Scomazon Pantoja Paraguay

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 13

Hacia una aproximación a la problemática de la tierra en

Paraguay: Estado, movimiento campesino-indígena ante


el avance de la soja transgénica.
Joana Pantoja - Romina Scomazzon

Introducción:

Nuestra intención en el siguiente trabajo será analizar la cuestión de la tenencia de la tierra


en Paraguay y sus sucesivos cambios en el lapso de dos décadas precisamente desde los
años setenta con la introducción de la soja convencional hasta la década del 90 marcada por
la llegada de la soja transgénica y su uso progresivo. En este lapso de tiempo lo que se
registra es una pulverización de la propiedad campesina y un avance de la soja. En otras
palabras, se observa una evolución del uso de la soja transgénica a expensas de la
propiedad campesina.

Haciendo uso de lo que Palau1 denomino la triple pérdida de soberanía esto es soberanía
territorial, soberanía alimentaria y dependencia de las exportaciones de la soja y la
importación de la semilla, nuestra intención será adéntranos en cada una de estas pérdidas y
analizarlas teniendo como eje tres sujetos en particular y el accionar de cada uno de ellos.

Por un lado, el Estado, sujeto activo en la posible introducción de la soja transgénica


en Paraguay; por otro el sector empresarial compuesto tanto por los sojeros paraguayos,
brasileros y argentinos como por Monsanto, multinacional a la que se le adjudica la
creación de la soja Roundup Ready; y por último, las comunidades campesino-indígena
sujetas a el avance de la soja sobre sus campos y afectados por la contaminación que
trasmite el uso indiscriminado de agrotóxicos. A su vez, y en íntima relación con lo
anterior, aquellos se ven impedidos a la producción diversa de cultivos ante las demandas
del mercado mundial que piden por la soja modificada genéticamente y ven violados sus
derechos básicos sobre la tenencia de tierras estipuladas en la propia constitución
paraguaya2.
1
Palau, Viladesu, Tomas. El movimiento campesino en el Paraguay. Conflictos planteamientos y
desafíos. En Zibechi, Rul. “La guerra de la soja en Paraguay”. En: El Napalm de Monsanto: www.
Ecoportal.net/content/ view/ fun/ 45942> consultado el 9/2/2015.
2
Tanto el artículo 64 como el 114 de la constitució n paraguaya reconocen el derecho a la tierra. El
articulo 64 salvaguarda el derecho a la propiedad de los pueblos indígenas, en extensió n y calidad
1
Antes de adentrarnos en el trabajo en cuestión, nos pareció conveniente realizar un breve
recorrido sobre la historia paraguaya haciendo hincapié en lo que nos atañe, esto es, las
formas de tenencia de la tierra en Paraguay y los cambios a los que se vio sujeta a partir de
la introducción de la soja, en particular de la soja transgénica.

Por lo tanto, el trabajo se organizará de la siguiente manera: primeramente realizaremos un


pequeño pero clarificador recorrido histórico sobre las formas de propiedad en Paraguay,
deteniéndonos en los momentos claves que determinaron su estructura; seguidamente
comenzaremos a analizar la cuestión de la pérdida de soberanía territorial, pérdida de
soberanía alimentaria y dependencia de la exportación y el paquete tecnológico que brinda
Monsanto, teniendo en cuenta el accionar tanto del Estado, como del sector empresarial y
las comunidades campesino-indígena. Por último, y a modo de reflexión final, trataremos
de arrojar algo de luz a en este oscuro panorama reivindicando las distintas formas de lucha
y resistencia que se imponen en este contexto.

Recorrido histórico:
“la regla es la concentración”

Cabe destacar que la problemática de la tierra en Paraguay no es en absoluto algo novedoso


en la historia del país. Es por eso que nos interesa mencionar que el proceso de sojización
de semillas transgénicas, con la consecuente concentración de tierras no emerge de un
vacío, sino que es resultado de un proceso histórico. A continuación, detallaremos los
momentos más importantes en lo que a la problemática de la tierra respecta.

En primer lugar, es posible distinguir tres grandes modelos de apropiación y uso de la


tierra ligados, indefectiblemente, a circunstancias político-institucionales; en este sentido,
hallamos el primer momento que va de la utilización privada a la utilización comunal de las
tierras, que tuvo lugar durante el período colonial (1524-1811). La conquista española
significó la desarticulación de una sociedad que tenía una estructura social relativamente
igualitaria; por medio del sistema de encomiendas, las tierras y los indígenas pasaron a
formar parte de la propiedad de los conquistadores.

Un segundo momento en lo que a la modalidad de apropiación y uso de la tierra respecta y


que, significa un cambio en relación al momento anterior, fue durante el gobierno del Dr.
José Gaspar Rodríguez de Francia (1814-1840). Este desconoció las concesiones realizadas
por la Corona Española, confiscando las tierras; el Estado pasó a ser poseedor de casi la
totalidad de las tierras en el país. Los gobiernos de los López y Francisco Solano (1843-

suficiente para la conservació n y el desarrollo de sus formas particulares de vida….el estado proveerá
gratuitamente de estas tierras…las cuales no son inalienables…se prohíbe la remoció n o el traslado. A
su vez el artículo 114 hace referencia a la reforma agraria. Si deseas ampliar la informació n
recomendamos: Palau, Marielle y Kretschmer Regina En: la “guerra de la soja” y el avance del
neoliberalismo en el campo paraguayo. En: Revista OSAL Añ o V enero-abril de 2004.
2
1870) siguieron el modelo anterior, hasta la guerra con Uruguay, Brasil y Argentina. Cabe
destacar sobre este período que “Durante los regímenes de Francia y los López, la
modalidad de usufructo de las tierras era el arrendamiento. Los campesinos pagaban al
Estado un canon anual por la utilización de las tierras, y las llamadas Estancias de la Patria,
propiedad del Estado, proveían ganado a los poblados más pobres.” (Riquelme: 1998; 10).
Se trató, en suma, de un momento de la historia de Paraguay en el que se consolidó la
agricultura parcelario-comunitaria.

La guerra contra la Triple Alianza (1865-1870), marcó el final del período anterior, ya que
el Estado dejó de ser el actor principal de todos los aspectos de la vida nacional. En 1870 la
organización del sistema constitucional democrático implicó la apertura de Paraguay al
exterior; la consecuencia de esto fue la enajenación masiva de los recursos del país por
parte del capital internacional y el origen del problema de la tierra en el país sudamericano.
Por ley del 4 de noviembre de 1875 el Poder Ejecutivo quedaba autorizado a vender tierras
a los ocupantes y a todos los que la demandaran. En la práctica esto dejaba fuera de
competencia a los campesinos pobres, siendo el preludio del remate de todas las tierras del
Estado al capital extranjero. Entonces: “el origen del problema de la tierra campesina en
Paraguay está asociado con el latifundio como forma de monopolio del dominio sobre la
tierra.”3, constituyéndose en el mayor obstáculo al desarrollo económico y social del país;
a su vez destruyó la matriz de organización productiva basada en el esquema parcelario-
comunitario.

Recién hacia 1918 el Estado comenzó tímidamente a establecer programas de colonización


y reparto de tierras en forma de lotes agrícolas. A partir de 1936, el Estado se interesó por
el reparto de tierras con el gobierno del Coronel Rafael Franco, que posteriormente
continuó durante las décadas de los años ´50 y ´60 con las colonizaciones impulsadas por
el Instituto de Reforma Agraria (IRA) y posteriormente por el Instituto de Bienestar Rural
(IBR). Sin embargo, muchos de los destinatarios de estas colonizaciones nunca pudieron
consolidar sus derechos sobre las tierras que trabajaban, lo que se retradujo en la
ampliación de los latifundios.

Ya en la década de 1970, la estructura agraria que se caracterizaba por la coexistencia del


latifundio y del minifundio empezó a sufrir modificaciones con la inserción de grandes
empresas agroindustriales que llevó, efectivamente, a la modernización de la agricultura en
Paraguay. Estas grandes empresas (Agriex, Agropeco, Fiduciaria Trasatlántica Alemana,
entre otras), se instalaron en la denominada cuenca del Paraná; esto implicaba que la
propiedad como forma institucional de acceso a la tierra comenzó a tener mayor vigencia, a
la par que desaparecían tierras que servían para descongestionar las regiones más pobladas,
en manos de los capitalistas extranjeros. Esta modernización produjo “la valorización
inusual de la tierra, el reparto de excedentes fiscales a los grupos ligados al aparato estatal y
3
Riquelme, Quintín 2003. Los sin tierra en Paraguay. Conflictos agrarios y movimientos campesinos
(Buenos Aires: Clacso).
3
la corrupción en las instituciones públicas responsables de la administración de los recursos
del Estado” 4.

La modernización y crecimiento de la economía en los años ´70, experimentó una caída en


la década siguiente, dado que cayeron los precios del algodón y la soja. Además tuvo lugar
el cierre de los programas de colonización; consecuentemente se produjo una ola de
ocupaciones de tierra por parte de los campesinos pobres. Esta década estuvo marcada por
los conflictos alrededor de la tenencia de aquella, que se encontraba concentrada en manos
de grandes capitalistas.

Es necesario recordar que Paraguay entre 1954-1989 vivió un proceso dictatorial, con
Adolfo Stroessner en el gobierno. Las jornadas del 2 y 3 de febrero de 1989 abrieron un
período de transición hacia la democracia. Es dentro de este contexto que debe entenderse
el gran desarrollo que las organizaciones campesinas lograron, dirigiendo sus acciones
básicamente a la recuperación de tierras. De este modo “el campesino indudablemente se
constituyó en uno de los principales protagonistas de la transición por ser el sector que más
rápidamente puso a prueba la proclama del 2 y 3 de febrero, que hacía referencia a la
recuperación de la dignidad de todos los paraguayos”5

Los diez años que transcurrieron entre 1989 y 1999 estuvieron atravesados por una alta tasa
de conflictividad social alrededor de la problemática de la tierra. Sin embargo, y pese al
protagonismo de las organizaciones campesinas, la oligarquía terrateniente con el apoyo del
gobierno demostró que el orden social imperante durante décadas en el Paraguay no iba a
ser sustancialmente modificado. En este sentido, el Estado a través del IBR habilitó “265
nuevas colonias en una extensión de 1.457.388 ha” 6, que en la práctica no significó un
cambio importante en la estructura de la tenencia de la tierra, por la escasa cantidad de
tierra afectada y por la cantidad de conflictos que seguían teniendo lugar entre los distintos
actores sociales.

Soberanía territorial:
“la producción agrícola: un fin en sí mismo o un medio para…”

Como podemos ver, la característica de la tenencia de la tierra en Paraguay es la


concentración de la misma en pocas manos. Este proceso se vio agudizado tras la
introducción de las reformas neoliberales a partir de la década del 90, profundizando sus
efectos de manera progresiva.

4
Riquelme, Quintín 2003 Los sin tierra en Paraguay. Conflictos agrarios y movimientos campesinos
( Buenos Aires: CLACSO)
5
Ídem, pá g. 14.
6
idem
4
Como sostiene Palau7, estas transformaciones conducen a un proceso de reestructuración y
desterritorialización, que afecta de manera directa al sector campesino-indígena no solo en
cuanto a su integridad física sino también como sector social.

El avance de la producción sojera tiene como contracara el desplazamiento territorial de


familias rurales: por un lado se genera el arrinconamiento de aquellos que no poseen el
capital suficiente como para competir con otros productores de mayor envergadura; a su
vez, se registran desplazamientos de familias afectadas por los agroquímicos. La
contaminación ambiental obliga a los campesinos-indígenas cuyos campos lindan con los
grandes latifundios sojeros, a marcharse en pos de conservar su salud. Estos campesinos-
indígena sin tierra se dirigen hacia la cuidad donde deben establecerse de manera precaria
en sus alrededores.

Dicho esto, entendemos que el territorio no debe ser analizado meramente en su aspecto
físico sino también en su condición social8. La cuestión está en ver cómo definimos al
territorio y que es lo entendemos por territorial. Si hacemos referencia a una pérdida de
soberanía territorial no solo debemos hacer hincapié en la expropiación de las tierras por
parte de los sojeros, sino también debemos analizarlos como un espacio de reproducción
campesina no solo física sino también social y cultural.

Como sostiene Bravo, la contradicción en torno al territorio trasciende la disputa material


por un espacio físico, involucrando además una disputa por su concepción como espacio de
vida en donde los actores, mediante sus acciones y estrategias, y a través de la
organización, producen y reproducen sus mundos sociales9. En este sentido, el territorio es
a su vez el resultado del uso que realizan tanto hombres como mujeres. Volviendo a
nuestro trabajo, en los territorios donde se instala la soja transgénica no es posible seguir
desarrollando otros paradigmas de agricultura. Por ende, los campesinos se ven privados no
solo de su suelo, en cuanto son desalojados, viéndose obligados a marchar por causa de la
contaminación, sino que también se ven privados de desarrollar de manera normal su
cotidianidad.

Por tanto los campesinos-indígenas atraviesan una doble negación: se ven negados de tierra
y ven negada su reproducción como sector social. Ahora bien, cabe preguntarse qué actitud
toma el Estado Paraguayo ante tal atropello.

Con las reformas neoliberales lo que se intentó fue acomodar la situación imperante en pos
de facilitar la exportación del ganado y la soja. Paraguay siendo un país históricamente

7
Palau, Marielle, Kretschmer, Regina. “La guerra de la soja” y el avance del neoliberalismo en el campo
paraguayo: pá g. 111. EN: Revista OSAL Añ o V enero-abril de 2004 PP. 105-115.
8
Los señ ores de la soja: la agricultura transgénica en América Latina/ Ana Lucia Bravo…(et.al).-1ª ed.-
buenos aires: Fundació n Centro de Integració n, Comunicació n, Cultura y Sociedad-CICUS; Consejo
Latinoamericano de Ciencias Sociales.
9
ídem, pá g. 40
5
agroexportador, se acomodó a las demandas del mercado mundial. Esto es, si lo que se
demanda es soja, se producirá soja, pero ¿a qué costo? Y ¿quiénes pagaran por él?

La introducción de la soja transgénica solo beneficia a sectores de poder: capital


transnacional, los latifundistas y a la burocracia estatal. A su vez, los grupos citados
comparten su poco interés por el bienestar de las comunidades campesino-indígena10.

Si bien, por parte del Estado se reconoce que la introducción de la soja transgénica a los
campos paraguayos provino de sojeros brasileros y argentinos 11, éste no sugirió ninguna
traba para bloquear su acceso. El Estado se acomodó a los intereses de Monsanto. Para el
2005 cuando el Estado paraguayo permite la entrada legal de los cultivos transgénicos estos
ya estaban en uso, lo que lleva a preguntarnos qué controles tenían estos cultivos. Solo el
18% de las semillas que se utilizaron estaban certificadas12.

En cuanto al accionar de los sojeros con respecto a los campesinos sus estrategias son
diversas. Primeramente el sojero, gran empresario, arrienda, si se quiere, el campo del
campesino vecino a condición de que le deje una parcela de tierra a la familia “propietaria”
para que esta pueda seguir desarrollándose (no poseen el título de propiedad porque son
tierras fiscales que se habían destinado para la reforma agraria) 13. Acto seguido, el sojero
adecúa el campo y procede a la siembra.

El cultivo de la soja transgénica tiene el beneficio de resistir a los herbicidas, ese es su


objetivo, ser resistente. Los herbicidas son distribuidos de forma aérea lo que lo hace más
redituable y facilita el trabajo, pero este sistema no esconde su cara siniestra, el aire corre
por todos lados y los casos por contaminación son ampliamente conocidos 14. El herbicida
termina por afectar a esa familia que se quedó con una parcela de tierra. Ante esta situación
el campesino decide venderla. Cabe destacar que la tierra tarda años en recuperarse.

Volviendo a la cuestión del territorio y lo territorial, el campesino se encontraría, en teoría,


avalado por la constitución, que proclama su derecho a la tierra. Sin embargo, en la práctica
este derecho se ve violado de forma sistemática tanto por un Estado corrupto que avala su

10
Palau, viladesu, Tomas. El movimiento campesino en el Paraguay. Conflictos planteamientos y
desafíos. Revista OSAL Añ o V enero-abril 2005 pp. 36-46
11
Para ampliar recomendamos el documental: El mundo segú n Monsanto.
12
Marie-Monique Robín.: Monsanto en América Latina.. Ediciones Barbanera. Añ o 2013. Cap. 3 “El
mundo segú n Monsanto”.
13
Ídem.
14
La CONAMURI ha denunciado y presentado pruebas de los altos riesgos que corren no solo los
humanos sino el suelo, los animales, insectos, en fin, la biodiversidad se ve plenamente amenazada.
6
expropiación enmascarándolas como ventas legales15, como por los grandes sojeros y por
Monsanto16.

Este proceso va en aumento convirtiendo al Paraguay en uno de los países con mayor
desigualdad en cuanto a la distribución de la tierra. Como señala Robín, el 2% de la
población posee el 70% de las tierras17.

Ante este panorama la pregunta sería qué lugar le cabria al campesino-indígena. El Estado
paraguayo se ha mostrado crónicamente incompetente para encontrar una alternativa
productiva a los pequeños agricultores y de redistribuir el alto nivel de concentración de la
tierra18. Esta situación se agrava si se tiene en cuenta que el Paraguay es el país con mayor
proporción de población campesina en América Latina con el 43%, cuando el resto de los
países tiene un promedio un 27% de la población rural19.

Ahora bien, los grandes sojeros ¿utilizan mano de obra campesina desocupada tras la
expropiación de sus tierras? No. Lo cierto es que el proceso productivo de la soja Round
Ready no necesita de gran cantidad de brazos para trabajar los campos, por ende el
panorama que se plantea es una agricultura sin agricultor20.

Dependencia de la exportación y la importación de semilla:


“quien controla la cimiente…controla la vida”.

Lo que se ha denominado paquete tecnológico se compone de la semilla de soja


transgénica, el herbicida y la técnica de siembra directa. Cabe destacar que la multinacional
norteamericana Monsanto ha patentado dicho paquete tecnológico bajo el nombre de
Roundup System.

El elemento relevante a tener en cuenta sobre estas tecnologías radica en el hecho de que la
semilla de soja modificada genéticamente es resistente al glisofato –componente principal
de los agrotóxicos- que es arrojado por avionetas –también llamados mosquitos por los
campesinos del lugar- sobre los campos paraguayos; a esto se suma la técnica de siembra
directa, que permite evitar el exceso de laboreo del suelo para erradicar las malezas que

15
Dr. Alderete: director de la ONG SEIJA (Servicio Jurídico Integral Para el Desarrollo Agrario).
Catedrá tico de Derechos Agrario y Ambiental y de Derechos Humanos en la Facultad de Derecho UNA.
Especialista en Desarrollo Rural Agroecoló gico. En: el problema de la tierra en Paraguay.
16
A este respecto Monsanto lanzo un comunicado desmintiendo tales acusaciones presentando su
defensa. Para mayor ampliació n consultar: articulo: Monsanto segú n Monsanto
17
Marie-Monique Robín. Monsanto en América Latina. Ediciones Barbanera.
18
Alderete pá g. 9
19
Ídem,10
20
Documental: “El mundo segú n Monsanto”
7
puedan competir con el cultivo: el glisofato se arroja en los campos precisamente para
matar dichas malezas.

En la era de la Revolución Biotecnológica la siembra directa en América Latina, y más


acentuadamente en Paraguay, ha crecido a un ritmo sostenido, prueba de ello es que: “tras
introducir la soja transgénica, y en Paraguay, por su parte, se incrementó un 820% la
compra de estos productos desde 1996. En efecto, la soja Roundup Ready de la empresa
biotecnológica Monsanto requiere claramente más, y no menos, herbicidas que la soja
convencional” 21.

La implementación de este paquete tecnológico ha despertado fuertes críticas por parte de


diversos sectores de la sociedad paraguaya -del ámbito universitario, parte de la Iglesia, y
especialmente el movimiento campesino-indígena-, ya que representan una amenaza tanto a
su modo de vida como a la salud y al ambiente.

No obstante, la multinacional Monsanto en Argentina por medio de un comunicado que nos


sirve para entender el caso paraguayo, rechaza enfáticamente los efectos negativos de la
agricultura transgénica que el documental “El mundo según Monsanto” afirma que tiene.
En este sentido sostiene: “Antes de ser comercializado, cualquier cultivo biotecnológico es
sometido a una serie de rigurosas pruebas de seguridad y cumplimiento regulatorio,
abarcando múltiples años y pruebas sistemáticas para establecer su seguridad alimentaria y
ambiental. La seguridad de estos productos es examinada por organismos regulatorios de
cada país siguiendo lineamientos de evaluación de seguridad internacionalmente
aceptados”22. Asimismo, prosigue este documento afirmando que los agricultores valoran lo
que la multinacional realiza en materia de biotecnología y “apoyan los esfuerzos de lanzar
innovadores productos al mercado”23. Lo interesante de esta afirmación es que al hacer
referencia a los “agricultores”, no son otros que los grandes terratenientes y no las unidades
familiares campesinas-indígenas que son las más afectadas.

Un último aspecto a señalar consiste en que la denominada Revolución Biotecnológica –


cuyo rasgo relevante en la agricultura es la puesta en marcha de la agricultura transgénica-
es una continuación de la Revolución Verde que se desarrolló a finales de la década de
1950 y principios de 1960. Lo importante aquí es que los cambios tecnológicos son
implementados en la agricultura con el fin de mejorar la producción. Fuera de estos
procesos quedaron las unidades familiares campesinas, mientras que quienes se han
beneficiado de esta agricultura con lógicas propias del capitalismo son los grandes grupos
empresariales –Monsanto es expresión de ello- y los grandes terratenientes.

21
Domínguez Ignacio D., Pablo Sabatino. La muerte en el viento: la problemática de la contaminació n
por efecto de la agricultura transgénica en Argentina y Paraguay. En: Los señ ores de la soja. La
agricultura transgénica en América Latina.
22
Monsanto segú n Monsanto, pá g. 1.
23
Ídem.
8
En el caso de Paraguay, ha quedado demostrado cómo a lo largo de su historia el Estado ha
sido funcional por completo a los intereses de las clases dominantes, mostrando con ello
que es instrumento de dominación de los mismos.

Soberanía alimentaria y seguridad alimentaria:


“la seguridad alimentaria significa el acceso para todas la personas a alimentos
suficientes, sanos, y nutritivos para satisfacer sus necesidades de dieta y preferencia alimentaria
para vivir una vida actica y saludable”24

“la soberanía alimentaria es el derecho a los pueblos de definir sus propias políticas y
estrategias para la producción, distribución, y consumo sustentable de alimentos, respetando sus
propia cultura de manejo de recursos naturales y áreas rurales. La Soberanía Alimentaria se
considera una precondición para la Seguridad Alimentaria”25

En la declaración de Atitlan26, el trato que se le hace a la Soberanía Alimentaria es el


mismo que venimos realizando en cuanto al territorio. Tanto este último como la
alimentación son valorados de igual manera: ambos hacen a las costumbres, a la cultura del
campesino-indígena. Su valor es un fin en sí mismo.

Para el pleno desarrollo de la seguridad y la soberanía alimentaria son necesarios, además,


el reconocimiento del derecho por la tierra, el agua y el territorio. Como venimos viendo
este reconocimiento no es escaso en Paraguay, tanto por las autoridades del gobierno como
por los empresarios sojeros. Y por qué decimos “escaso” y no llanamente nulo, por que en
teoría la constitución reconoce el derecho a la tierra, la cuestión radica en que esto no se
lleva a cabo. El agua es otra cuestión crucial para el desarrollo pleno de las comunidades
campesino-indígena, por ser un recurso básico, necesario para todo desarrollo productivo, y
por las connotaciones adicionales que las comunidades le suman a la misma27.

Según un estudio realizado por el Profesor Dr. A Montenegro 28, aunque especializado en el
caso Islas Malvinas en Córdoba, Argentina, resulta ilustrativo para comprender de manera
más acabada los riesgos de la pérdida de agua. Para producir un kilogramo de porotos de
soja, la planta utiliza entre 1500 y 2000 litros de agua. En un barco cargado con 40.000
toneladas de soja se exportan 3.576 toneladas de nutrientes. Por ende, no solo exportamos
soja, sino también nutrientes y agua. A su vez la privatización del recurso, también
cuestionada por las comunidades, pone en riesgo la cotidianeidad de las mismas.

24
Declaració n de Atitlan, Guatemala. Consulta de los Pueblos Indígenas sobre el derecho a la
alimentació n: una consulta global. Atitlan, Sololá, Guatemala. Abril 17-19, 2002.
25
ídem
26
ídem
27
ídem
28
Montenegro, Raú l A.: Monsanto amenaza Malvinas Argentinas: semillas envenenadas y pérdida de
soberanía alimentaria.
9
Otra cuestión es la calidad del suelo una vez levantada la cosecha de soja y liberado de
manera permanente. Los suelos desprovistos de su cobertura y de su biodiversidad natural
(ambos eliminados a fin de facilitar la siembra) carecen entonces de mecanismos físicos y
biológicos suficientes para regenerar los nutrientes que extrae cada cosecha 29. El suelo
queda vacío y se empobrece.

Varios son los obstáculos que se les plantean a las comunidades campesino-indígenas para
el pleno desarrollo de la soberanía alimentaria precondición para la seguridad alimentaria:
1) la implementación y dominación de la globalización y el libre comercio, que actúa en el
despojo de la tierra y otros recursos naturales; 2) el Estado actúa imponiendo los modelos
industriales, en especial la agricultura industrializada del monocultivo que causa la erosión
de la biodiversidad y la consecuente pérdida de semillas, especies y animales tradicionales;
3) la adopción de modelos ajenos que imponen alimentos que no nutren, sino que causan
enfermedades; 4) la necesaria adopción del paquete tecnológico fomenta la apropiación
ilícita de la diversidad biológica y los conocimientos tradicionales; 5) la utilización de
pesticidas envenena la tierra; 6) el gobierno impone proyectos sin el aval de las
comunidades afectadas; 7) las políticas y las exigencias de los organismos financieros
internacionales tales como FMI, BM, BID, y sus programas de reajustes estructurales; 8) la
militarización, criminalización, y represión de los territorios indígenas; y 9) las políticas
nacionales que imponen modelos inadecuados y excluyentes.30

En este contexto, el panorama que se les plantea a las comunidades campesino- indígenas
no son para nada favorables. Son despojados de su tierra, de su territorio. Ven amenazada
su supervivencia tanto física como cultural. Le son arrebatadas de las manos recursos
vitales para todo ser vivo, como el agua. Se ven obligados a ingerir alimentos extraños a sus
costumbres, que no los nutren, sino que los envenenan 31. No poseen respaldo alguno, ni por
el Estado, ni por el mercado que se les impone. ¿Qué les queda por hacer? ¿Cómo resistir?

Resistencia:
29
ídem
30
Declaració n de Atitlan, Guatemala. Consulta de los Pueblos Indígenas sobre el derecho a la
alimentació n: una consulta global. Atitlan, Sololá, Guatemala. Abril 17-19, 2002.
31
Declaració n del 2 do encuentro de médicos de pueblos fumigados– Rosario, 30 de Abril 2011
10
¡¡¡Unidas de las manos, indígenas y campesinas

Organizadas, vamos ya!!!

¡¡¡No queremos, no queremos vivir en desigualdad

Lucharemos, lucharemos, por lograr la igualdad!! !

Marcharemos, marcharemos, unidas de las manos

Llevaremos nuestra lucha hasta el triunfo final.32

Con la expansión de la soja transgénica y la utilización de herbicidas, se produce el


aumento de manera progresiva de la superficie cultivada, inclusive sobre terrenos
pedregosos antes no habilitados para el cultivo33. Este avance equivale a una mayor
concentración de la tierra, corriendo a los campesinos-indígenas a los linderos de las rutas
donde las máquinas no pueden acceder para aplicar el glifosato.

En las comunidades los problemas relacionados con la desforestación o el uso de los


agroquímicos, como las enfermedades, pérdida de animales, destrucción de cultivos y
bosques, contaminación de cursos de agua se ha vuelto algo cotidiano. Este contexto se ha
agravado ante la iniciativa por parte el gobierno de Duartes Frutos, cuando al asumir la
presidencia en el 2003 inició cambios en la política de gestión interna altamente negativa
para el movimiento social en su conjunto y para el campesino-indígena en particular 34 Ante
esta situación han sido distintas las formas de reacción de los afectados.

Por un lado están los Movimientos campesinos; en la actualidad son dos las principales
organizaciones campesinas que se han vuelto referentes: la Mesa Coordinadora Nacional de
Organizaciones Campesinas ( MCNNOC) y la Federación Nacional Campesina ( FNC). La
primera articula en su interior a más de treinta organizaciones de base, regionales y
nacionales, y sus reivindicaciones están centradas en la implementación de proyectos
productivos y en la demanda de tierra, salud y educación. La FNC posee reivindicaciones
centradas en el cultivo y la industrialización del algodón. Ambas coinciden en la necesidad
de una reforma agraria y son contrarias a las políticas neoliberales y utilizan los mismos
mecanismos de lucha: movilizaciones, invasiones de tierras y corte de ruta. Una tercera
organización de carácter nacional es la Organización Nacional Campesina (ONAC). 35Las
luchas de las organizaciones campesinas desde que Duartes Frutos asume el gobierno han
continuado negociando infructuosamente mejores condiciones de vida y producción para

32
Fragmento del Himno de CONAMURI, “Despertar”. En: Ñ e´ê Roky. El Boletín de la CONAMURI: Añ o1,
Numero 1/junio, 2009.
33
Méreles, “Avance de la agricultura transgénica”: impacto socioculturales y econó micos en
comunidades campesinas e indígenas del Este paraguayo, entre la pervivencia y el ocaso.
34
Viladesau, Tomas. “El movimiento campesino en Paraguay: conflictos, planteamientos y desafíos”
35
Idem,37-38
11
sus asociados. Frutos accedió a movilizar el ejército hacia las zonas rurales para contener la
ola de ocupaciones. Desde el Estado se criminalizó la protesta.

Ante una nueva ofensiva por parte de los neoliberales, el parlamento termina de aprobar
una nueva ley según la cual se transfiere al jefe del Poder Ejecutivo la decisión con
respecto a las privatizaciones, cuestión que las organizaciones venían conteniendo desde el
2003. Esta decisión provoca la reacción de los campesinos-indígenas. Con tal motivo se
reanudan las tratativas entre MCNOC y FNC, en pos de unificarse en un solo movimiento.
La demanda por la unidad es unánime desde las bases que no comprenden la división de
cúpula36.

Otra vía de resistencia es la que podríamos considerar directa 37, consistente en detener
físicamente las tareas propias exigidas por el cultivo de la soja: desde el bloqueo del paso al
personal o vehículos que van a fumigar, hasta la quema de cultivos terminados y listos para
la cosecha. Hay que resaltar que nadie ha hecho suyas dichas acciones.

Cabe destacar que hasta el 2003, la problemática por las organizaciones era asumida como
una lucha “por la vida y el medio ambiente”. Es a partir del 2004 cuando las organizaciones
campesinas más importantes van direccionando sus críticas al modelo agro-exportador en
general y especialmente, transcendiendo los análisis coyunturales para vincularlo con la
necesidad de discutir un nuevo modelo de desarrollo alternativo a los planes neoliberales 38.
La cuestión es que la soja corresponde a los intereses de unas pocas empresas
transnacionales y no al pueblo paraguayo.

A modo de reflexión:
Como podemos notar la situación para el campesino-indígena paraguayo es altamente
desfavorable. No posee resguardo alguno: la ley en teoría los ampara pero en la práctica las
leyes son totalmente violadas tanto por el Estado como por los sojeros empresarios; las
posibilidades de una agricultura alternativa que se desarrolle de manera paralela a la
agricultura transgénica se dificulta ante la falta de tierra disponible y apta para la siembra; a
su vez las fumigaciones aéreas afectan campos linderos. La reforma agraria históricamente
prometida jamás se realizó. Por el contrario las tierras destinadas a la reforma fueron mal
utilizadas o vendidas, por una burocracia corrupta.

Pero la resistencia existe, de manera directa u organizada, significando un freno a la


avanzada neoliberal. Quizá le quepa a las cúpulas de las organizaciones de mayor
envergadura aunar sus fuerzas, unir las bases, y hacer un frente más amplio y combativo.

36
Ídem, pá g. 44
37
Palau, Marielle y Kretschmer, Regina. La guerra de la soja y el avance del neoliberalismo en el campo
paraguayo.
38
Ídem, pá g. 108.
12
Los problemas que afronta el campesino-indígena tiene sus raíces en la estructura agraria y
la vinculación al modelo agroexportador, ambas cuestiones históricas en Paraguay. Por
ende las soluciones no se darán de un día para otro. Por ello, hay que perseverar.

13

También podría gustarte