Acercamiento y Transformación Aportaje Con Luis María de Nicola Parte 2

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Acercamiento y Transformación

Aportaje con Luis María de Nicola

(segunda parte)

—Al finalizar la parte primera del "aportaje" decís que el E.C.P. es una descripción
transpersonal de la experiencia de ser persona. ¿Qué significa esto?
—Es una afirmación que resume lo conversado en todo el aportaje, y especialmente en
la última parte. Pero diré algo más. En 1983, en el primer encuentro latinoamericano del
E.C.P en Petrópolis, Brasil, presenté mi trabajo "Una forma de coparticipación en los,
ritmos vitales del universo". En él me refería a la búsqueda de un conocimiento del
hombre y del universo en el contexto de las nuevas aproximaciones en ciencias, dentro
de las cuales situaba al E.C.P como emergente y contribuyente a estas nuevas visiones.
Allí partía de nuestra metáfora central: la tendencia formativa -hoy la llamamos
tendencia transformativa-como hipótesis que funda y sostiene la relación centrada en la
persona, y al A.C.P como modelo alternativo dentro de los nuevos paradigmas
"organísmicos", dando a luz una visión diferente de la establecida sobre nuestro
universo, la vida y el hombre y, por consiguiente, sobre las formas de practicar la
"ayuda" entre personas. Presentaba aportes de las nuevas teorías en física, biología,
teoría general de los sistemas, teoría holográfica, etc. Las asociaba con el arte, tomando
en particular la música y la danza como metáforas reflejo de la forma creativa, artística,
del ser del propio mundo, del ser que es relación, y de las relaciones como creadoras de
formas.
En aquel trabajo examinaba la noción de participación y planteaba la coparticipación
como fenómeno básico de lo viviente, siendo la vida el tema nuclear del paradigma, a
diferencia del modelo anterior, basado en la máquina y los mecanismos automáticos.
Situaba la problemática de la enfermedad y la salud como efectos y trascendencia de los
''dualismos" implícitos en nuestras creencias y suposiciones sobre la realidad: cuerpo-
mente, parte-todo, individuo-universo, oyente-hablante, terapeuta-cliente. Replanteaba
la noción de "persona", desidentificándola de la de individuo, reubicándola como
proceso de personalización, de convergencia hacia el todo cósmico, y también señalaba
las limitaciones del planteo exclusivamente psicológico centrado en el sujeto como
entidad aparte de la totalidad del mundo.
Centraba la visión, la tarea del E.C.P., en el interés por la experiencia de ser, ser que es
en relación y relación que es creadora de forma, transformadora. Planteaba la
importancia de un pensar de las transformaciones y de un conocimiento que, surgiendo
de las relaciones, no atentara contra ellas sino que las preservara, un conocimiento-amor
íntegro, en el cual superar la dualidad conocimiento-afecto, teoría-vivencia, ciencia-
sabiduría de lo sagrado.
Formulaba una tarea de "superar la represión de! ser", recuperando para el hombre la
capacidad de resonancia, del latido en cooperación con todo lo viviente. Abordaba el
despliegue de la personalización como trabajo del universo, de expansión desde una
conciencia y una psicología centrada en el ego, en el sujeto fragmentado, a otras formas
expandidas de conciencia, ya no individual sino cósmica.
Resignificaba la descripción de la comprensión empalica, consideración incondicional y
congruencia como formas propias del universo -no sólo del hombre en términos de
resonancia y acoplamiento rítmico que "les crecen" a los seres humanos sino como
capacidad de vibración simultánea a la presencia del otro en un mismo campo de fuerza,
y como fuerza cósmica de creación de estructuras de vida, más complejas-.
El trabajo de terapeutas, consultores y consultantes surgía allí como colaboración y
expresión de esta fuerza, de este poder inherente a la vida. Me refería a la importancia
de la experiencia del terapeuta escuchándose a sí mismo en el consultante, en la
resonancia de aquel a su presencia y al "objetivo terapéutico" en el nuevo paradigma
como un compartir con el consultante nuestra experiencia de la interacción con él y del
"cambio" como simultaneidad de experiencia compartida, entendido esto como
trascendencia del ego, del sí mismo.
Se configura así el trabajo de la consulta y la terapia en el hábito de la disolución de las
dualidades propias de la existencia -sea que se la considere normal o no-, que dan origen
al estado de desintegración, de enfermedad. Ahora, a veinte años de entonces, me doy
cuenta de que en ese trabajo estaba proyectado el camino que hemos venido
recorriendo, y al cual se van sumando nuevos caminantes con sus propios aportes. Un
trayecto-proyecto centrado en la persona y claramente transpersonal.
—Al escucharte me parece reconocer algunas expresiones tradicionales del A.C.P.,
pero también formulaciones nuevas ¿es así?
—Sí; por una parte, corroboro con entusiasmo que aquellas intuiciones fundantes
formuladas por Carl Rogers siguen enriqueciéndose y cobrando fuerza e inteligibilidad
en nuestro trabajo actual. Por otra, hay transformaciones que provienen de una visión
diferente y permiten aclarar malentendidos y confusiones sobre cuestiones básicas. Hay
transformaciones que resultan de una ampliación y recontextualización dentro de la
avanzada del pensamiento actual en el! que nos hallamos insertos, y de las experiencias
que estamos viviendo como humanidad. Y hay transformaciones surgidas de nuestra
creación, de nuestra construcción de práctica-teoría formulando cuestiones antes no
formuladas, o refutando otras, y a menudo adelantándonos a investigaciones
emprendidas en otros países.1

PERSONA ES ESA EXPERIENCIA, ESE SUCEDER ABIERTO POR DONDE


PASAN LA VIDA, EL AMOR,
LA LIBERTAD.
LA TAREA ES EXPERIMENTAR QUE NO HAY OTRO LUGAR ADONDE IR
PORQUE YA ESTAMOS EN LA
EXISTENCIA.

—¿Podrías enunciar algunas de las transformaciones en las que estás trabajando?


Estimo que lo más interesante del A.C.P no es "lo que dice sobre" el hombre, el mundo,
la consulta, etc., si no lo que pone de manifiesto en su escucha del hombre y del mundo,
en su mismo "decirse" y "escucharse". El ACP no es tan solo una visión de "cosas
nuevas". Como "teoría", su validez consiste en la congruencia con que es vivida con su
arraigo en la experiencia y su expresión en acto. Luego viene también la congruencia
propia entre sus enunciados; pero siempre remite a la comprobación vivida en las
relaciones. No es una teoría de "contenidos", de temas privilegiados, de entidades o
hechos "dados por hechos" (del tipo: el sexo, la agresividad, los caracteres y tipologías,
los mecanismos, etc.). Tiene sus constructos propios y transformables. Como teoría es
saber o hipótesis o actitud acerca de la transformación. Es pensamiento de, en y para la
transformación. ¿De qué? De la experiencia personal vivida en todo acontecer vital, que
en sí misma es apertura a la transformación. No es un pensar quieto: es un pensar
inquieto, inquietante; inquiere acerca de la realidad, de su motividad, su libertad, su
novedad. Y allí no encuentra su quietud, sino su calma.
—Es decir, es un pensamiento que valida y hace lugar a toda transformación, incluido
este mismo pensar - pensar, no racionalizar.
—Claro. Es un pensar-obrar no centrado en la conducta o en ideales respecto de la
conducta (lo que se debe o no se debe hacer, lo que está bien o mal). Sí tiene su centro
en lo que está, en lo que es y en qué experiencia es esa, en tanto vivida por el hombre.
Es un pensar con lo que acontece, sin pre-tensión, en atención, El objetivo es participar
de la experiencia en su curso -no aplicar un recurso para llegar a un fin predeterminado-.
El fin es ir viviendo, ir siendo esa experiencia, ese curso, y encontrando su dirección at
ir escuchando-resonando. Se disuelve de esta forma la disociación sujeto-acción-objeto
que se vuelve acción espontánea sin objeto ni sujeto. Acción, y no ya reacción que
trasciende el tiempo en su fragmentación pasado-presente-futuro y es experimentada
como puro acontecer creador, como libertad, como ser.
Al ser libertad y no haber ya un sujeto que manipula la experiencia y la trata como un
sujeto, la experiencia abre y revela su propio saber, ¡o cual es experimentado como
percepción directa, y como "acción sabia" más que como un conocimiento.
Ya no hay ahí resentimiento (con el sufrimiento que esto implica), no hay atadura ni
culpa ni deuda ni cobranza. Hay un puro e intenso goce creador volviéndonos la
potencialidad que somos. Al desaparecer toda auto-estima, solo quedan la estima, el
aprecio, el respeto, la incondición, la presencia incondicional, el más intenso aquí y
ahora, la más completa comprensión y la más genuina integridad.
Ese es el instante atemporal en que sucede la transformación, la transforma-acción. Es
también lo que suele llamarse "meditación", que no consiste en "hacer meditación'1 sino
en volverse meditación, acción meditativa. Allí, en esa total integridad, se resuelve el
aparente dilema teoría-vivencia conocimiento-sentimiento.
Por eso, nuestra construcción básica, el corazón palpitante del A.C.P es la confianza en
la tendencia o poder transformativo, la confianza en ser poder transformativo. Es así que
hablamos no ya de "cambio" -lo cual supone conservar la estructura su jeto-acción-
objeto- sino de transformación, de suceso:- el cambio "se hace"; la transformación
sucede, acontece, es fuerza que no fuerza, no violenta, no condiciona.
Ese es el instante sin tiempo en el que sucede la sanación: el aprender, el darse cuenta,
la trascendencia de, la salida o retirada de la frontera que marca ego-no ego. Ahí la
persona es ya el sonido de lo que es tras-persona: nada le es ajeno, todo le pertenece y a
todo pertenece. No es más "la persona1' como individuo: es persona como la música de
la existencia es todo y es nadie, es "vacío". El corazón pulsa, toma y suelta; ya no hay
aferramiento, persona es esa experiencia, ese suceder abierto por donde pasan la vida, el
amor, la libertad. Para ello trabajamos y vivimos: para volver a estar en casa en
transformación, la tarea es experimentar que no hay otro lugar adonde ir porque ya
estamos en la existencia.
Esto significa para mí la confianza en el poder trasformativo, y claramente es una
"apuesta" fuerte: apostamos la vida -lo único con lo que contamos, el valor más pleno,
el que no tiene precio, el que solo se manifiesta en el aprecio.
—¿En qué consiste tu reformulación de las "actitudes" o condiciones básicas?
—En que ya dejan de ser "condiciones" o -si lo son-, resultan "condiciones-
descondicionantes", puesto que su presencia libera nuestra existencia del
condicionamiento, o sea nos libera de nuestra "mente", del "programa" que
confundimos con nuestro ser. Esto implica, en cuanto a las actitudes, soltar algunas
metáforas acostumbradas (como la de que comprender es "ponerme en tus zapatos"),
soltar ese discurso de otro paradigma y salir de la trampa que supone- También implica
aclarar numerosos malentendidos como el de que la incondicionalidad se refiere a la
conducta, cuando en verdad tiene sentido en relación con la experiencia. Y por cierto
supone abrir todo nuevo panorama que resulta de una visión y escucha experiencial-
transpersonal. Estoy desarrollando una concepción y propuesta sobre la escucha en esta
perspectiva lo cual significa despejar nuestro camino de una cantidad de dificultades
innecesarias.
Estas transformaciones implican, por supuesto, cambios en la formación y el
entrenamiento y también en la práctica deja supervisión (que he decidido llamar en mis
grupos escucha-visión"). Hay transformaciones en lo que concebimos como el rol
profesional, independientemente del entrenamiento y del título que se posea, puesto que
es la transformación la que formula los requisitos, no nuestro carnet. Obviamente, todo
esto se traduce en transformaciones en la asistencia, en el estar en consulta, en el ser
consultores.
Damos fin a todo el planteo basado en el supuesto que exista la polaridad "ayudador-
ayudado" que nos lleva a concebirnos como expertos en "ayuda", colocándonos en un-
estado de tensión y resistencia, de pretensión y de re-tensión, lo cual (paradójica-
mente) nos impide ser ayuda, ayudantes de la ayuda, que nos toma como sus asistentes,
a la par de sus consultantes. Nuestro rol consiste en saber participar del suceso sin
interferir con él; se trata de nuestro descondicionamento personal, lo cual requiere de
nuestra indispensable participación en relaciones reales (consulta, supervisión,
formación, encuentro, vida cotidiana) en las que exista de manera congruente una
práctica centrada en la persona, en la experiencia de ser persona.
Se transforma también nuestra concepción de ese fenómeno, ese suceso, esa experiencia
que convenimos en llamar persona y convertirse en persona, desidentificada ya de la
noción de individuo y de su referencia a la imagen del sí mismo, yo o ego. Se revela
también la fecundidad de esta noción en su poder de confrontación con la noción no ya
de "cosas", "objetos" (como ''máquina" por ejemplo), sino con la condición de
"esclavo", condición de alienado, de no libre, de propiedad de otro, de fantasma, sombra
de un auténtico viviente.
Así, la noción de "acercamiento" nos propone una "actitud", un modo de estar, una
forma de percibir y habitar los fenómenos por participación, por coexistencia, por
aproximación, mientras nos vamos "transformando" en la cercanía del no estar "fuera"
ni "dentro". El llamado "centralmente" se comprende de otra forma si hacemos
(dejamos, nos volvemos) un lugar para el "descentramiento" de los supuestos, categorías
y creencias socioculturales que ordenan lo que debemos o tenemos que ser, hacer, vivir,
conocer, sentir, evitar, temer, anhelar, etc., y si practicamos esto con nuestros
consultantes, y en las relaciones en general.

NUESTRA CONSTRUCCIÓN BÁSICA, EL CORAZÓN PALPITANTE DEL


ACP, ES LA CONFIANZA EN LA
TENDENCIA O PODER TRANSFORMATIVO, LA CONFIANZA EN SER
PODER TRANSFORMATIVO.

—¿Cuáles serían entonces las valoraciones para la práctica congruente del A.C.P?
—La práctica del A.C.P es arriesgada, aventurada. Es un juego muy serio que requiere
atención, presencia, entrega. No es para cobardes ("para pusilánimes", decía Rogers). Es
asumir la vida y una forma de vida. Es una vocación mis que una profesión, es escuchar
el llamado de las cosas y responder con lo que somos. Es, como ya dije, una práctica
subversiva, conversiva, que en su entrega a la inconsciencia pierde la ingenuidad y
escucha, ve, comprende, abre, inquieta, conmueve. Y entonces, no buscando amenazar,
sin embargo amenaza a lo que nos amenaza en nuestro ser. Diría, en términos
nitzcheanos, que es una práctica de transmutación, de creación, de valor, al afirmar la
validez de que lo que es sin tener que justificarse en otra realidad que la misma realidad.
Planteamos el pasaje de la noción de "proceso" -que fue fecunda a! destacar el carácter
móvil de los fenómenos y la experiencia- a la noción de "suceso", que abre nuevas
miradas y posibilidades.
Surge también toda una transformación en la concepción de lo que llamamos "relación"
desde la perspectiva transpersonal transformacional, y de lo que es para nosotros "ser en
relación" o "ser relación", que viene a ser justamente ser persona.
Damos de baja el planteo directividad -no directividad (que mantiene su interés
histórico, pero que corresponde a un paradigma en decadencia) y nos centramos en la
direccionalidad inherente a la transformación, al acontecer.
Estamos desarrollando otra concepción del fenómeno que llamamos "poder",
"autoridad", del liderazgo la política y las formas de organización de las relaciones entre
personas, de las personas como relaciones, y de los poderes y actividades humanas.
Comprendemos "poder" fundamentalmente como fuerza y capacidad de manifestación
de lo que es, de lo que existe, como afirmación de la vida, de su valor por darse: el
irrenunciable poder ser. Y se trata de garantizar el reconocimiento y el respeto a ese
poder. Una actitud diferente, incluso en nombre del amor, del "por tu bien", es una
forma más de la violencia. El A.C.P es una alternativa a la violencia, a la violación de
nuestra experiencia de ser persona, y es también un modo de trato posible con el mundo
en su totalidad, lo cual no implica felicidad o armonía aseguradas. El A.C.P no es una
manera de ser buenos o de no ser malos: es una forma posible de ser y de proteger la
experiencia de ser y estar, pero no se identifica con mandatos de "mejora" moral,
religiosa, espiritual o científica. Nada tiene que ver con "hay que" o "deberías". Nos
deja libres, con poder y sin mandatos, nos enfrenta a la asunción de lo que somos y sus
consecuencias.
En el A.C.P no necesitamos ser preceptores o correctores, No estamos para cambiar a
nadie, ni a nosotros mismos, no porque seamos virtuosos o bienintencionados, sino
porque eso es imposible: solo podemos, ni más ni menos, asistir a la transformación,
colaborar, y dejarnos transformar.
Por eso también nuestro deseo de incondicionalidad nada tiene que ver con una postura
de "no debo juzgar"; una postura caritativa y bondadosa implica aceptar que, cuando en
nuestra mente condicionada y acondicionadora estamos juzgando, lo que hacemos es
prejuzgar, implica ver y asumir las consecuencias de eso, volvernos conscientes de este
condicionamiento que se mantiene gracias a una mente (no individual pero incrustada
en nosotros) movida prejuiciada-mente en términos de toda clase de supuestos y
creencias que organizan y distorsionan nuestra experiencia. El deseo y la real
posibilidad consisten en la observación directa, rigurosa del acontecer de la existencia
que en sí mismo está libre, vacante, vacío de presupuestos: esto es para mí el núcleo de
lo que llamamos comprensión empalica. La existencia es, está, y es inocente, no es
juzgable como existencia. £s damos cuenta de eso: somos vacío creador, fecundo,
originario, pero vacío, silencio, escucha, visión. Esa es nuestra naturaleza
transpersonal, la que sostiene nuestra condición de personas, y con la que entra en
resonancia esta concepción del A.C.P

EL ACP ES UNA ALTERNATIVA A LA VIOLENCIA, A LA VIOLACIÓN DE


NUESTRA EXPERIENCIA DE SER PERSONA. Y ES TAMBIÉN UN MODO
DE TRATO POSIBLE CON EL MUNDO EN SU
TOTALIDAD

—¿Cuál es nuestro obstáculo mayor a la hora de ser facilitadores, consultores,


terapeutas? ¿Nuestro desconocimiento o conocimiento suficiente de técnicas, de
recursos, de teorías, nuestra escasa comprensión y revisión de lo que hacemos, el
hecho de que no somos como los maestros, los libros que no leímos?
Todo eso tiene su peso en la dificultad, pero la "eficacia" de ese conglomerado en
"discapacitarnos" le viene de su "refuerzo", de su no puesta en cuestión a la imagen de!
sí mismo, el enano fascista al que entregamos potencialidad y energía.
Se trata del ídolo moderno, la importancia personal adulada por la sociedad, la cultura,
la economía, los medios de comunicación, la ciencia, morales y religiones, la política, la
educación y las terapias y prácticas de ayuda herederas de la psicología moderna y la
filosofía cartesiana. Estar preocupados es estar pendientes de esa imagen, hablando con
el ídolo, pidiéndole favores, temiendo sus reproches, siguiendo sus órdenes, mutilando
nuestra experiencia organismo.. Es el tema de la tan mentada autoestima que da de
comer a tanto mercachifle. Preocupados, perdidos, alienados en esta representación,
bloqueamos nuestra presentación, nuestra presencia, que pasa a ser venta de imagen,
espectáculo, mero desempeño de rol. Preocupados, nos vemos impedidos para
ocuparnos de nosotros. Ahí, en ese montón de valoraciones, juicios, mandatos, ideales,
exigencias, deberes, lástimas, complacencia e indulgencias, perdemos el juicio, nos
enfermamos, nos alejamos de nuestra plenitud, la de ser, no la de ser esto o aquello
según lo que se usa. Allí dejamos de ser personas, para volvernos mecanismo,
automatismo, repetición, copia; nos conformamos matando el presente, lo nuevo, lo que
nace a cada instante. Ahí perdemos la congruencia, la integridad y por eso no podemos
sentirnos enteros y en paz, porque nos sometimos a un tironeo de requerimiento y
deseos donde se extravía lo más propio, no la imagen sino la experiencia, nuestro ser.
Ser congruencia, entonces, no es asunto de propósito, de ser perfectos, o dar buena
imagen: es estar libres de obediencia a fantasmas, es poder cesar el ruido, el parloteo
con la imagen y acceder a la llegada del silencio de la escucha para poder desocupar el
espacio tomado por el ídolo y manifestar la experiencia de ser en su integridad sin
opuestos, sin dualidad. Esta es la tarea de nuestra práctica.
Y es, pues, otra de las transformaciones en la percepción del A.C.P Desde una visión
transpersonal, nuestra tarea como seres de la existencia, independientemente de nuestra
percepción como consultores o consultantes.
es la de facilitar-facilitarnos la posibilidad de acceder a la experiencia incondicional de
ser, no como medio para un fin, sino como la experiencia de ser en cuanto ser
incondicionalidad, apertura. libertad amor, poder, creación, transformación.
Es decir, desalojar de nosotros la preocupación por nosotros mismos, ese inquilino que
nos roba, y en acto de plena presencia ocuparnos en ser, estar, en estado de percepción
fresca, fluyente, despierta, en contacto sensible, cercano, firme, poderoso, critico, con
lodo lo que hay, cualquiera sea el signo favorable o desfavorable que parezca tener a los
ojos de nuestra imagen aprendida y construida en la "matríx" del mundo humano,
intentar nuestra vida como libertad, como amor, como potencia, como belleza. Es dejar
de violentarnos y violentar, cosa del todo diferente de portarnos bien. Es abrir las
puertas y perder el miedo a entrar... en nuestra propia casa.
Nuestro modelo del hombre, de ¡as relaciones, del mundo, de nuestra práctica
vocacional-profesional puede ser entendida de maneras distintas. La que deseo, la que
nace ahora entre nosotros es una amenaza para cierta organización del mundo que nos
quiere mercancías utilizables en el mercado, esclavos dóciles y felices entretenidos
consumiendo, o preocupados, desocupados, desamparados, a fin de manipularnos a su
antojo.
En cambio, propiciamos la libertad, la apertura del ser, la afirmación de la capacidad, la
incondicionalidad que nos ofrece la oportunidad de romper las cadenas, de ir más allá
de nuestra mente-sí mismo, de la locura de nuestra fragmentación que es nuestro
desamor, nuestra condena -que pagamos en enfermedad, en pérdida de integridad, en
alimentar conflictos que se perpetúan-. Lo queramos o no, seamos conscientes o no,
tomamos partido.

LA EXISTENCIA NO PUEDE SER POSEÍDA, APROPIADA O REPRESENTADA. SOLO PUEDE


SER EXPRESADA, VIVIDA, LIBERADA.

—Toda esta visión de nuestra práctica como consultores transforma la perspectiva


del A. C.P.
—Sí, incluso trasciende las marcas de la ciencia en general (aunque participa de ella) y
las de la psicología en particular, en tanto trasciende los referenciales filosóficos que
sustentan ¡a mirada científica. Sintoniza más con los nuevos paradigmas, más allá del
reduccionismo mecanicista y del positivismo objetivista.
La práctica de la consulta se nos manifiesta como práctica poética porque el mundo en
su acceder se revela como práctica poética, como creadora de más amor. No se trata de
que hacemos poesía, sino que es la poesía del mundo la que nos-hace, al escucharnos y
darnos lugar.
Por ello también se transforma nuestra visión de ¡a técnica, de su sentido y alcance. Se
nos aparece más como posibilidad expresiva amplificadora de la experiencia, al servicio
de esta y no como intención de modificarla o de codificaría y se transforma nuestra
percepción del "reflejo", como lo caracterizo en el trabajo antes mencionado.
Nuestra tarea es nuestra práctica poética, nuestra poética práctica, el ejercicio de nuestra
actitud contemplativa, actitud de constatación del darse de la experiencia en sus
mutaciones. Se trata de pasar del mirar al ver, de! oír al escuchar. De volvernos vacío,
lugar, espacio hueco, silencio donde resuene la existencia, donde suceda la libertad, la
transformación, el amor, ya despojados de la pretensión de dominio y control,
plenamente presentes en nosotros mismos.
Allí descubrimos que somos el otro y el otro es nosotros, que somos copartícipes, seres
activos del suceso único, en el que nace, brota lo inesperado, lo incalculable. De ahí
vendrá a nosotros, la palabra, el gesto, el sentido.
Concibo nuestra tarea como tarea del amor, con otras perspectivas de lo que llamamos
amor. Ya no se trata de dar o recibir, de la intención de dar o recibir: amor es vacío
puro, no hay ahí intención ninguna. Lo que es sencillamente se afirma en su expresión,
se da a conocer, sin querer producir ningún efecto, tan simple como que el sol "solea",
el agua "agüea", y la flor "florece", y la persona "personea". Es acto de experiencia
inmediata, es contacto pleno, atención sin fronteras.
Amor no es algo que alguien tiene o que pueda tener, no se da ni se recibe, porque no es
objeto: es experiencia. Amor se es, amor está: "dar" amor es simplemente serlo, ser lo
que se es, que se brinda sin medida, sin cálculo, porque e! ser no es cuestión de cálculo.
Nada tenemos que dar, porque nada poseemos. Nada tenemos que recibir porque no hay
nadie desprendiéndose de algo que posea.
Todo el universo es concebible como acto de amor, de presencia, de libertad. La
existencia no puede ser poseída, apropiada o representada. Solo puede ser expresada,
vivida, liberada. En el nivel transpersonal de la experiencia ya no hay ego-otro. Solo un
fluir unificado. Según mi percepción y mi entender, el A.C.P se mueve en esa dirección,
que es la del ser-amor-libertad-belleza.
Podemos navegar juntos en la dirección de la transformación.
1
En el mundo se están produciendo trabajos interesantes acerca de nuestra A.
C.P., algunos en sintonía con la dirección en que nosotros avanzamos. Me
gustaría aclarar que cuando digo nosotros me hago responsable de mi trabajo
y contribuciones, pero no puedo dejar de tener presentes nuestros intercambios
con Claudio Rud, y los que también tengo en la actualidad con María José
González Cerezo-que también prestó su ayuda en el aportaje-, con Vivi Rey,
Lidia Fogliatti, Graciela Gamallo, Matilde Gandia Vidal, Femando Vázquez
Mariana Rimoldi, Matías Spreindlsperg y otras compañeros, supervisando,
alumnos, de Casabierta y médicos, counselors, psicopedagogas, plásticos,
músicoterapeutas y otras, en procura de un vivir y trabajar íntegro y creativo
enraizado en el ACP

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