La Construcción de Viviendas en La URSS
La Construcción de Viviendas en La URSS
La Construcción de Viviendas en La URSS
Alexandr Andreiév
Editorial de la Agencia de Prensa Nóvosti, 1981
Tengo delante de mí una carta de Albert Jerbert, estudiante de Dijon, Francia. Después de
haber leído el texto de la nueva Constitución soviética y los comentarios de la APN, sobre sus
distintos artículos, nos escribió lo siguiente: "Me parece que ustedes han alcanzado un
progreso realmente significativo y, por esa razón, no comprendo para qué incluir en la
Constitución cosas tan elementales para cualquier país civilizado. El derecho a la vivienda, por
ejemplo. ¿Qué me da? Si tengo dinero, puedo alquilar un apartamento adecuado o construirme
una casa sin ese artículo en la Constitución; pero, si no lo tengo, este derecho no me sirve
para nada...".
Por encima de todo lo demás, esto significa también lo siguiente: viviendo en un apartamento
bueno y que corresponde al estándar moderno, uno no puede recibir otro ni pagando el precio
más fabuloso; tampoco puede ingresar en una cooperativa de construcción de viviendas ni
construir una casa particular (salvo que sea una casa de campo y no residencia fija).
Algún millonario dirá que es una injusticia: ¿Qué es esto? ¿Tener dinero y no poder comprar ni
construir casa? Pero a nosotros esto nos parece muy normal. Lo anormal es lo que pasa en
cualquier país capitalista, donde unos viven en palacetes y otros en cuchitriles.
En los últimos veinte años los soviéticos han recibido 50 millones de apartamentos. Desde
1956, cuando en el país se construyeron 2 millones 200 mil apartamentos nuevos, se puede
decir que lo que se construye cada año equivale a una ciudad como Moscú o París.
Izda.: Moscú está lleno de zonas verdes. Dcha.: cada año surgen en la URSS ciudades nuevas. las diseñan
y planean centenares de especialistas. Éste es un taller del Instituto Central de Investigaciones Científicas y
Proyectos (tipo y experimentales) de viviendas, con sede en Moscú.
Pero las nuevas construcciones, incluso las más extensas, no significan de por sí una solución
cardinal del problema de la vivienda. En los países más desarrollados de Occidente,
corresponden per capita no menos y en algunos lugares hasta más viviendas que en la URSS,
pero tener un apartamento confortable y moderno es ahí un sueño irrealizable para muchas
personas. La gente no tiene donde vivir, aunque muchos inmuebles permanecen vacíos por ser
imposible alquilarlos o comprarlos. Los soviéticos de edad avanzada conocen bien esa
situación: en Rusia, antes de la revolución, un rico se alojaba con su familia en un palacete de
40 habitaciones y los obreros de su fábrica, disponían de menas metros de superficie habitable
que aquellos que los esperaban en el cementerio.
Es por eso que la Constitución de la URSS contempla el desarrolla del fondo inmobiliario y la
distribución equitativa de la vivienda, así como el precio módico del alquiler (el cual, a
propósito sea dicho, no ha subido en el país desde 1928). Sin ninguno de estos tres factores el
derecho a la vivienda se pondría en entredicho, por dejar de ser accesible, bajo las mismas
condiciones, a cada familia.
Tres de cada cuatro apartamentos se construyen en la URSS a cuenta del Estado; uno, a cargo
de los koljoses y de personas particulares con la asistencia de un crédito estatal y ciertas
facilidades para amortizarlo. Como ni la primera ni la segunda forma aportan beneficios al
Estado, y el estándar de la vivienda se ha elevado cuatro veces en los últimos tres lustros, el
fisco tiene que destinar cada vez más recursos para la solución del problema de la vivienda. En
el presupuesto de 1981, las asignaciones a la construcción de viviendas suman 18.500
millones de rublos. Además, cada año el Estado invierte 7 mil millones de rublos en el
mantenimiento del fondo inmobiliario (el pago del alquiler que aportan los inquilinos cubre sólo
un tercio de los gastos necesarios).
Izda.: maqueta de un barrio a construirse en la ciudad de Jabárovsk, Extremo Oriente soviético. Dcha.:
proyecto de una casa de 16 pisos, elaborado para las zonas sísmicas. Elevando la sismorresistencia, no se
debe menoscabar el valor arquitectónico de las edificaciones, estiman los arquitectos soviéticos.
Obtendremos una suma igual a 25,7 mil millones, que supera en una vez y media las
asignaciones para la defensa.
Ahora bien, estas garantías del derecho a la vivienda no significan que cada familia tenga ya
un apartamento que satisfaga por completo sus necesidades. El Estado soviético no puede
todavía dárselo a todos. ¿Cómo así? —pensará el lector comparando el ritmo de la construcción
de viviendas con el del crecimiento demográfico—. Realmente, ahora en la URSS se construyen
—cada cinco años— tres veces más viviendas de las existentes en todas las ciudades de Rusia,
antes de la revolución de 1917. El fondo inmobiliario aumenta con mayor rapidez que el
número de la población. No obstante...
Hay que recordar que el nivel del que se partió fue tremendamente bajo. En 1913 —año en
que la economía prerrevolucionaria alcanzó su máximo ascenso— más del 50 por ciento de las
familias obreras de Petersburgo se cobijaban en casas de vecindad, donde no disponían
siquiera de una habitación por cada una. Los tejedores de Ivánovo, los mineros de Donbás, los
petroleros de Bakú vivían en chozas, sótanos, cuevas.
Durante la guerra civil y la intervención extranjera (1918-1920) fue destruida una quinta parte
de las viviendas del país. Empezar a construir en masa era económicamente imposible. Como
primera fase, se hizo una redistribución del fondo inmobiliario existente. Por un decreto
especial, con fecha del 20 de agosto de 1918, fueron expropiadas y entregadas a los Soviets
urbanos las casas de los grandes propietarios, a las cuales se mudaron obreros que habían
vivido en sótanos y suburbios. También tuvieron que estrecharse los dueños de palacetes y de
apartamentos de lujo. Solamente en Moscú y Petrogrado (antiguo Petersburgo y desde 1924,
Leningrado) más de un millón de ciudadanos se trasladaron a las viviendas confortables, en
que había residido holgadamente la burguesía. En vista de que el problema de la vivienda era
muy agudo, el Consejo de Comisarios del Pueblo (gobierno) acordó también limitar la
superficie habitable a sus integrantes (que fuese no más de una pieza por cada miembro de la
familia).
Puedo citar mis propias viviendas. Durante la primera década posbélica mis padres y yo nos
alojábamos en una habitación de 17 metros cuadrados, en una casa situada en el centro de
Moscú. Además de nosotros, en el mismo apartamento destinado, en realidad, a una sola
familia, vivían cuatro más. De 44 compañeros míos de la escuela, 42 tenían condiciones
similares.
Ahora que han pasado tan sólo 25 años la situación es completamente distinta. Un
apartamento confortable por familia es lo normal. Los que no lo tienen aún, lo demandan,
elevan quejas al respecto y no aceptan cualquier solución que se les proponga para mejorar
sus condiciones de vivienda. Pero no se ha alcanzado todavía el nivel que aspiramos a tener.
Queremos vivir mejor y así Será. Para calificar la situación actual, tratemos de darnos cuenta
de si es poco saber que el Estado hace todo lo posible por mejorar las condiciones de vivienda
de sus ciudadanos; que los apartamentos jamás serán objeto de comercialización; que los
alquileres no subirán y que si uno tiene que esperar que se le entregué un apartamento nuevo,
es porque hay conciudadanos que lo necesitan antes.
El Estado soviético jamás asume compromisos ilusorios, y siempre cumple los que asume. Ahí
está la esencia del artículo de la Constitución que proclama el derecho a la vivienda.
Es difícil imaginarse cuánto tiempo habría tenido que esperar la gente para recibir buenas
viviendas nuevas, si el país no hubiese creado una potente base técnica para la construcción
de éstas y empresas especializadas capaces de utilizarla con eficacia.
La edificación de montaje integral (los elementos se producen en fábricas, yen las obras sólo
se ensamblan) se ha hecho preponderante en la construcción de viviendas. Casi la mitad de las
construcciones municipales y cooperativas se realizan por este método.
Izda.: Moscú; ensamblamiento de una vivienda con elementos estándar. Dcha: Grúas de construcción se
ven por doquier en las ciudades soviéticas. Resulta práctico y económico montar viviendas de bloques, cada
uno de los cuales es ya una habitación.
No hace falta abundar en detalles para explicarlo. Basta con echar un vistazo a dos obras
vecinas: una casa de ladrillos y otra de elementos prefabricados. Cuando en la primera los
albañiles ponen ladrillos en el primer piso, en la segunda se acopla ya el último bloque del
duodécimo. Los especialistas han calculado que el trabajo empleado en la segunda obra, si se
compara con la primera, equivale a la mitad. Es evidente, que en una fábrica, con instalaciones
tecnológicas especiales, se obtienen elementos estandarizados tanto por sus dimensiones
como por su calidad. Sus características se conocen de antemano. Los constructores sólo
ensamblan los elementos prefabricados, sin ocuparse de preparar los materiales.
La edificación de montaje integral (a base de paneles, grandes bloques, etc.) es actualmente la
tendencia más eficaz y de mayores perspectivas. Pero esto no significa que hayamos
renunciado al empleo de ladrillos y otros materiales de pequeñas dimensiones. Se trata de algo
diferente: de mejorar continuamente las estructuras de los edificios de ladrillo y de utilizar
nuevos materiales a la vez. Así, los cálculos demuestran que la construcción de los muros
exteriores de ladrillos con tres capas, empleando como termoaislantes materiales poliméricos y
porosos, disminuye en un 25 por ciento el gasto de ladrillos y es en un 15 por ciento menos
trabajosa.
Actualmente en la URSS hay más de 400 empresas que fabrican grandes paneles para la
construcción de viviendas. Preparan materiales para más de 51 millones de metros cuadrados
de superficie habitable al año.
Otra cifra sugestiva. Hoy en día, una brigada vanguardista, de una de las empresas
mencionadas, construye al año por encima de 50.000 metros cuadrados de vivienda (o sea,
más de 1000 apartamentos). De ejemplo puede servirnos la brigada que dirige V. Kópelev,
Héroe del Trabajo Socialista. Es de la empresa de casas prefabricadas N 1 de Moscú. Con un
rendimiento de trabajo parecido, 900 brigadas como ésta —varias decenas de miles de
hombres, nada más— construirían en un año una ciudad para tres millones de habitantes.
Se sobrentiende que aseguran tan elevados resultados no sólo los bienes de equipo, sino
también una organización ejemplar del trabajo. Por lo tanto, la difusión y transmisión de la
experiencia adquirida, se considera en la URSS, una tarea de suma importancia: permite
elevar la eficacia y mejorar la calidad de la edificación.
Izda.: Volgogrado (nuevo nombre de Stalingrado), 36 años después de ser destruida en la II Guerra
Mundial. Dcha.: ídem.
Los arquitectos mostraban —al principio— cierta resistencia sobre la industrialización de la
construcción. Algunos de ellos afirmaban que impediría crear conjuntos arquitectónicos de
buena calidad estética. En efecto, así sucedió en los primeros años de construcción
prefabricada. Pero luego se demostró, en la práctica, que la industrialización sólo cambia los
métodos, materiales y formas de la edificación, sin limitar en absoluto la inventiva del
arquitecto, quien, disponiendo de una amplia gama de elementos estándar, puede crear casas,
conjuntos enteros conjugando la estética y el confort. Se hizo evidente que la monotonía y
mediocridad arquitectónicas —hay barrios que parecen gemelos, incluso en ciudades diferentes
— no era resultado inevitable de la construcción industrializada y de los proyectos estándar,
sino de la mala utilización de las posibilidades, subyacentes en lo uno y lo otro.
Todo depende de cómo se aborde la solución del problema. Veamos lo que hicieron los
arquitectos y trabajadores de la construcción en la ciudad de Vilnius, capital de la República
Socialista Soviética de Lituania. En el barrio residencial de Lazdynai, levantado por métodos
industriales y proyectos estándar, se aprecia una compleja estructura arquitectónica
perfectamente pensada. Cuenta con excelentes medios de transporte, facilidades para
peatones, toda clase de servicios y áreas verdes. Es una impresionante composición
tridimensional. Las viviendas construidas con grandes paneles se ubican "transversalmente al
relieve", cosa imperdonable según los partidarios del economismo primitivo. Los autores de
Lazdynai reelaboraron un proyecto estándar y utilizaron, más de la cuenta, elementos
prefabricados. Desde luego, esto complicó las obras y encareció su costo. ¿Se ha justificado
todo ello? ¡Efectivamente! Lazdynai es un ejemplo de gran capacidad profesional y, a la vez,
una victoria sobre la rutina, el formalismo y la simplificación en la arquitectura.
Minsk, capital de la RSS de Bielorrusia, también resurgió de las ruinas dejadas por la guerra.
Durante los últimos diez años, en la Unión Soviética unos 120 millones de personas recibieron
nuevos apartamentos o mejoraron sus condiciones de vivienda. Anualmente, como promedio,
10-11 millones de personas se mudan a nuevos apartamentos. Sólo en el Décimo Quinquenio
(1976-1980) el Estado asignó para la construcción de viviendas el doble que en 1956-1960.
Sin embargo, los ritmos de la construcción se han retrasado un poco. ¿Por qué?
Las regiones que están siendo asimiladas --en primer término Siberia-- necesitan asignaciones
complementarias para construir viviendas. Allí cualquier nueva construcción cuesta al Estado
casi dos veces más que en la parte europea del país. Además, a la par con las viviendas, se
tiene que erigir la infraestructura cultural y de servicios.
El elevado costo limita las posibilidades constructoras estatales. Sin embargo, no hay
fundamento para pensar que los ritmos de la construcción de viviendas seguirán
disminuyendo. En el Undécimo Quinquenio (1981-1985) se conservará el nivel alcanzado (530-
40 millones de metros cuadrados) pero se mejorará notablemente la calidad de los nuevos
apartamentos.
Por cuanto la construcción de viviendas en la URSS, según hemos dicho, se realiza por cuenta
del presupuesto nacional, bajo la supervisión de los órganos locales del Poder —los Soviets de
Diputados Populares— y por encargo de las empresas estatales; por esa razón, la mayor parte
de la población recibe apartamentos gratis.
Los Soviets de Diputados Populares facilitan vivienda a todo ciudadano, a toda familia que la
necesite. Las empresas distribuyen viviendas únicamente entre sus trabajadores. Las
asignaciones para este fin y el control sobre su utilización, se acuerdan cada año en el
convenio colectivo que cada empresa concierta con sus trabajadores. Mientras más beneficios
obtiene una empresa, más viviendas manda a construir. Los sindicatos tienen instituidas
comisiones especiales que se ocupan de resolver el problema de la vivienda.
También puede "construirse" un apartamento todo el que lo desee. Para ello tiene que pagar
una cantidad determinada a una cooperativa formada de construcción de viviendas, que se
encarga de la obra con la ayuda de un crédito que recibe del Estado.
Existen en el país 24 mil cooperativas de viviendas. Reciben un fuerte respaldo del Estado. En
los planes estatales se contemplan asignaciones para este fin.
Debemos agregar que si el promedio de la superficie habitable que se asigna del fondo
inmobiliario estatal, a los ciudadanos, es de 11,5 a 13 metros cuadrados por persona, en las
cooperativas de construcción de viviendas esta norma es mayor, naturalmente. Además, los
socios de una cooperativa pueden elegir ellos mismos el proyecto por el cual se construirá su
casa, determinar el grado de confort en ésta, decidir cuál ha de ser el acabado interior, etc.
Los terrenos para la edificación se conceden gratis, puesto que en la URSS la tierra es
propiedad del Estado y no puede ser objeto de compraventa. Las casas se construyen por
proyectos diseñados en instituciones estatales. Estos proyectos se aprueban por los órganos
del poder local y deben cubrir los requisitos del plan rector del desarrollo de cualquier ciudad o
poblado. De esta manera, se evita la edificación caótica y el aprovechamiento irracional de los
terrenos.
l costo presupuestario de las casas cooperativas se determina por los mismos precios y normas
vigentes en el país, para las casas de vivienda que se construyen por cuenta del presupuesto
nacional. Loa socios de las cooperativas de viviendas abonan del 30 al 40 por ciento del costo
del apartamento (en Moscú, el 40 por ciento). El resto se cubre con el crédito que facilita el
Banco Nacional, por un plazo de 10 a 20 años, con un interés del 0,5 por ciento anual. Los
jubilados, inválidos de guerra y familiares de militares fallecidos reciben facilidades adicionales
y no pagan interés por el crédito.
Izda: Grandes Almacenes recién construidos en Cheliábinsk, emporio industrial de los Urales. Dcha.: Nueva
policlínica en Kishiniov, capital de la RSS de Moldavia.
En el país también se lleva a cabo la construcción de viviendas individuales. Las casas propias
las levantan los habitantes de los poblados de tipo urbano y ciudades con una población hasta
de cien mil personas. Sin embargo, la edificación particular, principalmente, se realiza en las
zonas rurales. Al mismo tiempo, en el campo se construyen muchas viviendas por cuenta del
presupuesto estatal y de los koljoses. Esto se hace siguiendo un vasto programa elaborado
para transformar los poblados rurales. En otras palabras, se reconstruyen viejas aldeas,
desaparecen caseríos y aldehuelas, y se crean poblados de nuevo tipo con un nivel de servicios
comunales y públicos, muy parecido al urbano. Los que desean tener casa propia, pueden
construirla, de una o dos plantas, conforme a un catálogo de proyectos estándar.
La cuota que hay que pagar de entrada por una nueva casa equivale al 30 por ciento de su
costo. El Banco Nacional de la URSS concede, a los que construyen casas particulares, un
crédito (con una tasa de interés del 0,5 por ciento anual) para amortizarse en un plazo de 10 a
20 años.
Los koljoses también hacen préstamos, con frecuencia sin intereses, a sus trabajadores.
Abundan asimismo los casos en que los koljoses entregan gratis casas nuevas, o abonan parte
de su costo, a sus mejores y más antiguos miembros. Los propietarios de casas particulares
pagan por los servicios comunales de acuerdo a las tarifas generales.
Los órganos locales del Poder --los Soviets de Diputados Populares (rurales y urbanos)— con la
participación de los Sindicatos y de otras organizaciones sociales, distribuyen la vivienda
construida por el Estado.
Más del 90 por ciento de las familias reciben apartamentos independientes (en los años 50
este índice era del 30 por ciento). Se ha logrado que el 80 por ciento de las familias urbanas,
que viven en casas estatales y cooperativas, tengan ya apartamentos independientes y
confortables.
Las viviendas construidas por cuenta del Estado se distribuyen bajo control público. Este
principio, en función desde hacía mucho, en 1977 quedó formulado en la nueva Constitución
soviética y garantiza a los ciudadanos la igualdad en la distribución de las viviendas.
Izda.: el confort está, naturalmente, no sólo en la vivienda. los arquitectos soviéticos procuran embellecer
todo alrededor. Esto es una gasolinera con diseño futurista en Sochi. Dcha: la circulación en aumento
implica elevar la seguridad del tráfico. en esta gráfica: un helicóptero de la Inspección Automovilística del
Estado patrulla la Carretera circular de Moscú.
En la distribución de la vivienda los Soviets parten del grado de necesidad de los ciudadanos.
El tamaño del apartamento que recibe una familia depende del número de sus componentes.
Corresponde hoy a cada habitante urbano, como promedio, 13 metros cuadrados de superficie
habitable.
Ya se dijo que los alquileres permanecen estables desde 1928. Ahora bien, junto con los
servicios comunales (electricidad, gas, calefacción, agua caliente y fría) el monto del alquiler
no pasa del 3 por ciento de los ingresos mensuales de la familia. Amortiza tan sólo un tercio de
los gastos que el Estado realiza para mantener las viviendas. El resto proviene de los fondos
sociales de consumo.
Los fondos sociales de consumo son sumas que en el presupuesto nacional se destinan al
consumo, para pagar los bienes materiales y culturales que la población recibe gratis y para
hacerle préstamos, por encima de los ingresos que obtiene por el trabajo. Se invierten en la
construcción de viviendas, la educación y la asistencia médica (que son gratuitas), en
mantener los jardines de la infancia, casas cuna, escuelas internado, casas de ancianos,
sanatorios, casas de descanso y viviendas pertenecientes al Estado, así como en pagar las
becas, pensiones, en retribuir las vacaciones, etc.
Cuando una familia recibe del Estado un apartamento nuevo, no paga nada de entrada.
Cada inquilino tiene un talonario de recibos, en el cual se indica cuánto y por qué concepto
debe pagar mensualmente. El alquiler se paga en las Cajas de Ahorros, en las cuales cada uno
puede hacerlo con dinero o transfiriendo la suma adecuada de su cuenta corriente.
Existen determinadas normas por las cuales los inquilinos pagan el alquiler de su apartamento.
En el país y al mes, la tarifa básica de los alquileres es de 13,2 kopeks por metro cuadrado de
superficie habitable. La superficie de los recintos auxiliares —cocina, recibidor, pasillos, cuarto
de baño, etc.— está exenta del pago. En las viviendas modernas con todo confort (cuarto de
baño, vertedero de basura, calefacción central, etc.), la tasa máxima del alquiler no pasa de
16,5 kopeks por metro cuadrado.
Izda.: por este puente pasa, sobre el Dniéper, el metro de Kiev. Dcha: Nueva vivienda en la zona norte de
Moscú.
La política soviética de la vivienda tiene otra particularidad más. Al determinarse la tasa del
alquiler, se toman en consideración los ingresos de los inquilinos: salarios, pensiones, subsidios
y estipendios.
Repetimos que los alquileres que pagan los soviéticos no amortizan en su totalidad, ni siquiera
un tercio, los desembolsos que hace el Estado para mantener y reparar el fondo inmobiliario.
En Moscú, por ejemplo, los Soviets distritales reciben del presupuesto nacional, unos 130
millones de rublos para realizar reparaciones básicas, y otros 21 millones de rublos para la
calefacción. Los gastos en mantener las tuberías de agua potable, el alcantarillado y la red de
electricidad, se cubren con descuentos de los beneficios que obtienen empresas industriales y
comerciales.
El Estado establece los conceptos y tarifas de los servicios comunales (calefacción, agua fría y
caliente, desagüe, electricidad, gas). Algunos ni siquiera se cobran a la población. Por ejemplo,
la limpieza de los portales, pasillos y escaleras, patios y calles, o el uso del ascensor.
Las tarifas del abastecimiento de agua fría y caliente y del servicio de desagüe, de consumo y
utilización ilimitados, son estables. Por ejemplo, en un apartamento de tres habitaciones, en
Moscú, el agua y desagüe cuestan poco más de un rublo al mes (unos 1,5 dólares
norteamericanos).
Los últimos años en Moscú, en vista del crecimiento demográfico y la ampliación del territorio
de la ciudad, en los marcos del nuevo Plan Rector, se han invertido fuertes sumas en la
construcción de nuevos embalses, sistemas hidráulicos y otras públicas. El consumo de agua
por habitante ascendió a 260 litros diarios (de contarse el agua para necesidades industriales
serían 650 litros). Pero las tarifas de consumo no han aumentado.
Los inquilinos pagan por la calefacción un 40 por ciento del alquiler. En todas las ciudades
soviéticas se realizan obras para mejorar el sistema de calefacción, pero esto no repercute en
las tarifas respectivas.
Los inquilinos tienen un talonario para pagar la electricidad y el gas, además del de recibos de
alquiler y de otros servicios comunales, y hacen ellos mismos sus cuentas de acuerdo con las
normas establecidas. Por la electricidad, lo que marque un contador, a razón de 4 kopeks por
kilovatio-hora; por el gas, a razón de 16 kopeks mensuales por persona, sin limitaciones de
consumo. Hace tiempo, en los apartamentos había contadores de gas, pero luego se renunció
a ellos. A diferencia de la electricidad, en el consumo doméstico de gas no se registran grandes
oscilaciones. Por lo tanto, se consideró inútil instalar esos aparatos.
Es increíble lo que paga —por ejemplo— una familia de 4 personas que vive en un
apartamento, cuya superficie habitable es de 45 metros cuadrados, de una casa moderna: con
ascensor, calefacción central, cuarto de baño, agua caliente y fría, desagüe, gas, etc. El total
es de 15 rublos 58 kopeks al mes. Desglosando: 5 rublos 94 kopeks, el alquiler; cerca de 5
rublos, la calefacción, el agua fría y caliente; unos 4 rublos, la electricidad (dicha familia tiene
refrigerador, televisor, receptor de radio y otros aparatos eléctricos); 64 kopeks, el gas.
Izda.: Palacio de los Deportes en la ciudad de Zaporozhie, Ucrania. Dcha.: Cine "Oktiabr" en
Minsk, capital de Bielorrusia.
Que estos tres principios deberían regir la construcción; era aceptado, desde hace mucho, por
la gente. Pero no siempre se aplicaban y menos al mismo tiempo. Veamos que sucedía, hasta
1917, en la ciudad de Nizhni Nóvgorod, actualmente Gorki. Los palacetes construidos uno tras
otro, en una elevada ladera sobre el Volga, hace más de un siglo, embellecen el paisaje hasta
nuestros días. Al verlos se comprende que quienes los mandaron construir, derrochaban el
dinero. En efecto, los mercaderes de Nizhni Nóvgorod eran de los más ricos en Rusia. Cuando
construían para ellos, de los tres principios mencionados, prevalecía el segundo. Pero cuando
lo hacían para los pobres: barracas y espantosas casas de vecindad, entregaban de hogar. Era
rápido y barato. La calidad no importaba. Esta observación no pretende ser original. Bien
conocido es el hecho de que, en la Rusia zarista, siempre se construyeron —además de los
suntuosos palacios, mansiones e iglesias— casas malas y baratas, que no podían complacer a
sus moradores ni a cualquier observador ajeno. Este era el fondo de viviendas que tuvimos
que barrer de la faz de la tierra para reemplazarlo con otro nuevo.
Leningrado. Obelisco erigido en honor a los defensores de la ciudad, que frenaron a las hordas hitlerianas.
Durante la guerra contra la Alemania nazi (1941-1945), quedaron sin viviendas 25 millones de
soviéticos: las incendiaron y destruyeron los invasores. Muchos centenares de miles de
ciudadanos, junto con las fábricas evacuadas de las zonas próximas al frente, se trasladaron a
la región del Volga, a los Urales, a Siberia y al Extremo Oriente. Era vigente darles vivienda.
Las autoridades locales y los constructores disponían a veces sólo de semanas o días contados:
tenían que alojar a los evacuados antes del invierno. En vista de ello, nadie se ponía a pensar
en la estética o en búsquedas arquitectónicas. Se construía contra el tiempo. Así, por enésima
vez, circunstancias concretas obligaban al Estado soviético a postergar la solución cardinal del
problema de la vivienda, con tal de satisfacer las necesidades inmediatas de la población.
La guerra terminó hace tres décadas y media. Ahora los arquitectos y las entidades estatales,
responsables de la edificación, enfrentan la necesidad de enfocar integralmente el desarrollo
de las ciudades y poblados.
Izda.: Zelenograd, ciudad satélite de Moscú. Uno de sus nuevos microdistritos. Dcha.: Jardín de infancia
"Malets" en el sovjós de Bielorrusia (región de Brest)
No hace mucho conversé con Alexéi Bujtiárov, presidente del Comité Ejecutivo del Soviet, de la
ciudad de Omsk (Siberia). Me parece de interés para el rector, conocer el contenido de aquella
entrevista.
— Estas son verdades obvias. Pero es muy difícil aplicarlas en la práctica, analizando
científicamente todos los factores en su concatenación. El ejemplo de Omsk es en este sentido
muy elocuente. Imagínese una ciudad con más de un millón de habitantes, uno de los
emporios industriales y culturales más importantes no sólo de Siberia, sino del país, una
ciudad que se fundó hace dos siglos y medio, y que lleva en su semblanza el sello de las más
diversas épocas.
— Diré algunas palabras sobre las obras a realizar; el fondo inmobiliario urbano
aumentará en un 50 por ciento y será plenamente confortable, se construirán 300 mil
apartamentos. La mitad de los edificios residenciales que se construyen tendrán 9, 12, 16 o
más pisos. Se abrirán nuevas avenidas para transporte rápido y se modernizarán las viejas;
casi se triplicará el número de establecimientos de servicios públicos; las áreas verdes
ascenderán a 24 metros cuadrados por habitante.
— Unos 12 mil apartamentos confortables, en altos edificios se distribuyen cada año entre
los habitantes de Omsk. Esto significa, que en un quinquenio recibe apartamento nuevo una de
cada cinco familias. Podríamos presumir de estos resultados, pero consideramos que eso no es
suficiente y que tenemos aún mucho por hacer; tanto en lo que se refiere a la vivienda, como
al desarrollo del transporte y de los servicios que han de ampliarse y mejorar. Por ejemplo, en
Omsk hay ahora cerca de 700 cafeterías, restaurantes, comedores y otros establecimientos de
alimentación pública. Debe de haber más.
La entrevista citada se refiere a una ciudad siberiana, que como tal tiene muchos problemas
específicos.
A escala de un país tan grande como es la Unión Soviética, en cuyo territorio hay las más
variadas zonas climático-naturales, las peculiaridades locales son esenciales.
Trasladémonos ahora de Siberia hacia el Oeste, a orillas del río Kama, afluente principal del
Volga.
Cuando se trata de la industrialización de nuevos territorios en la URSS, suelen aludir a
Siberia, al Extremo Oriente, o a la parte norte. Pero uno de los ejemplos más importantes está
a una hora y media de vuelo de Moscú, en el curso bajo del Kama. Allí, en la República
Autónoma de Tartaria, en las inmediaciones de importantes núcleos industriales, existió hasta
hace no mucho algo así como un "vacío industrial", con una superficie de 2.500 kilómetros
cuadrados.
Ahora en un territorio semejante a un triángulo, cuyos vértices son las ciudades Náberezhnie
Chelní, Nizhnekamsk y Zaínsk, se construyeron más de 40 complejos industriales. Se trata de
la mayor concentración de producción en la URSS. Además, las empresas son tan grand9s
como el KAMAZ, conjunto de fábricas de camiones de gran capacidad de carga, construido en
Náberezhnie Chelní. Henry Ford, "rey automovilístico" de los EE. UU., al visitar esta planta, dijo
que ni su país ni Europa Occidental hubieran sido capaces de realizar algo parecido.
Es preciso imaginar aquel panorama. En el mapa, el lugar, donde habían de realizarse las
obras, parecía insignificante pero, visto de cerca, representaba una estepa extensa, un bosque
sórdido, barrancos, caminos llenos de intransitable barro. Incluso uno se resistía a creer que
no estaba en el fin del mundo, sino en el mismo centro del país.
La primera escuela empezó a funcionar, cuando la ciudad aún no existía. La primera vivienda
de varios pisos se construyó después. Así lo decidieron los propios ciudadanos. Cuando todo se
crea a partir de cero y las entidades de construcción no pueden llevar a cabo simultáneamente
todos los trabajos, es necesario darle prioridad a lo más importante: ¿Una casa de vivienda
confortable o una escuela? La gente se conformó con vivir hasta muy entrado el otoño en
vagoncitos (vivienda típica de los primeros constructores de aquel período) con tal de que sus
hijos fuesen a tiempo a la escuela.
"Desde luego, los más difíciles fueron los primeros pasos — relata Farit Bagautdínov, ex
presidente del Comité Ejecutivo del Soviet urbano de Nizhnekamsk, hoy ministro del Comercio
de la RSSA de Tartaria—. Poco a poco las cosas fueron desenvolviéndose de manera favorable.
De las aldeas adyacentes y de otros lugares, más lejanos, llegaban nuevos contingentes de
constructores. Rusos, tártaros, bashkiros, tadzhikos... Treinta nacionalidades en total. Pero
Nizhnekamsk no se convirtió en una nueva Babilonia: todos sus habitantes se comprendían
perfectamente y no percibían barreras nacionales de ninguna clase. Maquinaria y materiales de
construcción llegaban de distintas regiones del país. Las obras fueron desplegándose, lo cual
implicaba problemas cada vez complicados.
"El más apremiante fue el de vivienda. Necesitaban viviendas cuantos llegaban. Pues, antes de
hacerse constructores, todos los que llegaban a Nizhnekamsk se hacían ciudadanos de esta
futura ciudad.
"Por eso tuvimos que decidir cómo construir. No exigiendo mucho de la calidad, pero más
rápido, o de una calidad mejor, pero más lento. No es un problema fácil ni nuevo.
"Naturalmente, la situación no era la misma que a raíz de la segunda guerra mundial. A las
obras de Nizhnekamsk acudían hombres que tenían viviendas en los lugares de donde
procedían. La primera conclusión era evidente: regular conforme a nuestras posibilidades el
número de los que llegaban para garantizarles vivienda segura. Pero es más fácil decirlo que
hacerlo. No todos llegaban habiéndose contratado previamente ni siquiera habiendo
averiguado los detalles. Muchos lo hacían nada más enterados de que se trataba de unas obras
grandiosas, y acudían a ellas, seguros de poder obtener el trabajo y la vivienda.
En la URSS los Soviets urbanos son, básicamente, los propietarios del territorio que tienen
bajo su jurisdicción, y ninguna resolución, que concierne a los intereses de la ciudad y de los
ciudadanos, puede adoptarse sin que ellos lo autoricen.
Sin la autorización del Soviet, no se puede construir en la ciudad ni un solo edificio, y los
apartamentos nuevos se distribuyen entre los ciudadanos por las listas que se aprueban en el
Comité Ejecutivo del mismo.
Para que las cosas vayan normalmente, es preciso coordinar permanentemente lo que hacen
las empresas poseedoras de recursos para la construcción de viviendas, puesto que de otra
manera no surgiría un conjunto arquitectónico armonioso, sino un conglomerado de elementos
sueltos que sólo formalmente podría llamarse ciudad.
En Nizhnekamsk lo comprendieron muy pronto. El Plan Rector de esta ciudad, trazado por
arquitectos moscovitas (hasta el año 1990), es un asunto que preocupa —no sólo de palabra,
sino de hecho— a cuantos viven y trabajan en la misma.
En una ciudad nueva, donde no hay todavía población local nacida en ella, donde todos los
trabajadores han llegado de otros lugares, el problema de la migración de cuadros es
especialmente agudo. Hacer que los trabajadores echen raíces en el sitio nuevo siempre es
más difícil que retener al originario del lugar. En este caso no ayuda el apego al terruño ni la
fuerza de costumbre. La solución es una sola: crearle a la gente condiciones de trabajo y de
vida, que superen las que había tenido anteriormente. Esto quiere decir que una ciudad nueva,
como Nizhnekamsk, por ejemplo, debe desarrollarse en el plano social con mayor rapidez que
los núcleos industriales y culturales ya formados.
Desde luego, a veces ocurre que a algunos la espera les parece muy larga. Entonces elevan
quejas al Comité Ejecutivo, donde éstas se estudian cuidadosamente, y, por lo general, los
ciudadanos reciben respuestas que les satisfacen, comprendiendo que todo se hace con justicia
y que ellos tienen los mismos derechos que los demás. Llegará su turno, y recibirán
apartamento nuevo. En cierto sentido, quienes esperan incluso salen ganando: el estandard de
vivienda se mejora continuamente, y el apartamento que se construirá mañana será, sin duda,
mejor que el construido hoy.
6. Variedad inevitable
En el transcurso de mis numerosos viajes por la Unión Soviética he observado algunos cuadros
como los siguientes:
Turkmenia, república federada situada en el Sur del Asia Central. Unos bulldozers allanan el
terreno para levantar un poblado a orillas del Canal de Kara-Kum, de 1.000 kilómetros de
longitud, que lleva sus aguas a los arenales de uno de los desiertos más grandes del mundo.
Las máquinas deben pararse muy a menudo, por empezar a hervir en ellas el líquido
refrigerador. El aire se calienta hasta 50 grados centígrados y la arena, hasta 70.
Yakutia, república autónoma localizada en Siberia Oriental. Las piezas metálicas de las
máquinas se vuelven frágiles como vidrio, a la temperatura de 60 grados bajo cero. En este
lugar se encuentra la zona más fría del Hemisferio Boreal. Es el reino de los enigmáticos y
tierras de congelación perpetua, que han de tenerse en cuenta si se quiere que cualquier
edificación se mantenga largo tiempo.
Izda.: en uno de los numerosos parques moscovitas. Dcha.: en la región oeste de Moscú se construyó hace
poco el canal para las regatas de la Olimpiada-80.
En la URSS hay muchas zonas de actividad sísmica: casi todo el Asia Central, algunas regiones
del Cáucaso y Ucrania Occidental, parte del trayecto del ferrocarril que se tiende entre el Baikal
y el Amur, el Extremo Oriente soviético...
A Norilsk, ciudad situada en las regiones hiperbóreas, es necesario protegerla de las frías y
fuertes ventiscas; a Nebit-Dag, la ciudad de los petroleros turkmenos, de los tórridos y
arenosos vientos del desierto. En unos lugares las casas deben conservar bien el calor; en
otros, mantener el fresco. En el centro del país no es ningún problema caminar algo por la
calle o esperar a la intemperie un autobús o un tranvía. Pero en Norilsk es un problema:
durante las fuertes heladas sólo se puede ir, a una panadería o a una lavandería, por una
galería cubierta; en las horas punta los autobuses deben circular, y circulan, sin interrupción
uno tras uno.
En Vladivostok, en la costa del Océano Pacífico, soplan vientos tan fuertes que, las gotas de
lluvia que arrastran, "atraviesan" literalmente los vidrios de las ventanas de las casas
comunes. Mientras que en Transcaucasia, los arquitectos y constructores tienen que pensar en
cómo asegurar la libre circulación del aire en los apartamentos, sin lo cual es difícil respirar en
las temporadas de calor y humedad.
Como se puede concluir, las condiciones naturales de la URSS son muy variadas.
Izda.: Tbilisi, capital de la RSS de Georgia. Un distrito nuevo. Dcha.: Tashkent, capital de la RSS de
Uzbekia. Vista parcial del nuevo centro de esta ciudad, reconstruida por completo después del fuerte
terremoto
Todo ello no puede dejar de considerarse en las construcciones que se llevan a cabo. Por eso
actualmente en la URSS se emplean decenas de series de proyectos estandard de viviendas.
La diversidad, originada por las condiciones del clima y de la naturaleza, así como por las
peculiaridades nacionales, es un aspecto de la cuestión. Otro es el rápido aumento general de
las demandas concernientes a las dimensiones y la calidad de la vivienda, al planeamiento y la
estética del apartamento, de la casa, el microdistrito y la ciudad.
Pero dondequiera que viva el ciudadano —en la zona central de Rusia o en el Artico, en el
desierto o en las montañas— , el Partido Comunista y el Estadó hacen todo lo posible para
crearle las mejores condiciones de trabajo, vida, estudio y descanso. Hacerlo así exige gastos y
esfuerzos. Pero esta línea se sigue invariablemente.
El Norte del país. Las regiones de hielos perpetuos. No se trata de pequeños "islotes" que se
podrían hacer a un lado sin grandes dificultades, sino de casi la mitad del territorio de la URSS.
En esta superficie cabrían el resto de países de Europa. En el Norte se construyen plantas
industriales y viviendas, ferrocarriles y carreteras, cines y demás obras necesarias para la vida
y el trabajo normal de la gente. Esto sale muy caro y es técnicamente complicado.
Las tierras de congelación perpetua encierran toda una serie de enigmas peligrosos. Unas
veces se mantiene inmóvil, otras de súbito hincha la tierra, o empuja a la superficie pantanosa
enormes cantos rodados, o de pronto comienza a inundarse todo en pleno invierno,
amenazando a la gente y a los animales. Incluso muy lejos del litoral del Océano Glacial Artico,
allí por donde se tiende el nuevo ferrocarril Baikal-Amur, hay sectores donde las capas de hielo
tienen seis metros de espesor. Pueden resistir cargas muy pesadas, si no se altera la capa de
musgos que estabiliza la temperatura. Ahora bien, ¿cómo construir sin afectar los musgos? En
unos casos no se puede tocar los musgos del subsuelo helado, en otros hay que arrancarlos.
Pero con las manos desnudas no se puede: se requieren potentes máquinas y mucha
habilidad.
Izda.: Lazdynai, nuevo distrito de Vilnius, capital de la RSS de Lituania. Sus autores recibieron el premio
Lenin. Dcha.: Cafetería "Metélitsa", en la avenida Kalinin, centro de Moscú.
Pero en el Norte, los constructores tienen que luchar no sólo contra el subsuelo helado. Aquí
son tan fuertes las heladas que no cualquiera ni cualquier máquina las resisten. A
temperaturas de 20-35 grados centígrados bajo cero, el rendimiento de la mayor parte de la
maquinaria utilizada por los constructores disminuye a la mitad; a temperaturas aún más
bajas, que son frecuentes en el Artico, estas máquinas se paran.
En el Norte salen más caros tanto los trabajos de construcción y montaje, como el tendido de
carreteras y ferrocarriles, etc. Además de ser una de las zonas del planeta más vulnerables en
el aspecto ecológico.
No puede dejarse de tomar en cuenta cada uno de estos aspectos y todos ellos en su conjunto.
Vladímir Andréev, administrador de "Arktikstroi", del Ministerio del Transporte Marítimo de la
URSS, nos dijo:
— Debemos empezar por constituir poderosas bases y maquinaria especial, válida para
trabajar en las condiciones del Norte; por elaborar métodos avanzados de construcción; por
fabricar estructuras estándar, etc. Todo ello exige buscar nuevas soluciones y experimentarlas
en la práctica.
— En el Norte se construye durante todo el año. Ello ha sido posible gracias a la máxima
industrialización de las obras. La mayor parte de las piezas se prefabrican en locales cubiertos
y luego se montan en las obras. Para hacer los cimientos del edificio se requiere bastante
menos trabajo. Antes se ahondaba en el subsuelo helado por medio de explosiones. Ahora se
emplean máquinas perforadoras que colocan pilotes a 9-10 metros de profundidad.
— En las zonas árticas no sólo construye la URSS, también lo hacen los EE.UU., Canadá y los
países del Norte de Europa. La colaboración en este terreno, como demuestran los primeros
pasos dados, ofrece buenas perspectivas.
Todos recuerdan bien el terremoto de Ashjabad en 1948, una de las mayores catástrofes
sísmicas del siglo XX. La fuerza del sismo alcanzó nueve grados y en algunos lugares de la
ciudad hasta más. Los trágicos acontecimientos de 1948, llevaron a desarrollar con más
intensidad la sismología y la edificación sismorresistente.
Izda.: estos recién casados --Ludmila y Andréi Popov (ella estudiante, él ingeniero)-- acaban de recibir un
apartamento nuevo. Dcha.: en el parque moscovita de Sokólniki.
7. La arquitectura y la economía
Al proyectarse y construirse edificios públicos, así como viviendas, surge siempre el problema
de la interrelación arquitectura — economía. ¿Qué es la economía para la arquitectura? ¿Un
bien que incita a buscar soluciones armónicas o una jaula que estrecha la inventiva del
arquitecto? ¿O lo uno y lo otro al mismo tiempo?
Los criterios al respecto cambiaron repetidas veces. Hubo un tiempo en que se consideraba
que "todo lo bello está justificado económicamente"; después, que "todo lo racional es bello
por sí mismo". Ya en la antigüedad se decía que "el arquitecto no supo construir bello y lo hizo
caro".
"La sencillez es fruto de la economía —señalaba el famoso Le Corbusier— . Concedo mucha
importancia a la última palabra, puesto que encierra un profundo sentido. El gran arte es
sencillo. Las grandes obras son sencillas... Y si la fuente de la sencillez es una gran
complejidad y tiene un significado intrínseco, todo va bien. Pero si la sencillez es fruto de la
pobreza de ideas, de nada servirán adornos de ningún género, no se logrará nada ni habrá
progreso alguno".
¿Cómo debe ser el patio? En este caso, la naturaleza ha quedado casi intacta.
Iván Zholtovski, eminente arquitecto soviético, se expresaba con mayor determinación aún:
"A propósito de las llamadas características técnico-económicas del edificio. Es muy fácil
ponerse a fantasear, haciendo caso omiso de ellas. Es una ocupación irresponsable e inútil. La
eficacia del proyectista consiste precisamente en que logra resultados estéticos óptimos
partiendo sólo de recursos efectivos y condiciones concretas".
La arquitectura soviética rechaza ambos extremos —el menoscabar las tareas artístico-
ideológicas o el economismo primitivo— y opta con firmeza por armonizar los dos principios.
Otros dos conceptos de patio. Izda.: vemos construido para los niños una villa de fantasía.
Dcha.: una plazoleta de juegos.
La revolución científico-técnica permite que todo proyecto, incluso el más fantástico, sea
factible desde el punto de vista técnico. Pero a la sociedad socialista le interesa mucho los
gastos que tal proyecto ocasione, y el grado en que éstos se justifiquen por la función y el
valor artístico-ideológico de la obra.
La tarea fundamental de la arquitectura —crear el ambiente ideal para la vida de los hombres
— no puede cumplirse, sino en el marco de determinadas posibilidades económicas. No se
trata de lo óptimo en abstracto, sino de lo óptimo y lo viable a la vez
Hace unos veinte años, los visitantes extranjeros se fijaban en el escaso confort de nuestros
apartamentos, barriadas y ciudades. En efecto, era bastante inferior al de las zonas donde en
los países capitalistas desarrollados residen las familias acomodadas. Incluso en grandes
ciudades no había en todas las viviendas tuberías de agua, la mayoría de los apartamentos
carecían de cuarto de baño, las casas se calentaban con leña o carbón y el abastecimiento
centralizado de gas y agua caliente, era cosa rara. El teléfono particular se consideraba casi
como un lujo.
Hoy día la situación es muy distinta. Es una norma elemental, lo que en aquel entonces era
una rareza. Es muy posible que en este cambio no haya nada asombroso, ya que, para nuestra
época vertiginosa, 20 años son bastantes. Pero lo interesante es que la Unión Soviética ha
logrado hacer en este sentido mucho más que los países con otro régimen social, y tiene
índices medios más elevados que ellos.
Izda.: Sovjós "Manech", de Bielorrusia. Los diputados del Soviet rural (órgano local del poder) estudian los
proyectos de urbanización de su poblado. Dcha.: estas casas para dos familias se construyen en el campo,
en la RSS de Bielorrusia.
Los apartamentos, las casas, que se construyen ahora han de servir a la gente por largo
tiempo (un siglo al menos). En vista del imponente progreso social, económico y cultural del
país socialista, no es difícil suponer que las exigencias para con la vivienda cambien con
rapidez. Un apartamento que entra en servicio hoy, debe responder a las demandas de hoy, de
mañana y de muchos días más. ¿Cómo lograrlo?
El criterio que nos guía es el siguiente: un apartamento confortable para cada familia, con un
número de habitaciones equivalente al de los componentes de ésta más una complementaria.
De 20 a 25 metros cuadrados por persona. El país debe alcanzar esta meta, después de 1985.
Los especialistas soviéticos coinciden en que esta norma puede satisfacer las necesidades
racionales del individuo, para una perspectiva bastante larga, y asegurar condiciones
necesarias para el desarrollo armónico del individuo.
Ahora bien, ¿En qué se diferencia un apartamento de tres habitaciones de una casa moscovita,
construida en nuestros días, de sus predecesores?
Dcha.: en el poblado "Sélskaya nov", región de Moscú, las cocinas tienen estufas de gas, agua fría y
caliente. Centro e izda.: La construcción de viviendas rurales no acepta patrones establecidos. la diversidad
de las condiciones naturales, climáticas y tradiciones nacionales impone sus requisitos. En estas dos fotos
se ven casas rurales de Estonia.
Los especialistas consideran que existen unos sesenta tipos de familia que difieren por la edad,
la instrucción y profesión de sus integrantes, por los vínculos que los unen, etc. Todos estos
factores que, además, cambian con el devenir del tiempo, llevan a que las demandas de
vivienda sean distintas, incluso en las familias de una misma composición numérica. Estos
problemas los estudia un sector del Instituto Central de Investigación Científica de Proyección
Experimental de la Vivienda.
Esta misma entidad también analiza la influencia del progreso científico-técnico en la vivienda.
No se trata únicamente del desarrollo técnico de la propia construcción, sino también de los
cambios en la ubicación geográfica de la industria y centros científicos, así como de la distancia
entre el domicilio de la gente y los lugares donde trabaja.
Para finalizar, hablemos de las perspectivas, puesto que la posibilidad de utilizar largamente los
apartamentos de alta calidad, no significa. que se estanque la proyección de la vivienda.
Continuará mejorando''el planeamiento del interior del apartamento y de la casa; aumentará la
higiene y el número de aparatos domésticos, conforme a las necesidades crecientes...
Se presta mucha atención al empleo del gas, que es un combustible bueno y barato. Cada año
el gas se instala en 3 ó 4 millones de apartamentos, o sea a un ritmo que casi duplica el de la
construcción de viviendas.
Esto es fácil de comprender. Además de las viviendas nuevas, se dotan de gas y de las demás
comodidades, las casas construidas cuando no había bastante gas natural e incluso se
consideraban insuficientes sus reservas exploradas. Pero con el tiempo han cambiado muchas
cosas, y ahora el país dispone de este combustible en cantidad suficiente.
Por ejemplo, en el balance de combustible de Moscú, la parte alícuota de gas ha ascendido al
70 por ciento. El empleo de gas permite mejorar el medio ambiente. Moscú, ciudad con una
gran producción industrial y donde durante el invierno la calefacción funciona en todas las
viviendas y todos los edificios públicos (para mantener la temperatura media de 22 grados C
sobre cero), desconoce la neblina de la contaminación, formada por los residuos del carbón
quemado. Naturalmente, esto no sólo se debe a las características del combustible que se usa,
sino también a la calefacción centralizada, gracias a lo cual la gente no tiene que encender
calentadores o chimeneas. Además, cuentan mucho las áreas verdes en abundancia y a buena
planificación de las barriadas que garantizan la circulación normal de aire; así como el control
estricto sobre los escapes de desechos industriales a la atmósfera.
1960 3.332
1965 10.434
1975 41.662
1980 55.300
La pureza del aire en cada ciudad es una de las preocupaciones fundamentales del Soviet
respectivo. En Moscú, por ejemplo, todos los días por la mañana, por la tarde y por la noche el
Observatorio Hidrometeorológico Central, comprueba el estado de la atmósfera. Esta
institución tiene diez puestos fijos y otros seis. ambulantes (instalados en camionetas). Los
trabajadores de cada puesto analizan, varias veces al día, el aire en diferentes zonas de la
ciudad: en barrios residenciales, en distritos industriales, en las avenidas de mucho tráfico. Se
hace un análisis químico de los elementos que caracterizan la contaminación de la atmósfera;
se determina la concentración de gas sulfuroso, de hollín, de óxidos de nitrógeno, carbono y de
polvo. Estos datos se envían al Soviet urbano.
Aumentar las áreas verdes en cada ciudad es otra preocupación de los Soviets urbanos, y casi
todos tienen elaborados planes rectores al respecto. A cada moscovita corresponden ahora
unos 20 metros cuadrados de áreas verdes.
Pero el Soviet capitalino considera que es insuficiente. En primer término, y por razones
históricas en Moscú, como en otras ciudades antiguas, las zonas verdes no están distribuidas
equitativamente: los parques más grandes se encuentran en los distritos extremos, mientras
que en el centro los árboles son mucho más escasos. En segundo término, la ciudad crece,
surgen nuevas barriadas residenciales y hay que decidir dónde deberán situarse nuevos
jardines, bulevares, parques.
Moscú está dividida, en el Plan Rector de Desarrollo Urbano, en ocho zonas: una central y siete
periféricas. Deslindan estas zonas árboles que comenzarán en la franja de bosques y parques,
que protege la ciudad en su circunvalación, y tenderán hacia el centro confluyendo —de los
correspondientes distritos— con parques, bulevares y jardines. Por esta especie de caminos
verdes, el aire limpio de los bosques y campos de los alrededores llegará al interior de la
ciudad. Además, cada zona de planeamiento tendrá amplias áreas verdes y dos o tres parques
infantiles.
Para finales del presente siglo, las áreas verdes de Moscú aumentarán en un 50 por ciento. En
cualquier distrito de la ciudad, la distancia máxima hasta el parque más próximo no pasará de
1,5 kilómetros.
La plantación de árboles es un elemento imprescindible en los planes rectores de desarrollo
urbano de la URSS.
En muchas ciudades tiene ritmos especialmente altos. Así, en Omsk (Siberia), donde en otros
tiempos los árboles eran muy escasos y prácticamente no había flores, ahora son comunes
grandes zonas de arbolado y arbustos.
Insistimos, los programas de plantación de áreas verdes forman parte de los planes integrales
de urbanización.
Para construir viviendas, en Moscú no se eliminan áreas verdes. Izda.: Parque Central de Cultura y
Recreación "Gorki". Dcha.: en Kishiniov, lo mismo que en otras ciudades soviéticas, funciona un servicio de
protección del medio ambiente.
Izda.: ciudad de Navol, recién construida en un desierto del Asia Central. Una piscina.
¿En qué está el quid del asunto? Casi la mitad de la población rural de dicha zona vive ahora
en aldeas que no tienen más de 200 habitantes. Esa dispersión es uno de los principales
obstáculos para el progreso científico-técnico en la agricultura, y para el mejoramiento de las
condiciones de vida y culturales de los campesinos.
Para 1990 el número total de los poblados rurales de la zona disminuirá en casi cinco veces. Se
ampliarán más de 29 mil poblados "con perspectivas" (grandes, compactos, situados en
lugares desarrollados o por desarrollarse).
Izda.: la nueva ciudad siberiana de Sayansk se levanta en plena taiga. Dcha.: Amursk, del
Extremo Oriente, la naturaleza y la ciudad.
El Estado, cuando tomó dicha decisión, tuvo en cuenta tanto la perspectiva general del
desarrollo socio-económico de la zona, como la red de poblados ya existente. Se conservarán
las aldeas situadas cerca del ferrocarril o la carretera, vitales en el aspecto económico, con
acceso ininterrumpido a los centros de servicios y cuyo número de habitantes no disminuye.
Serán modernizadas, en lo cual invertirán recursos tanto el Estado como los koljoses.
Asimismo, se conservarán aldeas de valor histórico, arquitectónico y etnográfico. Están
elaborados los proyectos de acuerdo con las perspectivas de la organización y especialización
racionales de la producción. Los tiene cada uno de los 641 distritos administrativos de la zona.
De la edificación se ocuparán entidades estatales e interkoljosianas. Se fundarán nuevas
empresas de casas prefabricadas.
Dmitri Basílov, presidente del Comité Estatal para la Construcción, adjunto al Consejo de
Ministros de la Federación Rusa, dijo sobre el particular:
— Como es lógico, se presta mucha atención á los problemas socio-sicológicos que implica el
traslado de la población. Los campesinos, sobre todo los de edad avanzada, están muy
arraigados al terruño. Los grandes cambios alteran mucho el modo de vida, al que están
acostumbrados, y obligan a adaptarse al nuevo ambiente. Investigaciones sociológicas, sobre
la materia, ayudan a conocer las demandas de los campesinos para con el nuevo lugar de
residencia. Los resultados de las mismas, se consideran al máximo en la proyección y
edificación.
Izda.: Bakú, capital de la RSS de Azerbaiján. Hace treinta años en esta ciudad casi no había
zonas verdes. Dcha.: un recinto de Jabárovsk, emporio industrial y cultural del Extremo
Oriente soviético.
Los campesinos que trasladan a un poblado ampliado reciben apartamentos del Estado, en
casas construidas de paneles prefabricados y que por su confort, aspecto exterior y demás
elementos no se diferencian de las urbanas.
Las viviendas tampoco serán de un mismo tipo. Además de diversas variantes, que ofrece el
Estado, los campesinos —por su cuenta— podrán construir casas particulares o cooperativas.
Grandes koljoses también dan préstamos a sus miembros, en condiciones que establecen ellos
mismos. Por ejemplo, en la Federación Rusa algunos koljoses lo hacen por un plazo de hasta
25 años.
Los que desean construir en cooperativa, pagan la cuota de ingreso que equivale al 30 por
ciento del costo de la casa o el apartamento. El resto lo aportan el Banco Nacional (o el de la
Construcción) de la URSS o los koljoses que también pueden facilitar a la cooperativa un
crédito, por lo general, sin intereses y a amortizar en un plazo de hasta 20 años.
Cada familia que se traslada a un poblado nuevo puede recibir una parcela anexa a su
vivienda, de hasta 800 metros cuadrados, o una parcela de área mayor, pero fuera del
poblado.
Allí construyen casas de uno a cinco pisos. Todas tienen gas, calefacción central, agua caliente
y teléfono. En el poblado funciona un nuevo comedor público, un supermercado, un jardín de
la infancia y un centro de servicios. Se han edificado, como experimento, casas de 4 ó 5
habitaciones destinadas a una familia.
Izda.: Sosnovi Bor, una nueva ciudad en la región de Leningrado. Los arquitectos y
constructores procuraron que hiciera honor a su nombre, que quiere decir "Pinar". Dcha.: una
tercera parte del territorio de Moscú son áreas verdes.
En el campo se construyen ahora, con más frecuencia, casas de dos plantas. Hacen bastante
compactos los poblados y su construcción es económica. Tienen apartamentos a dos niveles
con salida independiente a las parcelas anexas a la vivienda, por lo cual conservan rasgos
fundamentales del modo tradicional de vida rural.
Es lógico que los que desean construir casas particulares o en cooperativa no puedan fantasear
sin límites; deben centrarse en los requisitos básicos del plan rector de edificación de cada
poblado.
El lector no debe pensar que todos los problemas relacionados con la reestructuración del
campo soviético ya se han solucionado de la mejor manera y por completo. Ni siquiera sobre el
papel. Lo confirma, por ejemplo, una conferencia convocada hace poco por el Ministerio de
Agricultura de la URSS y el Comité Central del Sindicato de Trabajadores de la Agricultura
conjuntamente con la redacción de la revista "Sélskaya nov", cuyo tema fue: la modernización
arquitectónica de la aldea.
Por ejemplo, ¿cómo determinar si una aldea tiene o no perspectivas de desarrollo? Hemos
hablado de los criterios básicos al respecto, pero la vida rebasa cualquier esquema, por muy
bien pensado y detallado que sea. Cometer errores en estos casos sería imperdonable. Pues
una vez clasificados en poblados con perspectiva y no perspectiva de desarrollo en estos
últimos cesa la construcción de viviendas, de centros culturales y servicios, concentrándose
todos los esfuerzos en los primeros. Cuando se trata de alguna aldehuela, de la cual la mayoría
de habitantes se ha trasladado ya a poblados más grandes, no hay ningún problema. Pero, ¿si
se ha incluido, sin suficientes fundamentos económicos una aldea donde vive y vivirá gente en
las que carecen de perspectiva? Un nuevo poblado no puede construirse en dos días, pero las
condiciones de vida en el viejo se congelan artificialmente por todo un período, hasta que se
construya uno nuevo o hasta que se enmiende el error cometido.
En la conferencia nadie discutió la idea de que sin la reducción del número de poblados
existentes, agrandando los que se escojan, es imposible resolver los problemas económicos y
sociales de la agricultura. Los debates fueron en otro plano: cómo cristalizar esto
racionalmente, de la mejor manera.
No se puede permitir la liquidación en masa de los poblados con apresuramientos. Esto traería
pocas ventajas y muchas pérdidas. Es evidente, que pueden calificarse de carentes de
perspectiva, sólo aquellos poblados que desaparezcan durante un lustro.
Hay que mejorar también la estadística de la población rural y evitar que los mismos poblados
figuren, en los censos, como autónomos y a la vez formando parte de otros más grandes.
El establecimiento rural es parte de un problema general, y hay que concordarlo con el urbano.
No es conveniente imponer al campo un modelo urbano. El confort urbano sí, pero sin alejar al
campesino de la naturaleza y la tierra.
Por ejemplo, los diseñadores ofrecieron al koljós "Mayak", de Moldavia, un magnífico proyecto
para un poblado de 13 mil habitantes, de casas de 4 ó 5 pisos. Pero ningún koljosiano
manifestó el deseo de vivir en ellas, por lo cual el proyecto fue rechazado. Casos análogos
ocurrieron en otras zonas del país.
Probablemente, el contenido de este folleto asombre a los lectores que están acostumbrados a
ver la realidad soviética con ojos, de corresponsales en Moscú, de algunos diarios de
Occidente. Pero la cuestión radica en que un mismo hecho puede ser visto de distinta manera.
Así un hombre de 40 años de edad parece muy viejo si lo comparamos a un colegial y casi
jovenzuelo si a un jubilado. Mientras que él mismo no se cree ni viejo ni joven. El hecho es
uno, que este hombre tiene cuarenta años, pero todo es cuestión de enfoque.
Del mismo modo puede verse cualquier asunto. Y, claro está, el problema de la vivienda en la
URSS. Todo depende con qué se compare y del ángulo de mira.
Pero no todos pueden razonar así, ni siquiera en los países más desarrollados. Unos
simplemente no tienen donde vivir, a otros les resulta difícil amortizar el crédito, a unos
terceros el dueño de casa les volvió a subir el alquiler. Ellos se preguntarán otras cosas. ¿Así
que existe un país donde millones de apartamentos distribuyen gratis entre los ciudadanos?
¿Tan sólo nueve dólares por alquilar un apartamento moderno? ¿Las viviendas, no se dan a los
más ricos, sino a los más necesitados?