Mente Religiosa y Mente Cientifica

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

FACULTAD DE FILOSOFIA

Máster Universitario en Filosofía Teórica y Práctica

Especialidad de Historia de la Filosofía y Pensamiento contemporáneo

Trabajo de Fin de Máster

LA CUESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: DE LA FRAGMENTACIÓN DEL


PENSAMIENTO A LA TOTALIDAD DE LA INTELIGENCIA CREATIVA.

LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI


Y DAVID BOHM.

Autor: Juan García Armengol

Tutor: Prof. Anselmo Manuel Suances Marcos

Madrid, Mayo de 2013


LA CUESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: DE LA FRAGMENTACIÓN DEL PENSAMIENTO A LA TOTALIDAD DE LA INTELIGENCIA 1
CREATIVA. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI Y DAVID BOHM.

RESUMEN

La cuestión del conocimiento ha sido uno de los aspectos esenciales de la obra


tanto de Jiddu Krishnamurti como de David Bohm. Ante la crisis del hombre y el
mundo, Krishnamurti y Bohm nos exhortan a un profundo conocimiento o comprensión
de uno mismo. Nos proponen una forma diferente de aprender, que no se basa en la
autoridad del conocimiento establecido y en la actividad de un pensamiento
fragmentario, sino que surge de un aprendizaje nuevo como manifestación de una
inteligencia creadora, que conforman originalmente la mente religiosa y la verdadera
meditación que nos propone Krishnamurti. La aportación de la mente científica de
Bohm se centra en una comprensión de la realidad y de la conciencia como un todo
coherente, un <<orden implicado>> en un proceso interminable de movimiento y
despliegue. La aproximación de Krishnamurti al espíritu científico se evidencia
claramente en la propuesta de Bohm de un espíritu científico puro, renovado y creativo.
Ambos vieron en la propuesta y necesidad de un diálogo libre y creativo, el surgimiento
de esta nueva conciencia colectiva, que supone una comprensión profunda, una
transformación y una acción inmediata.

ÍNDICE

1. INTRODUCCIÓN.

2. FRAGMENTACIÓN Y LIMITACIONES DEL PENSAMIENTO Y EL CONOCIMIENTO


ESTABLECIDO: LA CONCIENCIA FRAGMENTADA.

3. EL OBSERVADOR Y LO OBSERVADO.

4. EL CONOCIMIENTO DE UNO MISMO: LA OBSERVACIÓN PURA Y LA INTELIGENCIA.

5. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MEDITACIÓN EN KRISHNAMURTI.

6. LA MENTE CIENTÍFICA EN BOHM: ORDEN, TOTALIDAD Y CREATIVIDAD.

7. LA APROXIMACIÓN DE KRISHNAMURTI AL ESPÍRITU CIENTÍFICO.

8. EL DIÁLOGO EN KRISHNAMURTI Y BOHM: HACIA UNA CONCIENCIA COLECTIVA.

9. CONCLUSIONES.

BIBLIOGRAFÍA.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 2

El progreso del hombre no radica en el conocimiento acumulado… Los


científicos y otros han dicho que el hombre sólo puede evolucionar teniendo más y más
conocimientos, escalando, progresando. Pero el conocimiento es siempre el pasado; y si
el hombre no está libre del pasado, su progreso tendrá siempre limitaciones. Estará
siempre confinado a un patrón particular. Decimos que hay una manera diferente de
aprender, la cual consiste en ver de manera comprensiva, total, holística, el proceso
completo del conocimiento. El conocimiento es necesario, de otro no podríamos vivir,
pero la comprensión misma de sus limitaciones implica un discernimiento en la totalidad
del progreso. Hemos considerado el conocimiento como algo natural, vivimos a base de
conocimiento y continuamos funcionando con el conocimiento por el resto de nuestra
vida. Pero jamás nos hemos preguntado qué es en sí el conocimiento y que relación tiene
con la libertad y con lo que realmente ocurre. Hemos dado todo esto por hecho. Ello
forma parte de nuestra educación y de nuestro condicionamiento. Ojai, 15 de Abril de
19791.

1. INTRODUCCIÓN

Jiddu Krishnamurti (1895, Madanapalle – 1986, Ojai) ha sido durante el siglo


XX un relevante y nada ortodoxo filósofo2, que exploró y compartió mediante
conferencias, diálogos y escritos distintos temas esenciales, como la libertad, la verdad
y la realidad, las emociones, la muerte, etc, pero sobre todo, a mi parecer, indago
profundamente en la naturaleza del pensamiento, de la conciencia, de la inteligencia, en
definitiva, en la cuestión del conocimiento. Su biografía es destacable y sorprendente ya
desde su adolescencia. Fue adoptado y educado bajo la tutela de Annie Besant y
Charles Webster Leadbeater dentro de la Sociedad Teosófica, que le asignó la excelsa
misión de convertirse en el nuevo maestro o mesías espiritual del mundo desde la
cúspide de la Sociedad Teosófica. Sin embargo, en 1929, Krishnamurti, ante una

1
J. Krishnamurti. Sobre el aprendizaje y la sabiduría. p. 7.

2
Indudablemente no fue un filósofo académico, pero en una diálogo informal el mismo se
describió como una especie de filosofo: “I am a sort of philosopher” (J. E. Coleman. The Quiet
Mind. p. 219)

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multitudinaria convención de la Sociedad Teosófica en Ommen, realizó un discurso


pleno de honestidad, valentía y determinación, disolviendo la denominada <<Orden de
la estrella>>, que había sido creada en 1911 con el fin de preparar el camino al próximo
maestro del mundo. En este manifiesto, Krishnamurti nos apremia con rotundidad, de la
importancia de abandonar toda autoridad espiritual, liberándose de las cadenas de todas
las ideologías, sistemas y religiones organizadas, de forma que el hombre viva o se
nutra de su propia luz interior:

Yo sostengo que la verdad es una tierra sin caminos, y que no es posible


acercarse a ella por ningún sendero, ninguna religión, ninguna secta. (…) No se trata de
una magnífica proeza, pues no deseo tener seguidores, y lo digo en serio. En el momento
en que siguen ustedes a alguien, dejan de seguir a la Verdad. No me preocupa si prestan
o no prestan atención a lo que digo; hay algo que quiero hacer en el mundo, y voy a
hacerlo con inquebrantable concentración. Solo una cosa me importa, una cosa esencial:
hacer que el hombre sea libre3.

Posteriormente, pasó el resto de su vida como conferenciante y escritor,


enseñando, dialogando e investigando junto a numerosos científicos, filósofos y
maestros religiosos sobre la problemática del ser humano moderno, la naturaleza de la
conciencia y la necesidad de una transformación radical del hombre.

Inicialmente, Krishnamurti nos recuerda siempre el evidente problema y


conflicto que tiene el ser humano en su foro interno, con su desorden, ansiedad, miedos,
etc, lo que en consecuencia genera unas manifestaciones externas críticas en la
sociedad, como la existencia de diferencias sociales extremas, hambre, violencia y
guerras, etc. Esta descomunal crisis del hombre, que paradójicamente convive en un
tiempo de grandes avances científicos y tecnológicos, supone para Krishnamurti el reto
más urgente y necesario que debe afrontar con suma seriedad el ser humano. El
conocimiento acumulado por filósofos y científicos a lo largo de la historia no ha tenido

3
A. Huxley, et al. Edición de E. Blau. Krishnamurti 100 años de sabiduría. pp. 103-104.

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desafortunadamente el resultado esperado y deseado, en un intento que podemos


considerar fallido a la luz de los hechos que vivimos en la actualidad, a pesar de la
valiosa sabiduría que ha podido ser transmitida.

Ya desde la cuna de nuestra civilización, se nos ha transmitido que la virtud en


el ser humano nace del conocimiento de uno mismo. Sin embargo, generalmente se ha
encarado el problema de la crisis en el hombre y en el mundo a través de algún sistema
de pensamiento, de algún conocimiento establecido que hemos heredado a partir de
nuestra familia, nuestra cultura, etc. El propósito habitual ha sido adquirir y acumular el
máximo número de conocimientos que nos permitan resolver los problemas de nuestro
mundo, olvidando también a menudo, que nosotros somos el mundo. Efectivamente,
para Krishnamurti la solución del problema se encuentra en el creador de la confusión,
de la violencia, que no es otro que uno mismo, no es un problema del mundo como si
este estuviera aparte de mi, ya que el mundo es nuestra propia proyección.

Por lo tanto, para Krishnamurti la crisis del mundo es una crisis de cada uno de
los seres humanos que lo componen, es una crisis que se origina en su conciencia, en su
conocimiento. Por ello, en la obra de Krishnamurti será capital la cuestión del
conocimiento, tanto en sus libros escritos, como en su ingente trascripción de sus
conferencias y diálogos, podemos vislumbrar sin dificultad, como la cuestión del
conocimiento es totalmente recurrente y por lo tanto, creemos que conforma el eje
central de toda su obra. Krishnamurti nos va a proponer una forma diferente de
aprender, una solución diferente a la crisis del hombre, que supone un aprendizaje
nuevo a partir del estado creativo de nuestra mente, que no se basa en la autoridad del
conocimiento establecido, y que nos hace libres para una verdadera y fructífera
investigación. Así, con suma seriedad, como siempre nos exhorta Krishnamurti,
tenemos que comprender profundamente el origen del problema, la cuestión del
conocimiento y la experiencia acumuladas, del que depende todo el proceso de nuestro
pensamiento, que dirige y condiciona todas nuestras acciones. Todo ello, conforman el
núcleo de nuestra mente actual en la que el desorden, la confusión y la desdicha son
desafortunadamente la consecuencia natural.

David Bohm (1917, Pensylvania – 1992, Londres) fue un físico estadounidense


que realizó importantes contribuciones fundamentalmente en el terreno de la física

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cuántica. Tras realizar su doctorado en 1943 en la Universidad de Berkeley, en cuyo


periodo desarrollo su teoría conocida en la actualidad como fenómeno de difusión de
Bohm. fue profesor asistente de la Universidad de Princeton en 1947. Publicó en 1951
su primer libro titulado “Quantum Theory”, que es considerado en la actualidad como
uno de los clásicos en el campo. En el periodo de Princeton, coincidió y tuvo una
relación mas estrecha con Albert Einstein, que recibió positivamente la presentación de
la teoría cuántica por parte de Bohm. En la misma, Bohm se plantea la validez de la
interpretación clásica de la mecánica cuántica, y revisando sus fundamentos, desarrolló
su teoría de las variables ocultas no locales de la física cuántica, que ha sido conocida
como interpretación de Bohm. Posteriormente, tras comparecer ante el Comité de
Actividades Antiamericanas en 1949 bajo la acusación de simpatizar con el comunismo,
de lo que fue finalmente absuelto, fue despedido de Princeton a pesar de la influencia de
Einstein. Así, se traslado como profesor a la Universidad de Sao Paulo en Brasil hasta
1955. Tras este periodo trabajó en el Instituto Technion en Haifa, Israel, y
posteriormente en la Universidad de Bristol donde desarrolló el denominado efecto
Aharonov-Bohm, también en el terreno de la mecánica cuántica. Desde 1961, fue
profesor de física teórica en el Birkbeck College de Londres. En colaboración con Karl
H. Pribram, desarrolló el modelo cognitivo holonómico del funcionamiento cerebral, en
el que basándose en los principios de la física cuántica el cerebro funciona a modo de
un holograma.

Bohm fue un físico heterodoxo que profundizó también filosóficamente en la


naturaleza última de la materia, y que con un espíritu libre nos propuso la captación de
una realidad global u holística del ser, pues como el menciono con respecto al objetivo
de su trabajo científico y filosófico:

Mi principal interés ha sido el de comprender la naturaleza de la realidad en


general, y la de la consciencia en particular, como un todo coherente, el cual nunca es
estático ni completo, sino que es un proceso interminable de movimiento y despliegue4.

4
D. Bohm. La totalidad y el orden implicado. p. 9.

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Esta realidad global o totalidad es propuesta como un orden implicado que sería
el fundamento ontológico del conjunto de fenómenos físicos y psíquicos que conforman
la realidad sensible desplegada, que Bohm denominó orden explicado, en su obra
principal síntesis de sus aportaciones científicas a la teoría de los cuantos y propuestas
filosóficas derivadas de las mismas, “La totalidad y el orden implicado”, pues como
refiere en su introducción:

La teoría de los cuantos es, por ahora, el método básico más útil de que
dispone la física para comprender las leyes fundamentales y universales de la materia y
las de su movimiento. Por consiguiente, está claro que debe ser considerada seriamente
en todo intento de desarrollar un concepto global del mundo5.

Posiblemente, fue el descubrimiento de la obra de Krishnamurti en 1959, lo que


más impulsó a Bohm a relacionar sus teorías científicas dentro del marco de la física
cuántica con la filosofía y la cognición. La amistad y relación entre Krishnamurti y
Bohm perduró casi un cuarto de siglo, hasta el fallecimiento de Krishnamurti en 1986.
Sostuvieron frecuentes diálogos que han sido publicados, en los que indagaron e
investigaron sobre diversos temas filosóficos, aunque de forma fundamental se
centraron sobre la problemática del ser humano moderno, la naturaleza de la conciencia
y la posibilidad de una forma diferente de aprendizaje o cognición que lleve al hombre a
una transformación radical.

Efectivamente, en cierto modo, el trabajo de Krishnamurti fue pionero en el


siglo pasado, de los crecientes estudios actuales por parte de filósofos, psicólogos,
pedagogos, e incluso en las ciencias físicas y biológicas, que tratan de comprender que
es la mente humana, ¿cómo funciona el cerebro?, ¿cómo actúa el proceso del
pensamiento?, ¿qué es la inteligencia, la creatividad? Este es el motivo por el que tantos

5
D. Bohm. La totalidad y el orden implicado. p. 14.

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científicos se aproximaron al trabajo de Krishnamurti. Quizás el que más desarrolló y


fomentó esta relación fue David Bohm, fundamentalmente al evidenciar la cercanía de
las enseñanzas de Krishnamurti a su propio espíritu científico, como el mismo explica
en el prefacio de algunos de sus diálogos recopilados en la obra “Los límites del
pensamiento”:

Mi primer conocimiento de la obra de Krishnamurti fue en 1959, cuando leí su


libro La libertad primera y última. Lo que en particular despertó mi interés fue su
profundo discernimiento en la cuestión del observador y lo observado. Esta cuestión
había estado durante largo tiempo muy vinculada al centro de mi propio trabajo como
físico teórico interesado principalmente en el sentido de la teoría de los cuantos. En esa
teoría, por primera vez en el desarrollo de la física, la noción de que el observador y lo
observado no pueden separarse, ha sido propuesta como necesaria para la comprensión
de las leyes fundamentales de la materia en general… Quedé impresionado por la gran
facilidad de comunicación con él, la cual se hizo posible por la intensa energía con que
él escuchaba y por la libertad respecto de reservas y barreras autoprotectoras con que
respondía a lo que yo tenía que decir. Como persona que trabaja en la ciencia, me sentí
completamente en mi elemento con esta clase de respuesta, porque era, en esencia, de la
misma cualidad que la recibida por mí en los contactos con otros científicos con quienes
había existido una estrecha unión de mentes. Y aquí pienso especialmente en Einstein,
que mostraba una similar intensidad y ausencia de barrera alguna en una serie de
discusiones que tuvieron lugar entre él y yo6.

En el presente trabajo tenemos el objetivo de profundizar en el aspecto más


relevante de la filosofía de Krishnamurti que se centra, a nuestro parecer, en la cuestión
del conocimiento, en concreto, en la comprensión de las limitaciones del pensamiento y
el conocimiento acumulativo habitual, y en su insistente propuesta a lo largo de su vida
de una manera diferente de aprender como manifestación de una inteligencia creadora.
La obra de David Bohm, es a nuestro parecer una prolongación de la filosofía de

6
D. Bohm. “Prefacio”. En: D. Bohm y J. Krishnamurti. Los límites del pensamiento. pp. 9-10.

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Krishnamurti en el que se incluye el ámbito o el contexto de una mente con un espíritu


científico renovado. Nuestra hipótesis de trabajo es que existe una cercanía esencial
entre ambas dimensiones. Krishnamurti reiteradamente nos insta a una investigación
profunda, lo que por supuesto, es también el motivo que alimenta a un espíritu científico
puro como el que nos propone Bohm. Por todo ello, el objetivo principal del presente
trabajo es, a la luz de la cuestión del conocimiento, realizar un estudio comparado entre
la original propuesta de una mente religiosa en Krishnamurti con la mente científica de
Bohm.

2. FRAGMENTACIÓN Y LIMITACIONES DEL PENSAMIENTO Y EL CONOCIMIENTO

ESTABLECIDO: LA CONCIENCIA FRAGMENTADA

Krishnamurti nos propone una serie de cuestiones que suponen una


investigación fundamental: ¿Que es el pensar? ¿Como y cual es el significado, la
estructura del proceso del pensamiento? ¿Como se origina y como condiciona nuestras
acciones? ¿Es posible ir mas allá del interés fragmentario de nuestra conciencia
habitual? La profunda investigación y comprensión de todas estas cuestiones, es uno de
los problemas centrales que tiene que resolver el ser humano. Para Krishnamurti el
conocimiento y la experiencia que acumula el ser humanó ya desde su tierna infancia en
su educación y durante el resto de su vida, puede ser considerado el eje central desde el
que el proceso del pensamiento enfoca y desarrolla su actuación o existencia. En
particular, el pensamiento se vale de este conocimiento y experiencia establecida y
acumulada para conformar una entidad individual que es la conciencia del <<yo>>,
como apunta claramente Krishnamurti, <<el yo es mi nombre, la forma, y todas las
experiencias, todos los recuerdos y lo demás que he tenido>>7. Por lo tanto, la
conciencia básica generalmente presente en el ser humano está compuesta para
Krishnamurti por todo lo que se registra y se acumula en la memoria, como dogmas,
creencias, placeres, temores, valores, etc., todo ello será a la vez consecuencia y punto
de partida de las distintas actividades del pensamiento, pues el proceso del pensar no

7
J. Krishnamurti y D. Bohm. Diálogos entre Krishnamurti y David Bohm. El futuro de la
humanidad. p. 17.

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solo conforma la conciencia del <<yo>>, sino que también se origina y despliega en la
acción a partir del <<yo>>.

El pensamiento para Krishnamurti es la respuesta de la memoria acumulada en


el tiempo por la experiencia, el conocimiento previo y el de nuestra cultura y tradición.
Todo ello genera un transfondo desde el que reaccionamos en todos los ámbitos de la
vida, esta reacción es el pensamiento. Por lo tanto, el pensamiento es la proyección de
lo conocido y de la experiencia previa, lo que de forma evidente genera su lógica
limitación, pues su campo de actuación se limita a lo conocido. Asimismo, el proceso
del pensamiento tiende a dividir la vida en fragmentos, generando dualidad en nuestras
relaciones, pues como refiere Krishnamurti:

El proceso completo de la maquinaria del pensar consiste en romper todas las


cosas en fragmentos: Yo lo amo a usted o lo odio; usted es mi enemigo, usted es mi amigo;
mis peculiares idiosincrasias e inclinaciones, mi trabajo, mi posición, mi prestigio, mi
esposa, mi hijo, mi país y su país, mi Dios y su Dios todo es fragmentación del
pensamiento8.

De esta manera, el proceso del pensar es un proceso de aislamiento, es separativo,


pues en su misma esencia es egocéntrico, al dar un énfasis inevitable a la visión del yo, de
un centro que proporciona una identidad y a la vez brinda una seguridad, realimentando
así el mismo proceso del pensar.

Krishnamurti entiende por conciencia en un nivel superficial de la mente a este


proceso del pensar, resultado de la memoria, la experiencia y el conocimiento
acumulado, que puede ser tanto consciente como inconsciente, pues en este nivel se
mueven también las inhibiciones, los dominios, los móviles ocultos, los
condicionamientos que sutilmente dirigen nuestras mecánicas reacciones, que supone el
proceso del pensar, y como ya hemos mencionado e insiste Krishnamurti, <<esta
conciencia total, la oculta como la visible, está centralizada en torno a la idea del

8
J. Krishnamurti. Libérese del pasado. p. 48.

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“yo”, del ego>>9. El ser humanó se le educa en lo que debe pensar, que suele ser
prioritario a la educación o la enseñanza en como pensar. Si la actividad del
pensamiento depende claramente del conocimiento establecido, el cual vemos que no lo
puede abarcar todo, podemos comprender sin dificultad que la conciencia básica del ser
humano producida por la actividad de este pensamiento limitado, es no sólo básica o
primaria, sino también en consecuencia fragmentada y limitada. Como refiere de forma
lógica Krishnamurti, <<como el pensamiento es limitado, nuestra conciencia, que ha
sido producida por el pensamiento, es limitada>>10.

Otro aspecto importante en el que Krishnamurti insiste es la relación existente


entre el proceso del pensamiento y el tiempo, no viendo este último como únicamente
un proceso cronológico. El proceso del pensar en la mente superficial es el resultado del
pasado, de la acumulación de experiencias, conocimientos, tradiciones, etc., de forma
que nuestro pensar presente se basa en el ayer, por lo que el pasado, como arsenal
consciente o subconsciente, se vive como presente. Por lo tanto, realmente no vivimos
cada presente nuevo, en nuestro supuesto presente, la vieja mirada, que es el pensador,
parece inevitable, afrontamos lo nuevo con lo viejo, como refiere Krishnamurti, <<si
observáis vuestra propia mente en funcionamiento, veréis que el movimiento hacia el
pasado y hacia el porvenir es un proceso en el que el presente no existe>>11.

Efectivamente, es fácil vislumbrar que la mente está inmersa en la red temporal,


puede considerarse que es el resultado del tiempo, no sólo como pasado acumulado que
condiciona nuestro presente, sino que del mismo nos proyectamos hacia el futuro, pues
el presente es utilizado como tránsito hacia el futuro, ya que la <<base de nuestra
acción es la recompensa en el futuro o el temor al castigo>>12. Podemos ver que
nuestra experiencia previa, nuestros ideales dirigen nuestra acción, hay un proceso de
tiempo hacia el futuro, vemos una separación entre lo que soy y lo que deberíamos ser,

9
J. Krishnamurti. La libertad primera y última. p. 142.
10
J. Krishnamurti, D. Bohm. Diálogos entre Krishnamurti y David Bohm. El futuro de la
humanidad. p. 123.
11
J. Krishnamurti. La libertad primera y última. p. 234
12
Ibid., p. 256

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y nos esforzamos en tratar de eliminar esta separación, el proceso de <<llegar a ser>>


dirige nuestra actividad presente como continua proyección hacia el futuro.

David Bohm, en completa sintonía con la visión de Krishnamurti, como se


refleja claramente en los frecuentes diálogos que mantuvieron, considera especialmente
importante la cuestión de la fragmentación de la conciencia en el ser humano, que por
su amplia extensión tanto en la sociedad como en los individuos particulares, genera
una confusión mental general que no solo es el origen de problemas, sino que
lógicamente también impide la clara percepción necesaria para la resolución de la
mayor parte de los mismos.

¿Que es el proceso del pensamiento?, es también una pregunta inicial para


Bohm. En esencia, lo define como un proceso de <<respuesta activa de la memoria en
cada fase de la vida>>13, en el que incluye la respuesta intelectual, emocional,
sensitivo, muscular y físico de la memoria. En cada situación vital se produce este
proceso de respuesta que es mecánica en su forma de operar, generando a su vez una
aportación nueva a la memoria, que condicionará nuevos pensamientos futuros. Todos
los aspectos mencionados forman un proceso indisoluble, como podemos ver al evocar
un recuerdo que puede ser placentero o doloroso, en relación a un objeto o situación
concreta, o a partir de imágenes sensitivas (visuales, auditivas, etc). La relación entre el
conocimiento y el pensamiento, tanto para Krishnamurti como para Bohm, es algo
totalmente patente. Así, Bohm nos afirma con claridad:

Todo el conocimiento es producido, desplegado, comunicado, transformado y


aplicado en el pensamiento. El pensamiento, considerado en su movimiento de llegar a
ser (y no simplemente en su contenido de imágenes e ideas relativamente bien definidas)
es, ciertamente, el proceso en el cual tiene su real y concreta existencia el
conocimiento14.

13
D. Bohm. La totalidad y el orden implicado. p. 83.
14
Ibid., p. 83.

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Bohm hace hincapié en la evidente fragmentación de la sociedad en distintos


grupos raciales, políticos, religiosos, etc, o la creciente división en especialidades del
arte, la ciencia y en general del trabajo humano, que intenta ser suplido, concretamente
en el mundo científico, mediante la reagrupación interdisciplinaria. Bohm acepta que el
proceso de división puede ser útil en actividades fundamentalmente de índole técnica o
práctica, pero una noción fragmentaria del ser humano y del mundo que habita, ha
generado un modo de vida que ha sido el causante de un deterioro, origen del desorden
económico, social y medio ambiental reinante en nuestro mundo. Todo ello, aunque de
forma contradictoria, va en contra del anhelo humano, ya recogido en la mitología
clásica, de una visión global de totalidad de las dimensiones humanas y sociales en una
relación permanente con el sustrato natural común a todas las formas de vida.

En particular, David Bohm nos muestra la necesidad de investigar cual es la


relación existente entre el proceso del pensamiento y la realidad de la que se ocupa
dicho proceso del pensar, pues el hábito fragmentario de la conciencia habitual genera
la noción de la existencia de una correspondencia directa entre el contenido de nuestro
pensamiento y la realidad, de forma que nuestro pensamiento supone una descripción
del mundo tal y como es, como una forma de conocimiento de lo que es el mundo, sin
reparar, que incluso en la investigación científica, como refiere Bohm, <<una teoría es,
en primer lugar, una manera de formarse una idea, es decir, una manera de mirar el
mundo, y no una forma de conocimiento de lo que es el mundo>>15.

En la investigación científica se desarrollan continuamente nuevas formas de


observación que pueden ser claras inicialmente pero que paulatinamente pueden hacerse
confusas, por lo que las teorías científicas no pueden considerarse como un
conocimiento absolutamente verdadero de lo que es la realidad, sino que como nos
propone Bohm tienen que considerarse como modos de contemplar el mundo, de
manera que podemos comprender que el conocimiento que obtenemos está
habitualmente condicionado por las mismas.

Así, Bohm considera al conocimiento y la experiencia como un proceso único,


en el que las teorías cambian nuestra forma de observar y a la vez conforman nuestra

15
D. Bohm. La totalidad y el orden implicado. p. 22.

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experiencia, lo que en cierta medida lo convierte también en un proceso limitado. Sin


embargo, lo causa de la dificultad para trascender las limitaciones existentes y así
afrontar hechos nuevos, se encuentra en el deslumbramiento o la creencia, como
concreta Bohm, <<por la idea de que la teoría nos da un verdadero conocimiento de
”la realidad tal como es”>>16, que genera una forma de pensamiento tanto en nuestra
relación con la naturaleza, con nosotros mismos y en nuestras relaciones sociales,
excesivamente fijo, mecánico y limitado.

Para Bohm, la cosa real siempre será más completa de lo que puede revelarnos
nuestro pensamiento, lo que se hace evidente por nuevas revelaciones generadas por
observaciones posteriores. Esta limitación del proceso del pensamiento es el
responsable tanto para Krishnamurti como para Bohm, de la fragmentación que vivimos
en nosotros mismos y en nuestro medio natural y social. En contraposición a la creencia
de que la visión de la totalidad es un ideal, en un mundo y una conciencia claramente o
realmente fragmentada, Bohm da un giro de 360 grados y nos refiere: <<Mas bien
debería decirse que es la totalidad lo que es real, y que la fragmentación es la
respuesta de esta totalidad a la acción del hombre, guiado por una percepción ilusoria
y deformado por un pensamiento fragmentario>>17.

Por lo tanto, inevitablemente el hombre encuentra ilusoriamente la respuesta de


una realidad fragmentada y no total, pues se enfrenta a ella con un pensamiento y una
conciencia fragmentada. Bohm también nos advierte que intentar integrar o unificar
pensamientos o incluso teorías científicas, no consigue generalmente considerar cada
una de ellos como un conocimiento absoluto y verdadero de la realidad tal y como es.
Así, nos propone considerar los diferentes modos de pensar claros y adecuados en su
campo particular como diferentes visiones, maneras de mirar una realidad única, para de
esta manera evitar una visión y una acción sobre la realidad que sea fragmentaria.

En el terreno particular de la ciencia, que intenta clarificar y entender el


universo, la vida y en particular al ser humano y sus relaciones con la naturaleza,
también está impregnada por las dificultades generadas por un acercamiento

16
D. Bohm. La totalidad y el orden implicado. p. 26.
17
Ibid., p. 27.

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fragmentario a la realidad. La ciencia presenta un gran impacto en distintas áreas de la


vida en nuestra sociedad actual. Sin embargo, a pesar del importante desarrollo
tecnológico obtenido por los distintos avances científicos, puede ser necesario en la
sociedad general e incluso en la científica en particular, cuestionarse el precio que esto
puede suponer. Por lo tanto, Bohm hace una crítica radical de ese quehacer científico
que sacrifica su dimensión creativa, al estar fuertemente impregnado de ambiciones
egocéntricas, del peso de la tradición y la defensa radical de las teorías establecidas.

Sin embargo, como aconseja Bohm, habría que distinguir entre esta visión
fragmentaría y la natural división o especialización en las distintas áreas del
conocimiento, que de forma legitima y beneficiosa permiten poder abstraer problemas
concretos y complejos que precisan de una investigación exhaustiva. Además, esta
división especializada, fruto de un proceso lógico y natural de abstracción, nos permite
centrarnos o focalizar nuestra atención en determinados rasgos de interés que pueden
ser cambiantes en los distintos contextos. Este acercamiento fragmentario dificulta tener
una visión global en contextos más amplios, tanto desde un punto de vista científico,
con respecto al rumbo que toma la dimensión científica en la vida del ser humano, como
al entender los problemas esenciales del mismo ser humano y de las sociedades que
formamos, los cuales dependen de un contexto mucho más extenso. Así, es necesario
trascender está fragmentación <<ciega>>, si queremos investigar la resolución de
muchas cuestiones y problemas patentes en nuestra vida. Para Bohm este proceso de
abstracción no genera fragmentación si esta libre de una excesiva rigidez y nos permite
seguir manteniendo una conexión amplia y una visión global. El ejemplo claro del
diagnóstico médico, que Bohm también utiliza, lo puede explicar con claridad. Un
diagnostico preliminar o inicial de un médico apoyado en una serie de síntomas
abstraidos de la vivencia global del paciente, puede permitir el estudio especializado del
problema. Si el médico, mecánica o rígidamente, se centrara exclusivamente en el área
del cuerpo afectada, dejando de lado su conexión con la totalidad del organismo y su
vida social, pasaría de la natural especialización para tratar el desorden a un
acercamiento o visión fragmentaria que puede provocar un fracaso del tratamiento
efectuado.

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CREATIVA. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI Y DAVID BOHM.

Inicialmente, se hace necesario comprender como se ha llegado a producir este


enfoque fragmentario predominante en la actualidad. Desde un punto de vista del
método científico, no hay una razón metodológica de peso que dificulte el movimiento,
el dinamismo o la completa interacción entre división o especialización y generalización
en contextos globales. Incluso, podría ser todo lo contrario, de forma que la
especialización al permitir o facilitar la abstracción de distintas materias de
investigación, debe conducir en definitiva y de forma inevitable a la explicación de
fenómenos, no sólo particulares, sino en su posible relación de los mismos en contextos
más amplios, que pueden llevar a la propuesta de leyes naturales que actúan en un
marco mucho más global.

Por ello, Bohm y Peat creen que la verdadera causa de que se genere una
fragmentación en la ciencia actual, con la consiguiente perdida de creatividad para
poder comprender y resolver muchos problemas que inevitablemente afectan a
contextos amplios de la investigación científica, no radica de forma intrínseca en la
propia metodología científica imperante, sino que su origen se encuentra en la forma de
percepción general y la consiguiente actuación del hombre, de forma que puede afectar
tanto a la investigación científica, como a otras dimensiones personales y sociales del
propio ser humano.

Una causa clara de fragmentación en la actividad científica, es para Bohm y


Peat, <<la infraestuctura tácita de las ideas científicas>>18, que conlleva que los
científicos llevan a cabo numerosas investigaciones a partir de teorías o técnicas previas
que suponen un conocimiento tácito, que a menudo no es cuestionado a pesar de los
distintos cambios evolutivos en otros contextos científicos. Así, es frecuente en la
mayoría de científicos iniciar una investigación aplicando técnicas experimentales o
teorías que aprendieron previamente, que han generado una infraestructura subyacente
de conceptos. Sin embargo, la ciencia está en continua evolución, nuevos
descubrimientos pueden modificar el contexto general de nuestros conceptos, teorías y
técnicas previas, pero es habitual una tendencia a aferrarse a los viejos conceptos,

18
D. Bohm y F.D. Peat. Ciencia, orden y creatividad. Las raíces creativas de la ciencia y la
vida. p. 30.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 16

incluso ya en el marco de un contexto nuevo, lo que inevitablemente originará en algún


momento fragmentación y confusión. Por lo tanto, este conocimiento tácito rígidamente
mantenido y no cuestionado, supone una resistencia, una fragmentación y limitación
importante que desafortunadamente produce un verdadero bloqueo a la creatividad.

La explicación de esta resistencia en la dimensión científica es común a lo que


sucede en distintos ámbitos del psiquismo o en las dimensiones de la existencia del ser
humano, cuando se produce un rechazo a todo lo que suponga una amenaza o un riesgo
de perdida de nuestro aferramiento a lo que es familiar, a nuestras ideas y sentimientos
más íntimos. Esta resistencia del ser humano, en la ciencia o en su vida de relación, se
manifiesta en una visión y acción fragmentaria, fundamentalmente al limitar el contexto
de su estudio o actuación (creando una separación definida entre los distintos campos),
y evitando plantear conceptos relacionados o que engloben un contexto más amplio.

El ser humano presenta innumerables creencias o ideologías de distinta índole,


actuando en muchas ocasiones también como verdades absolutas, que
desafortunadamente han llevado a lo largo de la historia a una fragmentación de la
conciencia y a la división origen de muchos de los grandes conflictos de nuestra
existencia. Estas creencias o ideologías crean en la vida de relación del ser humano un
peso de opinión colectiva que condiciona nuestras percepciones y en definitiva nuestras
acciones, que deberían ser consideradas a la luz de lo mencionado, más como
reacciones que como acciones nuevas. En este sentido, Bohm nos recuerda también la
naturaleza del pensamiento colectivo, pues el proceso del pensamiento es tanto
individual como colectivo, actuando en las imágenes y fantasías colectivas existentes en
todas las tradiciones, lo que no sólo impide una percepción real y nueva de las cosas,
sino que únicamente nos ofrece una representación de las mismas, pues como refiere
Bohm:

El término <<representación>> resulta sumamente apropiado en este contexto


porque su significado es el de <<re-presentar>>, es decir, presentar de nuevo. Así pues,

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CREATIVA. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI Y DAVID BOHM.

mientras que la percepción nos presenta algo, el pensamiento, por su parte, nos lo re-
presenta como una abstracción19.

Así, muchas de las representaciones del ser humano tienen un gran poder al
tratarse de creaciones colectivas, lo que condiciona y presiona a ser aceptadas de forma
natural e incondicional. El problema para Bohm no está en la existencia de estas
representaciones, sino en la falta de conciencia de todo este proceso que generalmente
nos lleva sutilmente a considerar nuestras representaciones como hechos
independientes, lo que las convertiría en representaciones mal fundamentadas, pues
nuestra forma de ver el mundo esta en gran medida condicionada por las
representaciones colectivas producidas en el proceso del pensamiento.

3. EL OBSERVADOR Y LO OBSERVADO

En la propuesta investigadora de Krishnamurti, tiene un papel fundamental y


especialmente relevante una nueva forma de observar, de escuchar, de percibir. Es
ciertamente algo distinto a lo habitual, la observación se sitúa en los primeros pasos de
la investigación en la metodología científica, pero para Krishnamurti, como podremos
concluir supondrá tanto el primer paso como el último. Para Krishnamurti, observar no
es un asunto trivial o fácil, ya que el ser humano tiene una evidente dificultad en
observar, ver con una completa claridad tanto el mundo exterior como nuestro propio
mundo interno. Por ejemplo, podemos decir que vemos una flor o una persona, pero,
¿qué es lo que vemos realmente? Desafortunadamente, nuestra visión está a menudo
inconsciente y sutilmente condicionada por las asociaciones, juicios y el conocimiento
previo acumulado, así, lo que realmente vemos, observamos, percibimos es una imagen
creada en nuestro pasado, en nuestra experiencia previa.

Así, en nuestro mecánico observar, ver y percibir, de innumerables y sutiles


imágenes acumuladas, surge de manera inevitable una división entre el observador y lo

19
D. Bohm. “La naturaleza del pensamiento colectivo”. En: Sobre el diálogo. p. 92

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 18

observado, entre el experimentador y lo experimentado, entre el pensador y el


pensamiento, alimentándose la sensación de un centro, de una identidad que observa y
juzga, creándose una clara separación, un espacio y un tiempo entre ambos, que se llena
de nuestros deseos, miedos, conflictos, pero también de nuestros anhelos y esperanzas
de alcanzar, de obtener un resultado, y todo ello supone una forma de continuidad del
observador, de la identidad, del <<yo>>, que es un cúmulo de abstracciones en forma
de conocimientos, recuerdos y experiencias pasadas, y realmente, es el creador de la
imagen. Y Krishnamurti nos lanza la pregunta y la consecuente reflexión:

¿Es el observador diferente de esas imágenes? ¿No es él simplemente otra


imagen? Siempre está añadiendo o quitando algo de lo que es el. Es algo vivo que
continuamente está sopesando, comparando, juzgando, modificando y cambiando como
resultado de presiones, tanto de afuera como de su interior; vive en el campo de la
consciencia, que es su conocimiento, influencias e innumerables conjeturas20.

De esta forma el observador se compone de muchas imágenes que surgen y se


renuevan mecánicamente, como una reacción ante otras imágenes. De manera, que el
observador que es la misma imagen, se separa de ella y pretende observarla, por lo que
inevitablemente se puede crear una dificultad, a menudo vivida como un conflicto entre
el observador y lo que observa, un conflicto entre una imagen central que actúa como
juez, como censor, y otra imagen que a menudo se cree que es la causante de sus
problemas, de su infelicidad, pero realmente son lo mismo, tienen el mismo sustrato, y
en su deseo de llegar a ser algo distinto, de alcanzar por ejemplo un estado superior que
evite el conflicto o el sufrimiento, de deshacerse de un aspecto conflictivo particular,
desgraciadamente estamos perpetuando el problema, pues se está creando una nueva
imagen, que precisa de un espacio y un tiempo para llegar a su fin deseado.

Por lo tanto, para Krishnamurti mientras exista un centro, un experimentador,


que actúa a través de la voluntad, del deseo de llegar a ser algo, surgirá una acción

20
J. Krishnamurti. Libérese del pasado. p. 97.

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dualista y un proceso falso y de deterioro, que existirá inevitablemente mientras la


voluntad y el esfuerzo esté dividido en experimentador y experiencia, observador y
observado, pensador y pensamiento. Al percibir este hecho, al darse cuenta de este falso
proceso, surge un descubrimiento nuevo, que no es el que hace habitualmente el
pensador o el experimentador, sino que vamos más allá sin esfuerzo, de forma
espontánea, mediante una nueva forma no dual de aprender, de conocer, observar o
experimentar:

La acción de la voluntad es siempre dualista. ¿Es posible ir más allá de esta


voluntad que es separativa, y descubrir un estado en que no haya esa acción dualista?
Eso puede hallarse tan sólo cuando experimentamos directamente el estado en que el
pensador es el pensamiento21.

En la percepción del hecho que el observador es lo observado, ¿quien es la


identidad que investiga y que va a recibir la respuesta? nos pregunta Krishnamurti.
Inicialmente, hemos visto que esa percepción ha revelado la existencia de una identidad
central que es el observador, el experimentador, el investigador. Sin embargo, la
cualidad de este <<estado>> de percepción, es algo sentido como claramente vivo,
nuevo, como si no fuera asunto del conocimiento que habitualmente manejamos, como
una inaprensible percepción u observación, como un <<estado>> sin identidad o
entidad que la efectúe. Pues a menudo, se entiende este posible <<estado>>, como el
resultado de un logro final y excelso, un estado superior y absoluto obtenido por un
<<yo>> o una entidad superior, que no dejaría de ser otra imagen, pues como
claramente afirma Krishnamurti:

La percepción ha revelado los diferentes estados mentales; ha revelado las


diversas imágenes y la contradicción entre ellas; ha puesto de manifiesto el conflicto
resultante y la desesperación de no poder hacer nada, y también los diversos intentos de

21
J. Krishnamurti. La libertad primera y última. p. 112.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 20

escapar de él. Todo ello se ha revelado por una cautelosa y titubeante percepción y luego
viene la percepción de que el observador es lo observado. No es una entidad superior la
que llega a darse cuenta de ello; no es el <<yo superior>> (la entidad superior, el <<yo
superior>>, son simples invenciones, que son también imágenes); es el propio estado de
percepción el que había revelado que el observador es lo observado ... Lo único que
puede descubrirlo es un estado de percepción. Pero si en ese estado sigue habiendo una
entidad, que dice: <<Debo darme cuenta, debo practicar para estar alerta>>, esa es
también otra imagen22.

La lectura de la frase <<El observador y lo observado>> por la esposa de Bohm


en el libro de Krishnamurti, “La libertad primera y última”, fue el motivo inicial que
supuso la aproximación entre las mentes de Krishnamurti, en su investigación en el
nivel psicológico de la existencia, y Bohm, en su investigación de las implicaciones y
cuestiones filosóficas en relación a los descubrimientos de la teoría cuántica. Así, como
este último nos explica:

En cuanto a Krishnamurti, lo que sucedió fue que, mientras mi esposa y yo


estábamos en Bristol, solíamos ir a la biblioteca pública, ... nos topamos con La libertad
primera y última. Ella encontró allí una frase: <<El observador y lo observado>>;
pensó que quizá tuviera algo que ver con la teoría cuántica y me lo mencionó. Cuando leí
el libro, mi interés fue enorme. Sentí que era un libro de gran significación. Me causó un
tremendo impacto el que la cuestión del observador y lo observado se aplicara al nivel
psicológico de la existencia, y tuve la esperanza de poder conectar los hechos físicos y
los psicológicos23.

Efectivamente a nivel físico, Bohm refiere que la cuestión del observador y lo


observado fue estudiado en la mecánica cuántica, en especial por Nils Bohr, pero
también él profundizó en esa idea de forma independiente al iniciar su estudio y sus

22
J. Krishnamurti. Libérese del pasado. p. 99.
23
A. Huxley, et al. Edición de E. Blau. Krishnamurti 100 años de sabiduría. p. 179.

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LA CUESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: DE LA FRAGMENTACIÓN DEL PENSAMIENTO A LA TOTALIDAD DE LA INTELIGENCIA 21
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aportaciones en la teoría cuántica. Para Bohm, una de los aportaciones de la física


cuántica guarda cierta relación con el trabajo de Krishnamurti, se refiere al
descubrimiento de que la energía existe como unidades discretas que no son divisibles,
por lo que los vínculos energéticos que relacionan por ejemplo dos objetos materiales
son indivisibles, lo que puede implicar que de forma esencial el universo no puede ser
divisible y no hay una verdadera separación entre el observador y la cosa observada, lo
que coincide con la propuesta de Krishnamurti en su estudio psicológico de la
conciencia, como nos explica Bohm:

El caso es que la noción de la atomicidad o discreción de la materia tenía


vigencia desde hacía cientos de años; sin embargo, a principios del siglo XX se
descubrió que la energía es discreta también. La energía llega en unidades, aunque al
ser diminutas no son fáciles de ver, y su número es tan inmenso que parecen continuas.
Bien, ese descubrimiento tiene consecuencias muy importantes, pues significa que las
cosas no pueden separarse unas de otras. Si dos cosas interactúan movidas por una
energía que no se puede dividir, ese vínculo es indivisible. Por consiguiente, en un
sentido fundamental, el universo entero es indivisible, y en sentido particular, eso quiere
decir que la cosa observada y el aparato que la observa no pueden realmente
separarse24.

Sin embargo, a nivel psicológico, Bohm también nos recuerda, como lo hiciera
de forma insistente en toda su obra Krishnamurti, que las creencias del observador
influencian la naturaleza de la observación, de lo particularmente observado,
determinando así la forma de ver las cosas. Por lo tanto, existe poca diferencia entre
ambos, no podemos separar observador y observado de forma precisa. Incluso, una de
las repercusiones de la teoría cuántica, es que cuando uno observa, la cosa observada
cambia, se transforma el objeto observado en el mismo acto de la observación. Esto
mismo sucede para Bohm a nivel de la conciencia, ya que aunque en el nivel físico de
observación, por ejemplo al observar una silla, puede darse la sensación de que el

24
A. Huxley, et al. Edición de E. Blau. Krishnamurti 100 años de sabiduría. p. 178.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 22

observador es cualitativamente diferente de lo observado, pues no parece que nos afecte


la observación de la silla, ni nosotros afectemos de forma evidente a la silla observada,
no sucede lo mismo al observar nuestras emociones o pensamientos o las de otros, pues
como ya hemos mencionado, Bohm nos advierte que <<lo que veamos cuando
observemos la sociedad o a otra persona dependerá de nuestras creencias y su
reacción emocional influirá sobre nosotros modificando significativamente nuestra
observación>>25.

Por lo tanto, el observador cambia lo observado, y lo observado cambia al


observador, de manera que Bohm concluye como Krishnamurti, que el observador es lo
observado. La división entre ambos es un problema que tanto Krishnamurti como Bohm
ven en el proceso de la introspección, pues si afirmamos como entidad, que estamos
observándonos internamente, generalmente no consideramos nuestras creencias que
realmente son el observador, como alguien que está observando unas emociones que
sentimos como erróneas, pero el mismo observador no está siendo observado. Así, se da
ciertamente una situación paradójica, un seguro autoengaño para Bohm:

Alguien que está observando el error pero que no es observado. Pero el mismo
<<error>> que debemos observar se halla en quien está observando porque ese es el
lugar más seguro en el que ocultarse- Ocúltese en el observador y jamás podrá ser
encontrado26.

4. EL CONOCIMIENTO DE UNO MISMO: LA OBSERVACIÓN PURA Y LA INTELIGENCIA

Krishnamurti lanza siempre de forma inicial unas cuestiones fundamentales:


¿Que es lo que podemos hacer para resolver la confusión y el desorden del ser humano
origen de los colosales problemas del mundo?, ¿qué es lo que buscamos? Ciertamente,
es común escuchar que el objetivo de nuestra búsqueda es la felicidad permanente,
Dios, la paz, la verdad, etc. Asimismo, para resolver el gran desorden y conflicto de

25
D. Bohm. “El observador y lo observado”. En: Sobre el diálogo. p. 112.
26
Ibid., p. 114.

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nuestras vidas, sería necesario o recomendable ir al origen del conflicto, sin embargo,
sus sutiles y profundas implicaciones no son visibles fácilmente, lo que dificulta
realmente su necesaria comprensión y por lo tanto una verdadera y profunda
transformación.

A menudo, para responder a estas cuestiones, el ser humano se basa en el


conocimiento acumulado que le puede proporcionar los diferentes sistemas o métodos
organizados, ya sean filosóficos, religiosos o políticos, para de esta manera obtener un
resultado rápido que nos parece certero. Este mecánico proceso, respaldado por un
sentido de autoridad, nos garantiza un supuesto resultado y una sensación de seguridad.
Sin embargo, todo ello impide no solo que se produzca realmente una comprensión del
proceso mismo del pensamiento que puede ser tanto consciente como a menudo
inconsciente, sino que esta sensación de seguridad, genera también en el ser humano la
creencia, o al menos el anhelo, de que el pensamiento puede resolver todos los
problemas y el desorden reinante en la vida del ser humano.

¿Que es lo que buscamos? Buscamos lógicamente el bienestar y la felicidad, y


para ello buscamos una solución a los inmensos problemas que tiene el ser humano y la
sociedad. Sin embargo, para Krishnamurti el proceso de búsqueda tiene que ser
comprendido muy claramente, pues en si mismo se puede volver un impedimento
psicológico, ya que generalmente buscamos dirigidos o guiados por un patrón, tenemos
un concepto de lo que buscamos, y cuando lo encontramos lo que hacemos es reconocer
lo que ya estaba acumulado en nuestro conocimiento, por lo tanto, lo que se encuentra
realmente es únicamente un proceso de reconocimiento:

Cuando decimos que buscamos la verdad, o que buscamos a Dios -si tenemos
inclinaciones religiosas- o que estamos buscando una vida perfecta, etc., ya debemos
tener en nuestras mentes una imagen o una idea de ello. Para encontrar algo después de
buscarlo, tenemos que saber de antemano cual es su perfil, su color, su sustancia, etc.
¿No está implícito en la palabra <<buscar>>, que hemos perdido algo y que lo vamos a
encontrar, y que cuando lo encontremos podremos reconocerlo -lo cual significa que lo

TRABAJO FIN DE MÁSTER. MADRID, MAYO DE 2013, FACULTAD DE FILOSOFÍA, UNED


JUAN GARCÍA ARMENGOL 24

hemos conocido ya, que todo lo que tenemos que hacer es ir en su búsqueda y
encontrarlo?27.

Por todo ello, Krishnamurti aborda la cuestión de una manera más esencial o
primaria, antes de descubrir que es lo que buscamos, deberíamos comprender al
buscador, al observador, al pensador o al experimentador:

¿No es preciso también que comprendáis al que busca, al buscador, al


investigador? Porque es posible que no haya tal seguridad permanente, tal dicha
perpetua. La verdad puede ser algo enteramente distinto; y yo pienso que es totalmente
diferente de aquello que podéis ver, concebir, formular. Antes de buscar algo
permanente, entonces, ¿no es evidente que se necesita comprender al que busca?28.

Además, Krishnamurti nos recuerda que los problemas del mundo, son nuestros
problemas, pues el mundo no es independiente de nosotros, es la proyección y la
relación que establecemos cada uno de nosotros. Por lo tanto, si queremos comprender y
resolver los problemas existentes en nuestras sociedades, en nuestro mundo, debemos
comenzar con nosotros mismos. Para Krishnamurti, esta reflexión inicial es
fundamental, es nuestra responsabilidad, ya que a menudo esta lo dejamos en manos de
los sistemas políticos o de los distintos organismos internacionales. Por lo tanto,
necesitamos una gran intención, una gran pasión y seriedad, como rotundamente refiere
Krishnamurti:

Tenemos que descubrir, y para descubrir tiene que haber intención, búsqueda,
investigación. Mientras esa intención de descubrir, de inquirir lo más profundamente,

27
J. Krishnamurti. Más allá de la violencia. p. 83.
28
J. Krishnamurti. La libertad primera y última. p. 29.

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sea débil o no exista, la mera afirmación, o un deseo casual de investigar acerca de uno
mismo, tiene muy escasa importancia29.

Conocernos a nosotros mismos, es conocer nuestra vida, y esta para


Krishnamurti es la relación con todo, así, <<conocernos significa conocer nuestra
relación con el mundo, no sólo con el mundo de las ideas y de las personas, sino
también con la naturaleza y con las cosas que poseemos>>30. Por ello, no puede ser un
proceso de aislamiento o de retiro del mundo, pues aislados no podemos comprender
todo este proceso del vivir. El conocimiento o la comprensión de uno mismo, es la
comprensión de <<lo que es>> en todo el proceso del vivir, sin dejarnos llevar por lo
que nos gustaría ser, por nuestros ideales, que actúan como una escapatoria o una
deformación de la realidad tal cual es. Esta comprensión requiere una gran percepción,
estar alerta en nuestra vida en su totalidad, y de esta manera, puede ser realmente el
principio de la sabiduría, el comienzo de la virtud, origen de una profunda revolución y
transformación en el ser humano.

La comprensión o conocimiento de uno mismo que nos propone Krishnamurti,


implica primariamente toda la estructura, la naturaleza y el movimiento del pensar, de
nuestras emociones, nuestras acciones o reacciones, es comprender al pensador, al
observador, lo que genera realmente una profunda comprensión de una cualidad
diferente a la habitual visión del conocimiento intelectual como acumulación, es en
definitiva una forma diferente de aprender, el conocimiento acumulado está
fundamentado en el pasado, el aprendizaje de uno mismo es algo que tenemos hacer en
el presente, de instante en instante:

Aprender sobre usted mismo no es como aprender un lenguaje, una técnica o


una ciencia -es obvio que entonces usted tiene que acumular y recordar; sería absurdo
empezar todo de nuevo-, pero en el campo psicológico, el aprendizaje acerca de usted

29
J. Krishnamurti. La libertad primera y última. p. 43.
30
Ibid., p. 96.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 26

mismo está siempre en el presente , y el conocimiento está siempre en el pasado. Y como


la mayoría de nosotros vivimos en el pasado, el conocimiento se vuelve
extraordinariamente importante para nosotros. Por eso reverenciamos al erudito, al
experto, al ingenioso. Pero si usted está siempre aprendiendo, aprendiendo cada minuto,
aprendiendo mientras observa y escucha, aprendiendo mientras ve y actúa, entonces
descubrirá que el aprender es un acto constante, sin pasado31.

Para la comprensión de cualquier cosa necesitamos observarla, conocer todos


sus aspectos, su contenido, su movimiento, pues la vida o el ser no es algo estático, es
siempre dinámico y cambiante, por lo que exige un gran estado de alerta y atención en
la mente, para generar una percepción, una observación pura sin deformación o juicio
que nos divida o fragmente, y nos impide ver con claridad <<lo que es>>. Para observar
todo el movimiento del proceso del vivir en uno mismo, necesitamos una mente libre,
sin inclinaciones o condicionamientos que nos harán ver únicamente nuestras propias
proyecciones, con una gran intención de comprender de forma humilde, pues si
partimos del conocimiento acumulado, de conclusiones previas, de certezas seguras,
dejamos de aprender, realmente no escuchamos, estamos seguros pero estamos
<<muertos>>, no miramos nada de forma nueva o inocente, como refiere Krishnamurti:
<<Si no tiene una posición establecida, ni tiene certeza de nada, ni logro alguno,
tendrá libertad para mirar, para actuar. Y cuando mira con libertad, todo es nuevo
siempre. Un hombre que se siente seguro es un ser humano muerto>>32.

En todo ello, vemos también la visión de Krishnamurti sobre la libertad, que no


es la simple idea de poder hacer lo que uno quiere, su voluntad, estar libre de la
autoridad o imposición externa, sino que Krishnamurti nos habla de que <<la mente esté
libre de toda autoridad en lo interno>>33. Así, la libertad interior será fruto del
conocimiento de uno mismo y empezamos a comprendernos no sólo en las capas
superficiales, sino que mas importante aun será comprender las capas profundas de la

31
J. Krishnamurti. Libérese del pasado. pp. 24-25.
32
Ibid., pp. 26-27.
33
J. Krishnamurti. Sobre el aprendizaje y la sabiduría. p. 35.

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conciencia, pues en ella residen nuestros temores y anhelos, los motivos y deseos
ocultos, nuestros condicionamientos y todo el conocimiento acumulado del pasado, que
más que una acción libre generan una mecánica reacción condicionada.

Además, esta observación pura supone ciertamente una dificultad inicial, ya que
significa observar sin un observador, como explica Krishnamurti, <<la dificultad es
examinar lo que está más allá del pensamiento sin que sea el pensamiento el que
examina>>34. Por lo tanto, en la observación que nos propone Krishnamurti no hay
asociado ningún movimiento del pensar, sin las palabras, las imágenes, los recuerdos y
asociaciones, sin prejuicios o conclusiones, ya que generalmente observamos a través de
las distintas imágenes que acumulamos en nuestra memoria. Podemos decir que
necesitamos estar perceptivos de un modo pasivo, sin opción, sin juzgar entre lo bueno
y lo malo. En la observación pura no existe el movimiento del <<yo>>, que reúne la
conciencia de nuestros recuerdos, de las palabras, temores, etc., es decir, no hay un
<<yo>>, un centro o una entidad que intervenga en la observación. Esta observación o
percepción pura requiere una gran intención, para poder comprender en el presente, de
instante en instante todo el proceso de la existencia, pero sin llegar a acumular la
experiencia, para evitar que la observación esté condicionada por la acumulación y se
convierta en otra interpretación más. Como nos resume Krishnamurti:

Observad cualquier reto, cualquier pequeño incidente -no esperéis ninguna


gran crisis- y ved como reaccionáis ante él. Estad atentos a todo, a vuestras respuestas, a
vuestras intenciones, a vuestras actitudes, y entonces las comprenderéis, comprenderéis
el contenido de vuestra mente ... la comprensión surge del ahora, del presente, que
siempre es atemporal ... Para comprender lo que es, no tenéis que estar perturbados,
distraídos; tenéis que dedicarle vuestra mente y vuestro corazón. Tiene que ser vuestro
único y total interés en ese momento35.

34
J. Krishnamurti. La luz en uno mismo. La verdadera meditación. p. 95.
35
J. Krishnamurti. La libertad primera y última. p. 285.

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Krishnamurti nos distingue entre el ser virtuoso derivado de la comprensión


profunda de lo que es y nuestro habitual anhelo de hacernos virtuosos, que supone un
aplazamiento en el tiempo, de manera que ocultamos o evitamos la actuación sobre lo
que realmente es con la primacía de lo que desearíamos ser. Para hacernos virtuosos no
sólo acumulamos conocimientos o experiencias, sino que nuestro deseo de seguridad o
certeza hace que nos apoyemos en métodos o sistemas, en determinados gurus o
autoridades, que nos aseguren alcanzar un resultado, un estado superior. Así,
conseguiremos los resultados pretendidos por ese sistema al ajustar nuestros
pensamientos, nuestras acciones a unas determinadas normas. Sin embargo, como
Krishnamurti nos insiste, todos los métodos nos alejan realmente de <<lo que es>>, nos
impiden la profunda comprensión de uno mismo:

No hay, pues, método alguno para el conocimiento de uno mismo. Buscar un


método implica invariablemente el deseo de alcanzar algún resultado ... En realidad no
queremos comprendernos a nosotros mismos, ni a nuestros impulsos y reacciones, ni a
todo el proceso de nuestro pensar, tanto consciente como inconsciente; más bien
quisiéramos seguir un sistema que nos asegure un resultado36.

Que fácil es dejamos llevar por nuestros anhelos e ideales, por la seguridad de
un método, por la supuesta guía segura de una autoridad, pero para la comprensión de
uno mismo, para la comprensión de <<lo que es>>, realmente, lo que necesitamos, es
una fuerte intención para estar alerta y seguir de instante en instante mediante una aguda
percepción todo el constante movimiento de <<lo que es>>. Sin embargo, no es la
intención de Krishnamurti proponernos una férrea voluntad de estar atentos de forma
expresa, sino tener una conciencia alerta o atenta cuando observamos, cuando miramos,
sin agotar nuestras energías en intentar sostener un estado de atención continuo, pues
como refiere Krishnamurti, al mirar sin la fragmentación que implica el <<yo>>, el
observador:

36
J. Krishnamurti. La libertad primera y última. p. 46.

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LA CUESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: DE LA FRAGMENTACIÓN DEL PENSAMIENTO A LA TOTALIDAD DE LA INTELIGENCIA 29
CREATIVA. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI Y DAVID BOHM.

Entonces existe un estado de conciencia alerta y atención en el mismo acto de


mirar; no el propósito expreso de estar atento, sino de mirar con atención, aun cuando
esa observación sea sólo por un segundo, por un minuto -eso es suficiente. No seamos
codiciosos, no digamos <<tengo que tenerlo durante todo el día>>”37.

Al observar atentamente sin el observador surge fácil y naturalmente, sin ningún


esfuerzo, un silencio, una quietud en nuestra mente, entonces puede ser el momento de
descubrir algo nuevo, surge o despierta una cualidad de la mente distinta, una
inteligencia creativa en la que posteriormente ahondaremos. Simplemente, al observar
sin el observador, desaparece el espacio que existía entre el observador y la cosa
observada, lo que para Krishnamurti, <<no significa identificarse con la cosa que
observamos>>38. Tanto si nos identificamos con lo que observamos, como si hacemos
lo contrario, no identificarnos con ello, como a menudo también podemos hacer con
nuestras emociones y pensamientos, es una continuación de un movimiento sutil de la
voluntad del <<yo>> en su dimensión espacio-temporal. Así, la comprensión para
Krishnamurti surge simplemente de la comprensión de <<lo que es>> en uno mismo,
sin identificación ni separación a través de la voluntad.

La observación pura o total, sin un centro o entidad que observe, conlleva una
cualidad unificadora o amorosa, al desaparecer el centro desde el que se observa, no hay
posibilidad de generar separación entre el observador y lo observado, no nos separamos
de lo que realmente somos, como refiere Krishnamurti, <<mientras haya un centro
creando un espacio a su alrededor, no habrá amor ni belleza. Cuando no hay centro ni
circunferencia, entonces hay amor>>39. La comprensión precisa un fino darse cuenta de
nuestros pensamientos y sentimientos, de nuestras acciones, pero también, de todo lo
que nos rodea, de nuestro mundo de relación con las personas y la naturaleza, de nuestra
inevitable relación global con la vida. Para ello, es necesario una sincera actitud

37
J. Krishnamurti. Más allá de la violencia. p. 129.
38
Ibid., p. 129.
39
J. Krishnamurti. Libérese del pasado. p. 96.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 30

amorosa, como Krisnamurti nos apunta: <<Tengo que amar la cosa misma que observo.
Si queréis comprender a un niño, debéis amarle, no condenarle. Debéis jugar con él,
observar sus movimientos, su idiosincrasia, sus modos de comportarse>>40.

Para Krishnamurti la comprensión es diferente a la introspección. Mediante la


introspección nos examinamos, nos miramos a nosotros mismos con el fin de cambiar,
de modificarse o de llegar a ser algo. Es un proceso dirigido por el deseo del cambio, no
es un proceso de liberación, pues este deseo de cambio, impide ver de forma pura lo que
es y, por lo tanto, impide no sólo la verdadera comprensión sino que también surgirá
inevitablemente la lucha o el conflicto para transformarse desde lo que uno es en algo
que no es. Así, Krishnamurti entiende la acción de la introspección de la siguiente
manera: <<Como un proceso acumulativo: el del “yo” que examina algo con el objeto
de cambiarlo. Hay siempre, pues, un conflicto de dualidad y, por lo tanto, un proceso
de frustración. Jamás llega la liberación>>41.

Como hemos visto, la comprensión que nos propone Krishnamurti es realmente


diferente, es la observación silenciosa de un hecho, sin condena ni justificación. No hay
un fin de cambio, únicamente comprender. La introspección desea el fin de mejorar uno
mismo, por lo que permanece en el movimiento egocéntrico del <<yo>>, sin embargo,
la comprensión profunda que nos propone Krishnamurti, no tiene el fin de llegar a ser
algo distinto, de ser mejor, es una observación en el que ya no hay movimiento del
<<yo>>, es una comprensión pura del hecho, de lo que es, y mediante la misma, me
hallo libre de la acción del <<yo>>, del proceso del pensamiento con sus anhelos
ocultos y empeños, por eso para Krishnamurti, como ya dijimos, la comprensión es
realmente liberación: <<La comprensión es libertad, produce libertad, brinda
libertad>>42.

En la comprensión o el conocimiento de uno mismo que nos propone


Krishnamurti, Bohm hace especial hincapié en la importancia que puede presentar el
hecho de que el propio pensamiento sea consciente de sus consecuencias. Emplea para

40
J. Krishnamurti. La libertad primera y última. p. 45.
41
Ibid., p. 181.
42
Ibid., p. 183.

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LA CUESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: DE LA FRAGMENTACIÓN DEL PENSAMIENTO A LA TOTALIDAD DE LA INTELIGENCIA 31
CREATIVA. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI Y DAVID BOHM.

ello el concepto neurofisiológico de propiocepción, que es un sistema de autorreferencia


necesaria en la fisiología de nuestro organismo, mediante la cual tenemos la capacidad
de tener la percepción física de uno mismo. Por ejemplo, al realizar un movimiento
físico concreto, podemos percibir nuestros movimientos al ser conscientes de la relación
entre la intención o impulso de movernos y la propia acción del movimiento. Si
careciéramos de esta propiocepción no podríamos darnos cuenta de dicha relación, por
lo que no seríamos capaces de ser conscientes de las consecuencias de nuestros
movimientos. De este modo, mediante la propiocepción podemos distinguir desde un
punto de vista funcional las acciones que se han originado en nuestro propio cuerpo de
aquellas que provienen del exterior.

Por lo tanto, llevando la noción de propiocepción al terreno del pensamiento, y


con el fin de evitar la ausencia de conciencia entre la actividad del pensamiento y
nuestras acciones, Bohm nos propone que el pensamiento se haga propioceptivo, que se
haga totalmente consciente de su propia actividad, del completo proceso de su
movimiento: en primer lugar de la intención o impulso de pensar, posteriormente el
surgimiento del propio pensamiento y finalmente los resultados que desencadena (las
sensaciones, emociones y acciones que se asocian al mismo).

Bohm, mediante un ejemplo, nos explica con claridad la diferencia existente


entre <<pensar acerca del daño y pensar el daño>>43. <<Pensar acerca del daño>>
supone poner el daño en el exterior para abstraernos del mismo, como si fuera un objeto
físico, como una silla, que estuviera situada en nuestro entorno. Sin embargo, como
claramente nos recuerda Bohm, el <<daño>> no es como una mesa. Sin embargo,
tenemos la otra opción que inicial y característicamente nos ofrece Krishnamurti con su
propuesta ya mencionada de una observación pura, y que Bohm refrenda claramente.
Esa opción es <<pensar el daño>>, adentrándonos en el propio pensamiento, sin
dejarnos arrastrar por el mismo o tampoco reprimirlo, sin que exista ningún proceso
voluntario de identificación o no identificación, sin condenarlo ni justificarlo, que
supone bien un rechazo o una aceptación, simplemente permitir que se manifieste tal y
como es, observando minuciosamente los efectos que origina en la conciencia

43
D. Bohm. “La suspensión, el cuerpo y la propiocepción”. En: Sobre el diálogo. p. 120.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 32

(emociones como miedo, odio, etc.) y en el cuerpo (por ejemplo, tensión muscular,
taquicardia, sudoración, etc.). Así, Krishnamurti nos propone insistentemente ante
cualquier emoción, por ejemplo una muy habitual en el ser humano como es la cólera,
una serie de cuestiones que efectivamente presentan una dificultad evidente:

¿Puede usted observar la cólera sin ninguna explicación ni justificación, sin


decir <<debo proteger mis bienes>>, o <<hice bien al enojarme>>, o <<qué estúpido
soy en estar encolerizado>>? ¿Puede usted observar la cólera como si fuera algo en si
misma? ¿Puede usted observarla de forma objetiva y completa; es decir, sin defenderla
ni condenarla? ¿Puede usted hacerlo? … Solo podré verlo, cuando lo miro con cierto
interés en el que no está involucrada ninguna de estas cosas. …. Es muy difícil observar
la cólera desapasionadamente porque ella es parte de mí; por eso estoy tratando de
observarla44.

Una observación sin ningún tipo de involucración añadida al verdadero interés


por la propia observación, lo expresa Bohm como <<la suspensión y la propiocepción
… Se trata, en suma, de suspender cualquier tipo de actividad, dejar que se manifieste y
tomar conciencia de lo que ocurre>>45. Como mencionamos, la propiocepción nos
permite percibir la relación entre estos elementos o fases del proceso, pero si no somos
conscientes de dicha relación podemos percibir sensaciones que al no ver su relación
directa con un pensamiento, las tomamos como percepciones directas de la realidad.
Bohm nos pone un ejemplo evidente: al ver a alguna persona que nos ha disgustado
profundamente en el pasado, casi automáticamente tenemos el pensamiento de que no
podemos soportar a esa persona, <<es insufrible>>, pudiendo aparecer posteriormente
un dolor abdominal, lo que nos puede hacer pensar si no vemos la relación con el
pensamiento previo, que algo no está funcionando bien en nuestro aparato digestivo, lo
que nos preocupa e incrementa nuestra frecuencia cardiaca y en definitiva genera unas

44
J. Krishnamurti. Libérese del pasado. pp. 54-55.

45
D. Bohm. “La suspensión, el cuerpo y la propiocepción”. En: Sobre el diálogo. pp. 118-120.

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sensaciones viscerales encadenadas. Pero como refiere Bohm, en este caso, <<las
sensaciones viscerales pueden estar equivocadas e implicar un fracaso en la
propiocepción del pensamiento>>46, es decir, no es que la sensación visceral sea falsa,
el dolor abdominal o el aumento de la frecuencia cardiaca existen de forma real, sino
que el pensamiento posterior de creer tener una patología en el aparato digestivo está
equivocada al no ver la relación global de las distintas fases del proceso. Efectivamente,
hemos fracasado en la posibilidad de ser conscientes de nuestras emociones y
pensamientos iniciales, en la propiocepción del pensamiento en términos de Bohm, o en
la comprensión o conocimiento de uno mismo mediante la observación pura o
percepción total que nos propone Krishnamurti.

Un movimiento corporal se origina en un impulso y acaba en un resultado


concreto. Durante el mismo, mediante la fisiológica propiocepción podemos discernir
claramente su origen en el mismo momento en que se produce. Sin embargo, la
dificultad se origina con el pensamiento, que Bohm insiste que también es un proceso y
en definitiva supone un movimiento, pero como el mismo refiere, <<solemos
considerarlo como si de la verdad se tratase, como algo que está ahí y nos dice como
son las cosas>>47, lo que realmente supone una visión fragmentaria, supone verlo de
forma independiente, una confusión que nos impide tomar verdadera conciencia del
movimiento y del proceso en el que se enmarca nuestro pensamiento.

Tanto en la obra de Krishnamurti como posteriormente en la de Bohm, así como


en los diálogos que mantuvieron ambos, uno de los motivos principales de investigación
o indagación es la cuestión de la inteligencia. Inicialmente, Krishnamurti nos plantea
una serie de cuestiones: ¿Que es la inteligencia? ¿Cuando interviene o se manifiesta el
despertar de la inteligencia? ¿Esta la inteligencia relacionada con el pensamiento?

Ya vimos que para Krishnamurti el pensamiento es mecánico, es medida y


pertenece al orden del tiempo. El pensamiento se produce en el cerebro y en esencia es
un proceso material o físico, un proceso electroquímico. En una visión habitual, la

46
D. Bohm. “La suspensión, el cuerpo y la propiocepción”. En: Sobre el diálogo. p. 124.

47
Ibid., p. 125.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 34

inteligencia puede parecer también dependiente de la actividad del cerebro, podemos


referirnos a la inteligencia del pensamiento, que es la destreza en el pensar. Sin
embargo, tanto Krishnamurti como Bohm, nos apuntan a que más allá de la destreza del
pensar, aunque comprenda intelectualmente la causa de la acumulación y la
fragmentación, el proceso del pensamiento, <<se necesita otra cualidad. Esa cualidad,
¿es la inteligencia?>>48. Para Krishnamurti, la inteligencia es de un orden distinto, de
una cualidad completamente diferente, no pertenece al orden temporal, tampoco puede
medirse, atraparse. Para que la inteligencia se manifieste o despierte es necesario que el
pensamiento no esté presente, pues la inteligencia despierta en el ser humano en la
quietud del cerebro, no depende de su actividad, como gráficamente nos refiere Bohm
en diálogo con Krishnamurti, <<la quietud del instrumento es la acción de la
inteligencia. ... La falta de quietud del instrumento malogra la inteligencia>>49.

Por lo tanto, en la quietud, en el silencio del pensamiento, fruto, como ya hemos


mencionado y profundizado, de una observación pura sin el <<yo>>, de una
propiocepción del pensamiento en términos de Bohm, se despierta espontáneamente una
inteligencia que <<abre la puerta a lo otro>>50, una inteligencia, que produce un orden
natural, de virtud, creatividad, serenidad y paz. Ya no necesitamos luchar, controlar o
disciplinar lo que es para ajustarlo a lo que nos gustaría ser, a nuestro anhelo, a nuestro
ideal, a nuestra autoridad o sistema, lo que realmente impide la libertad, impide el
surgimiento de la creatividad.

A menudo el pensamiento, que es el instrumento, generalmente se dice a si


mismo: estaré quieto y ayudaré a que despierte la inteligencia, debo controlar el
pensamiento para aquietar mi mente y ser total, para recibir una dimensión, un estado
superior que no he experimentado previamente. Sin embargo, el pensamiento no puede
ayudar a despertar la inteligencia, pues en su voluntad o intención, en la búsqueda de un
resultado, en el movimiento del llegar a ser, aunque sea el de aquietar la mente, se

48
D. Bohm y J. Krishnamurti. Los límites del pensamiento. p. 225.
49
J. Krishnamurti. La conciencia fragmentada. El despertar de la inteligencia (vol. III). pp.
174-175.
50
J. Krishnamurti. Verdad y realidad. p. 68.

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LA CUESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: DE LA FRAGMENTACIÓN DEL PENSAMIENTO A LA TOTALIDAD DE LA INTELIGENCIA 35
CREATIVA. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI Y DAVID BOHM.

perpetua el movimiento del pensar, de la medida, del tiempo, incluso sin darse cuenta
mantiene una proyección con el fin de obtener la aprehensión. No puede haber un
movimiento del pensar por muy sutil que sea y a la vez se genere un despertar de la
inteligencia, todo lo contrario, si para generar silencio o quietud en el proceso del
pensar recurrimos a la voluntad se producirá una distorsión. Así, Krishnamurti nos
insiste:

El cerebro no se fuerza a estar quieto. Si lo hace, entonces eso es aún la


operación del pasado. En ello hay división, conflicto, disciplina y esas cosas. Pero si el
viejo cerebro comprende o ve la verdad de que, en tanto responda constantemente a
cualquier estímulo, debe operar a lo largo de los viejos surcos, si el viejo cerebro ve la
verdad de eso, entonces se torna silencioso. Es la verdad lo que produce la quietud, no la
intención de estar quieto51.

Así, lo nuevo puede descubrirse cuando el viejo cerebro, el movimiento del


pensar se aquieta de forma natural al percibir la verdad de su fragmentación y su
limitación, y en su quietud despierta o se manifiesta la inteligencia, que no puede surgir
a través del pensamiento, del viejo cerebro, de la vieja conciencia.

A este respecto, Krishnamurti también nos apunta la posibilidad de que con la


quietud y el silencio del viejo cerebro, puede funcionar algo nuevo, como un nuevo
cerebro, una nueva conciencia, una parte del cerebro que no ha sido utilizada de forma
evidente o manifiesta, pues aunque estuviera activa todo el tiempo ha sido tapada u
ocultada por la superactividad del viejo cerebro, de forma que no la conocemos en
absoluto. Aunque el viejo cerebro puede mirarse a si mismo, conocerse a si mismo, y
ver la verdad de que sólo puede operar mecánicamente a partir de sus viejos surcos de
conocimientos acumulados, experiencias, creencias, etc., comprender la verdad de su
estructura y naturaleza, nada conoce realmente acerca de lo nuevo, solo puede decir
<<realmente, no se>>. Esta sencilla pero profunda comprensión de su limitación y de su

51
J. Krishnamurti. La conciencia fragmentada. El despertar de la inteligencia (vol. III). p. 36.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 36

<<no saber>> debilita naturalmente la intención y el deseo de conocer del viejo cerebro,
debilita y aquieta todo el movimiento y el proceso del pensar, del deseo de llegar a ser,
de alcanzar un resultado, sin embargo, esta comprensión es la semilla, el despertar de la
inteligencia.

Para Krishnamurti y Bohm, la inteligencia, que es armónica en si misma, utiliza


el pensamiento, que es mecánico, reactivo y carece de armonía propia, de tal manera,
que cuando el proceso o el movimiento del pensar, que siempre se sitúa en el tiempo y
en la medida, es armónico, es debido a su relación con la inteligencia, sin embargo, un
pensamiento que no es armónico, que es contradictorio, evidencia una falta de relación
con la misma, por ello, para la inteligencia el proceso del pensar se revela como un
indicador. La inteligencia es completamente necesaria, sin la misma, el pensamiento
produce una acción fragmentaria, caótica, por lo que el despertar de la inteligencia que
surge de la comprensión de uno mismo y la consecuente quietud de toda la frenética
actividad del pensamiento, es también la base del pensamiento correcto, un recto pensar
que es a la vez la acción de la totalidad, de la inteligencia creativa, como claramente
reflejan en su diálogo Krishnamurti y Bohm:

Bohm: ¿Diría usted entonces, que cuando la inteligencia comprende la


actividad del pensamiento, este se torna diferente en su modo de actuar?

Krishnamurti: Si, es obvio. Por ejemplo, si el pensamiento ha creado los


nacionalismos como un medio de seguridad y uno ve la falacia de ello, este mismo ver es
inteligencia. Entonces el pensamiento crea una clase diferente de mundo en el cual no
existen los nacionalismos.

Bohm: Eso es muy claro. La inteligencia ve la falsedad de lo que ocurre.


Cuando el pensamiento está libre de esta falsedad, es diferente. Entonces comienza a
marchar paralelo con la inteligencia

Krishnamurti: En ese caso el pensamiento tiene su lugar.

Bohm: Eso es muy interesante, porque el pensamiento nunca está realmente


controlado o dominado por la inteligencia, sino que se mueve por si mismo. Pero, a la

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LA CUESTIÓN DEL CONOCIMIENTO: DE LA FRAGMENTACIÓN DEL PENSAMIENTO A LA TOTALIDAD DE LA INTELIGENCIA 37
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luz de la inteligencia, cuando lo falso se ve, entonces el pensamiento se mueve


paralelamente en armonía con la inteligencia52.

Por lo tanto, a la luz de este diálogo podemos ver que para Krishnamurti y Bohm
es posible una armonía entre la inteligencia y el pensamiento. A menudo, con la vista o
el lógico anhelo oculto de llegar a un fin deseado, podemos estar tentados de intentar
controlar o acallar el pensamiento para así alcanzar o inducir el anhelado silencio del
mismo. Sin embargo, Krishnamurti también nos aclara que el pensamiento no sólo es
necesario con el fin de obtener una racionalidad lógica y saludable sino que también
debe armonizarse con la posibilidad de liberarnos de sus ataduras. Así, para
Krishnamurti, el pensamiento:

Mientras más lógico, sano, saludable, objetivo, falto de emociones e impersonal


sea, más efectivo y fuerte es... Sin embargo, la mente tiene que ser capaz, tiene que estar
completamente libre de todo sentido de distorsión para encontrar lo que es verdadero, ...
Tiene que haber armonía entre el vivir funcionando con el pensamiento y el estar libre
del pensamiento53.

De este modo, la inteligencia, el pensamiento y el cuerpo pueden estar en


armonía, de forma que podemos vivir en lo conocido, con el mayor y mejor número de
conocimientos que nos proporcionen un pensamiento lo mas cabal y racional posible,
pero a la vez, para percibir algo totalmente nuevo, para el despertar de la inteligencia
creativa, tenemos que estar libres del pensamiento, libres de lo conocido, ya que, como
refiere Krishnamurti:

52
J. Krishnamurti. La conciencia fragmentada. El despertar de la inteligencia (vol. III). pp.
184-185.
53
J. Krishnamurti. Más allá de la violencia. pp. 127-128.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 38

Malgastamos muchísima energía acumulando conocimientos. El conocimiento


tiene su propio lugar -debemos tener conocimientos y mientras más tengamos mejor;
pero cuando el conocimiento se torna mecánico, cuando hace que la mente sienta que no
es posible tener más, cuando llegamos a la conclusión de que ya no es posible cambiar,
entonces no tenemos energía54.

Por lo tanto, la inteligencia se manifiesta en la aparición de un orden nuevo, que


lleva intrínseco un recto, coherente y armonioso pensamiento y acción. Pero
Krishnamurti nos habla también de la manifestación, el descubrimiento de una energía
como totalidad, pues en la posible armonía entre inteligencia y pensamiento nos sugiere
un origen, una fuente común para ambos, una totalidad mayor. Ambos son energía, uno
es el pensamiento, la mente o conciencia fragmentaria y el otro es la inteligencia no
divisible, la mente <<que no mide>>, el estado creativo de la mente, que no esta
fragmentada en un <<tu>> o un <<yo>>, pues como hemos mencionado, en una
dimensión mas allá del espacio y el tiempo, en el que no hay un <<yo>>, no cabe la
existencia de <<mi>> inteligencia o <<tu>> inteligencia. Para Krishnamurti es un
hecho que esta nueva dimensión, esta fuente, esta energía, esta totalidad, lo otro, lo
inconmensurable, de la que realmente no podemos hablar de forma conceptual:

Solo puede operar por medio de la inteligencia; si no existe esa inteligencia, no


puede operar. Así es que en la vida cotidiana, esa dimensión sólo actúa si funciona la
inteligencia ... Cuando uno descubre la limitación de lo viejo, el mismo descubrimiento
de eso es inteligencia, y solamente cuando esa inteligencia funciona, la nueva dimensión
puede operar a través de ella. ¿Lo han captado?55.

54
J. Krishnamurti. Más allá de la violencia. p. 129.
55
J. Krishnamurti. La conciencia fragmentada. El despertar de la inteligencia (vol. III). p. 47.

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5. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MEDITACIÓN EN KRISHNAMURTI

La vivencia de una mente religiosa y de la meditación tal y como las proponía


Krishnamurti supone una de las contribuciones más originales e importantes de su
trabajo. Sin embargo, durante su vida se desmarcó realizando una crítica radical tanto de
las religiones organizadas como de las formas más tradicionales y milenarias de enseñar
y en definitiva vivir la meditación. La visión de Krishnamurti de lo que es una mente
religiosa y de la meditación se basan en lo ya mencionado al abordar el tema básico de
la cuestión del conocimiento, como la comprensión creadora de uno mismo, que
desarrolla Krishnamurti una y otra vez, ofreciéndonos así, una renovación esencial tanto
de la dimensión religiosa como de la practica tradicional de la meditación.
El ser humano en su búsqueda de algo permanente más allá de la vida cotidiana,
con sus dolores, placeres y sufrimientos, ha construido no sólo inmensos templos
religiosos de piedra, sino también poderosas e influyentes creencias religiosas. En la
actualidad, la religión aun mantiene su poder de atracción basado en el dogma, la
creencia y el ritual, junto con un gran sistema jerárquico de espiritualidad. Ante el
temor, el ser humano busca lo trascendente, y en esa búsqueda, se protege y encuentra
seguridad en el dogma y la creencia. Sin embargo, para Krishnamurti todo ello supone
realmente un escape, un entretenimiento espiritual que nos aleja de la verdadera
realidad, pues son la proyección de nuestras esperanzas, lo que realmente nos impide la
comprensión profunda del origen del conflicto que puede llevar a cabo un verdadero
<<hombre religioso>>:

Un hombre realmente serio, que de veras desea averiguar si existe algo más
fuera de esta cosa terrible que llamamos existencia, obviamente debe estar libre de
dogmas, de creencias, de la propaganda; debe estar libre de la estructura donde se ha
educado para llegar a ser un <<hombre religioso>>56.

56
J. Krishnamurti. Más allá de la violencia. p. 47.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 40

Por lo tanto, Krishnamurti, tras descartar rotundamente la religión organizada o


la autoridad espiritual de cualquier tipo, nos propone indagar sobre el estado o la
cualidad de la mente que es religiosa. Es de forma rotunda, una cualidad distinta a la
mente que cree en la religión, es una mente libre de creencias, en la que no hay temor,
pues para estar libre para investigar, para inquirir, hemos de liberarnos del miedo a
perder la seguridad psicológica. Así, la mente religiosa para Krishnamurti <<es una luz
para si misma. Esa luz no es encendida por otra persona -la vela que es encendida por
otro puede apagarse muy pronto>>57.

La mente religiosa tiene ese estado de silencio, que como ya hemos


profundizado previamente, es el resultado de la comprensión de uno mismo mediante
una conciencia alerta, en la que no hay un <<yo>>, un experimentador, que no es un
producto del pensamiento. Un estado de silencio en el que surge el despertar de la
inteligencia, que nos abre a una energía como totalidad. Por lo tanto, la mente religiosa
en Krishnamurti, es llamar de otra forma a esa mente que claramente y de forma
repetida nos ha propuesto Krishnamurti, una mente más allá de la medida, más allá del
pensamiento fragmentario, una mente que manifiesta la cualidad de la inteligencia. Por
la tanto, hay una relación evidente para Krishnamurti entre su visión de una mente
religiosa y la cuestión del conocimiento, como una forma diferente de aprender, del
habitual aprendizaje o conocimiento intelectual acumulativo.

Al igual que hemos mencionado en la visión de Krishnamurti sobre lo que es


verdaderamente una mente religiosa, de forma análoga también entendió que el
principio de la meditación o la verdadera meditación era el conocimiento o la
comprensión de uno mismo:

La meditación no es un apartarse de la vida; es un proceso de comprendernos a


nosotros mismos ... Si uno puede ver que el conocimiento propio es el principio de la
meditación, entonces el problema se vuelve extraordinariamente interesante y vital58.

57
J. Krishnamurti. Más allá de la violencia. p. 123.
58
J. Krishnamurti. Sobre Dios. p. 110.

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La meditación para Krishnamurti <<es una de las artes más admirables de la


vida, quizás la más grande>>59, es en su insistente y clara relación con la cuestión
clave del conocimiento, es la actividad de una mente religiosa, como hemos
mencionado, una nueva forma de aprender, que no se basa en el conocimiento que se
sitúa en el pasado, no tiene técnica o método, ni podemos aprenderla de alguna
autoridad. Este nuevo aprendizaje que nos propone Krishnamurti, <<es un movimiento
constante>>60, en la comprensión de uno mismo y la totalidad del vivir:

Cuando usted aprende a conocerse, se observa, observa su forma de caminar,


de comer, de hablar, la murmuración, el odio, los celos; si se da cuenta de todo eso que
ocurre dentro de usted, sin elección alguna, eso es parte de la meditación. Así pues, la
meditación puede realizarse mientras viaja en autobús, o cuando camina por los bosques
llenos de luces y sombras, o escucha el canto de los pájaros, o mira el rostro de su
esposa o el de su hijo61.

A lo largo de su vida, Krishnamurti expreso claramente que la comprensión es la


base, <<el proceso fundamental de la meditación>>62. Como ya hemos desarrollado en
anteriores apartados, su propuesta inicial es que seamos conscientes del pensador, pero
de una manera algo distinta a la habitual: tomar conciencia del pensador pero sin nada
que juzgar, nada que integrar, no seamos conscientes del pensador para obtener ningún
particular fin. Krishnamurti nos propone únicamente que seamos conscientes de lo que
es. El pensador es la entidad psicológica fruto de nuestra educación, de las influencias
socioculturales particulares en las que vivimos, de las experiencias acumuladas en el
tiempo, es decir de nuestras vivencias en las distintas etapas de la vida, todo ello
conformador de nuestro conocimiento, de nuestra conciencia. La ausencia de juicio en
la observación, hace que entre el pensador y la cosa observada (en este caso el pensador
mismo) no se produzca una barrera, una reacción, sino todo lo contrario, la distancia

59
J. Krishnamurti. Libérese del pasado. p. 118
60
J. Krishnamurti. La luz en uno mismo. La verdadera meditación. p. 28.
61
J. Krishnamurti. Libérese del pasado. p. 118.
62
J. Krishnamurti. La libertad primera y última. p. 229.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 42

entre ambos desaparece, no somos conscientes de la existencia de separación, nos


unimos por la misma conciencia de lo que realmente somos, pues solo hay observación
y comprensión.
Posiblemente, como también ya mencionamos, este es el punto que puede
generar alguna dificultad de comprensión o de vivencia en la propuesta de
Krishnamurti. Para el pensador u observador, incluso en la figura del meditador, puede
ser habitual que el pensador y el pensamiento se vean separados, que el observador o el
experimentador mantenga una cierta distancia con la cosa observada o experimentada.
Mientras exista un yo que experimente con un fin determinado, lo cual puede ser
totalmente lógico, experimentamos u observamos para comprender algo, no por si
mismo, sino para conseguir un fin, de llegar a ser algo, es decir se trata de una acción
que permanece en la dualidad, como refiere claramente Krishnamurti: <<no hay una
integración, siempre hay un centro que opera mediante la acción de la voluntad>>63.
Esta acción dualística, esta falta de integración, con la voluntad de un centro, de un yo,
de un observador que actúa continuamente bien para fortalecerse o reforzarse, o en otras
ocasiones para negarse o resistirse, es para Krishnamurti un proceso ilusorio, falso y a la
vez destructivo, origen de nuestro deterioro. Con respecto al meditador y a la
meditación, habitualmente se repite esta visión dual, sin embargo en la visión de
Krishnamurti, <<la meditación es el fin del pensamiento, no porque el meditador le
ponga fin, sino porque el meditador es la meditación>>64.
El orden que surge de la meditación no es algo que nace de una planificación, ni
tampoco es un patrón al que nos ajustamos en nuestra existencia, sino que aparece
únicamente cuando comprendemos profunda y realmente todo el proceso del desorden
en nuestra existencia, el proceso de fragmentación y contradicción existente en nuestras
vidas, por ejemplo, al pensar unas cosas y decir o hacer otras, incluso el mismo proceso
de intentar disciplinar o controlar nuestras mentes para poner fin al desorden, de forma
que tratamos de sentir, pensar y actuar acorde a un patrón ya establecido bien por
nosotros mismos, por nuestra tradición o por nuestra particular familia o sociedad, que
realmente lo que provoca en nosotros es no sólo una mente que no es libre, sino una

63
J. Krishnamurti. La libertad primera y última. p. 111.
64
J. Krishnamurti. Relación y amor. La verdadera revolución. p. 15.

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CREATIVA. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI Y DAVID BOHM.

continua lucha, un continuo desgaste y deterioro con el fin de cumplir con los objetivos
<<pactados>> en nuestro plan particular o en nuestro patrón heredado. Todo ello, a
menudo es el origen del conflicto en nuestra vida, es decir, el fruto de una mente
distorsionada.

La meditación como el silencio y el orden fruto de la comprensión de uno


mismo, no es algo, que para Krishnamurti sea motivo de practica, de seguir un
particular método por el que llegamos poco a poco a conseguir un estado profundo de
meditación, de atención plena, que en la visión habitual o tradicional de la meditación
es efectivamente también un estado de orden y silencio. Con la práctica, la disciplina, la
repetición de un esquema, una fórmula o técnica que nos acerca a un estado deseado, se
puede producir para Krishnamurti una cierta serenidad, pero a modo de una
narcotización de la mente, que no conduce a la realidad, por lo que Krishnamurti realiza
una crítica radical a la idea tradicional de la meditación:

No es la búsqueda de cierta experiencia mística profunda, no es la repetición


continuada de una serie de palabras, por muy santificadas o antiguas que sean. Eso sólo
aquieta la mente, pero también la vuelve insensible, estúpida, hipnotizada. Tanto le
valdría tomarse un tranquilizante, que es mucho más fácil. La repetición de palabras, la
autohipnosis, la práctica de un sistema o método, no es meditación65.

En este punto, puede surgir la dificultad que ya hemos apuntado y que es el


motivo principal de cuestionamiento por parte de Krishnamurti de los distintos métodos
de meditación tradicionales, ya que si nuestra preocupación fundamental es conseguir
ese estado de atención total, en producir ese orden, ese deseo, el yo que medita con el
fin de conseguir dicho estado, genera o perpetua la propia limitación del yo en una
posible carrera en la que más o menos conscientemente pueden surgir los deseos y
luchas por conseguir los objetivos, en llegar a ser un experto con el fin de alcanzar ese
estado que nos permita una meditación profunda o verdadera. Así, la meditación en

65
J. Krishnamurti. La luz en uno mismo. La verdadera meditación. p. 21.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 44

Krishnamurti, como hemos motivo, no sólo no es motivo de práctica, ni siquiera una


acción deliberada para obtener un fin, pues la meditación como la comprensión
profunda de uno mismo, de <<lo que es>> tal y como nos propone Krishnamurti, abre
de forma espontánea nuestra mente, como si fuera una ventana, de manera que de forma
natural y espontánea puede penetrar, puede manifestarse una brisa o una luz nueva,
desconocida, no buscada y ni siquiera esperada:

De modo que ahora vamos a meditar juntos, no deliberadamente, porque no


existe la meditación deliberada. Es como dejar la ventana abierta y el aire llega cuando
quiere -cualquier cosa que el aire traiga, sea como fuere la brisa-. Pero si esperan que
las brisas lleguen porque han abierto la ventana, éstas jamás llegarán. La ventana tiene
que ser abierta por amor, por afecto, desde la libertad, no porque uno desee algo. Y ese
es el estado de belleza, es el estado de la mente que ve y no exige nada66.

Así, la apertura de la <<ventana>>, que es la comprensión de uno mismo, no


sólo precisa para Krishnamurti, como ya dijimos, de una gran intención, por si misma,
no como un fin para obtener algún resultado, sino que también nos apunta Krishnamurti,
que dicha apertura, dicha comprensión se realiza por el amor, por el afecto. A mi modo
de ver, esté es un aspecto esencial a tratar, que es vislumbrado de forma radical y
evidente en el siguiente texto de Krishnamurti:

La meditación es una de las cosas más extraordinarias y, si uno no sabe lo que


es la meditación, es como un ciego en un mundo de colores brillantes, de sombras y luz
en movimiento. No es un asunto intelectual, sino que cuando el corazón penetra en la
mente, la mente posee una cualidad muy distinta; entonces es realmente ilimitada, no
solo en su capacidad de pensar, de actuar eficazmente, sino también en el sentido de
vivir en un vasto espacio en el que uno forma parte de todas las cosas.

66
J. Krishnamurti. Sobre Dios. pp. 122-123.

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CREATIVA. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI Y DAVID BOHM.

La meditación es el movimiento del amor. No es el amor a uno o a muchos; es


como el agua que uno puede beber de cualquier jarra, ya sea de oro o de barro; es
inagotable. Y sucede algo peculiar, que ninguna droga o autohipnosis puede producir; es
como si la mente se adentrara en sí misma, empezando por la superficie y profundizando
cada vez más hondo, hasta que «profundidad» y «altura» pierdan su sentido y toda forma
de medición cesa. En este estado hay completa paz, no el contento que se ha producido a
través de la gratificación, sino una paz que posee orden, belleza e intensidad. Todo eso
puede ser destruido, como se puede destruir una flor y, no obstante, a causa de su misma
vulnerabilidad, es indestructible. Esta meditación no puede ser aprendida de otro; uno
debe empezar sin saber nada al respecto y avanzar de inocencia en inocencia.
El terreno en el que la mente meditativa puede empezar es el de la lucha, el
dolor y la dicha pasajera de la vida diaria. Ahí debe empezar, estableciendo orden y, a
partir de ahí, moverse sin fin. Pero si lo único que le preocupa es producir orden,
entonces ese mismo orden generará su propia limitación y la mente será su prisionera.
De alguna manera, en todo este movimiento, uno debe comenzar por el otro extremo, por
la otra orilla, y no estar siempre preocupado por esta orilla, o el modo de cruzar el río.
Uno debe tirarse al agua, sin saber nadar. Y la belleza de la meditación es que usted
nunca sabe dónde se encuentra, adónde va o cuál es el fin 67.

La meditación, como movimiento del amor, está envuelta en todo momento por
el perfume del amor, de la virtud y de la bondad. El amor, como la energía de lo
inconmensurable, de la totalidad, florece en la manifestación de la inteligencia, que es
orden, virtud y belleza, que se despierta o manifiesta gracias al silencio de esa mente y
conciencia superficial, limitada y fragmentaria, lo que realmente es el fruto inicial de la
profunda comprensión de uno mismo y de la totalidad del vivir. Pero, para
comprendernos necesitamos una <<cualidad de inocencia y humildad>>68, una actitud
amorosa, una generosidad del corazón como motor inicial, como principio de la
meditación. Así, el amor es realmente la verdadera cualidad meditativa, en el que no
hay un yo, en el que el meditador está ausente. El amor es la esencia y la envoltura de la
meditación, podemos dividirlo como surgiendo al final, en el medio, o al inicio, pero
realmente no hay separación, siempre está ahí, en el presente, en la totalidad del vivir:

67
J. Krishnamurti. Meditaciones. pp. 22-23.
68
J. Krishnamurti. Libérese del pasado. p. 26.

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Lo que importa en la meditación es la cualidad del corazón y de la mente; no es


lo que consigue o espera alcanzar, sino la cualidad de una mente que es inocente y
vulnerable... Camine sin rumbo fijo por la orilla del mar y deje que esta cualidad
meditativa le envuelva ... La meditación es la raíz, la planta, la flor y el fruto. Son las
palabras las que dividen el fruto, la flor, la planta y la raíz. La acción que nace de esa
separación no puede generar bondad, porque la virtud es la percepción del todo69.

Por lo tanto, necesitamos una generosidad del corazón, una actitud amorosa
como principio primordial para vivir la meditación como conocimiento de uno mismo,
como comprensión profunda de <<lo que es>>, en definitiva, una meditación como
movimiento del amor, pues como claramente nos advierte Krishnamurti:

El florecimiento de la meditación es bondad, y un corazón generoso es el


principio de la meditación ... No puede haber meditación sin generosidad, sin bondad, lo
cual es estar libre de orgullo, nunca escalar la ladera del éxito, nunca saber lo que es ser
famoso, lo cual es morir para cualquier cosa que se ha conseguido, en cada minuto de
nuestro día. Únicamente en tal tierra fértil, la bondad puede crecer, puede florecer. Y la
meditación es el florecimiento de la bondad70.

Por lo tanto, esta actitud amorosa inicial es realmente la tierra fértil en la que la
meditación hace florecer el amor y la bondad, que son el perfume esencial de lo
inconmensurable. Esta actitud amorosa <<abre la ventana de nuestro corazón>>,
floreciendo así el amor y la bondad, que son para Krishnamurti el perfume de lo
inconmensurable, de lo más elevado, un perfume que no podemos buscarlo ni atraparlo,
viene por si solo: <<Si esta buscando lo más elevado, no lo encontrará; tiene que venir
por sí solo, si uno tiene suerte; y la suerte es la ventana abierta de su corazón, no del
pensamiento>>71.

69
J. Krishnamurti. Relación y amor. La verdadera revolución. p. 15.
70
J. Krishnamurti. El libro de la vida. Meditaciones diarias con Krishnamurti. 30 de Diciembre.
71
J. Krishnamurti. Relación y amor. La verdadera revolución. p. 76.

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6. LA MENTE CIENTÍFICA EN BOHM: ORDEN, TOTALIDAD Y CREATIVIDAD

David Bohm nos sugiere la pregunta de cual sería realmente el resultado de


cualquier acción creativa, como podría ser, entre otras, la de una investigación
científica, la acción libre y creativa que nos propone Krishnamurti desde la inteligencia
de una mente religiosa o la acción originada desde una dimensión artística. El resultado
será la percepción, para Bohm, de un orden nuevo fundamental, que conduce a la
creación de estructuras nuevas que tienen la cualidad de la totalidad, la armonía y la
belleza. Por lo tanto, si queremos entender el significado de la creatividad y discernir
los aspectos que la pueden bloquear, sería necesario comprender profundamente la
significación y naturaleza del orden, que más allá de la dimensión científica, se adentra
en todas las áreas de la vida social al jugar un papel significativo en el marco del
conocimiento, del pensamiento y de la acción humana.

Así, cualquier acción en la vida presupone o esta supuestamente enmarcada en


algún tipo de orden. Pueden haber órdenes inanimados como la numeración, el orden
espacio-temporal, el funcionamiento de una maquina u órdenes que rigen el crecimiento
natural, el lenguaje, el pensamiento, la dimensión artística o social, etc. Generalmente se
entienden los términos de orden y desorden a partir de criterios subjetivos particulares
de cada persona. Sin embargo, Bohm nos sugiere que el orden tiene unos criterios con
una base objetiva, por lo que puede tener una representación formal, como la existente
en la dimensión del espacio y del tiempo, y que se basan <<en la discriminación
perceptiva de diferencias similares y similitudes diferentes>>72. Por ejemplo, una curva
geométrica puede ser contemplada como un conjunto de líneas que presentan la misma
longitud, de forma que las líneas son por tanto similares en su longitud pero diferentes
en sus orientaciones, de manera que en definitiva el grado de complejidad de una curva
es una propiedad que define de forma objetiva su orden particular.

Esta noción de orden, dependiente de la habilidad del ser humano para percibir
similitudes y diferencias, se hace claramente patente a partir de los estudios sobre los
órganos de los sentidos, en particular, como nos refiere Bohm y Peat, <<el orden de la
visión pasa primero por la percepción de diferencias, y después por la creación de

72
D. Bohm. Sobre la creatividad. p. 38.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 48

similitudes a partir de estas diferencias>>73. Asimismo, en el pensamiento, el proceso


de categorización se realiza inicialmente mediante una acción de selección de ciertas
cosas por la percepción de sus diferencias con un fondo más genérico, y posteriormente,
en una segunda fase de colección, se reúnen algunas de las cosas seleccionadas al no
percibir entre ellas grandes diferencias. Para Bohm, este proceso de categorización
puede ser dinámico, pues aunque la mayor parte de las categorías son conocidas y
empleadas de forma rutinaria y casi inconsciente, el ser humano tiene una capacidad
creativa, que puede ser el resultado de una ampliación de nuestra conciencia, por el que
nacen nuevas categorías debido a la percepción nueva y por tanto creativa de <<nuevos
grupos de similitudes y diferencias>>74.

Así, para Bohm no existe el desorden propiamente dicho, sino que todo se
encuentra en el marco de un determinado orden, hasta llegar incluso a ordenes de
carácter infinito definido por un ilimitado conjunto de diferencias similares, como el
ejemplo entre otros, que nos propone Bohm, de las complicadas trayectorias de las
partículas atómicas en el movimiento aparentemente <<caótico>> del gas75. De manera,
que lo que entendemos por un caótico desorden, no es un más que un orden muy
complejo para una descripción detallada.

En relación al concepto de orden, la armonía o el conflicto, tampoco serían


concepciones únicamente subjetivas, de forma que el conflicto es un grupo de ordenes
que no conducen a una totalidad armoniosa. Un ejemplo en las ciencias biomédicas es el
de las enfermedades cancerosas, que en su crecimiento ilimitado interfiere en la
fisiología normal del organismo y provoca un grave conflicto, que es, de forma
ignorante por su parte, su propia autodestrucción, ya que finalmente muere con la
muerte global del organismo. En este caso, el cáncer presenta un orden particular bien
definido, pero funcionalmente inadecuado o conflictivo al haber perdido la coherencia o
la totalidad armoniosa con el resto de órdenes del organismo.

73
D. Bohm, F.D. Peat. Ciencia, orden y creatividad. Las raíces creativas de la ciencia y de la
vida. p. 129.
74
Ibid., p. 131.
75
D. Bohm. Sobre la creatividad. p. 40.

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CREATIVA. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI Y DAVID BOHM.

Esta totalidad armoniosa, está más allá de lo que el pensamiento, cuya función
es la abstracción, marcar límites y definir, puede llegar a captar. Así, como refiere
Bohm, <<toda gran teoría científica se ha fundado en la percepción de alguna
característica muy general y fundamental de la armonía del orden natural>>76, es
decir, lo que en ciencia se denomina como << leyes de la naturaleza>>. ¿Cual es la
naturaleza de esta percepción creativa que está más allá de las funciones del
pensamiento y de la que depende en definitiva el desarrollo creativo de la ciencia?
Podemos ver a lo largo de la historia de la ciencia que las distintas leyes naturales no
han tenido una validez ilimitada, ya que nuevas percepciones creativas genuinas crean
un orden realmente nuevo, que se sitúa más allá de la posibilidad de percepciones de
índole mecánica, que sólo suponen una adaptación a órdenes ya constituidos como leyes
naturales.

Así, la naturaleza de esta percepción creativa, como puede corresponder al


espíritu puro de la ciencia, nos la resume brillantemente Bohm de la siguiente manera:

En un acto de percepción creativo, en primer lugar somos conscientes


(normalmente en un plano no verbal) de un nuevo conjunto de diferencias relevantes y
empezamos a indagar o a notar un nuevo conjunto de similitudes que no proceden
meramente de nuestro conocimiento anterior, en el mismo campo o en otro distinto. Esto
conduce a un nuevo orden, que luego da pie a una jerarquía de nuevos órdenes, los
cuales a su vez constituyen un conjunto de nuevas estructuras. Todo el proceso tiende a
formar totalidades armoniosas y unificadas que se consideran hermosas y capaces de
conmover a quienes las comprenden, lo que implica un alto grado de sensibilidad77.

Esta percepción creativa precisa de un estado mental creativo, que no es el


estado habitual, en general, del ser humano actual. De hecho, nuestra sociedad se
caracteriza desafortunadamente más por su aspecto conflictivo y desorden general, lo

76
D. Bohm. Sobre la creatividad. p. 43.
77
Ibid., p. 50.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 50

que incluso nos hace temer por su propia supervivencia. Se ha intentado recurrir a
sistemas y tradiciones para solucionar esta situación de crisis en la que vive el hombre,
pero como Krishnamurti también apuntaba, solucionar el conflicto mediante la
imposición de un sistema o una idea preconcebida, seguiría manteniendo de forma
mecánica el viejo orden de cosas, pues no serían, como refiere Bohm, <<más que
resultados mecánicos de condicionamientos del pasado>>78. La afirmación de
Krishnamurti de que <<el orden no es un plan, ni un patrón de acuerdo con el cual
vivimos. El orden surge únicamente cuando comprendemos todo el proceso del
desorden>>79, es totalmente compartida por Bohm, pues si la mente es lo
suficientemente sensible y observadora, y podemos ser plenamente conscientes de la
irrelevancia, el adormecimiento y conflicto originados por los patrones mecánicos que
nos imponen las ideas preconcebidas de como deberíamos pensar o sentir, podemos
tener la oportunidad de ser profundamente conscientes de la necesidad de un estado
creativo de la mente, no sólo en la ciencia, sino también a nivel de todas las áreas de
actividad humana. Así, nos lo resume Bohm de forma clara:

Durante miles de años la gente ha sido inducida a creer que lo puede conseguir
todo si posee las técnicas y los métodos correctos. Lo que necesitamos es darnos cuenta
de la facilidad con que la mente se aletarga y vuelve a caer en este antiquísimo patrón.
Ciertos tipos de cosas se pueden alcanzar mediante técnicas y fórmulas, pero la
originalidad y la creatividad no se encuentran entre ellas. El acto de ser realmente
consciente de esto (no en un mero aspecto verbal o intelectual) es también el acto a
través del cual pueden nacer la originalidad y la creatividad80.

Tanto para Krishnamurti como para Bohm, esta percepción creativa es un


proceso dinámico que nace a través de la inteligencia, que es posiblemente la dimensión
más elevada de la mente humana, que como ya hemos mencionado en anteriores

78
D. Bohm. Sobre la creatividad. p. 61.
79
J. Krishnamurti. Mas allá de la violencia. p. 125
80
D. Bohm. Sobre la creatividad. pp. 62-63.

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apartados, la podemos diferenciar claramente del propio intelecto, característico del


pensamiento limitado y estático que se nutre del conocimiento acumulado o de
categorías previas. La inteligencia, en palabras de Bohm, a partir del significado de su
raíz latina, <<intelligere>>, como <<reunir en medio>>, <<es la capacidad de la mente
para percibir lo que existe <<en medio>> y crear categorías nuevas>>81.

Esta inteligencia es diferente de lo que Bohm y también Krishnamurti


denominan como intelecto, que como participio pasado de <<intelligere>>, puede
interpretarse para Bohm como <<lo que ha sido recogido>>, por lo que es algo <<mas o
menos fijo, pues se basa en un esquema de categorías ya existente>>82. El intelecto se
basa así en la infraestructura que conforma el conocimiento recogido o acumulado en
nuestras experiencias previas, lo que hace también que el mismo no pueda separase
realmente del aspecto o impacto emocional que presentaron dichas experiencias o de la
voluntad que dependería del contenido del pensamiento para obtener así la
determinación necesaria. Por lo tanto, la inteligencia opera de forma libre o no
condicionada con respecto al conocimiento acumulado en experiencias pasadas, a ideas
preconcebidas reunidas en categorías ya existentes, y puede ser de esta manera,
realmente creativa en la formación de órdenes nuevos.

Para Bohm, los hallazgos de la teoría de la relatividad y la teoría cuántica


implican una cualidad de totalidad, al no entender la constitución de un sistema como la
unión en un conjunto de una serie de partes separadas. Ambas teorías nos proponen
concebir el mundo como un todo continuo. Esta cualidad de totalidad supone también
para Bohm un nuevo orden en la física, y la misma surge tanto a nivel de la
demostración, que ya hemos mencionado, de que no tiene realmente sentido separar el
observador o el aparato de observación de lo que es observado, como tampoco tiene
sentido separar el hecho de la no separación de observador y observado con las
nociones teóricas de orden expuestas previamente y que ayudan a dar forma a este

81
D. Bohm, F.D. Peat. Ciencia, orden y creatividad. Las raíces creativas de la ciencia y de la
vida. p. 132.
82
Ibid., p. 132.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 52

mismo hecho, es decir, como Bohm explica a continuación, revelando finalmente


también la determinación de un verdadero espíritu científico renovado:

La totalidad no dividida no sólo está implicada en el contenido de la física


(notablemente en la relatividad y la teoría cuántica), sino también en la manera de
trabajar en física. Esto significa que no podemos siempre forzar la teoría para que se
ajuste a aquellos hechos que coinciden con los órdenes generales de descripción
comúnmente aceptados, sino que también debemos estar dispuestos, cuando sea
necesario, a aceptar cambios en lo que se entiende por hechos, cambios que pueden ser
requeridos por la asimilación de tales hechos en nuevas nociones teóricas de orden.83

Como también se ha mencionado, <<todo lo que ocurre sucede en un orden


determinado>>84, que puede depender de contextos más amplios, lo que también
subyace para Bohm, a la posibilidad del azar que se implica en las leyes de la
probabilidad descritas en la teoría cuántica. Bohm realiza así una interpretación causal
de la teoría cuántica de forma que puede entretejer azar y necesidad, es decir, tanto las
posibles regularidades previsibles y necesarias como los posibles efectos del azar
pueden ser el reflejo de un orden que <<yace hasta el momento escondido en contextos
no alcanzados por la física>>85.

Todo ello conforma, la propuesta de Bohm de un nuevo modelo de realidad que


trasciende el modelo habitual y fragmentado que nuestro pensamiento genera, al
identificar el contenido del pensamiento con el mundo en si mismo. Es una realidad que
revela que el orden desplegado, que es el orden tanto de todo lo que vemos, de las cosas
y realidades con las que convivimos, como el orden desplegado del conocimiento o la
actividad del pensamiento, que no está separado o que determinan a su vez todo el
mundo de nuestras emociones, son todo ello abstracciones para Bohm de una

83
D. Bohm. La totalidad y el orden implicado. p. 89.
84
D. Bohm, F.D. Peat. Ciencia, orden y creatividad. Las raíces creativas de la ciencia y de la
vida. p. 153.
85
Ibid., p. 154.

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<<totalidad desconocida y de flujo indefinible>>86, que supone una verdadera realidad,


pues como refiere Bohm: <<Mas bien debería decirse que es la totalidad lo que es real,
y que la fragmentación es la respuesta de esta totalidad a la acción del hombre, guiado
por una percepción ilusoria y deformado por un proceso fragmentario>>87.

La totalidad que nos propone Bohm, que refiere como <<Totalidad No Dividida
en Movimiento Fluyente>>88, no puede ser divisible, y su sentido de flujo le da un
sentido de ser previo a las cosas del mundo, a la actividad del pensamiento, como si se
formaran y disolvieran en el mencionado flujo universal. Este no puede ser definido ni
conocido de forma explícita, tampoco puede ser analizable, por lo que Bohm, como
también lo hiciera previamente Krishnamurti, con su propuesta ya mencionada en
apartados previos de una observación pura sin división entre el observador y lo
observado, nos propone una nueva forma general de observar en la que toda la materia
existente es realmente de esta naturaleza, que podemos conocer, contemplar de forma
implícita como un movimiento unitario y continuo, en el que la mente y la materia no
están separadas, sino únicamente aspectos diferentes, abstraídos de dicho movimiento
único y universal.

Por lo tanto, como podemos vislumbrar, todo ello tiene una gran implicación en
la cuestión del conocimiento, por lo que tanto Krishnamurti como Bohm, insisten en la
necesidad de una forma diferente de aprender, que no supone un acto analítico o
explicativo, sino que nos proponen un acto de comprensión, de percepción u
observación total y unitaria. Así, nos refiere Bohm con gran claridad esta necesidad:

Lo que necesitamos aquí, pues, no es una explicación que nos daría algún
conocimiento acerca de la relación entre el pensamiento y la cosa, o entre el
pensamiento y la <<realidad como un todo>>. Lo que necesitamos es un acto de
comprensión, en el cual veamos la totalidad como un proceso real que, cuando se realiza
adecuadamente, tiende a producir una acción global armoniosa y ordenada, que

86
D. Bohm. La totalidad y el orden implicado. p. 89.
87
Ibid., p. 27.
88
Ibid., p. 32.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 54

incorpora tanto el pensamiento como lo que es pensado en un único movimiento, el cual


el análisis en partes separadas /por ejemplo, pensamiento y cosa) no tiene significado89.

Esta totalidad es por tanto sin medida, es lo inmensurable, por lo que no puede
enmarcarse en los límites del conocimiento y de la razón humana. Si no podemos o
sería contradictorio para Bohm apoyarnos en métodos o técnicas que nos permitan o
garanticen ser creativos, ya que la acción realmente creativa es una liberación del
pasado, de la autoridad que nos sirve como guía, menos nos podrán servir para
descubrir lo inmensurable. Por ello, Bohm nos recomienda, tal y como también lo
hiciera Krishnamurti como ya hemos mencionado, que para descubrir esta totalidad que
es inmensurable, no precisamos de ninguna acción directa o positiva, guiada por nuestra
voluntad, que supondría una continuación de la acción de un <<yo>> fragmentado, sino
que nos recomienda emplear toda nuestra energía y atención a introducir claridad y
orden en el campo de la medida, por lo que necesitamos una observación, como un acto
de percepción creativa de todos los aspectos físicos y mentales de la vida, observar no
sólo el mundo como un todo, sino como se manifiestan y funcionan tanto explicita
como a menudo sutilmente, las distintas actividades del verdadero instrumento de
medida que es el pensamiento.

Por lo tanto, para Bohm este orden desplegado es una abstracción de la totalidad
como movimiento único, <<un orden desplegado>> que es realmente expresión de un
<<orden implicado o plegado>>, en el que no tiene cabida la dimensión fragmentaria o
las nociones ordinarias espacio-temporales del <<orden explicado o desplegado>> del
mundo que vemos, pues en el <<orden implicado>> ni el espacio ni el tiempo
determinan las distintas relaciones de dependencia o independencia entre los distintos
elementos. Sin embargo, para Bohm, es claro que este orden implicado nos proporciona
una comprensión adecuada de esta <<totalidad no fragmentada en movimiento
fluyente>> pues como refiere:

89
D. Bohm. La totalidad y el orden implicado. p. 91.

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En el orden implicado, la totalidad de la existencia está plegada dentro de cada


región del espacio (y del tiempo). Así, cualquiera de las partes, elementos o aspectos que
podamos abstraer en el pensamiento, estará plegado en el todo y, por consiguiente,
estará relacionado con la totalidad de la cual ha sido abstraido90.

Bohm nos introduce así en una nueva noción de orden en el que todo lo existente
está plegado dentro de todo, que realmente contrasta con el orden explicado y mecánico
de la física convencional, en el que todas las cosas del mundo están desplegadas
ocupando distintas regiones particulares espacio-temporales. Bohm nos sugiere para su
comprensión o para la penetración perceptiva inmediata de esta totalidad no dividida,
emplear la analogía de que este plegamiento y desplegamiento del orden implicado, lo
podemos ver si consideramos un holograma91, que siguiendo su etimologia griega

90
D. Bohm. La totalidad y el orden implicado. p. 240.
91
La holografía es un método de fotografía en la que no se emplea lente, en el que el campo de
onda de luz diseminado por un objeto es recogido en una placa fotográfica como un patrón de
interferencia. De forma más precisa, Bohm nos explica (D. Bohm. La totalidad y el orden
implicado. p. 206), que el holograma se crea al pasar la luz coherente de un láser a través de un
espejo semiazogado, de forma que parte de ese rayo incide directamente sobre una placa
fotográfica y la otra se refleja para iluminar una estructura en su totalidad. La luz que se refleja
desde esta última estructura también alcanza la placa fotográfica, interfiriendo allí con la luz que
llega directamente del láser. El patrón de interferencia resultante que queda registrado en la
placa está relacionado con la totalidad de la estructura iluminada (dando una imagen
tridimensional), aunque implícitamente, de forma que el patrón de interferencia de cada región
R de la placa fotográfica se relaciona con la estructura en su totalidad, y cada parte o región de
la estructura está relacionada con el total del patrón de interferencia de la placa fotográfica. Por
lo tanto, lo característico del holograma, como refiere Bohm, “es que si se ilumina una parte de
él obtendrá información de toda la imagen, pero será menos detallada y desde menos ángulos.
De igual modo, cuanto más tome del holograma, tanto más detallada y amplia será siempre la
información. Pero el sujeto u objeto de la información será siempre ese todo. Las diferentes
partes del holograma no guardan correspondencia con diferentes partes del objeto. Más bien
ocurre que cada una imprime algo del todo” (“El universo plegado-desplegado: entrevista con

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 56

(<<holo>> significa todo y <<gramma>> significa escritura), es un instrumento que


representa o <<escribe>> la totalidad, de forma que el objeto completo o total está
contenido en cada una de las partes o regiones del holograma. A la vez, a la totalidad
del movimiento de plegamiento y despliegue, Bohm lo denomina
<<holomovimiento>>, lo que implica realmente que para Bohm, <<lo que existe es el
holomovimiento, y que todo debe ser explicado como formas derivadas de este
holomovimiento>>92. Sin embargo, realmente Bohm también nos recuerda que este
<<holomovimiento>> no debe considerarse como el objetivo final de la investigación
científica, pues al ser inmesurable, esta ley total del holomovimiento que Bohm nos
propone no puede ser conocida, ni formulada mediante el lenguaje, únicamente puede
ser considerada como una ley implícita, <<como un movimiento en el cual están
emergiendo continuamente nuevos todos>>93.

También a partir de su concepción de orden y creatividad, Bohm nos propone


una visión ampliada de la racionalidad, la cual es realmente un orden; <<es de hecho el
orden esencial del pensamiento>>94. Por ello, Bohm nos propone dos formas de
racionalidad que presentan fuentes diferentes. Generalmente se ha visto a la
racionalidad fundamentada en la lógica formal, que ha sido considerada como el
baluarte o el conjunto de reglas formales que debe satisfacer el pensamiento si
queremos etiquetarlo de racional. Esta racionalidad es mecánica y esta basada o tiene su
fuente en la memoria, en nuestro conocimiento acumulado, pero como también nos
advierte Bohm, es inevitable su contacto con el mundo emocional asociado, que puede
ser también origen de confusión y autoengaño:

David Bohm. Dirigida por Renée Weber”. En: K. Wilber, et al. Edición de K. Wilber. El
paradigma holográfico. Una exploración en las fronteras de la ciencia. p. 67).
92
D. Bohm. La totalidad y el orden implicado. p. 248.
93
Ibid., p. 221.
94
D. Bohm, F.D. Peat. Ciencia, orden y creatividad. Las raíces creativas de la ciencia y de la
vida. p. 164.

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CREATIVA. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI Y DAVID BOHM.

Podemos razonar desde ahí, lo que está sujeto a todas las presiones
irracionales que también están en la memoria: presiones emocionales, miedos, todas esa
experiencias, etc., y así resulta que esa clase de razonamiento es muy limitado. Puede
caer muy rápidamente en el autoengaño95.

Sin embargo, para Bohm, esta lógica formal, es únicamente un aspecto limitado
del movimiento global y más amplio de la razón, que es realmente un acto perceptivo,
una razón que fluye de la <<intuición>>, como instrumento de la inteligencia creativa,
determinando así la <<razón intuitiva o perceptiva>>. Por lo tanto, también el
pensamiento como cualquier otro orden, a pesar de mantenerse firme y estático en sus
categorías ya existentes, puede también en un proceso dinámico y global, encontrar un
contexto más amplio, que Bohm refiere como <<el movimiento fluido de la razón
intuitiva>>96, de forma que puede ser el vehículo de la inteligencia o la percepción
creativa.

El dinamismo de la inteligencia creativa, no sólo en la ciencia, sino en todas las


dimensiones de nuestra existencia, permite más allá de lo conocido, más allá de la pura
lógica formal en el terreno científico, percibir nuevos órdenes que generalmente
aparecen, como en medio de dos extremos de ordenes estáticos que no se relacionan.
Así, desde este punto de vista la mente científica en su actividad concreta, puede ser
totalmente equiparable a la mente religiosa propuesta por Krishnamurti en el campo de
acción de la vida y la relación cotidiana, y tiene que ser capaz de trascender la lógica
formal, las ideas preconcebidas, el pensamiento fragmentario que llamaba la atención
tanto Krishnamurti como Bohm, y disolverse en el contexto más amplio de una razón
fluida. En este contexto, más allá de la limitación del pensamiento, por el despertar de
esta razón fluida a partir de un estado creativo de la mente que se comprende a si

95
“El universo plegado-desplegado: entrevista con David Bohm. Dirigida por Renée Weber”.
En: K. Wilber, et al. Edición de K. Wilber. El paradigma holográfico. Una exploración en las
fronteras de la ciencia. p. 96.

96
D. Bohm, F.D. Peat. Ciencia, orden y creatividad. Las raíces creativas de la ciencia y de la
vida. p. 165.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 58

misma, y que hemos denominado insistentemente, siguiendo a Krishnamurti y Bohm,


como inteligencia creativa, puede surgir el recto pensamiento y la recta acción, que son
en definitiva el despliegue o el aroma del orden implicado de la totalidad.

7. LA APROXIMACION DE KRISHNAMURTI AL ESPIRITU CIENTIFICO

La búsqueda o el anhelo final de los científicos está dirigido de forma principal


al desenvolvimiento de la creatividad que les permita el descubrimiento de algo
realmente nuevo, para poder aportar o ayudar en la organización y en la
experimentación coherente del conocimiento siempre cambiante del ser humano, lo que
quizás no sólo les aproxima a la dimensión artística, como una estética de la
investigación, sino también supone una aproximación ya inicial o de principio a la
insistente propuesta de Krishanmurti de la necesidad de un estado creativo de la mente.
Así, en la formación de las distintas teorías científicas, es necesario un proceso creativo,
más allá del conocimiento previamente establecido o subyacente de los paradigmas
científicos consolidados. Un proceso creativo que supone una sensibilidad agudizada
que permite al científico reiniciar continuamente la primera fase de la investigación, que
supone la rigurosa observación de los fenómenos de la naturaleza, y que para Bohm es
la esencia del propósito del verdadero científico, por lo <<que se podría considerar el
germen de la actitud “científica”>>97.

Como ya mencionamos, la ciencia actual, en su investigación para comprender


las leyes del universo y de la vida, no debería dejarse llevar por un enfoque y una
actitud predominantemente fragmentaria frente a la realidad de la vida. Como refieren
Bohm y Peat, <<la noción misma de la comprensión científica parece ser totalmente
incompatible con una actitud fragmentaria frente a la realidad>>98. Así, cada vez se
propone mas la necesidad de un concepto del mundo renovado que supere el sentido
fragmentario predominante de forma clásica, incluso Bohm, nos llega a proponer una

97
D. Bohm. Sobre la creatividad. p. 66.
98
D. Bohm y F.D. Peat. Ciencia, orden y creatividad. Las raíces creativas de la ciencia y de la
vida. p. 26.

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CREATIVA. LA MENTE RELIGIOSA Y LA MENTE CIENTÍFICA: JIDDU KRISHNAMURTI Y DAVID BOHM.

nueva oleada creativa en la ciencia, de manera que deberíamos <<estudiar de manera


creativa cual sería la nueva noción de ciencia, una noción que sirva para nuestro
tiempo>>99.

La propuesta de Bohm de una ciencia, de una mente científica <<en la que existe
un potencial para un enfoque siempre creativo>>100, como el que se ha producido a lo
largo de la historia de la ciencia mediante percepciones internas creativas en forma de
metáforas, tiene claramente puntos comunes con la mente religiosa propuesta por
Krishnamurti. Así nos lo refiere Bohm, expresando de forma esquemática el paralelismo
entre la propuesta de Krishnamurti y las distintas fases del enfoque científico:

La obra de Krishnamurti se halla penetrada por lo que podría llamarse la


esencia del enfoque científico, cuando este es considerado en su forma más elevada y
pura. Así pues, el empieza a partir de un hecho: el hecho acerca de la naturaleza de
nuestros procesos de pensamiento. Este hecho se establece mediante una atención
profunda, la cual incluye un cuidados escuchar y un asiduo observar los procesos de la
conciencia. En esto, uno está aprendiendo constantemente, y gracias a este aprender
adviene un discernimiento directo en la naturaleza íntegra o general de los procesos del
pensar. Este discernimiento es luego puesto a prueba. Primero, uno ve si puede
sostenerse en un orden racional. Y después ve, conforme a lo que fluye desde él en la
vida como una totalidad, si ello conduce al orden y la coherencia 101.

La mente religiosa o meditativa que nos propone Krishnamurti para el ser


humano, se basa, como ya vimos, en la comprensión profunda de su psiquismo, de la
completa estructura del <<yo>>, lo que abre la posibilidad de una dimensión creativa en

99
D. Bohm y F.D. Peat. Ciencia, orden y creatividad. Las raíces creativas de la ciencia y de la
vida. p. 24.
100
Ibid., p. 38.
101
D. Bohm. “Prefacio”. En: D. Bohm y J. Krishnamurti. Los límites del pensamiento. pp.12-
13.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 60

su mente. Realmente, la posibilidad de una percepción creativa es semejante en todas


las áreas de la vida, e implica un estado de observación o percepción que requiere una
gran pasión y energía. En la observación pura y percepción creativa, como refiere
Krishnamurti, <<uno esta inquiriendo como un verdadero científico>>102, sin la acción
del <<yo>> que observa, sin buscar un fin o un resultado, en la que sólo hay
observación, ya que como también nos advierte, <<ver si usted puede observar de
manera no verbal, sin distorsión, sin el “yo” interviniendo como memoria, requiere
muchísima investigación>>103. Todo ello, como podemos fácilmente vislumbrar sería
totalmente necesario desde el punto de vista de la intrínseca creatividad de un espíritu
científico puro que, como ya mencionamos, se ha liberado del rígido aferramiento a lo
que Bohm y Peat denominaban como <<infraestructura tácita de las ideas científicas>>.

Esta infraestructura tácita, puede generar una resistencia en el científico que se


refugia creando añadidos a sus conceptos antiguos, para evitar la perturbación de la
estructura profunda subyacente que parece querer mantenerse como una verdad
absoluta. Así, esta resistencia se observa claramente cuando se maneja la idea de una
verdad esencial o fundamental que presenta aunque sea subliminalmente el carácter de
absoluta. Afortunadamente, también a la luz de la propia comprensión y de una pura
metodología científica, se va debilitando esta noción de verdad absoluta, viéndose de
forma natural el inevitable dinamismo y los cambios progresivos en los conceptos
fundamentales o básicos, no sólo en el terreno científico, sino también en los distintos
ámbitos de la vida. Aunque nuestras ideas científicas o <<verdades>> previas pueden
actuar tácitamente generando estrechez y fragmentación, también debemos considerar
que es totalmente necesario y natural conocer profundamente y considerar los valiosos
conocimientos científicos previos, pero no por ello, deben comportarse como verdades
absolutas, ni siquiera de forma subliminal, ya que el científico debe estar libre del
aferramiento rígido a los mismos, de manera que, gracias a esta libertad, podemos
cuestionarlos de forma natural y dar la oportunidad al descubrimiento de algo nuevo,
dar la oportunidad a que se produzca un acto de percepción creativa, que generalmente
se produce en forma de metáfora, como ejemplos clásicos como el de Newton con la

102
J. Krishnamurti. Mas allá de la violencia. p. 50.
103
J. Krishnamurti. La luz en uno mismo. La verdadera meditación. p. 83.

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caída de la manzana y el movimiento orbital de la luna104, o el de Arquímedes para la


determinación de volúmenes en objetos con una geometría irregular, comparado
metafóricamente con la elevación del nivel del agua al sumergirse personalmente en una
bañera.

Desde el punto de vista biológico, esta en la actualidad ampliamente estudiado


que existen una serie de condicionantes o filtros impuestos en la observación, que son
los inevitables rasgos particulares de la conformación biológica de nuestro sistema
nervioso o de los órganos de los sentidos, pues el contenido de nuestras percepciones y
sensaciones, por ejemplo, los colores que vemos, los sonidos que oímos, no pueden
separarse y están por tanto condicionados por nuestra estructura biológica, de manera
que la forma como vemos las cosas, es únicamente nuestra forma particular de verlas, es
decir, cada mundo estará afectado por las particulares características de su observador,
no sólo si nos comparamos con otras especies dotadas de un sistema nervioso mas o
menos desarrollado y distintos órganos de los sentidos, sino dentro de nuestra misma
especie humana, pueden existir variabilidades biológicas que pueden marcar diferencias
particulares o condicionantes en la observación, lo cual ya desde un punto de vista
biológico puede generar una crítica al criterio de verdad objetiva como representación.
Sin embargo, comprendidos estos condicionantes biológicos, tanto Krishnamurti
como Bohm, nos advierten que el factor limitante esencial se encuentra en los

104
Un claro ejemplo en la creación de nuevas ideas, rompiendo con esquemas de pensamiento
previos fue la visión de Newton de la universalidad de la fuerza de atracción gravitacional. La
infraestructura tácita de las ideas científicas en la época de Newton postulaban la completa
separación entre las materias terrestres y celestes, pero gracias a la pasión y energía de Newton
al realizar un insistente cuestionamiento de estos viejos postulados, fue capaz de liberarse de los
mismos y abrir su mente, en una importante oleada de creatividad hacia nuevas ideas inéditas
hasta ese momento. Así, de forma metafórica pudo ver o tener la percepción interna de las
implicaciones universales existentes tanto en la natural caída de una manzana, como con la
imagen de la movimiento orbital de la luna. La percepción creativa de la inteligencia de Newton
pudo crear un nuevo orden, que como mencionamos en el apartado previo, para Bohm, nace de
la percepción de que “el orden de diferencias semejantes en el movimiento de caída de la
manzana es similar al orden de diferencias semejantes en la órbita de la luna” (D. Bohm, F.D.
Peat. Ciencia, orden y creatividad. Las raíces creativas de la ciencia y de la vida. p. 136).

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 62

condicionantes psíquicos que supone la carga de juicios, opiniones, conocimientos,


sentimientos y experiencias previas que conforman la estructura psíquica del <<yo>>,
la fragmentación del pensamiento, y a nivel científico, <<la estructura tácita de las ideas
científicas>>, dicho de otro modo, la limitación se origina en la existencia de una
entidad llamada observador, el cual, como ya hemos visto, genera de forma inevitable,
espontánea y natural una separación con lo observado. Así, Krishnamurti nos lanza
insistentemente la siguiente cuestión:

¿Podemos liberarnos de todo nuestro condicionamiento psicológico? El


condicionamiento biológico es natural, pero el psicológico, los odios, los antagonismos,
el orgullo, todas las cosas que acarrean confusión, son la naturaleza misma del ego, que
es pensamiento105.

¿Puede entonces existir una observación pura desde un punto de vista


psicológico, sin el <<yo>> que observa, cargado de pasado, cargado de conocimientos?
La posibilidad de un estado profundamente creativo de la mente religiosa que nos
propone Krishnamurti como del renovado espíritu científico puro de Bohm así lo
atestiguan.
Al igual que Bohm, también Krishnamurti ve el modo fragmentario en el que se
desarrolla la ciencia actual, fundamentalmente en su aferramiento a un conocimiento
establecido en el que se basa toda la actividad del pensamiento. Krishnamurti emplea a
menudo la palabra investigación, lo que es patente en la dinámica científica, pero no
podemos olvidar que en la propuesta de Krishnamurti, la observación, la indagación o
investigación se inicia por la misma naturaleza y estructura del pensamiento, del
observador, del investigador. Es decir, la investigación o la observación que nos
propone, como ya hemos mencionado, es siendo completamente libres del pasado como
investigador, como observador, por lo que no hay investigador, no hay observador, solo
hay investigación, solo hay observación. Todo ello lo podemos trasladar a las palabras
de una mente científica renovada como la que nos propone Bohm, al ser referido como
una mente científica que puede observar, descubrir lo nuevo, tras comprender, y por
tanto estar libre, del aferramiento y la limitación generada por la propia estructura tácita

105
J. Krishnamurti. La luz en uno mismo. La verdadera meditación. p. 28.

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de las ideas científicas, que a menudo conforman la personalidad o la figura de un


investigador científico, que desafortunadamente ha perdido la esencia de la creatividad
en la que siempre debe discurrir la dinámica científica.

La cultura científica debe ser una cultura abierta, pues habiendo una conciencia
de la existencia de distintas alternativas en el marco teórico, su aproximación a un
fenómeno debe ser también abierta y no sesgada, de forma que la posible carga
teórica106 o condicionamiento que pueda existir en cualquier observación estuviera
ausente. Por ello, aunque en la investigación científica se hace necesario también una
primera fase de recogida de información de estudios previos, de forma que no
empezáramos todo de nuevo, su propia dimensión creativa intrínseca debe hacernos
conjugar este aspecto del conocimiento acumulado previo con la necesidad de
liberarnos de lo conocido, para observar y percibir nuevas insinuaciones de los
fenómenos, que debemos observar sin el condicionamiento o la carga teórica que
suponen nuestras ideas y creencias previas, que pueden suponer una rígida estructura
tácita de ideas y ser un verdadero obstáculo para la posibilidad de una verdadera
percepción creativa. En este sentido, como ya mencionamos, también Krishnamurti nos
advierte de la necesidad de descubrir una mente que sea capaz de conjuntar
armoniosamente lo conocido y lo desconocido, <<un cerebro que puede funcionar en el
mundo en el campo del conocimiento, y también vivir liberado de lo conocido .... Estos
dos deben ir armoniosamente juntos>>107.

En las fases iniciales de la investigación científica se incluye la observación


profunda y subdivisión de los fenómenos para llegar posteriormente, mediante el
análisis, a una comprensión y explicación global de los mismos. Así, por ejemplo, una
comprensión completa o profunda del fenómeno del sonido requerirá observar
inicialmente de forma clara la totalidad de los fenómenos implicados, para comprender

106
Siguiendo la expresión “cargado de teória” que N.R. Hanson acuñó en 1959 en su libro
“Patterns of Discovery”. El concepto que nos transmite Hanson es que cada enunciado
observacional lleva consigo una carga de teoría, de forma que lo que un individuo ve depende
del bagaje de creencias, conocimientos y experiencias previas del observador.

107
J. Krishnamurti. La luz en uno mismo. La verdadera meditación. p. 63.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 64

no solo cada uno de ellos, sino también, las relaciones existentes entre los mismos,
como los fenómenos de choque que se producen en el movimiento vibratorio, las
interacciones existentes entre una partícula móvil y las partículas situadas a su alrededor
y finalmente la comprensión de las bases fisiológicas de la sensación auditiva. Así, la
observación inicial viendo la totalidad de los fenómenos, su posterior comprensión
particular y globalmente en el que la observación de los fenómenos adquieren una serie
de significados y finalmente su explicación científica, nos da una serie de conexiones de
causalidad de los fenómenos, que no serían tan claramente evidentes desde un punto de
vista habitual, el cual se puede regir sencillamente por el sentido común. Es decir, antes
de la fase analítica de la comprensión y explicación, la investigación científica precisa
de una observación o una recogida de datos lo más clara y precisas posible, estando
libres durante esta fase de la existencia de una carga teórica en nuestras observaciones,
que pueden ser el origen de distorsiones o sesgos en la misma.
El fisiólogo frances Claude Bernard (1813-1878)108, considerado uno de los
padres de la medicina científica, fue muy sensible a la distinción entre el contexto del
descubrimiento y el contexto de justificación. En el primero la hipótesis surge por la
observación y la inteligencia creativa. Las consecuencias de la hipótesis se comprueban
de forma rigurosa en el laboratorio en el marco del contexto de justificación. Bernard
distinguía entre la observación y el experimento, de forma que en la observación de los
fenómenos que nos rodean, estos a menudo escapan a la potencia de los sentidos y
requiere de aparatos especiales o diversos instrumentos para ampliar la potencia de los
órganos de los sentidos o penetrar en las partes más ocultas. Así, hay diversos
procedimientos de investigación que simples o complejos, tienen el fin de descubrir y
comprobar los distintos fenómenos que pueden estar mas o menos ocultos en la
naturaleza. Con el experimento, que supone el contexto de justificación propiamente
dicho, el hombre no se limita a la fase de observación, sino que Bernard refiere que:
<<Piensa y quiere conocer la significación de los fenómenos cuya existencia le ha

108
Claude Bernard publicó en 1865 uno de los textos clásicos de la ciencia y la filosofía de la
ciencia: “Introducción al estudio de la medicina experimental”. Bernard fue uno de los
principales fisiólogos del siglo XIX que contribuyeron a hacer posible el nacimiento de una
medicina científica, de forma que se comenzaron a estudiar científicamente los fenómenos
biomédicos al igual que se realizaba ya en las ciencias fisicoquímicas.

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revelado la observación. Para esto razona, compara los hechos, los interroga, y por las
respuestas que alcanza contrasta los unos por los otros>>109.
De esta forma, para Bernard la observación demuestra, examina los hechos tal y
como se dan de forma natural, y el experimento al perturbarlos nos instruye. Sin
embargo, a la vez en la observación también distingue una observación pasiva a la que
se llega sin ninguna idea preconcebida y otra activa o provocada por una idea
preconcebida. Por ejemplo, si tras observar el cielo observamos fortuitamente las
perturbaciones de un planeta se trata de observaciones pasivas, pero también fruto de las
primeras, podemos realizar observaciones posteriores o activas dirigidas por una idea
preconcebida con respecto a la causa que han motivado las perturbaciones de ese mismo
planeta.
Por lo tanto, en un sentido científico puro o abstracto Bernard distingue
básicamente entre observación y experiencia, pues como el mismo refiere: <<La
observación es el punto de apoyo del espíritu que razona, y la experiencia el punto de
apoyo del talento que concluye, o mejor todavía, el punto de un razonamiento
perfectamente aplicado a la interpretación de los hechos>>110.

En ambos aspectos está basado el método experimental en las ciencias, pero si


los hechos observados que sirven de base al razonamiento para la creación de hipótesis
no están bien establecidos o están sesgados, serán erróneos y tendrán la consecuencia de
generar teorías falsas. De ahí la importancia que en la metodología científica tiene el
observador, y podemos comparar la descripción que da Bernard del mismo, con la
visión de Krishnamurti en la que ya hemos profundizado:

El observador, hemos dicho, hace constar pura y sencillamente el fenómeno


que tiene a la vista. No debe tener otro cuidado que precaverse contra los errores de
observación que podrían hacerle ver incompletamente o definir mal un fenómeno... El
observador debe ser el fotógrafo de los fenómenos; su observación debe representar
exactamente la naturaleza. Es preciso observar sin idea preconcebida; el animo del

109
C. Bernard. Introducción al estudio de la medicina experimental. p. 163.
110
Ibid., p. 171.

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JUAN GARCÍA ARMENGOL 66

observador debe ser pasivo, es decir, callarse; escucha a la naturaleza y escribe según
ella le dicta111.

Así, vemos la descripción desde un espíritu científico, de un observador, en la


que <<el mismo observador>> desaparece, se calla para escuchar atentamente.
Posteriormente, una vez bien observado el fenómeno, surge la idea o hipótesis, por lo
que intervendrá el razonamiento, creándose entonces la figura del experimentador para
interpretar los fenómenos. El experimentador diseña el experimento con una idea
entonces si preconcebida. El resultado del experimento generará nuevos fenómenos que
de nuevo deber ser observados sin ninguna idea preconcebida, es decir desapareciendo
el experimentador o transformándose en un observador silencioso de sus ideas o
conocimientos acumulados que vuelve a escuchar u observar atentamente. Por lo tanto,
el espíritu científico del experimentador, se encuentra entre dos observaciones: <<una
que sirve de punto de partida al razonamiento, otra que sirve de conclusión>>112, por
lo que en las distintas fases de la investigación experimental, el investigador pasa a ser
observador y experimentador alternativamente.
La investigación que nos propone Krishnamurti se inicia con esta primera fase
de la investigación que constituye la observación pura, la constatación pura de los
hechos, sin la acción del <<yo>>, sin ideas preconcebidas. Y aunque efectivamente se
acerca por tanto al espíritu científico, la simple enunciación de los hechos, sin un
razonamiento posterior sobre los mismos, aunque fundamental en la metodología
científica, no sería suficiente para que pudiéramos considerarlo como constituyente de
una ciencia.
Así, en la comprensión de los hechos psicológicos, Krishnamurti nos propone
focalizar nuestra atención fundamentalmente en esta fase de observación pura, previo a
cualquier análisis o razonamiento, pues generalmente en la observación de los hechos
psicológicos guiados por un observador, el proceso de análisis o razonamiento toma
importancia en la figura del observador ya desde el inicio de la misma observación, de
forma que inevitablemente surge la influencia de los conocimientos previos que

111
C. Bernard. Introducción al estudio de la medicina experimental. p. 184.
112
Ibid., p. 187.

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conforman a dicho observador, lo que realmente impide observar <<lo que es>>. Así,
en la propuesta de Krishnamurti, el análisis, el significado puede aparecer, pero siempre
tras observar de forma pura la totalidad de los hechos. Así, lo explica Krishnamurti para
comprender un hecho psicológico como el apego:

¿Debe usted analizar, como lo hemos hecho, para ver lo que significa el apego,
con todo lo que eso supone, o puede observarlo instantaneamente en su totalidad y luego
analizarlo? No al revés. Estamos acostumbrados al análisis; parte de nuestra educación
es analizar, y así le dedicamos mucho tiempo. Estamos proponiendo algo muy diferente:
observar, ver la totalidad, y luego analizar. Entonces se vuelve muy simple. Pero si usted
analiza y trata de alcanzar la totalidad, puede equivocarse, como generalmente sucede.
Pero al observar la totalidad de algo, lo que significa carecer de toda dirección,
entonces el análisis se vuelve importante o falto de importancia, usted puede analizar o
no hacerlo113.

Por lo tanto, la propuesta de Krishnamurti como también la metodología


científica, va más allá de la observación pura sin juicios previos, pues tras la misma, se
sucede de forma espontánea el surgimiento de una serie de significados, de una
profunda comprensión de los hechos observados, fruto de la dimensión racional
perceptiva, que como ya mencionamos en el anterior apartado, completa de forma
natural y necesaria a nuestra racional lógica formal. En este sentido, para Bohm el
principio de la meditación que nos propone Krishnamurti, no se aleja de esta
racionalidad perceptiva, pues como refiere Bohm, al revelar el significado de la palabra
meditación, a partir de su significado actual como reflexionar, ponderar o prestar
profunda atención, en conjunción con el significado de sus raíces en latín (<<med>>:
medir) y en sánscrito (meditación es <<dhyana>> relacionada con su raíz <<dhyati>>:
reflexionar):

De este modo, pues, meditar sería <<ponderar, reflexionar, mientras uno


presta atención profunda a lo que realmente ocurre cuando lo hace>>. Esto es lo que
Krishnamurti entiende por el principio de la meditación. O sea, uno concede atención

113
J. Krishnamurti. La luz en uno mismo. La verdadera meditación. p. 77.

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profunda no sólo a todo lo que sucede, sino también a la real actividad del pensamiento,
que es el origen subyacente del desorden general. Uno hace esto sin opción, sin espíritu
crítico, sin aceptación o rechazo de lo que está sucediendo. Y todo esto tiene lugar
paralelamente a las reflexiones sobre el significado de lo que uno aprende acerca de la
actividad del pensamiento. (Es quizás más bien como leer un libro cuyas páginas han
sido mezcladas, y estar intensamente alerta a este desorden, antes que solo <<tratar de
comprender>> el confuso contenido que surge cuando uno se limita a aceptar las
páginas tal como van llegando.)114.

Tampoco podemos olvidar, los hallazgos mas recientes de la física moderna, que
fundamentalmente a partir de la física cuántica revela que en los tamaños atómicos y
subatómicos no hay una separación fundamental entre el instrumento observador y el
fenómeno observado, de forma que el observador altera o ayuda a dar forma
inevitablemente al fenómeno observado. Como ya mencionamos en la introducción,
estos hallazgos fueron el detonante del acercamiento de David Bohm al trabajo de
Krishnamurti, que como hemos visto ya ampliamente en anteriores apartados, nos
propone comprender la necesidad de una ausencia de fragmentación o división entre el
observador y lo observado.
Otro aspecto a resaltar en la aproximación de Krishnamurti al espíritu científico,
lo podemos ver reflejado en los términos de la libertad con respecto a la autoridad y en
la importancia de la duda como acto de humildad. Para Krishnamurti, como ya hemos
mencionado <<la verdad es una tierra sin caminos>>, y para llegar a ella, la mente debe
estar completamente libre de la autoridad de toda ideología, sistemas y religiones
organizadas y a través de la duda, de la verdadera meditación, encontrar la luz en uno
mismo, pues como nos resume Krishanmurti:

La libertad es un estado de la mente, no verse libre de algo, sino la sensación


de libertad; libertad para dudar e investigarlo todo; por tanto, tan intensa, activa y
vigorosa que rechaza toda forma de dependencia, de esclavitud, de conformismo y
aceptación115.

114
D. Bohm. “Prefacio”. En: D. Bohm y J. Krishnamurti. Los límites del pensamiento. p. 11.

115
J. Krishnamurti. Libérese del pasado. p. 70.

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Así, la libertad que Krishnamurti nos va a proponer es un estado de la mente que


supone una forma diferente de aprender, una solución diferente a la crisis del hombre a
partir de un estado libre y por tanto creativo de la mente, no basado en ninguna
autoridad o en un conocimiento acumulado, por el que somos libres para observar y
percibir de forma pura y creativa la vida, lo que guiará de forma natural una recta y
virtuosa acción. Como remarca insistentemente Krishnamurti, para llegar a la libertad,
<<la mente tiene que aprender a observar la vida, que es un inmenso proceso, sin las
ataduras del tiempo, porque la libertad radica más allá del campo de la
consciencia>>116. Por lo tanto, en Krishnamurti la libertad está en relación con la
cuestión del conocimiento, como una forma diferente de aprender, mediante la
observación pura. El perfume de esta libertad creadora es también evidente en el
espíritu científico puro del método experimental que nos propuso y ejemplificó
magníficamente Claude Bernard:

El método experimental es el método científico que proclama la libertad del


espíritu y del pensamiento. Sacude, no solamente el yugo filosófico y teórico, sino que no
admite la autoridad científica y personal. Esto no es orgullo y jactancia; el
experimentador, por el contrario, hace acto de humildad negando la autoridad personal,
porque duda también de sus propios conocimientos, y somete la autoridad de los
hombres a la de la experiencia y a la de las leyes de la naturaleza ... El método
experimental, método del libre pensador, busca la verdad científica. El sentimiento, de
donde todo emana, debe conservar su completa espontaneidad y toda su libertad para la
manifestación de las ideas experimentales; la razón debe también conservar su libertad
para dudar, y por eso se impone la obligación de someterse a la idea de comprobación
por el experimento117.

Posiblemente, este espíritu de libertad y de creatividad fue uno de los motivos


por el que la obra de Krishnamurti, su libre mente religiosa, supuso una atracción para

116
J. Krishnamurti. Libérese del pasado. p. 73.
117
C. Bernard. Introducción al estudio de la medicina experimental. pp. 209-210.

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numerosos científicos con los que se relacionó y dialogó de forma fructífera a lo largo
de su vida.

8. EL DIALOGO EN KRISHNAMURTI Y BOHM: HACIA UNA CONCIENCIA COLECTIVA

Para Krishnamurti, una mente religiosa, como ya vimos, es una mente libre,
objetiva y creativa, que se ocupa de descubrir los hechos tal y como son, tanto de
nuestro mundo exterior de relaciones, como del mundo interior de nuestro psiquismo. A
simple vista, esta afirmación de la cualidad de una mente religiosa es claramente
compatible con una mente y un espíritu científico puro y creativo, por lo que plantear un
diálogo, por ejemplo, entre Krishnamurti y Bohm, puede ser a priori totalmente
fructífero.

Krishnamurti realizó una critica radical de la dependencia psicológica del ser


humano con respecto a la figura de la autoridad, por lo que en su rechazo de ser
considerado el mismo una autoridad, promovía la realización de diálogos e incluso en
sus conferencias publicas intentaba crear esa atmósfera de comunicación o de dialogo
íntimo con el auditorio:

Por lo general, dar una conferencia significa impartir o explicar cierta materia
para que usted se instruya, aprenda. Ésta no es una conferencia. Aquí estamos
manteniendo una conversación juntos, como dos amigos que tal vez caminan por un
sendero tranquilo, ... amigos que se sientan en un banco poco frecuentado, solitario y
que sostienen un diálogo porque nos preocupa, a usted y al que habla, no algo más allá,
romántico y fantástico, sino nuestra vida diaria118.

Como vemos, el diálogo para Krishnamurti supone examinar e investigar juntos,


los distintos interlocutores, los problemas de la vida diaria, con una mente que

118
J. Krishnamurti. Reflexiones sobre el yo. Una indagación sobre la esencia del ser humano. p.
29.

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cuestiona, duda e investiga, sin aceptar ciegamente el conocimiento ya establecido, lo


que provoca generalmente una cerrazón de la mente. Krishnamurti nos recomienda
comprender que entendemos por comunicación, para la que se precisa tres cosas
esenciales. El primer aspecto y por el que nos preocupamos más habitualmente es que
precisamos de una lógica comprensión verbal a nivel intelectual de lo que se habla en el
diálogo. Sin embargo, para Krishnamurti son necesarios dos cosas más si realmente
queremos comunicarnos en un diálogo constructivo y fructífero: escuchar y aprender.

Escuchar no es realmente sencillo, ya que si estamos escuchando con un


importante bagaje de acumulo de conocimientos, prejuicios y experiencias,
generalmente estamos proyectando continuamente este nutrido bagaje, y realmente, lo
que escuchamos principalmente es esta proyección. De esta forma, apenas dejamos
espacio para escuchar lo que realmente se dice, por lo será casi imposible la
comunicación. Para Krishnamurti, si queremos escuchar realmente tiene que haber
silencio en nuestra mente, este silencio surge espontáneamente si tenemos una
verdadera intención de escuchar al otro con la máxima atención, con todo nuestro ser,
en una actitud realmente amorosa o de unión, poniendo a un lado todos las barreras,
opiniones, experiencias previas o prejuicios. Entonces, no sólo habrá escucha, sino
también surge una verdadera comprensión que es en definitiva un profundo aprendizaje,
y que conlleva en si mismo la acción inmediata:

Evidentemente, la verdadera comunicación o comunión sólo puede tener lugar


cuando hay silencio. Cuando dos personas se proponen seriamente comprender algo,
poniendo en ello toda su mente y corazón, sus nervios, sus ojos, sus oídos, con el fin de
comprender, entonces en esa atención hay cierta cualidad de silencio; entonces tiene
lugar la comunicación, la comunión real. En eso no sólo hay aprendizaje sino una
comprensión completa, y esa comprensión no es algo distinto de la acción inmediata119.

119
J. Krishnamurti. Reflexiones sobre el yo. Una indagación sobre la esencia del ser humano. p.
31.

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Así, podemos entender que el diálogo fructífero y constructivo es un proceso


muy vivo, pues una mente realmente atenta está inundada de una enorme energía, en el
que la comprensión de los significados puede surgir en el flujo mismo de la profunda
escucha mutua durante el intercambio de ideas. No debemos caer en el estéril debate
intelectual, pues en el mismo, realmente no hay escucha del otro y nunca podrá haber
comunicación, suponiendo un verdadero desgaste de energía que habitualmente nos
lleva más al conflicto, aunque a menudo lo disfracemos de respeto, que a una verdadera
comunión.

Han quedado registrados numerosos diálogos que realizó Krishnamurti durante


su vida fundamentalmente con distintos científicos y maestros religiosos. Sin embargo,
su interlocutor o compañero de diálogo más frecuente y fructífero fue David Bohm. Sus
diálogos con Krishnamurti han sido ampliamente publicados, a resaltar
fundamentalmente los trece diálogos publicados en “Más allá del tiempo” que fueron
realizados entre abril y septiembre de 1980. En “Los límites del pensamiento”, se
publicaron diálogos realizados entre mayo y agosto de 1975 y otros dos diálogos
realizados en septiembre de 1980. En “El futuro de la humanidad”, se publicaron dos
diálogos realizados en Junio de 1983, tres años antes del fallecimiento de Krishnamurti,
que a pesar de su edad avanzada mantenía todavía una lucidez y una claridad
sorprendentes.

Bohm dio una gran importancia al proceso y al espíritu del diálogo, que no es la
competitividad, ni tampoco un mero intercambio, de forma que no dialogamos contra
los demás, sino que lo hacemos junto con ellos, sin vencedores ni vencidos en una
disputa o confrontación de ideas, sino un intercambio, un compartir e incluso una
creación nueva y mutua de significados en el que todos salen ganando. Así, para Bohm
la etimología de la palabra diálogo (proviene de la raíz griega logos que significa
<<palabra>> y el prefijo <<dia>> que significa <<a través de>>) “sugiere la existencia
de una corriente de significado que fluye entre, dentro y a través de los implicados”. A
partir de esta corriente puede surgir de forma creativa una nueva comprensión que
supone una verdadera conciencia común, que puede ser el vínculo necesario para
sostener armónicamente nuestras sociedades. Para Bohm, si queremos conseguir una
cultura coherente en la que exista una posible visión conjunta entre ciencia, arte y

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espiritualidad, se hace necesario dialogar y aprender a compartir los significados de las


cosas, de forma que a partir de esta conciencia colectiva o común, pueden surgir nuevos
significados en contextos cada vez más amplios Así, nos recuerda Bohm la inteligencia
y la necesidad de compartir nuestra conciencia:

Para poder actuar de manera inteligente cuando sea necesario tenemos que
compartir nuestra conciencia y ser capaces de pensar en conjunto. Si nos damos cuenta
de lo que sucede en el diálogo de un grupo comprenderemos la esencia de lo que ocurre
en nuestra sociedad120.

Por lo tanto la participación en el diálogo es algo fundamental, en un mundo en


conflicto como el que tenemos, necesitamos dialogar, ya que el mismo diálogo, supone
tanto para Krishnamurti como para Bohm, un sustrato fundamental para profundizar en
la cuestión del conocimiento, pues nos puede permitir una necesaria y nueva forma de
aprendizaje, ya que como refiere Bohm, <<la comunicación es tan esencial para el acto
creativo como la percepción mental>>121. Así, también en la ciencia la creatividad
surge de una comunicación libre y abierta, ya que la fragmentación y limitación
provocadas por una infraestructura tácita de ideas, puede bloquear la comunicación y
poner límites a los posibles actos de percepción creativa.

La propuesta o la idea básica del diálogo para Bohm, es ser capaces de


suspender nuestras opiniones durante el proceso del fluir del diálogo, al escuchar y al
hablar. La intención inicial debe ser comprender y percibir las visiones y opiniones de
todos los interlocutores e intentar que todos vean lo mismo, para crear de esta manera
una conciencia colectiva, que para Bohm es como un orden implicado, en el que cada
interlocutor se repliega. Por ello, Bohm nos refiere que <<el verdadero objetivo del
diálogo es el de penetrar en el proceso del pensamiento y transformar el proceso del

120
D. Bohm. Sobre el diálogo. p. 40.
121
D. Bohm y F.D. Peat. Ciencia, orden y creatividad. La raíces creativas de la ciencia y de la
vida. p. 76.

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pensamiento colectivo>>122. Desafortunadamente, no es frecuente ver que las personas


no sean capaces de cuestionar sus creencias más íntimas, que habitualmente defienden
muy emocionalmente, por lo menos para ponerlas en suspenso temporalmente, por lo
que generalmente el diálogo resulta imposible. Por ello, el diálogo puede ser una gran
oportunidad para observar atentamente, ser conscientes del proceso de nuestros
pensamientos, opiniones o creencias, no sólo por las dificultades que surgen a menudo
en el interior del grupo, sino al ser también conscientes de la similitud de estas
dificultades, con los conflictos que surgen en el interior de cada individuo. De esta
forma, el grupo puede actuar también como <<un espejo en el que podemos percibir
nuestras propias intenciones>>123, lo que exige una gran sensibilidad para percibir o
advertir realmente lo que sucede.

Para Bohm, la actitud mejor frente a una creencia, es abrirnos a la posibilidad de


su cuestionamiento, incluso, de su posible falsedad. Al plantearse diferentes visiones,
incluso contradictorias a la nuestra, no será realmente posible compartir algo y generar
la existencia de una conciencia común, si estamos completamente convencidos de que
estamos en posesión única de la verdad. Así, si no hay posibilidad de cuestionamiento,
no es posible el necesario compartir para generar la existencia de una conciencia
común. Por todo ello, Bohm nos recomienda examinar con detenimiento la noción de
verdad, de forma, que nos propone un diálogo que más que relacionarse con la noción
de verdad, puede realmente tener su principal preocupación en el <<significado>>124,
pues si este no es coherente nunca podríamos llegar a una posible verdad.

Una de las grandes dificultades que ve Bohm en la ciencia y en la religión, y por


supuesto también en el diálogo entre ambas, es que tanto una como otra afirman o
declaran su posición o capacidad de alcanzar la verdad, que generalmente suele ser
única o absoluta. En la religión, tenemos demasiados ejemplos desafortunados en la
historia, en el que ser humano ha sufrido debido a su absolutismo o fundamentalismo
religioso. Con respecto a la ciencia, pocos científicos cuestionan la capacidad del

122
D. Bohm. Sobre el diálogo. p. 33.
123
Ibid., p. 54.
124
Ibid., p. 70.

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pensamiento para alcanzar la verdad, incluso de llegar a tener un conocimiento


completo de todo. Pero en el polo opuesto, el relativismo también se asume como una
forma de verdad absoluta. Por lo tanto, tanto unos como otros tendrán una seria
dificultad para realizar un diálogo constructivo, olvidando realmente compartir
significados.

En el hecho de compartir significados en el diálogo, podemos vislumbrar que


posiblemente no hay un camino privilegiado a la verdad, pues como refiere Bohm,
siguiendo la afirmación ya mencionada de Krishnamurti de que <<la verdad es una
tierra sin caminos>>:

En el diálogo compartimos todos los caminos y finalmente nos damos cuenta de


que ninguno de ellos es imprescindible. Porque cuando vemos el significado de todos los
caminos, llegamos al <<no camino>>. Todos los caminos, por el mero hecho de serlos,
125
son igualmente rígidos .

Tanto Krishnamurti como Bohm, nos advierten de la necesidad de una intensa y


sincera sensibilidad que trascienda los procesos del pensamiento, si queremos realmente
compartir y alcanzar esa conciencia común durante el diálogo. La sensibilidad permite
ser conscientes de todo lo que sucede, las respuestas, las reacciones, la carga emocional,
etc. Si dejamos de escuchar y mirar con el filtro del pensamiento, que es el juicio del
pasado, realmente comenzamos a ser sensibles. La sensibilidad no sólo es una cuestión
de sentidos, sino que la conciencia le otorga un significado, y como nos recuerda Bohm,
el significado <<es el aglutinante que nos mantiene unidos y no es algo estático sino
sumamente dinámico>>126.

Para Bohm, otro de los aspectos verdaderamente limitantes en un diálogo, que


Krishnamurti siempre recalcaba habitualmente, tanto en sus conferencias públicas como
en sus propios diálogos, fue la sumisión a la autoridad. El diálogo precisa de un espacio

125
D. Bohm. Sobre el diálogo. pp. 71-72.
126
Ibid., p. 74.

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libre, sin autoridad ni jerarquía. Realmente no se precisa, pues lo realmente importante,


más que encontrar respuestas concretas o incluso alcanzar una supuesta verdad, es abrir
la mente, hacerla flexible y realmente cuidadosa de las distintas opiniones.

Así, es la profunda y consciente apertura de la mente, lo que realmente genera


una diferente manera de aprender, que para Krishnamurti y Bohm, puede permitir la
posibilidad de una verdadera y completa transformación de la naturaleza de la
conciencia, tanto individualmente como a nivel colectivo, y así resolver las grandes
dificultades existentes en el ser humano y en la sociedad. En la actitud e intención
humilde y amorosa para alcanzar una verdadera comunión, participamos realmente de la
totalidad, que inevitablemente tiene el perfume de la amistad, la paz y el amor.

9. CONCLUSIONES

En última instancia, tanto Krishnamurti como Bohm, nos ofrecen una profunda
exploración de la conciencia del ser humano, proponiéndonos una nueva forma de
aprender al abordar la cuestión primordial del conocimiento. El proceso del
conocimiento que nos proponen Krishnamurti y Bohm, es realmente una sintonización
de nuestro cerebro o receptor finito hacia lo no manifiesto o plegado, la totalidad del
orden implicado, que no esta exento de dificultad o paradoja, pues comprender el
pensamiento generado en nuestro cerebro, implica en primer lugar al propio pensador o
experimentador. Esta sintonización no es el sentido habitual del conocimiento que
categorizamos, conceptuamos y acumulamos, sino que es una conciencia directa
atemporal, no dual, que permite la manifestación de la inteligencia creativa, que es
universal, pues no reside en el ser humano como algo estrictamente nuestro, como algo
individual y fragmentado.

La fragmentación del pensamiento, que opera únicamente en la dimensión de lo


conocido o del conocimiento acumulado, que es nuestra forma de conciencia más
habitual o familiar, supone la causa fundamental de su limitación. Este pensamiento,
conformador de nuestro <<yo>> psíquico, está ligado de forma lógica a la dimensión
espacio-temporal o al orden desplegado o explicado de Bohm, por lo que también
precisamos de su eficiencia para muchos aspectos de la vida del ser humano. Sin

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embargo, su limitación, que como hemos mencionado, radica fundamentalmente en su


manifiesta actividad fragmentadora, es originada por una capacidad exclusivamente
reactiva, adoleciendo por tanto de la creatividad necesaria para descubrir algo nuevo,
para desvelar la verdad atemporal y total, como refería Krishnamurti, o la realidad
universal o la totalidad del orden implicado de Bohm. Así, el pensamiento, lo que al
menos si puede hacer, es plantear la necesidad de una transformación radical en el ser
humano que nos permita trascender el frecuente conflicto en nuestra vida individual y
social. Esta trascendencia no puede venir a través de las viejas fórmulas, a través de lo
conocido, a través del pensamiento, pues su propia fragmentación y limitación le
impiden ir más allá.

El descubrimiento de algo nuevo, requiere una forma diferente de aprender


distinta al aprendizaje basado en la acumulación de conocimientos y en la acción
tutelada por sistemas o métodos de cualquier índole. Precisa de una observación pura,
sin condena ni justificación, que alumbre una comprensión profunda de uno mismo. Si
observamos de una forma tan radical y pura, el pensamiento deja <<de estar ahí>>,
desapareciendo el bloqueo, los obstáculos, la fragmentación origen de confusión, por lo
que de forma natural y espontánea surge un espacio en el que se puede manifestar el
estado creativo de la mente, una inteligencia creativa que si puede percibir lo que está
más allá del pensamiento, que supone la verdadera comprensión o conocimiento de uno
mismo. Esta comprensión produce una apertura y renovación del mismo pensamiento,
que se manifiesta en un recto pensamiento y una acción racional y creadora, que no
pertenece a la racionalidad mecánica de la memoria, sino que es la racionalidad
perceptiva que fluye de la inteligencia creativa.

Esta nueva forma de aprender que nos proponen Krishnamurti y Bohm, permite
el despertar de esta nueva conciencia, para así tener acceso natural y espontáneo a la
totalidad, a lo inconmensurable, en definitiva, una nueva conciencia que es un canal
natural a la energía del amor. La meditación y el diálogo como movimientos de este
amor, suponen un proceso de comprensión, descubrimiento y comunicación que
podemos vivir con nosotros mismos y compartir con nuestros semejantes y con el resto
de la vida existente en el mundo.

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Esta conciencia creativa es tanto manifestación de la mente religiosa de


Krishnamurti como de la mente científica de Bohm. De hecho, aunque las
aproximaciones de la física moderna dejan entrever importantes lazos de unión, es en
esta nueva conciencia, en la que la aproximación de Krishnamurti al espíritu científico
puro es más primordial y originaria, de forma que la anhelada unión de religión,
filosofía y ciencia se haría no sólo posible, sino incluso inevitable. Finalmente, como
nos apunta Krishnamurti, esta nueva conciencia, no sólo trascenderá la vieja conciencia
fragmentada gobernada por el conocimiento acumulado y un pensamiento limitado, sino
que por añadidura producirá realmente una transformación radical en el ser humano y
en nuestra sociedad actual:

Una nueva conciencia y una moralidad totalmente nueva son indispensables


para producir un cambio radical en la cultura y la estructura social actuales. Esto es
obvio. No obstante, la izquierda, la derecha y los revolucionarios parecen pasarlo por
alto. Todo dogma, toda fórmula e ideología forman parte de la vieja conciencia; son las
invenciones del pensamiento, cuya actividad es fragmentación: la izquierda, la derecha y
el centro. Esto es lo que está sucediendo a nuestro alrededor. Uno ve la necesidad de un
cambio social, económico y moral, pero la respuesta procede de la vieja conciencia,
siendo el pensamiento el actor principal. El desorden, la confusión y la aflicción en que
los seres humanos se han sumido están dentro del área de la vieja conciencia, y si eso no
cambia profundamente, cualquier actividad humana, política, económica o religiosa,
solo nos conducirá a la destrucción tanto mutua como de la tierra127.

127
J. Krishnamurti. La luz en uno mismo. La verdadera meditación. p. 7.

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