Entre Cuentos e Infinitos Franco-Ochoviet

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 18

Extraído de:

Franco, G. & Ochoviet, C. (2010, diciembre). Entre cuentos e infinitos. Temas. Montevideo:
CENID, Nº 3, pp.21-33.

ENTRE CUENTOS E INFINITOS


por Gustavo FRANCO * y Cristina OCHOVIET **

Concebir y entender el infinito ha sido una tarea que ha ocupado a hombres y mujeres
de todos los tiempos y que se refleja en diferentes aspectos de la creación humana como
son la filosofía, la matemática y la literatura. En ocasiones, éstas se entremezclan
recreándose unas a las otras. Ensayamos en este trabajo un tejido de ellas.

Palabras clave: infinito, eternidad, matemática, literatura

El infinito potencial y el infinito actual

Hay dos concepciones en matemática del infinito, el infinito potencial y el infinito actual,
que, según se dice, están emparentadas con el Devenir heraclitiano y con el Ser
parmenídico. La que ha prevalecido a lo largo de la historia, hasta bien entrado el siglo XIX,
es la del infinito potencial. Si bien con anterioridad hubo algunas aproximaciones, es recién
a fines del siglo XIX que el matemático Georg Ferdinand Ludwig Philipp Cantor (1845 † 73 =
1918) deja formulada con rigor y claridad una teoría matemática del infinito actual.
Consideremos la sucesión de los números naturales: 0, 1, 2, 3… En ella no aparece
ningún número que sea infinito, el infinito aparece como posibilidad: decimos que el conjunto
de los números naturales es potencialmente infinito porque si pensamos en un número muy
grande alcanza con sumarle una unidad para obtener otro aún mayor, y ese proceso se
puede realizar indefinidamente. “El infinito potencial se obtendría mediante procesos que no
nos enfrentan en ningún momento con el infinito en su totalidad, sino con un infinito que
aparece como posibilidad (en potencia) y que se va realizando progresivamente.” 1

*
Profesor de Matemática. Docente del Instituto de Profesores Artigas. e-mail: [email protected].
**
Doctora en Matemática Educativa. Docente del Instituto de Profesores Artigas.
e-mail:[email protected].
1
Palacios, Alfredo; Barcia, Pedro; Bosch, Jorge; Otero, Néstor. Los matematicuentos. Presencia
matemática en la literatura. Buenos Aires: Serie Eureka, 1995, p. 18.

1
Bajo esta concepción, Euclides postula en sus Elementos la posibilidad de prolongar
una recta tanto como se quiera: “1. Postúlese el trazar una línea recta desde un punto
cualquiera hasta un punto cualquiera. 2. Y el prolongar continuamente una recta finita en
línea recta.” 2
El infinito se expresa, implícitamente, como la posibilidad de actuar sobre algo finito. Esta
seguramente debió parecer (hasta Cantor por lo menos) la única opción asequible para los
seres humanos: nombrar el infinito a través de lo finito en un proceso de abstracción. El
mundo que nos rodea es un mundo finito, y de lo infinito únicamente se habla a través de la
imaginación.
Veamos ahora qué se entiende por infinito actual.

Admitamos que se pueda definir el conjunto de los números naturales, y llamemos N a


este conjunto (desprovisto de toda idea de orden). No tiene ningún sentido decir que
los elementos de N “devienen”, o que “se hacen cada vez más grandes”. Están todos
allí, simplemente, actualmente (en el sentido de acto y no en sentido temporal). Todos
los conjuntos que estudia la matemática tienen existencia actual en este sentido; los
conjuntos están dados, y con ellos la totalidad de sus elementos: no hay nada parecido
a una evolución, a un devenir. […] el infinito potencial […] es una propiedad de un
conjunto y un orden, el infinito actual […] es una propiedad de conjunto simplemente
(con abstracción de todo orden). 3

El siguiente es un fragmento de un ensayo escrito por el propio Georg Cantor en 1883,


titulado Sobre los conjuntos lineales, en donde ilustra sus ideas acerca del infinito actual:

Es tradicional considerar al infinito como lo indefinidamente creciente o bajo la forma,


estrechamente ligada a la anterior, de una sucesión convergente, que adquirió durante
el siglo XVII. Por el contrario, yo considero al infinito en la forma definida de algo ya
consumado, de algo capaz, no sólo de formulación matemática, sino de ser definido
por un número. Esta concepción del infinito es opuesta a las tradiciones que durante
tanto tiempo me fueron tan queridas, y fue más bien contra mi propia voluntad el como
me vi forzado a aceptar este otro punto de vista. Pero varios años de ensayos y de
especulaciones científicas me han conducido a estas conclusiones como a una

2
Euclides. Elementos. Madrid: Planeta De Agostini, 1999, p. 21.
3
Alfredo Palacios y otros, op. cit., pp. 18-19.

2
necesidad lógica, y por esta razón yo creo que no se me podrán presentar objeciones
válidas que yo no pueda refutar. 4

Hasta Cantor la manera de concebir el infinito en matemática era bajo la forma del
infinito potencial. La siguiente cita, de una carta escrita por Gauss a Schumacher en 1831,
da muestra de la resistencia de la época a aceptar las nuevas ideas:

En cuanto a vuestra prueba, yo debo protestar vehementemente contra el uso que


hacéis del infinito como algo consumado, porque esto no es permitido jamás en la
matemática. El infinito es simplemente una manera de hablar; una forma abreviada
para establecer que existen límites a los cuales ciertas razones pueden aproximarse
tanto como se quiera mientras que otras magnitudes pueden crecer hasta más allá de
los límites...
No surgirán contradicciones mientras el Hombre Finito no cometa el error de tomar el
infinito como algo fijo, mientras él no adquiera el hábito mental de considerar al infinito
como algo limitado. 5

El infinito actual representa el quiebre con un postulado aristotélico según el cual el todo
debe ser mayor que cualquiera de sus partes. Es más, Euclides lo incluye en los Elementos
como una de sus nociones comunes: “Y el todo es mayor que la parte.” 6 Por ejemplo,
siguiendo las ideas de Cantor, se puede demostrar, y veremos cómo, que si bien el conjunto
de los números cuadrados perfectos (0, 1, 4, 9,…) está contenido en el conjunto de los
números naturales (0, 1, 2, 3, 4,…), la “cantidad” de elementos de ambos conjuntos es la
misma.

Antes de Georg Cantor

En uno de sus diálogos (del libro titulado Diálogos acerca de dos nuevas ciencias, de
1636), Galileo discute la posibilidad de establecer entre dos conjuntos infinitos cuál tiene
mayor cantidad de elementos; éste es el primer documento histórico que se conoce sobre el
tema de los conjuntos infinitos. Por razones de espacio sólo trascribiremos del diálogo la

4
Dantzig, Tobias. Número. El lenguaje de la ciencia. Buenos Aires: Colección “Ciencia y método”,
1947, p. 244.
5
Loc. cit.
6
Euclides, op. cit., p. 25.

3
conclusión, aunque haremos un breve resumen. Uno de los personajes que participa en el
diálogo, Salviati, señala que, como el conjunto de todos los números (naturales) está
compuesto por cuadrados 7 y por otros que no lo son, todos los números son más que los
cuadrados. Pero por otro lado hace notar a Simplicio, otro de los personajes, que hay tantos
cuadrados perfectos como raíces 8, puesto que todo cuadrado tiene su raíz, y toda raíz su
cuadrado, sin que haya ningún cuadrado con más de una raíz, ni raíz con más de un
cuadrado. Luego expresa que, como todos los números son raíces, ya que todo número es
raíz de un cuadrado perfecto, se concluiría que los cuadrados son tantos como todos los
números. Pero, sin embargo, había partido de la hipótesis de que todos los números
naturales eran muchos más que todos los cuadrados, por ser no cuadrados la mayoría.
Salviati concluye:

No veo que se pueda llegar a otra decisión, sino a decir que infinita la totalidad de los
números, infinitos los cuadrados, infinitas sus raíces; y que la multitud de cuadrados no
es menor que la de la totalidad de los números, ni ésta menor que aquélla, y en última
instancia, que los atributos de “igual”, “mayor” y “menor”, no tienen lugar en los
infinitos, sino sólo en las cantidades limitadas. Por ello, cuando Simplicio me propone
varias líneas desiguales, y me pregunta cómo puede ser que no haya en las mayores
más puntos que en las menores, yo le respondo que no hay más, ni menos, ni tantos,
sino infinitos en cada una. 9

La paradoja a la que Galileo llega se debe a la aceptación implícita del postulado


aristotélico que señala que el todo debe ser mayor que cada una de sus partes.

La parte tiene la potencia del todo. Tal es la esencia de la paradoja de Galileo. Pero
mientras Galileo esquivaba la solución declarando que: «los atributos de igual, mayor y
menor no son aplicables al infinito, sino únicamente a las cantidades finitas», Cantor
toma esta conclusión como punto de partida para su teoría de los conjuntos. 10

7
Galileo utiliza la palabra cuadrados para referirse a lo que hoy conocemos como números
cuadrados perfectos. Un número es un cuadrado perfecto si se obtiene como el producto de un
número natural por sí mismo. Ejemplos de cuadrados perfectos son: 0 = 0 x 0, 1 = 1 x 1, 4 = 2 x 2,
9 = 3 x 3, etc.
8
Galileo utiliza la palabra raíces para referirse, específicamente, a las raíces cuadradas. Por ejemplo,
la raíz cuadrada de 0 es 0, la de 4 es 2, la de 9 es 3, etc. Cada cuadrado perfecto tiene como raíz el
número natural que multiplicado por sí mismo da como resultado dicho cuadrado perfecto.
9
Tobias Dantzig, op. cit., p. 243.
10
Op. cit., p. 247. Cursiva en el original.

4
¿Cómo llega Georg Cantor a comparar conjuntos infinitos?

Claramente, si un conjunto es infinito, no podemos contar sus elementos, por lo que si


queremos comparar dos conjuntos infinitos debemos establecer algún criterio de
comparación. En una primera instancia planteémonos, suponiendo que no sabemos contar,
cómo comparar el cardinal (la cantidad de elementos) de dos conjuntos finitos.
Supongamos la siguiente situación. Estamos en un aula, el profesor tiene en su mano
un cierto número de lápices y un alumno también tiene una cierta cantidad de ellos.
¿Cómo podemos hacer para averiguar quién de los dos tiene más cantidad de lápices (o
si tienen igual cantidad), si es que no sabemos contar?
Podemos ir tomando de a un lápiz y, encima del escritorio, disponerlos enfrentados: el
profesor toma un lápiz, uno el alumno, y los colocan enfrentados, luego toman otro lápiz
cada uno y repiten el procedimiento, así sucesivamente hasta que uno (o los dos), agote la
cantidad de lápices que había en su mano. Ahora bien, si por este procedimiento, para cada
lápiz del profesor en el escritorio, hay un único lápiz del alumno, y para cada uno del
alumno, hay uno sólo del profesor, y ambos ya no poseen más lápices en sus manos,
diremos entonces que tenían la misma cantidad. Utilizando lenguaje matemático, si
podemos establecer una función biyectiva entre el conjunto de los lápices del profesor y el
conjunto de los lápices del alumno, entonces la cantidad de lápices de ambos es la misma.
Borges, con sutileza, muestra este procedimiento:

La operación de contar no es otra cosa para él [Cantor] que la de equiparar dos series.
Por ejemplo, si los primogénitos de todas las casas de Egipto fueron matados por el
Ángel, salvo los que habitaban en casa que tenía en la puerta una señal roja, es
evidente que tantos se salvaron como señales rojas había, sin que esto importe
enumerar cuántos fueron. 11

Guillermo Martínez nos aclara aún más sobre el procedimiento empleado por Cantor
para comparar la “cantidad de elementos” de conjuntos infinitos:

[…] “en el contexto finito, los conjuntos A y B tienen la misma cantidad de elementos si
y sólo si puedo establecer una correspondencia perfecta uno a uno entre ellos”. Esta
afirmación es muy sencilla de probar. ¿Pero qué ocurre cuando saltamos al infinito?
Uno de los dos conceptos equivalentes, “cantidad de elementos”, deja de tener
sentido. ¿Qué significa cantidad de elementos de un conjunto infinito cuando uno no

11
Borges, Jorge Luis. Obras Completas I. Buenos Aires: Emecé Editores, 2002, p. 386.

5
puede terminar de contar? Esa parte ya no la puedo usar, pero sí puedo usar todavía
la segunda parte. La segunda parte sobrevive, todavía podemos establecer, para
conjuntos infinitos, correspondencias perfectas uno a uno […] 12

Si entre dos conjuntos A y B, finitos o infinitos, se pueden establecer una función


biyectiva, es decir si se puede establecer una relación en la que todo elemento de A esté
relacionado con uno y uno sólo de B, y cada elemento de B lo esté con uno de A, y
solamente uno, dichos conjuntos se dicen equivalentes, coordinables o que tienen la misma
potencia. Para los conjuntos finitos el concepto de potencia puede ser identificado con el de
número cardinal. Evidentemente, si un conjunto es finito no puede ser equivalente, es decir,
no se puede poner en biyección, con ninguno de sus subconjuntos propios. En cambio, si un
conjunto tiene infinitos elementos se verifica lo que a primera vista parece paradójico: todo
conjunto infinito es equivalente con algunos de sus subconjuntos propios.
Cuando Galileo observa que todo cuadrado tiene su raíz, y toda raíz su cuadrado, sin
que haya ningún cuadrado con más de una raíz, ni raíz con más de un cuadrado, no está
haciendo otra cosa que lo que luego propondrá Cantor para establecer que dos conjuntos
infinitos tienen la misma cantidad de elementos, id est, establecer una función biyectiva
entre ambos conjuntos. Pero la aceptación implícita del postulado aristotélico por parte de
Galileo, le hace percibir una paradoja. Es por esto que más arriba decíamos que la
concepción del infinito actual genera una ruptura con el mencionado postulado: Cantor, para
salir de la paradoja a la que arriba Galileo, niega el postulado aristotélico y concluye
efectivamente que el conjunto de los números naturales tiene la misma potencia (la “misma
cantidad de elementos”) que el conjunto de los cuadrados perfectos.
La relación:

0 1 2 3 4 5 K n K
↓ ↓ ↓ ↓ ↓ ↓ ↓
0 1 4 9 16 25 K n 2 K

establece una biyección entre el conjunto de los números naturales y un subconjunto propio,
a saber, el formado por los cuadrados de dichos números naturales. Y esto es, en esencia,
lo que Georg Cantor utiliza para decir que estos conjuntos, ambos infinitos, tienen la misma
potencia. Cantor designó con la letra aleph: ℵ, la primera del alfabeto hebreo, y con un
subíndice cero, es decir: ℵ0, a la potencia de cualquier conjunto que se pueda poner en
12
Martínez, Guillermo. Borges y la matemática. Buenos Aires: Eudeba, 2003, pp. 17-18. El subrayado
es nuestro.

6
biyección con el conjunto de los números naturales. En ese caso se dice que el conjunto
tiene potencia ℵ0 y se lo denomina numerable. ℵ0 recibe el nombre de número transfinito.
También es posible demostrar, siguiendo las ideas de Cantor, que el conjunto de los
números enteros (…, -3, -2, -1, 0, 1, 2, 3,…) también tiene como potencia el número
transfinito ℵ0. Para eso basta con poder establecer una función biyectiva entre el conjunto
de los números naturales y el conjunto de los números enteros. ¿Se le ocurre al lector una
posible? (ver Apéndice 1).

Cantor y el Libro de Arena

En El Libro de Arena, Borges nos presenta un libro de infinitas hojas:

En el ángulo superior de las páginas había cifras arábigas. Me llamó la atención que la
página par llevara el número (digamos) 40.514 y la impar, la siguiente, 999. […]
Me dijo que su libro se llamaba El libro de arena, porque ni el libro ni la arena tienen ni
principio ni fin.

Me pidió que buscara la primera hoja.

Apoyé la mano izquierda sobre la portada y abrí con el dedo pulgar casi pegado al
índice. Todo fue inútil: siempre se interponían varias hojas entre la portada y la mano.
Era como si brotaran del libro.
-Ahora busque el final.
También fracasé; apenas logré balbucear con una voz que no era la mía:
-Esto no puede ser. […]
-No puede ser pero es. El número de páginas de este libro es exactamente infinito.
Ninguna es la primera; ninguna, la última. No sé por qué están numeradas de ese
modo arbitrario. Acaso para dar a entender que los términos de una serie infinita
admiten cualquier número. 13

Hasta el momento hemos visto que ℵ0 es la potencia del conjunto de los número
naturales, la de los cuadrados perfectos y la de los enteros, pero el conjunto de hojas del
Libro de Arena tiene una característica que no poseen estos conjuntos, a saber, dos puntos

13
Borges, Jorge Luis. El Libro de Arena. Buenos Aires: Emecé Editores, 1997, pp. 175-177.

7
de acumulación 14: la tapa y la contratapa. Intuitivamente un punto es de acumulación si tiene
otros puntos infinitamente cercanos a él. El primer conjunto numérico que nos viene a la
mente, que tiene puntos de acumulación, es el conjunto de los números racionales: ¿El
conjunto de páginas del Libro de Arena puede ser comparable al conjunto de los números
racionales? En este caso el conjunto de los racionales debería ser numerable debido a que
cada página del Libro, tal como lo señala Borges, lleva un número natural. ¿Es la potencia
del conjunto de los números racionales ℵ0?

Consideremos el conjunto de todas las fracciones organizadas según la disposición


siguiente:
0
1

1 1 2 2 3 3 4
- - - ...
1 1 1 1 1 1 1

1 1 2 2 3 3 4
- - - ...
2 2 2 2 2 2 2

1 1 2 2 3 3 4
- - - ...
3 3 3 3 3 3 3

1 1 2 2 3 3 4
- - - ...
4 4 4 4 4 4 4

1 1 2 2 3 3 4
- - - ...
5 5 5 5 5 5 5

1 1 2 2 3 3 4
- - - ...
6 6 6 6 6 6 6
. . . . . . .
. . . . . . .
. . . . . . .

Nótese que todas las fracciones de la primera columna tienen numerador 1, todas las de
la segunda tienen numerador -1, las de la tercera, numerador 2, las de la cuarta, -2, etc. Por
otro lado, todas las fracciones de la primera fila tienen denominador 1, las de la segunda,
denominador 2, etc. Es así que, dada cualquier fracción, digamos 133 , podemos localizarla
191

en el cuadro, en la fila 191 y en la columna 265. El cuadro pues, contiene el conjunto de


todas las fracciones.

14
Sea X un espacio topológico. Un punto p perteneciente a X es un punto de acumulación de un
subconjunto A de X si todo conjunto abierto G que contiene a p, contiene algún punto de A distinto de
p.

8
Consideremos ahora la siguiente relación entre el conjunto de los números naturales y el
conjunto de los números racionales:

0 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 K
↓ ↓ ↓ ↓ ↓ ↓ ↓ ↓ ↓ ↓ ↓ ↓
0 1 1 1 2 1 1 1 1 2 3 2
− − − − K
1 1 2 1 1 2 3 4 3 1 1 3

En esta relación hemos suprimido aquellas fracciones a , para las cuales a y b no son
b
primos entre sí, de esta forma cada número racional aparece una única vez.
De este modo hemos establecido una función biyectiva entre el conjunto de los números
naturales y el conjunto de los racionales, con lo cual, y siguiendo lo visto más arriba, ambos
conjuntos tienen la misma potencia: ℵ0. Obsérvese que una ordenación de este tipo es
posible, siempre que no estemos obligados a conservar el orden usual en el conjunto de los
números racionales. Ahora, entonces, podemos afirmar que el conjunto de los números
racionales tiene potencia ℵ0.

Volviendo al Libro de Arena, ¿podríamos identificar el conjunto de las páginas de este


Libro con el conjunto de los números racionales? Como el libro tiene tapas, quizás sería más
apropiado identificar el conjunto de sus páginas con el conjunto de los números racionales
comprendidos entre 0 y 1, que también tiene potencia ℵ0: la tapa del Libro podría ser el cero
y la contratapa el uno. En el conjunto de los racionales entre 0 y 1, análogamente a lo que
sucede con el Libro de Arena, no podemos encontrar el primer número racional después del
0 ni el último antes del 1 y, como este conjunto de números también se puede poner en
biyección con el conjunto de los naturales, sería posible asignar a cada página un número
natural, como es corriente en cualquier libro.

[…] con esta enumeración se le puede dar un orden consecutivo a los números
fraccionarios, un orden, por supuesto, distinto del que tienen en la recta, pero que
permite explicar la enumeración de páginas en el Libro de Arena. Esto es algo que
posiblemente Borges no supiera. La numeración de páginas que a Borges en el cuento
le parece misteriosa y a la que le atribuye una razón también misteriosa, en principio
no tiene ningún misterio. No hay contradicción entre el hecho de que entre dos hojas
del Libro de Arena siempre hay otra intercalada con el hecho de que cada hoja pueda
tener un número: el mismo habilidoso imprentero que pudo coser las infinitas páginas

9
del Libro de Arena pudo también perfectamente numerarlas tal como lo estamos
haciendo nosotros. 15

Escribe Borges: “Declinaba el verano, y comprendí que el libro era monstruoso. […]
Pensé en el fuego, pero temí que la combustión de un libro infinito fuera parejamente
infinita y sofocara de humo al planeta.” 16

Cantor y la potencia del continuum

Resumiendo, hasta ahora tenemos que el conjunto de los números naturales, el de los
cuadrados perfectos, el de los enteros y el de los números racionales tienen la misma
potencia: el número transfinito ℵ0. Si todos los conjuntos infinitos tuvieran la misma potencia
la teoría de Cantor no hubiera tenido tanta trascendencia. Pero en cambio, cuando pasamos
del conjunto de los racionales al conjunto de los números reales, se produce un cambio
cuantitativo: la potencia del conjunto de los reales es mayor que ℵ0.
Veamos, en principio, que no es posible establecer una función biyectiva entre el
conjunto de los números naturales y el intervalo (0, 1) 17. Para evitar dos representaciones
decimales del mismo número se elegirá, cuando corresponda, el desarrollo terminado en
infinitos ceros. Por ejemplo, entre la representación 0,4999… y 0,5000… elegiremos esta
15
Guillermo Martínez, op. cit., p. 24.
16
Jorge Luis Borges, op.cit., p. 180.
El temor de que la combustión de un libro infinito pudiera sofocar de humo el planeta no parece tan
alejado de la realidad:
HUMO ARGENTINO SIGUE AFECTANDO A URUGUAY (EL PAÍS DIGITAL, 18.04.08)
Zonas de Montevideo amanecieron nuevamente hoy bajo una espesa nube de humo por la quema de
pastizales en la vecina Argentina, mientras se estima que tanto la capital uruguaya como sectores del
sur del país permanecerán afectadas unas horas más.
"Los hermanos argentinos se nos vinieron al humo", "Habemus humo", son algunos de los títulos en
diarios y portales de internet que aludieron con humor hoy a la inédita situación que se planteó en
Uruguay debido a los focos de incendio en la provincia argentina de Entre Ríos.
En Uruguay, cuyas autoridades pidieron a la población extremar la precaución en las rutas, los puntos
más afectados por el humo son Montevideo, Punta del Este, Laguna del Sauce, Carrasco, Colonia y
San José, ubicados en la costa del Río de la Plata.
Los vientos también llevaron la nube de humo al norte de Uruguay, hasta Young, a unos 300
kilómetros de la capital.
17
El intervalo (0, 1) está formado por todos los números reales mayores que 0 y menores que 1.

10
última para 1; con esto nos aseguramos que la representación decimal de cualquier número
2

real del intervalo (0, 1) es única. La demostración es por reducción al absurdo; se supone
que el conjunto de los números naturales y el intervalo (0, 1) pueden ponerse en biyección y
se llega a una contradicción.
Supongamos entonces que hemos podido establecer una función biyectiva entre el
conjunto de los números naturales y el intervalo antedicho, a partir de la cual presentamos la
siguiente lista:

x1 = 0, a 1 a 2 a 3 a 4 ………………………….

x2 = 0, b 1 b 2 b 3 b 4 …………………………

x3 = 0, c 1 c 2 c 3 c4 ………………………..

x4 = 0, d 1 d2 d 3 d4 ...……………………..
……………………………………………………………….

Veremos que, cualquiera sea esta lista, siempre existe un número real x del intervalo
(0, 1) que no figura en la misma, y que por lo tanto no es posible establecer una biyección
entre el intervalo (0, 1) y el conjunto de los números naturales.
Consideremos el número x, que determinaremos por el método llamado procedimiento
diagonal:

x = 0, a 1´ b2´ c3´ d4´……………………

en donde a 1´ es una cifra distinta de cero, de nueve y de a 1, b2´ es una cifra distinta de cero,
de nueve y de b2, c3´ es una cifra distinta de cero, de nueve y de c3, etc.

Observemos que:
1) x tiene infinitas cifras decimales que no son ni todas ceros ni todas nueves por tanto x
no es ni 0,000… = 0, ni 0,999… = 1. En otras palabras x pertenece al intervalo (0, 1).
2) x es distinto de todos los números de la lista pues difiere de x1 en la primera cifra
decimal, de x2 en la segunda, de x3 en la tercera, y en general, de xn en la enésima.

Por tanto, existe un número real x del intervalo (0, 1) que no está en la lista en la que
habíamos supuesto aparecían todos los números reales del mencionado intervalo; es así

11
que queda probado, por el absurdo, que el conjunto de los números naturales no se puede
poner en biyección con el intervalo (0, 1). Por tanto, la potencia del conjunto de los números
naturales y la del intervalo (0, 1) son distintas.
Por otra parte, Cantor define que un conjunto A tiene menor potencia que otro conjunto B
si existe una función biyectiva entre A y un subconjunto de B pero no se puede establecer
ninguna función biyectiva entre A y B. Ya hemos probado que no se puede establecer
ninguna función biyectiva entre el conjunto de los números naturales y el intervalo (0, 1),
para demostrar que la potencia del primer conjunto es menor que la del otro, siguiendo la
definición de Cantor, basta con poder establecer una función biyectiva entre el conjunto de
los números naturales y un subconjunto de (0, 1). Esto no es demasiado difícil de lograr.
¿Puede el lector presentar una posible función? (ver Apéndice 2). Por lo tanto, deducimos
que la potencia del conjunto de los números naturales es menor que la potencia del intervalo
(0, 1). A la potencia de dicho intervalo se la nota con la letra c (continuum). Por lo que
podemos escribir: ℵ0 < c. 18
Así como el conjunto de los números naturales fue utilizado como conjunto base para
introducir el número transfinito ℵ0, el intervalo (0, 1) servirá de estándar para definir la
potencia de todo conjunto que se puede poner en biyección con dicho intervalo.
El procedimiento geométrico que presentamos a continuación puede resultar útil para
mostrar que la potencia del intervalo (0, 1) es igual a la del conjunto de todos los números
reales (en el Apéndice 3 se propone un procedimiento analítico a tales efectos). Es posible
establecer una función biyectiva entre un segmento abierto de medida una unidad y una
recta: con el segmento se “forma” una poligonal abierta de tres lados, cada uno de ellos de
longitud igual a 1, y se proyecta desde un punto conveniente.
3

18
Según Dantzig (1947, p. 258), no hay nada en la teoría de Cantor que excluya la posibilidad de que
un número transfinito sea mayor que ℵ0 y menor que c. Sin embargo, todos los conjuntos que se
conocen tienen, o bien la potencia de los naturales o bien la potencia de los reales o son conjuntos
que tienen una potencia mayor que c. No ha sido posible construir un conjunto más potente que ℵ0
pero menos potente que c.

12
El conjunto de los números reales y el intervalo (0, 1) tienen la misma potencia; pero
como ya vimos, el conjunto de los números naturales tiene menor potencia que el intervalo
(0, 1), de donde se deduce que el conjunto de los números naturales también tiene menor
potencia que el conjunto de los números reales.

Eternidad, ¿un tiempo infinito?

Conrado Eggers Lan nos dice: “El concepto de ‘eternidad’ nace probablemente en
Platón, como un presente inmutable, que no acepta ningún transcurrir del pasado hacia el
futuro, sino tan sólo una pura presencia. Esta noción no fue adoptada por Aristóteles para
quien la eternidad es un tiempo sin fin.” 19
En una primera instancia parecería incorrecto, desde la visión platónica, establecer una
equivalencia entre la eternidad y un tiempo infinito. Pero, ¿a qué nos referimos con un
tiempo infinito? ¿Un tiempo infinito-potencial o tiempo infinito-actual?
Para Platón el concepto de eternidad no admite un devenir: la eternidad para Platón es
un inmutable presente. Por lo tanto no podemos pensar en un infinito que se va
desarrollando en el tiempo; la eternidad platónica no se podría describir con las siguientes
palabras de Vasconcelos:

Metía la mano en la arena finita y se quedaba como cerniéndola. Sonrió; recordaba


que de chico, cuando estudiaba en la ciudad, en los colegios de sacerdotes, el ejemplo
que le dieron de la eternidad era: “Si un palomo, cada mil años, llegase a la tierra y se
llevara un granito de arena cada vez, cuando se gastara la arena del mundo entero la
eternidad aún estaría comenzando.” 20

La concepción de eternidad que describe Vasconcelos es aristotélica: la eternidad como


un transcurrir infinito (potencial) del tiempo, en donde considerado un tiempo tan remoto, tan
alejado de este presente como se quiera, siempre habrá un instante ulterior; un minuto, una
hora, un año, un siglo ulterior. El tiempo infinito se va realizando progresivamente, en ningún
momento esta percepción de la eternidad nos enfrenta con el infinito en su forma acabada
sino que aparece potencialmente. En cambio, la eternidad, según la visión de Platón, se

19
Eggers Lan, Conrado. Introducción a Platón. Timeo. Buenos Aires: Colihue Universidad, 1999, p.
58.
20
Vasconcelos, José Mauro de. Rosinha, mi canoa. Buenos Aires: Editorial “El ateneo”, 1996, p. 75.

13
correspondería con la de un tiempo infinito en su concepción actual. Borges, en el cuento El
Aleph, nos enfrenta con la eternidad platónica:

Aclaró que un Aleph es uno de los puntos del espacio que contiene todos los puntos.
[…]
–Sí, el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde
todos los ángulos.
[…]
Lo que vieron mis ojos fue simultáneo: lo que transcribiré, sucesivo, porque el lenguaje
lo es. Algo, sin embargo, recogeré.
En la parte inferior del escalón, hacia la derecha, vi una pequeña esfera tornasolada,
de casi intolerable fulgor. Al principio la creí giratoria; luego comprendí que ese
movimiento era una ilusión producida por los vertiginosos espectáculos que encerraba.
El diámetro del Aleph sería de dos o tres centímetros, pero el espacio cósmico estaba
ahí, sin disminución de tamaño. Cada cosa (la luna del espejo, digamos) era infinitas
cosas, porque yo claramente la veía desde todos los puntos del universo. Vi el
populoso mar, vi el alba y la tarde, vi las muchedumbres de América, vi una plateada
telaraña en el centro de una negra pirámide, vi un laberinto roto (era Londres), vi
interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los
espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi en un traspatio de la calle Soler las mismas
baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Fray Bentos, vi
racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, vi convexos desiertos
ecuatoriales y cada uno de los granos de arena […], vi la circulación de mi oscura
sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde
todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y el Aleph en la
tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían
visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que
21
ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.

Lo visto por Borges en el Aleph fue simultáneo, que es la forma de concebir el infinito
actual, pero el lenguaje lo puede describir solamente de un modo sucesivo, que escapa a la
esencia misma de esta concepción del infinito: lo sucesivo está vinculado con el infinito
potencial. Aquí ambas ideas conviven, podríamos decir, haciendo un poco de literatura, que
desde el infinito potencial (el lenguaje) se habla del infinito actual (el Aleph).
El Aleph es la materialización del infinito actual y de la eternidad platónica (¿Será
casualidad que Borges utiliza una esfera para representar el infinito actual, la misma
metáfora que utiliza Parménides para describir el Ser?). Pero lo que el personaje Borges ve

21
Borges, Jorge Luis. Obras Completas I. Buenos Aires: Emecé Editores, 2002, pp. 623 - 626.

14
en el Aleph sólo puede ser concebido por dios, los seres humanos sólo percibimos, según
Platón, una imagen móvil de la eternidad a la que llamamos tiempo:

Pero sucedía que la naturaleza del Viviente era eterna y no se podía aplicarla
plenamente a lo engendrado. Se le ocurrió entonces crear una imagen móvil de la
eternidad; y, a la vez que organizaba cósmicamente el cielo, hizo de la eternidad que
permanece en unidad una imagen perpetua que marcha de acuerdo a número, a la
que hemos dado el nombre de “tiempo”. 22

Para usar una metáfora moderna, siguiendo las ideas de Platón: nuestra vida está
estampada en una cinta cinematográfica (los cuadros están numerados) que, ingrávida, in
extenso, flota desplegada ante los ojos inconcebibles de dios. El tiempo que percibimos es
la lectura que realiza la divinidad de la sucesión de los números escritos en los diversos
cuadros de dicha cinta.
Agregamos, para concluir, tres citas que, desde la literatura, dan cuenta de la eternidad
platónica. En el poema Soliloquio, Vechtas, escribe: “El tiempo se ha ahogado en la lluvia / y
sólo quedó la eternidad.” 23 De La vida breve de Onetti: “Como definitivamente fuera del
argumento y de Santa María, Díaz Grey estaba padeciendo a la muchacha […], la padecía y
la manoseaba, la suprimía y se aniquilaba en ella, lograba a veces detener el tiempo sin otro
resultado que el convencimiento de que no es posible suceder en la eternidad.” 24 Y, por
último, Juan José Saer escribe en Glosa:

[…] Ayer ha estado lo más bien, en acuerdo consigo mismo y con el mundo, y aunque
el día ha transcurrido sin exaltación particular, él, Tomatis, ¿no?, lo ha ido atravesando
también sin divergencias, bien amoldado a su envoltura, contemporáneo estricto de
sus actos e idéntico a cada uno de ellos, el despertar, el trabajo, la comida, recuerdos
neutros y proyectos tranquilos, las conversaciones, un paseo por la costanera al
atardecer, aprovechando el buen tiempo, y un poco de lectura a la luz de la lámpara,
en su cuarto de la terraza, después de la cena −un día entero, homogéneo, de

primavera, sin accidentes, con su tinte apacible de permanencia, de continuidad, de


existencia inequívoca y llana, uno de esos días que, por su naturalidad lisa y repetitiva,
deben haber dado origen a la noción de eternidad. 25

22
Platón. Timeo. Buenos Aires: Colihue Universidad, 1999, p. 121.
23
Vechtas, Joseph. El presente incesante. Tradinco: Montevideo, 1998, p. 52.
24
Onetti, Juan Carlos. La vida breve. Editorial Sudamericana: Buenos Aires, 1981, p. 232.
25
Saer, Juan José. Glosa. Seix Barral: Argentina, 1995, pp. 123-124.

15
Referencias

Borges, Jorge Luis. El Libro de Arena. Buenos Aires: Emecé Editores, 1997.

Borges, Jorge Luis. Obras Completas I. Buenos Aires: Emecé Editores, 2002.

Dantzig, Tobias. Número. El lenguaje de la ciencia. Buenos Aires: Colección “Ciencia y


método”, 1947.

Euclides. Elementos (Libros I - VI). Madrid: Planeta De Agostini, 1999.

Martínez, Guillermo. Borges y la matemática. Buenos Aires: Eudeba, 2003.

Onetti, Juan Carlos. La vida breve. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, 1981.

Palacios, Alfredo; Barcia, Pedro; Bosch, Jorge; Otero, Néstor. Los matematicuentos.
Presencia matemática en la literatura. Buenos Aires: Serie Eureka, 1995.

Platón. Timeo. Buenos Aires: Colihue Universidad, 1999.

Saer, Juan José. Glosa. Seix Barral: Argentina, 1995.

Vasconcelos, José Mauro de. Rosinha, mi canoa. Buenos Aires: Editorial “El ateneo”, 1996.

Vechtas, Joseph. El presente incesante. Montevideo: Tradinco, 1998.

16
Apéndice 1

Para probar que el conjunto de los números naturales (N) y el conjunto de los enteros (Z)
tienen igual potencia, alcanza con definir una función biyectiva f de los naturales en los
enteros, como por ejemplo:

0 1 2 3 4 K
↓ ↓ ↓ ↓ ↓
0 1 −1 2 −2 K

En términos analíticos se puede definir a la función f como sigue:

x •
− si x = 2
2
f : N → Z tal que f(x) =

x +1 •
si x = 2 + 1
2

Apéndice 2

Siguiendo las ideas de Cantor, como el conjunto de los números naturales no se puede
poner en biyección con el intervalo de números reales (0, 1), para demostrar que la potencia
del conjunto de los números naturales es menor que la de ese intervalo, alcanza con probar
que existe una función biyectiva entre los naturales y un subconjunto estricto de (0, 1). Por
ejemplo:

0 1 2 3 4 K
↓ ↓ ↓ ↓ ↓
1 1 1 1 1
K
10 10 2 10 3 10 10 5
4

Esta es una función biyectiva en la que a cada número natural n le hacemos


1
corresponder el racional .
10 n +1

17
Apéndice 3

Para probar que el intervalo de números reales (0, 1) y el conjunto de los números reales
tienen igual potencia, alcanza con definir una función biyectiva de ese intervalo en el
conjunto de los reales, como lo hicimos en los casos anteriores. Por ejemplo, la función
biyectiva h:

2x − 1
h : (0, 1) → R tal que h(x) =
x − x2

cuya representación gráfica es:

h( x )

18

También podría gustarte