Los Sujetos en El Proceso Contencioso Sesion 05
Los Sujetos en El Proceso Contencioso Sesion 05
Los Sujetos en El Proceso Contencioso Sesion 05
1. Competencia
Sobre la base de esas premisas, lo importante es saber cuáles son las reglas de
competencia en cada caso, pues estas permiten saber «a qué juez, entre los muchos
que existen, le debe ser propuesta una litis» (Priori, 2004, p. 39). En palabras de Ariano:
Vale destacar, además, como indica Priori (2004, p. 39), que las reglas de competencia
tienen fundamento constitucional. Ello, en la medida que las reglas de competencia
garantizan el derecho constitucional de las personas a un juez natural que sea un tercero
imparcial e independiente predeterminado por ley, como parte del derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva.
Ahora bien, un tema que no debe pasar inadvertido es que el fuero o especialidad de lo
contencioso-administrativo no se encuentra regulado expresamente en la Ley Orgánica
del Poder Judicial —por mandato de su artículo 23—, pero debería estarlo, para afirmar
su competencia en dicha ley básica. Actualmente la competencia del fuero está
desarrollada por la LPCA, pero recordemos que se trata de una ley ordinaria y, en
realidad, la propia existencia de este ámbito jurisdiccional debería partir de la propia Ley
Orgánica del Poder Judicial.
De otro lado, hay que tener en cuenta que todo el contencioso- administrativo del
régimen de empleo público y servicio civil, así como de los regímenes previsionales
públicos, así como el de la responsabilidad funcional derivada del régimen sancionador
de la Contraloría General de la República, está entregado a la competencia de los jueces
laborales, por mandato de la Ley Orgánica del Poder Judicial y la ley Procesal del
Trabajo, aun cuando sujeto a las «reglas» del TUO de la LPCA.
Coincido con Díez Sánchez (2004) cuando señala que el contencioso- administrativo
regulado en el TUO de la LPCA es el «proceso específico» para controlar la actuación
de la administración pública sujeta al derecho administrativo, pero no es el único proceso
jurisdiccional, puesto que existe la posibilidad de que se puedan aplicar otros ámbitos
de competencia jurisdiccional al caso de las actuaciones y omisiones de la
administración pública en nuestro país.
Como puede apreciarse, la regla favorece al demandante, pues le permite elegir al juez
competente territorialmente, entre el domicilio del demandado y el lugar donde se
produjo la actuación administrativa. Sin embargo, hay que precisar que esta regla no
comprende a los casos en los cuales existan demandantes débiles o que requieran
casos de tutela jurisdiccional diferenciada —caso de jubilados, pequeños contribuyentes
o empresarios, personas en situación de discapacidad, entre otros—, los cuales
deberían poder escoger su propio domicilio para demandar a la administración, como
sucede en el proceso de amparo, por ejemplo. Ello genera auténticos supuestos de
indefensión material, los cuales deberían corregirse en una reforma ulterior, que
diferencie estos casos y que les permita demandar en su propio domicilio.
Cuando el objeto de la demanda verse sobre actuaciones del Banco Central de Reserva
del Perú (BCR), Superintendencia del Mercado de Valores (SMV), de la
Superintendencia de Banca, Seguros y Administradoras Privadas de Fondos de
Pensiones (SBS) y de la Superintendencia Nacional de Salud, es competente, en
primera instancia, la Sala Especializada en lo Contencioso Administrativo de la Corte
Superior respectiva. En este caso, la Sala Civil de la Corte Suprema resuelve en
apelación y la Sala Constitucional y Social en casación, si fuera el caso. Es competente
para conocer la solicitud de medida cautelar la Sala Especializada en lo Contencioso
Administrativo de la Corte Superior.
En los lugares donde no exista juez o Sala Especializada en lo Contencioso
Administrativo, es competente el juez en lo Civil o el juez Mixto en su caso, o la Sala
Civil correspondiente.
Sobre la norma, Espinosa-Saldaña apunta que «el razonamiento que impulsa esta
distinción es indudablemente interesante y atendible, pues busca que situaciones ya
conocidas por una instancia colegiada a nivel administrativo sean vistas también por
una instancia colegiada en el escenario jurisdiccional» (2012, p. 14).
Sin embargo, como veremos más adelante al estudiar los medios impugnatorios, esta
regla de competencia funcional es el origen de un serio problema. Al establecer como
competente en primera instancia a una sala especializada de la Corte Superior, se
genera que, tanto en apelación como en casación, sean competentes las salas de la
Corte Suprema, con lo cual se priva de su esencia al recurso de casación. Además,
contraviene la regla que se está convirtiendo en universal en el derecho comparado,
donde los procesos contencioso-administrativos son conocidos desde primera instancia
por jueces unipersonales, sin distinguir privilegios indebidos entre entidades públicas.
Por lo tanto, creo que debería retornarse al sistema inicial de la LPCA, que establecía
la competencia simple entre: en primera instancia, el juez especializado; en segunda
instancia y vía de apelación, la sala especializada; y en casación, excepcional, la Sala
Constitucional y Social de la Corte Suprema de Justicia de la República.
3. Capacidad
La capacidad para ser parte se identifica con la capacidad civil, es decir, con la aptitud
que un sujeto tiene para ser titular de situaciones jurídicas (derechos, deberes,
obligaciones, etcétera). En la doctrina procesal se distingue entre la capacidad para ser
parte y la capacidad procesal. La primera es la aptitud para ser titular de situaciones
jurídicas procesales, mientras que la segunda es la aptitud para realizar por sí misma
dichas situaciones jurídicas (Priori, 2009, p. 165).
También tiene legitimidad para obrar activa la entidad pública facultada por ley para
impugnar cualquier actuación administrativa que declare derechos subjetivos; previa
expedición de resolución motivada en la que se identifique el agravio que aquella
produce a la legalidad administrativa y al interés público, y siempre que haya vencido el
plazo para que la entidad que expidió el acto declare su nulidad de oficio en sede
administrativa.
Como puede apreciarse de la norma citada, se exige que el legitimado afirme ser titular
de una situación jurídica sustancial (derecho subjetivo, interés legítimo) que haya sido
o este siendo vulnerada por la actuación administrativa impugnada, lo cual va en línea
con lo dispuesto en los artículos 62, 118 y 120 del TUO de la LPAG, que regulan la
legitimación de los administrados en cuanto a la titularidad de derechos subjetivos e
intereses legítimos (sobre el tema, véase el exhaustivo estudio de Medina Alcoz, 2016).
Nótese que no se exige haber sido parte en el procedimiento administrativo, lo cual es
perfectamente lógico, si consideramos que la finalidad del proceso es la tutela efectiva
de las situaciones jurídicas y no la mera revisión del procedimiento administrativo. En
ese sentido, es clave que el particular simplemente afirme y pruebe ser titular de un
derecho subjetivo o interés legítimo que haya sido afectado por una actuación u omisión
administrativa, hecho que debe conectarse con el interés para obrar que muestre para
afirmar la necesidad de tutela jurisdiccional para lograr la satisfacción de su derecho o
interés afectado por la actuación u omisión administrativa.
De otro lado, resulta pertinente mencionar que el artículo 14 del TUO regula la
legitimación para obrar activa en tutela de intereses difusos:
1.
1.
1. El Ministerio Público, que en estos casos actúa como
2. El Defensor del Pueblo
3. Cualquier persona natural o jurídica.
Dicha norma establece una amplia legitimación, al incluir a cualquier persona natural o
jurídica para que pueda activar el proceso contencioso- administrativo en tutela de un
interés difuso o «derecho de incidencia colectiva», es decir, un interés que beneficia a
la colectividad —por ejemplo, la protección del medio ambiente, del patrimonio cultural,
de la legalidad urbanística, entre otros similares—. No obstante, conviene apuntar que,
actualmente, se encuentran en duda los alcances del rol de la posibilidad de que el
Ministerio Público actúe como parte en los procesos de tutela de intereses difusos,
debido a la derogatoria total del artículo 14 de la LPCA, que precisamente regulaba la
participación del Ministerio Público en los procesos contencioso-administrativos. Sin
embargo, pese a dicha derogatoria, entendemos que el numeral 1 del artículo 14 del
TUO LPCA sí permite que el Ministerio Público pueda accionar en defensa de tales
intereses difusos como parte demandante, vía un proceso contencioso-administrativo.
Por último, el artículo 15 del TUO de la LPCA regula el supuesto de legitimación para
obrar pasiva, es decir, quiénes se encuentran legitimados para ser parte demandada en
el proceso:
1.
1.
1. La entidad administrativa que expidió en última
instancia el acto o la declaración administrativa
impugnada.
2. La entidad administrativa cuyo silencio, inercia u
omisión es objeto del proceso.
3. La entidad administrativa cuyo acto u omisión produjo
daños y su resarcimiento es discutido en el proceso.
4. La entidad administrativa y el particular que participaron
en un procedimiento administrativo trilateral.
5. El particular titular de los derechos declarados por el
acto cuya nulidad pretenda la entidad administrativa que
lo expidió en el supuesto previsto en el segundo párrafo
del Artículo 13 de la presente ley.
6. La entidad administrativa que expidió el acto y la
persona en cuyo favor se deriven derechos de la
actuación impugnada en el supuesto previsto en el
segundo párrafo del Artículo 13 de la presente ley.
7. Las personas jurídicas bajo el régimen privado que
presten servicios públicos o ejercen función
administrativa, en virtud de concesión, delegación o
autorización del Estado están incluidas en los
supuestos previstos precedentemente, según
corresponda.
Conforme adelantamos, la administración pública es quien asume, por lo general, la
posición de parte demandada o la legitimación pasiva. Sin perjuicio de ello, en algunos
casos —como acontece en los procedimientos trilaterales, o con el proceso de
lesividad— la legitimación pasiva también corresponde a sujetos que tienen interés en
que el acto o actuación cuestionados por la vía del proceso se mantengan. Vale indicar
que dicho interés debe ser directo, real y personal, y no un mero interés simple en la
legalidad.
Por otro lado, el artículo 16 del TUO de la LPCA regula el supuesto de representación y
defensa de las entidades:
16.2. Todo representante, judicial de las entidades administrativas, dentro del término
para contestar la demanda, pondrá en conocimiento del titular de la entidad su opinión
profesional motivada sobre la legalidad del acto impugnado, recomendándole las
acciones necesarias en caso de que considere procedente la pretensión.
Por último, el artículo 16 del texto anterior del TUO de la LPCA (artículo 14 de la LPCA)
regulaba la intervención del Ministerio Público en los siguientes términos:
1.
1.
1. Como dictaminador, antes de la expedición de la
resolución final y en casación. En este caso, vencido el
plazo de 15 días para emitir dictamen, devolverá el
expediente con o sin él, bajo responsabilidad funcional.
2. Como parte, cuando se trate de intereses difusos, de
conformidad con las leyes de la materia.
Cuando el Ministerio Público intervenga como dictaminador, el órgano jurisdiccional le
notificará obligatoriamente con la resolución que pone fin a la instancia o con la que
resuelve la casación, según sea el caso.
Como ha señalado Priori (2009, p. 170), el Ministerio Público fue señalado como el
causante de las demoras en el proceso contencioso- administrativo. De ahí en que, el
año 2008, con la reforma del decreto legislativo 1067, se reguló de forma muy estricta
su actuación como dictaminador, otorgándole un plazo perentorio de quince días para
emitir su dictamen en el proceso.