Veiravé - Literatura Iberoamericana y Su Contexto
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Y SU C O N T E X T O S O C IA L
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con lenguajes nuevos, la mito-historia ancestral. Los grandes novelistas de
nuestro tiempo han mostrado el ejemplo al elegir el camino de la novela enraizada
en ese pasado, según lo demuestran escritores como Miguel Angel Asturias, Juan
Rulfo, Alejo Carpentier, José María Arguedas, y en los últimos tiempos, Augusto
Roa Bastos. Centroamérica, México, el área del Caribe, Perú y Paraguay, y la
nómina podrá ampliarse también con las mitologías locales de los grandes
centros urbanos, en cuanto incorporan una cosmovisión generada en niveles
culturales de tipo sacral o secular <2>, muestran el desfondamiento de un ser que se
moviliza en las constelaciones de símbolos mitologemáticos incorporándose a un
fenómeno universal y constante.
"El mito es, ante todo, un producto espontáneo de la formalización cul
tural del mundo humano, como lo es el arte, la ciencia o los usos sociales, y por lo
tanto, no es obra arbitraria de la fantasía ni calculado resorte social de una casta
dominante.
Estos son los elementos que constituyen lo que Alejo Carpentier ha
denominado como "Contextos ctónicos" o sea la "Supervivencia de animismo,
creencias, prácticas, muy antiguas, a veces de un origen cultural sumamente
respetable, que nos ayudan a enlazar ciertas realidades presentes con esencias
culturales remotas, cuya existencia nos vincula con lo universal -sin-tiempo". <4>
El vudú en el área del Caribe (Haití), el Popol Vuh en el área maya-
quiché, los Dioses y los Hombres del Huarochirí en el área peruana y otros textos
que pertenecen a las ciencias de la Antropología, aún cuando en su mayoría,
hayan sido prolongados o recopilados por escritores, son una muestra de que éste
es un camino válido para la búsqueda transversal de una cosmovisión identifi-
catoria que nos aleja cada vez más (a medida que se profundizan esos niveles
científicos) de las dependencias culturales transplantadas desde el Descubri
miento más que nada como una Utopía. La tesis de "lo real-maravilloso" de
Carpentier resurge en un largo camino que se hace más transparente cuando
detenemos nuestra mirada sobre esta perspectiva abarcadora y esencial que no
constituye y determina una evasión sino una cala observada, incluso, en la fusión
que los Cronistas hicieron al mirar con los ojos del lector de la novela de caballería
del siglo XVI la nueva realidad de las Indias Occidentales, poniendo sirenas en el
mar Caribe o creando esas leyendas que perseguían detrás de la imagen del oro
devorador de vidas y atropellos a una cultura diferente. En este sentido cabe
anticipar una aseveración de José Luis Romero, quien dice:
"La colonización en cuanto fue deliberada, consistió en un intento de
impostar la cultura europea como un todo sobre lo que se sostuvo que era un
vacío cultural... Esa impostación constituyó un esfuerzo gigantesco por parte de
los colonizadores, porque, de hecho, América no era un vacío cultural."
Uno de los grandes libros esclarecedores del choque de dos culturas lo
constituye la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, de Bernal
Díaz del Castillo que, además de traer por primera vez al continente lo que llamó
Pedro Henríquez Ureña, "conatos de novela", compara -como se sabe- la ciudad
de México de los aztecas con esas ciudades que describe el libro del Amadís. En
sus capítulos esta Crónica ofrece las siguientes posibilidades contextúales: 1) el
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concepto de historia en cuanto la crítica a la Historia de Gomara nos pone en el
camino uno de los grandes temas de la literatura hispanoamericana que enfrenta
al relato de una cronología europea y la mito historia de los pueblos maya-quiché,
2) la aparición de un episodio de transculturación europea en América, original y
proyectivo, encarnado en la persona del español Gonzalo Guerrero, cautivo que
elige por voluntad propia su familia, mujer e hijos, en la cultura indígena, y el inicio
más evidente del mestizaje, 3) la aparición de un personaje femenino que elige su
función de "traductora" en la conquista de México y que, con Jerónimo de Aguilar,
forman parte de una problemática de "lengua" en la conquista, 4) la inserción de la
historia en una memoria que categoriza un género que podríamos denominar
"histórico-literario" situado entre la épica y la narrativa.
En una primera etapa podría proponerse el estudio de la literatura
iberoamericana sobre la denominación de "La realidad y el mito" que comienza
con los cronistas de Indias, y se cierra con una novela del siglo XX, donde actúen
como referencias concurrentes, los contextos ctónicos, dentro del área del Caribe
y Mesoamérica, por ejemplo, El reino de este mundo, de Alejo Carpentier. La
propuesta podría ser:
La realidad y el mito: La crónica como género histórico-literario. Los
mitos de la tradición clásica y lo fantástico de las novelas de caballería
en las crónicas. Las literaturas indígenas; el Popol-Vuh, como texto
mítico.. Seminario de novela contemporánea: Lo real-maravilloso en el
área del Caribe. Las etnias africanas.
Considero que existen dos obras indispensables para proyectar sobre este estudio
las condiciones de las etnias y sociedades americanas desde el descubrimiento:
Darcy Ribeiro, Las Américas y la civilización, y José Luis Romero: Latinoamérica,
las ciudades y las ideas. La clasificación que Darcy Ribeiro determina sobre lo que
denomina "pueblos testimonios", "pueblos nuevos" y "pueblos transplantados"
permite una apoyatura socio-económico que concierne a la evolución de estos tres
tipos de sociedades peculiares latinoamericanas, además de las relaciones
culturales de los pueblos indígenas. Entre la ingente bibliografía, imposible de
reseñar en este breve trabajo recordaría el libro de Irving A. Leonard, Los libros
del conquistador, el de Blanco Villalta, Antropofagia ritual americana; de Enrique
de Gandía, Historia crítica de los mitos y leyendas de la conquista americana; el
de Zapata Gollán, Mito y superstición en la conquista de América, que ofrecen,
como punto de partida, que debe ser actualizado por supuesto, dentro de las
nuevas corrientes, temas de investigación de las leyendas medievales, los mitos
de la antigüedad clásica, y las versiones recogidas por los cronistas, donde
conviven la fuente de la eterna juventud con los gigantes, las amazonas con el
Dorado.
El siglo XVI es una etapa de convivencia de hombres pertenecientes a
distintas razas y a distintas épocas culturales, de manera que la América indígena
y la América europea, aparecen como descentradas y fuera del tiempo-eje que,
según Jasper articula "el mundo unitario de la humanidad" ^ -que representa el
comienzo de las grandes culturas antiguas, comunes a civilizaciones de tipo-
religioso- , de manera que los contextos ctónicos se unen a los contextos raciales,
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aún cuando en las Crónicas podamos ver solamente la perspectiva del Cris
tianismo y percibamos ocultos, ios rasgos que el tiempo iría descubriendo en las
expresiones recogidas por los españoles de un pueblo que carecía del poder
unidor de la lengua escrita. Fray Bernardino de Sahagún entre otros religiosos
inaugura el registro estable de fondos de creencias y de la paideia precolombina
en las sociedades de México y Perú. Diría que el siglo XVI es una etapa por estas
razones, donde la Historia y su concepbión europea enfrenta con armas
desiguales a los "presagios funestos" de pueblos orientados por un saber mágico
que todavía no ha encontrado a sus profetas unificadores, dentro de uno de los
grandes problemas que podrían señalarse como de larga tradición americana: el
de los desajustes cronológicos dentro de una sociedad dispersa y contradictoria en
su evolución interrumpida. Las crónicas ofrecen testimonios, invalorables para
establecer una comparación entre un mundo (el del conquistador) y el del conquis
tado, en donde la cosmovisión de los naturales, se contraponía a la concepción
histórica del hombre de fe. Recuerdo el párrafo del P. Joseph de Acosta en su
Historia natural y moral de las Indias donde expresaba categóricamente: "Saber lo
que los mismos indios suelen contar de sus principios y origen, no es cosa qup
importa mucho; pues más parecen sueños los que refieren, que historias. Hay
entre ellos comúnmente gran noticia y mucha plática del Diluvio, pero no se puede
bien determinar si el diluvio que éstos refieren, es el universal que cuenta la Divina
Escritura, o si fue alguno otro diluvio o inundación particular de las regiones que
ellos moran".
Creo que la riqueza historiográfica y etnográfica de las Crónicas puede
seguir ofreciendo nuevos ángulos de enfoque para el estudio de origen de la
literatura hispanoamericana.
En la segunda etapa, denominada "Las realidades nacionales" se ha de
variar la relación entre los contextos históricos y los estrictamente literarios, a
partir del movimiento Barroco en el período colonial hasta llegar al movimiento
Romántico del siglo XIX, para ver las modificaciones americanistas de los estilos
transplantados, adaptados y emergentes de la actividad literaria de los hombres
de letras y su conciencia estética desde el virreinato a la etapa independentista. La
sociedad virreinal ofrece en este sentido un amplio campo de investigación de sus
contextos jerárquicos de organización administrativa de tipo religioso o cortesano,
como estrategia cultural de dominio dentro de la Colonia.
Este es un período formativo de una sociedad de hibridación donde
comienzan a marcarse rasgos reconocibles para la identidad hispanoamericana, y
también de absorción cultural, entre el escolasticismo, la reflexión cientfica, y la
presencia del erudito criollo, encamado en primer lugar en la obra (y la vida) de
Sor Juana Inés de la Cruz y a su lado en la de Don Carlos de Sigiienza y Góngo-
ra, donde se ve lo que Irving Leonard llama un "amanecer de nacionalismo
(discretamente oscuro al principio) (que) se afirma a sí mismo en los escritos de
las postrimerías del siglo XVII".
"Si ef español nacido en América rara vez consideró al indio, al negro y a
la mezcla de los elementos del proletariado como sus socios en un
nuevo cuerpo político, no difirió mucho en este respecto de las clases
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aristocráticas y burguesas dominantes en las naciones más adelantadas
de la Europa de ese tiempo, en relación con sus campesinos." ^
En ese contexto social y contexto intelectual el^ poema de Sor Juana, Primero
Sueño, sigue ofreciendo (como su propia biografía) respuestas que parecen
inacabables y fructíferas en la sociedad del siglo XX por cuanto la incorporación
de "tópicos literarios, mitológicos, religiosos, histórico-legendarios y científicos"
como los enumera Octavio Paz en su imprescindible obra Sor Juana Inés de la
Cruz o Las trampas de la fe, restituyen a la América Hispanoamericana,
elementos de ambos mundos, claves nuevas, esencialidades del "Señor Barroco”
como las llamó Lezama Lima.
Podríamos decir que en el siglo XIX existió otro "Señor Romántico" en
América Latina, proyectado en otra sociedad más definida en sus aspiraciones
libertarias e independientes. "La poesía como expresión nacional de un pueblo,
debe tener color local; el arte debe ser reflejo vivo de la civilización, debe revestir
formas distintas en las diversas épocas de su desarrollo, y aparecer con
caracteres especiales en cada sociedad, en cada pueblo, en las diferentes edades
que constituyen la vida de la humanidad". En sus Estudios Literarios, Esteban
Echeverría habría de abrir esta nueva compuerta de la realización ideológica de un
ser que cambiaba del exquisito mundo de los virreyes al mundo escindido entre la
idealización y la realidad, después de la Independencia.
Tulio Halperín Donghi en su Historia contemporánea de América Latina
fija los caracteres de una sociedad que espera la Organización Nacional:
En 1825 terminaba la guerra de la independencia; dejaba en toda
América española un legado nada liviano: ruptura de las estructuras coloniales,
provocadas a la vez por una transformación profunda de los sistemas mercantiles,
por la persecución de los grupos más vinculados a la antigua metrópolis que había
dominado esos sistemas, por la militarización que obligaba a compartir el poder
con grupos antes privados de él.
_ „Fundamentalmente interesa ver cómo en esta nueva sociedad los
caracteres de lo nacional (lengua, hombre y paisaje) se muestran desde eLpunto
de vista literario, a través del discurso de la novela y la poesía. Ver cómo la
novela, que constituye una muestra de la sociedad de personajes, se encamina en
la descripción y en lo narrado de la época, en un ancho círculo de obras ubicadas
entre Amalia de José Mármol y María de Jorge Isaacs. La propuesta de esta
segunda enunciación del tema central "Interpretación de la realidad y la literatura"
podría ser:
Las realidades nacionales. El barroco como estrategia cultural en el
virreinato. La sociedad virreinal. La época barroca. Sor Juana Inés de la
Cruz, Primero sueño; el concepto de realidad nacional a partir del
romanticismo. La novela romántica. María de Jorge Isaacs.
Seminario de novela contemporánea: El neoindigenismo de José María
Arguedas, Los ríos profundos, los niveles míticos.
El estudio de los niveles míticos de los pueblos quechuas, amplía y complementa
la relación entre la visión romántica de América y la que proviene de la visión de
los pueblos testimonios en el área andina. Habría que recordar que Jasper en
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cuanto se refiere a la teoría TiemporEje equipara a las culturas de México y Perú
con las antiguas de Oriente, excluyendo otras bajas culturas americanas, por
haber sido interrumpidas en su desarrollo. Existe en esa novela en particular un
eje-centro de Una sociedad andina que puede servir de paradigma para estudiar el
contexto social de una región, Abancay, situado cerca del axis-mundi del Cuzco.
Una tercera etapa podría titularse "La evasión de la realidad y el
americanismo", tomando como eje al movimiento modernista en un corpus
diacrònico desde 1888 a 1909, para establecer las etapas del movimiento en
relación con la modernidad, acentuando el análisis de los poemas de carácter
estético, político y americanista y el cambio que se advierte en la estética de una
sociedad que intenta incorporarse a la belle epoque, al art nòuveau, a las
resonancias europeas. Cantos de vida y esperanza, de Darío, y los prólogos
darianos se ofrecen como posibilidad de encarar el tema de la estética modernista
y su tránsito al cambio de una sociedad que trata de ponerse en la órbitá de los
grandes cambios del siglo XX. Abren el camino para el estudio de la poesía de
Vallejo y del Neruda de Residencias, así como el de la desintegración social en
una dictadura y el lenguaje de las vanguardias en El señor Presidente de Asturias.
Para finalizar estas calas proponemos una cuarta etapa que podría
titularse "La invención de una nueva realidad" cuyo centro sería Cien años de
soledad, como gran parábola total de una comunidad latinoamericana desde sus
orígenes a su decadencia, que además de proyectar el esquema de la nueva
novela, incorpora lo fantástico en todas sus dimensiones. Si completamos este
camino con una novela como Pedro Páramo, de Rulfo, y el mundo de los muertos
de Cómala, cerraríamos la proyección de una literatura hispanoamericana, cuya
unidad proviene de centros de expansión anunciados en el siglo XVI con las
Crónicas y los relatos míticos, así como la relación entre los contextos sociales de
la realidad y la literatura.
N O T A S B IB L IO G R A F IC A S
(1) Octavio Paz, Puertas ai campo, UNAM, México, 1966, en "Literatura de funda
ción", p. 11.
(2) Luis Cencillo, Mito Semántica y realidad, Biblioteca de Autores Cristianos,
Madrid, 1970.
(3) Luis Cencillo, ob. cit., p. 7.
(4) Alejo Carpentier, Tientos y diferencias, Calicanto Editorial, Buenos Aires,1976.
(5) José Luis Romero, Latinoamérica, Situaciones e ideologías, Ediciones del
Candil, Buenos Aires, 1967.
(6) Karl Jasper, Origen y meta de la Historia, Alianza Editorial, Madrid, 1980.
(7) Irving A. Leonard, La época barroca en el México colonial, Fondo de Cultura
Económica, México, 1974.
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