Afectividad
Afectividad
Afectividad
Psicopatología de la
afectividad
a) Introducción histórica
- Hasta el siglo XIX, los síntomas afectivos rara vez aparecían en las descripciones clínicas
de los trastornos mentales. En parte, tenía que ver su consideración secundaria en relación a la
razón y su índole subjetiva.
- Desde Platón y Aristóteles: los afectos, denominados pasiones, eran tenidos como
sinónimo de caos, perturbación y desorden. Se les daba un cierto papel en la motivación y en la
creatividad. La razón era la característica humana por excelencia.
- La valoración independiente de los afectos cobraba impulso en las obras de Santo Tomás
de Aquino y Descartes. Aunque no fue hasta el siglo XVIII, bajo la influencia de filósofos
británicos y franceses como Rousseau y la inspiración del periodo romántico, cuando se
consolidó el valor autónomo de la vida afectiva. De este modo, las pasiones y la subjetividad
fueron admitiéndose en el terreno de la enfermedad mental.
– Subjetividad: toda experiencia afectiva e íntima es personal y, por tanto, no es algo observable
por los demás. Lo que sí puede ser observable son las manifestaciones de esa experiencia, es
decir, lo que el individuo expresa o comunica de forma verbal y no verbal.
– Trascendencia: difusión recíproca que ejercen los afectos sobre otras dimensiones de la
personalidad del individuo y sobre la orientación de su conducta. Ej: el encuentro con una
persona agradable constituye una sensación afectiva positiva, que a su vez reforzará la conducta
para ulteriores encuentros.
En relación a otras funciones, la memoria incorpora elementos afectivos y la percepción aparece
cada vez más estrechamente ligada a la afectividad en los distintos modelos. Otra importante
área de interrelación es la corporal, en los aspectos tanto viscerales como motores. Ej: la
ansiedad y la depresión repercuten en diversas funciones como la digestiva, la circulatoria, la
alimentaria o el sueño. También en la psicomotricidad, en forma de mímica facial o actitud
motora general.
– Comunicatividad: influencia y participación de los afectos en la comunicación entre el
individuo y el medio. La afectividad se puede transmitir y apreciar a través de la entrevista
clínica en tres niveles: el contenido ( “dice que está triste”), la forma (“voz y movimientos
lentos y cansinos”) y el modo (“actitud dependiente y de lamento”). Éste último es más difícil
de apreciar por su mayor subjetividad.
– Polaridad: variedad cualitativa en que se manifiestan los afectos del individuo. Existen
diferentes ejes, entre cuyos extremos aparecen un margen de estados y tendencias que va desde
la máxima intensidad en un sentido hasta la máxima intensidad en el otro.
c) Clasificación
– Emociones
Son afectos bruscos y agudos que se desencadenan por una percepción (externa o interna) o
representación. Tienen abundante correlación somática y suelen ser poco duraderos o transitorios.
Ej: miedo, cólera, angustia.
Las manifestaciones fisiológicas son variadas: palidez, rubicundez facial, diarrea,
sudoración, lagrimeo, espasmos, taquicardia, cambios tensionales, taquipnea, disnea, poliuria....
Es un afecto de instauración más lenta y progresiva que las emociones y surge en general de
forma cíclica, pero también ciertos estímulos externos pueden influir en su aparición y duración.
Puede perdurar de horas a semanas o incluso meses.
Ej: alegría-tristeza, irritabilidad, calidez, vigor....
– Factores que suelen ser reconocidos: variación diurna, experiencia personal, personalidad de
base.
– Factores que pasan inadvertidos: síndrome premenstrual, uso de ACOs, trastornos de ritmos
circadianos, epilepsia, vientos cálidos, latitud, los ciclos lunares, cambios de actividad solar e
influencias electromagnéticas.
Este autor destacó las funciones homeostáticas del hipotálamo como órgano encargado de
regular el metabolismo somático, la sensibilidad emocional y la coordinación de la ritmicidad
biológica. Un trastorno en alguna de estas áreas repercute en las demás.
Desde 1984, cuando Rosenthal describió el TAE, se ha impulsado el estudio del papel de los
cambios estacionales del humor en pacientes y sujetos sanos.
Según Flor-Henry, los sistemas cerebrales que generan el humor se hallan preferentemente
en el hemisferio no dominante, relacionados con los que determinan los procesos visuoespaciales y
la motilidad voluntaria.
d) Exploración de la afectividad
Es un área difícil de la exploración clínica, como lo demuestra el bajo nivel de fiabilidad
obtenido en los datos sobre síntomas afectivos en el estudio piloto internacional sobre la
esquizofrenia y en el bajo nivel de concordancia entre examinadores en la evaluación del humor en
enfermos depresivos. Esto se explica porque los afectos son experimentados y expresados, es decir,
tienen un componente subjetivo y otro objetivo. Por tanto, los datos obtenidos son en gran parte
inferencias.
Es aconsejable también analizar la elaboración cognitiva del individuo, que puede ser
secundaria al estado afectivo o bien previa a aquél. A veces esto último se presenta de forma
distorsionada especialmente en los casos de afecto negativo. La evaluación del humor se presenta
en clínica en forma de entrevista y evaluaciones objetivables en forma de listas de adjetivos,
cuestionarios y escalas ( Mackay, 1980)
e) Síntomas afectivos
- Alegría patológica:
Es una variante patológica del humor. La alegría es un fenómeno normal que surge en el
marco de la relación individuo-medio.
Desde el punto de vista dinámico, algún evento produce una liberación del yo y lo desliga
de la realidad inmediata haciendo presente una perspectiva futura satisfactoria. El continuo contacto
con la realidad restablecerá mas adelante el equilibrio.
Biológicamente, la alegría oscila con los ritmos biológicos y es inducida por diversas
sustancias tales como alcohol...mediante la inducción de estados de desinhibición de tipo eufórico.
- Tristeza patológica
Variante patológica del humor. Es un fenómeno afectivo normal que surge en el individuo en
sus relaciones con el medio o vehiculada por factores orgánicos.
Desde el punto de vista dinámico, la tristeza se relaciona con el concepto de pérdida. Algún
evento evoca una limitación o derrota que hacen perder alguno de los atributos hasta entonces
presente: muerte de un ser querido, desamor, etc. Otras corrientes psicológicas que orientan el
significado de tristeza son el conductismo, la teoría de Seligman, cognitiva de Beck,
Biológicamente, los mecanismos que regula la tristeza están conectados con los sistemas
homeostáticos diencefálicos repercutiendo en éstos los cambios estacionales, climatológicos o
farmacológicos. Al contrario, el ejercicio físico influye en el humor de forma positiva ( Lichtman).
Objetivamente, parece apagado con escasa reactividad emocional y tendencia al llanto, tanto
espontáneo como inducido. La atención al ambiente es escasa y parece concentrada en su aflicción.
Discurso parco y breve. Sentimientos de culpabilidad ( según contexto socio-cultural) e indignidad
con baja autoestima ( síntoma más común). Hay por lo general hipoactividad motora. En su
conducta, el sujeto se muestra más aislado, menos comunicativo y tolerante, y llegan incluso al
rechazo generalmente pasivo de los demás. En los casos más graves aparecen rumiaciones y
conductas suicidas.
En clínica, estos síntomas configuran los estados depresivos. La tristeza patológica aparece
con la máxima intensidad y gravedad en los cuadros endógenos, en los que falta con frecuencia un
motivo desencadenante. Los casos relacionados con eventos o factores de personalidad carecen de
ritmicidad y presentan un notable componente subjetivo.
Estado emocional en que el individuo se siente tenso, atemorizado y alarmado en una forma
desagradable y con notable cortejo somático. Si es secundario a una situación, ésta es de relativa
poca magnitud. Cuando se centra en un estímulo, hablamos de fobia.
La angustia es una emoción normal cuya función es activar la capacidad de respuesta del
individuo ante un peligro o amenaza. Su patología deriva de anomalías en su proporción, intensidad
y duración.
Desde el punto de vista dinámico, Freud definió la angustia como una manifestación de la
libido reprimida, una representación de la experiencia del nacimiento y como una respuesta yoica a
los incrementos de tensión afectiva o instintiva.
Biológicamente, la ansiedad corresponde al prototipo de emoción. No hay un modelo
completo que explique la misma. Participan en ella las estructuras límbicas, la formación reticular,
el lóbulo frontal y temporal y ciertas estructuras subcorticales mediante Nts como NA, serotonina,
GABA.
- Distimia: disfunción del humor. Ha pasado a ser un síndrome clínico en sustitución del
concepto de depresión neurótica ( DSM-III).
- Disforia: término de origen griego y latino que significa malestar empleado en psiquiatría
en USA como sinónimo de ánimo depresivo, ansiedad e inquietud.
- Alexitimia: significa falta de palabras para los afectos o incapacidad de expresar con
palabras los afectos. Se aplica en la actualidad con escaso rigor.
2. Tendencias instintivas y
necesidades vitales
El análisis de la conducta en las más diversas especies animales, al demostrar que el papel
de la inteligencia es mucho menor de lo que se le suele atribuir, revela la existencia de ciertas
condiciones internas comunes a los seres vivos en general, incluido el hombre, que predisponen a
actuar naturalmente según patrones ajenos a la plasticidad característica de la especie humana.
En Darwin aparece la noción de instinto como algo que se cumple sin experiencia previa y
sin conocimiento del propósito.
W. James define el instinto como «la facultad de actuar de manera que se alcancen ciertos
fines, sin tener previsión de éstos y sin una educación anticipada acerca de la acción
correspondiente»; defiende la existencia de una organización neurofisiológica subyacente al mismo,
inclinándose a favor de una explicación mecanicista, pero introduciendo en su doctrina de la
experiencia instintiva, junto a factores sensoperceptivos, un elemento de cognición.
Lloyd Morgan defiende el comportamiento instintivo como «aquel que comprende esos
grupos complejos de actos coordinados que, aun cuando contribuyen a la experiencia, no están, al
ocurrir por primera vez, determinados por la experiencia individual; son adaptativos y tienden al
bienestar del individuo y a la conservación de la especie; resultan de la cooperación de estímulos
internos y externos; son practicados de manera similar por todos los miembros de un determinado y
más o menos restringido grupo de animales; pero están sujetos a variación y a la subsiguiente
modificación bajo la guía de la experiencia individual».
Los estudios de McDougall sobre la instintividad fueron más extensos y alcanzaron mayor
difusión. Con una preferente perspectiva psicológica, basada, sobre todo, en términos de
experiencia, abordó que «la psique humana tiene ciertas tendencias innatas o heredadas, que son los
resortes esenciales o las fuerzas motivadoras de toda acción y todo pensamiento». Tales tendencias
son comunes a todos los miembros de cualquier especie dada; no pueden ser erradicadas de la
constitución psíquica ni adquiridas por los individuos en el transcurso de su vida.
Para el psicoanálisis y las diferentes direcciones de la psicología profunda la doctrina de los
instintos se desarrolla en torno a dos proposiciones fundamentales. La primera afirma que la
instintividad es la realidad básica, percibida en términos de energía, del ser. La segunda, elaborada
como crítica de las concepciones anteriores, subestima el carácter hereditario o innato de los
instintos a favor de la adquisición de patrones de comportamiento originados en el ambiente del
sujeto durante las primeras etapas del desarrollo.
Bolk, biólogo alemán, formuló una original y sorprendente teoría sobre el origen del
hombre, según la cual el proceso morfológico de «humanización» fue esencialmente una
«fatalización»; la situación del recién nacido humano es más precaria que la de cualquier
animal. Este retraso es sólo un signo de lo que esencialmente caracteriza al ser humano; a saber,
el tiempo extremadamente lento de su desarrollo biológico, fenómeno denominado por Bolk
«principio de retardación». Comparado el hombre con los individuos de cualquier especie
animal, resulta evidente la rapidez con que éstos alcanzan la forma y modo de su ser adulto. El
hombre nace sin «acabar»: de hecho necesita aprenderlo todo. Y es precisamente esto lo que le
abre a las nuevas y mayores posibilidades de un mundo más amplio. La constitutiva seguridad
biológica que el instinto confiere a los animales hace del mundo de éstos un hábitat cerrado,
concluido, tanto más cuanto más rápido es el proceso de mutua adaptación vital. La integración
vital del hombre y su mundo no acaba nunca.
Sin embargo, el análisis de tales fenómenos en las situaciones clínicas en que aparecen con
particular relevancia (en las obsesiones) demuestra que su verdadera significación instintiva
consiste más en conservar que en destruir. Frente a los sentimientos de amenaza surgidos de las
alteraciones del estado de ánimo fundamental, el sujeto reacciona, a menudo, aplazando su
decisión y sosteniéndose entretanto en una especie de compás de espera vital que cristaliza en la
repetición de actos y vivencias. Hay, efectivamente, un impulso básico a la repetición, ordenado,
no a la destrucción, sino a la economía biológica. En forma independiente, la agresividad puede
ser destructora y alimentar ciertos modos de conocimiento que el propio psicoanálisis ha
definido como instinto epistemológico. Pero, en ningún caso, ni la agresividad como tal ni la
tendencia al conocimiento analítico tienen como finalidad la muerte.
La constitutiva dimensión social de los seres vivos en general y del hombre en particular
aparece como una necesidad cuya satisfacción supone la correspondiente tendencia instintiva.
Su forma más elemental puede calificarse como instinto gregario. La referida necesidad no
pertenece a la esfera sexual. Más bien lo sexual debería entenderse como una faceta de la
sociabilidad. El instinto gregario da lugar a las agrupaciones animales. En la especie humana la
tendencia se configura, al integrarse en los planos superiores del ser personal, en las variadas
formas de agrupación que van desde la primordial «masa-tumulto» a los «públicos»
configurados elementalmente en torno a situaciones e intereses pasajeros.
El nivel fisiológico es, sin duda, el regulador básico y naturalmente extraconsciente del
proceso. Intervienen en el mismo factores genéticos, hormonales y gonadales (orgánicos), que
inciden tanto en la puesta a punto del proceso como en la determinación individual del propio
sexo. Los resultados de la castración por enfermedades, traumatismos o intervenciones
quirúrgicas, las alteraciones morfológicas o funcionales del gran regulador neuroendocrino que
es la hipófisis, así como el bloqueo de la conducción nerviosa en distintos niveles, demuestran
que la lesión o aislamiento de los factores señalados no produce la anulación absoluta del
apetito sexual, y ni siquiera incide en la trama instintiva, cuyas motivaciones fundamentales
dependen tanto del impulso como de la voluntad refleja y del mundo de las imágenes y
representaciones.
En sentido estricto, las perversiones se dan con más frecuencia en el instinto nutricio y
en el sexual que en otros; en el primero, son, de ordinario, más o menos tolerables. Hasta qué
punto los gustos y caprichos en el comer han de ser considerados como alteraciones instintivas o
como respuesta a necesidades específicas, es cuestión de límites imprecisos. Hay evidentemente
fenómenos como la onicofagia (morderse las uñas) y la ingestión de cosas diversas (incluso
excrementos) cuya causa está en trastornos psíquicos más o menos graves.