361-Texto Del Artículo-967-1-10-20191106
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361-Texto Del Artículo-967-1-10-20191106
3, Nº 4
Montevideo, Enero-Junio 2017
(pp. 191-218) ISSN 2393-6584
Facundo Alvarez
Universidad de la República, Uruguay
Recibido: 14/03/2017
Aceptado: 31/05/2017
than punishment. The article addresses attempts to reform the young offenders
punishment system proposed by the Uruguayan government, focusing on the
Educational Colony for Young Men in Suárez -currently known as "Roberto Berro"
Colony- inaugurated in October 1912 with the purpose of housing under-age
offenders. During the first few years, several voices have reported irregularities in key
aspects of its operation, throwing clues on the magnitude of the problem that
children and teenage offenders represented in the first third of the twentieth century.
Introducción
Este problema se verificó con mayor frecuencia en Uruguay a partir del último
cuarto del siglo XIX. La prensa y las autoridades se hicieron eco de la situación
apremiante que representaban los niños y adolescentes abandonados, dispuestos en
general en las calles de la ciudad de Montevideo, pidiendo limosnas y concurriendo a
lugares nocturnos. El espacio que la ciudad les ofrecía no constituía un ambiente
propicio, por la tanto, uno de los principales cometidos de las autoridades y de
algunas instituciones privadas, fue separarlos de allí y proporcionales un lugar que les
asegurara las condiciones morales y materiales necesarias que su familia era incapaz
de darles. La calle era el espacio en donde los niños y adolescentes escapaban del
control de las instituciones y por lo tanto se encontrarían más propensos a infringir la
ley.
Tres días más tarde, un editorial acerca de los niños mendigos reconocía que
“nunca como ahora ese mal ha asumido las proporciones de un flagelo” y observaba
que “los pequeños pordioseros pululan por cientos de nuestras principales vías de
tránsito” implorando “la caridad pública [y] moviendo á lástima el corazón de los
transeúntes”. Según El Día, esta situación presentaba tres inconvenientes: en primer
lugar mostró una idea errónea acerca de la situación económica que vive el país que
“no condice [sic] exactamente con lo que la realidad social podría sugerir”. De esta
manera se intentaba quitarle magnitud al problema sugiriendo una imagen que no es
representativa del total. 3 En segundo lugar, el otro inconveniente que se presentó fue
de índole moral: “nada más funesto que exponer el alma del niño, ingenua y
maleable, á los contactos perniciosos de la calle”. Expresaba de esta forma cómo el
espacio de la calle resulta nocivo para el niño, conteniendo elementos perjudiciales de
los que se lo debería aislar. Aunque no lo haya señalado como tal, el artículo expresa
un tercer inconveniente que consiste nuevamente en una cuestión de imagen. El
paisaje que ofrecían los niños abandonados no es el más feliz para los turistas que
visitan la capital y por lo tanto Montevideo ya no resultaría atractiva.4
Las precisiones son más profundas y sensibles que las de El Día, y así por
ejemplo describían la situación del niño abandonado: “Presos de la doble miseria del
cuerpo y del espíritu, una multitud de niños […] vive sin más guía que el instinto y sin
otro pensamiento que el de llenar las necesidades del momento.” Las calles de la
ciudad se transformaron en el único hogar posible ya que el que su familia le debería
proveer no existe: “el hogar es una entidad borrosa o inexistente, crecen, se educan, y
llegan a hombres en la calle, sin otra fuente de principios morales, ni otros estímulos
que los disolventes que ese género de vida puede proporcionar.”5
En síntesis, el problema fue señalado y denunciado por la prensa que, más allá
de los ribetes políticos y las posiciones en torno a la relación entre la Iglesia y el
Estado, muy encendidas a inicios del siglo XX, ambos se encontraron en la necesidad
de hacer frente en forma urgente a la situación. En general, consideraron que los
niños inmersos en dicho medio sumado a la falta de un hogar se encontraban más
expuestos a cometer algún tipo de delito.
familias son importantes en el sentido que se pregunta cuál es el lugar que ocupa la
familia en las sociedades occidentales.8 La familia funcionó como un canal por
intermedio de la cual se implementaron nuevos valores tales como el trabajo y el
ahorro con el sentido de controlar y transformar a los niños en buenos y útiles
ciudadanos. Parecen pertinentes sus aportes en el sentido que la Ley de 1911 intenta
modificar la responsabilidad de la familia respecto a la situación de sus hijos.
Son importantes también los aportes de David Garland, que con sus
aproximaciones teórico-metodológicas sobre el crimen y el castigo, dio origen a lo
que denominó la “sociología del castigo”. Su contribución consistió en entender
ambos elementos como manifestaciones básicas de la sociedad y es necesario afirmar
que, por lo tanto, no deben estudiarse como fenómenos puramente jurídicos. Desde
esta perspectiva, las instituciones penitenciarias son estudiadas desde el rol que
asumen en los procesos sociales a nivel general. 10 La Colonia Educacional de Varones
constituyó un centro de reclusión de menores y en cierta medida, fue una forma de
castigo, aunque el lenguaje oficial haya evitado por todos los medios la utilización de
dicho término.
8 DONZELOT, Jacques, La Policía de las familias. Familia, sociedad y poder, Buenos Aires, Nueva
Visión, 2008. (Primera edición de 1977)
9 PLATT, Anthony, Los “salvadores del niño” o la invención de la delincuencia, México, Siglo XXI,
1997, p. 31.
10 GARLAND, David, Castigo y sociedad moderna. Un estudio de teoría social, México, Siglo XXI,
Por lo tanto, de acuerdo con los aportes de Garland, ¿qué dice la Colonia
acerca de la sociedad uruguaya de principios de siglo XX? El nuevo discurso acerca de
educar y reformar en vez de penar y castigar fue una demostración muy clara de la
nueva sensibilidad por la que se transitaba en dicho período. José Pedro Barrán en su
ya clásica obra, Historia de la sensibilidad en Uruguay apunta que la naturaleza del
nuevo sistema de control social, prefirió al padre en lugar del soldado y al maestro en
lugar del policía11. La necesidad de encontrar un lugar exclusivo para menores
infractores dice mucho de la sociedad uruguaya de inicios de siglo XX, y se tradujo en
la búsqueda de métodos que permitieran separar a los que desobedecen, a los que
transgreden las normas y a los que se presentaron como un obstáculo para el normal
funcionamiento de las actividades. En este contexto, cobran explicación las
interpretaciones de los autores, condensadas en los editoriales de El Día, acerca de
que los menores no contribuyen al embellecimiento de la ciudad, ni portan a la
imagen mostrada a los turistas.
Por último, John Pratt analiza el vínculo entre castigo y civilización a partir de
un estudio acerca de las prisiones inglesas y estadounidenses, desde comienzos del
siglo XIX. Su explicación discurre por los mismos carriles que la de Barrán y es bien
interesante en cuanto a que determina las posibilidades de castigar que tiene una
sociedad tomando como referencia su posición en la escala de desarrollo social.
Formaron parte del concierto de las sociedades “civilizadas”, aquellas que no
castigaban con sufrimiento, de forma arbitraria, indefinida, no torturaban, ni
emprendían castigos físicos; sino que por el contrario, no destruían al delincuente, se
centraron en él y no en el delito propiamente dicho, los reformaban y los
rehabilitaban.12
En Uruguay, los estudios del tema desde el punto de vista histórico han sido
muy escasos. Julio Saettone en su obra sobre La Protección del menor en el Uruguay
de 1971, señala que hasta el momento no se habían planteado soluciones integrales al
problema de la minoridad infractora y sólo se buscó bajar los límites de la edad de
imputabilidad o separar y “alejar” el problema, partiendo de la necesidad de
garantizar la seguridad y estabilidad de la sociedad. Cabe destacar que en el recuento
cronológico que realiza no menciona en ningún momento la creación de la Colonia
Educacional de Varones.14
Uno de los grandes aportes viene dado por el sociólogo Luis Eduardo Morás
con su obra ya clásica y pionera Los hijos del Estado: fundación y crisis del modelo
13 En este mismo sentido, el batllismo acompañó a un segundo impulso reformista a partir de 1904 en
donde se cimentaron las bases para una sociedad “nueva y en formación”, cargada de utopías y
proyectos. Dentro de estas coordenadas se entenderá la creación de la Colonia, y se vinculará el
carácter fundante que supuso el establecimiento de la Colonia Educacional con el nuevo impulso que
ensayó el batllismo. CAETANO, Gerardo, “Las claves del período”, en CAETANO, Gerardo, (dir. y
coord.), Uruguay. Reforma social y democracia de partidos. (Tomo II 1880-1930), Montevideo,
Planeta-Fundación Mapfre, 2016, pp. 15-21.
14 SAETTONE, Julio, La protección social del menor. Desde la época colonial hasta nuestros días,
15 MORÁS, Luis, Eduardo, Los hijos del Estado. Fundación y crisis del modelo de protección-control
de menores en Uruguay, Montevideo, Servicio de Paz y Justicia, 2012. [Primera edición de 1992]
16 FESSLER, Daniel, Derecho Penal y castigo en Uruguay (1878-1907), Montevideo, Comisión
18 FESSLER, Daniel, “En busca del pasado ideal. Delitos, delincuentes y menores”, en GONZÁLEZ,
Carolina; LEOPOLD, Sandra; LOPEZ, Laura, (coord., entre otros), Los sentidos del castigo. El debate
uruguayo sobre la responsabilidad en la infracción adolescente, Montevideo, Trilce, 2013, pp. 23-43.
19 BUSTOS RAMÍREZ, Juan, “Criminología y evolución de las ideas sociales”, en: BERGALLI, Roberto;
Científico del Delito, la Prevención de la Criminalidad y el Tratamiento del Delincuente, s/l, Fondo
Estas dos corrientes tuvieron influencia en los planteos iniciales de los debates
en torno a la delincuencia y las formas de castigo en Uruguay. La Ley de 1911 ofreció
respuestas a las demandas que los sectores intelectuales y profesionales venían
realizando desde hacía un tiempo. Tal es el caso de José Irureta Goyena23 quien en
1906 publicó un artículo en donde señalaba que, en el caso de aceptar que los
menores sean los que contribuyan a aumentar la criminalidad, “lo lógico [sería]
sustituir la educación [por el] castigo, y reformar en vez de reprimir.” Por lo tanto,
hay una “edad por debajo de la cual, la ley debe presumir que el delincuente es
susceptible de enmienda” y por ello debe estar libre de condena.24
23 Abogado penalista. Integró en 1925 la Comisión que diera cuerpo al proyecto tomado como base
del problema, identificando el medio familiar y social como los más importantes y
también señala la necesidad de tener en cuenta las causas biológicas, es decir que hay
niños que nacen con la “predisposición orgánica” hacia el delito. La idea general de
Beltrán consiste en atacar el problema de forma integral y señala los beneficios que
trae la previsión del delito. El niño no es un “delincuente a quien hay que castigar,
sino [que merece ser considerado] como extraviado que debe ser regenerado”. 26
28 Respecto a los Tribuales para niños en Uruguay, se encuentra el proyecto de José Salgado de 1914,
disponible en: Diario de Sesiones de la H. Cámara de Representantes, tomo CCXXX (21 de abril a 28
de mayo de 1914), Montevideo, Imprenta “El Siglo Ilustrado” de G. V. Mariño, 1915, p. 227; así como
también diversos estudios: PERNIN, Alfredo, Protección a la Infancia. Tribunales para niños. 2do
Congreso Americano del Niño, Montevideo, Peña Hnos. Impresiones, 1919; ARIAS, Téófilo, La
delincuencia infantil y los Tribunales para menores. (Trabajo presentado al IV Congreso
Panamericano del Niño, realizado en Santiago de Chile en Octubre de 1924), Montevideo, El “Siglo
Ilustrado”, 1926; JIMENEZ DE ASÚA, Luis, La delincuencia juvenil y los tribunales para niños.
Montevideo, Publicaciones de Jurisprudencia Uruguaya, Palacio del Libro, 1929; BLANCO,
ACEVEDO, Pablo, Tribunales para niños: reformatorios, Montevideo, J. A. Ayala, 1930.
29 GARCÍA, MÉNDEZ, Emilio, “El niño y el sistema de la justicia penal: Elementos para una historia
“Los menores de 18 años y mayores de 10 que incurran en delitos castigados por el Código
Penal […] quedarán bajo la guarda de la autoridad pública y bajo la inmediata
dependencia del Consejo de Protección de Menores por el tiempo que establezcan los
reglamentos y hasta la mayoría de edad, debiendo ser sometidos a un tratamiento
educativo en establecimientos públicos, o fuera de ellos, en la forma que en esta ley se
determina.”30
30 Registro Nacional de Leyes, Decretos y otros documentos, 1911, Montevideo, Imprenta del “Diario
Oficial”, 1913, pp. 245, 246.
31 Ibídem, p. 250.
habilitación para que los “menores sometidos por sus padres” al Fiscal de lo Civil –
aquellos menores entregados bajo la tutela estatal–, sean alojados y alimentados en la
Escuela de Artes y Oficios durante diez días como máximo a los efectos de su
corrección.32
32 Archivo General de la Nación, Uruguay (en adelante AGNU), Fondo Archivos Administrativos.
Ministerio de Instrucción Pública, caja 32, paquete 16, carpeta 187.
33 33 Consejo que se originó a partir de la fusión del Consejo Penitenciario y el de Protección de
Menores. El 17 de marzo de 1915 El Día argumentaba que dicha unión obedecía a razones
administrativas y económicas. (El Día, Montevideo, 17 de marzo de 1915, p. 5, “Delincuentes y
menores. Economías de importancia. Interesante proyecto del Ejecutivo”) Dos días más tarde, el Dr.
Francisco Simón, en defensa del proyecto señalaba: “La creación del Consejo único, permitirá estudiar
la historia del delito en todas las edades en cada individuo y podrá juzgarse así más fielmente los
efectos remotos del sistema educacional…” (El Día, Montevideo, 19 de marzo de 1915, p. 5,
“Delincuentes y menores. La creación del Consejo único. Lo que opina el Dr. Simón”)
la referencia a la ley era inevitable, así fue el caso del menor M. C.34, que luego de
haber hurtado una barra de hierro y un revólver, “debe ser sometido a un régimen
educativo hasta su mayoría de edad en un establecimiento apropiado, según lo
dispuesto en el art.° 34 de la ley de Febrero 24 de 1911 sobre Protección de Menores y
bajo la dependencia del Consejo respectivo.”35 O el caso del menor L. T. quien “debe
entregársele hasta su mayoría de edad al Consejo de Patronato de Delincuentes y
Menores de acuerdo con lo que establece el art. 33 de la Ley de 24 de Febrero de
1911.” 36 En la mayoría de los casos, se citan los artículos del Código Penal que
intervienen en la sentencia y de inmediato la ley, informando el destino del menor. La
ley comienza a ser aplicada, al menos eso establece el lenguaje oficial formulado en
las sentencias que se ha revisado.
“… el solo hecho de estar en libertad bajo vigilancia nos demuestra que no se tenía
confianza en su corrección. Además, este caso puede considerarse de excepción, pues, al
llegar á la Colonia […] era un individuo falto por completo de sentido moral, un verdadero
profesional del delito, como agregado, un degenerado hijo de padres alcoholistas.”37
34 Se ha optado por denominar a los menores que aparecen a lo largo del presente artículo de acuerdo a
sus iniciales.
35 AGNU - Consejo de Patronato de Delincuentes y Menores, caja 1, 1915, Expediente n° 510.
Sentencia.
36 AGNU - Consejo de Patronato de Delincuentes y Menores, caja 1, 1915, Expediente n° 549a.
Sentencia.
37 AGNU - Consejo de Patronato de Delincuentes y Menores, caja 2, 1915, Carpeta n° 592 Informe
milagro podía obrar la salvación, y milagros no se le puede exigir a ninguna ley penal
o sistema de corrección por más buenas que ellas sean.”38 Sobre M. P. concluye que
el establecimiento “ya no puede hacer por [el menor] más que lo que ha hecho y
retenerlo por más tiempo”.39
Por otro lado, esta situación ofrece un ejemplo bien interesante que ilustra la
idea general de Jacques Donzelot acerca del nuevo rol de la familia en la formación de
sus hijos para que sean ciudadanos útiles. Señala que a fines del siglo XIX se da a
nivel internacional, “el pasaje de un gobierno de las familias a un gobierno a través de
la familia”.40 Si el menor reincidía mientras estaba a cargo de su familia, esto
significaba que aún la familia no ofrecía la contención suficiente, y era intención del
Estado convertirse paulatinamente en un reformador de dicha infancia. Borro estaba
intentando responder a la interesante pregunta que el mismo Donzelot se hace de
forma teórica a los efectos de explicar dicho tránsito: ¿Cómo lograr conjurar las
resistencias familiares y los vagabundeos individuales en las capas populares sin que
la intervención necesaria genere […] una represión demasiado brutal…?” 41
Las justificaciones de Borro dan pie para anotar algunas cuestiones referidas al
alcance de la ley. Los “incorregibles”, es decir, aquellos menores sobre los que se
mostraba por parte de las autoridades cierta resignación ante la imposibilidad de su
reforma; significaron un obstáculo importante para el discurso y en este sentido la ley
se quedó sin respuestas. La adolescente L. P. resultó un verdadero problema para el
Consejo, su conducta hacía imposible el alojamiento en los establecimientos y
deambuló por varios de éstos en un lapso muy corto de tiempo. La Directora Suprema
del Asilo del Buen Pastor, Sor. María S. de Eufrasia de J. Bascuñan, señaló la
necesidad de que no continúe en dicha institución ya que se “observa una conducta
pésima, inmoral, ratera, insubordinada, [ya] se han agotado acá los medios de
reforma sin resultado, y sería conveniente trasladarla a la Cárcel de Mujeres para su
corrección…”42 Luego de su segunda entrada y tras un año de permanencia, la
38 Ídem.
39 Ídem.
40 DONZELOT, Jacques, ob. cit., p. 91.
41 Ibídem, p. 94.
42 AGNU - Consejo de Patronato de Delincuentes y Menores, caja 1, 1915, Expediente n° 549. Sor.
43 AGNU - Consejo de Patronato de Delincuentes y Menores, caja 1, 1915, Expediente n° 549. Sor.
María S. de Eufrasia de J. Bascuñan al Presidente del Consejo de Patronato de Delincuentes y
Menores Dr. Francisco Accinelli, 20 de octubre de 1916.
44 DONZELOT, Jacques, ob. cit., pp. 33, 34.
Montevideo, Imprenta “El Siglo Ilustrado” de G. V. Mariño, 1912, pp. 624, 625.
48 El Día, Montevideo, 16 de agosto de 1912, p. 5, “La Colonia Educacional de Varones. Iniciación de las
obras. Su próxima habilitación”.
49 Respecto a las futuras partidas que se solicitaron, se verifican entre otras, en junio de 1913,
setiembre de 1914 y diciembre de 1915. Respecto a esta última, se requirieron unos 37.775 pesos para
cancelar créditos y obras pendientes. José Espalter, Ministro de Instrucción Pública en ese momento,
en el mensaje enviado a la Asamblea General, informaban sobre la situación de la Colonia: “Las
construcciones se encuentran […] sumamente adelantadas, al punto que solo faltan techar el primer
piso del (tercer) pabellón […] y funciona, provisoriamente, en la casa de la Sub-Dirección, el servicio
de enfermería.” Basan su pedido en que existe una gran diferencia entre lo que destina la ley de
presupuesto, que contemplaba a 250 recluidos, y los menores que efectivamente se encuentran allí,
que suman unos 300. [AGNU - Fondo Archivos Administrativos. Ministerio de Instrucción Pública,
caja 118, carpeta 1319, paquete 107, 21 de diciembre de 1915.] En marzo del año siguiente, Espalter
envió una nota al presidente de la Comisión de Fomento de la Cámara de Representantes, en donde
continuaba justificando su pedido que aún no había sido aprobado. Señalaba que la suba de precios de
los artículos hizo que el presupuesto por cada menor sea de 5.67 pesos mensuales, haciendo casi
imposible su manutención. Desde diciembre del año anterior, esta suma había descendido a 4 pesos. A
su vez agregaba hábilmente que “la ley de presupuesto [ya] ha aumentado convenientemente los
rubros de los Ministerios de Guerra y Marina y de Instrucción Pública, destinados a alimentación en el
Ejército y en los Establecimientos Carcelarios.” [AGNU - Fondo Archivos Administrativos. Ministerio
de Instrucción Pública, caja 118, carpeta 1319, paquete 107, José Espalter al Dr. Esteban Toscano, 15 de
marzo de 1916]
50 El Día, Montevideo, 28 de octubre de 1912, p. 6, “Colonia E. de Menores. Su instalación en Suárez.
último los números son elocuentes: se proyectó que la Colonia diera alojamiento a
unos 500 menores pero al momento de su inauguración sólo hubo lugar para no más
de 70. La necesidad de mostrar a la opinión pública una real preocupación en
solucionar el problema quizás haya explicado algunas de estas inconsistencias.
Los informes del Consejo en donde se describían las conductas de los menores
recluidos son una fuente muy importante a los efectos de mostrar el significado que
se le otorgaba al trabajo dentro de la Colonia. El trabajo como actividad fue
observado por parte de las clases dirigentes, como una virtud contrariamente al ocio y
por lo tanto un “pecado” a eliminar. Barrán se encargó de describir cómo desde
diversos sectores se fomentó la cultura del trabajo y algunos elementos asociados,
como por ejemplo la puntualidad, responsabilidad, el ahorro, entre otros, como
forma de acabar con las conductas “bárbaras”.51 No obstante los fines declarados
acerca de la rehabilitación de los menores infractores por medio del trabajo, los
intentos de la Colonia en fomentar las actividades deben entenderse desde ideas más
generales relacionadas con la nueva sensibilidad “civilizada”.
Así por ejemplo, el menor V. E. ingresa por robo de diversos almacenes, entre
los objetos hurtados el expediente destaca: dinero, pelotas, caramelos y fiambres.
Tras la solicitud de su padre para que lo liberen, las autoridades piden un estudio de
su conducta y así dar curso a la petición, la respuesta será negativa ya que entre otras
cosas se observa que cuando se le ordena “hacer un trabajo que no le gusta o no tiene
voluntad de hacer, prefiere que le pongan en penitencia y para ello rompe las plantas
con la asada en forma tal que hasta los mismo compañeros le recriminan no
proceder.”54 Tras haber estado cuatro meses recluido, el informe de la conducta del
menor G. R. señalaba que “ha demostrado tener amor al trabajo” por lo que se
recomienda su liberación.55 Cabe destacar que las autoridades del Consejo también
solicitaban en estos casos, realizar una investigación del ambiente familiar, aspecto
que se tuvo muy en cuenta a la hora de otorgar la libertad del recluido.56
Además de contener los datos personales, se trataba de un cuestionario donde se destacaban las
preguntas referidas al medio familiar en que se desarrollaba el menor: “¿Vivía con los padres? En caso
negativo, ¿con quién vivía?, ¿desde cuándo y dónde está domiciliada esa persona?”, “¿Era
maltratado?” (AGNU - Fondo documental del Consejo de Patronato de Delincuentes y Menores, caja 1
y 2, 1915.) Vale la pena aclarar que estas fichas aparecen en varios de los expedientes consultados.
57 AGNU, Fondo documental del Consejo de Patronato de Delincuentes y Menores, caja 1, 1915,
Palabras finales
58 AGNU, Fondo documental del Consejo de Patronato de Delincuentes y Menores, caja 1, 1915,
Expediente n° 523, folio n° 23.
59 AGNU, Fondo documental del Consejo de Patronato de Delincuentes y Menores, caja 1, 1915,
Expediente n° 524.
manifestación del discurso– y la Colonia –como una de las medidas para hacer
efectivo dicho discurso–.
60 AGNU - Fondo Archivos Administrativos. Ministerio de Instrucción Pública, caja 136, carpeta 553,
paquete 128, José Espalter al Ministro de Instrucción Pública José Cerruti, 2 de abril de 1925. Allí se
denuncian aspectos tales como alimentación y vestimenta –mala y escasa–, castigo a menores –golpes
con látigo–, existencia de calabozos “inquisitoriales”, deficiencias en la Instrucción, problemas en la
fisionomía. Se tienen noticias de la existencia de dicho sumario a la Colonia y a su Director Aréchaga,
gracias a la defensa que realiza Espalter en la presente carta de renuncia, acerca de su gestión como
presidente del Consejo de Patronato de Delincuentes y Menores. Cabe destacar aquí la figura de
Espalter como uno de los personajes más importantes en la promoción de medidas para favorecer la
situación de los menores: abogó incansablemente por la ampliación de la Colonia, por la construcción
de otro establecimiento para niñas abandonadas en Malvín, etc. Ocupó la presidencia del Consejo de P.
de D. y M. desde 1922 hasta 1925. Sólo a modo de ejemplo, al defender su acción al frente del Consejo,
señaló que se ha encargado de incluir en el Buen Pastor ejercicios físicos y labores profesionales, “para
hacerlas sanas y capaces de ser algo más que sirvientas y cocinar, y que puedan, ellas también,
comprar con moneda legítima su destino en la vida.”
61 AGNU - Fondo Archivos Administrativos. Ministerio de Instrucción Pública, caja 136, carpeta 553,
paquete 128, Luis Batlle Berres al Consejo Nacional de Administración, 29 de junio de 1925. Allí señala
que a la Colonia “hay que rehacerla totalmente de nuevo”.
62 ALVAREZ CORTÉS, Julián, Plan a seguirse en la Colonia Educacional de Menores, Montevideo,
Peña Hnos., 1925, pp. 15-19. El informe destacaba que al momento la Colonia no satisfacía “las
necesidades que el Instituto reclamaba con urgencia”, visualizando en una de sus visitas, cierto
espíritu de “desánimo”.
63 LENGUAS, Luis. P., Reformatorios, Montevideo, s/e, 1926. En el informe denuncia que “solo se ha
tratado de acumular muchachos” y luego de su estadía en la Colonia “salen como han entrado,
agriados, disgustados de lo que ellos consideran una prisión, sin el más leve barniz de cultura, sin la
más ligera noción de moral.”
continuar profundizando sobre la coyuntura que se abre con el freno de los planes
batllistas de reforma social, y el alto que supuso la nueva orientación política marcada
por la nueva Constitución de 1919.
64 Para ver un resumen de las nuevas líneas directivas de Roberto Berro sobre la Colonia: COLONIA
EDUCACIONAL DE MENORES, Memoria. Años 1933 a 1939, Montevideo, Consejo del Niño, 1940.
65 TURNES, Antonio; BERRO, Guido, Roberto Berro (1886-1956). El gran reformador de la
------------------
Fuentes
IRURETA GOYENA, José, “Los menores ante la ley penal”, Evolución, s/e, año I, n°
5, 1906, pp. 249-253.
Fuentes periodísticas
El Día (1911-1920)
El Bien (1903-1917)
Bibliografía
GONZÁLEZ, Carolina; LEOPOLD, Sandra; LOPEZ, Laura, (coord., entre otros), Los
sentidos del castigo. El debate uruguayo sobre la responsabilidad en la
infracción adolescente, Montevideo, Trilce, 2013.
MORÁS, Luis, Eduardo, Los hijos del Estado. Fundación y crisis del modelo de
protección-control de menores en Uruguay, Montevideo, Servicio de Paz y
Justicia, 2012.
PRATT, John, Castigo y civilización. Una lectura crítica obre las prisiones y los
regímenes carcelarios, Barcelona-España, Gedisa, 2006.
SAETTONE, Julio, La protección social del menor. Desde la época colonial hasta
nuestros días, Montevideo, Librería Ejido, 1971.
Artículos hemerográficos
BERTINO, Magdalena; BERTONI, Reto, “Balance fiscal, economía y política. Uruguay 1906-
1930”, en Revista de Economía, Banco Central del Uruguay, Vol. XI, N° 1, Segunda
Época, Mayo 2004, pp. 73-110.