5 - Identidad Social Villera

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IDENTIDAD SOCIAL VILLERA.

GUBER
La población que reside en las villas miseria, precarios asentamientos erigidos sobre terrenos
fiscales o de terceros, carentes de servicios públicos urbanos básicos, ha sido objeto tradicional
de los estudios sobre la marginalidad social.
Es villera en tanto integrante de las clases subalternas de nuestra sociedad, se encuentra
articulada en una posición asimétrica y subordinada a los sectores hegemónicos.

La marginalidad entrada algunos supuestos:


- El sistema normativo y valorativo hegemónico, que rige la vida de todos los miembros de la
sociedad, les resulta totalmente ajeno a los marginados, quienes se rigen por esquemas
alternativos, particulares y exclusivos.
- El marginado desempeña un papel pasivo, transformándose en un mero receptor de las
pautas dominantes que lo determinan y condicionan de manera absoluta.

La identidad socialmente operativa cuando transmite sentidos (valores, pautas, criterios)


relevantes para las distintas partes de la interacción. Se construyen relaciones sociales en el seno
de una estructura social.

La investigación se llevó a cabo en 1982 y 1983 en una villa miseria de zona sur del gran buenos
aires , la antigüedad de esa villa es aproximadamente de 40 años.

I
Con la llegada de los primeros inmigrantes provincianos a las ciudades del litoral, la confrontación
entre nativos y extranjeros se volvió particularmente conflictiva, no sólo por razones de índole
laboral, sino también por las connotaciones étnicas de lo que muchos calificaron como una
verdadera invasión.
Lo migrantes ultramarinos, sus descendientes y sus familias traidciones del rio de la plata
apodaron al recién llegado con los motes despectivos de cabecita negra, descamisado.

En las décadas siguientes, junto a la ideología modernizante y desarrollista de la gestión oficial


cobró fuerza el mote de villero para designar al descendiente del cabecita negra, al habitante de
asentamientos urbanos precarios.

El villero comenzaba a tener su propia identidad. Su inserción laboral solía coincidir con las tareas
peor remuneradas y de menos especialización, se alineaba políticamente junto al peronismo, sus
pautas de vida, aparentemente ajenas a los códigos de sus clases medias urbanas, preservaban
el saber médico, culinario y religioso tradicional de las provincias de origen.

Uno de los hechos más trascendentes en la historia reciente de las villas bonaerenses es su
erradicación masiva del ámbito capitalino, en 1978, durante el último gobierno militar. Esta medida
se caracterizó por su extrema dureza, el tono abiertamente represivo, la arbitrariedad y la viruela
con que se expulsó a los pobladores de sus vecindarios.

II
Se suele caracterizar al villero por su anomia, es decir, carencia de reglas y de moral; por su
apatía, al no preocuparse por el progreso material y espiritual, ni tampoco por el porvenir de sus
hijos.
Sucio, promiscuo e indigente, se abandona a la vida fácil y se dedica al robo; si trabaja, lo hace
para satisfacer las necesidades del día y para pagar algunos vicios, pues se da especialmente a
la bebida.
Estos rasgos pueden explicarse por la incultura, ignorancia y su desconocimiento de la s normas
de urbanidad y se argumenta en algunos casos, por su inocencia provinciana.

Para producir el sistema, el esquema normativo hegemónico promueve determinados atributos de


los grupos sociales, y desaprueba otros, trazando así el camino hacia el buen sentido
prevaleciente camino que idealmente puede y debe recorrer todos los miembros de una sociedad.
Atributos con estas connotaciones desacreditan a sus portadores, justificándose entonces un trato
diferencial para con ellos.
El estigma es un rasgo de connotaciones sociales negativas.

Podemos reconocer la identidad villera a partir de dos características: pobreza e inmoralidad.


La pobreza alude a la desprovisión total o parcial de bienes y recursos valorados socialmente.
El villero carece de vivienda digna, de un suelo propio, de empleo estable, de una instrucción
considerada adecuada y completa, de condiciones sanitarias aceptables, de estabilidad
habitaciones y laboral, de seguridad social, etc.
Tienen las mismas expectativas que el resto de la población urbana en lo que concierne a sus
necesidades en las áreas de salud, vivienda, educación, trabajo, urbanización, etc. Sin embargo,
debe enfrentarse a limitaciones reales que obstaculizan e imposibilitan su acceso a distintos
recursos.

La inmoralidad,, el pensamiento liberal, concibe al individuo como responsable y dueño exclusivo


de su destino.
De modo que la pobreza acusa, como en el pensamiento calvinista, la ineptitud y desinterés en
obtener salvación.
Todas las categorías morales que se aplican al villero remiten a la carencia: no tener útiles
escolares ni libros es signo de que el alumno no es aplicado, no tener trabajo, la vagancia, no
tener espacio que conduce a la promiscuidad, no tener comodidades ni evidenciar una exitosa
movilidad social implica indolencia y apatía.

III.1
Los villeros se consideran como pobres.
En una villa miseria,, la primera impresión de la pobreza se manifiesta en el estado edilicio,
sanitario y urbanístico del vecindario, en la restricción al consumo, especialmente de artículos
alimenticios, vestimenta y medicamentos.
Los efectos de esta carencia obedecen, por una parte, a la falta de ciertos recursos.
Hay una complejización progresiva de distintas necesidades no satisfechas, por la falta de
recursos económicos.

Es frecuente que el jefe de familia, a veces el hombre, a veces la mujer, carezca de un empleo
estable que le brinde cobertura social correspondiente; al no contar con ingresos regulares, la
previsión a mediano plazo y la administración mensual o quincenal de los fondos domésticos se
tornan imposibles.
Al no contar con una cobertura social adecuada, la enfermedad de cualquier miembros de la
familia es mucho más costosa.
Ante los primeros indicios de enfermedad, el adulto recurre a remedios caseros o patentados que
les recomiendan quienes haya presentado síntomas similares.

A pesar de las expectativas paternas de que los niños lleven adelante una carrera escolar exitosa,
el ausentismo es prácticamente obligado desde el momento en que la unidad doméstica requiere
del trabajo remunerado o de la presencia de los hermanos mayores para cuidar de los más
pequeños.

La mejora que han experimentado mucho migrantes procedentes de un medio rural y semiurbano
en sus condiciones de vida, relativizan la pobreza de la villa.

El agua corriente, el acceso a artefactos para el hogar nuevos o usados que aligeran las tareas
domésticas, la proximidad de los establecimiento escolares y sanitarios, aparecen como ventajas
evidentes según la consideración de la mayor parte de los entrevistados, quienes ni siquiera
piensan en la posibilidad de regresar a su provincia natal, aunque en ella siempre se encuentren
parientes dispuestos a recibirlos.

En un pai con un mercado de empleo en retracción, las redes sociales del villero suelen
garantizar, aunque sea transitoriamente, el enlace de ciertos trabajos temporarios que satisfagan
sus necesidades diarias.

La villa es una fuente de relaciones informales que aseguran la provisión de mano de obra para el
puerto, la estiba de camiones y la construcción, así como para el trabajo doméstico femenino.

En virtud de sus magros e irregulares ingresos, pocos villeros podrían afrontar las obligaciones
mensuales de una vivienda, ni la corriente eléctrica, gas, cuota de un departamento por ínfima que
sea.

El villero explica su pobreza:


- Siempre hubo pobres y ricos
- Dios decide quien es rico y quién no, pero estas condiciones no son definitivas, ya que
repentinamente el rico puede caer en desgracia, y el pobre ascender merced a su trabajo, un
golpe de suerte en el juego, viveza o los negocios turbios.
- Las dificultades que trae consigo la pobreza pueden ser pruebas que dios interpone en el
camino de los hombres para probar su calidad moral y su fe.

La reflexión del pobre es que su situación es algo que íntegramente no esta en sus manos.
Otro aspecto a destacar de las diversas causas de su pobreza, es el de los reiterados engaños y
abusos de la autoridad hacia el villero, como ser planes villeros de relocalización, pavimentación,
transferencias de títulos de propiedad del suelo, etc.
Estas explicaciones no son excluyentes, y señalan claramente los deseos de movilidad
socioeconómica del sector y la valoración negativa de su pobreza.

El villero responde a la pobreza y a las dificultades derivadas del esfuerzo. En el discurso de


algunos dicen que el pobre siempre se las arregla para comer.

El villero se desempeña en todo tipo de trabajos sucesiva o simultáneamente, y se jacta de


realizar aquellos que revisten un alto riesgo personal. “acá uno se rebusca, si hay que hacer un
changador, changes; si hay que cirujear, cirugía”.
Diversos testimonios concluyen valorando positivamente vivir en la villa, habiendo rechazado
ofertas de parientes y amigos de mudarse a otros barrios mejores, pues “yo no quiero deberles
nada”.

III.2
Reconoce que decir “soy de la villa” puede significar que el extraño sospeché de inmediato de sus
condiciones morales.

Esta caracterización le trae al villero diversos inconvenientes y limitaciones en su interacción con


los novilleros.
Las fábricas vecinas no contratan villeros para puestos fijos sino para temporarios, mediando el
vínculo de un contratista.
El personal de estas empresas argumentan que los villeros son irresponsables, bebedores y
ladrones.
El villeros afirma que no entienden la medida, pues si es pobre, necesita más que cualquier otro
postulante ese empleo.

Algunas de las causas atribuidas a que las villas miseria sean consideradas antros de inmoralidad
son:
- Diversos negocios turbios cuyo escenario es la villa son conducidos por personal extra
villero
- La villa es la trastienda de la ciudad
- Frecuentemente, ladrones de otras partes o de las inmediaciones, se interna en la villa
para burlar la persecución policial.
- Muchos de quienes están detrás del dinero fácil, se internan en la villa para conseguirlo,
pues se suele decir que “en la villa hay plata segura”.
Lo expuesto nos lleva a señalar que el villero no niega la existencia de ciertas “irregularidades” en
su vecindario, pero no las atribuye exclusivamente a la inmoralidad de sus residentes sino a
instigadores y pervertidos externos que utilizan a la villa como su base para operaciones

El villero considera que una medida protectora para desligarse de la inmoralidad de sus vecinos
es ocuparse de las cosas de uno, sin entrometerse en la vida de los demás.

El temor a que los adolescentes tomen por el mal camino es una poderosa razón para abandonar
la villa. Ello no se debe a cuestiones de índole moral sino al riesgo personal del joven y su familia.

La ocupación ilegal de la tierra: muchas villas miserias se extienden en predios fiscales o


particulares sin edificación.
La permanencia de los intrusos depende de la policía oficial respecto de estos asentamientos
(relocalizaciones forzosas o planificadas, no innovar, etc.)

De ahí la importancia de residir en un predio propio, ya sea un departamento o una casa.


El factor urbanístico, las condiciones de ocupación del suelo y la vivienda homologan a todos
aquellos que compartes este estigma

IV
La utilización del estigma (la ceguera, una deformación física desconocer el idioma del medio,
pertenecer a una raza, credo, grupo étnico o ideología política perseguidos), interviene
decisivamente en las sucesivas redefiniciones sociales.
Ser villero es un estigma que el niño aprende desde los primeros años de la escuela. A través de
las consignas lanzadas por las autoridades escolares, el niño recibe una serie de pautas cuyo
incumplimiento no solo sancionan las autoridades, sino también los propios compañeros
Puede expresarse bajo la forma de sucio, negro villero, etc.
se intuye que ser villero no es bueno, aprende a ocultarlo.

Los adolescentes y jóvenes son quienes más frecuentemente encubren su identidad. Ello podría
obedecer al intento de las muchachas de establecer una pareja con jóvenes novilleros.

Muchos adultos de ambos sexos ocultan su identidad, ya sea por motivos laborales, ya sea por
vergüenza ante sus propios compañeros, especialmente si la mayoría no pertenece al vecindario.

El ocultamiento y la vergüenza conducen tanto a los niños como a adultos a la fragmentación de


su vida social.

Esta actitud responde más bien a quienes tan en condición de lograr un ascenso social.
Aquellos que se encuentran sumergidos en su pobreza, carente de trabajo estable y de ingresos
regulares, son bastante menos enfáticos en este aspecto. A veces es conveniente que el villero
expresa, de modos diversos, su identidad social..

Cuando se define como tal el villero suele presentarse ante los demás con distintos matices que
denotan su inferioridad.
Como carenciado, se muestra necesitado, minusválido, incapaz de valerse por sí mismo

El villero se define ante ellos desde el ángulo de cliente pertinente:


- Ante la iglesia, el villero aparece como pobre fiel cristiano
- Ante las organizaciones beneficiarias, como un simple carenciado
- Ante el partido justicialista, como pobre y peronista.

Cuando ante la mera presencia de un extraño no villero, el villero se excusa por su precaria
condición, por la suciedad del hogar, por el frío dentro de la vivienda, por las goteras, por las
incomodidades, o reprende de manera excesiva a sus hijos cuando estos andan desarrapados,
descalzos o emplean un léxico inoportuno ante el visitante, demostrando así, conocer y compartir
con este su código y sus pautas.

Al ocupar una posición de inferioridad reflejada, el silencio y la abstención son la respuesta más
frecuente ante una relación claramente asimétrica.
El silencio que aparenta una falta de respuesta o la pasividad, en realidad encubre una
disconformidad no explicitada que, a la vez, no arriesga la fuente de recursos materiales y
laborales.

El villero se torna un mediador a la vez que un protector del extraño en la villa, y eventualmente,
de aquellos que residen en los barrios aledaños, en la medida que puede interceder para la
búsqueda de objetos perdidos o para prevenir el robo en ciertas viviendas pues pertenecen a
amigos.

V
Constitución de su identidad.
- El villero desarrolla un rol activo en la construcción de su estigmatizada identidad
- Un de las manifestaciones de este rol es la resignificación del estigma en función de las
posibilidades que le brinda la interacción y según sus intereses concretos.
En el proceso social, la relación con el villero ha adoptado dos modalidades articulatorias que
consisten en asistencia lización y marginalización.

La asistencia lización consiste en reducir la relación entre el pobre y la sociedad mayor a la


asistencia media por un aparato organizativo específico.
Según esta operación los villeros participan del proceso social desde su exclusión de las
oportunidades de consumo.
E estado y sus agentes son los dadores, el pobre es un mero receptor.

La respuesta villera no suele tenerse en cuenta puesto que se supone que los villeros están
determinados absolutamente por su posición de explotados o bien, de ignorantes e incapaces.

La vida del villero es sumamente esforzada tanto en lo que respecta a lo cotidiano como para
hacer frente a eventos extraordinarios.
Numerosas tareas de fácil realización en la ciudad, se vuelven en la villa verdaderas empresas, la
amenaza de las inundaciones por ejemplo.
Mediante la expresión de su pobreza, el villero reivindica constantemente su lugar social: un lugar
de provisión y de derechos, no de carencia y privaciones.
Variados testimonios aluden a que el villero es capaz de ocupar una mejor posición que la actual y
de responder a sus obligaciones y responsabilidades.

La segunda modalidad articulatoria es la marginalización del pobre, efectuar el desplazamiento


desde un lugar subordinado a otro exterior al sistema.
La convergencia entre la posición socioeconómica y el status jurídico ilegal de la población villera
respecto de la tierra que ocupa, imponen a este sector un estrecho margen de acción frente a los
controles externos.

El lugar que ocupan está al margen de la ley, por lo que no es legislable, los controles externos no
se abstienen de actuar sino que operan de modo diferente; sus vínculos con la población son
básicamente informales y recorren una vasta gama que va desde la asociación ilícita y la
extorsión, hasta un tratamiento normal.

Cada villero actual respectos los demás con una complicidad tácita; frente al extraño explica no
tratarse con los demás vecinos, no saber de sus andanzas.

Su condición de inmoral y de ilegal no solo segrega algunos campos de actividad sino que integra
otros.
La ilegalidad y la inmoralidad se transforman en vehículos de la articulación entre los villeros y los
restantes sectores del sistema social.

El villero encubre y oculta.


Lo inmoral o es simplemente una acusación externa sino tambien la caracterización defensiva de
este vecindario; es el denominador común que protege al villero.

FIN

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