lo que daba por resultado el cacicazgo, tal cual lo ejercían las tribus a que
habían reemplazado” (Pivel Devoto, 1950: 11). En 1857, en su trabajo titulado
Galería de celebridades argentinas, nombró a Artigas “Atila del caudillaje”

55
Interdisciplinarias 2013

y justificó el accionar bonaerense durante la revolución artiguista como una


consecuencia del combate al despotismo. En 1849, el General Nicolás de
Vedia, también observador de la migración, ya que visitó el campamento
artiguista en calidad de Comisionado del Gobierno de Buenos Aires, afirmó que
“Artigas arrastró con todos los habitantes de la campaña” y “sus comandantes
amenazaban con la muerte a los que eran morosos, y no fueron pocos los
que sufrieron la crueldad de los satélites de Artigas”, a quien consideró un
“hombre inflexible que se complacía en la sangre que hacía derramar y en
verse seguido de tan numerosa población” (Pivel Devoto, 1965: XIII-XIV).
Como sostienen José Emilio Burucúa y Fabián Campagne, este tipo
de debates eran transposiciones metafóricas de los temas fundamentales
de la organización estatal “independencia, constitución, reforma social,
régimen político, relaciones interamericanas, ideologías prevalecientes en los
sistemas educativos y culturales construidos desde las estructuras de poder”
(Burucúa y Campagne, 1994: 352). En el caso uruguayo, y más durante ese
período colmado de enfrentamientos armados, el problema se relacionaba
con el cuestionamiento histórico hacia la fecha de la independencia, a las
reminiscencias del artiguismo en ese proceso, al destino como nación (unión
en un cuerpo político rioplatense o autonomía in toto). Los intentos por
consolidar un Estado moderno a partir de la década de 1870 habrían puesto
fin a esas disputas, saldado las diferencias sobre la emblemática figura de
Artigas y marginado a las voces disidentes (Barrán, 1984: 61-62).
En sus Memorias, escritas en 1851, Carlos Anaya, también testigo
de los hechos, aunque no integrante de la columna migratoria, historió los
períodos previo y posterior al armisticio firmado en octubre de 1811. Fue
Anaya quien se refirió por primera vez a la migración como Redota, acepción
utilizada en la época para referirse a los “caminos” y que en el siglo XX se
interpretó como la expresión de una derrota (Anaya, 1954). El “derrotero” de
la migración estuvo marcado por los distintos caminos que transitaron, por las
distintas poblaciones que atravesaron.
Es Anaya quien sostiene que en el campamento del Salto había 1.600
personas y también menciona un padrón, que sería ubicado en 1916 (la
Revista Histórica uruguaya lo publicó por primera vez en 1925). No hay
mención en este caso a la violencia de las tropas artiguistas, ni al saqueo
de pueblos. Sin embargo, expresiones de esta índole se mantuvieron por
muchos años. En 1874, Francisco Antonio Berra, en su Bosquejo histórico de
la República Oriental del Uruguay, insistió en el carácter violentista de la
emigración y en la edición de 1881 reafirmó la idea al sostener que el ejército
de Artigas fue “arrastrando por la fuerza y el terror cuantas familias hallaba a

56
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

su paso” (Berra, 1895). La cuarta edición, de 1895, mantuvo las apreciaciones


sobre Artigas, aunque minimizó su actitud condenatoria directa y continuó con
defensa cerrada del fin instrumental de la historia “para corregir las ideas y
para moralizar las costumbres del porvenir” (Berra, 1895: 19).
En 1860, Isidoro de María publicó Vida del Brigadier General José
Gervasio Artigas, fundador de la nacionalidad oriental, uno de los
primeros alegatos reivindicativos de esta figura. En 1856, el Presidente de la
República, Gabriel Antonio Pereira, aprobó labrar en la tumba de Artigas la
inscripción: Fundador de la nacionalidad oriental (Carámbula de Barreiro,
1957: 230-294), que habría propiciado, de acuerdo a la interpretación
piveliana, el inicio de una tímida reivindicación oficial.
El 19 de mayo de 1862, el representante parlamentario por Soriano,
Tomás Diago, argumentó a favor de la erección de un monumento en
homenaje al Fundador de la Nacionalidad Oriental José Gervasio Artigas,
a ser colocado en la Plaza Independencia que, desde ese entonces pasaría a
llamarse Plaza Artigas. Otro de los diputados, que apoyó el proyecto, planteó
la necesidad de incorporar a los planes de estudio temáticas relacionadas al
período de la fundación de la “nacionalidad”, ya que, según su criterio, no eran
hechos conocidos por la población (Diario de sesiones de la Honorable
Cámara de Representantes, 1886: 153-157). En la sesión del 9 de junio,
fecha en que se votó el proyecto definitivo, se resolvió aprobar una disposición
para solicitar “suscripciones voluntarias”, que se encargarían de costear
parte de la estatua, para demostrar que, como sostuvo el diputado Diago, “la
nacionalidad oriental fue la que levantó ese monumento” (Diario de sesiones
de la Honorable Cámara de Representantes, 1886: 636).
El filósofo francés Ernst Renan sostuvo que “el olvido, y hasta diría el
error histórico, son un factor esencial en la creación de una nación, de modo
que el progreso de los estudios históricos es a menudo un peligro para la
nacionalidad”. El historiador uruguayo Carlos Demasi ha planteado que la
nación es una “identidad relacional” que puede incluir a determinados grupos
sociales o figuras a su universo conmemorativo, al tiempo que excluye a otros
(Demasi, 2005: 103).
Cuando esa reivindicación proviene desde “arriba”, sus artífices, los
sectores dominantes, se encargan de “pulir” los rasgos más conflictivos de,
por ejemplo, un personaje histórico, despojándolo de cualquier contenido
que contradiga su universo de valores. De esta forma, el período artiguista
perdió su carácter transformador (hasta las décadas de 1950 y 1960, período
en el que se produjo un significativo avance en el conocimiento histórico y
una apropiación del héroe por parte de la izquierda partidaria, serán más bien

57
Interdisciplinarias 2013

escasas las menciones al pueblo, a la revolución agraria, a la patria grande


americana). Como sostuvo José Pedro Barrán, al analizar en un breve artículo
la visión heroica de Artigas y sus consecuencias, “el mito del héroe creador
solo sirve a las clases dominantes de todas las épocas al minimizar el papel
del pueblo” (Barrán, 1986: 11).
Esta impronta se puede apreciar en el discurso del diputado Carreras,
quien afirmó que no era necesario ahondar en los “defectos” de Artigas,
ya que, en la mayor parte de los casos, eran una consecuencia de “las
circunstancias y del aislamiento en que lo colocaron muchos de los hombres
que debieron rodearle para salvar la independencia de la Patria”. El período
artiguista debía justificarse “aun en los actos que hayan podido parecer
criminales ante la humanidad”, en razón de las circunstancias en que había
actuado el Jefe de los Orientales (Diario de sesiones de la Honorable
Cámara de Representantes, 1886: 640-642).
El proyecto finalmente tuvo media sanción legislativa, probablemente
porque, pese a los exaltados discursos reivindicativos, la leyenda negra
continuaba vigente. El debate sobre la estatua se reavivó en el marco de la
inauguración de un Monumento a la Independencia Nacional en 1879. En julio
de 1881 se presentó un nuevo proyecto de ley autorizando al erario público
para levantar una estatua a Artigas y, en la discusión, que se saldó recién en
junio del año siguiente, nuevamente los diputados insistieron en la necesidad
de consolidar la unidad nacional a través de una figura común.
La intervención del diputado José Cándido Bustamante apuntó en esa
dirección cuando presentó a Artigas como “ajeno a todas las persecuciones
de partidismo que se suscitaron después de nuestra emancipación”, tesoro
común de los “partidos”, la “patria” y la “nación” (Diario de Sesiones de la
Honorable Cámara de Representantes, 1882: 73). El 5 de julio de 1883 se
aprobó la ley, pero la inauguración de un monumento a Artigas debió aguardar
hasta el 28 de febrero de 1923, fecha en la que se descubrió la estatua
ecuestre realizada por el escultor italiano Ángel Zanelli y que permanece hasta
la fecha en la Plaza Independencia (Frega, 1995: 121-149).
Pese a la rémora, la decisión de monumentalizar al prócer o los
discursos similares al de Bustamante expresan que en el último cuarto del
siglo XIX la figura de Artigas pasó a ser aquella capaz de generar los consensos
necesarios para alcanzar una ansiada (y frágil) unidad nacional. Defensor de la
democracia “en la hora en que corría más inminente peligro”, “vanguardia de
los pueblos libres”, hombre “sin ambiciones”, “bandera de los humildes”, “hijo
de América”, “faro celeste” que flota “sobre todas las vicisitudes políticas,
sobre todos los gobiernos y todas las personalidades”, “símbolo de paz entre

58
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

los hijos de la nación que fundaste” (expresiones tomadas de los discursos


de Francisco Venancio Pintos y Manuel Herrero y Espinosa, en ocasión del
trigésimo cuarto aniversario de la muerte de Artigas, declarado día feriado y
de duelo nacional, en El Diario, 1.º de octubre de 1884 y El Pueblo, Paysandú,
1.º de octubre de 1884, p. 1.
El proceso de consolidación estatal provocó transformaciones en el
plano cultural que, entre otras dimensiones, se tradujeron en la creación o
recreación de nuevos emblemas. Sin embargo, salvo referencias esporádicas,
la Redota demoró en incorporarse a la constelación de hechos heroicos
protagonizados por el Jefe de los Orientales.
Tal como ha señalado Pivel Devoto, hacia 1880 la emigración oriental
iniciada en 1811 era un episodio casi desconocido para la mayor parte de los
habitantes del país. “Quienes se habían ocupado de él, lo habían hecho en
forma somera, sin penetrar en su contenido y, por lo general, desnaturalizando
su sentido y su carácter” (Pivel Devoto, 1965: XV).
En 1882, Francisco Bauzá, en su trabajo Historia de la dominación
española en el Uruguay, libro fundamental en la reivindicación artiguista,
mostró al Éxodo como una manifestación de desobediencia al poder
monárquico, pero también a la junta bonaerense.
“Un inmenso pueblo consistente en casi todas las familias que habitaban
la campaña por donde iba cruzando, siguió tras de él dispuesto a perecer
antes que prestar sumisión a la España o entregarse a los portugueses. Aquí
pudo conocer el caudillo uruguayo lo acertado de su actitud al rechazar las
insinuaciones y ofertas que se le habían hecho para que aceptase el armisticio.
El pueblo, aprobando su conducta y proclamándolo por el representante de
sus ideas, no sólo lo aplaudía sino que le daba una demostración evidente de
lealtad y confianza, siguiendo silencioso sus banderas. Demostración inusitada
que recuerda aquellas peregrinaciones bíblicas, en que las naciones emigraban
a tierras desconocidas en busca de la libertad” (Bauzá, 1965: 60-61). El autor
no ahondó en la leyenda negra, pero tampoco la combatió. Su visión buscó
limar algunos de los costados más conflictivos del caudillo, a quien consideró
una víctima de las circunstancias históricas y de sus colaboradores.
En 1883, Clemente Fregeiro dedicó uno de los capítulos de su libro (que
permaneció inédito), Artigas. Estudio histórico, a la emigración de 1811 y
continuó en la línea de Bauzá, ya que le dio una connotación bíblica, pero
lo denominó como Éxodo, nombre con el que se llamaría de allí en más. La
emigración adquirió las características de un “éxodo bíblico” donde el pueblo
oriental, conducido por José Artigas, abandonó sus hogares en busca de la
“tierra de promisión”, libre del “yugo español”. No obstante, también asignó

59
Interdisciplinarias 2013

un rol importante al pueblo de la Banda Oriental, al cual consideró “un país


sublevado en masa”, dispuesto a “triunfar o ser vencido en la lucha” (Fregeiro,
1885: 83).
Publicado por la prensa montevideana, en 1885 se editó en tres números
sucesivos de los Anales del Ateneo. En su trabajo, Fregeiro planteó que la
población siguió a Artigas de forma espontánea y desestimó las afirmaciones
que insistían en la violencia ejercida sobre los habitantes de la campaña para
que acompañaran al caudillo y sus tropas. De forma voluntaria “una multitud
de ancianos, mujeres y niños” “abandonaban sus hogares después de haber
incendiado los ranchos y destruido las sementeras”, para acompañar a las
tropas patrias. “Convencido por fin de la ineficacia de cuantos esfuerzos se
intentaron para disolver las milicias orientales y restituir a sus hogares a
las familias que habían corrido a buscar un seguro asilo en las filas de las
divisiones de Artigas, acabó el gobierno por reconocer la imperiosa necesidad
de señalar un punto del territorio sometido a su jurisdicción, para que en él
se establecieran los que estaban dispuestos a abandonar la Banda Oriental”
(Fregeiro, 1885: 170).
En una clara lectura del momento cultural y como un alegato en pro de
la emisión de símbolos para reforzar, en un contexto de modernización y de
consolidación estatal, los sentimientos de pertenencia, Fregeiro sostuvo que
todas las agrupaciones humanas, incluso las “más bárbaras”, “mantienen vivo
el culto de los recuerdos nacionales” a través de la conmemoración de “las
hazañas de sus antepasados en el mármol, en el bronce, en las pájinas (sic)
de la historia, y hasta en el ritmo alado de las armonías musicales” (Fregeiro,
1885: 173). Según esta visión no había en la historia del “país” nada “más
grandioso” que “la insurrección espontánea de 1811 a favor de la causa de
Mayo”.
A partir de 1884, el Estado inició la reivindicación de Artigas, alejándolo
de la revolución de mayo e insistiendo en el carácter preconfigurador de la
nacionalidad. Sin embargo, y pese a menciones en manuales de historia,
el Éxodo del pueblo oriental no fue una de las “proezas” artiguistas más
destacadas. Sí prosiguió su camino la recuperación del personaje Artigas, que
perdió cualquier connotación revolucionaria y obliteró el rol de los sectores
populares seguidores del caudillo. El período artiguista pasó a ser revolucionario
en tanto fenómeno que favoreció la emancipación del yugo extranjero, sobre
todo español, pero no fue visto como un proyecto de transformación social.
En diciembre de 1884, la casa editorial Barreiro y Ramos publicó en la
“Biblioteca de autores uruguayos” la obra de Carlos María Ramírez titulada
Artigas. Debate entre “El Sud América” de Buenos Aires y “La Razón”

60
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

de Montevideo, que destruyó lo que quedaba en pie de la leyenda negra sobre


Artigas. Obras como las de Fregeiro o Ramírez, entre otros propagandistas,
colaboraron en la construcción oficial de un pasado común y dieron una última
estocada a la leyenda negra. Artigas era un héroe nacional, que rechazaba
el desorden, respetaba la propiedad y su proyecto autonomista se tergiversó
a través de la limitación de su actuación política a las fronteras del Estado
uruguayo, tal como se conocía a fines del siglo XIX.
Esto quedó reflejado en diversos manuales escolares que cumplieron
strictu sensu con las coordenadas de heroicidad (Sansón, 2011). Asimismo,
se proscribieron o enjuiciaron de forma negativa las visiones que, como las de
Francisco Antonio Berra o Luis Desteffanis, cuestionaron la figura de Artigas.
El héroe, “su vida, su pensamiento”, fue leído por el discurso oficial en forma
monolítica y alejado de debates y cuestionamientos. “Así, recordar al héroe
es, perversamente, olvidarlo; es borrar todas sus aristas transformadoras,
revulsivas, para conservar solo aquello que puede ser aprobado en forma
unánime y pasar a formar parte del discurso monológico de la nación” (Uriarte,
2003: 373-374).
Entre 1901 y 1903, Orestes Araujo se encargó de la publicación de un
Diccionario popular de historia del Uruguay en el cual Clemente Fregeiro
escribió un artículo sobre el Éxodo que abreviaba su trabajo original. Al
igual que en 1885, Fregeiro sostuvo que el pueblo uruguayo evocaba “solo
las tradiciones sangrientas de la guerra civil, silenciando o desnaturalizando
aquellos hechos que —como el éxodo— por su naturaleza constituyen los
únicos que nos pueden dignificar ante nosotros mismos, y presentarnos ante
los extraños como un pueblo digno de figurar con decoro entre las naciones
libres y civilizadas” (Fregeiro, 1901-1903: 300-301).
Desde el punto de vista iconográfico y simbólico esa recuperación
centrada en la figura de Artigas se desarrolló desde la pintura y la estatuaria
a través de obras puntuales encargadas desde la esfera del poder estatal. La
retratística sobre Artigas comenzó con obras como las de Alfredo Demersay
realizada en Paraguay, aún en vida del caudillo, continuándose luego con
varias litografías y telas de Eduardo Carvajal (1863), Juan Maraschini (1886),
Domingo Orrequia, Diógenes Hequet (1895-96), así como litografías, dibujos
y bocetos de varios autores. Pasarían varios años hasta que el Éxodo,
incorporado plenamente al universo de efemérides artiguistas, volviera a tener
un nuevo cuadro dedicado en exclusividad, con las obras de Mateo Magariños
y Guillermo Rodríguez, ambas tituladas Éxodo del Pueblo Oriental.

61
Interdisciplinarias 2013

Figura 13. Diógenes Héquet (1866-1902). Óleo Éxodo del Pueblo Oriental, 1896. Hemeroteca
del Museo Romántico, Montevideo.

El proyecto reivindicativo no estuvo exento de disrupciones y tambaleos.


Las guerras civiles de 1897 y 1904 oficiaron como elementos destructores
de toda un programa previo de “cohesión nacional” y convivencia política,
que, como vimos, se había gestado durante el último cuarto del siglo XIX.
El centenario del inicio del período revolucionario fue utilizado desde el
Estado para redimensionar nuevamente la figura de Artigas como un símbolo
identitario y de unidad. En 1910, Juan Zorrilla de San Martín publicó La
Epopeya de Artigas, obra dedica a la gesta artiguista, en la que se hace
una extensa mención al Éxodo. Sin embargo, el proceso de reivindicación
de Artigas no había incorporado hasta ese momento a la Redota de forma
plena. Ese mismo año, y como otro ejemplo de vinculación entre historia y
patriotismo, Eduardo Acevedo finalizó su obra, en tres tomos, José Artigas:
su obra cívica. Alegato histórico, que, por su volumen pero también por sus
ideas, se convirtió en una de las obras cumbre de la reivindicación artiguista.

62
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Figura 14. Melchor Méndez Magariños (1885-1945). Éxodo del Pueblo Oriental, cerca de 1930.
Palacio Legislativo, Montevideo.

En 1911, la conmemoración de los cien años del inicio de la revolución


y los festejos del centenario de la Batalla de las Piedras fueron la instancia
apoteótica en la que se procesó la exaltación de la figura de Artigas. Es
probable que haya sido también la primera instancia de participación popular
masiva, tanto en los festejos como en actividades conexas (coberturas
especiales de los festejos en La Semana, 3 de junio de 1911, y El Día, 27 de
mayo de 1911).
Un elemento central fue la elaboración de un relato lineal que describió
el desarrollo de la comunidad desde las guerras de independencia hasta el
presente y justificó “la conmemoración, materializándola en un personaje
que encarnara el complejo racional-emotivo de la nación uruguaya” (Demasi,
2001: 1031). Ese relato lineal también sirvió para vincular a la comunidad
del presente con la del pasado, con los “orientales” de la primera hora que
estuvieron junto al caudillo. De esta forma, el pueblo “oriental-uruguayo” se
autorrepresentaba —o era autorrepresentado por los sectores dominantes—,
como partícipe de un camino común que se había iniciado en 1811 con el
rechazo absoluto a cualquier injerencia extranjera. Un Artigas remozado,
alejado de cualquier rasgo autoritario y, por ende, del caudillismo, sin bandería,

63
Interdisciplinarias 2013

Figura 15. Bajorrelieve del monumento a Artigas, del escultor Ángel Zanelli (1879-1942),
inaugurado en la Plaza Independencia de Montevideo el 28 de febrero de 1923.

Figura 16. Guillermo Rodríguez (1889-1959). Óleo Éxodo del Pueblo Oriental, cerca de 1930.
Dirección Nacional de Correos, Montevideo.

casi sin ideas y sin seguidores activos. Un conductor del pueblo intemporal
apareció en escena y allanó el camino para la leyenda de bronce.
En febrero de 1923 se inauguró la estatua ecuestre a Artigas en la Plaza
Independencia, cumpliendo así con el mandato de la disposición aprobada en
1884, según la cual la comisión nombrada a los efectos de regular todo lo
concerniente al monumento debía llamar a concurso público para seleccionar
al escultor que se encargaría del homenaje en piedra al prócer. Entre 1884 y
1906, el concurso no se abrió y una vez seleccionado el escultor, la primera
guerra mundial demoró nuevamente las obras, por lo que “la demora puede
ser interpretada como una señal del proceso para lograr unanimidad en torno
a la recuperación de la figura de Artigas” (Frega, enero-diciembre 1995: 127).
El 25 de agosto de 1898 se inauguró en la plaza de San José un
monumento a Artigas del artista uruguayo José Luis Blanes, hijo de Juan
Manuel. Uno de los oradores en el acto fue el joven estudiante Pedro Manini
Ríos. La inauguración de su monumento supuso “definir para la posteridad
una imagen y una simbología” que se basó en una “interpretación lineal del

64
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

pasado, como un jalón que era presentado como el ineludible camino de la


emergencia nacional” (Frega, enero-diciembre 1995: 123).
El Estado uruguayo se convirtió en un actor fundamental en la
conmemoración del episodio, ya sea acompañando iniciativas privadas o como
impulsor y patrocinante de artistas y escritores que configuraron, en la mayor
parte de los casos, la memoria oficial sobre el período artiguista e insistieron
en la narración lineal que ataba al Estado contemporáneo con los orientales
que se opusieron a la dominación extranjera. Combinada con esta visión la
Redota era resaltada como el acontecimiento que dio origen a la nacionalidad
oriental y, desde esa perspectiva, se realizaron las conmemoraciones y
reconstrucciones posteriores.
En 1915, la entonces Junta de Económico-Administrativa de Montevideo
decidió homenajear a la migración, para lo cual tomó como referencia el texto
de Zorrilla de San Martín y nombró como Ayuí a una de las calles de la ciudad
(ubicada actualmente entre Bulevar Batlle Ordoñez y Magariños Cervantes).
En 1919, la administración municipal montevideana homenajeó nuevamente
al proceso artiguista y a la migración, esta vez con el clásico nombre de
Éxodo, a una calle que se encuentra entre Monzoni y Camino Diego Espínola,
cerca de Camino Carrasco.
En la nomenclatura oficial de la Intendencia de Montevideo, Alfredo
Castellanos referencia este hecho como una “memorable jornada de nuestra
historia”, en la “que el pueblo oriental consolidó su “constitución social”, luego
que en uso de su “soberanía inalienable”, erigió a Artigas como su Jefe; tal fue
el origen de nuestra nacionalidad, consolidada luego por diecisiete años de
luchas por la independencia” (Castellanos, 2000). Actualmente, en la ciudad
de Paysandú, en Salto capital, en Ciudad del Plata (San José), Rosario (Colonia)
y Canelones hay calles que hacen alusión a la migración, como pueden ser
Camino del Éxodo, Salto Chico, La Redota.
Otra forma de conmemoración fue mediante la colocación de monolitos
en los distintos lugares físicos por donde pasó la marcha de orientales entre
octubre y diciembre de 1811, antes de cruzar el río Uruguay. En 1950, en
medio de los festejos de los cien años de la muerte del prócer y a propuesta
de la Comisión Delegada del Ministerio de Defensa, el Poder Ejecutivo decidió
colocar estelas recordatorias para señalar lugares considerados históricos. Uno
de los lugares propuestos por la Comisión fue la zona del Paso de la Arena, en
Montevideo, por donde pasa el arroyo Pantanoso, por entender que fue allí
donde se proclamó a Artigas “Primer Jefe de los Orientales y donde se resolvió
la partida hacia el Éxodo” (Comisión Delegada del Poder Ejecutivo. Decreto
16.075, 1950: 24-25).

65
Interdisciplinarias 2013

Figura 17. Monolito ubicado en los márgenes del río Queguay, cercano a la Ruta 3, km 394,
departamento de Paysandú, en el que luce la siguiente inscripción: “La Nación En el 150º
aniversario de la Revolución Oriental. Éxodo. 24 de noviembre 1811”. Foto: Daniel Fessler.

Sin embargo, según lo que consignan Aurora Capillas de Castellanos y


María Julia Ardao (citando documentación de época), el lugar al que se refiere
la Comisión es el paraje del mismo nombre ubicado en el actual departamento
de San José. Los otros lugares elegidos para colocar los monolitos fueron en
el Camino del Monzón, “punto de separación entre Artigas y Rondeau”, en
el paso sobre el río Negro, conocido como Yapeyú, en Paysandú, “otro jalón
importante del Éxodo”; en Costas del Daymán, “donde Artigas se detiene para
redactar su famoso informe a la Junta del Paraguay y también para levantar el
“Padrón de Familias Orientales” que emigraron ante la invasión portuguesa” y
en Paso del Salto, “lugar por donde cruzan pueblo y Ejército, para situarse en
la costa del Uruguay” (ibíd.).
Durante el año de 1961 se festejó en el país el Sesquicentenario de
los Hechos Históricos de 1811 y se conmemoraron, entre otros episodios,
el Grito de Asencio, la Batalla de Las Piedras y el Éxodo del Pueblo Oriental.
El gobierno declaró como feriados nacionales las fechas del 28 de febrero y
del 18 de mayo, además de realizar actos y desfiles en los lugares en que

66
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

sucedieron los respectivos hechos. En cuanto a la celebración del Éxodo, si


bien hubo una discusión en el Consejo Nacional de Gobierno y un proyecto
presentado a la Asamblea General, el 23 de octubre, fecha sindicada como el
inicio de la migración, no se declaró como día festivo, no obstante se realizó un
desfile militar por la Avenida 18 de Julio (Archivo General de la Nación, Actas
del Consejo Nacional de Gobierno, n.° 322, Montevideo, 17 de octubre de
1961).
Pese a lo frustráneo de la iniciativa, es interesante señalar algunos
aspectos tratados en el proyecto presentado por el Poder Ejecutivo a la
Asamblea, que buscaba conmemorar y exaltar la Redota “de manera
ostensible para avivar en el espíritu público el culto de los grandes valores
de la tradición”. A entender del Ejecutivo y del Ministro de Instrucción Pública,
el Éxodo del Pueblo Oriental “está incorporado al sentimiento nacional como
uno de los hechos más grandes de la historia de la República”, por lo cual
consideraban más que justificado homenajear al “pueblo oriental en armas,
a las familias campesinas del medio rural” y a “la figura de su conductor José
Artigas, erigido entonces en Jefe de los Orientales”. Este tipo de argumentos
mezclaban las consideraciones más tradicionales, como ser el papel del líder
conductor, pero también incorporaron a los pobladores rurales “en armas” que
adquirían, así, un rol más activo en el proceso político (ibíd.).
Consideraciones de esta índole se acentuaron en el marco de la crisis
económica, política y social que comenzó a atravesar el Uruguay desde
mediados de la década de 1950 y que favoreció una nueva conceptualización
de José Artigas, a quien se le incorporaron algunos atributos como el de
“defensor de los pobres”, conductor de una revolución agraria o artífice de
un ideario latinoamericanista. Esto se debió, en buena medida, al significativo
avance del conocimiento histórico a través del trabajo de historiadores como
Lucía Sala de Tourón, Julio Rodríguez, Nelson de la Torre, José Pedro Barrán,
Benjamín Nahum, Washington Reyes Abadie, Oscar Bruschera, Tabaré Melogno
y Agustín Beraza, quienes increparon algunas de las visiones más tradicionales
sobre el artiguismo y señalaron el carácter popular del programa artiguista
(los títulos de las principales obras se incluyen en la bibliografía). Sin embargo,
ese clima historiográfico, y sobre todo político, no logró refutar los aspectos
más consolidados del relato tradicional sobre el artiguismo y todo atisbo de
cuestionamiento a los “valores nacionales” fue percibido como una afrenta y
una usurpación.
Salvo excepciones, los argumentos elaborados a fines del siglo XIX y
comienzos del XX se mantuvieron, tal como se puede apreciar en diversas
disposiciones aprobadas por el Poder Legislativo. La ley de festejos del

67
Interdisciplinarias 2013

Sesquicentenario de la muerte de Artigas en 1950 destinó diversos rubros


para financiar concursos en que se retratara el Éxodo de 1811. El artículo
número 11 de la disposición mandató a la Comisión Nacional de Bellas Artes
a que convocara a un concurso para seleccionar un retrato de Artigas, una
escultura que lo represente y seis telas dedicadas a: la Batalla de las Piedras,
el Éxodo del Pueblo Oriental, el Congreso de Abril de 1813, el Campamento
de Artigas en Purificación, el Congreso de Concepción del Uruguay y Artigas
en el Paraguay (Ley 11.473). Conjuntamente se dio un plan para concertar
diversas iniciativas que reflejan en conjunto la gloria del Padre de la Patria,
con motivo del centenario de su muerte (Poder Legislativo, 1950).
El 20 de octubre de 1971, el mismo órgano aprobó la Ley 14.040, que
creó la Comisión del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de la Nación. En
el artículo sexto dicha normativa declaró patrimonio “la ruta seguida por el
Precursor de la Nacionalidad Oriental, General José Artigas, en el Éxodo del
Pueblo Oriental hasta el campamento del Ayuí”, al cual se denominó camino
“Ruta del Éxodo o de la Derrota”. Se dispuso, además, que el Poder Ejecutivo
realizara una serie de erogaciones y obras sobre dicho camino para “proceder
a la delimitación, señalamiento con leyendas alusivas y aperturas de los
tramos no definidos en el terreno, previo informe fundado en asesoramiento
competente” de la Comisión del Patrimonio.
De forma reciente, la Redota fue tema de discusión parlamentaria
cuando el 30 de agosto del año 2000 la Comisión Especial, integrada por
Guillermo Álvarez, Beatriz Argimón, Nelson Bosch, Iván Posada, Víctor Rossi,
Adolfo Pedro Sande y Ruben Díaz (miembro informante), tenía el cometido de
proyectar los homenajes recordatorios del Sesquicentenario del fallecimiento
Artigas. Se propuso reeditar la transcripción y la edición facsimilar del padrón
de la población que acompañó al ejército artiguista en 1811 y reeditar
varios documentos referidos al Congreso de Abril de 1813 (Cámara de
Representantes, 30 de agosto de 2000).
En el informe, la Comisión justificó la reedición del censo, en el
entendido de que “para encontrar en la Historia Universal un hecho de
similares características, un pueblo que en la adversidad sigue a su caudillo
debemos remontarnos a la Biblia donde se narra el éxodo del pueblo judío
buscando la tierra prometida”. Un año más tarde, el Parlamento, por medio
de la Ley 17.422, del 29 de noviembre, designó con el nombre “Éxodo del
Pueblo Oriental” al Grupo de Artillería 105 mm n.º 2 del Ejército Nacional. En
la fundamentación de las propuestas la institución legislativa utilizó el mismo
lenguaje que la historiografía tradicional y señaló los mismos atributos que
hacían del Éxodo un episodio digno de ser conmemorado: el nacimiento de

68
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

la orientalidad y la designación de Artigas como Jefe de los Orientales (Ley


17.422, Asamblea General, 2001).
Los argumentos para justificar la conmemoración del hecho de
1811 y los elementos de continuidad que se veían desde las distintas
conmemoraciones siguieron vigentes e inertes desde principios de siglo XX
hasta comienzos del XXI. Esa linealidad en el discurso se puede apreciar en
el proyecto presentado el 23 de setiembre de 2008 por la diputada socialista
por Salto, Alba Cocco, para declarar de interés histórico, cultural y turístico a
la conmemoración, titulada La Redota, realizada en Salto por la Asociación de
Amigos del Patrimonio Histórico y Cultural de aquel departamento.
En la exposición de motivos, la representante resaltó: “Más allá del
regionalismo que nos hace festejarlo aquí, frente al Ayuí, insistimos en la
magnitud de un acontecimiento que significó el nacimiento de la orientalidad”.
Luego agregaba que “fue en este hecho magno que los orientales afirmaron
su soberanía, lograda en la orfandad a que estuvieron sometidos y a la
experiencia que les dio el derecho y el deber de afirmar sus principios de
independencia, republicanismo, federalismo, autonomía y conciencia de ser
capaces de decidir su destino” (Cámara de Representantes, 23 de setiembre
de 2008).
Argumentos similares se pueden reconocer en las justificaciones para
nombrar algunas calles de ciudades del interior con nombres alusivos a la
migración, como la que designó Camino del Éxodo a una calle de la ciudad
de Salto para reconocer a “los orientales [que siguieron] a su protector José
Artigas hasta el Ayuí, abandonando sus casas y pertenencias”.
El historiador Eric Hobsbawm ha planteado que “todas las colectividades
y todas las instituciones necesitan un pasado” que se asocia, por lo general, con
la construcción que de él realizan el Estado y las elites intelectuales oficialistas
(Hobsbawm, 1998: 270). Esa reconstrucción del pasado pocas veces coincide
con la visión que “la investigación histórica deja al descubierto”, en la medida
que contradice las visiones oficiales a favor de dar mayor inteligibilidad a la
vida colectiva.
Desde la segunda mitad del siglo XX, buena parte de la historiografía
académica uruguaya ha demostrado que el artiguismo fue un momento
crucial: una opción política en el marco de un proceso revolucionario,
protagonizado por diversos sectores sociales (peones, esclavos, indígenas,
hacendados, comerciantes), que cuestionó algunos aspectos del orden
colonial imperante. Trabajos recientes han incluido nuevas miradas desde una
perspectiva regional, al ampliar e insertar la revolución oriental en el contexto
de la revolución en el antiguo virreinato, donde existían distintos proyectos

69
Interdisciplinarias 2013

políticos de configuración estatal, que tejieron una compleja trama de alianzas


entre variados actores sociales.
El relato histórico tiene que ser capaz de dar cuenta de la multiplicidad
de grupos, sujetos y motivaciones que formaron parte de esa revolución, sin
ceñirla dentro de un relato oficial. La narrativa que cuenta la historia solo
desde el protagonismo y el virtuosismo de un prócer abstracto condena a un
segundo lugar el rol del pueblo partícipe en la Redota y anula toda posibilidad
de análisis de los motivos y las razones de aquellos que intervinieron, más
no sea caminando tras sus amos, en la migración masiva. La investigación
histórica debe ser capaz de rescatar a los actores sociales que fueron ocultados
y negados. Solo de esa forma podrá recuperar, como pedía José Pedro Barrán
en 1986, al Artigas “conductor-conducido” (Barrán, 1986: 11).

3.2. Marchas y recreaciones en homenaje al Éxodo o


la Redota
Desde que en el siglo XX el Éxodo fue incorporado a la serie de hechos
principales que constituyeron el período artiguista, la población uruguaya
lo conmemoró a través de recreaciones, totales o parciales, y excursiones,
también denominadas marchas o peregrinaciones, hacia los lugares
identificados con el trayecto o el destino final de la migración iniciada en
octubre de 1811. La envergadura de estas celebraciones puede explicarse
por el papel que la historiografía nacionalista y tradicionalista le atribuyó al
episodio, como originador de la nacionalidad oriental, además de la designación
de Artigas como primer jefe oriental. Ambos hechos son resaltados en todas
las marchas y recreaciones relevadas. Por otro lado, el componente popular,
familiar y en cierta forma festivo con que se realiza este tipo de actividades
ha sido un elemento fundamental en el arraigo y la difusión que han cobrado,
especialmente en los últimos años.
La primera celebración que registramos fue una excursión de estudiantes
y profesores de Historia de los Cursos de Preparatorios (actual segundo ciclo
de enseñanza secundaria) de Montevideo, Salto, Rocha, Soriano, Paysandú,
Cerro Largo y Durazno, realizada en setiembre de 1949. Los promotores fueron
los profesores de Historia Dr. Demócrito Beceiro (Paysandú) y Gregorio Cardozo
(Cerro Largo). Participaron también docentes e historiadores como Juan E.
Pivel Devoto, Flavio García y Ariosto Fernández, además de autoridades de la
educación pública nacional. La “excursión patriótica”, como la denominó en
su momento la prensa salteña, tuvo una primera instancia en el encuentro de
todos los estudiantes y profesores en la ciudad de Salto, donde se homenajeó

70
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

al Instituto Politécnico Osimani y Llerena con la colocación de una placa


recordatoria. Luego, las delegaciones cruzaron el río Uruguay en pequeñas
embarcaciones y se dirigieron al lugar en el cual habría estado emplazado el
campamento del Ayuí, donde colocaron una placa conmemorativa.
El profesor Adolfo Silva Delgado, en el periódico La Tribuna Salteña del
22 de setiembre de 1949, resaltó la importancia cultural y pedagógica de este
tipo de actividades para la enseñanza de la Historia y en la formación moral
y cívica de los estudiantes. En dicha ocasión, sostuvo que estas excursiones
cumplen el propósito de “mostrar a los jóvenes lo que es el país, fuera de
Montevideo y Punta del Este, la vida que alienta en las ciudades y los campos
del interior con sus problemas, sus virtudes y sus defectos. No hay otra
forma de “sentir” —constructivamente— a la patria”. Para los organizadores,
conmemorar episodios como el Éxodo no era solamente una forma de
vincular a las nuevas generaciones con el pasado nacional, sino también con
el presente del país, relacionando dicho acontecimiento con una realidad
cultural, el mundo rural, y un espacio físico, el interior del Uruguay.
La conmemoración del centenario de la muerte de Artigas en 1950
originó el mayor evento cultural de exaltación a la figura del prócer en la
historia del país. En la “Suiza de América” varias fueron las representaciones
que se hicieron sobre el Éxodo o la Redota, con recreaciones y exposiciones
didácticas en las que participaron alumnos de distintos centros escolares y
liceales de todo el país. En ese marco, los estudiantes salteños repitieron la
experiencia de un año atrás, siguiendo una invitación del Colegio Nacional
Alejandro Carbó, de la ciudad argentina de Concordia. La excursión al Ayuí
fue organizada por el director de dicho establecimiento, el profesor Bernardo
Nervaoz y se llevó a cabo el 28 de setiembre (El País, 30 de setiembre de
1950: 2).
En 1956, la institución militar también decidió homenajear la emigración
de 1811 con la “Marcha Nacional de los Reservistas sobre el Itinerario del
Éxodo”, organizada por la Asociación de Oficiales de Reserva y la Asociación
de Reservistas Navales. Partiendo de Montevideo y dirigiéndose a través de las
rutas 5, 11 y 3, la marcha pasó por las localidades de San José, San Gregorio,
Trinidad, Young y finalmente, el jueves 19 de abril de 1956, arribó a Paysandú.
En esa ciudad se organizaron varias fiestas de recibimiento de los reservistas,
que incluyeron la llegada de autoridades locales y nacionales. Estos “actos de
fervor patriótico”, tal como fueron llamados, se vincularon con el inicio de los
festejos por el bicentenario de Paysandú (El Telégrafo, 20 de abril de 1956:
1).

71
Interdisciplinarias 2013

En 1961, en el marco de los festejos del Sesquicentenario de los Hechos


Históricos de 1811, se organizaron numerosas conmemoraciones del Éxodo
del Pueblo Oriental. Por ejemplo, los Oficiales de Reserva realizaron una
nueva marcha, esta vez con destino al Ayuí, en la provincia de Entre Ríos.
La patrulla estaba formada por 60 voluntarios que partieron del monumento
a José Artigas en Paysandú y cabalgaron durante 19 días hasta la ciudad
de Salto. Desde allí cruzaron el río Uruguay en varios lanchones hacia la
ciudad de Concordia, donde se hizo un acto público en la plaza 25 de Mayo,
en homenaje al prócer argentino, Gral. José de San Martín, con la presencia
de autoridades civiles y militares de Argentina y Uruguay. Finalmente, los
reservistas llegaron al campamento Rivadavia en el paraje de San Carlos,
donde se desarrolló la ceremonia final que consistió en el descubrimiento de
un monolito con la siguiente inscripción: “Homenaje de Entre Ríos al pueblo
uruguayo, rememorando el Éxodo de 1811”.
Los oradores en los distintos actos destacaron la historia en común
de ambos países, haciendo énfasis en su lucha por la libertad y contra
toda tiranía, elementos que a su entender eran fielmente representados
por los protagonistas del Éxodo. Además, el presidente del Comité del
Sesquicentenario de Paysandú, Luis Vadora, declaró en ese momento que el
objetivo era “llevar la presencia espiritual y física del soldado artiguista por
los caminos que recorriera el Jefe Oriental” (El País, 4 de octubre de 1961: 6).
En esta perspectiva, la conmemoración del Éxodo abonaba en favor de la idea
de que el ejército nacional era heredero institucional e ideológico de las tropas
regulares y las milicias que componían la marcha de 1811.
Después de la dictadura civil militar y con el retorno a la democracia, en
distintos lugares del país comenzaron a realizarse fiestas y conmemoraciones
que incluyen la realización de bailes, eventos musicales y culinarios, y
recreaciones de época representando distintos estereotipos que formarían
parte de la identidad nacional. Tal como ha estudiado el antropólogo Álvaro
De Giorgi, todas se caracterizan por la fuerte participación de organizaciones
civiles vinculadas con la cultura tradicional, como las sociedades criollas y
nativistas, y son concebidas como un puntal en la construcción y preservación
de la memoria local. Cuentan con el apoyo de los gobiernos departamentales
en donde se desarrollan y, en algunos casos, de agentes privados, a efectos
de desarrollar el perfil turístico y lograr una mayor difusión a nivel nacional y
regional (De Giorgi, 2002).
La emigración de 1811 pasó a ser uno de los puntos fuertes y motivo
principal de varias de estas fiestas tradicionales. En las últimas décadas
se ha puesto de manifiesto la intención de destacar la diversidad social,

72
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

cultural y étnica que caracterizó la marcha de 1811-1812 (especialmente


aquellos sectores menos privilegiados como los criollos pobres, los gauchos,
los afrodescendientes o los grupos indígenas), así como el rescate del papel
de las mujeres en dicho proceso histórico. Las fiestas incluyen la recreación
de escenas de la vida cotidiana, como el campamento, la vestimenta, los
enfrentamientos, los ajusticiamientos, los bailes y la música.
Un ejemplo es la Recreación de La Redota, que desde 1997 se realiza en
la ciudad de Salto los primeros días de diciembre. Organizada por la Asociación
de Amigos del Patrimonio Histórico de Salto, cuenta con el apoyo del gobierno
departamental y distintas sociedades tradicionales. Las representaciones en La
Redota buscan atraer visualmente a los participantes, enseñar cómo se vivía
en esa época y rescatar aspectos como el “carácter de líder ético” de Artigas.
Según Ofelia Piegas, autora intelectual de la fiesta, es “alrededor del fuego,
entre mate y mate [...], [donde] se formó la patria” y no “desde escritorios,
olvidándose de los terruños” (Di Candia; Estol, 2009, s/p). En esta búsqueda
de “nuestras raíces”, en un país predominantemente urbano, estas fiestas y
celebraciones procuran mantener vivos y divulgar los elementos culturales del
mundo rural y su papel protagónico en las guerras de independencia.

3.3. La Redota en el teatro


El período artiguista y la migración de 1811 se han incorporado como
tema de algunas representaciones fílmicas y teatrales. En el cine, los ejemplos
son escasos, figurando Artigas protector de los pueblos libres, del cineasta
italiano Enrico Gras en 1950, o el más reciente largometraje titulado Artigas-
La Redota, dirigido por el uruguayo César Charlone.
En las artes escénicas podríamos mencionar, entre un importante
número de obras, algunas de valor significativo, como ser El martirio de un
patriota, de Antonio N. Pereira representada en 1895 y Artigas, drama criollo
en cuatro actos y una apoteosis de Washington Bermúdez, estrenada tres
años más tarde. Obras que, a tono con la corriente iniciada en el último cuarto
del siglo XIX, exaltaban las virtudes del héroe nacional.
Esta tradición reivindicativa continuó en el siglo XX con productos de
diverso valor o finalidad. Un ejemplo poco conocido es el texto José Artigas
1764-1820. Animación de la vida del héroe en 64 episodios basados
en documentos históricos, escrito por Benito Nardone y publicado por
Diario Rural en 1951. Del mismo período, pero más conocida, es La patria
en armas (1950), escrita por Juan León Bengoa, dirigida por Margarita Xirgú

73
Interdisciplinarias 2013

Figura 18. Edgardo Ubaldo Genta, Sol de América. Epopeya de Artigas, Montevideo, s.d.,
1960.

y representada por actores de la Comedia Nacional, recayendo en Alberto


Candeau el papel de Artigas.
En 1975, durante el llamado Año Orientalidad con el que la dictadura
civil militar intentó reformular los contenidos del relato nacionalista y legitimar
a un tiempo su proyecto político y cultural, se puso en escena Sol de
América, obra escrita en 1960 por el militar y poeta Edgardo Ubaldo Genta,
consagrada a narrar la vida del prócer y con un acto completo dedicado al
Éxodo. La obra se estrenó el 24 de agosto de 1975, en ocasión de los festejos
del Sesquicentenario de los Hechos Históricos de 1825. La dirección recayó

Figura 19. Escena de Artigas General del Pueblo, elenco Teatro El Galpón. 1985. Archivo Teatro
El Galpón.

74
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

sobre Jaime Yavitz y el elenco fue nuevamente el de la Comedia Nacional,


esta vez con Delfi Galbiatti en el rol de Artigas. El investigador Roger Mirza,
en su obra La escena bajo vigilancia. Teatro, dictadura y resistencia,
sostiene que “la artificialidad del texto y del lenguaje, el acartonamiento
de los movimientos y toda la concepción de una puesta frontal, hierática y
declamatoria”, sumado al “carácter oficial y de propaganda” a favor del
régimen civil militar instaurado en 1973, provocaron que el espectáculo bajara
rápidamente de cartel (Mirza, 2007).
En 1981, el elenco del teatro El Galpón residente en México, estrenó en
aquel país Artigas General del Pueblo, con texto original de Milton Schinca,
dirección de César Campodónico y Atahualpa del Cioppo y asesoría histórica
de Lucía Sala de Tourón. La obra, que presentaba a un Artigas revolucionario
y republicano, tuvo una significación importante para el elenco y para los
uruguayos exiliados. Referirse a un símbolo patrio tan fuerte como Artigas,
sirvió para canalizar el sentir de miles de uruguayos alejados de su tierra de
origen. Rubén Yáñez representó a Artigas.
En su autobiografía, titulada Hoy es siempre todavía, el actor y director
realizó algunas apreciaciones sobre la obra y su proyección continental: “Nos
propusimos en 1982 hacer una importante gira latinoamericana, llevando un
repertorio que tuviera como centro al Artigas, con el apoyo de los exiliados
uruguayos en los distintos países, así como la contribución de sus respectivos
gobiernos y fuerzas culturales. Esta gira nos condujo a Nicaragua, Costa Rica,
Venezuela, Colombia, Ecuador y su culminación en Brasil. […] En cada país
que visitábamos, al tomar la gente conocimiento de la figura de Artigas, lo
vinculaba inmediatamente con su héroe nacional, ya que todos participaron
de una semejante voluntad popular, de una incorruptible concepción de la
libertad y la igualdad; en consecuencia de lo cual, prácticamente todos los
héroes de la independencia latinoamericana terminaron derrotados por las
clases altas, llevándolos al camino de la muerte o el exilio. Un símbolo de la
transferencia que hicieron todos los públicos, viendo en Artigas a Morelos, a
Sandino, a Bolívar, a Sucre, fue el título del diario Barricada al día siguiente
del estreno en Managua. Decía: “Artigas galopa con la bandolera de Sandino”
(Yáñez, 1996: 175-176).

Referencias bibliográficas

ALONSO RODRÍGUEZ, E. (1954): Aspectos militares del héroe, Biblioteca


General Artigas, volumen 18, Montevideo: Centro Militar.

75
Interdisciplinarias 2013

ANAYA, C. (1954): “Apuntaciones históricas y políticas escritas en Montevideo en


1851”, Revista Histórica, tomo XX, Montevideo: Museo Histórico Nacional.

ARAUJO, O. (1901-1903): Diccionario popular de Historia de la República


Oriental del Uruguay, desde la época del descubrimiento de su territorio hasta
la de su independencia, vol. III, Montevideo: Dornaleche y Reyes.

ARDAO, M. J.; CAPILLAS DE CASTELLANOS, A. (1949): “La ruta del Éxodo”,


Marcha, 16/09/1949.

— (1953 y 1958): Bibliografía de Artigas, tomos I y II, Montevideo: Impresora


Uruguaya.

— (1991): El escenario geográfico del artiguismo, Montevideo: Monteverde


(Apartado de la Revista Histórica, tomo LV).

ARDAO, M. J. (1953): “Apuntaciones históricas sobre la revolución oriental


(1811-1851) por Carlos Anaya”, Revista Histórica, año XLVII, 2.ª ép. t. XX, n.° 58-60,
Montevideo, diciembre, pp. 263-412.

ARREDONDO, H. (1958): “El transporte a sangre en el antiguo Montevideo y su


extensión al interior”, Anales Históricos de Montevideo, tomo II.

BARRÁN, J. P. (1984): El problema nacional y el Estado: un marco histórico.


La crisis uruguaya y el problema nacional, Montevideo, Centro de Investigaciones
Económicas-Ediciones de la Banda Oriental.

— (1988): “La independencia y el miedo a la revolución social en 1825”,


BARRÁN, J. P; NAHUM, B.: Aspectos del ciclo artiguista, Montevideo: Fundación de
Cultura Universitaria.

— (1986): “Artigas: del culto a la traición”, Brecha, 20/06/1986, p. 11.

BARRÁN, J. P.; NAHUM, B. (1963): Bases económicas de la revolución


artiguista, Montevideo: EBO.

BARRIOS PINTOS, A. (1971): “Los cuadros de Héquet a la luz de la verdad


histórico”, El Día, 19 y 26 de diciembre de 1971.

BERAZA, A. (1961): La Revolución Oriental, 1811, Montevideo: Instituto


Histórico y Geográfico del Uruguay.

— (1967): El pueblo reunido y armado, Montevideo: Ediciones de la Banda


Oriental.

BERRA, F. A. (1895): Bosquejo histórico de la República Oriental del


Uruguay, Montevideo: Francisco Ybarra, cuarta edición.

76
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

BURUCÚA, J. E.; CAMPAGNE, F. A. (1994): “Los países del Cono Sur”, ANNINO,
A.; CASTRO LEIVA, L.; Guerra, F.: De Los Imperios a las Naciones. Iberoamérica,
Zaragoza: Ibercaja.

CARÁMBULA DE BARREIRO, M. (enero de 1957): “Las exequias del General


Artigas en 1856”, Revista Histórica, tomo XXVII, Montevideo: Museo Histórico
Nacional, pp. 230-294.

CASTELLANOS, A. (2000): Nomenclatura de Montevideo, Montevideo:


Intendencia Municipal de Montevideo.

COMISIÓN NACIONAL DE HOMENAJE A ARTIGAS (1952): Artigas en la Historia y


en el Arte, Montevideo: Colombino Hnos.

DE GIORGI, A. (2002): El magma interior. Política, cultura y territorio en la


Fiesta Gaucha, Montevideo: Ediciones Trilce.

DE LOS SANTOS, C. (2009): La consagración heroica de José Artigas.


1950. Homenajes y discursos a cien años de su muerte. Culto, memorias e
identidades. Inédito.

DE MARÍA, I. (1860): Vida del Brigadier General D. Jose Jervacio Artigas,


fundador de la nacionalidad oriental, Gualeguaychú: Imprenta de De María y
hermano.

DEMASI, C. (2004): La lucha por el pasado. Historia y nación en Uruguay


(1920-1930), Montevideo: Trilce.

— (octubre-diciembre de 2005): “La construcción de un “héroe máximo”: José


Artigas en las conmemoraciones uruguayas de 1911”, Revista Iberoamericana, vol.
LXXI, n.º 213.

DI MEGLIO, G. (2006): ¡Viva el bajo pueblo! La plebe urbana de Buenos


Aires y la política entre la Revolución de mayo y el rosismo, Buenos Aires:
Prometeo.

— (2008): “Las palabras de Manul. La plebe porteña y la política en los años


revolucionarios”, FRADKIN R. O. (ed.): ¿Y el pueblo dónde está? Contribuciones
para una historia popular de la revolución de independencia en el Río de la
Plata, Buenos Aires: Prometeo Libros.

FERNÁNDEZ, A. (1928): Historia de la Villa de San Fernando de la Florida y


su región, Montevideo, El Siglo Ilustrado.

— (1946): El éxodo del pueblo oriental, Montevideo: Fontanillas y González.

77
Interdisciplinarias 2013

FREGA, A. (enero-diciembre 1995): “La construcción monumental de un héroe”,


Humanas, Porto Alegre: Instituto de Filosofia e Ciências Humanas da Universidade
Federal do Rio Grande do Sul, vol. XVIII, números 1 y 2.

— (1996): “La dimensión de lo privado en tiempos revolucionarios”, BARRÁN, J.


P.; CAETANO, G.; PORZECANSKI, T. (dir.): Historias de la vida privada en el Uruguay,
Tomo I, Entre la honra y el desorden 1780-1870, Montevideo: Santillana, pp.148-
171.

— (1998): “La virtud y el poder. La soberanía particular de los pueblos en el


proyecto artiguista”, GOLDMAN, N.; SALVATORE, R.: Caudillismo rioplatense: nuevas
miradas a un viejo problema, Buenos Aires: EUDEBA.

— (2007): Pueblos y soberanía en la revolución artiguista, Montevideo,


Ediciones de la Banda Oriental.

FREGA, A.; ISLAS, A. (coord.) (2001): Nuevas miradas en torno al artiguismo,


Montevideo: FHCE.

FREGEIRO, C. (1885): “El Éxodo del pueblo oriental, 1811”, Anales del Ateneo,
Montevideo, n.º 41, pp. 64-77, n.º 42, pp. 81-96 y n.º 43, pp. 169-182.

— (1886): Artigas. Estudio histórico, Montevideo: Barreiro y Ramos.

GONDINEU, D (2000): “Hijas de la libertad y ciudadanas revolucionarias”, DUBY,


G.; PERROT, M.: Historia de las mujeres, tomo IV, El siglo XIX, Madrid: Taurus.

HALPERIN DONGHI, T. (1979): Revolución y guerra. Formación de una élite


dirigente en la Argentina criolla, 2.ª ed. Corregida. México: Siglo XXI.

HOBSBAWM, E. (2002): La invención de la tradición, Barcelona: Crítica.

JELIN, E. (comp.) (2002): Memorias de la represión. Las conmemoraciones:


Las disputas en las fechas “in-felices”, Madrid: Siglo XXI.

JUNTA DEPARTAMENTAL DE MONTEVIDEO (1962): La Revolución de 1811


en la Banda Oriental, Montevideo: publicación dirigida por el Instituto Histórico y
Geográfico del Uruguay.

LAMAS, A. (1849): Colección de memorias y documentos para la historia y


la geografía de los pueblos del Río de la Plata, Montevideo.

LARRAÑAGA, D. (1965): Diario de viaje de Montevideo a Paysandú.


Selección de escritos, Montevideo, Ministerio de Instrucción Pública y Previsión
Social, Biblioteca Artigas (Clásicos Uruguayos: 92).

78
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

LAROCHE, W. E. (1980): Estatuaria en el Uruguay, tomos I y II, Montevideo:


Biblioteca del Palacio Legislativo.

MAGGI, C. A. (1951): “La Redota (El Éxodo)”, NARANCIO, E. (dir.): Artigas:


estudios publicados en “El País” como homenaje al Jefe de los Orientales en el
centenario de su muerte, 1850-1950, Montevideo: Ediciones de El País.

MIRZA, R. (2007): La escena bajo vigilancia. Teatro, dictadura, resistencia,


Montevideo: Ediciones de la Banda Oriental.

MUSEO HISTÓRICO NACIONAL (1952): Artigas en la Historia y en el Arte,


Montevideo: Comisión Nacional de Homenaje a Artigas.

ODDONE, J. (1959): La historiografía uruguaya en el siglo XIX. Apuntes


para su estudio, Montevideo: s/d.

PIVEL DEVOTO, J. E. (1965): Advertencia Preliminar. Archivo Artigas,


Montevideo: Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social.
— (2004): De la leyenda negra al culto artiguista, Montevideo: Ministerio de
Educación y Cultura, Biblioteca Artigas (Clásicos Uruguayos: 171).

RENAN, E., (1882): ¿Qué es una nación?, recuperado de: <http://www.


paginasprodigy.com/savarino/renan.pdf>.

REYES ABADIE, W.; BRUSCHERA, O. H.; MELOGNO, T. (1968): El ciclo artiguista,


4 vol., Montevideo: Dpto. de Publicaciones, Universidad de la República.

RILLA, J. (2008): La actualidad del pasado. Uso de la historia en la política


de los partidos del Uruguay (1942-1972), Montevideo: Editorial Sudamericana.

SAINT-HILAIRE, A. de (2005): Al sur del Brasil, al norte del Río de la Plata,


Montevideo: Universidad de la República, Colección del Rectorado.

SALA DE TOURÓN, L.; DE LA TORRE, N.; RODRÍGUEZ, J. C. (1967): Estructura


económico-social de la colonia, Montevideo: EPU.

— (1967): Evolución económica de la Banda Oriental, Montevideo: EPU.

SALTERAIN Y HERRERA, E. (1948): Monterroso. Iniciador de la patria y


secretario de Artigas, Montevideo: LIGU.

SANSÓN, T. (2011): La construcción de la nacionalidad en los manuales


de historia rioplatense. Nuevos Mundos/Mundos Nuevos, recuperado de: <http://
nuevomundo.revues.org/61419>.

79
Interdisciplinarias 2013

URIARTE, J. (2003): “Las fechas y la invención del sistema simbólico nacional”,


ACHUGAR, H.: La fundación de la palabra. Letra y Nación en América Latina en
el siglo XIX, Montevideo: FHCE.

YÁÑEZ, R. (1996): Hoy es siempre todavía, Montevideo: Cal y Canto.

Fuentes
Archivo General de la Nación. Actas del Consejo Nacional de Gobierno. N.° 322.
Montevideo, martes 17 de octubre de 1961.

Cámara de Representantes, Repartido n.° 1402, Proyecto de Ley de declaración


de interés histórico-cultural y turístico de la fiesta La Redota (23 de setiembre de 2008).
Recuperado de: <http://www.parlamento.gub.uy>.

Comisión Delegada del Poder Ejecutivo. Decreto 16.075 (1950). Homenaje de


las Fuerzas Armadas de la Nación al General José Artigas.

Comisión Nacional Archivo Artigas. Montevideo: Monteverde. Tomo VI (1965) y


tomo VII (1966).

Diario de Sesiones de la H. Cámara de Representantes, Montevideo, Imprenta


Nacional, 1882, p. 73 (sesión del 19 de junio de 1882).

Diario de Sesiones de la H. Cámara de Representantes, Montevideo, Tipográfica


Oriental, 1886 (sesiones mayo-junio de 1862).

Ley 11.473, Artigas. Se da un plan para concertar diversas iniciativas que


reflejen en conjunto la gloria del Padre de la Patria, con el motivo del centenario de su
muerte (10 de agosto de 1950). Recuperado de: <http://www.parlamento.gub.uy>.

Ley 14.040. Se crea una Comisión del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural
de la Nación (20 de octubre de 1971). Recuperado de: <http://www.parlamento.gub.
uy>.

Ley 17.422. Desígnase con el nombre “Éxodo del Pueblo Oriental”, al Grupo de
Artillería 105 MM N.° 2 del Ejército Nacional (29 de noviembre de 2001). Recuperado
de: <http://www.parlamento.gub.uy>.

Prensa

El Ciudadano, 6 de julio de 1823, números 1 al 8.

El Día, 27 de mayo de 1911.

80
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

El Diario, 1.º de octubre de 1884.

El País, 4 de octubre de 1961; 30 de septiembre de 1950.

El Pueblo, Paysandú, 1.º de octubre de 1884.

El Telégrafo, Paysandú, 20 de abril de 1956.

La Gazeta de Montevideo, 10 de marzo de 1812; 21 de enero de 1812.

Tribuna Salteña, 23 de setiembre de 1949.

81
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Parte II. Investigación arqueológica y


georreferenciación

83
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Capítulo 1. Fundamentación y
antecedentes

José López Mazz, Alfonso Machado,


Óscar Marozzi, Christopher Duarte

1.1. A 200 años del Éxodo, un estudio sobre la


reconstitución de las rutas usadas por los orientales
de 1811
En el marco de los festejos de los 200 años de la independencia de
las naciones sudamericanas se han producido diferentes actividades de
celebración. Los procesos de revisión del pasado histórico se han ocupado de
los acontecimientos fundadores de las nacionalidades dando nuevas miradas
a los sucesos históricos y actualizando viejos simbolismos. La demarcación
del trayecto de uno de los episodios históricos que prefigura el nacimiento
de nuestra nacionalidad, conocido desde fines del siglo XIX como Éxodo del
Pueblo Oriental (tal como se plantea en la primera parte de este libro).
Este trayecto ha sido declarado explícitamente como Monumento
Histórico Nacional, por la Ley de Patrimonio del año 1971. La reconstrucción
del recorrido seguido por el ejército oriental y las familias que lo acompañaron
se ha apoyado en la poca documentación histórica que refiere al hecho.
Capillas de Castellanos y Ardao (1949) son las primeras investigadoras en
desarrollar un estudio sobre la reconstrucción de este itinerario, basado en la
sistematización de la correspondencia artiguista. Para completar los pasajes a
los que no se tiene referencia se apoyaron en relatos de viajeros sobre el uso
tradicional de sendas y caminos. La información que surge de este trabajo
origina, un año más tarde, un mapa con el trayecto, con detalles artísticos en
la revista escolar El Grillo (Anexo 2).

85
Interdisciplinarias 2013

En el suplemento dominical del diario El Día aparecido el 20 de agosto


de 1950, el Ing. José L. Buzzetti publicó un artículo titulado “La ruta del Éxodo”
(Anexo 1). Allí se presenta un mapa sobre la ruta del éxodo sin mayores
variaciones a las aportadas por el estudio de Capillas de Castellanos y Ardao.
Posteriormente, el Cnel. Bergalli (1968), apoyado en la documentación
histórica y la cartografía del Servicio Geográfico Militar, realizó cálculos
sobre la distancias recorridas tomando las referencias de marchas y paradas
documentadas, aportando un nuevo mapa (Anexo 3). Más allá de estas
aproximaciones no se han realizado nuevos aportes.
Desde la metodología arqueológica se busca aportar a la reconstrucción
del posible itinerario y sumar a las distintas aristas del abordaje
multidisciplinario en torno a la georreferenciación de la ruta del Éxodo. La
estrategia de investigación contempla la documentación histórica vinculada al
hecho y explora, además, aspectos relevantes de la circulación humana y el uso
de la geografía a nivel prehistórico e histórico persistentes de la región, como
forma de precisar las posibles rutas del recorrido. Para aportar al trazado con
la mayor precisión posible nos apoyamos en la materialidad y elementos que
conforman el paisaje actual. Se buscó precisar el valor histórico-arqueológico
de elementos y trazas en el paisaje, la caracterización y jerarquización de
puntos geográficos conocidos (los “pasos”) que han permitido la circulación
humana desde el pasado y la caracterización arqueológica de los puntos
conocidos vinculados al episodio histórico.

86
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Capítulo 2. Apuntes teóricos y


metodológicos

José López Mazz, Alfonso Machado,


Óscar Marozzi, Christopher Duarte

2.1. Arqueología del movimiento

“… y te acordás de tanto andar


camino siempre del mismo lugar
fuimos haciendo un caminito de nosotros…”

(Marcos Velásquez, 1939-2010)

La vida humana ocurre en el tiempo como en el espacio. Un espacio


geográfico, pero también social. El establecimiento de hechos sociales de
manera científica tiende a congelarlos para optimizar y cartografiar su estudio
controlado. No obstante, las entidades sociales y la producción cultural
son altamente dinámicas. La movilidad no es una categoría absoluta, ni un
concepto cultural o social unánime. El movimiento no es un fenómeno per
se. Es considerado una propiedad de las cosas (inercia y cinética). En este
caso, de los individuos y de los grupos de individuos. Los movimientos de
múltiples individuos generan patrones de movilidad que son plausibles de
ser reconstruidos. Los actos y los diferentes tipos de movimiento generan en
el paisaje materialidad que es posible reconstruir a través de un método de
análisis arqueológico del movimiento o refitting (Close, 2000).
En la literatura arqueológica, el movimiento aparece ponderado como
de tipo residencial, de carácter territorial, de valor logístico y de significación

87
Interdisciplinarias 2013

político-económica. A los fines de la investigación arqueológica, el movimiento


también ha sido analizado en su virtud táctica y relativa a períodos de corta
y larga duración. Entre las razones culturales que producen u ordenan el
movimiento, también hay otras situaciones particulares, además de los
aspectos sociales y económicos, como las dimensiones religiosa y simbólica,
el contexto bélico, la organización política, entre otras.
En una primera aproximación al problema del Éxodo se deben distinguir
entre dos elementos que componen los caminos humanos: a) los lugares o
nodos de la ocupación humana en el paisaje, que tratan de asentamientos de
diferente característica que, por su función o emplazamiento, son objeto de
una ocupación redundante (general y específica). b) Las sendas de tránsito,
que son espacios de circulación entre los lugares o nodos. Las sendas y los
trillos articulan el comportamiento humano y el de los animales (Criado-Boado,
1996). El concepto de visibilidad y su valor metodológico también ha sido de
utilidad para el análisis territorial y paisajístico (Criado-Boado, 1996).
La estrategia diseñada ha sido de carácter histórico-arqueológico y
ha contemplado lugares, claves de circulación, experiencias geográficas,
patrones de ocupación del paisaje, estudio comparado de paisajes históricos y
prehistóricos.
Se ha contemplado información de diferente naturaleza: a) el hecho
histórico; b) el análisis cartográfico y foto de interpretación; c) el relevamiento
arqueológico. Asimismo, se contempla al río Uruguay como eje y ordenador
regional, desde el poblamiento temprano (11.000 años a.P), con énfasis
particular en cada período (arcaico y formativo), y de particular significación
durante la guaranización y la conquista. En un trabajo previo, López Mazz y
Bracco (2002) sugieren que la ruta de Éxodo estaría compuesta por una senda
de uso prehistórico, muy temprana, versátil y rizomática, que se consolida
con el tiempo. La introducción y el comercio fueron imprimiendo énfasis a las
sendas ya conocidas (Cheda, 2004; César, 1981). Desde inicios del siglo XVIII
contingentes de contrabandistas y partidas de changadores se movilizaron por
el territorio para realizar vaquerías y contrabando, manteniendo y ampliando
el conocimiento sobre rutas, nodos y cruces de caminos que concentraron con
el tiempo la circulación de personas y bienes.
La estrategia de investigación presenta dos etapas bien diferenciadas:
el gabinete y el campo. En la primera etapa se creó la base de datos, a través
de un análisis de fotolectura y fotointerpretación de los lugares de interés.
En la segunda etapa se realizó la contrastación de la información originada
previamente.

88
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Capítulo 3. Georreferenciación de la
ruta del Éxodo

José López Mazz, Alfonso Machado,


Óscar Marozzi, Christopher Duarte

3.1. Etapa de gabinete


En esta etapa se realizó la prospección indirecta. El objetivo metodológico
fue establecer, a través de diferentes medios de mapeo, información detallada
y puntos a relevar durante el trabajo de campo (prospección directa). Apoyados
en análisis de fotointerpretación y cartográficos, herramientas del Sistema de
Información Geográfica y la información histórica relevante, se identificaron
características y unidades de relevancia para el estudio; identificación de
señales de tránsito en el terreno correspondientes a caminos y trillos activos
y no activos que conducen a márgenes de los ríos o arroyos de relevancia.
La convergencia de trillos hacia los mismos lugares físicos en los cursos de
agua se tomó como indicadores de “pasos”. Sitios donde, por su naturaleza, la
cañada, el arroyo o el río permiten el tránsito humano con mayor facilidad. En
algún caso, estos sitios podrían presentar modificaciones culturales, realizados
con mayor o menor intencionalidad para tal cometido.
Para los fines operativos se utilizó la cartografía nacional del Servicio
Geográfico Militar escala 1:50.000; las fotos aéreas del año 1966/67, escala
1:20.000 (Servicio Geográfico Militar); fotos aéreas del año 1982 Fuerza Aérea
escala 1:20.000. Como complemento fueron utilizadas imágenes satelitales
Google Earth, actuales e históricas (2004 a 2011).
La propuesta trabajó sobre nueve cruces de importancia, que
contemplarían el trayecto seguido por el Éxodo entre el 3 de noviembre y el 7
de diciembre de 1811. El inicio del trabajo es geográficamente las cabeceras

89
Interdisciplinarias 2013

del arroyo Cololó culminando en el Salto Chico. Los puntos abordados


corresponden a: Las Puntas del arroyo Cololó (Dpto. de Soriano); El Paso del
Yapeyú en el río Negro (límite entre los departamentos de Soriano y Río Negro);
La calzada de Artigas y El Paso de las Cadenas en el arroyo Negro (límite
entre los departamentos de Río Negro y Paysandú); Paso Real y Paso de los
manantiales en el arroyo San Francisco (Dpto. Paysandú); el Paso de las Piedras
sobre el río Queguay (Dpto. de Paysandú); el Paso sobre el arroyo Quebracho
(Dpto. Paysandú); el Paso sobre el arroyo Guaviyú (Dpto. Paysandú); el Paso
sobre el arroyo Chapicuy Chico (Dpto. Paysandú); así como tres Pasos sobre el
río Daymán (límite entre los departamentos de Paysandú y Salto).
Para la fotointerpretación utilizamos el software de reconstitución
fotogramétrica SOCET SET de LH Systems (Instituto de Agrimensura de la
Facultad de Ingeniería, Universidad de la República). Este permite generar
imágenes digitales estereoscópicas posibles de ser editadas y de exportar
los archivos en compatibilidad, para profundizar el análisis mediante otras
plataformas informáticas de Diseño Asistido (CAD), Sistemas de Información
Geográfica (SIG). Ello permite generar Modelos Digitales del Terreno (MDT)
planimétricos, con puntos georreferenciados en coordenadas UTM. Esta
información es utilizada para llegar a lugares concretos mediante navegadores
GPS.
Se indicaron tres categorías de señales:
1) Las que dirigen a los cursos de agua, convergiendo en un mismo
punto a ambas márgenes (color rojo, señales A).
2) Las que dirigen a los cursos de agua, pero solamente de una margen
(color naranja, señales B).
3) Las que sin dirigirse a algún curso de agua están asociadas
directamente con alguna de las otras dos señales (color verde, señales C).

3.2. Etapa de campo


En esta etapa se realiza la prospección arqueológica pedestre en campo
dirigida a identificar y caracterizar los puntos encontrados en el paso anterior.
La prospección se realizó en forma secuencial e incluyó la prospección extensiva
e intensiva-selectiva de los puntos considerados relevantes. La observación
directa en campo procuró identificar testimonios humanos asociados a los
lugares estratégicos de tránsito, que incluyen testimonios de asentamientos
humanos (permanentes y circunstanciales) o hallazgos aislados. Un elemento
clave que se buscó reconocer fueron las huellas directas de la modificación del

90
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

terreno originado por el tránsito humano y animal, expresado generalmente


en erosión o modificación de suelos, barrancas, sendas y trillos.

Figura 20. Prospección arqueológica directa. Arriba izq. Paso del Yapeyú; der. Puntas del Cololó.
Abajo izq. Paso del Chapicuy Chico; der. Paso en el arroyo Negro.

91
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Capítulo 4. Resultados de la
prospección

José López Mazz, Alfonso Machado,


Óscar Marozzi, Christopher Duarte

4.1. Propuesta para la reconstrucción de un tramo de la


ruta del Éxodo

4.1.1. Cabeceras del arroyo Cololó


La propuesta arqueológica comienza geográficamente en las
cabeceras del arroyo Cololó, donde se ubicaría el campamento artiguista el
3 de noviembre de 1811. El área se encuentra hoy alterada por la producción
agropecuaria, en particular por la agricultura intensiva de forraje y soja. Esto
disminuye las posibilidades de hallar un sitio superficial o estructuras relativas
a la ocupación circunstancial de las cabeceras del arroyo.
Las nacientes del arroyo Cololó se ubican sobre la cuchilla de Bequeló,
que escurre aguas hacia las cuencas de los arroyos Cololó y Bequeló.
Esta dorsal geográfica se extiende en suaves lomadas que permiten una
continuidad geográfica en la topografía, sin quiebres abruptos del terreno.
Próximo a las nacientes del arroyo Cololó, sobre una lomada de amplio control
visual, se ubicó un casco de estancia antiguo abandonado. Asociada a esta
vivienda se documentó la existencia de otra construcción en sillares de piedra,
posiblemente un antiguo puesto de estancia, que por su tipo constructivo es
anterior a la vivienda principal. Si bien no se ha podido establecer su fecha de
edificación, viviendas de este tipo constructivo han sido documentadas desde
el último cuarto del siglo XVIII para todo el Uruguay. A 21,5 km en dirección

93
Interdisciplinarias 2013

NW de distancia de este punto se ubica el Paso de las Piedras, sobre el arroyo


Cololó. Este punto es de fácil cruce y desde allí se puede continuar hacia el
paso Yapeyú sin dificultades orográficas. No obstante, también es posible el
tránsito de forma directa por la margen derecha del arroyo Cololó, evitando
ese cruce.

Figura 21. Imagen satelital Google Earth 2011. Vista parcial de las cabeceras del arroyo Cololó
(azul), algunas zonas linderas bajo régimen de agricultura (rojo).

94
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Figura 22. Casco de estancia histórica. Detalle: construcción en piedra, posiblemente


correspondiente a época anterior a la vivienda principal.

Figura 23. Tramo nacientes del Cololó-Yapeyú, sobre la Cuchilla Bequeló. Imagen satelital Google
Earth 2011.

95
Interdisciplinarias 2013

4.1.2. Paso Yapeyú, sobre el río Negro


Este punto se ubica sobre la desembocadura del arroyo Yapeyú, en el río
Negro. El cruce por este punto por parte del Éxodo es documentado para los
días 11 y 13 de noviembre de 1811, ubicándose un monolito recordatorio. Este
“paso” se ubica sobre el río de mayor caudal que divide el territorio en sur y
norte. Fue de uso frecuente en tiempos históricos.
Apoyados en el estudio de la cartografía de base utilizada se generó un
MDT con las categorías A, B y C definidas para la etapa operativa de campo y
coordenadas geográficas de interés a documentar en la prospección en campo.
En la recorrida del área se documentó una traza en el paisaje correspondiente
a una depresión topográfica originada por erosión, posiblemente motivo de la
redundancia de uso como paso de circulación (trillo o picada), que conduce
desde la planicie alta hacia el cruce sobre el río Negro.
Los caminos que actualmente llevan al paso del arroyo Yapeyú son
varios, pero confluyen en una única abertura hacia el río Negro, donde se
accede a su margen derecha. En esta zona se observan barrancas de varios
metros, que se abren en ciertos puntos (el paso) y afloramientos rocosos a
nivel del río, que permitirían el cruce. La posibilidad de cruzar el río Negro
a esta altura está dada por deposición de sistemas de albardones arenosos
sobre este sector del lecho del río, además de los afloramientos rocosos.

96
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Figura 24. Arriba: conmemoración del Bicentenario del Éxodo del Pueblo Oriental. Abajo
izq.: monolito recordatorio del paso del Éxodo por el Río Negro, ubicado en coordenadas UTM
443792.92 - 6343822.01. Abajo der.: Placa conmemorativa de los 200 años del Éxodo del Pueblo
Oriental sobre el mismo monolito.

Figura 25. Sitio Paso Yapeyú sobre el río Negro. A: Mosaico cartografía Hojas N-19 Paso del Palmar
y O-19 Cololó-SGM. B: Mosaico Fotos aéreas 1982-FA. C: Imagen satelital Google Earth 2011.

97
Interdisciplinarias 2013

Figura 26. MDT planimétrico del paso arroyo Yapeyú.

Figura 27. Tramo de traza erosionada (trillo) que conduce hacia el Paso del arroyo Yapeyú.

98
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Figura 28. Trillo hacia el Paso Yapeyú, imagen satelital Google Earth 2011.

Figura 29. Paso Yapeyú. 1: Tramo de camino hacia el paso. 2: Vista del paso en la margen
izquierda del río Negro. 3: Entrada al monte margen derecha del río Negro. 4: Panorámica general
de las dos márgenes del Río Negro.

99
Interdisciplinarias 2013

Figura 30. Paso Yapeyú sobre el río Negro. Vista general: arriba, albardones sobre el lecho del río,
abajo, afloramiento rocoso.

El Paso del arroyo Yapeyú en el río Negro no es utilizado en la actualidad,


dado que los puentes del sistema de carreteras nacionales lo suplen. Los sitios
actuales de paso por el río Negro más cercanos son, el puente de la ciudad
de Mercedes en la Ruta Nacional 2 a 42 km en dirección SW y el puente sobre
la represa de hidroeléctrica de Palmar, a 16 km, dirección E, sobre la Ruta
Nacional 55.

4.1.3. Arroyo Negro


Este curso de agua se encuentra dividiendo los departamentos de Río
Negro y Paysandú. El paso a ambas márgenes del arroyo se hace sencillo
debido a su bajo caudal en épocas de estiaje. A partir de la cartografía de
base se realizaron los caminos que dirigen al arroyo generando los MDT
correspondientes a contrastar en la prospección en campo. De manera
complementaria fueron entrevistados agentes locales de los establecimientos
próximos —Estancia San José y Las Cadenas—, que se encuentran a ambos
lados de la Ruta Nacional 24.

100
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Figura 31. Arroyo Negro. A: Cartografía Hoja P-16 arroyo Negro- SGM. B: Mosaico Fotos aéreas
1982 FA. C: Imagen satelital 2011 Google Earth.

Figura 32. MDT planimétrico arroyo Negro.

101
Interdisciplinarias 2013

Con respecto a este arroyo y los lugares de paso que el mismo presenta,
Giuffra señala que los pasos más frecuentes son “Vuelta Mala, el de Rivarola,
y el de la Arena, este último por donde cruza el camino departamental que
vadea los arroyos Valdez, Rabón (Paso Real o Álamos) y Sacra” (Giuffra, 1923:
45).
La prospección en el terreno se dio en un área que cubre los lados de
la Ruta Nacional 24, al este y oeste, donde se tomaron siete y tres puntos
GPS, respectivamente; del margen oeste de la ruta se registraron dos pasos
vigentes: el puente llamado localmente como Paso de las Cadenas; La Calzada
de Artigas.

Figura 33. Arroyo Negro. Arriba: Calzada de Artigas. Abajo: Paso de las Cadenas, derecha imagen
satelital Google Earth 2011.

4.1.4. Arroyo San Francisco


En este sitio se relevaron tres pasos, dos por el arroyo San Francisco
Grande y un tercero en el arroyo San Francisco Chico. El curso de estos dos se
juntan en lo que forma una horqueta: el arroyo San Francisco, que desemboca
en el Río Uruguay. Está próximo a la ciudad de Paysandú y es el primer arroyo
a cruzar para dirigirse al norte. El estudio de cartografía y prospección de

102
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

campo registra tres pasos asociados: el Paso de los Manantiales, sobre la Ruta
Nacional 3, en el arroyo San Francisco Grande; curso abajo a escasos 500 m,
se dispone una calzada que represa el arroyo, y da paso mediante un lecho de
cantos rodados; continuando al norte, se encuentra en el curso del arroyo San
Francisco Chico, conocido cartográficamente como el Paso Real.

Figura 34. Arroyo San Francisco. A: Cartografía recorte de la Hoja P-16 Paysandú SGM. B: Mosaico
fotografías aéreas 1966 SGM. C: Imagen satelital Google Earth 2011.

Figura 35. Paso de los Manantiales. 2: Paso calzada de cantos rodados. 3: Paso Real. Imagen
satelital Google Earth 2011.

Bajo el primer puente de la actual Ruta Nacional 3, al salir de la ciudad


de Paysandú hacia el norte, se observan rocas canteadas de gran porte. Estas
podrían estar marcando un paso antiguo en el arroyo. Asimismo, pueden
ser utilizadas hoy para cruzar, dado su somero caudal y gran tamaño de las
piedras dispuestas. Aquí se encuentra un antiguo paso, conocido como Paso
de los Manantiales, según la cartografía nacional.

103
Interdisciplinarias 2013

Figura 36. Paso de los Manantiales. 1: Camino hacia el paso. 2: Vista desde el puente. 3: Vista
desde fin del camino. 4: Detalle roca canteada.

Curso abajo sobre el mismo arroyo San Francisco Grande existe otro
paso, donde se dispone una calzada de presa, construida en hormigón y
cantos rodados. En este lugar el agua es muy somera y da la posibilidad de
pasar en vehículo, así como a pie o caballo.

104
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Figura 37. Paso sobre el arroyo San Francisco Grande.

Se prospectó la zona, bordeando el arroyo San Francisco Grande,


hasta su unión con el arroyo San Francisco Chico. Se constató la presencia de
diferentes estructuras de la época histórica.

Figura 38. Unión de arroyos y estructuras históricas.

105
Interdisciplinarias 2013

4.1.5. Río Queguay


También existe acá un monolito conmemorativo del Éxodo del Pueblo
Oriental, instalado a los 150 años del hecho. Este sitio fue abordado con la
cartografía arqueológica, generada en base al estudio de fotointerpretación
(1966 SGM-1982 FA), de cartografía (SGM), así como de imágenes satelitales
Google Earth 2003-2011. No existen referencias históricas para este sitio, por
lo que se trabajó exclusivamente con el parámetro paisaje. Registramos en
esta etapa, un punto en sistema de coordenadas UTM, ubicado sobre la vieja
Ruta 3. Este es un lugar conocido como Paso de las Piedras.
De la siguiente forma lo ubica Giuffra: “El arroyo Araujo limita la sección
Quebracho por el este. Ocho kilómetros aguas abajo, se ve en el Queguay, el
Paso de las Piedras, por donde pasa el camino nacional al Salto, y en el cual se
ha construido un hermoso puente sumergible” (Giuffra, 1923: 47).

Figura 39. Río Queguay. A: cartografía nacional recorte hoja O-14 SGM. B: fotografía aérea 1966
SGM. C: Imagen satelital 2011 Google Earth.

Figura 40. MDT planimétrico Río Queguay.

106
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Se relevó el Paso de las Piedras, donde fue notoria la creciente que


impide el acceso. Se trata de un curso caudaloso y con fuertes corrientes.
Es pensable el implemento de estrategias específicas que permitan el cruce
en condiciones normales. Se piensa que para el año 1811 y en la estación
de verano, cuando el Éxodo pasó por allí, el curso presentaba condiciones de
bajante. No obstante, las fuertes corrientes del Río Queguay eran conocidas
por los baquianos y, particularmente, por José Artigas. Recordamos que el Jefe
de los Orientales en sus tareas camperas se asoció, sobre el año 1790 DC, al
poderoso faenero francés conocido como el Chatre, quien residía en la zona
del Queguay (Litovsky y Urruti, 2011).

Figura 41. Paso de las Piedras sobre el Río Queguay. Der. imagen satelital 2003 (bajante) Google
Earth. Izq. detalle camino al paso inundado fotografías febrero 2012 (crecida).

4.1.6. Arroyo Quebracho


Este curso es muy somero y permite el paso en condiciones normales.
No obstante, fueron observadas resacas de creciente 2-3 m sobre el nivel
normal. Es un arroyo tributario de río Queguay, que desemboca en este sobre
las coordenadas UTM 401061.77-6447831.11 m. El estudio cartográfico fue
realizado sobre fotos aéreas 1966 (SGM) e imagen satelital 2011 (Google
Earth), resultando en el trazado de caminos hacia el curso de agua. Estos
caminos, no han sido trascendentes en el estudio, posiblemente por lo somero
del arroyo, que da paso a lo largo de su curso.

107
Interdisciplinarias 2013

Figura 42. A: cartografía nacional recorte hoja O-13 SGM. B: fotografía aérea 1966 SGM. C:
imagen satelital Google Earth 2011.

Figura 43. Arroyo Quebracho. Izq.: sendas marcadas sobre fotografía aérea 1966 SGM; der.:
imagen satelital Google Earth 2011.

Fueron registrados dos sitios de paso actual, con puentes modernos,


uno sobre la Ruta Nacional 3, con dos puntos georreferenciados en UTM QB02
420146-6461756 m y QB03 420840-6461467 m; el otro sobre un camino
vecinal, con coordenadas UTM QB01 400262-6450716 m. Los resultados de
la prospección no arrojan pasos como tales, como elementos concretos en el
paisaje, sino que se puede constatar que en condiciones normales del cauce,
el paso se da en varias partes a lo largo de este. Asimismo sucede en QB01,

108
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

donde por encontrarse más próximo a su desembocadura en el Río Queguay,


sería de esperar un caudal mayor. No obstante, las mismas condiciones de
paso se constatan que curso arriba. Es de destacar que la resaca de creciente
relevada en QB01 sobrepasa los 2 m del nivel normal. Para tales casos de
creciente, el curso se vuelve muy caudaloso, rápido y fuerte.

4.1.7. Río Daymán


Se realizó la cartografía arqueológica, en función de la fotointerpretación
de fotografía aérea 1966 (SGM), 1982 (FA), así como por medio de imágenes
satelitales de 2011 (Google Earth). En este río fueron identificados y
registrados en campo dos puntos de paso: uno próximo al actual puente
sobre la Ruta Nacional 3, el otro ocho kilómetros al oeste del primero. Este
segundo punto no fue localizado mediante el análisis cartográfico, sino por
medio de la pesquisa de campo. Se trata de un punto duro en el terreno, con
un afloramiento rocoso sobre la margen izquierda del río y donde se encuentra
un camino que lo cruza; es registrado con GPS en coordenadas UTM como
Daymán 01.

Figura 44. MDT planimétrico río Daymán.

109
Interdisciplinarias 2013

Figura 45. A: cartografía nacional recorte hoja O-10 SGM. B: fotografía aérea 1966 SGM. C:
imagen satelital Google Earth 2011.

Figura 46. Paso Daymán 01. Arriba: detalle del paso fotografía febrero de 2012. Abajo:
panorámica 2011 Google Earth.

110
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Asimismo, se registra junto al actual puente de la Ruta Nacional 3 el


paso denominado para este trabajo como Daymán 03, conocido localmente
como Paso de las Piedras. Allí se presentan dos monolitos conmemorativos:
uno puesto por las Fuerzas Armadas en el primer centenario de la muerte de
José Artigas y el otro por de la Sociedad Criolla Los Teros, en el año 1983.

Figura 47. Paso de las Piedras Daymán 03, vista norte a sur, fotografía febrero 2012.

Figura 48. Monolitos conmemorativos del Éxodo del Pueblo Oriental 1811-1812.

Otro sitio que permite el paso se encuentra río abajo y es el conocido


localmente y en la cartografía nacional SGM como Guayacas. Este lugar fue
prospectado por motivo de la investigación arqueológica relativa a la ubicación
del “Campamento villa y cuartel de Purificación” (Frega, Islas, Bonfanti y

111
Interdisciplinarias 2013

Broquetas, 2003; López Mazz, 2003). En tal oportunidad ya se describía la


presencia de material arqueológico tallado en piedra, una alta visibilidad, así
como una vegetación de “monte nativo disperso, presentando áreas con mayor
densidad de vegetación” (López Mazz, 2003: 7). En posterior oportunidad el
sitio es abordado en una investigación que arroja más antecedentes como sitio
prehistórico y que generó MDT con puntos acotados a la altimetría nacional y
una ubicación en coordenadas cartográficas del paso (Capdepont, del Puerto
y Ramírez, 2011; Machado, Capdepont, López, Teigeira y del Castillo, 2010).

Figura 49. Paso Guayacas sobre el río Daymán. Abajo: imagen satelital Google Earth 2011.
Arriba: MDT altimétricos, der.: 3D, izq.: curvas de nivel (Machado y otros, 2010).

112
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Capítulo 5. Cartografía histórica y


prospección arqueológica directa

José López Mazz, Alfonso Machado,


Óscar Marozzi, Christopher Duarte

5.1. Sistema de caminos Chapicuy Chico-Meseta-


Hervidero

5.1.1. Arroyo Chapicuy Chico


A dos kilómetros del río Uruguay se presenta un camino que atraviesa el
monte, así como al arroyo Chapicuy Chico. Ahí se identificó un sitio arqueológico
superficial y estratificado.1 Los materiales relevados en campo pertenecen a
un componente protohistórico, son confeccionados en materias primas líticas
locales, de muy buena calidad para la talla, como es característico en esta
zona norte del país.
El mismo camino sería el motivo de erosión que descubre al sitio, en
cárcavas con poco menos de medio metro de potencia vertical. En sus perfiles
se nota la presencia de un estrato de color pardo oscuro, que apoya sobre
otro más claro, arcilloso y compacto, de color castaño ferruginoso. En este
último, los materiales arqueológicos aparecen en superficie, producto de la
erosión, que transporta los sedimentos, pendiente abajo rumbo al curso de
agua, pero deja en superficie estos artefactos por ser más pesados y grandes.
Este sendero se dirige a un paso muy somero, donde es aprovechado el

1  Se encuentran materiales de factura social, dentro de un estrato del suelo. Los materiales afloran por motivo
de la erosión, que los descubre en perfiles verticales del suelo.

113
Interdisciplinarias 2013

afloramiento rocoso. En períodos de bajante incluso el paso queda descubierto


de agua.

Figura 50. Sitio arqueológico junto al paso Chapicuy Chico; detalle material lítico prehistórico
superficial.

Figura 51. Paso sobre el arroyo Chapicuy Chico. Arriba: picadas en el monte que dirigen al paso,
sobre la margen derecha. Abajo: detalle del curso de agua sobre la roca.

114
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Figura 52. Paso y sendero sobre el arroyo Chapicuy Chico, bajante con el afloramiento rocoso
descubierto de agua; imagen satelital Google Earth 2003.

Este sitio tiene particular relevancia en el sistema de caminos utilizado


por el Éxodo del Pueblo Oriental. Aquí se configura un tramo relacionado al
control del río Uruguay, que conecta puntos altos como puestos de visibilidad,
como es el caso de la Meseta de Artigas. Debemos recordar que el río
Uruguay es navegable desde su desembocadura en el Río de la Plata, con
embarcaciones de ultramar solamente hasta Paysandú, soportando su cauce
hasta 5 m de calado, y desde ahí, río arriba, hasta el Paso del Hervidero
con embarcaciones de cabotaje, resistiendo hasta 3 m de calado (Martínez
Montero, 1955 citado en López Mazz, 2004).
El conocimiento de la utilización de este sistema de caminos desde
tiempos al menos históricos se sustenta, además, en la presencia de
cartografía de la época (ver figura 54), así como de sitios arqueológicos
históricos vinculados espacialmente, ya identificados por López Mazz (2004),
registrados en esta prospección directa con puntos GPS en coordenadas UTM.
Así, se puede hablar de un sistema logístico de caminos relacionado al control
militar del río Uruguay, donde se encuentran asociados elementos que lo
caracterizan: alta visibilidad, pasos en los cursos de agua, sitios arqueológicos
protohistóricos (material lítico), sitios arqueológicos históricos (estructuras de
piedra interpretadas por su ubicación y forma, como cimientos de antiguos
puestos de vigilancia), cartografía histórica específica de los caminos.

115
Interdisciplinarias 2013

Figura 53. Arroyo Chapicuy Chico y Meseta de Artigas. Asociación espacial de elementos que
hacen al sistema de caminos Chapicuy-Meseta sobre imagen satelital Google Earth 2011. Arriba:
visibilidad del Río Uruguay, desde arriba de la Meseta de Artigas hacia el sur; material arqueológico
prehistórico; estructura en piedra, por su ubicación posible puesto de vigilancia; cordón de piedras
testimonio de una ocupación social. Abajo: panorámica arroyo Chapicuy Chico detalle de material
arqueológico prehistórico junto al paso.

116
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Figura 54. Sistema de caminos Chapicuy-Meseta-Hervidero. Arriba: imagen satelital Google Earth
2012, color rojo traza del camino actual. Abajo: cartografía histórica, “Terrenos de D.n Nicolas
Guerra”, por [Juan Manuel Besnes e] Irigoyen ca.1831-1835, MTOP, Dirección N. de Topografía,
tomado de FREGA, A., ISLAS, A., BONFANTI, D., BROQUETAS, M., (2003). Véase los caminos del
Chapicuy y de la Bella Unión, coincidentes con los actuales.

117
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Capítulo 6. Traza arqueológica


de la ruta del Éxodo del Pueblo
Oriental de 1811

José López Mazz, Alfonso Machado,


Óscar Marozzi, Christopher Duarte

Para finalizar, se compara la traza arqueológica elaborada respecto


de las ya existentes para la ruta del Éxodo, con información geográfica de
los principales pasos atravesados por el contingente de 1811 en su recorrido
desde las cabeceras del arroyo Cololó al río Daymán.

119
Interdisciplinarias 2013

Figura 55. Traza arqueológica y las ya existentes para la de la ruta del Éxodo.

120
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Punto GPS en coor-


Nº Nombre Curso de Departa-
Punto asociado denadas UTM del
carta carta fluvial mento
Paso asociado
Paso Puntas del Aº
N-21 454905 - 6310410 Aº Cololó Soriano
Hondo Cololó
Soriano/Río
O-19 Cololó Paso Aº Yapeyú 442621 - 6344074 Río Negro
Negro
Paso del Soriano/Río
N-19 Paso Aº Yapeyú 442063 - 6344154 Río Negro
Palmar Negro
Calzada de Artigas
402440 — 6402324 Aº Negro Río Negro/
P-16 Aº Negro Paso de las Ca-
403477 - 6400625 Aº Negro Paysandú
denas
Paso Calzada de
Cantos 401996 - 6429130
Aº San Francis-
P-15 Paysandú Paso de los Ma- 402567 — 6429136 Paysandú
co Grande
nantiales 403262 - 6431881
Paso Real
Lorenzo
O-14 De las Piedras 411310 - 6444559 Río Queguay Paysandú
Reiles
O-13 Araujo Aº Quebracho 419470 - 6461798 Aº Quebracho Paysandú
Parada
O-12 Aº Guaviyú-Termas 416222 - 6476526 Aº Guaviyú Paysandú
Rivas
Aº Chapicuy
O-11 Chapicuy Aº Chapicuy Chico 407902- 6500034 Paysandú
Chico
Paso Daymám 01 42328 — 6517047 Paysandú/
O-10 Salto Río Daymán
Paso Daymán 02 413873 - 6519091 Salto

Tabla 1. Relevamiento arqueológico georreferenciado

Conclusiones
Este estudio buscó ajustar al máximo el debate sobre la traza de la ruta
del Éxodo, por lo que trató de rentabilizar la georreferenciación de elementos
reconocidos como pertinentes para la identificación de una línea de tránsito
humano y de ganado, con dirección norte/sur y paralela al río Uruguay. En
1811 esta senda fue el escenario del movimiento político-social denominado
históricamente como Éxodo del Pueblo Oriental.
Esos elementos considerados como significativos para este trabajo son,
por un lado sendas, trillos y rastrilladas, identificados por una tipología basada
en un patrón de erosión antrópica del suelo, que se diferencia de los patrones
de erosión regional natural. También se registraron elementos de tipo cultural
como son asentamientos indígenas y coloniales (de diferente cronología) que
formalizan y sugieren una edad, para el funcionamiento de esas sendas del
tránsito humano y animal. La consolidación y la institucionalización territorial
de esa senda es un dilatado proceso de uso continuo y recurrente, desde la
prehistórica al estado moderno.

121
Interdisciplinarias 2013

Para inicios del siglo XIX el conjunto de necesidades sociales y


expresiones culturales de tipo territorial mantiene como elemento ordenador
de primera jerarquía al río Uruguay, que desde el siglo XVI permitió a
los europeos el acceso al interior del continente. Los primeros cronistas
describen diferentes espacios sociales, económicos y políticos, históricos
y geográficamente situados. Sus identidades lingüísticas, étnicas, parecen
muy dinámicas y con gran poder de adaptación política, como se desprende
de las crónicas históricas de Ulrico Schmidel y Sebastián Gaboto entre otros
(Schmidel, 1986; Ramírez, 2007 [1528]).
Para el período histórico esa senda de tránsito norte/sur está ya
consolidada y articula con redes de caminos que conectan con el noreste
argentino y con el Imperio Portugués (Cheda, 2004; César, 1981).
Un estudio comparado entre los trazados propuestos para la ruta del
Éxodo muestra que de sur a norte:
*En las cabeceras del arroyo Cololó coinciden los trazados propuestos
previamente (Bergalli, 1968; Capillas de Castellanos y Ardao, 1950) con
los identificados en los presentes estudios de foto aérea sobre el área. El
asentamiento humano asociado al “paso” se consolida a través de su uso en
el tiempo y le da valor estratégico como clave de tránsito. Podría ser allí que
tuvo lugar un campamento descrito para el 3 de noviembre de 1811, cuando el
ejército artiguista definía rumbo de su viaje. La presencia de una construcción
histórica, de tipología anterior al hecho de Éxodo, daría lógica al camino.
*En el Paso del aroyo Yapeyú sobre el río Negro, las trazas propuestas por
Bergalli (1968) y por Capillas de Castellanos y Ardao (1950) están marcadas
por la existencia en el lugar de un monolito conmemorativo. El presente
estudio identifica en el lugar trillos enfrentados a ambos lados del río Negro.
Ambos trillos, al llegar al curso de agua muestra barrancas muy erosionadas
por la intensidad del tránsito humano y seguramente de tropas.
*En el arroyo Negro, Bergalli (1968) y Capillas de Castellanos y Ardao
(1950) señalan que el paso del contingente del Éxodo lo sorteó en el lugar
llamado Paso de las Cadenas. Sin embargo, información recogida en el lugar
entre los vecinos orientó el presente trabajo hacia un lugar que dista 2 km al
oeste, conocido como la Calzada de Artigas. El lugar reúne condiciones físicas,
como tener grandes bloques de piedra en el cauce, que facilitan el tránsito.
Además, se pudo reconocer dentro del monte un antiguo camino hoy usado por
los vecinos, que confluye en ese lugar desde ambas orillas. Se puede también
observar la picada en el monte y la erosión del camino. En esta investigación
no se descarta el uso de varios pasos alternativos simultáneos, por lo que

122
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

la Calzada de Artigas sobre el arroyo Negro está sumando información a tal


hipótesis.
*En el arroyo San Francisco, las trazas propuestas previamente por
Bergalli (1968) y por Capillas de Castellanos y Ardao (1950) coinciden con
los trillos identificados en la presente investigación en las fotos aéreas.
Además, en el lugar existen piedras grandes y canteadas, pertenecientes a
acondicionamientos previos para atravesar el curso de agua. La toponimia
local da a ese lugar el sugestivo nombre de Paso Real.
*En el Paso de las Piedras del río Queguay, las trazas de Bergalli (1968)
y de Capillas de Castellanos y Ardao (1950) coinciden con las observaciones
realizadas en la presente investigación respecto a un trillo que atraviesa el río
en ambas márgenes. Se puede apreciar allí una clara erosión de la barranca,
que sugiere su uso como línea de tránsito de humanos y animales. De acuerdo
a la información histórica, en la década de 1790 Artigas desarrolló un intenso
conocimiento de esta zona a través de su actividad como tropero.
*En el Paso sobre el arroyo Quebracho, la traza propuesta por Bergalli
(1968) indica el actual cruce de la Ruta Nacional 3. No es coincidente con la
traza del presente trabajo, que identifica unos trillos enfrentados a 1 km al este
de la ruta, en un lugar de fácil travesía. Por su parte, Capillas de Castellanos y
Ardao (1950) sugieren que el Éxodo sorteó el arroyo Quebracho 6 km al oeste
de la traza de la presente investigación, coincidente con la caminería que lleva
al pueblo del mismo nombre.
*En el arroyo Guaviyú la traza de este estudio es coincidente con las
propuestas por Bergalli (1968), Capillas de Castellanos y Ardao (1950), que
indican el actual puente sobre la Ruta Nacional. Para ser más precisos, debajo
del puente se pueden ver restos de antiguas calzadas que facilitaban el
tránsito. Unos 190 m al oeste de este sitio se observó una picada en el monte,
una senda y una barranca erosionada por el trillo.
*Sobre el arroyo Chapicuy Chico, Bergalli (1950), Capillas de Castellanos
y Ardao (1950) estiman que el Éxodo sorteó el arroyo a la altura de la actual
Ruta Nacional 3. En la documentación histórica no hay descripciones relevantes
sobre este lugar. En oportunidad de la investigación histórico-arqueológica
que llevara adelante la Comisión Nacional del Patrimonio Cultural (Frega,
Islas, Bonfanti y Broquetas, 2003; López Mazz, 2003) para localizar la Villa,
Campamento y Cuartel de Purificación se tuvieron indicios relativos al sistema
de caminería existente para la época. Allí se realizaron trabajos de campo en
los que se identificó un trillo (600 m al oeste del actual Camino a la Meseta)
que coincide con un paso con sustrato de piedra y las barrancas erosionadas a
ambos lados. Asociado a este lugar se identificó un sitio arqueológico indígena.

123
Interdisciplinarias 2013

*En la Meseta de Artigas el proyecto antes mencionado identificó un


trillo (entre 600 y 160 m del Río Uruguay) que lleva hasta el arroyo Hervidero.
Próximo a la meseta se localizó una estructura en piedra que fue interpretada
como un puesto de guardia de la Villa de Purificación, por su estratégico
emplazamiento en un meandro del Río Uruguay (López Mazz, 2003). Es
interesante que Auguste de Saint Hilaire (1887), en su viaje por tierra, realizó
entre el Chapicuy y el Hervidero una descripción geográfica detallada que
coincide con las características de este lugar.
*En el arroyo Hervidero se aprecian trillos que atraviesan el curso de
agua hasta la estancia del mismo nombre. En 1811 se encontraba allí un
casco de estancia de Dargain (Frega, Islas, Bonfanti y Broquetas, 2003) que
constituirá luego, en 1815, el centro del asentamiento artiguista. Junto al
camino y en la orilla norte del arroyo se identificó un sitio indígena (López
Mazz, 2003). El dato más sugestivo surge del mapa de Irigoyen (1831-1835)
(Frega, Islas, Bonfanti y Broquetas, 2003; López Mazz, 2003), ya que indica que
en la orilla norte del Hervidero parten dos caminos: uno llamado Camino de la
Costa y otro Camino del Salto. En el lugar señalado se identificaron trillos que
hasta hoy continúan activos, presentados en la cartografía histórica (Irigoyen,
1831-1835) como Camino del Chapicuy y Camino de la Bella Unión.
*En el río Daymán se observó la existencia de tres posibles lugares de
paso. De oeste a este, el primero es un sitio llamado Guayacas a 7,5 km del
río Uruguay, donde se identificaron trillos y barrancas erosionadas a ambos
lados del curso de agua. Cabe notar que recientemente fue excavado en ese
lugar un sitio arqueológico indígena con fechas entre 1500 y 400 antes del
presente (Capdepont y otros, 2011). El segundo posible lugar de paso, a 5
km al este del anterior, es el Paso de las Piedras, que coincide con las trazas
propuestas por Bergalli (1968), Capillas de Castellanos y Ardao (1950), en el
actual cruce la Ruta Nacional 3. La investigación reconoció trillos y, en la orilla
sur, una picada con la barranca erosionada. Es acá donde existen monolitos
recordatorios muy próximos a las instalaciones turísticas termales. A 7,5 km al
este del anterior paso, se ubica otro donde el cauce del río es un afloramiento
de basalto. En este lugar se identificaron trillos a ambos lados del río y una
barranca erosionada en la orilla norte.

A modo de síntesis final, para el segmento estudiado entre las cabeceras


del arroyo Cololó y el arroyo Guaviyú, las trazas propuestas por Bergalli (1968),
Capillas de Castellanos y Ardao (1950) son, grosso modo, coincidentes con
las identificadas por la presente investigación, con leves matices en el arroyo
Cololó y el arroyo Negro. Donde existe mayor discrepancia es entre el arroyo

124
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Chapicuy Chico y el Daymán. Mientras los autores mencionados se inclinan


por ubicar el camino del Éxodo en coincidencia con la traza de la Ruta Nacional
3 Gral. José Artigas, las presentes investigaciones de campo, así como
estudios previos (Frega, Islas, Bonfanti y Broquetas, 2003; López Mazz, 2003;
Capdepont y otros, 2011) contribuyen con información que permite sugerir
que el Éxodo podría haber seguido otro camino, más próximo al río Uruguay.

Referencias bibliográficas
BERGALLI, A. (1968): Gráfica de la ubicación del recorrido realizado por el
pueblo oriental. Éxodo del año 1811, MTOP, División Topografía.

BUZZETTI, J. L. (1950): “La ruta del Éxodo”, El Día, 20 de agosto, Montevideo.

CAPDEPONT, I.; DEL PUERTO, L.; RAMÍREZ, A. (2011): “Fuentes de


aprovisionamiento para la manufactura cerámica: sitio Guayacas, Paysandú-Uruguay”,
Actas del VI Congreso de Arqueología de la región Pampeana, pág. 33, Taller de
Imprenta Museo de la Plata, La Plata.

CAPILLAS DE CASTELLANOS, A.; ARDAO, M. (1991): “El escenario geográfico del


artiguismo”, Revista Histórica, tomo LV, Montevideo.

CAPILLAS DE CASTELLANOS, A.; ARDAO, M. (1950): “Mapa de la ruta de éxodo.


Gabinete Cartográfico del Liceo 8”, El Grillo.

CÉSAR, G. (1981): Os primeiros cronistas do Río Grande do Sul, Universidade


do Río Grande do Sul.

CHEDA, R. (2004): “El corredor oriental y la jurisdicción Montevideo-Un aspecto


de la capitulación Mendoza y la jurisdicción Montevideo-Ocupación territorial y
corredores comerciales-1533-1780”, Primeras Jornadas Internas de Investigación,
Facultad de Ciencias Sociales, Montevideo.

CLOSE, A. (2000): “Reconstructing Movement in Prehistory”, Journal of


Archaeology Method and Theory 7(1): 49-77.

CRIADO-BOADO, F. (1996): “El futuro de la arqueología, ¿la arqueología del


futuro?”, Trabajos de Prehistoria 53 (1): 15-35.

CUADRO, I.; FESSLER, D.; DELGADO, S.; DUFFAU, N. (2011): “La Redota.
Derrotero por la libertad y la unión de los pueblos”, Revista Día del Patrimonio,
Comisión del Patrimonio de la Nación, MEC, Uruguay.

125
Interdisciplinarias 2013

FREGA, A.; ISLAS, A.; BONFANTI, D.; BROQUETAS, M. (2003): Cuartel general y
Villa de la Purificación. Enfoque histórico. Universidad de la República. Facultad de
Humanidades y Ciencias de la Educación. Departamento de Historia del Uruguay. CD-
ROM ISBN: 9974-0-0268-0, Montevideo.

GIUFFRA, S. E. (1921): Geografía del Uruguay: ensayo de descripción


topográfica y vocabulario de la nomenclatura nacional, ed. Maximino García,
Montevideo.

LITOVSKY, M.; URRUTI, C. (2011): Memorias del Queguay. Recuperado de


<http://issuu.com/paysanducom/docs/memorias_del_queguay?mode=window&printBu
ttonEnabled=false&backgroundColor=#222222>, acceso 10 de marzo de 2012.

LÓPEZ MAZZ, J.; BRACCO, D. (2002): “Una mirada histórico-arqueológica al


Éxodo de 1811”, Nuevas miradas en torno al artiguismo, ed. A. Frega y A. Islas,
pp. 329-337, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Artes Gráficas S.A.,
Montevideo.

LÓPEZ MAZZ, J. (2003): Informe de la investigación histórico-arqueológica


para la localización del emplazamiento de la Villa, Campamento y Cuartel
General de Purificación, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, CD-
ROM ISBN: 9974-0-0268-0, Montevideo.

MACHADO, A.; CAPDEPONT, I.; LÓPEZ, M.; TEIGEIRA, T.; DEL CASTILLO, F. (2010):
El uso de nuevas tecnologías de representación espacial para la difusión del
patrimonio arqueológico del sitio Guayacas. III Jornadas de Investigación y II de
Extensión, Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, Universidad de la
República, Uruguay.

OTERO VILARIÑO, C. (2003): “Una ruta cultural en Ortegal: o camiño dos


arrieros”, Traballos de Arqueoloxía e Patrimonio 30, Laboratorio de Patrimonio,
Paleoambiente e Paisaxe, Instituto de Investigacións Tecnolóxicas, Universidade de
Santiago de Compostela, Galicia.

RAMÍREZ, L. (2007): Carta de Luís Ramírez a su padre desde el Brasil [1528]:


orígenes de lo “real maravilloso” en el Cono Sur. Edición, introducción y notas de Juan
Francisco Maura. Col. Textos de la Revista Lemir 2007. Recuperado de <http://parnaseo.
uv.es/Lemir/Textos/Ramírez.pdf>.

REYES ABADIE, W.; VÁZQUEZ ROMERO, A. (1980): Crónica general del


Uruguay. De los orígenes de la Emancipación, tomo I, Ediciones de la Banda
Oriental, Montevideo.

SAINT HILAIRE, A. de (1887): Voyage a Río Grande Do Sul, Berluison, Libraire,


Editeur, Orleans.

126
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

SCHMIDEL, U. (1986): Relato de la conquista del Río de la Plata y Paraguay


1534-1554, Alianza, Madrid.

TRIMBLE, S. W.; MENDEL, C. A. (1995): “The cow as a geomorphic agent-A critical


review”, Geomorphology 13: 233-253.

127
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Índice de figuras y tablas

Parte I. La reconstrucción histórica


Figura 1. Ricardo Zamorano, Francisco Xavier de Elío................................... 22
Figura 2. Manuel Dias de Oliveira. Retrato de Juan VI y su esposa Carlota
Joaquina.................................................................................................... 23
Figura 3. Primera página de Gazeta Extraordinaria de Buenos Ayres......... 25
Figura 4. Mapa que demuestra las situaciones de las Estafetas y Postas de
la parte septentrional del Río de la Plata, subalternas de la
Administración Principal de Correos de Montevideo................................. 28
Figura 5. León Pallière. Tropa de carretas en la Pampa................................ 31
Figura 6. León Pallière. Parada para hacer la noche..................................... 33
Figura 7. Diógenes Héquet. Óleo Vayanse con sus matreros, 1895-1896..... 35
Figura 8. Guillermo Rodríguez. Escena del Éxodo del Pueblo Oriental.......... 37
Figura 9. Fragmento de la “Carta Esférica…” de Miguel López y Picor ............. 43
Figura 10. Emeric Essex Vidal. Litografía acuarelada “Travelling wagon in a
pantano”................................................................................................... 46
Figura 11. Johan Moritz Rugendas. Familia en la carreta............................... 48
Figura 12. Florián Paucke. Dibujo a pluma y acuarela....................................... 49
Figura 13. Diógenes Héquet. Óleo Éxodo del Pueblo Oriental....................... 62
Figura 14. Melchor Méndez Magariños. Éxodo del Pueblo Oriental............... 63
Figura 15. Bajorrelieve del monumento a Artigas, escultor Ángel Zanelli......... 64
Figura 16. Guillermo Rodríguez. Óleo Éxodo del Pueblo Oriental.................. 64
Figura 17. Monolito ubicado en los márgenes del río Queguay......................... 66
Figura 18. Edgardo Ubaldo Genta. Sol de América. Epopeya de Artigas..... 74
Figura 19. Escena de Artigas General del Pueblo, elenco Teatro El
Galpón...................................................................................................... 74

Parte II. Investigación arqueológica georreferenciación


Figura 20. Prospección arqueológica directa. Paso del Yapeyú, Puntas del
Cololó, Paso del Chapicuy Chico, Paso en el arroyo Negro........................ 91
Figura 21. Vista parcial de las cabeceras del arroyo Cololó............................... 94
Figura 22. Casco de estancia histórica.............................................................. 95
Figura 23. Tramo nacientes del Cololó-Yapeyú................................................... 95
Figura 24. Bicentenario del Éxodo del Pueblo Oriental...................................... 97
Figura 25. Sitio Paso Yapeyú sobre el río Negro................................................. 97

129
Interdisciplinarias 2013

Figura 26. MDT planimétrico del paso arroyo Yapeyú........................................ 98


Figura 27. Tramo de traza erosionada hacia el Paso del arroyo Yapeyú............. 98
Figura 28. Trillo hacia el Paso Yapeyú................................................................ 99
Figura 29. Paso Yapeyú...................................................................................... 99
Figura 30. Paso Yapeyú sobre el río Negro......................................................... 100
Figura 31. Arroyo Negro. Cartografía, mosaico, imagen satelital....................... 101
Figura 32. MDT planimétrico arroyo Negro........................................................ 101
Figura 33. Arroyo Negro. Calzada de Artigas, Paso de las Cadenas................... 102
Figura 34. Arroyo San Francisco........................................................................ 103
Figura 35. Paso de los Manantiales. Paso calzada de cantos rodados, Paso
Real........................................................................................................... 103
Figura 36. Paso de los Manantiales. Camino hacia el paso, vista desde el
puente, vista desde fin del camino, detalle roca canteada....................... 104
Figura 37. Paso sobre el arroyo San Francisco Grande...................................... 105
Figura 38. Unión de arroyos y estructuras históricas......................................... 105
Figura 39. Río Queguay..................................................................................... 106
Figura 40. MDT planimétrico río Queguay......................................................... 106
Figura 41. Paso de las Piedras sobre el río Queguay......................................... 107
Figura 42. Cartografía nacional recorte hoja O-13 SGM. Fotografía aérea
1966 SGM. Imagen satelital...................................................................... 108
Figura 43. Arroyo Quebracho............................................................................. 108
Figura 44. MDT planimétrico río Daymán.......................................................... 109
Figura 45. Cartografía nacional recorte hoja O-10 SGM. Fotografía aérea
1966 SGM. Imagen satelital...................................................................... 110
Figura 46. Paso Daymán.................................................................................... 110
Figura 47. Paso de las Piedras Daymán............................................................. 111
Figura 48. Monolitos conmemorativos del Éxodo del Pueblo Oriental............... 111
Figura 49. Paso Guayacas sobre el río Daymán................................................. 112
Figura 50. Sitio arqueológico junto al paso Chapicuy Chico.............................. 114
Figura 51. Paso sobre el arroyo Chapicuy Chico................................................ 114
Figura 52. Paso y sendero sobre el arroyo Chapicuy Chico................................ 115
Figura 53. Arroyo Chapicuy Chico y Meseta de Artigas..................................... 116
Figura 54. Sistema de caminos Chapicuy-Meseta-Hervidero............................. 117
Figura 55. Traza arqueológica y las ya existentes para la de la ruta del
Éxodo........................................................................................................ 120
Tabla 1. Relevamiento arqueológico georreferenciado....................................... 121

130
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Anexos

Anexo 1
Mapa de la ruta del Éxodo realizado por el Ing. J. L. Buzzetti. Publicado
en el diario El Día el 20 de agosto de 1950.

131
Interdisciplinarias 2013

Anexo 2
Mapa de la ruta del Éxodo realizado por el Gabinete Cartográfico del
Liceo 8, según el estudio de las profesoras Aurora Capillas de Castellanos y
María Julia Ardao. Publicado en la revista El Grillo, setiembre de 1950.

132
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Anexo 3
Mapa de la ruta del Éxodo realizada por Cnel. A. Bergalli, 1968.

133
Los caminos de la Redota. Enfoque histórico arqueológico y georreferenciación

Sobre los autores y coordinadores

Inés Cuadro: Magíster de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla


(España), maestría “Europa, el Mundo Mediterráneo y su Difusión Atlántica” y
actualmente doctoranda en dicha Universidad. Asistente en el Departamento
de Historia del Uruguay de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación de Universidad de la República (FHCE-UdelaR) y candidata a
investigadora del Sistema Nacional de Investigadores de la Agencia Nacional
de Investigación e Innovación (ANII). Ha participado en varias investigaciones
y publicaciones, en particular sobre el período que refiere a los procesos de
independencia en la región platense.
Santiago Delgado: Licenciado en Ciencias Históricas y Estudiante de
la Maestría en Ciencias Humanas, Opción Historia Rioplatense en la FHCE-
UdelaR. Ayudante del Departamento de Historiología (FHCE-UdelaR). Participa
en proyectos de investigación en el Departamento de Historia del Uruguay
(FHCE-UdelaR).
Nicolás Duffau: Magíster en Ciencias Humanas, Opción Historia
Rioplatense, por la FHCE (UdelaR). Candidato a doctor en Historia en la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (Argentina).
Profesor adjunto de Técnicas de la Investigación Histórica en el Departamento
de Historiología (FHCE-UdelaR). Candidato a investigador del Sistema Nacional
de Investigadores de la ANII. Autor de varias publicaciones sobre Historia del
Uruguay.
Daniel Fessler: Magíster en Ciencias Humanas, Opción Historia
Rioplatense, por la FHCE (UdelaR). Estudiante del Programa de Doctorado
en Humanidades, Opción Historia (FHCE-UdelaR). Autor de Derecho penal
y castigo en Uruguay (1878-1907), publicado en 2012 por la Comisión
Sectorial de Investigación Científica de la UdelaR. Investigador activo del
Sistema Nacional de Investigadores de la ANII. Participa en proyectos de
investigación en el Departamento de Historia del Uruguay, (FHCE-UdelaR).
Ana Frega: Doctora en Historia por la Universidad de Buenos Aires.
Profesora titular del Departamento de Historia del Uruguay en la FHCE-UdelaR.
Investigadora activa nivel II del Sistema Nacional de Investigadores de la
ANII. Se ha especializado en el estudio de la revolución de independencia y
los procesos de construcción estatal en el Río de la Plata. Entre sus libros
se cuentan Pueblos y soberanía en la revolución artiguista (1ª ed, en
2007, 2ª. ed. 2011) e Historia Regional e independencia del Uruguay

135
Interdisciplinarias 2013

(coordinadora y autora, 1ª ed. 2009, 2ª. ed. 2011), publicados por Ediciones
de la Banda Oriental. En 2013 colaboró en los libros colectivos Historia
conceptual. Voces y conceptos de la política oriental, 1750-1870 (Montevideo,
Ediciones de la Banda Oriental) e Instrucciones del Año XIII. Doscientos
años después (Montevideo, Planeta).
José López Mazz: Doctor por IHESS/La Sorbonne Paris III. Profesor de
Arqueología (FHCE-UdelaR). Investigador de ANII. Miembro de la Comisión
Nacional de Patrimonio/Ministerio de Educación y Cultura.
Alfonso Machado: Licenciado en Arqueología (FHCE-UdelaR). Docente
investigador del proyecto “Poblamiento Tempano de las Tierras Bajas del Este
de Uruguay” (FHCE-UdelaR). Desarrolla investigación arqueológica tanto en
el período prehistórico como en el histórico de Uruguay, así como estudios
en arqueotopografía.
Christopher Duarte: Estudiante avanzado en la Licenciatura de
Arqueología (FHCE-UdelaR). Las investigaciones que desarrolla abarcan
desde el período prehistórico al histórico de Uruguay. Se ha interesado por
temas relacionados con los análisis tecnológicos de artefactos líticos (piedra),
además de investigaciones acerca de las áreas de aprovisionamiento lítico de
poblaciones que habitaron el territorio oriental.
Óscar Marozzi: Licenciado en Antropología, docente del departamento
de Arqueología (FHCE-UdelaR). Investigador del Laboratorio de Arqueología
del Paisaje y Patrimonio de Uruguay.

136

También podría gustarte