Loreto Ossandon Teoria Movimientos Sociales Ambientales

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UNIVERSIDAD DE CHILE

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES


DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA

Los nuevos movimientos sociales en Chile: El


caso del movimiento ambiental.

Profesora guía: Patricia Muñoz.


Alumna: Loreto Ossandón.

1
PRESENTACIÓN _________________________________________________________ 4

CAPÍTULO I_____________________________________________________________ 7

LAS PERSPECTIVAS TEÓRICAS CLÁSICAS Y LOS NUEVOS DESAFÍOS DE LA ACCIÓN


SOCIAL: LOS MOVIMIENTOS SOCIALES CONTEMPORÁNEOS _____________________ 7

A. La teoría clásica y la acción social. __________________________________________ 7

B. Los enfoques teóricos de la acción colectiva: El desarrollo de la sociología clásica. ___ 8

C. La acción colectiva contemporánea y los nuevos enfoques teóricos. _______________ 9

D. Perspectivas teóricas de las nuevas formas de acción colectiva. __________________ 13


1. Las oportunidades políticas de los Nuevos Movimientos Sociales. _______________ 15
2. Las estructuras de movilización. _______________________________________________ 20
3. Los procesos enmarcadores o procesos de construcción de los marcos
interpretativos. ________________________________________________________________ 29

CAPÍTULO II ___________________________________________________________ 37

LOS MARCOS SOCIOPOLÍTICOS DE EMERGENCIA DE LA ACCIÓN COLECTIVA


ECOLOGISTA/AMBIENTALISTA ____________________________________________ 37

A. El escenario internacional: Globalización y neoliberalismo _______________________ 37

B. El surgimiento de la temática medio ambiental: El ecologismo y ambientalismo. _____ 42

C. Los orígenes del movimiento ecologista/ambientalista ___________________________ 44

D. El escenario nacional: Del Régimen Militar a los Gobiernos de la Concertación______ 48

CAPÍTULO III __________________________________________________________ 54

EL MOVIMIENTO ECOLOGISTA/AMBIENTALISTA CHILENO: SURGIMIENTO Y


DESARROLLO. _________________________________________________________ 54

A. Los primeros atisbos medio ambientales: de los cincuenta a los setenta _____________ 54
1. La política intervencionista de Estados Unidos y las estrategias para superar el
subdesarrollo. ________________________________________________________________ 54
2. El Estado: Administración y gestión de recursos para el desarrollo. ______________ 55
3. Emergencias de las primeras organizaciones chilenas ecologista/ambientalistas. 55
4. El subdesarrollo versus la problemática ecologista/ambientalista. _______________ 57

2
B. La polarización política, el nuevo modelo económico y guetthoización del movimiento 59
1. La conquista democrática del sueño socialista y el temor intervensionista
estadounidense. ______________________________________________________________ 59

C. El quiebre de la democracia y el nacimiento del nacionalismo verde _______________ 61


1. El deterioro de la economía internacional y el impacto en los países en desarrollo. 61
2. Quiebre institucional, nuevo régimen político, nuevo modelo de desarrollo económico:
El neoliberalismo ______________________________________________________________ 62
3. El nacionalismo verde. ________________________________________________________ 64

D. Crisis del Régimen Autoritario: Apertura y Nuevas Oportunidades _______________ 65


1. La recesión económica Chilena y el anuncio del fin del Régimen Pinochetista._____ 65
2. La crisis: Una oportunidad para la acción colectiva verde. _______________________ 66
3. La consolidación del Movimiento Ecologista/Ambientalista.______________________ 67

E. Los gobiernos de la concertación: Nuevo escenario para los verdes chilenos _______ 71
1. El nuevo contexto internacional y las nuevas implicancias para los países en
desarrollo. ____________________________________________________________________ 71
2. La recuperación de la democracia y la consolidación del modelo de desarrollo
neoliberal. ____________________________________________________________________ 72
3. Los verdes desde optimismo a la proposición.___________________________________ 74
4. Los cambios y la nueva estructuración verde. ___________________________________ 77

CONCLUSIONES ________________________________________________________ 79

Bibliografía ________________________________________________________________ 108

3
PRESENTACIÓN

Estudiar las nuevas formas de acción colectiva es una contribución a la


democratización de la vida cotidiana, la creación de nuevos espacios
públicos, el fortalecimiento de la sociedad civil y la capacidad de
autodeterrminación. Comprender los Nuevos Movimientos Sociales en la
actualidad, constituye un reto para identificar cómo la sociedad se
organiza frente a los conflictos que se imponen desde los diversos
esquemas dominantes.

“Los actores sociales y los movimientos tienen un doble rol: por un lado
son sistemas colectivos de reconocimiento social, que expresan identidades
colectivas viejas y nuevas, con contenidos culturales y simbólicos
importantes. Por otro, son intermediarios políticos y no partidarios, que
traen las necesidades y demandas de las voces no articuladas a la esfera
pública, y las vinculan con los aparatos institucionales del Estado. El rol
expresivo en la construcción de identidades colectivas y de reconocimiento
social, y el rol instrumental que plantea un desafío a los arreglos
institucionales existentes, son esenciales para la vitalidad de la
democracia. Más que ver con la incapacidad de cooptarlos por parte de los
partidos políticos como fracaso de la democracia, los movimientos y
organizaciones extrapartidarios deben ser vistos como una garantía de un
tipo de consolidación democrática que incluye un mecanismo de
autoexpresión de sus fronteras y autoperpetuación que asegura una
consolidación democrática dinámica”. (Jelin.1994: 106).

“América Latina vive la hora de las alianzas, los bloques, las coordinadoras
y los frentes, donde los movimientos sociales ocupan un lugar central. En
contraste con la visión de una fragmentación de actores se imponen en la
región una realidad del surgimiento, antes que división de nuevos actores,
que ensayan iniciativas de convergencia política bajo la hegemonía
popular”. (Aceves. 1994: 83).

En un contexto donde se considera a lo político como un ámbito


restrictivo, diferenciado y hasta divorciado de lo social. Lo político es
conceptuar sin una adscripción y/o sujeción a lo social. Aparece como la
“dimensión de la ciudadanía”, como un espacio amplio, pero restringido y
específico: el lugar donde ocurren, exclusivamente, los intercambios, entre
los actores del sistema. (Bejar y Fernández. 1990).

En esta redefinición de lo político ya no tiene sentido entender la


constitución de los sujetos y movimientos sociales en las arenas del
conflicto de clases ni las expresiones de los partidos, como fórmulas
ampliadas de intereses materiales de las clases, sino como la reducción de
los intereses organizados y en conflicto a dimensiones corporativistas.
(Bejar, y Fernández 1990).

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El cambio de contexto y del tipo societal al que se enfrentan los
Movimientos, hace que el carácter de las reivindicaciones ya no sea el
mismo. Las temáticas abordadas por los Nuevos Movimientos han estado
centradas, tal como se ha dicho con anterioridad en reivindicaciones
culturales, con un fuerte contenido simbólico, referido principalmente al
tema de la identidad. Sin embrago, América Latina se encuentra en
procesos aún incipientes, por lo cual las reivindicaciones de los Nuevos
Movimientos están orientadas hacia desafíos sociales, como son la
exclusión social (Movimiento indígena, Movimiento de Mujeres), el
deterioro acelerado del medio ambiente (Movimiento ambientalista) y la
creciente distancia entre las instituciones del Estado y la sociedad civil.

Este proyecto es un estudio que aborda el surgimiento y desarrollo del


Movimiento Ecologista/Ambientalista, desde las perspectivas teóricas de
los Nuevos Movimientos Sociales. Para abordar este tipo de acción
colectiva existen diversos constructos teóricos, que muchas veces se
presentan como visiones contrapuestas, mas como se verá desde la
perspectiva de Melucci estos enfoques son perspectivas complementarias
que reflexionan sobre distintos aspectos de la nueva acción colectiva: el
surgimiento, el desarrollo y declinación de éstos.

Para comprender las nuevas formas de acción colectiva en la actualidad,


como se verá en el desarrollo teórico de este trabajo, es necesario integrar
tres enfoques: Las Oportunidades Políticas, las Estructuras de
Movilización y los Procesos Enmarcadores. Si bien la intención inicial de
esta tesis fue abordar el surgimiento y desarrollo del Movimiento
Ecologista/Ambientalista desde la articulación desde estas tres
perspectivas, la realidad del Movimiento Chileno, respecto a la poca
información existente y la falta de herramientas de análisis desde los
propios actores ecologistas ambientalistas, unido a la limitante temporal
para realizar este trabajo, hizo que esta investigación optara por estudiar
el surgimiento y desarrollo de este movimiento desde la perspectiva de las
Oportunidades Políticas, sin limitar los desarrollos futuros de las otras dos
perspectivas. No obstante, la imbricación existente entre estas miradas
teóricas implica, sin lugar a dudas, un abordaje sobre algunos puntos de
las otras dos perspectivas, aunque con menor profundidad.

Un segundo elemento que aparece interesante en este trabajo es el análisis


de los contextos políticos-sociales en los que surge la acción colectiva
Ecologista/Ambientalista, serán éstos los que determinen principalmente
el surgimiento, desarrollo y configuración de este fenómeno. De este modo
el capítulo II dará cuenta de los principales aspectos, nacionales como
internacionales, que contribuirán al surgimiento y desarrollo de esta
acción. Es así como en el capítulo III se mostrará cómo, a partir de este
contexto, se fue configurando el Movimiento Ecologista/Ambientalista en
Chile.

5
En cuanto a la metodología que ha utilizado este proyecto se debe señalar
que en su origen este proyecto estaba conformado por fuentes primarias y
secundarias, mas en el transcurrir de esta investigación se tuvo que optar
por considerar sólo fuentes de carácter secundario. La división hecha en
este trabajo de acuerdo las diversas corrientes que componen el
Movimiento Ecologista/Ambientalista chileno, hizo que el diseño de las
fuentes primarias (entrevistas) diera cuenta de esta conformación. Se
eligieron a través de un mecanismo de bola de nieve, distintos liderazgos
de las corrientes identificadas. Cabe señalar que estas entrevistas, sin
embargo, resultan insuficientes para dar cuenta del desarrollo histórico
del movimiento, debido a la falta de herramientas de análisis que fue
posible advertir en los propios entrevistados, que pudiera dar cuenta de los
contextos, oportunidades de surgimiento y desarrollo del fenómeno
investigado. Por esta razón, la investigación fue complementada con
información secundaria recolectada a través de bibliografía, documentos
institucionales, folletos, sitios webs, etc. Esta información fue
sistematizada y analizada por medio de una ficha de vaciado.

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CAPÍTULO I

LAS PERSPECTIVAS TEÓRICAS CLÁSICAS Y LOS NUEVOS DESAFÍOS DE LA ACCIÓN


SOCIAL: LOS MOVIMIENTOS SOCIALES CONTEMPORÁNEOS

A. La teoría clásica y la acción social.

Desde sus inicios, la sociología ha tenido como objeto de estudio y


reflexión la acción colectiva. Los enfoques para abordar este fenómeno
han sido diversos. Para los clásicos Durheim, Marx, Engels, Lenin y
Weber las acciones colectivas son modalidades de la acción y
transformación social. No obstante, estos autores poseen diferentes
miradas para aprehender este fenómeno. Durkheim centra su enfoque
desde la moralidad, la conciencia colectiva y la religión, señalando que
la acción colectiva son respuestas a los problemas morales temporales
y no son reacciones a problemas estructurales del sistema. Las
soluciones, por ende están puestas en las reformas y puestas en orden
del sistema, surgiendo las transformaciones sociales. (Aceves 1994;
Melucci 1988; Ritzer 1993).

Para Marx, Engels y Lenin la acción social está basada en una fuente
real y material, las estructuras del capitalismo. La destrucción de estas
estructuras es la única vía de solución a las demandas de la acción
colectiva. Es decir, las soluciones están mediadas por la revolución
social y no por el reformismo del sistema. (Aceves 1994; Melucci 1988;
Ritzer 1993).

El enfoque de Weber establece una distinción entre la conducta


puramente reactiva y la acción social. La conducta reactiva es el
comportamiento no pensado y automático; y la acción social, por el
contrario, supone claramente la intervención de los procesos reflexivos
entre el origen del estímulo y la conclusión de la respuesta. La acción
esta destinada a ocurrir cuando los individuos atribuyen significados
subjetivos a sus acciones; sin embargo estas acciones se desarrollan al
interior de una estructura social regulada por un sistema nacional de
normas. Este autor descarta las rupturas de las reglas cotidianas y la
identificación efectiva con la acción, señalando que los problemas
deben resolverse por medio de la racionalidad y de acuerdo a las
estructuras de la sociedad y su burocracia. En este sentido, se
distancia de la perspectiva marxista indicando que las reformas
radicales no benefician la vida social, sino que sólo constituyen la
ruptura del orden y la llegada del caos. (Aceves 1994; Melucci 1988;
Ritzer 1993.).

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B. Los enfoques teóricos de la acción colectiva: El desarrollo de la
sociología clásica.

Uno de los primeros enfoques teóricos dedicados a la acción colectiva es


la teoría de la multitud. Este enfoque es importante en la medida que es
la base del desarrollo de otros enfoques. La teoría de la multitud nace
en el siglo XIX en Europa y establece que la acción colectiva es el
resultado de la agitación social provocada por líderes sociales. De este
modo, la acción colectiva es irracional, violenta y motivada por la
sugestión.

Un primer enfoque que surge desde esta teoría, es la perspectiva


freudiana de la acción colectiva. Ésta señala que la acción colectiva se
produce desde la identificación con un líder, el cual canaliza las
necesidades primarias inconscientes de un grupo que ha creado una
identidad colectiva en relación a estas necesidades. Es decir, el
movimiento existe desde el líder, el cual atomiza la dinámica colectiva
de la masa. (Melucci. 1988).

Una segunda perspectiva teórica que deviene de la crítica a la teoría de


la multitud, es la tradición sociológica estadounidense. Este constructo
teórico señala que el comportamiento colectivo no obedece a una
irracionalidad motivada por la sugestión; sino más bien son conductas
específicas motivadas por anomalías en el funcionamiento de una
estructura social. “(…) La acción colectiva es siempre el fruto de una
tensión que disturba el equilibrio del sistema social. La tensión produce
creencias generalizadas que movilizan a la acción y buscan restablecer
el equilibrio del sistema.(…) Esta acción es sólo una reacción de
asentamiento de los mecanismos funcionales de un sistema”.
(Melucci. 1988: 98).

Entre los autores que destacan al interior de esta perspectiva teórica


(tradición sociológica estadounidense) se encuentra Parsons, Merton y
Smelser. Los dos primeros sólo dan pautas para comprender el
comportamiento colectivo, mientras el tercero aboca gran parte de su
trabajo a la compresión de este fenómeno. Parsons no establece
diferencia entre los comportamientos desviados (crímenes) y las
acciones conflictivas (protestas), señalando que ambas acciones se debe
a una inadecuada internalización de las normas sociales. Es decir, la
acción colectiva es producto de un desequilibrio en el sistema y una
escasa funcionalidad de éste en la integración del conflicto. Merton, a
diferencia de Parsons, distingue entre el compartimiento desviado y el
comportamiento inconforme. El primero opera contra las normas en
vista de desventajas personales, pero no pone en discusión la
legitimidad de los medios institucionales para alcanzarlos. El
comportamiento inconforme es aquel que ejerce presión para cambiar

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las normas de un grupo, sustituir valores y normas que considera
ilegítimas por unas nuevas fundadas sobre una legitimación
alternativa. Es decir, el comportamiento inconforme ataca la estructura
misma de los fines. En el caso de Smelser el comportamiento colectivo
surge desde la existencia de: recursos y estructuras que posibilitan
dicho comportamiento; un desequilibrio del sistema y una creencia
generalizada estimulante de la conducta colectiva. Los
comportamientos colectivos para este autor son, entonces,
desequilibrios de un sistema provocados por estímulos externos. Desde
esta lógica los conflictos son sólo procesos secundarios de adaptación.
(Aceves 1994; Melucci. 1988).

C. La acción colectiva contemporánea y los nuevos enfoques teóricos.

A fines de la década de los setenta y principios de los ochenta comienza


a darse un nuevo foco de reflexión social que gira en torno al
surgimiento de nuevas masas de movilización. El análisis de estos
nuevos actores sociales comienza a salir del campo teórico de lo que
han sido los movimientos sociales clásicos o tradicionales, comenzando
a desarrollarse en esta época una nueva reflexión teórica que intenta
abordar a los Movimientos Sociales Contemporáneos. Al igual que para
la compresión de los movimientos sociales tradicionales, se han
desarrollado diversos enfoques teóricos para aprehender a este nuevo
fenómeno.

Un primer enfoque que se puede señalar es la perspectiva marxista.


Este enfoque vincula las nuevas formas de conflicto con las estructuras
emergentes del capitalismo industrial. De este modo, la acción colectiva
pasa a ser entendida desde el sistema político o las relaciones de clases.
El autor que destaca dentro de esta corriente es Jürgen Habermas.

Habermas postula que la acción colectiva surge desde los cambios


institucionales en el capitalismo tardío, las desigualdades sociales y el
dominio de los medios de comunicación. (Aceves. 1994; Cohen.1985).
Las limitaciones que presenta este enfoque teórico es que no aborda a
la acción colectiva desde los contextos o matrices sociopolíticas, no
examina la acción colectiva concreta y rol de los actores. En el caso
particular de Habermas a juicio de Melucci (1988), invisibiliza la
diversidad de los movimientos, la variedad de actores y los motivos
particulares que llevan a una determinada acción colectiva.

Un segundo enfoque para el análisis de los Movimientos Sociales


Contemporáneos han sido las perspectivas sociohistóricas. Estas
teorías abordan a los Movimientos Sociales Contemporáneos desde los
contextos donde se insertan. El principal representante de esta

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corriente es Francesco Alberoni, quien centra su teoría en el cuándo,
cómo y por qué surge la acción colectiva. Sin embargo esta perspectiva
en general y Alberoni, en particular, no consideran a los movimientos
en su desarrollo. (Aceves. 1994)

Un tercer enfoque, y quizás uno de los más conocidos es la teoría del


accionismo de Alain Touraine. El trabajo de este autor señala que los
detonantes de la nueva acción colectiva no están puestos en la nación,
el Estado o el orden social, sino en nuevos referentes como son la
ecología, la identidad sexual, las regiones etc. En la actualidad no existe
un solo orden social, ni una abstracción llamada sociedad que regule
las relaciones sociales. Touraine de esta forma trata de superar las
limitaciones de la sociología clásica y centra su estudio en las
relaciones sociales. (Aceves. 1994; Touraine. 1988)

La acción colectiva para Touraine se genera bajo los principios de


identidad, totalidad y oposición. La identidad es la definición que hace
el actor sobre sí mismo, otorgándole la posibilidad de actuar sobre si
mismo, como sobre la sociedad. En el conflicto la identidad distingue a
unos actores de otros actores en el campo de la disputa. El conflicto
hace surgir al adversario y forma la conciencia de los actores presentes,
constituyéndose así el principio de la oposición. Por último la totalidad
es el sistema de acción histórica donde los adversarios, situados en la
doble dialéctica de las clases, se disputan el dominio. (Aceves. 1994;
Cohen. 1985; Touraine. 1988)

“En el modelo de Touraine está presente la idea que los movimientos


luchan por el control o la dirección de los recursos, valores,
orientaciones o modelos culturales; estos últimos en su conjunto
conforma la llamada historicidad. Así los movimientos sociales se
generan por medio de una lucha por el control de los modelos
culturales, de la historicidad, lucha o conflicto que puede desencadenar
una ruptura del sistema político. (…) De esta forma, el análisis de
Touraine llama más la atención sobre la dinámica de las estructuras
que sobre el papel de las creencias y el peso de los valores”. (Aceves.
1994: 77- 78).

Un cuarto enfoque, también bastante utilizado en el análisis de los


movimientos contemporáneos, es la teoría de la movilización de
recursos. Esta teoría surge desde la oposición “(…) a los modelos
tradicionales, los cuales conciben a los movimientos sociales como
grupos comprometidos con ideologías específicas, y motivados por la
conciencia de un grupo de agravios para actuar unitariamente en pro
de un cambio. Para el paradigma de la movilización de recursos, la
unidad de análisis no es el movimiento social en este sentido, sino la
acción colectiva entre grupos de intereses opuestos. El análisis no se

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efectúa desde una relación hermenéutica con la ideología o la
autoconciencia de los actores colectivos. En vez de eso, toma una
perspectiva más propia del organizador de un movimiento involucrado
en los imperativos de una movilización, por un lado, y la visión general
de un observador del ambiente político, por el otro”. (Cohen. 1985: 11-
12)

La acción colectiva, para este enfoque, es la movilización racional que


responde en forma adaptativa a los conflictos de interés construidos al
interior de las relaciones de poder institucionalizadas. Los agravios
generados por tales conflictos son suficientemente localizados, de modo
que la formación y movilización del movimiento depende del cambio de
los recursos, la organización de grupo y las oportunidades para la
acción colectiva. (Aceves 1994; Cohen. 1985; Jenkins 1988).

Un autor que se inscribe en esta corriente, más amplia, es Tilly. Este


autor reemplaza los modelos de acción racional por lo de interacción
racional, explicando el cómo emergen nuevas formas de acción colectiva
al interior de un determinado sistema político. La acción social para
Tilly surge por la reclamación que hace un actor social colectivo frente
algún recurso que controla a otro actor social, asumiendo diversos
repertorios de acción que están interrelacionados con las formas de
asociatividad adoptadas por el actor colectivo y el entorno político en el
que surge la acción colectiva. (Cohen. 1985: 18).

La teoría de movilización de recursos logra explicar adecuadamente el


cómo surge un movimiento social contemporáneo, más no logra indagar
sobre el por qué éstos surgen y se desarrollan, ni sobre los significados
y repercusiones de la acción social; así como tampoco se introduce en
las estructuras sociales de dominación existentes. Si bien Tilly aborda
algunos de estos elementos con los que amplía la teoría de movilización
de recursos, también deja algunos aspectos que son necesarios para
comprender la acción colectiva. Tilly no incluye en su planteamiento
elementos estrictamente no políticos, como los aspectos vinculados a la
vida cotidiana, las representaciones sociales y las transformaciones
estructurales. Tampoco explica el por qué una característica
compartida es suficiente para el reconocimiento de un grupo, por
ejemplo no basta con ser mujer para ser parte del movimiento de
mujeres y/o feminista. En esta dirección, no establece cómo se llega a
la conciencia colectiva. Es decir, como los actores se unifican bajo un
mismo marco interpretativo de la realidad. (Aceves. 1994; Cohen.
1985).

Un quinto enfoque es la teoría de los Nuevos Movimientos Sociales.


Esta teoría a través de su surgimiento y desarrollo ha tenido dos raíces.
Hacia fines de la década de los setenta e inicios de la década de los

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ochenta nace una línea teórica que establece como nuevo movimiento a
las acciones colectivas desde una concepción temporal. Es decir, el
momento en que surgen o tiene auge estas acciones. Es así como
autores como Rieschmann, Fernández Buey (1994) y Gunder Frank y
Fuentes (1990) señalan que muy pocos movimientos pueden ser
identificados como Nuevos Movimientos Sociales, puestos que son
escasos los movimientos que responden a necesidades que han sido
generadas por el reciente desarrollo mundial. Según estos autores se
perfilan como nuevos movimientos los ecológicos verdes y los pacifistas.

La segunda raíz comienza a brotar entre mediados de la década de los


ochenta e inicios de la década de los noventa y deja de conceptualizar a
los movimientos desde el momento de su emergencia para abocarse
hacia nuevas características de estas formas de organización. Así
Melucci, sostiene que “(…) los Nuevos Movimientos Sociales se definen
no tanto en términos temporales, sino porque se remiten a nuevas
prácticas y tipos de acción. Sus nuevos campos de interés ya no son
sólo los conflictos centrales de la sociedad sino los múltiples valores y
necesidades individuales, tales como los afectivos y la realización
personal así como el derecho a la felicidad individual y a la diferencia.
Estas nuevas formas de acción colectiva, se ubican en el campo
cultural y en la dimensión simbólica, o sea en la manera cómo se
genera la información y se comunican los significados”. (Aceves.
1994:81). Este enfoque resulta el más interesante a la hora de
reflexionar sobre los Movimientos Sociales Contemporáneos. En esta
dirección sólo se hará referencia teórica de éste.

La teoría de los Nuevos Movimientos Sociales se enfoca hacia el


surgimiento y desarrollo de la acción colectiva, considerando los
procesos internos de la acción colectiva, como son las asociaciones y los
papeles que juegan los diversos actores en el desarrollo del conflicto;
como también incluye los factores externos que contribuyen o limitan la
acción colectiva. Este enfoque es fuerte en el análisis del desarrollo del
conflicto, la dinámica de alianzas y coaliciones, los ciclo de vida de la
acción social (auge y decaimiento) la dinámica de los actores, los
escenarios sociales, y en el diagnóstico del hombre nuevo. Sin embargo
desde este enfoque, a menudo, la acción colectiva aparece como un
individuo o un grupo “vacío”, o sea, infinitamente flexible. (Salam.
1998).

En la actualidad se ha realizado un intento por superar las limitaciones


teóricas de las construcciones hechas en torno a los Movimientos
Sociales Contemporáneos. Se ha comenzado a plantear un enfoque
híbrido que incluye diversos modelos teóricos, con el fin de poder dar
respuesta con mayor profundidad a las preguntas que surgen ante
estas nuevas formas de movilización social. En esta nueva iniciativa

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destacan un sin número de autores, entre los que se encuentra
Melucci. Este autor crea su planteamiento desde las críticas a la
postura marxista, el accionalismo (del cual es heredero, por ser
discípulo de Touraine) los análisis estructurales (Habermas) la
movilización de recursos (Olson) y los intercambios políticos (Tilly).
Todas estas posturas según Melucci no logran explicar a cabalidad la
acción colectiva en las sociedades complejas actuales. Los movimientos
sociales más que en otros tiempos han cambiado, especialmente se han
dirigido a un terreno no político. (Aceves. 1994).

A continuación se desarrollará un enfoque teórico que rescata las


contribuciones de estas diversas perspectivas, como también los
aportes hechos desde otras escuelas que permitan realizar una
investigación que de cuenta del surgimiento y el desarrollo de las
nuevas formas de acción colectiva, principalmente referido al de las
oportunidades políticas dentro del marco de una conceptualización
histórica a la que actualmente estamos confluyendo.

D. Perspectivas teóricas de las nuevas formas de acción colectiva.

Los Movimientos Sociales Contemporáneos pueden ser definidos como


un sistema integrado de acción en el que convergen de forma más o
menos estable, muy diferentes significados, fines y formas de
solidaridad y organización. De esta forma, la acción colectiva es un
fenómeno socialmente construido por la presencia de sistemas de
acción complejos, que requieren contar con una solidaridad, la
presencia de conflicto y la existencia de una visión rupturista del marco
común del sistema. La solidaridad es la identidad colectiva, la que
otorga la capacidad de los actores de reconocerse a sí mismo y de ser
reconocidos como parte de una unidad social (un movimiento). El
conflicto es una situación en la cual dos adversarios se encuentran en
oposición sobre un objeto común (apropiación y destinación de valores
o recursos sociales). Y la visión rupturista es la creación y
reconocimiento social de un marco interpretativo diferenciado del
sistema general de la sociedad. (Aceves. 1994; Guadynas. 1994;
Melucci. 1988).

Entre las características que asumen estas nuevas formas de


movilización social se puede mencionar que estos modos “(…) dejan
atrás toda identificación con una categoría social, apelando al sujeto
mismo, a su dignidad o a su autoestima como fuerza de combinación de
roles instrumentales y una individualidad. Lo que supone el
reconocimiento de una especificidad psicológica y cultural de cada uno
y de su capacidad de creación fundada sobre la razón o sobre una
afirmación aún más directa de la creatividad”. (Touraine. 1999: 113).
Esto los hace poseer un pluralismo ideológico, valórico, con una

13
orientación pragmática e institucional. Cuestión que le da un
importante valor político en las sociedades occidentales actuales, en
cuanto son un elemento democratizador de la vida cotidiana y la
expansión de las dimensiones civiles de la sociedad. Los Movimientos
Sociales Contemporáneos son un importante agente de transformación
social y portadores de una nueva visión. Es decir, los movimientos
sociales son profundamente políticos en un nuevo sentido, son agentes
democratizadores que no buscan alcanzar el poder del Estado y menos
suplantarlo. (Laraña y Gusfield. 1994; Gunder Frank y Fuentes. 1990;
Guadynas. 1994; Cohen. 1985; Castells. 1999; McAdams. 1999;
Touraine. 1997; Johnston, Laraña y Gusfield. 1994)

Una segunda característica que se puede mencionar sobre los


Movimientos Sociales Contemporáneos es que éstos “(…) se distancian
del modelo tradicional de organización política, asumen una creciente
autonomía de los sistemas políticos y ocuparán un espacio intermedio
de la vida social en el cual se entrelazan necesidades individuales e
impulsos de innovación política. (Laraña y Gusfield. 1994: 121).

En resumen, como señala Joachim Raschke (1994) y Araujo (2002), los


movimientos sociales son agentes colectivos movilizadores que
persiguen el objetivo de provocar, impedir o anular un cambio social
fundamental en ámbitos centrales de las sociedades de Estados
nacionales. Para llevar esto a cabo, los Movimientos Sociales
Contemporáneos obran con cierta continuidad, un alto nivel de
integración simbólica, valiéndose de formas de acción y organización
variable.

Para abordar los Movimientos Sociales Contemporáneos, es necesario


acercar las perspectivas teóricas que se han desarrollado de manera
independiente y, muchas de las veces enfrentadas. Para comprender el
surgimiento de una nueva forma de movimiento social, como es el caso
de este estudio “Surgimiento y Desarrollo del Movimiento Ecologista /
Ambientalista en Chile” es que este trabajo ha decidido adoptar sólo
una de las líneas del conocimiento que podrá dar respuesta a la
conformación de una visión moderna del concepto de movimientos
sociales. Aquí se abordará la línea de las oportunidades políticas. Sin
perjuicio de la importancia que contienen las otras dos visiones o líneas
interpretativas del mismo concepto, como son las estructuras de
movilización y los procesos enmarcadores o procesos de construcción de
los marcos interpretativos. (McAdam, McCarthy y Zald. 1999). Las dos
últimas serán tratadas como una forma de entregar mayores
herramientas para la compresión de las nuevas formas de acción
colectiva y como un instrumento para futuros trabajos que deseen
contribuir al entendimiento de este fenómeno social.

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1. Las oportunidades políticas de los Nuevos Movimientos Sociales.

Las oportunidades políticas han sido el punto clave a la hora de


explicar el surgimiento de la acción colectiva, como también los
resultados obtenidos por los movimientos. Las oportunidades
políticas, según Tarrow (1999), son las señales continuas percibidas
por los agentes sociales o políticos como elementos que los animan o
desaniman a utilizar los recursos con los que cuentan para crear la
acción colectiva.

La importancia de considerar la estructura de las oportunidades y


constricciones políticas, se basa en la afirmación de la relevancia
que tiene el sistema político en la definición de las opciones para la
acción colectiva. Es decir, que su aparición así como el éxito que
puedan obtener recae, en buena medida, en las oportunidades que
serían producidas por cambios en la estructura institucional y en la
disposición ideológica de los grupos hegemónicos y detentores de
poder (McAdam, 1999). Estas opciones políticas definirían tanto la
extensión como la forma que adoptarían los movimientos sociales.
En ese sentido, es necesario tener en cuenta un enfoque que preste
atención al estudio de la interacción entre movimientos sociales y el
contexto en el que se inscriben. (McAdam, McCarthy y Zald. 1999).

En esta dirección se puede encontrar variados elementos que


determinarán las oportunidades de los Movimientos Sociales
Contemporáneos:

™ Las oportunidades políticas de acuerdo a la estructura del


sistema político. Estas oportunidades surgen en la medida que
entra en crisis algunas estructuras del sistema político.

• El grado de apertura relativa del sistema político


institucionalizado. Es decir, cuales son las formas que el
sistema político institucionalizado entrega o no canales para
solución de las demandas (McAdams, 1999; Tarrow. 1999).
Los sistemas abiertos darán pie para que los movimientos
generen estrategias para utilizar los canales institucionales;
mientras en los sistemas cerrados los movimientos ocuparán
estrategias de confrontación. Es así que cuando más fuerte
sea el Estado y la estructura de representación se cierre en
torno a los partidos políticos convencionales, más debilitada
estará la tendencia de participación institucional y mayores
incentivos habrá para que un tipo de acción colectiva se
vuelque a la confrontación y la violencia. Por el contrario, en
Estados débiles y estructuras de partidos abierta existen

15
sociedades civiles fuertes que pueden desarrollar libremente
formas de participación amplias y moderadas, como es la
existencia de partidos políticos de los movimientos y reuniones
de discusión con el Estado. (Tarrow. 1999).

• La estabilidad o inestabilidad electoral. La inestabilidad


electoral otorga la posibilidad que surjan nuevas coaliciones,
que se pueden convertir en una puerta de entrada a las
demandas de los movimientos. En estos escenarios, las elites
políticas buscan aliados fuera del mundo político, oportunidad
que utilizan los movimientos para ejercer un poder frente a
estas elites para introducir sus propuestas. (McAdams. 1999;
Tarrow. 1999). En un clima de estabilidad los movimientos
deberán buscar estrategias que puedan cautivar a las elites
políticas. En general, estas estrategias están dadas por el
ingreso de las temáticas de los movimientos a los medios de
comunicación y a la agenda pública.

• La estabilidad o inestabilidad de las alianzas de la elite


política. El surgimiento de divisiones significativas entre las
elites políticas estables, favorece para el auge o nacimiento de
la acción colectiva, especialmente para aquellos movimientos
que propugnan reformas políticas. Este tipo de divisiones no
sólo incentiva a los grupos que cuentan con pocos recursos a
aceptar los riesgos inherentes a la acción colectiva, sino que
también hace posible que algunas secciones de las elites
desempeñen el papel de tribuno del pueblo para aumentar su
propia influencia política. (McAdams. 1999;Tarrow. 1999).

Por cierto, los movimientos sociales pueden establecer


alianzas con miembros de la elite política. Según Tilly, el
ingreso a la estructura de poder a través de la creación de
alianzas es un ingrediente central para el éxito de un
movimiento, pues se incrementa cualitativamente las
ganancias de la acción colectiva y protege al movimiento de la
represión. (Jenkins. 1988)

• La capacidad del Estado de reprimir las acciones de los


movimientos. La represión que puedan ejercer los Estados
frente a los movimientos sociales es un buen instrumento para
mediar las oportunidades políticas con las que cuenta un
movimiento. Es así como, la protesta puede ser definida desde
el Estado como un derecho ciudadano o como una disrupción
del orden público. (Tarrow. 1999; Della Porta. 1999). De
acuerdo al número de actividades prohibidas los regímenes
podrán ser clasificados en represivos o tolerantes. Respecto al

16
número de grupos que son objetos de la represión se
encuentran regímenes que van desde lo selectivo a lo difuso.
En cuanto al momento de represión policial los regimenes
pueden ser preventivos o reactivos. Pueden ser duros o
blandos, de acuerdo al grado de fuerza utilizada. Y pueden ser
sucios o legales en relación a si los procedimientos utilizados
son legales y democráticos. La adopción de una forma u otra
en el ámbito de la represión está en directa relación con el
papel desempeñado por las burocracias en la implementación
de las políticas. (Della Porta. 1999).

El grado de represión desde el aparto estatal resulta


inversamente proporcional a la moderación o institucionalidad
de la acción de los movimientos sociales. Los movimientos
menos reprimidos por el Estado tendrán estrategias más
moderadas y podrán tener mejor llegada a los canales
institucionales; mientras los movimientos que sean objeto de
represión utilizarán estrategias más radicales, los caminos
institucionales les serán de más difícil acceso y podrán llevar
al movimiento a una fuerte confrontación con el Estado.

• La capacidad que presenta el Estado para implementar


políticas, al margen de las resistencias internas o externas.
Entre las resistencias que puede encontrar un Estado en la
implementación de políticas y que limitan la autoridad del
gobierno se pueden identificar los siguientes actores: Los
partidos de oposición, los medios de comunicación, el poder
judicial, organizaciones independientes, organizaciones
públicas y organizaciones privadas. (McAdams.1999;
Oberschall. 1999). Cuando un Estado encuentra mayores
resistencias para implementar sus políticas, más
oportunidades tendrán los movimientos para introducir sus
propuestas, desarrollando estrategias de carácter moderado;
mientras más respaldo tenga el Estado en estas materias, más
radicalizadas deberán ser las estrategias de los movimientos.

™ Las oportunidades políticas de acuerdo a la coyuntura


denominada como las oportunidades políticas dinámicas. Estas
oportunidades suelen ser las que presentan un mayor impacto al
interior de los Movimientos Sociales Contemporáneos, pues le
permiten al movimiento, a través del análisis de su coyuntura
crear y modelar sus propias oportunidades.

• La capacidad autorreflexiva de los Nuevos Movimientos


Sociales es fundamental, pues es de esta forma que los

17
movimientos pueden lograr percibir las oportunidades que les
brinda el contexto en el que están inmersos. Es decir, una
oportunidad no será tal si no es reconocida por el movimiento,
tanto a nivel de su marco estratégico, como de su marco
interpretativo. Las oportunidades políticas se incrementan
sólo si existe una interacción entre estos elementos, los
cambios estructurales y las percepciones del movimiento.
(Tarrow. 1999; McAdam, McCarthy, y Zald, 1999)

• El accionar de los movimientos. El accionar de un movimiento


puede influir -sin ser su objetivo- en la coyuntura, brindando
oportunidades políticas no buscadas. Sin embargo, este
accionar también puede conducir a crear oportunidades a los
oponentes del movimiento. Esto ocurre principalmente cuando
los movimientos amenazan a otros forzándolos a usar la
acción colectiva en su contra. (McAdams. 1999; Tarrow. 1999;
Gamson y Meyer. 1999).

• El Estado dinámico. Los Estados no son estructuras rígidas,


sino se reconstruyen permanentemente. En esta dirección los
movimientos deben saber cuáles son sus oportunidades frente
a las diversas transformaciones, si éstas son temporales o
permanentes. De este modo el Estado dinámico apunta a la
capacidad autorreflexiva de los Movimientos Sociales
Contemporáneos. (Tarrow. 1999; Gamson y Meyer. 1999)

• Los ciclos del movimiento. Los movimientos sociales suelen


tener ciclos de vida propios. “Los movimientos” como tales, así
como sus miembros, su movilización y su fortaleza tienden a
ser cíclicas, ya que movilizan a la gente en respuesta a
circunstancias que en sí mismas son de carácter cíclico”.
(Gunder Frank y Fuentes. 1990: 54). Estos ciclos darán
determinadas formas de organización al interior del
movimiento.

En los períodos de auge o prosperidad de un movimiento las


formas de organización tienden a ser centralizadas. Esto se
debe principalmente en que las reglas del juego son conocidas
y la coyuntura que los rodea está clara para el movimiento. En
las fases de declinación del movimiento, éste adopta formas
descentralizas, motivadas principalmente por la incertidumbre
que causa la no cristalización de las nuevas reglas del juego.
Nuevas reglas que devienen de los recientes desequilibrios.
(Amin. 1990)

18
™ Las oportunidades políticas de carácter cultural. La existencia de
factores o procesos culturales pueden crear oportunidades
políticas adecuadas para la acción colectiva. Entre los elementos
que estas oportunidades se encuentran.

• La existencia y percepción de una contradicción flagrante


entre un valor culturalmente definido y las prácticas sociales
convencionales. Desde aquí los movimientos sociales pueden
ser considerados, de manera general, como expresiones de
comportamiento colectivo que se desarrollarán en el marco de
la confrontación de diferentes fuerzas sociales por hacer valer
una cierta interpretación de la realidad, la que se desea
asociar con cierto conjunto de valores y principios. (Touraine.
1997; Gusfield. 1994)

• Reconocimiento social de un problema determinado. Es la


forma en que los actores perciben y comparten una misma
realidad, generando elementos comunes en el diagnóstico del
problema que enfrentan, como de la realidad que los
circunscribe como actores colectivos.

• El reconocimiento social de la ilegitimidad o vulnerabilidad de


un determinado Régimen. La ilegitimidad provoca que los
regímenes dejen de contar con el apoyo y la aprobación moral
de la sociedad o de la mayoría de ella. Si bien los ciudadanos
son una mezcla de hábito, apatía y miedo, cuando las
condiciones cambian y el descontento se generaliza surge la
oportunidad política para el desarrollo de la acción colectiva.

• La existencia de un marco internacional que legitime las


propuestas y reivindicaciones de un determinado movimiento
social. Así señala Tarrow (1999), la evolución política
internacional tiene una gran influencia sobre las
oportunidades internas de los movimientos. Por ejemplo como
indica Oberschall (1999) la liberación política de los aliados
puede incitar a la reformulación del debate y los argumentos,
crear expectativas de reformas y ofrecer modelos que
resultaban impensables desde la mirada local.

En conclusión, el surgimiento de un determinado Movimiento Social


Contemporáneo dependerá de las oportunidades específicas que lo
catalicen, como también de los procesos de movilización concretos y
los procesos enmarcadores (que se abordarán más adelante). Es así
como cuando desaparezcan las circunstancias que hicieron posible
el movimiento, este desaparecerá con ellas, salvo que se transforme

19
de acuerdo a las nuevas circunstancias. (McAdam, McCarthy, y
Zald. 1999; Gunder Frank y Fuentes. 1990).

2. Las estructuras de movilización.

Las estructuras de movilización son los canales colectivos formales


o informales, a través de los cuales la gente puede movilizarse e
implicarse en la acción colectiva. La importancia de estas
estructuras de movilización radica en que a partir de ellas los
movimientos sociales definen su capacidad para acceder a recursos,
para movilizar a los participantes, extraer de ello su poder y para
obtener el grado de legitimidad que les resulta necesario conseguir
para justificar su existencia y permanencia. De este modo las
estructuras de movilización permiten la compresión de la trayectoria
de los movimientos sociales concretos y en, general de los ciclos en
que se inscriben sus actividades. (McAdam, McCarthy; y Zald. 1999;
McCarthy. 1999).

El estudio de los movimientos, al interior de esta perspectiva teórica


debe comprender los siguientes aspectos:

™ Los consensos que permiten la acción colectiva. Estos son los


elementos que permiten a los movimientos unificar las visiones
de los diversos actores legitimando la existencia y permanencia
de la acción colectiva. (McCarthy. 1999).

• La identidad colectiva es una definición compartida del campo


de las oportunidades y fuerzas proporcionados por la acción
colectiva: significados compartidos construidos y negociados
mediante un proceso repetido de activación de relaciones
sociales que vinculan a los actores. (Aceves 1994; Melucci
1988). Los actores que pertenecen a los Movimientos Sociales
Contemporáneos poseen alto grado de heterogeneidad, son de
diversos estratos socioeconómicos, concepciones políticas etc.
En este sentido, en la actualidad la creación de identidades
colectivas son procesos complejos, pues las identidades dejan
de estar ancladas a pertenencias de clases, nación, etc,
teniendo nuevos y diversos referentes. Es decir, la sociedad
contemporánea se enfrenta a una eclosión de un conjunto
nuevo de identidades, plurales y flexibles. (Araujo. 2002;
Bejar y Fernández. 1990; Rucht. 1999.)

El modelo de identidad propuesto por la teoría de los Nuevos


Movimientos Sociales, responde a una conducta defensiva de
los actores sociales, donde éstos se resisten a los cambios
impuestos, recurriendo a una retirada hacia subculturas

20
opuestas o simplemente rechazan las innovaciones que
amenazan los privilegios y/o la identidad cultural de los
grupos (Cohen. 1985). En este sentido, surge como importante
para los movimientos la construcción de la identidad que
hacen de sus adversarios, pues éstas orientan el análisis de
los actores de los movimientos sociales sobre los puntos
débiles y la fortaleza de éstos. Sin embargo en la medida que
los movimientos son exitosos y optan por una estructura
institucional, tienden a perder la identificación de sus
adversarios. (Laraña y Gusfield. 1994; Araujo. 2002; Kriesi.
1999).

Otra identidad que es referencia para constitución de la


identidad del movimiento es la identidad de la audiencia. La
audiencia es el referente que los movimientos deberán cautivar
con su marco interpretativo, cuestión por la cual la identidad
construida por el movimiento debe estar en resonancia con
ésta, para poder introducir las perspectivas y propuestas que
postulan. (Laraña y Gusfield. 1994)

En resumen en el proceso de creación de identidades


colectivas contemporáneas los actores colectivos tratan de
crear una identidad grupal dentro de una identidad social
general, en un contexto de oportunidades determinado. En
este proceso los actores construyen una reinterpretación de
las normas, la creación de nuevos significados, y un desafío a
la construcción social de los límites entre los dominios de
acción pública, privada y política. La construcción de estas
identidades implican un alto grado de reflexividad, o sea de la
capacidad de repensarse en el medio en que se insertan,
saber la calidad y cantidad de capitales o recursos que
manejan. (Cohen 1985; Zdravomyslova. 1999).

• Los marcos simbólicos son los responsables de generar


consenso y de movilizar a los militantes de los movimientos
sociales. Los símbolos son la base de la conciencia, la
solidaridad y la pertenencia del grupo; como a la vez, son los
recursos prometedores que promueven la participación en
acciones colectivas. (Zdravomyslova. 1999).

• Racionalidad estratégica. Los Movimientos Sociales


Contemporáneos presentan una gran diversidad en cuanto a
voluntades, recursos, tipos de actores, formas de organización,
concepciones etc. De acuerdo a esto, la racionalidad
estratégica es la capacidad que tienen estos movimientos para
coordinar estas diferencias en pro de las metas que se han

21
fijado como movimiento. De este modo la racionalidad
estratégica juega un rol fundamental en la construcción de los
diagnósticos, los pronósticos y las motivaciones. Es decir, es
de gran relevancia para la construcción de los submarcos
estratégicos, los cuales influyen en la creación de los marcos
interpretativos. (Araujo 2002; Gárate 2000; Hunt, Benford y
Show 1994; Zdravomyslova. 1999).

• Los objetivos son parte de los debates y discusiones que


realizan los Movimientos Sociales Contemporáneos para lograr
los consensos con los que se presentarán ante la sociedad. Los
movimientos que acuerden tener un objetivo único, son
movimientos unificados que tenderán a limitar sus fracturas,
a tener mayores probabilidades de éxito y por ende a
extinguirse rápidamente. Por el contrario los movimientos que
no logren grandes consensos o que opten por poseer objetivos
múltiples están expuestos a mayores divisiones internas, sus
posibilidades de éxito son relativas y tienden a tener
persistencia en el tiempo. (Jenkis. 1988; Zdravomyslova.
1999; McAdam, McCarthy, y Zald. 1999).

™ Los repertorios de acción. Estos implica las acciones que lleva a


cabo un movimiento para acceder a los recursos o valores que
están en disputa en el campo del conflicto. (McCarthy.1999).

• Los tipos de tácticas que pueden llevar a cabo los Movimientos


Sociales Contemporáneos son variadas y entre las más
comunes se encuentran:

o Tácticas disruptivas: son estrategias innovadoras y


disruptoras que en su tiempo de aplicación pueden
llevar a un punto muerto a las tácticas más radicales.

o Tácticas radicales, tienen la presencia de estrategias


extremistas, las cuales benefician al movimiento, en la
medida que provocan la confluencia social hacia los
grupos más moderados que componen éste.

o Tácticas tradicionales y moderadas. Éstas son las más


utilizadas por los movimientos, pues son las tácticas
que están –mayoritariamente- incorporadas al interior
del “habitus” del movimiento. Además, son tácticas que
han sido probadas por movimientos exitosos. (McAdam;
McCarthy; y Zald. 1999; McCarthy. 1999; Zald. 1999).

22
Es preciso indicar que el tipo de estrategias adoptadas por los
movimientos están fuertemente influenciadas por los medios
de comunicación, las fuentes de financiamiento y los poderes
fácticos.

• Los ciclos de vida de un movimiento social contemporáneo


influirán según Zdravomyslova (1999) en la construcción de
marcos estratégicos. La etapa de surgimiento de un
movimiento social estará marcada por tácticas orientadas
hacia la creación de un marco identitario. En este período los
movimientos presentan una fuerte representación de grupos
históricos o filosóficos, los cuales se ocupan de crear símbolos
que unifiquen y llamen a diversos actores sociales a integrar la
acción colectiva. La etapa ascendente establecerá estrategias
públicas, como son las manifestaciones de las masas y los
mítines. En esta etapa, los grupos más radicalizados optarán
por tácticas de confrontación; mientras los grupos más
moderados se orientarán por estrategias dirigidas hacia la
obtención de ciertos compromisos por parte de las
autoridades. Por último, en la etapa descendente los
movimientos pueden optar por estrategias transformadoras
que los conduzcan a la institucionalización, la
comercialización, la involución o estrategias no
transformadoras como es una mayor radicalización de sus
posturas. Estas transformaciones serán tratadas con mayor
profundidad en las formas organizativas del movimiento.

• Fuentes de financiamiento. El origen de los recursos


financieros que obtienen los movimientos determinará el grado
de independencia de los objetivos y las estrategias de acción
de éstos. Si el porcentaje de financiamiento aportado por los
afiliados del movimiento es bajo, las estrategias y objetivos
estarán puestos desde los liderazgos o cúpulas del
movimiento. Por el contrario, si el grado de recursos aportados
por los afiliados es alto, las estrategias estarán altamente
asociadas a las bases, pudiendo optar por estrategias más
radicalizadas. En el caso que el financiamiento aportado por
los fondos públicos sea relevante, los objetivos y estrategias de
acción serán moderadas. Un tercer agente que se identifica
como fuente de financiamiento son los aliados, o agencia de
cooperación. Si los recursos otorgados por éstas al movimiento
son preponderantes, los movimientos tenderán a ajustar sus
objetivos y estrategias a los perfiles que representen a estas
agencias.

23
Por otra parte, los recursos también determinarán el grado de
integración de un movimiento con su medio organizacional. Es
decir, el grado de integración de éste con las bases, sus
aliados y las autoridades. Los movimientos que cuentan con
una mayor diversidad en sus fuentes de recursos serán más
independientes de sus bases, de sus aliados y de las
autoridades. No obstante, cabe indicar que algunos
movimientos pretenden integrarse al sistema establecido, por
lo cual será más dependiente de las autoridades y más
independiente de las bases y sus aliados. Situación que a
largo plazo termina por debilitarlos y hacerlos desaparecer.
(Kriesi. 1999).

• Los medios de comunicación pasan a ser parte de los focos


estratégicos de los Movimientos Sociales Contemporáneos. “La
cobertura efectuada por los medios masivos de comunicación
es decisiva para informar a las elites y a los públicos masivos
acerca de las acciones efectuadas por los movimientos y para
formar la moral de grupo y la autoimagen de los activistas”.
(Jenkins. 1988: 64). En general, los movimientos sociales
presentan una debilidad en la cobertura, por lo cual las
alianzas más importantes que se establecen con los medios de
comunicación de masas, se da de manera independiente a
través del contacto con terceros. Una segunda estrategia
emprendida por los movimientos, ha sido la creación de sus
propios medios de comunicación, como son boletines, revistas,
sitios webs, etc. Esta última estrategia está directamente
asociada a la cantidad de recursos que posea el movimiento.

• Las alianzas es otro de los atributos estratégicos de los


Movimientos Sociales Contemporáneos. La configuración de
aliados puede suponer un apoyo sustancial y/o simbólico para
el movimiento (Rutch. 1999). El componente heterogéneo y
pluriclasista de los Movimientos Sociales Contemporáneos les
permite realizar alianzas con diversos grupos de clase,
presente en la sociedad en la que están inmersos. (Leff. 1985).

Estas alianzas pueden llevarse tanto con agentes que tengan


objetivos comunes al movimiento, como con agentes que no
poseen dicha particularidad. El tipo de alianza se definirá por
parte del movimiento de acuerdo a las estrategias que el
movimiento adopte en una determinada coyuntura y de
acuerdo a sus fines. No obstante, la diversificación de las
alianzas es crucial para el logro de los objetivos de un
movimiento. En este sentido, un movimiento que desee lograr

24
sus propósitos, debe contemplar la realización de alianzas en
estas dos direcciones.

™ Las formas organizativas. Estas son las formas que asumen un


movimiento para realizar su acción colectiva. (McCarthy. 1999).
Entre los elementos que definirán las estructuras del movimiento
encontramos:

• Lo tipos de estructuras que adoptan los Movimientos Sociales


Contemporáneos son variadas y responden a condiciones
internas como externas de los movimientos. Entre los modelos
puros se encuentra, el burocrático -centralizado- y el informal
-descentralizado-. El primer modelo es muy utilizado por los
movimientos sociales organizados. Este tipo de estructura
aduce a una organización formalizada con un importante nivel
experto técnico, que cuenta con una clara división del trabajo,
especificación de roles y reglas, características que limita los
conflictos internos del movimiento y otorgan unidad. Los
movimientos que optan por este tipo de estructuras tienen
mejores canales de acceso con la institucionalidad pública,
pues ésta prefiere trabajar con aquellas entidades que posean
similares métodos de trabajo; como también poseen
estrategias más efectivas para movilizar recursos y elevar
desafíos sustanciales. No obstante, estas estructuras son
menos efectivas para la movilización popular. El modelo
Informal-descentralizado es utilizado por redes informales que
se basan en ideologías bastante difundidas. Este tipo de
modelo presenta una mínima división del trabajo, maximiza la
transformación personal, incentiva la participación popular y
asegura la existencia del grupo por medio de la afectividad. El
poseer una estructura descentralizada y segmentada
maximiza la movilización al proveer vínculos interpersonales
que generan solidaridad y refuerzan los compromisos
ideológicos. Además, este tipo de estructura es altamente
adaptativa, lo que favorece la experimentación táctica, la
competencia entre los subgrupos y aminora la vulnerabilidad
a la supresión y a la cooptación de parte de las autoridades.
(Jenkins. 1988; Kriesi. 1999).

De este modo, el éxito de los movimientos que adopten este


tipo de estructura estará mediado por factores estratégicos y
por el contexto sociopolítico en que se insertan.

En general, la teoría se refiere a tipo estructurales puros, más


los Movimientos Sociales Contemporáneos en su interior

25
conjugan diversos tipos de estructuras. Es así como los
Movimientos Sociales Contemporáneos ponen a su disposición
las ventajas movilizatorias de la descentralización y las
ventajas tácticas de la centralización. Un ejemplo son los
movimientos sociales organizados, que están altamente
profesionalizados y pueden estar vinculados con
organizaciones de base formadas por voluntarios y, al mismo
tiempo, contar con organizaciones de apoyo, vía aportes
financieros o de infraestructura. (Jenkins. 1988: Kriesi. 1999).

• El desarrollo de los movimientos y los cambios en las


estructuras. Las estructuras organizativas dentro de un
mismo movimiento social tienden a transformarse y asumir
nuevas formas de organización. Dentro de estas nuevas
formas se encuentra:

o La institucionalización. Esta implica una serie de


transformaciones que convierten al movimiento en algo
parecido a un partido político o un grupo de interés.

o La comercialización. Que es la transformación de un


movimiento social en una organización prestadora de
servicios.

o La involución, es un proceso que pone el acento


exclusivamente en los incentivos sociales. Desde aquí
los movimientos se pueden transformar en una sociedad
de ayuda mutua o una asociación de voluntarios, donde
el centro será la solidariedad hacia las bases; o se
transformará en un club cuyo centro estará dado por las
relaciones de amistad.

o La radicalización. Los movimientos pueden elegir la no


transformación y en este sentido se radicalizan con el fin
de no perder la actividad movimientista y no caer
principalmente en la institucionalización. (Kriesi. 1999).

Entre los movimientos que optan por una u otra vía, se tiene
que los movimientos instrumentales tomarán más el camino
de la institucionalización o la radicalización; mientras que los
movimientos subculturales o contraculturales tomarán más el
camino de la comercialización o la involución. (Kriesi. 1999).

• Los tipos de instituciones y/u organizaciones de un


movimiento influirán en el grado de organización y estructura
de éstos. En el extremo menos organizado se encuentran las

26
redes informales, las cuales en su expresión más mínima
están integradas por familias o redes de amistades. En este
tipo de organización las fracturas más comunes están dadas
por desacuerdos en las estructuras básicas de la vida
cotidiana. Los movimientos sociales de estructuras
intermedias, son movimientos o segmentos de un movimiento
que presta ayuda técnica o apoyos. De acuerdo a esto,
podemos ver que tiene estructuras flexibles de acuerdo a la
instrumentalización de la que formen parte en un determinado
momento y la participación en alguna actividad o movimiento
propiamente tal, es indirecta o accidental. Los movimientos
sociales organizados poseen estructuras formales y complejas,
como son las redes de instituciones u organizaciones que
trabajan o tienen interés en alguna problemática. Los
movimientos sociales híbridos, son aquellos que mezclan
estructuras formales e informales. Este tipo de movimientos
presentan un alto grado de organización, pues en el seno de
este movimiento confluyen una amplia gama de instituciones
y/u organizaciones. Los movimientos sociales de coalición, son
aquellos que se estructuran de acuerdo a las bases
organizacionales de dos movimientos. Estas estructuras
tienden a ser más duraderas y en general ponen en contacto
movimientos sociales organizados con otras organizaciones
comunitarias o con redes de simpatizantes más difusas. Desde
aquí se pueden dar estructuras movimentistas más globales.
(McCarthy. 1999; Della Porta. 1999; Rutch. 1999;
Klandermans y Gloslinga. 1990; Kriesi. 1999).

• Los recursos financieros influirán considerablemente en el tipo


de estructura interna que adopte un movimiento social y por
ende en las estrategias que éstos emprendan. A mayores
recursos financieros las organizaciones tenderán a
institucionalizarse, formalizando los grados de pertenencia,
introduciendo estatutos y procedimientos, creando liderazgos
formales y una estructura burocrática; profesionalizando a
sus miembros; realizando una división funcional del trabajo y
un alto grado de descentralización territorial. Cabe indicar que
el nivel de recursos que posee un movimiento está
directamente relacionado con la antigüedad de éstos. Es así
como los movimientos sociales que tiene un mayor tiempo de
existencia poseerán una mayor cantidad de recursos, respecto
a los que se han fundado recientemente. (Kriesi. 1999).

• Los agentes de movilización. Los Movimientos Sociales


Contemporáneos poseen una membresía múltiple, una
militancia parcial y un involucramiento personal con una

27
solidariedad afectiva hacia el grupo o movimiento. (Aceves.
1994). Esta condición genera que estos movimientos tengan
una escasa división de trabajo, difusa especificación de roles y
una descentralización en la toma de decisiones. No obstante,
el desarrollo del movimiento irá afiatando los compromisos de
los agentes movilizadores, adquiriendo un mayor grado de
profesionalización, una clara división del trabajo y una
especificación de los roles al interior del movimiento.

• Estratos socioeconómico. Se ha señalado que los Nuevos


Movimientos Sociales son heterogéneos en relación a los
estratos socioeconómicos, sin embargo Gunder Frank y
Fuentes (1990) señalan que los Movimientos Sociales
Contemporáneos están compuestos, principalmente, por
estratos socioeconómicos medios. La razón de este fuerte
componente recae en el hecho que las reivindicaciones
manifestadas por estos movimientos parecen ser sentidas y
estar relacionadas con las demandas de justicia hechas,
principalmente, por la clase media en occidente. En este
sentido los liderazgos de estos movimientos serán asumidos en
occidente por actores que provienen de los estratos
socioeconómicos medios y los estratos socioeconómicos más
bajos serán la base sustancial para las acciones del
movimiento.

• Los tipos de objetivos que pueden asumir los movimientos


están altamente relacionados con las estructuras que adopten
éstos. Los movimientos sociales que posean objetivos de
cambio personal tendrán estructuras descentralizadas y con
reglas de admisión exclusivas; mientras que los movimientos
que presenten objetivos institucionales optarán por
estructuras centralizadas e inclusivas. (Jenkis 1988;
Zdravomyslova. 1999; McAdam, McCarthy, y Zald, 1999).

• Las oportunidades políticas determinarán el grado de fortaleza


de las estructuras globales de los Movimientos Sociales
Contemporáneos. Las estructuras de los movimientos serán
fuertes en la medida que la institucionalidad sea cerrada, es
decir, donde el estado cierre los canales de participación en la
implementación de las políticas, el sistema imperante entre en
desequilibrio, las alianzas de los movimientos sean fuertes y
cuente con un marco interpretativo coherente. Por el
contrario, la estructura global será débil en la medida que la
institucionalidad sea frágil, donde el Estado presente canales
institucionales para poder implementar políticas, se tenga una
débil estructura de alianzas, el sistema imperante sea estable

28
y el marco interpretativo carezca de coherencia. (McCarthy.
1999; Kriesi. 1999; Rutch. 1999).

3. Los procesos enmarcadores o procesos de construcción de los


marcos interpretativos.

Los procesos enmarcadores o marcos interpretativos son esfuerzos


estratégicos conscientes realizados por grupos de personas que
simplifican y condensan el “mundo exterior” al señalar y codificar
selectivamente los objetos, situaciones, acontecimientos,
experiencias y las acciones que se han producido en el entorno
presente o pasado de cada individuo. (McAdam, McCarthy, y Zald.
1999; Oberschall. 1999; Show y Benford. 1992).

Los marcos interpretativos concentran la atención de una situación


particular considerada como problemática, producen una atribución
de su responsabilidad a determinadas personas y hechos y articulan
propuestas alternativas, entre los que se incluye aquello que los
actores del movimiento deben hacer para conseguir, anular o
impedir un cambio. Además, este marco no sólo enarbola una forma
de enfrentar e interpretar la realidad, sino que también es una forma
de dar legitimidad a su pensamiento y restársela a su adversario.
(Gusfield. 1994; Tourine. 1997; Laraña y Gusfield. 1994). De esta
forma, como señala McAdams (1999) los marcos interpretativos son
un proceso de liberación cognitiva y por ende son un requisito previo
a la movilización; son un elemento mediador entre la oportunidad, la
organización y la acción.

Los marcos interpretativos se desarrollan en un contexto social


definido, donde los movimientos saben aprovechar o se ven limitados
para transmitir su mensaje por los contextos culturales e históricos.
En este límite o aprovechamiento, los movimientos entran en una
pugna interna, donde los marcos interpretativos de cada sector del
movimiento entran en conflicto, con el fin de convertirse en el marco
interpretativo del movimiento. Es decir, la posición que juegan los
actores en la estructura social hará que las diversas perspectivas
entren en un campo de disputas, donde los poderes en juego
intentarán hacer prevalecer su visión como el marco interpretativo
dominante del movimiento. No obstante, es importante señalar que
los marcos interpretativos de los movimientos no sólo deben ganar
en el conflicto de intereses, sino también deben ser compatibles con
las capacidades, orientaciones y estilos de los grupos que lo
componen. (Araujo. 2002; Gamson y Meyer. 1999; Guzmán, Mauro
y Araujo. 2000; Melucci. 1994;Laraña y Gusfield. 1994 Zald. 1999).

29
Para el análisis de los Movimientos Sociales Contemporáneos desde
los marcos interpretativos se deben considerar los siguientes
aspectos:

™ Diagnósticos: Es la identificación de un hecho problemático y sus


responsables.

• Las ideas y creencias son las concepciones sobre justicia-


injusticia, bien-mal e ideologías, en los que se encuadran los
problemas, descontentos y los adversarios percibidos por el
movimiento respecto a una determinada temática. A través de
todos estos elementos los movimientos evaluarán sus
posibilidades, definirán las temáticas que serán debatidas
públicamente y desde dónde se hará el llamado a la esfera
pública.

• La cultura. Los movimientos recurren al stock cultural en


busca de imágenes que les permitan definir la injusticia que
rodea la problemática que tratan. Es decir, buscan la violación
de un “deber ser”. La injusticia y los objetivos políticos de un
movimiento descansan en la mayor parte, sobre definiciones
sociales, relaciones, derechos y responsabilidades. Éstas les
permiten señalar los defectos de la ordenación actual y sugerir
la dirección que deben adoptar. Cuando se señala que los
movimientos sociales recurren a los stocks culturales, no se
está afirmando que todos los movimientos sociales tengan
igual acceso a estos stocks. Los movimientos sociales, sus
líderes y participantes ocupan posiciones diferenciadas en la
estructura social, por tanto buscan los repertorios y marcos
interpretativos que estando a su disposición, sean compatibles
con las capacidades, orientaciones y estilos de los grupos que
los componen. Es más, los repertorios de protesta y
organización deben ser adecuados y calzar bien con el tipo de
injusticia contra el que se lucha. (Zald. 1999; McAdam. 1999).

• Las ideologías son las “(…) creencias que sirven para justificar
u oponerse a un orden político determinado, además para
interpretar el mundo desde lo político”. (Zald. 1999: 371). Es
decir, la ideología es la herramienta por medio de la cual los
movimientos generan diagnósticos, soluciones, tácticas,
pronósticos e implicancias del problema al interior de sucesos
históricos políticos. Es preciso señalar que, de acuerdo a este
rol político, la ideología puede ser o no un elemento que
integre los marcos interpretativos de un determinado
movimiento social.

30
• Los actores. Éstos intentan definir los temas conflictivos,
inventar metáforas, atribuir culpas, definir tácticas. Las
rupturas y contradicciones culturales sólo generan acción en
el ámbito de lo político, en la medida en que se las define en el
marco de un proceso activo de reconstrucción cultural llevado
a cabo por los movimientos. (Zald. 1999). En este sentido, la
creación de marcos interpretativos desde la oportunidad
política es uno de los elementos fundamentales de los marcos
de acción colectiva. (Gamson y Meyer. 1999).

• Oportunidad política. La oportunidad política implica la


percepción de una posibilidad de impedir, producir o anular
un cambio. La oportunidad política se manifiesta cuando un
tema culturalmente definido y potencialmente contradictorio
entra en un proceso de refutación activa por el desarrollo de
los acontecimientos o, porque los movimientos perciben una
ostensible discrepancia entre las justificaciones ideológicas en
vigor de las conductas reales. (Zald. 1999; Gamson y Meyer.
1999).

• Por otra parte, los nuevos movimientos se benefician de


oportunidades creadas por otros movimientos contemporáneos
o por movimientos predecesores. En esta dirección es que se
debe tener en cuenta que las oportunidades son objeto de
interpretación y, a menudo, objeto de controversia. Las
oportunidades políticas deben asimilarse a través de un
proceso de creación de marcos interpretativos, lo que a
menudo, desencadena desacuerdos internos sobre las
estrategias a seguir. De este modo el movimiento debe evaluar
los contextos en los que se llevará o se lleva a cabo la acción
colectiva, buscando una dimensión unificadora más allá de las
visiones específicas para encuadrar al movimiento en una
determinada oportunidad política. (Gamson y Meyer. 1999).

• Las agendas. Los Movimientos Sociales Contemporáneos de


acuerdos a los marcos estratégicos que deseen adoptar,
optarán por darle mayor importancia a unas agendas que a
otras. En este sentido, los movimientos que opten por una vía
más institucionalizada intentarán influir en las agendas
públicas, gubernamental y electoral; mientras que los que
opten por una vía extrainstitucional buscarán más la agenda
de medios. No obstante ello, un movimiento debe contar con
ambas estrategias para poder conquistar logros. Unas que les
permitan cautivar con los marcos interpretativos a las elites y

31
otras que les permitan ampliar los discursos a las audiencias.
(McCarthy; Smith, y Zald. 1999).

Entre las agendas que los movimientos deben considerar en la


construcción de estos marcos interpretativos se encuentran: la
agenda pública, la agenda de medios de comunicación de
masas, la agenda electoral y la agenda gubernamental. Estas
cuatro agendas guardan una relación laxa entre sí, teniendo
cada una de ellas sus propias estructuras, incentivos,
procesos y guardianes. (McCarthy; Smith, y Zald,.1999).

En relación a estos elementos y los diversos tipos de agenda


tenemos:

o La Agenda Pública. Es la agenda que reúne el conjunto


de problemas, considerados como de interés público. El
ingreso a esta agenda, por parte de los movimientos,
está dado por hacer coincidir su agenda con aquella
manejada por las organizaciones ciudadanas ya
existentes. Estas organizaciones -por lo general- son de
carácter local y operan como guardianes de esta agenda.

Dada la gran diversidad de organizaciones ciudadanas,


la agenda pública es la más descentralizada y, por ende,
la que presenta un mayor acceso a los movimientos
contemporáneos. Entre las estrategias empleadas para
influir en esta agenda están: las publicaciones, las
reuniones- seminarios, la publicidad puerta a puerta,
las coaliciones organizativas, periódico propio, premios
en la comunidad, afiches en celebraciones públicas,
talleres de educación e influir en los medios de
comunicación de masas. (McCarthy, Smith y Zald.
1999).

o La Agenda de Medios. Es la agenda que reúne los temas


de atención de los medios de comunicación de masas.
Esta agenda es más centralizada y presenta un acceso
más dificultoso para los movimientos sociales. Los
guardianes de esta agenda (editores, periodistas etc)
suelen ser más accesibles que los guardianes de la
agenda pública, más el centralismo, la propiedad de los
medios de comunicación y el interés de la audiencia
(registrado en las ventas) son los que operan como
obstáculos para los movimientos. Sin embargo, esta
agenda presenta una fuerte importancia para los
movimientos, ya que si logran posicionar sus temáticas

32
como una preocupación de esta agenda, pueden lograr
influir en la agenda gubernamental y la audiencia. Esta
es la razón por la que los movimientos tienen en cuenta
a los medios de comunicación, aunque sean conscientes
de su incapacidad para implementar una estrategia
deliberada. (McCarthy, Smith y Zald. 1999).

Los métodos utilizados por los movimientos para influir


en esta agenda se dividen en directos e indirectos. Los
primeros están compuestos por mantener relaciones con
la prensa, anuncios, apariciones en los medios y
relaciones públicas. Los métodos indirectos son
campañas de opinión, manifestaciones públicas,
desobediencia civil y vigilias.

o La Agenda Electoral. Esta agenda esta compuesta por


los temas debatidos en las campañas electorales. Dentro
de las agendas formales esta agenda es la que otorga
una mayor accesibilidad a los movimientos. Su
accesibilidad está dada por el hecho de que sus
guardianes son menos y ven su actuación más limitada
a causa de sus obligaciones oficiales.

Los temas de esta agenda son definidos por las


plataformas de los partidos políticos y por las campañas
mismas que crean las agendas electorales. No obstante,
los ciclos electorales representan ventanas de
oportunidad para los movimientos, pues les permiten
atraer la atención de la opinión pública hacia
determinados temas y captar el interés de las elites. El
ingreso de las temáticas movimentistas a la agenda
electoral, no es una señal de que estas temáticas vayan
a ser tenidas en cuenta por quienes lleguen al poder. En
este sentido es más fácil influir en la agenda electoral
que en la agenda gubernamental. (McCarthy, Smith y
Zald. 1999).

Los métodos utilizados para influir en esta agenda


también se dividen en directos e indirectos. Los métodos
directos son: contacto con líderes de los partidos,
política electoral, apoyo a candidatos, contribuir al
partido, organizar mítines con candidatos, tener un
registro de electores . Y los indirectos están compuestos
por la aprobación pública, iniciativas y campañas.

33
o La Agenda Gubernamental. Es la agenda compuesta por
los temas que el gobierno de turno deberá cumplir. Esta
agenda es altamente centralizada y estructurada, por lo
cual la entrada de las temáticas movimentistas es
altamente dificultosa. En esta dirección, los
movimientos deben saber identificar las oportunidades
para introducir sus temas. Estas oportunidades están
dadas por el cambio de los temas conflictivos en las
agendas gubernamentales, situación en la cual los
movimientos pueden ejercer presión para introducir sus
temáticas. Los métodos directos utilizados por los
movimientos para influir en esta agenda son: litigios, el
trabajo con agencias ejecutivas, control de agencias y
contactos con ministros o funcionarios. En tanto, los
métodos indirectos son: correos publicitarios, estudios
sobre registros electorales, política de lobby, testimonios
comisión legislativa, proyectos leyes y reuniones con los
responsables públicos. (McCarthy, Smith y Zald. 1999).

™ El llamado a la acción colectiva. Son las estrategias que


promueve el movimiento para aplicar sus propuestas.

• Los marcos estratégicos son las “(…) representaciones


simbólicas e indicaciones cognitivas utilizadas para presentar
conductas y eventos de forma evaluativa y para sugerir formas
de acción alternativas. (…) Ayudan a interpretar problemas, a
definir las dificultades para la acción, y a descubrir vías de
acción alternativas que pudieran desbloquear los obstáculos.”
(Zald. 1999: 371). Los nuevos movimientos pueden llamar a la
acción colectiva desde diversos marcos estratégicos, de
acuerdo a los objetivos buscados y las oportunidades políticas
que posean. Es así como los movimientos más
institucionalizados llamarán a la acción desde marcos
estratégicos abocados a la política de los lobbies o a la política
electoral; mientras otros tomarán estrategias
extrainstitucionales como son las manifestaciones hasta los
boicots. Sin embargo, los Movimientos Sociales
Contemporáneos en su interior suelen combinar diversos
marcos estratégicos. (Gamson y Meyer. 1999).

Sin embargo, los movimientos también pueden optar por una


estrategia inactiva. Los movimientos evalúan las
oportunidades en cuanto al riesgo, futilidad y efectos
perversos. En este sentido, los movimientos evalúan cuál es el
riesgo de perder lo que ya se ha conseguido. La inactividad es,

34
por tanto, más prudente según esta forma de entender la
oportunidad, puesto que el riesgo de pérdida es mucho mayor
que las posibilidades de obtener algún tipo de ganancia. En la
línea de la futilidad, la inactividad es elegida porque se evalúa
que no existen caminos para impedir, anular o producir un
cambio. Desde esta óptica, cualquier tipo de acción no es sino
una pérdida de tiempo y de recursos, todo intento acaba en
nada. (Gamson y Meyer. 1999).

• Los actores movimientistas son los agentes que llaman


directamente a la acción colectiva a través de diversas
estrategias. Entre las estrategias más utilizadas por los
actores al interior de los Movimientos Sociales
Contemporáneos se encuentran: Los actores que recurren a la
dramaturgia y a la retórica para dar forma a sus mundos y
convencer a sus audiencias; y los especialitas que realizan
análisis y difunden argumentos científicos políticos para
construir estos marcos y sensibilizar a la sociedad sobre la
temática que están trabajando. (Zald. 1999). Pero, al interior
de los movimientos estas estrategias se entremezclan.

• Capacidad para la acción colectiva o movilización de los


disconformes. Esta es la capacidad que tienen los movimientos
para convencer a los disconformes que la acción conduce a la
anulación, producción o impedimento de un cambio; y que
esto no sólo es posible, sino también deseable. Los agentes
movimentistas asumen como táctica el cambiar las
percepciones que tienen los potenciales activistas. Así creen
que para cada argumento pesimista existe un contra-
argumento, el cual debe estar cargado de los términos
urgencia, actividad y posibilidad. (Gamson y Meyer. 1999).

• Los medios de comunicación. Los movimientos necesitan


convencer a la sociedad y sobre todo a la elite política de que
la temática asumida por éstos, es una preocupación para toda
la sociedad. De acuerdo a los estudios realizados por Page y
Shapiro, los cambios en la opinión pública están relacionados
con el grado de cobertura que se dé a los problemas en los
medios de comunicación. En esta dirección, los medios de
comunicación de masa juegan un papel fundamental en el
posicionamiento de una determinada problemática; como de la
imagen que hacen las audiencias sobre el propio movimiento.
(McCarthy, Smith y Zald, 1999. Araujo 2002; Laraña y
Gusfield. 1994). “Esto significa que la apertura o el cierre de
los medios y el protagonismo que pueden ofrecer es un
elemento crucial a tener en cuenta por los movimientos

35
cuando definen lo que es una oportunidad política”. (Gamson
y Meyer. 1999: 404).

Es necesario mencionar que si bien los medios de


comunicación son los canales primordiales por los que se
movilizan estratégicamente los marcos interpretativos, existen
formas de interacción cara a cara que están presentes. Sin
embargo, el acceso a un público mayor requiere hacer uso de
una variedad de medios de mayor alcance. No obstante, los
medios de comunicación de masa no siempre difunden lo que
los movimientos desean que conozcan sus audiencias, pues
los medios no sólo difunden sino "producen" lo que informan y
por ende no son neutrales al momento de informar. De este
modo seleccionarán imágenes y contenidos que profesen lo
que ellos quieran comunicar. El factor ideológico opera en
cualquier medio de comunicación de masas, por lo tanto se
vuelve un canal poco objetivo.

A pesar de lo anterior, los movimientos tienen que saber


aprovechar las controversias para poder introducir sus temas
y sus discursos a los medios de comunicación. No obstante,
los nuevos movimientos pueden crear controversias a través
de estrategias extrainstitucionales, pues es la “acción colectiva
de masa” la que llama a la atención de los medios. Los medios
premiarán como noticias aquellas acciones que provoquen la
novedad, la polémica y la confrontación. (Gamson, y Meyer.
1999).

Otro punto que es importante de tratar acá es cuál es el marco


interpretativo que se dará a conocer al interior de los medios
de comunicación. “Lo normal es que surjan desacuerdos
respecto de quién debe representar al movimiento cuando se
tiene acceso a los medios. Las nuevas oportunidades dan así
lugar a rivalidades personales y a acalorados debates internos
sobre la mejor forma de reacción. Las estructuras de
oportunidad política llevan en sí el germen de la amenaza y de
nuevas posibilidades, y los activistas deben luchar por
alcanzar un equilibrio eficaz”. (Gamson y Meyer. 1999: 411-
412).

36
CAPÍTULO II

LOS MARCOS SOCIOPOLÍTICOS DE EMERGENCIA DE LA ACCIÓN COLECTIVA


ECOLOGISTA/AMBIENTALISTA

A. El escenario internacional: Globalización y neoliberalismo

El realizar un estudio descriptivo de los Movimientos Sociales


Contemporáneos en Chile, tomando el caso del Movimiento
Ecologista/Ambientalista, requiere de la configuración del escenario
internacional donde éstos se han insertado. Este contexto debe estar
conformado por dos aspectos claves para entender las sociedades y los
movimientos actuales: la globalización y el neoliberalismo.

La globalización es “(…) el proceso resultante de la capacidad de ciertas


actividades de funcionar como una unidad en tiempo real a escala
planetaria” (Castells. 1999: 2). Este proceso, a decir de Castells, se
encuentra compuesto por tres aspectos. El Primero dice relación con la
economía global, la cual consiste en la globalización de los mercados
financieros, determinando los movimientos de los capitales, las
monedas, el crédito y en sí toda la economía. El segundo aspecto de la
globalización es la ciencia, la tecnología y la información. Esto tiene
relación con la conformación de los medios de comunicación de masas,
las multimedias y las formas de comunicaciones dadas a través de
Internet. El tercer y último punto que compone esta conceptualización
está dada por las redes de intercambio y los flujos comunicacionales.

Cabe indicar aquí que la globalización, también contiene un cuarto


componente, mas éste no se encuentra consolidado como los
anteriores. Este cuarto componente es la globalización de la política, la
cual apuntaría al debilitamiento del Estado Nación y a la creación de
instituciones de política mundial. A juicio de Bareiro (2000) esto está
muy lejos de ser una realidad, sin embargo hoy se ha intentado dar
algunos pasos en estás materias, tal es el caso de la instauración de
tribunales internacionales.

Para Santos la Globalización es un conjunto de relaciones sociales que


se traducen en la intensificación de las interacciones transnacionales,
las que desarrollan en tres grandes ámbitos: prácticas interestatales
(Estados, organizaciones internacionales, instituciones financieras
multilaterales, etc.) prácticas capitalistas globales (empresas
multinacionales) y prácticas sociales y culturales transnacionales
(organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, redes, etc.).
(Araujo. 2002: 15). Estas interacciones se dan en un proceso de
intercambio desigual entre los agentes que las conforman. No obstante

37
estos intercambios desiguales asumen formas específicas, pues
depende de los objetos de intercambio y de la calidad y cantidad que
posean de éstos los agentes en juego en cada uno de los campos.

En este escenario global América Latina se integra desigualmente a


estos procesos globalizadores. Cuestión que ha repercutido en alto
costos sociales y económicos así como en la exclusión de amplios
sectores sociales. ”(…) el modelo de desarrollo centrado en las fuerzas
transnacionales de mercado es por definición desintegrador: expulsa,
margina, atomiza, reduce y elimina los espacios de constitución de
actores sociales”. (Garretón. 2000: 47).

Araujo, en tanto, plantea que “La globalización en cuanto a sus


consecuencias sociales, económicas y culturales negativas para las
sociedades, parece haberse constituido gradualmente ella misma en
objetivo de las luchas y acciones de agentes colectivos contemporáneos,
ya sea organizaciones, redes, grupos más o menos espontáneos
reunidos en la movilización o movimientos sociales. Así, al mismo
tiempo que concebida como aquello que pone las nuevas condiciones
para la acción colectiva y la permite comienza a bosquejarse como un
nuevo horizonte para estas luchas”. (Araujo. 2002: 7).

El neoliberalismo es un modelo económico de acumulación de riquezas


y un modelo de desarrollo, que se ha consolidado y expandido a través
de la globalización. La fase económica de ésta, provoca la
interdependencia e interpenetración de los mercados, tanto en el
ámbito productivo, comercial y financiero.

La consolidación y expansión del neoliberalismo han dado el


afianzamiento del sistema de dependencia de los países en vías de
desarrollo, con respecto a los países desarrollados. En el caso
latinoamericano esta dependencia se efectúa por el tipo de economía en
que están sometidos los países de la región. Esta economía se basa en
la monoproducción y en la agro- exportación. Esto se traduce en que
las economías latinoamericanas están basadas en la exportación de un
producto de extracción o recolección, o sea una materia prima. Por otra
parte, se desarrolla otro tipo de exportaciones basadas principalmente
en el agro, o sea la exportación de frutas y vegetales. Todo esto hace
que las economías latinoamericanas sean precarias y estén sujetas a
las leyes de los mercados internacionales. Es decir, si se produce una
crisis económica, los países desarrollados protegerán su economía
reduciendo el gasto, por lo que comprarán menos materias primas para
sus industrias, ya que primeramente deben vender su stock. Esto se
traduce en una baja de las exportaciones de los países en vías de
desarrollo, repercutiendo, principalmente en forma negativa en el
empleo y en la pobreza.

38
Esta dependencia no sólo se ha afianzado; sino que se ha transformado
en un núcleo duro al interior del sistema capitalista. Esto se debe a que
a este tipo de dependencia se le ha agregado un nuevo elemento. Este
nuevo componente, a decir de Castells (1999), es la variable tecnológica
y científica. Esta variable implica que el grado de desarrollo de las
economías está intrínsecamente relacionado al desarrollo tecnológico y
científico que tienen los países. Este desarrollo tecnológico está
determinado por los recursos invertidos por los países en el avance y
desarrollo de la tecnología y la ciencia, así como también en el grado de
inversión que se haga en éstas. Es decir, entre más recursos dispongan
los países más factible es que desarrollen e inviertan en tecnología y
ciencia, ahondándose la brecha entre países desarrollados y los en vías
de desarrollo.

La brecha entre los países desarrollados y los en vías de desarrollo en


niveles macro tiene fuertes repercusiones a nivel social y económico. En
lo social, Garretón (2000) señala que el modelo neoliberal globalizado a
través de las leyes del mercado funciona como un elemento
desintegrador, disociando la dimensión del crecimiento económico, de
la dimensión de integración y desarrollo social.

Esta disociación ha provocado en la región dos fenómenos: la


inequitativa distribución del ingreso al interior de los países de la región
y la creciente vulnerabilidad social que están sufriendo bastas capas
de la población latinoamericana. Estos dos fenómenos darán origen a
un sector que puede señalarse como excluidos sociales.

La inequidad en la distribución del ingreso se traduce en que el


crecimiento económico no llega a ser crecimiento social. Es decir, si
bien los países crecen, este crecimiento se concentra en un tramo y no
alcanza a toda la población. Esto se debe principalmente a que el
crecimiento económico no implica la contratación ni el alza de los
salarios de los empleados . Un ejemplo de esto es el caso de Chile y su
problema del desempleo. Chile hoy tiene un buen nivel de crecimiento,
pero este crecimiento no se ve traducido en un alza de los salarios ni en
la contratación. Esto porque los empresarios hoy en día están
invirtiendo en tecnología. Esta tecnología permite producir al mismo
nivel anterior, pero requiriendo menos mano de obra, ya sea en tiempo
o en cantidad. Sin embargo, la contratación de menos personal o de
reducción de los tiempos de trabajo no se traduce en una mejora
salarial, para los que se quedan; si no el ahorro en mano de obra pasa
a formar parte de las ganancias de los empresarios , originando así la
inequidad en la distribución del ingreso y la constitución del sector no
contratado o reducido en su salario en excluidos. Estos excluidos
pasan a engrosar la población que vive bajo la línea de pobreza.

39
El otro efecto provocado es la vulnerabilidad social. Esta vulnerabilidad
puede a decir de Cepal (2000) ser vista bajo tres aspectos. El primero
tiene relación con el mercado del trabajo, el cual tiende a concentrar las
mayores ofertas de trabajo en puestos de baja calificación y
remuneración; siendo a la vez estos empleos de alta flexibilidad,
precarios e inestables. En este punto la disociación de la dimensión
económica de la social se refleja en que el crecimiento económico, muy
por el contrario de lo que podría pensarse, no conlleva a una mejora en
la calificación de los puestos de trabajo ni en las remuneraciones de los
empleados.

El segundo aspecto es la segmentación, por estrato socioeconómico, en


el acceso a salud, educación y previsión. En este punto la disociación
entre lo económico y lo social se produce en el sentido en que el
crecimiento económico recae en algunos pocos miembros de esta
sociedad, lo que da origen a una marcada división de estratos
socioeconómicos. De este modo se da la existencia de instituciones y
accesos diferenciados para cada tipo de estrato.

El tercer aspecto que origina está disociación dentro de lo que es la


vulnerabilidad social es el cambio en las formas de participación y
organización. En este punto se tiene que el modelo económico
neoliberal ha proporcionado una diversificación de las estructuras
sociales. Es así como antes el Estado era un eje unificador de las
demandas sociales. Hoy esta situación no es así, debido a las
privatizaciones, externalizaciones de las funciones y la subcontración
que hacen las empresas para efecto de reducción de responsabilidades
legales y costos económicos. Esto genera nuevas estructuras, que
hacen a que los problemas se resuelvan en forma atomizada, ya que los
empleadores ya no pertenecen, en su mayoría al sistema estatal. De
este modo los empleados deben remitirse a los privados, los cuales
han segmentado a sus trabajadores en pequeños grupos, a través de la
externalización y la subcontratación. Esta situación da como resultado
que los empleados de una empresa estén sujetos a diferentes
empleadores . En consecuencia, los problemas laborales pasan a
resolverse en forma individual, originando así una baja sustancial en
las formas de participación y organización social.

Un cuarto elemento, que resulta fundamental para el análisis del


desarrollo y condiciones actuales del Movimiento Ecologista y
Ambientalista, es la creciente inequidad en el acceso a recursos
naturales y la desigualdad en las decisiones sobre el territorio y estos
recursos, debido a los procesos de concentración de la propiedad de los
mismos; a la dependencia de los países no industrializados de la
exportación sostenida de recursos naturales y commodities (materias
primas con escaso o nulo procesamiento) para el logro de metas de

40
crecimiento económico y la inserción en los mercados internacionales; y
los impactos ambientales de tales actividades productivas. En este
marco, la inequidad social se traduce también en inequidad
socioambiental, debido a que son las comunidades y sectores más
desfavorecidos los que padecen, en mayor medida, los impactos de la
externalización de costos ambientales en el marco del desarrollo y
crecimiento económico. Asimismo, esta situación da pie y argumentos
al surgimiento de nuevas demandas sociales, lo cual se expresa tanto
en un fortalecimiento de las demandas tradicionales de los sectores
ambientalistas y ecologistas, como en la incorporación de esta
dimensión en las agendas de movimientos sociales o ciudadanos
tradicionales.

En definitiva, ya sea la globalización como el neoliberalismo, han


producido trasformaciones sociales constituyendo hoy un nuevo modelo
societal denominado sociedad post industrial. La sociedad post
Industrial está caracterizada por centrarse en torno al consumo y a la
información o comunicaciones (Garretón. 2000; Castells. 1999;
Touraine. 1997; García Canclini. 1995). En América Latina,
particularmente, este tipo de sociedad convive con formas tradicionales
de organización social. Es así como se ha dado un traspaso del poder
desde los estados nacionales hacia el mercado, sin embargo, ésta nueva
forma de ejercicio del poder entra en pugna con las formas tradicionales
del modelo de sociedad industrial del Estado Nación (Garretón 2000).

Este nuevo modelo de sociedad ha generado un cambio fundamental en


lo que son la conformación de las subjetividades, ya que se ha
producido una ruptura del individuo con la tradición (Wagner. 1997;
Giddens. 1994). Esta transformación de las subjetividades ha estado
motivada por el intercambio de comunicaciones a nivel global. Esto
hace que los individuos de otras sociedades ya no sólo se socialicen e
integren pautas de comportamiento local, sino también incluyan
estructuras de otras culturas más lejanas geográficamente, pero que en
la actualidad se ponen cercanas, a través de los avances e inversiones
tecnológicas.

“Con diferentes niveles de radicalidad, la percepción que “algo debe


ocurrir” y “debe ser hecho ocurrir”. (….) las fuerzas sociales son las que
estarían llamadas a producir la movilización que permitiría las
transformaciones sociales que se requieren”. (Araujo. 2002: 8).

El PNUD (2000) ha señalado que estas transformaciones en las


subjetividades también han dado origen a cambios a nivel de los lazos
sociales y como indica Giddens (1998) y Castells (1999) en la
conformación de las identidades colectivas, tanto en sus concepciones
como en sus vías de acción. Esto ocurre porque, como se ha señalado

41
con anterioridad, los patrones de socialización han dejado de ser
puramente locales y guiados por la tradición. Se han adoptado nuevas
estructuras que entran a formar parte de la socialización, una
socialización global que ingresa a sus mecanismos de comunicación e
información global. De este modo al decir de varios autores, las
identidades colectivas han dejado de estar ancladas en la pertenencia
de clase y en la nación, pasando a conformar identidades plurales,
donde los sujetos pasan a forman distintas posiciones identitarias
flexibles. De este modo la acción colectiva, ya no se sostendría más,
desde la forma tradicional.

B. El surgimiento de la temática medio ambiental: El ecologismo y


ambientalismo.

La globalización, el neoliberalismo y la sociedad post industrial serán el


escenario donde emergerá el actual movimiento
ecologista/ambientalista. No obstante, esta temática tiene su origen en
una época anterior. Temática que será la base para el desarrollo del
movimiento en las sociedades actuales.

La preocupación por el medio ambiente tiene dos vertientes: el


ecologismo y el ambientalismo. El primero tiene sus bases hacia 1930
con la instauración de la ecología como una disciplina científica. El
término ecología fue acuñado por el biólogo alemán Ernest Haeckel, del
griego “oikos logos” que significa conocimiento de la casa. “La ecología
es una ciencia que reniega de la neutralidad ética que profesan las
ciencias contemporáneas y apunta a una ciencia basada en el
compromiso con la vida, planteando así a los científicos un nuevo
desafío”. (Guadynas.1994: 53), porque en las sociedades modernas la
ecología se constituye en una ciencia interdisciplinaria de la biosfera
que engloba los campos de la política, la economía, las estructuras
sociales, el sistema educativo, la salud pública, las expresiones
culturales, la espiritualidad y todas las disciplinas que se relacionan
con las determinantes de la vida en el planeta. (De Lucio. 1989;
Rieschmann y Fernández Buey. 1994).

El paso de la disciplina académica a la actividad movimentista se


produce alrededor de la década de los setenta, cuando el maltrato y la
depredación ambiental trascienden los límites de la ciencia
transformándose en una preocupación social. La ecología de este modo
será la disciplina que vendrá a apoyar al Movimiento
Ecologista/Ambientalista desde el conocimiento y reflexión que le
otorga su especificidad científica. Con el desarrollo de la Revolución
Industrial y de la sociedad moderna se fue elevando el grado de
depredación sobre la naturaleza y la concepción de la existencia

42
humana fue cambiando radicalmente, haciéndose independiente de los
ciclos y ritmos naturales. Es decir, se separa al hombre del hombre,
cuestión que se expresa en la fragmentación de los tiempos de la vida
humana en tiempo desarticulados. (Larraín. 1993).

El ambientalismo tiene sus orígenes hacia inicios de la Revolución


Industrial (mediados del siglo XVIII) con el surgimiento de reacciones
críticas que denunciaban los efectos destructivos de los procesos de
urbanización e industrialización. El nacimiento de la industria y el
crecimiento exponencial de las concentraciones humanas provocó la
contaminación del aire, de las aguas y alimentos que afectaba,
principalmente, a la clase trabajadora, hacinadas en los centros
fabriles. Desde esta problemática se generan dos tipos de reacciones: el
ambientalismo obrero o burgués que estaba integrado por trabajadores
de los centros fabriles, reformistas liberales, filántropos y médicos
humanistas procedentes de capas medias y la burguesía, los que a
menudo estaban enraizados en el protestantismo cuáquero o metodista.
Este grupo tenía por objeto mejorar las condiciones de vida de los
trabajadores que vivían en los centros fabriles; como también
comenzaron a preocuparse de la contaminación de las aguas y el
control de las enfermedades infecciosas. La segunda reacción proviene
desde una corriente aristocrática que puso su interés en proteger los
paisajes de las agresiones generadas por la industria. (Rieschmann y
Fernández Buey. 1994; Gárate 2000). Desde esta raíz las bases del
Movimiento Ecologista/Ambientalista moderno tiene sus bases en el
ambientalismo decimonónico de cuño obrero o burgués y el
proteccionismo aristocrático.

Existe una tercera corriente que se integrará a este movimiento: El


naturalismo. (Rieschmann y Fernández Buey 1994). Esta corriente se
centró en restaurar la forma natural de la vida, la que se ha perdido
con el ingreso del mundo a la modernidad. En este nódulo surge el
movimiento proteccionista y/o conservacionista que tiene por objeto
proteger la naturaleza, las especies y los paisajes, como una especie de
santuarios para la vida silvestre. En el caso de Estados Unidos, este
movimiento protoconservacionista estuvo ligado, principalmente, a la
conservación de paisajes para los deportes de caza, pesca y
excursionismo. En el caso de Europa este tipo de movimientos entran
en auge hacia comienzos del siglo XX con los santuarios de la
naturaleza. (Gárate. 2000). Los síntomas del ecologismo/ambientalismo
actual estuvieron presentes en la sociedad desde tiempo lejanos, sin
embargo, el Movimiento Ecologista/Ambientalista viene a desarrollarse
en décadas posteriores.

43
Desde estos primeros síntomas, comenzó también a manifestarse la
necesidad de poner esta problemática como una preocupación de
carácter internacional. Es así como la coordinación internacional
comienza a abrirse camino desde finales del siglo XIX logrando su
primer encuentro hacia el año 1923 en París, con la celebración del
Primer Congreso Internacional para la Protección de la Naturaleza y
registrándose el primer movimiento. Esto indica que los primeros
movimientos tuvieron una preocupación netamente conservacionista,
razón por la cual aún estos primeros movimientos distan de lo que será
la constitución del Movimiento Ecologista/Ambientalista actual. Por
eso, desde la emergencia del primer movimiento a lo que existe en la
actualidad media un salto cualitativo, que va desde la conservación
hacia la conciencia ecológica global. Situación que no se producirá
hasta la segunda mitad del siglo XX y muy señaladamente a partir de
los años setenta. Desde ese momento, se forma un nuevo movimiento
que viene a responder a una situación socioecológica radicalmente
nueva. En este nuevo contexto, las viejas organizaciones
conservacionistas adoptan el mapa cognitivo que impera (nueva
interpretación del problema). (Riechmann y Fernández Buey. 1994).

El movimiento actual surge como una reacción frente a la destrucción


de los recursos y la degradación ambiental que inducen los patrones
tecnológicos y la racionalidad económica del modelo de desarrollo
imperante. Estos movimientos no emergen como tantas otras
manifestaciones de resistencia al cambio, sino como una conciencia del
costo social y ecológico, de la degradación del potencial ambiental
disponible para un desarrollo más igualitario y sostenido. El
movimiento, en sus orígenes, se constituye de esta forma en un agente
de lucha por un mejor medio ambiente y calidad de vida para los seres
humanos. Es decir el movimiento nace como una acción colectiva de
supervivencia; a diferencia de otros Nuevos Movimientos Sociales que
surgen desde la reivindicación de la ciudadanía, como son los
movimientos pro derechos civiles y políticos y el movimiento feminista.
(Ramón Folch, citado en Rieschmann y Fernández Buey 1994; Gárate
2000; Leff 1985).

C. Los orígenes del movimiento ecologista/ambientalista

El Ecologismo y Ambientalismo se irán constituyendo hacia los años


setenta en la base del movimiento actual. El ecologismo será el aporte
reflexivo al movimiento integrando a la preocupación por el medio
ambiente las disciplinas que influyan en las relaciones de vida del
planeta; y el ambientalismo integrará a la preocupación medio
ambiental desde los marcos estratégicos que permitan implementar sus
posturas.

44
La unión de estas dos corrientes pone al movimiento como una opción
de cambio real, que resignifica el mundo actual proponiendo la
construcción de una nueva racionalidad en la política, la economía, lo
social y lo cultural. (Guadynas. 1994; Leff. 1985). El Movimiento
Ecologista / Ambientalista, de acuerdo a lo conceptualizado por
Fernández Buey (1994), Leff (1989) y Guadynas (1994), es el espacio en
que los actores se conjugan en la actividad movimentista luchando por
un mejor ambiente y una mejor calidad de vida para los seres
humanos. De este modo según Leff (1985), el movimiento surge como
una defensa llana de lo tradicional frente a los valores de la
modernidad; como una conciencia del costo social y ecológico; y como
una preocupación por la degradación del potencial ambiental. En este
sentido, las primeras reivindicaciones no lograron conformar un
movimiento social como tal. Aunque estas dos corrientes confluyen con
una gran fuerza posicionando el tema medio ambiental como una
preocupación de la comunidad internacional.

A partir de la década de los setentas se comienza a visibilizar a través


de ambas corrientes la grave contaminación de lagos y ríos, la
destrucción de los bosques a causa de la lluvia ácida, la desertificación
y la proliferación de la opción nuclear en el área de la energía. Este
contexto llevó a la comunidad internacional a través de Naciones
Unidas a convocar, en 1972, la Primera Cumbre sobre Medio Ambiente
Humano celebrada en Estocolmo, Suecia. Cumbre que permitirá
elaborar el programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente
(PNUMA), para enfrentar los desafíos medio ambientales por los que
atraviesa el planeta. (http://www.chilesustentable.net; Riechmann y
Fernádez Buey 1994). Si bien en esta cumbre se manifestó la
preocupación internacional por el medio ambiente, el problema
ambiental es situado como un problema casi exclusivo de los Estados
desarrollados e industrializados. Pero, aun así la cumbre es tomada
como el punto de emergencia del Movimiento Ecologista/Ambientalista.
Desde este evento ya no se hablaría más de “medio ambiente humano”,
sino de medio ambiente. Así, en la próxima cumbre realizada en Río de
Janeiro veinte años después, 1992, fue denominada como “La Cumbre
de la Tierra”. (Aldunate. 2001).

Esta mirada desconfiada, radicaba, principalmente en los contextos en


donde surgen los Movimientos Sociales Contemporáneos, ya que una
vez que las necesidades materiales han sido cubiertas, las sociedades
desarrolladas han ido avanzando hacia la tematización de nuevas
problemáticas, las necesidades inmateriales, las que son identificadas
como los derechos civiles y políticos, los derechos a la equidad social de
las mujeres, la preocupación por el medio ambiente, etc. En este
sentido los países del Tercer Mundo no llegan a ver, ni se sienten
identificados completamente con este tipo de problemáticas en sus

45
sociedades, pues la preocupación por la pobreza, el desempleo, el
hambre, etc, son de mayor importancia como para hacerse parte de los
temas de los Estados desarrollados. De este modo es posible
comprender que la preocupación social por el medio ambiente en
Latinoamérica no se da en la década de los setenta; sino que surge
hacia fines de los ochenta y principio de los noventa, cuando estos
países detectaron que las crisis ecológicas están afectando -más
directamente- a las poblaciones de los países pobres que a las
poblaciones de los países ricos, debido a la constante transferencia de
tecnología e industrias altamente contaminantes o con elevado riesgo
para la vida de la población y otras especies animales y vegetales, desde
los países ricos del Norte a los países pobres del Sur. (Rieschmann y
Fernández Buey. 1994).

De acuerdo con lo anterior, se puede señalar que el grado de desarrollo


influye en diversos aspectos medio ambientales. Los países menos
desarrollados se convierten en parte de soluciones descontaminantes de
los países más desarrollados, como basurales de sus procesos de
desarrollo. Por otra parte, la baja de los precios de las materias primas
que producen los países en vías de desarrollo hacen que la producción
aumente, sobreexplotando así la naturaleza y también a su población.
(Comisión de Desarrollo y Medio Ambiente de América Latina y el
Caribe 1992).

La preocupación medio ambiental, de esta forma, pasa a incluirse en


los países en vías desarrollo desde su relación con la pobreza. Es así
como a mediados de la década de los ochenta comienzan a surgir los
Movimientos Ecologistas/Ambientalistas en Latinoamérica, con la
tematización de la interdependencia entre el medio ambiente y
desarrollo. Desde aquí la temática ecologista/ambientalista global pasa
a introducir una nueva vertiente que conceptualiza al medio ambiente
como un potencial cultural ideológico, que debe inducir a la producción
de patrones tecnológicos alternativos y que generen nuevas estrategias
de desarrollo, ecológicamente más equilibrados, económicamente más
sostenible y socialmente más justas. (Leff .1985).

En la Cumbre de Río (1992) fue constatado el paso de la dimensión


local a la dimensión global de la crisis ambiental, explicitándose las
causas que han llevado a este deterioro. Sin embargo, las diferencias
existentes entre los países desarrollados y en vías de desarrollo son una
realidad que no permite comprometer las voluntades políticas con la
urgencia requerida por el problema. (Larraín 1993). En este sentido, en
la Cumbre de Río se logra posicionar un nuevo concepto de desarrollo.
El Desarrollo Sustentable.

46
El Desarrollo Sustentable pasa a ser, en este contexto, el eje primordial
de los Movimientos Ecologistas/Ambientalistas, en el sentido que se
debe buscar el desarrollo desde la base de satisfacer las necesidades de
las generaciones presentes, sin comprometer la satisfacción de las
necesidades de las generaciones futuras, para lo cual se requiere
emprender un cambio a nivel político, económico, social y cultural. Es
decir, una mirada proyectada hacia el futuro de los países vinculados a
la problemática.

En está década la preocupación ambiental pasa ser un tema de


relevancia social y política, para Latinoamérica y el Caribe. Es decir, es
en esta década con la celebración de la Cumbre del Medio Ambiente en
1992, los Estados y sus sociedades admiten la realidad y la crisis
existente en relación a la temática medio ambiental en sus naciones. Es
así, como lo señalan los Estados partes en la Comisión de Desarrollo y
Medio Ambiente de América Latina y el Caribe: "El modelo de
civilización que prevalece en el mundo y, que ha permitido avances
importantes al ser humano, está mostrando desde hace algunas
décadas manifestaciones inequívocas de crisis. Mientras se producen
signos de progreso en algunas áreas, aparecen claras muestras de
deterioro económico y social en otras y surgen indicios preocupantes de
degradación ambiental y situaciones que desmejoran la calidad de vida
de la población. De hecho, los problemas socioeconómicos y
ambientales amenazan la sustentabilidad del propio proceso de
desarrollo de la humanidad en el mediano y largo plazo. (…)Esta es la
percepción de nuestros pueblos y gobiernos". (Comisión de Desarrollo y
Medio Ambiente de América Latina y el Caribe 1992: 1).

Los Estados Latinoamericanos y del Caribe, desde esta cumbre, toman


un rol más activo en la temática medio ambiental generando nuevas
reglas, normas e instituciones (Guadynas 1994). Lo que viene a
repercutir en los incipientes movimientos verdes, pues los Estados, con
estas medidas, dan un paso hacia la institucionalización de las
prácticas movimentitas frenando -en alguna medida- el desarrollo de
estos movimientos. Sin embargo, el escaso desarrollo obtenido por estos
movimientos no sólo se debe a su reciente creación o a los mecanismos
medio ambientales implementados por los Estados; sino también al
hecho de que la satisfacción de las necesidades materiales es aún un
problema para estas naciones. Por lo tanto, el paso a temáticas
inmateriales como es el medio ambiente y el desarrollo sustentable,
hace que este tipo de problemáticas no sea una prioridad en lo social.
En esta dirección, algunos actores verdes señalan que el tema medio
ambiental en Latinoamérica pasa ser una preocupación de un sector
elítico medio alto, los que pueden dedicar su vida a la preocupación del
medio ambiente, sin poner en riesgo su estabilidad económica. Si bien
existe un sector que componen estos movimientos y que no provienen

47
de estos estratos, son por lo general sectores que están directamente
afectados por alguna crisis ecológica, por lo cual se integran desde su
inmediatez como sujetos- víctimas del daño ambiental. Así, los temas
globales estarán puesto desde la clase elítica y los temas locales serán
una prioridad más ligada con sectores locales o de base.

D. El escenario nacional: Del Régimen Militar a los Gobiernos de la


Concertación

El marco donde se sitúa el surgimiento del Movimiento


Ecologista/Ambientalista en Chile es caracterizado por la mayoría de
los investigadores como un período altamente conflictivo, en el cual el
país pasa de un Régimen Militar a un Régimen Democrático en el que
adquiere gran importancia la sociedad civil. La intensa movilización de
diversos tipos de movimientos sociales en oposición al Régimen Militar,
vivido desde 1973 hasta 1989, es identificada por los distintos
investigadores como un proceso de “reforzamiento de la sociedad civil” o
de “resurrección de la sociedad civil” o de la “múltiples acciones
referidas al marco institucional”. Chile sufrió la desorganización y
destrucción de la sociedad política y la sociedad civil por medio de la
fuerza militar y la coerción institucional, mas se generaron nuevas
formas de organización social entre los que se sitúan los Movimientos
Sociales Contemporáneos. (Bejar y Fernández. 1990).

El contexto nacional donde se insertan los Movimientos Sociales


Contemporáneos comienza a generarse a mediados de la década de los
setenta. Si bien el movimiento en estudio surge a mediados de la
década de los ochenta, es en la década de los setenta donde se gestan y
confluyen los distintos elementos que permitirán su nacimiento.

A principio de la década de los setenta, Chile se ve enfrentado a un


golpe de Estado inducido por las Fuerzas Armadas del país. Se instaura
una dictadura militar encabezada por el General Augusto Pinochet
Ugarte. Con esta dictadura se establece, a juicio de Moulian (1997),
una revolución capitalista que a través de estrategias políticas,
económicas y sociales intentó destruir la construida por el gobierno del
derrocado presidente Salvador Allende.

Esta destrucción y cambio, intentó dar un nuevo rol a las Fuerzas


Armadas, con el fin de justificar su intromisión en la esfera política-
institucional. (Boeninger 1998). Es así como se pone a las Fuerzas
Armadas como garantes de la democracia. Sin embargo, esto no
justificaba su permanencia dentro del primer poder del Estado, por lo
cual se ve en la necesidad de incorporar un segundo elemento, la
seguridad nacional. Este elemento le otorga a las Fuerzas Armadas la

48
función y el deber de reestablecer la tranquilidad y la seguridad de la
ciudadanía, por ende debían detentar el poder en nombre de vigilar y
garantizar el orden social.

La seguridad nacional no sólo reafirma a las Fuerzas Armadas en el


poder, sino que da paso a la justificación para la violación de los
Derechos Humanos. (Boeninger 1998). Es así como este régimen
político, en nombre de la seguridad nacional debe combatir al enemigo
interno, el que, según la visión del nuevo Régimen, llevó a la ruina al
país. Este enemigo interno era conceptualizado desde los adeptos al
gobierno de la Unidad Popular que poseían ideologías de izquierda y a
todos aquellos actores que se manifestaran o se sospechará que
estaban en contra del Régimen Militar. (Moulian. 1997).

“El golpe militar no sólo significó poner fin a una larga tradición
democrática, sino a una tradición igualmente larga de control de los
partidos políticos sobre las organizaciones sociales.(...) Los partidos
ofrecían apoyo político y ayuda organizacional, jurídica y a veces
también financiera y, a cambio exigían adhesión y disponibilidad en
acciones propagandísticas y en las opciones estratégicas y tácticas. Un
complemento a esta influencia de los partidos políticos era el fuerte
enfoque hacia el Estado en prácticamente todas las movilizaciones
sociales. Los partidos funcionaban como intermediarios brokers, frente
al Estado”. (Salam. 1998: 92).

En la década de los ochenta el Régimen de Pinochet realiza un


plebiscito1 que da origen a una nueva constitución, la Constitución de
1980, y a un nuevo régimen político: el Régimen Autoritario de Augusto
Pinochet. Este referéndum es el instrumento con que las Fuerzas
Armadas, en general, y Augusto Pinochet, en particular, dan
legitimidad a este Régimen, siempre antidemocrático, pero ya no como
una simple dictadura, sino que autoritario, marcando una división del
mandato de Pinochet en dos períodos, obedeciendo así a una forma
conceptual y legal de entender los regímenes políticos; más es un sólo
período visto desde el ángulo de los liderazgos y ejercicio del poder.

Luego de la legitimación y justificación, esta revolución, según señala


Tomás Moulian (1997) adopta como objetivo instaurar el modelo
económico neoliberal. La instauración de este modelo es encauzado
primeramente por las Fuerzas Armadas, en especial la Marina, sin
embargo la falta de experiencia dejaron entre ver malos manejos. Con

1 Plebiscito reconocido por muchos/as actores/as políticos/as como un proceso electoral


fraudulento.

49
estos antecedentes y el reconocimiento de la incapacidad de sobrellevar
la situación económica y dirigirla hacia la instalación de un nuevo
modelo, el neoliberal, aparecen algunos economistas de derecha
ofreciendo sus servicios al nuevo Régimen. Estos asesores económicos
serán conocidos, hasta la actualidad, como los Chicago Boys y fueron
ellos, los que entrada la década de los ochenta tomarán las directrices
económicas del país. (Boeninger. 1998).

La nueva política económica trajo consigo una violenta redistribución


del ingreso, privilegiando a los sectores más acomodados. Esto fue
acompañado del silenciamiento de los más pobres a través de prácticas
del terror: persecuciones, encarcelamientos, torturas, desapariciones y
ejecuciones de los partidarios del gobierno depuesto. Además, como
señala Guillaudat y Mouterde (1998) esta política produjo una caída del
Producto Nacional Bruto y una reducción en el gasto social del Estado.

Junto con ello, en este período se produce un fuerte impulso a las


políticas de explotación de materias primas y concentración de la
propiedad de los recursos naturales, revirtiendo los incipientes
procesos de industrialización del período inmediatamente anterior.
Reformas legales conducentes a fomentar la inversión extranjera;
incentivos a la explotación forestal; facilidades para la concesión de
empresas mineras; reforma al código de aguas y reforma al Régimen de
propiedad de la tierra, son parte de este proceso conocido como “ajuste
estructural” y que sienta las bases de lo que será el patrón de desarrollo
económico y productivo del período post dictatorial.

Todo lo anterior caló fuertemente en las estructuras sociales, dejando


una gran masa de desempleados. Desempleo que comenzaba a dar una
mala imagen de Chile en el exterior. La nueva situación que el gobierno
de Pinochet enfrentaba fue lo que llevó a que el Régimen creará el
sistema de mínimo trabajo garantizado (PEM y PHOJ)2, quitando los
derechos sindicales y de huelga e imponiendo un nuevo sistema de
salarios y empleos a los trabajadores . (Guillaudat y Mouterde 1998).
Aprovechando las prácticas de represión y la desarticulación vivida en
la sociedad civil y mundo sindical.

Si bien la Dictadura Militar y el Régimen Autoritario de Pinochet


intentaron eliminar toda articulación u organización social existente,
estas no se acabaron del todo, sólo se canalizaron hacia otros ámbitos.
Es así como hacia fines de la década de los setenta y principios de la
década de los ochenta comienza a surgir un nuevo patrón de acción
colectiva. “Estas organizaciones no se caracterizaban por su orientación

2Trabajo que consistía en trabajar 15 horas semanales con una paga de un tercio de
salario mínimo.

50
hacia el Estado, por acciones dirigidas hacia “afuera” y por su lealtad a
partidos políticos. Generalmente era de tamaño reducido, sobre todo
apegadas a estrategias de autoayuda, de carácter informal y
participativo e independientes de las influencias ideológicamente
coloreadas por la política partidaria”. (Salam. 1998: 93).

En los regímenes no democráticos este tipo de movimientos aparecieron


como expresiones de oposición, como expresiones democratizadoras,
aunque en realidad siempre lo eran. (Jelin. 1994). “Se separaba y se
preveía que estas nuevas formas de organización no resultarían tan
sólo una “expresión de crisis”, sino la cuna de una nueva cultura
política en la que la participación, la solidaridad, la democracia de base,
la autonomía y la pequeña escala desplazarían a las antiguas
tradiciones de movilizaciones de “arriba hacia abajo”, al mando de las
cúpulas, a la fijación en el Estado y al integracionismo conformista. Las
organizaciones demostraban nuevas prácticas, y también nuevos
actores y nuevos valores. Y al contrario de la aceptación del mando de
la política partidaria, ahora se apreciaba la autonomía, la autogestión y
la participación activa. Parecía que se trabajaba en pleno en los bloques
de construcción de una “democratización desde abajo”. (Salam. 1998:
93).

La recomposición de la solidaridad social, entonces, más que un mero


fenómeno de crisis, más que una táctica temporal de sobrevivencia fue
interpretada como una búsqueda de nuevas formas de expresión
democrática del movimiento social. No se trata solamente de la
preservación de estas organizaciones después de la democratización,
sino que de la búsqueda de nuevas formas de acción (Valdés. 1986).
“(...) Así las organizaciones significaban una promesa para toda la
sociedad chilena, en que su importancia como organizaciones iba más
allá de la mera sobrevivencia”. (Salam. 1998: 94).

La década de los noventa estuvo marcada por los esfuerzos e intentos


de una reconstrucción democrática del país. En 1988 se realiza el
plebiscito recordado hasta hoy como “el del SI y el NO”, cuyo objetivo
era forzar la salida de Pinochet a través de los sufragios. Gana la
opción del NO, es decir, la ciudadanía se manifestaba en contra de la
permanencia de Pinochet en el gobierno y por ende este Régimen
Autoritario debía llamar a elecciones presidenciales democráticas.
Posteriormente se realizan los comicios presidenciales y con ello
comienza la instauración del Régimen Democrático liderado por Patricio
Aylwin. El nuevo Presidente, activo militante de la Democracia
Cristiana, fue respaldado por una emergente coalición política. Se
unen 17 partidos políticos y se autodenominan “Concertación de
Partidos por la Democracia”. Así se da término al gobierno de Pinochet
con la salida de éste del poder Ejecutivo. Sin embrago, está salida no

51
implica su ausencia de la esfera pública y política del país, debido a que
Pinochet ya había dejado el gobierno con una serie de garantías que le
iban a permitir seguir presente en la esfera pública y política. Con la
Constitución de 1980, aseguró su permanencia pública como
Comandante en Jefe del Ejército y, posteriormente, cuando sus
funciones militares cesaran éste pasaría a conformar parte de la
estructura legislativa. Pinochet se convertiría en un Senador Vitalicio
que actuaría dentro del Congreso Nacional. De este modo y a juicio de
Guillaudat y Mouterde (1998) Pinochet continuó imponiendo su
voluntad al interior de los primeros Gobiernos de la Concertación.

El Gobierno de Patricio Aylwin se inicia después de 17 años de un


régimen político no democrático (dictadura y Régimen Autoritario). En
este período Aylwin se encontró con ausencia de oposición, ya sea por
el aquietamiento social provocado por el Régimen liderado por Pinochet,
como por la identificación con el nuevo régimen por parte de aquellos
que lucharon por recuperar la democracia. Se había perdido, en gran
parte, la actividad organizacional y movimientistas que existió hacia
fines del Régimen Pinochetista. Dicha situación acompañó, también, al
siguiente gobierno concertacionista, el de Frei Ruiz-Tagle (Guillaudat y
Mouterde. 1998; Fernández. 1998).

En el plano económico, el Gobierno de Aylwin se encuentra con un


modelo neoliberal ya instalado por la dictadura y con un crecimiento
sostenido del 6%. En este escenario, la década de los noventa se orientó
a consolidar el modelo económico neoliberal. Cuestión que no tuvo gran
revuelo social dado el clima de paz, motivado principalmente por la
escasa articulación y presión que podían ejercer los sectores obreros y
populares después del Régimen Militar. El patrón de crecimiento
económico se basa en el desarrollo sostenido del sector exportador,
basado en la producción y exportación de materias primas o
commodities, principalmente en torno a cuatro sectores: minero,
agrícola, pesquero y forestal. Sin embargo, los impactos sociales de este
modelo de desarrollo no resultan inmediatamente perceptibles, debido a
que en términos reales, los indicadores de bienestar social tienden a
mejorar. El nivel de desempleo con que se comienza está década
alcanza a un 15%, lo que se reduce entrada la década de los noventa a
un 6%, considerada una cifra de pleno empleo en términos
macroeconómicos. Se generan nuevas fuentes de trabajo, en el marco
del crecimiento económico nacional y global. Situación que reduce
considerablemente la población que vive bajo la línea de pobreza. De
este modo la Concertación de Partidos por la Democracia asume un
gobierno en una coyuntura política y económica en extremo favorable.
(Guillaudat y Mouterde 1998; Vial 1998)

52
Si bien el panorama de esta década se presenta favorable para los
Gobiernos de la Concertación, existen algunos problemas provocados
por la dictadura y el gobierno autoritario de Pinochet que los nuevos
gobiernos deben cargar en sus espaldas, pero que no logran dar con
una solución real. Chile, a mediados de la década de los noventa,
comenzaba a sentir un malestar en torno a los temas de equidad social,
justicia en la distribución del ingreso, la violación a los derechos
humanos, la deuda social, los costos ambientales del modelo productivo
y las discriminaciones de género.

A mediados de esta década de los noventa los gobiernos democráticos


intentaron tratar algunos de estos temas bajo el concepto cepaliano de
equidad. Desde este concepto, según lo señala Meneses y Fuentes
(1998), el Estado intenta incluir a todos los sectores sociales al
crecimiento económico que vive el país y adscribe a las declaraciones
internacionales que apuntan a otorgar una mayor sustentabilidad al
desarrollo (Agenda 21. 1992). Junto con ello, los gobiernos del período
manifiestan –explícitamente- la decisión de corregir las fallas
provocadas por el mercado en torno a los grupos marginados por éste.
Es decir, se establece, en la agenda de gobierno, los temas de la
distribución del ingreso, la deuda social y la equidad social. Sin
embargo, la dificultad de resolver estos temas junto a la no
incorporación de otros temas relevantes para la sociedad, van
ahondando el malestar de aquellos que se sienten motivados o
afectados por estas problemáticas que no son incluidas, discutidas y
menos resueltas.

Dentro de este contexto nacional e internacional, resulta interesante


ver como se insertan los Movimientos Sociales Contemporáneos en
Chile, principalmente, el caso particular del Movimiento
Ecologista/Ambientalista.

53
CAPÍTULO III

EL MOVIMIENTO ECOLOGISTA/AMBIENTALISTA CHILENO: SURGIMIENTO Y


DESARROLLO.

A. Los primeros atisbos medio ambientales: de los cincuenta a los


setenta

1. La política intervencionista de Estados Unidos y las estrategias para


superar el subdesarrollo.

Desde el término de la Segunda Guerra Mundial hasta el derrumbe de la


Unión Soviética, el mundo se divide en dos bloques diferenciados por sus
concepciones políticas, económicas e ideológicas. El centro político de cada
bloque estaba representado por los Estados Unidos y la Unión Soviética.
Cada centro tratando de ampliar su área de influencia, lo que da origen a
la llamada Guerra Fría, cuya estrategia fue mantener el equilibrio entre
ambos bloques, a través de la amenaza nuclear (www.artehistoria.com).

En Latinoamérica los Estados Unidos desarrolló una política destinada a


consolidar su influencia su hegemonía en la región. Según, Aylwin,
Bascuñan y otros (1996) esta política estuvo dirigida a introducir medidas
destinadas a encaminar a los países en desarrollo, hacia una modelo de
corte capitalista”.

Chile ve en Estados Unidos un potente “aliado” que podría otorgarle


elementos que le permitirían superar las condiciones de subdesarrollo en
las que se encontraba sumergido. Es así, como Chile se une a la misión
Klein Saks y se hace parte de la Alianza para el Progreso. La primera es
una firma de asesores estadounidenses que, durante el Gobierno de Carlos
Ibáñez del Campo (1927-1931), intentaron crear estrategias que
permitieran a Chile salir de la crisis económica que estaba llevando al país
a una crisis social y política. La segunda, se lleva a cabo durante la década
de los sesenta y tenía por objetivo impedir que el ejemplo de Cuba se
multiplicará en la región, proponiendo entonces la modernización de las
estructuras del país y mejorar la calidad de vida de la población. (Aylwin,
Bascuñan, Correa, Gazmuri, Serrano y Tagle. 1996)

El Estado chileno, en este período, es un Estado con ingerencia económica


y social fuerte. Este Estado tiene la preocupación por promover el
desarrollo a través de la industria estatal. Esta estrategia se puede ver
reflejada en la capitalización nacional anual, donde el porcentaje
correspondiente al Estado se incrementa de un 40% en 1955 a un 74% en

54
1969; mientras el porcentaje privado sólo se incrementa en un 3,2%.
(Aylwin, Bascuñan, Correa, Gazmuri, Serrano y Tagle. 1996).

Todo este contexto lleva a la emergencia de la temática medio ambiental en


Chile desde dos actores: El Estado y las organizaciones sociales. El Estado
se introducirá en esta temática desde lo que será la promoción y desarrollo
de la industria en Chile. Las organizaciones se conformará en torno a esta
temática desde los perjuicios causados por la industria y el accionar del
hombre sobre la naturaleza y el mundo en general.

2. El Estado: Administración y gestión de recursos para el desarrollo.

Los recursos naturales comenzarán a jugar un rol fundamental para el


Estado, como respaldo a las políticas desarrollistas, cuya referencia
política e ideológica, más relevante, será la Alianza para el Progreso. En
esta década, el Estado es cada vez más interventor en diversas áreas, pero
particularmente en la industrialización del país. Tiene el monopolio de la
administración, gestión y de las decisiones sobre el uso y exportación de
los recursos naturales. En este sentido el medio ambiente -o el ecosistema-
jugará un rol fundamental. Un ejemplo elocuente lo constituye el discurso
a la Patria Joven de 1964 del Presidente Eduardo Frei Montalva: “¡¿Qué
nos dice la tierra chilena?. ¡Cuídame! Para que yo no me vaya hasta el mar
y se queden ustedes sin territorio que cultivar. ¿Qué nos dicen los ríos?
¡Sujéteme! Porque cada litro de mi agua es para fecundar la tierra. ¿Qué nos
dicen los árboles?. ¡No me quemen, no me destrocen inútilmente, porque hay
muchos años en mi corazón para servirte, para traerte lluvia, para sujetar
desiertos, para regular tus ríos!”. Aldunate. 2001:155;
www.plataformachile.uchile.cl).

En este marco el Estado creará una institucionalidad destinada a


gestionar los recursos naturales en pos del desarrollo. Entre estas
instituciones se encuentran: el Instituto de Investigación de Recursos
Naturales IREN (1964), el Instituto de Fomento Pesquero IFOP (1967), el
Instituto Forestal INFOR (1967), el Instituto de Investigaciones Geológicas
(1967) y el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (1967).

3. Emergencias de las primeras organizaciones chilenas


ecologista/ambientalistas.

Desde mediados de los años cincuenta hasta la década de los sesenta,


emergen en Chile las primeras organizaciones civiles ligadas a la
preocupación y conservación del medio ambiente. En este período surgen
tres corrientes fundamentales para el desarrollo del pensamiento
ecologista/ambientalista: El Ecocentrismo, el Ambientalismo y Los Nuevos

55
Espiritualismos. De estas tres corrientes algunas reflexiones estarán en la
base de lo que constituirá el futuro Movimiento Ecologista/Ambientalista.

• El Ecocentrismo

En el año 1955, el abogado Godofredo Stutzin creó la Unión de Amigos


de los Animales. Esta será la primera organización ecologista que surge
en Chile. En el año 1961, organiza la primera campaña que sitúa a los
animales como parte integrante del mundo y por ende como otro
elemento tan importante como la humanidad. En 1963 esta
preocupación por los animales se amplía a toda la naturaleza, proceso
que culmina en la fundación, en 1968, del Comité pro Defensa de la
Flora y Fauna (CODEFF). (Aldunate. 2001).

Estas primeras instituciones tienen un marcado carácter ecocentrista,


lo que significa la asignación a la Flora y Fauna, un valor más allá de
lo meramente económico poniendo a la naturaleza en un status similar
al de la especie humana. Una muestra de ello, son las acciones
emprendidas por el abogado Stutzin, quien busca a través de
mecanismos legales otorgarle “derechos” a la naturaleza, delineando
así, una perspectiva conservacionista ecocéntrica. Esta mirada
cuestionará el desarrollo del país desde la conservación y el cuidado del
medio ambiente al asignar a éste un valor en sí mismo que no puede
ser dejado de lado en la implementación de políticas de desarrollo
económico y social de Chile.

• El Ambientalismo

El nacimiento de la perspectiva ecocentrista estimula -hacia mediados


de la década de los sesenta- el desarrollo de un nuevo pensamiento
medio ambientalista al interior de la academia. Una nueva corriente
basada en la problematización del gigantismo y segregación de las
ciudades modernas, pero desde una perspectiva más ilustrada. Este
pensamiento lleva a Guillermo Geisse -en la Universidad Católica- a
crear el Centro Interdisciplinario de Desarrollo Urbano y Regional
(1965). Geisse se convierte así, en un actor medio ambiental
articulador de tres factores primordiales en la época para el desarrollo
de una nueva visión. Incluye en su perspectiva la ciencia, la política y la
empresa, induciéndolo, en 1979, a crear un prolífico nido de reflexión
medio ambiental: el Centro de Investigación del Medio Ambiente
(CIPMA). (Aldunate. 2001). Con esta perspectiva academicista se dará
origen a lo que posteriormente fue denominado como “Ambientalismo”.
Esta mirada se plantea desde una perspectiva más integradora de
factores universales en el proceso de desarrollo del país. Es por eso que
conjuga el desarrollo, la ciencia y el medio ambiente.

56
• Los Nuevos Espiritualismos

A fines de la década de los sesenta emerge una nueva expresión medio


ambiental denominada Nuevos Espiritualismos. Los Nuevos
Espiritualismos en Chile, responden a una reflexión que se desarrolla
en un ambiente tensionado tanto nacional como internacionalmente
por la Guerra Fría. Son una alternativa al movimiento hippie mundial,
que nace en el mismo contexto. Los Nuevos Espiritualismos constituyen
la base de lo que será el movimiento pacifista y el Movimiento
Ecologista/Ambientalista de la década de los setenta y ochenta.

Si bien esta corriente no tiene una preocupación medio ambiental


propiamente tal, de alguna u otra forma se liga a ella a través de los
mapas cognitivos que propugna, siendo su máxima exponente, en
Chile, Elena Jacoby de Hoffmann, más conocida como Lola Hoffmann.
Ella desarrolla hacia fines de los setenta una fuerte crítica social bajo
tres dimensiones: El proceso de individuación relacionado con las
técnicas de crecimiento interior del ser humano y cuyo objetivo es
alcanzar la paz que podría llevar a la humanidad a encaminarse hacia
la construcción de la paz mundial. El segundo aspecto propugnado por
Hoffmann es “la denuncia del patriarcado” responsable de guiar al
mundo hacia una carrera armamentista y de terror nuclear. El tercer
elemento de esta corriente es la mirada holística o ecocentrista: donde,
según Lola Hoffmann, bajo la reflexión del ecocentrismo se puede
percibir al planeta como un gran todo de interconexiones. Este
elemento augura una nueva etapa para la vida planetaria, donde la
humanidad no será el único protagonista sino que será parte de un
todo, es decir, del planeta. (Aldunate. 2001).

4. El subdesarrollo versus la problemática ecologista/ambientalista.

Las instituciones medio ambientales –o ecologistas- surgen entre los años


cincuenta y sesenta en un contexto político, social y económico centrado
en la preocupación por superar el subdesarrollo y sus consecuencias. La
pobreza y desigualdad producto del subdesarrollo provoca, en el
continente y en Chile, crisis sucesivas que constituyen un desafío y una
oportunidad política para las incipientes organizaciones verdes chilena de
constituirse como un eje político con capacidad de posicionar en el espacio
público la preocupación y la sensibilidad ecologista/ambientalista. ¿Cuáles
son las razones que impiden constituirse en acción colectiva?.

Las características del Estado chileno de la época con fuerte ingerencia


social y económica, le permite implementar políticas en los distintos
ámbitos desde la lógica del desarrollo industrial, lo que necesariamente
implicaba la intervención medio ambiental. Esta hegemonía Estatal sobre

57
la administración y gestión de los recursos naturales y sobre la
“concepción de desarrollo”, los imperativos que las consecuencias del
subdesarrollo plantean más la ausencia de una sensibilidad social sobre
los impactos de la industrialización sobre el medio ambiente y/o la
incapacidad o imposibilidad de elaborar un discurso cautivador de
audiencia, impiden que estas emergentes organizaciones cristalicen en un
movimiento social. Así las primeras demandas verdes no logran permear la
sociedad chilena de la época ni posicionar en ella los marcos
interpretativos que propugnaban.

El período que va desde los años cincuenta hasta fines de los sesenta
terminará sin embargo con algunos logros que constituirán la génesis de lo
que actualmente representa y significa el Movimiento
Ecologista/Ambientalista. Cada organización desarrollará una temática
particular y un primer elemento de consenso. Las diferentes
organizaciones ecologistas/ambientalistas van a ir sistematizando una
estrategia común a partir del consenso en la necesidad de desarrollar
actividades de protección y conservación de las especies en peligro. Así, se
desarrollan centros de reflexión y de protección y más tarde, de
conservación.

Respecto de las temáticas particulares de cada organización, hay que


señalar que la visión ecocentrista va a privilegiar y desarrollar la
preocupación por la protección y posteriormente conservación animal y
vegetal.

La perspectiva ambientalista va a caracterizarse por su reflexión respecto


de la ciudad y de la vida citadina, se mantiene centrada en la academia y
no logran traspasar este espacio. Sin embargo esta perspectiva va dar
origen a una vertiente importante del Movimiento Ecologista/Ambientalista
y aportará el estudio del impacto que el desarrollo de las ciudades tiene
en el medio ambiente y en la calidad de vida de las personas.

Los Nuevos Espiritualismos, luego de un éxito relativo, que en Chile


coincide con época de mayores tensiones políticas, tienden a desaparecer
de la escena pública, pero constituyeron un espacio del que saldrán buena
parte de los liderazgos actuales del movimiento.

Finalmente es necesario señalar que estas diferentes perspectivas no


constituyen tendencias monolíticas. Se trata más bien de “sensibilidades”
que comparten un núcleo de interés común que los diferencia de las otras
perspectivas.

En definitiva, la problemática del subdesarrollo, a través de lo que son las


carencias de las necesidades materiales que el país enfrentaba en ese
entonces, no da cabida a las temáticas medio ambientales que traían a la

58
escena social las demandas por necesidades de tipo inmateriales. Chile en
este período, no se encontraba preparado para dar el paso de las
necesidades materiales a las necesidades inmateriales y, desde esta misma
lógica no existen elementos que permitan vincular los impactos del
desarrollo industrial local con los impactos globales, que este modelo de
desarrollo tiene. Es decir, mientras no se solucionen las necesidades
materiales locales más urgentes, difícilmente se podía pasar a tematizar
necesidades inmateriales y globales. Pero, como se verá más adelante, se
podrá encontrar fórmulas que logren unir ambas necesidades en un
mismo marco interpretativo.

B. La polarización política, el nuevo modelo económico y


guetthoización del movimiento

1. La conquista democrática del sueño socialista y el temor intervensionista


estadounidense.

En el marco de lo que fue el extenso período de la denominada guerra fría,


en América Latina la adopción de un modelo anticapitalista y anti-
estadounidense por parte de Cuba (1959) va a justificar el
intervencionismo que los Estados Unidos desarrollarán en la región.

En este contexto el triunfo de la Unidad Popular en Chile que lleva, en


1970, a la presidencia a Salvador Allende, cuyo programa de transición al
socialismo constituye un punto de preocupación mayor para los Estados
Unidos que teme se conforme al sur del continente una nueva referencia
anticapitalista y anti-estadounidense que pusiera en peligro su hegemonía
política y económica en la región.

Aunque el gobierno de Allende y el proyecto político de la Unidad Popular


se propone desarrollar un socialismo “a la chilena” a través de la vía
pacífica, esta “revolución”, desde el punto de vista ecologista/ambientalista
no tiene mayor impacto, pues este modelo mantiene los mismos
parámetros para la explotación de recursos naturales.

A nivel internacional, en este mismo período, comienza a desarrollase una


opinión pública que se manifiesta frente al deterioro y degradación
ambiental. La contaminación que provoca el desarrollo industrial generará
una preocupación en las sociedades de los países desarrollados
impulsando la organización de la sociedad civil y el desarrollo de las
primeras acciones colectivas en los países desarrollados. Estas acciones
colectivas salen del estricto marco conservacionista, pasando a
constituirse en acciones ecologistas / ambientalistas, propiamente tales.
Es decir, buscan ejercer un cambio en algún plano de la sociedad (político,

59
económico, social o cultural) y no sólo proteger o conservar el medio
ambiente.

La creciente evidencia sobre los efectos negativos que tiene la


contaminación industrial en la vida del planeta, lleva a la Comunidad
Internacional a realizar en 1972 el Primer Encuentro sobre El Medio
Ambiente Humano en Estocolmo, Suecia. En este encuentro se comienza a
tematizar la problemática medio ambiental, pero esta tematización tiene su
origen en los países desarrollados, donde los países subdesarrollados
interpretan esta preocupación como un nuevo mecanismo de los países
desarrollados para mantener la brecha entre el desarrollo y el
subdesarrollo. De este modo la preocupación medio ambiental no tiene
cabida social ni política dentro de los países subdesarrollados como Chile,
aunque el Gobierno de Allende no se pronunciará claramente al respecto.
Sin embargo, el Gobierno de la Unidad Popular integra una perspectiva
conservacionista antropocéntrica, cuyo objetivo es la conservación para el
desarrollo futuro de la humanidad. Es así como en 1972 se crea la
Corporación Nacional Forestal (CONAF). Con la creación de esta
Corporación el Estado agrega a su lógica industrial un elemento de la
perspectiva medio ambiental. La adopción de esta medida no está
seguramente ajena al Encuentro de 1972 en Estocolmo.

La polarización política que se genera durante el Gobierno de la Unidad


Popular, provoca una de las crisis políticas, económicas e institucional
más grave que ha vivido Chile. La oposición entre dos modelos de
desarrollo en el contexto de la guerra fría desata una violencia política que
termina por ser la sola forma de resolución de los conflictos. Es la ocasión
en que los Estados Unidos decide comprometerse en la salida a la crisis,
pesando con todo su poder político, económico al derrocamiento del
gobierno constitucional de Salvador Allende. El fantasma de Cuba
comienza a incidir en la correlación de fuerza dentro de Chile y en la
región.

En cuanto a las organizaciones ecologistas podemos señalar que se


abstienen de participar en el conflicto y se repliegan para desarrollar sus
propias estrategias. El Conservacionismo-Ecocéntrico se desarrolla en
Chile en este período, principalmente a través del Comité Pro Defensa de la
Flora y Fauna (CODEFF). Esta institución centró su trabajo en cuidar y
proteger especies que comenzaban a ser amenazadas por la explotación de
los recursos naturales.

En cuanto a Los Nuevos Espiritualismos, la tensión de la guerra fría en el


escenario nacional da origen a dos nuevas organizaciones pertenecientes a
esta vertiente y una de ellas estarán al origen de partidos políticos aún
vigentes: La primera iniciativa fue el Movimiento Silo, fundado por el
argentino Mario Rodríguez y que será la cuna del Partido Humanista,

60
otros miembros de Silo fundarán el partido Los Verde hacia fines de la
década de los ochenta. La segunda iniciativa que es el Grupo Arica,
creado por el boliviano Oscar Ichazo. Este grupo estuvo principalmente
orientado a promover la vida en comunidad, la meditación y el ayuno en el
desierto.

Finalmente como para la década anterior, este período se caracteriza por


una movilización permanente y de deliberación, pero en los marcos del
debate de la oposición entre izquierdas y derechas que como en la década
anterior no permite la emergencia de una posición
ecologista/ambientalista en el debate nacional. La fuerza de la oposición
socialismo/capitalismo, Estados Unidos/Unión Soviética ocupa todo el
espacio político. Este enfrentamiento escapa a la lógica Ecocentrista
propugnada por el Comité Pro Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF) y a
la de Los Nuevos Espiritualismos. El clima nacional por una parte, el
enjuiciamiento de la temática medio ambiental por parte de los países del
tercer mundo y los marcos interpretativos de los
Ecologistas/Ambientalistas chilenos por otra parte, impide el desarrollo
de esta temática y lleva a las organizaciones a guetthoizarse y a desarrollar
su trabajo al interior de sus instituciones.

C. El quiebre de la democracia y el nacimiento del nacionalismo verde

1. El deterioro de la economía internacional y el impacto en los países en


desarrollo.

Hacia inicios de la década de los setenta, en el plano económico, se


registra un incremento del precio del petróleo lo que lleva a una
sobreoferta de este producto. Para paliar la sobreoferta se deposita una
fracción significativa de capitales en la banca internacional. Cuestión que
unida al déficit comercial de Estados Unidos provoca un incremento del
precio del dólar. Por otra parte Estado Unidos presenta un déficit público
el cual debe ser cubierto por flujos financieros provenientes del exterior.
Este contexto económico provocó una disminución de los préstamos a los
países en desarrollo y un alza en los términos de intercambio, que se
tradujo en una disminución de la capacidad de pago de los préstamos
anteriores por parte de los países en desarrollo y por ende en un aumento
del endeudamiento externo de éstos. Todo esto sin contar que muchos de
los préstamos solicitados por estos países fueron utilizados en proyectos
inviables y de escasa sostenibilidad. (Comisión de Desarrollo y Medio
Ambiente de América Latina y el Caribe 1992).

La dependencia de los países de América Latina respecto de los Estados


Unidos unida a la crisis económica internacional aumenta la brecha

61
económica y tecnológica entre los países desarrollados y los en vía de
desarrollo.

2. Quiebre institucional, nuevo régimen político, nuevo modelo de desarrollo


económico: El neoliberalismo

En el plano nacional la segunda mitad de la década de los setenta


comienza, desde una perspectiva socio-histórica, con el quiebre de la
democracia y la instauración de una Dictadura Militar. El apoyo brindado
por la política intervencionista de los Estados Unidos en la instauración
del nuevo Régimen Autoritario, pone al Estado chileno en situación de
gran dependencia política y económica respecto del primero. La
instauración, por parte del gobierno militar, de un modelo de desarrollo
neoliberal en lo económico trae profundas consecuencias que amplían la
brecha económica al interior del país, empujando al empobrecimiento a
vastos sectores sociales. La política económica neoliberal transforma
profundamente el rol del Estado y las responsabilidades que hasta
entonces tenía en la elaboración de políticas públicas destinadas a
disminuir la brecha social

El proyecto político y económico de la dictadura se elabora durante los


primeros años del gobierno militar. Finalmente la lucha por incidir en el
nuevo Régimen Autoritario deja rápidamente fuera de combate el proyecto
democratacristiano. Quedan en carrera, una oligarquía terrateniente
profundamente conservadora representada por el partido nacional y por
liderazgos como el de Onofre Jarpa. Otro sector en lucha por la hegemonía
política y económica está representada por los sectores nacionalistas y
gremialistas. Esta lucha por la influencia en el Régimen Autoritario se
salda a favor de los gremialistas y su líder Jaime Guzmán, apoyado, en lo
económico, por una joven generación de economistas neoliberales. Este
bloque en el poder, va modificar profunda y durablemente la
institucionalidad del país tanto en lo político como en lo económico. Esta
revolución sin embargo solo será posible por el aniquilamiento de la
oposición política y sindical.

La administración económica del país suscita y/o promueve el


endeudamiento estatal y privado tomando el riesgo de asumir una crisis
económica de grandes proporciones que finalmente se desata en los
ochenta. En la primera mitad de la década de los ochenta Chile registra
una de las peores recesiones económicas. “El PGB cae 15%, la industria y
la construcción experimentan contracciones superiores al 20%, el
desempleo efectivo alcanza el 30%, el número de quiebras de empresas se
triplica, el Banco Central pierde más del 45% de sus reservas
internacionales y la “cartera mala” del sistema financiero privado alcanza
en promedio casi a triplicar el nivel de su capital. El Banco de Chile y el

62
Banco Santiago, las dos entidades principales, tienen pérdidas
equivalentes a 4 a 5 veces su capital” (Meller. 1996: 234-235).

El modelo neoliberal promueve una economía abierta que invita a la


inversión extranjera sin medidas de protección, la que se vuelca a la
explotación acelerada de los recursos naturales tradicionales como la
minería, pero también de los recursos agropecuarios, hídricos, forestales,
con el impacto medioambiental correspondiente a esta explotación
indiscriminada de los recursos. Como indica Meller (1996) la exportación
de cobre aumentó en este período del 14% al 20%; la actividad agrícola se
consideró como un ámbito altamente rentable y los empresarios agrícolas
estaban dispuestos a introducir tecnologías modernas para poder competir
en los mercados internacionales. Por otro lado, la producción en el área
forestal obtuvo subsidios directos, los que al comienzo de la actividad
productiva resultaban claramente un atractivo mayor para el sector
privado que el uso de un incentivo tributario, para el cual había que
esperar más de 15 años; y en el caso de la pesca, el libre acceso a los
recursos marinos estimuló la actividad pesquera. Es decir, una de las
estrategias utilizadas por el gobierno de Pinochet frente a la crisis fue el
aumento de la explotación de recursos naturales para la exportación. Es
así como el 70% de las exportaciones industriales en este período
estuvieron relacionadas con materias primas de recursos naturales
existentes. (Meller 1996).

Paralelamente, se reducía el rol y poder del Estado a su mínima expresión,


aunque debió respaldar frente a las finanzas internacionales la deuda
privada, eliminando gran parte del gasto social de las políticas públicas, lo
que deja en el mayor desamparo a los sectores medios y a aquellos que se
encuentran bajo la línea de pobreza. Entre las principales medidas se
encuentra la disminución del gasto público -ya mencionado- se desregula
la economía, se privatizan empresas estatales y se buscará una mayor
explotación de los recursos naturales. (Moulian 1997; Valenzuela 1996;
Claude 1999; y Meller 1996).

La concentración del poder político en manos de la Dictadura y la falta de


mecanismos o poderes de control, unido a una política de represión y
persecución desarticuló las organizaciones de la sociedad civil, cuando no
las aniquiló. Habrá que esperar hasta mediados de los ochenta para la
emergencia de una oposición organizada y articulada, al Régimen
Autoritario.

63
3. El nacionalismo verde.

Hubo sectores ecologistas/ambientalistas que, en el contexto de


prohibición de toda forma de asociatividad, elige como estrategia para la
acción colectiva la adopción de una defensa del medio ambiente, a través
de una perspectiva nacionalista. Perspectiva que no era vista como una
amenaza para los intereses ideológicos del Régimen Militar, pese a su
fuerte incentivo al modelo de desarrollo exportador, basado precisamente
en la explotación de recursos naturales. Ello podría explicarse por la
perspectiva nacionalista vinculada a la soberanía y control de las
decisiones sobre el territorio, de la que se hace parte del ideario militar en
oposición a los valores foráneos vehiculados por la ideología marxista.

Dentro de este marco el Comité pro Defensa de la Flora y Fauna


(CODEFF), emprende en 1974 la defensa legal del Alerce, aduciendo
motivos de valor nacional y de defensa de la Patria. El Régimen Militar
otorga al Alerce, ese mismo año, la protección bajo la categoría de
Monumento Nacional. Por otra parte y dentro de esta misma perspectiva,
Juan Grau funda el Instituto de Ecología de Chile que comienza su
actividad ecológica, en 1974, con la defensa de la Isla de pingüinos de
Algarrobo. No obstante el logro más importante de esta institución y más
específicamente de Juan Grau, fue posicionar la temática de defensa del
medio ambiente al interior del Régimen Militar. Los buenos ojos con los
que miró el Régimen Militar esta perspectiva y los postulados de Grau
permitieron éste fuera reconocido por el Régimen como un actor en las
temáticas medio ambientales, nombrándolo Asesor de asuntos Ecológicos
y, posteriormente, en 1985, Director de la Comisión Nacional de Ecología
(CONADE), institución precursora de la actual Comisión Nacional del
Medio Ambiente (CONAMA).

Así el año setenta y cuatro constituye un momento de acciones colectivas


que no tendrán mayores proyecciones. Quizás la única institución que
intenta realizar algún tipo de acción después de 1974 es el Comité pro
Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF). Esta institución publica, en 1978,
un artículo que plantea y reivindica el reconocimiento de los derechos de la
naturaleza. La publicación de este artículo marca un hito en el historial
verde chileno. Por una parte, constituye la única iniciativa pública verde
en este período; como también es la primera iniciativa pública verde que
pondrá el tema eminentemente ecocéntrista sobre la mesa.

64
Una nueva iniciativa verá la luz en 1979 cuando Guillermo Geisse, decide
que la temática medio ambiental debe salir del enclaustramiento
académico y crea el Centro de Investigación del Medio Ambiente, CIPMA.
La importancia de esta institución reside en el proyecto que vehicula, se
trata para ellos de conjugar los intereses empresariales con los intereses
de preservación del medio ambiente y la política. Actualmente el CIPMA
actúa como administrador medioambiental.

En conclusión es posible afirmar que en este período de represión


generalizada a toda forma de asociatividad, una vertiente del movimiento
ecologista/ambientalista logra construir un espacio de expresión, tolerado
por el Régimen Autoritario cuando no es ensalzado. La estrategia utilizada
se acomoda sin dificultad en uno de los vértices ideológicos del Régimen
Autoritario que tiene relación con el ideario patriótico y de la “identidad
nacional”. La acción desarrollada tendrá un impacto duradero que
sobrevive al Régimen Militar y se mantiene y amplía durante la democracia
constituyendo una problemática controvertida.

D. Crisis del Régimen Autoritario: Apertura y Nuevas Oportunidades

1. La recesión económica Chilena y el anuncio del fin del Régimen


Pinochetista.

La década de los ochenta, desde el punto de vista estrictamente político,


estará marcada por dos grandes hitos: la consagración de una nueva
Constitución y el plebiscito de 1988. Ambos momentos tuvieron como
objetivo institucionalizar, legitimar y proyectar la permanencia en el
Régimen.

En el intertanto, se suceden los equipos económicos y políticos llamados


por los militares a resolver la crisis y a controlar la oposición al Régimen
que comienza a organizarse y a manifestarse. El equipo económico llamado
a resolver la crisis de principios de los ochentas y que es liderado por
Büchi, logrando negociar con los organismos económicos internacionales
de manera favorable para el Régimen. Este equipo se dio a la tarea de
buscar nuevos créditos externos, negociando los requisitos impuestos.
Para lograr estos nuevos créditos Chile debe realizar una nueva
devaluación real, puesto que la anterior fue considerada insuficiente para
generar la transferencia real requerida por el servicio de la deuda externa y
con ello poner a las exportaciones como el motor del crecimiento
económico chileno. Este nuevo equipo logra, a fines de los ochentas,
superar el problema de la deuda externa y mejorar los índices económicos
del país: superávit comercial superior al 20%, reducción déficit cuenta
corriente (de 4.700 millones de dólares a 500 millones de dólares), ritmo de

65
crecimiento del 5,5%, reducción de la inflación a un 20% y reducción de
las tasas de desempleo. (Meller 1996).

A pesar de los esfuerzos realizados por el régimen para superar la crisis


económica de principios de los ochentas, no logra resolverla
fundamentalmente por el impacto social que esta genera; y no es capaz de
prever los progresivos impactos ambientales de las actividades productivas
que sostienen los índices de crecimiento. A la crisis socio-económica se
agregan los conflictos políticos y el cuestionamiento internacional a la
legitimidad del régimen. La crisis erosiona la imagen de invulnerabilidad
del régimen, lo que abre un espacio para expresión de los conflictos y
descontentos hasta entonces amordazados y comienzan a surgir las
primeras acciones colectivas de protesta: estudiantes, trabajadores,
mujeres, etc. (Boeninger.1997).

2. La crisis: Una oportunidad para la acción colectiva verde.

Frente a la grave situación económica en la que se encontraba Chile a


principios de la década de los ochentas, el nuevo equipo económico de
Pinochet propone, como señaláramos anteriormente, la explotación
intensiva de los recursos naturales. Esta medida implicó poner en riesgo
ecosistemas y algunas especies, lo que junto al clima de efervescencia
social creará un ambiente propicio para la acción colectiva ecologista /
ambientalista. El Comité pro Defensa de la Flora y Fauna comienza
en1983 una campaña nacional e internacional en defensa de las ballenas,
impidiendo su caza. El Régimen Autoritario reacciona creando en 1985 la
Comisión Nacional de Ecología (CONADE), cuyo objetivo principal fue el de
legitimar la aceleración y sobreexplotación de recursos naturales, pero esta
medida no logra impedir o frenar este tipo acciones.

Este clima de crisis social y política genera una gran tensión. Esta
situación abre paso para el desarrollo más acabado de Los Nuevos
Espiritualismos. Es así como la incipiente reflexión de los años sesenta,
encarnada por Lola Hoffmann se institucionaliza en 1982 con Iniciativa
Planetaria (Aldunate. 2001). “La aguda crisis política que vive Chile está
permanentemente obligando a las personas a definirse en función de la
dictadura o de la izquierda. Lejos de eso, la Iniciativa Planetaria se plantea
como una nueva opción, como una vía de escape a la tensión que aflige a
nuestros círculos políticos y sociales. (…) Al margen de derecha o
izquierdas, la iniciativa, tan conciliadora y pacifistas como inocente,
propone rechazar la confrontación y buscar una síntesis que permita
terminar con las diferencias que separan a los chilenos. En un folleto de
1984 declara estar “preocupada de formar consenso entre los distintos
pensamientos políticos, religiosos, científicos”, por lo cual no se define
como “otra organización o movimiento al cual pertenece”. En definitiva, la
construcción de este grupo se realizó al margen de la coyuntura política, lo

66
cual, con la perspectiva de los años puede oler a escapismo” (Aldunate.
2001:168-169). Cabe indicar que si bien Iniciativa Planetaria intentó salir
de la polarización política (izquierda-derecha), todo espacio de asociación
fue considerado como una oportunidad política para la articulación de
diversos actores de izquierda. El espacio otorgado para la articulación de
los actores de izquierda lleva a esta organización a unirse a la reflexión
académica, generando reflexión y cuestionamiento del modelo de
desarrollo neoliberal. Esta unión cristalizará en 1982 con Manfred Max-
Neef y la creación del Centro de Alternativas al Desarrollo (CEPAUR),
organización que marcará un hito en la ecología internacional con su
perspectiva de Ecología Económica. Esta organización congregó a actores
que provenían de los socialismos vedados, de la izquierda decepcionada y
relegada por el régimen pinochetista. Entre los nombres que destacan se
encuentran Antonio Elizalde, Martín Hopenhayn, Luis Razzetto y Luis
Weinstein. (Aldunate. 2001).

3. La consolidación del Movimiento Ecologista/Ambientalista.

Los movimientos sociales tradicionales como los Movimientos Sociales


Contemporáneos surgen en la medida que existe un conflicto. El conflicto
será, según la definición de Vicente Fisas, “(…) una situación en la que un
actor (persona, comunidad o Estado) se encuentra en contradicción
consciente con otro actor a partir del momento en que ambos persiguen
objetivos incompatibles, lo que los conduce a una oposición,
enfrentamiento o lucha” (Aldunate. 2001: 227). El conflicto que da origen
al Movimiento Ecologista/Ambientalista será un conflicto ecológico,
conflicto que será principalmente valórico..

Para que un movimiento se transforme en tal, no basta un conflicto; se


requiere de hacer de este conflicto algo público. La segunda mitad de la
década de los ochenta, será el momento político y social que permitirá la
emergencia de la acción colectiva propiamente tal.

La segunda mitad de la década de los ochentas con la crisis económica


que afecta a la región desde inicios de la década y los impactos sociales
que causa la instauración del modelo de desarrollo neoliberal a través de
sus políticas de ajuste, gestan hacia mediados de la década un gran
malestar social. Al malestar social debe sumarse la acción de denuncia
nacional e internacional de represión y de violación de los Derechos
Humanos. Las acciones de oposición crecen y se desarrollan lo que
configura una creciente y cada vez mas organizada oposición al Régimen.

Es en este contexto que se fortalecerá y crecerá el movimiento


ecologista/ambientalista chileno. La primera corriente de este movimiento
en conformarse será el conservacionismo, encarnada por el CODEFF y el

67
Instituto de Ecología de Chile, como se señalara anteriormente (década de
los setenta). Este período continuarán con la tarea ya comenzada de
conservar y proteger a especies en peligro, pero igualmente realizan
denuncias y presentan recursos de protección en defensa del Lago
Chungará, ante el intento de extraer sus aguas en 1985; la denuncia y
recurso de protección contra los microbuses por la contaminación de
Santiago en 1987; la denuncia pública y presentación de recursos de
protección legal para impedir que la empresa Pacific Chemical Eng,
ingresara desechos tóxicos a la región de Antofagasta en 1989; y la
campaña por la restitución de la Araucaria como Monumento Natural en
todo el territorio nacional (Aldunate. 2001; www.codeff.cl)

Una segunda corriente del Movimiento Ecologista/Ambientalista chileno


será la vertiente del ecologismo político. La especificidad de esta corriente
es la de reflexionar respecto del impacto que el modelo de desarrollo
basado en la sobreexplotación de los recursos naturales tiene en el ámbito
económico y social.

La apertura del Régimen a la temática medio ambiental, legitima de alguna


manera accionar en este ámbito, más la crisis política y social
manifestada en esta época permiten que bajo esta corriente se reúnan
actores de izquierda provenientes del exilio, como también aquellos
anarquistas y desilusionados de la utopía socialista. De este modo surge la
ecología política como un frente para luchar contra el Régimen Autoritario
de Pinochet, su modelo desarrollo neoliberal y como un nicho para una
nueva reflexión de la izquierda en su búsqueda de una nueva alternativa
política y económica frente a la caída de los socialismos reales. Es desde
esta lucha y reflexión que se entiende la participación en este subcampo
de las organizaciones educacionales, feministas, indígenas e incluso
trabajadores; como también una fuerte masa de voluntarios.

Las organizaciones que conformaran esta vertiente, en la década de los


ochentas son: el Centro de Alternativas al Desarrollo (CEPAUR), quien se
aboca a elaborar múltiples estrategias públicas destinadas principalmente
a mostrar su oposición al Régimen desde lo ecológico (Aldunate. 2001); el
Partido Los verdes, que surge en el año 1987 con el fin de articular a los
actores ecologista en la búsqueda de estrategias que le permitieran
conquistar el triunfo del NO en el plebiscito de 1988 y por ende dar un
paso hacia la recuperación de la democracia con una mirada ecologista.
(www.partidohumanista.cl; www.concertación.cl; www.servel.cl).

Una tercera corriente que se consolida en este período es la ecología


reformista (Aldunate. 2001) . Esta corriente postula que el cambio
ecológico debe llevarse a cabo a través de un cambio de mentalidad, su
línea de acción es la elaboración de estrategias destinadas a la educación.
Dentro del contexto chileno, esta línea surge como un nuevo frente de

68
oposición al Régimen Pinochetista. El clima político y social de malestar
debía ser canalizado y orientado a poner fin a este régimen, lo que requería
de espacios para educación de las bases en vista de la acción popular; la
educación cívica que permitiera preparar a la población para el plebiscito
de 1988 y las elecciones de 1989. De está lógica nace el Canelo de Nos en
1985, quienes emprenden campañas de educación ciudadana popular
contra el Régimen Autoritario.

Una cuarta corriente es la de los ambientalistas. Los ambientalistas


surgen en esta época como los defensores del modelo de desarrollo
neoliberal y como los técnicos que buscan soluciones medio ambientales
ante los efectos perjudiciales no buscado por éste. Este es el caso de
CIPMA, que tomará hacia fines de la década de los ochentas una posición
pro empresarial, asumiendo que el libre mercado es el sistema y que las
soluciones ecológicas deben amoldarse a él. En este sentido el CIPMA
operó como un facilitador del régimen pinochetista en estas materias,
perdiendo la noción de las oportunidades políticas que les brindaba la
declinación de este Régimen. (Aldunate. 2001). Esto se traducirá, en las
décadas venideras, como un obstáculo para ser reconocidos como actores
del campo ecologista/ambientalista. Sin embargo no podemos decir que se
encuentren fuera del Movimiento.

Una quinta vertiente cuya prioridad reside en la preocupación por la


destrucción del medio ambiente, de la calidad de vida de las personas y del
ecosistema en general. Esta corriente se aleja del clima político para
elaborar una perspectiva que si bien no puede señalarse netamente como
ecología profunda presenta una sensibilidad cercana a esta corriente.
Esta perspectiva postula que la humanidad debe dejar de ser el centro de
los ecosistemas para ser una parte integrante de éstos. En esta vertiente
se encuentran una parte no politizada de los Nuevos Espiritualismos.

En resumen el movimiento ecologista/ambientalista se configura como tal,


se fortalece y amplía hacia fines de la década de los ochenta con diversas
perspectivas, las cuales serán las que estructuran el campo verde en Chile.
El movimiento puede situarse en términos de estructura dentro de un
plano cartesiano. Este plano está compuesto por dos ejes el horizontal que
representa a los polos radical- reformista y el vertical que representa a los
polos antropocéntrico-ecocéntrico. El cruce de estos dos ejes dará origen a
cuatro subcampos, los cuales estarán unidos por un centro que es el
punto común entre ellos, el conservacionismo. Esta perspectiva será el
mínimo común en el que confluirá todo el Movimiento
Ecologista/Ambientalistas chileno durante los ochenta e inicios de los
noventas (Aldunate. 2001)

69
El esquema del movimiento ecologista/ambientalista chileno podría
graficarse de la siguiente forma3:

Ecocéntrico

Ecología Profunda. Ecología Reformista

Social Reformista
C C
C C

Ecología Política Ambientalismo

Antropocéntrico

El símbolo C representa el punto centro del campo


ecologista/ambientalista. La C representa al conservacionismo, que es el
punto en común del campo a los inicios del movimiento.

3 El esquema que muestra la estructura del campo ecologista/ambientalista tiene su


matriz de origen en el autor Carlos Aldunate. Este autor habla de un esquema que ha
titulado la rosa de los vientos verdes. Esta rosa esta compuesta por cuatro corrientes y
presenta como punto centro el conservacionismo. En este esquema, se ubicarían según el
autor, los agentes que componen este campo. Sin embargo, en tenor de lo investigado el
campo ecologista / ambientalista va más allá de ser una rosa de vientos, acercándose
más a la estructura de un plano cartesiano, pues los ejes que componen este plano no
son simple divisiones de corrientes; sino otorgan a la vez un posicionamiento de los
agentes, de acuerdo a si se encuentran cerca o lejos de un determinado eje. Un ejemplo es
que puede existir dos agentes que se encuentren en el subcampo ecologista político y que
si bien los dos son antropocéntricos uno puede tener más acentuada o radicalizada esta
cualidad, acercándose más a este eje. Por otra parte el autor visibiliza una estructura del
campo en sus inicios, dejándola estática a los cambios del movimiento. Se puede apreciar,
de este modo, que no está presente en la reflexión del autor las teorías del cambio social.
Tomando el desarrollo del movimiento es que la investigación amplia el esquema de
Aldunate, posicionando a la sustentabilidad como el nuevo centro de esta estructura y
asignándole a las variables que componen el concepto un peso diferenciados al interior
del campo, dando origen a los cuadrantes del campo ecologista / ambientalista. Cabe
indicar que esta nueva estructura comienza a surgir al interior de este campo a inicios de
la década de los noventa con la Cumbre de la Tierra realizada en Río de Janeiro, Brasil en
1992.

70
E. Los gobiernos de la concertación: Nuevo escenario para los verdes
chilenos

1. El nuevo contexto internacional y las nuevas implicancias para los países


en desarrollo.

Los noventas se inician en el plano internacional con un hito mayor desde


el punto de vista político, que es el fin de la Guerra Fría y el derrumbe de
la Unión Soviética y del bloque socialista. Este hito terminará con la
bipolaridad internacional que había caracterizado la política internacional
desde el desenlace de la Segunda Guerra Mundial. Los Estado Unidos no
tienen más contendor, ni hay más alternativa política a la que aludir ni
más promesa alternativa frente al modelo Estadounidense. Esta situación
replantea las correlaciones de fuerzas, las políticas de alianzas y también
las estrategias y prioridades de los propios Estados Unidos hacia las
diferentes regiones y hacia América Latina en particular.

En “este nuevo cuadro, las consideraciones de seguridad nacional que


llevaron a Estados Unidos a respaldar y sostener cualquier gobierno por
dictatorial y represivo que fuera, por el mero hecho de ser anticomunista,
fue sustituida por la doctrina de promoción de la democracia y respeto a
los Derechos Humanos, indudablemente más acorde con la cultura y
realidad política del propio Estados Unidos, en este período”.(Boeninger.
1997: 375-376). De este modo la situación internacional fue un factor
fundamental y significativo en los procesos de recuperación de la
Democracia en América Latina en general y de Chile en particular.

En el plano medio ambiental, se realiza en 1992 un nuevo encuentro


organizado por Naciones Unidas: La Cumbre de Río. Esta Cumbre es una
reunión de Estados y es extraordinariamente relevante para las
reivindicaciones del Movimiento Ecologista/Ambientalista a nivel mundial
pues es una legitimación de algunas de sus demandas y logra
compromisos de los Estados. La Cumbre de Río constituye un paso
adelante en la medida de que se establece que la problemática
medioambiental no es sólo un problema de los países desarrollados, sino
que es un tema global que impacta también a los países en desarrollo. No
obstante, las diferencias existentes entre los países desarrollados y los
envías de desarrollo, en el marco de un modelo neoliberal hegemónico, no
permiten consensuar estrategias que posibiliten asumir el problema con
las medidas y urgencias requeridas (Larraín 1993).

Sin embargo -y a pesar de los disensos- en esta Cumbre la problemática


medio ambiental comienza a ser asumida como un tema de extrema
gravedad y se plantea la necesidad de pensar nuevas formas de desarrollo

71
que no hipotequen el futuro de la humanidad. Este es el origen del
concepto de “Desarrollo Sustentable”. El Desarrollo Sustentable postula
como objetivo ético y solidario con el futuro la idea de que la satisfacción
de las necesidades de las generaciones presentes, no puede comprometer
la satisfacción de las necesidades de las generaciones futuras, lo cual
requiere de un cambio a nivel político, económico, social y cultural. Este
concepto vendrá a ser el eje estructurador del campo
ecologista/ambientalista, de los movimientos verdes, reemplazando, así, el
anterior eje estructurador, el conservacionismo.

Frente al impacto de la Cumbre de Río y de las recomendaciones a los


Estados con las que se concluye, los Estados latinoamericanos comienzan
a generar instituciones, normas y leyes tendientes a hacer frente y
controlar las reivindicaciones crecientes del movimiento
ecologista/ambientalista.

La ola de democratización de los años noventa en la región. La fragilidad


de las nuevas democracias y sobretodo, en el caso de Chile, las
condiciones en que se reinstala y el temor a la vuelta atrás, debilita la
fuerza reivindicativa de todos los movimientos sociales que participan en la
batalla por la recuperación democrática como fue el caso de varias
instituciones que hacen parte de la “sensibilidad“ ecologista. Y
nuevamente como tantas veces el imperativo de atender las consecuencias
de la pobreza y la desigualdad en que las nuevas democracias reciben a los
países y deben enfrentar los procesos de reconstrucción. Así, la urgencia
posterga, en la opinión pública y en las instituciones, la necesidad de
detenerse a reflexionar sobre el impacto medioambiental de una política de
desarrollo de explotación intensiva de los recursos

2. La recuperación de la democracia y la consolidación del modelo de


desarrollo neoliberal.

Chile inicia la década de los noventa con el desafío de reconstruir la


democracia. La oposición al Régimen Autoritario gana el plebiscito que
plantea a la ciudadanía de elegir entre la continuidad del Régimen Militar
o elecciones libres. Es la alternativa del proceso de democratización que
finalmente gana. Así, los años noventa comienzan con el traspaso de la
banda presidencial de Pinochet a Patricio Aylwin, elegido por la
Concertación por la Democracia para recomenzar, a la cabeza del Estado,
con la reconstrucción democrática. De este modo, la primera mitad de la
década de los noventa estará marcada por la creación de estrategias hacia
la reconstrucción democrática, después de 17 años de regímenes no
democráticos. Este período del primer gobierno concertacionista estará
marcado por la desmovilización de todo el movimiento social que se había
dado a la tarea de ganar la democracia con movilizaciones permanentes

72
durante largo tiempo. El contexto nacional en el que se llevan a cabo las
negociaciones para que los militares reconocieran el veredicto de las
urnas y lo aceptaran, crea un estado de tensión social que hace temer por
el éxito del proceso de democratización. Los movimientos sociales se
repliegan atentos ante la situación y tratan de no fragilizar la nueva
democracia. Este período de tensión de la transición posterga la acción
colectiva y trae como consecuencia que el repliegue desmovilizara por
cierto tiempo toda la actividad organizacional y movimientista que existía
hasta entonces. (Guillaudat y Mouterde. 1998; Fernández. 1998).

En el plano internacional Chile establece como estrategia la recuperación y


normalización de sus relaciones diplomáticas que se habían visto
congeladas durante el gobierno militar. En este proceso Chile obtiene una
rápida incorporación al Grupo Río, el más amplio y representativo de los
foros o clubes políticos latinoamericanos; estrecha relaciones con México,
firmando en 1992 un tratado de libre comercio; y se incorpora en 1994
como miembro del Foro de Cooperación Asía Pacífico (APEC). Estos
procesos unidos al apoyo dado por las democracias occidentales al proceso
de transición democrática y en la medida que éste apareció más
consolidado y acompañado del éxito económico, provocó una nueva
imagen de país ante la comunidad internacional. (Boeninger. 1997).

En el plano económico del gobierno concertacionista se plantea que la


forma de responder a la grave situación de inequidad, pobreza y
desigualdad sería consolidando equilibrios macroeconómicos que llevaran
a el crecimiento económico de manera a desarrollar políticas públicas y
gasto social para superar las brechas económico-sociales. Cuestión que se
realizó sin mucho revuelo social, pues la figura de Pinochet al mando de
las Fuerzas Armadas era amenazante ante la incipiente recuperación
democrática y además de la desarticulación social de los sectores
populares que había realizado el Régimen Autoritario. (Guillaudat y
Mouterde 1998; Vial 1998). Dentro de esta lógica los gobiernos de la
concertación se propusieron como estrategia aumentar y diversificar las
exportaciones, tanto en términos de mercados, como de productos. Esta
estrategia en conjunto con el respaldo de la comunidad internacional logró
aliviar la situación de la deuda externa y revertir la débil balanza de pagos
que existía a comienzos de los noventa. (Boeninger. 1997).

73
3. Los verdes desde optimismo a la proposición.

En el año 1987, en el marco del futuro plebiscito, el movimiento verde y en


especial el ecologismo político deciden conformar el Partido Los Verdes.
Este partido tenía por fin develar en la sociedad chilena el creciente
deterioro ambiental del país; como también derrocar al régimen no
democrático de Augusto Pinochet. Este segundo objetivo se transformó, de
acuerdo al clima político y social de la época en uno de los principales
objetivos de este partido. Es por esto que en 1988 el Partido Los Verdes
pasa a ser parte de los 17 partidos que conformarán la Concertación de
Partidos por la Democracia.

El triunfo de la Concertación de Partidos por la Democracia en el plebiscito


de 1988, puso en el campo político y social un nuevo escenario la elección
presidencial. Esto abrió una oportunidad política para el movimiento verde
y en especial para el ecologismo político, pues entraron en la negociación
del programa del futuro candidato concertacionista.

De este modo el triunfo de la Concertación de Partidos Por la Democracia


en 1989, con la elección de Patricio Aylwin como presidente de Chile otorgó
un cierto optimismo al Movimiento Ecologista/Ambientalista. Optimismo
que se vio correspondido cuando en 1994 el Gobierno de Aylwin retribuye
el apoyo dado por este sector, creando la Comisión Nacional del Medio
Ambiente (CONAMA), a cargo de Rafael Asenjo.

Este marco de optimismo, en conjunto con el temor que causaba, en el


sector verde, la posibilidad de volver a un régimen no democrático hizo que
el movimiento optará en los inicios de este período por una estrategia
inactiva y de apoyo al nuevo régimen. No obstante, con el transcurrir el
Gobierno de Aylwin, el Movimiento Ecologista/Ambientalista comenzó a
tematizar un cierto descontento, pues muchas de sus reivindicaciones no
fueron consideradas por la institucionalidad medio ambiental, CONAMA.
De este modo la Comisión Nacional de Medio ambiente vino a demostrar
su real objetivo, el introducir a Chile a la Comunidad Internacional, para
la apertura del mercado y el aumento de las exportaciones. La Comisión
Nacional del Medio Ambiente (CONAMA) viene a ser, en este sentido, la
institucionalidad estatal que garantizará a la Comunidad Internacional
que la producción en Chile está dentro de cuadros medio ambientales. Así
este organismo sólo pasó a ser parte de la institucionalidad burocrática del
Estado, careciendo de una efectiva participación ciudadana, no abriendo
realmente canales institucionales para la participación de este
movimiento. Un ejemplo de esta situación es la Ley de Bases del Medio
Ambiente, pues se aprueba justamente en el período final del Gobierno de
Aylwin. Un período cargado por el clima electoral y la asunción de un

74
segundo gobierno de la Concertación, el gobierno de Eduardo Frei Ruíz-
Tagle (Aldunate 2001. Claude. 1999).

El descontento generado al interior del campo ecologista/ambientalista


chileno, en conjunto con la desconfianza que presentaba hacia el
ecologismo político la candidatura de Eduardo Frei Ruiz-Tagle hizo que los
ecologistas/ambientalista concertacionistas abandonaran esta alianza
tomado rumbos propios. Es así como en las elecciones presidenciales de
1994 éstos, principalmente los ecologistas políticos, deciden llevar su
propio candidato a la presidencia, Manfred Max-Neef.

La postulación de Manfred Max- Neef con su programa atrajo las miradas


del mundo intelectual y en especial de los jóvenes que se sintieron
representados en su discurso. De este modo, la estrategia de entrar a la
escena de la política tradicional abrió un nuevo campo de oportunidades
para los verdes chilenos, pues se logró poner al interior de esta esfera
política la temática y las reivindicaciones medio ambientales. Por otra
parte, la votación alcanzada por el candidato verde sorprendió a la política
tradicional, pues superó ampliamente las expectativas generadas en torno
a esta candidatura. Votación que significaría un poder de negociación al
interior de la política chilena. Sin embargo, el movimiento no supo
aprovechar esta oportunidad política, emprendiendo una estrategia de
denuncia.

La denuncia se trabajó al interior del Movimiento a través de la


visibilización de los costos ambientales del desarrollo económico, para lo
cual se construyó un mapa de Chile con los daños o posibles peligros
ambientales. Esta estrategia llevó al Movimiento -nuevamente- hacia su
interior, por lo cual sus nuevos adherentes sólo eran sujetos directamente
afectados por los problemas medio ambientales causados por los proyectos
de inversión y desarrollo. En este sentido, la estrategia emprendida vuelca
nuevamente la temática medio ambiental hacia el interior del Movimiento
teniendo poco impacto en la esfera política y social más general.

Los bajos resultados obtenidos con estas estrategias llevan,


principalmente, al ecologismo político a intentar posicionarse nuevamente
dentro del campo de la política tradicional. Es así como en las elecciones
presidenciales del año 1999 se presenta la candidatura de Sara Larraín.
Esta candidatura, fuera de ser una candidatura testimonial, no obtiene los
resultados electorales esperados, por el contrario, estuvo muy por debajo
de los resultados logrados por Max-Neef. Esto se motivó, principalmente,
en el hecho que la oportunidad política no estaba abierta para el
posicionamiento del movimiento en esta esfera. Las elecciones de 1999 se
produjeron en un clima de fuerte tensión política entre el conglomerado de
la Concertación, con su candidato Ricardo Lagos y el Conglomerado de la
Alianza por Chile con su candidato Joaquín Lavín. Esta tensión política

75
provocó una polarización del electorado, por lo cual las candidaturas de
partidos más pequeños no tuvieron buenos resultados; tanto es así que la
mayor parte de los partidos más pequeños salieron de los registros de
legalidad electoral, pues no lograron alcanzar la votación mínima para
seguir existiendo dentro del sistema.

Los fracasos estratégicos de esta vertiente del Movimiento llevan a éste,


durante los años 2000, a repensar su accionar pasando de la denuncia a
la proposición. Es decir el movimiento en este período no realizará una
denuncia llana; sino que irá acompañada de una propuesta. Es decir, se
pasa de una etapa de denuncia hacia una etapa propositiva.

En la lógica de consolidar el modelo de desarrollo neoliberal los gobiernos


de la concertación comienza a abrirse a proyectos de desarrollo e
inversión. El impacto que tienen estos proyectos tanto en el ecosistema
como en las comunidades que habitan en los lugares de ejecución o
emplazamientos de éstos, comenzarán a generar una reactivación de un
sector del campo verde; como también se dará la generación de nuevos
actores ecologistas/ambientalistas. Las acciones de estos actores estarán
dirigidas hacia aquellos proyectos que impactan negativamente al
ecosistema y la calidad de vida de las comunidades, como ha sido el
pueblo Mapuche. Entre las organizaciones que se generan en este período
destacan el Grupo de Amigos por el Bío Bío, creado en 1991 por Juan
Pablo Orrego, y los Defensores del Bosque Chileno creada por Malú Sierra
y Adriana Hoffmann4en 1993. La primera organización surge con el fin de
defender el río Bío Bío y al pueblo mapuche contra los intereses del
megaproyecto hidroeléctrico de Endesa; la segunda estará dirigida a
defender al ecosistema de la tala indiscriminada de los bosques. A pesar
de sus propósitos, estos nuevos actores también sienten temor frente al
contexto sociopolítico chileno, por lo cual su mayor protagonismo se dará
en el segundo gobierno de la concertación, el Gobierno de Eduardo Freí
Ruiz- Tagle (Aldunate. 2001).

Algunos sectores, principalmente, del ambientalismo optaron por dar un


apoyo al gobierno transformándose en respaldo ante las iniciativas
emprendidas por los gobiernos concertacionistas. En este sentido algunas
de las organizaciones ecologistas/ambientalistas entraron el la escena
pública siendo consultoras medio ambientales. Así el fantasma de la
dictadura comienza a transformar paulatinamente, a las organizaciones
que componen el movimiento ecologista, en organizaciones ejecutoras de
proyectos estatales. Esta cooperación movida entre este temor y la
participación en la Concertación hizo que parte del movimiento fuera
perdiendo la autonomía de sus agendas, incapacitándolo como ente

4Integró en sus inicios el Grupo Iniciativa Planetaria, el cual fue creado y liderado por su
madre Lola Hoffmann

76
negociador frente al Estado. Esta situación llegó a poner en jaque la
identidad, el desarrollo y la cualidad de sociedad civil del movimiento.

Un caso ejemplificador es lo que ocurre con el Centro de Investigación y


Planificación Medio Ambiental CIPMA. Este actor ambientalista entra en la
década de los noventa con una fuerte y activa presencia en los debates y
toma de decisiones en materias medio ambientales. Es decir, el CIPMA
pasa a ser en la primera mitad de los noventa el órgano consultor del
gobierno en la promoción de la inversión y el desarrollo a través de las
empresas o lo que se conoce como Administrador Medio Ambiental.
(Aldunate. 2001).

El derrocamiento del Régimen Autoritario y la instauración de un Régimen


Democrático acentuarán las diferencias existentes en las diversas
perspectivas que integran el Movimiento Ecologista/Ambientalista Chileno.
Los noventa se constituye, de este modo, como un período de
reconfiguración del campo medio ambiental en Chile. La introducción del
concepto de Desarrollo Sustentable hará que las organizaciones
ecologistas/ambientalistas transformen sus mapas cognitivos, de acuerdo
a las distintas construcciones de estructuras de movilización. Estructuras
que determinarán las formas en cómo las organizaciones comprenden que
contribuirán a lograr el desarrollo sustentable. Sin embargo esta
reconfiguración en conjunto con la llegada de un nuevo régimen político
hará que el Movimiento en general opte por una inacción o bien estrategias
de apoyo a la nueva institucionalidad (no distinguiendo sociedad civil de
Estado). El Movimiento, en los noventa, se desdibuja perdiendo parte del
poder conquistado en la década los ochentas. Cuestión que es propia del
ciclo del Movimiento después de un período de auge, donde los contextos
se vuelven inciertos para el Movimiento, sobre todo cuando se siente parte
del triunfo de Aylwin y por ende es un ciclo donde el adversario se
invisibiliza. Pérdida que intenta ser parte de la reflexión de los dos mil con
el fin de construir nuevas estructuras de movilización.

4. Los cambios y la nueva estructuración verde.

La Cumbre la Tierra realizada en 1992 pone ante la escena internacional y


nacional una nueva conceptualización en la temática medio ambiental, el
desarrollo sustentable (www.conama.cl; Naciones Unidas. 1992) Este
concepto viene a dar un paso mayor ante la conceptualización de la
conservación. Es decir, el campo verde señala que el problema del medio
ambiente no resuelve tan sólo por medio de la conservación o protección
de los ecosistemas; sino que es necesario ir más allá buscando un nuevo
tipo de desarrollo que considere el daño ambiental.

77
Este nuevo concepto dará a la estructuración del campo verde y por ende
del movimiento un nuevo centro, el desarrollo sustentable. Este concepto
tal como ha sido señalado se dirige a generar un cambio a nivel político,
económico, social y cultural. Cada una de estas variables tendrá al interior
del campo verde y del movimiento un mayor o menor peso. Peso que
vendrá a dar la estructuración del campo en cuatro cuadrantes: la ecología
profunda, la ecología reformista o cultural, el ambientalismo (económica) y
la ecología política. De este modo el movimiento en la primera mitad de los
noventa se estructura de la siguiente forma.

Ecocéntrico

Ecología Profunda Ecología Reformista o ecología


cultural

Social Reformista

S S
S S

Ecología Política Ambientalismo (Económica)

Antropocéntrico

78
CONCLUSIONES

La revisión realizada sobre la emergencia y desarrollo del Movimiento


Ecologista / Ambientalista chileno nos muestra que la constitución de un
movimiento es parte de un entramado de acciones sociales complejo,
donde el conflicto o el tema de preocupación entra en un constante
proceso de desarrollo y definición. Las oportunidades, los contexto
nacionales e internacionales pasan a jugar un papel clave en este proceso
y por ende en la conformación de este movimiento. Se puede decir así que
el surgimiento del Movimiento Ecologista/Ambientalista en Chile no es el
resultado de un solo hecho sino que es parte de un largo proceso político y
social que responde a diverso contextos político-sociales nacionales e
internacionales que irán delineando los distintos componentes de éste, así
como los marcos estratégicos en los distintos períodos. Los sistemas
políticos (sistema político institucionalizado, partidos políticos, represión
del Estado, capacidad para implementar políticas, etc.) y el contexto
internacional y local han definido la extensión y la forma de este
movimiento. Es así como estos elementos no sólo permiten comprender la
emergencia de este movimiento en Chile, sino que a la vez permite
identificar las particularidades del Movimiento Chileno.

De acuerdo a lo anterior, se puede señalar que el Nuevo Movimiento Social


Ecologista / Ambientalista en Chile integra identidades colectivas viejas y
nuevas. Identidades viejas en cuanto el campo medio ambiental en la
década de los ochentas significó un espacio de articulación de los actores
de izquierda, es decir el Movimiento se transforma en un referente de
lucha de los actores de izquierda marginados y reprimido por el sistema
político de la época. Las identidades nuevas estarán compuestas por
aquellos actores que no responden al modelo clásico de acción colectiva, o
sea no responden a la división de clases, ni la división política entre
derecha e izquierda. Estas nuevas identidades estarán dadas por una
reivindicación que integra estas diferencias y que promueve un fin en
común (el conservacionismo desde los setenta a los noventa y el desarrollo
sustentable desde los noventa hasta la actualidad).

La integración de identidades colectivas viejas y nuevas como la


superación por parte de las identidades nuevas de las antiguas formas de
acción colectiva han permitido la conformación de un Movimiento
Ecologista / Ambientalista con una gran heterogeneidad social y política.
Heterogeneidad social al tener una composición de diversos estratos
socioeconómicos, los cuales operan en distintos niveles del movimiento.
Los estratos socieconómicos medios y medios altos operaran en las
dirigencias, vocerías y empresas (consultoras) del movimiento; los estratos
socioeconómicos más bajos se ubicarán principalmente a la base del
movimiento y se integrarán a este movimiento como objetos directos del
daño ambiental que se vuelven sujetos en este movimiento para reivindicar

79
sus derechos. Sin embargo, cabe indicar que ninguno de los actores que
componen el campo medio ambiental chileno se siente identificado con
alguna categoría social y es más asumen una pertenencia al campo desde
una dimensión psicológica cultural. Es decir, una preocupación global por
el medio ambiente. La identidad política también es diversa, el Movimiento
Ecologista / Ambientalista Chileno al igual que el Movimiento
Internacional integra tanto perspectivas de izquierda como perspectivas de
derecha. Característica que podría hacer pensar en una anulación de la
variable política, pero desde el desarrollo de este trabajo se puede indicar
que este Movimiento responde a una nueva forma de hacer política, donde
operan en los distintos frentes de la política tradicional. Es decir,
responden a un pluralismo ideológico pragmático. Es por esto que el
movimiento puede desenvolverse tanto en el Régimen Militar, como en los
Gobierno democráticos de la Concertación. Son capaces de medir sus
oportunidades de acción y modelar sus mapas cognitivos en la búsqueda
de conquistar sus objetivos como Movimiento, los cuales también
responden a los ciclos de vida de éste.

En este sentido el Movimiento ha contado con una autorreflexividad


importante para visibilizar las oportunidades políticas de cada período. El
Movimiento en general ha sabido modelar sus mapas cognitivos y
estructuras de acción de acuerdo a las oportunidades que se han generado
desde los sistemas políticos como también dentro de la coyuntura nacional
e internacional. El ámbito internacional ha sido de sobre manera
importante para el Movimiento Chileno, pues es desde la vinculación con
el Movimiento Internacional que se ha logrado posicionar y ejercer presión
sobre el Estado para la conquista de derechos y la creación de
institucionalidad estatal.

Para comprender la compleja diversidad que compone al Movimiento


Ecologista / Ambientalista podemos utilizar una aproximación del
esquema de Aldunate (2001), de acuerdo a este el Movimiento y sus
corrientes es la siguiente:

El campo ecologista/ambientalista actual, en Chile, puede entenderse a


través de un plano cartesiano. Este plano está compuesto por dos ejes el
horizontal, que representa a los polos radical- reformista y el vertical que
representa a los polos antropocéntrico- ecocéntrico. El componente
ecocéntrico que centra su planteamiento en sacar al hombre de su
pedestal de dueño y señor del planeta, para igualarlo a todos los demás
seres que como él tienen derecho a la vida. Como se sospechará, aplicar
este criterio a todos los rangos del estado humano supone una
reconstrucción completa de nuestro modo de convivencia, desde las
costumbres, en el plano cotidiano, hasta las leyes procedimientos, en el
orden del gobierno. El antropócentrismo centra su planteamiento desde
Hush, quien señala que es necesario buscar la mantención de las especies

80
y ecosistemas naturales para un beneficio directo y tangible de las
poblaciones humanas. El hombre se posiciona desde esta perspectiva
como un ser superior en vista de que ha sido creado por un poder
supremo, por lo que todo lo que hay en el medio ambiente ha sido creado o
existe para su uso y goce. El polo radical será la perspectiva que desee
llevar los planteamientos ecologistas a una “revolución”, a una
transformación que implica un cambio profundo en las relaciones con el
medio ambiente. Por último el polo reformista es el enfoque que plantea no
una “revolución” para lograr los objetivos, sino que se necesitan aplicar
medidas que permitan corregir lo existente. (Aldunate. 2001).

El cruce de estos dos ejes dará origen a cuatro subcampos, los cuales
estarán unidos por un centro que es el punto común entre ellos. El
esquema de este campo y sus marcos interpretativos podría graficarse de
la siguiente forma.

Ecocéntrico

Ecología Profunda Ecología Reformista

Social Reformista
S S
S S

Ecología Política Ambientalismo

Antropocéntrico

La ecología profunda se define en oposición a la ecología superficial que


equivale al ambientalismo consagrado en Estocolmo. Para Arne Naess, la
ecología superficial (…) constituye una opción insatisfactoria para
enfrentar la problemática ecológica, porque sus políticas inmediatitas le
impiden enfocarse con seriedad en el largo plazo. (…) Su estrategia es
“luchar contra la contaminación y el agotamiento de los recursos, y su
objetivo, asegura la “salud y la prosperidad de la población de los países

81
desarrollados”. (…) En suma, toda la ecología superficial quedará
reconocida por su resistencia a integrar políticas que acojan la idea de que
el ser humano no es el impune poseedor del mundo, sino uno más de sus
componentes”. (Aldunate. 2001:52). El movimiento de la ecología
profunda, un fenómeno social en marcha viene a llenar el vacío que deja la
ecología superficial y lo hace a través del reconocimiento de principios
claves postergados, como diversidad, complejidad, autonomía,
descentralización, simbiosis e igualitarismo. (Aldunate. 2001). La ecología
profunda enfatiza la naturaleza como un valor en sí; siendo el hombre una
parte más de este todo natural. Este valor que representa la naturaleza,
implica que la conservación y protección se realice con una mirada más
allá de los beneficios que reporta la naturaleza. (Gárate 2000; Aldunate.
2001) El mundo natural para este enfoque posee un valor intrínseco. Valor
que nos hace cuidar de él no sólo porque le reporte un beneficio al
hombre, poniendo de esta forma una ética del valor no humano. En este
sentido los ecologistas profundos otorgan un valor propio y objetivo a la
naturaleza. (Gárate 2000).

Entre los detractores que posee está corriente se encuentran los


ecologistas políticos, por el tema de los postulados 4 y 8. Postulados que
podrían llegar en futuro a legitimar el genocidio. En Chile la ecología
profunda es bastante moderada. Se puede inferir que las instituciones y/u
organizaciones que componen este cuadrante, de acuerdo a sus objetivos y
trabajo, son el Grupo de Acción por el Bío-Bío (1991), CODEFF (1968) y
Defensores del Bosque Chileno (1994).

Ecologista social, el objetivo final es: “debemos tratar el carácter no-


jerárquico de los ecosistemas naturales a la sociedad. Lo cual supone, de
principio a fin, una transformación política. (Aldunate 2001 :71) La
ecología social desde su creador Bookchin rescata los postulados
marxistas y los une con el anarquismo. De este modo la ecología política
hace una fuerte crítica al capitalismo. Así John Sassowe sostiene que en la
lucha de clases el ambientalismo es la expresión reaccionaría de los
explotadores; y ecologismo la resistencia revolucionaria de los explotados.
En el habla hispana uno de los máximos exponentes de esta corriente es
Joan Martínez Alier. Este autor tiene fuertes adeptos en Chile y sus
postulados están cargados de una fuerte dosis marxista. Su planteamiento
está basado en una crítica al ecologismo de los ricos o de los países del
Norte, con una fuerte inspiración naturalista antitecnológica y partidaria.
“Martínez Alier, se juega por sacar de la oscuridad al “ecologismo de la
supervivencia” o “ecologismo de los pobres”. (…) Su registro material es la
defensa comunal de los recursos naturales en oposición al mercado o al
Estado, y la reacción contra la degradación ambiental” (Aldunate. 2001:
96). Desde aquí se comprende que esta corriente en Chile aglutine actores
de izquierda que buscan una alternativa a la caída de los socialismos
reales en la década de los noventa.

82
El planteamiento que hacen los ecologistas políticos frente a la
problemática medio ambiental y al modelo de desarrollo capitalista hace
que en el contexto sociopolítico mundial y latinoamericano sea mirado con
cierta desconfianza por parte de algunos sectores (Larraín. 1993). Esto
principalmente por su semejanza revolucionaria (en el sentido de cambio
radical) con el modelo socialista y/o comunista. En este sentido los
ecologistas políticos pueden ser percibidos como los nuevos detractores del
capitalismo avanzado.

Por otra parte los ecologistas políticos le otorgan un fuerte grado de


legitimidad a la ciencia, asignándole un contenido más político que
espiritual. “Sus principios rectores serían estos: la figura central del
movimiento ecologista es el hombre y la humanidad; la Naturaleza tiene
un papel secundario; el holismo debe ser leído como totalidad, esto es
como una estructura, y no como la esotérica unidad. La amenaza que se
cierne sobre la naturaleza importa en la medida que pone en peligro la
propia humanidad, de ahí que la protección de la naturaleza sea un
requisito sine qua non para la continuidad de la especie humana. Pero el
ser humano puede aprender de la naturaleza los conceptos que le
permiten esquivar el desastre: ausencia de jerarquía diversidad y
espontaneidad. Sobre la misma base, es preciso, crear una ética ecologista
que sea normativa u objetiva; ya que las expresiones espiritualistas no son
parte del ecologismo”. (Aldunate 2001:73).

En el caso del movimiento latinoamericano y el chileno, la problemática


medio ambiental es vinculada con los problemas del subdesarrollo y la
pobreza, problemas que tienen su raíz en la explotación del hombre y
depredación de la naturaleza, base del modelo de desarrollo capitalista. De
este modo los ecologistas políticos chilenos han puesto el énfasis en los
cambios sociales, políticos e institucionales necesarios para lograr un
aprovechamiento racional de los recursos existentes y del potencial
productivo de las regiones subdesarrolladas, para satisfacer las
necesidades básicas de sus poblaciones.

Por lo tanto, para los ecologistas políticos en general, las soluciones medio
ambientales deben dirigirse por la vía de una nueva propuesta global de
sociedad, que elimine la sociedad capitalista actual. Para ello es necesario
propiciar la movilización popular, a través de la reconstrucción o el
despertar de la Sociedad Civil, es decir del Movimiento. Es decir, que desde
este enfoque el movimiento trasciende los objetivos y estrategias de las
luchas sociales tradicionales. Sin embargo, esto no libera a este subcampo
de las raíces históricas de las luchas campesinas, obreras y populares por
la defensa de sus condiciones de existencia. (El Canelo de Nos. 1992;
Larraín. 1993; Guadynas. 1994; Leff. 1989; Salazar 1997).

83
Para los Ecologistas Políticos el modelo de desarrollo neoliberal ha entrado
en crisis provocando además del daño ambiental, empleos precarios,
drogadicción, delincuencia, una inequitativa distribución del ingreso y
altos índices de pobreza. Desde este marco se aceptar que los problemas
sociales y el deterioro ambiental son efectos paralelos e interactuantes de
un mismo proceso global de crecimiento desquelibridado. En este contexto
el desarrollo de los ecologistas políticos será más nutrido y complejo al
interior de los países del tercer mundo, puesto que son los países que
tienen puesta su mayor preocupación en los problemas sociales y en las
necesidades materiales. (Salazar 1997; Comisión de Desarrollo y Medio
Ambiente de América Latina y el Caribe 1992; Leff. 1985).

Al interior de este cuadrante se encuentran diversas subcorrientes, una de


ellas es la denominada ecologismo radical. Esta postura puede
denominarse también como los verdes oscuros. Los ecologistas radicales
proponen una revolución total de la sociedad. Revolución en el sentido que
se debe dar una transformación total de la sociedad, la cual pasa
expresamente por el cambio de la sociedad capitalista y por ende del
modelo económico que la sustenta. Los llamados a realizar esta revolución
son los movimientos sociales existentes en la sociedad actual, pues son
ellos vistos como el real motor de los cambios en la actualidad. Es decir,
los ecologista radicales han dejado de visibilizar a la clase obrera o
trabajadora como los agentes del cambio social.

Una segunda subcorriente es el ecosocialismo. Esta postura liga los


planteamientos del socialismo con los provenientes de la ecología y el
ambientalismo. Esta postura "(...)pretende propagar las ideas del
ecologismo radical y los principios igualitaristas y libertarios del socialismo
tradicional" (Gárate 2000: 65)

De acuerdo a los objetivos y al trabajo emprendido por las instituciones y


organizaciones que componen el campo ambiental, se puede inferir que las
instituciones que pertenecen a esta vertiente en los noventas son: Alianza
Humanista Verde (1985); Canelo de Nos (1985); CEPAUR (1985); Instituto
de Ecología Política (1987); Observatorio Latinoamericano de Conflictos
Ambientales; Programa Chile Sustentable (1994); Renace (1988-1989).

La Ecología Reformista. Esta corriente le asigna un peso importante a la


variable cultural y cuestiona profundamente la ideología del progreso. El
principal exponente de esta corriente a nivel internacional es Luc Ferry.
Ferry crea esta corriente en base a la crítica al ecologismo que profesa un
amor a la naturaleza teñida de un verde nazi; y a la reencarnación del
izquierdismo como crítica a la civilización occidental y elogio a la vida
frugal de los indios. De este modo Ferry pone a la modernidad y el tiempo
presente como el contexto y las herramientas para enfrentar el cambio
ambiental. Ferry define el reformismo “como una fuerza enfocada hacia la

84
calidad de vida y el uso de instrumentos de la gestión, pero con una
potente expresión ciudadana. Sólo por la vía de la participación de las
personas será posible superar el marco meramente tecnológico que el
ambientalismo en general ostenta (…) En suma, el reformismo propuesto
por Luc Ferry constituye un novedoso esfuerzo del sistema cuestionado
por iniciar una corriente al interior de la democracia lo suficientemente
realista como para aceptar que el objetivo de satisfacer las crecientes
demandas ciudadanas no se cumplirá de la mano de un ambientalismo
meramente tecnocrático. (Aldunate. 2001).

Para lograr la sustentabilidad apunta a la necesidad de efectuar profundos


cambios culturales, los cuales se logran a través de la concientización de
la gravedad del problema medio ambiental, incentivando un cambio a nivel
de las actitudes y valores. Se postula, en este sentido, generar nuevas
potencialidades culturales y ecológicas para la organización productiva y
que reorientan la energía social a través de los principios ambientales de
otros desarrollos posibles. Es decir, como señala Aldunate (2002) la
ecología reformista se enmarca en la praxis de accionar ecológico, creando
conciencia social sobre el problema, plantea la transformación hacia una
sociedad ecológica a partir del trabajo social.

Este cuadrante está compuesto por lo general por pequeños grupos locales
muy diversificados, que son englobados en redes mayores. Son grupos
locales pequeños por el hecho que su objetivo estratégico apunta a
provocar un cambio cultural, por lo cual el trabajo de esta corriente está
fundamentalmente orientado al trabajo de acción medio ambiental
concreta. Es decir, toman el papel de actores sociales promoviendo el
cambio cultural necesario para una sociedad sustentable5, denunciado el
problema, concientizando y formando alianzas con los más diversos
sectores y grupos posibles, proponiendo soluciones conjuntas y
emprendiendo medidas desde sus potencialidades locales para contribuir a
la solución del problema.

Entre las instituciones y/u organizaciones que pueden integrar este


cuadrante, de acuerdo a los objetivos y sus trabajo se encuentra la Acción
Ciudadana por el Medio Ambiente (1988); Casa de la Paz (1984);
Coordinadora Ciudad Viva (1999); El Centro Comunal de Ecología y Medio
Ambiente de Lo Espejo CECOEMA (1993); Comité Chileno pro Defensa de
la Fauna y la Flora (1968); La Corporación de Estudios y Desarrollo Norte
Grande CNG (1992); Greenpeace Chile (1993); El Grupo de Acción

5 Eduardo Guadynas se refiere a este grupo como los contrahemógicos y señala que se
caracterizan por vincular las temáticas medio ambientales con elementos sociales. Sin
embargo a la luz de la investigación se puede ver que los agentes que componen este
cuadrante, más que dar un énfasis en lo social, lo ponen en lo cultural. Esto debido a que
apuntan a realizar cambios en la mentalidad de los agentes, para cambiar sus acciones
sociales, pero no postulan el ordenamiento social.

85
Ecológica Atacama GAEDA; red Eco 90 (1998); Movimiento Furiosos
Ciclistas MFC (1996).

Los ambientalistas centran su problemática medio ambiental en el ámbito


económico. Este planteamiento está dado por la compatibilización entre el
modelo de desarrollo neoliberal con los planteamientos de equidad social y
la sustentabilidad ambiental. La frase que los caracteriza es “sin recursos
que explotar el modelo no funciona”.

El ambientalismo en sus orígenes estuvo ligado a la máquina institucional


creada por los gobiernos en Estocolmo, se advierte de neutralidad frente a
las relaciones del hombre con la naturaleza, su automático acomodo al
modelo económico, político y social fundado en el industrialismo, su
compromiso con la historia de antropocentrismo tejida por la Modernidad
y su ciega confianza en los métodos de la ciencia y la técnica. Su opción,
en palabras de Lynton K, Cadwell, ha sido “aceptar las realidades políticas
y económicas de cada momento y buscar la mediación y el compromiso de
las fuerzas tecno-económicas dedicadas a la transformación
medioambiental y al desarrollo de recursos.” (Aldunate.2001:37). De este
modo el ambientalismo es una reacción al modelo neoliberal, pero no
implica su cambio radical como proponen los ecologistas políticos. En este
sentido sus estrategias están dirigidas a introducir cambios en el
neoliberalismo, para resolver los problemas ambientales en el mercado.
(Gárate 2000; Aldunate 2002; Larraín; Guadynas 1994).

Uno de los grupos medio ambientales que cabe perfectamente en este


cuadrante son los denominados administradores ambientales. Los
administradores ambientales no cuestionan en su totalidad la ideología de
fondo del modelo neoliberal, ni la organización social existente en la
sociedad capitalista avanzada, enfatizando que las soluciones medio
ambientales están puestas en la técnica y en el desarrollo de la ciencia. De
este modo el desafío está puesto en utilizar la ciencia y la tecnología para
preservar lo bueno y evitar lo malo, todo esto dentro de una perspectiva de
lo pro-humano y de la pro-naturaleza. (Guadynas. 1994; Cáceres. 1997).

En Chile este tipo de instituciones y/u organizaciones han estado dirigidas


principalmente a incentivar y darle a la temática medio ambiental un
carácter profesional y técnico en pro de proyecto de desarrollo
auténticamente sustentable (Claude. 1999). Este tipo de instituciones y/u
organizaciones se han caracterizado principalmente por ser consultoras
medio ambientales, dedicándose en su mayor parte a realizar estudios que
certifiquen la “sustentabilidad” de proyectos industriales o tecnológicos en
Chile. Este tipo de instituciones y/ u organizaciones surgen con mayor
fuerza hacia mediados de los años noventa (Gobierno de Frei Ruiz-Tagle),
lo que se debe principalmente al interés de Chile por entrar en tratados y
acuerdos comerciales, necesitando de este tipo de instituciones y/u

86
organizaciones para certificar la producción sustentable de los productos
que entrarán al mercado internacional (requisito que es solicitado por la
comunidad internacional para entrar a sus mercados).

Un segundo grupo que se ubica en este cuadrante son los denominados


vanguardistas o los reformistas neoliberales. Este grupo postula que los
problemas medio ambientales deben ser solucionados a través del mercado
y por ende son los actores privados los que deben dar soluciones a estos
problemas. De este modo señalan que la gran industria y el capitalismo no
son contrarios a un enfoque ecologista, valorando de este modo al ser
humano, la tecnología y la ciencia, el crecimiento y la libre empresa. Un
ejemplo de este tipo de organizaciones lo representan algunas
organizaciones de la derecha política chilena que han postulado dentro de
sus medidas ponerle precio al aire, con el fin de limpiar el aire de Santiago.
Esta proposición se da en el entendido que no se protege y no se cuida
aquello que no se valora por el mercado. El ambientalismo pasa a ser, en
esta perspectiva, un negocio, una fuente de recursos para la empresa
privada y en un “nuevo tipo de consumismo”. (Cáceres. 1997; Aldunate.
2000; Guadynas. 1994; Rieschmann y Fernández Buey 1994).

El rol del Estado dentro de la perspectiva de los vanguardistas no es


aprobar proyectos de ley medio ambientales que vayan en contra de los
intereses del mercado, como tampoco ser dueño y administrador de los
recursos naturales; sino proteger los derechos de los individuos. Debe por
tanto, crear derechos de propiedad privada para lograr metas ecológicas;
dejar que los precios de los mercados distribuyan los recursos; crear
oportunidades para entregas de terreno y "adopción" en áreas ecológicas
pertenecientes a la comunidad; adoptar el principio de que el que
contamina paga y por último se debe dar la opción a las personas para que
el uso de sus imposiciones tributarias sean destinadas al medio ambiente.
(Cáceres. 1997).

En Chile los vanguardistas están muy ligados a la Iglesia Católica y al


Opus Dei. Es así, como una forma de justificar se apegan a los
planteamientos de las cúpulas de la iglesia. Los vanguardistas de este
modo han adoptado la encíclica Popularum Progressio, “(…) cuyo texto da
permiso a la libre explotación de la tierra como única forma de terminar
con las injusticias que afectan a los hombres y mujeres del planeta:
“Llenad la tierra y sometedla”, cita Paulo VI, porque “la creación entera es
para el hombre, al que se le exige que aplique todo su esfuerzo inteligente
para valorizarla y, mediante su trabajo, perfeccionarla – en cierto modo-
poniéndola a su servicio” (…) “Cada pueblo debe producir más y mejor a
fin de, por un lado poder ofrecer a sus conciudadanos un nivel de vida
verdaderamente humano y por otro, contribuir también, al mimo tiempo,
al desarrollo solidario de la humanidad”. (Aldunate 2001: 132).

87
Todas estas subcorrientes “(…) conservan un vínculo fuerte con el sistema,
dado principalmente por el respaldo financiero que reciben de los
gobiernos. (…) son como verdaderas bisagras entre la sociedad civil y el
interés de las instituciones. A través de ellas, los bancos, los empresarios y
los gobiernos se aseguran un grado crucial de influencia en la toma de
decisiones verdes a nivel nacional e internacional”. (Aldunate 2001: 39).

De acuerdo a los objetivos y trabajo de las instituciones y/u


organizaciones se puede inferir que las instituciones y/u organizaciones
que componen este campo son Agrupación de ingenieros por el Bosque
Nativo (1998); Centro de Investigación y Planificación del Medio Ambiente
CIPMA (1979); Fundación Libertad y Desarrollo (1990); La Fiscalía del
Medio Ambiente (1998); Fundación Otway (1993); Instituto de Ecología de
Chile (1974); Fundación Terram (1997); Fundación para la Recuperación y
fomento de la palma chilena (1997).

La temática medio ambiental surge en Chile entre las década de los


cincuenta a los setenta, período en el que se consolidaban en el mundo
dos bloques políticos-ideológicos que nacen luego de la Segunda Guerra
Mundial -Occidente y Europa del Este- y que iba a marcar la segunda
mitad del siglo XX. El centro político de cada bloque estaba representado
por los Estados Unidos y la Unión Soviética, el resto del mundo hacia
parte de las zonas de influencia de cada bloque. Cada centro trata de
ampliar su área de influencia y de mantener un equilibrio de fuerzas a
través de la amenaza nuclear. El período de Guerra Fría fue aquel que se
caracterizaba por la estrategia desarrollada por ambos bloques para
mantener el equilibrio entre ellos, a través de la amenaza nuclear. En
Latinoamérica y en Chile, los Estados Unidos desarrolló una política
destinada a consolidar su influencia y su hegemonía política y económica.

Los países en desarrollo en general y en América Latina en particular se


ven enfrentados a las consecuencias de la pobreza y la desigualdad
propias del subdesarrollo. El Estado Chileno se caracterizó hasta los años
70 por el importante rol económico que jugaba, lo que le permitía una
ingerencia relevante en el ámbito social. Así decide, recurrir a todas las
fuentes de financiamiento internacional para desarrollar una política de
desarrollo centrada en la industrialización. Durante buena parte del
período, el recurso natural en que se basa la explotación es el cobre, como
antes lo fue el carbón y el salitre. El grado de industrialización del país
sólo permite la extracción de estos recursos y su venta como materia
prima.

Es a partir de los años cincuenta que comienzan a manifestarse las


primeras sensibilidades de lo que será posteriormente el Movimiento
Ecologista/Ambientalista. En este período se desarrolla fundamentalmente
la perspectiva conservacionista cuya acción fundamental reside en la

88
protección del mundo animal y de la flora. Podemos decir que la primera
perspectiva que se desarrolla y sistematiza ideas es la corriente
Ecocéntrista, cuyos marcos interpretativos centrarán su problemática en
la degradación y destrucción del medio ambiente, poniendo como punto la
valoración de los recursos naturales en igual estatus que el hombre. Se
definen en oposición a aquellos que pretenden una supuesta supremacía
del hombre por sobre los ecosistemas. Las organizaciones conformadas en
este período y pertenecientes a esta sensibilidad son los Amigos de los
Animales (1955) que se transforman posteriormente en el Comité Pro
Defensa de la Flora y Fauna, CODEFF, (1968).

Otra corriente de la época lo constituyen los Ambientalistas, se


conformarán desde la academia a partir de la creación del Centro
Interdisciplinario de Desarrollo Urbano y Regional (1965). Esta vertiente
tendrá como marco interpretativo la articulación entre el desarrollo, la
política y el medio ambiente; su preocupación nace del crecimiento
desmesurado de las ciudades y el impacto que estas tienen en el
medio/ambiente. Es la época en que se desarrollan en América Latina las
grandes megápolis sin ninguna planificación ni control. Se definen y crean
su identidad en oposición a aquellos que no visibilizan las consecuencias
de articular los elementos antes mencionados y no evalúan el impacto del
crecimiento de las ciudades.

La tercera corriente concierne lo que se denominó Los Nuevos


Espiritualismos, se conformarán en torno la reflexión generada por un
grupo liderado por Lola Hoffman (1962). Su mapa cognitivo medio
ambiental será la perspectiva holística, para ellos, el planeta es un mundo
de interconexiones donde la humanidad no es la única protagonista, sino
una parte de este todo. Los adversarios de esta corriente serán aquellos
actores que no despierten su espiritualidad y que no comprendan que
conforman parte de un todo y no una supremacía frente al resto del
planeta.

La reciente conformación de organizaciones ecologistas/ambientalistas,


tendrán como estructura de movilización una estrategia interna de
reflexión sobre el uso y manejo de los recursos naturales, encausando en
la mayor parte de los casos acciones tendiente a velar por el cuidado y/o
protección de las especies. Esta estructura de movilización responde, en lo
teórico, al primer ciclo de los Movimientos Sociales Contemporáneos. Es la
etapa donde la acción colectiva construye sus mapas interpretativos para
cautivar la audiencia social. La falta de marcos interpretativos más
elaborados que incluyan la preocupación social por las consecuencias del
subdesarrollo, harán que estas organizaciones no opten por estrategias de
acciones sociales; como tampoco generarán acciones radicalizadas, a pesar
de la existencia de un Estado con una fuerte estructura presidencialista (la

89
teoría señala que una institucionalidad fuerte lleva a la radicalización de
las acciones colectivas).

En este período de gestación, las organizaciones, al no tener mapas


cognitivos más acabados, no logran articular su acción colectiva. Si bien
en las primeras etapas de las acciones colectivas se generan articulaciones
centralizadas de acción, la falta de desarrollo de la temática al interior del
campo, se traduce en una imposibilidad de concertar acciones.

En el desarrollo de sus mapas cognitivos juegan un rol determinante las


organizaciones medio ambientales internacionales cuya reflexión tiene un
cierto avance respecto de las organizaciones chilenas. Es el caso del la
temática conservacionista que en Europa se desarrolla a partir de 1923
con la realización, en París, del Primer Congreso Internacional por la
Protección de la Naturaleza. La discusión internacional en esta temática
será parte de las reflexiones del campo medio ambiental chileno,
transformando al conservacionismo en la piedra angular y la acción
común de las distintas corrientes que lo conformarán.

En las estructuras de movilización juega un rol fundamental la tensión


política internacional en donde se oponen como solución al subdesarrollo
el modelo capitalista y el modelo socialista. Los partidos políticos y los
actores sociales colectivos, en este período, se definirán en función de esta
oposición. Estos dos modelos de desarrollo, junto a la tematización social
por dar solución a las consecuencias del subdesarrollo, obstaculizan la
configuración de alianzas que permitan ingresar la problemática
conservacionista, propugnada por las corrientes
ecologistas/ambientalistas generadas en este período. Uno de los
elementos de contexto que contribuye a esta situación es la escasa
visibilización de los impactos ambientales (herramienta argumental
utilizada por la perspectiva de la ecología política) del modelo productivo
sostenido por los paradigmas socialista y capitalista, caracterizado por un
uso intensivo de recursos naturales, si bien es posible afirmar que en las
regiones no industrializadas durante los años ’60-’70, el modelo capitalista
promueve esta explotación para la generación de riquezas por la venta de
materias primas; mientras que en la perspectiva socialista estos recursos
debieran orientarse a alimentar los procesos de industrialización de los
países no desarrollados. En este marco, los partidos políticos, como otros
actores sociales colectivos, no serán tematizados como una oportunidad
para las organizaciones ecologistas/ambientalistas y por ende no harán
parte de las estructuras de movilización.

La autorreflexividad -capacidad para auto pensarse en un determinado


contexto- los conduce a reflexionar sobre el desarrollo y sobre la falta de
marcos interpretativos. Es decir que en este período, la autorreflexividad

90
será entendida como la tematización de las no oportunidades y, la
necesidad de elaborar marcos interpretativos más acabados.

Chile vive desde mediados de los sesenta una dinámica de reformas


relevantes tanto en lo que concierne la tenencia de la tierra, con la reforma
agraria que comenzara el gobierno de Eduardo Frei Montalva, la
“chilenización” de los yacimientos de cobre y la a organización de un
sector popular importante como son los pobladores. Todas estas reformas
realizadas durante el gobierno demócrata cristiano contaron con el apoyo
de los Estados Unidos y tenían como fin responder a un descontento
profundo de los trabajadores del campo y de la ciudad y de evitar una
radicalización del descontento que llevara a la sociedad a imitar la
experiencia cubana. Era lo que se llamó la Revolución en Libertad.

Pero las dinámicas sociales son complejas y la estrategia de los Estados


Unidos de impulsar reformas para evitar la radicalización, no consigue sus
objetivos y la dinámica de las reformas termina con un acontecimiento
mayor. Al gobierno de Frei Montalva, le sucede el Gobierno de la Unidad
Popular con Salvador Allende de Presidente. El gobierno de la Unidad
Popular tenía como proyecto comenzar un proceso de “socialismo a la
chilena”, que básicamente consistía en empujar un poco más las reformas
que realizara la Democracia Cristiana. El desarrollo nacería de un proceso
y de reformas más radicales tales como la nacionalización de la minería y
ya no una chilenización, una profundización de la reforma agraria de Frei
y la creación en la economía nacional de un sector estatal, uno mixto y
otro privado. Así, la preocupación nacional sigue siendo la
industrialización en pos del desarrollo

Los Estados Unidos percibe esta situación con preocupación, pues teme
que el sur del continente se transforme en una nueva referencia
anticapitalista y anti-estadounidense que pusiera en peligro su hegemonía
política y económica en la región. El fantasma de Cuba comienza a incidir
en la correlación de fuerza dentro de Chile y en la región.

La instauración del Gobierno de la Unidad Popular genera una


polarización política, lo que conlleva a una crisis política, económica e
institucional que marcará profundamente la sociedad chilena y el gobierno
de la Unidad Popular terminará violentamente. Los Estados Unidos decide
involucrarse en la salida de esta crisis nacional, empujando y financiando
el derrocamiento del Gobierno de Salvador Allende.

La preocupación por conducir a Chile hacia el desarrollo, sigue siendo una


de las principales tematizaciones sociales de la época. Sin embargo a pesar
del radicalismo del proyecto de la Unidad Popular de implementar o
caminar hacia un socialismo a la chilena, no implica un cambio en el uso
y manejo de los recursos desde la perspectiva medio ambiental.

91
En este contexto de polarización política y de preocupación política y social
frente a la superación de las condiciones del subdesarrollo, las
organizaciones ecologistas/ambientalistas, seguirán al igual que en la
década anterior, elaborando marcos interpretativos que les permitan llevar
su preocupación a una audiencia mayor.

A) Ecocéntrismo: En este período los ecocéntristas representados por el


Comité Pro Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF) se encaminarán hacia
una perspectiva conservacionista ecocéntrica, donde su reflexión se
centrará en la protección y conservación de las especies que comenzaban a
ser amenazadas por la explotación de los recursos naturales.

B) Ambientalismo: Esta corriente representada por el Centro


Interdisciplinario de Desarrollo Urbano y Regional, se centra en la
academia, generando mapas cognitivos científicos en busca de la
compatibilización entre el desarrollo, la política y los recursos naturales.

C) Nuevos Espiritualismos: La tensión de la Guerra Fría en el escenario


nacional dará una fuerza a la proliferación y reflexión en esta corriente, así
se generaran en este período dos nuevas organizaciones, el Movimiento
Silo (1969), fundado por el argentino Mario Rodríguez y que será la cuna
del Partido Humanista, mientras otros miembros de Silo fundarán el
partido Los Verde hacia fines de la década de los ochenta; y el Grupo
Arica, creado por el boliviano Oscar Ichazo, que estuvo principalmente
orientado a promover la vida en comunidad, la meditación y el ayuno en el
desierto. Estos grupos se unirán en torno a la reflexión generada por Lola
Hoffman, desarrollando marcos interpretativos relacionados con la
preocupación por el planeta, sus recursos naturales y la tensión política
en la que se encuentra el planeta y Chile.

Los marcos del debate de la oposición entre izquierdas y derechas, el


centro de la preocupación fijada en el tema del desarrollo de Chile y la
necesidad de elaborar marcos interpretativos más desarrollados para
cautivar mayores audiencias no permiten la emergencia de la temática
ecologista/ambientalista en el espacio público. El conjunto de estos
factores hará que las estructuras de movilización estén dirigidas hacia el
interior de las organizaciones, en la búsqueda de reflexión y conocimientos
que les permitan desarrollar sus mapas cognitivos. De este modo, las
organizaciones ecologistas/ambientalistas no se harán parte de las
movilizaciones sociales originadas en este período, producto de la gran
tensión política existente; como tampoco buscarán conformar alianzas
políticas con los partidos políticos, ni actores sociales de la época, pues la
discusión político social es ajena la preocupación medio ambiental que
portan.

92
La reflexión para la construcción de marcos interpretativos al interior de
las instituciones se verá apoyada desde el ámbito internacional con una
opinión pública que comienza a manifestarse frente al deterioro del medio
ambiente, desarrollándose las primeras acciones colectivas en los países
desarrollados. Estas acciones colectivas salen del estricto marco
conservacionista, pasando a constituirse en acciones
ecologistas/ambientalistas, propiamente tales. Es decir, buscan ejercer un
cambio en algún plano de la sociedad (político, económico, social o
cultural) y no sólo proteger o conservar el medio ambiente. Esta creciente
preocupación, generada por la sociedad civil de los países desarrollados,
lleva a la Comunidad Internacional a realizar en 1972 el Primer Encuentro
sobre El Medio Ambiente Humano en Estocolmo, Suecia. Cabe señalar que
esta preocupación internacional fue interpretada desde la lógica de los
países subdesarrollados como un nuevo mecanismo de los países
desarrollados para mantener la brecha entre el desarrollo y el
subdesarrollo. De este modo la preocupación medio ambiental no tiene
cabida social ni política dentro de los países subdesarrollados como Chile.
Sin embargo, podría interpretarse que la presión internacional dada por
este Encuentro caló en el Gobierno, pues en el año 1972 se crea la
Corporación Nacional Forestal (CONAF), cuya perspectiva central será el
conservacionismo, antropocéntrico. Es decir, conservar en pro de la
humanidad. La temática medio ambiental en Chile, podría inferirse,
comienza a tener un respaldo internacional. Respaldo que será crucial
para los éxitos del Movimiento en el futuro.

La autorreflexividad será entendida desde la no oportunidad política y


desde la necesidad de brindar mayor profundidad a su reflexión medio
ambiental. Este síntoma evidencia que las organizaciones medio
ambientalistas se encuentran en un ciclo inicial como movimiento social,
caracterizado por un escaso posicionamiento de sus prioridades y
demandas en el debate político; y una débil articulación de las mismas en
términos de promoción de un modelo de desarrollo alternativo al
impulsado por los sectores políticos tradicionales. Otro elemento que nos
permite identificar este primer ciclo es que poseen una militancia parcial y
un involucramiento personal con una solidariedad afectiva hacia las
organizaciones a las que pertenecen. Esta condición genera que estas
organizaciones tengan una escasa división de trabajo, difusa especificación
de roles y una descentralización en la toma de decisiones -en el sentido
que no existe una articulación entre ellas, o sea no cuentan con una
racionalidad estratégica-.

El derrocamiento del Gobierno de Salvador Allende con el Golpe Militar de


1973 rompe los pactos republicanos, reconfigura el espacio de acción de
los actores políticos, los cuales desarrollan nuevas estrategias de alianzas,
nueva institucionalidad. Paralelamente, la sociedad civil se ve forzada al
silencio frente a la represión y enfrentando el desafío de buscar nuevos

93
caminos de expresión. La concentración del poder político en manos de la
Dictadura y la falta de mecanismos o poderes de control, unido a una
política de represión y persecución desarticuló las organizaciones de la
sociedad civil, cuando no las aniquiló. Sólo a mediados de los ochenta se
generan las condiciones para el posicionamiento de una oposición política
organizada y articulada, al régimen.

Adicionalmente, el Régimen Militar impone un modelo de desarrollo


neoliberal que revierte los procesos de industrialización previos y favorece
el debilitamiento del Estado en términos económicos, a través de la
progresiva privatización de servicios públicos; desmembramiento de los
aparatos estatales como la educación y la salud; y enajenación de bienes
fiscales. Estos procesos traen profundas consecuencias sociales, como la
ampliación de la brecha económica, el empobrecimiento de amplios
sectores de la sociedad, el desempleo y el hambre. En el plano medio
ambiental, la promoción de una economía abierta que invita a la inversión
extranjera sin medidas de protección, se vuelca a la explotación acelerada
de los recursos naturales tradicionales como la minería, pero también de
los recursos agropecuarios, hídricos, forestales, con el impacto
medioambiental correspondiente a esta explotación indiscriminada de los
recursos. Este escenario tiende a favorecer el desarrollo de una línea
política en el sector verde, vinculada a la ecología política, crítica del
modelo capitalista neoliberal. Sin embargo, en este período dicho
cuestionamiento no cobra la fuerza suficiente como para dar cabida a un
movimiento ambiental opositor de la dictadura militar; y paralelamente,
algunos sectores ambientalistas convergen en sus agendas con algunas
iniciativas del gobierno de la época, particularmente en aquellas que se
refieren a la conservación de la naturaleza en el marco de una visión
nacionalista, defensora de la soberanía territorial.

De hecho, la reflexión y desarrollo de mapas cognitivos en los períodos


anteriores, llevarán a algunas organizaciones medio ambientales a
tematizar el quiebre de la democracia como una oportunidad política para
la introducción de la perspectiva conservacionista, desde una lógica
nacionalista. Perspectiva que no era vista como una amenaza para los
intereses ideológicos del Régimen Militar, muy por el contrario la
perspectiva nacionalista hace parte del ideario militar al enfatizar los
valores patrios y de “identidad nacional” en oposición a los valores
foráneos vehiculados por la ideología marxista. Entre las corrientes que se
encuentran en este período están:

A) Conservacionismo Ecocéntrico: Esta corriente estará representada por


el Comité pro Defensa de la Flora y Fauna (CODEFF) y el Instituto de
Ecología de Chile, fundado por Juan Grau en 1974. Los marcos
interpretativos de esta corriente y como parte de sus estructuras de
movilización se centrarán en la conservación de recursos naturales que se

94
encuentren en peligro medio ambiental, desde una lógica nacionalista.
Desde este marco cognitivo esta corriente emprenderá acciones de
protección del Alerce y de la Isla de Pingüinos de Algarrobo aduciendo
motivos de valor nacional y de defensa de la Patria. La identidad
visibilizada como opositora serán aquellos que no comprendan la
necesidad de proteger las especies en peligro.

B) Ambientalismo: Esta corriente también en este período habrá elaborado


sus mapas cognitivos y saldrá de los límites de la academia -Centro
Interdisciplinario de Desarrollo Urbano y Regional- para transformarse en
1979 en el Centro de Investigación del Medio Ambiente, CIPMA. La
instauración del modelo de desarrollo neoliberal introducirá dentro del
mapa cognitivo de esta vertiente y como también de su estructura de
movilización el compatibilizar éste con la política y la cuidado del medio
ambiente.

C) Los Nuevos Espiritualismos: El quiebre de la democracia será


interpretada desde sus mapas cognitivos como la oposición a sus
planteamientos, pues la acción violenta de la Dictadura vendrá a afectar
los destinos de la humanidad y del planeta. En este sentido los Nuevos
Espiritualismos se mantendrán, en este período, al margen de la escena
pública, esperando mejores oportunidades de acción. En esta inacción Los
Nuevos Espiritualismos congregarán a diversos actores de izquierda que
buscan en este espacio la asociación y articulación política para enfrentar
al régimen pinochetista.

La Dictadura Militar que impuso un régimen político cerrado, es decir, no


existió casi ningún canal para escuchar y dar solución a las demandas de
la ciudadanía, miró con buenos ojos la emergencia de algunas corrientes
medio ambientales, por su coincidencia con la perspectiva nacionalista.
Ello explica la creación de la Comisión Nacional de Ecología (CONADE). Tal
situación, vista desde la perspectiva de la ecología política, puede resultar
contradictoria debido al carácter abierto de la economía nacional, basada
precisamente en la explotación de recursos naturales y que podría haber
constituido un referente de oportunidad para la consolidación de un
movimiento ambientalista y ecologista crítico. Sin embargo, esta situación
no se explica como una contradicción del Régimen Militar, sino más bien,
como una expresión más de su visión militarizada del territorio y su propia
noción de patria. Dicha perspectiva, marcadamente antropocéntrica,
supone los recursos naturales y la naturaleza como propiedad de las
sociedades humanas y por tanto, lo que está en juego no es el uso que se
dé a estos recursos, sino el control sobre ellos. Es así que resulta
coherente la apertura a la venta de los recursos naturales bajo una fuerte
administración estatal, controlada por los militares; y, simultáneamente,
la protección de la naturaleza a manos de las mismas autoridades, que

95
aceptan en su seno a los sectores de la sociedad civil con quienes
convergen en tales perspectivas.

En esta línea se enmarca el trabajo de organizaciones como el CIPMA, que


desde su propia agenda advierte la oportunidad que representan los
espacios institucionales, para introducir sus marcos interpretativos al
interior de las medidas de instauración del modelo de desarrollo neoliberal.
En el sector ecologista / ambientalista, las estructuras de movilización,
con excepción de los Nuevos Espiritualismos, estará dirigido hacia tácticas
moderadas de lobby político, con miras a introducir sus temáticas en la
agenda gubernamental.

El Régimen Pinochetista actúa con estrategias selectivas para la relación


con la sociedad civil de la época. Mientras reprime a los sectores opositores
en lo político, favorece a aquellos que resultan funcionales a su propia
agenda. En esta relación de reciprocidad con sectores conservacionistas,
es posible advertir ciertos hitos que en cierta medida, constituyen parte de
las bases de acción de este sector de la sociedad civil y que por lo tanto,
fueron vistos como una oportunidad por los mismos. De hecho, el artículo
de 1978, en el que CODEFF manifiesta su intención de otorgarle derechos
a la naturaleza, no tuvo secuelas en lo público y significó el primer hito -
aunque sutil- de introducción de una perspectiva econcentrista en las
políticas públicas del país.

La represión con la que actúa el Régimen Militar frente a los diversos tipos
de asociación existentes en el Período de la Unidad Popular implica que las
alianzas con partidos políticos como con otros actores no sea tematizada
como una oportunidad política, pues estas alianzas no le permitirían a las
organizaciones impulsar sus marcos interpretativos y serían objeto de la
persecución de actual régimen.

En definitiva, la capacidad autorreflexiva de los


ecologistas/ambientalistas, como ha sido posible apreciar, estará situada
desde la incorporación de la lógica del Régimen Militar en los marcos
interpretativos, de los conservacionismos ecocentristas y de los
ambientalistas (modelo de desarrollo neoliberal y nacionalismo), creando
estructuras de movilización para posicionar la temática medio ambiental al
interior del Régimen (lobby, inserción como agencias implementadoras de
políticas públicas). Dentro de la corriente ambientalista, los Nuevos
Espiritualismos, en cambio, verán este período como una no oportunidad,
pues de acuerdo a los marcos interpretativos que han elaborado, la
Dictadura es parte de lo que han tematizado como sus adversarios. Esta
será la única vertiente que tematizará a la Dictadura como un régimen
ilegítimo y por ende es la que reunirá a fines de los ochenta a los sectores
ecologistas de izquierda.

96
Este período vendrá a marcar una nuevo ciclo de las organizaciones medio
ambientalistas en Chile, pues como ha sido posible visibilizar en esta
etapa las organizaciones han elaborado marcos interpretativos y empiezan
a construir de acuerdo a éstos estructuras de movilización que les
permitan introducir su temática en el ámbito de lo público, a través de
estrategias dirigidas, principalmente hacia la obtención de ciertos
compromisos por parte de las autoridades. Esta época será el comienzo del
auge de esta temática. Es el comienzo, pues aún las organizaciones medio
ambientales no cuentan con una racionalidad estratégica que les permita
actuar coordinadamente y con una estructura centralizada de acciones,
aunque existe una coordinación implícita que les permitirá lograr algunos
éxitos.

Por otra parte, la década de los ochentas, marcada por los procesos de
ajuste estructural y la consolidación del Régimen Autoritario a partir de
reformas políticas sustantivas -como la nueva Constitución Política(1980)-,
desemboca en una fuerte crisis económica y un progresivo
cuestionamiento de la autoridad desde sectores políticos cada vez más
articulados desde la resistencia y la crítica. A pesar de los esfuerzos
realizados por el régimen para superar la crisis económica de principios de
los ochentas, no logra resolverla fundamentalmente por el impacto social
que esta genera. A la crisis socio-económica se agregan los conflictos
políticos y el cuestionamiento internacional a la legitimidad del régimen.
La crisis erosiona la imagen de invulnerabilidad del régimen, lo que abre
un espacio para expresión de los conflictos y descontentos hasta entonces
amordazados y comienzan a surgir las primeras acciones colectivas de
protesta: estudiantes, trabajadores, mujeres, etc. (Boeninger 1997).

Adicionalmente, las medidas económicas implementadas para superar la


crisis involucraron fuertemente la explotación de recursos naturales,
cuestión que implicó poner en riesgo los ecosistemas y algunas especies.
Esto unido al clima de efervescencia social creará oportunidades políticas
más significativas para la emergencia de la acción colectiva
ecologista/ambientalista, propiamente tal; como también será el período
de reconfiguración y estructuración del mapa ecologista/ambientalista
chileno. Las corrientes que se constituyen este período son:

A) Ecología profunda: Las organizaciones que se conforman en este marco


interpretativo, no son propiamente tal ecologías profundas, no obstante
manifiestan una sensibilidad cercana a ésta. La ecología profunda en este
período será parte del desarrollo de los marcos cognitivos de los
Ecocentrismos Conservacionistas Nacionalistas, llevados a cabo por el
CODEFF y el Instituto de Ecología de Chile; y podría decirse que
constituyen una reorientación de dicha perspectiva hacia la perspectiva de
la acción ciudadana y la recuperación de la actoría social. Por cierto, el
marco interpretativo será la conservación de las especies en pro de la vida

97
en general y no en pro de la vida humana exclusivamente. Las estructuras
de movilización saldrán en este período desde lo estrictamente
institucional a la esfera pública. Así se unirán a la campaña internacional
por la defensa de las ballenas en 1985, defenderán el Lago Chungará
(1985), campañas contra la contaminación ambiental de Santiago (1987),
denuncia por el ingreso de desechos tóxicos en Antofagasta (1985) y la
defensa de la Araucaria (1989). Sin embargo, estas estructuras de
movilización también estarán impregnadas en este período por una
perspectiva nacionalista que no pone en juego la estabilidad del régimen
político autoritario y por lo tanto, encuentran acogida en la esfera
institucional. En este marco se crea la Comisión Nacional de Ecología
(CONADE) y que ésta haya incorporado las demandas de esta vertiente:
declarar al Lago Chungará Reserva Nacional, implementar acciones
tendientes a combatir la contaminación de Santiago (microbuses deben
poner sus tubos de escape en la parte posterior superior de éstos), declarar
a la Araucaria Monumento Natural de todo el territorio nacional, etc.

B) Ecología política: Esta corriente será una parte de la evolución de los


marcos interpretativos de Los Nuevos Espiritualismos. El no
involucramiento de Los Nuevos Espiritualismos con el Régimen Militar los
puso como un espacio para la articulación de los actores de izquierda, que
comienza a retornar del exilio, o simplemente los que se han quedado sin
ningún espacio para la reflexión y articulación para hacer frente al
régimen no democrático. La crisis política y social permitirá conformar
marcos interpretativos que reúnan la perspectiva ecologista con la
evaluación crítica de las consecuencias sociales y económicas del sistema
neoliberal, incorporando desde esta mirada ideologías provenientes de la
izquierda. Es desde esta lucha y reflexión que se entiende la participación
en este subcampo de las organizaciones educacionales, feministas,
indígenas e incluso trabajadores; como también una fuerte masa de
voluntarios. Es decir, alianzas con otros actores sociales, características
propias de los Nuevos Movimientos Sociales. Las organizaciones que se
encontrarán en esta vertiente son el Centro de Alternativas al Desarrollo
(CEPAUR), el Partido los Verdes (1987), el Partido Humanista (1987), el
Instituto de Ecología Política (1989) y la Red Nacional Ecológica -RENACE-
(1989). Estas organizaciones tendrán una estructura de movilización
destinadas principalmente a mostrar su oposición al Régimen desde lo
ecológico.

C) Ecología Reformista: Esta corriente se conformará desde dos focos, Los


Nuevos Espiritualismos y actores de izquierda que vieron esta vertiente un
frente de lucha contra el Régimen Militar. Esta corriente postula que el
cambio ecológico debe llevarse a cabo a través de un cambio de
mentalidad, su línea de acción es la elaboración de estrategias destinadas
a la educación. En esta vertiente se encuentra la Casa de la Paz (1988),
que viene de los Nuevos Espiritualismos y el Canelo de Nos (1985) que

98
viene de actores de izquierda. Este último dirigirá sus estructuras de
movilización en la educación popular para la acción, desde la preparación
cívica que permitiera educar a la población para el plebiscito de 1988 y las
elecciones de 1989.

D) Ambientalismo. Los ambientalistas surgen en esta época como los


defensores del modelo de desarrollo neoliberal y como los técnicos que
buscan soluciones medio ambientales ante los efectos perjudiciales no
buscado por éste. Este es el caso de CIPMA, que tomará hacia fines de la
década de los ochentas una posición pro empresarial, asumiendo que el
libre mercado es el sistema y que las soluciones ecológicas deben
amoldarse a él. En este sentido el CIPMA operó como un facilitador del
régimen pinochetista en estas materias, perdiendo la noción de las
oportunidades políticas que les brindaba la declinación de este Régimen.
(Aldunate. 2001). Esto se traducirá, en las décadas venideras, como un
obstáculo para ser reconocidos como actores del campo verde. Sin
embargo no podemos decir que se encuentren fuera del movimiento
chileno.

En resumen el movimiento ecologista/ambientalista se configura como tal,


se fortalece y amplía hacia fines de la década de los ochenta con diversas
perspectivas, las cuales serán las que estructuran el campo
ecologista/ambientalista en Chile. El movimiento puede situarse en
términos de estructura dentro de un plano cartesiano. Este plano está
compuesto por dos ejes el horizontal que representa a los polos radical-
reformista y el vertical que representa a los polos antropocéntrico-
ecocéntrico. El cruce de estos dos ejes dará origen a cuatro subcampos, los
cuales estarán unidos por un centro que es el punto común entre ellos, el
conservacionismo. Esta perspectiva será el mínimo común en el que
confluirá todo el Movimiento Ecologista/Ambientalistas chileno durante
los ochenta e inicios de los noventas. Recordando el análisis anterior, el
mapa conceptual de este movimiento en la década de los ochenta se
estructura en los siguientes términos:

99
Ecocéntrico

Ecología Profunda. Ecología Reformista

Social Reformista
C C
C C

Ecología Política Ambientalismo

Antropocéntrico

Teniendo en cuenta que el Régimen Autoritario, al igual que la Dictadura,


presentaba una apertura hacia la temática ecologista ambientalista y se
manifiesta a favor de canalizar sus demandas, todas las corrientes logran
desarrollar estructuras de movilización públicas, sin ser objeto de
represión. Señal que fue leída por los actores de izquierda dentro del
ecologismo como una oportunidad política para enfrentar al Régimen
Pinochetista desde lo ecológico y desde las urnas en el plebiscito de 1988.
El llamado los procesos electorales de 1988 (plebiscito) y las elecciones
Presidenciales de 1989 serán tematizadas como una oportunidad política
para el Movimiento, en términos de avanzar hacia la consolidación de sus
agendas en un contexto democrático y participativo, que reconozca su
actoría, no sujeto a las prioridades de una institucionalidad autoritaria
que resulta insuficiente para alcanzar sus objetivos. Por esta razón,
establecerán alianzas políticas con el sector opositor al Régimen
Autoritario, la Concertación de Partidos Por la Democracia. Esta alianza le
permitirá al Movimiento, en especial al sector ecologista político y
reformista, introducir sus temáticas en el Programa de Gobierno del
candidato Concertacionista Patricio Aylwin.

En este período las organizaciones ecologistas/ambientalistas se visibilizan


como un Movimiento Social, pues se encuentran en un período de auge.
Tienen una organización centralizada, logran establecer una red, como lo
es RENACE; tienen claridad sobre la coyuntura social y política en la que
están inmerso, obteniendo marcos interpretativos y estructuras de
movilización articuladas para posicionar su preocupación por el medio

100
ambiente. Preocupación que es puesta desde una racionalidad estratégica,
ya que como ha sido posible apreciar, el Movimiento se encuentra en los
distintos frentes del conflicto político y social de época, mas todos logran a
través de sus estrategias colocar el tema ecológico/ambientalista en la
esfera pública. Cuestión que marca dos características de los Nuevos
Movimientos Sociales, el no responder a la política clásica teniendo
heterogeneidad política en sus adeptos como en sus estrategias y el actuar
en distintos frentes por una misma misión.

La autorreflexividad en este sentido es puesta al máximo, pues logran ver


en cada espacio las oportunidades políticas emergidas en este período,
incluyendo diversas estrategias que les permiten cautivar mayores
audiencias y situar su perspectiva en el espacio público. Las estrategias
que utilizaron para ello responden a acciones moderadas y tradicionales,
como fueron campañas públicas, reuniones educadoras, difusión de
conocimientos, lobby político etc. Tácticas que corresponden, según la
teoría, a una etapa ascendente del Movimiento.

La búsqueda de oportunidades para posicionar el tema


ecologista/ambientalista por parte de las organizaciones en la década de
los setenta, vendrá a ser un accionar que influirá en el auge de este
Movimiento en este período. La apertura que manifiesta los regímenes no
democráticos hacia la temática ecologista/ambientalista generará espacios
para el surgimiento y consolidación de otras vertientes, como también
abrirá paso en el clima político y social vivido para que se generé una
acción colectiva desde todas estas vertientes.

La efervescencia social existente en este período también será una


oportunidad política para el auge de este Movimiento, pues el
reconocimiento social de la ilegitimidad del Régimen Autoritario por parte
de la sociedad civil reorganizada, manifestada a través de diversas
acciones de protesta permitirán a la acción colectiva
ecologista/ambientalista como un nuevo frente lucha contra este Gobierno
y les permitirá introducir algunas de sus demandas en el Gobierno
Democrático de Patricio Aylwin.

La década de los noventa se inicia en el mundo con la caída del Muro de


Berlín, lo que marcará el fin de Guerra Fría y el derrumbe de la Unión
Soviética. Este hito terminará la bipolaridad internacional que había
caracterizado la política internacional desde el desenlace de la Segunda
Guerra Mundial. Los Estados Unidos no tienen más contendor, ni hay más
alternativa política a la que aludir ni más promesa alternativa frente al
modelo estadounidense. Esto será la oportunidad política para el
surgimiento de nuevos pensamientos, es la oportunidad para la
emergencia con mayor fuerza de las perspectivas
ecologistas/ambientalistas, los espacios han quedado abiertos.

101
Este contexto se realiza en 1992 con un gran impacto político y social La
Cumbre de la Tierra o Río 92. Esta reunión de Estados organizada por
Naciones Unidas será el hito de legitimación a nivel mundial de las
demandas y reivindicaciones, logrando consolidar una agenda de
compromisos entre los Estados partes. La Cumbre de Río constituye un
paso adelante en la medida de que se establece que la problemática
medioambiental no es sólo un problema de los países desarrollados, sino
que es un tema global que impacta también a los países en desarrollo. No
obstante, las diferencias existentes entre los países desarrollados y los
envías de desarrollo, en el marco de un modelo neoliberal hegemónico, no
permiten consensuar estrategias que posibiliten asumir el problema con
las medidas y urgencias requeridas (Larraín 1993). Sin embargo esta
Cumbre logra posicionar a nivel mundial el concepto de Desarrollo
Sustentable. El Desarrollo Sustentable postula como objetivo ético y
solidario con el futuro la idea de que la satisfacción de las necesidades de
las generaciones presentes, no puede comprometer la satisfacción de las
necesidades de las generaciones futuras, lo cual requiere de un cambio a
nivel político, económico, social y cultural. Este concepto se transformará
en punto central del campo ecologista/ambientalista desde los noventa
hasta la actualidad, tanto en Chile como a nivel internacional. No obstante
este concepto se encontrará un tanto vació al no existir una sola forma de
visibilizar la problemática. En este sentido será un desafío para el
Movimiento para las décadas venideras llenar este concepto de contenido.

En Chile este período se inicia con el plebiscito de 1988 y con el llamado a


elecciones democrática en 1989. El Régimen Pinochetista ante la
necesidad de sacar al país de la crisis debe comenzar a vincularse con la
Comunidad Internacional con el fin de conseguir inversión extranjera, mas
esto era dificultado por el descrédito que presenta el régimen por las
violaciones a los Derechos Humanos y las faltas de garantías
democráticas. Esto llevó al Régimen a buscar su legitimidad a través del
Plebiscito de 1988. La oposición a este régimen, a través de 17 partidos
creó la Concertación de Partidos por la Democracia, con el fin de lograr el
llamado a elecciones presidenciales libres y democráticas. En 1989 se
llama a elecciones Presidenciales y la Concertación logra conquistar la
Democracia en 1990 con la asunción a la Primera Magistratura de la
Nación de Patricio Aylwin, comenzando la reconstrucción democrática.

En el plano social este período estará marcado por la desmovilización de


todo el movimiento social que se había generado contra el Régimen
Autoritario, pues Pinochet al mando de las Fuerzas Armadas y el poder
que éste se consagró en la Constitución de 1980, hacia temer por el éxito
del proceso democrático. Los movimientos sociales se repliegan atentos
ante la situación y tratan de no fragilizar la nueva democracia. Este
período de tensión de la transición posterga la acción colectiva y trae

102
como consecuencia que el repliegue desmovilizara por cierto tiempo toda la
actividad organizacional y movimientista que existía hasta entonces.
(Guillaudat y Mouterde. 1998; Fernández. 1998).

En el plano de las relaciones internacionales Chile decide reestablecer los


lazos con la Comunidad Internacional que habían estado congeladas
durante los regimenes no democráticos. En este período Chile se incorpora
al, Grupo río, firma el tratado de libre comercio con México y se integra al
Foro de Cooperación Asía Pacífico (APEC).

En el plano económico del gobierno concertacionista se plantea que la


forma de responder a la grave situación de inequidad, pobreza y
desigualdad sería consolidando equilibrios macroeconómicos que llevaran
al crecimiento económico de manera a desarrollar políticas públicas y
gasto social para superar las brechas económico-sociales. Dentro de esta
lógica los gobiernos de la concertación se propusieron como estrategia
aumentar y diversificar las exportaciones, tanto en términos de mercados,
como de productos. Cuestiones que se realizaron sin mucho revuelo social,
pues la figura de Pinochet al mando de las Fuerzas Armadas era
amenazante ante la incipiente recuperación democrática y además de la
desarticulación social de los sectores populares, secuelas del Régimen
Autoritario.

El contexto nacional e internacional vino a dar una nueva configuración


del Movimiento Ecologista/Ambientalista durante los dos primeros
Gobiernos de la Concertación. La instauración y aceptación del concepto
Desarrollo Sustentable, provoca que el conservacionismo sea ampliado
hacia este concepto, transformado al Desarrollo Sustentable en el nuevo
centro de este campo.

En este período, los sectores ambientalistas y ecologistas suponen una


oportunidad para la consolidación de sus prioridades y demandas, las
cuales pasan a ser parte de una agenda de trabajo fortalecida por el
proceso de articulación, negociación y en general, por las estructuras de
movilización características de la etapa final del Régimen Autoritario y el
comienzo de los Gobiernos Democráticos. Aunque las reformas no son
inmediatas, en virtud de las prioridades sociales y el resguardo de los
equilibrios políticos en el marco de una democracia recién ganada, se logra
avanzar en la creación de una legislación ambiental (Ley 19.300, 1993)
conducente a regular las actividades que generan impactos en el medio
ambiente; y a consecuencia de ésta, de una institucionalidad que permita
la adecuada aplicación de esta legislación y el resguardo de los temas
ambientales desde la gestión pública: la Comisión Nacional de Medio
Ambiente (CONAMA), y sus respectivas representaciones regionales
(COREMAS).

103
Sin embargo, en el transcurso de este período las prioridades ambientales
resultaron supeditadas a las prioridades económicas y sociales promovidas
por los gobiernos de la Concertación, en el marco de la continuidad de un
modelo de desarrollo orientado al crecimiento económico sostenido en base
al patrón exportador de materias primas; y en el marco de una progresiva
globalización económica, que exige al país alcanzar ciertas metas de
crecimiento y estabilidad para integrarse al panorama económico
internacional.

En consecuencia, el sector ambientalista y ecologista comienza a


desarrollar una tendencia mayoritariamente crítica de la gestión
gubernamental, pasando a concebir la política institucional como una no
oportunidad para la concreción de sus agendas. Si bien algunos sectores
participan de la política pública con miras a “enverdecer” las gestiones
hasta entonces desarrolladas, y se mantienen organismos que funcionan
como consultoras o agencias implementadoras del gobierno, se produce
una paulatina consolidación del movimiento como opositor a la agenda
económica liberal y se acerca hacia sectores sociales críticos de los
procesos de globalización a nivel mundial, cuya expresión en Chile es
observables sólo a fines de la década de los ’90. Cabe indicar que esta
situación comienza a suceder en la segunda mitad de los noventas,
cuando el Movimiento se reconfigura y elimina las incertidumbres, que
trajo su participación en la lucha democrática. Cuestión que es propia de
los Movimientos Sociales Contemporáneos, después de un período de
auge, donde en general el adversario se desdibuja y los contextos no son
claros.

Un punto crítico de la política ambiental de este período es el Sistema de


Evaluación de Impacto Ambiental, que paulatinamente evidencia
insuficiencias para dar cuenta del control público a las actividades
productivas con severo impacto ambiental; y que evidencian la
supeditación de esta perspectiva a las prioridades económicas del
gobierno. Junto con ello, la promesa democrática de participación en la
construcción de proyectos país resulta insuficiente para el involucramiento
del sector ambientalista en la definición de políticas públicas y toma de
decisiones. La debilidad de los ambientalistas y ecologistas que participan
del Consejo Consultivo de CONAMA -donde participan representantes de la
sociedad civil, sector público y privado- para incidir en las decisiones sobre
proyectos productivos, en un régimen marcadamente presidencialista, van
configurando un panorama favorable a la consolidación del movimiento
ambiental como un sector opositor al gobierno y a percibir como una no
oportunidad los espacios de participación por éste implementados. Por
cierto, algunos organismos del sector ambientalista continúan fieles al
proyecto de desarrollo promovido por los gobiernos de la Concertación y
participan en calidad de asesores.

104
Desde allí se configura un escenario a partir del cual sectores más críticos
del ambientalismo y ecologismo optan por constiuirse como referentes
políticos alternativos al gobierno. Se realiza de manera racional una
evaluación de oportunidades y en dos ocasiones postulan candidatos a la
presidencia, teniendo claro que en virtud de la correlación de fuerzas
políticas y las características del sistema eleccionario, dichas candidaturas
constituían una expresión simbólica de poder en la sociedad civil y
cumplían con el objetivo de sentar un precedente para la negociación de
una agenda propia del sector. En torno a estas candidaturas, fue posible
articular agendas y programas de trabajo, fortaleciendo la articulación del
movimiento y la visibilización de objetivos comunes. La escasa oportunidad
de conseguir un lugar en la presidencia, además, permitía al sector
legitimarse como un actor político dispuesto a participar del sistema
democrático, sin perder pie como movimiento social, puesto que en la
práctica, no se verían enfrentados a la situación de administración del
Estado y por ende, podían permanecer como un sector crítico a los
gobiernos de turno. Probablemente en la primera ocasión, a mediados de
los ’90, el clima político resultó favorable al logro de estos objetivos. Sin
embargo, en la segunda mitad de los ’90 el movimiento perdió fuerza y se
produjo una suerte de dispersión, que no fue posible revertir con la
segunda postulación presidencial, enfrentada a fuertes candidaturas
presentadas tanto por el gobierno como por la oposición, en una pugna
que terminó opacando las candidaturas alternativas.

En la década de los ’90, la creciente visibilización de los impactos


ambientales y sociales del modelo de desarrollo administrado por la
Concertación contribuyó a revitalizar las demandas del movimiento
ambientalista y ecologista, que encontraba eco en sus símiles
internacionales. De esta manera, surgen nuevas agendas del sector
relacionadas directamente a procesos internacionales que reconocen,
también desde la institucionalidad política, la relevancia de considerar los
impactos ambientales en el marco de un proyecto de desarrollo
sustentable para los países. Esta apertura internacional es claramente
reconocida como una oportunidad por el sector ambientalista. Aun cuando
parte importante de los objetivos de sustentabilidad ambiental resultan
supeditados a la política económica nacional y a la globalización
económica en general, los propios procesos de globalización favorecen la
construcción de alianzas entre movimientos sociales, que exceden los
márgenes nacionales, en virtud de problemas ambientales que son
percibidos como similares y originados por causas comunes, y pasan a ser
comprendidos como problemas ambientales regionales y mundiales (como
los problemas de desertificación y cambio climático); y su abordaje es
también enfrentado por alianzas internacionales de movimientos.

105
El análisis de este proceso permite advertir el curso que pueden
desarrollar movimientos sociales no tradicionales, cuyas estructuras de
movilización, oportunidades y agendas no siguen la estructura clásica de
la dinámica del conflicto de clases, y exceden los márgenes de la acción de
los partidos políticos como expresión de las demandas de la sociedad civil.
Lo que sucede con el sector ambientalista y ecologista evidencia la
importante diversidad al interior del movimientos social y los diversos
factores que inciden en su consolidación.

Esta diversidad, si bien puede ser percibida como un obstáculo para la


consolidación del movimiento como espacio articulado de actores en torno
a metas comunes, implica también riqueza de aportes al interior de un
movimiento, y da cuenta de un proceso de permenente construcción del
mismo. Junto con ello, permite advertir las diferentes oportunidades
identificadas por los actores y los mecanismos por medio de los cuales
estas oportunidades, a su vez, contribuyen a la configuración de
movimientos sociales. De este modo, es posible comprender la dinámica de
construcción de actores y referentes sociales que sólo en las últimas dos
décadas la teoría sociológica se ha dedicado a investigar, vinculados a
problemáticas que exceden los límites territoriales y que por lo tanto,
constituyen novedosas e interesantes líneas de investigación.

El trabajo elaborado constituye una de las primeras aproximaciones


teórico reflexivas sobre el Nuevo Movimiento Social
Ecologista/Ambientalista, siendo un aporte a la compresión de este
fenómeno social en Chile, pues devela los distintos procesos que han
incidido en el surgimiento y desarrollo de éste.

El marco teórico elaborado para la compresión de esta temática ha sido


apropiado para los objetivos de este estudio, pues a través de él fue posible
dar cuenta de los distintos elementos que entran en juego en la
constitución de un nuevo movimiento social. Sin embrago esta
construcción teórica carece de visibilizar a los Movimientos como una
conformación paulatina de sucesos, oportunidades y no oportunidades. En
este sentido se hace necesario elaborar perspectivas que ayuden a
comprender a los movimientos como un proceso global y paulatino y no
tan solo como un hecho.

La dificultad que ha presentado este trabajo en la búsqueda de


información pertinente provocó que se optará por las oportunidades
políticas del Movimiento, razón por la cual este trabajo deja abierta la
posibilidad de profundizar en futuras investigaciones las Estructuras de
Movilización y los Marcos Interpretativos del Movimiento en general y de
las corrientes en particular.

106
Por otra parte este estudio aporta un marco teórico interesante para los
estudios de nuevas formas de acción colectiva tanto en Chile como en otro
lugar. Es una contribución para el futuro de la reflexión sociológica en esta
materia.

107
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