Ficha Erikson

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INFANCIA Y SOCIEDAD (Erik H.

Erikson)
Capítulo 7: Ocho edades del hombre

1. Confianza básica versus desconfianza básica


“La primera demostración de confianza social en el niño pequeño es la
facilidad de su alimentación, la profundidad de su sueño y la relación de sus
intestinos” (Erikson, 1973, p.222).

“El primer logro social del niño, entonces, es su disposición a permitir que la
madre se aleje de su lado sin experimentar indebida ansiedad o rabia, porque
aquélla se ha convertido en una certeza interior, así como en algo exterior
previsible” (Erikson, 1973, p.222).

‘’El psicoanálisis supone que el temprano proceso de diferenciación entre


adentro y afuera es el origen de la proyección y la introyección que permanecen
como dos de nuestros más profundos y peligrosos mecanismos de defensa. En la
introyección sentimos y actuamos como si una bondad exterior se hubiera
convertido en una certeza interior. En la proyección, experimentamos un daño
interno como externo: atribuimos a personas significativas el mal que en
realidad existe en nosotros” (Erikson, 1973, p.223).
2. Autonomía versus vergüenza y duda
“El niño debe de llegar a sentir que la fe básica en la existencia, que es el
tesoro perdurable salvado de las rabietas de la etapa oral, no correrá peligro ante
su súbito cambio de actitud, este deseo repentino y violento de elegir por su
propia cuenta, de apoderarse de cosas con actitud exigente y de eliminar
empecinadamente” (Erikson, 1973, p.226).

“La vergüenza supone que uno está completamente expuesto y consciente de


ser mirado: en una palabra, consciente de sí mismo” (Erikson, 1973, p.227).

“Esta etapa, por lo tanto, se vuelve decisiva para la proporción de amor y


odio, cooperación y terquedad, libertad de autoexpresión y su supresión. Un
sentimiento de autocontrol sin la pérdida de la autoestimación da origen a un
sentimiento perdurable de buena voluntad y orgullo; un sentimiento de pérdida
del autocontrol y de un sobrecontrol foráneo da origen a una propensión
perdurable a la duda y la vergüenza” (Erikson, 1973, p.228).

3. Iniciativa versus culpa


“Con todo, la iniciativa es una parte necesaria de todo acto, y el hombre
necesita un sentido de la iniciativa para todo lo que aprende y hace, desde
recoger fruta hasta un sistema empresario” (Erikson, 1973, p.229).

“El peligro de esta etapa radica en un sentimiento de culpa con respecto a las
metas planeadas y los actos iniciados en el propio placer exuberante
experimentado ante el nuevo poder locomotor y mental” (Erikson, 1973, p.230).

“Esta es, entonces, la etapa del “complejo de castración”, el temor


intensificado de comprobar que los genitales, ahora enérgicamente erotizados
han sufrido un daño como castigo por las fantasías relacionadas con su
excitación” (Erikson, 1973, p. 230).

“De cualquier manera, la etapa “edípica” trae apareada no solo el


establecimiento opresivo de un sentido moral que limita el horizonte de los
permisible, sino que también determina la dirección hacia lo posible y lo
tangible que permite que los sueños de la temprana infancia se vinculen a las
metas de una vida adulta activa” (Erikson, 1973, p. 232).
4. Industria versus inferioridad
“Con el periodo de latencia que se inicia, el niño de desarrollo normal olvida,
o más bien sublima, la necesidad de conquistar a las personas mediante el ataque
directo o de convertirse en papá y mamá en forma apresurada: ahora aprende a
obtener reconocimiento mediante la producción de cosas” (Erikson, 1973, p.
232-233).
“El peligro en esta etapa radica en un sentimiento de inadecuación e
inferioridad. […] El hecho de perder toda esperanza de tal asociación
“industrial” puede hacerlo regresar a la rivalidad familiar más aislada, menos
centrada en las herramientas de la época edípica” (Erikson, 1973, p. 233 -234).
“Freud la denomina la etapa de latencia porque los impulsos violentos están
normalmente inactivos. Pero se trata tan sólo de un momento de calma antes de
la tormenta de la pubertad, cuando todos los impulsos previos reemergen en una
combinación, para caer bajo el dominio de la genitalidad” (Erikson, 1973, p.
234).
“Por otro lado, se trata de una etapa muy decisiva desde el punto de vista
social: puesto que la industria implica hacer cosas junto a los demás y con ellos,
en esta época se desarrolla un primer sentido de la división del trabajo y de la
oportunidad diferencial, esto es, del ethos tecnológico de una cultura” (Erikson,
1973, p. 234).
5. Identidad versus confusión de rol
“Los jóvenes que crecen y se desarrollan, enfrentados con esta revolución
fisiológica en su interior, y con tareas adultas tangibles que los aguardan, se
preocupan ahora fundamentalmente por lo que parecen ser ante los ojos de los
demás en comparación con lo que ellos mismos sienten que son, y por el
problema relativo a relacionar los roles y las aptitudes cultivadas” (Erikson,
1973, p. 235).
“El peligro de esta etapa es la confusión de roles. Cuando ésta se basa en una
marcada duda previa en cuanto a la propia identidad sexual, los episodios
delincuentes y abiertamente psicóticos no son raros. […] En la mayoría de los
casos, sin embargo, lo que perturba a la gente joven es la incapacidad para
decidirse por una identidad ocupacional” (Erikson, 1973, p. 235 -236).
“[…], el amor adolescente constituye un intento por llegar a una definición de
la propia identidad proyectando la propia imagen yoica difusa en otra persona y
logrando así que refleje y se aclare gradualmente. A ello se debe que una parte
tan considerable del amor juvenil consista en conversación” (Erikson, 1973, p.
236).
6. Intimidad versus aislamiento
“Así, el adulto joven, que surge de la búsqueda de identidad y la insistencia
en ella, está ansioso y dispuesto a fundir su identidad con la de otros. Está
preparado para la intimidad, esto es, la capacidad de entregarse a afiliaciones y
asociaciones concretas y desarrollar la fuerza ética necesaria para cumplir con
tales compromisos, aun cuando estos pueden exigir sacrificios significativos”
(Erikson, 1973, p.237).
“La contraparte a la intimidad es el distanciamiento: la disposición a aislar y,
de ser ello necesario, a destruir aquellas fuerzas y personas cuya esencia parece
peligrosa para la propia, y cuyo “territorio” parece rebasar los límites de las
propias relaciones íntimas” (Erikson, 1973, p.237).
“El peligro de esta etapa es que las relaciones íntimas, competitivas y
combativas se experimentan con y contra las mismas personas” (Erikson, 1973,
p.237).

7. Generatividad versus estancamiento


“El hombre maduro necesita sentirse necesitado, y la madurez necesita la guía
y el aliento de aquello que ha producido y que debe cuidar. La generatividad,
entonces, es en esencia la preocupación por establecer y guiar a la nueva
generación […] “(Erikson, 1973, p. 240).
“La generatividad constituye así una etapa esencial en el desarrollo
psicosexual y también en el psicosocial. Cuando tal enriquecimiento falta por
completo, tiene lugar a menudo un sentimiento general de estancamiento y
empobrecimiento personal” (Erikson, 1973, p. 240).
8. Integridad del yo versus desesperación
“Es la seguridad acumulada del yo con respecto a su tendencia al orden y el
significado. Es un amor postnarcisista del yo humano -no el sí mismo- como una
experiencia que transmite un cierto orden del mundo y sentido espiritual […]. Es
la aceptación del propio y único ciclo de vida como algo que debía ser y que,
necesariamente, no permitía sustitución alguna: significa así un amor nuevo y
distinto hacia los propios padres” (Erikson, 1973, p. 241).
“La falta o la perdida de la integridad yoica acumulada se expresa en el temor
a la muerte: no se acepta el único ciclo de vida como lo esencial de la vida. La
desesperación expresa el sentimiento de que ahora el tiempo que queda es corto,
demasiado corto para intentar otra vida y para probar caminos alternativos hacia
la integridad” (Erikson, 1973, p. 242).

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