La Maquila

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SERIE

DILEMAS SOCIALES Y ECONÓMICOS


EN LATINOAMÉRICA

© Derechos Reservados Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales


Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales,
Sede México

Directora General:
Giovanna Valenti Nigrini
Secretaria Académica:
Gloria del Castillo Alemán

Comité Editorial de la Flacso-México:


Carlos José Alba Vega, Gloria del Castillo
Alemán, Velia Cecilia Bobes, Mónica Casalet
Ravenna, Silvia Dutrénit Bielous, Víctor
Godínez Zúñiga, Juan Carlos Moreno-Brid,
Fernando Saavedra Peláez, Ligia Tavera
Fenollosa, Benjamín Temkin Yedwab
y Giovanna Valenti Nigrini

© Derechos Reservados Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales


La maquila
en México LOS DESAFÍOS
DE LA GLOBALIZACIÓN

© Derechos Reservados Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales


© Derechos Reservados Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales
La maquila
en México LOS DESAFÍOS
DE LA GLOBALIZACIÓN

Alicia Puyana
Coordinadora

© Derechos Reservados Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales


338.40972
M2979 La Maquila en México : los desafíos de la globalización / Alicia Puyana, coordinadora.– México :
Flacso México, 2008.
280 p., gráfs.; 17 × 23 cm. – Serie Dilemas Sociales y Económicos en Latinoamérica.

ISBN 978-970-9967-08-8

1. Maquila — México. 2. Maquila — Centroamérica. 3. Migración internacional.


4. Trabajo y Trabajadores.
I. Puyana, Alicia, coord. II. Dilemas Sociales y Económicos en Latinoamérica.

Serie Dilemas Sociales y


Económicos
en Latinoamérica
La Maquila en México.
Los desafíos de la globalización

México. Primera edición: enero 2008


ISBN 978-970-9967-08-8

Coordinadora Editorial
Gisela González Guerra

© Flacso-México
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales,
Sede México
Carretera al Ajusco núm. 377
Colonia Héroes de Padierna
Tlalpan 14200, México, D. F.
Teléfono 30 000 200
www.flacso.edu.mx

Todos los derechos reservados.


Queda prohibida la reproducción total o
parcial de esta obra por cualquier medio
o procedimiento sin la prueba de autorización
por escrito de Flacso-México.
Impreso en México, Printed in México.

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Contenido

9 Introducción
Alicia Puyana

PRIMERA PARTE

La maquila mexicana: tres décadas de experiencias

33 El papel del aprendizaje y sus limitaciones en las maquiladoras


mexicanas y centroamericanas
Alfredo Hualde Alfaro

59 Transformación de la industria de la transformación


¿la ‘maquiladorización’ de la manufactura?
Mónica Gambrill

79 La maquiladora de exportación en México.


La disputa por los impuestos
Roberto Schatan

117 Maquila y no maquila: margen de sustitución de importaciones


de los dos sectores de las manufacturas mexicanas
Alicia Puyana y Jorge Horbath

145 La migración laboral interna e internacional


en Tijuana, Baja California (1990-2000)
Carlos Ernesto Simonelli

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SEGUNDA PARTE

Los retos externos

169 Hacia una evaluación de los efectos


multiplicadores de la actividad maquiladora
Alicia Puyana y José Romero

197 La maquila textil en Centroamérica


Jorge Mario Martínez

221 ¿Conduce la industria maquiladora


al desarrollo de Centroamérica?
María Eugenia Trejos

255 Bibliografía

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Introducción

Alicia Puyana (coordinadora)

Con cuatro décadas de existencia, la industria maquiladora de exportación


(IME) es parte del desarrollo del sector manufacturero nacional. Varias razo-
nes fundamentan esta afirmación: su participación en la generación de em-
pleo, su avance en la oferta exportable manufacturera, y su capacidad para
inducir avances tecnológicos. Se ha convertido en fuente paritaria de divisas
con la industria no maquiladora y está presente en más actividades manufac-
tureras que hace dos décadas. Penetra el territorio nacional transformando
ciudades y el mercado laboral de zonas urbanas y rurales alejadas de la fron-
tera norte, en donde surgió como programa temporal de empleo.
La IME responde por el 3.45 por ciento del empleo total y 29.78 por
ciento del manufacturero (INEGI, 2004). El crecimiento de las exportaciones
de maquila es tan dinámico que concentra 50 por ciento de las exportacio-
nes manufactureras; es un factor central en la formidable transformación de la
estructura de las exportaciones mexicanas de los últimos años. Sin embargo,
a finales del año 2000, la industria dejó de crecer y aún hoy se habla de la
crisis de la industria maquiladora.
Autorizados expertos han estudiado el avance tecnológico de la maquila
y su capacidad para incorporar nuevos fragmentos, es decir, integrar nuevas
etapas en el ensamblaje de los productos, cada vez más intensivos en conoci-
miento. De ser una actividad geográficamente restringida a las zonas fronte-
rizas, se ha expandido a lo largo y ancho de la geografía nacional, creándose
por su causa y en regiones distantes de la frontera nuevas fuentes de empleo,
ingreso y aprendizaje.
Desde su puesta en marcha, allá en la década de 1960, y hasta la fecha, son
muchos y sustanciales los cambios que han ocurrido en el escenario económico

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mexicano y mundial. En primer lugar, la crisis de la deuda y la aplicación de los


programas de ajuste y estabilización, y el desmonte del modelo sustitutivo y la
apertura hacia el liderazgo por las exportaciones con cambios importantes
en el régimen de estímulos a los dos segmentos de la actividad manufacturera
mexicana. En segundo término, la revolución de las comunicaciones y la con-
secuente aceleración e intensificación de los procesos de fragmentación de la
producción global que puso a competir entre sí a prácticamente todos los paí-
ses con abundancia de mano de obra, para atraer los segmentos de producción
que se desplazan desde los centros industrializados. Finalmente, la puesta en
marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que
puso el puntillazo final al tratamiento privilegiado otorgado a la maquila.
No existe consenso en la definición de maquila y, al igual que en México,
tampoco de los análisis de la maquila caribeña. A pesar de la gran cantidad de
estudios acerca de su trayectoria en la Cuenca del Caribe, o en Centroamé-
rica, no se ha llegado a un acuerdo sobre cómo conceptuar este segmento
de la manufacturas. Las definiciones van desde considerarla exclusivamente
como un concepto aduanero, que da tratamiento tributario preferencial, has-
ta su definición en términos de su relación con el proceso de acumulación de
capital a nivel internacional.
La maquila, como la modalidad de producir en las cadenas de produc-
ción internacional mediante acuerdos de subcontratación, es una actividad
dinámica que no se transforma exclusivamente en el territorio nacional. Por
su esencia, se liga íntimamente a la economía mundial y a las decisiones de
las empresas que en los países desarrollados deciden descentralizar fragmen-
tos de los procesos productivos hacia aquellos sitios del orbe que les garan-
ticen ahorrar en los costos totales de producción. Así, los cambios en la
maquila responden a los avances y necesidades de las casas matrices. No se
sugiere que la maquila se limite a reaccionar a las señales externas; puede y
debe estar atenta y anticipar los cambios que afectarán el mercado mundial
y crear el clima propicio para atraer nuevas inversiones e inducir el avance
tecnológico que le otorgue liderazgo.
Con la “muerte de la distancia” por la revolución en las comunicacio-
nes (Jones y Kierkovsky, 2001), se ha intensificado la fragmentación de los

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INTRODU CCI ÓN 11

procesos productivos. Esa intensificación es espacial y abarca todo el globo.


También es tecnológica y multiplica las posibilidades de dividir los procesos
productivos en segmentos cada vez más pequeños. El deceso de la distancia
impulsa la competencia entre los países receptores de los procesos descen-
tralizados y obliga a aumentos constantes en productividad. Impone una
reducción permanente de costos y mejoras continuas en las comunicaciones
que permitan ejercer una coordinación milimétrica de los productores con el
fin de mantener la producción existente, y, sobre todo, para atraer nuevas.
La globalización ha implicado un aumento de la oferta de mano de obra infi-
nitamente superior al crecimiento del trabajo, y los salarios tienden a bajar
y no subir al ritmo de las ganancias en productividad.
La entrada en vigencia del TLCAN implicó un cambio radical, aunque
paulatino, del ambiente institucional y normativo en el cual se desarrolló la
maquila mexicana, quizá más radical que las varias reformas introducidas
antaño. El TLCAN propone oportunidades y limitaciones de crecimiento para
la maquila mexicana. Las ventajas otorgadas a México preocupan a los paí-
ses de Centroamérica y el Caribe por las consecuencias en la reducción de
comercio e inversión en estos países y los motivó a pedir al Congreso de los
Estados Unidos de América una ley que les otorgue posición de equidad en
relación con México (Martínez).
Tal vez el mayor cambio que el TLCAN introdujo en la maquila es la elimi-
nación de los “privilegios” que impulsaron la IME, los cuales le brindaron una
situación de privilegio, análoga a la de un “sector en bonanza”. Los estímu-
los elevaron su eficiencia productiva y las tasas de ganancia atrajeron capital
y trabajo y propiciaron su acelerado crecimiento. De acuerdo a Schatan, en
el capítulo III de este libro, los estímulos generados por el tratamiento de in-
versiones temporales realizadas en la IME, generaron ese ambiente de bo-
nanza. El efecto que tengan los compromisos del TLCAN sobre la actividad
maquiladora actual, dependerá del balance de beneficios y costos derivados
de la desaparición del régimen de beneficios específicos y de los nuevos es-
tímulos aplicables a todas las manufacturas.
En la actualidad son varias las interrogantes planteadas: ¿cuál es el po-
tencial de la IME para adaptarse a las cambiantes condiciones del mercado

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internacional e integrar progresivamente conocimiento tecnológico? ¿Qué


razones han desacelerado su crecimiento? ¿Qué explica que algunas activida-
des productivas se trasladen a países tan distantes como China? ¿Cuál es la
dinámica del escalonamiento tecnológico? ¿Qué factores marcan las ventajas
comparativas de la maquila mexicana en el mercado estadounidense, el clien-
te exclusivo por excelencia en el marco de la economía globalizada, y permiten
los compromisos de la integración vertical de la IME? Todos estos son temas
recurrentes de análisis, planes de desarrollo, y políticas de estímulo en to-
dos los niveles de la acción pública. Los trabajos incluidos en este volumen
tratan de contestar algunas interrogantes sobre el desempeño y desafío de
la IME desde una perspectiva multidisciplinaria y novedosa.
Este volumen recopila trabajos que giran alrededor del cuestionamiento
de la existencia de un modelo maquilador para México y Centroamérica.
También discuten si representa una estrategia de desarrollo de largo plazo via-
ble en la región y si, en ese caso, se debe escudriñar su papel en la generación
de empleo total, la integración de valor agregado nacional, y su aporte al cre-
cimiento de la productividad sectorial y a la mejoría de los ingresos. Otros as-
pectos considerados son la vinculación de la maquiladora y su impacto en los
flujos migratorios y si la misma está asociada a la dinámica propia de los mer-
cados de trabajo locales y en qué grado responde a los procesos de una in-
ternacionalización económica creciente. Otro tema es el interés por conocer
el tipo de habilidades, conocimientos y destrezas que generan las actividades
productivas y administrativas de la industria maquiladora, considerando las
capacidades de aprendizaje organizacional que se requieren para adquirirlas y
el nivel que las mismas han alcanzado en México, Centroamérica o China.
Las razones que justifican el interés por acercarse aún más al estudio de
la actividad maquiladora, a pesar de que ha sido objeto de un detallado y
cuidadoso examen desde su creación, como lo atestiguan los trabajos de
Carrillo, Gereffi y muchos más, se encuentran en el sinnúmero de interro-
gantes que continúan abiertas, o no han sido satisfactoriamente respondidas,
o piden ser revisadas a la luz de los cambios acaecidos en las últimas déca-
das. Por otra parte, el inmenso acervo analítico existente presenta resultados
ambiguos o con fuertes divergencias.

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INTRODU CCI ÓN 13

Son tres las áreas de interés que sobresalen en la presente publicación:

a) El papel catalizador del desarrollo económico de la maquila, cuyo aná-


lisis comprende los aspectos laborales, la capacidad de inducir el cam-
bio tecnológico y las inversiones en capital humano, o la de transformar
el paisaje de las regiones al atraer flujos migratorios importantes. Son
las preocupaciones centrales de todos los capítulos de este texto, pero
en forma más directa y desde diversas perspectivas y focos de análisis,
las contribuciones de Trejos, Martínez, Hualde, Simonelli y Horbath.
b) La capacidad de la maquila para sustituir importaciones a escala regio-
nal, es decir, en el espacio integrado del TLCAN, vista su productividad
y el carácter del comercio intra-industria vertical y horizontal que ha
desarrollado, es el tema del trabajo de Puyana y Horbath, quienes
aplican quizás, en forma pionera, el concepto del comercio intra-in-
dustria a la maquila y lo trabajan a un nivel de muy alta desagre-
gación, cuatro y seis dígitos de la nomenclatura arancelaria Sistema
Armonizado.
c) El efecto de los cambios en el régimen fiscal de la maquila sobre su
capacidad de expansión y de atraer capital nacional y extranjero, para
financiar su crecimiento. En este tema destaca la capacidad que desarro-
lle la IME para atraer al territorio nacional la sustitución de importa-
ciones que está implícita en el TLCAN y que podría resultar al eliminar
las restricciones para las ventas y las compras de la maquila en el terri-
torio nacional. Estas restricciones imposibilitaron el establecimiento
de intercambios de la maquila con otras o de éstas con la industria ma-
nufacturera no maquiladora. Este tema atraviesa todo el texto en la
medida en que una definición de la maquila es su régimen fiscal es-
pecial, mismo que ha cambiado en el tiempo. En forma específica lo
trata Schatan, señalando las limitaciones de estos estímulos y su falta
de adecuación a las condiciones de los ciclos económicos.

Por ello, en este texto se reúnen varios escritos que se diferencian por las ma-
neras de abordar el fenómeno desde distintas disciplinas sociales, divergentes

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enfoques y diferentes metodologías, de forma que se abarque, aunque no


exhaustivamente, los puntos arriba señalados. Tal como señala Hualde en su
capítulo sobre el papel que juega el aprendizaje en el modelo maquilador: “pa-
rece evidente que la perspectiva analítica adoptada condiciona fuertemente
la valoración que se hace de la maquiladora”. El objeto de estudio es com-
plejo y cambiante, por ello mismo requiere para su cabal comprensión de la
integración de diversas miradas, desde luego, siempre con una visión crítica.

La maquila y el desarrollo socioeconómico

Entre los estudiosos del tema, y no de forma exclusiva para México y Cen-
troamérica, existen posiciones divididas, quizás antagónicas, sobre la contri-
bución de la maquila al desarrollo. La versión gubernamental argumenta que
la maquila es necesaria para generar crecimiento y superar el subdesarrollo.
Para algunos expertos, sociólogos y economistas (Dutrenint, 2004; Lara, 2004)
la maquila debe ser analizada y juzgada por su impacto en el desarrollo tecno-
lógico, la integración vertical de la industria, y las relaciones laborales que
requiere para mantenerse competitiva. Los análisis sectoriales y de corte ma-
croeconómico han de ser complementados con estudios a nivel de corpo-
ración, empresa y planta productiva, para comprender mejor la dinámica de
esta actividad. Una tercera posición considera que la creación de plantas ma-
quiladoras forma parte de la expansión del capital transnacional u obedece
a la pérdida de productividad de los centros industrializados.
En América Latina, la maquila cobró dinamismo como parte de los ajus-
tes estructurales que implicaron el desmantelamiento de los estímulos que
auspiciaron el crecimiento de la industria manufacturera, al tiempo que se
mantuvieron los de la IME. La maquila de prendas de vestir en Centroamé-
rica respondió, en una serie de medidas para favorecer la industria nacional,
a la crisis del Mercado Común Centroamericano y a las modificaciones en el
mercado estadounidense de prendas de vestir. Al impulso de estos factores
y en el marco de críticas situaciones políticas nacionales, la actividad maqui-
ladora centroamericana se transformó y desplazó a la industria tradicional

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INTRODU CCI ÓN 15

y, de estar orientada al mercado interno, se volcó a la exportación y se con-


centró en las fases de costura, ensamble y corte (Trejos).
Que la industria maquiladora de exportación sea una vía para el desarro-
llo económico del país depende de su capacidad para generar crecimiento
económico y empleos de calidad. Este cuestionamiento ha fundado las más
variadas respuestas. En los capítulos de Trejos y Schatan se adopta otro en-
foque para analizar este aspecto. Ellos estudian las cadenas productivas y de
distribución entendidas como una estrategia del mercado global capitalista
para reducir los costos totales, a partir de la ubicación del capital productivo
a nivel internacional. La estrategia consiste en localizar ciertas fases de un pro-
ceso productivo fragmentado en aquellos espacios en los cuales se puede acce-
der, directa o indirectamente, a una fuerza de trabajo cuyo costo es inferior
al de los centros de operación de las corporaciones.
Siguiendo esta línea conceptual, el análisis de Trejos, centrado en la fuerza
de trabajo de la maquila centroamericana, muestra cómo ésta deviene en un
actor social que termina subordinado a la lógica de la acumulación del ca-
pital transnacional, por el efecto de la represión sindical y la poca voluntad
política de las instituciones fiscalizadoras de ejercer vigilancia. Esta permi-
sividad sería una estrategia para abaratar la mano de obra y garantizar la “frag-
mentación no costosa” en los términos de Arndt y Kierzkowski (2001). De
ahí el poco impacto sobre el mercado de factores. Trejos sintetiza los hallaz-
gos de sus múltiples investigaciones sobre el tema que complementa con su
trabajo de campo. Realiza además un minucioso análisis de las característi-
cas del empleo maquilador, elaborando un perfil por procedencia de la fuerza
laboral, salarios e intensidad del trabajo, salud y medio ambiente de trabajo,
género y organizaciones de los trabajadores.
La conclusión de Trejos es que las relaciones laborales que caracterizan la
maquila en Centroamérica, permitirían sugerir que la producción maqui-
ladora en Centroamérica no forma parte de una estrategia de desarrollo nacio-
nal o regional, y no lo impulsa. Tampoco es la maquila un factor que permita
la acumulación de conocimiento técnico y, por lo tanto, no contribuye a la
derrama tecnológica desde el país descentralizador hacia Centroamérica, ni
desde las plantas maquiladoras hacia el resto de unidades productivas de los

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países del Istmo. Esto, principalmente debido a que los trabajadores de la


maquila han perdido sus derechos laborales y no tienen posibilidades de
ascenso ni de calificación, ni pueden disponer de espacios para un ritmo de tra-
bajo y una jornada laboral a escala humana. En este sentido, ahonda Trejos,
la producción maquiladora representa una de las expresiones más acabadas
de la nueva etapa del capital, en la cual se buscan nuevos espacios de expan-
sión que garanticen la extracción de excedentes, sobre la base de la mayor
intensidad del trabajo y de retribuciones mínimas a la fuerza laboral. Este
perfil es una base sólida para hacer comparaciones internacionales y determi-
nar qué tan generalizables son sus conclusiones.
Es interesante la visión contrastante de Martínez, quien atribuye a la
maquila un rol de factor de desarrollo de América Central y del Caribe. Este
argumento lo explica a partir de su esclarecimiento de las principales carac-
terísticas de la industria maquiladora en Centroamérica y de la nueva Ini-
ciativa para la Cuenca del Caribe (ICC). Una y otra definen la composición
y dinámica de la totalidad de las exportaciones manufactureras de estas dos
áreas geográficas y del flujo de la inversión extranjera directa. Al convertirse
en el elemento central de la industria manufacturera de estos países, la maquila
determina el tipo de encadenamientos y valor agregado nacional que el sector
pueda desarrollar. Siendo países pequeños cabe preguntar si tienen la fuerza
necesaria para influenciar las decisiones de las corporaciones o para enfrentar la
creciente competencia de India y China que, de acuerdo la contribución de
Horbath, México no ha logrado encarar exitosamente aún.
En el caso centroamericano parece haber una estrecha y positiva correlación
con la creación de empleos formales, en parte estimulada por la maquila y la
disminución de la incidencia de la pobreza. No obstante, el limitado aporte
en transferencia de tecnologías y el desarrollo local, induce a Martínez a con-
cluir, en concordancia con Trejos, que a pesar de cumplir un rol importante
la maquila no constituye una base de una sólida estrategia de desarrollo de lar-
go plazo para la región centroamericana.
Dentro de los diferentes enfoques teóricos, son las visiones estructurales
y las centradas en el trabajo las que arriban a conclusiones más críticas. Las in-
vestigaciones orientadas a estudiar la evolución organizativa y el aprendizaje,

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INTRODU CCI ÓN 17

arrojan saldos más positivos. Entre estas últimas, los análisis que se apoyan
en el esquema basado en la definición de las generaciones de la IME, no pro-
ponen un modelo analítico plenamente estructurado en el sentido estricto
del término, aportan una metodología que resulta demasiado compleja para
ser sometida a rigurosa verificación empírica. Es una configuración dema-
siado compleja porque: a) es difícil que los establecimientos productivos man-
tengan una coherencia interna tan acusada; y b) porque deja de lado las
fragmentaciones, segmentaciones y polarización dentro de cada planta.
Según el esquema de las generaciones de la maquila, esta actividad pue-
de ser una vía no expedita, que contribuya al desarrollo industrial pues crea
los cauces y las bases para la transición del ensamble tradicional a la manu-
factura compleja. El marco de discusión utilizado para evaluar esa transición
es el que se refiere a “las tres generaciones”: la primera, constituida por la
maquiladora tradicional; la segunda, orientada hacia el ensamblaje comple-
jo, con ciertos grados de automatización; y la tercera orientada a la investi-
gación, el desarrollo, y el diseño. La tipología de las tres generaciones y su
relación con los modelos productivos —taylorismo-fordismo, especializa-
ción flexible o toyotismo— permite analizar la coherencia de los propios
modelos, de la rigidez de sus componentes y de su pertinencia para regiones
como la propia frontera norte mexicana.
La sistematización de la trayectoria que han seguido las plantas maqui-
ladoras particulares permite dar cuenta de la heterogeneidad en la industria
maquiladora, y de la coexistencia de múltiples no complementarios grados de
traslado de fragmentos productivos. Para que cumpla con este fin sistemati-
zador la generación de la IME debe tener un peso significativo, capaz de definir
y explicar la diferenciación social, tecnológica y económica de las plantas indi-
viduales y agruparlas en categorías claramente delimitadas. Debería también
permitir elaborar supuestos sobre el potencial de las maquilas catalogadas en
las generaciones uno y dos, y de evolucionar hacia los niveles más avanzados.
Este análisis debería complementar y coincidir con el que a nivel sectorial y
macro da luces sobre los efectos multiplicadores de las IME. No obstante, la
evidencia empírica muestra que todavía no existe una masa crítica de plantas
de tercera generación, más aún, de plantas IME de segunda generación, que

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afecte en la totalidad de la maquila a tal grado que se detecte en los estudios


por actividad, sectoriales o macro. No se han encontrado síntomas de esa tran-
sición ni sobre los impactos esperables sobre el desarrollo de Centroamérica
o de México, como se desprende de los trabajos de Trejos y Schatan.
No obstante, a decir de Hualde, la tipología de la tres generaciones sí tie-
ne poder explicativo suficiente para analizar satisfactoriamente la evolución
de la industria maquiladora. El sentido evolutivo de las tres generaciones hace
suponer que la maquila transita un orden de ascendencia sucesivo, posible-
mente hasta llegar a la integración total del proceso productivo. Esta perspec-
tiva no tiene en cuenta la racionalidad económica que está detrás de la decisión
de las corporaciones acerca de trasladar fragmentos de los procesos produc-
tivos a los países en los cuales la dotación de factores coincida con la inten-
sidad factorial del segmento de proceso que se traslada, siempre y cuando los
ahorros en los costos de producción superen los costos de la fragmentación
y permitan elevar el contenido nacional y el valor agregado y tecnológico en
el país que descentraliza. Esta racionalidad pone límites a la fragmentación y
la torna en un factor exógeno sobre el cual la capacidad de influir de los paí-
ses que reciben la maquila es limitada. Por otra parte, esta decisión se toma
considerando la oferta de factores a escala global. Además, la fortaleza expli-
cativa del concepto de las tres generaciones se debilita en lo que respecta al
trabajo y las condiciones de empleo, sobre los que la evidencia empírica no
confirma la teoría.
Para Hualde la evaluación de la formación laboral y del aprendizaje tec-
nológico depende de las metodologías analíticas y de las concepciones sobre
los procesos que se han dado en los últimos años en la frontera norte de Méxi-
co. Por ejemplo: la conclusión sobre el tipo de estructura industrial presente
en la frontera lleva a pensar que, en general, la maquiladora obedece a un
proceso con pocas opciones de formación para la mano de obra. Una concep-
ción más integradora, con una aproximación más cualitativa, observa, sobre
todo, los procesos que tienen lugar entre actores que se dan en la actividad
cotidiana de las plantas.
Un último aspecto concerniente al desarrollo, desde un aspecto social,
se refiere a la capacidad de la maquila de estimular ciertos fenómenos

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INTRODU CCI ÓN 19

sociales, como los desplazamientos internos de población, en especial los


originados en la reubicación y reconstitución de los procesos productivos
en el ámbito nacional y los que tienen lugar en el espacio fronterizo bina-
cional como la frontera norte de México. En general, la migración binacio-
nal se ha analizado como un desplazamiento intermedio entre la migración
interna y la internacional; pero como procesos combinados, adquirieron im-
portancia creciente en el ámbito fronterizo. Las tendencias más establecidas
y los cambios más relevantes que han experimentado la migración inter-
na y la internacional están directamente determinados por el cambio en la
configuración social y en la especialización productiva. Y las plantas de
la IME han sido los catalizadores de esos cambios en las regiones fronteri-
zas. Aquí surge la vinculación directa entre estructuras sociales y económicas
inestables y la migración nacional e internacional. Estos nexos complejos
crean la necesidad de estudiar el desarrollo de los fenómenos estudiados
en la especificidad de cada ciudad fronteriza y considerar sus diferencias en
cuanto a la dinámica migratoria, el desarrollo productivo local y las carac-
terísticas del mercado de trabajo. Sólo entendiendo a cabalidad estos facto-
res será posible constituir un marco analítico común a partir del caso de
Tijuana.
Simonelli propone un marco conceptual generalizable a otras ciudades
asiento de la IME. No advierte, sin embargo, si las características particula-
res de Tijuana dificultan la generalización. En efecto, a finales de los noventa,
el crecimiento de la IME transformó las estructuras productivas de Tijuana.
La ciudad se convirtió en escenario de constantes flujos trasnacionales de
trabajadores emigrantes que cruzan la frontera en ambas direcciones sus-
tentando así la imagen de la frontera mexicana como “plataforma” para pa-
sar a los Estados Unidos. La emergente estructura productiva de Tijuana
absorbe, en actividades no manufactureras, a la población no emigrante. Es
un buen observatorio para estudiar la creciente segmentación de la fuerza
laboral que se distingue por la creciente asalarización de los emigrantes in-
ternos, pero que no cobija a los emigrantes hacia el extranjero y los cambios
de una ciudad convertida en polo de atracción migratoria y las razones por
las cuales se le prefiere por encima de otras ciudades.

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20 AL ICIA PUY A NA

Desde una óptica diferente, Martínez encara el poder de transformar


las estructuras sociales regionales de la maquila. Al amparo de la mayor fle-
xibilidad otorgada al Caribbean Basin Trade Partnership Act. CBTPA, y por
el programa 809, se estimuló mayor especialización y la creación de cade-
nas de producción integradas hacia delante (clusters) con efectos importan-
tes en la especialización regional en el sector textil, en la trayectoria descrita
por Trejos. De hecho, el peso y dinamismo impulsados por la CBTPA en el
sector textil se notan en la aceleración de las exportaciones textiles hacia los
Estados Unidos desde Centroamérica. De ahí que, partiendo de la alta re-
levancia de la maquila textil en el empleo regional, Martínez la ubique co-
mo el mecanismo para una efectiva política de empleo e ingresos que
convierten a la maquila en instrumento de combate a la pobreza.
Surge de todos estos fenómenos sociales la inquietud —no resuelta en
este texto, puesto que desborda los objetivos planteados en el proyecto—,
sobre los efectos de la experiencia de trabajo de los trabajadores emigrantes
en sus historias vitales, sus capacidades y destrezas laborales, y en su perte-
nencia cultural. Así, por ejemplo, puede relacionarse con los cambios de los
lugares de procedencia de los emigrantes y la caída acelerada y prematura
de la actividad agropecuaria mexicana de las últimas décadas, la cual depri-
mió los ingresos rurales del sector campesino. De ser afirmativa la respues-
ta, surgen dos preguntas: ¿cuáles son los efectos de esta pérdida de raíz tan
radical? ¿Si los campesinos deciden emigrar y cambiar de especialidad labo-
ral, de región, de país, de entorno cultural, les cabe el calificativo de conser-
vadores o de no asumir riesgos, versión difundida entre ciertos científicos
sociales y diseñadores de políticas públicas?

La maquila y el crecimiento económico

Estrechamente vinculado al tema anterior se ventila un amplio debate so-


bre los efectos de la maquila en el crecimiento económico. La polémica gira
en torno a ciertos ejes temáticos centrales. Uno es la capacidad de la maqui-
la de elevar su productividad y arrastrar la del sector industrial total y, con

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INTRODU CCI ÓN 21

ésta, la de toda la economía, al propiciar el traslado del trabajo y el capital,


desde actividades de menor productividad —la agricultura de subsistencia
o los servicios urbanos informales— hacia otra de mayor productividad: la
maquila. Este impacto de la maquila sobre la productividad total es impor-
tante ya que solamente los aumentos sostenidos y elevados en productivi-
dad por trabajador permiten incrementar sostenidamente el ingreso. Si la
dinámica observada por Simonelli en algunas plantas de Tijuana se puede
extender a toda la maquila nacional y a la de Centroamérica, ese efecto debe-
ría ser positivo y cuantificable en términos macro económicos y no sólo en
algunas plantas.
Esta preocupación alrededor de los efectos dinámicos de la IME sobre el
crecimiento económico, se remonta a la que ha existido por décadas acer-
ca del impacto de la industrialización y del intercambio externo en la diná-
mica de las economías. Es de notar que la medición del aporte de la IME al
crecimiento, obliga a enfocarla no exclusivamente como una realidad cre-
ada por la política fiscal, sino dentro de la lógica de la fragmentación de los
procesos productivos, la que a su vez se acelera por cambios tecnológicos en
diversas áreas (Arndt, 2001; Yeats, 2001). De aquí se desprenden nuevas
rutas de análisis e interpretación. Por ejemplo, la exploración de la raciona-
lidad económica de la fragmentación, los factores técnicos y económicos
que posibilitan los diferentes tipos de fragmentación y, desde luego, la men-
cionada validez de los supuestos clásicos y neoclásicos sobre el comercio in-
ternacional, la especialización, las economías de escala y la remuneración
a factores.
En torno a la maquila, la comunidad de los economistas también se encuen-
tra dividida. Por una parte, están las escuelas que ponen en duda la validez
de los postulados clásicos sobre las ventajas comparativas ya que consideran
que el intercambio de partes y componentes puede explicarse con base en
modelos un tanto más complejos estilo Heckscher Ohlin. Si se asume que las
ventajas comparativas se enunciaron considerando productos completos
y elaborados totalmente en un mismo país a partir de insumos nacionales,
se propone que la maquila, definida ésta como proceso productivo, no como
régimen fiscal, anularía y tornaría obsoleto el concepto ventaja comparativa.

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22 AL ICIA PUY A NA

La fragmentación es la expresión de la globalización de la producción y se


realiza de forma tal que se acoplen perfectamente la intensidad factorial
de los segmentos productivos trasladados y la dotación de factorial del país
o de los países que los reciben. En este sentido se considera necesario rede-
finir la noción de ventaja comparativa, no ya para productos completos, en
sentido inter-sectorial, con base en factores productivos, sino para segmentos
de productos. Esta reformulación de la ventaja comparativa permitiría ana-
lizar la especialización intra-industrial, inconcebible en términos de los mo-
delos ricardianos.
Se suponía también, y algunos teóricos y formuladores de política así lo
expresaban, que el efecto de la fragmentación era intensificar el proceso de
igualación de los precios de los factores propuesto por el modelo Hecks-
cher-Ohlin, como lo expone Gambrill, en el capítulo II. Es factible tam-
bién esperar, dentro de los mismos modelos, que éste no sea el caso. Así pasa
cuando los países vinculados en la fragmentación tienen dotaciones de fac-
tores muy diferentes que los ubican en conos de especialización distantes,
lo que hace imposible la igualación de precios de los factores (Helpman y
Krugman, 1999).
En efecto, la fragmentación del proceso productivo y el traslado de seg-
mentos a diferentes países sólo son posibles, y económicamente racionales,
si el costo de los factores del lugar del traslado es menor que en el sitio de
origen y la productividad por trabajador, en el segmento trasladado es, por
lo menos, igual en los dos países. Esto ocurre si los niveles tecnológicos son
diferentes en uno y otro país y la intensidad factorial de la operación respon-
de a la dotación de factores de la nueva ubicación. En estas condiciones, los
ahorros por el traslado son mayores a los costos de la fragmentación. Es de-
cir, se requiere que entre los países —el que traslada y el que recibe— haya
diferentes niveles de desarrollo y de tecnologías, y que estén ubicados en
conos de productividad dispares, pero no excesivamente distantes, en los
términos de Deardorff, 2001. Si las distancias en tecnologías son elevadas,
los costos de transporte considerables, y los países se ubican en conos de pro-
ductividad distantes, los efectos sobre el país menos avanzado pueden ser
negativos en términos de empleo total y salarios, y de signo positivo para

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INTRODU CCI ÓN 23

el país avanzado. Los resultados netos dependen de las funciones de pro-


ducción predominantes en uno y otro país, y de los vínculos entre el sector
trasladado y la economía que lo recibe. La fragmentación es un asunto de
comercio entre países ubicados en diferentes, pero no distantes, conos de es-
pecialización, la cual puede o no conducir a la igualación de los precios
de los factores. Entre países en el mismo cono de especialización no hay
fragmentación, pues no habría reducción de costos. Si hay o no igualación de
costos factoriales depende de la intensidad factorial del segmento y la inten-
sidad factorial promedio de la economía receptora. Si la intensidad factorial
del proceso integrado es menor que la del fragmento, no habrá igualación.
Si la distancia entre los países es muy grande, y los conos de especialización
distantes, (el caso entre México o El Salvador y Estados Unidos) tampoco se
produce esa igualación (Deardoff, 1979 y 1998). La experiencia con la frag-
mentación, como se manifiesta actualmente, y su impacto sobre el crecimien-
to y la remuneración a factores es relativamente nueva y las experiencias
acumuladas aún no permiten elaborar síntesis teóricas. Se requieren muchos
estudios de caso, con abundante material empírico. De ahí la relevancia de
los trabajos de Martínez y Horbath.
En el trabajo de Horbath aparece claramente expuesta la competencia
que ha impuesto China a México, y a muchos otros países que concurren
al mercado estadounidense. Los efectos de esta competencia se pueden ana-
lizar a partir de la teoría de la fragmentación que considera el caso de varios
países con abundante dotación de mano de obra, ubicados en conos de espe-
cialización alta, media, y baja, los cuales compiten por los fragmentos que
corresponden a su dotación de factores. Puede ocurrir que ninguno de los
fragmentos de la tecnología fragmentada se ubique en el país de origen si
los segmentos del proceso difieren en intensidad de capital. Deardoff ana-
liza también el caso de un bien, un componente, fabricado en un país interme-
dio. Este país perdería totalmente esa producción si el segmento intensivo
en capital puede ser producido en el país ubicado en el cono superior y los
fragmentos intensivos en mano de obra se producen, a menores costos, en
un país con mayor abundancia en mano de obra. Si la pérdida es volumino-
sa y afecta los costos factoriales, parte de la producción podría permanecer

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24 AL ICIA PUY A NA

en ese país, pero el peligro de que el país intermedio pierda actividades com-
pletas es real. Este caso puede aplicarse para entender las experiencias más
recientes de la IME, que ha perdido empleo y producción, por traslado a
China e India. Este modelo analítico permite comprender que los márgenes
para enfrentar la competencia con dichos países son estrechos.
Se ha sugerido que la industria maquiladora actualmente exporta com-
ponentes y no exclusivamente bienes finales, lo que indicaría un proceso
hacia maquilas que se insertan en otro fragmento del proceso productivo
internacional y que han superado el nivel del ensamblaje. Es decir, se habría
avanzado hacia las generaciones superiores, sin embargo, cabe preguntarse
qué tan extendido está este proceso tecnológico, para lo cual hay que dar
cuenta de la heterogeneidad de la industria maquiladora.
Los argumentos en torno a los efectos directos y positivos del comercio
y las inversiones sobre la generación de empleos requieren de una discusión
más cuidadosa. De manera simplista se ha explicado que los cambios en los
patrones de comercio causados por la reducción de tarifas arancelarias son,
en última instancia, el mecanismo por el cual el comercio afecta el núme-
ro de empleos generados. En algunos momentos se ha registrado un saldo
positivo de la maquila como generadora de empleos formales, los cuales im-
pactan en la reducción de la pobreza (Martínez). Sin embargo, la evidencia
empírica ha demostrado que los bajos salarios percibidos, combinados con las
precarias condiciones laborales, no son suficientes para cubrir las necesidades
básicas (Trejos). Es indispensable analizar las implicaciones de la expansión
del mercado para la producción maquiladora en el empleo considerando la
manera en que la sustitución de importaciones se lleva a cabo. El escenario
en el que la importaciones estarían cubiertas por la producción nacional
para México, desde la maquiladora o la no maquila, dependería de la capa-
cidad de sustitución de importaciones relacionada con la competitividad y
estructura productiva, de acuerdo a Puyana y Horbath en este libro.

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INTRODU CCI ÓN 25

Los cambios en la normatividad

Se ha señalado, desde diferentes foros y grupos de interés, que los cambios en


el régimen fiscal de la maquila mexicana introducidos en los últimos años,
han constituido una fuerte inhibición para la entrada de inversiones extranje-
ras y son un elemento importante para explicar el desplome del dinamismo
que había demostrado la IME hasta muy recientemente. Otra fuente importan-
te de cambios emergió de los compromisos asumidos en el TLCAN. En efecto,
a partir de 2001 las plantas de la IME empezaron a funcionar bajo las mismas
reglas a las que están sujetas todas las empresas comerciales del país. Así, la des-
gravación arancelaria y las ventajas tarifarias del TLCAN se extenderán al valor
agregado nacional mexicano incorporado en la maquila. A las empresas ma-
quiladoras se aplica idéntico tratamiento fiscal de cualquier empresa nacional.
El aumento de gravámenes a la industria maquiladora habría alejado nuevas
inversiones y obligado a empresas ya establecidas a salir de México, o a ubicar
sus nuevas plantas o líneas de producción en países más receptivos o generosos
desde el punto de vista impositivo (Schatan).
El TLCAN también tuvo efectos importantes en Centroamérica y el Ca-
ribe. Con las perspectivas de que el TLCAN indujera efectos de desviación
del comercio que limitara sus exportaciones, especialmente de textiles a los
Estados Unidos, las dos regiones adaptaron sus instrumentos de promoción
de exportaciones. Uno de ellos fue la aprobación de la nueva Ley de Aso-
ciación Comercial EE.UU.–Cuenca del Caribe (U.S.–Caribbean Basin Trade
Partnership Act–CBTP) para generar más espacios para la inversión extran-
jera directa en la región centroamericana y también nuevos marcos para las
exportaciones. El acuerdo comercial entre Estados Unidos y los países cen-
troamericanos forma parte de esa respuesta para defender la posición pre-
ferencial en el mercado de Estados Unidos.
Un punto importante que se debe considerar es la relación del régimen
fiscal y el ciclo económico, de toda la economía y la de los sectores o pro-
ductos particulares. La estructura del régimen fiscal de la IME, incluso el
actual, no responde a las exigencias que se derivarían de cada una de las eta-
pas del ciclo económico. En las etapas de auge o expansión, el impuesto se

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26 AL ICIA PUY A NA

topa con los requerimientos de los niveles mínimos requeridos para lograr las
exenciones concedidas a los establecimientos permanentes (EP), y en las eta-
pas de contracción no se adapta y carece de la flexibilidad necesaria para con-
trarrestar la baja. Dado que la suerte de la maquila está atada al dinamismo
de la industria estadounidense, resulta que hay coincidencia en las etapas del
ciclo y las dos partes se encontrarán en iguales circunstancias y muy proba-
blemente no existirá la posibilidad de compensar plenamente el impuesto
causado en México (Schatan), ni viceversa, como lo atestigua la contracción
de la IME inducida por la recesión de la economía estadounidense.
El concepto de “establecimiento permanente” (EP) es medular para la
comprensión del régimen fiscal aplicado a la IME. Está plasmado en las le-
yes fiscales mexicanas —además de ser aceptado internacionalmente— y
permite evitar la doble tributación. El examen del comportamiento sectorial
de la industria maquiladora que aporta Schatan, no encuentra evidencia sufi-
ciente que muestre que los cambios en la carga impositiva a los EP incidieron
negativamente en la inversión extranjera o estén relacionados con el decepcio-
nante desempeño de la maquila de exportación a partir de 2001. El cierre de
empresas se concentra pronunciadamente en los rubros más tradicionales y en
éstos es mayoritaria la presencia del capital nacional. Por estas razones sería
difícil sostener que el gravamen al EP explique la caída de las exportaciones de
la IME. Tampoco su introducción parece haber afectado el comportamiento
de la inversión extranjera. Surge una pregunta que no se plantea Schatan: si la
eliminación del tratamiento como inversión temporal garantizado a la IME
no parece afectar la IED, ¿era necesaria su introducción, pero, sobre todo, su
mantenimiento durante casi cuatro décadas, o fue redundante y sólo elevó
la tasa de retorno y la rentabilidad de estas inversiones, pero no su cuantía?
¿Si la eliminación de este estímulo no tiene efectos negativos, qué incentivo
podría aplicar México que resulte eficaz para atraer nuevas inversiones?
Examinar la trayectoria de las exportaciones de la maquila a través de
la evaluación de la productividad del trabajo y de su capacidad de generar
valor agregado, es una forma que permite despejar, por lo menos en parte,
la incertidumbre sobre el futuro de la maquila creada por el nuevo contexto ins-
titucional y las condiciones de competencia del área de libre comercio que es-

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INTRODU CCI ÓN 27

tableció el TLCAN. Puede esta aproximación también ayudar a entender cómo


puede transformarse la IME en su necesidad de ajustarse a las nuevas condicio-
nes que impone la desaparición de los estímulos de que disfrutó y la acercan
a la normatividad general del resto de las manufacturas nacionales. De ma-
nera muy importante, puede ser un elemento para estimar, en estas nuevas
condiciones, la posible contribución de la IME al proceso de desarrollo del
país. Y en este marco de ideas, se establece la línea conductora entre el tema
de los cambios en la normatividad y los efectos sobre el crecimiento y el de-
sarrollo económicos, pues consideramos que los instrumentos de política ma-
croeconómica y sectorial tienen como objetivo el desarrollo y la mejoría en el
bienestar de la sociedad y ésta debe ser la lógica de su evaluación. Martínez
sugiere, como lo presentamos arriba, que los cambios introducidos en Cen-
troamérica y el Caribe, en respuesta al TLCAN, elevaron el aporte de las expor-
taciones de la industria maquiladora al total de las exportaciones regionales
y fueron el principal motor para la atracción de IED a la región.
Sin embargo, los estímulos fiscales establecidos para estimular la IME
constituyeron una real discriminación en contra de la integración del valor
agregado nacional mexicano ¿que se mantendría con modificaciones meno-
res hasta 2001 cuando fueron eliminados total o parcialmente los regímenes
parciales a la maquila?, aunado a ello, se protegió a la industria manufactu-
rera nacional de la competencia de la maquila, al impedir que vendiera en
territorio nacional, esto limitó el mercado y la obtención de economías de es-
cala. En este sentido, los efectos de esta actividad sobre el desarrollo y el
crecimiento se limitaron por el efecto de los mismos mecanismos que la es-
timulaban. Enfrentamos una contradicción entre objetivos e instrumentos
que debe analizarse en detalle.
Relacionado con los cambios en la productividad, puede verse el trabajo
de Horbath sobre el empuje de las exportaciones chinas. El ingreso de Chi-
na a la Organización Mundial del Comercio obedece a cambios en la nor-
matividad de ese país en un proceso de varias décadas que ha desarrollado
China de forma cuidadosa y particularizando por sectores, regiones y ramas
productivas, y obliga a considerar cambios en las políticas sectoriales y co-
merciales de México y los demás países que compiten con ese país. Horbath

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28 AL ICIA PUY A NA

sugiere que entre enero de 2001 y abril de 2003, cerca de 177 maquilado-
ras que estaban instaladas en México se fueron a China, 67 se cambiaron
al esquema PYTEX y el resto se fue a otros países. Esto significa que 33.8 por
ciento de las maquiladoras que ha dejado de operar en México se trasladó
a China; el 12.8 por ciento, cambió de esquema, y el resto ha emigrado a
otras regiones (Reforma, 26 de julio de 2003). Pero este efecto en las ma-
quiladoras no se dimensiona al nivel del alto y mayor impacto negativo en
la industria manufacturera no maquiladora en el país y la destrucción de las
cadenas productivas. México parece no aprovechar plenamente las ventajas de
su proximidad a Estados Unidos para sostener su competitividad. Los pro-
ductos terminados enviados de México toman dos días en llegar a Estados
Unidos, y desde China son cuatro semanas.
Vinculado a la pérdida de prerrogativas de la industria maquiladora de
exportación por el cambio de normatividad que la regula a partir de los
compromisos del TLCAN, aparece el comercio intra-industria como la moda-
lidad del intercambio que reduce los costos del ajuste y amplía los beneficios
de la integración y la expansión del comercio que ésta induce, al permitir
ajustes al interior del sector, inclusive de las mismas actividades productivas.
Por otra parte, el comercio intra-industria también admite la especialización
sectorial diferente a la que podría resultar de la dotación de factores.
El tema del comercio intra-industria en la IME no ha sido explorado por
dos razones principales. La definición de comercio intra-industria: intercam-
bio en doble vía, de bienes clasificables en una misma categoría arancelaria,
lo excluye ya que los insumos importados entran por una categoría y al ser
procesados se realiza el salto arancelario que de hecho obliga a clasificarlos
en renglón diferente. En segundo término, si se trabaja a poca desagre-
gación (del Sistema Armonizado o de la CICI), todo el intercambio podría
ser considerado como intra-industrial. Horbath y Puyana trabajan a una alta
desagregación y encuentran intercambio intra-industrial en la IME. Es de-
cir, importaciones y exportaciones desde la maquila de idénticos bienes, es
decir bienes perfectamente sustituibles, de acuerdo a calidad, cualidad y pre-
cio, para lo cual se requiere diferenciar entre el intercambio intra-industrial
vertical y horizontal. Este análisis permite prever los márgenes de sustitución

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INTRODU CCI ÓN 29

de importaciones de la maquila, o para remplazar importaciones que reali-


za la manufactura mexicana. Desde este punto podría avanzarse, cosa que no
hacen los autores, hacia los márgenes de sustitución de las importaciones ex-
trarregionales que hacen sus socios del TLCAN. El interés nacional es que el
país logre los mayores márgenes de sustitución: se tendría que producir un
redireccionamiento del flujo de bienes que importa cada segmento de la ac-
tividad manufacturera desde el exterior, remplazándolo por producción
originada en el país. Considerando que el segmento del CIV es el más gran-
de, resulta que México se ha especializado en exportar bienes de menor ca-
lidad e importa productos similares de mayor calidad, precio y contenido
tecnológico que los que exporta. Ésta sería una limitante para la sustitución
de importaciones dentro del sector de la industria maquiladora de exporta-
ción y obliga a elevar la calidad ya que en componentes, por ejemplo el precio,
no reemplaza la calidad.
Hay en México un buen margen de sustituir importaciones existentes
en la sustitución de importaciones de la maquila, a partir de la producción de
la maquila, la cual es posible por la existencia de CI en esa actividad; asimis-
mo, en la sustitución de importaciones de la actividad maquiladora por
producción de la industria no maquiladora, con base en la existencia de expor-
taciones equivalentes de igual calidad y precios competitivos, y en la susti-
tución de importaciones de la no maquila por producción de la maquila.
Considerando el contenido de valor agregado nacional y el crecimiento de
la productividad de la IME y de las manufacturas mexicanas, resulta que la
sustitución realizada con base en la capacidad productiva de ésta tiene un
efecto mayor sobre el empleo, los ingresos y el crecimiento. Puyana y Horbath
realizan esta evaluación a través de un ejercicio de simulación del impacto
de la sustitución de las importaciones mediante el cálculo de elasticidades.
Los resultados llevan a determinar que en el caso del empleo se tendría un
mayor efecto de sustituirse en la manufactura no maquila.
Los textos presentados son una apertura hacia nuevas vías para analizar
la IME; pero no han pretendido responder todos los interrogantes. Su obje-
tivo es más modesto, si bien no menos interesante: plantear nuevas inquie-
tudes y mover a los lectores a considerar el ambiente cambiante de la IME y

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30 AL ICIA PUY A NA

sus efectos, los registrados en sus 30 años de existencia y los que pueden
aproximarse.
La mayoría de los trabajos de este libro se elaboraron gracias al apoyo
logístico y financiero de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales,
Sede México (Flacso-México), en el marco del proyecto “Aprendizaje Tec-
nológico y Escalamiento Industrial de la Industria Maquiladora de Exporta-
ción”, financiado por el Conacyt, razón por la cual expreso reconocimiento
a la Flacso México y a los colegas de esta institución, la UAM y el Colef que
participaron en el proyecto y de los cuales recibí apoyo. Particularmente a
Mónica Casalet, Arturo Lara, Jorge Carrillo y demás colegas que participa-
ron en el proyecto. A los dictaminadores anónimos por el trabajo de leer los
manuscritos y sus sugerencias siempre juiciosas.

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Primera parte

La maquila mexicana:
tres décadas de experiencias

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33

El papel del aprendizaje y sus limitaciones


en las maquiladoras mexicanas y centroamericanas*

Alfredo Hualde Alfaro

Introducción

¿Existe un modelo maquilador en México y Centroamérica? ¿Qué papel


juega el aprendizaje? A partir de tales preguntas, este capítulo revisa trabajos
que analizan la IME como forma de subcontratación internacional inserta en
cadenas productivas que cobra características especiales en las regiones en las
que se establece. México y Centroamérica presentan diferencias y no han
evolucionado a la par que Singapur o Malasia (Best, 2001).
El establecimiento de las IME en México durante los años sesenta y se-
tenta, junto a su posterior expansión al sur de la frontera con Estados Uni-
dos, son hitos temporales que señalan una historia polémica; mientras que el
establecimiento de las IME en Centroamérica a partir de los ochenta, suscita
preguntas y anima discusiones similares en todos los países, independiente-
mente del tamaño o nivel de desarrollo (Buitelar, Padilla y Urrutia, 1999;
Alvarenga, 2001; Reygadas, 2002). Este trabajo analiza el modelo maquila-
dor centrándose en México y, en menor medida, en Centroamérica.
La pregunta es pertinente por el peso que las industrias acogidas bajo
el régimen IME alcanzaron en ambas regiones al menos hasta el año 2000.
A principios de 2001, la IME en México dio empleo a más de 1,300,000
trabajadores, principalmente en la frontera norte. En 2001 perdió alrededor

* Una versión resumida de este texto fue publicada en la revista Nueva Sociedad, núm. 184, marzo-abril 2003, Ca-
racas, Venezuela.

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34 AL FRED O HUA L D E A L FARO

de 250,000 puestos y entre 2002 y 2003 permaneció estancada con una


ligera tendencia a la baja (INEGI, 2002). En 2002, el empleo y las horas
trabajadas descendieron cerca de 10.0% respecto a 2001, y las remunera-
ciones medias reales crecieron al 4.2 por ciento (CEPAL, 2003a, con cifras
de INEGI).
En Centroamérica, a fines de 1996, la maquila había creado alrededor de
un cuarto de millón de empleos directos, equivalente al 25 por ciento-30 por
ciento del empleo formal de la región; a 20 por ciento del valor agregado de
las exportaciones que excluyen a la maquila y alrededor del 10 por ciento del
producto interno manufacturero [Gitli (1997), citado por Buitelaar, Padilla
y Urrutia, 1999]. En 2001 las exportaciones maquiladoras representaban 56 por
ciento de las exportaciones totales, y 50 por ciento de las manufactureras. Un
caso llamativo es Intel en Costa Rica cuyas exportaciones, en 1999, por
2,500 millones de dólares, representaron 37.7 por ciento de las ventas ex-
ternas del país (CEPAL, 2003b).
La IME cobró una dimensión tal que hoy demanda reflexionar su signi-
ficado desde distintas perspectivas, especialmente por la reciente pérdida de
empleo. La discusión tiene sentido para responder varias preguntas.
¿Son las IME el modelo de desarrollo industrial característico de países
como México y los centroamericanos en la era de la globalización? ¿Es social-
mente beneficioso y enriquecedor el tipo de actividad y el empleo que pro-
porcionan las IME? Desde el punto de vista del desarrollo regional deseable
—equilibrado, sustentable— ¿puede la política de desarrollo tomar como
eje dinámico a las maquiladoras? ¿Qué papel juega el aprendizaje en la IME
y cuál es el tipo de aprendizaje predominante? Las respuestas se presentan
mediante una estrategia analítica y expositiva que se mueve entre la evidencia
empírica, el análisis conceptual y la reflexión metodológica. En este marco
de discusión, un concepto que sintetizó el conocimiento acerca de las IME
fronterizas de México es el de las tres generaciones (Carrillo y Hualde, 1998).
Las referencias a dicha noción y sus críticas han demostrado su utilidad y la
necesidad de avanzar en una reflexión que explique los rasgos fundamenta-
les de una realidad compleja.

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E L PA PEL D EL A PREND IZ A JE Y SUS L IMI TACI ONES EN L AS MAQU I L ADORAS 35

Las tres generaciones se sistematizan del siguiente modo:

a) La primera generación es la maquiladora tradicional. Se trata de esta-


blecimientos con tecnología primitiva, actividades elementales de
ensamble con mano de obra femenina no calificada, cuyo objetivo es
producir en cantidad y a bajo precio.
b) La segunda generación se orienta más al ensamble complejo (ma-
nufactura); la tecnología tiende a la automatización, con mayor par-
ticipación de técnicos, ingenieros y trabajadores polivalentes. Se
emplean técnicas japonesas como el trabajo en equipo o el justo a tiem-
po y aumenta la capacitación. No incorpora trabajo manual califica-
do; no hay diseño del producto ni evidencia de creación de clusters.
c) La tercera generación se formuló con poca evidencia empírica. La exis-
tencia de compañías como Delphi-Juárez o el complejo de Samsung
en Tijuana permitieron formular la hipótesis de la emergencia de una
tercera generación de IME orientada sobre todo a la investigación, el
desarrollo y el diseño; en las cuales la dependencia tecnológica de las ca-
sas matrices desaparece y el trabajo lo llevan a cabo principalmente
técnicos e ingenieros.

El estudio que ahora se presenta se ha dividido en las siguientes seccio-


nes: a) se explica el propósito, el contexto y la coyuntura que guió la tipo-
logía de las tres generaciones; b) se retoman algunas de las críticas examinando
sus fundamentos y validez; c) se debate el poder explicativo de las tres ge-
neraciones respecto a modelos “aceptados” como el fordismo; d) se revisan
experiencias de aprendizaje como Samsung en Tijuana o las del sudeste
asiático; finalmente, se exponen las conclusiones.

Las tres generaciones y sus críticos

Se han suscitado fuertes polémicas sobre la IME en los ámbitos académico


y político de México y Centroamérica (OIT, 1997a). El resultado ha sido una

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36 AL FRED O HUA L D E A L FARO

escisión maniquea entre aquellos que están a favor de la maquila y los que se
oponen a ella. Tal vez el tema sea de poder —por lo tanto, de dependencia—
del cual es difícil distanciarse emocionalmente (Elias, 1998: 132).
De esta visión se apartan los trabajos que dieron lugar a las citadas y criti-
cadas tres generaciones cuya caracterización va más allá de asimilar la ma-
quila a los talleres del siglo XIX. Tampoco equipara las plantas fronterizas con
la “vía alta” capitalista limitada a ciertos sectores, regiones y estratos selec-
tos de trabajadores en los países desarrollados (Castells, 2001: 263 y ss.). El
modelo de las tres generaciones es una tentativa de dar cuenta, bajo la deno-
minación de industria maquiladora, de la heterogeneidad, es decir, la coexis-
tencia de plantas de ensamble simple y centros como el de Delphi. Es una
tentativa que no abundó en el significado del término generación aplicado
a la IME y dio pie a malentendidos.
La diferenciación en generaciones es pertinente para la situación centroame-
ricana: “el enfoque de construcción de tipologías de empresas en México es
en gran medida válido para Centroamérica con la diferencia de que en el se-
gundo caso no se han identificado empresas maquiladoras de tercera genera-
ción (centros de diseño, investigación y desarrollo). La validez de este enfoque
confirma el carácter internacional del modelo de producción compartida
que se desarrolla en Centroamérica” (Buitelar, et al., 1999: 69).

¿Qué son las generaciones?

La palabra “generación” proviene de la familia como núcleo de organización


social y se extiende a la sociedad de manera general, lo aplicó Richard Sennett
(1998) al modelo laboral en Estados Unidos. Se refiere a “un grupo de gente
nacido durante un período de tiempo a los cuales se les considera distintos
(subrayado nuestro) de aquellos que les precedieron o los que les siguen des-
pués. Así, las generaciones (cohort generation) se basan en experiencias his-
tóricas compartidas, “a generation cohort is a social structural variable akin to
social class, race or gender”. Claramente el concepto tiene un sentido colectivo y,
en el caso de las maquiladoras, debe tener un peso significativo como elemento

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E L PA PEL D EL A PREND IZ A JE Y SUS L IMI TACI ONES EN L AS MAQU I L ADORAS 37

de diferenciación social, tecnológica y económica, de lo contrario no se crean


sinergias, ni se logran efectos significativos en el entorno local y el desarrollo
de la capacidad regional; y la innovación es limitada, (Best, 2001). Éste es
uno de los problemas del concepto en lo que se refiere a la “tercera genera-
ción”: la débil evidencia de que una masa crítica de plantas modifica positi-
vamente la capacidad de desarrollo regional.
Si, a mediados de los noventa, el caso de Delphi se presentaba como la pun-
ta del iceberg de una tercera generación a principios del año 2000, Delphi
ha evolucionado todavía más (Carrillo y Lara, 2002), pero la situación en
otras plantas como Phillips o Samsung está plena de contradicciones, avances
y retrocesos (Hualde y Lara, 2003; Urióstegui, 2002). Tampoco se registra el
surgimiento de nuevos centros de diseño con presencia masiva de ingenie-
ros, dos de los rasgos fundamentales de Delphi en su caracterización como
maquiladora de tercera generación.

El sentido evolutivo de las tres generaciones

Una segunda crítica, emparentada con la anterior, se refiere al sentido evolu-


tivo del concepto “generación”. Se puede pensar en una acepción familiar
estricta: al hablar de tres generaciones, sería observable un orden de descen-
dencia sucesivo que produjo una mejora de la especie en las maquiladoras;
en consecuencia, la tercera generación tendría rasgos y virtudes que no tenía
la primera. Llevando las cosas al extremo, podría imputársele una suerte de
proyección teleológica: la evolución progresiva de las maquiladoras se dio
en el pasado y continuará en el futuro. Ello significa que el proceso resulta de
una trayectoria inequívoca e irreversible similar a la que los críticos de Marx
ven en su visión de la historia y en la evolución de los modos de producción
(Solé, 1998). Sin embargo, en lo que se refiere a las generaciones, ningún autor
señaló tendencias y mucho menos con el sentido teleológico que algunos
comentaristas han querido ver. Se trataba de plasmar una evolución descrita
por varios académicos.
Por ejemplo, según Reygadas (2002: 78) en la primera fase de la IME de
Ciudad Juárez predominaron actividades tradicionales como los artículos

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38 AL FRED O HUA L D E A L FARO

de madera, la curtiembre, el calzado, las confecciones y los juguetes, elabo-


rados en empresas pequeñas o medianas que no pesaban en el escenario
mundial y se ubicaban entre el taller manufacturero y la gran fábrica. En
la segunda etapa, transitaron hacia plantas con más complejidad tanto en lo
tecnológico como en los aspectos organizativos y sociales, lo que permitió
hablar de maquiladoras de segunda generación o nuevas maquiladoras.
Contreras (2000: 99), por su parte, retoma cuatro tipologías: Domín-
guez y Brown (1990), Wilson (1992), Gereffi (1994), y Carrillo y Hualde
(1996). Todas tienen una connotación evolutiva y las cuatro adolecen, se-
gún el autor, de una caracterización insuficiente o inexistente de los actores
locales. Para Contreras la tipología tiene dos inconvenientes: la escasa evi-
dencia empírica encontrada para documentar una tercera generación; y hacer
“de la racionalización del trabajo el eje característico de la “segunda gene-
ración”, ya que éste sería “un elemento constante y protagónico” en todos
los modelos de operación de las maquiladoras.
La evolución se ha documentado de distintas maneras. Una centrada en un
territorio como la zona fronteriza donde son identificables las tres generacio-
nes; perspectiva territorial en la que se distinguen dos procesos principales:

a) Una evolución específica de plantas que transitan de una generación


a otra en una especie de adopción de nuevos procesos y manufactura
de nuevos productos.
b) Una evolución de ciertos corporativos que deslocalizan su producción
de productos, procesos y formas de organización más evolucionados.

En dicho sentido, Alonso, et al. (2002), propone una tipología modifi-


cada de las tres generaciones ilustrándola con algunos casos.
Uno de sus ejemplos es el de “transplante progresivo” de una planta japo-
nesa de televisores a la que “durante la década de los noventa se acentuó la
transferencia de producción y se le otorgaron nuevas responsabilidades. Actual-
mente opera con una gran autonomía del corporativo en EU” (cursivas nuestras).
Dos ejemplos de plantas norteamericanas ilustran la transferencia a Ti-
juana de algunas operaciones y productos. Una, con la caracterización de

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E L PA PEL D EL A PREND IZ A JE Y SUS L IMI TACI ONES EN L AS MAQU I L ADORAS 39

“integración manufacturera total”, evolucionó del ensamble simple a opera-


ciones críticas de diseño e investigación y desarrollo”. Otra, con trayecto-
ria de “maduración productiva”, en la que los ingenieros locales tuvieron un
papel importante y enfrentaron las reticencias de la casa matriz: “En la me-
dida en que era vista como una operación de tercer mundo, la gerencia cor-
porativa no permitió el desarrollo de sus competencias tecno-productivas, pese a
la alerta repetida de los ingenieros locales. En un periodo corto la planta se
transformó en una integral”.

La trayectoria de Samsung

Otra trayectoria evolutiva diferente a las descritas se refiere a grupos corpora-


tivos como Samsung en Tijuana (Hualde, 2003).
En 1988, se instaló en Tijuana la primera empresa del grupo Samsung,
Samsung Televisores, la cuál es parte de la subdivisión de Samsung Electro-
nics. Esta planta se ha especializado en la producción de televisores de 13”
a 37”, televisores de pantalla grande, video casseteras, televisores de proyec-
ción, y televisores digitales de alta definición. En noviembre de 2001 em-
pleaba 1,600 trabajadores. En 2000 produjo tres millones de televisores. La
meta para 2001 se había fijado en 2.9 millones y por la recesión de Estados
Unidos se redujo a 2.7 millones. En la planta producen veinte modelos, in-
cluidos los de proyección, y dos modelos digitales de 62” de diferente fre-
cuencia y sistema de transmisión.
En 1994 se instaló la segunda planta del grupo Samsung Electromecanics,
que debía suministrar a Samsung Televisores los componentes utilizados en la
manufactura y ensamble del televisor. Inició operaciones a principios de 1995,
y en 1998 alcanzó su nivel óptimo de producción que consiste en partes crí-
ticas o componentes clave para televisores y monitores: el yugo de deflección
(fly back), capacitores, bocinas, sintonizadores y transformadores.1

1 El yugo de deflección, uno de los componentes más complejos del televisor, tiene como función principal dis-
tribuir el haz de electrones en la pantalla del televisor. El fly back evita fallas de funcionamiento.

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40 AL FRED O HUA L D E A L FARO

En 1995 inició operaciones en Tijuana Samsung Display dedicada a la


producción del cinescopio, componente base para el televisor estándar.2 Ade-
más de abastecer cinescopios a Samsung Televisores (tercer cliente en impor-
tancia), provee a otros productores y ensambladores de televisores, como
Phillips en Ciudad Juárez (primer cliente), LG de Reynosa (segundo clien-
te en importancia), Sanyo, JVC, Zenith y Sharp. En 2001 produjo ocho mi-
llones de unidades.
En 1996, Samsung instaló en Tijuana la cuarta maquiladora del corpora-
tivo: Samsung Monitores, para la producción de monitores de computadora.
Esta unidad inició su producción en enero de 1997 con tres líneas de produc-
ción y un monitor de 14 pulgadas y en septiembre de 1997, concluyeron
tres nuevas líneas e iniciaron el segundo turno de producción.
La trayectoria de Samsung no indica una evolución hacia productos so-
fisticados, sino una estrategia de crear en Tijuana un grupo integrado ver-
ticalmente para, posteriormente, con la planta de monitores, diversificar la
producción. Son cambios basados en una estrategia que no produce transfor-
maciones lineales en las condiciones de trabajo. Los ingenieros no son los me-
jor pagados de la ciudad.
Hay tres referentes importantes en relación con el aprendizaje: 1) Lo que
se hace en Corea en el corporativo; el acortamiento de la distancia en Corea es
para la planta mexicana un buen indicador del aprendizaje 2) Lo que otras
empresas hacen en la localidad. 3) La frontera tecnológica de los productos
o el tránsito al televisor digital y la pantalla de cristal líquido.
El aprendizaje se da fundamentalmente por cambios en el producto y
en el proceso; pero además hay dos iniciativas interesantes que denotan
transformaciones en las que se advierten los procesos contradictorios men-
cionados más arriba.

2 En esta planta se fabrican cinescopios para televisores de cuatro tamaños: 20, 21, 25 y 27 pulgadas, y hay planes
para fabricar modelos de 35 y 37 pulgadas. En el año 2000 se produjeron 4.2 millones de cinescopios.

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E L PA PEL D EL A PREND IZ A JE Y SUS L IMI TACI ONES EN L AS MAQU I L ADORAS 41

Formación y evolución del Departamento de Investigación


y Desarrollo

Los procesos de aprendizaje reseñados tienen como límite la propia estruc-


tura de la IME que, en general, excluye de sus actividades el diseño, aunque una
cuarta parte de las plantas entrevistadas en Tijuana dicen tener un depar-
tamento de ingeniería de diseño (Colef, 2002). Es por eso importante el
objetivo de Samsung en el sentido de crear un departamento de Investiga-
ción y Desarrollo (I+D) cuyo antecedente sea el departamento de ingeniería
de producto; éste recibe el diseño de Corea y el desarrollo de preproducción
(el prototipo) lo lleva a cabo en el laboratorio. Luego de una prueba piloto
se pasa a la línea. Las actividades principales de ingeniería se refieren a pro-
ducto eléctrico, impresión de tarjetas, diseño y adaptación de fixturas (sopor-
tes para piezas o máquinas), corregir defectos sobre la línea, problemas de
automatización y operaciones de calibración. En este proceso tuvieron apo-
yo de Corea entre 1995 y 1999; y de 1999 a 2000. En Tijuana se corrieron
dos modelos sin el apoyo de la casa matriz, aunque contaban con la aseso-
ría de tiempo completo de dos diseñadores.
A pesar de las actividades mencionadas en ingeniería de producto, el
impulso al departamento de I+D perdió fuerza por la desaceleración de la
economía coreana, aunque se retomó en 2000. En enero de 2001 se separaron
física y formalmente la ingeniería de producto que se llamó departamento
de R+D e ingeniería de proceso. Del grupo de 15 ingenieros del primer
proyecto sólo quedan dos.
A partir de la separación de los departamentos, los diseños de productos
se hicieron en colaboración entre Samsung y la planta de Tijuana. Se comenzó
a trabajar por grupos en varios modelos para hacer más eficiente la fabrica-
ción. Con los nuevos diseños se logró un significativo ahorro en costos. El
trabajo en los nuevos modelos corre a cargo de 20 ingenieros, coordinados por
una ingeniera reclutada por Samsung sin experiencia previa en la IME. Estos
ingenieros son de Tijuana y otros estados (Sinaloa, Sonora y Veracruz). En
agosto de 2001 regresaron de Corea tres ingenieros especializados en desarro-
llo: un becario, un ingeniero con dos años de experiencia y un ingeniero de

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42 AL FRED O HUA L D E A L FARO

producto, los que, durante dos semanas, una hora al día, transmitieron al
grupo su aprendizaje en Corea.
Durante este periodo se han dado nuevas mejoras. Se redujo el tamaño
de placa para los televisores con lo cual se utilizan menos componentes y
aumenta la productividad en 30 por ciento. Uno de los objetivos de este mis-
mo proyecto es idear nuevos componentes para automatizar al máximo el
proceso e introducir un nuevo modelo desarrollado por Samsung en Corea
que tiene integrado video y procesador.
Las funciones de diseño se han facilitado con la comunicación electró-
nica. De este modo hay especificaciones que se ponen en la red desde Corea
y otras en Tijuana. Los nuevos sistemas propician mayor interacción con la
matriz y otras plantas.
La investigación sobre las actividades de diseño y del departamento de
I+D refleja un proceso con altibajos en los que no hay diseño autónomo
de productos originales, sino una participación de ingenieros locales en Corea
o en Tijuana en las fases finales del mismo y en las primeras pruebas piloto
cuando se introducen mejoras y realizan adaptaciones.

Los sistemas de información en las plantas de Samsung en Tijuana

Otra dimensión del aprendizaje es la introducción de sistemas de información


en la producción. Las inversiones y transformaciones en esta área se han dado en
productos para uso de la información (hardware y software) y en la organiza-
ción de los recursos para su manipulación y conservación (creación de una
empresa nueva y subcontratación de los servicios informáticos). Todas las plan-
tas de Samsung en Tijuana manejan su sistema de producción con el software
ERP (Enterprise Resource Planning), que integra todas las funciones de una
empresa en un sistema que sirve todas las necesidades de sus departamentos.
En general, el ERP está dividido en módulos que emulan la división departa-
mental de la empresa (materiales, producción, contabilidad, compras, etc.).
En marzo de 1998 se implementó, por decisión corporativa, el sistema
SAP en todas las plantas Samsung de Tijuana Park. El SAP es un ERP desarro-

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llado en Alemania, considerado el más complejo y costoso del mercado, cuya


implementación puede alcanzar millones de dólares. Antes de esa fecha ope-
raban con OASIS, un sistema rudimentario desarrollado por el corporativo
Samsung. Simultáneamente, con la decisión de implementar el sistema SAP
para el uso y gestión de la información generada por la empresa, se la in-
corporó a una base de datos ORACLE.
Uno de los costos de la implementación de un ERP, es el entrenamien-
to. Cuando se realizó el cambio de OASIS a SAP, como en el momento de la
investigación para la última versión de SAP, llegó un grupo de 40 especia-
listas de Corea para capacitar el personal y garantizar el manejo óptimo del
sistema. El entrenamiento duró casi cuatro meses.

Administración de la información: Samsung Data Systems

En agosto de 2001 se creó en Tijuana la SDSM Tijuana Data Center (ope-


raban desde marzo de 2001), filial de Samsung Data System, SDS. Ubicada
en el complejo junto a las demás plantas de Samsung, SDSM Tijuana Data
Center es una empresa independiente de la compañía, creada para ofrecer
inmediato soporte en sistemas a las plantas de Samsung de la localidad y
con la mira a entrar en la competencia regional con servicios a las IME locales.
Esta empresa se creó, al igual que otras plantas Samsung en el mundo, por
la decisión corporativa de reducir costos y hacer más eficiente el manejo de los
recursos informáticos. Con su fundación se centralizan las bases de datos de
todas las plantas en el centro de cómputo de SDSM Tijuana Data Center y
desaparecen los departamentos de cómputo de cada una de las plantas, cuyo
personal pasa a nutrir la nueva empresa creada. Las plantas: Televisores,
Display, etc., subcontratan a SDSM Tijuana Data Center el soporte en sis-
temas y otros requerimientos informáticos. También existe la idea de SDSM
Tijuana Data Center de servicios de soporte a todas las plantas Samsung
de América Latina. Antes se planteó que esta nueva empresa, una vez afian-
zada, tratará de ofrecer sus servicios a otras empresas maquiladoras localiza-
das en la zona.

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44 AL FRED O HUA L D E A L FARO

Propuestas e implicaciones metodológicas,


configuraciones3 y modelos

La propuesta de las tres generaciones, la tipología de Wilson, los modelos de


De la O, y las trayectorias descritas por Alonso, et al. muestran la riqueza del
trabajo empírico sobre las IME y los avances conceptuales para explicar este
objeto de estudio cambiante y cuestionado.
Dussell (2002) señala que la industria maquiladora —que genera 50 por
ciento de las exportaciones de México—, no se diferencia sustancialmente
de las empresas que realizan el otro 30 por ciento “que corresponden a una
‘racionalidad’ de importaciones temporales para su exportación”. La pers-
pectiva analítica adoptada condiciona la valoración que se hace de la IME.
Las visiones estructurales y las centradas en el trabajo llegan a conclusiones
más críticas. Las enfocadas a la evolución organizativa y en el aprendizaje
arrojan saldos más positivos.
Dussell sugiere no pedir “peras al olmo”: la maquiladora ha creado em-
pleo, pero no puede ir mucho más allá, por las restricciones estructurales de
la lógica de trasladar las operaciones simples a países como México y man-
tener, en los países donde se encuentran las casas matrices, las operaciones
complejas. Los incentivos gubernamentales a las empresas que quisieran for-
mar parte de las cadenas en las que se insertan las maquiladoras serían de tal
magnitud que se traducirían en pérdida fiscal importante. En consecuen-
cia, las maquiladoras no deberían ser un elemento prioritario de la política
industrial ya que los beneficios para México son muy inferiores a los bene-
ficios de las empresas.
En contraste con la perspectiva anterior que engloba a todas las maqui-
ladoras dentro de una lógica implacable de comercio internacional e incen-
tivos fiscales, el planteamiento de las tres generaciones agrupa una serie de
variables en las tipologías correspondientes. No se trata de un modelo, sino

3 Se alude con este término al concepto utilizado por Elias (1982) que también se ha traducido como “figuraciones”.

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E L PA PEL D EL A PREND IZ A JE Y SUS L IMI TACI ONES EN L AS MAQU I L ADORAS 45

de una configuración o figuración en el sentido de Elias. Se agrupan con-


juntos de variables interdependientes que se modifican de acuerdo con re-
laciones múltiples establecidas entre los actores. Estas construcciones
incorporaran modelos didácticos que evitan dos riesgos: el del funcionalismo
que simplifica las variables y les da un sesgo mecánico; y el de basar las ex-
plicaciones sociológicas en razones y conceptos estáticos.
Las generaciones no proponen, en sentido estricto, un modelo, pero sí
una configuración que resulta compleja para pasar con éxito la prueba de
la verificación empírica. Cada generación incluye aspectos referidos a la or-
ganización del trabajo, la estructura del empleo, la tecnología, y la organi-
zación productiva. Es una configuración demasiado compleja porque: a) es
difícil que los establecimientos productivos mantengan una coherencia in-
terna tan acusada; y b) porque deja de lado las fragmentaciones, segmenta-
ciones y polarizaciones dentro de cada planta y, desde el punto de vista del
trabajo, es dudosa la correspondencia entre condiciones de trabajo —sala-
rios, jerarquías, formas de participación del trabajo— y “modernidad” de
las plantas, entendiendo como tal la complejidad de los equipos, de las for-
mas de organización productiva, e incorporación de operaciones, como lo
anotan Bensusán y Reygadas (2000), Quintero (2001), Contreras (2000),
y Hualde (2002). La idea de las tres generaciones queda debilitada en lo
que respecta al trabajo y las condiciones de empleo, cuando la prueba em-
pírica es de tipo estadístico.

Tipologías y estadísticas

Una somera aproximación estadística ilustra la afirmación anterior. En Ti-


juana muchos de los estudios se han centrado en los televisores; las plantas
de televisores son plantas asiáticas que hasta el 2000 concentraban una par-
te muy importante del empleo en la ciudad. Una encuesta reciente (Colef,
2002) revela que los aspectos de empleo resultan más favorables en las plan-
tas estadounidenses —en general de menor tamaño— que en las plantas
asiáticas.

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46 AL FRED O HUA L D E A L FARO

Las plantas de origen asiático tienen en promedio casi 633 trabajado-


res, las de Estados Unidos, 335 empleados, y las mexicanas un promedio
de 234 trabajadores. En conjunto, el promedio de empleos por planta es de
403 trabajadores. Acerca de los trabajadores directos la encuesta detectó
un patrón consistente que diferencia a las plantas norteamericanas, las
cuales: 1) declaran menos rotación en el momento de la encuesta y du-
rante el año anterior a la mismo; 2) tienen mayor porcentaje de mujeres;
3) tienen la mano de obra con más experiencia con más años de trabajo
en un número mayor de plantas maquiladoras; 4) el personal tiene una
antigüedad relativamente elevada, ligeramente menor al de las plantas
mexicanas; 5) la escolaridad del personal directo es algo más elevada que
el de las otras plantas. Así pues, los establecimientos de capital estadouni-
dense son más estables, con mano de obra más experimentada en la ma-
quila, con bastante antigüedad y más feminizada. El promedio de ingreso
supera el promedio de la muestra (alrededor de 80 dólares semanales), pero
es ligeramente inferior al de las plantas mexicanas. El salario promedio de
los ingenieros es más elevado en las plantas estadounidenses que en las
mexicanas —que ocupan el segundo lugar— y en las asiáticas que ocupan
el tercer lugar.
Llaman la atención los datos referentes a las plantas asiáticas: son las
que tienen promedios salariales más bajos y más altas tasas de rotación; sus
trabajadores son los de menor antigüedad y son los más jóvenes. En este sen-
tido, la estructura del empleo en las plantas asiáticas es más cercana al de las
plantas de “primera generación” que a las de tercera, a pesar de tratarse de plan-
tas grandes con incorporación de tecnología automatizada y productos más
complejos. Así, los datos arrojados por la encuesta cuestionan la coherencia
de las tres generaciones, al menos para el caso de Tijuana.

Las tres generaciones y los modelos productivos

Una crítica conceptual apunta al hecho de que la tipología de las tres ge-
neraciones no está relacionada o no encaja en ninguno de los modelos pro-

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E L PA PEL D EL A PREND IZ A JE Y SUS L IMI TACI ONES EN L AS MAQU I L ADORAS 47

ductivos que se mencionan en los estudios de las últimas décadas: el taylo-


rismo-fordismo, la especialización flexible, el toyotismo. Si no encaja en
ninguno de ellos, ¿se trata de un nuevo modelo o, cómo han expresado al-
gunos autores, la maquiladora es una suerte de modelo híbrido?
Plantear la pregunta de esta manera conduce inevitablemente al análi-
sis de la coherencia de los propios modelos, de la rigidez de sus compo-
nentes y de su vigencia para regiones periféricas o semiperiféricas como la
frontera. No hay que olvidar que cuando se ha descrito la realidad latinoame-
ricana siempre se añade a los modelos un apellido, una adjetivación, con
el propósito de incorporar una supuesta especificidad que generalmente se
refiere a alguna cualidad distintiva de las relaciones laborales: taylorismo
sangriento, la japonización de pacotilla. Pareciera que, vista en el espejo de
los conceptos acuñados en Europa o Estados Unidos, la imagen de la rea-
lidad latinoamericana aparece siempre deformada: los sindicatos no de-
fienden a sus agremiados, el estado del bienestar es autoritario (De la Garza,
1988), la industrialización es trunca (Fajnzylber, 1983) y los actores no están
plenamente constituidos (Touraine, 1987). América Latina podría alcan-
zar la posmodernidad sin haber transitado cabalmente por la modernidad
(Bartra, 1999).
La crítica a los modelos también se ha dado en los países centrales, es-
pecialmente al fordismo, el de reconocimiento más extendido. El fordismo
fue el modelo dominante entre 1945-1975, periodo que denominan los
franceses “los gloriosos 30”. Lo que se ha escrito acerca del taylorismo-for-
dismo, quién lo ha escrito y para qué, es importante para comprender los
modelos acuñados posteriormente: el neofordismo, postfordismo, la espe-
cialización flexible, el toyotismo, el hondismo, el modelo californiano, etc.
Como ilustración exponemos algunas críticas al fordismo y a su generali-
zación como modelo productivo.

El taylorismo-fordismo y sus críticos

El taylorismo-fordismo es un modelo explicativo de la realidad socioeconó-


mica que coloca en el centro de la explicación a varios actores: el Estado, los

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48 AL FRED O HUA L D E A L FARO

empresarios y los sindicatos. Considera una forma de organización del tra-


bajo —el taylorismo propiamente dicho— y una forma de regulación del
consumo —el fordismo— basado en una política económica dominante:
el keynesianismo. El fordismo, explicado por los regulacionistas franceses,
—que no todos mantienen idénticas propuestas— articula varias esferas
económicas y sociales. Su coherencia se establece entre la empresa, la eco-
nomía, la sociedad y las relaciones sociales entre los actores.
La división entre concepción y ejecución en la empresa da lugar a un
pacto entre sindicatos y patrones, bajo la legislación tutelar del Estado que
se traduce en beneficios sociales como el derecho a la salud, a la vivienda,
el seguro del desempleo y otros. Los trabajadores o los sindicatos renuncia-
rían a interferir en la forma de organización del trabajo a cambio de los be-
neficios sociales: las negociaciones se limitarían al salario y a la seguridad en
el empleo.
En este sentido, el taylorismo-fordismo es una forma de organización del
trabajo y de organización de la producción, pero de una forma amplia, como
un modelo que involucra la regulación económica y política del estado del
bienestar existente en ciertos países de Europa Occidental.
La validez de la teoría como un modelo explicativo general ha sido cues-
tionada en la medida en que los propios regulacionistas han llevado a cabo
análisis nacionales apellidando nuevamente cada una de las realidades. Tal
es el caso del trabajo que coordinó Boyer (1986) o los modelos propuestos
por Leborgne y Lipietz. La crítica al regulacionismo no agota la crítica al
fordismo. Williams et al., (1994) afirman que las características del mode-
lo pretendidamente fordista no son las que Ford puso en práctica en la fac-
toría de Highland Park donde no se daba la fragmentación de las tareas,
ni la rigidez de la maquinaria, ni una división acusada entre concepción y
ejecución.
Desde el visto de punto de vista de la organización de la producción la
Meca del fordismo —la empresa Ford de Detroit— ha sido analizada de
manera que ni el propio Ford era Fordista. Ello ha ocasionado, como di-
ce Castillo (1994), que la investigación se haya movido entre el “fordismo que
todo lo explica” o el “fordismo que nunca existió” y una gradación muy va-

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E L PA PEL D EL A PREND IZ A JE Y SUS L IMI TACI ONES EN L AS MAQU I L ADORAS 49

riada entre los dos extremos de lo que el mismo autor denomina el fordis-
mo adjetivado que en América Latina ha conocido bastante fortuna. Ade-
más, en el ámbito disciplinario de la sociología del trabajo, ha existido una
tendencia a identificar trabajo con trabajo industrial y trabajo industrial
con fordismo. Y este modelo deja de lado, como dice Pahl (1988), el em-
pleo en las pequeñas y medianas empresas, el autoempleo, el empleo en or-
ganizaciones estatales, las actividades de subsistencia, el trabajo voluntario
en un análisis que debe dar cuenta tanto de los procesos de producción co-
mo de los de reproducción.

Los modelos productivos y las maquiladoras

En lo que se refiere a las maquiladoras, además del trabajo precursor de


Mertens (1985) acerca del trabajador involucrado en el trabajo, autores
posteriores han destacado la pluralidad de formas de organización del tra-
bajo. Reygadas (2002: 66-67) identifica en la maquiladora guatemalteca de
la confección el trabajo individual a domicilio, la labor semiartesanal de mu-
chos talleres familiares, el taylorismo autoritario, inestable e incipiente de las
maquiladoras coreanas y de algunas otras empresas, y la producción en serie
con algunos elementos de japonización que practican unas cuantas empresas
del sector. La aglomeración de estas empresas constituye lo que el autor deno-
mina un distrito industrial precario. Este variado panorama surge del inten-
to generalizado y frustrado de implantar sistemas tayloristas. Finalmente, el
autor identifica como un rasgo común el autoritarismo.
En los casos de estudio de México, Reygadas (2002: 208) encuentra lo
siguiente: a) un inicio con un sistema taylorista autoritario que evoluciona
hacia un sistema fordista periférico con balbuceos de calidad total; b) en su
segundo estudio de caso, el autor encuentra un sistema sociotécnico con
énfasis en el trabajo en equipo, mediante un esquema posfordista con ba-
se en grupos autodirigidos con avances importantes en mejoramiento de la
calidad.
Pérez-Sáinz (1996: 272), analiza la realidad hondureña, guatemalteca y
costarricense y concluye que, aunque lo predominante es la reactivación del

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modelo fordista acompañado de una precarización del mundo laboral, es


necesario matizar. Se encuentran casos de involucramiento no formalizado
en varias de las plantas estudiadas, por lo que no opone de manera tajante
el modelo fordista y el de especialización flexible. En un trabajo posterior,
Pérez-Sáinz (1996) menciona tres tipos de organización del trabajo: a) tay-
lorismo primitivo, b) modelos de tipo japonés, y c) subfordismo, formas de
organización del trabajo semejante al fordismo, sin la regulación social
propia de este sistema, ni el control efectivo de la fuerza de trabajo, por la
gran capacidad ociosa existente.
Queda claro por tanto que en los modelos productivos hay una serie
de matices que van desde la aplicación de algunos métodos japoneses de
la organización de la producción y el trabajo, hasta un taylorismo que va más
acá y más allá del taylorismo (Reygadas, 2002) donde se dan malos tratos
y autoritarismo extremo como en las maquiladoras coreanas de Guatema-
la (Camus, 1994). En las relaciones laborales es muy generalizada la in-
existencia de vida sindical, la pobreza de la misma y la reticencia o franca
oposición de la administración de las maquiladoras a las organizaciones la-
borales.4 Ello se traduce en trato individualizado a los trabajadores o en
imposición no negociada de las condiciones de trabajo y empleo a los sin-
dicatos.

La dialéctica global/local o los difusos perfiles de la autonomía

Por último, la versión de las tres generaciones no asume cabalmente que


gran parte de dichas plantas están insertas en cadenas globales de produc-
ción y propone una autonomía importante en las plantas de tercera ge-
neración. En contraste, visualizar a las maquiladoras en la cadena global,
significa que algunas decisiones importantes responden a lógicas globales
entre las cuales acontecimientos imprevistos de orden internacional y estra-
tegias corporativas por controlar mercados específicos tienen un lugar im-

4 El tema sindical esta ilustrado en otros volumenes de De la O, María Eugenia y Cirila Quintero (Coords. 2002)

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portante. Asimismo deja en un segundo plano el entorno territorial en el


que operan las maquiladoras y las ve en una perspectiva organizativa más
amplia.
La investigación sobre las maquiladoras oscila entre la gran centralidad
concedida a las relaciones locales en la bibliografía de los clusters o distritos
industriales y el énfasis global de los análisis centrados en la cadena de pro-
ducción (Humphrey y Schmitz, 2002). Muchos autores conciben el des-
arrollo industrial condicionado por las características del territorio en el
que se desenvuelven las empresas (Hualde, 2002). Best (2001: 10 y ss.), por
ejemplo, se refiere, a la Tríada de la Productividad5 en la cual interactúan
el Modelo de Negocios (Business Model), la Formación de Habilidades
(Skill Formation) y el Sistema de Producción (Production System).
El Modelo de Negocios competitivo es el que actúa fundamentalmen-
te en redes horizontales dentro de sistemas abiertos. De modo que un cam-
bio tecnológico en la red creará nuevas presiones y oportunidades para las
especialidades en cada una de las capacidades complementarias. De esta
manera, los cambios en el diseño y avances tecnológicos están anclados re-
gionalmente. Para ello se necesita el conocimiento acumulado de firmas
emprendedoras.
La evolución de las plantas electrónicas en Singapur y Malasia ha sido
diferente. En Singapur la estrategia de desarrollo se basó en sincronizar la
formación de habilidades con el progreso de las firmas a lo largo del espectro
de posibilidades. Estos desarrollos, como lo ha documentado Hobday, fueron
fundamentalmente desarrollos incrementales (Best, 2001). La electrónica de
Singapur evolucionó de operaciones manufactureras intensivas en trabajo
para industrias trasnacionales verticalmente integradas, hacia cluster inte-
grado de manufactura y servicios, con un desarrollo de actividades de ser-
vicios complementarios de la manufactura como rediseño de producto
intensivo en ingeniería y servicios para automatización de procesos. Lo más
significativo es que las firmas de Singapur —como las de Hong-Kong—

5 El modelo de Best está inspirado en propuestas modificadas de Porter (1991).

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52 AL FRED O HUA L D E A L FARO

coordinan actividades regionales y son “instigadores e iniciadores” de la ac-


tividad económica como lo descrito para Delphi por Carrillo y Lara. Estas
firmas tienen la capacidad de realizar procesos productivos completos y ofre-
cer instalaciones completas para la dirección, la financiación, la tecnología,
el diseño, la construcción de prototipos,el control de calidad, los servicios de
mercadeo y la distribución, tanto entre plantas de ensamblaje dispersas, como
entre los compradores.
Este no es el caso de las maquiladoras, excepto en lo que se refiere a la
evolución reciente de Delphi porque las decisiones fundamentales depen-
den de la casa matriz, sobre todo en épocas de crisis como la actual. Más si-
militud existe con lo descrito por Best (2001) para el caso de Malasia, según
el cual el problema en este país es que los clusters de electrónica carecen, en
comparación con Singapur, de las capacidades de empaque e integración,
y los dos, las capacidades de desarrollar productos y de administración de
tecnología que ha desarrollado Taiwán; por el contrario, como un centro
manufacturero sin la capacidad de desarrollar productos su crecimiento se
ha limitado por otras regiones de Asia con potencial similar al de Malasia.
Best (2001: 189).
Las experiencias descritas dan cuenta de diversas formas de upgrading
que es el concepto que resume la evolución de distintas firmas dentro de la
cadena de valor. El upgrading —en ocasiones traducido como escalamien-
to— se da de tres maneras principales: a) Upgrading de proceso: transfor-
mación más eficiente de insumos en productos a través de la organización
del sistema de producción o introduciendo una tecnología superior; b) Up-
grading de producto: hacia líneas de producto más sofisticadas; c) Upgrading
funcional: adquiriendo nuevas funciones (o abandonando otras) para aumen-
tar el contenido de habilidades de las actividades. Humphrey y Schmitz
(2002) añaden un cuarto tipo que denominan upgrading intersectorial en el
que firmas de clusters se mueven hacia nuevas actividades productivas. En
Taiwán, el conocimiento adquirido en producir televisores se utilizó para
hacer monitores y otros relacionados con la computación.
La posibilidad de lograr cada una de las formas de upgrading está en
función del tipo de relaciones que existan entre las firmas que se encuentran

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E L PA PEL D EL A PREND IZ A JE Y SUS L IMI TACI ONES EN L AS MAQU I L ADORAS 53

en la cadena de valor. Las relaciones van desde una cadena de tipo jerárquico
con gran control e interacción de una firma hacia otras hasta una cadena
donde prevalecen relaciones de mercado; en este tipo de cadena la interacción,
el control y las diferencias jerárquicas entre unas firmas y otras son míni-
mas. En un estadio intermedio se encuentran las relaciones tipo red.
Para estos autores, existe una relación entre el tipo de upgrading que se
puede lograr y la forma que adopta la relación en la cadena global:

— La inserción en una cadena casi jerárquica ofrece condiciones muy


favorables para el escalamiento de procesos y productos, pero difi-
culta el funcional.
— En las cadenas caracterizadas por estas relaciones el upgrading en
proceso y producto tiende a ser más lento (los compradores globa-
les no lo fortalecen), pero está abierto el camino hacia el upgrading
funcional.
— Las cadenas caracterizadas por redes igualitarias ofrecen condiciones
de upgrading ideales, pero son las menos probables para los producto-
res debido al alto nivel de competencias (complementarias) requeridas.

Humphrey y Schmitz atribuyen la resistencia de los compradores a


“ceder” funciones como el mercadeo o el diseño a la competencia implícita
que desata entre compradores y vendedores. Si los vendedores o subcontra-
tistas realizan en estas funciones amenazan las competencias clave de los
compradores. Aunque se refieren fundamentalmente a compradores y ven-
dedores de propiedad independiente, de acuerdo con su esquema, las cadenas
en las que se insertan las plantas de la frontera norte de México pertene-
cientes a los grandes corporativos se parecen más al modelo de relaciones jerár-
quicas o casi-jerárquicas que al modelo de red o de mercado, que desprende
de la toma de decisiones según decisiones de la casa matriz sobre localiza-
ción o traslado, tipo de productos a fabricar, equipos a comprar. Los inge-
nieros mexicanos o el personal de las plantas en la frontera tienen mayor
libertad para decidir el tipo de proceso a llevar a cabo.

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54 AL FRED O HUA L D E A L FARO

Conclusiones

Con las limitaciones señaladas, la tipología de las “tres generaciones” expli-


ca la evolución de la IME en México.
Se refiere a plantas que tienen rasgos similares en varias dimensiones:
organización del trabajo y de la producción, tecnología y complejidad de la or-
ganización.
Detalla la evolución: a) algunas plantas instaladas en la frontera norte
de México que evolucionan en el tiempo; b) ciertos corporativos que también
se diversifican en las localidades fronterizas; c) plantas nuevas que incorporan
productos y procesos más complejos. Esta evolución no es irreversible, ni
garantiza progresión ascendente (upgrading).
La tipología de las tres generaciones tiene limitaciones: a) parece du-
dosa la existencia de una tercera generación como un colectivo diferen-
ciado de plantas con gran cantidad de ingenieros cuyas competencias clave
se encuentran en el diseño; b) no se encuentra correspondencia clara en-
tre los aspectos organizativos-productivos y los laborales. Es más evidente
la evolución en el primer aspecto que en el segundo. En lo laboral, la cul-
tura sindical, las peculiaridades regionales y la hostilidad de las plantas a
negociación colectiva parecen más definidoras que las diferencias entre
empresas.
Las generaciones, por tanto, tienen un valor de modelo didáctico
orientador del espectro de posibilidades organizativas, productivas y la-
borales que presentan las maquiladoras. Es otra forma de presentar una
realidad que, como se ha analizado, puede asimismo conceptualizarse con
base en modelos productivos (que tampoco están libres de interpretaciones
polémicas).
La institucionalidad de las plantas maquiladoras reflejada en la creación
de las asociaciones locales de maquiladoras ha logrado acuerdos para regu-
lar el mercado, evitar la piratería de recursos humanos y dar orientación
confiable a los nuevos inversionistas.
Las maquiladoras podrían ser vistas de acuerdo a una característica de
la frontera norte de México: su condición de territorio receptor de migrantes.

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E L PA PEL D EL A PREND IZ A JE Y SUS L IMI TACI ONES EN L AS MAQU I L ADORAS 55

No se debe olvidar que muchas maquiladoras, sobre todo en la electrónica


donde se han centrado principalmente la atención de los trabajos de inves-
tigación, son de capital extranjero. En consecuencia, podríamos proponer
que los migrantes que llegaron a la frontera norte en distintas etapas y, en
menor medida, las plantas establecidas desde los años setenta, evoluciona-
ron hacia procesos y productos complejos. Esta característica migratoria de
las plantas no pierde del todo su virtualidad, como lo refleja su denomina-
ción de plantas golondrinas, metáfora antigua que remite a su vez a la gran
movilidad de los capitales en la fase de la globalización (Bauman, 1999).
Storper (1997) se ha referido a un pragmatismo minimalista característico
de las empresas que compiten por precios y se basan en una estrategia de
entrada y salida de los territorios.
Desde nuestro punto de vista, esta condición volátil no se pierde por-
que la evolución depende de las decisiones que toman las casas matrices res-
pecto a sus inversiones en tecnología, equipos informáticos, inclusión de
nuevas operaciones y nuevos productos. En este sentido es necesario revi-
sar la ecuación que equipara introducción de equipo con autonomía en las
decisiones de los gerentes locales.
Por otro lado, el territorio —al menos el de la frontera norte de Méxi-
co— no alcanza mayor importancia en el mapa global porque sus institucio-
nes han carecido de una política coherente para que las regiones alcancen
una mejor posición estratégica. Es sintomático que en el planteamiento de las
tres generaciones, el centro del análisis esté en las plantas y no en un tejido
productivo donde otras instituciones podrían cobrar un papel relevante como
en algunos países del sudeste asiático. Hay poca evidencia de que las IME se
inserten en un sistema de innovación regional construido en las ciudades
en las que operan.
En este sentido resulta pertinente, al menos en la región fronteriza de
México, la valoración que se ha hecho para otros países como Argentina
donde se identifican dos limitaciones principales: i) la ausencia de capaci-
dad empresarial autónoma y difundida en las empresas y, en sentido am-
plio, en los agentes económicos e institucionales; ii) insuficiente desarrollo
del sistema institucional que acompaña y apoya las actividades del sector

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56 AL FRED O HUA L D E A L FARO

económico y de la sociedad civil. De existir dicha capacidad, algunos “agentes


innovadores” como los ingenieros IME se hubieran convertido, más frecuen-
temente, en empresarios que aprovechan el aprendizaje obtenido en la IME
y las redes sociales creadas durante su trabajo.
Una concepción macro y estructuralista se basa en las cifras acerca de
la proporción de técnicos en el empleo, de las cifras de años de escolari-
dad de la mano de obra, e incluso del tipo de producto, donde todavía abundan
los componentes pasivos. En ese sentido, la conclusión respecto al tipo de
estructura industrial presente en la frontera lleva a pensar que la IME ofre-
ce pocas opciones de formación laboral. Si a ello se añade el estancamiento de
los salarios, se estaría cerca de la visión crítica de la IME.
El aprendizaje se identifica con las acciones de formación y de transmi-
sión de conocimientos. El criterio intencional del aprendizaje, que está di-
rigido a satisfacer “necesidades de conocimientos identificados”; por otro
lado, hay sistemas de aprendizaje denominados evolucionistas en los cuales
el aprendizaje organizacional es el “resultado” de las prácticas de acción de
la organización.
En esta concepción, los actores del aprendizaje son todos aquellos que
pertenecen a la organización y no exclusivamente los destinatarios de las
acciones de formación o capacitación. El aprendizaje se deriva entonces de
fenómenos autónomos ligados a la acción de los individuos.
Aunque la investigación en este sentido todavía puede considerarse in-
cipiente los resultados modifican las conclusiones propuestas por los en-
foques macro (Lara, 1998; Contreras, 2000; Urióstegui, 2002; Dutrenit y
Vera-Cruz, 2002). Nuestra propia investigación nos ha llevado a insistir en
los procesos de aprendizaje, intencionales o no, que se dan en las maquila-
doras de las ciudades fronterizas, tanto en aspectos técnicos como organi-
zativos. Sin duda, existen matices respecto a estos procesos de aprendizaje:
se dan principalmente en plantas ligadas a grandes corporativos, son más
evidentes entre los cuadros técnicos e ingenieriles y en un contexto signa-
do por la vulnerabilidad en coyunturas de crisis económica.
Este aspecto, muy agudo en la maquiladora, es común a otros ambien-
tes económicos y es un elemento constituyente de la capacidad de expertise.

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E L PA PEL D EL A PREND IZ A JE Y SUS L IMI TACI ONES EN L AS MAQU I L ADORAS 57

Grasser (2000) menciona que ésta se encuentra anclada a la producción in-


dustrial mercantil que distingue la capacidad de expertise de los conocimien-
tos técnicos. La distinción se establece por tres razones: la primera reside en
la singularidad de las situaciones de trabajo, que se especifican en el seno de
trayectorias tecnológicas propias de cada organización productiva. Las otras
dos razones provienen de la inscripción de la capacidad de expertise en un
doble sistema de restricciones: restricciones de costos y búsqueda perma-
nente de economías de tiempo que da ritmo y modela las condiciones de
producción.
Las restricciones mencionadas han interrumpido de manera drástica
procesos de aprendizaje en las ciudades fronterizas por cierre de plantas o
eliminación de procesos. Urióstegui (2002) documenta en Ciudad Juárez
la pérdida de capacidades técnicas y organizativas con el cierre de una plan-
ta de monitores; algo similar ocurre con el caso relatado de Enabling Tech-
nologies y su experiencia con Cenaltec. Los casos mencionados ponen a
prueba la capacidad de los actores locales para poder aprovechar aquello
que de modo genérico tengan los aprendizajes acumulados; por otro lado,
hablan de los riesgos inherentes a la inversión de las plantas trasnacionales
(Martinelli, 2003).
El aprendizaje significativo, con las limitaciones mencionadas, no pue-
de prescindir de la “advertencia” (entrecomillado nuestro) de Rullani
(2000):

Un enfoque económico tiene que definir las modalidades a partir de las


cuales el aprendizaje puede generar valor y representar una ventaja
competitiva para los países, los sistemas locales y las empresas.

Así pues, en México y en Centroamérica la expansión de las IME pue-


de considerarse como una forma característica de inserción en la economía
internacional. Presenta rasgos de vulnerabilidad y carencias de articulación
con las economías nacionales y regionales y procesos de aprendizaje no
despreciables. Los países anfitriones enfrentan una paradoja: no pueden con-
siderar que la maquiladora sea un eje de desarrollo que contribuya suficiente-

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58 AL FRED O HUA L D E A L FARO

mente al progreso técnico, a la distribución del ingreso o a mejorar la com-


petitividad internacional de las regiones. Sin embargo, teniendo en cuenta
su evolución y peso no pueden considerarla como un sector condenado es-
tructuralmente. Es necesario reflexionar cómo la IME podría ser parte de
una estrategia de desarrollo que no se limite a atraer inversión extranjera
o a fomentar industrias de plantas de primera generación.

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59

Transformación de la industria de la transformación:


¿la ‘maquiladorización’ de la manufactura?

Mónica Gambrill

Introducción

Se esperaba que el TLCAN nivelaría en la región los precios de los bienes y las
retribuciones al capital y al trabajo. Esta ilusión se basaba en una interpre-
tación muy libre del teorema de “factor-price equalization” que, a su vez, par-
te del modelo de Heckscher-Ohlin, según el cual, en condiciones altamente
restrictivas (pleno empleo y no movilidad de factores, entre otras), el libre co-
mercio nivela los pagos a los factores productivos. Este capítulo examina si hay
nivelación de las remuneraciones, no entre México y Estados Unidos, siguien-
do el teorema, sino entre la IME y las manufacturas mexicanas totales.
Un cambio muy importante se estableció con el Tratado de Libre Co-
mercio de Norte América que, a partir de 2001, eliminó parte de los estí-
mulos y restricciones de la maquila y la homologó con la aplicada a todo
establecimiento industrial nacional. Se preveía que estos cambios inducirían
la reconversión de las manufacturas mexicanas y posibilitarían la sustitución
de importaciones extra-regionales; las manufacturas ganarían en eficiencia
por la integración vertical de la producción, y así se elevarían los salarios y
se reducirían los costos del dinero.
Este trabajo estudia el comportamiento de las remuneraciones reales pa-
gadas en México en las industrias de la transformación, incluidas en éstas el
sector manufacturero y la maquila. Compara la trayectoria sectorial y de
ciertas ramas industriales y relaciona las variaciones con ciertas coyunturas
acaecidas durante la apertura comercial. No se compararán los salarios pro-
medios de México, Estados Unidos y Canadá.

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60 MÓNICA GA M BRILL

Transformación de la manufactura en ensamblaje

Los aumentos salariales de la industria manufacturera mexicana provendrían


del proceso de reconversión estimulado por el Artículo 303 del TLCAN que
permite sustituir la importación temporal de insumos importados de no-
miembros del TLCAN por insumos regionales. Después del período de tran-
sición de siete años, el Acuerdo abolió la libre importación de insumos de
terceros países a México bajo el amparo del programa de la industria maqui-
ladora u otro programa de importación temporal para la exportación y des-
tinados a reexportarse a Estados Unidos o Canadá. A partir del primero de
enero de 2001, México adquirió la obligación de gravar la importación
temporal de materias primas, componentes y maquinaria originarios de ter-
ceros países con un arancel por lo menos idéntico al impuesto por Estados
Unidos. Este cambio incentivaría sustituir importaciones de terceros países
por insumos mexicanos, estadounidenses o canadienses.
En teoría, algunos de los insumos antes importados ‘temporalmente’
podrían producirse con ventaja comparativa en México, si la productividad
mexicana en el proceso de ensamblaje es superior a la de sus socios. Así, el
TLCAN abría una oportunidad para la reconversión de parte de la capacidad
instalada en las manufacturas y la IME a la proveeduría de materias primas e
insumos industriales para las empresas exportadoras. Se esperaba atraer a te-
rritorio mexicano a proveedores de terceros países.
Para neutralizar los efectos del Artículo 303 del TLCAN el 14 de noviem-
bre de 1998, el gobierno de México emitió el primero de una serie de ‘Decre-
tos que establecen Programas de Promoción Sectorial’ (Prosec). Este Decreto
Prosec fue reformado seis veces para ampliar el universo de sectores incluidos
y llegar así a la versión vigente: el decreto del 2 de agosto de 2002. El Prosec
reemplaza el arancel nacional a los insumos importados de terceros países por
la tarifa estadounidense. Al eliminar las diferencias entre los aranceles generales
de México y Estados Unidos, elimina la protección a la producción nacional
y el incentivo a sustituir importaciones temporales por insumos mexicanos.
Es enorme el alcance de los programas Prosec. La industria eléctrica-elec-
trónica fue la única incluida en el primer decreto anunciado en noviembre

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TRA NSFORM ACIÓN D E L A IND US T RI A DE L A T RANS FORMACI ÓN 61

de 1998. Entre esta fecha y 2001 se incluyeron otros veintidós sectores muy
diversos que cubren desde muebles, juguetes y juegos, hasta bienes de capital,
fotográfica y maquinaria agrícola, pasando por plástico, farmoquímicos, me-
dicamentos y equipo médico, transporte (excepto automotriz y auto-partes) y
muchos otros. Los Prosec constituyen una política general aplicada a toda la
industria de la transformación, y a la que se puede acoger toda empresa ma-
quiladora o manufacturera de exportación u orientada al mercado nacional.
La idea es elevar la competitividad de toda la industria mediante la provee-
duría —sin gravámenes mayores que los que pagan los competidores— de
maquinaria e insumos de clase mundial provenientes de países con los que
México no tiene acuerdos de libre comercio. El gobierno reduce unilateral-
mente sus aranceles para aminorar los costos de producción y evitar que los
impongan Canadá o Estados Unidos sobre las exportaciones mexicanas.
Los Prosec son una política comercial contraria a la del Artículo 303 del
TLCAN que combinaba el estímulo negativo del arancel mexicano con el es-
tímulo positivo de constituir un plan para la reconversión de la industria de la
transformación en proveedor protegido o privilegiado de insumos para las
empresas exportadoras. La crisis financiera de diciembre de 1994 pudo con-
tribuir a cambiar el curso de los acontecimientos, al secarse las fuentes de
financiamiento precisamente durante el período de transición 1994-2001
del TLCAN, cuando la proveeduría regional tenía que echarse a andar. Cuando
más se requería de financiamiento, la variación real del crédito otorgado por
la banca comercial a la industria manufacturera fue negativa en 45 de las 49
ramas industriales: por ejemplo, para la rama de prendas de vestir fue de
–83.3 por ciento; cuero y sus productos, –83.3 por ciento; vehículos y auto-
móviles, –79.3 por ciento; productos de plástico, –78.5 por ciento, etc. (Re-
forma, 5 de abril de 2003: 35A). La crisis financiera se tradujo en una crisis
fiscal del Estado, e impidió al gobierno concretar programas de fomento a
la producción de insumos.
Sin apoyo gubernamental ni acceso al crédito bancario no era factible espe-
rar que las importaciones temporales se sustituyeran por producción nacional.
En vez de limitarse a maquinaria, equipo e insumos de origen estadounidense
y canadiense, se emitieron los Prosec para proveer a las empresas exportadoras

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62 MÓNICA GA M BRILL

con insumos de libre importación, principalmente de Asia. La emisión de los


Prosec, y no el TLCAN, eliminó el incentivo para sustituir importaciones tem-
porales y promueve la importación desde terceros países para toda la indus-
tria manufacturera. En vez de convertir la industria de la transformación en
productor de insumos para las empresas exportadoras de México, se induce
a la industria manufacturera a mantenerse en el ensamble de insumos impor-
tados. Entre 1994 y 2002, la IME sólo incrementó el contenido nacional in-
corporado en sus productos finales de 1.5 a 3.8 por ciento del valor total. Este
cambio no tiene la envergadura esperada en el programa de la IME, porque el
porcentaje de insumos nacionales siempre ha fluctuado en este rango. Por
ello, se puede decir que no se aprovecharon las disposiciones del TLCAN a fa-
vor de la proveeduría nacional.
Tampoco deben despreciarse las ventas de insumos nacionales a la IME
cuyo volumen en dólares pasó de $195,100 a $1,970,500, que equivale a un
crecimiento por un factor de diez en ocho años. No obstante, El problema es
que en el periodo 1993-2002, el factor más dinámico en la estructura de las
importaciones orientadas al mercado interno, es decir, de aquéllas que no es-
tán asociadas a las exportaciones, registraron un crecimiento más lento, (grá-
fica 1).1 Si bien en 1993 no hay diferencia sustantiva entre uno y otro tipo de
importaciones, a partir de la entrada en vigor del TLCAN las importaciones para
la exportación crecieron y se dinamizaron aún más con los Prosec.
En total, las importaciones aumentaron 252 por ciento en los sectores
exportadores, mientras que en las demás crecieron 84 por ciento. La bre-
cha entre ambos tipos de importaciones muestra la creciente dependencia
de las exportaciones respecto de las importaciones intermedias, tendencia que
sugiere el retroceso del valor agregado nacional en las exportaciones del
país. De acentuarse esta tendencia, el país se topará nuevamente con dese-
quilibrios en su cuenta corriente, la restricción externa que ha frenado el
crecimiento en América Latina.
La IME ha sido generadora neta de divisas, pero ahora vende hasta el se-
tenta por ciento de su producción en el mercado nacional, en vez de expor-

1 La autora pone los datos usados en la elaboración de las gráficas a disposición de quien desee consultarlos.

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TRA NSFORM ACIÓN D E L A IND US T RI A DE L A T RANS FORMACI ÓN 63

GRÁFICA 1.
Importaciones asociadas y no asociadas a la exportación, 1993-2002.

100,000

90,000

80,000

70,000
Millones de dólares

60,000

50,000

40,000

30,000

20,000

10,000

0
1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

Asociadas a la exportación No asociadas a la exportación

Fuente: Informe Anual Banco de México, varios años.

tarla; de esta manera se abre la posibilidad de que incluso las maquiladoras


contribuyan eventualmente al desequilibrio de la cuenta corriente. Las em-
presas manufactureras pueden exportar al vender insumos a la IME. Parece
que se reproduce el modelo IME en el resto del sector manufacturero al mo-
mento en que éste se convierte en ensamblador de insumos importados. Los
Prosec abren la puerta a este proceso al facilitar la importación de insumos.
Este problema de balanza de pagos afecta el nivel salarial. El hecho de que
México exporte manufacturas ensambladas e importe los insumos de supe-
rior y alto valor agregado, da lugar a una estructura productiva esencialmente
diferente entre México y los demás países de América del Norte la cual no per-
mite esperar convergencia alguna con éstos, ni en los precios de los productos
manufacturados ni en los salarios pagados en estas industrias. Esta desventaja
estructural basada en la exportación de servicios laborales a cambio de la im-
portación de insumos de alta tecnología, constituye una versión modernizada
del viejo problema del intercambio desigual que, entre muchas disfunciones,
restringe la capacidad de la industria de la transformación para aumentar sus
remuneraciones y apunta hacia una mayor desigualdad en la región.

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64 MÓNICA GA M BRILL

Impacto de la transformación en las remuneraciones

Esta sección explora la relación entre la remuneración real (esto es, la remu-
neración nominal deflactada con el índice de precios al consumidor IPC) en
las industrias maquiladora y las remuneraciones reales en las manufacture-
ras no maquiladoras, primero al nivel agregado de las dos industrias y luego
al nivel de sus diferentes ramas o clases de actividad. Se constata una reduc-
ción en las remuneraciones manufactureras, acercándose éstas a las de la
IME, el nuevo estándar alrededor del cual fluctúan los niveles de remunera-
ción del trabajo no calificado en otros sectores abiertos de la economía. Se re-
lacionan las coyunturas en este proceso de convergencia con aquellas de la
apertura comercial en las diferentes ramas de la manufactura mexicana y
la reconversión industrial inducida por la apertura. Si no hay moderniza-
ción, las remuneraciones en las industrias manufactureras pueden caer inclu-
so por debajo de las de la IME. Las ramas manufactureras más modernas
conservan el liderazgo.
La gráfica 2 ilustra los cambios en las remuneraciones agregadas de am-
bas industrias a lo largo de aproximadamente dos y media décadas. Las peo-
res caídas del caso se registraron entre 1983 y 1995 y corresponden al colapso
financiero de 1982 y a la crisis financiera de diciembre de 1994. Los impactos
de estas crisis no se distinguen fácilmente de aquellos producidos por la apertura
comercial iniciada en 1983 como remedio para el problema de la deuda y
la entrada en vigor del TLCAN en enero de 1994.
Para separar los efectos del libre comercio del impacto de estas dos cri-
sis, conviene observar la trayectoria salarial durante las coyunturas de mayor
aceleración en la apertura comercial, eso es, a partir del GATT, por un lado, y a
partir del TLCAN, por el otro.
En los subperíodos del GATT, de 1986 a 1993, y del TLCAN, de 1994 a
2002, se observa una reducción inicial en las remuneraciones manufacture-
ras, lo que puede interpretarse como efecto negativo de la apertura comercial;
después, hay un movimiento ascendente, lento y continuo, que podría su-
gerir un resultado positivo de la reconversión industrial puesta en práctica
para enfrentar la apertura comercial.

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TRA NSFORM ACIÓN D E L A IND US T RI A DE L A T RANS FORMACI ÓN 65

GRÁFICA 2.
Remuneraciones en las maquiladoras y manufacturas, 1975-2002.

1.290
Pesos de dic. 1982

0.860

0.430

1975 1977 1979 1981 1983 1985 1987 1989 1991 1993 1995 1997 1999 2001

Maquiladoras Manufacturas

Fuente: INEGI, Estadística de la industria maquiladora de exportación, varios años; Estadística industrial anual 1975-1982;
Encuesta industrial anual 1983-1986, Encuesta industrial mensual, varios años; Índice de precios de la Comisión Nacional
de Salarios Mínimos hasta 1982; Índice de precios al consumidor del Banco de México de 1983 en adelante.

Sin embargo, la tendencia ascendente en la industria manufacturera du-


rante el segundo subperíodo no es de la misma magnitud que en el anterior:
las remuneraciones de la industria manufactura no se recuperan tan rápido co-
mo antes, a la vez que las de la industria maquiladora crecen un poco más ace-
leradamente. La problemática de este segundo subperíodo constituye el eje
del análisis, que se relacionará no sólo con el TLCAN sino sobre todo con la
entrada en vigor de los Prosec.
Para examinar más de cerca el impacto doble del libre comercio en las re-
muneraciones, se propone analizar por separado las ramas más importantes
tanto del sector manufacturero total como de la industria maquiladora. De
esta forma se eleva el número de observaciones del efecto de liberalización
comercial en cada actividad. Esta desagregación por ramas de la actividad
manufacturera (a dos dígitos de la Clasificación Industrial Internacional
Unificada, CIIU) es importante toda vez que el ritmo e intensidad de la aper-
tura varió de una en una y sus efectos particulares pudieron ser diferentes. Se
comparan, para el período 1987-2002, nueve ramas de la maquila con sus

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66 MÓNICA GA M BRILL

equivalentes en el sector manufacturero; esto es, con aquella o aquellas ramas


manufactureras que producen el mismo tipo de bienes que la maquila, o con
una agrupación plantas manufactureras que fabrican o ensamblan el mismo
tipo de bienes que la maquila.
Las remuneraciones de la rama no maquiladora de “ensamble de maqui-
naria, equipo, aparatos y artículos eléctricos y electrónicos” cayeron fuerte-
mente en 1983 y continuaron en descenso gradual hasta 1988. Como resultado
se cerró la brecha que las había separado de las remuneraciones de la indus-
tria maquiladora. Si bien la rama manufacturera mejora de nuevo sus re-
muneraciones de 1990 a 1993 y resiste, sin mayor impacto, los choques del
TLCAN y la crisis financiera de 1995, a partir de 1996 retoma su camino des-
cendente. La diferencia con respecto a las maquiladoras es apenas perceptible,
e incluso se invirtió a partir del año 2000 debido a una mejora en las remu-
neraciones de las maquiladoras. Se piensa que este comportamiento se expli-
ca por la temprana apertura que se dio en la electrónica. Por encima de la
eliminación de permisos previos de importación en 1985 y la liberalización que
implicó la entrada al GATT en 1986, se ajustó la política proteccionista en pro-
ductos electrónicos a partir de 1987 con dos acuerdos del Secofi que modifica-
ron el programa sectorial, y con un decreto presidencial en 1990 que eliminó
prácticamente todas las barreras arancelarias y no arancelarias a la importa-
ción de partes para la industria de la computación (Borja, 1995). Este proce-
so continuó bajo el TLCAN, en especial con el primer programa Prosec para la
importación de partes eléctricas y electrónicas, además de maquinaria y equi-
po, lo que universalizó la libre importación de estos productos provenien-
tes sobre todo de Asia a partir de 2000. De esta manera, se homogeneizaron
las políticas comerciales aplicables a la rama manufacturera y a las maquila-
doras y se indujo la convergencia salarial, ver la gráfica 3.
En cuanto a la rama de herramientas de la industria manufacturera, las
remuneraciones pasan de más del doble de las de la industria maquiladora en
1980 a un virtual empate entre ambas hacia finales del período. En este des-
censo se repiten los quiebres de las crisis de 1983 y 1995 y bajas más noto-
rias que el promedio nacional en 1987 y 1996, las cuales pueden atribuirse
a la acelerada liberalización de maquinaria y equipo requerido por el GATT

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TRA NSFORM ACIÓN D E L A IND US T RI A DE L A T RANS FORMACI ÓN 67

GRÁFICA 3.
Remuneraciones en la rama de ensamble de maquinaria, equipo, aparatos y artículos eléctricos
y electrónicos, 1980-2002.
Pesos de dic. 1982

0.800

0.400

1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002

Maquiladoras Manufacturas

Fuente: INEGI, Estadística de la industria maquiladora de exportación, varios años; Estadística industrial anual 1975-1982;
Encuesta industrial anual 1983-1986, Encuesta industrial mensual, varios años; Índice de precios de la Comisión Nacional
de Salarios Mínimos hasta 1982; Índice de precios al consumidor del Banco de México de 1983 en adelante.

y a la prohibición de la Organización Mundial de Comercio (OMC) sobre


continuar las importaciones temporales de maquinaria, lo que aumentó la
presión para liberalizar la importación definitiva de los productos en esta ra-
ma, cuestión que cristalizó en la emisión de los Prosec, ver gráfica 4.
Para analizar la evolución de las remuneraciones en la rama de prendas
de vestir de los segmentos maquilador y manufacturero, se trabajó con una
serie de datos más corta por falta de información para el segundo caso. Por
ello, no se incluye el récord gráfico de la primera crisis, pero se puede afirmar
que para 1997 el nivel de las remuneraciones manufactureras se había em-
patado con el de las maquiladoras, ver gráfica 5.
La trayectoria de la producción de prendas de vestir no maquiladas es, a
partir de 1988, similar a la que se puede apreciar para la casi totalidad del sec-
tor manufacturero. Esta recuperación puede ser atribuible a la reconversión
industrial con la que se respondió a la crisis, que corrió aparejada con la re-
pentina apertura del mercado estadounidense a las exportaciones mexicanas,

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68 MÓNICA GA M BRILL

GRÁFICA 4.
Remuneraciones en ensamble y reparación de herramientas, 1980-2002.

1,600

1,200
Pesos de dic. 1982

0,800

0,400

1980 1982 1984 1986 1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002

Maquiladoras Manufacturas

Fuente: INEGI, Estadística de la industria maquiladora de exportación, varios años; Estadística industrial anual 1975-1982;
Encuesta industrial anual 1983-1986, Encuesta industrial mensual, varios años; Índice de precios de la Comisión Nacional
de Salarios Mínimos hasta 1982; Índice de precios al consumidor del Banco de México de 1983 en adelante.

como resultado de que, en 1988, Estados Unidos otorgó a México el Régimen


Especial de Estados Unidos, y eximió las exportaciones mexicanas de prendas
de vestir de las cuotas del Acuerdo Multifibra, siempre y cuando cumplieran
con el requisito de que se hubieran utilizado telas fabricadas en ese país y que
éstas hubiesen sido cortadas allí mismo. Estos estímulos a las confecciones
mexicanas, específicamente al ensamblaje de vestidos, pudieron haber alenta-
do la expansión en la producción de ropa para la exportación y elevado las re-
muneraciones de los trabajadores vinculados a ella.
Inmediatamente con la entrada en vigor del TLCAN, el impacto de la
competencia proveniente de las importaciones norteamericanas, combina-
do con las complicaciones de la crisis financiera de 1995, rompió de tajo es-
te proceso expansivo en las remuneraciones manufactureras. De esta fecha
en adelante se destaca el empalme pleno de ambas ramas y una mejoría
muy lenta de sus remuneraciones. Se piensa que ello tuvo su causa en el es-
tilo productivo compartido por las dos industrias que desde 1988 se basa-

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TRA NSFORM ACIÓN D E L A IND US T RI A DE L A T RANS FORMACI ÓN 69

GRÁFICA 5.
Remuneraciones en la rama de ensamble de prendas de vestir, 1987-2002.

0.600

0.500

0.400
Pesos de dic. 1982

0.300

0.200

0.100

0.000

1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

Maquiladoras Manufacturas

Fuente: INEGI, Estadística de la industria maquiladora de exportación, varios años; Estadística industrial anual 1975-1982;
Encuesta industrial anual 1983-1986, Encuesta industrial mensual, varios años; Índice de precios de la Comisión Nacional
de Salarios Mínimos hasta 1982; Índice de precios al consumidor del Banco de México de 1983 en adelante.

ban en el ensamblaje de insumos importados y que se reesfuerza con las re-


glas de origen del TLCAN y del Prosec para la importación de insumos.
Las remuneraciones en la rama manufacturera de muebles caen desde la
crisis de 1983 hasta 1988 de manera semejante al promedio nacional, pero
con mayor intensidad incluso que la rama maquiladora entre 1987 y 1990.
Se recuperan justo antes de la entrada en vigor del TLCAN y vuelven a des-
cender más que antes. Por la crisis financiera de 1995, esta rama sigue su ca-
mino descendente hasta 1998 cuando se inicia una recuperación. Sin
embargo, la rama manufacturera no se acerca al parámetro de la IME, la que
registra aumentos importantes a partir de 1996. La explicación de esta tra-
yectoria declinante de los salarios puede ser la apertura y el atraso de su re-
conversión, manteniendo una composición predominante de pequeños
establecimientos artesanales, de capital nacional, lo que se compara desfa-
vorablemente con la organización moderna de la rama maquiladora, ver
gráfica 6.

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70 MÓNICA GA M BRILL

GRÁFICA 6.
Remuneraciones en la rama de ensamble de muebles y accesorios, 1980-2002.

1.000

0.900

0.800

0.700
Pesos de dic. 1982

0.600

0.500

0.400

0.300

0.200

0.100

0.000
1980

1981

1982

1983

1984

1985

1986

1987

1988

1989

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002
Maquiladoras Manufacturas

Fuente: INEGI, Estadística de la industria maquiladora de exportación, varios años; Estadística industrial anual 1975-1982;
Encuesta industrial anual 1983-1986, Encuesta industrial mensual, varios años; Índice de precios de la Comisión Nacional
de Salarios Mínimos hasta 1982; Índice de precios al consumidor del Banco de México de 1983 en adelante.

Las remuneraciones manufactureras en la IME de juguetes y artículos de-


portivos corren a veces un poco más abajo y otras un poco más arriba que
la rama maquiladora entre 19872 y 1994. A partir del TLCAN y la crisis fi-
nanciera de 1995, se reducen hasta la mitad de las remuneraciones en la IME.
Esta pérdida drástica en la rama manufacturera se debe a la competencia de
productos que ingresan a México bajo las preferencias del TLCAN, lo que se
combina con la falta de reconversión industrial.
La competencia de importaciones se agrava por prácticas desleales que in-
troducen al país productos que sólo son ‘estadounidenses’ de nombre, pero
que realmente provienen de países asiáticos, y la revaluación del peso. Está
por verificarse si la entrada en vigor del Prosec promoverá la reconversión y
la mejoraría de las remuneraciones, ver la gráfica 7.

2 Por ausencia de estadísticas, estas ramas se analizan a partir de 1987.

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TRA NSFORM ACIÓN D E L A IND US T RI A DE L A T RANS FORMACI ÓN 71

GRÁFICA 7.
Remuneraciones en la rama de ensamble de juguetes y artículos deportivos, 1987-2002.

0.600
Pesos de dic. 1982

0.400

0.200

1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

Maquiladoras Manufacturas

Fuente: INEGI, Estadística de la industria maquiladora de exportación, varios años; Estadística industrial anual 1975-1982;
Encuesta industrial anual 1983-1986, Encuesta industrial mensual, varios años; Índice de precios de la Comisión Nacional
de Salarios Mínimos hasta 1982; Índice de precios al consumidor del Banco de México de 1983 en adelante.

En la gráfica 8 se presenta la evolución de las remuneraciones en la ra-


ma de calzado e industria del cuero. Las remuneraciones de la rama manu-
facturera son ligeramente inferiores a la maquiladora de 1987. Las superan
entre 1988 y 1992 y caen por debajo de éstas a partir de 1993. Curiosamente,
las alzas en las remuneraciones coinciden con la temprana apertura que expe-
rimentó la rama, al igual que en ‘prendas de vestir’. Sin embargo, en este caso
las importaciones masivas de zapato proveniente de China y Brasil tuvieron
un efecto contrario en el empleo, al no incrementarse recíprocamente las expor-
taciones a los países proveedores y, por las protestas resultantes, se volvieron
a erigir altos aranceles antes de la entrada en vigor del TLCAN. De hecho, en
1994 no bajaron las remuneraciones, pero el efecto de la crisis de 1995 fue
desastroso, al grado de provocar en un solo año la convergencia con la rama
maquiladora; y de 1996 en adelante se mantiene, por lo general, un poco por
debajo de este parámetro. En esto se parece más a las ramas de ‘muebles y sus
accesorios’ y ‘juguetes y artículos deportivos’ que a ‘prendas de vestir’.

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72 MÓNICA GA M BRILL

GRÁFICA 8.
Remuneraciones en la rama de fabricación de calzado e industria del cuero, 1987-2002.

0.90
Pesos de dic. 1982

0.60

0.30

1987 1988 1989 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002

Maquiladoras Manufacturas

Fuente: INEGI, Estadística de la industria maquiladora de exportación, varios años; Estadística industrial anual 1975-1982;
Encuesta industrial anual 1983-1986, Encuesta industrial mensual, varios años; Índice de precios de la Comisión Nacional
de Salarios Mínimos hasta 1982; Índice de precios al consumidor del Banco de México de 1983 en adelante.

GRÁFICA 9.
Remuneraciones en la rama de construcción y ensamble de equipo de transporte, 1980-2002.

1,900

1,700

1,500
Pesos de dic. 1982

1,300

1,100

0,900

0,700

0,500

0,300
1980

1981

1982

1983

1984

1985

1986

1987

1988

1989

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002

Maquiladoras Manufacturas

Fuente: INEGI, Estadística de la industria maquiladora de exportación, varios años; Estadística industrial anual 1975-1982;
Encuesta industrial anual 1983-1986, Encuesta industrial mensual, varios años; Índice de precios de la Comisión Nacional
de Salarios Mínimos hasta 1982; Índice de precios al consumidor del Banco de México de 1983 en adelante.

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TRA NSFORM ACIÓN D E L A IND US T RI A DE L A T RANS FORMACI ÓN 73

La gráfica 9 presenta trayectorias similares para el rubro de equipo de


transporte y sus accesorios a las del promedio nacional y diferentes de las de-
más ramas estudiadas. El impacto de las dos crisis es básicamente igual en la
rama manufacturera que en el promedio nacional. En este caso, significó una
pérdida de las manufacturas respecto a la rama maquiladora que, en 1980,
pagaba apenas el cuarenta por ciento de manufactura y, en 2002, el 66 por
ciento. Más interesante para los efectos de este trabajo es que el ritmo de recu-
peración de ambas crisis fue muy similar al promedio nacional y no hubo
impactos en otras coyunturas de apertura comercial, lo que podría atribuirse
a la protección que brindó el acuerdo sectorial automotriz a lo largo de los
22 años, incluso después de la entrada en vigor del TLCAN, que ayudó a esta
rama manufacturera a reconvertirse. Saber de antemano la proporción de im-
portaciones en relación con las exportaciones previene los traumas de otras
ramas manufactureras en diferentes coyunturas del proceso de apertura.
La evolución de la rama selección, preparación, empaque y enlatado de
alimentos difiere de las demás actividades analizadas, ya que las remunera-
ciones de las maquiladoras disminuyen ligeramente como porcentaje de las
manufactureras. En 1980, las remuneraciones de la rama maquiladora repre-
sentan el 68 por ciento de las de la manufacturera y en 2003, sólo el 64 por
ciento. La rama manufacturera presenta caídas en las coyunturas de crisis
en 1993 y 1995, aunque menos drásticas que el promedio, lo que probable-
mente se explica por el hecho de que ya venía en declive desde 1991 debi-
do a una apertura comercial temprana, como sucedió en la rama eléctrica
y electrónica. Pero, a diferencia de esta última rama, la recuperación en los
períodos poscrisis es vigoroso en la rama de alimentos, lo que indica la exis-
tencia de una reconversión industrial exitosa que puede deberse a que sea
una rama moderna, dominada por inversión extranjera, con apenas veinte
por ciento de fuerza de trabajo femenina. El contraste con la rama maqui-
ladora resulta dramático debido a las reducciones que sufrieron sus remu-
neraciones entre el inicio y fin del período cuando se dedica a la selección
y empaque de productos agrícolas, generalmente en áreas rurales y con una
fuerza de trabajo compuesta casi exclusivamente de mujeres mayores de
edad, ver gráfica 10.

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74 MÓNICA GA M BRILL

GRÁFICA 10.
Remuneraciones en la rama de selección, preparación, empaque y enlatado de alimentos,
1980-2002.

0.900

0.800

0.700
Pesos de dic. 1982

0.600

0.500

0.400

0.300

0,200
1980

1981

1982

1983

1984

1985

1986

1987

1988

1989

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002
Maquiladoras Manufacturas

Fuente: INEGI, Estadística de la industria maquiladora de exportación, varios años; Estadística industrial anual 1975-1982;
Encuesta industrial anual 1983-1986, Encuesta industrial mensual, varios años; Índice de precios de la Comisión Nacional
de Salarios Mínimos hasta 1982; Índice de precios al consumidor del Banco de México de 1983 en adelante.

Por ausencia de datos en el periodo 1982-1984 de la rama maquilado-


ra de químicos se dificulta su análisis, pues el número de establecimientos
cayó por abajo del mínimo requerido para la publicación de estadísticas.
La comparación con la rama maquiladora se establece sobre bases desigua-
les, por la diferencia entre el número de establecimientos en cada rama y
por la divergencia en los procesos productivos empleados en cada una.
Mientras que la rama manufacturera se constituye de plantas de proceso
continuo que producen químicos básicos y artículos que requieren alta tec-
nología, empleando menos de cuatro por ciento de mujeres, la rama ma-
quiladora se orienta en su inicio a la proveeduría de jabones, detergentes y
una variedad de productos de limpieza y luego da un giro hacia la inyec-
ción de plásticos, principalmente para otras maquiladoras. Esto explica la
lejanía que perdura entre sus remuneraciones. El análisis de la rama manu-
facturera revela una industria con remuneraciones a la alza antes de 1983,
que se impactan menos en esta primera crisis que el promedio nacional y,

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TRA NSFORM ACIÓN D E L A IND US T RI A DE L A T RANS FORMACI ÓN 75

GRÁFICA 11.
Remuneraciones en la rama de productos químicos, 1980-2002.

1.200

0.800

0.400
1980

1981

1982

1983

1984

1985

1986

1987

1988

1989

1990

1991

1992

1993

1994

1995

1996

1997

1998

1999

2000

2001

2002
Maquiladoras Manufacturas

Fuente: INEGI, Estadística de la industria maquiladora de exportación, varios años; Estadística industrial anual 1975-1982;
Encuesta industrial anual 1983-1986, Encuesta industrial mensual, varios años; Índice de precios de la Comisión Nacional
de Salarios Mínimos hasta 1982; Índice de precios al consumidor del Banco de México de 1983 en adelante.

sobre todo, que se recuperan en 1994 a un nivel incluso superior al de


1982, lo que puede explicarse por su perfil moderno, con presencia de capi-
tal extranjero. Pero para la siguiente crisis, aun cuando se golpea un poco
menos que el promedio nacional, ocho años después las remuneraciones aún
no se recuperan por la creciente apertura que conllevan el TLCAN y los Prosec,
ver la gráfica 11.

Conclusiones

Los nueve casos expuestos se pueden agrupar en tres según la relación de la


rama manufacturera y la IME. Un primer grupo se constituiría por las ramas
de eléctricos y electrónicos y prendas de vestir, en las cuales las remuneracio-
nes manufactureras convergen hacia abajo con las de las IME. El segundo gru-
po se compondría por las ramas de muebles, juguetes y calzado, porque en

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76 MÓNICA GA M BRILL

ellas la trayectoria de las remuneraciones manufactureras invierte la relación


con las IME y cae por debajo de éstas. En un tercer grupo se ubicarían transpor-
te, alimentos y químicos cuyas remuneraciones manufactureras permanecen
por encima del nivel de las maquiladoras.
El primer grupo experimentó el impacto de la apertura comercial en las
primeras fases de la liberalización llevadas a cabo como preámbulo del ingre-
so al GATT y antes del TLCAN; fragmentó sus cadenas productivas y adoptó
estrategias de proveeduría de insumos extranjeros similares a las maquilado-
ras, lo que explicaría la baja de las remuneraciones al nivel de las maquila-
doras y la posterior estabilidad.
Las remuneraciones de las ramas de muebles y juguetes del segundo
grupo caen por debajo del nivel de remuneraciones de las maquiladoras
porque la protección que gozaron durante más tiempo retardó el impacto
de la apertura y su reconversión. La rama de calzado podría clasificarse en el
primer o segundo grupo, ya que se abrió tempranamente y se cerró con pos-
terioridad, y porque el patrón de sus remuneraciones se acerca más al compor-
tamiento del primer grupo de convergencia.
El tercer grupo constituye un caso aparte porque dentro de la IME se tra-
ta de actividades relativamente nuevas y poco desarrolladas, mientras que en
la industria manufacturera están bien establecidas y son modernas. El hecho
de que no todas las ramas manufactureras hayan adoptado el estilo de pro-
ducción fragmentada de las maquiladoras explica que los promedios de las
ramas manufactureras no converjan con las IME y sí lo hagan a partir de
1995. La rama automotriz se comporta más como el promedio nacional que
las otras ramas de este tercer grupo por la combinación de estilos producti-
vos que ostenta.
El diagnóstico del conjunto de la industria de la transformación en la
coyuntura post TLCAN es insatisfactorio en lo que a las remuneraciones se re-
fiere: la industria manufacturera no ha podido recuperar el nivel que tenía
en 1994 y la mejoría que empieza en la industria maquiladora a partir de
1997 no se acerca al aumento esperado. Y el análisis de las ramas específi-
cas donde opera la industria maquiladora es más preocupante aún porque
revela que las remuneraciones manufactureras han bajado todavía más hasta

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TRA NSFORM ACIÓN D E L A IND US T RI A DE L A T RANS FORMACI ÓN 77

nivelarse con las maquiladoras. Peor aún, se invierte en seis de las nueve ra-
mas estudiadas.
Las mayores pérdidas en el nivel de remuneraciones se relacionan con las
crisis de 1983 y 1995 y se manifestaron simultáneamente con las deva-
luaciones que instrumentó el gobierno en esos años. Como es bien sabido, las
devaluaciones reducen las remuneraciones reales. La apertura comercial tam-
bién motiva deterioro, aunque no siempre en la coyuntura del TLCAN o los
Prosec sino en las coyunturas anteriores de la desgravación unilateral o la
entrada al GATT. El problema no es la apertura comercial per se sino el esti-
lo particular de apertura aplicado en el período post TLCAN. Más específi-
camente, el problema se concibe como el fracaso de la estrategia del TLCAN
de reconvertir la industria maquiladora en proveedor manufacturero de in-
sumos industriales, y su sustitución por los Prosec que convierte la indus-
tria manufacturera en ensambladora de insumos importados, es decir, el
estilo de reconversión industrial mexicano consiste en maquiladorización
de la manufactura. El único inconveniente sería si el concepto diera la impre-
sión de que sea un modelo fijo o estable, como lo fue en el programa de la
industria maquiladora durante décadas. En realidad, la industria de la trans-
formación está sujeta a cambios en su función productiva motivados por la
misma apertura comercial; desconocer esto llevaría al desperdicio de oportu-
nidades para profundizar esta estrategia de reconversión industrial. La pre-
gunta sigue siendo ¿cómo reconvertir la industria de la transformación en su
conjunto en proveedor, no solo ensamblador, de insumos industriales?
La oportunidad del TLCAN de sustituir la importación temporal de in-
sumos por producción nacional no se aprovechó. Ahora se considera tar-
de para intentarlo como política industrial general pues México no goza del
período de gracia que se había negociado en el TLCAN. Pagar aranceles sobre
los insumos importados sin tener aún fuentes alternas de abasto nacional,
encarecería la producción, quebrando empresas existentes en vez de fomen-
tar la creación de nuevas. Además, con la expansión de sus acuerdos prefe-
renciales con otros países y regiones después del TLCAN, México ha reducido la
eficacia que podría tener este tipo de política industrial basada en la protección
arancelaria. Regresar a este plan requeriría una reorganización fundamental

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78 MÓNICA GA M BRILL

de la estrategia comercial basada en la construcción de una red global de


acuerdos comerciales preferenciales y la eventual unión aduanal con Esta-
dos Unidos.
Sin un plan viable de fomento a la producción nacional de insumos,
no tendría caso eliminar los Prosec. Las alternativas se reducirían a dos. Sus-
tituir algunas de las importaciones específicas que se realizan bajo el amparo
de los Prosec mediante su eliminación de las listas de importación anexas
a estos programas; o expandirlos con la esperanza de que las empresas pro-
fundicen sus procesos productivos dentro de nichos que encuentran en el
mercado mundial. Se podría, en este segundo marco de la expansión de los
Prosec, vigilar que se cumpla con el requisito de transformación industrial
que los programas establecen como condición para las importaciones pre-
ferenciales y así evitar que se utilicen los programas indebidamente, para trian-
gular el comercio entre bloques regionales o para importar ilegalmente bienes
de consumo finales. Incluso, se podría introducir nuevos requisitos para
promover mayores grados de transformación industrial en diferentes ramas
industriales.
Se ha visto que hay una gran variedad entre las nueve ramas estudiadas.
Esta diversificación en la estructura industrial requiere ser flexible y adap-
table a las necesidades de los diferentes grupos. Los Prosec pueden ayudar
a las ramas más atrasadas a iniciar su reconversión mediante la importación
de insumos para ensamblar; a los del segundo grupo, a profundizar la sus-
titución de algunos insumos importados por manufactura nacional; y a los
del tercero, a complementar su producción con importaciones de materias
primas, maquinaria o partes.

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79

La maquiladora de exportación en México.


La disputa por los impuestos

Roberto Schatan*

Introducción

El efecto de los impuestos en la inversión extranjera ha sido debatido lar-


gamente por académicos y expertos. Las investigaciones ofrecen resultados
ambiguos que varían según el periodo o los países analizados (ver OECD,
2001). Ningún estudio concluye que los impuestos sean irrelevantes, pero
los ubican con frecuencia como variable de menor peso entre un número im-
portante de factores que explican el destino de la inversión extranjera directa
(IED). Un trabajo reciente sobre los países del sureste de Europa, por ejem-
plo, revela que ni el nivel de los impuestos ni el de los incentivos fiscales
juegan un papel significativo en la atracción de inversión extranjera directa.
Sin embargo, la transparencia y la simplicidad de los sistemas tributarios son
más importantes cuando los impuestos son tomados en cuenta por los inver-
sionistas extranjeros (OECD, 2003).
A pesar del cuidado que han ejercido los estudiosos del tema en com-
prometerse con juicios definitivos sobre la materia, los representantes de
la industria maquiladora en México (IME), han señalado con frecuencia
que el régimen fiscal de la maquila en los años de 1999 a 2002 inhibió la
entrada de inversiones extranjeras y explicaría parcialmente el desplome
del dinamismo del sector a principios de esta década. El aumento de gravá-
menes a la industria maquiladora —se ha dicho— anuló nuevas inversiones

* Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no representan, de ninguna manera, una postu-
ra oficial de la institución en la que labora.

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80 ROBERTO SCHATA N

y ha obligado a empresas a salir de México o a ubicar sus nuevas plantas


o líneas de producción en países más generosos desde el punto de vista
impositivo.
Con estos argumentos, los representantes de la IME propiciaron un cam-
bio fundamental en 2003 en el régimen fiscal aplicable a los inversionistas
extranjeros en la IME, gracias a una reforma de fondo a la Ley del Impuesto
sobre la Renta que apadrinó el Congreso. El Ejecutivo también promovió en
2002 y 2003 una serie de medidas administrativas para inducir una mayor
inversión en el sector a cambio de facilidades fiscales. Los representantes de
la industria lograron estos beneficios a su régimen tributario sin ofrecer mayor
evidencia de que éste hubiese afectado el influjo de inversión extranjera en la
IME. Su reclamo, junto a que el sector experimentaba desde 2001 una fuerte
contracción fueron decisivos para flexibilizar el régimen fiscal de la IME.
Un sistema impositivo debe ser equitativo y neutral, es decir, debe gravar
a las personas (físicas o morales) de acuerdo a su capacidad contributiva (este
principio es un mandato constitucional en México), sin distorsionar las deci-
siones de los agentes económicos, de modo que se minimice la pérdida de
eficiencia en la asignación de recursos en la economía. Adicionalmente, las
excepciones y los tratos diferenciados que impliquen un “gasto fiscal” (una re-
ducción de la carga impositiva a un grupo de contribuyentes que significa
pérdida recaudatoria para el gobierno) deben justificarse a título del interés
público, esto es, que el beneficio social de la reducción del impuesto supere el
costo recaudatorio. No obstante, más allá de consideraciones técnicas, el régi-
men tributario es producto de procesos políticos, formales y cotidianos, y en
el balance entre el interés público y el particular se pierde la frontera entre lo
técnico y lo político, pues en ese proceso pesa la capacidad de negociación
de los grupos representados.
El cabildeo tiene una doble naturaleza: los contribuyentes afectados cono-
cen de manera privilegiada los problemas que enfrentan sus actividades y su
opinión es importante para entender la salud de sus negocios a causa de la es-
tructura impositiva. También es cierto que la legítima protección de los inte-
reses privados puede camuflar el propósito de lograr privilegios regulatorios
que poco tiene que ver con el interés público. Cabe preguntar si los cam-

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 81

bios en 2003 al régimen tributario de la industria maquiladora corrigieron


un esquema impositivo mal diseñado técnicamente y oneroso para la indus-
tria, o si sus representantes, ayudados por una coyuntura recesiva que nada
tenía que ver con los impuestos, ejercieron exitoso cabildeo para proteger pri-
vilegios tributarios que defendieron como un derecho adquirido. La historia
de los sistemas fiscales está llena de estas situaciones por lo que se dificulta
distinguir el interés colectivo del interés privado (J.A. Penchman, 1987; A.
Krueger, 1974; N. Marceau et al., 2003).
Este capítulo presenta la evolución del régimen tributario de la IME en
función de la reforma aprobada por el Congreso en diciembre de 2002. Se
describen las facilidades administrativas otorgadas al sector previas a la refor-
ma, las discusiones que las motivaron, y los argumentos que llevaron a los
cambios más de fondo aprobados por el legislativo. Se analiza el comporta-
miento de la IME y se evalúa si hay evidencia que indique si los impuestos
explican el decepcionante desempeño de IME a partir de 2001, como para
justificar la postura del Congreso.

Inversión extranjera y el concepto tributario


de establecimiento permanente

Clave para entender el régimen fiscal de la maquiladora, y las polémicas que


ha suscitado, es el concepto de “establecimiento permanente” (EP) de la in-
versión extranjera en la IME. Este concepto, plasmado en las leyes fiscales
mexicanas, captura una figura aceptada en los tratados internacionales para
evitar la doble tributación, y que permite dirimir a las autoridades tributarias
de diferentes países el derecho que ellas tienen para gravar los ingresos gene-
rados por las actividades de una empresa fuera de su país, cuando estas ac-
tividades las realiza por medios distintos de una subsidiaria. Una empresa
residente de un país puede estar presente en otro, no porque ahí tenga una
subsidiaria, la cual es un ente separado con sus propias responsabilidades fis-
cales, sino de manera directa, mediante una filial que no está incorporada le-
galmente como una entidad en el otro país, o a través de algún representante

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82 ROBERTO SCHATA N

o agente dependiente. En estos casos la empresa extranjera puede tener en


este país lo que se llama para efectos tributarios un “establecimiento perma-
nente”. Esto quiere decir que, aun cuando la empresa extranjera no exista
como tal en el segundo territorio ella tiene ahí una presencia física y lleva
a cabo una actividad económica que genera ingresos en ese lugar, por lo que
el derecho de gravamen sobre esos ingresos debe ser de la autoridad del se-
gundo país, aunque la contabilidad de la empresa y el registro de esos in-
gresos estén en el país de su residencia formal.
Esto es lo que sucede típicamente con las maquiladoras de capital ex-
tranjero en México, por lo que normalmente generan dos contribuyentes
del ISR en el país: la subsidiaria propiedad de la empresa extranjera y el EP de
su propietaria residente fuera del país. Ello se debe a que la maquinaria y los
inventarios que utiliza la maquila en territorio mexicano, en consignación
gratuita, son propiedad legal de la empresa extranjera y se mantienen en su
contabilidad; además, una parte del personal directivo de la maquila es em-
pleada por la empresa extranjera, está en su nómina, no en la de la subsidiaria
mexicana. En consecuencia, se entiende que la empresa residente en el extran-
jero, propietaria de la subsidiaria mexicana, tiene en territorio nacional una
operación propia, aunque asociada a la maquila, adicional a ella, que genera
ingresos aparte de los registrados por la maquila. Estos ingresos, que deben impu-
tarse al EP, tienen fuente de riqueza nacional en el sentido de que se generan en
territorio mexicano y, por lo tanto, deben de tributar en el país.

Evolución de régimen fiscal de la maquiladora hasta 2002

Exención al EP de maquila y precios de transferencia

El concepto de EP ha existido por más de 25 años en la legislación fiscal mexi-


cana, pero en los hechos antes de1995 no operaba para la maquila. Una di-
ficultad la presentaba la determinación de los ingresos gravables atribuibles
a esos establecimientos, lo cual es complejo y muy particularmente en este
sector porque se requiere separar la actividad de la maquila organizada le-

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 83

galmente como la empresa subsidiaria de la actividad propia del EP, cuan-


do ambas están, en la práctica, fusionadas en un mismo proceso industrial
y bajo un mismo techo. En ausencia de Tratados de Doble Tributación, pre-
tender hacer efectivo el impuesto era poco viable y riesgoso, pues si el país
de residencia de la empresa con EP en México no hacía los ajustes para com-
pensar el gravamen causado en el país se incurriría en un doble impuesto
y, por ende, en el probable cierre de las empresas.
Apenas en 1995 los EP de la maquila (y sólo los de maquila) se exentan
formalmente del impuesto sobre la renta, a cambio de que los servicios de ma-
quila fuesen vendidos a sus casas matrices en el extranjero a precios de merca-
do. Esta obligación se acompañó de una modificación de la legislación fiscal
para normar la determinación de precios de mercado para las transacciones en-
tre empresas del mismo grupo (en lenguaje fiscal: precios de transferencia entre
partes relacionadas). La obligación impuesta en esta materia a la maquiladora
para exentar el ISR de sus EP representó un reordenamiento significativo en el
régimen tributario del sector, que logró (al menos en la letra de la ley) cerrar
una fuente de exportación de utilidades mediante la facturación arbitraria de
los flujos de comercio exterior y —no menos importante— regularizó una si-
tuación de exención impositiva de facto respecto de los EP (Schatan R.; 2002).
Al mismo tiempo, la firma de los primeros Tratados de doble tributación, la
entrada en vigor del TLC y la incorporación de México a la OCDE, dotó al país
del andamiaje legal (e institucional) para llevar a la práctica los aspectos inter-
nacionales del régimen fiscal mexicano, especialmente en lo relativo a precios
de transferencia, tema en el que la OCDE ejerce un liderazgo real y efectivo.

El Safe harbour y los APA

Para cumplir con las reglas de precios de transferencia introducidas en la ley


en 1995 (reformadas y ampliadas en 1997)1 se establecieron dos mecanismos

1 En 1997, hubo cambios en la ley: se unifican la legislación mexicana con las guías de la OCDE sobre precios de trans-
ferencia. A partir de este año, todas las empresas que tuvieran relaciones comerciales con partes vinculadas en el ex-
tranjero tienen la obligación de documentar la determinación de los precios de transferencia de acuerdo a la ley.

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84 ROBERTO SCHATA N

especiales para la industria maquiladora: el Safe Harbour y los Acuerdos de


Precios Adelantados (APA). El primero, pensado primordialmente para las
empresas pequeñas y medianas del sector, indicaba que al declarar una uti-
lidad de operación del cinco por ciento del valor total de los activos utilizados
por la maquiladoras, incluyendo los de propiedad del residentes en el extran-
jero (normalmente en comodato gratuito con la maquiladora), se entendería
que se cumplía con la obligación de pactar las transacciones a precios de mer-
cado. En su defecto, las empresas maquiladoras estaban obligadas a obtener
una confirmación escrita por parte de la Secretaría de Hacienda de que sus
precios de transferencia efectivamente cumplían con esa condición, de
acuerdo a los métodos de valoración establecidos en ley. Esta confirmación
es la que se conoce en el medio como APA y normalmente se resuelve sobre la
base de un estudio económico realizado por el contribuyente donde demues-
tra que operaciones comparables entre empresas independientes conllevan
un precio o un margen de utilidad similar al que propone utilizar para sus
propias transacciones con sus empresas vinculadas. Al obtener el APA se re-
frenda también la exención al EP.2
El APA era conveniente para la empresa, a pesar del trámite y el costo de
realizar el estudio económico, siempre que el margen de utilidad exigido
por el Safe Harbour resultara muy alto para el mercado particular en que
operara el contribuyente. En los dos primeros años en que entró en efecto
el régimen de precios de transferencia, se recibieron varios cientos de soli-
citudes de APA por parte de la industria maquiladora. No había en aquel
momento alguna administración tributaria en el mundo que hubiera pro-
cesado anualmente una cantidad parecida a ese número de APA. Resolver una
fracción de esa cantidad se hubiera considerado entonces una carga subs-
tancial para una administración madura. La congestión administrativa fue
inevitable y ello muy pronto se convirtió en un problema de otras dimen-
siones institucionales.

2 La exención al impuesto al activo (a los de la maquila y del EP) por la proporción en que se exporte la producción de la
maquiladora también estaba condicionada al cumplimiento de precios de transferencia en los términos señalados.

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 85

¿Por qué tantos APA? Independientemente de que la utilidad requerida


para cumplir con el Safe Harbour pudiese ser alta para ciertas empresas, el
motivo que impulsó a que muchas escogieran el APA es que los rendimientos
consistentes con precios de mercado, siguiendo los métodos establecidos por
la OCDE, se basan en los costos (o activos) del contribuyente, que desde el
punto de vista contractual o legal sólo incluyen los que sean erogados (o
propiedad) de la empresa maquiladora, es decir, de la subsidiaria mexicana,
sin tomar en cuenta los del residente en el extranjero, registrados en su con-
tabilidad y asociados al establecimiento permanente en el país. En conse-
cuencia, los precios o márgenes de utilidad autorizados en los APA, para una
empresa relativamente intensiva en capital, serían considerablemente me-
nores en comparación al Safe Harbour, porque éste incluye los activos del
residente en el extranjero mientras que el primero los excluía. Por el contra-
rio, las empresas intensivas en mano de obra, cuyo costo fundamental fue-
se la nómina, tenían en el Safe Harbour un mecanismo para declarar en
México una utilidad pequeña, probablemente por debajo de lo que un es-
tudio de precios de transferencia les indicaría, pues la base del impuesto sería
el poco activo que tuvieran y no los gastos de operación, en este caso, más
representativos del tamaño de su actividad en México. Desde el punto de
vista técnico, el diseño era defectuoso pues no era neutral: por una parte los
APA omitían el gravamen a los ingresos del establecimiento permanente,
mientras que el Safe Harbour arrojaba márgenes de utilidad poco relevan-
tes para las maquilas intensivas en mano de obra, que quedarían abajo de
lo dictado por los precios de mercado.

Se elimina la exención al EP

En 1998 la autoridad valora la necesidad de dar un segundo paso en el


régimen fiscal aplicable a la maquila, para cerrar el hueco remanente en la re-
caudación que representaba la exención al EP. Sin embargo, la intención
de gravar el EP de las maquilas enfrentaba un problema nada desdeñable.
A pesar de que el Tratado con Estados Unidos firmado en 1994 reconoce la
fuente mexicana de los ingresos imputables a este tipo de EP, y el derecho

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86 ROBERTO SCHATA N

a gravarlos, por otra parte la legislación doméstica de ese país no reconocía


como ingreso de fuente extranjera a los que generen los EP de sus residen-
tes si la actividad del EP fuera de su país es la de reexportar toda su produc-
ción a Estados Unidos. Esto implica que los impuestos que se pagaban en
el extranjero por esos ingresos no eran acreditables en Estados Unidos, por
la razón de que no se consideran como ingresos generados en el extranje-
ro. Bajo esas circunstancias, toda pretensión de gravar al EP en México
llevaría en la práctica al doble gravamen, lo que ninguna industria podría
sufragar. La facilidad de la maquila para migrar hacía tal evento incluso
más preocupante.
De todos modos, la disposición de gravar al EP se publicó en enero de
1999 en un artículo transitorio de la LISR cuya entrada en vigor sería a par-
tir del siguiente año, y se eliminó el artículo transitorio anterior en el cual
se otorgaba la exención a los EP asociados con la actividad maquiladora de
exportación. Por lo tanto, había un año de tiempo para encontrar una solu-
ción viable al problema de doble tributación, la cual tenía que ser coordinada
necesariamente con la autoridad tributaria estadounidense, responsable de
acreditar el impuesto pagado en México. Se trataba de redistribuir la carga
impositiva de la industria entre las administraciones fiscales involucradas,
no de aumentarla. El incremento de recaudación en México resultaría del
ajuste en sentido contrario de la recaudación de las empresas propietarias
de la maquila en Estados Unidos.

El Acuerdo con el gobierno de Estados Unidos y el nuevo régimen


tributario de la maquila

Después de varias rondas de negociaciones en octubre de 1999 se llegó a un


acuerdo bilateral con el Internal Revenue Service (IRS), al amparo del Tratado
de doble tributación entre ambos países, el cual proponía una solución
práctica al problema. Los ingresos atribuibles al EP, en vez de gravarse de
manera separada, se sumarían a los de la maquiladora y sería ésta, como
contribuyente mexicano, la que causaría el IRS por ambas entidades. Así, el
EP fue exento de tributación directa y evitó el problema del crédito fiscal

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 87

compensatorio en Estados Unidos. Ahora la maquila incrementaría el precio


de sus servicios a su parte relacionada en el extranjero (para incluir los rendi-
mientos del EP), la cual deduciría ese (mayor) gasto de su declaración de
impuestos en Estados Unidos, y reduciría proporcionalmente sus utilidades
allá. Ya no sería necesario un procedimiento de acreditación de un impues-
to pagado en México por un EP. Metodológicamente el reto era determinar
el nuevo precio del servicio de maquila a valor de mercado de acuerdo a los
métodos de la OCDE.
El nuevo régimen fue publicado en el Diario Oficial de la Federacion
(D.O.F.), en la Resolución miscelánea del 18 de diciembre de 1999 (Re-
glas 3.33.1 a 3.33.3), el que mantuvo la figura de Safe Harbour, pero adap-
tado a las nuevas circunstancias. Ahora el rendimiento mínimo exigido por
esta figura era una utilidad de operación al menos igual al más alto de un
6.9 por ciento respecto del valor total de los activos destinados a la activi-
dad maquiladora, incluyendo los de propiedad del residente en el extran-
jero, y de un 6.5 por ciento del valor de los gastos de operación de la
maquiladora.3 De esta manera no sólo se incluía en la base del impuesto el
valor de los activos, sino que se subsanaba el error en el Safe Harbour an-
terior que promovía el oportunismo según intensidad de factores de la em-
presa contribuyente. El nuevo régimen también obligó a que los APA tenían
que incluir los activos del residente en el extranjero para estimar el precio
de mercado del servicio provisto por la maquiladora y las empresas com-
parables utilizadas como referente de mercado para determinarlo debían
ser similares en actividad y dotación de activos a la suma que representara
la maquila incorporada como subsidiaria y el EP. Ambas opciones ahora to-
maban en cuenta el EP mediante la adjudicación de un rendimiento al valor
de los activos del extranjero en México. Con ello se exentaba formalmen-
te del impuesto al EP, pero éste se causaba en México indirectamente por
medio de la empresa maquiladora.

3 Estos porcentajes, considerablemente más altos que los vigentes en el Safe Harbour anterior, fueron determinados
tomando como parámetro los rendimientos promedios de varias muestras de empresas maquiladoras nacionales
independientes y de empresas Pitex.

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88 ROBERTO SCHATA N

Resistencia al nuevo régimen

Desde un inicio la intención de México de gravar el EP de las maquilas fue


severamente criticada en ciertos círculos empresariales y otros cercanos a los
inversionistas extranjeros; asesores fiscales, que reconocían el derecho de
México a gravar los ingresos en cuestión, expresaron su desacuerdo con el cam-
bio de rumbo simplemente porque ese derecho no se ejerció desde un inicio
y la política del gobierno significaba un cambio en las reglas del juego (Gon-
zález-Bendiksen J., 1999). Los representantes de la industria calificaron la
medida de una “gran amenaza”, de generar “mucha incertidumbre” y de
haber provocado ya en el primer trimestre después de su anuncio la pospo-
sición de importantes inversiones (Mena Y., 1999a). Con el tiempo los re-
clamos subieron de tono: se apuntaba a la “paralización” de las inversiones
y al riesgo que corría el país de que las empresas se instalaran en otras na-
ciones donde se ofrecen facilidades fiscales (Mena Y.,1999b). Incluso se
anunció la posibilidad de un problema político con los Estados Unidos
Mena Y., 1999c). Los inversionistas extranjeros acudieron al Presidente de
la República y expresaron su preocupación.4 El reclamo era regresar al ré-
gimen anterior donde se exentaba plenamente al EP y sólo se exigía el cum-
plimiento de precios de transferencia acorde a las condiciones de mercado
para la parte de la operación de maquila establecida como subsidiaria; esto
es, se pedía ignorar para efectos fiscales mexicanos el resto de la operación
que constituye un EP en territorio nacional.
El Acuerdo bilateral firmado con los Estados Unidos en octubre de
1999 dejaba en buena medida sin argumentos a los críticos. Incluso, en un
principio, especialistas privados lo celebraron con entusiasmo: “En el
mundo de los impuestos, pocas historias tienen un final feliz, especialmen-
te cuando involucran a dos gobiernos luchando por una bolsa de dinero

4 Los maquiladores acudieron a los Pinos en agosto en donde se entrevistaron con el Presidente Zedillo. Ray
Lowery, vicepresidente de la empresa Lear Corporation, pidió la reconsideración en materia tributaria a efecto
de no quedar colocados en el fenómeno de doble tributación que afectaría su competitividad. En Mena Y.,
1999b, “Las maquiladoras un gran negocio”, El Economista, 12 de octubre de 1999.

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 89

que deben de alguna manera dividirse entre ambos. Por esto, el anuncio re-
ciente de las autoridades de Estados Unidos y de México de que han llegado
a un acuerdo de cómo gravar a las maquiladoras mexicanas y a las empresas
estadounidenses que contratan sus servicios es de cierto modo una sorpresa.”
(Fernández A., 1999). Otros autores indicaban con un tono aprobatorio:
“Este nuevo régimen impositivo permite a México incrementar su recaudación
de las maquiladoras sin aumentar la carga tributaria total de la mayoría de
las operaciones de maquila. Si el Acuerdo se instrumenta de acuerdo a sus
términos y es extendido más allá de su actual periodo de tres años, también
es probable que provea a las compañías con la certidumbre que requieren res-
pecto de las reglas que aplicarán a sus operaciones en el futuro.” (J.A. McLees
et al., 2000).
Pero el entusiasmo inicial se extinguió al poco tiempo: independiente-
mente de los muchos temas específicos que debían afinarse para poner en
práctica un esquema tributario como éste, representantes de la industria
manifestaron su descontento porque el régimen fiscal de las maquiladoras
no tenía la solidez legal necesaria para dar certidumbre a las inversiones de
largo plazo. El Acuerdo era válido sólo por tres años. La razón para limitar
su vigencia era que los gobiernos querían mantener abierta la posibilidad de
renegociar en caso que la mecánica acordada en la práctica no diera los re-
sultados deseados y para revisar los porcentajes del Safe Harbour en caso
que la evolución de la industria justificara cifras distintas a las pactadas. Por
otra parte, el esquema fiscal delineado en el Acuerdo bilateral se plasmó en
México en reglas administrativas que formalmente tienen una vigencia anual
(renovable) que pueden ser modificadas sin mayor trámite, ni previo aviso,
por la Secretaría de Hacienda. Ciertamente no dan la sensación de perma-
nencia de una ley.
Ante el descontento de los afectados de tener que sujetarse a un régimen
de corta vida, establecido en reglas administrativas, sin garantía real que a
partir de 2003 no se confrontaría nuevamente la amenaza del gravamen di-
recto al EP, a petición de México se negoció en el año 2000 una adenda al
Acuerdo bilateral, en el cual se estableció que los términos de éste serían de du-
ración indefinida mientras la OCDE no estableciera reglas para la atribución

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90 ROBERTO SCHATA N

de ingresos a establecimientos permanentes asociados a la actividad manu-


facturera. La adenda resolvía el problema de la caducidad del régimen, pues
sólo podría reemplazarse por otro que fuese el acordado internacionalmen-
te para evitar la doble tributación precisamente en el caso en cuestión y reser-
vaba a los países el derecho a solicitar en 2003 la revisión de los porcentajes
del Safe Harbour por las razones explicadas arriba.
No obstante, los contribuyentes exigían algo más tangible que un acuer-
do entre autoridades. Así fue como finalmente se concretó en ley en diciem-
bre de 2001 el nuevo régimen fiscal para las maquiladoras, pero en un
artículo transitorio con vigencia sólo hasta 2003.5 El carácter temporal de
esta legislación se motivaba en que era un régimen de excepción, mientras los
organismos internacionales a los que México pertenece resolvían las reglas que
deberían aplicarse en estos casos para evitar la doble tributación. Introducir
el régimen en el cuerpo definitivo de la ley implicaba correr el peligro de que
fuese solicitado por otros contribuyentes, es decir, que las empresas transna-
cionales se reestructuraran para dividir sus operaciones en México en una
subsidiaria y un EP y solicitaran el mismo tratamiento que las maquilas (exen-
ción del EP), a pesar de que el problema de doble tributación por el cual se
diseña el régimen en cuestión se debía a un asunto exclusivo de las maqui-
las: sólo ellas enfrentaban un obstáculo en la acreditación del impuesto en
Estados Unidos. Sin embargo, por un asunto de equidad en la legislación
mexicana, se corría el riesgo (quizás menor, pero ciertamente no nulo) de que
los contribuyentes ganasen litigios en las cortes para extender el beneficio del
régimen más allá de las maquiladoras. Adicionalmente, la temporalidad es-
taba dada por el compromiso asumido (por interés propio) de permitir la revi-
sión en 2003 de los porcentajes del Safe Harbour.
Si bien el régimen ahora se encontraba en ley, estaba en un artículo
transitorio que hacía expresa su temporalidad, aunque en la realidad el go-
bierno mexicano no tenía mayor posibilidad de modificar el régimen por los
compromisos internacionales que había asumido al respecto. Para atender

5 Artículo Segundo de las Disposiciones Transitorias de la LISR (2000), fracciones LXXIV-LXXVII).

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 91

la preocupación de la industria se publicó en 2002 la Regla 3.28.11, pu-


blicada en D.O.F. el 7 de agosto de 2002, que extendía la vigencia del ar-
tículo transitorio de la ley hasta 2007. No obstante, la medida tampoco se
recibió muy bien. De acuerdo a los autores más cercanos a los sentimien-
tos del sector maquilador, “[...] el punto de vista de la industria es que el
anuncio reciente de México de que extenderá el régimen fiscal vigente para
las maquilas hasta 2007 no resuelve adecuadamente los problemas tribu-
tarios que enfrenta la industria maquiladora” (J. A. McLees et al. 2002:
957). El asunto central ahora era, en un giro importante de posición res-
pecto a las primeras reacciones ante el Acuerdo bilateral, que el régimen en
sí tenía fallas y debía remplazarse. Independientemente de la incertidumbre
que podría generar el hecho de que la ley establecía un régimen sólo hasta
2003 (prolongado en regla administrativa hasta 2007 y proclamado de du-
ración indefinida, es decir, permanente, por acuerdo internacional), el ar-
gumento que emerge entonces es que el régimen “[...] perpetúa un alto e
insensato nivel de incertidumbre y de costos administrativos y altas cargas im-
positivas a las operaciones intensivas en capital, tanto en el Safe Harbour
como en los APA” (J.A. McLees et al., 2002:958).
Según los críticos, la excesiva carga administrativa y la incertidumbre,
provenían del requisito de que las maquiladoras obtuviesen un APA cuando
no optaran por el Safe Harbour. Según los autores citados, además de la bu-
rocracia del trámite, los APA eran complejos e inciertos, porque debían ser
emitidos de acuerdo a métodos y términos distintos a los aceptados inter-
nacionalmente (J.A. McLees, et al. 2002: 961). Y arremeten: “Los tres años
de experiencia con los esfuerzos de México de instrumentar sus reglas vi-
gentes dramáticamente ilustran que un nuevo enfoque es necesario. México
creó un retraso de tres años en la emisión de los APA, en parte por la postura
agresiva que mantuvo en relación con los APA bilaterales en las negociaciones
con el ISR de los Estados Unidos [...]” (J. A. McLees et al. 2002: 961-962).

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92 ROBERTO SCHATA N

Los APA de nuevo

Con un Safe Harbour mucho más estricto (y más caro) a partir de 2000, las
empresas tenían el renovado incentivo de solicitar un APA para conseguir por
esa vía una menor carga tributaria, en caso de que sus condiciones de mer-
cado particulares así lo justificasen. Con el propósito de limitar a las autori-
dades mexicanas en la determinación de los márgenes de utilidad que les
corresponderían a las empresas maquiladoras (sumadas al EP bajo la nueva
metodología), las solicitudes de APA las hicieron simultáneamente al gobierno
de México y al de los Estados Unidos, para obligar así a un acuerdo bilateral
en cada caso entre las autoridades tributarias. Esto significó necesariamente
otra serie de rondas de negociación entre los dos gobiernos para definir una
metodología específica, más allá de los principios y reglas generales estipu-
lados en el Acuerdo, lo cual consumió buena parte de 2000 y 2001.
El arranque del programa de APA en 1995 fue lento, especialmente en re-
lación a la demanda que se generó desde un inicio, como se explicó ante-
riormente. Las primeras resoluciones tomaron casi dos años en otorgarse y
muchas seguían pendientes varios años después. La incapacidad para dar
pronta respuesta a la avalancha de APA fue evidente en aquel momento, lo cual
generó malestar e incertidumbre en el medio, convirtiendo al tema en uno gre-
mial, alrededor del cual se vitalizaron algunos grupos empresariales y sirvió
como un elemento incisivo para menoscabar la credibilidad de la autoridad.
Para el año 2000 el problema había disminuido considerablemente, pero no se
había borrado el antecedente cuando el gobierno enfrentó la nueva avalan-
cha de APA a raíz de la nueva ley, esta vez bastante más complicados que los
de primera generación. Los antecedentes servían para cabildear —era ine-
vitable— por el regreso al régimen fiscal anterior, con el argumento de que
la autoridad parecía haber generado una situación que ella misma no podía
resolver.6 Pero el flujo de solicitudes de APA y la rapidez con que se resolvían

6 “Fuentes de la industria comentaron que se insistirá en que se resuelva cerca de 450 estudios de precios de trans-
ferencia que la Secretaría de Hacienda tiene en análisis desde hace tres años”, El Economista, 8 de agosto de 2002.

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 93

también dependían de las empresas interesadas: la resolución escrita que emite


la autoridad competente donde se establece la metodología que podrá utili-
zar el contribuyente para determinar sus precios de transferencia, el APA
propiamente, no se emitía sin la información facilitada y, por decisión de la
autoridad entonces, el acuerdo previo del particular. Por lo tanto, había incen-
tivos encontrados: por una parte, al contribuyente individualmente le inte-
resaba cooperar con la autoridad para obtener su APA lo antes posible, pero
desde el punto de vista gremial podía ser más fuerte el incentivo de trabar las
negociaciones individuales para demostrar que la autoridad no podía resolver
los asuntos y así agregar fuerza a su propósito ulterior de eliminar el nuevo
régimen fiscal.

Críticas metodológicas

Las disposiciones vigentes a partir de 2000 pretendían capturar el impuesto


correspondiente al EP en la declaración de ingresos de la maquiladora y resul-
taba natural que la carga tributaria de ésta aumentara en relación al ISR que
pagaba en ejercicios anteriores, especialmente si había una importante do-
tación de activos facilitados a la maquila por parte del residente en el extran-
jero. Los críticos del nuevo régimen señalaban que las metodologías utilizadas
en el APA para determinar el margen de utilidad de la maquiladora, que in-
cluía el margen del EP en su resultado fiscal, eran agresivas. Sin embargo, los
autores no aportaron mayor fundamento a estas críticas; se limitaron a una
descalificación sin argumento que parecía más caprichosa que razonable. Si
los márgenes de utilidad exigidos para la maquiladora eran muy altos, nun-
ca se explicó por qué o en comparación a cuáles. La realidad es que dichos
márgenes fueron elaborados de acuerdo metodologías aceptadas y a partir
de los registrados por empresas públicas independientes de giros compara-
bles a la actividad de maquila que operan en mercados competitivos. El re-
ferente utilizado fue la situación de empresas de manufacturas por contrato de
Estados Unidos, que no contaran con marcas propias o intangibles, no reali-
zaran actividades de R & D, y tuvieran una intensidad de capital similar a la
de las maquilas, considerando los activos del residente en el extranjero. Es

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94 ROBERTO SCHATA N

decir, a la operación en México se le requería que arrojara una utilidad similar


a la de empresas que se dedican a lo mismo en Estados Unidos, haciendo los
ajustes necesarios para capturar el menor riesgo de las maquilas.7
Si una muestra de empresas comparables tiene un rendimiento de entre
ocho por ciento y quince por ciento sobre su planta, propiedad y equipo des-
pués de los ajustes mencionados, la operación de maquila debería arrojar un
porcentaje en ese rango, aplicado al valor total de los activos destinados a esa
actividad, incluyendo los del residente en el extranjero en territorio mexica-
no. La utilidad, para efectos del APA, se expresaba como porcentaje de los costos
y gastos de operación de la maquila, sin incluir la depreciación de los activos del
extranjero, ni otros gastos de operación incurridos en México por el residente
en el extranjero. La base para expresar la utilidad de la maquila no tomaba en
cuenta dichos gastos del EP (registrados en la contabilidad de la empresa en el
extranjero) por lo que los porcentajes de utilidad resultantes podrían parecer
abultados, pero esto no era más que un asunto formal, de presentación, pues
se trataba de evitar una resolución a favor de un contribuyente con un margen
de utilidad construido con datos que no estaban en su contabilidad.
Los métodos descritos se apegan a los recomendados por la OCDE en ma-
teria de precios de transferencia y fueron acordados con la autoridad tributaria
de los Estados Unidos, pues ambos gobiernos los aceptaron para redistribuir
la carga impositiva entre ambos erarios. Los críticos los encontraban inacep-
tables y contrarios a las recomendaciones de la OCDE en la materia, pero
nunca quedó muy claro por qué. Para despejar dudas al respecto, el gobier-
no de México, por iniciativa propia, se sometió a partir de 2001 a una revisión
formal de sus prácticas y métodos de precios de transferencia por parte de un
panel especializado del Comité de Asuntos Fiscales de la OCDE. Este procedi-
miento, llamado Peer Review, es el instrumento que tiene la organización para
verificar que los países miembros siguen los lineamientos recomendados por

7 La utilidad imputada a la maquila en comparación a sus semejantes se castiga, por ejemplo, para capturar el hecho
de que no corren riesgos financieros ni cambiarios, ni llevan a cabo la actividad de colocar su producción ni de pro-
curar sus insumos. Se valora el rendimiento de estas actividades o funciones en particular y se disminuyen del margen
de utilidad de la operación como un todo.

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 95

ella y en este caso la revisión incluiría el régimen fiscal para la maquila, in-
cluyendo los métodos utilizados para resolver los APA. El primer informe de
esta investigación se esperaba para 2004; no obstante, el régimen fiscal de la
maquila se modificó en el Congreso antes de conocerse.
Los críticos reconocen que el margen de utilidad de la maquila en México
es irrelevante si la totalidad del impuesto causado puede ser compensado ple-
namente por una disminución equivalente del gravamen en el país de residen-
cia de la empresa extranjera propietaria de la maquila. Esto anula la validez de
su primer argumento en contra del régimen fiscal de la maquila, pero abre un
segundo frente, al señalar que en la práctica esa compensación simétrica no
se produce en muchos casos, resultando en un aumento del gravamen al con-
junto de la operación de maquila (J. A. McLees, 2002). Lamentablemente los
críticos del régimen no ofrecieron mayor explicación sobre este problema.

CUADRO 1.
Itinerario del cambio.

Enero 1999 Se deroga artículo transitorio de la Ley del ISR que exentaba al EP del residente en le
extranjero asociado a la empresa subsidiaria de maquila; su efecto se difiere un año.

Octubre 1999 Se firma Acuerdo bilateral con Estados Unidos para evitar doble tributación por el grava-
men al EP; se establece mecánica para gravarlo indirectamente a través de la maquiladora.

Diciembre 1999 Se publican las reglas misceláneas que dan cuerpo al nuevo régimen fiscal,
permitiendo la exención directa del EP a cambio del gravamen indirecto vía la
empresa maquiladora

Enero 2000 Entra en vigor el nuevo régimen fiscal de la maquila, sin exención al EP en ley.

Julio 2000 Se firma Adendum al Acuerdo bilateral de 1999, prolongando indefinidamente la


vigencia del Acuerdo.

Diciembre 2001 Congreso introduce el nuevo régimen fiscal de la maquila en un artículo transitorio
de la Ley del ISR, con vigencia hasta 2003.

Mayo 2002 Reducción carga tributaria a maquilas cuyas exportaciones hubiesen disminuido y
simplificación del régimen fiscal en general.

Agosto 2002 Regla miscelánea extiende el régimen transitorio de ley hasta 2007.

Octubre 2002 Regla miscelánea permite la deducción inmediata de inversiones para la maquila
sujeta la nuevo régimen fiscal.

Diciembre 2002 Congreso modifica la Ley del ISR y anula el régimen de 1999, introduciendo
alternativa de pago del 1 por ciento sobre activos extranjeros.

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96 ROBERTO SCHATA N

El esquema podría fallar, aumentando y no redistribuyendo la carga impo-


sitiva, si el aumento del gasto que para el extranjero representa el mayor precio
del servicio de maquila en México no se refleja en una rebaja de su impues-
to en el país de residencia. Esto ocurre si la empresa extranjera no tiene uti-
lidades en el ejercicio; en este caso aumentan sus pérdidas, y el pago de más
impuestos en México no se compensa con una disminución alícuota en el otro
país. Generalmente, este es un problema temporal porque las pérdidas acumu-
ladas se deducen cuando la empresa registra utilidades antes de cierto lími-
te de tiempo. El diferir la deducción es un costo financiero para la empresa
y significa un aumento de la carga impositiva (aunque poco probable) si no tie-
ne utilidades antes de la caducidad del “carry- fowards”, normalmente 10
años. En este caso, la empresa habrá absorbido totalmente como un costo el
aumento del impuesto mexicano. Este problema potencial, y más bien excep-
cional, pudo solucionarse en el régimen fiscal vigente en aquel entonces, no
era una dificultad que justificara desechar dicho régimen.

Facilidades administrativas en el 2002

La recesión de la economía de los Estados Unidos que comenzó en 2001 tu-


vo fuertes repercusiones sobre la industria maquiladora, que fueron percep-
tibles al inicio del año.
En respuesta a los planteamientos de la industria maquiladora para ele-
var la eficiencia del régimen fiscal vigente entonces, en enero de 2002 se ini-
ció la revisión del régimen con participación de representantes del sector,
que concluyó con la publicación de 10 reglas administrativas en el D.O.F.
el 2 de mayo de 2002.8 Estas normas simplificaron el cálculo de las bases del
impuesto, tanto de costo y gastos como del valor del activo; algunas sirvie-
ron para disminuir estas bases.9 También se ampliaron plazos para cumplir

8 Reglas 3.32.7 a la 3.32.17.


9 Se excluyeron de la base impositiva el impuesto sustitutivo al crédito al salario, los fondos provisionales no fon-
deados por la empresa, los activos arrendados a empresas residentes en México y algunos gastos de personal tem-
poralmente en México de la nómina del residente en el extranjero.

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 97

con algunas obligaciones fiscales de la IME. Destaca la disminución del im-


puesto causado por la industria a raíz de la recesión del sector al rebajar el
ISR que resultara del Safe Harbour en la misma proporción en que hubie-
sen disminuido sus exportaciones en 2001 respecto del promedio del trienio
anterior.

GRÁFICA 1.
Exportaciones trimestrales de la industria maquiladora (millones de dólares).

7,500

7,000

6,500

6,000

5,500
2000-I 2000-II 2000-III 2000-IV 2001-I 2001-II 2001-III 2001-IV 2002-I 2002-II 2002-III 2002-IV

Promedio trimestral

Fuente: INEGI, Bancos de Información Económica, Estadísticas del Sector Externo.

Un poco después se soluciona otro de los reclamos centrales de la in-


dustria relativo a la deducción inmediata de inversiones. El régimen fiscal
de la maquila, en Safe Harbour o en APA, obligaba a la empresa a reportar
utilidades cada año y no permitía diferir el impuesto cuando se realizaban
inversiones productivas, lo que podían hacer las demás empresas del país.
La Ley del ISR contempla, a partir de 2001, la posibilidad de la deducción
inmediata de las inversiones, esto es, deducir las inversiones realizadas en el
ejercicio, ajustadas por un factor de descuento igual al valor presente de la suma
de las depreciaciones anuales de esas inversiones durante toda su vida útil.
En principio, el régimen de la maquila parecía incompatible con la deducción

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98 ROBERTO SCHATA N

inmediata de inversiones porque obliga al pago de un impuesto calculado


a partir de una base de activos que se deprecia anualmente y si ese impuesto
se disminuyese por la deducción inmediata de los mismos activos se crearía
una doble deducción de las inversiones, lo cual no es diferir el pago del im-
puesto sino reducirlo de manera permanente.
Adaptar el esquema de la deducción inmediata al régimen de la IME es
complicado, además, porque la base del impuesto establecida en el Safe
Harbour busca generar un ingreso para la IME deducible en el extranjero
para la empresa que adquiriese sus servicios, de acuerdo a los parámetros
establecidos entre las autoridades tributarias firmantes del Acuerdo bilate-
ral de 1999. Cambiar la secuencia temporal de los flujos de ingresos no es
igual para ambos países porque en uno y otro el valor presente de los flujos
futuros se calcula con la tasa de interés que prevalezca en cada mercado o
a la que se fondee cada gobierno. No obstante, se diseñó una mecánica que
permitía la deducción inmediata de las inversiones de la IME, incluidas las
inversiones en activos propiedad del residente en el extranjero, sin violentar
las restricciones mencionadas (ver la regla administrativa 3.28.12 de octubre
de 2002). Con las reglas de simplificación de mayo de 2002, la extensión
por vía administrativa de la vigencia del régimen fiscal hasta 2007 y la mecá-
nica especial para acceder a la deducción inmediata de inversiones acordada
en octubre de ese año, se atendió la mayoría de los problemas planteados
por la IME en relación al régimen fiscal vigente desde 2000.10 Sin embargo,
el ánimo de los representantes de la IME se desplazó al paso que se resol-
vían los problemas, al mismo tiempo que (por otros motivos) la situación
de la industria se deterioraba.
Si bien se reconoce que la recesión de los Estados Unidos, el costo de la
mano de obra relativamente alto en México y la fortaleza del peso consti-

10 Desde diciembre de 1999 el régimen para la maquila contemplaba la facilidad para que los activos adquiridos
para la expansión de las empresas no se incluyeran en la base del cálculo del impuesto mientras no generaran in-
gresos. En junio de 2000 esto se amplió a que todas las empresas nuevas durante el primer año después de inicio
de operaciones calculararan el impuesto solamente sobre la base de gastos de operación, sin tomar en cuenta el
valor de los activos.

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 99

tuyen los factores probablemente más importantes en la explicación del de-


clive de la exportación maquiladora, el elemento fiscal se introduce en la dis-
cusión como un factor de creciente protagonismo en la explicación de la
situación que atravesaba el sector (Jardón E., 2002). Para mediados de 2002
se vincula la preocupante fuga de empresas directamente con los aspectos fis-
cales (González L., 2002; Martínez J., 2002), y con las facilidades tributarias
otorgadas en países que compiten con México para atraer dicha industria
(Becerril I., 2002). Representantes de la industria declararon incluso que había
falta de voluntad política y nula capacidad de decisión por parte de las auto-
ridades para “avanzar en la definición de las medidas fiscales que requiere
el sector (González Pérez, L., 2002).
De acuerdo a las declaraciones de entonces, “las medidas que recla-
man los empresarios del ramo buscan evitar la doble tributación median-
te la desaparición de la denominación de Establecimiento Permanente...”,
(González Pérez, L., 2002). Lo extraordinario de estas afirmaciones es que
el EP estaba exento de todo gravamen directo, ya que se capturaba la re-
caudación a través de la maquiladora, evitando así la doble tributación,
incluso por los acuerdos internacionales suscritos al respecto. El reclamo
significaba que, aun en ausencia de cualquier peligro de doble tributa-
ción, se rechazaba todo gravamen al EP, directo o indirecto; el argumen-
to volvía a ser el inicial: el régimen fiscal que demandaba la industria era
el prevaleciente hasta 1999, cuando los ingresos del EP tributaban fuera
del país porque aquí quedaban libre de todo impuesto sobre la renta, di-
recto o indirecto.11 Se anuncia entonces que la industria “cabildeará” con
el Congreso para reformar la Ley del Impuesto sobre la Renta (González
Pérez, L., 2002).

11 El reclamo por los cambios frecuentes en las reglas tiene un aspecto algo irónico, pues la reglas se cambiaban a so-
licitud de los representantes de la industria para incluir sus sugerencias.

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100 ROBERTO SCHATA N

Nuevo régimen fiscal para la maquila a partir de 2003

El cambio de la ley para 2003

A pesar de resoluciones y facilidades administrativas emitidas durante


2002, en agosto de ese año se hace una severa crítica al régimen tributario
de la maquila. Se lo tilda de costoso, incierto y arbitrario (J. A. McLees et al.;
2002). Un grupo de asesores fiscales sugiere tres cambios: 1) eliminar la
obligación de obtener un APA de la autoridad para lograr la exención del EP
cuando no se opte por el Safe Harbour; bastaría que las empresas mantuvieran
documentación demostrando que determinaron sus precios de transferencia
y sus márgenes de utilidad conforme a las metodologías aceptadas; 2) incluir
un método más sencillo para establecer los niveles mínimos de rentabilidad
que deban de cumplir las empresas para obtener la exención del EP, sin cas-
tigar las actividades intensivas en capital; y 3) introducir en ley de manera
permanente la exención del EP. Al mismo tiempo, un diputado introdujo a
comisiones del Congreso un proyecto de Ley del ISR que apuntaba en ese
sentido. La clave de la propuesta es que el impuesto indirecto al EP sería
capturado mediante el aumento de los ingresos brutos declarados por la ma-
quila por un monto equivalente al dos por ciento del valor de mercado de
los activos que el residente en el extranjero mantuviese en comodato con la ma-
quila, excluyendo los rentados a ésta. Esto remplazaría la mecánica de calcu-
lar la utilidad de la maquila equiparándola a una tasa de retorno de mercado
de los activos del residente en el extranjero (APA) o al 6.9 por ciento del
Safe Harbour.
El mecanismo propuesto era más sencillo, al introducir un requisito
único para exentar el EP (el dos por ciento sobre el valor de activos en co-
modato) y eliminar el requisito del APA como opción al Safe Harbour. Se
requeriría en vez tener la documentación que probara que se actuaba a pre-
cios de mercado (más el dos por ciento referido) cuando la autoridad rea-
lizara una auditoría de precios de transferencia. El cambio propuesto era
más que una simplificación. En primer lugar, la tasa de rendimiento del
Safe Harbour y la de los APA en el régimen vigente hasta 2002, provenía

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 101

de las utilidades registradas por empresas independientes comparables a


maquila, es decir, respetaba el principio básico de la OCDE: determinar los
precios de transferencia a partir de los referentes de mercado. El dos por
ciento sobre el valor de los activos no tiene sustento de ese tipo y se aleja
de los principios de la OCDE.12 Además de ser arbitrario, reduce el impuesto
respecto del que se estableció para el Safe Harbour en el Acuerdo bilateral,
porque dicho porcentaje se aplicaría a una base de activos menor al no con-
siderar los inventarios del residente en el extranjero mantenidos en terri-
torio nacional, ni los activos que la casa matriz rente a la IME.
Si bien la dimensión exacta de la base del impuesto puede ser sujeto de
discusiones técnicas, donde habrá más de una opinión, el tema de los acti-
vos rentados a la maquila es de fondo. El intento de capturar indirectamen-
te el ingreso, y el impuesto correspondiente generados por el EP en México se
fundamenta en que el EP es la representación de una empresa, dueña de los
activos que utiliza en territorio nacional y las utilidades que se le imputen
deberán considerar esta circunstancia; el dividir el negocio en dos, por una
parte la maquila como arrendataria del activo y el residente en el extranjero
como rentista del mismo, significa que sólo tributa en México la utilidad
obtenida por la primera, para la cual esa renta es un gasto deducible. La uti-
lidad obtenida por quien lo renta, el propietario residente en el extranjero en
este esquema, declara fuera del país el ingreso gravable por esta actividad. Es
decir, una de las funciones del EP ubicado en México como inversionista
propietario de un activo, se traslada al extranjero, eliminando de la base del
tributo mexicano los ingresos asociados a ella. El mecanismo propuesto
deja al contribuyente la decisión de cuánto de los activos se renta o se con-
signa gratuitamente a la maquila, deja al arbitrio de la empresa la base del in-
greso que se pretende capturar por el EP. Por último, el dos por ciento del
valor de los activos del residente en el extranjero que decide no rentar se su-

12 OCDE le llama el “arm’s length principle”, e decir, que los precios deben calcularse como si la empresa comercia-
ra en los términos que lo hace un ente similar independiente y separado de su parte relacionada. Ver, OCDE,
Transfer Pricing Guidelines for Multimnational Enterprises and Tax Administrations, 1997.

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102 ROBERTO SCHATA N

ma al ingreso que la maquila declara en México, con lo que se aumenta su


ingreso bruto, pero esto todavía puede ser disminuido por los gastos dedu-
cibles en el ejercicio y esa diferencia es la base del impuesto. En el régimen
prevaleciente hasta entonces, se determinaba directamente un porcentaje de
utilidad de operación de la maquila, es decir, después de gastos de operación
deducibles.
La iniciativa fue introducida al Congreso y aprobada en diciembre de
2002, pero en el proceso legislativo el porcentaje de ingresos requeridos res-
pecto del activo extranjero fue reducido a la mitad (uno por ciento). Esta re-
baja no está explicada y parecería por lo tanto tan arbitraria como el primer
porcentaje. Los artículos transitorios donde se estipulaba el régimen anterior
desaparecen y se introduce uno artículo nuevo (216-bis) en el capítulo II (De
las empresas multinacionales) del Título VI de la Ley del ISR. Este artículo in-
troduce la propuesta descrita, pero en vez de reemplazar el esquema prece-
dente, queda como una alternativa más y se mantiene formalmente el
régimen anterior, aunque como una opción menos atractiva.
En la sesión del 9 de diciembre de 2002 se presentó en el pleno de la
Cámara el dictamen del proyecto de la Ley del ISR elaborado por la Comisión
de Hacienda y Crédito Público de la Cámara, que no incluía la modifica-
ción al régimen de maquiladoras. En el pleno el secretario de dicha Comi-
sión se reserva algunos artículos del proyecto presentado por el mismo, para
introducir en la discusión en lo particular los cambios aludidos.13 Se expli-
ca en ese momento que los cambios que se proponen han sido aprobados
por la Comisión, pero que por falta de tiempo no se habían podido
incorporar al dictamen;14 la propuesta se explica así: “... si bien se han hecho
progresos en darle seguridad jurídica al régimen de la industria maquila-
dora, convirtiendo las reglas misceláneas en un artículo transitorio de la ley,
estos siguen siendo temporales, ya que tienen vigencia únicamente por 2002
y 2003; y aunque la Secretaría de Hacienda publica en agosto de 2002 un

13 Versión estenográfica de la sesión del 9 de diciembre de 2002, LVIII Legislatura.


14 La iniciativa fue introducida a Comisión en agosto de ese año. J. M. McLees et al. (2002).

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 103

“decreto del ejecutivo ... donde se amplían estos artículos transitorios has-
ta el 2007 ... (y) con este decreto ... prácticamente se le da seguridad jurí-
dica para que la industria maquiladora no alcance la doble tributación en
este país ... (ahora) lo único que hacemos en la Comisión es transferir el ar-
tículo transitorio de la Ley del ISR al artículo 2 y adicionar un artículo 216-
bis para darle una permanencia y que sea este Poder legislativo que mande
una señal hacia la inversión extranjeras directa para que en nuestro país ten-
gan seguridad jurídica ...”15 No hubo discusión y la propuesta de modifi-
cación del dictamen se aprobó por amplia mayoría.
La explicación de la iniciativa en el Congreso contrasta con las razones de
los expertos, de los especialistas, que van mucho más allá de la seguridad ju-
rídica. Ciertamente, el régimen es explícitamente más definitivo que el ante-
rior, pues ya no se encuentra en un artículo transitorio, ni tiene caducidad y
ello representa mayor seguridad jurídica, pero la reforma es bien recibida
por el cambio de fondo que ella implicó.
Los analistas califican a la reforma como un “desarrollo notable” por ser
una iniciativa del Congreso; la posibilidad de exentar el EP de la empresa re-
sidente en el extranjero sigue condicionada a que la maquiladora cumpla
con un Safe Harbour o con ciertas condiciones de precios de transferencia
que toman en cuenta los activos propiedad del extranjero, pero —afirman
al mismo tiempo— “la reciente legislación ha hecho, no obstante, cambios
significativos en ambas alternativas.” Y continúan: “la legislación reduce
substancialmente la carga impositiva que México puede imponer a las ope-
raciones de maquilas intensivas en capital como una condición para obte-
ner la exención al EP para la empresa extranjera (J.A. McLees, et al., 2003).
Esto es un ingrediente adicional (y más sustancioso) que la seguridad jurí-
dica que pudiera significar el traslado de un texto legal de un artículo tran-
sitorio a otro en el cuerpo de la ley; los patrocinadores de la reforma en el
legislativo fueron modestos en cuanto al alcance de su iniciativa en compa-
ración a lo expresado por los analistas del tema.

15 Ibid.

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104 ROBERTO SCHATA N

Cabos sueltos y el decreto presidencial

La nueva ley descuidó unos asuntos de forma, especialmente en relación


al impuesto al activo. Esto se debe a que las IME han tenido el beneficio
de excluir de la base del IMPAC el valor de los inventarios y de los activos
(propios y los de consignación propiedad del residente en el extranjero)
en la proporción que la producción sea exportada; esta exención existe
desde 1995.16 La exención estaba condicionada hasta 2002 a que las ma-
quilas cumplieran con el Safe Habour o con la obtención de un APA, am-
bas condiciones establecidas en el mismo artículo transitorio de la ley,
fracción LXXIV para Safe Harbour y fracción LXXV para APA. Es decir,
la exención del IMPAC estaba condicionada a que se cumpliera con el ré-
gimen de establecimiento permanente que se tenía entonces. En 2003 se
eliminan las fracciones de las disposiciones transitorias en donde se plas-
maba el régimen de maquila al incorporarse éste al cuerpo de la misma
ley y explícitamente se señala en la nueva fracción de las disposiciones
transitorias (fracción XX de la LISR de 2003) que dichas fracciones que-
dan sin efecto. No obstante, la facilidad en materia de IMPAC para 2003
sigue condicionada al cumplimiento de las fracciones de la ley anterior,
las cuales ya no existen.
Por lo mismo, en octubre de 2003 se publicó un decreto presidencial
donde se enmienda el error de redacción y se brinda la seguridad jurídica
necesaria mientras no se modifique la ley, (SHCP, 2003a); se restaura así el
beneficio respecto del IMPAC.
Independientemente de la nueva opción en la ley para exentar el EP (el
uno por ciento sobre activos no arrendados), los porcentajes del Safe Har-
bour original, que se mantienen aún como una alternativa, fueron negocia-
dos con las autoridades de EU y plasmados en el Acuerdo bilateral, en los
años de mayor auge de la industria maquiladora. La situación era diferente
cuando, en 2003, los gobiernos tenían el derecho a renegociar esos porcen-

16 LISR (2002), artículo segundo transitorio, fracción LXXI.

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 105

tajes. El mismo decreto presidencial, de manera unilateral, reduce los porcenta-


jes de utilidad fiscal del 6.9 por ciento sobre activos y de 6.5 por ciento so-
bre gastos de operación al tres por ciento en ambos casos.

Renegociación del tratado para evitar la doble


tributación con Estados Unidos

Las dificultades del régimen tributario de las maquilas, más allá de los
precios de transferencia, se desprenden de la iniciativa de México de gra-
var indirectamente al EP que ellas generan, para evitar los problemas al
acreditar el impuesto en EU. El esquema introducido en 2003 persigue el
mismo objetivo, pero tácitamente reconoce una base gravable más pequeña
para el EP en México y simplifica la administración del régimen eliminan-
do el requisito del APA, dejándolo optativo sólo para los contribuyentes
que deseen tal acuerdo para evitar controversias con la autoridad, al mo-
mento de la auditoría. El obstáculo a salvar desde todo punto de vista es
la doble tributación y el problema es cómo diseñar el método que lo lo-
gre sin aumentar la carga impositiva de la industria y al menor costo ad-
ministrativo. Todas las opciones existentes, tanto las originales como la
introducida en diciembre de 2002 por el Congreso, lo intentan de mane-
ra indirecta, traspasando el gravamen del EP a la maquila, es decir, a la
subsidiaria mexicana.
No obstante, en el año 2002 se renegoció en el Tratado para Evitar la
Doble Tributación con los Estados Unidos y se agregó un protocolo muy
importante, donde se elimina el problema de la doble tributación que cau-
saría el impuesto directo al EP. En efecto, se adicionó un Segundo Protocolo
que modifica el Tratado entre ambos países, el cual fue enviado para su apro-
bación en el Senado de EU el 25 de febrero de 2003. El Artículo V del Proto-
colo establece que los ingresos de un residente de un país, en la medida que
el Tratado estipule que pueden ser gravados en el otro país contratante (el
EP de la maquila en México) será considerado como ingreso de fuente ex-
tranjera para el primer país para los efectos de aliviar la doble tributación,
es decir, se obliga a dar crédito al impuesto causado por el EP en México. Esta

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106 ROBERTO SCHATA N

adición al Tratado hace innecesario montar un esquema tributario indirecto


vía la maquila y se puede sin temor a la doble tributación gravar directamente
los ingresos imputables al EP. Atribuir ingresos al EP no es trivial, pero es un
camino explorable en pos de la simplicidad tributaria y de los estándares in-
ternacionales.

Impuesto sustitutivo al impuesto al salario

El “crédito al salario” que otorga el gobierno a todos los asalariados del pa-
ís es un subsidio fiscal de peso muy significativo en las finanzas públicas
(Schatan R., 2002). La reforma fiscal para 2002, en vez de eliminarlo, in-
tentó poner un límite al costo de esta partida de gasto fiscal e introdujo en
la ley el Impuesto Sustitutivo del Crédito al Salario (ISCAS): tres por ciento
sobre la nómina de los empleados de la empresa. Este impuesto era opta-
tivo, es decir, si el empresario lo pagaba el gobierno federal continúa cos-
teando el crédito al salario de sus trabajadores, pero si decidía lo contrario
entonces tenía que absorber dicho crédito hasta por una cantidad equiva-
lente al mencionado impuesto a la nómina. La intención era traspasar del
gobierno al empleador el costo del subsidio al asalariado. En 2003 el im-
puesto aumentó al cuatro por ciento: artículo tercero de las Disposiciones
Transitorias de la Ley del ISR (2003).
Las empresas intensivas en mano de obra, entre las que se encuentra un
buen número de maquiladoras, se vieron afectadas especialmente por este
nuevo impuesto pues, en efecto, se les retiraba una parte importante de un
fuerte subsidio a la mano de obra. El costo para el erario del crédito al salario
en 2003, aun considerando su reducción por efecto del Impuesto Sustitu-
tivo al Crédito al Salario, se estimó en medio punto porcentual del PIB nacio-
nal (SHCP, 2003a). Este impuesto, a pesar de ser parte de la Ley del ISR, es un
impuesto a la nómina y su acreditación en el extranjero es al menos dudosa
y sin duda complicó la situación tributaria de la industria maquiladora en
2002 y 2003.

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 107

La recesión a partir de 2001: comportamiento por rama de la maquila

Capital nacional en la maquila

Un dato poco conocido es que casi treinta por ciento de la maquila de


exportación es de capital 100 por ciento nacional, de acuerdo a datos de la
Secretaría de Economía (C. Avilés, 2002). Esto significa que un segmen-
to nada despreciable de la industria maquiladora es producto del esfuerzo
del empresariado nacional, que ha encontrado nichos de exportación im-
portantes, y cuya suerte en nada depende de los impuestos que causan los
establecimientos permanentes de las empresas extranjeras que invierten en
maquilas mexicanas. En consecuencia, si el gravamen al EP de los inversio-
nistas foráneos causó un severo recorte en sus planes de inversión, como
argumentan los representantes del sector, es de esperar que las empresas
maquiladoras propiedad de extranjeros demostraran una mayor contrac-
ción en los últimos años que las empresas nacionales, a las cuales dicho
impuesto no afecta.
Dado que la clasificación de los establecimientos de cada sector de la
industria maquiladora en empresas nacionales y extranjeras no está dispo-
nible, sólo se puede hacer esa evaluación indirectamente. En calidad de hi-
pótesis, en el supuesto que las empresas nacionales se concentraran en unos
pocos rubros de la industria maquiladora, principalmente los más tradi-
cionales, de empresas más pequeñas e intensivas en mano de obra, como
los rubros de textil y calzado, el comportamiento de la industria pareciera
desmentir la idea de que el gravamen indirecto al EP, desde su anuncio en
1999, tuvo un efecto significativo en la contracción de la actividad maqui-
ladora de exportación.

Correlación entre las actividades de maquila


y la industria de Estados Unidos

Es indudable que la variable que determina principalmente el comporta-


miento del sector maquilador de exportación en México es la actividad de

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108 ROBERTO SCHATA N

la industria de los Estados Unidos, aunque no sea el único factor17 (General


Accounting Office, 2003). El personal ocupado por la maquila de exporta-
ción sigue de cerca la suerte de la evolución de la producción industrial de
aquel país. El empleo en el total del sector manufacturero mexicano, sin el
sector maquilador, tiene el mismo comportamiento, pero la maquila es más
sensible, con una reacción más pronunciada ante los cambios de la econo-
mía vecina (Ver gráfica 2).

GRÁFICA 2.
Personal ocupado en México. Manufactura y maquiladora de exportación: variación porcentual
respecto al mismo mes del año anterior.

20

15

10

–5

–10

–15

–20
2000/01

2000/03

2000/05

2000/07

2000/09

2000/11

2001/01

2001/03

2001/05

2001/07

2001/09

2001/11

2002/01

2002/03

2002/05

2002/07

2002/09

2002/11

2003/01

2003/03

2003/05

2003/07

Índice de Producción Industrial de Estados Unidos Maquila Manufactura

Fuente: INEGI, Banco de Información Económica, Estadísticas del Sector Externo.

De hecho ambas variables del empleo para el periodo indicado tienen una
correlación de 0.9 con el índice de producción industrial estadounidense, pero

17 La información publicada por la Secretaría de Economía (SE) se refiere sólo al porcentaje de establecimientos cien
por ciento nacionales en el conjunto de la industria maquiladora; el desglose por rama no está disponible pú-
blicamente.

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 109

la elasticidad del empleo de la maquila es mayor. En los momentos más


severos de la recesión, a finales de 2001 y principios de 2002, una dismi-
nución de la producción industrial en Estados Unidos de cinco por ciento
significó una disminución del empleo de más de quince por ciento en la
maquila. La alta elasticidad del empleo en este sector ocurre también en los
periodos de bonanza.18 La recuperación de la industria en EU en la segunda
mitad de 2002, impulsó primero el empleo en la maquila de exportación
que en el resto de la manufactura mexicana, lo cual parecería inconsis-
tente con un régimen fiscal para la maquila que le ahuyentara la inversión
extranjera. Sin embargo, es dentro de la misma maquila donde los hechos
no concuerdan con los efectos adversos que se le imputaron al gravamen
indirecto al EP.

Comportamiento por rama:


establecimientos y empleo

A continuación se compara el comportamiento de dos rubros de la maquila


durante el último ciclo de la industria de los Estados Unidos: el de textil/
calzado versus el de aparatos electrónicos y equipo de transporte, pues re-
presentan las ramas opuestas desde el punto de vista de las características de
sus empresas. La primera se compone de empresas relativamente pequeñas,
tanto en términos de empleados como de valor agregado, mientras que la
segunda representa su anverso, con empresas considerablemente más gran-
des y de mayor productividad, (ver cuadro 2).

18 La elasticidad del personal ocupado en la maquila en el periodo de expansión de enero de 1999 a junio de 2000 fue
de 2.66, mientras que el de la manufactura fue sólo de 0.35. En el periodo más recesivo de julio de 2000 a diciem-
bre de 2001 estas cifras fueron respectivamente 2.89 y 1.11.

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110 ROBERTO SCHATA N

CUADRO 2.
Personal ocupado y valor agregado promedio por establecimiento, 2000.

Sector Personal ocupado Valor agregado


(millones de pesos)

Textiles y calzado 253 28.9


Aparatos eléctricos y equipo de transporte 706 112.6

Fuente: INEGI, Banco de Información Económica, Estadísticas de la Industria Maquiladora de Exportación.

Las ramas de transporte/electrónicos concentran una gran parte del to-


tal de la importación de activos fijos de la industria maquiladora19 y, por lo
mismo, se infiere que se componen fundamentalmente de empresas de ca-
pital extranjero con EP asociados a ellas; a diferencia del sector textil, don-
de se presume que una proporción importante son empresas de capital
nacional. Si esto es cierto, así como el presunto impacto negativo del esque-
ma fiscal que gravó al EP a partir de 2000, el comportamiento relativo de es-
tas ramas debería reflejarlo.
En 2002 ocurre una disminución sin precedentes en el número de es-
tablecimientos de la industria maquiladora; en términos netos, doce por
ciento de las plantas desaparece ese año, pero sesenta por ciento de la caí-
da se explica por el cierre de empresas en el rubro de textil y calzado. El
contraste es significativo con las ramas de equipo de transporte y de apara-
tos electrónicos, donde el número de establecimientos en 2002 sólo cayó
5.5 por ciento (Ver cuadro 3).
El impacto diferenciado de la recesión de EU en la maquila mexicana
se hace incluso más agudo en 2003: en el primer trimestre el rubro textil/
calzado absorbió dos tercios de la reducción total de establecimientos. Este

19 Las estadísticas de la Dirección General de Inversión Extranjera, de la SE, sobre la IED en la maquila se desagregan
por ramas de manera distinta a la clasificación de INEGI, por lo que no es posible con esos datos estimar exacta-
mente cuanta IED reciben los rubros seleccionados.

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 111

CUADRO 3.
Cambio en el número de establecimientos por rama de la maquila, 2001-2002.

Transporte / electrónicos Textil / calzado

Establecimientos en 2001 1,009 1,153


Disminución en 2002 56 267
Disminución porcentual 5.5% 23%
Participación en el total de la disminución en la industria 13% 60%

Fuente: INEGI, Banco de Información Económica, Estadísticas de la Industria Maquiladora de Exportación.

subsector se debilita primero (gráfica 3) y pierde establecimientos al menos un


trimestre antes que los rubros de transporte y aparatos electrónicos; el efec-
to es también más prolongado, ya que para principios de 2003, el número
de establecimientos en estos últimos subsectores ya se recuperaban, mientras
en el primero aún caía.

GRÁFICA 3.
Establecimientos del sector textil/calzado vs. automotriz/eléctrico. Variación porcentual
respecto al mismo mes del año anterior.

20

15

10

–5

–10

–15

–20

–25

–30
2000/01

2000/03

2000/05

2000/07

2000/09

2000/11

2001/01

2001/03

2001/05

2001/07

2001/09

2001/11

2002/01

2002/03

2002/05

2002/07

2002/09

2002/11

2003/01

2003/03

2003/05

2003/07

Índice de Producción Industrial de Estados Unidos Textil/Calzado Automotriz/Eléctrtico

Fuente: INEGI, Bancos de Información Económica, Estadísticas de la Industria Maquiladora de Exportación e Indicadores
Internacionales.

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112 ROBERTO SCHATA N

Es claro que el cierre de empresas desde finales de 2001 se concentra en


los rubros más tradicionales y si éstos se constituyen principalmente de ca-
pitales nacionales, sería difícil sostener que el gravamen al EP tuviese una re-
lación significativa con este evento. La idea de que la maquila se contrae
porque las empresas extranjeras huyen del tratamiento fiscal y buscan des-
tinos con facilidades tributarias se comprobaría si el número de empresas en
los sectores más transnacionalizados, las ramas de equipo de transportes y de
aparatos electrónicos cayera más intensamente. Los hechos reflejan el fenó-
meno inverso. Por otra parte, los sectores que han perdido pocos estableci-
mientos han reducido severamente el empleo; en efecto, cerca de setenta por
ciento de la caída en el empleo en el total de la maquila en 2001 proviene
de estos rubros y más del cincuenta por ciento en 2002. La rama textil/cal-
zado aporta una porción mucho menor, aunque creciente, del desempleo. Se
infiere que las empresas de equipo de transporte y aparatos electrónicos han
permanecido en el país, pero han recortado el empleo en función de la de-
manda, a diferencia de las ramas textil/calzado donde el desempleo se explica
porque las empresas cierran (ver cuadro 4).

CUADRO 4.
Participación de los sectores textil/calzado vs. aparatos eléctricos/equipo de transporte en
la disminución de establecimientos y de personal ocupado en la industria maquiladora.

%
Sector Establecimientos Personal Ocupado
2002 2001 2002

Textiles y calzado 60.5 15.9 30.3


Aparatos eléctricos y equipo de transporte 13.0 69.2 51.6

Fuente: INEGI, Banco de Información Económica, Estadísticas de la Industria Maquiladora de Exportación.

Los tiempos de reacción también son distintos: en el subsector textil/


calzado la reducción del empleo sucede después que en los otros subsectores y
al momento de la recuperación en los Estados Unidos la primera en reaccio-
nar es la rama de aparatos electrónicos y de equipo de transporte.

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 113

GRÁFICA 4.
Personal ocupado en ramas seleccionadas de la maquila textil/calzado en relación a los rubros
automotriz y eléctrico. Variación porcentual respecto del mismo mes del año anterior.

20

15

10

–5

–10

–15

–20

–25
2000/01

2000/03

2000/05

2000/07

2000/09

2000/11

2001/01

2001/03

2001/05

2001/07

2001/09

2001/11

2002/01

2002/03

2002/05

2002/07

2002/09

2002/11

2003/01

2003/03

2003/05

2003/07
Índice de producción industrial de Estados Unidos Textil/Calzado Automotriz/Eléctrtico

Fuente: INEGI, Bancos de Información Económica, Estadísticas de la Industria Maquiladora de Exportación e Indicadores
Internacionales.

En suma, el efecto ha sido distinto en las ramas seleccionadas: en unas


se cerraron empresas, y en otras se contrajo el empleo. Se puede suponer
que el efecto más severo (en intensidad y duración) de la crisis ha sido en el
sector de empresas nacionales, el cual nada tiene que ver con el EP y que las
ramas que concentran a las subsidiarias extranjeras dan señales de recuperación
mucho más firmes que las demás, a pesar del gravamen al EP. La evidencia,
aunque indirecta, pareciera indicar entonces que el régimen tributario de
los EP de las maquiladoras finalmente tuvo muy poco que ver con la recesión
de la industria; los elementos disponibles impiden concluir que el régimen
tuvo efecto alguno, pues el segmento que muy probablemente acapara el ca-
pital nacional ha sufrido notoriamente más que el sector trasnacionalizado.

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114 ROBERTO SCHATA N

Conclusiones

Ante la recesión de Estados Unidos la mayor disminución de estableci-


mientos de la industria maquiladora del año 2000 se centró en las fábricas
pequeñas, especialmente las de prendas de vestir y probablemente de capital
nacional. La pérdida de establecimientos fue menor en las ramas que con-
centran la IED, de empresas grandes, de mayor productividad y muy proba-
blemente con una participación mayoritaria de subsidiarias extranjeras. La
recesión en Estados Unidos afecta con mayor fuerza la IME que concentra el
capital nacional y es la suerte de este segmento que explica, en buena medi-
da, la intensidad con que toda la industria perdió establecimientos en 2002
y 2003. Las ramas donde se concentra la IED recortaron personal desde el
inicio de la recesión en Estados Unidos, y el sector textil/calzado respondió
más tarde con el cierre de plantas. Este comportamiento es consistente con el
de empresas independientes nacionales, en desventaja en información sobre
el mercado estadounidense y con menor capacidad de resistir una recesión
prolongada. El inicio de la recuperación también distingue a los rubros se-
ñalados. El receptor de la IED repunta con mayor rapidez, pues su vincu-
lación con una casa matriz les permite retomar la exportación tan pronto la
economía de Estados Unidos se reactiva. Las IME nacionales no tienen ese
privilegio.
Lo anterior indica que el régimen fiscal relativo a establecimientos perma-
nentes, que afecta exclusivamente a las empresas con inversión extranjera,
no tendría responsabilidad significativa en la contracción de la industria
maquiladora a partir de 2001, ni imprimiría una dinámica especialmente
adversa en las ramas afectadas por él. Es la industria nacional la más débil
para resistir las bajas del mercado norteamericano y la que le imprime, en
el margen, el efecto amplificador en la contracción del sector maquilador
El esquema que prevaleció hasta 2002 tiene ciertas características bási-
cas de diseño. Por ejemplo, la utilidad promedio que reportó la IME según el
INEGI, se ha mantenido estable o incluso asciende. Esto indica que el régimen
fiscal tuvo éxito en crear un piso a la carga tributaria de la industria, aun cuan-
do pasaba por un periodo recesivo (ver gráfica 5).

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L A M AQUIL A D ORA D E EXP ORTACI ÓN EN MÉXI CO 115

GRÁFICA 5.
Utilidad promedio de la maquiladora de exportación, (%).

5.5

4.5

4.0

3.5

3.0

2.5

2.0

1.5

1.0

0.5

0.0

1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001 2002 2003

NB: utilidad como porcentaje del valor agregado más las importaciones de insumos.

Fuente: INEGI

La estructura del régimen fiscal de la maquila, incluso el actual, es in-


dependiente del ciclo económico, pues exige un rendimiento mínimo para
exentar el EP y cumplir con precios de transferencia. Tanto en el Safe Har-
bour como en los APA se reconoce que la maquila es una actividad de bajo
riesgo y, por consiguiente, se acepta que debe ser retribuida con márgenes de
utilidades moderados, pero sostenidos. Es decir, a poco riesgo de negocios se en-
tiende que se gana menos, pero tampoco se pierde ni se experimenta gran va-
riabilidad. En consecuencia, el régimen grava un rendimiento promedio
preestablecido en Safe Harbour que representa el de la industria durante
un periodo largo. En los APA también se reconoce típícamente el rendi-
miento promedio de empresas comparables durante un periodo de no menos
de tres años. En la medida que esos rendimientos sean bajos, evidentemente
la inflexibilidad del régimen representará un problema menor. Sin embar-
go, cuando ocurre un periodo recesivo se tiende a olvidar que en las buenas
épocas se pagó un impuesto relativamente bajo y recrudece la presión por
disminuir aún más la carga fiscal de la industria. Pero esto no es una solución

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116 ROBERTO SCHATA N

a la dificultad aludida, es atenuarla mediante la disminución de la carga im-


positiva en México. Es obvio que toda complicación en el diseño y aplicación
de un impuesto se acaba si se elimina el impuesto, pero ésa no puede ser la
respuesta correcta. Imprimir mayor flexibilidad al régimen para que se adapte
más de cerca a las condiciones del ciclo económico también presenta dificul-
tades: más allá de tener que determinar utilidades variables de acuerdo a las
condiciones de un mercado externo, tiene la debilidad de que los contribu-
yentes deben compartir con el erario de México las épocas de bonanza y es-
te compromiso tiende a debilitarse cuando la recuperación se materializa.
Cualquier evaluación del régimen fiscal de la IME sea para introducir ele-
mentos de flexibilidad pro-cíclica u otros mecanismos de gravamen, incluso
la imposición directa al EP debe fundarse en el efecto real de los impuestos
en la evolución del sector, sin sobrevalorar el reclamo coyuntural en la rece-
sión, ni confundir un posible auge del sector con el oportunismo fiscal de
las empresas manufactureras (con programa Pitex, por ejemplo) y que se
convierten en maquila para aprovechar un esquema fiscal privilegiado. Hay
que distinguir el crecimiento real de la maquila del que ocurre a costa del
resto de la industria.

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117

Maquila y no maquila: margen de sustitución de importaciones


de los dos sectores de las manufacturas mexicanas

Alicia Puyana y Jorge Horbath

Introducción

La actividad maquiladora mexicana IME ha sido sometida a un detallado y


cuidadoso escrutinio por analistas de prácticamente todas las ramas de las
ciencias sociales, surgen así hechos que suscitan un nuevo interés por en-
tender su evolución y sus efectos sobre el empleo y los salarios, la produc-
tividad sectorial, la balanza comercial o el escalamiento tecnológico.
Una de las líneas de investigación menos exploradas, quizá la única no exa-
minada a la fecha, es el comercio intra-industria (CI) en la IME. La misma de-
finición del comercio intra-industria causa este vacío. El comercio
intra-industria se refiere al intercambio en doble vía —de importación y
exportación— de productos sustituibles y clasificables en idéntica categoría
arancelaria. El carácter de la IME: importación de insumos, partes o com-
ponentes, (clasificados en un determinado rubro arancelario) para ser proce-
sados o ensamblados y reexportados, en otro renglón del arancel totalmente
distinto al de entrada, en virtud de que el valor agregado por el procesa-
miento realizado impone el “salto arancelario”, daría por sentado que en la
maquila no hay CI. Si se analiza, con el comercio de la maquila en grandes
secciones arancelarias, todo el intercambio de la IME sería CI.
Buenas razones justifican escudriñar si en la IME existe CI. Para ello es
necesario trabajar con los flujos comerciales de importación y exportación
a por lo menos seis u ocho grados de desagregación del arancel.
Las razones que justifican aplicar el concepto de CI a la IME son, entre otras:
en primer lugar, el comercio intra-industria, considerado como la primera

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118 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

manifestación del avance del proceso de fragmentación de los procesos


productivos y el comercio intra-producto, segmentos que son los más dinámi-
cos del comercio internacional de manufacturas. Uno y otro están relacio-
nados y plantean desafíos teóricos y empíricos considerables, ya que parecerían
contradecir los modelos clásicos del comercio internacional basados en Ricar-
do o en Hecksher-Ohlin, como se discute con detalle en Puyana y Romero
(2005) y lo analizan, entre otros, Arndt, 2001. En segundo término, una
significativa proporción de CI, indica que la producción presenta grados su-
periores de diversificación y complejidad tecnológica, costos de producción
más cercanos a los niveles internacionales y, por ende, niveles elevados de
competitividad.
Por otra parte, cuando el CI se calcula con una desagregación detallada,
el resultado sugiere que la IME exporta componentes y no exclusivamente
bienes finales, lo que indicaría un proceso hacia maquilas que se insertan en
fragmentos del proceso productivo internacional que superan el ensambla-
je (Nordås, 2003; Yeats, 2001). El intercambio de componentes es el más
importante segmento del comercio intra-industria e intra-producto, puesto
que su existencia indica compatibilidad de estructuras productivas entre pro-
veedores y abastecedores de una misma cadena productiva y convergencia de
los conos de especialización. Además, índices elevados de CI indican una su-
perior capacidad para adaptarse a los cambios en los ambientes de comercio
(Havrylyshyn, 1985), como los introducidos con la entrada en vigencia del
TLCAN que eliminan los regímenes especiales de comercio, por ejemplo las
zonas francas y la maquila. Todo ello significa que no se presentarían nece-
sariamente costos de ajuste por cierre de actividades ya que los ajustes se rea-
lizan al interior del sector o de la rama productiva y no intersectorialmente. Si
al trabajar a un alto grado de desagregación de la tarifa cuatro o seis dígitos
del Sistema Armonizado (SA) emerge comercio intra-industria en la IME, se
puede suponer que la IME importa y exporta productos sustituibles.
Los acuerdos pactados en el TLCAN eliminan las prerrogativas de la IME
y la asimilan a cualquier otra empresa manufacturera permanente. La eli-
minación de la facultad de importar libres de impuestos insumos o bienes
de capital para ser procesados y reexportados a los Estados Unidos, y la filosofía

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 119

que alentó la definición de las reglas de origen, intentan estimular la susti-


tución de importaciones por producción regional, esto es: elevar el conte-
nido regional de la producción. El objetivo de la integración económica
regional es obtener ganancias en eficiencia productiva y en bienestar, redu-
ciendo las ineficiencias de la protección. Las actividades más eficientes en
cada país se fortalecen y decaen en los países miembros no competitivos.
Se realizan ajustes en la estructura productiva según las ventajas compara-
tivas de cada país. A mayores disparidades en costos relativos, mayores los
desplazamientos inducidos por la desgravación, y mayores los beneficios de
la integración.
Por las distancias en productividad y en nivel de ingreso es de suponer
que los ajustes al interior del TLCAN serían inter-industria (para México), y
las ganancias en bienestar para la región, significativas. La distribución de los
beneficios inter-países, y al interior de cada país, reflejaría la dotación de
factores, el avance tecnológico de cada país y las ventajas competitivas de cada
actividad. En el sector industrial, esos ajustes podrían ser menores siempre
y cuando se cumplieran los presupuestos que permiten el crecimiento del
comercio intra-industria.
Una pregunta necesaria es, por lo tanto, en dónde radican las ventajas
competitivas y las mayores eficiencias de la economía mexicana que permitan
prever que el país concentraría una buena parte de esa sustitución regional de
importaciones. En el proceso de negociaciones, fue claro que cada país pro-
curó proteger su capacidad de absorber dicha sustitución con su producción
nacional. Fue evidente que Canadá logró mantener su posición en las prefe-
rencias de los inversionistas norteamericanos orientados a exportar a la región
y, con las reglas de origen, pudo desestimular la expansión de la maquila en
la frontera norte mexicana (Puyana, 2003).
Pueden visualizarse posibles trayectorias del desarrollo manufacturero
mexicano en el TLCAN: a) que la industria maquiladora gane espacios y des-
place la industria nacional, en un proceso de convergencia desde ésta hacia
aquélla; b) que la industria maquiladora sustituya las importaciones de la
IME; y c) que la industria no maquiladora absorba la sustitución regional de
importaciones manufacturadas.

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120 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

El interés de México —gobierno, productores y trabajadores— es que


el país gane los mayores márgenes de la sustitución regional de importacio-
nes. En este caso, y de acuerdo a las opciones planteadas arriba, se alteraría
la dirección de los flujos de bienes que importa cada segmento de la activi-
dad manufacturera desde el exterior, remplazándola por producción originada
en el país. Este proceso induciría incrementos en la producción manufacture-
ra (de las IME y de las no IME) en el empleo y en las inversiones. La sustitución
no es automática y va a depender de la capacidad de la oferta nacional, del en-
torno macroeconómico nacional, de las estrategias globales de las plantas
matrices de las IME, de los requisitos de origen, y de los aranceles externos na-
cionales en los otros países miembros y de las relaciones de precios relativos y
calidad. Se lograrían con efectos positivos en el mercado laboral y en la balan-
za comercial si, por efecto de los acuerdos comerciales que ha signado con
la Unión Europea, la Asociación Europea de Libre Comercio y con otros paí-
ses del orbe, concebidos para hacer de México una plataforma que exporte a
Estados Unidos y a Canadá, México lograra atraer inversiones y ampliar su
capacidad productiva (Puyana, 2002; Romero, 2002).
Para responder a estos interrogantes se mide, en primer lugar, el CI de
la IME, calculado a un grado suficiente de desagregación tal que permita
medirlo en bienes perfectamente sustituibles. Si se detecta CI en la IME, y el
mismo se realiza con un mismo socio comercial, se puede suponer: 1) que
la IME importa y exporta un producto sustituible; 2) que existe competiti-
vidad y eficiencia productiva; y 3) que habría margen para establecer rela-
ciones comerciales al interior de la IME y de ésta con la no maquila, siempre
y cuando se satisfagan las condiciones de calidad, precio y oportunidad del
suministro.
Este capítulo retoma e integra los resultados de otra contribución que
los autores han hecho al mismo proyecto (Puyana y Horbath, 2003). La expo-
sición contiene varias partes: después de la introducción, la segunda resume
los resultados de la medición del comercio intra-industria en la maquila; la
tercera, discute el método para calcular los márgenes de sustitución de ma-
quila por no maquila; la cuarta presenta los resultados del ejercicio de susti-
tución; y la quinta sintetiza los resultados y las conclusiones.

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 121

El comercio intra-industria en la IME

En tres lustros, la actividad maquiladora se transformó en un componente


principal del PIB, cuando pasó a representar el 24 por ciento de su total en
2004. Sus exportaciones, de 1.03 por ciento del PIB en 1980, pasaron al
13.6 por ciento en 2004, es decir, al 46 por ciento del coeficiente externo
del PIB mexicano. Sus exportaciones demandan importaciones que cubren
once por ciento del PIB, esto es, el aporte neto de la maquila al PIB al valor
agregado nacional es 2.9 por ciento, en una relación que se modifica muy
lentamente y que corrobora el bajo efecto multiplicador de esta actividad.
La IME, el petróleo y algunos segmentos de la agricultura, son los únicos
sectores con superávit en el balance comercial.

CUADRO 1.
México: exportaciones e importaciones como porcentaje del PIB, 1980-2004.

Exportaciones Importaciones Aportación


neta de la
Año Total Maquila No maquila Total Maquila No maquila maquila

1980 7.36 1.03 6.33 8.95 0.74 8.21 0.29


1994 14.4 6.2 8.2 18.7 4.8 13.9 1.4
2004p* 29.07 13.48 15.56 30.32 10.52 19.8 2.96

* Provisional

Fuente: cálculos propios con base en información del INEGI, SNCN, varios años.

Las exportaciones de la industria no IME representan una fracción mayor


del PIB y el 54 por ciento de su coeficiente de exportaciones, su aporte neto es
similar a la IME, pero su balance externo es negativo. La IME explica la pérdida
de contenido nacional de las exportaciones (cerca de 60 por ciento de conte-
nido importado) y de la economía nacional, y ha elevado la elasticidad ingreso
de las importaciones a 3.2 por ciento. Cada punto de crecimiento de PIB induce
un crecimiento de las importaciones de 3.2 por ciento. De mantenerse esta di-
námica, observada en el comercio internacional mexicano en las dos últimas

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122 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

décadas y acentuada en la última, se ampliaría aún más la elevada elasticidad


ingreso de las importaciones mexicanas y acentuaría la inestabilidad de la eco-
nomía mexicana y las restricciones externas del crecimiento y el retroceso prema-
turo de las manufacturas en el PIB. Para mantener el actual balance en cuenta
corriente, la economía mexicana no puede crecer más allá de 1.7 por ciento al
año, con lo cual se acrecienta el desempleo y el empleo precario, se reducen los
ingresos y se intensifica la pobreza. Por esta razón es interesante explorar las po-
sibilidades de sustitución de importaciones de la industria maquiladora.

¿Hay comercio intra-industria en la IME?

Para cuantificar el comercio intra-industria en el trabajo citado se aplicó el


índice de Grubel1 normalizado ICI, la medición más aceptada por los ex-
pertos en la materia, misma que se define así:

( Σ | Xi – Mi |)
ICII = ( [ 1–
( Σ (Xi + Mi ) ) ]) * 100

Se puede inferir que para que no haya intra-industrial Xi o Mi debería


tener valor de 0. Por lo tanto, el valor del (Σ | Xi-Mi |) / (Σ (Xi + Mi)) sería 1;
y, el valor del índice, 0. En el caso de que todo el comercio fuese intra-indus-
trial Xi = Mi, por lo tanto, Σ | Xi – Mi | = 0 y el ICII tendría valor de 100.
El comercio de la IME está concentrado en un solo país: Estados Unidos,
y permite esperar que haya poco CI por las razones teóricas presentadas. La
principal, la gran distancia en los indicadores aducidos como fuente del CI:
similitud en nivel del ingreso per cápita y en el tamaño y estructura de las
demandas, dotación de capital y desarrollo tecnológico no muy distantes. En
estas condiciones, si la fragmentación del proceso productivo se da entre
países que pertenecen a distintos conos de especialización, la reducción de las

1 Este índice fue desarrollado por Grubel y Lloyd en su clásico texto: Intra-Industry Trade, Macmillan, London,
1975. Para una discusión actualizada del concepto y sus desarrollos ver Puyana y Horbath, 2003.

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 123

brechas en la remuneración a los factores, al interior de los países y, entre ellos


mismos, puede o no tener lugar. Si la distancia es muy amplia, puede no dar-
se esta convergencia, y el resultado opuesto es posible (Puyana y Romero, en
este libro). La concentración del comercio internacional de la IME en Estados
Unidos parte del origen propio del régimen legal y de su base productiva.
Esta concentración permite esperar poco CI, por las razones teóricas comen-
tadas arriba. Estados Unidos concentraba 98.5 por ciento de las exportacio-
nes y 90.2 por ciento de las importaciones de la maquila pero, en 2002, sufrió
una caída de 2.2 por ciento.
En cuanto a las importaciones, nuevamente se concentran en Estados
Unidos a causa del establecimiento de IME de patrimonio japonés cuyo ob-
jetivo es exportar a sus subsidiarias instaladas en ese país. Entre 2000 y 2002, la
participación estadounidense cae del 90 al 70 por ciento y ascienden las de
Japón, Corea y Taiwán, entre otros. Por lo anterior, es factible estudiar el CI
considerando sólo dos mercados: Estados Unidos y el resto del mundo,
aunque la dinámica del primero tiene la fuerza explicativa suficiente para
cubrir todo el universo.
A pesar del incremento en el valor del comercio total de la IME entre
1993 y 2004 (238.4 por ciento), éste es comercio inter-industria, es decir
intersectorial, de tipo ricardiano, el cual avanzó del 61 por ciento del comercio
IME total en 1993 al 70.1 por ciento en 2004, con tendencia a incremen-
tarse en los últimos años debido a la acelerada reducción del comercio intra-
industria. En segundo lugar, se destaca, en 2004, la preponderancia en el
comercio total de la maquila de máquinas y aparatos, material eléctrico y sus
partes, aparatos de grabación o reproducción de sonido, aparatos de graba-
ción o reproducción de imagen y sonido en televisión, y las partes y acceso-
rios de estos aparatos.
El CI es preponderantemente vertical. Los valores de los índices Grubel-
Lloyd de comercio intra-industria, horizontal y vertical, muestran que el ma-
yor componente del CI es el vertical, lo que sugeriría que los intercambios
recíprocos son mayores en bienes que se diferencian por calidad y atien-
den mercados diferenciados por el ingreso. Su dinámica se explica con base
en la dotación de factores y por las economías de escala. Esta es una relación

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124 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

que se encontró también para el CI del comercio mexicano total. La prepon-


derancia del comercio intra-industria vertical (CIV) también sugiere poca si-
militud y escasas posibilidades de convergencia entre las estructuras de ventas
y de producción entre los dos países (Puyana y Horbath, 2003). Por otra
parte, en estas condiciones se presentarían mayores costos de ajuste ante cam-
bios en las condiciones del mercado, ya que los ajustes serían inter-industrias
y no al interior de éstas. Visto desde el lado contrario, el peso del CI en el co-
mercio de la maquila se redujo en 10 puntos porcentuales durante el período
de vigencia del TLCAN (ver el cuadro 2).
En el CI es mayoritario el CI vertical, pero descendente. Entre 1998 y
2004, el comercio intra-industrial horizontal (CIH) también cayó y reforzó
el descenso del CI total. El retroceso del CIH implica que decrecen las expor-
taciones de bienes diferenciados horizontalmente por la calidad y en cuyos
procesos productivos es más importante el contenido tecnológico y menos
las economías de escala. El CIH es aún incipiente y no afecta el carácter ge-
neral del comercio de la IME.

CUADRO 2.
México: comercio intra industrial total de la IME con Estados Unidos, 1993-2004.

Distribución porcentual del comercio total


Sistema Comercio total Comercio intra industrial Porcentaje comercio
armonizado (millones de dólares) Porcentaje horizontal Porcentaje vertical inter-industria
(ALFA = 0.25) (ALFA = 0.25)

4 dígitos 1993 1994 1998 2004 1993 1994 1998 2004 1993 1994 1998 2004 1993 1994 1998 2004

TOTAL 36.97 44.44 91.59 125.10 14.0 7.3 7.7 6.1 25.0 29.4 30.1 23.7 61.0 63.2 62.0 70.2
1 8471 244 485 2.37 9.19 20.8 0.0 0.0 1.2 3.54 23.8 15.8 7.3 75.76 76.1 84.2 91.4
2 8544 3.23 2.85 5.420 7.34 34.6 28.8 13.2 3.5 16.5 24.9 23.5 18.4 48.9 46.2 63.2 78.0
3 8528 1.79 2.76 4.91 7.04 0.0 0.0 0.0 0.0 5.6 6.5 1.8 2.54 94.4 93.5 98.2 97.5
4 8708 1.54 1.86 2.94 6.02 5.30 11.3 0.0 0.1 17.4 16.8 33.5 40.6 77.2 71.9 66.5 59.43
5 8536 1.383 1.64 3.46 4.89 0.0 1.4 55.5 0.0 66.7 62.3 29.7 65.9 33.2 36.2 14.7 34.0

Fuente: Cálculos propios con base en información de la Secretaría de Economía de México.

La evolución del comercio total de la industria manufacturera no difie-


re mucho de la maquila, aunque se observa ligeramente un menor creci-

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 125

miento entre 1993 y 2004 (212 por ciento). Los 40 principales productos de
la industria manufacturera, representan aproximadamente 58 por ciento
del comercio total con Estados Unidos. Al igual que en el caso anterior, el tipo
de comercio es básicamente inter-industria y tiende a descender. La manu-
factura también ha sufrido un gran deterioro en el intercambio externo: en
1993 el valor del ICI (horizontal) reportaba 21 fracciones arancelarias con
índices por encima del total, en 2004 esas fracciones se reducen a 13 acompa-
ñadas de una disminución del índice. En cambio, el comercio intra-industria
vertical muestra un leve incremento en el período.
Los productos que más destacan en el comercio de 2004 dentro de la
industria manufacturera son aceites crudos de petróleo o de mineral bitu-
minoso. En esta fracción no se cuenta con un comercio intra-industria, por
lo que en su totalidad existe un comercio inter-industrial. Siguen las partes
y accesorios de vehículos automóviles, con $14.630 millones de dólares, de
los cuales más de 37 por ciento corresponde a comercio intra-industria, casi
en su totalidad comercio vertical. El tercer producto son automóviles de turis-
mo y demás vehículos automóviles de transporte de personas, incluidos los
familiares y los de carreras, y representan 11.950 millones de dólares, con
más de 35 por ciento de comercio intra-industria en su totalidad vertical. El
cuarto producto son máquinas automáticas para tratamiento o procesamien-
to de datos y sus unidades; lectores magnéticos u ópticos, máquinas para
registro de datos sobre soporte en forma codificada y máquinas para trata-
miento o procesamiento de estos datos. En esta fracción arancelaria, menos
de 25 por ciento es comercio intra-industria, una quinta parte es comercio
horizontal, y las cuatro partes restantes son comercio vertical.
En los productos con mayor CI es muy limitada la participación del ICI
horizontal o inexistente en algunos, lo cual no sorprende ya que a mayor
desagregación se reduce el valor del CI, pues se avanza en la diferenciación de
los bienes. Los mayores valores se presentaron en las fracciones correspon-
dientes a lámparas, tubos y válvulas electrónicos, de cátodo caliente, cátodo
frío o foto cátodo; artículos de plástico para el transporte o envasado; y ta-
pones, tapas, cápsulas y demás dispositivos de cierre, también de plástico. Una
posible explicación es que, al ser más importante el CIV, sean más difíciles las

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126 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

respuestas a los cambios normativos o a la competencia impuesta por los


otros países que concurren al mercado norteamericano. En cambio, y conco-
mitante con los valores más altos del índice, el valor del ICI vertical, muestra
al menos ocho fracciones arancelarias con índices por encima de 50 por
ciento. Se destacan partes identificables como destinadas, exclusiva o princi-
palmente, a las máquinas de las partidas, circuitos integrados y micro estruc-
turas electrónicas, y circuitos impresos.
Por otro lado, de las partidas en el ICI (Horizontal) que presentaban en
1993 valores por encima del 50 por ciento, en 2004 desaparecen por com-
pleto o presentan un valor del índice muy bajo. Este es el caso de las demás
manufacturas de plástico, aparatos eléctricos de telefonía o telegrafía con
hilos, los aparatos de telecomunicación por corriente portadora o telecomu-
nicación digital; videófonos, trajes, conjuntos, chaquetas (sacos), pantalones
largos, pantalones con peto, pantalones cortos (calzones), y shorts (excepto
de baño), para hombres o niños (ver el cuadro 3).

CUADRO 3.
México: comercio total de la manufactura no maquiladora con Estados Unidos, 1993- 2004.

Distribución porcentual del comercio total


Sistema Comercio total Comercio intra industrial Comercio
armoni- (millones de dólares Porcentaje horizontal Porcentaje vertical inter-industria
zado (ALFA = 0.25) (ALFA = 0.25)

4 dígitos 1993 1994 1998 2004 1993 1994 1998 2994 1993 1994 1998 2004 1993 1994 1998 2004

TOTAL 88,150 106,400 196,200 274,700 11.87 6.66 7.90 8.70 21.96 28.06 31.64 28.33 66.17 65.28 60.45 62.97
1 2709 4,302 4,869 5,035 15,710 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 0.00 100.00 100.00 100.00 100.00
2 8708 2,272 2,903 8,987 14,630 6.86 0.31 17.95 0.51 40.70 61.05 46.69 80.26 52.44 38.65 35.36 19.24
3 8703 3,575 4,870 11,140 11,950 0.00 0.00 0.00 0.00 6.74 11.47 26.98 35.73 93.26 88.53 73.02 64.27
4 8471 1,109 1,805 5,051 11,840 23.93 0.00 3.39 5.71 47.39 83.33 37.37 19.19 28.68 16.67 59.24 75.10
5 8544 4,106 4,428 7,444 8,545 33.18 31.08 15.09 20.71 21.49 24.83 29.78 13.00 45.33 44.09 55.13 66.29

Fuente: cálculos propios con base en información de la Secretaría de Economía de México.

En el comercio intra-industria vertical destaca la reducción significati-


va en partes y accesorios, artículos de plástico para el transporte o envasado; ta-
pones, tapas, cápsulas y demás dispositivos de cierre, de plástico; “T-shirts”

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 127

y camisetas interiores, de punto, y un aumento en partes identificables co-


mo destinadas, exclusiva o principalmente, a los motores de las partidas.

Los márgenes de sustitución de importaciones


de la industria maquiladora mexicana

Los cambios en el régimen que favorecieron a la industria maquiladora mexi-


cana, introducidos en las negociaciones del tratado del TLCAN, se aplican par-
cialmente a partir del primero de enero de 2002. Los estímulos fiscales que
beneficiaron a la maquila en relación a otras actividades manufactureras
consistieron en la exoneración de impuestos de importación a los insumos ex-
ternos importados a México para ser ensamblados o procesados y reexporta-
dos a Estados Unidos para su consumo final, o para ser utilizados en ese país
como componentes o insumos de otros bienes. El gobierno mexicano exo-
neró a la maquila de impuestos que gravan a otras actividades productivas.
El gobierno estadounidense exoneraba de impuestos el valor de los insumos
que México importara de ese país para ser procesados y reexportados. El va-
lor agregado mexicano era gravado de acuerdo a la tarifa establecida en el
arancel norteamericano. De esta manera, la combinación de los estímulos de
los dos países creó una situación de bonanza para la actividad maquiladora
al tiempo que desestimulaba la introducción de valor agregado mexicano y el
escalonamiento tecnológico. A este proceso se sumó el efecto de la revolu-
ción tecnológica que aceleró e intensificó la fragmentación de los procesos
productivos en ubicaciones geográficas diferentes.
Varias razones justifican emplear el comercio intra-industria para medir
los márgenes de sustitución o de creación de redes de proveedores nacionales.
Como se explicó, el comercio intra-industria es el intercambio en doble vía de
productos perfectamente sustituibles con el mismo socio comercial. Mayores
valores del índice CI (conocido como índice de Grubel, desarrolla el método
aceptado para medir el peso de este intercambio en el comercio total de un país),
indican que la producción es competitiva, que sus costos de producción son
cercanos a los niveles internacionales, y una mayor diversificación productiva

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128 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

y complejidad tecnológica. Por otra parte, si el CI es importante, la industria expe-


rimentaría menores costos del ajuste ante cambios en el ambiente institucio-
nal, como los que experimenta la maquila por la plena entrada en vigencia de
los compromisos pactados en el TLCAN. Esto significa que no se presentarían
necesariamente costos de ajuste por cierre de actividades ya que los ajustes se
realizan al interior del sector o de la rama productiva y no entre sectores.
A continuación se presenta el método de cálculo pormenorizado de los
conceptos de sustitución de importaciones y de proveedores para la actividad
maquiladora mexicana y regional. Consideramos varias opciones:

a) Sustitución de importaciones de la actividad maquiladora a partir de


producción de maquila, la cual sería posible si se presenta CI en esa
actividad.
b) Sustitución de importaciones de maquila por producción de la in-
dustria no maquiladora, si se registran exportaciones equivalentes de
igual calidad y precios competitivos y
c) Sustitución de importaciones de la no maquila por producción de la
maquila. Los requisitos de precios y calidad son los mismos que en b).

Estos flujos de comercio son factibles en virtud de los acuerdos dentro


del TLCAN, los cuales eliminan las restricciones comerciales de la maquila en
varios sentidos: en primer lugar, al permitir la venta de bienes originados en la
maquila en el territorio nacional, dando luz verde al abasto de productos en
el mercado nacional; en segundo, al considerar el valor agregado mexicano
para integrar el contenido regional, todo ello sometido a los aranceles pre-
vistos y al cronograma de desgravación pactado.

Las expresiones matemáticas para evaluar el margen de sustitución

Partiendo del saldo actual de la balanza comercial:

Σ (X1 – M1) = Σ XN1


(1)

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 129

La sustitución iría encaminada a reemplazar las importaciones (M) de los


dos segmentos de la industria manufacturera (maquila y no maquila) por la
producción nacional que se exporta: ( X )2 en idéntica fracción arancelaria.
Por lo que un primer movimiento sería una reducción de las exportaciones
que efectivamente salen del territorio nacional en un monto idéntico a las
importaciones a sustituir. Si se considera que la venta a la industria maqui-
ladora constituye, en efecto, una exportación, no se afectarían las ventas ex-
ternas totales en las ramas en las cuales se realizó la sustitución: XN1:

Σ (X2 – M2) = Σ XN1 , X1 > X2 y M1 > M2


(2)

El margen de sustitución MS, definido como las importaciones del co-


mercio intra-industria horizontal que son sustituidas por exportaciones re-
direccionadas al mercado interno, se expresa en:

MS = Σ (M1 – M2) (3)


MS = Σ Msm + Σ Msnm (4)
Σ M2 = Σ Mnsm + Σ Mnsnm (5)

Pero si se sustituyen las importaciones, manteniendo el nivel exportador


hacia los mercados externos X1, se deben elevar las exportaciones netas a
XN2:

Σ (X1 – M2) = Σ XN2 (6)


Σ XN2 = Σ XN1 + MS (7)

El margen de sustitución de importaciones en los dos sectores depende,


en primer lugar, de que existan simultáneamente exportaciones e importaciones,

2 Se toman como referencia las exportaciones y no la producción total (del segmento no maquilador) bajo el
presupuesto de que la existencia de exportaciones es un indicador de eficiencia productiva y, por ende, de ca-
pacidad de sustitución.

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130 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

en las mismas fracciones arancelarias, a nivel de desagregación suficiente que


permita la identificación de bienes de calidad y cualidades iguales y, en úl-
tima instancia, de la relación de precios implícitos, esto es, precios unitarios
de las exportaciones respecto a los de las importaciones. Este concepto se
toma de los supuestos de la teoría del comercio intra-industria, según los
cuales las diferencias en los precios implícitos señalarían, antes que todo, si
el comercio intra-industria se refiere a bienes que se diferencian horizontal-
mente por cualidades, lo cual ocurre si la relación de los precios de las ex-
portaciones y las importaciones se ubica en el rango de 0.75 a 1.25; o si la
diferenciación se hace por la calidad, es decir, verticalmente, lo cual se de-
tecta si la relación de precios se ubica fuera del rango 0.75 – 1.25, esto es,
cuando la diferencia de los precios es menor a 0.75 o cuando supera 1.25.
En este último caso, el comercio donde la relación de valores unitarios de
exportaciones (VUx) y de importaciones (VUm) es de 1.25 (el valor unitario
de las exportaciones es 0.25 mayor que el valor unitario de las importacio-
nes), es un comercio intra-industria vertical en el cual las exportaciones son
de mayor calidad que las importaciones CIVac. Si la relación es menor a
0.75 (el valor unitario de las exportaciones es 0.25 menor que el valor uni-
tario de las importaciones), las exportaciones serían de menor calidad que

‹ ‹
las importaciones CIVbc:

CIVbc MS=CIH CIVac


VUx/VUm —————— + —————— + ———————
0.75 1.25

El rango intermedio (entre 0.75 y 1.25) de la relación de precios uni-


tarios en el comercio intra-industria es cercano y, si se trabaja con un nivel
de desagregación alto, se puede tener relativa certeza de que se trata de
bienes con características y cualidades iguales. Puede asumirse, por lo tan-
to, que es este segmento del comercio intra-industria el que tiene mayores
y más eficientes posibilidades de sustitución.

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 131

Entonces el margen de sustitución MS estaría dado por:

MS = Σ CIT – (Σ CIVbc + Σ CIVac ) (8)3

Sin embargo, lo anterior no limita el potencial de sustitución exclusi-


vamente a este segmento. Podría haber sustitución en bienes cuya relación
de precios unitarios supere, por un margen no muy amplio, el límite de
1.25 y en aquellos para los cuales la relación es menor, pero cercana a 0.75.
Es decir, se amplía el margen a segmentos del comercio vertical de alta y de
baja calidad.
Si la sustitución se diera en la franja del CV de baja calidad significa-
ría que, para que esa sustitución sea factible, la producción de maquila debe
elevar su calidad para satisfacer una demanda de calidad superior, es decir,
habría ganancias en calidad y posiblemente en productividad y desarrollo
tecnológico, si se acepta el supuesto del comercio intra-industria acerca de
que la calidad es una función de la intensidad de capital. Por otra parte, la
sustitución de importaciones en el rango de alta calidad, (esto es, cercano
pero menos a 1.25) del comercio intra-industria, implicaría dos movi-
mientos. En primer lugar, que los importadores acepten pagar precios ma-
yores por insumos de mayor calidad que los que importan; en segundo
lugar, que los exportadores acepten precios menores a los que reciben en el
mercado externo. En principio ninguna de estas dos alternativas responde-
ría a una conducta racional. La única posibilidad de que los exportadores
acepten vender a precios inferiores sería en presencia de capacidad subuti-
lizada, o que eleven la productividad, para reducir precios.
El coeficiente del margen de sustitución CMS es la proporción de las im-
portaciones en el comercio intra-industria que es posible sustituir respecto
del total de las importaciones:

3 MS = Margen de sustitución = CIH= Comercio intra-industria horizontal.


CIT = Comercio intra-industria total.
CIVbc = Comercio intra-industria vertical de baja calidad.
CIVac = Comercio intra-industria vertical de alta calidad.

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132 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

CMS = (MS / Σ M1)*100


CMS = [( Σ CIT – Σ CIVbc – Σ CIVac) / Σ M1]*100 (9)4

Asimismo, la capacidad exportadora CX resulta de la diferencia entre las


exportaciones actuales X1 y el margen de sustitución MS, y el coeficiente de
la capacidad exportadora CCX es la proporción porcentual de la capacidad
exportadora, CX, respecto de las exportaciones actuales X1:

CX = Σ X1 – MS = Σ X1 – Σ Msm + Σ Msnm
CCX = (CX / Σ X1 )*100
CCX = (( Σ X1 – MS) / Σ X1 )*100
CCX = [1 – (( Σ Msm + Σ Msnm )/ Σ X1 )]*100 (10)

Este coeficiente permite establecer la proporción de las exportaciones que


se puede mantener en el mercado internacional, luego de la sustitución.
Para el comercio intra-industria vertical de alta y de baja calidad, se pue-
de estimar un coeficiente potencial de sustitución CPS que corresponde a las
importaciones de esta parte del comercio intra-industria como proporción
de las importaciones totales, y el coeficiente potencial de la capacidad expor-
tadora CPCX si se pudiera dar algún tipo de sustitución, sería la proporción
de las exportaciones que quedan después de la sustitución.
En el comercio vertical de alta calidad sería:

CPS = ( Σ CIVac / Σ M1 )*100 (11)


CPCX = [( Σ X1 – Σ CIVac) / Σ X1 ]*100 (12)

En el comercio vertical de baja calidad sería:

CPS = ( Σ CIVbc / Σ M1 )*100 (13)


CPCX = [( Σ X1 – Σ CIVbc) / Σ X1 ]*100 (14)
4 CIT = Comercio intra-industria total.
CIVbc = Comercio intra-industria vertical de baja calidad.
CIVac = Comercio intra-industria vertical de alta calidad.

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 133

Estos coeficientes permiten identificar el margen adicional de la sustitu-


ción que se podría dar dentro del comercio intra-industria vertical.
Para medir el margen de sustitución entre la industria maquiladora y la ma-
nufacturera no maquiladora se usó información de la Secretaría de Economía
de México para los años 2002, 2003 y 2004. Se utilizaron los datos agregada-
mente para reducir la pérdida de información por procesos coyunturales. Se
construyeron las bases de importaciones y de exportaciones de la IME y la indus-
tria manufacturera, con valor, volumen y precio unitario. Luego se calcularon
los flujos de intercambio y las razones de los precios unitarios para identificar
el tipo de comercio sustituible y sustituidor, en las siguientes direcciones:

Importaciones de la maquila abastecidas por la maquila.


Importaciones de la maquila abastecidas por la no maquila.
Importaciones de la no maquila abastecidas por la maquila.

Sustitución de importaciones de la maquila


con exportaciones de maquila

El primer flujo de comercio observado es el de sustituir las importaciones que


realiza la maquila con producción del sector maquilador. En las 2.001 fraccio-
nes arancelarias que cubren la totalidad del comercio, habría un margen de
sustitución en 327, o en el 16.34 por ciento de la oferta exportable. En estas
fracciones, el margen de sustitución ascendía en 2004 a $11,102 millones de
dólares, es decir al 9.1 por ciento del total de los $122,000 millones de dólares
entre 2002 y 2004 de importaciones que realiza el sector maquilador. Esta pro-
porción comprometería cerca de 4.7 por ciento de las exportaciones del sector.
Las exportaciones remanentes equivaldrían al 95.3 por ciento. Esto implicaría
una ampliación de la producción de la maquila por ese mismo volumen, en
una primera aproximación, para mantener el mismo nivel de exportaciones.
De las cuarenta fracciones arancelarias más importantes con base en el valor
de las importaciones, sólo nueve presentan comercio intra-industria horizon-
tal. De ellas, el mayor índice corresponde a la fracción arancelaria de partes y

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134 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

accesorios (excepto los estuches, fundas y similares) identificables como des-


tinados, exclusiva o principalmente, a las máquinas o aparatos de las partidas
8469 a 8472, la cual tiene un valor del margen de sustitución de $1,575 mi-
llones de dólares, y el coeficiente de capacidad exportadora de 70.2 por cien-
to. Después siguen en importancia los artículos para el transporte o envasado,
de plástico; tapones, tapas, cápsulas y demás dispositivos de cierre, de plástico
(3923); éstos tienen un valor del margen de sustitución de $ 825 millones de
dólares, y un coeficiente de capacidad exportadora de 26.4 por ciento. Se conclu-
ye que existe capacidad suficiente para sustituir importaciones dentro del mis-
mo sector maquilador, y mantener un remanente para exportar.
El margen de sustitución del comercio intra–industria vertical de alta
calidad alcanza los $34,038 millones de dólares, es decir, al 27.9 por ciento
del total de los $122,000 millones de dólares entre 2002 y 2004 de impor-
taciones que realiza el sector maquilador. Esta proporción comprometería
cerca de 50 por ciento de las exportaciones del sector, ver el cuadro 4.

CUADRO 4.
México: sustitución de importaciones de la IME abastecidas por la IME e incremento de la producción
IME para mantener sus aportaciones.

Crecimiento del
Importaciones Exportaciones Exportaciones porcentaje de la
Sistema sustituibles actuales futuras producción para
armonizado Millones de dólares exportar

3923 1,171 1,297 2,468 90.3


8542 37 37 75 100
8544 1,339 13,670 15,009 9.8
8473 1,654 5,529 7,183 29.9
4819 101 101 202 100
5209 62 62 124 100
3921 97 97 195 100
7419 70 70 140 100
4016 40 40 81 100
5903 7 7 14 100
Total 11,099 68,450 79,549 16.2

Fuente: cálculos propios con base en información de la Secretaría de Economía de México.

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Importaciones de maquila abastecibles por la no maquila

El margen de sustitución de las importaciones del maquilador y que podrían


ser cubiertas por exportaciones de la manufactura no maquila podría darse en
418 fracciones arancelarias, o sea, en el 19.3 por ciento y alcanzaría $13,908
millones de dólares anuales, es decir, una sustitución de 11.4 por ciento de
la demanda de la maquila por bienes importados (ver cuadro 5). Esta sustitu-
ción puede ser cubierta con el 3.1 por ciento de las exportaciones de la in-
dustria manufacturera, lo que deja un coeficiente de capacidad exportadora
cercano al 96.9 por ciento de sus compromisos de exportación. En sólo seis
fracciones arancelarias hay comercio intra-industria horizontal. De éstas, el
mayor índice corresponde a partes y accesorios (8473) con un valor del mar-
gen de sustitución de $1.575 millones de dólares, y el coeficiente de capa-
cidad exportadora de 76.1 por ciento. Siguen los artículos para el transporte

CUADRO 5.
México: sustitución de importaciones de la maquila abastecida por la manufactura e incremento
de la producción para mantener sus exportaciones.

Crecimiento del
Importaciones Exportaciones Exportaciones porcentaje de la
Sistema sustituibles actuales futuras producción para
armonizado Millones de dólares exportar

3923 1,776 1,958 3,734 90.7


8544 2,093 15,610 17,703 13.4
8473 1,654 6,848 8,502 24.2
5209 182 182 363 100
7419 74 74 149 100
5903 28 28 56 100
4823 178 178 356 100
8525 428 10,820 11,248 4
4821 16 16 31 100
7320 165 165 331 100
Total 14,000 88,400 102,400 15.8

Fuente: Cálculos propios con base en información de la Secretaría de Economía de México.

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136 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

o envasado, de plástico; tapones, tapas, cápsulas y demás dispositivos de


cierre, de plástico (3923); éstos tienen un valor del margen de sustitución
de $825 millones de dólares, y un coeficiente de capacidad exportadora de
26.4 por ciento. En el CI vertical de alta calidad, el margen de sustitución
es de $35.868 millones de dólares, es decir, al 29.4 por ciento de importa-
ciones que realiza el sector maquilador. Esta proporción comprometería sólo
el 24.0 por ciento de las exportaciones del sector.

Importaciones de la manufactura no maquila sustituibles


por exportaciones de la maquila

Aquí la sustitución podría darse en 335 fracciones arancelarias, o sea, en


el 16.2 por ciento del total de las 2.062. El margen de sustitución en este
flujo de abastecimiento de importaciones de la industria manufacturera
por la maquila alcanzaría $18.032 millones de dólares anuales y represen-
ta una sustitución de 5.6 por ciento de la demanda de la manufactura por
bienes importados (ver cuadro 3). Esta sustitución puede ser cubierta con
el 7.5 por ciento de las exportaciones de la industria maquiladora, quedan-
do un coeficiente de capacidad exportadora cercano al 92.5 por ciento de
sus compromisos de exportación. El margen de sustitución más alto corres-
ponde a aparatos emisores de radiotelefonía, radiotelegrafía, radiodifusión
o televisión; cámaras de televisión; videocámaras, cámaras digitales
(8525); en este flujo, el margen de sustitución puede ser de $2.861 millo-
nes de dólares. También se destacan artículos de plástico para el transpor-
te o envasado; tapones, tapas, cápsulas y demás dispositivos de cierre, de
plástico (3923); en este flujo, el margen de sustitución puede ser de $954 mi-
llones de dólares.
Cómo en los dos tipos de comercio anterior, es mayor la proporción de
fracciones en el intercambio de CI vertical de alta calidad, aunque el número
de fracciones es más reducido que en los casos anteriores. El margen de sus-
titución es de $96.600 millones de dólares (ver cuadro 6), es decir, al 30 por
ciento de importaciones que realiza el sector manufacturero. Esta proporción

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 137

comprometería cerca de 40 por ciento de las exportaciones del sector. Las


exportaciones remanentes equivaldrían al 60 por ciento.

CUADRO 6.
México: sustitución de importaciones de la manufactura abastecida por la IME e incremento
de su producción para mantener sus exportaciones.

Crecimiento del
Importaciones Exportaciones Exportaciones porcentaje de la
Sistema sustituibles actuales futuras producción para
armonizado Millones de dólares exportar

7326 747 747 1,494 100


3923 1,321 1,321 2,642 100
8525 2,920 10,130 13,050 28.8
8407 77 77 153 100
4819 156 156 311 100
8544 1,471 14,340 15,811 10.3
3921 97 97 195 100
5209 62 62 124 100
8708 901 2,831 3,732 31.8
8421 530 530 1,061 100

Total 17,900 54,700 72,600 32.7

Fuente: Cálculos propios con base en información de la Secretaría de Economía de México.

Impacto macroeconómico de la sustitución de importaciones


de los dos sectores

Desde el supuesto de que los dos sectores manufactureros están interesados


en mantener el cien por ciento del coeficiente exportador, esto es, la propor-
ción de su producción que se exporta y, simultáneamente, cubrir la nueva
demanda, se debe explorar en cuánto han de incrementar su producción y
el efecto de este crecimiento sobre la productividad y el empleo. Para ello
se consideran al menos dos elementos y se realiza un ejercicio de simulación
del impacto que la sustitución de importaciones tendría en los dos segmentos de
la industria manufacturera.

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138 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

El valor estimado del margen de sustitución de las importaciones de la


maquila abastecida por la maquila es de $11,099 millones de dólares (cua-
dro 4). En la fracción arancelaria más importante, la de partes y accesorios
(8473), se cubrirían importaciones de la maquila por $1,654 millones de
dólares. De sustituir el total de las importaciones, de la maquila, crecerían
16.2 por ciento.
La manufactura no maquila sustituiría importaciones de la maquila
por $14,000 millones de dólares (cuadro 5). Se destacan hilos, cables y de-
más conductores aislados para electricidad (8544) con posibilidad de sus-
tituir unos $2,093 millones de dólares de importaciones de la industria
maquiladora.
Para finalizar, el valor estimado del margen de sustitución de compras
externas de la manufactura no maquiladora con exportaciones de la maquila es
de $17,900 millones de dólares de bienes importados (cuadro 6). Esta cifra
corresponde al mayor margen de sustitución entre los dos sectores. De las 10
fracciones arancelarias más importantes se destaca la de aparatos emisores de
radiotelefonía, radiotelegrafía, radiodifusión o televisión; cámaras de televi-
sión; videocámaras (8525), la que, además, cubriría $2,920 millones de dóla-
res de importaciones de la industria manufacturera. No obstante, al considerar
las exportaciones actuales, las mayores exportaciones corresponderían a la frac-
ción de hilos, cables y demás conductores aislados para electricidad (8544).
Concomitante con el mayor margen de sustitución, el crecimiento de la
producción para exportar en la maquila alcanzaría 32.7 por ciento.
Este margen de sustitución debe ser cubierto por producción de los dos
sectores bajo las mismas condiciones de calidad y precio de las importacio-
nes que sustituyen y que se detallaron en la sección anterior.
El impacto de este incremento de la producción en los dos sectores im-
plica generación de empleo para ampliar la capacidad productiva, la cual
no es idéntica en los dos segmentos manufactureros ya que depende de la
productividad de cada uno. En términos macroeconómicos dependerá
también del tipo de mano de obra que cada uno demande. A la fecha, la in-
dustria no maquiladora presenta mayores niveles de productividad y una
estructura del empleo con una participación mayor de mano de obra más

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 139

educada. Otro factor a considerar es la elasticidad empleo de las exportacio-


nes ΕXXO de cada uno. Para el cálculo de estas elasticidades, se debe con-
siderar la siguiente expresión:

ΕXXO = (∆ O / O) / (∆ X / X) (15)

Donde (∆ O / O) es la tasa de crecimiento promedio anual de la ocu-


pación en cada sector y (∆ X / X) es la tasa de crecimiento promedio anual
de las exportaciones en cada sector para el período. Para hallar el requeri-
miento de mano de obra adicional en cada período, entonces debe despe-
jarse la expresión (∆ O / O) en la elasticidad:

(∆ O / O) = (ΕXXO) * (∆ X / X) (16)

El incremento en la ocupación sería:

∆ O = O* [(ΕXXO) * (∆ X / X)] (17)

Como maquila y no maquila tienen elasticidades diferentes y tasas de


crecimiento de ocupación y exportaciones distintas, el impacto en el mer-
cado de trabajo es la suma de los dos aumentos de mano de obra parciales:

Om y nm = (Om + ∆ Om) + (Onm + ∆ Onm)


Om y nm = {Om + [Om* [(ΕXXO) m * (∆ Xm / Xm)]]} +
{Onm + [Onm* [(ΕXXO)nm * (∆ Xnm / Xnm)]]} (18)

Donde los subíndices m y nm hacen referencia a los sectores maquila y


no maquila respectivamente.
Con datos de la Secretaría de Economía y el Sistema de Cuentas Naciona-
les de México se calcularon las tasas de crecimiento de la ocupación y de las
exportaciones en cada sector así como las respectivas elasticidades. El cua-
dro 7 muestra que, a pesar del descenso en la elasticidad de exportaciones
de la maquila en el período 2002-2004, en comparación al de 1996-1999,

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140 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

ésta es mayor que en 2000-2001; lo cual denota una leve recuperación des-
pués de la recesión en la economía norteamericana en 2001. No obstante,
este resultado se produce por el efecto conjunto de un menor descenso en la
tasa de crecimiento de la ocupación que de las exportaciones de la maqui-
la, lo cual no es una buena noticia para la economía mexicana.
Si tomamos como referente la elasticidad del último período, el nuevo
crecimiento anual de la ocupación en la industria maquiladora sería de 8.1
por ciento, el que equivale a un crecimiento del número de ocupados de
91,591 personas.
Por otro lado, el comportamiento de la elasticidad de exportaciones en
la industria manufacturera es similar al de la maquila, aunque el impacto
en el empleo es menor en los períodos de estudios. La elasticidad en el pe-
ríodo 2002-2004 presenta una leve recuperación con relación a 2001, pero
el impacto es muy bajo en el empleo. Si se mantuviera la elasticidad del úl-
timo período, se produciría un incremento en la ocupación de 2.2 por cien-
to, el cual equivale a la formación de 30,669 nuevos puestos de trabajo en
la manufactura. El nuevo crecimiento anual de la ocupación entre los dos
sectores sería de 4.9 por ciento, esto es, una creación de 122,261 nuevos pues-
tos de trabajo
Las diferencias en la magnitud del empleo surgen de los diferentes valores
del margen de sustitución y de las distancias en la productividad existentes en-
tre la maquila y la no maquila. Éste es un análisis estático que contempla
sólo el incremento, de una vez, de la producción y del empleo.
El margen de sustitución se podría elevar en la medida que se consoliden
las relaciones de proveedores y las estructuras productivas se adecuen a los
requerimientos de la demanda y las exportaciones de la maquila. Ésta de-
pende, como se ha establecido, de la evolución del PIB de Estados Unidos, del
nivel de precios internos y del nivel de precios de los competidores mexi-
canos. La tasa de cambio del peso por dólar, y de la tasa de cambio cruzada, es
decir, los movimientos relativos de las paridades de las monedas naciona-
les respecto al dólar y la del peso, es una variable importante.

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 141

CUADRO 7.
México: impacto en el mercado de trabajo de la sustitución de importaciones en los sectores
de maquila y manufactura.

Sectores e indicadores 1996/1999 2000/2001 2 de abril de 2006 Estimado

MAQUILA

Ocupación en el último año 1,129,747*


Crec. del porcentaje anual de la ocupación 16.5 3 2.7
Crec. del porcentaje anual de las exportaciones 19.6 10.5 5.9
Elasticidad exportaciones de la ocupación 0.8 0.3 0.5 0.5
Nuevo crec. del porcentaje anual de las exportaciones 16.2
Nuevo crec. del porcentaje anual de la ocupación 8.1
Crec. nominal de la ocupación 91,591

MANUFACTURA

Ocupación en el último año 1,389,646*


Crec. del porcentaje anual de la ocupación 3.3 –1.4 1.1
Crec. del porcentaje anual de las exportaciones 16.2 8.8 7.5
Elasticidad exportaciones de la ocupación 0.2 –0.2 0.1 0.1
Nuevo crec. del porcentaje anual de las exportaciones 15.8
Nuevo crec. del porcentaje anual de la ocupación 2.2
Crec. nominal de la ocupación 30,669

TOTAL (MAQUILA Y MANUFACTURA)

Ocupación en el último año 2,519,393


Crec. nominal de la ocupación 122,261
Nuevo crec. del porcentaje anual de la ocupación 4.9

* Proyección con base en series históricas.

Fuente: Cálculos propios con base en información de la Secretaría de Economía y Sistema de Cuentas Nacionales de México
SCNM, INEGI.

Conclusiones

La actividad maquiladora mexicana es quizás el segmento más dinámico de


la manufactura mexicana. Es un sector eminentemente transable, directa-
mente relacionado con el sector externo y responsable en buena medida del
incremento de las exportaciones manufactureras mexicanas y del elevado
índice de apertura del sector.

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142 AL ICIA PUYA NA Y JORGE HORBAT H

Se benefició durante décadas del doble estímulo creado por los incen-
tivos establecidos en las legislaciones sobre comercio exterior de Estados
Unidos y de México. Estos estímulos se eliminaron total o parcialmente con
la plena entrada en vigencia de los acuerdos pactados en el marco del TLCAN.
En las nuevas condiciones, la maquila, si bien puede exportar al mercado
mexicano la totalidad de su producto no puede importar libre de graváme-
nes los componentes y partes de terceros países. Los requisitos de origen y
los aranceles a bienes originados en terceros países marcan el grado de sus-
titución regional de importaciones que se intenta estimular con los meca-
nismos del TLCAN, un área de libre comercio basada en ventajas arancelarias
discriminatorias regionalmente.
La existencia de CI en la actividad maquiladora sería un indicio de cierta
capacidad de sustitución de importaciones regionales hacia México, dado que
el CI implicaría capacidad competitiva y estructura productiva diversificada.
Los resultados sugieren que el margen de sustitución es moderado pues-
to que se registraron bajos valores de comercio intra-industrial (menores a
15 por ciento) y con una tendencia descendente desde 1993, lo cual sugie-
re que el TLCAN no ha estimulado este tipo de intercambio.
Por otra parte, el segmento del CI más fuerte es el CIV, es decir de CI di-
ferenciado en calidad el cual se comporta como el comercio interindustrial,
es decir no da cabida a sustitución.
El mayor valor del ICI correspondió al CIV de baja calidad, de lo que se
desprendería que de los bienes que integran el CI de México los que exporta
son de menor precio e inferior calidad que los que importa. Como el comer-
cio de la actividad de la maquila de segmentos productivos requiere calidad
para que los bienes puedan ser integrados en los bienes finales o interme-
dios en procesos específicos, ella debe ser exacta y no es sustituible por pre-
cios menores. En estas condiciones, para que haya sustitución, la industria
maquiladora debe elevar la calidad de los bienes sustitutos conservando la
ventaja en precios.
En estas condiciones se encontró un margen de sustitución no muy ele-
vado aunque de ninguna manera desechable. En efecto, de los $42,299 millo-
nes de dólares de bienes importados en CI entre los dos sectores, la maquila

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MAQUIL A Y NO M AQUIL A : MA RGEN DE S U S T I T U CI ÓN DE I MP ORTACI ONES 143

abastecería $28,999 millones de dólares de las importaciones de la indus-


tria manufacturera no maquiladora y de la misma maquila mientras que la
no maquila cubriría $14,000 millones de dólares de importaciones de la in-
dustria maquiladora.
Al medir el impacto de esta sustitución en el empleo mediante la respec-
tiva elasticidad trabajo de las exportaciones y de la producción, de la industria
maquiladora y la no maquiladora se obtuvo en todos los casos una elastici-
dad menor a la unidad, la cual resulta baja. En este contexto, la elasticidad
trabajo de las exportaciones de la maquila es mayor (0.5), mientras la elas-
ticidad trabajo de las exportaciones de la no maquila es menor (0.1). Por lo
anterior, se tendría un mayor efecto en el empleo si la sustitución se orien-
tara a la maquila. En tal sentido, y siendo coherente con el mayor margen
de sustitución inducido por las exportaciones de maquila, se generarían
91,591 empleos y en la no maquiladora 30,666 nuevos empleos. Como se
advirtió, el mayor impacto en el empleo de la sustitución de importaciones
por la maquila se deriva del margen de sustitución más elevado, al igual que
de una mayor elasticidad trabajo de las exportaciones.

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144

Siglas o abreviaciones

X1 Exportaciones en el momento 1 antes CIVac Comercio intra-industria vertical de


de realizarse la sustitución. alta calidad.
M1 Importaciones en el momento 1 an- Cms Coeficiente de margen de sustitución.
tes de realizarse la sustitución. Ccx Coeficiente de capacidad exportadora.
XN1 Saldo externo en el momento 1 antes Cx Capacidad exportadora.
de realizarse la sustitución. CPs Coeficiente de potencial de sustitución.
XN2 Saldo externo en el momento 2 des- CPcx Coeficiente de potencial de capaci-
pués de realizarse la sustitución. dad exportadora.
X2 Exportaciones en el momento 2 des- EXXO Elasticidad empleo de las exportaciones.
pués de realizarse la sustitución.
M2 Importaciones en el momento 2 des-
pués de realizarse la sustitución.
MS Margen de sustitución de importacio-
nes.
Msm Importaciones sustituidas en el sector
de la maquila.
Msnm Importaciones sustituidas en el sec-
tor de la no maquila.
Mnsm Importaciones no sustituidas en el
sector de la maquila.
Mnsnm Importaciones no sustituidas en el
sector de la no maquila.
CIT Comercio intra-industria total.
CIVbc Comercio intra-industria vertical de
baja calidad.

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145

La migración laboral interna e internacional en Tijuana,


Baja California (1990-2000)

Carlos Ernesto Simonelli

Introducción

El presente trabajo explora los dinámicos procesos migratorios laborales hacia


Tijuana y Rosarito, en la frontera norte de México. La migración es un pro-
ceso complejo que involucra los desplazamientos de la población a través de las
fronteras internas y externas de un país que consisten en cambios de residencia.
El caso de Tijuana es especial pues contiene ambos tipos de desplazamiento:
el fenómeno migratorio hacia Tijuana proveniente del resto del país y el de
las personas que residieron previamente en Estados Unidos, objeto de este capí-
tulo. Los desplazamientos se analizarán en términos de procesos que combinan
la migración interna y los desplazamientos binacionales en un mismo terri-
torio social y en el mismo mercado laboral, altamente diferenciado.
Se definen los “migrantes” según la residencia de las personas en una fecha
fija; ello limita el alcance de las inferencias que se pueden realizar. A pesar de
ello, se optó por el análisis censal, debido a que puede aportar una informa-
ción directa, confiable, representativa y desagregable según las características
y la dinámica de los flujos migratorios a la localidad de Tijuana. Se ofrece
información básica sobre las características laborales de la población, en un
único instrumento temporalmente comparable.
En este trabajo se enfatiza el concepto de migración como expresión de
los procesos de cambio originados en el modelo de desarrollo económico de la
pasada década. Estos cambios consistieron en la apertura económica, la in-
corporación de México, y otros países en desarrollo, al comercio internacio-
nal, y en el debilitamiento del rol central del Estado a favor de la economía

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146 CA RLOS ERNESTO SIM O NELLI

de mercado. En esta orientación se inscribe el Tratado de Libre Comercio de


América del Norte (TLCAN), en vigencia desde 1994.
Este trabajo intentará dar respuestas a una serie de interrogantes parcia-
les: ¿qué características presenta la migración entre 1990 y 2000 en Tijuana y
Rosarito?, ¿es posible incorporar al análisis de la transformación de la fuerza
de trabajo en México algunas de las características que presentó la inserción
laboral específica de los migrantes en este ámbito local?, ¿en qué medida las
características de la fuerza laboral y la inserción de los migrantes en este espacio
fronterizo contrastan con un contexto social y económico homogéneo? A partir
de diferencias laborales entre los migrantes internos y los que han residido pre-
viamente en Estados Unidos, ¿puede establecerse la hipótesis de “nichos” de
inserción laboral? Estas interrogantes no pueden responderse plenamente con
la evidencia estadística analizada en este trabajo. No obstante, puede ponerse
en consideración en qué medida la especificidad de los mercados laborales fron-
terizos responde a una dinámica propia, relacionada con su mayor integración
a la economía estadounidense, o se origina en los cambios que experimenta
México por la internacionalización creciente de la economía. Adicionalmen-
te, este trabajo intentará exponer, de manera conceptual, la influencia del am-
biente local en la inserción laboral diferenciada de los migrantes.

Importancia de la especialización productiva


de la frontera norte de México

La reestructuración económica en México se inició después de la crisis econó-


mica de 1982, lo que marcó el fin del modelo de sustitución de importaciones
(ISI). La orientación hacia el exterior de la economía tuvo como objetivos de
corto plazo alcanzar la estabilidad macroeconómica y monetaria y, a media-
no y largo plazo, lograr una mayor integración al comercio mundial, con el
fin de recuperar las tasas de crecimiento anteriores. Se priorizaron las expor-
taciones manufactureras, se redujeron los aranceles y se eliminaron los permi-
sos previos de importación. Se tendió a minimizar la intervención del gobierno
mediante mecanismos de promoción social y económica y se otorgó al mer-
cado un papel central en la asignación de los recursos.

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L A M IGRACIÓN L A BORA L INTERN A E I NT ERNACI ONAL EN T I J UANA 147

En sus inicios, las maquiladoras de exportación (IME), que se instalaron


a partir de 1965, eran industrias que desarrollaban procesos fabriles con base
en una utilización intensiva de mano de obra y reducido capital y se bene-
ficiaron por la provisión de energía barata y otros insumos subsidiados por
el Estado mexicano. Se instalaron bajo el amparo de reglamentaciones adua-
neras especiales que las eximían del pago de impuestos a las importaciones.
Con el esquema de liberalización comercial, la zona fronteriza se convirtió
en importante receptor de inversión extranjera directa (IED).
La frontera norte de México (en adelante, FN)1 se distingue del resto
del país debido a su carácter de frontera internacional (que abarca más de
3,200 kilómetros compartidos con Estados Unidos), por el rasgo predomi-
nantemente urbano de sus localidades más importantes, y por ser un polo
de atracción de importantes flujos de migrantes del resto del país. Estas con-
diciones han contribuido a su crecimiento económico.
Desde mediados de los sesenta, en la FN se implementó un programa de
desarrollo diferente al del resto del país, el Programa de Industrialización Fron-
teriza (PIF), que tenía como objetivos la creación de empleo, el poblamiento
de la franja fronteriza, y la generación de divisas mediante la exportación de
componentes industriales extranjeros ensamblados en México. Esto fue con-
solidando a la FN a lo largo del tiempo y, con el paso de las sucesivas crisis
económicas, como uno de los más importantes polos productivos, lo que tam-
bién produjo cambios demográficos, fundamentalmente a partir del descenso
de las tasas de fecundidad y el aumento de la migración. La IME se instaló
con anterioridad a la crisis económica de 1982 como una forma peculiar de
industrialización fronteriza y fue una excelente plataforma de lanzamiento
para el nuevo modelo secundario exportador, cuyo “auge” se verificó a mediados
de la década de los noventa. Dentro de este proceso se distinguen ciertos fe-
nómenos específicos que resultan útiles para observar la particularidad de
Tijuana en el marco general del programa industrializador fronterizo.

1 La frontera norte está integrada por las localidades fronterizas con Estados Unidos y es un conjunto de seis enti-
dades federativas: Baja California, Coahuila, Chihuahua, Nuevo León, Sonora y Tamaulipas.

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148 CA RLOS ERNESTO SIM O NELLI

Estos cambios modificaron el funcionamiento del sector industrial, afec-


taron su estructura y organización e insertaron la base industrial mexicana
en la nueva división internacional del trabajo (Anima y Guerrero, 2004:
184). El crecimiento de la IME refleja un acuerdo tácito entre México y Es-
tados Unidos para incentivar el establecimiento de firmas extranjeras en
México, con base en arreglos de producción compartidos (Weintraub, 1994:
230 y 232).2 El mayor dinamismo de la IME arranca en 1994 a partir de la en-
trada en vigor del TLCAN (Vargas Leyva, 2003) y se ha relacionado con el
crecimiento económico de Estados Unidos en la última década (Clement,
2001) y la devaluación del peso en el periodo 1994-1995, y no es claro el
efecto 303 del TLCAN aplicable a la IME desde 2001.
Con la apertura económica se redujo la protección efectiva a la industria
nacional y se amplió la brecha entre sectores “competitivos” y “no compe-
titivos”. Los planes de estabilización monetaria y las devaluaciones del peso
mexicano mejoraron la rentabilidad de las exportaciones. La apertura comer-
cial unida a la reducción de los subsidios a los productores rurales, incremen-
tó el número de personas dispuestas a emigrar desde las zonas rurales.
A partir de 1982, la industria maquiladora fue el origen de más de la
mitad de las exportaciones manufactureras mexicanas (Anima y Guerrero,
2004). En un sentido restringido, que se refiere a la generación de empleo y
de divisas, la capacidad de la zona fronteriza para atraer flujos de IED puede
considerarse como el resultado de un modelo “exitoso” de industrialización
fomentado desde el Estado (Weintraub, 1994). En términos de transferencia
de tecnología y de capacitación de la fuerza laboral, los resultados no han sido
alentadores e intensificaron un profundo desequilibrio regional. En Baja Ca-
lifornia, incrementó la inversión externa, diversificó su procedencia nacional
e intensificó su concentración geográfica (Gerber y Carrillo, 2002). En 2000,
se localizaba en Tijuana 59.3 por ciento del total de las empresas con IED en
la entidad, totalizando 1,295 empresas, mientras que en Playas de Rosarito

2 Para las maquiladoras extranjeras, México decidió no aplicar estipulaciones sobre el contenido doméstico de los
componentes ensamblados, reduciendo al mínimo el componente de valor agregado nacional, además de una serie
de exenciones impositivas a las exportaciones (Weintraub, 1994).

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L A M IGRACIÓN L A BORA L INTERN A E I NT ERNACI ONAL EN T I J UANA 149

solamente el 2.5 por ciento, con 54 empresas. El dato revela predominio claro
del sector manufacturero en el total de la IED relacionada con la IME, aunque
existe una importante participación en el comercio y los servicios. Ello pue-
de explicar, en parte, la situación favorable del empleo en la IME de las ciudades
fronterizas durante las décadas de los ochenta y noventa, en comparación con
los graves problemas de subempleo y desempleo (Coubès, 2003). El predo-
minio del sector de la industria manufacturera se ha mantenido a lo largo del
tiempo, llegando en 2004 a recibir 94.8 por ciento del total de la IED.
Para comprender la importancia relativa de la FN como “polo de atrac-
ción” de IED hay que considerar la especialización de cada ciudad fronteri-
za. Tijuana se especializa en televisores y sus componentes.3 Ciudad Juárez,
produce autopartes, y genera 50 por ciento del empleo.

Los cambios sociodemográficos y laborales recientes


en la frontera norte

Entre 1970 y 1995 cambió la orientación de la migración que se dirigía a


las pocas ciudades grandes y las zonas metropolitanas del Distrito Federal,
Guadalajara y Monterrey y, a finales de la década pasada, incluyó ciudades
de tamaño medio, involucró población de origen rural y urbana, y diversi-
ficó su origen y destino (Benítez Zenteno, 2002):

[...] Las corrientes migratorias internas principales ya no son a las ciudades ma-
yores, sino a ciudades intermedias, predominan los movimientos de zonas ur-
banas a urbanas, aunque con menor intensidad también persisten las corrientes
rural-urbanas y se dan movimientos del tipo rural-rural [...] (Chávez, 1998: 189).

3 Para el caso de Baja California, en el año 2000 concentró, de acuerdo al número de instalaciones, la mayor parte
de la inversión japonesa, coreana y taiwanesa, sumando 110 plantas, y empleando a más de 90,000 trabajadores
y 10,000 técnicos e ingenieros con una producción de 23 millones de aparatos. Baja California aportó 44 por
ciento de la producción de televisores y Chihuahua el 37 por ciento, dirigidos mayoritariamente al mercado esta-
dounidense (Industria maquiladora, migración y empleo en el norte de México, Vargas Leyva, 2003).

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150 CA RLOS ERNESTO SIM O NELLI

La zona fronteriza del norte de México se ha distinguido por atraer


grandes volúmenes de población migrante, y el crecimiento de las principales
localidades fronterizas se debe a dicho fenómeno (Escobar Latapí, 1999). En
efecto, en el período 1970-1990 se presenta la constitución de zonas de in-
dustrialización específicas, favorecidas por la localización industrial, comercial
y de servicios derivada de la reestructuración económica regional. Entre 1980 y
1988 en toda la FN crece el empleo manufacturero. Durante la década de los
noventa, mientras que la zona centro se convirtió en región expulsora de po-
blación, la FN mantuvo su fuerza de atracción presente. Así, la migración neta
interna en la frontera norte durante los noventa, con la excepción de Coa-
huila, fue positiva. En Baja California se alcanzaron valores positivos de mi-
gración neta, que superan al resto de los estados fronterizos. En el período
1980-2000, algunos municipios fronterizos tuvieron tasas muy superiores
a los promedios nacionales (Santibañez y C. Piñeiro, 2001), tal como suce-
dió en Tijuana, la que alcanzó tasas anuales de migración municipal cercanas
al 10 por ciento.
En este sentido, las pautas recientes que parecen seguir los flujos migra-
torios en el territorio nacional mantuvieron el alto índice de crecimiento de
la FN. Los movimientos migratorios hacia la FN encuentran su explicación
en el factor de atracción que ejerce la creación de empleos, principalmente en
aquellas entidades en donde hay una fuerte presencia de la industria maqui-
ladora (Chávez, 1998: 207).
Hasta la década de los noventa, Tijuana presentaba la peculiaridad de
recibir migrantes de grandes zonas urbanas, y se diferenciaba de otras locali-
dades fronterizas por haber sido tradicionalmente receptora de la migración
interestatal. Pero una característica específica de los desplazamientos de fines
de los ochenta hacia este municipio, era la mayor distancia recorrida por los
migrantes para residir en esta ciudad. (C. Piñeiro, 1992: 52; Estrella, 1998).
Las cifras censales en el año 2000 confirman estos datos, pero revelan que
el lugar de procedencia de los migrantes es mucho más diverso que en el
resto de las localidades fronterizas, pues además de atraer población laboral
desde entidades geográficamente lejanas como Veracruz, Chiapas y Oaxaca
(Simonelli, 2003), también ha sido el escenario de un flujo trasnacional de

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L A M IGRACIÓN L A BORA L INTERN A E I NT ERNACI ONAL EN T I J UANA 151

trabajadores migrantes, que cruzan la frontera en ambas direcciones. Esto


último origina una buen parte de los intercambios comerciales de la pobla-
ción que trabaja o reside indistintamente en ambos lados de la frontera bina-
cional (Santibañez y C. Piñeiro, 2001). A estas tendencias se agrega, entre
1995 y 2000, el cambio y la diversificación en los lugares de origen de los
migrantes en Tijuana, que ha transformado la dinámica de estos movimien-
tos en la década reciente, y que acompañan, sin duda, las modificaciones
más generales que se han dado a lo largo del país (gráfica 1).
Por otra parte, en Tijuana se verifica un proceso de inmigración que tie-
ne lugar en la frontera binacional México-Estados Unidos. En este sentido,
la migración en la frontera es un “proceso de doble vía”, aunque atrae en
menor medida a inmigrantes residentes del otro lado de la frontera, que los
nacionales. Esto viene en parte a cuestionar la imagen constituida a través
del tiempo de la frontera noroccidental mexicana solamente como una “pla-
taforma” de los migrantes para cruzar a Estados Unidos. Por el contrario,
los procesos migratorios internos y los “trabajadores transfronterizos”, son
procesos sociales de larga duración con una tradición propia en el tiempo,
que se han visto modificados por los mayores niveles de desigualdad social
y desequilibrio económico entre las regiones, y potenciados por la dinámi-
ca propia que adquirió la economía fronteriza.
La presencia en Tijuana y Rosarito, en 2000, de migrantes residentes en
Estados Unidos para 1995, puede deberse a varios factores, y en términos
hipotéticos aparecen algunas explicaciones que se desarrollarán más adelan-
te. Por una parte, en lo que se refiere a mexicanos inmigrantes en Estados
Unidos, el endurecimiento de la política migratoria estadounidense originó
mayores restricciones para renovar la estancia de mexicanos en aquel país,
lo que puede haber contribuido al incremento del número de personas de
origen mexicano que decidió regresar e instalarse en México.
Para la población fronteriza de ambos lados se debe tener en cuenta el
fenómeno de los “commuters” o “transmigrantes”, es decir, aquellas personas
que trabajan en un lado de la frontera pero que residen en la otra, y que histó-
ricamente contribuyeron a incrementar la residencia binacional de una parte
importante de la población fronteriza (Santibáñez y Cruz Piñeiro, 2001).

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152 CA RLOS ERNESTO SIM O NELLI

También hay que considerar la importancia de la integración comercial con


las localidades fronterizas vecinas en el lado estadounidense, y el desarrollo
del turismo y los servicios, que pudieron haber incentivado la radicación de
ciudadanos extranjeros en el corredor Tijuana-Rosarito en la última déca-
da, dadas las condiciones especiales que ofrece la zona fronteriza de Baja
California.

GRÁFICA 1.
Región de procedencia de los emigrantes a la ciudad de Tijuana, Baja California,
de los años 1990 y 2000.

Otras entidades
13.1 %

Pacífico Centro
Centro
37.4 %
9.1 %

Centro Sur Otras entidades


11.6 % 12 %

Golfo Centro
7%
Pacífico Sur
12.7 % Golfo Centro Pacífico Centro
16.1 % 43 %
Noroeste
9%
1990
Centro
11 %

Centro Sur
18 %

2000

Fuente: INEGI. Datos propios con base en el XI Censo de Población y Vivienda de 1990, información para Baja California. Pa-
ra la condición de migración se adoptó el criterio de residencia en una entidad distinta a Baja California en 1985. No se con-
sidera los residentes en otro país.

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L A M IGRACIÓN L A BORA L INTERN A E I NT ERNACI ONAL EN T I J UANA 153

Los cambios recientes en la migración interna a Tijuana y Rosarito

A consecuencia del cambio económico en México, también se ha modificado


la localización de actividades productivas, y algunas regiones se convierten en
“polos” productivos y otras, especialmente al sur y sureste del país, se estancan.
Ello quita efecto a la política oficial que busca lograr una distribución equi-
librada de la población en el territorio ya que no todas las regiones y estados
cuentan ni con el mismo potencial ni con la misma vinculación a las acti-
vidades exportadoras (Chávez, 1998).
Un efecto indirecto de los cambios en el modelo socio-productivo es la
consolidación de la FN como “polo de atracción”, y el rezago socio-produc-
tivo de las zonas tradicionalmente expulsoras de población, como Oaxaca
y, más recientemente, Veracruz. También creció el número de migrantes labo-
rales provenientes de otras entidades federativas hacia la FN y aumentaron
los desplazamientos de población desde nuevas entidades y regiones de ori-
gen. La situación de la migración reciente observada en Tijuana, expresa en
parte lo que ha ocurrido en el resto del país. El flujo migratorio principal
hacia Tijuana se ha diversificado en la década pasada: mientras que en 1990
participaban seis entidades federativas (Sinaloa, Jalisco, Distrito Federal,
Sonora, Nayarit y Michoacán) en el 64.7 por ciento del flujo inmigratorio
total, en 2000 participaban siete entidades en el 64.4 por ciento del flujo
migratorio (Sinaloa, Veracruz, Jalisco, Sonora, Michoacán, Distrito Fede-
ral y Chiapas).
Entre 1990 y 2000 Tijuana consolidó su poder de atracción de migran-
tes internos interestatales, pero adicionalmente, ocurrió un desplazamiento
entre entidades federativas: Veracruz ha desplazado a Jalisco, y Michoacán
al Distrito Federal y se incorporan Chiapas y Veracruz, que anteriormente
no registraban flujo sustantivo hacia Tijuana (ver el cuadro 1).

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154 CA RLOS ERNESTO SIM O NELLI

CUADRO 1.
Composición del flujo migratorio proveniente de otras entidades federativas del país, según
región y sexo. Tijuana, Baja California, 1990-2000.

1990 2000
Hombres Mujeres Hombres Mujeres
Rango Región (%) (%) Rango Región (%) (%)

1 Pacífico/Centro 42.3 44.8 1 Pacífico/Centro 35.2 39.7


2 Centro/Sur 20.0 16.4 2 Golfo/Centro 16.9 15.3
3 Centro 10.3 12.3 3 Pacífico/Sur 13.7 11.7
4 Noroeste 8.3 8.7 4 Centro/Sur 12.2 10.9
5 Golfo/Centro 7.8 5.2 5 Centro 9.1 9.2
Otras Entidades 11.3 12.6 Otras Entidades 12.9 13.2
Total 100.0 100.0 Total 100.0 100.0

Fuente: INEGI. Datos propios con base en el XI Censo de Población y Vivienda. Muestra al 1%; y en el XII Censo de Población
y Vivienda, muestra al 10 %. Información para Baja California. Para la condición de migración se adoptó el criterio de la re-
sidencia en una entidad distinta a Baja California en 1995. No se considera, en este caso, los residentes en otro país.

La migración de las mujeres en edad laboral presenta los patrones men-


cionados. Una explicación es la atracción que para las mujeres ejerce el em-
pleo en IME (Zamudio, 2001). A nivel regional, debe destacarse que
desaparece en orden de importancia relativa la región noroeste, y se incor-
pora la región del Pacífico y la del sur, pero en menor medida en relación
al flujo masculino, quizá porque el flujo de personas procedentes de Oaxa-
ca y Chiapas hacia Tijuana es más reciente.
La primera consecuencia de estos cambios es que en las edades labora-
les la distancia pierde relevancia como principal factor asociado a la migración
hacia Tijuana, y se ve claramente que desde Oaxaca y Chiapas las mujeres
se incorporan al flujo migratorio a pesar de la enorme distancia entre el lu-
gar de residencia y el de destino. La segunda consecuencia es la incorporación
de nuevas corrientes migratorias, lo cual incrementó la migración y aumen-
tó la heterogeneidad de los lugares de origen. Es importante el grupo de
migrantes que, entre 1985 y 1995, residía en Estados Unidos, a pesar de su
menor volumen ilustra las características de su mercado laboral.

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L A M IGRACIÓN L A BORA L INTERN A E I NT ERNACI ONAL EN T I J UANA 155

Los cambios en el mercado laboral de Tijuana y Rosarito

Los datos censales permiten observar un aumento importante de la participa-


ción laboral de ambos sexos. Crece la participación de los no migrantes y los
residentes durante 1995 en Estados Unidos, aunque relativamente menos que
los migrantes internos. Con la mayor participación se registra la segmentación
de la fuerza laboral. En síntesis, el crecimiento relativo de la participación como
población económicamente activa se debe en gran medida a la incorporación
de los migrantes internos de ambos sexos en el mercado laboral entre 1990 y
2000. El subgrupo de migrantes residentes en Estados Unidos presenta una
participación laboral más parecida a la de los residentes no migrantes. La impre-
sión generalizada es que los migrantes se comportan como un grupo homo-
géneo, pero éste no es el caso para los que residieron previamente en Estados
Unidos, por ese motivo se analizó, además, la participación de hombre y muje-
res. Este subgrupo de migrantes no es homogéneo. Los hombres participan más
en la fuerza laboral que las mujeres cuya participación crece poco (gráfica 2).

GRÁFICA 2.
Condición de actividad de las mujeres y los hombres de 12 a 65 años residentes en Tijuana.
%
100

90

80

70

60

50

40

30

20

10

0
Migr. Otros Migr. de EUA No migrantes Migr. Otros Migr. de EUA No migrantes
estados 1990 1990 1990 estados 2000 2000 2000

Mujeres activas Hombres activos Mujeres inactivas Hombres inactivos

Fuente: cálculos propios con base en el XI Censo de Población y Vivienda, Baja California: muestra al uno por ciento; y en el
XII Censo de Población y Vivienda, Baja California: muestra al diez por ciento, INEGI.

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156 CA RLOS ERNESTO SIM O NELLI

Son diferentes también las características de la población económicamente


activa. Los migrantes internos presentan mayores niveles de asalarización en
ambos sexos, el subgrupo de los hombres que habían residido en Estados Uni-
dos durante 1995 tiende a participar en mayor medida como asalariado que
los residentes no migrantes; mientras que las mujeres no migrantes, tienden a
participar en mayor medida como asalariadas que las residentes en Estados
Unidos durante 1995. Tales diferencias tal vez tengan su origen en la locali-
zación espacial de estos grupos de trabajadores, debido a que la inserción
puede depender de las características específicas que presentan los merca-
dos laborales de Tijuana y Rosarito.
El aumento de los asalariados masculinos probablemente se relacione
con la expansión de las manufacturas, especialmente la maquila, que a me-
diados de los noventa comenzó a incorporar a más hombres en su plantilla
laboral, aunque no se puede comprobar directamente a partir de los datos
censales. No obstante, algo que podría explicar los altos niveles de participa-
ción activa en el mercado laboral de los migrantes en Tijuana, es el peso su-
perior (en comparación con otras localidades fronterizas) del comercio, los
servicios y el turismo. La diversificación sectorial puede posibilitar la inser-
ción de la población no migrante en los servicios.
La diversificación económica de Tijuana y Rosarito, tomadas de conjun-
to, explicaría las bajas tasas de desempleo registradas en el año 2000, que se
han mantenido a pesar de la segmentación laboral. Los trabajadores no mi-
grantes encuentran en Tijuana condiciones excepcionales para hallar empleo
en el comercio y los servicios transfronterizos o el autoempleo. Los migrantes
se insertan menos en servicios y su inserción laboral es más precaria. Las IME
constituyen un “empleo refugio” para los trabajadores migratorios en Tijuana
(Coubès, 2001: 215, citado en Kopinak, 2003).
Es de esperar diferenciación laboral entre los trabajadores de Tijuana y
Rosarito, a causa del desarrollo de las actividades relacionadas con el turismo
en este último municipio, lo que es compatible con la existencia de una de-
manda diferenciada en las ciudades fronterizas (Vázquez Delgado, 2002).
En Tijuana existe una demanda de los residentes mexicanos —cuyo poder
adquisitivo aumenta cuando se incrementa el empleo— y la de los trans-

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L A M IGRACIÓN L A BORA L INTERN A E I NT ERNACI ONAL EN T I J UANA 157

GRÁFICA 3.
Situación en el trabajo de las mujeres y los hombres de 12 a 65 años residentes en Tijuana.
%
100

90

80

70

60

50

40

30

20

10

0
Migr. otros Migr. de EUA No migrantes Migr. otros Migr. de EUA No migrantes
estados 1990 1990 1990 estados 2000 2000 2000

Mujeres activas Hombres activos Mujeres inactivas Hombres inactivos

Fuente: cálculos propios con base en el XI Censo de Población y Vivienda, Baja California: muestra al uno por ciento y en el
XII Censo de Población y Vivienda, Baja California: muestra al diez por ciento, INEGI.

migrantes que trabajan en Estados Unidos, cuyo poder adquisitivo es ma-


yor que el promedio y demandan todo tipo de servicios (Coubès, 2003).
Residentes de las ciudades fronterizas estadounidenses demandan en el la-
do mexicano servicios de turismo (restaurantes, bares, algunos comercios
especializados y supermercados), de reparación y personales (talleres auto-
motrices, salones de belleza), y de salud (médicos, dentistas, etcétera).
La caída del empleo femenino asalariado entre 1990 y 2000 es efecto, en
parte, de la contracción en la demanda de mano de obra femenina de la IME.
Aunque esta hipótesis no puede comprobarse en este trabajo, el descenso ge-
neralizado entre las mujeres asalariadas en la IME podría corresponder a un
proceso de “masculinización”.4 Como contrapartida, la hipótesis de una ma-
yor incorporación masculina a las maquiladoras puede ser confirmada a partir
del incremento observado en la participación de los migrantes internos mascu-
linos en el sector de las manufacturas, y levemente en el caso de los hombres
no migrantes (ver gráfica 4).
4 Una aproximación a la industria maquiladora, específicamente en el caso de Tijuana, es la industria manufactu-
rera, que emplea mayormente mano de obra asalariada (BIE-INEGI).

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158 CA RLOS ERNESTO SIM O NELLI

GRÁFICA 4.
Participación femenina y masculina en la manufacura. Tijuana, Baja California, 1990-2000.

%
90

80

70

60

50

40

30

20

10

0
Mujeres Mujeres Hombres Hombres no
manufactureras no manufactureras manufactureros manufactureros

Migrantes 1990 No migrantes 1990 Migrantes 2000 No migrantes 2000

Fuente: cálculos propios con base en el XI Censo de Población y Vivienda, Baja California: muestra al uno por ciento y en el
XII Censo de Población y Vivienda, Baja California: muestra al diez por ciento, INEGI.

Crece, entre las migrantes, la participación en la manufactura que des-


ciende entre las no migrantes. Además, se incrementa la proporción de mu-
jeres migrantes de Estados Unidos que trabajaban en la manufactura en el
año 2000, en relación con los hombres de este subgrupo, pero es menor que
entre las mujeres migrantes internas (ver la gráfica 5).
En definitiva, a pesar de que la inserción laboral no se relacione lineal-
mente con el género o con la condición migratoria de los trabajadores, pue-
de establecerse la importancia de tomar en consideración las características
laborales diferenciadas según la condición migratoria, lo que obliga a analizar
cada grupo en particular. De hecho, los migrantes de ambos sexos son los
que presentan un perfil de inserción más claramente vinculado con las ac-
tividades asalariadas y el sector manufacturero, en comparación con las
otras dos categorías migratorias analizadas.
El incremento de la participación masculina en la industria manufacture-
ra, puede explicarse a partir de la hipótesis de la “desfeminización” de la IME
(Fleck, 2000). Puede también tener relación con otros factores específicos, como

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L A M IGRACIÓN L A BORA L INTERN A E I NT ERNACI ONAL EN T I J UANA 159

los que resultan de la especialización manufacturera en Tijuana (Carrillo y Hual-


de, 2002). Como lo han señalado otros estudios acerca del mercado laboral de
las IME, la contratación del trabajo femenino no constituye una característica
estática de esa industria. Puede ser una respuesta coyuntural, que cambia con
el tiempo y con los procesos de “maduración” de la industria (Cruz Piñeiro,
1992). El descenso de la participación femenina en la IME puede ser atribuido
a una mayor diversificación sectorial en Tijuana capaz de absorber la mayor
oferta laboral femenina en los servicios (Cruz Piñeiro, 1990).

GRÁFICA 5.
Participación femenina y masculina en la manufacura según condición de migración.
Tijuana, Baja California, 2000.
%
90

80

70

60

50

40

30

20

10

0
Mujeres Mujeres Hombres Hombres no
manufactureras no manufactureras manufactureros manufactureros

Migrantes internos 2000 Migrantes EU 2000 No migrantes 2000

Fuente: cálculos propios con base en el XI Censo de Población y Vivienda, Baja California: muestra al uno por ciento y en el
XII Censo de Población y Vivienda, Baja California: muestra al diez por ciento, INEGI.

El análisis específico acerca de los cambios en la procedencia regional


de la migración interna, pueden ser de utilidad para entender la relación
entre las características específicas de la inserción laboral entre los migran-
tes, y puede resultar útil para generar hipótesis alternativas con respecto a
las transformaciones recientes de la industria manufacturera. Los datos
censales que se presentan en este trabajo coinciden en gran medida con los

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160 CA RLOS ERNESTO SIM O NELLI

estudios previos sobre los migrantes veracruzanos. Se ha constatado desde


tiempo atrás, que otras ciudades importantes de la FN aparte de Tijuana,
como Ciudad Juárez y Chihuahua, se han convertido en una fuente de atrac-
ción debido a la actividad de la industria maquiladora. Lo mismo ocurre en
Reynosa, Tamaulipas, donde una parte importante de los migrantes vera-
cruzanos trabaja en las maquiladoras de esa ciudad. (Zamudio, 2001). Los
datos que se presentan aquí pueden ser útiles para corroborar, en parte, al-
gunas afirmaciones realizadas acerca del trabajo en las maquiladoras como
un “empleo refugio” para los trabajadores migratorios que llegan a Tijuana,
y que la mayoría de los residentes no migrantes tratan de evitar. En efecto, a
partir de las diferencias entre las trayectorias laborales entre distintos grupos
de trabajadores en el mercado laboral de Tijuana, Coubès (2001: 215) plan-
tea que en las maquiladoras se emplean predominantemente trabajadores mi-
gratorios de extracción rural con bajos niveles de educación que trabajaron
exclusivamente en maquiladoras, y que en otros sectores lo hacen los trabajado-
res nativos con mejores niveles de educación que pudieron evitar el trabajo en
las maquiladoras y que habían trabajado solamente en los servicios. Probable-
mente resulte relativamente más fácil para este último grupo de trabajadores
obtener un salario urbano de reserva, y ser capaces de usar sus redes familia-
res para conseguir trabajos en el sector de los servicios. Sin embargo, según los
datos presentados en este estudio, no se confirma la hipótesis en la inserción
laboral de acuerdo al sexo, ya que el descenso en el porcentaje de trabajado-
res en la manufactura es mucho mayor entre los hombres residentes previa-
mente en Estados Unidos que entre las mujeres de la misma condición. De
esta forma, se debe resaltar la importancia de analizar cada caso en profundi-
dad, de acuerdo con las características entre los distintos grupos migratorios
(interno e internacional), y de acuerdo a las diferencias entre sexos.
También se debe tener presente las diferencias señaladas entre la situación
diferente de Rosarito y Tijuana, pero debido a que en 1990 se registró como
un municipio único, sólo dejaremos planteadas algunas líneas de indagación
posteriores. Por ejemplo, se debe explorar cómo influyen las características
específicas de las actividades turísticas, comerciales, y de servicios en la in-
serción laboral entre la población económica de Rosarito.

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L A M IGRACIÓN L A BORA L INTERN A E I NT ERNACI ONAL EN T I J UANA 161

Cabe señalar que, en términos agregados para ambos municipios, los mi-
grantes residentes durante 1985 en Estados Unidos y los migrantes internos
parecen presentar características isomórficas, mientras que los migrantes re-
sidentes durante 1995 en Estados Unidos se asemejan relativamente más a los
casos de los no migrantes que a los migrantes provenientes de otras entida-
des del país. Esto puede estar sugiriendo la consolidación de un proceso de
largo tiempo que estaría constituyendo una población con pautas laborales
y económicas marcadamente distintas a la de los migrantes provenientes de las
otras entidades federativas del país (sobre todo si tenemos en cuenta las ca-
racterísticas más recientes de los nuevos flujos de migrantes para el año 2000).
Resulta significativo, además, el hecho de que casi se mantiene la misma pro-
porción de no asalariados de 1990 entre los subgrupos de los no migrantes
y los migrantes de Estados Unidos, (véase la gráfica 3).
También es cierto que a partir de las diferencias de los diversos subgrupos
migratorios, no es posible afirmar que exista un comportamiento o un patrón
de actividad generalizado que pudiera dar cuenta de un grupo específico de
“migrantes transfronterizos”. Nuevamente, las diferencias pueden no ser tales
si se analizaran por separado los municipios de Tijuana y Rosarito. Sorprende
el descenso en los niveles de actividad económica registrado entre los migran-
tes masculinos provenientes de Estados Unidos en comparación con todos
los demás subgrupos, lo que a su vez contrasta con el aumento de la activi-
dad económica femenina proveniente de Estados Unidos. Una explicación
plausible es que estos migrantes no constituyen el mismo grupo de personas
en Tijuana y en Playas de Rosarito, y que tienen características distintas.
No es posible, con los datos que se presentan aquí, indagar más acerca
de todos estos interrogantes que dependen de la localización diferente de la
población laboral en cada uno de los municipios, por lo que sólo se dejará
planteada la importancia de esta problemática.
El municipio de Playas de Rosarito, ubicado en la zona costera de Baja
California, se fue distinguiendo crecientemente de Tijuana, hasta convertirse
en un municipio autónomo en 1995. Prácticamente se está convirtiendo en
una zona residencial o de descanso, atrayendo así a personas de grupos de
edad más avanzados, muchos de ellos estadounidenses. Puede resultar otro

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162 CA RLOS ERNESTO SIM O NELLI

el caso de la inserción de los migrantes internos, debido a que la zona de-


viene fuente de empleos en el sector servicios y en la construcción. En ese
sentido, se advierte un proceso de relación entre dos regiones a ambos lados
de la frontera: la franja Tijuana-Ensenada actúa como una especie de peri-
feria de la zona turística californiana; en ello radica su peculiaridad y los po-
sibles factores que explican su desarrollo (Bringas, 2002).
De esta manera, para el caso de los migrantes residentes anteriormente
en Estados Unidos, pueden ser útiles algunas hipótesis alternativas, basa-
das en el supuesto de la constitución de un espacio binacional, en donde
intervienen factores no estrictamente productivos, sino además sociales y
culturales, quedando involucrados otros aspectos. La migración, en tal sen-
tido, estaría abarcando situaciones motivadas por una parte por razones la-
borales, pero, por otra, por razones de índole personal, como la reunificación
de familias transfronterizas, el estudio, o los matrimonios. Esto puede ser, en
efecto, la razón para tomar en cuenta una modalidad de inserción laboral
diferenciada entre los trabajadores de Tijuana y Rosarito, debido sobre to-
do al desarrollo de las actividades relacionadas con el turismo en este últi-
mo municipio.
Una explicación adicional para interpretar el leve aumento registrado en
los segmentos asalariados de migrantes residentes durante 1995 en Estados
Unidos (pero que solamente resultaría válida para el caso de Tijuana tomada
en forma aislada), podría ser atribuirlo al incremento de personal empleado en
la industria maquiladora, por ejemplo los técnicos calificados y los ingenie-
ros, y suponiendo que dichas personas presenten niveles de calificación su-
periores a los migrantes internos o no migrantes. No obstante, los datos
disponibles para la industria maquiladora de Tijuana señalan que si bien es-
tos sectores de empleados y cuadros medios administrativos han crecido en
términos absolutos dentro de las empresas en el período 1995-2000, las po-
siciones relativas no se modificaron sustancialmente, y siguen predominando
los trabajadores directos (BIE-INEGI, 2002).
El trabajo exploratorio presentado confirma que en el período 1990-
2000 Tijuana se consolidó como un municipio de atracción para los flujos
migratorios laborales, a lo que se agrega el hecho de atraer a nuevas entida-

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L A M IGRACIÓN L A BORA L INTERN A E I NT ERNACI ONAL EN T I J UANA 163

des y regiones que muestran mayores niveles de rezago socioproductivo,


con lo que esta corriente migratoria se ha incrementado y diversificado.
Las consecuencias de este fenómeno se hacen sentir en las características
del mercado laboral, el cual aparece claramente diferenciado entre migran-
tes y no migrantes. A esto debe sumarse el flujo de una corriente menor, pero de
relativa importancia, que son los trabajadores que habían residido en Esta-
dos Unidos, y que presentan modalidades de inserción laboral bastante más
similares a los residentes no migrantes, que a los migrantes internos.
Las altas tasas de participación económica podrían indicar condiciones
favorables de inserción laboral para los no migrantes y los migrantes de Es-
tados Unidos, debido a la mayor heterogeneidad de la estructura del mer-
cado laboral en Tijuana, sobre todo a partir de la importancia de la IME en
la manufactura, y de la diversificación sectorial que es mayor que en otros
municipios fronterizos.
La migración imprime una modalidad bastante dinámica a estos
mercados laborales, pero no hay razones para considerar que los grupos
de migrantes son homogéneos. Por ejemplo, las mujeres migrantes siguen
predominando en la manufactura, y ello puede tener relación con las carac-
terísticas específicas de la industria maquiladora en Tijuana. El aumento de
la participación de los hombres migrantes en la manufactura, también
puede deberse a la tendencia de la industria maquiladora a contratar cada
vez más hombres.
Por el contrario, esta industria parece tener poco atractivo para los traba-
jadores no migrantes de uno u otro género, lo mismo que para los hombres
que residieron anteriormente en Estados Unidos. En tal sentido, las condi-
ciones que ofrece la manufactura en Tijuana parecen absorber en mayor
medida a la población migrante proveniente de otras entidades del país, sobre
todo entre las mujeres migrantes internas asalariadas. Aun así, las distintas
modalidades de inserción según los grupos migratorios pueden deberse
tanto a la diversidad de sectores específicos en Tijuana, como a la inserción
laboral diferente que existe en Playas de Rosarito.

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164 CA RLOS ERNESTO SIM O NELLI

Conclusiones

Tijuana presenta características peculiares, tanto en sus orígenes históricos


como en sus componentes sociales, en sus perfiles productivos y en sus pa-
trones demográficos, que han sido positivamente aprovechadas en el con-
texto del cambio en la orientación socioproductiva de México en las
décadas pasadas y en la generación de puestos de trabajo y divisas deriva-
das de la exportación manufacturera. Estas cualidades pueden convertirse
en un contexto de internacionalización creciente de la producción en una
“ventaja” local, que es asimilada rápidamente gracias a condiciones excep-
cionales, entre las que resaltamos la abundancia de una fuerza de trabajo mi-
grante proveniente de otras zonas y regiones del país económicamente
deprimidas o estancadas. Sin embargo, las ventajas territoriales en Tijuana,
en el contexto del cambio socioproductivo y la apertura económica en Mé-
xico, se verifican sobre todo en el aspecto de la generación de empleo, lo
que depende de las decisiones estratégicas de las empresas, y de las fluctua-
ciones de los flujos de IED.
La incorporación de nuevas entidades y regiones en los flujos migra-
torios a esta ciudad, podría relacionarse también con los efectos a largo pla-
zo generados por los contextos de crisis y reestructuración económica.
Estos nuevos procesos pueden estar incidiendo en los cambios registrados
en el mercado de trabajo local. Además, el predominio de mano de obra
migrante, proveniente de otras regiones del país, a las que se han incorpo-
rado nuevas entidades con un fuerte rezago socioproductivo, pueden ser
un indicio de las condiciones de trabajo y una advertencia sobre la calidad
de los empleos.
Por otro lado, la contracción de la demanda de mano de obra femeni-
na en la industria maquiladora, y el aumento de la misma en el caso de los
hombres, es un fenómeno que deberá profundizarse en posteriores investiga-
ciones acerca de las características que asume la especialización productiva
de esta industria en Tijuana. Similares transformaciones en los mercados de
trabajo locales pueden haber generado pautas diferenciadas entre los mi-
grantes que residían en Estados Unidos, de acuerdo al sexo.

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L A M IGRACIÓN L A BORA L INTERN A E I NT ERNACI ONAL EN T I J UANA 165

De manera general, la mayor disponibilidad de mano de obra prove-


niente de los flujos migratorios, y sus características específicas, invitan a re-
flexionar acerca de cómo los fenómenos demográficos se relacionan con
otros factores —como la oferta y la demanda laboral— que se presentan de
manera dinámica. Las variaciones en el patrón migratorio hacia Tijuana
pueden ser así vinculadas, por una parte, con la reestructuración y el cam-
bio socioproductivo que atraviesa México; y, por otra, con las transforma-
ciones en el mercado laboral local, las que se expresan en modificaciones en
la demanda de trabajo.
Los resultados hasta aquí presentados pueden generar nuevas interro-
gantes, que deberán hallar respuestas en estudios posteriores: ¿cuáles han sido
las transformaciones en los sectores industriales y no industriales en Tijua-
na que puedan explicar una inserción laboral diferenciada entre migrantes
y no migrantes?, ¿en qué consisten las diferencias en los mercados labora-
les de Tijuana y Rosarito?, ¿siguen los mismos patrones de inserción los mi-
grantes internos y los interfronterizos en ambos municipios?
La incorporación en los análisis de la dimensión binacional, luego de
analizar la literatura sobre el tema, y a través de algunos de los resultados
comparativos preliminares de este trabajo, permite ampliar la gama de hipó-
tesis de trabajo, y consolidar la idea de que dichos fenómenos no obedecen
a un factor monocausal, sino que deben ser explicados en los contextos y
coyunturas locales específicas.

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Segunda parte

Los retos externos

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169

Hacia una evaluación de los efectos multiplicadores


de la actividad maquiladora

Alicia Puyana y José Romero

Introducción

La industria maquiladora de exportación (IME) de México inició operacio-


nes en 1965 como un programa de empleo regional de emergencia que se
transformaría en política permanente y en el segmento más dinámico de las
manufacturas.
La IME surgió con la baja productividad por trabajador característica de
las actividades de ensamble, la cual creció junto con la incorporación de
mano de obra más calificada; el proceso de producción se intensificó y se in-
trodujeron nuevos productos. En contraste con el formidable crecimiento del
número de plantas, puestos de trabajo y exportaciones, el del valor agrega-
do nacional y la productividad ha sido lento, lo cual sugiere desarrollo ex-
tensivo y demanda de insumos externos superior a la absorción de los
domésticos. Este modelo industrial puede limitar el crecimiento de la pro-
ductividad del conjunto del sector manufacturero y reducir los anunciados
efectos dinámicos de la expansión de las exportaciones manufactureras re-
gistradas en los últimos 15 años. El peso de las ventas externas de la IME en
el total (42.5 por ciento), podría ser una razón del limitado impacto de las
exportaciones y de la apertura de la economía en la expansión del produc-
to interno bruto (PIB) total. La escasa integración de factores productivos li-
mita los efectos multiplicadores de la maquila.
¿Cuál ha sido el efecto de la IME sobre el crecimiento y el desarrollo de
México? ¿Por qué no se ha vinculado más estrechamente a la economía mexi-
cana? ¿Por qué su limitado valor agregado nacional? Para contestar estas

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170 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

preguntas se aplica, en este capítulo, elementos del análisis de la fragmenta-


ción del proceso productivo y algunos principios de los análisis de los cho-
ques positivos generados por las políticas fiscales y de los efectos de ‘traslado
de factores’ que éstas estimulan, alterando los precios de los factores y la ren-
tabilidad de los sectores que no disfrutan de dichos estímulos.
La fragmentación del proceso productivo y el traslado de segmentos a
diferentes países sólo es posible y económicamente racional si el costo mo-
netario de los factores en el país a donde se realiza el traslado es menor que
en el sitio de origen, y la productividad del segmento trasladado es por lo
menos igual en los dos países; y si es menor en el país receptor, que no lo sea
tanto que anule el ahorro generado por los menores costos de los factores.
Esto puede ocurrir si el nivel tecnológico es igual o cercano en uno y otro
país y la intensidad factorial de la operación responde a la dotación de fac-
tores de la nueva ubicación. En estas condiciones los ahorros por el trasla-
do son mayores a los costos de la fragmentación. Es decir, se requiere que
entre los países haya diferentes tecnologías o conos de productividad dispa-
res, en los términos de Deardorff (2001). Si los costos de transporte son
considerables, las distancias en tecnología elevadas y los países se ubican en co-
nos de productividad distantes, los efectos sobre el país menos avanzado
pueden ser negativos en términos de empleo total y salarios, y de signo po-
sitivo para el país avanzado. Los resultados netos dependen de las funciones
de producción predominantes en uno y otro país, de la dotación relativa de
factores en cada uno, de la intensidad de factores del segmento trasladado
en comparación con la intensidad media de la mezcla de producción exis-
tente en el país receptor antes de la transferencia y de los vínculos que se ge-
neren entre el sector trasladado y la economía que lo recibe.
La maquila fue impulsada por una “bonanza” de larga duración, creada
por los estímulos que establecieron los gobiernos de México y Estados Unidos.
La exoneración, en México, de derechos aduanales a los insumos importa-
dos y de otros tributos y obligaciones, como los tributos de establecimien-
to permanente, sumados a la exención, en Estados Unidos, de impuestos de
importación al valor de los componentes norteamericanos y el cobro de tari-
fa al valor agregado mexicano incorporado en los bienes maquilados, eleva

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 171

la rentabilidad relativa de la IME y atrae hacia ella factores productivos. Este


cambio en la rentabilidad relativa equivale a una subvaluación real de los bie-
nes maquilados frente a los no maquilados. La subvaluación real de la tasa de
cambio del sector maquilador se puede relacionar también con su superávit
comercial (Capdevielle, 2004).
Así es como en este capítulo primero se analiza el marco conceptual
que se aplicará al evaluar la IME: la fragmentación del proceso productivo,
sus causas y efectos y el sector en bonanza. En seguida se presenta la evolu-
ción de la IME en cuanto a la demanda de trabajo, las remuneraciones, el va-
lor agregado y los cambios en la productividad para el total de la actividad
maquiladora y para los cuatro sectores de mayor peso (automotriz, eléctri-
co, electrónico y vestuario) y compara dicha evolución con la trayectoria
experimentada por la manufactura no maquiladora. El análisis se realiza pa-
ra el periodo 1989-2004, el cual cubre grandes cambios en la legislación y
los compromisos emanados del Tratado de Libre Comercio de América del
Norte (TLCAN). El último apartado presenta las conclusiones.

La fragmentación del proceso productivo. Causas y efectos

La maquiladora es una planta generalmente extranjera que controla o subcon-


trata el ensamble de componentes importados para el consumo extranjero, bajo
los incentivos que otorga el tratamiento especial libre de impuestos y arance-
les y de exención fiscal, y se finca en la importación temporal de insumos, ma-
quinaria y equipo, en países en los que se arma todo o parte del producto que
se reexportará al país de origen de la empresa que lo realiza o a terceros mer-
cados. Se fundamenta en la disponibilidad de mano de obra barata, con niveles
de productividad (en los procesos que se transfieren) comparables a los de los
países desarrollados, en la factibilidad de subdividir los procesos de producción
en operaciones a realizar en distintas localizaciones y en el desarrollo de siste-
mas de transporte y comunicaciones eficientes a bajo costo (Arndt, 1998).
La fragmentación “es destrucción y construcción”, en términos schum-
peterianos. Destruye al desintegrar el proceso productivo y crea condiciones

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172 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

de especialización y competencia (Jones y Kierzkowki, 2001b), y nuevos


vínculos entre la producción, el comercio y la geografía cuando por la
revolución en las comunicaciones “ha muerto la distancia” y se han crea-
do horizontes para el comercio de bienes finales, partes y componentes
(Jones y Kierzkowski, 2001a: 17-18). Varios hechos hicieron factible la
fragmentación.
La reducción en las tasas de interés hizo rentables nuevas inversiones pú-
blicas y privadas (en infraestructura, por ejemplo), y los menores costos de
la energía redujeron los del transporte y las comunicaciones. Nuevas tecno-
logías en producción y diseño redujeron el mínimo de escala eficiente en va-
rios sectores (confecciones, automotriz, electrónico). La revolución en las
comunicaciones permitió actualizar el conocimiento de las normas e insti-
tuciones de los países, sus costumbres y preferencias (Harris, 1995 y 2001).
El progreso técnico en telefonía, Internet y en el sistema bancario redujeron
los costos financieros y de coordinación a una fracción menor del valor del
producto. La desregulación, la privatización, la mayor la competencia, el avan-
ce tecnológico y el óptimo aprovechamiento de las economías de escala
transformaron el sector servicios (banca, seguros, aerolíneas) (Jones y Kierz-
kowski, 2001a). Lo anterior permitió desintegrar los procesos productivos
en fragmentos caracterizados por diferente combinación de factores y ubi-
carlos en uno o más países, de acuerdo a su dotación factorial y con produc-
tividad similar a la del país que descentralizaba. El ensamble de bienes se
dispersó hacia todos los continentes, adoptando características de acuerdo al
país, siempre en función de la industrialización internacional.
En vista de las pobres expectativas de elevar en grado acorde a los reque-
rimientos del crecimiento los ingresos de divisas por las exportaciones de
productos básicos, las autoridades de los países en desarrollo dieron la bienve-
nida a la actividad maquiladora, permitieron la importación de componentes,
partes y equipos libre de impuestos, y aceptaron se gravara el valor agrega-
do que el país receptor añadía a los insumos reexportados al de origen (Yeats,
2001). Las medidas para atraer la maquila se ajustaron a la política industrial
de los países desarrollados de reducir el costo de sus productos finales y prote-
ger su valor agregado y satisfacían la política de empleo de los en desarrollo,

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 173

pero se desestimulaba la integración de contenido nacional en cadenas pro-


ductivas (Arndt, 2001).

La fragmentación de los procesos productivos y sus efectos1

Para efectos de este trabajo se aplicará la definición de maquila que la relacio-


na con la fragmentación del proceso productivo, o sea, la división en uno o
más componentes de procesos productivos previamente integrados, cuya ma-
nufacturación se desplaza geográficamente y da lugar al intercambio intra-
industria e intra-producto (Arndt y Kierzkowski, 2001a: 1-7). Esta definición
permite ubicar a la IME en el contexto global de innovación tecnológica para
reducir costos, sobre la base de especialización productiva vertical. Es un pro-
ceso dinámico que induce a intensa competencia entre los países receptores
de segmentos descentralizados.
La fragmentación acarrea perturbaciones inéditas en los mercados de
factores y de bienes y debe ser analizada desde la perspectiva de las venta-
jas comparativas y de la especialización que genera. Los intercambios in-
tra-producto son el segmento más dinámico del comercio intra-industria
y sólo surgen cuando las fases de un proceso productivo pueden separarse
física y espacialmente (Arndt y Kierzkowski, 2001a). “Los procesos pro-
ductivos que permiten la fragmentación aceptan una división del trabajo
más fina y compleja que aquellos que no la permiten” (Arndt y Kierzkows-
ki, 2001a: 2). Esta división internacional del trabajo requiere plena corres-
pondencia entre la intensidad de los factores de los componentes y la
abundancia factorial de los países en los cuales se producen. Sin embargo,
los análisis sobre el comercio internacional ven las ventajas comparativas
en términos de productos finales totalmente producidos en un país y con
factores domésticos. El estudio del comercio intra-industria se hace para
productos finales y deja de lado el intercambio en partes y componentes,
una característica de la globalización (Arndt y Kierzkowski, 2001a: 2). La

1 Esta sección se basa en la obra editada por Arndt y Kierzkowski (2001b).

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174 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

fragmentación obliga a refinar el análisis de los efectos multiplicadores del


comercio internacional.
Con la decisión de hacia dónde y cuánto se descentraliza acoplando la
intensidad factorial de cada segmento con la dotación de factores de cada
país, se altera la división internacional del trabajo y la distribución de los
beneficios de la especialización (Jones y Kierzkowski, 2001a). En teoría debe-
ría reducir la presión sobre la movilidad de los factores, al inducir la eleva-
ción de las retribuciones al factor abundante y la nivelación internacional
de su costo, de acuerdo al teorema de la igualación de los precios de los fac-
tores, dentro de la teoría de las proporciones de factores. Estudios anteriores
señalan que este efecto puede no ocurrir, como lo sugieren las experiencias
mexicanas (Puyana y Romero, 2004 a).
¿Es necesario modificar la teoría del comercio internacional? ¿Quién pier-
de y quién gana en esta división internacional del trabajo? Según algunos
estudios, el principio de la especialización de acuerdo a la dotación de facto-
res continúa vigente. La concordancia en la intensidad del uso de los factores
y su dotación es decisiva en la determinación de la ubicación de los segmen-
tos del proceso productivo y de la especialización. El análisis se dificulta
porque se multiplica el número de los productos intercambiados y de las
funciones de producción empleadas, y obliga a incluir los costos de la co-
ordinación, de los servicios y de la transferencia de tecnología (Cheng, Qiu
y Tan, 1999). Otros analistas consideran que la fragmentación puede ser
interpretada, y sus efectos medidos, en el marco de los modelos clásicos y
neoclásicos: “Hemos establecido […] que una combinación de modelos ri-
cardianos y Heckscher- Ohlin puede ser muy esclarecedora al analizar el fenó-
meno de la fragmentación de la producción y sus efectos sobre los salarios
y otros precios de factores” (Jones y Kierzkowski, 2001a: 23).
Según Deardorff (1979, 1998 y 2001), quien desarrolló un modelo
Heckscher-Ohlin con dos factores, varios productos y dos o más conos de
especialización para evaluar la fragmentación afirma que ésta ha ocurrido en
distintos períodos, tomado varias formas y respondido a diversas razones.
Una primera fragmentación tuvo lugar en la sustitución de importacio-
nes, para aprovechar las barreras arancelarias de protección a la industria

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 175

nacional. Entonces surgieron en los países en desarrollo, incluido México,


ensambladoras de autos, televisores y muchas otras ramas de la industria
manufacturera intensivas en capital y con elevadas economías de escala. En
la segunda, la actual, se presentan dos procesos que van en vías opuestas: por
una parte el retorno hacia los centros industriales de origen de las fases del
proceso productivo más intensivas en conocimiento y tecnología que se des-
centralizaron durante la sustitución y permanecen en los países en desarro-
llo, o se trasladan a ellos, las fases menos sofisticadas e intensivas en mano
de obra poco calificada. Por otra, puede presentarse el traslado a los países
abundantes en trabajo de actividades nuevas, o la integración de mayor va-
lor agregado nacional en los segmentos ya existentes. Existe fragmentación
espacial y patrimonial, pues no es indispensable que las maquiladoras per-
tenezcan patrimonialmente a la empresa que fabrica los productos. Permi-
te mayor aprovechamiento de las economías de escala, ya que se pueden
producir componentes para varias empresas y numerosos productos. Su al-
cance depende de que el país anfitrión disponga de la tecnología y de la ca-
pacidad gerencial necesaria y de los ahorros que genere.
En el marco de las economías abiertas y globales, Deardorff (2001)
considera dos tipos de fragmentación, dependiendo del volumen de los fac-
tores demandados por ésta: la no costosa y la costosa. La no costosa implica
usar la misma cantidad de factores que en la etapa previa a la fragmenta-
ción, y se hará si hay reducción de costos monetarios en el producto final
por la diferencia de precios factoriales entre los países. En la costosa hay
mayor uso de factores que en la etapa previa, no obstante que causa costos
monetarios.
Una forma de fragmentación no costosa puede tener lugar a partir de
procesos productivos intensivos en capital ya instaurados en el país abun-
dante en mano de obra, durante la sustitución de importaciones. Por la
fragmentación en condiciones de globalización y economías abiertas, un
segmento, el capital intensivo, se ubicaría fuera del cono de especialización
del país abundante en mano de obra, y si fuese un producto final, no se
produciría allí ya que tendría una relación capital-trabajo superior a la in-
tensidad de factores resultante de su dotación factorial (Deardorff, 1979 y

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176 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

1998). En estas condiciones, este fragmento se traslada al país abundante


en capital, mientras que en el país no desarrollado se libera mano de obra
y capital. En tal país sólo permanece el segmento intensivo en mano de
obra. Este fenómeno explicaría la reducción del contenido nacional de ac-
tividades como la automotriz, acaecida luego de la apertura de la economía
mexicana a partir de la crisis de la deuda. En este caso, la fragmentación re-
duce los costos del bien final, siempre que las actividades intensivas en ca-
pital se trasladen al país en donde el capital es más abundante. A pesar de
que en conjunto se use igual volumen de factores, pues se aplica la misma
tecnología, se reducen los costos de los segmentos individuales al ubicarse
en diferentes países, de acuerdo a la dotación de factores.
En la fragmentación costosa los fragmentos tomados en conjunto
usan más factores que en el proceso integrado, y ella puede reducir el cos-
to del producto si los fragmentos se ubican en países con distintos costos de
factores, aunque ello depende de las distancias en la intensidad relativa y en
la diferencias de costos de los factores de los segmentos. Si la intensidad de
capital del segmento es elevada y el costo del capital en el país abundan-
te en mano de obra, el traslado del segmento intensivo en capital al centro
(o su no traslado al sur) induce ahorros aun si el producto total demanda
más factores.
Deardorff (2001) analiza qué puede ocurrir cuando se decide fragmen-
tar y reubicar la producción de un bien que se elabora en un país intermedio
y varios otros ubicados en conos de especialización alta, media y baja y que,
con abundancia en mano de obra, compiten por los traslados que correspon-
dan a su dotación factorial. Puede ocurrir que, si los segmentos del proceso
difieren en intensidad de capital, ningún fragmento de la nueva tecnología
permanezca en el país intermedio. Éste perdería entonces toda la producción
si el segmento intensivo en capital se puede producir en el país que se ubica
en el cono superior y los fragmentos intensivos en mano de obra se produ-
cen a menores costos en un país con mayor abundancia en mano de obra. Si
la pérdida es voluminosa y afecta los costos factoriales, parte de la producción
podría permanecer en ese país intermedio. El peligro de que se pierdan acti-
vidades completas es real, caso que puede aplicarse a México.

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 177

La fragmentación incrementa la producción que un país puede eficien-


temente producir, pues reduce el tamaño de escala mínima al referirse so-
lamente a partes del proceso productivo y no al producto completo; las
firmas pueden expandir las ganancias de escala al producir componentes
para su industria y para varios clientes. Se amplían los márgenes de especia-
lización y se reducen los costos de la industrialización, pues solo se requiere
ser competitivo en partes del proceso productivo, como el atleta que gana
oro en una disciplina, pero que es derrotado en el decatlón (Jones y Kierz-
kowski, 2001a: 22; 2001b: 378).
¿Cuándo se realiza la fragmentación? La fragmentación tiene lugar cuando
ésta permite que los países descentralizadores (abundantes en capital), por un
lado, reduzcan los costos del producto final y, por el otro, eleven el contenido
de valor agregado nacional al recomponer la mezcla de su producción (Dear-
dorff, 1998). Si hay secretos industriales, o si el país extranjero no tiene una in-
fraestructura de servicios eficiente, la fragmentación no tendrá lugar.
Para una aproximación a los efectos de la fragmentación, Jones y Kierz-
kowski (2001a y 2001b) aplican un modelo basado en Heckscher-Ohlin
con dos factores, muchos productos y coeficientes de insumos fijos, y un
elemento ricardiano: los países tienen diferentes tecnologías. Los efectos so-
bre el bienestar para los países pueden ser positivos, pero no siempre es así.
En los países desarrollados puede o no haber aumentos en el empleo, en los
salarios y en los pagos al capital. “Si la producción de componentes presen-
ta diferente intensidad factorial se intensificará la ventaja comparativa de
país a país. Por lo tanto, la fragmentación elevará el bienestar. Si la produc-
ción de componentes presenta economías de escala relevantes, entonces la
concentración geográfica de la producción de los componentes generará
ganancias adicionales en bienestar” (Arndt, 2001: 85-86), pues la fragmen-
tación altera los precios de los componentes y de los bienes finales, en rela-
ción a la situación previa.
La fragmentación es un asunto de comercio entre países ubicados en
conos de especialización diferentes pero no distantes; dicha fragmentación
puede o no conducir a la igualación de los precios de los factores. El que haya
o no igualación de costos factoriales depende de la intensidad factorial del

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178 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

segmento y la intensidad factorial promedio de la economía. Si la distancia


entre los países es muy grande o los conos de especialización distantes (el
caso entre México o El Salvador y Estados Unidos) tampoco se produce esa
igualación (Deardorff, 1979 y 1998). Además, con la “muerte de la distancia”
se establece intensa competencia mundial en cada segmento lo que impide
que se verifique la igualación de precios de factores, ya que si se reducen los
ahorros en un segmento por elevación de los salarios y la renta, el segmen-
to se traslada a otro país.
¿Cuáles pueden ser los efectos sobre el empleo y el ingreso? Es necesario dis-
tinguir los efectos que se inducen en los centros que descentralizan los pro-
cesos productivos, los polos descentralizadores, de los que se dan en los países
que los reciben, los centros receptores. Los primeros son activos, reactivos
los segundos.
La fragmentación permite una especialización que de centrarse en las fa-
ses finales del proceso productivo y en salarios bajos es frágil ante la competen-
cia mundial, ya que por lo general corresponde a bloques o segmentos en
plantas footloose que se pueden trasladar rápidamente según las condiciones del
mercado global (Jones, 2000). “En 24 horas desmonto esta planta y la trasla-
do a cualquier sitio del mundo, Costa Rica, China o Malasia, si los costos en
México suben” (entrevista de los autores en una empresa productora de arne-
ses, 2001). Hay que considerar que en el globo terráqueo existe oferta infini-
ta de mano de obra poco calificada y que en un conjunto amplio de países
(China, India, Turquía, etc.) se han realizado esfuerzos educativos similares a
los logrados en Latinoamérica. China, India y Pakistán poseen una platafor-
ma tecnológica avanzada, armas nucleares, han incursionado exitosamente en
la carrera espacial y han profundizado en la informática. Las masivas inversio-
nes públicas elevan su relación capital-trabajo, y preparan las bases potencia-
les para moverse a otro cono de especialización. Para estos países el empleo en
las actividades de maquila y sus exportaciones actuarían como vent for surplus
lewisiano, pero combinando mano de obra barata y avanzada infraestructura
científica pueden aceptar y desarrollar la fragmentación costosa.
Para los países abundantes en capital el primer efecto es el crecimiento
de la competitividad en sectores productivos completos, al trasladar los segmen-

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 179

tos intensivos en el uso de su factor escaso a países abundantes en el mismo


y mantener las actividades más intensivas en capital y absorber la mano de
obra calificada y no calificada liberada del segmento reubicado. Así es como
tendrían ganancias en productividad e ingreso.
En el tema de la fragmentación es necesario responder a preguntas bá-
sicas que se hallan en el centro de la política económica para fomentar es-
ta actividad, como claramente lo hicieran México y Estados Unidos en el
programa de la IME. ¿Caen los salarios de la mano de obra no calificada en
los países desarrollados, como se alegaba? ¿Sube la ocupación de mano de
obra no calificada y se elevan sus salarios, como era el objetivo en los paí-
ses en desarrollo? ¿Los estímulos fiscales son necesarios o redundantes?
(Schatan, 2006).
Con relación a la primera pregunta el resultado puede ser el contrario,
ya que en los países del centro crece la producción en los sectores o segmen-
tos intensivos en ciencia y tecnología y capital y aumenta el empleo de ma-
no de obra en estos segmentos. Esta demanda puede requerir un volumen
mayor que la mano de obra desplazada por el traslado de los segmentos a
los países en desarrollo. En este caso, el empleo y los salarios pueden crecer
con respecto a la etapa inicial (Deardorff, 1994 y 2001).
En los países abundantes en trabajo la fragmentación puede inducir la
reducción salarial por la competencia mundial en segmentos intensivos en
mano de obra no calificada. En estos países se puede contraer el empleo de
mano de obra escasa y abundante, pues desaparecen los segmentos intensi-
vos en capital que antes estaban operando y se cierra el empleo que éstos
demandaban (Jones y Kierzkowski, 2001a: 27).
Si el segmento o segmentos trasladados a los países abundantes en mano
de obra son tantos y demandan tal volumen de obra abundante que elevan su
costos salariales más aceleradamente que el crecimiento de la productividad
(fenómeno que ha ocurrido en México en varios periodos, por ejemplo en
2000 y por la revaluación del peso), los ahorros por la fragmentación se redu-
cen, la competitividad internacional se pierde y la actividad se traslada a otro
sitio (Puyana y Romero, 2006). Puede incluso trasladarse nuevamente al cen-
tro si los cambios tecnológicos lo justifican.

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180 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

Si los países descentralizador y receptor se ubican en conos de especializa-


ción muy distantes, con abundancia y bajos costos de un factor el uno y esca-
sez y elevados costos del mismo factor el otro, la fragmentación podría inducir
la elevación de los salarios de la mano de obra total y retornos al capital en el
país abundante en capital y en mano de obra calificada y la caída del nivel del
empleo y de los salarios en el que tiene poco capital y dispone abundantemen-
te de mano de obra no calificada (Jones y Kierzkowski, 2001a). Se induciría
mayor dispersión en la remuneración al capital en relación al trabajo en el
país con excedentes de mano de obra, mientras que, en el país abundante
en capital habría convergencia en el pago a los factores, inducida por mayor
crecimiento de los salarios. Como resultado de estas dispares trayectorias se
incrementarían las diferencias salariales existentes entre los dos países.

La “bonanza” de la maquila y el impacto del efecto


traslado de factores

La maquila fue impulsada por la “bonanza” de larga duración creada por los
estímulos fiscales y de otro tipo establecidos por los gobiernos de México y Es-
tados Unidos. Diversos factores pueden generar bonanzas: subidas inesperadas
de los precios de los productos de exportación, descubrimientos de yacimien-
tos (Gelb, 1988), incremento en los flujos financieros o en las remesas de los
trabajadores en el extranjero (Taylor, 2002), estímulos fiscales, crediticios o
cambiarios. Estos factores distorsionan la relación entre precios externos e in-
ternos, e inducen la contracción de los sectores productores de bienes expor-
tables y de aquellos que compiten con las importaciones (denominados, unos
y otros, “transables”). El crecimiento de la razón de los precios de los bienes no
transables y los transables desencadena, en primer lugar, el ‘efecto de movi-
miento de factores’ (mano de obra y capital), desde los sectores productivos de
bienes transables que no están en bonanza, hacia el sector en bonanza, en nues-
tro caso la maquila. La maquila disfrutó hasta 2001 de la bonanza creada por
los estímulos arancelarios de importaciones de insumos a México y de impor-
tación desde Estados Unidos de los bienes maquilados, además de los estímu-
los otorgados por los gobiernos federal y estatal. Estos beneficios redujeron

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 181

los costos productivos, ampliaron la rentabilidad de la actividad maquiladora


y estimularon inversiones. De esta forma se promovería el efecto de traslado
de factores desde otros sectores productivos hacia el sector en bonanza. Adi-
cionalmente, la revaluación cambiaria sostenida por largos periodos por las au-
toridades monetarias tuvo varios efectos. La revaluación cambiaria es neutra
para las partes y componentes importados por la actividad maquiladora, pero
eleva el costo de los factores domésticos y desestimula la incorporación de va-
lor agregado nacional.
Los efectos en el mercado de factores de la fragmentación y la bonan-
za dependen de si la primera es costosa (si utilizan más factores que en el
proceso integrado) o no. Dependen también del tipo de factores que de-
manda la maquila, específicos o no a las manufacturas, y de la duración de
la bonanza. Si la maquila demanda factores productivos específicos al sec-
tor manufacturero, el traslado del factor trabajo sería desde la manufactura.
Se tendría entonces que el crecimiento de las exportaciones de la actividad
maquiladora no impulsaría el crecimiento del empleo (o del capital) en el
sector manufacturero total, sino su recomposición entre los dos segmentos.
Si la demanda fuera de factores no específicos (por ejemplo trabajadores sub-
empleados, mano de obra no calificada), y siempre y cuando la demanda de
la maquila sea masiva, se verificaría reducción del empleo informal y preca-
rio y de los diferenciales salariales entre el sector informal (o la construcción
y la agricultura) y el de la manufactura total.
Una limitación de los modelos reseñados es que asumen pleno empleo,
que no es el caso mexicano, en donde es más acertado asumir oferta de ma-
no de obra infinita y mercados segmentados (Puyana y Romero, 2004a).
Por otra parte, los costos implícitos de la movilidad y la calificación mínima
aceptable de la fuerza laboral en la maquila (por lo menos primaria completa,
según entrevistas realizadas por los autores para este trabajo),2 obligarían a
considerar cierta rigidez del mercado laboral.

2 La lista de las empresas entrevistadas está a disposición de los interesados, contactando directamente a los auto-
res en las direcciones al final de este texto.

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182 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

La actividad maquiladora en México

En dos décadas la economía mexicana se ha transformado de una economía


cerrada en una de las más abiertas del orbe. El avance de las exportaciones
de manufacturas se explica por el crecimiento de la maquila (cuadro 1).

CUADRO 1.
Exportaciones e importaciones (proporción del PIB).

Exportaciones Importaciones Aporte de


Año Total Maquila No maquila Total Maquila No maquila la IME al PIB

1980 7.36 1.03 6.33 8.95 0.74 8.21 0.29


1985 18.04 3.43 14.61 11.75 2.45 9.30 0.98
1990 15.60 5.30 10.30 16.00 4.00 12.00 1.3
1995 27.70 10.80 16.90 25.20 9.10 16.10 1.7
2000 28.60 13.70 14.90 30.00 10.60 19.40 3.1
2005 14.20 6.40 7.80 14.60 5.0 9.60 1.4

Fuente: Presidencia de la República, Quinto Informe de Gobierno, Anexo Estadístico, México, 2005.

Las exportaciones han sido más dinámicas a partir de los años noven-
ta. De un total de 18.7 millones de dólares en 1992 aumentaron a cerca de
50 mil millones de dólares en 2002. Durante 2002 y 2003 se ha registrado
un decaimiento de la actividad, correspondiente a la contracción de la eco-
nomía en Estados Unidos, al empuje de otros países exportadores y a la cre-
ciente revaluación del peso. El empleo en la maquila ascendió de 370 mil
trabajadores en 1989 a un 1,300 mil en el año 2000. Entre 2001 y 2003
perdió 230 mil puestos de trabajo, que no ha recuperado con la reactivación
de 2005. Trayectorias similares han recorrido el valor agregado y la masa sa-
larial. No ocurre lo mismo con la productividad (cuadro 2).
Para evaluar el engranaje de la maquila en la economía nacional, se ana-
liza su evolución en paralelo con las manufacturas no maquiladoras.

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 183

CUADRO 2.
México: indicadores de la industria manufacturera maquila y no maquila, 1988-2004.

Ocupados Remun. V. Agreg. Remns. Medias Product. Media


No Maq. Maq. No maq. Maq. No maq. Maq. No Maq. Maq. No maq. Maq.
Millones Millones de pesos 1993 Miles de pesos 1993

TOTAL

1988 3.03 0.37 61,575 6,072 178,416 7,562 20.29 16.43 58.79 20.47
1995 3.07 0.62 66,625 10,781 217,582 14,174 21.73 17.33 70.95 22.79
2000 4.10 1.29 89,853 23,950 317,092 27,577 21.90 18.55 77.30 21.36
2004 3.51 1.12 84,677 23,730 311,014 24,367 24.15 21.28 88.71 21.85

AUTOMOTRIZ

1988 0.27 0.07 7,032 1,360 16,416 1,746 26.26 18.50 61.31 23.75
1995 0.32 0.12 7,983 2,390 23,000 3,199 24.73 19.79 71.25 26.49
2000 0.50 0.22 13,114 4,744 47,401 5,491 26.18 21.90 94.62 25.35
2004 0.46 0.23 12,427 5,409 45,624 6,055 27.09 23.30 99.45 26.08

ELÉCTRICA Y ELECTRÓNICA

1988 0.25 0.13 4,999 2,291 8,763 2,843 19.72 18.10 34.56 22.46
1995 0.31 0.19 6,443 3,569 12,401 4,574 21.11 18.83 40.63 24.13
2000 0.57 0.39 12,434 8,598 27,737 9,296 22.00 21.98 49.08 23.77
2004 0.42 0.31 10,063 7,303 22,701 7,388 23.87 23.68 53.85 23.95

TEXTILES Y VESTUARIO

1988 0.22 0.03 2,393 296 6,091 387 10.98 9.58 27.94 12.51
1995 0.23 0.08 2,450 812 7,103 1,156 10.52 10.07 30.49 14.33
2000 0.42 0.25 4,639 2,826 10,395 3,350 10.96 11.29 24.57 13.38
2004 0.30 0.17 3,656 2,271 8,365 2,454 12.35 13.17 28.25 14.23

Fuente: cálculos propios basados en INEGI y SCNM, información en línea.

Evolución de la maquila y el crecimiento de la manufactura y de la eco-


nomía mexicana. El gobierno mexicano esgrimió como objetivo de creci-
miento de largo plazo la creación de vínculos entre las plantas de la IME y
la economía. Asumió un efecto de arrastre de las primeras sobre la segunda,
mediante la integración vertical de las dos actividades, la absorción progresiva

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184 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

de factores productivos domésticos, aumentos sostenidos del valor agregado


nacional y de la productividad e intensificación de capital humano y tecno-
logía. Estos efectos demandarían el fortalecimiento de los servicios, la asis-
tencia técnica y la creación de instituciones públicas y privadas de apoyo. La
IME pasaría de conformar enclaves industriales a crear un conjunto amplio de
clusters que transformarían el carácter de las regiones, como lo analizan Ca-
rrillo (1991) y Jaime y Barrón (1992).

Demanda de trabajo. Un primer canal de integración de la IME a la econo-


mía nacional es la generación de empleo directo a medida que avanzan sus
ventas externas. Este proceso se puede realizar de dos maneras, de acuerdo
a los supuestos expuestos en el apartado anterior: a) trasladando mano de obra
desde actividades no manufactureras no maquiladoras de menor productividad;
o b) desde la manufactura misma, pero de actividades menos rentables que la
maquila. Es el efecto ‘traslado de factores’, desatado por los estímulos otorga-
dos a la maquila y por la racionalidad económica de la fragmentación. O pue-
de ocupar la mano de obra que se libera del traslado de segmentos intensivos
en capital al país descentralizador o absorbiendo empleo informal.
En el primer caso, cuando la IME demande trabajo no calificado no espe-
cífico a la manufactura, el empleo sería para personas desocupadas o vinculadas
a actividades informales de inferior productividad e ingreso, o se absorberían
los excedentes de mano de obra que arroja el sector agrícola en el proceso normal
de desarrollo. El impacto de la maquila sería de vent for surplus (Lewis, 1954)
con ganancias netas para la economía, ya que habría traslado del factor pro-
ductivo excedentario a actividades más productivas. Si el monto de la mano de
obra demandada no altera el equilibrio del mercado no habría subida salarial
notable, aunque sí de la productividad total de la economía. El crecimiento
de la maquila y sus exportaciones se reflejaría en la estructura del empleo: dis-
minución del sector informal, crecimiento de la ocupación manufacturera
total y aumento de la productividad de la economía.
Si la demanda de mano de obra no específica de la IME es masiva y eli-
mina totalmente los excedentes de la misma, se reduciría el peso del sector
informal o del desempleo, y crecerían la productividad en el sector manu-

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 185

facturero y en la economía total y el nivel salarial. El agotamiento de esas re-


servas de mano de obra marcaría el agotamiento de su crecimiento expan-
sivo y el paso a otras más productivas; el país así ascendería a un cono de
especialización más intensivo en capital, y la especialización del país se
trasladaría a otro tipo de bienes más sofisticados.
En principio, caería el diferencial entre los salarios agrícolas y de la cons-
trucción y el manufacturero, o entre éste y el de servicios informales; se ob-
servaría que el efecto de las exportaciones de la maquila sobre la participación
del empleo informal sobre la economía ha sido, en el mejor de los casos, es-
caso, como se desprende de los bajos valores de la regresión mostrada en la
gráfica 1. El empleo informal ha crecido, igual que su peso en el total, a pe-
sar del crecimiento de las exportaciones y del empleo de la IME.

GRÁFICA 1.
Participación del empleo informal en el total y variación de las exportaciones de la IME.
1988-2004.

90.00
empleo informal como % del empleo total

88.00

86.00
y = 0.6005x + 69.473
84.00
R2 0.4689 =
82.00

80.00

78.00

76.00

74.00

72.00

70.00
0.00 5.00 10.00 15.00 20.00 25.00 30.00

tasa de crecimiento de las exportaciones de maquila

Fuente: cálculos propios basados en INEGI y SCNM, información en línea.

Si la IME demandara trabajo específico a la manufactura no maquilado-


ra, dicho factor se trasladaría de ésta a aquélla y el crecimiento neto del em-
pleo sería menor y más reducidos los impactos sobre la productividad y los
ingresos (Deardorff, 1998 y 2001). No habría una relación fuerte entre el

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186 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

crecimiento del empleo en el sector maquilador y la participación del em-


pleo manufacturero total (maquilador y no maquilador) en el nacional total.
En este sentido es que se encontró una relación positiva, muy débil, entre el
crecimiento de estas dos variables, que podría indicar que el empleo maquilador
se logra a expensas del sector manufacturero no maquilador. La relación entre
el crecimiento de las exportaciones IME y el empleo manufacturero es negati-
va, aunque débil y estadísticamente poco significativa.

GRÁFICA 2.
Participación de empleo manufacturero total en el empleo nacional y variación del empleo
en la industria maquiladora. 1988-2004.
participación del empleo manufacturero total en empleo nacional

18.00

17.00

16.00 y = 0.0052x + 14.711


R2 0.0005 =

15.00

14.00

13.00

12.00
–12.00 –7.00 –2.00 3.00 8.00 13.00 18.00 23.00

variación del empleo en la industria maquiladora

Fuente: cálculos propios basados en Estadísticas de contabilidad nacional, INEGI en línea.

Si lo que ocurre es que el mayor volumen de empleo enrolado en el sector


maquilador proviene del propio sector manufacturero, se podría esperar que
existiera una relación negativa entre el crecimiento del empleo en el sector
maquilador y aumentos en la productividad del sector manufacturero, debido
a que el empleo se trasladaría desde el sector manufacturero no maquilador
(con mayor intensidad de capital y, por ende, con superior productividad del
trabajo) hacia la maquila como se verifica en el cuadro 2 y la gráfica 3.

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 187

GRÁFICA 3.
Relación entre el crecimiento del empleo en la maquila y la variación en la productividad
manufacturera total.
8.00
Variación de la productividad en manufactura total

7.00

6.00

5.00 y = 0.1269 + 2.7701


R2 0.2912 =
4.00

3.00

2.00

1.00

0.00
–15.00 –10.00 –5.00 0.00 5.00 10.00 15.00 20.00 25.00
–1.00

–2.00

Variación del empleo en la industria maquiladora

Fuente: cálculos propios basados en INEGI y SCNM, información en línea.

En caso de que con las reformas estructurales y con la liberalización comer-


cial se hubiere liberado mano de obra por el proceso de reconcentración de
los segmentos del proceso productivo intensivo en tecnología al centro, la IME
absorbería ese desempleo enrolando o bien la mano de obra relativamente
más calificada en actividades de menor exigencia técnica y con menor sala-
rio, o bien la menos calificada, o parte de las dos. Si la maquila absorbiera
exclusivamente la mano de obra desplazada no habría ni desempleo manufac-
turero ni empleo adicional en el sector. Este reacomodo explicaría la caída
de la productividad del trabajo en el sector manufacturero.
En el sector manufacturero total, la IME fue el componente más diná-
mico en cuanto a generación de empleo se refiere, con tasas de crecimien-
to superiores a las de la industria manufacturera no maquiladora (cuadros
2, 3 y 4). La ocupación en la IME, que en 1988 representó 12.2 por ciento
del empleo manufacturero, ascendió a 31.3 por ciento en el año 2000. Este
crecimiento más acelerado se registra en todos los sectores, principalmente en
textiles y vestuario; y electricidad y electrónica. Sin embargo, el hecho de
que el crecimiento en empleo del total del sector manufacturero haya sido

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188 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

muy reducido podría indicar que el mayor aumento del empleo en el sec-
tor maquilador provino del propio sector manufacturero. La participación
de la ocupación en el sector manufacturero en el total del empleo se man-
tuvo constante entre 1988 y 2000 y luego muestra un descenso en los úl-
timos años, ver la gráfica 4.

GRÁFICA 4.
Participación del sector manufacturero en el empleo total. 1960-2004.

17.0

16.5

16.0

15.5
Porcentajes

15.0

14.5

14.0

13.5

13.0

1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004

Fuente: cálculos propios basados en INEGI y SCNM, información en línea.

Las remuneraciones medias. Una de las ventajas comparativas de México


para atraer las actividades manufactureras que se trasladan desde los países
industrializados a países en desarrollo, han sido los salarios bajos. No obs-
tante, para las empresas lo que cuenta no es el nivel salarial absoluto, el in-
centivo principal es la relación de las remuneraciones con la productividad. En
México se comprueba que las remuneraciones medias de la actividad
maquiladora son bajas e inferiores a las de las manufacturas no maquilado-
ras, y lo fueron en grado importante hasta 1993. A partir de entonces la
distancia se estrecha por la compresión salarial de la manufactura no ma-
quiladora en respuesta a la crisis de 1995 y hasta 1999, quizás para ajustar-
se a los cambios inducidos por el TLCAN y el avance de la fragmentación a

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 189

escala global3 (cuadro 3). En 1988 las remuneraciones en la maquila repre-


sentaban 81 por ciento de las remuneraciones medias en la manufactura no
maquiladora y en 2000 la proporción representaba 85.3 por ciento, a cau-
sa más de la caída de las remuneraciones en la manufactura que a aumen-
tos en las remuneraciones en la maquila. En vestido y manufactura eléctrica
y electrónica las remuneraciones se han nivelado (cuadro 3).

CUADRO 3.
México: relación de la industria maquiladora y no maquiladora en porcentajes.

Años Ocupds. Remun. Valor Remun. Product.


Agreg. Media Media

TOTAL

1988 12.2 9.9 4.2 81.0 34.8


1995 20.3 16.2 6.5 79.8 32.1
2000 31.3 26.7 8.7 85.3 27.7
2003 30.1 26.6 7.6 88.3 25.1

AUTOMOTRIZ

1988 27.5 19.3 10.6 70.4 38.7


1995 37.4 29.9 13.9 80.0 37.2
2000 43.1 35.7 11.5 83.0 26.8
2003 49.5 42.3 12.7 85.5 25.7

ELÉCTRICO Y ELECTRÓNICO

1988 49.9 45.8 32.4 91.8 65.0


1995 62.1 55.4 36.9 89.2 59.4
2000 68.6 67.3 33.5 98.0 48.8
2003 62.1 55.4 36.9 89.2 59.4

VESTIDO

1988 14.2 12.4 6.4 87.2 44.8


1993 22.0 18.5 9.4 84.2 42.9
1995 34.6 33.2 16.3 95.8 47.0
1999 56.3 57.1 29.9 101.3 53.0
2000 58.9 58.8 32.6 99.8 55.3
2003 56.6 60.4 28.5 106.7 50.4

Fuente: cálculos propios basados en INEGI y SCNM, información en línea.

3 Hay que mencionar que, a partir de la liberalización de la economía mexicana desde mediados de los ochenta, la indus-
tria sustitutiva perdió muchos de los estímulos que la protegieron, mientras que la maquila los mantuvo hasta el año
2001 e incluso algunos se ampliaron, como la posibilidad de vender parte de su producción en el mercado doméstico
o invertir en zonas geográficas lejos de la frontera, con lo cual se amplió el elemento de sector en bonanza.

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190 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

De 1993 a 1995, las remuneraciones medias de la manufactura no ma-


quiladora se contrajeron o crecieron menos que la productividad, generando
mayores ganancias al capital, en una respuesta a la crisis y como efecto de
la devaluación cambiaria que redujo el costo real de los factores domésticos
(cuadro 4). En contraste, las remuneraciones medias han crecido más que la
productividad en la maquila total y en las ramas analizadas durante 1988-
1993 y 1995-2000, un hecho que sugiere mayor apropiación de las ganan-
cias en productividad por el trabajo que por el capital, factor que ayudaría
a explicar la caída en el empleo y en el valor del producto en los últimos
años (Romero, Puyana y Dieck, 2005).

Valor agregado. La evolución del valor agregado de la actividad manufac-


turera sugiere otro de los eslabonamientos con la actividad económica na-
cional. Si se registrara intensa integración de valor agregado nacional, los
efectos multiplicadores de las exportaciones de la maquila serían mayores y
actuarían sobre las cadenas productivas y no sólo por la demanda que in-
duce la masa salarial.
Al cabo de más de 28 años de existir en México, la industria maquila-
dora, hasta 1994, adquiría menos de dos por ciento de sus insumos de mate-
rias primas y componentes nacionales. En el año 2000 esa proporción había
ascendido a 2.80 por ciento.4 Las plantas que introdujeron sistemas de pro-
ducción flexible y de alta tecnología, emplean una proporción menor de ma-
teriales nacionales. En la actualidad los proveedores mexicanos que surten
insumos a la IME son grandes empresas mexicanas que cuentan con sopor-
tes financieros muy fuertes y están vinculadas al capital externo.
Sobresale en el cuadro 3 que el valor agregado de la maquila representa,
en el año 2000, solamente 8.7 por ciento del que se genera en la no maqui-
la. En el sector automotriz esta relación asciende a escaso 11 por ciento, mien-
tras se acerca a un tercio en la electrónica y en vestuario.

4 Se calcula como la diferencia entre las exportaciones y las importaciones de la maquila, ambas como proporción
del PIB. Ver cuadro 1.

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 191

CUADRO 4.
México: evolución de algunos indicadores de la industria maquiladora y no maquiladora.

Ocupds. Remun. V. Agreg. Remns. Medias Product. Media


No Maq. Maq. No Maq. Maq. No Maq. Maq. No Maq. Maq. No Maq. Maq.

TOTAL

93/88 1.8 7.3 5.3 9.0 4.3 8.8 3.5 1.5 2.5 1.4
95/93 –3.7 8.7 –8.6 7.5 –0.5 10.9 –5.0 –1.1 3.3 2.0
99/95 6.3 16.4 4.8 16.3 8.1 14.4 –1.3 –0.1 1.7 –1.8
00/95 6.0 15.7 6.2 17.3 7.8 14.2 0.2 1.4 1.7 –1.3
03/00 –4.9 –6.3 –1.7 –1.9 –1.9 –6.4 3.3 4.7 3.1 –0.1
03/93 0.6 7.3 0.7 9.3 3.1 7.0 0.0 1.9 2.5 –0.3

AUTOMOTRIZ

93/88 5.4 7.0 6.9 8.6 9.1 9.0 1.5 1.5 3.6 1.8
95/93 –3.7 8.1 –9.9 7.7 –4.9 9.1 –6.4 –0.4 –1.2 0.9
99/95 9.4 12.6 8.9 13.3 15.1 11.8 –0.5 0.6 5.3 –0.7
00/95 9.2 12.4 10.4 14.7 15.6 11.4 1.1 2.0 5.8 –0.9
03/00 –3.0 1.5 –1.8 3.5 –2.9 0.2 1.2 2.0 0.1 –1.3
03/93 2.8 8.2 2.4 9.8 5.5 7.5 –0.4 1.5 2.7 –0.6

ELÉCTRICO Y ELECTRÓNICO

93/88 2.9 4.3 5.3 5.6 5.4 5.2 2.4 1.3 2.4 0.9
95/93 2.2 10.2 –0.3 8.8 4.4 11.6 –2.4 –1.3 2.2 1.3
99/95 12.7 15.1 12.1 16.8 17.4 14.2 –0.5 1.5 4.1 –0.7
00/95 13.1 15.6 14.1 19.2 17.5 15.2 0.8 3.1 3.8 –0.3
03/00 –9.9 –9.8 –6.9 –6.9 –8.3 –10.4 3.3 3.2 1.8 –0.6
03/93 3.5 6.3 4.5 8.7 6.5 6.2 0.9 2.3 2.9 –0.1

VESTIDO

93/88 1.1 10.4 3.9 12.7 4.0 12.5 2.8 2.0 2.8 1.9
95/93 0.5 26.0 –8.1 22.9 –2.0 28.7 –8.6 –2.5 –2.5 2.1
99/95 14.1 28.8 12.5 28.9 8.7 26.5 –1.3 0.1 –4.7 –1.8
00/95 12.7 25.4 13.6 28.3 7.9 23.7 0.8 2.3 –4.2 –1.4
03/00 –9.4 –10.7 –6.4 –6.7 –7.8 –11.4 3.3 4.5 1.8 –0.8
03/93 3.2 13.4 2.7 15.6 1.0 12.8 –0.4 2.0 –2.1 –0.5

Fuente: cálculos propios basados en INEGI y SCNM, información en línea.

Varias razones explican la lenta incorporación de valor agregado mexi-


cano a la maquila. En primer lugar, el efecto combinado de los estímulos a
la importación libre de impuestos de los insumos; en segundo término, el
cobro, en Estados Unidos, del gravamen de importación sobre el valor
agregado mexicano; tercero, la lógica de la fragmentación de los procesos

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192 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

productivos que limita el traslado de los segmentos más intensivos en capi-


tal; y en cuarto lugar, la revaluación cambiaria que eleva el costo de los in-
sumos domésticos.
Se ha sugerido corrientemente que para la empresa mexicana no es
atractivo venderle a la IME dadas las dificultades para lograr una operación
con los altos niveles de eficiencia, productividad y calidad demandadas en
el mercado internacional. Hay varios argumentos que pueden refutar esta
idea, entre ellos el hecho de que el sector manufacturero no maquilador
también realiza exportaciones. No obstante, en entrevistas sostenidas pa-
ra esta investigación los empresarios de establecimientos maquiladores en
Tijuana, Ciudad Juárez y Guadalajara expresaron desconfianza en el cum-
plimiento de los proveedores nacionales, por lo que no es fácil para éstos
convencer a los establecimientos de la maquila de “tomar el riesgo” de com-
prar en México. Además, las oficinas matrices de las maquiladoras suelen
considerar las operaciones de las IME como centros de costo, en oposición a
centros de utilidades. Según las entrevistas, el cambiar los proveedores tra-
dicionales por locales es una decisión de la casa matriz y no del gerente
maquilador. El gerente local no es autónomo para desarrollar alianzas na-
cionales. Cualquier ahorro en costos, piensan las matrices, podría ser anulado
por el riesgo de paros en producción o deficiencias en calidad por cambios
de proveedores.

La productividad. La contribución de la IME a la economía nacional debe


propiciar un mayor y más racional uso de los factores productivos domés-
ticos, del sector manufacturero en conjunto y de la economía en general.
Esto es factible solamente si la IME registra aumentos sostenidos de su pro-
ductividad. En principio, la maquila, la apertura y la intensificación de los
intercambios externos deberían propiciar la reducción de las diferencias a
la remuneración de factores domésticos, al demandar intensivamente el fac-
tor abundante y presionar al alza los salarios. Con este razonamiento, el
crecimiento de las exportaciones de la IME reduciría las diferencias salaria-
les por grados de educación. También se esperaría alguna reducción de las
diferencias salariales entre México y Estados Unidos.

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 193

Considerando que solamente la productividad permite elevar el ingreso


sostenidamente, la evolución de la productividad debería ser un elemento cen-
tral en el estudio de los efectos de la IME sobre la economía nacional. En este
estudio se acepta que la medida más directa y simple de productividad es la
productividad media por trabajador, es decir, el valor agregado por trabajador,
aunque no se desconocen las virtudes de medir la productividad total factorial,
ni el debate en torno a la significancia de una y otra medidas (Puyana y Ro-
mero, 2004b). Sin incrementos constantes de productividad no es factible sos-
tener la competitividad en el largo plazo, ni obtener ganancias netas estáticas
y dinámicas del intercambio externo. Sólo la reducción sostenida de los cos-
tos reales de producción permite mantener tasas de crecimiento del producto,
de las exportaciones y del ingreso y los salarios, sin que se generen déficits co-
merciales inmanejables (Harberger, 2003).
Las nuevas condiciones que enfrenta la IME obligan a considerar qué
tanto ha ganado en productividad y cuáles son los factores que afectan su
competitividad. Comparar el desempeño de la IME y la manufactura no
maquiladora contribuye a prever cuál podría ser la evolución de la primera
y la segunda, por efecto de los compromisos del TLCAN y el fin de los pri-
vilegios que auspiciaron la expansión de la industria de ensamblaje. La grá-
fica 5 ilustra el estancamiento de la productividad de la maquila y el ascenso
de la misma en la manufactura no maquiladora. Tomando la productivi-
dad del trabajo para la maquila y para las manufacturas no maquiladoras en
1988 igual a uno, la gráfica muestra la evolución de la productividad del
trabajo a partir de ese año de ambos segmentos (obviamente la productivi-
dad de la maquila en términos absolutos es menor que la del promedio de las
manufacturas no maquiladoras). En esta gráfica se muestra que la produc-
tividad del trabajo en la maquila se ha mantenido prácticamente constan-
te en los últimos 20 años; no así la productividad del sector manufacturero
no maquilador.

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194 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

GRÁFICA 5.
México: índice de productividad de la manufactura. Maquila y no maquila, 1988-2004.

1.35

1.3

1.25
Índice de productividad 1988 = 1

1.2

1.15

1.1

1.05

0.95

0.9

1988 1990 1992 1994 1996 1998 2000 2002 2004

manufactura total maquila

Fuente: cálculos propios basados en INEGI y SCNM, información en línea.

GRÁFICA 6.
México, correlación entre la variación de las exportaciones y el cambio en las remuneraciones
de la maquila, 1989-2001.
Variación de las remuneraciones de la maquiladora

y = 0.4097x + 5.3431
R20.1068 =

Variación de las exportaciones de la industria maquiladora

Fuente: cálculos propios basados en INEGI y SCNM, información en línea.

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HACIA UNA EVALUACIÓN DE LOS EFECTOS MULTIPLICADORES DE LA ACTIVIDAD MAQUILADORA 195

Relación entre el empleo de la maquila y las remuneraciones. En la gráfi-


ca 6 se muestra la relación contradictoria entre el aumento de las exporta-
ciones de la IME y el incremento de sus remuneraciones medias. Decimos
que es contradictoria porque en esta actividad se elevan las exportaciones a
pesar de la subida salarial, sin aumentos en la productividad, en la cual los
costos salariales representan cerca de 80 por ciento del valor agregado. Es-
ta situación es a todas luces insostenible y contribuye a explicar la actual
crisis de la maquila mexicana.

Conclusiones

La IME constituye un elemento central en la transformación de la estructu-


ra de oferta externa mexicana y en el crecimiento del coeficiente externo del
PIB. La generación de empleo ha sido también importante, así como la con-
tribución al equilibrio de la balanza comercial. No obstante, el avance del
valor agregado nacional y de la productividad no ha corrido paralelo con las
exportaciones.
La IME ha atravesado periodos de crecimiento extensivo, en los cuales
el valor agregado creció con menos rapidez que el empleo, la productivi-
dad y las remuneraciones medias. Hay periodos de crecimiento intensivo
durante los cuales el avance de la productividad fue superior. La IME regis-
tra sistemáticamente menor productividad y menor ritmo de crecimiento
que la manufactura no maquiladora, aun en periodos de crecimiento inten-
sivo. Las remuneraciones medias de la IME y la manufactura se han acerca-
do gracias a que la segunda ha comprimido empleo y salarios, quizá como
respuesta al efecto ‘traslado de factores’ inducido por la IME y las reformas
estructurales. Se ha desarrollado en un esquema de fragmentación que im-
plica pocos avances en la generación de empleo manufacturero total y limi-
tado efecto sobre los ingresos. El poco avance de la productividad frena el
crecimiento de los salarios.

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196 AL ICIA PUYA NA Y JOSÉ ROMERO

La composición del valor agregado de la IME, con más de 80 por ciento en


salarios, es otro freno para el crecimiento de su productividad y la expansión
de su producto. Reducir la participación de los salarios en el valor agregado
sólo es factible elevando la dotación de capital de la actividad. Esa es una de-
cisión exógena a México, y depende de la dotación de factores en Estados
Unidos y en México y de la estrategia de desarrollo de las corporaciones. La
competencia global en segmentos intensivos en mano de obra impone a Méxi-
co deprimir salarios, en el caso en el que no pueda atraer segmentos relati-
vamente más intensivos en capital.
La evolución de las remuneraciones medias y de la productividad, así como
la relación de estas variables con el crecimiento de las exportaciones y del
empleo de la maquila, sugieren que la maquila mexicana no ha inducido —y
probablemente no inducirá— la convergencia entre la remuneración a los fac-
tores con Estados Unidos o siquiera que induzca una clara tendencia de la
elevación de los salarios.

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197

La maquila textil en Centroamérica

Jorge Mario Martínez

Introducción

El concepto “maquila” no es de fácil definición y, aparte, en el contexto cen-


troamericano existen diversas formas de interpretarlo. No hay estadísticas
comunes centroamericanas sobre la maquila y su medición regional resul-
ta difícil. En este trabajo se intenta esclarecer las principales características
de la industria de la maquila en Centroamérica y con base en éstas y en la
literatura especializada propone una definición de IME centroamericana.
La industria maquiladora, en Centroamérica, tiene una gran presencia en
el sector textil y representa el 59 por ciento del total de exportaciones ha-
cia Estados Unidos. Hay otros sectores, como los ligados a la electrónica,
que también pueden definirse como maquila, pero su peso en la región es aun
menor, aunque puede ser mayor su importancia en Costa Rica. Este trabajo
centra su análisis en la maquila textil por ser la de mayor importancia regio-
nal, lo cual queda de manifiesto en los valores de indicadores como los balan-
ces comerciales, el peso para la cuenta de capital de la inversión extranjera
directa y, de manera especial, en la creación de empleos. No desconocemos
la relativa significancia de la IME tecnológica.
Se analiza en este trabajo el contenido de la nueva Iniciativa para la
Cuenca del Caribe (ICC) la cual define la actual cartera de exportaciones de
la IME en Centroamérica, la inversión extranjera directa en ésta y el tipo de en-
cadenamientos y valor agregado nacional que puede generar. La trascendencia
de la ICC en la definición y estructura de la maquila se hace notoria al exami-
nar el destino de las exportaciones de textiles hacia Estados Unidos. El mayor

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198 JORGE M A RIO M A RTÍ NEZ

aporte de la IME textil centroamericana a la economía regional no es su con-


tribución a la balanza comercial o que atempere los equilibrios macroeconó-
micos en general, sino la generación de empleo formal y la reducción de la
pobreza por la correlación estrecha entre la primera y la segunda variables. Es
de gran significación que el empleo en la IME sea mayoritariamente femenino,
por su impacto en los ingresos familiares y en la disminución de la pobreza.
Por último, en este trabajo se destaca el papel de la maquila en la trans-
ferencia de conocimientos de organización y de tecnología adecuada a los
sectores en los que se inserta, pero se revela la falta de mayores vínculos con
la creación de conocimientos locales, razón por lo cual, aunque cumple un rol
importante, se afirma que con el mantenimiento de esos patrones no podrá
significar una estrategia de desarrollo de largo plazo sostenible para la re-
gión centroamericana.

Características y definición

El concepto de maquila refleja el tipo de organización industrial surgido en


los últimos 30 años, especialmente a partir de la década de los ochenta, que
ha permitido a las industrias segmentar su producción en busca de mejo-
res insumos, junto a menores costos de producción y mercadeo. Es un con-
cepto que va de la mano con la mayor integración comercial entre países y
de la intensificación del comercio intra-firma que se caracteriza por las com-
plejas relaciones de producción de bienes y servicios de los países industria-
lizados. El término ‘industria de maquila’ es parte del léxico cotidiano del
comercio, no es fácil encontrar una definición común para la IME, aunque se
la suele definir como la actividad concerniente al proceso productivo de una
empresa que se envía a otra diferente, fuera de las fronteras nacionales, para
su realización (Gitli, 1997: 6). Algunos argumentan a favor de una definición
más estrecha que sólo se circunscriba a las etapas del proceso productivo in-
tensivas en mano de obra barata, situación en la que el costo de la mano de
obra determinaría el traslado de partes de la producción a otros países y da-
ría origen al proceso IME.

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L A M AQUIL A TEX TIL EN CENT ROAMÉRI CA 199

Este tipo de organización industrial se intensificó en los años ochenta


y noventa, indujo cambios en los procesos productivos, impulsó el comercio
internacional y, en muchos países, especialmente los en desarrollo, devino
en fuente importante de inversión extranjera directa (IED). Diversas legis-
laciones comenzaron a regular la IME y crearon múltiples formas de atraerla:
zonas francas, leyes de admisión temporal y de perfeccionamiento activo,
etc. Por esto, la definición de la industria de la IME resulta difícil y los datos
conocidos no son comparables en la mayoría de los casos. Por ejemplo, en
Costa Rica existen dos regímenes legales que pueden acoger actividades de
la IME: la Ley General de Aduanas de 1996 que regula el régimen de per-
feccionamiento activo; y la Ley del Régimen de Zonas Francas, a cuyo am-
paro algunas empresas realizan actividades de maquila, aunque no todas las
empresas en las zonas francas sean maquiladoras.
Teniendo en cuenta las dificultades para la definición y medición de los
procesos ligados a la industria de la maquila, podemos señalar algunas de
sus características más relevantes y comunes a diversos países, esto permiti-
rá la identificación y agrupación de las actividades caracterizadas como ma-
quila en la región centroamericana e intentar una definición que las abarque
a todas.

Valor agregado

El hecho de que la IME responda a estrategias empresariales que tienen co-


mo fin la búsqueda de eficiencia y reducción de costos ha llevado a que mu-
chas empresas dedicadas a ella, en Centroamérica, se hayan especializado en
sectores en los que, como los textiles, el peso de la mano de obra en los cos-
tos finales es significativo. Lo anterior no quiere decir necesariamente que
por definición el valor añadido de la IME tenga que ser bajo. Sin embargo, la
experiencia centroamericana es que, en la IME, los insumos intermedios son
objeto de procesamiento menor o sólo son ensamblados en los bienes fina-
les que se reexportan a su lugar de origen, por lo que, por lo general, el valor
agregado en la región es bajo.

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200 JORGE M A RIO M A RTÍ NEZ

Vinculación con el comercio exterior

El comercio exterior es una característica esencial de la IME. Si se adoptara


una definición amplia de IME en la que todo proceso productivo de una
empresa que es enviado a otra constituyese IME, ésta podría darse al interior
de un mismo país. La sola condición para que el proceso de maquila se dé
en un mismo país sería que las empresas no estén relacionadas desde el
punto de vista de la propiedad, ya que de ser así entonces se trataría de una
actividad de una firma multiplanta y no de IME. Sin embargo los regíme-
nes legales centroamericanos que regulan y promueven la IME están orienta-
dos a las exportaciones y vinculados a menudo con regímenes preferenciales
de acceso a mercados, razón por la cual, en Centroamérica, la IME tiene lu-
gar por el comercio internacional. Se trata entonces de productos que se
trasladan a los países centroamericanos para que en ellos se realice un seg-
mento del proceso productivo y que luego regresan a sus países de origen.
Por esto, el auge de la IME centroamericana coincide con la apertura comer-
cial de la región.

Actividades intensivas en mano de obra

Otra característica de la maquila en Centroamérica es su especialización en


actividades de ensamblaje en los segmentos intensivos en mano de obra de
la producción de empresas cuya planta matriz se encuentra en un país in-
dustrializado. La diferencia salarial entre los países donde se encuentran las
casas matrices y los de la región centroamericana es uno de los motivos
principales para su extendido y creciente desarrollo. La industria del ensam-
blaje de baja tecnología como la confección, para el mercado de los Estados
Unidos, se ha desarrollado en El Salvador, Honduras y Nicaragua, mien-
tras que para sectores de tecnología más compleja como la electrónica y la
tecnología de la información han surgido en la IME gracias a las estrategias
focalizadas de Costa Rica. Las diferencias salariales en la región centro-
americana explican las estrategias de la IME dadas en la región. Los costos
salariales son importantes en las estrategias empresariales que promueven

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L A M AQUIL A TEX TIL EN CENT ROAMÉRI CA 201

la IME, no son los únicos, existen otros motivos como la especialización re-
gional o incentivos especiales, fiscales, etc.

Regímenes legales especiales

Los requerimientos empresariales del envío de partes del proceso productivo


al exterior, involucran sistemas legales especiales para la importación y reex-
portación de insumos, subproductos y bienes finales y facilidades y seguri-
dad en las inversiones. Los regímenes legales especiales permiten la entrada
y salida de bienes bajo el concepto de ‘admisión temporal’ que otorga faci-
lidades aduanales y exención de aranceles y cuotas. Las actividades produc-
tivas se suelen concentrar en las ‘zonas francas’ para contar con facilidades
organizativas e incentivos fiscales. Es fundamental para el régimen de admi-
sión temporal la posibilidad de introducir las materias primas, los insumos
intermedios y otros bienes necesarios para realizar el proceso productivo y su
exportación, expedita y con exención de todo tipo de aranceles, luego del
proceso. Las zonas francas otorgan otros incentivos —sobre todo para atraer
IED sea o no para la IME— relacionados con beneficios fiscales, monetarios
y aduaneros, y ofrecen servicios para la producción y el comercio.

La propiedad de las empresas

En Centroamérica, las IME están vinculadas a la inversión extranjera direc-


ta y a los regímenes productivos de las empresas extranjeras (CEPAL, 2002c).
El vínculo de la maquila con el mercado exterior, particularmente con el de
Estados Unidos, ha determinado que la primera forma de propiedad IME en
Centroamérica sea la extranjera. Hay empresas de capital nacional que venden
servicios de IME a las empresas del exterior.
Atendiendo a las anteriores razones adoptamos una definición según la
cual la IME engloba las partes del proceso productivo de una empresa que se
envían a otra distinta para ser llevadas a cabo fuera de las fronteras nacio-
nales. En esto coincidimos con la definición de E. Gitli (1997), sin embargo
agregamos que, en Centroamérica, la IME cuenta con regímenes especiales

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202 JORGE M A RIO M A RTÍ NEZ

aduanales, de localización, fiscales y de acceso a mercados, y responde a


prácticas empresariales que buscan reducción de costos productivos.
La definición de maquila que empleamos comprende procesos cada vez
más complejos, que integran mayor valor agregado y transformación de los
insumos y componentes importados y proporciones crecientes de capital
respecto de la mano de obra. ¿Dónde trazar la línea divisoria entre IME y
otro tipo de industrias de exportación?
Los sectores de microcircuitos electrónicos e instrumentos y aparatos
de medicina tienen tasas de crecimiento altas y difieren cualitativamente de
otros productos de exportación, pues son intensivos en capital y emplean mano
de obra calificada. El primero de ellos representa 3.7 por ciento del total de
las exportaciones centroamericanas a Estados Unidos y 2.7 por ciento en
2002, y se exporta principalmente desde Costa Rica y El Salvador, donde
las plantas exportadoras trabajan bajo el régimen de admisión temporal de im-
portaciones. Estas IME son de alta tecnología, y no son las que concentran
la mayor parte de la IED que está en las IME textileras.
En este trabajo no abordamos el debate sobre la IME tecnológica, nos
concentramos en la IME textil, más fácil de definir, que en Centroamérica
representa el 59 por ciento del total de exportaciones hacia los Estados Uni-
dos, frente al 6.4 por ciento de los sectores de microcircuitos electrónicos
e instrumentos y aparatos de medicina. El debate es especialmente relevan-
te para países como Costa Rica en donde el costo de la mano de obra es
más elevado y donde el 30 por ciento de las exportaciones al mundo están
constituidas por microcircuitos electrónicos.

El peso de la maquila en Centroamérica


Las bases legales de la IME centroamericana se establecieron en los años se-
tenta y su expresión actual surgió a mediados de los ochenta. Desde enton-
ces la IME ha crecido sin interrupción y ha promovido la inserción de la
región en el mercado mundial y ha atraído IED. Aportó 56 por ciento de las
exportaciones del total de 2000. Ha sido el principal motor de la expansión
de las exportaciones centroamericanas y de atracción de IED y es crucial en
las políticas centroamericanas de promoción de exportaciones.

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L A M AQUIL A TEX TIL EN CENT ROAMÉRI CA 203

CUADRO 1.
Centroamérica: exportaciones totales y exportaciones de maquila y zonas francas (2000).
(Millones de dólares).

Totales Maquila/Zonas francas* Maquila y ZF/totales


(%*)

Istmo Centroamericano 19.605 11.121 56.7


MCCA 13.722 6.174 45.0
Costa Rica* 5.042 3.346 66.4
El Salvador 2.934 1.609 54.7
Guatemala 3.026 374 12.4
Honduras 2.046 542 26.5
Nicaragua 674 300 44.5
Panamá 5.883 4.950 84.0

* Incluye los tres regímenes especiales de exportación.

Fuente: CEPAL, 2002a.

El aporte de la IME al equilibrio de la balanza de pagos es mixto. Ha


atraído IED pero su contribución a la cuenta de capital centroamericana no
es positiva dado que el balance macroeconómico regional mantiene el dé-
ficit comercial crónico. La balanza comercial centroamericana mantiene su
desequilibrio que podría estar impulsado por la IME (cuadro 1). En 2000,
las exportaciones de la IME fueron 11.1 mil millones de dólares, pero sus
importaciones temporales fueron de 8.3 mil millones de dólares. La contri-
bución neta de la IME es positiva y contribuye a la balanza de pagos de la
región, sin embargo sus importaciones impiden que el crecimiento de las
exportaciones genere excedentes para suplir las importaciones que deman-
dan las economías de los países centroamericanos. La balanza comercial de
la región sigue deficitaria y el equilibrio externo se logra gracias a la balan-
za positiva de la cuenta de capital y financiera (cuadro 2).

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204 JORGE M A RIO M A RTÍ NEZ

CUADRO 2.
Istmo centroamericano: saldo del balance comercial. (Millones de dólares).

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001a 2002b

Centroamérica –3,591 –3,313 –4.001 –5,005 –4,686 –5,396 –6,073 –7,096


MCCA –3,433 –3,193 –3.743 –4,424 –4,059 –5,117 –6,266 –7,174
Costa Rica –266 –229 –357 –165 1,038 453 –92 –638
El Salvador –1,581 –1,333 –1,295 –1,455 –1,539 –1,975 –1,915 –1,945
Guatemala –920 –767 –1,008 –1,563 –1,549 –1,708 –2,145 –2,631
Honduras –178 –212 –269 –407 –814 –853 –1,051 –1,017
Nicaragua –488 –652 –813 –834 –1,195 –1,035 –1,063 –1,107
Panamá –157 –120 –258 –581 –627 –279 193 78

a Cifras preliminares.
b Cifras estimadas.

Fuente: CEPAL (2003a).

La contribución de la IME a la generación del PIB varía de país a país, y


es significativa para los miembros del Mercado Común Centroamericano,
(MCCA); representa más del 10 por ciento del PIB hondureño, el 9.5 por
ciento del costarricense y es mucho menor en Guatemala, donde sólo al-
canza el 1.1 por ciento (CEPAL, 2002a).
En Centroamérica, México y la República Dominicana, la IME emplea
técnicas de producción cercanas a las óptimas a nivel internacional; contri-
buye a la formación de los recursos humanos e introduce conceptos modernos
de organización y gestión. Por su énfasis en el uso del factor más abundante
en la región —mano de obra poco calificada— y el empleo de tecnologías
importadas, la IME no constituye una opción para el desarrollo a largo plazo
(Buitelaar, Padilla y Urrutia, 1999).
Para que sea posible un mayor aporte de la maquila al desarrollo de la
región centroamericana, esta actividad debería canalizar mayores ingresos a
los países que las acogen no sólo en salarios, también en encadenamientos con
las economías locales. Solamente así permitiría el desarrollo endógeno de los
países mediante el empleo de mano de obra más calificada y por el traslado,
hacia la región, de actividades de investigación y desarrollo. Este proceso es
la endogenización del cambio tecnológico en los procesos productivos el cual
explica, en gran medida, el crecimiento económico sostenido de los países

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L A M AQUIL A TEX TIL EN CENT ROAMÉRI CA 205

desarrollados (Martínez, 2001). Permitiría también a los países en desarro-


llo que acogen y fomentan la IME aumentar el desarrollo tecnológico en toda
la economía, a través del knowledge spillovers (Romer, 1986). Las inversio-
nes en capital o trabajo tienen efectos sobre la tecnología y ésta sobre el cre-
cimiento y el desarrollo.1 En Centroamérica, las inversiones en trabajo han
contribuido en el alivio de la pobreza, pero como opción de desarrollo son
de largo plazo, pues el capital, la investigación y el desarrollo siguen con-
centrados en los países sede de las firmas.

El comercio con los Estados Unidos y las preferencias


arancelarias (ICC)
A principios de la década de los ochenta, los países centroamericanos co-
menzaron a atraer divisas a través de la promoción de exportaciones e IED.
Todos los países aprobaron leyes en ambos sentidos, la iniciativa legal de
mayor impacto se produjo en Estados Unidos. Este país siempre ha sido el
gran mercado de destino de las exportaciones centroamericanas y el origen
de la mayoría de la IED, una relación que se intensificó con la aprobación de
la Iniciativa para la Cuenca del Caribe. Actualmente, 39 por ciento de las
exportaciones centroamericanas se dirigen a Estados Unidos y 1.4 por ciento
de las exportaciones de ese país tienen como destino el mercado centroame-
ricano. La participación de los productos centroamericanos en el mercado
estadounidense ha aumentado constantemente a un ritmo de crecimiento
anual del 30.4 por ciento entre 1990 y 2002 y, en 2002, representaron 1.2
por ciento del total de las importaciones estadounidenses. Esta dinámica se
explica, en gran medida, por el hecho de que el Congreso de Estados Uni-
dos aprobó, en 1984, la Ley de Recuperación Económica de la Cuenca

1 La siguiente función de producción se suele utilizar para representar la endogénesis del desarrollo tecnológico a
través de K (Martínez, 2001):
Y = AK
Y es la producción nacional,
A representa diversos factores que afectan la tecnología,
K incluye tanto el capital humano como el capital físico.

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206 JORGE M A RIO M A RTÍ NEZ

del Caribe (Caribbean Basin Economic Recovery Act –CBERA) o Iniciativa de


la Cuenca del Caribe (ICC).2
Los beneficios y requisitos que la ICC señala —manufacturas textiles
con porcentajes altos de insumos estadounidenses sumado a restricciones
para usar ciertos tipos de procesos aplicados a los textiles— promovió la
instalación de empresas maquiladoras en toda la región de la Cuenca del Ca-
ribe y la especialización delineada por los beneficios de la ley en ciertos ru-
bros textiles.
La Ley de Asociación Comercial EU–Cuenca del Caribe (U.S.–Carib-
bean Basin Trade Partnership Ac –CBTPA) y, en 2000, la ampliación de los
beneficios de la ICC, se aprobaron para compensar en Centroamérica, los
efectos nocivos causados por la desviación del comercio y las inversiones
derivables del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)
que les otorgaba ‘Paridad con México’ en cuanto al acceso de su producción
textil al mercado estadounidense, y generó nuevos espacios para la inver-
sión extranjera directa en la región orientada a la exportación hacia Estados
Unidos. Todo ello explica en gran medida el patrón de inversión y de desa-
rrollo de la industria de la maquila en Centroamérica.
Los productos beneficiados de esta nueva ley incluyen los textiles y ves-
tuario en todas sus modalidades, calzado, atún, petróleo y derivados, relojes
y sus partes y productos de cuero siempre que cumplan con requisitos espe-
ciales relacionados con el origen y tratamiento de los insumos, además de
ciertas cuotas. Los productos textiles enfrentan altos aranceles en el mercado
internacional por lo que los beneficios del CBTPA son un importante compo-
nente en la decisión de localización de la IED relacionada con ese sector.
A partir de la aprobación de la ICC y de las CBTPA, el comercio entre Cen-
troamérica y Estados Unidos se dinamizó. Las exportaciones centroameri-
canas se quintuplicaron entre 1990 y 2002 y el peso de los textiles, en el total,
ascendió de 32 a 59 por ciento. La inversión en IME es difícil de cuantificar

2 Esta ley también es conocida como Caribbean Basin Trade Partnership Act (CBTPA) en lo que se refiere exclusi-
vamente a la renovación y ampliación de la Iniciativa para la Cuenca del Caribe en 2000.

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L A M AQUIL A TEX TIL EN CENT ROAMÉRI CA 207

ya que las importaciones de los bienes de capital se hacen como importación


temporal si son las que se incluyen materias primas, productos intermedios y
equipo. En 2000, las CBTPA aumentaron los beneficios que originalmente
otorgaba la ICC por lo que sus efectos se profundizaron en los textiles al incluir
el acabado de las prendas y aumenta el valor agregado local ya que permite la
colocación de accesorios —bordados, broches, botones, parches, encajes,
ganchos, bolsas— producidos en la región o fuera de la región; y procesos de
teñido y acabado de telas, lavado en piedra, lavado con enzimas, lavado en
ácido, procesos antiarrugas, procesos de cocción y “perma-press”, etc., con un
límite equivalente a 25 por ciento del valor total del producto. Estos nuevos
beneficios hacen posible avanzar de la reimportación a Estados Unidos de
prendas ensambladas en la región a partir de tela estadounidense, a procesos
que crean vínculos entre industrias y servicios locales, y mayores encadena-
mientos a partir del ensamblaje de prendas de vestir.

Principales beneficios nuevos otorgados por la CBTPA:


a) Libre comercio sin cuotas para vestuario ensamblado en la región
con tela elaborada con hilaza de Estados Unidos y cortada en este país,
incluyendo operaciones de acabado de prendas.
b) Libre comercio sin cuotas para vestuario ensamblado en la región con
hilo de coser estadounidense, a partir de tela de Estados Unidos, elabo-
rada con hilaza de dicho país, y cortada en la región (809) (permite
importación de telas grises y operaciones de acabado de prendas).
c) Cuota de 250 millones de metros cuadrados para tela regional de
punto formada con hilaza estadounidense, (tasa de crecimiento del
16 por ciento).
d) Cuota de 4.2 millones de docenas de camisetas de vestir de punto
formadas con hilaza estadounidense, (tasa de crecimiento del 16 por
ciento).
e) Libre comercio para equipaje ensamblado en la región con tela de
Estados Unidos, elaborado con hilaza de Estados Unidos.
f ) Regla de transformación simple para sostenes con 75 por ciento de
valor del contenido estadounidense.

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208 JORGE M A RIO M A RTÍ NEZ

g) Regla de minimis del 7 por ciento en peso para fibras e hilazas simi-
lares a las del TLCAN.
h) Acabados, adornos y entretelas de otros países hasta un 25 por cien-
to del costo del producto.
i) Libre comercio sin cuotas para artículos hechos a mano o productos
folclóricos.
j) Regla especial de origen para hilazas de nylon de México, Canadá e Israel.
k) Beneficios arancelarios para calzado, atún, productos de petróleo, re-
lojes y sus piezas, idénticos a los de México bajo el TLCAN y bajo las
reglas de origen del TLCAN.

El programa de beneficios comerciales original, conocido como el progra-


ma 807, únicamente permitía el ensamblaje en la región centroamericana, por
lo que las posibilidades de encadenamientos locales eran extremadamente es-
casas, así como el valor agregado local. Sus mayores beneficios se concentraban
en la creación de empleo, en la atracción de IED y en las posibilidades de trans-
ferencia de tecnologías y conocimientos. Los nuevos beneficios están sobre
todo en el programa 809 el cual permite mayor integración vertical de la pro-
ducción, y mayor volumen de exportaciones y de generación de divisas. Este
programa otorga libre comercio (sin aranceles ni cuotas) para toda tela cruda

CUADRO 3.
Centroamérica: evolución del valor agregado de la acividad maquiladora y zonas francas de
maquila y manufactura. (Millones de dólares).

1995 1996 1997 1998 1999 2000 2001a 2002b

Centroamérica 622 814 1,042 1,644 3,078 2,718 2,042 2,307


MCCA 622 814 1,033 1,642 3,077 2,710 2,040 2,307
Costa Rica 92 176 164 495 1,798 1,222 427 657
El Salvador 174 214 291 338 379 456 490 480
Guatemala 167 176 212 285 288 374 396 404
Honduras 163 204 305 455 539 575 633 656
Nicaragua 27 46 61 69 75 82 94 109
Panamá – – 9 2 1 9 2 …

a Cifras preliminares.
b Cifras estimadas.

Fuente: CEPAL, 2003b.

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L A M AQUIL A TEX TIL EN CENT ROAMÉRI CA 209

(“grises”) hecha con hilaza de Estados Unidos que esté sujeta a procesos de te-
ñido, diseño, cortado, ensamblado y acabado en la región centroamericana.
Algunos autores calculan (León y Salazar, 2001) que en la industrial textil,
cerca del 65 por ciento del valor agregado es el teñido y acabado de la tela, y
no la confección de la misma por lo que los beneficios de la CBTPA permiten
la creación de clusters textiles y mayor atracción de IED. Aunque no existen da-
tos sobre la evolución del valor agregado de la maquila ni de la maquila textil
en particular, sí hay estimaciones (CEPAL, 2003b) sobre la evolución del valor
agregado de la actividad maquiladora y las zonas francas centroamericanas
(cuadro 3), el cual ha aumentado en toda la región de manera significativa.

El sector textil en Centroamérica

En la década de los noventa, se aceleró el crecimiento de las exportaciones


textiles centroamericanas como resultado de la ICC y de la CBTPA, instrumen-
tos centrales en la determinación de la oferta exportable centroamericana en
el sector textil centrada en Estados Unidos (ver la gráfica 1).

GRÁFICA 1.
MCCA: principales rubros exportados a Estados Unidos.

60

50

40
Porcentajes

30

20

10

0
1990 1995 2000 2002

Textiles Agrícolas Otros rubros industriales

Fuente: MAGIC (2003). Año base: 2000.

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210 JORGE M A RIO M A RTÍ NEZ

El peso de los rubros agrícolas en las exportaciones centroamericanas al


resto del mundo es mayor que en las que van a Estados Unidos. En el mer-
cado europeo, las ventas centroamericanas se concentran en bienes primarios
y, en los veinte productos que representan 92 por ciento del total de expor-
taciones, los textiles concentran sólo 0.44 por ciento. Algo similar sucede con
las exportaciones a Latinoamérica (incluyendo las intracentroamericanas, las
segundas en importancia después de Estados Unidos) en donde ningún pro-
ducto textil aparece entre los principales productos.
La CBTPA ha definido la cartera de exportables a Estados Unidos. En 2002
ese rubro representaba 59 por ciento del total de exportaciones centroame-
ricanas a Estados Unidos mientras que en 1990 se redujo a 32 por ciento
(cuadro 4). Entre 2000 y 2001, cuando entró en vigor el CBTPA, las exporta-
ciones de textiles centroamericanas a Estados Unidos crecieron 8.5 por ciento
a pesar de la desaceleración de la economía estadounidense. El impacto de
la crisis afectó las exportaciones de textiles centroamericanas en 2002.

CUADRO 4.
Exportaciones de Centroamérica a Estados Unidos. Distribución porcentual.

Producto 1990 1995 2000 2001 2002

Total de exportaciones a Estados Unidos 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00


Total de exportaciones de otros productos 68.16 46.66 42.59 37.70 40.44
Total de textilesa 31.84 53.34 57.41 62.30 59.56

a Total de exportaciones de textiles de Centroamérica a Estados Unidos.

Fuente: MAGIC, 2003.

La CBTPA también ha dinamizado las exportaciones textiles de Estados


Unidos hacia Centroamérica. Las regulaciones de la CBTPA de normas de
origen y de minimis causan que las importaciones de textiles estadouniden-
ses sean altas y se hayan duplicado entre 1990 y 2002, pasando de 16 por
ciento en 1999 a 32 por ciento en 2002 y acrecientan la interrelación entre
ambos socios comerciales. En 2002, las importaciones centroamericanas de
textiles estadounidenses sumaron 83 por ciento del total de las exportacio-
nes textiles centroamericanas a Estados Unidos (ver el cuadro 5).

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L A M AQUIL A TEX TIL EN CENT ROAMÉRI CA 211

CUADRO 5.
Exportaciones de Estados Unidos a Centroamérica. Porcentajes.

Producto 1990 1995 2000 2001 2002

Total de exportaciones centroamericanasa 100.00 100.00 100.00 100.00 100.00


Total de exportaciones de otros productosb 84.21 72.87 63.76 65.21 67.77
Total de textilesc 15.79 27.13 36.24 34.79 32.23

a Provenientes de Estados Unidos.


b Exportaciones de Estados Unidos a Centroamérica.
c Total de exportaciones de textiles estadounidenses a Centroamérica.

Fuente: MAGIC (2003).

En 2002, veinte principales productos de exportación de la región con-


centraron 75 por ciento del total de exportaciones a Estados Unidos, (cua-
dro 7), y once de ellos, respondieron por 52 por ciento del total, lo que
ratifica la alta concentración y las significativas diferencias por países para
cualquier análisis regional, ya señaladas en el cuadro 6.

CUADRO 6.
Exportaciones de textiles a Norteaméricaa y salarios.

Costa Rica El Salvador Guatemala Honduras Nicaragua

Cuota de mercadob
1985 0.7 0.1 0.1 0.2 0
2000 1.3 2.6 2.4 4.0 0.6
Porcentaje del cambioc 93.3 3 811.4 2 737.0 2 201.6 42 060.2
Porcentaje de exportacionesd
1985 16.7 2.3 2.3 5.7 0.06
2000 19.7 78.6 52.9 78.2 20
Salarios Mínimose 9.46 4.8 3.85 3.37 1.9

a Incluye a Estados Unidos y Canadá.


b Porcentaje del total de importaciones de textiles en Norteamérica.
c Porcentaje del cambio en la participación de mercado.
d Porcentaje del total de las exportaciones de cada país.
e Salarios mínimos promedio del sector industrial en Centroamérica en 2002. Un peso centroamericano = US$ 1.00.

Fuente: TradeCAN (2002) y SIECA (2003).

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212 JORGE M A RIO M A RTÍ NEZ

CUADRO 7.
MCCA: principales rubros exportados a Estados Unidos, 1990-2002*.
(Porcentajes).

Código Descripción (%)

6110 Suéteres (jerseys), 'pullovers', 'cardigans', 1.2 10 11.9


6109 T-shirts y camisetas interiores, de punto 1.6 9.1 9.7
6203 Trajes, chaquetas para hombres o niños 6 6.3 6.2
6204 Trajes sastre, chaquetas para mujeres o niñas 6.1 6.5 5.5
803 Bananas o plátanos, frescos o secos 16.9 5 5.4
6108 Combinaciones, bragas para mujeres o niñas 1.5 4 3.8
8542 Circuitos integrados y microestructuras electrónicas 0 1.7 3.8
901 Café, incluso tostado o descafeinado 14.3 6.1 3.2
6212 Sostenes (fajas, corsés, tirantes (tiradores) 2.9 2.2 3.1
9018 Aparatos de medicina, cirugía, odontología
o veterinaria 0.3 1.6 2.8
6107 Calzoncillos, pijamas, para hombres o niños 0.1 2.3 2.6

Total 11 principales sectores 51.5 54.8 51.4


Restantes 9 principales productos 12.2 16.0 23.6
Total de los principales sectores 63.7 70.8 75
Total del MCCA 100 100 100

* Año base: 2002.

Fuente: MAGIC (2003).

El crecimiento del PIB centroamericano ha sido irregular: alto creci-


miento entre 1950 y 1970 y descenso en la década de los ochenta seguido
por repunte en los noventa que no alcanza las tasas de las décadas previas a
los ochenta. Paralelo a esta evolución, la oferta laboral crece a pesar de la
disminución en el crecimiento demográfico (CEPAL, 2003b).
Los análisis sobre las elasticidades de la creación de empleo y el PIB para
América Latina, señalan que, en los años noventa, fueron muy diferentes a
las de décadas anteriores3 y para los noventa menores a uno para Costa Rica,

3 Las elasticidades empleo del producto estimadas por Weller (2000), citado por CEPAL (2003c), para América La-
tina y el Caribe en su conjunto, fueron: 0.4 en los años cincuenta; 0.4 en los sesenta, 0.7 en los setenta; 2.6 en
los ochenta; y 0.6 en el período 1990-1997.

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L A M AQUIL A TEX TIL EN CENT ROAMÉRI CA 213

iguales o ligeramente superiores a uno en Guatemala, El Salvador y Hon-


duras, y bastante más elevadas en Nicaragua. Dado que el incremento del
PIB fue más lento que en las décadas antes de la crisis, el aumento del em-
pleo disminuyó, y en mayor proporción el asalariado.

GRÁFICA 2.
Istmo centroamericano: tasas de crecimiento promedio del PIB, 1950-2000.

7.0

6.0

5.0

4.0
Porcentajes

3.0

2.0

1.0

0.0

–1.0
1950-1960 1960-1970 1970-1980 1980-1990 1990-2000

Costa Rica Nicaragua Promedio simple

El Salvador Guatemala Honduras

Fuente: CEPAL (2001a), a partir de las cifras de cuentas nacionales de los países.

Así, de cada 10 personas que se integraron al mercado laboral duran-


te los noventa, siete lo hicieron en el sector informal (CEPAL, 2001b). En
los estudios que ha realizado la CEPAL (2003c), se muestra que en el Istmo
Centroamericano, de cada diez empleos generados en los noventa, 3 fue-
ron formales, 5.3 informales y 1.7 agropecuarios (gráfico 3), lo que no con-
tradice los resultados para América Latina ya que si se excluyen los empleos
agropecuarios, las proporciones para cada diez nuevos empleos serían 6.4
informales y 3.6 formales, magnitudes similares a las del promedio latino-
americano.

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214 JORGE M A RIO M A RTÍ NEZ

GRÁFICA 3.
Istmo centroamericano: incremento anual promedio en el numero de ocupados por sector,
1990 y 2000.

Agropecuarios
17 %

Informales
53%

Formales
30 %

Fuente: CEPAL. Sobre la base de tabulaciones especiales de encuestas de hogares de los respectivos paises.

Feminización del empleo en la maquila y pobreza

La incidencia de la pobreza en los hogares de las mujeres ocupadas es me-


nor que para los hombres (38 por ciento y 46.7 por ciento, respectivamen-
te). Este resultado es relevante porque muestra la importancia del ingreso
que aportan las mujeres cuando se incorporan al mercado de trabajo. Igual-
mente, el análisis de la incidencia de la pobreza en los hogares, según el núme-
ro de ocupados, indica que ésta se reduce significativamente cuando el
número de ocupados es de dos personas, por lo que la incorporación de la
mujer al mercado formal del trabajo tiene un fuerte impacto en la reduc-
ción de la pobreza de los hogares.
En 2000, en Centroamérica, 65.8 por ciento de los ocupados eran hom-
bres y sólo 34.2 por ciento mujeres. Además, hay que considerar que 59.2
por ciento de las mujeres ocupadas lo eran en el sector informal y sólo 31.6 por
ciento estaban trabajando en el sector formal.
Estas características hacen que la maquila centroamericana, tenga especial
relevancia para el empleo regional y para las estrategias contra la pobreza.

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L A M AQUIL A TEX TIL EN CENT ROAMÉRI CA 215

Se ha probado que en el sector textil el empleo femenino es mayor que


el masculino.4 En Costa Rica, 64 por ciento del empleo en el sector textil
es femenino, 74 por ciento en El Salvador, y 76 por ciento en Nicaragua.
Estos datos muestran la relevancia del sector textil en la oferta de empleo
femenino formal en Centroamérica y, por esa vía, su aporte en la disminu-
ción de la pobreza, ver cuadro 8.

CUADRO 8.
Ocupados por actividad en algunos países centroamericanos.

Costa Rica El Salvador Nicaragua

Total de ocupados en actividades textiles 51,281 161,552 68,586


Hombres 18,261 41,929 16,487
Mujeres 33,020 119,623 52,099
Total de ocupados en actividades industriales 215,604 431,325 223,998
Total de ocupados en el país 1,455,656 2,310,947 1,978,413

Fuente: CEPAL. Sobre la base de tabulaciones especiales de encuestas de hogares de Costa Rica: Encuesta de Hogares de
Propósitos Múltiples de 2000; El Salvador: Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2000; y Nicaragua: Encuesta
Nacional de Hogares sobre Medición de Niveles de Vida de 2000.

En Costa Rica, el peso del sector textil es menos significativo, emplea


3.5 por ciento del total de la mano de obra empleada, y representa 24 por
ciento del total del empleo industrial. En El Salvador el empleo del sector
textil es el más importante y representa 7 por ciento del empleo total y 37
por ciento del industrial, por su parte, en Nicaragua no representa una propor-
ción significativa del empleo total del país (3.4 por ciento), pero sí del em-
pleo industrial (30.6 por ciento). Hay que considerar el crecimiento de las

4 Al no existir datos específicos para el sector de la maquila, se analizaron los rubros textiles con las encuestas de
hogares de Costa Rica, El Salvador y Nicaragua, los únicos con datos comparables. Los rubros corresponden a la
Clasificación Industrial Internacional Uniforme (CIIU), en diferentes revisiones. Para Costa Rica se vieron (3211),
Hilado, tejido y acabados; (3212), Artículos de materiales textiles, excepto prendas de vestir; (3213), Tejidos de
punto; (3214), Tapices y alfombras; (3215) Cordelería, y textiles.

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216 JORGE M A RIO M A RTÍ NEZ

exportaciones de textiles nicaragüenses a Estados Unidos que pasaron de


US $38.713 en 1990 a US $433.407.662 en 2002, y en este año represen-
taron 64 por ciento del total de exportaciones de ese país.
Existen importantes diferencias salariales de género y en otros aspectos
no sólo en el sector textil de los países analizados. Los textiles tienen sala-
rios promedio inferiores a los salarios promedio nacionales en los tres paí-
ses. En Costa Rica las diferencias son menores respecto de El Salvador y
Nicaragua, este último es quien muestra las diferencias más acusadas y El
Salvador se presenta en una situación intermedia (cuadro 10). En los tres
países los salarios femeninos en la industria textil son menores a los salarios
femeninos promedio nacionales, diferencia que es muy alta en Nicaragua.
Es importante mencionar la controversia internacional alrededor de la
industria de la maquila. Algunos grupos en la región y otros en los Estados
Unidos, la acusan de violar derechos fundamentales de los trabajadores. Sin
duda las cifras sobre las diferencias entre los salarios promedio de los países
y los salarios que pagan las maquilas son motivo de reflexión, pero las acu-
saciones se enfocan en el derecho a la libre asociación y en temas como los
horarios de trabajo y cumplimiento de pago de los salarios mínimos. Al ser
la CBTPA un sistema unilateral de concesiones, permitió la creación, por
parte de Estados Unidos, de un sistema de verificación de cumplimiento de
ciertas obligaciones laborales.5 Los países centroamericanos deben cumplir
con los salarios mínimos y deben permitir la libertad de asociación de los
trabajadores en la industria maquiladora que goza de las concesiones del
CBTPA. Formalmente, Costa Rica fue acusada de persecución e inadecuada
protección de los derechos laborales ante el Departamento de Comercio de
los Estados Unidos en el marco de las normas del CBTPA en 2002, pero la
acusación fue desestimada. Otros países han pasado situaciones similares
por supuestos incumplimientos de alguna de las condiciones de elegibili-

5 Derechos laborales internacionalmente reconocidos como: derecho de asociación, derecho de negociación colec-
tiva, prohibición de los trabajos forzados, edad mínima para el empleo de menores de edad, condiciones acep-
tables de trabajo respecto del salario mínimo, hora de trabajo y salud ocupacional, así como la prohibición de
las peores formas de trabajo infantil.

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L A M AQUIL A TEX TIL EN CENT ROAMÉRI CA 217

dad distintas a las que tienen que ver con temas laborales, sin embargo, has-
ta hoy, todos los países centroamericanos siguen gozando de las preferen-
cias del CBTPA, lo que para muchos significa que ante los Estados Unidos y
en términos formales, los denominados ‘estándares laborales’ se han cum-
plido en las maquiladoras centroamericanas. Esto no es garantía de que no
exista precariedad en algunos empleos o abusos, pero es un paso importante
en la verificación de los derechos laborales. En este mismo sentido, las ne-
gociaciones del libre comercio entre Centroamérica y Estados Unidos dis-
cuten la inclusión de un capítulo laboral.

Cuadro 9.
Diferencia en el salario promedio total y el devengado en el sector textiles por hombre y mujeres.
En porcentajes.

Salario Promedio Costa Rica El Salvador Nicaragua

Total –14 –44 –49


Hombres –5.2 –28 –50
Mujeres –22 –52 –43

Fuente: CEPAL, sobre la base de tabulaciones especiales de encuestas de hogares de los respectivos países: Costa Rica: Encuesta
de Hogares de Propósitos Múltiples de 2000; El Salvador: Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples de 2000; y Nicaragua:
Encuesta Nacional de Hogares sobre Medición de Niveles de Vida de 2000.

Por esta razón, y atendiendo el historial de las normas laborales que los
Estados Unidos ha incluido en los acuerdos comerciales, podemos esperar
que las exigencias de cumplimiento de ciertos estándares laborales se man-
tenga en las relaciones comerciales entre Centroamérica y Estados Unidos.

Consideraciones finales

La IME de Centroamérica da significativos aportes a los principales balan-


ces macroeconómicos: crecimiento de las exportaciones reflejado en la
cuenta corriente y atracción de inversiones por el lado de la cuenta de ca-
pital. Sin embargo, su régimen causa importaciones elevadas que, aunque

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218 JORGE M A RIO M A RTÍ NEZ

no contrarrestan los ingresos de las exportaciones, no les permiten mante-


ner en equilibrio la cuenta corriente.
Sin embargo, el peso de la ICC en el diseño y conformación de la indus-
tria de la maquila en Centroamérica ha generado un desarrollo focalizado en
la industrial textil, lo que no significa que la maquila tecnológica no esté pre-
sente, sino que su peso en el total de las exportaciones regionales es pequeño,
si se compara con la industria textil. Además, el diseño de los programas de
maquiladoras de Centroamérica, no buscó generar encadenamientos y articu-
lación productiva con las empresas nacionales sino que se orientó más bien
a facilitar las importaciones para el ensamblaje y posterior exportación. Regí-
menes como el de la ICC y posteriormente la CBTPA reforzaron esta esencia
de la IME al determinar los procesos a incluir y exigir un alto contenido de
insumos importados. El principal objetivo de estos programas fue atraer IED
y los beneficios asociados: recursos financieros frescos, transferencia de tec-
nología y creación de empleos. En su nuevo formato, la ICC ha dado algunos
pasos importantes en cuanto sus reglas de acumulación y de contenido lo-
cal que podrían estimular la consolidación de mayor valor agregado.
Algunos países, El Salvador y Honduras, registran altos grados de espe-
cialización en textiles y alguna vinculación de las empresas locales con la
IME. Éste no ha sido el caso de Costa Rica ni de Guatemala donde la indus-
tria textil es menos significativa en el total de exportaciones. Para la región
en su conjunto, el valor agregado de la IME es creciente.
La creación de empleos y, a través de estos, la disminución de la inci-
dencia de la pobreza, son posiblemente las áreas donde la IME ha sido más
relevante en la región. La IME ha creado miles de empleos y ha insertado un
gran número de mujeres al mundo laboral. En Centroamérica es necesario
el empleo formal para reducir la pobreza. El empleo formal de al menos dos
miembros por hogar, reduce sustancialmente la incidencia de la pobreza.
De allí que el empleo generado por la industria maquiladora ha sido muy
importante. Aunque es difícil obtener datos respecto de la maquila, un ejer-
cicio que ha utilizado las encuestas de hogares más recientes muestra el peso
del empleo en el sector textil —donde se concentra la mayoría de la maqui-
la— en el total del empleo y, sobre todo, en el total del empleo industrial

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L A M AQUIL A TEX TIL EN CENT ROAMÉRI CA 219

(alrededor del treinta por ciento), así como la participación de las mujeres
en estos empleos formales.
Los procesos de la industria maquiladora textil son intensivos en mano
de obra y su costo relativo ha determinado en gran medida la localización de
las empresas del ramo textil en Centroamérica. Sin embargo, aún hay pasos
fundamentales por avanzar en el área de la equidad salarial. El principal
grupo de trabajadores, las mujeres, reciben salarios menores que los hom-
bres. Además, en su conjunto, todos los trabajadores de la industria textil
reciben salarios inferiores al promedio nacional.
En el área centroamericana es posible identificar un proceso de especia-
lización productiva y, en alguna medida, formación de conglomerados de
empresas (clusters) ligados a la industria textil. Sin embargo, esta especiali-
zación y formación de conglomerados dependen de las facilidades arance-
larias concebidas en el programa CBTPA y pueden debilitarse al desaparecer
en 2008, según la ley que las estableció. Para que las industrias instaladas
continúen con sus operaciones, a pesar de la desaparición de las subvencio-
nes mencionadas, tendrían que existir clusters, encadenamientos, conoci-
mientos, y especialización productiva.
La CBTPA fue la base del Acuerdo de Libre Comercio de Centroamérica con
Estados Unidos el cual profundiza algunas concesiones como la acumulación
de las reglas. Estos pequeños márgenes del acuerdo pueden significar venta-
jas para la región, para exportaciones y más inversión; y aumentar el valor
añadido local a los textiles y los avances en las reglas de origen y las de acumu-
lación, permitirán limitadamente que la región se abastezca con insumos de
otros países vecinos y de países miembros del TLCAN y elevar su eficiencia.
Las reglas de acceso al mercado de Estados Unidos han definido histórica-
mente la evolución de la maquila, y su mejora, a través del TLC, dará un nue-
vo aire a esa industria, al tiempo que profundizaría la relación que ya tiene
la región centroamericana con ese país. En términos de largo plazo y del
desarrollo económico, es aún necesario fortalecer las capacidades tecnoló-
gicas y productivas locales así como los vínculos de la maquila con la eco-
nomía local para procurar un crecimiento competitivo a largo plazo para la
región centroamericana.

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221

¿Conduce la industria maquiladora al desarrollo


de Centroamérica?

María Eugenia Trejos

Introducción

“El desarrollo ha desaparecido de la agenda (en la que estuvo durante tres


décadas de la posguerra): los gobiernos occidentales están preocupados con
la ‘gestión de la crisis’ […]” afirma Samir Amin (1999: 115). También la dis-
cusión sobre la “dependencia”, muy difundida entre las décadas de 1950 y
1970 en América Latina, ha sido marginada porque ya no hay espacio para el
pensamiento independiente. La eficiencia y la competitividad “legitiman el so-
metimiento bajo la dependencia” (Duchrow y Hinkelammert, 2003: 167).
Estos planteamientos permiten entender por qué la discusión sobre la ma-
quila IME en Centroamérica, se ha orientado más hacia sus efectos puntuales
que hacia su interpretación y comprensión dentro de la dinámica actual del
capital. En este capítulo se procura encontrar esa última relación y contestar
hasta qué punto la IME que se instala en Centroamérica forma o puede for-
mar parte de una estrategia de desarrollo. El estudio se basa en resultados de
múltiples investigaciones sobre la IME de prendas de vestir en Centroamérica
y en hallazgos propios obtenidos en la elaboración de una tesis doctoral en
la Universidad Autónoma Metropolitana de México, cuyo tema fue la orga-
nización del trabajo; los cuestionarios y entrevistas aplicadas1 proporciona-
ron información sobre las condiciones de trabajo y las características de las
plantas, misma que ahora se utiliza para elaborar este ensayo.

1 Los cuestionarios se aplicaron a una muestra representativa de empresas de prendas de vestir en El Salvador y
Costa Rica, y a diversos actores de una selección de empresas.

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222 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

En la discusión sobre la importancia de la maquila para el desarrollo de


Centroamérica, se pueden distinguir tres posiciones. En primer lugar, la ofi-
cial de los gobiernos —de Centroamérica y de Estados Unidos— y sus bases
sociales de apoyo, que la presentan como necesaria para generar crecimien-
to y salir del subdesarrollo. Como el análisis neoliberal, esta posición asegu-
ra que la inversión y el comercio (exportaciones) conducen al crecimiento y
éste a la generación de empleo, mejores salarios y a la reducción de la pobre-
za. Se afirma que para superar la crisis del mercado común centroamerica-
no y la pequeñez de las economías, los países se ven “irremisiblemente ante
la necesidad impostergable de buscar nuevos mercados fuera de Centroamé-
rica, para poder así incrementar las exportaciones y acelerar el desarrollo eco-
nómico” (Céspedes y otros, 1983: 202). También se ha dicho que la IME
permite “atenuar varios problemas locales como el desempleo, la carencia de
divisas y el déficit en la balanza de pagos [...] promover una imagen compe-
titiva [...] (y facilitar) la introducción de tecnología [...]” (Pérez, 1991: VI).
Este planteamiento combina la preocupación por la “gestión de la cri-
sis” con la idea de que el comercio y la inversión resuelven los problemas
del desempleo y la pobreza. La “gestión de la crisis”, en opinión de Amin
(1999), centra la atención de los países de América Latina en la generación de
divisas para pagar la deuda externa; Céspedes y Pérez consideran que la IME
contribuye a ello. Así, las exportaciones de maquila generan desarrollo eco-
nómico, atenúan el desempleo y facilitan la introducción de tecnología; el
planteamiento se deriva de la lógica que la inversión y el comercio generan
crecimiento y éste favorece el empleo, el aumento de los salarios y la reducción
de la pobreza (Arias, La Nación, 11/10/2003: 5A).
En la segunda posición se distinguen dos enfoques: el centrado en el de-
sarrollo tecnológico y la integración vertical de la industria, y el focalizado en
asuntos laborales y relacionados con los trabajadores. Del primero se señala
que la maquila es aprovechada por compañías extranjeras que toman venta-
ja de los países de Centroamérica para su expansión (Torres, 1997; Calde-
rón y otros/as, 2001; Chacón, 2000), y no permite la integración vertical de
la industria en los países en que se ubican las plantas, pues las regulaciones
en que se enmarca impiden la utilización de insumos nacionales (Mortimore,

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1999; Dussel, 2001; Calderón y otros, 2001); además de que no induce la


investigación, el desarrollo y la innovación (CEPAL, 1998), y el control sobre
los mercados lo tienen las corporaciones estadounidenses con el apoyo de su
gobierno (Calderón y otros/as, 2001). Los países centroamericanos inciden
poco en las acciones de las empresas instaladas en las zonas francas (Torres,
1997). El segundo enfoque agrega, a lo anterior, los problemas laborales en-
contrados en las IME, y afirma que los bajos salarios son una condición para
instalarlas y constituyen una forma de perpetuar la pobreza (Fernández, sin
fecha b). Consideran que la IME no debe satanizarse, y que deben definirse
mecanismos para la aprobación de estándares laborales mínimos.2
La tercera posición considera la creación de plantas maquiladoras como
parte de la expansión del capital y, por lo tanto, señala como necesario dife-
renciar a los actores vinculados a su dinámica. El capital crea las condicio-
nes para su valorización y acumulación: un “ejército mundial de reserva
laboral, amplia fragmentación del proceso productivo y eficiente técnica de
transporte y comunicaciones”. El mercado mundial de fuerza de trabajo y
de centros de producción modifica la antigua división internacional del tra-
bajo entre países industrializados por una parte, y países agrícolas y mineros
por la otra, y el capital desplaza su producción a diferentes países (Fröbel et
al., 1980: 50). La forma más acabada de utilización de ese ejército mundial
de reserva está en las zonas francas, definidas como emplazamientos “para el
aprovechamiento de la fuerza de trabajo de los países subdesarrollados, en
una producción orientada al mercado mundial” (Fröbel, 1980: 415), y la ex-
presión más descarada y brutal de ese tipo de industrialización.
Para fundamentar una postura en la discusión anterior y proponer una
interpretación del impacto de la IME en el desarrollo de Centroamérica, seña-
lamos primero algunas características de lo que ha sido este tipo de produc-
ción. Por su importancia regional, nos centramos en la maquila de prendas de
vestir. La producción industrial fomentada en Centroamérica como parte de los
ajustes estructurales, ha sido predominantemente IME y en ella el rubro prendas

2 Entre otros: no trabajo de menores, no trabajo forzoso, derecho de organización, no discriminación por raza o
sexo, igualdad de remuneración.

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de vestir es el más extendido en todos los países: representa 63 por ciento de


la maquila en Costa Rica (Barquero y López, 2002: 13), 78 por ciento en El
Salvador (Zamora 1999: 4) y 98 por ciento en Honduras y Nicaragua (Bar-
quero y López, 2002: 13). Por ello tiene sentido referirse a la IME desde esta
rama para conocer el mundo de la maquila en general.3
Por la causa ya expresada, este capítulo revisa los orígenes de la IME cen-
troamericana de prendas de vestir, analiza las cadenas empresariales y el cor-
dón de trabajadores que este tipo de producción crea; examina el trabajo en
la producción de prendas de vestir y, por último, discute el papel de la IME
en el desarrollo de Centroamérica.

Los orígenes de la IME de prendas de vestir en Centroamérica

En la década de 1960, se promovió en Centroamérica la industrialización


sustitutiva y se estableció el Mercado Común Centroamericano (MCC) como
su marco. Se procuró modificar la débil base industrial —con 90 por ciento de
industria tradicional— estimulando la elaboración de productos intermedios
y metal mecánicos como la pulpa y el papel, los productos químicos, metal
mecánicos básicos y productos ensamblados (SIECA, 1974: 80). Es decir, las
prendas de vestir (junto con el calzado) no eran prioritarias —aunque hubo
protocolos especiales para proteger su producción y procurar la sustitución
de importaciones en ropa y textiles (CICR, 1986) —. La rama creció en más de
80 por ciento entre 1960 y 1970, y se había más que duplicado en Nica-
ragua y casi duplicado en El Salvador y Costa Rica; perdió importancia en
la producción industrial de la región, al pasar de doce por ciento, en 1960,
a ocho por ciento en 1970. A mediados de la década de los setenta, el rubro
prendas de vestir (sin calzado) constituye entre dos y cuatro por ciento de la
producción industrial en los diferentes países (Gallardo y López, 1986; SIECA,

3 Lo anterior no pretende ignorar la existencia de una realidad diferente en las plantas de otras ramas como mi-
croelectrónica, medicamentos y equipos médicos, que se han abierto sobre todo en Costa Rica y un poco en El
Salvador, pero que aún no son mayoritarias.

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1974: cuadro 3; y SIECA, 1981: cuadro 92). Esta rama fue una de las pocas
con efecto sustitutivo negativo, es decir, su producción no fue suficiente
para abastecer el consumo interno en la proporción en que lo hacía en 1958
o “la demanda interna hizo necesarias importaciones procedentes de terceros
países” (SIECA, 1974: 44).
La crisis del MCC coincidió con importantes modificaciones en el mer-
cado estadounidense de prendas de vestir y con la aprobación de medidas
tendientes a favorecer a la industria en Estados Unidos. Desde la década de
los cincuenta Japón aumentó sus exportaciones de ropa a Estados Unidos,
seguido por Hong Kong y otros países asiáticos. Entonces la respuesta tuvo
una orientación: buscar productos que requieren lotes pequeños y costura
compleja (Mody y Wheeler, 1990); racionalizar la producción con innovacio-
nes tecnológicas o nuevos sistemas productivos (Taplin, 1994) que se aplicaron
en el diseño o el corte; o fragmentaron el proceso productivo y diversificaron
la ubicación geográfica de sus fases, lo que condujo a la relocalización de
plantas, dentro y fuera de Estados Unidos, a través de la subcontratación (Ta-
plin, 1994) o la apertura de filiales y subsidiarias.
Esas acciones fueron apoyadas con diversas medidas que favorecieron a
la industria y empresas estadounidenses. Ya en 1957 Estados Unidos logra
un acuerdo con Japón para limitar sus exportaciones de textiles de algodón.
Posteriormente, cuando otros países asiáticos penetraban el mercado esta-
dounidense, se tomaron medidas adicionales para reforzar la protección y
favorecer la producción de partes del proceso productivo dentro de Estados
Unidos y el uso de algunos insumos provenientes de ese país. Entre las más
conocidas está la cláusula 807 —del Código Arancelario aprobado en
1963— que aplica impuestos de importación sólo sobre la parte del precio
que corresponde al valor agregado a los productos ensamblados en el exte-
rior. Con ello se favorece la fragmentación geográfica del proceso produc-
tivo y la ubicación de ciertas fases en el exterior, fundamentalmente las de
costura, acabado y, a veces, corte. El Acuerdo Multifibras de 1974 limitó los
volúmenes de exportación desde ciertos países, (Bonacich y Waller, 1994;
OIT, 1997). La Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo In-
dustrial (ONUDI) promovió, desde 1971, la creación de zonas francas para

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226 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

apoyar a las empresas afectadas por los salarios y la competencia internacio-


nales (Fröbel y otros, 1980).
En este marco internacional, los gobiernos de Centroamérica apoyados
por la Agencia para el Desarrollo Interamericano (AID) (Membreño y Gue-
rrero, 1994: 22; Máttar y Hernández, 2000: 212) aprobaron leyes de pro-
moción de las exportaciones y de la producción IME (1972: Costa Rica,
1972: Nicaragua, 1974: El Salvador, 1976: Honduras, 1973: Guatemala)
(CEPAL, 1998: 33) y crearon organismos de promoción de las exportaciones
e inversiones extranjeras. Así las necesidades de las empresas de prendas
de vestir de Estados Unidos, en una acción coordinada entre los gobiernos de
ese país, algunos organismos internacionales (ONUDI) y las empresas, dieron la
protección necesaria a la producción textil estadounidense y desplazaron par-
tes de ella para utilizar recursos de otros países en lo que fuera conveniente. Los
países de Centroamérica complementan dichas necesidades:

La evolución de la IME (industria maquiladora de exportación) de Centroamé-


rica es consecuencia de cambios en los esquemas de producción de bienes en
los países desarrollados. Cuando los productores nacionales de los Estados
Unidos se vieron afectados por la fuerte competencia en el mercado mundial
de confecciones, transfirieron la etapa de ensamble y costura, con predominio del
uso intensivo de mano de obra y de máquinas sencillas con poca automatiza-
ción, hacia los países con amplia oferta de trabajadores y salarios reducidos
(CEPAL,1997: 47).

Cadenas empresariales y cordón de trabajadores y trabajadoras

La normatividad centroamericana otorga subsidios que varían en los países


y se refieren a: 1) exención de diversos impuestos: renta, exportación y mu-
nicipales y la importación sin pago de aranceles de insumos para el ensam-
ble en el territorio nacional; 2) libre repatriación de capitales de las
empresas extranjeras; 3) beneficios tributarios (Certificados de Abono Tri-
butario en Costa Rica, devoluciones en El Salvador y Certificados de Be-

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neficio Tributario en Nicaragua) computados como porcentaje del valor ex-


portado (OIT, 1997; CEPAL, 1998). Éstos han sido criticados y, en las recomen-
daciones de eliminación de subsidios —que se dictan a nuestros países en
el GATT-OMC—,4 se estableció un plazo para su finalización, que los gobier-
nos lograron ampliar al 2010 (Calderón y otros, 2001: 33); 4) zonas francas
o zonas de procesamiento industrial, inicialmente administradas por los es-
tados y luego trasladadas a administraciones privadas.
Las empresas pueden acogerse a diferentes regímenes de exportación
agrupables en: zonas francas o “áreas extra-aduanales específicas, delimitadas”
(CEPAL, 1998: 41) en las que se procesan productos destinados a las expor-
taciones (OIT, 1997), pero con posibilidad de vender un porcentaje en el terri-
torio nacional; perfeccionamiento activo (antes admisión temporal) para el
procesamiento de productos para la exportación dentro del territorio nacio-
nal (OIT, 1997) y que abre “la posibilidad de transformar de hecho en zona
franca cualquier planta productiva con actividades de exportación” (CEPAL,
1998: 41), sin posibilidad de vender nada de lo producido en el territorio
nacional (OIT, 1997).
Con variaciones en el tiempo por la situación política de cada país, la
industria de prendas de vestir en Centroamérica se transformó, en las déca-
das de los ochenta y los noventa, en una industria que desplaza a la industria
tradicional: de estar orientada al mercado interno y centroamericano y de
abarcar todas las fases del proceso es predominantemente maquila exporta-
dora, concentrada en costura, ensamblado y, a veces, en corte.
A pesar de la gran cantidad de estudios sobre la IME en la Cuenca del Ca-
ribe, no hay discusión teórica sobre cómo conceptuar este fenómeno. Las
definiciones van desde considerarla un concepto aduanero que refiere a un tra-
tamiento tributario preferencial (Carrillo, 1992) hasta definirla en términos
de su relación con el proceso de acumulación de capital a nivel internacional
(AVANCSO, 1994). Definiciones intermedias permiten identificar ciertas ca-
racterísticas: el papel de las empresas en las cadenas de subcontratación inter-
nacional, que ubican sólo ciertas fases de los procesos productivos en nuestros

4 General Agreement on Trade and Tariffs y Organización Mundial del Comercio.

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países (Clement y Jenner, 1989; Barajas, 1989). En esta línea: “la maquila
es un sistema de producción, bajo la forma de subcontratación, en el que se
transforman insumos intermedios y materias primas importadas, por medio
de procesos que en muchos casos (aunque no necesariamente) tienen esca-
so valor agregado, cuyos productos finales se comercializan en el exterior.
Para realizar estas operaciones, el estado exonera al productor de una serie de
requisitos que debe cumplir el resto de las empresas ubicadas en el país.”
(OIT, 1997: 4).
A partir del análisis del caso de Guatemala, la conceptuación más elabo-
rada sugiere que la maquila es una actividad para producir por cuenta ajena,
donde las contratantes “diseñan los productos, planean los procesos de pro-
ducción, aportan el objeto de trabajo (como mínimo las materias primas
principales) y conservan la propiedad de los productos” (AVANCSO, 1994). Las
contratistas sólo ensamblan y, aunque ejecuten todo el proceso productivo,
“solamente tienen una participación parcial en los ciclos del capital regidos por
la empresa contratante, porque éstos incluyen además de la producción la
concepción previa de los procesos, la adquisición de los materiales a transfor-
mar5 y la ulterior comercialización de las mercancías producidas, actividades
que retiene la empresa contratante. Las maquiladoras cumplen la función de
productoras directas, como satélites sobre los que la empresa contratante, pro-
ductora indirecta, extiende sus líneas de producción” (Ídem: 2). A esta defi-
nición habría que agregar que las funciones de las contratantes pueden serlo
también de las casas matrices y las contratistas pueden ser subsidiarias o filia-
les o desplazamientos de partes del proceso fragmentado de producción. De
esta manera, los países en los cuales se ubican las IME no participan en el mer-
cado de consumo de sus productos, sólo ofrecen capacidad de producción a
las contratantes. La fuerza de trabajo queda subordinada en forma indirecta
a la lógica de la acumulación del capital transnacional, que se ha identifica-
do como prolongación de los anteriores mecanismos de acumulación, ya que
se basan en la expansión de la jornada y la intensidad del trabajo.

5 Consideramos que la no existencia de este elemento, esto es, la adquisición de los materiales a transformar, como
sucede con el llamado “paquete completo”, no cambia lo central de esta definición.

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La maquila es, entonces, un momento de la relocalización del capital pro-


ductivo a nivel internacional, que ubica ciertas fases de un proceso producti-
vo fragmentado en aquellos espacios en los cuales se puede acceder —directa
o indirectamente— a una fuerza de trabajo cuyo pago es muy inferior al que
tendría en los centros de operaciones de las corporaciones y cuya capacidad
de respuesta está sumamente limitada, entre otras cosas, debido a la altísima
represión sindical y a la permisividad de las instituciones fiscalizadoras.
La relocalización de algunas fases del proceso productivo, por medio de
plantas maquiladoras que requieren trabajo menos calificado o que son me-
nos automatizadas, ha conducido a la formación de cadenas de producción
y distribución. Las cadenas son organizadas por empresas transnacionales que
se encargan de “coordinar la producción en múltiples sitios simultáneamen-
te” (Grunwald y Flamm, en Bonacich y otros, 1994: 5) actuando por medio
de intermediarias, de sus propias filiales o subsidiarias, o de contratistas. Las
plantas ubicadas en Centroamérica, y vinculadas a la producción de exportación,
forman parte, en su gran mayoría, de esas cadenas internacionales de prendas
de vestir, ya sea como subsidiarias, filiales o representantes de corporaciones tras-
nacionales, o como contratistas en diferentes niveles. De acuerdo con los hallaz-
gos de nuestra investigación en Centroamérica, en el primer eslabón de la
cadena aparecen empresas transnacionales, cuyo centro de operaciones está
en el exterior, y cuyo papel en la cadena es el de comprar a las fabricantes o
intermediarias ubicadas en Centroamérica.6 Estas empresas pueden ser fabri-
cantes de marcas, comercializadoras de marcas, o minoristas y coinciden con
las que encuentra Gereffi (2000) y llama “manejadas por las compradoras”,
por ser éstas las que toman las decisiones que dan forma a la cadena.
En el segundo eslabón de la cadena que se localiza en Centroamérica,
surge una diferencia con respecto a lo señalado por Gereffi (1995), quien
asegura que las cadenas dirigidas por las compradoras no generan IED, sino
subcontratación de empresas locales y, por tanto, podrían desarrollar proce-
sos de aprendizaje. En nuestra investigación sí encontramos IED en filiales

6 En realidad aquí puede haber varios eslabones pero, como están fuera de Centroamérica, los tratamos como uno solo.

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230 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

o subsidiarias de las grandes compradoras y en intermediarias no fabricantes,


representantes de las compradoras, o en comerciantes intermediarias, las
que coexisten con contratistas directas de las compradoras transnacionales.
De las empresas de la muestra analizada en El Salvador,7 75 por ciento son
contratistas y 15 por ciento independientes, pero 10 por ciento son subsi-
diarias o filiales. De las independientes, una vende en el mercado interno toda
su producción y otra exporta a Centroamérica, es decir, ese quince por cien-
to no son maquiladoras. Por lo tanto, aunque predominan las contratistas
que producen para exportar, también hay IED, e inclusive empresas inde-
pendientes que no forman parte de la producción IME. En Costa Rica, entre
las empresas no incluidas en las configuraciones de organización del trabajo
de la pequeña producción, la tercera parte son contratistas, 40 por ciento sub-
sidiarias o filiales de transnacionales, y 25 por ciento independientes. Hay
una sin fábrica representante de una compradora trasnacional. Es decir, en
Costa Rica predominan las que tienen vínculos directos de propiedad con
las transnacionales y no las contratistas.
El desplazamiento de algunas fases del proceso productivo se hace de tal
forma que las grandes compradoras mantengan el control de las más auto-
matizadas y calificadas del proceso y de las que permiten mayor apropiación
de excedentes, como la comercialización, y trasladen las que requieren ma-
yor incorporación de trabajo directo, como la costura, por lo que predomina
una relación capital-trabajo muy similar a la de principios del siglo XX.8 Esta
investigación muestra que las empresas —contratistas o subsidiarias de las
transnacionales— pueden dedicarse a hacer sólo la costura y el acabado o
tienden a incorporar otras fases del proceso. En El Salvador, se tiende a hacer
el corte de la prenda y se encontró que todas las subsidiarias o filiales y un
tercio de las contratistas elaboran el patrón de la prenda y la cortan y otro ter-
cio hace el corte; las empresas independientes hacen todas las fases desde el

7 Incluimos empresas de producción de prendas de vestir en general.


8 En Honduras, cuyo análisis no formó parte de nuestra tesis doctoral, encontramos una empresa con un alto grado
de automatización. En ella, las fases que no son el ensamble propiamente tal (juntar las piezas) son realizadas por
máquinas automáticas: los/as trabajadores/as sólo ponen la tela cortada y la máquina cose.

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diseño, pero ninguna de ellas exporta fuera de Centroamérica. En Guate-


mala y Nicaragua también se realiza el corte; en Guatemala, desde antes de la
extensión de la maquila; y, en Nicaragua, en forma reciente (Buitelaar, 2000). En
Honduras,9 de las empresas contratistas donde pasamos el cuestionario,
más de la mitad hace al menos el corte y 40 por ciento realiza sólo la costu-
ra y el acabado. De las empresas independientes, dos realizan todas las fases
del proceso y venden en el mercado interno o centroamericano; otras dos se
especializan, una sólo en el bordado y otra sólo en la lavandería. En Costa
Rica, en el trabajo de campo se halló que la mitad de las empresas que no
pertenecen a la pequeña producción sólo realiza la costura y el acabado,
lo que coincide con la afirmación de CEPAL en el sentido de que el país viene
perdiendo terreno en la maquila de ropa, pues se ha quedado en las fases
de trabajo más intensivas y menos sofisticadas, ya que “las tareas de ensam-
ble no han sido modificadas hasta la fecha, salvo por la introducción de al-
gunos procesos automatizados” y dentro de la “tendencia mundial hacia la
maquila de paquete completo[...] (se) están instalando empresas en otros
países centroamericanos [...]” (CEPAL, 1998: 95).10
Lo que se ha llamado “paquete completo” no implica la realización del
diseño de las prendas ni su distribución y venta al detalle, lo que genera la
dependencia de las contratistas respecto a las contratantes, como han seña-
lado diversos análisis de las cadenas (Altenburg et al., 1998; Appelbaum y
Gereffi, 1994; Bair, 2001). A pesar de que en algunos casos se habla de dise-
ño, hemos sustituido el término por el de confección de patrones ya que las
empresas reciben las indicaciones por computadora y hacen el patrón, lo
cual es diferente de participar en la fase creativa de elaboración de diseños.
La tendencia a que las plantas ubicadas en El Salvador, Nicaragua y Gua-
temala realicen otras fases de la producción, además de la costura, representa

9 La información de Honduras no forma parte de nuestra tesis doctoral, pero tuvimos la oportunidad de aplicar
el mismo cuestionario a una muestra representativa de empresas. Sin embargo, la no respuesta fue muy alta y su
representatividad se ve, así, afectada.
10 En el puntaje asignado por Buitelaar (2000), Costa Rica estaría realizando el corte, pero esto no coincide ni con
nuestros hallazgos ni con lo que afirma la CEPAL en el estudio citado.

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una modificación a la caracterización que hace Gereffi (2000) de las cadenas


en la Cuenca del Caribe, como de ensamble solamente.
Buitelaar (2000) también analiza el poder de mercado de las empresas de
producción de ropa y les asigna un puntaje a partir de tipo de comprador
(uno, fijo, varios), tipo de cliente (venta cercana o no al consumidor final),
penetración de canales de distribución (venta más cerca o más lejos de la fá-
brica), y poder de mercado (incidencia en precios). El máximo son 1.500
puntos. Solamente Guatemala y Nicaragua sobrepasan los 1.000 puntos y
en ambos casos predomina el capital extranjero, sobre todo asiático. Las
plantas de los otros tres países tienen gran dependencia de un cliente que
compra ya en una oficina local ya en la fábrica, con lo cual se tiene muy po-
co, o ningún poder para fijar los precios y muy poca penetración en la dis-
tribución (Buitelaar, 2000).
Además, la producción maquiladora tiene una alta dependencia de in-
sumos importados, y de los nacionales usa básicamente trabajo, electrici-
dad, agua, alquiler de inmuebles, comunicación y transporte (Torres, 1997: 26;
Calderón y otros, 2001: 9, 11, 15).
La vinculación de las IME centroamericanas con las cadenas internaciona-
les de producción y distribución muestra que constituyen los distritos indus-
triales de Piore y Sabel (1984) que, además de tecnología microelectrónica
en empresas pequeñas, generan lazos de coordinación y solidaridad entre ellas,
sino frente a cadenas con jerarquías entre las empresas y que permiten altísi-
mos excedentes a las empresas líderes de las cadenas. La existencia de cadenas,
y su control por las transnacionales, permite a éstas imponer las condicio-
nes y pasar la presión de las exigencias del mercado hacia las empresas de los
eslabones siguientes en la cadena, mientras la mayor incorporación de tra-
bajo —y valor nuevo— se va realizando en los niveles más bajos. Al aplicar
los cuestionarios algunos gerentes reafirmaron lo anterior, al señalar que no
participan de cadenas internacionales pues con “la maquila11 se tiene mu-
cho trabajo y los que ganan son otros”.

11 Se refiere a subcontratación.

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Paralelamente a las cadenas de empresas se forma un cordón de traba-


jadores/as que incluye desde los/as trabajadores/as indirectos/as de las cor-
poraciones transnacionales en las plantas de empresas contratistas de las
transnacionales, hasta trabajadores/as migrantes que trabajan en Estados
Unidos en plantas que algunos/as autores/as han llamado “talleres del sudor”.
Este cordón segmenta la fuerza de trabajo entre aquella altamente califica-
da y con mejores condiciones laborales que se encuentra, sobre todo, en las
fases de diseño y preensamblado, y aquella de calificación no reconocida, y
con malas condiciones laborales, en las fases de corte, costura y acabado. Los
vínculos entre la producción y la distribución borran las fronteras naciona-
les, aunque no crean situaciones homogéneas por país o región, sino cordo-
nes transnacionales. Es decir, se da una internacionalización de la fuerza de
trabajo, tanto por el acceso que tienen las grandes corporaciones a la con-
tratación de trabajadores/as en el exterior, como por la disponibilidad de tra-
bajadores/as migrantes en los países en que están los centros de operaciones
de las transnacionales, en particular en Estados Unidos para el caso que nos
ocupa.
Las migraciones no generan homogeneidad entre los trabajadores. Los
migrantes hacia Estados Unidos se convierten en fuerza de trabajo más ba-
rata, con condiciones laborales y salariales inferiores al promedio en aquel
país, pero esas condiciones son superiores a las que obtendrían si permane-
cieran en sus países de origen. De modo que la migración del capital genera
cadenas productivo-distributivas con diferencias entre las empresas según
su ubicación en la cadena y según el control que tienen sobre el proceso y
sobre los excedentes generados; y la migración de la fuerza de trabajo la seg-
menta, no sólo entre aquella calificada y mejor pagada frente a otra menos
calificada y mal pagada, sino que este último grupo se divide entre quienes
tienen ingresos muy bajos y quienes tienen ingresos menos bajos; entre
ellos hay, inclusive, toda una gama de condiciones y salarios en los diferen-
tes países, como se verá más adelante.

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El trabajo en la producción de prendas de vestir

Para analizar la problemática laboral en la producción de prendas de vestir,


se sintetizaron algunos de los principales hallazgos que se han encontrado en
múltiples investigaciones sobre el tema, y se agregaron algunas observacio-
nes a partir del trabajo de campo (que no estaba enfocado en este tema, sino
en la organización del trabajo). Se ha dividido esta sección en: empleo, per-
fil y procedencia de los/as trabajadores/as, salarios e intensidad del trabajo,
salud y medio ambiente de trabajo, género, y organizaciones de los/as tra-
bajadores/as.

El empleo

De inicio se debe señalar que, en Centroamérica, el empleo en las plantas


llamadas de maquila, ha tenido un importante crecimiento en los últimos
años, como puede observarse en el cuadro siguiente:

CUADRO 1.
Empleo en la maquila centroamericana durante los noventa y el periodo 2000-2001.

Periodo 2000-2001

País Década de 1990 Proyecto OIT Maquila*** Barquero y López

Guatemala 59.343 (1993)** 100.000 93.300


Honduras 15.520 (1992) 126.000 106.530
El Salvador 12.301 (1994)* 90.000 84.023
Nicaragua 1.313 (1992)* 38.614 30.199
Costa Rica 46.100 (1990) 23.500 49.346
Total 378.114 363.398

* Sólo en zonas francas.


** Exportación, maquila y zonas francas de prendas de vestir.
*** Se supone que se trata de maquiladoras de prendas de vestir, sin embargo, algunos datos son mayores que en Barque-
ro y López que hablan de maquila en general. Para el año 2001, en Costa Rica y Honduras el empleo tiende a decrecer en
maquila de prendas de vestir, pero en Costa Rica crece en otras ramas.

Fuentes: Para los noventa: OIT, 1996; para el 2001-2002 Barquero y López, 2002 fue tomado de los bancos centrales de la re-
gión; Fernández, sin fecha, quien, a su vez, lo ha tomado de informes por países de OIT/Proyecto “Mejoramiento de las con-
diciones laborales y de vida de las trabajadoras de la maquila”, años 1999-2001.

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Aunque los datos de empleo son sólo aproximaciones (como se des-


prende de las diferencias según la fuente), se registra alto crecimiento en los
últimos doce años, excepto en Costa Rica, donde la maquila empezó a de-
sarrollarse varios años antes, y la de prendas de vestir. En la región en su
conjunto, para finales de los noventa, CEPAL (cit. en Fernández, sin fecha b:
2) ha estimado que tres de cada diez obreros/as trabajan en la maquila.

Perfil del empleo e inestabilidad laboral

En los diversos estudios, hay amplio acuerdo en que gran mayoría de quie-
nes trabajan en las maquiladoras son mujeres, jóvenes,12 solteras,13 con
educación formal entre primaria y secundaria incompleta14 —con algún
nivel de analfabetismo en Guatemala (ASEPROLA, 1995: 19) — y sin expe-
riencia previa de trabajo industrial, excepto en las mismas maquilas (Pérez,
1994; MEC, 1998; Martínez, 1995; Fernández, sin fecha c; entre otros/as). Un
alto porcentaje (30 por ciento) son madres solteras (Fernández, sin fecha c) y
muchos/as migran desde las zonas rurales, con lo que, a las condiciones labo-
rales insatisfactorias, se agregan los problemas ecológicos, sanitarios y urbanos
de municipios que no tienen capacidad para atender esos nuevos contin-
gentes de población (Valverde, cit. en Fernández, sin fecha a: 5).
No es de extrañar, entonces, la alta rotación del personal en las plantas
maquiladoras, como señala la bibliografía. Las razones pueden tener su origen
en la dinámica de los trabajadores o en las políticas de las empresas. En este úl-
timo caso, se ha señalado la existencia de un “régimen amplio, discrecional

12 En algunos países, sobre todo en Honduras y Guatemala, se ha encontrado contratación de menores y, en Gua-
temala, de indígenas (ASEPROLA, 1995: 19).
13 En El Salvador se ha encontrado la mitad de mujeres casadas o en unión libre (Cañas et al., 1998).
14 Torres (1997) ha encontrado que, en Honduras, el nivel de escolaridad es mayor al promedio nacional; 33 por
ciento con secundaria, cinco por ciento con instrucción técnica, y tres por ciento con educación superior no uni-
versitaria, cuando en el país la escolaridad promedio es de 3.9 años. El nivel de educación formal es mayor entre
los hombres (57 por ciento con secundaria o universitaria) que entre las mujeres (40 por ciento con secundaria o
universitaria) (p. 29). Por otro lado, ASEPROLA (1995) en El Salvador encontró que la mayoría de su muestra es-
taba constituida por costureras de profesión (p.19).

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236 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

y libre de terminación de la relación de trabajo” (OIT, 1996: 33) que se apoya


en la facilidad para reponer a los trabajadores de baja calificación requeri-
da (o calificación no reconocida), y que forman parte de un abundante ejér-
cito de reserva (OIT, 1996: 27). Ese régimen de despidos utiliza diferentes
mecanismos: por un lado, se despide a las trabajadoras que no cumplan con
los niveles predefinidos de producción, lealtad con la empresa, ausentismo
y ausencia de embarazo15 (Martínez, 1995: 42), así como por enfermedad,
permisos o sospecha de participación sindical (Núñez, 1999: 11). Por otro,
con cierta regularidad, hay evidencias de despidos antes de que las trabaja-
doras cumplan el período de prueba (Fernández, 2001: 23-24) o al final del
año para “evitar acumular los costes salariales correspondientes a la antigüe-
dad, básicamente por la vía del incremento de los días de vacación y agui-
naldo. Se abusa con frecuencia de la contratación temporal” (OIT, 1996: 22).
Además, es una práctica generalizada despedir a una parte del personal en
función de las variaciones en la demanda de ropa (OIT, 1996: 22; Torres,
1997: 30). Por último, hay frecuentes cierres de plantas o reducción de ope-
raciones debido a la facilidad con que pueden instalarse o reinstalarse, así
como trasladarse a regiones en que pueden operar con mayores utilidades
que se obtienen , sobre todo, por la existencia de salarios inferiores;16 en los
casos de las empresas contratistas, la inestabilidad laboral se explica por el ca-
rácter de los mismos contratos entre empresas, los cuales normalmente son
verbales y, en cualquier momento, pueden modificarse, suspenderse o pac-
tarse con otra empresa. Es decir, en estas plantas la estabilidad laboral es
muy intensa: la presión de las contratantes sobre las contratistas se traslada
a los/as trabajadores/as quienes son expuestos/as a amenazas de despidos o
suspensiones, a rumores, a suspensiones efectivas, etc. y aceptan condicio-
nes inferiores con tal de conservar su trabajo o de tener acceso a una parte
de la indemnización por despido.

15 Se ha denunciado la aplicación de pruebas de embarazo a las trabajadoras, por ejemplo CODEH en Lievens, 1997.
16 Tenemos muchos testimonios recientes sobre el traslado de operaciones a China debido a los bajos niveles sala-
riales existentes.

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¿ CO ND UCE L A IND USTRIA M AQUIL A D ORA AL DES ARROLLO DE CENT ROAMÉRI CA ? 237

Salarios e intensidad del trabajo

El análisis de los salarios requiere que se establezcan sus relaciones cuanti-


tativas con otros montos (prestaciones sociales, costos y precios) y sus rela-
ciones cualitativas con el esfuerzo productivo y la intensidad del trabajo.
En términos generales se supone que se paga el salario mínimo vigente
en cada país, aunque se han encontrado casos en que son inferiores a esos
mínimos (AVANCSO, 1994, para Guatemala; Cañas et al., 1998, para El
Salvador), pero sus montos son muy variados, tal y como puede observarse
en el cuadro 2.
Estos montos, que tienden a ser superiores al mínimo nacional, son muy
inferiores a los vigentes en Estados Unidos, el principal país comprador de
la ropa ensamblada en Centroamérica, donde se pagan $9.3 la hora —que
equivale a unos $74 diarios— (OXFAM-Solidaridad, cit. en MEC, 1998). Es-
tos salarios son insuficientes para cubrir el costo de la canasta básica ali-
mentaria en cuatro países de la región. Es Costa Rica el único caso en que
representa 1.6 de la misma17 (Del Cid, 1997).

CUADRO 2
Salario diario industrial mínimo vigente en cada país de Centroamérica, 2002. (En dólares).

País Salario (en dólares)

Guatemala 3.6
Honduras 3.9
El Salvador 4.8
Nicaragua 1.7
Costa Rica

Trabajador o trabajadora sin calificación 7.9


Trabajador o trabajadora con calificación media 8.8

Fuente: Barquero y López, 2002: 23.

17 El caso más extremo es el de Nicaragua, donde representa 1/3 del precio de dicha canasta.

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238 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

Otros factores abaratan más la fuerza de trabajo centroamericana: las


devaluaciones de la moneda (OIT, 1996: 36), sobre todo en Costa Rica,18
que significan mayores excedentes para empresas que pagan salarios en mo-
neda local y venden prendas en dólares. Los atrasos en los pagos; la falta de
reconocimiento de pagos exigidos por ley, como el séptimo día, las horas
extras completas y el aguinaldo (CODEH en Lievens, 1997); y las irregulari-
dades en las declaraciones ante la seguridad social —declarar que los traba-
jadores ganan menos— (OIT, 1996), una omisión posible por ausencia de
inspección estatal adecuada.
A estos factores, que muestran lo barata que es la fuerza de trabajo cen-
troamericana para las empresas transnacionales, hay que agregar el modo
en que se calculan los salarios. Al menos dos formas podemos destacar: el
pago por producción y las metas de producción. En el primer caso se pone
una tarifa por pieza trabajada que, obviamente, va aumentando cuando los
trabajadores hacen más de cierto número de piezas al día.19 Este sistema de
pago obliga a trabajar a un ritmo acelerado para obtener cierto nivel de sa-
lario; en este caso hay una mayor intensidad, que equivale a lo que sería un
mayor tiempo de trabajo: en cada hora se trabaja más de lo que correspon-
de a una hora promedio. El rendimiento es variable, según las habilidades
y el estado de ánimo o el de salud de los trabajadores. En el segundo caso se
establecen metas que se fijan en una cantidad de piezas que se debe termi-
nar por día, si el trabajador no lo consigue, permanece laborando hasta al
final de la jornada. Se combina lo anterior con la prolongación de la jorna-
da durante un tiempo extra no reconocido. En ambos casos se trata de más
cantidad de trabajo incorporado en la jornada laboral y mayores excedentes
para la empresa.
Además de determinada cantidad de piezas, las empresas exigen cierto
nivel de calidad, lo que muchas/os trabajadoras/es denuncian como exigencias

18 En Costa Rica se aplica un sistema de minidevaluaciones permanentes. Todos los días se devalúa la moneda fren-
te al dólar en alrededor de diez u once centavos de colón (moneda nacional).
19 En el estudio de El Salvador incluido en OIT (1996) se pone como ejemplo el aumento de 17 por ciento en el
ritmo a que debe ser pegado un cuello, y de 40 por ciento en el que deben pegarse las solapas, como consecuen-
cia de la disminución del pago por pieza (p. 34).

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¿ CO ND UCE L A IND USTRIA M AQUIL A D ORA AL DES ARROLLO DE CENT ROAMÉRI CA ? 239

contradictorias. A lo que habría que agregar la gran cantidad de testimo-


nios en que se afirma que la mayoría de los/as trabajadores/as no alcanza las
metas exigidas.
A esa prolongación de la jornada se agrega su fijación por encima del
máximo que establece la ley, situación que se he encontrado con frecuencia
en los distintos países; o bien el frecuente trabajo en tiempo extra —mu-
chas veces en forma obligada o bajo presión, y sin preaviso— llegando a ex-
tremos de jornadas de 24 horas seguidas (Núñez, 1999; Martínez, 1995;
AVANCSO, 1994; Cañas et al., 1998; OIT, 1996).
De lo anterior se produce una enorme diferencia entre el pago laboral
y el precio final de las prendas de vestir, como lo sugieren los siguientes
ejemplos:

1. Un pantalón de mezclilla que se hace en Chentex (Nicaragua) se


vende en Estados Unidos en $19.99 (246 córdobas), y para su con-
fección se paga en salarios 2.4 córdobas, o sea, menos de uno por
ciento (Fernández, sin fecha b: 4).
2. En El Salvador una pieza que se vende en $57 en Estados Unidos,
tuvo un pago salarial de 58 centavos, nuevamente uno por ciento (OIT,
1996: 33). Pugatch (sin fecha) menciona el pago salarial de una su-
dadera producida en El Salvador como correspondiente a 0.8 por
ciento del costo total (Comité Laboral Nacional, cit. en Pugatch, sin
fecha: 65).

Estas proporciones son muy diferentes a las que representa el pago sala-
rial en Estados Unidos, que asciende a entre 28 y 33 por ciento del precio de
la prenda (Rothstein, cit. en Pugatch, sin fecha: 65).
Buitelaar (2000), encontró que la productividad del trabajo y las utili-
dades —para el período 1993-1998— aumentan más que los salarios que,
en tres de los países (El Salvador, Nicaragua y Costa Rica) más bien bajan. La
medición de la productividad aquí está mezclada con la intensidad pero, en
todo caso, el dato muestra que la producción y las ganancias aumentan más
que los salarios.

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240 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

Salud y medio ambiente de trabajo

Reconociendo que en la mayoría de las plantas el ambiente de trabajo se


considera adecuado, se debe indicar que hay problemas en una proporción
importante de ellas que varía según el tipo de problema y el origen del ca-
pital.20 Entre los problemas mencionados están aquellos relacionados con
a) el ambiente: humedad, el espacio, la ventilación insuficiente y la ilumi-
nación, poco mencionada; b) el tipo de maquinaria; c) sustancias que se
usan en el proceso de trabajo como el ruido, las vibraciones y las sustancias
químicas; d) las posturas y cadencias del trabajo, ya sea que lo hagan de pie
o en asientos inadecuados, o que el ritmo y la repetición generen problemas
musculares; y e) la higiene, aspectos todos que dicen del respeto a la digni-
dad de las trabajadoras como la insuficiencia de servicios sanitarios o su fal-
ta de limpieza, y la ausencia de comedores (Núñez, 1999:7; OIT, 1996: 24;
AVANCSO, 1994; Cañas et al., 1998).
Las consecuencias sobre la salud de las trabajadoras han sido enferme-
dades en vías respiratorias (por pelusa y cambios de temperatura); várices y
problemas musculares (por posturas y movimientos repetitivos); dolor de
cabeza (por ruido, hacinamiento, etc.); malestares asociados a la tensión como
depresión, gastritis y dermatitis (también relacionada con químicos); e in-
cluso casos de contaminación por gases (OIT, 1996: 26-27; La Prensa, cit. en
Núñez, 1999; AVANCSO, 1994; CODEH, en Lievens, 1997). Se han puesto
múltiples quejas por las dificultades para obtener permiso y asistir al médi-
co y, más aún, para que los médicos consideren las dolencias como enfer-
medades laborales (ASEPROLA, 1995: 25 y observación personal).21 Además se

20 AVANCSO (1994 encuentra), en Guatemala, una proporción de cinco a siete que consideran las condiciones del
medio ambiente de trabajo adecuadas; Cañas et al. (1998), encuentran en El Salvador, diferencias por origen del ca-
pital, siendo peores las condiciones en las plantas salvadoreñas y coreanas, donde 30 por ciento o más alegan proble-
mas con servicios sanitarios, comedores e iluminación y, en casi la mitad de las plantas de cualquier nacionalidad,
hay problemas de ventilación.
21 En el proyecto de OIT sobre “Mejoramiento de las condiciones laborales y de vida de las trabajadoras de la ma-
quila” se hizo un interesante trabajo de salud laboral en algunas plantas de maquila de prendas de vestir en
Honduras.

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¿ CO ND UCE L A IND USTRIA M AQUIL A D ORA AL DES ARROLLO DE CENT ROAMÉRI CA ? 241

presentan accidentes laborales, de los cuales tenemos información de can-


tidades muy altas en Nicaragua donde, en 17 empresas de la Zona Franca
Las Mercedes hubo 1,716 accidentes en 1999, 377 que fueron en el trayec-
to al trabajo y los otros en las plantas (Núñez, 2000: 16).
La situación generada por estas condiciones materiales crece con las de-
nuncias sobre maltrato contra los trabajadores de parte de supervisores y jefes.
Esto ha sido documentado desde el inicio de la expansión maquiladora en
Centroamérica.22 Puede ser “verbal y psicológico” (Núñez, 1999: 11), y di-
rectamente físico como documenta CODEH, en Honduras, al indicar que
40 por ciento de los casos analizados han recibido castigos físicos como em-
pujones, bofetadas, golpes, flagelación y plantones bajo el sol (Lievens, 1997).
ASEPROLA (1995) refiere casos de encierro de trabajadoras en cuartos fríos
por no aprender el himno coreano; otros en que se han producido abortos
causados por las patadas de los supervisores contra las trabajadoras y, ade-
más, acoso sexual, incluido contra niñas, documentado, entre otros, por OIT
(1996); Martínez (1995); y Cañas et al., (1998, 25 ).
Lo anterior genera sentimientos de humillación, vergüenza y desvalo-
rización en las mujeres (ASEPROLA, 1995), pero también es causa de conflictos
colectivos en algunas plantas (AVANCSO, 1994); de hecho, es uno de los
principales problemas que las trabajadoras han identificado en la región
(Fernández, sin fecha c).

Género

Hemos visto que la gran mayoría de quienes trabajan en las maquiladoras


de ropa son mujeres, aunque su participación ha bajado, por ejemplo, en
Honduras, de 90 por ciento en 1990 a 69 por ciento en 1995 (Torres, 1997:
28) y en Costa Rica a 62 por ciento (OIT, 1996). A las mujeres se les con-
trata por varias razones: porque se les considera más sumisas y con menos

22 De los trabajos que hemos revisado, sólo Pérez (1994) encuentra buen trato y MEC (1998) halla que ha habido
mejoras debidas a la acción de las trabajadoras y a la aprobación del Código de Ética, que se logró en la Zona
Franca de Nicaragua.

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242 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

tiempo para organizarse (López, 1999: 3); y porque exhiben más destreza,
paciencia, concentración mental y disciplina. Por su parte, las gerencias de
las maquiladoras estiman que la mujer es más sumisa, pasiva y desconoce-
dora de sus derechos laborales (OIT, 1996: 36), está más familiarizada con
el trabajo de corte y confección, es dócil, tiene destrezas manuales, opta por
trabajos meticulosos y repetitivos, acepta salarios inferiores, y está dispues-
ta a trabajar por tiempos indefinidos (Martínez, 1995).
Las mujeres, no obstante, enfrentan dos tipos de obstáculos para su in-
greso a las plantas: discriminación etaria (preferencia por mujeres jóvenes), y
por estado civil (en contra de las casadas o en unión libre, madres o embara-
zadas) (Fernández, sin fecha b: 4). Una vez en la planta se presentan despidos
por maternidad o enfermedad, y precariedad en los servicios de cuidado in-
fantil (Fernández, sin fecha c).
Ya dentro del proceso de trabajo, esta investigación ha mostrado que se
tiende a concentrar las mujeres en los trabajos menos pesados y cuya cali-
ficación no es reconocida socialmente, por ejemplo, la costura y las labores
misceláneas, mientras que los hombres hacen el trabajo de bodega y corte
(más pesados), y el mantenimiento (que requiere calificación formal). No
es que no exista calificación para el trabajo de costura y limpieza, pero no es
reconocida socialmente, porque para hacerlo se requieren habilidades, des-
trezas y aptitudes que al ser desarrolladas y trasmitidas por generaciones por las
mujeres en el ámbito familiar reconocen como calificación. Si no se conoce
el trabajo el entrenamiento es corto, excepto para prendas sofisticadas y de-
licadas, lo que muestra que es una calificación baja.
En los mandos de bajo nivel —supervisión y control de calidad— hay
una participación más mezclada entre hombres y mujeres, y algunos geren-
tes entrevistados expresaron que, para mandar, las segundas son mejores
que los primeros. Claro que eso sucede en puestos de mando de bajo nivel,
en los que el ejercicio del poder es más una idea que una realidad, pues no
se trata de decisiones estratégicas o de cierta importancia para la empresa,
Coria (1989).

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¿ CO ND UCE L A IND USTRIA M AQUIL A D ORA AL DES ARROLLO DE CENT ROAMÉRI CA ? 243

Organizaciones de trabajadores y alternativas de acción laboral

La represión sindical en Centroamérica tiene una larga tradición. Entre las


décadas de 1960 y1980 hubo, en la mayoría de los países, regímenes de fac-
to que reprimieron fuertemente un sindicalismo que consideraban como
correa de transmisión de la guerrilla, y que había tenido presencia en las dé-
cadas anteriores. En los ochenta se combinan varios factores que conducen
a un fortalecimiento del sindicalismo: el poder en Nicaragua lo detenta el
sandinismo y, en otros países, el auge del movimiento popular —con la
guerrilla— fortalece también este tipo de expresión que se vincula con
otros movimientos sociales y que tiene mucha capacidad de movilización
(entrevista a Víctor Quesada, 29 de noviembre de 2002). La excepción es
Costa Rica donde, precisamente en los ochenta, será cuando se derrote el
sindicalismo en el sector privado, a través de una estrategia combinada en-
tre las empresas, el gobierno y el movimiento solidarista.
Con la firma de los acuerdos de paz (en El Salvador y Guatemala) y la
derrota electoral del sandinismo, el sindicalismo entra en una crisis profunda
que combina problemas internos y de sus relaciones con la antigua guerri-
lla —que crean fricciones y confusión sobre el carácter de su accionar— y
la represión por parte de las empresas, sin que el gobierno intervenga para
impedirla (entrevista a Víctor Quesada, 29 de noviembre de 2002). Así, en
el año 2001, en las maquiladoras sólo funcionaban los sindicatos que se
muestran en el cuadro 3.
Sólo en Honduras existe sindicalismo en las maquiladoras. En ese país
no hubo guerrilla y sí un gobierno militar populista en los setenta que fo-
mentó el sindicalismo corporativista (entrevista a Víctor Quesada, 29 de
noviembre de 2002). Sin embargo, hay problemas para organizar sindica-
tos: en 1990 había 54 sindicatos en la maquila, hoy 32.

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244 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

CUADRO 3.
Número de sindicatos en plantas maquiladoras en Centroamérica según país, 2001.

País Número de sindicatos Número de empresas

Guatemala 3* 267
Honduras 32** 274
El Salvador 4 242
Nicaragua 8 81
Costa Rica 1*** 201

* Estos tres sindicatos luchan por su existencia, a través del reintegro de los/as afiliados/as, quienes han sido despedidos.
Además hay un comité ad hoc en una planta que juega el papel de representante de los/as trabajadoras/es
** Las centrales sindicales reportan 32 y el Ministerio de Trabajo tiene registrados 39.
*** Peleando la posibilidad de existir. Además hay 3 sindicatos que afilian en todo el sector privado sin distinción de ramas
o empresas, tienen algunas/os afiliadas /os de maquilas.

Fuente: Número de sindicatos en Trejos y Dieren (2001) y Núñez (1999). Número de empresas: Guatemala en VESTEX, en Fernán-
dez, 2001: 5; Honduras, en Fernández, sin fecha a; El Salvador, elaboración propia sobre la base de listas de Ministerio de Econo-
mía y Asociación Salvadoreña de Industriales de la Confección, Nicaragua, en Fernández 2001: 10; Costa Rica se refiere a empresas
de confección de ropa con más de 11 trabajadores(as) y es elaboración propia sobre la base de listas de Cámara de Industrias de
Costa Ricas; Promotora de Comercio Exterior, Ministerio de Economía, Industria y Comercio y Cámara Textil Costarricense.

Las dificultades para constituir sindicatos en la maquila son: hostilidad


empresarial —a pesar de que ellos se organizan en gremios poderosos—
(Fernández, 2000: 4, 6), despidos, cierre de plantas y, en Guatemala, asesinato
de un dirigente “atribuido a su actividad sindical” (López, 1999: 5), contra-
tación de trabajadores jóvenes con poca o nula experiencia organizativa,
programas de influencia psicológica para evitar la organización, contratación
temporal, asignación de tareas más difíciles y peor remuneradas a quienes
se sindicalizan, intimidación con amenazas de quiebra, despidos masivos o
individuales, listas negras. Los ministerios de trabajo no fiscalizan adecuada-
mente las plantas dispersas, y en los parques industriales se impide el acceso
a dirigentes y promotores (OIT, 1996: 30-31; Torres, 1997). En Honduras
se determinó que las empresas maquiladoras eran de interés público, lo que
permitía declarar de oficio la ilegalidad de las huelgas (OIT, 1996: 37). So-
bre todo, es en Costa Rica donde se promueve el solidarismo.23

23 El solidarismo está conformado por organizaciones que permiten la afiliación de personal de todos los niveles de
la estructura jerárquica de la empresa por lo que, generalmente, son controladas desde la gerencia. Se financian

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La ausencia de sindicatos,24 o de otras formas de representación y de-


fensa de los derechos laborales,

[…] favorece diversas formas y de diversa gravedad de violación a los derechos


laborales en el pago de horas extra, derecho a los servicios de salud, disfrute
de vacaciones y días de asueto oficiales, cálculo en el pago de aguinaldos, irres-
peto a la dignidad humana por medio de registros corporales, precariedad en
los servicios de comedor y sanitarios, ejercicio autoritario de las relaciones la-
borales. El diálogo tripartito es inexistente o más formal que real. (Fernández,
sin fecha b: 9).

Las respuestas a tales dificultades son de varios tipos: respuestas colec-


tivas espontáneas, sin consecuencias organizativas (ASEPROLA, 1995: 25);
mantener la apuesta por el sindicalismo, ya sea el tradicional o redefinido
(Trejos y Daeren, 2001); realización de campañas internacionales de apo-
yo al trabajo organizativo local (Quinteros, 2001: 71); monitoreo indepen-
diente, que inicia apoyado por campañas internacionales (Quinteros,
2001); acción por organizaciones no gubernamentales, generalmente de
mujeres.

con los fondos que, según la ley, deben cubrir la indemnización por despido más un ahorro obrero, pero el apor-
te patronal aparece como un obsequio. Los elementos que lo caracterizan se insertan “en una ideología que pre-
tende ocultar la existencia de clases y de intereses sociales, así como de estigmatizar al sindicalismo como
perverso y peligroso, con lo cual favorece la oferta de paz social con que Costa Rica procura atraer al capital trans-
nacional. El segundo es el control patronal de su organización, que se ejerce directamente desde su membresía
obrero-patronal; éste lleva a la subordinación de los/as trabajadores/as afiliados/as a la conducción gerencial, y
convierte al solidarismo en organización alternativa a la sindical, que es integrada solamente por trabajadores/as,
independientemente de su orientación. El tercero es la atención individualizada de necesidades materiales, como
mecanismo para obtener la aceptación de los/as trabajadores/as y el compromiso laboral con la empresa, así co-
mo las acciones individuales que obstruyen la solidaridad y la posibilidad de acción colectiva” (Trejos, 2001). Es
decir, las asociaciones solidaristas no sólo no defienden los intereses de los/as trabajadores/as, sino que generan
una aparente armonía y paz social que el gobierno presenta a los inversionistas o contratantes extranjeros como
“ventaja comparativa” del país.
24 Dejamos para otro trabajo la discusión sobre la orientación sindical —que puede no generar beneficios impor-
tantes para los/as trabajadores/as— y nos centramos sólo en su presencia o ausencia.

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246 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

¿Conduce la producción maquiladora al desarrollo de Centroamérica?

Pasamos a discutir las posiciones, mencionadas al principio, sobre la maquila.


La primera posición sugiere que la maquila, como parte de la producción
exportadora y facilitadora de la inversión extranjera, sería un instrumento
para generar exportaciones y atraer IED. Esto es rebatible desde dos ángulos:
el teórico y el empírico.
Es falso decir que el comercio genera crecimiento de la producción ya que
éste es el que puede aumentar el comercio (Amin,1999: 43), de lo contrario
¿qué es lo que se comercia? Si estamos frente a aumentos en las exportaciones,
como sucede con la maquila ¿qué ha sucedido con la producción para el mer-
cado interno? También es falaz afirmar que el crecimiento aumente el em-
pleo: el crecimiento de la producción puede llevar aparejada una mayor
automatización de los procesos productivos o cambios en la organización del
trabajo que pueden realizarse con menos trabajadores, como de hecho ha veni-
do sucediendo con la reestructuración productiva de las últimas décadas. Ade-
más, el crecimiento en la producción puede ser resultado de la concentración
de la producción y la desaparición de una serie de pequeñas y micro empresas,
con lo cual el resultado final sobre la cantidad de empleados/as es incierto. De
modo que siempre habría que preguntarse ¿cuántas empresas pequeñas y mi-
cro son desplazadas al abrirse una planta nueva? ¿Cuántos trabajadores/as son
desplazados/as o dejan de ser contratados/as (aquí o en otros países) cuando esa
planta utiliza una tecnología o una organización del trabajo que tiende a “aho-
rrar” trabajo? Este argumento, como señala Pugatch (sin fecha), justifica los
salarios bajos alegando que son necesarios para generar empleo. Tal afirma-
ción es insostenible, pues los salarios mayores no siempre conducen a dismi-
nuciones en el empleo y hay otros factores que actúan al lado de ellos, como el
poder de mercado de las compradoras (que se modifica según se adquieran pro-
ductos básicos o más sujetos a la moda) y el de las contratistas (que depende de
si son ensambladoras, productoras de paquete completo o de marcas propias).25

25 Buitelaar (2000) agrega otros factores en la incidencia en la comercialización, como se vio en párrafos anteriores.
ENTREVISTAS, Quesada, Víctor: asesor sindical, 29 de noviembre de 2002.

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Por último, el crecimiento de la producción —aun con aumento del


empleo— no necesariamente implica aumento en los salarios y reducción
de la pobreza: ambos procesos responden a dos momentos y dos situacio-
nes diferentes, de manera que se puede dar cualquiera de ellas sin la otra; en
particular, la generación de mayor riqueza no dice nada de su apropiación
o de su distribución, de modo que puede darse inclusive con un aumento
en la pobreza. La riqueza aumenta cuando aumenta la cantidad y el valor
de la producción pero ¿a dónde va esa riqueza?, ¿cómo se distribuye entre
los diferentes participantes en el proceso productivo? Es algo que se resuel-
ve en un segundo momento y según la capacidad de esos participantes de
defender o imponer sus intereses. El resultado final, nuevamente, es incier-
to y no se puede desprender “lógicamente” de un razonamiento como el
que comentamos, que reduce la realidad a una ecuación. La realidad es mu-
cho más compleja y es influida por gran cantidad de factores que no son
susceptibles de incorporarse en la lógica formal.
Si bien el crecimiento de América Latina en las décadas de 1950 y 1960
estuvo acompañado de aumento en el empleo, a partir de la segunda mitad
de la década de los sesenta “la producción industrial siguió creciendo con
tasas de crecimiento elevadas, pero se notó un estancamiento de la fuerza
de trabajo empleada en la industria. Se empezó entonces a hablar en este
tiempo de un ‘estancamiento dinámico’” (Hinkelammert, 1999: 21). En
Centroamérica, el aumento en el empleo en las plantas maquiladoras, en el
período 1995-2000, no ha tenido efectos homogéneos sobre las tasas de
desempleo en los diversos países: por ejemplo, en Costa Rica y en El Salva-
dor la tasa de desempleo se mantiene, a pesar del altísimo crecimiento del
empleo en la maquila; en Honduras, en cambio, la tasa de desempleo dis-
minuye, pero aumenta, ligeramente más, la tasa de informalidad urbana,
que es desempleo disfrazado (OIT, 2001: cuadro 1-A de anexo estadístico; y
Proyecto Estado de la Región, 2003: cuadro 3.14). La explicación puede estar,
no tanto en el aumento de la innovación tecnológica o en las modificacio-
nes de la organización del trabajo que pueden desplazar trabajadores, sino
en el cierre de actividades productivas previas, como señalan Loucky et al.
(1994). Asimismo, la fuerza de trabajo que ingresa a las maquilas es nueva,

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248 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

no formaba parte del mercado de trabajo (mujeres, jóvenes), de modo que no


necesariamente se reduce el desempleo con su incorporación a las maquilas
(AVANCSO, 1994: 69). Aun cuando hubiera aumento en el empleo, es nece-
sario considerar su calidad que, como hemos visto, es muy deficiente.
El argumento de que la maquila genera divisas debe revisarse recor-
dando el tipo de vínculos que esta clase de actividad establece con el capi-
tal transnacional. Las divisas no se quedan en los países de Centroamérica
pues, como vimos, se utilizan muy pocos insumos locales y el pago por
fuerza de trabajo representa un porcentaje pequeño del precio de venta de
las prendas y las empresas están exentas del pago de casi todos los impues-
tos. Así, la mayor parte de los excedentes generados, es apropiada por las
empresas transnacionales y dirigida hacia el exterior de modo que la ma-
quila facilita nuevas formas de extracción de excedentes y de redistribu-
ción desde nuestros países.
Es también incorrecto que la maquila aporte mejoramiento tecnológico.
El conocimiento de la mayor parte del proceso está concentrado en las
grandes transnacionales que controlan las cadenas y mantienen el diseño y,
casi siempre, la elaboración de los patrones y el corte de las prendas. La ma-
quinaria y el equipo utilizado no son producidos —ni hay ninguna pretensión
de que lo sean— en Centroamérica, de modo que el conocimiento tecno-
lógico respecto a ello es casi nulo: muchas veces se deben contratar técnicos
extranjeros para resolver problemas con el equipo y la maquinaria.
Finalmente, ¿contribuye la producción maquiladora a disminuir la po-
breza? La información no muestra una relación lineal entre aumento del
empleo en la maquila y disminución de la pobreza. En Costa Rica se han
estancado el empleo en la maquila y la incidencia de la pobreza y ha
aumentado considerablemente la pobreza medida como NBI (necesidades
básicas insatisfechas); en Nicaragua hubo gran aumento del empleo en la
maquila (aunque sigue reducido) con una amplia disminución en la inciden-
cia de la pobreza, mientras que la pobreza medida como NBI ha disminui-
do apenas 2 por ciento (de 75 a 73 por ciento) y sigue sumamente alta; en
Honduras ha habido un aumento considerable en el empleo en las maqui-
ladoras, pero la incidencia de la pobreza apenas se redujo (de 73 por ciento

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¿ CO ND UCE L A IND USTRIA M AQUIL A D ORA AL DES ARROLLO DE CENT ROAMÉRI CA ? 249

a 72 por ciento) y la pobreza como NBI se incrementó considerablemente


(ver Proyecto Estado de la Región, 1999, cuadros 1 y 6.14 y 6.15; y, para
2003: cuadros 2.2 y 2.4). Es decir, no se puede sostener el argumento de
que si aumenta el empleo en la maquila disminuye la pobreza. No podría
ser de otro modo si, excepto en Costa Rica, los salarios de las maquilas no
cubren la canasta básica alimentaria, que es la línea que mide la pobreza
extrema.
La segunda posición citada al principio de este capítulo, incluye dos
enfoques. En el primero la maquila es aprovechada por compañías extran-
jeras que toman ventaja de los países de Centroamérica para su expansión;
no permite la integración vertical de la industria en los países en que se
ubican las plantas, pues las regulaciones en que se enmarca impiden la utili-
zación de insumos nacionales; no hay investigación y desarrollo ni innova-
ción; y el control sobre los mercados lo tienen las empresas estadounidenses
con el apoyo de su gobierno, teniendo los países de Centroamérica poca
incidencia sobre las acciones de las empresas instaladas en las zonas fran-
cas. La debilidad fundamental de este enfoque es centrarse en los aspectos
materiales, sin tomar en cuenta lo social. El problema de la maquila no es
una cuestión de algunos insumos más o algunas regulaciones menos. Es un
problema relacionado con la concepción del desarrollo y con la perspecti-
va desde la cual éste se plantea. Más que el control del mercado hay que
develar el de los excedentes, la forma en que se generan y redistribuyen, la
participación de los diversos actores en ese proceso, incluyendo las diferen-
cias entre los actores nacionales. Por eso no nos parece correcta la afirmación
de que la maquila no genera “excedentes en el país de residencia...” (Calde-
rón y otros/as, 2001: 18) porque lo que no se genera es la apropiación de
la mayor parte de esos excedentes. Tampoco aceptamos que exista una evo-
lución desde una maquila más atrasada a otra menos atrasada, como esca-
leras en la complejidad industrial, como lo plantea Gereffi (1995), porque
en esta propuesta se pierde de vista lo social, en el sentido de quiénes parti-
cipan de la subida de ese peldaño, quiénes la controlan y cómo se distribu-
yen sus efectos beneficiosos. Finalmente, la maquila de prendas de vestir
no se inició tomando en cuenta las necesidades y los recursos de los países

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250 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

de Centroamérica, sino en función de los intereses de las empresas trans-


nacionales, por lo que habría que preguntar si interesa producir ropa, con
qué debería producirse y para quiénes.
El segundo enfoque agrega los problemas laborales y la perpetuación de
la pobreza y aconseja no caer en la satanización de la maquila, sino definir
mecanismos para la aprobación de estándares laborales mínimos (no traba-
jo de menores, no trabajo forzoso, derecho de organización, no discrimina-
ción por raza o sexo, igualdad de remuneración, etc.). Hay que reconocer
que quienes se ubican dentro de este enfoque defienden el mantenimiento
de esas “fuentes” de empleo, debido a la influencia que reciben de quienes
trabajan en ese sector. En respuesta a las denuncias que se hicieron desde El
Salvador ante las transnacionales compradoras de plantas ubicadas en ese
país, hubo intentos de cancelar los contratos y fueron las mismas trabajado-
ras denunciantes quienes pidieron que no se cerraran las plantas (Quinteros,
2001: 88). El planteamiento se circunscribe a la búsqueda de alternativas
de corto plazo, y su debilidad fundamental es no establecer relación entre
las condiciones de trabajo y la expansión del capital transnacional que ge-
neran estas plantas para ocultar las relaciones laborales, en algunos casos, y
para aprovechar las condiciones que permiten la máxima intensidad del tra-
bajo con la máxima apropiación de excedentes. Es válido preguntarse si estas
plantas o contratos se mantendrían de no ser posible sostener esas condicio-
nes de pagos reducidos a trabajadores que se ven prácticamente imposibi-
litados de organizarse para defender sus derechos.
La tercera posición, que se mencionó al principio, asegura que la crea-
ción de plantas maquiladoras forma parte de la expansión del capital y que,
por lo tanto, no se trata sólo de un proceso material sino, sobre todo, de un
proceso social en el cual es necesario diferenciar a los actores involucrados
en su dinámica. Considera que el capital ha creado las condiciones para su
valorización y acumulación, como son un ejército de reserva, la fragmentación
del proceso productivo y eficientes servicios de transportes y comunicacio-
nes. Es decir, se trata, de manera fundamental, del acceso a lo que llaman
un ejército mundial de reserva de fuerza de trabajo, cuya forma más acaba-
da de utilización la encuentran en las zonas francas.

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¿ CO ND UCE L A IND USTRIA M AQUIL A D ORA AL DES ARROLLO DE CENT ROAMÉRI CA ? 251

La maquila, según se ha analizado en este capítulo, representa lo que se


argumenta en esta última explicación. En efecto, las plantas se localizan en
Centroamérica no para satisfacer necesidades y demandas internas, sino
en razón de las estrategias de expansión y de reproducción de las empresas
transnacionales de prendas de vestir. Como se ha visto, el enfrentamiento
de estas empresas —cuyos centros de operaciones se hallan en Estados Uni-
dos— a la competencia asiática, conduce a la fragmentación del proceso
productivo y a la ubicación de algunas fases, poco automatizadas y más in-
tensivas en trabajo, en Centroamérica. Los gobiernos y la ONUDI facilitan
la estrategia de las corporaciones.
La conformación de cadenas de producción de prendas de vestir garan-
tiza el control del proceso de producción y distribución por parte del capi-
tal (o los capitalistas) transnacionales y ponen en un papel subordinado a las
empresas (y los empresarios) de la región. Este control asegura a corporacio-
nes la toma de decisiones estratégicas, concentrar el conocimiento, abrir o
trasladar plantas, realizar o cancelar contratos, incorporar o eliminar pro-
ductos y, sobre todo, concentrar la parte mayor de los excedentes. ¿No sería
válido volver a plantearse ésta como una situación de dependencia?
La participación de los trabajadores de las maquiladoras en los benefi-
cios difiere de la de los empresarios, ya sean centroamericanos o de otras
nacionalidades. El capital transnacional tiene acceso a un cordón de trabaja-
dores que va desde los que se quedan en la región hasta los que se desplazan
a los centros de operaciones de las grandes corporaciones. Así, los trabaja-
dores pueden tener relaciones directas o indirectas con las grandes corpo-
raciones. El mecanismo de abaratamiento está dado por la fragmentación
del proceso productivo y por la segmentación de la fuerza de trabajo. Lo
primero desplaza aquellas fases difíciles de automatizar —que requieren
grandes contingentes de trabajadores— hacia espacios industriales donde
se puede acceder a fuerza de trabajo más barata. Lo segundo genera una di-
ferenciación entre una fuerza de trabajo capacitada y bien pagada —mayo-
ritariamente ubicada en los centros de operaciones de las transnacionales y
otra de calificación no reconocida, barata y sin capacidad de negociación
que constituye la mayor parte de la centroamericana, pero también está en

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252 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

esos centros de operaciones de las transnacionales. Ambos grupos de tra-


bajadores compiten entre sí: en el norte se amenaza con desplazar la pro-
ducción hacia el sur y en éste con desplazarla a países del sur o con reducir
personal.
Las condiciones en que se contratan estos trabajadores en Centroamé-
rica pueden llegar a formas muy precarias como el trabajo a domicilio, no
por subcontratación, sino como trabajo permanente sin derechos ni protec-
ciones, caso que se encontró —en el trabajo de campo— en una empresa
contratista directa para almacenes estadounidenses. Se puede afirmar, en-
tonces, que el trabajo doméstico es manifestación clara del traslado de la
presión hacia abajo hasta llegar a condiciones de total precarización y des-
protección.
El capital transnacional busca acceder directa o indirectamente a una
variedad de trabajadores, pero, aun cuando haya relaciones directas, salarios
y la forma de calcularlos se demuestra la formidable extracción de exceden-
tes de las transnacionales con sucursales o contratistas en estos países. Por
todo ello aquí se considera correcto afirmar, con AVANCSO (1994), que la
fuerza de trabajo queda subordinada en forma indirecta (también directa)
a la lógica de la acumulación del capital transnacional, que es una prolon-
gación de los anteriores mecanismos de acumulación, ya que se basa en la
expansión de la jornada y de la intensidad del trabajo.
Para garantizar el acceso “libre” a esta fuerza laboral, el capital transna-
cional —en complicidad con los gobiernos locales— impide la organización
de los trabajadores y logra la “imposición pura y llana de sus relaciones de
producción” (Hinkelammert, 1995: 71). Por otra parte, Amin (1999) llama
a esto la vuelta a la naturaleza original del capital, la cual quiebra el movi-
miento laboral. En el caso de la maquila de prendas de vestir no parece haber
duda de que una razón para su constitución es la posibilidad de obtener
fuerza de trabajo barata, desorganizada y fácil de despedir.

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Conclusiones

La producción maquiladora en Centroamérica no forma parte de una es-


trategia de desarrollo por lo siguiente:
No surge de un proceso de desarrollo o de crecimiento ni del interés de
satisfacer las necesidades internas, porque es una producción para exportar.
No se basa en definiciones internas sobre qué y cómo producir. No utiliza
los recursos locales, porque la mayor parte de los insumos son importados.
No conduce a la comprensión o el conocimiento de todo el proceso pro-
ductivo que es controlado por corporaciones transnacionales que dominan
las fases más importantes de definiciones estratégicas, del conocimiento
tecnológico y del control de excedentes. Los trabajadores han perdido sus
derechos: no tienen posibilidades de ascenso ni de calificación y no disponen
de espacios para un ritmo de trabajo y una jornada laboral a escala huma-
na. No pueden salir de la pobreza porque sus remuneraciones, a pesar de la
intensidad del trabajo, no cubren, en la mayoría de los casos, ni los alimen-
tos básicos y no tienen acceso al consumo de los productos que ellos pro-
ducen; psicológicamente, son segmentados, obligados a competir a causa
de la amenaza de despido, se reproducen los roles de género que condenan
a las mujeres a cierto trabajos y no pueden participar de acciones para la de-
fensa de sus derechos.
La maquiladora es una expresión muy acabada de la nueva etapa del ca-
pital que busca nuevos espacios de expansión para garantizar la máxima ex-
tracción de excedentes con la mayor intensidad y mínima remuneración del
trabajo. Abre un ámbito de posibilidades con límites muy claros: no gene-
ra desarrollo. Este límite no se supera a más fases del proceso productivo y
más incorporación de tecnología o la contratación de personal más califi-
cado pues las corporaciones mantienen el control y preservan en inferiori-
dad a los trabajadores.
La lógica neoliberal de la IME antepone la acumulación de capital a la
reproducción de la vida humana. Pone la competitividad y la lucha por en-
cima de la solidaridad, y declara la “condena de muerte” del no competiti-
vo al eliminar talleres y dar cabida a las transnacionales. Excluye de los

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254 MA RÍA EUGENIA TREJ OS

espacios laborales una gran parte de la población. Para el desarrollo es ne-


cesario revertir esa lógica y anteponer la vida de la gente a la producción de
excedentes, garantizar “la reproducción de la vida”, las personas deben re-
cibir los frutos del proceso (Hughes, 1999: 164-167). Hay que poner la so-
lidaridad por encima de la lucha y construir un mundo en el cual, como dicen
los “zapatistas”, todos quepamos. Recordar que “un trabajo que no produce
en competitividad, sigue siendo un trabajo; y que un producto producido en
condiciones no competitivas, sigue siendo un valor de uso. El trigo produ-
cido no-competitivamente también alimenta, y un abrigo no-competitivo
también calienta” (Hinkelammert, 1995: 151). Es necesaria la construc-
ción social: abrir los espacios para las manifestaciones culturales, políticas
y de las ideas de los diversos sectores involucrados, lo cual dice de nuevos
mecanismos de toma de decisiones. Salirnos de la lógica en que está inmer-
sa la producción maquiladora y construir la sociedad desde los seres huma-
nos; entonces sí podríamos empezar a hablar de desarrollo.

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Cuidado de la edición
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Diseño de Portada
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Diseño de interiores
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La maquila
en México LOS DESAFÍOS
DE LA GLOBALIZACIÓN

De la Serie “Dilemas Sociales y Económicos


en Latinoamérica”, se terminó de imprimir
en enero de 2008 en los talleres de ———
—————, ————————.
Para su elaboración se usaron tipos
AGaramond.
Se tiraron 300 ejemplares.

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