Antropologia

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Resumen y análisis crítico: Culturas, realidad, teorías y poder

Capítulo IX: Cuando la cultura se convierte en política

El concepto de antropología cambió a lo largo del tiempo y se volvió político. Sin


embargo, este cambio ya fue predecido por Mariategui, el cual lo interpretó como el
momento en el que el indio sería el responsable de su propia liberación.
Desde los inicios de la antropología, su objeto de estudio ha sido el ser humano, sin
embargo, la percepción de la realidad cambió, viéndose reforzado por la aparición
de intelectuales indígenas, quienes vieron que sus culturas no eran tomadas en
cuenta y decidieron defender sus derechos étnicos.
Al derivar la palabra cultura del latín culture que quiere decir “cultivo”, nos permite
entender a la cultura como un cultivo de conocimientos que permiten la formación
de sus individuos. Sin embargo, en los últimos cuarenta años el concepto de cultura
ha tomado diferentes significados: La cultura como expresiones culturales, como
saber escolarizado, como modo de vivir y como organizaciones indígenas étnicas.
Siendo los dos primeros derivados de la colonialidad y los dos últimos las
respuestas emancipadoras.
Los levantamientos indígenas no iban a ser una novedad en la historia de
Latinoamérica, debido a la poca atención que se les tomaba a las poblaciones
indígenas. Sin embargo, cuando estos levantamientos se empezaron a dar, el
Banco Mundial, a través de préstamos, puso en marcha proyectos de desarrollo
para los pueblos indígenas en busca de la “interculturalidad”, la cual pretende tomar
a las culturas invisibilizadas y convertirlas en atracciones turísticas, cambiando su
cosmovisión a través de la “educación bilingüe” que tradujo sermones de la religión
católica para ser instaurada en las comunidades a través de su lengua materna. De
este modo, el concepto de interculturalidad se distorsiona y no cumple con lo
deseado por las minorías, las cuales piden una interculturalidad basada en respeto,
igualdad y diálogo.
En este sentido, diferentes personajes influyentes a lo largo de los años se han
mostrado a favor de la comunidad indígena dando a conocer los maltratos e
injusticias a los que son sometidos. Sin embargo, en los últimos años los intereses
capitalistas por generar nuevas estrategias de marketing a modo de mostrarse
empáticos, han usado la imagen del indio para lograr más ventas. Esto no lleva a
muchos intelectuales indígenas y antropólogos a preguntarse de qué igualdad
estamos hablando.
La realidad sobre la aceptación de la diversidad cultural muestra contradicciones, se
acepta solo fragmentos de la cultura indígena y se extraen de su contexto para ser
reinsertados en envases modernos a la sociedad, y muchas veces son usados con
fines comerciales.
A lo largo del tiempo, iniciando desde la llegada de Cristóbal Colón a tierras
americanas, la categoría “indio” fue mutando desde un sinónimo de habitante de
América hasta un término usado por los españoles para reafirmar la posición de
esclavo o siervo que tenían los indios en ese entonces, de este modo se empezó a
construir un tono despectivo y discriminatorio alrededor de dicha palabra. Sin
embargo, en el Perú, la palabra indio mutó al término campesino, pero no se dejó
atrás los prejuicios que se tenían, y se empezó a relacionar al campesino con la
propiedad de la tierra debido a la injusta distribución de estas, Además, los
gobiernos entrantes buscaban solucionar sus problemas que fueron identificados en
el ámbito social y económico con la distribución justa de tierras por medio de la
reforma agraria.
En el último tercio del siglo xx, surgieron en América Latina los movimientos
indígenas étnicos y políticos como un nuevo actor y sujeto político. Estos
movimientos solicitaban se les otorgue una mayor cantidad de terrenos, la extensión
de los cuales debería guardar una justa proporción con el número de personas que
vivirán en ello, siendo los amuesha los actores del primer grito organizado de
protesta indígena que abre el ciclo contemporáneo de movimientos políticos
indígenas.
Ser indígena hoy, en Perú, en los países andinos, en América Latina y en el mundo,
significa defender una cultura, una lengua, una identidad, una esperanza política
muy diferente a las del pasado. De la manera como se resuelva el conflicto entre la
adhesión a las máscaras y la aceptación de sí mismos dependerá la suerte de los
movimientos indígenas aimaras y quechuas en Perú.
La palabra «Perú» identificó al «país de los incas» y fue imaginado como un reino
sin hambre, una vasta región de abundancia, oro y grandes fortunas. Después de la
derrota de Túpac Amaru ii en 1781, la Corona española ordenó que se borre la
memoria de los incas. En ese contexto, «país de los incas» quería decir también
país de la monarquía española, dueña y señora del reino. Si el Perú dejó de ser el
«país de los incas» entre 1781 y 1821, la pregunta inevitable habría sido «¿y ahora
país de qué era?». Ese fue el momento en el que los criollos pensaron y llegaron a
la conclusión de que el Perú era de ellos.

Capítulo X: Gueto académico de las ciencias sociales y realidad social

De acuerdo con la lógica de la cultura quechua andina, cuando se examina una


cuestión en una reunión, los miembros de los ayllus agregan elementos que buscan
enriquecer la opinión que se considera más adecuada para tomar una decisión. Los
compañeros que escribieron los capítulos del libro y los autorizados a comentarlos
están al mismo nivel, porque buscamos que la antropología respete a las personas y
sea lo más útil posible para las personas. Las organizaciones y políticas de los
pueblos indígenas están haciendo lo que parece correcto para resolver su problema.
Encontrar una antropología no colonial, una etnografía cooperativa y una
globalización anti hegemónica, con la esperanza de que "pueda suceder otro
mundo", es una tarea difícil.
El grupo universitario académico tiene reglas explícitas e implícitas en las que se
capacita a los estudiantes, reglas que marcan sus vidas con más fuerza de lo que
uno podría pensar. El grupo académico es una prisión y hay que abrir puertas y
ventanas, si es posible con la mayor frecuencia posible, para escuchar el canto de
los pájaros, las rocas y las voces humanas que expresan algo nuevo que está
sucediendo y que no tenemos. La investigación-acción fue una de las categorías
que inventaron o recrearon, tratando de construir un puente entre la universidad y la
sociedad, entre el gueto académico y las organizaciones campesinas y políticas de
la izquierda, que en los años setentas realizaban y cerraban el ciclo histórico de las
luchas por la tierra.
Siendo las luchas de campesinos y campesinos indígenas por la tierra las que
abrieron el camino, sin embargos estas no fueron suficientes para conmover a
muchos antropólogos del mundo académico que se mantienen firmemente
aferrados al gueto académico del saber por el saber, lejos de los hombres y mujeres
que constituyen su objeto de estudio.
José Antonio Flores Farfán habla de una lingüística de emergencia para conocer y
estudiar las lenguas indígenas antes de que se pierdan, ahora una catástrofe
lingüística planetaria que hace desaparecer una lengua indígena cada dos
semanas, y no hay nada equivalente a una organización como Greenpeace para
intentar sálvalos. Su propuesta de restauración del lenguaje implicó cambiar las
reglas de juego propias del trabajo de campo clásico y, entre otras cosas, promover
la coautoría con los propios pueblos indígenas, intentando evitar que el informante
le diga al investigador sólo lo que quiere escuchar.
El autor nos explica también que debido a cuestiones éticas nunca tuvo una relación
amorosa con una mujer indígena y no realizaba estudios sobre las relaciones
amorosas y sexuales como antropólogo. Sin embargo, Diana Rearte, una colega, lo
llevó a analizar la sexualidad como un tema antropológico. El análisis de la cultura
quechua, su presente, pasado y futuro, se llevaron toda su atención desde hace
cuarenta años. Escribió libros y artículos sobre su economía, historia, política,
música, poesía, lengua, educación y mitología con la pretensión de ir
aproximándose a una visión global. Nunca tuvo una experiencia amorosa con una
indígena quechua.

Por otro lado, el capítulo de María Bertely Busquets nos relata sobre una
experiencia de colaboración entre indígenas y no indígenas en un proyecto
educativo para construir un mundo alterno, desde Chiapas, tiene el encanto de
abordar el tema desde la originalidad del movimiento político zapatista, como
alternativa al sistema educativo oficial mexicano. Este proyecto encuentra como
base al compromiso político de los indígenas con los maestros zapatistas con las
tesis de «mandar obedeciendo» y «coordinar obedeciendo»

El esfuerzo extraordinario que los intelectuales mayas hacen para reconstruir su


propia cultura y espiritualidad es presentado por Ximena García y Sergio
Mendizábal. La interculturalidad y la investigación en tanto prácticas académicas
tienen una presencia menor y de segundo orden. De esta manera, con su dominio
del idioma y la cultura, así como con las herramientas de lectura, escritura y
capacitación que recibieron fuera del mundo maya, los intelectuales se esforzaron
por presentar su cultura de una manera propia. Una experiencia comparable se
encuentra entre los intelectuales aymaras, sobre todo bolivianos, quienes con el
concepto de una «nación aimara» tratan de desarrollar una propuesta política.
Guamán Poma creía que la sociedad Inca era tan importante como la civilización
romana. En los últimos años ha resurgido la idea de ver las culturas maya o aymara
tan importantes como las occidentales, a pesar de sus considerables diferencias.

Por otro lado, el autor también expresa su preocupación e intriga por el rol de la
Iglesia católica a lo largo de esa experiencia maya. A la cual le corresponde en la
historia el papel de haber sido una de las «puntas de lanza» de la colonialidad del
poder y la sociedad, y de la propuesta de destrucción del universo espiritual
indígena en toda América Latina. Esto lleva al autor a preguntarse ¿Participa algún
sector de la Iglesia en este proceso de reconstrucción de la cultura maya en sus
propios términos? Si así fuera, ¿con qué intenciones?

Sergio Mendizábal brinda una propuesta en la que los mayas vuelven los ojos sobre
su propia cultura. Es claramente entendible su propuesta de un diálogo intercultural
fundado en el respeto y la consideración del otro.

La experiencia de acompañamiento de procesos de interculturalidad educativa en la


Universidad Veracruzana de México la ofrecen Gunther Dietz y Laura Selene
Mateos Cortés, quienes la complementan con una importante reflexión crítica sobre
la antropología posmoderna y los desafíos que supone intentar algo que se puede
llamar «antropología descolonizante y descolonizada». Sin embargo, el autor piensa
que la existencia de una intelligentia indígena no es suficiente para desencadenar
un proceso de descolonización en serio.

Graves debilidades son posibles si miramos de cerca los procesos de los


movimientos políticos y nacionalistas indígenas, especialmente cuando se trata de
alianzas políticas y posiciones de los líderes políticos que los líderes asumen ante la
tentación del poder para cooptarlos. De modo general, los individuos tendemos a
deformar la realidad para defender nuestros intereses individuales, de grupo o de
clase, y adecuarla a lo que nos conviene. La capacidad transformadora, liberadora y
emancipadora de las ciencias sociales existe, sin duda, sin embargo, sigue siendo
más fuerte aún su tendencia para conservar y reproducir el orden de la profunda
desigualdad entre los seres humanos. La crítica más radical y demoledora sobre el
uso de informantes en lingüística y antropología no podría ser suficiente para no
necesitar de ellos.
La idea de los antropólogos como personas que llegan, recopilan la información que
necesitan y luego se marchan está muy generalizada en las comunidades
indígenas, y en buena medida pueden ser justificadas ya que la etnografía es una
disciplina muy extractiva, al igual que las actividades evangelizadoras o las
empresas petroleras
La noción de «proyecto piloto» tiene una larga tradición desde que aparecieron los
primeros «proyectos de desarrollo». Estos anuncian una repetición y reproducción
mejorada y multiplicada, sin embargo, suelen quedarse en promesas incumplidas,
porque, cuando termina el financiamiento, no se toca más el tema.

En síntesis, podemos decir que las comunidades invisibilizadas aún no encuentran


la solución de sus problemas y luchas que vienen cargando a lo largo de los años,
esto solo demuestra cómo los grupos de poder siguen asumiendo las necesidades
en vez de buscar a los actores de estas y proponer una mesa de diálogo. Además, a
partir de esta lectura podemos reflexionar sobre el concepto de desarrollo que
tenemos, el cual también es asumido como un concepto universal que aplica a
todas las sociedades, siendo esto uno de los grandes errores que no permiten un
verdadero y deseado desarrollo acorde a las necesidades y a la cosmovisión de
cada sociedad.

Ana Fátima Meléndez Ascanoa

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