Este documento describe los diferentes períodos de la vida humana (septenios) desde una perspectiva antroposófica. Se divide la vida en tres etapas principales de 7 años cada una: 1) los septenios del cuerpo desde el nacimiento hasta los 21 años, donde se desarrolla el cuerpo físico; 2) los septenios del alma desde los 21 hasta los 42 años, donde se desarrolla el alma; y 3) los septenios del espíritu desde los 42 hasta los 63 años, donde se da la maduración espiritual. Cada 7 años oc
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Este documento describe los diferentes períodos de la vida humana (septenios) desde una perspectiva antroposófica. Se divide la vida en tres etapas principales de 7 años cada una: 1) los septenios del cuerpo desde el nacimiento hasta los 21 años, donde se desarrolla el cuerpo físico; 2) los septenios del alma desde los 21 hasta los 42 años, donde se desarrolla el alma; y 3) los septenios del espíritu desde los 42 hasta los 63 años, donde se da la maduración espiritual. Cada 7 años oc
Este documento describe los diferentes períodos de la vida humana (septenios) desde una perspectiva antroposófica. Se divide la vida en tres etapas principales de 7 años cada una: 1) los septenios del cuerpo desde el nacimiento hasta los 21 años, donde se desarrolla el cuerpo físico; 2) los septenios del alma desde los 21 hasta los 42 años, donde se desarrolla el alma; y 3) los septenios del espíritu desde los 42 hasta los 63 años, donde se da la maduración espiritual. Cada 7 años oc
Este documento describe los diferentes períodos de la vida humana (septenios) desde una perspectiva antroposófica. Se divide la vida en tres etapas principales de 7 años cada una: 1) los septenios del cuerpo desde el nacimiento hasta los 21 años, donde se desarrolla el cuerpo físico; 2) los septenios del alma desde los 21 hasta los 42 años, donde se desarrolla el alma; y 3) los septenios del espíritu desde los 42 hasta los 63 años, donde se da la maduración espiritual. Cada 7 años oc
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"Los años fluyen en el correr del tiempo,
dejando al hombre los recuerdos,
y en los recuerdos se entretejen para el alma, el ser y el sentido de la vida. Vivencia el sentido, confía en el Ser y el Ser cósmico se unirá con el núcleo de tu existencia." Rudolf Steiner La biografía humana desde un punto de vista espiritual. Una formidable experiencia terrenal del yo humano expresado en septenios. En una biografía, el desarrollo de los septenios guarda estrecha relación con la transformación de los cuerpos constitutivos del hombre. De esta manera, estas transformaciones darán origen a las sucesivas etapas biográficas o septenios. Recordemos que la Antroposofía es una cosmovisión del hombre, la cual nos permite conocer cada uno de los cuerpos que lo conforman. Estos cuerpos son: Cuerpo físico, es lo que visible y conocido. Cuerpo etérico o vital, impregna el cuerpo físico y le da vida. Cuerpo astral o cuerpo de sensaciones, que permite que el hombre sienta. Yo o individualidad, aquello que nos hace inéditos y distintos a todos. Sobre estos cuatro cuerpos se desarrollan los septenios o la biografía humana. Clasificación de los septenios Básicamente, podemos hacer una triestructuración:
Septenios del cuerpo Del nacimiento hasta los 21
años
Septenios del alma Desde los 21 años hasta los 42
años
Septenios del espíritu Desde los 42 años hasta los 63
años
Las posibles clasificaciones de las distintas edades de la vida son
muchas: en decenios, en septenios; la diferencia radica que, en la Antroposofía, estos tiempos no están dados arbitrariamente. El tiempo, que demoran los miembros esenciales en hacer su metamorfosis, es lo que determina esta clasificación en septenios. Aproximadamente, cada siete años se produce la transformación de cada uno de los cuerpos que componen al hombre. Así como los chinos dicen: "Aprender, luchar y ser sabio"; en Antroposofía, se habla de: maduración física, maduración anímica y maduración espiritual. Esto quiere decir que se emplean veintiún años en consolidar la estructura del cuerpo físico. Los primeros tres septenios se llaman septenios del cuerpo, durante los cuales se producen la mayor cantidad de cambios y dan la fisonomía correspondiente a esta etapa. Desde la perspectiva de la organización del cuerpo, del crecimiento de los órganos, hasta los veintiún años, podemos decir que: Primer Desde el Cuerpo Físico Septenio nacimiento a 7 años
Septenios del Segundo Desde 7 años Cuerpo
Cuerpo Septenio hasta 14 años Etérico
Tercer Desde 14 años Cuerpo Astral
Septenio hasta 21 años
Alrededor de esta edad, el cuerpo deja ya de crecer y comienza
una transformación de lo que llamamos el alma, el mundo interior. A los 21 años, se produce el nacimiento del Yo y el cuerpo astral es donde se expresa el Yo. Un niño recién nacido no tiene conciencia, tiene conciencia cósmica. El Yo no está totalmente presente; a medida que el niño crece, el Yo se acerca cada vez más. El septenio central, que transcurre entre los 28 y los 35 años, es el período donde el Yo está más cerca de la organización física, período denominado alma racional. Aquí, el Yo se refleja con mayor fuerza en la personalidad. La persona privilegia el pensamiento y trae, también, el reflejo de la individualidad; puede ser el momento de mayor orgullo, de máxima ambición y soberbia. En el septenio de la maduración física, desde el nacimiento a los 21 años, el individuo conoce o empieza a conocer la vida; en el septenio de la maduración anímica, de 21 a 42 años, el individuo acepta la vida y, en el tercer ciclo, el septenio de la maduración espiritual, de 42 a 63 años, recapitula sobre lo vivido. Teóricamente, esto es lo que va sucediendo, cuando no hay alteraciones en los procesos. Septenios del Cuerpo Primer septenio, desde el nacimiento hasta los 7 años Cuando es concebido, el hombre como embrión, aún no está organizado, no está constituido por los cuatro cuerpos. En el seno materno, ya es físicamente visible; esto es posible gracias a la ecografía. La madre aporta vitalidad y, a medida que se alimenta, forma sustancia viviente. Esto es un milagro, nadie puede hacerlo como quiere y, así, decimos que la vida no es nuestra sino que recibimos vida. Tanto el embrión como el niño recién nacido no tienen conciencia; el recién nacido no sabe quién es. En el nacimiento, el hombre no sólo es muy parecido a un animalito sino que es mucho más débil que cualesquiera de los animales de la creación. Los estudios nos muestran que, desde el momento del nacimiento hasta la manifestación del Yo, el hombre podría funcionar como un animal porque posee sólo tres cuerpos: cuerpo físico, cuerpo etérico y cuerpo astral. Físicamente, el Yo demora más o menos un año en manifestarse. El hombre sostiene su cabeza a los tres meses; se sienta, a los seis meses; se pone de pie, a los nueve meses y camina, a los doce meses; ésta es la influencia del Yo. Poder caminar significa que la columna vertebral del hombre se yergue como consecuencia de la acción del Yo. Merced a su propio Yo, el hombre puede erguirse y comenzar el trabajo de sostenerse. Como hemos visto, los cuerpos constitutivos del ser humano no están totalmente formados ni están todos presentes en el momento de nacimiento. Así, describimos la vida de siete en siete años, ya que éste es el tiempo que necesitan los cuerpos para madurar. Por lo tanto, cada siete años se producen crisis que generan cambios importantes. Nuestro primer planteo es determinar qué pasó en los tres primeros septenios y cómo ellos se reflejarán en el resto de nuestras vidas. Las experiencias por las que atraviesa un ser humano en las primeras etapas de su vida se reflejarán en los últimos años de la misma. Lo importante de este planteo es descubrir los procesos de enfermedad o las situaciones problemáticas que surgen, determinar cuáles son sus raíces y tratar de analizar estas cuestiones desde otros puntos de vista, más allá de un enfoque estrictamente psicológico. Después de nueve meses de embarazo, el niño no está totalmente formado; son necesarios, aproximadamente, treinta y tres meses para hablar de una evolución mínima completa. En ese tiempo culmina la formación del sistema nervioso. Todo lo que es normal para un niño antes de los dos años resulta patológico en el adulto: sus reflejos, la circulación sanguínea; todo esto necesita una transformación. En los primeros siete años, el niño conforma y consolida su cuerpo físico; a partir de ahora, su cuerpo físico está completo. Éste es, además, el septenio durante el cual aparecen las enfermedades infantiles. El niño, al nacer, trae el cuerpo vital de la madre, al cual quemará con las altas temperaturas de las enfermedades infantiles. La fiebre que se manifiesta, en estos primeros años de vida, no tiene nada que ver con la fiebre que se desarrolla en los otros períodos de la vida. Las enfermedades infantiles tienen el propósito de que el niño desarrolle su propio cuerpo vital, a partir de los siete años, abandonando el cuerpo vital donado por su madre. Esto es el principio de su proceso de individualización. Por lo tanto, es importante no interrumpir estas enfermedades cuando aparecen. Entonces, a los siete años se produce una transformación muy importante: el niño ha completado la formación de sus órganos; la formación de su cuerpo. A partir de ahora, las fuerzas que estaban dedicadas al crecimiento se liberan, transformándose en fuerzas del pensamiento; es decir, las fuerzas vitales que ayudaron al crecimiento formarán la conciencia del niño y, desde este momento, podrá pensar. Por esta razón, es muy importante no interrumpir la evolución física del niño aplicando estas fuerzas del crecimiento al pensar.