Posesión, Detentación y Tenencia - La Posesión en El Código Civil de Cataluña
Posesión, Detentación y Tenencia - La Posesión en El Código Civil de Cataluña
Posesión, Detentación y Tenencia - La Posesión en El Código Civil de Cataluña
Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, N.º 757, págs. 2549 a 2598 2549
Adolfo Lucas Esteve
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I. LA POSESIÓN
A) Concepto
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B) Requisitos
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El corpus supone un poder sobre el bien que se caracteriza por una cierta
estabilidad, puesto que un contacto breve no tiene relevancia jurídica. Este con-
trol sobre el bien se puede tener personalmente, pero también se puede tener
por medio de otra persona (un empleado) o, incluso, de una cosa (un buzón).
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C) Características
D) Naturaleza jurídica
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3. CLASES DE POSESIÓN
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expresamente que la posesión se ejerce sobre una cosa o derecho, ya que ambos
son susceptibles de apropiación y de posesión.
a) Posesión de cosas
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posesión (art. 1560 del Código Civil) o en el cobro del alquiler y el arrendatario
tiene la posesión inmediata.
c’) Los derechos reales limitados que comportan una utilización parcial
del bien. Hay derechos que no comportan un poder sobre la totalidad del bien,
sino que confieren una facultad concreta o se limitan a una parte de este bien.
Por ejemplo, las servidumbres o los derechos de aprovechamiento parcial. En
estos casos, los titulares no tienen un poder sobre la totalidad del bien, sino un
poder limitado y, por tanto, no hay posesión de una cosa, sino posesión de un
derecho, ya que este derecho solamente permite una utilización parcial de la cosa.
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durante unos días mientras solucionaba un problema personal. Una vez ubicado
en el piso realizó una transferencia al propietario de 300 euros en concepto de
arrendamiento (cantidad que era inferior al precio de mercado). En este caso,
encontramos un poseedor en concepto de propietario (poseedor mediato) y un
poseedor en concepto de arrendatario (poseedor inmediato) sin la existencia
de negocio jurídico entre ellos. Evidentemente, el poseedor en concepto de
arrendatario no tiene derecho y, además, actúa de mala fe.
c) El servidor de la posesión. La figura del servidor de la posesión tiene
origen alemán, ha sido reconocida por la doctrina y la jurisprudencia españolas
y ha sido recogida por el Codi que califica el servidor de la posesión como
detentador (art. 521-1.2 CCCat). El servidor de la posesión tiene el bien, pero
bajo una relación de dependencia respecto del poseedor, actúa por cuenta del
poseedor y siguiendo sus instrucciones.
El servidor de la posesión no es poseedor, ya que no tiene autonomía ni la
voluntad de actuar como titular, es un simple instrumento por el cual el posee-
dor ejerce su dominio sobre la cosa. Por ejemplo: el administrativo que utiliza
el ordenador y la mesa de la oficina donde trabaja o el comandante que pilota
un avión de unas líneas aéreas. El servidor de la posesión, a pesar de tener la
cosa, no es poseedor sino detentador; en cambio, sí es poseedor aquel que da
instrucciones al servidor de la posesión, puesto que tiene un poder de hecho
sobre el bien por medio de otra persona.
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que existe un título válido y eficaz; 2) ignorar que existe un defecto que ha
impedido la transmisión del derecho, y 3) que esta creencia sea razonable. La
creencia tiene que ser excusable y, en este sentido, no se trata de una percepción
psicológica interna, sino que esta percepción tiene que ser objetivamente razona-
ble. Según LACRUZ BERDEJO, «al poseedor se le debe exigir una justificación
socialmente satisfactoria de su creencia o ignorancia. Su estado subjetivo debe
obedecer a una apariencia objetiva razonable22». En caso contrario, si no se dan
estos requisitos y el poseedor conocía (o podía conocer) la falta de titularidad
del derecho, la posesión es de mala fe. Ahora bien, el Codi utiliza alguna vez
el concepto de buena fe en casos de posesión justa, por ejemplo, al tratar el
derecho de retención (art. 569-3 CCCat).
La buena fe se presume siempre y quien afirma la mala fe del poseedor
tiene que probarla (art. 521-7.2 CCCat). Aun así, la buena fe puede cambiar a
mala fe, ya que los efectos de la buena fe cesan a partir del momento en que
los poseedores saben, o pueden saber razonablemente, que no tienen derecho a
poseer (art. 521-7.3 CCCat). Con esta norma se recoge la tradición del derecho
canónico que consideraba que la mala fe sobrevenida perjudicaba el poseedor
(mala fides superveniens nocet), a diferencia del derecho romano que tan solo
requería buena fe inicial y si el poseedor descubría posteriormente que poseía
indebidamente no dejaba de ser poseedor de buena fe (mala fides superveniens
non nocet). En todo caso, la mala fe no tiene efectos retroactivos y no perjudica
el periodo en que se poseía de buena fe.
La distinción entre buena y mala fe tiene consecuencias jurídicas importantes,
puesto que los efectos de la posesión y de algunos derechos reales posesorios varían
dependiendo de la buena o mala fe, por ejemplo en la liquidación posesoria, en la
adquisición de bienes muebles, en el derecho de retención o en la accesión. No
obstante, hay otros efectos posesorios que no están ligados a la buena o mala fe, por
ejemplo la usucapión, las acciones de protección posesoria o la acción publiciana.
A) Pluralidad de posesiones
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res con carácter exclusivo y excluyente y, por tanto, existen varias posesiones
sobre el bien. Estas posesiones pueden ser compatibles o incompatibles: son
compatibles cuando los conceptos posesorios son diferentes y pueden concurrir
simultáneamente sobre un mismo bien (por ejemplo, en el caso de posesión
mediata e inmediata); en cambio, son incompatibles cuando los conceptos po-
sesorios son idénticos y excluyentes y comportan la necesidad de decidir quién
tiene preferencia para poseer el bien.
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B) Coposesión
La coposesión supone que hay varias personas que tienen un poder sobre
el bien, de forma simultánea y en el mismo concepto posesorio, pero con vo-
luntad de compartirlo y utilizarlo conjuntamente. En la coposesión no existen
diferentes conceptos posesorios ni tampoco una voluntad de poseer de forma
exclusiva y excluyente, sino que nos encontramos con varias personas que
poseen de forma simultánea y concurrente en el mismo concepto, por ejemplo
en concepto de copropietario.
La posesión es un hecho, no un derecho, por tanto no pueden existir cuotas
indivisas en la posesión. El poder de hecho de cada poseedor recae sobre la
totalidad del bien, pero no se trata de una posesión exclusiva, sino compartida
y la actuación de cada poseedor está limitada por la posesión de los demás. En
este caso, hay varias posesiones, porque cada poseedor tiene un poder de hecho
sobre todo el bien y los hechos, por definición, son independientes los unos de
los otros. Cada poseedor tendrá su propia relación con el bien y, por ejemplo,
unos poseedores pueden ser de buena fe y otros de mala fe.
En la coposesión, existe una voluntad de compartir el bien y la forma de
compartirlo dependerá del tipo de bien (un piso se puede utilizar simultánea-
mente, en cambio una bicicleta tendrá que utilizarse por turnos). Sin embargo,
si uno de los coposeedores se apropia de todo el bien se produce una privación
de la posesión de los demás que pueden defenderse a través de las acciones de
protección posesoria23.
II. LA DETENTACIÓN
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En este supuesto, hay una relación jurídica previa entre los titulares y los
detentadores en la que los primeros transmiten a los segundos la tenencia física
del bien, pero no existe la voluntad de transmitir el derecho ni tampoco la po-
sesión: son actos realizados con la condescendencia de los titulares. Estos actos
no afectan a la posesión, ya que se basan en la tolerancia del titular.
El ejemplo típico es el precario, que implica la tenencia del bien con una
voluntad libremente revocable por parte de aquel que tiene derecho a poseer.
La STS de 19 de septiembre de 2013 define el precario como «una situación
de hecho que implica la utilización gratuita de un bien ajeno, cuya posesión
jurídica no nos corresponde, aunque nos hallemos en la tenencia del mismo y
por tanto la falta de título que justifique el goce de la posesión, ya porque no se
haya tenido nunca, ya porque habiéndola tenido se pierda o también porque nos
otorgue una situación de preferencia, respecto a un poseedor de peor derecho»
y añade que «el hecho de pagar merced que excluya la condición de precarista
no está constituido por la mera entrega de una cantidad de dinero, sino que ha
de ser esa entrega por cuenta propia y a título de merced o de alquiler por el
arrendamiento constituido o presunto a nombre del que paga».
En el Codi, el precario es un caso de detentación, ya que el detentador no
tiene un poder autónomo sobre el bien ni tampoco intención de poseer. Se trata
de actos tolerados que no pueden fundamentar una posesión, porque se recono-
ce la absoluta dependencia a la voluntad del poseedor. Por ejemplo: un padre
deja el piso que tiene vacío a su hija y a su pareja para que vivan mientras el
padre no lo necesita.
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ser considerado como poseedor porque tiene corpus y animus y sería de mala
fe, porque conoce que su posesión es injusta.
La consideración como poseedor de mala fe, comportaría las mismas con-
secuencias en relación a los frutos y se adecuaría mejor a la definición de
posesión y de detentación del artículo 521-1 CCCat, ya que el fiduciario tiene
animus, actúa sin seguir las instrucciones de ninguna otra persona y su posesión
no deriva de la tolerancia de los poseedores. Sin embargo, el Codi considera al
fiduciario como detentador y le aplica sus consecuencias jurídicas, entre ellas
la no adquisición de los frutos.
A) Clandestinidad y violencia
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B) Bienes no apropiables
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1. ADQUISICIÓN DE LA POSESIÓN
A) Adquisición originaria
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la posesión (art. 521-8.e CCCat); y por otro lado, el nuevo poseedor adquirirá la
posesión, puesto que sujeta el bien al ámbito de su poder y, además, ha finalizado
la oposición del poseedor primitivo que impedía la adquisición de la posesión
(art. 521-2.2 CCCat, a sensu contrario)27. Estas dos posesiones se regirán por
las reglas siguientes: ante terceros, ambos son poseedores, pueden proteger su
derecho con las acciones posesorias y pueden computar este periodo a los efectos
de usucapión; y entre ellos, el poseedor primitivo tiene mejor derecho a poseer y
está protegido con las acciones de protección posesoria frente al nuevo poseedor.
3. Después de un año desde el inicio de la nueva posesión (es decir, después
de un año desde la finalización de la oposición del anterior poseedor), solamente
habrá un único poseedor: el nuevo adquirente, puesto que habrá acabado la po-
sesión del anterior poseedor por el transcurso de un año. En este momento, el
que ha arrebatado el bien con violencia se convertirá en el único poseedor del
bien. En especial, tendrá derecho a seguir poseyendo el bien y podrá proteger
su posesión incluso frente el anterior poseedor, el cual solamente podrá recu-
perar la posesión utilizando las acciones que le confiere la ley, si procede, para
proteger el derecho (o, en su caso, la acción publiciana)28.
B) Adquisición derivativa
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2. FINALIZACIÓN DE LA POSESIÓN
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B) El abandono
En este supuesto se regulan dos casos de pérdida del corpus: por un lado,
la pérdida del bien finaliza la posesión, ya que acaba el poder sobre él. Sin
embargo, la pérdida del bien no extingue la propiedad y si alguien lo encontrase,
no adquiriría la propiedad ex novo, sino que se trataría de un hallazgo regulado
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en el artículo 542-22 CCCat. La pérdida tiene que ser accidental, puesto que
si fuera voluntaria estaríamos ante un supuesto de abandono. Y por otro lado,
la destrucción total supone la desaparición física de la cosa y, por tanto, la
finalización de la posesión por falta de objeto.
V. EFECTOS DE LA POSESIÓN
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Según el artículo 522-1 CCCat, «se presume que los poseedores son titu-
lares del derecho en cuyo concepto poseen el bien». Esta presunción exonera
al poseedor de la necesidad de justificar la titularidad del derecho y serán los
demás los que tendrán que demostrar su mejor derecho a poseer. Se presume
que el poseedor es titular del derecho, por tanto, si se presume el derecho, tam-
bién se presume el título. En consecuencia, existen dos presunciones conexas:
1) los poseedores son titulares del derecho en cuyo concepto poseen el bien, y
2) la existencia de título que justifique la adquisición del bien. En todo caso,
como hemos dicho, se trata de presunciones iuris tantum que admiten prueba
en contrario.
Ahora bien, la posesión es una forma de publicidad rudimentaria y, por tanto,
decae ante otras formas de publicidad más elaboradas, como la inscripción en
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B) Presunción de buena fe
El artículo 521-6.1 CCCat establece que «se presume que los poseedores
han poseído un bien de forma continuada desde que adquirieron su posesión y
pueden unir su posesión a la de sus causantes». Esta presunción de continuidad
en la posesión es doble: por una parte, todo poseedor actual que demuestre su
posesión en una época anterior se presume que ha poseído también durante el
periodo intermedio; y por otra, se presume la continuación de la posesión del
causante, sin interrupción. En este sentido, el apartado 3 del mismo artículo
establece: «se entiende que la posesión es continuada aunque su ejercicio esté
impedido o interrumpido temporalmente, sin perjuicio de lo establecido por el
artículo 521-8.e».
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2. LA PROTECCIÓN DE LA POSESIÓN
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B) La acción publiciana
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3. LA USUCAPIÓN
A) La interrupción de la posesión
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B) La suspensión de la usucapión
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Los efectos de este precepto son dobles: por un lado, el antiguo propieta-
rio pierde su derecho sobre el bien, a pesar de que no haya intervenido en su
transmisión y, por otro lado, el adquirente se convierte en titular del derecho,
a pesar de que haya adquirido el bien de una persona sin derecho34. En este
caso, el antiguo titular no puede recuperar el bien y solamente puede recla-
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A) Excepción
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B) Excepción de la excepción
5. LA LIQUIDACIÓN POSESORIA
Un poseedor sin derecho puede perder su posesión ante alguien con mejor
derecho a poseer, lo que comportará la liquidación de la situación posesoria y
la necesidad de determinar quién tiene que pagar los gastos originados durante
ese periodo, quién se ha de quedar con los frutos o quién es el responsable de la
eventual pérdida de la cosa. En este sentido, el principal efecto de la liquidación
posesoria es que el poseedor de buena fe hace suyos los frutos producidos, a
pesar de no tener derecho a poseer el bien (art. 522-3.1 CCCat)36.
El Codi regula la liquidación de la situación posesoria en los artículos 522-2
al 522-5 CCCat. Estas normas tienen carácter general y, por tanto, cederán ante
otras reglas específicas que regulen la liquidación en otros supuestos (usufructo,
arrendamiento, etc.)37.
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a) Poseedor de buena fe
b) Poseedor de mala fe
En ambos casos se deja abierta la posibilidad para que quién tiene mejor
derecho a poseer reclame una indemnización por daños y perjuicios.
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dero que el mantenimiento de la paz social es una materia propia del derecho
penal y no del derecho civil. El derecho penal tiene la misión de proteger a la
sociedad de los ataques más graves contra las personas y los bienes, y si una
persona roba, hurta o se apropia indebidamente de un bien, la paz social se
protege con la imputación penal del autor. Desde esta perspectiva, el propietario
que recupera pacíficamente la posesión que detenta otra persona sin derecho
no puede ser considerado un ataque a la paz social. ¿Qué produce más alarma
social? El hecho de que un propietario que tiene derecho a la posesión recupere
una cosa sin vulnerar ninguna norma penal u obligar al propietario que sufre la
ocupación de un bien inmueble a esperar unos cuantos años —hasta la resolu-
ción del juicio y, en su caso, del recurso de apelación— para recuperar la cosa,
con la posibilidad de que esa ocupación se vuelva a repetir en el futuro y con
la imposibilidad de cobrar los daños y perjuicios padecidos por la insolvencia
de los autores.
La propiedad se define como el poder más grande sobre una cosa. Sin em-
bargo, este derecho absoluto se vacía de contenido en manos de un poseedor sin
derecho que ha arrebatado la cosa. Considero que los efectos de la posesión sin
derecho deben ser revisados a la baja para adecuarlos a la realidad actual: un
mundo informatizado que permite conocer de forma inmediata la titularidad de
los derechos reales sobre un gran número de cosas y una justicia excesivamente
lenta que no responde con la rapidez necesaria a los ataques contra la propiedad.
El preámbulo del Codi señala que, en general, «nunca se otorga protección
jurídica a quien actúa de mala fe». Sin embargo, en relación a las acciones
posesorias, el poseedor de mala fe también queda protegido en su posesión,
incluso frente el verdadero propietario. Además, en relación a la usucapión, el
Codi, a diferencia del Código Civil español, prescinde de la mala fe del poseedor
ad usucapionem y le da el mismo trato que al de buena fe.
En concreto, centrándome en la protección posesoria, considero que la pro-
tección del poseedor sin derecho con independencia de cualquier otra circuns-
tancia me parece desproporcionada y, personalmente, la encuentro injustificada.
Proteger al poseedor sin derecho frente al propietario produce muchos incon-
venientes, muchos más que la situación inversa, esto es, proteger al propietario
frente al poseedor sin derecho. La propiedad no puede ser un derecho tan débil
que pueda ser vulnerado por cualquier persona que adquiera la posesión, ya que
esta situación altera el orden jurídico y confiere de facto más poder al poseedor
sin derecho que al verdadero propietario. Además, si la protección del poseedor
respecto al verdadero propietario parece muy discutible, todavía lo es más el
hecho de que el detentador (que actúa bajo la dependencia o con la tolerancia
del propietario) pueda interponer las acciones de protección posesoria contra el
verdadero propietario y poseedor.
De lege ferenda creo que se tendrían que revisar algunos de los efectos
clásicos de la posesión, especialmente la protección de la propiedad ante un
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CONCLUSIONES
I. Las situaciones de contacto físico con una cosa se pueden clasificar en:
posesión, detentación y tenencia no posesoria. La posesión implica unos efectos
máximos (presunciones posesorias, usucapión, protección posesoria, adquisición
de los frutos y adquisición a non domino), la detentación representa una situa-
ción intermedia (protección posesoria) y la tenencia no posesoria supone una
situación de contacto con el bien que no está protegida por el ordenamiento
jurídico y que no tiene consecuencias jurídicas.
II. La posesión es un poder de hecho sobre una cosa o un derecho, ejercido
por una persona, como titular, o por medio de otra persona y requiere la con-
junción de dos elementos: el corpus y el animus, es decir, la tenencia material
y la voluntad de tener el bien.
III. Si la posesión era la conjunción del corpus y del animus, la detentación
supone la existencia de corpus, pero sin animus y se define como el ejercicio de
un poder de hecho sobre una cosa o un derecho sin la voluntad aparente externa
de actuar como titular del derecho o la tenencia con la tolerancia de los titulares.
IV. Los contactos físicos sobre la cosa que no sean posesión ni detentación
se califican como tenencia no posesoria y no tienen consecuencias jurídicas. En-
tre ellos, destaca la tenencia clandestina o violenta, ya que la posesión no puede
adquirirse nunca con violencia mientras los poseedores anteriores se opongan.
V. La principal consecuencia de la posesión de un bien es el derecho a
seguir poseyéndolo. Este derecho a poseer se fundamenta en la posesión actual
del bien, con independencia del tipo de posesión y con independencia de que
se tenga derecho, o no. La posesión se protege con dos acciones judiciales: las
acciones de protección posesoria y la acción publiciana.
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VI. La propiedad se define como el poder más grande sobre una cosa; sin
embargo, este derecho absoluto se vacía de contenido en manos de un poseedor
sin derecho que ha arrebatado la cosa. Los efectos de la posesión sin derecho
deben ser revisados a la baja para adecuarlos a la realidad actual: un mundo
informatizado que permite conocer de forma inmediata la titularidad de los
derechos reales sobre un gran número de cosas y una justicia excesivamente
lenta que no responde con la rapidez necesaria a los ataques contra la propiedad.
VII. El poseedor clandestino o violento no tiene ningún efecto posesorio.
La excepción de posesión viciosa del derecho romano está recogida en el artícu-
lo 521-2.2 CCCat e impide la protección del poseedor clandestino o violento.
De este modo, si una persona adquirió la posesión con violencia o clandestini-
dad y un poseedor con mejor derecho se la arrebata, esos tenedores no podrán
interponer las acciones de protección posesoria, y si lo hacen, el demandado
podrá oponer la excepción de posesión viciosa del actor.
RESOLUCIONES CITADAS
• SAP de Barcelona de 2 de junio de 2001
• SAP de Barcelona de 18 de mayo de 2010
• SAP de 19 de septiembre de 2013
BIBLIOGRAFÍA
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NOTAS
1
CASTAN TOBEÑAS, J. (1992). Derecho civil español. Común y foral. Madrid: Reus,
S.A., p. 637, considera «como razón histórica de las incertidumbres que dominan la teoría
de la posesión, la gran heterogeneidad de los sistemas posesorios dentro de las legislaciones
positivas y de las doctrinas. Nos encontramos sobre todo, con las siguientes particularidades:
a) Que en el Derecho romano no hubo un concepto fijo de la posesión en todas sus épocas.
b) Que la posesión romana fue distinta de la germánica y de la canónica. c) Que la concep-
ción moderna de la posesión no es la misma en todas las legislaciones, y es resultado de la
combinación de elementos históricos muy variados. d) Que no siempre la doctrina científica
moderna guarda correspondencia con los diversos Derechos positivos, ya que la atención de
los expositores de la teoría de la posesión… se han consagrado al Derecho romano y, por
otra parte, los Códigos han solido regular la posesión al margen de aquel gran movimiento
de estudios doctrinales».
2
LACRUZ BERDEJO, J. L. (2008). Derechos reales. Volumen primero. Posesión y pro-
piedad. Madrid: Dykinson, p. 21.
3
FERRER RIBA, F. (2007). Dret civil III. Barcelona: FUOC, p. 23. (en catalán en el
original).
4
PANERO GUTIÉRREZ, R. (2008). Derecho romano. Valencia: Tirant lo Blanc, p. 347.
CASTÁN TOBEÑAS, J. Op, cit., Madrid: Reus, S.A., 1992, p. 640, reconoce que de este
concepto se desprenden «tres notas que constituyen el concepto científico de la posesión:
1.ª La posesión implica una relación del hombre con la cosa. 2.ª Esta relación es de poder
o dominación. 3.ª Esta dominación es de hecho, efectiva, sin prejuzgar la cuestión de si
lleva también la titularidad de dominio». Este autor añade, p. 642: «No debió existir en las
sociedades primitivas una relación posesoria distinta del derecho de propiedad. Propiedad y
posesión eran una misma cosa. El hecho, la apariencia del derecho, era el derecho mismo.
Con el tiempo debió de aparecer la distinción con respecto a los bienes muebles, en los
cuales se vio que se podía detentar la cosa y, sin embargo, no tener la propiedad sobre ella».
5
ALBALADEJO, M. (2010). Derecho civil III. Derecho de bienes. Volumen primero.
Parte General y derecho de propiedad. Barcelona: Edisofer, S.L., p. 41, afirma: «Dicho
poder debe ser entendido, no en un sentido de poder físico actual (como tener la cosa cogida
con la mano, o junto a nosotros, de manera que esté a nuestro alcance y disposición), sino
en el sentido de hallarse bajo el señorío efectivo de nuestra voluntad… O sea, para juzgar
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sobre la existencia o falta de poder de hecho, hay que rechazar un criterio de pura tenencia
material, pues: 1.º Por un lado esta es, por sí sola, insuficiente… 2.º Y, por otro lado, el
contacto corporal no es necesario».
6
LAUROBA LACASA, E. (2008). Comentario a los artículos 521-1 a 522-8. En Deca-
nato autonómico de los Registradores de Cataluña. Derechos reales. Comentarios al libro V
del Código Civil de Cataluña. Barcelona: Editorial Bosch, p. 156, dice que «la dominación
se define como tenencia material y, más precisamente —puesto que no puede exigirse una
tenencia efectiva ininterrumpida— como posibilidad de actuar, como potencia… y opone
como elemento correlativo la abstención de terceros, la ausencia de obstáculos que impidan
actuar sobre la cosa».
7
ALBALADEJO, M., op. cit., p. 43.
8
Sin embargo, FUENTESECA DEGENEFFE, M. (2002). La posesión mediata e immedia-
ta. Madrid: Dykinson, p. 50, considera que «parece mayoritaria la opinión de los romanistas
que sostienen que la noción del animus en la posesión ha de entenderse en el sentido de
animus possidendi ya que dicha expresión encuentra apoyo en las fuentes, rechazando, de
este modo, la opinión de Savigny que proponía denominarlo animus domini».
9
CASTÁN TOBEÑAS, J., op. cit., p. 672, en relación a la concepción objetiva, considera
que de esta teoría se deriva la siguiente consecuencia: «puesto que el corpus lleva implícito
el animus, toda detentación, aunque sea por otro, comprende ambos elementos, o, lo que es
igual, toda detentación es posesión». Desde esta perspectiva y, considerando que el Código
distingue entre posesión y detentación, parece evidente que esta no es la postura recogida en
el Código Civil de Cataluña.
10
LACRUZ BERDEJO, J. L., op. cit., p. 33.
11
En este sentido, la mayoría de romanistas configuran la posesión como un hecho, por
ejemplo: KASER, M. (1971). Das römische privatrecht, München: Verlag C.H. Beck, p. 384
o IGLESIAS, J. (1972). Derecho romano. Esplugas de Llobregat: Ariel, p. 311, que afirma:
«Possessio es la señoría o dominación de hecho sobre una cosa. Entre posesión y propiedad
media la diferencia que corre entre el hecho y el derecho. De ahí las advertencias de los
juristas: separata esse debet possessio a propietate; nihil commune habet propietas cum
possessione; nec possessio et proprietas misceri debent.
12
TORRELLES Y TORREA, E. (1994). La possessió civilíssima y la possessió de l’hereu.
Barcelona: Fundació Jaume Callís, p. 17, en relación al Código de sucesiones afirma que «el
llamado, para continuar en la universitas ius del causante, tiene que realizar dos actos: por un
lado aceptar, para adquirir la titularidad de los bienes y derechos de la herencia, y por otra,
tomar materialmente los bienes para adquirir la posesión (puede ser que el heredero haya
repudiado la herencia, y en este caso, no habrá necesitado tomar posesión de los bienes). El
hecho que la posesión no se transmita con la aceptación… se considera una de las caracte-
rísticas típicas del llamado sistema romano» y añade: «En el llamado sistema romano, con la
aceptación se transmite el ius del causante, en cambio, la posesión de los bienes se considera
un hecho, una relación de hecho con la cosa, y por tanto hace falta una aprehensión de los
bienes». (en catalán en el original).
13
BADOSA COLL, F. (2007). Els sistemes adquisitius a Catalunya. La Codificació dels
Drets Reals a Catalunya. Materials de les XIVenes Jornades de Dret Català a Tossa, Institut
de Dret privat europeu i comparat de la Universitat de Girona, p. 23, afirma que el concepto
posesorio «identifica el derecho cuyo contenido se ejerce de facto en la posesión de una cosa
o derecho. (en catalán en el original).
14
FUENTESECA, C., op. cit., utiliza «la idea de la división de la posesión en funciones»
(p. 218) y subraya (p. 35) que en la posesión dividida en funciones: «La posesión se reparte
entre varios sujetos, siendo cada uno de ellos poseedor del aspecto concreto de la posesión
que se le atribuya. Por ello, cabría afirmar que todos los partícipes son poseedores ya que
cada uno desarrollará la función que le corresponda dentro de una única posesión».
15
LAUROBA LACASA, E., op. cit., p. 158, afirma: «El concepto posesorio… da respuesta
a la pregunta ¿cómo se posee? Ubica el poder de hecho en uno de los tipos que identifican
2594 Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, N.º 757, págs. 2549 a 2598
Posesión, detentación y tenencia …
alguno de los derechos posesorios con independencia de que el sujeto tenga derecho a poseer
o no».
16
Para ALBALADEJO, M., op. cit., p. 49, «por posesión de un derecho se entiende
el tener de hecho el poder en que el derecho consiste. Es decir, señorear de hecho, como
si se tuviese el derecho, el objeto sobre que este recaiga» y añade, p. 51, que «la posesión
de un derecho no es un poder de hecho sobre este (es decir, no es el derecho el objeto del
poder de hecho), sino un poder de hecho sobre el objeto del derecho». En contra, CANO
MARTÍNEZ DE VELASCO, J. I. (1992). La posesión el usufructo y la prenda de derechos,
Barcelona: J.M. Bosch Editor, S.A., p. 10, considera lo siguiente: «La posesión de un derecho
subjetivo no es tanto una posesión de la cosa corporal sobre la que recae el derecho (dentro
de los límites que este tiene según el tipo a que pertenece) como un fenómeno similar, pero
no idéntico, al de la posesión de cosas materiales». Y en consecuencia añade, p. 11, que la
posesión de derechos «consiste en el ejercicio de un hecho efectivo de un derecho del que no
se es titular…alguien ejercita un derecho como si lo tuviera, sin tenerlo. Si además lo tiene,
no cabe hablar de posesión del derecho, sino de titularidad del mismo».
17
FUENTESECA, C., op. cit., p. 186, afirma: «Varios autores entienden que la finalidad
de la posesión mediata e inmediata la cumple en nuestro ordenamiento jurídico la posesión
de derechos. En este sentido, HERNÁNDEZ GIL mantiene que «El arrendatario… es…
(art. 432), un poseedor de la cosa; en tanto el arrendador queda replegado a la condición de
poseedor del derecho».
18
Para ALBALADEJO, M., op. cit., p. 52, «Mas ni siquiera cabe la posesión de todos
los derechos patrimoniales, sino solo la de aquellos susceptibles de ejercicio que pueda ser
(al menos potencialmente) reiterado, pues, si no, no es posible tener sobre su objeto un poder,
de hecho, duradero, sino únicamente un poder de hecho que se agotaría en un solo acto».
19
PUIG I FERRIOL, L. y ROCA I TRIAS, E. (2007). Institucions del dret civil de Ca-
talunya. Volum IV. Drets reals. Valencia: Tirant lo Blanc, p. 80, indican: «En general, titular
es aquella persona que ejerce el poder de hecho que le autoriza el título que le permite la
posesión de la cosa o del derecho» (en catalán en el original). Para ALBALADEJO, M., op.
cit., p. 61, «la posesión en concepto de titular o de no titular, no requiere que realmente la
titularidad pertenezca o no al poseedor, y ni siquiera que este crea que le pertenece (esto es
cuestión que solo interesa para juzgar si posee o no de buena fe) o no; basta con que posea
o no como propios la cosa o el derecho».
20
SERAFINI, F. (1927). Instituciones de derecho romano. Madrid: Espasa Calpe, p. 305,
afirma: «La posesión puede también adquirirse por medio de un representante. Para que esto
suceda se requiere, en general, que concurra la voluntad del adquirente. Existen empero algunos
casos excepcionales en los que la posesión se adquiere aún sin dicha voluntad». Este autor
indica los siguientes supuestos: a) Con voluntad del representado: supone la posesión de los
bienes que un tercero tiene en su poder y se requiere: por un lado, que el representante tenga
la intención de poseer en nombre del representado y, por otro lado, que el representado tenga
la voluntad de poseer el bien del representante. b) La posesión sin voluntad del representado,
son los casos de representación en las personas jurídicas o en los representados legales de las
personas físicas sin capacidad de obrar plena.
21
FUENTESECA, C., op. cit., p. 221, considera que en estos casos se manifiesta «el
llamado edificio posesorio. En este sentido, por ejemplo, el subarrendatario sería poseedor
inmediato, el arrendatario ocuparía la posición de poseedor mediato de primer grado, el
usufructuario que arrendó sería el poseedor mediato de segundo grado y, por último, el nudo
propietario sería el poseedor mediato de tercer grado. En consecuencia se trata de ir sumando
o añadiendo grados cuanto mayor sea la distancia entre el poseedor inmediato y el mediato».
22
LACRUZ BERDEJO, J. L., op. cit., p. 88.
23
En este sentido, la SAPB (sec. 14.ª) de 2 de junio de 2001 establece que «frente a un
ataque de hecho contra la posesión o tenencia de una cosa o derecho, poco importa que el
mismo provenga de un tercero o de un coposeedor; puesto que estos no han de gozar en su
legítimo actuar de mejor derecho que los terceros».
Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, N.º 757, págs. 2549 a 2598 2595
Adolfo Lucas Esteve
24
CASTÁN TOBEÑAS, J., op. cit., p. 671, afirma: «Los meros detentadores, al no tener o
no poder tener la intención de tener la cosa como propia, la poseían para otro (nomine alieno),
y por esta razón no tenían en Derecho romano —salvo casos excepcionales— la protección
de los interdictos». En este sentido, LAUROBA LACASA, E. op. cit., p. 160, apunta: «En
el CCC la “detentación” … se presenta ajena a la manifestación de un derecho, pero ajena
también a una voluntad que permita dar autonomía a su ius possessionis».
25
DEL POZO CARRASCOSA, P., VAQUER ALOY, A., BOSCH CAPDEVILA, E.
(2008). Derecho civil de Cataluña. Derechos reales. Madrid: Marcial Pons, p. 43.
26
LÁZARO PALAU, C. (2012). Personalitat civil, capacitat i drets de la personalitat.
En: A. Lucas Esteve (dir.) Dret civil català. Vol. II. Persona i família. Barcelona: JMBosch
editor, p. 49. (en catalán en el original).
27
PUIG I FERRIOL, L. y ROCA I TRIAS, E., op. cit., p. 99, consideran que «la vio-
lencia unida a la carencia de actividad del poseedor, permite adquirir la posesión, si bien la
ilegitimidad de la forma adquisitiva la somete al plazo durante el cual el poseedor desnudado
puede ejercer las accionas posesorias» (en catalán en el original).
28
En los Treballs preparatoris del Llibre Cinquè del Codi civil de Catalunya, p. 53, se
dice lo siguiente: «Es obvio que la violencia no puede justificar la adquisición de la posesión.
Sin embargo, si la violencia acaba triunfando y la posesión acontece pacífica, el usurpador
se convierte en poseedor de la cosa» (en catalán en el original).
29
Otros casos similares son los siguientes: el legatario (art. 427-22.4 CCCat) o el alba-
cea (art. 429-8 CCCat). Se puede discutir si estos casos suponen una adquisición originaria
o derivativa, personalmente, creo que la adquisición deriva del causante y, por esta razón,
prefiero hablar de adquisición derivativa.
30
ALBALADEJO, M., op. cit., afirma, p. 100: «Realmente no se trata de acciones di-
ferentes, una de retención y otra de recobro, sino de que el interesado tiene la posibilidad
general de defender su posesión contra cualquier ataque o despojo».
31
PUIG I FERRIOL, L. y ROCA I TRIAS, E., op. cit., p. 101, dicen: «Se trata de jui-
cios de carácter sumario, la finalidad de los cuales es la restauración a la situación anterior
al acto de perturbación o privación producidos. En estos procedimientos no se discute, por
tanto, el derecho que nadie tenga a seguir poseyendo, sino que lo único que se pretende es
devolver las cosas a la situación en que se encontraban antes de que se hubiera producido el
acto obstaculizador en la posesión» (en catalán en el original).
32
RODRÍGUEZ-PALMERO SEUMA, P. (2008). En Cataluña, la posesión de bienes
muebles, adquirida de buena fe, no equivale al título. Diario La Ley, núm. 7002, p. 12, afirma
que «el artículo 464 del Código Civil establece una regla posesoria abstracta; no obstante…
esa abstracción… se funda en que juega sin necesidad de que el poseedor deba acreditar
título alguno. El poseedor de buena fe debe poder ser considerado como propietario real,
correspondiendo la carga de probar la pérdida o privación ilegal a quien alegue esa misma
titularidad. Por tanto el CCCat añade dos exigencias adicionales: que exista título (que el
poseedor debe acreditar) y que, además, sea oneroso».
33
ESPIAU ESPIAU, S. (2007). «La adquisición de buena fe de bienes muebles en la
regulación del Código Civil de Cataluña». ACD, p. 18.
34
RODRÍGUEZ-PALMERO SEUMA P., op. cit., p. 13, considera que «como sucede
en otros casos de protección de la apariencia (art. 34 de la Ley Hipotecaria, 85 del Código
de comercio, 9 de la Ley del Mercado de Valores, etc.) concurren aquí dos intereses: el del
propietario que puede verse privado de su derecho y el del adquirente que se basa en deter-
minada apariencia, en este caso posesoria. E igual de injusto que privar al propietario de su
derecho resulta que quien adquiere un bien basándose en la apariencia, sea posteriormente,
por causas que desconocía, privado de él. Es por ello falaz la contraposición entre justicia y
seguridad: esta es un componente esencial de aquella».
35
DEL POZO CARRASCOSA, P., op. cit., p. 50.
36
ALBALADEJO, M., op. cit., afirma, p. 110, que «hay que señalar que los efectos de
cada posesión dependen del concepto en que se posea la cosa (o derecho) de que se trate.
2596 Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, N.º 757, págs. 2549 a 2598
Posesión, detentación y tenencia …
Así, el que posea una como acreedor pignoraticio o como comodatario o como depositario,
no adquiere los frutos de la misma, mientras que sí los adquiere el que la posea de buena fe
en concepto de dueño (aunque realmente no lo sea)».
37
PUIG I FERRIOL, L. y ROCA I TRIAS, E., op. cit., p. 106, consideran que estas normas
«no se aplican cuando la liquidación posesoria tenga sus concretas normas, por tratarse de una
institución la liquidación de la cual se encuentra regulada expresamente en el Código Civil
catalán o en otras Leyes. Esto sucederá, por ejemplo, en la liquidación del usufructo, de los
arrendamientos, especialmente el rústico, la restitución de la herencia sujeto a fideicomiso,
el derecho de retención (art. 596-6.2) etc.» (en catalán en el original).
38
DEL POZO CARRASCOSA, P., op. cit., p. 53, afirma: «Este precepto no hace refe-
rencia alguna a los gastos de conservación «ordinaria», es decir, los gastos de conservación
que se originan en una situación de normalidad en relación con el uso de la cosa, o por el
simple paso del tiempo. El criterio del legislador catalán es, pues, que estos gastos deben ser
asumidos por el poseedor, sin duda por entender que los gastos de conservación ordinaria son
una contrapartida del uso de la cosa y de los frutos que de la misma obtuvo el poseedor».
39
FERRER RIBA, F., op. cit., p. 39, recuerda que «el poseedor vencido puede ejercer
el ius tollendi y retirar las mejoras subsistentes, en lugar de reclamar el pago» (en catalán
en el original).
40
PUIG I FERRIOL, L. y ROCA I TRIAS, E., op. cit., p. 112, afirman que para la correcta
interpretación de este precepto «tendremos que concluir que a partir del momento en que es
interpelado, el poseedor de mala fe responde de los daños sufridos por la cosa o el derecho
poseídos y además, los ocasionados por caso fortuito, pero en este último caso, solamente si
ha retrasado maliciosamente la entrega de la cosa la posesión de la cual se discute, pero no
responderá de los daños ocasionados antes de la interpelación» (en catalán en el original).
41
FERRER RIBA, F., op. cit., p. 34, considera: «La regulación de los interdictos, denomi-
nados por la legislación procesal acciones de “tutela sumaria de la tenencia o de la posesión”
(art. 250.1 núm. 4 LEC) está vinculada al mantenimiento de la paz social. La preservación
de esta paz implica que no se pueda recurrir a la fuerza para obtener o recuperar la posesión
de los bienes, aunque la persona que los tenga no tenga ningún derecho, e incluso, aunque
los hubiera obtenido por medios reprobados por el ordenamiento» (en catalán en el original).
42
HERNANDEZ GIL, A. (1967). La función social de la posesión, Real Academia de
Jurisprudencia y Legislación, p. 90, afirma: «No se trata de repudiar los esquemas tradicionales
romano-germano-canónicos. Se trata tan solo de ver hasta qué punto siguen siendo receptores
de la realidad social».
43
STOLFI, N. (1919). Diritto civile, vol. II. Torino: Unione Tipográfico-Editrice Tori-
nese, p. 10, señalaba hace casi un siglo la «tendencia de las legislaciones más recientes y
progresivas, a dar tal eficacia al Registro territorial que llegue a arrebatar al instituto de la
posesión su razón de ser».
44
DEL POZO CARRASCOSA, P., op. cit., p. 47, considera que «la posesión se puede
considerar como un mecanismo de publicidad de un derecho sobre un objeto o, mejor aún,
de una apariencia de derecho. Además no olvidemos que esta apariencia puede acabar con-
virtiéndose efectivamente en un derecho, a través de la usucapión (art. 522-6)».
45
MIGUEL, J. (1995). Dret privat romà. Madrid: Marcial Pons, p. 211, recuerda que
algunos interdictos «contenían el exceptio vitiosae possessionis, que solo era beneficiosa
ante el adversario. Es decir, el pretor no mantenía la posesión al adversario que hubiera
arrebatado al otro la cosa por la fuerza (vi), que la poseyera clandestinamente (clam) ante el
otro o que la tenga en precario del otro (praecario). Esta posesión «vi, clam vel precario»
ahora llamada possessio vitiosa». (en catalán en el original). Ahora bien, como hemos visto,
el Codi solamente exceptúa la posesión adquirida con violencia y clandestinidad y excluye
de esta excepción el precario.
46
LAUROBA LACASA, E., op. cit., p. 238, afirma que «algún autor ha sostenido que
con la LEC/2000 el poseedor que despoja a otro de su posesión con violencia, de manera
clandestina o que tiene una posesión precaria no puede triunfar en un interdicto de recuperar
Revista Crítica de Derecho Inmobiliario, N.º 757, págs. 2549 a 2598 2597
Adolfo Lucas Esteve
que ejercite frente a quien despojó o contestó si este a su vez le despoja». Y añade citando a
PABLO: «Ahora, en efecto, no hay obstáculo procesal que impida que el demandado alegue,
como excepción al interdicto, la posesión viciosa del actor (PABLO, 291)».
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