Preguntas Bíblicas
Preguntas Bíblicas
Preguntas Bíblicas
No cualquiera se dispone a explicar esos pasajes que resultan difíciles para el lector
de la Biblia. Algunos de ellos parecen contradecirse; a otros cuesta entenderles el
sentido, y todavía hay otros que parecieran no estar de acuerdo con el carácter y la
naturaleza de Dios.
Se ha necesitado el trabajo conjunto de diferentes eruditos bíblicos para tratar de
ofrecer alguna luz en cuanto a estos pasajes. Estos estudiosos de las Escrituras
provienen de varios trasfondos en su experiencia cristiana. Y, por supuesto, ese bagaje
permea sus comentarios sobre ciertos pasajes específicos. Puede ser que usted no esté
de acuerdo con alguna interpretación en particular; sin embargo, todos encontraremos
sumo provecho en el tratamiento serio y profundo de los temas.
Dado que esta obra fue escrita originalmente en inglés, los autores se basaron en
una versión bíblica en ese idioma para considerar los pasajes que presentan alguna
dificultad. En varios casos, esa dificultad no se ve en las versiones bíblicas en nuestro
idioma. Por lo tanto, esos casos no se han incluido en la presente obra.
Editorial Mundo Hispano pone a su disposición un libro que será muy útil para todo
el que está buscando una interpretación correcta de la Palabra de Dios en pasajes de
difícil comprensión. Confiamos en que esta será una herramienta que usted usará
reiteradamente para su propio provecho y para la instrucción de otros.
Los editores
Cómo usar este libro
BJ - Biblia de Jerusalén
LA - Versión Latinoamericana
NC- Nácar-Colunga
VM - Versión Moderna
Introducción general
Continúa diciendo:
Es evidente que las instrucciones así comunicadas son más llamativas y tienen
mayor probabilidad de captar la atención; en consecuencia, el mismo hecho de
que requieran reflexión cuidadosa favorece una impresión duradera.
Otros podrán debatir acerca del diseño intencionado de las dificultades (ya que con
frecuencia el problema es producto de nuestra distancia del idioma de la época), pero
no pueden discutir el efecto terapéutico que producen debido a nuestro mayor empeño
por entender y obedecer la Palabra de Dios.
Los desacuerdos dentro de las Escrituras también proveen fuerte evidencia
incidental de que no hubo colusión entre los escritores sacros. Más bien, las
variaciones contribuyen mucho a la credibilidad tanto de los escritores como de sus
textos.
Estos pasajes difíciles también pueden considerarse una prueba de nuestro
compromiso con Cristo. Los pasajes difíciles pueden ser pretextos convenientes para
excusarse y dejar de seguir al Salvador. Nuestro Señor habló en parábolas justamente
por esta razón: para que algunos que pensaban que veían, percibían y oían en realidad
no vieran, ni percibieran, ni oyeran (Mar. 4:12). De hecho, la aparente dureza y
oscuridad de algunos de los dichos del Señor lo libraron de seguidores que no estaban
dispuestos a ser enseñados o que eran tibios en su búsqueda (Juan 6:66). No estaban
dispuestos a mirar más allá de la superficie de los temas.
El asunto queda donde lo dejó Butler en su célebre Analogy (Analogía): estos
pasajes difíciles brindan “oportunidad para que una mente injusta elimine con
explicaciones y se oculte a sí misma con engaño aquella evidencia que podría ver”
(Analogy, Parte II, cap. vi). Estos pasajes difíciles ofrecen una oportunidad a los que
buscan ocasión para poner reparos ante las dificultades.
Por supuesto que dudar no tiene nada malo ni es poco espiritual, siempre que se siga
buscando la solución. Pero algunos, como lo expresó John W. Haley con tanta justeza,
Esta es una medicina fuerte para nuestras maneras actuales más corteses y suaves de
discrepar con los objetores; sin embargo, los asuntos planteados por la cita de Haley
son muy pertinentes a la discusión de los pasajes difíciles.
Antes de meternos en los pasajes difíciles, tal vez sería útil repasar algunos de los
estudios básicos acerca de la naturaleza, el origen y las razones de las discrepancias
bíblicas.
Cualquier lector observador de la Biblia que compara declaraciones del Antiguo
Testamento con las del Nuevo Testamento, declaraciones de diferentes escritores
dentro de cualquiera de los dos Testamentos o aun, a veces, diferentes pasajes dentro
del mismo libro observará que hay discrepancias aparentes. A primera vista, estas
declaraciones parecen contradecirse.
La iglesia cristiana ha sostenido a lo largo de los siglos que existe una unidad
esencial en las Sagradas Escrituras, y que forman una biblioteca divina congruente y
unificada en cuanto a enfoque y enseñanza. Sin embargo, a medida que han
aumentado el alcance de la lectura laica y la profundidad de la erudición, un número
cada vez mayor de supuestas discrepancias y pasajes difíciles exige atención.
¿Por qué hay tantas discrepancias y dificultades? Las podemos rastrear a un gran
número de orígenes: errores de copistas en los manuscritos que han llegado hasta
nosotros; la práctica de usar varios nombres para la misma persona o lugar; la práctica
de usar diferentes métodos para calcular años oficiales, duraciones de reinados y
eventos; el alcance y el propósito especiales de los autores individuales, que a veces
los llevaron a disponer su material en forma temática en lugar de cronológica; y
diferencias en la posición desde la cual los diversos escritores describieron y
emplearon eventos u objetos.
Todos estos factores, y otros más, han ejercido una profunda influencia en el
material. Por supuesto que para los que participaron en los eventos y las épocas estos
factores constituían una barrera menor que para nosotros. Nuestra distancia de la
época y la cultura exacerba la dificultad. Podemos mencionar algunos temas
específicos a modo de ilustración del campo más amplio de dificultades. Por ejemplo,
el texto hebreo actual de 1 Samuel 13:1 es una ilustración clásica de un error de un
copista primitivo que sigue sin resolverse hasta el día de hoy. El texto hebreo dice
literalmente que “Saúl tenía un año [‘hijo de un año’ en hebreo] cuando comenzó a
reinar y reinó sobre Israel dos años”. Es evidente que el escritor sigue la costumbre de
registrar la edad del monarca al asumir el trono, junto con el número total de años que
reinó. Pero también está claro que los números se han perdido y que esta omisión es
más antigua que la traducción Septuaginta al griego, realizada en el tercer siglo a. de
J.C. Hasta ahora los Rollos del Mar Muerto y los demás manuscritos no nos han
dejado ninguna pista en cuanto a lo que debería decir el texto.
La selectividad de los escritores según sus propósitos al escribir puede ilustrarse con
la genealogía que figura en Éxodo 6:13-27. En lugar de nombrar a los doce hijos de
Jacob, el escritor se limita a Rubén (v. 14), Simeón (v. 15) y Leví (vv. 16-25). Aquí se
detiene, aunque solo ha nombrado a los primeros tres hijos de Jacob, porque los hijos
de Leví, en especial sus descendientes Moisés y Aarón, son su punto de interés. En
consecuencia, no continúa.
Al tratar algunas de estas cuestiones, he optado por no concentrarme en puntos de
tensión que surgen de elementos de hecho como tiempo, historia, cultura y ciencia.
Más bien, he buscado puntos de tensión de doctrina y ética entre los libros o los
autores de la Biblia. He incluido algunas ilustraciones de dificultades relacionadas con
datos, pero mi énfasis principal está puesto en asuntos teológicos y éticos.