La Ultima Paila Del Infierno Digital
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La Ultima Paila Del Infierno Digital
PAILA DEL
INFIERNO
José Manuel Piña Gutiérrez
Rector
LA ÚLTIMA
PAILA DEL
INFIERNO
Yolanda Trujillo
Primera edición, 2019
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PRÓLOGO
Con afecto
Francisco D.
(Año 2015)
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PRIMERA PARTE
PERO SI PERFECTIBLE
(Las Vivencias de una Comunicadora
con los Alcohólicos Anónimos)
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noviembre del mismo año. El tercero fue presentado
ante la Sociedad Médica sobre alcoholismo, en la ciu-
dad de Nueva York, el 28 de abril de 1958.
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sucede a muchos, mirar a un hombre tirado en la ca-
lle sobre su propia miseria postrado encima o debajo
de una acera, mis ojos recorrían su pobre humanidad
con una mezcla de compasión y repugnancia. Dicien-
do en mis adentros; “pobre hombre, causa lástima
pero es por su vicio”.
Jamás olvidaré la primera vez que visité un lugar
donde se concentran los grupos de alcohólicos, ya que
mi trato había sido hasta entonces solamente profesio-
nal, yo recibía su visita en el programa semanalmente
para que pasaran su mensaje y dieran testimonios, y
eso era más que suficiente para mí.
La curiosidad y el interés se encontraban entrela-
zados. Yo quería saber más de ellos. No dejaba de lla-
marme la atención el hecho de que los miraba y eran
como cualquier otra persona y yo sabía que habían
sufrido experiencias muy dolorosas y que por solo
este hecho, “tenían” que ser diferentes. ¿Y sabe Usted
en que basaba yo esta creencia?, en el hecho de que
algunas personas pueden beber una o dos copas o tal
vez unas cervezas y no apetecer más. Y no compren-
día porque ellos no podían tomar solo una cerveza a
lo cual yo interpretaba como “falta de voluntad”, una
sola cerveza no les podía hacer daño. Ignoraba que
existía el llamado “bebedor crónico”, aquel que no
puede dejar de beber por horas, días, semanas, meses
y hasta años y “bebedor social” aquel que ingiere y
degusta una copa o dos de vino y hasta ahí su deseo.
Para mí todos éramos iguales.
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En uno de los Grupos se creó “Mi Escuelita”, con su lema: “Yo también tengo
derecho”.
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¿Por qué las personas somos tan diferentes? ¿Por
qué a algunas les va bien y a otras mal?
Yo creo que los siete pecados capitales tienen toda
la culpa. Padecemos siempre alguno (o todos) de
ellos: avaricia, lujuria, envidia, ira, soberbia, gula y
pereza, pero creo que los básicos, es decir los que más
padecemos, son: la envidia, la ira y la soberbia, al te-
nerlos, lo más negro de nosotros surge, dejando ver lo
feo que todos tenemos, y que llevamos muy adentro…
no sabemos que a estos podemos combatirlos, con la
bondad, sencillez y amor.
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que esas personas llegan a sus sesiones nocturnas a
los grupos sí, pero lo único que hacen es tapar la bo-
tella. Porque por lo demás siguen siendo las mismas
personas de mal carácter, violentos, infieles, agresivos.
Tengo la firme convicción de que Dios, como en el
templo, está ahí, esperando por los hijos que más han
sufrido, los que han derramado lágrimas de sangre al
perder a un ser o a muchos seres queridos a causa del
alcohol.
¿Pero cómo es que llegué a interesarme por AA?
Primero por curiosidad y segundo por interés. Permí-
tanme recapitular.
Ya les comenté que en el programa radiofónico
que en ese entonces conducía en la Empresa Grupo
ACIR, con el interés lógico de darle mayor auge, sur-
gió la idea de invitar para entrevistar, a un señor que
ya había dejado la bebida, a mí no me interesaba mu-
cho esto, en virtud de que jamás presté atención a los
anuncios donde aparecieran las AA de Alcohólicos
Anónimos e ignoraba que existiera algún programa
específico; fue mi esposo quien me lo sugirió y ante
mi renuencia, me dijo:
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Al hablar de “filosofía” y “espiritualidad”, la curiosidad
entró en mí, y con la convicción de darme de frente
con una persona que me platicaría sus cuitas, sin ma-
yor trascendencia, acepté.
La primera impresión de esta persona fue la de
alguien, ecuánime y educado, pero además, con una
profesión. Aquí fue donde el interés se despertó en mí,
¿cómo una persona con su apariencia fue alcohólico?
Yo sabía que él era un hombre que maltrató a su fami-
lia, que gastó miles y miles de pesos en borracheras,
destruyó vidas, se mantuvo en cabarets y en otros lu-
gares de mala nota… comencé a interesarme pero aún
la ignorancia hacía presa de mí.
Nuestra primera charla me despejó la mente de un
golpe. El alcoholismo no es un vicio, ¡es una enferme-
dad! De ahí en adelante, lo vi todo diferente y comen-
cé a crecer.
Al escuchar hablar a J.C. supe, que yo estaba mal,
muy mal, que creer en Dios no lo es todo, que todos
los creyentes debemos estar CERCA de Él y en Él.
Hoy sé que no es lo mismo creer en Dios, que creerle
a Dios.
En ese instante cambió mi vida.
Porque el Programa de Alcohólicos Anónimos no
es solo para dejar la bebida, este maravilloso progra-
ma sirve para tener ¡un cambio de vida! Por ello lo
recomiendo ampliamente a todos, a los padres princi-
palmente. No es necesario ser bebedor. Una persona
“normal” puede leer la literatura de AA y darse cuenta
de lo que realmente es el alcoholismo, aunque jamás
llegará al fondo de esta enigmática enfermedad.
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Momentos de prácticas.
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Como padres, y de una manera muy especial, las
madres, que somos en un gran porcentaje más cul-
pables de esas fallas, creemos que nuestros hijos son
perfectos, que el hijo del vecino es el malo, o el amigo
de nuestro hijo es el que induce, el que “sonsaca” a
nuestro muchacho, “si a mi hijo no lo hubiera veni-
do a buscar fulano, él no hubiese salido a emborra-
charse” palabras que nos decimos con el afán de no
darnos cuenta de nuestras realidades. El amor nos
ciega y buscamos excusarlos, los amamos tanto que
una gruesa venda no nos permite mirar la verdad de
lo que estamos viviendo. Lo que no sabemos en ese
momento es, que el vecino está diciendo lo mismo de
nuestro hijo y la madre del amigo también, y así, una
cadena interminable de confusiones, excusas y menti-
ras se van deslizando a nuestro lado.
Además, ocurre que algunas madres vemos a nues-
tros hijos llegar ebrios al hogar y en el afán de que
el padre o la familia entera no lo sepa, ocultamos el
terrible hecho, sin saber que estamos cometiendo el
error más grande de nuestra existencia, porque sin
quererlo nos convertimos en su cómplice y con esto
lo estamos llevando al fondo del abismo.
Y ocurre también, que algunos padres no quere-
mos ver la realidad, y otros, estamos totalmente ig-
norantes de lo que nuestros hijos adolescentes hacen,
porque en nuestra soberbia, los creemos incapaces de
cometer las faltas que otros muchachos cometen; ¡Mi
hijo es diferente, gracias a Dios!-nos decimos.
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Así están cuando aún no se han dado la oportunidad de aceptar ir a un Grupo 24
hrs. (Fotografía de Omar Arce).
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“No mires el vino: ¡Que buen color tiene!
¡cómo brinca en la copa!
¡qué bien entra!
¡Pero a la postre, como serpiente muerde,
como víbora pica.
Tus ojos verán cosas extrañas, y tu
corazón hablará sin ton ni son.
Estarás como acostado en el corazón del
mar, o acostado en la punta de un mástil.
Me han golpeado, pero no estoy enfermo,
me han tundido a palos, pero no lo he
Sentido,
¿Cuándo me despertaré…?, me lo seguiré
preguntando” (Prov. 23:31-35)
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“No dejes que ningún alcohólico te diga que no pue-
de recuperarse a menos de que recupere a su familia.
Esto simplemente no es así. En algunos casos, por una u
otra razón, la esposa no regresará nunca. Recuérdale al
candidato que su recuperación no depende de la gente,
sino de su relación con Dios”.
TESTIMONIOS
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hablaba no podía serlo. - Su esposa había encontra-
do una nueva pareja que le dio su nombre al niño -.
Nuestro amigo reaccionó como debería de ser.
Le pidió disculpas al pequeño diciéndole que se
había equivocado de número, se dio cuenta del daño
que le haría si él insistía en decirle que su verdadero
padre era el que estaba hablando por teléfono en ese
momento con él. Pero honor a quien honor merece, si
el profesor no hubiese estado ya con el Programa de
AA, su forma de reaccionar habría sido otra muy dis-
tinta, este Programa le dio la madurez para equilibrar
la situación.
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nos contó que un día, a su hija adolescente embaraza-
da, se le adelantó el parto. Su esposa le pidió que fuera
corriendo a ver al médico y de paso a comprar algu-
nas cosas que necesitaría la joven, le dio dinero y él se
fue. Cuando nuestro hablante regresó a su casa con una
terrible borrachera, no sabía que habían pasado varios
días, no sabía que su nieto, a falta de atención médica
había fallecido, que su hija por lo mismo quedaría es-
téril a una edad muy temprana y que su esposa por el
dolor vivido había sufrido un infarto que casi la lleva a
la tumba. Recordó llorando que esa noche, al salir de su
casa, pasó enfrente de una cantina y se dijo a si mismo
que solo se tomaría una cerveza y se iría a buscar al
doctor para llevarlo a su casa, y no recuerda más hasta
el espantoso día en que regresó a su hogar. No omito
decir que esto fue la causa por la que su propia hija le
pidió se fuera de su casa.
Las historias y testimonios de los alcohólicos son
muy parecidos, ellos hablan de vidas que son copias
al carbón por la similitud de lo que viven.
Tal parece habláramos del mismo personaje, hom-
bres y mujeres que han perdido todo por la misma causa.
El alcohol no respeta condiciones, sexo, edad,
cultura. Niños, adolescentes y adultos están expuestos
a ser uno más de la gran estadística de alcohólicos en
el mundo.
Muchas voces se han alzado en mis programas de
radio, voces de hombres y mujeres que vivieron ex-
periencias que les han rasgado el alma, que con la
ayuda de otros hombres y mujeres de igual condición,
han logrado seguir y salir adelante con sus mutiladas
vidas, con la fe puesta en el Ser Superior o como ellos
lo conciban.
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-Adolfo, su primer trago fue a los 8 años de edad.
Hijo de padres alcohólicos; creció en un ambiente
malsano (Adolfo nos dijo que militaba en el grupo de
AA desde hacía 12 años).
-Rogelio, ingirió alcohol por primera vez a los 11
años. Su padre era médico pero bebía desde antes de
contraer matrimonio con su madre. Rogelio creció en
un ambiente de solvencia económica, a lado de unos
padres indiferentes que solo se ocupaban de ellos
mismos, ya que la madre vivía pendiente de cuidar
la apariencia honorable de la familia, su esposo era a
pesar de todo, un profesionista de renombre (Rogelio
militaba en el grupo de AA desde hacía 7 años).
-Luis, hijo de padres alcohólicos sociales, dados a ir
a muchas fiestas, probó el alcohol a la edad de 10 años
(Luis militaba en el grupo AA desde hacía 14 años).
¿Cuál es la semejanza entre Adolfo, Rogelio y Luis?
Crecieron en muy diferentes ambientes. Acudieron
a diferentes escuelas y sin embargo, su destino fue el
mismo, más tarde serían unos alcohólicos. Las causas
no fueron iguales pero el final dio el mismo nefasto
resultado.
¿Cómo empezó todo para ellos?
Veamos: A Adolfo sus padres lo mandaban a com-
prar las cervezas. En algún momento se tomó una y al
llegar a su casa medio borracho, les dijo a sus padres
que estaban realmente ebrios, que se le había caído
una botella y ésta se había roto.
Recordemos que se encontraba en el programa de ra-
dio y con la cabeza inclinada y sus brazos abrazando casi
al micrófono, se dibujó una triste sonrisa en su rostro
y nos dijo que aún sentía los golpes que le fueron pro-
pinados por ambos padres; pero él, ya conocía el sabor
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del alcohol, el cual se metió en su sangre. No sabía que
iniciaba su larga carrera alcohólica que lo llevaría a los
centros tutelares primero y a la cárcel después.
Rogelio, no resistió la curiosidad de probar lo que
su elegante padre bebía y dejaba a veces en algún vaso
olvidado. Otras tantas se dedicaba a juntar los resi-
duos que iban quedando en los vasos de los asiduos
invitados de sus padres, y no recuerda cuántas veces
terminaba borracho en su cuarto, ante la total igno-
rancia de sus progenitores ocupados en otras cosas.
Luis, gustaba de acompañar a sus padres a las fiestas
y allí se reunía con otros chicos en iguales circunstan-
cias, y mientras los adultos se divertían, los pequeños
se robaban las botellas de licor o cerveza, para hacer lo
mismo sin que nadie se percatara de ello.
Pero las mujeres no estamos exentas.
-Mari, una Profesora de Escuela Primaria, nunca
imaginó perder el control de las cervezas que se toma-
ba, al grado de llegar un día a sus clases en completo
estado de ebriedad, tanto, que enfrente de sus peque-
ños alumnos, sentada en su escritorio escolar, la ne-
cesidad de expulsar líquidos la ganó. Nos contó que
esa horrorosa vergüenza, le costó perder su trabajo,
pero eso la hizo darse cuenta de que necesitaba ayuda
imperiosa y que al día siguiente entró al grupo de AA
en donde ya llevaba 7 años, encontrándose además,
trabajando en otra escuela y cuidando afanosamente
a sus niños.
-Alicia, nos contó su historia, una historia que se
repite a menudo, una historia que ya casi se ha vuelto
clásica.
El esposo de Alicia bebía desde antes de casar-
se con ella, pero Alicia tenía la seguridad de que al
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contraer nupcias, él cambiaría pues eso era lo que él
siempre le juraba. Los primeros meses de penurias, de
hambres, pudo soportarlos, pero al pasar el tiempo
vinieron los golpes porque ella se oponía a que el sa-
liera a embriagarse con sus amigos. Y un día, a Alicia
se le ocurrió que la manera de que él no saliera de la
casa, era proporcionándole ahí mismo el alcohol y las
cervezas, y así fue como ella empezó a beber, primero
para complacer al esposo, y de paso, evitar que saliera
a beber con sus amigos.
Después, porque ella lo necesitaba.
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Nos platicó que perdió a su familia desde hacía muchos
años a causa de su alcoholismo, que llegó a reunirse con
los “teporochos” amaneciendo tirada en las aceras ebria.
Un día cualquiera después de muchos días de incon-
ciencia en el alcohol, despertó tirada completamente
desnuda en plena calle, donde tal vez otros alcohólicos o
vándalos la habían despojado de todo lo que traía encima.
Dijo que al abrir los ojos y verse tirada en el suelo,
desnuda ante la mirada de muchos curiosos que no
hacían nada por cubrirla, sintió algo que hacía mu-
chos años no sentía, ¡vamos ni siquiera recordaba que
existía! ¡la vergüenza, la pena! y fue ahí donde se dio
cuenta de que necesitaba ayuda, ayuda que ella por
propia iniciativa no buscó, pero que Dios le envió a
través de esas mujeres que le pasaron el mensaje.
Y es que cuando apenas trataba de incorporarse del
suelo, providencialmente pasaban cuatro señoras que re-
gresaban después de brindar un “servicio” (así le llaman
cuando trabajan en pro de la sobriedad, es decir, visitan
hogares de mujeres alcohólicas que requieren ayuda).
Estas mujeres de AA la rescataron y con toda la sinceri-
dad posible, nuestra amiga nos narró este solo testimo-
nio, aberrante para ambos sexos pero tratándose de una
mujer, la denigración era más viva, más dolorosa.
DELIRIUM TREMENS
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de la casa de éste, el cual cansado ya después de días
y días de borrachera, se acostó a dormir en el sofá,
mientras Pepe fue a la cocina en busca de más licor
para seguir bebiendo.
Al regresar a la sala, no pudo evitar lanzar un grito
aterrador ya que vio que el estómago de su hermano
se abría lentamente y que sus vísceras comenzaron a
salirse, primero los intestinos, después el hígado, des-
pués el corazón chorreantes todos en sangre, sangre
que bañaba a su hermano en todo su cuerpo inerte,
y que después, estas “vivientes” vísceras se vinieron
sobre él, nos dijo Pepe que era tal la realidad de lo que
miraba, que la botella cayó de su mano y salió corrien-
do y gritando pidiendo auxilio.
Fue su última borrachera, pues también se dio
cuenta que sin ayuda no dejaría nunca la bebida, y
buscó un grupo de AA.
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En cada Delirio los alcohólicos viven experiencias inenarrables. Francisco de
Goya, Saturno devorando a su hijo. (1823).
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LA ARAÑA GIGANTE
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pedazo a pedazo, y que es tan vivo el dolor y la sangre
que corre por todo su cuerpo, que gritan aterrados.
Mis pláticas son continuas y algunos me han dicho
casi lo mismo, que en el fondo de la botella ven el rostro
del diablo que se ríe de ellos. Otros más ven toda clase de
alimañas subiendo por sus cuerpos, mordiéndoles, hasta
miran sus pequeños ojillos que brillan de todos los colo-
res imaginados, burlándose, de su dolor y angustia.
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- A los 16 años.-Fue su seca respuesta.
- ¿Cómo fue, de dónde lo obtuviste?-pregunté de
nuevo.
- Los amigos me lo dieron-respondió.
- ¿Qué tiempo duró tu actividad alcohólica?-inqui-
rí nuevamente..
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Porque esto es algo que yo siempre he dicho, se ne-
cesita más valor para dejar de beber, que empezar a
beber, hacer esto último es muy fácil, cualquier “ami-
go” nos invita una copa, pero doblegar el orgullo, la
soberbia, ser humilde para dar ese primer paso que
puede ser el más grande, el más importante, ¡el paso
a la sobriedad! y por ende a la tranquilidad, ¡a la fe-
licidad!, a la solvencia tanto moral como económica,
se les hace muy difícil, pues tienen que reconocer su
derrota ante el “dios” alcohol.
Pero además de todo esto, que es lo primordial, lo
prioritario, también están los seres que los rodean, su
recuperada familia.
¿Cuántas madres han muerto con la pena de dejar
en el mundo a unos hijos borrachos?, ¡muchas!, infi-
nidad de ellas, ¡miles!, por eso, cuando platico con un
alcohólico que ha dejado la bebida estando su madre
aún viva, le agradezco en nombre de ella, por darle lo
más grandioso, la tranquilidad para esa mujer que le
dio la vida, porque es, el antídoto para prolongar su
tiempo pues su vida fenecería si ocurre lo contrario.
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TOCAR FONDO
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Fernando con voz pausada, tratando de calmar a la
angustiada madre, le dijo:
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cualquier otra cosa, pero niéguese señora, dígale
que lo siente mucho, que usted quisiera ayudarlo
pero que no tiene dinero.
- ¿Y si lo encierran?-dijo la pobre señora con un
hilo de voz.
- No lo harán señora, en un 99% son mentiras de
borracho, él sabe que así explota el amor que le
tiene.
- Le escucho señor, pero me da miedo.-Respondió
con casi un susurro de voz.
- La entiendo señora, pero tiene que saber que los
borrachos tenemos que “tocar fondo”, tenemos
que caer hasta el final, de lo contrario jamás re-
conoceremos que hemos sido derrotados por el
alcohol, si usted sigue protegiendo a su hijo, nun-
ca dejará la bebida.
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Grupo Gratitud (AD), una de las muchas Brigadas Médicas que son gestionadas
por la Fundación Yolanda Trujillo; en ésta encabezó la Dra. Carmita Morales
López, Segundo Vicepresidentes de la Fundación.
LOS SUEÑOS
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no, que yo me había acostado a dormir normalmen-
te como lo venía haciendo durante todo ese año, no lo
creía, pues me vi tan real en mi borrachera que la do-
lorosa “resaca” me estaba matando, los gritos de dolor
por el sentimiento no dejaban de salir de mi garganta,
pues estaba convencido de que me había yo traiciona-
do, que le había fallado a mi familia y a mi grupo, y lo
peor de todo fue que estaba seguro de que ya no cele-
braría mi primer aniversario.
Nuestro amigo dejó de hablar por un momento pues
de nuevo, el recuerdo era tan vivo, que a pesar de que
me hablaba de hacía cerca de 19 años, soltó el llanto.
Respetamos su dolor, ya que para él eso estaba
“vivo” en su corazón.
El mensaje de AA llega muchas veces a un bebedor
compulsivo antes de que lo acepte y lo atienda, pero
para cuando lo acepta, ya ha pasado mucho tiempo
¿por qué sufrir? ¿dejando a un lado el orgullo y la so-
berbia? ¿reconocer que ha sido derrotado por el alco-
hol? Nos preguntamos ¿Por qué no capta el mensa-
je?... Esta enfermedad es enigmática…
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Brigadas médicas en los grupos.
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toca, los bendice, los ayuda en su trabajo, cuida a su
familia, aquella familia que un día dejó de tener im-
portancia para ellos, y que hoy en su mundo de so-
briedad es lo primero que existe.
¡Y no lo digo yo! Son sus propias palabras las que
estoy transcribiendo, porque así lo sienten, así lo vi-
ven. Me han dicho que: “Si dejé de beber, fue por la
Gracia de Dios”.
Sin embargo, debo decir, que en mis asiduas visitas
a los grupos, en ningún momento he mirado por ahí,
la Santa Biblia, lo que si veo con mucha regularidad
es la presencia de hombres y mujeres religiosos que
participan en sus Eventos, a invitación de los Grupos
de AA, a que digan la opinión de la Iglesia en torno al
Programa de AA o a que den un mensaje. Y esto debe
ser porque (repito) la literatura de AA está basada en
la Biblia. Bill y Bob creyeron en la Palabra de Dios.
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VOLVER A NACER
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Sesión de Terapia Grupal; los anexados escuchan atentos las palabras del Pastor;
Nosotros también intervenimos en su momento (AD).
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Tú tienes que equilibrar la situación, los padres de-
bemos predicar con el ejemplo, debemos perdonar-
nos nosotros mismos si es que hemos cometido erro-
res pasados, debemos saber que es el presente el que
cuenta. ¿Cómo podrías tu decirle a tu hijo o hija, no
bebas si tu tomas alcohol?, bien dicen que “te jala más
el ejemplo que mil palabras”, tu capacidad de dialogar
con tu hijo o hija y de establecer límites razonables,
esa es tu mejor arma.
LA O.M.S.
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Día de corte de cabello. (Alumnas de una Academia de Belleza).
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Las promesas y juramentos para dejar la bebida se ha-
cen añicos ante la compulsión de llevarse un trago a
la boca, aún en contra de su voluntad. La razón les
dice NO y el cerebro dice SI.
Pero ante la esperanza de que en un grupo de AA
esta la ayuda necesaria para que esta enfermedad se
detenga, miles y miles de hombres y mujeres de dife-
rentes edades, están acudiendo a sus sesiones de hora
y media de cada día.
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¿PUEDEN DEJAR SOLOS LA BEBIDA?
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pero que en el fondo su debilidad ante el alcohol lo
domine y tenga como excusa, solamente la lectura de
esta valiosa literatura.
EL ANONIMATO
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AA nunca hace publicaciones, ni emisiones de ra-
dio o de televisión, ni nada parecido directamente.
Ningún alcohólico tiene el derecho de romper el
anonimato de otro.
NO RECLUTA (AA)
NO ACEPTA DINERO
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Los alcohólicos no juran no volver a beber alcohol
nunca más, ni se señalan tiempos para volver a beber.
El alcohólico sabe que el ayer ya se fue y que el ma-
ñana todavía no llega, que lo único que interesa es el
presente por lo tanto, dice el alcohólico:
“Hoy no beberé ni un solo trago, tal vez mañana lo
haga, pero el mañana es algo de lo que me preocuparé
cuando llegue. Mi gran problema es hoy, por lo que no
beberé durante estas 24 horas”.
De esta manera el alcohólico sostiene un diálogo in-
terno cada mañana de su vida, antes de empezar el día.
Los alcohólicos en actividad han robado, han ase-
sinado, han estado en la cárcel, han vivido entre las
heces de sus propios cuerpos y de las de otros, han su-
frido hasta perder la conciencia de sí mismos a causa
del alcohol.
El programa de AA es el refugio perfecto para
aquel que desea dejar la bebida, en él encuentra todos
los elementos que le hacen falta para lograr el equili-
brio perfecto con el fin de manejar su vida.
Pero esto que es maravilloso, depende totalmente
de cada uno de ellos, ¡la sobriedad es personal! Y el
entendimiento que tenga cada uno de las experiencias
vividas dentro de un grupo de AA, y el uso que le dé,
¡también es personal!
¿Y LAS FIESTAS?
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- Fíjate que nos invitan a una posada los alcohóli-
cos anónimos-le dije a mi esposo.
- ¿Una posada?-me respondió con el mismo asom-
bro que yo había experimentado.
- Si, ¿tú crees?, ¿qué clase de fiesta será?-le dije-yo
pensaba que ellos no hacen fiestas.
- ¿Y qué hacemos? Es feo que no vayas, ellos están
en tu programa (de radio).
- Pues vamos, y nos salimos enseguida.-fue mi
afirmación.
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Los niños correteaban por el centro del salón, los pa-
dres se ocupaban de colgar unos las piñatas, otros en
tirar de ellas, haciéndolas subir y bajar, las madres
ponían el acostumbrado pañuelo en los ojos de los pe-
queños que felices golpeaban la piñata al coro de todo
el público con el “dale, dale, no pierdas el tino...”.
Más tarde todos cantamos las tradicionales “posa-
das” y bailamos hasta la madrugada.
De la misma manera en que se los narro, ocurrió
la noche, cuando nos dimos cuenta de que habíamos
disfrutado de una de las mejores fiestas que habíamos
vivido, ya eran más de la tres de la mañana.
¿Moraleja?, no es necesario el licor para divertirnos,
ni hace falta para disfrutar momentos inolvidables.
LOS NO ALCOHOLICOS
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pues esto seguramente me habría dado la oportuni-
dad de conocer el programa de AA, hace muchos,
muchísimos años, y que tal vez esto me hubiera ser-
vido para educar mejor y ayudar a mis hijos, de tal
manera que ellos no hubiesen tenido los tropiezos que
han vivido, al menos, tal vez hubiera yo podido evitar-
les algunos sufrimientos. He dicho anteriormente que
el programa de AA no es solo para dejar de beber, es
un programa que ayuda a cambiar de vida, su litera-
tura cuando se lee con verdadera atención, sirve para
madurar mental y espiritualmente.
¡Primer saque!
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AL - ANÓN
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Al-Anón, los enseña a convivir con su familiar en-
fermo, ya sea un alcohólico activo, (que aún bebe) o
sobrio. Es decir, un alcohólico que ha detenido su en-
fermedad por ser ya un miembro de AA, recordemos
que la enfermedad solo se detiene, no se cura. Ade-
más, este Programa es también para los familiares de
alcohólicos que ya no viven, pero que dejaron suma-
mente afectados a los que lo rodeaban en vida.
Recordemos que debemos tomar en cuenta que
muchos alcohólicos dejan de beber (tapan la botella),
pero su comportamiento continúa siendo igual, neu-
rótico, infiel, golpeador, etc.
Las sesiones son similares a las de los Alcohólicos
Anónimos, cuentan con una tribuna donde pasan a
platicar sus experiencias, no hablan jamás mal de su
alcohólico, se hacen especies de evaluaciones de cómo
estaban cuando llegaron por primera vez al Programa
de Al-Anón y como se encuentran en ese momento,
después de asistir un tiempo con regularidad a sus se-
siones, éstas se llevan a cabo dos o tres veces por se-
mana, a diferencia de los Alcohólicos Anónimos que
acuden todos los días e inclusive los domingos.
Al-Anón, como AA, no es un programa religioso,
pero si es espiritual.
Ellos se rigen por los principios de AA, y adapta-
dos aceptan los Doce Pasos, las Doce Tradiciones y los
Doce Conceptos, éste último viene siendo la parte in-
terna de este Programa que aunque no es nada oculto,
se refiere a los servicios que practican para el apoyo
tanto de ellos mismos como a la comunidad.
Estos grupos de familiares de los alcohólicos, entre
los que se cuentan no solo las esposas sino las madres,
los hijos, hermanos, y todos aquellos que de alguna ma-
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nera se sienten afectados por el alcoholismo de alguien;
cuentan con literatura que los ayuda a superar sus crisis.
Pero además está la tribuna, pasar a ella a desahogar su
pena es la mejor terapia que pueden recibir, darse cuenta
de que no están solos, que hay otras personas que sufren
o sufrieron lo mismo y que sin embargo han podido su-
perarlo, es para ellos, muy valioso. Y como los Alcohóli-
cos Anónimos, practican el apadrinamiento.
Pero las reuniones de Al-Anón tienen otro muy
importante motivo; ellos dicen que el familiar debe
crecer al mismo tiempo que su enfermo crece dentro
de AA (es lo mismo en AD, dicen que para que sepan
cómo tratar a su enfermo y por supuesto para crecer
en conocimientos junto con su drogadicto).
De Al-Anón, se desprende Al-Ateen, un programa
dentro del otro especial para los hijos de 12 a 18 años,
(de más de 18 años ya participan en Al-Anón).
Hablando con una señora esposa de un alcohólico
anónimo, le pregunté si ¿por qué también para los
familiares de alcohólicos que ya no vivían necesitan
de Al-Anón?, con una sonrisa me respondió:
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casado, y lo “lógico” para mí (en ese tiempo) era que
en el caso de un enfermo alcohólico, la perjudicada
sería una esposa.
Cuando le tocó hablar, supe, ella había quedado pro-
fundamente afectada por un hermano, pero el caso es
que lo que ella buscaba era poder darle el perdón, lo
culpaba del sufrimiento de sus padres que él provocaba
con sus borracheras primero de adolescente, más tarde
de adulto hasta que se casó y se fue a vivir con su nueva
familia. Mi amiga lo odió por años, y ese sentimien-
to negativo la estaba matando, buscó a Al-Anón para
poder comprender y entender a su hermano y hoy, la
relación de ellos es tal y cual debe de ser, como dos her-
manos que se aman, aunque él, continúa bebiendo. Y
ella, tal y como me dijo cuando terminó el programa,
¡había encontrado nuevas y geniales amigas!
Al-Anón existe en más de 100 Países, e incluye el
sistema Braille.
No me considero capacitada para dar consejos.
Este es solo un mensaje lleno de amor y de esperanza.
Escribo lo que al paso del tiempo he aprendido de AA
y los testimonios de los alcohólicos que me han visitado
en mis programas de radio y TV. testimonios que están
relacionados con todo lo que nos rodea, y que pueden al-
canzar nuestras vidas y especialmente la de nuestros hijos.
Pero además, bendita profesión que me dio la opor-
tunidad de vivir experiencias inolvidables, que van des-
de el llanto hasta la alegría desbordante, pasando por
momentos llenos de ternura y emociones sublimes.
Mis amigos Alcohólicos Anónimos, (los cuales me
llaman AAA, que quiere decir Amiga de Alcohólicos
Anónimos) y quienes me permitieron en su momen-
to compartir el presídium, concediéndome además el
58
honor de subir a la tribuna, para hablar con ellos uti-
lizando el micrófono.
Para mí es increíble la sensación de posar mis pies
y mis brazos sobre la madera con que está hecha, la
cual contenía (y contiene) la energía que ellos dejan
después de cada participación, ¡es ahí donde sale todo
lo que llevan guardado y que no dicen a nadie, solo a
aquellos que se encuentran en igual condición!
Millones de secretos entre esas cuatro paredes y
en las mentes activas de los presentes. Todos tenemos
secretos, cometemos errores, tenemos pecados ocul-
tos. Es ahí donde las lágrimas brotan a caudales pues
nuestro corazón hace erupción y el cerebro desaloja
la lava ardiente encerrada durante muchos años. Ha-
blando en una Tribuna, los recuerdos se agolpan y en
forma desbocada salen por nuestros labios.
Con la mente volvemos a ver a nuestros hijos peque-
ños, los vemos adolescentes, y es cuando nos percatamos
de ¡cuánto pudimos haber hecho por ellos! las ocupacio-
nes, el trabajo y tantas excusas que nos damos nosotros
mismos, no nos permiten desahogarnos, por eso la tri-
buna, ahí no hay rienda, no hay control, no hay quien te
critique ni que te diga ¡qué mal hiciste!, puedes hablar y
hablar con la seguridad de que tus palabras entran a través
de los oídos llegando a unos corazones que se cierran para
siempre y que jamás, fíjese bien, ¡jamás! Saldrán.
59
SEGUNDA PARTE
LOS PADRINOS
62
¿Pero cuál es la misión de un padrino?
La mejor, la más importante. Nombramiento que
se adquiere a base de esfuerzo, por sus aportaciones,
está pendiente de que todo vaya bien; cuando ya tiene
un año dentro del grupo, adquiere esta categoría por
su buen comportamiento. Cuando el recién ingresado
a un Grupo de AA, tiene la tentación de beber, cuan-
do la ansiedad le provoca el llanto y la desesperación,
cuando sufre de las depresiones normales que todo
aquel que deja de beber padece, busca a su padrino
para platicar con él, y le toca al padrino hacerle ver
que tiene que seguir adelante, decirle que él es una
persona que tiene valor, le pide que ya no se denigre,
que recuerde a su familia, a sus hijos, a su madre si
es que aún le vive, le recuerda los días de sufrimien-
to cuando bebía, y le recuerda también, que muchos
hombres y mujeres han muerto y otros están pade-
ciendo lo mismo que él y sin embargo, su firme volun-
tad no cede ante la tentación. Un padrino es algo así
como la propia conciencia.
EL GUÍA
¿Y el Guía? Es un Líder.
Es el responsable del Grupo, la Mesa de Servicio le
otorga esta responsabilidad y es el Guía hasta que
muere.
63
El Presidente del Anexo.
Se nombra a uno con responsabilidad y se cambia
cada año, en que pasa a ser el Secretario, después el
Tesorero y después pasa a ser un Custodio al lado del
Guía.
Todos tienen la obligación de dar su Séptima cada
8 días, (éstos tienen sus propios trabajos, salen del
anexo pero regresan a comer y a dormir) con lo que
se sufraga los gastos indispensables además de buscar
la “merma” en los Mercados.
Hay Padrinos que su servicio por un año es la “li-
teratura”, significa que son los responsables de hacer
rifas de estos folletos en cada evento.
El “fondeo” (buscar) de la leña dura 3 años.
Hay también Padrinos de “servicio de café”, la co-
cina, atender las visitas y es un servidor de confianza
quien lo realiza.
Existen los servicios de 1º. De anexo, 2º. Y 3º. De
anexo.
Dos Guardias de Sala.
El 1º. De Anexo está pendiente de cobrar la Sép-
tima, de atender a las visitas y a los familiares de los
anexados; siempre a su lado dos padrinos pendientes
del buen servicio y por cualquier sugerencia; el Padri-
no da el ejemplo.
Un Padrino tiene que estar 3 años pegado al servi-
cio; tiene que coordinar las Juntas y dar terapia.
Se comisionan guardias por 24 horas, es decir, pen-
dientes día y noche de los anexados y más de los re-
cién llegados que a veces entran convulsionados.
El Grupo Gratitud permanece atento día y noche
para recibir sus llamadas a través del tel. 3-50-03-65 y
se encuentra en Av. Revolución 1314 Col. 18 de marzo
antes (San Joaquín).
64
Un momento de reflexión para los anexados escuchando grupos evangélicos
entonando alabanzas a Dios.- Grupo Tabasco.
65
fortaleza y esperanza para resolver su problema común
y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.
El único requisito para ser miembro de AA es el de-
seo de dejar la bebida. Para ser miembro de AA no se
pagan honorarios ni cuotas; nos mantenemos con nues-
tras propias contribuciones. AA no está afiliada a insti-
tución alguna; no desea intervenir en controversias, no
respalda ni se opone a ninguna causa. Nuestro objetivo
primordial es mantenernos sobrios y ayudar a otros al-
cohólicos a alcanzar el estado de sobriedad”.
Después de una hora y media de sesión diaria, los
Grupos finalizan con la:
ORACIÓN DE LA SERENIDAD
66
comenzar a hablar, cada cual se presenta por su nom-
bre de pila o sobrenombre, admitiendo de inmedia-
to tener un problema y, al no dar su apellido, man-
teniendo el anonimato; es un programa inicialmente
creado y aplicado en Estados Unidos en el año 1935,
por William Wilson y Robert Smith (este último más
conocido como Doctor “Bob” Smith), al principio
orientado a tratar el alcoholismo, y más tarde exten-
dido y adaptado prácticamente a todos los tipos de
dependencia.
Estos pasos son trabajados por el recién llegado
con la guía de un padrino o patrocinador: Alguien del
grupo de recuperación que los ha trabajado anterior-
mente.
LOS 12 PASOS
67
7. Humildemente le pedimos que nos liberase de
nuestros defectos.
8. Hicimos una lista de todas las personas a quienes
hemos ofendido y estuvimos dispuestos a reparar
el daño que les causamos.
9. Reparamos directamente a cuantos nos fue posi-
ble, excepto cuando el hacerlo implicaba perjuicio
para ellos o para otros.
10. Continuamos haciendo nuestro inventario perso-
nal y cuando nos equivocábamos lo admitíamos
inmediatamente.
11. Buscamos a través de la oración y la meditación
mejorar nuestro contacto consciente con Dios,
como nosotros lo concebimos, pidiéndole sola-
mente conocer su voluntad para con nosotros, y
nos diese la fortaleza para cumplirla.
12. Habiendo obtenido un despertar espiritual como
resultado de estos pasos, tratamos de llevar este
mensaje a los alcohólicos y de practicar estos prin-
cipios en todos nuestros asuntos.
68
talismo cristiano, o religioso, de los grupos Oxford,
estos no tenían cabida en su programa espiritual. De
hecho, una de las 12 tradiciones que regula el funcio-
namiento de AA en su totalidad indica que “AA no
está afiliada a ninguna secta, religión, partido político,
organización o institución alguna”.
69
Padrino Antonio T.
70
TERCERA PARTE
ALCOHOL Y DROGA
72
Pero permítame presentarle a Antonio como lo
que un día fue, un niño…
73
pobreza extrema, tan extrema que no tuve la oportu-
nidad de llegar a la escuela por carecer de útiles, ropa,
calzado y otras cosas que se necesitan para ir a estu-
diar-Toño, dice estas últimas palabras con un nudo en
la garganta.
74
Continué con la intención de hurgar en ese cora-
zón porque yo estaba frente a un Toño que vivía muy
fácilmente su pasado, lo que me demostraba la gran
sensibilidad de su persona.
-¿Crees que esa niñez te llevó a beber?-Pregunté, y
él respondió entre sonriente y melancólico.
-Si porque hoy en día que estoy en el programa
de AA, nuestra literatura dice que el alcoholismo y la
drogadicción son unas válvulas de escape a males más
profundos, y creo yo que el vivir esa precaria niñez,
sin alegría, sin felicidad, sin disfrutar ningún juego,
sin ninguna satisfacción de niño, creo yo que a la edad
que empecé a consumir alcohol y droga, para mí fue
eso, una válvula de escape a males más profundo, a la
infelicidad de mi niñez que viví.
Sentí vivir lo que ese niño vivió en su momento, de
tan clara que era la expresión del Padrino Toño. Sin
preámbulos lancé la siguiente pregunta.
-¿A qué edad comenzaste a beber?-
-A la edad de 14 años hice contacto con una pri-
mera copa de alcohol en un tiempo de navidad, en
la cual pues para mi familia en su momento, era una
gracia sin saber la desgracia que se avecinaba, tanto
para ellos como para mi vida.
Aquí sí que mi amigo se “quebró” y dio paso a un
silenció abrumador pues estuvo a punto de que de sus
ojos brotaran lágrimas.
-¿Cuantos años bebiste Toñito-pregunté solo para
detener un poco la tristeza que de ese hombre corpu-
lento brotaba.
-Fueron 4 años de alcoholismo y droga-respondió
muy fuerte, cómo sí así golpeara los recuerdos-no
puedo olvidar que fueron exactamente 4 años.
75
-¿Recuerdas cuantos años tenías cuando llegaste a
AA?-Toño entrecierra sus ojos y dice:
-Yo llegue a AA un 21 de enero de 1984, nací un
9 de enero de 1965, así es que llegue a la de edad de
entre 18 y 19 años.
Muchos hombres y mujeres llegan por primera vez
a un grupo solos, buscando desesperados la ayuda,
pero otros muchos también, llegan cuando alguien
los invita, y otros con solo escuchar el mensaje de AA
se presentan a probar si es verdad que ahí, dejará la
bebida, la que ya ha acabado con su vida.
Por lo tanto me interesaba saber cuál había sido el
caso del Padrino Antonio.
76
mota, le buscaba un pretexto para no ir al grupo, pero
fue tanta la insistencia de mi tío que me dijo: “así
como estás vamos” y de esa manera yo llegue a AA el
21 de enero de 1984, por motivación de mi tío que era
miembro de AA.
Este recuerdo despejó un poco la bruma en que se
encontraba el cerebro acosado por esos recuerdos, por-
que Toño sonrió, como acostumbra hacerlo siempre.
77
a ir mencionando mira-dijo Toño-recuerdo al padri-
no: Nazario cuando yo llego a AA el padrino ya con
7 años en el programa y con una edad de 65 años, un
hombre muy bello con un gran criterio, cuando se di-
rigía a mí lo hacía con mucho respeto y la motivación
siempre del padrino Nazario fue esa, me decía mucho:
“échale ganas para atrás ni para agarrar impulso”, él
es uno de los compañeros que más recuerdo. De la
misma manera también recuerdo al padrino Pedro
Pedraza un padrino que cuando yo llego al programa
del grupo de AA, fue muy motivador conmigo nada
más que tenía algo que no gustaba, que era muy agrio
para decir las cosas en su momento, y que te hacían
sentir mal, pero pues fueron cosas que me tuvieron
que suceder, que tuve que vivir para ir entendiendo la
vida. También militaba la compañera Otilia, ella llegó
como a los 3 o 4 meses que yo estaba en AA, vimos lle-
gar a la compañera Otilia como cualquier alcohólico
llega a los grupos de AA, por la gracia de Dios, hasta
el día de hoy la compañera Otilia sigue militando en
los grupos AA y tengo entendido que ya no vive aquí
en el estado de Tabasco, vive en otro lado pero todo
bien, ella sigue militando en los grupo de AA.
78
En su Aniversario….así vemos siempre al padrino Antonio, feliz y tranquilo.
79
pero aunque sea tristeza y tragedias de todas maneras
yo las veo como satisfacciones personales.
-¿Qué te motivo formar el primer Grupo para al-
cohólicos y drogadictos?
-No me motivo nada, simplemente las cosas se die-
ron a como Dios ya lo tenía previsto, y yo simple y
sencillamente me he considerado un instrumento de
la Paz, del amor y la misericordia, que Dios tiene para
cada uno de nosotros, hemos sido rescatados de la lo-
cura y de la muerte (el ogro gemelo que acompaña al
alcohólico drogadicto) así pienso y creo que el amor
de Dios sigue siendo extensivo hacia todos aquellos
que aún están por venir, solo Dios sabe cuántos hom-
bres y mujeres, vidas que El pondrá en mis manos y
en las manos de todos mis compañeros, que el día de
hoy me acompañan en esta misión que Dios ha puesto
en mis manos temblorosas.
80
-4 de abril de 1999 de ahí hasta la fecha de aquí,
se han ido formando grupos en diferentes partes del
país, Dios me ha dado la oportunidad de ver a cada
uno en su crecimiento, ellos son frutos. Son como
hijos de este Centro.
-Mi sufrimiento desde niño como te dije en un
principio-dijo Toño de improviso regresando a una
de mis preguntas-se debió a que en mi infancia, no
tuve amor cuando más lo necesita un niño, carecí de
todo eso, sufriendo además el rechazo de toda mi fa-
milia y después de la sociedad por ser un alcohólico
drogadicto, sufrimiento que fue desde el vientre de mi
madre por el abandono de mi padre y la falta de Dios
en mi corazón y en mi vida.
-Todos en algún momento, sufrimos padrino, te-
nemos tiempos de alegría, y tiempos de soledad y
tristeza. Imagino tú los has tenido-el padrino sonrió
abiertamente y respondió:
-Si así es, tuve en sí comparado a mi vida actual,
poco tiempo de infelicidad y tristeza, ya que mi feli-
cidad comenzó desde el momento que yo conocí el
programa de AA, ya son casi 30 años que mi vida ha
sido feliz y bendecida, por que en AA conocí el verda-
dero amor de Dios y a mis hermanos del mismo dolor,
prácticamente conocí lo que es ahora mi verdadera
familia de la cual me siento orgulloso y ya saboreo lo
que es la felicidad y la bendición absoluta, felicidad
que de igual manera y que solo por la gracia de Dios
sigo en sobriedad, sobriedad que para mí el día de hoy
es amor, bendición, alegría y algo que me llena de mu-
cha pero mucha felicidad.
81
Comida en honor del Padrino Antonio; en el Grupo Gratitud.
82
muerte y ¡la vemos, la sentimos! Podemos tocarla, yo
¡créeme! La he visto reír, burlándose de nosotros que
desesperados quisiéramos ser médicos o tener los me-
dicamentos necesarios, ¡no!, nosotros solo tenemos
la buena voluntad, un poco de alcohol, cebolla, unas
chanclas(*) y nuestro amor, y cuando vencemos a la
muerte, la vemos marchar decepcionada, nos mira de
reojo como diciéndonos, “ya será para otra vez”, ¡te
lo juro!, sentimos que la piel se nos “enchina” porque
hasta el ambiente se siente frío-Toño hace una pausa
para después, sonriendo y mirando al cielo prosigue-
“Pero no, en esta pobre casa está Dios, El nos ayuda,
El está con nosotros, sabe que lo que hacemos lo esta-
mos haciendo en su nombre”.
Ya he dicho que hace muchos años, 28 para ser
exactos, a través de una persona que mi esposo me
presentó, conocí lo que es el Programa de Alcohólicos
Anónimos, desde ese momento tomé la bandera y me
lancé como un guerrero más, por la lucha en contra
del alcoholismo. No sabía que años después sabría que
junto a esta horrible enfermedad, estaba otra que era
peor….¡la drogadicción!
83
pies para activar su circulación, uno más le pone cebolla
en la nariz pues el fuerte olor lo ayuda, para evitar que se
muerda la lengua, le colocan un pedazo de madera para
que la muerda y esto lo ayuda también, además que con
el alcohol le dan masajes en el cerebro, cabeza, pecho y
todos ruegan a Dios proteja a su compañero.
-“Las dos enfermedades son espantosas-dice To-
ño-pero hay una gran diferencia entre ellas, a un
alcohólico, hay que llegarle al corazón. A un droga-
dicto, hay que llegarle a la mente ¡y es muy difícil!.
El alcohólico es noble, el drogadicto es desalmado, si
no, fíjate, un borrachito te encuentra en la calle y te
dice...regálame un pesito papacito, no he comido, y
un drogadicto con un cuchillo en la mano te agarra y
te grita...¡presta pa’cá, dame lo que traes!... Porque la
droga es cara, cuesta mucho obtenerla”.-Toño deja de
hablar y mira hacia sus “compas” que como hormigas
trabajan en el interior del albergue donde se encontra-
ban casi 120 hombres, mujeres, niños drogadictos y
alcohólicos-“míralos hoy madrina, quien los ve cuan-
do llegan aquí”.-dijo.
84
CENTRO PARA ADICCIONES GRUPO GRATITUD
A Toño no le importa que la Navidad haya pasad meses atrás, para el siempre hay
fiesta y algo que celebrar.
MI EXPERIENCIA
85
DE LA ZONA SUR ORIENTE TABASCO CENTRO,
TABASCO CHONTALPA, TABASCO RIOS, CHIA-
PAS ALTOS, CHIAPAS COSTA, CHIAPAS CEN-
TRO, AREA QUINTANA ROO 1, QUINTANA ROO
2, YUCATAN 1, YUCATAN AREA 2, CAMPECHE,
Y VERACRUZ AREA 4, al cual me habían invitado
los Alcohólicos Anónimos, yo había tomado el micró-
fono para excusarme pues tenía un compromiso, de
pronto, entre el tumulto de gentes, un hombre more-
no, alto de rostro conocido aunque no recordaba de
donde, me llamó por mi nombre:
-¡Sra. Yolanda, Sra. Yolanda!.
Me voltee y le respondí con afabilidad sin saber a
ciencia cierta de quien se trataba y me dijo:
-Le ando buscando, tiene tiempo que quiero hablar
con usted y no sabía donde encontrarla. Soy Toño, ¿se
acuerda? Yo estuve en su programa de radio hace mu-
chos años, en Grupo ACIR usted me entrevistó, fui
con varios amigos de AA.
-En que te puedo servir-le interrumpí-estoy a tus
ordenes.
-Tenemos que hablar, no puedo decirle más en este
momento, la escuché que tiene usted prisa, solo le diré
que queremos que haga usted una Fundación, noso-
tros no podemos pedir pues nos lo prohíben nuestros
principios, pero usted si podría ayudarnos, estamos
al frente de un grupo de alcohólicos y drogadictos.
¿Cuándo nos vemos?
De inmediato, quedé prendida. La seguridad de
éste hombre (Toño) al dirigirse a mí no pasó desa-
percibida. Lo primero que hizo fue darme su tarjeta
personal para que yo me comunicara con él lo más
pronto posible. Así lo hice.
86
Yo digo y diré siempre que, Dios hace milagros en
torno a los grupos 24 horas. Días antes a este bendito
encuentro con Toño, pasando en el auto con mi es-
poso por uno de los cruceros de nuestra ciudad, se
acercó un jovencito como tantos a lavar el parabrisas,
mi esposo le indicó que no lo tocara y eso una vez más
causó en mí molestia pues como a muchos, la imagen
de esos niños me llenan de tristeza.
-¡No le des dinero! Lo perjudicas, ¿no te das cuen-
ta?-me espetó mi esposo-el dinero lo toman para dro-
gas, ojalá y fuera para comer.
-Pobrecito-dije-yo quiero cumplir con darle algo,
me duele verlo.
-Si realmente quieres ayudarlo-respondió-vamos a
darles de comer.
-¿En serio?-le dije-¿y cómo?
-Podemos darles un valecito por un desayuno o
comida o cena-me respondió.
-¿Y dónde se lo daríamos?
-Pues creamos un comedor para ellos.
-¿Y dónde pondríamos el comedor?
-Quien sabe dónde, pero si eso quieres, lo vamos
a hacer.
“Quien sabe como, pero lo vamos hacer”, es una
frase que en labios de mi esposo significa un hecho
consumado, cuando él habla así es porque lo vamos a
lograr, y hablo de cualquier cosa.
Esta plática, quedó muy grabada en mi mente y
pedí a Dios me ayudara para poder yo a mi vez ayudar
a estas personas que tanto lo necesitan
¿Ahora puede darse cuenta porqué hablo de mila-
gros? Dios me escuchó y me mandó a Toño.
87
Un abrazo fraternal con Nico, la emoción es palpable cuando se viven retiros
espirituales, y ya no se hace contacto con el alcohol. Evento llevado a cabo en el
Grupo San Antonio, en la raya con Chiapas. Dependiente del Grupo Gratitud,
cuyo Padrino (Guía) es Toño.
88
Memo Magaña.
89
genios y que por desgracia murieron a causa del alco-
holismo, lo que lo obligó a preguntarse ¿hasta donde
pudieron haber llegado de no haber mediado en su
vida el alcohol?, Edgar Allan Poe (literato), Vincent
Van Ghog (pintor), José Alfredo Jiménez (cantautor)
uno de los más grandes compositores de México, Og
Mandino (escritor) creador de libros como El Vende-
dor más Grande del Mundo, El milagro más grande
del mundo, El secreto más grande del mundo quien
debido a varios deslices se vuelve alcohólico y termina
perdiendo a su familia y trabajo.. Solo por mencionar
a estos cuatro que con su fama trascendieron las fron-
teras del mundo.
90
cen cubiertos con una lápida sencilla en el Panteón
La Leona de la ciudad de Cuernavaca, Morelos.
• Enero 20 de 1993 –Se abre el primer Grupo 24
Horas de AA y TI (TI Terapia Intensiva) en West
Palm Beach Florida, USA.
DURA REALIDAD
91
especial, y fueron los padrinos Toño y Mario los que
me dijeron, ya que querían que yo mirara una pe-
queña obra que los mismos niños y jóvenes del grupo
(todos alcohólicos y drogadictos) tenían montada y lo
hice con mucho gusto.
Se trataba de un pequeño sketch donde participaba
otro de los padrinos de nombre Fernando y que trata
la historia de un adolescente que vive en una casa de
mediana posición social y que sus padres ocupados en
sus propios problemas, (ya que el padre es alcohólico)
no se percatan de que el pequeño los necesita.
El drama se desarrolla con la actuación de unos ni-
ños y jóvenes que no siendo actores, ponen toda su
alma en ello, recordemos que en realidad están par-
ticipando en algo que ya vivieron. El niño se siente
solo, sale a la calle y encuentra a un grupo de niños
drogadictos que lo inducen a probar primero, los in-
halantes, después lo llevan con el “bosh” (persona que
vende la droga) para que les venda el producto y éste
al principio se la regala hasta por tres veces y cuando
el pequeño ya no puede vivir sin ella, lo induce a que
robe para que pueda pagársela. El niño roba primero
a sus padres y después en las calles, y posteriormente
habiéndose vuelto un problema para todos, lo asesi-
nan y es cuando los padres se dan cuenta de que no le
hicieron caso a su hijo. La obra en sí dura escasos 25
minutos, pero el mensaje es profundo y seguramente
para los espectadores durará toda la vida.
92
Aparezco con Toño, su hermano y una de sus hijas en la celebración de sus 31
años de sobriedad.
93
fue presentada en uno de los parques de la ciudad para
mostrarla al público y sirviera este mensaje de pre-
vención para los padres de familia. Al concluir, tres
jóvenes que eran parte del elenco solicitaron permiso
para ir al baño y ya no regresaron, entre ellos estaba el
que menciono.
94
embargó a todos pues estamos conscientes de lo que
esto significa, ¡y así fue!
Como a los ocho días, dos de estos muchachos volvie-
ron por si solos, completamente derrotados y arrepenti-
dos de su actitud, en cambio este otro chico no lo hizo.
Pasó un mes y, una tarde, llegó una señora y una
jovencita de bellas facciones. Las lágrimas y el dolor
eran patentes en las dos, se trataba de la madre y la es-
posa de nuestro amigo, que con gran desesperación lo
llevaron de nuevo al grupo buscando su recuperación,
solo que, por desgracia, en su recaída la droga le llegó
con más fuerza al cerebro haciéndolo perder la razón.
Las visitas de estas dos mujeres no faltaron domin-
go a domingo. Una tarde de estos días, nos encontrá-
bamos departiendo con todos los familiares de los
demás enfermos cuando vimos salir a nuestro prota-
gonista buscando a su familia, ésta lo esperaba ya con
los alimentos que gustan de llevar los visitantes a su
familiar, se sentaron a escasos dos metros de noso-
tros que atónitos mirábamos las evoluciones que este
joven hacía con sus manos. Animales imaginarios en
el cuello, en los hombros o en la cabeza de su madre,
animalillos que miraba a través de su imaginación y
que el quitaba a veces con miedo a veces con coraje.
Su mente veía hilos que desenredaba o amarraba con
sus manos enfrente de él, y mientras hacía todo esto,
el llanto de estas dos mujeres no paraba, la madre lo
acariciaba en el rostro, en el cabello, la chica se re-
costaba en su hombro y lo besaba en la mejilla, sin
embargo, él continuaba impávido, frío e indiferente
ante estas demostraciones de amor. ¡El ya no estaba
aquí!, se había ido, su cerebro ya no pudo aguantar
toda la droga que el consumía y ¡se perdió!
95
Pasados unos días, nos informaron que lo llevaron
al psiquiatra y éste determino locura total, que ya no
tenía ningún remedio, por lo que su familia se lo llevó
a su casa. Y unos días después nos enteramos que este
joven sin haber vivido realmente, había fallecido.
En una ocasión en que el pequeño Sketch que
mencioné antes fue solicitado para presentarse en una
escuela, y donde ya los protagonistas de cuando les
platico lo anterior, eran otros, me invitaron a mirar los
ensayos para ayudarlos a corregir las probables fallas,
pues todos los niños y jóvenes eran nuevos en la obra,
ahí pude ver que en una escena donde los niños dro-
gadictos se encuentran en plena acción, uno de ellos
movía sus brazos mirando hacia el cielo, pude darme
cuenta de que hacía el papel de que sufría alucinacio-
nes. Me acerque al grupito para corregir algo y apro-
veché a preguntarle al que movía los brazos:
- Si, madrina.
- ¿Qué miran cuando están así?-pregunté de nuevo.
96
cuando me dijo-a veces veía yo a mi abuelita y a
la luna al mismo tiempo, y eso me daba mucha
tristeza.-inclinó su pequeño rostro y con los ojos
húmedos trató de reír.
97
cosa que no se puede decir, dolor de cabeza, ma-
reos, vómitos, frío, temblores, se siente que se
está uno muriendo y yo veía cosas como anima-
les, con cabeza de perro y cuerpo de gente. ¡Yo no
quiero volver a vivir eso!-al decirlo-se cubrió el
rostro con sus manos y se puso a llorar.
98
me trajeron al mundo, si era para vivir una vida
como esta que ustedes me dan.
-El niño llora y dice: ya no aguanto más y por eso
me voy de la casa.
Cuando empezó el ensayo de esta parte, Rigober-
to un niño indígena, proveniente de Oc-Chuc,
Chiapas quien hacía el papel principal de la obra,
se sentó en su lugar y dio inicio al diálogo:
- Mamá, necesito dinero para pagar la materia que
debo.
- Lo siento hijo, tu padre no me ha dado nada y no
tengo como dártelo.
- ¡Pero lo necesito, por favor mamá es para la es-
cuela!
- Lo sé hijo, pero ¿qué quieres que haga?, yo no
estoy trabajando ahora y no tengo como dártelo.
(Silencio)
Todos nos quedamos esperando su parte. Lo que
proseguía del sketch.
La chica que hacía el papel de la madre, se lo que-
dó mirando y esperó, nos miró interrogándonos
con sus ojos, pasados unos segundos, y creyen-
do que el niño no la había escuchado, repitió su
parte:
- Lo sé hijo, pero ¿qué quieres que haga, yo no es-
toy trabajando ahora y no tengo como dártelo.
(Silencio)
Los segundos se hicieron largos y la joven le tocó
el brazo invitándolo a continuar.
(Silencio)
Nos acercamos a él para ver que sucedía y al to-
car su pequeña cabeza, fue la llave que dio paso
al caudal de lágrimas y sollozos convulsivos de
99
esta criatura que volvía a vivir una escena de su
propia vida. Se levantó entre un llanto angustioso
y se refugió en los brazos del padrino Fernando,
quien era el que dirigía la obra, apenas se enten-
dían sus palabras al decir angustiado: ¡así era en
mi casa, así mi papá le pegaba a mi mamá!, ¡yo no
quiero regresar nunca a mi casa!
La terapia a que son sometidos los enfermos de
alcoholismo o drogadicción o ambas cosas, son
crueles a fuerza de ser importantes, ya que lo
que les conviene a cada uno de ellos es escuchar
precisamente las palabras duras de los padrinos,
para sacarlos poco a poco de ese mundo de con-
fusiones, de horror, de locura y de la muerte. Y
en casos como el de Rigoberto, lo que tiene que
hacer es hablar precisamente de lo que mas le
duele, tienen que “sacar”, lo que llevan guardado
en su cerebro y en su corazón. Un enfermo de al-
coholismo y drogadicción no puede jamás, tener
presiones, no puede ni debe sentirse deprimido,
ya que este cuadro le lleva a beber o a drogarse
de nuevo, y a veces al suicidio.
100
Dr. Julio A. Cortés Manjarréz, Psiquiatra, Investigador - Especialista en
Alcoholismo y Drogadicción, Asesor de la Fundación para A.D. “Yolanda
Trujillo”. En una terapia Intensiva a enfermos de estas adicciones.
101
LA FAMILIA
102
Al ver su confianza me atreví a preguntar en un afán
de orientarla si era posible.
103
Aproveché este momento para preguntarle:
104
- Espera, vamos por parte-le dije-tu sabes que no
todos los humanos somos iguales, y así como hay
hombres inteligentes y nada egoístas, los hay que
son todo lo contrario, efectivamente, dicen que
hay quienes no quieren que sus esposas se acer-
quen a esos grupos porque “van a abrir los ojos”,
y eso quiere decir que a estas personas les inte-
resaba dejar de beber, pero no cambiar de vida,
esto quiere decir también que el programa de
AA no les ha penetrado, que no lo han captado, o
como dicen entre ellos “no les ha caído el veinte”,
pero en tu caso-seguí diciendo-tu tienes la gran
ventura de que tu esposo si quiere que vayas a
Al-Anón, y tu, perdóname pero estás actuando
como estos otros señores, muy egoístamente.
105
Nuestra plática se tornó mas profunda pero conti-
nuamos en el mismo tenor por bastante tiempo, hasta
que no soportando mas la presión de mis palabras, se
levantó al baño ocultando sus ardientes lágrimas.
Pasado el tiempo, un año, los volví a ver, ella reía
mientras su esposo daba al niño que ya se sostenía
en sus piernitas, una paleta de dulce. Ella no se dio
cuenta de que pasé muy cerca de la familia. Un nuevo
embarazo se denotaba en ella y era tal la felicidad que
irradiaban, que no me permití interrumpir el colo-
quio sin palabras de esos tres seres que seguramente
ya habían tenido su reencuentro. En mi interior le di
gracias a Dios por su benevolencia y milagro.
106
-Yo no perdonaré nunca a mi papá, es un desgracia-
do maldito que destrozó mi vida y la de mi hermana.
Acto seguido platicó que su padre era alcohólico,
el de apenas doce años y su hermana de 10 cuando
comenzó el horrible incesto con su hermanita la que
vivía llorando su padre diariamente la violaba, ya que
llegaba ebrio y drogado. Este joven lo presenciaba
cada vez y una noche su padre se dio cuenta de que lo
miraba y amenazante le grito:
-¿Qué miras?, no te muevas que ahorita te toca a ti.
El niño lleno de terror, huyó de su casa para siem-
pre, comenzando a deambular por las calles ham-
briento hasta que encontró un grupo de chamacos
que como él vivían en la calle, solo que ya se drogaban
y alcoholizaban convirtiéndose enseguida en uno más
de ellos.
Lo peor vino después cuando su hermanita de solo
doce años, ya era una prostituta, alcohólica y droga-
dicta pues también al poco tiempo huyó de su casa
por la misma situación. Su encuentro dos años des-
pués fue fatal pues comenzaron juntos a vivir una vida
desenfrenada hasta que juntos decidieron ingresar al
grupo, ella de 15 y el de 17 años.
Blanca era una joven bonita, de tez muy morena,
alcohólica y drogadicta, anexada por su familia dio a
luz una niña de quien se dudaba la paternidad aunque
era muy señalado uno de los padrinos del grupo don-
de estaba.
Llegó al gratitud donde recibió ayuda, llevando por
unos meses una vida tranquila cuidando a su nena.
Recibía sus terapias grupales, tenía su servicio den-
tro del Grupo, y todo se desarrollaba como debía ser
cuando una persona detiene su adicción.
107
Pero un día, Blanca se fue del Grupo con su niña y
volvió a drogarse, alcoholizarse y prostituirse siempre
con la pequeña; esto nos dolió a todos y una mañana,
recibí una llamada de auxilio… ¡Blanca había sido en-
contrada!
Fuimos a buscarla y al entrar al pequeño cuarto de
un paupérrimo hotel, el olor fétido de la habitación hi-
rió nuestras fosas nasales, el llanto de la bebé lastimó
nuestro corazón y el cuadro fue deprimente. En una
esquina en el suelo rodeada de trapos sucios se encon-
traba la niña semidesnuda llorando hambrienta.
Y en la cama tirada aún con la droga en las manos
se encontraba Blanca sucia y harapienta quien como
una fiera se levantó para impedir que protegiéramos
a la pequeñita. Fueron varios compañeros del Grupo
los que lograron dominarla mientras otros recogía-
mos a la bebe.
Blanca regresó obligada al grupo estando un tiem-
po tranquila y poco tiempo después se nos perdió de
vista.
Muchas son las historias crudas casi inverosímiles
que vivimos en el interior de cada grupo.
Recuerdo el de Estela, mujer de mediana posición
económica con dos hermosas hijas adolescentes, que
comenzó con la cerveza haciéndose la costumbre de
embriagarse los fines de semana, para ella cumplía
con presentarse a su trabajo de lunes a viernes y eso
le daba excusa para protestar cuando alguien le lla-
maba la atención, lo que Estela no sabía era que una
cosa la llevaría a otra, un día probó su primera piedra
volviéndose adicta a la droga. Sus hijas lloraban y le
pedían reformara su vida y Estela terminó en un Ane-
xo donde la violaban y maltrataban; tiempo después
108
llegó al Gratitud y ahí nos contó su vida llena de ig-
nominias y vergüenzas perdidas por su adicción, pues
mientras ella rodaba la más pequeña de sus hijas se
involucró con un maleante que la llevó a prostituirse,
volviéndose por ende, alcohólica y drogadicta.
Esta historia se cuenta rápido, pero fueron años de
sufrimientos para esta madre que lloraba diariamente
arrepentida de su conducta.
Se preguntaría ahora, ¿porque me dediqué en
cuerpo y alma a atender a los enfermos de alcoholis-
mo y drogadicción siguiendo los pasos del Padrino
Toño? Por muchos años cambié casi mi domicilio por
el Grupo Gratitud, junto con mi esposo viajábamos a
los municipios de Tenosique, y Balancán, por ejemplo,
los más alejados de la capital tabasqueña; viajamos a
Yajalón, Chiapas a las serranías donde se encontraban
grupos casi perdidos en las montañas, pero que Toño
no desamparaba, salíamos en camiones o vehículos
particulares y la comitiva era atendida con bombos y
platillos pues desde Villahermosa llegaban hermanos
en desgracia a visitarlos, a celebrar aniversarios, com-
partimientos, es un privilegio escuchar a los padrinos
viejos contar sus vivencias; desayuno, comida y cena
es ofrecida por los anfitriones, lunadas con fogatas
donde la alegría de esos enfermos de alcoholismo y
drogadicción celebran con alegría la sanación de su
alma de su espíritu y viven su sobriedad amparados
por las manos de Dios.
109
Yajalón, Chiapas.
MIS SATISFACCIONES
110
ción se ha logrado. Y aún más porque el Padrino Saúl
cuando lo hizo, éste fue como un puente entre él y yo
y todo el grupo, pues a partir de ahí, comenzó su con-
vivencia con todos los demás, quedando eterno afecto
que le manifiesto cada que lo saludo en su negocio don-
de vende artículos varios, cerca del mercado.
111
ORACION DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
Amen.
112
CUARTA PARTE
PADRINO GALLO
Algunos de los personajes que he conocido a través
de mis vivencias con los enfermos de alcoholismo y
drogadicción, son especiales y con mucha sabiduría.
Algunos hasta son gente sensata, cuerda, congruente,
y muchos también son espirituales.
El Padrino Gallo (el Gallo), es un hombre de fac-
ciones muy agradables, de no muy grande estatura, de
palabra muy ligera, labios delgados que siempre se en-
cuentran distendidos pues el Padrino continuamente
está sonriendo, cuando no es que se ríe abiertamente
llegando a la carcajada, dejando ver su blanca denta-
dura al tiempo en que todo su cuerpo se convulsiona,
de tal forma el Gallo, se entrega a la risa, jamás lo he
visto enojado o serio, solo en Tribuna. Disfruta la vida
completamente, el mira hermoso el día, la noche, las
flores, el sol, la luna, la tierra...etc. es un ser que a todo
le mira el lado bueno y casi nunca el lado malo a las
cosas.
El, practica siempre “La alegría de vivir” (este es un
Tema muy importante en los compartimientos de AA).
Pero además, tiene algo que nos hace falta a casi
todo el resto de la humanidad, ya que son muy pocos
los que bromeamos de nosotros mismos. El Gallo con-
tinuamente hace bromas en referencia a su estatura, a
113
su edad, a sus vivencias, en fin, a todo lo que se da en
el momento. De ahí su constante alegría.
Lo hemos visto compartir en tribuna en algunos
grupos, pero el Gallo, es internacional. Es invitado con-
tinuamente en las comunidades de Alcohólicos Anóni-
mos y de Alcohólicos y Drogadictos. Del primero, viaja
muchas veces durante el año a otros países donde ha
vivido experiencias maravillosas. Nos dice que ha com-
partido tribuna con rusos, alemanes, franceses, italianos,
ingleses, etc., es hasta este momento, el único A.A. que
ha sido invitado a lugares donde no es fácil estar.
Entre sus grandes aficiones, está el deporte, gusta de
correr todas las mañanas y el baile popular, el Gallo es
un gran danzarín que disfruta de toda clase de música,
pero el género musical de la “salsa” es su fuerte.
Para poder platicar con él, hemos tenido que se-
pararnos del gran grupo que se había reunido para es-
cucharlo compartir en Tribuna en un Aniversario del
“Grupo Teapa” casa de ayuda para enfermos de alco-
holismo y drogadicción. Ver y oír al Padrino el Gallo
es pasar un momento de total esparcimiento, pues su
discurso va más allá de lo cotidiano, es un fraseo lle-
no de jocosidad que mantiene la sonrisa en el rostro
del oyente durante mucho tiempo. De la risa pasa de
pronto a las profundas reflexiones y de igual forma a la
espiritualidad y al llanto.
114
TEAPA, TABASCO, MEXICO
115
“Dios es amor, Él nos ama mucho”, pero ¡imagínate!,
¿cómo creerle?, si mis hermanitos y yo teníamos ham-
bre. Y cuando estaba de malas nos decía “si se portan
mal Dios les va a castigar”. ¡yaa! ¿pues que es eso?-dice
como reflexionando para sí mismo.
-Cuéntanos de tu infancia-inquiero conteniendo la risa,
pues los gestos que el padrino hace, son muy cómicos.
-Yo fui un niño muy inquieto-responde-vendí pe-
riódicos, paletas, chicles y todo lo que diera un ingre-
so para que la familia sobreviviera-El Gallo, aunque
casi siempre risueño, a veces no podía evitar fruncir el
ceño ante algún recuerdo que lacerara su pensamien-
to-yo no sabía cómo manifestarme y empecé a em-
prenderla a “madrazos” con todo el que se me cruzaba
en mi camino, era un contraste tremendo, porque vi-
vía muy cerca del rumbo del Cerro de las Campanas,
pero en una pobreza extrema, se cruzaba una calzada
y ahí vivía el Gobernador de Querétaro, que por esos
años era el General Rodríguez Familiar, tenía dos hi-
jos, una nena y un varoncito.
116
Nos encontrábamos muy cerca del bello Río Puyaca-
tengo en el Municipio de Teapa, Tabasco; el sonido de
las cristalinas aguas al pasar sobre la infinidad de pie-
dras, nos llegaba muy claramente. Era un placer de-
partir con El Gallo, sentados en sendas piedras, bajo
un frondoso árbol. A lo lejos, enfrente de nosotros, del
otro lado del río, las inmensas montañas cubiertas de
verde follaje, parecían mirar y escuchar asombradas
las risas y los juegos del Padrino El Gallo, que gustoso
aceptó la charla, después de haberle efectuado una
entrevista para uno de mis programas de televisión
(1999 Canal 15 de Televisión por Cable).
-Fíjate-siguió diciendo-estos dos niños, querían
ser mis amigos. Pero era tanta mi envidia porque ellos
tenían todo, que la emprendía yo contra él chamaco, a
punta de “madrazos”, le quitaba sus canicas, su trom-
po, su balero, en medio de todo mi rencor, no me daba
cuenta de que él quería ser mi amigo, pero a mí no me
interesaba-El Gallo, recoge una pequeña piedra y la
lanza a lo lejos como si quisiera apedrear esos recuer-
dos-con el tiempo, fue normal que vinieran los pro-
blemas, y en una ocasión en que me lo “soné”, su papá
le fue a reclamar al mío y desde luego lo amenazó con
meterlo a la cárcel y a mí a un hospicio si le volvía a
pegar-El Gallo calló un momento como reordenan-
do sus recuerdos-mi jefe me puso una paliza que aún
me duele, él no sabía cómo resolver el problema de
mi precocidad. Salimos huyendo de ahí y nos fuimos
para México. Llegamos a la Colonia Moderna. No nos
aguantaron mucho tiempo, pues éramos tremendos
mis carnales y yo.
Hace una breve pausa, que aprovecho para recor-
dar, que en una ocasión, en tribuna, lo dijo.
117
-¡ey!, ¿pues donde andas madrina?-me dice de
pronto, cortando mis recuerdos-el entrevistado soy
yo-dice entre fuertes risas.
Retomo la plática y lo invito a que continúe:
-Entré a “chambear” de “morrongo” en una carni-
cería que estaba en el mercado San Lucas, entraba a
las 6:00 de la mañana y eran unas “chingas” de aque-
llas, imagínate, me pagaban un “varo” diario y me
dije “con eso no la vas hacer cuate”. Entonces me puse
abusado y entré como “chícharo” en una peluquería.
Se llamaba “20 de Noviembre”, ahí estuve un tiempo,
pero la verdad, eran muy “manchaditos” los peluque-
ros, te juro que yo ya quería crecer para “romperles
la madre”. No aguanté mucho y busqué otra “cham-
bita”, y con tan buena suerte, encontré trabajo en lo
mismo, ahora en una peluquería que se llamaba “El
Salón Rojo” que estaba en Bucareli casi esquina con
Reforma, ahí era un hervidero de chamacos, porque
ahí estaba el Diario El Excelsior, El Universal y muy
cerca El Novedades y la famosa La Prensa.
-Pues fíjate, que estos cuates, entraban a la pelu-
quería a vender su periódico y yo estaba trapeando y
me ensuciaban el piso, me enojaba mucho y los sacaba
a punta de patadas y “madrazos”. Mi patrona se daba
cuenta de lo peleonero que era, la Sra. Juana Hernán-
dez Olvera y un día mandó a llamar a mi papá para
decirle el problema de los golpes, y alguien le debe de
haber aconsejado a mi papá, porque entonces mi jefe
lo que hizo fue llevarme a un Gimnasio muy conoci-
do se llamaba “Gimnasio Jordán”, estaba en Arcos de
Belén No. 10, del que era Manager Pepe Hernández,
cuando llegué, me miró y me pregunto:
-¿Te gusta el box?
118
-¡No!-le contesté bien “encabronado”.
-¿Entonces porque te trajeron aquí?
-Pues yo que sé, pregúntele a mi papá-fue mi res-
puesta.
Le preguntó a mi jefecito y él le contó de los 4 o 5
pleitos que tenía diariamente con los chamacos en la
peluquería.
-Vamos a ver qué tan bueno eres “cabrón”-me dijo
Pepe-y llamó a un chamaco de mi misma “rodada” que
ya sabía algo de box. Me pusieron unos guantes y me
subieron al ring y ¡que “madriza” me puso el chamaco!
Pero le piqué un ojo y le di un “patadón en los huevos”
y ahí se acabó el pleito. Ni te cuento todo lo que me di-
jeron por sucio y quien sabe que tantas cosas más.
-Cuando salimos de ahí-siguió diciendo el Ga-
llo-me dijo mi jefe:
-¡A ver si así escarmientas!
-¡Pues no jefe!, y te voy a demostrar que voy a ser
el mejor-este fue un arrebato de “cabrón” que cumplí,
me pasé seis meses con una cuerda en los pies para
aprender a caminar en el ring, y a la vez con la mano
derecha amarrada a la espalda para aprender a manejar
la izquierda-el Gallo se había puesto de pié haciendo
“sombra” frente a mi como para remarcar sus palabras,
y pudimos ver la agilidad de su aparente frágil cuerpo,
pues conserva la esbeltez de un hombre mucho más jo-
ven que él. Recordemos que gusta de correr todas las
mañanas para conservar su espléndida salud.
Levantó su puño izquierdo y mirándolo como si le
rindiera un homenaje dijo:
-Esta mano hizo que fuera yo todo un Campeón.
¡Jamás perdí una pelea!, hice doscientos combates
y terminé invicto. Obtuve todos los campeonatos
119
habidos y por haber. Estaba en el equipo de Boxeo que
iba a representar a México en la Olimpiada de Helsin-
ki-cerró con fuerza sus vivos ojos, diciendo-pero que
tristeza, fue entonces que me agarró el alcohol. Ya no
fui-lanzó un fuerte suspiro y con los ojos húmedos,
siguió diciendo mirando a lo lejos-jamás imaginé que
iba a agarrar el alcohol y que me iba a pasar veinticin-
co años entre “putas y cabrones”, policías y ladrones.
120
-¡Perdóname Yolita!, lo que siguió durante tres
años no quiero ni recordarlo, por eso me los voy a sal-
tar para no contarlos.
-Me había casado-dijo-y me la pasé festejando, la
familia no sabía que pasaba. Mi padre y mi madre se
preguntaban ¿por qué había cambiado el deporte, por
la vida ingobernable?
El libro Grande de A.A., en su capítulo 6 nos
dice “que el alcohólico es como un huracán rugiente
que pasa por las vidas de otros. Se destrozan cora-
zones. Mueren las dulces relaciones. Los afectos se
desarraigan. Hábitos egoístas y desconsiderados han
tenido el hogar en un constante alboroto. Creemos
que es un irreflexivo el hombre que dice que le basta
con abstenerse de beber. Esta actitud es como la del
campesino que, después de la tormenta, sale de su
escondite y sin poner atención a su hogar arruinado
dice a su mujer: No te fijes, aquí no ha pasado nada.
Lo bueno es que el viento ha cesado”
-Mi padre murió de tristeza, pero yo no me daba
cuenta de los daños que empezaba a causar-siguió di-
ciendo-mi madre, pobre, se conformaba con ver un
hijo bailador. ¡Caray!, no salía de los salones de baile,
mi egocentrismo no me dejaba ver que iba equivoca-
do-nuevamente se puso de pié y dando unos pasos de
baile con su habitual alegría, continuó:
-¡Pero me fascinaba esa vida! Porque le agarré la onda
al baile y con decirte ¡Hasta fui Campeón de Danzón!
Me sentía soñado, era buen tipo o lo que se llama ahora,
“bien carita”-dijo dándose un suave golpe en el mentón
y abriendo grandemente sus pícaros ojos: Aunque no me
lo crean, las chavas se bajaban solas los calzones por mí-
al decir esto soltó una alegre carcajada-pero ¡hay Dios!
121
Cuando la familia de mi esposa se dio cuenta, empe-
zaron a preguntarse ¿qué pasaba?
-No salía de los Cabarets. Voy a mencionar algunos
nada más-dijo cerrando los ojos y contando con los
dedos- por buena onda: “El Barba Azul”, “El Siboney”,
“El Bombay”, “El Imperio”, “El San Luis”, “La Burbu-
ja”, “El Mocambo”, “El Balalaica”, “El Molino Rojo”,
“El Quinto Patio”, “El Azteca”, “El Casablanca”, “El
Caracol”, “El Gusano”...¡Ah!-dijo de pronto-y se me
estaban pasando los ratos felices en Fray Servando y
Teresa de Mier, no voy a dejar afuera “El Salón Azul”
en Mixcoac...¡qué “pedotes” me puse ahí!, salía con la
luz del sol, todo fumigado. También voy a mencionar
algunas pulquerías que frecuentaba, me fascinaba ir a
“La Tempestad”, ¡que “desmadre” se armaba!, los sába-
dos habían norteños, tríos, mariachis “rascuachones”,
¡pero que ambientazo!-cerró los ojos y pasando la len-
gua por sus labios, saboreándose, dijo- Había curadito
de limón, de tuna, de betabel, de apio y los de alto
“pedorraje”, que era el de avena, de piñón, de pistache,
y ¡que pulques!
-Pero también iba al “Cementerio de los Aviado-
res”-siguió diciendo El Gallo-A “La hija de los Apa-
ches”, a “La Gruta del Coyote”, “Los Cacarizos”, “El
Gran Combate” era la buena”, “Los Llanos de Apan”,
“La Reunión de los Valientes”, “Las Bichas”, pero sabes
qué-dijo mirándome a los ojos-donde cavé mi tumba
fue en “La Bisnaga”.
-Pero déjame seguir, “horita” te cuento la historia
de ese lugar, porque me llamaron a cuentas familiares
de mi esposa, y me preguntaban:
-¿Por qué bebes Agustín?
-Pues, porque me gusta-contestaba en forma tajante.
122
-Esa no es una respuesta-me decían. Pero la “neta”
ni yo mismo lo sabía, entonces me amenazaron con
divorciarme si no asistía a un tratamiento psiquiá-
trico. Fui para darles por su lado. ¿pero qué crees?,
que después de mucho tiempo que estuve con el Psi-
quiatra, me lo llevé al “pedo” y entonces si se armó la
bronca porque se estaba muriendo de una congestión
alcohólica y ahí mismo me hicieron firmar unos pa-
peles de los que yo no sabía de qué se trataba.
Teapa, Tabasco.
123
de los pájaros, el calor del rugiente sol completaban
el agradable momento que todos los visitantes a ese
Municipio perteneciente a la Región de la Sierra, está-
bamos disfrutando en esas fiestas espirituales donde
reina la armonía, la unión y se aprende a través de
maestros como Agustín El Gallo.
Continuamos nuestra plática, aunque al Gallo le
gusta hablar y casi no le hice preguntas, ¿para qué?, el
Gallo se pinta solo.
-Y después, ¿qué paso, padrino?-pregunto.
-Mira, yo andaba con “la cola entre las patas” y
nunca imaginé lo que me esperaba, porque esos
papeles, eran para encerrarme en el Manicomio
Mixcoac, que lugar tan espantoso, tétrico, un lugar
funesto-dijo el Gallo con mucha tristeza-de almas
ausentes, pero ¡yo no estaba loco! Solo que hacía co-
sas peores que si hubiera estado-sacudió la cabeza y
pasándose la mano por el cabello siguió diciendo-ahí
había muchos “malandrines” que igual que yo, no es-
tábamos por dementes, sino por “desmadrosos”, muy
habilidosos para la maldad y ¡me aventé una buena
“sopita” ahí!
-Pasé mucho tiempo ahí-siguió el Gallo con sus re-
cuerdos-pero le agarré el “modito”, nos tenían siempre
bajo el influjo de alguna droga, para tenernos calma-
dos, les convenía- el gallo inclina su cabeza y con las
manos entrelazadas sobre sus rodilla, mirando el suelo,
tratando de aguantar una lágrima, siguió diciendo-po-
cos momentos tenía de lucidez en ese horrendo lugar.
Andábamos todos nada más con una “pinche” batita.
De pronto, al mismo tiempo en que se secaba una
lágrima, el Gallo suelta una gran carcajada al llegar a
su mente los recuerdos.
124
-A las loquitas se les veían las nalgas y los otros
bueyes y yo nos las “parchábamos” y a final de cuen-
tas como no me sacaban de ahí, decidí juntarme con
otros y planeamos la fuga. Saqué unos “lorenzos” que
me caían bien. Lo primero que hice fue llevarlos a “La
Tempestad”, mi pulquería favorita, y locos y “pedos”
armamos un desastre...-El Gallo hace una larga pausa
que no intenté interrumpir. Al poner en orden sus vie-
jos y dolorosos recuerdos, continúa:
-Ahí empezó mi debacle, ya que la Ley no me dio
chance de nada y que me clavan en Lecumberri, El
Palacio Negro-se cubre el rostro con sus dos manos y
al levantarlo de nuevo, veo las lágrimas correr abier-
tamente por su apacible rostro-ahí viví la “antesala del
infierno”, porque yo no era un criminal, era un borra-
cho. Pero no imaginé que más adelante lo iba a ser…..
¡y de qué manera!
125
-¿Qué hiciste cuando saliste de ahí, Gallito?-le pre-
gunto casi en silencio.
Responde con mucho rencor. ¡Que tremendo re-
sentimiento mostraban sus facciones!:
-Salí resentido, frustrado, con mucho odio a todo y
a todos. Necesitaba dinero, pero mientras me organi-
zaba opté por vender mi sangre.
126
Teapa, Tabasco.
127
La enfermedad arrastra con todo.
128
no, no sentía ni miedo ni dolor. Un día me escupió la
cara y ¡que “madriza” nos dimos!
-¿Siempre fue así Gallito?-pregunto.
-Déjame decirte mujer, no me interrumpas-dice
conteniendo la risa.
¡Hay que “remendarle” la cabeza!
129
-“Pinche” Gallo, ya eres hombre muerto.
Lo que no sabíamos-siguió diciendo el Gallo-el
“Joss” y yo, era que estábamos en calidad de deteni-
dos. Y nos pasamos un “tiempecito” en el “bote”-Pero
al fin salimos y nos fuimos derechitos a la Escandón.
Ahí me dijo:
-Eres perro “pa´los putazos” Gallo, te necesito en
mi banda.
Acepté, ¡que caray!, a mi todo me valía “gorro”. Nos
convertimos en el terror de muchas colonias. Todos
conocían al Gallo y al Joss. Nuestra fama trascendió
quien sabe hasta dónde ¡qué tiempos-dice con una
mueca que no era risa-¡me sentía “cabrón”!
El Gallo no puede evitar que las lágrimas corrie-
ran por su rostro. Saca su pañuelo y las seca al tiempo
que dice: No me daba cuenta que el alcohol me estaba
ganando la partida. Empecé a caer hasta abajo. Se ha-
bían acabado los amigos, la sociedad me rechazaba.
Muchos me tenían miedo... ¡que ironía!, no se daban
cuenta que yo… estaba vencido.
Cubre su rostro totalmente con su blanco e impe-
cable pañuelo y me cuesta un poco de trabajo escu-
char sus palabras:
-Me refugié en el “Escuadrón de la Muerte”-dice
entre sollozos-una historia bien larga y muy triste,
estaba perdiendo el combate más importante de mi
vida. Te juro que ya no sabía si estaba muerto o vivo,
pero algo que no sé qué era..., creo que era Fe, como
que me iba a sacar de ese mundo de oscuridad. ¡Hoy
lo entiendo! ¡Era Dios!, pero en ese momento lo único
que deseaba era morir borracho.
-Pero no-sigue diciendo un poco recuperado y
mirando hacia lo lejos-yo estaba muy lejos de la ver-
130
dad, porque todavía iba a seguir bebiendo por mucho
tiempo. ¡Pero qué organismo!-dice como burlándose
de sí mismo-¡qué manera de darle duro a la salud!
131
Algunas veces, fuimos interrumpidos por personas
que querían conocer y ver de cerca y hasta tocar al Pa-
drino. Su gran efusividad para atenderlos era sincera,
es un hombre que a pesar del amor que recibe diaria-
mente acompañado de gran admiración, mantiene los
pies en el suelo, no ha perdido su gran sencillez y su
don de gentes.
-Tengo una hermana a la que involucré en el al-
coholismo y las drogas, fui capaz de venderla por un
trago-cierra con gran fuerza sus ojos y sigue dicien-
do-fue una experiencia muy triste, imagínate, juntar-
se dos hermanos alcohólicos drogadictos, yo con tal
de que consiguiera el alcohol me importaba muy poco
lo que tuviera que hacer para obtenerlo.
El alcohol y la droga son como unos parásitos que
recorren la sangre y que se incrustan en el cerebro y
el corazón de su víctima. Cuando veo a un hombre o
mujer alcoholizados, veo esos parásitos y me los ima-
gino con cara de demonio. Los veo arrastrarse si-
lenciosos por las venas y degustándose con la sangre
envenenada de cada uno de los adictos. No busco ex-
cusa para ellos, pero he llegado a comprenderlos y a
entenderlos.
El Gallo guarda silencio un momento y prosigue:
-Conocí mucha gente de nuestra misma calaña.
¡Igual vagabundas y vagabundos! del alcoholismo y la
droga y pasamos años juntos. Mi hermanita era muy
joven-dice con la cara húmeda del llanto-tenía veinte
años, pero yo no veía eso, a mí lo que me interesa-
ba era beber, ¡beber! ¿Pero cuánto iba a aguantar así?,
muchas veces sentí la muerte cerca. Recuerdo una
ocasión en que sentí morir, llegué a su casa y le dije:
-Dame chance un rato aquí en tu cantón carnala.
132
Ella me vio tan “madreado” que me dijo:
-Acuéstate, hermanito voy por un médico.
-¡Tú que traes un médico y te mato!-le dije-¡Yo me
quiero morir “pedo”! Como mueren los “cabrones”, así
es que lo que vas hacer es traerme una botella.-Se es-
pantó la pobre de esa locura, porque yo olía a muerto.
Fue con una vecina, y aterrorizada le dijo:
-Ahí está mi hermano el Gallo, se ve muy mal, que-
ría traerle un médico y me amenazó con matarme, me
dijo que lo que quería era alcohol.
La amiga, una mujer muy brava, le respondió:
-Quédate aquí en mi casa, yo le arreglo su “pedo” a
ese engendro del demonio.
Y llegó con un garrafón de tres litros y medio de
Bacardí Blanco y me dijo:
-¿Quieres beber cabrón? Yo te ayudo a que te pu-
dras en el infierno.
Y me empezó a “echar” el trago encima. Yo me
arrodillé y le dije:
-¡“Pinche” vieja no lo desperdicie!, por favor se lo
suplico, no lo tire.
-¡Muérete!-me dijo bien encabronada-para eso lo traje.
Ella no sabía que yo ya tenía lo que me gustaba, el
alcohol, a mí me importaba poco que la gente me odia-
ra, porque veían que arrastraba a mi “carnalita” a mis
cosas. Me serví unos “madrazos” de puro Bacardí sin
refresco...¡yo no me andaba con delicadezas!...¡que “fa-
jazos” me tomé!.-sus pensamientos eran muy pesados y
en la expresión de su rostro, se notaba. El gallo se trans-
portó a ese tenebroso pasado y continuó-perdí el sen-
tido. Pasé algún tiempo inconsciente, no supe cuánto,
pero pensé que estaba en un delirio, porque allá lejos
escuché una voz...tenía años que no la escuchaba...
133
El privilegio de oír de viva voz la historia de la vida
de alguien, de cualquier persona es una experiencia
increíble. Yo he disfrutado palabra por palabra prime-
ro cuando hablan y letra por letra después cuando
escribo, el historial del Padrino El Gallo, un personaje
que ya ha pasado a su vez, a la historia de AA me
mantuvo interesada todo el tiempo.
-Era la voz de mi santa madre. Mi hermana María
de Jesús le decía con angustia:
-Mamá, Agustín se está muriendo y yo no sé ni
que hacer. Le dije que le iba a traer a un médico y me
amenazó con matarme y me gritó que él quiere morir
borracho.
Pero mi madre le contestó en medio de su dolor,
con misterio:
-Hija, lo que tú no te has dado cuenta, es que Agus-
tín ya está muerto, desde hace muchos años... ¡Míralo,
míralo bien!...ya está muerto. Dijo llorando.
Vagamente escuché y dije en mi interior:
-¡No!, ¡no estoy muerto! ¡estoy vivo!, y agarrando
la botella me dije: Y la prueba es que aquí está mi ga-
rrafón de Bacardí. No me reponía aún del susto de oír
y ver a mi madre, cuando entró uno de mis hijos-su-
surró el Gallo-era un niño todavía, me abrazaba y llo-
raba compulsivamente y me decía:
-¡Papacito!, no te mueras papacito, si te mueres por
Dios que me aviento al Metro- y seguía llorando.
Que impotencia la de un borracho y que angus-
tia la de un hijo, de no poder encontrar una solución.
Me “encabroné” porque sentí dolor. Agarré mi vino y
salí corriendo como loco de ahí. Sentía que las puer-
tas del infierno se habían cerrado estrepitosamente…
¡pero conmigo adentro!
134
-Esto fue una de las cosas que me impulsaron a
beber más con verdadera locura, ¡que angustia la
mía!-continuó diciendo el Gallo-nada me importaba,
de hecho, ya ni pensaba. No comía, no dormía, solo
bebía y bebía. No podía parar. Un día desperté en el
Hospital de Traumatología de Balbuena. Me tenían
amarrado de pies y manos, había médicos, enferme-
ras, agentes, policías, curiosos y decía un Doctor:
135
gran virtud de amar a sus semejantes. Para Agustín Z. Lo
que más interesa es que su amarga y triste experiencia
sirva a otros para ayudarlos a dejar la bebida.
Por eso, nuestra charla continuó aún por mucho
tiempo:
-¿Pues qué pasó amigo?-pregunté al que estaba en
la sala conmigo-¿qué hice? No me acuerdo de nada.
-¡Estás loco!-me dijo-por eso te van a mandar al
manicomio detenido.
-¡Pues desamárrame buey!-le dije.
-¡El loco eres tú no yo!-me respondió.
Pero cuando yo quería era muy habilidoso, le em-
pecé hablar de un acto de caridad y que lo suavizo, y
que me dice:
-Mira, lo que pasa es que unos cabrones te vinieron
a tirar como perro, porque traías espuma en el hocico.
Y lo que me pasó fue que le había entrado tupido
al “chemo” y a la piedra y eso era parte de su efecto.
Viendo que empezaba a suavizarse, le empecé a decir
que si tenía familia, mamá, esposa, hijos y ¡que me lo
ablando! y le saqué la “sopa”. Casi en silencio me dijo:
-Afuera está un policía y la mera verdad, cuate, es-
tás “jodido”, yo escuché cuando le dieron ordenes de
que si te desamarrabas que te matara.
Mañosamente lo convencí, él estaba conmigo con-
valeciendo y me desamarró, y ¿qué crees? con su mis-
ma botella del suero le “reventé la madre”, cuando
escuchó el policía los ruidos de adentro, entró con in-
tenciones de matarme, pero yo ya lo estaba esperando
con una silla y le puse un “madrazo” que lo dejó tira-
do medio inconsciente. Le quité la ropa y me vestí de
policía, salí del hospital y me fui… a beber, ¿cuánto
tiempo pasó? Nunca lo supe. Ahora si se me habían
136
acabado las ganas de salir adelante y fue cuando sin
darme cuenta fui a dar al Escuadrón de la Muerte...¡-
que angustia sentía por un trago! Mi carne temblaba,
me convulsionaba y en mi mente solo había una pala-
bra…¡quiero beber!
-Y llegué ahí todo hecho pedazos, al borde de la
muerte y les dije:
-Compas, ayúdenme, ¡necesito un trago!, me estoy
muriendo-ellos me conocían, alguna vez los vi “talo-
near” por unos “varos” y yo no sabía que me pasaba
cuando los veía hacer eso y les llegué a dar dinero. Yo
era buena “onda”, pero se habían volteado los papeles
y en ese momento yo era el acabado. Ellos me dijeron:
-Gallito, para usted siempre tendremos aquí un
trago. Y me lo dieron en la boca, yo no podía ni aga-
rrar la botella de lo tembloroso que estaba.
Almas en pena.
137
-En ese mundo no hay tiempo...no existe. Pero
creo estuve meses o años sobreviviendo con los inte-
grantes de ese Escuadrón de la Muerte, a los que rindo
a través de este libro, un cariñoso Homenaje. A mis
queridos borrachitos: al Chava, al Manolo, al Javier, al
Ñiz, al Pato, al Roberto, al Wama, al Marito, a la Pelos,
a la Micifuz, a la Chancleta, pero a alguien muy espe-
cial en mi vida, a la Carranza-al decir estos nombres,
nuestro amigo lloraba sin ningún miramiento-¡Puros
“teporochos”!, pero con un corazón de oro, unidos to-
dos por nuestra desgracia. Los recuerdo con mucho
cariño ¡cuántas veces me mordieron los perros y las
ratas! Despertaba en un hospital y me “sambutían”
veinticuatro inyecciones en el ombligo, por temor a
que hubiera contraído la rabia. Cuando salía del hos-
pital, ellos y ellas me cuidaban con mucho amor, sobre
todo la Carranza. Era fea como mentada de madre-ríe
entre lágrimas amorosamente acariciando esos re-
cuerdos-¡la sacábamos en las noches de locura para
espantar al diablo!-dice riendo-, pero yo la recuerdo
con mucho cariño. Fue una aparición celestial en mi
vida… ¡en la vida de un perdido!
El Gallito inclinó el rostro una vez más y entre so-
llozos me dijo:
-La última vez que vi a mi amada esposa, andaba
yo con mis teporochos en el mercado Cartagena por
Tacubaya pidiendo centavos, pasaron dos señores les
pedí y no me dieron, vi que venía una dama y le pedí
extendiendo mi mano.
Me dio la espalda, evitando viera su rostro que vol-
vía a vivir ese horrible momento.
-Su expresión de dolor y vergüenza, me hicieron
reconocerla entre la bruma que tenía en mis ojos, ella
sollozando me dijo: Hasta dónde has caído Agustín,
138
pero no solo tú, ya que nos has arrastrado a nosotros
también-Se tapó la cara con las manos y dando media
vuelta se echó a correr llorando. Pero en ese momento
no me importó, yo ni me acordaba de eso.
ESCUADRÓN DE LA MUERTE.
139
varos” por una moneda, los teporochos beben
para vivir y en cambio, los del escuadrón beben
para morir-al decir esto de sus ojos brotaron algu-
nas lágrimas, las que enjugó con su pañuelo.
EL SORTEO
140
el destructor líquido que ya ni le quema la garganta.
Hasta conseguir la muerte.
¿Podemos imaginar muerte más espantosa? Los
estertores de agonía, los gritos de dolor irrumpen en
el silencio de las noches, pero ellos saben que solo de
esa manera sus famélicos y destruidos cuerpos, des-
cansarán para siempre.
-Déjame decirte que recuerdo mucho un 27 de
Septiembre de 1976, lo que nunca había sentido
o no había vivido-siguió diciendo el Gallito- Co-
mencé a sufrir una espantosa depresión. Eran las 5
de la mañana cuando desperté, tenía todo el alco-
hol porque ellos me daban, “octavitos”, “cuartitos”,
y “medios”. Cuando desperté y vi alrededor, todos
dormían, estaban hasta la “madre de pedos”, yo, llo-
raba compulsivamente porque me di cuenta de que
estaba ahí. Empecé a recordar a mi esposa, a mis
hijos y mi llanto fue mucho más fuerte. Que espan-
tosa sensación de soledad, de vacío-el Gallo se puso
de pié, dio unos pasos al frente y guardó silencio.
Silencio que no pude, que no debía interrumpir por
lo que esperé a que se repusiera-solamente un alco-
hólico es capaz de soportar eso, ¡que doloroso!-di-
jo casi en un susurro-yo seguía convulsionándome
cada vez más por el llanto y empecé a escuchar una
vocecita que me decía... ¡suicídate!... ¡suicídate!.. la
escuché miles de veces, ya no podía soportar más,
agarré un “medio” y me fui arrastrando como una
sombra humana. Era un alma en pena. Me dirigí al
Metro de Tacubaya, estaba cerca. Y me dije: “Chin-
gue a su madre, me voy a aventar, ya no quiero
vivir así”. Cuando llegué al Metro eran las seis de la
mañana y le dije a un señor:
141
-Por caridad, regáleme un boleto para el Metro. Un
hombre bondadoso. ¡Como lo recuerdo! Porque sacó
el boleto me lo dio y me dijo:
-Señor, ¿no se le ofrece algo más?
Y le dije: ¡No señor!, “pa´donde” voy, ¡con esto es
suficiente!
Me metí muy decidido. Yo iba buscando la muerte.
No me di cuenta que el policía que estaba al entrar, me
fue siguiendo y cuando me iba a aventar al Metro, me
alcanzó a jalar y me dijo:
-¡Imbécil! ¿porqué se iba a aventar?.
-No señor, ¿qué no ve cómo estoy?-
me estaba convulsionando, temblaba frenética-
mente y le dije:
-¡Ayúdeme a abordar el Metro, voy para mi tra-
bajo-¿qué pensó el policía?, nunca lo supe ni sabría
imaginarlo.
-Y ahora imagínate, seis meses sin bañarme, mugro-
so, apestoso, piojoso ¡daba lástima!, nunca supuse que
ese policía era mi Ángel de la Guarda, porque cuando
vino el Metro, el me ayudó a subir, la gente se salió en
“chinga”, yo apestaba “re´feo”, apestaba a muerto.
142
Caminamos una vez más por la orilla del río Puya-
catengo, llena de piedras de todos tamaños. El cá-
lido clima tabasqueño acompañaba al Gallo en este
momento. Se sienta en una húmeda y gran piedra y
como un niño, se quita los zapatos y los calcetines, y
riendo divertido mete sus pies en las frías aguas que
bajan cantando de la bellísima sierra teapaneca. Lo
imito y continuamos nuestra plática. Esta pauta per-
mitió al Gallo, reponerse emocionalmente y yo me di
cuenta.
Cuando me vi reflejado en los vidrios de las venta-
nillas-prosigue-dije: “¿Esto es lo que quedó del famo-
so Gallo?”. El Metro me llevaba y yo, vuelto una vez
más en sí, consciente, iba camino para mi trabajo...
¿qué pasaba por mi mente? no sé, pero algo me lle-
vaba hacia allá. Tenía dos años ausente. La memoria
trabajó y me llevó nuevamente a mi pasado.
-Yo había dejado mi trabajo obligado por las cir-
cunstancias. Una locura más de las muchas que hice
en mi vida de borracho y drogo, ya que con unos ami-
gos todos bien “pedos” y mariguanos, asaltamos mi
fuente de trabajo, unos Baños donde yo laboraba. Mi
patrona, ¡lógico!, se moría de la rabia y me dijo:
-¡Maldito Gallo! Nunca pensé que se atreviera a hacer-
me esto...ni la dejaron terminar, pues ¡sin más ni más, uno
de mis amigos le metió un plomazo!...del cual se salvó.
El silencio se hizo pesado entre el padrino y yo, la
verdad no sabía qué hacer, su dolor me turbo, y dejé
que continuara cuando así lo sintiera...
-¡Habían pasado dos años!...¡dos malditos años
donde yo había acabado de destrozar y destruir mi
vida!-dijo con auténtica rabia-¿qué me esperaba ahí?,
no lo sabía, sin embargo, algo me jalaba y llegué a los
143
Baños. Nadie me reconocía, ni ella, que me miraba
como que esa sombra negra, ese andrajoso, ese fantas-
ma, algo traía a su mente...¡de pronto gritó!..
-¡Detengan a ese maldito borracho!.. voy por una
patrulla-dijo subiéndose a su carro-¡pobre!, nunca se
imaginó, pues por irme maldiciendo y por toda la ra-
bia que llevaba dentro, perdió el control del volante y
se estrelló contra un poste de luz. Hoy digo que gra-
cias a Dios no le pasó nada.
Cuando uno escucha y ve a un hombre que hoy, en
la actualidad su apariencia es íntegra, es limpia, su piel
y sus ojos tienen ese brillo del ser humano sano, cuesta
trabajo imaginarlo tal y como el Gallo nos describía su
apariencia de entonces. Sin embargo, también conozco
esa otra parte de los hombres, mujeres y niños que caen
con toda la fuerza devastadora del alcoholismo y de la
drogadicción... ¿cuántos he visto en este tiempo en que
convivo con ellos?, nunca podría decirlo, pero efecti-
vamente, es como una pesadilla grotesca verlos llegar
a un anexo cubiertos de cabellos sucios, fétidos por los
vómitos y las heces fecales donde se revuelcan en su
inconciencia cuando están alcoholizados o drogados.
Es como una caricatura burlona mirar los piojos que les
caminan hasta en las cejas y barbas. El aliento es como
un drenaje roto donde no se distinguen olores, es un
algo de mucho que lo hace diferente entre sí.
-Los compañeros de la chamba-sigue diciendo el
Gallo-no sabían que hacer, ni idea tenían de lo que
había pasado y por ayudarme dijeron: pues vamos a
bañarlo, ¡apesta “refeo”!. Yo cuando trabajaba en ese
lugar, en la peluquería de los Baños, me bañé muchas
veces, miles diría. Pero en esa ocasión, aunque el agua
estaba calientita, mientras mis amigos me bañaban
144
entre todos, te juro que la sentía helada, fría, era el
frío del alma. Pasados unos días yo lloraba y me les
arrodillaba por un trago.
-No Gallito-me decían-la vieja no solamente nos
amenazó con corrernos de la chamba, sino hasta en-
tabicarnos si te damos de tomar-Porque fíjate, hasta
donde Dios me cuidó, la pobre mujer, me perdonó y
me permitió quedarme ahí y que me ponen en la Pe-
luquería-sigue diciendo-ya estaba bañado y rasurado y
un compita que era de mi rodada, me había prestado
un pantalón y una camisa, que empiezan a llegar clien-
tes y, que vergüenza-dice sonriendo con tristeza- yo
temblaba “re´gacho”, pero me valía madre, ¡ahí estaban
los centavos “pa´curármela”. Eran las 11:00 de la ma-
ñana, yo estaba a dos calles de la vinatería, que estaba
en la Avenida Cuauhtémoc y Dr. Erazo, se llamaba “La
Especial” y era tanta mi angustia, mi desesperación por
un trago, que me dieron un poco en un té y al caer el al-
cohol en mi sangre, se trastornó nuevamente mi mente
y la locura volvió, y dije: “Saben qué, esa pinche vieja
no me corre porque quiere conmigo”- ¡que locura Dios
mío!-dijo Agustín cubriéndose el rostro completamen-
te avergonzado a pesar de los años transcurridos.
Una vez más, Agustín se levantó y caminó dándo-
me la espalda. Comprendí que de alguna manera, tra-
taba de ocultar su vergüenza y sus lágrimas.
-Y me fui a “La Especial”-dijo-, cuando entré me
quedé embelesado viendo los anaqueles llenos de bo-
tellas, Gabino, el dependiente, se me quedó mirando
asombrado:
-¡Pinche Gallo!, ¿no que te habías muerto?
-Pues ya vez que no, ¡estoy vivo cabrón! Y quiero
una botella.
145
-Pinche buey-me dijo-la última vez que estuviste
aquí, me pediste una botella y yo de pendejo te la doy
y te me echaste a correr. ¿Qué no te acuerdas que te
alcancé y te puse en tu madre para quitarte la botella?
-No, no recuerdo-le dije-pero ahora si traigo. -Y
me dio una de a litro. Un ave negra. Se llama Tequi-
la Cuervo solo que yo le digo así. ¡Ave Negra!- Y me
chingué dos litros ese día. Eran las 8:00 de la noche y
yo estaba “pedo” otra vez en la Peluquería. Al rato, por
mi mente comenzó a pasar la idea de irme a la Escan-
dón con mis cuates teporochitos. ¡Nos vamos a poner
hasta la madre! Me decía, una y otra vez.
-Pero casi enseguida-continuó-del departamento
turco, que va saliendo un cuate con el que me ponía
unos buenos “pedotes”, pero ahora ya me caía gordo
porque decían que ya no bebía, que estaba en un gru-
po de Alcohólicos Anónimos y que si antes tenía di-
nero, ahora tenía mucho más. Cuando me vio dijo:
-¡Que caray!, de mi amigo el Gallo, ni la sombra queda.
-¡Te vale madre buey!, tú ya no bebes y yo si, por
eso ya no quiero ser tu amigo- y que me la va soltando:
-Date un chance Gallo, vamos a un grupo.
-¡Si cómo no! Nada más a eso vienes, a cazarme, y
que saca una “lanota” y me dice:
-Si me acompañas a mi junta te doy todo esto para
que te mueras a gusto.
-¡Nooo!, yo cuando vi la “lana”, dije:
-Vamos pues buey.- y de ahí me voy a la “embarca-
ción”. Cuando llegamos al edificio donde está el “Gru-
po Valle de México”, se encontró con varios compañe-
ros al entrar y les decía quedito: Traigo a una persona
por información.-y me dije, ¡alerta Gallo! No vaya a
ser tratante de gallos este buey, y te trae a vender.
146
No intenté siquiera interrumpir al Gallo, pues su
semblante era de alegría, me di cuenta de que volvía
vivir esos momentos tan importantes en su vida.
-Cuando entramos a la Sala de Juntas dijo: ¡traigo
un paso doce!(*)-el Gallo cierra con gran fuerza sus
ojos y continúa diciendo-¡cómo me recibieron! ¡Ja-
más! lo hubiera imaginado! Puros cañonazos de amor
me dieron ahí, me vinieron delirios y convulsiones.
¿Cómo fue que escuché la junta? No lo sé. Cuando se
terminó la junta, no se me había quitado el “pedo” que
llevaba. Mi amigo me preguntó:
-¿Que te pareció? ¿Te gustó?
-Y yo le contesté:
¡Carlos!, grábatelo bien… ¡yo jamás vuelvo a beber!..
y ya llevo treinta años sin hacerlo, y esta es la triste his-
toria de un cualquiera… pero no es cualquier historia.
Agustín Zenea (el Gallo)
NOTA:
Esta historia del Padrino Gallo, la inicié en el año
2002, han pasado 17 años por lo que hoy el Gallo debe
tener 46 años de no hacer contacto con el alcohol y la
droga, la última noticia de él (hace algunos años) fue
que en la ciudad de México instituyó una Clínica de
Adicciones; que sigue viajando dando pláticas y con-
tribuyendo a la recuperación de muchos hombres y
mujeres atrapados en estas adicciones.
Esta historia es verídica, narrada por él mismo; el
personaje en cuestión es un hombre admirable al que
se le quiere mucho; los pequeños pasajes de sus par-
ticipaciones en Tribuna en diferentes Grupos, los he
obtenido a través de grabaciones que muchos compa-
ñeros le han venido haciendo; y he escrito su historia
147
como un homenaje a su vida, una vida llena de abrojos,
de donde resurgió como el Ave Fénix. Doquiera que se
encuentre pedimos a Dios lo llene de bendiciones y que
siga disfrutando de sus 24 horas de sobriedad.
PASAR A TRIBUNA
148
ras), cuentan con su Auditorio donde sesionan diaria-
mente. Los AA cada 24 horas regularmente durante
hora y media de 8:30 a 10:00 p.m. Los Centros de Re-
habilitación llevan a cabo cinco sesiones durante todo
el día liberando las horas de alimento y la última suele
ser de 8:00 a 10:00 p.m. la cual llaman “Estelar”, porque
es cuando el Padrino o Guía del Grupo participa o se
lleva a algún invitado especial que diserta durante todo
ese tiempo llevando el mensaje a base de su propia ex-
periencia vivida mientras se alcoholizaron y drogaron.
Hemos recopilado de muchas participaciones al-
gunos fragmentos que el Padrino Gallo ha dicho en
Tribuna:
“Uno decide vivir o morir...yo no creo en eso de
que hoy no bebo ni me drogo, mañana quien sabe...¿-
qué es eso compas?..., ¡NO! compitas, de buena vo-
luntad... ¡NO!.. se necesitan “huevos” para librarse del
alcohol” (El Gallo)
“Cuando yo me baje de aquí compitas…¡tóquen-
me…tóquenme… porque yo soy hijo de Dios!... el
consentido… ¿no ven que estoy vivo?... ¡yo ya estaba
muerto! Y El me salvó!... y el que toca al hijo de Dios,
¡ya “chingó!”(El Gallo)
“¡Yo soy un triunfador!...y ¿sabes qué?, que tú tam-
bién puedes serlo cuando salgas de aquí, todo depen-
de de ti...¡si yo pude, tú también puedes! ¿ó qué?, ¿soy
más chingón que tú? déjenme contarles compas, que
en una ocasión en una gran pelea, me pusieron a un
buen boxeador, y antes de salir del vestidor, mi padre
me dijo:
149
-No jefe, usted no se preocupe, de que gano…¡gano!
-Es que tú no sabes quién es Raúl Macías, a ese que
le dicen el “Ratón”.
-¡Y qué!, usted tranquilo.
La pelea fue memorable, muy grabada tengo la fe-
cha, 16 de abril de 1951, la Arena Coliseo estaba a
reventar. Y ya antes les he dicho que Agustín de dos-
cientas peleas, salió invicto”(El Gallo).
“Dios nos escogió a nosotros, compas y me salen
con que: “es que tengo depresión” ¿depresión? ¿cuál
depresión?, no seas “mamón”, ¡si tenemos un “progra-
món”!, Dios nos escogió ¡caramba!, ¿a ver? ¿Porque
nos dio este Programa a nosotros? ¿Porque no se los
dio a los Médicos, a los Ingenieros, a los Licenciados,
o a un cura? a ver ¿Díganme? No compitas, miren,
con el Programa de Alcohólicos Anónimos crecimos
ante los ojos de Dios. Pero eso sí, no debemos creer-
nos que somos poderosos, que somos los mejores. Bill
decía a Bob “la sencillez es importante, tienes que ser
sencillo” (El Gallo).
-Recuerdo con mucha tristeza y dolor hasta don-
de llegué, en una de esas borracheras, jugando a las
cartas, perdía y perdía y empiezo a tratar de marear
a mi contrincante un cabrón que tenía muchos pan-
talones.
-Ya sé que quieres Gallo, tú quieres jugar a tu espo-
sa, y que le digo, la mujer no vale ni madre y sí, me la
juego, yo soy mucho cabrón para ustedes, ella me dijo,
no Agustín que vas a hacer, pero yo gran macho que
les digo, si gano se largan, pero si pierdo me doy un
balazo, ella trató de impedirlo y que le doy un golpe
que le partió el labio de lado a lado, no te metas en
esto que es cosa de hombres.
150
-Yo no reparaba ni me importaba que los niños llo-
raran.
-Jugué y perdí, agarré la pistola me apunté y jalé,
solo oí un ruido y en la espalda un frío sudor de
muerte, ¡ahí estaba la muerte!, valiéndome madre las
frustraciones, el miedo y terror en mi familia.
-Tu y yo vamos afuera y nos agarramos a balazos
dije-que pasaba por mi mente-ni yo mismo lo sé,
agarro la pistola y me apunto volviéndola a jalar y de
nuevo escuché el ruido, definitivamente era mi noche
chueca, ¡pero no compañeros yo no me daba cuenta
que fue mi noche bendita por Dios!.
-Aquel bato encabronado dijo les voy a demostrar
que este cabrón es un fanfarrón, ahora se muere por-
que el perdió, lo que pasa es que su pistola no está
cargada, que agarra la pistola se la pone en la cabeza
y chingue a su madre que se vuela la tapa de los sesos.
-Han pasado muchos años, aún veo como botó
sangre por todos lados; fuimos a dar todos a la cárcel,
hasta mis hijos, yo creía que vivía una pesadilla, jamás
imaginé que hubiera sido tan criminal con mi propia
familia.(El Gallo)
“Después de muchos años de estar perdido entre
el alcohol y la inmundicia de lo que yo llamaba vida,
un día llegó el Joss a la cueva donde vivía con el Es-
cuadrón de la Muerte y nos tiró un puño de billetes
para que nos dejáramos grabar por una televisora que
haría un reportaje de estos personajes, y fue así como
tiempo después mi familia me reconoció; fui rescata-
do pero todavía continué con mi desenfrenada exis-
tencia dentro del alcohol” (El Gallo)
“Nosotros tenemos que ser agradecidos con el Pro-
grama, con los compas, tenemos que agradecer a la
151
vida que estemos vivos, pero ¿saben qué? ¡Primero te-
nemos que agradecerle a Dios!, tenemos que recono-
cer que gracias a Él, “cabrones”, estamos hoy ¡Aquí!”
“Yo no he visto a nadie más agradecido que un perro.
Déjenme platicarles para que vean que a este que tie-
nen enfrente, es un “hijo de su madre”.
Mis hijos que estaban escuincles llevaron un día a
un “pinche” perro que recogieron en la calle y que me
dicen:
-Papá ¿nos quedamos con él?
-¡No!, ¿dónde quieres que se quede si vivimos en
un cuarto cuatro por cuatro?, y si entra él nos salimos
nosotros.
-Anda papacito, nosotros lo vamos a cuidar.
Fue tanta la presión que el “pinche” perro se quedó.
Pero era un perro cuidador, se agarraba a “madrazos”
con otros perros no permitía que nadie se acercara a
los niños, ni a mí, pero yo no apreciaba ni me daba
cuenta de esto, para mí, el perro solo era un animal
molestoso que ladraba todo el tiempo. Mordió a per-
sonas en defensa de los niños, pero eso a mí no me
importaba. Me seguía el “pinche” perro “pa´donde”
yo fuera y un día, se me mete la loquera y me dije...,
“yo voy a llevar a tirar a este perro lejos de aquí”, que
me subo a un taxi, y el “cabrón” que se mete por la
ventana y me dice el chofer:
-¿Es suyo este perro?
-Si amigo, te doy unos “varos” y me ayudas a per-
derlo por ahí.
-Ya vas-me dijo
Y que nos vamos con el “pinche” perro que ni se
las olía, el me lamía la cara, me movía la cola y yo le
decía... ya vas a ver “cabrón”.
152
Lo llevamos a muchos kilómetros de la casa y que
me bajo, y que me sigue. En un descuido me lanzo
a correr y me subo al taxi que arranca y nos vamos.
Ahí veníamos muertos de la risa de que nos habíamos
burlado del perro.
De ahí me fui a mi trabajo. Estando yo en pleno
trabajo, que suena el teléfono y era uno de mis hijos, y
que me dice “papacito, ¿no te llevaste tu a Duke? Fíjate
que no aparece”, y que me “encabrono” y que le digo
“yo no me llevé a nadie, no lo he visto”.
Al rato de nuevo el teléfono “papacito-dice mi hijo
bañado en lágrimas-Duke no regresa” ¿no te lo llevaste
tú?-¡que no, caramba, yo no he visto al “pinche” perro!
Nuevamente el teléfono sonó y eran todos mis hi-
jos llorando y a gritos me decían que por favor yo les
devolviera a su perro.
Y que me pongo a pensar ¿y ahora? ¿Dónde en-
cuentro al “pinche” perro?. Yo no quería llegar a la
casa y ver los ojos de mis hijos. Se hizo de noche y ni
modo, ahí voy a mi “cantón” y mi sorpresa no tuvo
limites, echado en la puerta todo “madreado”, con
sangre en casi todo su cuerpo, ahí estaba el Duke, el
“pinche” perro se agarró a “madrazos” quien sabe en
dónde y venía todo mordido y que al verme dio un
salto como pudo y se me hecho encima a lamerme
la mano, y que lo cargo y al entrar a la casa, los niños
gritaron de alegría diciéndome:
-¡Papacito, papacito, nos trajiste a Duke!...¡gracias
papacito, gracias!
Y que le digo al pinche perro “tú que les cuentas
algo y ya vas a ver cabrón” (El Gallo).
“Nos invitaron a una entrevista en la televisión, y ahí
fue el Gallo todo fifí, junto con otros tres de los “meros”
153
buenos para hablar. Compañeros que se las saben de
todas, todas. El conductor del Programa, nos hacía pre-
guntas muy fuertes y al darme cuenta de lo profundo
del momento, y de las preguntotas que nos hacían, me
dije “y ahora, ¿Que digo?” porque yo sabía que me es-
taban viendo mis hijos y los vecinos, ya que cuando les
dije a mis muchachos, no digan nada a nadie, tal parece
que les hubiera dicho, “corran y cuéntenlo”.
-A ver y ahora le toca al Sr. Agustín, dígame señor
cuando estaba en actividad alcohólica, ¿usted robó?
-Y que le contesto-¡Si señor!, ¡robé!, yo soy el la-
drón más grande de la tierra-dijo dándose un fuerte
golpe en el pecho- ¡robé la tranquilidad a mi familia!
¡Robé la unión, la entrega, la paz!, sí señor, fui un gran
ladrón ¡el mejor! El que robó todo lo bueno que tiene
un hogar-al decir estas palabras, los sollozos del Gallo
eran incontrolables, y alzando la voz y un puño ya que
en la otra mano pendía el micrófono, dijo: yo fui el
más miserable de los ladrones, y no solo les robé la
calma sino que acabé con sus almas pues ¡yo le pegué
muchas veces a mi familia!” (El Gallo).
“Nosotros los alcohólicos y drogadictos, hablamos
el lenguaje del dolor, el lenguaje de la clemencia, de la
angustia” (El Gallo).
“Cuando ya estaba de nuevo en casa mi esposa me
dijo: yo te agradezco que hayas venido Agustín, por-
que tus hijos y yo no sabíamos el fin que habías tenido.
Y ahora tus hijos ya no están así, dijo señalando el
suelo, ahora están así, dijo elevando las manos arriba
de su cabeza” (El Gallo).
“Hay cosas que no pueden olvidarse Agustín, como
cuando jugando al poker perdiste el refrigerador, la
televisión y hasta la alcancía de los niños” (EL Gallo).
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“Soy A.A. debo de ser un ejemplo”... “nosotros da-
mos ejemplo, pero ustedes tienen que poner de su
parte” (El Gallo).
“La luz del programa de Alcohólicos Anónimos
nos ilumina a todos” (El Gallo).
“Ustedes compitas...¡no se vayan de aquí!...¡afuera
se van a morir!...yo vivo agradeciéndoles a los que me
sacaron de la última paila del infierno, todos los días
digo: ¡Benditos sean!” (El Gallo).
“Yo soy un triunfador y no me conformo, yo quiero
más. (El Gallo).
“Nuestro salvoconducto compas, es pasar este men-
saje de amor... ¡pero verdadero amor!, porque cuando la
gente lo hace con la finalidad de tener la oportunidad
de exhibirse, por buscar prestigio, “chingó a su madre”...
esto se hace por amor. Yo me digo siempre, Bill y Bob
se “rompieron la madre” para dejarnos la mesa puesta,
¡carajo! ¿No nos damos cuenta de que es un legado?, por
eso no podemos quedarnos estáticos. ¡Tenemos que pa-
sar el mensaje de Alcohólicos Anónimos” (El Gallo).
“Cuando entré a un Grupo de Alcohólicos Anóni-
mos, era tal mi alegría que solo pensé dos cosas, pri-
mero avisar a mi mamá y segundo avisar a mi “ban-
dota” que eran un Escuadrón de la Muerte. De todos
ellos, no queda nadie, solo yo. Todos se murieron.
Cuando fui a decirle a mi mamá..., que toco la puer-
ta..., y sale mi madre que al verme, abre sus ojitos y
toda espantada mirando de lado a lado por la puerta,
que me dice:
-¿Qué te pasa Agustín, te vienen persiguiendo?
-¡No jefecita!, vengo a avisarle que ya estoy en un
Grupo de A.A., ¡ya no bebo jefa!-y que me dice toda
apurada:
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-¡Hay hijo!...tú vienes marihuano-y que le digo:
-¡No jefecita!, se lo juro. Es que ya entré a un grupo
de Alcohólicos Anónimos y todos ellos me van ayudar
a que ya no tome-y que me contesta toda angustiada:
-¡Hay Agustín, salte de ahí hijo por favor, que los
vas a echar a perder a todos! (El Gallo).
“Para ser felices tenemos que ser agradecidos com-
pas, no debemos olvidar la gratitud” (El Gallo).
“Yo no me arrepiento de todo lo que hice ni de
todo lo que viví, porque gracias a eso, hoy, muchos
“compas” se han recuperado. Gracias a mi amarga ex-
periencia, hoy puedo hablar y contarles y decirles...¡no
beban, no se droguen!, ¡se van a morir!” (El Gallo).
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GALERIA DE FOTOGRAFÍAS.
RECUERDOS VALIOSOS DEL PADRINO
GALLO
Los copos de nieve fueron captados por la lento de la cámara, mientras el Gallo
juega con ellos.
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¡Una postal Navideña!
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El grupo aparece al pié de la famosa fotografía que muestra las imágenes de Bill
W., Dr. Bob, Bill D., y Hernie.
Momento de descanso entre las sesiones que realizaron durante este viaje al
pasado, disfrutando de los recuerdos del Dr. Bob junto a otro compañero.
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El grupo posando en la entrada del Hospital Santo Tomás, donde el Dr. Bob salvó
a 5000 alcohólicos; ahí el Gallo compartió en una junta de Información.
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El Gallo disfrutando de los copos de nieve y viviendo el inolvidable momento.
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El Gallo posa junto al cuadro de los “Doce Pasos”.
Con sus amigos de Milwauker Wisconsin USA, al frente de la casa del Dr. Bob.
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Recuerdos gratos junto a admiradores del Padrino Gallo, en Chicago.
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Al fondo la majestuosa cascada.
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En esta imagen se ve manifestada la felicidad que embarga al Padrino Gallo, su
objetivo de conocer la casa donde vivió uno de los cofundadores de AA, el Dr.
Bob, se había hecho realidad.
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Tumba del Dr. Bob. La emoción los embargo.
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Con compañeros alcohólicos disfrutando del Tour en la casa del Dr. Bob.
Fotografía del recuerdo al final del recorrido en la casa del Dr. Bob.
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Al fondo el Hospital Santo Tomás; al frente el alegre grupo.
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Risueño el Gallo se deja fotografiar en el baño de la casa del Dr. Bob.
169
Y este es el final de “a ultima paila del infierno” libro
que no lleva para nada el egocentrismo humano, lleva
solo la ilusión y una oración al Dios Supremo nuestro
Padre Jesucristo, de que más de uno, al leerlo, tenga
un….
¡DESPERTAR ESPIRITUAL!
Yolanda Trujillo
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Dr. José Manuel Piña Gutiérrez
Rector