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Alienación e ideología en Marx

El término alienación se refiere al proceso por el que el sujeto se encuentra fuera de sí, ajeno a
sí mismo; aunque filósofos como Hegel o Feuerbach lo utilizan con sentidos muy diferentes. En
Marx, tiene un sentido negativo de deshumanización y esclavización. La enajenación o
alienación es la pérdida de autonomía y libertad en la que vive la clase trabajadora,
distinguiendo tres tipos: enajenación económica, religiosa y socio-política.

La principal es la alienación económica, pues todas las demás tienen en ella su origen: la
superestructura del capitalismo, la filosofía, el derecho, la religión, etc. se asientan sobre la
estructura económica: no son más que justificaciones ideológicas de esta enajenación. Por eso,
Marx promueve la crítica y la lucha para el cambio de las condiciones económicas. Así, se
acabará también con las construcciones ideológicas que la sustentan.

La alienación económica es la explotación del hombre por el hombre, la pérdida de autonomía


y libertad del proletariado como consecuencia de la explotación burguesa. En el sistema
capitalista el ser humano, lejos de ser visto como un fin en sí mismo, es tratado como un
instrumento para la producción y obtención de plusvalía. La Economía Política de la época
defendía la propiedad privada y el trabajo asalariado, ocultando la explotación que conlleva.
Para Marx, el trabajo visto como actividad productiva libre y la producción material de los
bienes necesarios para la subsistencia, es el modo en el que el ser humano debe expresar su
esencia. La felicidad y la perfección le vienen de la acción. En el capitalismo, los trabajadores
no son felices sino alienados. La alienación económica se manifiesta de varias maneras:

- En relación a su propia actividad. Es la praxis productiva (el trabajo) lo que nos


distingue de los animales. El problema y la razón de la insatisfacción es que, en las
sociedades de explotación, el trabajo ya no expresa la esencia humana sino su radical
negación (visión del trabajo como lugar de sufrimiento). Al vender su trabajo a otro, es
cosificado y visto como mercancía. El trabajo le es ajeno, se ve forzado a él.
- En relación al producto de su trabajo. Todo lo producido mediante el trabajo es la
esencia de la vida humana convertida en un objeto físico y externo al productor
(deshumanizado). En la sociedad industrial, en cuando al producto ha sido creado, ya
no es la objetivación de su propio ser, sino una mercancía que es propiedad del
empresario.
- En relación a la naturaleza. La naturaleza ya no es el medio a disposición de los
hombres para transformarla, sino que aparece como algo ajeno al ser propiedad
privada de otro (del capitalista).
- En relación a los otros seres humanos. En el trabajo alienado, el ser humano ya no
transforma el mundo en favor de los demás, sino que dominan las relaciones
mercantiles y de competencia y no las de cooperación. Se genera egoísmo y se
destruyen la justicia y la igualdad: origen de las clases sociales, enemistad de los
hombres, lucha de clases.

Marx concuerda con Feuerbach en que es el ser humano quien crea a Dios y no a la inversa (el
hombre proyecta externamente lo que considera mejor de sí mismo), pero difiere en la razón
de esta creación. Para él, la religión nace de la explotación económica. La alienación religiosa
se produce cuando la existencia real del obrero en la sociedad de clases impide la realización
de su humanidad. La religión, al consolar al hombre de la existencia miserable que le ha
tocado, sugiriendo un más allá de justicia, le resta capacidad de lucha. Produce una felicidad
ilusoria y adormece su energía revolucionaria. Deben cambiarse la miseria y la explotación, y
las ilusiones religiosas se desvanecerán.

Marx parte de la distinción hegeliana entre sociedad civil (ámbito de desarrollo individual, del
trabajo y los intereses privados) y Estado (ámbito que encarna el poder de lo público y del
interés general). En su crítica a Hegel, Marx mantiene que el Estado es una creación de la
sociedad civil, y que su funcionamiento está condicionado por la propiedad privada, y solo
sirve a los intereses de la clase dominante. La alienación socio-política consiste en ceder al
Estado la parte de la soberanía de cada uno, y creer que así sus intereses serán protegidos. Sin
embargo, el Estado permite la desigualdad e injusticia social, es una comunidad ilusoria que
concilia los intereses antagónicos entre individuos y tiene la misma función que Dios en la
religión: es una creación humana convertida en un poder enemigo del ser humano.

Como hemos visto, la estructura económica capitalista determina la superestructura ideológica


(leyes, religión, filosofía, moral…) que se construye sobre ella, siendo esta en instrumento más
poderoso de la burguesía (dueña de ellos medios de producción). La ideología encubre las
contradicciones sociales y justifica un mundo distorsionado que hace que el proletariado
acepte su forma de vida como natural, cuando es fruto de la alienación. Así, se justifican las
desigualdades sociales como algo inevitable, y se ofrece una visión distorsionada del mundo y
de la verdadera realidad.

Aparece entonces la “falsa conciencia”: desde la ideología dominante, se pretende que toda la
representación del mundo que ella hace sea creída por el resto de clases no dominantes. Así,
los individuos se construyen una conciencia de sí mismos elaborada por otros. Esto explica la
aceptación del capitalismo por los explotados como la forma más avanzada de economía, y las
relaciones sociales como las más naturales e inevitables (alienación ideológica). Puesto que las
ideologías tienen su fundamento en la situación alienada del ser humano, desaparecerán con
la desaparición de su explotación.

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