Dios Silencio y Palabra
Dios Silencio y Palabra
Dios Silencio y Palabra
Hay tantos gritos humanos que se lanzan al cielo, que no parecen capaces de
atravesar las nubes. ¿Por qué aparentemente no llegan a su destino? ¿Qué dice Dios
cuando el ejército de un país, un gobierno, organiza una matanza de persones
inocentes, a veces muchísimas? ¿Qué dice Dios cuando hay unos pocos hombres que
viven muy bien, y que controlan la mayoría de las riquezas de la tierra, mientras una
inmensa mayoría se muere de hambre o de enfermedades controlables por la
Medicina desde hace ya mucho tiempo? ¿Qué dice, y qué hace Dios cuando una riada
o un mar enfurecido se lleva tantas vidas por delante? ¿Qué dice Dios cuando algunos
hombres se toman la libertad de pegar un tiro en la nuca, o poner explosivos a otros
hombres para defender supuestos derechos y reivindicaciones? Hay muchos gritos
que piden justicia, clemencia o libertad, o simplemente el derecho a vivir. ¿No podría
decir algo?
Y al mismo tiempo, cada vez que los hombres extinguimos la vida, destruimos o no
respetamos la naturaleza, y ésta se revuelve, se agita... ¡Dios nos está hablando! La
tierra nos la dio para cuidarla, para mejorarla, protegerla. Y la propia Naturaleza y
muchos hombres, en su nombre, la cuidan.... o también protestan y denuncian y se
quejan: ÉSTA ES LA VOZ DE DIOS.
¡Pero nos es difícil escucharla! Porque la palabra y la Palabra sólo se perciben bien
en la escucha silenciosa y atenta. Y resulta que se nos ha olvidado el silencio y la
contemplación. Tenemos demasiados ruidos en el corazón y en la cabeza, y
alrededor. ¿Por qué prestamos atención a tantos charlatanes (periodistas, actores,
políticos, presentadores, famosillos, y cantantes... cuando opinan sobre lo que
desconocen absolutamente, la pandemia, por ejemplo....?). ¿Quién tiene interés en
ponerles delante un micrófono o una cámara para multiplicar y difundir su ruido?...
¿Cómo podremos distinguir entonces las Palabras de Vida que necesitamos?
- Cuando algo se nos revuelve dentro al tener noticia de que un recién nacido o un
niño, o un mujer han sido maltratados o abandonados: ÉSA ES LA VOZ DE DIOS.
- Cuando nos enteramos de la violencia que ocurre dentro de algunas familias, las
mujeres maltratadas, los abuelos no atendidos o descartados por la clasificación de
los pacientes basándose en las prioridades de atención por los criterios de los
políticos, los niños que son manipulados, explotados, prostituidos, ignorados... y algo
se nos revuelve por dentro... ESTAMOS OYENDO LA VOZ DE DIOS
- Cuando vemos los carteles de Manos Unidas, cuando la prensa nos trae noticies de
lo que están haciendo muchos voluntarios de ONGs en tantos rincones del mundo...
ÉSTA ES LA VOZ DE DIOS que nos llama a la acción y al compromiso
- Cuando notamos dentro un impulso fuerte para que prestemos atención a los
pobres, a los oprimidos, a los que no tienen ciertos derechos, pedimos justicia e
igualdad en la distribución de vacunas, de recursos... TODOS ELLOS SON LA VOZ DE
DIOS esperando de nosotros una respuesta.
¡Pero tal vez no las oigamos, o no queramos oírlas, o pensamos que no va con
nosotros, que no podemos hacer nada...!
+ Si el hombre siente dentro que su vida es muy superficial, que necesita otras cosas,
que hay un vacío dentro, que a base de tener, poder, ser admirado y reconocido... no
se siente feliz... Es Dios que le advierte.
+ Si tú mismo escuchas dentro una voz que te dice que tienes que crecer, que tienes
que perdonar, compartir, servir, ser generoso, ayudar a alguien... TU CONCIENCIA
QUE TE INVITA A SER MEJOR, A CRECER, A MADURAR... ES LA VOZ DE DIOS, que
quiere la felicidad del hombre, de todo hombre, de cada hombre. Ya lo han dicho
muchos santos y teólogos: Dios habla desde lo más profundo de mi ser (conciencia).
• Dios habla desde la profundidad del alma: Él es la Vida que quiere que crezca
• Habla desde el hambre de justicia: quiere que todos sus hijos sean tratados con
equidad
No, no es que Dios no responda a nuestras oraciones, no es que sea un Dios mudo:
es que Dios mismo clama (¡a veces a gritos!) con nosotros y dentro de nosotros. Dios
suplicante en nuestra carne herida. Y Él mismo espera y necesita que le escuchemos.
Desde aquella noche de Navidad, somos hermanos del Dios Palabra que se encarnó
entre nosotros. Aprendamos a escucharle y seamos su Voz y la de los que no tienen
voz HOY.