Luz y Cenizas
Luz y Cenizas
Luz y Cenizas
B
C
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Luz y cenizas
Antología
(1993-2012)
c o le c c i ó n le t ras
poesía
José Ángel Leyva
Luz y cenizas
Antología
(1993-2012)
Alfredo Del Mazo Maza
Gobernador Constitucional
Consejo Editorial
Presidente
Sergio Alejandro Ozuna Rivero
Consejeros
Rodrigo Jarque Lira, Alejandro Fernández Campillo,
Marcela González Salas y Petricioli, Jorge Alberto Pérez Zamudio
Comité Técnico
Félix Suárez González, Marco Aurelio Chávez Maya
Secretario Ejecutivo
Roque René Santín Villavicencio
Luz y cenizas
© Primera edición: Secretaría de Educación del Gobierno del Estado de México, 2018
ISBN: 978-607-495-664-1
Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio
o procedimiento, sin la autorización previa del Gobierno del Estado de México,
a través del Consejo Editorial de la Administración Pública Estatal.
A Begoña, Antal y Ander. Mi núcleo vital
La poesía de José Ángel Leyva
9
poeta y de ahí su insatisfacción con lo escrito, hecha, tal vez, de la
espera de una expresión más justa de lo mismo. Nunca la alcanzará
y seguirá buscándola y encontrándola como montado —según la
poesía árabe clásica— por un demonio que le exige escribir lo que
la lengua no dice todavía.
Las obsesiones centrales de José Ángel no son momias, sino
un combate que transforma. “Y aunque somos la misma persona /
ya no somos los mismos / después de interrogarnos escuchando /
y luego despertar / sin oír / nada”, dice en un poema de Entresueños,
libro de 1992. “Voces no natas discuten en su oído”, dice en un
texto de Aguja, publicado diecisiete años después. Son los enig-
mas que atormentan a cada poeta de verdad y José Ángel busca “el
doblez del verbo”, dice en Catulo en el destierro, ese libro extraordi-
nario que publicó en 1993. ¿Qué es la palabra?, se pregunta José
Ángel. ¿Qué dice y cuánto calla? Su volcán interior “sacude la casa
donde duermen las fieras y las armas”.
Este maestro diseña una figura muy precisa del trabajo del
poeta: “Con el puñal abro caminos / sigo la jungla de borrones /
que se enredan en mi historia” (Entresueños). Porque hay que entrar
en sí mismo con un puñal o un machete para segar las malahierbas
que el mundo, y nosotros mismos, hace crecer en nuestro interior.
Sólo así el desconocido que yace en el fondo del poeta puede
hablar. El desconocido de José Ángel, el “otro”, el que lo escribe,
dice que “hace tiempo empuña el lápiz como daga”.
José Ángel pelea contra la muerte desde su infancia. “No fui
niño”, dice. “/ por miedo a la muerte agazapada. / Acaso el silencio
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estaba en las uñas que nunca mastiqué” (Destiempo). Pero “su ayer
es hoy entre nosotros”. Es “la vida le pasa sin soñar dos veces”, su
“estar sin ser”, un mundo espiritual que nos llena de nuevos uni-
versos que teníamos sin saberlo y sus poemas despiertan.
Querido maestro, necesitamos que siga buscando la palabra
que nunca encontrará: su camino está iluminado por joyas del invi-
sible desencuentro.
Juan Gelman
11
“Hay que meter el cuerpo en una idea”:
acercamiento a la poesía de José Ángel Leyva
Nada hay en la poesía de José Ángel Leyva que huya de una pro-
funda y consistente dedicación a la existencia del universo, y de
cómo esa existencia construye y destruye al ser humano. Quiero
decir, cómo la muerte construye la vida y cómo la vida destruye la
muerte. La poesía de José Ángel no se enfrenta, dialoga con el ser y
el no ser, ésa es la cuestión, porque parte del principio existencial
del drama.
El ser humano, ese ser “enfermo de girar en torno al ego”, ese
“ser envenenado de esperanza”, es diseccionado desde distintos cam-
pos del conocimiento: desde la historia, la astrología, la antropolo-
gía, la sociología, la ciencia, el sueño, la intuición… y para ello, para
ordenar ese cosmos vital en favor de una transformación ilimitada
de todo lo que nos envuelve, pone en juego lo que los románticos
ingleses llamaban la capacidad intelectual, para decirlo muy rápida-
mente, un pensamiento con alma (alma, a la que Condillac llamaba
los cinco sentidos), nada habitual en los poetas contemporáneos.
Los buenos poetas construyen poemas, y luego libros de poe-
mas, con ideas poéticas. Parece una obviedad decirlo, pero no es
así, pues se escriben muchos poemas que tiene como única idea el
ombligo de quien los escribe, o qué sé yo, otros que tratan de pasar
13
por hermetismo lo que no es más que un juego absurdo de pala-
bras. Para tener ideas poéticas hay que tener primero ideas, y para
tener ideas propias consistentes hay que tener un conocimiento
amplio, riguroso, contrastado, experimentado del devenir humano.
Como dice José Ángel: “Hay que meter el cuerpo en una idea, para
hacer sentir los bordes de tu vida”.
Es por ello que José Ángel Leyva inicia ya su trayectoria poé-
tica observando desde otros resquicios, desplazando el eje con-
vencional del conocimiento humano a fin de entrar de lleno en
un paisaje universal que desconocíamos, un escenario que es real
pero nunca habíamos visto, y después de leerlo reconocemos como
nuestro: “Fíjate bien por dónde andas. Tal vez no has removido los
escombros y hay un rumor de alas inaudible […]. No temas des-
pertar y ver que no eres nada de aquello que escuchaste […]. Todo
camino al más allá cambia de sitio”. No quiero decir con ello que
sus lectores participemos de este paisaje, pero podemos pasear
por sus calles, por sus sueños, por sus vivos y sus muertos, sin
sentirnos extranjeros. Somos capaces de temblar en lo que antes
era un páramo, una oscuridad sin nombre. La poesía de José Ángel
nos da conocimiento para que podamos sentirnos más ilimitados
y, en consecuencia, más libres. Nos pone en la mano un nuevo dic-
cionario por si deseamos huir de la vida aprendida.
Nombrar o renombrar las cosas que existen es una obcecada
preocupación en sus versos:
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Nos falta un gentilicio que designe el hueco en donde habita el
escorpión con sus criaturas, un término en principio que nos una
la parte árida con la humedad agreste, el familiar recelo hacia lo
extraño, la anestesia que deja el aguijón del miedo, la envidia que
pica y envenena
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Al respecto quiero compartir tres reflexiones, obviamente
muy resumidas y sin matizar, sobre el lenguaje poético que me
surgen tras leer los poemas de Leyva:
La poesía, dice Todorov —y cómo no voy a estar de acuerdo—,
existe en tanto que es esfuerzo para decir lo que de ninguna
manera puede decir otro lenguaje. Efectivamente, si la poesía sig-
nificara lo mismo que otro lenguaje, no tendría ninguna razón de
ser. Estamos hablando de alta poesía. Existe otra, que tampoco des-
deño (en poesía, como en la vida, ha de haber de todo, y está bien
que sea así), pero no me aporta nada nuevo.
Por otra parte, el lenguaje poético que utiliza José Ángel es
connotativo, no se refiere directamente al mundo evidente, no
lo denota, crea una realidad nueva que mantiene siempre, eso sí,
una relación de significado con algo que el lector identifica como
humano. Y lo logra gracias a su plurisignificación, en el sentido que
lo utilizaba Roland Barthes.
Además, hace muchos años que leo a Leyva y sus poemas van
creciendo a cada lectura, porque en el lenguaje poético ha de existir,
al menos, la voluntad de permanecer sin estar sujetos a lo pasajero.
Marina Tsvietáieva lo decía así:
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En resumen, y para no aburrirles demasiado, el lenguaje de
José Ángel lucha contra lo trivial y lo rutinario explorando las posi-
bilidades significativas de la lengua. Busca la originalidad (sobre
todo en su sentido de origen y fertilidad: “Un polvillo de volcán las-
tima la garganta; desciende silencioso hasta el drenaje”, “Entonces
las fosas de la tierra dieron a luz mi propia lengua”), su lengua y
su voz persiguen lo imprevisible, siguiendo la máxima de la teoría
de la información que enseña que cuanto más inusual sea la orga-
nización de un mensaje, tanto mayor será la información que pro-
porcione, si uno sabe sintonizar con él, claro está. Se trata, pues, de
una elaboradísima deformación creadora.
Pero la complejidad del mundo y del pensamiento ha de
saberse exponer de algún modo, y la complejidad es inmensa si
atendemos a lo siguiente. Veamos:
A mediados del siglo pasado, Pere Quart había observado que
en esta vida todo es “relativo, aproximado y provisional”. Un orden
lógico de pensamiento y descodificación sólo vale para una reali-
dad lógica y perfectamente codificada, es decir, una realidad que
sería la antítesis de la que habla el poeta catalán, y no sólo hablo
de realidad social, sino también, y sobre todo, de la personal, pues
tiene razón Jhon Ashbery cuando afirma que tampoco “pensamos
de una manera lógica y codificada, sino de una manera fragmen-
tada, alterada y contradictoria”.
Es decir, pensamos como realmente vivimos aunque fin-
jamos vivir civilizada, racional y organizadamente. A este hecho
Eugeni d’Ors le llamaba la “simulación moral”, principio que toda
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persona atenta sólo a su beneficio personal conoce perfectamente
y que se basa en la siguiente impecable argumentación de d’Ors:
“todo abrigo, tratado como un impermeable, se convierte en un
impermeable”. Es una buena definición de la posmodernidad
avant la lettre.
¿Cómo, pues, podemos entender y entendernos si pensamos
fragmentada, alterada y contradictoriamente ante una realidad rela-
tiva, aproximada y provisional?
Ese es el inmenso trabajo al que se enfrentan los realmente
poetas, como José Ángel Leyva. Él no escribe para nosotros, pero sí,
como decía Francesc Garriga, cuando escribe lo hace con la intención
de que el lector crea que está hablando de él. Y lo hace así, porque
también en la poesía José Ángel es un hombre generoso. Su poesía
desvela y entrega al lector, para decirlo como María Zambrano, algo
suyo que había olvidado, y que en el momento mismo de la lectura
se convierte, además, en lo más importante de su vida.
La vida de cada cual es una complejidad que interfiere en la
complejidad del universo. Es un enigma, pero todo enigma, por
muy indescifrable que sea, tiene puntos de conexión, una geome-
tría, que sólo un poeta de raza puede trazar, entrever donde “Hay
algo que decir y callar al mismo tiempo”.
Jordi Virallonga
18
Tres cuartas partes
(2012)
Frontispicio
(Para, con, en la poesía de límites de José Ángel Leyva)
21
una sed roja, la última
sed.
Y esperar,
sedientamente humanos,
la aparición de la muerte.
Mas no.
Sobre el temblor del ojo
el óxido se expande
y las bolsas oscuras de los párpados
esconden la pureza ensangrentada
de las tres cuartas partes líquidas del hombre.
Ah de nosotros.*
Antonio Gamoneda
_______
* Las palabras y frases que aparecen en itálicas son de José Ángel Leyva y figuran (como cita
o recreación) en algunos poemas de este libro.
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La perra
Ayer con otros niños la viste perseguida y montada por los perros
Decidieron castigarla por asco o por mostrar carácter
El magisterio del amo o de quien aprende a someter al débil
pasaba por la fuerza y el juego ingenioso de los jueces
La colgaron por las patas traseras a una viga
Aullaba la piñata de dolor entre risas y gritos de muchachos
La sacudían a palos le picaban con fruición el ano y la vagina
El dolor ajeno es impermeable a las cuestiones
Son tiempos de guerra pensabas al emerger en ti
un pulso de piedad o de conciencia
Decidiste entonces frenar el juego
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Por años la imagen de la perra te persigue
Es fiel a tu dolor y a su tortura
Cada mañana aparece en la puerta de tu casa
En su mirada ciega los ojos son los mismos
que preguntan por qué desde la infancia
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Tres cuartas partes
A Juan Gelman
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No son escombros de ayer sino las ruinas
de un porvenir hecho de olvido
una lengua desierta de confianza y aire
No prescribe la justicia si hay mañana
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Estudio de lutxana
A Paco Aliseda
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Remolcarán la nave entre mirones con paraguas e impermeables
En una calle del barrio de Lutxana queda el hueco
La ausencia del artista se advierte también en la ventana
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Ánder (cuatro años)
A Juan Gelman
Todo
es la palabra que rueda con sus manos
Todo
camina en el reloj biológico del juego y la pregunta
Empuja por la casa su bolita de esponja en soledad
absorto la lleva a la escalera cuesta arriba
peldaño por peldaño
Desciende y condesciende hasta dormir sin ella
Mueve sus ojos con hambre alrededor del día
No sabe de ignorancias
Reinicia su labor de escarabajo en el lenguaje
De noche pega las partes con saliva
Se vuelve a colocar detrás de la pelota
Entre residuos de idiomas y señales crece
su objeto verbal
la inútil vuelta del reloj que sus manitas
atrasan elevan adelantan desordenan
La palabra todo inicia su vuelta
su vacío
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Espejo
30
No puedo sin embargo atestiguar
que detrás de los hombros
hay una espalda en el vacío
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Fantasmas
A veces
siento presencias que rozan las paredes
me obliga su rumor a pronunciar
vocales que imitan el trote fugaz
de sus nostálgicos corceles
Nativas lenguas suelen mover el aire
de sus nombres primitivos
Sé quién pasa inexistente
Lo reconozco sin sexo sin edad
Puedo llamar su imagen de un nosotros
sin pellejo sin forma sin sustancia
con la mirada por todos los rincones de la casa
Se me viene a la garganta el sorbo con asientos
de una taza de café ya frío
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Alicia en Ciudad Juárez
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Migrantes
A Jordi Virallonga
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Bogotá
Llueve
No para de llover
Ladrillos y piedras me indican
que voy de atrás para adelante
La Candelaria envejeció desde el recuerdo
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No para de llover
La juventud de Bogotá borbota en las aceras
Forman arroyos sus risas sus deseos
Saltan como hongos de humedad las voces
Caderas senos pasos devenir en baile
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Trémula
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El árbol de la muerte
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El poeta lleva un tiro en la cabeza
A Fausto
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¿En qué país estoy? Interrogaba a los curiosos
el guardaespaldas boca arriba
con ojos de poeta
de mártir
de extraviado
de suicida
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La poesía
41
Su nombre es Bagdad
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—Papá, ¿cómo se llaman las voces que ordenan
desde lejos la explosión del mundo?—
En esta primavera me quedo sin palabras
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El campesino del futuro muerto
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despejan los sobresaltos del alba
Bajo la piedra azul celeste el labrador coreano
desciende sin luz en medio de la turba
Quiere gritar contra el mercado sus últimas consignas
La hoja punzante le corta la voz y los recuerdos
Se le atraganta el pasado en una lengua sin futuro
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Fósiles
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Ámbar
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Toniná
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El pozo de los astros se llenó de polvo
Reposa en el fondo la palabra de los muertos
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Acrotiri
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Chipre
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En el amante cuchichea la insidia
y entre los cuerpos el cuchillo blande
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En Pyla bebí el café con nombres diferentes
Turco o griego en la lengua igual me supo
Dos banderas en medio de la plaza
Cafeterías donde se encuentran los unos y los otros
Con el sabor de Chipre va mi boca
empujando la mano como vela
en ese mar azul
azul marino
en el azul de Venus
de Afrodita
en el azul
azul
azul
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Amores
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El puente
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Bajo el puente sus uñas en blanco
parecen imágenes de cine
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El vuelo del avión
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Isla
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Arquetipos que vinieron a enterrar lejanas manos
como tesoros imposibles de hallar si se les busca
Están allí con sus señales de otras islas
que llegan y se van como los barcos
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Regreso a casa
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Digo salmón para abrir el agua y las compuertas
En el desierto naufrago en busca de nubes
que orienten mi convicción errante
En algún lugar del cráneo llevo los sonidos
de las primeras horas y el viento de la orilla
No necesito saber a dónde voy para llegar a tiempo
61
Ciudad
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colgados de líneas de alta tensión
Rastros de alcohol quizá o desvaríos
en postes de luz donde la sombra crece
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Esta ciudad es árbol de mi noche triste
Nunca tuve otra ciudad para perderme
y repetir en esta las calles de todos mis fracasos
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Fin del mundo
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Asombro
El corazón se sorprende
a veces de sus ruidos
y se queda mudo
completamente sordo
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La Guerra
Una canción para el caballo rojo que piafa de sed en los escombros
Un réquiem para el soldado que apunta el cañón con pulso firme
El enemigo huye con horror hacia la bala
La melodía nuclear dibuja con hollín el suelo y las paredes
con grasa de cuerpos que desintegra el resplandor y el estallido
Sobre los vidrios rotos el calor pinta siluetas
El avión los nervios las visiones el misil la mancha
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La muerte
Perpleja la luz
se busca en el espejo
No hay huella en esa boca
No hay dudas
No hay voz
La palidez anuncia
los cascos presurosos del olvido
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La peste
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El hambre
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Río Turia
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Germina el Turia en mí tan lejos de Valencia
en la mirada turbia de las gárgolas
sin brillo al fondo y al final del curso
Ojos que no ven ni fueron vistos en lodos
o imágenes dejadas por la historia
Vestigios del fuego y de las armas
El río con alas aumenta su caudal
echa raíces en el jardín de la memoria
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Cantos rodados
A Begoña
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Busca huellas señales de la infancia
En la canícula alcanza a ver el precipicio
Urgencia de la voz y plenitud de los sentidos
La redondez del agua circula por la sangre
Con la marea retornan las aves y las barcas
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Vestigios
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Guerrilla
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Mezcal
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Visual
Louise Bourgeois
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ideas, herramientas, evocaciones, presentimientos, certezas, deseos,
imágenes. El movimiento en la piedra, la elasticidad en el hierro, el
gesto mineral en la madera, el dramatismo biológico en el yeso, la
sospecha animal de las puertas y los muebles. Cada sala despliega
momentos de intensidad existencial, de diálogo entre el artista y la
materia; es el encuentro de la razón y la naturaleza, los cabos bes-
tiales que atan el delirio intelectual. En cada obra hay algo más de la
autora. El recorrido se hace de afuera hacia adentro, en una espiral
que nos coloca en la salida, que tal vez sea el principio, la verdadera
entrada de dicho proceso donde el artista es sólo objeto: el resul-
tado de esa larga marcha fundida en el lenguaje de las cosas. Lo que
se quiso decir está en la materia, en las formas aprehendidas de la
vida, en los estados de ánimo que circulan por los vasos capilares
de la obra. Lo que se quiso expresar, lo que se dijo, lo que nos dice,
lo que decimos, lo que sentimos.
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El sentimiento de la piedra
El material se descompone
en viajes y en lluvias sin recuerdo
Se amolda al soplo
a su ignorancia de las cosas
Oigo
en el crujido de su boca
un fuego solitario
Crepita de placer entre la nieve
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Pasión de herrumbre
84
El dolor que no respira en el agua
de otro tiempo
no muere en el olvido
En salud ajena baña
la carne de imágenes
nacidas de la carne
85
Una veta de mujer
Me encuentro en la oquedad
de un útero de mármol
poblado de vértebras lunares
de pies y manos atadas al silencio
de vísceras abstractas
Huelen a insomnio y a deseo
Despiertan el hambre
la lujuria la piedad y el llanto
Una escritura fetal inexpresiva
me hace deletrear
los pulsos de un viejo corazón
sus formas de hablar
y de sentir lo nuevo
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Una veta de mujer hay en el fondo
de esa rareza
líquida en la piedra
Sin correr
fluye hacia adentro
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Moldes
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Pedacería
Yacimientos personales
Pedacerías humanas entre el polvo
Enigmas de terror
se duelen de sí
se rompen en la sombra
se niegan la existencia
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Temperanza
Colgada al llanto
No se conmueve de su forma
Nace y bate en el molde de las sombras
su delirio de ser dios
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Su reino arrastra
gruñe muerde sangra se victima
Lame el placer y el dolor con obediencia
o pasa entre los dientes la venganza
el gusto a sexo a risa a palabras sin sentido
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Proyecto
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Escultura en piedra
Un mar de anuncios
sucumbe al coro y la tragedia
Es lo mismo preñar que destruir
Una lengua anudada hace el intento
de leer las pisadas de tribus ordinarias
En la estrechez de la nada
la amplitud del cuerpo es útil
a la piedra que anima su memoria
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Un ritmo de cincel marca su acento
La obsesión del canto de sus vetas
en la dureza de un yo
sordo
informe
Cuenta los golpes de barreta
Los filones de un cuerpo en otro
De uno en uno
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El ojo en vela
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Credo de luz
A Esther González
96
Tropel de sombras
A Guillermo Ceniceros
97
A dos manos el pintor descorre la niebla
de una boca oscura como un bosque
embadurna sus labios sin volumen
Amorosos silencios transmiten las líneas de sus
palmas
Huele a brea y a aserrín la noche
El cuadro enmarca una ventana
De su afuera interior martillan las ausencias
La desazón derrite la cera del color y el tiempo
encerrado en una caja de herramientas
Las sombras en tropel se quedan
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Figuraciones
A Guillermo Ceniceros
99
Estampa de huellas en la cara
en la piel de la historia
y de una estrella del color de la alegría
100
Geometría del enigma
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Va el pincel a la montaña
A Guillermo Ceniceros
Va el pincel a la montaña
la tiñe de violeta
Costras de un mar que ya no existe
Gigantes apagados
Catedrales de piedra en cordilleras
La roca se endurece con la fuerza que desgasta
paredes adustas y perennes
Todo cambia de forma
Se evapora
Se desmorona o funde
El color ilumina el viaje de la nada
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Bosques
103
También el hombre echa raíces
frutos semillas
Insemina el aire
Escribe en la corteza y en la fronda
las cosas que pasan por las ramas del cerebro
los signos que hacen a la sangre savia
y a la imagen papel a semejanza nuestra
104
Por la ventana veo tu espalda
105
Frente a frente
106
Profetas
A Eduardo Cohen
107
Los vidrios cortan o pegan lo que otros han quebrado
Entra luz por la gráfica de un mortal creador
De un hombre sencillo que mira triste el hueco de Yahvé
por donde no cabe la mano ni el lápiz ni el deseo
108
Líneas
109
Al descender a la rúbrica y al trazo
la línea es frontera y es principio
de quien escribe y dibuja sus fantasmas
110
Balconeadora
A Leonel Maciel
111
Fotografía de playa
112
Fundación en piedra
113
Apunte sobre una mesa de granito
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Fotograma
A Hélio Rola
115
La buena muerte
116
Los santos óleos te llevan al final del túnel
El corazón se pinta solo
y vuelves a empezar fuera de cuadro
117
Parque Guadiana
118
II
119
la plenitud
el gozo
el intento de salir
con vida
balbuceando sombras
III
120
Aguja
(2009)
A Hélio Rola y Floriano Martins
A Víctor Rodríguez Núñez por su atenta y generosa lectura
Uno
Nagual I
Falange darwiniana
Homínido
Obediente a sueldo
apunta y dispara sobre el otro
127
Cuando el pulgar se alza frontal ante los cuatro
toca sus puntas y vuelve a recordar la hazaña
Él deshizo la ruta del mono y lo llevó al entendimiento
No hay vuelta atrás la vida es una cuenta regresiva
El futuro es esta luz perdida en las cenizas
128
Nagual 2
Ente
129
Nagual 3
Alas
130
Nagual 4
Mascota
131
Ocurre a veces sin síntomas ni signos
en medio del tumulto
Nos sobresalta no ser ni estar en ese corazón
sino en la cosa animada que mueve la cola
y lame al paseante los zapatos
132
Nagual 5
Fuego
El resplandor
La oscuridad del barrio
Gorjean palomas y sacuden sus alas los pichones
Vuelve la luz
133
Una mujer —estuvo siempre allí en la escena—
regresa el cuerpo a su refugio de cartón y diarios
Se hunde en el espanto y en la amnesia
No hay personaje en la ventana ni en la calle
Sólo el incendio del rayo y los murciélagos
agitando sus alas en el fuego
134
Nagual 6
Ajonjolí
135
persuadido de llevar en las muelas su semilla
Ella era el pan
la primavera
El porvenir es otra cosa
136
Nagual 7
Espejo
Tu rostro no es el de antes
No es el tuyo
Es la geometría del agua en su caída
en pleno vuelo hacia la sal
donde te ves multiplicado
137
Entonces
cuando dejas de ser
eres el mismo
Te secas y te esfumas
Nada sabes de ti ni de los otros
138
Nagual 8
Objeto no identificado
¿Quién lo recuerda?
Si el ovni abandonara mi pupila
no quedaría yo para contarlo
139
Nagual 9
Golondrina
140
Nagual 10
Poeta
En el papel desierto
uno recuerda la forma de cazar la liebre
de hacer sandalias con piel de los reptiles
de mudar por dentro antes del alba
141
de esa persona que no llegaste a ser
Un día cualquiera la ahogaste con la almohada
Algo de ti quedó en su testamento
Acabas de nacer
Alguien te lee
142
Paisaje cenizo
143
Poeta cenizo
144
Barahúnda en el árbol
145
de polen en muros de apariencia
Uno nace del querer aunque no quiera
146
Barullo
No fui niño
fui una bola de estridencias llevada por el viento
Acaso el silencio estaba en las uñas que nunca mastiqué
por miedo a la muerte agazapada en ese crecimiento de la
ausencia
Se junta la mugre con la carne y los fantasmas duelen
crujen rechinan igual que una sospecha
147
No conozco esas bocas insaciables de cascajo
Las devoro antes de alzar el cuerpo de la cama
Rumiante de historias que van del estómago a las muelas
Pongo a circular sucesos que no existieron para otros
y existirán a fuerza de nombrar las cosas y los nombres
Son ecos no son bocas
desorden en el tiempo
148
Padre
149
Imagen
150
Memoria
151
El impostor
No es eco o fantasma
Cansancio de pasar inadvertido para otros
Tampoco el no ser que dejan las ausencias
152
de la moda
Mi voz ni la suya son originales
153
Aguja
154
Sacude el can los belfos
gruñe ante una grey a rastras
155
Fobias I
156
Fobias II
157
Fobias III
158
Air Bag
159
No todos somos él, ni es nuestro nombre.
¿Cómo se llama? Pregunta una mujer sobre la cama
a un ángel aturdido por una bolsa de aire.
160
Virus
161
El virus copia y multiplica sin prisa sin envidia
Una legión de yos invade siembra
furor desidia escepticismo
Si viene o va no causa incertidumbre
Cuánta confianza hay en su noción de tiempo
La confusión se acaba
162
Dos filos
II
163
Podrían ser espíritus rebeldes o sombras del infierno,
pero no son más que criaturas de agua y aire.
III
IV
164
Carambola, fruta heliotrópica
Un nudo en la garganta
de sabor heliotrópico, rumiante
dulce —parece opinar la conciencia atribulada
por un sueño sexual que muerde el esqueleto—,
frutal como el saber del árbol de la ciencia.
165
Donde Tarzán perdió el cuchillo
166
o que al matar al gorila central representaba a Edipo
Halló el cuchillo entre las ruinas
Venteó la huella de su dedo pulgar
Incertidumbre y dudas en la inodora imagen
de su rostro en un estanque
El héroe comenzó en la lucha
en el dolor de piedras que parten la cabeza
Las mismas que sirven para hacer estatuas
lapidan a la adúltera al mendigo a los traidores
Se defendió de la muerte o del olvido
No se sabe
Cuerpo a cuerpo sin efecto
La daga del padre era la sangre no la ciencia
El dónde
es el lugar extremo
Sólo llega allí el audaz y a quien perder
supone la obtención de otra memoria
La misma que el hombre mono descubrió
en su instinto
167
en la algazara del monte de Venus
entre los senos de Jane
en la vertiente suavísima de muslos
que lo empujaban a ser de nuevo el animal
Allí donde Tarzán perdía el cuchillo
168
Gol
169
Luzmila
170
Haz la lectura del sedimento de la taza
El tiempo llega
Recuerda abrir a los muertos el cerrojo
171
Agosto
172
Felicidad
173
ante una multitud imaginaria de fieles seguidores
Los funcionarios la miran con ojos de cordero
174
Nadie
nada nadie
alguien nada
alguien nadie
nada nada
175
Dos
Ángel Dragón
Ángel Dragón
Principio y final del ser que fue y será
Incandescencia de alas
Omisión de imagen
179
Complot
180
Un complot un ataúd
No alguien sino algo llama
181
Gemelos
Al caer en la inmundicia
se reconocen y atraen las sombras rezagadas
No hay principio ni final
Perplejidad en el vacío
El hambre del azogue
—¿Qué hay en el revés de tu belleza hermano del dolor?
—Venganza y manadas en silencio
—En cambio en mí —alega el monstruo—
No hay lugar para esa luz que afila tus pupilas
Mi descenso es flor inmanente de la guerra
—Impaciencia de espadas garras explosiones— completa la beldad
y agita sus alas membranosas en el oscuro espeso
182
La hermafrodita legión se empeña en convencer al mundo
“No hay mal que por bien no venga”
183
Diablo tinto
No trae mensaje
trae desorden
Sólo un pintor naufragaría en esa gota
sedimentada en el fondo de un envase
Sin nada que ofrecer para vender el alma
184
La masa y el pan del diablo
185
El diablo amasa el estertor y huele el pan en esa boca
No en la finada en la otra que pasa la lengua entre los dientes
detecta residuos de la hostia y musita
el amén de una oración carente de palabras
186
El diablo en casa
187
La poltrona
188
El diablo voyeur
189
Infierno del alma
190
Me mira el terror desde la carne y su poltrona en ruinas
Lo veo y me ve soberbio en la orfandad
en el infierno que anuncian los pronósticos del diario
191
Ayer mañana
192
Mañana podrías leer cualquier noticia y no encontrarme en las
[esquelas
No sé qué me puede empujar a entregarles
el auto y el dinero el orgullo la renuncia de ser la causa de tu llanto
Abrirás la prensa y saltarás esa línea de ayer
mientras escuchas la voz de tu inconsciente:
“Siempre es mejor leer la de mañana”
193
Versos perros
194
Crepúsculo
195
El alumbrado público dispara la señal de alarma
El ocaso es un huevo
en la frente cíclope del miedo
196
Genio sin ingenio
197
Constelación del Ángel
198
Dios Murciélago
199
La piedra el cincel el pensamiento
se ablanda y se aligera
La imagen de Dios es inaudible
Evade los radares
Si fijamos la vista en el polvo
en las cosas de apariencia muerta
percibiremos el temblor que las anima
la lengua-aguijón sobre la carne
El monolito
emerge de la entraña
Su presencia estática se mueve
No sentimos el peso de sus alas
Planea alrededor del sacrificio
Esparce con su hocico la simiente
de esa flor que tiene contados los segundos
200
Dios vegetal
201
Lo negro sobre el blanco
Es novedad el brote de un rojo en el profundo azul
el amarillo que estira la nariz hasta el naranja
golosa lengua en el pistilo
eternidad que sabe a flor
a un solo día
202
Dioseros
203
antes de abrir la puerta del lenguaje—
contesto sin pensar en la respuesta
Desnudos los dos volvemos al principio
204
Catulo en el destierro
(1993)
A
Pedro Leyva
Carmen Martínez Diez
Carlos Maciel
¿Cuáles son los poetas que han agregado estos nue-
vos descontentos a los eternos descontentos de los
hombres?
Thorton Wilder
Los idus de marzo
Absorta en su interior
la oscuridad se desvanece
Sobre la lápida del día
inscribe su epitafio
El antifaz oculta otro hemisferio
213
Catulo ya no escucha el estruendo de su carne
el ruido de sus uñas
o el crecimiento indiferente del cabello
La noche se le pudre
el canto celular se calla
Su balada durmiente
es la ceniza estrepitosa
cae en sus orejas sordas
Apagan sus rescoldos los silencios
214
Las imágenes del sueño se interponen
a la densa claridad del tacto
revolotean porfiadas en torno a las ventanas
desaparecen entre la timidez reverberante de los vidrios
buscan sedientas la memoria
Aletean los párpados incrédulos
como aves nocturnas atrapadas en su nido
215
Catulo titubea
endereza el cuerpo
lo yergue en la planicie de las sábanas
Palpa un ayer endurecido
son horas tiradas en el lecho
cadáveres que meten frío a los huesos
Sus bostezos emanan
incienso quemado en la mañana
216
La realidad se ciñe a los sentidos
se ofrece descaradamente
excita el pulso y lo acelera
El sentido común empieza a masturbarse
La incertidumbre se monta con espuelas
sobre el pesado lomo del deseo
Su trote se acerca a un precipicio
Donde el peligro de vida es inminente
217
Sobre el espejo matutino, la ansiedad se extiende
como llaga nebulosa que estrangula al cielo
El pecho es un túnel con su fantasmal locomotora
que no puede atravesar sus costillas carcelarias
218
Catulo olvida el año que amanece
busca en su reloj el momento de encontrarlo
Su rutina ordena salir con desaliño
al borde de la acera
219
El sol es una piedra lanzada al fondo
de sus ojos
En el abismo digital de la mañana
la soledad suena profunda
su ruido lejano se acerca seductor
mancha que emerge de la almohada
grito entre muertos y fantasmas
Descienden voces exteriores
agitan corrientes subterráneas
El sarcasmo de los objetos
mueve recuerdos
y abre grietas al olvido
Todas las cosas están vivas
ascienden desde lo más íntimo
con su sabor pretérito
y dejan sentir lo que habrá de retornar
220
Las calles oprimen su sonrisa
quedan angostas al cinismo de la tristeza
Una resaca fiera destroza el calendario
rasga su cara con gestos dolorosos
duelen también a quien lo observa
221
Va con la mirada rota
sus pies en extravío
El sentimiento propio conectado a pena ajena
Lleva ardiendo un diablo entre las piernas
un pobre demonio que se incendia
sin hallar el consuelo de su infierno
222
Los muros conducen a un lugar ineluctable
donde la vida cierra el paso a otros lugares
De las paredes cuelgan frases
versos
que derramó el alcohol
su juicio
Bebió la amargura ensimismado
Letra por letra desgranó
su oscuridad
223
Manchó superficies públicas
Con soliloquios inéditos
Llenó con todos los rincones de su historia
El frente de una casa
El exterior de un domicilio dio la espalda
Y sobre éste pintó el nombre de su dueña
Deltrea C l a u d i a
Lo detiene su muerte enamorada
224
Allí
En esa tumba que parece alcoba
Permanecen vivos los deseos
Nadie acude a su llamado
En su huida encuentra huellas de otra huida
225
Las despedidas son una esperanza
Su amante lo expulsa un día
luego lo llama
con voz interminable
a conjurar su idilio
juntos
revuelven sus humores
ocios y venganzas
La piel es una y necesaria
fundida en dos
el mismo hechizo
Plenitud de huecos
Movimiento en ejes
Traslaciones húmedas sobre órbitas de fuego
Cansancio de promesas
Fatigas lubricadas
226
Agotan impaciencias en la brevedad
de los suspiros máximos
Los preservan en ecos
que en silencio siguen escuchando
Disciernen sus flujos intangibles
sus ruidos de aves disecadas
Beben insomnios de placer
Delirium tremens
227
Cuando yace en la extensión que dominan
las tranquilas respiraciones de su amada
una exquisita libertad lo apresa
Después el porvenir se niega
Otros ocupan su futuro
metido en ese cuerpo
en esa boca que besó
Que besan ya otros besos
228
Los goznes de su imaginación no están resecos
Cierra los párpados
aprieta las mandíbulas hasta rechinar los dientes
Abre con ligereza una puerta silenciosa
por donde una mirada lúdica se asoma
pero no logra atravesar los encajes del umbral
Catulo espera fuera
229
Camina por cimas de hormigón y acero
seguido de su sombra
Percibe esa babeante oscuridad en sus contornos
su mirada turbia de bosquejo
Como mastín acecha impaciente su esqueleto
230
Asciende las torres más soberbias
La altura concentra una vieja confusión de idiomas
Su lengua natural tremola
como bandera de pirata
hecha girones
con calavera y tibias en desorden
fracturadas por el clamor guerrero
de cosas innombrables
231
Su ojo de marino atisba
los límites del ojo
la redondez de la nostalgia
Zurce ausencias blancas con azules hebras
como si fueran velas que lo acercan
al horizonte que sólo toca con el nombre
realidad presente
lejana
inalcanzable
línea final
filo sin hoja
232
Con humeante cansancio se prolonga
un sueño de Babeles
Dos pupilas no bastan para absorber su fatiga
Las nubes encallan en este sepulcro de nieblas
233
En los fiordos de asfalto cantan sirenas
al paso de Carontes con luciérnagas sombrías
Se estremecen peces solitarios
Un instante zozobra
la indolencia duele
Icebergs de cemento recargan sus costados
inmunes al calor del cuerpo
sobre la masa derretida en las aceras
Contra las puertas se estruja el desamparo
234
Cada casa guarda un niño
y cada niño esconde claustrofobias
en el túnel de una almohada
guarda náuseas en las ostras de sus puños
Juega encerrado en cinescopios
con la quietud inanimada de otras almas
235
La adolescencia oculta su acné
entre violentas cáscaras
inmóviles
sus miembros crecen
restregando su edad apresurada
contra el cansancio autoritario
de la gente
La adolescencia es un arma vital
que se dispara a quemarropa
instrumento punzocortante
prohibido por las leyes
motivo de asalto a mano armada
236
Todas las calles son arroyos secos
Para los hombres de mar
Todas las aceras son puertos
para anclar la muerte
en el reloj de un asesino
o para ver una mujer nocturna
erguida como faro bajo el sol
Todos los barrios se desprenden
De la misma plaza
caminan siempre al corazón
de las ciudades
hacia el lugar inamovible
de las ruinas
Todas las piedras son la misma
versión sedentaria
del nómada cansado
237
El vértigo florece en la cumbre erosionada
del ocio y la utopía
Retoñan los primeros versos
como vómito en los labios
Pierde el cuerpo su equilibrio
Al fondo la cuadrícula del valle
es invento sin retorno
colchón que aguarda la caída del poeta
o el descenso de sus pies hechos astillas
238
Respira el soplo de un gigante
con pulmones carcomidos
desentraña la visión de los volcanes
ocultos por un telón de brumas
cuando el tizón meridiano descubre sus cabezas
239
Un impulso terrenal sacude
las vértebras del mástil
Desde abajo una fuerza superior atrae
la imagen del vigía
arrastra su débil voluntad
toca su tacto con sublime tentación mundana
240
La tierra pesa en el hueco de las venas
Reclama la unión de las cenizas
241
Catulo recoge del suelo sus despojos
la perversa inquietud de las hormonas
los miembros desollados del deseo
envueltos en la palidez de algunas páginas
Escucha los gruñidos subterráneos de la muerte
el paso inminente del suicida
los chirridos de una puerta cancelada
el llanto de un cadáver memorioso
o su sombra inmortal entre los ciegos
242
Catulo es un ángel con alas atrofiadas
un vivo cargando un lado muerto
como todos los hombres traen su espalda
¿Será por no tener cuatro ojos
que no se vuelve atrás pisando el mismo paso?
¿Será por no voltear la frente
hacia el reverso
que el rumbo tiene cara equivocada?
Para mirar hacia el ayer
se pone la espalda hacia el mañana
Para el pasado el revés
queda de frente
cuando el futuro sin ojos ve
nuestras miradas
243
Entre las grutas de la urbe sueña
como murciélago sediento
beber la realidad del pico de las aves
pero termina por chupar su propia sangre
244
Después de Cristo
dos mil años resuellan por su boca
Tiempo de vivir sin tiempo
de morir sin conocer la vida
de escribir estertores con suspiros
Amar es un verbo amargo
en tiempo presente
y una conjugación incierta
en futuro absoluto
245
Catulo tropieza con granadas de silencio
Le llegan augurios de otros mundos
por boquetes que le abre: la nostalgia
como espectros en su aliento
se esconden en los resquicios del habla
Oye su voz rasguñar los muros de la boca:
246
Te nombro inmerecidamente
con el miedo
de volverme sólo letra
Hojarasca
pisada por el aire pesado
de la nada
Te invoco
a desnudarme en el centro
de ti misma
a volverme ropa para un cuerpo
o cuerpo sin ropa
para todos los quehaceres
Nací contigo
de ti
Ambos con el vientre abierto
dando luz y dando sombra
te llamo a deshacer el beso
con que plasmas la tinta en mis cuadernos
247
Concentro mi mordida entre tus dientes
cuando padezco los filos conyugales
de la ausencia
Te eclipso cuando naces
Perezosamente
en la espesura de una espera desmedida
cansada de mí
de las palabras
Si surges espontánea
me devoras
entre el follaje blanco de la hoja
hipnotizado por el ruido
en el piso
sin fondo
de tus ojos
Gozo la úlcera de amor
cuando me tocas
agitada
en una piel vecina
pero la sufro
si llegas solitaria
inútil
como desecho de insomnio
como rastrojo de un lecho
trayéndome a los buitres
para saciar mi hambre
248
Te escupo lágrimas
y es saliva lo que lloro
Te arranco de mí
te tiro al suelo
y en el suelo me veo multiplicado
249
rebelde de los gritos
del pulmón que se vacía
en el pulmón amado
de la palabra viva
de ti misma
250
Algo busco entre este montón de eternidades
alguna brizna inmortal en mi cerebro
el filo de unos labios que corten
la soga de mi cuello
mi asfixia
mi ponzoña
251
Tal vez persigo lo inefable
con lujo de detalles
como ola exclusiva en perpetuo movimiento
o la imagen que perdió su semejanza
en el deshielo de sus gestos
252
Busco una tarde que nunca dé las siete
para arrancar racimos de risas
de muchachas
y en medio de todo ese alboroto
colgar mi locura de una rama
que dé sombra a mi cabeza
mientras muerdo un señuelo de nubes
con ojos golosos de aventuras
253
Busco en el plano de mis manos
estrellas rutilantes
líneas nuevas
nervaduras de luz
brotes alertas al latido
que comienza a desgastar la fuerza
un remanso donde pueda agitar el tiempo
y sacudir los segundos
que pican mi piel y la envejecen
Busco puentes sin dolor
para cruzar el cauce de un espejo
y ver desde otra dimensión lo que termina
254
Busco el doblez del verbo
en las proximidades genitales del destino
donde manan los recuerdos
de un idioma adherido a los objetos
Viajo a un punto donde el relámpago
y el trueno se distancian
donde una promesa nos hizo nacer
sin esperanza
Voy hasta una fantástica caverna
para observar los presagios de los sueños
para espulgar la astronomía del alma
Voy a lo inaudito
con el corazón arponeado por la duda
255
Antes del parto vegetal
desnudos
el día y la noche
copulaban sobre una espiral inexistente
Nacía el uno con el otro
el otro nacía sobre el uno
sin aritmética
256
No había mesura aún
en el recuerdo
lo blanco todavía comulgaba con lo negro
ni lo bueno ni lo malo
cuando no existía la infamia
257
La vida era una célula
un ir y venir sin estaciones
un punto rodante
en las arterias del olvido
258
El tiempo inventó su relojero
lo puso de pie
le abrió los poros
colocó en sus manos el pulso
y el cambio de las cosas
lanzó su mirada hacia el futuro
y lo invisible se llenó de sueños
El relojero navegó por su cerebro
Volvió la vista...
la realidad estaba lejos
259
Sobre la carne viva el universo
espolvorea su sal
adhiere el moho
que escapa por las grietas de la inercia
El movimiento propio ralla
la piel del individuo
contra esa estrecha gravedad
que circunscribe la existencia
Como ungüento cubrió la desnudez el símbolo
Fue la ropa principal
única casa a la intemperie
cosmovisión a través de una rendija
señal del mundo
para quien viaja a la deriva
sin oler sus puertos
260
En los terrenos blandos de la mente
cabía la sensación del infinito
Se acurrucaba el recuerdo para no sucumbir
ante el azolve de los días
La densidad del signo pintó
como azogue los vidrios del silencio
en éste escribió
el impulso vital de cada instante
atrapó sus ruidos
261
Alguien descubrió la imagen de Dios
Cuando se vio a sí mismo
reflejado en el estanque de la noche
Venía un ojo para cada estrella
un brillo glacial en las pupilas
con filamentos de sorpresa
Musitaba su ternura
entre las formas del viento
Era un arreglo cósmico
en su aparente soledad de niño
Era una mueca de nostalgia
que apagó a la Luna
galaxia de galaxias inmortales
contenida en la hondura de su boca
Alguien descubrió la imagen de sí mismo
cuando vio el reflejo de Dios
en su palabra
262
Antes de crucificar la piedad
la respiración del silencio
endulzaba la muerte
263
Caían como gotas de saliva de ese dios atónito
al anunciar una nueva palabra
Se abría la herida en la epidermis
muda del misterio
por donde saltaban como liebres
los gestos de las cosas
y los vocablos del espíritu
Semilla y fruto del ensimismamiento
Esencia y proporción del nombre con su origen
Letra y número del ser
Ser verdadero del número y la letra
264
La poesía era polen
signos‑llaves
aliento objetivo
entre lo real e imaginario
Los sonidos humedecían sus raíces
en las cavidades del átomo
para contar secretos sin lengua
para cruzar puertas cerradas
265
La intimidad del verbo brotaba sin pudor
como luciérnagas
en la garganta oriental
de las sombras heladas
Amanecer evocaba el fruto natural de la noche
porvenir del sueño
abrir y cerrar los ojos
La voz colgaba del olor
sabía a colores
juntaba los extremos en un párpado
cronometraba el pecho
tomaba al miedo por sus dedos de anciano
y lo llevaba a dormir
entre sus músculos serenos
al lecho emocionado de la sangre
266
Pero el deseo regurgitó en las sombras
la verdad dudaba de sí misma
sopló la incertidumbre
desmoronó la calma
Partieron gambusinos a explorar su imagen
En los linderos de un parto
hallaron su sentencia funesta
Las señales del viento
garabatos del aire
escondían sus ojos transparentes
a los acuosos silencios
que nacían muriendo
267
No sabían los nombres del olvido
los cuándo los por qué los dónde
¡Se quebró
la rama
del lenguaje!
268
Hastiados de ser niños
los viejos saltimbanquis
se hicieron acertijos
Quitaron las sonrisas del público invidente
los aplausos sin manos
el escenario sin público
las luces de un espectáculo
donde tampoco ellos existen
269
La sedición despellejó inocencias
Un rostro ingenuo se caía
a pedazos
¿Qué máscara podría quedarle?
¿qué rictus qué sonrisa idiota
qué corteza inmortal
para no mirar su cráneo?
¿En dónde estaba Dios?
¿Por qué no respondía?
Ayer se fue del mundo
a construir su propio mundo
270
Alma insatisfecha
anhelante tacto
víscera vacía
jadeantes tentaciones
inquietud que se desborda
del cauce breve
de la luz sombría
Poetas sin infancia
paridos por sí mismos
en la edad del padre
cuando el hijo abandona su obediencia ciega
y deja su disfraz de niño
para eyacular sus propias formas
271
Cuánta soledad llenaba el pecho
y tan escasos los latidos
para poder desahogarla en una vida
Sería como sacar la arena
de una
en una
para llenar desiertos con el mar
de gota
en gota
272
En este valle de dudas
no hay vertientes de Dios
tampoco ríos
ni arroyos de su sed
que se atraviesen con la nuestra
Desde que él se fue no hay puentes
con su mundo
sólo vagos presagios de su voz
Un eco endurecido
caracol marino
Ausencia que nos toca la oreja
con su espuma
con su lengua de océano omnipresente
273
Tú eres el adulto que castiga
nosotros niños que te temen
¿por qué no sales a jugar
para reírnos de tus gracias?
274
Apuntó sus manecillas la tragedia
hacia el cuadrante donde no nos vemos
donde no hallan las cosas sus palabras
acá donde se buscan los que ya nacieron
y se escucha a quienes no han nacido
Aquí la úlcera de amor
duele en el ego
275
Aparecieron báculos y cetros
puntas y filos desalmados
que derribaron las copas
sin vino
de los árboles
Tartamudearon las líneas en el cielo
Alrededor de un dedo amontonó
la población sus nombres
hasta alcanzar anónima
la geometría del más fuerte
Uñas sacras vaciaron sustantivos
voces
alaridos
Palabras torturadas
desanimadas
deshabitadas
desconocidas
decoloradas
palabras palabras palabras
que el viento se llevaba
276
El índice ahuecó las sombras
rayos de oscuridad
reflejos de la espalda
Al pie de cada cuerpo nacía un sarcófago
del mismo tamaño de su imagen
La multitud siguió en rebaño
el gesto colectivo de una estatua
empujada desde atrás
por una promesa de ultratumba
No hay diferencias en los rostros que se apagan
No hay yo ni tú
Ni cabo en las cera de sus huesos
Sólo la suma de los ellos
chupando un seno flácido
Domesticación aglutinante en el ábaco sin cuentas
Era la fuerza común colgada del engaño
277
finita
impostergable
Atrás la turba iluminaba con linternas de fe
la carne magra
los músculos las armas
el puño celestial que ordena
y corrige los grumos del deseo
278
Del más allá seres esclavos
del más acá seres con clavos
Dicen que Dios vino de nuevo
No sé si alguna vez me vio
para saber que lo veía
No sé si sabe que no sé
Yo no recuerdo su yo
Sólo el recuerdo
279
Pero han dicho que llegó muy tarde
Se oía el tropel de signos vanos
su persuasiva necedad
La barahúnda hundía su vaho
en los vidriosos velos de los valles
lagrimacustres de los cerros
280
Un solo pedazo de incoherencia
eran los hombres
Feroces diosecillos
Tumulto de dibujos animados
281
Forjaba el héroe sus emblemas
el redentor aureolas a los justos
con el mismo material
de las coronas
282
La marejada de intrigas levantó la cresta
golpeó el rumor de los peñascos
Se abalanzó contra la imagen
redonda de la tarde
Gritó la multitud por todos lados
¡Las puertas del presidio están abiertas!
283
El ala de la sobrevivencia
ocultó la causa de la vida
se agolpó la turba en la salida
284
Nadie pudo abrir los cerrojos del techo
Caía el cadáver hacia abajo
Le habían dicho que caería hacia arriba
285
Cada quien trae en su puñal
coágulos de un sueño
trozos de locura en el insomnio
desasosiegos de ayer entre las uñas
Cada quien mata su verdad
para ganarse el pan y el reino
286
Un hombre es muchedumbre afuera
Cuando solo es nadie adentro
Es culpable de creer en su inocencia
Después de crear a Dios y asesinarlo
Es su propia falsedad
su miedo
su pobreza
Un número incontable
en la nómina sin nombres
en los ecos sin sustancia
del ser que nunca está
Es aquello que no es
287
Yo no sé si vino Dios
o si fue
su rencoroso olvido
o si es
su dolorosa inexistencia
pero dicen que lo vieron
algunos
que todavía lo ven
288
Vamos a descorrer esa falda de serpientes
para asomar la cara entre los muslos del sueño
que la mirada alcance a penetrar la lejanía
y acaricie la intimidad de las entrañas
289
Hagamos el amor en pozos insaciables
donde entrar y salir no nos vacíe
o deshabite de criaturas preñadas de criatura
290
Entremos por esa vulva rota
a descolgar las máscaras del héroe
a retirar los mausoleos del siglo
que nos deja aún la culpa de una cruz
que con lástima lastima
291
Pasemos a mirar de nuevo el vientre
donde la imagen existe por sí sola
como nacida del invento de su carne
292
Hoy
que la amenaza de olvido
es mayor que los recuerdos
aluviones de cenizas nos ocultan
campos de batallas
donde yacen los ayes
que el dolor no aprende a oír
son cuerpos sin formas
miembros de signos amputados
cirios sin habla
se consumen en trincheras
donde antes de morir se muere
el combatiente llevado por la leva
293
Apenas dos mil años y ya somos un alma sin pellejo
un corazón desvencijado
un cerebro invadido por bases militares
en las zonas visuales de la risa
Apenas erguimos la cabeza
dejamos de andar sobre las manos
dudamos y escribimos
y ya nos faltan fuerzas sensoriales
nos tiemblan las piernas
el café se nos derrama
confundimos generales con poetas
Apenas estuvimos en Babel
pero antes
294
Hoy
Cuando te miro agonizar
metido en la camisa de tu fuerza
ahogado en ruido de motores
crucificado en tu lógica sangrante
ya sin oler los nardos
inoloros de la muerte
ni encontrar razón para ser
tu opuesto en el espejo
295
Hoy
que casi no eres tiempo
sino era
si no eras
qué serás
cuando la lástima sea una rata
lamiéndose del cuerpo
los restos de tu ciencia
cuando te hables
y no puedas responder a nadie
296
Cuando abran las cloacas sus gargantas
saciarás los socavones del infierno
A través del fuego fornicarás
con las almas perfectas de tus ángeles
Encenderás la hoguera de tu lengua
y como en leña verde
los harás arder en sus pasiones
297
Por este camino morderás el polvo de tus huesos
Detendrás las intermitencias de la noche
Serás una pústula incendiaria
miasma sin extremos
298
El crepúsculo será una menstruación de nubes
de futuros estériles
montañas castradas
En él se batirán los muertos que olvidaron
vivir la memoria de los vivos
Será un incendio moral
frenesí de prudencia
locura divina
que envuelva a la sagrada familia
299
Te arderá el placer como miedo
que se alimenta en tu esperma
y defeca en tus nervios
Te dolerán las sístoles de lujuria
Como jauría hambrienta destrozará
una y mil veces tus cebadas mentiras
300
Cada pulso en tu cuello
desatará los lobos de la abstinencia
correrán tras la sangre que se inflama
en tu sexo
y se escancia en tus ventrudas apetencias
El hedor de tu cuerpo atraerá el recuerdo
de palabras feroces
que pronunciaste para matar los deseos
crecerán en tu corazón
como aves de rapiña
porque la bondad se alimenta de carroña
301
Hoy casi es mañana
El calendario zumba exhausto
Truenan los juegos pirotécnicos
en el borde de hoy
302
Catulo rompe la ciudad
y la atraviesa
Los subterráneos del Metro
no se hunden ni despegan
no zarpan
son un vicio de viajar al mismo punto
303
El ceño de la nubes se endurece
La atmósfera es irrespirable
La lluvia ácida se confunde con sus lágrimas
304
Enredado en las esquinas rumia blasfemias
Reniega de su suerte
Maldice el no poder odiar a la amada
como lo hace el pensamiento
Clava sus garfios la ausencia
el abandono lo deja al descubierto
Solo
llorando en la intemperie
en medio de la masa
en la confusión festiva de los nombres
donde acurruca el suyo propio
Aprende a respirar inmensidades
con las flemas de un mundo en miniatura
con las legañas de esta tarde centenaria
que se desgaja anticipadamente en los borrachos
305
Hay un aire infame que el lugar del viento ocupa
Una espesa sustancia allana los pulmones
recorre indiscreta los andamios del cerebro
el nerviosismo incontrolable de los nervios
las paredes blancas porosas de los huesos
306
Oye un rumor de multitudes hoscas
de víctimas ingenuas
del destino impreso en el papel periódico
que lleva apresurado la noticia de ayer
entre desechos
entre zapatos indiferentes a las letras
o a las cosas que gritan silenciosamente
307
El viento cesa
y en su lugar las bocacalles tragan humo
Los pájaros se alejan de una ciudad
que desmorona el aire
o escupe enferma su lluvia
sobre el canto bucólico del árbol
308
El viento cesa y la ciudad se inflama
con la niebla ascendente del pasado
con el vapor de una laguna
colmada de agua en otros tiempos
donde la sal purificó la tierra
y el mito surgió incorruptible
como algas de aquel puño de mar
atrapado en la llanura del Anáhuac
309
El viento cesa
y un antiguo rumor de océano calla
Un ruido depredador quiebra cristales
gotas
burbujas de humedad salina
todo el sudor
toda la savia
310
El viento cesa entre las calles
Los cuerpos se vacían
como sacos de arena tiran las palabras
Ninguno de ellos sabe
cuál sería su intimidad
cuál su propia pena
311
El viento cesa
y en su lugar un hueco queda
La muchedumbre se amontona
más lo ahonda
312
Catulo está despierto
No teme confundirse
La multitud lo aísla
313
Hoy
tendré que despertar mañana
Me dirán que hay siglo nuevo
Abriré mis puertas
Moveré los brazos
como un espantapájaros
para alejar los zopilotes de mis niñas
Adornaré mi casa
y esperaré a que llegue la esperanza
314
Aquí estoy
como la araña colgando de su baba
escudriño mi sombra
tejo esta red donde me atrapo
315
Soy
un manojo de llaves
para abrir todas las puertas
que dan hacia ningún lado
316
La tarde cierra sus costados
Abajo de la capa de aire oscuro
encienden sus linternas
las mariposas de la noche
Revolotean sus lentejuelas
en los rincones de un cielo sin estrellas
marquesina de burlesque
Luminarias de neón sobre el asfalto
317
Camino por este rumbo
De los que andan sin pudor
Las callejuelas
Peregrinación de inciertas flamas
Derriten el olor del sueño
La amarga novedad
La cera
La vela que no duerme
Desvelo de almas con el cuerpo en pena
318
Deambulo entre cirios
por callejones sin retorno
en la mirada sin luz
un diálogo reposa incomprensible
Las ventanas de un hotel me observan
me hacen guiños sus cortinas pardas
¡Qué desnudas las puertas
cuando abren su soledad hacia los hombres!
319
Cuántos reclamos en esa queja de placer
que se tira a matar desde un tercer nivel
Para que no se compadezca nadie
ni lleguen a rodearla los mirones
la aplasto con el pie
la empujo hasta el drenaje
320
Un padrote rompe los vidrios de su casa
y saca el amor a puñetazos
Amenaza a la ternura que borró su maquillaje
y deshiló sus medias para enredarse en el deseo
y aún espera con su cuerpo tibio
retener el calor que le incendió la calma
321
Una boca sin dientes me saluda
estira los huesos de las manos
y siento la nostalgia de su tacto
Me doy cuenta del número de arrugas
y empiezo a descender su edad
línea por línea
hasta llegar a los últimos peldaños
donde nos vemos el uno frente al otro
como se ven dos seres entre un billón
de rostros diferentes
y descubren que sus sombras
son iguales
322
Por esta causa sin cauce
podemos descansar
dejar el rastro del olvido
para que sólo nos recuerden los perros
y nos ladren y nos laman
la llaga venérea
que aún padecerán nuestros fantasmas
323
Por este cauce sin causa
la silueta de un hombre común
salta los muros de la noche
para estar más cerca de otra vida
La encuentra a ciegas
acariciando la idea de encontrarla
la toca siente lo oscuro de sus labios
Son sombras
desde este rincón donde atestiguo
son manchas que hunden sus cuerpos
en sus vidas
324
Pero esa boca
su ruinosa invitación al beso
me hace pensar en otra boca
de la que están mis labios hechos
por la que vivo si me nombra
y me desmiento si me engaña
por la que existo y pienso
aunque maldiga su existencia
325
Aquí podemos descansar de nuestros gestos
aligerar la carga del dolor sobre la cara
ensimismarse en el hilo que sostiene
el último diciembre de este siglo
Este tiempo tan joven y tan viejo
anda en la cuerda floja de los días
326
Aquí no hay escenarios
no pueden venir a remedarnos los actores
No hay quien empiece a cavar
con aplausos nuestras tumbas
Aquí el rencor privado es una lata
que todos pateamos divertidos
Aquí podemos no dormir
y estar soñando
327
Viajan sin timón las naves ebrias
Catulo sube a bordo
sin más equipaje que su sombra
Por la cubierta de un barco
camina su tripulación a la deriva
Algunos saltan la borda y caen ahogados
Sobre la proa yace un capitán de la desesperanza
328
Chocan los vasos en las rocas
Encallan los ecos en el humo del cigarro
Crujen los pechos de madera
Cuando el silencio se vuelve peligroso
y atormenta la región de las palabras
descienden las velas con el viento
de la respiración entrecortada
Al cielo apuntan los barcos
sus desnudas vergas
329
Aquí estoy
como la araña colgando de su baba
escudriño mi sombra
tejo esta red donde me atrapo
330
Soy
un manojo de llaves
para abrir todas las puertas
que dan hacia ningún lado
331
Índice
21 Frontispicio
23 La perra
25 Tres cuartas partes
27 Estudio de lutxana
34 Migrantes
35 Bogotá
37 Trémula
38 El árbol de la muerte
39 El poeta lleva un tiro en la cabeza
41 La poesía
42 Su nombre es Bagdad
44 El campesino del futuro muerto
46 Fósiles
47 Ámbar
48 Toniná
50 Acrotiri
51 Chipre
54 Amores
55 El puente
57 El vuelo del avión
58 Isla
60 Regreso a casa
62 Ciudad
65 Fin del mundo
66 Asombro
67 La Guerra
68 La muerte
69 La peste
70 El hambre
71 Río Turia
73 Cantos rodados
75 Vestigios
76 Guerrilla
77 Mezcal
Visual
81 Louise Bourgeois
83 El sentimiento de la piedra
84 Pasión de herrumbre
86 Una veta de mujer
88 Moldes
89 Pedacería
90 Temperanza
92 Proyecto
93 Escultura en piedra
95 El ojo en vela
96 Credo de luz
97 Tropel de sombras
99 Figuraciones
101 Geometría del enigma
102 Va el pincel a la montaña
103 Bosques
105 Por la ventana veo tu espalda
106 Frente a frente
107 Profetas
109 Líneas
111 Balconeadora
112 Fotografía de playa
113 Fundación en piedra
114 Apunte sobre una mesa de granito
115 Fotograma
116 La buena muerte
118 Parque Guadiana
Aguja (2009)
Uno
Dos
213 La cerbatana…
214 Catulo ya no escucha…
215 Las imágenes…
216 Catulo titubea…
217 La realidad…
218 Sobre el espejo matutino…
219 Catulo olvida el año…
220 El sol es una piedra…
221 Las calles…
222 Va con la mirada…
223 Los muros conducen…
224 Manchó superficies…
225 Allí…
226 Las despedidas…
227 Agotan impaciencias…
228 Cuando yace en la extensión…
229 Los goznes…
230 Camina por cimas…
231 Asciende las torres…
232 Su ojo de marino…
233 Con humeante cansancio…
234 En los fiordos de asfalto…
235 Cada casa…
236 La adolescencia…
237 Todas las calles…
238 El vértigo florece…
239 Respira el soplo…
240 Un impulso terrenal…
241 La tierra pesa…
242 Catulo recoge…
243 Catulo es un ángel…
244 Entre las grutas…
245 Después de Cristo…
246 Catulo tropieza…
247 Te nombro…
251 Algo busco…
252 Tal vez persigo…
253 Busco una tarde…
254 Busco en el plano…
255 Busco el doblez…
256 Antes del parto…
257 No había mesura…
258 La vida…
259 El tiempo…
260 Sobre la carne…
261 En los terrenos…
262 Alguien descubrió…
263 Antes de crucificar…
264 Caían como gotas…
265 La poesía…
266 La intimidad del verbo…
267 Pero el deseo regurgitó…
268 No sabían…
269 Hastiados…
270 La sedición…
271 Alma insatisfecha…
272 Cuánta soledad…
273 En este valle…
274 Tú eres el adulto…
275 Apuntó sus manecillas…
276 Aparecieron báculos…
277 El índice…
279 Del más allá…
280 Pero han dicho…
281 Un sólo pedazo…
282 Forjaba el héroe…
283 La marejada…
284 El ala…
285 Nadie pudo abrir…
286 Cada quien…
287 Un hombre…
288 Yo no sé…
289 Vamos a descorrer…
290 Hagamos el amor…
291 Entremos…
292 Pasemos a mirar…
293 Hoy…
294 Apenas dos mil años…
295 Hoy…
296 Hoy…
297 Cuando abran…
298 Por este camino…
299 El crepúsculo…
300 Te arderá…
301 Cada pulso…
302 Hoy casi es mañana…
303 Catulo rompe la ciudad…
304 El ceño…
305 Enredado en las esquinas…
306 Hay un aire infame…
307 Oye un rumor …
308 El viento cesa…
309 El viento cesa y la ciudad…
310 El viento cesa…
311 El viento cesa entre las calles…
312 El viento cesa…
313 Catulo está despierto…
314 Hoy…
315 Aquí…
316 Soy…
317 La tarde…
318 Camino…
319 Deambulo…
320 Cuántos reclamos…
321 Un padrote…
322 Una boca…
323 Por esta causa…
324 Por este cauce…
325 Pero esa boca…
326 Aquí podemos descansar…
327 Aquí no hay…
328 Viajan sin timón…
329 Chocan los vasos…
330 Aquí estoy…
331 Soy…
Luz y cenizas, de José
Ángel Leyva, se terminó de imprimir
en diciembre de 2018, en los talleres gráficos de
Universal GP, S. A. de C. V., ubicados en Ayuntamiento
núm. 27, colonia Del Carmen, delegación Coyoacán, C. P.
04100, Ciudad de México. El tiraje consta de mil ejemplares. Para
su formación se usó la familia tipográfica Borges, diseñada por
Alejandro Lo Celso para la fundidora PampaType. Concepto
editorial: Félix Suárez, Hugo Ortíz, Juan Carlos Cué y Lucero
Estrada. Formación, portada y supervisión en imprenta:
Adriana Juárez Manríquez. Cuidado de la edición:
Carmen Itzel Ramírez Rosas y el autor. Editor
responsable: Félix Suárez.
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