Un lobo decide hacer huelga porque siempre interpreta el papel del malo en los cuentos. Los tres cerditos convocan una asamblea de personajes para resolver la situación. Cus-Cus, el más listo de los tres cerditos, negocia con el lobo y lo convence de abandonar la huelga para no decepcionar a los niños. El lobo acepta replantearse su decisión.
100%(3)100% encontró este documento útil (3 votos)
2K vistas16 páginas
Un lobo decide hacer huelga porque siempre interpreta el papel del malo en los cuentos. Los tres cerditos convocan una asamblea de personajes para resolver la situación. Cus-Cus, el más listo de los tres cerditos, negocia con el lobo y lo convence de abandonar la huelga para no decepcionar a los niños. El lobo acepta replantearse su decisión.
Un lobo decide hacer huelga porque siempre interpreta el papel del malo en los cuentos. Los tres cerditos convocan una asamblea de personajes para resolver la situación. Cus-Cus, el más listo de los tres cerditos, negocia con el lobo y lo convence de abandonar la huelga para no decepcionar a los niños. El lobo acepta replantearse su decisión.
Un lobo decide hacer huelga porque siempre interpreta el papel del malo en los cuentos. Los tres cerditos convocan una asamblea de personajes para resolver la situación. Cus-Cus, el más listo de los tres cerditos, negocia con el lobo y lo convence de abandonar la huelga para no decepcionar a los niños. El lobo acepta replantearse su decisión.
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 16
Había una vez… ¿No es así como empiezan
los cuentos para niños?
Había una vez, pues, unas cuantas historias que por desafortunadas circunstancias se mezclaron hasta formar una sola.
Una hermosa mañana de verano, tres cerditos construían
cada un su casa. El primero Kif-Kif, reunía paja para fabricar su choza. Una construcción vulnerable, si, pero que tenía la ventaja de ser práctica y fácil de montar. El segundo, Paf-Paf, reunía trozos de madera. Su El tercero, Cus-Cus, había decidido construir su cabaña sería menos frágil y no saldría volando al casa con ladrillos: sólida y bien aislada. Una vez primer soplo de viento. dentro, ya no le preocuparía ni la lluvia, ni la nieve, ni el calor del verano, no la escarcha del invierno. Acabaron las obras, y cada uno se disponía a entrar alegremente en su casita. Pero de repente apareció, muy nerviosa, la cabra del señor Seguin:
—¡El lobo! ¡El lobo! ¡El lobo!
—¿Qué pasa con el lobo? —respondieron los tres cerditos, confiados—. Que venga el lobo: nosotros ya tenemos donde escondernos. —El lobo… —siguió la cabra muy alterada— ¡ha decidido hacer huelga! —¡Pero esto es terrible! —exclamaron todos a la vez—. ¿Cómo es posible? —Ahora os cuento —respondió la cabra, casi sin aliento—. Por la noche, cuando ya estaba lista para enfrentarme Salí a dar una vuelta por la montaña, al animal y acabar devorada de madrugada, del lobo ¡ni como hago siempre en mi historia, rastro! He esperado y esperado, pero no he llegado. retozando alegremente. —¿No? ¡Imposible! —Tal como os lo cuento. Entonces preocupada he bajado hasta el valle y allí he encontrado a Caperucita Roja. Venía de casa de su abuelita, donde después de esperar mucho rato, las dos se han rendido ante la evidencia: el lobo no aparecería. La pequeña heroína ha querido asegurarse de que el lobo no estaba enfermo, y ha ido a su casa. El lobo ha pedido a Caperucita Roja que hiciera circular la información: harto de hacer siempre el papel de malo en los cuentos populares, ha decidido de forma unilateral hacer huelga hasta que esto cambie. La noticia trastornó a los tres cerditos. Y como no podían dejar así las cosas, convocaron una asamblea general de personajes de cuento para decidir juntos qué medidas tomar ante tal situación. Había que reaccionar con rapidez. Los niños no podrían aguantar mucho tiempo con las historias bloqueadas de esta La casa de ladrillos reunió a un montón de protagonistas de forma. Pero seguro que entre todos los cuentos llegados de todas partes. Como muestra de solidaridad, personajes que nunca habían tenido nada que ver con el lobo personajes encontrarían una buena base también decidieron colaborar. Así pues, se reunieron la Bella para el diálogo. Pasado el primer Durmiente del bosque, el mago Merlín, Peter Pan, Alicia del país momento de desaliento, se tomó la de las maravillas y muchos otros. decisión de iniciar negociaciones. La manifestación de personajes de cuento iría hasta la casa del lobo, gritando algunas consignas. Después, un mediador entraría en su casa para parlamentar e intentar solucionar el problema amistosamente.
—¡Vamos allá! —dijo Cus-Cus, el más listo de
los tres cerditos. Dicho y hecho. La delegación fue hacia el bosque donde se encontraba el huelguista. En cuanto la comitiva llegó delante de la casa del lobo, Cus-Cus se adelantó y abrió la puerta de su guarida para parlamentar. —¡Hola, hola! ¿Estás ahí? —¡Déjame en paz, Cus-Cus! —Tranquilo, lobo, no estés enojado. —¡Es que estoy pero muy harto de ser siempre el malo de la historia! —Ya lo sé, pero piensa un poco en los niños. ¡Ellos quieren que seas tú el que los asustes! Fuera, la delegación estaba preocupada. ¿Y si el lobo ya no quería volver a hacer de malo? ¿Quién lo haría? ¿Caperucita Roja? Demasiado pequeña. ¿Las siete cabritas? Demasiado tiernas. ¿Los tres cerditos? Demasiado rosas. ¿Ricitos de oro? No eras su cuento, y ya tenía más que suficiente con los tres osos. —Pero ¿por qué yo? —lloriqueaba el lobo. —¡Mírate! Eres fuerte, eres listo… ¡Y además, mira qué ojos, qué orejas, y que dientes tan grandes tienes! —Me halagas, mi buen Cus-Cus. —Créeme, los niños confían en ti para que los aterrorices. ¡No puedes decepcionarlos ahora! El cerdo había dado con las palabras adecuadas. Emocionado, el lobo aceptó replantearse su decisión y pidió unos minutos para reflexionar. Fuera, los ánimos empezaban a caldearse. Cus- No obstante, algunos seguían nerviosos. Sobre Cus se dirigió a sus compañeros e hizo una todo, porque empezaba a caer la noche. Poco valoración positiva de la situación. No habría que después, la puerta de la guarida se entreabrió esperar mucho. lentamente. Los ojos del lobo brillaron en la penumbra. Los primeros rayos de luna se reflejaron sobre el esmalte de sus afilados dientes. Había pasado la hora de cenar y estaba hambriento. Rápidamente, muy rápidamente, todo el mundo llegó a un acuerdo.