Panf. 6 Daniel y Apocalipsis
Panf. 6 Daniel y Apocalipsis
Panf. 6 Daniel y Apocalipsis
White
Secretario de las Publicaciones White
La siguiente narración, que presenta la opinión de la señora White sobre este libro, y la
reseña histórica del mismo, fue preparada a pedido del editor de The Ministry. Después de ser
leída cuidadosamente por varios de nuestros más capacitados dirigentes de la obra, se la publicó
en la mencionada revista en el mes de enero de 1945. La hemos impreso en esta forma, para
poder cumplir con la continua demanda de información sobre los temas que trata. A L. White.
Existe muchas evidencias que nos indican que la señora White consideró a Daniel y
Apocalipsis como un libro oportuno, a la vez que importante, portador del mensaje que el
mundo necesita para el cual predijo una amplia distribución. Estos son algunos de sus
conceptos:
“Consideró que este libro de Daniel y Apocalipsis tendrá que llegar a todas partes.
Ocupa un lugar en el mundo y realizará una maravillosa y gran obra” (E. G. White. Carta 25ª,
1889).
“Se me ha indicado que los libros importantes que contienen la luz que Dios ha dado
respecto a la apostasía de Satanás en los cielos, deben recibir una amplia circulación
precisamente ahora; pues por su medio la verdad debe llegar a todas las mentes. Patriarcas y
Profetas, Daniel y Apocalipsis y El Conflicto de los Siglos son más necesarios ahora que nunca
antes. Deben ser ampliamente difundidos porque las verdades que destacan abrirán muchos ojos
ciegos… (Review and Herald 16-2-1905 y El Colportor Evangélico. Pág. 132).
Aun concediendo el peso de tan claro respaldo al libro, es claro, no obstante, que en
ninguno de los escritos de la señora White, publicados o no, se menciona la presencia de un
ángel al lado de Urias Smith mientras él escribía. Tampoco tenemos evidencia alguna de la
señora White considerara a Daniel y Apocalipsis como un libro inspirado, y por lo tanto, carente
de errores. El motivo por el cual muchos creen lo contrario, se debe a la afirmación hecha por
un obrero de aquella época. Esta es la declaración:
“Hace muchos años, cuando el extinto pastor Urias Smith estaba
escribiendo Daniel y Apocalipsis, encontrándose el pasto Jaime White
y Elena G. de White en mi casa de Enesburg, Vermont, recibieron por
correo las pruebas de imprenta de Apocalipsis que el hermano White
leyó algunos trozos del material a los que estábamos presentes,
manifestando aprobación y gran satisfacción por encontrarlos muy
concisos y claros. Luego la hermana White declaró que se le había
mostrado lo siguiente:
“El Señor está inspirando al hermano Smith, guía su mente por medio
de su Espíritu y un ángel está dirigiendo su mano mientras escribe
Daniel y Apocalipsis. Yo estaba presente cuando ella pronunció estas
palabras”. (Firmado) “A: C. Bourdeau”.
La memoria de un solo
Testigo no es Suficiente
Con el debido respeto a la sinceridad e integridad de la persona que hizo esta afirmación
publicada hace unos años, debe puntualizarse que, en asuntos de tanta importancia, el
testimonio de un solo testigo no es suficiente. Más aún, es posible comprobar que, en algunos
de los detalles del incidente, su memoria flaqueaba. Por ejemplo: Los escritos de Urias Smith
sobre estos dos libros proféticos aparecieron originariamente por separado, imprimiéndose
primero Apocalipsis y posteriormente Daniel. Cuando se editó Apocalipsis, el pastor White y la
señora vivían en Greenville, Michigan, lugar en donde el pastor recibió el nuevo libro y en
donde hizo comentarios sobre el mismo (Review And Herald, 16 de julio, 1867). Dado que unas
pocas semanas más tarde el matrimonio se encontraba en Enosburg, Vermont, lo que ellos
tuvieron que haber recibido, lógicamente, sería el libro ya terminado y no las hojas de prueba
que dieron origen a la conversación referida. Por otra parte, en esa época el pastor Smith todavía
no había manifestado su intención de escribir sobre Daniel. Por lo tanto, la señora White no
podía haber hecho uso de esas palabras exactas que se le atribuyeron y decir que “un ángel está
dirigiendo su mano mientras escribe Daniel y Apocalipsis”. Si el hermano Bourdeau pudo
incurrir en inexactitudes como estas dos citadas, la pregunta que surge, naturalmente, es hasta
dónde podemos creer en la fidelidad de tros detalles respecto al mismo incidente.
No me atrevo a decir que no fueron guiados por Dios, dedo que Cristo conduce a toda
verdad; pero cuando hablamos de inspiración, en el total sentido de la palabra, le contesto no.
Creo que Dios les ha asignado una tarea, pero si ellos no se consagran completamente a Dios
en todo momento, antepondrán su yo y sus peculiares rasgos de carácter en aquello que estén
haciendo y le darán su molde a la obra” (E. G. de White, Review and Herald, 25 de marzo,
1890).
“No hay ninguna excusa para nadie al adoptar la posición de que no hay
más verdad para ser revelada y que todas nuestras exposiciones de las
Escrituras carecen de error. El hecho de que ciertas doctrinas hayan sido
mantenidas como verdad por muchos años por nuestro pueblo, no es
prueba de que nuestras ideas son infalibles. El tiempo no hará que los
errores se vuelvan verdades, y la verdad puede permitirse el lujo de ser
clara. Ninguna doctrina verdadera perderá algo por el hecho de ser
investigadas profundamente” (Review and Herald, 20-2,1892).
Muchos obreros todavía recordaban con claridad cuando la hermana White expresó en
forma oral, que había visto a un ángel acompañando al pastor Urias Smith mientras escribía.
Aunque no contamos con nada que lo confirme, tal afirmación no estaría en desacuerdo con lo
expresado por ella en ocasiones similares, al hablar de otros fieles hombres de Dios. Así fue
como hablando de Lucero dijo: “Los ángeles del cielo estaban a su lado y rayos de luz del
trono de Dios revelaban a su entendimiento los tesoros de la verdad” (CS. Pág. 131).
Hablando de Guillermo Millar declaró: Dios envió a su ángel para moviese el corazón
de un agricultor que antes no creía en la Biblia, y lo indujese a escudriñar las profecías. Los
ángeles de Dios visitaron repetidamente a aquel varón escogido y guiaron su entendimiento
para que comprendiese las profecías que siempre habían estado veladas al pueblo de Dios”)
PE, Pág. 229).
Sin embargo, estas expresiones de la hermana White nunca implicaban que estos
hombres, usados poderosamente por Dios, fueran infalibles en sus posiciones o en sus
enseñanzas. Tampoco sería acertado suponer que al hablar la señora White de la presencia de
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un ángel, como escribió Urias Smith, indicara que él recibía inspiración para escribir de que
todo lo que exponía carecía de errores.
El conocido libro de Daniel y Apocalipsis fue elaborado a través de las décadas hasta
llegar a su forma actual. Como mencionara anteriormente, por muchos años existieron dos
libros, editándose primeramente Apocalipsis y luego Daniel.
En 1862, mientras asistía a “una gran floreciente clase b´bilica de la escuela sabática de
Battle Creek, conducida por el hermano Urias Smith”, Jaime White tuvo la idea de escribir
sobre todo el libro de Apocalipsis. Habían estudiado este libro capítulo por capítulo y
“habiendo estudiado todo el libro… y llegando a la misma conclusión en casi todos los puntos,
estaban seguros de que habían encontrado una mayor armonía que la que habían visto hasta
entonces y un más clara luz en algunas porciones del libro” (Review and Herald, 3-6, 1862).
Muy satisfechos con los resultados obtenidos por el grupo de estudio, la clase decidió estudiar
nuevamente el libro “analizando un capítulo por lección” (Ibid).
Jaime White pensó que ésta sería una buena oportunidad de desarrollar un material que
sería de gran ayuda para los hermanos adventistas del Séptimo Día, hizo conocer su intención
de informar semanalmente de los resultados de la investigación en la Review, “publicando cada
semana algunos pensamientos sobre un capítulo”. La coordinación de los planes para el estudio
y redacción, están indicados en el comentario que hiciera Jaime White de que “si tuviéramos
que ausentarnos por algunas semanas, la clase proponga dejar el libro de Apocalipsis durante
nuestra ausencia para continuar con algún otro pasaje de las Escrituras hasta nuestro retorno”.
Y señaló su plena confianza en estas palabras: “De acuerdo con la investigación que hicieran
del pasado los hermanos y hermanas de la clase bíblica, esperamos que al expresar nuestros
puntos de vista estemos expresando los de ellos también, al mismo tiempo que nos sentimos
únicos responsables de todo lo que decimos” (Ibid).
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habiendo llegado hasta el séptimo sello e introducido las siete trompetas. Después de esto, los
artículos cesaron, alegando Jaime White para ello la falta de tiempo para preparar un “Estudio
sobre las trompetas”. Se disculpaba por tener que abandonarlos, pero recomendaba el folleto
titulado El Sonido de las Siete Trompetas como la mejor luz que podemos tener en el
presente”. El mismo se vendía en las oficinas de Review. Se trataba de una reimpresión de 68
páginas de la explicación sobre las siete trompetas dadas por Josías Litch y publicada por la
oficina de la Review and Herald en 1859. Anteriormente los artículos habían sido reimpresos.
Cinco semanas más tarde el pastor White reconoció que le era imposible continuar con la tarea
declarando que, por encontrarse viajando la mayor parte del tiempo, “El hermano Smith ha
convenido en terminar el libro, comenzando con el capítulo “(Ibid, 21-10, 1862).
Siguiendo el mismo estilo, pero con comentarios más extensos, Urias Smith
retomó la tarea y comentó desde el capítulo 10 hasta el 22. Apareció un capítulo en cada
número de la Review menos uno. La serie culminó el 3 de febrero de 1863, en la edición
número 10, tomo 21.
Recién dos años más tarde los lectores de la Review se enteraron de la intención de su
editor, Urias Smith, de preparar el manuscrito para un libro que se llamaría Apocalipsis. A tal
efecto compaginó una serie de artículos escritos por el pastor White y él mismo, pedía a los
lectores que le enviaran sugerencias. Esto fue lo que publicó:
Periódicamente, durante los años 1865 y 1866, los adventistas del séptimo día eran informados
por medio de notas breves, de que el pastor Smith estaba dedicando todo el tiempo posible al
trabajo que había prometido. Recién en abril de 1867 el original fue puesto en manos del
impresor. El libro terminado salió a la venta el 13 de junio. Cuando Jaime recibió un ejemplar
escribió unas líneas de elogio para luego expresar.
Antes de aparecer la segunda edición, el pastor Smith revisó la obra y con esta nueva
forma, se hicieron varias impresiones.
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Aparece Daniel
El pastor Smith preparó los manuscritos como lo podría haber hecho un erudito,
dejando asentado los puntos de vista denominacionales n las grandes líneas de profecía
claramente comprendidas que se encuentran en Daniel y Apocalipsis. Pero cuando comenzó a
tratar versículo por versículo, recurrió a muchos textos de las Escrituras que tratan puntos que
nosotros, como pueblo, no conocíamos mucho y a menudo citaba los puntos de vista de
algunos de los más calificados comentaristas que existían, como así también las opiniones de
Josías Litch, George Storrs y otros. El pastor Smith demostraba tener un excelente juicio al
seleccionar lo expuesto por estos escritores.
Fue natural pues que con el transcurso del tiempo, algunos puntos se tornaron más
claros y también se revelaron ciertos errores incorporados en sus trabajos anteriores. Este
hecho obligaba al autor a efectuar, de tiempo en tiempo, una serie de correcciones y ajustes a
sus declaraciones anteriores. Refiriéndose a una de estas revisiones W. C. White escribió lo
siguiente en el año 1910:
“Durante los años 1886 y 1888 se suscitó una gran polémica sobre
algunos de los asuntos expuestos en Daniel y Apocalipsis. Un grupo
numeroso, entre el cual me incluía yo mismo, estaba convencido de que
este excelente libro contenía algunos errores que debían enmendarse. El
pastor Smith defendió muy hábilmente las posiciones adoptadas en el
libro, a la vez que se mostró muy complaciente para hacer las
correcciones necesarias de los errores definidos”.
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respeto de la gente y para que el Espíritu de Dios respaldar los principios
contenidos en ellos.
Por razones similares a las expuestas, hace poco el libro Daniel y Apocalipsis fue
minuciosamente revisado y en la forma actual como se lo edita, creemos que tendrá una amplia
difusión y seguirá ocupando el lugar privilegiado dentro de nuestra literatura, tal como lo
adelantara Elena de White: