Dilia Celeste Martínez - Ensayo - Revista Umbral

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Contextualización del ensayo

 Datos del autor o autores: Dilia Celeste Martínez Silva

 Unidad Académica e Institución a la que pertenece: Academia Hondureña de la


Lengua (AHL)

 Correo electrónico: [email protected]

 Estudios realizados:
Licenciada en Español por la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán
CUR-SPS (2018) y Máster en Español como Lengua Extranjera: Enseñanza e
Investigación por la Universidad de Valladolid en España (2020). Actualmente
realiza una estancia de investigación en la Academia Hondureña de la Lengua
(AHL).
Una alusión más de Morazán

No se puede vivir sin héroes, santos ni mártires.


Ernesto Sabato

Puede parecer superfluo hablar acerca de lo que ya se ha dicho durante mucho


tiempo e incluso opinar sobre un personaje histórico que está perpetuo en la mente de
cualquier hondureño —sumándole todo tipo de artificios que giran alrededor de su imagen
—. Sí, artificios, porque no es novedad admitir que, dentro del imaginario colectivo
Francisco Morazán ha sido viciado en algunas de sus facetas. Por otro lado, él ha
significado para muchos historiadores, escritores, poetas y artistas en general: una pieza
imprescindible, digna de continuar siendo inmortalizada.

A lo largo de nuestra vida hemos escuchado hablar de Francisco Morazán, pero de


manera disgregada, sin llegar a conocer profundamente las acciones altruistas que él hizo
durante su vida. Conocemos al héroe, debido a la historia oficial que ha sido difundida, mas
no los antecedentes que provocaron las iniciativas que realizó. Por tanto, este ensayo es
dirigido a una colectividad desmemoriada, cuya ausencia de alusiones y retentivas no es
debido al olvido, sino a la inexistencia de memoria histórica. Amnesia, no la hay, pero
parece que a medida pasa el tiempo, los procesos históricos que configuran la Honduras
que hoy conocemos han pasado por una especie de recreación, algo así como un juego entre
la memoria y el olvido.

El Bicentenario de la Independencia de Honduras es el momento propicio para


reflexionar y evocar a los personajes que han aportado tanto a nuestro país. De modo que,
a lo largo de estas páginas se pretende contextualizar la época en que vivió Francisco
Morazán; refutar las falsas ideas que la colectividad desmemoriada posee acerca de él;
exponer los logros de de su incesante lucha; situar el tiempo-espacio en el cual es ubicado
como un imaginario nacional; y, finalmente, valorar el legado que dejó su pensamiento,
principalmente en la literatura hondureña, donde lo encontramos como uno de sus primeros
precursores, según los estudios de crítica literaria de Helen Umaña.1
1
(Ocotepeque, 1948) Escritora hondureña, destacada en el ámbito del análisis literario.
Si actualmente percibimos una realidad caótica, tendríamos hacer un viaje
retrospectivo y llegar al año de 1792 para comprender que nuestra tierra ha sido cuna de
exasperaciones. Por consiguiente, fue en una atmósfera aún más difícil en la que nació
quien sería el máximo héroe de Centroamérica. Así creció el joven Francisco: sin alcance
alguno hacia las ciencias y las artes.

Becerra (2007) nos hace reflexionar acerca de una gran paradoja: «La primera
figura de la historia centroamericana no tuvo una formación sistemática propiamente
dicha», y, basándose en textos de Ramón Rosa nos contextualiza la Honduras y sus
carencias institucionales a finales del siglo XVIII, época en la que nuestro Morazán fue un
niño. A partir de dicho escenario, nos damos cuenta que este fue el resultado de la política
que vino a aplicar la corona española a nuestro territorio…Y así fue que Francisco Morazán
vivió en carne propia las consecuencias de esas medidas.

No asistió a una escuela como las que conocemos hoy en día, sino que fue alumno
de sus tíos Juan Miguel y José Inés. Según muchos estudiosos de su vida y obra 2, los
siguientes años continuó educándose en instituciones privadas que tenían muchos errores
burocráticos. Durante su adolescencia, aunque los demás creían que sus fortalezas se
encontraban en la política y el derecho, también destacaba en aritmética y los
conocimientos científicos, además, quienes convivieron con él afirman que fue poseedor de
una espléndida caligrafía.

Basta leer su biografía —desde muchos puntos de vista—, para saber que él no
creció en una familia pobre, pero sí en una población paupérrima de pensamiento, cuya
cosmovisión promovía la ignorancia de su gente. Sin embargo, pese a las carencias que
sufrió, en cuanto pudo él luchó en contra de ellas y como resultado obtuvo muchos logros,
los cuáles hoy en día podemos remembrar, por ejemplo, las reformas que él aplicó a una
sociedad que las necesitaba de manera urgente.

En realidad, es poco lo que hemos escuchado hablar acerca de Francisco Morazán,


cuyo legado a través de los tiempos se ha intensificado. Pese a su corta vida en años, tuvo
diversas facetas que [ CITATION Ant14 \l 3082 ] identifica: teniente de milicias militares,
después de la independencia (1821), secretario general (1826), miembro del Consejo
2
Ramón Rosa, Liberato Moncada y Jiménez Solís.
Representativo, después de la batalla de la Trinidad (1827), jefe del Estado de Honduras
(1829) y presidente de la Federación (1835).

Ahora bien, para comprender cómo él llega a ser ese personaje que está en nuestra
mente es preciso referirnos a sus inicios en una agrupación política. En el año de 1820 se le
presentó la oportunidad de sumarse a círculos de estudio político organizados la biblioteca
de Dionisio de Herrera. Fue en ese espacio que nuestro héroe abrevó sus ansías de
sapiencia, como diría nuestro poeta Juan Ramón Molina3. Así que, gracias a tal raudal
literario y científico, Morazán conoció las ideas de Hobbes, Montesquieu, Locke, Diderot y
demás miembros de la doctrina de la ilustración.

Entre los períodos de tiempo antes mencionados, existe uno en el que Francisco
Morazán marcó un antes y un después: su iniciación como jefe de Estado de Honduras, para
luego ser electo como presidente de la Federación, cuya propuesta política fue con base en
la destrucción de la estructura feudal que regía a la sociedad de esta época. Por lo tanto, es
en este momento de su vida política él demuestra haber sido un heredero del pensamiento
ilustrado4, pues al poner en práctica muchas de estas ideas, sin lugar a dudas demostró que
su lucha se enfocó inspirar nuevos conocimientos y propuestas en la mente de sus
semejantes.

Es importante diferenciar dos cargos que asumió Francisco Morazán y que suelen
generar confusión, debido a lo cercanas que están sus fechas: fue elegido jefe de Estado de
Honduras el 5 de marzo de 1829, cuando hacía campaña en contra de las autoridades
intrusas de Guatemala. La revolución triunfante en 1829 había decretado la
desamortización de los bienes monásticos y Francisco Morazán implementó otras medidas
que serán mencionadas. Su cargo como presidente de la República fue asumido el 16 de
junio de 1830, cuando él se encontraba en Honduras. Mientras tanto, lo único que
aseguraba en ese entonces la noción de paz, era la unión que Morazán había creado con los
simpatizantes de su causa. (Ortega 1998) afirma que nuestro héroe oficializó su justo
mandato proclamando un discurso a favor de la educación y el proyecto del canal

3
Parafraseo del poema «Autobiografía» de Juan Ramón Molina.
4
Pensamiento crítico sobre los fundamentos que sostienen la sociedad del Antiguo Régimen y estableció las
bases del pensamiento moderno. A este movimiento intelectual se le conoce como Ilustración. Nació en
Inglaterra y Escocia en el siglo XVII, y se expandió por el continente Europeo durante el siglo XVIII.
interoceánico. Es a partir de estos años que se comenzó a notar una nueva configuración del
Estado.

Nuevas reformas como la libertad de emisión de pensamiento, libertad de cultos y


del sistema electoral, se emitieron durante la presidencia de Morazán, así como lo relativo
al matrimonio civil y a la introducción de una ley penal que, aunque no son una acción
directa del jefe del ejecutivo, contaban con su aquiescencia y su beneplácito. En esos meses
del año 1830 y buena parte del siguiente, son uno de los pocos períodos de paz, de los que
pudo disfrutar la República.[ CITATION Mig98 \l 3082 ]

Ahora bien, en el intento de refutar falacias acerca de su memoria, podemos


destacar que, a pesar de que actualmente es recordado más como un militar, en los hechos
históricos él destacó más por ser un portavoz de la justicia, un verdadero estadista. Al leer
los diversos textos que escribió durante sus acciones políticas se puede comprender que
concibió la guerra como última instancia, pues siempre intentó ser lo más diplomático
posible. Francisco Morazán al haber estudiado la filosofía iluminista, la hizo parte de su
ideología y gracias a ella emprendió su lucha por hacer cambios revolucionarios.

[ CITATION Mig98 \l 3082 ] describe que en Centroamérica se fomentaba la ignorancia


y el fanatismo, la enseñanza consistía únicamente en salmos, en cánticos y en oraciones
mecánicamente aprendidas y divulgadas. Los jóvenes y principalmente, si eran mujeres,
que iniciaban su aprendizaje con el fin de profesar, eran absorbidos por los claustros; por
eso la revolución decretó la suspensión y después la extinción de los establecimientos
monásticos. En 1832 hubo dos hechos fundamentales, tanto en materia religiosa, como en
lo que representa a la libertad de emisión de pensamiento. Como el artículo 11 de la
Constitución Federal establecía que la religión de sus habitantes era la «católica, apostólica
y romana, con exclusión de cualquier otra », en junio de 1832 se modificaba tal artículo por
decreto del Congreso Federal, estableciendo la libertad de cultos, pero en razón de que
hubo reticencias en algunos Estados, tal decreto fue ratificado en febrero de 1835,
sancionando que los habitantes «… puedan adorar a Dios según su conciencia. El gobierno
federal protege la libertad de culto religioso, pero el gobierno de los Estados cuidará de la
actual religión de sus pueblos y mantendrá todo culto en armonía con las leyes».
La Ley Federal de Libertad de Imprenta fue sancionada por Morazán el 7 de junio
de 1832 y el Congreso la aprobó el 17 de mayo. Constituida por trece artículos, nuestro
paladín aprobó una ley liberal, cuya vigencia trasciende los tiempos, especialmente por la
facultad de denunciar los actos delictivos de los funcionarios sin temor a represalias. Y fue
así como se les concedió a los habitantes la libertad de opinar acerca de religión,
administración y legislación. Además, él propugnó que, a partir de 1836 ejercerían el
sufragio todas aquellas personas que pudieran leer, abriendo fronteras hacia un estado más
democrático y promoviendo el interés hacia el aprendizaje de la lectoescritura.

La ideología de Morazán es delimitada por muchos más como republicana, que


liberal5. No obstante, después de la Independencia y durante su cargo como presidente de la
Federación se dio la tarea de poner en marcha, junto a doctor Mariano Gálvez, el
experimento de liberal de la región: la implementación de los códigos de Livingston,
traducidos por Barrundia6. Todo esto, nuevamente, a favor de su pensamiento ilustrado, lo
cual viene a representar el constitucionalismo, bajo ideas directas de Locke y Montesquieu:

Se adoptan en Guatemala, los códigos que Eduardo Livingston había formulado


para el estado de Luisiana, traducidos por uno de los hombres más importantes del
período, José Francisco Barrundia, quien, para dar a conocer el sistema, publicó en
1831 el Código Penal. El primero de enero de 1837 entraron en vigor y fracasaron el
1838, con el derrumbe del gobierno liberal. [ CITATION Lag82 \l 3082 ].

Aquí se rompe otro más de los mitos que giran alrededor de la imagen de Morazán: pensar
que él lo hizo todo solo o con ayuda nada más de la clase campesina, pues en los primeros
estudios históricos acerca de Centroamérica (García, 2012) afirma que en realidad
Morazán, junto a José Francisco Barrundia y José Cecilio del Valle, representaron una
generación de liberales en política y religión, con buena educación y patrióticos
sentimientos.7

En el campo de la educación, Francisco Morazán introdujo el método Lancaster,


que consiste en que los que vayan aprendiendo enseñen a los demás. Otro gran logro, fue la
5
Longino Becerra en su libro «Morazán revolucionario», niega concebirlo como un liberal más, sino un
republicano revolucionario.
6
Fue un político, presidente de Guatemala y escritor guatemalteco.
7
Etopeya extraída del ensayo de Ethel García Buchard: «La mirada de los historiadores liberales
centroamericanos sobre Francisco Morazán y el imaginario nacional hondureño».
desamortización de los bienes monásticos, ya que fue una medida que condujo a la venta de
enormes fincas y haciendas pertenecientes a las órdenes religiosas, lo cual, naturalmente
causó escozor entre aquellos que se sintieron despojados. [ CITATION Mig98 \l 3082 ]. En este
apartado podemos comprender cómo las nuevas iniciativas de Francisco Morazán
perjudicaron el beneficio que se encontraba concentrado en pequeños grupos de poder,
dentro de los cuales la iglesia tenía un papel fundamental:

Lamentablemente, Morazán no contaba con que más de 300 años de tradición


colonial pesan en la idiosincrasia y en el imaginario de las sociedades –una
idiosincrasia aún vigente- ya que los principales obstáculos a los que se enfrentó
nuestro prócer, fueron las élites conservadoras y la iglesia católica, principales
instituciones que velaban por la conservación del status quo; y ya fuera por la
difamación, el engaño o la fuerza, llevaron a un círculo de eternas confrontaciones
entre hermanos centroamericanos. [ CITATION Ant14 \l 3082 ]

Una vez expuesto el estudio del pensamiento morazánico 8, podemos reflexionar que
en la actualidad padecemos la continuación de las problemáticas en contra de las que él
luchó. Lo curioso de esta semejanza al crear esa correlación entre pasado y presente, es que
surge una gran incógnita: comprender el proceso en el que Francisco Morazán Quesada ha
sido introducido en la memoria de los hondureños. Para fortuna de la memoria histórica
nacional, la respuesta ha sido posibilitada por el historiador Jorge Alberto Amaya en su
artículo “La reforma liberal y la construcción de la figura de Francisco Morazán como
imaginario de la nación”.

El epígrafe de este ensayo es un fragmento extraído del testamento espiritual Antes


del fin de Ernesto Sabato: «…porque no se puede vivir sin héroes, santos ni mártires » 9,
debido a que en la pluma de este escritor argentino fue concebida una realidad sustancial
que un siglo antes Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa concibieron como una aspiración
nacionalista, ya que pensaron: para construir patria, se tienen que construir héroes; entonces
a través de la introducción de su proyecto de la Reforma Liberal (1876) crearon el panteón
de héroes nacionales. Esto, como reacción ante lo que había quedado de “la república” y en
un intento de rescatar los intentos liberales que habían fracasado antes. En este aspecto, no
8
Ideas heredadas de Francisco Morazán.
9
es preciso describir los cambios económicos y de modernización que propiciaron tal
proceso reformista, sino hacer hincapié en cómo se introdujo a la colectividad una historia
nacional:

Una de las primeras tareas de los reformistas fue la de encomendar la redacción de


un libro de texto de Historia de Honduras, pues el país carecía de una historia
nacional, con lo cual, era difícil que el pueblo se sintiera identificado con «su
pasado». De este modo, el presbítero Ramón Antonio Vallejo, a petición del
gobierno de Soto, escribió y publicó su famosa obra Historia social y política de
Honduras en 1882, con lo que el país pudo disponer por primera vez de una historia
nacional. [ CITATION Ama11 \l 3082 ]

Durante este proceso existieron muchos avances modernos y logros educativos. Sin
embargo, [ CITATION Ama11 \l 3082 ] afirma que la mayor conquista de la Reforma Liberal
fue lograda en el campo de la estatuaria cívica:

En el caso de Honduras pues, es en esta época de la Reforma Liberal en que se


institucionalizó el «Panteón de los héroes nacionales». Los reformadores tomaron
como arquetipo de héroe la figura del general Francisco Morazán (…) finalmente es
a partir de la Reforma Liberal que Francisco Morazán quedó perpetuo en la mayor
fiesta cívica del país: la celebración de la Independencia del 15 de septiembre,
cuyos desfiles tomaron el rumbo de terminar frente a su estatua en el Parque
Central.

Ahora bien, sería un error atribuirles a estos liberales la responsabilidad de la falta


de memoria histórica que se encuentra en la colectividad hondureña, porque fue a partir de
este período de tiempo, que tanto Francisco Morazán y los demás miembros del panteón
sagrado fueron reconocidos por sus distintos aportes, pero de una manera más oficial. Sin
embargo, desde este momento comienzan a idealizarse cada uno de estos personajes y en la
medida en la que ha ido transcurriendo el tiempo, han sido obviados hechos
imprescindibles de su vida.

Dentro esa misma idealización se provoca que poca importancia se le dé al mismo


legado morazánico, de parte de todas aquellas personas que no son especialistas en historia
ni estudios afines. Ahora bien, para poder terminar esta alusión más al héroe mártir 10, es
preciso hablar del último punto planteado en la tesis de este ensayo, que es acerca de
Morazán como productor y dentro de la producción literaria de Honduras, resulta necesario
referirnos al valioso trabajo que realizó Helen Umaña, en su libro: Francisco Morazán en
la literatura hondureña (1995). Ella parte desde un concepto tradicional de la literatura
misma y mediante la deconstrucción del término llega a la conclusión que Morazán y José
Cecilio del Valle11 son los primeros referentes de literatura hondureña.

Para ubicar la producción literaria de Francisco Morazán, es vital aludir sus


documentos más representativos: Memorias, el Manifiesto de David y su testamento.
Umaña, encuentra que, en estos textos la función poética del lenguaje es encontrada en
abundancia:

Declaro que mi amor a Centroamérica muere conmigo. Excito a la juventud, que es


llamada a dar vida a este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y
deseo que imiten mi ejemplo de morir con firmeza antes que dejarlo abandonado al
desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra. [ CITATION Mor42 \l 3082 ]

Con estas palabras, el indeleble Francisco Morazán, se despide en su perpetuo


testamento de la agitada vida que tuvo que transitar. No obstante, dejó suscrito uno de sus
grandes deseos: concebir a Centroamérica como una misma nación y a su vez, alzó su
anhelo porque seamos nosotros quienes luchemos por esta misma causa. Es por eso, que
para las próximas generaciones de escritores él representa un elemento clave, pues mucho
producto literario ha sido creado e inspirado en su lucha.

En la narrativa contemporánea encontramos a Morazán en novelas como Los


brujos de Ilamatepeque de Ramón Amaya Amador y de manera más reciente El general
marcha a batallar desde la muerte por Julio Escoto. Además, el Morazán mismo demostró
haber sido conocedor de figuras retóricas, porque fue capaz de persuadir y conmover a
cualquier persona que leyera sus ideas.

10
Así es denominado según los primeros historiadores. La referencia es encontrada en del ensayo de Ethel
García Buchard: «La mirada de los historiadores liberales centroamericanos sobre Francisco Morazán y el
imaginario nacional hondureño».
11
A José Cecilio del Valle lo podemos concebir dentro de la literatura hondureña a partir de su ensayo
«Soñaba el Abad de San Pedro y yo también sé soñar».
Una persona holística, así podemos definirlo. Su recuerdo es palpable desde muchos
ámbitos. En esta oportunidad su legado fue abordado, partiendo de las reformas que él
efectuó; la contextualización de la sociedad a la cual él reconfiguró en su proyecto de
erradicar con el feudalismo; la abolición de diezmo; la libertad de imprenta; la legalización
del matrimonio civil y demás avances que se desarrollaron gracias a la puesta en escena de
sus ideas.

Actualmente son muchos centros escolares que han sido nombrados en su memoria;
escuelas e incluso la máxima casa de estudios superiores orientada a formar docentes. Así
que, cuando alcancemos una nación con más conciencia histórica, llegará el día, en que ya
no adjetivemos la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán, y en lugar de esto
la sustantivemos, refiriéndonos a ella dentro del lenguaje coloquial como: la Francisco
Morazán, en lugar de la pedagógica. Ya expuesta esta aspiración, para llegar a tal nivel
cúspide de valorización hacia su figura, es necesaria la continua referencia de alusiones
para que la colectividad hondureña se forme una retentiva con base en el enorme legado
histórico de Francisco Morazán Quesada.

Bibliografía

Amaya, J. A. (2011). La Reforma Liberal y la construcción de la figura de Francisco


Morazán como imaginario de la nación
Becerra, L. (2007). Ideas pedagógicas de Francisco Morazán. Tegucigalpa: Litografía
López.

García Buchard, E. (2012). La mirada de los historiadores liberales centroamericanos


sobre Francisco Morazán y el imaginario nacional hondureño (1870-1892). 10, 101–
123.

Laguardia, M. G. (1982). José Cecilio del Valle Obra Escogida. Fundacion Biblioteca
Ayacuch. Obtenido de www.google.books.com
Morazán, F. (15 de Septiembre de 1842). Testamento.
Ortega, M. R. (1998). Morazán, perfil continental. Tegucigalpa: Alin Editora S.A.
Vallejo, A. R. (2014). Lecturas Morazánicas: escritos y comentarios a sus obras.
Tegucigalpa: Editorial Universitario (SEU) de la UPNFM .

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