Scannone Diversas Interpretaciones Latinoamericanas Del DP

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194 ^ DIVERSAS INTERPRETACIONES

LATINOAMERICANAS DEL DOCUMENTÓ


olvidando los grados que lo han conducido al puro Amor. Mien­ DE PUEBLA ^
tras más ardiente sea en mí el amor de reciprocidad del que hrota
el StLScipe, más claramente percibiré la humildad de mi condición por J. C. SCANNONE, S.J. (S. Miguel)
creada, la vivacidad en mí de la falta, la imprevisible proximi­
dad del Salvador, las marcas de la Pasión en su cuerpo resucita­
do. De lo contrario, el amor es reemplazado. por su simple espe­
jismo; a fortiori deberé entonces, para deshacerme de esta ilu­
sión, retornar al Fundamento, al Triple pecado.'. Pretender
desprenderse, al término, del recorrido gratuito sería descono­ Es un hecho que ya desde la aparición del Documento de
cer la Encarnación, la irreversible asunción por el Eterno de la Puebla se han ido dando interpretaciones, del mismo que no sólo
fragilidad del tiempo. El punto en que los Ejercicios culminan, muestran ópticas diferentes, sino, a veces, divergentes. Así es
para sumirse incansablemente en sus comienzos (Ej. nn. 230, como, por ejemplo, en el mismo número de la revista chilena
238, 4, 18), será, pues, “Contemplación”, referencia sin retorno Mensaje —el primero aparecido después de la Conferencia Epis­
al Objetivo majestuoso que íntimamente la funda, y no, al modo copal de Puebla— escriben sobre ella dos importantes teólogos,
hegeliano, “Idea de la Filosofía”, kenótico Pensamiento de sí del uno que participó en la reunión desde dentro, como experto, y
Espíritu absoluto en su negativa autosuficiencia sin respeto. La el otro, desde fuera, como consultor particular de algunos obis­
experiencia contemplativa no se renegará en una “Ciencia de la pos; pues bien, sus dos perspectivas no sólo son distintas, sino
Lógica”: ganará, más bien, como Teo-logía, en esperanza lo que contrapuestas 1. Valga otro ejemplo: en la edición argentina de
parece perder en totalidad presente^®. A esta luz, la disposición un libro sobre Puebla, quien le da el imprimatur se lo concede,
del “Espíritu absoluto” no puede menos que modificarse: no de­ pero observando que —a su juicio— “si bien no hay errores (en
sembocará ya, a la manera especulativa, en la interpenetración el libro), ... la visión que se presenta es parcial y omite subrayár
negativa de la inmediatez intuitiva —despojada de su exteriori­ importantes aspectos del Documento” 2.
dad— y de la mediación representativa —purificada de su irre­ Se trata, por tanto, de perspectivas distintas, que —según
versibilidad en un Saber sin otro ser-ahí que el Saber mismo. se adopte la más o menos adecuada o una inadecuada—, darán
La dehiscencia y la transparencia se armonizan más bien en un por resultado diversas interpretaciones del Documento más o me­
vínculo definitivamente religioso en que lo más comprensible per­ nos fieles y válidas, y aun pueden llegar a deformar su inte­
manece tangible misterio y le más impenetrable reside en la clari­ lección.
dad suprema de Dios. La conjunción a los bienes de la naturaleza En este artículo nuestra tarea será la de presentar y valo­
y de la historia en su donación fáctica (1*? punto de la “Ad amo- rar brevemente las principales perspectivas o líneas de interpre­
rem”) pro-mete, más acá de las figuraciones eletivas del juego tación que a nuestro juicio se están dando actualmente en Amé­
estético (cf. 29 punto de la “Ad amorem”) y del escondido traba­ rica Latina. Nos limitaremos a los trabajos publicados en nues­
jo del nexo racional (cf. 39 punto de la “Ad amorem”), la gra­ tro Continente; entre ellos consideraremos ^pecialmente los que
tuita positividad de la comunión cumplida a la Bondad del Altí-
.simo (cf. 49 punto de la “Ad amorem”).
* Sobre el tema de este artículo ver también el trabajo publicado
por el Equipo de Reflexión Teológico-Pastoral del CELAM titulado Re­
flexiones sobre Puebla, Bogotá, 1979, en especial págs. 37 ss. No ha de
extrañar que ideas expuestas en el presente artículo coincidan con algunas
de dichas páginas, pues el autor participó de la reunión que estuvo en
la base de la redacción de éstas.

■1' 1 Me refiero a los siguientes trabajos: H. Alessandri, De Medellín a


Puebla: los nuevos acentos, Mensaje 28 (1979), n. 277, 110-116; y J. Com-
blin, La conferencia episcopal de Puebla, Ibidem, 117-123.
G. Fessard, op. eit., tomo 1, pp. 163-164, 177. 2 Cf. S. Galilea, El mensaje ele Puebla, Florida (Buenos Aires), 1979,
*0 A. Léonardj La foi..., p. 399. p. 7, en las palabras “Al lector” firmadas por Mons. J. -Laguna.
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196 —
i
I — PRIMERA LINEA INTERPRETATIVA: COMUNION
explícitamente intentan comprenderlo en su globalidad, y no es­ Y PARTICIPACION COMO IDEA MATRIZ
tudian solamente uno de sus capítulos. Además prestaremos so­
bre todo atención a las interpretaciones que büsean un nivel más La XVII Asamblea Ordinaria del CELAM, que se celebró en
profundo de intelección que el de una mera yuxtaposición de te­ Los Teques (Venezuela) del 27 al 31 de marzo, es decir, algo
mas o ideas-fuerza sin articularlas suficientemente entre sí. más de un mes después de concluida Puebla, recomendó “que el
Se pueden distinguir al menos cvxitro líneas de lectura latino­ CELAM haga un estudio de Medellín y Puebla para que, como
americana del Documento, que no se excluyen mutuamente, sobre se originó en Medellín la mística de la liberación, se difunda, a
todo si no se las absolutiza o unilateraliza. Ellas son: partir de Puebla, la mística de comunión y participación”. Según
el testimonio de Mons. A. Quarracino, actual Secretario General
I) la que ve como hilo conductor, idea matriz y pensamiento del CELAM, en los dos documentos preparatorios para Puebla
clave del Documento al de la comunión y la participación; r—el de Consulta y el de Trabajo— se expresó claramente “que
II) la que pone como su núcleo fundamental y principio de la línea teológico-pastoral que debía vertebrar cuanto se dijera
interpretación a la opción preferencial por los pobres; sobre el tema en la Tercera Conferencia estaba conformada por
los ‘dos polos complementarios’...: la comunión y la participa­
III) la que encuentra en el tema de la evangelización de la ción”. Y agrega: “En Puebla se realizó un esfuerzo grande para
cultura y, en general, en la Segunda Parte del Documento, su I que así fuera y ellos aparecieran lo más claramente posible”. El
gozne articulador, aquello que constituye el ápice, la novedad y la mismo autor condensa el empalme que se dio entre el espíritu de
fuerza de Puebla; Medellín y el de Puebla con la frase: “liberación para la comu­
nión y la participación” *. En expresión del Cardenal A. Lorschei-
IV) la que juzga que el logro principal allí alcanzado con­ der (referida al Documento de Trabajo), los principios que le
siste en la clarificación doctrinal. estuvieron siempre presentes “fueron los de comunión y particL
, Las dos primeras lecturas tratan de descubrir el núcleo gene­ pación para llegar a la verdadera y auténtica liberación”. Note­
rador del Documento, que da la perspectiva desde la cual se com­ mos que ambas expresiones se complementan y cierran un círcu­
prende acertadamente todo el resto. La tercera, en cambio, más lo entre liberación y comunión-participación ®.
que en el núcleo o matriz fija su atención en aquello que, dentro Numerosos intérpretes del Documento, —^sobre todo obispos
de la dinámica del documento tomado como unidad en su movi­ i que participaron en la Conferencia— centran su óptica en este
miento del principio al fin, marca el nexo mediador central que último binario para presentar su núcleo central. Ejemplo típico
articula sus partes como en una aspecie de climax hacia el cual se l| de esa visión es la de Mons. M. Me Grath, para quien comunión
asciende, y desde el cual luego se desciende. La cuarta lectura, y participación son el “hilo conductor o idea matriz que es la cla-r
por su parte, es menos globalizante que las otras tres, pues se
contenta con afirmar cuál es —según su opinión— el fruto prin­ * Todas esas citas están tomadas de: A. Quarracino, Comunión y
participación. Editorial de Celam 12 (1979), n. 140, p. 2..
cipal logrado. Por eso mismo no la analizaremos en este artículo ® La última cita es de A. Lorscheider, Relación introductoria a los
Como luego veremos, un punto capital de diversificación trabajos de la III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano,
entre la segunda lectura mencionada y las otras tres, es su dis­ Celam 12 (1979), n. 136, p. 28. Según J. Sobrino “comunión y participa­
tinta valoración de la Segunda Parte (la más doctrinal) del Do­ ción” se refieren más bien al final de un proceso, mientras que “liberación”
incluye la utopía á realizar “y” el proceso para llevarla a cabo (cf. Pue­
cumento, y de su función clave para comprender y apreciar el bla, serena afirmación de Medellín, Christus 44. (1979), n. 520-1, p. 51);
conjunto del mismo. asimismo J. Libánio tiene afirmaciones semejantes, en cuanto, para él el
binomio se refiere a una utopía a realizar, aunque debe ya encontrar sus
centros, agentes y medios aquí y, ahora .(cf. Introducáo, III Conferencia
3 Sin desconocer la necesidad y valor de dicha clarificación, no cree­ Geral do Episcopado Latino-Americano. Puebla: Cpnclusóes, Sao Pauio,
mos que ella sola sea el punto de vista interpretativo central, pues así 1979, págs. ,68-9). Por nuestra parte juzgamos .que hay que recalcar que
se desconocería el momento positivo de Puebla, que hace mucho más que “comunión y participación”, no sólo son fin, sino también camino, según
dar una clarificación o corrección, aunque no haya que olvidar que ese fue la dialéctica del “ya, pero todavía no”.,, . . ..
también su cometido.
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ve de su interpretación” (del Documento), y “que da la unidad de dicho binomio, con toda —a su juicio— “fue difícil para los
dinámica al conjunto”®. Aún más, haciendo un poco de historia, obispos incluir en esa única perspectiva todos los problemas que
hace notar que tal pensamiento-guía no sólo fue “la más adecua­ ellos estaban afrontando en su misión pastoral y que creyeron
da expresión de las líneas convergentes de todos los informes de que la Conferencia debía considerar”. Por ello —agrega— el es­
las 23 Conferencias Episcopales”, sino que se hizo luego traspa­ fuerzo no siempre dio resultado, “y la integración de ese tema
rente en el primer temario presentado a la Conferencia, y se afir­ con los diferentes tópicos tratados aparece algunas veces artifi­
mó aún más claramente en la versión aprobada por ella. La Co­ cial o se logra en un nivel más bien superficial”‘b
misión de empalme (a la que perteneció el mismo Me Grath) ¿Tales afirmaciones invalidan lo afirmado por los testimo­
tuvo por misión —según él lo explica— que las Comisiones guar­ nios anteriores? No es nuestro cometido en este artículo hacer
daran conciencia de tal hilo conductor, aprobado por la Asam­ un análisis minucioso del Documento. Uno de quienes lo ha hecho
blea. De ahí que —agregar— finalmente da “la forma, los títulos, en forma más concienzuda es, sin duda, C. Sánchez Aizcorbe ^2.
mucho contenido y una cohesión interior a todo el texto”, por lo Este intérprete buscó en su análisis determinar cuáles son las
cual “resulta la mejor clave para su interpretación”". El resu­ grandes directrices para la reflexión y la conciencia cristianas
men del texto podría hacerse entonces diciendo que la evangeli- propuestas por Puebla. Sin embargo, no se limitó a enunciarlas,
zación libera del pecado personal y social, hacia la comunión y sino que trató de expresarlas en proposiciones sacadas del texto
participación, primero en la Iglesia y luego en la sociedad huma­ o inspiradas inmediatamente en él, y luego, de analizarlas en el
na a todo nivel ®. significado de sus términos, en sus fuentes y en su función dentro
El resumen así diseñado por Me Grath coincide con el dado del entretejido del texto. Tampoco se contentó con una mera
por el Card. Lorscheider ®. Recordemos que en las introducciones yuxtaposición, sino que tr.ató de exponerlas según la importancia
a los Documentos de Consulta y Trabajo, el mismo Cardenal, en­ relativa que —^según su juicio— ellas tienen. Pues bien, ese tra­
tonces Presidente del CELAM y luego uno de los de la Asamblea, bajo tan textual da por resultado que la primera de esas direc-,
señalaba la comunión y la participación como la línea teológico- trices es la que se sintetiza en la idea clave: “comunión y parti­
pastoral seguida. Otro de los Presidentes de la Conferencia, el cipación”. Sin embargo, a pesar de la relevancia que tal inter­
Cardenal J. Landázuri Ricketts confirma la misma interpreta­ pretación confiere a ese tema, no afirma sin más aditamento,s
ción del Documento final al llamar a la comunión y la participa­ que ése sea el hilo conductor, aunque se trate —en su apreda-
ción “el núcleo del mensaje de Puebla” y “el espíritu que vivifica cfón— del más importante de ellos
todas (sus) páginas”!®. A nuestro juicio habría que precisar qué se quiere decir con
Por su parte F. Ivern encuentra en el binomio “comunión y la expresión “hilo conductor”. Si se la toma en el sentido más
participación” la principal fuente temática de Puebla, que según inmediato de eje temático lineal que va anudando las distintas
el plan original de los organizadores debía servir de guía y cen­ partes del Documento y que aparece sobre todo en los nexos (es­
tro de todas las sesiones de trabajo. Pero añade que, aunque el critos con posterioridad), es evidente que es el principal, y que
tema está ahí, y se nota en el Documento el esfuerzo deliberado
de interpretar lo que se dijo sobre evangelización en términos !! Cf. Puebla: una Iglesia en movimiento. Noticias Paraguay S.I.,
-n. 93 (1979), p. 21.
« Cf. Puebla: Visión General (Conferencia tenida en la Reunión Pie- Cf. Las grandes directrices para la reflexión y el compromiso cris­
naria del Secretariado Episcopal de América Central- y Panamá, en S. tianos propuestas por el Documento de Puebla, Revista del Centro fw-
José de Costa Rica), Panamá, 1979, p. 10. vestigaciones y Acción Social 28 (1979), n. 286 y 287 (con ulterior con­
T Ibidem, págs. 19-20. tinuación).
8 Ibidem. Sin embargo dice Sánchez Aizcorbe que lo puede llamar con Mons.
9 Cf. El Documento de Puebla. Intento de sintesis, en: Puebla, Gran­ Me Grath “el hilo conductor o idea matriz”, "con tal que se respete siem­
des temas, I^ Parte, Bogotá, 1979, págs. XX ss. La referencia que inme­ pre su ordenación a la comprensión de la actividad evangelizadora de la
diatamente haremos a los Documentos preparatorios es: Documento de Iglesia, cuya naturaleza cabe legítimamente definir mediante ese binomio
Consulta, Presentación, n. 4.3, y Documento.de Trabajo, Presentación, n. 3.3. conceptual de ricos contenidos tanto teológico-pastorales, como socio-polí­
!9 Cf. Comunión y participación. El núcleo del mensaje de Puebla, ticos” (cf. Ibidem, nota 84; en el texto del artículo prefiere hablar de
Familia y sociedad 4 (1979), p. 18. ‘ “un hilo conductor”, cf. n. 221-5).
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el documento definitivo fue aprobado cómo unidad así hilvanada. Para afirmarlo se hace notar cómo el tema permea todo el docu­
Si en cambio tomamos esa formulación en un sentido fuerte, co­ mento y no sólo el capítulo correspondiente. Además, se trata de
mo sinónimo de “núcleo generador” o “matriz”, pienso que no se la primera de las opciones preferenciales: no es de ninguna ma­
puede afirmar que se trate de la única, o que haya sido la fuente nera una opción aislada, sino que ella enmarca toda la misión de
del todo y de cada una de sus partes, aunque se trata sin duda la Iglesia latinoamericana y cada una de las tareas que de allí se.
de una de las más importantes, de tal modo que prescindir de derivan, aun las que no se refieren explícitamente a los pobres.
eUa o no valorarla suficientemente en la óptica de la interpreta­ Pensemos que realmente es así, y que de ese modo se está
ción global, llevaría a deformar }a intelección del Documento. Pe­ tocando no sólo uno de los desafíos humanos y pastorales más
ro eso no quiere decir que, para serle fiel, haya que adoptar ese acuciantes del Continente, sino también uno de los principales nú­
único prisma hermenéutico y, mucho menos, que se dejen de cleos generadores y ejes fundamentales del Documento (aunque
considerar otras matrices o núcleos generadores que incidieron no el único). Aún más, nos parece que no es sino la otra o segunda
también decisivamente en su gestación. Habrá que considerar cara del núcleo constituido por el binomio prioritario “comunión-
su interrelación mutua. participación”, en cuanto es visto en contraste con la realidad
Por otro lado, estamos de acuerdo con las afirmaciones antes latinoamericana, que en gran medida está signada por la anti’^
citadas, de que “comunión-participación” no son una alternativa comunión y la anti-participación i®, y en cuanto que, por otro
contrapuesta a “liberación”, y tampoco su sustituto, sino que lado, es en los pobres y en su religiosidad donde —gracias al in­
existe entre ambas un estrecho vínculo, como lo existe entre Me- flujo evangélico— ya se viven y se realizan la comunión y la
dellín y Puebla. participación que no se dan con todo a nivel estructural.
Según nuestra opinión ambos a dos son los núcleos genera­
dores más fundamentales del Documento, íntimamente relacio-^
II — SEGUNDA PERSPECTIVA HERMENEUTICA: DESDE nados entre sí; pero para una comprensión más cabal del senti­
LA OPCION PREFERENCIAL POR LOS POBRES do de esos mismos núcleos y de su mutua conexión se ha de va­
lorar ajustadamente el rol articulador que en el desarrollo del
Para caracterizarlas iremos describiendo brevemente sus Documento así nucleado tiene su Segunda Parte.
rasgos. . Es de notar que, de hecho, un buen número de quienes adop­
tan la segunda línea interpretativa o se mueven en su ámbito, se
1) Núcleo fundamental y Segunda Parte caracterizan por una menor valoración de la mencionada Segun­
Según esta línea interpretativa el núcleo generador del Do­ da Parte. Según esa opinión ella —en sus capítulos doctrinales—
cumento y, por consiguiente, el punto de vista que da la perspec­ I no hace sino repetir cosas ya sabidas, con un tono demasiado
tiva para interpretarlo en su totalidad y en cada una de sus par­ magistral y abstracto, evidenciando la poca incidencia de la rea^
tes y temas, está dado por la opción preferencial por los pobres lidad latinoamericana en la reflexión teológica allí explicitada

Quien ha desarrollado con más coherencia y consecuencia esa vi­ puntos escogidos permiten una entrada a lo fundamental de la opción de
sión del Documento es, a mi entender, J. Sobrino en el art. cit. en la nota 5. Puebla y que es posible desde allí enfocar otras importantes y debatidas
Para él la opción por los pobres es “el marco teórico para la misión cuestiones” (p. 32). . .
de toda la Iglesia e ingrediente de cualquiera de sus misiones” (p. 62), 15 Yer cómo presenta la Primera Parte del Documento Mons. A.
“el núcleo central de Puebla y su principio de interpretación” (Ibidem); Espósito, en su Güín para leer a Puebla, Buenos Aires, 1979, págs. 22 ss.;
la principal razón aducida para optar por esa hermenéutica no es textual, para quien “comunión y participación” son las palabras claves de Puebla
sino teológica: “Por' ello creemos que son principios hermeñéutrcos de in­ (cf. p, 10), Desde una perspectiva, globalmente distinta muestra también
terpretación de todo él documehto, porqué a partir de la idea encarnada L. Boff la conexión de ese tema —que para él es “la línea de fondo que
se puede comprender más correctamente la idea doctrinal, lo cual no ocurre cose todas las piezas’W .con la misión de la Iglesia en favor de la justicia
necesariamente a la inversa” (p. 64). Estimamos :que en la misma línea (cf. Puebla: Ganhos, Avangos, Questoes emergentes. Revista Eclesiástica
interpretativa se puede también' situar a G. Gutiérrez, quien, aunque en Brasüeira, 39 (197?)., p. 49),. . ,.
su trabajo: Pobres y liberación en Puebla, Páginas 4 (1979), n. 21-22, .. ^®.Par.a J. Sobrinp. “los tres documentos doptrinales sobre Cristo, la
1-32, no trata sino de esos dos temas, con todo agrega: “Creemos que los Iglesia y el hombre suenan como clases m'agistrale.'j’’,, y el tono gene.ral d.el
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Por eso mismo esos intérpretes no tienen en cuenta el papel para cada por la dialéctica de la lucha de clases y por la utilización
nosotros decisivo que juega la Segunda Parte en la especificar del análisis marxista, análisis que el Documento no comparte y
ción —desde la identidad cristiana y también desde la latinoame­ contra cuyos riesgos previene.
ricana— de la opción preferencial por ios pobres en la que ellos Esa precisión del sentido evangélico (aunque liberador inte­
—con razón— insisten. Tal función especificadora es clave, aun gral) de la opción por los pobres no quita que ella sea considera­
prescindiendo del juicio teológico acerca de la Segunda Parte o da con acierto no sólo como una mera opción ética, sino como
de alguno de sus capítulos (si son más o menos originales, con­ una verdadera opción teológica i®, en la que se trasparenta quién
cretos, pastorales, etc.), con tal que se acepte su valor de verdad y cómo es Dios, Cristo, la Iglesia, la salvación, el hombre. Será
y su rol articulador del conjunto. una tarea de la teología del post-Puebla explicitar los contenidos
Pues si no, puede tenderse a leer el Documento —como de teológicos de dicha opción, sin olvidar con todo, que a su vez ella
hecho pasa— saltando de la Primera a la Cuarta Parte, como si es respuesta pastoral a la realidad latinoamericana (que la Pri­
se tratara de una suma de documentos yuxtapuestos, entre los mera Parte analiza) a la luz de la fe (que la Segunda Parte ex^
cuales se elige según su supuesto valor, y no de un único docu­ pone en el trípode doctrinal). Como luego diremos, son impor­
mento que ha de leerse en unidad. Fue intención explícita de la tantes ambas vertientes del círculo hermenéutico.
Conferencia redactar un documento único, que como tal ha de
leerse. Además, aunque se tengan en cuenta los estratos de la re­ 2) La relación entre Medellin y Puebla
dacción y las diversas tendencias o enfoques de los participantes,
no se puede olvidar que se trata de un acto de magisterio colec­ Esta línea interpretativa comprende la relación entre ambas
tivo, que tiene su valor propio —en cuanto es un acto colectivo y Conferencias en consonancia con lo dicho en el punto anterior.
en cuanto es acto de magisterio—, el que no es igual a la suma Propiamente no se daría algo verdaderamente nuevo en Puebla
algebraica o al común denominador mínimo de las opiniones de globalmente considerada (aunque se den aspectos parciales nue­
los participantes. vos). Se trataría más bien de una profundización, una “serena
Considerar la opción preferencial por los pobres prescin­ afirmación de Medellin”, en la cual aparecerían algunos de sus
diendo del sentido cabal que le confiere la Segunda Parte como puntos más discutidos, en “pacifica possessio” de la Iglesia
lazo de unión con la Primera, puede dejar abierto el camino a am­ Pero, aunque no se habría dado un gran paso hacia adelante,
bigüedades o a desviaciones de óptica en la comprensión de dicha con todo se podría afirmar que se ha crecido hacia los lados, por
opción, como sería interpretarla como una opción clasista, mar­ la ampliación de la base de sustentación de esa confirmación de
Medellin. Otros intérpretes prefieren hablar de “un elegante paso
hacia adelante”, expresión en la cual el epíteto, algo humorístico,
Documento “es excesivamente reposado y frío y con pretensiones sistemá­ parece señalar que ese paso fue más bien corto y no implica
ticas y lógicas más bien que de animación e inspiración pastoral” (cf. art.
cit., p. 61); según J. Comblin “las comisiones 2da. y 3ra. concluyeron en ningún avance cualitativo-®.
textos neutrales de compromiso” (art. cit., p. 121); J. Libánio, hablando Una de las maneras que dentro de la misma óptica se usa
de la primera redacción, se refiere al “cuño 'conservador 'de la parte teo­ para expresar la relación entre Medellin y Puebla es la analo­
lógica”, la cual es “el punto más débil y menos interesante, por su mo- gía entre bautismo y confirmación, o bien, entre Pentecostés y el
no'tonia, falta dé creatividad, repetición de enseñanzas formuladas de modo
mucho mejor en otros documentos de la Iglesia bien anteriores” (art. cit.,
p. 62); para L. Boff la teología explícita (de los textos doctrinales) es Sobre este punto cf. J. Sobrino, art. cit., págs. 63 ss. Acerca del
^‘contenida, retráctil y tuciorista”, en ella “éxiste una visible preocupación último fundamento teológico de la preferencia por los pobres cf. B. Ville-
por la ortodoxia, lo que confiere a los textos un carácter abstracto” (art. . gas. Ante la opción-de Puebla por los-pobres. Mensaje 28 (1979), n. 282,
cit., p. 46), aún más, en algunos puntos, especialmente eclesiológicos, sería 030-6.
preconciliar (p. 47). 19 Por supuesto, aludimos al título del ya frecuentemente citado ar­
El subrayado de nuestro texto intenta indicar que no se trata de ticulo de Jon Sobrino. La segunda afirmación es de A. Castillo en: Puebla
especificar al pobre, como ai no se tratara del pobre real (en ello insisten en la memoria de los cristianos. Perspectiva para el mañana, Christus 44
tanto C. Sánchez Aizcorbe como Gustavo Gutiérrez, cf. art. cit., respecti­ (1979), n. 620-1, p. 83.
vamente nota 116 y págs. 7 ss.), sino dé especificar cristianamente la op­ 20 Acerca del crecimiento en la base de sustentación of. L. Boff, art.
ción que por él se hace. cit., p. 44. La otra afirmación la aduce J. Sobrino en op. cit., p. 61.
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— 205
Concilio de Jerusalén^^. Medellín fue un nuevo Pentecostés, que
trajo una verdadera novedad cualitativa; Puebla en cambio oposición en un punto de vista más abarcador. Ños referimos al
—^según esa opinión— no logra un punto de vista nuevo y supe­ pensamiento clave de la evangelización de la cultura —aporte
rior a las diversas corrientes teológicas y pastorales del post- de la EvangeUi Nuntiandi—, del que hablaremos al tratar de la
Medellín, sino que sólo reafirma un acuerdo en lo fundamental. tercera línea hermeneútica.
De ese modo se podría hasta hablar de un compromiso o de una
transacción que se habría dado en Puebla, entre esas corrien- 3) Teología explícita e implícita
tes divergentes, a través de una mera coincidencia en lo fundar
mental. Según lo dijimos, la segunda postura interpretativa valora
Estamos plenamente de acuerdo con la analogía de Mede­ en menos la Segunda Parte del Documento, tanto en su valor in­
llín como “nuevo Pentecostés” y con la afirmación de que Pue­ trínseco, como en su función dentro de la lógica del conjunto. De
bla retomó sin titubeos lo allí elaborado y decidido. También ahí que a veces se contraponga la teología explícita, de la parte
creemos que la base de sustentación se ha ampliado sensiblamen- doctrinal (sobre todo cristológica y eclesiológica) a la teología
te y que muchos puntos discutidos en el post-Medellín aparecen implícita en las opciones pastorales A veces como trasfondo de
ahora en posesión pacífica de la Iglesia. En cambio no compara­ tales apreciaciones se da una determinada comprensión de la re­
ríamos a la Segunda Conferencia Episcopal con el bautismo, pues lación entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe, entre historia
tampoco aceptaríamos que recién entonces “se constituid des­ y doctrina, entre praxis pastoral y teología reflexiva, y —en ge­
pués de siglos la autenticidad, especificidad y originalidad-de la neral— entre teoría y praxis.
Iglesia latinoamericana” 23; precisamente Puebla, en su parte Sin dejar de reconocer que no siempre la teología explícita
histórica, muestra que tales autenticidad, especificidad y origi­ del Documento asume toda la riqueza de la teología implícita en
nalidad llevan siglos de existencia, aunque con vicisitudes disr las opciones pastorales —y viceversa—, de modo que no deja de
tintas. Pensamos que Medellín no significó la constitución origi­ notarse cierto paralelismo, por otro lado inevitable en un docu­
nal de la Iglesia latinoamericana como tal, sino la toma de con^^ mento colegial, con todo no debemos olvidar la relevancia pasto­
ciencia explícita que hicieron amplios sectores de los agentes pasr ral de la doctrina (tan acentuada por el Papa actual), ni la ya
torales y de la intelectualidad teológica, de un hecho y una expe­ varias veces mencionada función central que ésta ocupa en el
riencia que ya tenían su larga historia (incluidas otras tomas de todo del Documento, ni tampoco el influjo decisivo que tuvo en
conciencia en varios niveles). Eso no quita la originalidad de la Conferencia Episcopal el trípode doctrinal expuesto por Juan
Medellín, sino que la ubica en la historia. Como tampoco va en Pablo II como base de las otras partes de su Discurso Inaugural.
desmedro de Medellín el convencimiento de que Puebla significa Creemos que el trabajo de inculturación del Evangelio se ha
un importante nuevo paso que no sólo responde al nuevo mo­ dado ciertamente en América Latina sobre todo en los niveles
mento que vive la Iglesia universal después de la EvangeUi Nun­ de práctica pastoral y de devociones populares, y no tanto en el
tiandi y de la asunción del pontificado por Juan Pablo II, sino nivel de la reflexión teológica explícita. De ahí que sea natural
también a la apertura de una óptica nueva en el nivel continental que esa inculturación no aparezca tanto en las partes más doctri­
de la Iglesia latinoamericana, óptica que, aunque no reabsorbe nales cuanto en las más pastorales. Sin embargo aquellas también
las diferentes tendencias opuestas, sin enbargo supera su mera tienen en cuenta el método de “ver, juzgar, obrar” —aunque no
siempre lo asimilan plenamente—, y avanzan decididamente en
21 Acerca de esta analogía cf. A. Libánio Christo, Tendencias polí­ 24 Cf. los art. cit. de L. Boff, págs. 45 ss., J. Sobrino, p. 60, G.
ticas en Puebla,'.Revisto Eclesiástico, Brasileira 39 (1979), n. 163, págs. Gutiérrez, p. 17. Ver también las consideraciones de J. Comblin, p. 121.
98 s.; la misma es desarrollada por J. Jiménez Limón, en: ¿Cómo estaba J. Hortal encuentra en Puebla dos. éclesiplpgías (explícita e implícita) no
Dios en Puebla? Ensayo de interpretación, Christus 44 (1979), n. 520-1. antagónicas, sino complementarias: “ cf; As ' eclesiologias de Puebla, Teoco-
75-80. munigáo, n. 44 (1979), 194-200. Sobre el problema de las teologías explícita
22 Así se expresa también P. Trigo en: Un compromiso histórico, Sic e implícita habla también M. Me Grath en op. cit., p. 16, advirtiendo qúe
42 (1979), n. 413, págs. 114 ss. ■ a veces al hacerse la contraposición de ambas, no se compara la primera
■23 Según la expresión de J; Sobrino en art. cit., p. 46. sólo con la subyacente en los textos pastorales, sino con tesis teológicas per.*
sonales del intérprete.
206 — — 207
esa línea. Además hay que recordar que, como se trata de una referirse a la interpretación auténtica que del texto haga el ma­
reflexión (fe fe, tanto el “ver” y el “juzgar” como el “obrar” se gisterio vivo.
hacen a la luz de la Palabra de Dios. Es tarea del post-Puebla ir
madurando una teología que, sin dejar de serlo auténticamente,
parta cada vez más . de la inculturación del Evangelio en América III — -TÉRCERA LINEA HERMENEUTICA: PERSPECTIVA
Latina y en su praxis pastoral. Por otro lado se debe también te­ CENTRADA EN LA SEGUNDA PARTE
ner presente que el círculo hermenéutico en teología no se re­
duce a la circularidad entre teoría y praxis, sino que —dado que Ya hemos ido indicando muchos elementos propios de egta.
el movimiento parte de Dios, quien se revela y comunica—, no línea de interpretación al ir analizando las anteriores. Para
se trata meramente de un círculo, sino de un movimiento tridi­ caracterizarla no hemos hablado de “núcleo generador o funda­
mensional en el cual praxis y teoría se fecundan y se juzgan mu­ mental” o de “hilo o eje conductor”, sino más bien de “gozne ar-
tuamente, porque ambas son fecundadas y juzgadas por la Pala­ ticulador”, porque fija su atención no tanto en la que podría ser
bra de Dios ^6.
la matriz temática (leí Documento, cuanto en la función media­
dora que juega una de sus partes, la Segunda, en el movimiento
4) Sentido histórico y sentido espiritual total del mismo. Por eso no excluye lo arriba dicho acerca de los.
núcleos.
Por último, en algunos de los aportes interpretativos que se Hemos caracterizado esa función mediadora de la Segunda
ubican en la línea hermenéutica que estamos ahora caracterizan­ Parte con el epíteto de “especificadora”, pues al articular las;
do, se nota otro trasfondo: no sólo el de una determinada com­ respuestas pastorales con el análisis (asimismo pastoral) de la
prensión de la relación entre praxis pastoral y teología, sino tam­ realidad, las especifica y determina —según lo dijimos con res­
bién de la relación entre un texto eclesial y su historia posterior, pecto a la opción por los pobres—. No es para menos, porque ha­
o más bien entre el sentido histórico y el espiritual de un texto ce que esas respuestas surjan desde la identidad y especificidad
eclesial como el de Puebla -«.
cristianas (trípode doctrinal, enseñanza social de la Iglesia) y
Aquí también se da una verdad importante que no habrá latinoamericanas (evangelización de la culturó y religiosidad"
que olvidar ni que unilateralizar. Pues la comprensión “espiri­ popular) 27.
tual”, aunque abierta a la historia y a la praxis del pueblo de Trataremos de caracterizar brevemente esta línea a través^
Dios, no es equívoca ni queda totalmente abierta, sino que —para de los rasgos siguientes.
ser válida— necesariamente debe tener anclaje real en el senti­
do literal e histórico de los textos. Este anclaje le quita ambi­ 1) Relación Medellin-Puebla
güedad sin quitarle historicidad. Pues no cualquier historia ni
cualquier praxis es fiel a un determinado texto, aunque —por Es una nota peculiar de la tercera perspectiva hermenéutica
otro lado— éste tenga una reserva de sentido que dé lugar a una que ahora analizamos su ubicación histórica, y no solamente*
verdadera novedad dentro del ámbito de dicha fidelidad vivien­ puntual, de los problemas, así como su preferencia por un aná­
te. Aún más, toda interpretación espiritual del texto que nazca lisis histórico-cultural que es más concreto y englobante so-
legítimamente de la praxis del pueblo de Dios —^ya que este bre el meramente sociológico. Pues bien, para comprender a Me-
pueblo está jerárquicamente organizado—, no podrá dejar de dellín y su relación con Puebla, sitúa a ambas Conferencias tan­
to en la historia inmediata o mediatamente anterior (es decir, en
25 Sobre esos puntos cf. mis trabajos: La relación teoría-praxis en la historia de la Iglesia en América Latina y de las reuniones epis­
la teología de la liberación, Christua 42 (1977), n. 499, 10-16,62; Religión copales : Río de Janeiro, Mar del Plata. ..) cuanto en el contexto-
del pueblo y teología, JÜevista del Centro de Investigación y Acción Social histórico-universal, por ejemplo, en el de la nueva conciencia de*
27 (1978), n. 274, 10-21; Sabiduría popular y teología inculturada, Stromata.
35 (1979), n. 1-2.
20 Ver, entre otros, los trabajos ya citados de J. Combliti, págs. 117 27 H, Alessandri muestra; el énfasis en esa doble identidad en el,
6. y J. Libánio, p. 67. art. cit. en la nota 1.
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de Gwudium et Spes,-conio evangelización (Iglesia) de la cultura
Ja Iglesia dada por los Sínodos, la Óctogessima Adveniens, la (mundo) 2». Del mismo modo Puebla retoma y ratifica las temá­
Evangelü Nuntiandi (cuyo tema, el de la evangelización. Puebla ticas de la liberación y de la transformación de las estructuras
trata para América Latina), y los pontificados de Juan Pablo I —propias de Medellín—, y, sin mutilarlas, las integra respecti­
y Juan Pablo II, quien tiene precisamente un marcado influjo en vamente en los dos pensamientos-clave más abarcadores de evan-
Puebla. ■ .: V ' ,gelización liberadora (que es liberación evangélica integral) y de
Así comprendida Puebla, estos intérpretes no dudan en que cultura. Esta implica también las estructuras económicas, socia­
-constituye un paso adelante en continuidad con Medellín, un salto les y políticas, pero no se reduce a ellas, sino que las refiere al
cualitativo que abre una nueva dinámica. Así es como, por ejem­ núcleo cultural de valores y actitudes colectivas básicas.
plo, para A. Methol Ferré, en Puebla la Iglesia latinoamericana
en cuanto tal se autototaliza centrándose en Cristo, luego de ha­ 2) El ápice y clímax del Documento
ber salido de sí en Medellín abriéndose al mundo latinoamericano
(habiendo entonces logrado —como Iglesia— una primera com­ Para la tercera línea hermenéutica, el ápice, la novedad y la
prensión totalizante de América Latina) -®. La autototalización fuerza^^ de Puebla están en su Segunda Parte: desde ella se or­
de la Iglesia en Puebla le reabre ahora una nueva ida al inundo, ganizan todas las demás, porque ocupa como el corazón mediador
correspondiente al nuevo espíritu evangelizador integral que evi­ entre la visión pastoral de la realidad latinoamericana (Primera
dencia Juan Pablo II y que ya preanunciaba la Evangelii Nun­ Parte) y la respuesta pastoral hacia dentro y hacia afuera de la
tiandi. Por ello fue necesaria su autocentración ■ en Cristo y en el Iglesia (predominantemente la Tercera y Cuarta Partes). Den­
hombre a la luz de Cristo (es decir, según la propia identidad tro de la misma Segunda Parte el movimiento ad intra —según
cristiana), de la cual fueron dando sucesivamente testimonio el se dijo, de centramiento en la identidad cristiana— está dado por
Discurso Inaugural del Papa, el Documento de Puebla (sobre to­ el trípode doctrinal (Cristo, Iglesia, hombre) ; la evangelización
do su Segunda Parte) y la Redemptór Hominis. de la cultura es el correspondiente movimiento ad extra, que
En Puebla esa identidad cristiana es asimismo latinoameri­ Juego a través de la mediación de la enseñanza social de la
cana: de ahí la importancia dada tanto á la religiosidad popu­ Iglesia— desemboca en las últimas partes del Documento y en
lar— que es quizás donde se palpa más vivamente la inculturá- sus opciones pastorales.
ción del Evangelio en América. Latina—, como a las raíces histó­ Entonces la clave de articulación entre doctrina y pastoral,
ricas de la evangelización del Continente, .y aun a la temática de punto neurálgico dentro del climax de Puebla, es la evangelización
la cultura (porque según Puebla nuestro sustrato y núcleo cul­ de la cultura, aporte decisivo de la Evangelii Nuntiandi. Se re­
tural ha sido alcanzado por la evangelización). calca que fue una decisión consciente de la Asamblea la de des­
Por tanto Puebla es a Medellín edrao la Evangélii Nuntiandi plazar ese tema desde el fin (como había sido propuesto al co-
•es al Concilio Vaticano II. No solamente porque el Concilio fue
él trasfondo histórico y textual de Medellín, y la Evangelii Nun­ 29 Sobre el tema de la relación Evangelio y cultura como concreción
tiandi es uno de los principales trasfondos de Puebla; sino por­ del tema Iglesia y mundo cf. G. Farrell, J. Gentico, L. Gera y otros. Comen­
que, así como la exhortación apostólica retomó todo lo válido del tario a la exhortación apostólica de Su Santidad Pablo VI Evangelii Nun­
•tiempo post-conciliar, luego de discernirlo y clarificarlo, y lo re­ tiandi, Buenos Aires, 1978, págs. 270 ss. Sobre el tema de Evangelio y
cultura según Puebla cf. L. Gera, Puebla 79. Evangelización de la cultura,
lanzó hacia adelante con nuevo dinamismo evangelizador, así Sedoi Documentación VI (1979), n. 40, 1-40; G. Remolina, Evangelización
también Puebla hace algo semejante con el post-Medellín: lo asu­ y cultura, Theologica Xaveriana 29 (1979), 163-166; J. Martina Terra, O
me, lo discierne y clarifica desde el Evangelio, y lo relanza con tema central de Puebla, Atualizagdo 10 (1979), n. 111-112, 75-98. Ver tam­
nuevos acentos. bién J.C. Terán Dutari, La actual crisis de valores a la luz de la Con­
ferencia de Puebla, en: Puebla. La Tercera Conferencia del Episcopado La­
La Evangelii Nuntia-ndi concretizó la relación Iglesia-mundo, tinoamericano. Su desarrollo. Su documento. Su significado, Quito, 1979,
79-96.
39 Esas expresiones son de A. Methol Ferré, cf. art. cit., p. 58; del
28 Cf. Puebla, totalización latinoamericana y eclesial, en: Puebla. mismo autor es la interpretación del Documento según el ritmo de movi­
Grandes temas I, 53-59; allí habla Methol'de un “salto cualitativo”. También mientos ad intra y ad extra.
:H. Alessandri se refiere al paso adelante dado por Puebla (art. cdt, p. 111).
210 211
mienzo de la reunión) hacia el lugar articulador y clave que aho­ Por ello es que Puebla no ha caido en ningún peligro de “cul-
ra ocupa como primera mediación pastoral global. De ahí que no turalismo”. El concepto de cultura que maneja —lo mismo que
se trate de una tarea más entre otras, sino de la tarea global de Ga/udium et Spes y Evangelii Nurdiandi— no es meramente “cul­
la cual luego las otras no son sino el despliegue tural” (en el sentido restringido de la palabra), sino'humanamen-
Así enfocado el Documento se aprecia la admirable coheren­ •te integral, abarcando también las estructuras. Pero al integrar
cia que existe entre los acentos nuevos que pone: a) la intensifi­ a éstas en una comprensión más global. Puebla señala precisa­
cación de Medellín denunciando el grave empeoramiento de la mente dónde está la base de la cultura, desde la cual debe partir
situación y anunciando todo lo referente a la dignidad evangélica la evangelización liberadora hasta alcanzar y transformar tam­
del hombre; b) el énfasis en la identidad cristiana —que aparece bién las estructuras: los valores o desvalores religiosos, porque
sobre todo en el trípode doctrinal, la especificidad cristiana de la ellos se refieren al sentido último de la vida y la convivencia
liberación y la correspondiente revalorización de la enseñanza humanas.
social de la Iglesia—; c) la más plena conciencia de la identidad Ahí está una de las novedades cantales del concepto de cul­
latinoamericana, a través de la asunción de la propia historia tura de Puebla, que es plenamente coherente con su enfoque
(como no se había hecho en Medellín); y d) a través de las pro­ eminentemente pastoral, con su reafirmación de ía 'especificidad
blemáticas —^tan típicamente latinoamericanas— de la evangeli- cristiana y de la religiosidad popular como evangelizada, a evan­
zación de la cultura y de la religión del pueblo. Pues esta última, gelizar y evangelizadora, con la importancia dada a la clarifi­
•que en el Documento es situada inmediatamente después de aque­ cación doctrinal y a todos los aspectos de la dimensión religiosa,
lla, no es sino “la decantación, la objetivación culturalmente más y —finalmente— con la estrategia evangélica de su programa
perceptible del alma propia de América Latina” que ha asu­ pastoral y social. Sin embargo no se trata de afirmaciones inge­
mido el sentido cristiano de Dios y del hombre. nuas, pues Puebla —además de afirmar el rol básico de lo reli­
Entonces aparece como desafío central.y como escándalo que gioso en la cultura—, no sólo tiene fuertemente en cuenta la im­
clama al Cielo el hecho de estructuras fuertemente injustas y an­ portancia de las estructuras, sino que reconoce su función condi­
tihumanas en un Continente de sustrato católico, cuyo núcleo cionante y “pedagógica” en referencia a la conversión en el plano
cultural ha sido alcanzado por la evangelización La temática de los valores.
de la cultura no quita fuerza a esa contradicción, sino que la
agudiza, especificando doblemente —desde la doble identidad,
cristiana y latinoamericana— en qué consiste.
CONCLUSION

H._ Alessandri dice que el tema de la cultura es decisivo “porque No sólo hemos reseñado las tres principales líneas latino­
Puebla quiso —expresamente— convertirlo en la clave que articula y da americanas de interpretación de Puebla, sino que hemos inten­
su sentido más profundo al paso que va de los contenidos de la evangeli­ tado valorarlas, teniendo como telón de fondo nuestra propia
zación a la reflexión sobre el proceso evangelizador concreto” (cf. art.
‘cit.,p. 112; en ese mismo trabajo- explicita los “nuevos acentos” a que alu­ comprensión del Documento.
diremos enseguida en el texto). Asimismo J. Alliende afirma que “la evan- Principales núcleos generadores del mismo son, según esa
’gelización de la cultura no es un tema más, un campo circunscripto de hermenéutica, —a nivel de trasfondos temáticos fundantes el
evangelización, sino que es la tarea global de ‘ la cual las otras son sub­ de “comunión-participación”, y —a nivel de opciones de decisiva
sidiarias”; por ello la llama “núcleo neurálgico”: cf. Religiosidad popular
en Puebla: la madurez de una reflexión, en: Puebla. Grandes temas I, implicancia teológica y pastoral— el de la opción preferencial
p. 244. por los pobres. Pero ambos núcleos están especificados en su sen­
32 Según lo dice ibidem J. Alliende, p. 244. Sobre ese mismo tema tido cristiano y latinoamericano por la función articuladora que
cf. también J. Lozano, Cultura y Religiosidad popular. 'Perspectivas desde
Puebla, en: Pv^ehla. Grandes temas, I, 213-233. en su desarrollo como ejes temáticos (y en el de todo el Docu­
33 Según Cl. Bpff .la percepción de esa gran contradicción “repre­ mento) tiene la Segunda Parte. Ella es como el climax de todo
senta una perspectiva nueva y propia de Puebla”, en oposición frontal con
la teoría de la religión-opio: cf. Introducáo á leitura das Conclusóes de G. Remolina señala esa novedad de Puebla con respecto a Gaudium
Puebla, Puebla n. 3 (1979), c. 132. et Spes y Evangelii Nuntiandi en el art. cit. ten la nota 29.
212 — FENOMENOLOGIA Y SABIDURIA POPULAR "
el conjunto, dentro del cual la mediación neurálgica entre doc­
trina y pastoral la ocupa el tema de la evangelización de la cul­
por C.A. CULLEN (Buenos Aires)
tura, novedad y fuerza de Puebla.
Sería un gran error oponer comunión-participación a opción
por los pobres, o ésta a evangelización de la cultura. Los tres pen­
samientos :^orman en Puebla una unidad articulada y orgánica.
Separarlos sería unilateralizarlos y deformar a Puebla.
Lo repetimos una vez más. De ese modo Puebla se centra CUESTIONES PREVIAS
en la identidad cristiana y latinoamericana. Así es como la evan­
gelización liberadora que la Conferencia propugna para ir logran­ 1. Plantearse filosóficamente el problema de la sabiduría
do la comunión y la participación, logra su doble especificidad popular nos pone ante algunas cuestiones 'previas, que quisiéra­
como respuesta al gran desafío pastoral actual de un Continente mos, a modo de introducción a nuestro trabajo, formular aporéti­
cuya cultura está en su núcleo impregnada del sentido cristiano camente, con la intención de enmarcar la reflexión en su contexto
de la vida, pero que padece estructuras económicas, sociales y po­ más amplio.
líticas que lesionan gravemente la dignidad del hombre, su parti­ En primer lugar, es extraña a nuestra tradición filosófica r,l
cipación de los bienes temporales, y su comunión con Dios y los acercamiento de lo popular a la sabiduría. Si bien es cierto que la
demás hombres, amenazando aun a ese núcleo en su vitalidad filosofía occidental se ha preguntado por el hombre sabio, por
creadora. sus características y sus condiciones, no lo ha hecho por los -pue­
blos sabios, sino en la medida en que sea posible pensar cómo
determinadas comunidades históricas puedan o no dejarse con­
ducir por los hombres sabios, o dejarse informar por el ideal de
sabiduría que ellos manifiestan \ Una primera dificultad, enton­
ces, radica en el pretender apoyarnos en la tradición filosófica,
para responder a una cuestión que, desde el vamos, aproxima la
sabiduría a los pueblos y no a los sujetos individuales (o a su re-
presentante ideal: la humanidad).
Una segunda dificultad surge de la posibilidad —^también
negada en nuestra tradición-^ de adjetivar la sabiduría: la sa­
biduría o es sabiduría o simplemente no lo es, pero no tiene sen^
tido distinguir “popular” de otras. La sabiduría es un ámbito que

1 Reconocemos con la distinción un largo camino entre el ideal del


rey-füósofo y el de la sociedad ilustrada, pero, a los efectos dé descalificar
a los pueblos como sujetos originales de la sabiduría es una mera disyun­
ción inclusiva: en ambos casos la sabiduría ¡lega a los pueblos desde lo
otro. Sólo como muestra de la exclusión (si los pueblos, entonces no lo.s
“sabios”) citamos, por su antigüedad, el fragmento 2 de Heráclito: “Es
por lo tanto necesario seguir a lo común (xunón). Siendo la razón (lógos)
común, viven los más (oi polloí) cual si poseyeran un entendimiento par­
ticular”. Las relaciones del filósofo con el pueblo están siempre presente
en la historia de la filosofía. En vez de ser el filósofo la parte del pueblo
que expresa su sabiduría, parece “necesariamente” obligado a corregirla
(o negarla) desdé otra sabiduría (la “ciencia”) que —ateste historia—
termina haciéndolos extraños a su propio pueblo. Nuestro enfoque será
fenomenológico, y no histórico, pero esta historia convendría seguirla en
todos sus pasos. •. -

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