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IEZ AÑOS SIN MIGUEL.

María Pilar Celma Valero / Diez años


sin Miguel. Cien años con Delibes
El 12 de marzo de 2020 se Vida y literatura
cumplen diez años del falle-
cimiento de Miguel Deli- En Miguel Delibes, litera-
bes. Y el 17 de octubre se tura y vida resultan indiso-
cumplen cien años de su ciables. Delibes no es
nacimiento. Hemos que- escritor que se aísle en su
rido poner en relación estas mundo y escriba como un
dos efemérides, recordando observador distanciado,
al hombre que se fue y al sino que se implica siempre
gran escritor que ha llenado personalmente: «Debemos
un siglo de nuestra litera- escribir como somos. Entre
tura, porque, sin duda, es el hombre que vive y el es-
Campos Miguel Delibes uno de los critor que escribe no debe
de Castilla. autores españoles del siglo xx abrirse un abismo» (Deli-
con una mayor relación entre su persona y su escritura por la cohe- bes, 1993: 17). En su caso, este abismo no se abrió nunca. Después
rencia de su compromiso ético y estético. de vivir el último año de la Guerra Civil enrolado en la Marina, esta-
La bibliografía en torno a Delibes ha crecido considerablemente blecido nuevamente en su Valladolid natal, Miguel Delibes empieza
en las dos últimas décadas. Además de la abundante bibliografía pro- a colaborar en el periódico local, El Norte de Castilla, primero como
ducida en el siglo xx (que puede verse en las webs de la Cátedra Mi- caricaturista; en 1944 pasa a ser redactor; en 1952 es nombrado sub-
guel Delibes, Fundación Miguel Delibes y Cervantes Virtual), en lo director y en 1958, director. Este proceso de afianzamiento en su
que va de siglo han visto la luz importantes monografías, algunas de labor periodística va parejo al de concienciación y denuncia de la si-
reconocidos especialistas (Buckley, Rey) y otras de estudiosos más tuación social y política española y, muy particularmente, de la degra-
jóvenes (Aparicio Nevado); se han publicado tanto estudios biográfi- dación y abandono padecidos por el campo castellano. Delibes
cos (García Domínguez, 2010), como estudios de base ideológica imprime su carácter y su enfoque ideológico al periódico. Siempre en
(Buckley, Long, Pericay); trabajos diversos sobre el tema de la caza los márgenes entre lo aceptado y lo prohibido, Delibes se mueve en la
(Aparicio Nevado, Fernández Martínez), sobre su narrativa en general cuerda floja, pero mantiene el suficiente equilibrio como para que sus
(Freire y Medina Bocos, Rey), sobre obras concretas (Durante, Faro desencuentros con el entonces ministro de Información y Turismo,
Forteza, Postman) o sobre aspectos particulares de su escritura (Cua- Fraga Iribarne, no le impidan ejercer su derecho de libertad de expre-
drados Domínguez, Sanabria Martínez, Val), además de guías de lec- sión. Cuando en 1963 el equilibrio se rompe, Delibes dimitió como
tura de diversas novelas (Estruch Tobella, González Ariza) y director del periódico.
diccionarios sobre el léxico de su obra (Urdiales y López Gutiérrez). Ya había escrito entonces ocho novelas, pero esta cesión de res-
El interés por Miguel Delibés, en estos últimos años, ha dado ponsabilidad en el periódico conllevó una dedicación aún mayor a la
lugar a libros colectivos (Celma Valero, 2003, 2010b; Celma Valero literatura. Mucho hay de auténtica vocación literaria en esta transfor-
y R. González, 2010; Celma Valero y M.ª José Rodríguez y Sánchez mación, pero en el fondo, como el mismo Delibes explicó, lo que
de León, 2013) y a numerosos artículos sobre los más variados aspec- alienta es el carácter indomable de un hombre que no quiso resignarse
tos. Y, claramente, este interés ha sobrepasado las fronteras del espa- al silencio y que, cuando pretendieron callarlo como periodista, se
ñol, con monofrafías en inglés (Boucher), en portugués (M.ª José hizo novelista y así burló con su palabra libre, esencial y entrañada,
Rodríguez y Sánchez de León, 2014; Nascimento), en alemán (Pem- todas las censuras: «Las ratas y también Viejas historias de Castilla la
sel, Schilly), en italiano (Londero y Pieri, 2016), dejando así constan- Vieja son la consecuencia inmediata de mi amordazamiento como
cia de la universalidad de la obra del escritor. periodista. Es decir, que cuando a mí no me dejan hablar en los pe-
En este número especial que Ínsula dedica a Miguel Delibes riódicos, hablo en las novelas» (Alonso de los Ríos: 133).
hemos querido abordar el estudio de su personalidad y de su obra Afirma Delibes que «Toda novela, todo protagonista de novela,
desde enfoques muy diversos, algunos tan novedosos como la ecocrí- lleva en sí mucho de la vida del autor» (Delibes, 1973: 92-92). Es
tica (Rodríguez Elcorobarrutia) o la crítica genética (Martínez cierto que Delibes no escribió ninguna autobiografía como tal. Quizá
Deyros). También hemos querido prestar especial atención al com- no se consideraba tan importante como para condicionar el punto de
promiso ético y social en sus novelas (Buckley, Cárdenas, Morán), así vista de su escritura. Pero sí escribió varios libros a partir de material
como a géneros o modalidades textuales menos estudiados, como los autobiográfico y, además, hay mucho de experiencia vital en toda su
libros de viaje (Rubio), los cuentos (Álvarez), las cartas (Thion) o las obra.
formas diarísticas (Ródenas). Y, sobre todo, hemos querido constatar Delibes escribió varios libros sobre experiencias vividas por él
la vigencia de la obra de Miguel Delibes, su actualidad y su universa- mismo: así, por ejemplo, Un año de mi vida (1972), Mi vida al aire
lidad. libre. Memorias deportivas de un hombre sedentario (1989), o varios
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libros de materia cinegética. Por razones de espacio, no podemos lización» que sufre la protagonista. La crítica del momento puso en M. P. CELMA
prestar atención a todos ellos. Sí a aquellos que puedan arrojar luz evidencia su «absoluta perfección vital», su casi ausencia de rasgos VALERO /
DIEZ AÑOS
sobre esa fusión vida-literatura tan presente en el escritor. Empece- negativos, lo que la hacía poco creíble, rayando incluso la inverosimi-
SIN MIGUEL.
mos por lo más evidente, los libros de viajes. María Rubio ha estu- litud. Pero, analizando dichos antetextos, se evidencian los pasos de CIEN AÑOS
diado los seis libros derivados de sus viajes por Europa y América, que ese proceso de idealización: en el manuscrito, la figura de Ana pre- CON DELIBES
muestran a un escritor-periodista con grandes dotes de observación senta algunos rasgos negativos (su manía de redecorar la casa, su ca-
y un gran espíritu crítico. En un momento en que muy pocos espa- rácter rencoroso, su falta de aptitud para los deportes…), que son
ñoles tenían la posibilidad de salir de España, Delibes busca mostrar contemplados incluso con
la realidad de países que eran desconocidos para sus compatriotas o cierta ironía. Conforme
que eran vistos con recelo. Los primeros libros son sobre todo des- avanza la escritura y la rees-
criptivos: no se concentran en la narración del viaje, sino que este se critura, ese tono irónico se
aprovecha para reflexiones ensayísticas o para manifestar meras im- va suavizando hasta llegar a
presiones, como él mismo declara; pero es importante señalar que desaparecer por completo y
estas reflexiones están desideologizadas; o, por lo menos, no están al mostrar una figura feme-
servicio de ninguna ideología política, como había sido habitual en nina que raya la «excelsi-
otros libros de viaje de la posguerra. En su último libro, Dos viajes en tud».
automóvil: Suecia y los Países Bajos se produce un fortalecimiento del Tampoco escribió
cursus narrativo, incluso recurriendo en su última parte a la forma nunca Delibes un diario
diarística, con referencia a cuestiones más personales. En todos ellos íntimo, pero sí se sirvió de
hay un deseo de perspectivismo, de mostrar otras formas de vida y la forma diarística, tanto en
otros regímenes políticos, a menudo con una utilización del diálogo su sentido referencial, en
como recurso. Rubio pone en evidencia que los libros de viajes de Un año de mi vida (1972),
Delibes «colaboraron a la construcción de una masa crítica alterna- como en su uso literario, en
tiva al discurso oficial enlatado en medios cada vez más débiles. Los las novelas que conforman
libros no son simples impresiones espontáneas ni meras casualidades la trilogía de los Diarios
surgidas al hilo de un viaje, sino un conjunto de evidencias que con- de Lorenzo. Domingo
firman el momento de cambio que se estaba produciendo en España» Ródenas estudia las parti-
(Rubio, 2019). cularidades de ambas mo-
El origen autobiográfico de los materiales de la narrativa de Deli- dalidades. En cuanto a la
bes ha sido proclamado por el propio autor en múltiples ocasiones, primera obra, no puede
pero se trata de un autobiografismo en un sentido muy amplio: libre, decirse que sea un verda-
imaginativo y creador. Así pues, hay que entender dicho origen auto- dero diario íntimo, sino
biográfico como una facultad suya para el desdoblamiento y la pro- más bien, un «simulacro»,
longación en otros seres: «Toda novela tiene algo de autobiográfico, por dos razones fundamen-
porque hay que distinguir entre lo que tú has vivido, lo que podrías tales: la primera, porque Delibes lo escribió a sabiendas de que sus Miguel Delibes.
haber vivido, lo que quisieras haber vivido o lo que temes y presientes anotaciones iban a ser publicadas (fue su editor Vergés, el que lo
que vivirás» (Alonso de los Ríos: 72-73). En realidad, se puede hablar animó a escribirlo); de hecho, en alguna ocasión hace apelaciones
de muy pocas novelas con base autobiográfica real; quizás aquellas en directas al lector. En segundo lugar, y relacionado con lo anterior,
las que se integran más materiales de la vida del autor son Madera de Delibes renuncia por principio al carácter «confesional» propio del
héroe (1987), El príncipe destronado (1973) y Señora de rojo sobre fondo diario (incluso, del diario literario). Ródenas parte, para el análisis de
gris (1991). esta obra, de la distinción hecha por Castilla del Pino sobre lo público
Es precisamente en esta última novela en la que la crítica ha visto, (actuaciones observables), lo privado (podrían ser observadas por in-
a pesar del marco ficcional indudable, una mayor implicación perso- tromisión del observador) y lo íntimo (no pueden observarse). Son las
nal del autor. El propio Delibes asumió que era un merecido home- actuaciones íntimas las que definen al diario. Pero, si aplicamos esta
naje a su esposa Ángeles, fallecida prematuramente. Delibes, ante distinción a Un año de mi vida, se observa que los asuntos tratados
ciertas críticas negativas, reclamó que su obra fuera juzgada solo como son siempre del dominio público o, como mucho, del privado; nunca
novela, al margen de la relación que pudiera tener con su experiencia del íntimo. Cuando Delibes se decide a novelar su pasión por la caza,
vital. El trabajo de María Martínez Deyros, desde la crítica genética, elige como protagonista a un joven, impulsivo y primario, y elige la
añade luz a esta cuestión. Delibes tardó dieciséis años en afrontar ese forma de diario, no tanto en busca de la expresión de la intimidad,
debido «homenaje» a su mujer, pues necesitaba cierto distanciamiento cuanto por una voluntad de distanciarse como autor y, además, poder
emocional. Pero una vez abordado, quiso escribir una novela, no una reflejar una realidad con un lenguaje vivo, con los modismos, e in-
autobiografía ni un diario íntimo; él pretendía que fueran la creación cluso vulgarismos, propios de un cazador del ámbito rural castellano.
y la técnica narrativa las que se impusieran sobre la carga emocional Delibes quería representar al «celtíbero de raza, el ejemplar español
y lo autobiográfico. Ese interés en la creación literaria sí se muestra en incontaminado», y había que oírlo hablar en primera persona. Pero
el análisis del antetexto y en general en el dosier genético (un borrador Lorenzo, sobre todo, cuenta hechos, critica lo que ve, habla de sus
autógrafo y cinco copias mecanografiadas), pero algo más se pone en preocupaciones y esperanzas…, pero no se explaya en su intimidad;
evidencia. Aun concretándose solo al análisis de la figura de la prota- más bien aparece esta reprimida o restringida a frases metafóricas, que
gonista, a través de estos textos, se puede observar el proceso de «esti- el lector debe interpretar. Lo mismo ocurre con la segunda entrega, el
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I. ARELLANO, L. BONET, G. CARNERO, L. A. DE CUENCA, A. EGIDO, ENERO-FEBRERO 2020 EDITA: EDITORIAL PLANETA, S. A. U.
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L. GARCÍA MONTERO, P. GIMFERRER, L. GÓMEZ CANSECO, J. GRACIA,
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D. RÓDENAS DE MOYA, F. RODRÍGUEZ LAFUENTE, J. SILES,
A. SORIA OLMEDO, F. VALLS, J. URRUTIA Y D. VILLANUEVA
J. KORTAZAR (LETRAS VASCAS),
A. TARRÍO VARELA (LETRAS GALLEGAS)
N. PERPINYÀ (LETRAS CATALANAS)
IEZ AÑOS SIN MIGUEL.
Diario de un emigrante (1958). En ella Lorenzo mostrará su asombro Al margen del autobiografismo que, de uno u otro modo, está
M. P. CELMA y sus reacciones ante la naturaleza chilena, pero seguirá limitando el presente en la obra de Delibes, otra cuestión esencial en la fusión vi-
VALERO / acceso a su intimidad. Y, así ocurrirá, casi cuarenta años después, con da-literatura es el tema de la caza. Un amigo de Miguel Delibes
DIEZ AÑOS el Diario de un jubilado (1995). Parecería que Delibes renuncia a la —Santiago Rodríguez Santerbás— lo definió en una ocasión como
SIN MIGUEL. confesionalidad propia del diario, incluso cuando emplea este como «un cazador que escribe» y el apelativo era tan acertado que el propio
CIEN AÑOS fórmula narrativa. autor lo asumió y lo repitió a menudo en sus escritos para resaltar la
CON DELIBES
También tienen una fuerte carga autobiográfica algunos cuentos, importancia que la caza tenía en su vida y en su obra. La caza es una
sobre todo los que tienen como protagonistas a niños (sus propios de las pasiones de su vida y puebla su escritura como tema y como
hijos), pero en ellos el escritor es más observador que protagonista. fuente de referencias para su imaginario. Para Miguel Delibes, la caza
Explica Delibes su preferencia por personajes infantiles porque el es, principalmente, reencuentro con la naturaleza. No hay contradic-
ción entre el ejercicio de la caza y la defensa que hace del medio am-
biente (implícita en su obra de creación y explícita en artículos,
discursos y obras diversas); más bien lo contrario, dado que este de-
porte retrotrae al hombre a sus orígenes ancestrales, cuando su super-
vivencia dependía de las piezas obtenidas: el cazador es el hombre
primigenio, que vive en armonía con el medio natural y en armonía
con sus congéneres. Defiende, eso sí, un ejercicio racional de la
misma: no busca nunca el placer de matar por matar, ni utiliza pro-
cedimientos que puedan resultar devastadores. Caza como llevan ca-
zando muchas generaciones de nuestros antepasados: con una
escopeta al hombro, recorriendo largos trayectos para cobrar alguna
pieza que guisar y comer con los amigos, en el campo. Tan importante
es la caza, y el contacto con la naturaleza que esta le procura, que el
Miguel Delibes
escritor afirma que sus libros derivan de su contacto con el campo; es
junto a su mujer Ángeles decir, que ese reencuentro con la naturaleza no es algo accesorio, sino
de Castro Ruiz. niño «es un ser que encierra toda la gracia del mundo y tiene abiertas fundamental y generador de temas, sensaciones y emociones. Aunque
Archivo Miguel Delibes.
todas las posibilidades» (Delibes, 1999: 7). Cualesquiera que sean las Miguel Delibes es mucho más que un cazador que escribe, sin duda
AMD, 122, 133.
circunstancias que le rodean —la cultura, la religión, la clase so- su producción habría sido muy distinta, y probablemente más limi-
cial…— hay un fondo de inocencia, de confianza ciega en sus mayo- tada, sin esa pasión que llenó su vida y su obra.
res, de capacidad para maravillarse ante el mundo, de tendencia
lúdica e imaginativa…, que son iguales en los niños de todas las civi-
lizaciones. Cuando crezcan se impondrán ideologías, obligaciones y La coherencia de su mensaje ético y estético
preocupaciones que podrán diferenciarnos y aun enfrentarnos unos a
otros. La infancia será luego solo un recuerdo, un «paraíso perdido» Decía Miguel Delibes que «La novela hoy, antes que divertir —para
del que fuimos expulsados, casi siempre bruscamente. Para Delibes, eso ya están el cine comercial y la televisión— debe inquietar» (Deli-
lo maravilloso de los niños es que ven el mundo con ojos nuevos, bes, 1972: 134). Y en otro lugar insiste en ello: «Nuestra misión con-
puros, y descubren con curiosidad y sorpresa cada uno de sus elemen- siste en criticar, molestar, denunciar, aguijonear al sistema de hoy y al
tos y de sus pobladores. Todo les sorprende y les maravilla. El propio de mañana…» (Delibes, 1972: 213). Así es toda la obra de Miguel
Delibes contemplaba con admiración esa visión iniciática del mundo Delibes, una obra marcada por el compromiso ético y social. El
en su propio entorno, rodeado como estaba por sus siete hijos. Así asunto de la caza es solo un motivo para que el escritor y, a través de
ocurre con Tres pájaros de cuenta (2003), y así nos lo hace ver Eva él, el lector, se reencuentre con la naturaleza; con el paisaje y con el
Álvarez Ramos. En estos cuentos, se relata la experiencia de los hijos paisanaje, como quería Delibes.
del propio Delibes con tres pájaros, típicos de Castilla. La figura del Ramón Buckley hace un planteamiento valiente y, sin duda, con-
padre aparece en estos cuentos como «fuente de sabiduría». Los niños trovertido, sobre el mensaje implícito de Delibes en torno a la relación
van descubriendo, asombrados, las peculiaridades de cada uno de los hombre-tierra y hombre-hombre. Por una parte, Delibes muestra un
pajarillos y consiguen también que los lectores nos fijemos en los modo de vida, en la Castilla profunda, que nos retrotrae en el tiempo
pequeños detalles y admiremos y disfrutemos con esa naturaleza que y que hunde sus raíces hasta conectar con nuestros ancestros. Buckley
tanto amaba Delibes y que supo trasmitir también a sus hijos. Delibes se atreve a hablar del «hombre del Paleolítico»: Homo sapiens, que
admira esa mirada inocente de los niños, pero, a la vez, los sabe in- desarrolla su inteligencia para cazar en grupo, que encuentra en ese
mersos en un mundo que, a veces, puede ser cruel. Por eso, sus niños mismo grupo la seguridad, la intimidad en torno al fuego y también
son inocentes, pero están enfrentados a la realidad, incluso a la más el entretenimiento, a través del contador de historias. «Hombre pa-
cruda realidad, como es la muerte: en «El conejo», dos niños peque- leolítico» es el Tío Rabino (de Las ratas), hombre velludo que tenía,
ños (sus hijos Juan y Adolfo) se encaprichan con un conejo, que re- además, una especie de rabo truncado y que a veces andaba apoyado
sulta estar enfermo y acaba muriendo. Entre ambos hermanos se también en las manos, una especie de muestra viviente del eslabón
establece una relación de «magisterio». Son dos etapas de la infancia: perdido entre el mono y el hombre. Y «hombre paleolítico» es el Tío
la de Juan, que ya conoce el sentido de la muerte, y la de Adolfo, que Ratero, defensor de su territorio pues de ello depende su superviven-
escudriña todo con curiosidad y va descubriendo la realidad desde la cia y la de su hijo. Pero el salto al pasado también se produce hacia la
más absoluta ingenuidad. Edad Media, y vemos, en pleno siglo xx, perpetuados los abusos de
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los antiguos señores feudales, en Los santos inocentes. En esta novela, fabetismo: los pobres «inocentes» que pueblan las novelas de Delibes M. P. CELMA
el señorito-caballero feudal, Iván, buscar poner a prueba la fidelidad están casi determinados por su analfabetismo, que los conduce inevi- VALERO /
DIEZ AÑOS
de sus siervos y, así, presiona a Paco para que le sirva como ojeador, tablemente de la miseria a la miseria. Por eso, el Tío Ratero apenas
SIN MIGUEL.
aun teniendo la pierna rota, de forma que este «acto de fidelidad» le puede pronunciar dos frases seguidas que resulten coherentes. Por eso, CIEN AÑOS
dejará cojo para siempre. Hay una denuncia de esta situación (y, de Régula, consciente de sus limitaciones, solo puede establecer relación CON DELIBES
hecho, el inocente Azarías ejercerá la «justicia poética»), pero tampoco con sus señores a partir de frases hechas «ae, a mandar, para eso esta-
el abandono del campo y la huida a la ciudad —como estaba suce- mos». Y Paco el Bajo, cuando abandonan la Raya, sueña con que sus
diendo y ha seguido sucediendo— es la solución ideal, pues entonces hijos puedan acudir a la escuela, sueño que, una vez más, se verá
se abandonan las raíces, la cultura popular, el rico lenguaje rural, el frustrado por el abuso de los señores. Cuando, en La hoja roja, el viejo
saber adquirido por observación de la naturaleza… Por eso, en El Eloy quiere corresponder al cariño y el calor que la Desi le propor-
disputado voto del señor ciona, no encuentra mejor
Cayo, el supuesto redentor modo que enseñarle a leer.
—el candidato— se con- Y entonces vemos la difi-
vierte en redimido y termi- cultad de un aprendizaje
nará reconociendo: «Hay que debió de haberse pro-
que asomarse al pueblo; ahí ducido en la niñez. Todos
es donde está la verdad de son conscientes de que el
la vida» y poco después se acceso a la cultura es la
lamenta: «No hay derecho única forma de salir de la El Norte de Castilla
a esto […] A que hayamos pobreza, hasta el punto de en el periodo en que lo
dejado morir una cultura sin mover un dedo» (Delibes, 2000: 203). que hay padres que están dispuestos al sacrificio más absoluto para dirigió Miguel Delibes.

En 1975 Miguel Delibes ingresa en la RAE y pronuncia el dis- lograrlo, como ocurre en El camino, donde Daniel el Mochuelo es
curso «El sentido del progreso desde mi obra», que incide nuevamente obligado a una desgarradora separación de su familia, su ambiente, su
en la reivindicación de los valores humanos y de la naturaleza, ame- naturaleza, sus amigos… En esta novela se ve muy bien, nuevamente,
nazados por un progreso material imparable. Alberto Rodríguez El- el equivocado concepto de progreso que Delibes combatía. Son mu-
corobarrutia realiza un estudio de aproximación al mensaje de Delibes chos los personajes que se ven obligados a emigrar, pero el emigrante
desde la ecocrítica. Primero explica el alcance y las limitaciones de esta por antonomasia, Lorenzo, es consciente del precio que hay que pagar
relativamente nueva disciplina humanística, para después analizar el y cuando le preguntan si aspira a más (trabajando en la universidad),
sentido del progreso, primero en su discurso académico y luego en su dice: «¡Si aquello no es vivir!». Él, al menos, encuentra la forma de
obra narrativa. El discurso sorprendió y fueron muchos los que tacha- mantener el contacto con la naturaleza, a través del ejercicio de la
ron a Delibes de retrógrado, por oponerse al progreso. Pero la cues- caza.
tión es cómo se entiende el progreso: para la mayoría de los españoles Pero el compromiso ético y social no garantiza ni el éxito de pú-
de aquel momento, progreso era el avance en la técnica, la ingeniería, blico ni el de la crítica. Delibes es un gran escritor por la calidad lite-
el urbanismo, el capitalismo… Mientras que, para Delibes, progreso raria de su escritura y esta depende de dos componentes: la técnica y
es la mejora de «la vida del ser humano con la condición de interferir el estilo. Delibes afirmó que «Cada novela requiere una técnica y un
lo menos posible sobre el estado de la naturaleza terrestre». Tal como estilo. No puede narrarse de la misma manera el problema de un
está siendo entendido el progreso, se produce una carencia de valores pueblo en la agonía (Las ratas) que el problema de un hombre acosado
humanos: producir sin límites es irracional; además, la vida humana por la mediocridad y la estulticia (Cinco horas con Mario)» (1972:
y la organización social no puede basarse solo en el materialismo, el 213). Tenemos testimonio de varias novelas que empezaron a escri-
hedonismo y la insolidaridad. Delibes aboga por un desarrollo moral birse con una determinada técnica (narración omnisciente) y Delibes
y racional más que por uno técnico, productivo o tecnológico. Y, en se dio cuenta de que así no funcionaban. Es el caso, por ejemplo, de
el ámbito de lo humano, sigue la idea ilustrada y decimonónica del Cinco horas con Mario.
progreso, que «se caracteriza por la defensa de la justicia, la igualdad en El gran acierto de Delibes —y así lo hace ver Carmen Morán— es
términos jurídicos y económicos, la libertad, el avance del conoci- la perfecta adecuación de la voz narrativa al punto de vista elegido y
miento, la paz internacional, etc.». Respecto a la naturaleza, su pos- a la historia contada en cada novela. El propio autor se da cuenta de
tura es de respeto absoluto: lo natural representa lo bueno y hay que la falta de verosimilitud que implica un narrador omnisciente, ajeno
alterarlo lo menos posible. También en sus novelas se defiende esta a los hechos, y buscará ese «decoro» dando voz directa a sus persona-
misma idea de progreso; así, aparecen personajes que viven en per- jes; por eso recurre a la forma diarística, al monólogo interior, a las
fecta armonía con la naturaleza y cuya sabiduría depende solo de la cartas, a la segunda persona autorreflexiva (en Parábola del náu-
observación de la misma. El Nini, de Las ratas, o el señor Cayo, de El frago)… Lo importante es que el protagonismo de los personajes sea
disputado voto del señor Cayo, son un buen ejemplo de este modelo. real, sin narrador interpuesto, y que oigamos directamente su voz. No
Y, de la naturaleza, pasamos de nuevo al hombre. Violeta Cárde- obstante, esta «dejación» de la función del narrador tiene una conse-
nas ha acuñado el término «estética de la marginalidad» aplicado a la cuencia para la narración y es la dificultad para incluir referencias que
narrativa de Delibes. En sus novelas el escritor toma partido por los sitúen la acción en su contexto histórico (necesarias en unas novelas
más desfavorecidos y Cárdenas analiza cómo se produce esa margina- comprometidas con la realidad social). Como Carmen Morán plan-
ción. En la «estética de la marginación» conviven un cierto humor tea, en relación a los diarios de Lorenzo, ¿para qué va a hacer referen-
condescendiente junto a una «amarga descripción del hombre y su cia a los acontecimientos históricos en un diario que se supone escrito
dolor». Es interesante ver la importancia que cobra el tema del anal- solo para sí mismo? Indudablemente resultarían artificiosas esas refe-
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ENERO-FEBRERO 2020
IEZ AÑOS SIN MIGUEL.
Universalidad y actualidad de Delibes
M. P. CELMA
VALERO / Otro aspecto fundamental que no se puede eludir ante la celebración
DIEZ AÑOS del centenario de un escritor, en este caso Delibes, es su vigencia: es
SIN MIGUEL. decir, su actualidad y su universalidad.
CIEN AÑOS A Miguel Delibes se le considera el novelista castellano por anto-
CON DELIBES
nomasia, pues casi todas sus obras están ambientadas en Castilla y en
ellas hace una defensa del campo castellano y de la cultura rural. Y no
solo castellano, en toda España se le reconoce como escritor represen-
tativo de todo el país. En este sentido, resultan sumamente significa-
tivos los resultados de una encuesta que realizó en 2019 el suplemento
literario ABC XLSemanal y Zenda, con motivo del Día del Libro. La
encuesta se planteaba en los siguientes términos: «¿Cuál es el escritor
español por excelencia?», y se especificaba: «el que representa mejor lo
La España rural,
español o cuya lectura permite acercarse con más rigor a la compren-
años 50.
rencias. Pero Delibes no renuncia a ellas, sino que las introduce de sión del carácter, la historia, la naturaleza de España». Resulta curioso
manera sutil. Solo me referiré a una como muestra: el día 21 de enero que, después de los incuestionables primer y segundo puesto (Cervan-
de 1956 aparece una rápida alusión a las protestas estudiantiles que se tes, con 29,21% de los votos, y Pérez Galdós, con el 16%), el tercer
produjeron con motivo de la visita de la reina Isabel II de Inglaterra a seleccionado sea Miguel Delibes (con un 11%, por delante de Fran-
Gibraltar. Como hace ver Morán, la consigna oficial sería no interfe- cisco de Quevedo, con 8,22%; García Lorca, con 5,16%; Antonio
rir en las relaciones diplomáticas entre los dos países y, de hecho, el Machado, con 4,80%, o Valle Inclán, con el 2,98). Recojo unas
Norte de Castilla, del que Delibes era subdirector, apenas se hizo eco muestras de los testimonios reproducidos: «ha plasmado la esencia de
de este histórico acontecimiento y de las protestas derivadas. Pero los españoles: el campo y la tragedia», «Supo plasmar de forma magis-
Delibes, nuevamente, sin traicionar la verosimilitud, refiere en su no- tral el paradigma de la esencia española, de todos aquellos que fueron
vela lo que había tenido que callar en la prensa. silenciados, arrinconados y construyeron con su humilde existencia la
Lola Thion se ha fijado en las numerosas cartas que circulan en intrahistoria de este país», «Es capaz de ahondar en la España pro-
las novelas de Delibes, lo que no ha de extrañar pues era el cauce de funda, la que no se ve, pero nos define e identifica».
comunicación más frecuente para las personas que estaban separadas Pero, a la vez, Delibes es un escritor universal, y la prueba está en que
por la distancia. Hay cartas en Madera de héroe y en el Diario de un es uno de los escritores españoles del siglo xx que más interés ha desper-
emigrante, pero en ellas son solo un elemento accesorio, aunque na- tado en todo el mundo, hasta el punto de que su obra ha sido traducida a
tural. El género epistolar se constituye en técnica prioritaria en dos más de veinte lenguas diferentes (y en muchas de ellas, se han traducido
obras: El loco y Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso. La pri- varias de sus obras). Este arraigo en su tierra y, a la vez, el interés despertado
mera toma la forma de una carta única, en la que el protagonista trata más allá de nuestras fronteras, que podría parecer un contrasentido, no lo
de reconstruir, desde la memoria, como un puzle, el pasado que le ha es en absoluto y tiene una fácil explicación. Delibes cuenta historias sen-
traumatizado. Más interesante —para el remozamiento de la técnica cillas en las que sutilmente se imponen unos valores que son comunes a
epistolar— es la segunda novela. En Cartas de amor de un sexagenario casi todas las culturas: el interés por los hombres, por los más humildes y
voluptuoso, Delibes experimenta las posibilidades del género epistolar, desfavorecidos; por los que creen y defienden sus convicciones hasta la
forzando su propia naturaleza, al apartarse del dialogismo y de la bi- muerte; por los más vulnerables, los niños y los ancianos; por la defensa
lateralidad, para centrarse en un solo personaje, de forma que cono- del individuo en armonía con la naturaleza, con la idea de progreso «sos-
ceremos al otro protagonista, la destinataria de las cartas, no tenible»; por la reivindicación de la cultura tradicional; por la condena de
directamente mediante sus propias misivas, sino solo a través de las los convencionalismos sociales, de la intolerancia, de la incomunicación…
del protagonista, de sus respuestas y de sus interpretaciones. De al- Son todos ellos valores universales, que calan hondo en sus lectores de
guna forma, la materia que noveliza Delibes en esta obra es también cualquier parte del mundo: «He buscado en el campo y en los hombres
el propio acto de escritura y de lectura en sí mismo; el poder de que lo pueblan la esencia de lo humano» (Delibes, 1990a: 199). Su fondo
la palabra y la posibilidad de manipulación. Como hace ver Thion, la humanista ha impregnado su obra, prevaleciendo la preocupación por el
originalidad de Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso es que hombre. Por ese fondo ético que trasciende el compromiso estético de su
la realidad de su universo es meramente verbal. obra, Miguel Delibes es un escritor humanista, español y universal.
En este apartado que pone de relieve la perfecta adecuación téc-
nica-materia en la narrativa de Delibes, no puedo dejar de referirme M. P. C. V.—UNIVERSIDAD DE VALLADOLID
a una novela que no tuvo buena acogida ni de público ni de crítica,
precisamente por la dificultad de lectura que implicaban las nuevas Bibliografía
técnicas utilizadas. Me refiero obviamente a Parábola del náufrago
(1969). Aunque hemos sido varios los autores que hemos reivindi- AA. VV. (2003). Delibes en el mundo, Burgos, Fundación Instituto
cado esta novela, su sentido y la originalidad y adecuación de las Castellano y Leonés de la Lengua.
técnicas utilizadas al mensaje que se quiere trasmitir (Gullón, Rey, ABC. XL Semanal (2019). «Gran Encuesta literaria de XL Semanal y
1975; Celma, 2009), creo que la celebración de este centenario debe Zendra», en ABC. XL Semanal, domingo 21 de abril, pp. 17-21.
servir también para ampliar el abanico de aspectos que requieren Alonso de los Ríos, César (1993). Conversaciones con Miguel Deli-
atención y revisar obras hasta ahora menos estudiadas. bes, Barcelona, Destino.
ÍNSULA 877-878
ENERO-FEBRERO 2020
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ÍNSULA 877-878
ENERO-FEBRERO 2020

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