Scomazon Pantoja Paraguay
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Introducción:
Haciendo uso de lo que Palau1 denomino la triple pérdida de soberanía esto es soberanía
territorial, soberanía alimentaria y dependencia de las exportaciones de la soja y la
importación de la semilla, nuestra intención será adéntranos en cada una de estas pérdidas y
analizarlas teniendo como eje tres sujetos en particular y el accionar de cada uno de ellos.
Recorrido histórico:
“la regla es la concentración”
suficiente para la conservació n y el desarrollo de sus formas particulares de vida….el estado proveerá
gratuitamente de estas tierras…las cuales no son inalienables…se prohíbe la remoció n o el traslado. A
su vez el artículo 114 hace referencia a la reforma agraria. Si deseas ampliar la informació n
recomendamos: Palau, Marielle y Kretschmer Regina En: la “guerra de la soja” y el avance del
neoliberalismo en el campo paraguayo. En: Revista OSAL Añ o V enero-abril de 2004.
2
1870) siguieron el modelo anterior, hasta la guerra con Uruguay, Brasil y Argentina. Cabe
destacar sobre este período que “Durante los regímenes de Francia y los López, la
modalidad de usufructo de las tierras era el arrendamiento. Los campesinos pagaban al
Estado un canon anual por la utilización de las tierras, y las llamadas Estancias de la Patria,
propiedad del Estado, proveían ganado a los poblados más pobres.” (Riquelme: 1998; 10).
Se trató, en suma, de un momento de la historia de Paraguay en el que se consolidó la
agricultura parcelario-comunitaria.
La guerra contra la Triple Alianza (1865-1870), marcó el final del período anterior, ya que
el Estado dejó de ser el actor principal de todos los aspectos de la vida nacional. En 1870 la
organización del sistema constitucional democrático implicó la apertura de Paraguay al
exterior; la consecuencia de esto fue la enajenación masiva de los recursos del país por
parte del capital internacional y el origen del problema de la tierra en el país sudamericano.
Por ley del 4 de noviembre de 1875 el Poder Ejecutivo quedaba autorizado a vender tierras
a los ocupantes y a todos los que la demandaran. En la práctica esto dejaba fuera de
competencia a los campesinos pobres, siendo el preludio del remate de todas las tierras del
Estado al capital extranjero. Entonces: “el origen del problema de la tierra campesina en
Paraguay está asociado con el latifundio como forma de monopolio del dominio sobre la
tierra.”3, constituyéndose en el mayor obstáculo al desarrollo económico y social del país;
a su vez destruyó la matriz de organización productiva basada en el esquema parcelario-
comunitario.
Es necesario recordar que Paraguay entre 1954-1989 vivió un proceso dictatorial, con
Adolfo Stroessner en el gobierno. Las jornadas del 2 y 3 de febrero de 1989 abrieron un
período de transición hacia la democracia. Es dentro de este contexto que debe entenderse
el gran desarrollo que las organizaciones campesinas lograron, dirigiendo sus acciones
básicamente a la recuperación de tierras. De este modo “el campesino indudablemente se
constituyó en uno de los principales protagonistas de la transición por ser el sector que más
rápidamente puso a prueba la proclama del 2 y 3 de febrero, que hacía referencia a la
recuperación de la dignidad de todos los paraguayos”5
Los diez años que transcurrieron entre 1989 y 1999 estuvieron atravesados por una alta tasa
de conflictividad social alrededor de la problemática de la tierra. Sin embargo, y pese al
protagonismo de las organizaciones campesinas, la oligarquía terrateniente con el apoyo del
gobierno demostró que el orden social imperante durante décadas en el Paraguay no iba a
ser sustancialmente modificado. En este sentido, el Estado a través del IBR habilitó “265
nuevas colonias en una extensión de 1.457.388 ha” 6, que en la práctica no significó un
cambio importante en la estructura de la tenencia de la tierra, por la escasa cantidad de
tierra afectada y por la cantidad de conflictos que seguían teniendo lugar entre los distintos
actores sociales.
Soberanía territorial:
“la producción agrícola: un fin en sí mismo o un medio para…”
4
Riquelme, Quintín 2003 Los sin tierra en Paraguay. Conflictos agrarios y movimientos campesinos
( Buenos Aires: CLACSO)
5
Ídem, pá g. 14.
6
idem
4
Como sostiene Palau7, estas transformaciones conducen a un proceso de reestructuración y
desterritorialización, que afecta de manera directa al sector campesino-indígena no solo en
cuanto a su integridad física sino también como sector social.
Dicho esto, entendemos que el territorio no debe ser analizado meramente en su aspecto
físico sino también en su condición social8. La cuestión está en ver cómo definimos al
territorio y que es lo entendemos por territorial. Si hacemos referencia a una pérdida de
soberanía territorial no solo debemos hacer hincapié en la expropiación de las tierras por
parte de los sojeros, sino también debemos analizarlos como un espacio de reproducción
campesina no solo física sino también social y cultural.
Por tanto los campesinos-indígenas atraviesan una doble negación: se ven negados de tierra
y ven negada su reproducción como sector social. Ahora bien, cabe preguntarse qué actitud
toma el Estado Paraguayo ante tal atropello.
Con las reformas neoliberales lo que se intentó fue acomodar la situación imperante en pos
de facilitar la exportación del ganado y la soja. Paraguay siendo un país históricamente
7
Palau, Marielle, Kretschmer, Regina. “La guerra de la soja” y el avance del neoliberalismo en el campo
paraguayo: pá g. 111. EN: Revista OSAL Añ o V enero-abril de 2004 PP. 105-115.
8
Los señ ores de la soja: la agricultura transgénica en América Latina/ Ana Lucia Bravo…(et.al).-1ª ed.-
buenos aires: Fundació n Centro de Integració n, Comunicació n, Cultura y Sociedad-CICUS; Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales.
9
ídem, pá g. 40
5
agroexportador, se acomodó a las demandas del mercado mundial. Esto es, si lo que se
demanda es soja, se producirá soja, pero ¿a qué costo? Y ¿quiénes pagaran por él?
Si bien, por parte del Estado se reconoce que la introducción de la soja transgénica a los
campos paraguayos provino de sojeros brasileros y argentinos 11, éste no sugirió ninguna
traba para bloquear su acceso. El Estado se acomodó a los intereses de Monsanto. Para el
2005 cuando el Estado paraguayo permite la entrada legal de los cultivos transgénicos estos
ya estaban en uso, lo que lleva a preguntarnos qué controles tenían estos cultivos. Solo el
18% de las semillas que se utilizaron estaban certificadas12.
En cuanto al accionar de los sojeros con respecto a los campesinos sus estrategias son
diversas. Primeramente el sojero, gran empresario, arrienda, si se quiere, el campo del
campesino vecino a condición de que le deje una parcela de tierra a la familia “propietaria”
para que esta pueda seguir desarrollándose (no poseen el título de propiedad porque son
tierras fiscales que se habían destinado para la reforma agraria) 13. Acto seguido, el sojero
adecúa el campo y procede a la siembra.
10
Palau, viladesu, Tomas. El movimiento campesino en el Paraguay. Conflictos planteamientos y
desafíos. Revista OSAL Añ o V enero-abril 2005 pp. 36-46
11
Para ampliar recomendamos el documental: El mundo segú n Monsanto.
12
Marie-Monique Robín.: Monsanto en América Latina.. Ediciones Barbanera. Añ o 2013. Cap. 3 “El
mundo segú n Monsanto”.
13
Ídem.
14
La CONAMURI ha denunciado y presentado pruebas de los altos riesgos que corren no solo los
humanos sino el suelo, los animales, insectos, en fin, la biodiversidad se ve plenamente amenazada.
6
expropiación enmascarándolas como ventas legales15, como por los grandes sojeros y por
Monsanto16.
Este proceso va en aumento convirtiendo al Paraguay en uno de los países con mayor
desigualdad en cuanto a la distribución de la tierra. Como señala Robín, el 2% de la
población posee el 70% de las tierras17.
Ante este panorama la pregunta sería qué lugar le cabria al campesino-indígena. El Estado
paraguayo se ha mostrado crónicamente incompetente para encontrar una alternativa
productiva a los pequeños agricultores y de redistribuir el alto nivel de concentración de la
tierra18. Esta situación se agrava si se tiene en cuenta que el Paraguay es el país con mayor
proporción de población campesina en América Latina con el 43%, cuando el resto de los
países tiene un promedio un 27% de la población rural19.
Ahora bien, los grandes sojeros ¿utilizan mano de obra campesina desocupada tras la
expropiación de sus tierras? No. Lo cierto es que el proceso productivo de la soja Round
Ready no necesita de gran cantidad de brazos para trabajar los campos, por ende el
panorama que se plantea es una agricultura sin agricultor20.
El elemento relevante a tener en cuenta sobre estas tecnologías radica en el hecho de que la
semilla de soja modificada genéticamente es resistente al glisofato –componente principal
de los agrotóxicos- que es arrojado por avionetas –también llamados mosquitos por los
campesinos del lugar- sobre los campos paraguayos; a esto se suma la técnica de siembra
directa, que permite evitar el exceso de laboreo del suelo para erradicar las malezas que
15
Dr. Alderete: director de la ONG SEIJA (Servicio Jurídico Integral Para el Desarrollo Agrario).
Catedrá tico de Derechos Agrario y Ambiental y de Derechos Humanos en la Facultad de Derecho UNA.
Especialista en Desarrollo Rural Agroecoló gico. En: el problema de la tierra en Paraguay.
16
A este respecto Monsanto lanzo un comunicado desmintiendo tales acusaciones presentando su
defensa. Para mayor ampliació n consultar: articulo: Monsanto segú n Monsanto
17
Marie-Monique Robín. Monsanto en América Latina. Ediciones Barbanera.
18
Alderete pá g. 9
19
Ídem,10
20
Documental: “El mundo segú n Monsanto”
7
puedan competir con el cultivo: el glisofato se arroja en los campos precisamente para
matar dichas malezas.
21
Domínguez Ignacio D., Pablo Sabatino. La muerte en el viento: la problemática de la contaminació n
por efecto de la agricultura transgénica en Argentina y Paraguay. En: Los señ ores de la soja. La
agricultura transgénica en América Latina.
22
Monsanto segú n Monsanto, pá g. 1.
23
Ídem.
8
En el caso de Paraguay, ha quedado demostrado cómo a lo largo de su historia el Estado ha
sido funcional por completo a los intereses de las clases dominantes, mostrando con ello
que es instrumento de dominación de los mismos.
“la soberanía alimentaria es el derecho a los pueblos de definir sus propias políticas y
estrategias para la producción, distribución, y consumo sustentable de alimentos, respetando sus
propia cultura de manejo de recursos naturales y áreas rurales. La Soberanía Alimentaria se
considera una precondición para la Seguridad Alimentaria”25
Según un estudio realizado por el Profesor Dr. A Montenegro 28, aunque especializado en el
caso Islas Malvinas en Córdoba, Argentina, resulta ilustrativo para comprender de manera
más acabada los riesgos de la pérdida de agua. Para producir un kilogramo de porotos de
soja, la planta utiliza entre 1500 y 2000 litros de agua. En un barco cargado con 40.000
toneladas de soja se exportan 3.576 toneladas de nutrientes. Por ende, no solo exportamos
soja, sino también nutrientes y agua. A su vez la privatización del recurso, también
cuestionada por las comunidades, pone en riesgo la cotidianeidad de las mismas.
24
Declaració n de Atitlan, Guatemala. Consulta de los Pueblos Indígenas sobre el derecho a la
alimentació n: una consulta global. Atitlan, Sololá, Guatemala. Abril 17-19, 2002.
25
ídem
26
ídem
27
ídem
28
Montenegro, Raú l A.: Monsanto amenaza Malvinas Argentinas: semillas envenenadas y pérdida de
soberanía alimentaria.
9
Otra cuestión es la calidad del suelo una vez levantada la cosecha de soja y liberado de
manera permanente. Los suelos desprovistos de su cobertura y de su biodiversidad natural
(ambos eliminados a fin de facilitar la siembra) carecen entonces de mecanismos físicos y
biológicos suficientes para regenerar los nutrientes que extrae cada cosecha 29. El suelo
queda vacío y se empobrece.
Varios son los obstáculos que se les plantean a las comunidades campesino-indígenas para
el pleno desarrollo de la soberanía alimentaria precondición para la seguridad alimentaria:
1) la implementación y dominación de la globalización y el libre comercio, que actúa en el
despojo de la tierra y otros recursos naturales; 2) el Estado actúa imponiendo los modelos
industriales, en especial la agricultura industrializada del monocultivo que causa la erosión
de la biodiversidad y la consecuente pérdida de semillas, especies y animales tradicionales;
3) la adopción de modelos ajenos que imponen alimentos que no nutren, sino que causan
enfermedades; 4) la necesaria adopción del paquete tecnológico fomenta la apropiación
ilícita de la diversidad biológica y los conocimientos tradicionales; 5) la utilización de
pesticidas envenena la tierra; 6) el gobierno impone proyectos sin el aval de las
comunidades afectadas; 7) las políticas y las exigencias de los organismos financieros
internacionales tales como FMI, BM, BID, y sus programas de reajustes estructurales; 8) la
militarización, criminalización, y represión de los territorios indígenas; y 9) las políticas
nacionales que imponen modelos inadecuados y excluyentes.30
En este contexto, el panorama que se les plantea a las comunidades campesino- indígenas
no son para nada favorables. Son despojados de su tierra, de su territorio. Ven amenazada
su supervivencia tanto física como cultural. Le son arrebatadas de las manos recursos
vitales para todo ser vivo, como el agua. Se ven obligados a ingerir alimentos extraños a sus
costumbres, que no los nutren, sino que los envenenan 31. No poseen respaldo alguno, ni por
el Estado, ni por el mercado que se les impone. ¿Qué les queda por hacer? ¿Cómo resistir?
Resistencia:
29
ídem
30
Declaració n de Atitlan, Guatemala. Consulta de los Pueblos Indígenas sobre el derecho a la
alimentació n: una consulta global. Atitlan, Sololá, Guatemala. Abril 17-19, 2002.
31
Declaració n del 2 do encuentro de médicos de pueblos fumigados– Rosario, 30 de Abril 2011
10
¡¡¡Unidas de las manos, indígenas y campesinas
Por un lado están los Movimientos campesinos; en la actualidad son dos las principales
organizaciones campesinas que se han vuelto referentes: la Mesa Coordinadora Nacional de
Organizaciones Campesinas ( MCNNOC) y la Federación Nacional Campesina ( FNC). La
primera articula en su interior a más de treinta organizaciones de base, regionales y
nacionales, y sus reivindicaciones están centradas en la implementación de proyectos
productivos y en la demanda de tierra, salud y educación. La FNC posee reivindicaciones
centradas en el cultivo y la industrialización del algodón. Ambas coinciden en la necesidad
de una reforma agraria y son contrarias a las políticas neoliberales y utilizan los mismos
mecanismos de lucha: movilizaciones, invasiones de tierras y corte de ruta. Una tercera
organización de carácter nacional es la Organización Nacional Campesina (ONAC). 35Las
luchas de las organizaciones campesinas desde que Duartes Frutos asume el gobierno han
continuado negociando infructuosamente mejores condiciones de vida y producción para
32
Fragmento del Himno de CONAMURI, “Despertar”. En: Ñ e´ê Roky. El Boletín de la CONAMURI: Añ o1,
Numero 1/junio, 2009.
33
Méreles, “Avance de la agricultura transgénica”: impacto socioculturales y econó micos en
comunidades campesinas e indígenas del Este paraguayo, entre la pervivencia y el ocaso.
34
Viladesau, Tomas. “El movimiento campesino en Paraguay: conflictos, planteamientos y desafíos”
35
Idem,37-38
11
sus asociados. Frutos accedió a movilizar el ejército hacia las zonas rurales para contener la
ola de ocupaciones. Desde el Estado se criminalizó la protesta.
Ante una nueva ofensiva por parte de los neoliberales, el parlamento termina de aprobar
una nueva ley según la cual se transfiere al jefe del Poder Ejecutivo la decisión con
respecto a las privatizaciones, cuestión que las organizaciones venían conteniendo desde el
2003. Esta decisión provoca la reacción de los campesinos-indígenas. Con tal motivo se
reanudan las tratativas entre MCNOC y FNC, en pos de unificarse en un solo movimiento.
La demanda por la unidad es unánime desde las bases que no comprenden la división de
cúpula36.
Otra vía de resistencia es la que podríamos considerar directa 37, consistente en detener
físicamente las tareas propias exigidas por el cultivo de la soja: desde el bloqueo del paso al
personal o vehículos que van a fumigar, hasta la quema de cultivos terminados y listos para
la cosecha. Hay que resaltar que nadie ha hecho suyas dichas acciones.
Cabe destacar que hasta el 2003, la problemática por las organizaciones era asumida como
una lucha “por la vida y el medio ambiente”. Es a partir del 2004 cuando las organizaciones
campesinas más importantes van direccionando sus críticas al modelo agro-exportador en
general y especialmente, transcendiendo los análisis coyunturales para vincularlo con la
necesidad de discutir un nuevo modelo de desarrollo alternativo a los planes neoliberales 38.
La cuestión es que la soja corresponde a los intereses de unas pocas empresas
transnacionales y no al pueblo paraguayo.
A modo de reflexión:
Como podemos notar la situación para el campesino-indígena paraguayo es altamente
desfavorable. No posee resguardo alguno: la ley en teoría los ampara pero en la práctica las
leyes son totalmente violadas tanto por el Estado como por los sojeros empresarios; las
posibilidades de una agricultura alternativa que se desarrolle de manera paralela a la
agricultura transgénica se dificulta ante la falta de tierra disponible y apta para la siembra; a
su vez las fumigaciones aéreas afectan campos linderos. La reforma agraria históricamente
prometida jamás se realizó. Por el contrario las tierras destinadas a la reforma fueron mal
utilizadas o vendidas, por una burocracia corrupta.
36
Ídem, pá g. 44
37
Palau, Marielle y Kretschmer, Regina. La guerra de la soja y el avance del neoliberalismo en el campo
paraguayo.
38
Ídem, pá g. 108.
12
Los problemas que afronta el campesino-indígena tiene sus raíces en la estructura agraria y
la vinculación al modelo agroexportador, ambas cuestiones históricas en Paraguay. Por
ende las soluciones no se darán de un día para otro. Por ello, hay que perseverar.
13