GRACIA, Ministerio, Privilegio para El Creyente o para Dios

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SOLA GRACIA

Ministerio: ¿Privilegio para el Creyente o para Dios?

Cuan indispensable es saber escuchar bien la voz de Dios, si cometemos el error de elegir mal
nuestro "llamado" seremos como aquel que decidió estudiar una carrera universitaria y en el
transcurso descubrió que no le agradó y se cambia de carrera (si es que lo hace) pero ¿a dónde
huirá aquel que ha decido por su cuenta seguir un supuesto llamado de Dios 1? Y puede poseer
toda la preparación, pero si no existe el llamado santo, no hay ministerio y debe ser muy forzosa
y desgraciada la posición que tenga que ocupar, cuando debería ser un gozoso privilegio con
responsabilidad sin igual.
Así que, el trabajar o ser parte de un ministerio requiere de un llamado santo, no que nos
hagamos santos o nos creamos santos, sino que realmente somos santos, justificados, redimidos y
salvados por Gracia, y este término define mucho de lo que hemos llegado a ser, de manera libre,
voluntaria y sin ningún costo para nosotros, aunque no lo merezcamos.
Definiendo la Gracia
Debemos entender primeramente que es la Gracia. Porque existe un porcentaje considerable de
hermanos que no saben lo que significa o lo que implica esto. Y esta es la ilustración más común
y entendible que se puede dar para definir Gracia:
Cuando una persona trabaja ocho horas al día y recibe un pago justo por su tiempo, eso se llama
salario. Cuando una persona compite con otra y recibe un trofeo por su desempeño, eso es un
premio. Cuando una persona recibe un reconocimiento apropiado por sus muchos años de
servicio y sus altos logros, eso es un reconocimiento. Pero cuando una persona no es capaz de
ganarse un salario, ni de ganar un premio, y ni merece reconocimiento vemos un cuadro total
del favor no merecido de Dios. ¡De esto se trata la gracia de Dios!
La gracia es “misericordia inmerecida, favor inmerecido” algunos saben que la gracia es un
regalo inmerecido, entonces nuestra salvación, no es un mérito propio. Es por la gracia de Dios
que somos lo que somos, que nuestra vida fue cambiada y renovada, fuimos sacados de tinieblas
a su luz, sin ningún precio para nosotros, ni acción, ni esfuerzo humano, porque vino Uno que
hizo la obra perfecta, pagando el alto precio de lo que nosotros no podíamos pagar, ni podremos
hacerlo, y es Cristo Jesús.

1. La Gracia en la Biblia
La gracia, como el amor, es tan profundo en su significado de acuerdo a la Biblia que revela su
riqueza. Por ejemplo:
1. La palabra “gracia” (jaris) que específicamente significa: la influencia divina sobre el corazón
y su reflejo en la vida”2. Gracia en el Nuevo Testamento se usa para: (a) la actitud favorable de
Dios hacia la virgen María: “has hallado gracia [favor] delante de Dios” (Lucas 1:30); (b) la
belleza o gracia de una persona: “Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia [favor]

1
Cite la fuente del griego..
2
Diccionario Srong
para con Dios y los hombres” (Lucas 2:52); (c) expresa la buena voluntad o bondad del amo a su
siervo, tal como la gracia o favor que Faraón mostró a José (Hechos 7:10); (d) describe la ofrenda
de los hermanos de Macedonia a las iglesias de Judea (2 Corintios 8:1). (e) explica las acciones
de gracias de aquellos que recibieron los dones (2 Corintios 9:11). Y es interesante notar que las
palabras “gracia” y “gratitud” vienen de la misma palabra griega.3
2. Pero, existen otros usos del término “gracia” en la Escritura: (a) cuando oramos, vamos al
trono de la gracia (Heb. 4:16); (b) cuando servimos, es según la medida de la gracia (1 Corintios
15:10); (c) al dar, estamos abundando en la gracia (2 Corintios 8:7). (d) cuando obedecemos el
evangelio, es el evangelio de la gracia (Hechos 20:24); (e) cuando soportamos el sufrimiento, es
debido a la suficiencia de la gracia (2 Corintios 12:9). (f) El último mensaje de Dios en la Biblia
es: “La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos vosotros” (Apocalipsis 22:21).

Con estos y otros usos de la palabra gracia podemos decir como G.S Bishop:
“La gracia es la provisión para hombres que están tan caídos que no pueden levantar el
hacha de justicia, tan corrompidos que no pueden cambiar sus propias naturalezas, tan
opuestas a Dios que no pueden volverse a Él, tan ciegos que no le pueden ver, tan sordos
que no le pueden oír, tan muertos que Él mismo ha de abrir sus tumbas y levantarlos a la
resurrección”4
Y tan débiles y pobres somos en nosotros mismos que al mismo Pablo le dijo: “Bástate mi gracia;
porque mi poder se perfecciona en la debilidad. (2Corintios 12:9)

2. Gracia y Ministerio
Una vez definido el tema de la Gracia, nos acercamos ahora a la relación que existe con el
ministerio cristiano5, si decimos que la gracia es gratuita, que no depende de las obras que
realicemos para vanagloria nuestra, entonces debemos entender que el Ministerio viene de
servicio y por lo tanto de obras, ahora abordaremos estos dos entornos que no es una disyuntiva
sino el uno es complemento del otro.

Las buenas obras – un resultado natural de la gracia.


En Efesios, Pablo dice que uno es salvo “por gracia” (2:5), “por medio de la fe” (2:8), “para
buenas obras” (2:10). Él hace claro que las buenas obras no pueden ganar ni merecer la salvación
(Romanos 4:4, 5; 11:6). Pero Pablo tiene mucho cuidado en aclarar que las buenas obras resultan
naturalmente de la gracia y son requeridas por la gracia. En Tito 2:11–14, Pablo declara que Jesús
murió por nosotros para poder “purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras” (v.
14). “Aunque Pablo rechazó ‘obras’ como una condición de salvación, nadie las demandó más
firmemente como consecuencia de ella6” y “Las buenas obras nunca pueden ganar la salvación;
pero algo radicalmente mal existe si la salvación no produce buenas obras”7.

3
(César Vidal Interlineal)
4
Citado por Arthur W. Pink, en los atributos de Dios. Sobre la” Gracia de Dios”.
5
A qué se refiere con esto…
6
Fuente
7
(Myron Taylor).
Jesús enfatizó el “llevar fruto” en Juan 15 dice: “En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis
mucho fruto, y seáis así mis discípulos” (Juan 15:8). “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo
quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto” (Juan 15:2).

La gracia no elimina la obediencia a Cristo.


Algunos mantienen que, si uno es salvo por la gracia, entonces la obediencia, por ejemplo,
hablando del bautismo, (Mateo 28:19), es una obra por medio de la cual se estaría tratando de
ganar la salvación. Nada podría estar más lejos de la verdad.
Pedro dijo a los 3.000 en el día de Pentecostés: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en
el nombre de Jesús para perdón de los pecados” (Hechos 2:38). Pablo fue bautizado para “lavar”
sus pecados (Hechos 22:16). ¡Aun así, ambos hombres insistieron que somos salvos “por gracia”!
(Hechos 15:11; Efesios 2:8). No vieron conflicto alguno entre ser salvos por gracia y ser
obedientes a la fe, en este caso el bautismo. Es cierto que, no podemos hacer nada para ganarnos
la salvación, pero es falso que no nos debamos ocupar en la salvación. (Filipenses 2:12) dice:
“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor”
Un resultado significativo del entendimiento de la doctrina bíblica acerca de la gracia de Dios es
que pone la obediencia en su orden debido. La obediencia deja de ser una obra de mérito y se
convierte en lo que Dios tenía intención de que fuera, una respuesta de fe y amor. 8 En contraste,
algunas personas piensan que la gracia elimina la necesidad de arrepentirse cuando pecamos
como cristianos, que Dios de alguna manera sólo pasa por alto y perdona nuestros pecados. Pero,
se ve la gracia en la provisión de Dios para el perdón, y su voluntad para perdonar, cuando
verdaderamente nos apartamos del pecado. La gracia no quiere decir que Dios no hace caso a
nuestros pecados, ni que los condona sin más. La Palabra de Dios dice: “No os engañéis; Dios no
puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7). Pablo
añade que, cuando Cristo regresa, él castigará a los “que no conocieron a Dios, ni obedecen al
evangelio de nuestro Señor Jesucristo” (2 Tesalonicenses 1:8). ¡La gracia no elimina nuestra
obediencia, la produce!

La gracia nos da el poder para vivir y servir a Dios.


La gracia proporciona la salvación “porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios” (Efesios 2:8) y también es el poder sustentador que nos permite
perseverar en la vida cristiana. “No os dejéis llevar de doctrinas diversas y extrañas; porque
buena cosa es afirmar el corazón con la gracia, no con viandas, que nunca aprovecharon a los que
se han ocupado de ellas “. (Hebreos 13:9) dice que el corazón es afirmado con la gracia. Pablo
escribe a Timoteo: “Tú, pues, hijo mío, esfuérzate en la gracia que es en Cristo Jesús” (2 Timoteo
2:1). Pablo ora: “Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y
nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os
confirme en toda buena palabra y obra” (2 Tesalonicenses 2:16–17). Pablo escribe un testimonio
hermoso acerca de la gracia y cómo lo había salvado y sostenido, aunque había sido un
perseguidor de la iglesia de Cristo en el pasado. Dice: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy;
y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo,

8
El amor de Cristo nos constriñe. (2 Corintios 5:14)
sino la gracia de Dios conmigo” (1 Corintios 15:10). La gracia de Dios lo había salvado y lo
había comisionado a predicar el evangelio, lo motivó a trabajar arduamente y le dio el poder para
cumplir su misión en la vida para Dios. La gracia de Dios puede hacer lo mismo en nosotros, ese
efecto doble que produce en nuestra vida: salvación y servicio.

Entonces hasta aquí, el ministerio, ¿es un privilegio para el creyente o para Dios? Es un privilegio
para el creyente, por pura gracia. Todo lo que hace debe hacerlo basado en la gracia y con fe en el
Señor a quien sirve, (Heb. 11:6), esta es una respuesta en fe y en amor. Es un privilegio servir al
Señor que primero nos amó a nosotros (1Juan 4:19), y sólo luego le amamos a Él. ¡El privilegio
es nuestro no de Él! Porque no le estamos haciendo un favor a Él, realmente el no necesita de
nosotros, al contrario, nosotros necesitamos de Él, todos los días.

3. Ministerio sin gracia es una desgracia


Esta sección se mencionará sobre la otra cara de la moneda y es que, así como la práctica y la
teología van juntos, así debería ser la gracia y el ministerio. Sin gracia no se puede hacer
ministerio, es decir, no se puede servir a Dios si la persona cree que todo se trata de él. (2 Cor.
10:12-18).

Hay algunos indicios de este desenfoque: El primero, se suscita cuando no existe unidad dentro
del grupo, la situación inicialmente será llevadera, pero con el pasar del tiempo, las cosas se
tornarán tensas, es cierto que no todos están en un mismo sentir, porque cada compite contra el
otro.9 Pablo lo explicó en (2 Cor. 12:12-30) y deben trabajar cada uno en su función específica,
buscando la unidad dentro de la diversidad porque están todos bajo una misma cabeza que es:
Cristo. El segundo, es el descuido de las prioridades 10 establecidas por el Señor, específicamente
con la familia. Dirigiéndose a un joven líder del primer siglo el apóstol Pablo escribió que, si
alguien aspiraba liderar un grupo de creyentes, debía mostrar un distintivo particular: “Debe
dirigir bien a su propia familia, y que sus hijos lo respeten y lo obedezcan. Pues, si un hombre no
puede dirigir a los de su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?” (1 Tim. 3:4-5)

Así que servir en el ministerio que Dios ha encomendado, debe poseer el mismo carácter de
Cristo que es: la unidad, amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, humildad y
dominio propio, es decir producir el fruto del Espíritu (Gal. 5:22-23). Caso contrario viviremos
en pleitos, celos, iras, rivalidades, desacuerdos, envidias etc. Estos como dice en (Gal. 5:19-21)
son obras de la carne. Por lo tanto, si la gracia no sostiene ni sustenta el ministerio que
integramos estaremos haciéndolo en la ‘fuerza’ de la carne.

Cuestionándonos si realmente es un privilegio el ministerio


Sabemos que, en este mundo caído las cosas no son fáciles y el pecado lo ha complicado todo, en
el ministerio la tentación de desanimarnos es muy grande, especialmente para los líderes puesto
9
Esto es lo que pasaba en la iglesia de Corinto. Sus problemas se debían a su competencia por quien sigue al mejor
maestro.
10
Las prioridades presentadas por la Escritura para un ministro van en este orden: Dios, Familia, Ministerio,
Trabajo, Sociedad.
que tendrán que lidiar con muchas presiones, como la inasistencia de los hermanos, que fulano
anda desanimado, o zutano regresó al alcohol y mengano está peleado con su esposa, y aún más
si a esto le agregamos la lista anterior de las cosas que dañan a un ministerio sin gracia, en medio
de esto el líder que tuvo ese anhelo inicial de servir, de hacer muchas cosas con el ministerio,
tendrá fuertes cuestionamientos y dudas para continuar. Pero, nuevamente la gracia es suficiente,
cuando el líder recuerda que la obra en la que sirve, no es suya y depende totalmente de Dios,
“así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento”. (2Corintios
3:7). Además, en (Filipenses 2:1-4) Pablo nos llama a centrarnos en Cristo, en su auto
humillación y ser de este mismo sentir. Esta es la propuesta de Pablo de acuerdo al versículo 2:
 Sed de un mismo sentir… Eso requiere humildad.
 Sed de un mismo amor… Eso requiere íntima comunión con Dios.
 Sed de un mismo espíritu… Eso requiere madurez.
 Sed de un mismo propósito… Eso requiere sumisión de nuestra voluntad a la Suya.

Esta es la estrategia de Pablo para sellar toda posible grieta que pudiera debilitar el cuerpo de
Cristo. La auto humillación de nuestro Señor Jesús, se trató de un acto voluntario, el así lo quiso.
Grandes personajes bíblicos fueron humillados por Dios entre ellos Faraón, David,
Nabucodonosor y también Jonás, es necesario porque nuestros corazones rebeldes necesitan ser
sometidos; pero Cristo no fue humillado por nadie. Se humilló a sí mismo. Y como nuestro
corazón es orgulloso por naturaleza, Dios por su gracia inefable nos humilla con Su grandeza.
Como nuestro ego nos gobierna, tratamos de que nuestra posición prevalezca, aunque perdamos.
Pero, Dios nos confronta y nos desarma, e incluso nos disciplina (Hebreos 12), para que la
excelencia del conocimiento sea de Cristo y no de nosotros, porque entonces seremos vasos útiles
en sus manos. ¡Esto también es gracia!

Como, el apóstol Pablo en 2 Corintios 4: 1, nos enseña que:


Tenemos el ministerio del nuevo pacto:
El Señor nos ha encomendado este ministerio. Tenemos el alto privilegio y responsabilidad de
proclamar las glorias del nuevo pacto. “Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se
salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor
de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (2 Corintios 2:15-16)
Porque de gracia recibimos el ministerio:
No merecíamos recibir este ministerio, pero Dios en su misericordia nos lo encomendó. También
nos capacitó (3:4–6) para desempeñarlo. Pablo expresa la misma idea en (Efesios 3:7-9):
“…del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado
según la operación de su poder. A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los
santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las
inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio
escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas”
Conclusión
Es importante tener mirar a los que nos antecedieron, de qué manera lideraron y llevaron el
ministerio, aprender y tomar esas partes positivas que lo destacaron, es bueno tener un consejero
quien nos ayude y nos anime para sobrellevar los posibles problemas que tendremos que
enfrentarnos en el ministerio y que eso no faltara. Pero, la gracia de Dios vertida en Su Palabra es
eficaz, suficiente que nos sostiene, sustenta y renueva nuestras fuerzas en Él.
De esta manera diremos que es un privilegio para nosotros pertenecer y servir a Dios en el
ministerio en el cual Dios nos ha puesto Él nos guiará y pondrá donde Él quiera soberanamente
todo por gracia, todo para Su gloria.
Así que, perseveremos en la gracia de Dios (Hch. 13:43), porque estamos seguros en su gracia
(Rom 5:2), esforcémonos en la gracia de Cristo (2 Tim. 2:1) y crezcamos en la gracia y el
conocimiento de Él (2 Pe 3:18).
Bibliografia:

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