El Diario Como Género Entre Lo Íntimo y Lo Público
El Diario Como Género Entre Lo Íntimo y Lo Público
El Diario Como Género Entre Lo Íntimo y Lo Público
El diario, tal como lo conocemos hoy, tiene, como género literario, un lugar
y una función determinada dentro del marco del sistema de comunicación que lla-
mamos Literatura . Sin embargo, originariamente, el auténtico diario y la Literatura
eran dos ámbitos completamente distintos y esencialmente inconcilíables . El dia-
rio, por su misma definición, no era un género comunicativo, mientras que la Li-
teratura era, y es, un expediente del entendimiento intersubjetivo y público . Junto
con los demás ámbitos de mediación de la lengua -el discurso litúrgico o jurídico,
por ejemplo, o el que tiene lugar en la clase, en la descripción científica y técnica,
en la elaboración de reportajes periodísticos, etc, la Literatura, en su condición
de medio de entendimiento intersubjetivo y público, toma una función muy espe-
cífica en la tarea de hacerse con el sentido de la realidad . Dentro del marco de los
distintos órdenes instítucionales, los llamados ámbitos mediales de la lengua, con
sus contenidos y estilos específicos, sirven para ordenar y dar sentido a la comple-
jidad y al carácter caótico de lo real ; de este modo hacen posible que la sociedad
los domine y viva en ellos .
La Literatura, por su parte, como medio de comunicación lingüística, tiene lu-
gar en el ámbito de lo imaginario y ficcional, en formas que se parecen a las insti-
tuciones y que, naturalmente, como todas las instituciones, cambian a lo largo
de la historia . La Literatura reproduce en imágenes aquella parte de la realidad
que las instituciones no pueden aprehender, y llena el espacio que éstas han dejado
libre . La Literatura no reproduce mundo, sino que, contraponiendo anti-mundos a
la realidad, es un continuo proyectar y poner a prueba formas inéditas de percibir
y de sentir las cosas . La Literatura puede realizar esta tarea inventando, como en
un juego, imágenes, modos de ver la realidad, conexiones e interpretaciones y ha-
ciéndolas pasar ante los ojos del lector . Su fuerza y su efecto especial se basan en
el status de ficcionalidad que le es propio . Proyectando modos de percibir las
cosas contribuye de una manera indirecta a cambiar los modos de percepción vigen-
tes y las ordenaciones oficiales de lo real . Desde un punto de vista funcional, la
Literatura es un sistema proyectivo de entendimiento mutuo en el cual se actúa
sobre la conciencia de otros sujetos, los espectadores o los lectores . Es una estra-
tegia retórica que se vale de los medios más sutiles. Y una estrategia de este tipo
tiene lugar, naturalmente, en el comercio intersubjetivo, en el ámbito de lo público.
Sin duda, lo público es la condición y lo que hace posible la Literatura, aunque,
desde el punto de vista sociológico, se trate aquí de un ámbito público distinto del
que es propio de instituciones como las religiosas, las estatales y otras que regulan
de un modo ideológico la existencia de la realidad social y de los hombres.
El proceso por el cual el diario pasó a ser utilizado literariamente tuvo lugar
en dos etapas . La primera tuvo lugar cuando, en la primera mitad del siglo xix,
se publicaron diarios de viajeros y de personajes famosos del pasado más reciente
--como Byron, Constant, Vigny. . .-. Cuando, de este modo, el público se hubo
acostumbrado a leer diarios, y a leerlos a gusto, tuvo lugar la segunda etapa, que
consistió en la aparición de diarios escritos con la intención de que fueran publica-
dos . El primero de estos dos pasos, aquél en el que, sin que el autor hiciera nada,
el. diario privado se convirtió en diario público, no tuvo lugar de un modo brusco .
En el siglo xvlil, entre los pietistas el ámbito de lo estrictamente privado se abrió
por primera vez ante un círculo reducido cuando aquéllos les leían a los que
compartían sus mismas creencias las notas espirituales que iban apuntando en su
diario . Sin embargo, en el registro puramente literario, la publicación de diarios
privados empezó con el de Lord Byron, en 1830 . No les faltaba razón a los editores
cuando contaban con que el público iba a sentir gran interés por las obras «ínti-
mas» de un Benjamin Constant, que había muerto ya, o un Alfred de Vigny . Con
la publicación en 1845 de fragmentos del «journal» de Maine de Biran apareció
el primer diario cuyo autor no era famoso ya por obras literarias de tipo ficcional.
Con ello, el diario, este advenedizo de la Literatura del siglo xlx, avanzaba un
paso más en el camino en pos de su aceptación por parte de la corte literaria. El
diario perdió entonces la función meramente complementaria que tenía junto con
las obras literarias para hacerse notar ahora totalmente como género autónomo.
Justamente en esta etapa de su evolución, y hasta cierto punto de un modo conse-
1 En cuanto a este desarrollo detallado, cfr . Gerald Rannaud, «Le journal intime : de la
rédaction á la publication - Essai d'approche sociologique d'un gente littéraire», en Le Journal
intime et ses Formes littéraires, Actes du Colloques de septembre 1975, Textes réunis par
V. del Litto, Ginebra-París, 1978 .
cuente, el diario tomaba el adjetivo francés «intime» ; esta denominación preserva-
ba el halo de auténtica privacidad del diario en un tiempo en el que éste se había
alejado ya tanto de su origen, la auténtica intimidad, y se había hecho tan extraño
a él que se redactaba con miras a su publicación. Es revelador el hecho de que
quien diera al diario el nombre francés de «journal intime», como denominación
genérica, no fuera un diarista sino un editor . La expresión «journal intime», cuyo
éxito se explica naturalmente por el hecho de ser, desde el punto de vista semán-
tico, una determinación delimitativa de la palabra «journal» -en el sentido de
periódico- aparece por primera vez en el título bajo el cual en 1882 el editor
E. Scherer publicó una parte del diario de Henri Frédéric Amíel.
Tanto el diario que está escrito para ser publicado como el diario ficcional,
las dos derivaciones estéticas del auténtico diario, siguen teniendo vigencia en la
Literatura más reciente y cumplen ahí importantes funciones que no son capaces
de llevar a cabo otros tipos de texto. Uno de los últimos ejemplos, El peso del
mundo -Diario (noviembre de 1975 -marzo de 1977), de Peter Handke s, muestra
qué papel es capaz de jugar el diario cuando se convierte en un instrumento de la
Literatura .
Para muchos escritores, entre otros de un modo especial Stendhal, el diario
tenía dos misiones : por una parte, superar una autoconciencia deficitaria y, por
otra, y de un modo muy especial, servir de interlocutor al futuro novelista y ofre-
cerle la posibilidad de escribir hasta tanto no encontrara fuerzas para escribir una
novela . Un diario de este tipo es el taller de escritor . De este mismo modo, Handke
empezó un diario con un propósito de este tipo : ir anotando en él impresiones
que luego iban a entrar a formar parte de la trama de una historia o de una obra
teatral. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que impresiones que no podían uti-
lizarse para este fin caían en el olvido, se decidió a anotar de un modo espontáneo
impresiones desvinculadas de toda finalidad. Con ello se intensificó la «vivencia
de la liberación de las formas literarias» y la vivencia de una «libertad dentro de
s Peter Handke, Das Gewicht der Welt, Ein Journal
(November 1975-MÜrx 1977), Suhrkamp
Taschenbuch, Frankfurt a M., 1979 .
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