Trabajo de Dispensaciones I
Trabajo de Dispensaciones I
Trabajo de Dispensaciones I
DISPENSACIONES
REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
INSTITUTO BÍBLICO “UNIDOS EN CRISTO”
LAS ADJUNTAS
¿Que es una dispensacion? A. Viene de una palabra latina “dispensatio”, que quiere decir, “el hecho
de distribuir”. La idea es de administrar u ordenar. En otras palabras, una dispensación es un sistema
por el cual se administran las cosas con algún requerimiento o restricción. B. El diccionario Inglés de
Oxford dice, “una dispensación es una etapa en una revelación progresiva expresivamente adaptada
a las necesidades de una nación en particular o a un período de tiempo. También, la edad o el
período durante el cual un sistema haya prevalecido. C. El Dr. C. I. Scofield dice, “Una dispensación es
un período de tiempo, durante el cual el hombre es puesto a prueba en cuanto a su obediencia a
alguna revelación específica de la voluntad de Dios. Las dispensaciones son una revelación
progresiva y asociada del trato de Dios con el hombre y no son diferentes maneras de salvación”. D.
El Dr. Graham Scroggie dice, “Dios, ha tratado con el hombre en diferentes tiempos y de diferentes
maneras, de acuerdo a la necesidad del caso, pero por todos ellos para un gran fin.” E. El Dr. Harry
Ironside dice, “Una dispensación o economía es ese orden o condición particular de cosas que
prevalece en una edad especial y que no prevalece necesariamente en otra.” F. Aunque los críticos
asaltan la división de la historia bíblica en períodos de tiempo que llamamos dispensaciones,
cualquier estudiante bíblico sincero, bien puede trazar el progreso de revelación y darse cuenta de
los períodos de tiempo durante los cuales al hombre le fue dado una mayordomía o LECCION XXVIII 4
responsabilidad en cuanto a esa revelación. A estos períodos de tiempo los llamamos
dispensaciones.
7. El Reino - Mil años desde la Segunda Venida hasta el Reino Eterno
1.- La Inocencia: Protagonistas, Adán y Eva. Comienza con la creación del hombre y termina con
su expulsión del Huerto del Edén. Es imposible determinar cuántos años duró este período. Sólo
sabemos que abarca todo el tiempo de la creación del hombre hasta su expulsión del Jardín del
Edén. Según el retrato bíblico, fue la dispensación de menor duración. Esta dispensación se llama
de la "INOCENCIA", pues Adán y Eva eran inocentes, Gn 2:25; no Conociendo, por experiencia, la
diferencia entre el bien y el mal. La palabra "inocencia", sirve para designar la condición moral
del hombre creado por Dios. La Biblia nos dice que en el tiempo de Adán, todo lo creado era
bueno; no había ferocidad en los animales, no habían demasiado frío, ni calor. El hombre tenía
todas las circunstancias favorables para ser feliz, y llevar una vida de obediencia a Dios. Gn 1:27-
28; 2:24; 3:16. Con la caída de Adán y Eva el pecado paso a todos los hombres. “Por tanto el
pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte paso a todos
los hombres, por cuanto todos pecaron. Rom. 5:12.
2.- La conciencia: Protagonista, Noé. Comienza después de la expulsión de Adán y Eva del
Huerto del Edén y termina con El Diluvio Universal. Se llama de la "CONCIENCIA", porque los
hombres debían conducirse según el dictamen de sus conciencias. Con el conocimiento del bien
y del mal, se despertó la facultad que nosotros conocemos por el nombre de "conciencia".
Operando dentro del intelecto del hombre, la conciencia quiere servir como guía o gobernante
de la vida moral. En esta dispensación, cada persona tenía la obligación de obedecer su propia
conciencia. No había ley escrita, pues una ley indicaría una imposición sobre el individuo, o sea.
Eso sería una fuerza superior a una conciencia, impidiendo la libre acción de la misma. Así, por
medio de este conocimiento del bien para la obediencia y, del mal para la desobediencia de la
voluntad de Dios, el hombre debía conducirse. Pues, habiendo sido expulsado del Edén y puesto
bajo el segundo Pacto, o sea, el Pacto Adámico, el hombre tenía la responsabilidad de hacer
todo el bien que le era conocido, evitar el mal del cual él era consciente, y acercarse a Dios por
medio de sacrificios. En Gn 4:25, nació Set que, según su madre, iba a sustituir a Abel, a quien
mató Caín. En el versículo 26, leemos que después a Set le nació un hijo, y llamó su nombre
Enós, y este capítulo de génesis termina con las palabras: “Entonces los hombres comenzaron a
invocar el nombre de Jehová”. Así hasta los días de Noé y del Diluvio, siempre hubo unos pocos
hombres que invocaron el nombre de Jehová, y entre ellos estaba Enoc, que no vio muerte
porque Dios lo llevo al cielo para estar con Él. Entre estos hombres ilustres de Dios el hombre
más viejo que ha existido Matusalén. De Matusalén nació Lamec, y de él vino Noé. Lamec tenía
182 años cuando nació Noé, y vivió después del nacimiento de Noé otros 595 años, muriendo a
la edad de 777 años. Noé engendro 3 hijos, Can, Sem y Jafet. En Gn 6:1-2 se ve claramente que
esto era el climax de la maldad en la edad de la conciencia. Los santos hijos de Dios tomaron
para sí a las profanas hijas de los hombres malos, y mancharon la justa simiente de Set con la
mala simiente de Caín. La copa de la iniquidad del hombre estaba rebosando, y al pasar el
tiempo la justa simiente de Set fue tan consumida por la maldad que no quedaba en la tierra
sino un solo hombre justo, Noé. La regla de la conciencia había fallado completamente, y el
juicio del Dios justo y santo era inevitable. Así leemos “Vio Jehová que la maldad de los hombres
era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de
continuo “Solamente el mal”. Esta dispensación termina con el diluvio, "Todo lo que tenía
aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió. Así fue
destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los
reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con
él estaban en el arca" (génesis 7.22,23). Solo Noé, su esposa y sus tres hijos con sus esposas,
sobrevivieron al diluvio. La duración del diluvio abarcó " un año y días”. Así termina la
dispensación de la consciencia, con un fracaso más del hombre, ante el pacto hecho con Dios.
3.- El Gobierno Humano: Protagonista, Noé, Can Sen y Jafet. Comienza con El Diluvio y termina
con la confusión de Lenguas en la Torre de Babel. Con el fracaso del hombre que culminó con el
diluvio terminó la dispensación de la consciencia, teniendo en cuenta que la humanidad no
obedeció los dictámenes de su consciencia. Después del diluvio Dios da una oportunidad más a
la humanidad, por medio de Noé y su familia.
Esa es la tercera dispensación y se llama " DISPENSACION DEL GOBIERNO HUMANO”. Noé y sus
tres hijos, Can, Sem y Jafet con sus respectivas esposas (Génesis 7.13), fueron los únicos seres
humanos que quedaron con vida para formar la nueva civilización. Noé tenía al salir del arca, 601
años. Ellos formaron la raza "Postdiluviana" (Génesis 8.13,14; 7.6,11). Al salir del arca,
encontraron una tierra totalmente purificada, y amplia autoridad para gobernarla. Al salir del
arca, Noé ofrece un sacrificio a Dios en gratitud por lo que Dios les había hecho "Y edificó Noé un
altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el
altar" (Génesis 8.20). Entonces Dios hizo con Noé un Pacto Incondicional, el tercer Pacto hecho
entre Dios y el hombre (Génesis 8.20 a 19.17). Esta dispensación termina con la confusión de
lenguas, la Biblia dice que el origen de las lenguas, es un castigo que pesa sobre la humanidad.
Después de la confusión de lenguas, muchos, porque no decir, la mayoría continuo en la
idolatría. Pero como en el caso de la dispensación de la Conciencia, había alguien que, a pesar de
la degradante condición espiritual y moral del mundo, continuaba en el firme propósito de
mantener su fidelidad a Dios.
4.- Los pactos: Siguiendo el fracaso de gobierno por el hombre como el método de traer al
hombre a Dios, Él usó otro instrumento de persuasión por el cual pudiera ganar al hombre. Era el
de pactos y promesas, algunos condicionales y otros incondicionales, pero todos con el mismo
propósito por delante: el de hacer volver al ser humano de sus malos caminos y de restaurarlo a
las sendas de justicia y de piedad.
Dios llamó de su pueblo y de su tierra a un hombre en cuya completa obediencia a Él podía
confiar. Su nombre, Abram, fue cambiado a Abraham. Habiendo salido de Ur de los Caldeos
cuando tenía 75 años, salió de Harán y llegó a la tierra de Canaán. En Génesis 12:1-3 leemos:
"Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a
la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu
nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren
maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra". Esta promesa a Abram fue
confirmada en Génesis 13:14-17, después de que Lot se separó de él, y reconfirmada en el
Gn15:18, por medio de una promesa en forma de un pacto incondicional: "En aquel día hizo
Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto
hasta el río grande, el río Éufrates".
Esta promesa / pacto tiene siete aspectos:
a) Haré de ti una nación grande.
b) Te bendeciré.
c) Engrandeceré tu nombre.
d) Serás bendición.
e) Bendeciré a los que te bendijeren.
f) A los que te maldijeren maldeciré.
g) Serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
Ahora Abram y sus descendientes vivían en un período semejante al de la gracia. El pacto está
lleno de gracia y es incondicional. Fue un cambio grande, porque por él los descendientes de
Abraham (Israel) se hicieron hijos y herederos de la promesa. Para gozar plenamente de esta
gran herencia, lo único que tenían que hacer era quedarse en su propia tierra de Canaán y servir
a su Dios. En esto fallaron cuando, por causa del hambre, Jacob y toda su familia bajaron a
Egipto y se quedaron allí. En este tiempo se hizo una nación de más de un millón de personas, y
la mayor parte del tiempo en Egipto eran esclavos de los egipcios.
Pero Dios no se olvidó de su promesa para con su pueblo, y les envió un libertador, Moisés.
Moisés sacó a Israel de Egipto, y Josué los metió en la tierra de Canaán. Sin embargo, en el
desierto esta dispensación terminó, y desde el Monte Sinaí de repente entró una nueva
dispensación, la ley. Al aceptar la ley, Israel ciegamente dio la espalda a la gracia. Dios les había
dado un libertador en Moisés, había provisto un sacrificio por sus pecados, y les había librado de
la servidumbre de Egipto. Ahora, terminaron esta relación íntima con Dios, y la reemplazaron
con las demandas de la ley.
No hay espacio aquí para estudiar los demás pactos, como el de Edén, de Adán, de Noé, de
Moisés, de David y el Nuevo Pacto, sino observar que en todos ellos el propósito de Dios era el
mismo, el de traer al hombre rebelde a sí mismo. Sin embargo, esto fracasó en cada paso y por
la misma razón: la desobediencia pecaminosa del hombre. Pero ahora se efectuó un gran
cambio. Dios tenía una nación, y por medio de esta nación iba a extender sus brazos amorosos
en invitación a toda la raza humana, a judíos y a gentiles igualmente, sin hacer diferencia.
5.- La Ley: La ley mosaica fue entregada a Moisés por Jehová en la cumbre del Monte Sinaí. La
ley era otro esfuerzo por parte de Dios para traer a Israel a sí.
El pueblo de Israel aceptó la ley en ignorancia y ceguedad, confiando en su propia capacidad de
cumplir con sus demandas. En lugar de los pactos y las promesas de Dios, que se basaban en su
confianza, su fidelidad y su obediencia a Dios, ellos ahora aceptaron una nueva manera de vida,
por la cual su andar diario sería dictado por las demandas de la ley.
Prometieron: "Todo lo que Jehová ha dicho, haremos" (Éxodo 19:8). Eran sinceros, y
verdaderamente confiaban en su capacidad de hacerlo; pero nunca se ha hecho una promesa
tan temeraria e imposible de cumplir, y nunca fue la profundidad de la depravación humana tan
completamente malentendida. Apenas habían dado su palabra hacer todo lo que Jehová había
mandado, y mientras Moisés todavía estaba en el Monte Sinaí recibiendo las dos tablas de
piedra en las cuales estaban escritas los diez mandamientos, el pueblo de Israel ya perdió la
paciencia, se olvidó de su promesa, y obligaron a Aarón, el que hablaba por Moisés, a hacer un
becerro de oro. Cuando Moisés bajó del monte, vio el increíble espectáculo del pueblo de Israel
danzando en su desnudez alrededor del becerro de oro y declarando que éste era su dios que les
había traído de Egipto (Éxodo 32:15-28). Así, aun antes de que les fuese entregada la ley que
habían prometido guardar, ellos ya la habían violado y quebrantado.
Esto no es el fin de sus fracasos. La historia de su falla en Cades-barnea es seguida por sus
fracasos en el tiempo de los jueces, y entonces por aquella larga sucesión de rebeliones idólatras
en el período de la monarquía, período en el cual la nación fue dividida en el reino del norte y el
reino del sur. Entonces vino la tragedia cuando el reino del norte fue conquistado y su pueblo
llevado cautivo a Asiria. Menos de doscientos años más tarde, el reino del sur, Judá, fue
conquistado y llevada cautiva a Babilonia. Aún más, desde el día que sustituyeron los pactos y las
promesas de Dios por la ley mosaica, no heredaron más que una tragedia profunda.
Si las promesas hechas a Abraham, a Isaac y a Jacob no lograban retener su obediencia a Dios,
¿qué posibilidad de esperanza podrían tener bajo las demandas de la ley? Mientras pasaban los
años trágicos, vemos a un remanente bajo Zorobabel, por el decreto de Ciro rey de Persia,
volviendo a su tierra y reedificando el templo y los muros de Jerusalén. Los principales en esta
misión, juntos con Zorobabel, eran Esdras y Nehemías. Frente a una oposición hostil y amargo, el
servicio del templo fue restaurado y la reconstrucción de los muros fue terminada.
Sin embargo, la nación era regida todavía por los gentiles, y era así cuando de repente apareció
en medio de ellos en vivo poder una gran luz en la persona de su Mesías, cuya venida esperaban.
Pero, ay de aquel pueblo endurecido y trágico que no lo reconoció. Aún más, parecía que no
querían reconocerlo. A pesar de sus maravillosos milagros de sanidades y aun de resucitar a los
muertos, no solamente no quisieron creer, sino que abrigaban resentimientos contra Él. Lo
odiaban tan amargamente que lo llevaron delante de Poncio Pilato con acusaciones mentirosas,
y le demandaron que debía ser crucificado. ¡Qué ceguedad! ¡Qué odio! y a manos de un pueblo
que había tenido tal historia. Honraron a Dios con los labios, pero no con el corazón, porque lo
odiaban sin causa. Lo entregaron a la muerte a manos de los romanos, y unos cuarenta años
después de su muerte, esos mismos romanos destruyeron la ciudad de Jerusalén, saquearon la
tierra de Israel y expulsaron a los judíos.
Tal fue el fracaso bajo la ley, porque era plenamente obvio que el legalismo y el derramamiento
de la sangre de los animales no pudieron cambiar el corazón humano ni librarlo de la maldición
del pecado. Así la época de la ley se une con los anteriores fracasos de las otras edades y
termina con el terrible juicio en el Calvario.
6.- La Gracia: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?" Estas son las primeras
palabras de David en el Salmo 22. Movido en su corazón por el Espíritu Santo, el salmista clama
las mismas palabras de nuestro Salvador en aquel espantoso día, muchos siglos después, cuando
murió en la cruz del Calvario. Todos le habían desamparado, y por el momento su Dios lo había
desamparado también. Unos minutos después vino otro clamor de aquel cuerpo herido y
lacerado en el madero, pero esta vez no era de lamento ni de pregunta, sino un glorioso clamor
de triunfo y victoria, que sacudió los mismos fundamentos del infierno y retumbó por todo el
alto Cielo y el vasto universo de Dios: "Consumado es" (Juan 19:30).
El conflicto había pasado; las obras de Satanás fueron destruidas (1 Juan 3:8). Cristo era más que
vencedor. El velo de separación entre Dios y el pecador fue rasgado en dos, de arriba abajo
(Marcos 15:38). Un nuevo camino a Dios fue abierto para que todos los pueblos de la tierra
pudieran entrar. Los reyes de la tierra, los analfabetos, los de alta y de baja categoría, los
aristócratas y los parias, ninguno fue excluido, sino que todos fueron convidados a entrar, con un
solo requisito previo: una confesión de pecados y una búsqueda humilde de perdón. Una
salvación eterna para el pecador podría obtenerse por la muerte de Cristo en la cruz.
Su muerte y sepultura fueron seguidas por su poderosa resurrección. Solamente unas pocas
semanas después los creyentes vieron su ascensión al cielo. Pero todavía este gran drama no
había terminado, porque ciento veinte creyentes esperaban y oraban en un aposento alto en la
ciudad de Jerusalén. Apenas sabían lo que esperaban. Hubo un estruendo como de un viento
recio que soplaba, lenguas cómo de fuego se asentaban sobre cada uno, y según el Espíritu les
daba que hablasen, todos comenzaron a hablar en otras lenguas, hasta entonces desconocidas
por ellos. La victoria del Calvario se efectuó en aquel aposento alto, y en vez de su Señor en
persona, ya tenían el bendito Espíritu Santo. En lugar del templo donde Dios moraba y se
encontraba con su pueblo por medio del sumo sacerdote, ellos mismos fueron hechos templo
del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16). Tales eran las circunstancias y los poderosos hechos de Dios
que introdujeron para toda la humanidad la dispensación de la gracia.
Este período se ha descrito como la edad de la Iglesia. Después de que todos los métodos
previos hubieran fracasado, Dios finalmente envió a su Hijo unigénito, quien por su obediencia
hasta la muerte hizo la expiación de los pecados de todos los creyentes (Romanos 3:21 al 28).
Hoy día, el camino de la salvación está abierto a todo hombre. Antes del Calvario, el camino de la
salvación apenas se entendía, y por causa de las demandas de la ley casi no se podía alcanzar.
Pero ahora, por la muerte y resurrección de Cristo, un camino nuevo se abrió para todo aquel
que quiera escogerlo. La ley con sus obras y demandas se acabó, y en su lugar tenemos el
bendito don de la gracia, la dádiva gratuita de Dios (Efesios 2:8).
Además, por este nuevo camino el pecador se hace santo y miembro de un nuevo cuerpo
llamado la Iglesia (Efesios 1:22-23). Al principiar la Iglesia el día de Pentecostés, Dios había
formado otro instrumento de su amor para traer al pecador a Él. Después del fracaso de todas
las otras dispensaciones y métodos, Él ahora tiene un cuerpo que llama su Iglesia, por el cual
ahora se extiende para alcanzar al hombre pecaminoso. Con la ayuda del Espíritu Santo, la Iglesia
hoy día está haciendo para Dios lo que Israel su pueblo escogido no hizo.
Después de Pentecostés, la Iglesia, con su mensaje de gracia y de salvación gratuita, pasó por
siglos de persecución agonizante; pero, sin faltar en su amor y devoción al Señor, esparció este
mensaje, hasta que en nuestros días cada continente y cada nación en el mundo ha oído el
mensaje de la salvación por gracia y fe en Cristo Jesús.
7.- El Milenio: Esta es la séptima y última de las dispensaciones. Es el período de tiempo que
durará mil años, después del arrebatamiento de los santos, la gran tribulación, la batalla de
Armagedón, el juicio de Israel y de las naciones del mundo. No es algo que el hombre efectuará,
ni tampoco vendrá por medio de la predicación del evangelio. Las Escrituras no dicen nada para
autorizar la creencia de algunos que todo el mundo va a ser convertido por la predicación del
evangelio antes de llegar el milenio. La soberanía de la tierra ha estado en manos del Dragón,
Satanás. Quedará en sus manos hasta que él sea arrojado al abismo, lo cual sucederá al final de
la gran tribulación (Apocalipsis 20:2,3).
Así, el milenio comienza después de que termine está presente dispensación de la gracia en el
regreso del Señor. Hasta entonces, las Escrituras enseñaban claramente que los últimos días
serán los peores, con los hombres poniéndose más y más malos hasta que llegue el fin. El
milenio es un período literal de mil años en el futuro. Cuando Satanás esté atado y arrojado al
abismo, ocurrirá en la tierra un cambio tremendo. El poder y la soberanía estarán en las manos
de nuestro Señor y de su pueblo.
Hoy día rogamos a los hombres que se pongan bien con Dios; pero entonces serán obligados a
aceptar su mando y servirle a Él, o de otro modo perecerán. Hoy día, es el hombre quien escoge
servir a Dios sin impedimento; pero entonces obedecerá y servirá sin preguntas, o de otro modo
será muerto de una vez. Hoy es el período de la misericordia y la paciencia de Dios para con el
pecador. Esto terminará de repente y será reemplazado por el gobierno con vara de hierro de
nuestro Señor. Hoy día, el cristiano aguanta y sufre los agravios, pero en aquel día el justo
florecerá y estará en paz, donde la quietud y la confianza le están aseguradas para siempre. Hoy
es difícil vivir la vida de un santo; pero en aquel día las penas de la vida serán la parte de los
inconversos.
Así en el milenio, todo para el hombre será gloriosamente distinto. Aun la misma tierra
cambiará. Hoy día la tierra gime y está con dolores de parto, esperando su redención. En aquel
día será librada de sus gemidos y su corrupción. En aquel día habrá grandes cambios en la tierra,
en los cielos, en el sol, la luna y las estrellas, pero todos los cambios serán a beneficio del
hombre. En aquel día toda la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las
aguas cubren el mar (Habacuc 2:14). "Jehová será rey sobre toda la tierra. En aquel día Jehová
será uno, y uno su nombre" (Zacarías 14:9). Hoy la duración de la vida no es sino los setenta
años prometidos, pero en aquel día la vida será prolongada. Un hombre que muere a la edad de
cien años será considerado como si fuera un niño (Isaías 65:20).
Aun en el mundo de los animales habrá grandes cambios. La naturaleza fiera en el animal será
cambiada. "Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y
el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán,
sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre
la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No
harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de
Jehová, como las aguas cubren el mar" (Isaías 11:6-9). Algunos han sugerido que estas escrituras
se refieren a los nuevos cielos y a la nueva tierra, y no a esta tierra nuestra; y que el reinado de
nuestro Señor se refiere a esta nueva tierra. Pero en la visión del nuevo cielo y la nueva tierra
que vio Juan, el mar ya no existía más. El período
En el huerto de Edén el diablo ganó una victoria, pero en aquel entonces, en esta misma tierra,
veremos su derrota completa y total. Ahora en el reinado del segundo Adán se hará una realidad
lo que fue mandado a Adán en el huerto: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y
sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que
se mueven sobre la tierra" (Génesis 1:28), Toda cosa y toda criatura serán sometidas y sujetas a
la ley y el reinado de Cristo. Los fines de Dios en la tierra serán completos con el Señor mismo
como el rey soberano. Como es su derecho, Él reinará por mil años.
Las dispensaciones empezaron en el huerto de Edén, donde, hasta la caída de Adán, reinó
Jehová Dios y terminarán con el Señor mismo el soberano absoluto, con la tierra cambiada en un
huerto glorioso de hermosuras y delicias para todos los redimidos.
Conclusión: A través de este curso nos hemos podido dar cuenta que en las dispensaciones Dios
ha demostrado su intención y dado todo significado posible a los tratos con el hombre para su
Salvación. En cada dispensación el hombre fracasa y la gracia de Dios es suficiente.
En las dispensaciones se cumple el propósito de Dios de manifestar su gloria, en el mundo
natural y en la historia humana.
Un conocimiento de las dispensaciones es, de acuerdo a esto, la clave para el entendimiento del
propósito de Dios en la historia mediante la Escritura (La Biblia), la cual registra los tratos de Dios
con el hombre y su revelación divina concerniente a sí mismo.
Por tanto, amados hermanos, procuremos ser del remanente. De los que hacen las cosas bien,
para alcanzar bendición, misericordia y reconocimiento de Dios.