Oracion Seria

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3.

ACTITUD DE ORACION SERIA


Continuemos leyendo el versículo 7 de este cuarto capítulo
de 1 Pedro:
"El fin de todas las cosas se acerca; sed, pues, sobrios
y velad en oración."
Tomemos nota de este anuncio. El fin de todas las cosas se
acerca. Esto ha sido cierto desde el día en que el Señor
Jesús regresó al Cielo. El apóstol Pablo podía decir que la
venida de Cristo era un evento inminente, como leemos en
su carta a Tito 2:13 mientras aguardamos la esperanza
bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro
gran Dios y Salvador Jesucristo. Por su parte, el apóstol
Pedro dijo, como ye hemos leído el fin de todas las cosas
se acerca. Él va a detener, a paralizar a este mundo uno de
estos días mientras lo juzga. Él quitará a los Suyos de este
mundo, y habrá muchas cosas que enderezar en la vida de
los creyentes. Ellos tendrán que presentarse ante el
Tribunal de Cristo, no en relación con su salvación, sino en
cuanto a la recompensa que recibirán o no por a la vida que
han vivido para Dios. Y esa es otra razón por la que
deberíamos vivir para Dios, porque tendremos que
comparecer ante Su evaluación, ante Su juicio.
En consecuencia, el apóstol escribió a sus lectores Sed,
pues, sobrios y velad en oración. El término "sobrio" quiere
decir templado, moderado. EL apóstol Pedro usó con
frecuencia esta expresión y realmente les quiso decir "por
lo tanto, sed inteligentes, sed cristianos inteligentes".
Un cristiano inteligente es aquel que conoce la Biblia; es
decir, que la conoce lo mejor posible. Pero, un creyente
inteligente y sobrio va a conocer todo lo que pueda sobre la
Palabra de Dios.

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El cristiano tendrá que ser también inteligente en este mal
sistema de valores de este mundo. El Señor Jesús les dijo a
Sus discípulos, en Mateo 10:16, Sed, pues, prudentes
como serpientes y sencillos como palomas. Usted
debería tener hoy la sabiduría de una serpiente; si no la
tiene, tenga la absoluta seguridad de que otra serpiente va
a venir a morderle.
Y ahora destacamos la frase final del versículo velad en
oración. En otras palabras, la oración debe contener la
actitud de espera y anticipación, la expectativa de la
venida de Cristo. Muchos encuentros o reuniones de
oración podrían caer en la rutina y no revelar ninguna vida
espiritual sino expresan esa espera ante el regreso del
Señor. Él es el Cristo viviente. Deberíamos conversar con
Él en este tiempo, porque vamos a conversar con El
después, en el más allá. Y en Su tribunal Él va a hablar con
nosotros, y éste es el momento del cual no estoy muy
seguro de ansiar con expectativa.

4. En los últimos días, los cristianos deberán vivir con


una actitud de amor.
Continuemos con nuestra lectura y escuchemos lo que dice
el versículo 8 de este capítulo 4 de la primera epístola del
Apóstol Pedro:
"Y ante todo, tened entre vosotros ferviente amor,
porque el amor cubrirá multitud de pecados."
El apóstol estaba hablando sobre nuestras relaciones como
creyentes en la actualidad. El escritor de Proverbios 10:12
El odio despierta rencillas, pero el amor cubre todas las
faltas. El odio o el resentimiento en una comunidad
cristiana provocan conflictos. Un grupo de personas estará
en contra de otro o evitará tener trato con él y así se
generalizará una falta de compañerismo y relación
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amistosa. Pero el amor cubrirá multitud de pecados. Ahora,
el versículo 9 de este capítulo 4 de la primera epístola del
Apóstol Pedro, dice:
"Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones."
En aquellos tiempos de persecución la hospitalidad era muy
apreciada entre los cristianos, muchos de los cuales tenían
que trasladarse a vivir a otros lugares. El término
"hospitalidad" podría traducirse como "ser amistoso con
los extranjeros". En la actualidad, esta exhortación es
también necesaria, teniendo en cuenta la situación de
muchos siervos de Dios y de muchos creyentes en general.
Ahora aquí se aclaró que la hospitalidad debía ser
practicada sin murmuraciones, es decir, sin expresar
quejas. Ahora, el versículo 10, dice:
"Cada uno según el don que ha recibido, sirviéndoos
los unos a los otros, como buenos administradores de
la multiforme gracia de Dios."
Dice aquí, Cada uno según el don que ha recibido. Ese don
significa un don espiritual en particular, y hay muchos
dones. El Apóstol Pablo ya nos dijo en su primera carta a
los Corintios capítulo 12 que hay solo un cuerpo y
muchos miembros, y que la iglesia como un cuerpo, al tener
muchos miembros, tiene muchos dones. No sabemos quién
es usted, estimado oyente, ni tampoco sabemos cuál es su
don espiritual. Pero sí sabemos que si usted es un hijo de
Dios, tiene algún don y tiene que usarlo para servir a otros.
Continuemos leyendo el versículo 11 de este cuarto
capítulo:
"Si alguno habla, hable conforme a las palabras de
Dios; si alguno sirve, que lo haga conforme al poder
que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por
Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio
por los siglos de los siglos. Amén."
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Aquí Pedro dividió el servicio cristiano en dos categorías
generales: el que habla, y el que sirve. Estas dos funciones
ministeriales con frecuencia se superponen. Pero ambos
grupos funcionan a través de la dependencia de la provisión
de fortaleza espiritual de Dios. Y la razón para depender de
Él para recibir ese poder o fuerza, es que El recibirá el
honor y la gloria por medio de Jesucristo. Así que el crédito
y la alabanza en el ministerio cristiano siempre deberían ser
dados a Cristo.
Ahora Pedro iba a hablar sobre una clase diferente de
sufrimiento. Las personas a quienes estaba escribiendo se
estaban acercando a la órbita de un huracán de
persecución que se desató durante el reinado de Nerón.
Nerón ya había comenzado la persecución de los creyentes
en Roma, persecución que se estaba extendiendo a través
de todo el imperio. Pedro les advirtió a aquellos creyentes
que para ellos se estaba acercando el sufrimiento. Muchos
de ellos se convertirían en mártires. Estimado oyente, usted
y yo quizás no lleguemos a sufrir el martirio, pero en este
mundo tendremos que enfrentarnos al sufrimiento. Leamos
ahora el versículo 12 de este cuarto capítulo de 1 Pedro:
"Amados, no os sorprendáis del fuego de la prueba que
os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os
aconteciera"
Cuando nos alcanza el sufrimiento, la mayoría de nosotros
reacciona como si éste fuera algo extraño. Y solemos
pensar que nadie ha sufrido nunca como nosotros hemos
sufrido.
Estimado oyente, no sabemos cuál es su problema, pero
cualquiera que éste sea podemos asegurarle que ese
sufrimiento no es algo extraño. Otros han pasado por la
misma experiencia, y usted nunca será el que sufra más
que cualquier otra persona. Cuando Pablo fue elegido como
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apóstol el Señor dijo, en los Hechos 9:16 porque yo le
mostraré cuánto le es necesario padecer por mi
nombre. Pablo había llegado al límite del sufrimiento; por lo
tanto, usted no llegará hasta ese límite y no debería
considerar su sufrimiento como algo extraño. Todos
tenemos la tendencia a caer en esa falacia en nuestra
manera de pensar. Si, por ejemplo, uno llega a enfermarse
de cáncer, no puede creer lo que el médico le dice. Uno
cree que los demás pueden contraer esa grave
enfermedad, pero cuando se lo dicen a uno, no se lo puede
creer y piensa "¡esto no me puede estar sucediendo a
mí!"
Y este versículo les habló a aquellos lectores del fuego de
la prueba que os ha sobrevenido. No debían considerar esa
experiencia como algo insólito que les estaba sucediendo.
Esos creyentes ya estaban siendo probados por el
sufrimiento. El sufrimiento no es algo accidental, sino la
experiencia cristiana normal. Fue como si el apóstol les
hubiera dicho: "No creáis que es una vivencia extraña,
porque es la experiencia normal de los creyentes en
este mundo".
La expresión el fuego de la prueba es literalmente
"fundidos en un horno". El rey David habló del hecho de
que Dios lo estaba probando como la plata que se coloca
en el horno para purificarla. Y encontramos esta idea por
toda la Biblia. Pedro ya había mencionado el fuego de la
prueba en varias ocasiones, porque él había soportado
personalmente el sufrimiento, y aun le esperaba pasar por
la muerte de un mártir, en una cruz.

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