Bolivarianismo y Antibolivarianismo

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BOLIVARIANISMO Y

ANTIBOLIVARIANISMO

Enviado por Juan M. Morales Alvarez el 05/09/2012 a las 9:49


Etiquetas: Independencia Historia de las Ideas Categorías Bolivarianismo y
antibolivarianismo
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BOLIVARIANISMO Y ANTIBOLIVARIANISMO 

 
 

POR
 

Juan M. Morales Alvarez


UNIVERSIDAD SIMON BOLIVAR

I
INTRODUCCION

     No existe intelectual político o artista latinoamericano que no se haya planteado el 
abordaje de la figura de Bolívar.  Desde  perspectivas, literarias, históricas, artísticas,
documentales, cinematográficas o de multimedia, los temas relativos a Bolívar y su
época  ocupan un espacio fundamental en el universo cultural latinoamericano. En
este  artículo nos proponemos  estudiar  el surgimiento y evolución del culto y la
detracción bolivariana. Estas dos posiciones opuestas han sido mantenidas por
políticos e intelectuales latinoamericanos, desde la época de Bolívar hasta hoy.  En el
trayecto evolutivo  el culto excesivo a la figura heroica ha sido la tónica dominante.   

En Venezuela uno podría  preguntarse ¿Qué es lo que  no se llama  Bolívar? Desde el
Aeropuerto Internacional de Caracas, pasando por su Plaza Mayor, en todos los
pueblos antiguos de Venezuela, salvo raras excepciones,  hay una calle Bolívar,  y
una Plaza Bolívar, que son  las antiguas plazas mayores y las calles mayores o reales 
del período hispánico, rebautizadas así,  en el  siglo XIX,  por un decreto del General
Antonio Guzmán Blanco, fechado el  18 de noviembre de 1872[1].   El gobierno de
Chávez decidió llamar a algunas de las escuelas públicas venezolanas  bolivarianas, la
moneda de curso legal devaluado es el Bolívar. Hay una entidad federal llamada
Estado Bolívar, y su capital f  se llama Ciudad Bolívar,  desde el 24 de julio de 1846,
cuando la ciudad de Angostura recibió oficialmente el nombre de Ciudad Bolívar, por
decreto del 31 de marzo de 1845, aprobado por el Congreso Nacional, a petición de
34 vecinos notables de Angostura [2], tres años después de haber trasladado los restos
de Bolívar de Santa Marta a Caracas.

  Existe la  Universidad Simón Bolívar  y hasta tenemos  variaciones con los
sinónimos. Si no se llama Bolívar la calle,  la Universidad, la plaza,  o el organismo
público o privado,  decidimos bautizarlo con el nombre del  Libertador, que es lo
mismo.  Hoy, hasta la República cambió de nombre, ahora se llama República
Bolivariana de Venezuela. Todavía los venezolanos no hemos empezado a llamarnos
bolivarianos venezolanos, que será el nuevo gentilicio. En efecto,  el título 1, artículo
4 de la Constitución vigente  dice: “La República Bolivariana de Venezuela es un
Estado federal descentralizado en los términos consagrados por esta Constitución, y
se rige por los principios de integridad territorial, cooperación, solidaridad,
concurrencia y corresponsabilidad [3]. En ésta Constitución encontramos constantes
invocaciones a Bolívar, a sus doctrinas y a sus principios  recogidos en varios de sus
artículos.

 
 

Con el paso del tiempo el culto a la figura del Libertador aumentó, por lo que Bolívar
se convirtió  prácticamente en el único factor aglutinante de las nacionalidades
liberadas de la tutela española, por la acción de  sus ejércitos.  Es por ello que tan
bolivarianos somos los venezolanos como los colombianos, los ecuatorianos y los
bolivianos, los panameños y en menor devoción los peruanos. Y   todos le rendimos 
culto  y veneración; tanto es así,  que   hasta nos  disputamos  los homenajes. Y si
bien es cierto que Bolívar llenó con sus empresas militares un espacio histórico
fundamental de la fragua nacional latinoamericana,  consideramos que el uso
excesivo, por no decir abuso, de un bolivarianismo fervoroso, mítico, casi religioso,
devoto, lo está convirtiendo en un estorbo, que nos impide comprender la  correcta
evolución  de nuestras sociedades.

Sobre Bolívar se han escrito innumerables obras en distintos idiomas. En lengua


española y portuguesa se calcula que los trabajos sobre Bolívar y la Independencia
superan los 2.500 títulos. También existe una producción importante, o traducciones
en inglés, francés, ruso, chino, alemán, italiano, sueco, rumano, etc. A esta selva
bibliográfica hay que añadir las obras publicadas por el mismo Bolívar, y las
dedicadas a la compilación sistemática de sus decretos y proclamas, además de las
voluminosas colecciones documentales que superan 300 títulos[4]. Ante esta montaña
bibliográfica acercarse a Bolívar representa un ambicioso reto, duro de cumplir.

En este sentido, el historiador venezolano Guillermo Morón, en sus Reflexiones


Heterodoxas sobre Simón Bolívar  nos apunta que: “Seguramente habría que
dedicar toda la vida de trabajo de una docena de especialistas para poner en orden de
lectura la inmensa bibliografía bolivariana” [5]. Sobre Bolívar y la emancipación
hispanoamericana apologistas y detractores, historiadores y novelistas, cineastas,
escultores y pintores, políticos y militares, sacerdotes y ateos, han vertido ríos de
tintas sobre el papel, pintado cantidad de cuadros, vaciado bustos o estatuas, e
infinidad de imágenes, lo que complica aún más la comprensión de lo esencial en
Bolívar, al que le hemos desfigurado hasta su rostro[6] .

Desglosando a los apologistas, rebuscando entre sus detractores, penetrando en sus


escritos, en la búsqueda de lo fundamental, no tenemos mas remedio que aceptar un
hecho. Bolívar fue un hombre excepcional en su tiempo, y hoy yace bajo una pesada
loza de pareceres. Sin embargo, bolivarianos somos casi todos los 
hispanoamericanos, no importa que nos propongamos lo contrario, ya que al 
acercarnos a él, sucumbimos ante su atractiva figura.

            Para ilustrar lo que venimos afirmando  tomemos algunos ejemplos


significativos. Bolivariano fue el historiador venezolano Augusto Mijares, quién
escribió una Biografía ya clásica, sobre Bolívar, que podemos considerar apologética,
con cierta dosis de revisionismo. Bolivariano también fue el escritor español Salvador
de Madariaga, considerado persona non grata por la Sociedad Bolivariana de
Venezuela. En honor a la justicia, hemos de aceptar que Madariaga escribió hermosas
páginas, en las que se nota su ferviente admiración por el Libertador, aunque la
Sociedad Bolivariana de Venezuela considerara la obra  de Madariaga como un
insulto al Padre de la Patria.  En el terreno político también nos encontramos con una
situación similar. El primer presidente de Venezuela José Antonio Páez fue
antibolivariano cuando encabezó el movimiento separatista de la Gran Colombia
llamado La Cosiata, por el que Venezuela se separó definitivamente de la unión
colombiana. Pero cuando necesitó un basamento político para justificar su regreso al
poder, se convirtió en bolivariano; tanto es así,  que decretó el traslado de los restos
de Santa Marta a Caracas. Bolivarianos fueron los mas destacados personajes de la
última dictadura venezolana, la de Pérez Jiménez. Bolivarianos también son los de
socialdemócratas, comunistas y ultraizquierdistas. Y   bolivariano es el movimiento
político que apoya al  Presidente Hugo Chávez  en Venezuela; así como también, los
guerrilleros de las Fuerzas Armadas de Liberación de Colombia. Bolivariano es Fidel
y  lo fue Pinochet. Bolívar, en fin, ocupa un destacado papel en todas las
manifestaciones de la vida social, política, económica, cultural y hasta mágico-
religiosa hispanoamericana. Es quizás el Quijote de América, como lo llamó el gran
filosofo español,  Don Miguel de Unamuno.       

  

                                  

II
LOS ORIGENES DEL BOLIVARIANISMO Y ANTIBOLIVARIANISMO

 
 

 El Bolivarianismo  y el antibolivarinismo, sobre todo e primero, llenan el panorama


historiográfico venezolano, desde la independencia hasta nuestros días. Tal como lo
apuntó Carrera Damas,   es casi.: “Imposible dar un paso por la vida venezolana sin
tropezar con la presencia de Bolívar” [7].  ¿Cómo se produjo este fenómeno y  por
qué se mantiene en la actualidad?. Consideramos que la explicación  de esta
deformación  se debe fundamentalmente  a necesidades políticas. Bolívar ha sido
utilizado a placer por políticos e intelectuales latinoamericanos para justificar su
poder y ambiciones. Otro factor  que lo explica  es, sin lugar a dudas, el ahistorisísmo
cultural latinoamericano,  que en el caso de Venezuela es mucho mayor.  Los
intelectuales venezolanos hicieron borrón y cuenta nueva desde la independencia.
Con lo que los tres siglos de la época colonial quedaron como un prólogo a la historia
de Venezuela y  el período nacional postindependentista como el epílogo explicativo
de la decadencia de un pueblo, que,  con  romántico candor, centró toda su evolución
histórica en la  exaltación de la figura de Bolívar.

La independencia venezolana, enmarcada desde  1810 hasta  1830 es el proceso


histórico más estudiado de nuestra evolución social y todavía no lo hemos
comprendido, por centrar obsesivamente el objeto de estudio en la figura de los
héroes. No es por azar que éste período coincida cronológicamente con la vida
política del Libertador.   Se pensó que  la historia de Venezuela iba detrás de las patas
del caballo de Simón Bolívar y de  los otros próceres. Fue precisamente en esta época
cuando surgió ese  bolivarianismo fervoroso, a consecuencia de los triunfos de los
patriotas en la Campaña Admirable, y en las gestas posteriores que llevaron al triunfo
sobre los realistas,  comandados por el General Bolívar. Allí mismo comenzaron los
mitos.

1.- El Título del Libertador

 El primero de los mitos bolivarianos  es la tradición oral muy extendida  que sostiene
que los merideños le otorgaron el título de Libertador al General Bolívar, cuando
entró a la ciudad, el 23 de mayo de 1813, a comienzos de la campaña admirable.   El
origen de este mito se lo debemos adjudicar al notable escritor merideño  Don Tulio
Febres Cordero,  quien en 1913, con motivo del centenario de la campaña admirable,
le dio forma escrita a una tradición oral, por la que Bolívar fue aclamado como
Libertador en la plaza pública de la ciudad de Mérida [8] .  Posteriormente, esta
tradición oral,  recogida por el escritor merideño, fue aceptada por el historiador
Cristóbal Mendoza, e incorporada a un discurso, dado el 18 de mayo en 1963, en el
Paraninfo de la Universidad de los Andes, con motivo de cumplirse el
Sesquicentenario, de la entrada de Bolívar a dicha ciudad [9]. De esta manera, la
tradición  oral recogida por Febres Cordero y difundida por Cristóbal Mendoza, dos
autoridades intelectuales venezolanas, fue aceptada por  Augusto Mijares, quien la
incorporó a su obra y  se convirtió en verdad[10]. Y aunque los merideños no le
otorgaron el título de Libertador a Simón Bolívar, sino, meses después los
caraqueños.  La gente cree lo primero, así como en la zona de Barlovento la tradición
popular sostiene que Bolívar nació en Birongo y Jesucristo  en Capaya [11].
Tradiciones orales éstas últimas  que también  son creídas por la población
barloventeña.

                       El hecho cierto es que el título de Libertador, con el cual Bolívar pasó a
la historia, le fue otorgado por la Municipalidad de Caracas, cuyo cuerpo, reunido el
14 de octubre de 1813,: ...”por voto unánime aclamaron al C. [ciudadano] Simón
Bolívar por Capitán General de los Exércitos (sic), y lo condecoraron con el título de
Libertador de Venezuela.” [12] . Este es el título real, con el que el General Bolívar
fue recordado por la historia y es el punto de partida del culto oficial bolivariano, que
se ha mantenido  hasta la actualidad. Con este título se le han levantado monumentos
en buena parte del mundo. Hay estatuas de Bolívar en Nueva York, Madrid,
Barcelona, Israel, Bogotá, Caracas, Lima. Asimismo, hay varias poblaciones con el
nombre de Bolívar en USA, en los estados de Missouri, Ohio, Mississippi, y
Tennessee .   Existió un sombrero llamado Simón Bolívar, un cometa con su nombre
y el barco de Lord Byron también se llamó Simón Bolívar. Lo que nos hace pensar
que Bolívar es  el venezolano más universal de todos los tiempos y  que su mito
arranca de ése 14 de octubre de 1813, cuando la Municipalidad de Caracas oficializó
su culto, al otorgarle el título de Libertador. 

            2.-  Bolívar el Insurgente

                       Como contrapartida del Bolivarianismo oficial patriota tenemos los


calificativos utilizados por los realistas al referirse a Simón Bolívar. Para los realistas
el Libertador   fue fundamentalmente un insurgente,  que atentaba contra el dominio
español en nuestra América. Insurgente fue el título comúnmente utilizado por las
autoridades españolas para referirse a Bolívar. Por  insurgente se le procesó y se le
siguió una causa de infidencia, mediante la cual se le secuestraron todos sus bienes y
fueron rematados en subastas públicas.[13] Concluida la guerra el Libertador los
rescató y fueron heredados por sus 2 hermanas y los hijos de su hermano Juan
Vicente.

Uno de los mayores enemigos del Libertador fue el médico caraqueño José Domingo
Díaz, redactor de la Gaceta de Caracas, quién al referirse al Libertador utiliza
adjetivos como: insurgente, iluso, loco, incapaz, vanidoso, inculto etc. La mayoría de
estos calificativos los podemos encontrar en: Recuerdos sobre la Rebelión de
Caracas, obra en la que Díaz recogió varios de los artículos publicados en la Gaceta
de Caracas, junto con redacciones hechas en Madrid, ciudad donde murió  en 1834,
alejado de su tierra natal, cuando se retiró este realista caraqueño, para morir dentro
del país que el consideraba suyo, la Monarquía Española [14].  

3.- La Muerte de Bolívar

                       Terminada la Guerra de Independencia Bolívar se convirtió  en un


estorbo para los caudillos que le ayudaron en el proceso militar. Paecistas y
Santanderístas se tornan  antibolivarianos, porque Bolívar pretendía la consolidación
de la Gran Colombia. Así que no fueron solamente los monárquicos los que sostenían
una ideología antibolivariana. A esas  tendencias hay que añadir a los miembros de
las facciones políticas que pretendían la destrucción de la Gran Colombia. Para todos
ellos Bolívar era un estorbo y se escribieron ensayos, proclamas y discursos
claramente detractores de la figura de un General victorioso, que pretendía crear un
gran estado colombiano, en vez de fomentar el aparecimiento de pequeñas repúblicas,
que como sabemos fue lo que en definitiva se impuso.

                       Una prueba evidente de lo que estamos diciendo la encontramos en la


primera noticia oficial sobre la muerte de Bolívar.  La novedad del fallecimiento llegó
a Maracaibo el 21 de enero de 1831. En vista de ello  el Gobernador de Maracaibo, 
Juan Antonio Gómez, escribió oficialmente al Ministro del Interior lo siguiente:
“Anoche ha llegado a esta ciudad el capitán inglés Pil Riton en la corbeta de guerra
La Rosa. Procedente de Jamaica y salida el 6 del presente de aquella isla. Trae por
noticias la confirmación de la muerte del General Bolívar en la Villa de Soledad,
provincia de Cartagena; de cuyo acontecimiento no hay ya la más pequeña duda... Un
acontecimiento de tanta magnitud y que debe producir bienes innumerables a la causa
de Libertad y al bien de los pueblos, es el que me apresuro a comunicar al Gobierno
por conducto de usted y por medio de un oficial que solo lleva esta comisión.
Bolívar, el genio del mal, la tea de la discordia, o mejor diré el opresor de su
patria, ya dejó de existir, y de promover males que refluían siempre sobre sus
conciudadanos. Su muerte, que en otras circunstancias y en tiempo del engaño
pudo causar y luto y la pesadumbre de los colombianos, será hoy sin duda el más
poderoso motivo de sus regocijos por que de ella dimana la paz y el avenimiento
de todos”   [15] .

Esta es la primera noticia oficial sobre la muerte de Simón Bolívar, el documento no


puede ser mas elocuente. Nos habla del antibolivarianismo venezolano de los
paecistas, que recién estaban organizando el país que conocemos actualmente con el
nombre de Venezuela. La ingratitud de éste Gobernador de Maracaibo era, no
debemos dudarlo el sentimiento más extendido entre los hombres que habían
heredado las glorias de la independencia,  en la guerra comandada por Bolívar.
Tuvieron que pasar 13 años, para que el antibolivarianismo  cediera el paso a un
bolivarianismo desorbitado. Los mismos personajes, con Páez a la cabeza se dieron 
cuenta de que un cadáver estaba en Santa Marta y podía ser utilizado políticamente.
Los restos del Libertador ya  no eran un estorbo, no hablaban ni decidían en política.
De esta forma Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, que
era su nombre completo pasó a  convertirse en el muerto más célebre de todos los
venezolanos.

III

EL SURGIMIENTO DEL CULTO OFICIAL

                       Muerto Bolívar se desintegró su sueño de la República de Colombia.


Cada uno de los caudillos herederos de la Guerra de Independencia intentó formar
una República Independiente, dando paso a lo que en la historiografía
latinoamericana conocemos con el nombre del período nacional. Pero el caso es que
para aquella época  las naciones no existían,  ni geográficamente y mucho menos
desde el punto de vista cultural, en 1830 no podemos hablar de venezolanos,
colombianos, ecuatorianos, peruanos, porque simplemente en la mente de los
habitantes de esas regiones, no había cristalizado la idea de una nación, tal como la
concebimos nosotros  actualmente. Es mas, el nacionalismo no era, ni siquiera en
Europa, un precepto claro. Tampoco habían españoles, franceses, italianos, ingleses;
sino, catalanes, vascos, gallegos, irlandeses, valones, etc., quienes se consideraban
miembros de un antiguo reino, unidos en lo que hoy llamamos naciones, por la acción
imperial de algún reino, que podía ser Castilla o Bretaña. E inclusive existían
regiones en las que no se habían dado procesos unificadores, como por ejemplo: en lo
reinos italianos, o en los principados germanos. El nacionalismo que recorta los
mapas europeos y americanos de la actualidad fue iniciado justamente en el siglo
XIX.

                       En el caso americano la situación era todavía mas grave. Las trece
colonias que se independizaron de Inglaterra, a finales del siglo XVIII, conformaban
una pequeña franja de la costa este de lo que hoy conocemos como los Estados
Unidos. Canadá se unificó mucho mas tarde y los demás países  que pertenecían a la
América Española  entablaron un proceso de desintegración regional, sin advertir que
mientras Estados Unidos, pese a la guerra de secesión entre el norte y el sur,
mantuvo  su unidad y se expandió, la otra América se atomizó en pequeños estados,
más fáciles de dominar por el colonialismo del siglo XIX, que en vez de ser político,
era económico. El mundo anglosajón jugó con nuestros países el viejo juego romano
de  divide y vencerás, con lo que la América de habla castellana dejo de ser española,
para sufrir el imperialismo primero británico y después norteamericano.

Es en este escenario social, cuando nacemos como países independientes, los


caudillos no consiguieron   elementos que permitieran la cohesión social y cultural.

            Es por ello, que no tuvieron más remedio que acudir al muerto mas célebre de
la gesta emancipadora, que estaba en Santa Marta. Es así como Bolívar pasó a
convertirse en el elemento unificador de la Nación, convertido en Padre de la Patria.
Todos sus hijos debíamos reverenciarle. En el caso específico de Venezuela fue el
caudillo del movimiento separatista José Antonio Páez, primer Presidente de
Venezuela, el que  apoyó la idea del traslado de los restos mortales de Simón Bolívar
a Caracas. Todo era, no debemos dudarlo, una maniobra política.  El 13 de diciembre
de 1842 llegaron al puerto de La Guaria los restos mortales del Libertador, fueron
desembarcados el 15 , traslados a Caracas el 16, el 17 de diciembre de 1842 se dio
comienzo a la ceremonia  oficial en el templo de San Francisco[16].

1.- La exaltación Guzmancista.

                       Después del traslado de los restos mortales del Libertador de Santa
Marta a la Catedral de Caracas, se institucionalizó el culto oficial bolivariano y fue
auspiciado por el gobierno central. En tiempos de Guzmán Blanco llegó a la cúspide
la instrumentación política de la exaltación bolivariana, al coincidir el gobierno de
Guzmán con el centenario de la muerte de Simón Bolívar, en 1883. En los
preparativos del centenario, Guzmán decretó la creación del Panteón Nacional, el 27
de marzo de 1874. El Panteón Nacionala se hizo restauranado la antigua iglesia de la
Santísima Trinidad de Caracas, construida a finales del Siglo XVIII,   casi totalmente
destruida por  el terremoto de 1812. Se eligieron las ruinas de éste templo para
Panteón Nacional por estar separadas en ese entonces del casco urbano de Caracas.
La reconstrucción se hizo con un proyecto del Ingeniero José Gregorio Solano y fue
el primer edificio neogótico de Venezuela. La ceremonia oficial  de inauguración fue 
el 28 de octubre de 1875.  Los restos del Libertador se trasladaron desde la Catedral
de Caracas, el 28 de octubre de 1876, día de San Simón [17].

                       De aquí en adelante la ceremonias oficiales al padre de la patria se


realizan en el Panteón, para lo cual se estableció una dependencia ministerial llamada
Dirección de Ceremonial y Acervo Histórico de la Patria, con lo cual quedó
oficialmente establecido el culto con edificio y partida propia. Las razones que
llevaron a Guzmán a realizar la apoteosis de Bolívar fueron múltiples. Políticamente
el país venía de una sucesión de guerras civiles casi continuas desde la guerra de
independencia. La gente no tenía conciencia de país. Venezuela era un país sin
moneda, sin escudo, sin himno nacional, sin panteón, sin héroes, sin pasado, en una
palabra sin símbolos patrios.

  Además, no tenía instalaciones físicas para el funcionamiento de  las dependencias


del gobierno. El Congreso por ejemplo se reunía en la Iglesia de San Francisco,
cuando los frailes del Convento se lo prestaban. Tampoco existió un edificio para la
presidencia. Menos aún, algo que se pareciera   a la sede del  correo nacional.
Tampoco existían carreteras que unieran  a las principales capitales,  ni vías férreas.
En síntesis Venezuela era un país con todo por hacer.

 
                       Y eso es lo que hizo  Guzmán, decidió que la canción Gloria al Bravo
Pueblo se convirtiese  en Himno Nacional. Construyó la Sede del Congreso Nacional,
estableció la primera oficina del correos, auspició la fundación de ferrocarriles y
celebró con bombos y platillos el Centenario del Nacimiento del Libertador, llamando
a la gente para inagurar la  Exposición Nacional, acto en el cual se expusieron todas
las actividades hechas por Venezuela. Esta ceremonia fue considerada como  un acto
de desagravio que Caracas y Venezuela le hacían al Libertador.  Por primera vez se
declaraba día de fiesta nacional el 24 de julio, día del nacimiento del Libertador. El 2
de agosto de 1883 fue inaugurada oficialmente  la exposición nacional en la que
Fernando Bolívar, sobrino y secretario del Libertador, recibió en la entrada del
edificio construido para la exposición  al presidente de la república,  el llamado 
Ilustre Americano Antonio Guzmán Blanco [18].

                       Mención aparte merece la edición de libros alusivos a Bolívar y la


gesta emancipadora, auspiciados desde la presidencia. Se publicaron las Memorias
del General O’leary, los Documentos para la vida pública del Libertador, [20]y
varias otras obras alusiva a los festejos del Centenario del Padre de la Patria [19] .
Documentos para la vida pública del Libertador. En tiempos de Guzmán Blanco se
completó el edificio del culto oficial Bolivariano [21], de aquí en adelante al
exaltación creció desmesuradamente y en la misma medida decreció el
antibolivarianismo, hasta llegar a la actualidad donde el fervor bolivariano a
convertido a la figura del Libertador en un mito fervoroso, casi mítico, idolátrico.

Juan M. Morales Alvarez

[email protected] 

      

                                                         
   

  

 NOTAS

[1] Antes de esta fecha, el 1 de marzo de 1825, la Municipalidad de Caracas acordó


levantarle una estatua ecuestre al Libertador,  sobre una columna de mármol,
levantada en la Plaza de San Jacinto, pero este decreto municipal  nunca se cumplió.
Tuvieron que pasar 47 años, para que nuevamente se decretase  la erección de la
estatua de Bolívar. La primera piedra del monumento  se puso el 11 de octubre de
1874, y fue inaugurada oficialmente el 7 de noviembre del mismo año. La estatua que
es una replica de la que se encuentra en la Plaza Bolívar de Lima esta actualmente
situada en la Plaza Mayor de Caracas,  rebautizada con el nombre de Plaza Bolívar 
Graciela Schael Martínez: Historia de la estatua del Libertador en la Plaza
Bolívar, Caracas Ediciones de la Presidencia 1983.

[2] Diccionario de Historia de Venezuela tomo I, página 689.

[3] Artículos 4, de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.


Barranquilla, 2000,  página 3.

[4] En el Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium  de la Universidad Simón


Bolívar de Caracas, se adelanta un ambicioso proyecto titulado: Bibliografía
General Bolivariana, del cual hemos editado el primer volumen llamado:
Bibliografía Directa de Simón Bolívar,  compilado por Manuel Pérez Vila y
Horacio Jorge Beco. Caracas, Universidad Simón Bolívar Colección Bolivarium,
Serie Bibliografías, 1986.

[5] GUILLERMO, Morón:  Reflexiones Heterodoxas sobre Simón Bolívar.


“Boletín Academia Nacional de la Historia” (Caracas), Vol. LXIII, Número 252. 
(1980), pág. 839.
[6] Alfredo Boulton: El arquetipo iconográfico de Bolívar. Caracas, Edic Macanao,
1984.

[7] Germán Carrera Damas: El culto a Bolívar, Caracas, Universidad Central de


Venezuela 1973, pág. 21

[8] Manuel Pérez Vila: ¿Recibió Bolívar en Mérida el Título de Libertador?


“Revista Nacional de Cultura” (Caracas) Año, XLIV,  Nº 250. (Enero-Julio 1983),
pp. 108-120. El ensayo de Don Tulio se llama: Bolívar en Mérida. Citado por el
Autor.

[9] Cristóbal Mendoza: La Entrada de Bolívar a Mérida “Boletín de la Academia


Nacional de la Historia” (Caracas) Tomo XLVI, Nª 182, (Abril-Junio) de 196, pp.
213-218.

[10] Augusto  Mijares: El Libertador.  Caracas, Academia Nacional de la Historia,


1987, pág. 245.

[11] Yolanda Salas: Bolívar y la Historia en la Conciencia Popular Caracas,


Universidad Simón Bolívar, Coedición del Instituto de Altos Estudios de América
Latina y del Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium. 1987, pág. 21.

[12] "Gaceta de Caracas" (Caracas),  Nº X, (jueves 28 de octubre de 1813). Edic.


Facsímil de la Academia Nacional de la Historia Caracas 1983, Tomo IV, pág. 40.

[13] En el Archivo Bolivarium I, que se conserva en el Instituto de Investigaciones


Históricas Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar, que tiene  el primer índice
computarizado de documentos de la época de Bolívar, se conservan 12 documentos
relativos al secuestro , avalúo y remate de los bienes pertenecientes al insurgente
Simón Bolívar. Esta docena de documentos  representan una muestra significativa de
los procedimientos administrativos seguidos contra los patriotas. Se pueden ver  en
los documentos: 3, 6, 27, 34, 131, 141, 184, 227, 243, 279, 326 y  404 de dicho
archivo.

[14] José Domingo Díaz: Recuerdos sobre la Rebelión de Caracas. Caracas,


Academia Nacional de la Historia, 1961.

[15] Ildefonso Leal: Ha muerto el Libertador, Caracas Universidad Central de


Venezuela 1980, pp. 28-29. El documento fue tomado por Leal de la Historia
Constitucional de Venezuela de Gil Fortoul. El subrayado es nuestro

[16] Los pormenores de la ceremonia pueden leerse en la Obra Ha Muerto El


Libertador compilada por Ildefonso Leal como un homenaje de la Universidad
Central de Venezuela en el Sesquicentenario  de la Muerte de Bolívar, Caracas,
Ediciones del Rectorado  1980.

[17] Ver Diccionario de Historia de Venezuela, Caracas Fundación Polar 1988, Tomo
3, pp. 30

[18] Adolfo Ernst. La Exposición Nacional de Venezuela en 1883, Caracas


Ediciones de la Presidencia  1986, Dos Tomos

[19] Memorias del General O´Leary. Publicadas por su hijo Simón B. O´leary.
Caracas, Imprenta de la Gaceta Oficial 1879, 32 vol. hay reedición facsímil moderna
en 33 volúmenes.

[20] Documentos para la  historia de la vida pública del Libertador de Colombia,
Perú y Bolivia. Puestos en orden cronológico con adiciones y notas. Caracas
imprenta de “La Opinión Nacional”, 1875-1877. Hay edición moderna.

[21] Sobre las Obras de Guzmán Blanco y el Centenario del Libertador ver
Nicolás Perazzo Guzmán Blanco y el Centenario del Libertador “Boletín de la
Academia Nacional de la Historia” (Caracas ) Vol. LXVI, Nº 262 (abril-junio de
1983) pp. 444 –446. Antonio Guzmán Blanco: Actas de la Colocación de la Piedra
Fundamental de la Estatua del Libertador. “Boletín del Archivo General de la
Nación” (Caracas) Vol. LXIX, Nª 236-237 (enero-diciembre 1979), pp. 148-150.
Jorge  W. Villacres: Los Proyectos Bolivarianos de los Presidentes Antonio
Guzmán Blanco y Eloy Alfaro. “Boletín de la Academia Nacional de la Historia”,
(Caracas ) Vol. XLIX Nº 193, (enero-marzo 1966), pp 40-53. Programa del
Centenario de Simón Bolívar Decretado por el General Antonio Guzmán
Blanco. “Boletín del Archivo Histórico U.C.V. ( Caracas ) Nª 1 (1983), pp. 49-69.

http://nuevashistoriasbligo.bligoo.com.ve/bolivarianismo-y-antibolivarianismo
(Descargado el 14 de julio 2013)

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