Homicidio Simple y Agravados
Homicidio Simple y Agravados
Homicidio Simple y Agravados
La persona puede ser sujeto de distintos delitos. Puede serlo de delitos que la priven de su vida o que atenten contra su integridad
personal. Pero también puede ser objeto de delitos que lesionen su libertad, su honor, su integridad sexual o su tranquilidad.
Bajo el título de “Delitos contra las personas”, el Código penal sólo protege la persona física (su vida y su integridad personal). En títulos
distintos protege el honor, la integridad sexual y la libertad de las personas.
De esa manera, el Código Penal castiga como delitos contra las personas los que la privan de su vida o lesionan su integridad personal
(delitos de daño) y los que exponiéndolas a riesgos de ser dañadas, ponen en peligro aquélla o ésta (delitos de peligro).
El homicidio y el aborto atentan contra la vida de las personas en distintos momentos de su existencia.
HOMICIDIO
El homicidio es la muerte de una persona por otra. El Código Penal, en el art. 79 establece que “Se aplicará reclusión o prisión de 8 a 25
años, al que matare a otro, siempre que en este código no se estableciere otra pena”.
El tipo o figura del homicidio consiste sólo en la muerte de un hombre por otro con prescindencia de la justicia o injusticia del hecho. Sin
embargo, se insiste en definírselo como “la privación arbitraria de la vida humana…”, según lo ha hecho la Corte Interamericana de
Derechos Humanos, pese a que muchos autores sostiene que la calificación de arbitraria o de ilegítima no debe introducirse en el ámbito de
la tipicidad por ser relativa a la antijuridicidad de la conducta. Pero no puede dejarse de admitir que ella permite diferenciar del homicidio la
muerte cometida en legítima defensa de la persona del autor o de sus derechos o de un tercero, sin incurrir en excesos o con ajuste al ius
belli o en cumplimiento de una sentencia condenatoria a pena capital donde no hubiera sido abolida.
Especies de homicidio
El homicidio puede ir acompañado de accidentes que aumentes o disminuyan su criminalidad. Esos accidentes, que tienen distinta
naturaleza, son las llamadas “circunstancias agravantes” (calificantes) o “atenuantes”. Por consiguiente, el homicidio puede dividirse en:
1. Homicidio simple. Es el que no presenta circunstancias que agraven o atenúen su criminalidad;
2. Homicidio agravado o calificado por sus circunstancias; y
3. Homicidio atenuado por sus circunstancias.
HOMICIDIO SIMPLE
Incurre en un homicidio simple el que mata a otro, siempre que para el hecho no esté establecida otra pena, como expresa el art. 79 CP, lo
que ocurre cuando el hecho configure un homicidio agravado o atenuado o lo desplace un tipo especial. Es el homicidio voluntario o el
homicidio doloso.
Autor puede ser cualquier persona cuya vinculación con la víctima no agrave el homicidio. El que mata violentado, coaccionado o engañado
por un tercero, no es autor responsable con arreglo a la figura del homicidio, sino un instrumento del tercero (autor mediato).
El homicidio se consuma con la muerte de la víctima.
La ley 24.193 señala, en su art. 23, los signos demostrativos del fallecimiento de una persona, los que deben verificarse de modo
acumulativo y durante un tiempo mínimo de persistencia ininterrumpida después de realizada esa verificación. Esos signos son: a) ausencia
irreversible de respuesta cerebral, con pérdida absoluta de conciencia; b) ausencia de respiración espontánea; c) ausencia de reflejos
cefálicos y constatación de pupilas fijas no reactivas; y d) inactividad encefálica corroborada por medios técnicos y/o instrumentales
adecuados, no siendo necesaria esta última verificación en caso de paro cardiorrespiratorio total o irreversible. Se trata de la muerte clínica
o cerebral – o del encéfalo – que se acredita por el electroencefalograma isoeléctrico o plano o liso y las otras pautas dadas por la ciencia.
Por tratarse de un proceso irreversible es tan válido considerar que la muerte se ha producido en el momento inicial de aquél como en el de
su conclusión, a diferencia de lo sostenido conforme al concepto tradicional de muerte, llamada muerte real o biológica, según el cual
aquélla acaece en el instante en el que se detiene el corazón y con él, la respiración y circulación sanguínea.
El homicidio puede cometerse mediante actos positivos y conductas negativas. Una conducta negativa responsabiliza por homicidio si es
omisiva, es decir, si es violatoria del deber de resguardar la seguridad física del sujeto pasivo. Es muy conocido el ejemplo de la madre que
no cumple su deber de alimentar a su hijo. Zaffaroni sostiene que si no existió dolo de matar, el hecho no encuadrará en la figura de
homicidio sino en la de abandono de persona o en la de omisión de auxilio.
El autor puede utilizar medios materiales o medios morales.
Lo esencial es que aquéllos o éstos causen la muerte de la víctima. Esa relación causal sucede cuando, según los principios de la ciencia
médica, la muerte del sujeto pasivo es el efecto físico del medio utilizado por el autor. No ocurre esto si ese efecto proviene de la
interferencia de otra fuente causal independiente y preponderantemente determinante del efecto letal. Por el contrario, la relación causal no
se interrumpe por la concurrencia de otra fuente causal que carezca de esas condiciones (concausa).
Núñez llamó concausa a las condiciones preexistentes (enfermedad padecida al momento del hecho), concomitantes (infecciones o
agravaciones mortales propias de ciertas lesiones; complicaciones debidas a las particulares circunstancias de lugar, tiempo u ocasión del
hecho o la omisión de un tratamiento adecuado por parte de la propia víctima) o sobrevinientes (riesgos propios de una intervención
quirúrgica posterior impuesta por la conducta del agente) que hayan operado con el curso causal determinado por éste.
En principio, subsiste la relación causal cualquiera sea el tiempo transcurrido entre el hecho y el resultado si la ley no prevé lo contrario (la
herida que causa una enfermedad cierta o probablemente incurable hace responder por lesiones gravísimas, art. 91, y no por homicidio
aunque muera después de su juzgamiento por aquella causa.
Subjetivamente, el homicidio simple exige dolo. Este puede ser directo, indirecto o eventual.
Con arreglo a nuestro derecho, la premeditación es compatible con el homicidio simple. El autor obra con premeditación cuando ha formado
el designio de matar fríamente de antemano y lo ha ejecutado fríamente.
El homicidio se consuma con la muerte de la víctima y admite tentativa.
1. Tipo objetivo:
- Sujeto activo: cualquier persona siempre que su vinculación con la víctima no agrave el homicidio.
- Sujeto pasivo: cualquier ser humano. Es el nacimiento lo que delimita el carácter de sujeto pasivo de aborto o de homicidio.
- Acción típica: consiste en matar, es decir, extinguir la vida de una persona. Cualquier medio es típico para causar la muerte, por lo que
pueden utilizarse medios morales o materiales.
- Resultado, relación de causalidad: el resultado es la muerte; el delito se consuma en el momento de producirse la misma. El
homicidio requiere que la muerte haya sido causada por la acción del sujeto activo, sin que el tiempo transcurrido entre la realización de
ésta y la producción de aquélla altere jurídicamente la relación causal.
2. Tipo subjetivo:
El homicidio simple exige dolo, que puede ser directo, indirecto o eventual. Según la jurisprudencia, el autor actúa con dolo eventual cuando
se representa como probable la consecuencia lesiva de su accionar y a pesar de ello desiste de éste. Así, se resolvió que, quienes
golpearon a la víctima no podían razonablemente dejar de advertir que esa violencia podía causarle la muerte, esto es, si actuaron con
indiferencia ante la representación que tuvieron de la probabilidad de la muerte, debe concluirse que actuaron con dolo eventual.
3. Consumación y tentativa:
Como cualquier delito de resultado, este delito admite la tentativa. Comete el delito de homicidio simple en grado de tentativa la persona
que ejecuta 4 disparos que impactaron en el cuerpo de la víctima que se encontraba en escasa distancia, pero sin alcanzar a darle muerte,
ya que no es posible escindir los hechos descriptos del dolo homicida.
AGRAVANTES
Art. 80 CP: “Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo aplicarse lo dispuesto en el art. 52, al que matare:
1. A su ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja,
mediare o no convivencia.
2. Con ensañamiento, alevosía, veneno u otro procedimiento insidioso;
3. Por precio o promesa remuneratoria;
4. Por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión.
5. Por un medio idóneo para crear un peligro común;
6. Con el concurso premeditado de dos o más personas;
7. Para preparar, facilitar, consumar u ocultar otro delito o para asegurar sus resultados o procurar la impunidad para sí o para otro o por
no haber logrado el fin propuesto al intentar otro delito;
8. A un miembro de las fuerzas de seguridad pública, policiales o penitenciarias, por su función, cargo o condición.
9. Abusando de su función o cargo, cuando fuere miembro integrante de las fuerzas de seguridad, policiales o del servicio penitenciario;
10. A su superior militar frente a enemigo o tropa formada con armas;
11. A una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género;
12. Con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación en los términos del inc. 1.
Cuando en el caso del inc. 1, mediaren circunstancias extraordinarias de atenuación, el juez podrá aplicar prisión o reclusión de 8 a 25
años. Esto no será aplicable a quien anteriormente hubiera realizado actos de violencia contra la mujer víctima”.
HOMICIDIO AGRAVADO POR EL MODO DE PRODUCCIÓN: CON ENSAÑAMIENTO, ALEVOSÍA, VENENO U OTRO PROCEDIMIENTO
INSIDIOSO
El homicidio se agrava en razón del modo elegido por el autor para cometerlo. El agravamiento atiende a una mayor criminalidad que al
hecho de matar le asignan ciertas formas o maneras de la conducta homicida.
Art. 80 CP: “Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo aplicarse lo dispuesto en el art. 52, al que matare: Inc. 2. Con
ensañamiento, alevosía, veneno u otro procedimiento insidioso;”.
Tipo objetivo: se requiere que la agonía de la víctima signifique para ella un padecimiento no ordinario e innecesario, sea por el dolor que se
le ha hecho experimentar, sea por la prolongación de aquélla. Tales requisitos no tienen lugar cuando el padecimiento extraordinario es una
consecuencia necesaria del medio empleado por el autor, ni cuando la condición de la víctima no le permite padecer el sufrimiento. Así se
sostuvo en la jurisprudencia, al afirmar que sólo hay ensañamiento si la víctima es capaz de sufrir.
Consistiendo el ensañamiento en aumentar el dolor y el sufrimiento de la víctima, no existirá en los casos de reiteradas lesiones al cadáver
ya que es exigencia objetiva del homicidio la existencia previa de un ser humano con vida.
Tipo subjetivo: el padecimiento que se ha hecho sufrir a la víctima debe ser un acto de crueldad del agente. Al respecto, Zaffaroni sostiene
que se trata de un elemento de difícil ubicación, al que algunos autores consideran un componente subjetivo del tipo, mientras que otros
entienden que sólo incide sobre la motivación del autor, de modo que pertenece a la culpabilidad. Según la doctrina mayoritaria, la acción
tiene que ir deliberadamente dirigida a matar haciendo sufrir a la víctima; es decir, que a la voluntad de matar debe sumarse la de hacerlo
de un modo cruel. En esta línea se destaca que el exceso de crueldad debe estar representado subjetivamente como un fin específico
(orientado a la producción del sufrimiento) y autónomo (del fin del matar), no resultando suficiente inferir una gran cantidad de heridas como
medio de ejecución del homicidio si con ellas no se han ocasionado sufrimientos innecesarios prolongando el martirio.
De esa doble exigencia relativa al fin de matar y al de causar un sufrimiento innecesario, la doctrina extrajo 2 consecuencias importantes: 1)
el hecho sólo puede cometerse con un claro propósito de matar, por lo que no puede ser imputado a título de dolo eventual; y 2) quedan
excluidos de la agravante los hechos cometidos en un arrebato de pasión, en los que está ausente el fin peculiar del ensañamiento.
Tipo objetivo: es necesario que la víctima se encuentre en un estado de indefensión que le impida oponer una resistencia que se transforme
en un riesgo para el agente. No es indispensable la ausencia total de posibilidades de resistencia, pues la agravante es compatible con la
posibilidad de resistencia mínima en contra del ofensor, procedente de la actividad de la víctima o de un tercero, que deban o puedan
oponerse a la agresión. La indefensión puede proceder de la inadvertencia de la víctima o de los terceros respecto del ataque; y puede
haber sido procurada por el autor o simplemente aprovechada por él. Configura homicidio calificado por alevosía la conducta de matar a la
víctima mediante disparos de arma de fuego, mientras la víctima se encontraba lesionada y atada, en estado de indefensión absoluta,
importando para el sujeto activo actuar sin riesgos y sobre seguro.
Tipo subjetivo: requiere que el autor obre sobre seguro, sin el riesgo que puede significar la reacción de la víctima o de terceros con el fin de
oponerse a la agresión. Ello requiere una preordenación de la actividad del agente para actuar con esa seguridad, es decir, la procuración o
el aprovechamiento del estado de indefensión, lo cual no implica necesariamente una premeditación (serena y fría deliberación). La
alevosía supone matar a traición, sin riesgo, sobre seguro, con astucia, procurando o aprovechando el estado de indefensión de la víctima.
Art. 80 CP: “Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo aplicarse lo dispuesto en el art. 52, al que matare: Inc. 4. Por
placer…”.
El hecho de matar una persona por el gusto, agrado o deleite que al autor le produce el acto – móviles demostrativos de mayor perversidad
– es lo que caracteriza este agravamiento. Ese placer puede derivar del hecho mismo de matar (impulso de perversidad brutal), o del hecho
de ver correr sangre o de la producción de sensaciones sexuales; o de otra índole, como puede ser la sola contemplación de la muerte. La
satisfacción del placer es el fin al que debe tender el autor al cometer o tentar el homicidio.
El fundamento de la agravante radica en la mayor perversidad del autor, que mata por experimentar placer.
El placer es la sensación de contento o satisfacción que produce cierto hecho o circunstancia. Quien mata por placer lo hace por el gusto
que le produce el acto, sin otra motivación que lo haya determinado, inspirado por un placer antinatural de destruir la vida humana.
Se vislumbra que el tipo exige un requisito subjetivo que implica la finalidad de satisfacer el deseo de sentir placer, que es lo que debe
mover la actuación del agente, sin otra motivación o causa que lo lleve a cometer el hecho.
Art. 80 CP: “Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo aplicarse lo dispuesto en el art. 52, al que matare: Inc. 1. A su
ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja, mediare o no
convivencia.
El homicidio se agrava si el autor, sabiéndolo, en el momento del hecho está ligado con la víctima por una relación parental ascendente o
descendente, o por matrimonio (existente o disuelto) o por mantener o haber mantenido una relación de pareja, haya mediado o no
convivencia.
Es el crimen llamado “parricidio”.
La ascendencia y descendencia pueden tener su fuente en el matrimonio o fuera de él. El Código Penal no hace la distinción entre el
llamado parricidio propio, esto es, la muerte de los padres o de los ascendientes o descendientes sin limitación y el parricidio impropio, que
es el que tiene por víctima a los esposos o a otros parientes que no sean los padres. El parentesco por adopción, no siendo de sangre,
ascendente o descendente, no califica el homicidio como parricidio. Tanto la existencia de la filiación como la del matrimonio deben
probarse con arreglo a las exigencias de la ley civil.
La razón del agravamiento es, en este caso, la violación por el autor de los deberes de respeto y protección emergentes del vínculo. El
autor muestra un desafecto que vuelve más criminal la muerte causada.
Subjetivamente el parricidio requiere, como elemento de su figura, que el autor mate sabiendo que la víctima es su ascendiente,
descendiente, cónyuge, ex cónyuge, etc. Como ese saber no depende sólo de circunstancias de hecho sino también de apreciaciones de
carácter jurídico, tanto la ignorancia o error de hecho como de la ley extrapenal (la que no castiga el hecho), excluyen ese elemento
subjetivo. El deber de haber conocido el vínculo no equivale al saber requerido por la ley.
Las uniones civiles conformadas por dos personas del mismo sexo no dan lugar a la aplicación de este agravante en el caso de que uno de
sus integrantes diera muerte al otro, sabiendo que están civilmente unidos.
El tipo exige que el agente actúe con dolo, que puede ser directo o eventual, de modo que comprenderá tanto el caso de quien actúa
queriendo matar a su ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, pareja o ex pareja, como el de quien lo hace aceptando la
causación del resultado en una de esas personas.
Art. 80: “Se impondrá reclusión perpetua o prisión perpetua, pudiendo aplicarse lo dispuesto en el art. 52, al que matare:
1. A su ascendiente, descendiente, cónyuge, ex cónyuge, o a la persona con quien mantiene o ha mantenido una relación de pareja,
mediare o no convivencia (…)
4. Por placer, codicia, odio racial, religioso, de género o a la orientación sexual, identidad de género o su expresión (…)
11. A una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género.
12. Con el propósito de causar sufrimiento a una persona con la que se mantiene o ha mantenido una relación en los términos del inc. 1.
Cuando en el caso del inc. 1 de este artículo, mediaren circunstancias extraordinarias de atenuación, el juez podrá aplicar prisión o
reclusión de 8 a 25 años. Esto no será aplicable a quien anteriormente hubiera realizado actos de violencia contra la mujer víctima”.
- Sujetos del delito: si se trata del homicidio de los ascendientes, descendientes o cónyuge, estamos ante un tipo especial de autor
calificado, en el sentido de que sólo puede ser sujeto activo del delito aquel que reúne la condición requerida normativamente. En estos
casos, sujeto pasivo también debe ser algunas de estas personas (ascendiente, descendiente o cónyuge). Si, en cambio, se tratara del
homicidio del ex cónyuge, de la pareja o del conviviente, entonces estamos ante un delito común de sujetos indiferenciados. Tanto el autor
como la víctima pueden ser cualquier persona. Las situaciones descriptas por el tipo (relación de pareja, con o sin convivencia) no son
situaciones que requieran de una regulación normativa, sino circunstancias objetivas que determinan el plus de injusto que justifica el
incremento de la pena.
Los sujetos son indiferentes al sexo; pueden pertenecer al sexo masculino o al sexo femenino.
El tipo penal no requiere que la muerte haya ocurrido en un contexto de género (situación que tampoco puede ser absolutamente
descartable a los fines típicos), sino que es suficiente con que el resultado haya recaído en personas unidas por alguno de los vínculos
(ascendientes, descendientes, cónyuge, ex cónyuge) o relaciones expresamente previstas en la fórmula legal (relación de pareja o de
convivencia). Si la muerte se produce en un contexto de género, y la víctima es un varón, el hecho queda enmarcado en este inciso, pero si
la víctima es mujer (y el autor un hombre), el delito se traslada a la figura prevista en el inc. 11 del mismo artículo.
En términos de penal, se equipara a la muerte del padre o de la madre a una persona con quien se tuvo una relación de pareja, que pudo
haber sido de corta duración, aun sin convivencia (repárese en el ejemplo del novio o de la novia).
La norma es confusa, excesivamente amplia, indeterminada y generadora de inseguridad jurídica (piénsese en los problemas de
interpretación que acarrea la expresión “relación de pareja”), circunstancias que lesionan el principio de legalidad por violación del mandato
de taxatividad penal que exige la mayor precisión técnica posible en la construcción de la figura típica. Todo lo cual nos podría llevar a
preguntarnos ¿cuál es el fundamento que justifica la mayor penalidad en los casos de muerte del ex cónyuge o de una persona con quien
se ha tenido una relación de pareja, equiparándolos a la situación del cónyuge, del ascendiente o del descendiente, situaciones en las que
se mantiene la relación vincular y de vida en común entre el autor y la víctima (parentesco o vínculo matrimonial)?
Con arreglo al texto legal, el término “relación de pareja” – al no exigir “convivencia” – (mediare o no convivencia dice la ley) debe ser
entendido, mínimamente, como una relación meramente afectiva, que puede o no presuponer convivencia o vida en común. De manera
que, de acuerdo a esta interpretación, tendrá la misma pena matar a la esposa, a la concubina o a la novia, toda vez que la relación de
convivencia no es exigible por el tipo penal en cuestión, ni tampoco que la muerte se haya producido en un contexto de género.
Tal conclusión genera nuevas preguntas: ¿Se justifica racionalmente aplicar el mayor castigo a situaciones tan desiguales?; la mayor
penalidad para la muerte de la esposa (aun discutible desde un punto de vista político criminal), ¿debe estar equiparada a la muerte de la
novia o del novio, con quien ni siquiera se ha tenido una relación de convivencia?
Seguramente, el principio de igualdad ante la ley y una interpretación restrictiva de la norma puedan suministrarnos una equilibrada
respuesta para resolver la cuestión.
- Tipo subjetivo: el delito es doloso, resultando admisible el dolo eventual con respecto al resultado, no así las formas imprudentes.
El error sobre la existencia del vínculo excluye el tipo agravado, al igual que los casos de aberratio ictus (se quiere matar a un sujeto unido
vincular o relacionalmente con el autor, pero se desvía la acción y se da muerte a un tercero no unido vicular o relacionalmente con el
agente).
- Consumación y tenativa: la consumación coincide con la muerte del sujeto pasivo. La tentativa es admisible.
- Circunstancias extraordinarias de atenuación: éstas no resultarán de aplicación cuando el homicidio se hubiere cometido en un
contexto de violencia de género. Pero siempre que en dicho ámbito la muerte haya recaído en una persona del sexo femenino.
Si la muerte se produjere sobre una persona del sexo masculino, pueden resultar aplicables las circunstancias extraordinarias de
atenuación sin ningún tipo de limitaciones. Por lo tanto, la regla beneficia a la mujer, no al hombre víctima del mismo delito.
La atenuación de la pena no será de aplicación cuando la “mujer víctima” haya sido objeto de actos de violencia “anterior” por parte del
agresor, en un contexto que puede o no ser de género, pero que han sido desplegados con anterioridad a su asesinato.
Cuando la ley hace referencia a la mujer víctima, está aludiendo al sujeto pasivo del delito previsto en el inc. 1 del art. 80, no a cualquier
mujer, sino sólo a aquella que está o ha estado unida vincular o relacionalmente con el agresor. La mujer víctima debe reunir la cualidad
específica exigida normativamente (ascendiente, descendiente, cónyuge o ex cónyuge) o mantener o haber mantenido con el autor de la
violencia una relación de pareja, con o sin convivencia.
La disposición no resulta aplicable en aquellos casos en los que se da muerte a una persona del sexo masculino caracterizada en los
términos de la ley 26.743 de Identidad de Género (autopercepción femenina).
- Tipo objetivo: el delito consiste en matar a una mujer cuando el hecho sea perpetrado por un hombre y mediare violencia de género.
Se trata de un tipo agravado de homicidio, especial impropio, calificado por el género del autor, cuya perfección típica exige la concurrencia
de las siguientes condiciones:
a) Que el autor del homicidio sea un hombre;
b) Que la víctima sea una mujer;
c) Que el agresor haya matado a la víctima “por ser mujer” (pertenencia al género femenino); y
d) Que el asesinato se haya perpetrado en un contexto de violencia de género.
- Sujetos del delito: sujeto activo sólo puede ser un hombre, mientras que sujeto pasivo sólo puede ser una mujer.
Si el asesinato ocurriera en el marco de una relación conyugal o de pareja, el delito no se multiplica pero, en todo caso, sólo podrá
configurar femicidio si la muerte se produce, objetivamente, en el marco de un contexto de género y, subjetivamente, por pertenecer el
sujeto pasivo al género femenino. De no darse estas exigencias, la conducta debe ser reconducida hacia el homicidio agravado por el
vínculo parental o por la relación con la víctima.
La nueva formulación penal tiene dos aspectos que deben destacarse: por un lado, implica una hiperprotección de la mujer, con exclusión
del varón, exclusivamente en el marco de una relación heterosexual, circunstancia que podría generar algún planteo de inconstitucionalidad
por violación del principio de igualdad establecido en el art. 16 CN, ya que no solamente se aprecia un diferente tratamiento en torno de los
sujetos del delito (la pena es más grave cuando el sujeto pasivo es mujer y es menor grave cuando el sujeto pasivo es hombre y resulta
víctima de la agresión de una mujer), sino también en el homicidio perpetrado en el ámbito de una relación homosexual (hombre-hombre,
mujer-mujer); y por otro lado, exhibe un marco punitivo de gran severidad para aquellos hechos de violencia que involucran una cuestión de
género y no así en circunstancias en que no existe de por medio un contexto de tal naturaleza.
Un problema que se podría plantear reside en que, además del desvalor de resultado (muerte de la mujer), el tipo penal exige que ese
resultado se haya producido en un contexto de género, esto es, en un ámbito específico en el que existe una situación de subordinación y
sometimiento de la mujer por el varón, basada en una relación desigual de poder.
El concepto de “violencia de género”, que es un elemento normativo del tipo, extralegal, no hay que buscarlo en el Código Penal sino en la
ley 26.485 de Protección Integral de la Mujer, cuyo art. 4 define a la violencia contra la mujer como “toda conducta, acción u omisión, que de
manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad,
dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal. Quedan comprendidas
las perpetradas desde el Estado o por sus agentes. Se considera violencia indirecta, a los efectos de la presente ley, toda conducta, acción,
omisión, disposición criterio o práctica discriminatoria que ponga a la mujer en desventaja con respecto al varón.
El tipo de femicidio exige que el resultado se produzca “mediando violencia de género” – no dice “violencia contra la mujer” -, y la palabra
género puede conducir a equívocos lingüísticos, circunstancia que produce un real peligro a la seguridad jurídica y, consecuentemente, a la
función de garantía del tipo penal, en suma, al principio de legalidad.
Por esta razón, una razonable exégesis del elemento “violencia de género” nos lleva a la conclusión de que debe ser entendido como
equivalente al concepto “violencia contra la mujer” que define la ley 26.485, con lo cual el tipo penal quedaría completado, integrado, con la
interpretación normativa, por remisión a la regla legal correspondiente. De este modo, no se pondría en riesgo el principio de taxatividad
penal.
Existen 3 tipos de femicidio: 1) femicidio íntimo o vincular (el asesinato de sujetos con los que la víctima tenía una relación íntima, familiar,
de convivencia, etc.); 2) femicidio no íntimo (asesinato de sujetos con los que la víctima no tenía las relaciones antes señaladas); 3)
femicidio por conexión (asesinato de sujetos que se encontraban en la “línea de fuego” de un hombre tratando de matar a una mujer, por
ejemplo, por intervenir en defensa de la víctima o porque simplemente se hallaba en el radio de acción del autor).
- Tipo subjetivo: el delito es doloso, de dolo directo. No resultan admisibles ni el dolo eventual ni las formas imprudentes.
- Consumación y tentativa: la consumación coincide con la muerte de la mujer. Se trata de un delito de resultado material, que admite la
tentativa.