La Corrupción en Sus Justas Proporciones

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LA CORRUPCIÓN EN SUS JUSTAS PROPORCIONES

UN ENSAYO DE TEORÍA SOBRE LA CORRUPCIÓN ADMINISTRATIVA


(Germán Carvajal A.)

La corrupción es un fenómeno contemporáneo por su notoriedad ha sido objeto de múltiples estudios e interpretaciones y de cruzadas políticas que ven en el mismo un flagelo
que imposibilita el tránsito óptimo de las sociedades por las sendas del desarrollo y el crecimiento.

Estas interpretaciones son el paso obligado para la comprensión cabal del fenómeno, y por diversas que sean, tienen un objetivo común: posibilitar la explicación del
fenómeno social en cuestión.

CONCEPTO CLÁSICO DE CORRUPCIÓN: En general se suele entender la corrupción como aquella situación en la que un comportamiento, en contextos normativos
institucionales, se realiza en contra de las normas prescritas, para con ello sobreponer el interés particular sobre el interés público.

Esta manera de concebir la corrupción  conduce a buscar las causas por las cuales hay una tendencia a obrar de esa manera.

Una respuesta de esto puede ser la explicación institucionalista de acuerdo con la cual este comportamiento es propiciado por el debilitamiento de las instituciones, es decir,
del poder coercitivo de la normatividad. Esta explicación presupones dos supuestos: el interés individual y la normatividad, la última controla la primera y si su poder se
reblandece, comienza a campear la primera sobre la segunda configurando así el fenómeno de la corrupción.

Pero el institucionalismo no introduce una explicación del debilitamiento institucional dentro de la explicación de la corrupción; es decir, pese a la explicación institucionalista
podemos hacernos una pregunta: si la corrupción se produce por el debilitamiento institucional, ¿por qué se debilitan las instituciones?

La respuesta a esta pregunta es la auténtica explicación de la corrupción, sólo estamos empleando la definición de corrupción como explicación de la corrupción

Pero una definición no es una explicación: la primera (definición) nos delimita el objeto, la segunda (explicación) nos lo pone consistentemente en relación con otro que lo
determina.

Las teorías de debilitamiento institucional están encerradas en los límites del concepto pero no ponen el objeto que este concepto delimita en relación con otro distinto que lo
explique, o sea, no explican la corrupción sino que se limitan a describirla acentuando uno de los componentes de la definición del objeto sobre los otros: la normatividad
institucional o el interés privado.

El concepto clásico de corrupción implica un conflicto entre el interés particular o privado contra el bien común o interés público, involucra la oposición público-privado; y
entonces la corrupción queda descrita, a partir de este concepto, como la situación o el comportamiento en el cual lo privado prima sobre lo público en un contexto en el que
debe primar lo público.

La corrupción se concibe como una anomalía de tipo procedimental, una anomalía administrativa, en suma, una anomalía de orden técnico, porque la administración pública
es una técnica. Al ser concebida como una anomalía técnica, se la explica, por las desviaciones del comportamiento del individuo, sea que estas desviaciones estén
malignamente calculadas por el propio individuo, sea que se presenten como oportunidades generadas por vacíos o ambigüedades normativas.

Concebir la corrupción como una anomalía técnica limita su comprensión a la moralidad porque se resume todo en la desviación intencional de un principio de
comportamiento.
La estadística y las maneras de ocurrir permiten pensar en un fenómeno social que, por sus características actuales, lejos de considerarse como una maligna desviación
intencional del alma de los individuos, debe tomarse como síntoma de crisis, y por tanto ha de explicarse en términos de teoría social. En este sentido, podemos dar la razón,
en cierta forma, a las explicaciones institucionalistas que fundamentan la corrupción en el resquebrajamiento del poder coercitivo de la institución, pero el institucionalismo lo
que hace es poner como causa lo que en realidad es un efecto, o sea, un síntoma.

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