Paz, G.
Paz, G.
Paz, G.
JAMÁS HA LLOVIDO
REYES EL CIELO...
De independencias, revoluciones
y liberalismos en Iberoamérica
Quito, 2013
Primera edición:
ISBN Corporación Editora Nacional: 978-9978-84-696-4
Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador: 978-9978-19-605-2
Derechos de autor: 042680 • Depósito legal: 005002
Impreso en Ecuador, diciembre de 2013
La versión original del texto que aparece en este libro fue sometida a un proceso
de revisión de pares ciegos, conforme a las normas de publicación de la Universi-
dad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, y de esta editorial.
Gustavo L. Paz
INTRODUCCIÓN
Cada sitio, cada hora, cada hombre, hasta ancianos i mujeres, eran solda-
dos i capitanes; vencedores siempre, esperimentados i sagaces, descubrían
la oportunidad i se lanzaban con brio, sobre un destacamento, sobre una
comisión, sobre un convoi de municiones, una reserva de ganados, un
recinto donde se custodiaban caballerías, sobre las trincheras mismas.1
S
esenta años después de la guerra de Independencia, Joaquín Ca-
rrillo, uno de los primeros historiadores provinciales argentinos,
recordaba vívidamente a los lectores de su Jujui. Provincia Federal
Arjentina, las acciones temerarias de los gauchos. En estos párrafos de
épicos tonos, Carrillo reconocía en los gauchos el coraje y el arrojo que
los testigos contemporáneos de la independencia habían aprendido a ad-
mirar y temer. Y agregaba con preocupación que “Esos gauchos llenos de
altanería, i orgullosos de tener una comarca en la que se les reconociera
una libertad sin límites, iban al combate con valor, i morían contentos
en la demanda, por la Patria”.2
Esa altanería y libertad ilimitada que reconocía en los gauchos eran
para Carrillo productos del impacto (para él negativo) de la guerra que
provocaba “la relajación de los respetos mutuos, i fomento del antago-
nismo de clases...”.3
1. Joaquín Carrillo, Jujui. Provincia Federal Arjentina: apuntes de su historia civil, Buenos
Aires, Establecimiento Tipográfico del Mercurio, 1877, p. 299.
2. Ibíd., p. 239.
3. Ibíd., p. 255.
4. José María Paz, Memorias póstumas [1854], vol. I, Buenos Aires, Emecé, 2000, p. 339.
5. Esta interpretación del régimen de Güemes proviene de mi tesis doctoral, Gustavo L. Paz,
Province and Nation in Northern Argentina. Peasants, Elite, and the State, 1780-1880, PhD
Dissertation, Atlanta, Emory University, 1999, en particular del capítulo IV, “Social War:
Caudillo, Gauchos and the Elite (1815-1825)”. Entre las obras más importantes sobre
el régimen de Güemes se encuentran las de Bernardo Frías, Historia del General Martín
Güemes y de la Provincia de Salta, o sea de la independencia argentina [1902-1905], 6
vols., Buenos Aires, Plus Ultra, 1972; Atilio Cornejo, Historia de Güemes, Salta, 1940;
Roger Haigh, “The Creation and Control of a Caudillo”, en The Hispanic American Historical
Review, 44 (4), 1964, pp. 481-490; y Martín Güemes: Tyrant or Tool? A Study of the Sources
of Power of an Argentine Caudillo, Fort Worth, Texas Christian University Press, 1968; Tulio
Halperin Donghi, “El surgimiento de los caudillos en el marco de la sociedad rioplatense
revolucionaria”, en Estudios de Historia Social 1, Buenos Aires, Facultad de Filosofía y
Letras, 1965, pp. 121-149; y Revolución y guerra. Formación de una élite dirigente en la
Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972, pp. 273-278; y más recientemente Sara
Mata de López, “Tierra en armas. Salta en la Revolución”, en Mata de López, comp., Persis-
tencias y cambios. Salta y el Noroeste Argentino, 1770-1840, Rosario, Prohistoria, 1999, pp.
177-218; “La guerra de Independencia en Salta y la emergencia de nuevas formas de poder”,
en Andes: Antropología e Historia 13, 2002, pp. 113-143; “Conflicto social, militarización
y poder en Salta durante el Gobierno de Martín Miguel de Güemes”, en Fabián Herrero,
comp., Revolución. Política e ideas en el Río de la Plata durante la década de 1810, Buenos
Aires, Ediciones Cooperativas, 2004, pp. 125-147; y Los gauchos de Güemes. Guerras de
Independencia y conflicto social, Buenos Aires, Sudamericana, 2008.
6. En los últimos veinte años la historiografía argentina ha renovado el estudio de las
poblaciones rurales del Río de la Plata en la Colonia tardía y la primera mitad del siglo
XIX. La bibliografía es muy extensa pero puede verse una buena síntesis en Juan Carlos
Garavaglia y Jorge Gelman, “Mucha tierra y poca gente: un nuevo balance historiográfico
de la historia rural platense (1750-1850)”, en Historia Agraria: revista de agricultura e
historia rural, No.15, Sociedad Española de Historia Agraria, 1998.
7. Andrés García Camba, Memorias del General García Camba para la historia de las armas
españolas en el Perú, 1809-1821, vol. I, Madrid, América, 1916, pp. 314-315.
8. Jean Adam Graaner, Las Provincias Unidas del Río de la Plata en 1816 (Informe dirigido al
Príncipe Bernadotte), Buenos Aires, El Ateneo, 1949, p. 72.
9. García Camba, Memorias..., I, p. 326.
La Toma 10 5 95 51 44 24 35 19 2 1
Perico 8 6 77 55 29 21 23 17 3 2
Molinos 4 3 55 43 12 9 14 11 1 1
León 11 16 44 65 6 9 7 10 - -
Ocloyas 7 4 79 51 37 23 33 21 2 1
Río Negro 5 4 84 64 28 21 13 10 1 1
Total 45 6 434 53 156 19 125 16 9 1
728 casos, 83 casos sin datos sobre la edad. Fuente: AHPJ, “Milicias de la Campaña de Jujuy”, 1826.
La lista del distrito de León, una zona agrícola situada a las puertas
de la Quebrada de Humahuaca, inmediatamente al norte de la ciudad
de San Salvador de Jujuy, es la única que proporciona la pertenencia
étnica de los milicianos, su ocupación y el lugar de nacimiento. En ese
Carrillo 1 - 3 - - 1 3 8
Barcena 11 3 - 6 5 3 3 31
Quintana 2 - - 2 3 - - 7
Portal 6 - 3 - 2 2 2 15
Alvarado 2 - 1 - - 1 1 5
Otros*** 1 - - - 1 1 1 4
Total 23 3 7 8 11 8 8 68
Pur/hm: Purmamarca/Humahuaca,
* Pur/Hm= Purmamarca/Humahuaca,pueblo
puebloyyquebrada
quebradadentro
dentrode
deJujuy
Jujuy.
10. Para una discusión sobre el término labrador en el norte argentino véase Gustavo L. Paz,
“Las bases agrarias del poder de la élite: tenencia de tierras y sociedad en Jujuy a mediados
del siglo XIX”, en Anuario IEHS 19, 2004, pp. 419-442.
11. Gustavo L. Paz, “Las bases agrarias del poder de la élite...”, citado en Ana Teruel, “Población
y trabajo rural en Jujuy. Siglo XIX”, en Ana Teruel, comp., Población y mano de obra en el
noroeste argentino. Siglos XVIII y XIX, Jujuy, UNIHR/UNJU, 1994, pp. 94-123; Guillermo
Madrazo, Hacienda y encomienda en los Andes. La puna de Jujuy bajo el Marquesado de
Las características del peonaje son muy poco conocidas para las
jurisdicciones de Salta y Jujuy de esta época pero puede delinearse un
poco mejor el perfil del arrendamiento rural. Llamado “arriendo y obli-
gaciones”, el arrendamiento suponía obligaciones mutuas entre arren-
datarios y propietario. Los arrenderos, como se los llamaba localmente,
solían pagar al terrateniente una suma fija de dinero anual, general-
mente entre 6 y 12 pesos, dependiendo del tamaño de las parcelas que
ocupaban. Además de esto, debían trabajar para la hacienda durante
unas dos semanas al año cuidando los rebaños del propietario, marcan-
do ganado y herrando caballos. En ocasiones el propietario proveía al
arrendero de semillas, herramienta agrícola y bueyes, y cobraba el
arriendo en especie (como parte de la cosecha) en lugar de en dinero. El
arreglo era de palabra y estable mientras que ambas partes cumplieran
los términos estipulados.12
La relación entre arrendatarios y terratenientes era más compleja,
muestra de la amplia trama de relaciones sociales ocultas detrás de la
demasiado abarcadora categoría de arrendatario. Ellos también son
reveladores de la complejidad social del término gaucho en las campa-
ñas de Salta y Jujuy. Si los gauchos no eran propietarios de tierras, al
menos los estratos más altos poseían ganado y algunos eran empleados
supervisores o capataces en las haciendas donde residían. Otros parti-
cipaban en actividades mercantiles fruto del entramado de la provisión
de crédito entre las élites urbanas y los habitantes de la campaña que
establecía vinculaciones que excedían al arriendo.13
Para resumir, los gauchos de Salta y Jujuy eran campesinos de
escasos medios materiales, al menos a los ojos de la élite. Campesinos
sin tierras, se desempeñaban como peones o arrenderos en las hacien-
das de la élite a quien pagaban el arriendo en metálico y/o especie y en
trabajo. La gran mayoría estaba compuesta de adultos de entre 20 y 35
años con familias. Algunos ejercían actividades comerciales y poseían
algunas cabezas de ganado. Excelentes jinetes enlistados en la milicia,
el término gaucho tenía una indudable connotación militar. Por esa
razón los gauchos se convirtieron en figuras respetadas y temidas por
españoles y patriotas. La movilización masiva de los años 1815 y 1816
Tojo, siglos XVII-XIX, Buenos Aires, Fondo Editorial, 1982; Sara Mata, Tierra y poder en
Salta. El noroeste argentino en vísperas de la independencia, Sevilla, Diputación de Sevilla,
2000.
12. Archivo Histórico y Biblioteca de Salta (AHBS), 1822, “Arrendamiento de los Gauchos”.
13. Esta caracterización del arriendo en Salta y Jujuy se basa en casos provenientes de
expedientes judiciales existentes en los archivos provinciales. Los estudio en detalle en
Gustavo L. Paz, “El orden es el desorden. Guerra y movilización campesina en la campaña
de Jujuy, 1815-1821”, en Raúl Fradkin y Jorge Gelman, comps., Desafíos al orden. Política
y sociedad rurales durante la Revolución de Independencia, Rosario, Prohistoria, 2008, pp.
83-101.
EL “SISTEMA DE GÜEMES”:
PROTECCIÓN Y COMPENSACIÓN
[Quisiera] darle las gracias un millón de veces por sus distinguidos y tan
continuados servicios... Dé Usted también las mas expresibas gracias á
todos esos venemeritos oficiales que se han portado tan bien en compañía
de Usted, y especialmente al Teniente Ximenes, de quien tengo los mejores
informes y al que deceo hacer los mas distinguidos servicios, pero asegu-
rele Usted que lo tomo bajo mi proteccion, y tanto a el como a los demas
los sabre mirar segun sus servicios, luego que lo permitan las circunstan-
cias.14
14. Archivo General de la Nación (AGN) X-27-8-11. Güemes al comandante Juan Francisco
Pastor, Puerta de Dios, 27 de abril de 1817, en “Testimonios de certificaciones, Oficios
superiores, de meritos y servicios Patrióticos del ciudadano Juan Francisco Pastor, coman-
dante de Banguardia y Alcalde Pedaneo del Pueblo de Umaguaca: contraídos desde el año
de 1810”, f. 9.
15. Sobre las milicias el Tucumán colonial puede consultarse Alberto Gullón Abao, La frontera
del Chaco en la Gobernación del Tucumán (1750-1810), Cádiz, Universidad de Cádiz, 1993,
pp. 197-231 y 287-307.
16. “Reglamento para las milicias disciplinadas de infantería y caballería del Virreinato de
Buenos Aires (14 de enero de 1801)”, en Cedulario de la Real Audiencia de Buenos Aires,
vol. 3, La Plata, Archivo Histórico de la Provincia de Buenos Aires, 1938, pp. 81-116.
17. Archivo Histórico de la Provincia de Jujuy (AHPJ), Documentos Vergara (DV), papeles de
Zegada, Sarasivar a Zegada, 23 de octubre de 1815.
18. AGN, X-27-8-11, Informe del teniente de Gobernador de Jujuy Mariano de Gordaliza al
director supremo Antonio Alvarez Thomas, 10 de septiembre de 1815, p. 276.
19. “Oficio del Cabildo de Salta a Güemes” (5 de agosto de 1818), en Güemes documentado,
vol. 7, Buenos Aires, Plus Ultra, 1972, pp. 445-446.
Compensación:
exención del pago de arriendos
En 1817 la élite de Salta y Jujuy recibió otro golpe con respecto a
su control sobre la población rural. De acuerdo con el Reglamento de
Milicias de 1801 que aún se aplicaba, los milicianos debían ser recom-
pensados por sus servicios mientras estuvieran movilizados. Como el
tesoro provincial estaba exhausto por los esfuerzos de la guerra que se
costeaba cada vez más con recursos locales, Güemes decidió exentar a
los gauchos del pago del arriendo a sus terratenientes. Esta controver-
tida decisión golpeó a los terratenientes salto-jujeños muy duramente
en un momento en el que sus ingresos estaban reducidos a lo que
extraían de sus fincas rurales, entre ellos los arriendos. De acuerdo con
algunos de los más acérrimos opositores a Güemes, esta suerte de “ley
agraria” atacaba los derechos de propiedad de los terratenientes y con-
vertía a los gauchos en “dueños de casi todo el territorio de la provincia”.22
Hay muchas evidencias de que los gauchos, en virtud de la decisión
de Güemes, cesaron de pagar el arriendo a sus propietarios. Por ejem-
plo, en las propiedades del gran terrateniente jujeño Julián Gregorio de
Zegada los arrenderos dejaron de pagar el arriendo cuando los coman-
dantes de milicias les comunicaron la orden del gobernador. El adminis-
trador de sus haciendas escribía a Zegada a fines de 1818 que en las
fincas Rodero y Negra Muerta (en el norte de la Quebrada de Humahua-
ca), que él había visitado poco antes,
no hay ni un solo arrendero que me pague el arriendo porque se enlistan
y Gaucho me llamo. No he podido conseguir nada de ellos cuando me dije-
ron que el Jefe Militar les ha ordenado que no paguen el arriendo ni otras
obligaciones cuando estén en servicio.23
20. “Auto de Güemes sobre la perpetuidad del fuero militar correspondiente a sus escuadrones
de Gauchos” (11 de abril de 1818), en Güemes documentado, vol. 7, pp. 441-442.
21. Gustavo L. Paz, “Reordenando la campaña: la restauración del orden en Salta y Jujuy,
1822-1825”, en Raúl O. Fradkin, edit., ¿Y el pueblo dónde está? Contribuciones para una
historia popular de la Revolución de Independencia en el Río de la Plata, Buenos Aires,
Prometeo, 2008, pp. 209-222.
22. La frase es de Dámaso de Uriburu, “Memorias”, en Biblioteca de Mayo, vol. 1, Buenos
Aires, Senado de la Nación, 1960, p. 734.
23. AHPJ, DV, Caja I, Papeles de Zegada, Carta de Juan José Guzmán a Julián Gregorio de
Zegada, 2 de diciembre de 1818.
24. Archivo Histórico y Biblioteca de Salta (AHBS), “Arrendamiento de los Gauchos”, 1822, ff.
7-12. La cita de ff. 7-7v.
25. AHPJ, “Arrendamientos”, 24 de septiembre de 1824.
GUERRA SOCIAL:
EL REINO DE LA IGUALDAD
A mediados de 1815, José Antonio de Sarasívar describía a su
amigo Julián Gregorio de Zegada, ambos grandes propietarios de la
jurisdicción de Jujuy, los desafíos que debían enfrentar ante la movili-
zación campesina. Con alarma le refería que “no se encuentra un peon
por ningn. (lado), p. qe. todo hombre tiene su plumita blanca en el som-
brero y Gaucho me llamo, y cuidado que el mas ridiculo habla con mas
energia qe. un Gral”.27
Sarasívar descubría en los gauchos una altanería irreconocible en
la población rural de antes de la movilización miliciana. Otros conspi-
cuos miembros de la élite también observaban el carácter díscolo, arro-
gante, insolente e ingobernable de los gauchos movilizados bajo el “sis-
tema de Güemes”, al que Teodoro Sánchez de Bustamante (diputado por
Jujuy al Congreso de Tucumán) no dudaba en calificar de “esa adminis-
tración desgreñada”.
Al amparo de los alcances del fuero militar, que los sustraía de la
jurisdicción civil y los ponía directamente bajo la supervisión del coman-
dante superior de Milicias, Martín Güemes, los gauchos desafiaron
abiertamente la autoridad de la élite en la campaña. Estas acciones,
inéditas hasta entonces, se basaban en una idea de “justicia igualita-
ria”, en el sentido de que la élite debía colaborar con el esfuerzo de la
guerra, si no con sus vidas al menos con sus bienes.
Los gauchos comenzaron a introducirse en las fincas rurales de
miembros de la élite a requisar ganado vacuno y caballos para su man-
tenimiento durante la movilización. Esta práctica no era en absoluto
nueva o excepcional para un ejército movilizado de la época, pero la
28. Véase la correspondencia ya citada entre Juan José Guzmán, mayordomo de las haciendas
de Julián Gregorio de Zegada, y su patrón que se extiende entre 1814 y 1818.
29. Los expedientes de Consolidación de la Deuda Pública iniciados por Teodoro Sánchez de
Bustamante y Manuel del Portal detallan esas “exacciones” en AGN, VII, Archivo Sánchez
de Bustamante (ASB), Legajos II y III.
30. AGN, VII, ASB, I, 28, “Sumaria información jirada sobre la denuncia contra el Dr. Teodoro
Sánchez de Bustamante por el Sargento de la 1 Compa. del Rejimiento de caballería de
gauchos Franco. Santa Ana y según el decreto librado a la Sargentía Mayor del Cuerpo
por el Sor. comandante general coronel Dn Martín Güemes”, Jujuy, febrero de 1816.
31. Manuel de Ulloa, Reclamo que el Ciudadano que suscribe presenta al Público por la violencia
de su libertad, y seguridad individual por los cuales en nuestra Revolución empeñó el mayor
celo y actividad, que manifiesta, Chuquisaca, Imprenta del Veinticinco de Mayo, 1836, 4.