Trabajo Final de Grado-Bettiana Serrato
Trabajo Final de Grado-Bettiana Serrato
Trabajo Final de Grado-Bettiana Serrato
PROCESO ADOLESCENTE
Tutora:
Sandra Sena
Docente revisora:
Silvana Contino
Estudiante:
CI: 48675912
1. Resumen ................................................................................................................................. 3
2. Introducción ............................................................................................................................. 4
3. El proceso adolescente desde una mirada psicoanalítica. ....................................................... 5
3.1 Generalidades .................................................................................................................. 5
4. Los duelos del adolescente. .................................................................................................... 9
4.1 Adolescencia: Pasado, presente y futuro. ....................................................................... 10
4.2 El adolescente, la familia y el entorno. ............................................................................ 11
5. Depresión Adolescente. ......................................................................................................... 13
5.1 Síntomas. ....................................................................................................................... 13
5.2 Estrés en el Adolescente. ............................................................................................... 16
5.3 El sentido de la tristeza en la depresión adolescente...................................................... 18
6. Reflexiones y consideraciones finales: .................................................................................. 25
7. Referencias bibliográficas: ..................................................................................................... 27
Este trabajo pretende realizar una revisión sobre el fenómeno de la depresión en el adolescente,
desde una perspectiva compleja. Enmarcada en la teoría del psicoanálisis a través de diferentes de
autores con el fin de reflexionar sobre problemática.
Se intenta realizar un aporte por ser la depresión una epidemia a nivel mundial mundial y ser
primera causa de suicidio en los adolescentes, datos avalados por la OMS.
En principio en este trabajo se intenta enmarcar el proceso adolescente desde las diferentes
perspectivas de autores e integrarlas para conocer el periodo, el cual se considera importante
porque oficia de transición hacia el mundo adulto, además de caracterizarse por ser la etapa más
creativa y transformadora.
Más adelante se hace hincapié en la depresión, sus síntomas y el manejo del estrés del joven,
siendo estas conflictivas inhibidoras de lo transformacional.
Rojtenberg (2006) sostiene que la utilización del término depresión en la adolescencia es de los
más ambiguos en la nosología, cita a Malmquist para describir cuatro maneras de usarlo: como
síntoma que refleja el estado emocional interno, como conjunto de respuestas fisiológicas, como
síndrome clínico y como entidad nosológica. Y propone pensar una clínica desde la singularidad, la
historia familiar y niñez para tener la oportunidad de poder intervenir a tiempo evitando la
cronificación o el suicidio.
3.1 Generalidades
Le Breton (2003) plantea que no existe solo un modelo de adolescente porque este es
determinado a partir de diferentes variables como la preferencia sexual, la clase social, el lugar
dónde vive, el origen y el de los padres, también por la historia personal y la situación relacional.
Para estos autores la etapa no puede transcurrir sin parecer anormal o patológica ya que en los
duelos que se atraviesan y las defensas de tipo psicopático, fóbico o contrafóbico, maniático y/o
ezquisoparanoide despiertan comportamientos que a veces pueden parecer anormales.
Zermoglio (2013) intenta comprender esta etapa desde los aportes de algunos autores y retoma
los planteos de Knobel mencionados anteriormente para cuestionarlos. Los relaciona a la teoría de
la relaciones objetales, auge en los años 60, que influenció a dicho autor. Argumenta que esta
teoría solamente explica el proceso desde esta única perspectiva y agregó una teoría del ambiente
como factor esencial para la construcción y organización de la subjetividad, respaldado por los
conceptos de Winnicott quién planteó que el desarrollo infantil es totalmente dependiente de la
ayuda del entorno.
A este planteo el autor le suma la teoría de J. Piaget para mencionar que el proceso yoico del
adolescente funciona desde un pensamiento formal o hipotético deductivo.
Además a diferencia de Knobel, Zermoglio (2013) pretendió explicar las estructuras generales
del pensamiento y vida afectivas antes que las perturbaciones o patologías.
En resumen ambiente, dependencia y pensamiento serían las claves del proceso adolescente y
su autonomía, que cuenta con las siguientes características:
Evolución sexual: abarca desde el autoerotismo infantil hacia el ejercicio sexual con el otro y
los ensayos genitales. La transformación y el ejercicio sexual se dan en cada persona de manera
singular aunque la pulsión sexual también está influenciada por el ambiente y las significaciones
de las experiencias vividas. Lo sexual que adviene en el adolescente es algo novedoso que
Actitud de confrontación (explícita o implícita) hacia el adulto con los cuales mantiene una
relación de dependencia: La familia forma al sujeto mediante pautas propias que suelen ser
implícitas y que en la adolescencia son cuestionadas y puestas a prueba, generando un conflicto
preferentemente en los adultos quienes son los creadores de las normas familiares. Aun así un
adolescente necesita sostén, contención y que se le soporten los cuestionamientos. Por ello el
autor cita el concepto de Knobel sobre “Ambivalencia dual” para explicar el fenómeno dual que
viven los padres en cuánto a su deseo de que su hijo siga siendo un niño controlable y a la vez de
que crezca y se autonomice. Por el lado del adolescente este lucha contra su deseo de seguir en
dependencia y seguridad infantil con el de independizarse.
Crisis religiosas y filosóficas en dónde prima el extremismo: que pueden ir desde el ateísmo
hasta un misticismo fervoroso, cuestionando la realidad. Forman parte del mesianismo típico de
este periodo en el cual se quiere salvar al mundo construyendo y sumando ideas que a la vez le
Desde los aspectos transformacionales y positivos del proceso adolescente, Klein (2004)
destaca que la etapa trae regocijo así como un carácter aventurero y transformador para no
priorizar el aspecto del dolor y el duelo.
También es la época de los planteos éticos, intelectuales y afectivos que implican nuevos
ideales que sirven de pilares de luchas sociales con el fin de un futuro mejor (Aberastury, 1971).
Para Grassi y Córdova (2010) este período significa la urgencia en transformar y crear, el
desorden del cuerpo y de la identidad infantil así como desorganización familiar y posición
generacional. Desorden del contexto y del lenguaje modificado por las urgencias pulsionales que
invaden el cuerpo del adolescente, quién necesita crear nuevas palabras para describirse en ese
íntimo acontecimiento y para comunicarse con sus pares. Deja de lado el lenguaje adulto y el de
sus padres, lo que le permite alienarse y subjetivarse. Otra forma de lenguaje utilizada es la
actuación: cuándo no puede decir con las palabras actúa con el cuerpo y se pone en escena.
Según Kaplan (2004) es una etapa de activa deconstrucción, construcción y reconstrucción, así
como un campo de batallas en el cuál pasado y futuro se debaten sobre el adulto a emerger a la
vez que se pone en cuestión al mundo adulto.
El adolescente realiza duelos de sus relaciones infantiles, este proceso es largo y angustioso.
Refiere a un cambio en la relación con los padres como niño a otra relación como adolescente.
Para ello el joven necesita un movimiento en sus cargas libidinales hacia su Yo, que cuando niño
eran puestas en los objetos de amor primarios idealizados. Los padres comienzan a ser denigrados
para poder efectuar la separación, el joven empieza a ver aspectos negativos en sus padres y
piensa que no valen nada. Comienza con la oposición hacia la autoridad. Luego las cargas
libidinales se introducen en el propio Self para la diferenciación (Klein, 2004).
Se requiere un desplazamiento del deseo para el pasaje a la edad adulta. Para Kaplan (2004) el
proceso atañe al deseo incestuoso y es irreversible, movimiento que llama remoción. El autor
define el transcurso adolescente como una batalla contra el deseo, y para frenarlo, se utilizan
diferentes vías como el ascetismo corporal contra el placer físico, no comer demasiado, no
bañarse y otros. Además señala que por más nostalgia de la infancia que el adolescente tenga la
pulsión lo lleva a la individuación, para ello extrae información del entorno (amigos, novios/as,
pandillas y pares) para ir conformando su identidad.
Con la separación progresiva de los padres comienza a buscar nuevos caminos, a interactuar e
identificarse con otros como él, fuera de su hogar, en grupos de pares que son fundamentales para
su desarrollo psíquico y social. Busca amigos de acuerdo a sus necesidades emocionales y en
estos vínculos puede expresar aspectos divididos de sí mismo logrando una integración más
satisfactoria. Sin saberlo, revive aspectos de su infancia, los elabora y olvida. Se reflejan en estos
vínculos la cualidad de las relaciones con los objetos de amor primarios y como estos fueron
incorporados en su aparato psíquico.
Para Aberastury (1971) el adolescente elabora el vínculo de dependencia simbiótica con los
padres mediante procesos de desprendimiento, diferenciación, desorganización y
desestructuración de la precaria identidad lograda hasta ese entonces. En este proceso los objetos
ligados a las ansiedades, las defensas y partes del Self disociadas no introyectadas o proyectadas
en depositarios, son reincorporados para la diferenciación.
Para la autora existen diferentes tipos de duelos como lo son la pérdida de la bisexualidad y el
cuerpo infantil perdido. El adolescente es movido a elaborarlos por la necesidad de crecer aunque
le cause temor perder lo ya conocido.
En el duelo por el cuerpo infantil el joven tiene que aceptar un nuevo esquema corporal, es
también un duelo por la imagen del cuerpo fantaseado que aspiraba a tener.
En cuanto al duelo de la bisexualidad, ésta debe abandonarse para en el futuro poder tener una
relación de pareja y reproducirse. Debiéndose abandonar las fantasías en el hombre de
Para Grassi y Córdova (2010) la adolescencia es una etapa de transición hacia la independencia
adulta y un futuro propio, a través del conocimiento de su historia y la incorporación de un sentido.
La herencia familiar puede ser facilitadora para las condiciones de desarrollo o ser inhibidora.
Antes de nacer un individuo ya se encuentra inmerso en la historia familiar, en la etapa adolescente
ésta es reelaborada.
Lo importante es que pasado y presente tengan un nexo de los “fondos de memorias” que
proporciona la mismidad de un Yo en constante movimiento.
En el proceso adolescente el trabajo con el fondo de memoria se puede dividir en dos etapas:
Primero la selección u olvidos de materiales para la permanencia identificadora, para lo que uno
deviene y como garante de la singularidad de su historia y deseo. En la segunda etapa comienza la
preparación hacia la etapa adulta, se eligen los objetos de deseo soportes y promesas de goce.
Cuando en el adolescente hay una falta de represión de las relaciones primarias tendrá
dificultades en buscar nuevas experiencias e investir nuevos objetos. Y el futuro será vivido en la
espera de la repetición de tiempos pasados, el sujeto podrá identificarse con los objetos solo de la
manera que lo hizo en su infancia. Ante esta dificultad la etapa de la infancia no puede ser
La matriz relacional se construye en los primeros años de vida, es garante de la singularidad del
deseo del Yo y las elecciones relacionales de un sujeto con los otros, con él mismo y su cuerpo.
La gama de posibles elecciones relacionales depende de la cantidad de identificaciones que el Yo
pueda asumir sin dejar de ser él mismo, aún en las modificaciones que pueden devenir en la
adolescencia.
Cuándo un niño comienza la etapa adolescente no lo hace solo sino que rodeado de su familia y
en un contexto. Kaplan (2004) plantea que durante el proceso adolescente la familia también vive
un cambio en su estructura, depende de la capacidad de adaptación del grupo la estabilidad con la
que resistan la crisis. Para el joven lo ideal es que la familia tenga funciones contenedoras ante la
crisis.
Para Le Breton (2003) la función contenedora de los padres está relacionada con marcar límites
y sirve para dar al adolescente un sentimiento de existencia y valor asegurándole que sus
presencias son sólidas y afectuosas. Para demostrarle que si él cambió ellos seguirán estando para
él. Cuando los límites fallan los adolescentes tienden a buscarlos en el exterior de la familia,
muchas veces, mediante conductas de riesgo buscando el reconocimiento del otro. El adolescente
se crea a sí mismo en respuesta a la crisis que atraviesa.
Grassi y Córdova (2010) utilizan una cita de Kaes (1995) sobre el concepto de la familia como
un aparato psíquico grupal de Ruffiot, donde se establecen alianzas inconscientes y contratos
narcisistas que van construyendo individualidades. Un hijo adolescente puede provocar una
desestabilización o crisis familiar en estas alianzas, requiriéndose que el grupo también elabore
nuevos recursos psíquicos ante lo traumático o de lo contrario puede aparecer el trauma.
Para Aberastury (1971) los padres además de vivir con los duelos que atraviesan sus hijos se
tienen que enfrentar a un duelo propio por el hijo-niño. Debe abandonar la imagen y relación que
establecía con el niño (de jefe o ídolo) para enfrentarse a una relación de ambivalencia y críticas.
Los padres tienen que adaptarse a la polaridad independencia/dependencia del adolescente así
como a sus ensayos, pérdidas y recuperaciones del proceso, aceptando la necesidad de
desprendimiento e independencia sin incurrir en el abandono.
Aceptar que un hijo creció obliga a aceptar el devenir del tiempo, el envejecimiento y una
Los adultos se comparan con el hijo en sus logros, fracasos y capacidades además de que con
la capacidad que adquiere el adolescente de procrear se acentúa el problema de un posible
incesto.
Los padres pueden llegar al rechazo de la nueva genitalidad y libre expresión del hijo, que puede
resultar en libertad (cuando es excesiva se siente como abandono) o un control absoluto (no dejan
crecer). Ambos en exceso dificultan el proceso de crecimiento del joven, este necesita de la
polaridad dependencia-independencia para la labor del duelo mediante los ensayos de pérdida y
recuperación de lo infantil y lo adulto.
Además pueden utilizar la dependencia económica del hijo para tener poder sobre él, lo que
abre una brecha de resentimiento. Cuanto más fuerte es la represión parental frente al cambio
adolescente más rebelde se vuelve éste, finalmente los padres recurren a la coacción por medio
del dinero y la libertad. El adolescente pide tres libertades a sus padres: libertad en salidas y
horarios, defender una ideología y finalmente vivir un amor y un trabajo. Muchos padres optan por
censurar la libertad lo que a su vez obtura las demás. Los padres deben aceptar que su hijo crezca
y cederles libertad, pero con límites cuidados, cautela, observación, contacto afectivo y diálogo.
Aberastury (1971) menciona que los adultos deben comprender la necesidad del adolescente en
vivir nuevas experiencias y a la vez, por momentos, volver a ser dependientes.
Otro duelo que atraviesan los padres es el de soltar las expectativas e ilusiones sobre el hijo
porque con la plenitud física y sexual este abandona los deseos parentales. Tienen que enfrentarse
a la nueva realidad de su hijo y a su nuevo rol parental. Algunos pueden llegar a sufrir una herida
narcisista, dificultando un duelo normal.
5.1 Síntomas
Las características que se presentarán sobre la depresión en los jóvenes intentan recortar a
través de distintos autores la conflictiva. Funcionan como guía teniendo en en cuenta que los
síntomas pueden ser diferentes en cada sujeto, según su singularidad.
Los estados depresivos durante el proceso adolescente son variados y fluctuantes, como lo es
la etapa, conformando los cambios de humor. Laufer (1998) sostiene que estos son parte de las
tensiones ante las nuevas situaciones que se deben enfrentar, pero sin embargo cuando el
sentimiento depresivo es permanente y afecta el funcionamiento normal se puede pensar en una
conflictiva depresiva. Cuyos aspectos más visibles son: evitar el contacto social y con los pares,
mostrarse indiferente con su aspecto físico y perder la capacidad en cuidarse. Además las
fantasías de suicidio pueden ser recurrentes y en algunos casos llegar a la acción.
1. Similar al cuadro depresivo adulto, el cual con la edad se parecerá cada vez más:
Agregando los planteos de Cobo (2006) los jóvenes con depresión pueden manifestar:
Aburrimiento.
Pérdida de interés.
Rey (1978) determina que las siguientes manifestaciones son producto de desviaciones del
proceso normal adolescente y agrega que muchas veces estas pasan desapercibidas y/o
consideradas como rasgos de carácter:
Aparición de hábitos que habían sido superados como comerse las uñas, fobias, ticks y
rituales compulsivos.
Cuándo la depresión es acentuada la persona se siente culpable y que hizo o pensó algo malo.
Muchas veces está relacionado a un mal manejo en las pérdidas infantiles o sentimientos
agresivos hacia los padres. Es frecuente que aparezcan estos estados de ánimos frente a
inconvenientes en la vida sentimental o intelectual, que pueden producirse junto a intentos de
Además la autora destaca que uno de los síntomas más caracteriza a la depresión en un joven
es la utilización de la acción, específicamente en los varones. Porque prefieren no utilizar una
forma de defensa pasiva que pueda herir su masculinidad. Los episodios de violencia pueden estar
relacionados a situaciones de dolor en las cuáles se tienen dificultades para enfrentar.
Laufer (1998) propone que las preocupaciones y comportamientos adolescentes pueden ser
normales o tener signos de patologías presentes y futuras, por ello es imprescindible saber cuándo
un adolescente precisa ayuda y cuándo no. Argumenta que el trascurrir del proceso es crucial
para la salud o enfermedad mental. Por esta razón es importante que se realice una intervención si
es necesario.
Para el autor los siguientes factores son fuentes de tensiones del adolescente, que en su vida
adulta deben encontrar respuestas:
La relación con sus padres: El adolescente debería sentir que sus pensamientos y
sentimientos son propios y no dependientes de la reacción de los padres. Es decir que
puede separarse emocionalmente de sus padres aún si estos no aprueban su proceder.
La relación con los compañeros: Poder encontrar y escoger amigos con expectativas y
demandas que promuevan el deseo y esfuerzo de convertirse en adultos.
El autor propone determinados signos de enfermedad mental de riesgo, útiles para visualizar la
depresión:
Cuando el joven hace una regresión hacia la etapa infantil y pierde deseos o esfuerzos
para progresar hacia comportamientos más adultos, y no adopta los típicos de la
adolescencia. Estas regresiones pueden darse por querer seguir teniendo las
satisfacciones infantiles o por miedo a madurar.
Si los amigos no son más importantes que los padres. Ahora debería preocuparse más
por las opiniones, actitudes y sentimientos de sus amistades más allá de la de los
padres.
Presenta dificultades para juzgar y comparar reacciones del mundo externo con las
creaciones en su mente, por ejemplo tener desconfianza hasta el punto de creer que
confabulan contra él o es tímido y no sale de la casa. Esto un factor que refiere a
problemas mentales severos. Así también cómo cuándo siente que algo grave pasa en
su cuerpo y le impide hacer una vida normal.
No puede diferenciar lo que realmente ocurre de lo que piensa, lo que podría derivar en
un derrumbe emocional y ruptura con la realidad.
La actitud que el joven tiene hacia el futuro como atractivo o atemorizante, que le permite
o no visualizarse como adulto con capacidades y limitaciones.
En este capítulo, a través de aportes de diferentes autores, se exponen algunas conflictivas que
se relacionan a la depresión desde el enfoque psicoanalítico.
En principio es importante diferenciar los estados depresivos normales que puede llegar a tener
un joven en el proceso de crecimiento de una depresión propiamente dicha.
Según los planteos de Baldicera y Rohnelt (2012) en el proceso adolescente normal se ven
implicados sentimientos depresivos debido al reordenamiento simbólico de las representaciones
que se desligan del self infantil y sucesivamente se van incorporan otras para una nueva
subjetividad adolescente. Las pérdidas infantiles tienen como consecuencias ansiedades
depresivas, paranoicas, de aniquilación y despersonalización, partes de la complejidad del proceso
que pueden confundirse con la patología.
Para Rojtenberg (2006) es normal que en el proceso adolescente se presenten oscilaciones
depresivas ligadas a sentimientos de pérdidas y a su vez tener la capacidad de movilidad hacia
otros estados mentales. En el caso del deprimido este queda fijado en su dolor.
El autor diferencia las alteraciones del estado de ánimo del proceso adolescente de los jóvenes
que sufren depresión (duelo patológico) o quiénes tuvieron depresión infantil. Sostiene que muchas
veces es difícil precisar estas fronteras y que por ello algunos autores se apoyan en la historia
familiar o niñez para obtener un diagnóstico y pronóstico.
Marty F. (2012) también sostiene que la depresión es parte del proceso adolescente. Rescata
sus aspectos positivos visualizándola como un trabajo psíquico y forma particular del tratamiento
de la angustia ante la pérdida del objeto o el amor del mismo mediante el duelo. Los duelos en la
neurosis proveen de determinadas conductas y estrategias antidepresivas, permitiendo la ausencia
del objeto primario y su superación mediante la identificación con él. Además, el autor sostiene que
deprimirse es una solución para el sujeto ante la desestructuración psicótica, en una forma más
lenta pero que lo mantiene dentro del registro neurótico.
El autor considera la enfermedad depresiva cuando el sujeto ante la pérdida del objeto no puede
encontrar una solución reparadora ni una restauración narcisista.
Según Baldicera y Rohnelt (2012) otro aspecto a considerar son la autonomía y el narcisismo,
los cuales pueden complementarse o ser antagónicos dependiendo de la estructuración del
psiquismo. La autonomía en la adolescencia depende de la interiorización de nuevos vínculos que
permiten construir una nueva identidad. Y que a su vez depende de las nuevas representaciones
incorporadas, mencionadas anteriormente. Si el sujeto se comporta de modo narcisista y rechaza
los vínculos, los mecanismos de identificación quedan bloqueados e impiden la formación de la
personalidad y el desenvolvimiento mental normal. Por ello el narcisismo no coopera a la
autonomía.
Los adolescentes con depresión tienen vínculos de tipo inseguro. Debido a que en sus primeros
años de vida los padres no supieron corresponder a sus necesidades afectivas, por lo tanto no
aprendieron a reconocerlas y dependen de un objeto exterior para su equilibrio interno. No tuvieron
una crianza segura que brindara los sentimientos de existencia, seguridad y continuidad. Además
debido a las carencias afectivas es más exigente en sus relaciones con los demás.
Un ejemplo de un vínculo insano madre-hijo es cuándo sucede una inversión de roles. Esta
exige al hijo que satisfaga sus necesidades, provocando culpa en el niño por la imposibilidad de
cumplir la demanda.
Baldicera y Rohnelt (2012) utilizan conceptos de Fonagy sobre la función reflexiva para
argumentar lo referente a las interacciones madre e hijos. Esta trata de la capacidad en la madre
de reflejar un estado interno del bebe en ella misma, proporcionándole mediante los cuidados el
poder comprender sus propios sentimientos y deseos. La falla en esta función equivaldría al apego
inseguro, dejando al sujeto vulnerable a una estructura narcisista o falso Self con distorsiones en
las representaciones del estado interno. Cuándo un sujeto tiene una representación de su Self
distorsionada presenta baja autoestima y autoconfianza, síntomas típicos de la depresión.
Según las autoras, Fonagy también trabaja el concepto de mentalización que es la capacidad de
poder reconocer e interpretar el comportamiento humano a partir de la función reflexiva. Permite la
confianza en sí mismo, la regulación y control de emociones, la autoestima, autonomía y capacidad
de diferenciarse a sí mismo de los otros. Los pacientes con depresión se observa que tienen
menos capacidad de mentalización que otros sujetos.
Para Roca de Dañino (2008) la depresión adolescente está relacionada a los duelos y a las
primeras relaciones con la madre, destaca que la pérdida de un objeto amado es el mayor
precipitante de depresión. Esta es negada y se evita dar una respuesta emocional por mucho
tiempo, sin elaboración del duelo además la reacción suele ser desproporcionada a la pérdida, ya
sea en su gravedad o duración.
La depresión es ligada al narcisismo y el ideal del Yo. La persona se toma a sí misma como
objeto de amor pero con un ideal inalcanzable, cuándo falla se produce el colapso narcisista o la
depresión. Asociados a la culpa y al objeto dañado, conceptos que la autora toma de M. Klein
sobre la posición depresiva en el infante. Aquí el sujeto se siente culpable por haber dañado al
objeto que perdió y anhela a su vez, y se autoreprocha por haberlo perdido. Este objeto de amor en
principio se encontraba fuera del sujeto pero luego se internalizó en el Yo.
Rojtenberg (2006) Sostiene que en un duelo normal se atraviesa una situación de pérdida no
deseada y lo diferencia del que ocurre en el adolescente. En este se duela por un proceso interno
inconsciente que promueve activamente la separación con los padres en una vivencia difusa. El
En un duelo por la pérdida real de una persona amada su ausencia es sentida con ánimo triste,
con desinterés por el mundo exterior, inhibición de funciones y pérdida de la capacidad de amar
momentánea. En un duelo patológico se suma la disminución de autoestima, autorreproche y
acusaciones y espera de un castigo. Los reproches que esta persona se hace en realidad
corresponden a un objeto erótico perdido. En la melancolía este objeto es reconstruido en el interior
de la persona y es a dónde van dirigidos los autorreproches.
En el duelo patológico, entonces, el Yo se identifica con el objeto perdido. Con el cual constituía
una relación indiferenciada, recayendo al odio y humillación por sí mismo más que por el objeto
desaparecido. Las pulsiones de muerte se vuelven contra Yo, mientras que en un duelo normal está
unido a la pulsión de vida que permite reconstruirse y sobrevivir.
El autor refiere como signos de alarma lo siguiente: Estado de ánimo triste, llanto inmotivado,
desesperanza, disminución de actividades habituales y/o incapacidad para disfrutar las actividades
favoritas, aburrimiento persistente, baja energía, aislamiento social y pobre comunicación, baja
autoestima y culpa, extrema sensibilidad o rechazo al fracaso, irritabilidad y hostilidad, dificultad en
establecer relaciones, ausencia escolar o pobre rendimiento, baja concentración, pensamientos
suicidas o destructivos y acciones autoagresivas.
Rojtenberg (2006) cita a A. James para tomar el concepto de depresión y sexualidad desde el
complejo de Edipo y lo preedipico:
Preedipico: Adolescentes con un fuerte vínculo simbiótico con una madre omnipotente que
satisface todas sus necesidades. No existe padre que corte esta relación, por lo tanto no
hay triangulación edipica con identificación con el padre del mismo sexo y renuncia amorosa
al padre de sexo opuesto.
La depresión que corresponde a esta etapa suele ser de tipo cíclica, según los cambios en
la autoestima oscilando entre la euforia y grandiosidad que luego de una herida narcisista
(por baja autoestima) advienen sentimientos de desvalimiento extremo pudiendo acudir a
actuaciones masoquistas.
En el siguiente tipo de depresión el sujeto logró atravesar el complejo de Edipo, pero con
culpa y masoquismo moral debido a la incorporación de un Súper Yo punitivo.
La hostilidad que en origen iba dirigida a los padres apuntala hacia el propio yo del sujeto,
ya que el joven siente que las imágenes idealizadas de sus padres lo traicionaron. Los
sentimientos de autorrechazo por la desilusión de los padres llevan la agresión al self y a
objetos interiorizados odiados. La muerte es el castigo que corresponde al deseo de matar.
Respecto al suicidio adolescente sucede cuando no se pueden elaborar las heridas narcisistas
de un Yo Ideal en desmoronamiento con fallas en su consolidación y en el Ideal del Yo.
En lo referente al contexto familiar el control por parte de un adulto frustra el deseo del joven e
imposibilita la independencia y las vivencias de sus propias experiencias de éxito y fracasos
disminuyendo su autoestima y autoconfianza. La rebelión pasa a ser entonces su identidad contra
el adulto, que puede llevar a la depresión e ideas suicidas para destruir el self desvalorizado y
castigar al progenitor.
Para Rojas y Urrego (2008) lo familiar puede ser un factor que incide en la depresión, ya que al
romperse el equilibrio familiar los padres también entran en crisis cuando al verse reflejados en el
hijo. Cómo éstos manejen esta situación influye positivamente o negativamente hacia la inhibición y
depresión en el joven. Por ejemplo, algunos vínculos narcisistas provocan dependencia y sumisión,
cuándo los padres sostienen al hijo y a su vez este los sostiene también: ambos están en
dependencia, y el adolescente ocupa el rol de complemento narcisista del adulto dificultándole la
autonomía.
Klein (2004) refiere a una depresión de tipo narcisista en el adolescente. Caracterizada por
sentimientos de culpabilidad, desvalorización de sí mismo, vergüenza de sus fracasos y castigo.
El autocastigo se debe al no poder llegar a un Ideal inalcanzable producto de un exceso de
narcisismo.
El autor describe este tipo de estructura como bipolar porque oscilan sentimientos de
omnipotencia y grandiosidad intercalados por el opuesto de fragilidad y desamparo.
Esta polaridad imposibilita poder construir una auto-imagen coherente que permita proyectarse a
sí mismo en un futuro. Lo que produce dependencia de la mirada del otro en su admiración o en la
En las relaciones con la terapeuta mujer observó que las características narcisistas y de
omnipotencia se fusionaban con la necesidad de protección y cuidados relacionados a la función
materna. En los vínculos con el terapeuta hombre figuraba una relación de objeto inexistente que
los adolescentes intentaban escindir de su yo en forma de negación del dolor que les provocaban
los sentimientos de abandono y fragilidad, estos aspectos se relacionan a la ausencia, violencia,
alcoholismo y maltrato familiar paternos.
Como conclusión para el autor el adolescente depresivo se identifica con la figura materna y
paterna por separado. Por un lado la culpabilidad y el castigo desde el Súper Yo producto de la
figura paterna internalizada y por el otro una añoranza por un objeto perdido vinculado a lo
materno. Además vive los sentimientos y pensamientos en forma totalizadora, desde la
omnipotencia y la grandiosidad (lo materno), o desde la fragilidad y desamparo (lo paterno),
funcionamiento del Yo-Ideal. Al no poder identificarse en forma total con los padres no puede
reconciliarse con estas figuras y madurar.
La fusión con el objeto materno y el abandono del objeto paterno serían los ejes de la
depresión.
Klein (2004) afirma que es posible mediante un grupo transformacional terapéuticamente crear
un objeto “tercero” con la capacidad mediadora entre el objeto anhelado y el inexistente,
narcisismo y Súper yo, yo ideal e ideal del yo, dependencia e independencia.
A partir de estos vínculos con el otro se aprende a procesar la angustia para simbolizarla y sirve
de base para reelaborar duelos y vivencias infantiles. Un conflicto en la relación madre-bebe
podría llevar a una incapacidad en adquirir la función reflexiva, la mentalización y simbolización,
necesarias en el proceso adolescente y para la integración de nuevas representaciones vinculadas
a la etapa (Baldicera y Rohnelt 2012).
Puede pensarse que la patología depresiva aparece mayormente cuando se revive la pérdida
del objeto de amor ocasionada por la separación madre-hijo en la psiquis infantil y en la pubertad
se retoma la perdida.
Los vínculos que no pueden ser procesados en la psiquis podrían ser debido a vivencias de
ausencias y/o violencias que marcaron al Yo y no permitieron su completo desarrollo, marcas que
en el proceso adolescente regresan y dificultan su adaptación al medio y desarrollo como adulto.
Es un Yo que no puede procesar las relaciones primarias, ni establecer otras nuevas en su lugar.
Cuando el adolescente no puede procesar las perdidas infantiles comienza un duelo patológico
que consiste en la añoranza y angustia por un objeto de deseo perdido e inalcanzable, el
adolescente deprimido interioriza en su Yo este objeto para no perderlo en vez de hacer una
elaboración psíquica sobre él objeto es castigado y atacado por la pulsión de muerte debido a su
abandono, lo que finalmente provoca la culpa por el daño ocasionado.
Klein, A. (2004) Adolescencia: Un puzzle sin modelo para armar. Montevideo: Psicolibros
– Waslala.
Quiroga S (2004) Adolescencia: del goce orgánico al hallazgo de objeto. Buenos Aires:
Eudeba.