Problemas Actuales Final 2
Problemas Actuales Final 2
Problemas Actuales Final 2
Problemas Actuales de
la Cuestión Criminal
en Latinoamérica
Derecho Penal
Parte General - Parte Especial
Política Criminal y Criminología
Directores
Angel Gaspar Chirinos
Lenin Fernando Solís Morquecho
Erick González Rado
José Luis Chambilla Quispe
PROBLEMAS ACTUALES DE
LA CUESTIÓN CRIMINAL
EN LATINOAMÉRICA
Directores
Angel Gaspar Chirinos
Lenin Fernando Solís Morquecho
Erick González Rado
José Luis Chambilla Quispe
Editado por:
Coordinador
© A&C Ediciones Jurídicas S.A.C. Anthony Julio Romero Casilla
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estilos gráficos, y diseño de portada:
Víctor Arrascue C.
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ISBN: 978-612-47416-6-1
1.1
FUNDAMENTOS DEL DERECHO PENAL
1.2
DERECHO PENAL APLICADO
2
POLITICA CRIMINAL
2.1
PROPUESTAS CRÍTICAS EN POLÍTICA–CRIMINAL:
Críticas generales y sectoriales
¿Abolicionismo penal latinoamericano? ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. 323
Keymer Ávila
Violencia, derecho y capitalismo en condiciones de dependencia.
Una perspectiva desde la crítica jurídica nuestra americana.. . .. . .. . . 339
Daniel Sandoval Cervantes
La “Regla de racionalidad” de la actividad legislativa en materia
penal. Sobre la necesidad de disponer racionalmente y contener el
poder punitivo del Estado.... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. 355
Gustavo A. Arocena
Derecho penal reparador como una propuesta de debate ... . .. . .. . .. 381
Augusto Medina Otazu
Aproximaciones al proceso de excarcelación a partir de experiencias
de vida en “Casa de Medio Camino” ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. 395
Edna Bravo Luis
¿Democratización de la justicia en Argentina? La falsación de una
mentira ideológica ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... .. 419
6 Fabián Ignacio Balcarce
Índice general
2.2
LA POLÍTICA CRIMINAL Y EL PARADIGMA
DE LA “SEGURIDAD” EN LATINOAMÉRICA:
7
Índice general
3
CRIMINOLOGÍA
8
i
Derecho Penal
1.1
FUNDAMENTOS DEL DERECHO PENAL
DEL ESCEPTICISMO PENAL Y DE
LAS PENAS CRIMINALES(*)
Juan Fernández Carrasquilla(**)
(*) Lección doctoral con ocasión del otorgamiento del título de “Doctor honoris
causa” por la Universidad Inca Garcilaso de la Vega, Lima, Perú, 3 de noviembre de
2016.
(**) Doctor Honoris Causa de la Universidad de Medellín, ex Magistrado en lo Penal y
(3) El registro público de antecedentes penales que rige en casi todos los países es la
versión contemporánea de la “picota” (que consistía en la exposición del reo a la
vergüenza pública)-
(4) Ilustrativo y dramático sobre la evolución de las penas, FOUCAULT, MICHAEL,
Vigilar y castigar, Siglo XXI Editores, México, 1976.
(5) Al respecto, por todos, muy conocido, SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María, La expansión
del derecho penal - Aspectos de la política criminal en las sociedades postindustriales,
14 edit. Civitas. Madrid, 1999.
Juan Fernández Carrasquilla
pansión porque haya más delitos, sino porque cada vez ostentan menor
eficacia preventiva. Mientras más aumentan las penas más esfuerzo aplican
los criminales para evadirla, es decir, “mejor” cometen éstos sus fechorías.
Hay más delitos porque hay más población y tecnología, no porque haya
menos penas.
Frente a las dificultades económicas y laborales por las que pasan
grandes masas poblacionales urbanas y campesinas de bajos estratos,
se multiplican los recursos a la economía informal, al trabajo de me-
nores y el recurso a los grandes y pequeños delitos lucrativos, violentos
o no. Al mismo tiempo crece la corrupción pública y privada, aunque
es cierto que se ha incrementado la persecución de sus formas más
cuantiosas, como es fácil apreciarlo es el mayor número de “delitos de
cuello” blanco que hoy se registra.. La codicia, tradicional en América
desde que la trajeron los ibéricos durante la Conquista y la Colonia
y que fue luego heredada por las oligarquías criollas, se ha extendido
exitosamente a las nuevas oligarquías industriales y terratenientes y
se ha contagiado a casi todos los sectores de la población. Los delitos
de motivación ocupación seguramente siguen ocupando un lugar de
mucha importancia en las estadísticas criminales.
Principio de máxima minimización. De mi parte, sigo pensando
que la pena, sea que se la entienda como retribución o como prevención,
es siempre un mal para quien la recibe y para la propia comunidad que
la dispensa, y por eso asumo y predico frente a ella que, en cuanto parece
que no estamos todavía en condiciones de renunciar a su presencia social,
debe seguirse el criterio de la ética utilitarista liberal que nos viene de J.S.
MILL(6): los males sociales inevitables se deben tratar con el mayor rigor de
economía restrictiva. La máxima minimización es para mí la única posición
filosófica decente frente a la aporía de la pena estatal, pese a ser históricamen-
te cierto que este monopolio del Estado nos ha librado del régimen de la
venganza privada.
Se parte de la base, como enseñaba CARRARA, que el delito no se
puede erradicar totalmente de ninguna sociedad y que, además, la
pena se ha mostrado, por más que crezca, inidónea para controlarlo.
Aumentar penas para erradicar el delito no es solo una aporía social,
sino que puede conducir al terror penal por la vía de la demagogia y el
(6) MILL J.S., Sobre la libertad, hay muchas ediciones en español, entre ellas de edit.
Aguilar, Bs. Aires, 1968, trad. de Josefa Sainz Pulido. 15
Del escepticismo penal y de las penas criminales
(7) Sobre ello, con suficiencia, SILVA SÁNCHEZ, Jesús-María, La expansión del
derecho penal - Aspectos de la politica criminal en las sociedades postindustriales, Edit.
16 Civitas, Madrid, 1999.
Juan Fernández Carrasquilla
(8) Sobre el particular puede verse diario El Tiempo de Bogotá, sección principal, págs.
1 y 10 del 13 de noviembre de 2016, publicado mientras este escrito era sometido a
revisión final para fines de publicación. El Presidente JUAN MANUEL SANTOS
y sus agentes, no así el Congreso de la República que quiere complacer a todos,
han venido observando sobre el tema una actitud prudente y vienen luchando
últimamente con algunas medidas que puedan contribuir a aliviar en algo el
antihumanitarismo del grave hacinamiento de las cárceles en las que obviamente
hay más internos con prisión preventiva que reos convictos. 17
Del escepticismo penal y de las penas criminales
(9) MIR PUIG, Santiago, Función de la pena y teoría del delito en el Estado social y
democrático de derecho, edit. Bosch, Barcelona, 1979. Por cierto, también, NINO,
Carlos Santiago, Los límites de la responsabilidad penal –Una teoría liberal del delito,
edit. Astrea. Bs. Aires, 1980; ZAFFARONI, E.R.,” Introducción” a FEUERBACH,
Anselm v,, Anti-Hobbes, O sobre los límites del poder supremo y el derecho de coacción
del ciudadano contra el soberano, edit. Hammurabi, Bs. Aires, 2010.
(10) Cfr. DÍAZ, Elías, Estado de derecho y sociedad democrática, edit. Taurus. Madrid,
1983; FERRAJOLI, Luigi, Derecho y razón - Teoría del garantismo penal - Prólogo
de Norberto Bobbio, edit. Trotta, Valladolid, 1995; SARTORI, Giovanni, Qué es
18 la democracia?, Edit. Altamir, Bogotá, 1994.
Juan Fernández Carrasquilla
(11) Sobre ello puede consultarse, con mucho beneficio, RAWLS, Jhon, Sobre las
libertades, edit. Paidós, Barcelona, 1990, trad. Jorge Vigil Rubio; del mismo, El
derecho de gentes y Una revisión de la idea de razón pública, edit. Paidós. Barcelona,
2001; y, claro está, POPPER, Karl, La sociedad abierta y sus enemigos, edit. Paidós,
Barcelona, 1982, trad. de Eduardo Loebel. Desde luego, son de consulta obligada en
estos tópicos las obras de GUSTAV RADBRUCH, especialmente las de posguerra:
Filosofía del derecho y el opúsculo magistral Arbitrariedad legal y derecho supralegal;
así como NINO, C.S., Derecho, moral y política - Una revisión de la teoría general
del derecho, edit. Ariel, Barcelona, 1994; y, en fin, ALEXY, Robert, El concepto y la
validez del derecho, edit. Gedisa, Barcelona, 1994. 21
Del escepticismo penal y de las penas criminales
(12) CERRONI, Umberto, La libertad de los modernos, Edit. Martínez Roca S.A.,
Barcelona, 1972, págs. 69 y ss.
(13) Ib., pág. 96.
(14) Cit. por CERRONI, ob.cit., págs.97-98. Para la Edad Media el pensador más
representativo sin duda santo TOMÁS DE AQUINO, que desde luego no pensaba
nada distinto y expresamente sostuvo que la esclavitud era “natural” y estaba por
fuera de la justicia porque esta exige, en tanto que justicia conmutativa, un acuerdo
entre partes iguales. Similares y muy conocidos son al respecto los pasajes en que
SAN PABLO y SAN AGUSTÍN sostienen lo mismo, este último con oscilaciones
sobre el tema en el derecho natural, pero sin decidirse por su condena ni demandar
su abolición siquiera entre los cristianos, y el primero haciendo énfasis en que
se trata de una institución establecida que debe respetarse (Primera Epístola a
22 Timoteo, Cap. 6,1.
Juan Fernández Carrasquilla
selectiva del sistema penal(15), que, como sabemos, es la más fuerte arma
de contención y preservación agresiva del statu-quo que se esgrime prin-
cipalmente contra los “desiguales”, que son desde luego los “peligrosos”
y por esto mismo seleccionados como “culpables por su vulnerabilidad”
(ZAFFARONI).
“Derecho penal bueno”. A todo ello se suma el problema, casi diría
la aporía, de si existe o no un “derecho penal bueno”(16). La respuesta tiene
que ser negativa, al menos desde las perspectivas del liberalismo penal, del
humanismo de las penas y del propio escepticismo penal. El derecho penal
es siempre un instrumento social de control y represión cuyo uso puede
ser política y moralmente justificable tan solo en la medida en que contri-
buya al mantenimiento y desarrollo de un orden social relativamente justo
y materialmente democrático en lo posible. Este sería, pues, un derecho
penal protectorio de nuestros derechos, bienes y libertades, es decir, de los
derechos, bienes y libertades de todos y cada uno de nosotros y por tanto
también de la sociedad pacífica y democrática en que convivamos ordena-
damente, sin segregaciones ni iniquidades.
Estaríamos entonces, para que la irracionalidad propia del derecho
penal resultara tolerable dentro de esos límites, en un derecho penal cuyas
normas y praxis sean concreción y desarrollo de los grandes principios po-
lítico-criminales del liberalismo y del personalismo, un derecho penal pro
homine y no pro societatis: un derecho penal inspirado en la protección de
la persona, sus derechos esenciales, su igualdad y su dignidad, que resuelve
las dudas razonables a favor del imputado y no del colectivo, que interpreta
los derechos fundamentales y los derechos humanos internacionales en su
natural e indisponible orientación a la tutela de la persona humana indi-
vidual contra el poder estatal (el hombre siempre como fin y nunc como
(17) Esto se llama “principialismo” y se caracteriza por desdeñar los casos o las
normas particulares, ateniéndose únicamente a las abstracciones contenidas en
los enunciados de principios. Hay que recordar aquí la interpretación que hace
MERLEAU-PONTY del pensamiento de MAQUIAVELO: “”… hay una manera
de condenar a Maquiavelo que es maquiavélica, es la piadosa astucia de los que
dirigen sus ojos y los nuestros hacia el cielo de los principios para que los apartemos
de lo que hacen” (MERLEAU-PONTY, Maurice, “Nota sobre Maquiavelo”, en
Signos, Edit. Seix Barral, Barcelona, 1964. Pág.279).
(18) Esto se llama “casuismo” y, para decirlo de conocida forma, pierde de vista el bosque
por mirar los árboles, según escribió HEGEL.
(19) Sobre la relación entre principios y praxis de los operadores que los aplican, sean
(20) Y para el futuro inmediato el panorama no puede ser peor porque el Presidente
electo de los Estados Unidos de América, señor DONALD TRUMP, ha anunciado
(noviembre de 2016) el restablecimiento de la autorización de la tortura, un mal
ejemplo que puede arrastrar a prácticas similares en otros países. Ya Estados Unidos
había hecho esto tras el 11-S.
(21) “Supuestamente”, digo, porque materialmente no alcanzan a todas las personas, y
veces ni siquiera formalmente, como se ve con claridad en la categoría de “enemigos”
(Schmitt, Jakobs), y se observa en el trato de ciertos prisioneros (como los de
Guantánamo tras el 11-S), para no ahondar en exploraciones porque también hay
países, y no solo dictadores, que no los reconocen. Cfr. IGNATIEFF, Michael, Los
derechos humanos como política e idolatría, edit. Paidós, Barcelona, 2001.
(22) PROUDHON, Ouvres choisies, edit. Gallimard, Paris, 1967. 25
Del escepticismo penal y de las penas criminales
(23) Cfr. FERNÁNDEZ CARRASQUILLA, Juan, “La solución penal de los conflictos
sociales”, en el mismo, Concepto y límites del derecho penal, 2ª. ed., edit. Temis,
Bogotá, 1994.
26 (24) BECCARIA. Cesare, De los delitos y de las penas, Cap. XVI.
Juan Fernández Carrasquilla
porque la exégesis acrítica de leyes injustas no hace otra cosa que prorrogar
u ocultar la injusticia. El buen comentario de las leyes de tortura es legiti-
mación y prórroga de la tortura, como lo fueron en su tiempo los “manua-
les del buen inquisidor”, o lo son todavía los expertos en la aplicación de
torturas (que atormentan y presionan hasta la agonía, sin dejar morir)(32).
Los manuales acríticos o positivistas del derecho penal contemporáneo no
están lejos de esta tétrica función.
El objeto de las ciencias penales es el drama penal, en uno de cuyos
extremos se encuentra el crimen y en el otro el proceso penal, el im-
putado enfrentado al inmenso poder estatal. “Las gentes piensan que
el sufrimiento penal comienza con las penas y no es verdad”, como
tampoco lo es que termine con ellas, porque comienza ciertamente ya
con el proceso penal y se extiende mucho más allá del final de la ejecu-
ción penal, según lo hemos aprendido de CARNELUTTI(33). Delitos
y penas no son tan distintos como aparentan porque ambos son males
contra las personas y la comunidad, privan de bienes o derechos o los
restringen.
El drama penal es algo terrible y por tanto también lo son el derecho
positivo que se referie al mismo y las enseñanzas en torno a él que los
juristas predican en sus libros y doctrinas. Con el calificativo de “terri-
ble” no quiero hacer tremendismo de minusvaloración, sino llamar la
atención hacia el hecho de que el derecho penal positivo y las ciencias
30 1989.
Juan Fernández Carrasquilla
(34) REYES ALVARADO, Yesid, “La pena para qué?”, en diario El Tiempo, Bogotá, 22
de septiembre de 2016, Sección “Debes Leer”, pág, 14.
(35) Cfr. FERNÁNDEZ CARRASQUILLA, Juan, Concepto y límites del derecho penal, 3ª.
ed., Edit. Temis, Bogotá, 2014, págs.162 y ss., “Nociones sobre justicia restaurativa
y transicional y nociones sobre perdón y reconciliación”. Es significativo al respecto
que hasta un funcionalista como ROXIN (Derecho Penal – Parte General, tomo I,
págs. 108-110) llegue a aceptar un modelo de justicia reparadora o restaurativa
32 como una “tercera vía” posible, con el que se pueden alcanzar reparación de las
Juan Fernández Carrasquilla
CONCLUSIÓN
Queridos amigos, no voy a prolongar más este discurso, cuyo conte-
nido puedo compendiar en unas pocas frases: el derecho penal de nuestro
tiempo –y de todos los tiempos- es un fracaso, porque ni suprime ni con-
trola efectivamente el delito (esta misión es más propia de la democracia
material que de las penas); y, de otra parte, para no caer o no recaer en
el punitivismo lo aconsejable es mantenerse escéptico frente a los efectos
benéficos de las penas criminales (ya saben, en especial las carcelarias) y,
para utilizar fuera de contexto una metáfora de mi coterráneo TOMÁS
CARRASQUILLA, achiquitarlas y achiquitarlas hasta que desaparezcan a
la diestra de Dios Padre.
Como lo decía un pensador inglés, tal vez BERTRAND RUSSEL,
la justicia penal de nuestro tiempo es una vergüenza, porque aplica a las
personas males muy graves que no podemos saber sin son legítimos y me-
recidos y se aplican siempre de manera antihumanitaria o por lo menos
deshumanizante. Razones de más para minimizarlo, y, si fuese posible,
alguna vez sustituirlo, como soñaba RADBRUCH en pensamiento muy
conocido que sigue siendo tan luminoso como utópico, “no por un derecho
34 penal mejor, sino por algo mejor que el derecho penal”.
Juan Fernández Carrasquilla
BIBLIOGRAFÍA
ALBIN, Eser, “Consideraciones finales”, en F. MUÑOZ CONDE
(Coord.), La ciencia del derecho penal ante el nuevo milenio, Edit. tirant
lo blanch, Valencia, 2004, pág. 466.
BECCARIA. Cesare, De los delitos y de las penas, Cap. XVI.
CARNELUTTI, Francesco, Las miserias del proceso penal, edit. Temis, Bo-
gotá, 1989.
CERRONI, Umberto, La libertad de los modernos, Edit. Martínez Roca
S.A., Barcelona, 1972, págs. 69 y ss.
Diario El Tiempo de Bogotá, sección principal, págs. 1 y 10 del 13 de
noviembre de 2016, publicado mientras este escrito era sometido a re-
visión final para fines de publicación.
DÍAZ, Elías, Estado de derecho y sociedad democrática, edit. Taurus. Ma-
drid, 1983.
FERNÁNDEZ CARRASQUILLA, Juan, Concepto y límites del derecho pe-
nal, 3ª. ed., Edit. Temis, Bogotá, 2014, págs.162 y ss.
FERNÁNDEZ CARRASQUILLA, Juan, “La solución penal de los con-
flictos sociales”, en el mismo, Concepto y límites del derecho penal, 2ª.
ed., edit. Temis, Bogotá, 1994.
FERRAJOLI, Luigi, Derecho y razón - Teoría del garantismo penal - Prólogo
de Norberto Bobbio, edit. Trotta, Valladolid, 1995.
FOUCAULT, MICHAEL, Vigilar y castigar, Siglo XXI Editores, México,
1976.
GONZÁLEZ ZAPATA, Julio, “Recensión” a “Principios y normas rec-
toras del derecho penal”, en Nuevo Foro Penal, No. 61, enero-mayo de
1999, Edit. Universidad Eafit, Medellín, ´pág. 225.
GÓMEZ CAMPOS, Rubí de María,”Fenomenología y práctica: Arendt
y Merleau-Ponty”, en RAMÍREZ, Mario Teodoro (Coord.), Merleau-
Ponty viviente, Edit. Anthropos, México, 2012.
IGNATIEFF, Michael, Los derechos humanos como política e idolatría, edit.
Paidós, Barcelona, 2001.
JAKOBS G., La ciencia del derecho penal ante las exigencias del presente,
Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2000, pág. 39. 35
Del escepticismo penal y de las penas criminales
36
Porqué citamos a los alemanes y
otros apuntes metodológicos(*)
Jean Pierre Matus Acuña(*)
RESUMEN
El autor analiza el método empleado por la Strafrechtswissenschaft para
el establecimiento de teorías que luego son traspuestas a otros sistemas ju-
rídicos, como el chileno. Se demuestra tanto la capacidad de dichas teorías
para adaptarse a otros ordenamientos, como su simultánea incapacidad
para hacer más “segura” y “calculable” la aplicación del derecho penal. Fi-
nalmente, se concluye que para alcanzar ese objetivo, es necesario formular
(*) El presente artículo es una revisión que incluye algún material mexicano, y en que
me hago cargo de las críticas aparecidas frente al original publicado en la Revista
Electrónica Política Criminal, nº 5 (2008), A5 [http://www.politicacriminal.cl], y
en Derecho Penal Contemporáneo: Revista Internacional, nº 26 (2009), pags. 189-
236, el cual fuera escrito durante mi estadía en el Departamento de Derecho Penal
Extranjero e Internacional del Instituto de Ciencias Criminales de la Universidad
de Gotinga (Alemania), durante los meses de marzo y junio de 2008, y es producto
de una investigación inciada en agosto de 2007, como parte de una Beca Post-
Doctoral financiada por la Fundación Alexander von Humboldt, a cuyos directivos,
funcionarios y colaboradores agradezco profundamente. Mis agradecimientos se
dirigen además al Sr. Rector y directivos de la Universidad de Talca, quienes me han
permitido disfrutar esta larga estancia de investigación.
Especialmente quiero también agradecer a mi huésped, Prof. Dr. Kai Ambos, quien
me facilitó todos los medios materiales y bibliográficos disponibles en la magnífica
colección que ha formado sobre derecho penal internacional y comparado, los cua-
les hicieron posible desarrollar mi trabajo.
(**) Director Centro de Estudios de Derecho Penal de la Universidad de Talca. 37
Porqué citamos a los alemanes y otros apuntes metodológicos
teorías propias o adaptar las que lo cumplan, con independencia del mo-
mento y lugar de su formulación.
ABSTRACT
The author analyzes the method employed by the Strafrechtswissens-
chaft for the establishment of theories which are then transposed to other
legal systems, as the Chilean. It demonstrates both the ability of such theo-
ries to suit other jurisdictions, as his simultaneous inability to do more
“safe” and “calculated” the criminal law enforcement. Finally, we conclude
that to achieve this goal, it is necessary to formulate their own theories or
adapt the respect it, regardless of time and place of its formulation.
PALABRAS CLAVE
Strafrechtswissenschaft, dogmática penal, Chile, Latinoamérica, Espa-
ña, Alemania, metodología.
KEY WORDS
Strafrechtswissenschaft, criminal law, Chile, Latin America, Spain,
Germany, methodology.
1.
Un análisis exploratorio de las citas contenidas en el Anuario de Dere-
cho Penal y en la Revista de Derecho Penal Contemporáneo nos muestra que,
en la actualidad más del 35% de las referencias de los autores iberoameri-
canos corresponden a autores alemanes. Sin embargo, durante los prime-
ros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial era otra la situación: el
impacto de la doctrina italiana en la española superaba en porcentaje de
citas a la alemana.(1)
La situación es coincidente con el desarrollo de la disciplina en Chile
y en México.
En efecto, en Chile, y sin necesidad de ningún cambio relevante en
el Código penal chileno de 1874, después del predominio inicial a fines
del siglo XIX del método exegético de los comentaristas españoles ––esto sí
muy explicable, dado el hecho de que el Código nuestro fue, en muchas
partes, simplemente copiado del español de 1848––,(2) se vivió un breve
dominio del positivismo italiano(3) y de la escuela de la técnica jurídica
de ese país.(4) Sin embargo, a través de la obra divulgadora de Jiménez
de Asúa y de las traducciones españolas de los tratados de Liszt, Merkel,
Beling, Mezger y Maurach,(5) “la doctrina alemana […] condujo a un
notable florecimiento de la doctrina chilena, en los años 60 y comienzos
de los años 70”,(6) lo que dio pie incluso a la realización de una traduc-
ción nacional de la 11ª edición alemana del derecho penal de Welzel, por
parte de los entonces jóvenes profesores chilenos Juan Bustos y Sergio
Yáñez.(7) Esta “recepción entusiasta” y la “admiración” “por la elegancia y
armonía” de los sistemas dogmáticos alemanes,(8) es hoy en día tan asen-
tada en Chile, que no sólo las “partes generales” actualmente al uso están
basadas en variantes de las propuestas sistemáticas germanas,(9) sino que
2.
Sin embargo, a pesar de lo mucho que a nosotros nos importa lo que
se publica en Alemania sobre el derecho penal de ese país, en países más
cercanos a sus fronteras, como Inglaterra y Francia, por ejemplo, la doctri-
na alemana es tan ignorada o desconocida como para nosotros la francesa
o inglesa.
¿Por qué, entonces, se ha producido esta “entusiasta recepción” entre
nosotros de la dogmática alemana,(13) al punto que es prácticamente im-
pensable considerar como serio o fundado un texto sobre derecho penal sin
que, como en este artículo, su autor haya citado profusamente a la doctrina
germana?
La respuesta más sencilla a esta pregunta es decir algo así como por-
que, en el amplio panorama mundial, la Strafrechtswissenschaft se encuentra
en la actualidad en el más alto nivel “científico” y metodológico posible.
Y sólo ella, en las reiteradamente citadas palabras escritas por
Gimbernat hace casi ya cuarenta años,
“Hace posible, […] al señalar límites y definir conceptos, una aplica-
ción segura y calculable del Derecho penal, hace posible sustraerle a la
irracionalidad, a la arbitrariedad y a la improvisación”;
en cambio,
3.
Sin embargo, como Gimbernat lo destaca en varios pasajes del texto
de donde se ha extraído la cita recién reproducida, parece que lo que se
conoce como ciencia jurídico penal o dogmática alemana tendría como re-
ferente principal el sistema jurídico alemán, su propio derecho positivo, y así
“sobre la base de toda una discusión dogmática precedente […] se es-
criben esos manuales y comentarios alemanes en los que se nos indica
cuál es el contenido del Derecho positivo y se nos sugieren soluciones
para interpretarlo de manera diferente a la dominante”. (15)
Esto explicaría por qué, en palabras de Muñoz Conde,
“hay que reconocer que la influencia alemana entre nosotros es gran-
de, pero que la mayoría de los penalistas españoles y su producción
científica es desconocida cuando no ignorada en Alemania.”(16)
4.
Pero, en cambio, nosotros sí nos preocupamos de conocer el derecho
positivo alemán, su jurisprudencia y obras doctrinarias, citándolas riguro-
samente, a pesar de que en iberoamérica éste no se encuentra vigente; no
es el alemán el idioma materno de la mayor parte de los operadores jurí-
dicos ni de la inmensa mayoría de los destinatarios del sistema penal; no
se dispone ni remotamente de los volúmenes contenidos en las bibliotecas
jurídicas alemanas ni de los recursos para adquirirlos; y, dejando de lado
lo halagador que ello pudiera ser, es dudoso que nosotros tengamos una
“capacidad de trabajo” superior a la de los alemanes, que nos permita inte-
resarnos sin dificultades y con profundiudad en la dogmática local y en la
alemana al mismo tiempo.
Luego, la pregunta que surge es por qué nosotros nos interesamos aho-
ra tanto en los alemanes, dejando de lado la que antes considerábamos im-
portante doctrina italiana y otras no menos relevantes en el mundo como
la anglosajona, por ejemplo, si nuestro código penal recoge la tradición
hispánica, y está tan alejado del StGB como del Common Law.
5.
En efecto, aunque sea una obviedad recordarlo, la base del Proyec-
to del Código Penal chileno de 1874 fue el Código penal español de
1848/1850. Secundariamente se tuvo también en vista el Código belga de
1867, recomendado por el Ministro de Justicia. Y una razón muy impor-
tante para basarse fundamentalmente en el Código español de 1848/50
fue la circunstancia de contar con el muy castizo Comentario de Pacheco.(21)
Luego, nuestro Código es básicamente heredero de la tradición hispánica
e indiana y no de la germánica.
Esta afirmación no es desmentida por el hecho de que el código penal
español de 1848, base del chileno de 1874, recogiera en parte la estructura
—que no el contenido— de la del código imperial brasileño, basada a su
vez en la de la Gesetz über Verbrechen und schwere Polizei - Übertretungen
austríaca de 1803, pues, para empezar, la codificación austríaca de 1803 no
es la bávara de 1813 ni la alemana de 1871.
Jahrhundert. Sinn- und Strukturwandel. Bonn: Röhrscheid, 1968. 543 pp., pp.
185-267, especialmente pp. 231 y 244. El texto del código penal austríaco de
1803 puede consultarse en Internet en: http://www.koeblergerhard.de/Fontes/
GesetzbuchueberVerbrechenundschwerePolizey‑UebertretungenOesterreich1803.
pdf [visitado el 10.02.2008]. La interpretación de Jenull, recogida por Horrow, en el
sentido de que el texto citado correspondería a la teoría de Feuerbach (HORROW,
Max. Grundriss des österreichischen Strafrechts. Bd. 1, Hälfte 1: Allgemeiner Teil. Graz
(Austria): Leykam, 1947. 227 pp., p. 49s.), sólo puede entenderse en la medida que
la teoría de la coacción psicológica se encuentra indudablemente dentro del grupo
de las teorías de prevención general y fuertemente emparentada con Beccaria y
46 Bentham, como el propio Feuerbach reconoce (FEUERBACH, Anselm v. Lehrbuch
Jean Pierre Matus Acuña
des gemeinen in Deutschland gültigen peinlichen Rechts. 11ª ed. Giessen (Alemania):
Heyer, 1832. 428 pp., p. 18).
(25) MOOS, Verbrechensbegriff, cit. nota anterior, pp. 238s, 265-267, quien destaca
actuar casi diez años más tarde, como codificador civil, Zeiller haya procurado
plasmar legislativamente las teorías de Kant, pues las condiciones previas de
dicha codificación fueron bien diferentes a la penal de 1803. Al respecto, véase
FERRANTE, Riccardo. “Un ruolo per l’interprete: la scienza giuridica italiana tra
Code Napoléon e ABGB”. Forum historiae Juris. (2006), 9, con referencias en nota al
pie. En: http://www.forhistiur.de/zitat/0601ferrante.htm [visitado el 10.02.2008];
y HOOP, Gerald. “Zur historischen Entwicklung des Vermögensrechts”. Beiträge
Liechtenstein-Institut. Nr. 4/1996. 21 pp., p. 7. En: http://www.liechtenstein-
institut.li/Portals/11/pdf/lib/LIB_4.pdf [visitado el 10.02.2008]. Sin embargo, en
estas materias Zeiller también tenía fuertes vinculaciones con el Common Law,
como puede verse en RAHMATIAN, Andreas. “Codification of Private Law in
Scotland: Observations by a Civil Lawyer.” Oxford University Comparative Law
Forum. 1 (2007), en http://ouclf.iuscomp.org/articles/rahmatian.shtml [visitado el
10.02.2008]. 47
Porqué citamos a los alemanes y otros apuntes metodológicos
6.
Pero volvamos a la pregunta con que se encabeza este artículo: ¿por
qué citamos a los alemanes si nuestro derecho positivo sólo muy remota-
mente se emparentaría con el germano, que es el que estudiarían los auto-
res alemanes? (27)
Segunda respuesta: porque la doctrina penal alemana, por su carác-
ter científico,(28) aunque lo explica, no estaría limitada “por el acuerdo de las
mayorías” que origina el derecho positivo alemán,(29) sino que sería también
de “alcance universal”, como desde hace más de un siglo lo declarase von
Liszt.(30)
Es más, el fenómeno recién descrito de la trasposición de la dogmática
alemana a España y Chile habla en favor de la idea de que efectivamente,
y a pesar de su indiferencia respecto a otros ordenamientos jurídicos, la
dogmática penal alemana tendría en sí misma la capacidad de aplicarse con
carácter universal. Si no sólo en los países iberoamericanos se le cita “dis-
ciplinadamente”. (31) Así, también en el otro extremo extremo del mundo,
“científico” del “desarrollo de una teoría” como la que propone (JAKOBS, Günther.
Strafrecht. Allgemeiner Teil: Die Grundlagen und die Zurechnungslehre. 2ª ed. Berlin:
De Gruyter, 1991. 944 p., p. vii). En el extremo, Hirsch llega a considerar, que
sólo la dogmática alemana sería propiamente científica (HIRSCH, Hans Joachim.
“Internationalisierung des Strafrechts und Strafrechtswissenschaft. Nationale und
universale Strafrechtswissenschaft“. ZStW, t. 116 (2004), pp. 835—854, p. 847).
(29) SILVA SÁNCHEZ, José María. “Straftatsystematik deutscher Prägung:
Unzeitgemäß?.” GA, t. 151 (2004), pp. 679-690, p. 684.
(30) LISZT, Franz von. “Zur Einführung. Rückblick und zukunftspläne“. En del
mismo (ed): Das Strafrecht der Staaten Europa. Berlin: Liebmann, 1894. 743
pp., pp. xi-xxvii, p. xxiv: “La ciencia del derecho penal […] como aclaración
de los elementos generales del concepto del delito es necesariamente
internacional”, pues “el concepto de responsabilidad penal es el mismo en
Francia y en Suecia”.
(31) AMBOS, Kai. Der allgemeine Teil des Völkerstrafrechts. Ansätze einer Dogmatisierung.
48 Berlin. Dunker & Humblot, 2002. 1058 pp., p. 56.
Jean Pierre Matus Acuña
50
Jean Pierre Matus Acuña
7.
Esta es la “ambiciosa estrategia” que, según Bleckmann, ha emprendi-
do desde antiguo la dogmática alemana: la construcción de teorías apoya-
das en presupuestos ajenos al derecho positivo, esto es, estructuras externas
o dogmas, axiomas, principios o preconcepciones indiscutidas, a partir de las
cuales se deducen las reglas básicas de imputación aplicables a todos los
casos concretos presentes y futuros. Así,
“Welzel probó con […] una ontología de la conducta que sobre todo
corresponde a la de Hartmann; Ziegert, con la psicología; Kindhäuser
y Hruschka […] con la phlisophy of language; Burkhardt y otros,
con la teoría del acto a través del habla en el sentido de Searle y otros;
[…] Lampe, apelando a una “ontología social” […]; y Lesch, con
Hegel.”(34)
En palabras de Welzel, para el Strafrechtswissenschaftler
“sólo es libre la elección del punto de partida (dentro de un deter-
minado ámbito): todo lo demás se sigue forzosamente, aún cuando
ciertas consecuencias a uno lo espanten. Las cosas tienen su propio
peso.”(35)
Es decir, lo que sería exigible a la actividad de crear teorías penales
no sería ya hacer posible una “calculable” y “segura” aplicación de penas y
sanciones en un determinado sistema jurídico, esto es, en un determinado
“derecho positivo”, sino algo levemente diferente: la capacidad de construir
teorías que respondan a la idea de sistema, entendida en Alemania, desde
Kant, como “la unidad de los variados conocimientos bajo una idea”;(36) y a
partir de esa unidad hacer “calculable” y “segura” las propuestas normativas
surgidas dentro de un determinado sistema teórico, por definición no atado
a las limitaciones de un concreto sistema jurídico y de su aplicación por
parte de una concreta jurisprudencia.
Y, por lo mismo, sin las limitaciones contingentes que impone su pro-
pio y “parroquial” sistema jurídico, las teorías elaboradas por la dogmática
alemana con pretensión de universalidad pueden trasponerse sin dificultad
a nuestros países. De este modo, el objeto primordial de estudio de nuestra
disciplina sería básicamente el contenido y desarrollo de esas teorías universa-
les y, si acaso, una vez adoptada alguna de ellas, a partir de sus propuestas nor-
mativas someter a valoración crítica la legislación y jurisprudencia locales.(37)
8.
Pero, si la elección de los puntos de partida es independiente del dere-
cho positivo y relativamente arbitraria (aún “dentro de un ámbito determi-
nado”), entonces es posible elaborar tantas teorías diferentes y simultánea-
mente correctas como la cantidad de “presupuestos de apoyo” disponibles
para elegir, aumentándose en consecuencia el ámbito de incertidumbre o
inseguridad en la aplicación del derecho.
Esta es, precisamente, la descripción de la función que a la dogmática,
en general, le atribuiría un autor de moda (Luhmann), para quien, según
la interpretación de Atienza,
(36) La cita de Kant corresponde a un texto de la Crítica de la razón pura que se reproduce
en ROXIN, Claus. Strafrecht. Allgemeiner Teil. Band I. Grundlagen. Der Aufbau der
Verbrechenslehre. 4 Ed. München: 2006, 1136 pp., p. 194s.
(37) Esto podría explicar por qué a veces resulta tan difícil tolerar a un penalista, sobre
todo en latinoamérica. En efecto, dado que las premisas o puntos de partida
dependen de una elección personal, al penalista se le puede escuchar, seguir, aplicar sus
premisas a algún problema concreto no estudiado todavía, o declarar “incorrectas”
las propuestas surgidas con base a otras premisas. Pero “discutir” con él acerca de la
utilidad o practicabilidad de tales teorías en realidad no es posible: la elección de las
premisas es indiscutible y las consecuencias, lógicamente necesarias. La idea de que
sean posibles otros acercamientos a la cuestión debatida equivale a la idea de que las
propias capacidades de elección o deducción lógicas son defectuosas, esto es, casi a
una ofensa personal. Véase al respecto el debate entre Malamud y Maier, en http://
52 www.pensamientopenal.com.ar/ndp/index.htm [visitado el 07.03.2008].
Jean Pierre Matus Acuña
9.
De este modo, las teorías elaboradas por la dogmática alemana con
pretensión de universalidad no permiten cumplir con la función de hacer
más “segura” y “calculable” la aplicación del derecho por los tribunales de
justicia. La dogmática de origen alemán ya no “se opone a la inseguridad”
sino que se ha convertido en la fuente de la misma.
Es decir, aunque sus cultores ofrecen aproximaciones y hasta solucio-
nes que pretenden aplicarse universalmente, y son fácilmente trasponibles a
otras realidades, no tienen realmente un alcance universal, sino que limita-
do a la fidelidad y capacidad de aplicación y convencimiento de quienes
las han hecho propias. Sin embargo, tanto a la menor “diferencia” en los
“puntos de partida” elegidos, como en la medida que se desciende de la
abstracción a la proposición normativa de solución de los problemas, las
divergencias –aún entre los convencidos de una misma teoría– aumentan
a tal punto que no es posible hacer ni segura ni calcuble la solución que se
ofrecerá.
O sea, parece existir una relación inversa entre la abstracción o capaci-
dad de adaptación o universalización de una teoría penal desarrollada more
germánico a cualquier ordenamiento jurídico y su capacidad de prediciti-
bilidad de la solución de los problemas o casos concretos que dentro de la
teoría y en los diferentes ordenamientos se presentan: a mayor universabili-
dad o abstracción de la teoría dogmática, menor predictibilidad o utilidad de
la misma en sus propuestas normativas de solución de los problemas planteados
en relación a los casos concretos.
10.
A la crítica anterior se puede responder diciendo que también existen
en Alemania importantes desarrollos teóricos que no siguen ese método
deductivo, sino uno verdaderamente “abierto” y diferente, como sería el
caso de la importante “escuela” de Roxin, donde la política criminal jugaría
un rol primordial sobre la simple “armonía sistemática”.
Según Roxin la labor “dogmática” consistiría en la “interpreta-
ción, sistematización y desarrollo del ordenamiento legal y las opiniones
científicas”.(46)
“la parte general [del StGB] de 1975 distingue claramente entre anti-
juridicidad y culpabilidad (como resulta de comparar, por una parte,
el § 34, y de otra, el §35).”(51)
Naturalmente, no es este el lugar para discutir cuál sería la correcta
interpretación de ciertos parágrafos del StGB, sino sólo para destacar que,
en este caso, el argumento que Roxin emplea no es el recurso a una teoría
universal que explique y justifique la distinción entre injusto y culpabilidad,
con independencia del derecho positivo alemán, sino, sencillamente, el de que
tales diferencias provienen de lo dispuesto en “la parte general [del StGB]
de 1975”, y que, por lo tanto, con otro derecho positivo “no es inimagina-
ble” una solución diferente.(52)
Si se toma en serio este método de sistematización, volveríamos a la
idea de que la labor dogmática estaría referida al derecho positivo de cada
sistema jurídico particular, con lo cual las únicas razones para hacerse car-
go de las “opiniones científicas” alemanas serían la eventual similitud en
el sentido literal de los textos a interpretar o una especie de curiosidad in-
telectual para saber cómo se tratan determinados problemas más allá de
nuestras fronteras y así poder apreciar mejor las bondades y defectos del
propio sistema jurídico.
Pero esas mismas razones serían aplicables para hacerse cargo, even-
tualmente, de las propuestas normativas ofrecidas por la doctrina, legisla-
ción y jurisprudencias francesas, escandinavas o inglesas, pues en la medida
que representan respuestas válidas en sus respectivos ordenamientos jurídi-
cos no podrían considerarse per se como inferiores a las producidas en Ale-
mania, sino sólo como diferentes, como es de hecho el trato que, conforme
al principio de igualdad entre los estados comunitarios, reciben dentro de
la Unión Europea.(53)
Sektion der Internationalen Vereinigung für Rechts- und Sozialphilosophie (IVR) vom
23. Bis 25. September 2004 in Kiel. ARSP Beihef Nr. 104. Stuttgart: Steiner Verlag,
2005. 250 pp., pp. 115-137, pp. 122-135.
(51) ROXIN, Srafrecht I, cit. en nota al pie nº 33, p. 664.
(52) ROXIN, Srafrecht I, cit. en nota al pie nº 33, p. 664.
(53) VOGEL, Joachim. “Europäische Kriminalpolitik – europäische
Strafrechtsdogmatik”, GA, t. 149 (2002), pp. 517-534. Según Vogel, la integración
de la doctrina alemana en este contexto sólo sería posible dando “preferencia al
pensamiento problemático frente al sistemático” (p. 522); lo que ya había anticipado
58 KÜHL, Kristian. “Europäisierung der Strafrechtswissenschaft”, ZStW, t. 109
Jean Pierre Matus Acuña
11.
Paradójicamente, sin embargo, frente a este proceso de internacionali-
zación del derecho penal, la propuesta de Roxin ha sido poco a poco dejada
de lado por sus discípulos directos o indirectos.
Así, Schünemann, quien primero popularizó la idea de que el “siste-
ma”, sin dejar de lado el rigor y la consistencia interna, debía “estar abierto”
a la posibilidad de modificar los “puntos de partida” a la luz de su aplica-
ción a los problemas e incorporar nuevos “descubrimientos”,(54) no parece
ahora muy dispuesto a adaptarse a los “descubrimientos” que provengan
del diálogo entre las distintas tradiciones europeas y las normativas pro-
venientes de la Unión Europea, sino más bien lo contrario: propone que
sea la dogmática alemana y “su” pensamiento sistemático quien guíe dicho
proceso.(55) Y ello incluye considerar fuera de discusión que Welzel llevaba
razón cuando calificaba la distinción practicada por la Strafrechtswissens-
chaft entre injusto (causas de justificación) y culpabilidad (causas de excul-
pación) como “el más importante progreso dogmático en las últimas dos o
tres generaciones”,(56) por lo que no duda en convirtirla en el fundamento
de su propuesta sistemática basada en la “teoría de los elementos negativos
del tipo”.(57)
Lo mismo parece observarse en el desarrollo del pensamiento de Am-
bos, quien ha abordado el estudio del derecho penal internacional desde la
perspectiva de la Strafrechtswissenschaft. Así, resulta muy difícil compatibi-
lizar su actual propuesta en orden a que la teoría del delito del futuro de-
recho penal internacional adopte la sistemática “finalista” o “post-finalista”
con sus “inalienables consecuencias” para el sistema de la teoría del deli-
(1997), pp. 777-807, donde se afirma que “nosotros [los alemanes] no deberíamos
intentar exportar nuestra “furia sistematizadora” [Systematisierungswut]” (p. 801s.).
(54) SCHÜNEMANN, Bernd. “Einführung in das strafrechtliche Systemdenken”.
En SCHÜNEMANN, Bernd (ed.) Grundfragen des Modernen Strafrechtssystems.
Berlin: de Gruyter, 1984. pp. 1-68, especialmente pp. 14-18.
(55) SCHÜNEMANN, Bernd. “Ein Gespenst geht um in Europa –Brüsseler
>>Strafrechtspflege<< intra muros‑.” GA, t. 149 (2002), pp. 501-516, especialmente
p. 511s.
(56) WELZEL, Hans. “Die deutsche strafrechtliche Dogmatik der letzten 100 Jahre
und die finale Handlungslehre.” JuS. 1966, pp. 421-425, p. 421.
(57) SCHÜNEMANN, Bernd. “Strafrechtsdogmatik als Wissenschaft.” En:
SCHÜNEMANN, Bernd; BOTTKE, Wilfried; ACHENBACH, Hans;
HAFTKE, Bernhard; RUDOLPHI, Hans- Joachim. Festschrift für Claus Roxin
zum 70. Geburtstag am 15. Mai 2001. Berlin: de Gryter, 2001. pp. 1-32, p. 9s. 59
Porqué citamos a los alemanes y otros apuntes metodológicos
12.
Luego, si no son las ventajas en la aplicación más segura y racional de
nuestro derecho en nuestros tribunales, debemos buscar en otras condicio-
nes o circunstancias la explicación a la pregunta acerca de por qué citamos
con tanta profusión a los alemanes, si, como en todo caso demuestra el
autoreferente desarrollo de la dogmática alemana, es perfectamente posible
cultivar esta disciplina “parroquialmente”, interpretando y sistematizando
los prespuestos de la responsabilidad penal en general y en relación con
cada delito en particular dentro de un determinado sistema jurídico, to-
mando en cuenta la finalidad de la ley, la jurisprudencia de los tribunales y
las opiniones de quienes antes se hayan preocupado de la materia, e incluso
desarrollar, a partir de esos materiales “locales”, teorías de alcance preten-
didamente universal.
O dicho de otra manera, ¿para qué nos es útil el esfuerzo de aprender
el idioma de Goethe, hacer estadías de doctorado y postdoctorado en Ale-
mania e invertir tiempo y recursos en traducir textos y adquirir bibliografía
apenas accesible a un mínimo de interesados en nuestros países?
13.
A mi juicio, dos son las funciones útiles de este esfuerzo: por una
parte, a pesar de la inseguridad que ello causa, la dispersión y contra-
dicciones que crean las diversas proposiciones normativas generadas
a partir de otras diferentes teorías, nos permiten a los cultores de la
disciplina disponer de propuestas normativas que ofrecer a los opera-
dores locales (jueces y abogados), “dogmáticamente justificadas” y, al
14.
Así, aunque producto de la proliferación de teorías, también en Alema-
nia, “nadie puede decir, de antemano, cuál es el tratamiento jurídico que
van a recibir” los “supuestos dudosos”; lo cierto es que parece llevar razón
Gimbernat cuando afirma que al menos en esa tierra de “poetas y filósofos”
se tiene “conciencia de que [dichos supuestos dudosos] existen o de las
dudas que ofrecen”, lo que no necesariamente es predicable de la doctrina
de nuestros países.(62)
Y por eso, cada vez que se aborda un tema “dogmático” “nuevo”
(para nosotros), siempre es posible, para quienes tienen la oportunidad
de visitar las bibliotecas alemanas, encontrar alguna tesis doctoral o una
habilitación o una monografía o un artículo en una Revista o en un
Festschrift que de cuenta del tema, sistematice los problemas que podrían
encontrarse en él y ofrezca alguna propuesta normativa de solución para
los casos dudosos.
Es decir, la literatura producida por la Strafrechtswissenschaft permite
contar con un amplio cuerpo de proposiciones normativas muy variadas
frente a cada problema, las cuales, engarzadas en teorías más o menos con-
sistentes, pueden adaptarse a las necesidades sociales en otros lugares y mo-
mentos y, ofrecer, por tanto, una “justificación” explícita a los cambios de
valoraciones u otras motivaciones implícitas en las decisiones que se adopten
o propongan.
Y si a esas propuestas normativas se les atribuye una suerte de
autoridad superior a las producidas en nuestros idiomas maternos, la
utilidad de este “tesoro” paran quienes tenemos acceso privilegiado a él
es enorme.
En cambio, quienes no han disfrutado del privilegio de estancias en
Alemania y de visitar sus bibliotecas, o no tienen dominio suficiente del
idioma para consultar la bibliografía disponible en alemán en Chile o en
sus países de origen, siempre podrán ser “sorprendidos” mediante la cita
de un autor conocido o desconocido o el planteamiento de un problema
o solución “novedosos”, con o sin indicación de la fuente, y, en todo caso,
sin posibilidad práctica de refutación.
La similitud de este fenómeno con los procesos de segmentación y
conservación de privilegios que las instituciones universitarias en la Amé-
rica colonial jugaron en su época, se deja entrever de la sola lectura, por
ejemplo, de la descripción que se hace del rol de los colegios universitarios
en el Virreinato de Nueva Granada, la actual Colombia:
“La universidad colonial neogranadina, representada esencialmente
por los dos grandes colegios de Santafé de Bogotá: el Colegio del Ro-
sario y el Colegio de San Bartolomé, fue, precisamente, una pieza
general del mecanismo de segregación social. A más del poder que
confería a sus miembros el acceso a un saber determinado; a más del
uso reglamentado de una lengua, el latín, que separaba del conjunto;
a más de las preeminencias y privilegios sociales y laborales que con-
fería la institución a sus miembros; a más de todo ello, la corporación
universitaria funcionó como una forma de defensa contra el mestizaje
y sus consecuencias, que amenazaban derruir privilegios largo tiempo
62 ejercidos, no sólo ni principalmente en relación con los grupos su-
Jean Pierre Matus Acuña
15.
Lamentablemente, además, al no conseguirse el propósito de hacer
más “calculable” y “segura” la aplicación de nuestro derecho penal, y, en
cambio, servir para poner de manifiesto una posición de privilegio, la cita
recurrente a autores alemanes suele parecer muchas veces aquella suerte de
“erudición” tan hispana que recomendaba al atribulado Cervantes su “gra-
cioso y bien entendido” amigo en el Prólogo del Quijote, para que así se le
tuviese entre los “hombres leídos, eruditos y elocuentes”:
“En lo de citar en las márgenes los libros y autores de donde sacáredes
las sentencias y dichos que pusiéredes en vuestra historia, no hay más
sino hacer de manera que venga a pelo algunas sentencias o latines que
vos sepáis de memoria, o a lo menos que os cuesten poco trabajo el
buscalle, como será poner, tratando de libertad y cautiverio:
Non bene pro toto libertas venditur auro.
Y luego, en el margen, citar a Horacio, o a quien lo dijo. Si tratáredes
del poder de la muerte, acudir luego con
Pallida mors aequo pulsat pede pauperum tabernas regumque turres.
[…] Y con estos latinicos y otros tales os tendrán siquiera por gra-
mático, que el serlo no es de poca honra y provecho el día de hoy
[…] Vengamos ahora a la citación de los autores que los otros libros
tienen, que en el vuestro os faltan. El remedio que esto tiene es muy
fácil, porque no habéis de hacer otra cosa que buscar un libro que los
acote todos, desde la A hasta la Z, como vos decís. Pues ese mismo
abecedario pondréis vos en vuestro libro; que puesto que a la clara se
vea la mentira, por la poca necesidad que vos teníades de aprovecharos
dellos, no importa nada, y quizá alguno habrá tan simple que crea que
de todos os habéis aprovechado en la simple y sencilla historia vuestra;
y cuando no sirva de otra cosa, por lo menos servirá aquel largo catá-
logo de autores a dar de improviso autoridad al libro. Y más, que no
habrá quien se ponga a averiguar si los seguistes o no los seguistes, no
yéndole nada en ello.” (64)
16.
Pero que es posible intentar la sistematización de un sistema jurídico
sin vista a establecer una posición de privilegio y su correspondiente eru-
dición quijotesca, sino procurando modestamente hacer predecible la apli-
cación de la ley penal, lo demuestra esa otra gran “parroquia” del derecho
penal que son los Estados Unidos de América.
En efecto, aunque algunos autores alemanes consideran la disciplina
penal norteamericana como “primitiva”, (65) lo que allí se entiende como
conceptos puramente históricos, son tanto el more geométrico (deducir las
proposiciones normativas a partir de axiomas o principios indiscutibles)
como la idea de considerar a la “Jurisprudencia” una ciencia y las bibliote-
cas jurídicas como los “laboratorios” donde los penalistas investigarían “las
verdades imperecederas de la ciencia legal.”(66)
Desde Holmes, en cambio, se afirma que
“General propositions do not decide concreted cases […] the decision
will depend on a judgment or intuition more subtle than any articu-
late major premise”.(67)
(64) CERVANTES, Miguel de. Prólogo de la Primera Parte del Ingenioso Hidalgo don
Quijote de la Mancha. Edición electrónica del Instituto Cervantes. Dirigida por
Francisco Rico. Disponible en: http://cvc.cervantes.es/obref/quijote/edicion/
parte1/prologo/default.htm [visitado el 25.06.2008].
(65) MANSDÖRFER, Marco. “Die Grundlagen des Straftatsystems im common law”.
En, del mismo (ed.). Die allgemeine Straftatlehre des Common Law. Eine Darstellung
unter besobderer Berücksichtigung des englischen Strafrechts. Heilderberg: C.F. Müller,
2005. 238 pp., pp. 1-21, p. 10.
(66) HOEFLICH, M.H. “Law & Geometry”. The American Journal of Legal History.
Vol. XXX (1986), pp. 95‑121., p. 96. Ver el desarrollo histórico de estas ideas en
SCHWEBER, Howard. “The science of legal science: the model natural sciences
in nineteenth-century american education”. Law and History Review. Vol. 17, n
° 3 (1999), 94 párrafos. En: http://www.historycooperative.org/journals/lhr/17.3/
schweber.html [visitado el 03.03.2008].
(67) Lochner v. New York. 198 US 45, 76 (1905). Voto disidente del Juez Holmes
64 (En: http://supct.law.cornell.edu/supct/html/historics/USSC_CR_0198_0045_
Jean Pierre Matus Acuña
CONCLUSIONES
Pero si abandonamos el more germánico, dejamos de lado la ritual cita
y referencia a los autores y discusiones alemanas para intentar comprender
nuestro sistema jurídico y, simplemente, consideramos lo que sucede en el
país de Beethoven como un punto de comparación tan valioso como los
demás, ¿qué nos queda aparte de la “imprevisión”, “inseguridad” y “lotería”
en los tribunales de justicia, ahora abandonados a su suerte, sin siquiera la
ilusión de que se construye un saber que hará más “calculables” y “seguras”
sus decisiones?
Contra todo pronóstico, nos quedan muchas cosas.
Desde luego, nos queda la tarea de intentar por nosotros mismos ex-
plicar el funcionamiento de nuestro sistema jurídico, darnos al trabajo de
estudiar sin los prejuicios sistemáticos y legales alemanes nuestra propia
vasta legislación y las no pocas obras escritas al respecto al menos desde la
promulgación de los códigos decimonónicos,(73) averiguar qué problemas
se tratan allí, qué teorías se han intentado esbozar para explicarlos y si tales
teorías tienen vigencia en la práctica de nuestros tribunales. También nos
queda, sobre todo, procurar sistematizar las teorías explícitas e implícitas
en los fallos de nuestros tribunales y su praxis, para poder predecir sus regu-
laridades e irregularidades, derminando las razones que hacen posibles esas
irregularidades, para procurar así también hacerlas predecibles.
Esto es, intentar construir teorías que expliquen adecuadamente el
funcionamiento de nuestro sistema jurídico y hagan posible una “calcu-
lable” y más “segura” aplicación del derecho penal en nuestros tribunales,
cosa que hasta el momento no ha sido posible siguiendo el more germánico.
Naturalmente, con ello no quiero decir que toda teoría alemana deba
rechazarse por se ni mucho menos. Eso, aparte de completamente irracio-
nal, pues el origen de una idea nada dice acerca de su valor, haría además
curar adoptar aquella que tenga la capacidad de dar cuenta cómo y por qué
los tribunales aplican el derecho de determinada manera en determinados
ámbitos, de modo que sea predecible su forma de aplicarlo en el futuro, de
mantenerse las condiciones iniciales, y qué alternativas habrían, al cambiar
éstas.
Luego, ya no se trataría únicamente de discutir la consistencia interna
de las teorías adoptadas del extranjero, sino de, a la luz del derecho com-
parado, poder comprender mejor el funcionamiento de nuestro propio sis-
tema jurídico. En palabras de Dubber, esta forma de considerar el derecho
comparado (y también las soluciones que en el propio derecho nacional se
dan, desde otros puntos de vista, a los mismos problemas), no es, cierta-
mente, “sistemática”, more germánico, sino
“is best thought of as a spirit, an approach, an attitude, rather than as
a formal discipline or even a serious commitment to the exploration
of the details of foreign criminal law (Just what is the Dutch position
on assisted suicide?). In this critical comparative spirit, any transjuris-
dictional comparison, domestic or foreign, internal or external, pro-
mises a fresh perspective”.(78)
Que las teorías y proposiciones normativas utilizadas en la compa-
ración tengan origen alemán, inglés, norteamericano, francés, peruano,
colombiano, argentino, chileno o mexicano —donde se ha desarrollado
una forma particular de dogmática, la del “modelo lógico”— es, para es-
tos efectos, irrelevante, si ellas permiten formular teorías y proposiciones
normativas que permitan explicar y predecir adecuadamente el funciona-
miento de nuestro sistema penal en general y en particular, respecto a de-
terminados problemas más o menos concretos, según su alcance.
COLOFÓN
A.v. Weezel ha publicado una “réplica” al texto arriba reproducido,
como fue publicado originalmente, calificándolo de “cuidado y erudito”,
pero concluyendo que adolece de “de tres equívocos que restan todo valor a
las tesis de fondo, aunque lleve razón en algunas obervaciones puntuales”,
Basic Concepts of Criminal Law. New York: Oxford University Press, 1998. 223 pp.
Hay traducción al castellano: Conceptos básicos de Derecho Penal. Trad.: MUÑOZ
CONDE, Francisco. Valencia: Tirant lo Blanch, 1997. 312 pp.).
(78) DUBBER, “Criminal Law”, cit. en nota al pie nº , p. 436. 69
Porqué citamos a los alemanes y otros apuntes metodológicos
(79) WEEZEL, Alex van, “Por qué no citamos más a los alemanes? Réplica a J.P. Matus”,
70 Política Criminal, nº 6 (2008), D-2, pp. 1-5.
Jean Pierre Matus Acuña
(80) JAKOBS, Günther, El derecho penal como disciplina científica, trad. A.v. WEEZEL,
72 Madrid: Tecnos, 2008, p. 22.
Jean Pierre Matus Acuña
(81) SILVA SÁNCHEZ, Jesús Mª, “Dogmática jurídico-penal revisitada”, InDret Penal,
nº 4 (2008), p. 2. Disponible en Internet en: http://www.indret.com/code/getPdf.
php?id=1172&pdf=editorial_penal_1_1.pdf. 73
Porqué citamos a los alemanes y otros apuntes metodológicos
“si las citas sólo tienen sentido como auténtica expresión de un trabajo
intelectual profundo, más que preguntar por qué citamos a los alema-
nes habría que preguntarse por qué no los citamos aun más.”
Pero si en verdad buscamos esa “integración mayor” y “el origen de
los argumentos, puntos de vista, consideraciones, etc. es relativamente in-
diferente”, ¿por qué negarnos a priori a conocer qué y cómo se discute en
el ámbito del Common Law, en Italia y en nuestro propio ámbito nacional
e iberoamericano, reduciendo nuestro espectro de investigaciones a lo ale-
mán?
Ese es el fondo de mi propuesta para este momento histórico, cuando
ya hay entre nosotros instituciones procesales y penales de claro origen
anglosajón, más allá del procedimiento acusatorio contradictorio, como la
responsabilidad penal de las personas jurídicas, la llamada “ceguera deli-
berada” y los mecanismos de intervención penal en los mercados ilícitos y
financieros, por mencionar sólo algunos aspectos “modernos”; pues es ob-
vio que en los “tradicionales” también quizás tenemos algo que aprender,
como en los problemas relativos al error sobre los presupuestos objetivos
de las causales de justificación o la distinción entre necesidad y coacción
‑confundida entre nosotros dentro de la categoría de “estado de necesidad
exculpante‑; o en la misma discusión que Weezel plantea sobre la autoría
y la participación, pues no parece claro que un concepto unitario de auto-
ría (como el que se utiliza por los italianos y en el derecho internacional)
sea de suyo tan categóricamente rechazable, tanto porque no es claro que
el legislador de 1874 estuviese pensando en la dogmática alemana, como
porque ya se han incorporado a nuestra legislación numerosas normas que
abiertamente igualan la responsabilidad de autores y cómplices, como en
los delitos de tráfico de drogas y demás derivados de la implementación de
tratados internacionales.
75
Porqué citamos a los alemanes y otros apuntes metodológicos
Anexo Nº 1
Estudio comparativo de las traducciones
aparecidas en español y alemán, de obras
sobre derecho penal, disponibles en el
Max-Planck Institut de Freiburg
El estudio se llevó adelante para construir un indicador de los térmi-
nos de intercambio entre la doctrina iberoamericana y la alemana, medido
como la inversión de tiempo y recursos en la difusión de obras aparecidas
en indioma extranjero en cada uno de los ámbitos culturales asociados,
iberoamérica y Alemania, respectivamente.
Para la construcción del indicador se tomaron en cuenta todas las tra-
ducciones de obras de derecho penal de autores alemanes aparecidas en
España (Madrid y Barcelona), Argentina (Buenos Aires) y Colombia (Bo-
gotá) y, viceversa, de obras argentinas, colombianas o españolas, aparecidas
en lengua alemana en las principales ciudades editoriales alemanas (Berlin,
Frankfurt, München y Heidelberg), contenidas en el catálogo electrónico
del Max-Planck Institut für ausländisches und internationales Recht. (82)
(83) MUÑOZ CONDE, Francisco. Über das “Feindstrafrecht”. Berlin: Lit-Verlag, 207.
59 pp. De los 7 resultados que arrojó la búsqueda original, tres corresponden a
obras de autores alemanes, dos a tesis doctorales de autores iberoamericanos y uno
a la traducción del Código penal español de 1944 (QUINTANO-RIPOLLÉS,
Antonio. Das Spanische Strafgesetzbuch vom 23. Dezember 1944. Berlin: de Gruyter,
1955. 109 pp.).
(84) SILVA SÁNCHEZ, Jesús María. Die Expansion des Strafrechts. Kriminalpolitik in
postindustriellen Gesellschaften. Frankfurt am Main: Klostermann, 2003. 102 pp.
Los otros dos resultados de la búsqueda original corresponden, uno a una tesis
doctoral de un autor español, y el otro a una obra de un autor alemán.
(85) SALDAÑA, Quintiliano. Moderne Strafrechtsauffassungen in Spanien. Die
pragmatische Strafrechtstheorie. Heidelberg: Winter, 1923. 31 pp.
(86) Sólo en el caso de la combinación “Argentinien B” y “Berlin” aparecen 3 resultados
en la búsqueda: dos son de autores alemanes (y uno escrito en castellano), y el
otro está escrito en castellano, editado por una fundación alemana de cooperación
científica.
(87) Nótese que esto coincide con la apreciación más general contenida en el Informe del
InterAcademy Council, según el cual, en el “intercambio académico” entre el mundo
desarrollado y el subdesarrollado, las relaciones son tan desiguales, que incluso los
mejores cerebros de los países más pobres terminan trabajando para y en beneficio
de los más poderosos (IAC REPORT. The urgency to promote worldwide science and
technology capacity. 2004. 144 pp., p. 23. En: http://www.interacademycouncil.
net/Object.File/Master/6/731/Chapter%201.pdf [visitado: 02.04.2008]). 77
Porqué citamos a los alemanes y otros apuntes metodológicos
(88) La muestra original arrojó 20 títulos, de ellos, uno sin autor, uno que correspondía
a una autora colombiana, y dos que consistían en la traducción del texto del Código
78 penal alemán, no fueron considerados en la contabilidad.
Jean Pierre Matus Acuña
(89) La muestra original arrojó 32 títulos, de ellos, cuatro que correspondían a autores
colombianos, y dos a traducciones del texto del Código penal alemán, no fueron
80 considerados en la contabilidad.
Jean Pierre Matus Acuña
(90) La muestra original arrojó 17 títulos, de ellos, dos que correspondían a autores
argentinos, y una traducción del Código penal alemán, no fueron considerados en
82 la contabilidad.
Jean Pierre Matus Acuña
Anexo Nº 2
Estudio de la influencia recíproca
entre la doctrina iberoamericana y la
alemana, medida en citas bibliogr áficas
Para realizar este estudio se estableció como metodología contabilizar
las referencias contenidas en las primeras 20 notas al pie de una mues-
tra exploratoria de carácter aleatorio representativa del 1% del número
de volúmenes publicados más o menos simultáneamente (1951-2005)
de las revistas más tradicionales de derecho penal en el ámbito alemán e
iberoamericano, esto es, la Zeitschrift für die gesamte Strafrechtswissenschaft
(volúmenes 63 a 117) y el Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales
(volúmenes 4 a 58), respectivamente.(91) Se diseñaron, además, muestras
de la vida de John Howard, alma mater del derecho penitenciario”, pp. 95-170
[4]); del cual, además, se retiró un artículo que correspondía a una trraducción
de un texto italiano (DONINI, Massimo. “Jueces y democracia. El papel de la
magistratura y democracia penal”, pp. 403-419 [6])
(93) Siguiendo el método descrito en las notas anteriores, la muestra aleatoria arrojó los
siguientes números para Derecho Penal Contemporáneo: 3,6; 1,9; 2,5; 3,7; 5,7; 1,8
[1,86]; 4,5; 2,1; 3,5; 1,6; 1,4; 2,9 (dado que esta revista no tiene volúmenes, sino
una cantidad variable de números por año, el número entero representa el año y el
decimal, el número del artículo, que puede estar comprendido en alguno de los dos
números del año correspondiente. Así, 3,1 es el primer artículo publicado en el año
3 de la Revista (2004), el cual se encuentra en el número 10 de la misma). Y para
el GA, los números son 151,6; 149,9; 150,5; 151,7; 153,7; 149,8 [149,86]; 152,5;
150,1; 151,5; 149,6 (dado que para buscar los artículos seleccionados se sigue el
orden de los índices, y en esta revista ellos se ordenan alfabéticamente, el número
de artículo seleccionado no corresponde exactamente a su ubicación en el volumen
correspondiente, pero se mantiene el carácter aleatorio de la selección, dentro de las
posibilidades del alfabeto). Siguiendo los criterios expuestos en las notas anteriores,
una vez revisados los artículos seleccionados aleatoriamente, se excluyeron del
análisis los números que hacían referencia a artículos inexistentes (1,9 y 1,8 en
Derecho Penal Contemporáneo); los aparecidos en esa misma revista, pero no
elaborados por autores iberoamericanos (AMBOS, Kai. “¿Es el procedimiento penal
internacional ‘adversarial’, ‘inquisitivo’ o mixto?.” Derecho Penal Contemporáneo.
n º 10 (2005), pp. 87-152 [4,5]; AMBOS, Kai; WOISCHNIK, Jan. “Las
reformas procesales penales en América Latina. Resumen comparativo.” Derecho
Penal Contemporáneo. n º 10 (2005), pp. 5-56 [3,7]); y los que, en general, no
trataban temas vinculados con la “dogmática penal” (CRUZ REYES, Euménedis.
“El principio de oportunidad: ¿un acto de discrecionalidad judicial en poder
de la fiscalía?.” Derecho Penal Contemporáneo. n º 15 (2006), pp. 35-82 [5,7];
FREUND, Georg. “Stellungnahme eines Arbeitskreises der Strafrechtsleherer
zum ‘Eckpunktepapier’ zur Reform des Strafverfahrens.” GA 149 (2002), pp. 82-
97 [149,8]; GUSY, Christoph. “Rechtsgrundlagen der Richtervorbehalte nach §
100b StPO.” GA 150 (2003), pp. 672-692 [150,5]; MEIER, Bernd-Dieter. “Die
Reform des Ermittulgsverfahrens. Zur notwendigen Stärkung der Rechtsstellung
der Beteiligten.” GA 151 (2004), pp. 441-457 [151,6];). 85
Porqué citamos a los alemanes y otros apuntes metodológicos
(98) RODRIGUEZ DEVESA, José María. “Consideraciones generales sobre 1os delitos
contra la propiedad.” ADPCP. t. 13 (1960), pp. 37-65.
(99) TERUEL CARRALERO, Domingo. “Los delitos contra la Religion entre los
delitos contra el Estado.” ADPCP. t. 13 (1960), pp. 207-228.
(100) CASTRO PÉREZ, Bernardo Francisco. “Consideraciones sobre la pena.” ADPCP.
t. 20 (1967), pp. 103-145.
(101) SERRANO GÓMEZ, Alfonso. “Los juegos ilícitos.” ADPCP. t. 30 (1977), pp.
307-329.
(102) CUERDA RIEZU, Antonio. “Limites jurídico‑penales de las nuevas tecnicas
geneticas.” ADPCP. t. 41 (1988), pp. 413-429.
(103) KARGL, Walter. “Die Bedeutung der Entsprechungsklausel beim Betrug durch
Schweigen.” ZStW, t. 119 (2007), pp. 250-289.
(104) HAAS, Volker. “Kritik der Tatherrschaftslehre.” ZStW, t. 119 (2007), pp. 519-546. 87
Porqué citamos a los alemanes y otros apuntes metodológicos
(105) NITSCHMANN, Kathrin. “Chirugie für die Seele? Eine Fallstudie zu Gegenstand
und Grenzen der Sittenwidrigkeitsklausel.” ZStW, t. 119 (2007), pp. 547‑592.
(106) SÁNCHEZ TOMÁS, José Miguel. “Interpretación penal en una dogmática
abierta.” ADPCP. t. 58 (2005), pp. 29-55.
(107) SÁNCHEZ LÁZARO, Fernando Guanarteme. “Hacia una superación de la
imputación objetiva del resultado.” ADPCP. t. 58 (2005), pp. 421-461.
(108) GRUNST, Bettina. “Moderne Gesetzestechniken in StGB und StPO aus kritischer
Sicht der juristischen Methodenlehre.” GA 149 (2002), pp. 215-227.
(109) MEYER, Frank. “Die Problematik des Nötigungsnotstands auf die Grundlage
eines Solidaritätsprinzips.” GA 151 (2004), pp. 356-369.
(110) GÖSSEL, Karl Heinz. “Über Normativismus und Handlungslehre im Lehrbuch
von Claus Roxin zum Allgemeinen Teil des Strafrechts.” GA 153 (2006), pp. 279-
284. El texto a que se hace referencia es El texto a que se hace referencia es MIR
PUIG, Santiago. “Grenzen des Normativismus im Strafrecht.” En: HEFENDEHL,
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Symposion für Bernd Schünemann zum 60. Geburtstag. Köln: Heymanns, 2005. 380
pp., pp. 77-10.
(111) FREUND, Georg. “ Materiellrechtliche und prozessuale Facetten des gesamten
Strarechtssystems.” GA 152 (2005), pp. 321-338. En este caso, el texto referido es
88 SILVA SÁNCHEZ, “Straftatsystematik”, cit. en nota al pie n º 26.
Jean Pierre Matus Acuña
(112) BASAK, Denis. “Die Tathandlung der Unterschlagung. Die Diskussion um den
Zueignungsbegriff seit der Neufassung des § 246 StGB.” GA 150 (2003), pp. 109-
123.
(113) HOYER, Andreas. “Internationales Strafgerichtshof und nationalstaatliche
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frechtswissenschaft, cit. nota n ° 11, p. 239s.
FLETCHER, Georg P. “Deustsche Strafrechtsdogmatik aus ausländischer
Sicht.” En: ESER / HASSEMER / BURKHARDT, Deutsche Stra-
frechtswissenschaft, cit. nota n ° 11, pp. 235-253, p. 239s.
FREUND, Georg. “ Materiellrechtliche und prozessuale Facetten des ge-
samten Strarechtssystems.” GA 152 (2005), pp. 321-338. En este caso,
el texto referido es SILVA SÁNCHEZ, “Straftatsystematik”, cit. en nota
al pie n º 26.
FRISCH, Wolfgang. “Geglückte und folgenlose Strafrechtsdogmatik
(Kommentar)”. En: ESER / HASSEMER / BURKHARDT, Deutsche
92 Strafrechtswissenschaft, cit. en nota al pie nº 11, pp. 160s. y 165).
Jean Pierre Matus Acuña
doctrina penal chilena del siglo XIX.” Ius et Praxis. Vol. 12, n° 1 (2006),
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0100003&script=sci_arttext [visitado el 11.02.2008].
MATUS ACUÑA, Jean Pierre; HERNÁNDEZ BASUALTO, Héctor
(SECRETARÍA TÉCNICA COMISIÓN FORO PENAL). “Materi-
ales de Estudio presentados a la Comisión Foro Penal, Parte General.”
Política Criminal. N° 1 (2006), D2, pp. 1-223. En http://www.politi-
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MIDDENDORFF, Wolf. “Die Prognose im Strafrecht und in der Krimi-
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MOOS, Reinhard. Der Verbrechensbegriff in Österreich im 18. Und 19.
Jahrhundert. Sinn- und Strukturwandel. Bonn: Röhrscheid, 1968. 543
pp., pp. 185-267, especialmente pp. 231 y 244. El texto del códi-
go penal austríaco de 1803 puede consultarse en Internet en: http://
www.koeblergerhard.de/Fontes / GesetzbuchueberVerbrechenund-
schwerePolizey ‑ UebertretungenOesterreich1803.pdf [visitado el
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dogmática penal mexicana (el modelo lógico del derecho penal”, en
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a Olga Islas de González Mariscal, t. II, México: Instituto de Investiga-
ciones Jurídicas UNAM, 2007, pp. 481-528, pp. 511ss.,
MUÑOZ CONDE, Francisco. Über das “Feindstrafrecht”. Berlin: Lit-Ver-
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MUÑOZ CONDE, Francisco. “Geglückte und folgendlose Strafrechts-
dogmatik? (Kommentar)”. En: ESER, Albin; HASSEMER, Windfried;
BURKHARDT, Björn (eds.). Die deutsche Strafrechtswissenschaft vor der
Jahrtausendwende. Rückbesinnung und Ausblick. München: C.H. Beck,
2000, pp. 199-211. 95
Porqué citamos a los alemanes y otros apuntes metodológicos
98
El enfoque cultur al y la
comprensión del sistema penal en
su integridad. Homenaje a la
obr a de Edmundo S. Hendler (*)
Gabriel Ignacio Anitua(**)
1. LA VIOLENCIA Y LA CULTURA
En la ocasión de realizar el merecido homenaje a quien fuera maestro
no sólo de quien esto escribe, sino también de toda una generación que ac-
tualmente ocupa destacados lugares en los ámbitos jurídicos y criminológi-
cos de la Universidad de Buenos Aires, he pensado que resulta importante
detenernos en su influencia precisamente en lo que hace a la comprensión
y la enseñanza del sistema penal.
Sin duda que las especiales características de la personalidad de Ed-
mundo –su bonhomía, su tolerancia, su capacidad de decir y de oír, su ge-
nerosidad- constituyen el aporte más eficaz y destacado para esos difíciles
procesos. Pero en esta ocasión quisiera referirme a un aspecto central de su
obra escrita.
Entiendo que la radical originalidad de Edmundo Hendler se debe a
la perspectiva que adopta para pensar a los sistemas penales en su comple-
jidad, y que tiene que ver con el abordaje cultural de tales sistemas.
(*) Originalmente publicado en La cultura penal. Libro homenaje al Prof. Dr. Edmundo
Samuel Hendler (Gabriel Ignacio Anitua e Ignacio Tedesco, comps.), Buenos Aires,
Editores del Puerto, 2009.
(**) Profesor de derecho penal y criminología, Universidad de Buenos Aires y
(1) De Antoine Garapon se deben destacar las siguientes obras: Bien juger; L´anè
portant des reliques : Essai sur le rituel judiciaire (su tesis doctoral de 1982) así como
La République pénalisée, La justice et le mal y Le gardien des promesses : Justice et
démocratie (publicado en castellano como Juez y Democracia. Una reflexión muy
actual, Madrid, Flor de Viento, 1997). Más recientemente, Et ce sera justice ?,
Des crimes qu’on ne peut ni punir ni pardonner, Les Juges : Un pouvoir irresponsable
?, Le Droit dans la littérature, Les nouevelles sorcières d´Outreau, Les juges dans
la mondialisation, Peut on reparer la histoire ?, y Juger en Amerique et en France
(publicado en castellano como Juzgar en Estados Unidos y en Francia. Cultura
jurídica francesa y common law Bogotá, Legis, 2006).
(2) Cabe citar el libro de Norbert Rouland, Anthropologie juridique, Paris, PUF, 1990,
100 y la revista Droit et Culture.
Gabriel Ignacio Anitua
nacionales que del espíritu nacional. A riesgo de enterrar rápidamente las di-
ferencias específicas de cada tradición, luego de haberse concentrado (como
la antropología jurídica americana, en torno a la resolución de conflictos) en
las características comunes a toda organización social, se redescubre la nece-
sidad de comprender esas diferencias”(3).
Como se señalaba, no es un caso aislado el de la importancia dada a
esta aproximación en la cultura jurídico-penal francesa. También en In-
glaterra y en los Estados Unidos existió desde antigua data una reflexión
cultural de los juristas sobre los sistemas de disputa y resolución de conflic-
tos. En estas otras áreas bastante alejadas “culturalmente” de aquella (Ed-
mundo Hendler opone precisamente a la cultura francesa la anglosajona
para hacer que la comparación resulte provechosa(4)) también se percibe un
nuevo, o renovado, interés centrado en la aproximación antropológica para
entender la cuestión penal.
Ello sucede, por ejemplo, en el ámbito tradicionalmente dominado por
científicos anglosajones, como es el de la criminología. Es así que se habla
abiertamente de una “Criminología cultural”. Influidos por los “estudios
culturales” y con aproximaciones que deben mucho a la etnografía como
a la antropología, los criminólogos anglosajones como Jock Young (quien
tenía una original formación marxista, pero escribe sus últimas obras con
esta perspectiva), Hayward, Ferrell, Presdee, Pratt, Garland, entre otros, ana-
lizan el verdadero funcionamiento de los sistemas penales actuales(5). Según
estos autores lo penal es un elemento determinado y determinante de otras
prácticas culturales presentes en la vida social. La cuestión penal y criminal
forma parte principal del comportamiento colectivo organizado en torno a
las imágenes, el estilo y el significado simbólico. Aun cuando tiene el agrega-
do de que las autoridades jurídicas y políticas son las que designan como de
naturaleza penal ciertos conflictos o comportamientos, es la cultura la que
(3) Garapon, Antoine, Juzgar en Estados Unidos y en Francia. Cultura jurídica francesa
y common law Bogotá, Legis, 2006, p. 4.
(4) “De allí entonces que la comparación de sistemas procesales penales, reducida a
los modelos vigentes hoy en día en la cultura occidental, tenga esos dos referentes
obligados: Inglaterra y Francia” Hendler, Edmundo y Tedesco, Ignacio, “La
declaración del imputado y una perspectiva histórico comparada: la Justicia
Criminal en Francia e Inglaterra “ en Hendler, Edmundo –director- Sistemas
procesales penales comparados, Buenos Aires, Ad Hoc, 1999, p. 385.
(5) Para una reseña general, de los tres primeros nombrados, Young, Jock, Hayward,
Keith y Ferrell, Jeff, Cultural Criminology: An Invitation, Thousand Oaks, Sage,
2008. 101
El enfoque cultural y la comprensión del sistema penal en su integridad
(6) Ver muy interesantes aportes, que van desde la historia de la disciplina hasta lo más
reciente, en Krotz, Esteban (ed.) Antropología jurídica: perspectivas socioculturales en
el estudio del derecho, Barcelona, Anthropos, 2001.
(7) Incluso en sus trabajos sobre delitos económicos introduce reflexiones sociológicas
y culturales. Pero todo ello se hace evidente en el muy temprano comentario a un
libro hasta ese entonces desconocido, y que estaba llamado a ser central para el
análisis de lo penal, como el mismo Hendler señalaba en el “Comentario a Vigilar
y Castigar de Michel Foucault” en la revista Doctrina Penal año 1, Buenos Aires,
Depalma, 1978, p. 811. Son también reflejo de ello otros trabajos en los que analiza
a los medios masivos de comunicación, como “El delito como noticia”, publicado
en La ley Buenos Aires, tomo 1993-A, p. 1054 y un artículo ya muy antiguo “La
democracia, la crisis y los medios de comunicación” en Boletín del Museo Social
Argentino, año L, julio/septiembre de 1973, p. 155.
(8) Hendler, Edmundo, Las raíces arcaicas del derecho penal, Quito, Corporación
102 Editora Nacional, 1995.
Gabriel Ignacio Anitua
reductora solamente actuando en paralelo con una reforma política y social de tipo
igualitaria en Ferrajoli, Luigi, Derecho y Razón. Teoría del garantismo penal, Madrid,
Trotta, 1995 (trad. del original de 1989 de Perfecto Andrés Ibañez, Alfonso Ruiz
Miguel, Juan Carlos Bayón Mohino, Juan Terradillos Basoco y Rocío Cantarero
Bandrés). Más recientemente, Gargarella ha intentado establecer las condiciones de
legitimidad (o ilegitimidad) del derecho penal en función de la justicia social que
posibilita (o impide): Gargarella, Roberto De la injusticia penal a la justicia social,
Bogotá, Siglo del Hombre, 2008. 103
El enfoque cultural y la comprensión del sistema penal en su integridad
(22) Foucault, Michel, Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión, Madrid, Siglo XXI,
1998 (trad. del original de 1975, Aurelio Garzón del Camino), pp. 16 y 17.
(23) Foucault, Michel, Vigilar y Castigar, pp. 108 y siguientes.
(24) Foucault, Michel, Vigilar y Castigar, cit., pp. 16 y 17.
(25) Spieremburg, Pieter, The Spectacle of Suffering. Executions and the evolution of
esta explicación Garland, David, Castigo y sociedad moderna, México, Siglo XXI,
1999 (trad del original de 1990, Berta Ruiz de la Concha)., pp. 189 y ss. y 263 y ss.
Las investigaciones de Elías están traducidas al castellano: Elias, Norbert, El proceso
de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, Buenos Aires, Fondo
de Cultura Económica de Argentina, 1993 (trad. de la edición original de 1977,
Ramón García Cortarelo. Fue escrito en 1939).
(26) En mi trabajo ya citado.
(27) Garland, David, Castigo y sociedad moderna, cit. , p. 93.
(28) Hace expresa mención a la predatación de las teorías antropológicas funcionalistas
por sobre los penalistas que defienden la prevención general positiva en Hendler,
Edmundo ”La etnología y el sistema penal” en Contornos y pliegues del Derecho
(Homenaje a Roberto Bergalli ); Barcelona, Anthropos, 2006.
(29) Hendler, Edmundo, “Enjuiciamiento penal y conflictividad social” en Maier, Julio
y Binder, Alberto (comps.), Homenaje al Prof. David Baigún, Buenos Aires, del
108 Puerto, 1995, p. 378.
Gabriel Ignacio Anitua
(30) Maier, Julio, Derecho Procesal Penal, tomo II, Buenos Aires, del Puerto, 2003, p. 92.
(31) Binder, Alberto, Introducción al derecho procesal penal, Buenos Aires, Ad Hoc, 1993, p. 37.
(32) Pastor, Daniel El plazo razonable en el proceso del Estado de derecho, Buenos Aires,
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Buenos Aires, Lexis Nexos, 2004. 111
El enfoque cultural y la comprensión del sistema penal en su integridad
(38) Goldschmitt, James, Teoría General del Proceso, Barcelona, Labor, 1936. Alcalá-
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(39) De la Oliva Santos, Andrés, Aragoneses Martínez, Sara, Hinojosa Segovia, Rafael,
Muerza Esparza, Julio, Tomé García, José Antonio, Derecho Procesal Penal, 3ª edición,
Madrid, Centro de Estudios Ramón Areces, 1997, pp. 6 y 60 y ss. En el mismo
sentido, entre otros, Prieto-Castro y Ferrandiz, Leonardo y Gutierrez de Cabiedes,
Eduardo, Derecho Procesal Penal, 4ª edición, Madrid, tecnos, 1989, p. 84.
(40) En este sentido, y crítico con la teoría general del derecho procesal, Roxin, Claus,
Derecho Procesal Penal, Buenos Aires, del Puerto, 2000 (trad. de la 25ª edición de
1997, Gabriela Córdoba y Daniel Pastor revisada por Julio B.J. Maier), p. 6.
(41) Díaz Cantón, Fernando, “Autonomía o dependencia entre el derecho penal y el
112 derecho procesal penal”, cit., p. 840, con citas de Pastor y de Wolter.
Gabriel Ignacio Anitua
(49) Andrés Ibañez, Perfecto, “Sobre democracia y justicia penal” en AA. VV., Hacia
una nueva justicia penal. Symposium internacional sobre la transformación de la
administración de justicia penal, tomo II, Buenos Aires, Presidencia de la Nación.
Consejo para la consolidación de la Democracia, 1989, p. 145.
(50) Y esto es muy importante recordarlo para optar por la propuesta de Díaz Cantón:
“La visión sistemática integral del orden jurídico penal, bienvenida como tal, no
debe dejar como saldo un retorno a la Inquisición, sino un legado de racionalidad
y contención, en el ámbito de la aplicación de la ley penal, de los abusos derivados
del ejercicio del poder penal” Díaz Cantón Fernando, “Autonomía o dependencia
entre el derecho penal y el derecho procesal penal”, en Estudios sobre Justicia Penal.
Homenaje al Prof. Julio B. J. Maier, Buenos Aires, del Puerto, 2005, p. 849.
(51) Denuncia la escasa claridad acerca de los fundamentos políticos, históricos y
(53) Partiendo de la Constitución y algo menos “apolítico” que los otros manuales
consultados, Almagro Nosete, José y Tomé Paulé, José, Instituciones de Derecho
Procesal. Proceso Penal, 2ª edición, Madrid, Trivium, 1994. Aún más ideológicamente
razonado de acuerdo a los principios garantistas , Lorca Navarrete, Antonio María,
Derecho Procesal Penal, 2ª edición, Madrid, tecnos, 1988.
(54) Lorca Navarrete, Antonio María, El proceso penal de la Ley de Enjuiciamiento
(60) En efecto, tal separación se debe a espacios de poder aún vigentes más que a las
tradiciones teóricas del siglo XIX. Según de Sousa Santos, tal división también
afecta a la sociología del derecho, la cual reprodujo el predominio “de una visión
normativista del derecho en detrimento de la visión institucional y organizacional
y, dentro de aquella, en la preponderancia del derecho sustantivo en detrimento
del derecho procesal, una distinción vinculada de por sí a tradiciones teóricas
importadas en forma acrítica por la sociología del derecho”, Santos, Boaventura De
Sousa, “La sociología de los Tribunales y la democratización de la justicia” en De la
mano de Alicia. Lo social y lo político en la postmodernidad, Bogotá, Uniandes/Siglo
del Hombre, 1998 (trad. del original de 1995, C. Bernal y M. García Villegas)
p.194.
(61) Lorca Navarrete, Antonio María, Derecho procesal penal, cit., p. 19.
(62) Bergalli, Roberto, “El control penal en el marco de la sociología jurídica” en Anuario
de Filosofía del Derecho, tomo V, Madrid, 1988.
(63) Asiste razón a Bergalli cuando insiste en que el control penal nada tiene que ver
las normas penales y también las procesales penales(64), siendo quizás éstas
las que tengan más incidencia por su cercanía con la sociedad y con el Es-
tado. Desde luego son también las más cercanas al acusado(65) ya que son
éstas las que afectan más directamente la vida de los individuos. Tan es
así que las normativas constitucionales (las primeras de ellas de raigambre
liberal producto de la revolución mencionada en el siglo XVIII, y desde
entonces todas) hacen expresa alusión a cuestiones del proceso penal como
garantía de los individuos frente al Estado, antes que a cuestiones del dere-
cho penal sustantivo (que de todas formas queda limitado en su desarrollo,
a partir de esa época, por el principio de legalidad).
El proceso penal es uno de los dos grandes ejes estructuradores del
sistema penal y es corresponsable (con el derecho penal) de la efectiva con-
figuración de la política penal de un Estado(66). Un estudio serio sobre el
sistema penal, sobre la misma pena y sobre todo el complejo político y
cultural de relaciones con los conflictos, no puede eludir las cuestiones
llamadas “procesales” penales.
Que esas cuestiones sean parcialmente ajenas a penalistas y a filósofos
del derecho no puede sino ocasionar problemas, como la imposibilidad
de transformar en forma progresista lo existente. Como ejemplo, la tarea
de reflexión y actuación política sobre el sistema penal y sus funciones de-
mocráticas y garantizadoras (necesaria para acondicionar un sistema penal
dictatorial a los dictados de un Estado de derecho) fue realizada en for-
ma parcial, en España, por el Tribunal Constitucional durante su período
más renovador de la materia procesal, y no por los juristas “expertos” de
la academia universitaria. Lo hizo posible, en ese caso, una visión desde
el “garantismo” que es decir reconocer la supremacía de la Constitución
sobre la política criminal. Ciertamente el análisis desde la Constitución es
fructífero, y puede llevarnos a un nuevo período liberal como el que signi-
ficó el fin del proceso inquisitivo.
(64) Muñagorri Laguía, Ignacio, “Algunas notas sobre el proceso penal”, cit., p. 304.
(65) Es conocida la frase de Beling de que el derecho penal no le toca un solo pelo al
delincuente. Beling, Ernst von, Derecho procesal penal, Madrid, Labor, 1943 (trad.
Miguel Fenech), p. 2
(66) El que mejor lo explica, a mi juicio, y mantiene a la vez la unidad de exposición
Es por ello que también desde los presupuestos político penales de las
Constituciones, se arriba a la convicción de que la identidad del derecho
penal y del proceso penal configuran una misma política constitucional.
Son, en este sentido, deudores uno del otro en su contenido ideológico. Al
menos ha sido así históricamente cuando se ha comprobado que “A un de-
recho penal limitador o de garantías, corresponde un derecho procesal acu-
satorio, y a un derecho penal autoritario un procesal penal inquisitorio”(67).
Por lo general se han acompañado los pares de acuerdo a los regímenes
políticos que eran sustentados por esos sistemas penales. No ha sido tan
extraño, empero, que los juristas de algunos Estados desarrollaran un de-
recho penal formalmente democrático o liberal, pero éste era “burlado”
en su aplicación política o práctica con la pervivencia de un proceso penal
de tipo inquisitivo o rendido a las prácticas punitivas de la ideología de
la defensa social. Esa es una forma en que se encubren algunos sistemas
igualmente autoritarios o en los que existe un diferencial de presupuestos
democráticos, o estos se funcionalizan según la conveniencia. Estos siste-
mas democráticos de baja calidad son más fácilmente denunciables con un
análisis político y cultural sobre las instituciones penales, que se ocultan
bajo el calificativo de “procesales”(68). El análisis jurídico no está, ni debe
estar, ciego frente a sus presupuestos ideológicos concretizados en las ins-
tituciones terminales, que finalmente determinarán su concreto accionar
social.
Es por todo ello que jurídico no debe traducirse como “técnico”, y el
aporte de las otras disciplinas, sobre todo de tono descriptivo de las reali-
dades permitirá ya no sólo la reflexión propiamente jurídica sino también
la política. La necesidad de insertar el análisis jurídico (y no casualmente
cuando este análisis entra en juego con las instituciones del sistema penal
y en concreto las del proceso penal) dentro de esquemas políticos más
globales ya ha sido advertida como una necesidad por los juristas más lú-
cidos de fines del siglo XX(69). Igualmente se tendrá en cuenta que, a pesar
(67) Zaffaroni, Eugenio Raúl, Alagia, Alejandro y Slokar, Alejandro, Derecho Penal.
Parte General, cit., p. 158.
(68) Un ejemplo paradigmático es el de la prisión preventiva.
(69) Ferrajoli, Luigi, “Justicia penal y democracia: el contexto extraprocesal” en
cho como del derecho en el seno del conocimiento sobre lo social. Re-
tomando antiguas reflexiones de los exponentes de la llamada Escuela de
Frankfurt(76), se ha verificado la necesidad de recurrir a otro tipo de inves-
tigaciones ajenas a los métodos fragmentarios, asistemáticos y avalorativos
que imperan en los órdenes “distintos” de las disciplinas(77).
Estas “disciplinas” a las que se debe recurrir pertenecen principalmen-
te al campo de las ciencias sociales, puesto que en el sistema penal aparecen
cuestiones que van más allá de las leyes específicas, y por lo tanto no es
comprensible solamente desde una postura positivista jurídica (aquella es
parte integrante, también, del sistema social y por lo tanto participa de sus
límites). Como advirtieron Georg Rusche y Otto Kirchheimer: “El sistema
penal de una sociedad determinada no constituye un fenómeno aislado
sujeto solamente a sus regulaciones normativas, sino que es parte integral
de la totalidad del sistema social con el que comparte sus aspiraciones y
defectos”(78). Por ello la revisión desde el enfoque sociológico de cualquier
institución penal resulta imprescindible. Pero no sólo es necesaria la socio-
logía, ya que en la justicia penal se adivinan cuestiones políticas y éticas
fundamentales para nuestra vida en sociedad.
Por todo ello, no parece razonable que desde la Universidad se evi-
te reflexionar sobre problemas de candente importancia para la sociedad
por dificultades “metodológicas” atribuibles a los compartimentos estancos
que ha creado su propia estructura corporativa. A la vez esto invita a una
(76) Horkheimer, Max, Teoría Crítica, Buenos Aires, Amorrortu, 1974 (trad. de
originales de 1932 a 1937, E. Arbizu y C. Luis).
(77) En la reflexión sobre el surgimiento histórico de las mismas (y su relación con
determinada forma de poder) es imprescincidble la cita de la obra de Foucault. La
“disciplinarización” de los saberes centró la atención de este filósofo que también
relaciona ello con los fenómenos punitivos En particular en Foucault, Michel,
Historia de la locura en la época clásica. Tomos I y II. México, Fondo de Cultura
Económica, 1967 (trad. del original de 1964, Juan José Utrilla); El nacimiento de
la clínica médica. Una arqueología de la mirada médica. México, Siglo XXI, 1978
(traducción del original de 1963, Francisca Perujo); Las palabras y las cosas: Una
arqueología de las ciencias humanas, México, Siglo XXI, 1968 (trad. del original
de 1966, Elsa Cecilia); Arqueología del saber, México, Siglo XXI, 1970 (trad. del
original de 1969, Aurelio Garzón del Camino), El orden del discurso, Barcelona,
Tusquets, 1973 (trad. del original de 1971, A. González Troyano).
(78) Rusche, Georg y Kircheimer, Otto, Pena y Estructura social, Bogotá, Temis, 1984
(trad. de E. García Méndez del original en inglés de 1939), p. 254. 123
El enfoque cultural y la comprensión del sistema penal en su integridad
seria reflexión sobre la división de disciplinas que, como indica Eligio Res-
ta, ya no aseguran nada(79).
El enfoque sobre los problemas jurídicos que excede el marco teórico
y metodológico tradicional de las ciencias jurídicas, y opera en los confines
de la política, la sociología, la antropología, la psicología y otras ciencias
sociales, se ha presentado como sociología jurídica(80). Algunos sociólogos
del derecho han intentado, desde los estudios que le son propios, crear una
epistemología jurídica radicalmente nueva o distinta para percibir, estudiar
y plantear, asimismo, nuevas investigaciones imposibilitadas por la perma-
nencia de planes de estudio y esquemas mentales propios del siglo XIX,
entre los que se encuentran la reducción del ámbito de lo procesal penal(81).
En esa senda, debe abogarse por una construcción ya no “inter” sino
“trans” disciplinaria. La importancia de este análisis sobre una institución
jurídica con causas y efectos culturales y políticos es fundamental para
poder entender realmente el alcance del problema. El campo de estas in-
vestigaciones dentro de una “disciplina” socio-jurídica pretende responder
nuevas preguntas de acuerdo a las nuevas realidades sociales. En virtud
de ello “se advierte la complejidad de los fenómenos jurídicos que deben
reconstruirse con estos cambiantes modos de reflexión, se identifican las
relaciones de éstos pensados como sistemas con los sistemas sociales, se
intenta pasar de sistemas cerrados a sistemas abiertos, se piensa en un con-
texto estructural mundial. La apertura a una epistemología de la compleji-
dad, con sus múltiples variantes, es percibida como un modo de evitar las
características que eran admitidas en primera fila en el modelo clásico: las
del determinismo, las del dualismo absoluto entre lo verdadero y lo falso y
las del reduccionismo”(82).
Al remitir a este campo del conocimiento jurídico se debe dejar en cla-
ro que estas relaciones con otros saberes “no son meros pedidos de auxilio
(83) Zaffaroni, Eugenio Raúl, Alagia, Alejandro y Slokar, Alejandro, Derecho Penal.
Parte General, cit., p. 146.
(84) En una entrevista luego recopilada por Dirk Baecker y Georg Stanitzek, Archimedes
und wir: Interviews, Berlín, Merve, 1987, p. 130. Reproducida en castellano por
Navas, Alejandro, “Apuntes para una biografía intelectual” en revista Anthropos,
nros. 173/174 Niklas Luhmann, Barcelona, 1997, p. 41.
(85) Lautmann, Rüdiger, Sociología y Jurisprudencia, Buenos Aires, Sur, 1974 (trad. del
original de 1971, E. Garzón Valdés), p. 23. 125
El enfoque cultural y la comprensión del sistema penal en su integridad
(86) Hendler, Edmundo, “Los caminos del derecho penal (entre la guerra y la
civilización)” en revista Nueva Doctrina Penal, 2003/A, Buenos Aires, del Puerto,
p. 21.
(87) Maier, Julio B.J., Derecho Procesal Penal. Tomo I. cit., p. 442.
(88) Foucault, Michel, “Nietzsche, la Genealogía, la Historia” en Microfísica del Poder,
Madrid, La Piqueta, 1992 (trad. de originales de diversas épocas, J. Varela y F.
Alvarez Uría), p. 13 y ss.
(89) Castel, Robert, “Prólogo” a Alvarez-Uría, Fernando, Miserables y locos. Medicina
mental y Orden social en la España del siglo XIX, Barcelona, Tusquets, 1983, p. 9.
(90) Tomás y Valiente, Francisco, “Pasado y futuro de los partidos políticos”, en revista
126 Sistema, nro. 9, Madrid, abril de 1975, p. 125.
Gabriel Ignacio Anitua
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Anitua, Gabriel Ignacio, Justicia Penal Pública, Buenos Aires, del Puerto,
2003.
(98) Ver el breve pero muy importante trabajo de Muñoz Conde, Francisco, Edmund
Mezger y el Derecho penal de su tiempo. Los orígenes ideológicos de la polémica
entre causalismo y finalismo, Valencia, tirant lo blanch, 2001 (2a. ed.), en el que
ejemplifica la forma en que encubrieron los penalistas involucrados en el nazismo
con una supuesta neutralidad sus opciones por el autoritarismo y su participación
en crímenes contra la humanidad, así como advierte el temor de que pueda
ocurrir una colaboración con futuros regímenes totalitarios por parte de quienes se
pretenden tecnócratas y apolíticos. 129
El enfoque cultural y la comprensión del sistema penal en su integridad
136
Repensando el Derecho Penal desde
una óptica de Derechos Humanos.
Críticas y desafíos en la construcción
de un Derecho Penal menos inhumano.
Respuesta a Eugenio R aúl Zaffaroni
(2) Zaffaroni, E. R. Crímenes de Masa. Madres de Plaza de Mayo. Buenos Aires. 2010.
(3) Pavarini, M. Arte Abyecto, Ensayos sobre el gobierno de la penalidad. Ed. Del Puerto.
138 Buenos Aires. 2011.
Guido L. Croxatto
na. Por eso mismo Jakobs está tan de moda: por haber puesto sobre la mesa
algo que, como afirma Zaffaroni, era muy dificil o incómodo de decir, de
reconocer abiertamente: que en rigor el derecho penal del enemigo no es
una porción excepcional del derecho, es la forma en que, en rigor, funciona
estructuralmente todo el derecho penal. Y de allí el auge de la popularidad
de las obras de Jakobs. Porque eso que su autor plantea en rigor como una
excepción, es una nueva regla: la erosión de la legalidad y el retroceso del
liberalismo en el derecho, la erosión y el recorte de las garantías, la inver-
sión del principio de inocencia, el no respeto del debido proceso, el trato
como „enemigos“, no es una excepción, es una nueva „regla“ en nuestras
democracias(6). Por eso, más allá de las estrictas intenciones de su autor,
la utilización global de su obra habla más allá de él, es un mensaje por
sí sola, que se emplea no sólo –aunque también- para justificar la cárcel
clandestina de Guantánamo. Este uso de la „excepcionalidad“ como nueva
„regla“ supone la erosión continua del Estado de Derecho. En Argentina
esta erosión se materializa con la crítica constante, desde los medios de
comunicación y el poder político, al „garantismo“, como si la defensa llana
y lisa de las garantías que figuran en la constitución nacional no fuera el
quid de una democracia, sino un „error“ o un „exceso“ teórico. La doctrina
tiene ante sí, en América Latina, un sinnúmero de desafíos. Las presiones
mediáticas sobre el Poder Judicial (que se presume „independiente“) para
que continuamente recorte garantías y deniegue derechos, medran contra
el mandato Constitucional de igualdad ante la ley, de principio de inocen-
cia, de debido proceso: los índices de prisión preventiva (que en Argentina
reconoce sólo dos casos excepcionales, peligro de fuga y entorpecimiento
del Proceso) para miles de casos en los cuales la misma no está justificada
en esos dos parámetros sino en la pretendida (muchas veces creada me-
diáticamente y para responder ante las demandas de esos mismos medios)
„peligrosidad“ de una persona, muestran que el no respeto de la Constitu-
ción nacional es la „regla“ y no la excepción. Que practicas como la prisión
preventiva por peligrosidad en cárceles que a su vez no respetan estándares
mínimos de derechos humanos (con lo cual se afecta a la persona encerrada
en sus derechos, tenga condena o no, lo cual es doblemente más grave),
afectan estándares constitucionales básicos. Las democracias de América
Latina tienen, en el Poder Judicial, el guardían último de la constitución.
Pero este poder judicial no parece estar asumiendo esta función tan básica
(6) Y no es casual que en este marco tan crítico Zaffaroni se haya centrado en el estudio
de los penalistas nazis. 141
Repensando el Derecho Penal desde una óptica de Derechos Humanos
(7) Entendemos que el concepto de „vulnerable“ debe ser reemplazo por el concepto
directo de sectores „vulnerados“. Porque nadie nace „vulnerable“, ningun sector
llega a ser „vulnerable“ (lo mismo sucede con el concepto de „incapacidad“) por su
propia voluntad. Son vulneraciones directas (por accion o por omision) de la que
son victimas, por ejemplo, aunque no solamente, por vulneraciones y omisiones
del Estado. Hablar de vulnerabilidad o sectores vulnerables en lugar de hablar
de sectores „vulnerados“ tiende a disimular esta vulneracion, naturalizando, por
ejemplo, la pobreza, con otros eufemismos tales como „pobreza estructural“, etc.
(La vulnerabilidad no es de la persona, como la „incapacidad“ tampoco es algo
142 natural de la persona: son construcciones y consecuencias materiales sociales).
Guido L. Croxatto
Por estos motivos, es que considero que en pocas décadas, el concepto mismo de
„Derecho Penal“, será abandonado, dejado de lado. Los profesores de las próximas
décadas mirarán para atrás y se preguntarán absortos cómo fue posible alguna
vez convinar el „derecho“ con la „pena“, cuando ostensiblemente tienen poco y
nada que ver: transitan caminos distintos. El penalismo, como afirma Pavarini,
siguiendo a Franceso Carrera, es un „arte abyecto“. El derecho, por el contrario, no:
defiende la dignidad humana. Defiende los derechos humanos básicos. De alli que
la Pena y el Derecho tiendan, en la práctica, a separarse. A caminar caminos que se
contraponen. Porque en la práctica concreta la defensa elemental de los derechos
humanos (garantías) conduce, lleva, a cuestionar la forma en que funciona toda
Pena. Todo sistema penal. Todo castigo.
(8) No es un accidente la crítica constamte al garantismo en América Latina, centrándo
estos ataques en la figura misma del Dr. Zaffaroni, que pretende llevar al Derecho
Penal, precisamente, un enfoque „más humano“, de derechos humanos y garantías.
Tampoco es casual que Zaffaroni se haya centrado en el estudio de la figura de
Paul Anselm von Feuerbach, padre del principio de legalidad penal moderno en
Alemania, porque ese es el principio que hoy está en crisis (detrás de la crítica al
garantismo): el principio de legalidad. Y tampoco es casual que Zaffaroni repiense y
tome esta crítica al garantismo en América Latina releyendo las fuentes del derecho
penal nazi, el cual tuvo mucho que ver con el discurso antiliberal y de recorte de
„derechos humanos“ (modernos, liberales). Carl Schmitt, sin ir más lejos, se burlaba
de la figuraba liberal de Paul Anselm von Feuerbach, padre de la legalidad penal
moderna „abstracta“. (El código de Baviera de 1813 de Feuerbach sirvió de fuente
144 a Carlos Tejedor, codificador argentino, que lo leyó en una traducción francesa
Guido L. Croxatto
(10) Y por eso Zaffaroni profundiza sus lecturas y críticas del penalismo nazi, porque
todo castigo, todo sistema penal, tiende, en definitiva, a eso: a un crimen de masa.
A un genocidio latente. A un Holocausto. Y esto no se puede „humanizar“, no se
puede volver „más bueno“. No se puede volver „más liberal“ el nazismo. No se
puede volver „más humana“ la tortura o más „humana“ un campo de exterminio. Y
Zaffaroni concluye sin ambagues que no hace falta ir a Auschwitz: basta con visitar
cualquier cárcel actual en Paraguay o Brasil para entender el „nazismo“. Y por eso
Zaffaroni, en esta coyuntura actual, de repensar el liberalismo de un lado, piensa
también el derecho penal nazi, del otro, como genuina tensión del Derecho: el
liberalismo de un lado, la pena (el nazismo), del otro. todo derecho penal conduce,
directa o indirectamente, a los campos de exterminio, administratión de cuerpos
y tortura. No hay un derecho penal „bueno“. No hay un derecho penal „no nazi“.
El nazismo fue, en consecuencia, el derecho penal en su máxima y más sofisticada
expresión material. Los campos como cárceles, los cuerpos castigados, encerrados,
mancillados en su dignidad. Esa es la esencia de toda pena. De todo penalismo. De
todo „derecho“ penal. Por eso Zaffaroni propone un derecho penal „más humano“.
Porque del otro lado esta pensando en el nazismo como „modelo“ de penalidad. De
castigo. De sufrimiento. De imposición de males con pretendidas justificaciones
éticas. Y por eso en Crímenes de Masa, Zaffaroni, como Alagia con su etiología,
concluye que la naturaleza del sistema penal es el exterminio. Es la tortura. Es el
crimen de masa. El nazismo, en consecuencia (Modernidad y Holocausto) no es un
„accidente“ en Alemania. Es un resultado. 147
Repensando el Derecho Penal desde una óptica de Derechos Humanos
(11) Naucke, W. Kant und die psychologische Zwangstheorie Feuerbachs, Hamburg, 1962.
(12) La legalidad y la pena nacieron separadas y siguen estando de ese modo: en tensión.
Hay un concepto que es equivocado y ese concepto es el concepto de „derecho
penal“. El campo define sus posibilidades y también sus argumentos. De este
modo, cualquier disputa teórico conceptual que se de en el marco presupuesto de
un „derecho penal“ como un campo legitimo, parte de una serie de presupuestos o
premisas que merecen ser puestos en cuestión: la idea de que, adoptado el enfoque
del pragmatismo- el derecho tenga algo que ver (conceptual y moralmente) con
la pena, es ya una pregunta abierta. No una conclusión cerrada que se puede dar
por descontado asumiendo que existe y vale la pena hablar de un „derecho penal“.
El presupuesto de esta disciplina es que el derecho y la pena son compatibles y
tienen uno o varios vinculos posibles o necesarios, eticamente, conceptualmente,
isntrumentalmente. Nosotros partimos del presupuesto inverso, contrario: creemos
que, adoptado el enfoque pragmatismo, que nos anima a reemplazar la noción de
verdad en el Derecho por la mas modesta de „consecuencia“- la nocion de derecho
(en tanto presupone el cpncepto de derechos humanos, insito en el) no es compatible
con ninguna definición pragmática de la pena, al menos en América Latina, donde
las cárceles jamas operan como lugares „sanos y limpios, para seguridad y no para
castigo“ de los reos detenidos en ellas. Este abismo entre teorica y practica puede
nos er solo una disociacion, puede esconder, tambien, una incompatibilidad. La
incompatibilidad entre el Derecho y la Pena.
(13) Entonces Zaffaroni –puede arguirse- comete en este libro el mismo error que
(cómo son), en la realidad material que confrontan día a día –digan lo que
digan y prometan lo que prometan los libros y los profesores de Derecho
en las aulas- miles de personas(16). La clásica tensión entre Law in books y
Law in action (Law and Development), que autores como Marc Galanter
han profundizado y puesto sobre la mesa(17).
del „punitivismo“ a que darían lugar los juicios de derechos humanos desarrollados
en la Argentina desde la derogación, en 2003, de las leyes de obediencia debida
y de punto final (leyes del perdón, llamadas también leyes de impunidad); que
permitieron el desarrollo de los juicios de lesa humanidad . Lorenzetti, R. y Kraut,
A. Derechos Humanos. Justicia y Reparación. Ed. Sudamericana. Buenos Aires. 2014.
Incluyo a Gargarella en esta respuesta a Daniel Pastor, ya que Gargarella cuestionó,
con argumentos semejantes a los de Pastor, el apoyo dado por los doctrinarios
minimalistas y críticos de la pena (escuela de Zaffaroni-Ferrajoli) a la decisión del
Consejo Superior de la UBA, respaldada por Zaffaroni, de no permitir que los
condenados por crímenes de lesa humanidad puedan estudiar en la UBA, en sus
cursos en las cárceles. Gargarella creía percibir aquí una „contradicción“ del mismo
garantismo que repite que las cárceles no funcionan y que las personas necesitan
„educación“ para ser verdaderamente „resocializadas“. Una vez más, las críticas al
sistema penal no son incompatibles con tal exclusión decidida por la UBA en 2014.
Sobretodo de parte de quienes –con sus actuales pactos de silencio- se niegan siquiera
a reconocer los crímenes cometidos contra la misma comunidad de la UBA, que
tiene decenas de estudiantes desaparecidos. (Aun desaparecidos, recordemos que es
un delito de acción permanente, como afirma el Dr. Juan Guzmán Tapia en Chile)
En la medida en que esos mismos sectores con su silencio siguen „perpetrando“
un delito (y no ayudan en modo alguno en los esfuerzos de reconstrucción de
la memoria, que también forma parte de la construcción del conocimiento y la
„verdad“, a la que aspira, por su naturaleza, toda universidad, como espacio de
diálogo y conocimiento), contra la misma Universidad pública, parece ilegítimo
permitir el acceso –revictimizante- de tales personas (que con su silencio siguen
victimizando y entorpeciendo las tareas de la Justicia y la comunidad académica)
estudien en esa misma universidad, en esas mismas aulas, con esos mismos docentes
(que pretenden alcanzar conocimientos que esas mismas personas, con su silencio
criminal, cómplice, victimizante, les niegan). El primer paso sería, pues, el diálogo
en condiciones de transparencia, el no ocultamiento de información sensible en
espurios pactos de silencio que no han logrado quebrar ni la justicia ni la sociedad
en su conjunto.
(19) Frankenberg, G. Técnica estatal. Perspectivas del Estado de Derecho y el estado de
que funciona toda Pena. Todo sistema penal. Todo castigo. Por eso sostuvi-
mos en este trabajo que no es posible hablar, en los albores del nuevo siglo,
de „Derecho Penal“. Es un término que está en desuso. El concepto mis-
mo de Derecho Penal expresa un contrasentido. Una equivocación teórica
de primer orden. Es un término que debe ser abandonado. Reemplazado
por la doctrina. Esta fue nuestra conclusión desde un doble enfoque: el
pragmatismo filosófico (que no en vano en su génesis se ocupa de la filo-
sofía del lenguaje) y los derechos humanos, como nueva cultura (Richard
Rorty-Eduardo Rabossi). No es casual por otro lado que el pragmatismo
–orientado a la práctica- sea un enfoque afin, precisamnete, a los derechos
humanos. Los derechos se defienden en la práctica, no en la teoría. El
Derecho es acción. Ihering diría: es lucha. Lucha de los pueblos, de las
personas. De cada comunidad(20).
Sobre la culpabilidad por vulnerabilidad como eje del garantismo en
materia penal. El concepto de culpabilidad por vulnerabilidad tiene el mé-
rito de resumir, en muy pocas palabras, un concepto importante del garan-
tismo. Pone en evidencia que al garantismo, como doctrina, le importa la
acción social (igualitaria) del Estado en estadios muy anteriores a la comi-
sión de un crimen, como única forma concreta de prevención (no penal,
sino social). Roberto Gargarella plantea muy bien este dilema en la forma
de una escueta pregunta: Más derecho penal o más derechos sociales?(21) El
garantismo se pronuncia, ante este dilema, por la segunda alternativa, por-
que la primera, como observa Massimo Pavarini en Italia, entre muchos
otros, no parece estar dando ningún resultado concreto. Los altos grados
de reincidencia son una muestra cabal del fracaso del sistema punitivo con-
temporáneo. Paradojicamente, la respuesta ante este fracaso es –sin lógica
alguna- pedir „más“ penas, más cárcel, y no menos. Este círuculo visioso
agiganta la violencia social. Aumenta las tensiones.
Otro error muy común en cierta parte de la doctrina penal es confun-
dir garantismo con abolicionismo. Son dos posiciones que comparten cri-
ticas y postulados, pero su objetivo es diferente. El garantismo es (y propo-
ne) un método. El abolicionismo no. El abolicionismo es a su vez distinto
de la teoria agnóstica de la pena (de Zaffaroni), más vinculada al primero.
(22) Zaffaroni afirma con razón la imposibilidad de pretender cambiar con el derecho
penal la sociedad estratificada real en que vivimos. Según UNICEF, América
Latina es la región más desigual del mundo. El sistema punitivo, con sus formas
de control social, opera conteniendo y dando forma a esta desigualdad extrema. El
Derecho Penal, sin embargo, como afirma el autor, en aparente contradicción con
su confianza en el derecho penal humano (concepto que, a diferencia de Naucke,
Hulsman, o Pavarini, no descarta), no es el camino para transformar a la sociedad.
El Derecho Penal, por sus limitaciones conceptuales, criminaliza secundariamente
solo los crímenes más toscos. Por eso en las cárceles hay solo personas pobres y
ya vulneradas, doblemente, en un círculo vicioso que el penalismo solo se dedica 155
Repensando el Derecho Penal desde una óptica de Derechos Humanos
(24) Pastor, D. „La deriva neopunitivista de organismos y activistas como causa del
desprestigio actual de los derechos humanos“, en Revista Jura Gentium, 2006. 157
Repensando el Derecho Penal desde una óptica de Derechos Humanos
firmes por delitos muy graves, sino al revés: debes comenzar –mientras esas
personas con condena firme son encarceladas- por exceputar del castigo a
los sectores más empobrecidos, que son encarcenados sin condena firme
y muchas veces preventivamente, violando la constitución, y por delitos
menores, mezclados en la misma cárcel con delincuentes condenados por
delitos graves (este desorden afecta la resocialización de los presos, su „re-
cuperación“, s uno estigmatización, etc.). Este es el primer paso en una
lectura dinámica y que sigue siendo muy critica del sistema penal y peni-
tenciario. Justificamos las condenas –incluso no creyendo en la pena- por-
que no creemos que deba empezarse desde el abolicionismo por exceptuar
del castigo a los genocidas y criminales más poderosos, sino a los menos
peligrosos, que están presos por delitos menores, y muchas veces sin con-
dena firme, en prisión „preventiva“. De este modo, se puede sostener sin
contradicción alguna, la criminalización y condena de militares por delitos
graves, en un sistema que abiertamente no funciona, no porque la pena sea
„buena“ en un caso y mala en otros (es mala y falla en todos por igual), sino
porque no está justificada, mientras se aplica masivamente a sectores em-
pobrecidos y marginados, „exceptuarla“ para sectores concretos, máxime
cuando esos sectores son, justamente, condenados por la comisión de los
delitos más graves de toda la escala penal. No se trata de „inflación puniti-
vista“, como dice Pastor, sino de mínima coherencia lógica: el principio de
igualdad ante la ley demanda que, mientras se aplica este sistema penal, no
haya exepciones, y si las hay, no puede ser para favorecer a los criminales
condenados por los delitos más atroces, sino a los encerrados y prisioni-
zados sin condena firme, por delitos menores, que son, precisamemte, la
mayoría. La mayoría de la población carcelaria no tiene sentencia firme.
Está en prisión preventiva por su peligrosidad supuesta, algo que no está
contemplado en nuestro ordenamiento y viola de manera grave nuestra
constitución: el principio de inocencia.
Esto nos lleva en rigor a otro debate político: mientras las cárceles
están pobladas por sectores pobres y marginales (funcionamiento habitual,
„normal“, de las cárceles), ningún académico y ningun medio alza la voz
para denunciar el estado de degradación y abandono de las cárceles: los
pobres no llegan con su voz a los medios. Tengan condena firme o no, se
viole con su encierro la constitución o no: a nadie le importa. Son pobres.
No tienen derechos „humanos“. Esto cambia, justamente, cuando los en-
carcelados excepcionalmente no son pobres y sí tienen –por su pertenencia
social- acceso a los medios de comunicación, que transmiten sus quejas,
158 discursos y demandas: los militares condenados por delitos de lesa huma-
Guido L. Croxatto
(25) Mientras se condena a los de „abajo“, y las cárceles están superpobladas de pobres,
carece de sentido no justificar una condena a sectores no vulnerables, sino poderosos.
Al contrario: este es el camino que debiera transitar en general el derecho penal si
quiere ser compatible con un postulado tan básico de la democracia como es la
igualdad ante la ley. La selectividad estructural del Derecho, de tan „normalizada“
que está, parece precisamnete algo „correcto“ y no, como vimos, algo que mancilla
y violenta nuestra constitución, nuestras constituciones liberales.
(26) Una crítica usual en los medios de comunicación es que los garantistas –que
postulan la igualdad ante la ley y el respeto básico de las garantías que establece
la Constitución argentina- defienden „los derechos humanos de los delincuentes“,
como si los delincuentes (es decir, quien comete un delito) no fueran (por eso)
160 personas con dignidad o no tuvieran derechos „humanos“.
Guido L. Croxatto
BIBLIOGRAFÍA
Bakunin, M. Dios y el Estado. Ed. Utopía libertaria. Buenos Aires. 2010.
Castel, R. ¿Qué es estar protegidos?. Ed. Manantial. Buenos Aires. 2008.
Conferencia de E. R. Zaffaroni, Regla del Carnicero, pronunciada en 2013
en Brasil.
Frankenberg, G. Técnica estatal. Perspectivas del Estado de Derecho y el
estado de excepción. Rubinzal-Culzoni Editores. Buenos Aires. 2015.
Gargarella, R. “¿Más derecho penal o más derechos sociales?” en Diario La
Nación, Buenos Aires, 2011.
Ihering, R. La lucha por el Derecho. Ed. Ediar. México. 1998.
Naucke, W. Kant und die psychologische Zwangstheorie Feuerbachs,
Hamburg, 1962.
Pastor, D. “La deriva neopunitivista de organismos y activistas como causa
(27) Y digo „violan“ porque la desaparición forzada de personas es, como recuerda Juan
Guzmán Tapia, un delito de acción permanente, que se sigue cometiendo. 161
Repensando el Derecho Penal desde una óptica de Derechos Humanos
162
DERECHO PENAL DEL ENEMIGO Y
CRIMINALIDAD ORGANIZADA
José Luis Chambilla(*)
I. INTRODUCCIÓN
El Derecho penal del enemigo ha sido un tema que se ha desarrollado
mucho desde 1985 (que es cuando se dio los primeros alcances de esta teo-
ría); su creador y máximo representante el profesor de Bonn, Günther Jak-
obs, ha recibido múltiples críticas y gran rechazo por parte de la doctrina
alrededor del mundo, y en muchas de estas ocasiones solo ha sido debido a
la denominación de la teoría. El término enemigo es muy polémico, pues
refleja enemistad y tal vez hasta una “declaración de guerra”; con esto no
estamos tratando de dar legitimidad a la teoría de Jakobs, antes de sostener
nuestra posición trataremos de brindar algunos esbozos de esta teoría que
muchas veces ha sido cuestionada sin ser bien entendida y dejándose ganar
por el osado término “enemigo”.
Así también pues trataremos de ver si este Derecho penal del enemi-
go puede ser aplicado al fenómeno de la criminalidad organizada, para
esto también necesitamos presentar y explicar una introducción frente a
la complejidad del tema. El fenómeno de la criminalidad organizada no
es un tema que haya nacido en años reciente, sino que tiene larga data;
no obstante, está alcanzando el punto más álgido y controversial en el
presente; razón por la cual muchas veces las autoridades políticas y repre-
(3) ROUSSEAU, citado por Jakobs en JAKOBS / CANCIO. Derecho Penal del
Enemigo. 2ª Edición. Edit. Civitas. Navarra, 2006, p. 26.
(4) HOBBES, citado por Jakobs en JAKOBS / CANCIO. Op. cit., p. 29.
(5) TERRADILLOS BASOCO, Juan. “Una connivencia cómplice. En torno
miento jurídico real resulta típico que se relacionen elementos del Derecho
penal del enemigo con los del Derecho penal del ciudadano; en la misma
medida en la que no existe un puro Derecho penal del ciudadano, tampo-
co existe un puro Derecho penal del enemigo(7). La categoría del Derecho
penal del enemigo, entendida ésta como concepto determinado por los
cuatro criterios examinados, resulta afortunada para esta categoría analíti-
ca, muy convincente -con independencia de la cuestión de si la denomina-
ción de Derecho penal del enemigo resulta afortunada para esta categoría
(o de si no debería hablarse, mejor, de un “Derecho penal de peligros” (Ge-
fahrungsstrafrecht) o de un “Derecho penal orientado hacia la prevención”
(Praventionsorientierten Strafrecht)-. Sin embargo, la contestación a esta
cuestión terminológica depende, por un lado, del fundamento teórico del
concepto del “Derecho penal del enemigo”.
Una cuestión muy interesante señalada por el autor anteriormente ci-
tado es el tema de la nomenclatura dada por Jakobs a la teoría del Derecho
penal del enemigo; y es que muchas de las críticas que se le hace al término
“enemigo” y es que en realidad es entendible puesto que hasta es natural que
el termino enemigo sea interpretado de manera negativa. El término puede
entenderse como contrariedad, también puede entenderse el término en el
contexto de un guerra donde dos bandos se enfrentan y se llamanel uno a
otro de esa forma, no hay duda alguna que si el profesor Jakobs la hubiese
denominado de otra forma no hubiese generado la repulsión y falta de
aceptación que prima facie ha adquirido.
Ahora bien, mucho se ha hablado del Derecho Penal del enemigo, y
se ha tratado al menos de delimitar el sentido de este concepto, el enemigo
es un individuo que atenta contra la identidad normativa de la sociedad,
contra el estado de juridicidad, este punto es mejor explicado sin duda
alguna por el propio Jakobs(8) que señala: Un estado de juridicidad es un
estado de validez del Derecho; dicha validez puede, ahí está incluso el quid
de la cuestión, mantenerse contrafácticamente en cuanto que un compor-
tamiento corruptor de la norma es marginalizado. Pero sin algún cimien-
(7) Es justamente este un punto alarmante por el cual la doctrina debería entender y
aceptar la existencia de un derecho penal del enemigo (con algunas excepciones a la
teoría de Jakobs) como una garantía frente al Derecho penal del ciudadano y es que
si se sigue actuando como si ese derecho penal de enemigos no existieses, su papel
de garantía quedaría reducido a nada y se perdería toda eficacia.
(8) JAKOBS, Günther. Dogmática de derecho penal y la configuración normativa de
168 la sociedad. Edit. Civitas, Madrid, 2004, p. 43.
José Luis Chambilla
(10) Para una revisión más profunda sobre la personalidad véase JAKOBS, Günther.
Dogmática de derecho penal y la configuración normativa de la sociedad. Edit.
Civitas, Madrid, 2004, pp 51 y ss.
(11) CRESPO, Demetrio. “Crítica al funcionalismo normativista” en MONTOYA,
(13) JAKOBS, Günther. “¿Derecho Penal del enemigo? Un estudio acerca de los
presupuestos de la juridicidad” En CANCIO / GÓMEZ – JARA (coords.). Op.
cit., pp. 93-116.
(14) SÁNCHEZ GARCÍA DE PAZ, Isabel. La Criminalidad Organizada, aspectos
V. CONCLUSIONES
– La teoría del “Derecho Penal del Enemigo” representa un gran
avance para la ciencia del derecho penal y debe terminar de lo-
grar la aceptación por parte de la doctrina en aras de llegar a una
marcada división del “Derecho Penal del Ciudadano”.
– La idea de la despersonalización del enemigo, el tema de la no-
persona debe ser rechazada en aras de proteger el fin supre-
mo constitucional de proteger la dignidad humana, por ende
el tema del derecho penal del enemigo no debe tomar como
principal efecto esta “despersonalización”, sino debe represen-
tarte como un tratamiento duro (con el presente término no
legitimamos tratos inhumamos o que menoscaben a la perso-
na), un tratamiento diferenciado, justamente par aun tipo de
delincuencia diferenciada.
(17) GARCÍA CAVERO, Percy. “¿Existe y debe existir un Derecho Penal del enemigo?”
en ÁVALOS RODRÍGUEZ / QUISPE VILLANUEVA (coords.). Dogmática
Penal del Tercer Milenio: Libro Homenaje a los profesores Eugenio Raíl Zaffaroni
174 y Klaus Tiedemann. Edit. ARA. Lima, 2008, p. 127.
José Luis Chambilla
BIBLIOGRAFÍA
CRESPO, Demetrio. “Crítica al funcionalismo normativista” en MON-
TOYA, Yvan (coord.). Críticas al Funcionalismo Normativista Y Otros
Temas Actuales del Derecho Penal. Edit. Palestra, Lima, 2011
GARCÍA CAVERO, Percy. “¿Existe y debe existir un Derecho Penal del
enemigo?” en ÁVALOS RODRÍGUEZ / QUISPE VILLANUEVA
(coords.). Dogmática Penal del Tercer Milenio: Libro Homenaje a los
profesores Eugenio Raíl Zaffaroni y Klaus Tiedemann. Edit. ARA.
Lima, 2008
JAKOBS / CANCIO. Derecho Penal del Enemigo. 2ª Edición. Edit. Ci-
vitas. Navarra, 2006
JAKOBS, Günther. “¿Derecho Penal del enemigo? Un estudio acerca de
los presupuestos de la juridicidad” En CANCIO / GÓMEZ – JARA
(coords.) El Derecho Penal del Enemigo. El discurso Penal de la Exclu-
sión. T. II. Edit. B de F. Argentina, 2006
JAKOBS, Günther. Dogmática de derecho penal y la configuración nor-
mativa de la sociedad. Edit. Civitas, Madrid, 2004
NEUMANN, Ulfried. “Derecho Penal del Enemigo” en CANCIO / GÓ-
MEZ – JARA (coords.) El Derecho Penal del Enemigo. El discurso
Penal de la Exclusión. T. II. Edit. B de F. Argentina, 2006.
POLAINO-ORTS, Miguel. “Cuatro Preguntas sobre el Derecho Pe-
nal del Enemigo” en DAZA GÓMEZ, Carlos (dir.), QUINTERO
/ POLAINO-ORTS (coords.). EL Pensamiento Filosófico y Jurídi-
co-Penal de Günther Jakobs. Flores Editor y Distribuidor. México,
2007 175
Derecho penal del enemigo y criminalidad organizada
176
PERSONA HUMANA Y SOCIEDAD EN
DERECHO (SABER) PENAL. REFERENCIA A
LA REALIDAD PERUANA
Erick González Rado (*)
I. LA CONSIDERACIÓN BÁSICA:
(La ontología regional del hombre) EUGENIO RAUL ZAFFARONI,
utiliza una terminología muy sugerente para explicar que el Derecho sirve
al hombre y que por ende el sistema del poder penal debe presuponer o en
todo caso partir de una idea o presupuesto, el cual sería una ontología re-
gional del hombre(1). Es decir, según el maestro argentino, todo análisis del
ejercicio del poder penal, necesariamente tiene que considerar la idea bási-
ca de que todo ser humano es persona, para así permitir un nivel de crítica
a la coherencia interna del discurso jurídico penal(2). Esta idea creemos, se
condice con los postulados de un Estado social y democrático de derecho,
descritos en el art. 1 de Nuestra Constitución Política, la cual manifiesta
que la defensa de la Persona Humana y el respeto a su dignidad son el fin
Supremo de la sociedad y del Estado(3).
(*) Abogado por la Universidad Particular de Chiclayo. Fiscal adjunto provincial penal
de Huánuco.
(1) ZAFFARONI, Eugenio Raúl. En busca de las penas perdidas. Ediar, segunda edición,
Buenos aires, 1998, pág. 21.
(2) Ídem.
(3) El Estado se concibe no como un fin, sino como un medio, es decir como garante
de la dignidad del hombre. MAIHOFER, Werner. Estado de Derecho y dignidad 177
Persona humana y sociedad en derecho (saber) penal
humana. Traducción directa del alemán por el Dr. José Luis Guzmán Dalbora.
Editorial B de F, Montevideo- Buenos aires, 2008, pág. 43.
(4) ZAFFARONI, Eugenio Raúl. ALAGIA, Alejandro. SLOKAR, Alejandro. Derecho
penal. Parte general. Ediar, segunda edición, Buenos aires, 2002, pág. 6.
(5) ZAFFARONI, Eugenio Raúl. El enemigo en el Derecho penal. Ediciones Coyoacán,
segunda edición, México, D.F., 2011, pág. 9.
(6) En una magnífica exposición que le valió el Premio Estocolmo de Criminología
en el 2009. ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Crímenes de masa. Ediciones Madres de
Plaza de Mayo, segunda edición, Buenos Aires, 2012, pp. 44-51.
(7) Por todos. SILVA SANCHEZ, Jesús María. La expansión del Derecho Penal. Aspectos
de la Política Criminal en las sociedades postindustriales. Civitas, segunda edición,
178 Madrid 2001, pág. 27.
Erick González Rado
los entes sobre los que recae la calificación de persona, cual es la naturaleza
o el ser de dicho ente y a quienes el derecho les debe reconocer la califica-
ción de persona(14).
(Tal vez debe dejarse de lado tal cuestión) Ya que a veces es contrapro-
ducente(15), sin embargo se debe entrar en el terreno teórico para realizar
una posición adecuada.
(Humano, persona, persona humana e individuo) Empezaremos citan-
do una frase de la Lectura Tercera de Gustavo Bueno –Individuo y Perso-
na- en su Libro el Sentido de la vida. “…“Persona humana” no es lo mismo
que “persona”, ni “persona” es lo mismo que hombre”. Como bien apunta el
filósofo español creador del Materialismo Filosófico “…la expresión Per-
sona Humana dista de ser redundante”(16), porque hay seres o cosas que son
humanos, pero no son personales (por ejemplo el «hombre de Neander-
thal» -nadie dice: «la persona de Neanderthal»- o bien una máquina, un
mueble, y en general, la «cultura extrasomática», que es humana, «cultura
humana», y no es personal”(17). Sin duda que es una expresión poco usual,
sin embargo la misma goza de una seriedad científica muy respetable. Ex-
plicaremos a continuación:
Si digo por ejemplo “Ente Humano” (ser vivo nacido o no nacido) me
puedo referir a todo prototipo perteneciente a la especie Homo sapiens(18),
vale decir un SER HUMANO, u HOMBRE. Los seres humanos, com-
partimos los institutos propios de nuestra especie de animales mamíferos,
como los concernientes a comer o a reproducirse(19). Y si digo Persona, rá-
pidamente nos viene a la cabeza la idea de que el ser humano posee un plus
(14) Ídem.
(15) Así también parece entenderlo PIÑA ROCHEFORT “…es imposible identificar
el “concepto de persona” únicamente con su procedencia etimológica “mascara”,
pues abundan en su conformación las consideraciones metafísicas”. Vid. PIÑA
ROCHEFORT, Juan Ignacio. Rol Social y sistema de Imputación. Una aproximación
sociológica a la función del Derecho Penal. Ara Editores, Lima 2008, pág. 328.
(16) BUENO, Gustavo. Lectura Tercera- Individuo y persona. El Sentido de la vida.
(20) Ídem.
(21) KANT, Inmanuel. Metafísica de las costumbres. Traducción española por Cortina
Orts / Conill Sancho. Atalaya. Barcelona 1993, pág.130.
(22) HERVADA. Introducción crítica al Derecho natural. citado por GARCIA CAVERO,
Percy. Derecho penal- parte general. Pág. 99. Jurista editores. Lima 2012. 181
Persona humana y sociedad en derecho (saber) penal
(23) FOUCAULT, Michel. “La tecnología política de los individuos (conferencia dictada
en la universidad de Vermont, 1982)”, en La inquietud por la verdad, escritos sobre la
182 sexualidad y el sujeto, siglo XXI editores, Buenos Aires, 2013, pág.248.
Erick González Rado
(24) En una didáctica exposición ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Estructura básica del
Derecho penal, 1era edición- Buenos Aires, Ediar, 2010, pág. 16.
(25) ZAFFARONI, Eugenio Raúl. “La urgencia de un saber garantizador”. En:
Tendencias Modernas del Derecho penal y Procesal Penal, libro homenaje a Enrique
Bacigalupo, dirección: AROCENA, Gustavo; BALCARCE, Fabián; CESANO,
José, 1era edición, Buenos Aires, Hammurabi, 2013, pág. 31. 183
Persona humana y sociedad en derecho (saber) penal
(26) LAMAS, Felipe y SCALI, Lucas, “Una teoría para nada fuera de lo común”,
en: lecciones y ensayos, departamento de publicaciones – Facultad de Derecho-
Universidad de Buenos aires, N°94, año 2015, pág. 105.
(27) Expresamente lo manifiesta, “En consecuencia, como debe quedar claro “persona” es
que las personas deben procurarse seguridad a sí mismas, puesto que la sola
norma, de por si no sirve para casi nada- o mejor dicho, para el caso pe-
ruano, para nada-. Pero dicha seguridad, que la misma persona se brinda,
no es más que la manifestación de su subjetividad- y por ende de onto-
logismo(31)-, ya que no todos, por ejemplo utilizan las mismas formas para
protegerse. En el mismo ejemplo de JAKOBS del propietario de la bicicle-
ta, el cual la asegura con cadenas, lo hace porque teme por la seguridad de
su bicicleta, pero otro propietario no necesariamente hará lo mismo, otro
por ejemplo se comprará un arma, otro le pondrá un dispositivo de alarma.
Luego considera que el delito no solo ataca a la norma, sino también
la cimentación cognitiva de la misma, siendo, de ese modo, necesaria la
imposición de un mal para contradecir el delito, ya que el dolor sirve para
la salvaguarda cognitiva de la vigencia de la norma(32).
Siguiendo en esta línea de observación, JAKOBS manifiesta lo si-
guiente “en una sociedad en la que ninguna persona osa moverse libremente
por miedo a la delincuencia, el derecho a la libertad de movimientos no es
real, se mire como se mire(33). Aquí el profesor alemán demuestra una cierta
aceptación, tal vez sin hacerlo expresamente, de que Persona, la misma que
tantas veces la ha descrito en términos normativos, posee un lado subje-
tivo- miedo- siendo este, siguiendo una postura estructural funcionalista,
propio de los individuos y no de las personas que serían solo constructos
normativos. En este sentido la persona no está configurada solo por nor-
mas y es el portador de comunicación, es también un sujeto que teme, que
no confía en normas, que procura cuidarse el mismo y a los suyos.
Otra observación que podemos hacer al concepto de JAKOBS, con
respecto a persona es que, si mal no entendemos, el Profesor alemán cree
(31) No parece ser la primeva ves que el destacado profesor Jakobs utiliza fundamentos
ontológicos; así lo ha podido observar BERND SCHUNEMAN “. En efecto, el
define la imprudencia como previsibilidad individual de la realización del tipo, y
utiliza aquí expresamente, por tanto, un fundamento ontológico”. Vid. SHUNEMAN,
Bernd. “Hacia la síntesis necesaria entre la construcción de una concepción
funcional y ontológica del derecho penal: reflexiones a propósito del fundamento
de la culpabilidad”. En Críticas al funcionalismo normativista y otros temas actuales
del Derecho Penal. Jornadas internacionales de Derecho penal. Palestra, Lima 2011,
pág.27.
(32) JAKOBS, G. La pena estatal: significado y finalidad, Madrid, 2016, (traducción y
(34) JAKOBS, G. En los límites de la orientación jurídica: Derecho penal del enemigo…op.
cit. pág.
(35) POLAINO-ORTS, Miguel. Derecho penal del enemigo, desmitificación de un
(36) Salvo honradas excepciones, por ejemplo. Zaffaroni, Eugenio Raúl. “”Es posible
un Derecho Penal del enemigo no autoritario” .pp. 19-41. en Dogmática penal del
tercer milenio. Libro homenaje a los profesores Eugenio Raúl Zaffaroni y Klaus
Tiedemann. Ara editores. Lima 2008.
(37) POLAINO-ORTS, Miguel. Derecho penal del enemigo… op. cit .pág. 93.
(38) JAKOBS, G. Derecho penal del enemigo y Derecho penal del ciudadano. 187
Persona humana y sociedad en derecho (saber) penal
(39) Cfr. ALVARES RODRICH, Augusto. “Fujimorismo bruto y achorado”, columna del
Diario la República. jueves 5 de abril del 2012.
(40) JAKOBS, G. Derecho penal del ciudadano vs. Derecho penal del enemigo. óp. Cit.
pág. 32.
(41) Ídem.
BIBLIOGRAFÍA
ALVARES RODRICH, Augusto. “Fujimorismo bruto y achorado”, colum-
na del Diario la República. jueves 5 de abril del 2012.
BUENO, Gustavo. Lectura Tercera- Individuo y persona. El Sentido de la
vida. Pentalfa. Oviedo 1996, pág. 116
FERNADEZ SESSAREGO, Carlos. La noción Jurídica de persona, segun-
da edición, Lima 1968, pág. 21.
FERNANDEZ SESSAREGO, Carlos. ¿Qué es ser persona para el Derecho?,
en “Derecho privado”, Libro Homenaje a Alberto J. Bueres, Hammu-
rabi, Buenos Aires, 2001, PÁG. 129.
FERNANDEZ SESSAREGO, Carlos. ¿Qué es ser persona para el Derecho?,
en “Derecho privado”, Libro Homenaje a Alberto J. Bueres, Hammu-
rabi, Buenos Aires, 2001, PÁG. 131.
(44) Ídem.
190 (45) ZAFFARONI, Eugenio Raúl. El enemigo en el Derecho penal. óp., cit., pág. 19
Erick González Rado
192
1.2
DERECHO PENAL APLICADO
Violencia contr a las mujeres y muerte
violenta por r azones de género: tipos
penales adoptados en países
de América latina
Dora Ines Munevar M.(*)
(1) Las palabras viven en el lenguaje cotidiano; algunas palabras se van alejando de su
sentido cotidiano y se va especializando su uso en el campo de lenguaje científico,
surgen entonces, los términos (Elvia María González, 2011).
(2) Un término es una palabra cuyo significado está delimitado unívocamente en
cuanto se refiere a un concepto definido. Un término es algo artificial, bien porque
la palabra misma está formada artificialmente, bien -lo que es más frecuente-
porque una palabra usual es extraída de toda la plenitud y anchura de sus relaciones
de significado y fijada a un determinado sentido conceptual. […] El término, en
la medida que es incorporado al diálogo científico, se designa como concepto, algo
que se concibe, que se representa intelectualmente, que se aleja de su cotidianidad
(Elvia María González, 2011: 137).
(3) En el concepto, […] un lenguaje artificial que siempre necesitará el lenguaje
cotidiano para ser comprendido e interpretado por otros, “por eso podemos afirmar
que la formación de conceptos está siempre condicionada hermenéuticamente por el
lenguaje hablado” (H.G. Gadamer, 2002: 84). Así es, como el “lenguaje nunca se puede
agotar en el concepto” (H.G. Gadamer, 1997: 321), ya lo habría dicho Hegel, en el
concepto se autodespliegan muchas posibilidades, y desde allí, […] podrá aportar a la
redefinición [se] puede “intentar siempre efectuar una fluidificación de todas las ofertas
196 lingüísticas” (H.G. Gadamer, 2002: 19) (Elvia María González, 2011: 138).
Dora Ines Munevar M.
establecidos por los tratados y los establecidos por los organismos especializados de
naciones unidas. Los primeros son el Consejo Económico y Social (ECOSOC), el
Consejo de Derechos Humanos y la Comisión sobre la condición Social y Jurídica
de la Mujer. Los segundos son el Comité de Derechos Humanos, el Comité sobre
los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Comité sobre la Eliminación
de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y el Comité sobre la
Eliminación de la Discriminación Racial. Los terceros son el Alto Comisionado de
las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la Organización Internacional
del Trabajo (OIT), el Fondo de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (UNESCO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) (Cfr.
198 Articulación…, 2009: 15).
Dora Ines Munevar M.
cos(16), todos nocivos para sus vidas (Dora Munévar, 2011). Estos
actos ocurridos tanto en la vida cotidiana como en las situaciones
extraordinarias de conflicto, desastre o conmoción política han sido
objeto de las discusiones internacionales más recientes en torno a la
marginalidad social derivada de la pobreza, a los mandatos culturales
y al menosprecio vivido por las mujeres en la vida social.
Cuando estas discusiones son emprendidas por las defensoras de los
derechos humanos de las mujeres, se plantean recomendaciones basa-
das en estudios sociales concienzudos, se demandan acciones concre-
tas de los gobiernos, se exige el cumplimiento de los compromisos y
se espera la renovación conceptual, teórica y empírica para confrontar
las violencias contra las mujeres. Cualquier recomendación implica el
estudio minucioso de esta realidad producida por razones de género
e inherente a las vivencias cotidianas(17), sin descuidar el análisis de la
debida diligencia por parte de los Estados(18) para garantizar a las mu-
jeres el disfrute de una vida libre de violencias con medidas directas,
expeditas y sin discriminaciones. Sin olvidar la atención oportuna y
específica en salud, la organización de servicios sociales acompañados
de campañas socioculturales para cambio de imaginarios, estereoti-
pos y sesgos de género, las investigaciones detalladas de cada muerte
y el impulso de procesos judiciales rigurosos ha de estar basado en
perspectivas feministas y de género para romper con la impunidad,
(19) Perú cuenta con dos registros para captar los hechos de feminicidio. En el
Programa Nacional contra la Violencia Familiar y Sexual del Ministerio de la
Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP) y el Observatorio de la Criminalidad
del Ministerio Público. El segundo busca documentar las muertes violentas de
mujeres, también las tentativas, como feminicidio íntimo, feminicidio no íntimo o
204 feminicidio por conexión.
Dora Ines Munevar M.
TABLA 1
MECANISMOS PARA LA ERRADICACIÓN DE LA VIOLENCIA
CONTRA LAS MUJERES EN PAÍSES DE AMÉRICA LATINA
Organismo en materia
Firma (F) y ratifica
de violencia contra las Leyes (año)
País (R) Convención de
mujeres (nivel jerár- (nombre o registro de antecedente)
Belém do Pará
quico)
Ley 26.485, 11 de marzo de 2009, ley de protección
integral para prevenir, sancionar y erradicar la violen-
cia contra las mujeres en los ámbitos en que desarro-
llen sus relaciones interpersonales. Decreto nacional
235 de 1996, reglamenta la Ley 24.417 de Protec-
06/10/94 (F) y Consejo Nacional de las ción contra la violencia familiar. Crea la Dirección
Argentina
07/05/96 (R) Mujeres (bajo) General de la Mujer como organismo que vela por
los derechos de las víctimas de violencia doméstica en
la ciudad. Ley 24.417 de 1994, de Protección con-
tra la violencia familiar, se refiere a lesiones, maltrato
físico o síquico en el grupo familiar (originado por
matrimonio o uniones de hecho).
Ley 348 de 2013, Ley integral para garantizar a las
Bolivia mujeres una vida libre de violencia. Ley 243. De-
Vice-ministerio de Igual-
(Estado creto Supremo 25.087 de 1998, reglamentaria de
09/14/94 (F) y dad de Oportunidades
la Ley contra la violencia en la familia o doméstica.
Plurinacio- 12/05/94 (R) (Ministerio de Justicia)
Ley 1678 de 1997, modifica el Código Penal para
nal de) (bajo)
incluir la violencia sexual como delito. Ley 1674 de
1995 contra la violencia en la familia o doméstica.
Ley 13.104 de 2015, tipifica el feminicidio. Ley
11.340 de 2006 (Ley Maria da Penha), define la
violencia doméstica como violación de los dere-
chos humanos. Ley 10.778 de 2004, establece la
notificación obligatoria a nivel nacional de los casos
Secretaria Especial de
06/09/94 (F) y de violencia contra la mujer que fueron atendidos
Brasil Políticas para as Mulhe-
11/27/95 (R) por los servicios de salud públicos o privados. Ley
res (alto)
10.224 de 2003, modifica el Decreto Ley 2.848
(Código Penal) de 1940. Art. 226, par. 8, Constitu-
ción Política de 1988, trata el deber del Estado de
prohibir la violencia en el ámbito de las relaciones
familiares.
Ley 20.607 de 2012, modifica el código del trabajo,
sancionando las prácticas de acoso laboral por ser
contrario a la dignidad de la persona. Ley 20.480 de
2010, modifica el código penal y la ley 20.066 so-
10/17/94 (F) y Servicio Nacional de la bre violencia intrafamiliar, establece el “femicidio”,
Chile
11/15/96 (R) Mujer (alto) aumenta las penas aplicables y reforma las normas
sobre parricidio. Ley 20.066 de 2005 (Ley de vio-
lencia intrafamiliar). Ley 19.617 de 1999, modifica
el Código Penal, el Código de Procedimiento Penal.
Ley 19.325 de 1994,violencia intrafamiliar.
Ley 8925 de 2011, amplía la oferta de servicios para
la protección y atención especializada de mujeres
en situaciones de violencia intrafamiliar. Ley 8688
de 2009, crea el Sistema nacional para la atención
06/09/94 (F) y Instituto Nacional de las y prevención de la violencia contra las mujeres y la
Costa Rica
07/12/95 (R) Mujeres (alto) violencia intrafamiliar. Decreto Legislativo 8589 de
2007, penaliza la violencia contra las mujeres como
práctica discriminatoria por razón de género e in-
corpora el feminicidio íntimo. Ley 7586 de 1996
contra la violencia doméstica.
206
Dora Ines Munevar M.
Organismo en materia
Firma (F) y ratifica
de violencia contra las Leyes (año)
País (R) Convención de
mujeres (nivel jerár- (nombre o registro de antecedente)
Belém do Pará
quico)
Ley 1761 de 2015 (Rosa Elvira Cely), crea el tipo
penal de feminicidio como delito autónomo. Ley
1639 de 2013, fortalece las medidas de protección
a la integridad de las víctimas de crímenes con áci-
do. Ley 747 de 2012, reforma y adiciona al Código
Penal. Ley 1542 de 2012, fortalece mecanismos de
Alta Consejería Presiden- protección a los derechos de las mujeres, establece
cial para la investigación oficiosa para delitos de violencia
Colombia 11/15/96 intrafamiliar e inasistencia alimentaria. Ley 1257
la Equidad de la Mujer de 2008, normas de sensibilización, prevención y
(medio) sanción de formas de violencia y discriminación
contra la mujer. Ley 975 de 2005 (Ley de justicia
y paz), garantiza la confidencialidad, el respeto y la
protección de los derechos de las víctimas. Ley 882
de 2004, aumenta la pena para el delito de violen-
cia intrafamiliar. Ley 742 de 2002, incluye delitos
relacionados con la violencia basada en el género.
207
Violencia contra las mujeres y muerte violenta por razones de género
Organismo en materia
Firma (F) y ratifica
de violencia contra las Leyes (año)
País (R) Convención de
mujeres (nivel jerár- (nombre o registro de antecedente)
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quico)
208
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País (R) Convención de
mujeres (nivel jerár- (nombre o registro de antecedente)
Belém do Pará
quico)
Ley 30.364 de 2015, para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra las mujeres y los inte-
grantes del grupo familiar producida en el ámbito
público o privado contra las mujeres por su con-
dición de tales, y contra los integrantes del grupo
familiar (por la edad o situación física como las
niñas, niños, adolescentes, personas adultas ma-
yores y personas con discapacidad). Ley 30.068
de 2015, modifica la Ley de feminicidio de 2011
Ministerio de la Mujer y
07/12/95 (F) y y reforma el Código Penal. Ley 29.819 de 2011,
Perú Poblaciones Vulnerables
06/04/96 (R) modifica el artículo 107 del Código Penal (artículo
(alto)
107: parricidio y feminicidio), define el feminicidio
íntimo (cónyuge, conviviente o persona con quien
haya mantenido relación análoga de afectividad).
Ley 27.306 de 2000, modifica el artículo 2º, que
amplía el concepto de violencia familiar a cualquier
acción u omisión que cause daño físico o sicológico,
maltrato sin lesión, inclusive la amenaza o coacción
grave o reiterada. Ley 26.260 de 1993 (Ley de Pro-
tección frente a la Violencia Familiar).
Fuente. Patrones de violencia…, 2015: 79; Jennie Dador y Jeannette Llaja, 2008: 25-26;
Glorimar Soto Romero, 2013: 182; http://oig.cepal.org/es/leyes/leyes-de-violencia
[…] es a partir del año 2000 cuando aparecen los primeros estu-
dios que sitúan el foco en México y hacen visibles los asesinatos
en Ciudad Juárez. [Julia] Monárrez (2000; 2002; 2009) aborda
decididamente este problema a partir del la traducción de Mar-
cela Lagarde del marco planteado por [Jill] Radford y [Diana]
Rusell (1992) y [Diana] Rusell (2006) en el que el feminicidio se
entiende como una consecuencia de la inequidad y de las relacio-
nes de poder entre hombres y mujeres que justifica y consiente el
abuso de los cuerpos de las niñas y de las mujeres, y su asesinato.
[…] con excepción de España y Portugal, no se han encontrado
ni en lengua española ni portuguesa trabajos que hagan referen-
cia ni a otros países del resto de Europa ni de otras regiones del
mundo (S. Boira, et al., 2015: 33).
En todo caso, son hechos que demandan la incorporación de los prin-
cipios y de los alcances del derecho penal para prevenir su ocurrencia
en la cotidianidad, investigarlos cuando suceden, enjuiciar a quienes
sean responsables e imponerles las penas correspondientes a sus actos
mediante sentencias condenatorias(21), como componente de la tipifi-
cación especial y autónoma o mediante la incorporación de agravantes
en el tipo penal de homicidio, o en el de parricidio (Centro..., 2012:
6). Son hechos denunciados de manera reiterada y documentados sis-
temáticamente por sociólogas, sicólogas, politólogas, antropólogas y
abogadas interesadas en hacer visible la impunidad, con sus efectos.
Son hechos que llevados al plano conceptual por las indagaciones fe-
ministas se conocen como femicidios, feminicidios o violencias femi-
cidas, es decir, por una denominación género-específica con la cual se
acentúa la lucha por los derechos humanos de las mujeres(22).
tipo penal género-específico ha sido lenta pero sostenida a lo largo de las últimas
décadas, tal como lo afirman Jane Caputi y Diana Russell (1990); Ana Carcedo
y Monserrat Sagot (2002); Ana Carcedo (2010); Rosa Linda Fregoso y Cynthia
Bejarano (2010); Silvia Juárez (2010); Marcela Lagarde (2008); Alba Estela
210 Maldonado (2009); Julia Estela Monárrez Fragoso (2000, 2002, 2008, 2009);
Dora Ines Munevar M.
Jill Radford y Diana Russell (2006); Diana Russell y Roberta Harmes (2006);
Monserrat Sagot (2000, 2008); Olga Amparo Sánchez (2008, 2010); Rita Segato
(s. f., 2004, 2006, 2010); Patsilí Toledo Vásquez (2008, 2009a, 2009b, 2004).
(23) Estas labores implican “reunir elementos de prueba que permitan establecer no
solo la ocurrencia de los hechos y la participación del imputado en ellos, sino que
además tender a establecer el contexto relacional en el que estos ocurren” (M. Car
Silva, 2013: 179).
(24) Según Rita Segato, existen unas dimensiones personales e impersonales de los
asesinatos, un eje de comunicación vertical entre víctima y perpetrador y otro
horizontal entre perpetrador y sus pares. En el eje vertical, se manifiestan los
principios de control sobre la víctima y la acción dirigida a conservar y reproducir
el poder patriarcal, mientras en el eje horizontal, la subordinación de la víctima
sirve como requisito para mantener la relación horizontal con los cofrades (Sabine
Maier, 2015: 68).
(25) En la mayoría de los casos la relación que una o unía a agresor y víctima era la de
matrimonio o de análoga relación de afectividad, con o sin convivencia (Teresa
Peramato, 2012).
(26) Según J. Mujica y D. Tuesta (2014: 188), ante la existencia de un “problema de
registro criminológico del fenómeno «feminicidio» y del registro de los indicadores
criminalísticos” se acude a la noción de pareja como uno de los “elementos de
registro concreto y de relativo acceso para construir una medición del fenómeno”. 211
Violencia contra las mujeres y muerte violenta por razones de género
penal del parricidio, delito agravado por el parentesco consanguíneo o por afinidad
entre los sujetos, se produce un trato discriminatorio en base al estado civil de
aquellas mujeres que sin estar casadas o en unión de hecho, mantuvieron relaciones
sentimentales con quienes se convertirían luego en sus homicidas; o para aquellas
otras que, habiendo estado casadas se convierten en ex cónyuges” (Jennie Dador y
212 Jeannette Llaja, 2008: 21).
Dora Ines Munevar M.
(31) En casos de violencias contra las mujeres, la región corporal afectada habla de
lesiones visibles, de politraumatismos y traumas faciales para que se vean aunque
se oculten, de lesiones en las extremidades para que se inmovilicen y de huellas en
los cuerpos para que no se olviden, se interioricen y se mantengan en la psiquis. En
casos de muertes violentas, se ha identificado el overkill, “un término utilizado para
definir patrones donde se inflige un número excesivo de lesiones que sobrepasan
las necesarias para causar la muerte […]. También se utiliza en circunstancias en
las que se presentan dos o más traumas, ya sean cortopunzantes, cortantes, por
proyectil de arma de fuego o por golpes severos (J. Vergel, et. al: 21). 213
Violencia contra las mujeres y muerte violenta por razones de género
(32) Oficina Regional para América Central del Alto Comisionado de las Naciones
Unidas para los Derechos Humanos(OACNUDH), con el apoyo de la Oficina
Regional para las Américas y el Caribe de la Entidad de las Naciones Unidas para
la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres).
Modelo de protocolo latinoamericano de investigación de las muertes violentas
de mujeres por razones de género (femicidio/feminicidio) (http:// www.ohchr.org/
Documents/Issues/Women/WRGS/ProtocoloLatinoamericanoDeInvestigacion.
pdf ). La Directora Regional de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe, Moni
Pizani, lo definió como “un instrumento técnico y práctico destinado a ofrecer
a los funcionarios judiciales, fiscales y policía directrices para la investigación
penal eficaz de las muertes violentas de mujeres por razones de género”, que “es
flexible y adaptable a cada país y región, y para los Estados que así avanzarán en las
obligaciones internacionales suscriptas” (María Elena Reyes, 2014: 21).
(33) Ya como norma social y jurídica, encuentra su mayor expresión en el silencio y
prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la mujer” (literal b), así como
“adoptar medidas jurídicas para conminar al agresor a abstenerse de hostigar,
intimidar, amenazar, dañar o poner en peligro la vida de la mujer de cualquier
forma que atente contra su integridad o perjudique su propiedad” (literal d). 217
Violencia contra las mujeres y muerte violenta por razones de género
(38) […] las diferentes dimensiones del principio de legalidad en materia penal, las
cuales comprenden: i) la reserva legal, pues la definición de las conductas punibles
le corresponde al Legislador y no a los jueces ni a la administración ii) la prohibición
de aplicar retroactivamente las normas penales, por lo que un hecho no puede
considerarse delito ni ser objeto de sanción si no existe una ley previa que así lo
establezca, salvo el principio de favorabilidad; iii) el principio de legalidad en
sentido estricto denominado de tipicidad o taxatividad, exige que las conductas
punibles no solo deben estar previamente establecidas por el Legislador, sino que
deben estar inequívocamente definidas por la ley, por lo que la labor del juez se
limita a la adecuación de la conducta reprochada a la descripción abstracta realizada
por la norma (Sentencia C-297/16: 2).
(39) […] la determinación de estas circunstancias particulares en el inciso acusado
(41) Las juristas plantean divergencias en relación con los componentes que integran el
tipo penal mientras las investigadoras de áreas sociales, humanas y políticas hacen
énfasis en reconstruir las circunstancias de género, así lo decíamos en un trabajo
previo (Dora Munévar, 2012), y así puede leerse en Roxana Arroyo Vargas (2011);
Susana Chiarotti (2011); Lucila Larrandart (2010); Elena Larrauri (2010); Alba
Estela Maldonado (2009); María Luisa Maqueda Abreu (2006); Red Chilena
contra la Violencia Doméstica y Sexual (2009); Rita Segato (s.f., 2006,); Patricia
Jiménez y Katherine Ronderos (2010); Patsilí Toledo Vásquez (2008, 2009a,); Olga
Amparo Sánchez (2010).
(42) La violencia contra las mujeres no es solo un problema de criminalidad o de
Si bien en los países que han optado por implantar el tipo penal autó-
nomo se han descrito diferentes condiciones contextuales para confi-
gurar el hecho punible y determinar la intención letal, las anotaciones
críticas se mantienen casi inalterables desde su tipificación inicial. Si
se ha optado por el uso insistente del término feminicidio para refe-
rirse al homicidio de una mujer por razones de género, es porque esta
alternativa obliga a las partes involucradas en la investigación penal a
analizar el contexto en el que sucedió la conducta punible. Además,
requiere tener en cuenta sus nexos con el móvil o la intención homi-
cida, y, sobre todo:
[…] permite subrayar el carácter político y social de las vio-
lencias en contra de las mujeres e interpretar dichos crímenes
en contextos de relaciones de opresión y subordinación entre
varones y mujeres en el ámbito público y en el privado, y de-
terminar la responsabilidad del Estado (Olga Amparo Sánchez,
2010: 23).
Aunque se mantengan los debates en torno a la denominación del
tipo penal, en estos países se están usando los conceptos de femicidio
y feminicidio, por sus anclajes políticos(43) (mapa 1, mapa 2), y porque
“una de las demandas del movimiento feminista ha sido la tipificación
de este fenómeno en la legislación penal interna” (Jennie Dador y
Jeannette Llaja, 2008: 10). También se está usando el concepto de
homicidio agravado por sus arraigos punitivos en un país (mapa 3). Y,
finalmente, las descripciones del tipo penal varían según el país; han
sido establecidos los conceptos de femicidio(44) en Chile, Costa Rica,
220 asesinatos de las mujeres como resultado extremo de la violencia, tanto en el ámbito
Dora Ines Munevar M.
privado como en el público, y ocurre porque, según Rita Segato, se trata de una
infracción en la que han incurrido las mujeres a dos normas del patriarcado, el
control o posesión sobre el cuerpo femenino y la superioridad masculina.
(45) El concepto “feminicidio”, implica la vulneración de los derechos humanos de
Mapa 1.
Femicidio en países de América Latina, 2007-2015
Guatemala, 2008
Honduras, 2013 Decreto 22-2008
Decreto 23-2013 Ley contra el femicidio y otras formas de
Reforma del Código Penal violencia contra la Mujer
Ecuador, 2014
Código Orgánico Integral Penal
(COIP)
Reforma del Código Penal
Nicaragua, 2012
Ley No. 779
Ley Integral contra la
violencia hacia las Mu-
jeres
Panamá, 2013
Ley 82
Reforma del Código Penal
Chile, 2010
Ley 20.480
Reforma del Código Penal (artículo 390) y
de la Ley 20.066 sobre violencia intrafami-
Fuente: elaboración propia. liar
222
Dora Ines Munevar M.
Mapa 2.
Feminicidio en países de América Latina, 2007-2015
México, 2012
Decreto por el que se reforman
y adicionan diversas disposicio-
nes del Código Penal Federal
El Salvador, 2010
Decreto 520
Ley Especial Integral para una Vida Li-
bre de Violencia para las Mujeres Venezuela, 2007
Ley orgánica sobre el
derecho de las mujeres
a una vida libre de vio-
lencia
Colombia, 2015
Ley Rosa Elvira Cely o
Ley 1761 de 2015, por la
cual se crea el tipo penal
de feminicidio como deli-
to autónomo
Perú, 2013
Ley 30.068
Modificación de la Ley de
Feminicidio de 2011 y re-
forma del Código Penal
Brasil, 2015
Ley 13.104
El feminicidio como
circunstancia
del homicídio
Bolivia, 2013
Ley No. 348 del 9 de marzo
Ley Integral para garantizar a las
mujeres una vida libre de violencia
223
Violencia contra las mujeres y muerte violenta por razones de género
Mapa 3.
Homicidio agravado en países de América Latina, 2007-2015
Argentina, 2012
224
Dora Ines Munevar M.
226
Tabla 2.
Femicidio según país, norma y vigencia
País Nombre de la norma Año, enfoque Tipo penal adoptado Elementos del delito Vigencia
Chile Ley 20.480 2010 Femicidio (íntimo). Refor- Si es o ha sido la cónyuge o convi- Publicada el 18 de diciembre de 2010, vigente el día
Reforma del Código Penal Enfoque penal ma: delito de parricidio en viente de su publicación (principio de vigencia inmediata de
(artículo 390) el Código Penal. Crímenes la ley)
y delitos contra las perso-
y Ley 20.066 sobre violencia in- nas.
trafamiliar
Costa Rica Art. 21, Ley No. 8.589 2007 Femicidio (íntimo). Tipo En relación de matrimonio o en unión Publicada y vigente a partir del 30 de mayo de 2007
Ley de Penalización de la Violen- Enfoque penal penal autónomo de hecho
cia Contra las Mujeres Violencia física
Ecuador Código Orgánico Integral Penal 2014 Femicidio Como resultado de relaciones de po- Entrará en vigencia en ciento ochenta días contados a
(COIP) Enfoque penal Tipo penal autónomo der en cualquier tipo de violencia, por partir de su publicación en el Registro Oficial: 10 de
Reforma del Código Penal el hecho de ser mujer o por condición febrero de 2014
de género
Guatemala Decreto 22-2008 2008 Femicidio Contexto de relaciones Publicada el 7 de mayo de 2008, vigente 7 días después
Ley contra el femicidio y otras Enfoque trans- Tipo penal autónomo desiguales de poder entre hombres y de su publicación (15 de mayo de 2008)
formas de violencia contra la versal Delitos y penas mujeres, en ejercicio del poder de gé-
Mujer nero en contra de las mujeres
Honduras Decreto 23-2013 2013 Femicidio Por razones de género con odio y me- Publicado el 6 de abril de 2013, en vigencia 20 días
Reforma del Código Penal, agre- Enfoque penal Tipo penal autónomo nosprecio por su condición de mujer después de su publicación
ga el artículo 118A, e incorpora la
figura del femicidio
Nicaragua Ley No. 779 2012 Femicidio Relaciones desiguales Publicada el 22 de febrero de 2012, vigente 120 días
Ley Integral contra la violencia Enfoque trans- Tipo penal autónomo. de poder, ya sea en el ámbito público después de su publicación (junio de 2012)
hacia las Mujeres y de Reformas versal Delitos de violencia contra o privado
a la Ley N° 641, “Código Penal” las mujeres
Panamá Ley 82 2013 Femicidio Por causa de Esta Ley comenzará a regir a los dos meses de su pro-
Reforma del Código Penal Enfoque trans- Tipo penal autónomo discriminación o mulgación (a los veintiún días del mes de octubre del
versal año dos mil trece)
cualquier otra forma de violencia
Venezuela (Re- Ley de reforma de la ley orgánica 2014 Femicidio Por odio o desprecio a su condición Veinticinco días del mes de noviembre de dos mil ca-
pública Boliva- sobre el derecho de las mujeres a Enfoque trans- Tipo penal autónomo de mujer torce
riana de) una vida libre de violencia versal En el contexto de relaciones de domi-
nación y subordinación basadas en el
género
Fuente. Cepal, Observatorio de igualdad de género de América Latina y el Caribe; UNETE (s.f.: 48); Cepal, 2014: 71; Fiscalía General, 2016: 13
(*) Reforma del Código Penal (artículo 107 y 108-B). Ley que modifica el artículo 107º del Código Penal incorporando el delito de Feminicidio (Ley Nº
29819). Ley que incorpora el artículo 108º-A al Código Penal y modifica los artículos 107º, 46-B y 46-C del Código Penal y el artículo 46 del Código de
Dora Ines Munevar M.
Ejecución Penal, con la finalidad de prevenir, sancionar y erradicar el Feminicidio (Ley Nº 30068).
227
228
Tabla 3.
Feminicidio según país, norma y vigencia
País Nombre de la norma Año Tipo penal adoptado Elementos del delito Vigencia
Ley No. 348 del 9 de marzo 2013
Bolivia (Estado Feminicidio. Tipo penal Ampliado en nueve Vigente desde el día de su publi-
Ley Integral para garantizar a las muje- Enfoque transver- autónomo cación
Plurinacional de) circunstancias
res una vida libre de violencia sal
Por violencia domestica y
familiar; por
Feminicidio. Tipo penal Entra en vigor en la fecha de su
Brasil Ley 13.104 del 9 de marzo 2015 (marzo) menosprecio o discrimi-
autónomo publicación, el 9 de marzo de 2015
nación relacionada con la
condición de mujer
Promulgada el 6 de julio de 2015;
Ley Rosa Elvira Cely o Ley 1761 de Motivos de género y dis-
rige a partir de esta fecha y deroga
2015, por la cual se crea el tipo penal criminación. Por su con-
Feminicidio. Tipo penal el numeral undécimo del artículo
Colombia de feminicidio como delito autónomo. 2015 (julio) dición de ser mujer o por
autónomo 104 del Código Penal - Ley 599 de
Arts. 104A y 104B, tipo penal y circuns- motivos de su identidad
2000, y demás disposiciones que
tancias de agravación de género
le sean contrarias
Decreto 520 2010 Feminicidio. Tipo penal Motivos de odio o menos-
autónomo. Vigente a partir del 1 de enero de
El Salvador Ley Especial Integral para una Vida Li- Enfoque transver- precio por su condición de
2012
bre de Violencia para las Mujeres sal Delitos y sanciones mujer
Decreto por el que se reforman y adi-
cionan diversas disposiciones del Có-
México digo Penal Federal, de la Ley General Feminicidio. Tipo penal
2012 Reforma de fecha 13 de junio de
Reforma del Códi- de Acceso de las Mujeres a una Vida autónomo.
Enfoque transver- Por razones de género 2012, vigente a partir del 15 de ju-
go Penal Federal Libre de Violencia, de la Ley Orgánica Delitos contra la vida y la
sal nio de 2012
(artículo 325) de Administración Pública Federal y de integridad corporal
la Ley Orgánica de la Procuraduría Ge-
neral de la República
Feminicidio. Reforma: Ley Nº 29819, publicada el 27 de
Ley 30.068 delito de parricidio en el Matar a una mujer por su diciembre de 2012.
2013 condición de tal; amplía
Perú Modificación de la Ley de Feminicidio Código Penal. Ley N° 30068, publicada el 18 de
Enfoque penal el feminicidio restringido a
de 2011 y reforma del Código Penal(*) Delitos contra la vida, el julio de 2013, vigente desde el día
Violencia contra las mujeres y muerte violenta por razones de género
pareja o ex-pareja
cuerpo y la salud siguiente de su publicación.
Fuente. Cepal, Observatorio de igualdad de género de América Latina y el Caribe; UNETE (s.f.: 48); Cepal, 2014: 71; Carla Elizabeth Escobar Cubias, Rebeca
Saraí González Maravilla y Iivania Beatriz Navarro N. (2014: 125-130); Fiscalía General, 2016: 13
Dora Ines Munevar M.
Tabla 4.
Homicidio agravado según país, norma y vigencia
País Nombre de la norma Año Tipo penal Elementos del Vigencia
adoptado delito
Argen- Ley 26.791 2012 Homicidio En todos los ca- Promulgada el 11 de di-
tina Modificación del Có- agravado. sos de homicidio ciembre de 2012; publi-
digo Penal. Sustituye Agravante en que mediare cada el 14 de diciembre
los incisos 1) y 4) del violencia de gé- de 2012
artículo 80º del Códi- nero
go Penal e incorpora
los incisos 11) y 12)
del artículo 80º del
mismo cuerpo norma-
tivo
Fuente. Cepal, Observatorio de igualdad de género de América Latina y el Caribe; UNETE (s.f.: 48);
Cepal, 2014: 71; Fiscalía General, 2016: 13
***
desde sus basamentos. A la vez, estos mismos discursos, con sus acciones
comprometidas, están intensificando las resistencias de quienes histórica-
mente han quedado fuera de la titularidad y del ejercicio de sus derechos,
a sabiendas de que el derecho penal no es el único campo que ofrece los
recursos requeridos para construir los cambios estructurales indispensables
en el proceso de juzgamiento y sanción de quienes han incurrido en la rea-
lización de cada tipo penal adoptado como autores de las muertes violentas
de las mujeres.
BIBLIOGRAFÍA
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primer pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia en torno al
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Astrid Patricia Pinto Molina (2008). Iniciativas para romper el silencio
e identificar la ruta crítica. Avances. “Más allá de la violencia intrafa-
miliar: análisis en la perspectiva de género de los itinerarios de salud
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Violencia contra las mujeres y muerte violenta por razones de género
236
LA NATUR ALEZA DEL DERECHO
PENAL INTERNACIONAL(*)
Yenifer Suárez Díaz(**)
INTRODUCCIÓN
El establecimiento de un Tribunal de carácter internacional para la
investigación y persecución de los máximos responsables de delitos que
conmueven la conciencia de la humanidad por su afectación a bienes jurí-
dicos considerados esenciales en la configuración de un armonioso mosai-
co internacional, se realiza a partir del desarrollo de un mundo globalizado
en el cual las fronteras del Estado-nación se diluyen y se establece un nue-
vo orden internacional. Sin embargo, como producto de este contexto se
aplica el derecho como mecanismo a través del que se impone un castigo a
los responsables lo que ha significado la discusión por la naturaleza del de-
recho penal en ese ámbito global, sin que hoy existan estudios de carácter
criminológico sobre el derecho penal internacional sino que se ha dejado
en el plano político y económico.
que habían existido sobre los tribunales ad-hoc creados para la antigua
Yugoslavia y para Ruanda, formados por el Consejo de Seguridad de la
ONU como mecanismo internacional para la condena penal de los actos
de genocidio perpetrados en tales territorios en la década de los 90.
Las problemáticas y cuestionamientos se dieron, empezando porque
la indagación y análisis de la calidad de estos tribunales no había sido de re-
levancia, ya que la posguerra había sido únicamente destinada a analizar la
bipolaridad del mundo y porque resultaban acciones realmente novedosas
en el ámbito del derecho internacional, ahora con una visión de carácter
punitiva y sin un conflicto de magnitud semejante y coexistente con los
procesos de investigación y condena.
Sobre este punto, es donde efectivamente se observan mayores cues-
tionamientos legales que políticos, filosóficos o sociológicos. En relación a
lo que habían sido los principios del derecho penal liberal, es decir, aque-
llos que Beccaria en 1828 había formulado como límite al poder puniti-
vo, referidos a la legalidad, imparcialidad judicial, mínima intervención,
proporcionalidad de la pena y racionalidad de la misma los Tribunales de
Núremberg, Tokio y Lejano Oriente surgían con posterioridad a los he-
chos ocurridos durante la guerra y lo mismo para los tribunales ad hoc,
dejando de lado la irretroactividad del derecho penal, denominándose este
como el defecto congénito de los orígenes de la justicia penal internacional
(Ambos, 2010, p. 238) y de allí una de sus principales críticas.
También fue cuestionada la imparcialidad de los mismos, al haber
sido reiteradamente refutada por tratarse de la impartición de justicia por
parte de los vencedores sobre los vencidos, anulándose la presunción de
inocencia desde el inicio de la investigación sobre crímenes presuntamente
cometidos, como quiera que el catálogo de crímenes era diseñado a partir
de lo ocurrido y en consecuencia se presumía la culpabilidad de los llama-
dos al proceso.
Por más que pueda decirse que la institucionalización de la Corte Pe-
nal Internacional representó un avance en el desarrollo de tales principios
para su salvaguarda, no es del todo cierto, porque de un lado se permite
una amplitud discrecional a la Fiscalía y a los jueces que participan en
cada una de las Salas, ya que en últimas se trata de un intento por replicar
parte del derecho doméstico en un organismo internacional. Por ejemplo
se pretendió que el aspecto procesal fuera de carácter adversarial desarro-
llado a través de las enmiendas a las Reglas de Procedimiento y Prueba y
240 el anteproyecto del Estatuto de Roma tal y como se había aplicado en los
Yenifer Suárez Díaz
la realización de una acción contraria a la Ley pero que posee tal magnitud
para afectar a la sociedad en su conjunto.
Los anteriores elementos representan en sí mismos la dificultad para
la precisión conceptual de cualquier disciplina del derecho, no obstante,
como se indicó en la introducción general se hará uso de un método a
través del cual se descompongan las diferentes categorías en variables, eva-
luando y analizando cada una en detalle de modo tal que con el esclareci-
miento de cada una de éstas se pueda dar respuesta completa y concreta a
los sub problemas de investigación.
En ese sentido, este capítulo se dividirá en tres apartados con los que
se arribará a la conclusión sobre cada uno de los elementos del derecho
penal, de tal modo que en el primero se partirá desde la perspectiva del de-
recho, que significa el analizar la categoría de derecho desde las diferentes
teorías que han pretendido dar una explicación, tomando partido en una
y de allí derivar en el segundo aparte en el cual se estudiarán los principios
del derecho penal sustancial que permiten indicar cuál es el objeto y el
sujeto de investigación de éste para finalmente revisar los principios proce-
sales del derecho penal, con lo que se dará respuesta al procedimiento que
se realiza al interior del mismo.
Estos elementos una vez limitados, serán confrontados con los del
derecho internacional público de tal modo que se determine la conclusión
final sobre el derecho penal internacional, comparando cada uno de ellos
en las disciplinas objeto de la investigación.
adecuada para el derecho penal era dejar penetrar las decisiones valorativas
político-criminales en el sistema del derecho penal (Roxin, 2015, p. 49),
también acudió a la revisión de la necesidad y fines de la sanción penal en
la concepción del delito, cuestionando incluso la funcionalidad del dere-
cho penal dentro de la sociedad, sin embargo los elementos correspondien-
tes a la sanción penal se desarrollan en el acápite dispuesto para ello.
Lo anterior no significó que se dejaran de lado las categorías dog-
máticas desarrolladas por las escuelas precedentes, sino que representó su
valoración y evaluación desde los aspectos político criminales y el cuestio-
namiento del derecho penal, resumiéndose la concepción del delito en la
existencia de responsabilidad penal cuando existe una acción injusta (típica
y antijurídica), en la cual no haya una causal de exclusión de responsabili-
dad (culpabilidad) y sea necesaria la imposición de una pena (Daza, 2009).
Ahora en lo que respecta al funcionalismo radical de Günter Jakobs,
se tiene que éste parte de las teorías sistémicas de Luhmann, que conside-
ra a la sociedad como un sistema complejo al interior del cual se obser-
van diferentes subsistemas y que requieren de su constante comunicación
para su correcto mantenimiento; de allí Jakobs fundamenta su teoría para
considerar que el delito requiere que la norma que se ha quebrantado sea
confirmada a través del derecho penal (como se explica por Hegel tam-
bién), lo que significa que se pretende la protección no de bienes jurídicos
sino del sistema normativo (Jakobs, 1998), siendo a través de la conducta
humana que se crea un riesgo no permitido dentro de la sociedad, lo que
implica un quebrantamiento de las expectativas normativas que se tienen
del comportamiento humano de acuerdo al rol exigido al sujeto al interior
de la sociedad.
Por otra parte, en lo que atañe a las teorías criminológicas, frente al
rompimiento de la causalidad y la pérdida de fuerza discursiva del para-
digma etiológico, surge el interaccionismo simbólico que va a cuestionar el
poder en el proceso de definición del delincuente y el delito, su objeto de
estudio entonces, serán los mecanismos sociales que definen un comporta-
miento y cómo reaccionan los sujetos definidos (Pavarini, 2002, p. 127),
el interaccionismo indica que la una vez la sociedad etiqueta (labelling ap-
proach) a un individuo como delincuente, lo controla, lo juzga, lo condena
y lo castiga lo que conlleva a acentuar su consciencia como criminal y
refuerza su conducta de la misma manera.
El interaccionismo abrió la puerta para las posteriores teorías, ya que
desde la sociología del conflicto se comprendía la sociedad como producto 257
La naturaleza del derecho penal internacional
1.3 Conclusión.
De todo lo considerado previamente, se tiene que para facilitar la de-
limitación y diferenciación del derecho penal, se realizó un análisis de cada
uno de los principios con el fin de establecer el objeto, método, sujetos,
procedimiento y sanciones, lo que significó la revisión de las discusiones
más relevantes al interior de cada uno de los elementos descritos.
De donde deriva, en primer lugar que el derecho penal como conjun-
to normativo a través del cual se impone una sanción a los sujetos indi-
viduales por la lesión a un bien jurídico, corresponde al derecho público,
en tanto la aplicación de la norma está a cargo del Estado, siendo su deber
la salvaguarda de los intereses públicos y la protección de bienes jurídicos
que permitan el desarrollo armonioso de la convivencia y el sentimiento de
seguridad jurídica de los habitantes de la nación (Zaffaroni, 2002, p. 32),
esto es lo que se denomina el ius puniendi, en otras palabras, la facultad y
obligación del Estado de emplear los recursos dispuestos normativamente
para la imposición de la sanción sobre aquél que lesione o ponga en peligro
la coexistencia social.
Ahora, en lo que respecta a la definición del objeto del derecho penal,
se hizo alusión en primer lugar a la conceptualización del delito como ele-
mento sobre el cual recaía la investigación del derecho penal, no obstante
para llevar a cabo tal proceso fue preciso considerar que dentro de la for-
mación y conceptualización del delito intervienen otras áreas tales como
la criminología y en consecuencia lo que se ha llamado la política criminal
que para autores como Lola Aniyar son materias inescindibles. Tal uso
interdisciplinario en la determinación del objeto, permitió el recorrido no
exactamente cronológico pero si temático sobre la evolución del noción de
262 delito, con lo que se concluye que el centro del análisis del derecho penal
Yenifer Suárez Díaz
sideran producto de la voluntad del Estado. Sin embargo cada una de las
indicadas tiene sus propias vertientes teóricas para la justificación de su
argumentación. Dividiéndose la teoría negacionista en tres vertientes, que
consideran el derecho internacional como: (i) política de fuerza; (ii) moral
internacional y (iii) sistema jurídico sui generis o imperfecto (“Teorías so-
bre el Fundamento Jurídico del Derecho Internacional,” 2013).
En ese orden, se tiene que dentro de la primera teoría los principales
representantes fueron Hobbes, Spinoza y Lasson, quienes despojaron al
derecho internacional de cualquier carácter obligatorio (Truyol, 1958, p.
59), como quiera que se trasladaba el Estado de naturaleza de los indivi-
duos a los Estados, es decir, el derecho natural de actuar en un todos contra
todos, infiriendo que si bien en el derecho local existía la posibilidad de un
legislador, en el ámbito internacional no existía tal posibilidad porque no
existe un órgano legislativo supraestatal que pudiese imponer el derecho
como norma. Lo que a la postre representa la actuación independiente y
egoísta de los Estados que actúan de acuerdo al interés nacional.
Dentro de esta misma corriente, Spinoza incluyó la potencia como
elemento relevante en la construcción de instituciones internacionales,
pero que revela por qué éstas no poseen un carácter vinculante, ya que se
continúa considerando a los Estados dentro de un Estado de naturaleza,
desde una visión fatalista y reduciendo el derecho al poder (Domínguez,
1994, p. 17), en otras palabras, el Estado actúa en el marco internacional
hasta tanto su poder se lo permita y los acuerdos que se pacten entre Esta-
dos se modificarán conforme a la transformación de la relación de poder.
En un mismo sentido de negación pero con una perspectiva menos
fatalista, se encuentran los autores que consideran el derecho internacional
como producto de la cortesía internacional (Comitas Gentium), donde se
sigue negando la vinculatoriedad, por ser producto de la moral internacio-
nal ya que las decisiones que se adoptan se avalan por la opinión pública y
no por un poder y porque no existe un poder coercitivo capaz de imponer
la normativa (Sánchez, 2010, p. 32), teoría que en relación con lo descrito
en el aparte referido a la perspectiva del derecho se adscribe al positivismo
jurídico.
Así mismo, el pensamiento de Puchta marca esta teoría, teniendo en
cuenta que dentro de las teorías jurídicas dio especial valor a la jurispru-
dencia y al sistema de fuentes, haciendo alusión a la costumbre como me-
dio de conocimiento de la opinión jurídica (Von Ihering, 1881, p. 9),
266 pero no como un producto jurídico que pudiese vinculara a las partes que
Yenifer Suárez Díaz
ser revisados desde una evaluación jerárquica sino que se deben equiparar
al derecho local.
A continuación de la teoría del derecho externo, se observa la teoría
de la autolimitación del Estado, que si bien acepta la soberanía absoluta
del Estado, considera que el único poder que puede restringir la voluntad
estatal es el propio Estado, lo que permite afirmar en primer lugar que la
diferencia entre esta teoría y la anterior, es que la voluntad del Estado en
la primera se acepta como facultad y en ésta como limitación. Al respecto
Jellinek considera que el derecho internacional está sujeto al derecho, pero
no existe más derecho que el del Estado, donde la voluntad se ha impuesto
así misma el deber de respetar el orden jurídico creado por ella y esa mis-
ma voluntad puede modificar el derecho y por consiguiente desobligarse
en cualquier momento de una obligación internacional (Andaluz, 2005,
p. 78).
En contraposición de la anterior teoría, pero bajo la misma línea de
una voluntad unilateral, se encuentra la posición respecto de la cual el
derecho internacional se cimienta sobre denominados derechos fundamen-
tales del Estado, afirmando que cuando el Estado dispone su voluntad en
un acuerdo con otros Estados, no puede desobligarse por solo su propia
voluntad, porque de cualquier modo su voluntad se encuentra sometida a
la voluntad de otros Estados (“Teorías sobre el Fundamento Jurídico del
Derecho Internacional,” 2013, p. 6), lo que repercute directamente sobre
el concepto de soberanía que para León Duguit, miembro de esta corriente
teórica, no existía porque su aceptación fáctica significaría la aceptación de
la desigualdad e imposición de unos sobre otros, por lo que la obligatorie-
dad de las normas internacionales se da en virtud de las exigencias de la
solidaridad social (Bascuñán, 1997, p. 236).
Sobre este concepto se atiende a la solidaridad del Estado como la con-
cientización de éste de sus propios deberes en un sistema interdependiente,
basado en una sociología del derecho, donde la sanción que se impone se
trata de una de naturaleza social, tal y como lo relataba Durkheim sobre la
función de la sanción como cohesión del sistema (Huertas Díaz, Durkhe-
im: La perspectiva funcionalista del delito en la criminología, 2009). En
suma, a partir de esta teoría la fuente del derecho es la costumbre en virtud
de la voluntad del Estado de garantizar y respetar ciertos derechos de sus
pares con motivo de la solidaridad que lo impulsa, cediendo ciertas liber-
tades propias y limitando algunas acciones en pro del mantenimiento de la
268 organización interdependiente.
Yenifer Suárez Díaz
como una disciplina del derecho si los actos coercitivos de los Estados, la
interferencia por la fuerza de un Estado en la esfera de los intereses de otro
Estado, son permitidos como una reacción contra un delito, es decir, como
una reacción de la comunidad internacional (Kelsen, 1952, p. 18).
Para arribar a tal afirmación se parte de la explicación Kelseniana del
derecho desde la denominada norma fundamental, que reviste ciertas ca-
racterísticas en el ámbito internacional, considerando la reiterada dificul-
tad de un órgano superior o supra estatal, para ello Kelsen diseña el camino
a través del cual se llega a la norma básica del derecho internacional que
consiste en evaluar la máxima jerarquía en el orden internacional corres-
pondiente a un tribunal que adopta una decisión con base en un acuerdo
pactado entre los Estados y que debe haber sido acatado conforme al prin-
cipio de pacta sunt servanda, proveniente de la costumbre de los Estados,
por lo que la norma fundamental tiene que ser una que considere a la
costumbre como hecho de creación jurídica, norma que se enuncia así: los
Estados deben conducirse en la forma en que han solido hacerlo (Kelsen, 1995,
pp. 439–440).
De acuerdo con lo anterior, se desprende la comprensión del derecho
fundamental no desde la costumbre sino desde la regla pacta sunt servanda,
sobre la cual Anzilotti la defiende como un principio a priori, de valor ab-
soluto, universal y abstracto (Andaluz, 2005, p. 75), al imponerse la obli-
gación a los Estados de respetar y cumplir los acuerdos pactados por ellos,
en resumen se trata de una regla que procede de la práctica de los Estados,
lo que manifiesta al derecho internacional como la expresión de la volun-
tad de éstos y que es evidenciada en los acuerdos por ellos pactos (Singh,
1970, p. 282), de donde autores como Cavaglieri derivan que sea la norma
básica de la costumbre internacional. No obstante tal teoría pierde su fuer-
za al haberse incorporado la regla en la Convención de Viena sobre el de-
recho de los tratados, perdiendo su naturaleza como fundamento (“Teorías
sobre el Fundamento Jurídico del Derecho Internacional,” 2013, p. 10).
Con la anterior exposición se concluye lo referente a las teorías sobre
la aceptación y negación de la naturaleza del derecho internacional como
derecho, dando paso a indicar lo referente a la fundamentación del dere-
cho internacional al derecho natural y la perspectiva sociológica y política.
En ese sentido, se tiene que existe la fundamentación del derecho
internacional como derecho natural o lo que se conoce como iusnaturalis-
mo, sobre el cual se adelantó un estudio previo, pero que adquiere especial
270 connotación en la explicación de la regulación internacional, con evidente
Yenifer Suárez Díaz
Sin embargo el hecho histórico que marca el origen del derecho inter-
nacional público en la modernidad ocurre con la Paz de Westfalia en 1648,
donde se establecen los aspectos que se convierten en los fundamentos de
lo que en la actualidad se entiende por derecho internacional, referidos a
la soberanía, el derecho a la no intervención en los asuntos internos, entre
otros elementos, teniendo en cuenta que la guerra de los treinta años a
la cual se le dio fin a través del citado tratado de paz, fue el momento en
donde los Estados emergentes de Europa pretendían modificar las coronas
interviniendo en los asuntos internos para mejor su posición dentro del
concierto internacional.
Adicionalmente, el Congreso de Viena intervino para detener el caos
provocado por Napoleón Bonaparte diseñando un sistema basado en el
equilibrio de poder entre las potencias europeas (Vallarta, 2006, p. 12),
definiendo el orden geopolítico que continuaría incluso estableciendo las
fronteras de Francia tal y como habían Estado previo a la Revolución Fran-
cesa. Esto implicó la imposición de normas para la regulación de la convi-
vencia interestatal, siendo importante analizar los principios generales del
derecho que se establecen para promover en general unos estándares de
vida (Zweigert & Kötz, 1998) y armonía internacional.
En consecuencia, la primera afirmación a la cual se arriba con el re-
sumido recorrido histórico realizado es que la determinación del estudio
que se pretende adelantar en el presente acápite es sobre la disciplina en la
cual el Estado cumple una función relevante y como piedra angular de la
misma, en la cual su intervención y decisiones se dirigen a la protección
del interés general, ajustándose la disciplina como una perteneciente al
derecho público.
De lo anterior se desprende desde una visión filosófica que el sujeto
(no como individuo) del derecho internacional público es el Estado como
unidad básica de la disciplina, independientemente de que en la aplica-
ción o conjunto de normas internacionales intervengan otros actores tales
como las organizaciones internacionales, los pueblos (como entidades au-
tónomas), los grupos beligerantes, entre otros. Admitiendo que el Estado
es el conjunto de poderes públicos por oposición a los ciudadanos y que
de conformidad con el artículo 1 de la Convención de Montevideo de 1933
sobre Derechos y Deberes de los Estados, para que un Estado se reconozca
como persona en el derecho internacional requiere de los siguientes ele-
mentos constitutivos: territorio, población permanente, gobierno y capaci-
dad para entrar en relación con los demás Estados, aunque esta definición 275
La naturaleza del derecho penal internacional
se, y así ha hecho y lo hará de acuerdo con las necesidades del bien común
(Truyol, 1958, p. 61).
Sobre este aparte es importante resaltar que el derecho internacional
público a diferencia del derecho interno no cuenta con una relación de
jerarquía en la creación y aplicación de las normas sino que se trata de una
relación (al menos idealmente) entre iguales, donde el creador y destinata-
rio de la norma resulta ser el mismo Estado. Esto sin perjuicio de la inclu-
sión de los individuos como sujetos del derecho internacional, que adopta
una posición un poco más amplia a las consideradas en el pasado sobre la
personalidad jurídica de los ciudadanos, aceptando que algunas normas
constituidas en el derecho internacional tienen como destinatarios a los su-
jetos, ejemplo de ello son los tratados sobre Derechos Humanos, donde se
devela como fin del derecho internacional la salvaguarda de la armonía en
las relaciones entre Estados y la protección de un orden internacional que
en la actualidad se ve transversalmente envuelto en la garantía del ejercicio
de los derechos humanos.
Así las cosas, al hacerse alusión al objeto de investigación de esta dis-
ciplina se concluye que en últimas a la regulación de las relaciones inter-
nacionales, como quiera que se acepta el alcance del derecho como un
área que pretende controlar esta clase de relaciones, que para el caso son el
modo a través del cual los Estados mantienen un cierto orden dentro del
mundo e interactúan entre ellos, constituyéndose el factor normativo en
un factor de organización social (Alvarez, 2007, p. 46). Tales relaciones
internacionales son de carácter interestatal, por lo que los demás actores
que intervienen en ellas, diferentes al Estado, no se convierten en sujetos
del derecho internacional.
A partir de lo mencionado, se puede elaborar una definición prema-
tura sobre lo que son las relaciones internacionales, reiterando, por un
lado que son interestatales y que adquieren la categoría de internacionales
porque se pueden comunicar con diferentes actores, como pueblos, orga-
nizaciones internacionales, grupos beligerantes y/o Estados y por otro lado
que éstas se enmarcan en fundamentos culturales, sociales, políticos, eco-
nómicos, incluso religiosos que se encuentran ineludiblemente marcadas
por el poder. Lo que significa puntualizar que la relación de poder es la que
determina el Estado en el concierto internacional.
Así, el análisis de las relaciones internacionales entre los Estados mo-
dernos, se desarrolla dentro del debate entre realismo e idealismo, que se
pueden clasificar en dos momentos, un “primer debate” tras su configura- 277
La naturaleza del derecho penal internacional
280
Yenifer Suárez Díaz
Sobre ese aspecto, se tiene que la Escuela del New Haven propone
un método jurídico desde la perspectiva del “decisor”, donde el derecho
es un proceso de adopción de decisiones en constante evolución y la toma
en consideración de factores políticos y sociales que reflejan los intereses
comunes replicar un fórmula desfasada en un contexto permanente muta-
ción, en últimas es una extensión de la democracia en el plano intraestatal
(De la Rasilla del Moral, 2008).
De todo lo esgrimido anteriormente, se tiene que bajo los concep-
tos de derecho internacional se tienen como sujeto de investigación en la
disciplina al Estado, que si bien, se itera, interactúa con diferentes actores
en el contexto de las relaciones internacional, ello no resta ni elimina su
protagonismo como sujeto de esta rama específica del derecho. Por otra
parte se concluye que tales procesos de interacción son las conocidas como
relaciones internacionales y sobre este aspecto se concluye que se trata del
objeto de investigación del derecho internacional y que por ende es anali-
zado desde una visión política, social y económica, en la comprensión del
orden geopolítico que se dispone entre los Estados, pueblos, organizacio-
nes y grupos beligerantes. Siendo el derecho el que regula tales relaciones
pero mediado por los factores señalados.
1.5 Conclusión.
El fundamento del derecho internacional se encuentra transversal-
mente ocupado por las discusiones filosóficas, históricas y teóricas sobre el
derecho, en el sentido de comprender lo que significa la aparición de una
regulación sobre los Estados, donde la calidad de soberano y ente superior
se presenta como uno de los elementos de mayor discusión para su signifi-
cación o no como derecho. Tal soberanía vista desde el aspecto de un ente
284 superior con la calidad de legislador y sancionador.
Yenifer Suárez Díaz
(2) Los crímenes son aquellos considerados más graves y de trascendencia para la
Comunidad Internacional. 293
La naturaleza del derecho penal internacional
(3) Sobre tal aspecto, debe hacerse claridad que si bien la CPI puede excluir la
jurisdicción sobre un individuo en razón de que haya obtenido algún tipo de indulto
o amnistía dentro de la jurisdicción nacional, una vez abierta la investigación de la
CPI, ésta verificará las condiciones del perdón procesal para evitar que se haga con
el fin de sustraer de la justicia al responsable de un crimen de la gravedad suficiente
para atacar a la comunidad internacional. 297
La naturaleza del derecho penal internacional
(4) Esto es lo que se conoce como “el dilema de Hitler como cómplice”, de acuerdo a
Javier Dondé Matute sobre la imputación de responsabilidad penal en el ámbito
300 internacional.
Yenifer Suárez Díaz
PRESUNCIÓN DE INOCENCIA
1. Se presumirá que toda persona es inocente mientras no se pruebe su
culpabilidad ante la Corte de conformidad con el derecho aplicable.
2. Incumbirá al Fiscal probar la culpabilidad del acusado.
3. Para dictar sentencia condenatoria, la Corte deberá estar convencida
de la culpabilidad del acusado más allá de toda duda razonable.
Lo anterior, implica confrontar este proceso y sus principios con los
señalados en el primer acápite sobre el derecho procesal penal general, es
decir: Nulla culpa sine iudicio, Nullum iudicium sine acusatione, Nulla ac-
cusatio sine probatione y Nulla probatio sine defensione, donde ahora se ade-
lanta un proceso cognoscitivo en la obtención de la verdad procesal y se
presume la aplicación de imparcialidad, objetividad y transparencia en la
determinación del responsable penal, es decir un proceso determinativo de
304 los hechos que consiste en la determinación de la verdad de ciertos enun-
Yenifer Suárez Díaz
PENAS APLICABLES
1. La Corte podrá, con sujeción a lo dispuesto en el artículo 110, impo-
ner a la persona declarada culpable de uno de los crímenes a que se
hace referencia en el artículo 5 del presente Estatuto una de las penas
siguientes:
a) La reclusión por un número determinado de años que no exceda
de 30 años; o
b) La reclusión a perpetuidad cuando lo justifiquen la extrema
gravedad del crimen y las circunstancias personales del conde-
nado.
2. Además de la reclusión, la Corte podrá imponer:
a) Una multa con arreglo a los criterios enunciados en las Reglas
de Procedimiento y Prueba;
b) El decomiso del producto, los bienes y los haberes procedentes
directa o indirectamente de dicho crimen, sin perjuicio de los
derechos de terceros de buena fe. 305
La naturaleza del derecho penal internacional
Por ello, a lo largo de este aparte se pretendió analizar cada uno de los
elementos que lo constituyen, en lo que corresponde a objeto, método,
sujeto y procedimiento, donde se verificó que efectivamente al analizar
cada categoría, las disciplinas señaladas se destacaban por su intervención
y relación de uno u otro modo.
En ese orden, se concluye que considerando el contexto en el cual se
desarrolla un tratado multilateral como el Estatuto de Roma, en el que as-
pectos políticos como la soberanía tienen una especial incidencia, se com-
prende que el concepto de “nueva soberanía”, significa un movimiento de
la fuerza del derecho, sus técnicas de coerción y mecanismos disciplinarios,
desde la teoría de las relaciones internacionales, pero también desde el de-
recho penal en la persecución de individuos considerados los máximos res-
ponsables de la comisión de delitos de la gravedad suficiente para atentar
contra la conciencia de la humanidad.
Así, se determinó que el derecho penal internacional tiene como obje-
to de investigación los crímenes más graves dentro de la comunidad inter-
nacional y que atacan o lesionan el armonioso mosaico al que se aspira, en
teoría, alrededor del mundo, y en aras de determinar esas acciones lesivas
se consideran como pilares de la armonía internacional, la paz, el bienestar
y la seguridad en el contexto mundial.
Sin embargo, se advirtió que adicionalmente a la tipificación y perse-
cución de ciertas conductas, bajo un proceso de selección de las acciones
violatorias de derechos humanos en situaciones de conflicto y no conflicto,
la justicia penal internacional también procura atacar y prevenir la macro-
criminalidad ya que delitos de la trascendencia que se dispusieron en los
artículo 5 a 8 del Estatuto de Roma, solamente pueden haber sido adelan-
tados por sujetos pertenecientes a grupos estatales o no con la capacidad
económica y operacional de llevarlos a cabo.
En cuanto a la relación del sujeto de investigación, se reiteró la par-
ticipación del Estado como creador del Estatuto de Roma e interviniente
en las Asambleas de Estados Parte realizadas por Naciones Unidas para la
revisión del mismo y la constante construcción del derecho penal inter-
nacional, no obstante se aclaró que la persecución se dirige al individuo,
entendido como persona natural, aceptando que la víctima desempeña un
rol fundamental, pues en últimas se pretende restituir sus derechos que
fueron afectados y garantizar su derecho de acceso a la justicia, aunque
esto no hubiese sido así siempre, pero que hoy a través de la constitución
y fortalecimiento del Fondo Fiduciario para las Víctimas empieza a tener
una mayor aplicabilidad. 307
La naturaleza del derecho penal internacional
sobre los delitos del Estatuto de Roma o bien de carácter crítico por ser
mecanismo de control y disciplina sobre individuos en el mundo y de ac-
ción política del Estado.
Por lo que al haber contratado los elementos del derecho penal con
los del derecho internacional público, a través de un proceso en el que
se desglosaron y analizaron cada uno de ellos se puede confirmar que
la naturaleza del derecho penal internacional es ser derecho penal y en
tal sentido debe considerar la criminología y la política criminal para
su desarrollo, fortalecimiento y resolución de casos prácticos, sin que
ello signifique el olvido o la omisión del derecho internacional público,
pues éste desempeña un papel esencial e importante en el andamiaje y
funcionamiento de la Corte Penal Internacional, más a un si se considera
que éste hace parte del direccionamiento y modo de acción de la política
criminal internacional.
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317
La naturaleza del derecho penal internacional
320
ii
Política Criminal
2.1
PROPUESTAS CRÍTICAS EN POLÍTICA–CRIMINAL:
Críticas generales y sectoriales
¿ABOLICIONISMO PENAL
LATINOAMERICANO?(*)
Keymer Ávila(**)
RESUMEN
En estas líneas se reflexiona sobre el abolicionismo en el actual contex-
to latinoamericano. Se parte de Latinoamérica como “tópos” deslegitima-
dor, dando un pantallazo sobre los antecedentes recientes de esta corriente
en la región y se plantea la polémica entre los abolicionismos y el castigo
PALABRAS CLAVE:
Latinoamérica, abolicionismo, centro-periferia, crímenes de Estado,
Derechos Humanos.
El 28 de enero de 2009 Louk Hulsman abandonó físicamente este
mundo para incorporarse al Olimpo reservado a los grandes maestros.
Ahora debe estar riéndose con Baratta de las diferencias construidas –por
terceros- entre el abolicionismo y el minimalismo. Con motivo de la siem-
bra del “jardinero del mundo” otros maestros me incentivaron a reflexionar
sobre el influjo y vigencia del abolicionismo en Latinoamérica.
Abordar el tema del abolicionismo es una tarea complicada en cual-
quier lugar, sin embargo, en algunos ámbitos es más difícil aún. Si en los
“centros” –en términos de Prebisch (1981)- este discurso es cuestionado,
en Latinoamérica algunos consideran que la adopción de esta corriente
para “nuestro margen” sería absurda, debido a las grandes desigualdades
sociales y los altos índices de violencia que padece la región. No obstante,
considero que estas circunstancias, lejos de constituirse en razones para
descartar el planteo abolicionista, se yerguen más bien como un impera-
tivo para repensar al abolicionismo en Latinoamérica no sólo como una
“utopía”, en el sentido más positivo e impulsador del término, tal como
hermosamente lo expresa Galeano (1993) –la utopía como horizonte(1)-;
sino sobre todo, es para nuestra América una necesidad histórica.
(1) Metáfora que parecía conocer Hulsman: “la «meta abolicionista», (…) en realidad
era (siempre fue, así lo creo) eso: una «meta», un objetivo, un norte hacia el cual
caminar; no éramos tan tontos para creernos que acabaríamos con las instituciones
324 penales en un tiempo breve” (en Rivera, 2004:208).
Keymer Ávila
(2) Sin embargo, es necesario advertir que ante los escenarios electorales de finales de
2015 los procesos de Argentina y Venezuela se encuentran frente a una de sus crisis
más significativas, entre las que se cuenta la pérdida física de sus principales líderes,
así como el desgaste de tener más de 12 y 18 años, respectivamente, en el ejercicio
del poder. Con los reveses electorales en estos países, aunado a los juicios políticos
en contra de los Presidentes de Paraguay (2012) y Brasil (2016), es posible que el
péndulo político de la región pase bruscamente de la izquierda a la derecha. Lo
que significaría un retroceso en los avances en las políticas sociales y de integración
regional que se habían logrado durante este período. 327
¿Abolicionismo penal latinoamericano?
4. COMENTARIOS FINALES
Comparto con el profesor argentino que perderse en las exquisitas
discusiones sobre las diferencias detalladas entre las distintas posiciones
críticas del sistema penal, no tiene mayor sentido, esto más bien “puede lle-
gar a inmovilizarnos o a demorar una acción que éticamente no podemos
postergar. Perdernos en esta discusión entre posiciones cuyas distancias no
son tan grandes, sería aún más absurdo que imaginar la hipótesis de que
nuestros libertadores hubiesen postergado las guerras de independencia del
continente hasta ponerse de acuerdo acerca de la posterior adopción de la
forma republicana o monárquica constitucional de gobierno, unitaria o
federal, con o sin autonomía municipal, etc.; es evidente que si se hubiesen
comportado de modo tan absurdo, el juicio histórico acerca de ellos sería
diferente” (1989.:117). El mismo Hulsman, en una entrevista realizada
por Iñaki Rivera, en 2004, comentaba sobre estas infértiles búsquedas de
diferencias: “…muchas veces he pensado que semejantes «disputas» han
sido más narradas –por otros- que personalmente vividas por nosotros
(dos, al menos) [refiriéndose a él y a Baratta]. Sandro y yo teníamos, al
final del camino, unos horizontes bastante coincidentes (…) Por otro lado,
sabíamos que no era igual hablar de la sociedad italiana que de las nórdicas.
No sé si ha habido excesiva «literatura» sobre la discusión que aludes…”(4)
Tan ciertas son estas afirmaciones que el mismo Martínez, dieciséis años
después, confesaría que Baratta le hizo objeciones a su libro de 1990: “por
haber sido «muy duro con los abolicionistas»; después me he ido conven-
ciendo de que mi profesor tenía toda la razón respecto de muchas de mis
afirmaciones a este propósito” (2006:119).
A fin de cuentas, muchas de las críticas que se le han realizado al
abolicionismo, que no son exclusivas de nuestra región, demandan de éste
soluciones concretas que ninguno de los otros enfoques críticos satisfacen
por completo. Esto hace que me vengan a la mente algunas reflexiones que
he tenido la oportunidad de escuchar directamente de algunos maestros,
ya sea durante congresos o en conversaciones informales(5), en la que des-
(4) Baratta hace unos veinte años diría en una entrevista realizada por Martínez:
“Partiendo de la hipótesis de la deslegitimación antes que de la legitimidad de la
función punitiva en nuestra sociedad, la defensa de un derecho penal mínimo no
representa una contraposición al ideal abolicionista. Por el contrario, aquella surge
de una aceptación fundamental de la premisa del programa abolicionista (…) Por
todas estas consideraciones, me parece que la clasificación basada sobre los tres
«ismos» [minimalismo, abolicionismo y neorealismo de izquierda] no corresponde
del todo a la dinámica real de las posiciones en juego al interior de la criminología
crítica” (1990b:141-145).
(5) Estos encuentros fueron los siguientes: con Zaffaroni, en el Congreso Latinoamericano
de Criminología, Sistema Penal, Derechos Humanos y Participación Ciudadana,
organizado por la Universidad Autónoma de Nuevo León, en Monterrey, México,
en 2005; con Sousa Santos en el Foro Social Mundial celebrado en Caracas,
Venezuela, en 2006; con Pavarini, en los Seminarios Internacionales del Master
334 Oficial en Criminología y Sociología Jurídico Penal (MOCSJP), en 2009 y,
Keymer Ávila
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336
Keymer Ávila
337
¿Abolicionismo penal latinoamericano?
338
Violencia, derecho y capitalismo en
condiciones de dependencia. Una
perspectiva desde la crítica jurídica
nuestr americana
Daniel Sandoval Cervantes (*)
INTRODUCCIÓN
El presente trabajo tiene como objetivo proponer una metodología,
desde la crítica jurídica, a partir de la cual sea posible analizar de una ma-
nera más adecuada la relación entre violencias (legales e ilegales), derecho y
lucha de clases en Nuestramérica. Lo anterior utilizando la metodología y
las categorías construidas por la Crítica Jurídica, especialmente, considerar
al derecho como un discurso, cuyos sentidos se determinan en las relacio-
nes de fuerzas de la lucha de clases, así como también la distinción entre
efectividad y eficiencia política de las normas jurídicas.
El escrito consta de tres partes. En la primera se analizará tanto la re-
lación que la teoría jurídica dominante de la segunda mitad del siglo XX y
la primera del XXI, ha construido entre violencia y derecho, la cual invisi-
biliza la violencia estructural de las sociedades capitalistas y su relación con
el sentido ideológico del discurso del derecho que naturaliza las relaciones
(1) Pero también se podrían señalar a Jellineck, Schmitt y Ross, por ejemplo. Esta
tendencia en la teoría jurídica encuentra su contraparte en la sociología comprensiva
de Weber; se podría decir que es una forma de concebir el derecho de la época.
(2) Si bien no forman una tendencia homogénea, a partir de H.L.A. Hart hay una
proclividad general en los juristas a pensar la violencia como un elemento secundario
en la construcción del concepto de derecho, como una garantía última de su
cumplimiento y no como un elemento constitutivo de lo que es el derecho. Esta
tendencia del discurso jurídico se presenta paralelamente a una rehabilitación de la
racionalidad jurídica, como elemento decisivo en la producción e interpretación,
340 sobre todo en sede jurisdiccional de las normas jurídicas.
Daniel Sandoval Cervantes
Ahora bien, estas contradicciones entre un derecho cada vez más hu-
manitario en el papel y una sociedad cada vez más desigual y violenta, se
agudizan en nuestra región, debido a su condición estructural de depen-
dencia, es decir, como resultado al lugar que ocupa América Latina en la
división internacional del trabajo (Marini, 2015). De manera que, a pesar
de tener sociedades más desiguales y violentas, tendemos a tener un dis-
curso del derecho tan humanitario e incluyente como cualquier otro país
del mundo, incluyendo los países no dependientes o con menor grado de
dependencia estructural. Lo cual, evidentemente, profundiza la contradic-
ción entre derecho y sociedad, e intensifica el uso ideológico del discurso
de los derechos humanos y del estado de derecho.
En América Latina se intensifica esta contradicción entre efectividad
de las normas jurídicas y su eficacia en la reproducción de las relaciones
de producción de definen a las sociedades capitalistas. No se trata de una
forma de cualitativamente distinta de construcción y aplicación del de-
recho del trabajo, sino de una intensificación de la eficacia de su sentido
ideológico que se disocia de su capacidad material de regular efectivamente
las relaciones de trabajo. De manera que, en América Latina el derecho
laboral tiende a ser sistemática y estructuralmente menos efectivo, pero su
eficacia ideológica tiende a ser más importante para la generación de las
condiciones de aceptabilidad necesarias para la reproducción de las relacio-
nes de explotación –y superexplotación, en los países dependientes— que
caracterizan al capitalista.
Lo anterior, más que ser un efecto de la corrupción –que también se
intensifica en los países dependientes—, es producto de la posición que
nuestros países ocupan en la división internacional del trabajo, es el reverso
jurídico de la posición en la división internacional del trabajo de los paí-
ses dependientes: es la condición de aceptabilidad de la superexplotación
(Marini 2015). Constituye una condición estructural para la reproducción
del capitalismo en condiciones dependientes. Sin un derecho laboral, con
un discurso más garantista que, incluso, el de los países centrales, pero una
efectividad estructuralmente mucho menor, se dificultaría construcción de
hegemonía necesaria para las condiciones de explotación dependientes.
Ahora bien, lo anterior es solamente una ejemplificación de cómo
funciona el sentido ideológico del derecho en condiciones dependientes;
en términos generales implica una magnificación del uso ideológico de las
normas jurídicas que aumenta la contradicción entre éste y su efectividad
real (por otro lado, siempre presente en el derecho capitalista, constitu-
347
Violencia, derecho y capitalismo en condiciones de dependencia
CONCLUSIONES
Sin duda, resulta de gran importancia profundizar análisis acerca de
la construcción, interpretación y efectos de conceptos como estado de de-
recho y derechos humanos tienen en la reproducción de relaciones sociales
de explotación –y superexplotación— tienen a nivel mundial y, específica-
mente, en países con economías y sistemas políticos dependientes, como es
el caso de América Latina. En este sentido, es necesario adelantar y cons-
truir metodologías que expliquen la problemática desde una perspectiva
de totalidad, interdisciplinaria y de una manera estructuralmente crítica,
es decir, que vean la construcción misma del concepto de derecho, norma
jurídica y estado de derecho, como parte integrante de la lucha de clases en
352 sociedades desiguales.
Daniel Sandoval Cervantes
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353
Violencia, derecho y capitalismo en condiciones de dependencia
354
La “Regla De R acionalidad” de la
actividad legislativa en materia
penal sobre la necesidad de disponer
r acionalmente y contener el poder
punitivo del estado
Gustavo A. Arocena(*)
RESUMEN
En este ensayo, se analiza detenidamente lo que el autor denomina la
“regla de racionalidad” en la actividad del Estado, con el propósito de de-
terminar sus implicancias respecto del poder punitivo. Para ello, se estudia
el concepto de “racionalidad penal” del Estado en relación con su Poder
Ejecutivo, su Poder Judicial y su Poder Legislativo. Finalmente, el texto
focaliza su atención en la actividad legislativa del Estado en materia penal,
donde el jurista advierte los mayores niveles de irracionalidad.
PALABRAS CLAVE
Derecho Penal, racionalidad del Estado, poder punitivo.
ABSTRACT
In this essay, the author analyzes meticulously what he names “rule of
rationality” in the activity of the State, in order to determine his implica-
tions respect of the punitive power. With this purpose in mind, the writer
studies the concept of “criminal rationality” of the State in relation with its
Executive Power, its Judicial Power and its Legislative Power. Finally, the
text detains its attention on the legislative activity of the State in criminal
matters, where the jurist finds major levels of irrationality.
DESCRIPTORS
Criminal law, rationality of the State, punitive power.
I
1. En 1821, en sus Principios de la filosofía del Derecho, Hegel aseveró
que el Estado “…es lo racional en y por sí”(1). De esta forma, abriendo el
camino hacia la configuración conceptual del Estado de Derecho y la dis-
cusión sobre la posibilidad de su realización histórica, planteó la cuestión
clave de la modernidad, esto es, la coexistencia pacífica(2).
Según la paradigmática visión moderna del mundo, éste es una tota-
lidad esencialmente ordenada, por lo que la consecución de la pacífica
convivencia humana habría de procurarse por medio de una “planifica-
ción” ordenada de la sociedad. Como explica Bauman, en la concepción
moderna del mundo, la presencia de un patrón de distribución despareja
de las probabilidades permite un tipo de explicación de los acontecimien-
tos que –si es correcta- es simultáneamente una herramienta de predicción
y –si los recursos requeridos son accesibles- de control(3). El Estado, así,
aparecería como una instancia idónea para lograr, a través de su acción
ordenadora, el aseguramiento de la coexistencia pacífica.
“racionalidad comunicativa” que permite acceder al mundo del sentido, esto es,
al mundo de los sistemas que, como tales, actúan como formas de comunicación
con un sentido que precede al individuo.
(11) V. GÓMEZ, Claudio D., Constitución de la Nación Argentina. Comentada –
Zaffaroni, Alagia y Slokar, o sea, como equivalente a “entes activos” (que actúan)
–v. ZAFFARONI – ALAGIA – SLOKAR, Manual, cit., p. 6-. 359
La “Regla de Racionalidad” de la actividad legislativa en materia penal...
concretas, que tiene lugar, primeramente, a través de las agencias policiales que
detectan a una persona a la que se atribuye la realización de cierto acto criminalizado
primariamente, y que prosigue, luego, ante la agencia judicial, que investiga a dicho
individuo, lo juzga y, si corresponde, lo castiga. 361
La “Regla de Racionalidad” de la actividad legislativa en materia penal...
II
1. La febril proliferación de normas jurídico-penales que ha caracteri-
zado a la legislación de los últimos años y la expansión del Derecho crimi-
nal que ella ha traído aparejada ponen en evidencia la necesidad ineludible
de escudriñar el fenómeno en términos de, justamente, “racionalidad legis-
lativa”.
Dicho con otras palabras, corresponde analizar el problema de la jus-
tificación racional de la decisión legislativa relativa a la creación de una
disposición legal penal sustantiva.
El problema consiste, pues, en establecer qué criterios son admisibles
para reconocer como “racional” la sanción de una nueva regla que ensan-
cha el ámbito de la criminalización primaria o que agrava las consecuencias
jurídicas de determinado delito.
Por lo demás, una regla de racionalidad de la legislación penal tal
como la que aquí propongo resulta razonablemente exigible -incluso con
arreglo a un standard de racionalidad equiparable al que se predica respecto
de la jurisdicción(17)- en el marco de las peculiaridades que exhibe el orde-
namiento penal en un Estado de Derecho.
(17) En su teoría del garantismo penal, Ferrajoli postula un modelo cognoscitivo del
proceso penal que, en cuanto tal, confiere “...un fundamento y una justificación
específica a la legitimidad del poder judicial y a la validez de sus pronunciamientos,
que no reside ni en el valor político del órgano judicial ni en el valor intrínseco
de justicia de sus decisiones, sino en la verdad, inevitablemente aproximativa o
relativa, de los conocimientos para cuya adquisición resulta idóneo y que asume en
concreto como base de sus pronunciamientos” (v. FERRAJOLI, Luigi, Derecho y
razón. Teoría del garantismo penal, 2ª edición, traductores varios, Madrid, Trotta,
1997, p. 542). Es, justamente, a partir de esa fundamentación sobre la verdad
que propone y que erige en la fuente de legitimación específica de la jurisdicción
penal en un estado de derecho, que el jurista concluye del siguiente modo: “A
362 diferencia de cualquier otra actividad jurídica, la jurisdiccional, en el estado de
Gustavo Arocena
(29) Vid. TAMARIT SUMALLA, Josep Mª, “Política criminal con bases empíricas en
España”, en Política Criminal, nº 3, 2007, pp. 15 y 16. La negrita nos pertenece.
(30) Para una noción semejante de “racionalidad teleológica”, v. ATIENZA, Manuel,
(32) LINARES, Juan F., Razonabilidad de las leyes. El “debido proceso” como garantía
innominada en la Constitución Argentina, 2ª edición, Buenos Aires, Astrea, 1970,
pp. 130 y 131, con negrita que no obra en el original.
(33) Cfr. LAPORTA, Francisco J., “Materiales para una reflexión sobre racionalidad y
368 crisis de la ley”, en Doxa, n° 22 (1999), pp. 321-330, disponible en World Wide
Gustavo Arocena
exigencias necesarias para poder dar por probada la eficacia del Derecho
penal”(36).
6. Sintetizando, cabe manifestar que el mandato de racionalidad al
que debe ajustarse el legislador penal exige que éste acomode su actividad a
un liminar principio de utilidad de la intervención penal, según el cual
aquél ha de ordenar la tarea que define su rol –como encargado de sancionar
la ley- de acuerdo a la aptitud de la ley criminal para el cumplimiento de su
función instrumental de eficaz protección de bienes jurídico-penales.
La importancia de esto no parece menor, frente a la afirmación (tan
preocupante como incontrovertible) del ocaso de este principio de utilidad
del control penal al que asistimos en los tiempos que corren, en los que “...
la praxis político-criminal de las diversas legislaciones ...a menudo aparece
alejada de los paradigmas de una auténtica Política Criminal regida por la
síntesis coherente de fines preventivos y aspiraciones garantísticas”(37).
Es ya un lugar común –dice Silva Sánchez- “…aludir a la proliferación
de preceptos que, habiendo perdido –si es que alguna vez la tuvieron- toda
aptitud para el cumplimiento de funciones instrumentales de protección de
bienes jurídico-penales, se limitan a desempeñar un mero papel simbólico,
hecho que un sujeto quede atrapado por las redes de las instancias de
aplicación del sistema penal y culmine cumpliendo una pena en una
prisión. Se trata de evidencia empírica que torna razonable afirmar que,
en buena medida, la criminalización secundaria no es tanto resultado del
delito sino de la vulnerabilidad, o sea, de la particular disposición del autor
a la criminalización, en especial en los casos en que la misma obedece a
un estado de vulnerabilidad alto (estrato social, instrucción, vecindario,
caracteres físicos, edad, género, etcétera). En efecto, una elemental carac-
terización del estereotipo del sujeto que habita las cárceles argentinas
lo muestra como una persona que comete delitos en forma desmañada
–conforme lo certifica la importante cantidad de hechos sorprendidos en
flagrancia- y que se trata de un hombre joven, soltero, con escasa ins-
trucción, desocupado y sin capacitación laboral, que comete delitos
contra la propiedad –en su mayoría, robos, hurtos o conatos de estos
ilícitos-, y que está emplazado en el grupo de la población pobre o indi-
gente. Estos factores criminógenos, pues, no pueden ser “pasados por alto”
a la hora de intentar delinear una política legislativa penal con razonables
aspiraciones de eficacia o éxito.
También aquí, entonces, se ve la racionalidad o la irracionalidad de
la reacción estatal frente a determinados problemas sociales reales. Tanto
desatino hay en la sanción de una norma jurídico-penal destinada a hacer
frente a un conflicto social meramente aparente, como en el dictado de una
tal disposición legal que –por no tener ningún basamento en datos de
la criminología empírica o por no atacar los factores (principalmen-
te dinámicos) de riesgo delictivo(42)- resulte categóricamente inidónea para
brindar respuesta a un problema social cuya existencia está suficientemente
Estad%C3%ADsticas%20sobre%20Ejecuci%C3%B3n%20de%20la%20Pena-.
pdf (accedido 3 de enero de 2017).
(42) Por “factores de riesgo delictivo”, también llamados “factores de necesidad
(43) Pare oportuno anotar aquí que Larrauri subraya un dato interesante, al señalar
que, a las discusiones genéricas sobre la ineficacia de la severidad de la pena, deben
añadirse reflexiones relativas a específicas categorías de delitos, entre las cuales la
jurista menciona los delitos de violencia doméstica, en relación con los cuales se ha
comprobado que en los casos más dramáticos, que acaban con el homicidio de la
mujer, las penas son muy altas, y a pesar de ello en numerosas ocasiones la persona
llama a la policía para entregarse, o se suicida. Es –como lo infiere correctamente la
intelectual española- un claro ejemplo de que la amenaza de la pena no representa
disuasión alguna: v. LARRAURI, Elena, “La intervención penal para resolver un
problema social”, en Revista Argentina de Teoría Jurídica, Universidad Torcuato Di
Tella, Escuela de Derecho, volumen 12, agosto de 2011, p. 1.
(44) Cfr. COITINHO DAS NEVES, Thereza Cristina, “La securitización de la política
criminal postmoderna y lineamientos para un proceso de resistencia”, en Cuadernos
de Derecho Penal, julio-diciembre de 2014, p. 91.
(45) V. FREUND, Georg, “Sobre la función legitimadora de la idea de fin en el sistema
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374 – Barcelona, Marcial Pons, 2004, pp. 91 y 92.
Gustavo Arocena
(46) Entendiendo aquí por “racionalidad”, según se habrá podido advertir ya a esta
altura del escrito, como acción dirigida a fines.
(47) V. MENDOZA BUERGO, Blanca, El derecho penal en la sociedad del riesgo,
(49) Disposición que sostiene: “Las acciones privadas de los hombres que de ningún
modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo
reservadas a Dios, y exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante
de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni privado de lo que ella
no prohíbe”.
(50) V. JESCHECK, Hans Heinrich – WEIGEND, Thomas, Tratado de Derecho Penal.
Parte General, 5ª edición, traducción de Miguel Olmedo Cardenete, Granada,
Comares, 2002, pp. 28 y 29.
(51) V. DÍEZ RIPOLLÉS, José L., La política criminal en la encrucijada, Montevideo
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COITINHO DAS NEVES, Thereza Cristina, “La securitización de la po-
379
La “Regla de Racionalidad” de la actividad legislativa en materia penal...
380
EL DERECHO PENAL REPAR ADOR COMO
UNA PROPUESTA DE DEBATE
Augusto Medina Otazu(*)
I. INTRODUCCIÓN
Dentro de la concepción que justificaré en esta líneas, el derecho pe-
nal tiene dos columnas: el derecho penal reparador y el derecho penal san-
cionador; y tal vez puede llamar la atención del lector el por qué mencionó
primero al Derecho Penal Reparador y tiene razones que lo sostendrá a lo
largo del análisis.
Cuando se habla del derecho de reparaciones tenemos que incorpo-
rar dentro de este genero el derecho penal reparatorio cuyo desarrollo va
in crecendo, adquiriendo contornos propios, diferenciándose del derecho
penal sancionador. Incluso está fagocitando el derecho penal reparador
al sancionador, debido a que los conceptos de reparación incluyen a la
investigación y sanción a los responsables de un delito.
Los Jueces Penales Peruanos tienen una magnífica oportunidad de
recurrir a estas experiencias de la comunidad internacional para lograr
reparación integral no sólo de las victimas sino también de la sociedad en
su conjunto, sobre todo cuando existen violaciones de bienes jurídicos
que dan soporte a los cimientos del estado derecho. La Corte Interame-
(4) Se puede revisar el artículo del Dr. Augusto Medina Otazu ¿Vamos hacía un
Derecho Penal Reparador? Análisis del inciso 3 del artículo 12 del Código Procesal
Penal. Actualidad Jurídica. Gaceta Jurídica. Lima, Setiembre 2007, Tomo 166.
Página 137 – 147.
(5) IDEHPUCP. Construyendo Justicia. Verdad, Reconciliación y Procesamiento de
violaciones de derechos humanos. Fondo Editorial PUCP. Lima 2005. Pag. 108
(6) Sentencia de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema Peruana contra el Ex
Presidente de la República Ingeniero Alberto Fujimori, en el Expediente N° AV 383
El derecho penal reparador como una propuesta de debate
19-2001 (acumulado), del siete de abril de 2009. Casos Barrios Altos, La Cantuta
384 y sótanos SIE (Sentencia Penal) p. 795.
Augusto Medina Otazu
(10) Dr. Carlos Christian Sueiro La naturaleza jurídica de la reparación del daño desde
una perspectiva penológica, criminológica, dogmática, procesalista y político
criminal.
http://www.espaciosjuridicos.com.ar/datos/AREAS%20TEMATICAS/PENAL/
reparacion.doc 387
El derecho penal reparador como una propuesta de debate
390
Augusto Medina Otazu
(12) Principios de Justicia y Asistencia para las Victimas. Hilada Marchiari. Coordinadora.
Edic. Encuentro. Primera Edición. Argentina 2007. p. 139.
(13) Principios de Justicia y Asistencia para las Victimas. Hilada Marchiari. Coordinadora.
Edic. Encuentro. Primera Edición. Argentina 2007. p. 119 391
El derecho penal reparador como una propuesta de debate
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Reyna Alfaro, Luis. La Victima en el sistema penal. Editora Jurídica Gri-
392 jley. Lima 2006.
Augusto Medina Otazu
393
Aproximaciones al proceso de
excarcelación a partir de experiencias
de vida en “Casa de Medio Camino”
Edna M. Bravo Luis(*)
INTRODUCCIÓN
Las prisiones, así como la diversidad de interacciones que se desen-
vuelven entre quienes ahí conviven, han sido tema de estudio predilecto
para la Criminología. Tal interés por el castigo al comportamiento delictivo
nos brinda serios cuestionamientos a la función “rehabilitadora” de las cár-
celes al exponer su incapacidad de “reinsertar” socialmente a las personas
ex-reclusas, haciendo de éste un tema que va ganando lugar en las agendas
políticas, abriendo espacios de diálogo entre diferentes esferas del gobierno
y de la sociedad civil. En México el tema de la reinserción se desarrolla en
2008 a partir de importantes cambios en materia legal.
(1) Tomado del documento elaborado por México Evalúa (2013, p.19). No obstante,
cabe mencionar que en el actual Sistema de Justicia Penal ya no se consideran como
delitos graves el “homicidio culposo, lesiones, aborto, lesiones por contagio, daño
a la propiedad, ejercicio ilegal del servicio público, evasión de presos, suministro
de medicinas inapropiadas o nocivas, robo sin agraviante, allanamiento de
morada, delitos contra el ambiente, maltrato o crueldad animal, lesiones culposas,
procreación asistida, esterilización forzada, privación de la libertad con fines
sexuales, violación cuando entre la víctima y el victimario exista vinculo de pareja,
concubinato o matrimonio, acoso sexual, abuso sexual, estupro, incumplimiento
de la obligación alimentaria, violencia familiar, violencia familiar equiparada,
discriminación, amenazas. Al dejar de ser ‘graves’ estos delitos, se posibilitará
que los procesados por alguno de ellos puedan solicitar libertad provisional” (en
Publimetro. 13/07/2017. Disponible en https://www.publimetro.com.mx/mx/
noticias/2017/07/13/estos-los-delitos-dejaron-considerarse-graves-nuevo-sistema-
justicia-penal.html Consultado el 15/05/2017).
(2) Datos correspondientes al 2011 (México Evalúa, 2013, pp. 28 y 29).
(3) Op. Cit. México Evalúa, p. 30.
(4) Extraído de la Aspectos básicos para comprender la reforma constitucional en materia
de justicia penal. CNDH-Servicio Profesional en Derechos Humanos. Para mayor
información, consultar en: CDHDF http://cdhdf.org.mx/serv_prof/pdf/asp_
396 basicos.pdf
Edna M. Bravo Luis
(9) Han sido pocas las aproximaciones desde el enfoque de género que permitan
evidenciar la diversidad de condiciones de exclusión que recaen en las mujeres
presas, por lo que resulta importante destacar el trabajo realizado por el proyecto
Mujeres en Espiral: Sistema de justicia, perspectiva de género y pedagogías en resistencia
de la UNAM, que aborda la práctica jurídica, realiza intervención de espacios
carcelarios y trabaja en conjunto con las mujeres presas del cual se han generado
importantes materiales de divulgación artístico, documental y académico; así
como la elaboración del “Informe Derechos Humanos, mujeres y reclusión” sobre 399
Aproximaciones al proceso de excarcelación a partir de experiencias de vida...
tes(10) que viven al interior de un centro de reclusión con sus madres, a las
personas indígenas(11), en la población con dolencias crónicas, enfermeda-
des mentales(12), o VIH(13); en los ancianos, en la población LGBTTTI(14);
por estos y muchos otros casos, es importante el trabajo realizado por aso-
ciaciones de la sociedad civil, organismos gubernamentales y no guber-
namentales que actualmente acompañan a estos sectores permitiéndonos
comprender el impacto diferenciado del encarcelamiento.
La descripción de la población penitenciaria apunta directamente a la
criminalización de la pobreza, por ejemplo en la encuesta realizada en cár-
celes del Distrito Federal y el Estado de México, Azaola y Bergman afirman
que “el sistema de impartición de justicia captura fundamentalmente po-
bres y marginados. Aproximadamente dos de cada tres internos provienen
de hogares con marcadas carencias. Algunos de estos internos cometieron
delitos graves, pero la gran mayoría cumple sentencias por infracciones
menores” (2009, p. 4).
De acuerdo a los datos obtenidos, el 40% de la población se encon-
traba entre los 18 y los 30 años de edad, mientras que, cerca del 58% lo
estaban entre los 31 y 60 años; en su mayoría, las historias de vida de las
personas detenidas coinciden con momentos críticos como: la salida de
casa a temprana edad (28% de los internos se fueron de su casa alguna vez
antes de cumplir los 15 años, debido a problemas o violencia en la familia);
38% dejaron de vivir con su madre y 42% con su padre antes de cumplir
(15) Extracto de los datos obtenidos en la evaluación de nueve, de los doce, centros de
reinserción social en la ciudad de México en 2014 por la Comisión Nacional de los
Derechos Humanos.
(16) Recursos asignados al Ramo 04 “Gobernación”. Centro de Estudios de las Finanzas
Públicas (CEFP) Nota informativa. Presupuesto de Egresos de la federación 2014.
17/01/2014. Pp. 1 y 3.
(17) Los restantes corresponden a: Servicios de Inteligencia para la Seguridad Nacional
3.9%; Gendarmería 6.0%; Centros Estratégicos de Inteligencia 6.1%; SUBSEMUN
“Subsidio que se otorga a los municipios y, en su caso, a los estados, cuando estos
ejercen la función de seguridad pública en lugar de los primeros o coordinados con
ellos, para fortalecer las instituciones de seguridad municipales. Con este subsidio
se cubren aspectos de prevención del delito, evaluación de control de confianza a
los elementos operativos de las instituciones policiales municipales, su capacitación,
recursos destinados a la homologación policial y a la mejora de condiciones
laborales de los policías, su equipamiento, la construcción de infraestructura, y
la conformación de bases de datos de seguridad pública y centros telefónicos de
atención de llamadas de emergencia” (información institucional disponible en
http://www.secretariadoejecutivo.gob.mx/fondos-subsidios/subsemun.php ) un
402 6.3%; y en Implementación de operativos 27.6%.
Edna M. Bravo Luis
“que los jueces no regalen años a lo menso porque hay mucha gente
que está ahí siendo inocente. Por ejemplo uno, que yo sí cometí el
delito, pues dices ni modo hice algo y estoy pagando algo, pero esa
gente que no hace nada y nada más cae porque sí, pues también está
difícil para la gente, como a la familia que se les hace daño porque
uno recluso, y la familia que tiene que ir a verlos, los sufrimientos
que pasan en las revisiones, que ‘no pasa esto’, que ‘no pasa aquello’ y
pues éntrale con una feria para que pase todo (…) sin saber que todo
está en el reclusorio, todo lo que hay adentro es la droga, la cocaína,
la mota, todo está ahí adentro, entonces eso viene siendo un negocio
para los custodios, el director y todo lo que viene siendo la dirección,
yo sí pido que sean más justos en eso”.
Por el contrario, las cárceles son generadoras de recursos financieros
informales e ilegales, simplemente para esquematizar podemos mencionar
la realización de extorsiones en cuatro de las principales prisiones de la
capital –Oriente, Sur y Norte, así como la Penitenciaría de Santa Martha-
donde además se efectúan cobros por el acceso a servicios, a espacios, por
seguridad, entre otros, esto llega a generar gastos de hasta 336.000 pesos
al día(21), la distribución de esos recursos aún es tema pendiente de una
indagación profunda de la economía alterna producida al interior de las
prisiones mexicanas.
Bajo este escenario de vida, de desigual administración de recursos
y de corrupción es que se encuentra las personas encarceladas, de ahí la
importancia por conocer la manera en que se está articulando la institucio-
nalización de su acceso a la libertad y con ello aproximarnos al complejo
(21) Abusos de autoridad, extorciones por parte de custodios, además de los gastos que
genera la manutención de una persona dentro de prisión, sobre todo cuando se trata
de mantener su seguridad. De acuerdo a la CNDH en 277 prisiones estatales se
cobran cuotas informales; mientras que informaciones recabadas por Documenta.
A.C., exponen que en cuatro de las principales prisiones de la ciudad de México se
hacen pagos por cobijas, ropa, para ir al baño, por agua, para recibir comida, por
la contratación de guardaespaldas, para no ser trasladado a otro penal; en el caso de
los familiares que hacen visitas semanales, éstos llegan a hacer pagos para ingresar
una tarjeta de teléfono, para ingresar un alimento no autorizado, para no cambiar
los zapatos por los que indica el reglamento, para que otro interno anuncie sus
llegada y para que busque al familiar, por cada puerta que cruza, para tener acceso
a una mesa en la zona de visitas, etc., lo que llega a generar gastos de hasta $5000
mensuales (tomado de http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/11/151124_
404 mexico_presos_carcel_pago_an )
Edna M. Bravo Luis
delictiva de 2008 a septiembre de 2015, desagregado por delito y año” Anexo. 405
Aproximaciones al proceso de excarcelación a partir de experiencias de vida...
BENEFICIOS OTORGADOS
Tratamien- Remi-
Extracto Reclusión domicilia- Libertad
to sión par-
por enti- ria monitoreo electró- prepara- Total
prelibera- cial de la
dad nico a distancia toria
cional sanción
Nacional 138 7403 9946 4783 22,270
OADPRS 1 1 2
Ciudad de
14 173 280 91 558
México
Tabla 1
Entre las actividades realizadas como parte del tratamiento están tres
tipos de intervenciones terapéuticas individual, familiar y grupal, así como
la realización de talleres para el aprendizaje de oficios, clases de cómputo,
talleres sobre emprendimiento laboral y aulas de inglés. También se rea-
lizan actividades deportivas en el parque delegacional y visitas a museos.
En mayor medida, el tratamiento preliberacional se presenta como
una “continuidad” al trabajo en las áreas establecidas como base de la re-
inserción que se supone fueron tratadas al interior de la prisión, las cuales
analizaremos a partir de los testimonios de once beneficiados en edades de
entre 30 y 52 años con periodos asignados de 3 a 4 meses de tratamiento
(la mitad de los participantes tenían aproximadamente dos semanas de
haber ingresado a la IACMC-S y el resto estaban por finalizar su estadía),
nueve de ellos tienen hijos.
“El encierro que te enseña a ser rebelde, a estar a la defensiva siempre.”
“Allá tenemos puertas, rejas, candados, hay listas y eso trae uno aquí
(señalando la cabeza) como un robot y con las actividades se hace más
corto el día (…) aquí no hay rejas, se hacen imaginarias las rejas, se va
abriendo la visión a la calle”.
409
Aproximaciones al proceso de excarcelación a partir de experiencias de vida...
(31) A las clases de inglés asiste gente que no sabe leer, lo que implica la necesidad de
actividades vinculadas a la alfabetización a la vez que pone en duda la manera en
que son adquiridos los documentos probatorios (como constancias y diplomas)
412 dentro del penal.
Edna M. Bravo Luis
CONCLUSIONES
A partir de las diversas opiniones emitidas por los participantes, se per-
mite un acercamiento a la complejidad inherente del proceso psicosocial
415
Aproximaciones al proceso de excarcelación a partir de experiencias de vida...
BIBLIOGRAFÍA
Azaola, E. y Bergman, M. (2009). “Resultados de la Tercera Encuesta a
Población en Reclusión en el Distrito Federal y el Estado de México”.
416 Delincuencia, Marginalidad y Desempeño Institucional. México: CIDE.
Edna M. Bravo Luis
(*) Doctor en Derecho y Ciencias Sociales (U.N.C.). Profesor titular de Derecho Penal
(U.N.C.). Especialista en Derecho Penal Económico por la Universidad Nacional
del Litoral. 419
¿Democratización de la justicia en Argentina? La falsación de una mentira...
I. INTRODUCCIÓN
En los últimos tiempos el gobierno federal argentino ha promociona-
do, bajo la pomposa rúbrica “democratización de la justicia”, un paquete
legislativo supuestamente transformador de la función judicial. De alguna
forma ingresa en el ámbito de la filosofía política de la justicia(1). Es un dis-
curso filosófico, propio del ámbito del deber ser, destinado a transformar
las estructuras judiciarias (mundo del ser). No cabe duda que la reivindica-
ción política se apropia del Derecho casi exclusivamente como un medio de
comunicación(2). Es que “nadie gobierna inocentemente”(3).
Hace ya algún tiempo Foucault expresaba de manera tajante: “…de-
trás de todo saber o conocimiento lo que está en juego es una lucha de
poder. El poder político no está ausente del saber, por el contrario, está
tramado con éste”(4).
La palabra “democratización” al igual que “justicia legítima” son vo-
cablos connotativamente significativos (provienen del campo político; no
científico; en donde se promueve las manifestaciones de expresiones neu-
trales), de carácter positivo, impidiendo afirmar sin más ni más, so riesgo
(1) Ferrajoli, Luigi, Principia iuris. Teoría del Derecho y de la Democracia, I, Teoría del
Derecho, trad. Varios, Trotta, Madrid, 2011, p. 15.
(2) Mutatis mutandis, Albrecht, Peter-Alexis, “Culpabilidad: restricciones al poder
punitivo”, trad. de Natalia Barbero, Revista de Derecho Penal, Culpabilidad: nuevas
tendencias –I, dir. Edgardo A. Donna, 2012-2, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, p. 29.
(3) Sain Just. Palabras repetidas por Feinmann, José Pablo, “La Argentina según
Feinmann” en Revista Veintitrés, 28/07/11, http://veintitres.infonews.com/nota-
3149-portada-titulo.html (acceso al sitio: 19 de agosto de 2013). Por caso, se puede
comparar las estrategias del gobierno estadounidense post segunda guerra mundial
de alianza con el judaísmo y el fuerte vínculo entre los gobiernos kirchneristas
y madres y abuelas de plaza de Mayo. ¿Cuál es el punto de contacto? Ambos
grupos; uno a partir del Holocausto, otro en virtud del genocidio producidos por
la dictadura militar; se convirtieron en invulnerables por las leyes vigentes. Una
suerte de indemnidad sine die y con prerrogativas de discursos sin cortapisas a favor
de sus aliados.
(4) Foucault, Michel, La verdad y las formas jurídicas, trad. Enrique Lynch, Gedisa,
420 Barcelona, 1999, p. 59.
Fabián I. Balcarce
(5) Žižek, Slavoj, El más sublime de los histéricos, trad. Alcira Bixio, Paidós, Buenos
Aires – Barcelona – México, 2013, p. 167. El entrecomillado y la cursiva en el
original. 421
¿Democratización de la justicia en Argentina? La falsación de una mentira...
(6) Sobre el concepto Popper, Karl R., La lógica de la investigación científica, trad. Víctor
Sánchez de Zavala, Tecnos, Madrid, 1994, p. 41: “De acuerdo con mi propuesta,
lo que caracteriza al método empírico es su manera de exponer a falsación el
sistema que ha de contrastarse: justamente de todos los modos imaginables. Su
meta no es salvarles la vida a los sistemas insostenibles, sino, por el contrario,
elegir el que comparativamente sea más apto, sometiendo a todos a la más áspera
lucha por la supervivencia”. MacCormick extiende el procedimiento de falsación
al razonamiento práctico (Cfr. MacCormick, Neil, “Universales y particulares”,
trad. G. Moro, Doxa, Cuadernos de Filosofía, núm. 32, 2009, http://descargas.
cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/46882175704242051800080/044474.
pdf?incr=1 , accesado el 20 de julio de 2013, p. 147).
(7) Post, Robert – Siegel, Reva, Constitucionalismo democrático. Por una reconciliación
entre Constitución y pueblo, trad. Leonardo García Jaramillo, Siglo XXI, Buenos
422 Aires, 2013, p. 44.
Fabián I. Balcarce
Brotons Muñoz – Jorge Navarro Pérez, Abada, Madrid, 2012, p. 36. 423
¿Democratización de la justicia en Argentina? La falsación de una mentira...
ciudadanía. Por supuesto, siendo una función política, los que la dirigen
están sometidos a la periodicidad en las funciones.
Obsérvese que, con tal modificación de la ley común, ya estaría pro-
ducida una revolución en lo que se refiere al cambio de los usos corruptos
que existen en la actualidad en ese gran matrimonio entre fiscales y jueces.
Todo lo dicho, sin necesidad de afectar la Constitución vigente.
Cuando el Ministerio Público pertenece al Poder Judicial, el sector
encargado de la persecución (con anuencia del máximo tribunal de provin-
cia) obliga al sector de la defensa a instigar a los imputados, privados de la
libertad, a la delación a cambio de obtener una pena menos grave en juicio
abreviado. La miseria de los sujetos que integran el último, hace que sean
dóciles ante la exigencia. Todo para no perder el cargo. El sistema antirre-
publicano produce el prevaricato como método aberrante de administrar
justicia por un poder judicial dictador.
Los asesores letrados son censurados si lo que pretenden es impug-
nar, alcanzando instancias tales como la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la Corte In-
teramericana de Derechos Humanos o la Organización de las Naciones
Unidas.
Además, desde una óptica de análisis económico del derecho, ante la
verdad irrefutable empíricamente de la imposibilidad de cumplimiento del
principio de legalidad procesal (no todo delito se conoce, no todo delito co-
nocido se investiga, no todo delito investigado se esclarece, no todo delito
esclarecido se sanciona, no toda sanción se cumple), nacido del superado
principio retribucionista de la pena (quod delicta, tot pœna), sería saludable
para la Nación que los ciudadanos supiéramos de antemano, a través de un
programa político, a qué sector de la delictuosidad se aplicará el principio
de oportunidad(13).
El lector se preguntará: ¿Si es tan fácil el quiebre con el anciano sis-
tema, por qué no se realiza? Es el momento de la primera redargución de
falsedad del lema “democratización de la justicia”: un ministerio público
independiente es un órgano político también de contralor. En una socie-
(13) Cfr. Maier, Julio B. J., ¿Es posible todavía la realización del proceso penal en el
marco de un Estado de Derecho” en Nuevas formulaciones sobre las Ciencias Penales.
Homenaje a Claus Roxin, F.D.C.S., U.N.C., La Lectura – Lerner, Córdoba, 2001,
p. 782. 425
¿Democratización de la justicia en Argentina? La falsación de una mentira...
dad donde la política corrupta es el pan de cada día, nadie está dispuesto
a crear un “monstruo” susceptible de perseguir esa manera de ejercer la
función pública. En esta interpretación existe un “unánime consenso” de
las tradicionales funciones del Estado.
(14) Cfr. Balcarce, Fabián, “El juicio por jurados en la Constitución Nacional” ponencia
presentada en el VI Congreso Universitario Nacional y Latinoamericano de
Derecho Penal y Criminología, 9 a 12 de setiembre de 1993.
(15) Puede corroborarse en Mooney, Alfredo, El juicio por jurados, 3ª ed., Ferreyra,
Qué mayor garantía de igualdad que ser juzgados por los pares.
Qué mayor garantía de Estado social, cuando quien nos juzga conoce
nuestro estadio cultural y no se ha anquilosado en su noble casta de ingre-
sos económicos muy altos, ajenos a la realidad social(17).
La sana crítica racional, de origen fascista, tiene un trasfondo místi-
co(18)y trascendental. El jurado, a más de ser dinámico, bajo la instrucción
del juez técnico acerca de sólo condenar cuando la hipótesis de la acusa-
ción sea plausible y no exista prueba que torne razonable la hipótesis de
inocencia.
Por cierto, la inserción del elemento popular llevaría a la innecesarie-
dad de tribunales técnicos de juicio, de carácter colegiado, pudiendo dise-
minarse sus integrantes, triplicando la capacidad de los recursos humanos
permanentes de la función.
Se ha criticado esta forma de administrar justicia, basado en el “po-
sible manejo”, por los mass media o los grupos de presión, de la voluntad
popular. Hoy esto sucede con mayor asiduidad por los jueces técnicos esta-
bles y, por otra parte, es verdad “…que la democracia abre la posibilidad de
toda clase de manipulaciones, pero, desde el momento en que se elimina
esa posibilidad de deformaciones, se pierde la democracia, misma…”(19).
A diferencia de lo que sucede en provincias, como Córdoba (en donde
se han visto a integrantes del jurado con copias del expediente elaborado
en la investigación penal preparatoria) el integrante del jurado “…justo y
consciente de su deber, debería comenzar la etapa del juicio oral con la pre-
sunción plena de la inocencia probatoria del acusado (es decir, asumiendo
que no se cuenta todavía con pruebas inculpatorias)”(20).
Pero, si es tan fácil ¿por qué es tan rebuscada la forma en que supues-
tamente se pretende “democratizar la justicia”? Muy sencillo: los jueces
técnicos son personas altamente manipulables por el ejecutivo de turno,
se los puede coaccionar con poco y se los “arrastra a la causa” de turno con
unas escasas migajas.
(21) Pérez Esquivel, Adolfo, “Se presenta como amigo del tribunal” ante la Corte
428 Suprema Justicia de la Nación.
Fabián I. Balcarce
(22) En relación a la garantía de la doble instancia, Cafferata Nores, José I., “El recurso
del imputado contra la sentencia condenatoria en el actual Derecho argentino” en
Nuevas formulaciones en las Ciencias Penales. Homenaje a Claus Roxin, F.D.C.S.,
U.N.C., La Lectura – Lerner, Córdoba, 2001, p. 723. 429
¿Democratización de la justicia en Argentina? La falsación de una mentira...
430 (23) Pascal, Blaise, Pensamientos, Buenos Aires, Losada, 2003, § 294.
Fabián I. Balcarce
IX. CONCLUSIÓN
Creo haber demostrado acabadamente que existen al alcance de la
mano distintas herramientas para lograr una inmediata y sincera “demo-
cratización” de la administración de justicia (sit venia exempla). A tal efecto,
no es indispensable forzar la interpretación de las mandas constitucionales.
Cuando el menú es tan amplio y variopinto, con una sensible capaci-
dad de rendimiento en la transformación de la administración de justicia,
en sentido democrático, representativo, republicano, federal, y adecuada a
los estándares internacionales de derechos humanos, termina por resultar
bastante sospechosa la apelación a la expresión “democratización de la jus-
ticia”. Se vuelve urgente la necesidad de averiguar su genealogía(25).
(26) Epps, Charles R., La revolución de los derechos. Abogados, activistas y cortes supremas
en perspectiva comparada, trad. Alcira Bixio, Siglo XXI, Buenos Aires, 2013, p. 49.
(27) Foucault, Michel, La vida de los hombres infames, trad. Julia Varela – Fernando
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denatoria en el actual Derecho argentino” en Nuevas formulaciones en las
Ciencias Penales. Homenaje a Claus Roxin, F.D.C.S., U.N.C., La Lectura
– Lerner, Córdoba, 2001, p. 723.
(29) Žižek, Slavoj, El más sublime de los histéricos cit., p. 164. 433
¿Democratización de la justicia en Argentina? La falsación de una mentira...
435
EL SISTEMA (O MODELO)
PROCESAL PENAL ACUSATORIO:
AVANCES Y RETOS
Sergio J. Cuarezma Terán(*)
I
La solidez de las instituciones de justicia y del Estado de Derecho, en
cualquier país, constituyen la base del buen funcionamiento de las insti-
tuciones políticas y de los procedimientos democráticos. Hay un vínculo
axiológico y práctico entre la calidad del Estado de Derecho y la estabilidad
política y el desarrollo económico y social de la sociedad. Esta correlación
de las sociedades y una creciente expectativa que se vincula con estándares
de mayor acceso a los sistemas de justicia y de resolución de conflictos,
es un derecho a la satisfacción de expectativas de derechos y garantías de
la población. Hoy día, el desarrollo debe sustentarse en mayores niveles
II
La justicia (y su reforma), en esta línea de pensamiento, ha venido
ocupando, aunque con lentitud, un plano importante dentro de los te-
mas políticos e institucionales de la región. La razón de ello es evidente,
la región no había enfrentado con la profundidad requerida y, por tanto,
el tratamiento debido a la cuestión de la justicia, la cual ha evolucionado
muy lentamente en el pasado siglo.
La reforma de la justicia se manifestó en un proceso mundial de cam-
bios y transformaciones de los sistemas políticos, por ejemplo, el desman-
telamiento de los regímenes socialistas, la aparición de un nuevo orden
político y el nacimiento de la globalización, en la cual, la economía y las
finanzas ocupan una atención singular. Estos cambios obligaron que el
tema de la justicia, pasara a considerarse no «sólo factor de desarrollo»,
sino «destinada a impulsar el desarrollo». Así, la justicia, y particularmente
la penal, que en su inicio postulaba como fundamento para su reforma la
promoción y la tutela de los derechos humanos, comienza a verse en estre-
cha relación con el desarrollo económico (justicia y economía), como un
presupuesto para en la seguridad de las inversiones económicas, financieras
y empresariales, y por tanto, asegurar las grandes inversiones extranjeras
directas en la región.
La justicia y su importancia, pasa pues, de un interés «local» a un
interés «regional», y, su fundamentación del plano de los «derechos huma-
nos», al plano predominantemente «económico». En la teoría de la justicia,
JOHN RAWLS (Gago, 2011, p. 32) expresa que la justicia está íntima-
mente relacionada a la satisfacción de los bienes sociales, que permitirán
el mejoramiento de las oportunidades de las personas. Este seria, como
expresa GAGO PRIALE,
“el centro de la estructura de la sociedad: de un lado, la mayoría de
438 libertades de la tradición liberal y democrática, y por el otro, el esta-
Sergio J. Cuarezma Terán / Diego Cuarezma Zapata
III
En la región centroamericana desde inicio de los años noventa, coin-
cidentemente con el señalamiento del profesor de la Universidad de Mú-
nich, BERND SCHUNEMANN, en su trabajo, la marcha triunfal del
procedimiento penal americano en el mundo, tiene inicio la reforma de la
justicia penal, la “gran reforma del siglo XX”, como le denominaron algu-
nos académicos.
440
Sergio J. Cuarezma Terán / Diego Cuarezma Zapata
IV
Sin embargo, y a pesar de los grandes esfuerzos, después de veinte
años del inicio de la reforma, esta presenta aún problemas. En la investi-
gación realizada por ILANUD en Latinoamérica (2007), bajo la dirección
científica del profesor ZAFFARONI, sobre “Los derechos fundamentales
en la instrucción penal en los países de América Latina” (2007, p. 41), se
llegó a comprobar empíricamente las violaciones de los derechos funda-
mentales de las personas imputadas en la etapa de investigación, la etapa
que le corresponde dirigir al fiscal.
En las conclusiones de la investigación se presentan hallazgos gra-
ves, violaciones propias de un proceso inquisitivo, identificadas en las
nuevas legislaciones de corte acusatorio. En la etapa de la instrucción
penal practicadas por los cuerpos policiales, se advierte, entre otras cosas,
que a los detenidos (imputados) no gozan del derecho a la presencia de
un defensor y se encuentran incomunicados; que las declaraciones que
brindan los detenidos en la policía en el proceso el judicial no las exclu-
ye, les da valor probatorio contaminando la imparcialidad de los jueces,
legitimando el modelo materialmente inquisitivo en sede acusatorio; que
la policía y el Ministerio Público asumen poderes arbitrarios o incon-
trolados (mismo del juez inquisitorial); también que el hecho de que la
detención, custodia y alojamiento del detenido o imputado recaiga en un
mismo cuerpo, debilita la defensa del detenido; respecto al valor procesal
de la prueba obtenida ilícitamente, quedó claro que existen en las normas
procesales y practicas judiciales orientadas a salvar las deficiencias en la
investigación policial para permitir una valoración positiva de los ele-
mentos obtenidos ilícitamente; que estos vicios por parte de la judicatura
revela que se ha adoptado a nivel latinoamericano una doctrina jurídica
442 de origen europeo que propicia estados legales de derecho y no estados
Sergio J. Cuarezma Terán / Diego Cuarezma Zapata
V
Estos problemas que apuntan las interesantes investigaciones del ILA-
NUD, 2007 y 2011, exigen, sin duda, retos que no pueden posponerse.
La investigación (2011) propone como recomendaciones, primero, dotar
de mayores garantías procesales a las partes dentro del proceso, de acuerdo
con los estándares internacionales sobre la materia, y, segundo, la búsqueda
de mayor eficiencia y eficacia procesal.
Estas recomendaciones, se orientan a la implementación de la orali-
dad en el sistema o modelo procesal acusatorio, eliminando en lo posible
la formalización del proceso o rigurosos formalismos escritos, propios del
modelo inquisitivo (pocos países, como Panamá, suprimió exitosamente el
expediente en el proceso). La necesidad de implementar los mecanismos 443
El sistema (o modelo) procesal penal acusatorio: Avances y retos
BIBLIOGRAFÍA
(2000) BARBOZA MOREIRA, José Carlos. La Transacción Penal Brasi-
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Regional, Bogotá, Colombia.
444
Sergio J. Cuarezma Terán / Diego Cuarezma Zapata
447
El sistema (o modelo) procesal penal acusatorio: Avances y retos
448
2.2
LA POLÍTICA CRIMINAL Y EL PARADIGMA
DE LA “SEGURIDAD” EN LATINOAMÉRICA
POLÍTICA CRIMINOLÓGICA Y
SEGURIDAD PÚBLICA:
UN ANÁLISIS ALTERNATIVO DESDE
LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA (*)
Rafael E. Aguilera Portales(**)
(*) El presente trabajo constituye una ampliación de un artículo que va a ser publicado
en la Revista Criminología y Sociedad de la Facultad de Derecho y Criminología de
la Universidad Autónoma de Nuevo León editada por Plaza y Valdés.
(**) Profesor de Ciencia Política y Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho y
1. INTRODUCCIÓN
Queremos comenzar este trabajo con una cita de Baudrillard por dos
razones fundamentales, la primera, porque representa, de una manera casi
poética, la esencia de nuestro mundo como algo imperfecto, inacabado, in-
completo y complejo. Por tanto, su aspecto criminal es inherente, podemos
decir, casi ontológico. El mundo y la realidad asesinan la perfección, esto
es, si el mundo no fuera una ilusión, (que en Baudrillard sería un cúmulo
de representaciones simbólicas, flujos de signos y significaciones en cons-
tante cambio), y si nuestro mundo fuera “totalmente real”, translúcido,
verdadero y absolutamente tangible, desplazaría, el anhelo, la confianza,
el deseo, el ánimo, la fe y la esperanza, o simplemente dejaría de ser, com-
prensible, inteligible y aprehensible. Esta ilusión vital(1) de Baudrillard se
puede leer en dos sentidos, como ficción y como anhelo. Si el mundo fuera
perfecto o si quisiéramos la perfección del mundo entonces: ¿para qué sirve
la esperanza?, ¿para qué necesitamos la fe? Sencillamente esto no tendría
sentido. El mundo es ilusión radical(2), si esto no fuera en parte cierto, ¿para
qué darle sentido y fuerza a la realidad?, ¿para qué darle significado(s)?,
¿para qué buscar un fin?
La segunda razón consiste en la posibilidad de proporcionarnos un
límite, como advertencia, pero también como señal que nos advierte de
la imposibilidad de erradicar por completo los accidentes, las incertidum-
bres, el caos, la misma criminalidad. El fenómeno del crimen siempre va
a estar presente en nuestras sociedades o siempre lo ha estado, sólo que ha
cambiado de formas y significados; pero no ha desaparecido ni desapare-
cerá. El crimen no es un mal absoluto que debe de ser eliminado, ni sólo
tiene facetas negativas: si así lo fuera, dejaría de existir. El crimen también
posee aspectos positivos, ya sea cohesionando una sociedad, integrando a
los individuos, proporcionando escalas de valores y prioridades éticas fren-
te a acciones que desintegran la comunidad política y social, establecien-
(1) BAUDRILLARD, J., La ilusión vital (trad. Alberto Jiménez Rioja), Siglo XXI,
Buenos Aires, 2002. (The vital Illusion, Columbia University Press, 2000)
(2) BAUDRILLARD, J., El crimen perfecto (trad. Joaquín Jordá), Anagrama, Barcelona,
452 1996. (Le crime parfait, Éditions Galilée, París, 1995.)
Rafael E. Aguilera Portales / Joaquín González Cruz
(3) Cfr. GRAY, John, Perros de paja, Barcelona, Paidós, 2000, p. 215. Véase también
GLOVER, Jonathan, Humanidad e inhumanidad. Una historia moral del siglo XX,
(trad. Marco Aurelio Galmarini), Madrid, Cátedra, 2001. Alfred Rosenberg y
Goebbels fueron políticos y ministros de Hitler cuyas teorías antisemitas y raciales
llevaron a la deportación y la muerte a miles de judíos, polacos, húngaros, socialistas,
republicanos españoles, católicos disidentes en toda Europa. Ambos llegaron a
reducir a la caricatura de padre espiritual y modelo ejemplar del pueblo del Tercer
Reich. Alfred Bäumler, otro destacado ideólogo nazi señalaba que el Estado Alemán
del futuro debería ser creado “del espíritu de la gran Guerra”.
(4) Cfr. FOSTER, Ricardo, “Después de Auschwitz: la persistencia de la barbarie”, en
Crítica y Sospecha (los claroscuros de la cultura moderna), México, Paidós, 2003,
238. La memoria judía se enraíza en la Torá, el Talmud y los inacabables cementerios
que les dan incesante vida. Lo judío tiene un punto de partida irreducible: el pacto 453
Política criminológica y seguridad pública: Un análisis alternativo...
realizado por Dios a su pueblo. Desde este momento la memoria es deber inapelable
y condición de existencia. El nazismo tuvo siempre como objetivo destruir la
memoria en la historia. SCHUMUCLER, H. “Formas de Olvido”, Pensamiento de
los confines, nº 1, 1995.
(5) En la actualidad nos encontramos en momento de grave crisis de la esfera pública
como producto de la fuerte expansión, crecimiento y primacía del “esfera laboral”
y la “esfera tecnológica” consecuencia del advenimiento de la sociedad de masas.
Véase el análisis de ARENDT, Hannah, La condición humana, Barcelona, Paidós,
1998; Crisis de la República, Madrid, Taurus, 1973. SENNETT, R., El declive del
hombre público. Barcelona, Península, 1978.
(6) Un grupo de pensadores de la teoría política han sido los primeros en haber
han utilizado en su discurso teórico los postulados, descripciones y análisis de
los pensadores posmodernos. Antonio Negri y Michael Hardt son parte de los
representantes de este grupo de teóricos de la política, que han incorporado en su
discurso y en su pensamiento, los análisis de los pensadores posmodernos de los
setentas. Vid. NEGRI, A. Fabrica de porcelana. Gramática de la política, Paidós,
Barcelona, 2005; NEGRI. A. y HARDT. M., Imperio (1a ed.) (trad. Alcira Bixio),
454 Paidós, México, 2002.
Rafael E. Aguilera Portales / Joaquín González Cruz
(11) “Ahí reside la novedosa fuerza cultural y política de esta era. Su poder es el poder
del peligro que suprime todas las zonas protegidas y todas las diferenciaciones de la
modernidad” Cfr., BECK, U., La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad,
Paidós, Barcelona, 2006, p. 11.
(12) Para una ampliación al respecto de la globalización y la pos-modernidad véase:
BECK, U., La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad, Paidós, Barcelona,
2006.
(13) Ibídem, p. 17.
(14) PEREZ LUÑO, A. E., Teoría del Derecho. Una concepción de la experiencia jurídica,
1997, véase especialmente capítulos IX y X. Igualmente, KELSEN, Hans, Teoría
pura del derecho, trad. Roberto J. Vernengo, Porrúa UNAM, 2ª. edición, México,
1991, (original alemán 1932).
(15) PAVARINI, M., “Seguridad frente a la criminalidad y gobierno democrático de la
ciudad” en Seguridad Pública. Tres puntos de vista convergentes, Ediciones Coyoacán,
México, D. F., 2006, p. 15.
(16) Para profundizar en un análisis preciso y concienzudo sobre las distintas corrientes
y visiones que se le han dado a la criminología desde sus “orígenes” hasta hoy en
día, ver: ZAFFARONI, E, R, Criminología. Aproximación desde un margen, Temis,
Bogotá, 2003; VIRGOLINI, E. S. J, La razón ausente. Ensayo sobre Criminología
y Crítica Política. Editores del puerto, Buenos Aires, 2005; BARATTA, A,
Criminología crítica y Crítica del Derecho Penal (8a ed.), Siglo XXI, México, 2004. 457
Política criminológica y seguridad pública: Un análisis alternativo...
(17) Tal es el caso de los criminólogos críticos que tanto han impactado en la teoría
criminológica, y que en sus estudios entrelazan lo político y ético, y no solo eso,
sino que el tema de la justicia vertebra sus discursos teórico político-criminológicos,
véase por ejemplo: ZAFFARONI, E. Raúl, En busca de las penas perdidas,
Ediar, Buenos Aires, 1989; VIRGOLINI, Julio, El crímenes excelentes. Delitos
de cuello blanco, crimen organizado y corrupción, Ed. Del Puerto, Buenos Aires,
2004; TAYLOR, Ian; WALTON, Paul y YOUNG, Jock, La nueva criminología:
contribución a una teoría social de la conducta desviada, Amorrortu, Buenos Aires,
1977; SIMONETTI, José M. y VIRGOLINI, Julio, Criminología, política y mala
conciencia, en “Nueva Doctrina Penal”, 2003/A, Ed. Del Puerto, Buenos Aires;
PAVARINI, Massimo, Control y dominación, Siglo XXI, México 1998; MELOSSI,
Darío, El Estado del control social, Siglo XXI, México, 1992; HULSMAN, Louk y
BERNAT DE CELIS, Jacqueline, Sistema penal y seguridad ciudadana: hacia una
alternativa, Ariel, Barcelona, 1984. (Título original Peines Perdues; le sistèm pénal
en question, Centurión, París, 1982); COHEN, Stanley, Visiones del control social,
PPU, Barcelona, 1988; BARATTA, A, Criminología crítica y Crítica del Derecho
Penal (8a ed.), Siglo XXI, México, 2004, entre muchos otros que configuran el
nuevo discurso criminológico de reacción ante las injusticias políticas y sociales que
458 marcan a las sociedades pos-modernas.
Rafael E. Aguilera Portales / Joaquín González Cruz
(21) Michel Foucault fue uno de los primeros en denunciar y desvelar el carácter
“irracional” de la Ilustración, des-encubre concepciones que para nosotros ya nos
parecen dadas a priori, nacidas bajo la luz de iluminismo: la Vida, el Hombre, la
Razón, el Progreso, son sólo algunas de las concepciones propias de la modernidad
y que como tales, es decir, como constructos teóricos sujetos a una temporalidad
y a un contexto cultural, pueden cambiar de significado. Vid. FOUCAULT. Las
palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas (trad. Elsa Cecilia
Frost), Siglo XXI, México, 1968; y La arqueología del saber (trad. Aurelio Garzón
del Camino), Siglo XXI, México, 1970.
(22) FOUCAULT, M., La verdad y las formas jurídicas, Barcelona, Gedisa, 1999, p. 116.
La idea de colocar a una persona en prisión para corregirla y mantenerla encarcelada
hasta que se corrija, idea paradójica, absurda, sin fundamento o justificación alguna
con respecto al comportamiento humano, se origina precisamente en esta práctica.
(23) CHÂTELET, F., Historia de las ideologías, Premia, México, 1980.
(24) Esta corriente tiene como representante a L. H. MORGAN y a E. B. TAYLOR,
simbólica que rodea y envuelve al criminal es tan fuerte que resulta impo-
sible escapar a la atracción de este discurso criminológico “humanista”.(25)
El criminal no es ningún ser inferior, no se encuentra fuera de la justicia,
sino está dentro de ella y, en algunos casos, está sobre ella (tal es el caso de
los delitos de cuello blanco o los crímenes o delitos dorados)(26). El criminal
no se configura en ningún individuo “anormal”, no es ningún ser irrespon-
sable, el criminal y la criminalidad son sujetos y fenómenos sociales de la
cotidianeidad. El criminal y el delincuente, mantiene una catexis simbólica
fluctuante que perpetúa al ámbito social, esto es, que tienen una función
social específica y peculiar. El castigo del criminal, más que una simple
sanción, constituye un acto que cohesiona y solidariza a todo el corpus
social, sin embargo, este referente ético consolidante se está perdiendo con
las constantes actuaciones criminalizadoras, punitivas y autoritarias del sis-
tema de justicia penal.
Históricamente, el criminal ha configurado el objeto fundamental a
través del cual se mueven un sinnúmero de actuaciones sociales, políticas,
jurídicas y criminal, y constituye el centro neurálgico donde se articula y
vertebra una parte fundamental de la sociedad. Esta es la tesis de la teoría
política hobbesiana,(27) a través de la cual el delincuente rompe el pacto so-
cial fundacional del Estado, el orden, la paz social y la seguridad jurídica
(Leviatán). En este sentido, el peso de la violencia, la fuerza y la represión
debe caer sobre él porque ha cuestionado el fundamento del Estado.
“Que los hombres cumplan los pactos que han celebrado […] La definición de Injusticia
no es otra sino ésta: el incumplimiento de un pacto”. Cfr., HOBBES, T., Leviatán,
o la materia, forma y poder de una república, eclesiástica y civil, Fondo de Cultura
Económica, México, 1994, p. 118. MACPHERSON, C. B., La teoría política
del individualismo posesivo: de Hobbes a Locke, Barcelona, Fontanella, 1970. La
formula Auctoritas, non veritas facit legem aparece en la obra Leviatán de Thomas
Hobbes, en ella se expresa la afirmación del monopolio estatal de producción
jurídica y por tanto del principio de legalidad como norma de un Estado válido que
responde a la visión ideológica del positivismo jurídico actual. Podemos apreciar
el origen y configuración del Estado legislativo de Derecho moderno, pero no
el origen del Estado constitucional de Derecho. Vid. AGUILERA PORTALES,
Rafael Enrique, “Origen, evolución y constitución del principio de tolerancia en
el Estado Constitucional” en Teoría política y jurídica contemporánea (Problemas
actuales), México, Editorial Porrúa, 2008, pp. 161-186. 461
Política criminológica y seguridad pública: Un análisis alternativo...
(28) Este concepto que se define por un Estado aliado con la medicina (en especial con
la psiquiatría) y otras ciencias naturales para justificar y encubrir ciertas prácticas
judiciales exclusivas de encierro y castigo, es desarrollado por el psiquiatra húngaro
Thomas Szasz en sus obras sobre la enfermedad mental, en especial véase: SZASZ,
T., La fabricación de la locura. Estudio comparativo de la Inquisición y el movimiento
en defensa de la salud mental (2a ed.), Editorial Kairós S.A. Barcelona, 1981; y
SZASZ, T., Libertad fatal. Ética y Política del suicidio, Paidós, Barcelona, 2002.
(29) BAUDRILLARD, J., El intercambio simbólico y la muerte (Trad. Carmen Rada),
Barcelona, 1972.
(36) Así, véase la excelente obra: RUSCHE, G. y KIRCHHEIMER, O., Pena y
464 Estructura Social (trad. Emilio García Méndez), Temis, Bogotá, 1984.
Rafael E. Aguilera Portales / Joaquín González Cruz
(37) Véase para ampliar un concepto de el mal y el bien el excelente trabajo del sociólogo
Todorov en: TODOROV, T., Frente al límite, Siglo XXI, México, 2004, pp. 300-
308.
(38) BENTHAM, Jeremy, An Introduction to the Principles of Morals and Legislation
(original de1789); FULLER, L., La moral del derecho, (trad. Cast. De F. Navarro),
Trillas, México, 1967;
(39) FOUCAULT, M., Seguridad, Territorio y Población (trad. Horacio Pons), FCE,
tanto, son ¿qué es justo reprimir por la fuerza legal?, ¿bajo qué condiciones
jurídicas y procesales? ¿Cómo rehabilitar al procesado? ¿Cómo mejorar su inserción 465
Política criminológica y seguridad pública: Un análisis alternativo...
social? Vid., JAKOBS, G., La imputación objetivo en Derecho penal, trad. Cast.
M. Cansío, Madrid, Civitas, 1996; ZARAGOZA HUERTA, José, Derechos
Penitenciario Español, (Prólogo de Carlos García Valdés), México, Ed. Lazcano,
2007; ZARAGOZA HUERTA, José, AGUILERA PORTALES, Rafael, NÚNEZ
TORRES, Michael, Los derechos humanos en la sociedad contemporánea, México,
Editorial Lago, 2007.
(42) Al respecto el profesor Virgolini nos dice, siguiendo un poco a Baudrillard que: “El
miedo y la necesidad de autodefensa permean toda la vida cotidiana, transformando
a ésta en una actitud de permanente alerta”. Virgolini no hace mención alguna a
Baudrillard en su análisis sobre la política criminológica, pero queda muy clara la
conexión que existe entre estos dos grandes autores, en el sentido anteriormente
expuesto, el miedo y la pérdida de la esperanza invaden y recubren el ideario
colectivo de las civilizaciones actuales. Vid. VIRGOLINI, E. S. J, La razón ausente.
Ensayo sobre Criminología y Crítica Política. Editores del puerto, Buenos Aires,
2005, pp. 254-261.
(43) BAUDRILLARD, J., El intercambio simbólico y la muerte (Trad. Carmen Rada),
2006; Seguridad, Territorio y Población (trad. Horacio Pons), FCE, Buenos Aires,
466 2006; Nacimiento de la Biopolítica (trad. Horacio Pons), FCE, Buenos Aires,
Rafael E. Aguilera Portales / Joaquín González Cruz
2007; Tecnologías del yo y otros textos afines (introducción de Miguel Morey) (trad.
Mercedes Allende Salazar), Paidós, Barcelona, 1990.
(45) TENORIO, F., “Elementos para una política inclusiva en el campo penal” en
México, D.F., 1971, pp. 24. También véase al respecto el magnífico estudio de
Kojeve sobre la muerte en el pensamiento hegeliano, en el cual denota la autonomía
y el control que el ser humano tiene sobre su vida: “De igual manera la autonomía
468 o la libertad del ser humano está ligada a la muerte. Decir de un ser que es autónomo
Rafael E. Aguilera Portales / Joaquín González Cruz
significa sostener que es mortal” en: KOJEVE, A., La dialéctica de lo real y la idea de
la muerte en Hegel, La Pléyade, Buenos Aires, 1972, p. 156.
(51) Dentro de la doctrina penal el derecho penal del enemigo se refiere a la eliminación
de un peligro, es decir la supresión de todas aquellas personas que atentan contra la
seguridad de las demás personas y del Estado mismo. En la postura iusnaturalista
contractual en realidad, todo delincuente es un enemigo, se encuentra en guerra
contra el Estado y merece ser excluido del pacto social, actitud que no ha cambiado
mucho. El derecho penal del enemigo se constituye, según Jakobs, por una
perspectiva del ordenamiento jurídico prospectiva, es decir, que tiene como punto
de referencia el hecho futuro, otro elemento es la desproporcionalidad de la pena y la
disminución o supresión de las garantías procesales. Vid.JAKOBS, G., y CANSIO,
M., Derecho penal del enemigo, Civitas, Madrid, 2003; para una excelente crítica
fructífera y aguda a la teorización del derecho penal del enemigo ver la obra del
reconocido profesor Eugenio Zaffaroni, especialmente: ZAFFARONI, E. R., El
enemigo en el derecho penal, DYKINSON, Madrid, 2006. 469
Política criminológica y seguridad pública: Un análisis alternativo...
(52) BAUDRILLARD, J., La transparencia del mal. Ensayo sobre los fenómenos extremos
(trad. Joaquín Jordá), Anagrama, Barcelona, 1991; Cultura y simulacro (trad.
Pedro Rovira), Kairós, Barcelona, 1978; El crimen perfecto (trad. Joaquín Jordá),
Anagrama, Barcelona, 1996; La ilusión vital (trad. Alberto Jiménez Rioja), Siglo
XXI, Buenos Aires, 2002; Las estrategias fatales (trad. Joaquín Jordá), Anagrama,
Barcelona, 1984.
(53) BAUMAN, Z., Trabajo, consumismo y nuevos pobres (trad. Victoria de los Ángeles
Justicia, ha construido en realidad, más que una teoría de la justicia, una teoría
de la democracia liberal y que él ha identificado nada menos que con la justicia.
Partiendo de lo que él denomina los dos principios de justicia, que en realidad no
son sino la condensación de las premisas ideológicas que están en el origen de la
democracia liberal. Aunque, debemos precisar que el desorden tiene multitud de
niveles y causas y resultaría absurdo pretender que una simple teoría normativa
pueda solventar dicho desorden tan complejo como el entramado jurídico-social.
RALWS, J., Teoría de la Justicia, Madrid, F.C.E., 1978. En su obra posterior El
liberalismo político, Rawls presentaba un modelo de relación entre las nociones
de bien y la idea de justicia, que en términos liberales, podemos entender como
el contraste entre lo privado y lo público, lo ético y lo político. RALWS, J., El
472 liberalismo político, Barcelona, Crítica, 1996.
Rafael E. Aguilera Portales / Joaquín González Cruz
da. El interés de estas políticas tiene que estar dirigido a estas “minorías”
que se ven afectadas por la mala distribución de riquezas y gratificaciones
sociales(61) . El desarrollo de políticas de igualdad, democráticas, de partici-
pación ciudadana, que guarden un sentimiento de solidaridad y de comu-
nidad, que de alguna manera, puedan producir las condiciones necesarias
para la superación de las relaciones sociales que el capitalismo avanzado
reproduce, tienen que ser las tareas principales que las instituciones sociales
de procuración de seguridad y justicia.
En este sentido, siguiendo al profesor Fernando Tenorio: “Las políticas
no pueden estar exentas de referentes éticos con pretensión de ser universales”,(62)
esto es, las políticas de seguridad pública deben de abarcar todos los grupos
desfavorecidos y perjudicados, sin favorecer a unos perjudicando y desfa-
voreciendo a otros. Se tiene que lograr el mayor consenso y consentimien-
to sobre estas políticas en la ciudadanía y en toda la población en general,
ella se tiene que sentir parte de estas políticas, que en verdad participan y
tienen un impacto inmediato, efectivo y eficaz sobre estas.
Estas políticas criminológicas de seguridad pública tienen que pro-
ducir un cambio sustancial en las subjetividades colectivas, en todo el
inconsciente colectivo. En este sentido, no se trata de cambiar o conver-
tir al delincuente, criminal o desviado, a la lógica de la sociedad, sino, de
cambiar a la sociedad a la lógica del criminal. No se trata de una asimila-
ción “forzada” que el criminal tiene que realizar, sino de un compromiso
y sentido de responsabilidad que la sociedad tiene generar, producir y
reproducir constantemente. En esto reside gran parte de la participa-
ción ciudadana, en el sentido de responsabilidad y compromiso. El cual
reproduce el tejido societal fortaleciéndolo y haciéndolo más flexible,
asimilando nuevas formas de expresión y cohesionándose frente acciones
que lo degeneren.
(61) BARATTA, A, Criminología crítica y Crítica del Derecho Penal (8a ed.), Siglo XXI,
México, 2004, p. 210.
(62) TENORIO, F., “Elementos para una política inclusiva en el campo penal” en
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- Las estrategias fatales (trad. Joaquín Jordá), Anagrama, Barcelona,
1984.
474
Rafael E. Aguilera Portales / Joaquín González Cruz
INTRODUCCIÓN
La política criminal es el conjunto de estrategias y de planes que de-
sarrollan las instituciones estatales para enfrentar el delito, proteger los
bienes jurídicos de los habitantes del territorio colombiano y garantizar
que puedan ejercer libremente sus derechos. Como política pública debe
responder a problemas determinados y diseñar estrategias para darles solu-
ción. La política criminal debe tener una sólida base empírica, no sólo para
identificar cuáles son los problemas a resolver, sino para evaluar el impacto
de las medidas que se adopten y así poder determinar su éxito o fracaso e
incorporar posibles ajustes en su ejecución.
480
Farid Benavides V. / Olga Velásquez O. / María Mariño von Hildebrand
(1) La seguridad nacional y la defensa nacional son conceptos que abarcan no sólo la
ventaja militar respecto de cualquier ataque exterior, sino las estrategias para resistir
cualquier tipo de ataque desde el interior o el exterior del país. Un Estado seguro
es aquel que está libre de un ataque a su integridad territorial o que está libre de
ataques dentro de su propio territorio por actores que amenazan su soberanía o los
482 intereses más importantes del Estado.
Farid Benavides V. / Olga Velásquez O. / María Mariño von Hildebrand
JUSTICIA RESTAURATIVA
La Corte Constitucional y el CONPES 3828 de 2015 han reconocido
que la pena privativa de la libertad no puede ser la única sanción dispo-
nible dentro del sistema penal. Además, el fin de la pena no puede ser
solamente la sanción de la persona ni la prevención de nuevos delitos, sino
la restauración de los lazos rotos en la sociedad. Esto se logra con políticas
de reparación a la víctima, pero también con políticas que garanticen que
la persona que cometió el delito tenga acceso a medidas que busquen su
inclusión social y que eviten el ingreso al sistema penal o el ingreso a un
centro de reclusión. Figuras como la conciliación y la mediación tienen
como objetivo no solamente evitar acudir al sistema penal, sino restablecer
la comunicación entre víctima y victimario.
Las prácticas restaurativas abordan el conflicto desde una perspectiva de
restauración de las relaciones rotas y de protección de los derechos y satisfac-
ción de las necesidades de las personas agredidas o afectadas. Se busca que
quienes han causado un daño lo reconozcan y lo reparen, con lo que se prote-
gen los derechos de las víctimas y se evita la comisión de delitos en el futuro.
De este modo el delito no es enfrentado con mecanismos retributivos, sino con
mecanismos que proporcionen una oportunidad pedagógica para el aprendi-
zaje de todas las personas involucradas en el conflicto. El Estado no puede en
todo caso renunciar a su obligación de resolver el conflicto, y ello lo hace con
medidas que apunten al restablecimiento de los derechos de las víctimas y de
los infractores y a la protección frente a entornos favorables al delito.
La existencia de estos mecanismos busca obtener varios resultados:
– Que la víctima vea el daño reparado y que recupere la confianza
(en sí misma y en el Estado) lesionada con el delito.
– Que el agresor reconozca el daño y entienda las consecuencias
negativas de sus actos.
– Que el agresor asuma las obligaciones derivadas de sus actos lesi-
vos.
– Que las relaciones en la comunidad se reparen y se retome el
488 proyecto de vida de cada una de las personas afectadas.
Farid Benavides V. / Olga Velásquez O. / María Mariño von Hildebrand
MARCO NORMATIVO
En esta sección se presentan los elementos normativos relevantes para
la formulación de la política criminal en Colombia.
El primer fundamento normativo de la política criminal está dado por
la Constitución Política de 1991. El artículo 1º establece que Colombia es
un Estado Social de Derecho fundado en el respeto a la dignidad humana.
Este principio se ratifica en el artículo 12 que establece que nadie podrá ser
sometido a tratos o penas crueles, inhumanas o degradantes y en el artículo
34 que prohíbe las penas de destierro, prisión perpetua y confiscación. Se
excluye de esta prohibición la extinción de dominio, pues en estos casos se
trata de un dominio que nunca fue legítimo por su origen.
Por su parte el artículo 28 establece el derecho a la libertad personal,
exigiendo que cualquier privación de la libertad se haga sólo por medio
de mandamiento escrito proferido por autoridad competente. También se
debe tener en cuenta el artículo 29 que establece el derecho a un debido
proceso y sienta las bases constitucionales para un derecho penal de acto.
Igualmente contiene una serie de garantías para las personas que tienen
que enfrentarse al sistema penal.
La política criminal debe estar enmarcada constitucionalmente. Esto
significa que todas las acciones del Estado en esta materia están limitadas
por las normas contenidas en la Constitución Política. Estas limitaciones
se traducen en la imposibilidad de establecer la pena de muerte o la prisión
perpetua; de sancionar a las personas por lo que son y no por lo que hacen;
de establecer penas confiscatorias; etc. Igualmente obliga al Estado a ga-
rantizar que las penas privativas de la libertad se cumplan en condiciones
de dignidad.
El artículo 93 de la Constitución Política reconoce que prevalecen en
el orden interno los tratados y convenios internacionales ratificados por el
Congreso que reconocen los derechos humanos y que prohíben su limita-
ción en los estados de excepción. Igualmente establece que los derechos y
deberes consagrados en la Constitución se interpretarán de conformidad
con los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por
Colombia. En este sentido deben tenerse como límite y fundamento de
la política criminal los siguientes instrumentos de derechos humanos: la
Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948; la Convención
contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanas o Degradan-
tes de 1984; la Convención Interamericana contra la Desaparición Forzada
de 1994; las Convenciones de Ginebra de 1949 y sus Protocolos Adicio-
nales de 1977; la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de
Discriminación contra la Mujer de 1979; el Pacto Internacional de Dere-
chos Civiles y Políticos de 1966; la Convención de los Derechos del Niño
de 1989; el Estatuto de la Corte Penal Internacional de 1998, dentro de los
límites señalados en el artículo 93 ya mencionado.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 estable-
ce unos límites a la política criminal al reconocer derechos como la dig-
nidad humana y el derecho a un debido proceso. Lo propio hace el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos que establece el derecho a
un debido proceso y el derecho de acceso a la justicia (artículos 9 y 14).
Por su parte, a nivel regional, se cuenta con la Declaración Americana de
Derechos Humanos de 1948 y la Convención Americana de Derechos
Humanos de 1969, las cuales protegen los derechos de los individuos y,
en esa medida, constituyen un límite a la política criminal. Por su parte,
el Conjunto de principios actualizado para la protección y la promoción
de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad de 2005 491
Política criminal en Colombia
JURISPRUDENCIA NACIONAL
La Corte Constitucional se ha pronunciado en diferentes sentencias
sobre la política criminal colombiana. En algunas de estas sentencias la
Corte ha señalado la libertad de configuración del legislador en la deter-
minación de la política en esta materia. Sin embargo, en otros pronuncia-
mientos la Corte ha fijado el contenido y límite de la política criminal. 493
Política criminal en Colombia
ANTECEDENTES INSTITUCIONALES
Se han desarrollado diferentes acciones para fortalecer la institucio-
nalidad con el fin de responder de una manera coordinada a los diferentes
fenómenos de criminalidad. Dentro de esas acciones encontramos las si-
guientes:
– La creación del Consejo Superior de Política Criminal y Peniten-
ciaria mediante la ley 270 de 1996 y su fortalecimiento con la ley
1709 de 2014.
– La creación de la Comisión Intersectorial de Seguimiento al Sis-
tema Penal Acusatorio – CISPA, mediante el Decreto 261 de
2010.
– La conformación del Consejo Nacional de Policía Judicial, regu-
lado en la Ley 938 de 2004.
496
Farid Benavides V. / Olga Velásquez O. / María Mariño von Hildebrand
497
Política criminal en Colombia
(3) Por una política criminal integral se entiende aquella que presenta un conjunto
amplio y complejo de medidas y acciones desarrolladas desde el Estado, pero con
una amplia participación de la comunidad. Su finalidad es la reducción del delito
y la violencia en general a través de medidas que van desde políticas de inclusión
504 social, de salud, educativas y solo en ultima instancia penales.
Farid Benavides V. / Olga Velásquez O. / María Mariño von Hildebrand
505
Política criminal en Colombia
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506
ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE
LA POLÍTICA CRIMINAL: DEL ESTADO
ABSOLUTISTA TEOCR ÁTICO AL
ESTADO CONSTITUCIONAL(*)
Omar Huertas Díaz(**)
INTRODUCCIÓN
Mayoritariamente suele considerarse el “Manual de Derecho Penal” de
Feuerbach (1803) como el acto de iniciación de la Política Criminal,
toda vez que en el por primera vez se define autónomamente distinguién-
dola del Derecho Penal al caracterizarla como “el conjunto de métodos
represivos con los que el Estado reacciona contra el crimen”, no obstante
señala Rivera (2005) que Jiménez de Asúa (1965) reconocía la dificultad
para saber quién empleó por primera vez el término de “Política Crimi-
nal”, considerando que fue el jurista y economista milanés Cesar Bon-
nesana (más conocido como el Marqués de Beccaria) a través de su obra
titulada “Dei delitti e delle pene” o “De los Delios y de las Penas” impresa
por primera vez en 1764 (1983) quien al teorizar sobre la necesidad
de reforma del Derecho Penal aportó una primera dirección de Política
Criminal, pese a lo cual Jiménez de Asúa (1965) admite que «si la Polí-
tica Criminal fue italiana por origen se hizo alemana por adopción». No
obstante la importancia histórica de la obra de Beccaria, es de señalar
que tanto el origen como la evolución de la Política Criminal conlleva
un largo y difícil trasegar en el tiempo que se relaciona muy directamente
con las sucesivas transformaciones que ha tenido el concepto de Estado
(Giannini, 1991).
Inicialmente hay que señalar que en ideas de Priego (2003), el Esta-
do no ha sido el mismo desde su origen, toda vez que es una institución
social y humana que se ha desarrollado de formas organizativas simples
hasta dimensiones mucho más complejas, forma política que según Co-
tarelo (2004) y al margen de muchas y muy variadas concepciones teóri-
cas sobre sus inicios, ha conocido una evidente evolución desde el siglo
XVI que permite hablar de cuatro específicas formas: a)- El Estado Ab-
solutista; b)- El Estado Liberal; c)- El Estado Democrático; y d)- El Es-
tado Social, haciéndose claridad que a diferencia del Estado Absolutista,
el Estado Liberal, el Democrático y el Social, son en realidad variantes
del Estado de Derecho surgido en el siglo XIX como una profunda re-
acción de la gran burguesía contra el modelo de Estado Absolutista, con
lo que podría deducirse, implícitamente, que las otras formas evolutivas
del Estado no lo eran cuando, precisamente, esa condición de Estado de
Derecho es lo que une a las tres y lo que las diferencia de otras formas de
Estado que se dieron durante el siglo XX como el Fascista y el Comunis-
ta, los cuales no eran en verdad de Derecho (Cotarelo, 2004).
508
Omar Huertas Díaz / Víctor Manuel Cáceres Tovar
510
Omar Huertas Díaz / Víctor Manuel Cáceres Tovar
BIBLIOGRAFÍA
AGUDELO, N. (1989). La Revolución Francesa y los Fundamentos del
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Akal.
527
Orígenes y evolución de la política criminal...
Carlos Romero(**)
durante varios años ocupó el primer lugar. Véase Instituto Nacional de Estadística e
Informática (2017). Perú: Percepción Ciudadana sobre Gobernabilidad, Democracia
y Confianza en las Instituciones. Noviembre 2016 – Abril 2017. Informe Técnico
01. Lima, página 5. Habrá que esperar los resultados de la próxima encuesta de
Proética para ver si este cambio se confirma. Es probable que la preocupación por
la corrupción esté asociada a los escándalos del caso Lava Jato dados a conocer el
último año; es difícil saber si su impacto se mantendrá.
(2) Proética (2015). Novena Encuesta Nacional sobre Corrupción – 2015. Lima,
Ipsos, página 10.
(3) Instituto Nacional de Estadística e Informática (2017). Victimización en el Perú
2010-2016. Principales resultados. Lima, página 154.
(4) Barómetro de las Américas, encuesta sobre cultura política aplicada por el Proyecto
534 de Opinión Pública de América Latina de la Universidad de Vanderbilt de los
Gino Costa / Carlos Romero
Fuente: Enapres/INEI
Estados Unidos.
(5) Instituto Nacional de Estadística e Informática (2017). Victimización en el Perú
2010-2016. Principales resultados. Lima, página 22. 535
¿Qué explica la caída de la victimización en el Perú....?
Fuente: Enapres/INEI
(6) Carrión, Julio; Patricia Zárate y Elizabeth Zechmeister (2014). Cultura política
de la democracia en el Perú y en las Américas, 2014: Gobernabilidad democrática
a través de 10 años del Barómetro de las Américas. Lima, Instituto de Estudios
Peruanos y Vanderbilt University, Proyecto de Opinión Pública de América Latina,
páginas 16 y 17.
(7) Instituto Nacional de Estadística e Informática (2017). Victimización en el Perú
536 2010-2016. Principales resultados. Lima, página 116.
Gino Costa / Carlos Romero
Fuente: Enapres/INEI
A fines del 2014 el INEI aplicó por primera vez en el Perú la encuesta
de victimización empresarial; la misma medición volvió a hacerla dos años
después. Los resultados dan cuenta de una caída también importante de la
victimización por delincuencia de las empresas, habiendo ésta pasado del
28.9% al 21.3% el 2016.(8)
Fuente: Endes/INEI
2. EL INCREMENTO DE LA VIOLENCIA
Si la victimización que viene cayendo no puede explicar que el temor
mantenga sus altos niveles y que, incluso, tenga una tendencia ascendente,
quizá el incremento de la violencia lo explique. Éste se ha expresado en
los últimos años con el crecimiento de los delitos cometidos con arma de
fuego, los homicidios y las lesiones. Veamos.
Según la Enapres/INEI los delitos con arma de fuego pasaron de re-
presentar el 6.0% del total el 2011 al 8.9% el 2016.(10) Así, mientras los
delitos se reducen, la violencia con que se cometen aumentó en 50.0% en
tan solo cinco años, un incremento muy rápido, importante y peligroso
que podría ayudar a entender el aumento de los homicidios, una parte
significativamente de los cuales es producto de la acción de la delincuencia
común y organizada.(11)
Fuente: Enapres/INEI
Fuente: CEIC/INEI
(13) Gushiken, Alfonso; Gino Costa, Carlos Romero y Catherine Privat (2010).
¿Quiénes son asesinad@s en Lima? ¿Cómo, cuándo y por qué? Lima, Ciudad
Nuestra, páginas 48 y 55.
(14) Las tasas de homicidios para los países de las Américas fueron elaborados por la
Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito para el año 2015; solo
en los casos de Chile y Ecuador las tasas son del 2014.
(15) Instituto Nacional de Estadística e Informática (2017). Comportamiento de la
micidios, las lesiones en el Perú tienen tasas que son de las más bajas
en la región.(18)
(20) Citado en Costa, Gino y Carlos Romero (2015). Lima: ¿cómo hacerla más segura?
542 Lima, Ciudad Nuestra, páginas 87 y 91.
Gino Costa / Carlos Romero
Fuente: Enapres/INEI
Fuente: Enapres/INEI
Fuente: Enapres/INEI
(25) Los porcentajes para los años 2011, 2012 y 2013 se obtuvieron de Instituto
Nacional de Estadística e Informática (2014). Victimización en el Perú 2010-
2013. Principales resultados. Lima, página 172. Los correspondientes a los años
2014, 2015 y 2016 de Instituto Nacional de Estadística e Informática (2017).
Victimización en el Perú 2010-2016. Principales resultados. Lima, página 193.
(26) Instituto Nacional de Estadística e Informática (2017). Victimización en el Perú
Fuente: Enapres/INEI
Fuente: Enapres/INEI
Fuente: Enaho/INEI
Fuente: Enaho/INEI
CONCLUSIÓN
i. El Perú ha experimentado una caída muy importante y sostenida de
la victimización por delincuencia a partir del 2011, una caída que ha
alcanzado el 28.8%.
ii. Explicar esta caída es fundamental. Durante el mismo período la ma-
yoría de indicadores de desempeño institucional en lugar de mejorar
se deterioraron. La única excepción fue el incremento de las detencio-
nes policiales y, sobre todo, de la población privada de libertad. Quizá
aquí residiría una explicación.
iii. La otra explicación podría encontrarse en la notable mejora de los
principales indicadores económicos y sociales que tuvieron lugar a
partir del 2010, y al que hay que sumar el efecto acumulado de los
avances sostenidos desde principios de la década pasada.
iv. Se requiere de estudios en mayor profundidad para confirmar que
éstos son los elementos explicativos de la caída de la victimización por
delincuencia y el peso relativo de cada uno de ellos.
551
¿Qué explica la caída de la victimización en el Perú....?
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Proética (2015). Novena Encuesta Nacional sobre Corrupción – 2015.
Lima, Ipsos.
554
Investigación orientada y
políticas públicas de seguridad
en América Latina
Luis Gerardo Gabaldón(*)
Contribución al libro
El estado del pensamiento crítico en derecho
penal, política criminal y criminología en Latinoa-
mérica
2. VERACIDAD Y SAGACIDAD
¿Quiénes son el académico y el político? Lo que caracteriza a la aca-
demia son la constancia y la pretensión de veracidad mientras que, a la
política, la sagacidad y la oportunidad. Siendo así, el perfil de ambos agen-
tes es diverso. Constancia implica dedicación y tiempo de reflexión; un
académico se dedica con constancia a un tema de estudio, lo que se define
como la línea de investigación. Aportar reflexiones propias, sustentadas y
organizadas, requiere sedimentación y un ritmo mental y emocional dis-
tinto al de la política. La pretensión de veracidad se entiende en el sentido
indicado por Habermas (1975), como vocación de discusión en un marco
de comunicación abierta, donde se plantean razones y se exponen datos
de buena fe, con disposición a reformular cualquier interpretación o pro-
puesta. Esto ha caracterizado el trabajo intelectual desde la fundación de la
academia. Fue la base de la mayéutica socrática, abrió el paso al desafío de
los dogmas religiosos en las universidades medievales y transformó, con el
advenimiento de la observación sistemática y la experimentación, la activi-
dad de la universidad en la modernidad.
El político está orientado por la sagacidad y la oportunidad. Tiene que
ser sagaz para captar la relevancia o el poder de alguna idea y, además, estar
en condiciones de aprovechar el momento y la coyuntura para aplicarla.
En materia de seguridad pública el político navega con ligereza porque
los temas de esa agenda son mudables y las oportunidades para proponer
opciones inestables, dependiendo de cambios rápidos. Puede haber alguna
recomendación que parezca razonable y fundada pero no es el momento de
aplicarla, porque la audiencia social o quienes gobiernan no son receptivos.
Cualquier asesor habrá podido comprobarlo, pero lo que podría generar
frustración e irritación también deberìa promover prudencia y paciencia.
(1) Al momento de la revisión final de este artículo, dicho estudio ya fue realizado,
habiendo permitido incorporar datos expandidos sobre homicidios, lesiones y
robos, asì como percepciones ciudadanas sobre iniciativas públicas en materia de
566 vigilancia policial, desarme y resolución de conflictos (GIC, 2015).
Luis Gerardo Gabaldón
lantar una política pública exitosa sin tomar en cuenta las particularidades
culturales, lo que la gente piensa y las prácticas sociales establecidas. Esto es
aplicable a las políticas de seguridad, donde la observación, categorización
y, en lo posible, sistematización del saber popular, siempre que se reconoz-
can los límites de las inferencias y propuestas ancladas en él, es importante
para el diseño y gestión de planes sostenibles en el tiempo. Ninguna pro-
puesta sobre formación, acreditación, control interno y externo, equidad
de género, atención a las víctimas de abuso y contraloría social de la policía
podría prescindir del estudio y evaluación de las actitudes y expectativas de
la población frente a la misma policía, para cuya determinación el trabajo
de investigación universitario es fundamental.
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venezolana: Desarrollo institucional y perspectivas de reforma al inicio del 569
Investigación orientada y políticas públicas de seguridad en América Latina
RESUMEN
El objetivo de este trabajo es analizar las modalidades históricas, polí-
ticas y sociales del vínculo particular que las políticas de prevención social
del delito establecieron con el campo de la política social en la Argentina
de la última década, participando en su desarrollo de diferentes proyectos
orientados hacia una “política democrática de seguridad” que intentaron
disputar el campo de enfrentamientos configurado en torno a la nueva
“cuestión de la in/seguridad”. Este trabajo es producto de una investiga-
ción mayor, la cual tuvo por objetivo analizar los modos de problematiza-
ción de la relación entre delito y condiciones de vida en el desarrollo de las
políticas de prevención social del delito en Argentina, durante la primera
década del nuevo siglo, entendiendo estas estrategias preventivas como es-
pacios de intersección entre la política criminal y la política social. Esta
mirada nos permite interrogarnos por las mutaciones históricas generales
(*) Una versión anterior de este trabajo fue publicada en la Revista del CLAD Reforma y
Democracia, Nº 58. Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo,
Caracas.
(**) Doctor en Ciencias Sociales por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad
de Buenos Aires. Investigador del CONICET con sede en el Instituto de
Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires. Es docente de la
Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Investigador del
Grupo de Trabajo de CLACSO “Sistema penal y cambio social”. 571
Prevención del delito, políticas sociales y disputas en torno a la ‘inseguridad’...
PALABRAS CLAVES
Seguridad democrática – prevención del delito – política social – Ar-
gentina
INTRODUCCIÓN
El objetivo de este trabajo es analizar las modalidades históricas, polí-
ticas y sociales del vínculo particular que las políticas de prevención social
del delito establecieron con el campo de la política social en la Argentina
de la última década, participando en su desarrollo de diferentes proyectos
orientados hacia una “política democrática de seguridad” que intentaron
disputar el campo de enfrentamientos configurado en torno a la nueva
“cuestión de la in/seguridad”. En estas páginas sostendremos que la década
del 2000 en relación a este campo se abre y se cierra con la emergencia de
dos proyectos por una “política democrática de seguridad”; sin embargo,
si el primero centraba sus propuestas en la puesta en marcha de estrategias
preventivas y promovía canales de contacto con el campo de las políticas
sociales, el segundo descentró la impronta preventiva y propuso como nú-
cleo de su interpelación “democrática” la cuestión del control político de
las fuerzas de policiales.
Este trabajo es producto de una investigación mayor, la cual tuvo por
objetivo analizar los modos de problematización de la relación entre delito
y condiciones de vida en el desarrollo de las políticas de prevención social
del delito en Argentina, durante la primera década del nuevo siglo, enten-
572 diendo estas estrategias preventivas como espacios de intersección entre la
Emilio Jorge Ayos
mayor vinculación con las políticas y los saberes centrales del complejo
penal-welfare. Por un lado, aparece una deriva propia del campo adminis-
trativo, que siguiendo un repertorio de recursos organizacionales, utiliza el
razonamiento estadístico y los análisis de costo-beneficio en un conjunto
de respuestas adaptativas a las nuevas sociedades de altas tasas de delitos. Es-
tas respuestas implican un proceso de racionalización y sistematización de
la justicia a partir de la introducción de los principios del management, la
tendencia a la privatización de ciertas áreas del campo del control del deli-
to, la reconfiguración de los objetivos valorados (pasaje de la rehabilitación
hacia la incapacitación), la centralidad de las consecuencias del delito y no
de sus causas, abriendo la puerta a la nueva relevancia política de la víctima,
y unas estrategias de responsabilización, que intentan interpelar a agentes no
estatales y a la comunidad en su protagonismo sobre el control del delito
(Garland, 2005). Otro de los conceptos que dan cuenta de esta deriva en la
política criminal es el de nueva penología (Feeley y Simon, 1998).
Frente a esta tendencia, que es caracterizada por Garland como propia
de una racionalidad neoliberal y centrada en el ámbito de la administra-
ción, emerge otra línea de fuerza que muestra una racionalidad propia-
mente neoconservadora, vinculada a una radicalización de la punitividad y
un hincapié en los contenidos expresivos de la pena. Como parte de la in-
corporación de la cuestión del delito en el discurso político, se observa una
revitalización de los valores ligados a una disciplina moral, la responsabili-
dad individual y el respeto a la autoridad. La respuesta al “nothing works”
que criticaba a las argumentaciones de las criminologías “welfaristas” y la
ineficacia del correccionalismo, vendrá en un discurso de “ley y orden” que
afirmará “prison works” según los dichos del Home Secretary del gobierno
británico, Michael Howard (Garland, 2005). El nuevo tono emocional de
este “giro punitivo” (Hallsworth, 2006) que evocan las políticas criminales
y su fuerte politización marcan nuevas relaciones entre experticia y política:
ya no es un tema que puede ser dejado en manos de expertos, sino que se
convierte en un eje central de la competencia electoral (Garland, 2005).
De esta manera, a partir de finales de los años setenta la política cri-
minal muestra un conjunto de tendencias que al mismo tiempo que se ar-
ticulan muestran también elementos divergentes: el ascenso de estrategias
que reconstruyen una racionalidad más propiamente neoliberal, ligadas a
unas criminologías del sí mismo y otras que desde una perspectiva marca-
damente neoconservadora se vinculan a las criminologías del otro; ambas se
imponen a lo que globalmente Garland llama criminología socialdemócrata,
576 que veía en el delincuente el producto de las desigualdades sociales, por
Emilio Jorge Ayos
intervenciones sobre las situaciones y los ambientes para reducir las opor-
tunidades de que se cometan delitos en ellos, retomando las criminologías
de la vida cotidiana que hemos analizado. Por su parte, el modelo de pre-
vención social se distingue por intentar influir en las supuestas causas socia-
les-estructurales que estarían por detrás de los comportamientos delictivos;
es decir, a diferencia de las anteriores, se orienta fundamentalmente hacia
los potenciales ofensores. Este modelo contiene ciertos resabios positivis-
tas, tanto respecto del tipo de interpretación que propone acerca de los
“fenómenos delictivos” (en términos de su etiología, pues se centra en la
búsqueda de las causas del delito), como de su disposición hacia la “reforma
social” como método ex – ante de prevención.
En relación a las orientaciones políticas de las estrategias preventivas
y a sus contenidos político-culturales, una de las asociaciones más seña-
ladas en la bibliografía especializada es la que analiza la contemporánea
orientación preventiva de la política criminal como participando de una
racionalidad política marcadamente neoliberal, centrada en la administra-
ción “económica” y actuarial de los riesgos. Sin embargo, la apelación a las
causas sociales del delito no es ajena a los desarrollos de la “nueva preven-
ción” en el último tramo del siglo XX: así como hemos repasado la deriva
más propiamente neoliberal como re-invención de entramados anteriores,
podemos observar una línea de fuerza que, a partir de diferentes ejes, re-in-
venta una prevención más preocupada por los orígenes sociales del delito.
Como puede verse en el caso inglés, esta vertiente aparece como una estra-
tegia socialdemócrata que desde el concepto de community safety intenta
disputar la hegemonía de las intervenciones situacionales con fuerte parti-
cipación policial. Claramente influenciadas por las problematizaciones del
realismo de izquierda criminológico, la reintroducción de la noción de co-
munidad fue una apuesta por orientar las estrategias preventivas sobre las
causas sociales del delito que intentó un posicionamiento socialdemócrata
que “tomara en serio al delito”. En el caso francés, aunque la noción de
comunidad le es ajena, también aparece una problematización “local”, de
“proximidad” sobre el delito, que recupera una orientación “social” como
posicionamiento del gobierno socialista.
En este sentido vemos que emerge una vertiente que, en el contexto
de finales de los años setenta, retoma una problematización de las causas
sociales del delito de manera polémica con respecto a los enfoques crimi-
nológicos que descentran esta cuestión. En este punto, aparecen reactivan-
do de múltiples formas las preocupaciones correccionalistas sobre la reha-
578 bilitación como dinámica preventiva; sin embargo, estas modalidades se
Emilio Jorge Ayos
(2) Aunque sin ser una transformación absoluta, dado que entiende que la despoliciación
586 de la protesta social es uno de los saldos de todo el período.
Emilio Jorge Ayos
organizados por el PCV (como dijimos, dado de baja en el 2008), los que
llamaremos programas Post-PCV. Entendemos que este descentramiento
debe interpretarse a la luz no sólo de las dinámicas y debates al interior
del campo de la política criminal, sino también en las transformaciones
de las condiciones históricas que hicieron posible su desarrollo a partir
de su vinculación con otro campo de intervención y de reflexión: el de
las políticas sociales. Como analizaremos, las condiciones de articulación
entre el campo de la política criminal y la política social que dieron emer-
gencia a la prevención social en nuestro país se asentaron en modalidades
específicas dentro de este último campo, ligadas a una tradición asistencial
del tipo workfare que se centra en la idea de contraprestación laboral. El
debilitamiento de estas modalidades debe entenderse como condición de
posibilidad para el descentramiento preventivo.
Así, vemos que la primera década del nuevo siglo se abre y se cierra
con dos proyectos de una política democrática de seguridad. Los dos recu-
peran una preocupación por las “causas sociales” de las prácticas delictivas
como argumentación polémica frente a las posturas de “mano dura”. El
primero de ellos, como analizamos en el contexto de una intensificación
de la politicidad de la in/seguridad a partir de una retórica fuertemente
punitiva, problematiza a esta política democrática de seguridad centrada en
el desarrollo de estrategias preventivas que contengan un hincapié en los
procesos de participación ciudadana. El segundo, va a problematizar esta
orientación a partir de los ejes de un control político de las fuerzas poli-
ciales y en la promoción de la participación interpelando a organizaciones
políticas y sociales. Por otra parte, hay una diferencia de escala, de lugar:
más allá de su importancia como posicionamiento político, el PNPD y el
PCV han sido desde su inicio elementos marginales dentro de la política
criminal, posición ahondada en el correr de los años; en cambio, el Mi-
nisterio de Seguridad, se propuso tomar el centro del campo del control
del delito (expresado en la creación de una nueva institucionalidad, en
el rango ministerial), intentando modificar algunas de sus orientaciones
fundamentales. En las manifiestas dificultades para construir consensos y
capital político desde esta orientación transformadora bajo la perspectiva
de una política democrática de seguridad deben buscarse las causas del debi-
litamiento de dicha orientación hacia finales del año 2013.
589
Prevención del delito, políticas sociales y disputas en torno a la ‘inseguridad’...
(3) La voz workfare proviene del juego de palabras entre welfare (bienestar, pero también
asistencia) y work (trabajo), y es el nombre con que se aludió a la reforma alglosajona
de los Estados de Bienestar. Su característica distintiva fue la obligatoriedad para
los “beneficiarios” de realizar una contraprestación laboral o de capacitación laboral
como modo de promover su empleabilidad (Grondona, 2012). 591
Prevención del delito, políticas sociales y disputas en torno a la ‘inseguridad’...
4. REFLEXIONES FINALES
En estas páginas hemos intentado situar a la prevención del delito
como un de los ejes estructuradores de las formas en que los proyectos que
reivindicaban una “seguridad democrática” disputaron al interior del cam-
po delimitado por la cuestión de la in/seguridad que se conformó en Ar-
gentina a finales de la década de 1990. La recuperación de esa orientación
“social”, justamente en el momento en el que las orientaciones neoliberales
y neoconservadoras ponían en jaque el “consenso welfarista” dentro del
campo del control del delito, le da el tono socialdemócrata o progresista
que la prevención social adquirió en la mayoría de los contextos de surgi-
miento, como observamos en la primera parte de nuestro trabajo. El caso
argentino muestra esta configuración, al presentarse como la materializa-
ción de un proyecto tendiente a una política democrática de seguridad que
construye su campo de adversidad frente a las posturas de “mano dura”
entendidas como autoritarias. Sin embargo, hemos desarrollado cómo la
596 puesta en marcha de intervenciones de prevención del delito y su particu-
Emilio Jorge Ayos
lar vínculo con el campo de la política social diferenció los proyectos por
una “seguridad democrática” que abrieron y cerraron la década.
El último movimiento que identificamos en el campo de la política
social fue el que mostró ciertas tendencias hacia una recentralización de la
matriz de la seguridad social desde mediados de la última década. En nues-
tro país, esta tendencia tuvo uno de sus puntos más intensos en la creación
de la Asignación Universal por Hijo para la Protección Social (AUHPS)
en el año 2009, que además reconfiguró la relación, entre seguridad social
y asistencia, central para nuestro problema de investigación. Ubicamos el
surgimiento de la AUHPS y el desdibujamiento que ella produce en las
modalidades tipo workfare (incluido el PEC alejándose de la contrapres-
tación en tanto modo de condicionalidad), como una de las condiciones
de posibilidad que abre el proceso de desacoplamiento entre los campo
de la política social y la política criminal en las formas en que este se ha-
bía configurado en las estrategias preventivas durante la última década. La
entrada del Programa de Empleo Comunitario (programa tipo workfare
que sustentó a los programas de prevención del delito como el Programa
Comunidades Vulnerables, en tanto era la transferencia de ingresos que
se otorgaba a sus destinatarios, por la contraprestación de la participación
en las actividades “preventivas”) en su etapa de finalización luego de la
creación de la AUHPS, lo que implicó la clausura de nuevas “altas” en
los programas preventivos, significó uno de los elementos que generaron
un progresivo debilitamiento de estas intervenciones que imposibilitaron
continuar con las modalidades que los estructuraron durante el período
estudiado. De esta manera, si la descentralización de la seguridad social y
la preponderancia de la asistencia (en las formas particulares del workfare
y el desarrollo comunitario) abrieron la superficie de contacto en el cam-
po de la política social para la articulación estratégica con el campo de la
política criminal en las estrategias de prevención social, la tendencia a la
recentralización de la seguridad social y la reconfiguración de su relación
con la asistencia, marcan la obturación de ese espacio y la promoción de un
desacople de dicha articulación. Como vimos, este proceso se profundiza
en el año 2014 con el lanzamiento del PROGRESAR, que incorpora a los
jóvenes en la lógica de la seguridad social.
Como analizamos, este proceso se articula con las transformaciones
en el campo de la política criminal. El posicionamiento por una política
democrática de seguridad que se expresó en la creación del Ministerio de
Seguridad hizo pie en dos ejes: el control político de la seguridad, parti-
cularmente de las fuerzas policiales; y la promoción de la participación 597
Prevención del delito, políticas sociales y disputas en torno a la ‘inseguridad’...
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Emilio Jorge Ayos
611
LA PARTICIPACIÓN COMUNITARIA
EN LA PREVENCIÓN DEL DELITO:
EVALUACIÓN DE PLAN DE SEGURIDAD
EN LOS INICIOS DEL GOBIERNO
DE HUGO CHÁVEZ
Neelie Pérez(*)
Gilda Núñez(**)
RESUMEN
El propósito del trabajo que se presenta es analizar la participación
ciudadana como forma de prevención del delito a través del estudio de
algunas experiencias impulsadas en los inicios de la gestión del Presidente
Hugo Chávez. La intención es identificar sus beneficios, exponer sus limi-
taciones y riesgos. Gracias al análisis de las acciones implementadas en esta
área, se podrán identificar los tipos y dimensiones de la participación en la
gestión de la seguridad.
Palabras clave: participación, prevención del delito, seguridad ciuda-
dana.
Venezuela. 613
La participación comunitaria en la prevención del delito...
3. METODOLOGÍA UTILIZADA
La metodología utilizada para la realización de este estudio es de tipo
cualitativa y se dividió en dos momentos, desarrolladas entre los meses de
junio a agosto del 2007.
El primer momento consistió en la realización de “Entrevistas Colec-
tivas semi-estructuradas” con líderes comunitarios de diversos sectores del
(1) Según Virtuoso, se entiende por zonas populares o barrios aquel “territorio
autoconstruido por sus pobladores, sin propiedad legalizada del suelo, servicios públicos
básicos precarios, fuera del ordenamiento formal establecido y marginalmente vinculados
a la trama urbana. Desde el punto de vista de su condición socioeconómica, las
616 familias están en situación de pobreza relativa y extrema” (2006:292).
Neelie Pérez / Gilda Núñez
617
La participación comunitaria en la prevención del delito...
618
Neelie Pérez / Gilda Núñez
Fuente: Extractos textuales del Documento de Presentación Oficial del Plan Integral
Nacional de Seguridad Ciudadana, 2004.
(2) La prevención-control situacional actúa sobre los factores ambientales con el fin
de reducir las oportunidades para delinquir. Algunas estrategias promueven una
mayor actividad policial para evitar o detectar las actividades asociadas al delito.
(3) La prevención social actúa sobre factores sociales, de carácter estructural tales como
programas sociales que consoliden los derechos de los individuos. Se dirige a la
población en general en ámbitos como el familiar, educación, salud, etc. Apunta
hacia la construcción de un marco social seguro a través del cual se garanticen los
derechos sociales de las personas con el fin de superar las situaciones de desigualdad
social y ofrecer una mejor calidad de vida.
(4) La inteligencia social en este contexto es entendida como una actividad social
situacional, desarrollada en determinadas zonas (para el caso en concreto zonas
populares), que para alcanzar una acción colectiva más eficiente y eficaz –según
Bonilla-Molina y El Troudi- se asocia con la institucionalidad. En este sentido,
“La inteligencia social situacional… asume la calificación de instancia que impulsa
y trabaja información, comunicación y procesos que generan y demandan las
instituciones y sus ciudadanos para alcanzar las aspiraciones o metas propuestas”
(Bonilla-Molina y El Troudi, 2004:30).
(5) Para estudios sobre prevención del delito en Venezuela, véase Birkbeck (1982,
620 1983), Lolita Aniyar de Castro (2003, 2005), Bravo Dávila (2005).
Neelie Pérez / Gilda Núñez
(6) Las “Misiones” han sido una forma a través de la cual el Gobierno Nacional ha
tratado de reducir el déficit de atención de derechos sociales fundamentales y 621
La participación comunitaria en la prevención del delito...
(8) Palabra del argot popular que se refiere a “conflicto pendiente por resolver que se
suscita entre personas o bandas”. 623
La participación comunitaria en la prevención del delito...
(9) La Ley de Vagos y Maleantes fue sancionada por primera vez en 1939, y toma
como fundamento la teoría positivista de la peligrosidad social y la existencia de
“sujetos peligrosos” que deben ser “corregidos”, lo cual favoreció el desarrollo de un
“Derecho penal de autor” en Venezuela, que castiga formas de ser y estilos de vida.
Este instrumento legal fue objeto de varias reformas (1943, 1950, 1956) sin que su
base teórica central fuera alterada, hasta ser definitivamente derogada en 1997 por
inconstitucional. 625
La participación comunitaria en la prevención del delito...
BENEFICIOS:
Corresponsabilidad: A partir de 1999, la seguridad se asume abierta-
mente como un tema donde existe una responsabilidad compartida, que si
bien no implica –ni justifica- la transferencia de competencias en esta área
por parte del Estado hacia la sociedad por cuanto se considera la seguridad
como un servicio público (véase Recasens, 2000), si implica la toma de
conciencia por parte de las organizaciones que lo componen en cuanto a las
capacidades y limitaciones del poder que se ejerce a través de las instancias de
justicia penal, específicamente para desarrollar acciones en el área de segu-
ridad y prevención del delito y la violencia. En este caso, las comunidades
están siendo llamadas para solventar los problemas generados por las limitacio-
nes del Estado en esta materia, y para ello se requeriría la promoción de la
participación activa por parte de las comunidades, sobre todo en el control
de la gestión de las políticas de seguridad y estrategias de prevención.
Ampliación del concepto tradicional de prevención: De acuerdo a
los últimos planes de seguridad desarrollados por el MIJ, pareciera enten-
derse que lo social es un aspecto fundamental para la garantía de la seguridad,
pues en los planes se incorporan actividades asociadas a la satisfacción de
necesidades en el área de salud, cultura, deporte, educación, alimentación,
etc. Se valora como positiva la realización –desde la Dirección General de
Prevención del Delito- de este tipo de actividades, que también deben ir
acompañadas de medidas sostenidas (y sostenibles) en el tiempo, que den
pie a un verdadero sistema de protección social y en este sentido, el Estado
venezolano debe asumir su responsabilidad y compromiso en el desarrollo
de un sistema de seguridad social para todas las personas, capaz de reducir
las asimetrías sociales y en general, las causas de vulnerabilidad que hoy
atentan contra los derechos de gran parte de la población, claro está, sin
que ello suponga la criminalización de la política social, esto es, sin gene-
rar una situación donde los asuntos relacionados con el bienestar social se
redefinan como problemas asociados al delito, como lo advertía Baratta
(2005) y hoy sostiene Knepper (2007).
Fortalecimiento del concepto de ciudadanía a través de la organi-
zación comunitaria: Se considera que con la participación de las comu-
nidades organizadas como agentes proactivos para la prevención del delito
y la violencia, se coadyuva a la construcción de ciudadanía, que incluye
el efectivo ejercicio de los derechos que son reconocidos a las personas, 627
La participación comunitaria en la prevención del delito...
LIMITACIONES Y RIESGOS:
Planes y estrategias transitorias: En general, se trata de una interven-
ción realizada en zonas donde se registraba una alta incidencia de delitos
violentos, como en el caso de “La Bombilla”, y que a pesar de haber sido
producto de las demandas de seguridad por parte de la población (deman-
das que aún persisten), no ha sido mantenida en el tiempo, generando
frustración y cierta desconfianza hacia las organizaciones del Estado
por parte de algunos habitantes del sector. Hay que tener en cuenta que las
estrategias de prevención social que se enunciaban en el Plan atinentes a
facilitar el acceso a algunos derechos requerían continuidad, y dada la com-
plejidad de los problemas sociales asociados al delito y la violencia, en un
(10) A pesar de esta percepción de disminución del delito, y al no contar con datos
oficiales que la corroboren, debe recordarse que la sensación de inseguridad
puede no coincidir con una reducción efectiva de la criminalidad y la violencia en
determinada localidad, e incluso, algunas veces existir a pesar de la comprobación
de casos de abuso policial. Un ejemplo de este tipo de situaciones se encuentra en
las estrategias de “cero tolerancia” promovidas por el Alcalde de la ciudad de Nueva
York, Rudolf Giuliani, donde a partir de las técnicas policiales implementadas por el
Plan Bratton la mayoría de los habitantes manifestaba sentirse más seguro, mientras
las violaciones a los derechos humanos y muertes en manos de funcionarios de
628 policía se incrementaban.
Neelie Pérez / Gilda Núñez
(11) Para un estudio crítico sobre la constitución, funcionamiento y usos de las redes de
inteligencia social en la prevención del delito, véase Núñez, G. y Pérez, N. 2007.
La participación comunitaria en la prevención del delito a través de las redes de
632 inteligencia social: el caso venezolano.
Neelie Pérez / Gilda Núñez
da por los más recientes planes de seguridad trazados por el Ejecutivo Na-
cional que si bien puede no ser nueva, pues ha sido utilizada en distintos
momentos históricos por distintos países (con cierto éxito) para el control
de la disidencia política, y en décadas recientes por el componente policial
para la captura de sujetos considerados delincuentes, desvirtúa el verda-
dero sentido de la participación ciudadana en la prevención del delito, al
limitar la participación en la prevención a la “utilización” de la ciudadanía
para cumplir la función de delatores.
Contrario a este tipo de propuestas se sostiene la necesidad de reforzar
una prevención desde lo social, más humana y dirigida a prevenir los facto-
res sociales promotores de la violencia y el conflicto, a través de acciones de
integración social y participación directa y real de la comunidad, a través
de la conformación de nuevos agentes de control social, para la resolución
de conflictos y el control de la gestión. La idea sería promover prácticas que
conviertan en protagonista (de modo positivo y proactivo) a la comuni-
dad, instalando recursos, capacidades y estrategias tanto a nivel individual
como colectivo, consecuentes con un marco de regulación democrático y
perdurable en el tiempo, que no responda sólo a situaciones coyunturales,
porque como en cualquier área, la política debe pretender obtener ciertos
resultados, y para ello, la labor de planificación debe ser una labor cons-
tante y permanente, tomando en cuenta las dinámicas sociales concretas.
La plataforma constitucional está dispuesta y reconoce a las comuni-
dades organizadas las herramientas para la participación en distintos ám-
bitos, entre ellos la seguridad y la prevención del delito, y por ello más que
nunca se debe tomar en cuenta a la ciudadanía para el éxito y legitimidad
de la acción pública, garantizando la participación ciudadana que prevé
la Constitución, reactivando y promoviendo las redes sociales e involu-
crando a la población en los asuntos de seguridad (diseño y evaluación de
planes, rendición de cuentas, etc.) para garantizar soluciones adecuadas.
Ahora bien, mientras no se faciliten ni garanticen a las comunidades los
mecanismos para la participación en el diseño y control de gestión de los
planes de seguridad y prevención de la violencia, mientras no se imple-
mente la transformación de los cuerpos de policía, ni un plan de desarme,
mientras no se promuevan los mecanismos de resolución pacífica de con-
flictos (cuestiones que el “Plan Integral Nacional de Seguridad Ciudadana”
no desarrolla), y mientras se continúe acudiendo a la eficacia simbólica del
despliegue militar en los espacios comunitarios, sería ingenuo pensar –al
menos en un contexto democrático- que la prevención del delito y la vio-
lencia es posible. 633
La participación comunitaria en la prevención del delito...
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634
Neelie Pérez / Gilda Núñez
636
SEGURIDAD CIUDADANA Y DERECHOS
FUNDAMENTALES
CUATRO RETOS CIUDADANOS(*)
César Bazán Seminario(**)
INTRODUCCIÓN
La relación entre derechos fundamentes y seguridad ciudadana es
muy estrecha. Es difícil, sino imposible, ejercer derechos fundamentales
si no hay seguridad ciudadana, puesto que la inseguridad es un asunto de
vulneración de derechos. Por ejemplo, cuando un ladrón roba una cartera
está vulnerando el derecho fundamental a la propiedad; cuando una per-
sona es acuchillada como víctima de un delito está en juego el derecho a la
integridad personal; si una empresaria es secuestrada entonces se vulnera su
derecho fundamental a la libertad de tránsito; si una persona es violentada
sexualmente se atenta contra su derecho a la libertad sexual, etc.
(*) Una versión anterior de este documento fue leída en un evento en la Pontificia
Universidad Católica del Perú (2016) y otra versión en un evento en la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos (2015).
(**) César Bazán Seminario (Lima 1981). Activista e investigador. Actualmente
Para tener más claridad sobre esta idea, revisemos el concepto de se-
guridad ciudadana.
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gob.pe/pdfs/Plan.Nacional.Seguridad.Ciudadana.2013-2018.pdf (vis-
to 22 de abril de 2014).
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La participación comunitaria en la prevención del delito...
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iii
Criminología
¿Cómo definir a la Criminología
en el siglo XXI?
Carlos Elbert (*)
(3) Ver el tratamiento de esta cuestión en Wright Mills, C. “La imaginación sociológica”,
658 Fondo de Cultura Económica, México, 1985, Pág.77 y s.s.
Carlos Elbert
(4) Sobre la naturaleza “imperialista” de la sociología, ver Ceretti, Adolfo, “El horizonte
artificial.”, Colección Memoria Criminológica Nº 5, capítulo V, Editorial B.de F.,
Buenos Aires, 2008. 659
¿Cómo definir a la Criminología en el siglo XXI?
(5) Creando, por ejemplo, conceptos como “cientista social”, “modernidad tardía”,
“deprivación”, “empoderamiento”, etcétera. También el uso sistemático de verbos
660 de moda, como “obturar”.
Carlos Elbert
(9) El film “Ensayo de orquesta” de Federico Fellini (1979) ilustra magníficamente sobre
662 lo que sucede cuando los músicos resuelven no obedecer más a su director.
Carlos Elbert
(10) Ver: Elbert, Carlos: “¿Qué queda de la criminología?”, en Gaceta penal y procesal
penal, Lima, Tomo 20, 2011, Pág.345.
(11) Pavarini, Mássimo, “Control y dominación”, Siglo XXI, México, 1983, Pág. 93. Este
(12) Ver Elbert, Carlos: “Manual básico de Criminología” (quinta edición), Eudeba, Buenos
Aires, 2012, capítulo quince., y “Criminología, ciencia y cambio social”, Eudeba, Buenos
664 Aires, 2012, capítulo VIII.
Carlos Elbert
(13) Ver: “Criminología analítica” (conceptos de psicología analítica para una hipótesis
etiológica en Criminología” (sin traducción al castellano), del brasileño Velo, Joe
Tennyson, Nuria Fabris Editora, Porto Alegre, segunda edición, 2009; “Cosmologíe
violente”, Ceretti, Adolfo y Natali, Lorenzo Rafaello, Cortina Editore, Milán,
2009 y “Criminología teórica (patologías del espíritu” de Sanchez Rodríguez, Sergio,
Editorial Metropolitana, Santiago de chile, 2008.
(14) Feyerabed , Paul, “Adiós a la razón”, Editorial Altaya, Barcelona, 1995. 665
¿Cómo definir a la Criminología en el siglo XXI?
(15) Ver el tratamiento que doy al tema en mis trabajos mencionados en la cita 13.
(16) Ver, de Scheerer , Sebastian, “Hacia el abolicionismo”, en el libro “Abolicionismo
penal”, Editorial Ediar, Buenos Aires, 1989, página 23, cita 7.
(17) “Delitos de los débiles y de los poderosos”, (ejercicios de anticriminología), Editorial
666 Ad-Hoc, Buenos Aires, 2005.
Carlos Elbert
la obra de Wayne Morrison “Criminology, civilisation and the New World Order”,
Routledge-Cavendish, Estados Unidos y Canadá, 2006. 667
¿Cómo definir a la Criminología en el siglo XXI?
(20) Ver: Elbert, Carlos, “Criminología, ciencia y cambio socia”l, obra citada, capítulos I
a IV.
(21) Virgolini, Julio, “La razón ausente” , Editores del Puerto, Buenos Aires, 2005.
(22) Ver: Martínez Sánchez, Mauricio “¿Qué pasa en la criminología moderna?”, Temis,
(23) Ver el dossier: “La ciencia política: historia, enfoques, proyecciones”, por el grupo de
investigación Estatuto epistemológico de la ciencia política, en Cuadernos de Ciencia
Política, Bogotá, marzo de 2004.
(24) Prólogo al libro de Lola Aniyar de Castro, Criminología de los Derechos Humanos,
Editores del Puerto, Buenos Aires, 2010. Ver, también, Masacres, larvas y semillas.
Lineamientos para un replanteo criminológico, en Política Criminal en el Estado…,
Libro homenaje a Enrique Castillo Barrantes, obra citada, Pág. 73. Ver, también,
Zaffaroni, Raúl, Un replanteo epistemológico en criminología (a propósito del libro de
Wayne Morrison) en www.juspenalismo.com.ar . 669
¿Cómo definir a la Criminología en el siglo XXI?
“En efecto, las masacres o genocidios en sentido lato son los peores crímenes
contra la humanidad. El siglo XX fue un siglo profundamente marcado por las
masacres. Sin embargo, algo llama poderosamente la atención en el campo de
la criminología: no hay una verdadera criminología de las masacres. El peor de
los crímenes pasó junto a la criminología y ésta lo dejó marchar casi sin reparar
en él” (25).
Desde hace muchos años Zaffaroni reflexiona en torno a la temática
del genocidio, en interacción con la problemática de los derechos huma-
nos, el poder y los sistemas de control. Este tema es desarrollado por el
autor también en el libro “La palabra de los muertos”(26).
A resultas de la vasta producción teórica del autor, puede apreciarse
que la actual propuesta de asignar a la criminología las masacres o los ge-
nocidios como nuevo objeto , no resulta de reciente inspiración, sino que
más bien, es el desenlace de ideas que el autor procesaba desde antiguo(27).
En rigor de verdad, de la confrontación de los documentos aquí citados,
no surgiría nítidamente si el objeto propuesto a la criminología es el cri-
men de Estado, el genocidio o los derechos humanos, o una combinación
de todo ello.
La propuesta de Zaffaroni es loable, e incluso pareciera forzoso coin-
cidir con ella, al menos, desde posturas ideológicas democráticas y progre-
sistas. Pero “meter” en la criminología todos los genocidios del siglo XX,
como si “hubiesen pasado desapercibidos a la disciplina” luce, al menos,
como una hipótesis desproporcionada, comparable al ideal de investiga-
ción del “todo social” por parte de la sociología. No parece, tampoco que
hubiera sido una misión de la criminología extender la investigación de las
muertes que provoca el control formal, a todas las muertes abusivas y geno-
cidas que han producido grandes y atroces proyectos coloniales y políticos
de conquista y dominación en los últimos dos siglos.
Creemos que el problema sería, en suma, ideológico y político, y se
resolvería en la militancia concreta con la que cada actor procure realizar
sus ideales, asumiendo las tareas fundamentales de la humanidad en la
constelación total de los valores.
de “cómo siente la gente el delito”, que “el delito tiene existencia real”, y
que hay que “prestar atención a las investigaciones positivistas”. Señalamos
que, con esa ampliación de miras, de sentido más pragmático que teórico,
se re- admitía en el campo criminológico a los discursos y las prácticas de la
criminología tradicional, hasta allí tajantemente excluidos de los enfoques
de esencia sociológica, y que ello implicó, además, reconocer la imposi-
bilidad de dar, en un espacio interdisciplinario, una visión disciplinaria
unívoca del segmento criminológico(28).
Hoy resulta evidente que las numerosas disciplinas que han incur-
sionado en la criminología jamás lograron convenir un objeto común del
espacio que, a grandes rasgos, definiríamos como “del delito y su control”.
Este fracaso es un claro indicador de las dificultades teóricas que se oponen
a la posibilidad de obtener un objeto común. Hay que volver sobre cues-
tiones ya discutidas en el pasado, que desembocaron en un escepticismo
generalizado, y cuya génesis proviene, mayormente, de los enfoques socio-
lógicos.
De los debates que se produjeron a raíz del viraje del Nuevo Realismo,
rescatamos, como muy pertinentes, las observaciones de Alessandro Ba-
ratta, que hemos tomado, desde hace más de una década, como referencia
de gran utilidad para la delimitación del objeto. Baratta reconoció que era
preciso incorporar, de algún modo, el referente material al objeto de estu-
dio, y señaló una serie de circunstancias relevantes, que hemos acogido en
buena medida, como por ejemplo, que:
“...es insostenible una etiología del delito que sea diversa del estudio de
las condiciones y efectos de las definiciones legales y de la “toma a cargo” de
las situaciones definidas como criminales por parte del sistema de la justicia
criminal. Una investigación etiológica, o sea una investigación de las variables
significativas, puede ser hecha solamente sobre uno de los órdenes de realidad
que he propuesto: la realidad del proceso de criminalización y la realidad de
los comportamientos socialmente dañosos y de situaciones conflictuales o pro-
blemáticas. Epistemológicamente, es incorrecto pretender reunir los dos órdenes
de realidad sobre la base de las definiciones legales. La contradicción epistemo-
lógica de la criminología positivista y de toda criminología etiológica, consiste
en la confusión entre los órdenes de realidad por estudiar y en la pretensión de
(29) Ver “¿Qué pasa en..?”, obra citada, con referencia de Baratta, Pág. 112. 673
¿Cómo definir a la Criminología en el siglo XXI?
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Carlos Elbert
BIBLIOGRAFÍA
Bourdieu. Pierre. “Sociología y cultura”, Ed. Grijalbo, México, 1990, p.251.
Ceretti, Adolfo, “El horizonte artificial.”, Colección Memoria Criminológica
Nº 5, capítulo V, Editorial B.de F., Buenos Aires, 2008.
Ceretti, Adolfo y Natali, Lorenzo Rafaello, Cortina Editore, Milán, 2009
y “Criminología teórica (patologías del espíritu” de Sanchez Rodríguez,
Sergio, Editorial Metropolitana, Santiago de chile, 2008.
Elbert, Carlos (Coordinador).”Criminología Latinoamericana. Teoría y pro-
puestas sobre el control social del tercer milenio” (parte primera), “¿Es necesa-
ria una criminología para el tercer milenio?”, Libro de Ponencias, Jornadas
Uruguayas - Santafesinas, 1997.
(30) Ver, por ejemplo, la posición extrema de Lola Aniyar de Castro y nuestra postura
en “Criminología Latinoamericana”, obra citada, parte primera, Pág. 103 y s.s.
(31) “Manual básico…”, quinta edición, obra citada. 675
¿Cómo definir a la Criminología en el siglo XXI?
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PROBLEMAS ACTUALES DE LA
CUESTIÓN CRIMINAL EN LATINOAMÉRICA
se terminó de imprimir en el mes de enero de 2018,
en los talleres Gráficos Campos Imagen S.A.C.
Jr. Manuel Candamo N° 731, Lince
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