Jin Hui Liu, La Santificación Del Trabajo en El Magisterio Del Siglo XX (Tesis de Licencia)
Jin Hui Liu, La Santificación Del Trabajo en El Magisterio Del Siglo XX (Tesis de Licencia)
Jin Hui Liu, La Santificación Del Trabajo en El Magisterio Del Siglo XX (Tesis de Licencia)
FACOLTÀ DI TEOLOGIA
JINHUI LIU
Relatore:
Rev. Prof. Vicente Bosch
Siglas y abreviaturas.....................................................................................................3
Introducción..................................................................................................................5
Capítulo I. Inicio y desarrollo de un Magisterio sobre el trabajo.................................9
1. Punto de partida: la Rerum novarum de León XIII..............................................9
2. San Pío X y Benedicto XV.................................................................................15
3. Pío XI: Jesús y su trabajo redentor.....................................................................17
Capítulo II. Hacia una teología del trabajo.................................................................25
1. Pío XII................................................................................................................25
2. San Juan XXIII...................................................................................................36
Capítulo III. Concilio Vaticano II: consolidación y maduración de una doctrina sobre
el trabajo......................................................................................................................43
1. El sentido cristiano del trabajo...........................................................................44
2. El trabajo y la llamada universal a la santidad...................................................47
3. El trabajo y la vocación universal al apostolado................................................52
Capítulo IV. Interpretación y profundización posconciliar.........................................61
1. San Pablo VI.......................................................................................................61
2. San Juan Pablo II................................................................................................71
Conclusiones...............................................................................................................85
Bibliografía.................................................................................................................89
1. Fuentes...............................................................................................................89
2. Estudios..............................................................................................................96
1
Siglas y abreviaturas
3
Introducción
5
INTRODUCCIÓN
una actividad del hombre —imagen y semejanza divina— que afecta al mundo
creado por Dios y a la historia que en Él finaliza. Aunque suele encuadrarse en
la teología de la Creación y de las realidades terrenas (dogmática), el trabajo
tiene también implicaciones morales y espirituales. La acción humana de tra-
bajar pone en juego una serie de virtudes que contribuyen al crecimiento y per-
feccionamiento de la persona, y cuando el fiel cristiano actúa buscando la glo-
ria de Dios y el servicio a los hombres convierte tal actividad en medio de san-
tificación. El objeto de esta tesina consiste en presentar el proceso mediante el
cual el Magisterio de la Iglesia ha ido exponiendo y desarrollando, a lo largo
del siglo XX, el valor redentor y santificador del trabajo. Nuestro estudio se
centra, por tanto, en una espiritualidad del trabajo —el trabajo como medio de
unión con Dios, como instrumento de santificación—, sin detenernos en otros
aspectos presentes en el Magisterio —moralidad de la actividad laboral, justi-
cia social, etc.—, que presuponemos. Para ello se ha realizado un trabajo de
búsqueda y selección de los textos del Magisterio, que luego se presentan en
torno a conceptos o ideas. Es mi intención dejar hablar a esos mismos textos,
sin añadir excesivas ideas o reflexiones propias.
La tesina se divide en cuatro capítulos, que, por el género del estudio, es
lógico y conveniente abordar cronológicamente. El primer capítulo expone las
enseñanzas del Magisterio en los primeros cuatro decenios del siglo XX par-
tiendo de la importante aportación de la Rerum novarum de León XIII; com-
prende el Magisterio de san Pío X, Benedicto XV y Pío XI. El segundo capítu-
lo contiene las enseñanzas magisteriales de los dos decenios que preceden al
Concilio Vaticano II, es decir, las de Pío XII y san Juan XXIII. El tercer capí-
tulo ofrece las grandes aportaciones del Concilio Vaticano II, que se encuen-
tran, de modo sistemático, en la constitución Gaudium et spes, pero que deben
completarse con importantes afirmaciones de otros documentos conciliares
como Lumen gentium, Apostolicam actuositatem, y Ad gentes. El cuarto y últi-
mo capítulo ofrece las interpretaciones pastorales y profundizaciones teológi-
cas de la teología del trabajo en el período posconciliar de san Pablo VI y de
san Juan Pablo II.
Quiero expresar mi sincero agradecimiento a la Facultad de Teología de
la Pontificia Universidad de la Santa Cruz; al profesor don Francisco Fernán-
dez, que me ha ayudado con alta profesionalidad en las técnicas tanto para el
texto como para las notas; al profesor don Manuel Belda y al gran amigo Fer-
6
INTRODUCCIÓN
7
Capítulo I.
Inicio y desarrollo de un Magisterio sobre
el trabajo
9
CAPÍTULO I. INICIO Y DESARROLLO DE UN MAGISTERIO SOBRE EL TRABAJO
10
1. PUNTO DE PARTIDA: LA RERUM NOVARUM DE LEÓN XIII
sivamente».
6 V. CÁRCEL, Historia de la Iglesia III: la Iglesia contemporánea, cit., pp. 250-251.
7 H. JEDIN (ed.), Manual de historia de la Iglesia VIII: la Iglesia entre la adaptación y la
resistencia, Herder, Barcelona 1978, p. 47: «León XIII es el Papa que introdujo a la Igle-
sia católica en el mundo surgido de la revolución y que con una disposición de ánimo
que sólo cabe definir como “optimista” emprendió la tentativa de conciliar con el espíri-
tu moderno la tradición sin mengua de la Iglesia».
8 J. PAREDES (ed.), Diccionario de los Papas y Concilios, Ariel, Barcelona 1988, p. 461.
11
CAPÍTULO I. INICIO Y DESARROLLO DE UN MAGISTERIO SOBRE EL TRABAJO
Con Rerum novarum León XIII demostró su gran preocupación por los
obreros para defender sus derechos fundamentales y su dignidad como perso-
nas; por eso, es denominado “Papa de los trabajadores”. La publicación de la
Rerum novarum marcó una fecha importante no sólo para el mundo de los tra-
bajadores, sino también para la Iglesia y la humanidad entera.
La Rerum novarum ha sido, para el Magisterio posterior, faro y base de
desarrollo y profundización:
Por la importancia de la Rerum novarum, los sucesores de León XIII se han re-
ferido continuamente a ella e incluso con motivo de sus aniversarios se han pu-
blicado nuevas encíclicas. Pío XI (1922-1939) afirmó que gracias a esta encí-
clica “los principios católicos en materia social han pasado poco a poco a ser
patrimonio de toda la sociedad humana”. Pío XII (1939-1958), en su cincuenta
aniversario, califica a la Rerum novarum como “la carta magna de la laboriosi-
dad cristiana”. Juan XXIII (1958-1963) se refiere a ella como “la suma de la
doctrina católica en el campo económico y social”. Pablo VI (1963-1978) reco-
noció que el mensaje de la Rerum novarum, a los ochenta años de su publica-
ción, “seguía inspirando la acción en favor de la justicia social”. Y Juan Pablo
II (1978) ha querido conmemorar su noventa aniversario y su centenario, con la
publicación de dos encíclicas: Laborem exercens y Centesimus annus9.
De hecho, la encíclica Rerum novarum ha sido verdaderamente un faro a
lo largo de todo el siglo XX, como se comprueba por los diversos documentos
pontificales posteriores, escritos en su conmemoración, para la actualización
de la Doctrina social de la Iglesia según la situación cambiante de cada pontifi-
cado. Por eso, Sergio Belardinelli afirma:
León XIII era bien consciente del hecho de que, en el momento en que tomaba
posiciones sobre una “cuestión difícil y peligrosa” como la obrera, la Iglesia no
podía limitarse a una denuncia genérica de la miseria de los trabajadores, ni
tampoco a una simple llamada a la caridad. Era necesario, más bien, enfrentar-
se con problemas como la división del trabajo, el salario, el capital [...]10.
9 Ibíd., p. 463. Los textos papales mencionados en esta cita se encuentran respectivamente
en PÍO XI, enc. Quadragesimo anno (15-V-1931), n. 21; PÍO XII, Radiomensaje en el
cincuenta aniversario de la Rerum novarum (1-VI-1941), n. 9; JUAN XXIII, enc. Mater
et Magistra (15-V-1961), n. 15 y PABLO VI, cart. apost. Octogesima adveniens (14-V-
1971), n. 1. En adelante, si no se señala una fuente específica, la versión española de los
textos del Magisterio está tomada del archivo electrónico de la Santa Sede (www.vati-
can.va).
10 S. BELARDINELLI, El contexto socio-económico y doctrinal en la época de la Rerum nova-
rum y en nuestros días, en T. LÓPEZ – UNIVERSIDAD DE NAVARRA (eds.), Doctrina social de
la Iglesia y realidad socio-económica en el centenario de la Rerum novarum, EUNSA,
12
1. PUNTO DE PARTIDA: LA RERUM NOVARUM DE LEÓN XIII
13
CAPÍTULO I. INICIO Y DESARROLLO DE UN MAGISTERIO SOBRE EL TRABAJO
* * *
En definitiva, estos textos demuestran que León XIII ya hablaba de la
santificación del trabajo, aunque no fuera un tema que desarrollara en su Ma-
gisterio. Se puede afirmar que la doctrina sobre la santificación del trabajo se
encuentra ya en embrión en el Magisterio de León XIII, aunque todavía queda-
rá un largo camino de desarrollo para llegar a su madurez. Como nuestra in-
tención es estudiar el tema según el Magisterio del siglo XX, no vamos a se-
guir profundizando en la enseñanza de este Pontífice16.
14
2. SAN PÍO X Y BENEDICTO XV
posterior. Para tener un mayor conocimiento de la doctrina del trabajo a lo largo del si-
glo XX recomendamos estos libros como fuentes que pueden ser útiles: F. RODRÍGUEZ
(ed.), Doctrina pontificia III: documentos sociales, cit.; E. BENAVENT – J. IRIBARREN – J. L.
GUTIÉRREZ (eds.), Ocho grandes mensajes, BAC, Madrid 197911; R. GÓMEZ (ed.), El men-
saje social de la Iglesia, Palabra, Madrid 19913; R. SPIAZZI (ed.), I documenti sociali de-
lla Chiesa: da Pio IX a Giovanni Paolo II, 2 Vols., Massimo, Milano 1988; R. BAIONE –
D. MAUGENEST – B. SORGE – CERAS (eds.), Il discorso sociale della Chiesa: da Leone XIII
a Giovanni Paolo II, Queriniana, Brescia 1988; P. GALINDO (ed.), Colección de encícli-
cas y de documentos pontificios, cit. y F. GUERRERO (ed.), El Magisterio pontificio con-
temporáneo, 2 Vols., BAC, Madrid 1991-1992.
17 PÍO X, enc. Singulari quadam (24-IX-1912). La traducción es nuestra.
15
CAPÍTULO I. INICIO Y DESARROLLO DE UN MAGISTERIO SOBRE EL TRABAJO
tura de Dios, todo lo que tiene el hombre es recibido de las manos del Señor;
incluso el trabajo es un don recibido de Dios. Todo lo normal y corriente de la
vida del hombre puede entrar en la dinámica de la tendencia de dirigirlo a Dios
como a su último fin, porque la finalidad de la vida terrena del hombre consis-
te en dar gloria a Dios, también a través del trabajo.
En cuanto el Magisterio de Benedicto XV, a pesar de que una buena parte
de su pontificado transcurrió durante los años de la primera guerra mundial y
la dura posguerra, no por ello se descuidó de los problemas sociales.
En su encíclica Spiritus Paraclitus (15-IX-1920), escrita con ocasión del
XV centenario de la muerte de san Jerónimo, presenta al santo como alguien
que supo equilibrar la vida espiritual con el estudio y la enseñanza de la
Sagrada Escritura. La regla de san Benito “Ora et labora” puede ser como
síntesis de su vida: «el tiempo que le restaba después de la oración lo consu-
mía totalmente en el estudio y enseñanza de la Biblia»18. Entre las dos cosas
Jerónimo buscó y consiguió su propia santificación, el trabajo intelectual, es
decir, el estudio y la enseñanza de la Sagrada Escritura, también le sirvió
como medio e instrumento para alcanzar el fin último de la vida humana. De
aquí se puede deducir que el trabajo, sea manual sea intelectual, es medio e
instrumento para obtener la salvación, es decir, la santificación. De hecho,
algo más adelante, el Papa hace implícita referencia a la santificación del tra-
bajo al afirmar que el primer precepto de la religión cristiana es «el precepto
de la caridad unida al trabajo»19. Si para Benedicto XV la caridad y el trabajo
constituyen una unidad como precepto para el hombre, no pasa desapercibido
que el trabajo debe realizarse con caridad, es decir, cumpliendo la voluntad de
Dios y en servicio a los demás. De todos modos, se trata de una idea que será
desarrollada en el Magisterio de los Papas posteriores.
* * *
En resumen, el Magisterio de san Pío X y Benedicto XV no ha profundi-
zado ni desarrollado la cuestión, pero sí menciona la santificación del trabajo.
Pasamos a continuación al Magisterio de Pío XI, en el que la presencia de
nuestro tema será constante y abundante.
16
3. PÍO XI: JESÚS Y SU TRABAJO REDENTOR
17
CAPÍTULO I. INICIO Y DESARROLLO DE UN MAGISTERIO SOBRE EL TRABAJO
25 ÍDEM, Discurso a los trabajadores de Legnano (8-V-1934), en DPXI, Vol. III, p. 122.
26 M. T. CICERO, De officiis, I, 42, ed. bilingüe latino-italiana preparada por D. ARFELLI, Ar-
noldo Mondadori, Milano 1994, p. 118. La traducción es nuestra.
27 PÍO XI, enc. Divini Redemptoris (19-III-1937), n. 36.
28 ÍDEM, Discurso a los empleados de la limpieza urbana de Roma (25-VI-1934), en DPXI,
Vol. III, p. 171.
29 ÍDEM, Discurso a los capellanes del trabajo (14-X-1938), en DPXI, Vol. III, p. 837.
18
3. PÍO XI: JESÚS Y SU TRABAJO REDENTOR
19
CAPÍTULO I. INICIO Y DESARROLLO DE UN MAGISTERIO SOBRE EL TRABAJO
[la Liga quiere] promover la santificación del trabajo sobre todo a través de la
oración, de las buenas lecturas, de la edificante, correcta y buena conversación,
del comportamiento y sentido cristiano de la vida familiar, de la vida del traba-
jo y de la vida social, siempre y en cualquier lugar promoviendo una santa acti-
vidad de trabajo, un ejemplo de modestia, de abnegación y de toda saludable
virtud37.
Por este texto se ve que la santificación del trabajo es inseparable de una
vida verdaderamente cristiana. En la encíclica Rerum omnium (26-I-1923) —a
la que hemos aludido como primer precedente del Magisterio sobre la doctrina
de la universal vocación a la perfección—, Pío XI afirma que «la santidad es
perfectamente conciliable con cualquier tipo de profesión y de condición en la
vida civil»38. La misma idea es expresada con más decisión en la encíclica
Quadragesimo anno (15-V-1931), —segunda gran encíclica social sobre el tra-
bajo— publicada para conmemorar el cuarenta aniversario de la Rerum nova-
rum:
El hombre, en efecto, dotado de naturaleza social según la doctrina cristiana, es
colocado en la tierra para que, viviendo en sociedad y bajo una autoridad orde-
nada por Dios (cfr. Rom 13,1), cultive y desarrolle plenamente todas sus facul-
tades para alabanza y gloria del Creador y, desempeñando fielmente los debe-
res de su profesión o de cualquier vocación que sea la suya, logre para sí junta-
mente la felicidad temporal y la eterna39.
En diversos discursos Pío XI relacionó el trabajo con algunos temas de la
vida cristiana, por ejemplo, la lucha contra la desocupación y el ocio, la expia-
ción de los pecados y la penitencia, etc., que están vinculadas con la santifica-
ción personal del hombre. El trabajo, según Pío XI, no sólo es para ganar el
pan, sino también «para huir de la desocupación y del peligro del ocio, que es
el padre de todos los vicios»40. Cristo utilizó el trabajo, además de la cruz, para
expiar los pecados de la humanidad: «Jesús ha expiado los pecados del mundo
también con el trabajo, antes con el trabajo y después con su sangre» 41. Si
Cristo lo usó como medio de expiación, también lo será para los hombres: «Es
un gran consuelo saber que nada se pierde en el trabajo santificado, que se al-
37 ÍDEM, Discurso a la Liga católica de los trabajadores (19-III-1932), en DPXI, Vol. II, p.
670.
38 ÍDEM, enc. Rerum omnium (26-I-1923). La traducción es nuestra.
39 ÍDEM, enc. Quadragesimo anno (15-V-1931), n. 118.
40 ÍDEM, Discurso a los obreros de la Santa Sede (14-II-1932), en DPXI, Vol. II, p. 652.
41 ÍDEM, Discurso a los capellanes del trabajo (14-X-1938), en DPXI, Vol. III, p. 837.
20
3. PÍO XI: JESÚS Y SU TRABAJO REDENTOR
canzan méritos, que sirve como expiación de los pecados del mundo, de aquel
pecado que es la gran fuente del mal» 42. Es decir, para Pío XI: «El trabajo es
un gran medio de penitencia y por tanto de salvación eterna, cuando es acepta-
do con plena obediencia de la mano de Dios»43.
La fe es, en la vida cristiana, una gracia infusa directamente por Dios,
que tiene un importante papel en la santificación del hombre. El cristiano por
la fe supera la visión solamente humana del trabajo, por la luz de la fe consi-
gue una visión sobrenatural para unirse a Cristo. Pío XI animaba a los hom-
bres y mujeres a trabajar siempre con espíritu de fe, y con estas palabras se di-
rigía a los trabajadores franceses:
vosotros representáis el trabajo iluminado y santificado por la fe mediante la
vida cristiana. Trabajad siempre con espíritu de fe. Trabajad siempre por la fe.
Porque es bueno todo lo bello que se encuentra en vuestro trabajo, así santifica-
do por la fe. [...] Este trabajo, con el espíritu de fe, une vuestro trabajo al del di-
vino Trabajador, al del divino Obrero, que cum in forma Dei esset, viniendo a
salvar al mundo, proposito sibi gaudio, ha querido sin embargo consagrar una
parte importante de su vida al trabajo más humilde44.
La fe de la que habla el Papa se manifiesta en la oración, y en la mente
de Pío XI oración y trabajo están en mutua relación:
Para que el trabajo se convierta en medio de santificación es necesario que sea
realizado con la idea, con la mente y la voluntad cristianas, de manera que ten-
ga las características de lo que es más grande para el hombre: la oración45.
Para Pío XI el trabajo puede convertirse en oración. Una aportación del
Pontífice en este campo sería el cambio del Ora et labora en Qui laborat orat.
En la teología y espiritualidad católica este salto es muy significativo. Según la
máxima de san Benito, la oración y el trabajo son dos cosas distintas y separa-
das; pero en la mente de Pío XI: «Qui laborat orat, el que trabaja reza, que
significa hacer del trabajo oración»46. El Pontífice también ha enseñado un
modo concreto de convertir el trabajo en oración: «Para rezar, basta trabajar
con espíritu de fe, para hacer del trabajo una verdadera y elocuente oración» 47.
42 ÍDEM, Discurso a los obreros franceses (28-III-1932), en DPXI, Vol. II, p. 674.
43 ÍDEM, Discurso a los capellanes del trabajo (14-X-1938), en DPXI, Vol. III, p. 837.
44 ÍDEM, Discurso a los obreros franceses (28-III-1932), en DPXI, Vol. II, p. 674.
45 ÍDEM, Discurso a los obreros del Vaticano (15-XII-1929), en DPXI, Vol. II, p. 223.
46 ÍDEM, Discurso a jóvenes obreras (31-I-1927), en DPXI, Vol. I, p. 675.
47 ÍDEM, Discurso a los obreros franceses (28-III-1932), en DPXI, Vol. II, p. 674.
21
CAPÍTULO I. INICIO Y DESARROLLO DE UN MAGISTERIO SOBRE EL TRABAJO
48 ÍDEM, Discurso a los trabajadores de Valdagno (20-III-1933), en DPXI, Vol. II, p. 878.
49 ÍDEM, Discurso a jóvenes romanas (10-V-1930), en DPXI, Vol. II, p. 320.
50 Cfr. ÍDEM, Discurso a los trabajadores franceses (20-V-1929), en DPXI, Vol. II, p. 45.
51 ÍDEM, Discurso a las jóvenes trabajadoras bélgicas (6-IX-1931), en DPXI, Vol. II, p.
594.
52 ÍDEM, Discurso a los capellanes del trabajo (14-X-1938), en DPXI, Vol. III, p. 837.
22
3. PÍO XI: JESÚS Y SU TRABAJO REDENTOR
nuestro Señor Jesucristo, [...] a pesar de ser Dios, se ha unido a los humildes
trabajadores y con su trabajo divino y su fatiga ha santificado, ennoblecido y
divinizado el trabajo, transformándolo en instrumento de Redención, de expia-
ción y de elevación, enseñando aquello que el trabajo debe ser para las almas:
una ocupación que hay que elevar a Dios, que también debe servir como peni-
tencia por nuestros pecados y como ejercicio de las virtudes cristianas, e inclu-
so como oración nuestra a Dios para lucrar las gracias que necesitamos para
llegar a ser ricos en méritos y obras santas hasta el día de las recompensas eter-
nas53.
* * *
En conclusión, la santificación del trabajo en el Magisterio de Pío XI tie-
ne sus temas clave en: unión a Cristo trabajador, dignidad del trabajo santifica-
do por la fe, conversión del trabajo en oración, posibilidad de ser ofrecido a
Dios como culto, ocasión de expiación y penitencia. Estos temas serán fre-
cuentemente repetidos por el Magisterio posterior de los sucesivos Papas.
En la actualidad las afirmaciones de Pío XI constituye un patrimonio teo-
lógico ya consolidado gracias al Concilio Vaticano II, pero en el momento en
que fueron pronunciadas eran bastantes novedosas y en algunos casos sobrepa-
saban los esquemas teológicos de la época. Podemos concluir señalando que
con Pío XI encontramos en estado embrional una doctrina que concilia trabajo
profesional y búsqueda de la santidad, y ello es posible a partir del ejemplo de
Jesús, que llevó a cabo su misión redentora gastando la mayor parte de su exis-
tencia terrena trabajando en el taller de Nazaret54.
23
Capítulo II.
Hacia una teología del trabajo
1. Pío XII
El pontificado de Pío XII (1939-1958) duró casi veinte años. En su Ma-
gisterio encontramos abundantes referencias al trabajo en sus radiomensajes y
discursos dirigidos a diversos grupos de trabajadores 1. Entre sus radiomensa-
jes, destaca aquel del 1 de junio de 1941, con el cual celebraba el cincuenta
aniversario de la Rerum novarum.
En el Magisterio de Pío XII la noción del trabajo humano supera la pro-
blemática del obrero industrial y se extiende a toda actividad profesional ma-
nual o intelectual: médicos, artistas, juristas, empresarios, políticos, etc., en-
contraron en sus discursos respuesta a concretos problemas de deontología 2.
Su Magisterio sobre el trabajo puede ser dividido en dos períodos: en sus pri-
meros diez años (1939-1949), generalmente, repite las enseñanzas ya expues-
tas por sus predecesores León XIII y Pío XI; y desde el 1949 hasta su muerte
el Pontífice extiende la mirada hacia el futuro y afronta con empeño los nue-
vos desafíos planteados por el progreso tecnológico, exponiendo más sus ideas
y enseñanzas propias acerca del verdadero crecimiento del hombre abierto a
un destino sobrenatural3.
25
CAPÍTULO II. HACIA UNA TEOLOGÍA DEL TRABAJO
4 PÍO XII, Discurso a los obreros (27-III-1949), n. 2, en CEDP, Vol. I, p. 697: «[El trabajo
en sí mismo es] hermoso y capaz de ennoblecer al hombre, [...] es la generosa colabora-
ción de cada uno al bienestar de todos».
5 ÍDEM, enc. Fulgens radiatur (21-III-1947): «no sólo los que se dedican al estudio de las
letras y de las ciencias, sino también los que se afanan en los trabajos manuales para ga-
narse el sustento diario, que hacen una cosa nobilísima, con la que no solamente atien-
den a su provecho particular, sino que colaboran para el bien de toda la sociedad».
6 Ibíd.: «El mismo Jesús adolescente, cuando todavía estaba escondido en la casa de Na -
zaret, en el taller de su padre nutricio, se dignó ejercer el oficio de carpintero, y con su
sudor divino quiso consagrar el trabajo humano».
7 PÍO XII, Discurso a los obreros (27-III-1949), n. 2, en CEDP, Vol. I, p. 697: «[El trabajo]
continúa, en todo cuanto produce, la obra iniciada por el Creador».
8 ÍDEM, Discurso al personal civil del Ministerio de la Defensa (18-V-1952), n. 7, en
CEDP, Vol. I, p. 718: «el trabajo hecho con Dios y por Dios es obra humana que se
transforma en obra divina. Es oración».
9 ÍDEM, Radiomensaje navideño a los pueblos del mundo entero (24-XII-1942), n. 34, en
CEDP, Vol. I, p. 356.
10 ÍDEM, Discurso con motivo de la XXV Semana social de Italia (19-IX-1952), n. 7, en
CEDP, Vol. I, p. 726.
26
1. PÍO XII
27
CAPÍTULO II. HACIA UNA TEOLOGÍA DEL TRABAJO
28
1. PÍO XII
luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vues-
tro Padre que está en los cielos» (Mt 5,16; cfr. 1 Pe 2,12). Así se ve claramente
que el trabajo humano es un medio muy adecuado y oportuno de dar gloria a
Dios. No sólo es algo para uno mismo, sino que el trabajo bien hecho puede
ser estímulo y causa para que los otros también den gloria al Padre.
18 ÍDEM, Radiomensaje navideño a los pueblos del mundo entero (24-XII-1955), n. 36, en
DPIII, pp. 1176-1177.
19 ÍDEM, Radiomensaje navideño a los pueblos del mundo entero (24-XII-1942), n. 34, en
CEDP, Vol. I, p. 356.
29
CAPÍTULO II. HACIA UNA TEOLOGÍA DEL TRABAJO
Pío XII también afirma que Cristo dispone cada vez mejor al hombre a consi-
derar el trabajo «según su verdadera dignidad y su profundo valor» 20. Es decir,
Cristo es modelo del trabajador, y con su vida de trabajo enseña al hombre
cómo realizarlo bien y convertirlo en acto santificante y santificador, descu-
briendo así su alta dignidad y elevado valor. El Papa recordó a los participan-
tes a un congreso de la Confederación nacional de agricultores de Italia el va-
lor original del trabajo:
El pecado, en efecto, ha hecho penoso el trabajo de la tierra, pero no lo ha in-
troducido en el mundo. Antes del pecado Dios había dado al hombre la tierra
para que la cultivase como ocupación más bella y la más honrosa en el orden
natural21.
Por la Sagrada Escritura sabemos que el trabajo es anterior al pecado,
pero después de cometer el error y violar la autoridad de Dios, las condiciones
del trabajo se hicieron difíciles para el hombre (cfr. Gén 3,17-19). Antes que el
hombre cayera, Dios le había confiado la misión de dominar y someter todo el
universo permitiendo la participación humana en su señorío divino. En otra
ocasión Pío XII declaró con más claridad el verdadero sentido cristiano del
trabajo, merece la pena citar sus palabras aunque se trate de un texto un poco
largo:
Tal vez para otros [el trabajo] puede no sea sino un peso del que se huye cuanto
es posible, o bien un fin en sí mismo, un ídolo, del que se hace esclavo el hom-
bre. Para nosotros, no. Aunque el trabajo profesional llegara a ser, con el andar
del tiempo, monótono, o si, por obedecer a la ley de Dios, cargase como una fa-
tiga molesta y un pesado fardo, él, sin embargo, permanecería para vosotros,
cristianos sobre todo, uno de los medios más importantes de santificación, uno
de los modos más eficaces para ajustaros a la voluntad divina y merecer el cie-
lo. Ningún cristiano puede ver el trabajo de otra manera. Por ello existe hoy
tanto descontento, tanta inconsideración, tanta indiferencia, porque no se tiene
la verdadera idea del valor cristiano del trabajo, o, al menos, no es verdadera-
mente ya tan viva en las almas. [...] ¿Se puede, por lo tanto, imaginar un más
fuerte estímulo para una recta ordenación de la vida diaria que esta cristiana
concepción del trabajo?22.
30
1. PÍO XII
31
CAPÍTULO II. HACIA UNA TEOLOGÍA DEL TRABAJO
el espíritu hacia arriba, no podrá ver ni alcanzar el sentido y valor elevado del
trabajo. De este modo el trabajo humano solamente se quedará en el horizonte
humano, se reducirá a una actividad meramente humana. En la vida real no re-
sulta novedoso ni extraño considerar el trabajo solamente desde la perspectiva
humana: sucede cuando la finalidad del trabajo es solamente económica o de
búsqueda de gloria humana. La plena conciencia de la presencia y asistencia
de Dios es la que eleva el trabajo al nivel sobrenatural, porque cuando el hom-
bre es consciente de trabajar en la presencia de Dios, pedirá la ayuda divina
para realizar bien el trabajo; mientras trabaja sabrá que en realidad es Dios que
actúa en él dándole todas las cualidades y energías necesarias; una vez termi-
nado el trabajo lo ofrecerá a Dios como un don recibido de sus manos provi-
dentes y generosas.
Otra manifestación del sentido espiritual del trabajo en el Magisterio de
Pío XII lo constituye la introducción de un novedoso término aplicado al tra-
bajo: su “consagración religiosa”. Este término en sí tiene un significado
sagrado, porque la consagración consiste en separar algo o alguien del uso co-
mún o del ámbito profano para ofrecerlo absolutamente al Señor como propie-
dad suya o perteneciente exclusivamente a Él para siempre. El Papa exhortaba
a los directores y empleados del Instituto Poligráfico del Estado diciendo:
Conservad este pensamiento de dignidad ética en vuestra vida profesional y
dadle el coronamiento y casi la consagración religiosa, es decir, meted vuestro
trabajo cotidiano al servicio de Dios y en el amor purificador y santificador de
Jesucristo26.
La consagración del trabajo consiste en convertir la actividad humana en
obra divina, es decir, divinizar el trabajo humano, transformarlo en actividad
sobrenatural, ya que el trabajo consagrado a Dios es una propiedad suya, está
divinizado por la fuerza santificadora del Espíritu de Cristo. Para realizar esta
consagración del trabajo, el hombre debe ponerle un motivo sobrenatural
como principio; realizarlo con una intención sobrenatural como fundamento y
ofrecerlo con un afecto sobrenatural a Dios como finalidad.
Además, el trabajo del cristiano está abierto, según Pío XII, al mundo del
más allá:
26 ÍDEM, Discurso a los directores y empleados del Instituto Poligráfico del Estado (8-IV-
1951), en DRPXII, Vol. XIII (1952), p. 40.
32
1. PÍO XII
33
CAPÍTULO II. HACIA UNA TEOLOGÍA DEL TRABAJO
34
1. PÍO XII
gran cuidado de Pío XII, en observancia del mensaje cristiano de salvación, por
proteger la dignidad del trabajador contra cualquier tendencia que lo convirtie-
ra en esclavo de la producción y de la sociedad y terminara torciendo el sentido
original del trabajo33.
Un par de años antes Pío XII ya había cristianizado la Fiesta del trabajo
mediante un discurso dirigido a diversos grupos de trabajadores:
El mundo celebra hoy, primero de mayo, la “Fiesta del trabajo”. ¿Quién mejor
que el verdadero cristiano puede dar a la misma un profundo sentido? Para él
es un día en que venera mucho más intensamente y adora al Hombre -Dios,
nuestro Señor Jesucristo, que para ser nuestro modelo, para nuestro consuelo y
santificación, pasó la mayor parte de su vida en el ejercicio de un oficio ma-
nual, como un simple obrero (cfr. Mt 13,55; Mc 6,3); es el día del agradeci-
miento a Dios por parte de todos aquellos a quienes ha sido dado, por medio
del trabajo, asegurarse para sí y para los suyos una vida tranquila y pacífica; es
el día en que se robustece la voluntad de vencer la lucha y el odio de clase con
la fuerza que se deriva de la realización de la justicia social, con la estimación
recíproca y con la mutua caridad fraterna por amor de Cristo; es el día, final-
mente, en que la humanidad creyente promete de una manera solemne crear
con el trabajo de su espíritu y de sus manos una cultura para la gloria de Dios,
una cultura que, lejos de apartar al hombre de Dios, lo aproxime a Él cada vez
más34.
San José es un personaje muy significativo en la espiritualidad cristiana
por ser el padre putativo de Jesús, el “pater familias” del hogar de Nazaret, el
custodio de Jesús y María: «Ningún trabajador ha estado jamás [tan unido a
Dios] como aquél que vivió con Cristo en la más estrecha intimidad y comuni-
dad de familia y de trabajo, su padre putativo, san José» 35. Su figura será tam-
bién constante en el Magisterio posterior.
* * *
En definitiva, podemos afirmar que a Pío XII le interesa cualquier hones-
ta profesión, pero más que preocuparse por el aspecto productivo, pone de re-
lieve el crecimiento y perfeccionamiento de los trabajadores. Concluimos este
apartado indicando que con el Magisterio de Pío XII estamos
33 P. LEHNERT, Una festa, un simbolo: san Giuseppe lavoratore, en ÍDEM, Pio XII: il privile-
gio di servirlo, Rusconi, Milano 1984, p. 185. La traducción es nuestra.
34 PÍO XII, Discurso a los trabajadores (1-V-1953), en DPIII, p. 1056, nota c.
35 ÍDEM, Discurso a los trabajadores de las ACLI (11-III-1945), n. 8, en CEDP, Vol. I, p.
840.
35
CAPÍTULO II. HACIA UNA TEOLOGÍA DEL TRABAJO
36
2. SAN JUAN XXIII
del mundo laboral como una de las notas más características de la época mo-
derna:
en la actualidad, los trabajadores de todo el mundo reclaman con energía que
no se les considere nunca simples objetos carentes de razón y libertad, someti-
dos al uso arbitrario de los demás, sino como hombres en todos los sectores de
la sociedad41.
En lo relativo al trabajo san Juan XXIII recordó algunos puntos funda-
mentales del Magisterio precedente: el trabajo como actividad ennoblecida y
santificada por Jesús42; la actividad humana como colaboración en la obra
creadora de Dios43 y continuación de la obra de Cristo 44; la ley del trabajo
como condición de vida que perfecciona al hombre 45; el trabajo profesional es
susceptible de ser convertida en oración 46; la actividad humana tiene una di-
mensión y perspectiva sobrenatural47, etc.
37
CAPÍTULO II. HACIA UNA TEOLOGÍA DEL TRABAJO
38
2. SAN JUAN XXIII
Un poco más adelante en ese mismo texto san Juan XXIII afirma con
claridad que los hombres, obedeciendo a los designios providenciales de Dios
relativos a la salvación eterna, tienen que consagrarse a la acción temporal,
«conjugando plenamente las realidades científicas, técnicas y profesionales
con los bienes superiores del espíritu»50.
Si para todo hombre el trabajo profesional es medio de perfeccionamien-
to personal, para un cristiano es además instrumento de santificación:
todo lo que para él [el hombre] es fatiga y dura conquista pertenece al designio
redentor de Dios, que habiendo salvado al mundo mediante el amor y los dolo-
res de su Hijo Unigénito, convierte los sufrimientos humanos en precioso ins-
trumento de santificación cuando se unen a los de Cristo51.
Algunas afirmaciones referentes a este punto fueron realizadas en la fes-
tividad de san José Obrero, día en la que los trabajadores celebran «el valor
precioso y santificante del trabajo»52. Si para el cristiano el trabajo profesional
es instrumento de santificación, también lo es para alcanzar la vida eterna: «[A
los trabajadores la Iglesia] les invita a convertir su actividad en un poderoso
medio [...] de mérito eterno»53.
Para san Juan XXIII, el trabajo, además de medio de perfeccionamiento
personal y espiritual del hombre, tiene también valor corredentor:
el trabajo humano se eleva y ennoblece de tal manera que conduce a la perfec-
ción espiritual al hombre que lo realiza y, al mismo tiempo, puede contribuir a
extender a los demás los frutos de la redención cristiana y propagarlos por to-
das partes54.
Según san Juan XXIII, a través de su actividad profesional los trabajado-
res no sólo pueden realizar, la perfección de su ser, es decir, santificarse, sino
también «convertirse en apóstoles»55. El significado de esta doctrina será desa-
rrollada y profundizada en los documentos del Concilio Vaticano II.
50 Ibíd., n. 150.
51 JUAN XXIII, Radiomensaje en la festividad de san José Obrero (1-V-1960), n. 2, en
CEDP, Vol. II, p. 2341.
52 ÍDEM, Discurso a los trabajadores de las ACLI (1-V-1959), n. 2, en CEDP, Vol. I, p. 869.
53 ÍDEM, Radiomensaje en la festividad de san José Obrero (1-V-1960), n. 2, en CEDP, Vol.
II, p. 2341.
54 ÍDEM, enc. Mater et Magistra (15-V-1961), n. 259.
55 ÍDEM, Discurso a las juventudes femeninas católicas (23-IV-1960), n. 3, en CEDP, Vol.
II, p. 2183.
39
CAPÍTULO II. HACIA UNA TEOLOGÍA DEL TRABAJO
40
2. SAN JUAN XXIII
Mediante el trabajo el hombre puede ofrecer una ayuda real como un ser-
vicio para el desarrollo y enriquecimiento de los demás. Nadie trabaja sola-
mente para sí mismo, ni tampoco vive sin los demás. Por tanto, con el trabajo
bien realizado cada uno ofrece un servicio a los demás; mientras tanto, tam-
bién recibe un servicio de parte de los demás. Así que el trabajo es un medio
para el servicio y enriquecimiento mutuo entre los seres humanos. El hombre
crece y se enriquece dándose a los demás, y la donación de sí mismo de cada
hombre es un enriquecimiento mutuo. Mediante la donación de sí mismo el
hombre se hace más hombre. El trabajo además de ser un servicio caritativo al
prójimo, también es como servicio a Cristo. En efecto, el servicio al prójimo
no se puede separar del servicio a Cristo, pues servir al prójimo es servir a
Cristo: «cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más peque-
ños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25,40).
* * *
En resumen, después de este recorrido podemos señalar que en el período
del Magisterio precedente del Concilio Vaticano II encontramos abundantes
enseñanzas bastante claras sobre la santificación del trabajo, las ideas sobre
esta doctrina forman una prematura “teología” del trabajo, que está diseminada
entre los diversos discursos y radiomensajes dirigidos a distintos grupos de
trabajadores, que está a la espera de madurar en un cuerpo doctrinal que le
dará el Magisterio conciliar. Esto es lo que vamos a tratar en el próximo capí-
tulo.
41
Capítulo III.
Concilio Vaticano II: consolidación y
maduración de una doctrina sobre el
trabajo
1 Los textos conciliares que utilizamos son los de la nueva edición bilingüe promovida
por la Conferencia Episcopal Española: Concilio Ecuménico Vaticano II: constituciones,
decretos, declaraciones, UPS – BAC, Madrid 20142. En las citas de los textos concilia-
res, el número árabe indica el número dentro del documento y la letra inglesa, el párrafo.
2 Cfr. J. PAREDES (ed.), Diccionario de los Papas y Concilios, cit., pp. 636-639.
43
CAPÍTULO III. CONCILIO VATICANO II: CONSOLIDACIÓN Y MADURACIÓN DE UNA DOCTRINA
SOBRE EL TRABAJO
44
1. EL SENTIDO CRISTIANO DEL TRABAJO
45
CAPÍTULO III. CONCILIO VATICANO II: CONSOLIDACIÓN Y MADURACIÓN DE UNA DOCTRINA
SOBRE EL TRABAJO
12 Ibíd., n. 64.
46
1. EL SENTIDO CRISTIANO DEL TRABAJO
47
CAPÍTULO III. CONCILIO VATICANO II: CONSOLIDACIÓN Y MADURACIÓN DE UNA DOCTRINA
SOBRE EL TRABAJO
13 CONCILIO VATICANO II, const. Lumen gentium (21-XI-1964), n. 40/a-b. El n. 11/c del capí-
tulo segundo, que trata del Pueblo de Dios, ya había anticipado esta doctrina: «todos los
cristianos, de cualquier estado o condición, son llamados por el Señor, cada uno por su
propio camino, a esa perfección de la santidad por la cual el mismo Padre es perfecto».
14 F. OCÁRIZ, Vocación a la santidad en Cristo y en la Iglesia, en M. BELDA – J. ESCUDERO –
J. L. ILLANES – P. O’CALLAGHAN (eds.), Santidad y mundo, EUNSA, Pamplona 1996, p.
41.
15 CONCILIO VATICANO II, const. Lumen gentium (21-XI-1964), n. 41/g. El cursivo es nuestro.
16 Ibíd., n. 41/e.
48
2. EL TRABAJO Y LA LLAMADA UNIVERSAL A LA SANTIDAD
17 Ibíd., n. 31/a.
18 Ibíd., n. 31/b.
19 V. BOSCH, Santificar el mundo desde dentro: curso de espiritualidad laical, BAC, Ma-
drid 2017, p. 104.
49
CAPÍTULO III. CONCILIO VATICANO II: CONSOLIDACIÓN Y MADURACIÓN DE UNA DOCTRINA
SOBRE EL TRABAJO
50
2. EL TRABAJO Y LA LLAMADA UNIVERSAL A LA SANTIDAD
51
CAPÍTULO III. CONCILIO VATICANO II: CONSOLIDACIÓN Y MADURACIÓN DE UNA DOCTRINA
SOBRE EL TRABAJO
52
3. EL TRABAJO Y LA VOCACIÓN UNIVERSAL AL APOSTOLADO
dos decretos con las afirmaciones del capítulo cuarto (De laicis) de la constitu-
ción Lumen gentium.
Antes que nada, queremos exponer el significado de la noción de aposto-
lado que nos ha ofrecido el decreto Apostolicam actuositatem:
La Iglesia ha nacido con la finalidad de propagar el Reino de Cristo por toda la
tierra para gloria de Dios Padre y, de esa forma, hacer partícipes a todos los
hombres de la redención salvadora, y, por medio de esos hombres ordenar real-
mente todo el mundo hacia Cristo. Toda la actividad del Cuerpo místico, dirigi-
da a este fin, recibe el nombre de apostolado, que la Iglesia ejerce a través de
todos sus miembros, aunque de diversas maneras27.
En la realización de la misión evangelizadora de la Iglesia durante mu-
cho tiempo los laicos eran considerados como parte pasiva e insignificante; la
Jerarquía tenía la función dirigente y dominante y, con la colaboración de las
órdenes religiosas, asumía el empeño de evangelizar a los hombres. Pero como
ya hemos visto, por el sacerdocio común también los laicos participan en la
triple función mesiánica y, por tanto, de su misión salvadora:
[Jesucristo, sumo y eterno Sacerdote] ha hecho del nuevo pueblo [es decir, la
Iglesia] “un reino de sacerdotes para Dios, su Padre” (Ap 1,6; cfr. 5,9-10). Los
bautizados, en efecto, por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu San-
to, […] deben dar testimonio de Cristo en todas partes28.
El decreto Apostolicam actuositatem también confirma esa idea: «los lai-
cos, partícipes de la función sacerdotal, profética y real de Cristo, cumplen en
la Iglesia y en el mundo la parte que les corresponde en la misión de todo el
Pueblo de Dios»29. El mismo decreto afirma que el fundamento del apostolado
seglar consiste en la unión con Cristo:
El deber y el derecho de los laicos al apostolado derivan de su misma unión
con Cristo Cabeza. Incorporados por el bautismo al Cuerpo místico de Cristo y
fortalecidos con la fuerza del Espíritu Santo por medio de la confirmación, son
destinados al apostolado por el mismo Señor. Han sido consagrados como
sacerdocio real y nación santa (cfr. 1 Pe 2,4-10) para ofrecer hostias espiritua-
les por medio de todas sus obras y para dar testimonio de Cristo en todo el
mundo30.
27 Ibíd.
28 CONCILIO VATICANO II, const. Lumen gentium (21-XI-1964), n. 10/a.
29 ÍDEM, decr. Apostolicam actuositatem (18-XI-1965), n. 2.
30 Ibíd., n. 3/a.
53
CAPÍTULO III. CONCILIO VATICANO II: CONSOLIDACIÓN Y MADURACIÓN DE UNA DOCTRINA
SOBRE EL TRABAJO
54
3. EL TRABAJO Y LA VOCACIÓN UNIVERSAL AL APOSTOLADO
55
CAPÍTULO III. CONCILIO VATICANO II: CONSOLIDACIÓN Y MADURACIÓN DE UNA DOCTRINA
SOBRE EL TRABAJO
dio de los miembros de la Iglesia, iluminará cada vez más a toda la sociedad
humana con su luz salvadora38.
Se puede afirmar con razón y certeza que para los laicos su actividad la-
boral se constituye en instrumento de evangelización y santificación de los de-
más, como señalará el decreto Apostolicam actuositatem:
Los laicos cumplen en el mundo esta misión de la Iglesia, ante todo, con la co-
herencia entre su vida y su fe, por la que se convierten en luz del mundo; con la
honradez en cualquier negocio, con la que atraen a todos al amor de la verdad y
del bien y, finalmente, a Cristo y a la Iglesia; con la caridad fraterna, por el que,
participando de las condiciones de vida, los trabajos, dolores y aspiraciones de
los hermanos, disponen, casi sin hacerlo notar, los corazones de los demás para
la acción de la gracia salvadora; con la plena conciencia de su participación en
la construcción de la sociedad, por la que se esfuerzan en desempeñar su activi-
dad doméstica, social y profesional con magnanimidad cristiana. De este modo,
su forma de actuar impregna paulatinamente el ambiente de su vida y de su tra-
bajo39.
El presente texto habla explícitamente de la actividad laboral como testi-
monio de vida de los laicos mediante su actividad laboral, algo a lo que el mis-
mo decreto había aludido veladamente con anterioridad40. Pero además, para
una plena realización de la misión evangelizadora no basta el testimonio de
vida, también es necesaria la palabra en el anuncio de Cristo y de su mensaje
evangélico41. Palabra y testimonio de vida se complementan y se ayudan mu-
tuamente: «[en el campo del trabajo, los laicos] complementan el testimonio
de la vida con el testimonio de la palabra. [...] los verdaderos apóstoles [...] se
esforzarán en anunciar a Cristo al prójimo también con la palabra»42.
56
3. EL TRABAJO Y LA VOCACIÓN UNIVERSAL AL APOSTOLADO
43 Ibíd.
44 CONCILIO VATICANO II, decr. Ad gentes (7-XII-1965), n. 21/c.
45 V. BOSCH, Santificar el mundo desde dentro, cit., p. 234.
57
CAPÍTULO III. CONCILIO VATICANO II: CONSOLIDACIÓN Y MADURACIÓN DE UNA DOCTRINA
SOBRE EL TRABAJO
58
3. EL TRABAJO Y LA VOCACIÓN UNIVERSAL AL APOSTOLADO
y perfeccionar con ánimo el orden de las cosas temporales con espíritu cristia-
no, en medios de las dificultades y adversidades, encuentran fortaleza en la es-
peranza para superarlas (cfr. n. 4/e). Los laicos, impulsados por la caridad, ha-
cen el bien a todos, sobre todo a los hermanos en la fe, atrayéndoles así hacia
Cristo (cfr. n. 4/f). Este estilo de vida asume características peculiares por ra-
zón del estado de vida y de la actividad profesional y social (cfr. n. 4/g), y con-
cede gran importancia a la pericia profesional y a todas las virtudes relativas a
la convivencia social, porque sin ellas no se da una vida auténticamente cris-
tiana (cfr. n. 4/i). Estos son los elementos fundamentales que constituyen el ca-
ñamazo de esta espiritualidad laical.
Sin duda, el alma de esta espiritualidad laical, como en cualquier otra es-
piritualidad (presbiteral, religiosa, etc.), es la caridad. La constitución Lumen
gentium afirma: «[La caridad] es el alma de todo apostolado» (n. 33/b). El de-
creto Apostolicam actuositatem confirma la misma idea: «Toda actuación
apostólica debe tener su origen y su fuerza en la caridad» (n. 8/b). El decreto
Ad gentes especifica que esta caridad es aquella misma con la que nos amó
Dios y con la cual debemos amar a los demás: «La presencia de los cristianos
en los grupos humanos debe estar animada por aquella con la que nos amó
Dios, que quiso que también nosotros nos amáramos mutuamente con esa mis-
ma caridad (cfr. 1 Jn 4,11)» (n. 12/a).
Cristo hizo suyo ese antiguo mandamiento de amar a Dios (cfr. Dt 6,5) y
al prójimo (cfr. Lev 19,18) y le dio un sentido nuevo uniéndoles inseparable-
mente, de modo que amar al prójimo es a amar a Él mismo:
El mandamiento supremo de la ley es amar a Dios de todo corazón y al prójimo
como a sí mismo (cfr. Mt 22,37-40). Cristo hizo suyo este mandamiento de la
caridad al prójimo y lo enriqueció con un nuevo sentido al hacerse una sola
cosa con los hermanos en cuanto objeto de amor, pues dijo: “Cuantas veces hi-
cisteis eso a uno de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis (Mt
25,40)”48.
El decreto Apostolicam actuositatem afirma que la finalidad de esta espi-
ritualidad es la santificación propia de los laicos (cfr. n. 4/a) y la salvación
eterna de todos los hombres: «[la caridad] urge a todos los cristianos a procu-
rar la gloria de Dios por el advenimiento de su reino y la vida eterna para to-
dos los hombres» (n. 3/b).
48 Ibíd., n. 8/b.
59
CAPÍTULO III. CONCILIO VATICANO II: CONSOLIDACIÓN Y MADURACIÓN DE UNA DOCTRINA
SOBRE EL TRABAJO
* * *
En resumen, nos parece más que suficiente esta selección de textos con-
ciliares sobre el trabajo, que ofrece un cuadro general de las principales apor-
taciones del Concilio Vaticano II a nuestro tema 50. Entre ellas, la más impor-
tante es, sin duda alguna, ésta:
el trabajo profesional, por ser determinante en la vida y en la inserción de los
fieles laicos en el mundo, constituye un elemento determinante de su fisiono-
mía espiritual. En el caso de los cristianos corrientes no sería posible edificar
una vida espiritual al margen de sus ocupaciones seculares, y más concreta-
mente de su trabajo profesional51.
Concluimos señalando que a lo largo de las diversas sesiones del Conci-
lio el tema del trabajo ha sido elaborado, discutido y reflexionado, y por tanto,
ha podido ofrecer una teología del trabajo ya madura, pero diseminada entre
los diversos documentos conciliares. Aún así, la doctrina conciliar representará
un punto de referencia para el sucesivo Magisterio sobre el trabajo, que encon-
trará su cumbre en la gran encíclica Laborem exercens de san Juan Pablo II,
que trataremos en el próximo capítulo.
60
Capítulo IV.
Interpretación y profundización
posconciliar
1. San Pablo VI
El pontificado de san Pablo VI duró quince años (1963-1978). Este espa-
cio de tiempo le permitió recoger y saborear el fruto doctrinal del Concilio Va-
ticano II, convirtiéndolo en instrumento de servicio pastoral para el bien de las
almas. A lo largo de su pontificado trató de muchos temas, entre ellos el del
trabajo, cuestión que le atraía e interesaba 1. Su Magisterio sobre el trabajo,
tanto escrito como oral, es abundante 2. En cuanto al escrito, destacamos la en-
cíclica social, la Populorum progressio, publicada el 26 de marzo de 1967,
poco tiempo después de la clausura del Concilio Vaticano II, y centrada en
promover un progreso justo en favor del desarrollo integral del hombre y del
desarrollo solidario de la humanidad (la Gaudium et spes es citada en quince
ocasiones). También escribió la carta apostólica Octogesima adveniens, el 14
de mayo de 1971, con ocasión del ochenta aniversario de la encíclica Rerum
novarum (la Gaudium et spes es citada en diecisiete ocasiones). En cuanto a su
Magisterio oral, contamos con muchos discursos y homilías, especialmente en
la fiesta de san José Obrero, y en otras muchas ocasiones en que entró directa-
mente en contacto con los trabajadores de diversa profesión.
En lo relativo a nuestro tema san Pablo VI recordó algunos puntos funda-
mentales del Magisterio precedente: Cristo fue trabajador 3; el mundo del traba-
1 PABLO VI, enc. Ecclesiam suam (6-VIII-1964), n. 21: «la ciencia, la técnica, y especial-
mente el trabajo en primer lugar, se convierten para Nos en objeto de vivísimo interés».
2 El Magisterio oral de san Pablo VI se puede consultar en Insegnamenti di Paolo VI
(=IPVI), 16 Vols., LEV, Città del Vaticano 1965-1979.
3 PABLO VI, Discurso (10-VI-1969): «el Hijo de Dios, haciéndose uno de nosotros (cfr. Jn
1,14), se convirtió también en un trabajador al que se designaba sencillamente, en su
ambiente, por la profesión de los suyos: Jesús es conocido como “el Hijo del Carpinte-
ro” (Mt 13,55)».
61
CAPÍTULO IV. INTERPRETACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN POSCONCILIAR
4 ÍDEM, Radiomensaje con motivo del XIX centenario de la llegada de san Pablo a España
(26-I-1964), en IPVI, Vol. II (1964), p. 102: «[El mundo laboral fue] santificado por
Cristo».
5 ÍDEM, enc. Populorum progressio (26-III-1967), n. 22: «La Biblia, desde sus primeras
páginas, nos enseña que la creación entera es para el hombre, quien tiene que aplicar su
esfuerzo inteligente para valorizarla y, mediante su trabajo, perfeccionarla».
6 ÍDEM, Homilía en la festividad de san José Obrero (1-V-1970), en IPVI, Vol. VIII (1970),
p. 403: «mediante el trabajo [la persona] desarrolla su ingenio y sus energías y se perfec-
ciona a sí misma, conquista el dominio sobre las cosas y las pone a su servicio» (la tra-
ducción es nuestra); Audiencia general (20-III-1971), en IPVI, Vol. IX (1971), p. 206:
«en la nueva economía de la redención el trabajo encuentra todo su valor de ascesis y de
perfección espiritual». La traducción es nuestra.
7 ÍDEM, Discurso a los empleados de la limpieza urbana de Roma (15-II-1966), en IPVI,
Vol. IV (1966), p. 988: «el secreto [de hacer del trabajo cotidiano una ofrenda agradable
a Dios] consiste en afrontar el trabajo según el espíritu de Jesús y transformarlo en una
oración cotidiana» (la traducción es nuestra). En otra ocasión el Papa expresó la idea de
convertir los puestos de trabajo en lugares de oración: «también en los lugares del traba-
jo, donde el hombre da lo mejor de sí mismo, de sus capacidades y energías, debe subir
a Dios el himno de gratitud y de amor» (Discurso [23-XI-1966], en IPVI, Vol. IV
[1966], p. 917). La traducción es nuestra.
8 ÍDEM, Discurso (23-XI-1966), en IPVI, Vol. IV (1966), p. 917: «[La actividad profesio-
nal es] vínculo de solidaridad hacia los hermanos y la sociedad». La traducción es nues-
tra.
9 ÍDEM, exhort. apost. Evangelii nuntiandi (8-XII-1975), n. 70: «Los seglares, cuya voca-
ción específica los coloca en el corazón del mundo y a la guía de las más variadas tareas
temporales, deben ejercer por lo mismo una forma singular de evangelización». En el
mismo número el Papa afirma con claridad que el trabajo profesional es una realidad
abierta a la evangelización. En otra ocasión el Pontífice dice a diversos grupos de traba -
jadores: «que [Cristo] os enseñe a ser amigos y apóstoles entre vuestros compañeros»
(Homilía en la festividad de san José Obrero [1-V-1964]).
10 ÍDEM, Homilía en la festividad de san José Obrero (1-V-1964): «[El Día del trabajo la
Iglesia] lo hace propio para tributar al trabajo el honor que le es debido y para santificar -
lo con el ejemplo y la protección del querido y santo obrero José de Nazaret». En la ho -
milía de la fiesta de san José Obrero de 1975 el Pontífice afirma: «nuestro modo de cele-
brar el uno de mayo no deforma el aspecto de celebración del trabajo, sino que le otorga
62
1. SAN PABLO VI
una espiritualidad que da vida y redime» (Homilía en la festividad de san José Obrero
[1-V-1975], en IPVI, Vol. XIII [1975], p. 376). La traducción es nuestra.
11 ÍDEM, Discurso a los emigrantes españoles (26-VI-1965), en IPVI, Vol. III (1965), p.
376: «No olvidéis que el trabajo [...] tiene una meta y una recompensa primordiales:
Dios y el Cielo».
12 ÍDEM, enc. Populorum progressio (26-III-1967), n. 27: «Creado a imagen suya, “el hom-
bre debe cooperar con el Creador en la perfección de la creación y marcar, a su vez, la
tierra con el carácter espiritual que él mismo ha recibido”. Dios, que ha dotado al hom-
bre de inteligencia, le ha dado también el modo de acabar de alguna manera su obra; ya
sea el artista o artesano, patrono, obrero o campesino, todo trabajador es un creador». La
cita interna proviene de la Carta a la Semana social de Lyon (25-VI-1964), n. 4, firmada
por el cardenal Cicognani, Secretario del Estado (en CEDP, Vol. II, p. 3143).
13 ÍDEM, enc. Populorum progressio (26-III-1967), n. 28. En otra ocasión también afirmaba
el Pontífice: «[El trabajo humano] no es sólo la prolongación de la actividad creadora de
Dios, sino que se convierte en medio de elevación y de purificación» (Audiencia gene-
ral [20-III-1971], en IPVI, Vol. IX [1971], p. 206). La traducción es nuestra.
14 ÍDEM, Homilía a los juristas católicos italianos (15-XII-1963), en IPVI, Vol. I (1963), p.
609. La traducción es nuestra.
63
CAPÍTULO IV. INTERPRETACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN POSCONCILIAR
mana»15 fue tratado por san Pablo VI mucho más que otros Pontífices. En este
apartado expondremos brevemente sus principales enseñanzas sobre este as-
pecto de la actividad humana.
La fatiga del trabajo es, como confirma la Biblia en sus primeras páginas,
una consecuencia del pecado original (cfr. Gén 3,19). Desde entonces forma
parte de la condición humana, y es un hecho en el mundo laboral. Ante esta
realidad, Pablo VI invita a «dar a la fatiga ordinaria un sentido y valor espiri-
tual»16; y exhorta a unir la fatiga cotidiana a la fe que trasciende al hombre a
nivel sobrenatural y espiritual17.
En Cristo el hombre puede encontrar el gran valor del trabajo, y en Él el
trabajador descubre el noble significado del cansancio humano 18. La antigua
condición de la fatiga ha sido transformada por el humilde trabajo de Jesús en
Nazaret: «[Cristo convirtió] la fatiga humana no sólo en honesta y digna, sino
también en meritoria»19. En Cristo el trabajo humano no sólo ha recuperado su
sentido original de colaboración con la obra creadora de Dios, sino también se
ha convertido en medio de participación en su obra redentora. La fatiga huma-
na del trabajo ya no es como un castigo imputado al hombre por Dios, sino
que ha adquirido un valor sobrenatural y eterno. De aquí el Pontífice deduce
que el trabajo humano, a pesar de ser duro y difícil, puede convertirse, a imita-
ción de Cristo, en redentor:
Si lo que era hermosa actividad creadora en el plan de Dios se convirtió por el
pecado en trabajo austero y carga difícil de llevar, ahora ese rudo combate dia-
rio, humildemente aceptado, se convierte en redentor, a imitación del trabajo de
Jesús en Nazaret20.
64
1. SAN PABLO VI
21 ÍDEM, Discurso a los trabajadores (21-VI-1975), en IPVI, Vol. XIII (1975), pp. 662-663.
La traducción es nuestra.
22 ÍDEM, Discurso (23-XI-1966), en IPVI, Vol. IV (1966), p. 917. La traducción es nuestra.
23 ÍDEM, Homilía (1-V-1969), en IPVI, Vol. VII (1969), p. 279. La traducción es nuestra.
65
CAPÍTULO IV. INTERPRETACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN POSCONCILIAR
66
1. SAN PABLO VI
28 ÍDEM, Discurso a los emigrantes españoles (26-VI-1965), en IPVI, Vol. III (1965), p.
376.
29 ÍDEM, Homilía en la festividad de san José Obrero (1-V-1964).
30 ÍDEM, Homilía en la festividad de san José Obrero (1-V-1975), en IPVI, Vol. XIII (1975),
p. 376. La traducción es nuestra.
67
CAPÍTULO IV. INTERPRETACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN POSCONCILIAR
ros que esta separación entre vuestro mundo del trabajo y el religioso, el cris-
tiano, [...] no debe existir31.
En la ceremonia de la beatificación de Nuncio Sulprizio el Papa expresó
la misma idea con más claridad:
el trabajo no puede separarse de su gran complemento, la religión; [...] la reli-
gión que da descanso, interioridad, nobleza, purificación y consuelo al trabajo
físico y a la actividad profesional; la religión que humaniza la técnica, la eco-
nomía, el orden social; la religión hace grandes, buenos, justos, libres y santos
a los hombres laboriosos32.
En otro discurso Pablo VI afirmó: «el trabajo debe ser siempre vivificado
por la religión»33. Efectivamente, la presencia de la relación con Dios da sere-
nidad y mérito a la misma fatiga humana propia de cualquier trabajo, y hace
honesto y fuerte al trabajador.
Además, el Pontífice anima a los trabajadores a dar testimonio con su
propia vida equilibrada entre el trabajo y la religión:
Con vuestro ejemplo demostrad [...] que la religión tiene hoy más que nunca su
función iluminadora y de elevación, porque sólo la visión religiosa puede dar a
la vida terrena su significado y dignidad, orientándola hacia su destino inmor-
tal34.
La Liturgia de las Horas es una oración común de todo el Pueblo de
Dios, que no está reservada solamente para los clérigos y religiosos, sino que
también es muy recomendable para los mismos laicos. Con la reforma del Ofi-
cio Divino llevada a cabo después del Concilio, el Pontífice dio mucha impor-
tancia a la relación entre el trabajo y la vida cristiana: «A las Laudes de la ma-
ñana [una de las dos partes fundamentales de todo el Oficio] han sido añadidas
unas preces, con las cuales se quiere consagrar la jornada y el comienzo del
trabajo cotidiano»35. Para Pablo VI esta reforma tiene una clara intención: que
68
1. SAN PABLO VI
36 ÍDEM, Homilía a los juristas católicos italianos (15-XII-1963), en IPVI, Vol. I (1963),
pp. 608-609. La traducción es nuestra.
37 ÍDEM, Discurso a los trabajadores (21-VI-1975), en IPVI, Vol. XIII (1975), p. 662. La
traducción es nuestra.
38 ÍDEM, Homilía (14-II-1965), en IPVI, Vol. III (1965), p. 1167. La traducción es nuestra.
39 ÍDEM, Discurso a los peregrinos italianos (14-II-1965), en IPVI, Vol. III (1965), p. 87.
La traducción es nuestra.
69
CAPÍTULO IV. INTERPRETACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN POSCONCILIAR
70
1. SAN PABLO VI
* * *
En conclusión, en san Pablo VI hay un fuerte deseo de recordar y poner
en práctica la doctrina conciliar sobre el trabajo. Por las abundantes citas ex-
plícitas e implícitas de los textos y doctrinas conciliares en su Magisterio, oral
y escrito, se ve su gran empeño en actualizar y profundizar la teología del tra-
bajo. Durante su pontificado el Papa ha tenido un gran interés en transmitir un
mensaje positivo y animador al mundo del trabajador, especialmente en lo re-
ferente a la fatiga humana que conlleva el trabajo. Con sus abundantes ense-
ñanzas el Pontífice ha expresado el altísimo valor espiritual del trabajo en la
nueva economía de redención y salvación.
42 ÍDEM, Carta a la Semana social de Lyon (25-VI-1964), n. 6, en CEDP, Vol. II, p. 3144.
43 El Magisterio oral de san Juan Pablo II se puede consultar en Insegnamenti di Giovanni
Paolo II (=IGPII), 28 Vols., LEV, Città del Vaticano 1979-2006.
71
CAPÍTULO IV. INTERPRETACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN POSCONCILIAR
44 JUAN PABLO II, exhort. apost. Christifideles laici (30-XII-1988), n. 43: «los fieles laicos
han de cumplir su trabajo con competencia profesional, con honestidad humana, con es-
píritu cristiano, como camino de la propia santificación»; Discurso a los trabajadores
(19-III-1986), n. 10, en IGPII, Vol. IX/1 (1986), p. 775: «En el signo de Cristo, el traba-
jo es camino de perfección humana y de elevación sobrenatural, vehículo de santidad».
La traducción es nuestra.
45 ÍDEM, Discurso (29-III-1983), n. 3: «Ahora ya podemos captar cuál es el significado más
profundo del estudio y del trabajo al mismo tiempo: la búsqueda de la santidad».
46 ÍDEM, Homilía (17-V-1992), n. 3, en IGPII, Vol. XV/1 (1992), p. 1470: «Cristo convoca a
todos a santificarse en la realidad de la vida cotidiana; por ello, el trabajo es también
medio de santificación y de apostolado cuando se vive en unión con Jesucristo». La cur-
siva es del original.
47 ÍDEM, Homilía a los agricultores (21-II-1981), n. 7: «[Cristo] santificó el trabajo huma-
no, confiriendo así a los trabajadores una solidaridad especial consigo mismo y hacién-
doles partícipes de su propia obra redentora de enaltecimiento de la humanidad, trans-
formación de la sociedad y conducción del mundo a la alabanza de su Padre del cielo».
72
2. SAN JUAN PABLO II
73
CAPÍTULO IV. INTERPRETACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN POSCONCILIAR
La Iglesia halla ya en las primeras páginas del libro del Génesis la fuente de su
convicción según la cual el trabajo constituye una dimensión fundamental de la
existencia humana sobre la tierra. [...] El hombre es la imagen de Dios, entre
otros motivos por el mandato recibido de su Creador de someter y dominar la
tierra. En la realización de este mandato, el hombre, todo ser humano, refleja la
acción misma del Creador del universo51.
Las diversas ciencias dedicadas al estudio del hombre testimonian y con-
firman esa convicción de la Iglesia, pero para Ella esa convicción se funda so-
bre todo en la Palabra de Dios revelada (n. 4/a). Este hecho debe ser la base y
el fundamento de toda reflexión sobre el trabajo humano. Ese dominio del
hombre sobre la naturaleza, realizado en el trabajo y mediante el trabajo, pue-
de ser entendido como una actividad “transitiva”, en el sentido de que empieza
en el sujeto humano y se dirige hacia un objeto externo (n. 4/c). Se trata de un
proceso de desarrollo que va desde la agricultura y la industria hasta la tecno-
logía informática y telemática. En tal proceso de dominio el hombre se descu-
bre protagonista de los cambios progresivos en la naturaleza: es lo que san
Juan Pablo II ha denominado “trabajo en sentido objetivo” (n. 5/a). E inmedia-
tamente después, el Pontífice expone el significado antropológico del “trabajo
en sentido subjetivo” (n. 6). Es decir, ese dominio del hombre es entendido
como un acto humano “no transitivo”, en el sentido de que inicia por el sujeto
y permanece en él mismo:
Como persona, el hombre es pues sujeto del trabajo. Como persona él trabaja,
realiza varias acciones pertenecientes al proceso del trabajo; éstas, indepen-
dientemente de su contenido objetivo, han de servir todas ellas a la realización
de su humanidad, al perfeccionamiento de esa vocación de persona, que tiene
en virtud de su misma humanidad52.
Este sentido subjetivo constituye el meollo fundamental y permanente de
la doctrina cristiana (n. 6/d) y el punto clave y culminante del Magisterio con-
temporáneo sobre el trabajo:
esta dimensión [subjetiva] condiciona la misma esencia ética del trabajo. En
efecto no hay duda de que el trabajo humano tiene un valor ético, el cual está
vinculado completa y directamente al hecho de que quien lo lleva a cabo es una
persona, un sujeto consciente y libre, es decir, un sujeto que decide de sí mis-
mo. [...] Las fuentes de la dignidad del trabajo deben buscarse principalmente
no en su dimensión objetiva, sino en su dimensión subjetiva. [...] Con esta con-
74
2. SAN JUAN PABLO II
75
CAPÍTULO IV. INTERPRETACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN POSCONCILIAR
54 Respecto a este punto, el Papa había acuñado una nueva expresión: “la mística pascual
del trabajo”. A la luz y a ejemplo de Cristo, el trabajo humano ciertamente puede entrar
en su misterio pascual: «El misterio central de nuestra vida cristiana que es el de la Pas-
cua, nos hace mirar al cielo nuevo y a la tierra nueva. En el trabajo debe existir esa mís -
tica pascual, con la que los sacrificios y fatigas se aceptan con impulso cristiano para ha-
cer que resplandezca más claramente el nuevo orden querido por el Señor y para hacer
un mundo que responda a la bondad de Dios en la armonía, el amor y la paz» (Discurso
a los obreros de Guadalajara [30-I-1979], en IGPII, Vol. II/1 [1979], p. 277).
76
2. SAN JUAN PABLO II
77
CAPÍTULO IV. INTERPRETACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN POSCONCILIAR
En otra ocasión, san Juan Pablo II expresó la misma idea con más preci-
sión:
En una época como la nuestra, marcada profundamente por el dinamismo del
trabajo humano, la Iglesia siente la urgente necesidad de proclamar la Palabra
de Dios, el Evangelio, de modo particular a los hombres del trabajo y precisa-
mente sobre el tema del trabajo. Los tiempos actuales reclaman de manera
apremiante que siga anunciándose el “evangelio del trabajo”56.
Efectivamente, testimoniar y anunciar el mensaje evangélico del trabajo
humano es una vocación y misión intrínseca de la Iglesia y de todos sus miem-
bros.
Sobre la espiritualidad del trabajo, san Juan Pablo II especificó en su Ma-
gisterio posterior su aspecto laical. Según él, se trata de una espiritualidad que
se va divulgando y está necesitada de una mayor profundización:
En la maduración del laicado católico, que es un fruto del Concilio, se va di-
fundiendo la espiritualidad del trabajo. Es una espiritualidad que necesita pro-
fundizar en la búsqueda de modos más idóneos de valorar el fermento cristia-
no, para transformar al individuo y llevar en el ambiente laboral el amor, la fra-
ternidad y la paz de Cristo57.
La Iglesia considera la espiritualidad del trabajo como una espiritualidad
de los laicos y para los laicos:
La Iglesia es consciente de la importancia que tiene el trabajo en la vida huma-
na, y reconoce su carácter de elemento esencial de la sociedad, tanto al nivel
socio-económico y político, como al nivel religioso. Bajo este último aspecto,
lo considera como expresión primaria del “carácter secular” (const. Lumen
gentium, n. 31/b) de los laicos, que en su mayor parte son trabajadores y pue-
den encontrar en el trabajo el camino de la santidad58.
En el discurso dirigido a los miembros del Movimiento trabajadores de la
Acción Católica el Pontífice expresa con una mayor claridad: «Cultivad, siem-
pre, [...] una sólida espiritualidad laical, centrada en Cristo, modelo perfecto de
cada hombre y de cada trabajador»59. En definitiva, en el Magisterio de san
Juan Pablo II la espiritualidad del trabajo es considerada como una espirituali-
78
2. SAN JUAN PABLO II
dad propiamente para los laicos. Para la mayor parte de los laicos la santifica-
ción mediante el trabajo, tanto la propia como la ajena, es el modo ordinario y
propio de realización de su vocación a la perfección y a la santidad.
La fecha de publicación de la encíclica Laborem exercens, —el 14 de
septiembre, fiesta de la exaltación de la santa Cruz— no fue, a mí modo de
ver, una pura casualidad. En el n. 27 de la encíclica el trabajo humano es con-
templado a la luz del misterio de la Cruz de Cristo, y san Juan Pablo II en su
Magisterio posterior exaltó más la estrecha relación entre la teología del traba-
jo y la de la Cruz. Según el Pontífice la cruz es el punto culminante de la teo-
logía del trabajo: «[El crucifijo] nos dice mucho, nos explica, diría, toda la teo-
logía del trabajo, porque la teología del trabajo culmina en la Cruz de Cris-
to»60. En otra ocasión el Pontífice afirmó con una mayor decisión teológica:
«el trabajo es, en modo particular, una forma muy valiosa de participación en
la Cruz redentora de Cristo»61. Además, «en la Cruz de Cristo [el cristiano] en-
contrará la fuerza […] para dar a todos un testimonio eficaz y coherente»62.
En la Laborem exercens antes de concluir su reflexión san Juan Pablo II
expresa la idea de que el trabajo es medio para desarrollar el Reino de Dios:
«El cristiano […], uniendo el trabajo a la oración, sepa qué puesto ocupa su
trabajo no sólo en el progreso terreno, sino también en el desarrollo del Reino
de Dios, al que todos somos llamados» (n. 27/g). Ciertamente todos los hom-
bres son llamados a buscar el Reino de Dios y su justicia (cfr. Mt 6,33), consti-
tuyendo una tarea primordial para toda la vida y en todas las circunstancias:
«también el trabajo ha de formar parte del esfuerzo que ponemos en buscar el
Reino de Dios»63. Buscar el Reino de Dios equivale a buscar a Dios mismo,
reinando en un mundo reconciliado. En una homilía dirigida a los agricultores
el Santo Padre les animaba a buscar a Dios en su trabajo mismo: «Buscad a
59 ÍDEM, Discurso (6-XII-1992), en IGPII, Vol. XV/2 (1992), p. 839. La traducción es nues-
tra.
60 ÍDEM, Discurso a los representantes del mundo del trabajo (19-III-1992), n. 6, en IGPII,
Vol. XV/1 (1992), pp. 661-662. La traducción es nuestra.
61 ÍDEM, Discurso a los obispos brasileños (24-VI-1995), n. 5, en IGPII, Vol. XVIII/1
(1995), p. 1817. La traducción es nuestra.
62 ÍDEM, Carta a los trabajadores, profesionales y artesanos de la ciudad de Roma (8-XII-
1998), n. 4.
63 ÍDEM, Homilía al mundo del trabajo (10-V-1990), n. 5, en IGPII, Vol. XIII/1 (1990), p.
1214.
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CAPÍTULO IV. INTERPRETACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN POSCONCILIAR
64 ÍDEM, Homilía a los agricultores (17-V-1988), n. 7, en IGPII, Vol. XI/2 (1988), p. 1511.
65 ÍDEM, Discurso los dirigentes de la Agip (4-V-2000), n. 3.
66 CONCILIO VATICANO II, const. Lumen gentium (21-XI-1964), n. 11/a.
67 JUAN PABLO II, Homilía a los fieles de Asturias (20-VIII-1989), n. 1, en IGPII, Vol. XII/2
(1989), p. 312.
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2. SAN JUAN PABLO II
estos serán ofrecidos como dones agradables a Dios 68. Por tanto, entre el traba-
jo humano y la santa Misa —Sacrificio de Cristo— existe un estrecho vínculo:
En cada santa Misa, Sacrificio de nuestra redención, entra el fruto “del trabajo
del hombre”, de cada trabajo humano: el pan es una expresión “sintética” y el
vino también. Cada día el trabajo humano se inserta en la Eucaristía, en el Sa-
cramento de nuestro Redentor y en el “gran misterio de la fe”. Cotidianamente,
en tantos lugares de la tierra, delante del trabajo humano se abren las perspecti-
vas divinas69.
En la celebración de la Eucaristía el hombre puede ofrecer toda su vida
—y su actividad laboral— junto con el pan y el vino, y así, unido al Sacrificio
del altar, todo cobrará un valor corredentor:
En la celebración de la Misa el sacerdote ofrece el pan, “fruto de la tierra y del
trabajo del hombre”, y el vino, “fruto de la vid y del trabajo del hombre”. Junto
a ese pan y ese vino podéis ofrecer todo vuestro día y vuestras vidas: el trabajo
y el descanso, el sueño y la vigilia, las tristezas y las alegrías. Todo esto, unido
al sacrificio de Cristo en la Cruz, adquiere su valor más profundo, un valor co-
rredentor70.
En otra ocasión el Pontífice afirmó con un mayor peso teológico: «Ojalá
que todas vuestras tareas, se conviertan por medio de Cristo en “hostias vi-
vas”, en trabajo redentor y santificador» 71. Efectivamente, toda actividad labo-
ral del cristiano ofrecida “por Cristo, con Cristo y en Cristo” a Dios Padre
como sacrificio agradable se convierte en redentora y santificadora.
En la celebración litúrgica de la Eucaristía los frutos del trabajo humano,
sintetizados en el pan y el vino, se convierten verdaderamente en el Cuerpo y
68 Misal Romano, Ofertorio: «Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto
de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora te presen-
tamos; él será para nosotros pan de vida. Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este
vino, fruto de la vid y del trabajo del hombre, que recibimos de tu generosidad y ahora
te presentamos; él será para nosotros bebida de salvación». Los textos del Misal Roma-
no corresponden a la edición típica aprobada por la Conferencia Episcopal Española
(2017).
69 JUAN PABLO II, Homilía al mundo del trabajo (12-VI-1987), n. 8, en IGPII, Vol. X/2
(1987), pp. 2172-2173. La traducción es nuestra.
70 ÍDEM, Homilía a los agricultores (17-V-1988), n. 7, en IGPII, Vol. XI/2 (1988), pp. 1511-
1512. Después de presentar el pan y el vino el sacerdote invita a los participantes a rezar
junto con él: «Orad, hermanos, para que, llevando al altar los gozos y las fatigas de cada
día, nos dispongamos a ofrecer el sacrificio agradable a Dios, Padre todopoderoso» (Mi-
sal Romano, p. 448, la tercera fórmula de libre elección).
71 ÍDEM, Homilía (6-IV-1987), n. 4, en IGPII, Vol. X/1 (1987), p. 1129.
81
CAPÍTULO IV. INTERPRETACIÓN Y PROFUNDIZACIÓN POSCONCILIAR
82
2. SAN JUAN PABLO II
* * *
En resumen, subrayando el sentido subjetivo del trabajo humano, san
Juan Pablo II puso en evidencia que la base de toda reflexión y profundización
teológico-espiritual de la actividad laboral consiste en la persona misma, crea-
da a imagen y semejanza de Dios y llamada a participar en la vida divina de la
Santísima Trinidad. Su Magisterio ofreció una espiritualidad propia del trabajo
profesional a los fieles laicos, mediante la cual estos pueden realizar su voca-
ción a la santidad y alcanzar la salvación eterna. El Pontífice descubre como
punto cumbre de esa espiritualidad del trabajo el Sacramento de la Eucaristía
—Sacrificio de Cristo—, que es la cima de la vida cristiana y fuente de toda
santificación.
83
Conclusiones
85
CONCLUSIONES
86
CONCLUSIONES
87
CONCLUSIONES
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