Y Griega Mito de Er El Armenio

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En la primera parte del mito de Er el Armenio, esa leyenda

escatológica con la que finaliza La República de Platón, se ilustra


un plano inicial del periplo de las almas que han abandonado el
cuerpo. En él se observa cómo la multitud es discriminada por unos
jueces y sentenciada a transitar dos caminos, de hecho una Y
griega: uno hacia el cielo, ordenado a los justos, otro que se
introduce en la tierra que recibe a los culpables de injusticia. Se dice
que el primero es un lugar de dicha y belleza, en tanto que en el
segundo abundan los padecimientos. Se comenta aquí también que
existe una proporción entre cada obra buena y cada obra mala, en
tanto que las unas son recompensadas diez veces y las otras diez
veces expurgadas. Se insiste en la maldad de la tiranía y se
pormenoriza además que más gravemente sancionados son los
delitos de impiedad con los padres o con los dioses y el homicidio a
mano armada.
El texto continúa detallando un poco más la situación de las almas
que, encontradas culpables de injusticia, eran conducidas por el
lugar subterráneo o Tártaro. Aquí refiere Sócrates que las almas
son custodiadas en su expiación por seres terroríficos de aspecto
ígneo que desuellan y desgarran con cardos a sus custodiados.
Una vez que se ha concluido con la pena o la recompensa, las
almas, según procede el mito, llegan (transcurridos unos doce días)
a una corte fabulosa reunida entorno al huso de la Necesidad. El
mito figura que por medio de este huso quedan concatenados en su
movimiento los astros y el mundo sublunar en una armonía
cósmica. Junto con la Necesidad aparecen otros personajes
míticos: ocho sirenas acompañan con su canto la escena, mientras
que las Moiras (Láquesis, Cloto y Átropos), presentadas aquí como
hijas de la Necesidad (Ἀνάγκη), mantienen en movimiento el huso.

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