Caso Marbury Vs Madison
Caso Marbury Vs Madison
Caso Marbury Vs Madison
Madison
Ahora bien, contra lo que podría pensarse desde la perspectiva actual –es decir,
desde el “constitucionalismo de los derechos”– no se trata de un caso en el que
una norma legal fue inaplicada por ser lesiva de derechos constitucionales.
En Marbury vs. Madison se resolvió más bien un writ of mandamus, es decir, algo
equivalente a nuestro proceso de cumplimiento.
Justo antes de que Adams deje la presidencia, para ser relevado por Thomas
Jefferson (del partido republicano), el gobierno del partido federal designó a varios
jueces de paz. Este proceso de designación involucraba el nombramiento por
parte del Presidente con la posterior ratificación del Congreso; tras ello,
correspondía, como acto de perfeccionamiento formal, que el documento de
nombramiento sea sellado y remitido por correo por el Secretario de Estado (cargo
que, hasta el momento de los mencionados nombramientos, tenía Marshall).
Lo cierto es que William Marbury fue nombrado juez de paz casi el último día de
gobierno del partido federal y a John Marshall no le alcanzó el tiempo para sellar o
enviar todos los nombramientos que acaban de hacerse, entre ellos el de Marbury.
Ante ello, el nuevo Secretario de Estado nombrado por Jefferson, James Madison
(uno de los coautores de El Federalista y quien luego llegaría a ver presidente de
los Estados Unidos), se negó a sellar y a distribuir las credenciales pendientes, e
incluso eliminó las plazas de juez creadas por Adams. William Marbury,
seguramente sin imaginar lo que resultaría de ello, presentó
un mandamus pidiendo al nuevo Secretario de Estado que le envíe su
nombramiento, el cual ya estaba sellado. Este pedido, en aplicación de una
disposición de la Judiciary Act (equivalente a nuestra Ley Orgánica del Poder
Judicial), llegó directamente a la Suprema Corte.
Con lo anotado, seguramente queda muy claro varios de los aportes que se
derivan de esta sentencia. Uno primero, es que con casos como Marbury vs.
Madison la Corte Suprema no solo afianzó el valor de la Constitución, sino
también afirmó su propia legitimidad y poder (de hecho, al revisar la historia de
diferentes tribunales constitucionales, se constata que sus decisiones iniciales, o
también las de ruptura, son decisivas para su fortalecer su legitimidad). En este
mismo sentido es que el caso Marbury, con el paso del tiempo, se ha consolidado
como la “sentencia símbolo” de la judicial review (o del modelo de “control difuso
de constitucionalidad”), relegando a otras decisiones más bien lamentables de
la Supreme Court (como la del caso Dred Scott vs. Sandford), en las que también
se declaró la inconstitucionalidad de normas legales, pero que no abonaron a su
engrandecimiento.
Ahora bien, tal vez porque hoy día referirnos a la fuerza normativa de la
Constitución no genera ninguna resistencia, puede que no sea tan notorio este
último aporte del caso Marbury vs. Madison al que nos hemos referido. Ante ello,
consideramos necesario llamar la atención sobre que este valor genuinamente
jurídico de la Constitución es muy reciente en los países de tradición legiscentrista
(o de Civil Law) como el nuestro, y que el asunto resulta todavía más nuevo si nos
referimos a la aplicación efectiva de la norma magna por parte de los jueces,
quienes han sido considerados hasta no hace mucho como una especie de “poder
nulo” frente al poder político.
Comentario:
Por último, creo que vale la pena destacar que una decisión de tanta
trascendencia como la del caso Marbury vs. Madison, se ha debido, más que a
cualquier otra cosa, a la sagacidad y la persistencia de un juez como John
Marshall. En este sentido, el caso Marbury demuestra suficientemente que a
veces los “casos pequeños”, en manos de grandes jueces, pueden dar lugar a
decisiones notables e imperecederas.