Manfred Max Neef
Manfred Max Neef
Manfred Max Neef
Yino Castellanos
Unimedios
"La vida es de otros", leyó la poetisa en el más reciente festival internacional de poesía de
Medellín. Este verso bien podría ilustrar el estado de resignación que suscita en muchos el
desarrollo actual de la llamada globalización, y el carácter casi ineluctable que, para los
pueblos del mundo pobre, tiene la aplicación de las fórmulas que estructuran el sistema
económico contemporáneo.
Sin embargo, hay quienes resisten con la fuerza de su pensamiento. Manfred Max Neef es
uno de ellos, y como investigador e intelectual ha lanzado diversas propuestas de acción
para recobrar el sentido humanístico de una ciencia que, como la economía, hoy solo parece
servir al mejor postor. Creador de los principios de la Economía Descalza, y la Teoría del
Desarrollo a Escala Humana, el chileno, Premio Nobel Alternativo de Economía en 1983,
llama nuevamente a la herejía frente a las dogmáticas imposiciones de los centros de poder
financiero y político internacional, que a su decir, se han constituido en una religión con
evangelio y predicadores propios.
UN Periódico: Según esta opinión, profesor Max Neef, ¿cómo funcionaría este nuevo "sistema
de creencias"?
Manfred Max Neef: El discurso neoliberal cuenta con su propio Vaticano: el Fondo Monetario
Internacional, el Banco Mundial, y la Organización Mundial de Comercio; su santísima
trinidad: globalización, libre comercio y crecimiento económico, y claro, tiene sus templos en
las universidades, donde solo se enseña economía neoclásica. Ahora bien, como Vaticano
que se precie, sabe mejor que nosotros lo que más nos conviene, y por supuesto, es
infalible.
UNP: Usted ha mencionado a las universidades. ¿Qué papel desempeña la teoría que se
enseña en las facultades de economía en la reproducción del modelo de globalización actual?
MMN: Salvo muy raras excepciones, hoy se enseña una versión de la economía neoclásica
que poco o nada tiene que ver con la realidad. Se insiste en la enseñanza de una economía
obsesionada con cuantificar y matematizar todo, desvinculada tanto de las necesidades
humanas, como de la naturaleza, y del conocimiento de las leyes físicas. Es una especie de
cuarto cerrado, que no tiene conexión con ningún otro sistema del mundo. En consecuencia,
la economía se ha transformado en una disciplina incompetente, incapaz de resolver los
problemas que le conciernen. De ahí la necesidad de un cambio profundo en su comprensión
y enseñanza, más si se tiene en cuenta que, quienes tienen el poder para tomar decisiones,
a mi juicio, han aprendido una economía que les han enseñado mal.
UNP: Uno de sus postulados afirma que la economía debe estar al servicio de las personas, y
no al revés. ¿Cómo podría contribuir el Estado para avanzar en la concreción de este
principio y de otros que usted ha propuesto?
MMN: Yo me he referido a ese postulado que usted cita, y a otros, como que el desarrollo
tiene que ver con personas y no con objetos, o que la economía es un subsistema de un
sistema mayor que es la biosfera, y por ser un sistema cerrado, el crecimiento permanente
es imposible. Además, crecimiento y desarrollo son dos cosas distintas. En consecuencia, el
Estado debiera orientar sus políticas al estimulo y fortalecimiento de las pequeñas y
medianas economías locales y regionales, incluso como defensa ante los embates no
previsibles en el contexto macroeconómico.
MMN: Sin duda. Lo que pasa es que entre la mayoría de los economistas aún existe la
creencia de que lo más eficiente es la competencia. Algún día se comprenderá que la
solidaridad es mejor negocio, pues la competencia no solo implica un acto de destrucción de
otro, sino que su fin último es eliminar la competencia misma. Vale decir que es un sistema
que funciona cuando se destruye a sí mismo, y esto no corresponde a ninguna ley natural,
en cambio la cooperación, en la medida que se aplica, crece. En tal sentido, las cooperativas
u otras formas asociativas son positivas. El problema es que carecen de apoyo, y no hay una
masa suficiente de gente que oriente su trabajo en este aspecto. En consecuencia, muchas
veces los proyectos y los esfuerzos así concebidos fracasan.
UNP: Hablemos ahora de esa compleja relación entre crecimiento y desarrollo. Usted ha
sostenido que el desarrollo social no siempre necesita de crecimiento económico.
MNF: Primero, hay que entender que debemos pensar en términos de una economía
ecológica, por que todo está relacionado con todo, como lo enseña la física cuántica. Ahora,
yo he hecho estudios con otros colegas en varias partes del mundo y hemos podido
demostrar lo que llamé "la hipótesis de umbral", según la cual, en toda sociedad hay un
periodo en el cual el crecimiento económico conlleva a un mejoramiento de la calidad de
vida, pero solo hasta cierto punto, el punto umbral. Cruzado éste, si hay más crecimiento se
comienza a deteriorar la calidad de vida. Esto lo hemos podido comprobar en no menos de
trece países que estudiamos entre 1950 y 2005. En esos países ricos hubo una correlación
directa entre crecimiento y mejoramiento de la calidad de vida hasta, más o menos 1975 y
1983. A partir de esas fechas continúa el crecimiento económico y se comienza a deteriorar
el desarrollo social.
UNP: Otro de los miembros de la "Santísima Trinidad" que usted cuestiona es el libre
comercio. Colombia está cerca de firmar un tratado de libre
comercio con los Estados Unidos; ¿cuál es su percepción de
estos tratados?
MMN: Primero debemos entender que el ser humano no es un "homus economicus", y que
cada país es único, por tanto las recetas uniformes son un absurdo conceptual. Luego es
necesario trabajar intensamente el concepto de la transdisciplinariedad, porque con la
división cartesiana en disciplinas a lo más que podemos llegar es a describir una situación,
pero no a comprenderla. Haga usted una lista de los grandes problemas de este siglo:
pobreza, medio ambiente, falta de agua, terrorismo, y verá que ninguno de esos temas es
abordable desde una sola disciplina. En esta línea, en Francia desde el año 2000 existe un
movimiento de economía posautística con el cual estoy comprometido, y donde se replantea
la enseñanza de esta disciplina, con un abordaje más amplio, que permita trascender las
cifras.
MMN: Hay que ser hereje. Con el actual sistema se ha acentuado el desprecio por todas las
manifestaciones de la vida. Continuar con lo mismo es ratificar que vamos en una ruta
profundamente destructiva, especialmente en la relación con la naturaleza. El cambio
climático y otras alteraciones medioambientales son producto de una economía que no
entiende cómo relacionarse con otros sistemas. En el fondo es un suicidio colectivo.