La Expiacion
La Expiacion
La Expiacion
LA EXPIACION O RESCATE
La palabra en Hebreo es Yom Kippur, plural de Kipur, expiación, También es
Kapará significa cobertura (“kisui”), así como la cortina o “kaporet” cubría el
arca del pacto, de la misma forma la expiación cubre los pecados. Asimismo,
el vocablo “kapará” o expiación está asociado a la palabra “Kófer” que
significa rescate o sustitución, que literalmente es reparar.
El día de expiación (Levítico 23:27-28), también conocido como Yom Kippur, fue el
día santo más solemne de todas las fiestas y festivales israelitas, que ocurrían una
vez al año en el décimo día de Tishrei, el séptimo mes del calendario hebreo. Ese
día, el sumo sacerdote tenía que llevar a cabo rituales para expiar los pecados del
pueblo. Descrito en Levítico 16:1-34, el ritual de la expiación comenzó con Aaron, o
los futuros sumos sacerdotes de Israel, que entraban al lugar santísimo. Dios
destacaba la solemnidad de la jornada diciéndole a Moisés que advirtiera a Aarón
para no entrar en el lugar santísimo cada vez que sentía hacerlo, sino solamente en
este día especial una vez al año, para que no muriera (v. 2). Esta era una ceremonia
que no había que tomarse a la ligera, y el pueblo tenía que entender que la expiación
por el pecado debía hacerse a la manera de Dios.
Antes de entrar en el tabernáculo, Aarón tenía que lavar su cuerpo y colocarse una
ropa especial (v. 4), luego, sacrificar un becerro como ofrenda por el pecado para él
y su familia (v. 6, 11). La sangre del becerro había que esparcirla en el arca del
pacto. Después, Aarón debía traer dos machos cabríos, uno para ser sacrificado "a
causa de las impurezas de los hijos de Israel, de sus rebeliones y de todos sus
pecados" (v. 16), y su sangre era rociada en el arca del pacto. El otro macho cabrío
fue utilizado como chivo expiatorio. Aarón ponía sus manos sobre su cabeza y
confesaba sobre él la rebelión y la maldad de los hijos de Israel, y lo soltaba en el
desierto por mano de un hombre destinado para esto (v. 21). El macho cabrío llevaba
sobre sí todos los pecados del pueblo, que eran perdonados por otro año (v. 30).
Así que esta practica para los judíos la palabra viene del hebreo kipper, equivalente
al arameo de borrar o la raíz de cubrir. Para los cristianos el concepto más adecuado
viene del griego hilasterion, que significa aquello que propicia o expía. Cristo es el
fin de la Ley (ROM 10:4) por lo tanto todo lo que hemos mencionado sirvió de
modelo para cosas mejores, (Heb 8:1-6) .
Porque razón se realizaban estos rituales?
El hombre tiene necesidad de que se le cubran o expíen los pecados debido al
pecado heredado ( Ec 7:20; Ro 3:23), del que solo él es responsable, no Dios. (Dt
32:4, 5.) Adán perdió la vida eterna en perfección, y transmitió el pecado y la muerte
a su prole (Ro 5:12), de modo que todos sus descendientes llegaron a estar
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Señor Jesucristo, mediante quien ahora hemos recibido la reconciliación”. (Ro 5:11.)
Por consiguiente, para conseguir el favor de Dios, es necesario aceptar la mediación
de Jesucristo: la provisión de Dios para la reconciliación. Solo por este medio es
posible llegar a estar en una posición comparable a la de Adán antes de su pecado.
Dios manifiesta su amor al hacer posible esta reconciliación. (Ro 5:6-10.)
Solo El Padre podía proveer “el Cordero [...] que quita el pecado del mundo” (Juan
1:29). Ahora bien, para rescatar a la humanidad, no mandó a un ángel cualquiera,
sino a alguien capaz de dar la respuesta definitiva y concluyente a la acusación de
Satanás contra los siervos del Altísimo. En efecto, hizo el sacrificio supremo de
enviar a su Unigénito, “con quien él estuvo especialmente encariñado” (Proverbios
8:30). De buen grado, el Hijo de Dios “se despojó a sí mismo” de su naturaleza
celestial (Filipenses 2:7). El Padre realizó la transferencia milagrosa de la vida y
personalidad de su Primogénito celestial a la matriz de la virgen hebrea María
(Lucas 1:27, 35). Aunque al nacer como hombre recibiría el nombre de Jesús,
legalmente podría llamársele el segundo Adán, puesto que correspondía a él a la
perfección (1 Corintios 15:45, 47). De este modo, sería apto para ofrecerse como
sacrificio redentor en beneficio de la humanidad pecadora.
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¿A quién se pagaría el rescate? Salmo 49:7 especifica que “a Dios”. Pero ¿no fue
él mismo quien lo dispuso? Así es, pero esto no lo convierte en un intercambio
mecánico, una acción sin sentido comparable a pasar dinero de un bolsillo a otro.
No debe entenderse como un trueque físico, sino como una transacción legal.
Al disponer el pago del rescate, aunque suponía un gran costo para él, Jehová afirmó
su adhesión inconmovible a su justicia perfecta (Génesis 22:7, 8, 11-13; Hebreos
11:17; Santiago 1:17).
¿Qué efecto debe tener esta provisión en el uso que damos a nuestra vida?
1 Ped. 2:24: “Él mismo cargó con nuestros pecados en su propio cuerpo sobre el
madero, para que acabásemos con los pecados y viviésemos a la justicia.” (En vista
de todo lo que Jehová y su Hijo han hecho para limpiarnos del pecado, debemos
esforzarnos diligentemente por vencer las tendencias pecaminosas. ¡Debe ser
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El sacrificio de Jesús es el mayor regalo de la historia pues nos lo dio el ser más
importante del universo motivado por un amor insuperable. Nadie ha sacrificado
tanto por nosotros como Jehová Dios. Y no hay otro regalo que satisfaga una
necesidad tan urgente como la de librarnos del pecado y la muerte. Sin lugar a
dudas, el rescate es un regalo sin igual.
1JUAN 4.19
JUAN 3:15-18